El Origen de Los Vascos - Juan Parellada de Cardellac

7/17/2019 El Origen de Los Vascos - Juan Parellada de Cardellac

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¿Son los vascos el pueblo occidental civilizado mas antiguo d

Europa?



JUAN PARELLADA DE

CARDELLAC

El Origen de los Vascos

Traducción de Lorenzo Cortina

Plaza & Janés, S.A.



Sinopsis

¿Son los vascos el pueblo occidental civilizado maantiguo de Europa?

Título Original: La lumiere vint-elle d'Occident?Traductor: Cortina, Lorenzo

©1978, Parellada de Cardellac, Juan

Editorial: Plaza & Janés, S.A.

ISBN: 9788401331312

Generado con: QualityEbook v0.72



INTRODUCCIÓN

CON motivo de una gira de conferencias por España, mpaseaba por las viejas calles del barrio gótico barcelonés cuand

ncontré, en una pequeña librería, un tradicional almanaqupublicado por un tal «Ermitaño de los Pirineos». He aquí lo que ee en la primera página: «El año 1976 de la Era cristiana es 959 de la Creación del mundo, el 4304 del Diluvio Universal...

y así sucesivamente. Aunque ese respetable «ermitaño» hay

onsiderado superfino precisarnos la hora exacta de talecontecimientos, admiremos su sabiduría y recordemos qudurante muchos siglos, los pensadores, los astrónomos, loilósofos, los historiadores y los hombres de ciencia en general,

vieron obligados a someterse al dictado de semejantes principio

o pena de graves complicaciones. Rememoremos someramente aso de Giordano Bruno, el sabio italiano que enseñó en Universidad de París y que, precursor de Spinoza y de lopanteístas modernos, fue quemado vivo en Roma el 17 de febrerde 1600, por orden del Santo Oficio; y el de Galileo, que evitó hoguera in extremis tras haberse retractado de una verdad comun templo. Digo esto porque, aunque parezca increíble, lecuelas de intransigencia dogmática persisten en nuestros tiempounque justo es decirlo, no vienen ya de los hombres de Iglesiino de pequeños pontífices de dogmas seudocientíficos. Valga liguiente anécdota: a fines del pasado siglo, una comisión d

ngenieros y técnicos del Ministerio de Comunicaciones presentó



M. B..., presidente de la Academia de Ciencias y sabio oficinotorio, un curioso aparato que permitía hablar a distancia, edecir, un teléfono experimental. Al fin, tras haberse dignado, no sieticencias, examinar el aparato, el eminente personaje decretó qu

ientíficamente aquello no era viable... un juguete a lo sumo. Yuando el ingeniero que presentaba la experiencia le pasó parato y le hizo escuchar una voz que desde lejos le hablab

nuestro hombre exclamó triunfal: «¡Naturalmente, es usteventrílocuo!»

¡Cuántos conceptos, inconmovibles al parecer aún a principiodel presente siglo, han sido objeto de revisión! La antigüedad dhombre y de las civilizaciones, por ejemplo, no han cesado detroceder, gracias a esos hombres curiosos que no temen ir ondo de las cosas, multiplicando las preguntas, molestas a veceuando parecen susceptibles de desbaratar los esquema

preestablecidos y generalmente aceptados.He aquí, a este propósito, lo que ya a comienzos del sig

pasado escribía ese gran visionario que fue Joseph de Maistr«Los sabios europeos son una especie de conjurados que hacede la ciencia una especie de monopolio de la que no admiten qu

e sepa tanto o más, o de otra forma que ellos. Pero esa ciencia sverá un día hollada por una posteridad iluminada que acusarustamente, a los conjurados de hoy, de no haber sabido extraede las verdades que Dios les había confiado, las consecuenciamás necesarias al hombre. Entonces la ciencia cambiará de sign

l espíritu, hoy ignorado y menospreciado, soplará de nuevo



scucharemos su voz. Y quedará demostrado que las tradicionentiguas son todas verdad; que el paganismo era un sistema quncerraba grandes verdades corrompidas y desplazadas, y qu

bastaría con limpiarlas y situarlas en sus contextos para verla

brillar con todo su fulgor.»Me parece inútil subrayar la actualidad que en nuestros díonservan estas palabras, ya que, precisamente pocas semanantes de su muerte, André Malraux, ese otro gran visionario d

nuestros tiempos, señalaba en la TV francesa que el siglo venidere caracterizará por los descubrimientos en el orden de

metafísica, acaso de la religión y por la toma en consideración, poa ciencia, de ciertos fenómenos paranormales, cuya existencia spercibe sin que se pueda razonablemente explicar, como spercibía en los siglos pasados la existencia de una energmisteriosa, reputada por algunos de diabólica hasta que, al fin, fu

aptada y explicada: ¡la electricidad!La existencia de una gran civilización prehistórica occidental e

osa generalmente admitida por los prehistoriadores desde haceasi tres cuartos de siglo. Lo que queda por determinar es el grad

de desarrollo de esta civilización y, sobre todo, el lugar de orige

de la misma.Recordemos a este propósito lo que el astrónomo Bailly, quhabía profundizado estas cuestiones, escribía a Voltaire: «Deseque crea usted en mi antiguo mundo perdido... Los vestigios dste país anuncian una filosofía sublime, según la cual Dios

único, creador del Universo, omnipresente, eterno, inmutable



Tras él, otro astrónomo, Piazzi Smyth, dedujo del examen de Gran Pirámide la existencia de un pueblo civilizadísimo y anteriora historia. Antonialdi, astrónomo también, llegó a la mismonclusión al estudiar dicho monumento: «La perfección de la

pirámides —decía— y la admirable ciencia creadora, numéricgeométrica y astronómica que revelan, exigen la existencia de univilización anterior en numerosos milenios y perdida en la noch

de los tiempos.»Para el observador avisado, un fenómeno llama la atención: el d

a decadencia ininterrumpida de un poder que se disgrega con iempo. Después de 525 antes de J.C., en que los persanvadieron Egipto y pusieron fin al reinado de la última dinastndependiente, la historia nacional de Egipto había llegado a sérmino. Y, paralelamente, podemos comprobar un extraordinari

insólito fenómeno en relación con las obras de arte que nos h

egado la civilización egipcia: cuanto más nos alejamos en ntigüedad y hacia los orígenes del arte egipcio, más perfectas sous obras, como si el genio de este pueblo se hubiese formadúbitamente, sin experiencia ni estudio. Del arte egipcio, sóonocemos la decadencia..., ¡pero, qué decadencia!, ¿Cóm

xplicarlo? Otro astrónomo aún, el padre Moreux, convencido da existencia de esa tradición de cien siglos de la que derivan todaas cosmogonías antiguas, plantea así la cuestión: «¿De dóndvenía esta tradición?»

Diodoro de Sicilia, que fue uno de los principales autore

ntiguos que abordaron la cuestión atlántica, y cuyo V Libro de s



amosa Biblioteca contenía numerosos e importantes informes dorigen desconocido, nos dice que la Atlántida tuvo una escueeligiosa que dio a conocer una teogonía completa. Esa doctrinn parte naturalista, enseña que, en el principio, eran Urano y Tite

llamada también Gaya o Gea), el Cielo y la Tierra, con sus hijoos titanes, además de Helios y Selene. Pero estas tradicionedesfiguradas por los tiempos nos alejan de las primitivas: «Epreciso remontarse a la época en que los Atlantes —escribe—nseñaban a los griegos y a los egipcios el culto de Atenea. Es

divinidad, llamada Aten, era representada al principio por el discolar. El nombre de Aten = Atón designaba al Dios único y siival.» Era el Adonai de la tradición judeo-cristiana.

¿Nos hemos detenido lo bastante en reflexionar sobre el rito dos Atlantes, descrito por Platón, de la lidia ritual y de la muerte doro divino, cuyo recuerdo perdura bajo la forma decantada de u

spectáculo profano en la península ibérica, esa antigua colontlante que fue escenario, según Homero, de la guerra de loitanes y de los dioses?

Proclo, comentando el Timeo, dice que hubo antaño siete islan la parte de las marismas de Occidente consagradas

Proserpina, y otras tres, consagradas, respectivamente, a Plutón,Amón, y a Poseidón o Neptuno, y cuyos habitantes habíaonservado, por transmisión familiar ininterrumpida, el recuerdo da Atlántida, isla sumamente grande que ejercía, antes de sdesaparición, su imperio sobre todas las islas del Océano y qu

staba igualmente consagrada a Poseidón.



Añadamos que Manetón refiere que Urano, dios de los atlanteue el inventor de la astronomía y de la esfera; ¿no hay ahí unlara indicación sobre el origen atlante del zodíaco como lo afirmaos brahmanes? Luego, por lógica deducción, ¿no tendrían

mismo origen los conocimientos astronómicos de los mayas y dos primitivos habitantes de la península ibérica? Aquelloprimitivos habitantes de Iberia, de los que subsiste una fracción, lovascos, que como veremos no vienen de parte alguna, y quhablan un idioma antiquísimo de rara perfección. Lo que revela poí solo la cultura de! pueblo que lo creó. ¿Qué nexo ignotoemotísimo pudo existir entre el pueblo maya del Yucatán y l

divinidad homónima de los romanos, de los griegos y de lohindúes? Maya era para los griegos la hija de Atlas, rey dAtlántida, siendo también la madre de Hermes-Mercurio quieegún Macrobio, nació en la Atlántida. Esta informació

mportantísima proyecta un haz de luz deslumbradora sobre origen de la ciencia de Hermes, que se encuentra en la base dodas las religiones tradicionales.

Hay razones para pensar que el druidismo ha sido la última fasde la religión de Atlantis; el folklore de Irlanda está impregnado d

lla, desde las tríadas bárdicas a las leyendas irlandesas. Toda Antigüedad discurrió al amparo de esa ciencia primordial, cada vemás adulterada y corrompida. Los descubrimientos de la ciencno hacen más que confirmar lo que ya se sabía en los tiempos memotos y que encontramos en el simbolismo antiguo. Sus destello

luminaron la aurora de numerosos pueblos y, cuando la luz d



Occidente cesó de brillar sobre ellos, comenzaron a andar a tientomo ciegos olvidadizos de los senderos que habían guiado su

primeros pasos. Y al no poder comprender la verdaderignificación de ciertos ritos que habían conservado, no s

xplicaban cómo tales residuos se encontraban en- troncados eus leyendas nacionales.La historia de Israel, por ejemplo, que da comienzo con

migración de los patriarcas a la búsqueda de nuevas tierras, ¿ne sustenta y justifica acaso por una tradición paralela, similar náloga a la de los druidas? La fecha exacta de esa emigración e

desconocida, y aunque se la sitúa, generalmente, en el segundmilenio antes de nuestra Era, ni Abraham, ni Isaac, ni Jacobparecen citados en otros textos aparte los de la Biblia, y éstos nueron escritos antes de los siglos X o IX a. de J.C., con arregloradiciones orales y multiseculares. De hecho, las tradicione

bíblicas concernientes a los patriarcas constituyen un conjuneligioso que, desde el punto de vista estrictamente histórico, ea, cronológico, no tienen una sólida relación, pero que aparecestrechamente amalgamadas por una fuerte temática religiosa. L

gran afirmación de los escritores sacros incluye la convicción tic

egún la cual Dios conduce el curso de la Historia: «res gestae Dper Patriarchas».En cuanto al Génesis, Moisés, en su calidad de Iniciado egipci

e encontraba en la cúspide de la ciencia egipcia que conocíanto como la moderna, la inmutabilidad de las leyes del Univers

l desarrollo de los mundos por evolución progresiva y que poseí



demás, un conocimiento perfecto y racional del alma y de naturaleza invisible. ¿Cómo conciliar esta ciencia del sacerdogipcio con las fábulas del Génesis relativas a la creación d

mundo y a los orígenes del hombre? ¿O es que existe un sentid

oculto que no puede ser descifrado si se desconoce la clave?«Es el más difícil y oscuro de los libros sagrados —decía saerónimo—; contiene tantos secretos como palabras, y cad

palabra encubre varios.»Los sacerdotes egipcios, según los autores griegos, disponían d

res módulos para expresar sus pensamientos. Y unas mismapalabras adquirían, según los casos, un significado literametafórico o trascendente. Heráclito, que conocía aquelladiferencias, designa aquella lengua como vulgar, simbólica ecreta. Al referirse a las ciencias teogónicas o cosmogónicas, loacerdotes egipcios utilizaban siempre el tercer módulo d

scritura. Sus jeroglíficos contenían las tres significacionorrespondientes y distintas, pero las dos últimas no podían somprendidas sin poseer la clave. Ese método de escritunigmático y condensado, se fundaba en las enseñanzas d

Hermes, según las cuales una misma ley gobierna los tres mundo

l natural, el humano y el divino. Ese lenguaje maravillosamenonciso, ininteligible para las masas, era fácilmente comprendidpor los adeptos. Conocida la formación de Moisés, es indudabque escribió el Génesis en jeroglíficos egipcios de triple significadCuando, en tiempos de Salomón, el Génesis fue traducido e

aracteres fenicios y, cuando tras el cautiverio en Babilonia, Esdra



ealizó su transcripción con los grafismos arameos de los caldeol clero judío hubo de encontrarse ante graves problemas panterpretar, incluso imperfectamente, aquellas claves. Finalmentuando les llegó el turno a los traductores griegos de la Biblia,

exto no podía tener ya para ellos, otro sentido que e! literaQuiérase o no, los comentadores posteriores han penetrado en exto hebreo por medio de la Vulgata, y el verdadero sentido ses escapa. El verdadero significado permanece, sin embargoculto en el texto hebreo, cuyas raíces se hunden en el lenguaje dos templos antiguos, y en el que cada letra tiene una significacióuniversal en relación con su valor acústico y la condición mental dhombre que la pronuncia; sílabas mágicas dentro de las cuales niciado de Osiris ha fundido su pensamiento, como el broncíquido penetrando en un molde perfecto.

Cuando Champollión emprendió la transcripción de la piedra d

Roseta, trabajó sobre un texto que databa de los Ptolomeos, ea, de tina época en que el antiguo Egipto había dejado de exist

desde largo tiempo atrás. Por consiguiente, esas inscripcionehechas por sacerdotes extranjeros no han podido servir, en modlguno, para descubrir el significado esotérico de los texto

ntiguos. Efectivamente, el clero de la época de los Ptolomeolegido por los vencedores del antiguo Egipto, estaba compuestpor usurpadores que ignoraban las tradiciones de los verdaderoacerdotes, que habían sido deportados o exterminados por lo

persas.

La descripción del huevo del mundo, por ejemplo, esa nebulos



sferoidal, génesis del Universo manifestado contenido en loVedas, ha de ser equiparada a la narración del Génesis hebraico sí, comparando las diversas cosmogonías de los pueblos antiguo

deducimos que proceden de una fuente común anterior, qu

ingimos ignorar: «En el principio todas las cosas estaban sumidan las tinieblas fecundas, como adormecidas en un profundueño. El que subsiste por sí mismo, queriendo crear el universo du propia sustancia, creó las aguas y depositó en ellas una simien

que se transformó en un huevo de oro, resplandeciente como ol, y Brahma nació de él por su propia energía. Este Dio

habiendo permanecido un año entero en el huevo divino qulotaba sobre las aguas eternas, lo dividió por su propia energía,

de sus fragmentos formó el Cielo y la Tierra, dejando en medio ter sutil, receptáculo perpetuo de las aguas.»

Después del sueño de Brahma de la tradición hindú, tras es

nmenso reposo en que se encuentran los átomos antes de todmanifestación, es necesaria la intervención de la energía, dmediador que, en la Tradición, es la segunda persona de la TrUnidad, el Verbo, el Logos de los griegos, para implicar lolementos en la serie infinita de las combinaciones de las que tod

nacerá.Aunque parezca increíble, ¿es posible encontrar mayoreoncordancias que las existentes entre esas doctrinas qulorecieron con anterioridad a los tiempos históricos y loonocimientos científicos modernos más elaborados? El ét

nmóvil, causa eficaz de las aguas primordiales, la masa esferoidal



uminosa flotando en el espacio, la división de la nebulosa en mragmentos estelares separados unos de otros por la masa del éteEsta alta filosofía científica se encuentra en Leibniz, para quien

onsideración exclusiva de la masa extensa no basta para explic

os fenómenos del mundo, añadiendo que se precisa la intervencióde la noción fuerza, que pertenece a la metafísica, padesembocar en el concepto de la armonía preestablecida, dcuerdo con las enseñanzas de la Tradición primitiva.Tradición que ha podido sufrir períodos de oscurecimiento, per

que, gracias al simbolismo, no ha perecido. La imagen del librerrado en manos de Cibeles y la del libro sellado bajo siete selloobre el cual está recostado el Cordero, nos indican que

buscaríamos en vano en los libros «abiertos»; pero ha perduradoravés de los siglos, porque los artistas y los escritores han seguideproduciendo sus símbolos y sus leyendas, aun ignorando s

verdadero significado.Las precedentes consideraciones bastan, me parece, par

onvencerse de la realidad de la Tradición primordial y de unabiduría superior, anexa e inconciliable aparentemente con unpoca en que el hombre, según algunos nos los pintan, había de s

una especie de bruto apenas capaz de disputar su pitanza a lonimales. Los testimonios aducidos por los grandes pensadorentiguos, y sus referencias concretas concernientes a los orígene

históricos de sus conocimientos cosmogónicos, astronómicosilosóficos, son de tal naturaleza que por fuerza nos obligan

nterrogarnos sobre el fundamento del «espejismo oriental», ya qu



s de aquella Tradición y de aquella sabiduría primordiales ddonde se derivan las grandes religiones y las admirableivilizaciones de la Antigüedad.

Pero, además, ¿hemos meditado lo suficiente acerca de lo

estos materiales, imponentes, gigantescos, que encontraron loConquistadores españoles a su llegada a América Central? Nohallamos ahí confrontados, nuevamente, ante problemas molestoonstrucciones grandiosas, atrevidas, sorprendentes, qu

permanecieron ignotas del Viejo Mundo, ¡...y que no debían nadl Oriente! ¿Qué decir, por ejemplo, de Tiahuanaco, la misteriosiudadela ciclópea cuyas ruinas se yerguen a 3.854 metros dltitud sobre la orilla boliviana del lago Titicaca, a la qu

modestamente, y con harta prudencia, se le puede atribuir unntigüedad de 10.000 años? Concurren ahí una serie de hechonquietantes que no debemos salvar en silencio: en las ruinas de

ortaleza, y en torno de ella, existen pruebas irrefutables qundican que la tierra en que se hallan esos vestigios, habíase halladorillas del mar; los muelles del puerto de Tiahuanaco existen aún

y no se encuentran a nivel del lago caduco, sino sobre una línea dedimentos marinos de una longitud de 700 kilómetros. Alguno

geólogos han postulado una elevación del continente sudamericanobre el mar actual, ¿pero cómo explicar que ese gigantescevantamiento de un país tan montañoso y accidentado, haypodido dejar una línea de sedimentos tan regular y continua?

A este respecto, creo pertinente presentar la explicación d

abio inglés H. S. Bellamy1

, cuya tesis comparten numeroso



nvestigadores que aceptan los cálculos de Horbiger. La marepermanente, producida por la luna terciaria, había acumulado laguas hasta esta altitud y el redondel henchido de agua er

naturalmente regular y convexo, habiendo durado el tiemp

necesario para dejar sus sedimentos sobre las montañas yxistentes. Así, los principios de los geofísicos son respetadoNingún cambio importante se produjo en él continente. Loradicionalistas y los horbigerianos están de acuerdo respecto a dad en que cesaron los depósitos marinos: entre 300.00050.000 años antes de nuestra Era. Añadamos que se encontraro

huesos humanos en los principales estratos, en la proximidad dhuesos de toxodontes, animales que desaparecieron al final derciario. Esto podría bastar para datar esta civilización pero esno es todo. Se ha encontrado un calendario esculpido en piedrpartido en dos por una grieta pero mantenido unido por su peso d

0 toneladas. Descubierto por Ponansky, que fue el primero eijar los solsticios y los equinoccios, fue el alemán Kiss quien, e937, demostró que el calendario en piedra de Tiahuanaconstaba de 290 días.

Recordemos que Hórbiger, al calcular en 1927 los datos qu

onstituyen las bases de nuestros conocimientos sobre la rotacióde la Tierra, llegó a la conclusión de que, al final del terciario, Tierra giraba alrededor del Sol en 298 días, teniendo cada día upoco más de 29 de nuestras horas. Hórbiger murió en 1931, y suálculos están en los archivos del «Instituto Hórbiger» de Vien

Podemos, pues, admitir que los cálculos de Hórbiger, realizado



on anterioridad a toda información relativa al calendario dTiahuanaco, se han visto confirmados por dicho calendario dTiahuanaco, cuyas observaciones datan de fines del terciario nversamente, los mismos cálculos prueban que fue efectivamente

ines del terciario cuando los astrónomos de Tiahuanaco habíafectuado sus observaciones.Aparece, pues, con evidencia, en todos los casos, que, en lo

Andes y en otros lugares del continente americano, han existidentros de civilización antiquísimos y cuya alta cultura no deb

nada al Oriente.Encontramos confirmación de ello en ciertas tradiciones d

ntiguo México, presentando un aspecto «casi científicodetallando las épocas denominadas «Soles», en un orden que ssemeja al geológico: a) El «Sol del Agua» = primarioonteniendo la Creación y la destrucción del mundo po

nundaciones y el rayo, b) El «Sol de la Tierra» = secundariopoca de gigantismo, que terminó con seísmos y destrucción de

Tierra, c) El «Sol del Viento» = terciario, Quetzalcóatl enseña a lohombres la civilización y la moral; destrucción del mundo poempestades y metamorfosis de los hombres en monos (o e

alvajes), d) El «Sol de Fuego» = cuaternario, que es nuestpoca.En Chichén Itzá, Yucatán, en el centro del mausoleo de Cay

gran sacerdote e hijo primogénito del rey Can, hay una esculturque representa una serpiente de doce cabezas y una inscripció

que simboliza las doce dinastías mayas anteriores al rey Can,



uyos reinados adicionados cubren un período de 18.000 años. Eúltimo rey Can vivía hace 16.000 años, según el manuscritTroano. Si a ello añadimos los 18.000 de las precedentedinastías, nos damos cuenta de que reinaban desde hace 34.00

ños...En el Congreso de Arqueología Andina, celebrado en Lima e972, la etnóloga peruana señora V. de la Jara, demostró que loncas poseían una escritura, y que los motivos geométricos qudecoran los monumentos incas son en realidad caracteres gráficoque sirven para explicar su historia o sus leyendas. El hecho eanto más digno de ser señalado, porque hasta el presente se habvenido asegurando que las civilizaciones precolombinas ignorabaa escritura de tipo fonético.

Todo ello, que contraría lamentablemente cuanto durante sigloe nos ha venido enseñando, nos deja perplejos. ¿No es enojos

l verse retirar súbitamente la cómoda almohada de las ideapreconcebidas y comprobar que la historia de nuestros orígenera pura fábula?

Las metamorfosis que terminan el «Sol del Viento» de lontiguos mexicanos, añadido a cuanto hemos dicho, hace surg

nte nuestros ojos deslumbrados, imperiosa, esta pregunta: «Loenómenos del paleolítico... ¿no serían más bien degeneracioneque verdaderos comienzos?»

El sabio americano Arlington H. Mallery, especialista de América precolombina, tiene presentado un estudio relativo

descubrimiento, en Pensilvania, de unas inscripciones lapidaria



mparentadas, al parecer, con las mediterráneas primitivas, aunqul las estima muy anteriores. Pretende que pertenecen a unntigua civilización americana, anterior a la de los incas, de lo

mayas y de los aztecas, y de la cual estos pueblos habría

onservado vestigios. Ello explicaría —dice— la fortaleza dTiahuanaco, y ciertos aspectos de la astronomía maya, que parechaber conocido un estado del cielo anterior en varios milenios que nosotros conocemos, así como las leyendas indígenas quefieren la llegada de antiguos civilizadores.

«Admitiendo que esta civilización haya existido hace 10.00ños —escribe Paul-Emile Víctor— en el continente americanonvendría explicar cómo sus conocimientos pudieron llegar

Europa... ¿Esa civilización era acaso de origen extraterrestre?»¿Y si esa civilización hubiese existido no sólo en América, sin

obre la Tierra entera? Se podría suponer entonces que una ram

de la especie humana, que coexistiría con otras menodelantadas, había alcanzado un grado de civilización considerab

y que poseía un conocimiento complejo de nuestro planeta y quodo ello fue destruido de la noche a la mañana por uataclismo.»

Hace menos de cien años, gracias a los hallazgos de los vestigiomateriales de civilizaciones consideradas como fabulosanvenciones de los poetas antiguos, los límites de la Historia haomenzado a retroceder, penosa pero irremediablemente. «E

preciso continuar estas investigaciones —dice el profeso

mericano—, y necesariamente habrán de conducirnos



onocimiento de esta civilización anterior.»Éste es el sentido de mis arduas investigaciones cuyos primero

esultados os presento aquí. De su contexto se desprende qunuestra civilización occidental, contrariamente a lo que se admi

por lo general, es originaria ante todo de Occidente. No se trade negar lo que debemos a Grecia, a Caldea o a Egipto, sino dpreguntarnos: ¿de dónde vinieron los maestros de los maestrogipcios, babilónicos y griegos?



PRIMERA PARTE



EN BUSCA DE LOS ORÍGENES ATRAVÉS DE LA TRADÍCIÓNSECRETA Y LOS DOCUMENTOS DE

LA ANTIGÜEDAD

TEORÍA SOBRE LOS CONSTRUCTORES DMEGALITOS

SE ha observado que los monumentos megalíticos son munumerosos en las costas atlánticas de Europa y que abundamucho menos en las costas del mar del Norte; que son mánumerosos en Cornualles, en Irlanda, País de Gales, HolandaBretaña francesa, que en el norte de Francia, Bohemia, Hungríaur de Alemania.

En la península ibérica abundan los megalitos, y también ahí lavertientes atlánticas parecen ser las zonas donde su densidad emayor. Las regiones asturcántabras y lusitanas fueron, por estmotivo, las primeras que retuvieron la atención de lo

nvestigadores2. Es evidente que los soberbios megalitos dPortugal y de España pertenecen a la misma cultura que lodólmenes del Macizo Central, que las alineaciones de menhirebretones y que el templo solar de Stonehenge, el más grandioso dos monumentos prehistóricos conocidos.

Geográficamente, sin hablar ya de las tradiciones históricas y d



as leyendas, fueron los atlantes quienes construyeron lomegalitos. Esos constructores de dólmenes y de menhires, eran sduda los ibéricos pre-célticos ascendientes directos de los vascoque poblaban las costas del océano, y antepasados de los que e

a época clásica poblaban aquellas regiones, que los antiguodesignaban aún con el nombre de atlantes. Conviene añadir que esis del origen ibérico de los constructores de megalitos esceptada por casi todos los arqueólogos ingleses y por numerosoabios internacionales: «Me inclino a admitir el origen occidental das tumbas colectivas micénicas», decía Piggott ya en 1953. HubeSchmidt se muestra categórico: «Los constructores de megalitoran originarios del sudoeste de Europa y propagaron la cultura dos vasos campaniformes sobre el Rin y el Danubio, y sobre lslas Británicas donde, después de haber costeado las orillaorientales hacia el norte de Escocia, se infiltraron por el interio

undando la industria metalúrgica en este país y mezclándose con población indígena.» J. H. Holwerda comparte la misma opinióque expresa con la siguiente frase: «Los constructores de lomegalitos holandeses procedían del sur de Europa.» Ésta edemás, la tesis que sostiene el gran especialista en piedr

megalíticas e historiador, Max Gilbert: «Eran europeooccidentales y, en razón de la lenta fusión de los glaciares en lados Bretañas, eran de origen "ibérico", a menos que supongamoa preexistencia de un continente desaparecido... Eradolicocéfalos, mediterráneo-occidentales y habían ocupado

península ibérica, sur de Francia, Marruecos y noroeste d



Sahara, que se desecó al mismo tiempo que los glaciaretrocedían en Europa. De ellos descienden, probablemente, loctuales beréberes»3.Se dirigieron hacia el Norte, según se lo permitía el deshielo d

os glaciares, a lo largo de las costas del Atlántico, internándoslgunos grupos para remontar el curso de los ríos y llegando otroIrlanda, a Escocia y al sudoeste de Escandinavia, donde s

ncuentran algunos dólmenes y crómlechs. Sin embargo, como ns en Escandinavia donde se hallan los mayores megalitos,

donde éstos son más numerosos y como, además, en Escandinavl deshielo se produjo más tarde que en Francia y, naturalmentque en España, no se puede pretender razonablemente que loonstructores de megalitos progresaron en sentido inverso, o se

descendiendo desde Escandinavia hacia Iberia.Cabe añadir que si bien los megalitos son numerosos a lo larg

de las costas atlánticas de Europa, se encuentran también eEtiopía, en el Cáucaso, en Siria y en el sur de la India. Luego, pueblo de los constructores de megalitos se extendió primeramenhacia el Este y el Sudeste, a lo largo de las costas norteafricanahacia Mesopotamia y hacia el sur de la India, antes de subir hac

rlanda, porque Irlanda estaba aún cubierta por los glaciares, quya habían desaparecido sobre la ruta de Egipto y de la IndiRecordemos que, según las informaciones comunicadas por loacerdotes egipcios de Sais, un contingente de atlantes, huidos du país a consecuencia de las erupciones volcánicas y de un

nundación general, habían llegado a Egipto bajo la dirección de



diosa Nut o Nit, más conocida de los griegos bajo el nombre dAtenea, fundadora de la ciudad que lleva su nombre, más de nuevmil años antes4. Añadamos que los hindúes afirman que lohombres que construyeron los dólmenes y los crómlechs del sur d

a India, eran de origen mediterráneo occidental; que habíalegado en dos oleadas sucesivas, dando origen a la actual razdravídica, aunque con la adición de posteriores mestizajeMuchas de las características del culto de Siva y de su paredra sodebidos, efectivamente, a esas ascendencias mediterráneas

Según Plinio, los cántabros pasaron a la India, dando nombre al rKantabre y dejando una descendencia en los llamados kantabraL. II).Si bien el destino original de los monumentos megalíticos ha sid

olvidado, como lo confiesa el sabio español Menéndez Pelayo6,

hecho de que contengan restos humanos no prueba que su funcióspecífica fuese la de sepulturas y, por idénticas razones, ni laglesias ni las catedrales, pese a las sepulturas que cobijan, fuerodestinadas a cementerios sino a templos o casas de oración. Laradiciones populares han hecho que, en Francia, un porcentajlevado de dólmenes sean llamados «Maison des Fées» o «Pier

de la Fée» (Casa de las Hadas o Piedra del Hada); en Españncontramos numerosas «Casas de Moras encantadas... velandobre tesoros ocultos». En Vasconia, llaman «Sorguineche»

dolmen de Arrízala, lo cual en vascuence significa: «Casa de laBrujas.» En el fondo, una idea de orden místico o mágico

eligioso se desprende de todas estas tradiciones. La prueba e



que muchos de estos monumentos prehistóricos han siddestruidos, «para poner término a las prácticas paganas de quran objeto». Entre los que se salvaron, algunos fuero

«cristianizados». El más venerable de ellos es, en España, él Pil

que, a orillas del río ibérico, sustenta la imagen venerada de Virgen. En Francia existe, oculto bajo el laberinto de la catedral dChartres, el dolmen del que fue santuario druídico precristiandonde era venerada la Virgine Pariturae de los druidas.

Algunos, como, por ejemplo, el de Pinhel, son todavía objeto dctos rituales por parte de los labriegos, que hacen hogueras coas primicias de sus cosechas y auguran, según la dirección dhumo, si las cosechas del año serán buenas o malas. No es éste único ejemplo de oráculos agrarios, pues cabe recordar loacrificios bíblicos.Los dólmenes y las galerías cubiertas son verdaderas cámaras d

niciación, los crómlechs, círculos mágicos, y las piedras oscilanteervían para la adivinación. En Peyrelevade, en los confines de

Corréze y de la Creuse, hay una denominada «la Tortuga», sobra cual se distingue aún la cubeta y el reguero colector de la sangrde los sacrificios. Esos sacrificios de los que la Biblia nos ofrec

unos antecedentes ejemplares, desde Abel hasta Abraham.Aparece, pues, con evidencia que el destino religioso de estomonumentos no puede ser excluido.

EDAD DE LOS MEGALITOS DE OCCIDENTE. ES evidenque el establecimiento de una cronología correcta, debería bastpara dilucidar si nuestros antepasados megalíticos fueron lo



nventores de aquella misteriosa arquitectura y de loonocimientos que ello supone, o si eran simples peones quransportaban pedruscos a las órdenes de unos «invasoreorientales» que, entretanto, les robaban minerales y piedras finas.

Gracias a una serie de mediciones con el carbono-14fectuadas en Saclay y en Gif-sur-Yvatte, por Delibrias, Labeyriy Perquis, sobre tres lotes de residuos de madera y de carbóprocedentes del túmulo Saint-Michel, esta edad parece ahoonocida, confirmando en sus opiniones a aquellos sabios quomo el inglés Piggott, sostenían desde siempre la hipótesis d

origen occidental de los megalitos: «Me inclino a admitir el origeoccidental de las tumbas colectivas egeas», escribía este autor yn 19537. Y, efectivamente, los residuos de la cámara central deúmulo Saint-Michel, fueron datados en 3760 antes de J.C., coun margen de error posible, en más o menos, de 300 años, o seque eran contemporáneos de comienzos del IV, o de fines del Vmilenio antes de nuestra Era, precediendo, por consiguiente, emás de 1.000 años a los más antiguos tholoi egeos. Pero las ciframás fabulosas conciernen el contenido del último cofre: los dootes hallados en él dieron 6.650 y 7.030 años antes de la Er

ristiana, con un margen de error posible de 185 y 195 años, emás o menos.

«Que los señores físicos rehagan sus cálculos hasta que consigaunos resultados conformes con las certidumbres de rqueología», decía cierto arqueólogo. Lo que él llamaba «la

ertidumbres de la arqueología», eran evidentemente sus Tes



personales y las nociones destiladas por la enseñanza clásicegún la cual toda la luz nos ha venido necesariamente de Orientnosotros bárbaros de la Europa atlántica... Pero es probab

que, en sus orígenes, las cosas aconteciesen de otra manera y qu

un día habrá que considerar de nuevo los problemas relativos a laprimitivas civilizaciones.Los ingleses Piggott y Atkinson, gracias a sus excavaciones en

úmulo de Kennet, en el Wiltshire, presentan unas pruebastratigráficas muy serias para apoyar su tesis sobre el orige

occidental de los megalitos. La cámara lateral de este monumenthabía sido ya utilizada antes de la aparición del vaso campaniformn Inglaterra; así se deduce, sin lugar a dudas, de la superposició

de residuos de diferentes épocas, que demuestran que las máprofundas, es decir, las más antiguas, las que se remontaban a rección del túmulo, pertenecían a una civilización anterior a

orrespondiente a los alfareros artífices del famoso vasampaniforme. El túmulo de West Kennet entregaba así, a s

manera, una sucesión de fechas, que, al igual que las obtenidas poos físicos de Saclay con el carbono-14, revelaban una largutilización del monumento por varias civilizaciones sucesivas.

En su última obra, publicada en 1958, el eminente prehistoriadoGordon Childe se inclina también por la tesis del origen occidentde los megalitos: «Se había comparado, hasta hoy, la expansiódel megalitismo a la del cristianismo primitivo, venido desde Ashasta Occidente por el Mediterráneo. ¿No convendría más bie

ompararlo a la expansión del cristianismo celta de la alta Eda



Media, a la epopeya de los santos bretones, irlandeses y galeseque se esparcieron por el continente europeo después de la caídde Roma?»8.

Podemos, pues, afirmar ahora que toda esta parte de

rqueología está evolucionando con rapidez. A este propósitAimé Michel añade: «Los especialistas están descubriendo quuna vez más, la realidad había sido subestimada y que lo que somaba por prudencia, se revelaba una fuente de error. A fuerzde estudiar a la lupa lo que había en las tumbas, se había acabad

olvidándose de ellas...9

. ¡Como si una tela de Picasso que ncontrase en un castillo del siglo XIII, pudiera demostrar que astillo databa del siglo XX!»

LOS LIGURES

Los ligures constituyen el pueblo más antiguo de la penínsubérica, cuyo nombre nos es dado a conocer y que habíaocupado enteramente. «Los ligures, el pueblo más antiguo dOccidente —leemos en el Periplo—, ha permanecido bajo esnombre en algunos puntos de su antiguo territorio que ocupaba un

gran parte de Europa.» Avieno señala aún poblaciones liguredesde el mar del Norte hasta el sur de la península ibéricdestacando la costa occidental, las islas Ligústicas y el lago de loLigures10.

El historiador Henri Martin veía también en los ligures un pueb

bérico, tesis que corrobora en nuestros días el eminente profeso



de la Universidad de Barcelona Luis Pericot García, cuandscribe: «Los ligures son los indígenas neolíticos de Iberia»1

Heródoto conocía a los ligures como el pueblo antiguo mámportante del Oeste y, según Posidonio y Diodoro de Sicilia, lo

igures y los íberos se parecen porque pertenecen a la misma razmediterránea12.Según diversas y autorizadas opiniones, los vascos son,

parecer, ligures13 puesto que son los más puros representantes dmás antiguo pueblo conocido del oeste europeo.

Por su parte, D'Arbois de Jubainville, M. G. Bloch, J. M. dBarandiarán, P. Bosch Gimpera, J. Costa, Pereira de LimaAstarloa, Desjardins, Luchaire, y otros muchos sabios no me- noonsiderables, han admitido, implícita o explícitamente, que esta

poblaciones iberoligures han constituido, en el sur de Francia y e

a península ibérica, el sustrato etnográfico del paíprolongamiento de las razas prehistóricas autóctonas y anterior as invasiones célticas14. A estas razas pertenecen los restos que shan encontrado en Cro-Magnon, en Combe-Capelle, en Madeleine y en Urtiaga. Y si lógicamente se admite que aquellohombres al organizarse en tribus debieron mezclarse rápidamenthay que reconocer que los vascos son los que han conservado mápuros los caracteres esenciales del hombre de Cro-Magnon, trau evolución pirenaica a través de la Madeleine y de Urtiaga.

Según Schulten, la muy antigua cultura andaluza de los ligurera rica en estaño y en plata, pero afirma que los ligures eran u

pueblo africano, como también los iberos15. Por otro lado, vieja



radiciones andaluzas nos informan de la llegada de poblacioneigures-arcades, veinte años antes de la llegada del rey egipcSesac con sus kinetes, lo cual haría a los ligures parientes de lopelasgos-arcades, dato que merece ser recordado. Yo no nieg

que grupos de ligures y de capsienses (nombre moderno de ciertapoblaciones prehistóricas norteafricanas), hayan venido de Áfricdespués de la última glaciación, pero se puede asegurar que lapoblaciones que ya hacia 10000 antes de nuestra Era habitaban ea península ibérica, en gran parte de Francia y, en términogenerales, las poblaciones blancas de las orillas mediterráneapertenecen a la misma raza que los ligures, lo cual no impide qun el curso de los siglos, se hayan subdividido en tribus y nacion

que fueron conocidas bajo nombres distintos.Me parece importante recordarlo, porque si Pausanias h

podido escribir que Pirene —que era indudablemente una princes

bera— fue la madre de Cignos, rey ligur que vivía a orillas dEridano, en el mar del Norte16, es evidente que los ligures erahermanos de los iberos.

Luego si los éuscaros son, al parecer, ligures precélticos, son mismo tiempo, los más auténticos iberos prehistóricos, y parient

de los antiguos pelasgos, grandes navegantes como los ligures,onstructores de monumentos ciclópeos.

IBEROS, HEBREOS Y PELASGOS

Según el texto bíblico, Abraham, llamado el hebreo, desciendde Eber, bisnieto de Sem, hijo de Noé. Eber aparece, pues, com



ntepasado epónimo de la tribu, y es curioso que no haya llamada atención, como conviene, el parecido de este nombre con el dber o ibero. Además, Eber significa en hebreo «más allá», y en Enciclopedia Británica leemos que el significado de Iberia, según

timología vasca, es «el país del río» = Ibaierri. Y si bien, parituar a Eber pensamos automáticamente en el Eufrates, no hemode olvidar que el Ebro, antiguamente Ibero, es el río de Iberia y dos iberos17.

«Iberia es el país civilizado más antiguo del mundo», han podid

scribir W. de Milosz y D. Duvillé18

. De ahí salió el pueblamado IBRI en la Biblia, y de ahí salieron también esos otroberos que se establecieron a los pies del Cáucaso, en Georgian la costa Siria, procedentes de los ribazos númidas, los fenicio

beréberes, con su dios Atlas resueltamente occidental, lo mismque los frigios y que los atlantes, o habitantes de las costtlánticas, futuros egipcios y fundadores de la civilización y de

monarquía tinitas, portadores del emblema real de la abeja19.En términos científicos, los habitantes autóctonos de Iber

descendían de los dolicocéfalos magdalenienses y, por éstos, dos auriñacienses y solutrenses de Francia y de España, pues nhay que olvidar que Iberia empezaba en el Ródano. Fueron estoutóctonos los que, después de haber sido instruidos por unoniciadores o civilizadores de cultura superior, se extendieron a largo de las costas mediterráneas.

Así se explica que el recuerdo del Ebro-Ibero, haya subsistid

n Oriente a través de los milenios y que, según leyes que no ha



de sorprender a los lingüistas, se haya transformado en EufraÉufrates, después de haber sido Ebra-Ébrates20.

Ya hemos evocado en el prólogo la existencia de una graivilización neolítica occidental, admitida por los prehistoriadore

pero cuyo origen y centro se desconocen. Estoy convencido dque los investigadores, arqueólogos, lingüistas y antropólogos ncontrarán en esta Iberia atlántica. Añadamos que las tradicioneuscaras conocían la existencia de unas tierras más allá d

Océano.

Existe, además, el difícil problema de los alfabetos, reliquiasvestigios de esta civilización occidental que nos ocupa, puesto quberia conoció la escritura mucho antes de la romanización y de lo

primeros establecimientos fenicios en la península. Podemos creazonablemente al historiador Ocampo, cuando, de acuerdo coas antiguas crónicas españolas, nos dice que el alfabeto funseñado a los primeros habitantes de la península por Túbal, hij

de Jafet. Ello queda plenamente justificado por las referenciaxpresas de los escritores antiguos más dignos de crédito, a laelaciones escritas que conservaban los antiguos iberos, antigu

ya, en aquel tiempo, de más de seis mil años21.

El sistema de escritura utilizado presenta tal arcaísmo qufectivamente, el origen de esos alfabetos ha de ser antiquísimemontándose a una época de la cual, hasta ahora, ningú

documento ha sido encontrado. Todas las inscripcioneonservadas son, al parecer, posteriores al tercer siglo antes d

nuestra Era. Según P. Berger 22, los alfabetos ibéricos está



mparentados con el tipo más arcaico de los fenicios y, daturioso, su propagación en España va en sentido opuesto al de sntroducción por vía mediterránea, lo que implica su conocimientoccidental. Conviene subrayar que, en las islas Canarias, dond

ncontramos a la raza de Cro- Magnon sin mestizaje hasta el sigXVII, existen inscripciones emparentadas con el mismo sistema. llo no se acepta como un sólido apoyo a la tesis del orige

occidental de la grande y primitiva civilización mediterránea, es que ha decidido negar la evidencia.La llamada raza de Cro-Magnon, que ha decorado con pintura

y esculturas las paredes de nuestras grutas, los mangos de surmas y de sus herramientas, poseía en grado sumo el sentimienstético. Presentaba características semejantes a las de los vasco

de los guanches y de los cábilas, y se extendió a todo el África dNorte, y al Occidente y sur de Europa. Fueron los antepasados d

os egipcios, de los pelasgos, de los libios, de los fenicios, de lotruscos y de los ibero-ligures.Si se admite el origen atlántico y mediterráneo occidental de lo

pueblos que hemos evocado, desparramándose a través dMediterráneo, colonizando las islas de Chipre y del mar Ege

mplantándose en Caria y en el delta del Nilo, antes del quinmilenio, el problema se explica; si no, es insoluble. Según Génesis, los habitantes de Iberia descienden de Javán, hijo dafet, emparentándolos con los grecopelasgos de la isla de Chipr

Serían, pues, esos mediterráneos occidentales, entre los que s

uentan los ibri antepasados de los hebreos, que poblaron las isl



del mar Egeo y el delta, llevando consigo un dios tocado coplumas sobre la cabeza, como el hombre occidental de la pintude Biban el Moluc (Egipto) y como el primer dios de los aztecade México.

Tal vez sorprenda el hecho de atribuir un origen occidental a undivinidad que fue adorada por todo el Oriente. Me refiero planeta Venus, que los asirio-babilonios denominaban Istar, y lomohabitas Astar; ahora bien, los vascos llaman al lucero de arde Artizar, nombre que encierra todos los elementos de ladenominaciones orientales de la divinidad que, además, emencionada en el Antiguo Testamento como sinónimo de Astartque deberíamos pronunciar Astarte). A mayor abundamiento

Astarloa afirma que el nombre divino de Astarté fue inventado poos vascos para designar el segundo día de sus fiestas lunares, quelebraban desde la aurora de los tiempos. La consonanc

bsoluta del vocablo, su significación precisa y el hecho de que lorigios, oriundos de Occidente, veneraban la misma divinidad y elebraban bajo el nombre euskérico de Astarté, permite conclu

que los frigios habían recibido este nombre de los vascos. Lobstinación de los judíos en volver a los cultos de Baal y d

Astarté-Astarot, se explica como una tentación atávica, de unntigüedad, no de la quincena de siglos que separaba a Jesús dMoisés, sino «de una decena de milenios transcurridos desde xodo de los prejudíos de Iberia de Europa a Oriente»23.

Es curiosa la existencia de una población vasca españo

denominada maya, que nos recuerda a los grandes civilizadores d



a América precolombina, el pueblo maya, y a una divinidavédica, adscrita a la Creación por obra y gracia del mar. Y nolvidemos que Maya era, para los Griegos, la hija de Atlas, rey da Atlántida.

REMEMBRANZAS DEL OCCIDENTE. LOS «HIJOS DDIOS» Y LA REALEZA DE «DERECHO DIVINO»

La antigua tradición que situaba en el lejano Occidente a la dioHator, que interceptaba a los muertos para iniciarles en la vida d

ultratumba, ha dejado en varias lenguas romances y en el latín, verbo OCCIR, OCCIdere, significando «dar muerte», y loustantivos OCCItania y OCCIdente, o país de los muertoecuerdos subconscientes y religiosos de los trágicos hundimiento

de las tierras atlánticas. Parece ser esa misma tradición la qu

dictase, en la noche de los tiempos, el nombre de Armórica a península bretona. El Morbihan fue considerado también, emejanza de las costas atlánticas de Iberia, como un ribaz

próximo al «Ammwyn», él «Orbis Alius» o el «otro mundo» de loeltas.

Según la tradición egipcia, cuando la barca solar penetrabmisteriosamente por la hendidura del mar occidentaransportando la momia con el escarabajo sobre el corazón y ollo de oraciones sobre las piernas, las plañideras exclamaban oro: «¡Al Occidente, al Occidente!»24. Estos recuerdo

únebres de las tradiciones religiosas y del subconsciente colectiv



de los pueblos antiguos, se explican, lo mismo que las primitivamigraciones hacia Oriente, por la sumersión de las tierratlánticas.

Hemos dicho que el Génesis hace descender de Javán, hijo d

afet, a los habitantes de la península ibérica, emparentándolos coos primitivos habitantes de la Grecia prehelénica, los pelasgoAhora bien, la Biblia da a los pelasgos el nombre de dodanianoporque descienden de Dodanim, hijo de Javán25, siendo, ademáonocidos con los nombres de Dedananos o Danaens.

dmitimos el sentido oculto de la Biblia, las migraciones sucesivade los pelasgos de las épocas históricas, no serían más que uegreso hacia ese lejano Occidente, del que sabían que suntepasados habían salido. Señalemos, de pasada, que el Génesnumera los pueblos conocidos partiendo siempre de Occidento que implica un conocimiento seguro de esas regiones.

Moisés, legislador de los hebreos, trazó la imagen de una patrntigua de donde los hombres fueron expulsados por la maldició

de Yavé. El relato describe un fruto que daba la sabiduría a quieo probase: «Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comaporque el día que de él comieres, ciertamente morirás»26. ¿S

nfiere de ello que el hombre y la mujer ibri, que vivíapacíficamente en una comarca fértil y encantadora, el Paraíso (4ueron instruidos por misioneros civilizadores, poseedores decretos científicos y de métodos desconocidos? De ser asquiénes eran esos instructores? La misma Biblia nos ofrece un

lave: el capítulo VI del Génesis nos habla de los heloim, o hijos d



Dios, que «viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombreran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que bie

quisieron». El relato se torna aquí, voluntariamente, confuso.Al parecer, la prohibición concernía, además, a una parte select

del elemento femenino autóctono, que aquéllos se reservaban paa procreación de mestizos, fruto de sus amores con las mujerendígenas e instituyendo de hecho, por vez primera en la historia da Humanidad, «el derecho de pernada».

La conclusión de este relato viene en el versículo cuarto dexto capítulo del Génesis, donde se lee textualmente: «Existíantonces los gigantes en la tierra, y también después, cuando lo

hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y lengendraron hijos. Éstos son los héroes famosos muy de antiguo

Y efectivamente, aquellos mestizos de los hijos de Dios y de lahijas de los hombres fueron llamados bene heloim por los hebreo

En las mitologías clásicas figuran como dioses y héroes, con lonombres griegos o latinos que les dieron los poetas y loacerdotes. En realidad, fueron los primeros soberanos de loiempos míticos y constituyen, sin duda, el origen de las dinastíaeales y de la llamada «realeza de derecho divino».

LOS ANALES DE LOS IBEROS TARTESSOS

Tras todo lo dicho hasta aquí, se impone una pregunta al espíritde forma imperativa. ¿La civilización y la cultura de las orillaorientales del Mediterráneo, no llegaron acaso del Occidente?

Ello es lo que lógicamente se induce de los viejos anale



onservados por los iberos turdetanos, cuya existencia eonocida de todos los hombres cultos de la Antigüedad. Estonales pasaban, en tiempos de Asclepiades (siglo I antes d

nuestra Era), por tener más de seis mil años de existencia

ontener, además de las genealogías reales y otras informacionehistóricas, compendios de legislación, de sociología, de filosofmoral, de astronomía, de música y otros conocimientomportantes.

Dichos anales, desgraciadamente perdidos, han dado ocasiónlgunos para asegurar, naturalmente, que nunca han existido, y

otros que fueron destruidos por los cartagineses. Sin embargncontramos numerosas referencias a los anales de los iberos eos documentos de los historiadores grecorromanos que halegado hasta nosotros y, entre ellos, a Flavio Arriano, historiadorilósofo discípulo de Epicteto, Asclepiades, Diodoro de Sicili

Posidonio y Estrabón27. Según esas informaciones, los atlanteolonos de Iberia se habían diseminado sobre gran parte d

Europa y orillas e islas del Mediterráneo. No olvidemos que, en poca clásica, se daba aún el nombre de atlantes a los habitante

del sudoeste de Europa y noroeste de África.

Asimismo, sobre las tierras sumergidas del istmo que había unida península ibérica con África, se hallaba situado el legendar«Jardín de las Hespérides», el «Paraíso terrestre» de los griegos. erca de aquellas comarcas, a orillas del lago Tritón, había uemplo dedicado a Poseidón, del que no quedó la menor traza tra

os temblores de tierra que, según Diodoro de Sicilia, «rompiero



os diques del Océano, sumergiendo el templo y ocasionando desaparición del lago.»

El recuerdo de la Atlántida y de los atlantes se ha conservadono sólo en la denominación del océano que contuvo el «fabuloso

ontinente, sino en numerosos topónimos y vocablos de amboados del Atlántico: Atlas sigue llamándose la montaña más alta dMarruecos, como el hijo de Poseidón, rey de la Atlántida y, al otrado del océano, son innumerables los nombres que nos recuerdase origen legendario: Quetzalcóatl, Tezoatl (nombres divinos); os topónimos Tenochtitlán, Utatlan, Nahuaítl, y la isla mítica dAztlán, patria de origen de los aztecas. En Andalucía, encontramoa misteriosa «anda-ante» del kú-ante, bastante más antiguaazonable que la fugaz tormenta vandálica, como la encontramon Andorra y en Cantabria, y en las Antillas y en los Andes. N

olvidemos tampoco que, en Portugal, siguen designando a lo

monumentos megalíticos con el nombre de antas, recuerdo sduda de los constructores de megalitos cual el gigante Anteo. Yque, en vascuence, andi quiere decir grande.

IBEROS O CELTAS... ¿ORIGINARIOS DE OCCIDENTE?

Los primitivos habitantes de la península ibérica erageneralmente conocidos como iberos en la época clásicHeródoto de Heraclea28 nos asegura que los habitantes de Iberiunque siendo de la misma raza, tenían nombres distintos según la

ribus. Lo mismo opina gran número de sabios modernos

29

, qu



stiman el término «iberos» en su significación de contenidgeográfico y no étnico. Porque los iberos no constituyen una etnircunscrita a la sola península ibérica; sus orígenes se pierden

mejor, se hallan entre las brumas del más lejano pasado de

Humanidad.En efecto, sabemos que los frigios eran de origen ibérico, mismo que los sicanos que ocuparon la isla de Sicilia, y loprimitivos habitantes del Lacio antes de la fundación de RomConon, el historiador griego que vivió en el último siglo antes d

nuestra Era

30

, escribió para el rey de Capadocia, ArquetaoFilipátor, una historia en la que asegura que el mismo Midas fuey de los brigas, los cuales, pasados al Asia, fundaron la ciuda

de Troya y fueron llamados frigios. La Costa Azul francesa honservado un vestigio toponímico del paso de los brigas ibéricon la región del río Var, donde fundaron su capital Varobriga

homónima de uno de sus jefes. Esos hombres eran parientes de loque, más tarde, se habían de llamar preceltas, ligures, pelasgoberos, vascos. Fueron ellos quienes enseñaron a Europa abricación del bronce y que exportaban las armas metálicas de sabricación —las más antiguas— a Oriente y a las islas Británica

Tago, sucesor de Brigo al frente de su pueblo, prosiguió la políticxpansiva de su predecesor, en particular por las partes d

Oriente: en la región del Cáucaso —donde subsiste el nombre dberia—, en Francia, en Albania y en África. Añadamos que Tags conocido en el Génesis (cap. X) bajo el nombre de Togorma,

no sin emoción comprobamos que la antigua toponimia de Españ



ha conservado su recuerdo, no sólo en el río que lleva su nomb—el Tajo, antiguamente Tago—, sino en un encumbrado lugahistórico de la provincia de Soria: San Esteban de Gormaz. Comqueda indicado, esos pueblos se habían extendido, desde época

muy remotas, sobre la mitad sur de Francia y, en términogenerales, alrededor del Mediterráneo donde el clima era gratPertenecen a la famosa raza mediterránea de Sergi, y sudescendientes han formado pueblos que nos son conocidos bajnombres distintos, lo cual no afecta a su origen común31. Y

veremos luego el origen de algunas de esas denominaciones, veces engañosas.Me parece oportuno añadir aquí, que las mezclas y la confusió

de pueblos y de religiones era un hecho reconocido en Grecia, yn el decimosexto siglo antes de la Era cristiana (Heródoto I, 50

y es notorio que la civilización y la religión griegas de la époc«clásica», que son muy posteriores, son hijas de tales mezclas y dal confusión.Y no sería ocioso, llegados ya a este punto, que reflexionásemo

un tanto sobre "el sentido oculto del relato de la expedición dgriego Heracles a Iberia. El «robo de las vacas de Gerión y de la

Manzanas de Oro», apenas disimulan la verdadera razón quonsiste en la promoción de ciertos elementos de civilización y d

progreso que se encontraban en Iberia. Porque en el sur de Iber—que bañaba el océano de los atlantes—, existía una civilizaciómás avanzada, poseedora de secretos y de métodos ignorados e

otras partes en aquella época.



