Om JEPIOS - Cristina Banfi

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Om JEPIOS DE MATEMATICA PARA EL MAESTRO EL PROFESOR EL ESTUDIANTE La matemática como teoría y como lenguaje En este número: Pág. Pág. I 3 El lenguaje y el pensamiento mate- mático (G, Kirsch) ............. 4 Enseñar matemática en 1980.. desafío (F. Toranzos)---- •• ^ La experiencia (N. V. Di C. de Esper) ......................................... El Congreso de Berkeley 44 Geometría (A. Z. Krygoivska) .... 20 Pesos babilónicos (fotografía) ... 46 Carta al lector 29 Fotografía de B. Russell ............. La matemática como teoría y como lenguaje (E. Agazzi) ............. •• Matemáticas vacías y matemáticas significativas (J. Dieudonné) .. 11 . un 39 41

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Om JEPIOSDE MATEMATICA

PARA EL MAESTRO

EL PROFESOR

EL ESTUDIANTE

La matemática como

teoría y como lenguajeEn este número:

Pág.Pág.I3 El lenguaje y el pensamiento mate­

mático (G, Kirsch) .............4

Enseñar matemática en 1980.. desafío (F. Toranzos)---- ••

^ La experiencia (N. V. Di C. de Esper) .........................................

El Congreso de Berkeley 44Geometría (A. Z. Krygoivska) .... 20 Pesos babilónicos (fotografía) ... 46

Carta al lector 29Fotografía de B. Russell .............

La matemática como teoría y como lenguaje (E. Agazzi) ............. ••

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SSnCEPTOSConceptos de MatemáticaApareció

PROBLEMAS DE LA ENSEÑANZA

DE LA MATEMATICA

DE MATEMATICA

AÑO XIV — Abril - Mayo • Junio 1980 — N° 54CONCEPTOS DE MATEMATICAPUBLICACION TRIMENSUAL

Redacción y Administración: Paraguay 1949. Piso 6o Depto. A. 1121 Buenos Aires.

CARTA AL LECTOR

* “Conceptos de matemática” continúa en la bre­ga ardorosamente, tal como si se tratara de la aparición del primer número. Y ya próximo a cumplir quince años de vida, se complace en pre­sentar a sus lectores un material de primerísima calidad debido a la pluma de importantes pensa­dores de nuestra disciplina de todas partes del mundo.* Hemos estado ¡unto con los profesores César A. Trejo, Jorge E. Bosch y Thomas Simpson en la ciudad de San Francisco, Provincia de Córdoba participando de un Coloquio que reunió alrededor de un centenar de docentes de esa ciudad y de otras —a veces bastante alejadas— de esa pro­vincia y de la vecina provincia de Santa Fé. Cre­emos que se trató de una reunión memorable en que el estusiasmo que desplegamos en nuestras charlas, fue sensiblemente superado por la in­quietud de los docentes participantes, sólo com­parable con su exquisita cordialidad. Se repite, pues, la circunstancia anotada el año pasado cuando visitáramos otras ciudades de nuestro país.* Queremos anotar un hecho singular que puede ser aprovechado por otros docentes argentinos. En San Francisco funciona un Centro de Profeso­res de matemática y física —que fue el organiza­dor de nuestra visita— que no dudamos ha de rea­lizar una interesante labor que, no se dude, ha de resultar muy útil para todos los docentes de su zo­na de influencia. No abundan en nuestro país ins­tituciones de esa clase y su ejemplo es digno de ser imitado.* Los saluda cordialmente

Director - Editor JOSE BANFIcontiene los siguientes artículos:que

La polémica sobre la enseñanza conjuntista.

Comentarios semánticos sobre números y con­ceptos.

Aprendizaje de la matemática en la escuela pri­maria.

Problemas de la enseñanza de la matemática.

Jorge E. BOSCH

Tomás M. SIMSON Suscripción Anual: Argentina S 40.000. Exterior 20 dó­lares o el equivalente en moneda de cada país. Los giros pósteles o bancarios sobre Bs. As. deben ser extendidos a nombre de CONCEPTOS DE MATE­MATICA.

Lucrecia IGLESIAS

César A. TREJO

Experiencias en la enseñanza de la matemática moderna en la República Federal de Alemania.

Reflexiones de un profesor de matemática.

La matemática en la enseñanza dé la física.

Panorama general de la enseñanza de la mate­mática.

Franz J. MEHR

Ejemplar suelto: S. 12.000 Ejemplar atrasado: $ 13.000 Exterior: $ 6 dólares.Para colaboraciones, números

atrasados, suscripciones y avisos, dirigirse directamen­te al editor.

José BANFI

Heraclio A. RUIVAL

!Luis A. SANTALOiiJ:V

Precio del ejemplar: S 25.000 Reserve el suyo

Giro postal o bancario a:Registro de la Propiedad

Intelectual N° 1.037.530

Impreso en COGTAL Rivadavia 767, CapitalCONCEPTOS DE MATEMATICA”

Paraguay 1949 — 6o A — 1121 Buenos Aires

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INTERES GENERAL Concesión N° 8205Haga conocer la aparición del libro en su medio para que pueda llegar a quienes

aún no son nuestros sucriptores. u <3? S <

FRANQUEO PAGADO Concesión N° 2687

EL DIRECTOR2

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I:

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a matemática como teoría

y como lenguaje¡

Evandro AGAZZI (Italia)

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1. En este trabajo me propongo examinar algo asi' como una especie de naturaleza doble que parece que debe reconocerse a la matemá­tica y que se podría expresar diciendo según el punto de vista que se adopte, puede ser considerada como un complejo de teorías o como un lenguaje (sea en el sentido de un gran lenguaje articulado, sea en el sentido de un sistema de lenguajes separados).

Cuando hablo, de la matemática como com- piejo de teorías entiendo a ese término en.su acepción más general e incluso genérica, según la cual una teoría es un lenguaje L que se refiere a cierto universo de objetos U cuya estructura se trata de describir. Se sobrentien­de, pues, que*ía concepción que considera a la matemática como sistema de teorías encierra, de manera explícita o implícita, la convicción de que existen objetos matemáticos hacia los cua­les dirigen sus esfuerzos de investigación las diferentes teorías, en tanto que ninguna con­cepción parecida acompaña a la concepción se­gún la cual la matemática es esencialmente un lenguaje.

Se puede también observar que esta doble perspectiva con respecto a la matemática es un producto de su evolución histórica, en el senti­do de que la concepción clásica se caracteriza por el hecho de considerarla como teoría en tanto que la concepción moderna parece asig­nar privilegio a su naturaleza de lenguaje. En verdad, no es nada difícil advertir que el pen­samiento tradicional se inclina a considerar a la aritmética, la geometría, el análisis, etc., co­mo disciplinas que se refieren a entes matemá­ticos bien determinados y diferenciados, tales como los números naturales, los entes geomé­tricos, los números reales o complejos, y al asunto todavía se aclara más si se observa que, de acuerdo con este pensamiento, las proposi­ciones matemáticas se catalogan como verda­

deras. Ahora bien, la verdad es una caracterís­tica que se atribuye a las proposiciones cuan­do expresan fielmente la realidad tal como es, o si se prefiere, una proposición no es jamás verdadera (o falsa) en sí, sino con respecto a algo. Por consiguiente, la verdad de las propo­siciones matemáticas, implica que se refieren a objetos de los cuales enuncian una verdad.

2. Como bien se sabe, la crisis de esta for­ma de pensar, que estaba muy generalizada en­tre los matemáticos y los filósofos, se produjo en la primera mitad del siglo pasado como consecuencia de la construcción de las geome­trías no euclidianas. Estas ofrecían ejemplos de teorías matemáticas no manejables por la intuición pero que, al no ser contradictorias, parecían no poder ser rehusadas en el interior del dominio matemático. Pero, una vez admiti­das como teorías matemáticas legítimas, pro­vocaron de inmediato una segunda crisis, des­pués de la de la intuición: en efecto, si se considerador ejemplo, el* enunciado relativo a la suma de los ángulos del triángulo, se en­cuentra que la geometría euclidiana, la geome­tría no euclidiana hiperbólica y la geometría no euclidiana elíptica dan tres valores diferen­tes e incompatibles. He ahí la cuestión: si el triángulo existe como ente matemático, la su­ma de sus ángulos no podrá tener más que un valor determinado y, entonces, una sola de las tres geometrías será la verdadera, y las otras serán lógicamente no contradictorias, pero fal­sas. Pero se sabe que no hay ninguna posibili­dad de discriminar las tres geometrías sobre una base empírica inmediata y que además se muestran encadenadas por vínculos lógicos profundos y muy interesantes, lo que impide aceptar una sola y rechazar las otras. Es nece­sario, pues, hacerles un lugar a todas, pero, entonces, como no es posible de declarar a la vez verdaderas a las tres, se dirá que no son ni

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:te: estando del todo de acuerdo en que la matemática construye también los lenguajes ¿podemos pensar en nuestros días que no es otra cosa que lenguajes, o bien debemos salvar en alguna medida, la antigua convicción de que todavía es un conjunto de teorías en el sentido de que poseen objetos propios de los que se ocupan? Y en ese caso ¿cuál es el punto de vista diferente que permite conside-

la matemática tanto desempeñando el

verdaderas ni falsas, puesto que toda geome- tría se reduce a un discurso hipotético-deduc- tivo que podrá revelarse verdadero o falso se­gún los casos particulares en que se lo inter-

Vale la pena subrayar que, por ello, se

co punto que está verdaderamente en discu­sión es saber si de alguna forma se puede des­cubrir, debajo de ese lenguaje, por decirlo así, una estructura de objetos a los que se refiere! y esto podría ser posible si se llegara a poner en evidencia posibles discordancias entre el lenguaje y esa estructura. Es bien comprensi­ble, en verdad, que si se pudiera encontrar ta­les discordancias, si el lenguaje apareciera co­mo capaz de cubrir totalmente la estructura de objetos, se podría, a justo título, comenzar a preguntarse si la existencia de esa estructura no es una suerte de representación inútil y si no sería una actitud más crítica aquélla que reduce enteramente al lenguaje todo lo que se puede afirmar objetivamente mediante teoría matemática.

8. Ahora bien, es importante decir que la lógica matemática nos permite descubrir efec­tivamente discordancias del género que se aca­ba de mencionar: una cuestión clásica que se plantea cuando se presenta un sistema de axio­mas para una teoría matemática formalizada es el de su completitud semántica que, en for­ma intuitiva, se puede presentar así: ¿Tienen los axiomas posibilidades de permitirnos alcan­zar, mediante deducciones formales correctas, todas las proposiciones verdaderas de la teoría considerada? Hay casos en que se debe res­ponder negativamente a esta exigencia, noto­riamente el teorema de Gódel de 1931 nos muestra un ejemplo de proposición matemáti­ca que se debe reconocer como verdadera para los números naturales, pero que no es deduci- ble de los axiomas de la aritmética. En ese caso se debe, pues, concluir que la teoría, con­cebida como lenguaje, no domina completa­mente el dominio de objetos al cual se preten­de referirla, porque deja fuera de sus posibili­dades de control proposiciones que son verda­deras en ese dominio. Lo interesante es que eso ocurre no por debilidad del instrumento deductivo que se emplea, sino precisamente como algo intrínseco de la misma teoría. En efecto, el teorema de Gódel ya vale para una aritmética formulada en la lógica del primer orden, que es semánticamente completa en sí misma. Esto significa que, una vez dado un ejemplo de expresiones formuladas en el len­guaje de primer orden, uno de los cálculos usualmente empleados para obtener deduccio­nes en ese orden basta deducir todas las conse­cuencias lógicas, es decir todas las proposicio­nes que son verdaderas en todos los posibles modelos de ese conjunto de expresiones. El resultado de Gódel nos propone, pues, dos

consideraciones distintas: que hay proposicio­nes formuladas en el lenguaje de la aritmética y que no son verdaderas en todos los modelos posibles, los axiomas de Peano, por ejemplo, sino sólo en aquél que se puede dominar mo­delo natural o modelo "standard" de esos axiomas,1 en segundo término, que ese tipo de proposiciones no es controlable con los instru­mentos puros de la l^ica formal. Este resulta­do, desde luego, es sumamente interesante porque nos indica la existencia de modelos no estandarizados de la aritmética, pero podemos decir que es aún más interesante porque nos confirma la legitimidad de hablar de un mode­lo estandarizado de la aritmética, que posee su legitimidad y que muestra su independencia del lenguaje que se habla en ella y que no llega a decirnos todo lo que en ella es verdad. En efecto, el medio por el cual se llega a esta­blecer la verdad de las proposiciones no dedu- cibles de la aritmética es una reflexión meta- teórica, que podría compararse con una cir­cunstancia feliz que nos permite echar una ojeada indirecta sobre el dominio de los núme­ros naturales sin tener que pasar por la teoría formal de la aritmética. Por tanto, nos pode­mos considerar autorizados a decir: los núme­ros naturales existen de cierta manera y gozan de ciertas propiedades que no comparten con otras estructuras posibles que pueden propor­cionar los modelos de axiomas de la matemáti­ca formalizada. Esto se encuentra en situación de poder establecer gran número de situacio­nes que valen para los números naturales tanto como para otras estructuras no estandarizadas, pero dice demasiado poco sobre los números naturales y deja escapar parte de la verdad que les concierne.

9. Otra cosa interesante es que los lenguajes formales se pueden revelar no del todo adecuados con respecto a los objetos matemáticos no sólo por defecto, sino también por exceso. Para precisar intuitivamen­te esta cuestión, podremos subrayar que, si se desea caracterizar fielmente una cosa cualquie­ra, debemos intentar decir algo específico para evitar que la descripción que damos no pueda aplicarse también a otras cosas muy diferentes. Llevado al plano de la matemática, esto equivale a decir que, si queremos caracteri­zar cierta estructura de objetos, se deberá dar una descripción que la determine si son iso- mórficamente y que no puede valer para es­tructuras que no son isomórficas con respecto a aquéllas que se desea caracterizar. Cuando un sistema de expresiones formales goza de

prete.renunció a atribuir objetos propios a la geome­tría, y se la concibió como un lenguaje simple y puro (o como un sistema de lenguajes), sus­ceptible de ser interpretado sobre diferentes dominios de objetos, pero no ligado a ninguno de ellos como su dominio propio y por decirlo

rar aprimer papel como el segundo?

5. Para responder en forma suficientemente objetiva a cuestiones de este tipo, no se puede apelar simplemente a convicciones personales de índole filosófica, ni acudir a la denominada experiencia matemática, que siempre es subje­tiva y discutible. Propongo, más bien, conside­rar ciertos planos de investigación y ciertos re­sultados de la lógica matemática en los cuales me parece, se pueden encontrar indicaciones para el problema que nos interesa.

6. En primer término, se puede subrayar que en la lógica, matemática hay una dimen­sión explícita para cada uno de los dos puntos de vista, dado que la sintaxis se ocupa de toda teoría formalizada únicamente en lo que con­cierne a la estructura de su lenguaje, mientras

así, natural.3. Ante este resultado, acaso se pudiera pen­

sar que no se ha producido nada particular­mente nuevo, dado que la matemática ha des­empeñado el papel de lenguaje desde hace mu­cho tiempo y especialmente desde las épocas de Galileo, Descartes y Newton, quienes lo consagraron domo lenguaje de la física y, qui­zás, incluso de la ciencia en general. Por esta razón, el hecho de reconocer que la geometría euclidiana se presta convenientemente para la descripción de los fenómenos del mundo ma­croscópico ordinario, en tanto que una geome­tría riemanniana es mas bien capaz de encua­drar el mundo de la teoría de la relatividad, no haría más que recordar una situación bien conocida en la historia de las ciencias, a saber, que cada rama de la física se ha podido desa­rrollar cuando teorías matemáticas apropiadas les ofrecieron lenguajes convenientes.

Todo esto es bien cierto, pero queda oculto un rasgo esencial. Tradicionalmente se pensaba que toda teoría matemática tenía que ver, en primer término, con sus objetivos propios y que, además, también ocurría que podía pres­tarse a funcionar como lenguaje para las teo­rías empíricas particulares. En el caso de las geometrías que acabamos de ejemplificar, las teorías matemáticas, por lo contrario, parecen reducirse a la pura función de lenguaje y lo dicho para lás geometrías puede repetirse, in­cluso con mayor razón, para otras ramas de la Ynatemática. No hay necesidad de subrayar que la tendencia formalista, tan extendida en la matemática moderna, expresa justamente ese punto de vista: no admite que se puedan concebir objetos matemáticos independientes del lenguaje, pero concibe al lenguaje mismo como capaz, por así decir, de engendrar sus propios objetos: basta pensar en afirmaciones tales como la que pretende que los números naturales se construyan por los axiomas de Peano, o que los objetos geométricos se cons­truyen por los axiomas de Hilbert.

4. La cuestión que se plantea es la siguien-

una

que la semántica toma en consideración las po­sibilidades que existen para interpretar tal len­guaje de manera de hacerlo hablar con respec­to a universos de objetos arbitrarios que se supone dados en forma independiente del len­guaje mismo. La teoría de los modelos, que constituye el desarrollo técnico de la semánti­ca se esfuerza por precisar los diferentes tipos de estructura de los objetos que se prestan a una discusión mediante lenguajes dados y, pa­ra ello, proporciona precisiones esenciales so­bre la consideración de la matemática como teoría. Una vez aclarado esto, es necesario com­prender que la presencia de esos puntos de vis­ta distintos no basta todavía para justificar la afirmación según la cual la matemática se ocu­pa de objetos propios. En efecto, la presencia de esos dos puntos de vista nos ofrece instru­mentos para investigar la cuestión, pero no nos da ninguna indicación sobre el resultado final de esa investigación ¿Cómo imaginar, pues, la forma de emplear el instrumento sin­táctico y el instrumento semántico para dedu­cir algunas conclusiones sobre nuestra cues­tión?

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7. Una primera indicación de investigación parece ser la siguiente: dado que no se puede poner en duda que toda teoría matemática se presenta bajo la forma de un lenguaje, el úni-

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tica, en la medida en que aseguran una expli- citación de la significación de los conceptos que desempeñan un papel en la teoría, des- cpmponiendo esta significación por así decirlo, en sus elementos constitutivos y mostrando las relaciones subsistentes entre esos diferentes elementos. En otros términos, los axiomas guran un análisis de Ia significación de impor­tancia fundamental, pero nunca .asegurarían a una teoría la denominada significación física que, al contrario, está ligada a las operaciones de medida empírica y que sería mejor calificar como denotación física.

13. En contraste, si consideramos las teo­rías matemáticas que se han denominado abs­tractas, fácilmente podemos darnos cuenta que son, en efecto, lenguajes puros porque, incluso cuando hablan de estructuras, en realidad se entiende a esas estructuras como una especie de mundos posibles, sin diferenciar nada con­creto: son totalmente genéricas y representan la ¡dea de una posibilidad teórica de ver con- cretizadas las condiciones impuestas por las estipulaciones lingüísticas contenidas en los axiomas. Esto se verifica totalmente cuando nos proponemos interpretar las denominadas estructuras sobre verdaderas estructuras con­cretas (que todavía son estructuras matemá­ticas) tales como las de los números naturales, reales, complejos, etc, que han sido pensadas como ejemplos que cumplen efectivamente la genericidad de estructuras abstractas.

14. Lo dicho hasta aquí nos ha llevado a reconocer, en el dominio de la matemática, la existencia de disciplinas que se configuran como teorías en sentido propio, junto a otras que, más bien, se dejan caracterizar como len­guajes. Pero también queremos ver cómo las mismas teorías se prestan a ser empleadas como lenguajes y, al respecto, la idea de for- malización nos proporcionará una solución muy simple. Ya hemos comprobado cómo esta ¡dea nos pudo conducir muy lejos, es decir, a pensar que se puede hacer desaparecer comple­tamente a los objetos matemáticos; pero un uso apropiado de esta ¡dea nos permite com­probar muy simplemente que, incluso en el caso de las teorías matemáticas concretas, el lenguaje que se refiere a sus objetos no está indisolublemente ligado a estos. Se puede, en efecto, examinar la posibilidad de considerar a ese lenguaje en forma de la estructura mate­mática para describirla cual había sido creado.

15. En otros términos, las teorías matemá­ticas concretas pueden comportarse como teo­rías abstractas cuando se hace abstracción de

que a su vez están ligados a manipulacio- procedimientos de carácter operatorio y

sus contenidos matemáticos específicos. En ese momento su lenguaje queda en libertad de ser interpretado sobre otros universos de obje­tos que pueden ser, por ejemplo, entes físicos, y se podrá revelar capaz de expresar gran can­tidad de verdades sobre esos nuevos objetos.Si además, ocurre que la estructura de los nue­vos objetos es isomorfa con respecto a los ob­jetos matemáticos de que se ocupa la teoría, resultará que todos los teoremas matemáticos de dicha teoría siguen siendo verdaderos para la nueva teoría.

16. El ejemplo más conocido de un hecho parecido lo ofrece la teoría de las magnitudes en las ciencias empíricas, especialmente en física. Bien se sabe que la posibilidad de intro­ducir magnitudes en ciertos dominios de ob­jetos naturales no es del todo inmediata ni elemental: es necesario primero encontrar una propiedad de dichos objetos que permita com­pararlos e introducir en ellos un orden quasi serial, es decir, un orden lineal total con la posibilidad de que diversos objetos ocupen el mismo lugar en la cadena. En seguida, es nece­sario metrizar ese orden hallando un proce­dimiento. fundamental de medida, que nos permita ubicar un escalón al cual vincular la unidad de medida, pero eso también depende del hecho de que existe una operación de composición física que se comporta aditiva­mente con respecto a esa cantidad que se desea medir. Sólo cuando están satisfechas esas condiciones se puede pasar a la introduc­ción de una verdadera magnitud, a saber, de una función que asigna a todo objeto del dominio material un número real que repre­senta la medida con respecto a la magnitud considerada. Esta condición es la que intro­duce una homomorfia *entre el dominio de objetos materiales y el dominio de los núme­ros reales positivos, que transforman al lengua­je del análisis (es decir, de la teoría cohcreta de los números reales) en un lenguaje capaz de hablar con verdad y fidelidad de esos objetos físicos, considerados como portadores de tal magnitud.

