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N orb ert E lia s, n ac id o e n 1 89 7 en B re sla u hoy Wr oc la w ) , em i gr e n
1 93 3 a P ar s , y d es de 1 93 8 v iv e e n G ra n B re ta a .; e n 1 95 4 fu e n om b ra do
c ate dr tic o d e s oo o lo ga e n I .e ic es te r; h a. d ad o n um er os os c ur so s c om o
i nv it ad o e n l a R e p b li ca F ed e ra l d e A lem an ia . Su ob ra p r in c ip a l,
Sobre
p r oc e so d e l a c iv i li zs c um ; i n ve st ig a c io n es s o ci og e n t ia a s ps icogent ica s
se public en Su iza en 1939 . S u trabajo de oposicin a ctedra
s o ci ed a d c o rt es a n a
data de prin cipio s d e los a os treinta. E ntre sus
p ro fesores se en cuen tran M an nheim , M ax y A lf re d W e b er , R\ckert ,
Husser l y H n ig sw ald . E n 1 97 7 Elia s obtuvo el P rem i o A do rn o d e
c iu da d d e F ra nc fo rt . E n e l te xto ju sti fic a.tiv o d e esta. d is ti nc i n s e d ic e:
N or be rt E lla s h a c re ad o, c on s us in ve stig ac io ne s, lo s tra ba Jo s b s ic os
para u na teoria d el cam bio social altam en te d iferen ciada y oon un
f un da me nto c ultu ra l e h is t ric o. C on e llo s e m u es tra d e m a ne ra
especiaJ.
men te i n si st en te r el ac i n e n tr e s estructuras individuales y psicol
gicas y lo s p ro ce so s d e c ar c te r o bje tiv o- his t ric o. N o rb er t E I i a est
e m pa re nta do c on
p o st ur a e sp ir it ua l
y
co n la obra exhaust iva de
A do rn o, s ob re to do , p or
c ap ac id ad d e p el O l b iry a n a J i z a 1 hechos
s oc ia le s, l ib re , t an to de l os l im i te s e sp e c fi co s d e la p ro fe si n o om o d e
d o c t ri n a r a m o s e s m e r a d o s
I ril
9 789 8 7 7
E n e l c en tro d e lo s in te re ses so cio l gic os d el
au t or
de este b b r o s e
e nc ue ntra la re la ci n e ntre e mp irism o y t eo r a. S u p ro p sito e s f ija r
te rm in ol gic am e nte e l c on ce pto d e so oe da d c or te sa na e n el mismo
se ntid o e n q ue se
ha
fijado la. i de a d e so c ie da d b u rg u es a . El1as p on e d e
r el ie v e, c o n c o no c im i en to s h is t ri co s a dm ir ab le s y de la manera m s
e vid en te , e l p ro ce so p or e l c ua l la. soc iedad cor te sana . pudo s er ~ emp la .r
y soberana hasta su re le vo p or la. s o ci ed a d bu rgu e sa , e n ri qu e c ie ndo as
u n c am po q ue d ura nte m uc ho tie mp o s e h a. d esc uid ad o. E n s u in tro du c
ci n, el au to r p on e en claro r el ac i n e n tr e s oc io lo g a y c ie nc ia d e
h is to ria , a sig na nd o a
sociologa
tarea de e on trb ur, a tra v s d e s u
in ve stig ac i n, a la s v alo ra cio ne s a ut no m as d e s r e lac i ones h i s t r ica s .
~rnrnl] lrn f l] l~Dil l~
L S OC IID D
COB TIS II ID
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MEXI O
FONDO DE ULTUR E ONOMI
L SO IED D
CORTES N
NOR ERT ELl S
raduccin de
GUILLERMO HIR T
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Impreso en Mxico
ISBN 968 16 1176 4
D. R 1 982
FONDO DE ULTUR E ONMI
D.R . 1996
FONDO DE ULTUR E ONMI
Carretera Picacho Ajusco 227; 14200 Mxico D. F.