Los brahmanes afirman que la patria de Ram, fundador dmperio, era la Europa occidental; su hermano y lugarteniente erLackman, nombre céltico que reconocemos en Polack, cuya mujEscita era oriunda de Polonia-Rusia = Escitia. Ram, al frente d

us efectivos, marchó sobre las tierras que andando el tiempormarían el pueblo persa, combatió a los autóctonos y creó mperio de IRAM, el Irán actual. Tomó el título de Schid (Sidi Cid), es decir, señor. Estos hechos están consignados en el ZenAvesta y las excavaciones del Lauristán han exhumado materialepertenecientes a estos pueblos.

Parece, pues, sensato admitir que los pueblos célticos eran, mismo que los ibéricos, de origen occidental.

Y si según la hipótesis del sabio español Martín Almagro 32, loberos no eran acaso sino una tribu celta; si para Robert CharrouBurnouf, Blavatsky33, los hebreos eran de origen ario y céltico; egún G. Philips, H. Hirt34, los autóctonos americanos estámparentados con los primitivos atlantoiberos; y si los hebreosos ibri de la Biblia— descienden de los iberos, como afirmaMilosz y Duvillé35, giramos en torno a un círculo dentro del cual ncuentra sin duda la verdad. Trataremos de captarla estrechandste círculo.

Cuando en los albores del cristianismo los monjes bretonelegaron a Irlanda, el recuerdo de esas migraciones estaba aúvivo. Encontraron una biblioteca con más de 10.000 manuscritorazados en caracteres rúnicos sobre corteza de chopos, qu

elataban la historia de los pueblos célticos. Los monje



xorcizaron los manuscritos y los quemaron. Afortunadamente Ramayana nos describe las hazañas de Ram o Rama, llegando dEuropa occidental al frente de una enorme migración, pardestronar al rey negro Dacarata. Ese héroe céltico fue, según lo

extos, el 55 monarca solar que colonizó la India. El nombre dDios supremo de su culto era ISWARA, del cual había de sacaMoisés, de la tradición caldea, ISWARA-EL, y por contraccióS-RA-EL. Que nadie se extrañe, pues, de vernos atribuir u

origen común, bien que remoto, a los celtas, a los iberos y a losraelitas, los ibri de la Escritura. Fatigado de tan intensa actividaRam regresó hacia Occidente. Esta marcha es denominada «etorno», y como el Oriente era conocido como el país de Kusecibió el nombre de «Bach-Kush»; de ahí el cortejo de animalsiáticos que acompañan la procesión del Baco indio o quegresan de la India. Y no olvidemos que Baco era también uno d

os epítetos de Osiris —el Dionisos egipcio— y del Dionisogriego.

Retiróse a un lugar que denominó Paradesa, estableciendo uacro colegio de 70 miembros, y se consagró a la meditaciónbandonando el nombre de Riam (carnero) para adoptar el d

Lam (cordero). Los lamas del Tibet son sus sucesores.El culto comprendía entonces el cuidado del fuego ante el altde los antepasados, la matanza del ganado según determinadito36 y la comunión del sacerdocio bajo las especies del pan y d

vino. Es el sacrificio del Sumo Sacerdote Melquisedec del que no

habla la Biblia.



La Humanidad era considerada como un gran cuerpubdividido en secciones definidas, a las cuales había qu

dispensar una enseñanza adecuada a la evolución alcanzada. Dhí los diversos grados de iniciación. En Grecia se conservaro

stas costumbres en los misterios de Delfos y de Eleusis.Resumamos ahora las conclusiones de los investigadorespañoles concernientes al hecho céltico-celtibérico. Los celtas, yomo tales ya como celtíberos, han de ocupar en la etnologspañola un papel mucho más importante que el que habitualmene les concede, escribe el profesor Tovar. Los antiguos habíadmitido este carácter preponderante, puesto que extendían a tod

España el nombre de KeXtuc/j. La cronología de las migracionesa formación y mezcla de las poblaciones, son cuestiones qudividieron y siguen dividiendo a los historiadores. Bosch Gimpestableció una cronología según la cual los celtas llegaron a

península por oleadas sucesivas, empujándose unas a otras hacia Sur y hacia el Oeste. Fundamenta su cronología partiendo de erámica de la necrópolis de Tarrasa, característica del pueblo dos campos de urnas, y sigue en Cataluña las huellas de este puebxaminando la toponimia que le brindan lugares estratégicos

stablecimientos agrícolas. Después de haber clasificado laoleadas célticas en dos fases: siglo IX antes de J.C., en Cataluña,n 600 por la Meseta, Bosch Gimpera distingue, posteriormentuatro movimientos: en 900 antes de J.C. llega a Cataluña

pueblo de los campos de urnas (al cual se unen los beribracos

obre el 650 llegan los cempsos, los berones, los pelendones, lo



germanos y los otros pueblos de Hallstatt arcaico procedentes dos confines septentrionales de la Germania, que se establecen el extremo sur de la península; la tercera ola está representada poos sefos, gallaeci, lusones, turones y los celtas de la civilizació

denominada Cogotas II; y, finalmente, aparecen los belgas en iglo IV antes de J.C.Esta cronología, juzgada por Pericot García la más satisfactori

no ha merecido unánime aprobación: Martín Almagro no admimás que un bando único en el siglo VIII, siendo seguido por Maluquer de Motes, que retrotrae la llegada de los celtas de laurnas en Cataluña a Hallstatt C, o sea a contar de 800 antes d.C. Santa-Olalla enumera varias oleadas que sitúa en form

distinta a Bosch Gimpera. Éste no se rinde ante los argumentos dus contradictores, mantiene sus posiciones y contraatac

Rechaza la hipótesis de un pueblo procedente de Iliria que, segú

Santa-Olalla, habría constituido una oleada protoindoeuropehacia 1000 a. de J.C. Tampoco acepta la hipótesis de una oleadigur apuntada por Menéndez Pidal. Algunos piensan que BoscGimpera es aquí esclavo en exceso de la arqueología.

En el caso presente, un problema lingüístico puede orientar

nvestigación arqueológica. Gómez-Moreno, al estudiar onomástica de la Meseta, había señalado algunos nombres que sncuentran en las inscripciones latinas de las regiones ligure

Podemos, pues, suponer que un pueblo centroeuropeepresentado por los ilirios, se mezcló confundiéndose con lo

igures que son como ya hemos señalado los indígenas ibérico



Las investigaciones de Tovar añaden una base aún más segura a presencia de dos capas, por lo menos, preceltas y celtas, y hecho de que los celtas que penetraron en España estámparentados con el grupo Goidel. Conservando en lo esencial

esis de Bosch Gimpera, se le pueden integrar los resultados máecientes de la lingüística.

EL HECHO CELTIBÉRICO. Es la región de Numancia la quonstituye el centro floreciente de la Celtiberia en su sentid

político, desde el siglo III a. de J.C., hasta su destrucción en 13

. de J.C. por Escipión Emiliano. Esta civilización ocupa la llanude Soria al oeste y al sur de Numancia, así como el grupo mántiguo de los castros de Soria y Logroño. A través de lo

pelendones alcanza las riberas del valle del Ebro.Para unos, los celtíberos eran celtas que habían invadid

erritorios ibéricos, para otros, eran iberos que invadieroerritorios célticos. Generalmente se admite que el elemento ibéricra el más antiguo, al cual los celtas se habían superpuest

Schulten trató de demostrar lo contrario. No creo que lo hayonseguido.

Efectivamente, Bosch Gimpera vuelve a la tesis clásicdmitiendo, en los bordes, un pueblo no ibérico vencido por loeltas y que, confundidos con él, se mezclan por las franjas d

poblamiento ibérico. La evolución de la cerámica, que pasa dipo poshalstattico a las formas ibéricas derivadas del valle dEbro entre los siglos III y II a. de J.C., constituye la mejor y máonciliadora de las pruebas. Por su parte, Caro Baroja permanec



iel a la tesis que ya había defendido D'Arbois de Jubainville: celtan territorio ibérico.

ISRAEL COMO NACIÓN. IDENTIFICACIÓN DE LOPELASGOS

Israel, en cuanto a nación, se ha formado tras una milenarperegrinación a través del desierto, por cruces con los egipcios, loaldeos, los frigios, los asirios y los árabes. A juzgar por suostumbres y su religión, eran, en la época clásica, en su mayor

enicios.Fue de Fénix, hijo del rey Agenor, de donde tomó el nombr

Fenicia. Este Fénix fue el padre de Europa, y su madre Libia fuambién madre de Bel o Belus, padre de Dañaos, el antepasadpónimo de los Danaens o Dedananos, o sea, de los pelasgo

Este Dañaos ha de identificarse con Dodanim, hijo de Javán, nietde Jafet y padre de los dodanianos, nombre que da la Biblia a lopelasgos, (X, 4).

Esta costumbre de adoptar el nombre del padre, jefe o héropónimo de la tribu o del pueblo, era de uso corriente en

Antigüedad, sin que haya sido necesario inventarlo a posterioomo algunos pretenden sin fundamento. Asimismo, los pelasgo«hijos del viento», deben su nombre a Pelasgo, rey de Arcadia nieto de Inacos, primer rey conocido de la Grecia prehelénica.

Este Inacos (Ινάκος), hijo de Océano y de Thetis, vivía, al decde los habitantes de Argos, antes de la raza humana, y su hijForoneo fue el primer hombre.



Por lo que se refiere a los fenicios, adoradores de Atlas, Diooccidental indiscutiblemente, no hay que dudar en emparentarloon los beréberes y, aunque la ciencia los considera, por

momento, oriundos de Eritrea o de la isla de Socotora, dicha

egiones son, en realidad, simples etapas del éxodo que, antes da primera dinastía egipcia, había conducido a las poblacionberoberéberes del noroeste de Africa a las costas de Siria. Lorastornos geológicos que devastaron el Mediterráneo occidentn aquellas épocas remotas, determinaron la huida hacia Orien

de numerosos iberotartesios, a lo largo de las costanorteafricanas.

En cuanto al vocablo Israel, se emparenta por su prefijo con lo«ases», dioses arios. As e Is, permutándose según la reghebraica, explican los nombres de la Diosa Isis y de Asar-AsuOsiris, su divino hermano-marido, así como los de los lugares

iudades que de ellos se derivan.Saint-Ives d'Alvédre ha establecido, de forma irrecusable,

origen común y precéltico de los semitas, de los arios y de loeltas de Europa37. Por su parte, el sabio filólogo E; Burnouf n

duda en clasificar a los semitas entre los llamados indoeuropeos38

Añadamos que el parentesco original de las lenguas semíticas, de aquellas llamadas de origen ario, ha sido certificado pominentes personalidades científicas. En efecto, si según minente especialista A. Pictet39, el celta está emparentado con ánscrito, y si según diversas opiniones, el hebreo sería un idiom

éltico semitizado, habrá que concluir admitiendo que la doctrin



del Verbo haciendo nacer las cosas a la vida, profesada eHeliópolis y en el primer capítulo del Génesis, es la concreción dun hecho mental acaecido en el amanecer de los tiempos: olonización del mundo por un pueblo de cultura superior, cuya

nseñanzas, transmitidas a los iniciados de los pueblos antiguoueron conservadas por los ibri, oriundos de Iberia y futurohebreos, gracias a la disciplina religiosa y racial que han sabides- petar hasta nuestros días. Así, han preservado, en la Cábala n el Zohar, el conocimiento del valor intrínseco de las letra

Cábala, similar a Kubele, la Cibeles paredra de Poseidóisimilada, a su vez, a la Hera griega, significando luz, lo mismo qu

Zohar.Según la tradición iniciática40, la raíz del sánscrito, llamad

rróneamente «hermano mayor» de la lengua griega, en vez donsiderarla como su «madre», fue el primer habla de la quinaza «de origen atlántico: el Avesta». Y las lenguas semítica

derivan de los más viejos descendientes del sánscrito primitivPor consiguiente, resulta inadmisible el hecho de trazar una divisiórbitraria entre arios y semitas.

Los judíos eran originarios de una de aquellas tribu

mparentadas con las que más tarde fueron llamadas ibéricas igures que, después del éxodo evocado más arriba, se esparcieropor Mesopotamia y por la India. Gran número de ellos, y eparticular los jefes, eran ex brahmanes que, por causadesconocidas, buscaron refugio en Caldea y en Aria (Irán

nacieron, efectivamente, de su padre «A-Brahm», en tiempos d



Hércules Libio, según san Eusebio de Cesarea.Los árabes son los descendientes de los arios que no quisieronla India cuando la dispersión de los pueblos; alguno

permanecieron en las fronteras, en el Afganistán y en el país d

Kabul o en las riberas del Oxus, mientras los de- más se internaron la Arabia y la invadieron.Ptolomeo, al referirse en su novena tabla a los kabulitas o tribu

de Kabul, los designa oíapwroi, las tribus aristocráticas o nobleY, efectivamente, los afganos se dan a sí mismos el nombre dBen-Israel, hijos de Issa-Rael, de nuestra «Madre la Tierra». Lonombres de las doce tribus de Israel y los de las doce tribus de lofganos son idénticos. La significación de esos doce nombres ns otra que la de los doce signos zodiacales como hoy es

plenamente demostrado.Y, según Baer 41, esa identidad se aplica también a los nombre

de los hijos de Poseidón, reyes de la Atlántida, como sdesprende de la traducción griega, que hizo Solón, del sentidgipcio de los nombres de aquellos monarcas atlánticos.

EL NACIMIENTO DE UN MITO: ¿DOGM

SEUDOCIENTÍFICO?Después de lo que acabamos de decir a propósito del orige

omún de los pueblos conocidos como célticos, semíticos y ariome parece pertinente consagrar algunas reflexiones al nacimiende un mito moderno y temible.

Es preciso recordar que, con la emancipación de los judío



fectuada en la mayoría de los países europeos entre 1785815, la sociedad cristiana, sobre todo en Alemania, mantuvespecto a aquéllos una distante desconfianza. Pero, en la edad da ciencia, el argumento teológico de la maldición carecía d

rédito para reclamar el restablecimiento de los «ghetos»,ucedió que la «casta deicida judía» fue transformada, al amanecede su emancipación, en «raza inferior semita». Los resentimientonveterados del Occidente cristiano se expresaron, desdntonces, en un nuevo lenguaje. Pero en Alemania, donde mancipación de los judíos —realizada bajo la ocupación france

— era doblemente impopular, el patriotismo germanómano tendtomar un matiz antisemita. ¿Acaso fue por casualidad que en

misma época algunos sabios se aplicaban a perfeccionar la fórmuientífica del mito ario, y que —según H. Heine— el diablo alemáe sumía en el estudio del sánscrito y de Hegel?

Ernesto Renán fue, en Francia, el verdadero garante científicdel mito ario. Él fue, sin duda, el hombre que, captando lagrandes corrientes de su tiempo y sabiendo complacer a mayoría, vino a ser el ideólogo casi oficial, por decirlo así, de la IRepública. En cuanto a divulgador del «arianismo», Renán merec

in duda ser equiparado a su amigo Max Müller, cuya influencia sjerció sobre todo en los países anglosajones y germánicos. Pero que más contribuyó a la difusión del mito ario o «indogermanontre el público, fue el célebre diccionario de Jacob Grimm. En

prólogo de su clásica Historia de la lengua alemana (1848), Gri

firmaba que «aparecía en un momento crucial de la Histori



onstituyendo en la esencia una obra política hasta la médula de lohuesos».

G. Vacher de Lapougue explicaba todas las desgracias dFrancia por la extinción de los arios dólico-rubios: «Lo

ntepasados del ario cultivaban el trigo —escribía en 1899mientras los del braquicéfalo vivían, probablemente, comimios»42. Añadamos que, bajo la influencia de su fanatism

delirante, escribió estas líneas que, desgraciadamente, resultaroproféticas: «Estoy convencido de que en el siglo próximo s

xterminará a millones de seres, por uno o dos grados, en más n menos, del índice cefálico... y los últimos sentimentales podrásistir a copiosas exterminaciones de pueblos.»

Curiosamente, I. Taylor concedía el título de arios primitivos os «braquicéfalos uralo-altaicos», a los cuales, multiplicando lahipótesis, anexionaba los fineses y los celtas. La única cosa que ne le ocurrió fue que esos arios-indogermanos podían ser acaso

una invención pura y simple43.Porque, en rigor científico, podemos hacer remontar el hombr

blanco a 12.000 años —y probablemente a mucho más— eGascuña-Vascuña... y, con el mismo rigor, estamos lejos de pode

segurar otro tanto de Aria-Bactriana. Luego el hecho de hacerlpartir de aquella región constituye una afirmación gratuita.

La operación que había sido elaborada bajo la sombrprotectora de la ciencia fue, prácticamente, desautorizada por loabios auténticos que fueron Virchow, Kolmann, Von Luschan

tc., que desde fines del siglo confesaban saber mucho menos d



o que creían saber veinte años antes, y que la esperanza dncontrar los antepasados de los pueblos indoeuropeos en ndia, se había desvanecido y que por, consiguiente, la razndoeuropea no existía44. Pero sus escrúpulos y su honrade

ientífica, fueron el blanco de las polémicas iracundas de loPósche, Penka, Kossina, que pretendían —según observabrónicamente Virchow— hacer descender de los germanoprehistóricos todos los pueblos civilizados de la Antigüedaomanos, griegos y, naturalmente, los troyanos45. Evidentement

sta dinámica fue la que se impuso en Alemania y que, con hitlerismo, renunció a la careta de la objetividad científica.Virchow parece haber sido el primer sabio importante e

ospechar que la «dolicocefalia», ese nuevo «tótem» de logermanómanos, era una característica plástica mutabldesprovista, por tanto, de valor histórico-antropológico definitivY el gran sabio S. Reinach, escribía al final del pasado sigl«Hablar de una raza aria de hace 3.000 años es emitir unhipótesis gratuita; hablar de ella como si existiera hoy, es enunciaun absurdo»46.

Es evidente que el antisemitismo preexistente a la idea ariavoreció el triunfo de ésta. Y si los germanómanos eran caiempre antisemitas, ello no implicaba necesariamente ceptación de la nueva genealogía india, en contradicción con

vieja tradición patriótica que aseguraba que los germanos ndebían a nadie más que a sí mismos sus orígenes. El mismo Goeth

e mostró siempre hostil a la indomanía, y no desperdiciab



ocasión para expresar su repugnancia por los monstruos hindúespor sus idólatras adoradores. Y, en parte, algunos de sus escritohacen mención de la existencia de una familia de lengundoeuropeas.

Los sabios italianos manifestaron poco entusiasmo por laspeculaciones histórico-filosóficas que atribuían a los europeos uorigen «ario». Cario Cattaneo ironizaba sobre «las mágicaperegrinaciones de los arios» y sobre «la excelencia y la noblezdel Septentrión». Cario Troia no llegaba a explicarse la súbiobsesión de la ciencia internacional por la India. Y, cuando a finedel siglo, la filología pasó la antorcha a la antropología, los sabiotalianos manifestaron las mismas reticencias. Lombroso hacdescender a los arios de los negros, a través de diversamutaciones debidas a cataclismos telúricos, que habrían convertid

aquellos negros primitivos en amarillos, camitas y arios. Ser

lababa a los etruscos por haber rechazado a aquellos analfabetoprimitivos, salvando así a la civilización occidental o mediterráne«que no debía nada a los arios». Y Enrico de Michelis relataba eus pormenores, la manera como se había formado, desdomienzos del siglo XIX, un mito que hacía proceder los pueblo

uropeos de las planicies asiáticas y fustigaba severamente esreencia. Este sabio considerable fue el primero en denunciaegún parece, la existencia de los «modernos mitos científicos»47.

Unamos nuestros votos entusiastas a los fervorosos deseoxpresados por el gran alemán S. Feist, a fin de que el «mito ario

ea remplazado un día por una comprensión más razonable y má



ientífica del origen de los pueblos europeos48.Un historiador serio, como lo era Henri Martin, tuvo qu

nfrentarse con esta cuestión y lo hizo en términos harircunspectos y prudentes: «La gran familia jafétida o indoeurope

uya cuna parece ser el Aria, esta tierra santa de nuestroomienzos y el derecho de primogenitura que hoy reclama misteriosa Aria del Asia central...» La verdad es que nadeclamaba la misteriosa Aria del Asia central; era la Europa de ldad de la ciencia quien se inventaba una nueva tierra santa y un

nueva genealogía.No sería ocioso recordar, llegados ya a este punto, cómo smanifestó en España el primer racismo institucionalizado dEuropa. Después de la Reconquista, expulsados los morosonsolidado el poder real, los numerosos descendientes de lo

musulmanes y de los judíos fueron estigmatizados de infamia, y lostatutos de «pureza de sangre» dividieron a los españoles en doastas: los «Viejos Cristianos», de sangre pura, y los «Nuevo

Cristianos», de sangre impura. Ese concepto de pureza o dmpureza de sangre venía determinado, no en virtud de genealogía o de la raza de lejanos antepasados, sino de

ortodoxia o heterodoxia de aquéllos.Según los preceptos de una doctrina elaborada por los teólogo

spañoles, la falsa creencia de los moros o de los judíos habmaculado su sangre, y esa mancha, o «nota», había venidransmitiéndose por herencia a sus descendientes, relegados en

asta inferior de los conversos. ¡Y ello con desprecio del dogm



de la virtud regeneradora del bautismo!

ORIGEN OCCIDENTAL DE POSEIDÓN Y DE ATENEALOS PELASGOS A TRAVÉS DEL MUNDO ANTIGUO

La epopeya nos dice que, en el extremo occidental de Áfricobre las costas del Océano, vivía desde tiempos inmemoriales u

pueblo que ofrecía sacrificios a Zeus, y que elevaba altares a AtlaAtenea y a Poseidón, la gran divinidad marina de los pelasgo

ntes de que estos cultos fuesen conocidos en Grecia49.

Atenea había nacido, según Hesíodo, cerca del lago Tritón, eos confines noroccidentales de África y sur de Iberia. Y, a estpropósito, conviene recordar el relato recogido por Solón eEgipto: «...En el delta del Nilo, sobre la punta donde el río sdivide, existe una gran ciudad, Sais —sede del rey Amosis

XXVI dinastía)—, que según sus habitantes fue fundada por undiosa. Su nombre egipcio es Nut = Neit o Nit, pero en griego laman Atenea. "¿En qué época aconteció esto?", preguntó SolónLos griegos serán siempre unos niños y han perdido el recuerd

de su pasado remoto —le contestó uno de los sacerdotes má

ncianos— y la razón es la siguiente: los hombres han siddestruidos y volverán a serlo por diversos medios. El agua y uego fueron los elementos que ocasionaron las destrucciones má

graves."»50.La localización del culto de Atlas sobre las costas del Océano n

s la única prueba de la ocupación de Africa septentrional por lo



pueblos atlantoibéricos; el mito de los Híades nos muestra a Híahijo de Atlas, cazando en Libia (África), y la fábula de Jasón socalizaba ya en las orillas del lago Tritón, ya sobre las costas dPonto Euxino51.

La historia de Kefeos, rey de Etiopía, es también decisivpuesto que sitúa en la extremidad occidental de África a un puebpelasgo, los kefenes. Notemos de pasada que la localización dos kefenes, en ambos extremos del Mediterráneo, no da lugar dudas sobre el parentesco de dichas poblaciones52.

La tradición atribuía al pelasgo Dédalo las esculturas quornaban los altares de Atlas y de Poseidón en el cabo Solois. Emito de Dédalo nos interesa porque, cual hilo de Ariadna, nopermite seguir a los pelasgos en sus desplazamientos a través dmundo antiguo. Varios siglos después de la invasión jónica, loncontramos aún en Ática, en Creta, emparentados con lo

pelasgos-tursos o turdetanos53 y con los sardanes (sardos), eArcadia, en Sicilia, en Cerdeña, en Iberia.

Fue a comienzos del siglo XII antes de J.C. cuando Lalaos llevus bandas pelásgicas a Libia y a Cerdeña y, al mismo tiempoproximadamente, los pelasgos de Creta, bajo el mando d

Dédalo, desembarcan en Sicilia donde los elimas de Tróada nardarán en reunirse con ellos. Píndaro nos señala una colonroyana establecida en Cirene (Libia). Y finalmente, Tursanos, hijde Atis, rey de Lidia, vendrá a fundar, en el país de los umbros de los sículos, ese misterioso imperio toscano que extenderá su

dominios por toda la península itálica durante más de cien siglos54



Era el camino de vuelta. Poco a poco, con cautela, los marinomediterráneos —que se llamasen pelasgos, troyanos, griegoenicios o púnicos— se acercaban a ese Lejano Occidente, cuyncestral y fabuloso recuerdo, los fascinaba y llenaba de pavo

Navegaban, pues, hacia Occidente, por etapas sucesivasstablecían colonias y factorías.Diodoro de Sicilia nos relata la guerra sostenida por

iracusano Agatocles contra Cartago, con el apoyo de Elimas, rede los libios. El origen pelásgico de los elimas africanos quedtestiguado por la homonimia de su rey con el Elimas que u

historiador griego, citado por Esteban de Bizancio, califica de rede los tursanos de Macedonia. Digo esto porque esos pelasgoursanos son los que, según toda probabilidad, dieron nombre a Turdetania, una de las antiguas denominaciones de la Ibermeridional, como los sardanes lo dieron a la Cerdaña55 (quhabría que escribir lógicamente con S), al noreste de Iberia y a sla de Cerdeña (o Sardania).

El parecido que existía, al decir de Heródoto56, entre el atavde las mujeres libias y el de las Palas griegas, el origen idéntictribuido al oráculo pelásgico de Dodona57 y al de Zeus de Libil nombre del lago Tritón, que designaba igualmente un mananti

del país de los pelasgos árcades, la tradición según la cual logriegos habían recibido el culto de Poseidón de las poblaciones dÁfrica occidental, los monumentos ciclópeos-pelásgicos quncontramos en Iberia58, la primitiva cerámica ibérica, idéntica a

más arcaica cerámica y perteneciente a una época en que lo



griegos ignoraban, al parecer, la ruta de Iberia..., todo nos inducadmitir el influjo occidental en los orígenes de la antigu

ivilización mediterránea, así como la afinidad étnica de aquellntiguas poblaciones aunque designadas con nombres diversos.

Herodóto sitúa en la extremidad occidental de Libia59

a lotlantes, pueblo que debía su nombre al hijo de. Poseidón, rey da Atlántida y que estaba unido por lazos históricos con el pueblhomónimo del que Diodoro de Sicilia nos cuenta la maravilloshistoria, por fe de los viejos anales que conservaban lo

urdetanos. De acuerdo con el periplo de Escílax, Diodortestigua el carácter sacro del país de los atlantes y la piedad dus habitantes. Según una tradición de la que se hace eco, lotlantes pretendían que su país era la cuna de los dioses y que s

primer rey, Urano, había sido uno de los predecesores del Zeupelásgico. Todo ello concuerda perfectamente con lo que nos dicl poeta homérico de las amistosas relaciones que mantenían lo

dioses con el pueblo que vivía en las regiones vecinas del estrechy a orillas del Océano.

Aquellos dioses, resueltamente occidentales, no eran otros quus primeros reyes llegados por mar a nuestras playas —como

ábula nos cuenta de Afrodita-Venus-Hesper— con objeto dnstruirlos y de civilizarlos. Urano, Cronos, Poseidón, ZeuAtenea, Atlas, Hesper, habían extendido su imperio a través dMediterráneo, desde Hesperia, o sea desde España, hasta Egipt

Hiperbórea, antes del hundimiento de las Hespérides (a fe d

Diodoro)60 y de la apertura del estrecho.



LOS IBEROLIUGURES EN LAS GALIAS Y HASTA ELMAR DEL NORTE

Los pueblos ibéricos se extendían, en la época clásica, por lo

erritorios de la Galia meridional desde el oeste de los Apeninopor lo menos, y desde los Pirineos hasta el sudoeste de España. Evidentemente a esas regiones de la Galia meridional a las que sefería Esquilo cuando, en su tragedia de los Héliades, situaba urso del Ródano en Iberia61. Poco tiempo despué

probablemente a mediados del siglo V antes de J.C., Heródonos habla de los ligures como habitantes de la región dMarsella62. Luego, si los iberos eran dueños de los territorioomprendidos entre el Ródano y los Pirineos en el siglo V antes d

nuestra Era, es evidente que fue en territorio ibérico, o iberoligur

e prefiere, donde los focenses habían establecido su colonia dMarsella.

Según Tito Livio63, fue bajo el reinado de Tarquino el Ancian615-577 a. de J.C.). Las navegaciones de los focenses hac

Occidente habían empezado hacia 700 antes de J.C.; primero po

l mar Tirreno y, a continuación, hacia el Océano y Tartesos 6Con su establecimiento en Marsella o Massalia, los focensedificaron un monumento imperecedero, puesto que Marsella ún en nuestros días, después de dos mil quinientos años largo

una ciudad floreciente. Fokaia (Φώκαια), estaba situada al nor

del golfo de Esmirna y sus ruinas son llamadas aún Eski Fodscha



Antigua Focea.Los antiguos historiadores no parecen estar todos de acuerd

on esta datación. Tucídides nos afirma que los focenses sstablecieron en Marsella en la época de la batalla naval que lo

opuso a los cartagineses y a los etruscos. A pesar de su victoriaos focenses renunciaron a Alalia, que habían fundado veinte añontes, y se fueron a Lucania para establecer la colonia de Elentes de venir a fijarse a Marsella. Como ese combate naval tuvugar en 535 a. de J.C., su instalación en Marsella no pudo sntes de 530..., aunque la ciudad iberoligur existía ya.Está claro, pues, que medio siglo más tarde, segunda mitad d

iglo V a. de J.C., cuando Esquilo situaba el Ródano en Iberia, egión que se extiende entre este río y los Pirineos estaba ocupad

por los iberoligures y ello explica el pasaje de Escimo de Qumostrándonos a los Focenses yendo a establecer en Iberia su

olonias de Rodanusia y de Agdé65. Todo nos lleva a admitir —yo hemos dicho— que los iberos y los ligures estabastrechamente emparentados, al extremo que podríamos definir os ligures como tribus ibéricas, y viceversa. La primitivnomenclatura geográfica desde el Ródano hasta el sur de Españ

parece confirmarlo así, y lo mismo se deduce de Escílax cuandscribe que iberos y ligures se sucedían mezclados en dirección d

Oriente hasta el Ródano66, río que formaba aún en esta época ímite oriental de Iberia.Los documentos geográficos que nos han llegado se refieren só

las regiones mediterráneas, pero es evidente que ocupació



beroligur no se limitó a estas regiones, y que sus dominios xtendieron, a través de las Galias, hasta el mar del Norte. Aonsta, por lo menos, en los escritos de los antiguos geógrafoomo Avieno, que se expresaba como sigue; «La parte de Europ

vecina de las columnas de Hércules nutre en sus llanuras a lomagnánimos iberos, los cuales alcanzan, en el Norte, las ondaheladas del océano Boreal, y su país prolonga sus anchurosoampos hacia las regiones muy vecinas de los soberbios bretoneerca de ellos, la rubia Germania extiende sus ribazos a lo largo d

ragoso bosque herciniano»

67

.Hemos visto antes que Pausanias asigna una localización idénticlos ligures, y que Heródoto, Avieno, Escílax, Escimo, etc

bundan en el mismo sentido. Por consiguiente, no nos cansaremode repetir que los ligures, habitantes autóctonos de Iberia, eradénticos a aquellos que los griegos denominaban iberos.

Estos testimonios encuentran confirmación en la primitivoponimia de la Galia. En la época en que los sicanos —súbditodel legendario rey Sicano— eran dueños de sus territorios de Italmeridional y de Sicilia, un río de aquella región italiana sdenominaba Sicanos, en griego Xíxavor, y tenía varios homónimo

n Sicilia, en Provenza y en la península ibérica, de donde aquellapoblaciones habían salido68. El Zrixavas, o sea, el Sena, llevpues, un nombre que difería poquísimo del de los sicanodiferencia que se puede explicar por las condiciones particularede pronunciación de los grupos.

Schulten piensa que Marsella es una fundación cretense. En



osta sudoeste de Creta existe, efectivamente, un río denominadMassalias y, además, la ciudad de Matalia, puerto de Faistopodría transcribirse en realidad Massalia, pues el signoepresenta en verdad un sonido intermedio vecino de la s y de la

Por otra parte, los cretenses poseían ya, antes de 2200 a. de J.Cgrandes navios (F. Maatz Die frühkretischen Siegelsteiné), y eCreta se han encontrado puñales de cobre ibéricos del tercmilenario a. de J.C. En Troya se encontraron vasos de platprocedentes también de Iberia (Shuchardt Westeneuropa ais alteKulturkreis). Fue hacia 2000 a. de J.C., o sea, durante el períod«minoico medio», cuando comenzó a desarrollarse el podernaval cretense, cuyo apogeo se sitúa alrededor de 1600 a. de J.CEs el primer imperio marítimo que conoce la Historia, de cuyo reMinos había de apoderarse la fábula. El señorío marítimo de loretenses ha sido certificado desde la Antigüedad por Heródoto

71; Tucídides I, 4; Éforo frg. 145; Platón, Leyes 706 B; Polibi, 7, 2, etc. Desde 1200 a. de J.C., se encuentran huellas domercio cretense desde Egipto a Inglaterra y en el sur de Españ

barras de cobre que ostentaban la forma de hacha doble cretensque circulaban como dinero en los países indicados (Evans, Th

palace of Minos, 1932, p. 295). En las inmediaciones de Marsellomo en España, en Menorca, se han encontrado jarras cretensey el Viena, afluente del Ródano, fue, según Esteban de Bizanciouna colonia de la Biennos, hoy Viana cretense.

LOS IBEROS EN CÓRCEGA



La denominación más antigua conocida de la isla de Córcega Kupvoc, nombre que designa igualmente a un gran río de la Iberaucásica. Éste es, en todo caso, el nombre que utiliza Heródo

para designar esta isla69.

En tiempos de Séneca, los habitantes de Córcega y loántabros, esos montañeses del norte de la península ibéricutilizaban el mismo tocado y se calzaban idénticamente. Los usosostumbres de esos isleños eran los mismos que los de los ibero

y su lengua, aunque alterada por un largo comercio con los griego

y los cartagineses, conservaba aún la huella de su origen ibérico7

Sumergida finalmente por el latín, esa lengua iberoligur acabdesapareciendo, cediendo el paso al nacimiento del corso actuapálido reflejo del primitivo lenguaje.

A pesar de todo, la nomenclatura geográfica de la isla presentún varios testimonios subyacentes de la influencia ibérica. E

origen ibérico del nombre de la ciudad corsa de IIáxavta, pojemplo, es indudable y en la península ibérica lo encontramos cadénticamente repetido como designación de una ciudad y de uío: Ilaxxavua. Y para terminar brevemente, digamos que vemoambién vocablos ibéricos en: Calanca, nombre de una població

de la región de Propriano, y en el de Allakía (Esteban de Bizancioy en el de Bastía, idéntico al de Basti (por un más antiguo Mastiaapital de los bastetanos de la península ibérica.

LOS IBEROS EN CERDEÑA



Entre los llamados «pueblos del mar» que invadieron Egipto eiempos de Ramsés II, los documentos egipcios mencionan a loardanos71. (Generalmente se admite que esos hechos acaeciero

hacia el siglo XIV antes de nuestra Era, pero...) Después de

victoria del faraón, los combatientes que no se alistaron en sEjército se establecieron en Libia o en la isla a la que dieron snombre: Sardania, Sardonia o Sardinia72. Los griegos conocían origen pelásgico de los sardanos. Pausanias nos informa quueron ellos los que primero abordaron con sus navios esta isl

bajo la dirección de Sardos. Sin embargo, la isla estaba habitadpor unos bárbaros que vivían en cavernas73, pues había trogloditn aquellos tiempos remotos, como siempre los ha habido (y aún nuestros días), coincidiendo con civilizaciones refinadas.Y, precisamente, el mismo Pausanias nos dice que: «Norax, re

de Tarteso, hijo de Hermes y de Eriteia hija de Gerión, fue undador de la ciudad de Nora, la primera de aquella isla.» Esoberos de Tarteso que acompañaron a Noraco en su expedición Cerdeña, eran parientes, como lo señalamos más arriba, de lopelasgos-tursanos74. Solino y Salustio que abundan, entre otron la misma opinión, hacen venir también de Tarteso a esos ibero

de Cerdeña y a su rey Norax, lo que demuestra, si ello es aúnecesario, que para los historiadores antiguos los iberos erandistintamente los habitantes de la península ibérica. Observemode pasada, que eso acontecía mucho antes de la guerra de Troyuego en una época bastante anterior a las migraciones célticas

Occidente y a los establecimientos fenicios en la península75.



Convendría añadir, quizá, que existía una ciudad de Norntiguamente Nura, en Frigia, y que es de Norax, Noraco en la

viejas crónicas, de donde derivan también los nombres dNwpfya, de Noricum, comarca situada entre la Retia y la Panoni

Nuria, en los Pirineos, y Nura, primitiva denominación de la isla dMenorca. Jalones todos dejados por las expediciones ibéricas dos tiempos semifabulosos y, sin embargo, reales, en que tuvierougar las expediciones ibéricas afectuadas bajo las enseñas dBrigo, Tago, Beto, etc., que hemos evocado antes y de los qunos volveremos a ocupar.

LOS IBEROS EN SICILIA

Tucídides nos asegura que los sicanos, que ocuparon la isla dSicilia y le dieron el nombre de Sicania bajo el cual la conoce

utor de la Odisea, eran oriundos de las orillas del río Sicano en península ibérica76. Las informaciones que Tucídides nos transmie remontan a una época en que los iberos, dueños de la mayo

parte de la Italia inferior, le habían dejado su nombre.La historia legendaria nos cuenta que el pelasgo Dédal

xpulsado de Creta por el rey Minos, vino a refugiarse cerca dCócalos, rey de los sicanos, en su capital Camoci, que se hallabituada, según se cree, cerca de Agrigento77.Se admite generalmente que el reinado de Minos tuvo lugar en

iglo XIV a. de J.C.78; es, pues, de todo punto evidente que ha

que situar antes de estas fechas el establecimiento de los sicano



n Sicilia.La ocupación sicana dejó profunda huella en la momenclatu

geográfica de la isla. Innumerables son los nombres de origebérico que encontramos en ella, entre los cuales podemo

destacar: Axapos", río idéntico a Alebus, río de Iberia (Avien488) y a Alava, provincia vasca de España; Axiryta ciudad id. Axitos- colina de Cartagena, y Aletus, nombre ibérico de hombrKaúxaví puerto, de idéntica formación que Cauca y Cocnombres de ciudades ibéricas; Kajxap-íva ciudad, id. a Camar-s, gen., ciudad sicana de Etruria; Mópy-uva ciudad y Morantiiudad homónima de la antigua capital de los morgetes, puebloberos de Lucania79 y del sudeste de España. El nombre dMurgantia deriva del tema Murge —+ anti, sufijo ibérico— (euscaro andi = grande), como en Argantia, actualmente Arganzaío de Asturias; Pallantia, actualmente Palancia y Palencia, río iudad ibéricos80.

LOS IBEROS EN ITALIA

Según Virgilio, los iberos fueron los más antiguos habitantes d

Lacio81, y su comentarista Servio, a quien debemos tantos y tapreciosos informes sobre las antigüedades de Italia, nos dice quos viejos sicanos fueron los primeros habitantes de aquella ciudaque, andando el tiempo, había de dominar al mundo: «Ubi nunRoma est, ibi fuerunt Sicani»82. En tiempos de Alcibíades, lo

icanos, que formaban todavía una porción considerable de



población de la Italia meridional, eran designados por los griegobajo el nombre de iberos: léase a este respecto en Tucídides, discurso pronunciado por Alcibíades ante la asamblea dLacedemonia en favor de los siracusanos83. Plinio atestigu

ambién, de acuerdo con Virgilio, el dominio de los ibero-sicanon el Lacio y Dionisio de Halicarnaso cuenta por millares a loberos entre los antiguos habitantes de Roma84. Esos pobladorebéricos habían ocupado también una parte de la Italia orientapuesto que sobre las costas del Adriático vivían esos iberos junto

os cuales la fábula conduce a Diómedes, a su salida del país de loyapigios.La dominación ibera en el sudoeste de Italia se induce por

nombre de Iberia que los viejos geógrafos griegos y el mismTucídides daban a esta comarca85. Esta dominación ha sid

personificada por los reyes semilegendarios Hesper, italo-atlanticano, morgete, sículo, sícoro, etc., y materializada por laiudades que los ibero-sicanos, morgetes y sículos construyeron

poblaron en la región de Roma: Alsino, Facena, Falerio, FiculinaPreneste y Tibur 86. De estos hechos, y de otros muchobundando en el mismo sentido, nos hablan las viejas crónicasos confirman los mejores autores de la Antigüedad. En tiempos dCatón, subsistían aún, en el interior de Tibur y de Preneste, unoosos que los iberos-sículos habían construido para su defensa87.

«Esta urbe, señora de la tierra y de los mares, perteneció eiempos remotos, a los bárbaros iberos llamados sículos, duranmuchos siglos», escribía Dionisio de Halicarnaso a propósito d



Roma88.La momenclatura geográfica de Italia conservaba también, e

iempos del Imperio, numerosos vestigios de la ocupación ibéricVeleia, ciudad de Lucania, homologa de la Veleia, ciudad de lo

detanos, pueblo ibérico; Volci, ciudad de Lucania, Volci, ciudade Hispania oriental; Cales, ciudad de Campania, y Calectualmente Calem, ciudad de Galicia; Silarus, nombre de un r

de la región de Emilia (Módena) y de otro en Lucania, al lado dMons Silurus de la Sierra Nevada. En Etruria encontramos un r

Ambra y, en Extremadura, el río Ambrón; el Arnus, actualmentArno, río homólogo al Arnus de Iberia (Ptol.) y nombre de hombrn España; Pallia, río de Etruria, Pallantia, río de España. En

Lacio encontramos: Astura, río, como Astur de Asturias, provincispañola; Arunci variante Arunci, pueblo preitálico, Arunci, ciudabérica89. Dercennus, río legendario del Lacio, Dercenna, río de egión de Bílbilis (España), y Dercetius, divinidad gallega; Tibuiudad del Lacio, tibures, pueblo ibérico; Vescia, ciudad d

Ausonia, Vesci, ciudad de la Bética. Y para terminar, en Italinferior, donde habían residido largo tiempo los iberosicanoorría un río al que habían dejado su nombre: Síxavos.

LAS HUELLAS IBÉRICAS EN EL POBLAMIENTO DLAS ISLAS BRITÁNICAS

Los textos de las leyendas irlandesas del ciclo de las invasione

parecen diseminados en obras antiguas escritas hace unos m



quinientos años, pero relatando hechos remotos ya en aquelpoca, a la que habían precedido muchos de ellos, en vario

milenios. Señalan aquéllos que, cuando llegó a Irlanda el príncipgriego Partolón, la isla estaba habitada por tribus de nemedianos

de firbolgs, a los cuales había precedido una hechicera cuynombre, Cessair, hace pensar en Circe.Algunos siglos después —cuatro o cinco dicen, pero, ¿no ser

caso mucho antes?—, llegó «de las islas del Oeste», la Tuatha dDanaán, o sea, la tribu de la diosa Danu, diosa del arco iris de lorlandeses —Iris para los griegos— que dio su nombre a IrlandHija de Océano y de Electra, simbolizaba el lazo de unión entre Cielo y la Tierra, entre los dioses y los hombres. Esto acontecípues, dadas «las ilustres referencias» de los protagonistas, en lapocas míticas que podemos situar en los comienzos de la époc

holocena preboreal, datación que concuerda con la naturaleza d

sas reinas-hechiceras o diosas de que nos hablan las tradicioneegendarias y míticas de las islas Británicas, de las Galias, de Ibery de otras partes.

Los dedanans o danaens reinaron largo tiempo en Irlandadescendían, según parece, de los «viejos y divinos pelasgos

Spencer dice que los dedanans eran nemedianos regresados rlanda después de haber ido a Escandinavia, y los arqueólogoñaden que, efectivamente, los marinos ibéricos habían ido

Escandinavia por el norte de Escocia, después de haber pasadpor Irlanda. Luego vinieron los milesios y, sea cualquiera la fech

de su llegada, son los últimos invasores de Irlanda y venían tambié



de Iberia, según asegura Spencer 90.En sencilla lógica histórica, podrían ser identificados con lo

kimris que invadieron Francia bajo el mando del rey Esus, la GraBretaña bajo la dirección de Bilé, por sobrenombre Belenus,

rlanda bajo la égida de Milé, en cuyo caso habría que situar estohechos en el VIII siglo a. de J.C. Estos milesios, en los qulgunos ven, como acabamos de decir, a la última oleada de lo

kimris, eran en realidad iberos que venían de Compostela, dondhabían constituido la nación de los escotos, hijos de Milé

ntepasados de los gaelos. Esto queda, además, confirmado por «Labor Gabala» donde consta que el rey de Iberia, que fundCompostela, era el esposo de la reina Escota e hijo del ateniensCécrops. Y que fue de Compostela, en Iberia, de donde partieroos milesios que invadieron Irlanda. Esos viejos textos añaden qua «piedra de la coronación», o «piedra del destino», había sidraída de Egipto por Escota, la princesa egipcia y reina de Iberque fue, tras sus esponsales con el rey ibérico Gatelo. Un hijo dmbos, Simón Breaco la trajo a Irlanda, donde sirvió para oronación de los reyes irlandeses; más tarde, a la de los reyes d

Escocia, después de su traslación a Scone y, finalmente, a la de lo

eyes de Inglaterra desde que Eduardo I la llevó a Westminster.Según Spencer, Guirand, Roth y otros autores, la «piedra d

destino» fue traída a las islas Británicas por los dedanaans, y nmencionan a la reina Escota91. Es preciso aclarar, sin embargoque los dedanaans irlandeses, venidos de Iberia, eran pariente

ercanos de los danaens de Argos, y no hay que olvidar que l



princesa Escota, reina de Iberia, era también una dedanan dArgos, es decir, una pelasga, puesto que los habitantes de Argoran llamados pelasgos, hasta que Dañaos, descendiente dnacos, llegó a Argos para quitarle el trono a su primo Gelano

Desde aquel día, los habitantes de Argos empezaron a llamarsdedanaenos en vez de pelasgos92. Recordemos que la Biblia llamdodanianos a los pelasgos.

Señalemos, además, que Escotia, «la oscura», era en Atenas unde los epítetos de Afrodita-Hesper y era considerada como una d

as «Hadas negras», y llamada por esta razón «Melania la Negrao «Escotia la Oscura», como hemos indicado. Además, según Enciclopedia Británica, el nombre de Irlanda era en galéwerdown, Hibernia en latín e Iberio en griego. Reconozcamos s

parecido con Iberia = España.Esos intensos intercambios entre España y las islas Británicas d

as épocas legendarias, se confirman ahora por la Historia y rqueología. Es posible demostrar que, hacia 3000 antes d

nuestra Era, existía en el sur de la península ibérica una importanndustria metalúrgica. En aquella época, la Turdetania fabricaba lamás antiguas armas metálicas del Occidente y entre ellas la famos

hacha de cobre llamada alabarda. Si algunos investigadorepretéritos, sugestionados por el dogma de la autarquía orientehusaron admitir la posibilidad de que la metalurgia ha podido semportada de Occidente, tendrán que rectificar esta opinióneconocer que, ya en el tercer milenio a. de J.C., el sur de

península era un centro cultural cuya influencia se extendía hasta la



egiones orientales93.También parece posible demostrar que el gran descubrimient

de endurecer el cobre, mezclándolo con el estaño, se hizo en el sude Iberia, desde donde se propagó a Oriente. Por consiguient

desde el sur de la península hispánica, cuna de la más antigundustria metalúrgica de Occidente, los iberos exportaban larmas de su fabricación, de cobre al principio, y de bronc

después, hacia Oriente y hacia el Norte y las islas Británicas94.Las sepulturas megalíticas de Irlanda, cuya similitud con las d

España ha sido reconocida unánimemente, han restituido unúmero importante de alabardas ibéricas95. De esas relaciones ntercambios procede, sin duda, el nombre de los siluros del Pade Gales idéntico al del monte Siluro de la Sierra Nevada,mparentado con el de los lugares y villas lluro, de Franc

Olorón) y de España. Tácito había ya señalado el tipo ibérico dos siluros —que encontramos aún en el País de Gales y en Irland— y sus cabellos ondulados como los de los iberos, y afirmabpara concluir, que habían venido de Iberia: Silurum colorati vúltuorti plerumque crines et posita contra Hispania Hiberos veterereicisse easque occupasse fidem faciunt96.

EN BUSCA DE UNA CIVILIZACIÓN DESAPARECIDA

Según las antiguas filosofías religiosas derivadas de la auténticradición, la vida existe desde toda la eternidad y, por consiguient

l Universo manifestado, los mundos y las civilizaciones qu



dentro de la esfera temporal se renuevan y evolucionan, sometidola eterna ley cíclica, ese círculo simbolizado por la serpiente. A

decir de Aristóteles97, la generación es necesariamente cíclica y enecesario que se reproduzca periódicamente. Y ello es conforme

a razón, puesto que otro movimiento, el movimiento del cielo, esa vez periódico y eterno; por consiguiente, todas laparticularidades de este movimiento, serán necesariamenperiódicas y eternas...

Los acontecimientos terrestres tienen sus estaciones y sus año

que, a su vez, se organizan en un Año Magno, ciclo regular al cabdel cual, todas las cosas se encuentran en el mismo estado qupresentaban en un principio, porque las constelaciones haecobrado su figura original. El cielo es el prototipo divino de tod

verdad, y la sucesión de los fenómenos terrestres ha de respetar mismo orden que prevalece en los movimientos de los astros. Dales conocimientos y sabiduría procede la noción del eternetorno.

Los autores antiguos pertenecientes a las sectas griegas, noofrecen abundante información sobre las tradiciones referentes pasadas y sucesivas destrucciones del mundo. Plutarco nos enseñ

que éste era el tema de uno de los himnos dedicados a Orfeelebérrimo en las épocas fabulosas de Grecia. Lo había traído das orillas del Nilo —en el secreto de cuyos templos sonservaban estas tradiciones— y en sus versos leemos, como eos sistemas hindúes, que un período determinado estaba asignad

la duración de los mundos sucesivos y al retorno de las grande



atástrofes; todo ello regulado por los períodos del Año Magno98

Pero, ¿cuál es la duración del Año Magno? Aristóteles nonseña que los períodos de las revoluciones celestes son loubmúltiplos de una misma duración. Y si los brahmanes estiman l

duración máxima de este inmenso período denominado Kalpa e4.320.000.000 de años, el ciclo más pequeño dentro del cual specto general del cielo —alterado durante todo el ciclo por enómeno que nosotros conocemos por «precesión de loquinoccios»— presenta nuevamente el mismo aspecto de s

posición primitiva, se reduce a 25.868 años humanos.Esta brevísima ojeada sobre algunas de las tradicioneosmogónicas y en torno de los fabulosos conocimientostronómicos de los antiguos, era necesaria para afirmar y situar el tiempo la primitiva civilización occidental que calificaremos dbérica primitiva. La datación de los hechos acaecidos en lapocas míticas podría efectivamente sorprender, por alejarsonsiderablemente de las fechas habitualmente propuestas.

LA EDAD DE LOS ZODÍACOS EGIPCIOS

El conocimiento de lo que precede y el estudio de la división diempo, formaban parte integrante de los «misterios» donde nseñaban estas ciencias, conservadas y transmitidas por lo

hierofantes. Los brahmanes pretenden poseer el zodíaco dAsoura-Maya que utilizaban los egipcios99. Permítasenos señala

una vez más, la coincidencia del vocablo «maya», nombre de



hija de Atlas, rey de la Atlántida, conservado por los hindúes, poos vascos y por los autóctonos del Yucatán. Según lanformaciones a que me refiero, los hindúes afirman que, desde nstitución del zodíaco en Egipto, los cálculos revelan que hubo tre

nversiones de los polos. Afortunadamente, en el «Museo dLouvre» se conserva el zodíaco de Dendera —ese planifersculpido sobre piedra que decoraba el techo del templo d

mismo nombre, en el antiguo Egipto—, en el cual están registradadichas efemérides. Las tres misteriosas Vírgenes que figuran entLeo y Libra, atestiguan la veracidad de los sacerdotes egipciouando decían a Heródoto que los polos se habían encontrado tre

veces en el plano de la eclíptica. Luego, el zodíaco de Denderque registra el paso de tres años siderales, resume observacionestronómicas de más de 78.000 años. Los que conocen loímbolos y las constelaciones de los hindúes, podrán comproba

gracias a los datos de los egipcios, si las indicaciones de tiempon correctas o no.

Todo esto nos aleja considerablemente de las concepcionegeneralmente admitidas pero, como decía Jacolliot10

«Dondequiera que sea el punto en que se desarrollaron, e

ndudable que hubo civilizaciones anteriores a las de Roma, dGrecia, de Egipto y de la India, y es importante para la ciencia ncontrar sus huellas, por muy leves que sean.»

DATACIONES

Después de lo que hemos dicho a propósito de lo



onocimientos astronómicos y de la división del tiempo por lontiguos, es fácil comprender que tenemos en los zodíacos ququéllos nos legaron un maravilloso cronógrafo que nos permite

medición del tiempo de manera más precisa que otros cómputo

más o menos hipotéticos, porque se funda en los ritmos solares. Lmitología y su relación con los signos zodiacales, nos proporcionos elementos necesarios para este cálculo. El zodíaco esdividido en doce constelaciones admitidas iguales, de 30 grados drco, y el punto vernal, o sea el punto del cielo por donde cruza ol el ecuador celeste en el equinoccio de primavera, se desplaz

por los signos zodiacales en sentido retrógrado a un ritmo d.150 años por constelación. Este desplazamiento del punt

vernal, llamado «precesión de los equinoccios», señala las 1tapas del Año Magno, como las agujas de un inmenso reloj.En el cielo estrellado se encuentra, pues, la clave de los símbolo

que abren las puertas de los santuarios secretos, y fue alrededodel signo «iniciador», considerado como típico de cada erodiacal, como se organizó el simbolismo propio de cada una das sucesivas religiones. El paso del punto vernal a una nuevonstelación, iniciando una nueva Era de 2.150 años, señala, pue

un cambio en las tendencias filosófico-religiosas y sociológicas, ermonía con el signo correspondiente.En el decurso de su rotación multimilenaria, el eje terrestr

ambia sucesivamente de estrella polar. En nuestros días, la polas la estrella Alfa de la Osa Menor y, dentro de 1.400 años, l

nueva estrella polar será Gamma, de Cefeo; pero hace 4.50



ños, en tiempos del Antiguo Imperio egipcio, la polar era Alfa da constelación del Dragón. Por eso los constructores de la GraPirámide, expertos astrónomos, dirigieron sobre esta estrella galería que conduce a la cámara real101.