17. A menudo se han interpretado a esta posibilidad de aplicación fecunda de la mate­mática al estudio de fenómenos físicos como consecuencia y prueba de que la realidad fí­sica posee una estructura matemática y se ha invocado a Pitágoras y Platón como precur­sores de una intuición tal sobre la cual des­cansaría la iluminación de las ciencias moder­nas. Otros, por lo contrario, afirmaron que la matematización constituye simplemente un

cierta propiedad, en lógica matemática se lo denomina categórico y de él se dice que admi-

solo modelo. Ahora bien, se sabe real­mente que la propiedad de la categoricidad no

cualidad del todo común a los sistemas

nes, ines, aconstructivo. Parece, pues, que la perspectiva más fértil al respecto sea el del punto de vista constructivista que nos proporciona medios

dar los objetos matemáticos, los cuales.

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es unaformales sino que, al contrario, depende estric­tamente del lenguaje empleado (en el primer orden, ello no ocurre más que en sentidos muy estrechos) Y, incluso teniendo esto en cuenta, no es el privilegio de todas las teorías matemáticas interesantes. Esta es la conclu-

paraestando suficientemente bien determinados, no coinciden con el lenguaje de las teorías mate­máticas y determinan, más bien* ciertas condi­ciones de fidelidad.

11. Vale la pena observar que, aceptando esta concepción constructuvista y operatoria del pensamiento matemático, no hay ninguna necesidad de renunciar a las grandes conquis­tas intelectuales representadas por la de­nominada revolución axiomática con tal que se establezca también en matemática una dis­tinción entre el problema de la significación y el problema de la denotación, mientras que el sentido de esta revolución a menudo es toda­vía realmente interpretado como ligado al pro- belma de la denotación. En efecto, muy a me­nudo se oye afirmar, por ejemplo, que el pun­to, la recta, el plano, etc., no son entes que existen en alguna parte, sino que son simple­mente lo que afirman los axiomas de Peano, etc. Con formas de hallar como las que acaba de mencionar se quiere dar la sensación de que los sistemas de axiomas constituyen o crean los entes matemáticos, en tanto que to­do lo que se podría afirmar correctamente es que precisan en forma rigurosa y exacta, si bien implícita, la significación de esos concep­tos. En otros términos, el verdadero alcance de la revolución axiomática es el de haber aclarado, al lado de la función sintáctica de los axiomas ya reconocida en los Elementos de Euclides, una función semántica que po­seen y que consiste en no' admitir en las teo­rías matemáticas únicamente los elementos sig­nificativos explicitados en la compleja red de las proposiciones primitivas. Esto de ninguna manera implica, al contrario, que los axiomas posean una especie de función ontológica y el hecho de atribuírselas es pura y simplemente una toma de posición filosófica adicional, que se afirma sin fundamento verdadero.

12. La cuestión todavía se puede aclarar más si se reflexiona sobre el hecho de que las axiomatizaciones se han vuelto usuales incluso

ase­

sión: con respecto a los objetos matemáticos, los lenguajes de las teorías formalizadas a ve­ces dicen menos de lo que sería de desear, y a veces más, lo que nos lleva a admitir que siem­pre se tiene la posibilidad de verificar esa dife­rencia entre el objeto y lenguaje de que habla­mos antes. Esta conclusión nos autoriza, por tanto, a considerar las situaciones de las teo­rías matemáticas como susceptibles de una bi­partición: ciertamente hay teorías que se pre­sentan explícitamente como teniendo por ob­jeto proporcionar encuadramientos muy gene­rales, susceptibles de referirse a estructuras cualesquiera, incluso no isomórficas entre sí, podemos calificar de abstractas a esas teorías y reconocer que son esencialmente lenguajes de alcance muy general. A su lado, siempre existen teorías concretas, que se supone se re­fieren a una estructura específica de objetos matemáticos y que, desde ese punto de vista, merecen que se las considere como teorías con contenido, en un sentido que ya no se aleja del sentido de las teorías de las ciencias empí­ricas.

TO. Esta conclusión origina problemas filo­sóficos bastante interesantes, pues de inmedia­to nos lleva a la cuestión de la posibilidad efectiva de indicar esos objetos de manera que, acaso no siendo del todo independientes del lenguaje usado, no llegue a coincidir con él. A primera vista se podría creer que la con­clusión denominada platónica posee ventajas sobre ese punto, porque concibe a los entes matemáticos como entes en sí, dotados de existencia autónoma que nos recuerda bastan­te bien la ¡dea de los objetos físicos, que exis­ten antes de nuestras investigaciones enpincas y teóricas para descubrir sus propiedades. Pe­ro; pese a esa primera impresión, las cosas no son así: en efecto, incluso en física (y, en general,, en las ciencias empíricas), nunca nos preocupamos por las cosas ordinarias de nues­tra experiencia cotidiana, sino más bien de cortes de esas cosas, y lo hacemos mediante el establecimiento de ciertos predicados y funcio-

1

en el dominio de las ciencias empíricas (espe­cialmente en física), y su función en esas cien­cias, es, en parte, de naturaleza sintáctica, en la medida en que los axiomas permitan un es­clarecimiento de la estructura deductiva de esas disciplinas, pero, sobre todo, es semán-

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y más fiel que se puede emplear para describir cierta estructura objetiva.

instrumento cómodo pero convencional gracias al cual organizamos nuestros conocimientos, sin que eso pueda indicar presencia alguna de una estructura matemática subyacente en la realidad física.

18. Una querella tal nunca podría llevar a nada satisfactorio porque ambas posiciones im­portan un equívoco, a saber: conciben a las ciencias como discursos que afrontan las rea­lidad de las cosas, por así decirlo, en si, pero ninguna ciencia exacta hace eso. Ya aludimos el hecho de que toda ciencia se ocupa sólo de cierto corte de la realidad, que se obtiene co­locándose en cierto punto de vista, que se concreta en la elección de un número limitado de predicados y de funciones de base por medio de las cuales se habla de la realidad. Acábanos de recordar, en los breves párrafos explicativos que hemos consagrado a las mag­nitudes y a la medida, que el establecimiento de esos predicados y de esas funciones no es del todo elemental ni inmediato, sino que requiere la intervención de diversas manipula­ciones operativas bien estudiadas y capaces de hacer surgir un homomorfismo con respecto a la estructura de los reales positivos. Entonces se comprende bien que las cosas brutas de la realidad cotidiana, sino que realmente haces de predicados y funciones, introducidos por métodos operativos que muy a menudo tiene por objetivo explícito llegar a determinar una estructura concreta que sea isomorfa, o al menos homomorfa, con respecto a la estruc­tura de los números reales o alguna otra es­tructura matemática. Pero, entonces, si los objetos de una teoría empírica son entes se­mejantes, tenemos realmente el derecho de decir que poseen efectivamente una estructura matemática: se trata de la estructura que he­mos introducido mediante nuestras manipu­laciones operativas, pero es objetiva y real y, con respecto a ella, el discurso matemático no tiene más que la función de una pura y simple herramienta convencional - para ordenar nues­tras ideas; constituye una descripción fiel de ellas. Naturalmente, jamás podríamos preten­der que ese discurso determine en forma ex­haustiva la estructura de la realidad, porque esta es más rica que ese trozo particular que se ha cortado de ella mediante nuestras mani­pulaciones operativas, pero esto no nos impide reconocer que para todas las cituaciones com­parables con la que se acaba de mencionar, la matemática constituye el lenguaje más exacto

Matemáticas vacías y

matemática significativas*19. La experiencia histórica nos muestra

que el uso de la matemática como lenguaje se produjo primero mediante el empleo lingüís­tico de ciertas teorías matemáticas concretas, como el análisis y la geometría. La cosa no nos asombra. La riqueza de los conocimientos acumulados en estas teorías es lo que permite usar su lenguaje como fuente maravillosa de herramientas para tratar los problemas de las ciencias físicas. Pero ahora se impone una re­flexión más natural: si resultados tan fecundos se han obtenido empleadon el lenguaje de teo­rías que en sí mismas no eran lenguajes puros, con mayor razón podríamos esperar obtener éxito explotando las teorías matemáticas que son, por su misma naturaleza, lenguajes, a sa­ber las teorías que hemos llamado abstractas. Esto podrá ocurrir según dos enfoques diferen­tes: quizás se pudieran utilizar lenguajes abs­tractos ya listos y bien desarrollados, que se muestran directamente aplicables a ciertos do­minios de investigación empírica (esto ocurrió, por ejemplo, cuando se aplicó la teoría de gru­pos a la mecánica cuántica). Pero también se puede examinar la posibilidad de construir nue­vos lenguajes matemáticos, esto es, teorías abs­tractas nuevas, para hablar adecuadamente de estructuras empíricas que todavía no se ha lle­gado a dominar la facilidad de lenguajes abstracto, que no actúa como una especie de proyección de estructura particular y que, por tanto, está abierto a toda interpre­tación posible, le garantiza posibilidades de éxito en la explotación de nuevos dominios de investigaciones que acaso no puedan ofrecer los lenguajes tradicionales. Por esta razón, la polémica contra la medida y la cantidad, que hoy se escucha a menudo entre los que las consideran como prejuicios que se debería re­husar, por ejemplo, en el dominio de las cien­cias humanas, no puede significar un rechazo de la matemática. La medida y la cantidad corresponden a un empleo de la matemática como lenguaje basado sobre la utilización de sólo uno o de un número limitado de lengua­jes efectivamente contenidos en la matemática semántica, notoriamente los lenguajes de cier­tas teorías concretas. Pero la matemática abs­tracta posee posibilidades de tratar las cuestio­nes que, siendo todavía exactas, no son necesa­riamente cuantitativas.

Jean DIEUDONNE (Francia)

El título de mi conferencia es polémico, así lo creo; pero, al reflexionar, me ha parecido que era mejor que la conferencia no fuera po­lémica. .. a menos que me forcéis a ello. Lo que diré es esencialmente la introducción de un libro que estoy por escribir y que se inti­tulará: Panorama de /as matemáticas bourbá­quicas. En el último tercio de mi conferencia intentaré explicar qué entiendo por matemá­ticas bourbáquicas y eso corresponderá, en cierto sentido, a la parte polémica de mi anti­gua conferencia, pudiendo mi propósito ac- > tual, entiéndase bien, convertirse en polémico en cualquier momento.

Pero antes de deciros qué son las matemá­ticas bourbáquicas creo que acaso no sea inú­til, sobre todo para aquellos de ustedes que no son matemáticos profesionales, tratar de expli­car cómo los matemáticos ven actualmente a la matemática. Por una parte, trataré de mos­traros el estado actual de las matemáticas; por otra parte, lo que constituirá la mayor parte de mi conferencia, trataré de hacer ver cómo han evolucionado los problemas. Esta mañana Levy-Leblond ha observado que en verdad no se puede comprender una ciencia ignorando del todo su evolución. Os repito que esta no es una conferencia polémica y que puedo apo­yar con citas y referencias todo lo que os diré; no diré nada que no haya sido reconocido e impreso en alguna parte.

También Levy-Leblond subrayó que la física, que se había portado muy bien de 1900 a 1940, actualmente agitaba un poco las alas. Y bien, en matemáticas eso no es del todo verdad; las matemáticas nunca se porta­ron mejor, cuantitativa y cualitativamente.

Primero cuantitativamente: he aquí un número de Mathematical fíeview, que se publi­ca mensualmente, digo bien, todos los meses, no todos los años. En sus comienzos, en 1940,

esta íhisma revista publicaba un volumen anual de 300 páginas, hoy 300 páginas corresponden a un volumen mensual. No creeréis que allí estén, in extenso, todas las matemáticas que se producen: son notas o informes sobre tra­bajos matemáticos, más o menos —según la importancia del trabajo— proporcionales- a su longitud. Cada página de ese volumen in quar- to comprende en dos columnas un promedio de cinco a seis informes. He aquí, por ejem­plo, una memoria de 41 páginas cuyo informe ocupa media columna. En resumen, se puede .decir que ese volumen representa entre un sép­timo y un décimo de la longitud de las mate­máticas in extenso; es decir, todos los meses se publican en el mundo alrededor de 2000 a 2500 páginas de textos matemáticos. Esto con respecto al punto de vista cuantitativo.

Pero las matemáticas no se evalúan por el peso del papel y, como ayer lo dijo Apery, hay que hacer distinciones. No hablaré de ellas porque podrían ser polémicas. De cualquier modo, digamos que los matemáticos más com­petentes están de acuerdo en pensar que de esa enorme producción cuantitativa hay una pequeña parte que también es excelente desde el punto de vista cualitativo. Creo que pode­mos decir que nunca se encontraron tantos re­sultados nuevos e importantes como ahora y creo, sin exageración que se ha producido más matemática fundamental desde 1940 que la que se produjo entre Tales y 1940. Esto es perfectamente probable haciendo una lista de las cuestiones que habían permanecido abier­tas durante decenas de años, a veces de siglos,

que goza un

I

!

•Esta conferencia fue pronunciada el 11 de junio de 1976 en el Coloquio Internacional organizado por el Centro Universitario de Luxemburgo y fue redac­tada por los organizadores de acuerdo con la versión magnetofónica.

1110

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po. Recuerdo haber oído decir a mi maestro Polya, que la obtuvo de Alexandroff, que éste había trabajado durante un año en la demos­tración de la hipótesis del continuo, y que entonces se había detenido porque sentía que se volvía loco. Hizo bien. Entonces, cuando Gódel y Cohén nos dijeron que era inútil es­trujarnos las meninges y que jamás demostra­ríamos ni la hipótesis del continuo ni tradicción, hemos dicho: iUff! Qué suerte. No tendremos que ocuparnos más de ese abo­minable problema!

Lo mismo ocurre también con el segundo problema de Hilbert sobre la resolución de los problemas diofánticos, recientemente resuelto por Matiasevich. Pienso, por otra parte, que, a pesar de mi enorme admiración por ese mate­mático de primera magnitud que fue Hilbert, nunca he comprendido como pudo creer que una máquina podría dar automáticamente to­das las respuestas a todos los problemas dio­fánticos. Entonces me enteré que Matiasevich había demostrado que eso era imposible, lo que la mayoría de los matemáticos, creo, con­sideraron como algo de simple buen sentido. El cerebro, no se reemplaza con una máquina. Eso se sabe.

Para terminar con la lógica, es necesario de­cir que todas esas cuestiones, por interesantes y todo lo filosóficamente interesantes que sean, no tocan, como oportunamente veremos, más que una parte muy débil de las matemá­ticas, en particular, de las matemáticas bourbá- quicas. Incluso diré que están ausentes de las matemáticas bourbáquicas que nunca encuen­tran un ejemplo de las matemáticas donde se tenga que aplicar el axioma de elección gene­ral o la hipótesis del continuo, porque nunca necesitan más que el axioma de elección nu­merable. No se puede hacer el análisis real sin el axioma de elección numerable, y eso todo el mundo lo admite. Pero es muy raro que se necesite realmente el axioma de elección gene­ral, no numerable, y no interviene nunca en lo que voy a describir. ¿Por qué? Pues porque siempre nos ocupamos de espacios que son ge­neralmente metrisables y separables, y en esos espacios las buenas series de papá son más que suficientes. Entonces, en realidad, hay allí un paso hacia atrás de muchos de los matemáti­cos. Pero ¿por qué ¿se paso hacia atrás? En mi juventud, todos estábamos muy entusias­mados con la escuela de Cantor y con todo lo que le había seguido, el axioma de elección, de Zermelo; se colocaba a Zermelo en todas las salsas e incluso se había encontrado la ma­

los constructivistas americanos, comoparte,Bishop y sus alumnos, que han sido fuerte­mente perturbados por las dificultades de las relaciones de las matemáticas con lo real, etc.,

todas que los matemáticos, el 95% res-

nera de ponerlo, aunque no hubiera necesidad, para hacer rabiar a los viejos, a quienes eso no les gustaba. Luego terminamos dándonos cuen­ta de que los viejos también gozaban de una sagrada intuición porque, careciendo de me­dios para juzgar, no dejaba de invadirlos la sensación de que eso andaba mal. Después de Gódel y Cohén sabemos ahora que hay una especie de centro de la matemática que se apoya sobre Zermelo-Fraenkel -¡atención! Zermelo-Fraenkel sin el axioma de elección ge­neral, pero con el axioma de elección numera­ble— y nada más. He ahí un bloque de axio­mas al.que no podemos renunciar so pena de no poder hacer ni análisis, ni ninguna otra cosa. Más allá, ¿qué ocurre? Cohén y Gódel nos dicen que más allá hay tantas matemáticas co­mo se quiera. Podéis declarar que el continuo es aleph 36, a no ser que sea aleph 64 o cual­quier otra cosa. Entonces ¿por qué habría de ser aleph 1?

Mejor todavía En el curso de los últimos años se ha observado que, siempre que se con­sienta en balancear el axioma de elección no numerable, conservando naturalmente el axio­ma de elección numerable, se podrían hacer cosas notables con otros axiomas en los cuales nadie había pensado nunca. Un ejemplo, que enternece el corazón de todos los analistas es el axioma de Solovay. Desde Lebesque se sabe que, infortunadamente, en principio, la mayo­ría de los conjuntos que encontramos sobre la recta no son mensurables... y eso es muy mo­lesto. En cierto sentido, es incluso idiota. Idio­ta, porque se sabe —no estoy seguro que, des­de el punto de vista lógico, eso sea del todo demostrable— pero se sabe que nunca fabrica­mos conjuntos no mensurables más que con el axioma de elección no numerable. Es decir que es necesario fabricarlos. Ahora bien, en análisis encontramos constantemente conjun­tos que no están del todo fabricados por ejem­plo, conjuntos de soluciones de ecuaciones, que aparecen en forma natural y de los cuales se necesita saber que son mensurables. Enton­ces, estando del todo seguros que el conjunto de que se trata es mensurable, uno se devana los sesos para saber por qué, y, para demostrar esta estupidez, nos lanzamos a una demostra­ción que puede llenar 2, 3 o 4 páginas. Si se supiera que todos los conjuntos son mensura­bles, nos sentiríamos bastante tranquilos y no tendríamos que demostrar cosas de las que sa­bemos de antemano que son verdaderas. En verdad, Solovay mostró que se puede fabricar un sistema tan consistente como el Zermelo-

que han sido resueltas desde 1940. Entonces, desde todos los puntos de vista se puede decir

las matemáticas gozan actualmente de ' prosperidad extraordinaria.

Como muchos de vosotros se inclinan hacia la filosofía o la lógica, insisto en primer térmi­no sobre esto; los filósofos y los lógicos tienen

tendencia, perfectamente natural y sable, a creer que la matemática se interesa mu­cho por lo que ellos hacen. Y bien, volved del

así. El 95 por ciento de los mate-

íunaque

cosastante se mofan de ello.

Siempre hay lógicos que trabajan incluso que trabajan mucho y bien. Esencialmente, ¿qué hacen? ¿Cómo vemos su trabajo nosotros los matemáticos? Bien, por una parte, expió­

las posibilidades de nuestro sistema lógico, ése con el cual trabajamos, el de Zermelo- Fraenkel; por otra parte, -y eso nos interesa mucho menos- elaboran y exploran una canti­dad de otros sistemas lógicos. Su actividad ciertamente es interesante desde el punto de vista intelectual, pero su interés es del todo limitado desde el punto de vista de los mate­máticos porque nosotros no trabajamos con sistemas lógicos de ese género sino con Zerme­lo-Fraenkel. Entonces, cuando se nos habla de la lógica de primer y de segundo orden, de las funciones recursivas y de los modelos, noso­tros, los matemáticos no tenemos nada que objetar a quien se ocupa de ello, pero nos quedamos enteramente fríos.

Sin embargo, quedan uno o dos comenta­rios por hacer. En primer término hay perso­nas que os dicen: ¿Qué hacéis con el análisis no estandardizado? ¡Ah! He ahí una bella invención, que data de una decena de años y que, hasta dónde yo puedo juzgar, nos llega de los lógicos. Históricamente, los lógicos son los que han inventado este método, han obte­nido algunos buenos resultados y todavía no se ha recalcado lo suficiente que en manos de personas muy astutas no originará algo mejor todavía. Pero, en realidad, se trata simple­mente de un método matemático como cual-

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excu-una su con-

ranerror; no es máticos se despreocupan totalmente de lo que pueden hacer todos los lógicos y todos los fi­lósofos. Eso no les interesa absolutamente na­da. Entiéndase bien, hay una parte de la lógi­ca, que se denomina lógica matemática que ha tomado considerable desarrollo desde hace 50 años y que tiene en su haber éxitos extraordi­narios que los lógicos que hay entre ustedes conocen tanto como yo. Pero para daros una ¡dea de la proporción de los trabajos de lógica matemática con respecto a los trabajos de ma­temática que nada tienen que ver con la lógi­ca, comprobemos simplemente que sobre las 300 páginas de este número de febrero, sólo 8 están consagradas a la lógica matemática.

¿Por qué los matemáticos no se interesan en aboluto por ¡a lógica? Hubo, efectivamen­te, un período —la famosa crisis de los funda­mentos—, que comienza hacia 1895, y conti­núa hasta 1930 más o menos, en que muchos matemáticos estaban muy perturbados por las paradojas y las dificultades de razonamiento que parecían surgir de todos lados. Creo que todos los matemáticos de esa generación y de la mía —que es posterior— han pasado por una crisis personal; durante todo un año he ocupa­do mi tiempo fabricando un juego lógico que me satisfaciera —no lo he publicado, quedaos tranquilos— pues me sentía perturbado hasta el punto de tener necesidad de probarme a mí mismo que se podía hacer matemática de ma­nera absolutamente coherente. El sistema que actualmente satisface, digamos, al 95 por cien­to de los matemáticos por lo menos, es el bien conocido sistema de Zermelo-Fraenkel. Ese sis-

1quier otro, basado sobre la noción de ultrapro-

_ ducto. Se lo puede hacer entrar de inmediato y sin dificultades en el sistema Zermelo-Fraen­kel admitiendo el axioma de elección. Diga­mos que se ha convertido en una parte de la matemática pero las aplicaciones que de él he­mos hecho en nuestras matemáticas no tienen nada que ver con la lógica.