Ttulo original:
Die h i i fi s che Gl J l l s cha f t
1969 1975 Hermann Luchte rhand Ver lag GmbH u. Co KG Darrnstadt
ISBN 3 472 72554 0
Para lija Neustadt
y todos mis amigos
y colegas del
departamento de Sociologa
de la Universidad de eicester
Primera edicin en alemn 1969
Primera edicin en espaol 1982
Primera reimpresin 1996
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tareas relaciones personales y oficiales de los soberanos
de los reyes o prncipes y de sus ayudantes no estaban an dife-
renciadas ni especializadas tan neta y definitivamente como lo fue-
ron ms tarde en los Estados nacionales industr ializados. En stos
los organismos del control pblico el parlamento la prensa laju-
dicatura o los partidos que competan abiertamente por el poder-
obligaron a distinguir con relativa claridad los asuntos personales
y los oficiales aun en el caso de los hombres y mujeres ms pode-
rosos del Estado. Por el contrario en las sociedades estatales
dinsticas con sus elites cortesanas es para la vida social algo
muy natural que los asuntos personales estn mezclados en grado
relativamente elevado con los oficiales o profesionales. La idea de
que tales asuntos pueden separarse y deban estar separados apa-
reci slo en algunas partes y de forma relat ivamente rudimenta-
ria y no tena el carcter de una tica ordinaria de la profesin o el
cargo; apareca en el mejor de los casos como resultado del senti-
miento de obligacin personal para con un hombre poderoso o del
miedo que se le tena. Lazos y rivalidades familiares amistades y
enemistades personales eran factores normales que influan sobre
la conduccin de los asuntos de gobierno as como sobre todos los
dems negocios oficiales. Por consiguiente los estudios sobre la
sociedad cortesana ponen de manifiesto desde un cierto punto de
La corte real del
n ien rgime
y la peculiar formacin social
vinculada con ella la sociedad cortesana constituyen un campo
sumamente feraz para las invest igaciones sociolgicas. Como en
las etapas anteriores de la evolucin del Estado en las que la cen-
tralizacin an no haba alcanzado el mismo grado de desarrollo
la corte real del
n ien rgime
mezclaba todava la funcin de la
Casa suprema de la familia indivisa real con la del organismo cen-
tral de la administracin general del Estado esto es con la funcin
de reinar all donde de un modo absolutista gobernaba un sobe-
rano prescindiendo ampliamente de las asambleas de estamentos.
I
INTRODUCCION: SOCIO LOGIA
y
CIENCIA
DE LA HISTORIA
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3. Las siguientes investigaciones se ocupan a fondo solamente de
la sociedad cortesana de una poca determinada; pero los anlisis
sociolgicos acerca de las formaciones sociales de esa poca care
ceran de importancia, si no se tuviera en cuenta que las socieda
des cortesanas se encuentran en muchas sociedades estatales du
rante una larga fase del desarrollo social,y que la tarea de un estu
dio sociolgico sobre una sociedad cortesana concreta incluye el
desarrollo de modelos que permitan comparar diversas sociedades
punto de vista histrico al sociolgico.El primero destaca a algu
nos individuos reyes concretos, en este caso-; el segundo pone
de relieve adems posiciones sociales -en este caso, el desarrollo
de la posicin del rey-. Se puede observar constantemente en los
Estados dinsticos, sociedades que se encuentran en ese grado de
desarrollo, el hecho de que, aun cuando un detentor particular de
esta posicin autocrtico-monrquica, o tal vez hasta una dinasta
entera, sea asesinado o destronado, no cambia por ello, sin embar
go, el carcter de la sociedad como Estado dinstico, regido por
soberanos autocrticos o sus representantes. De ordinario, otro
rey sucede al destronado o asesinado, y otra dinasta sustituye a
la expulsada. Unicamente a consecuencia de la industrializacin y
urbanizacin crecientes de las sociedades, se reduce, con algunas
oscilaciones,la regularidad con la que, en el lugar central del sobe
rano real destronado o de una dinasta sin poder, aparece, ms tar
deo ms temprano, otra dinasta u otro soberano central heredita
rio, que disponen de una igualmente grande plenitud de poder. La
cuestin acerca de las caractersticas de una configuracin de
hombres interdependientes, que no slohacan posible, sino nece
sario, al parecer, que muchos milesde hombres, a lolargode siglos
o milenios, se dejaran gobernar constantemente, sin ninguna posi
bilidad de control, por una sola familia o por sus representantes,
es, por lo tanto, uno de los problemas principales que tiene uno
que enfrentar cuando hace un estudio sociolgico de la sociedad
cortesana. Pero, al plantear la pregunta de cmo fue posible que,
durante una determinada fase del desarrollo de las sociedades or
ganizadas en Estado, la posicin social del monarca absoluto -que
llamamos emperador o rey - volviera siempre a restablecerse,
se est poniendo tcitamente sobre eltapete de la discusin el pro
blema de por qu tal posicin est desapareciendo en nuestros
das.