En la época en que la Serpiente de estrellas, o sea el Dragón, el Iniciador del Año Magno, la serpiente era honrada en todos lopueblos, siendo considerada como instructora del hombrestimuladora del «tercer ojo», que permite ver lo que está ocult

Por eso, los faraones la ostentaban sobre su tiara. Los aztecas

os mayas hicieron de ella «la serpiente de plumas», su dios tutelan Grecia, la serpiente Pitón daba oráculos; y, en la India, dondriaban manadas de serpientes sagradas, este animal simbolizaba uerza vital. Más tarde, los nuevos mitos proclamaron la indignida

de la serpiente. Yavé la condenó a reptar por los suelos y sobroda la faz de la tierra los héroes derribaron al Dragón alado. entido astronómico es evidente, y señala el momento en que

polar de la Osa Menor destronó a la del Dragón. La antiguradición se refugió en la sombra, el tesoro se ocultó, cediendo paso a la Gran Noche de los pitagóricos.

El punto vernal se encuentra ahora a comienzos de Acuario, y e

iempos de Jesús se encontraba en los comienzos del signo dPiscis. ¿Y no es sintomático el hecho de que los primeroristianos sean llamados en el Evangelio «pescadores de hombres

y el de que utilizaran el dibujo de un pez como signo distintivo? ¿no da que pensar el que el sacrificio del Cordero de Dios, hay

ido consumado precisamente en los comienzos de la Era d



Piscis, como para indicar la muerte de la Era de Aries, el CorderCeleste?

Antes de Aries fue la Era de Tauro y la fisonomía religiosa dquellos tiempos aparece indudablemente impregnada por

imbología taurina de la divinidad. Y ello desde Iberia a la Indiapasando por Egipto, Mesopotámica, Frigia, Creta, las Galias rlanda, como lo prueba el abundante material restituido por laxcavaciones y conservado en nuestros museos. Eran los tiempo

de País, Bator, Tardo, y de Neto, nombre este último bajo el cua divinidad era adorada en Helio polis, en la península ibérica y erlanda.Y el ciclo de Hércules, tan importante en la mitología ibérica, di

omienzo con un trabajo ritual: la muerte de un león y, como igno de Leo precede al de Cáncer, hay que situar este trabajimbólico unos 9.000 años antes de nuestra Era102.

LOS TIEMPOS MÍTICOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICALA ERA DE HÉRCULES

No voy a emprender aquí una descripción prolija de los tiempo

míticos de Iberia, de sus primitivas dinastías y de los fabulosocontecimientos que conocemos a través de los textos antiguos. Legunda parte de la presente obra la dedico, precisamente, omentario de los más significativos acontecimientos relatados poas viejas crónicas y por los autores grecolatinos. Estimo su estudútilísimo para futuras investigaciones.

Permitidme, sin embargo, presentar, como muestra significativ



a relación breve de una vieja tradición andaluza, corroborada poun relato de Platón: De la unión de Evenor, primer soberano dberia, con Leucipe, nació Clito, esposa de Poseidón, príncipe d

Mar —reza la leyenda— al cual diole su esposa, «cinco veces do

hijos gemelos, reyes de Atlántida». Todos los años se reuníastos en su capital oceánica para «entregarse a la caza ritual doro y comulgar bebiendo la sangre del animal». Luego, de nochevestidos de una túnica azul oscuro, se «absolvían —valga

palabra— unos a otros, sobre las cenizas aún calientes dacrificio. Recordemos, de pasada, que unas prácticas rituale

parecidas perduraban aún en varios puntos, generalmenoccidentales, de la península ibérica, en épocas ya históricas. Eulto de Mitra —de origen oscuro— deriva, probablemente, dsos ritos atlánticos, cuyo último vestigio lo constituyen, e

nuestros días, las corridas de toros.

Entre los descendientes de Poseidón y de Clito, figura el reBebrix —conocido por Brigo en las crónicas y por los poetantiguos—, padre de los brigas, de los brigantes de las isla

Británicas y de los frigios. Silio Itálico describía la Corte y palacio de este rey ibérico, cuya hija Pirene fue la esposa d

Hércules, «príncipe de Asur» e hijo de Sem. Esta tradición sompleta con otras, según las cuales Hércules es el hijo de OsiriSi tenemos en cuenta que, en caldeo, Asur era sinónimo de Osiris evidente que ese «príncipe de Asur», hijo de Sem, no es otr

que el mismo hijo de Osiris, el Hércules egipcio de que nos hab

Diodoro de Sicilia103

. Otra variante añade que Pirene, «bisnieta d



Abraham», dio a Hércules, su esposo, dos hijos llamados IberoCelta. Esta última información es recogida por Eustacio, patriarcde Constantinopla, y en las compilaciones del emperadoConstantino. Según la cronología de san Eusebio de Cesare

Hércules vivía en tiempos de Abraham, «antes de la aparición dpaganismo en el mundo»; fue un gran navegante y partió de Egipon un efectivo de 240.000 hombres, con los que recorrió lo

mares guiado por una «brújula». Por dondequiera que pasabnstalaba colonias, construía santuarios y levantaba megalitoHasta su muerte —dice san Eusebio— conservó estrechaelaciones con el Patriarca, y los primeros druidas llegaron en su

navios104.Una parte de esas poblaciones se estableció en el conf

udoeste de Iberia y fueron conocidas más tarde por el nombre dkinetes o cinetes105.

Las mismas fuentes nos indican que fue en tiempos de Hérculeeinando Milico sobre una parte de Iberia, cuando se produjo

universal cataclismo conocido por los griegos como «el incendde Faetón» que, al prolongarse por desastres en serie, determinl gigantesco incendio de los Pirineos, descrito por Virgilio, e

medio del cual la península entera convertida en un inmensbrasero, abría sus tierras para dar paso a los metales fundidos quvomitaban sus entrañas convulsas.

Esta Era de convulsiones volcánicas fue seguida de unnundación general —traduzcamos diluvio—, que sumergió

Atlántida y abrió el estrecho. El mito de Hércules abriendo



strecho, denominado primitivamente «Fretum Herculeumontiene una indicación transparente de la época en que enómeno se produjo.

Desde el punto de vista de la ciencia actual, estos fenómenos

xplican perfectamente porque coinciden con el término del últimperíodo glacial, denominado de Würms Superior —fijado ent000 y 8000 antes de nuestra Era— y con los comienzos de poca holocena-preboreal. Los cambios climáticos de esto

períodos tuvieron consecuencias espectaculares sobre el aspecísico de Europa, debidos a las alteraciones de nivel de los mareslos movimientos isostáticos de las tierras. Así se explica tambié

a sumersión de la inmensa llanura que unía las islas Británicas ontinente, y la apertura del Kattegat, que separa a Suecia d

Dinamarca.

APOLONIO DE TIANA Y LAS MISTERIOSANSCRIPCIONES DE LA TUMBA DE HÉRCULES

Hemos evocado más arriba la civilización ibérica de loonstructores de megalitos. Conviene precisar, sin embargo, quste género de arquitectura es posterior al Diluvio y que respond

cierta sabiduría perdida. Efectivamente, fue después de destrucción de las civilizaciones antediluvianas, de los seísmos, das sumersiones y del terror que motivó la huida hacia el Este, dos supervivientes, cuando comenzó la Era de los constructores dmegalitos. Hércules fue —ya lo hemos dicho— un gra

onstructor de megalitos. Había sobre su tumba, en Gádir, una



nscripciones misteriosas que fueron traducidas por el vilipendiadilósofo Apolonio de Tiana, porque los sacerdotes de Cádiz había

perdido la clave para descifrarlas106. La ignorancia de éstos edebida —aparte el arcaísmo de la escritura, muy anterior a

legada de los fenicios— al hecho de que la lengua que se hablabn Cádiz en tiempos de Apolonio, era la de los púnicos, como ldemuestra el texto de Avieno: «Nam Punicorum lingua conseptumocum Gadir vocabat.»

Las revelaciones de aquel sabio —y taumaturgo— puede

caso darnos una indicación sobre el objeto de los megalitos, y ste propósito, permitidme una digresión: Es probable que loonstructores de dólmenes honraban, bajo nombres diferentescaso con nombres vascos, como sugería Menéndez Pidal— lo

mismos dioses que más tarde adorarían los galos o los celtíberoHeródoto escribía (IV, 72) que, cuando los habitantes dnoroeste de África deciden recurrir a la adivinación, «se colocantre las sepulturas de sus antepasados, rezan hasta dormirseeciben como profecía lo que han visto en sueños». Dadas lastrechas relaciones de las primitivas poblaciones de Iberia y drlanda, se impone equiparar este relato a las tradiciones irlandesa

narradas por los Cantos de Ossián. Oigámoslos: «Ahí se yergueres piedras coronadas de musgo; la nube fluorescente de Loddesciende sobre ellas y envuelve sus contornos; en lo alto de nube distinguimos a un espíritu formidable, formado al parecer dhumo y de sombras; de vez en cuando, surge su voz sord

mezclada al rugido del torrente, y juntos, prosternados e inmóvile



bajo un roble antiguo —que nos recuerda el de Guernica y oráculo pelásgico de Dodona la Santa— Starno y Swarán recibeus palabras...»

Podemos suponer que esas tres piedras eran menhires,

ambién cabe comparar este canto con el pasaje del GénesXXXVIII), según el cual, «durmióse» Jacob, reclinada la cabezobre una «piedra», y tuvo el famoso sueño de la escalera. «Señosto es la puerta del cielo», exclamó al volver en sí el Patriarc

preso de espanto, y ungió la piedra con aceite. En otro pasaje dos Cantos de Ossián, se hace mención de los círculos megalíticontre los cuales en Stonehenge permanece el más grandiosjemplar: «Allí se encuentra, en el centro de un doble círculo,

piedra del poder sobre la que descienden de noche los espírituntre relámpagos; y donde los ancianos llaman a los fantasmas dos espíritus e imploran su asistencia.»

Volvamos a Apolonio: «Los dioses no me permiten callar lo queyo sé —exclamó—. Estas columnas son las ataduras de la Tierra del Océano. Hércules las grabó en la casa de las Parcas, paestablecer la concordia entre los elementos y sellar la amistad qu

habrá de reinar entre ellos en el futuro.» Pero, veamos lo qu

scribe Ocampo en su Crónica General: «El cuerpo de Hérculehabía sido inhumado en un soberbio sepulcro construido en shonor, donde era adorado como un dios. Los iberos de aquiempo lo habían canonizado, como nosotros cristianos hacemoon nuestros santos.» «Junto a esta sepultura habían levantado do

olumnas de oro y plata fundidos a un solo color, en cuyo



apiteles figuraban extrañas inscripciones en letras ibéricas, comas utilizaban en aquel tiempo, relatando, no sólo la muerte dHércules y las razones de su divinidad, sino, además, las palabrnigmáticas que el dios había pronunciado antes de mori

dirigiéndose al mar Océano, a modo de conjuración, parpreservar aquellas tierras de ser inundadas por el mar»10

«Conviene añadir —escribía Ocampo— que tanto los iberoomo los otros pueblos antiguos, concedían grande virtud a la

palabras de Hércules.» Y las naciones comenzaron a venir e

peregrinación, durante siglos y más siglos, para encomendarse Dios e impetrar su protección, mediante oraciones y donativoegún la superstición de los gentiles. Y los ministros del cultoelataban la vida del Dios, loando sus gracias y su pode

obteniendo de la munificencia de los visitantes, generosas ofrendaque incrementaban el tesoro del templo... y el suyo particulaCaridad bien entendida...



SEGUNDA PARTE



ENTRE EL MITO Y LA

PROTOHISTORIA

RELACIÓN comentada de los principales acontecimientoecogidos por las antiguas crónicas, cotejadlas con los escritos dos principales historiadores grecolatinos.

TUBAL

140 años después del Diluvio

Tubal, hijo de Jafet, fue con Tarsis, hijo de Javán, el primeaudillo o jefe y conductor de pueblos, de quien se hace mención las más antiguas historias de la península ibérica. Según el pad

Mariana108 —que saca estas informaciones, principalmente dsidoro de Sevilla y de las Crónicas compiladas por el rey Alfonsl Sabio—: «En el año ciento treinta y uno, según el cómputo monforme a la razón —escribe— después del Diluvio, lo

descendientes de Adán, nuestro primer padre, se propagaron po

oda la superficie de la Tierra. Tubal, quinto hijo de Jafet y nieto dNoé, según la Biblia, recibió en el reparto la atribución de laierras ibéricas, con la misión de poblarlas.» ¿En qué parte de península estableció Tubal sus primeras tribus? «Es ésta unuestión sujeta a conjeturas —dice la Crónica—: algunos piensa

que fue en Lusitania, y otros opinan que fue en estos territoriovascos que en nuestros días denominamos Navarra. La antigu



iudad de Setúbal, en Portugal, sirve de base a la argumentacióde los primeros; los partidarios de la tesis vasco-navarra, sostieneque Tafalla y Tudela fueron igualmente fundaciones de Tubadenominadas antiguamente Tuballa y Tubalia. Lo que se da po

eguro es que el país en su totalidad había sido llamadprimitivamente Setubalia, en memoria de Set, hijo de Adán, y dTubal, su fundador.»

Estas cuestiones han motivado controversias seculares y pruebaque el país había sido conocido bajo distintos nombres desde más remota Antigüedad. Los mismos Pirineos habían sidlamados «Montes Setubales» antes del fabuloso incendio, origede su actual denominación. Algunas tradiciones quieren que seSevilla la más antigua de las ciudades ibéricas, así llamada eecuerdo de Set, hijo de Adán y padre de Enoch. En Francia, sóla ciudad Séte, ha conservado su nombre.

Al parecer, Tubal impuso a sus huestes una organizacióquilibrada, que favorecía el desarrollo de las comunidades y

prosperidad de las familias; dictábales reglas y principios dutilidad práctica, de filosofía moral, y sus leyes, en versosonantados que les hacía aprender de memoria109. A los mejore

es iniciaba en los secretos de la Naturaleza, y les enseñaba lomisterios y los acordes de la música, los movimientos del cielo y medición del tiempo, dividiendo el año en 12 meses y 365 díamás una fracción, según el movimiento aparente del Sol, «como loaldeos —escribe Ocampo— de quienes descendía»110.

No veo inconveniente en admitir que Tubal haya enseñado tod



sto, pero, si el Diluvio en cuestión había efectivamente destruidoda la vida sobre la Tierra, ¿cómo explicar que en menos de uiglo y medio haya podido formarse un gran pueblo, el calde

bastante poblado, inteligente y sabio, como para enseñar es

amosa ciencia astronómica caldea, fruto indiscutible dobservaciones multimilenarias, e ir a difundirla al otro extremo dmundo, después de lentas migraciones que se detenían de vez euando, para fundar nuevas ciudades? ¿No sería más razonab

pensar que habían transcurrido miles de años después de esDiluvio, a menos que el cataclismo haya sido mucho menomortífero, permitiendo a ciertas civilizaciones, aunque diezmadaobrevivir? ¿No es mucho más sensato pensar que Tubal era uabio, un filósofo instruido en las ciencias que había aprendido dus antepasados, y que él transmitía y enseñaba a su vez, aunquon prudencia a sus discípulos? ¿No es un efecto de la pura lógic

l admitir que Tubal, lo mismo que Jafet y que Noé, eran lodepositarios, herederos y transmisores de la ciencia antediluvian—heredada de Set, de Enoch, de Hermes—, como lo eran loacerdotes caldeos, los magos persas111, y como los druidas

quienes un sentido atávico había hecho volver irresistiblemen

hacia sus tierras de origen?En lo tocante a las dinastías autóctonas de esos tiempos mítico

o protohistóricos de Iberia, que las historias modernas se guardade mencionar —dicho sea sin ánimo de censura, naturalmentestimo útilísimo, en el presente caso, sacarlas del olvido, pues

xhumación de los relatos más o menos fabulosos de



protohistoria entra dentro del cuadro de nuestras investigacioneEs indudable que tales genealogías habrán sido alteradas en urso de los milenios transcurridos; pero, al igual que las de loeyes de Babilonia y de Egipto, que las de los héroes legendario

que nos describen Hesíodo y Homero, afirmamos que no son ruto de puras lucubraciones.Los escritores de la Antigüedad hicieron frecuentes alusiones

os primitivos reyes y reinas de Iberia, independientemente de laeferencias precisas hechas a «las relaciones escritas qu

onservaban los antiguos iberos de sus primeros reyes»

112

, loamosos Anales de que hablamos en la primera parte de esta obry de los que las viejas crónicas son sólo pálidos ecos, tristeeminiscencias.

IBERO

158 años después de Tubal — 296 después del Diluvio

Hijo de Tubal, se le atribuye la fundación de Ibera, ciudad quonstituyó en capital, a pocas leguas de la actual Tortosa, a orilla

del río homónimo, actualmente el Ebro113

.Conviene recordar que las fuentes del Ebro se encuentran en lastribaciones de los montes Cantábricos, prolongación de ordillera pirenaica, y en un lugar llamado Fontibre, o sea, «Fuen

del Ebro», pero significando también «Fuente de los ibri», unombre antiguo de los iberos... que es el mismo del que se sirve Biblia para designar a los judíos.



IDUBEDA

192 años después de Tubal — 399 después del Diluvio

Hijo del precedente. Importantes sectores del sistema ibéricueron llamados antaño «montes Idubedas», desde Fontibre

Tortosa, desde Burgos a Soria y hasta en la Bética. Y eprecisamente en las estribaciones de estas regiones meridionaledonde ha persistido hasta nuestros días el recuerdo de es

nombre arcaico, puesto que en la provincia de Jaén encontramoún los «montes de Übeda».Según una información recogida en las crónicas, de la qu

Ocampo se hace eco114, Noé falleció en Italia, reinando Idubedn Iberia. Noé fue conocido por los «paganos» bajo el nombr

divino de Jano. Está escrito que enseñó a los hombres el cultivo da vid y la elaboración del vino. Tuvo templos dedicados a su cultn España y en Italia.

Se han encontrado, particularmente en Italia y en Sicilimonedas acuñadas con la efigie del dios Jano-Noé: dos cabezade perfil mirando en

sentido opuesto, en la otra cara de la moneda, una guirnalda o unavío, símbolo del Arca.



Los gigantes constructores de megalitos

Los dioses extranjeros de la Biblia



Mapa de los continentes desaparecidos

BRIGO259 después de Tubal — 393 después del Diluvio

Hijo de Idubeda. Brigo es ciertamente uno de los reyes ibéricoprotohistóricos que han dejado huellas más profundas entre lo

utores de la Antigüedad. Sus tropas, sus BRIGadas, sin dudonsiderables, asentaron sus reales en todos los confines d

Europa, desde Occidente a Oriente, y de Sur a Norte. En las islaBritánicas fueron conocidos bajo el nombre de brigantes y, en AsMenor, fueron llamados brigios y más tarde frigios.

Conon115, el escritor griego que vivió en el último siglo antes d



.C., compuso una historia para el rey de Capadocia, ArquelaoFilopator, en la cual asegura que Midas fue rey de los brigas, louales, después de penetrar en Asia, fundaron la ciudad de Troy

y fueron llamados frigios. Focio, en su Bibliotheca, nos h

onservado un resumen de esta historia116

.El nombre del Var, río y departamento francés, constituiría uvestigio toponímico del paso de los brigas por la Costa Azul. Vara el nombre de uno de sus jefes, cuya tribu, o «brigada», sstableció en la región donde construyeron su antigua capit

Varobriga, actualmente Saint-Laurent du Var.Aquellas poblaciones precélticas formaban parte o estabamparentadas con las que, más tarde, serían conocidas por lo

nombres de atlantes, ligures, iberos o vascos. Eran parte dquellos que enseñaron a Europa la fabricación del bronce y quxportaban armas metálicas de su fabricación —las más antigua

— a Oriente y a las islas Británicas. Las alabardas ibéricancontradas en las sepulturas megalíticas de Irlanda —y en Cre

— constituyen una prueba evidente117.

JAGO

310 después de Tubal — 451 después del Diluvio

El rey Tago es conocido en las Sagradas Escrituras bajo nombre de Tagorma que, según san Jerónimo, significa «creadode ciudades nuevas», actividad que constituyó, al parecer,



aracterística sobresaliente de su reinado118. Su influencia xtendía sobre un área considerable, aunque las regiones que bañl Tajo —antiguamente Tago—, comprendido el futuro reino d

Toledo, hasta las tierras de Murcia —patria de los morgetes—

onstituían, por así decirlo, el centro y la base de sus operacionePues la Crónica nos informa —y ello es importante— que Gago, gual que Virgo su predecesor, prosiguió la misma política dxpansión, organizando migraciones a tierras lejanas, en particul

por las partes de Oriente, «en los territorios de los monte

Caspios», en Fenicia, en Albania y en Afrecha. En todos estopaíses enraizaron, y su descendencia y su recuerdo se perpetuargo tiempo en aquellas tierras.

BETO


La Crónica señala la sólida fama de que gozaban los iberourdetanos por su civilización refinada, por la extensión y profundidad de sus conocimientos en filosofía moral, en Historin geometría y en astronomía. Eran, además, excelentes músicos

maravillosos bailarines, y poseían un antiguo alfabeto, heredado dTubal, su antepasado. De ello se induce que el saber de los ibero—de los sabios ibéricos andaluces— era, en aquella época lejanuperior, en algunas ramas al menos, al de los otros pueblos d

Europa, lo que explicaría la expedición del griego Heracles e

ierras ibéricas. El robo de las vacas de Gerión y de las manzana



de oro del Jardín de las Hespérides, siendo símbolos poéticovidentes, se percibe fácilmente tras ellos la verdadera razóonsistente en la adquisición de conocimientos y técnicas agrícola

ganaderas, metalúrgicas, industriales, de mutaciones biológica

tc.Pues era, efectivamente, en el Occidente de Europa, en el sur dberia, donde se encontraba el Jardín de las Hespérides —

Paraíso Terrestre— y sus manzanas de oro —significandabiduría— son idénticas a las del Árbol de la Ciencia, del Jard

de Edén, cuya formación anagramática lo identifica al misteriosprefijo-sufijo Ande-ante, que encontramos en Andalucía, y eAtlante. Y no olvidemos que Andalucía era, para los antiguos, luna de los dioses; la actual designación de Tierra de Mar

Santísima, es una superposición tardía. Hesíodo señala la posiciógeográfica de esos «santos lugares»: «En los confines de la Tierr

rente a las Hespérides de voz sonora»119.

GERIÓN


Según las genealogías clásicas, Gerión pertenecía a la raza de loGigantes. Hijo de Crisaor «el hombre de la espada de oro», y dCalirroe, hija de Océano, era nieto de Poseidón y de MedusGorgo). Vivía en la isla de Eritia, «en las brumas del Occidente, orillas del inmenso Océano». Era dueño de inmensos rebaño

—nos cuenta la fábula— que guardaban el boyero Euritión y



perro Ortos, no lejos de los rebaños de Hadés120. Sus posesionede la isla Eritia no debían estar lejos del Jardín de las Hespérides,l mismo nombre de Eritia, que significa rojo, designvidentemente unas tierras situadas al Oeste, en el País del S

Poniente. Se atribuye a Gerión la explotación sistemática de laminas de oro, razón por la cual los griegos le llamaron Criseo, edecir, «hombre de oro». Era fama que había atesorado inmensaiquezas, que se exteriorizaban en el lujo de sus mansiones y de séquito. Construyó innumerables torres y fortalezas en lugar

lejadísimos, que constituyen como hitos que señalan la extensióde los territorios sobre los que impuso su influencia, a saber: toda Península Ibérica, desde Andalucía —la torre Geriona—, hastos Pirineos donde nace el río Garona, que se desliza por Aquitania y los territorios gascones-vascones, hasta la Gironda y Atlántico, sin olvidar, al este de la península, la torre Geriona, eas cercanías de la actual Gerona.

OSIRIS LOS HIJOS DE GERIÓN HÉRCULES EGIPCIO HORUS u ORO LIBIO

406 años después de Tuba! — 547 después de! DiluvioLas tradiciones fabulosas hacen nacer Osiris en Atlántida, al igu

que Hermes, como hemos visto, viniendo a establecerse en Egipntes del gran cataclismo. Recorrió el mundo entero enseñando os pueblos la manera de sacar el mejor rendimiento de su

ecursos naturales, la agricultura, la ganadería, la elaboración d



pan y del vino. Llegado a tierras ibéricas, hubo de enfrentarse coa hostilidad de Gerión, que sojuzgaba al país y se oponía a sunseñanzas y a las reformas y mejoras consecutivas a las misma

para bien de las poblaciones. El choque entre ambos ejércitos tuv

ugar en las cercanías de Tarifa y Gerión pereció en el comba- tOsiris, caballerosamente, hizo transportar el cadáver de sdversario para inhumarlo bajo un túmulo, con todos los honore

debidos a su alto rango, en un lugar situado no lejos de Barbatedel actual estrecho.

Algunos años más tarde, los hijos de Gerión, que Osirgenerosamente había librado del cautiverio, restituyéndoles lobienes de su padre, olvidaron la gratitud que debían al vencedor du padre y concertaron una conjura traicionera para matarle. Fu

Tifón, su hermano, quien se encargó de la ejecución de tan fedesignio, y el cadáver de Osiris, encerrado dentro de un cofre, fu

rrojado al Nilo. Isis, su esposa, lo encontró en Biblos a la sombrde una acacia, pero Tifón, apoderándose nuevamente del cadáveo seccionó en 14 pedazos y los dispersó. Isis consiguió al feunir los miembros dispersos de Osiris y darles sepultura (mi

órfico) en la isla de Abato, en medio del lago, de Estig

significando «tristeza»), cerca de Menfis.Si Estrabón asegura positivamente que la poesía antigua era unengua alegórica, confesemos que todo esto: la muerte, el cofre, cacia, el desmembramiento del cadáver, etc., se parece, e

demasía al lenguaje iniciático de los templos y al de la poes

ntigua para que podamos rechazarlo, ni para que se admita en s



entido literal121.Horas, el Hércules egipcio, hijo póstumo de Osiris, habido d

sis su madre en virtud de las prácticas mágicas de éstestableció el orden y la justicia. Después de dar muerte a Tifón,

sesino de su padre, Hércules puso rumbo a Iberia para castigaros geriones, instigadores del odioso crimen. Cuando éstoecibieron un mensaje del Héroe hercúleo proponiéndoles mediron él en tres combates singulares, aceptaron el reto no dudand

de la victoria. Ya conocemos la conclusión: vencidos uno tras otro

os cuerpos de los geriones recibieron sepultura en la isla dEritia122.

MORAGO

Hijo de Eriteia, hermana de los geriones, se trata sin duda d

mismo rey ibérico de Tartessos, de quien nos hablan lohistoriadores de la Antigüedad. Mandó diversas expediciones a laslas del Mediterráneo y fue el fundador de la primitiva ciudad dNora, la más antigua de la isla de Cerdeña123.

HISPALO HIJO DE HÉRCULES448 después de Tubal

Las antiguas crónicas nos informan de que las tropas dHércules estaban compuestas en gran parte por hombre

procedentes de la Escitia, que es donde se encontraba el Héro



uando recibió la noticia de la conjuración que costó la vida Osiris, su padre. Estas informaciones vienen confirmadas poPlinio, cuando escribe que las tropas que venían con Hércules y iguieron a Egipto y a Iberia, eran espalos, una de las naciones qu

l autor latino enumera como escitas124

. Fue con esos hombreon los que Hércules fundó Hispalis, la futura Julia Rómula quCésar hizo edificar para dar cumplimiento a la profecía, atribuida Hércules por la tradición: AQUI SE LEVANTARÁ LA GRANCIUDAD.

HISPAN, MUERTE DE HÉRCULES


Nieto de Hércules según las crónicas, se atribuyen a Hispá

numerosas iniciativas tendentes a favorecer el comercio, navegación y el desarrollo general del país, así como la ejecucióbajo su mandato de considerables obras públicas como caminospuertos. Se le atribuye, entre otros, el puerto Brigantinctualmente de La Coruña, y de su famosa «torre del espejo», ea, del primitivo faro de La Coruña, que la leyenda «llam

mágico», y que diversas tradiciones atribuyen igualmente Hércules y a Híspalo, lo que no implica contradicción puesto quos tres fueron contemporáneos. Una objeción más seria oponeos que pretenden que el monumento es de época romana, porquducen en su defensa la inscripción grabada en la roca por

rquitecto constructor, el ibero-romano Cayo Servio Lusitano, a



mayor gloria de César Augusto. Pero, ¿podemos estar seguros dque no existía en el mismo lugar una obra más antigua? Pues laradiciones que se perpetúan a través de los siglos merecen alguntención. Según la Crónica General de las Españas, compilada po

orden del rey Alfonso X el Sabio, el país conoció, en tiempos dey Hispán, una era de prosperidad y de paz.Una hija del mismo rey, llamada Iliberia, mandó construir uno

anales para proveer de agua dulce a Cádiz.Después de la muerte de Hispán, Hércules, muy ancian

egresó para morir en Iberia. Venía acompañado por numeroséquito. Junto a él se encontraba Hespero, hermano de Atlas

Atlante, que debía suceder a Hispán. Entre las poblaciones quormaban su séquito se encontraban los ausetanos, pueblo itálic

que se estableció en Ausa, que fue llamada Vicdosona y más tardVicdessós, en el departamento francés del río Ariége, y los turio

oriundos de la villa italiana de Turio (y no de Tiro, como algunopretendían y que aún no existía) que fundaron Turiaso, hoTarazona. A los precedentes topónimos que atestiguan el paso dHércules, hay que añadir, sin duda, la antigua Hercúlea Cavalarihoy día Cavalaire, en la vertiente francesa, y en la vertien

spañola de los Pirineos, Urgel y Libia, hoy Llivia, fundacionhercúleas según la tradición.Es un hecho histórico, en todo caso, que, cuando César s

presentó al frente de sus legiones en la ciudadela pirenaica, respel recuerdo de su egregia fundación y, para perpetuarlo, añadió s

nombre al del héroe líbico. En adelante, la ciudad se llamó Jul



Líbica. Florián de Ocampo, el historiador español que escribía ea primera mitad del siglo XVI, asegura haber comprobadpersonalmente, en la ciudad de Llivia, que existían aún en siempo dos epitafios latinos del tiempo de César relatando

contecimiento125

.No me parece ocioso recordar que, en esta regióminentemente hercúlea, existe una aldea perdida a unos 100

metros de altitud, que ha conservado el nombre de Orus, el HoruLibio o Hércules egipcio. Y, curiosa coincidencia, existen en su

lrededores dos grandes dólmenes, uno de los cuales, habiendido «rebautizado» —valga la palabra—, lleva el significativnombre de «guija de Sansón» que es, aparentemente, el hércules orzudo de la Biblia, y el otro el de «P... del Diablo» (Pet d

Diable), puesto que los dioses y los héroes de la mitología haido, o bien sustituidos por santos, ¡o transformados en diablos!

HESPER Y ATLAS


Los comienzos del reinado de Hesper fueron felices y la panstaurada por Hércules y mantenida por Hispán, no se vlterada hasta el día en que Atlas, por sorpresa, atacó al rey s

hermano, obligándole a huir y poniéndose en su lugar. Habiéndosefugiado en Italia, Hesper fue calurosamente acogido en Toscan

donde se le confió la educación del joven rey Corito.

Envidioso Atlas de la buena acogida que habían dispensado a s



hermano en Italia, y temiendo que éste, con el apoyo de sunumerosos partidarios, organizase una expedición para recuperu trono, tomó la delantera y reuniendo una considerable floarpó rumbo a Italia. Una violenta tempestad le obligó a refugiars

n la isla de Sicilia, donde se quedó un importante contingente dus efectivos, enamorados de la belleza del país. La súbita muerde Hesper permitió a Atlas-Atlante, apoderarse del joven Coritoecobrando al mismo tiempo para sí la soberanía en aquel paí

Las informaciones que de su reinado nos han llegado son más biepositivas. Procedió a una redistribución equilibrada de las tierrano sólo entre los miembros de sus ejércitos sino entre las antiguapoblaciones de diversos orígenes: itálicas, ibéricas o griegas.

La Historia y la fábula nos hablan de Electra y de Roma, hijas dAtlante: la primera, que casó con Corito, el rey de Toscana, fue madre de Jasio y Dardano; la segunda, heredó de su padr

Atlante, la ciudad de Albula, poblada en gran parte por los iberodel séquito de su padre. Fue ella quien mandó excavar, en monte Palatino, los cimientos de la que sería con el tiempo apital del imperio romano126.

SICORO525 después de Tubal — 665 después del Diluvio

La crónica lo da como hijo de Atlante, y lo hace nacer en el pade Sicoria, o sea en los territorios bañados por el Sicori

ctualmente el Segre, afluente del Ebro. Sicoro heredó los estado



de Atlante en la península ibérica y sus hermanas, Electra y Romy su hermano menor Morgete, heredaron los estados italianos du padre. Éste fue considerado como el jefe de los iberos llamado

morgetes127.

Las crónicas españolas, de acuerdo con los historiadoregrecolatinos, nos informan que, en tiempos de Sicoronsiderables contingentes de poblaciones ibéricas emigraron

Sicilia y se reunieron con las que las habían precedido en tiempode Atlante128.

Según Ocampo, fue en tiempos de Sicoro cuando nació en tierde Egipto el profeta Moisés, encontrándose el pueblo hebreo eervidumbre bajo el faraón Amenofis129.

SICANO


Sicano, hijo de Sicoro, organizó metódicamente la defensa dos iberos de Italia y los protegió eficazmente contra las agresionede que eran objeto por parte de los aenotrios aborígenes13

Gracias a sus intervenciones y a la era de paz que éstacarrearon, sus paisanos aprovecharon para ensanchar supoblaciones y embellecer sus moradas. En estas condiciones,habiendo recibido, por parte de los aenotrios, razonables garantíade que respetarían a las poblaciones ibéricas de los sicano

icores, morgetes, así como sus establecimientos y predios, Sican



mprendió el camino de regreso, aunque dejando en sus cuarteledel Lacio algunos destacamentos de guardia.

La primera parte de su viaje la hizo por tierra, pero antes dlegar a la región italiana llamada en nuestros días Liguria, se v

nterceptado por una muchedumbre dispuesta a presentar batallNi Sicano ni sus hombres tenían intenciones hostiles y decidieroegresar a sus hogares por vía marítima.

Hicieron escala en Sicilia con intención de informarse sobre suparientes ibéricos de la isla, cuando se vieron acosados por «loerribles cíclopes y los feroces lestrigones». Hubo una batalla feroy sangrienta de la que Sicano salió vencedor. Restablecida la paprosiguió con sus huestes su viaje de regreso a la península ibéricdejando, como de costumbre, unos destacamentos armados en sla en prevención de ulteriores disturbios. Se atribuye a los sicanoa fundación de Zancle, «así designada por su forma de hoz, qu

os sicanos denominaban zancle en su habla». El emplazamiento da vieja Zancle, es el de la actual Messina, nombre que debe a logriegos mesenios. Añadamos que san Eusebio de Cesarea sitúa undación de la misma ciudad en tiempos de Gerión131.

SICELEO - LIBER 611 después de Tubal — 752 después del Diluvio

Hijo y sucesor de Sicano, Siceleo inauguró su reinado hac553 antes de la Era cristiana, según las estimaciones admitida

por los autores católicos de los siglos XVI y XVII. Y e



proximadamente en la misma época, cuando los referidos autoreitúan los cataclismos fabulosos que nos cantaron los poetas de

Antigüedad, y conocidos por «el diluvio de Deucalión y el incendde Faetón». En su laudable afán de cronología comparada, añade

que, pocos años más tarde —quince para ser exactos—, sucedieron las diez plagas de Egipto y el paso del mar Rojo poos hebreos conducidos por Moisés. No vería en ello la menoobjeción, a no ser la vanidad de situar en el tiempcontecimientos míticos (incluso cuando pueden ocultar, como e

probable, hechos reales), equiparándolos con acontecimientospersonajes históricos. Método erróneo sobre el cual no me he dxtender aquí.

Una vez hecha esta observación, se nos informa que, en misma época, murió, en Italia, el rey Cambón, llamado Coritsposo de Electra la hija de Atlas, conocido también por Italo

Atlante. Jasio y Dardano, los hijos de Electra y Coritomenzaron, apenas fallecido su padre, a disputarse ásperamena herencia y la sucesión de éste. Pero, para mejor comprensióveamos el siguiente cuadro genealógico:

ATLAS-ATLANTE

SICORO ELECTRA ROMASICANO JASIO DARDANOSICELEO LUSO

Informado Siceleo de que su primo Dardano se había aliado coos aenotrios-aborígenes contra los iberos de Italia, súbditos de shermano Jasio, movilizó «a sus hombres y partió aceleradamen



para prestarle ayuda. Alarmado Dardano ante los combates que svecinaban, y temiendo llevar en ellos la peor parte, se apresuró oncertar la paz. Jasio y Siceleo, apaciguados, desmovilizaron sparato bélico, paralelamente a la retirada de los aenotrio

borígenes. Lo que no pensaron es que Dardano tramaba, eilencio, la muerte de su hermano: la vil maquinación surtió efecy, una vez Jasio cobardemente asesinado, vino a hacerse aclaman vencedor junto a sus aliados los aborígenes-aenotrios.

La indignación de Siceleo cuando llegaron a sus oídos estanoticias fue tan grande, que decidió romper las hostilidades y llev

cabo, sin más demora, una guerra sin cuartel en el campo de sunemigos coligados, hasta su total exterminio. Dardano pudalvarse huyendo vergonzosamente y no volvió ya más por Itali

Se estableció en Asia Menor, donde fundó una ciudad, Dardanian el emplazamiento exacto donde más tarde habría de levantars

a ciudadela de Troya. Siceleo, que deseaba regresar a Iberimandó restituir al hijo de Jasio, Coribanto, los bienesprerrogativas que le pertenecían como heredero y sucesor de spadre. Y murió en Italia, tras 44 años de reinado, sin haber podidealizar su deseo de regresar a Iberia.

LUSO - PAN

Hijo primogénito de Siceleo-Liber, fue Luso el compañero onfidente de Dionisos y de Pan, y compartió con éste la direcció

de los negocios ibéricos. Reinó sobre la Iberia Ulterior, que emérito suyo fue llamada Lusitania (24). Fue un rey132 magnánimo



un eficaz bienhechor de su pueblo —todos los cronistas coinciden ello—, aunque, dicen, «dado en demasía al culto de los diose

más de lo que sería razonable, pues reformó el ritual religiosoñadió nuevas oraciones y sacrificios a los que estaban en us

hasta entonces en Iberia». Lo cual no tiene nada de extraño ecordamos que Luso —conocido también por Lug— fuacerdote de Dionisos y, como tal, un rey-misionero del hijo d

Zeus y de Semele.Fue en tiempos de Luso —en el año 28 de su reinado según

Crónica— cuando Dardano edificó la ciudadela de Dardania, en mismo emplazamiento donde su nieto y sucesor, Troyo, había donstruir, o ensanchar, la que sería Troya. A ejemplo de su padre

Siceleo, Luso confirmó y fomentó las alianzas y los tratados dmistad y de comercio, en particular con los italianos súbditos du pariente Coribanto.

SÍCULO

6S0 después de Tubal — 831 después del Diluvio

Se le supone, por unos, hijo de Luso, aunque otros pretendeque es hijo de Atlas, o incluso de Poseidón133. Lo que ocurre, mismo que en las mitologías helénicas, confusas y contradictoriasveces, es que hubo muchos personajes con idénticos nombreomo aconteció más modernamente, por ejemplo, con los Luiseson los Alfonsos. Lo que sí se puede asegurar es que Sículo rein

obre los iberos y que dedicó largos años a la construcción de un



poderosa flota de guerra134. «Por eso fue llamado por los poeta—escribía Ocampo— hijo de Poseidón-Neptuno, dios dmar»135.

Sículo redujo a los aenotrios-aborígenes y a los auruncos, que s

habían aliado con ellos para reanudar sus habituales ataques contros iberos de la región de Saturnia, en los alrededores de RomConocidos éstos bajo las denominaciones diversas de sicoreicanos y morgetes, adoptaron en común la denominación dículos y, en adelante, vivieron en paz en medio de las poblacione

imítrofes hasta entonces hostiles.Informado Sículo de que las tribus de los llamados cíclopesestrigones, de la isla de Sicilia, se habían levantado contra loicilianos de origen ibérico, se hizo a la mar al frente de su flota co

objeto de restablecer el orden en aquella isla.Su acción se reveló eficaz, y rápida, pues, vencidos en lo

primeros encuentros, los cíclopes y los lestrigones huyeron hacas tierras septentrionales de la isla, para refugiarse en lstribaciones del Etna. Gracias a estas campañas victoriosas, lobero-sículos se extendieron pacíficamente por los territorios de slección, en particular por la parte occidental de la isla.

Hay que decir que ciertos autores piensan que esta campaña dSículo en Sicilia, precedió a la de Italia que hemos mencionadmás arriba.

Al mismo tiempo que progresaban y aumentaban en número eSicilia, los ibero-sículos se multiplicaban en Italia donde construía

nuevas ciudades como Ficulnas, Alsino, Facena, Falerio, Prenes



y, algo más tarde, Tibur y Túsculo, que ya mencionamos. Eealidad, toda la comarca del Lacio, «incluidos los cabos que snternan en el mar, y los territorios circeanos, les pertenecían»Estos hechos eran conocidos por los antiguos, y los fosos que par

u defensa habían construido los iberos en Tibur y Prenesxistían aún en tiempos del Imperio y atestiguan la presencia dquéllos en el corazón de Italia, como nos lo aseguran lo

historiadores de la Antigüedad, de Virgilio a Tucídides, pasandpor Catón, Plinio, Halicarnaso y Filistio de Siracusa136.

TESTA - TRITÓN LOS NAVÍOS DE ZACINTO

Oriundo al parecer del noroeste de África, Testa-Tritón reinobre los iberos-contestanos que se establecieron particularmen

por las actuales provincias de Valencia, Alicante, Castellón

Cartagena y Murcia. Se le atribuye la fundación de la ciudad dContestania, la actual Cocentaina.Se sitúa en tiempos del rey Testa —aproximadamente en el añ

5 de su reinado— la llegada de una importante flota procedende la isla de Zacinto, transportando un nutrido grupo de pasajero

que desembarcaron a pocas leguas al norte de la actual Valenciadonde fijaron su residencia y construyeron una monumental ciudaEn recuerdo de su isla de origen, dieron a la ciudad el nombre dZacinto, ZáxuvQog que ha derivado en Sagunto por razoneógicas de pronunciación y de ortografía. Recordemos, por otparte, que los habitantes de la isla de Zacinto descendían dZacintos, hijo de Dardano, cuyo origen occidental —por su mad



Electra— es obvio. Los griegos de Zacinto fueron rápidamendoptados por sus parientes ibéricos, que apreciaban la simpatía honradez y el saber de aquéllos, que redundaban en beneficio dodos. Ellos no obstante, manifestaban un vivo interés por el oro,

plata y las pedrerías, que trataban de atesorar con destino a lodolos y demás objetos del culto. Es así cómo, a los pocos añopudieron construir un templo grandioso, dedicado a Diana, hija dúpiter, en un promontorio con vistas al mar, situado en el actuabo de Denia. La estatua de la diosa fue entronizada con gra

pompa, y las muchedumbres se sucedían maravilladas en loolemnes actos religiosos que, en aquel templo, se celebraban y el curso de los cuales la sangre de los sacrificios se derramab

mientras el incienso se elevaba en espirales densas, provocando ulima de elevada tensión mística en el que flotaba la razón dquellos seres en trance. Este templo, que resultó uno de los má

élebres del mundo antiguo, fue —comenta el cronista— «primero en que los ídolos del enemigo malo, comenzaron a sdorados con sacrificios como los que practicaban los griegos

De allí, las nuevas ceremonias habían de ganar los demáerritorios de la Península Ibérica, donde las doctrinas del gra

Osiris comenzaban a caer en el olvido, lo mismo que las reformay rituales introducidos por sus sucesores.Sagunto creció rápidamente y se convirtió en una ciudad rica

poderosa, y sus habitantes, íntimamente mezclados con lonaturales de la región, formaron un pueblo indistinto, en el que, s

mbargo, prevalecieron, durante varios siglos, las modas y los uso



helénicos. Estos hechos acontecieron en tiempos de Testa-Tritóno sea, 200 años antes de la destrucción de Troya.

ROMO


He ahí otro de los reyes ibéricos que parece descendefectivamente, de los antiguos linajes autóctonos. No olvidemo

que una de las hijas de Atlas-Atlante se llamaba Roma. En cuant

la datación de su reinado, ya hemos expresado nuestro sentir propósito de esas cronologías y de las dificultades insuperableon que topa el historiador para integrarlas con seguridad en

decurso del tiempo.Se atribuye a Romo la fundación de Valencia, que se denomin

Roma en sus comienzos hasta la conquista romana. Una veeñores del mundo antiguo, los romanos no podían consentirscribe Ocampo— que una ciudad bárbara os- tentase un nombdéntico al de su capital «y la llamaron Valentía, cuya significacióatina es idéntica a la de Roma en griego»137.

PALATUO

Caco. Las primeras armas de hierro. El Kali-Yuga y la Edad deHierro de los Antiguos.958 después de Tubal — 1099 después del Diluvio



Hijo de Romo, Palatuo reinó en los territorios de la regióvalenciana y del Levante español, y sus dominios se extendíahasta las orillas de los ríos Palancia y Carrión, llamadntiguamente Nubis o Anubis. Se le atribuye la fundación d

Palencia, que se convirtió en centro de cultura y de intenctividad intelectual. En tiempos de Fernando III el Santo, esentro prestigioso de la cultura fue trasladado a Salamanca.

Carro Egipcio.



Hércules abre el Estrecho.



La Diosa Isis (Astarté)

Fue en el año 18 de su reinado, exactamente en 1306 antes d.C. según la crónica, cuando se produjo el levantamiento d

Caco. Vencido en la batalla que sostuvo contra el bandido CacKdbcog), en las estribaciones del monte Cauno (Moncayo),



ey Palatuo fue destronado por aquél. La derrota de Palatuo stribuye, generalmente, al hecho de que su enemigo fue, al parecel primer hombre que utilizó las armas de hierro, pues conocía

mineral y fabricaba cascos y corazas, yelmos, espadas y punta

para las lanzas, que hacía batir al fuego para darles forma,emplarlos al agua para endurecerlos. «Es por esto que los gentile llamaban hijo de Vulcano»138.

Lógicamente, ello nos lleva a situar la época de Palatuo en loomienzos de la «edad de hierro», pero, ¡cuidado!, la edad d

hierro de los antiguos, que no tiene nada que ver con la de loabios modernos, y que, en cambio, se puede perfectamendentificar con el Káli Yuga, o edad negra de los hindúes, la últimde las cuatro edades o de los cuatro períodos de un Manvantaromenzó hace unos 5.000 años, exactamente el 18 de febrero dño 3102 antes de la Era cristiana. El Manvantara o era de u

Manú, llamado también Maha Yuga, comprende cuatro «yugas», períodos secundarios, denominados: Krita Yuga, Treta YugaDwapara Yuga y Kali Yuga, que se identifican, respectivamenteon la «Edad de Oro», la «Edad de Plata», la «Edad de Bronce»a «Edad de Hierro» de la antigüedad grecorromana. En

ranscurso de estos períodos, se produce una materializacióprogresiva resultante del alejamiento del Principio, que acompañnecesariamente el desenvolvimiento de la manifestación cíclica el mundo corpóreo, a partir del «estado primordial». En imbolismo bíblico, los comienzos de esta edad figura

epresentados por la torre de Babel y la «confusión de la



enguas». Todas las tradiciones hacen alusión a algo que se hperdido o que se halla oculto. La era actual es, por consiguientun período de oscurecimiento y de confusión. En tales condicionel conocimiento iniciático debe permanecer oculto y ello explica

arácter de los «misterios» de la Antigüedad histórica, que nlcanza siquiera a los comienzos de este período. Y «es curiosque no se haya señalado como convendría —escribía el filósofRené Guénon— la imposibilidad casi general en que se encuentraos historiadores para establecer una cronología segura para tod

o que precede al VII siglo antes de nuestra Era»

139

. Esto eplicable, pues, a todos los acontecimientos relatados hasta aqbajo el epígrafe general de «Entre el mito y la protohistoria», yodos los que con ellos se relacionan, como, por ejemplo, destrucción de Troya, acontecida, según las crónicas que sigoochenta años después de la batalla del monte Cauno, en la cuutilizó Caco por vez primera, las armas de hierro.

LOS ARGONAUTAS ABORDAN LAS COSTABÉRICAS

Exasperados los iberos por las exacciones de que eran objepor parte de Caco, se reagruparon nuevamente en torno al rePalatuo, infligiendo a aquél una cruenta derrota que le obligó a hu

Italia de donde ya no regresó. Apenas renacida la pabordaron en la península ibérica unos extraños viajero

designados como «corsarios griegos» por algunos cronistas y qumandados por Alceo, constituían la flor y nata de la juventu



griega. Este Alceo, es el mismo que los griegos habían de llamaHeracles y que las otras naciones conocerían por Hércules, porque atribuyeron los mismos trabajos y proezas —en número de doc— a los del primer Hércules, Oros Libio, hijo póstumo de Osiris.

La expedición de los Argonautas había iniciado, al parecer, speriplo en la isla de Creta o en el cabo de Afete, con un granavio, el Argos, construido según sabios y extraños principios. Hhí lo que de él nos dicen los poetas140: «El navio fue construidn Pagasae, puerto de Tesalia, por el bisnieto de Zeus y de Niob

Argos, que le dio su nombre. Niobe, madre de Argos, era mortaa primera a la que Zeus diera descendencia.» La madera provendel Pelión, excepto la pieza de proa, aportada y tallada por diosa Atenea, que procedía del roble sagrado de Dodona. Ldiosa la había dotado de la palabra y podía profetizar. Después dun sacrificio que los Argonautas ofrecieron a Apolo, el navio shizo a la mar ante una muchedumbre en delirio. Los poetantiguos conmemoraron esta expedición con ditirámbicas ala

banzas y honraron la memoria de esos singulares navegantes qumandados por Alceo y Jasón, descendían casi todos del míticinaje de Minos. Por ello, a veces son llamados minias. Añadamo

que, aunque los poetas sólo mencionen al Argos, la expedicióstaba compuesta por una numerosa flota.

Saltémonos las aventuras preliminares de la expediciónveámoslos de nuevo en el golfo de Gascuña, o sea, de Vascuñaegresando del mar del Norte, camino de Iberia. Si diéramo

rédito a ciertos cronistas, los Argonautas no eran más que un



banda de despreciables piratas. Ya veremos, a continuación, lodificantes comentarios de tales cronistas a propósito del fabulos

y misterioso periplo de aquellos primeros «misioneros» de Tradición. Sigámosles ahora a lo largo del mar Cantábrico, d

Fuenterrabía hasta el cabo de Finís Terrae en Galicia y torciendhacia el Sur, para contornear las costas atlánticas de la Lusitanhasta el cabo Sagrado (cabo de San Vicente), internándose eguas del estrecho y desembarcando, al fin, en las costas d

Turdetania, para establecer en ellas su primera misión en Mediterráneo occidental.

«En realidad venían —dice el cronista— para robar los rebañoy las provisiones y engañar a las pobres gentes del país, nformarse sobre los lugares en que se encontraban las minas doro y de plata. Por eso, estos desgraciados se unieron padefenderse.»

El hecho es que cuando los viajeros se acercaban pacíficamenpara parlamentar, se vieron súbitamente cercados y ferozmengredidos. Precipitadamente regresaron a sus navíos, dejando eierra numerosas víctimas. Alceo apareció entonces rodeado de sstado mayor, y su sola presencia bastó para apaciguar a aquel

husma furiosa. Explicóles que su desembarco no tenía por objel robo, sino el de reponer fuerzas, dar justo descanso a ripulación y reparar sus navíos. Les dijo que estaban efectuanduna peregrinación, la más importante jamás emprendida por hombre, por orden de los dioses inmortales, más allá de los mare

on objeto de dar testimonio público de su divinidad, y enseñar



os habitantes de la Tierra las oraciones, los ritos y las devocionede sus cultos. Si se encontraban allí, era en virtud de un celestimisterio y del divino secreto, para corregir ciertos erroreperjudiciales y enseñarles el método que daría a sus oraciones

mayor eficacia.Subyugados por las palabras de Alceo, los labradores ampesinos ibéricos olvidaron sus intenciones hostiles y ofreciero

los Argonautas su amistad devota, y les dieron ayudprovisiones y... oro. Los expedicionarios griegos se solazaban cous bailes populares y sus melodías típicas, ejecutadas construmentos de cuerda y de viento que daban sones extrañodistintos de los que conocían aquellos labriegos y pescadorebéricos. Ejecutaban también ejercicios de tiro con unas flechadistintas a las conocidas en Iberia. En suma, aquellos sencilloampesinos y marineros estaban maravilla- dos y plenamen

atisfechos con la amistad de los viajeros griegos. Éstos, antes devar anclas, reunieron a los nativos en un lugar sabiamente elegiderca de la boca del estrecho, para aconsejarles que construyerallí sus moradas. Así lo hicieron, comprendiendo la sabiduría donsejo, «puesto que en su simplicidad, veían en los Argonauta

asi unos dioses, en particular en Alceo, a quien todos obedecían«En realidad —sigue el cronista—, estos pobres campesinos habían olvidado de los griegos que ellos mismos habían matadomo ladrones que eran y no dioses inmortales. Es evidente quos mentirosos poetas antiguos, falsificaron la Historia y, con u

rte sutil, hicieron pasar como santo lo que era maligno



atánico.»Y fue así como gracias a esos Argonautas «satánicos», fu

poblada la antigua Heraclea de los Antiguos. Una vez esta misióumplida, los místicos expedicionarios levaron anclas y zarparo

umbo a Italia, abordando en diversos puntos de la penínsubérica y de la Céltica iberoligur, dejando en todos ellos constancde su paso.

En Italia fueron calurosamente acogidos por Evandro, príncipde los árcades griegos (un pelasgo), que les ofreció alojamientoyuda. Informado Caco de la llegada de los Argonautas y de loesoros que se les atribuían, lanzó contra ellos sus bandas dmalhechores armados hasta los dientes. Más aquéllos, avisadoecretamente por Evandro, rechazaron violentamente a las horda

de Caco y aniquilaron sus ejércitos, después de que, en uncuentro singular, éste encontrara la muerte en manos de Alceo.