El segundo comentario se refiere a las re­caídas en lo que hacen los lógicos, inspirados, por otra parte, por problemas surgidos de las matemáticas. Lo que nos interesa mucho co­mo para ponernos en guardia son las pruebas de indecibilidad y de imposibilidad. Hay mate­máticos que pasan años de su vida intentando demostrar la hipótesis del continuo, problema que los ha atormentado durante mucho tiem-

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tema responde exactamente a las necesidades de todos los matemáticos, excepto, con toda la seguridad, los lógicos y todos aquellos cuyas actitudes filosóficas les impiden aceptar las premisas de un sistema semejante, esto es, los matemáticos denominados intuicionistas o constructivistas. Por una parte, están los cons­tructivistas rusos -ellos hacen matemática que denominan constructiva, pero que no tiene na­da que ver con los fundamentos— y por otra

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física. Creo que hay razón para decir que es la ciencia la que en verdad se ha adaptado a la aplicación de la matemática. Estas aplicacio­nes, muy numerosas y muy variadas, plantean constantemente, problemas a la matemática; los han planteado incesantemente y continúan planteándolos, y desempeñan una función con­siderable en el desarrollo de las matemáticas puras. ¿Por qué? Un matemático, que recibe un problema de urt colega de ciencias natura­les, trata primero de formularlo de una mane­ra de poder comprenderlo (lo que no siempre ocurre). A renglón seguido, cuando lo ha com­prendido y puesto en forma puramente mate­mática, trata de resolverlo, lo que le plantea multitud de cuestiones que debe salvar para obtener resultados a menudo muy notables. No hay ninguna duda que toda la teoría de las ecuaciones funcionales, de las ecuaciones dife­renciales para comenzar, en derivadas parcia­les a continuación, integrales, integro-diferen­ciales, etc., ha sido desde hace 300 años una fuente de inspiración constante para los mate­máticos, y esto no sdlo por los problemas que ha originado sino también a veces por los mé­todos. Los físicos tienen, sin duda, ideas pro­pias sobre los problemas que plantean. Como conocen su ciencia mucho mejor que nosotros, tienen razones para creer ciertas leyes, por ejemplo, los principios de máxima y mínima, deben cumplirse y la solución del problema debe volver máxima o mínima a tal cantidad, denominada energía o de otra manera. Ello inspira entonces al matemático que se dice: Para encontrar una solución, tomemos una fundón que da un mínimo; acaso abremos en­contrado la solución. Este procedimiento, exi­toso en muchos casos, es u/i ejemplo típico en que la física de alguna manera inspira a la matemática, no sólo por los problemas, sino

. por los métodos revelando así un vínculo muy estrecho de los matemáticos con la física y sus aplicaciones. Y además, desde hace unos cin­cuenta o cien años, han aparecido las estadísti­cas, los ordenadores; y el álgebra, lo mismo que la teoría de las probabilidades, a su vez, se han podido aplicar de inmediato a multitud de cuestiones en donde antes no intervenían las matemáticas. Todo esto para reconocer que sería ridículo decir que las matemáticas actua­les no tienen ninguna relación con la realidad. Pero la inversa también es totalmente ridicula. Decir que el resto de la matemática no tiene importancia y nunca ha tenido ningún tipo de interés es algo que la historia contradice total­mente.

Fraenkel actual, no agregando naturalmente e axioma de elección general sino el axioma de Solovay que dice que todos los subconjuntos de Rn son mensurables en el sentido de Le- besgue. Para muchos analistas eso sería mucho mas agradable que el axioma de elección gene­ral. Todo esto para deciros que más allá del núcleo central de la matemática, digamos bourbáquicas, hay infinidad de posibilidades. Por el momento me parece que no hay ningún tipo de razón para preferir una u otra. Cuando

haya trabajado suficientemente con las posi- biliddes abiertas por sistemas de axiomas varia­dos, quizás dentro de 20 años, acaso 50, acaso 200 años, los matemáticos, un buen día volve­rán a coincidir para estimar que un sistema les agrada más que los otros, para incorporarlo a las matemáticas y, a partir de ese momento, no hacer matemática sino con ese sistema. También puede ser que eso no ocurra nunca, y que a partir de ahora haya tantos sistemas subsidiarios del central como posibilidades ha­ya, según el tipo de matemáticos. Sólo el por­venir puede decirlo.

Creo que esto rige la cuestión de las rela­ciones entre las matemáticas y la lógica. Por ello, a partir de ahora, no hablaré más de lógi-

A veces se os ha dicho: Si no fueron las aplicaciones las que han suscitado las matemá­ticas ¿quién ha sido? Algunos invocan sociológicas. Aunque me esfuerce nunca he visto nada muy convincente en ese sentido. Es evidente y totalmente trivial que no se pueda hacer matemáticas cuando el nivel social no deja cierta libertad y cierta posición social a aquéllos que necesitan mucho tiempo flexionar y para resolver su problema. Es sario, pues, procurar a los matemáticos tencia cierto nivel de vida que les permita con­sagrarle enormes esfuerzos y concentrarse en su investigación sin que siempre deban preocu­parse por saber si comerán dentro de tres días o de dos horas. Pero esta afirmación no ha explicado nada. Es una de las trivialidades que se suelen formular. He aquí un pequeño pro­blema para aquellos que se interesen: En 1796, al joven Gauss, que tenía 18 o 19 años, se le había metido en la cabeza encontrar una construcción con regla y compás del polígono regular de 17 lados. A quién me explique por­qué el medio social de los pequeños cursos alemanes del siglo XVIII en que vivía Gauss, debía inevitablemente conducirlo a ocuparse de la construcción del polígono regular de 17 lados le daré gustoso una medalla de chocola­te. Pero tratemos de ser serios y volvamos a la cuestión de saber qué es lo que hace desatarse a las matemáticas. Creo que no se puede exa­minar algo totalmente trivial y visible a todo nuestro alrededor. He tenido niños y niñitos y he visto al gozo de ellos empleando su tiempo proponiendo adivinanzas y ejerciendo su capa­cidad de y su curiosidad precipitándose sobre los enigmas, los "puzzles" y las palabras cruza­das con contagiosa alegría. Es un hecho uni­versal que se observa en todos los países y en todas las épocas. Dicho de otra manera: Hay una cierta curiosidad innata y natural del ser humano por resolver adivinanzas i No busquéis más! Nueve décimos de las matemáticas, fue­ra de las que fueron suscitadas por necesidades prácticas, consiste en la resolución de adivi­nanzas. Si no lo creéis, he aquí algunos ejem­plos.

es de Plutarco— que estaba avergonzado de las famosas máquinas que había construido para el sitio de Siracusa, que nunca hubiera osado consagrarles un artículo porque eran una apli­cación y él despreciaba profundamente a los que eran tan viles para ocuparse de tales cosas. Ninguna duda, pues: La ¡dea de que las mate­máticas provienen de las necesidades técnicas es sumamente reciente y, como os lo he di­cho, enteramente falsa. Comencemos por ejemplos sacados de la antigüedad dado que, justamente, los griegos comenzaron, desde el siglo V a J.C., e incluso antes, con Pitágoras, a plantearse problemas a los cuales es visible­mente imposible asignarles eventuales orígenes prácticos. La mayoría de los problemas sobre números los conocemos por el tratado de Dio- fanto, que es posterior. No entraré en detalle —Diofanto representa una tradición algo hete­rodoxa— pero he aquí dos de sus problemas (hay entre 100 y 200, todos del mismo tipo) que ¡lustran el tipo de cuestiones que interesa­ban a los griegos:

1) Hallar tres números x1# X2 y x3 tales que x, Xj + X| + Xj sea un cuadrado, y esto para las tres combinaciones posibles de dos números. (Diofanto llama números a todos los números racionales, no necesariamente enteros y, sobre todo, no irracionales).

2) Hallar un triángulo rectáculo de lados a. b y c (a es la hipotenusa) tales que a — c y b — c sean cubos.

razones

para re- nece­

en po­se

ca.Un segundo punto sobre el cual acaso sea

necesario extenderse algo más, es la cuestión de la utilidad, de la aplicabilidad, ets., de las matemáticas puras, esto es, las matemáticas aplicadas. Se han dicho al respecto enormes tonterías en los dos sentidos, y quisiera inten­tar poner las cosas en orden, permaneciendo sobre el tema tan objetivo como sea posible. ¿Qué vemos al mirar las matemáticas y sus aplicaciones actuales? .

Primero, no hay ninguna duda, de que, his­tóricamente, las matemáticas se originan en problemas de índole práctica: numeraciones, medidas de figuras... Una serie de documen­tos atestiguan el origen, digamos sensible, de las matemáticas en lo real. Mucho menos inte­ligente es la actitud de los que pretenden que siempre ha sido así; dicho de otra manera, que jamás hubo otras motivaciones en las matemá­ticas que la aplicación a diversos problemas del mundo real, de la ciencia aplicada, ahora de la ciencia pura —que ha sido desde el siglo XVIII una ciencia matemática. Y bien, es tan absurdo afirmar eso como negarlo.

Desde el Renacimiento, y sobre todo desde el cálculo infinitesimal una parte importante de las matemáticas tiene aplicaciones directas a las ciencias de la naturaleza, sobre todo a la

Estaréis convencidos, creo, que las posibili­dades de un origen técnico de esos dos proble­mas son absolutamente impensables. Son adivi­nanzas que se perpetúan en las ramas de las matemáticas actuales tales como la teoría de números, la combinatoria y la teoría de gru­pos. La resolución de todos esos problemas exige generalmente enorme ingenio. El mate­mático húngaro Paul Erdós es verdaderamente el rey de los problemas ingeniosos y difíciles: en su existencia resolvió más de mil. He aquí dos ejemplos estraídos de sus obras:

El primero no es de él; es un problema que planteó Sylvester sin poder resolverlo y que fue resuelto por un amigo de Erdós.

En el plano se dan n puntos al alzar, no todos alineados. Es necesario demostrar que siempre hay una recta que pasa exactamente por dos de esos puntos.

Otro problema de ese género: En un círcu­lo de radio 2 ¿cómo podréis ubicar puntos de manera tal que un punto esté en el centro, los otros no importa dónde, con la condición de

1

Primero, hacia 1700, nadie habría osado nunca sostener la creencia un poco estúpida de que sólo la técnica está en el origen de la matemática. Los griegos pertenecían exacta­mente al nivel opuesto. Los textos de Platón y de Arquímedes desprecian abiertamente los in­fortunados que usan la matemática para las viles necesidades del cálculo o de la medida. El mismo Arquímedes dijo —creo que la cita

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fútiles en apariencia- que al ser am-un pocopijamente analizados han revelado posibilida­des completamente insospechadas y han abier­to el camino a aplicaciones también del todo insospechadas. ¿Cuántos de esos paraísos de la matemática hay? Infortunadamente no

existan millares de problemas de

señaló el camino. Sabéis que el número de raíces de una ecuación polinómica es, en general, igual a su grado; que se pueden per-

raíces y que entonces ciertas fun­ciones son invariantes. Analizando esta ¡dea, Lagrange terminó percibiendo que el éxito de los métodos de Cartan y otros para la resolu­ción de las ecuaciones de 3er y 4° grado resi­día en la existencia de ciertas funciones no simétricas de raíces que poseían ciertas propie­dades de invariancia por permutaciones. Poco

la cuestión central de las preocupacio-

que

axioma 36 bis, lo que, a la postre, produce una nueva teoría. Cuando se les pregunta las razones, responden: ¿Por qué? ¿Cómo? Para escribir un papel

Si hablé de razones sociológicas es porque hay países, cada vez hay más, en que la pro­moción de los universitarios se hace por el pe­so del papel. De modo que, entiéndase bien, es necesario producir, y, cuando rre eso, nos ponemos a modificar el axioma

número 36 bis. De cualquier modo, lo que ocurre. Se trata de lo que puede deno­minarse matemática no motivada o diluida. Acaso se me objete que el axioma 36 bis dificado puede un día ser tan fundamental la noción de grupo. Efectivamente, eso no está excluido y en mi vida he visto uno o dos casos en que una teoría condiderada como ab­solutamente carente de interés, bruscamente se la encontraba adherida a algo que os hacía comprender el fondo de las cosas. Pero eso es del todo excepcional y el resto se acumula en los innumerables papeles que se escriben, pu­blican, de los cuales se hacen informes y de los cuales nadie en lo sucesivo jamás hablará, salvo aquellos, entiéndase bien, que diluyen lo diluíble, eso que, en apariencia, se deja pro­longar indefinidamente.

Finalmente, existen teoría que se olvidan progresivamente, que se mueren con toda dul­zura, no porque las matemáticas se vuelvan menos ingeniosas —por el contrario, quizás lo son más— sino porque los problemas tratados se vuelven cada vez más especiales, se aísla y terminan no teniendo relación con la misma teoría. En tanto que, lo que excita mucho a los matemáticos es el hecho de que un problema tenga relaciones con otras teorías.

Después de haber intentado daros cuenta de como evolucionan los problemas matemáti­cos, puedo ahora deciros muy fácilmente que son las matemáticas bourbáquicas. Son esen­cialmente las que se ocupan de las teorías vi­vas, descansan sobre una estructura y, hasta cierto punto, las que dependen de un método. El epíteto bourbáquico significa que se trata de teorías expuestas en el seminario Bourbaki. Ese seminario es una institución, creada hacia 1948, que se presenta de la siguiente manera: Tres veces por año se exponen seis memorias en el curso de seis sesiones que se realizan en París un sábado y el domingo y el lunes si­guiente. Esas memorias son elegidas por un

grupo de miembros del equipo Bourbaki —yo nunca participé en la elección de los textos; puedo, pues, hablar con toda imparcialidad- son distribuidos a personas que tienen el deseo de exponerlos, son expuestos en el seminario y luego difundidos; durante mucho tiempo la difusión fue asegurada por Benjamín; ahora por Springer. Actualmente existen unas 500 exposiciones que prácticamente cubren, creo, todas las matemáticas que entran en esas cate­gorías.

Es necesario no confundir el seminario Bourbaki con el tratado Bourbaki que tiene otro objetivo del todo distinto, a saber, exposición de la parte elemental de las estruc­turas, la parte que debe conocer todo matemá­tico que quiera hacer matemáticas serias. Pero las grandes aplicaciones no figuran en el trata­do; justamente se las expone en las Memorias del Seminario; faltan en el tratado simplemen­te porque son dificilísimas de exponer en li­bros destinados, más o menos, a la enseñanza, a la enseñanza de cierto nivel, pero de cual­quier modo la enseñanza. El libro de Bourbaki contiene los rudimentos de lo que son las ma­temáticas bourbáquicas, que son las que se ex­ponen en el seminario. Se puede hacer una clasificación de esas matemáticas ordenándolas según la densidad bourbáquica que es grosso modo, la relación entre un número de exposi­ciones y el número de trabajos publicados so­bre esa teoría. Algunas teorías tienen una den­sidad muy grande: la topología algebraica y diferencial, la teoría de los grupos de Lie y de sus representaciones de dimensión infinita, la geometría algebraica (es decir, la teoría de funciones de varias variables complejas), la teoría de números, están entre las de mayor densidad bourbáquica. A continuación vienen las teorías cuya densidad bourbáquica es me­nor: el análisis armónico conmutativo, el álge­bra homológica, la teoría de las álgebras de von Neumann. Se habla un poco de lógica y de probabilidades, pero no mucho. Después llegan teorías de las que se hablan muy poco: el álgebra conmutativa, por ejemplo, los espa­cios vectoriales topológicos (creo que en vein­te años se ha hablado dos veces de ellos); de álgebra general, de la teoría de los conjuntos ordenados, de los cardinales y ordinales, de todo eso ni una palabra.

He ahí el panorama que he querido esbo-

mutar esasmu­

chos; aunque _ ese género, no se si se llegará a encontrar una docena que originen teorían tan grandiosas,

fundamentales y tan profundas, que hacen comprender el sentido de las cosas de las que acabo de hablar. Por tanto, consti-

verdaderamente la excepción y no la re­

tancomo esas

a pocones de esos algebristas ha resultado la siguiente: ¿Qué ocurrirá cuando se permutan las raíces de una ecuación? En unos 60 años eso origi­

no ocu-tuyengla. con eso es¿Qué ocurre a continuación? Bien, se nece­sita un tiempo enorme, uno o dos siglos en general, para desenredar todas las ¡deas y po-

bajo forma asimilable para todo el mundo lo que vieron los genios mucho antes, tiempo. Algunos escritos de Galois y de Rie-

casi no fueron comprendidos durante 50 años. Eran especies de visionarios, gozaban de

golpe de vista mucho más amplio que sus contemporáneos, reducidos a una lectura me­cánica y a tentativas de análisis destinadas al fracaso. Después, progresivamente, se tuvo éxi­to y se llegó a comprender lo que los genios querían decir, y cuando se llegó a comprender sus ideas, y a enseñarlas y a usarlas donde quiera, se ha entrado verdaderamente en el pa­raíso. Sin embargo, ese paraíso todavía evolu­ciona para engendrar lo que se denominan las estructuras. Los matemáticos saben hoy decir de manera técnica qué es una estructura. Hay una buena veintena de estructuras fundamen­tales (Estructura de grupo, de espacio vecto­rial, del álgebra...) y además muchas otras por combinación. Si se desea saber usar todo lo que revela el estudio de las estructuras, es indispensable estudiarlas y aprender a manejar­las cada vez mejor, lo que implica, inevitable­mente, una abstracción aumentada.

Actualmente, por ejemplo, lo que importa no es saber si tal grupo es un grupo de permu­taciones o un grupo de transformaciones de un cubo o el grupo de los enteros racionales, sino, más bien, saber si es finito, conmutativo, simple, etc. Entonces cuando después de lar­gos años de pacientes estudios, se llega por fin a una teoría bien hecha, bien enseñable, bien utilizable, parecería que las cosas debería dete­nerse allí. ¡Pero no! No se detienen porque algunas personas, por razones variadas, socioló­gicas o de otros tipo, se dicen: "¿Qué ocurri­ría si se modificara uno de los axiomas de dicha teoría?" y helos ahí, modificando el

nó lo que se denomina teoría de grupos, por­que fue la primera vez que se comenzó a pen­sar en una operación. Es muy difícil pensar en una operación, pues es algo bastante abstracto que no se ve sobre el pizarrón, que no se pue­de representar. Actualmente se intenta hacer entrar en la conciencia de los niños, lo más rápidamente posible, la ¡dea de que una opera­ción es también un objeto por más que no se vea (se lo representa con flechas). Pero esta ¡dea tardó un tiempo inverosímil en ser conce­bida por los matemáticos, y a partir de esta idea de operación, luego de composición de operaciones, de inversión de operaciones se ha llegado al concepto de grupos. Todavía se ne­cesitó casi un siglo para que ese concepto ad­quiriera su verdadera naturaleza; es decir, abandonar al origen fortuito de la operación, de la transformación, para convertirse en una operación que se hace sobre los objetos de un conjunto. Y esto ha constituido un engrande­cimiento prodigioso de todas las matemáticas porque hemos percibido progresivamente que había grupos donde quiera, desde la artimética más abstracta hasta la teoría de los quanta pasando por todo lo que se pueda imaginar, la relatividad y todo el análisis, para no hablar de la geometría, etc. Y cada vez que se descu­bre un nuevo grupo en una teoría matemática, esta ha hecho un avance prodigioso. El grupo es una de esas nociones primeras que están en todas partes y que nosotros, los matemáticos, buscamos en todos los dominios. Casi lo mis­mo ocurrió con las integrales elípticas. Gracias a matemáticos como Abel, Jacobi, Weiertrass y sobre todo Riemann, nació la geometría alge­braica. Se trata, también de una disciplina que invade progresivamente casi todas las matemá­ticas.

mo- unaner comoen su

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j

He aquí, pues, dos ejemplos típicos de pro­blemas -acaso problemas un poco estúpidos,

zar.18 19

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!

La interacción entre el "formalismo" y la in­tuición primitiva lograda a través de la visión, conduce a una intuición matemática más fina, que ha sido llamada intuición

Geometría euclidiana. Considerando la geometría euclidia- na como un tópico que debe ser presentado en la escuela en forma axiomática, puede definirse como el estudio de cierto espacio métrico (en el sentido topológico), o como un estudio basado en axiomas afines, ampliado luego por la intro­ducción de nuevos axiomas hasta llegar métrica euclidiana. Puede definirse también co­mo el estudio de un'espacio en el cual actúa un grupo particular de transformaciones o como el estudio de un espacio cartesiano, etc.

Todas estas definiciones y el desarrollo co­rrespondiente, son puntos de vista distintos del sintético tradicional, puesto que colocan a la geometría elemental en el marco de las estructuras de la matemática contemporánea. Todas ellas conducen a un concepto de la geometría completamente diferente del de la clásica geometría euclidiana sintética. La geo­metría moderna introduce al alumno en un campo muy extenso de nuevas ¡deas, le libera la imaginación y la intuición y le abre nuevas perspectivas. En este sentido, puede decirse que la topología y las transformaciones revita­lizan el papel de la geometría en la educación, haciéndola comparable con el álgebra.

En consecuencia, la enseñanza moderna de la matemática no debe eliminar a la geome­tría, puesto que los nuevos puntos de vista la hacen más rica que antes. El grito "abajo Euclides" se refiere únicamente a la presenta­ción clásica, actualmente fuera de moda. La geometría ha pasado a tener un sentido mu­cho más amplio que el simple estudio del espacio euclidiano. Existen otros espacios im­portantes. Este punto de vista puede aclararse por la siguiente descripción

A la pregunta ¿tiene sentido en el día de hoy considerar que existe una parte indepen­diente de la matemática que se llama geome­tría? La respuesta es: Como matemática yo contesto definitivamente no, pero a la pregun­ta ¿Debemos enseñar geometría? yo contesto sí. La aparente contradicción se explica consi-

• derando tres ideas distintas: situación, modelo y teoría. La situación es una parte de una investigación matemática, el modelo es un es­quema matemático y ambas cosas, junto con el estudio de la estructura subyacente, condu­cen a la construcción de una teoría matemáti­ca abstracta. Hablando de geometría, en cada momento debe definirse claramente una situa­ción perceptible en el espacio, un modelo de esta situación y la posible teoría.

