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CONTENIDOS

El último herrero de Aguilar

La mujer en las elecciones de 1933

Las guerras carlistas en Aguilar

Actividades

N.º 8 - Verano 2014

AGUILAR NATURAL Publicación cultural de Aguilar del Alfambra (Teruel)

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EDITORIAL

Un año más, seguimos muy satisfechos por la actividad desplegada desde esta Plataforma, y agradecemos el gran apoyo y colaboración con el Colectivo Sollavientos, que, solidarizados con nuestra causa desde el principio, han hecho un gran trabajo con la elaboración y representación del “romance de ciego”, que ocupa gran parte de este número. Y de nuevo muchas gracias al resto de colaboradores, esperando que os sigáis animando para el año que viene.

INDICE

MANUEL NAJES GUILLÉN. El último herrero en Aguilar del Alfambra (I)………………………...3

SERAFÍN ALDECOA. Las mujeres en las elecciones de 1933……………………………………10

SERGIO BENÍTEZ MORIANA. Las guerras carlistas y su incidencia en Aguilar………………..12

KARMELI. Para los más jóvenes…y para todos…………………………………………………….15

PILAR SAN FRANCISCO. Romance contado por la tía Pilar……………………………………...17

DANIEL IZQUIERDO. Homenaje a Antonio Machado en tres movimientos……………………..19

NATURALEZA. Consolida pubescens………………………………………………………………..21

REPRESENTACIÓN DEL ROMANCE DE CIEGO EN AGUILAR DEL ALFAMBRA……………22

VICTOR MANUEL GUÍU AGUILAR. Romance de ciego de Ernesto Jartillo……………………..24

JUAN CARLOS NAVARRO. Ilustraciones del “Romance de ciego”……………………………....28

GEOLOGÍA PARA UNA NUEVA CULTURA DE LA TIERRA……………………………………...30

VII DÍA DEL ÁRBOL…………………………………………………………………………………….31

Aguilar Natural. Publicación cultural de Aguilar del Alfambra (Teruel).

N.º 8 – Verano 2014

ISSN – 1889-6758

Dep. Legal - M-28945-2009

Edita: Plataforma Aguilar Natural

Pza. Ayuntamiento, s/n

44156 Aguilar del Alfambra (Teruel)

E-mail: [email protected] Página web: www.aguilarnatural.com

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El ÚLTIMO HERRERO EN AGUILAR DEL ALFAMBRA (I)

El objetivo de este artículo es hacer un somero recorrido histórico del trabajo del hierro: utensilios, armas, adornos personales y sistemas decorativos desde la Edad del Hierro hasta descender en el trabajo del hierro en Aguilar del Alfambra en el siglo XX. El término “Edad del Hierro” tiene escaso valor cronológico, ya que no se inició simultáneamente en todo el mundo. Las fechas y el contexto varían dependiendo de la región, y la secuencia de las edades no es necesariamente cierta para cada parte del globo terráqueo.

El trabajo del hierro a través del tiempo

La historia de la relación del hombre con el hierro es, en sí misma, una historia de la Humanidad. En ella se dan cita dioses, esclavos, personajes bíblicos, alquimistas, monjes, artesanos, nobles y hasta mujeres, en torno a un metal, tan útil en la guerra como en la paz, que ha marcado el recorrido por la civilización.

Pero, ¿desde cuándo conoce y trabaja el hombre el hierro? Ahora se sabe que el hierro meteórico, o aleación de hierro-níquel, fue utilizado por diversos pueblos de la antigüedad miles de años antes de la Edad del Hierro. Este hierro. estando en su estado metálico nativo, no necesita la fundición de sus minerales. La llamada “Edad del Hierro” fue vista como un caso de simple difusión de una tecnología nueva y superior desde el punto de vista de la invención en el Cercano Oriente a otras regiones. La producción y uso sistemático de instrumentos de hierro en Anatolia (península que hoy forma parte de Turquía) comenzó alrededor de 1800 a. C. La forja del hierro llegó a la Península Ibérica con cierto retraso, alrededor del siglo VIII a. C. La verdadera Edad del Hierro no se inició, sin embargo, hasta que el hombre no aprendió a trabajar el mineral del hierro. A pesar de su experiencia en la metalurgia de otros metales, oro, plata, cobre y la aleación de cobre y estaño (bronce), tardó en darse cuenta de que el hierro no existía como mineral puro, y que para beneficiarse de él era preciso liberarlo de otros componentes. Para ello había que aumentar la temperatura de los hornos en los que otros metales se fundían, y trabajarlo posteriormente en caliente, machacándolo con la ayuda de un martillo, unas tenazas y un yunque hasta hacer desaparecer sus impurezas y escoria. Además, para darle la dureza necesaria había que “carburizarlo” y así hacer que absorbiera en caliente parte del carbono que desprendía aquel carbón empleado como combustible. Con este proceso surgió la forja.

La Península Ibérica conoció ya en este ámbito histórico un importante desarrollo del comercio y de la incipiente industria del hierro, cuya riqueza recogieron las fuentes literarias clásicas, en especial la fama de las armas de hierro fabricadas en Bílbilis (Calatayud) por los celtíberos. En el yacimiento arqueológico de La Caridad (Caminreal) se ha descubierto una ciudad que fue creada en el siglo II a. C bajo la iniciativa directa de Roma en el contexto de las Guerras Celtibéricas. Posiblemente La Caridad tuviera claros vínculos con la explotación, transformación y comercialización del hierro, abundante en la zona próxima a Sierra Menera. En cuanto al resto de conjuntos arqueológicos de hierro destacan: el armamento (catapulta romana de torsión scorpio, puntas de lanza etc.), herramientas agrícolas (hoces, horcas, podaderas, azadas, etc.), relacionadas con la ganadería (esquilos, cardadores, tijeras de esquilar), actividades textiles (agujas, pesas, etc.), explotación forestal y carpintería (hachas, azuelas, sierras, cuchillas, barrenas, etc.), la forja (yunques, tenazas, martillos, etc.) o el trabajo de la piedra (compases, tallantes, picos, etc.).

En el período de la supremacía musulmana se añadió un sentido estético, a medio camino entre la practicidad anterior y un refinamiento de los objetos producidos. Los árabes, en España desde el siglo VIII y contemporáneos a estos hechos, son aún grandes desconocidos en el mundo del hierro. Sin embargo, sus excelentes armas, la influencia de sus decoraciones y sus técnicas se rastrea con facilidad en objetos de hierro españoles y se conoce la existencia de importantes fraguas que funcionaron en Andalucía y Valencia.

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A partir del siglo XI, uno de los mayores adelantos técnicos fue la incorporación de la energía hidráulica al trabajo del hierro. La energía del agua sustituyó al hombre para mover los fuelles de insuflar aire en los hornos de fundir el mineral, así como para mover los martinetes, o grandes martillos mecánicos con los que se batía el hierro. Igualmente se desarrolló la técnica de unir varias piezas, a través de la “soldadura a la calda” o en caliente.

Con el Románico nació la forja artística. Las rejas de España durante los siglos XII y XIII cerraban los espacios sagrados a los visitantes sin impedir la visión. Los herrajes de puerta estaban plagados de figuras humanas y de animales guardianes, dragones, perros, salamandras o pájaros tomadas del bestiario medieval.

El final de la Edad Media favoreció la creación de pujantes gremios de herreros, cerrajeros y otros oficios del hierro. Se coordinó el sistema de enseñanza del oficio a través de las escalas de aprendices, oficiales, maestros y diversas operaciones que realizaban los herreros.

En el siglo XIV, uno de los más importantes progresos técnicos fue la fundición del hierro, en la búsqueda de mejor y más resistente metal para la fabricación del armamento.

Con el arte gótico, en las grandes catedrales, a partir del siglo XV, se elaboraron grandes rejas, cerrajas, llamadores y otros objetos de hierro.

El Renacimiento provocó desde el siglo XVI un interés por el conocimiento de las ciencias, y en la siderurgia se inició un periodo de tratados, de teorías científicas del oficio.

A partir de los siglos XVII y XVIII, se sistematizaron los conocimientos técnicos de la siderurgia y la ciencia industrial empezaba a eclipsar a la artesanía con la introducción de las máquinas de vapor.