LO QUE OPINABA EL CRONISTA SOBRE LOSATLANTES DE PLATÓN

Platón nos cuenta que un ejército de atlantes procedentes de unsla situada al suroeste de Iberia, «frente al estrecho de laolumnas de Hércules», atravesó Europa para atac

violentamente a la ciudad de Atenas. Y el cronista comenta econtecimiento con estas palabras: «Estaríamos en el derecho,

no se trata de una fábula, de pensar que esos atlantes de Platóran los fenicios de la isla de Cádiz que, no contentos con el m

que hacían en Turdetania, no habrían vacilado en atacar a Grec



para cometer los desmanes de que nos habla el filósofo griego.»Si bien es cierto que, en tiempos de Platón, los habitantes de la

orillas atlánticas del sudoeste de Iberia y noroeste de Marruecoran llamados atlantes, y es verdad también que, al mismo tiemp

os fenicios estaban establecidos en la isla de Cádiz (desde 110ntes de nuestra Era), no hay razón para confundir a éstos con lotlantes a que se refiere Platón, procedentes de la isla Atlántid

desaparecida hace unos 11.500 años y cuya costa oriental dabrente a las columnas de Hércules.En cuanto a lo de fábula, conviene aclarar que, lo que Platón no

uenta sobre la Atlántida, son para él acontecimientos históricoverdaderos: «Solón —escribe—, en el curso de un viaje a Egipte detuvo en Sais y comprobó sorprendido el pasado lejano al qulcanzaban los conocimientos históricos de los egipcios.» L

mismo nos confirman aquellos que mejor conocían al maestro, su

discípulos, uno de los cuales, el filósofo Crantor que le sucedió ea Academia, escribió un comentario sobre el Timeo en el qusegura la autenticidad histórica del relato.

Podemos, pues, otorgar entero crédito a los documentos de Antigüedad, aunque no se hayan visto todavía confirmados por la

xcavaciones. No se ha encontrado el palacio de Ulises, pero elno implica que Homero haya inventado que se encontraba etaca. La arqueología moderna, después del descubrimiento d

Troya por Schlieman y de Creta por Evans, ha confirmado quonviene seguir estrictamente las indicaciones de los autore

ntiguos que, dicho sea de paso, poseían un sentido muy agudo d



a realidad geográfica. Y las precisiones geográficas que nos dPlatón son de una exactitud tal, que excluye todo intento de situal relato en otra parte, como otros han pretendido. Veamoomeramente lo que nos dice:

«El rey Atlas, que había dado su nombre al océano y a la isAtlántida, reinaba sobre una parte del país y su hermano gemellamado Gadiros en la lengua del país, reinaba sobre la paroriental de la isla, cerca de las Columnas de Hércules y frente a egión de Gadir. Los viajeros de aquel tiempo podían alcanza

desde esta isla las otras islas y, partiendo de ellas, pasar ontinente que está al otro lado del mar y que merec

verdaderamente este nombre. Por la parte de acá, o sea del ladnterior del estrecho de que hablamos, no había al parecer más quun puerto con un boquete estrecho. Al otro lado, o sea al exterioe extiende el verdadero mar. Las tierras que lo rodean son, en

entido exacto del término, un continente. En esta isla Atlántida, loeyes habían instaurado unos reinos inmensos y maravilloso

Dominaron toda la isla y otras muchas islas y partes del continentY poseyeron, además, por la parte de acá, la Libia (o sea Áfrichasta Egipto) y Europa hasta la Tirrenia (sur de Italia). Más tard

a Atlántida fue devastada por espantosos terremotos nundaciones y, finalmente, en el transcurso de una sola jornada de una noche terribles, la isla Atlántida se hundió bajo las aguas desapareció.»141

ERITEO. HUNDIMIENTOS Y SUMERSIONES



DESTRUCCIÓN DE TROYA - FUNDACIÓN DE CARTAGO

Eriteo, proclamado rey de Iberia a la muerte de Palatuo, era, parecer, pariente cercano de éste. Nacido en Gadir, se ignora ra éste su verdadero nombre ya que Eriteo es un calificativplicable a todos los habitantes de la isla Eritia. «Ignoramosscribe el cronista— si el territorio de Cádiz formaba ya una isla equel tiempo o si era aún tierra firme unida al continente, como ea época de Oros, el Hércules Libio.»142 Y, efectivamentenumerosos autores143 nos señalan la existencia de una isla dmismo nombre —alejada de Cádiz lo bastante para no seonfundida con la Eritia gadírica— frente a los ribazos atlántico

del sur de Iberia y del norte de África, que constituía uno de loúltimos pedazos de la Poseidonis Atlántica, antes del hundimientdel istmo que unía Libia y Europa y de la consiguiente apertura d

strecho.«La configuración de la tierra en general y de numerosos paíse

n particular, difiere mucho de la descripción que de ella nodieron los geógrafos antiguos, y del mismo modo difería en tiempde aquéllos, de lo que había sido según otros documentos má

ntiguos. Plinio nos explica a este propósito que los que deseaonocer la configuración de las tierras y de los mares, debeonsultar las obras de sus contemporáneos y no las de lontiguos.»

«Es fácil comprobar —continúa Ocampo— que las costa

fricanas desde Gibraltar hasta Damiata, difieren mucho de lo qu



ran antiguamente. Lo mismo acontece en España, las Indias, laslas Británicas y el canal del mar del Norte, porque las aguas hanvadido las tierras sumergiéndolas en algunas partes y se haetirado de otras donde nuevas tierras han emergido.»

Pomponio Mela, el excelente cosmógrafo hispano-romano, nodice que, en su tiempo, se encontraban en pleno desierto, muejos de la costa, vestigios de antiguos navíos, áncoras, fósiles dmariscos, calizas que contenían numerosas conchas y otronnumerables indicios inequívocos de que esas arenas desértica

habían sido, en tiempos remotos, fondos marinos

144

. Aristótelenseñaba que llegaría un tiempo en que nuestros ríos se agotaríanque otros nacerían en otras partes; que la tierra que sustentaba eu tiempo la civilización, sería un día sumergida y que nuevierras y nuevas civilizaciones emergerían de los océanos; que els debido a las leyes ocultas de la Naturaleza y de nada sirve

negarlas ya que nadie puede impedir su cumplimiento145.Fastidioso sería enumerar exhaustivamente las islas qu

primitivamente, eran tierra firme del continente, así como laiudades y los territorios de nuestro viejo continent

desaparecidos en tiempos relativamente recientes. Vengan a guis

de ejemplos, la ya mentada Eritia gadírica, Sicilia, NegropontChipre, Rodas, Inglaterra e Irlanda, y otras dos islas aún, no lejode Cádiz, que comprendían una importante ciudad rodeada dbellos jardines y de fértiles vegas, sin olvidar aquellas que sncontraban en la embocadura del estrecho y que los antiguo

onocían por el nombre de Afrodisias, significando lo mismo qu



Hespérides. Lo mismo cabe decir de la isla que se había formadn el delta del Guadalquivir entre dos de los antiguos brazos de s

desembocadura, y que contenía suntuosos edificios.En cuanto a las ciudades sumergidas de Europa, señalemos

vuela pluma las de Pirra y Antisa, anegadas bajo las aguas del mde Letana, las ciudades griegas de Elice y de Burra a la entrada dMorea, y cerca de Corinto se puede aún distinguir bajo las aguaos vestigios de antiguas construcciones. No hay que extrañarspues —comentaba el cronista—, si en nuestros días la isla dCádiz no corresponde a las descripciones de los historiadoresgeógrafos antiguos. Ello debe atribuirse a los cambios sufridos poas tierras que hemos evocado con motivo del rey Eritio natural dsta región. Fue, al parecer, a fines de su reinado, cuando sonsumó la destrucción de Troya.

A consecuencia de este acontecimiento, estimado fabulos

durante siglos, y que ahora, gracias a Schlieman, es ya históricnumerosos fueron los héroes y los personajes famosos que, dispersarse, emigraron al Lejano Occidente, a Hesperia, abulosa patria de los dioses y de los héroes, sus antepasados...

En aquellos tiempos se sitúa también la fundación por los tirio

Zaro y Charquedón, a tres leguas de la actual Túnez, de una aldeque, andando el tiempo, había de convertirse en capital de upoderoso imperio. Los griegos la apellidaron KarquedoΚαρκοέδων) y los romanos Cartago. Ya tendremos ocasión d

volver sobre ello más adelante puesto que, andando el tiempo, lo

artagineses, que extendieron su influencia sobre todo



Mediterráneo, se establecieron en varios puntos de la penínsubérica donde tuvieron frecuentes disputas con los romanos.

DIÓMEDES, ASTUR, ULISES

Después de la destrucción de Troya, arribó a las costas ibérical héroe griego Diómedes, hijo de Tideo y señor de Etolia. A

parecer, lo que le decidió a emprender ese viaje fue el hecho domprobar, a su regreso de la guerra troyana, la mala conducta du mujer, prefiriendo abandonarla con sus tierras antes qu

eanudar con ella una existencia precaria. Púsose, pues, en marchn compañía de su séquito, rumbo al Lejano Occiden

deteniéndose en Italia para fundar la ciudad de Argiripa, cerca dPulla. Esto cumplido, continuó navegando hacia la penínsubérica, franqueó el estrecho, remontó las costas occidentales

desembarcó, al fin, entre los ríos Miño y Limia para construir uniudad a la que dio el nombre de Tide en recuerdo de su padre. Ea actual villa de Tuy, una de las más antiguas ciudades de Españún subsistentes. Sus fundadores y sus descendientes eralamados grayas o gravias por los nativos y se extendieron hasta laorillas del Duero, mezclándose sin mayores problemas con lapoblaciones autóctonas.

Sobre la misma época, llegaron a Iberia el héroe troyano Astuque se estableció con sus huestes en los territorios norteñoituados entre los montes cantábricos y el mar, y Ulises, ntrépido navegante que en sus viajes por todos los mares, n

podía omitir la obligada peregrinación a esta tierra santa d



Occidente, asiento de los Campos Elíseos y cuna de los dioseomo nos dice Homero146. Estrabón, siguiendo las huellas d

Asclepíades y de Artemidoro, encuentra rastros del viaje de Ulisey de la guerra troyana en la ciudad de Ulisea, en el templo d

Minerva y en otras innumerables partes, donde se conservabaún espolones de navíos, escudos y otras reliquias qutestiguaban el paso de aquellos héroes que sobrevivieron a

guerra de Troya147.

ERUPCIONES VOLCÁNICAS. SEQUÍA, DESOLACIÓNY DESPOBLAMIENTO. MELESÍGENES U «HOMERO»

Los cronistas españoles concuerdan para señalarnos una épocatastrófica caracterizada, principalmente, por una terrible sequí

que duró más de un cuarto de siglo, quemando las tierras, la

plantas y los seres vivientes. Se secaron los ríos y los manantialea tierra se abría por doquier, sepultando ciudades y castillos cous pobladores, que eran en general, los más ricos y poderoso

que contaban con abundantes provisiones y servidumbre y habíapermanecido en sus heredades cuando aún era tiempo de huir. Y

fectivamente, las tremendas erupciones volcánicas, los incesantemblores de tierra y las convulsiones meteorológicaubsiguientes, hicieron imposibles los viajes, condenando a loeres vivientes a morir de hambre, sed o de enfermedadenfecciosas, en el caso de haber evitado perecer abrasados

ngullidos por las tierras en movimiento.



Entre las poblaciones que emigraron desde los comienzos dataclismo, hay que contar los habitantes de las regiones máercanas a las Galias, que franquearon los Pirineos y esperaroras los montes, la llegada de tiempos mejores. Los habitantes d

as costas que pudieron embarcar, llenaron los navíos y se hicierola mar, diseminándose por Italia, Grecia, Asia y las islamediterráneas.

Las regiones septentrionales de la península ibérica que hoorman el País Vasco, Asturias y Galicia, o sea, los territorio

bañados por el mar Cantábrico y que se extienden hasta ordillera del mismo nombre, pudieron conservar, gracias a slima más húmedo, un núcleo relativamente importante de s

primitiva población. En cambio, las tierras que hoy formaAndalucía, Portugal, Cataluña, Levante y Aragón, que en aquelloiempos agrupaban la mayor parte de las poblaciones ibérica

quedaron prácticamente desérticas e inhóspitas.Los cronistas españoles que sobre la fe de antiguas escritura

nos informan sobre esa época aciaga, no dudan en sugerir sprobable identificación con las diez plagas de Egipto, aunquvitan, y lo comprendemos, precisar el tiempo en que aquel

conteció. Veamos si no, cómo el historiador Ocampo resuelve problema: «Las crónicas —escribe— no nos indican cuándo esspantosa sequía asoló nuestro país, y omisiones idénticas enuevan para la mayor parte de los acontecimientos muy remoto

Ello representa para mí un considerable trabajo de investigación

de cotejo para situar en el tiempo los hechos verdaderos que no



elatan. Y así resulta, "según mis conjeturas", que el períodatastrófico que acabamos de reseñar, dio comienzo sobre el añ030 antes del nacimiento de nuestro Redentor Jesucristo.» Yfectivamente, Mariana y Ocampo, entre otros historiadore

menos notorios, se emplearon en colmar deficiencias a base dotejos conjeturales, cuidando de hacer cuadrar los relatoonforme a las dataciones, asimismo inseguras, de las narracione

bíblicas. Pero, ¿no convendría, también, preguntamos, prolongar paralelismo que establecen estos cataclismos ibéricos, con loncendios e inundaciones que asolaron las tierras de Tesalia y qurruinaron gran parte de Italia, de Etiopía y de Egipto?

Un cuarto de siglo largo transcurrió, al parecer, sin mejorensible en las condiciones meteorológicas y climatológicauando, al fin, unos vientos huracanados comenzaron raíz loscasos árboles requemados, arrastrándolos ruidosamente

evantando nubes de polvo que se arremolinaban y confundían coas volutas humeantes que emergían de las tierras quemadas. Uño duraron esos furiosos vendavales y, al fin, llegaron las lluviabundantes; la tierra se refrescó y, poco a poco, renació l

vegetación.

Las poblaciones ibéricas que, tras huir de los desastreonsiguieron sobrevivir, diseminadas por el mundo, comenzaron egresar a sus tierras ancestrales, con los cónyuges conocidos eierras extrañas y con los hijos y los nietos habidos de aquellauniones.

Todos los pueblos reanudaron sus visitas, intercambios



omercio con las poblaciones ibéricas, figurando los griegos eprimera línea, por la frecuencia de sus navegaciones y la calidad dus viajeros. Y, a este propósito, conviene citar un pasaje de larónicas, refiriendo la llegada del navegante Mentes (quizás u

ntepasado de los Méndez judeoibéricos), que traía a bordo a ulustre poeta, «el más grande que haya jamás existido», llamadMelesígenes y conocido más tarde por «Homero». Aunque graveutores discrepen en señalar las fechas en que este genio vivió,unque otros nieguen incluso su existencia, el hecho es que, en sustrofas, el excelso poeta canta las glorias de las tierras d

Hesperia, asiento de los Campos Elíseos, donde los dioses reuníaas almas de los bienaventurados.

CELTAS Y CELTÍBEROS

La era de sequía que siguió, o que se superpuso, a loataclismos geológicos que hemos descrito, determinó, con huida masiva o el exterminio de las poblaciones, el fin de lantiguas dinastías reales de los iberos.Las primeras poblaciones que después de aquella época aciag

penetraron en la península ibérica, fueron los celtas moradores das comarcas en que hoy florecen las villas de NarbonMontpellier y Marsella, y es lógico pensar, dice la crónica, quntre los primeros se encontraban aquellos que eran oriundos das regiones pirenaicas y les bastaba atravesar los montes paregresar a sus antiguas tierras. «Hay que tener presente —escrib

l reverendo Ocampo—, que nuestros emigrados se habían unid



n matrimonio con los naturales del país que ahora llamamoranceses, y que en aquellos tiempos decíanse galos-celtas y, poobrenombre, bracatos, en razón de las amplias bragas con las qu

ocultaban sus vergüenzas.»

La fusión de los galos-celtas y de los iberos, siendo ya un hechonsumado y voluntariamente aceptado por ambas partes, desda época del éxodo ibérico a las Galias célticas, determinó que, a hora de regresar al solar ancestral, fueran llamados celtíberos. Éss por lo menos el nombre por el que fueron conocidas muchas dus tribus al establecerse en tierras ibéricas, con los bienesnseres que las familias habían sido capaces de transportar. Sobrstos acontecimientos, las crónicas se ven ampliamenonfirmadas por las historias griegas y latinas que nos refieren la

querellas y enfrentamientos entre familias, a propósito de demarcación de los límites territoriales de las tribus o de la

amilias, y que se solucionaban, generalmente, a base de nuevomatrimonios. No creo que haya que poner en duda el origentedicho de la denominación celtibérica, admitida por lontiguos, y creo que Schulten se equivoca cuando afirma que loeltíberos eran puros iberos en territorio céltico; prefiero retener

estimonio del poeta latino Marcial, un celtíbero, cuando asegurabque su lengua vernácula era una mezcla de ibero y de celta.Establecidos en un principio sobre los territorios que s

xtienden desde las vertientes orientales de los montes Idúbedahasta las orillas del Ebro, llamado antiguamente Ibero, franquearo

más tarde la frontera de los Idúbedas, demasiado estrecha pa



ontener su expansión constante, y se desparramaron tras lomontes por las partes de Occidente, donde fundaron la ciudad dSegóbriga, hoy Segorbe. Y así, año tras año, a medida que lpoblación aumentaba, los celtíberos y los galos-celtas, que amba

denominaciones se les daba debido a su avanzada fusióocupaban nuevos territorios por el Noroeste y por el Mediodía.Entre las tribus que dirigían estos movimientos, se destacaba

de los arévacos, que era una de las más poderosas, y loerritorios ocupados bajo su égida formaron la región conocida dos antiguos por Celtiberia. Extendíase desde el monte KaunMoncayo) hasta las orillas del Duero, donde fundaron ciudadesugares como Agreda y Monteagudo. Muy allegados a lorévacos figuraban la tribu celtibérica de los berones, mu

numerosa, y los clanes nobles de los dúracos o uracos y de lopelendones, que ocupaban las partes septentrionales de

Celtiberia, al lado de los arévacos.La región impropiamente llamada en nuestros días Rioja, en ve

de Rioca, por ser el antiguo río Oca, tras los montes de Oca, qua baña por el Norte y que hoy llamamos río Oja. Esta fértil regióque se extiende desde las cumbres de los Idúbedas hasta la

iberas del río Ibero (Ebro), comprende numerosas ciudades dundación celtibérica, entre las que citaremos las actualmendenominadas: Santo Domingo de la Calzada, Haro, Nájera, TricioNavarrete, Logroño, Varea, Torrecilla de los Cameros, AnguianoPriadillo, Balbaneda, Villoslada, Briena y Briones, estas do

últimas descendiendo directamente de los antiguos berones. Segú



as crónicas que seguimos, las tribus celtibéricas de los cáparosde los lacoos, franquearon los montes Idúbedas en el año 123después de Tubal, o sea el año 930 a. de J.C. según los cómputousuales.

EL INCENDIO DE LOS PIRINEOS

Ya hemos evocado en la primera parte de esta obra el recuerdde este legendario incendio y no vamos a insistir sobre ello, salvpara señalar que, aunque las crónicas suelen situarlo alrededor d

os años 920 a. de J.C., o sea, después de la llegada de los galoeltas, nos parece más razonable incluirlo dentro de la era dequía y de gran actividad volcánica que hemos descritelacionándolo con las catástrofes paralelas narradas por loscritores de la Antigüedad.

LAS FLOTAS DE BODAS Y DE FRIGIA. FUNDACIÓNDE ROSAS Y DE RODEZ

Mientras celtíberos y galos-celtas explotaban sus tierras y suganados, mejoraban sus viviendas, fortificaban sus ciudades

nsanchaban progresivamente sus dominios, la poderosa flota dguerra de Rodas imponía su soberanía sobre el MediterráneDurante este período de hegemonía marítima, que duró unoveintitrés años, los navegantes de Rodas desembarcaron en variopuntos del Mediterráneo occidental, donde establecieron sólida

bases. La primera de ellas fue un castillo fortaleza construido co



vistas al mar. El monasterio de San Pedro de Roda fue edificadobre los vestigios de la primitiva fortaleza, construida por lo

griegos de Rodas para protegerse contra eventuales ataques de lo«feroces iberos». Pronto, sin embargo, fraternizaron

omprendieron que aquellos campesinos y pescadores indígenaunque huraños y bravios, eran nobles y leales, hábiles y muficaces cuando se les trataba con las debidas consideracione

Unieron, pues, sus esfuerzos y juntos construyeron un puerto y uniudad al amparo del castillo, y en ella se cobijaron indistintamen

griegos e iberos. Le dieron el nombre de Roda en recuerdo de sla de Rodas, y, actualmente, se llama Rosas, que es la traducciódel griego Ρώσας y de Ρόδας. Tres leguas más al Sur, sncontraba la ciudad ibérica de Indice, junto a la cual los focense

habían de construir más tarde la famosa Emporion, cuyas ruinadmirables han sido halladas tras meritorias excavaciones.

Gracias a la agricultura, a la ganadería y a la pesca, así como rtesanado y a un comercio activo, floreció en aquellas comarca

una era de prosperidad y de pacífica convivencia, que apartó quellos antiguos «corsarios» de sus arriesgadas expedicione

marítimas. Poseían, casi todos, hermosas y confortables vivienda

vivían en perfecta armonía con los iberos, con quienentercambiaban conocimientos y métodos de fabricación. Con grahabilidad, además, sabían los griegos atraer a los nativos a laeremonias religiosas y al culto de los ídolos. Según las crónicaas ceremonias eran múltiples y nunca vistas por aquellos sencillo

ampesinos. Muy devotos de Diana, los griegos habían levantad



un templo en su honor, al amparo de las fortificaciones del castilloPor espacio de largos siglos, dicho templo «verenablemagníficamente decorado», fue escenario de la devoción de lmuchedumbres que a él acudían con recogimiento y fe. A tal punt

que no hubo otro tan famoso en Occidente, exceptuando el dDenia, construido por los griegos de Zacinto, doscientos añontes de la destrucción de Troya, o sea, cerca de seis siglos anteteniéndonos a las dataciones generalmente admitidas.

No lejos de este templo, y al amparo también de laortificaciones, existía un oratorio consagrado a Heracles, divinida

la que rendían un culto apasionado y singular. Difería de lodemás porque, en vez de invocar al dios para implorar slemencia mediante oraciones, halagos y canciones, le injuriabane mofaban de él, no porque dudasen de su divinidad sino poreer que este modo de tratarlo era el que más le complací

olmándole de delicias, y le predisponía a acoger favorablemenus súplicas y a otorgarles su protección. En realidad —comen

Ocampo—, ¡trataban a ese demonio como se merecía! De estaostumbres y ritos hacen detallada mención Julián Diácono y Jua

Gil de Zamora148. Estos hechos acontecían sobre los años 910

de J.C., época en que tocaba a su fin el reinado de Josafat sobl pueblo de Israel.

Los rodios fueron, al parecer, los primeros en introducir lamonedas de metal en tierras ibéricas. Al principio, los campesinoy los pescadores se burlaban de los mercaderes griegos qu

pretendían se les diera cosas útiles y valiosas, como eran la



mercancías de todas clases o mano de obra calificada, contra unpiezas de metal aparentemente sin valor. Algunos años les costhacerse a esta idea, pero, finalmente, viendo que los griegoutilizaban el nuevo sistema entre sí para sus transaccione

omprendieron sus ventajas y decidieron adoptarlo.En aquellos tiempos, los marinos frigios comenzaban a suplantlos rodios en las aguas mediterráneas. Éstos, sólida

onfortablemente instalados en Occidente, gozaban de unxistencia opulenta y feliz, y no intentaron oponer resistencia algunla nueva talasocracia frigia. Al contrario, habían progresad

ierras adentro, fundado en diversos puntos ciudades que hoorman parte de Francia o de España, de acuerdo con lo

naturales. Entre las primeras, figura la ciudad de Rodez, capital quue de los pueblos llamados rute- nos, muchos de cuyoomponentes siguieron avanzando hasta las riberas del río qu

lamaron Ródanos, donde consumaron su fusión con loutóctonos iberoligures. Algunos continuaron efectuand

navegaciones de cabotaje con sus navios mercantes denominadourcas, desprovistos de armamento, puesto que no intentabanavegaciones piratas, ni pensaban disputar la supremacía marítim

la potencia naval que los había suplantado. A partir de entoncea talasocracia frigia impuso su soberanía sobre el Mediterránehasta el día, no bien determinado, en que serían remplazados poos fenicios de Gadir.

No me parece inútil recordar aquí el primitivo origen occidenta

bérico, de los frigios, descendientes de los brigos, llamado



ucesivamente frigos y, para nosotros, frigios (φρυγιός).

EXPEDICIÓN DE LOS FENICIOS A IBERIA

Las riquezas que se llevaron en oro, plata y piedras preciosas

Los habitantes de las montañas ibéricas y los campesinos egeneral, labradores o ganaderos, que vivían en sus estribaciones n los valles contiguos, no concedían importancia al abundan

mineral que había emergido de las entrañas de la tierra en ocasió

del legendario incendio, y que yacía mezclado a los pedruscos yas tierras, sobre los campos de cultivo o las laderas de lamontañas.

En cambio, los galos-celtas y los celtíberos, que gustabangalanarse con ropajes guarnecidos de oro, plata y pedrería

gnoraban, al parecer, la inmensa riqueza mineral contenida en lomontes de Iberia.En aquel tiempo, los navegantes fenicios comenzaban a impon

u soberanía en aguas del Mediterráneo, a costa de los marinos dRodas y de Frigia. Ocampo sitúa estos acontecimientos en 822 de J.C., fecha excesivamente tardía a nuestro parecer, puesto quas más antiguas crónicas los sitúan en tiempos de Filístenes y dey Romo, o sea en 1339 antes de J.C., según dichas fuentes,

que la mayor parte de los historiadores admiten el establecimiende los fenicios en Cádiz alrededor de 1100 antes de nuestra Era.

Las velas multicolores de las flotas fenicias aparecieron en lo

horizontes de la península, y sus navios, bien protegidos por s



scuadra de guerra, aportaron en diversos puntos de la costa, bieprovistos de mercancías que trocaban contra los productobéricos. Oriundos de Tiro y de Sidón, y mandados por SiqueAcema, los fenicios mostraban, en sus transacciones, un marcad

nterés por los metales preciosos y las piedras finas, que pretendíaobtener de las gentes sencillas, a cambio —decían— dmercaderías útiles. Poco a poco, consiguieron captarse onfianza de las poblaciones campesinas, regalando a los jefeocales joyas de gran valor, «dotadas de ciertos podereorprendentes y nunca vistos, que les podrían proporcioningulares ventajas y reposo». Así cautivados y agradecidos, lo

nativos enseñaron a los fenicios el camino de las minas y lepermitieron extraer de ellas cuanto mineral desearan. Sorprendidopor tanta generosidad y por tan inesperada riqueza, los fenicios presuraron a cargar sus navíos con la preciada mercancía y

hacerse a la mar antes de que los naturales cambiasen de opiniónAsí, de la noche a la mañana, los marinos fenicios se vieronriquecidos, aunque la mayor parte del botín recayó en manos d

Siqueo Acerna y de su estado mayor. Ellos habían organizado dirigido esta expedición a tierras de Iberia, singularmen

mportante, puesto que de ella se derivó el poderío de Tiro y dSidón, y su encumbramiento a capitales de uno de los Estados mápoderosos de Oriente. Sus negociantes fueron reconocidos comos más hábiles de la Antigüedad. Conviene añadir que, en estprimera expedición, los fenicios habían evitado desembarcar en la

grandes ciudades del litoral, más ricas e ilustradas, donde ibero



y griegos vivían mezclados, sin distinción de origen, en perfecrmonía y utilizando monedas de metal para sus transaccione

Evitaron también internarse lejos de las costas, temiendo la cólede las poblaciones que no les habían permitido el acceso a lo

«pozos» o minas.Aristóteles evoca el viaje de los fenicios a Iberia y precisa quuando los marinos de Fenicia emprendieron esa expedició

desembarcaron en tierras de los iberos tartesios, cerca de Tarifdonde recogieron enormes cantidades de oro, plata y riquezas doda especie, que obtenían a cambio de aceite que era, al pareceu principal mercancía. La abundancia del tesoro así adquirido eral, que arrojaron al mar cuantos objetos o bultos ocupabaspacio o aumentaban el peso de los navíos, para llenarlos

máximo con sus recientes riquezas. Hasta las cajas, las vasijasos recipientes, las áncoras, las cadenas y las herramientas, fuero

efundidos en metal precioso, ingenioso método para apurar apacidad de los navios, liberándolos de toda carga inútil.

Esta alusión de Aristóteles a la riqueza mineral que poseían lohabitantes del sur de Iberia —escribe Ocampo— puede añadlgún peso a la antigua noción, según la cual la denominación d

Pirineos había designado antiguamente, no sólo la cordillera quepara Francia de España, sino el sistema entero de las cordillerbéricas que proceden de la primera, en particular, los Oróspedaque se extienden hasta la región de Tarifa, y los Idúbedas quueron llamados frecuentemente pirineos por los mejore

ronistas149

.



REGRESO Y ESTABLECIMIENTO DE LOS FENICIOS ENANDALUCIA

De acuerdo con los gaditanos, se apoderan del templo de

Tartessos... "un templo muy antiguo cerca de Tarifa"

Los naturales de las tierras de Fenicia, en especial los quesidían cerca de Tiro y de Sidón, no acertaban a explicarse úbita prosperidad de ambas ciudades, y la afrentosa ostentació

de riquezas y lujo de que alardeaban. Y es que, desde su regresde Iberia, los afortunados expedicionarios, temiendo que otros jemplo suyo les imitasen y se enriqueciesen a su vez, había

guardado secreto el origen de sus riquezas y de su poder. Maomo no existe secreto tan bien guardado que no acab

descubriéndose, las autoridades tirias comenzaron a preparar unnueva expedición con la idea de establecerse sólidamente eierras ibéricas, antes de que otros, conociendo su secreto, se ledelantasen.Habiendo fallecido Siqueo Acerna, jefe que fue de la preceden

xpedición, fue designado para remplazarle nada menos quPigmalión, rey de Tiro. Una de sus primeras ordenanzas fue la dmodificar el blasón de Tiro, sobre el que hizo campear el fruto dolivo, y en esta forma lo mandó esculpir sobre las proas, las popay los mástiles de sus navios. No resultó fácil la designación de lonuevos comandantes y de la tripulación en general, puesto que lo

veteranos del precedente viaje, gozaban de una vida tranquila y d



a estima general gracias a sus riquezas, y no deseabaomprometer su bienestar al azar de nuevas aventura

Descartados éstos, fue necesario operar una selección, ya que loandidatos eran numerosos y las admisiones limitadas. Eran ésto

n su mayoría, jóvenes de Tiro y de las comarcas cercanas.Los sacerdotes de los ídolos eran en realidad los verdaderopromotores de la expedición, y aseguraban que los dioses demandaban insistentemente por medio de sus oráculosevelaciones, en particular de su dios Hércules —que era su guíabogado—, quien les incitaba a establecerse en el sur de Iberi

prometiéndoles su asistencia y la manifestación de ciertos signoon los que les indicaría el lugar exacto.«Y, al parecer, esas revelaciones se produjeron verdaderament

—exclama Ocampo—, según las ilusiones creadas por lodemonios sobre las gentes de aquel siglo»150.

Tras diversos intentos de desembarco en otros tantos puntos ditoral, con respuestas negativas de los oráculos, los naveganteirios desembarcaron en Gadir, donde levantaron un altar nvocaron a sus divinidades mediante oraciones y sacrificios. Esvez las respuestas fueron favorables, y así conocieron que aqu

ra el lugar donde debían establecerse. Para celebrar contecimiento, los fenicios organizaron grandes festividades, que vieron desgraciadamente empañadas por el fallecimiento del re

Pigmalión, a consecuencia de una vieja enfermedad. Fuápidamente remplazado, pues convenía establecer, con urgenci

mistosas relaciones comerciales con los naturales, en particul



on los habitantes del Puerto de Menesteo (del actual Puerto dSanta María), que estaban perfectamente al corriente de lonegocios del mundo y pretendían estar emparentados con logriegos. Los fenicios supieron captarse pronto las simpatías d

quéllos, ofreciéndoles ricos atavíos y valiosas joyas, para sellar smistad, decían, añadiendo que eran parientes suyos, lo mismo quos eritreos que habían venido antaño con el ejército de HérculeY en honor a ese parentesco, se comprometían a que los nativobeneficiasen y gozasen con ellos de las riquezas que, con sonocida habilidad, sabrían multiplicar.El nombre de Gadir, según la crónica, viene de esta época, y e

debido a los cercados —dicho sea con reservas— donde loenicios encerraron la ciudad, con intención de proteger suiquezas. Hasta entonces su nombre había sido Eritia.

Así fue como los fenicios de Tiro se establecieron sobre la is

gadírica, pero su avidez era tanta, que, no satisfechos con lonseguido, alimentaban en sus pechos la secreta intención daltar a la primera ocasión sobre los territorios peninsulares. Paonseguirlo, la cooperación de los habitantes del Puerto d

Menesteo les era indispensable, motivo por el cual cultivaron s

mistad con esmero. Bajo su guía, los fenicios efectuabarecuentes viajes a las ciudades de la costa y del interior, quprovechaban para captarse la confianza de los notable

ofreciéndoles suntuosos regalos. Por otra parte, mostraban ungran devoción al Hércules Libio, y vivos deseos de ir e

peregrinación a «un templo muy antiguo, situado cerca de Tarifa



Tarteso (nombre dado por los griegos a esta ciudad) a orillas dmar, donde se veneraba dicha divinidad, puesto que, según radición, las reliquias del dios habían sido inhumadas en aquugar».

Los fenicios cuidaron de no contrariar aquellas devocionesimulaban una gran piedad, con la idea de inspirar confianza a loltos personajes de quienes dependía el templo; cosa quonsiguieron plenamente. Máxime cuando los viejos gaditanoejos de desconfiar, mostrábanse orgullosos de su lejanparentesco con los brillantes viajeros de Tiro y de Sidón, y dabagracias a los dioses por haberlos reunido.

EL TEMPLO DE HÉRCULES EN CADIZ

El antiguo templo de Tartesso, se encontraba ya, desde hac

argos años, en poder de los fenicios y, dado que éstos eranegociantes inveterados, habían convertido el viejo templo en unverdadera Bolsa de contratación y de comercio a escala mundialn base estratégica para el lanzamiento de sus ambiciosampresas. Temiendo que la profanación de estos lugare

venerables ofendiese el sentimiento religioso de los nativos y lrease dificultades, los fenicios ofrecieron construir un nuevemplo, éste en la isla de Gadir, más suntuoso que el primerodedicado a ambos Hércules, el egipcio y el griego, y transferir a odas las reliquias y devociones tradicionales del antiguo templo dTartesso.

Según la cronología de Ocampo, las obras del templo de Cád



omenzaron en 815 a. de J.C., fecha al parecer harto tardía enemos en cuenta el general consenso al establecimiento en Cádde los fenicios sobre el año 1100 a. de J.C. Sea como fuere, «epocos años los trabajos estaban tan adelantados, que lo

acerdotes y los sacrificadores del templo pudieron iniciar leremonias del culto y engañar a los hombres inocentes que demonio atraía con sus prestigios». Poco después, o sea en cuanl estado de las obras lo permitió, tuvieron lugar excepcionaleeremonias «con motivo de la solemne traslación de los resto

mortales del Hércules egipcio y de su antiguo monument

unerario, flanqueado de dos columnas cuadradas, de oro

lata fundidos en un solo color con sus capiteles, sobre las qu

iguraban antiguas inscripciones en primitivos caractere

béricos».Por espacio de largos siglos, las muchedumbres —reyes, alto

personajes o gentes sencillas— frecuentaron el templo de Gadiro enriquecieron con sus donaciones o sus limosnas. El antiguemplo de Tartesso cayó pronto en el olvido, merced a la actividade los mercaderes fenicios, y se parecía más a una Bolsa domercio que a un lugar de recogimiento y devoción.

El nuevo templo había sido construido sobre la orilla oriental da isla Eritia, lugar donde, según la tradición, Hércules habevantado dos grandes piedras a la manera de hitos (de ahí derivl nombre de Piedrahita, denominación popular de los menhireuando vino a las partes de Iberia para castigar a los gerione

Dado que los griegos atribuían estas piedras al Hércules grieg



us poetas dieron a este lugar el nombre de cabo Heracleo.Existían, en el recinto del templo, dos pozos que presentaba

nsólitas particularidades: rodeado por una escalinata el primerus aguas subían con la bajamar y se agotaban cuando la mare

ubía, y su agua, al parecer salobre, era desagradable al paladaEn cambio, el segundo pozo, daba un agua excelente, agradableigera, pero sólo emergía con las altas mareas y se agotaba en bajamar.

Hallábase también en aquel lugar un árbol fabuloso, «cuyorteza, color y madera, se parecían a los de los pinos, pero nus hojas que eran largas de más de un codo y anchas como duatro dedos; las ramas formaban arcos como las de las palmera

y bajaban hasta rozar la tierra. Si se le quebraba una rama, salía dlla un líquido blanco como la leche, y si se hendía una raíz, íquido que de ella manaba se parecía a la sangre. De sus raíce

brotó un retoño que resultó en todo exacto al primero. Estorboles no se volvieron a reproducir, habiendo sido, al parece

únicos en el mundo»151.En el interior del templo había dos altares consagrados a ambo

Hércules; en el primero se celebraban los cultos según el ritual d

Egipto y de Fenicia y, en el otro, según el ceremonial griego, y erutilizado en particular por los habitantes del Puerto de Menesteode su región. Entre las riquezas que atesoraba el templo había lamada «oliva de Pigmalión», en memoria del antiguo almiranteey de Tiro, que había mandado esculpir sendas olivas sobre su

blasones y enarbolarlas en lo alto de los mástiles y sobre las proa



y las popas de sus navios. La «oliva de Pigmalión» era de orinamente labrado, de grandes dimensiones y estaba repleta, en snterior, de gruesas esmeraldas ibéricas talladas en forma dceitunas. Durante largos siglos, «la oliva de Pigmalión» fue obje

de veneración por parte de los fieles visitantes del templo.Otra cosa digna de admiración eran las cuatro columnas dobre fundido que había en el templo, sobre las cuales figuraba

unas inscripciones que especificaban los gastos ocasionados por onstrucción, así como el tiempo invertido en las obras. Convien

no confundir estas columnas con las que flanqueaban monumento funerario de Hércules Libio, fundidas en plata y oro un solo color, que procedían del antiguo templo de Tartesso, y as que nos hemos referido ya.

Al pie de las «columnas de Hércules» acudían los navegantes dodos los confines de la Tierra. A esos peregrinos los sacerdote

enicios declaraban que aquel lugar era el límite de las tierras y dOcéano, y que no era lícito aventurarse más allá, so pena de irrit

los dioses... ¿No había ahí una astucia para reservarse «exclusiva» de las navegaciones atlánticas?

Una vez terminada la edificación del templo de Gadir, lo

enicios construyeron, para su uso particular, un castillo fortalezn previsión de que sus relaciones con los naturales sdeteriorasen. Por otra parte, derribaron —de acuerdo con lontiguos gaditanos— las cercas que habían levantado alrededor dus establecimientos, por considerarlas innecesarias, «en vistas d

as buenas relaciones que habían creado con los primeros». Fue



poca de las grandes construcciones fenicias, porquimultáneamente, empezaron las obras de las magníficas muralla

de Cádiz, en piedra tallada, tan hermosas, dicen las crónicas, quueron muy imitadas. Por la parte occidental de la isla, frente

abo Cronio de la costa peninsular, levantaron una torre muy altdedicada a Cronos, que es Saturno, y que había de servirles dobservatorio, de fortaleza y de faro. Su emplazamiento eercano al de la actual ciudad de Rota (nombre derivado dbero-vasco Errota), entre El Puerto de Menesteo (de SanMaría) y la desembocadura del Guadalquivir. Teniendo en cuentque, en aquella época, la distancia entre ambas orillas era menoas incursiones furtivas de los fenicios, resultaban fáciles e impune

LOS CELTÍBEROS OCUPAN NUEVOS TERRITORIOS

Mientras los fenicios de Tiro y de Sidón consolidaban sustablecimientos de la Turdetania, los celtíberos, hijos de los galoeltas, se ponían nuevamente en marcha en busca de nuevas tierra

para ampliar sus cultivos e incrementar sus rebaños. Sus antiguoerritorios, aunque excelentemente organizados y administradoesultaban insuficientes debido a su fecunda demografía.Franquearon los montes Idúbedas y caminaron hacia Occidenttravés de una comarca montañosa, cubierta de espesos bosque

y contando algunas raras poblaciones, cuyos rústicos habitantehablaban un lenguaje duro152. En esas comarcas la agricultura epobre aunque abundaba el ganado. De trecho en trecho, hablgunas casas de labranza y cabañas donde vivían los naturales co



us familias avanzaban a través de aquellos territorios, soposición de los autóctonos, y eligiendo, de acuerdo con ellos, lougares más favorables para construir sus poblaciones e instalar suhaciendas. Segóbriga, actualmente Segovia, data de esa migració

sí llamada en recuerdo de la antigua Segóbriga de Celtiberia, qus la actual Segorbe.El grueso de la migración prosiguió avanzando por etapas, has

a antigua Lusitania, aunque, de vez en cuando, algunos grupos separaban para establecerse en determinados puntos del camin

Los más, ocuparon las comarcas situadas entre el Duero y Guadiana, y desde el océano Atlántico hasta más allá del ríPisuerga. A ellos se debe la fundación de las ciudades dSalamanca, Ledesma, Fermosel, Béjar, Ciudad Rodrigodificadas sobre los territorios de los celtíberos de Lusitania. Lstirpe de los berones, descendía de una de sus tribus más ilustre

onocidos también como vetones. Ptolomeo los llamaba vergonesConviene añadir que los celtíberos reconstruyeron y repoblaro

numerosas ciudades de tiempos muy remotos, entre las cualepodemos citar: Segeda, en las cercanías nordeste de CácereVoltaco, Vertobriga y Turobriga, a orillas del Tago, actualmente

Tajo; además de Seria, Teresa y Calesa, cuyo emplazamiento sdesconoce. Anotemos que los habitantes de las regiones limítrofedesignaron a sus nuevos vecinos como galos o galos-celtas y nomo celtíberos.

Los hechos relatados acontecieron, según las crónicas qu

eguimos, sobre los años 769 a. de J.C., en la misma époc



proximadamente, en que, ajustando los tiempos de TrogPompeyo al calendario católico romano, Rómulo y Remundaban Roma, sobre los cimientos de los antiguos iberos. Y qu

Acaz reinaba sobre los judíos.

LOS FENICIOS DE GADIR PASAN AL CONTINENTE

Construcción de un nuevo templo y de una suntuosa ciudad eas Inmediaciones de la actual Medina Sidonia. — La casta de lougures turdetanos. — El tráfico de esclavos por los fenicios

Los habitantes de Gadir habían adoptado con entusiasmo lamodas de los fenicios, asimilando, además, sus usos y costumbrey resultaba inútil intentar distinguirlos, puesto que formaban un todunificado.

Obsesionados por la posesión de las costas continentales de Turdetania, tan cercanas, que constituían una tentación constantpara su insaciable codicia, comenzaron intentando persuadir a lohabitantes de la otra orilla, que los sacerdotes de Gadir sabía«por revelación de Hércules y de otros demonios», que esdivinidad mandaba se divulgase su culto entre los habitantes dontinente como lo había sido entre los gaditanos.En aquel tiempo, existía, en Turdetania, una casta de augures qu

pronosticaban el porvenir, durmiéndose y descifrando las visioney signos que habían percibido en sueños. «Eran claros, precisoin ambigüedad, y raramente se equivocaban en sus pronósticos

El respeto de que eran objeto por parte de las poblaciones, rayab



n la veneración. A ellos se dirigieron, en particular, los feniciogaditanos, con suntuosos presentes, solicitando su apoyo en eligiosa empresa de propagación del culto de Hércules. Lougures turdetanos autorizaron el proyecto, como testimonio d

devoción y acatamiento a la Divinidad.Los fenicios, conseguido el permiso que deseaban, eligieron uerreno a conveniencia en las inmediaciones de la actual MedinSidonia y comenzaron la edificación de un soberbio templo, quos habitantes de la comarca veían crecer rápidamente. Junto dificio religioso, los arquitectos fenicios levantaban otraonstrucciones destinadas a albergar a los sacerdotes, arquitecto

y otros notables personajes. Al cabo de pocos años, unverdadera y hermosa ciudad rodeaba al nuevo y magnífico templo

Temiendo sin duda que la magnificencia de sus edificios, y svisible ostentación de lujo, pudiesen indisponer a las gent

encillas del país, los fenicios gaditanos habían edificado esonjunto urbano junto al flanco de una montaña que lo ocultaba as miradas indiscretas de la población laboriosa, pero desddonde podían observar perfectamente el estrecho y una amplona terrestre de gran interés estratégico. Por otra parte, la ciuda

ontaba con numerosos fortines, lo que no dejaba de sorprenddada la motivación religiosa de su construcción.Ello no obstante, apenas terminado el templo, los fiel

cudieron numerosos a «las supersticiosas ceremonias y a loprestigios ilusorios de aquel diablo». A tal extremo, que lo

dificios resultaron insuficientes y hubo que construir otro



presuradamente.La verdad es que los fenicios, aprovechándose de la

motivaciones religiosas o supersticiosas de las gentes, crearon equel lugar un importante centro de contratación y de tráfico, e

oda clase de mercaderías. Cabe decir que los turdetanos pagabaus transacciones con metal precioso al peso, aunque, poco poco, comenzaron a utilizar las monedas que, a cambio, ledevolvían los fenicios y, finalmente, su uso se generalizó entre ello

En cuanto a los habitantes de la Nueva Sidón —que así llamarola ciudad erigida a la sombra del templo—, ávidos de riquezas

no satisfechos con las que tan fácilmente habían conseguidorganizaban bandas armadas con las que se apoderaban de laminas de metal precioso y capturaban a jóvenes aldeanos que slevaban presos en sus navios para venderlos como esclavos eejanos países. Obraban con tal disimulo, que pasó mucho tiemp

ntes de que se descubriese su tráfico indigno. Ello puede explica poderosa muralla con que los arquitectos fenicios rodearon a nueva ciudad.

LOS CARTAGINESES

Elisa Dido, viuda de Siqueo y hermana de Pigmalión, rey dTiro, temiendo ser asesinada como lo fuera su marido, por ordedel mismo Pigmalión, consiguió burlar la vigilancia de éstehacerse a la mar, a la cabeza de una flota tiria, llevando consigo lonmensos tesoros heredados, que había podido salvar gracias a

omplicidad de fieles amigos y servidores.



Dejó correr la voz de que se dirigía hacia Iberia, no dudandque los esbirros la perseguirían para darle muerte y apoderarse dus riquezas. Una vez libre en la inmensidad del mar, la reina Dideveló que la expedición se dirigía a cierto lugar del norte d

África, a la altura de la isla de Sicilia, donde los fenicios ZaroCharquedón se habían establecido en los lejanos tiempos del reEriteo de Iberia. Junto a Elisa Dido, al mando de la escuadrstaba Barca, un alto personaje de Tiro, cuyos descendiente

habían de ilustrar la historia mediterránea durante siglos. La flodisidente de Elisa Dido seguía ostentando en sus navios el pabellóde Tiro, y como tirios tenían libre acceso en todos los puertos. EChipre hicieron su primera escala, y embarcaron cierto número dacerdotes para hacerse cargo de los servicios del culto, ademá

de un numeroso grupo de jóvenes bellezas chipriotas pardesposarlas con los componentes solteros de la expedición.

Llegaron al fin frente a las costas africanas y, a pocas millas de ctual Túnez, fondearon en aguas de la pequeña ciudad d

Charquedón. Sus habitantes, descendientes de los fenicios ZaroCharquedón, «muy mezclados de africanos, guerreros y ferocesceptaron cederles en venta determinados territorios, bie

delimitados, sobre los cuales los expedicionarios y sudescendientes podrían establecerse, mediante el pago de unmportante cantidad de oro, además de un tributo anual, a cargde la reina Dido y de sus descendientes.

Las crónicas añaden que la ciudad que Dido mandó constru

unto a la primitiva Charquedón, fue rodeada de murallas y de u



astillo y denominada Brasa o Brisa, porque en lengua fenicia, que parece a la hebrea, significaba fortaleza o castillo.

El nombre de Cartago fue dado a la ciudad nueva por la reinDido, en recuerdo de Carta, ciudad fenicia de la jurisdicción d

Tiro, de donde era oriunda Elisa y sus antepasados.La ciudad fenicia de Carta era célebre en la Antigüedad por sumanufacturas de papel de escribir, cuya invención se le atribuía.

Según la cronología de Ocampo, estos hechos acontecían unoetenta años antes de la fundación de Roma, sobre los lugare

donde antaño habitaron los primitivos iberos. Y, aproximadamentn la misma época, el rey de los judíos, Ezequiel, destruía jército de Salman asar, rey de Asiría.

TARACO, REY DE ETIOPÍA Y DE EGIPTO VENCIDOPOR EL IBERO TERÓN. BATALLA NAVAL GANADA POR

LOS GADITANOS

No hay razón para silenciar el paso de este guerrero etiópicey que fue de Etiopía y de Egipto, por tierras ibéricas al frente du ejército de negros, pues el personaje es mencionado po

Estragón, por la Biblia y por las crónicas, que le conoceespectivamente, bajo los nombre de Terco, Atraca y Atraco.

Se ignora lo que buscaba en aguas del Mediterráneo occidentano ser el aumento de sus riquezas pirateando por las costa

desde los Pirineos hasta el estrecho. Se sabe que con anterioridasu viaje a la península, había combatido a Senaquerib, rey d

Asiría, obligándole a levantar el sitio que había impuesto a



iudad de Pelusio, en Egipto, y a regresar a Asiría.Senaquerib era hijo de Salmanasar y había llevado la guerra

udea sembrando la ruina y la muerte. Habiendo sometido iudad de Jerusalén a un sitio severo, cedió el mando de las trop

itiadoras a su general Rabsaces, y partió al frente de otro ejércitn dirección de Pelusio, antiguamente llamada Heliópolisposteriormente Damiata, con intención de apoderarse de la ciudaFue al parecer allí donde Taraco salió a su encuentro y, en unuriosa batalla, destruyó a su ejército. Según Heródoto, la razón dste descalabro fueron los ratones, pero el padre Marianecuerda que, según la Escritura, el Ángel mató en una noch80.000 combatientes del ejército de Senaquerib, y conside

plausible que el cronista haya situado en Egipto esta manifestacióde la justicia divina. Fue probablemente después de esta batalluando el etíope Taraco, rey de Egipto, dirigió sus huestes hacia

península ibérica153.Llegado que hubo a la región del estrecho, la escuadra etíop

orprendida por las impresionantes mareas frecuentes en aquelona, se vio obligada a buscar refugio en las radas de la cosercana. Taraco ordenó sacrificar a los dioses antes de hacers

nuevamente a la mar. Una comisión de notables, acompañados dos sacerdotes de Hércules, se acercaron al regio navegante, padarle la bienvenida y comunicarle «un mensaje del dios». Se otorgaba licencia para ejercer acciones de piratería, a condición dtenerse a los siguientes preceptos: 1) No franquear el estrech

ntentando conocer lo que los dioses querían guardar secreto. 2



Reservar para el tesoro del templo, la décima parte del producde sus saqueos, pasados y futuros.

Con tales astucias, los fenicios de Cádiz se enriquecíaabulosamente, y así se libraron de este huésped molest

alvaguardando sus misteriosos negocios de «más allá dstrecho».Taraco, después de haber pagado «religiosamente», cab

decirlo, sus tributos a la jerarquía eclesiástica gaditana, aprestó sunavios y se hizo a la mar, continuando sus devastaciones y saqueopor las costas orientales de la península. La infantería y la escuadtíopes avanzaban en acción combinada hasta que llegaron a

desembocadura del Ebro. El aspecto «espantable de estoguerreros» —dice la crónica—, su ferocidad y los destrozos quhacían, determinó la enérgica intervención de un caudillo iberpellidado Terón, que las crónicas llaman rey de aquello

erritorios y que no es posible confundir con Gerión como se hpretendido. Al frente de sus valientes iberos, «que matabamuchos negros y perdían pocos de los suyos», detuvo el avancde los agresores etíopes, obligándoles a fortificarse para evitar udescalabro. Atribuyendo este contratiempo a la cólera divina po

u negligencia en el pago de sus tributos, Taraco envió a Gadunos navios bien provistos con destino a los sacerdotes del templEntretanto, una furiosa tempestad causó graves destrozos en

scuadra etíope que operaba cerca de la desembocadura dEbro. Los marinos ibéricos, que conocían mejor los abrigo

naturales y los puertos de la costa, consiguieron guardar sus nav



ntactas ante los elementos desencadenados. Apenas apaciguada ormenta, aprovechando el desconcierto del enemigo, Terón, coxcelente táctica, lanzó sobre éste sus efectivos en masa y niquiló. Los pocos que se salvaron huyeron despavoridos.

Tras esta victoria, y como recompensa a su heroicomportamiento, los combatientes ibéricos regresaron a suhogares. Muchos de ellos se instalaron en el poblado que lotíopes habían construido en el emplazamiento de la actu

Tarragona. Algunos historiadores piensan que el nombre de estapital tuvo su origen en el campamento del ejército de Taracoey que fue de Etiopía y de Egipto. Pasado algún tiempnformado Terón de los tributos producto de los saqueos que, osta de los iberos, había pagado Taraco a los sacerdotes d

Cádiz, requirió de éstos la devolución de aquellos tesoros. Era undeclaración de guerra y, desde aquel momento, ambas escuadra

a fenicio-gaditana y la ibérica de Terón, comenzaron a vigilarsguardando una ocasión propicia para lanzarse sobre dversario.

Finalmente, hubo una furiosa batalla naval y, cuando trancarnizados combates, las huestes de Terón llevaban, al parece

a mejor parte, aconteció un hecho insólito que invirtió el signo da contienda: «Los marineros iberos, paralizados de espantvieron aparecer, en los puestos de mando enemigos, unomonstruos semejantes a leones refulgentes como el sol, cuyoayos lanzaban cual encendidas saetas sobre sus navios. Las vela

omenzaron a arder, cayendo con sus mástiles sobre la marinerí



embrando la muerte y determinando la derrota de los levantinoEl propio Terón pereció en el combate y los escasos navios quvitaron el naufragio, se salvaron huyendo. ¿De qué prestigios s

valieron los sacerdotes gaditanos para vencer a sus adversario

mediante tales alucinaciones?»La utilización de lupas y espejos por los fenicios gaditanocubiertos con pieles de leones), concentrando los rayos solare

hasta provocar el incendio de los veleros enemigos, es unhipótesis de trabajo perfectamente admisible.

ARGANTONIO Y NABUCODONOSOR

Fue durante el reinado de Argantonio sobre los tartesios, cuandos gaditanos se enteraron por sus marinos, que regresaban dOriente mediterráneo, que la ciudad de Tiro padecía un sever

sedio por un ejército del rey de Babilonia, Nabucodonosor.Argantonio era un sabio y poderoso personaje, que las crónicalaman «rey de los tartesios». Su longevidad vino a ser proverbiao mismo que sus riquezas. Se le atribuía, generalmente, una edade 130 a 140 años y, según Anacreonte, 150. Las bandas dmalhechores fenicios que seguían perpetrando delitos a costa dos naturales, respetaron, al parecer, los territorios de los tartesios

Un viajero llegado de Tiro, portador de un mensaje de lautoridades fenicias, confirmó la noticia del asedio de aquelapital, solicitando, en nombre de sus mandatarios, la ayuda de su

parientes gaditanos. Éstos, armaron a toda prisa una numeros

lota y las tropas ibéricas comenzaron a llegar a tierras fenicia



Súbitamente, Nabucodonosor decidió levantar el sitio de Tiro dirigió sus fuerzas sobre Egipto que, aunque en plena decadencira aún una nación poderosa.