Muchas teorías matemáticas importantes tiene su origen en la abstracción de modelos

prolongada(Bouligand) o intuición refinada (F. Klein). Claros ejemplos de este tipo de ¡ntución se

las investigaciones sobre topolo­gía general o sobre teoría de conjuntos que tuvieron lugar en la primera mitad del presen­te siglo. En estas investigaciones intervienen objetos geométricos completamente nuevos, diferentes de los conocidos en la geometría clásica, pero sin embargo accesibles imaginación geométrica, por ejemplo, el de una curva que llena el espacio. Esto hace que en matemática, las fronteras entre lo in­tuitivo y lo no intuitivo sean difíciles de esta­blecer. La topología continua ha enrriquecedo y ampliado nuestra intuición geométrica. Por otra parte, las ideas como homotopía y gru­pos, a pesar de su aspecto algebraico, han sido creadas y desarrolladas a partir de intuiciones geométricas subyacentes.

El estudio y el conocimiento de la interac­ción y el desarrollo formal y la motivación geométrica, puede eliminar la confusión refe­rente al carácter de la intuición. Cuando en matemática se hacen intervenir imágenes y es­tructuras espaciales, se puede hablar de intui­ción geométrica. Un matemático ha dicho que "¡as imágenes que acompañan una creación ma­temática, se parecen más a un cuadro de Pi­casso que a dibujos ejecutados mediante ins­trumentos mecánicos". En efecto, estas imáge­nes intervienen más bien como indicadoras de acciones posibles que como recuerdo de obje­tos concretos y, además, la geometría no es su única fuente. Sin embargo, no es posible negar la existencia de esta intuición matemática pro­longada o refinada.

A. Z. KRYGOWSKA (Polonia)

encuentran ena una

matemático contemporáneo, está claramente expresada en las siguientes frases de Bourbaki

"Elementos de Historia de la Matemá-

Uno de los puntos que más han debatido en los últimos cincuenta años los matemáticos y educadores, ha sido el contenido de los estudios geométricos en la escuela secundaria. Ha habido muchas conferencias al respecto,

han conducido esencialmente a dos posi­ciones, a saber: la de los partidarios de conser-

parte de la geometría sintética axio-

en sustica'" a nuestra

caso"Se admite que la importancia de la geome­

tría clásica en el desarrollo de la matemática es indiscutible. Hoy, sin embargo, para el ma­temático profesional, la mina está agotada, puesto que no existen más problemas estructu­rales en ella, susceptibles de repercutir en otras partes de la matemática".

Naturalmente para quienes continúan inves­tigando los fundamentos de la geometría, la geometría sintética de Euclides sigue siendo de valor. Por otra parte, quedan todavía algunos problemas clásicos de geometría que no han sido resueltos. Pero estas investigaciones, en

y otro caso, quedan fuera de la corriente predominante en la matemática contemporá-

que

var granmática de Euclides, y la de los partidarios de la reestructuración total en el estudio del espa­cio. No existe hasta ahora acuerdo entre am­bas posiciones y las experiencias que se están llevando a cabo muestran distintas tendencias. En este artículo vamos a pasar revista a los diferentes criterios sobre la naturaleza misma de la geometría para luego describir algunos de los programas que se están desarrollando.

unoI. Introducción

Las discusiones, propuestas y reformas rea­lizadas acerca de la enseñanza de la geornetría, han alcanzado un nivel en que que ya es posible hacer una útil comparación entre las distintas tendencias. Al hacer esta compara­ción, no intentaremos presentar en detalle los distintos programas, sino más bien presentar un resumen de los enfoques más significativos e ¡lustrarlos con ejemplos seleccionados.

nea.

III. Lenguaje geométrico e intuiciónLa importancia histórica de la geometría

clásica proviene del hecho de que ella ha sido una de las fuentes de las estructuras algebrai­cas y de la topología, que actualmente son fundamentales en la matemática. Las razones de la omnipresencia del lenguaje geométrico en la matemática actual se deben, sin embar­go, no sólo a la tradición histórica, sino al hecho de que el lenguaje geométrico va unido a la creación conceptual. La terminología geo­métrica que aparece en álgebra y en análisis muestra hasta qué punto la intuición geomé­trica penetra en toda la matemática. ¿A qué se debe que la intuición geométrica conserve su vitalidad, aún en dominios que aparente­mente no tienen nada que ver con la geome­tría? Evidentemente, la intuición geométrica- puede sugerir lo importante, accesible e intere­sante, y puede, a su vez, orientar al matemático y evitar que se pierda en un fárrago de proble­mas, ¡deas y métodos.

En este sentido, sin embargo, debe quedar bien entendido que la intuición geométrica no puede reducirse a la visión del espacio físico.

II. Geometría euclidiana y matemática con­temporánea

Las preguntas: ¿cuál es el lugar de la geo­metría en la matemática contemporánea?, ¿existe todavía la geometría?, pueden ser contestadas de la siguiente manera: "En el sistema bourbakista, la geometría no existe más. En las revistas de críticas bibliográficas, lo que se incluye bajo el nombre de geome­tría, comprende menos del 5Ve del total de artículos de investigación registrados. En los programas universitarios de todo el mundo, la palabra geometría es apenas mencionada y los investigadores que podrían llamarse a sí mismos "geómetras", evitan el término por parecer/es fuera de moda". La razón de esta ausencia formal de la geometría clásica en el mundo

Delimitar claramente los senderos que lle­van de la intuición concreta de los elementos en el espacio físico a los más altos niveles de la intuición geométrica, a través de dibujos, modelos u otros simbolismos, es un problema del mayor interés pedagógico. Estos senderos existen, y uno de los objetivos de la enseñanza de la geometría debe ser encontrarlos, y a través de ellos prolongar y refinar las primiti­vas intuiciones espaciales, de manera que lle­guen a ser instrumentos efectivos para el pen­samiento matemático.

IV. ¿Qué es la geometría euclidiana elemen­tal?

Existen muchas definiciones de geometríaí20

21

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cas y topológicas como preparación para el estudio del análisis contemporáneo.

Una cuestión, todavía en debate, es si la geometría debe ser la fuente para introducir los espacios afines y vectoriales, o bien si, al revés, debe ser presentada como una aplica­ción de los mismos. Actualmente, parece que el primer camino es el más indicado. Sin em­bargo, siguen existiendo partidarios de la in­troducción directa de. los espacios vectoriales, a través de las siguientes etapas: (1) Grupos finitos. El grupo infinito (Z, +). (2) Congruen­cias módulo n. Anillos y cuerpos finitos. Ani­llos y cuerpos infinitos (Z, + , .) y (Q, + , .). (3) Ejemplos de módulos sobre anillos finitos. Ejemplos de espacios vectoriales sobre cuerpos finitos. (4) Introducción a las aplicaciones li­neales. Con estos conocimientos, es posible presentar el concepto de espacio vectorial por sus axiomas y después construir sin dificulta­des, una bien fundada geometría.

Todavía no hay experiencias suficientes pa­ra decidir sobre este último método. De todas maneras lo que resulta evidente es que la geo­metría actual es, al mismo tiempo, una fuente y un campo de aplicaciones del álgebra lineal. Precisamente uno de los objetivos principales de la enseñanza de la geometría, al nivel se­cundario, consiste en sacar provecho de estas características y utilizarlas.

C. Iniciación en ios aspectos formales del razo­namiento matemático

En otros tiempos, la geometría sintética euclidiana era considerada como el único mo­delo para introducir y ejercitar en la escuela secundaria la precisión y el razonamiento lógi­co. Actualmente la geometría ha perdido esta posición de privilegio, e incluso sabemos que la presentación clásica no es la más convenien­te para esta misión, a pesar de que subsiste la opinión general de que uno de los objetivos principales de la enseñanza de la geometría es precisamente iniciar a los alumnos en la lógica matemática.

Puesto que la geometría requiere cierta dis­ciplina mental, resulta muy adecuada para ha­cer entender y ejercitar el método deductivo. Por ejemplo, el alumno comprende, con ejem­plos geométricos, la importancia de las defini­ciones para fijar el conocimiento intuitivo de los objetos, que casi siempre supera a las pro­piedades establecidas en las definiciones. El alumno empieza a comprender qué es exacta­mente una demostración en el momento en que debe distinguir conscientemente entre la

astronomía, geografía, tecnología), precisan y aplican directamente muchos conceptos geo­métricos. En algunos países la ''geometría des­criptiva" figura como parte de la enseñanza técnica, pero no es tratada, sin embargo, como "objeto técnico", sino como aplicación directa y pura de teoremas geométricos. Un objetivo importante de la enseñanza de la geometría [es la preparación para ciertas aplicaciones prácti-

Entre la posición que enfatiza este objeti­vo práctico y la que desea reducir la enseñan­za de la geometría a un estricto desarrollo matemático, hay posicisiones intermedias. La solución consiste en no limitar las aplicaciones a las propias del arquitecto o del artesano, sino prestar atención al estudio de problemas derivados de situaciones mecánicas y cinemáti­cas concretas que pueden ser matematizadas, dando lugar a deducciones locales y a una verdadera actividad matemática.

Es evidente que el espacio físico no puede ni debe ser la única fuente para desarrollar el proceso matemático en el alumno, pero la importancia de eata fuente no puede ser me­nospreciada. Esto no quiere decir, sin embar­go, que no haya quien opine que la geometría nada tiene .que ver con el mundo físico.

B. Iniciación en el estudio de las estructu­ras fundamentales de la matemática contem­poránea y el refinamiento de la intuición geo­métrica.

Este es un nuevo e importante objetivo de la geometría. Durante los últimos cien años se ha visto de manera evidente que la geometría puede servir tanto para el estudio de las es­tructuras algebraicas (grupos, por ejemplo) co­mo para el estudio de3la estructura topológica del espacio. En particular, el espacio afín y el espacio vectorial son estructuras importantes cuya interpretación geométrica puede ayudar mucho a aclarar y entender su significado. Queda, como un caso aislado, la tradicional geometría sintética, que conserva su forma a pesar del desarrollo de las estructuras moder­nas, por lo cual ha quedado fuera de las co­rrientes actuales de la matemática.

La iniciación en las estructuras algebraicas y topológicas puede actualmente llevarse a ca­bo dentro de la geometría. La enseñanza de la geometría de acuerdo con esta perspectiva, sirve tanto para refinar la intuición del alumno como para desarrollar en el mismo el hábito del razonamiento formal. Un importante objetivo de la geometría debe ser desarrollar el concep­to y la operatoria con las estructuras algebrai-

verdad intuitiva y la obtenida por razonamien­to. Si bien el estudio de las estructuras no puede sustituirse por la investigación geométri­ca, ellas son tal vez demasiado metodológica­mente puras para poner en guardia al pensa­miento sobre posibles errores. Gracias a la particular conexión entre la intuición y la for­mación que ofrece la geometría, y no el álge­bra, la primera sigue llevando ventaja en cuan­to al objetivo de introducirnos en la axiomáti­ca y en la deducción.

geométricos; entre ellas podemos citar: álgebra lineal, espacios de Hilbert, topología, teoría de la medida, teoría de grupos, teoría de retícula- dos, geometría diferencial, geometría algebrai­ca. Cada una de estas teorías tienen su aspecto geométrico, pero ninguna es completa en este único aspecto. De aquí que el término "geo­métrico" debe aplicarse a situaciones y a mo­delos más bien que a teorías. El uso razonable de estas ideas, situaciones, modelos y teorías, con referencia a la enseñanza de la matemática en general y de la geometría en particular, evita muchas veces confusiones y discusiones estériles.

cas.

Vi: Geometría elemental y proyectos utiliza­dos para su enseñanza

Los objetivos de la enseñanza de la geome­tría que hemos mencionado son generalmente aceptados a pesar de que existen marcadas diferencias en la apreciación de su importancia relativa y en su interpretación. Sin embargo, la ¡dea de utilizar el método geométrico para i niciar a los alumnos en las estructuras funda­mentales, está prácticamente fuera de discu­sión. Todos los programas reformados coinci­den sobre la importancia del estudio de los. espacios afines y vectoriales y la importancia de la geometría en la construcción de estas estruc­turas.

V. Objetivos de la enseñanza de la geometríaActualmente hay una fuerte tendencia a

integrar la geometría con las estructuras de la matemática elemental basadas en los conjun­tos. De aquí que los objetivos generales de la enseñanza de la matemática sean también obje­tivos de la enseñanza de la geometría. A ese nivel la enseñanza de los objetos que estudia la geometría no difiere, desde el punto de vista de su estructura matemática de la enseñanza de los objetos que estudia el resto de la matemática elemental. Así, la geometría, lo mismo que toda la matemática, estudia conjuntos, transforma­ciones, grupos, relaciones de orden y de equiva­lencia, etc. Lá manera de razonar en geometría elemental no difiere, tampoco, desde el punto de vista formal, de la manera de razonar en otros capítulos de la matemática.

Sin embargo, hay ciertas particularidades y factores psicológicos en el tratamiento geomé­trico de las estructuras matemáticas que con­ducen a distinguir objetivos especiales de la enseñanza de la geometría. Entre ellos podemos señalar los siguientes:

A. Simple matematización del espacio físi­co y aplicaciones directas de ello.

La geometría euclidiana elemental se fue desarrollando junto con la organización con­ceptual del espacio físico. Esta organización local sigue siendo válida para las actividades diarias del hombre. Durante toda su vida, el alumno se encontrará con objetos concretos, relaciones concretas y transformaciones con­cretas, que pueden ser representadas esquemá­ticamente como objetos geométricos, relacio­nes geométricas y transformaciones geométri­cas. El alumno debe ser capaz de esquematizar geométricamente las situaciones reales.

Muchas otras disciplinas que se estudian en la escuela secundaria en muchos países (física,

Aparte esta coincidencia general, los dife­rentes proyectos, experiencias, programas y textos presentan posiciones diferentes acerca de los restantes objetivos de la geometría. Va­mos a ilustrar estas distintas posiciones, men­cionando algunos ejemplos típicos de progra­mas y métodos de enseñanza de la geometría en la escuela secundaria, es decir, para alum­nos de 12 a 18 años de edad. Esto no quiere decir que la enseñanza de la geometría en la escuela elemental no tenga interés. Por lo con­trario, es muy probable que al intensificarse la reforma en la enseñanza primaria, la enseñanza secundaria deberá sufrir nuevos cambios difíci­les de predecir.

i

A. Problemas del tratamiento axiomático

Desde el punto de vista metodológico y pedagógico, pueden mencionarse por lo menos tres posiciones básicas referentes al tratamien­to axiomático de la geometría a nivel secunda­rio:

(1) Eliminación a priori de toda construc­ción axiomática cualquiera sea el nivel de en­señanza (siempre dentro de la escuela secunda­ria).

(2) Construcción axiomática desde el prin­cipio (alumnos de 12 años).

i22 23

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experiencia en axiomática. Si el alumno ha aprendido a axioma tizar algún sistema simple, al enfrentarse con un sistema complicado contrará ciertas analogías que le permitirán descifrarlo y comprenderlo como si él mismo Io hubiera construido. Pero si el alumno ensayó axiomatizar por su cuenta, todo siste­ma axiomático de la geometría le parecerá un conjunto de enunciados Imposible de digerir'".

La tercera posición, en la cual la enseñanza de la geometría se divide en dos ciclos, el primero de carácter intuitivo, con varios siste­mas locales organizados de manera semiformal, y el segundo de carácter axiomático global (a la edad de 15 años), refleja la tendencia a armonizar las dos posiciones extremas anterio­res, evitando algunos de los inconvenientes se­ñalados. Las tres posiciones se están ensayan­do en varias escuelas de distintos países, ha­ciendo investigaciones pedagógicas y evaluacio­nes que reflejarán las dificultades, los éxitos o fracasos, y las reacciones de los alumnos.

8. Prioridad de la estructura afínLa enseñanza de la geometría a través de

sistemas locales utiliza estructuras diferentes que se van introduciendo paralelamente en va­rias etapas. En la tercera posición señalada en el párrafo precedente, el siguiente punto de vista es el sustentado en todos los programas desarrollados de acuerdo con ella. En el pri­mer ciclo de la enseñanza secundaria es prefe­rible enseñar la geometría por distintos cami­nos, pero siempre procurando que conduzcan de manera progresiva a la noción de espacio vectorial definido axiomáticamente, con lo que empezará el ciclo superior. Los argumen­tos en favor del tratamiento a través del espa­cio afín, pueden resumirse así:

(1) La geometría afín forma un conjunto autónomo dentro de la geometría euclidiana, pero esta autonomía es difícil de percibir cuando se llega a la geometría afín a partir del conocimiento previo de la geometría euclidia­na. El concepto de grupo de invariancia de una propiedad geométrica es muy importante, especialmente desde el punto de vista pedagó­gico, puesto que permite seleccionar el méto­do de demostración que más se adapta al carácter de la cuestión (afín, métrico o pro- yectivo).

(2) Como modelo matemático, la geometría afín es útil a la física, dentro de la cual hay capítulos, como la termodinámica, en los que el espacio afín es el instrumento básico. A muchos problemas de la física en que intervie­nen matrices, es conveniente considerarlos

edad si se lleva a cabo con métodos pedagógi­cos convenientes. En particular, conviene no introducir los axiomas de golpe y de manera arbitraria, sino dejar que los alumnos partid-

elaboración, naturalmente bajo la

dentro del marco de la geometría afín.(3) Desde el punto de vista pedagógico, la

geometría afín puede introducirse más simple­mente que la geometría métrica. Puesto que las reglas del juego son menos numerosas en geometría afín que en geometría métrica, es más fácil permanecer dentro de sus límites sin hacer, inconscientemente, deducciones basadas en la intuición física.

(4) La geometría afín proporciona la más lúcida construcción de la ¡dea de espacio vec­torial y el más eficiente tratamiento de los números reales. Por este método resulta clara­mente distinguible, de modo pedagógicamente profundo, el espacio métrico y euclidiano.

Estos argumentos son difíciles de refutar* la experiencia en varios países tiende a confirmar las ventajas de este tratamiento de la geometría. Sin embargo, quienes se oponen al tratamiento afín de la geometría en el primer ciclo de la enseñanza secuendaria, presentan los siguientes argumentos:

(1) La geometría afín que puede enseñarse en los primeros años de la escuela secundaria, es conceptual mente demasiado pobre para desa­rrollar la imaginación e intuición geométrica del alumno. Al respecto se plantea la siguiente pre­gunta: A las edades del primer ciclo secundario (12 a 15 años) ¿es más importante la simplici­dad conceptual y el acceso al razonamiento formal o el enriquecimiento del mundo de las figuras y de las transformaciones que aparecen en la actividad geométrica de todos los días?

La noción de distancia es muy familiar de 12 a 15 años. En la geometría afín, sin embargo, en el momento de presentar los conceptos de transformación y sus variantes, el alumno queda limitado a transformaciones que conservan la colinealidad y que conservan —usando una ex­presión extramatemática— la forma visual de las figuras. Desde el punto de vista psicológico, se sabe que la condición esencial para entender bien la estructura, es adquirirla a base de ejem­plos y contra-ejemplos. El carácter afín de las traslaciones, dilataciones y homotecias debe confrontarse con el de las transformaciones que no conservan la colinealidad, lo cual no es fácil a esa edad.

(2) En el tratamiento afín deben eliminarse muchos problemas geométricos (como los que incluyen la medida) que son interesantes y par­ticularmente adaptados a la edad de los alum­nos del primer ciclo de enseñanza secundaria. Al llegar ai ciclo superior, en que la geometría debe establecerse sobre la base de la geometría afín, puede ocurrir que los alumnos hayan per-

(3) Construcción en dos etapas: (a) Organi­zación de experiencias y educación de la intui­ción geométrica en el primer ciclo de la escue­la secundaria (alumnos de 12 a 15 años de edad), con breves sistemas axiomáticos y de­ducciones locales, (b) Construcción axiomática de los conceptos adquiridos en el primer ciclo, profundizando y completando estos conceptos (desde los 15 años en adelante).

La primera posición se justifica sobre todo por razones pedagógicas. La organización local de los conocimientos geométricos sin necesi­dad de una construcción axiomática a priori u otros requerimientos formales, puede favorecer el rápido desarrollo de muchas actividades y situaciones geométricas. Se pueden introducir muchos y variados conceptos que ayudan al estudio de la geometría, tanto del plano como del espacio. Se crean situaciones favorables a la matematización y el desarrollo del razona­miento deductivo en cuestiones mucho más relacionadas con la vida diaria que las que pue­dan aparecer al operar con sistemas formales, en apariencia arbitrarios.

La segunda posición: introducir la axiomá­tica desde el principio, es defendida por algu­nos matemáticos con argumentos diversos. El primero es que la axiomática sirve no solamen­te para la matemática misma, sino también para las aplicaciones. Una estructura axiomáti­ca no es solamente una organización a poste- riori de una teoría ya desarrollada, sino que a su vez constituye uno de los métodos más importantes de la actividad matemática, pues­to que define y estudia nuevos modelos mate­máticos. Por tanto, la iniciación de los alum­nos en el método axiomático no debe elimi­narse en ninguna etapa de la enseñanza de la matemática. Al contrario, debe presentarse lo antes posible y de manera correcta.

En segundo lugar, se sostiene que la claridad de una situación metodológica en un siste­ma deductivo es favorable al aprendizaje del razonamiento y al desarrollo de la precisión en la manera de pensar, al mismo tiempo que evita que el pensamiento se pierda en el inmenso desierto de probabilidades y caminos abiertos. Además, el método axiomático ayu­da, más que ningún otro, a distinguir clara­mente una situación física concreta de un mo­delo y el modelo de la teoría matemática, evitando la posibilidad de equivocación o de peligrosa confusión.

En tercer lugar, el tratamiento axiomático, según han demostrado experiencias recientes, es accesible a alumnos de 12 o 13 años de

en-

pen en su discreta guía del profesor.