Los artesanos individuales, aún ajenos a la industria, mantuvieron durante mucho tiempo sus legendarios procedimientos, como la oración que recitaban los espaderos de Toledo para calcular los tiempos en el temple del acero:

Bendita sea la hora en que Dios nació, Santa María que lo parió, San Juan que lo bautizó. El hierro está caliente. El agua muele. Buen temple haremos, si Dios quiere

En el siglo XIX, la era de la fundición, se aceleró la decadencia de la forja. El crecimiento de las ciudades obligó a las fábricas de fundición artística a producir en cantidad desmedida y a sustituir indiscriminadamente por catálogo: rejería, balcones, bancos, farolas, estatuas de jardín, ascensores etc.

Las mujeres han tenido en la forja, al contrario que otras artesanías, un papel menos destacado. Sin embargo, desde la Edad Media se les permitió continuar la actividad de los talleres de sus difuntos maridos, siempre y cuando se casaran con otro del mismo gremio.

Los gitanos también ejercieron durante siglos el oficio de herreros, aunque en el 1765 se llegó a promulgar un edicto prohibiéndoles ejercerlo por miedo a que fabricasen armas. En Andalucía, además de la aportación al oficio en sí, también lo tuvo en la cultura. Entre otras cosas introdujeron en el cante flamenco un tipo de canción, el martinete, que no lleva instrumentación alguna, a excepción del sonido metálico del choque del martillo con el yunque.

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Por tanto, las labores de trabajo del hierro, ya sea obra de los herreros o de los herradores, e incluso de otros oficios ligados a ellos como el de calderero o cerrajero, deben considerase como exponentes de un periodo histórico caracterizado por la necesidad del hombre de utilizar objetos de metal para la guerra, trabajos en el campo o, simplemente, para satisfacer sus necesidades domésticas. No sorprende entonces que el herrero adquiera, a lo largo y ancho de todas las culturas que han existido en el planeta, un papel relevante.

Surgieron herreros dioses, semidioses o héroes, en los que se amparaban las creencias sobre el origen mítico de esta metalurgia. Así, en Egipto, apareció el dios forjador Peah; en Grecia y Roma, Hefesto o Vulcano, el Herrero del Olimpo, y sus ayudantes de fragua, los Cíclopes, así como los Titanes, que forjaban para Júpiter, los Dáctilos y los Curetas, veneradas cofradías secretas que en la Grecia arcaica se creían descubridores del trabajo del hierro.

Las herrerías en la provincia de Teruel

En el Fuero de Teruel se especifica lo que el herrero tenía que cobrar por herrar “bestia caballar, bestia mular y asno”. También se enumeran otros trabajos. A los herreros se les conmina a que no hagan daño a las bestias al herrarlas o de lo contrario indemnicen a sus propietarios si se demuestra su culpa.

Documentación antigua atestigua la existencia de herrería en Cella en 1495, en la que se especifica que era un establecimiento del Concejo y también la soldada que va a recibir el herrero. La del valle de San Pedro es edificada en el alto Cabriel en 1526. En Orihuela del Tremedal en 1529. Sirviendo a la necesidad de la Ciudad y Comunidad de Albarracín, nace la herrería propia de Torres de Albarracín el 18 de marzo del 1648, fecha en la que se reúnen en Albarracín para tratar de la Herrería de “fundir y hacer hierro”. Las personas que trataron de este asunto fueron convocadas personalmente y luego de modo general al toque de campana de la Catedral de Albarracín, todos los cuales, de común acuerdo, convinieron por unanimidad el que “se hiciese y edificase una herrería”. Duró la construcción 2 años y tuvo un coste de 84.681 sueldos y 3 dineros. A partir del 21 de noviembre de 1655 se arrienda la explotación. El 20 de marzo de 1810 se vendió por 35.000 reales de vellón.

1

Desde el 1692 funcionó otra herrería en Linares de Mora, situada en el paraje conocido como “El Martinete”. Contó con azud, acequias, barquines y ruedas. El hierro procedía de Ojos Negros, mientras que el carbón vegetal procedía de sus montes. Durante la Guerra de la Independencia surtió de fusiles y material bélico a la Junta de Aragón, pero después cayó en un período de abandono y, finalmente se hundió. Las fraguas necesitaban abundante leña para calentarlas. No es extraño que la mayoría se asentaran en zona de pinares, carrascas y rebollos. Pero el uso indiscriminado de la madera la agotó sin remedio, hasta tal punto que en 1785, Diego Torres, secretario de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, insinuaba que la solución a este grave problema sería “trasladar las herrerías a las orillas del río Martín, a tres leguas de las minas de Utrillas; en aquellas riberas las ferrerías contarían con abundante agua para mover las máquinas, se les llevaría el hierro desde Ojos Negros y el carbón desde Utrillas de manera que no dependerían de la madera para poder trabajar”.

Tanto en las herrerías de la Sierra de Albarracín como la herrería de Linares de Mora se ha trabajado por el método de la “ferrería” o “farga catalana” (siglos XII-XIX, aunque en Aragón sólo se generalizó en el XVI).

Los primeros altos hornos privados surgieron en Lugo (Galicia), concretamente en el 1794 en Sargadelos. Con anterioridad, la Monarquía, para sus necesidades de armamento, había

1 MARTÍNEZ ORTIZ, José “La herrería de Torres de Albarracín: aportación al estudio de su historia” en

Teruel, nº 30, 1963, pp. 93-143.

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instalado algunos altos hornos. La primera fábrica de hornos altos de España con coque fue la instalada en Sabero en 1840 por la sociedad Palentina-Leonesa. La fábrica contaba con cinco hornos (cuatro para fundir lingotes y uno para bronce).

La siderurgia española atravesó por etapas de diferente esplendor, llegando a alcanzarse en 1929 la producción de un millón de toneladas de acero, que disminuyeron a la mitad en 1940 tras la guerra civil.

En 1997 se inició un proceso de privatización que culminaría con el establecimiento de una alianza estratégica con un grupo siderúrgico luxemburgués, ARBED, y la posterior entrada de otros grupos siderúrgicos españoles más pequeños creándose el grupo ACERALIA.

Desde la creación de los altos hornos el acero se ha suministrado a las herrerías en forma de láminas, redondos, barras y pletinas.

Herrerías en Aguilar del Alfambra

En la guía visual, “Con son de campana por el teñida",2 Ivo Aragón y Chuse Luis Paricio

Hernando documentan en el siglo XIV a un “ferrero” en Aguilar.

Según conversaciones mantenidas con mi padre, él vio restos de una herrería clásica de propiedad municipal situada en el Arreñal (calle Mayor), de la que fue propietario hasta hace pocos años Leopoldo Izquierdo Villarroya, al lado de la que se le llamó hasta 1974 plaza de la Herrería.

Otra herrería de titularidad privada era la de Alejandro Torres y su hijo Inocencio, situada el Barrio Alto, que mantendría su actividad hasta la década de los años veinte del siglo pasado.

La última herrería que mantuvo su servicio en el pueblo se puede remontar a la primera mitad del siglo XIX ya que en ella, según mi padre, han trabajado cuatro generaciones: Juan Antonio Galindo; su hijo, Gregorio Galindo Alegre; el yerno de éste, Manuel Najes Palomo; y el hijo de Manuel, Gregorio Najes Galindo. La citada herrería todavía se conserva. Está situada en la calle Mayor nº 6 y la entrada se hace por lo que fue corral. En él se aparcaban los “aladros”, “vertederas”, ”rusafes” y, con la repoblación forestal de los actuales pinares, el potro para el herrado de los bueyes. En el porche estaba situada, en el rincón de la parte derecha, una piedra circular de arenisca que se utilizaba para el afilado de herramientas en general y servía de almacén de planchas, pletinas, redondos y barras de hierro.