Después de una victoriosa campaña en Egipto, prosiguió s

vance hacia el Oeste, sometiendo a su paso todo el norte dÁfrica, desde donde embarcó para la península ibérica con objede castigar a los fenicios de Cádiz.

Curiosamente, el desembarco tuvo lugar en la extremidanordeste de la península, donde los Pirineos vienen a hundirse en mar. Ello acontecía sobre los años 593 a 582 antes de nuestra Eregún los cómputos generalmente admitidos, al mismo tiempo e

que los soldados gaditanos regresaban de Fenicia, cubiertos dhonores y soberbios de triunfo. El ejército de Nabucodonosovanzó por la península de Norte a Sur, por tierras del interior (

no como el de Taraco antaño por las costas), probablemente par

aer por sorpresa sobre sus enemigos gaditanos, aliados de Tiro.Nada permite suponer que las tropas de Nabucodonosor haya

podido enfrentarse a las de Argantonio, rey de los tartesios, ya qustos desconfiaban mucho de los fenicios gaditanos, que era

quienes el rey de Babilonia quería castigar. Así lo hizo, y, despué

de apoderarse de inmensos tesoros y de numerosos cautivoegresó a Oriente, no sin antes amenazar a los de Gadir cojemplares castigos si otra vez se oponían a él.Al referirse a estos acontecimientos, el padre Mariana afirma qu

l Nabucodonosor en cuestión es el mismo rey de Babilonia qu

egún la Escritura, hizo fundir una estatua de oro a su semejanz



lta de sesenta codos, que todos los babilonios debían adoraprecepto que desacataron los jóvenes Ananías, Misael y Azarías ueron por ello echados en un horno ardiente.

CRECIMIENTO Y DESARROLLO DEL PODERÍO DCARTAGO

Los temibles "honderos" de las islas Baleares.Los sacrificios de los cartagineses

Los cartagineses prosperaron en seguida y se convirtieron en upueblo rico y poderoso. No contentos con su desarrollo, y serpartir de entonces los amos de sus territorios, deseaban extendu imperio. Hacía mucho tiempo que la reina Dido ya n

pertenecía a este mundo, y los cartagineses, dueños de una gra

lota y de un armamento que aumentaba cada día, empezaban char la mirada sobre Europa y, ante todo, sobre las islamediterráneas, que les servirían de base y de trampolín al servicde sus ambiciones.

Atacaron primero las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, perstos primeros ensayos fracasaron y decidieron comenzar sxperiencia en las islas menores y, poniendo el pie sobre Iberia, spoderaron de Ibiza, pequeña isla rodeada de rocas, excepto dado de mediodía donde forma un amplio puerto. Estaba cubierde bosques de pinos y los griegos la llamaban Pitiusa. El clima ergradable, el cielo claro y no contenía animales venenosos, y

legaban hasta allí se morían. Virtudes tanto más estimables cuant



que uno de los islotes vecinos, denominada Ofiusa —que significsla de serpientes—, estaba llena de ellas, lo cual la hacnhabitable.

Tras apoderarse de Ibiza, fundaron la ciudad del mismo nombr

y decidieron encaminarse hacia Mallorca y Menorca, a las cualeos griegos denominaban, respectivamente, Chimba y Nurdesignando al conjunto del archipiélago con el nombre de islGinesias o Baleares.

Los cartagineses dieron la vuelta a las dos islas, pero no strevieron a desembarcar, «espantados por la agresividad de lo

nativos», después de que algunos de los suyos, al querer dpruebas de valor, habían caído muertos apenas pusieron los pien tierra.Es preciso añadir que los habitantes de Clumba y de Nura era

xtraordinarios honderos154. Hasta el punto que, más tarde, loartagineses y los romanos se disputaron los contingentes de lo

«honderos mallorquines» para reforzar sus ejércitos.Renunciando, provisionalmente, a la ocupación de las islas d

Clumba y de Nura, los cartagineses se encaminaron hacia laostas ibéricas del Levante y trataron de introducirse en Sagunt

magnífica ciudad cuyas riquezas sospechaban. También fracasarosta vez, puesto que los saguntinos no fueron tontos, y no dudaro

de que lo que los cartagineses pretendían era arrebatarles sibertad. Y la disputaron con habilidad y con firmeza.

Por otra parte, los cartagineses tenían también grave

preocupaciones en su casa, en África; disensiones política



divisiones en el Ejército y en la Armada, levantamientos de tribufricanas y, además de todo esto, la peste.Para remediar estos males, los cartagineses hicieron la promes

de sacrificar, todos los años, a los ídolos algunos jóvenes elegido

Este rito era originario de Siria, donde Melchon, que es Saturnhabía sido a mana por los moabitas y los fenicios. El sacrificio sdesarrollaba de la forma siguiente. Existía en el templo una grastatua del dios, y se colocaba a los jóvenes en el hueco de su

manos unidas; desde allí, por medio de cierto mecanismo, caían eun agujero ardiente que se encontraba debajo de la estatua. Louidos de todas clases, gritos, tambores, campanasncantamientos, eran ensordecedores.En esta atmósfera espantosa, se hacía imposible oír los alarido

de las miserables víctimas. «Lo más asombroso —comenMariana— es que, una vez que la ciudad se comprometió con es

uperstición, cesaron sus plagas y sus dificultades, lo cual la acabde hundir aún más en sus errores.»

Estas ceremonias sanguinarias también se llevarían a cabo algúiempo más tarde, en Sicilia y en Iberia, donde, con puranatismo, los habitantes creían que, en los mayores peligros,

único medio de apaciguar al dios consistía en sacrificar al hijprimogénito del rey. «¿Tal vez recordaban que Abraham quisdegollar a su hijo Isaac por orden de Dios? Pues de los buenojemplos nacen los malos principios.»155

En su historia de Fenicia, Filón cuenta que, en los peligro

graves, el hijo más amado del príncipe de la ciudad era ofrecido



demonio vengador, para liberar al pueblo de esos peligros, «jemplo de Saturno (a los que los fenicios denominaban Israel

que sacrificó al hijo que había tenido con la ninfa Anobrer, y ldegolló sobre el altar para liberar a la ciudad oprimida por

guerra». Esto escribió Filón, pero Mariana cree que pone Israel eugar de Abraham y que arregla el resto como acabo dranscribir.

LOS CELTAS-GALOS DE LUSITANIA SE EXTIENDENHACIA LA BÉTICA

Habían transcurrido más de ciento setenta años desde quLusitania viera establecer sobre su territorio a los celtas-galobéricos. Esta, designación pertenece al cronista anónimo que, esta ocasión, no quiere denominarlos celtíberos, y a veces lo

ama gallos.Estos gallos de Lusitania se habían multiplicado mucho y, segúuna costumbre ancestral, organizaron movimientos migratorios ebusca de nuevos territorios. Franquearon el Guadiana e instalarous dominios entre este río, el Guadalquivir y, en el Occident

hasta el océano, ocupando Extremadura y una gran parte de ctual Andalucía.

Daban a sus ciudades nombres idénticos a los que suntepasados habían dado a las ciudades de Lusitania. He aqlgunos ejemplos: Serias (cerca del actual Ayamonte, denominad

Fano-Julio por los romanos), y Seria, en Extremadura, se convirt

n la Feria de nuestros días; Vertobriga, a la que los romano



denominaron Concordia, y Segeda, Restituía; al igual quVoltuniaco que se convertiría en Contributa y LacomurgoConcordia, Teresa, Fortunal; y Calesa, Mania. Estoobrenombres permitían distinguir a esas ciudades de su

honónimas de Lusitania. En la Bética, las ciudades de Auruactualmente Morón); Acimbro; Arunda; Turobriga; AstigAlpesa; Sispone y Seripo, fundadas por los galos-célticos, quenían nombres idénticos a los de las ciudades de Celtiberia y dLusitania.

Asimismo, los dioses celtas-galos, y sus ceremonias religiosaran las de los celtas-galos de Lusitania, de Celtiberia y de la Galquitano-narbonense. Dichos cultos, que se perpetuaron duranargos siglos, diferían, no obstante, de los de los fenicios, de los dos griegos y de los de los cartagineses; los primitivos de Osirisdel Hércules libio se habían prácticamente olvidado y no quedaba

de ellos más que raros vestigios.

LAS GALERAS FOCENSES EN IBERIA

Cartaya y Tartessos. ¿Vestigios de las Hespérides? Argantonio

En la misma época en que los celtas ibéricos se dedicaban a organización municipal de las ciudades y a la explotación de sudominios, a la agricultura, a la ganadería, al aprendizaje o perfeccionamiento de ciertos conocimientos y oficios útiles, loronistas nos señalan la llegada, en los parajes del estrecho qu

pertenecían a la jurisdicción de Argantonio, de una flota de navio



de remos, de los que desembarcaron numerosos pasajeros, entllos muchas mujeres y niños, ricamente vestidos y provistos d

grandes bagajes. Argantonio los acogió con benevolencia y suúbditos hicieron lo mismo. Se trataba de griegos de Jonia, qu

habían abandonado su patria para no caer bajo el poder de Cirque les hacía la guerra, amenazando con arrebatarles la libertaDescendían de esos griegos que, llegados a Jonia algunos siglontes, habían fundado trece magníficas ciudades a las cualeupieron inculcar el culto de la libertad y de sus propias leyes, aomo la negativa a plegarse a la ley de la violencia.

Su ciudad principal era Focea y, por esta razón, se les llamocenses.Argantonio ofreció tierras a estos focenses para que instalasen s

hogar. Sus súbditos tartesios no fueron menos acogedores a esespecto. Las mujeres se mostraron muy interesadas por la

vestiduras, los hombres por las galeras y el armamento y los niñoe divertían con todo.Tal vez estemos en nuestro derecho a sospechar que la simpat

de los tartesios no estaba desprovista de interés, puesto que sonvertirían sin duda en sus aliados naturales si el comportamient

de los fenicios lo exigía. Los focenses eran numerosos, ricos y biermados; sus navíos, de confección nueva, alargadosmaniobrables, de cincuenta remeros en cada lado, serían sin dudficaces en caso de guerra. Los focenses fueron los primeros e

poseerlos en Grecia, y tenían muchos. Ahora bien, a pesar de

benevolente insistencia de Argantonio, decidieron regresar



Grecia para combatir a Harpalo, el general de Ciro que habnvadido a su patria, Jonia.

No partieron con las manos vacías; Argantonio les hizmportantes regalos para ayudarles a luchar contra el enemigo d

u patria.Sin embargo, fueron muchos los que se quedaron en Turdetaniobre todo las mujeres, los niños, los menos jóvenes y las gente

de servicio. Vivieron en perfecta armonía con los habitantebéricos de Carteya, capital de los territorios de Argantonio, somplejos y casándose los unos con las otras, sin discriminació

de orígenes.Fue en esta época cuando Carteya comenzó a ser dominad

Tartesso, debido sin duda a la influencia de esos griegos de Focey al impacto de su idioma.

El hecho de que exista en nuestros días una pequeña ciudad qu

e denomine Cartaya, no significa que se trate de la que denominó Tartesso.

A este respecto, la crónica es categórica: «Es evidente que ctual Cartaya, asentada más allá del Guadalquivir y no lejos d

Guadiana, en los alrededores de Ayamonte, no tiene nada que ve

on el emplazamiento de la antigua Carteya, convertida eTartesso.»Esta última «se encontraba en la punta oriental del estrech

lamado de Tarifa, y muy alejada de la actual Cartaya, y no deberprestarse a confusión».

Hemos extraído de las antiguas crónicas informaciones qu



hacen referencia a varias islas —hoy desaparecidas— que, en iempo de Argantonio y de esos griegos focenses, sembraban aúúltimos vestigios del itsmo que unía Iberia y África), esta zona dstrecho que nos ocupa, enfrente del cabo de Tarifa. En esta

slas, los focenses construyeron bonitas villas y lujosas residencide estilo jonio, decoradas con un gusto refinado. Estabaodeadas de lujuriantes jardines, de árboles frutales y de pequeño

bosques que cubrían su superficie. Allí, los tartesios —iberos ocenses—, íntimamente asimilados, multiplicaron las cazas, louegos y las diversiones. En su conjunto, estas islas sdenominaban afrodisias, aunque, en particular, existían: Hermea, sla de Mercurio; Junonia, o de Juno (diosa que tenía una capilla ea costa cercana de Andalucía); Atera (¿Atenea?), la cual estabún unida al continente a la llegada de Horus-Hércules y de sontingente de egipcios. Estos egipcios construyeron la ciudad e

a que permanecieron unos cuantos, pero el grueso de sus tropaontinuaron con Hércules, estableciéndose en diversos lugar

próximos del estrecho, sobre todo los que se han convertido en sla de Eritea, Herculea-Gadirica, Gadir y Cádiz.Ahora bien, no lo olvidemos, las islas Afrodisias quieren decir la

slas de Venus, Afrodita o Hesper. Así pues, estas islas habríanido los últimos vestigios del fabuloso jardín de las Hespérides.El año 542 a. de J.C. murió apaciblemente Argantonio.Los fenicios de Gadir, habiendo visto trabajar a los artesano

ocenses de Tartesso, les llamaron para la construcción de galera

l modo de Focea y para la edificación de casas de recre



odeadas de jardines al estilo de Jonia.Las islas Afrodisias siguieron siendo un lugar privilegiado, un

ierra feliz, un verdadero paraíso.Pero de todo esto, ¡ay!, «no queda ya nada en nuestros días

dice la crónica—, puesto que el mar lo sumergió todo y ya npermanece ningún rastro, con excepción de un islote sobre el cupueden aún verse algunos vestigios de suntuosos edificios, tristehuellas de la isla de Juno, enfrente de Tarifa».

FUNDACIÓN DE MARSELLA SEGÚN LA CRÓNICA

Opinión de san Eusebio. Juramento de los focenses a Diana dÉfeso

Los focenses no pudieron resistir a la presión de los ejércitos d

Harpalo, general de Ciro, más numerosos, y perdieron su capital ntes de aceptar la ley del vencedor, prefirieron el exilio. Efecto, partieron a la búsqueda de nuevas tierras. Tras habe

hecho solemnemente juramento de no volver nunca más, ante statua de Diana en su templo de Éfeso, cuya impresionan

magnificencia la había clasificado como una de las maravillas dmundo, prometieron a la diosa honrarla allá donde fuesepidiéndole que les guiase y que fuese su abogado. La devociónNuestra Señora de la Guardia —la Bonne-Mére de lomarselleses—, no es más que la emocionante supervivencia dste juramento, convenientemente cristianizado, según lo

postulados de la Era de Piscis.



Hicieron escala en Córcega, donde, veinte años antes, algunoontingentes de sus compatriotas habían construido la ciudad d

Alalia. De todos modos, los cartagineses, que se habíaestablecido, comenzaron a inquietarles y, en efecto, en el curso d

una batalla naval que enfrentó a las dos flotas, los focenses, aunquvencedores, perdieron cuarenta navios. No queriendo exponerseas agresiones púnicas, los focenses abandonaron Córcega ntentaron establecerse sobre algunos puntos de Italia, sobre todn la costa de Lucania, donde dejaron algunos colonos.La mayoría volvió a partir a causa, se dice, de la insalubridad d

lima y del suelo pantanoso. Tal vez hubieran vuelto a Turdetanipero, informados de la muerte de Argantonio, su amigo protector, y desconfiando a un tiempo de los fenicios y de loartagineses, la escuadra de los emigrados focenses volvió al marlegó a las costas de la Galia donde se establecerían, poniend

punto final a sus peregrinaciones, con la edificación de la ciudad dMassalia, el año 519 a. de J.C., según la crónica, aunque saEusebio y Solino creen más antigua la fundación de esta ciudad.

LOS CARTAGINESES EN IBERIA

Baucio Capeto, rey de Turdeto, ¿antepasado de los reyes dFrancia?

Exasperados los iberos turdetanos de las agresiones, raptopillajes y excesos de todas clases que se atribuían a los fenicios d

Gadir, decidieron tomar las armas, convencidos de que si no lo



detenían, serían destruidos. Se aliaron, pues, con los celtas-galolegados algunos años antes de Lusitania, y atacaron juntos a loenicios, expulsándolos de sus posiciones y empujándoles hasta osta. Algunos de los fugitivos se refugiaron con dificultad en la

ortificaciones; otros, en los navios de su flota, gracias a los cualepudieron conservar, no sin dificultades, algunos puertos como el dMenace (Málaga), que tal vez habían fundado y que loartagineses engrandecerían. Los aliados turdeo-celtas atacarontonces la villa y el templo que los fenicios de Gadir habíaonstruido en tierra firme en Sidón (Medina-Sidonia); tomaron iudad y la destruyeron por completo desde las murallas hasta emplo, del que no dejaban el menor rastro. Hasta el punto qunadie la habitó durante muchos siglos; no fue hasta después de nvasión de los moros africanos, en el siglo VIII de nuestra Eruando fue de nuevo reconstruida y poblada, superponiendo

nombre árabe de Medina al de Sidón que el lugar habonservado. Esto dio Medina-Sidonia, que quiere deciproximadamente, ciudad Sidonia. Posteriormente, los árabambién la arruinarían debido a sus rivalidades intestinas.Los fenicios, que por primera vez se sintieron en mala posición,

onscientes de que su mala fe ya no podía engañar a nadinviaron mensajeros a Cartago en demanda de socorro.El poder de los cartagineses aumentaba de día en día y su capit

ra una de las más importantes del mundo. Su imperio se extendobre las mejores tierras de África y su flota era la dueña d

Mediterráneo. Roma también crecía de día en día, pero, en aquel



poca, su poder era muy inferior al de Cartago.Los mensajeros fenicios presentaron a la Señoría de Cartago u

nforme minucioso de lo que pasaba en Iberia. Según ellos, «londígenas eran unos ingratos que se habían sublevado contra su

bienhechores y les expulsaban de las propiedades que los feniciohabían heredado de sus antepasados. Eran unos sacrilegoscababan de destruir el templo y, no contentos con ello, les hacíaa guerra para robárselo todo».

Los mensajeros de Gadir hicieron entrever a los cartagineses lobeneficios que extraerían de su expedición si querían emplear spoder en Iberia. Fueron tan convincentes, que los cartaginesengolosinados, no se lo hicieron repetir dos veces y, a toda prise encaminaron a la península, fingiendo que acudían en ayuda dus parientes fenicios. Esto fue el principio de la influencartaginesa. Era al año 516 antes de nuestra Era cuando una flot

bajo el mando de Maharbal, partió de Cartago hacia Iberia, vía laBaleares, haciendo escala en Ibiza.

Desde allí, pasaron a la península. Aunque algunos creen qusto ocurrió algún tiempo antes de la primera guerra de loomanos contra los cartagineses, me inclino más bien por la fech

mencionada más arriba, que corresponde al año 236 de undación de Roma.El hecho es que, a partir de entonces, los cartagineses tuviero

as manos libres para explorar las costas, entrar libremente en lopuertos, desembarcar aquí y allá, construir torres, hac

ncursiones al interior, reparar navios, etc. Alarmados, lo



urdetanos y celtas-ibéricos se unieron a las órdenes de BaucCapeto156, en su ciudad de Turdeto, y atacaron valientemente unortaleza cartaginesa, su puesto más avanzado alrededor d

Turdeto, pasando a cuchillo a la guarnición y salvándose por u

pelo su general Maharbal. Capeto explotó su victoria, persiguió nemigo y le originó fuertes pérdidas. Los ibéricos volvieron ntrar en Turdeto como triunfadores y cargados de uonsiderable botín.Esta lección hizo comprender a los cartagineses que no podría

domar jamás a los pueblos ibéricos combatiéndoles de frente. Posta razón, a partir de entonces utilizaron las argucias, los halagosa mala fe, artes en las que sobresalían.

Desde entonces, los cartagineses multiplicaron las embajadas dbuena voluntad cerca de los iberos, para convencerles de que svenida no tenía por objeto combatirles, sino, por el contrarioncertar tratados de alianza y de comercio que sería

provechosos para ambas partes. Y que, por otra parte, eran loenicios los que habían profanado el templo de Hércules, haciend

de él una Bolsa de comercio. Además, afirmaban los cartagineseos iberos turdetanos no habían cometido ningún acto profanator

hacia los dioses, ni tomado la iniciativa de las agresiones contra loenicios de Gadir. De esta forma, los cartagineses propusieron os ibero-turdetanos deponer las armas, esperando, a su vez, versecompensados por el afecto que les profesaban. Los iberoespondieron que no deseaban otra cosa que ser sus amigo

iempre y cuando sus actos se conformaran con sus buena



palabras. «No deseamos la guerra, pero no retrocederemos anlla si es necesario.»

«No rechazamos la amistad cartaginesa si ésta es sincera, perin desearla ni despreciarla.» «Pues las malas acciones se borra

on las buenas acciones, mas las ofensas se vengan cumpliendon el deber.» «Y si hemos tomado las armas ha sido en legítimdefensa.»

A través de estos medios, los cartagineses obtuvieron treguade las que se aprovecharon para consolidar sus fortificacionespara reforzar las guarniciones que conservaban en numerosoastillos y fortalezas, que los fenicios tuvieron que cederles cuandes llamaron en su ayuda.

Y, al igual que estos últimos, los cartagineses se dedicarohipócritamente a golpes de mano sangrientos, en los cuales el rapy el robo eran los móviles principales. Si los iberos, harto

menazaban con responder violentamente, los cartaginesenviaban apresuradamente mensajeros de paz; se dolía

hipócritamente, de las injurias y agresiones de que habían sidobjeto por parte de los soldados ibéricos. Proponían, ademánuevos tratados y pactos de amistad y... realizaban sus agresione

n otra parte. A través de estos medios detestables, el poder dos cartagineses se amplió de día en día. A ello contribuyó tambiéa negligencia de las poblaciones ibéricas que, tras la muerte dBaucio Capeto, no se preocuparon gran cosa de lo que ocurría eas comarcas vecinas.

LOS CARTAGINESES Y LOS IBEROS-TURDETANOS SE



SUBLEVAN CONTRA GADIR Y SUS FENICIOS

Los seísmos azotan las costas de Ébora de los cartesios. mplazamiento de Tartessos

Tras la muerte de Baucio Capeto, los cartagineses, impacientepor extenderse, sin compartir su imperio, sobre todas las Iberiapusieron sus ambiciosas miradas en la isla de Gadir, con ntención de expulsar a sus dueños fenicios y ocupar su lugaPensaban que, una vez dueños de Gadir, su imperio sobre

península estaría, por así decirlo, al alcance de sus manoHaciendo juegos malabares con verdades y mentiras —según sostumbre—, sembraron la división en el interior de la ciudad ntentaron captarse a los viejos gaditanos, a los que querían salvaegún ellos, de la avidez insaciable de los fenicios. El recurso a la

rmas se hizo inevitable, y los fenicios atacaron los primerosogieron a sus enemigos desprevenidos, con lo que loartagineses se vieron obligados a batirse en retirada, no pudiendncontrar otro refugio que su ciudadela fortificada en el extremo da isla frente al promontorio Cronio. Una vez hecho esto, lo

enicios incendiaron los campos y las cosechas de los cartaginesy se llevaron un importante botín. Aunque muy contrariados por laonsecuencias de esta agresión inesperada, los cartagineses creía

que, en el fondo, esto les iba a dar un buen pretexto para tomar larmas y expulsar a los fenicios de Gadir. Reunieron un grajército, formado por contingentes de sus guarniciones y de loliados ibéricos, y sometieron la ciudad a un severo asedio. A



abo de algunos meses de sitio, comenzaron a atacar la muralla dGadir con el ariete, especie de máquina de guerra157, reinventadpor el tirio «Pefafmeno, y que consistía en dos grandes v contra otra y que, al balancearse, percutían con fuerza contra la muralla

Finalmente, al dar la orden, la ciudad fue tomada al asalto. Lvenganza de los cartagineses fue tan sanguinaria, que los habitantedel país y de las comarcas cercanas concibieron respecto de elloun gran desprecio y les reprocharon, además de su crueldad, hecho de haber expulsado y arruinado a aquellos mismos que le

habían llamado para compartir con ellos las riquezas del imperbérico. Entre los más encarnizados se encontraban los habitantedel puerto de Menesteo, que maldecían de los cartaginesesproferían sin cesar amenazas hacia ellos, pues una maldaemejante, según decían, no podía quedar impune. Y de lamenazas pasaron a los hechos y concentraron unas fuerzaonsiderables con la intención de echarlas contra los cartaginesehora bien, estos últimos, al sentirse en peligro, y según sostumbre en circunstancias parecidas, intentaron una avenenci

Sin duda, era imprudente arriesgar la suerte de su imperio en unbatalla cuyo final estaba tan incierto. La paz se concertó s

mayores dificultades, y se pactaron tratados comerciales ebeneficio recíproco de ambas partes.

Se dio libertad a los cautivos y, para sellar su nueva amistadhicieron, al modo de los atenienses, juramento de olvidar paiempre las injurias pasadas. Y el río que corre hacia el mar en

puerto de Menesteo, que fue el mudo testimonio de es



mocionante ceremonia, se convirtió, a partir de entonces en Leteo, lo que en griego quiere decir Olvido. Se trata del actuGuadalete.

Es muy posible que los graves problemas que tenía Cartago e

Sicilia e incluso en Africa, impidiesen al Senado acudir en ayuda dMaharbal, en la Bética, convirtiendo en más prudentes a loartagineses de Iberia. Sea como fuere, por una vez la razón smpuso sobre la violencia.

Ahora bien, parece que hacia esta misma época, en el año 25de la fundación en Roma, las tierras ibéricas se vieron de nuevfligidas por la sequía, por el hambre y por temblores de tier

que, una vez más, dañaron sus costas y, más hacia el interior, brirse aquí y allá la tierra, ésta puso a la luz del día el oro y

plata que se habían enterrado allí.Las crónicas cuentan también que, en aquellos mismos tiempo

varios contingentes de colonos tartesios, al mando de Capiópartieron de su capital Tartesso, en dirección al Oeste, y ocuparouna isla que formaba el delta del Guadalquivir entre los dos brazode este río y el mar. En esta isla se encontraba el oráculo dMenesteo y los colonos de Tartesso construyeron una nuev

iudad que se llamó Ébora de los cartesios, para distinguirla de lanumerosas ciudades ibéricas del mismo nombre. Por otra parte, apital de Tartesso también se había llamado primitivamen

Carteya. Además, en una de las bocas del Guadalquivonstruyeron una torre llamada de Capión, «se ignora la fecha

scribe Mariana—, pero se tiene la certidumbre de que lo



habitantes de esta comarca eran llamados cartesios o tartesios»15

Opino que la relación que las crónicas nos hacen dcontecimiento que acabamos de evocar, dio lugar a la confusióctual relativa al emplazamiento de la primitiva Tartessos. De todo

modos, los historiadores Mariana, Ocampo y las mejores crónicanos indican formalmente esta capital, en la punta de Tarifa, que sncuentra enfrente de la entrada oriental del estrecho, a unoiento treinta kilómetros al este del delta del Guadalquivir. Noció

que, en nuestra creencia, habría que extender a los territorio

umergidos de las islas, vestigios también del antiguo istmo.A esta confusión ha contribuido, sin duda, el hecho de qulgunos arqueólogos prestigiosos, entre ellos el sabio alemá

Schulten, han creído reconocer en la desembocadura dGuadalquivir la descripción hecha por Platón de la isla AtlánticDe todos modos, parece también verosímil que todos estoerritorios, al sudoeste de Iberia y al noroeste de África, hayaido colonias atlantes. Y el hecho de que, en la época clásica, lo

habitantes de estos parajes fueran aún llamados atlantes, constituyun argumento que pesa en favor de este recuerdo ancestral.

PERIPLOS DE HIMILCÓN Y DE HANNÓN. TEMPLO DVENUS = LUCIFER EN SANLUCAR

Una vez la península ibérica se convirtió en la más preciada joyde Cartago, los grandes de la Señoría no cesaron en sus intrigaon miras a obtener puestos de mando. Uno tras otro, los diverso

Magón, los Asdrúbal, Safón, Himilcón, etc., realizaro



xpediciones y fructíferas estancias. Así, Safón fue llamado Cartago y nombrado sufeta, la primera autoridad del Imperio, que permitió a Himilcón y a Hannón, sus primos, encargarse de losuntos ibéricos. Esto ocurrió hacia los años 271 a 321 de

undación de Roma. Gisgón, hasta entonces encargado dgobierno de Iberia, partió hacia Cartago llevando en sus navios lonmensos tesoros amasados con sus hermanos Himilcón y HannóUna violenta tempestad le hizo naufragar y desapareció bajo laolas, el año 315 de Roma, es decir el 438 antes de nuestra ErAníbal I, su primo, tomó el mando y se le atribuye la fundación dPuerto de Aníbal, actualmente Albor, cerca de. Lagos, la antiguLacobriga en las costas del océano ante el cabo de San Vicente.

Por otra parte, los tartesios habían construido en la última bocdel Guadalquivir un templo y un castillo; el templo, dedicado Venus, se llamaba de Lucifer, debido a su estrella denominad

ambién el Lucero, y la ciudad que aún subsiste en estos lugares slama SAN LUCar 159.

El hecho de que los tartesios construyeran este templo y esiudad en la desembocadura del Guadalquivir, ha inducido lgunos investigadores a suponer que también se encontraba allí

mplazamiento de la antigua capital de los tartesios.Es preciso no confundir a estos personajes con sus homónimo

que, unos dos siglos después, se ilustrarían en sus luchas contra loomanos.Año 252-271 de Roma 172



DE LA PRIMERA GUERRA PÜNICA. NACIMIENTO DANÍBAL

Nuevos temblores de tierra y hundimientos

El pretexto de la Primera Guerra Púnica lo constituyó la violaciópor los cartagineses del antiguo tratado firmado bajo el consuladde Publicóla, según el cual romanos y cartagineses somprometían a no mezclarse en los asuntos de Sicilia. Lo



omanos acudieron en ayuda de esta isla y el cónsul Apio Claudiue enviado a la cabeza de importantes refuerzos el año 1 de entésimo vigésimo novena olimpiada, es decir, en el año 490 d

Roma, y 263 a. de J.C. La guarnición cartaginesa fue expulsada d

Siracusa por sus habitantes, sublevados con la ayuda de looldados romanos. Furiosos los cartagineses ante esta injurieunieron sus fuerzas y asediaron Mesina por tierra y por ma

Pero los romanos franquearon el estrecho de noche yprovechándose de la oscuridad, penetraron silenciosamente en iudad, previamente advertida. Desde allí, los romanos cayero

por sorpresa sobre sus adversarios, entre los que hicieron unverdadera carnicería.

Iberia se encontraba en aquel momento desgarrada por crueleguerras intestinas, resultado sin duda de las rivalidades atizadasxplotadas por los fenicios y los cartagineses. Los reveses sufrido

n Sicilia no quitaron la menor energía a los cartagineses, quevantaron nuevas tropas en las costas de Iberia, de la Galia y de Liguria (en la actualidad comarca de Génova).

En Sicilia, la lucha entre Roma y Cartago fluctuó tanto copredominio de uno u otro de los adversarios, y el año 502 d

Roma, el general romano Cecilio Metelo fue vencido y derrotadpor el ejército cartaginés. En esta batalla, según san Eusebio, loomanos perdieron noventa navios.

Poco después, los honderos mallorquines del ejército dCartago, irritados contra sus jefes que guardaban para sí el bot

que habían conquistado, se revelaron y destruyeron la guarnició



artaginesa bajo un diluvio de piedras, forzando a la flota bandonar el puerto a toda prisa. Los buques cartagineses nanzaron el ancla hasta que estuvieron fuera del alcance de lahondas mallorquínas pero, viendo que la cólera de estos hondero

no se calmaba, se vieron obligados a regresar a Cartago.El Senado de Cartago, que no quería renunciar a esta fuerzonsiderable, envió al prestigioso Amílcar Barca para apaciguarlo

y someterlos. Sólo él podía reducir a aquellos locos a obediencia sin tener que recurrir a la fuerza y a castigojemplares. Era respetado por todos y tal vez amado mucho. Asto contribuía, además de su afabilidad natural, el hecho de que onsideraban casi como uno de los suyos, puesto que hablaba sengua, se había casado con una mujer ibera y su hijo, el graAníbal, acababa de nacer en la isla ibérica de Ticuadra.

Una vez designado por Cartago general en jefe para continuar

guerra contra Roma, Amílcar reforzó su ejército con dos mil iberoy trescientos honderos mallorquines y se encaminó hacia el sur dSicilia. Roma había fletado una flota superior y Amílcar pidiefuerzos a Cartago. La victoria sonrió a los romanos, quapturaron sesenta navios cartagineses y hundieron otro

incuenta; el número de los muertos y de los cautivos estuvo eelación con el de los navios.El temor de los cartagineses, al enterarse de esta derrota, le

obligó a concertar con los romanos nuevas capitulaciones de paz.Amílcar Barca fue encargado de esta ingrata misión y la llevó

abo con dignidad y valor.



En síntesis, los cartagineses debieron abandonar Sicilia y las islpróximas; debían abstenerse de ofender a los amigos y aliados dRoma; debían liberar a los prisioneros sin rescate; y habrían dpagar a los romanos, en reparación de daños, la suma de dos m

doscientos talentos euboicos.Considerando insuficiente esta suma, Roma envió diez emisarioque concluyeron el tratado con la adición de mil talentos a la sumprimeramente concertada.

Se firmó la paz después de veintidós años de guerra.Cartago tuvo que pagar muy cara esta paz. Pero no podía

hacer otra cosa. No obstante, en su fuero interno alimentaron ungran ansia de vengarse de los romanos cuando ello fuera posible.

Estos años habían sido nefastos también para Iberia. Hubsimismo grandes sequías, falta de agua y los habituales temblore

de tierra que durante siglos azotaron sus territorios, y que esta ve

e concentraron en la isla de Gadir, una parte de cuya superficie sbrió y fue engullida por el mar.



AMÍLCAR BARCA

En las guarniciones cartaginesas había incesantes alborotos. Looldados estaban descontentos porque desde hacía tiempo no le

pagaban sus soldadas. Hubo motines por todas partes. En númerde sesenta mil los amotinados de Sicilia volvieron a África y, nobteniendo satisfacción, se dedicaron al pillaje de los campos y das pequeñas aldeas de los alrededores de Cartago. La guarnicióde Cerdeña, también sublevada, crucificó a Hannón que hab

legado para reducirles. Aquella tropa vagabunda y dedicada pillaje, fue expulsada por los nativos y se pasó al campo de loomanos.

Roma tomó posesión de Cerdeña igual que haría con SiciliResultó un golpe duro para Cartago. Para mitigar sus desastre

os romanos enviaron trigo para socorrer a los habitantes dCartago contra el hambre que les agobiaba. La guerra y lorastornos habían estropeado las semillas.

Las victorias de Amílcar Barca en África restablecieron la paz a confianza de los habitantes de Cartago renació poco a pocras las pérdidas dolorosas de Sicilia y de Cerdeña. El Senado dCartago centró, a partir de entonces, su atención sobre los asuntode Iberia, tabla de salvación privilegiada de su imperio. En espaís, más alejado de Roma, podían actuar más fácilmenteompensar así los pasados reveses.Amílcar Barca, general en jefe de la expedición, fue investido d

poderes supremos. Antes de su partida para Iberia, en



ranscurso de una solemne ceremonia religiosa, Amílcar sacrificn el templo en presencia de los sumos sacerdotes y de los alto

dignatarios, teniendo a su lado a su hijo primogénito Aníbal, dnueve años de edad, y al que iba a llevarse a Iberia. Se aproxim

l altar y, tomando la mano de' su hijo, la depositó sobre pedestal del dios y le hizo jurar que un día se vengaría de su patrontra los romanos.

La flota de Amílcar se hizo al mar y llegó a Gadir. Lourdetanos, que habían conservado lazos de amistad con loartagineses, les mandaron irnos mensajeros para presentarles su

deseos de bienvenida y ofrecerles su apoyo. Con su precioyuda, Amílcar recuperó pronto lo que los cartagineses poseíantaño y extendió su autoridad sobre toda la Bética, de bue

grado o por fuerza, aprovechándose de las rivalidades de lonaturales. Aquellas poblaciones eran tan ricas en aquel tiempo —

ño 516 de la fundación de Roma— que —como escribEstrabón— fabricaban sus utensilios de plata, incluso lobebederos y los pesebres de sus caballos.

A continuación, el ejército de Amílcar, reforzadonsiderablemente con los turdetanos y otros aliados ibéricos, s

poderó de todas las marinas que pertenecían a los bastetanos yos contéstanos, en las cuales dejó guarniciones para garantizar sutoridad. Se aproximaban a Sagunto cuando unos embajadore

de aquella ciudad, que llegaban con ricos presentes, umplimentaron por sus victorias.

Amílcar deseaba vivamente hacerse dueño de aquella ciudad



pero sabía muy bien que sus habitantes no aceptarían jamás unopactos que pudiesen atentar a sus libertades. De este modo, el jeartaginés les recibió con benevolencia para tranquilizarles.

Así pues, hacía falta encontrar un pretexto aparentemen

honesto para atacarles. A sus aliados turdetanos, les aconsejonstruir una ciudad nueva en los límites de los territoriodependientes de Sagunto, prometiéndoles su apoyo caso donflicto con los saguntinos. Sabía muy bien que esto no tardarn suceder. Aquella ciudad fue denominada Turdeto, como s

hermana mayor de Turdetania, y una tradición incierta la sitúa en mplazamiento de la actual Teruel.Mientras aguardaba, Amílcar remontó las costas y estableció u

ampamento en las riberas del Ebro, a dieciocho leguas noroeste de Tortosa, donde habitaban los ilercavones. Algunos dus hombres se establecieron allí y fundaron una aldea que lo

ntiguos denominaban Cartago Vieja, convertida más tarde eCantauecha y que perteneció a los caballeros de la Orden de Sauan. Las disputas y las fricciones entre los saguntinos y lo

habitantes de Turdeto aumentaron de día en día, y estos últimolentados secretamente por Amílcar, iban cada vez más lejos e

us provocaciones. Los saguntinos no tomaban las armaabiendo que Amílcar buscaba un pretexto para hacerles la guerraMientras que en el campamento cartaginés se celebraba

astuosas fiestas a la mayor gloria de Amílcar —año 521 de Rom—, su hija Himilce se casó con Asdrúbal, su pariente, que e

preciso no confundir con su segundo hijo, hermano de Aníba



Pero mientras sus pueblos se divertían, Amílcar continuabvigilando la marcha de la guerra.

Envió suntuosos presentes a los principales jefes galos qupodrían serle útiles el día en que, dueño de todas las Iberia

desencadenase la guerra contra los romanos. A partir del añiguiente, 522 de Roma, llevó sus tropas hasta los Pirineoonsolidó sus posiciones e instaló su campamento al norte d

Llobregat, antiguamente Rubricato, en torno de una ciudad qumó mucho y que, por esta razón, le atribuyó su nombre según unntigua costumbre. De ahí viene el que se le atribuya su fundació

Esta ciudad, como ya habrán adivinado, es Barcelona, la antiguBarchinona y Barcino.



Sueño de Jacob.



Fue después de su estancia en Barchinona cuando Amílcxtrajo los frutos del complejo sistema de su estrategia y trazó su

planes de campaña. Rodas (Rosas) y Emporion resistieron a la

olicitudes y a las agresiones de los cartagineses, por razonedénticas a las de Sagunto y por solidaridad con esta última ciudaPero Amílcar, que había regresado apresuradamente a la Béticdebido a un levantamiento entre los edetanos, fue de repensaltado por un cuerpo de ejército celtíbero.

La batalla se desarrolló con rara ferocidad y las dos tercerapartes de sus hombres fueron pasadas a cuchillo. Amílcar perecn el transcurso de esta batalla y los sobrevivientes, al ver abatidsu jefe, huyeron.

Esto ocurrió nueve años después del regreso de Amílcar

beria.



Dolmen de Aubazine.



Fechados. El «Annuus Magnus»ASDRÚBAL

Preludio a la Segunda Guerra Púnica

Después de la memorable derrota sufrida por el ejércitartaginés, que le costó la vida a Amílcar, un nuevo ejércitartaginés reforzado se desparramó por la Bética, bajo el alt

mando de Asdrúbal. «Atacaron a una ciudad de los focenses, a ual destruyeron —cuenta la crónica sin mencionar su nombre—

porque, habiendo sido la primera en sublevarse, debía ser



primera en ser castigada.»De lo que precede se puede deducir lo siguiente: Aunque, e

principio, las ciudades de origen griego se inclinaban más hacia ado romano, no es menos cierto que las poblaciones de

península basculaban una y otra vez bajo los influjos de Cartagode Roma. La ciudad de Cartago fue asaltada por una profundmoción cuando se enteró de la muerte de Amílcar. El Senado spresuró a encontrarle un sucesor. Ello no fue sin grandes trabajo

puesto que las dos familias más poderosas, Edos y Barcas, queríamponer cada una de ellas su pretendiente.

Los Barcas deseaban a Asdrúbal y los Edos a un personaje du familia, ávidos como estaban de las riquezas que podíamasarse allí. El debate parecía sin salida, cuando llegó Aníb

que, con destreza, obtuvo que la causa se inclinase en favor de sufiado Asdrúbal. Previamente, Aníbal depositó en el Senado un

memoria que relataba las realizaciones de Amílcar, su padr«Gracias al cual una importante parte de la península había sidtribuida al imperio de Cartago.»

«Que habiendo fundado nuevas ciudades, no por ello dejabmenos protegidas las antiguas con guarniciones seguras. Qu

permanecía la esperanza de extender la influencia del Imperobre los territorios ibéricos restantes, a condición de seguir la vrazada por su padre. Que quienes creían que podía someterse os iberos por la fuerza de las armas se equivocaban de medio medio. Que, en realidad sólo Asdrúbal estaba calificado par

sumir esta tarea, dado que había sabido realizar la alianza de lo



jércitos ibéricos y de los ejércitos de Cartago, única baza frentea rivalidad de Roma.» En prueba de todo esto, Aníbal remitió Senado un paquete de cartas de los jefes aliados de los celtíberoy de los cartagineses de Iberia, en las cuales reconocían

Asdrúbal como único general en jefe. «Año 524 de RomaAsdrúbal se dedicó en primer lugar a consolidar las posicionedquiridas en Iberia y, tras poner en orden la administración de loerritorios confederados, volvió a Cartago en compañía de lonotables de su séquito.

El prestigio de su fuerza y de sus riquezas le aseguraban, en sopinión, el derecho a tomar él solo en timón de la Señoría. Quedmuy pronto decepcionado. Los senadores, alarmados, temían quon el apoyo de Aníbal, se haría proclamar emperador, por lo cumotinaron la ciudad libre de Cartago y Asdrúbal y su Estad

Mayor reembarcaron en dirección a Iberia.

No habiendo triunfado en Cartago, Asdrúbal construyó sapital en Iberia y la llamó Nueva Cartago, en la actualida

Cartagena, «comparable en su época a las grandes ciudadentiguas, por lo suntuoso de sus edificios y el número de su

habitantes». Su puerto, cerrado en semicírculo por las colinas qu

o rodeaban, estaba muy bien protegido y tenía delante de su bocde entrada una pequeña isla a la que los antiguos denominabaHercúlea.

La lucha por la hegemonía entre Roma y Cartago prosiguió, dorma solapada, provisionalmente a niveles de intriga. Existían uno

ratados que delimitaban sus zonas de influencia, y no podían d



una forma abierta pasar más allá sin perder la faz. Los romanoque también tenían problemas en la Galia ulterior, que se conjurabon la Cisalpina (Lombardía) contra su poder, acababan de envia

unos mensajeros a Marsella para neutralizar las agitaciones d

stos galos (la crónica emplea los términos de galos y gallosntentaban —gracias a los buenos oficios de los marsellesesoncertar alianzas con las ciudades ibéricas donde los focenseontaban con muchos amigos.

Ampurias fue la primera en aliarse con los romanos, ante emor, incluso pánico, de sus habitantes respecto de loartagineses, todo lo cual facilitó la firma del tratado. Surisdicción se extendía desde el río Samerola (Sambucha), al Suhasta los Pirineos. Estos territorios estaban habitados por londigetes, la ciudad de Ampurias incluida, y tenían por vecinos os lacetanos o layetanos al Sur y a los ceretanos al Oeste. L

ntervención fraternal de Ampurias consiguió unir a Sagunto y Dianium al campo romano. Esta alianza con Sagunto, a la cuaay!, Roma faltó a la hora de aportarle apoyo, debía a fin duentas servir como pretexto para el desencadenamiento de

Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago.

Asdrúbal, al corriente de las actuaciones de los romanos, reforzus alianzas con las ciudades amigas, pero fingía ignorarguardando a estar dispuesto para la guerra que pensaba hacer

Roma.Escribió a Cartago reclamando el regreso de Aníbal, retenid

por el Senado metropolitano como garantía de la conducta d



Asdrúbal. En vista de la gravedad de la situación, le fue concedidl permiso, no sin resistencia por parte del partido de la oposiciónon Hannón a la cabeza.Aníbal fue objeto de una gran recepción por parte de Asdrúbal

de los ejércitos cartagineses y aliados. Fue designado en el mismampo lugarteniente general de los ejércitos de los que Asdrúbra el jefe supremo. Corría el año 528 de Roma.Las cosas estaban así, cuando llegó de Roma una embajada co

nstrucciones precisas. Proponían poner al día sus antiguoratados de amistad. Los cartagineses, al igual que los romanodebían limitar sus zonas de influencia hasta las orillas del EbrRoma al norte y Cartago al sur de este río. Sin embargo, se hacuna excepción para la ciudad de Sagunto y su jurisdicción naturaque se encontraba al sur del Ebro, es decir, en zona cartaginesEn resumen, los romanos y los cartagineses se abstendrían d

xtender su influencia más allá de estos límites y de mezclarse eos asuntos de los amigos y aliados de cada uno de ellos.

La indignación de los cartagineses fue grande ante el impudor dos romanos, que se atrevían a dictarle prohibiciones soberritorios tradicionalmente dependientes de Cartago. Sin embarg

Asdrúbal firmó aquel nuevo tratado, con el secreto pensamiento dganar tiempo y prepararse para la guerra que un día u otro deberstallar.

Cada uno de los dos grandes adversarios no hacía más qusperar una ocasión propicia. Por el momento, los romano

cababan de aniquilar a los galos transalpinos y a los de



Cisalpina, en el transcurro de una batalla en la que hicierouarenta mil muertos y veinte mil prisioneros. Asdrúbal quednformado de todo esto. Durante tres años, recorrió los territoriobéricos, levantó tropas, dinero, equipos militares y provisione

Entrenó de una forma segura a sus tropas, sometiéndolas a unevera disciplina, con miras a su lucha contra los romanos; hasque un día, encontrándose delante del altar de los sacrificios, usclavo ibérico le mató para vengar la muerte de su amo Tagonjustamente condenado por Asdrúbal. Se trataba, sin duda, de uefe indígena que se había negado a unirse o a someterse, y general cartaginés le había aplicado un método de tipo terrorista.

Según la crónica, el esclavo ibero, a su vez atormentadomatado, no cesó un solo instante de manifestar su alegría por habvengado a su amo con la muerte del general. Admirabmanifestación del valor y de la lealtad ibéricas... Año 2 de la cient

reinta y nueve olimpiada, y 532 de la fundación de Roma.

ANÍBAL, JEFE SUPREMO DE LOS EJÉRCITOS IBEROCARTAGINESES. LA GUERRA DE SAGUNTO

Tras la muerte de Asdrúbal, su cuñado Aníbal tomó el mandupremo de las fuerzas ibero-cartaginesas. El Senado de Cartagl ver que Aníbal tenía el apoyo del ejército y la simpatía populaonfirmó su mandato. En aquella época Aníbal tenía veintiséños. Dotado de bellas cualidades físicas, intelectuales y militare

«era generoso, duro en el trabajo y simpático; virtud

desgraciadamente oscurecidas por el desprecio hacia cualqui



eligión, su falta de lealtad, su crueldad y su inclinación a loxcesos»160. Desde que tuvo en sus manos los resortes del podeemiendo que una suerte parecida a la de Asdrúbal viniese nterponerse en sus proyectos belicosos contra Roma, se dedic

presuradamente a la preparación de aquella guerra. En primugar, le era necesario apoderarse de Sagunto, aliado de Roma.Las querellas de los habitantes de aquella ciudad con los d

Turdeto, cuyas provocaciones alentó, le proporcionaron pretexto. Decidió, pues, apoderarse de Sagunto bajo la excusa d

astigar las afrentas que sus habitantes hacían sin cesar a los dTurdeto, amigos de los cartagineses. Sabía que esta resolucióstaría preñada de consecuencias y que acarrearínevitablemente, la guerra contra los romanos. Por tanto, enecesario garantizarse previamente contra cualquier levantamienontra las tribus del interior. Aníbal sujetó a los carpetanos, lo

olcades y tuvo lugar una batalla cerca del Tago (actualmente TajoAntes de emprender la conquista de Sagunto, Aníbal se casó e

Cartagonova, mientras que en Sagunto comenzaban ladisensiones entre los partidarios de Aníbal y los de los romanoPues, en realidad, Aníbal hubiera preferido apoderarse de

iudad sin combate. Las bodas duraron muchos días. Su jovemujer Himilce era hija de la ciudad de Castulona161 y descendíegún la crónica, del legendario rey Milico. Su madre, de nombr

Castulona, habría pertenecido a la estirpe de Cirreo-Focensupuesto fundador de la ciudad. La dote de Himilce estaba e

elación con la importancia de su línea principesca, y aument



notablemente el poder de Aníbal y su popularidad entre loeltíberos, que lo consideraban uno de los suyos. También equel tiempo, y bajo sus órdenes, se descubrieron nuevas minas d

oro y plata, conocidas a partir de entonces como «los pozos d

Aníbal». Uno solo de estos pozos, de nombre Bebelo, daba todoos días trescientas libras de plata pura.En el interior de Sagunto, los partidarios de Aníbal aconsejaba

brir las puertas al general ibero-cartaginés, para impedir destrucción inevitable de la ciudad si se le resistían. Los amigos dos romanos despacharon mensajeros a Roma, que tranquilizó os saguntinos e hizo castigar a muerte a los culpables dderrotismo.

Aníbal se había echo el amo de todos los territorios ibéricos podebajo del Ebro, tras haber aplastado todas las tentativas de laribus belicosas, y comenzó a reunir sus ejércitos en lo

lrededores de Sagunto, sin desdeñar el alentar las provocacioney las injurias de los turdetanos hacia los saguntinos.

Había sonado para él la hora de apoderarse de Sagunto. Estabisto ya en la actualidad para lanzarse a la gran empresa que obsesionaba desde su infancia: Su guerra contra el Imper

omano.Las tropas de Aníbal estaban apostadas no lejos de SaguntoAún no había empezado el sitio propiamente dicho. Aníbal tenpaciencia y los habitantes de Sagunto eran conscientes de snferioridad numérica y no podían contar más que con la amista

de los romanos. Enviaron una nueva embajada a Roma, qu



xpresó al Senado, en términos patéticos, la necesidad de unntervención armada de los aliados romanos, puesto que el menoetraso en el envío de los socorros significaría la destrucción d

Sagunto, y las naciones se alejarían de Roma puesto que és

bandonaba a sus amigos en peligro. La respuesta del Senado funegativa, aunque numerosos senadores eran favorables a la guerontra Aníbal. Se optó por contemporizar y, con este objetivo, snvió al jefe cartaginés unos embajadores provistos dnstrucciones muy precisas. Aníbal los recibió en Cartagonova y leespondió que Roma no debía asombrarse si él protegía a sumigos turdetanos contra las agresiones de los saguntinos; sólo simitaba a cumplir con su deber. Y sin más tardanza, marchó sobrSagunto a la cabeza de un ejército de ciento cincuenta mil hombrey cercó a la ciudad. Era el año 1 de la ciento cuarenta olimpiadegún Polibio.

La ciudad de Sagunto, capital de los antiguos territorios de lodetanos, a cuatro millas del mar, era muy rica y contenía bella

moradas y suntuosos monumentos. Una estupenda muralla le daba categoría de plaza fuerte. El comercio era muy activo, tanto poierra como por mar.

Aníbal hizo instalar su campamento y dispuso el emplazamientde sus ingenios, entre ellos los arietes de los cartagineses, de loque hemos hablado antes al referirnos a la toma de Gadir. Looldados de Aníbal comenzaron a batir las murallas. Perforaron urozo de la muralla baja, llamada así porque descendía siguiend

una depresión del terreno. Era menos sólida en aquel lugar. Lo



oldados de Aníbal se lanzaron al asalto, pero los saguntinos sdefendieron valerosamente y les cerraron el paso. Una lanzrrojada desde lo alto de una torre por un soldado saguntinstuvo a punto de cambiar el signo de esta batalla: Traspasó

muslo de Aníbal y sembró por el momento la confusión en sampo. Podemos preguntarnos qué hubiera ocurrido si Aníbhubiese muerto. La herida fue tan grave que, aguardando suración, la pelea enmudeció y se suspendieron los ataques. Es

momento de calma permitió a los saguntinos enviar nuevomensajeros a Roma para quejarse de su negligencia y reclamar nvío urgente de tropas de refuerzo.Aún no había Roma mandado el menor refuerzo a sus aliados d

Sagunto, cuando Aníbal, curado de sus heridas, volvió a colocaus máquinas en posición de ataque, demolió tres torres y loienzos de muralla que los unían. Sé dio la orden de asalto y la

ropas penetraron en el interior del recinto. Los defensorenardecidos, locos de rabia ante el peligro, detuvieron al invasore arrojaron fuera de los muros sembrando el suelo de cadávereMás aún, persiguieron a los que huían hasta sus bases. Esvictoria efímera de los saguntinos tuvo por efecto redoblar

ólera de Aníbal, que se negó a recibir a los enviados del Senadomano que deseaban seguir contemporizando.Los mensajeros romanos se dirigeron entonces a Cartago, par

xponer al Senado sus quejas contra Aníbal que, despreciando suratados de paz, agredía a los aliados de Roma. Pidieron qu

Aníbal les fuera entregado, para exiliarlo al otro extremo d



mundo e impedir así que se perturbase la paz. De todos modoos Barcas consiguieron imponer su criterio que podía resumirsí: «La responsabilidad de la guerra no incumbía a Aníbal sino os saguntinos y, en lo referente a los romanos, se equivocaban

preferir la nueva amistad de Sagunto en vez de la antigua amistade Cartago.» Mientras que Aníbal concedía algunos días ddescanso a sus soldados, antes del gran ataque final, Himilce, smujer, dio a luz a su hijo Aspar; el acontecimiento fue celebradpor el ejército con fiestas y juegos diversos.

Los saguntinos, mientras aguardaban, habían reconstruido loienzos demolidos de las murallas y se aprestaron a su defensa. Dodas formas se trató de un trabajo inútil, puesto que los enemigocercaron torres de madera a las murallas, desde las cualeanzaron un verdadero diluvio de lanzas y de flechas sobre lodefensores, obligándoles a retroceder. En los lugares en que

muralla había sido reconstruida apresuradamente con tierra, uquipo de quinientos africanos, armados de picos y de palanca

practicó una abertura a través de la cual los soldados de Aníbntraron en la ciudad y se apoderaron de ella por las arma

Viéndose invadidos por todos lados, los saguntinos se retiraron

nterior del segundo recinto, que protegía al castillo con el resto da ciudad. Era inútil la resistencia, pero aguardaban —en vanoos socorros de Roma.