Finalmente, como razón pedagógica de he­cho, hay que tener en cuenta que la presenta­ción de la geometría a partir de un sistema axiomático formal es más fácil para el profe­sor medio. Resulta más fácil evitar errores matemáticos y pedagógicos que con la ense­ñanza basada en la intuición geométrica del alumno. El método axiomático usado desde

principio tiene la ventaja de la continuidad, evitando posteriores cambios de puntos de vis­ta y el aprendizaje de tópicos fragmentados, sin una única estructura subyacente.

Naturalmente que estas razones no están libres de crítica, e incluso matemáticos que

partidarios del método axiomático, al lle- cierto nivel de la enseñanza objetan su

nunca

un

songar ainiciación demasiado prematura. Quizás quien ha expresado mejor este punto de vista haya sido H. Freudenthal, al comparar el sistema axiomático global de la geometría con la axio­mática de los vectores. Dice:

"Mi objeción a un sistema axiomático glo­bal de la geometría no es tanto por su com­plejidad como por ¡a manera como se lo pre­senta a los alumnos. En general-se les enseña a usar el sistema para hacer deducciones mecá­nicamente, lo que es una actividad que el autor honestamente rechaza por considerar que no tiene ningún valor. El valor esencial de un sistema axiomático es para el propio autor, al organizar primero todo el material geométri­co que se trata de ax¡omatizar, desprenderse luego de las conexiones entre el sistema axio­mático y dicho material geométrico, para vol­ver finalmente a estas conexiones a/ seguir desarrollando el sistema. Si el alumno no reali­za todas estas actividades, el aprendizaje de un sistema axiomático carece de sentido. Sin em­bargo, es poco frecuente que se instruya a los alumnos desde este punto de vista, sea porque el profesor considere que la axiomatización debe reservarse para matemáticos ya formados, sea porque, recordando su propia experiencia, lo juzgue demasiado difícil. En efecto, el alumno que no haya tratado de organizar algu­nos materiales que aparecen a nivel local, no puede saber como actuar a un nivel global.

Los sistemas axiomáticos prefabricados tie­nen sus ventajas. Constituyen un tema de estu­dio aceptable para quienes ya poseen cierta.

24 25

!

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M

determinadas convenciones: el color grupo en algunas de ellas, pero sin mencionar explícitamente la ¡dea de grupo.

El contenido de la enseñanza es extenso y variado: las transformaciones y su álgebra, des­de la simetría axial hasta el grupo de las afinida­des; los sistemas de coordenadas en el plano y en el espacio; los vectores, con su cálculo geo­métrico y algebraico; la medida de Jordán en el plano y en el espacio; las funciones trigonomé­tricas; algunas proyecciones, etc.

Otra concepción original de la manera de presentar la geometría elemental (niños entre 12 y 14 años) en conexión directa con la expe­riencia física y con los fenómenos del espacio ambiente, se debe a Emma Castelnuovo, en Italia. El método es interesante y se ha experi­mentado en el primer ciclo de la enseñanza secundaria. Se vincula con las transformaciones afines, haciendo hincapié en la noción de bari­centro y llegando, mediante el uso de instru­mentos concretos a, problemas simples de pro­gramación lineal.

do concumple un papel importante como factor sim­bólico y también para dar valor estético a mu­chas configuraciones afines que de otro modo aparecerían monótonas y menos interesantes, (b) El uso de diferentes esquemas para represen­tar objetos o relaciones, así como para esque­matizar razonamientos, (c) El uso de convencio-

gráficas (diagramas de Venn, grafos y dibu­jos tradicionales) que recuerdan la interpreta­ción física intuitiva de ciertas situaciones al mismo tiempo que conserva su forma abstracta, * facilitando de esta manera la conservación de estos dos aspectos de la geometría durante los

dido el interés por este tipo de problemas, de manera que toda la parte de la geometría vincu­lada con el concepto de medida no encuentra lugar en la segunda enseñanza.

(3) No es seguro que el alumno medio de 12 a 15 años esté en condiciones de comprender las razones por las que la geometría debe edifi­carse sobre la base afín. Aún si el alumno se acostumbra posteriormente a los razonamientos a partir de las definiciones puramente afines, puede muy bien ocurrir que al pasar a la geome­tría métrica no sea capaz de entender claramen­te la* distinción entre propiedades de ambas geometrías. Cuando el alumno aplica los teore­mas de su geometría a la física o al análisis, lo más probable es que lo haga sin pensar en los axiomas básicos de la misma, lo cual, por otra parte, tampoco es necesario en la mayoría de los casos.

(4) La rtoción de distancia es parte de los conocimientos comunes a los niños de 12 a 15 años de edad, por lo cual tratan de usarla espon­táneamente. Esto hace que el retraso en la in­troducción de la geometría métrica sea conside­rado por muchos profesores como opuesto a la tendencia natural del alumno para el cual el concepto de distancia precede en mucho al de razón ximple.

Vemos, pues, que los argumentos en favor y en contra tienen todos sus fundamentos y los partidarios de una y otra tendencia tienen don­de apoyarse. Sin embargo, un balance imparcial, parece indicar que actualmente predomina la tendencia de ir dando a la geometría, en la escuela secundaria, un aspecto afín desde sus comienzos.

En el panorama del S.S.M.C.I.S., la enseñanza' de la geometría empieza con reticulados de puntos. Se supone que las figuras elementales, círculos, cuadrados, triángulos, y las nociones intuitivas de paralelismo y perpendicularidad son conocidas desde la escuela elemental. Se representan figuras en el plano y se tratan sus transformaciones, empezando con una ejercita- ción activa a base de doblar papel, mediciones, construcciones geométricas, uso de espejos,... Merecen especial consideración las isometrías (transformaciones que conservan las distancias).

Con esta base, se pasa al estudio de algunos elementos de lógica y a una introducción a la geometría sintética axiomática. Esta intoduc- ción consiste en una geometría afín del plano con sólo tres axiomas y algunas defininiciones, con lo cual se pueden probar hasta 16 teoremas, mencionando también algunos modelos no geo­métricos de los axiomas estudiados. Los autores del proyecto consideran que con esto los alum­nos pueden darse cuenta de que todo sistema deductivo debe partir de algunos conceptos pri­mitivos y axiomas y que, además, un mismo sistema puede ser interpretado de distintas ma­neras. Por otra parte, procediendo de esta ma­nera, resulta que se puede enseñar a los alumnos un sistema geométrico completo en menos de un año, que es el tiempo usual dedicado a la geometría euclidiana en la mayoría de las escue­las secundarias de los Estados Unidos de Norte­américa.

A partir de estos fundamentos, la geometría del S.S.M.C.I.S. se desarrolla teniendo en cuen­ta que ''geometría" quiere decir estudio del espacio y que, en la escuela secundaria, los espacios vectoriales son los más importantes. De acuerdo con ello en los cursos sucesivos se usan indistintamente los métodos de la geometría sintética, de la geometría con coordenadas o de la geometría vectorial, según convenga para el fin específico considerado. En muchos casos se muestran caminos diversos para estudiar el mis­mo problema. Por ejemplo, una vez definido el espacio vectorial, como resultado de la expe­riencia de los alumnos con polimonios, matri­ces, números complejos y aritmética con pares o ternas de números, se estudian los conceptos y figuras más importantes del plano y del espa­cio utilizando distintas técnicas. El resultado es que, para los alumnos, la geometría es mucho más que la tradicional geometría sintética de Euclides.

El proyecto S.S.M.C.I.S.|completa el estudio de la geometría con el de las aplicaciones linea­les. Los alumnos estudian las aplicaciones linea-

i

nes

razonamientos.

Vil. Diferentes conceptos acerca de la enseñan­za de la geometría

A. Organización localEl método de organización local es seguido

en muchas escuelas inglesas en las que se enseña geometría según programas reformados, por ejemplo, en las que componen el "School Mathe- matics Profect" o el "Midlands Mathemati- cal Experiment" o el "School Educado nal Group", entre muchas otras. La geometría es introducida por caminos diversos: transforma­ciones y sus invariantes, cálculo vectorial, ele­mentos de geometría analítica, elementos de topología plana, estudio del espacio tridimensio­nal, etc. Todos estos tópicos se enseñan relacio­nados con ejemplos prácticos (por ejemplo, en el iVlid/ands Mathemadcal Experiment, el cálculo vectorial se desarrolla en conexión con ■ problemas de navegación), sin pensar en ningún momento en una posterior síntesis axiomática.

Otros ejemplos de geometría basada sobre deducciones locales son las experiencias realiza­das en Holanda en diez escuelas del primer ciclo de enseñanza secundaria. El programa de estos cursos es el siguiente:

El curso empieza con un estudio, casi total­mente intuitivo, de figura y transformaciones, con algunas deducciones. Poco a poco se va completando la estructura definitiva, pero* sin llegar nunca a una organización global de la geometría, limitándose únicamente a establecer sistemas locales. Las proposiciones no evidentes se hacen depender y se deducen de manera razonada a partir de otras proposiciones que se consideran evidentes, pero sin formular estas últimas como axiomas. Se trata de que los alumnos reconozcan propiedades de las figuras geométricas y de sus transformaciones hasta llegar a poner de manifiesto la estructura de

B. Organización local de la geometría en el ciclo inferior para un tratamiento axiomático del álgebra y de la geometría en el ciclo supe­rior de la enseñanza secundaria.

Un ejemplo típico de la ¡dea de organizar la enseñanza de la geometría de esa manera y sin una estructura única en el ciclo inferior (12 a 14 años), pero con una consciente orientación ha­cia un estudio axiomático que tendrá lugar en el ciclo superior (14a 18) es el proyecto S.S.M. C.I.S. (Matemática Moderna Unificada: "School Mathematics Curriculum Improvement Study", Teachers College, New York), llevado a cabo en los Estados Unidos. Las ¡deas básicas del pro­yecto son las siguientes:

La geometría debe ser concebida como el estudio de los espacios. Toda la geometría es un par (conjunto, estructura) ¡ en el cual los ele­mentos del conjunto se llaman puntos y la estructura es un conjunto de axiomas, incluyen­do las definiciones necesarias, que establecen relaciones entre los puntos y ciertos subconjun­tos del conjunto dado. Según este concepto, la geometría se parece mucho al álgebra y a sus estructuras, y por esta razón su enseñanza debe conducirse de manera que muestre y permita ejercitar las estructuras algebraicas y sus técni­cas. Este el el espíritu moderno, según el cual es muy importante desarrollar i a geometría de ma­nera que su estudio contribuya a entender las ideas fundamentales del álgebra lineal y de los espacios lineales.

C. Presentación gráfica de las situaciones geométricas

El modelo del espacio ambiente y los dibujos correspondientes, han desempeñado siempre un papel importante en la enseñanza de la geome­tría. Los modelos concretos de cada situación •geométrica han sido muy utilizados por todos los profesores que no desean separar demasiado los conceptos abstractos de la visión del espa­cio. Pero aparte de estos medios, la enseñanza moderna de la matemática dispone de técnicas nuevas para las representaciones gráficas de con­juntos y de fas relaciones geométricas. Estas re­presentaciones son usadas actualmente en casi todos los países, tanto en los libros de texto como en la labor diaria de profesores y alumnos en el aula. Los elementos a que nos referimos son, entre otros: (a) El uso de colores de acuer-

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;2726

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]

métrica se basa en ciertos axiomar referentes a la perpendicularidad y simetría axial que cambian ligeramente según los autores y programas. Los cursos de geometría en el ciclo inferior culmi­nan, según Papy, con la presentación de ia es­tructura del plano vectorial euclidiano y su uso sistemático.

El tratamiento afín de la geometría que aca­bamos de considerar es esencialemente el inver­so del tratamiento clásico. En el tratamiento afín, los alumnos van adquiriendo cada vez más la ¡dea de que para "hacer geometría" basta recordar los axiomas y definiciones referentes a los números reales y los referentes a la estructu­ra de plano vectorial afín. La geometría estudia­da antes de este enfoque puede ser considerada como pre-geometría y su objetivo es desarrollar la intuición y suministrar motivaciones para un mejor estudio del álgebra lineal y los espacios vectoriales. Ello es especialmente útil para el estudio de las aplicaciones lineales entre es­pacios vectoriales, funciones estructurales y fórmulas entre ellas, números complejos, el gru­po aditivo de los ángulos, etc. El estudio de la geometría en la escuela secundaria termina con el estudio de los espacios vectoriales de dimen­sión finita, partiendo del espacio vectorial de tres dimensiones {alumnos de 16 a 18 años). Con ello, el modelo pedagógico belga intenta armonizar sus ¡deas con las de G. Choquet en su libro "Enseñanza de la Geometría" y con las de J. Dieudonné en su "Algebra lineal y Geometría elemental".

En los nuevos programas franceses, el estu­dio de la geometría empieza con dos años pre­paratorios (11 a 13 años de edad), en los cuales se hace un estudio intuitivo del plano y del espacio así como de sus vinculaciones con el cuerpo de los números reales. La diferencia esencial entre los programas belga y francés consiste en que el primero no construye los números reales a partir de la geometría, sino que al contrario, la estructura axiomática de la geometría afín define, ab initio, la recta real. De esta manera se tienen de entrada las coorde­nadas de la recta y del plano, lo que facilita la construcción de las respectivas geometrías.»En la geometría afín así construida, el álgebra li­neal de los vectores y de las traslaciones se puede desarrollar en su significado geométrico. El pasaje al espacio métrico se hace mediante axiomas que definen una particular relación in- .volutoria; (ortogonal¡dad) entre los conjuntos de direcciones y una función de distancia vincu­lada con esta relación. Se consigue así un trata-

(Sigue en pág. 37)

les entre espacios vectoriales con el objeto de comprender mejor estos espacios, en general, y el espacio euclidiano en particular. La ¡dea de aplicación lineal vuelve a aparecer en varios cursos posteriores de análisis (diferencial, inte­gral, como operador, etc.), probabilidades y geometría.

C. Organización axiomática de la geometría en el ciclo inferior de la enseñanza secundaria.

Un ejemplo de organización axiómatica de la geometría desde el comienzo de la escuela se­cundaria, ha sido elaborado por el belga Geor- ges Papy en varios textos y publicaciones. El mismo esquema fundamental, con algunas mo­dificaciones, ha sido presentado también por W. Serváis en varias de su publicaciones. A pesar de que presentan algunas diferencias, las dos meto­dologías pueden caracterizarse por una base co­mún que comprende los siguientes aspectos: (a) El niño de 12 años posee ya un lenguaje geomé­trico y un conocimiento implícito de muchas ideas geométricas que ha adquirido en la escuela primaria, posiblemente a la manera tradicional, que debe ser el punto de partida de una mate- matización consciente de las intuiciones geo­métricas al iniciar la escuela secundaria, (b) La geometría afín debe tener prioridad como base para construir la geometría métrica, (c) La geo­metría plana afín es apropiada para el primer año de la escuela secundaría (12 a 13 años), tratada después que los alumnos conocen los elementos de conjuntos y relaciones, (d) Las nociones sobre conjuntos, axiomática y el mé­todo de las ciencias experimentales, son usados simultáneamente, con pequeñas diferencias me­todológicas. Por ejemplo, un autor usa modelos finitos del plano para que los alumnos tomen mejor conciencia del método axiomático, mien­tras que otro rechaza, en principio, cualquier modelo no natural, (e) Los axiomas de la geo­metría afín se van introduciendo progresiva­mente dentro del esquema mancionado; las tras­laciones y homotecias se defienden simultánea­mente de manera geométrica, comenzando con la graduación de la línea recta; se entra después, sucesivamente, en el estudio del cuerpo de los números reales, el espacio lineal de los vectores (traslaciones) y el plano vectorial real, y el espacio lineal de los vectores con un punto fijo.

La geometría métrica (distancia, producto escalar) se introduce en el tercer año de la escuela secundaria. El grupo de las isometríasy sus subgrupos se construye por extensión de la geometría afín ya desarrollada en los años ante­riores. La transición de la geometría afín a la

El lenguaje y el

pensamiento matemáticoGuy KIRSCH

(Bélgica)

Es bastante difícil proponerse estudiar el papel del lenguaje y del pensamiento en cual­quier dominio sin detenerse un instante en el problema de la dependencia entre el pensa­miento y el lenguaje: ¿cómo se presentaría un pensamiento que no dispusiera de un lenguaje para expresarlo? No sólo sería necesariamente incomunicable, sino que también podríamos comunicarnos cómo se reconocería ese mismo pensamiento en ausencia de todo signo que se pudiera asociar al pensamiento fugitivo, pero, por otra parte, no podría evidentemente exis­tir un lenguaje que fuera anterior a todo pen­samiento, y el lenguaje no ha podido crearse más que en función de una actividad del pen­samiento. Hay allí, pues, un campo de interac­ciones enmarañadas y sucesivas sobre el cual discutió cierto número de filósofos. Por mi parte, estaré dispuesto a buscar la solución en el camino mostrado por Wittgenstein con su teoría de los juegos de lenguaje prolongándola, sin embargo, para tener en cuenta las califica­ciones de los compañeros del juego afín de no disociar el lenguaje de su función esencial que es el transporte de información; pero no ten­dremos que analizar aquí esos problemas pues nuestro propósito concierne al lenguaje mate­mático; ahora bien, la matematización es un proceso mental a la vez abstracto y general, que va más allá de lo que permite alcanzar el simple buen sentido y, por consiguiente, pre­supone la existencia de un lenguaje ya elabora-

No nos parece necesario precisar aquí qué entendemos por Pensamiento matemático, pues hay un consenso bastante amplio al res­pecto. Sin duda, todos los matemáticos no es­tarán siempre de acuerdp sobre el valor de dicho pensamiento y no ubicarán en el mismo lugar la línea de división entre matemáticas vacías y matemáticas significativas, pero no

nos detendremos en esa distinción pues la his­toria de la matemática muestra que ella es des­plazada a veces de manera inesperada, y no tenemos la intención de arriesgarnos a profe­cías. Análogamente, sí ciertas investigaciones son consideradas por algunos matemáticos co­mo dependientes de las matemáticas mientras que otros las atribuyen más bien a otras disci­plinas (como la lógica, por ejemplo), eso care­ce de importancia para nuestro propósito, pues las mismas observaciones se aplicarán igualmente bien en esos diversos dominios.

La noción de lenguaje matemático se nos presenta bajo diversos aspectos que será preci­so examinar con cierta atención pues si algu­nas de esas acepciones son fácilmente recono­cibles, otras, por lo contrario, no revelarán su importancia hasta después de una reflexión más profunda.

En ciertos casos, en efecto, el empleo de un lenguaje particular y propio de las matemá­ticas (o más bien de ciertas partes de ellas) aparece de inmediato, especialmente si ese len­guaje usa nociones o símbolos que no pertene­cen al lenguaje corriente. Basta citar la escritu­ra algebraica, en general, o comparar, por ejemplo, una demostración geométrica con la misma demostración utilizando las notaciones y las fórmulas de la trigonometría.

Se puede hablar de lenguaje matemático cuando se emplean términos en sentido preci­so para designar nociones matemáticas. Muy corrientemente, esos términos son tomados del lenguaje corriente y reciben un sentido técnico más o menos emparentado con el que tienen en dicho lenguaje corriente; los ejemplos son numerosos; recordaré simplemente los térmi­nos límite o grupo cuyo sentido técnico es bien conocido. Sólo en el curso de las últimas décadas, los matemáticos, quizás inspirados por el (mal) ejemplo.de los biólogos, se pusie-

do.

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resolución de ecuaciones) y un álgebra simbó­lica, es decir, la ciencia de las combinaciones de las operaciones cuya naturaleza lo mismo que la de los entes sobre los cuales operan no están precisadas. Un ejemplo de esto ya había sido dado por Peacock con la fórmula del bi­nomio que, en su origen, se refería a exponen­tes enteros y que se convierte en una herra­mienta poderosa (especialmente en manos de Newton) cuando se la aplica a exponentes cualesquiera. Esto ilustra el principio de per­manencia, que fue formulado por algebristas ingleses y que, por otra parte, ya había sido inconsciente empleado mucho antes cuando se aplicó a números cualesquiera, por una exten­ción de las notaciones habituales, las fórmulas habituales en el caso de los números naturales.

Los problemas planteados por el estudio de las series ilustran también el papel que puede desempeñar una notación en el estudio de las nociones nuevas y dan al mismo tiempo una aplicación notable del principio de permanen­cia. Se sabe bien, en verdad, que las series infinitas constituyeron, cuando se las comenzó a emplear, un lenguaje matemático fecundo que estaba adelantado sobre el pensamiento correspondiente, puesto que el estudio de la convergencia sólo se impone progresivamente. Por otra parte, la consideración de las series de variable complejas, de las cuales Euler hizo un uso tan brillante como aplicación del prin­cipio de permanencia, no podía ser antes del siglo XIX más que un lenguaje incompleta­mente apuntalado por un pensamiento mate­mático, puesto que los mismos números com­plejos habían estado rodeados de misterio has­ta la época de Cauchy. Retomando los térmi­nos que Gastón Bachelard aplicó a la teoría de la relatividad, seguramente se tiene el derecho de hablar de un poder inductivo de la mate­mática, y en particular del lenguaje matemáti-

La historia de las matemáticas ejemplos de situaciones bastante diversas, dis­poniendo el pensamiento matemático, disponiendo, de un lenguaje adecuado, o inclu­so habiéndose desarrollado el lenguaje sin apo­yarse sobre el pensamiento apropiado. No detendremos mucho sobre el caso en que el pensamiento se apoya sobre el lenguaje mate­mático correspondiente por ser la situación que se podría calificar de normal; en todo ca­so es la que se expresa muy a menudo por medio de publicaciones. Decir que ese estado de cosas es normal no significa necesariamente que es el que se presenta más a menudo, pues los otros casos tienen muchas más posibilida­des de quedar ignorados lo que no permite estimar su frecuencia relativa. Si Liouville pu­do salvar el olvido, quince años después de la muerte del autor, los trabajos de Evaristo Ga- lois que habían sido extraviados o rehusados por los eruditos a quienes los habían someti­do, no es posible negar a priori que otras men­tes geniales cuyo lenguaje era poco accesible a sus contemporáneos no han podido encontrar su Liouville. (Otro ejemplo, menos sorprenden­te sin embargo, lo proporciona la teoría cinéti­ca de los gases, donde Maxwell y Boltzman tuvieron como precursores a Herapath y Wa- terston que chocaron con la incomprensión, y a veces la hostilidad, de aquellos que pidieron hacer conocer la importancia de sus trabajos).