La puerta de entrada a la herrería está situada en la pared izquierda del porche. Al entrar en la misma, a mano izquierda, se encuentra la fragua con su correspondiente fuelle y la chimenea para dar salida a los humos. Debajo de la fragua hay una pila, tallada en piedra, que contiene agua empleada para enfriar las puntas de las herramientas utilizadas durante la forja y para el templado de las partes activas de las herramientas en general. A una distancia de dos metros de la fragua está situado el yunque, mesa de trabajo por excelencia del herrero. Cerca de la fragua varios martillos, macho o mallo, tenazas y estampadores de diferentes formas. A mano derecha se encuentran las herraduras, colgadas de la pared directamente o en soportes de madera, diferentes utensilios fabricados en la herrería y una máquina taladradora, de accionamiento manual, con volante de inercia. En la misma pared de la puerta, en el interior de la herrería, está la puerta que fue la entrada a la carbonera donde se guardaba el carbón empleado en el hogar de la fragua. Enfrente de la puerta de entrada, y cerca de la ventana, está situado el banco de trabajo con dos tornillos articulados para la sujeción de las piezas a la hora de realizar diferentes operaciones, a la derecha de la ventana están colgadas, en la

2 http://historiaguilar.blogspot.com.es/

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pared, las diferentes herramientas y útiles empleados en el herraje. En la izquierda de la ventana hay colgadas pequeñas herramientas: punteros, “granetes”, “buoterolas”, llaves, brocas de avellanar a mano, tijeras de cortar chapa, sierra de cortar metales, etc. A continuación de la fragua están situadas las herramientas de roscar, (machos, terrajas, ”manerales” o volvedores) taladro de pecho, clavos de herrar y otros pequeños útiles. Cuenta también con una esmeriladora manual y portátil montada sobre una caja de madera.

Gregorio Najes, último herrero de Aguilar del Alfambra

Algunas herramientas, como el fuelle, yunque, taladradoras, esmeriladora, tornillos de banco, por la época de actividad de la herrería, ya se adquirían en fábricas especializadas; otros, particularmente las tenazas, punteros, estampadores eran fabricados por los propios herreros, pues ellos se encontraban en una posición privilegiada ya que poseen un buen conocimiento de la resistencia o debilidad de los diferentes metales y pueden fabricarse sus propios instrumentos de trabajo.

En líneas generales, aplicaban una serie de operaciones en la producción: aplanado, estirado, recalcado, punzonado, estampado, curvado, doblado, corte, soldadura de forja, remachado, taladrado, roscado, etc.

Se puede deducir que la herrería actual no difiere mucho de la del siglo XIX, salvo en la taladradora fija manual, la taladradora portátil de pecho, la esmeriladora portátil y pequeñas herramientas: brocas, machos y terrajas de roscar, llaves, sierras, destornilladores, cintas métricas, tenazas de herraje, alicates, etc.

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Hasta la década de los setenta, coincidiendo con la emigración y la mecanización del campo, la herrería ocupó un lugar destacado en la vida de sus habitantes. Era el sitio donde acudían a encargar utensilios para trabajar en el campo (“aladros”, vertederas, “rusafes”, ganchos, herrajes de rastrillos, diablos, herrajes para cajas de carro y para acarrear, etc.); para la ganadería (marcadores de ganado ovino, tijeras de esquilar, trabones, bocados ,estribos, “sarretas”, herrajes para: cortaderas de remolacha, de hierba, pipirigallo y alfaz, etc.); utensilios de las casas (trébedes, tenazas, badiles, morillos, cortapastas, ralladores, etc.); relacionados con la actividad forestal (segures, podones, azuelas, falcas, anillas, etc.) ; y para la construcción de las casas (rejas, balcones, herrajes para puertas de madera: llamadores, bisagras, cerraduras, aldabas, picaportes, etc.).

Una de las actividades importantes en periodos de labranza era el mantenimiento de los “aladros”, vertederas y el “luciado” de los barrones; asimismo el mantenimiento de los “rusafes” y el “luciado” de los formones.

La operación más importante, por el volumen de trabajo y económico, fue la forja de las herraduras y el calzado de las caballerías (caballos, yeguas, mulos/as, burros/as) y bueyes en casos puntuales.

La herrería también se convertía en centro social, sobre todo en las épocas de menor trabajo en el campo. Se charraba del tiempo, tan importante para las cosechas y la ganadería, de los precios de los corderos, la lana de las ovejas, del trigo; también de los productos que había que comprar, abonos, piensos, aceite, vino, etc.; de los acontecimientos sociales, ceses y nombramientos de maestros/as, médicos, practicantes, secretarios y párrocos. De estos momentos de convivencia muchas veces derivaban a tomar en la taberna de Antonia Bayo una cazalla, “barracha”, vaso de vino, vermut con sifón o gaseosa y proseguía la conversación. También eran frecuentes las paradas de los vecinos en la reja de la herrería para dar los buenos días, tardes e incluso noches y alguna charrada de más corta duración.

Reja de la antigua herrería (calle Mayor) y detalle de la misma (obra de Gregorio Najes)

En unos carnavales de los años sesenta, por la tarde, Gregorio estaba forjando en la fragua y recibió una inesperada visita de un inspector de trabajo, vestido con un traje gris, gorra de plato y con bigote, que solicitó, con acento gallego, el emplazamiento del calendario laboral y le conminó a que pasase por la secretaría del Ayuntamiento. Los presentes en la herrería, Gregorio, Marciano Pérez y Eustasio Bayo, al marchase el citado inspector, se lamentaban de los tiempos que corrían en el que “no te dejan ni trabajar en tu casa”. Yo me encontraba en el baile que se celebraba en el salón del Ayuntamiento, cuando vimos entrar al personaje. Rápidamente, todos los presentes, entre risas, descubrimos que se trataba de nuestro alcalde Leopoldo Izquierdo vestido con un uniforme de caminero del padre del secretario Agustín

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Iranzo (Feliciano). Unos minutos más tarde, después de asearse, llegó Gregorio a la citación cuando al abrir la puerta de la secretaría y tras el típico “se puede” descubrió que se trataba de su vecino y amigo que se veían y hablaban prácticamente todos los días. A otros vecinos del pueblo, en la misma tarde, les ocurrió algo parecido, pero por distintos motivos: venta de corderos envenenados y obras en un portillo de la era. Esto nos demuestra el buen ambiente de camaradería, amistad y también de ayuda que existía entre los vecinos del pueblo.

En dos sesiones celebradas en Molinos y Cuevas de Cañart, sobre “Los últimos herreros del Maestrazgo”, el Heraldo de Aragón del 13 de octubre de 2013 destacaba el retrato hecho de la profesión. Este quehacer requería imaginación, pulso, fuerza, precisión y capacidad de trabajo, además de algunos secretos propios del gremio que pasaban de generación en generación y que raramente eran desvelados, ya que esto garantizaba que cada uno de ellos ofreciese un trabajo de gran calidad y los diferenciase del resto.

El metalúrgico-forjador reivindica una experiencia mágico-religiosa particular en sus relaciones con la sustancia. Esta experiencia es su monopolio, y su secreto se transmite mediante los ritos de iniciación de los oficios, trabajan con una materia que tienen a la vez por viva y sagrada, y sus labores van encaminadas a la transformación de la materia, su “perfeccionamiento” y su “transmutación”.

En esta trayectoria histórica del trabajo del hierro, hemos partido desde Anatolia en el 1800 a.C. como un eslabón inicial en el que partieron muchos ramales a todas partes de la superficie de la Tierra. Uno de ellos llegó, siglos después, a la Península Ibérica. Este se bifurcó y una rama llegó a lo que hoy en día es la provincia de Teruel, que a su vez se ramificó en otros y uno de ellos acampó, posiblemente no antes de finales del siglo XIII o durante el siglo XIV. De esta última rama de la cadena, el último eslabón, lo formaría Gregorio Najes Galindo, “el último herrero de Aguilar del Alfambra”, que desarrolló su actividad hasta el año 1986 y pasó, ese año, a la situación de jubilado.

Manuel Najes Guillén

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LAS MUJERES EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE 1933

Algún lector con nociones de historia contemporánea puede plantearse un par de preguntas al leer el titular de este artículo: ¿Pero no hubo elecciones municipales en Aguilar del Alfambra en abril de 1931 cuando se proclamó la II República? ¿Fueron necesarios unos segundos comicios locales después de dos años de los anteriores?

La respuesta es afirmativa pero hay que matizarla. En 1931 Aguilar de Alfambra tenía una población cercana a los 500 habitantes (exactamente 494 en el censo de 1930) por lo que le correspondía elegir a siete concejales para ocupar los asientos del Consistorio en la convocatoria de elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Sin embargo, se aplicó el célebre y caciquil artículo 29 de la Ley electoral de 1907 que establecía que si en un municipio se presentaba una sola lista con el mismo número de candidatos que los concejales que formaban el Ayuntamiento, automáticamente estos eran proclamados ediles sin necesidad de realizar las votaciones. Con la aplicación de este artículo residual en Aguilar, 126 varones, que era el censo electoral local de ese momento, se quedaron sin poder ejercer el derecho a voto.

