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19Newsweek 15 de Junio, 2011

CUANDO LA IMAGEN INFLUYE EN LA ESCENA POLÍTICA Y EL MARKETING DE LOS CANDIDATOS, SER INCAPAZ DE

VER PODRÍA FAVORECER ELECCIONES MÁS SABIAS.

POR CRISTIAN H. SAVIO

EL VICEPRESIDENTE Richard Nixon, candidato republicano, llegó desmejorado después de una dura campaña. En cámara apareció demacrado, bajo de peso, con aspecto enfermi-zo. Su traje de tonalidad clara se confundía con el fondo del estudio. Visiblemente incómo-do, con una pierna flexionada que no mostraba firmeza. Lo peor fue cuando se secó la transpiración con un pañuelo. Al otro lado del cuadro, un sobrio John F. Kennedy, en traje oscuro y bien maquillado para la ocasión, miraba a cámara con aplomo y seguridad. Para la mayoría de los casi 80 millones de estadounidenses que lo vieron por televisión, el ga-nador indiscutible del debate había sido el senador demócrata. El vuelco en las encuestas, y el resultado de las elecciones, les dieron la razón. Sin embargo, los analistas políticos y quienes lo siguieron por radio opinaron que Nixon había sido el mejor.

Ocurrió en 1960, durante el primer debate político televisado en la historia. Y fue el anti-cipo del camino que la política habría de seguir durante el medio siglo posterior: una prima-cía cada vez mayor de la imagen visual y las expresiones no verbales por sobre el contenido del mensaje, exacerbada en tiempos proselitistas. A medida que se acercan las elecciones, las calles se ven invadidas por los afiches de campaña: un desfile de sonrisas esforzadas, de rostros amigables que derrochan confianza y que invitan a votar por ellos.

¿Pero qué ocurre cuando no se los ve? El vestuario negro luto de la presidente Cristina Fernández, el tatuaje de Francisco de Narváez, el bigote corto de Mauricio Macri o el parecido físico de Ricardo Alfonsín con su padre; los mínimos detalles de la artillería visual son ino-

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NOTA DE TAPA POLÍTICA

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“SABEMOS CUANDO UN POLÍTICO HABLA CON IRONÍA, CON SARCASMO, CUANDO TE SONRÍE O TE ESTÁ SOBRANDO. ME IMAGINO SUS CARAS”.OMAR CASTRO

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Se estima que los partos hogareños representa un 5 por ciento de los nacimientos a nivel nacional, con mayor injerencia en centros urbanos.

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cuos ante un sector de la población que no tiene otro remedio que relacionarse con la política a través de lo que escucha. ¿Son, acaso, los ciegos, electores más sabios y me-nos superficiales que el resto de la pobla-ción? ¿Aquellos que “ven” lo que a otros se escapa? “Es una idea fascinante”, subraya a NEWSWEEK Victor Ottati, profesor de Psi-cología de la Universidad Loyola de Chicago y experto en la influencia de factores no ver-bales en el proceso de decisión política.

Por lo pronto, los estudios en torno a los mecanismos psicológicos que se ponen en juego a la hora de votar subrayan “el papel de la emocionalidad en la construcción de acti-tudes políticas”, advierte Orlando D’Adamo, director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano. Los discursos polí-ticos apelan a las emociones como reforza-

dores de las propuestas que se haga, y estos refuerzos incluyen “poderosas claves visua-les, colores y tonalidades, escenografías, án-gulos y el manejo del mensaje no verbal, es decir los gestos y posturas corporales”.

Nada de esto influye en la opinión de un ciego. “Lo decisivo en ellos tiene que pasar por su capacidad superior para detectar in-flexiones en la voz, impostaciones, inseguri-dades o titubeos como contrapartida de vo-ces que les transmitan seguridad, afecto y cercanía emocional”, opina D’Adamo.

“El problema es que la gente no escucha”, remarca Aníbal Raña, que tiene 58 años y hace 4 perdió por completo la vista. “La ce-guera me llevó a agudizar los sentidos, y lo que más agudizás es el oído”, dice. Adelanta que su voto en octubre, si se presenta, será para Cristina Fernández de Kirchner. “Cuan-do ella habla, escucho que se puso un país al hombro. Una mujer inteligente. Y otra cosa: se le nota que no lee los discursos. Hay muy pocos políticos que pueden hacerlo”.

“A Macri se le nota a las claras, en el dis-curso, la intencionalidad. Y, en las antípodas, también es transparente y compulsivo Luis D´Elía”, advierte Enzo Ferlauto (29), quien sólo percibía colores hasta los 13 años y des-pués perdió por completo la vista.