Se produjeron entonces insurrecciones entre los oretanos y loarpetanos, irritados contra los rudos procedimientos d

movilización de los cartagineses.



Aníbal tuvo que ausentarse para restablecer la calma, dejando itu a su general Maharbal para que dirigiera el sitio. Un ciudadan

de Sagunto, de nombre Halcón, salió de la ciudad y preguntó a loitiadores cuáles serían sus condiciones de. paz. Helas aquí: Lo

vencidos deberían abandonar la ciudad, y no podrían llevarse mque sus ropas. Más tarde, podrían fundar una ciudad nueva en ugar que les asignaría el vencedor. No atreviéndose a llevar estespuesta, Halcón prefirió quedarse en el campo de Aníbal. Fue oldado de Aníbal Alorco quien, teniendo amigos en Sagunto

penetró en la ciudad y trató de razonar con los notables reunidoSus llamadas a la razón fueron recibidas con indignación. Al oír logritos, el pueblo se reunió y, habiéndose enterado de la verdad, evez de rendirse prendieron un gran incendio en el cual lanzaron oro, la plata y todos los objetos a los cuales tenían afecto y, ontinuación, se precipitaron en la trágica hoguera, junto con su

mujeres y sus hijos. Cuando la torre de la fortaleza cayó bajo lombates de las baterías, y los soldados de Aníbal invadieron iudad ya en llamas, ciegos de rabia, pasaron a cuchillo a loupervivientes, sin distinción de edad ni de sexo. Muchos sanzaron voluntariamente sobre las espadas enemigas. Hubo poco

prisioneros. El saqueo de la ciudad fue decepcionante. Numerosaasas habían sido incendiadas y sus habitantes yacían en el interioarbonizados. Lo más sustancial del tesoro de Sagunto fue enviadCartago, dado que los saguntinos no pudieron quemarlo todo.El sitio de Sagunto había durado ocho meses y fue en el mes d

mayo del año 536 de Roma cuando esta muy noble y muy heroic



iudad acabó sucumbiendo.

PROLEGÓMENOS DE LA SEGUNDA GUERRA PÜNICAANÍBAL MARCHA SOBRE ITALIA

Cuando los embajadores del Senado romano que Aníbal habdespedido volvieron de Cartago, encontraron a los habitantes de apital imperial invadidos por la vergüenza y la decepció

ocasionada por la caída de Sagunto, la ciudad aliada que habíadesdeñado socorrer.

Los romanos tenían mala conciencia, y con razón. ¡Ay!, su tardrrepentimiento ya no podía resucitar a Sagunto ni devolver a

vida a sus habitantes, devorados por las llamas o pasados uchillo por el enemigo.Ahora bien, todavía era tiempo de detener a los cartagineses, n

ólo para vengar las afrentas recibidas, sino porque se habíaonvertido en demasiado poderosos y constituían un verdaderpeligro para el Imperio de Roma.

Declararon, pues, la guerra a Cartago y designaron al cónsCornelio para que mandase en Iberia y a Sempronio para quhiciera lo mismo en Africa y en Sicilia. Se decretó en Roma movilización general así como en toda Italia. Todos los jóveneueron obligados a tomar las armas. Los de más edad, así comas mujeres y los niños, llenaron los templos para implorar protección de los dioses.

Desde el momento en que los ejércitos de tierra y de m

stuvieron listos para la guerra, el Senado romano envió una últim



mbajada a Cartago exigiendo la destitución de Aníbal, pues, easo contrario, los senadores cartagineses se convertirían eolidarios de la agresión contra Roma.

«Os aporto la paz o la guerra —dijo el jefe de la delegació

omana, recogiéndose sus vestiduras sobre el pecho con udemán solemne—; sois vosotros los que debéis de elegir.» Loartagineses les respondieron: «Obrad como queráis.» El romanoltó sus vestiduras y gritó: «Así pues, es la guerra.» Volvió beria, que a partir de entonces se llamó con más frecuenc

Hispania, acompañado de los miembros de su séquito, para tratde captarse un máximo de alianzas entre los pueblos ibéricos. Suprimeros aliados fueron los bargusios, que vivían cerca de loeretanos. Los volcianos- volcos, por el contrario, les rechazaroon desprecio debido a su actitud respecto de Sagunto, que nncitaba ciertamente a ver en ellos unos aliados. Percatándose d

que eran muy mal recibidos en las comarcas cercanas a los voleoos romanos volvieron a la Galia Narbonense para pedir a samblea representativa que prohibiera el paso de Aníbal, qu

quería dirigirse a Italia. La asamblea narbonense respondió comofas a aquella curiosa demanda de declarar la guerra sólo e

beneficio de los romanos. Por otra parte, los cartagineses lehabían colmado de regalos en prenda de su amistad; los romanopor el contrario, no les habían dado nada y nada podían esperde ellos.

Los enviados romanos volvieron a Roma con un magro bagaj

mientras que Aníbal preparaba sus próximas campañas con sum



uidado. No obstante, autorizó a sus soldados a que pasasen nvierno con sus familias para reunirlos en la primavera eCartagonova.

Aníbal se dirigió a Gadir y, en el famoso templo de Hércule

ofreció sacrificios y presentes por el éxito de su próxima campañDejó a su mujer y a su hijo en un lugar seguro, en Castulon, parecer, y envió un ejército de iberos a Cartago, considerandsta operación una garantía de la fidelidad de estas tropas, qu

podrían servir de rehenes llegado el caso162. La misma flota qu

había efectuado el transporte de estas tropas, volvió de Cartagon otro ejército compuesto por 11.000 africanos y más de 80oldados figures (de la comarca de Génova). Confió la defensa dberia a su hermano Asdrúbal, dejando bajo su mando a las tropa

de tierra y una marina muy poderosa para conservar el dominio dmar Ibérico.

Como garantía de fidelidad de sus aliados ibéricos, Aníbal exigehenes elegidos entre los hijos de los notables de cada ciuda

Dejó el castillo de Sagunto bajo el mando del cartaginés Bostardio a sus tropas la orden de marchar hacia el Norte.

Estas tropas estaban compuestas de «pueblos» diversos, en s

mayoría ibéricos, y contaban con más de 100.000 hombres, dllos 90.000 de infantería y 12.000 jinetes.

Franqueó el Ebro, y confió a su amigo Asdrúbal, príncipe ddichos territorios, la guarda de los bagajes y de las vestiduras du ejército y, prosiguiendo su avance, encargó a Hannón de

defensa del país. En los Pirineos licenció a tres mil soldado



arpetanos que iban a desertar, e igualmente a 7.000 iberos quenían idéntico proyecto. Juzgó prudente no castigarlos, para hacreer a las tropas que eran libres.

Tras haber franqueado los Pirineos, los ejércitos de Aníba

liados con los de Civismaro y de Menicato, poderosos jefes de vertiente francesa, avanzaron por el Ródano. Vencieron a lovoleos, que vivían en las riberas de este río, progresaron sobre loontrafuertes de los Alpes y establecieron su campamento, com

última etapa antes de la invasión de Italia.Aquel año ocurrieron en Iberia temblores de tierra, una epidem

de peste y grandes tempestades en el mar. En el cielo, se viparecer ejércitos que se combatían con gran ruido; presagioodos ellos de los males que debían seguir de esta guerra.

LOS ROMANOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

A pesar de las victorias del genial estratega ibero-cartaginés etalia, los romanos no se hundieron; por el contrario, reaccionaroon energía y decidieron llevar la guerra a la península ibérica, quonstituía la base más sólida e incluso esencial para el poder d

Cartago.En el año 218 a. de J.C., desembarcó, en Ampurias, Cne

Escipión y, avanzando hacia el Sur, atacó y destruyó al ejército dHannón en Cisa163. Al año siguiente, se le unió Publio Escipiónuntos ambos ejércitos, marcharon hacia el Sur y franquearon beras. A partir de aquí, romanos y cartagineses se dividieronlternativamente, las victorias y las derrotas.



Ahora bien, en el año 214 los ejércitos romanos consiguieroraspasar las líneas contrarias y avanzar hacia el Sur y, dos añodespués, se apoderaron de Sagunto. Desgraciadamente, en el añ11, los dos hermanos Escipión, Publio y Cneo, por separado

ueron vencidos y muertos.La llegada, el año 210, de un nuevo jefe, Publio CornelEscipión, dio un nuevo impulso a la guerra y, al año siguiente, spoderó de Cartagonova.A partir de aquel momento, la mayor parte de los indígenas s

unieron al bando de los romanos; con su apoyo decisivo, PublCornelio Escipión triunfó sobre Asdrúbal, hermano de Aníbal, eBécula (Bailén), y dos años después derrotó a los ejércitos dMagón y de Giscón en Hipa (Alcalá del Río).

Finalmente, en el año 205, los romanos se apoderaron de Gady esta victoria asestó el golpe de gracia a la influencia cartagines

n la península ibérica.Las poblaciones que habían ayudado tan decisivamente a lo

omanos en sus luchas contra los cartagineses, no tardaron muchiempo en volverse contra los abusos de los nuevos «aliados».Así comenzó la resistencia contra el Imperio romano, que durar

erca de dos siglos, pero cuya etapa más penosa terminó con aída de Numancia, el año 133 a. de J.C. La resistencia heroicde esta ciudad frente al opresor romano es por completo parecid

la de Sagunto respecto de los cartagineses.La causa esencial de la prolongación de estas guerras

onstituyó la falta de honestidad de numerosos jefes romanos, qu



ecurrían a menudo a procedimientos condenables.Finalmente, la organización política y el apogeo cultural de Rom

mpusieron sus estructuras sobre las poblaciones hispánicadivididas por querellas y rivalidades.

La larga lucha fue iniciada por los ilergetes, los que antañhabían ajaldado tan útilmente a Escipión. Sus jefes, IndíbilMandonio, vencidos dos veces por los romanos, fueron finalmensesinados. Los romanos organizaron su precario dominio

dividieron a la península en dos zonas: La Citerior y la Ulterio197). El primer gobernador importante la Citerior, Marco Porci

Catón, combatió a los indigetes y a sus aliados bajo los muros dAmpurias. Tras haberlos vencido, intentó sin éxito la penetracióde la elevada Meseta Central y se dirigió a Andalucía para ayudal pretor Nerón contra los turdetanos sublevados. En el haber d

Catón debemos anotar la pacificación del Levante y una prime

entativa de organización del país.Desde 194 a 181, los romanos permanecieron en las costas y e

l Sur, pero los ataques de los lusitanos en el Guadalquivir y de loeltíberos en el Ebro, les hicieron comprender la necesidad d

dominar las mesetas. Tiberio Sempronio Graco fue el primero qu

onsiguió someterlas, tras haberse apoderado de trescientaortalezas y firmado convenios de paz con las principales tribueltíberas.A ello siguió una Era de veinticinco años de paz, apenas alterad

por pequeñas insurrecciones. Pero la avidez de los sucesores d

Graco provocó levantamientos, que cristalizaron en dos larga



guerras; la celtibérica y la lusitana, que duraron veinte años eonjunto (153- 133).



Tronco del histórico árbol de Guernica (Vizcaya)

En la primera, los arevacos vencieron a Fulvio Nobilior; a su veueron vencidos por Marcelo y víctimas de la terrible traición d

Lúculo en Cauca (Coca, Segovia), el año 151 a. de J.C.Coincidiendo con esta guerra, los lusitanos, que emprendía

recuentemente campañas por la fértil Turdetania, fueron víctimaambién de una grave traición ejecutada por Sulpicio Galba, quostó la vida a 10.000 hombres y la esclavitud a 20.000 (añ

50). Surgió entonces un gran guerrero, el jefe indígena Viriatoonsiderado por los romanos como un bandido.Sus victorias sobre los generales Vetilio, Plaucio y Quinto Fabi

y otros, obligaron al cónsul Serviliano a concertar con él un tratadde paz, en virtud del cual Roma le reconocía como amigo «re

atque amicus».Pero, atacado por Cepión, sucesor de Serviliano, Viriato, qudeseaba renovar las conversaciones de paz, fue asesinado por supropios enviados, sobornados por el romano (139).



Sacerdotisa ibérica. Escultura de tamaño natural

La segunda fase de la guerra celtibérica quedó señalada por esistencia de Numancia (143-133), comenzada cuando Olónic

«el de la lanza de plata», convenció a los celtíberos para qu



yudaran a Viriato.El cónsul Metelo dirigió las primeras campañas contra lo

vacceos, acusados por los romanos de haber apoyado Numancia. A continuación, fracasaron Pompeyo, Mancino y otro

efes romanos. Sólo Escipión Emiliano, el conquistador dCartago, tras haber reorganizado un ejército de 60.000 hombreonsiguió someter la pequeña y heroica ciudad tras un seversedio.

Finalmente, ésta fue tomada y destruida sin gloria para lovencedores. «Honores a los vencidos», es algo que debe decirson propiedad en esta ocasión. Los habitantes de Numanc

prefirieron darse la muerte antes que aceptar la pérdida de ibertad.Bella lección para los esclavos de los tiempos modernos...



TERCERA PARTE



LOS PRIMEROS HABITANTES

CIVILIZADOS EN EUROPA

LOS PRIMEROS HABITANTES CIVILIZADOS

DESDE la Antigüedad la originalidad de la lengua y costumbrede los vascos habían sido advertidas por los escritoregrecolatinos; en el primer siglo de nuestra Era, el poeta latin

Marcial emparentaba el éuscaro con el ibero y el galo primitivo, ea, con el aquitano-gascón, lo cual abona la tradición druídicfirmando que una parte de los llamados gallos-celtas, o gauloiran autóctonos. El testimonio de Marcial es importante porqura un celtíbero y sabía por tanto de lo que hablaba.

Los romanos consideraban a los vascos como a una variedad dberos. La Biblia llama ibri a los hebreos y el arqueólogo y lingüisO. W. de Milosz hace partir de Iberia a los ibri prejudíos, comveremos más adelante.

¿Quién era este pueblo que, según un arraigado sentimien

távico —el subconsciente colectivo de Jung—, pretende ser hijde la tierra —la suya— y que no ha venido de parte alguna?El gran filósofo y matemático alemán Leibniz fue ya, en 170

uno de los primeros sabios de la Era moderna que se dierouenta de la originalidad del vascuence y de su importancientífica. «Opino —escribía al padre de la Charmoie— que es



ravés de las lenguas como conexiones de los pueblos; trate dnvestigar lo del vizcaíno y del ibero, ello contribuiría a aclarar problema de lo céltico y de los nombres propios de los ríosugares de Gascuña de donde el vascuence ha desaparecido.»

¿Quién era, repito, de dónde venía este pueblo que ni los celtani los fenicios, ni los griegos, ni los romanos lograroverdaderamente asimilar..., que hablaba una lengua prehistóricque las tradiciones populares cristianizadas hacía remontar paraíso terrestre?

Porque cuando en nombre de la ciencia se abandonaron laábulas y las leyendas de orígenes, ya míticos ya religiosos, com

puntos de referencia, recurrió a las teorías... Lo chocante es quasi todas las teorías en cuestión —pretendidamente liberadas dos dogmatismos o sea, de las ideas preconcebidas e impuestapor una autoridad indiscutible— hacían venir a los vascos d

Oriente, descartando como inconcebible la idea de que podíastar donde están ahora, desde siempre. Eliminada, pues, la ide

de un padre Adán creado por Dios, nuestro primer Padre, mono, ¡había de proceder necesariamente de Oriente!

Pero se halló el hombre llamado de Cro-Magnon. Recordemo

que el hombre de Cro-Magnon había sido encontrado en uerreno y entre materiales estimados auriñacienses o gravetiensntiguos, dándosele la edad de estos niveles pertenecientes

período glacial de Würms III, que se extendía hasta unos 40.00ños antes de nuestra Era. Los esqueletos del mismo tip

ncontrados posteriormente, datan de fines del siguiente períod



glacial (Würms IV), en el nivel protomagdaleniense, que se sitúa e8000 a. de J.C. Pero la más abundante «cosecha», valga

palabra, de huesos del tipo Cro- Magnon pertenecen al últimperíodo glacial o de Würms V, lo cual significa que su raza sigui

perpetuándose en las mismas regiones. Durante la Era glacial, hombre parece haber vivido principalmente en cavernas, y es dsta época de cuando datan las admirables pinturas de Altamir

de Santimamiñe, de Ekain, de Lascaux y de tantas otras ququedan por descubrir.

Luego hubo el cataclismo, llamado diluvio por el Génesis y poas tradiciones de todos los pueblos, y el fenómeno determinó el fde la era glacial. Ya en el Neolítico nos encontramos, en el actuaPaís Vasco, con la descendencia del hombre de Cro-Magnon, que prolonga a lo largo de la prehistoria, de la protohistoria y de

historia hasta nuestros días.

Don José Miguel de Barandiarán, que es uno de los mápreclaros y sabios prehistoriadores europeos y el más competentndudablemente, en lo que se refiere al País Vasco, declaró hacpoco, contestando a unas preguntas: «Pienso que el pueblo vascs autóctono. Opino así porque este pueblo entra en la Histor

on este nombre y las características que conocemos. Ahora bieUn día antes de la Historia creo que también existían vascos este territorio, y dos días antes creo que también. Mientras no

demuestre lo contrario, nosotros debemos decir que el puebvasco es hijo de este mismo lugar. Tenemos razones para pode

pensar así, porque se encuentra desarrollándose en este país un



ultura única desde hace varios milenios. Esto quiere decir que yxistía aquí un pueblo y que éste entra en la Historia con el nombr

de vasco. Por los restos que hemos encontrado, y por los restoubsiguientes que hemos podido comprobar, podemos afirmar qu

hay verdaderos indicios de que el tipo vasco que entra en Historia es el resultado de la evolución local pirenaica del hombde Cro-Magnon, que desde hacía cerca de cuarenta mil añoxistía en el occidente, de Europa.»

Según el Pauly's Real Wissowa, «el nombre de iberos fudescubierto por los griegos con motivo de los viajes de loocenses, hacia el año 700 a. de J.C.»164. No obstante, hemo

visto, según viejas crónicas, confirmadas por Dioniso dHalicarnaso, que mucho antes que los focenses, doscientos añontes de la destrucción de Troya, los navíos de Zacint

desembarcaron, a algunas leguas al norte de la actual Valencia, unmultitud de viajeros que se instalaron en esta comarcaonstruyeron una magnífica ciudad, a la que denominaron ZacinSagunto), en recuerdo de su antigua patria. Estos griegos fuero

pronto adoptados por los iberos de los que se decían parienteDescendían, en efecto, de Zacintos, hijo de Dardanos, de cuy

origen ibero —por su madre Electra, de Atlas-Atlante, rey míticde los iberos— no puede dudarse165. El templo de Diana, dorigen griego, que mencionan un cierto número de inscripcionncontradas en la ciudad baja de Sagunto, era obra de los griego

de Zacinto. He aquí una de esas inscripciones latinas que hace

lusión al templo griego: «...ad collegium aliquod cultorum Diana



non latinae ut conjeci, in arce ocultae, sed antiquioris Graecauius templum erat infra oppidum. Certe tituli hi omnes visi sunt non arce, sed in infra in vico hodierno»166. Según Menéndez Pelayste templo fue el que la piedad de Aníbal salvó cuando el incend

de Sagunto y al cual se refiere Plinio al afirmar que había sidundado por los zacintios doscientos años antes de la destruccióde Troya, «annis ducentis ante excidium Trojae».

Haciendo abstracción de esta denominación, y partiendo de aíz mítica de ibero, padre de la estirpe y héroe epónimo de lo

beros, citado en Dión167

, al mismo tiempo que celta o keltopadre de los celtas, los dos como hijos de. Heracles y de unprincesa bárbara, todo lo cual no es más absurdo que admitomo se suele, a Helen como padre de los helenos o a Israel com

padre de los israelitas, generalmente se acepta lo siguiente:a) Los ligures constituían el más antiguo pueblo conocido de

península ibérica, al que se podría considerar como autóctono168

b) La segunda capa de poblamiento conocida se denomina libiporque se la supone originaria de África del Norte y que, en unpoca «imposible de determinar, pero probablemente del tiempn que España y Sicilia formaban aún cuerpo con África

ocupaban África del Norte, España y las islas del Oeste169. Apues, verosímilmente —y con fundamento de causa—, estas dopoblaciones deberían de estar, desde el punto de vista étnico, mupróximas la una de la otra.

Cuando los arios braquicéfalos llegaron de Oriente, remontand

l Danubio, divididos en galos y germanos, encontraron una raz



dolicocéfala de pelo moreno. Esta raza era occidental y atlántica,n razón de la lenta fusión de los glaciares en el norte de Europan las islas Británicas, era lógicamente de origen ibérico, a meno

que admitamos la hipótesis de un continente atlántic

desaparecido, al que se referían los anales de los templos egipcioRecordemos que cuando los primeros europeos llegaron rchipiélago canario, lo encontraron poblado por una raza d

blancos, los guanches, pese a que las cercanas costas africanastuviesen pobladas de negros. Las islas Canarias constituye

probablemente los últimos jirones del imperio isleño de los atlanteLuego, esta primitiva raza blanca, oeste europea o atlanto- ibéricque había poblado España, Marruecos, etc., ha sido tambiéahariana (del noroeste), pues el Sahara se desecó mientras lo

glaciares retrocedían en el norte de Europa.Las antiguas crónicas nos hablan de una Era de cataclismo

geológicos que afectó a toda la península ibérica, que provocaroa huida en masa de las poblaciones aterradas. Dicha hecatombue, además, evocada por los escritores griegos y latinos baj

diferentes nombres, como diluvios e incendios, tales como los dos Pirineos, de Faetón o de Deucalión. En estas catástrofe

perecieron, probablemente, las primitivas dinastías de pura rabérica. Entre las poblaciones que sobrevivieron se encontrabaigures = Aíyusg y los libios = Aíbus, que se convirtieron en sonjunto en iberos. Definición geográfica general evidente, que

Enciclopedia Británica explica con la palabra vasca «ibaierri» (pa

del río). El ibero, o Ebro, era, en efecto, un gran río de este pa



de los iberos.Ahora bien, según W. von Humboldt170, los vascos son lo

estos de una población muy antigua preindoeuropea dolicocéfaque, como los ligures, se extendió por España, una gran parte d

Francia, de Italia, de Liria, de Tracia, del noroeste de África y laslas del Mediterráneo. Ya hemos visto las incursiones pelásgican las islas mediterráneas, y sabemos que los pelasgos de Grec

hablaban una lengua arcaica, diferente de la que hablaban lohelenos, llegados más tarde. Estamos en nuestro derecho, pues, d

pensar que la lengua primitiva de los ligures, de los iberos y de lopelasgos era la misma, y que esta lengua se parecía al vasco; comuy pocas diferencias: Hemos visto un ejemplo curioso en nombre prestigioso de la vieja Ilion (o Troya), que significencillamente en vasco: Buenaciudad...

Según P. Bosch Gimpera, estas poblaciones dolicocéfalaprimitivas —de las que formaban parte los metalúrgicos ibéricode la civilización de Almería—, están aún ampliamenepresentadas en el oeste de la cadena pirenaica, y se parece

mucho al tipo primitivo. Bosch Gimpera que es, no lo olvidemos, undador de la etnografía en cuanto ciencia, estudió esta cuestió

oncienzudamente in situ, y sus tesis, sobre todo acerca de estopuntos precisos, siguen siendo incontestables. Cree, por otparte, que la lengua vascuence es la heredera directa de la lenguprehistórica de los autóctonos del Paleolítico superior y dMesolítico171. El gran lingüista Luis Michelena es de la mism

opinión: para él, el vascuence no ha venido de otra parte, sino qu



epresenta el último islote lingüístico de una familia que debxtenderse mucho más lejos172. Por su parte, el eminenntropólogo Miguel de Barandiarán afirma que, cinco mil año

después del final del último período glaciar, el hombre qu

habitaba en el actual País Vasco, perfectamente adaptado al nuevgénero de vida impuesto por el cambio del clima, el aumento de lemperaturas y la emigración de ciertas especies animales, taleomo la foca y el reno, poseía ya todas las características física

del hombre vasco de hoy173. Ha probado esto con el apoy

obre todo, de dos cráneos de dicha época encontrados eUrtiaga y conservados en el «Museo San Telmo» de SaSebastián. Esos dos cráneos concretan el resultado de unvolución típica del hombre del Cro-Magnon que los arqueólogo

designan como «pirenaico». De todo ello se desprende una cosmportante que hay que retener: que esos hombres pirenaicos dUrtiaga, antepasados auténticos de los vascos, estaban ya in sihace por lo menos siete mil años...

Ligures, pelasgos, iberos, eran, pues, denominaciones tomadade las poblaciones primitivas de la Europa precélticmparentadas entre sí desde el punto de vista étnico y también e

u lenguaje arcaico aglutinante, en la medida en que pudieraonservarlo frente al «regreso» de los celtas indoeuropeos.

Avieno nos da el nombre de iberos para designar a lohabitantes del sur de la península, entre el Guadiana y el Riotintntiguamente ibero, y los de la ciudad de Carteya, situada en

strecho, en los alrededores de Tarifa174. Esta ciudad prestigios



ambién era denominada «Puerto de los iberos»175. Y aunque eMarruecos existe una tribu de nektíberos, esto no prueba, comdeseaba Schulten, que los iberos fueran originarios de África evez de la península que lleva su nombre, pues era España

denominada Iberia y no Marruecos176. Estrabón, que conocía biel país, al cual consagró por entero el tercer libro de su Geografísegura que los iberos eran autóctonos y cita, entre los pueblo

que emigraron a la península, a los tirios, a los cartagineses y a loeltas177. Apiano abunda en el mismo sentido y añade que lo

enicios, los celtas y los griegos se sucedieron en el país de loberos. Estos textos, en mi opinión, son muy concluyentes a esespecto.

EL NOMBRE DE IBERIA

Este nombre de Iberia ha debido servir en la Antigüedad pardesignar, tal vez en varias lenguas, a pueblos lejanos y separadopor un río o incluso por un obstáculo natural, como una cordillemontañosa por ejemplo. Los griegos se sirvieron de él pardesignar a dos países igualmente alejados: España y la Georg

aucásica. La etimología de Iberia se explica por el vasco y hebreo. En éuscaro —ya lo hemos dicho—, ib ai es río y erri paíde donde ibaierri (país del río); pero tenemos también bere radicdel verbo beretu (extender, dilatar). Con bere se forma berezi quignifica separar y berezian (aparte), así como otros compuesto

parecidos. El griego ha perdido esta acepción primitiva, per



ncorporando una fuerte contracción a la idea de lo que separa; aberezian se ha convertido en bessa que quiere decir precipicibarranco, y besseis, que significa montañoso en lengua griega. Apues, la raíz vascuence bere añadida a bai, da ibaibere (separació

del río), lo cual explica la formación del nombre griego Iberia178

.Por otra parte, es curioso que el nombre Ibri, del que hemoxtraído el vocablo hebreo a través del griego y el latín, derive dustantivo Eber, que significa más allá. Designa al pueblo dquellos cuya residencia primitiva estaba situada más allá del río

de las montañas. El vocablo Ibri se aplica, pues, fácilmente a lonmigrados llegados de lejos. Por otra parte, Eber, bisnieto dSem, antepasado epónimo de los hebreos, era, efectivamentoriginario de un país situado más allá del río y de los montes.

Este, nombre de Iberia parece, pues, haber sido la denominaciógenérica con que los pueblos de Asia Menor instalados en laostas del Mediterráneo y que hablaban lenguas parecidas

griego designaban a los países lejanos, separados por un gran ríLos habitantes de Iberia no se dieron nunca a sí mismos el nombrde iberos, ya que no se encontraban más allá del río sino más acLa prueba radica en el hecho de que ninguna de las numeros

ribus llamadas iberas se haya designado propiamente con esnombre.

Además, esta denominación no se extendió hasta la époclásica, en la que los autores hacen mención casi simultánea de doberias, una asiática, en la actual Georgia, y la otra en Españ

Similitud de nombre que ha dado lugar a numerosa



speculaciones. Incluso recientemente, un artículo de la Pravdirmado por Mischin Misin, artículo del cual la Televisión francese hizo eco al día siguiente, 28 de mayo de 1976, afirma que loabios rusos han encontrado la solución del problema de lo

orígenes del pueblo vasco y de la lengua éuscara. Estos sabioseguran que los vascos y los georgianos serían primos, y habríaenido como antepasados comunes a los iberos del Cáucaso17

Esta teoría no es nueva, ya que ha sido muchas veces tomadabandonada. Resulta un hecho que existe un parentesco originar

ntre estos dos pueblos, al parecer, y de esto no puede dudarsePor otra parte, se trata de la opinión de numerosos sabios, entrllos Pericot García, en su obra La España anterior a la conquisomana. Las divergencias se sitúan en la fuente de dicho

parentescos y es aquí donde me gustaría poderles discutir a loabios rusos.En efecto, hemos visto, en el capítulo precedente, que el hombr

vasco ocupaba ya, hace por lo menos siete mil años, su actuerritorio. También sabemos —y lo hemos podido comprobar eos capítulos consagrados a las antiguas crónicas—, las numerosamigraciones, hacia el Este, de los primitivos iberos en busca d

nuevos territorios, empujados por lo general por temblores dierra, hundimientos y convulsiones geológicas, de las que fuscenario Occidente durante numerosos siglos. ¿Cómo conciliodo esto con la tesis rusa, según la cual, un temblor de tierra habenido lugar hace tres mil cuatrocientos sesenta y nueve años, qu

provocando la partida masiva de la población hacia el Oeste, pa



legar a las tierras del Oeste, de las que sabían, a semejanza de lorigios, que habían salido sus antepasados?

Ya en 1728, el sabio profesor de Salamanca Larramendi180, más antiguo gramático conocido de la lengua vasca, en su obra D

a antigüedad y universalidad del vascuence, afirmategóricamente el parentesco de los vascos y de los caucasianoon una diferencia, sin embargo, puesto que sitúa la fuente de estanfluencias en la península ibérica. Algunos historiadores, escribhan tratado de buscar fuera de España el nombre de Iberia, y s

maginación les ha llevado al Ponto Euxino y al mar Caspio, dondxistió, en la Antigüedad, una Iberia y unos iberos, suponiendo qustos últimos llegaron a España para dar su nombre al Ebro y oda la península. Esto no es serio. ¿Resulta razonable decir qulgunos hayan podido dar su nombre al país que se extiende desdl Ródano hasta el sur de la península ibérica, borrando y haciend

olvidar así que esta comarca hubiera existido hasta aqumomento? ¿Es posible creer que estos asiáticos hayan sido taimpáticos ( sic) que, para serles agradables, el mundo enter

olvidase el antiguo nombre de este país y lo remplazase por el dstos extranjeros..., favor único que se rehúsa a los otros pueblo

legados de su país? No, sostenemos lo contrario, que fueron loprimitivos hispánicos los que dieron su nombre a la Iberia asiáticomo lo asegura Prístino, Dioniso Alejandrino, Eustaquio, Nicéfo

Calixto y muchos otros historiadores. Además, esto concuerdon nuestras historias en las que se dice, de forma clara, qu

nuestros primitivos españoles partieron en varias ocasiones par



poblar otros países, sobre todo del lado de Oriente; así pues, nxisten razones para negar este origen occidental a los d

Cáucaso, tanto más cuanto que han conservado el nombre. Ennegable que, después de la terrible sequía general (consecutiva

diluvio) de que hablan nuestras historias, se extendieran por todapartes, dejando en estas regiones alejadas y casi desérticas dquellos tiempos, el recuerdo de su lejano origen. Si leemos

Ptolomeo veremos que las principales ciudades y lugares de beria asiática tienen nombres vascos, como voy a demostrar ontinuación. Esto no quiere decir que los iberos occidentale

procediesen exclusivamente de las actuales provincias vascas dFrancia y España: procedían de todas las regiones de la Iberoccidental, desde el Ródano al sur de España, puesto que el vascra en aquellos tiempos la lengua de todos los iberos.

He aquí los nombres de las principales ciudades de la Iber

siática y comprueben que se trata de nombres vascos: Askura, dAskura (abundancia de agua); Surta, de Sueta o Suerta (lugrdiente o brillante); Sura, de Zura (madera), leños que abundan esta ciudad, o Suura (agua ardiendo); Otesta, de Otsa más elación frecuente del sufijo eta (lugar ardiente e hirvient

urbulento); Aguina, de Agina (diente, muela); Barruta (lugaerrado, recinto, interior); Sédala o Zedala (contradicciónnegativa a dar el consentimiento, de Ezdala; Nigas o Nigaacuerdo entre dos partes); Matsletx (lugar donde abundan la

viñas); Baseda o Baseta (lugar muy arbolado). Todo esto e

bastante claro. ¿Se puede afirmar seriamente que estos topónimo



on vascos por azar? Fueron evidentemente estos iberos, llegadode Occidente, los que los dieron, de acuerdo con el significado du lengua. Esta lengua es la que se hablaba antaño en la Iberia d

Occidente, es decir, el vascuence. Pues los vascos son los puros

egítimos descendientes de los primitivos habitantes de España, que refugiaron en sus montañas tras la terrible sequía de que nohablan las historias, o en el momento de la invasión de las diversanaciones que vinieron a ocupar las otras provincias. Pruebo todsto, nos dice también Larramendi, de acuerdo por completo col erudito Venero, de la orden dominicana, en el Enchiridion dos tiempos, donde se exclama: «Y entonces, decidme: ¿Quiéneon ellos? ¿De dónde proceden? ¿Cuándo? De ninguna parte; so

de aquí. No son árabes, ni godos, ni vándalos, ni alanos, artagineses, ni griegos, ni romanos, ni fenicios. Nuestras historia

y las de los otros, hablan de todos estos pueblos que viniero

ntaño a España; ninguna historia hace alusión a los vascos; ahorbien, si los vascos no llegaron a España, no existe ninguna duda dque son autóctonos. Y por si algún historiador todavía dudase, lengua de este pueblo es un argumento suficiente y definitivpuesto que la misma difiere por completo de la de los pueblos qu

ueron apareciendo. Así pues, la lengua vasca deriva directamentde la que hablaban los primitivos habitantes.»

EL IBERO Y EL VASCO

Fue en el año 1800 cuando W. von Humboldt, eminente lingüis

lemán, fundador de la lingüística comparada181, persuadido d



que el actual País Vasco había sido en la Antigüedad ocupado popoblaciones ibéricas, fue a vivir al país de Euzkadi para aprenda lengua y estudiar sus orígenes. Se puso, pues, a buscistemáticamente en el léxico del vascuence la explicación de lo

nombres iberos que nos han sido conservados por los textos de Antigüedad, griegos latinos, y llegó a la conclusión de que lapoblaciones que hablaban una lengua parecida al vasco, habíaocupado no sólo la península entera, sino también una buena parde Francia, de Italia, de Iliria y de Tracia, así como algunas islamediterráneas, como Córcega, Cerdeña y Sicilia. Tras habegozado durante el siglo XIX de una gran autoridad, el trabajo dVon Humboldt fue combatido con vehemencia por Vinson y VanEys, así como por E. Philipon, escritores cuyo juicio se encontrabobnubilado por la pasión y el partido que habían tomadontribuyó en gran medida al oscurecimiento de esta difíc

uestión182. Vinson y Van Eys afirmaron que nada nos autoriza elacionar el vascuence con la lengua de los iberos, afirmaciórrazonable que no demostraron de ninguna forma, y Philipon lehizo coro afirmando que era Von Humboldt el que debía probarloAhora bien, habiéndose visto obligados a reconocer que lo

vascones también eran iberos, Philipon llegó a la aberración dnegar a los vascones la cualidad de vascos y de éuscarofirmando alegremente que nunca los éuscaros se han dado

nombre de vascos (antiguamente Basknes = Vascones) y qustos últimos nunca hablaron vascuence183.

A propósito de la obra de Philipon sobre los iberos, el gra



abio español Menéndez Pelayo se expresaba así: «Ingenioso, márágil... porque está basado en procedimientos etimológico

dudosos y en afirmaciones gratuitas»184.Del mismo modo, no es sorprendente que los más eminente

ingüistas hayan parmanecido fieles al sistema de HumboldSchuchardt, mantiene, contra Philipon, la explicación del iberliberri por el vasco iriberri, y demuestra que la transformación dede ili en r, se encuentra conforme con las leyes de la fonéticvasca185.

A. Luchaire186

refuta magníficamente los argumentos de Vinsoy Van Eys respecto de la forma vasca iri, cuya identidademuestra con ili e ilu, en las palabras ibéricas de la AntigüedadLa identidad de las palabras ibéricas Iliberri e ilumberri con lavascas Iriberri e irumberri, ha quedado establecida de form

bsoluta por la lingüística moderna. Estas dos palabras iri (ciudady berri (nuevo), que componen este nombre tan vasco de ciudapertenece indiscutiblemente al viejo fondo del lenguaje ibérico. nombre de Ródano, es sin duda, ibero —afirma Philipon—mientras que se le atribuye a los habitantes de la isla de Rodas qun 910 antes de nuestra Era, abordaron con una poderosa flo

numerosas ciudades del mismo nombre, las más prósperas de lauales fueron el puerto de Rodas, hoy Rosas, en España; Roden las Galias, y que, al extenderse hasta las orillas del Ródano,

dieron su nombre. Al asegurar que Rodanos era un nombrbérico, Philipon quería demostrar que el ibero era una lengu

ndoeuropea y que el vascuence no lo era y no podía, por tant



descender del ibero. Según Humboldt, si el ibérico hubiese siduna lengua protoindoeuropea, el euskérico lo sería tambiéPretendía que no era preciso limitarse a comparar las lenguas són razón de las diferencias gramaticales, puesto que esta limitació

—obra de los gramáticos— nos impediría ver si, anteriormenteu evolución gramatical, existía efectivamente un parentesco.Creo —y lo subrayo— que no es necesario encerrarse en

ortaleza de los dogmas, con el riesgo de convertirse en prisionerde ellos, puesto que existe mucho que decir y que revisar. Segú

Tácito

187

«los germanos celebran, a través de cánticos antiguoque les sirven de historia y de anales, a un dios llamado Tuisconalido de la Tierra, y a su hijo Mann, origen y fundación de s

nación». «Tytea sive Aretia id est Terra.» Aretia o Titea, mujer dNoé, sería, pues, la madre de los germanos. Ahora bien, Areta egualmente un nombre evidentemente vasco —y hebreo (Aretz = Tierra) y es aún, en nuestros días, un nombre de familia muxtendido en España. También debemos relacionar: Areto, río dntiguo Epiro, Arete, nombre de familia griego, Aretas, nombre d

varios reyes de la Arabia Pétrea. Existe, pues, a través de estpalabra fundamental, una comunidad en el origen de las lenguas d

os germanos y de las llamadas no indoeuropeas, entre ellas vasco y el hebreo. Abundando en este sentido, me parecoportuno señalar que la lengua primitiva de los frigios, que es poo menos tan mal conocida como la de los iberos, ha sidlasificada, siguiendo criterios «indiscutibles», en el grup

ndoeuropeo. Ahora bien, se sabe positivamente que los frigio



ueron los invasores salidos de la Europa Occidental —máxactamente de Iberia—, que se establecieron, finalmente, sobre lta Meseta Central del Asia Menor, tras haber dejado colonias eu recorrido, hasta en Irlanda188.

Afirmo que el vasco es el descendiente directo de la primitivengua de Iberia, que fue verosímilmente la misma que hablaron lopelasgos —árcades, los sicanos y los iberos prehistóricos. Lmisma no ha dejado monumentos literarios, pero sobre suvestigios se han construido el griego y el latín. De esta form

planteado, el problema de la lengua constituye, sin duda, una vde acceso privilegiado al mundo prelatino, puesto que hemos visn el vasco, lengua aún viva, el más antiguo monumento lingüístic

del mundo occidental. Añadamos que de su conservación soesponsables Francia y España.

Habiéndolo comprendido así, el sabio filósofo y profesospañol Miguel de Unamuno —fallecido en 1936—, escribió: «Larónicas nos hablan de los iberos, de los celtas y de los fenicio

de la conquista romana, de los cartagineses, y de las invasionebárbaras, árabes, etc. Esto nos permite creer que se ha hecho aquna mezcla de pueblos llegados, mientras que estos últimos n

epresentan más que una ínfima minoría en relación al fondprimitivo, prehistórico, sin duda muy inferior a lo que se creeomparable a una delgada capa de aluviones sobre la roc

viva.»189

Abundando en el mismo sentido, el eminente filósofo

historiador español Ramón Menéndez Pidal, director de



Academia española hasta su muerte en 1962190, escribió: «Nxisten razones para negarse a creer, con Aranzadi, que el vascs una de las lenguas que se hablaba bajo los dólmenes e inclusal vez, en las cavernas cuaternarias. Los hombres que hablaba

sta lengua pueden identificarse con aquellos a los que los autorentiguos denominaban iberos... Es preciso creer que existemuchas relaciones entre el vasco y el celta... Poseemos una fuentpenas explorada, de arcaísmo en la toponimia española... muigados al suelo de la península, y subsisten nombres ibéricos e

nuestras comarcas donde, desde tiempos inmemoriales sólo hablan lenguas romances... El Araoz de Guipúzcoa —que significn vasco llanura fría, lo que corresponde a la realidad—, edéntico al Arahoz de Lérida, aldea construida sobre una meseodeada de montañas y de clima muy frío. Esto confirma, una ve

más, que el vasco es una lengua que, verosímilmente, se habló ea provincia de Lérida en una época muy remota... Debo añadque los topónimos de aspecto vasco son innumerables en regionmuy alejadas del actual País Vasco y que, incluso en nombres dpariencia romana han podido reconocerse palabras vasca

posteriormente romanizadas... Ahora bien, cuando hablamos d

vasco, nos referimos a algo más general y mal conocido, es decil ibero. Y dado que el vasco representa el vestigio venerable das lenguas ibéricas desaparecidas, merece por ello toda nuesttención y el respeto que se debe a las reliquias de la Antigüedad

Estoy en condiciones de afirmar la influencia del elemento vasco e

l desarrollo de las principales características de la lengu



spañola.»Y, en efecto, muchas palabras españolas no son más qu

deformaciones de antiguas voces vascas, que eran ya viejauando los fenicios, los romanos, los visigodos y los árabe

legaron a la península y que no quieren decir nada en estaenguas, mientras que, en vasco, poseen un sentido preciso eelación con su significado. Las deformaciones experimentadas postas palabras son paralelas al proceso de formación de laenguas romanas, que no nacieron sólo del latín, sino de la luchbierta entre este último y la lengua antigua.La misma observación puede hacerse en relación con el francé

y, ya a principios de este siglo, el abate Espagnolle demostró qul fondo más importante del francés es prelatino y que, poonsiguiente, se equivoca quien lo hace derivar de esta lengua19

Y el profesor Franc Bourdier añade: «Tengo la impresión de que vasco no ha sido tomado suficientemente en consideración para búsqueda de las etimologías francesas, incluidos los nombres dugares, mientras que estas etimologías son rebeldes a laderivaciones latinas.»192

El hecho de excluir el vasco de la raíz original indoeuropea —

digo bien la raíz— es, con toda evidencia, una conclusiópresurada. Las semejanzas que se encuentran entre el vasco y

griego —ya subrayadas por W. von Humboldt— sonvidentemente, extragramaticales, puesto que el vasco, lenguglutinante, ha conservado ese carácter que el griego hab

perdido, pero las huellas de su antigua aglutinación pueden seguirs



l descubrir, por medio del vasco, el sentido primario de las vocegriegas, como ya hemos hecho anteriormente respecto de Ilion. sto es tan importante para el etnólogo como para el historiador.

Numerosos estudiosos han admitido que las antigua

poblaciones pirenaicas del sudoeste de Francia y del País Vascspañol formaban, ya en la época romana, el sustrato etnográficdel país, prolongamiento de las razas prehistóricas autóctonasnteriores a las invasiones célticas193.

El carácter aglutinante que la lengua de este pueblo h

onservado, análogo al de las lenguas primitivas de Américonstituye, sin duda, la reliquia de las lenguas habladas por loberos de la época paleolítica. Dado que el resto de los territoriobéricos asimiló más fácilmente los influjos helénicos, fenicioélticos, etc., sólo las regiones pirenaicas ocupadas por loctuales vascos supieron preservar su lengua y conservarla en sntegridad total. Esto es la única razón válida que nos permixplicar, a través del vasco, las primitivas voces ibéricas, así comas identidades toponímicas entre los nombres de lugares del PaVasco y los nombres antiguos de la península ibérica, de Aquitaniy de otros lugares.

Para concluir, permítanme citar los trabajos del eminente lingüisSchuchardt194, que han establecido, de manera irrefutable, quúnicamente el vasco, entre los actuales idiomas europeos, presenuna declinación idéntica a la del ibero. Esta cuestión me parecpues, definitivamente resuelta. Y tanto más, cuanto que est

problema no podía resolverse —decía Menéndez Pelayo— má



que en el ámbito de la filología, «según los procedimientogramaticales de los que Schuchardt nos ha dado un admirabjemplo»195.

EL SENTIDO PRIMARIO DEL VOCABLO ARIA DADOPOR EL VASCO

Es verosímil pensar que el griego, al igual que el vascuence, honservado el uso de numerosas palabras que conocieron la Eda

de Piedra, pero el desconocimiento del vasco es, sin duda, u

nconveniente para la apreciación exacta de ciertos aspectos dgriego. El hecho, por ejemplo, de que, en griego, la voz ario ndesigne con precisión el concepto de raza o de estirpe, hnducido, probablemente, a los hombres de ciencia a evitar érmino indoario, sustituyéndolo por indoeuropeo. Para lo

griegos, el término arioi (άριοι) designaba a los habitantes de unomarca de Asia, mientras que, en vasco, la palabra ariaz significde la raza de los valientes, que tiene su correspondiente griego el vocablo Areios, valeroso, valiente, que evoca las cualidades d

Ares (Άρης), dios de la guerra. Hay que subrayar que el nombr

Arias es muy frecuente en España.Ahora bien, si examinamos el sentido primario del vocablo arionos encontraremos su explicación a través del vasco. Puesto qui, para los griegos, designaba a los habitantes de una comarca d

Asia, el ario, en vascuance aria, quiere decir, raza, casta, estirpDe manera que aquellos que se designaban a sí mismos comrias, querían indicar, a través de ello, que pertenecían a una raz



uerte y valerosa, es decir, superior. Por otra parte, los griegoambién poseían el prefijo inseparable ari, que implica noción dgrandeza, de superioridad, con el cual se forma, entre otros, lovocablos Aristeia (fuerza, valentía, heroísmo), y Aristos (

principal, el más valeroso). Existe también la palabra Arren (varónérgico). En vasco, asimismo, Ar significa macho. En Persia estndicaba a una raza noble.

«En el estado actual de la ciencia, se admite que ha podidxistir una especie de confederación indoeuropea alrededor d

mar Caspio, provista de la misma lengua antes de la dispersión dos grupos. Su lengua, según los filósofos, no es más antigua que de los egipcios, que era posterior al período neolítico. Estopueblos, al llegar a la encrucijada formada por el Rin, el Aare y Ródano, se extendieron en todos los sentidos. Se han observadnumerosas concomitancias entre el celta, el finés, el lituano,

gaélico, el antiguo irlandés, el servio y el vasco. Probablemente, spodrían establecer conexiones entre estas lenguas y el griego, perpara ello es necesario ayudarse del vascuence.»196.

Según Mommsen, hacía ya más de mil años que los iberostaban establecidos en la orilla derecha del Ródano, cuando la

primeras migraciones célticas comenzaron a empujar desde Norte.

EL VASCUENCE Y EL HEBREO

La lengua sagrada de Canaán y el idioma primitivo de louscaros de la España neolítica, presentan, en sus raíces y en su



vocablos más antiguos, una analogía evidente, de la que hapodido encontrarse innumerables ejemplos en el vasco actual. «pesar de los diez o doce milenios transcurridos desde eparación de las dos naciones, judía y vasca —escribe O. W

de Milosz197

—, varios centenares de palabras de las dos lenguancuentran todavía una fuente común.»



Y, según O. W. de Milosz, es de la voz ibérica Ur (agua), d

donde extraería su nombre la ciudad akkado-sumeria de Upróxima a la vez al Eufrates y al Tigris y patria de Abraham. Pootra parte, parece que el vascuence se parece bastante también rameo —y por lo tanto al caldeo198 — pues, según Agust

Chao, también vasco y autor de una historia de su nación, existiría

ntre el vascuence y el hebreo relaciones gramaticales notableobre todo en la tendencia pronuncia da del hebreo hacia íntesis gramatical, «que el vascuence realiza en su perfecciódeal»199.

El abate Espagnolle200 hace descender a los vascuences de lo

spartanos y a los espartanos de Abraham (Cartas del rey Areiode Esparta al gran pontífice judío Onías, Primer Libro de lomacabeos). En lugar de admitir esta tesis, los sabios de la épochan querido hacer, de la Esparta primitiva, una ciudad del Bósfor

la que denominaban Sfarad. Estos críticos, así como el mism

bate Espagnolle, olvidan que Sfarad, anagrama de Pardes y d



Aschpar, designa a Iberia, al igual, por otra parte, que Espartpartos, pardos). Judíos y lacedemonios eran, pues, simplemen

originarios de la Iberia mesolítica. «Los espartanos eraprobablemente, un islote pelasgo-egeo salvado por las invasione

queas y dorias.»201

EL ÉUSCARO Y LAS LENGUAS SIBERIANAS

Extendiendo el campo de las comparaciones lingüísticasnalizando ciertas categorías de palabras vascuences utilizadas e

a nomenclatura de determinadas categorías de vegetales dpequeñas dimensiones, que florecen también en las regiones árticay siberianas, nos encontramos ante el hecho sorprendente de qulgunas lenguas siberianas utilizan las mismas palabras que lo

vascos para designar idénticos vegetales y plantas.

Ello indica que el vocabulario botánico vasco ha conservadielmente el reflejo de la época glacial. Los habitantes de las cuevade Isturitz daban ya a estas plantas las denominaciones que haonservado hasta nuestros días. Así lo entienden investigadores taolventes como López Mendizábal, Borda y P. Fouché, que ha

lasificado, sistemáticamente, dichas categorías de plantas y suorrespondientes denominaciones en los dialectos siberianos y evascuence. Basten unos breves ejemplos:

iz = juncoabi = murtilla, arándano

ira = helecho



aga = mijoasi = zarza

Era la flora de la estepa helada de las colinas y primerapendientes de fácil acceso. Cuando aparecieron las nuevas plantay los árboles de grandes dimensiones, los constructores ddólmenes utilizaron las mismas palabras acompañándolas de sufijpara diferenciarlas:

iz dio: izar — fresno

aga dio: agin — ivosagar = manzano; e irasagar = membrillero (de los helechos)

Cabría incluso interrogarse sobre si los abuelos de los vascohabían construido cabañas de nieve, a semejanza de los iglús qu

ún construyen los habitantes del Polo. Los siguientes vocabloon elocuentes a este respecto:

la tierra (en vascuence) = lur; la nieve (en vasc.) = elur piedra = arri; el hielo = karri hueso (en las regiones glaciare

hace el oficio de madera) = ezur; madera = zur

carro = orga; trineo (que es el carro de las regiones gláciares, edesignado por los siberianos) = org.

Las reflexiones que lo que precede nos inspiran no puedemenos que reforzar, si cabe, nuestras arraigadas conviccione

obre la antigüedad de la lengua vasca y su origen autócton



Corroboran, sencillamente, que los primeros autores del éuscarbuelos de los vascos, vivían ya en su actual territorio en la époc

glacial, como está, por otra parte, plenamente demostrado enuestros días.

Y, en otro orden de ideas, el mismo nombre de Siberia, ¿nvoca ya como el vago reflejo de una lejana (en el espacio y en iempo) Iberia?

CONCORDANCIAS; DEL VASCO CON EL DRAVÍDICOHAMITO-SEMÍTICO Y LAS LENGUAS CAUCÁSICAS

Tras haber afirmado que el vasco es el descendiente del iberrcaico, y puesto de manifiesto las concordancias que aún sncuentran entre el vasco y el hebreo, nos resta por examinar elación del vasco con el grupo lingüístico que comprende

aucasiano, el hamito-semítico y el dravídico. Puesto que preciso recordar, de un lado, que existe una Iberia del Cáucaso, por otra parte, la afirmación de los hindúes, según la cual lomediterráneos occidentales, que construyeron los dólmenes y lorómlechs en el sur de la India, han dejado lo que se denominctualmente la raza dravídica. Una vez dicho esto, comprend

bajo el nombre de iberos, a los habitantes primitivos de península ibérica, al igual que a los también primitivos de laegiones pirenaicas de ambas vertientes.

Es preciso desconfiar de las interpretaciones sumarias referentelos nombres de pueblos, de razas y de lenguas. De ahí, po

jemplo, que los iberos no sean más que los habitantes de la cos



mediterránea desde la región de Valencia hasta el Ródano. Eorigen de este desconocimiento, es preciso buscarlo en unnterpretación apresurada y errónea del poema Ora Marítima, dAvieno (siglo IV de nuestra Era), donde el poeta-geógraf

describe —siguiendo a un geógrafo griego del siglo IV a. de J.C—, la costa occidental del Mediterráneo en la que, en efecto, sncontraban los iberos, es decir, los habitantes de Iberia. Por otr

parte, César y Tito Livio citan nombres de pueblos o de tribus qupertenecen a esta zona, pero no emplean jamás el término Iberpara designarlos.

Volvamos al problema de las concordancias del vasco con grupo lingüístico que comprende al caucásico, el hamito-semíticol dravídico. A este respecto, Lafon escribió: «Si el vasco estmparentado con las lenguas caucásicas y si el ibero se encuentmparentado con el vasco, también lo está por la misma razón co

as lenguas caucásicas.» Por su parte, Nicolás Lahovary, de Universidad de Florencia, opina que el vasco y el dravídicpertenecen ambos, junto con otras lenguas, como las caucásicas,una muy arcaica familia lingüística que podría designarse commediterráneo primitivo. Esta tesis, por otra parte, ha sid

avorablemente acogida por varios lingüísticos de valía, como profesor Schrader de la Universidad de Kiel —tambiédravidólogo, lo que confiere gran peso a su opinión; los lingüistaspañoles Dolo y Tovar, este último rector de la Universidad d

Salamanca y titular de la cátedra de vascología en la mencionad

Universidad, etc.



El vasco y el dravídico son también dos ejemplos excepcionalde lenguas aglutinantes y sistemáticamente con sufijos, qudesembocan en palabras frases añadiendo sufijos sucesivos. vasco, el dravídico y el caucásico, este último en la medida en qu

as influencias orientales no lo han marcado fuertemente, formaparte del grupo lingüístico más arcaico de la raza blanca. Esgrupo se relacionaría de cerca, a través del vocabulario, con hamito-semítico y, sin duda, en la medida en que se las conocon las antiguas lenguas preindoeuropeas del sur de Europa, e

decir de Iberia.El grupo vasco-dravídico se distingue, no obstante, del hamito

emítico en razón de los caracteres arcaicos de su estructugramatical. Aunque el léxico del hamito-semítico es a menudparecido al de estas lenguas, sus raíces son igualmente, en smayor parte, comunes con el indoeuropeo. Así pues, nos vemo

utorizados a admitir, con los grandes lingüistas alemanes del siglXIX, la idea de una unidad primordial, pregramatical, del hamitoemítico y del protoindoeuropeo es decir, con todas las lengua

primitivas de la raza blanca. Estos grupos arcaicos se escindieroulteriormente, en lenguas «mediterráneas», de las cuales sólo

vasco, el dravídico y, lato senso, el caucásico, han conservado suaracteres más arcaicos.