En la provincia de Teruel, de acuerdo con los resultados oficiales, de los 282 municipios con derecho a renovar sus ayuntamiento, en 135 localidades (47´87% del total), entre ellas Aguilar del Alfambra, no se llevaron a cabo los comicios. En cuanto a concejales, el número total a elegir era de 2.173 de los cuales 1.046 (51´66%) fueron proclamados por el artículo 29 mientras que 1.027 (48´33%) fueron elegidos por votación.

Clara Campoamor defendió como diputada el voto femenino.

A finales de mayo de 1931, se volvieron a repetir las elecciones municipales, pero solo en aquellos pueblos en los que, a juicio del Gobernador, se habían producido irregularidades pero no en los afectados por el dichoso artículo 29. Ahora bien, el Gobierno republicano seguía pensando que dichos ayuntamientos no habían sido democráticos por lo que se planteó la realización de unos nuevos comicios en abril de 1933 pero solo en los citados 135 municipios de la provincia, y una vez eliminado el artículo 29.

En Aguilar de Alfambra, como en otros municipios de España, el censo electoral se había duplicado prácticamente pues de 126 posibles electores de abril de 1931, se había pasado a 271 dos años más tarde (1933) debido un hecho trascendental: la aplicación, por primera vez en la Historia de España, del sufragio universal, esto es, las mujeres podían ejercer el derecho

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al voto de acuerdo con la Constitución de diciembre de 1931 aunque tradicionalmente se haya dicho que fue en las elecciones generales de noviembre de 1933 cuando las mujeres pudieron ejercer el voto. Con una participación cercana al 75% (votaron 199 electores, exactamente el 73´4%) y con sistema electoral más democrático que el actual, pues se elaboraban listas abiertas por lo que se votaba más a las personas que a los partidos, los resultados en Aguilar dieron el triunfo al Partido Republicano Radical Socialista (PRS), cuyo líder nacional más destacado era Marcelino Domingo, que consiguió seis de las siete concejalías con un electorado en el que la mitad -o más- de sus componentes eran mujeres que votaban por primera vez.

He aquí los candidatos, su filiación política y los sufragios obtenidos:

No sabemos quién fue designado alcalde porque no siempre era elegido el candidato que más votos había obtenido sino el que pactaban o votaban los concejales, pero el periódico República, dirigido por el abogado Gregorio Vilatela y portavoz del PRS destacaba el 25 de abril que el triunfo republicano en Aguilar del Alfambra “había sido neto, rotundo e inconmensurable” resaltando especialmente “el entusiasmo femenino en esta primera intervención política” y que “las mujeres han sobrepasado en entusiasmo a los hombres (…) Ha sido esta actuación política femenina un latigazo rotundo asestado a los temores de cuantos creyeron a la mujer víctima del confesionario. La mujer ha sabido darse cuenta de la trascendencia patriótica de su misión y ha obrado en consecuencia natural y lógica de su sentir…” e incluso el corresponsal del periódico se atrevía a cuantificar la aportación de la mujer al triunfo final: “el 50% de los votos de este pueblo son de procedencia femenina” y en su opinión habrían ido a parar al PRS.

Con las afirmaciones anteriores se pretendía refutar el miedo que existía entre los partidos de izquierdas, desde la aprobación del voto femenino, a que si la mujer votaba, su “voluble” y “débil” voluntad iba a ser manipulada y aprovechada por los curas de tal manera que su voto se iba a inclinar a los partidos derechistas y antirrepublicanos pero en Aguilar del Alfambra esto no había sucedido así.

Serafín Aldecoa. Historiador

Leoncio Clavero (PRS) 121 votos

Esteban Sangüesa (PRS) 119 votos

Cándido Paricio (PRS) 119 votos

Esteban Iranzo (PRS) 118 votos

Gregorio Calvo (PRS) 116 votos

Tomás Feced (PRS) 115 votos

Pedro Valero (Republicano independiente) 58 votos

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LAS GUERRAS CARLISTAS Y SU INCIDENCIA EN AGUILAR

La incidencia de las guerras carlistas fue bastante destacable en Aguilar, especialmente la primera de ellas (1833-1840), con hechos políticos y militares que vamos a exponer a continuación.

En la provincia de Teruel, los carlistas supieron capitalizar el descontento de los campesinos, temerosos de las primeras políticas liberales y de la progresiva desarticulación de la sociedad rural, en provecho de su causa dinástica, especialmente en el Maestrazgo. Micolau Adell señala que ese alineamiento campesino con el carlismo no se apoya tanto en el ideario tradicionalista o contrarrevolucionario como en la percepción de que el liberalismo representaba para él un empeoramiento de sus condiciones de vida, por el efecto de la subida de los arrendamientos por parte de los nuevos dueños o la pérdida de derechos comunales, afirmando que “en una palabra, el campesinado no estaba objetivamente interesado en el modelo liberal que se estaba implantando”. Señala asimismo que “los campesinos que se alistaban en las tropas carlistas, testimoniaban un tipo de protesta individual, poco sistematizada y coherente, pero que era una protesta política, protesta política de quienes no tenían ni armas teóricas ni prácticas, que pudieran transformar en su favor, las relaciones sociales y económicas que les oprimían”. No es casualidad que tras la desamortización de Mendizábal aumentara la conflictividad en el campo turolense. Micolau señala que la primera experiencia desamortizadora, la del trienio liberal (1820-1823), con todo lo que supuso de choque con las estructuras del Antiguo Régimen, supuso un primer aviso para el campesinado de los efectos de la política liberal, ya que los nuevos dueños normalmente no aceptaban el pago del arriendo en especie, como hacían las instituciones eclesiásticas, exigiéndolo en metálico, lo que les obligaba a vender el producto en la época de mayor abundancia y precios más bajos, que era tras la cosecha, y por tanto contribuyendo a empeorar su situación.

Pero en la sierra de El Pobo no tuvo el mismo reflejo que en el Bajo Aragón o en el Maestrazgo. ¿Fue Aguilar un pueblo donde el carlismo tuvo gran implantación? Es difícil saberlo, pero hay que tener en cuenta que el Maestrazgo, a cuyas puertas se sitúa Aguilar, fue uno de los principales regiones que dio base social al carlismo, siendo zona de actuación del famoso general Cabrera, el apodado “Tigre del Maestrazgo”, que en sus expediciones pasó bastantes veces por poblaciones cercanas como Camarillas, importante y fortificado enclave carlista, aunque no tenemos documentada su presencia en Aguilar. De todos modos, en Aguilar, en su condición de aldea de realengo, el feudalismo era menos fuerte que en las vecinas zonas de señorío eclesiástico, por lo que presumiblemente el efecto de las políticas desamortizadoras sería menor en este momento, antes de la desamortización más de tipo civil contra los comunales que posteriormente desarrollaría la Ley Madoz, y por tanto no se dejaría sentir tanto el empeoramiento de condiciones con un cambio de dueños de la tierra.

El movimiento de las partidas carlistas por la provincia en pocas ocasiones se tradujo un dominio territorial firme y estable en la provincia, exceptuando los años de dominio en Cantavieja y su entorno y, algo menos, en Morella. Aguilar comparte características socioeconómicas muy similares a estos pueblos, por los que no sería extraño que el carlismo tuviera algún arraigo popular entre su población. Pedro Rújula apunta que todos los ayuntamientos de la zona de Aguilar se mostraron afectos al gobierno constitucional. Incluso los propios párrocos. Por otra parte, y teniendo en cuenta el control del poder local por la oligarquía aldeana y que es normal que ésta tuviera su interés en el poder establecido, esto no obsta a que no hubiera cierta implantación carlista en el pueblo, sobre todo entre el campesinado descontento. Posiblemente también habría familias de tradición carlista como, curiosamente, la familia Blasco, antepasados del novelista Vicente Blasco Ibáñez.