Sólo mencionaré al pasar el caso de los ma­temáticos que decidieron presentar sus traba­jos en un lenguaje que no convenía a la disci­plina considerada, esta situación aparece, por ejemplo, en Galileo e incluso en Newton que se esforzaban por imitar la forma adoptada por Euclides en sus Elementos, que no es evi­dentemente la más satisfactoria para expresar resultados de la mecánica.

Tendremos ocasión de ver más adelante ca­sos en los que un pensamiento matemático se encuentra bloqueado por no encontrar un len­guaje conveniente, y otros en los que un len­guaje matemático no está apuntalado por un pensamiento suficientemente profundo,^ pero quisiera, primeramente, describir con algún de­talle un ejemplo de las situaciones aparente­mente paralógicas donde no encontramos pensamiento ni lenguaje matemáticos. Eviden­temente, la paradoja sólo es evidente, porque los matemáticos de épocas posteriores descu­brirán la ausencia de pensamiento y de lengua­je comprobando que algunos matemáticos, y no de los menores, se han visto confrontados, sin ninguna reacción aparente, con situaciones

matemáticas cuya gran importancia fue reco­nocida por sus sucesores. Un ejemplo instructi­vo nos lo proporciona Euler que (con motivo de investigaciones sobre procedimientos de aproximación de integrales definidas) mencio­na las funciones que sufren una variación infi­nitamente pequeña cuando es infinitamente pequeño el crecimiento de la variable. Recono­cemos allí nuestra definición actual de funcio­nes continuas. Euler no las denomina así, pri­meramente porque en su época una función continua es simplemente una función descrita por una misma función analítica en todo el dominio de su definición, es decir, en suma, una función que se deja continuar en ese do­minio (Verdaderamente, es Cauchy quien lle­gará a la nueva acepción de la continuidad). Pero Euler no sólo no estudia las propiedades de esas funciones que considera, sino que no le da ningún nombre a la misma propiedad. Esto no es del todo excepcional en su época en que ningún lenguaje se ha creado para des­cribir propiedades. La matemática del siglo XVIII tenía en efecto los caracteres de una

presentaron a formar términos que, sin duda, permiten economizar algunos adjetivos pero vuelven más difícil el acceso a las teorías y plantean pro­blemas a los traductores que no siempre se sortean de manera satisfactoria.

o no

nosPor otra parte, ramas diferentes de las ma­

temáticas hacen uso de lenguajes más o menos diferentes, caracterizadas notoriamente por el empleo de vocabularios propios; esto resulta evidente cuando se expresan los resultados de una de esas disciplinas mediante una termino­logía tomada de otra parte de las matemáticas. Así, sabemos, por ejemplo, que el análisis o el análisis funcional usan voluntariamente un len­guaje geométrico o topológico. En el mismo orden de ¡deas, la física cuántica se vale del lenguaje de los espacios de Hilbert.

Finalmente, se puede también distinguir en el seno de las matemáticas diversos estilos que exigen una forma de lenguaje apropiada. Los ejemplos más sorprendentes están proporciona­dos, sin duda, por las imitaciones del estilo de Euclides usadas en el decurso de los siglos por cierto número de matemáticos que se esforza­ron por presentar resultados a partir de axio­mas o de postulados seguidos por un encade­namiento de teoremas; esa forma de expresión está ¡lustrada, entre otras, tanto por la teoría de la palanca de Arquímedes como por los Principia de Newton. También éste es el estilo matemático que se desea emplear en diversos dominios que se pueden reunir con la bien conocida expresión more geométrico, usada notoriamente por Spinoza para describir el es­tilo del que entendía hacer uso para expresar puntos de vista filosóficos.

Tendremos ocasión de ver, mediante cierto número de ejemplos que nos aporta la historia de la matemática, como la presencia o la au­sencia de un lenguaje pudo favorecer o entor­pecer el progreso del pensamiento matemático.

Una primera observación no deja de impo­nérsenos: ocurre, en matemática, que el len­guaje suscita el pensamiento. En particular, el uso de una notación incita a plantear ciertos problemas, y la situación hace nacer una refle­xión más profunda que puede originar méto­dos o teorías nuevas. La fórmula de Leibniz para el desarrollo de un producto aparece así como una consecuencia bastante natural de la notación diferencial. La escuela inglesa de álgebra a comienzos del siglo XIX toma como punto de partida el álgebra aritmetizada, decir, el cálculo algebraico aplicado a los nú­meros (como se presenta, por ejemplo, en la

ciencia natural,1 en tanto que su colega natura­lista describía y registraba plantas y animales, el matemático trataba de manera análoga a losnúmeros, las funciones, las figuras que encon­traba en sus investigaciones. Las propiedades se introducían de manera natural sin que el matemático sintiera la necesidad de definirlas con precisión o de dar un nombre a las pro­piedades que todavía no había podido consi­derar. Sólo hacia fines del siglo XVII y los principios del siglo XIX comenzó el interés por las propiedades y sobre todo por las rela­ciones entre las propiedades, esto es, entre las clases de entes matemáticos. Los primeros ejemplos se presentaron, pues, bastante natu­ralmente, y ellos son, sin duda, los criterios de convergencia de las series que los suscitado. Pero los matemáticos no tardaron en plantear­se cuestiones de manera más sistemática y en constituir entes matemáticos que no se vuel-

a encontrar nunca, a la manera de los ob­jetos de las ciencias naturales. Un ejemplo típico es el proporcionado por las funciones continuas no diferenciales construidas por Bol-

(trabajos que no encontraron ningún

co.

Podemos también señalar que el lenguaje, es decir, la existencia de una notación apropia­da, puede orientar o desviar el pensamiento matemático. Henri Lebergue ha hecho obser­var que la función de conjunto es más primiti­va que la de función de punto, pero, sin bargo, es ésta la que se impuso primero; segu­ramente es necesario ver en ello la consecuen­cia de las facilidades que aportaba para su ex­presión el uso del simbolismo del álgebra que conduce en forma del todo natural a la consi­deración de funciones donde la variable número o una coordenada.

ven

zanoeco) y por Weierstrass. Se trataba de saber si la continuidad implica necesariamente la deri- vabilidad, y esta investigación de relaciones en­tre propiedades caracteriza los nuevos desarro­llos que caracterizarían los desarrollos del siglo XIX para desembocar, en los años finiseculares

la concepción hipotético-deductiva de esa

em-

eses un en

31 .30

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ssio formarum, que podemos traducir aproxi­madamente como aumento y disminución de la intensidad de las cualidades. Oresme pone una interpretación geométrica, que vuel­ve a representar la extensión en abscisa y la intensidad de la cualidad considerada sobre perpendiculares elevadas en cada punto. Esta representación gráfica de la variación de las funciones, ha permitido ver en Oresme un pre­cursor de la Geometría Analítica de Descartes (Uno de los casos tratados por Oresme es el del movimiento; el tiempo es colocado como abscisa y la intensidad de la velocidad como ordenada. En el caso de movimiento uniforme, Oresme mide el espacio recorrido por el área de la figura ubicada bajo la recta que represen­ta el movimiento en el diagrama, lo que ha llevado a algunos a ver allí también la primera forma del teorema fundamental del cálculo In­finitesimal que vincula la cuadratura y la deri­vación).

Quisiera dedicar un párrafo a la geometría analítica de Descartes que se presenta efectiva­mente como un lenguaje matemático destina­do a describir entes geométricos. El uso inver­so, es decir, la representación geométrica de las variaciones de las funciones, aparece más bien como un corolario. No es, sin embargo, la única relación entre la geometría analítica y nuestro tema del lenguaje matemático. Descar­tes, se lo sabe, ha empleado su método de las cordenadas para proponer una clasificación de las curvas de acuerdo con el grado de su ecuación. Es claro que en este caso su método le proporciona un lenguaje y que ese nuevo lenguaje plantea en forma del todo natural problemas (naturalmente vinvulados con la forma de ecuación) que no podían plan­tearse antes de la llegada del lenguaje y que desembocan en resultados que superan el mar­co de aquél (como, por ejemplo, el número de puntos de intersección de dos curvas, que con­cierne evidentemente a las curvas mismas y no a su descripción en el lenguaje nuevo aportado por Descartes). Por otra parte, es divertido es­pecular sobre lo que habría podido ocurrir si Descartes, en lugar de imaginar representar las curvas mediante ecuaciones en coordenadas que denominamos cartesianas, hubiera hecho uso de cordenadas polares. Con éstas, igual­mente como con las cordenadas cartesianas, una relación entre las coordenadas define una figura, que es el conjunto de puntos en que las coordenadas verifican la relación; esas coor­denadas polares permiten, pues, en principio, reemplazar, como lo quería Descartes, el estu-

miento entre la geometría, por una parte, el álgebra y la aritmética, por la otra). Kline ve allí uno de los grandes problemas de la histo­ria de las matemáticas. Dado que esas diferen­cias de estilo se manifiestan entre los mismos matemáticos de primera magnitud, y que Ar- químedes no trata a la aritmética y al álgebra de la misma manera que a la geometría, me parece que el origen de esas diferencias debe buscarse en la misma naturaleza de las mate­rias consideradas, y las observaciones de Pla­tón, que ponen en evidencia el carácter de abstracción propias de las aserciones geométri­cas, explican, a mi manera de ver, porque los matemáticos griegos no usan el mismo estilo cuando se ocupan de geometría, o al contrario de álgebra o de aritmética, donde se puede verificar de inmediato los resultados.

No es posible examinar aquí porqué los griegos han podido expresar propiedades mate­máticas abstractas, mientras no se encuentra ningún vestigio de ese tipo de preocupaciones en las matemáticas egipcias o babilónicas. Las diferencias entre el régimen político de las ciu­dades griegas y el de los estados fuertemente estructurados que constituían Egipto y la Me- sopotamia explican siquiera sea en parte la efervescencia de las ¡deas que parece caracteri­zar al pensamiento griego. Pero —y esto nos conduce a un tema que nos interesa aquí, el del lenguaje- es posible que el uso de una escritura algebraica en Grecia, se opusiera a la escritura silábica de los ideogramas tanto en Egipto como en Mesopotamia, explica porqué la abstracción pudo introducirse más fácilmen­te en el pensamiento griego. Experiencias re­cientes hechas en Nueva Guinea han mostrado en efecto que la abstracción es más difícil para los niños cuando la lengua incorpora un sistema de clasificación, y así ocurría en Egip­to y en Mesopotamia en donde la escritura silábica va acompañada por signos determinati­vos que clasifican las palabras y permiten la distinción de los signos homónimos.

Este primer ejemplo, aportado por Euler, en el que vemos nociones matemáticas que pa­san desapercibidas incluso para los más gran­des matemáticos porque no aparecen ni en el pensamiento matemático ni en el lenguaje de la época, nos ha hecho volver dos siglos atrás. El ejemplo siguiente, en el que nos enfrenta­mos con un pensamiento desprovisto del len­guaje apropiado, es todavía más antiguo, pues corresponde a Oresme, en el siglo XIV. Los filósofos escolásticos, especialmente en Ox­ford, se estaban ocupando de intensis et remi-

dio de las figuras por el estudio de las relacio­nes correspondientes, pero nos podemos pre­guntar si Descartes habría intentado proponer una clasificación de las curvas basada sobre la forma de su ecuación en coordenadas pola­res...

ciencia (Muy pronto se haría un paso más en esa dirección con el surgimiento de propieda­des e hipótesis que voluntariamente denomina­ría ideológicas pues son introducidas con la única finalidad de convalidar la conclusión de un teorema. Un ejemplo típico es el de la con­vergencia uniforme que permite asegurar —contrariamente a lo que Cauchy había creído poder demostrar sin dicha hipótesis— la con­tinuidad del límite de una serie convergente de funciones o la integración término a térmi-

se pro-

Retornando a Oresme y a su papel de pre­cursor, un examen un poco más detallado de sus trabajos obliga a adoptar una opinión más matizada. Se comprueba, en efecto, que Ores­me aplica su procedimiento de representación a situaciones muy diversas, no sólo al caso de la velocidad como lo hemos visto, sino tam­bién al calor y la temperatura, la blancura, el gusto y aun las virtudes; la forma de la figura explica para él ciertas propiedades, correspon­diendo, por ejemplo, al gusto picante de la pimienta. Había, pues, en Oresme la ¡dea de una representación figurada, pero no una re­presentación gráfica tal como la entendemos después de Descartes. Las longitudes que apa­recen en sus representaciones no expresan pro­piedades precisas, como las abscisas y las orde­nadas en una verdadera representación gráfica, pero sirven para dar una impresión general que pude ser más o menos vaga; desde ese punto de vista, son comparables a los árboles genea­lógicos mediante los cuales se escribe actual­mente en filum en biología, por ejemplo: las distancias que se distinguen en él permiten comprobar hasta qué punto ¡as ramas son veci­nas o no (en la filogénesis representada), pero la relación exacta de esas distancias está evi­dentemente desprovista de toda significación, y podría sin inconvenientes ser modificado ar­bitrariamente. Oresme carecía del lenguaje ma­temático adecuado para expresar las variacio­nes de una variable y de una función; los ejemplos que presenta muestrasn que las cuali­dades son consideradas en un sentido muy aristotélico, en el que se oponen contrarios (movimiento-reposo, calor-frío, lento-rápi- do,...) y no como variables susceptibles de expresarse numérica y continuamente. La au­sencia de este lenguaje matemático que hubie­ra permitido dar una significación precisa a di­cha representación figurada, explica porqué la ¡dea de Oresme ha permanecido casi estéril y porqué la de Descartes, que dispondrá notoria­mente de las notaciones algebraicas (que, por otra parte, había contribuido a introducir) constituye el origen de progresos significativos.

Sería muy interesante intentar comprender mejor el alcance exacto de la contribución de Oresme a las matemáticas y a la mecánica, pe-

trata de una empresa muy incómoda

no.Veo en ese pasaje al estudio de relaciones

entre propiedades una de las evoluciones ca­racterísticas de la matemática hacia una nueva forma de abstracción. La primera de esas evo- Icuiones se pierde en la noche de los tiempos; es la concepción del número abstracto que permite sustituir y generan con un cálculo abs­tracto y general la consideración de múltiples ejemplos concretos. La segunda etapa se en­cuentra, a mi parecer, en los comienzos de la matemática griega que enuncia, con Tales, las propiedades afirmadas, mientras que, en todos los textos que nos han llegado, las matemáti­cas egipcias o babilónicas se presentan bajo la forma de problemas en los cuales la respuesta, incluso si a veces sobrentiende la aplicación de propiedades, se expresa mediante una sim­ple verificación; no siempre ocurre así con la afirmación de una propiedad, muy especial­mente en geometría donde una propiedad se puede manifestar en infinitas figuras diferen­tes. Esta abstracción inherente a la geometría es subrayada por Platón, en la República, en donde hace notar que cuando los geómetras han dibujado una figura, no es ella el objeto verdadero sino el cuadrado en sí o Ia diagonal en sí.

El tratamiento diferente de la geometría, por una parte, y del álgebra y la aritmética, por la otra, se traduce en los textos matemáti­cos griegos por el uso de lenguajes o, más bien, de estilos diferentes. Esto es subrayado por Morris Kline, en su monumental obra Ma- thematica! Thought from Ancient to Modern Times, que hace notar que los trabajos de He- rón, Nicómaco, Diofanto y también Arquíme- des, referentes a aritmética, están redactados en el estilo de la matemática pragmática (o deón- tíca) de los egipcios y babilonios, renunciando aparentemente a las demostraciones deductivas que dan Euclides, Apolonio y el mismo Arquí- medes cuando se ocupan de geometría (Kline va un poco más lejos, con respecto a la mate­mática árabe, sobre esta diferencia de trata- ro se

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nica. Los escolásticos no deseaban oponerse a la filosofía, y especialmente a la Física de Aristóteles, pero las contradicciones inherentes a la mecánica de esta última, no les permitirán asirse a ella. De esto resulta que términos co-

impetus o velocidad no siempre tienen un sentido claro, preciso y constante.

Por otra parte, se debe comprobar que las conclusiones de Aristóteles tuvieron un efecto bastante negativo sobre el progreso de la mate- matización. La matemática griega testimonia una extraordinaria predilección por lo que ten-

carácter estático y (acaso como reacción a las paradojas de Zenón) parece evitar todo lo que evoque la idea de variación y de función. (Sin embargo, es bastante curioso comprobar que el empleó de las clepsidras constituye un ejemplo simple de una cantidad que depende continuamente del tiempo). Esto es todavía reforzado por la manera cómo Aristóteles ve las cualidades, tal como lo hemos visto más arriba, como par de contrarios. Hay tentativas de matematización que se apoyan en concep­ciones que no podrían ser fecundas. Encontra­mos un ejemplo en Walter de Oddington que, alrededor de medio siglo antes de Oresme, in­tentaba describir en términos cuantitativos la intensio et remissio formarum y aplicarla a la alquimia, distinguiendo cuatro grados (cada uno dividido a su vez en sesenta minutos) en las cuatro cualidades primarias, calor y frío, húmedo y seco, que explican la constitución de los elementos tierra, aire, agua y fuego, y las compone con diferentes grados para des­cribir las propiedades de los metales. Resulta muy claro que esas tentativas, que ignoraban por definición el lenguaje matemático de las funciones, sólo podían estar destinadas al fra­caso. Además, podemos preguntarnos en qué medida se descubre en esas situaciones, in­dependientemente del lenguaje inadecuado, un verdadero pensamiento matemático.

Volvemos a encontrar de nuevo la influen­cia de Aristóteles en una situación que nos presenta lo que podemos denominar un len­guaje (matemático) que no se apoya sobre un pensamiento preciso.. En efecto, está en cierto sentido más cercano del de la filosofía medie­val que del concepto matemático que Galileo, a comienzos del siglo XVII, emplea para las nociones de velocidad y aceleración. En 1604, queriendo expresar matemáticamente el movi­miento uniformemente acelerado (uniformiter difformis, expresión ya usada en la Edad Me­dia) de la caída de los cuerpos, hace crecer la velocidad proporcionalmente al espacio reco­

rrido (lo que es una forma posible de movi­miento uniformemente acelerado y conduciría- a una ley exponencial que la matemática del tiempo de Galileo no hubiera de ninguna ma-' ñera podido expresar o explotar); pero en 1638, el mismo Galileo rechaza esa conclusión porque a sus ojos implica una contradicción. Esta contradicción no se presenta más que sí se admite que la velocidad media es proporcio­nal al espacio; y para nosotros, hoy resulta muy claro que la ley que Galileo consideraba no podía concernir más que a la velocidad ins­tantánea; pero ésto no había sido definido cla­ramente, y Galileo, todavía en 1638, no reco­nocía la diferencia entre velocidad media y ve­locidad instantánea y usa, con los términos ve­locidad o aceleración, un lenguaje que no co­rresponde a un pensamiento matemático co­rrespondiente.

La definición de la velocidad instantánea, que la paradoja de la flecha de Zenón parecía declarar imposible, sólo se haría con motivo del surgimiento del cálculo infinitesimal, es de­cir, con Newton y Leibniz. Esta última afirma­ción debe surgir de algún matiz, pues, no dis­poniendo de la noción de límite, Newton de­bía explicar la derivada mediante la velocidad, en tanto que un siglo más tarde se haría exac­tamente lo contrario. Pero, por lo menos, se puede afirmar que Newton concebía realmente la velocidad en el marco adecuado del cálculo infinitesimal, no disponiendo todavía de la técnica adecuada para describirla; para él, la velocidad ha dejado de ser una cualidad, en el sentido aristotélico, para convertirse en una cantidad numérica medible.

la de las clases de homología de ciclos de dimensión que expresa para nosotros que el primer grupo de homología es el grupo funda­mental convertido en abeliano.

Dedicaremos en primer término algunos ins­tantes de la primera observación. El grupo fundamental es, en general, un grupo no con­mutativo, y es presentado mediante generado­res y relaciones; la elección de esos generado­res es, en una medida bastante amplia, arbitra­ria. Podemos preguntarnos co’mo se puede re­conocer si dos grupos así presentados son iso- morfos o no. (La cuestión fue planteada en 1908 por Tietze con respecto al grupo funda­mental). Se trata, pues, de dar un método ge­neral que permitía decidir la isomorfia de los dos grupos dados, lo que desemboca en la cuestión de la existencia de un método general semejante.

(Una cuestión análoga se planteó con el. 10° Problema de Hllbertfse trata de una serie de 23 problemas que Hilbert propuso en 1900 al Congreso Internacional con la creencia de que su tratamiento haría progresar a las mate­máticas), en ese 10° problema, Hilbert requería un método general que permitiera decidir, en un número finito de pasos, si una ecuación diofántica admite soluciones enteras raciona­les). Actualmente se ha determinado el sentido de los métodos generales de que tratamos aquí, y esos métodos son denominados ahora algoritmos; el estudio de algoritmos comenzó hacia 1935, y se ha podido establecer que existen problemas insolubles mediante algorit­mos, lo que equivale a decir que no existe un método general que permita resolver esos pro­blemas en un número finito de pasos. El pro­blema del isomorfismo de los grupos, análoga­mente al 10° problema de Hilbert, pertenece a esta clase. En él resulta particularmente que no es posible esperar caracterizar un grupo no conmutativo por un número finito de invarian­tes numéricos (lo que es posible para los gru­pos conmutativos, con el rango de los coefi­cientes de torsión, etc.), y en el caso del gru­po fundamental, Poincaré no tuvo más reme­dio que limitarse a darnos un grupo presenta­do mediante generadores y relaciones.