NTRODUCCION
2. El ascenso de la sociedad cortesana responde indudablemente a
los impulsos de la creciente centralizacin del poder y al monopo
lio cada vez mayor de las dos decisivas fuentes de poder de cada
soberano central: los tributos de toda la sociedad - los impues
tos les llamamos hoy en da- y las fuerzas militar y policaca.
Pero la cuestin, fundamental en este contexto, de la dinmica del
desarrollo social, la pregunta acerca de cmo y por qu, durante
cierta fase del desarrollo estatal, se constituye una posicin social
que concentra en las manos de un solohombre, una pltora relat~
vamente extraordinaria de oportunidades de poder, rara vez ha SI
do planteada hasta ahora y, consecuentemente, permanece todava
sin respuesta. Es preciso reorganizar en cierta manera nuestra per
cepcin para damos cuenta de su importancia. Pasamos as del
vista, una etapa primitiva deldesarrollode las sociedades estatales
europeas. .
Ahora bien, las cortes y sociedades cortesanas, como configura
ciones sociales centrales de una sociedad estatal, no son, por cier
to, exclusivasdel devenir de las sociedades europeas. En los pero
dos preindustriales, sociedades estatales conquistadoras o amena
zadas con ser tomadas por asalto, que disponen de una poblacin
ya diferenciada por la divisin de funciones y de un territorio rela
tivamente amplio, y que estn regidas por un nicoe idntico cen
tro poltico, muestran en conjunto una fuerte tendencia a concen
trar las probabilidades de poder en una posicin social singular
-la del monarca- que sobrepasa con mucho, enproporcin, las de
las dems posiciones.
dondequiera que esto aconteci en .los
grandes reinos de la Antigedad, regidos centralistamente: China,
India; as como en la Francia prerrevolucionaria de la Edad Mo
derna, la corte del monarca y la sociedad de los cortesan.o~cons
tituan una formacin elitista poderosa y llena de prestIgIo.
La corte real y la sociedad cortesana son, por tanto, configura
ciones especficas de hombres que es preciso clarificar tanto como
las ciudades o las fbricas. Hay abundantes investigaciones y co
lecciones de material de tipo histrico sobre cortes concretas, pe
ro faltan las sociolgicas.Aunque los socilogos se hayan aplicado
al estudio de las sociedades feudales o de las industriales, la socie
dad cortesana, que, al menos en el desarrollo europeo, sederiva de
las primeras y conoce su ocaso en las segundas, ha sido prctica
mente ignorada.
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Ranke, L. v., Tagebuchblatter Hojas de diario) 1831-1849, en as politische
esprdc und andre Schriften zur Wissenschaftslehre
El dilogo poltico y otros escri
tos sobre teora cientfica), Ha ll e, 1925, p. 52.
cernientes a la funcin social del rey y a la estructura social de la
corte en la sociedad francesa de los siglos XVII y XVIII, se sita
ms all del plano de lo nico ,
que se orienta exclusivamente la
actual historiografa. Esta renuncia del historiador a analizar sis
temticamente las posiciones sociales -la del rey, por ejemplo- y,
en consecuencia, tambin las estrategias y posibilidades de deci
sin dadas al rey como individuo, en virtud de su posicin, condu
ce a una abreviacin y limitacin peculiares de la perspectiva
histrica. Lo que se llama historia aparece, entonces, habitual
mente, como un amontonamiento de acciones particulares de
hombres concretos que sencillamente no tienen ninguna relacin.
Puesto que el plano de las relaciones y dependencias de los hom
bres, de las estructuras y de los procesos a largo plazo, que se repi
ten frecuentemente y a las que se refieren conceptos tales como
Estados , estamentos , sociedades feudales , cortesanas o
industriales , va de ordinario ms all -o en todo caso, est al
margen- de la esfera tradicional de los estudios histricos, los da
tos particulares y nicos, colocados centralmente por tales investi
gaciones, carecen de cuadros de referencia cientficamente elabo
rados y verificables. El contexto de los fenmenos concretos es
abandonado en alto grado a la interpretacin arbitraria y, con bas
tante frecuencia, a la especulacin. He aqu la r zn por la cual en
la ciencia histrica, tal como se la entiende actualmente, no hay
ninguna autntica continuidad en la investigacin. Van y vienen
ideas sobre las relaciones entre los acontecimientos, que, sin em
bargo, vistas en perspectiva, parecen tan correctas como incom
probables. Ya Ranke haca notar:
La his toria se parafrasea continuamente. Cada poca y su
tendencia principal se la apropian y trasladan a ella sus propias
ideas. Despus de esto, se hace el reparto de las a labanzas o de los
vituperios. Todo se arrastra , entonces, t an lejos, que uno ya no co
noce en absoluto la real idad misma. Lo nico til en ese momento
es volver a la informacin original . Pero, sin
l
impulso del presen
te, acaso se la estudiara? Es posible una historia completamen
te verdadera?