Ferlauto, cajero de banco, también destaca la misma transparencia en el discurso de la

presidente, Cristina Kirchner. Roxana Díaz (39) coincide y dice que esa fuerza e inteli-gencia se le notan en la voz. A Díaz le queda un mínimo resto de vista, pero su retinosis pigmentaria aumenta desde hace 10 años. No puede apreciar serenidad y honestidad en el rostro de Daniel Filmus, pero sí en el habla del senador. “Las veces que lo escuché, me pareció un tipo sincero”, dice del hom-bre al que votará el 10 de julio para jefe de Gobierno porteño. Aunque agrega que otro buen candidato es “Pino” Solanas: “Es de los

“Pino” Solanas, Mauricio Macri y Cristina Kirchner: algunos de los políticos cuyo discurso procesan, con singular agudeza, los electores ciegos.

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“NO ESTAMOS INFLUENCIADOS POR LA IMAGEN, POR LO CUAL ESO NO NOS DISTRAE DE LOS DISCURSOS. PERO DEPENDE DEL INTERÉS DE CADA UNO”.VERÓNICA GONZÁLEZ BONET

pocos que expresan claramente sus propues-tas, como el tema de los ferrocarriles o la ley de minería”.

“Yo creo que voy a votar a ‘Pino’”, señala Víctor Ganttman. “Lo que busco en un can-didato es que no me venda lo que no puede hacer”, dice este hombre al que en 2002 un desprendimiento de retina dejó ciego del ojo derecho (“del otro veo poco y nada, como por un tubo”) en plena autopista, cuando manejaba su taxi.

“Sabemos cuándo alguien habla con iro-nía, con sarcasmo, cuando sonríe o cuando te está sobrando”, asegura Omar Castro. Este ex gasista matriculado tiene 58 años y hace 9 que perdió la vista por un glaucoma irrever-sible. “Cuando hablo con alguien me imagino la cara, sé los gestos que está haciendo”.

“¿De qué se ríe (Florencio) Randazzo? ¿No es verdad que se vive riendo?”, pregunta sobre el ministro del Interior Enrique Carrizo (62), quien el 8 de junio cumplió 22 años de ciego.

Para Ottati, el académico de Chicago, bajo ciertas condiciones una expresión facial feliz puede “reducir la tendencia de los electores a centrarse en el contenido del mensaje del candidato, probablemente porque el votante asume que el contenido no es grave o impor-tante”. Un ciego sería impermeable a ese efecto de “distracción”.

Sentados a una mesa en la Asociación de Ayuda al Ciego (ASAC), Omar Castro y Enri-que Carrizo aseguran que hablan mucho de política entre ellos y, lógicamente, se pelean. “Yo tengo una grabación de Eva Perón que copié de la radio y la escucho cada tanto. Y me parece que la presidente incorporó a su discurso algunas cosas de ella”, dice Enri-que. “Es una buena imitadora de Eva”, admi-te Omar. “Pero no me transmite nada. Cuan-

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“MACRI Y CRISTINA SON HONESTOS EN SU DISCURSO. PERO LA IMAGEN DE UN CANDIDATO TAMBIÉN SE CONSTRUYE DE OTROS SÍMBOLOS”.ENZO FERLAUTO

do Eva hablaba, emocionaba. Igual, a Cristina la siento sincera”.

“A mí no me engrupe cuando quiere pare-cerse a Eva”, sentencia Daniel (56), quien pre-fiere no dar su apellido. Y a la hora de destacar políticos por su discurso, cita al diputado Fe-derico Pinedo y a “Pino” Solanas, “que están diametralmente opuestos pero te dan una idea clara de lo que quieren y a dónde van”.

Cal Lightman, el experto en lenguaje facial que encarna Tim Roth en la serie Lie to me (“Miénteme”), sembró pánico en los políticos de todo el mundo al desnudar los gestos que denotan una verdad que se oculta. Si bien un ciego no puede advertir con claridad cuando su interlocutor se rasca, baja la vista o tuerce la boca, existen señales en la voz que también evidencian el engaño. “Nuestro cuerpo co-lapsa si está tenso”, explica a NEWSWEEK Cintia Contreras, locutora nacional, periodis-ta y coach en oratoria para políticos. Advierte que en el caso de la mentira hay marcaciones muy sutiles a las que denomina “microin-flexiones”: determinadas inflexiones, mati-ces o pausas “que evidencian esa falta de se-guridad que resulta de la conciencia de la mentira. La voz es como una caja de resonan-cia del cuerpo. El sonido final da la pauta de que algo no está siendo del todo honesto”. Y aquel que no ve podría estar en una posición especial para advertirlo.

LA SUPUESTA “SABIDURÍA” profunda de los ciegos, a menudo no desprovista de tintes inquietantes, aflora en la cultura popular. En Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, uno de los protagonistas, quien acababa de perder la visión, se asombra por “el espíritu lógico que se iba descubriendo, la rapidez y el acierto de los razonamientos”. En Informe sobre ciegos, de Ernesto Sabato, el paranoico Fernando Vidal Olmos cuenta de uno de sus encuentros con un tipógrafo que se había quedado ciego por accidente: “Sentía que otros ojos, ojos colocados detrás de su frente, ojos invisibles pero crecientemente implaca-bles y astutos, quedaban fijos sobre mi per-sona, escrutándome hasta el fondo”.