Otro aspecto susceptible de una futura investigación sería conocer cómo se reflejó el reclutamiento en Aguilar para el Ejército liberal. Cuando el Gobierno necesitaba una quinta, para crear nuevas unidades, o un reemplazo, para suplir bajas, se establecía el número de

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combatientes necesario, y se repartía el cupo entre los pueblos en función de la población. El ayuntamiento sorteaba los reclutas, normalmente entre los solteros de 18 a 40 años. A los desafortunados les esperaba un servicio de unos 7 u 8 años. Había una posibilidad de redención pagando 4.000 reales, lo que solo estaba al alcance de los más acomodados. Timoteo Galindo explica que de Teruel y su provincia, así como de los pueblos de la cuenca alta del Alfambra, salieron expediciones que permitieron el sitio de Alcañiz, y la toma de los castillos de Segura de Baños, Aliaga y Castellote, todos ellos importantes bastiones carlistas. También indica que combatieron en el gubernamental contra los carlistas Dionisio Moya, abuelo de Miguel Moya, y Mariano Guillén, familia de Marciano Pérez.

En principio, las acciones carlistas se realizaban a través de partidas y acciones militares, que escasamente se tradujeron en un dominio territorial estable. Esto cambiaría con la Expedición Real carlista iniciada en 1837, con el monarca Carlos VI a la cabeza. En junio de ese año, previamente a la entrada del pretendiente carlista en Aragón, Cabrera busca la distracción de las tropas liberales, a la vez que hace acopio de dinero y cabezas de ganado (más de 20.000) en los alrededores de Teruel, para dar apoyo logístico a la expedición. En agosto la expedición de Don Carlos ocupaba Camarillas, los militares carlistas Sanz, Forcadell, Tallada y Esperanza llegaban a El Pobo, y a los pocos días se lanzaba una expedición hacia Aliaga y Sopelana ocupaba Aguilar. Era el momento de mayor auge del poder carlista, teniendo en cuenta que en 1838 ocupaban la mayor parte de la provincia de Castellón, la mitad de la de Teruel, y una gran parte de la de Tarragona.

En esta primera guerra carlista se desarrolló una batalla de cierta entidad en Aguilar. Esta tuvo lugar entre el ejército de Espartero y las guerrillas carlistas. Los carlistas, posiblemente, acamparon cerca del Estrecho, en la partida El Remolinar. Hemos localizado algún dato más concreto. Tras al abrazo de Vergara entre los generales Espartero (liberal) y Maroto (carlista), Cabrera se niega a rendirse y sigue resistiendo en el Maestrazgo. Entre finales de 1839 y 1840 tiene lugar la definitiva ofensiva que acaba con la resistencia carlista. Las operaciones son llevadas a cabo por parte de la 2ª División del Ejército del Centro, con el brigadier marqués de las Amarillas como comandante general. Los apéndices de la Historia de Cabrera y de la guerra civil en Aragón, Valencia y Murcia recogen el diario de las operaciones llevadas a cabo por esta división, donde hemos recogido varias referencias a acciones llevadas a cabo en Aguilar.

El 29 de octubre de 1839 las compañías de cazadores atacan y toman las Zomas de Miravete, retirándose los carlistas al Alto del Saadillo, mientras dos batallones carlistas llegan a Villarroya, retirándose ante la 4ª División del Norte, que llegaba por Ababuj y Aguilar sobre Miravete. Estos desalojan a los carlistas de los altos del Saadillo. La fortificación de Camarillas pasa a ser un ahora un importante bastión del ejército isabelino. En enero de 1840 diversas unidades salidas desde Camarillas y de Hinojosa, acompañadas siempre de caballería pasaron por Aguilar en busca de leña, lo que nos hace pensar que la deforestación entonces no habría sido aún muy acusada y la masa forestal sería aún abundante. Más adelante, entre febrero y marzo de ese año, tendremos tropas acantonadas en Aguilar. El 9 de febrero, toda la tropa acantonada en Hinojosa, los batallones de Rey y Soria con una sección de batería de montaña y una compañía de caballería del 6º ligeros a las órdenes del brigadier Cabrera, pasan a establecerse en Aguilar. El día 11 de febrero, el comandante general de la división disponía que cuatro compañías de infantería acantonadas en Ababuj y la de caballería acantonada en Aguilar pasasen a Monteagudo con un convoy que debía entrar allí. Esa misma mañana llegaban noticias de que tres batallones carlistas con dos escuadrones habían entrado en Alcalá de la Selva, por lo que el comandante ordenó que toda la caballería de Camarillas protegiese la operación. El general carlista Llangostera, con las fuerzas indicadas, atacó en Monteagudo a tropas de la 4ª del Norte afectas a Francisco Javier Girón, II Duque de Ahumada y fundador de la Guardia Civil. Este se dispuso a repeler la agresión con dos batallones establecidos en Aguilar, pero cuando llegó a Ababuj el fuego ya había cesado. A su vez los batallones de Soria que guarnecían Ababuj se habían adelantado en socorro de Monteagudo

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del Castillo, pero, poco antes de llegar, los carlistas se retiraron dejando diez muertos y algunos heridos. Confirmada la retirada, cada cuerpo volvió a su punto de partida. El 18 de febrero salieron tropas de Aguilar y Camarillas hacia Hinojosa, ante la información de que los carlistas querían pasar ganado protegido por fuerzas militares por esas, retirándose cada cuerpo al comprobar que solo era una pequeña partida. El 28 de febrero el 2º Batallón del 4º ligeros pasó de Camarillas a Aguilar en reemplazo del de Soria. Ese día, el mando del cantón de Aguilar es tomado por el coronel Pastors, jefe de la 2ª Brigada, sustituyendo al brigadier Cabrera por enfermedad. Entre el 1 y el 5 de marzo permanecen en Aguilar los batallones Rey y el 2º del 4º mencionado con una compañía de caballería. El día 5, el batallón de Rey se traslada al cantón de Camarillas. El 11 de marzo “se ocupó el pueblo de Aguilar por una compañía que debía guarnecerle para protejer [sic] las obras de fortificación que se designaron, y previno se ejecutasen en aquel punto hasta ese día desde que se abandonó el cantón; fue también ocupado respectivamente por una mitad de las compañías de preferencia de los batallones Rey y Soria y 12 caballos, cuya fuerza al retirarse diariamente al anochecer escoltaba un convoy de leña”. Ello supondría el abandono del acantonamiento de Aguilar, que sin embargo siguió siendo un punto de suministro de leña a las tropas isabelinas.

Las guerras carlistas supusieron un gran golpe económico y social sobre la provincia: contribuciones exigidas por ambos bandos, además de raciones, tropas y los efectos de los saqueos, la movilización de unos 80.000 hombres sumando ambos bandos; y el efecto devastador sobre cultivos, ganaderías, casas, fábricas, comercio, etc.

La reacción carlista de 1872-1875, supuso, nuevamente, la toma de Cantavieja por los carlistas y un amplio dominio territorial en la provincia. En esta última guerra carlista se dio el episodio del que queda constancia en el Archivo Municipal de Aguilar: “Datos del 1º volumen de los libros de nacimientos: este cuaderno se salvó de la ocupación por los carlistas, el día 22 de octubre de 1873, en que arrebataron los demás que componían el registro civil”. Esta destrucción, desgraciadamente, ha privado a Aguilar de conocer gran parte de su pasado.

Sergio Benítez Moriana

Bibliografía

CALBO Y ROCHINA DE CASTRO, Dámaso. Historia de Cabrera y de la guerra civil en Aragón, Valencia y Murcia [ed. Facsímil del original de 1845] Valencia: Librerías París-Valencia, 2001.

CARIDAD SALVADOR, Antonio. El ejército y las partidas carlistas en Valencia y Aragón (1833-1840). Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2013.

GALINDO GUILLEN, Timoteo. Notas para la historia de Aguilar del Alfambra, Valencia, 1985.

GUALLAR PÉREZ, Manuel. “La primera guerra carlista en la provincia de Teruel” en Teruel: Revista del Instituto de Estudios Turolenses, nº 61-62, 1979, pp. 47-92.

MICOLAU ADELL, José Ignacio. “Carlismo y crisis campesina en el Maestrazgo y el Bajo Aragón” en Teruel: Revista del Instituto de Estudios Turolenses, nº 63, 1980, pp. 5-40.

PINILLA NAVARRO, Vicente. Teruel (1833-1868): Revolución burguesa y atraso económico. Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, 1986.