El problema así planteado y los desarrollos subsiguientes merecen que nos detengamos en ellos algunos instantes, pues volvemos a encon­trar alguna situación típica de las matemáticas. Vemos cómo el lenguaje de los grupos permite formular y resolver ciertos problemas, pero también vemos que la reflexión sobre la natu­raleza de los problemas que se plantean de*

•ipues no basta poder traducir el latín medieval de los escolásticos cuyo pensamiento, pese a las apariencias, no es siempre fiel a Aristóteles. Es mucho más difícil asegurarse que se da a los términos el significado que lé dan los que emplean, y ser capaces de exponer con sufi­ciente aproximación, su inevitable evolución. Un largo estudio es evidentemente indispensa­ble para reencontrar las formas de pensamien­to de los filósofos y matemáticos de los cuales nos separan más de seis siglos, pero, incluso en el caso de pensadores mucho más cercanos a nosotros y cuyo lenguaje es aparentemente el nuestro, sería temerario creer que esos proble­mas no se plantean jamás. Un artículo de H. Freudenthal aparecido en 1957 (consagrado a la historia de los fundamentos de la geome­tría, con motivo de la publicación de la 8a edición de los Grund/agen der Geometrie de Hilbert), lo muestra de manera satisfactoria. Un texto de Henri Poincaré, publicado en 1891 y reimpreso en La Ciencia y la Hipótesis en 1902, presenta los axiomas de la geometría como convenciones y definiciones disfrazadas. Aparentemente, Poincaré es, por tanto, un precursor de Hilbert (cuya obra es publicada en 1899) y de sus definiciones implícitas; pero como lo observó Freudenthal, el conjunto de los trabajos de Poincaré y lo que sabemos de su filosofía muestran que no hay nada de eso; las convenciones de Poincaré no constituyen el punto de partida de un sistema hipotético-de- ductivo como los axiomas de Hilbert, pero conciernen a la elección de un sistema mate­mático (y, en esta circunstancia, se trata para Poincaré de elegir entre la geometría euclidia- na y la geometría no euclidiana) para descu­brir una realidad física dada, y es en ese senti­do, es decir, como herramienta más o menos aporpiada (y, por otra parte, Poincaré la com­para con el sistema métrico), que para Poinca­ré no se/puede hablar de la verdad de la geome­tría euclidiana (sino sólo de su comodidad). La conclusión de Freudenthal debe meditarse: cuando se observa con qué facilidad se puede interpretar el pensamiento de Poincaré en el sentido de Hilbert después de la publicación del libro de este último, se comprueba que el lenguaje es un extraño instrumento que, colo­cado en otro contexto histórico, un libro (co­mo La Ciencia y la Hipótesis) puede tomar una significación bastante diferente de la que le dio su autor.

Estos problemas del lenguaje se manifiestan en particular en el caso de i a Edad Media e incluso en Galileo, cuando se ocupa de mecá-

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Más cerca de nosotros, a fines del último siglo, encontramos una situación muy instruc­tiva al examinar cómo Poincaré introdujo o precisó, las primeras nociones de la topología algebraica. Le debemos a la vez la definición del grupo fundamental, o primer grupo de ho- momorfismo, todavía denominado grupode Poin­caré, y también una descripción de la homolo­gía, que presenta mediante invariantes numéri­cos (números de Betti o coeficientes de tor­sión), que actualmente interpretamos, después de los trabajos de Heinz Hopf (a comienzos del segundo cuarto de siglo) como grupo de homología. Se observa, por una parte, que Poincaré no menciona la estructura de grupo de que se puede proveer al conjunto de las clases de homología, pero, sin embargo, enun­cia la regla que permite pasar de la composi­ción de los elementos del grupo fundamental a

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tivamente clara y no nos preocupamos nada por definirla; se sabía que una recta o un pla­no tenían respectivamente una o dos dimen­siones, y por consiguiente una superficie tenían también respectivamente o dos, en virtud de su semejanza con la recta y el plano. A quién hubiera requerido más precisiones se podía responderle que la dimen­sión estaba definida por número de paráme­tros necesarios para fijar la posición de un punto; eran necesarios visiblemente uno sobre una recta o sobre una curva, dos sobre una superficie, tres en el espacio habitual. Esta ma­nera de v.er era, sin embargo, muy simplista, y fue sacudida por un resultado inesperado (que su mismo autor al principio sólo acogió con escepticismo) de Georg Cantor, que estableció en 1877 una correspondencia biunívoca entre los puntos de un segmento y los puntos de un cuadrado. No obstante, esta correspondencia no era continua, como lo señaló Dedekind, a quien Cantor había anunciado el resultado. Se podía esperar, pues, que bastara agregar la exi­gencia de la continuidad para conservar la vali­dez de la definición de dimensión por medio del número de parámetros. Esta nueva manera de definir se volverá bien pronto indefendible pues en 1890 Guiseppe Peano describió una

definición usando el principio del embaldosa­do, vale decir, en un recubrimiento cualquiera de un espacio de n dimensiones mediante abiertos de dimensión suficientemente peque­ña, hay necesariamente puntos pertenecientes a n + 1 elementos del recubrimiento, por lo menos. Brouwer probó la equivalencia de las dos definiciones para las clases de espacio con­sideradas en la época.

Se observa, pues, que fue necesario cierto 'tiempo para que un pensamiento matemático suficientemente maduro viniera a precisar y apuntalar un lenguaje que ya estaba impuesto.

Quisiera hacer una breve historia de la fun­ción, que señala de manera significativa cómo el juego alternado del pensamiento y del len­guaje matemático contribuyó al progreso de la matemática. La noción matemática de función se origina, en el estadio que denominaré pre­matemático, en la noción de dependencia, que es mucho más antigua. El hombre prehistórico no podía ignorar que para abatir a un animal era necesario golpear tanto más fuerte cuanto más grande era el animal pero, hubiera tenido muchas dificultades para dar una expresión matemática de esa relación pues, sin duda, no hubiera podido reconocer cuando un animal era el doble del otro, y mucho menos todavía hubiera reconocido qué significa golpear dos veces más fuerte (Todavía en los albores de la mecánica clásica, la confusión entre el rol de la fuerza y el rol de la velocidad no había podido disiparse. No había todavía ni pensa­miento ni lenguaje matemático. En la segunda mitad del siglo XVII, emerge la noción de fun­ción al paso que el pensamiento matemático se apodera de la noción primitiva de depen­dencia (esta matematización se manifiesta es­pecialmente por la aplicación de la noción téc­nica de derivada). Este progreso del pensa­miento matemático se ha de traducir en un progreso análogo del lenguaje, es decir, de las notaciones matemáticas que permiten la des­cripción de las funciones, y esto, muy pronto, exigirá una ampliación de la noción inicial. Está bien claro, en efecto, que para los que primeramente las habían introducido y explo­tado (especialmente Newton y Leibniz) esas funciones no podían ser más que lo que po­dríamos denominar funciones normales o no patológicas, y que se dejan describir mediante una expresión analítica, o reconocer suficien­temente rápido para que entre las maneras po­sibles de describir una función sea necesario admitir la representación mediante series infi­nitas; cuando Daniel Bernoulli introdujo la re­

semboca en pensamientos matemáticos nue- la noción de algoritmo y toda la teo-

presentación mediante series trigonométricas, sin saberlo abría la puerta a las funciones discontinuas que salen del marco donde, in­conscientemente sus predecesores, habían co­locado la definición de función. Resultaba in­dispensable restablecer la concordancia entre el pensamiento y el lenguaje, y se produjo una polémica de la cual fueron parte Euler, La- grange y Fournier, Dirichlet le dio término proponiendo la definición general de derivada mediante una correspondencia arbitraria en­tre dos variables y, en ese momento, el pensa­miento mismo había, a su vez, superado las posibilidades del lenguaje matemático porque este último difícilmente podía dar la descrip­ción de una correspondencia arbitraria.

Vemos, por esta breve exposición histórica, que las matemáticas sólo siguuen de lejos el esquema descrito por Thomas S. Kuhn en The Structure of Scientific fíevolutions. Sólo debi­do a tensiones internas las matemáticas se en­riquecen con nuevas concepciones, pero, con­trariamente a lo que ocurre en las otras cien­cias, el paradigma no es rechazado, pero sólo encuentra * una prolongación. Sólo conozco un caso en matemática en que una teoría ha debido ser rechazada por ser incompatible con otras partes de la matemática (lo que en gene­ral ocurre corrientemente en el progreso de otras ciencias), y acaso existan otros dos casos dudosos. (Los casos dudosos son, por una par­te, la teoría de los infinitésimos en los co­mienzos del análisis clásico y, por otra, la con­cepción pitagórica del papel de los números enteros. En este último caso, es lícito pregun­tarse si esta teoría pitagórica ha de concebirse como teoría matemática o como teoría física. Si es una teoría matemática, es evidentemente incompatible con los desarrollos de la matemá­tica, como lo vieron los griegos al descubrir las magnitudes irracionales; pero si sólo se la con­sidera como teoría aplicable al mundo físico, entonces no es más que una de las numerosas teorías aplicables al mundo físico -acaso la primera- que confrontada con los hechos ha resultado. En cuanto a los infi­nitésimos, es lícito pensar que, más que una incompatibilidad profunda con otras teorías matemáticas (en las cuales los desarrollos ac­tuales del análisis no estandarizado muestran que puede ser evitada), es una ambigüedad y una impresión demasiado grandes que se de­ben eliminar del análisis matemático clásico). El único caso en que una contradicción ha sido introducida conscientemente en una teo­ría matemática es, a mi entender, la primera

vos conría de los problemas de decisión. Esta nueva reflexión, muy corrientemente, por otra parte, en el sentido de una abstracción más grande, constituye la marcha esencial hacia los progre-

fundamentales de las matemáticas, pues abre horizontes insospechados y presenta sin tardanza problemas nuevos cuya solución ten­drá muy a menudo repercusiones en otros do­minios de las matemáticas que continúan pro­gresando a su alrededor.

Hemos visto porqué Poincaré no pudo tra­tar el grupo fundamental de la misma forma que la homología; ahora nos sentimos obliga­dos a preguntarnos porqué, inversamente, no trató la homología como la homotopía, es de­cir, reconociendo que la estructura de grupo, como lo hacemos ahora, se apoya en segundo plano sobre los invariantes numéricos puestos en evidencia por Poincaré. Creo que aquí hay alguna razón múltiple: en primer término, en tiempos de Poincaré, todavía no se había su­brayado la importancia de las estructuras y no era de esa forma cómo se trataba de expresar los resultados matemáticos. Pero hay, creo una razón más profunda ligada a lo que se enten­día por grupo a fines del último siglo en el pensamiento de la mayoría de los matemáti­cos. Cayley dio, en 1854 y de nuevo en 1878, la descripción axiomática de los grupos que conocemos ahora; pero los grupos que los ma­temáticos habían encontrado eran grupos de operaciones, de sustituciones o transformacio­nes; los elementos de los grupos operaban so­bre algo, por ejemplo, las raíces de una ecua­ción, las posiciones de una figura, lass figuras de una geometría.

Quisiera abrir un breve paréntesis sobre las geometrías. H. Wussing observó que Móbius, ya en 1827, en su Baryzentrische Calcul inten­tó establecer una gerarquía entre las geome­trías, lo que realizaría Félix Klein cuarenta y cinco años más tarde en el Programa de Erla- gen. Hoy vemos claramente que lo que impi­dió a Móbius concluir exitosamente su pro­yecto, fue la ausencia de un lenguaje matemá­tico apropiado para expresar sus ¡deas; ese len­guaje iba a serle proporcionado por la teoría de los grupos que Klein había aprendido a co­nocer y que todavía no existía en la época de las investigaciones de Móbius.

La historia de la topología nos da aún otro ejemplo de lenguaje al que le faltaba el pensa­miento correspondiente. Durante largo tiempo, la noción de dimensión fue considerada intui-

curva o unauna

sos

curva que llenaba todo un cuadrado; esta apli­cación del segmento sobre el cuadrado era realmente continua pero, esta vez contraria­mente a la definición de Cantor no era biuní­voca. Por tanto, se podía creer que no hay homomorfía entre un segmento y un cuadrado. Esto fue probado por L.E.F. Brouwer en 1911, estableciendo la invariancia topológica de la dimensión. Justificaba así el uso del len­guaje que atribuye una dimensión a las cur­vas, dos dimensiones a las superficies, etc., siendo la semejanza invocada oportunamente una homomorfia.

No se podía decir que el problema de la dimensión estaba completamente elucidado, pues sólo se podía atribuir una dimensión a los espacios localmente homeomorfos con res­pectos a los espacios euclidianos. En particu­lar, el término dimensión era usado corriente­mente, pero una definición no era cómoda, inspirándose sobre una ¡dea de Poincaré, Brou­wer dio una definición en 1913 que se apo­yaba sobre una inducción o sobre rrencia: en un espacio de n dimensiones, punto cualquiera puede estar incluido en un entorno tan pequeño como se quiera en el que la frontera tiene n — 1 dimensiones. Casi al mismo tiempo, Lebesgue había propuesto otra

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una recu-un

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muestran ya de manera evidente. La geometría tiende cada día más a perder su tradicional aislamiento para integrarse con el resto de la matemática; puede decirse que ha sido liberada de la camisa de fuerza que la mantenía aislada,

convertida en el camino ideal para

(Viene de pég. 28)miento axiomático de la geometría métrica. Al pasar al segundo ciclo de la enseñanza secunda­ria, lo mismo que en el programa belga, se hace el estudio del álgebra lineal y de los espacios vectoriales tomando como modelo la teoría ya desarrollada. Estos conocimientos pueden servir después para construir nuevos modelos y teo­rías más elaboradas.

En la URSS los programas y textos para los alumnos de 12 años de edad, presentan la geo­metría en forma axiomática desde el comienzo, basándola sobre las nociones de distancia y lí-

recta cuya estructura se define a partir del concepto de distancia. La axiomática se intro­duce de manera que el alumno adquiera con­ciencia de su necesidad y tome activa participa­ción en su formación. Un sistema similar se sigue en Polonia. En el marco de la geometría así concebida, se construye el espacio lineal de los vectores y se estudia el grupo de las semejan­zas y sus subgrupos, tanto en el piano como en el espacio. También se incluyen ciertos aspectos topológicos de estos espacios. La medida de Jordán se aplica para introducir coordenadas en el plano y en el espacio.VIII. Conclusión

Aunque el informe anterior no es completo, de todos modos muestra cómo los métodos modernos para la enseñanza de la geometría en la escuela secundaria están todavía sujetos a discusión y necesitan cuidadosos estudios peda­gógicos. La formulación de un programa de geometría para la escuela secundaria, aceptable para la mayoría de los matemáticos, es uno de los problemas más difíciles y urgentes que pre­senta la pedagogía matemática actual.

Sin embargo, independientemente de su or­ganización actual, hay ciertas tendencias que se

Enseñar matemática

en Í980... ¡Un desafío!para serpasar de la exploración del espacio a las estruc­turas fundamentales de la matemática. Es posi­ble que durante esta transformación se hayan perdido ciertos valores de la geometría tradicio­nal. Hay que buscar los medios para reintegrar estos valores al mundo de la geometría moder­na. En particular, muchos problemas sobre construcciones geométricas deberían ser trasla­dados al lenguaje matemático moderno y es posible que entonces, colocados bajo nuevas perspectivas, vuelvan a despertar interés. La geometría sintética euclidiana elemental, que se considera actualmente como una mina agotada para la investigación de la matemática, no está de ninguna manera agotada como fuente de investigaciones pedagógicas para la enseñanza de la matemática.

Fausto TORANZOS (Argentina)nea

La hora de la verdadCuando el tiempo del estudio y de la medi­

tación ha pasado, cuando la hora de la plani­ficación y el análisis ya se ha cumplido, ha llegado el momento de la acción. Es la hora de la verdad.

Repetto y Fesquet, Varela y Foncuberta y todos los demás, apenas se ven en lontananza. Trejo y BoscfyDieudonné y Papy son sólo te­lones de fondo. El centro de la escena es ocu­pado ahora por usted, profesora o profesor, y por esa treintena de mentes adolescentes cuyo desarrollo y maduración dependen de usted, de su empeño y entusiasmo, de su habilidad y responsabilidad como docente.

Ese acto sorprendente, con algo mágico y sobrenatural que es el proceso de enseñanza- aprendizaje, constituye en 1980 un grandioso desafío para nosotros los docentes. Porque es­tos chiquilines de doce, catorce o dieciséis años que hoy son nuestros alumnos, serán#los hombres y. mujeres de entre treinta y cuarenta años, es decir, los protagonistas, cuando llegue el nuevo siglo. Y nuestro país será grande y respetado si y solamente si ellos llegan a serlo como seres humanos.

un docente que concibe a la matemática como un gran edificio ya terminado, y que interpre­ta que su tarea consiste en acompañar a un grupo de turistas y hacerles conocer las bellezas y magnificencias de ese palacio. Y después de este contingente de turistas vendrá otro, y luego otro, y otro... Poco a poco, el aburrimiento y el tedio de una tarea rutinaria y poco emocio­nante comenzará a invadir sus funciones. Y las explicaciones se harán más mecánicas, y el tedio se contagiará a los turistas, que terminarán de­testando al edificio y a su aburrido guía.

¿Cuál es la alternativa? "El docente es un partero de ideas" se dijo hace muchos siglos, y hoy más que nunca sigue siendo'verdad, sobre todo para profesores de matemática. "Un par­tero de ¡deas" significa que la misión del do­cente consiste en ayudar en el largo y laborio­so proceso de nacimiento de ¡deas en las men­tes de sus alumnos. No se trata entonces de describir minuciosamente ¡deas formuladas por otros, sino de algo más profundo y difícil, esti­mular y asistir en la formación de esas ideas ,en la cabeza de cada alumno. Dependerá de la dedicación y capacidad profesional del docen­te que esas ideas nazcan sanas y se desarrollen jugosas, ubérrimas y fructíferas, o bien que nazcan defectuosas o muertas.

La condición sine qua non para una correcta integración de los actuales puntos de vista sobre la matemática y la geometría a nivel secundario, es la comprensión clara, por parte de los profe­sores, de los diferentes aspectos que presenta el estudio del espacio y de los diferentes medios de que dispone la matemática actual para llevar­lo a cabo, así como el reconocimiento de la importancia que ello tiene. En los planes de estudio de las carreras para los futuros profeso­res no sólo se descuida intensificar estos conoci­mientos, sino que muchas veces se desarrollan actitudes contrarias a la moc|prna enseñanza de la geometría. Por esto se plantean serios proble­mas referentes a la formación y actualización de ios profesores.

(Viene de pég. 27)definición que se dio del número cardinal de un conjunto. Se había propuesto, en efecto, definir ese número como el conjunto que tu­viera ese número como cardinal, pero así se habría la puerta a una paradoja análoga o la del conjunto de todos los conjuntos, lo que llevaba al abandono de la definición propuesta.

En matemática, el origen de los desarrollos nuevos puede describirse más o menos así: una familiaridad suficiente con ciertos concep­tos conduce a la consideración de ciertas abs­tracciones, y un lenguaje se crea (eventualmen­te con términos nuevos o empleando notacio­

nes apropiadas); una reflexión sobre ese len­guaje y sobre los problemas que permite des­cribir desemboca a su vez en una familiaridad suficiente para considerar nuevas abstraccio­nes, y así sucesivamente, lo que permite ser optimistas en cuanto al porvenir de las mate­máticas. Esto nos conduce también a conside­rar con cierta tolerancia los capítulos de la matemática que hoy nos parecen de interés bastante reducido, pues, a priori, no podemos excluir que, en esos capítulos, para responder a una cuestión aparentemente fútil, se elabo-

nuevas herramientas cuyas aplicaciones desbordarán ampliamente a esos capítulos.

Parteros, no guías de turismoMás de una vez, en reuniones de orienta­

ción vocacional o en conversaciones privadas, me han preguntado qué hace un matemático profesional. Ante mi respuesta habitual ("Un matemático crea nueva matemática") surgen gestos de sorpresa y asombro. ¿Cómo puede ser? ¿Acaso no está hecha toda la matemática? Si Napier inventó los logaritmos y New- ton el cálculo diferencial, ¿qué queda por ha­cer? . Las personas que razonan así han entra­do en contacto con la matemática de la ma- no de un docente-guía de. turismo, es decir,

Contenidos mínimos versus objetivos máximos

Por supuesto, sería utópico pretender que nuestros alumnos recreen en sus cinco o seis años de escuela secundaria todas las ¡deas ma­temáticas que la humanidad ha desarrollado a lo largo de milenios. ¿Cuáles de esos temas debemos estudiar, y de cuáles podemos pres­cindir? Esta pregunta, y otras que de ella de-

. rivan, parecen obsesionar a muchos espcialistas en enseñanza de la matemática. Tal vez esa

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valor formativo. Luego ¿Para qué de- La experienciaenormebemos enseñar matemática?, ¿Cómo debemos enseñarla? parecen ser preguntas más básicas e importantes aún que la referente a los conte­nidos.

preocupación sea excesiva, tal vez haya pre­guntas previas aún no contestadas.

Estamos acostumbrados a oir hablar en congresos y simposios de matemática de un

enfoque revolucionario en la enseñanza !nuevosecundaria", y descubrir que el "nuevo y revo­lucionario enfoque" consiste en enseñar con el trillado y remanido método expositivo, sólo que culminando la enseñanza con el teorema de Cantor-Bernstein en lugar de coronarla con el teorema de Tales o el de Pitágoras.

Dice Norberto Fava en el prólogo de su reciente libro ("El número", Ed. Docencia, Buenos Aires, 1979): "No hemos avanzado mucho si un curso que antes empezaba reve­lando que 'existen infinitos puntos, infinitas rectas e infinitos planos' ahora comienza ense­ñando que 'hay dos maneras de definir un conjunto: por extensión y por comprensión'. Es el mismo monje con distinto hábito".