13
NTRODUCCION
t _~
.
I
~ ; . .
~
I . :
4. El estudio sistemtico del tipo de cuestiones al que han remiti
do las observaciones que preceden, es decir, de los problemas con-
cortesanas. La pregunta que acaba de plantearse sobre la configu
racin de hombres interdependientes que hace posible en absoluto
a individuos particulares y a su reducido crculo de ayudantes,
mantenerse en l poder a s mismos y a su dinasa, como soberanos
ms o menos absolutos, frente a una abrumadora mayora de go
bernados, frecuentemente durante largo tiempo, remite ya al he
cho de que el estudio de una sola sociedad cortesana puede si
multneamente contribuir a aclarar problemas sociolgicos ms
amplios sobre la dinmica social. Como se demostrar, el poder
del soberano concreto, aun en la poca del llamado absolutismo,
no fue de ninguna manera tan ilimitado ni tan absoluto como pue
de sugerirlo el trmino absolutismo . Hasta Luis XIV, el Rey
Sol, al que a menudo se presenta como prototipo del soberano que
lo decide todo y reina absolutamente y sin limitaciones, resulta,
examinado con mayor precisin, un individuo implicado, en virtud
de su posicin de rey, en una red especf ica de interdependencias,
que poda conservar el mbito de accin de su poder nicamente
gracias a una estrategia muy meticulosamente ponderada, prescri
ta por la particular configuracin de la sociedad cortesana, en sen
tido estricto, y, en sentido amplio, por la sociedad global. Sin un
anlisis sociolgico de la estrategia especf ica mediante la cual un
soberano como Luis XIV mantuvo la libertad de accin y la capa
cidad de maniobra de la posicin regia, y sin la elaboracin del
modelo de la configuracin social especfica que haca no slo po
sible sino necesaria esa estrategia del hombre individual que ocu
paba el trono si no quera perder el gran juego, la conducta del so
berano individual sigue siendo incomprensible e inaclarable. Con
esto queda un poco ms clarificada la relacin existente entre el
planteamiento sociolgico y el histrico. Dentro del contexto de
una invest igacin sociolgica, que puede ser mal interpretada co
mo anlisis histrico dados los usos mentales dominantes, tal acla
racin podra no ser superflua. El planteamiento histrico, como
ha sido puesto de relieve con bastante frecuencia, se encamina so
bre todo a una serie nica de acontecimientos. Al ocuparse de la
corte francesa de los siglos
XVII
y
XVIII,
los hechos y caracteres de
ciertos individuos, en especallos reyes mismos, constituyen el n
cleo de los problemas.
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pulso que dio a la investigaci6n hist6rica, no sera posible, en mu
chos campos de estudio, penetrar en el plano sociol6gico de los
problemas.
Pero, cuando se destaca la importancia de una documentaci6n
meticulosa como fundamento de la historiografa, se plantea preci
samente la pregunta acerca de la tarea y el objeto de esa historio
grafa. Son, pues, los documentos, las fuentes originales de infor
maci6n, la sustancia de la historia?
Son, al parecer, lo nico fidedigno. Todo lo dems que puede
ofrecer el investigador en historia son, por as decirlo, interpreta
ciones que habitualmente difieren bastante entre s en diversas ge
neraciones, y que dependen de la cambiante orientaci6n de los
intereses contemporneosy de la alabanzao vituperio del histori6-
grafo vinculados con dichos intereses. Ranke aludi6 al punto cen
tral del problema: el histori6grafo distribuye la alabanza y elvitu
perio. No
slo
narra con gran esmero lo que est en los documen
tos, sino que lo valora; segn su propio criterio, adjudica luces y
sombras; y a menudo hace esto como si tal adjudicaci6n cayera
por su propio peso, como si no la guiaran en realidad los ideales y
los principios cosmovisionales de los partidismos de su poca a los
que se adhiere. Las situaciones presentes, contemporneas, deter
minan la manera en que ve la historia y aun aquello que consi
dera historia . Selecciona los acontecimientos del pasado a la luz
de aquello que, inmediatamente en el presente, le parece bueno o
malo.