RÚJULA LÓPEZ, PEDRO. Rebeldía campesina y primer carlismo: los orígenes de la guerra civil en Aragón (1833-1835). Zaragoza: Gobierno de Aragón, 1995

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PARA LOS MAS JOVENES…Y PARA TODOS Érase una vez un pueblo situado en la ladera de una montaña. Tenía, tiene, nombre de ave, de una magnifica y majestuosa ave y que en algunas ocasiones se la puede ver surcando sus claros y azules cielos. Los antiguos y primitivos habitantes orientaron las casas hacía el sur, para poder aprovechar en todo lo posible el calor que el sol nos proporciona, sobre todo en los largos y duros inviernos que se viven por estas tierras. En la parte más alta del pueblo está situada la iglesia, en una bonita y típica plaza desde donde podemos observar un magnifico paisaje. El pueblo se protege del aire del cierzo por un cerro. Siguiendo este cerro hacía poniente, un camino nos lleva hasta una ermita situada junto a unos restos que dicen árabes que nos hablan un poco de la historia pasada de estas tierras. Desde aquí volvemos a disfrutar de unas vistas espléndidas. No muy lejos y cruzando el valle, encontramos el río, en cuyo nombre vuelve a aparecer influencia árabe, ¿su significado? – rojo/a - nos recuerda la arcilla tan abundante en la zona. El nombre del ave que a veces surca los cielos junto con el nombre del río, dan lugar al nombre del pueblo. A lo largo del río, escoltándolo por sus dos orillas, están los chopos. El chopo, tan apreciado y necesario en tiempos pasados en estas tierras. Chopo cabecero le llaman, por la forma que les queda al ser podados. Sus largas ramas eran utilizadas en la construcción de casas, establos, granjas, etc. Las ramas más pequeñas, para alimentar cocinas y estufas. ¿Quién no ha dado un paseo por la “riera”? El paseo en primavera es delicioso, pasear cerca de estos árboles y junto al río, es un placer inmejorable. Observamos los árboles y dejamos volar la imaginación. ¿Este?, este tiene cara de viejo gruñón con facciones arrugadas, este otro de un anciano que ya cansado ha dejado caer algunas ramas al suelo y parece apoyarse en ellas, este otro de…. Si nos tumbamos en el prado que se extiende a los pies de estos árboles, podemos observar a través de brillantes hojas un cielo azul profundo adornado con alguna nubecilla de algodón. Si cerramos los ojos, es el olfato el que ahora entra en juego, pudiendo percibir diferentes aromas: de hierba, de espliego y de infinidad de florecillas que se extienden a nuestro alrededor. ¿Y el oído?, ¿que nos trae el oído? Una deliciosa sinfonía, el río con sus claras y cantarinas aguas se deslizan suave como hilo de plata. El viento mece las hojas de los árboles y produce así un delicado tono musical y en las ramas, con alegres trinos, los pajarillos pasan a formar parte de esta orquesta, y después de unos minutos escuchando. ¿Quién no siente felicidad y paz? En verano, el paseo bajo la sombra de estos chopos es ideal, sentimos el frescor de las hojas. ¿Dónde mejor para huir del tórrido verano?

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Allá arriba, en lo más alto de algún chopo, una insistente chicharra con su incansable canto nos hace entrar en sopor y abandonarnos en brazos de Morfeo. En otoño, el paisaje ha cambiado totalmente. La caída de las hojas alfombran el suelo y los chopos lucen sus mejores tonalidades: rojos, amarillos, ocres, etc..., el sonido de nuestras pisadas sobre las hojas con el “crac-crac” nos hace sentirnos niños o románticos donde quizás, en algún rinconcito alejado, alguna tarde otoñal fuimos tan felices. En invierno, a veces el paisaje se cubre de blanco y de los árboles cuelgan bolas de nieve. Podemos pensar que se han convertido en “árboles de Navidad”. Todo está cubierto de nieve, de un blanco inmaculado que se irá filtrando a la tierra para que la próxima primavera vuelva todo a llenarse de vida, colores y aromas. Y si tenemos todo esto, ¿por qué no seguir cuidándolo y disfrutándolo?. Nos sentimos con el deber de respetarlo y defenderlo. No podemos dejar que aquellos que nunca experimentaron el placer de vivir y sentir todo esto, solo porque en estas tierras hayan encontrado un elemento útil para sus empresas vengan a arrebatárnoslo. Así pues, nos queda ¡luchar! ¡luchar y resistir!

Karmeli

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ROMANCE CONTADO POR LA TIA PILAR Allá en Filipinas había un soldado. Prisionero estaba ocho o nueve años. El trabajo que le daban, el pobre mucho sufría, en compañía de un toro labraba todos los días. Dormía por las noches dentro de un corral, y de comer le daban, como a un animal. Con setenta y cinco heridas que en su cuerpo se contaban, que cuando iba labrando los traidores le punchaban. Sus partes ocultas él se las tapaba, con un delantal que se hizo de polaca. Ha llegado un día que no puede trabajar, en compañía del toro ya no podía labrar. Para quitarle la vida al campo se lo llevaron, y al tronco de un árbol allí lo ataron. Y le dijeron: Seis horas de vida te quedan. Seis horas de vida me quedan, decía él, y hasta que me maten cuánto me harán padecer. Mis padres creyendo que yo ya habré muerto, y en estos momentos estoy padeciendo. ¡Ay! San Antonio bendito quitarme la vida, antes que me maten, quítame tú la vida. Al instante se le apareció un anciano y le dijo: Yo soy San Antonio que vengo a salvarte, y a casa de tus padres debo de llevarte. Al momento se le rompieron las cuerdas, Y San Antonio le dijo, ya puedes marcharte, corriendo enseguida si quieres salvarte. Los traidores corriendo detrás a cogerle. Ellos se pensaban que al mar, no se tiraría, y en la orilla del mar, allí lo cogerían. Pero éste al mar se tiró. Ellos maldecían porque se había escapado. Las corrientes caudalosas, parece que lo llevaban, al pobrecito soldado, al pobre para su casa. Ha llegado a un puerto de mar, y el pobrecito lloraba porque no tenía ropas para vestirse, y este en cueros se encontraba. Al momento se le aparecieron unas monjas, y le dieron ropa para vestirse, y dinero para su embarcación. Ya ha llegado a su casa, y encuentra a su madre enferma, rogándole al señor. Le preguntan a su madre que si a su hijo viniera. ¡Hay si a mi hijo viniera pronto buena me pondría!

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Le dijeron al hijo: Pase al cuarto corriendo a abrazar enseguida a su madre. No hubo mejor medicina que el hijo para su madre. Se puso buena enseguida con la alegría tan grande. ¡Viva San Antonio! Que es el que me ha traído. El que me ha concedido venir a mi casa. Porque él me ha traído. Vecinos de Cuenca nacidos en Requena le han hecho una gran fiesta. A San Antonio bendito hacerla todos los años. Y ellos se han comprometido. Esto lo aprendió Pilar San Francisco de su tía Elisa, madre Gloria Clavero San Francisco, cuando era una muchacha y hacían la matanza del puerco. “Mientras trabajábamos, se contaban historias y se recitaban romances, haciendo el embutido, longanizas, morcillas, etc., escuchábamos con la máxima atención e interés, y aprendíamos muchas de las historias que allí se explicaban…”

Pilar San Francisco

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HOMENAJE A ANTONIO MACHADO EN TRES MOVIMIENTOS

I

Regresemos a las cinco y media de la tarde del sábado 28 de enero de 1939. Entremos en el cuerpo de un joven ferroviario llamado Jacques Baills, habitemos la piel de su pequeña estación debajo de la lluvia. Entremos en sus ojos, asistamos con él al descenso de cinco sombras ebrias de tristeza, curtidas en la luz. Entremos en las sombras. Ocupemos sus memorias, sus insomnios y sus miedos. Preguntemos con ellas por la pensión del pueblo. Preguntemos. Regresemos a las seis de la tarde del sábado 28 de enero de 1939. Sigamos a las sombras. Veamos cómo avanzan, bajo un solo paraguas, camino del hostal. Conozcamos sus nombres. Lo que quedó de ellos al descender del tren. Peor aún, lo que quedó al subirse. Descubramos que se llaman José, Matea, Ana y Antonio. Descubramos... Respiremos con ellos la asfixia del adiós, la áspera caricia del recuerdo indeleble. Mojémonos. Regresemos. Guardemos la distancia. La precisa para ver a José y Matea sostener del brazo a un hombre viejo, roto, desencuadernado, que a paso de bastón, camina. Camina o derrama versos insondables capaces de alterar el peso de la tierra. Acaso su rotación, si la tierra rotara y no se detuviese. Porque está detenida. Todos lo sabemos. Ningún cuerpo celeste puede avanzar un átomo cuando un poema se desvanece. Regresemos. Sigamos su paso. Observemos cómo, la matriarca del grupo, una pavesa traslúcida de 84 años, salva esa distancia a brazos de Andrés (Corpus Barga) perdida en la niebla de la senilidad, en el sol diamantino de las proximidades sevillanas. Observémoslos. Asistamos con ellos a la crecida repentina de la torrentera. A cómo les cercena el acceso al hostal. Y llueve…