“No sé si soy más sensible que alguien que ve: no puedo compararme”, admite Andrea Grassia, de 24 años y ciega de nacimiento. Pero dice que sí se da cuenta de cuándo una persona, por cómo titubea, parece que “es-tuviera sobreactuando, por los tonos de voz pero además incluso por el discurso, que a veces no parece creíble”. En 1749, el filósofo francés Denis Diderot había escrito sobre un ciego capaz de reconocer voces con gran precisión. Y los científicos han demostrado

que los no videntes adquieren la capacidad de “reclutar” ciertas zonas del cerebro para optimizar el procesamiento auditivo. Pero no hay evidencias empíricas (no se hicieron los estudios) de que eso se traduzca en, por ejemplo, mayor habilidad para detectar ma-nipulaciones retóricas.

A Ferlauto, el cajero, le gustaría pensar que en la política no prepondera lo visual. “La imagen de un candidato se construye de otro montón de símbolos”, sostiene.

“Macri me genera rechazo por todo, más ahora que paso más tiempo en la computa-dora que frente a la tele y me llega más el discurso escrito, el twitter”, apunta Pablo Lecuona (36), ciego desde la infancia y crea-dor de una biblioteca digital para no viden-tes. “Cristina tiene una oratoria que no sólo convence en sus formas, sino que además transmite una convicción ideológica”.

El caso de Lecuona lo grafica. Más allá de los atributos del candidato, la respuesta del elector también se relaciona con el interés político y la concepción ideológica preexis-tentes. El fenómeno está descrito entre quie-nes ven. Ottati señala que, por ejemplo, el efecto del atractivo físico de un candidato político depende de si el votante posee una

cantidad alta o baja de conocimiento respec-to a la política. Y también de la medida en que el votante está “distraído” cuando se ex-pone a un candidato político. “Cuando po-seen cantidades mínimas de conocimientos sobre política, o cuando se distraen, tienden a evaluar a los candidatos físicamente atrac-tivos de manera más positiva”, apunta.

Reemplácese, en los ciegos, la imagen por la voz. “No estamos influenciados por la ima-gen, por lo cual eso no nos distrae del discur-so”, sostiene Verónica González Bonet (32), periodista de Canal 7 afectada, desde la incu-badora, por la llamada “retinopatía del pre-maturo”. “Pero depende del interés que cada persona ponga a los mensajes políticos”.

En ese sentido, varios consultados, sobre todo ciegos de nacimiento o desde la tem-prana infancia, dicen no sentirse inmunes a la propaganda política ni capaces de discer-nir actitudes honestas en la voz de los candi-datos. Al contrario: ponen de relieve el análi-sis del discurso por encima de las tonalidades de la voz. La valoración de las ideas por enci-ma de la emocionalidad proselitista.

“Es un mito que tenemos más capacidad para concentrarnos”, sentencia Carlos Gar-cía (29). “La publicidad llega por todos lados. En lo audiovisual, prevalece no sólo la ima-gen, sino también el sonido. En la ciudad es muy complicado tener silencio”, detalla este integrante del Coro Polifónico Nacional de Ciegos. Su compañero Fernando Galarraga (40) coincide con esa apreciación, y subraya que el acceso a la información, cada vez ma-yor a partir de Internet, es determinante.

Periodista, Galarraga quedó ciego a los 12 años a raíz de una enfermedad genética he-reditaria. Y se siente como cualquier elector. “En el fondo, creo que analizo lo que escu-cho más o menos como todo el mundo”, dice a NEWSWEEK el cantante puertorri-queño José Feliciano, quien se va a presentar en Buenos Aires el 22 de junio. Por otra par-te, la imposibilidad de ver no es garantía de mayor lucidez o sensibilidad política. Un ilustre ciego decía, por la década de 1970, que la democracia era “un abuso de la esta-dística” y pedía el voto calificado. Se llama-ba Jorge Luis Borges, y este martes se cum-plieron 25 años de su muerte.

Desde adentroRoberto Avellaneda Alfonsín (56) cree que no tiene parentesco alguno con el ex presidente de la Nación, aunque su madre se crió cerca de Chacabuco. De todas maneras, su paso por la política no se olvidará fácilmente: este año se convirtió en el primer ciego en acceder a la presidencia de un Concejo Deliberante, y hasta fue intendente de Tartagal durante 15 días, por la licencia del jefe comunal Sergio Leavy. Avellaneda Alfonsín dice que vivió desde adentro la hostilidad de la política hacia las personas con discapacidad. Cuando asumió al frente del HCD en abril, hubo cuestionamientos duros, pero no era la primera vez. “No accedí a la Justicia y perdí una asesoría muy importante porque decían que era inseguro que trabajara un disminuido visual”.

“La imagen busca el impacto del momento, dura poco”, dice este abogado nacido en Río Gallegos. “El discurso hay que mantenerlo en el tiempo. La estética se puede mejorar, lo otro cuesta mucho más”.

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