UN PROBLEMA MAL PLANTEADO. LA CLAVE DE LASOLUCIÓN

En Estrabón —el geógrafo griego que vivió en la segunda mita



del siglo i a. de J.C., y que murió hacia el año 20 de nuestra Er—, leemos que los vascos ocupaban aún, en su tiempo, erritorio de la Navarra actual, del País Vasco actual y una partde Aragón. Añade que los aquitanos, por su lengua y por su físico

difieren de los belgas y de los celtas y se parecen más a los iberoque a los galos. Entiende por iberos a los pueblos no celtas quhabitaban al otro lado de los Pirineos, y por galos el conjunto dos belgas y de los celtas. Estos dos últimos se parecen y, aunquno hablaban todos la misma lengua, presentaban pequeñadiferencias en sus relaciones.

De este modo, se distingue, de una manera general, tres lenguaque se hablaban en el sur de Francia, en los inicios de la Eristiana, detalle que es muy importante:

a) De la costa atlántica a la costa mediterránea, en las dovertientes de la cordillera, e incluso en el Gard, se hablaba un

orma antigua del vasco, que puede designarse como aquitano ea vertiente norte, y de vascón, en la vertiente sur, aunque estaenguas se hablasen con anterioridad más allá de esos territoriontes de la llegada de los celtas, de los griegos, de los fenicios, dos cartagineses y de los romanos;

b) Algunas hablas célticas, que podían todavía encontrarse euso, más o menos adulteradas;c) Se admite, generalmente, que, en la misma época —tardía e

o que concierne al primitivo lenguaje—, desde el Ródano Rosellón y a lo largo de la costa mediterránea, al igual que en

mayor parte de los territorios de la península ibérica, se hablab



dicen, el ibero, excepto en algunos islotes que conservarían el cely en las regiones pirenaicas donde se hablaba el antiguo vascPero, reflexionemos al respecto, ¿qué era este ibero de épocardía? ¿Qué quedaría del primitivo ibero de la antigua Iliber

Granada), de Iliberri (Lena), de Erró da (Rota, Andalucía), Ur, eCerdeña, Guisota, en Cataluña202, etc.?Con toda lógica, poca cosa. Este ibero —llamad

quivocadamente estricto mensú—, no era, en suma, más que unmezcla, más o menos compleja, de hablas celtas, púnicas, griega

y latinas, sobre un fondo atávico autóctono de ibero arcaico, dque el vasco constituye la reliquia. En realidad, una lengua primitivparecida al vasco fue hablada, por lo menos, en la península entey no sólo en los territorios admitidos tradicionalmente como vascoquitanos. Recordemos que, cuando en el siglo i de nuestra Er

Apolonio de Tiana visitó el templo de Cádiz, los sacerdotes dHércules eran incapaces de traducir las inscripciones que figuraban el monumento del dios, de una antigüedad, según Ocampo20

del año 1795 antes de la Era cristiana.Y esto es bastante lógico si nos acordamos de que la penínsu

ha sufrido durante muchos siglos los efectos de ocupaciones, d

nfluencias y de presiones diversas: los establecimientos feniciosas ocupaciones púnicas empujaron del Sur hacia el Norte; lodesembarcos griegos en numerosos puntos del litoral; lamigraciones célticas y, luego, la ocupación romana, procedentedel Norte y del Noroeste, que señalarían con sus vestigios

ultura y la lengua autóctonas.



En este contexto, es fácil comprender, por razones diversapero relacionadas principalmente con la geografía y la historia, quólo los vascos han podido conservar en su lengua —reducida os límites de su territorio actual— la forma más cercana d

primitivo lenguaje ibérico, la misma a la que se referíaLarramendi, Astarloa, Agustín Chao, Von Humboldt, SchuchardLuchaire, Lafon, Unamuno, Menéndez Pidal, Michelena, PíoAntonio Beltrán, etc., y que es preciso señalar que era ntepasado directo del vasco.

Es preciso no olvidar sobre todo, al gran sabio alemán Hübnque, al precio de un considerable trabajo, organizistemáticamente la epigrafía ibérica en él Corpus de la Academ

de Berlín, bajo el título de Monumenta Linguae Ibericae. Mpresuro a añadir que Hübner acepta por completo las tesis d

Humboldt y de Schuchardt acerca de la filiación ibera del vasc

Es evidente que los trabajos de Hübner y sus conclusiones —lauales suscribo por completo— me dispensan de insistir más especto204.

DESCIFRAMIENTO DE UNA INSCRIPCIÓN EN

BRONCERuego me sea permitido terminar esta exposición a través d

desciframiento, por medio del vasco, de un bronce ibérico quontiene una larga inscripción cuya descriptación ha sido propues

por Antonio Beltrán, profesor de prehistoria y de arqueología de Universidad de Zaragoza. Este bronce fue encontrad



ecientemente en Botorrita, lugar situado a regiones unos veinkilómetros al norte de Zaragoza, así pues, en una región donde yno se habla el antiguo vasco en la época en que el texto sompuso, verosímilmente bien entrado el siglo I de nuestra Era. S

duda, se hablaba allí una lengua bastarda, fuertemente celtizadon influjos púnicos e incluso latinos que, añadidos a los antiguoondos autóctonos, había dado como resultado lo que se designomúnmente por ibero. Y este texto de Botorrita constituye un

prueba evidente en apoyo del presente aserto. La lectura se healizado a través de los valores alfabéticos propuestos por Góme

Moreno y sus discípulos, y las interpretaciones obtenidas coyuda de los diccionarios Azkue, López Mendizábal y Larramend

Con independencia de que algunas de estas interpretacionepuedan ser discutibles o incluso erróneas, es asombroso encontrn este bronce unas cincuenta voces que se refieren al mismo tem

de las explotaciones agrícolas, a la cría de animales domésticos, iempo y a las estaciones —con mención expresa de la primaverdel verano, del otoño y del invierno, de las tierras, etc.

Nos queda por proseguir el análisis de las repeticiones de loufijos, e incluso de palabras completas, así como sus relacione

espectivas. Pero podemos ya afirmar que nos encontramos anun texto que se refiere a los trabajos agrícolas, a la organización das granjas, de los corrales y de los ganados en el transcurso de lauatro estaciones, y que señalan los lugares elevados, las cumbreas tierras bajas, las orillas del río, los arenales... Cuando s

onoce la topografía de Botorrita, todo esto aparece como alg



muy lógico. También se denominan las viñas, los pastos, lobosques, los establos, los corderos y las aves... palabras quignifican laborar la tierra, malas hierbas, a la noche, al fuego, orrente, a la lluvia y al hielo en el suelo.

En la cara A del bronce encontramos dos elementos interesanten las terminaciones de «gústateos» —línea 7—, que es, sin dudun nombre de lugar en nominativo y de «abüluubocum» —últimínea de la cara A.

En la cara B encontramos varias veces las palabras «abulu»«letondu», enteras o fraccionadas. La asociación de estas vocenos lleva directamente a la estela de Ibiza, publicada por PíBeltrán, en la cual se lee: «Tirdanos-Abulocum-Leton- dunos

Cube)ligios» y que se traduce así: «Tirdanos de los habitantes dos Abulos, hijo de Letondo y de la ciudad de Cubelio», que eruna piedra funeraria de un celtíbero.

En el cobre de Botorrita, como ya hemos visto, aparecen lomismos nombres que en la estela de Ibiza: «Gustaicos y Abulos»ugares que debían ser muy cercanos a los del hallazgo,«.Letondo de los Abulos», nombre de hombre, homónimo, si npariente del que fue enterrado en Ibiza.

Nos es permitido suponer que se trata de un bronce quontiene un texto de cierta importancia, es decir, una disposicióde orden público o religioso. El de Botorrita comienza po«Deseamos.» Por lo que se refiere a su datación, sabemos que iudad fue destruida el año 49. «No creo cometer un gran error

firma Antonio Beltrán— al situarla en el primer siglo a. de J.C



No debe de ser más antigua, teniendo en cuenta la evolución de laetras y el hecho, por ejemplo, de la ausencia de las R, de la rarezn ciertos signos dobles y de la abundancia de algunos otros.»Así pues, la lengua que se hablaba en aquella época en Botorri

staba muy celtizada, hasta el punto de que el profesor Tovar, quha examinado este texto, opina que estaba redactada en celtíberLa opinión de dicho sabio profesor, añadida a las coincidenciabsolutas de numerosas palabras de este bronce con el vasco, no

permiten afirmar en conclusión:a) Que una lengua parecida al vasco o, si se prefiere, que era

orma antigua, se empleaba en tiempos muy lejanos en un áreonsiderablemente más extendida que en nuestros días;b) Que las hablas celtas, fenicias y griegas, cartaginesas y latina

umergieron el primitivo lenguaje y el producto de estas mezclabastardas —el cobre de Botorrita es un ejemplo— es lo que s

designa corrientemente como ibero. Sólo los vascos, acantonadon su territorio actual, han podido conservar, bastante parecida a

misma, la forma más cercana del primitivo lenguaje, que serpreciso denominar, de una forma más clara, el ibero arcaico.

Se desprende así, con nitidez, una distinción fundamental

previa, que es preciso no desdeñar si se quiere salir de la confusióctual que impide, a la vez, la identificación del ibero y la filiaciódel vasco.

Hemos visto, por una parte, a este ibero tardío —que presenormas dialectales diversas, según la naturaleza y la dosificación d

as influencias experimentadas—; es en estos puntos en los que s



ha estudiado los textos que se denominan corrientemente iberoY, por otra parte, es preciso admitir que el ibero primitivo, simezclas, autóctono, en una palabra el ibero arcaico, es verdadero antepasado del vasco.



CUARTA PARTE



DIOSES Y CREENCIAS

EL MONOTEÍSMO IBÉRICO Y SAN AGUSTÍN. LOSDRUIDAS, EL BHAGAVAD-GITA Y LA TRADICIÓNPRIMORDIAL

CIERTAMENTE, no sabemos gran cosa respecto de los ritos de las creencias, de la vida religiosa en suma, de los primitivo

habitantes de Iberia. Se conocen, sin duda, los nombres dnumerosas divinidades y de los lugares donde, desde el alba de loiempos, se celebraban los actos culturales, todo ello a través das informaciones de las fuentes literarias o epigráficas, en generade época romana.

No obstante, es un hecho que Hispania, una vez terminada onquista, asimiló más de prisa que cualquier otra «provincia» ivilización romana y, junto con ella, la religión del Imperio, lo qu

no facilita nuestra tarea. También es cierto que quedaron, aquí llá, en los territorios ibéricos, reminiscencias más o menoontaminadas de los ritos primitivos anteriores a las invasioneltas, que derivarían de las enseñanzas de los sacerdotes d

Osiris y de Hércules, o de los de Luso y Pan, príncipes teócrataompañeros de Dionisos. Las amalgamas o mezclas sucesivas dultos, operadas a través de los siglos —según las presione

políticas o religiosas—, dieron lugar a la eclosión de una ser

nterminable de nombres de divinidades. Voy a ahorrarles toda l



ista, pesada y pluricentenaria, de nombres difíciles de identificar, pesar de los esfuerzos de asimilación y de sincretismo de loeólogos del Imperio.

Ahora bien, a pesar de esta multiplicidad de apelativos divino

que se derivan, los más complicados205

, de aglutinaciones dpítetos en dialectos diversos, es un hecho —y a veces es unuestión muy olvidada— que, para los iberos, al igual que para loeltas o celtíberos, esta pluralidad no les impedía reconocer xistencia de un ser supremo, creador del Universo, Padre de lo

dioses y de los hombres, siendo, para estos «paganos idólatrasos otros dioses lo mismo que los ángeles y los santos representapara los cristianos.

Ahora bien, este «monoteísmo» contradictoriamente «politeístaonstituía, ciertamente, la filosofía religiosa de estos tiempoemotos, fondo común de la sabiduría primordial —llamadambién tradición o revelación—, conservada en el BhagavadGita, del señor Krishna, y de la que los druidas aseguraron sransmisión a Occidente. Ya se sabe, de todas formas, que lpalabra «druida» es celta y que los celtas siguieron relacionadoon los druidas, pero el origen de estos últimos no es celta, pues

que se pierde en la noche de los tiempos y en las leyendas.En cuanto al monoteísmo de los iberos, queda atestiguado po

un importante texto de san Agustín que, como todos los Padres da cercana iglesia africana, conocía bien todo lo referente Hispania, y en el cual nos dice que los iberos figuraban entre lo

pueblos que, gracias a las enseñanzas de sus sabios y de su



ilósofos, se habían elevado a la «nación de un solo dioncorporal, incorruptible, autor de todo lo creado...»206. Aunquardío, el testimonio de san Agustín no deja de ser digno de uneria consideración, tanto más puesto que nos transmite lo

amosos textos de Estrabón207, que se refieren al dios anónimo dos celtíberos y al ateísmo de los galos, que confirman esradición monoteísta que también nos da el gran doctor de HiponAquí merece que situemos un texto célebre del eminente filósofspañol del siglo XVI Luis Vives, comentador de san Agustín20

n que el autor desvela su proyecto de componer la historia de loorígenes de España, según las informaciones esparcidas entre loutores griegos y latinos.He aquí un texto que recuerda, con dos siglos de anticipación,

de Fénelon en el Telémaco, respecto de la felicidad de la Bétic

«En Iberia, antes que las minas de oro y plata fueran descubiertaxistían pocas guerras, muchos hombres se dedicaban a ilosofía; los pueblos, provistos de dulces y ejemplares costumbre

vivían en la paz y en la seguridad; cada uno de esos pueblos ergobernado por un magistrado, cuya elección se realizaba todos loños. Estos magistrados eran hombres virtuosos y de graabiduría; en sus decisiones, contaba sobre todo el espíritu dquidad más que el número de las leyes, aunque tuviesen alguna

muy antiguas sobre todo entre los turdetanos. Por decirlo así, nxistían entre los ciudadanos, ni procesos ni discordias; cuando suscitaba una controversia, tenía siempre por objeto la emulació

de la virtud, la investigación de la Naturaleza o la rectitud de la



ostumbres. Estos problemas los discutían hombres reputados pou sabiduría, en asambleas regulares donde las mujeres sentaban también de pleno derecho.»

Volvamos, si les parece bien, a la noción de esta unida

profunda que existe en la base de las enseñanzas fundamentaleque hemos extraído de los pueblos ibéricos; se contiene, como yhemos indicado antes, en un texto arcaico conservado en Bhagavad-Gita. En los anales de los brahmanes se lee que «veda de los primeros arios, antes de ser escrito, se extendió entodas las naciones de los atlantolemúridos y sembró los primerogérmenes de las antiguas religiones, de la de los egipcios, de looroastrianos, los brahmanes, de Abraham, de los Magos y de lo

druidas». Se trata de la tradición primordial que constituye iliación auténtica, de la que proceden todas las religiones, entllas el judeocristianismo.

LOS DRUIDAS Y EL DIOS LUG

Ciertamente, volvemos a encontrar, en Iberia, las huellas de esoabios transmisores de la tradición primordial, de esos sacerdotenstructores llamados druidas en la Galia, aunque, en Hispania, voz «druida» sea desconocida.

La prohibición del culto de los druidas, sacerdotes de las Galiapor los romanos, acusándoles de observancias bárbaras, entllas, sacrificios humanos, podría ser la razón del silenc

observado a este respecto por los textos hispánicos. Ademá

xistiría aquí una cuestión de nomenclatura para designar a esto



acerdotes-filósofos, llamados druidas en las Galias, pero venidode otra parte, en su origen209. El culto de los árboles —como de los megalitos—, relacionado con el ritual druídico (que puedonectarse con el oráculo pelásgico y con el roble de Dodona

Santa), no era ignorado en Iberia: la prueba la tenemos aún enuestros días, con el roble sagrado de Guernica, en el País Vascspañol, y las supersticiones inherentes a los megalitos.Ahora bien, curiosamente Irlanda ha conservado el recuerdo d

os druidas procedentes de España... en pos de la diosa Danu,

Tuata de Danan. Según la tradición irlandesa —y conocemos lonexos primitivos que unían a Irlanda y las islas Británicas coEspaña—, los druidas serían los herederos de los Tuata de Dananya que éstos eran la tribu de los «Hijos de la Naturaleza», los quienen el conocimiento, que saben actuar a través de ella y sobrlla. El dios Lug (llamado según las lengua: Luc, Luch, Luso, Lu

Lew, León, Lon, etc.), que fue asimilado a Hermes, MercurioApolo, Hesper, Venus, formaba parte de los tuata de Danan dedanans.

Habían llegado de las islas del Oeste, donde habían vivido euatro ciudades, instruidos por cuatro druidas que les enseñaro

as ciencias, la magia y todo lo referente a la ciencia sagrada. Dstos países lejanos, habían traído cuatro talismanes: La lanznvencible de Lug, la espada invencible de Nuada, el caldernagotable de Dagda y la piedra de Fal, que sólo gritaba bajo lopies del rey de Irlanda.

En cuanto a los druidas, como herederos de un saber antigu



ormaban un colegio, que se convirtió en céltico tras la invasióelta. Ahora bien, una tradición, muy antigua y secreta, afirma qu

un centro iniciático superior existió en un alto lugar de lolrededores de Compostela. Otro texto irlandés señala, en efect

que la piedra de Jacob estaba en posesión del faraón que fuhogado en el momento del paso del mar Rojo persiguiendo a lohebreos. Su hija Escota, lo heredó y se casó con el hijo dteniense Cécrops. Éste fundó Compostela en Iberia. Fue éste

que constituyó la nación de los escotos, o hijos de Milé, que máarde invadieron Irlanda. El «Labor Gabala» afirma que la raza dMilé, antepasados de los gaélicos, había llegado de España. Ysto es sin duda verosímil y, por otra parte —ya lo hemoeñalado antes—, la población de Irlanda comprende una fuer

proporción de tipo mediterráneo.Por otro lado, irrecusables recuerdos atestiguan la presencia d

Lug —Lugo, Luso, Luz— por todos aquellos lugares en donde sstablecieron los ligures, los galos, los celtíberos y los lusitanos, sxceptuar, naturalmente, a Irlanda. En España, la devoción a Lu

queda testimoniada, por otra parte, por una inscripción (C818) que el gremio de los zapateros le dedicó: Lugovibu

Sacrum... Collegio Suttorum. Estos lugoves a quienes el gremio dos zapateros de Osma dedicó un monumento, son idénticos al Lurlandés, patrón de todos los artesanos. Lug era, evidentemente, patrono de los zapateros. El nombre divino de Lugoves sncuentra inscrito, además, en una piedra del Museo d

Avranches. En España y en Francia, el nombre del dios Lugus s



mpleaba a menudo en plural210.Si como hemos visto con anterioridad, los ligures constituyen

pueblo más antiguo de la península ibérica, no lo son menos, eopinión de Camilo Juliano211, los primitivos habitantes de la Gali

Lug fue, pues, una divinidad, prehistórica venerada en un áreonsiderable y constituye, de algún modo, el antepasado epónimde los ligures. En nuestros días aún existen innúmeros topónimoque derivan de él y que se encuentran también en el origen dnumerosos patronímicos posteriormente cristianizados, tales com

Luc, Lucas, Lucía, Luis, Lugdus, Ludovico, Ludiwg, Lew, LeónLobo y Luis. En cuanto a los topónimos, en el diccionario dCorreos se encuentra el nombre de municipios o aldeas como lade Lugón, Lugo, Lugos, Lugan, Lugagnac, Lugagnan, Lugymuchos otros. Algunos han sido cristianizados, como SainBertrand- de Comminges, antiguamente Lugdunum-ConvenarumSaint- Lizier y Saint-Jean de Luz212. Montlucon era un monte dLug y, en los Pirineos, existe una bonita aldea que conservsombrosas leyendas y que ha conservado este nombre ancestraluminoso: Luz.

Es preciso añadir que una estatua de Lug en bronce, de unltura de treinta metros, se encontraba en Mont-Dore. Era obr

del escultor griego Zinader y representaba al dios erguido, con mano derecha alzada, con tres dedos al nivel de la frente, el pderecho adelantado, y con la mano izquierda sosteniendo broche de su manto por encima del hombro. Fue destruida por lo

omanos, al parecer, entre los siglos III y IV de nuestra Era.



En la península ibérica, también lo encontramos allá donde loomanos, o los bárbaros, o los árabes no lo han borrado. E

«Camino de Santiago» está sembrado, a partir de Logroño, hasLugo e incluso la palabra lugar se explica por esta etimolog

prelatina. En Andalucía existía, el lago de los ligures y, no lejos dllí, la antigua costa ligur del sur de España, donde se levantaba élebre templo del Lucero, se llama todavía en nuestros día

«Costa de la Luz». De esta forma, el vocablo español Luz sernterior al lux latino. Y, para terminar, digamos que Portugal eanto el puerto de los galos como la antigua Lusitania.

NETO, DIVINIDAD PIRENAICA

La filosofía solar

Se atribuye, por lo general, a estas poblaciones un cultupersticioso a las fuerzas de la Naturaleza. Se cree, sencillamentque el Sol, la Luna, los manantiales, los ríos, la tierra y el mar haido objeto de cultos y de adivinaciones. De hecho, los nombre

de sus dioses sólo constituyen la transposición, en las lenguas y lodialectos ibéricos, de divinidades universales o de sus epítetoemontándose así sus cultos a tradiciones ancestrales, más

menos adaptadas y modificadas según las condiciones de lougares y de los lenguajes.

Los teólogos romanos se esforzaron por mostrar que loprincipales dioses sólo eran formas diversas bajo las cuales s

doraba al sol. El mismo Macrobio escribió una disertación pa



probar que Apolo, Marte, Mercurio, Esculapio, Serapis, AdoniAtis, Hércules, etc., no eran más que denominaciones del Sol. Ldiferencia con el antiguo Sol indígena quedaba únicamenmarcada por los epítetos.

Así la divinidad pirenaica a la que una inscripción llama en dativ«Nethoni»213, era la misma que la de las inscripciones encontradan los confines de la Bastitania y de la Bética, asimilada a Mart

Neto. Por otra parte, se ha descubierto, no lejos de Luchon, ultar dedicado a Marte-Arison, Este nombre de Arison recuerda

del Marte tracio "Apiris",214

y, curiosamente, la «Neste» en el valdel cual se encontraba el altar del Marte aquitano, tenía uhomónimo en Tracia, el «Neotos».

Macrobio nos habla de su culto a Acci, al sur de Orospeda21

«Accitani etiam, hispana gens, simulacrum Martis radiis ornatu

maxima religione celebrant, Neton vocantes.»Se trataba, pues, de un culto solar rendido a este Marte llamadNeto, y representado con la cabeza adornada de rayos. Su cule extendió igualmente entre los Kempses, en Lusitania (donde

dios era denominado en latino «Netoni» en la última de lanscripciones, y «Neto» en la primera) y en la Turdetania. Parecde esta forma evidente, que el culto profesado a Neto se extend

todas las Iberias, y se rendía a un «dios solar»; a un «dios duz», que podemos asimilar, también, con «Baal», «Bel», «Belén»«Lug» o «Mitra».

Añadamos a este respecto, que la cima culminante de esto

montes Pirineos que tantos secretos aún nos esconden, se llam



pico de Aneto, y de Neto en antiguos mapas. El origen de esdenominación (se sabe que los antiguos dedicaban a los dioses laumbres de las montañas), se remonta, verosímilmente, a lo

misioneros de los cultos egipcios. Este origen no tiene ningun

duda, puesto que Macrobio216

nos dice, para podernos mostrque los principales dioses no eran otra cosa que formas diversabajo las cuales se adoraba al Sol, que los sacerdotes de Heliópoprofesaban un culto solemne a un toro al que llamaban Neto, gual que en Menfis el toro Apis era adorado como si fuera el Sol

La filosofía solar clásica deriva, en principio, de las doctrinastrológicas egipcias y caldeas. El Sol, centro del mundo, dotadde poder de atracción y de repulsión, determina la marcha de lodemás astros. Se concibe al Sol, no sólo como un centro dcción, sino como una luz inteligente y como la razón directriz d

mundo. El ser supremo se sitúa fuera del mundo sensible, pero Sol se convierte en el intermediario entre el ser supremo y lomortales: Aquí se sitúa el desarrollo de las teorías neoplatónicas yobre todo, de la filosofía de Juliano.

Se está muy lejos del culto grosero idolátrico con el cual se hidiculizado a los antiguos «paganos». En realidad, las filosofía

olares de los «paganos» no dejaron de influir al mismristianismo. Cristo sería la encarnación del Sol, y las fiestas d

Navidad —25 de diciembre, considerado como el día dNacimiento del Sol—, la de los dos santos Juan y de Pascuueron, en su origen, fiestas solares determinadas por los solsticio

y los equinoccios, encarnando los apóstoles a los doce signos d



Zodíaco.

MITOS Y MOVIMIENTOS RELIGIOSOS EN LA IBERIAPRECRISTIANA, SEGUN LOS TEXTOS Y LATRADICIONES

Repasemos ahora la mitología referente a las tierras ibéricaHomero, al hablar de Atlante, el titán padre de Calipso, escribi«El que conoce las profundidades del mar y sostiene las columnadel cielo y la tierra.217 Hesíodo nos confirma el símbolo y no

eñala la posición geográfica de esos «lugares santos»: «Atlanthijo de Japeto y de Climenes, obligado por la dura necesidaostuvo con su cabeza y sus infatigables manos el amplio cielo, eos confines de la tierra, ante las Hespérides de voz sonora, tal ful destino que le impuso el previsor Zeus.»218

Veamos la terrible genealogía de Ortos, el perro que guardabos rebaños de Gerión, contada por Hesíodo. Calirroes dio a lude un monstruo, en una gruta profunda, a la divina Equidna, mitaninfa de ojos vivientes y de bellas mejillas, y mitad serpienmonstruosa, horrible y grande, de piel moteada, que se alimentab

de carne cruda y que vivía en las entrañas de la tierra, lejos de lodioses inmortales y de los hombres mortales. Allí, en la moradmagnífica que los dioses le asignaron, residía la perniciosa Equidnscondida bajo tierra, eternamente joven. Tifón, el vientmpetuoso y terrible, se unió amorosamente a esa «ninfa de ojo

vivos», y tuvo de ella una asombrosa progenitura. El primero d



os monstruos salidos de esta unión fue Ortos, el perro de GerióDel acoplamiento incestuoso de Ortos con su madre, nacieroEsfinge, azote de los tebanos, y el león de Nemea, que fue vencidpor el heroico Hércules. Fue también Hércules quien, «en un negr

stablo, mató a Ortos, el perro, y a Eurition, el boyero, al otrado del río, y llevó a los bueyes frente a Tirinto la Santa»219.Posidonio de Apamea, que pasó treinta días en Cádiz, visitó

emplo y, a propósito de las columnas de Hércules, opinó que eraas que existían en el interior del templo de Cádiz sobre las cuale

e habían inscrito los gastos de la edificación. Habla también de uemplo a Palas, que había en una ciudad de Odisseia, al norte de olonia finecia de Abdera, y da su consentimiento a la tradició

que se refería al incendio de los Pirineos que hizo manar a raudaleos metales preciosos fundidos220.Artemidoro de Éfeso, escritor griego del siglo I a. de J.C., visit

l promontorio sagrado (cabo de San Vicente) y no vio ningúemplo ni ningún altar, pero encontró vestigios de un culto primitivy misterioso. Se trataba de grandes piedras agrupadas en tres uatro, que los fieles hacían rodar tras ciertas libaciones, según uito heredado de sus antepasados. Estaba prohibido sacrificar en

promontorio e incluso aproximarse, llegada la noche, puesto quos dioses lo ocupaban a aquellas horas. Era necesario acostarsn la aldea y hacer provisiones para el día siguiente. Asclepiadera un rector de Asia Menor que tenía una escuela de gramática e

Turdetania en el siglo I a. de J.C. Era, pues, contemporáneo d

Posidonio y de Artemidoro, y sus obras debían conten



nformaciones preciosas a juzgar por los fragmentos que nos haido conservados por Estrabón y Diodoro de Sicilia, pero qu

desgraciadamente, se han perdido. Nos informa que muchos dos héroes que sobrevivieron a la destrucción de Troya, dejaro

vestigios en Iberia. En el templo de Minerva, situado en la ciudade Odiseia (de la que hablan Posidonio y Artemidoro), viscudos, espolones de navíos, que autentificaban, para él, el viaj

de Ulises.El ateniense Apolodoro, en su famosa Biblioteca221, al describ

os trabajos de Hércules nos da algunos detalles nuevoEncontramos, por ejemplo, dos nombres geográficos de Iberionvertidos en personajes míticos: Eritia, nombre con el qu

designa a una de las Hespérides que guardaban las manzanas doro, y Pirene. Respecto de los misterios del cabo SagradEstrabón confirma el relato de Artemidoro; consigna la informacióde Timostene, referente a la fundación de Carteya por Hérculeiudad antigua y memorable situada a 40 estadios del mon

Calpe, y llamada primitivamente Heraclea. Al describir la costa, nolvida señalar al oráculo de Menesteo en la desembocadura dBetis y el templo del Lucero, llamado también Lucem Dubiam

guas arriba del río. Establece una relación etimológica entrTártaro y Tartesso, que deriva de la creencia popular —yubrayada por Posidonio— y de algunos pasajes homéricos, segúos cuales los infiernos se encontraban bajo la tierra de lourdetanos (III, 2, 12). Corrobora las palabras de Asclepiades

de Artemidoro y encuentra huellas del viaje de Ulises y de



guerra de Troya, en el templo de Minerva y en otras partes. Opinque el emplazamiento de los Campos Elíseos de Homero2

staba situado cerca del país de los tartesios. Indica un templo dSaturno en el extremo de la ciudad de Gadir y otro consagrado

Hércules, en la parte opuesta de la isla, allá donde la misma esmás cercana al continente, separado de éste a través de un cande la amplitud de un estadio. Subraya el origen común de los celtadel Guadiana y de los celtas ártabros o arotrebas, que habitaban el promontorio Nerio (cabo de Finisterre). Realiza una brev

descripción de las costumbres de los lusitanos, de los celtíberode los asturianos, de los cántabros. Éstos hacían frecuenteacrificios a los dioses. Inmolaban en los altares de una divinidanáloga a Marte, caballos y, sobre todo, carneros, cuya carnonstituía su principal alimento. En las circunstancias graveacrificaban prisioneros de guerra. La víctima era revestid

previamente del sagum sagrado, y luego inmolada perforándole orazón en presencia del arúspice, que extraía el primer pronóstic

después de la caída del cuerpo, a continuación examinaba lntrañas sin arrancarlas del cuerpo de la víctima y extraía presagioólo con tocarlas. Anotemos de paso, que la aruspicia, cienc

enida en gran honor en Iberia, era practicada entre los etruscos, gual que entre los albanios del Cáucaso, próximos parientes de loberos asiáticos223.

En el mismo orden de ideas, los etruscos, al igual que los iberohonraban a divinidades secundarias en las cuales los romano

econocieron a los Lares toscanos. Existían además notable



oncordancias entre la onomástica ibera y la de los etruscos. Erecuente, entre ciertas tribus iberas o celtíberas, inmolarse en epultura del jefe al cual habían jurado fidelidad. Se daban tambiéa muerte para sustraerse a la opresión o a la tortura, por medio d

veneno de una planta parecida al apio.En cuanto a los gallegos, les llamaban ateos, lo que quiere decn boca de un griego, que no les conocían estatuas de dioses emplos, aunque, por otra parte, se han encontrado inscripcionede nombres divinos. Apolodoro señala también varios templos, dorigen griego, fundados por los focenses de Marsella en la cosmediterránea. Entre Cartagonova (Cartagena) y el río SuerJúcar) existía uno muy venerado a Diana de Éfeso, que d

nombre a la ciudad de Denia (Dianium o Artemision), donde sncontraba igualmente un hemeroscopio u observatorio diurno, d

que se sirvió Sertorio. La misma Artemisa era también venerada e

Ampurias y en Rosas.Diodoro de Sicilia nos ofrece, en los capítulos XVII y XVIIII d

quinto libro de su Biblioteca histórica, una variante del mito dGerión. Según el historiador siciliano, Crisaor, así llamado en razóde las grandes cantidades de oro que poseía, reinó sobre tod

beria. Los tres Geriones, con sus hijos, príncipes famosos por suhazañas y por su poder, poseían grandes rebaños en la parte dberia cercana al océano. Hércules, tras haber vencido a su tripjército, provocó a los tres hermanos a un combate singular, loxterminó y sometió a su autoridad a las tierras ibéricas qu

epartió entre los mejores. Se llevó los famosos «bueyes» de lo



que ofreció una buena parte a un jefe indígena, piadoso y justque le había albergado durante su viaje hacia la Galia (Céltica). Srata, verosímilmente, del padre de Pirene, amada de Hérculeegún varias tradiciones. Reconocido, el rey ibero inmoló todos lo

ños al mejor de sus toros en recuerdo de Hércules. Ésta es azón por la cual las vacas eran, en Iberia, animales sagrados, «y iguen siendo aún en nuestros días», añade Diodoro.

Los capítulos XXXIII a XXXVIII de su quinto libro, que sefiere casi exclusivamente a Iberia, contienen informacionmportantes pero de origen desconocido; es preciso admitir qudisponía de una abundante literatura, desgraciadamente perdidUna información singular nos es suministrada por su texto referenl comunismo de los vacceos, que se repartían los diversorabajos de los campos entre los hombres válidos, reuniendo loproductos en un fondo común. Los distribuían, equitativament

ntre la población y castigaban con la muerte a los ladrones. Lmismo que Posidonio y que Polibio, se extiende largamente acercdel trabajo en las minas y, en lo referente a las creencias religiosano añade nada de nuevo a lo que ya hemos dicho; sin embargobserva que el templo de Gades era aún, en su tiempo, tenido e

gran veneración, no sólo por los iberos, sino también por lomismos romanos, que acudían allí en gran número a hacer sudevociones.

Pomponio Mela, el escritor iberorromano, sitúa la isla de Eritidonde habitaba Gerión, en el mar de Lusitania, y llama egipcio

Hércules adorado en el templo de Gadir, «célebre por s



ntigüedad fabulosa, por sus tesoros y, sobre todo, porquontenía las reliquias o los huesos de este dios»224. Menciona, po

otra parte, tres «Arae quas Sextianas vocant», erigidos a divinidad de Augusto, en una península cercana a la ciudad d

Noega, en Asturias.Debemos a Plinio la fabulosa información, dada también poVarrón, referente a Luso, hijo o compañero de Baco (DionisosLiber), que dio su nombre a Lusitania; esto puede tener unignificación importante en relación con los indicios referentes a

xistencia de misterios dionisíacos en la península. Plinio admitpor otra parte, esta etimología, al igual que hace derivar de Paompañero igualmente de Dionisos y de Luso, el nombre d

Hispania225. En la nomenclatura geográfica de Plinio, encontramonombres de ciudades ibéricas que parecen contener también uentido religioso a juzgar por sus sobrenombres latinos: Segedlamada Augurina; Obulco, la Pontifical; Vergento, dedicado aulto del César; Nebrissa, llamada Veneria; Itucci, Virtus-Julia

Altubi, Claritas-Julia, y algunas otras, entre ellas la Venus pirenaicdel cabo de Creus.

Tito Livio constituye, junto con Polibio, la principal fuen

histórica de las campañas romanas en Iberia. Teniendo en cuenque el tiempo nos ha arrebatado sus ciento cuarenta y dos libroa tendencia fanáticamente religiosa, e incluso supersticiosa de sspíritu, en relación con sus propias creencias, le imponía unierta reserva en lo referente a los cultos bárbaros. Y, a pesar d

odo, los relatos de prodigios no faltan en su obra, entre ellos



visión de Aníbal antes de franquear el Ebro, o la llama que sparecía sobre la cabeza de Lucio Marcio cuando arengaba a looldados romanos para vengar la muerte de los Escipiones. Per

no consigna jamás los nombres de las divinidades ibéricas. (¿S

rata de un temor supersticioso?) Nos oculta los nombres de lodioses indígenas que invocaba el ibérico Alucio, cuando selló spacto con el vencedor romano de Cartagonova, que le devolvióu prometida, pura y ricamente dotada. Nos calla asimismo lo

nombres de los dioses celestes e infernales que invocaron loheroicos defensores de Astapa, antes de lanzarse voluntariamen

la hoguera, con sus mujeres, hijos y riquezas, en vez de aceptuna capitulación226.

Sabemos por Julio César, en sus inmortales comentarios, sestitución al templo de Gades, cuando pacificó la Bética, de

plata de los objetos de culto que Marco Terencio Varrón habíomado227. Entre los indicios de que hemos habladnteriormente, que nos permiten suponer la existencia del cul

dionisíaco, Silio Itálico, al hablarnos de Milico, rey de Turdetania, antepasado de la ibérica Himilce, mujer de Aníbal, nonforma que fue concebido por la ninfa Mirice, «en el tiempo e

que Baco dominó a los pueblos ibéricos»228. También hace alusióDioniso cuando nos habla de la ciudad de Nebrissa, nombr

derivado de nebris (piel de ciervo con la que se cubrían labacantes), fundada, según la tradición, por el dios de Nisa.

Y, para terminar con Silio, éste nos dice, refiriéndose a lo

eltíberos, que tenían horror a la cremación de cadáveres y que lo



dejaban expuestos al sol para que los buitres los devorasen.Por su parte, Rufo Festo Avieno nos describe el triste estado d

dejadez y de ruina en que había caído en su tiempo Gades, antañan rica y poderosa. No obstante, especifica que conservaban aú

u templo y el culto de Hércules. Otra ciudad no sólo arruinadino también deshabitada en el tiempo de Avieno, erHemeroscopeion, lo mismo, al parecer, que el templo de Diana que no nombra, limitándose a señalar que esta parte de la costa nontenía más que arenas áridas y albuferas... Y que, en u

promontorio cerca de la laguna de Etrefen (?), existía un culto a diosa infernal (¿Proserpina, Hécate o divinidad indígena?), cuyitual exigía penetrar en una caverna profunda; también en la cos

oriental, nos habla de la laguna de los Nácaras (?), en el centro da cual existía una isla fértil, plantada de olivares y consagrada Minerva229.

Intentamos esbozar en estas líneas, y a través de todas lanformaciones que hemos encontrado esparcidas en los antiguoun cuadro, por imperfecto que éste sea, de las ideas religiosas, da evolución de sus cultos desde los orígenes, siguiendo, copreferencia, un orden cronológico de autores, más que de tema

onsiderados, y ello para evitar someter a estos últimos a undeformación subjetiva, involuntaria y sistemática. Eso es todo que podemos hacer por el momento, y es ya mucho, a falta de uniteratura autóctona prerromana, tal como los famosos anales dos iberos-turdetanos, desaparecidos para siempre, o las tablilla

uniformes, de informaciones por otra parte increíbles... De hech



no existe en la Antigüedad grecolatina una historia consagrada nuestra mitología y a nuestras instituciones religiosas arcaicas. Lanformaciones esparcidas dejadas por los geógrafos y los poetade la Antigüedad, al igual que la de los más antiguos viajero

xcitan grandemente nuestra curiosidad sin satisfacerla.Despiertan, en todo caso, nuestra intuición, lo que en sí no una mala cosa. Entre estas informaciones más o menos coherentexisten algunas de tal significación que son como rayos luminoso

que nos permiten entrever, adivinar (y tal vez descubrir un díaosas asombrosas referentes a la civilización y a las ideas religios

de los primitivos habitantes de estas últimas tierras situadas en occidente de Europa.

Una vez comprobada la autenticidad de los cultos que subsistían la época en que se han extraído las informaciones, podemo

distinguir cierta diversidad en sus filiaciones respectivas, algunas d

orígenes oscuros, que se remontan sin duda al alba de los tiempodivinidades desconocidas o incluso asimiladas, a ritos m

onocidos o que derivan de modificaciones introducidas por lomisioneros de los templos egipcios, griegos, frigios, sirios omanos.

Desgraciadamente, no existen vestigios de templos consagradolas divinidades autóctonas —ni de los soberbios palacios de qunos hablan los autores antiguos—. El sabio español JoaquCosta230 nos informa de que la «sacerdotisa turobrigea» BaebCrinita, estaba dedicada al culto de Ataegina, que e

verosímilmente la diosa que tenía un santuario principal e



Turobriga.Sabemos de la existencia pasada de un santuario a Endovélic

ando = el grande) y oráculos proferidos por sacerdotes acerdotisas. Los únicos vestigios que se pueden vislumbr

pertenecen a un santuario prerromano del Cerro de los Santopero, en tal estado, que es imposible reconstituir de estas ruinas loprincipios estéticos y arquitectónicos de los primitivos ibéricos. Srata de los restos de la muralla ciclópea y los cimientos, en formoval, de un edificio de veinte metros de longitud por ocho dnchura orientado del Este al Oeste, de una forma correct

Algunos fustes de columnas, un extraño capitel de estidesconocido y, sobre todo, la riqueza en esculturas encontradas eas excavaciones, parecen indicar que, efectivamente, se trataba dun templo antiguo.

También es turbadora la información que nos aporta Suetonio e

u Vida de Galba231, referente a una profecía realizada por unoven virgen ibérica de Clunia, conservada durante doscientoños en el templo de Júpiter y que anunciaba la corona imperial

un futuro hijo de Hispania. El descubrimiento «milagroso», dice exto, de esta profecía por un sacerdote de dicho templo, decid

al vez al antiguo gobernador de la Tarraconense a lanzarse a mpresa imperial.Aunque los indicios de los ritos egipcios en Iberia se pierden e

a noche de los tiempos, es segura la existencia de cultos nilóticotestiguados por innumerables inscripciones, entre ellas las de u

ulto isíaco encontrados en: Salacia, Bracara-Augusta (2616



Tarragona (4080), Caldas de Montbuy (4491) y, sobre todo, lde Acci (3386), que contiene el magnífico inventario de las joyaofrecidas a Isis por una de sus devotas de esta ciudaactualmente Guadix): «A Isis, patrona de las muchachas (Isi

puellari), Fabia Fabiana, muy piadosa hija de Luciano, ha hechdonación de ciento doce libras y media, dos onzas y media y cincscrúpulos de plata, más los aderezos de las joyas siguientes:

«Para la diadema de la diosa, seis perlas de dos variedadediferentes, dos esmeraldas, siete cilindros, un carbunclo, un jacintdos meteoritos.

»Para las orejas, dos esmeraldas y dos margaritas.»Un collar de treinta y seis perlas, más dos para los cierres.»Para las piernas, dos esmeraldas y once cilindros.»En las pulseras, ocho esmeraldas y ocho margaritas.»Para el dedo meñique, dos anillos sembrados de diamantes.

»Para el dedo anular, un anillo engastado de esmeraldas y unperla.

»Para el dedo medio, un anillo engastado con esmeralda.»Para las sandalias, ocho cilindros.Es también en Guadix donde se encuentra la inscripción funerar

de Julia Calcedónica, «devota de Isis, enterrada con sus mejorevestidos» (ornata ut potuit), «con un collar de piedras preciosasmonile gemmeum) «y con veinte esmeraldas en los dedos de

mano derecha» (3387).Otra inscripción resulta importante puesto que nos muestra

xistencia de una cofradía dedicada al culto de Isis (Sodaliciu



vernarum colentium Isidem), encontrada en Valencia en 1750. Esdocumento, solitario y extraordinario (3730), estaba colocado euno de los puentes del Turia, río de Valencia.

El bajorrelieve de Clunia, descubierto en 1774 (posteriormen

perdido), representaba el combate de un hombre y un toro, retrade úna inscripción en letras ibéricas; si un día es descifradabremos si esta primera representación taurómaca contiene uentido religioso232.Por el contrario, no cabe duda del sentido religioso contenido e

a pirámide truncada de Olesa, cerca de Mataró, provincia dBarcelona. En una de sus caras está representado un rostrhumano, provisto de cuatro ojos, y unos cuernos que parecepequeñas alas; en la cara opuesta, se ve una cabeza de toro; y eos dos últimos, los órganos genitales de los dos sexoespectivamente233.

Numerosos modelos de esfinges y monstruos androcéfalos haido encontrados, sobre todo en las regiones del Levante, entre louales es preciso señalar: la «Bicha de Balazote», una de las máuriosas antigüedades del Museo Arqueológico Nacional d

Madrid; dos esfinges aladas, encontradas en Salobral (Albacete

que se parecen vagamente a los toros alados que guardaban lpuertas de los palacios y de los templos asirios; otras dos esfingede Agost (Alicante), conservadas en el Louvre. En nuestra opinióe equivoca quien haya querido de los mismos hacer copia d

modelos griegos u orientales* «vueltos a sus formas primitivas

Ahora bien, aunque es cierto que estos parecidos se limitan a la



ormas y hechuras primitivas, parece lógico atribuirlas más bien rcaísmo auténtico de su concepción, que a un retorno hacia atrá

«Se trata de obras de artistas indígenas, y no puedonfundírselas», escribió P. París234. Es evidente, por otra part

que la mayoría de estas obras pertenecen a la simbólica religiosunque sea difícil precisar los cultos. El toro androcéfalo aparecon mucha frecuencia en las monedas ibéricas y en un vaso muurioso de Ampurias (Museo de Gerona).

Una estatua de «Canope, dios egipcio —escribe el erudi

rqueólogo y poeta español Rodrigo Caro235

— fue encontradn 1606 cuando se cavaba en una zanja cerca de Sevilla, dondverosímilmente, había sido escondida por sus devotos del tiempn que los cristianos rompían los ídolos de los gentiles. Habiendenido conocimiento de este descubrimiento, el conde dMonterrey la hizo expedir a Madrid y, desde allí, a Italia, donde sprecian las cosas en su justo valor —comenta Rodrigo Caroon el pesar de los eruditos de Sevilla».En sus Antigüedades... de Sevilla y coreografía de su Convent

urídico, el mismo autor nos recuerda que los sevillanos adorabaVenus bajo el nombre sirio de Salambó, y celebraban todos lo

ños su fiesta, sacándola en procesión el día indicadcompañada de mujeres gimiendo, llorando a Adonis, muerto en

monte Ida, herido en la ingle por un jabalí. «En Sevilla llamabaSalambona —escribe Rodrigo Caro— a esta Venus siria, llamadamiliarmente la diosa siria, que es también Salambó, Astarté

Astarot, es decir, el mismo ídolo que Salomón, inducido por



mor de sus mujeres, había incensado poniendo en peligro salvación.»El culto de esta diosa queda atestiguado, en Sevilla, por las acta

de las santas Justa y Rufina, las cuales, habiéndose negado

participar en el culto «de ese execrable ídolo», fueron puestaparte por las nobles y ricas damas que las llevaron en procesióny que, debido a la confusión, dejaron caer la estatua que se rompin trozos.

No está demostrado que el culto a Moloch se haya practicadn España, lo que es bastante sorprendente cuando se piensa qura el dios nacional de Cartago. Por el contrario, Astarot

Astarté, la Tanit cartaginesa, que era bajo uno de sus aspectos undivinidad lunar adornada de cuernos, y, bajo otro, la MagnMater, símbolo del principio femenino de la Naturaleza, comAfrodita-Venus-Hesper, divinidad privilegiada de los marino

onservaba aún en el siglo ni de nuestra Era y a menudo bajo nombre de Salambó, numerosos y fervientes fieles, quprolongaron sus misterios y sus festejos, combinadas con el culde Adonis. Por otra parte, Adonis, dios muerto y resucitadolorado por las mujeres, era bajo ese nombre una divinidad sirio

enicia, de la que nos habla el profeta Ezequiel (VIII, 14): «Entroduxit me per ostium portae domus Domine, quod respiciebl aquilonem: et ecce ibi mulieres plangentes Adonidem.» E

nombre que en el texto hebreo corresponde al de Adonis eTammuz, pero todos los intérpretes de la escritura, al igual que lo

mitólogos modernos, están de acuerdo en identificar a las do



divinidades. Este culto era uno de los que habían contaminado srael de idolatría en el tiempo del profeta. La fiesta de Tammu

mezcla de alegría y de tristeza, se celebraba solemnemente eBiblos, en Fenicia y en Antioquía. El mito de Adonis, emparentad

sí con el conjunto de las creencias de los fenicios y con los cultosiriobabilónicos, simbolizaba la renovación universal de lastaciones y de la vida, la alternancia de las fuerzas creadoras

destructoras del Universo. Adón (el Señor) era uno de los Baalimo personificaciones del dios supremo, llamado Baal o Él. Según más antigua tradición, Adonis era el dios del sol, que moría enacía todos los años con su astro y la renovación de

vegetación. Por consiguiente, las Adonías se dividían en dopartes: lúgubre la primera, en la que las mujeres vestidas de dueln Biblos y en Alejandría, con túnicas y cabellos flotantes la

primeras, y los cabellos cortados las segundas, acudían al bord

del río a llorar al dios muerto y revivir la ceremonia de snterramiento; la segunda parte del ritual era un desbordamien

de alegría y de orgía, alrededor del lecho del dios resucitaddonde se habían reunido los símbolos de la generación, y lo«jardines de Adonis». Se trataba de vasijas de plata o de tierr

ocida llenas de tierra sembrada con gérmenes de ciertas plantaque, gracias a la concentración del calor, se desarrollaban y morían algunas semanas, imagen de la perpetua renovación de

Naturaleza y de la duración efímera de los placeres de la viderrestre.

No pretendemos descubrir las analogías de todos estos culto



muy antiguos en que un dios muere para resucitar después —entrllos el de Osiris—, que prefiguraron a los de los cristiano

Sabemos por Plutarco236 que, en Atenas, se celebraban ya laAdonías en los tiempos de la guerra del Peloponeso.

En las tradiciones griega y primitiva oriental, Adonis muere en aza ensartado por un jabalí. Ahora bien, este animal aparece eos mitos análogos de varios pueblos. En Siam, mata al dios de uz Sanmonokocfon; entre los escandinavos, a Odín. El jabepresenta al invierno. Como todas las divinidades naturalistas d

origen oriental, Adonis era primitivamente andrógino y, en lomisterios órficos, se evocaba tanto como ser masculino que comer femenino. Pero ya los fenicios le dieron a Astarté como esposfligida, que identificaban tanto con la luna, como con la tierra, on Venus, aunque en sus orígenes se parecía más a la frigi

Cibeles, al igual que el Adonis mutilado se parecía a Atis.Serapis, que sólo era una forma distinta de Osiris desde lo

iempos remotos, tenía en Hispania numerosas dedicaciones: unnscripción lapidaria de Pax Julia (Bejan, Portugal), consagrada Sarapis Panteo por Estelina Prisca; en Ampurias, cerca del lienzde la muralla ibérica, se ha encontrado un fragmento de inscripció

n mármol, así restituido por el P. Fita: «Sarapi aedem, sediliporticus Clymene fieri jussit»237. Pero el más curioso monumende la religión de Serapis en España lo constituye la inscripciógriega que se encontró, en 1876, a 12 kilómetros de Astorgeputada gnóstica por el P. Fita: «Se trata de una inscripció

apidaria sobre piedra calcárea, que representa un temp



oronado por un frontispicio triangular; en el interior del templo spercibe una mano abierta, con la palma hacia fuera y los dedopuntando hacia arriba. Por encima del templo, y a cada ladxiste un círculo en bajorrelieve. En el tímpano se puede leer

nscripción Eis Zeus Serapis y, sobre la palma de la mano, Iaopero, dado que sólo era una parte de la inscripción, se distinguehuellas borradas, pero evidentes de signos alfabéticoDimensiones: 0,42 X 0,29.»238.

En el sincretismo alejandrino, Serapis no es una divinida

particular sino un dios universal, cuya unidad es afirmada conergía: Eigizeu; concentra en sí mismo todas las energías y lotributos de Zeus, de Hades y de Helios.

Es evidente que, de todas las religiones exóticas en el mundomano, ninguna tuvo la importancia que la de los cultos egipcio

de Isis y de Osiris. Es inútil remontarse a los orígenes, puesto qua forma con que esta moda se propagó en Roma y, antes de ellan el mundo helenístico, había surgido del Serapeum de Alejandrn los tiempos de Ptolomeo Soter, fórmula sincrética que habdoptado el griego como lengua litúrgica. La prueba la constituyl mármol de la isla de Andros, cuyo himno a Isis consagra

usión de los misterios isíacos con los de Ceres y de Dioniso239.Este culto, una vez penetró en el mediodía de Italia, proceden

de las islas del archipiélago y de la Grecia continental, tuvo templon Puzol y en Sicilia, no tardando en llegar a Roma, donde tenía y

muchos adeptos desde los tiempos del dictador Sila.

El espíritu de la antigua Roma y del sacerdocio oficial s



mostraron hostiles a la propagación de los cultos egipcios. Cuatrveces, en 58, 53, 50 y 48, el Senado hizo abatir las estatuasdemoler las capillas; en tiempos de Augusto y de Tiberio, estoultos sólo fueron tolerados fuera del recinto sagrado d

pomoerium. Incluso Calígula —el primero de los emperadores quprotegió abiertamente a las religiones orientales—, cuandonstruyó en el campo de Marte el gran templo de Isis Campensiespetó esta limitación topográfica. Después de Domiciano, cuy

magnificencia enriqueció este templo, los emperadores Flavios, loAntoninos y los Severos rivalizaron en devoción a estdivinidades egipcias. Bajo Caracala (215), Isis y Serapis reinaron el Quirinal y en el monte Celio. Sólo el Baalim sirio y el Mit

persa rivalizaron con las divinidades de Alejandría y compartierou hegemonía.La propagación de dichos cultos en las provincias del Imperio n

ue menos rápida, y esto no sólo en razón de la influencmetropolitana, sino más bien gracias a una fuerte corriente ddevoción popular, sobre todo en las regiones en que, como eberia, estas mismas divinidades u otras análogas eran conocida

desde la aurora de los tiempos.

Las «provincias» valían más que la metrópoli desde el punto dvista moral, y conservaban elementos sanos que retrasaron, sduda, la caída del Imperio. Bajo el impulso del gran ibero Trajanoe dibujó una especie de reacción moral que prosiguió bajo lo

Antoninos y se manifestó en toda la extensión del Imperio.

Una curiosa inscripción española de esta época, nos informa d



a donación de una suma de 50.000 sestercios, cuyos intereses al % debían ser distribuidos en beneficio de los hijos naturalejuncini), de la clase popular... (1174). La donadora es la nobl

dama sevillana Fabia Hadrianila, a la memoria de su marid

onstituyendo este texto el más antiguo documento de beneficencia privada en España.Es posible que el frío formulario del culto oficial, facilitara, en

mperio, la propagación de los cultos egipcios, siríacos y persapermitiendo a las almas acceder a una religión más íntima y máprofunda. A pesar de la rareza de los textos que nos han llegado, a falta absoluta de rituales litúrgicos, los documentos epigráficobundan y nos proporcionan informaciones interesantes respec

del tema de su propagación, de la categoría social de los fieles, dacerdocio, de las ofrendas e incluso de las ceremonias y de lo

grados de iniciación.