II

Tras la vidriera de una modesta mercería, Sebastián y Julieta Figueres, como en cinemascope, siguen cada milímetro de la escena. Requieren al grupo, le brindan cobijo, palabras y un café. Pasan las horas. Pasan los adioses, las huidas, las noches, las espumas, las fronteras, los minutos. Ya en la pensión, amanece. Esa misma mañana Andrés, Andrés o Corpus qué más da, marcha a París. Durante el desayuno, el hombre roto, desencuadernado y viejo del bastón, llamémosle Antonio, hace migas con el joven ferroviario de la tarde anterior. Éste, sabiendo ante quién está, le cede algunos libros para aterciopelar el aguijón arácnido del exilio. El exilio que don Antonio muere. Porque los exilios se mueren: solo puede vivirlos un insensato. Vivirlos. Le deja unos libros: dos de Baroja, uno de Gorki, otro sobre Blasco Ibáñez y pasan los días. El 21 de febrero, Franco preside, en Barcelona, el desfile militar de la victoria. Con él, ante él, rebuznan cien mil soldados y el corazón tricolor de Antonio, empieza, en la distancia, a desvanecerse. El 22, miércoles de ceniza, Antonio amanece con un chupetón de la eternidad en el cuello. Quienes lo ven intuyen que esa mismo día empezará a escribir su vida póstuma. Y así es. Hacia el mediodía pierde el conocimiento. No la lucidez. La lucidez persiste, como aguanta la luz en el vientre de las luciérnagas, cuando en medio de la noche apresamos un recuerdo. Ha dejado de llover. Y llueve…

III

Y lo trasladan, por encima del cuerpo de su madre, a la habitación número cinco. Madame Figueras, la mercera que una tarde de sábado le había ofreció café, guarda una botella de champán con la intención de descorcharla cuando su hijo regrese del servicio militar. A la vista de los acontecimientos, entiende que Antonio, roto, viejo y desencuadernado, no verá ese día. Abre la botella. Un río espumoso dibuja meandros y constelaciones alcohólicas por la estancia. Meandros como los que soñaba el Duero, a su paso por Soria, al besar la enagua de San Saturio. Constelaciones como las que el propio Antonio inventa, en la lejana nocturnidad del 1 de agosto de 1912, al cogerle la mano a su esposa muerta. Espumas, llenas de maletas y adioses de cartón, en un pueblecito blanco de la costa francesa. Regresemos a las cinco sombras de la estación. A las cuatro (Corpus Barga, Andrés) se fue el día 29 de enero.

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Regresemos a la lluvia. Al champán triunfal de los regresos. Son las tres y media de la tarde. El 22 de febrero ondea a media asta y en la epidermis del tiempo, la elocuencia es un crespón negro. Negro y transparente. Tan negro como los ojos de Antonio al cerrarse. Tan transparente como la ropa interior de la casualidad. Porque Antonio muere, hasta su muerte lleva la firma de lo apócrifo, el día de San Leonor. José y Matea, imitando a las olas que Antonio contó alguna vez en la tarde, no hacen otra cosa que ir y venir de la habitación de doña Ana a la habitación del difunto. José y Matea lo sostuvieron en vida y ahora, en su vida póstuma, velan su cadáver. Cuatro días después, doña Ana (Anita Ruiz la madre mamita) acompaña a su hijo. Pasan los días. Y los años. Setenta y cinco exactamente. Los cinco pasajeros de la tarde en Colliure son como lo fueron entonces, sombras en la sombra.

Antonio Machado por Leandro Oroz (1925)

Sombras son los merceros Sebastian y Julieta, sombra las vías del tren bajo la lluvia, sombra la torrentera que cerró su paso, sombra el café que aquél 28 de enero de 1939, se bebieron… Y yo seré sombra dentro de diez, veinte, a lo sumo treinta años más sombra o no, le debía un homenaje. Sin saberlo, cambió mi historia cuando yo tenía, apenas, catorce años. A mis treinta, supe que él vertebraría mi tesis doctoral. Filosofía Hoy tengo 38. He leído y releído sus obras completas no menos de quince veces. La tesis, como el universo en Colliure a las cinco y media de la tarde, expande sus tentáculos en las lágrimas que Antonio Machado, su hermano José, su cuñada Matea, su madre Ana y su amigo Andrés, sembraron en el traslado que los llevó al tren. Algún día la escribiré. Se la debo. Como le debo los silencios que escribo al no escribirla.

****(Fragmento del prólogo de la tesis doctoral que estoy soñando... o escribiendo)-

Daniel Izquierdo

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NATURALEZA Consolida pubescens

Nomenclatura Sinónimos: Delphinium pubescens DC. Delphinium loscosii Costa Nombres populares: Conejillos de jardín, conejitos, conejitos de jardín, consolida real, consuelda real, espuela, espuela caballera, espuela de caballero, espuela de las mieses, espuela de mieses, espuelas de dama, espuelas de doncella, espuelas de enamorado, espuelas de galán, espuelas del delfín, espuela silvestre, pie de alondra

Características Se halla distribuida por el suroeste de Europa (España, Sur de Francia e Italia) y Norte de África (Magreb). En la Península Ibérica ocupa principalmente el cuadrante Noreste. Se halla dispersa por todo el territorio de Aragón, excepto el Alto Pirineo, dado que puede hallarse en alturas desde los 100 hasta los 1300 metros sobre el nivel del mar. Normalmente se encuentra en campos de cereales, barbechos, yermos y, de menor manera, en caminos, cunetas o matorrales degradados en el entorno de los cultivos. Es anual, con un periodo de floración normalmente entre mayo y julio, alcanzando unos 20-30 cm de altura. Sus hojas se dividen en segmentos lineares de hasta 1 mm. Las flores son de color azul-violaceo, formando un espolón que oscila entre los 12-17 cm. Cuando fructifica forma un folículo (fruto seco de una sola cavidad con semillas) de 1-1,5 mm., muy pequeño por tanto.

Datos: Herbario Jaca (http://proyectos.ipe.csic.es/floragon/index.php)

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REPRESENTACIÓN DEL ROMANCE DE CIEGO EN AGUILAR DEL ALFAMBRA

El pasado día 19 de abril se representó el Romance de Ciego que el poeta y escritor Víctor Guíu, integrante del Colectivo Sollavientos, ha elaborado para reflejar la lucha de Aguilar contra el proyecto minero de WBB-Sibelco. Para acompañar al Romance, el dibujante Juan Carlos Navarro ha elaborado una serie de magníficas ilustraciones que, a modo de comic, reproducimos más adelante.

Por la mañana tuvo lugar en los Granericos de Aguilar una asamblea del Colectivo Sollavientos que compartimos integrantes de la Plataforma Aguilar Natural. Se trataron diversos temas y a continuación se inició un ensayo muy divertido donde hubo que escoger el elenco que interpretaría el Romance.

Ensayo del Romance en los Granericos

Por la tarde, tras la Asamblea Anual de la Plataforma, se procedió a acudir al trinquete del Ayuntamiento para interpretar el Romance. La voz principal y la guitarra corrió a cargo de José Luis Simón, de Sollavientos, bien ataviado para la ocasión. El papel de ciego, recitado, fue interpretado por Gustavo, también de Sollavientos, un catalán amante de la tierra turolense que ha rehabilitado magníficamente el molino de Hinojosa. El tambor y la dulzaina fueron interpretados por Joan Albert Marí, de Aguilar Natural y Antonio Ponce, maestro jubilado y músico llegado de Valencia para la ocasión y al que agradecemos enormemente su participación. Acompañaban a los coros Xavier Carqués y Sergio Benítez, de Aguilar Natural, y Juan Carlos Navarro y Ángel Marco, de Sollavientos. Este último facilitó el acompañamiento pasando las hojas de un gran cuaderno con las ilustraciones del Romance. El evento fue presentado por Ivo Aragón, portavoz de Aguilar Natural.