Es a esto a lo que manifiestamente serefiere Ranke cuando ha
bla de que la realidad misma resulta encubierta por la alaban
za y el vituperio . Y, en lofundamental, ello sigue siendo as. La
exactitud en la documentaci6n, la fiabilidad de las referencias a las
fuentes hist6ricas y el saber global sobre las mismas han crecido
considerablemente. Esto constituye una cierta (por no decir la ni
ca)justificaci6n del carcter hist6rico de la historiografa. Induda
blemente, las fuentes hist6ricas son fragmentos. La historiografa
intenta, a partir de estos restos fragmentarios, reconstruir la rela
cin de los acontecimientos. Pero, en tanto que las referencias a las
fuentes son verificables, la combinaci6n e interpretaci6n de los
fragmentos queda en gran medida al arbitrio del investigador indi
vidual. A ste le falta el firme apoyo que, en cienciasms maduras,
dan al estudioso individual los modelos de relaci6n -llamados
hiptesis y teoras- cuyo desarrollo est vinculado en ellas con el
5
NTRODUCCJON
2 Podra ser interesante en este contexto mencionar los elogiosque a la erudicin de
loshistoriadores alemanes tribut, hace pocos aos, uno de los ms prestigiosos investi
gadores ingleses de historia lprofesor A. W. Southern-, en su conferencia inaugural
The Shape and Substance of Academic History (Forma y sustancia de la his toria
acadmica), Oxford, 1961, pp. 15Yss. En su conferencia inaugural de 1867,Stubbs ha
ba hablado esperanzadamente de los buenos tiempos por venir para los estudios hist
ricos con una escuela histrica fundada ... sobre los abundantes materiales coleccionados
y ordenados que ahora estn publicndose. Previ6 que vendra un tiempo no muy lejano
en que la his toria podra dejar de ser una mera tarea para nios o un instrumento para
preparar a hombres para pronunciar impresionantes discursos ante oyentes ignorantes, y
para componer artculos brillantes para gente que slo lee peridicos , y convertirse en
algo amado y cultivado por s mismo , que comportase una amplia formacin histrica
que har ft il la impostura e improvechosa la adulteracin .
1Qu ha sido errneo en esta vis in? Para decirlo con rudeza, Inglaterra no sigui el
paso de Alemania y fue quedndose, ao t ras ao, cada vez ms rezagada. En 1867,
Stubbs se haba enterado, aunque, a mi parecer, no con mucha agudeza, de lagran obra
de los editores de Monumenta ermaniae Historica y, despus de todo -podra haber
reflexionado- estaban sus propias
Record Publications
y
Rolls Series
donde se haban
publicado ms de setenta volmenes, en diez aos, entre 1857-1867.Visto este record, se
puede disculpar a Stubbs de no haber entendido, en 1867,que la situacin en Inglaterra
era bastante diferente de la de Alemania. En 1877y ms an en 1884, no poda dejar de
notar la diferencia. En Inglaterra, sehaba interrumpido la serie de fuentes impresas, se
haban descubierto muchas deficiencias en la erudicin de las ya publicadas. En Alema
nia no slohaba continuado eltrabajo de publicacin a un ritmo y a un nivel de erudi
cin notablemente superiores a los de Inglaterra -dolorosa diferencia que sera todava
ms marcada si prescindiramos de las propias publicaciones de Stubbs-, s ino que la
obra de los editores alemanes haba sido implementada cada aocon un ejrcito cada vez
ms formidable de monografas. Hoy en da, est de moda sonrer despectivamente ante
estos monumentos de la diligencia teutona, pero ningn estudioso serio se sentir incli
nado a hacerlo; y a todo aquel que vio este acontecimiento, debe haberle parecido elms
prodigioso en la his toria de la erudicin. Nunca antes sucedi algo parecido.
Se utiliza continuamente la palabra historia para designar
tanto aquello sobre lo que se escribe, como el escribir mismo. La
confusi6n es grande. A primera vista, la historia puede parecer un
concepto claro y sin problema, pero, al estudiarla con mayor dete
nimiento, se da uno cuenta de cuntos problemas sin soluci6n se
esconden tras esa palahra aparentemente simple.Aquello sobre lo
que se escribe -el objeto de la investigaci6n-, no es ni falso ni
verdadero; quiz
s6
pueda serlo aquelloque se escribe, el resul
tado del estudio. La pregunta es: cul es propiamente el objeto de
la historiografa? Qu es esa realidad de la que Ranke afirma
que ya no sela conoce,despus de que
el
historiador ha repartido
las alabanzas y los vituperios?