Norma V. Di C. de ESPER (Argentina)

Por eso, y haciendo gala de la ingenuidad del niño que se asombraba de que el rey estu­viera desnudo, oso preguntar humildemente:

¿No será hora ya de que dejemos de obse­sionarnos con ios "contenidos mímimos" y comencemos a preocuparnos por los "objeti-

máximos" de nuestra enseñanza?Sin intención taxativa o totalizadora, me

atrevo a enunciar algunos objetivos generales no instrumentales de la enseñanza secundaria de matemática:

(1) Desarrollo de procesos mentales de ra­zonamiento lógico-deductivo.

. (2) Desarrollo del pensamiento crítico y au­tocrítico.

(3) Desarrollo y perfeccionamiento de la precisión en el lenguaje.

(4) Desarrollo de la capacidad mental de abstracción y generalización.

(5) Desarrollo de la "imaginación geomé­trica", es decir, la capacidad para percibir e interpretar la configuración o esquema gráfico subyacente en una situación o problema dado.

(6) Desarrollo de la habilidad y gusto para resolver problemas.Enseñanza expositiva versus enseñanza activa

iRESULTADOS DE EXPERIENCIAS CON­CRETAS EN EL AREA DE LA EDUCACION DE LA MATEMATICA (Este tra! ajo fue pre­sentado en la Reunión de Educación en la temática organizado por la Unión Matemática Argentina en Corrientes, 1979)TEMA: Importancia de la guía de estudio en la enseñanza de la geometría.PROFESORA^: Norma Victoria Di Césare de Esper.ESCUELA NACIONAL DE COMERCIO - PERGAMINO

Desde hace tres años dicto en una misma división (3er. año, Escuela de Comercio) las asignaturas Matemática y Elementos de Física y Química.

Comprobé que mientras el ^alumno en las clases de álgebra se sentía más interesado, de­caía en las horas de geometría y a pesar de hacer uso de un interrogatorio adecuado, siem­pre quedaba parte del curso no integrado al aprendizaje.

Comencé por investigar las causas y entre otras encontré: temor a equivocarse ante sus compañeros, rechazo a ser observados, desinte­rés, dificultad en la concentración.

Esta situación se revertía con el mismo gru­po al experimentar en el gabinete de física lo que me decidió a enfocar la enseñanza de la geometría de modo similar.

Comencé dedicándome a mejorar la expre­sión oral y escrita del alumno. Realizábamos observaciones y entre todos definíamos, enunciábamos conceptos, aceptando siempre la crítica que pudiera suscitarse.

De a poco los introduje en la lectura de textos; aprendimos a leer en forma compren­siva, separando lo fundamental de lo secunda­rio. Los estimulé a formular preguntas que, en lo posible, ellos mismos contestaban.

Llevaban a clase su libro de texto, busca­ban el tema, seleccionaban ejercicios. Para acostumbrarlos a la lectura, comenzamos a leer párrafos separando las palabras cuyo sig­nificado desconocían o del cual dudaban. A cpntinuación, cada uno resumía verbalmente lo leído, mientras el resto, atento, hacía las,

correcciones que estimaba necesarias; luego es­cribían en el cuaderno.

Como comprobé cierto rechazo en un 50% del alumnado, decidí encarar la tarea como un juego: "envío de telegramas". Así aprendieron a sintetizar con lenguaje propio y preciso. A’ veces les pedía frases o dibujos humorísticos relacionados con el tema y eso me permitía comprobar si Jo habían captado.

De este modo fue'desapareciendo el tem’or; además, no se los notaba tan agotados. El tra­bajo había empezado a ser una actividad inte­resante. Les hice ver que podíamos investigar ciertos temas de la misma manera que en físi­ca; y entonces aparecieron las primeras guías.

Para trabajar con ellas, permití que desde el comienzo los alumnos se agruparan con entera

•libertad siempre y cuando el número de inte­grantes del equipo no excediera de ocho.

Comprobé que en los grupos así formados estaban los amigos íntimos o compañeros de siempre, los que rodeaban al más capaz espe­rando recibirlo todo de él, los que siempre obtenían calificaciones bajas. A estos últimos nadie los quería y tenían una única razón para asociarse: la de ser rechazados por los demás.

No hice caso de la distribución, pero les recordé que el integrante de un equipo tenía un compromiso moral con el resto de los com­pañeros; si uno de ellos no trabajaba todo él equipo iba a fracasar. Al mismo tiempo me ofrecí para solucionar los problemas que se presentaran.

Igual que en los primeros intentos en las clases de física, observé en ellos gran nervio­sismo que evidenciaron hablando o leyendo en voz alta, todos al mismo tiempo. En ningún momento pedí silencio y al cabo de diez mi­nutos aproximadamente, la intensidad de sus voces había disminuido hasta transformarse en un murmullo. Comenzaron a leer, dialogaban para consultarse. Empezaron a llamarme casi todos al mismo tiempo. Por imitación, el gru­po de alumnos considerados lentos, que en un primer instante se mostraba temeroso, quieto, comenzó a interrogarme.

Con las guías dispuse de más tiempo para

vos ma-

El ambiente argentino de enseñanza secun­daria de matemática se ha sentido estremecido en este último tiempo ante dos altisonantes palabras: "contenidos mínimos". Todo el mundo discutía y tomaba partido a favor o en contra de los contenidos mínimos. En un re­ciente congreso de matemática, un represen­tante provincial manifestó orgulloso: "En nuestra provincia, treinta colegios secundarios ya aplican los contenidos mínimos", lo que fue inmediatamente retrucado por otro partici­pante: "En la nuestra todos los colegios apli­can los contenidos mínimos". Gran triunfo, notable hazaña.

Para el profesor-guía de turismo cualquier discusión sobre métodos de enseñanza de la matemática es totalmente ociosa. Para él (o ella) basta y sobra con el tradicional método expositivo. No intente Ud. apartarlo del esque­ma hipótesis - tesis - demostración - ejercicios, porque invariablemente le responderá: "Eso es una pérdida |¡nútil de tiempo". En realidad tie­ne razón. Para sus limitados objetivos, esta metodología es satisfactoria y económica en tiempo y esfuerzo. El docente expone, con mayor o menor habilidad los "contenidos mínimos", es decir, muestra los distintos salo­nes del gran palacio. Los alumnos atienden a la exposición, es decir, miran lo que se les muestra. Pero, ¡cuidado, se mira y no se to­ca! Ninguna invitación a la insólita aventura de pensar y resolver problemas por cuenta propia, ningún desafío a la imaginación creati­va y al pensar fecundo; son "inútiles pérdidas de tiempo".

Solemos escuchar a estos profesores dicien­do: "La clase de ayer me salió perfecta, impe-

(Sigue en pág. 43)

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¿Cuál es la razón de esta sobrevaloración de la importancia de los contenidos de la ense­ñanza en desmedro de la consideración debida a los objetivos y métodos de dicha enseñan­za? Creo que tiene que ver con las actitudes que comentamos en el pájrafo anterior. Para el profesor-guía de turismo, lo esencial es el contenido, es decir, la determinación exacta de las habitaciones, salas, pasillos y corredores que deben ser recorridos por los turistas, y por complemento, cuáles habitaciones deben ser cerradas con llave y olvidadas para siem-pre.

¿Es acaso pernicioso preguntarnos qué ma­temática debemos enseñar? No, de ninguna forma. Es innegable que la matemática tiene gran valor instrumental, y que nuestra selec­ción de contenidos debe considerar la deman­da de herramientas matemáticas para la ciencia y la técnica. Pero. también es cierto que la enseñanza secundaria de la matemática tiene

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dos. Estaban tan ocupados que ya no había motivo para conversar de cualquier cosa, leer otra asignatura o volar con su imaginación a temas ajenos.

Se sentían importantes por el trabajo reali­zado. Al mismo tiempo fueron desarrollando gran capacidad de crítica, que evidenciaban al elegir el autor a seguir en determinados temas.

Habían aprendido a oirse; al finalizar la ta­rea volcábamos los resultados en el pizarrón. Este era el momento más importante porque cada grupo aportaba lo mejor de sí mismo; aparecían semejanzas y diferencias y al final entre todos llegábamos a una elaboración más completa del tema.

Después de trabajar cuatro meses con guías disminuí el número de integrantes de cada grupo a tres. Los alumnos llevaron calculado­ras para trabajar con más rapidez.

La guía me sirvió de instrumento de evalua­ción y pude formar una nota por bimestre por el trabajo en la clase. Tuve en cuenta para ello los siguientes tópicos:

a) Actuación del alumno en el grupo (es decir, modo de trabajar; nunca me preocupó la disciplina porque ellos tenían autoridad pa­ra rechazar, si lo deseaban,-al haragán, o al que molestaba a los demás).

b) Claridad en la expresión.c) Uso adecuado de útiles de geometría.d) Precisión en el cálculo.e) Interrogantes planteados.f) Originalidad en el trabajo.g) Prolijidad.

atender sus necesidades. Noté que eran cuida­dosos detallistas y aunque respetaban a opi­nión de cada uno, discutían'antes de elaborar una conclusión.

Desde ese momento dejé de ser el centro de atención y en la clase los principales prota-

ellos mismos, sirviéndoles de

Dibújala

2. Coloca A" sobre la tira A haciendo coinci­dir los puntos o. Deja A en posición horizontal y gira A'. Marca con color el espacio recorrido, al desplazarse oa' e indica qué presenta en el plano.

Imagina que las tiras materializan las semi­rrectas oa y oa', de este modo, dejando fija oa y moviendo oa' tendrás una idea exacta de cómo se generan los ángulos en el plano.

¿Cuántos sentidos de rotación encuentras?

Por convención se ha establecido dar^signo positivo a los ángulos generados por una rota­ción contraria a las agujas del reloj. Por consi­guiente. poseerán signo negativo los ángulos.

3 — Moviendo la tira A', forma los siguientes ángulos:

a) a =60° b) 0 = —90° c)7=180°

d) 5 = 0o e) e = -300°Representa cada ángulo en un sistema de ejes

cartesianos, haciendo coincidir el lado fijo con el semieje positivo de abscisas. (No olvides indi­car el sentido de rotación)

4— Lee con atención y señala las proporcio­nes verdaderas y corrige las falsas.

a) Cuando un ángulo mide 360°, el lado móvil coincide con el lado fijo, después de dar una vuelta completa.

b) Un ángulo de 35° se diferencia de uno de —35° porque fueron generados por rotaciones de sentido contrario.

c) Las semirrectas que forman un ángulo tienen igual dirección y sentido

d) Los lados de un ángulo de 90° son per­pendiculares entre sí

e) Un ángulo de 0° tiene por lados semirrec­tas de igual dirección y.sentidos contrarios.

gonistas fueron guía cuando mi intervención fuera necesaria. Comenzamos trabajando con ejemplos concre­tos, para llegar luego a generalizar. Aplicamos todas las técnicas grupales posibles. La consig-

trabajar todos para bien del equipo (insistí en la práctica del compañerismo bien entendido).

Después de los primeros intentos, comencé a retirar los trabajos y fue grande mi sorpresa al encontrar alumnos con ciertas capacidades que no se manifestaban en la evaluación oral o escrita; al mismo tiempo observé que no siem­pre el alumno de 9 o 10 de la clase tradicional era realmente el mejor.

Al evaluar a los lentos la calificación osciló entre .6 y 8. Esto hizo que en clases sucesivas se organizasen nuevos grupos. Sin habérmelo propuesto cada grupo tenía jefe y secretario.

Se produjo entonces en la clase cierto equi­librio; todos intervenían aportando cada uno algo de sí mismo; así pude evaluarlos en todos los aspectos, no solamente en el cognoscitivo.

El entusiasmo fue tal que ellos mismos pi­dieron nuevas guías y llegaron a leer los textos a su alcance sin ningún tipo de presión exte­rior. Se sintieron más seguros, mejoraron en disciplina, perdieron el miedo de ser evalua-

na era

Relaciona esos sentidos con el movimiento de las agujas del reloj.

lado móvil

lado fijosentido

lado fijo

lado móvil

sentido

(Viene de pág. 39)cable, redondita....", y esto me recuerda el cuento del cirujano que comentaba a un cole­ga: "La operación de ayer fue brillante, i Qué habilidad, qué técnica! ¿El paciente... ? Fa­lleció treinta minutos después, pero eso no empaña la brillantez de la operación".

El profesor-partero, en cambio, debe luchar permanentemente, adaptar su metodología, re­novar su enfoque, repensar su trabajo para es­timular el interés, desafiar la creatividad y atraer la atención de sus alumnos. Sdló así puede conseguir la temperatura intelectual ne­cesaria para que maduren y nazcan las ideas matemáticas en las mentes de sus alumos. Su principal arma será el trabajo, la actividad ma­temática. Esos adolescentes deben trabajar en matemática, actuar respecto de la matemática, no simplemente mirarla* Por supuesto, la activi­dad a que me refiero, nada tiene que ver con la actitud pasiva del espectador, con la repeti­ción y copia de enunciados y demostraciones pre-establecidas, con la resolución mecánica de ejercicios-tipo, seudo actividades habituales de los alumnos de un profesor-guia de turismo. No, acá se trabaja en serio. Las situaciones

problemáticas propuestas por el docente desa­fían la imaginación y la creatividad de los chi­cos. Uno arriesga una solución, otro le en­mienda y agrega su aporte, se discute y se piensa, se ejercita la facultad de razonar y el juicio autocrítico. Y atrás, un poco en segun­do plano, el docente estimula, corrige, aprueba y conduce inteligentemente a esas mentes por el maravilloso camino de la heurística.

En un seminario-taller de actualización para profesores secundarios de matemática, realiza­do en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, una profesora participante preguntó algo angustiada: "¿Có­mo puedo saber si estoy haciendo bien mi tra­bajo como docente? ". Mi respuesta fue "Con­teste usted misma estas tres preguntas:

1. - ¿Trabajan mis alumnos en clase? ¿Su actitud general es activa o pasiva?

2. - ¿Disfrutan los alumnos de mi clase? ¿Les gusta actuar en matemática o la detestan?

3. - ¿Estoy cumpliendo con los objetivos que me fijé al comenzar el curso? (¿O es que no me fijé ninguno? )

Si las tres respuestas fueran afirmativas, i Felicitaciones y adelante!

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EJEMPLO DE GUIA Generación de ángulos

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MATERIAL: Dos tiras de papel milimetrado de 3 cm x 10; base de cartón o madera de 25 cm. x 25 cm , cubierta por cartulina blanca; 3 chinches; escuadra; transportador; lápices de co­lores.

como indica la figura, marcos los puntos o,a y o,a' a una distancia de 4 cm.

o a] A

a'oINTRODUCCION: Mediante este trabajo ob­servarás como se generan los ángulos en el pla­no. Te recomiendo leer con atención la guía, realizar mediciones cuidadosas, pensar antes de contestar, consultar con tus compañeros.

PROCEDIMIENTO:1. Traza una recta sobre las tiras de papel y

E ] A' i

Sujeta sobre la base la tira A, mediante una chinche aplicada en o y efectúa una rotación completa.

¿Qué representa la trayectoria seguida por el punto?i

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Matemática y ciencias biológicos: implicacio­nes para su enseñanza.

Matemática, industria y tecnología.

¿Cómo continuar la educación matemática de los que se dedican a la industria?

Microcomputadores. La familia del computa-

y otro sobre enseñanza matemática secundaria organizado por el Consejo de Educadores de Matemática de Ohio, EE.UU.

En estos talleres se podrán examinar los materiales y discutir ¡deas educativas en forma informal con los colegas.

Grupos ya constituidos.Algunos grupos constituidos en reuniones

anteriores continuarán su trabajo: vinculación con otras disciplinas a nivel secundario, adies­tramiento de los docentes primarios, aplicacio­nes, evaluación nacional e internacional de los logros en matemática, resolución de problemas, estrategias educativas y desarrollo conceptual, competencias matemáticas, psicología xlel aprendizaje de la matemática, relaciones entre la historia y la pedagogía de la matemática.

Revista matemáticas y películasDirigentes de organizaciones de educadores

matemáticos internacionales o nacionales y edi­tores de revistas de educación matemática inter­nacionales y nacionales realizarán diversas reu­niones durante el Congreso.

Está prevista la exhibición de dichas revistas durante el desarrollo del Congreso, lo mismo que los libros, computadoras y otros materiales en el edificio de la Unión de Estudiantes Aso­ciados.

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El Congreso de Berkeley ;dor

Calculadoras de mano. T.V.

La profesión docente.

¿Qué es un educador profesional en matemá-enterarse de la situación actual de esasEn el N° 52 de "Conceptos de Matemática" informamos acerca de la realización del IV Con-

Internacional de Educación Matemática

pararamas. tica?

¿Qué debe enseñar el docente: lo que quiere o lo que el alumno necesita saber?

Antes de ingresar a la carrera docente y durante la época de servicio.

Entre los amplios temas que se han agrupado los muchos tópicos del Congreso, están los si­guientes:

gresoque se celebrará en Berkeley, California, EE.UU. del 10 al 16 de agosto de 1980. La organización está a cargo de la Comisión Inter­nacional para la Educación Matemática (ICMI) y los idiomas oficiales del Congreso son el in­glés, el francés y el español.

El Congreso se realizará en el campus de Berkeley de la Universidad de California en las cercanías de las ciudades de San Francisco y

Educación universal¿Cómo debería ser el curriculum en matemá­

tica de los sistemas escolares en que muchos estudiantes egresan a una edad muy temprano?

Problemas de la educación rural en matemá-

Diversos problemas.

Enseñanza de incapacitados.Matemática para el alumno bien dotado.

Evaluación.

Análisis de los errores de los niños en mate­mática.

Evaluaciones nacionales e internacionales de los logros en matemática.

Evaluación de los docentes y de su enseñan-

ticaOakland La enseñanza de la matemática a estudiantes

matemáticamente analfabetos.Programa de Congreso.

El acto de apertura se realizará el domingo 10 de agosto a las 15'y 45 con las ceremonias de bienvenida y la primera conferencia plenaria, seguidas por una recepción del Rector en el Museo de Arte de la Universidad y el acto de clausura tendrá lugar el 16 de agosto a las 12.

Estrategias de enseñanza

Problemas que se presentan en las clases en donde los estudiantes tienen diferentes habilida­des en matemática.

¿Cómo se puede enseñar a resolver proble­mas en matemática?

Uso y abuso de los libros de texto en la enseñanza de la matemática

za. Autoridades del Congreso El presidente honorario del Congreso es el

destacado matemático George Polya,* el Comité Ejecutivo de la Comisión Internacional para la Educación Matemática lo integran: B. Christian- sen (Dinamarca), Vicepresidente; U'«D'Ambro­sio (Brasil), Vicepresidente; P. J. Hilton (EE.UU.), secretario; S.H. Erwanger (Bostroa- na), B.H. Neumann (Australia), Z. Semadoni (Polonia) y es presidido por H. Whitney (EE.UU.); el Comité Internacional del prograhia para el IV Congreso sobre Educación Matemáti­ca está constituido por H. S. Alder (EE.UU.), M. S. Arora (India), B. Christiansen (Dinamar­ca), U. UAmbrosio (Brasil), J. C. Egsgard (Ca­nadá), G. Gaulin (Canadá), H.B. Griffiths (Gran Bretaña}, S. A. Hill (EE.UU.); P. J. Hilton (EE.UU.), H. Hoghe-Nlend (Camerum), S. lya- naga (Japón), Y. Kawada (Japón), J. Kilpatrick (EE.UU.), L, D, Kudrjavcev (U.R.S.A.), B. H.

(Australia), A. Revuz (Francia), L. A. Santaló (Argentina), Z. Semandoni (Polo­nia), G. H. Shufelt (EE.UU.), G. S. Young (EE.UU.), actuando como presidente H. O. Po- Uak (EE.UU.) que también es presidente del Comité Ejecutivo para el IV Congreso interna­cional para la Enseñanza de la Matemática.

Desarrollo de las habilidades matemáticas en los niños.

Metodologías para la investigación en mate­mática.

Las exposicionesSu longitud y forma variarán con el tema. En

algunos casos habrá uno o dos expositores du­rante una hora; en otros un grupo de oradores hablará durante una hora y media o dos, y luego se discutirá el tema. Muchas sesiones ad­mitirán la participación del auditorio usualmen­te mediante preguntas escritas.

Siempre se podrá disponer de la traducción simultánea de las sesiones incluyendo todas las plenarias. A veces, cuando no haya tiempo para ¿radudir, no habrá traducción simultánea, pero los participantes serán ayudados a sentarse jun: to a colegas multilingües.

Han sido invitadas a exponer personas de muchos países/para participar en paneles espe­ciales y mi ni conferencias, charlas especiales, de­mostraciones de clases, etc.

Talleres de trabajo.Habrá un taller de trabajo continuo (taller

hablado) sobre enseñanza matemática primaria organizado por A. Me Intosh de Gran Brataña,

iConferencias plenarias. Serán las siguientes:

Hans Freudenthal, Holanda: Problemas princi­pales de la educación matemática;

Hua Loo-King, República Popular de China: Aplicaciones de las matemáticas y de la educa­ción matemática;

Seymour Pappert, Estados Unidos de Améri­ca: Tecnología y educación matemática;

Hermine Sinclair, Suiza: Lenguaje y aprendi­zaje matemático.

Contenido matemático del curriculum.

¿Cuál es el sitio de la geometría en el curri­culum?

¿Cómo afectaría al curriculum el amplio uso de calculadoras de mano? i

Matemática post-securídaria.

¿Debería continuar siendo el cálculo el úni­co núcleo de la matemática post-secundaria.

¿Qué se puede hacer para ayudar a los nue­vos docentes de matemática en el nivel de post­secundaria?

Otros temas.

El programa se planificó para unos 3000 participantes. Los tópicos fueron escogidos por el Comité del programa teniendo en cuenta recomendaciones de todo el mundo. Se ha he­cho un gran esfuerzo para que los actuales edu­cadores en matemática, presentes y futuros, ex­pertos en planes de estudio, supervisores, mate­máticos, expertos en desarrollo, psicólogos en aprendizaje matemático, etc., tengan amplia oportunidad para expresar sus inquietudes y

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Aplicaciones.

¿De qué materiales se dispone mundialmente pera realizar aplicaciones de matemática .dentro de la escuela?

¿Cómo preparar a los docentes de matemáti­ca para usar aplicaciones en el aula? 45

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