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La representación, de unos 20 minutos, fue seguida por un muy numeroso público de Aguilar, en esos días de Pascua que todos los amantes del pueblo aprovechan para escapar. Los compañeros del Multiservicio Rural de Aguilar pusieron ocasionalmente una barra para poder disfrutar de la actuación refrescando los gaznates y al término de la representación se obsequió al numeroso público asistente con unas deliciosas porciones de torrijas preparadas por Manuela Moya y Victoria Alquézar.

Esperamos que los asistentes disfrutarais de esta breve pero intensa actuación que seguramente se repetirá en algún otro evento de la provincia.

Representación del Romance en el trinquete del ayuntamiento

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ROMANCE DE AGUILAR Romance de Ciego de Ernesto Jartillo

En Aguilar; Alto Alfambra de la provincia Teruel, cuentan, dicen y contamos: sin Justicia nunca hay Juez.

Años llevaban caminos, de empresas impronunciables, cavando la tumba al valle al son de las voces graves.

(De esos ilustres caciques de moral impracticable.)

El paisano paisanaje sentado en el Carasol ve cómo se marchan prestos, las heridas de su amor.

A la tierra dura y viva, de donde gente marchó y que sueñan que algún día, vuelvan los niños al sol

Los viejos a la partida. Las viejas a la oración. Los jóvenes a la vega. Las familias al calor,

de la patria grande y chica que anida en su corazón.

Cansados de tanto expolio, los del lugar con valor, escribieron con sus plumas, dos cartas con gran temor.

Sus armas no son dineros, ni camiones, ni poder. Eran sus armas canciones, letra y verso de niñez.

“Todo según lo previsto”, le dijo la bruja al diablo.

Disfrazados de Derecho, prepotencia y altivez, la tomaron con los mozos: “¡Lo pagarán ellos pues!”

“Nadie osa despotricar contra el que da de comer. Sopas de tierra y esclavo. ¡Se marchen todos, rediez!”

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Convocó la bruja al diablo, en la plaza de San Juan:

“que no se crea la gente, que crédito y autoridad, valen para quien lo tiene, pues de ésta ya no saldrán.”

Fundamentan reprimendas argumentando muy mal.

Lo que le jode al poder, lo que no les gusta más, es que duden de sus ansias, de tener siempre verdad.

El demonio quiere arcilla, a la bruja igual le da, el cacique quiere votos, para poder enchufar.

Y el paisano paisanaje, anciano y de gran bondad, transmite a aquellos valientes que a ellos igual no les da.

La bruja pide al “Pedrito” que le haga el ‘calculo’ mal,

casi, igual o parecido.

Y el “Pedrito” actuará, para tocarle los huevos, a todos los del lugar.

Así llegamos al día, de una semana cualquiera, y hacen venir de Teruel, a uno sin voz ni chistera

(el Fiscal!)

Y para el once de marzo, la bruja lee la carta… y pide rueden cabezas.

La bruja hierve por dentro; quiere llamar a palacio a aquellos descerebrados por escribir sin credito.

Que el ‘credito’ aquí es el suyo, digno sólo del ladrón, que congela sentimientos, tenga o no tenga razón.

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Nadie da ‘pabulo’ al teatro que se representa allí.

El diablo, la bruja, el tipo de voz pequeña y chistera, dicen que esa plaza es suya, que allí se viene a servir,

y si no que no se vuelvan, que se queden en Madrid.

El primero en dar la cara en la sede palaciega sentóse en frente la bruja, que reía como nunca.

De paisanos y foranos lleva palabra y aliento, de amigos y camaradas del vecino Sollavientos.

Dos minutos de reloj le sobraran a la misma para zanjarle la causa al mozo del alto Alfambra

Ya cuando entró el segundo ¡el caso que a él le hacían! Como el del sol a la luna, como el del río traidor.

Cuando llegaron al pueblo los valientes del Alfambra no se dieron ni la vuelta. Y al ser pronto preguntados, con rasmia y amor cantaban, la jota aquella que dice:

“Y un juez me preguntó a mí, Que de qué me mantenía. De comer y de beber, Como se mantiene usía.”

Aquí no acaba esta historia, ni acabará ni acabó.

Porque la tierra que rompen de este país de Aragón, no es suya, tuya, ni mía es de todos, vive Dios!

Aguilar es de quien canta, Aguilar no es de quien vende. Volverán los mozos pronto,

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a su paraíso en tierra. La lucha es solo camino, camino, parada y sierra.

Al que ama, quiere y resiste, que el infierno no le cuenten! El que ama y lucha, que grite: Aguilar, resiste y vence!!!!

Al que ama, quiere y resiste, que el infierno no le cuenten! El que ama y lucha, que grite: Aguilar, resiste y vence!!!!

Víctor Manuel Guíu Aguilar, mayo 2013

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Ilustraciones de Juan Carlos Navarro

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GEOLOGÍA PARA UNA NUEVA CULTURA DE LA TIERRA

El cartel que se reproduce abajo pretende generar reflexión acerca de la necesidad de promover una ciencia al servicio de unos valores alejados de lo puramente material y crematístico y más cerca la sostenibilidad y la armonía con el planeta, tal y como se refleja en el Manifiesto “Geología para una Nueva Cultura de la Tierra”, cuyo publicamos en el número 5 (verano 2011) de Aguilar Natural y fue generado en la I Jornada Científico-Cultural celebrada en Aguilar ese mismo año y organizada por esta plataforma.

Cómo se indica en el mismo, “una Nueva Cultura de la Tierra que es también nueva cultura del Agua, del Clima y de la Vida. Geosfera, hidrosfera, atmósfera, biosfera y antroposfera deben integrar un sistema en equilibrio o colapsarán por el eslabón más débil. Los humanos, una especie animal más entre los millones que pueblan y han poblado la Tierra, somos unos recién llegados a este hogar común y no podemos arrogarnos el derecho a ser sus administradores únicos. Mucho menos, a malbaratarla como si nuestra generación hubiere de ser la última en habitarla”.

El Colectivo Sollavientos, la Platatorma Aguilar Natural y el Centro de Estudios Ambientales Ítaca de Andorra son los colectivos que de momento han apoyado este manifiesto, para el que Juan Carlos Navarro ha elaborado la estupenda y didáctica ilustración que centra el cartel.

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VII DIA DEL ÁRBOL

El pasado día 10 de mayo volvimos a celebrar el día del árbol, una divertida jornada de trabajo y compañerismo que os animamos a seguir compartiendo en los años venideros. En total nos pudimos juntar unas 20 personas.

La jornada se inició a las 10 de la mañana con unos dulces y unas barrachas en el Multiservicio Rural de Aguilar. Joan Albert empezó a amenizar la jornada con toques de dulzaina. A continuación fuimos a la zona del cementerio, donde podemos observar que bastantes pinos plantados hace unos años han agarrado y están creciendo en condiciones. Se aprovechó para sustituir árboles muertos, plantar algunos nuevos y regarlos todos. Los plantones proporcionados por el ayuntamiento comprendían una buena cantidad de pinos, quejigos y carrascas.

Al acabar, más o menos a mediodía, nos desplazamos a la zona de Fuenduriente, escenario simbólico de anteriores plantadas en la lucha contra el proyecto minero. La tierra rojiza y arcillosa de esta zona facilitaba el trabajo con la azada, frente a la más rocosa de la ladera del cerrico. El trabajo conjunto de padres enseñando a los hijos el amor por la naturaleza se unía al de jubilados en plena energía que demostraron aún su gran capacidad de trabajo. Hilario nos enseñaba como se ha que entrecavar alrededor para favorecer que la escorrentía llegue directamente a los jóvenes plantones.

Tras regar bien todos los árboles marchamos del nuevo al Multiservicio donde disfrutamos de una excelente comida que devoramos con gran fruición. Sigamos celebrando el Día del Árbol muchos años.

Plantando árboles la ladera del Cerrico junto al cementerio

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