El primero de estos cultos, que penetró en Roma mucho antedel Imperio, fue el de Cibeles, la divinidad frigia adorada en el Iduyo simulacro —un betilo— había sido transportado de Pérgaml monte Palatino, para ser solemnemente instaurado en las Nona

de abril del 204. Los oráculos de las Sibilas prometieron a Rom

a protección de la diosa frigia (que tomó en Occidente el nombrde Magna Mater Idea), la retirada de Aníbal y la victoria dEscipión en Zama, y dieron, aquel mismo año, confirmación oráculo. Ese culto adquirió desde entonces en Roma caráctoficial, aunque, sin embargo, con algunas restricciones qu

demuestran la desconfianza de los sacerdotes romanos respec



de los ritos catárticos propensos a la ascesis, a la purificación y a beatitud. El emperador Claudio favoreció su desarrollostableció un ciclo de fiestas entre el 15 y el 27 de marz

parecidas a las Adonías —especie de drama místico donde

esurrección de Apis, dios muerto esposo de Cibeles, simbolizabl regreso de la primavera, la renovación de la Naturaleza—. Eitual fue rápidamente romanizado. En el templo de Palatino exist

una cofradía de «dendróforos» que tenían, entre otras, la misión drreglar, transportar y decorar de banderas y de guirnaldas d

violetas, un gran pino, símbolo de Atis muerto. El culto de lMagna Mater penetró en todas las provincias y se encuentra eBretaña, en Mesia, en Dacia, en África y, sobre todo, en laGalias, donde existieran colegios municipales de dendróforos, qujercían, además, la función (que algunos estiman mucho má

práctica) de bomberos...240.El culto frigio de la Magna Mater queda atestiguado en

península ibérica por dos inscripciones de Lisboa (178-179), unde Medellín (606) y una de Capera, provincia de Cáceres (803).

Más interesante aún es la de Mahón (Portus Magonis), questimonia el doble culto de Cibeles y de Atis y la fundación de u

emplo, construido en su honor, por Lucio Cornelio Silvan3706).

Es cierto que el culto de la Magna Mater adoptó la doctrina dincretismo teológico, que asimilaba los principios fundamentale

de las grandes religiones. Conservaban, sin embargo, cierta

ormas de cultos rendidos a los espíritus de los árboles, de la



piedras y de los animales. Ejecutaban orgías místicas seguidas dlagelaciones y, a veces, de mutilaciones atroces en que loacerdotes frigios, denominados «gallos», sacrificaban su virilidaobre el altar de la diosa.

El rito llamado del tauróbolo, de origen mitraico, había sidambién incorporado en la liturgia de la diosa Idea desde fines diglo II. Aquí sí se trataba de esa especie de bautismo sanguinaril cual se sometió, como se sabe, el emperador Juliano. niciado, o misto, recibía, a través de las hendiduras de una placde madera, la sangre de un toro inmolado encima y absorbívidentemente, esta aspersión sangrienta. La sangre corría a argo de su rostro, penetraba en sus ojos, en sus oídos, en sboca, humedeciendo su lengua y sus vestiduras. Cuando smostraba en tal estado delante de los testigos de la escena, ervenerado y reverenciado como un santo, «in aeternum renatus».

Los sacerdotes frigios, al igual que los tracios, los magos persay los egipcios, enseñaban la doctrina de la inmortalidad del shumano, y la del toro místico, autor de la creación, que habíaheredado de sus predecesores en las escuelas iniciáticas de loemplos.

Los vestigios de estos ritos son raros en España, razón que hacanto más precioso el mármol (encontrado en Mérida en 1871) eque «Valerio Avito consagró un altar del tauróbolo, siendrchigallo (es decir Soberano Pontífice de la Magna Mate

Valeriano y misto, Publicio»241.

Por lo que se refiere al culto de Mitra propiamente dicho, varia



nscripciones nos lo muestran viviente en diferentes puntos dberia, muy distantes los unos de los otros: En Ugultaniacum, d

Conventus Hispaliensis (1025), en Málaga (2705), en Tarragon4086), en Madrid (464) y en una aldea de Asturias, inscripció

2705) notable porque enumera algunos de los grados jerárquicode la sacerdotisa de ese culto, que parece, finalmente, haber sidl que encerraba la más pura elevación espiritual.

A la sombra de los misterios de Mitra —última expresión dpanteísmo solar, alimentada por las tradiciones astrológicas mágicas de los caldeos—, penetraron en el mundo romano mazdeísmo persa y el dualismo iraniano. Dos inscripciones ilustraste hecho en la península ibérica: «Soli invicto Augusto» (807ncontrado en Oliva, Extremadura, y (25) el de Astorga (2632634) donde el Sol invicto aparece asociado al Libero Patri y

genio del Pretorio.

Me parece ya llegado el tiempo de poner fin a esta larga mperfecta revisión de los cultos y de las divinidades conocidas poos primitivos habitantes de Iberia, a través de las informacionque nos han llegado. Estas informaciones, extraídas de los textolásicos y de las inscripciones, aunque bastante numerosas, so

ncompletas y sobre todo heterogéneas.Si nos referimos a su aspecto general, es visible que su religióvolucionó siguiendo las fluctuaciones políticas y culturales qu

paso a paso, han dominado sobre los territorios interesados y, euanto a la notable pluralidad de los nombres divinos, la mism

evela simplemente la fecundidad creadora de la imaginació



popular, que inventó mil epítetos para expresar a la divinidad su fu reconocimiento, su amor... Volvemos a ver esto también e

nuestros días, todos los años, en Andalucía, durante laprocesiones de la Semana Santa...

Y, por otra parte, a menudo los nombres de los dioses depanteón clásico ocultaban, en Hispania, el de una divinidad locadado que la doctrina sincrética adoptada por los teólogos dmperio no podía dejar de favorecer esta asimilación.

Por otra parte, es cierto que los cultos autóctonos continuaroiendo celebrados en los santuarios ibéricos, mucho tiemp

después de-acabada la conquista romana. Estos cultos y estadivinidades han dejado numerosas huellas en la epigrafía latinlásica, tan magníficamente organizada por Hübner, en el Corpu

de la Academia de Berlín242.

CONCLUSIONES

En el curso de nuestras pacientes investigaciones sobre el origede nuestra primitiva civilización, cuyo progreso expongo en presente obra, hemos podido comprobar los hechos siguientes:

Los constructores de megalitos formaban parte de lapoblaciones preindoeuropeas occidentales que, tras seísmoshundimientos de tierras frecuentes y muy temibles, se extendierohacia el Oriente, y después hacia el Norte, a medida que se ibaundiendo los glaciares. Abarcaron, además del oeste de Europa,

parte de las islas Británicas, Marruecos, el noroeste del Sáhara, uenca mediterránea, Siria, Cáucaso y hasta el sur de la Indi



donde se mestizaron un tanto, formando lo que se denomina en ctualidad la raza dravídica. Se les podría designar con el términ

de ibero-ligures pelásgicos o primitivos.Salvo algunas excepciones rarísimas, entre ellas los vascos, esto

pueblos han desaparecido como grupos étnicos personalizadopor la fusión con poblaciones llamadas indoeuropeas, lo qudeterminó la transformación de sus idiomas, que abandonaropoco a poco su construcción aglutinante. Los vascos han formadun islote lingüístico de una familia que debía extenderse mucho máejos, según ha dicho el lingüista español L. Michelena.

Ahora bien, si los vascos han podido conservar su lengua eporque han mantenido, a través de milenios, su primitiva identidaacial, sus caracteres antropológicos ancestrales que hacen de ello

un grupo bien definido en el seno de la raza blanca.Hemos indicado, de acuerdo con las tesis de P. Bosch Gimpera

que las poblaciones dolicocéfalas primitivas se encuentran aúmpliamente representadas al oeste de la cordillera pirenaica,orman el hogar vasco que, en el plano osteológico, se aproxim

bastante al tipo primitivo. Este sabio opina, además, que la lenguvasca proviene en linea recta de la lengua prehistórica de esto

utóctonos pirenaicos. Todo ello queda confirmado por mportante declaración del eminente antropólogo Miguel dBarandiarán, que afirma y prueba que el hombre vasco ocupabya su actual territorio hace por lo menos siete mil años... Los doráneos del Museo de San Telmo constituyen al respecto un

prueba irrefutable.



A ello se debe añadir que, aunque Boyd define una raza humanomo una población que difiere de una manera significativa de la

otras por la frecuencia de uno o varios genes constitutivos de loaracteres hereditarios, podemos afirmar, tras el severo estudi

ntropológico del doctor Jacques Ruffié, que los vascos daigambre pura presentan uno de los más altos porcentajes dangre del grupo O, así como una gran riqueza de rhesu

negativos, que revelan que son los mejores representantes actualede las poblaciones prehistóricas de la raza llamada del CroMagnon.

La estricta probidad científica me obliga a declarar que loúltimos trabajos científicos del Dr. de Bos, del InstitutRockefeller, han demostrado que, contrariamente a lo que se hdmitido hasta hoy, los genes ADN son susceptibles d

mutaciones motivadas por agentes exteriores de clima y de med

mbiente. Ello implica que si el hombre vasco ha conservadntegras sus características peculiares, ha sido en su propmbiente, o sea, en las montañas vascas.Queda claro que, en la base de las ofensivas desencadena- da

l principio de este siglo por los adversarios de la tesis vasco

bérica, existía una falsa premisa: Confundían o fingían confundiamentablemente, el patués bastardo de las inscripciones con primitivo lenguaje. Es, pues, ya tiempo de salir de este callejón salida al que estos polemistas «fin de siglo» habían reducido

problema de los orígenes del vasco... El éuscaro es la lengu

paleolítica de los territorios ibero-ligures, y la misma no proced



de ninguna parte, es autóctona.La lengua vascuence es una lengua prehistórica hablada aún e

nuestros días, y constituye el monumento lingüístico más arcaico dOccidente, cuya conservación incumbe tanto a Francia como

España. Parece claro que la misma es la descendiente directa dprimitivo lenguaje ibero-ligur que fue hablado, por lo menos, desdl Ródano al sur de la península ibérica, y que es preciso nonfundir con el lenguaje tardío —de época púnico-romana— qu

designamos comúnmente como ibero.Hemos visto que los iberos-tartesios poseían anales escritos e

versos cadenciosos que, en el tiempo de Estrabón, tenían más deis mil años de existencia. Esto nos plantea a la vez el problem

de la edad del alfabeto ibérico y el de la historicidad de laprimitivas dinastías de los reyes ibéricos, cuyos célebres analeontenían su relación exacta. Así lo testimonia Estrabón, qu

onocía bien Iberia, a la cual se refiere a menudo a través de todu obra, cuyo tercer libro de su Geografía le está enteramenonsagrado; y de igual modo, Flavio Arrieno, el historiador grieg

que se refiere expresamente a las relaciones escritas quonservaban los iberos de sus antiguos reyes, al igual qu

Posidonio, Diodoro de Sicilia y Asclepíades. Así pues, se tratabde historia, de historia antigua para los griegos. El hecho de qustos anales hayan desaparecido no autoriza a ciertos escépticosfirmar, categóricamente, que no han existido jamás, so pretext

de que en aquella época los iberos ignoraban la escritura. Si s

tienen a la premisa de que el alfabeto ibérico deriva del fenici



ienen razón, puesto que la llegada de los fenicios a Gadir esijada hacia los años 1100 antes de nuestra Era. A estas personaes pediría, más que rechazar como fantasiosos las relacionehistóricas de los antiguos, que no concuerdan con sus opinione

preconcebidas, que verificasen si no son ellos mismos víctimas dun escepticismo engañoso. El mismo fenómeno respecto dlfabeto se ha producido con relación a la metalurgia, y ascinación respecto del espejismo oriental ha sido tan poderos

que el mismo Schulten tuvo que reconocer esta primacía respecde la metalurgia ibérica. En cuanto a la destrucción de los antiguonales de los iberos-turdetanos, no constituye un caso único en

Historia, ni mucho menos, puesto que la destrucción sistemática das raíces históricas y de las estructuras culturales de un pasadgobiado por un poder nuevo que quiere imponer su ley en

mundo... puede decirse que lo constituyó el cartaginés, el roman

o el bárbaro. Los incendios de la célebre Biblioteca de Alejandron una muestra ejemplar: el primero por César, cuando se hiz

dueño de Alejandría; el segundo, por los cristianos en el año 390uando luchaban contra los paganos por la conquista del poder; ercero por los árabes en 641, después que el califa Om

espondió a su general: «Si estos libros se encuentran conformeon el Corán, son inútiles; si le son contrarios, son perniciosos,s preciso destruirlos.» Hemos visto más tarde alumbrars

hogueras donde se quemaron no solamente libros, sino tambiéhombres... que tenían el valor de sus opiniones. Así se ha hecho

Historia a la medida del poder en vigor y su verdad podía a vece



sconder otra.Hemos admitido el recuerdo de un cataclismo a escala mundia

lamado diluvio por las tradiciones religiosas de todos los puebloxplicado como una ley natural por la sabiduría antigua

onfirmado, en el momento actual, por los más eminenteglaciólogos.La ciencia moderna, la arqueología y la oceanografía con

vierten, progresivamente, a este problema en realidad. En loúltimos años, intensas investigaciones arqueológicas han sidealizadas partiendo de las costas de Florida y de las Bahamas. S

ha podido comprobar, de manera cierta, que, en una época lejanquellas tierras inmergidas, habían estado sobre el nivel d

océano. Además, han sido observadas rocas grabadas debajo dgua. Según el periódico editado por el Museo de Ciencias d

Florida: «Sin duda alguna, este trazo visible en las profundidad

del océano, es la firma de un cataclismo mundial, grabada en sumismos umbrales. Fue probablemente en aquella época fatal, uno500 años antes de J.C., cuando los vestigios de la legendar

Atlántida recibieron el golpe de gracia.»Hemos visto que, después de este gigantesco maremot

emblores de tierra, erupciones volcánicas, sumersiones de tierray huida de los supervivientes, la civilización tuvo siempre quvolver a comenzar. Esto debió hacerse lenta y penosamente, baja dirección de hombres iluminados herederos de la sabidurntigua, convertidos en reyes e instructores de sus pueblos,

uyos descendientes debían hacer de ellos dioses. Fue



ivilización de los «gigantes», constructores de megalitos, a los que sigue llamando «antas» en Portugal. Hemos señalado que lo

habitantes del sudoeste de Europa eran designados con el nombde atlantes y conocidos, entre otros, bajo el nombre de ibero

Que los ibri de la Biblia descendían de la Iberia del mesolítico, gual que los brigos, convertidos en frigios y que los mediterráneoque construyeron dólmenes en el Cáucaso y en el sur de la India.

Hemos visto el origen occidental de la diosa Minerva, la Nut Neit de los egipcios de Sais, que los griegos denominaban Ateney dieron su nombre a su capital; hemos obtenido el mismo origepara Poseidón rey de la Atlántida. Sus cultos eran igualmente dorigen occidental.

¿Se puede afirmar categóricamente después de esto, que ivilización y el conocimiento en sus orígenes procedxclusivamente de Oriente?

Es cierto que Egipto se había convertido en el centro del mundy sus monumentos majestuosos y hieráticos, siguen siendncomprensibles aunque impresionantes. Pirámides siguiendo lomismos principios (compendio de conocimientos científicomuchos de los cuales se nos escapan) jalonan la tierra y más al

de los océanos.En una inscripción de la cuarta dinastía, se habla de la esfingomo de un monumento cuyo origen se pierde en la noche de loiempos, y que había sido encontrada fortuitamente hundida por rena del desierto, bajo el cual había quedado olvidada desd

generaciones. Ahora bien, la cuarta dinastía nos remonta a cuatr



mil años a. de J.C. Juzguemos de esto la antigüedad dmonumento... Las tradiciones egipcias nos informan de que, eEgipto, se refugió la sabiduría de la Atlántida antes del hundimient—previsto por otra parte— y que la gran pirámide de Quéops e

a reproducción exacta, aunque a una escala diferente, de la dPoseidón en el continente sumergido de Occidente. «La grapirámide perpetuaba, pues, la faz del mundo, la integridad de abiduría atlante, mientras que las otras no revelaban más que un

parte de esta sabiduría, la que estaba destinada al país o ontinente en que habían sido construidas. Estos hombreonocían perfectamente la naturaleza y el poderío de ciertauerzas cósmicas, entre ellas las corrientes telúricas que aplicabaon atención a la agricultura y, sobre todo, al mantenimientrmonioso de estas corrientes, para evitar cualquier catástro

geológica que estuviera en manos del hombre poder conjurar

tenuar sus efectos. Las pirámides cumplían así este objetivo ravés del lugar debidamente escogido en que se alzaban. En otrpartes, bastaban para ello unos puntos de protección, y éste es aso, por ejemplo, de los dólmenes y menhires que señalaban co

precisión los lugares de conjunción de las fuerzas de focalizació

de la energía universal, donde podían celebrarse eficaceeremonias. Todos estos elementos secundarios estaban unidodesde el punto de vista de la energía, a la pirámide suprema y ierra entera constituía una especie de receptáculo eficaz para onjunto de las fuerzas cósmicas.»243

Cada uno es libre de admitir lo que su razón y su intuició



profunda le permitan. Pero, ¿cómo explicar de otra forma esncreíble civilización, surgida súbitamente de las arenas y que hpasado como en un cuento de la prehistoria a un plenlorecimiento, ignorando las etapas y los tanteos y la depuració

orrespondiente? Ello no tiene más explicación que admitir legada de un grupo de hombres elegidos, muy evolucionados, quposeyesen elevados conocimientos y que pusiesen su mirada en valle del Nilo para edificar allí, bajo su dirección y con la mano dobra autóctona, esta asombrosa civilización, evidentemenoccidental, a imagen de la suya.

Si me permito volver sobre la importante información dEstrabón al referirse a los anales escritos por los iberos-tartesios porque la fecha avanzada es de una naturaleza que es capaz d

hacer zozobrar muchas concepciones cimentadas sobre baserágiles, si una especie de inercia mental no inclinase a los hombre

ignorar a veces los datos que pueden alterar las actitudes máhabituales y fáciles.

Pero ya hemos establecido una relación entre la apertura dstrecho, llamado de Hércules, y las convulsiones consiguientes inal del último período glacial.

Todo esto nos suministra una indicación científica relativa a poca de dichos acontecimientos. Ahora bien, si la leyendtribuye la apertura del estrecho a Hércules, cuyos trabajoimbólicos son en número de doce como el de los signoodiacales, es preciso observar que Hércules-Horus, hijo póstum

de Osiris, era, como su padre, uno de estos hombres de qu



hemos hablado anteriormente, y que hicieron el Egipto a imagen du primitiva patria, resueltamente Occidental.En los tiempos más antiguos, Osiris viaja a través del mundo.

a Biblioteca de Diodoro de Sicilia, está en la base de la leyend

gipcia, es a Apolonio de Tiana, el taumaturgo neopitagórico, que deben los principales informes sobre la religión de la India; hecho de que fuese calumniado en el siglo XVI, y acusadalsamente de haber concluido un pacto con el diablo, no pued

disminuir el valor de su testimonio ni alcanzar a su personalidad. Alegar al país, Apolonio no quedó sorprendido por volver ncontrar a los ídolos egipcios. Respecto de la doctrina de

metempsícosis, Apolonio fue informado directamente por lobrahmanes, todos los cuales, al igual que Pitágoras y loacerdotes isíacos, llevaban ropas blancas de lino. Es preciso dec

que los textos de Filóstrato, historiógrafo de Apolonio de Tiana, s

han utilizado a menudo maliciosamente y sin probidad.El descubrimiento del nuevo mundo suscitó ya cierto número d

problemas que corrían el riesgo de inclinar las concepcionedogmáticas de la geografía y de la historia universales, admitidpor los teólogos, únicos poseedores de la verdad. No olvidemo

que cuando Colón expuso sus teorías ante los doctores de Isabde Castilla, fue desestimado y francamente ridiculizado. Ahorbien, la nueva de las vastas tierras descubiertas por los españoley de la lectura de los autores clásicos a la cual incitaba el espíridel Renacimiento, impulsó a algunos a preguntarse si no se tratab

quí de la Atlántida de Platón, la isla misteriosa, más grande qu



Africa y Asia, que se encontraba al oeste de las columnas dHércules. Este relato pagano no podía convenir en un época eque toda erudición debía referirse a la escritura. Así, sobre unoimientos sabios, fueron despojados los grandes clásicos.

hicieron aproximaciones, identificaciones, paralelismos, extrayendonclusiones fantasistas, sobre todo en lo que se refiere a ladataciones que se ajustaban a la conveniencia admitida —y a lasimilaciones—, no me atrevería a decir sincretismo, de lo

personajes más o menos divinos.No sigue siendo por ello menos verdad que la influencia de esto

grandes y misteriosos creadores de la civilización egipcia resullgo innegable.

Pignoria, el eminente inconógrafo y anticuario de Padua, fue primero, al parecer (1615), en plantear el conjunto de loproblemas referentes a la migración de las divinidades egipcias24

El cuadro que bosquejó no carece de grandeza. Las Indiaoccidentales habrían sido alcanzadas por los navíos de Salomónpartidos del mar Rojo en búsqueda del oro de Ofir (primer Librde los Reyes). Las dos vías son simétricas y desembocan en loxtremos opuestos de la tierra, donde se encuentran los mismo

dolos que en Egipto. La Amida de Macao es análoga a lHarpócrates sentada sobre un loto. La Homoyoca azteca de picganchudo y el Osiris de la tabla isíaca también se parecen. Asia América son tributarias de una misma y muy antigua civilizaciónas mismas han guardado, aún vivas, formas desaparecidas.

El problema del Nuevo Mundo fue tomado de nuevo po



Atanasio Kircher, que respetó su simetría con Asia. En el Edictgipcíaco (1652), el capítulo consagrado al paralelismo entre laeligiones americanas y egipcia, sucede directamente al de eligión india. Los datos son perfectamente conformes.

Los magos y los adivinos de América siguen los mismos ritoque los hierofantes de Egipto o los gimnosofistas del país dGanges. Sus ídolos en madera están vestidos como Serapis, coun mosaico misterioso, hecho de pedrerías y de metales. Fue jemplo de Egipto, inspirándose en su mística, como se dio orma piramidal a los templos mexicanos. La analogía de estoemplos, tal como puede vérselos aún en Teotihuacán, cerca dMéxico, con las pirámides egipcias, ha sido observada por sabiomodernos245. Confirmando las opiniones de Apolonios-FilóstratoKircher añade: La introducción y la propagación del mundnilótico en la India, se habría efectuado en dos etapas; la primeroleada, en el alba de la civilización con la empresa osiriana; egunda, tras su caída bajo el dominio persa, la ocupación d

Egipto por Cambises (529-521), que profanó sus templos y suumbas y que azotó los cuerpos embalsamados de los últimoaraones246.

Pero no nos dice cómo ese mismo mundo faraónico pudo dejus huellas, sus creencias, sus ritos y sus templos más allá d

océano de los atlantes. Cada uno es libre de extraer sus propiaonclusiones247. Sin embargo, no podemos dejar de plantearnosta pregunta: Los dioses antiguos, instructores de los pueblo

portadores de luz y constructores de esa asombrosa civilizació



que ha dejado sus huellas en la tierra entera, ¿no eran acaso unoabios procedentes de Occidente tal como hemos dicho conterioridad?

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ZEND-AVESTA, I X .ZILHARZ, cf. Síntesis de historia del País Vasco, Ugalde

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notes



Notas a pie de página

1 Bellamy, H. S. Built before the flood — the problem oTiahuanaco, Faber, Londres, 1947.

2 Leite de Vasconcellos, Religióes da Lusitánia, t. I p. 284Este libro resume todos los trabajos portugueses.

3 Piggott, S., The tholos tomb in Iberia, «Antiquity», voXXVII, página 142, 1953; Hubert Schmidt, Zur VoreschichtSpaniens, p. 252; Horwerda, J. H., Die Niederlande in de

Vorgeschichte Europas.4 Platón, Timeo, 6; Critias, 9, 10.5 Nikalanta Sastri, K. A., Hist. of South India, p. 55 a 59.

6 Menéndez Pelayo, M., Hist. de los heterodoxospañoles, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1959, p. 100; Gly

Daniel, The Megalith Builders in Western EuropHutchinson, Londres, 1958.7 Piggott & Atkinson, ibíd.

8 Childe, Gordon, The Prehistory of European SocietyPenguin Books, Londres.

9 Michel, Aimé, La France des Mégalithes, Planéte, 196810 Avieno, Periplo, 189, 205, 284 y sig.; Hesíodo, frg. 55.11 Martin, H., Hist., de Francia; L. Pericot García, Españ

antes de la conquista romana.12 Heródoto, 1, 2, 57, 63; Posidonio, cf Diodoro de Sicili

, 20.13 Pauly's Real Wissowa, Eñcyclopaedie der Classische



Alttums- wissenschaft, art. «Iberos».14 D'Arbois de Jubainville, Les premiers hábitants d

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15 Schulten, A., Tartessos, p. 186, Espasa Calpe, 1972Madrid.

16 Pausanias, I, 30.17 Véase a este respecto pág. 204.

18 De Milosz, O. W., Les origines ibériques du peupl

Juif; Duvi- llé, D., Ethiopie orientale ou Atlantie.19 «Los antiguos egipcios no eran más que una rama de l

aza mediterránea, idéntica a la de los libios, que se extendhasta las islas Británicas, Francia y España», Sergi, DeArier in Italien.

20 En Francia sigue existiendo un río Ebro = Ebpos.21 Ocampo, Florián, Crónica General, Madrid, 1595. Par

eferencias sobre las relaciones escritas de los antiguoberos, véase p. 42 de la presente obra.

22 Berger, P., Histoire de l'Escriture dans l'Antiquité, p

37, Payot, París, 1952



23 De Milosz, O. W., op. cit.24 Péladan, J., La Terre du Sphinx, p. 128.25 Génesis, cap. X, 4.

26 El «Jardín de las Hespérides», situado en tierras d

Hesperia = España.27 Arriano, Flavio, Anabasis o Crónica de AlejandrMagno, rey de Macedonia. Asclepiades, cf. Diodoro SículoBibliotheca, V, 1, 8, V, 33 al 35. Homero, Odisea, 51-54Hesiodo, Teogonia, V, 517-522. Estrabón, L. III y V.

28 Heródoto de Heraclea, Frag. Historicorum graecorum. II, página 33, fr.29 Laet, S. J. de, La Préhistoire de l'Europe, 1967.30 Conon, Focio 3 Hist. poeti. script. París, 1675. Exist

una traducción del abate Gédoin en las «Mémoires dAcad. des Inscrip. et B. Lettres». Virgilio, Eneida, 8, 328

Tucídides, 6, 2; Dionisio de Halicarnaso, I, 2231 Sergi, Der Arier in Italien.32 Almagro, Martín, Hist. de España, p. 234, n.° 39.33 Charroux, R., Liv. des Maitres du Monde (traducció

spañola de Plaza & Janés, en esta colección, El libro de lo

dueños del mundo), página 24; Saint-Yves d'AlvédreMission des Juifs; H. P. Blavatsky, Doc. Secrete.34 Hirt, H., Die Indogermanen; G. Philips, D

Einswanderung der Iberer in die pyrenaische halbinsel.35 De Milosz, O. W., Origines Ibériques du Peuple Juif; D

Duvillé, Aethiopia Orientale.



36 Los judíos continúan sacrificando el ganado según unécnica que suprime la sangre venosa.37 Saint-Yves d'Alvédre, Mission des Juifs.38 Burnouf, E., La Science des Religions.

39 Pictet, A., De l'affinité des langues celtiques avec lSanscrit; Les origines indo-européennes ou les Aryaprimitifs, París, 1863.

40 Anales de los brahmanes.41 Baer, F. Ch., Essai historique et critique sur le

Atlantides.42 Vacher de Lapougue, G., L'Aryen, son role socia

París, 1899.43 Taylor, I., The Origin of the Aryans, Londres, 1890.44 Virchow, Die Anthropologie in den letzden 20 Jahren

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49 Odisea, I, 22 y sig.; 5, 232-7. Escüax, Perip., cap. 112 (e

Geogr. Graec. Minor., t. 1, p. 93). Atlas: Odisea, I, 52, 4; 7, 245

Apolodoro: Bibliotheca, 3, 10; Estrabón, 8, 3, 19; Virgilio, Eneid



, 740-44.

50 Timeo fr. 25; Ferécide, frg., 46; Helénico, frg., 56

Apolodoro, 34 39.

[51] Heródoto 4, 188; Estrabón, II, 13, 10.

[52] Décharme, Mythologie, p, 641. El nombre de loKefenes de África sólo nos ha sido conservado por Nono dPanópolis, poeta épico del siglo v de nuestra Era, aunque santigüedad está atestiguada por el nombre de Roqniota qul Periplo de Escílax da a un lago vecino de las columnas d

Hércules (C. 112) y por la fábula de Perseo, donde aparecitado el rey Kefeo de Etiopía. (Apolodoro, 2, 3, 4, 5.) (5)[53] Tucídides, 4, 109; Heródoto, 4, 145; Estrabón, 5, 2, 4[54] Fil, de Siracusa, fr. I; Píndaro, Píticas.

55 Aunque si el nombre procediera de los Keppivtavol quegún Estrabón (III, 4, 11) poblaban unos valles del interio

de los Pirineos, habría que denominarlos kerretanos. La vilde Ceret podría derivar de ellos. En 672, bajo la dominacióvisigótica, el nombre de Castrum Libyae figura como capitde los cerritaniae. De todos modos, el nom-bre de sardos emucho más antiguo y deriva de los sardanes. No olvidemo

que su danza ancestral es la sardana y que los danzarines subren la cabeza con la tradicional «barretina», o sea, con gorro frigio.

56 Heródoto, 4, 145.57 En Dodona la Santa se veneraba el árbol sagrado co

uya madera construyó Atenea cierta pieza para la proa d



navio de los argonautas. Recuérdese el árbol de Guernica.58 Los tholoi son tumbas colectivas que encontramos e

Micenas, en las islas Cicladas y en Creta, y pueden sequiparados a los talayots de las islas Baleares y a lo

nuragues de la isla de Cerdeña, construcciones pelásgicaomo sus nombres indican. Efectivamente, además de que sunción es la misma y su modo de construcción idéntico, su

denominaciones son suficientemente explícitas, ya que si eobvio señalar la identidad original de las voces talayots holoi, quizá convenga recordar que nuragues deriva d

nombre del primitivo rey Norax de Turdetania, que dinombre también a i a antigua capital de Cerdeña, Nuractualmente Nora, y a la isla de Nura, actualmentMenorca. Señalemos que las cabañas de piedra seca quradicional- mente, han seguido edificando los labriegos d

Provenza y Lenguadoc, de. los Pirineos y de la antiguMarca Hispánica, hasta comienzos del presente siglesponden al mismo modo de construcción. En Francia, la

denominan «bories» y están buscadísimas.59 Heródoto 4, 184. Para los griegos, el nombre de Libi

ra una expresión puramente geográfica que había sucedida los nombres de Atlantia y de Etiopía (Plin. 6, 187) y, comstos, designaba al principio a África entera, Egiptomprendido, cuyo nombre, desconocido en la Ilíad

aparece por vez primera en la Odisea. Diodoro, 3, 54, 58, 5

Escílax, Periplo, C. 112.



60 Apolodoro, 2, 5, 11, 13, 15. Sobre la identificación dHiperbórea con la Galia, véase D'Arbois de Jubainville, Lepremiers habitants de l'Europe, t. I, p. 18.

61 Poetarum scenicorum... fabulae, t. I, p. 105, fr. 65 b; y

nota sobre los Helíades en Esquilo y Sófocles, tragoediae ragmenta, ed. Didot, p. 234-235.62 Heródoto, 5, 9.63 Livio, Tito, 5, 34.64 Heródoto, 1, 163.

65 Escimo de Quío, V, 206-209; Avieno, Ora, 608-9Estrabón, 3, 4

66 Escílax, Perip. cap. 34.[67] Avieno, Descrip. Orbis Terrae, V. 414-20, 591

Hesíodo, frg. 55.68 Hecateo, frag. 15; Apolodoro, frg. 140; Avieno, V479.69 Heródoto, 1, 165.70 Séneca, Consolatio ad Helviam, 7, 8, 9.71 Heródoto, 5, 106.72 Pausanias, 10, 17, 2. Ver también a: Solino, 4, 1; Isidor

de Sevilla, Orígenes, 14, 6, 39; Silio Itálico, Púnica, 12.

73 Pausanias, 10, 17, 2.74 Pausanias, 5, 6; Solino, p. 50; Salustio, Hist., II, 4

«Nihil ergo attinet dicere, ut Sardus Hercule, NoraMercurio procreati, cura alter Libya, ater ab usque TartessHispaniae in hosce fines permeavissent, a Sardo terrae,

Norace Norae oppido nomen datum», Isidoro de Sevill



Orígenes, 14, 6, 39; Silio Itálico, Púnica, 12.75 Solino, 4, 1.76 Tucídides, 6, 2.77 Heródoto, 7, 170; Fil. de Siracusa, frag. I; Éforo, fr

99, Heracl. del Ponto, frg. 29; Diodoro Sículo, 4, 76-79.78 Curtius, E. Hist. Grecque, t. I, p. 82.79 Plinio, 3, 71; 3, 90.80 Ptolomeo, 2, 6, 62.81 Virgilio, Eneida, 8, 328.82 El origen ibérico de los sicanos ha sido atestiguado po

Tucídides, 6, 2: «Eíyixvoi,... iPnpes»; por Dionisio dHalicarnaso, 1, 22: «Eixocvoi JZ^JCÍC. ip-iQpycov» mplícitamente, por Éforo, que hace de los iberos loprimeros habitantes de Sicilia, frag. 51, y por Filistio dSiracusa (frg. 3).

83 Tucídides, 6, 90.84 Plinio, 3, 6985 Tucídides, 6, 2, 90.86 Filistio de Siracusa, frg. 3 y 7.87 Catón, frg. 56.

88 Dionisio de Halicarnaso, I, 10, 19 y 20.89 Ptolomeo, 2, 6, 62; Salustio, fr. 37; Plinio, 3, 14.90 Spencer, Lewis, Magic Arts in Céltic Britain.

91 Roth, G., Guirand, F., Spencer, L., MythologiGénérale, Larousse, 1935.

92 Estrabón, V, 2-4



93 Schulten, A., Tartessos, p. 22 y 29; B. MeismerBabylonien uncí Assyrien, I, 348.

94 «Quiring, Prah. Zeitschrift, Der Kupfer-Zinn-Bronze»; «Das Zinnland der Altbronzezeit», en Forschungen un

Fortschritte, 1941, pá- gina 17 y sig.95 Obermayer, Mitteil. d. Wiener Anthropol. Ges., 1920p. 119; Siret, Questions de chronologie, p. 194.

96 Tácito, Agrícola, 11. (Torti crines no quiere decir cresp= crispus, sino ondulado artificiosamente, como en lafigies de las monedas ibéricas.)97 Aristóteles, De generatione et corruptione.98 Plutarco, De defectu oraculorum.

99 Astrónomo atlante, según los brahmanes, cf. H. VBlavatsky, Cosmogénése; Volney, Les Ruines, ed. ingl.: «Sl zodíaco egipcio cuenta unos 80.000 años de antigüedad

stá demostrado que el de los griegos cuenta sólo co7.170. En efecto, si Aries se encontraba en el 4.° grado d

Libra 1.447 años antes de J.C., es evidente que el primegrado de Libra no podía coincidir con el equinoccio dprimavera hasta 15.194 antes de J.C., y añadiendo a est

ifra 1.976, tenemos 17.170 años, edad de los zodíacogriegos.»100 Jacolliot, Les Continents disparus. F. Leenormant, e

u Historia del Oriente nos dice que, en una inscripción de l.° dinastía, se hace mención de la Esfinge de Gizeh, com

de un monumento cuyo origen se perdía ya para ellos en l



noche de los tiempos, que había sido descubiertortuitamente, sepultado bajo las arenas del desierto, dond

había permanecido desde largas generaciones, totalmentgnorado. Si recordamos que la 4. a dinastía reinaba 4.00

años antes de Jesucristo, ¡júzguese de la antigüedad de lEsfinge!101 Los signos tópicos de los solsticios formaban, con lo

de los equinoccios que se cruzan con ellos, las cuatr«puertas del tiempo» señaladas, respectivamente, por cuatrstrellas: el solsticio de verano por Sirio, la más brillante da bóveda —llamada Sotis por los egipcios que calculabaos años a su salida—; el solsticio de invierno por Fomahaua boca del Pez austral; el equinoccio de primavera poAries; y el equinoccio de otoño por Antares, el corazón dEscorpio, de reflejo rojizo.

102 Datación aproximada de las precedentes eraodiacales:

Aries de 2.300 a 150 antes de J.C.Tauro» 4.450» 2.300»»

Géminis» 6.600» 4.450»»

Cáncer» 8.750» 6.600»»Leo» 10.900» 8.750»»

103 Diod. Sic., Bibliotheca Hist., XXIV.104 Real Wissowa Encyclopaedie der Classische

Alterttuumswissen- chaft, art. «Iberos». Eustacio, fragment

historicorum graecorum, t. III; Constantino y Eusebio, id., id



105 El as mayor del Tarot de los gitanos ibéricos —legados según la Tradición con Horus-Hércules—epresenta el disco solar y es llamado As de Horos. L

palabra gitano, es simplemente una co rrupción del adjetiv

spañol antiguo egiptano, o sea egipcio. Eran los misteriosokinetes (KíiVT)TE<r) de la Antigüedad, que moraban en xtremo occidental de Europa, según Heródoto, y era

hábiles en la doma de los caballos. De ellos deriva sin duda voz española jinete. Si los kinetes no son los antepasadode los gitanos, no se sabrá nunca quiénes fueron los kinetes

106 Filóstrato, Vita Apoüonii, libro V; Avieno, Ora, 26772

107 ¿No va implícito, en estas palabras, el recuerdo dpretéritas sumersiones?

108 Mariana, Historia General de España, Madrid, 160

ol. 1.109 El mismo procedimiento utilizado por los druidas.

110 Ocampo, Crónica General, Madrid, 1543.111 Respecto a los magos persas, antecesores de lo

«Magos» del tiempo de Jesús, mencionados por lo

Evangelios, cabe decir lo siguiente: Según la DoctrinSecreta, los magas, sacerdotes del Sol, casta que lobrahmanes reconocen como no inferior a la suya, fue «madre criadora» del primer Zaratustra. Ellos fueron loprecursores de la Quinta Raza, en la Isla Blanca, la Sháka

Dvípa o Atlántida en sus comienzos. Los magas son lo



magos de Caldea y su casta y su culto tuvieron por cuna lAtlántida, en Sháka-Dvípa la «Inmaculada». Todos loorientalistas están de acuerdo en declarar que los magas dSháka- Dvipa son los antepasados de los parsis, adoradore

del Fuego. Según el Bhavishya-Purana, los magas existíaaún en la época del hijo de Krishna, que vivía hace cinco maños, aunque el continente —la Atlántida de Platón— habídesaparecido 6.000 años antes. Señalemos ahí, una nuevonfusión voluntaria. Porque los magas «oriundos de Sháka

Dvipa», vivían hace 5.000 años en Caldea. Hay que decir, everdad, que ni el nombre de Atlántida ni el de Lemuria, soos verdaderos nombres arcaicos de los continentedesaparecidos. Atlántida era el nombre dado a las parteque subsistieron del continente de la Cuarta Raza, despuédel cataclismo general. Estas partes, que se encontraba

«más allá de las columnas de Hércules», constituían Atlántida o Poseidonis de Platón, últimos vestigios del graontinente, y fueron sumergidas hace irnos 11.000 años. L

mayor parte de los nombres correctos de los países y de laslas de los dos continentes son dados en los Puranas y e

as obras más antiguas, como el Sourya-Siddanta.112 Arriano, Flav., historiador y filósofo griego, discípul

de Epíc- teto, nacido en Nicomedia hacia 105 antes de J.Cautor de la Anabasis Alexandrou, Crónica de AlejandrMagno, en la cual hace mención expresa de los Anale

scritos de los antiguos iberos. Véase igualmente: Estrabón



Asclepíades, Diodoro, Posidonio, obras citadas113 Conviene señalar ahí un error notorio del erudito auto

rancés M. E. Philipon (Les Ibéres, p. 66), afirmandalegremente que la ciudad de Ibera era la antigua Zaragoz

bera no tiene nada que ver con la antigua Cesarea-Augusta actual Zaragoza, situada unos 300 km aguas arriba dbera = Tortosa.114 Florián de Ocampo, op. cit.115 El padre Gédoyn confeccionó una traducción poco fi

de la obra, en las «Memorias» de l'Académie denscriptions et Belles- Lettres.

116 Este resumen fue publicado en las Historiae poeticacriptores, París, 1675

117 Quiring, Prah. Zeitschrift; der Kupfer-Zinn-Bronze; Das Zinn- lander Altbronzezeit, en Forschungen un

Fortschritte, 1941. Schulten, Tartessos, Espasa, 1972.118 Génesis, cap. X; la toponimia de España h

onservado su recuerdo, no sólo en el río que lleva snombre sino en el lugar históri- co de San Esteban dGORMAz, provincia de Soria.

119 Hesíodo, Teog., V, 517 y sig.120 En Galicia, región donde se conservan antigua

radiciones, denominan «bous» a cierta clase de navios.121 Dionisio de Halicarnaso lo confirma y confiesa que lo

misterios de la Naturaleza, y los sublimes conceptos de l

ilosofía moral, fueron encubiertos por un velo. No es, pue



metafóricamente que la poesía antigua fue llamada la lengude los dioses. Y no es en vano tampoco que la voz latina vat

poeta, significa, igualmente, profeta, adivino, inspirado dos dioses, oráculo.

122 La leyenda de los Horacios y de los Curiacos teníomo vemos, un precedente ibérico.123 Véase en p. 68, las referencias de Pausanias, Salusti

Solino e Isidoro de Sevilla.124 Plinio, op. cit., 2, 219; 4, 81 y sig.125 Forián de Ocampo, Crónica General, Madrid, 1543.126 Fabio Quinto Pictor, Frag., Ed. Kraus, Berlín, 1833.127 Plinio, 3, 75.128 Véase págs. 71, 72 y 73.129 Ocampo, op. cit.130 Id. págs. 47 a 49131 Sil. 1, 662; Plin. 3, 91; libro 36, 31

132 Plinio, 1, 8. Plinio acepta totalmente también ltimología que hace derivar Hispaniae de Pan. Teniendo euenta la fragilidad de las dataciones y la confusión de latimologías que hemos señalado ya, es admisible la hipótes

que asimila Pan a Hispán, al igual de Osiris que fuasimilado a Dionisos y Baco, como el Dionisos griego.133 Filistio de Siracusa, frg. 3.134 Dionisio de Halicarnaso, I, 10, 19, 20; Plinio, 3, 14

43; Catón fra. 50; Antíoco de Siracusa fr. 3 y 7; Tucídide

I, 132.



135 Ocampo, op. cit.136 Véase notas p. 71 y 72.137 Ocampo, op. cit.138 Virgilio, Enn. 8, 190; Tito Livio, 1, 7; Ovidio, F. 1, 543

139 Guénon, René, Le Roi du Monde, p. 68, Gallimard140 Véase p. 101 nota (13), el significado antiguo de lavoces poeta y poesía.

141 Platón, Timeo, 24, 25 d, y sig.; Critias 108 e, 114.142 Ocampo, F., op. cit.143 Ptolomeo, 1, 5; Estrabón, op. cit.; Plinio, Hist. Nat.144 Pomponio Mela, De Situ Orbis.145 Aristóteles, De generatione et corruptione.146 Homero, Odisea, IV, 565.147 Estrabón, III, 2, 12.

[148] Antigüedades españolas (en lengua portuguesa

Lisboa, s. xvi.149 Ocampo, Florián, op. cit.150 Ocampo, Florián, op. cit.[151] Ocampo, Florián, op. cit.

152 El primitivo iberovasco que los clérigos latinista

ncontraban duro por su difícil reducción a la declinacióatina.153 Mariana, opc. cit.

154 Su prodigiosa habilidad se debía al hecho de qudesde pequeños, no comían hasta que de una pedrada hacía

aer los alimentos que sus madres colocaban encima de u



palo (Ocampo).155 Eusebio, Prep. evangélica, libro 4, capítulo 7

Mariana, Historia general, pág. 32156 Baucio Capeto pertenecía a la noble casta venerad

de los iberos que era depositaría, según la tradición, de lanseñanzas que Tubal había transmitido a sudescendientes. ¿Serán estos Capetos ibero-celtas loantepasados de los Capetos de las Galias?

157 Propongo la raíz vasca Ari (morueco), en la formaciódel vocablo español ariete

158 Mariana, Historia general de España, pág. 4Madrid. 1608.

159 Recordemos, Luc, Lug, Luz, dios de Luposteriormente cristianizado)160 Mariana, Historia General, pág. 63.

161 Se sitúa el emplazamiento de esta ciudad en lo«Cortijos de Cazlona», cerca de Baeza.

162 13.800 peones ibéricos, 1.500 caballeros y más de 80honderos mallorquines.

163 Un antiguo nombre de Tarraco (Tarragona), que s

deriva de Isis-Cisa, al igual que Cisara-Zizara (AugsburgAlemania), Cisa-Ziza, diosa de Augsburgo, la Disa, Diana dos escandinavos, etcétera.

164 Pauly's Real Wissowa, artículo «Iberos»; Hecateragmento II, 18.

165 Dionisio de Halicarnaso, I, 10, 19, 20.



166 Plinio, Historia Natural, XVI, 79; Menéndez PelayHeterodoxos, página 397.

167 Dión Casio, Hist. per., 281; Partenios, 30.168 Heródoto, 1, 57; 3, 115; Hesíodo, fragmento 55

Avieno, Per., 129, 284.169 Pauly's, artículo «Iberos».170 Humboldt, W. von, Prüfung der uniterschungen übe

die Urbe- wohnen Hispaniens vermittelst der sprachBerlín, 1821.

171 P. Bosch Gimpera, Etnología de la península ibéricaPrehistoria de los iberos, El problema etnológico vasco y larqueología.

172 Luis Michelena, Fonética histórica vasca, SaSebastián, 1961.

173 Miguel de Barandiarán, Hablando con los vasco

Ariel, Barcelona, 1974; El hombre prehistórico.174 Avieno, Per., 252.175 Estrabón, ed. Kramer, pág. 139-140.176 Schulten, A. Tartessos, pág. 185, Ed. Espasa-Calpe

972, Madrid.

177 Estrabón, op. cit. página 158; Apiano, Iber., 2.178 Comenge Gerre, J. L. La Gran Marcha Ibérica, Efes

Madrid, 1967.179 Deseando confrontar nuestras tesis con los sabio

usos, ex- puse mis deseos a uno de los agregados culturale

de la Embajada soviética, que me prometió informarse. Una



emanas después, se me comunicó que los sabios euestión eran unos «simples aficionados», respuesta qumplica la carencia de una argumentación sólida para rebata teoría autóctona occidental.

180 Larramendi, De la antigüedad y universalidad dvascuence, Salamanca, 1728.181 Humboldt, W. von, Prüfung der Unterschungen übe

die Urbe- wohnen Hispaniens vermittelst der sprachBerlín, 1821.

182 Vinson, La question ibérienne, La langue des IbérienR. I. E. B., 1907). Van Eys, La langue basque et la langubérienne.183 Philipon, E., Les ibéres, 1907, París, Champion, Edit.

184 Menéndez Pelayo, M., Historia heterodoxospañoles, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1952.185 Schuchardt, Die Iberische Deklination, Viena, 1907.

186 Luchaire, A., Origines linguistiques de l'AquitainÉtudes sur les idiomes pyrénéens de la région frangaise.

187 Tácito: De moribus germanorum libellus, cap. II.188 Heródoto, 7, 73. Cf. Euxodos, citado por Esteban d

Bizancio; Conon, op. cit., etc.189 Unamuno, Miguel de, cf. José Luis Comenge Gerr

Ensayo sobre la geografía y las lenguas ibéricas. EfesMadrid.

190 Menéndez Pidal, Estudio en torno a la lengua vasc

Ed. Aus- tral, Buenos Aires.



191 Abbé Espagnolle, Origine des Basques, Lescher Montoué, Pau. (12) Bourdier, Franc, Les origines de langue basque, curso público 1963-1964, «École Pratique deHautes Etudes», París.

192 Bourdier, Franc, Les origines de la langue basquurso público 1963-1964, «École Pratique des HauteEtudes», París.

193 H. Martin, Hist. de France, I pp. 4-5 y siguienteDesjardins, Géogr. H. G. II, p. 43; M. G. Bloch, Hist. dFrance de Lavisse, I, 28.

194 Schuchardt, Die Iberische deklination, Academia dCiencias de Viena, Baskische studien, Viena.

195 Menéndez Pelayo, Heterodoxos, p. 458, Buenos Aire196 Comenge Gerre, op. cit.

197 Milosz, O. W. de, Les origines ibériques du peupl

Juif. Ed. A. Silvaire, París, 1962.198 El historiador Ocampo, escribió que los primero

habitantes de España, compañeros de Tubal, hablabaaldeo. Historia de España, crónica general, Madrid, 1508.

199 Chao, A., Hist. Primitive des Euscariens-Basque

Bayona, 1847.200 Abate Espagnolle, op. cit.

201 Milosz, O. W. de, Les origines ibériques du peuplJuif, p. 114, París, 1561.

202 Maluquer de Motes, J., Etnografía de los pueblos d

España.



203 Ocampo, F., Crónica General; Filóstrato, Flav. VitApollonii; L. V. Avieno, Ora, «Nam Punicorum lingua Gaddivocabat.»

204 Probavisse nobis videmur linguam Ibericam una

uisse per totam peninsulam et in Galliae regionibuadjacentibus, quas Iberi habitaverunt, ñeque mixtam cuCeltarum, qui vestigiaque linguae propriae reliquerunt nominibus locorum deorum hominum Celtibericis. Linguaautem illam apparet secutam esse leges formationis lecionis diversas, non tantum a Graecis Latinisque, setiam ab eorum populorum, quos Iberis aliquando vicinouisse scimus quatenus de linguis eorum iudicare lice

Venetos dico, Ligures, Etruscos, Celta. Hübner, Monumentinguae ibericae.

205 He aquí algunos ejemplos: Ateíociyeilférica

OoKgintondadigoe Roncoenatiaetecus, etc.206 De Civitate Dei, L. VIII, c, IX. (2)207 Op. cit.

208 Divi Aurelii Augustini Hipponensis episcopi Divitate Dei libri XXII ad priscae venerafidaeque vetustat

xemplaria denuo collati eruditissimisque insupeCommentaris per undequaque doctiss. Virum lo. LudovicuVivem illustrati et recogniti... Basileae, 1542 (Según HierFrobenium y Nic. Episcopiuxn), columna 451-452.

209 En realidad, la jurisdicción arbitral que los druida

jercían era el principal obstáculo para la romanización de



Galia (De Bello Gallico, libro VI-13, 10). Tras la revolucióde Sacrovir, el año 21 de nuestra Era, Tiberio propuso uenadoconsulto que suprimía a los druidas (Plinio, I. XXX2, 13). Claudio prohibió completamente su culto (Suetoni

Divus Claudius, 25). El druidismo supervivió, a partir dntonces, como secta secreta, en las cavernas y en lamontañas: «In specu aut abditis saltibus», escribió PomponMela (De Situ Orbis, III, 2, 19), y Lucano añadió: «Nemoralta, remotis silvis» (Farsalia, I, 1, 453-454).

210 D'Arbois de Jubainville, Études sur le Droit CéltiquLe Sen- chus Mor. París, 1881, p. 86-87, n. 5.

211 C. Juliano, Historia de la Galia. Hachette.212 Donibane Lohizun no es un nombre arcaico: es

raducción, en éuscaro, del nombre cristiano de San Juan Donibane; en cuanto a Lohizun: lohi (fango) + zun (en busc

de...), no me parece que tenga relación con el antiquísimLuz.

213 Luchaire, Idiomes pyrénéens.214 Tema215 Macrobio, Saturnales, 1, 19, 5.

216 Macrobio, Saturnales, 1, 21. 16217 Odisea, I, 51, 54.218 Teogonia, V, 517-21.219 Id., 287-308, 979-984.220 Frag. Hist. graec. 48, 50, 81, 95, 96, 97.

221 Apolodoro, Biblioteca, II, 5.



222 Odisea, IV, 565.223 Estrabón, 3, 6; 2, 4, 7.224 Pomponio Mela, De Situ Orbis, III, 6.225 Plinio, ed. Detlefsen, Berlín, Filólogo, t. XXX, XXXII

226 Tito Livio, XXI, 23, XXV, 34, XXVIII, 22.227 Varrón Marco Terencio, De Bello Civili, L. II, 28«Pecuniam omnem omniaque ornamenta ex fano Herculis oppidum Gades con- tulit (Varro)», De Bello Civili, L. II, 28

228 Silio Itálico. III, 97, 107; 393-395229 Avieno, V, 492-495.230 Costa, Joaquín, Mitología Celto-Hispana, p. 344.231 Suetonio, Vida de Galba, c. 10.232 Hübner, Monumento., XXXVI, p, 173.

233 Encontramos aquí la primera referencia a estmonumento en P. Paris, Essai sur Varí, I, p. 129.

234 Laborde, Comte A. de Laborde, Voyage pittoresque ehistori- que de l'Espagne, t. II, grabado n. XV, núms. 2 y 3820.235 Antigüedades de Sevilla, 1634.236 Plutarco, Vida de Alcibíades, 18.

237 Memorial Histórico Español, t. I, p. 354-358. «Boletde la Academia de la Historia», t. III, 1835, Templo dSerapis en Ampurias.

238 Ephemeris epigraphica, t. IV, 1879, p. 17, 111.239 Historia del culto de las divinidades de Alejandrí

Serapis, Isis, Hipócrates y Anübis) fuera de Egipto, desd



os orígenes hasta el nacimiento de la escuela neopitagóricfascículo 33 de la «Biblioteca de las Escuelas Francesas d

Atenas», París, 1884).240 Cumont, F., Les religions orientales dans le paganism

omain, París, 1906, p. 57-89.241 Fernández Guerra, Aureliano, La defensa de lSociedad, Ma- drid, 1874, p. 332.

242 Hübner, op. cit., I, 4.243 Lire: Bernard, Raymond, L'empire invisible, Ed

Rosicruciennes.244 L. Pignoria. Discorso intorno le Deitá dell 'Indi

Orientali et Occidentali, Padua, 1615.245 Métraux, A., L'Art précolombien, ed. P. d'Espeze

París, s.f.246 Kircher, A., Prodromus coptus aegyptiacus, Roma

636; pági- na, 38. Aedipus aegyptiacus, Roma, 1652; Chinlustrata, Amsterdam, 1667.

247 Es acaso aventurado admitir la hipótesis de que, comeza la leyenda, nuestros reyes míticos Hesper, Atlas, Tagodubeda, etc., como los primeros faraones, podían descende

de los últimos atlantes? Con William Blake y Milton piensque los iberos y los celtas descienden de Gomer, hijo dJafet el Titán, quien les transmitió las grandes tradicionede antes del Diluvio. Albert Slosman, egiptólogo y profesode informática, ha demostrado que los primeros faraone

i d d l ti t d id ñ l d

El Origen de Los Vascos - Juan Parellada de Cardellac

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