Ante esta pregunta urgente, el propio Ranke no supo ms que
remitir a la informacin original, a las fuentes contemporneas.
Fue un gran mrito suyo el haber insistido en el estudio de las
fuentes y en una documentaci6n escrupulosa. . Sin el poderoso irn-
LA SOCIEDAD CORTESANA
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da del trabajo de invest igacin. No sepuede entender por comple
to a Einstein prescindiendo de Newton. El continuo avance de la
ciencia no condena necesariamente los modelos sintticos de los
primeros escalones y de hecho cuanto ms raramente los deseche
como intiles tanto ms seguro y autnomo se hace el progreso
del trabajo cientfico. Por el contrario en el campo del trabajo
histrico es mucho ms la regla que la excepcin elhecho de que
los esfuerzos de los investigadores que trabajaron hace tres o ms
generaciones permanezcan en las bibliotecas como libros muertos.
Se expondra uno a un malentendido si no se aadiera que a este
respecto hay en elmejor de los casos un grado de diferencia entre
la invest igacin histrica y la sociologa.
En ambos casos las valoraciones e ideales habitualmente transi
torios que se derivan de las agudas controversias de una poca
sirven como sustituto de teoras relativamente autnomas y de
modelos de relaciones verificables y revisables respecto de la ad
quisicin de un saber particular nuevo. Pero la investigacin so
ciolgica se diferencia de la histrica entre otras cosas por el co
nocimiento de que incluso la posicin y seleccin de los problemas
concretos quedan al arbitrio heternomo del invest igador indivi
dual o de los convencionalismos religiosos heternomos de ciertos
grupos de investigadores si en constante reacoplamiento con el
progreso del saber particular uno no se esfuerza en desarrollar li
bre de la influencia de partidismos oscilantes y transitorios de la
propia poca modelos de relaciones que sean ms objetivos y
autnomos que los anteriores. En el trabajo histrico falta an
hasta donde puede verse el esfuerzo en esta direccin; falta la con
ciencia de que sin el desarrollo de teoras y modelos de relacin
relativamente ms autnomos hasta la misma seleccin de datos
concretos de entre la pltora de documentos queda en poder de pa
sajeros convencionalismos de investigacin inverificables La im
portancia de los modelos de relacin como determinantes del plan
teamiento y eleccin de los problemas se ve ya claramente en la
disposicin misma de este libro. En correspondencia con los mo
delos de relacin sobre los que usualmente no se reflexiona pero
que determinan la seleccin y valoracin de los problemas en la
discipl ina histrica existen muchos aspectos que estudiamos en
estas investigaciones sociolgicas as como los documentos que
utilizamos que desempean en el mejor de los casos un papel
marginal. El estudio sobre la disposicin espacial de los palacios o
7
NTRODUCCION
6. Esta escasa autonoma que caracteriza a la historiografa fren
te a las agudas tensiones y controversias de las sociedades estata
les en las cuales se produce y consume la historia es la causa
principal de que gran parte de la historiografa actual tenga una
ndole cientfica primit iva o cuasi acientf ica. En esta deficiente
autonoma radica una de las peculiaridades por la cual la investi
gacin histrica se diferencia de los campos propios de un anli
sis cientf ico ms maduro: al trabajo de invest igacin histrica le
fal ta la continuidad especfica de desarrollo que caracteriza a la in
vestigacin en ciencias ms maduras. En stas a lo largo de las ge
neraciones crece no slo el mbito y la certeza de un saber particu
lar sino tambin en estrecha vinculacin con ello el mbito y la
certeza del conocimiento acerca de las relaciones entre los datos
concretos. En la historiografa se da por supuesto un crecimiento
del saber acerca de las relaciones. En las ciencias ms antiguas y
maduras se sigue dando importancia en muchos casos a hiptesis
y teoras anteriores sobre el modo de las relaciones ya en una deter
minada rama especial ya en el universo global como hitos en el
camino de las hiptesis y teoras posteriores pues los pasos subsi
guientes no hubieran sido posibles sin los primeros. Los pasos ul
teriores van ms all de los primeros pero la importancia de stos
se sigue manteniendo como un eslabn en la cadena ininterrumpi-
conocimiento de datos concretos mediante un constante reacopla
miento. Gracias a este reacoplamiento la forma del proyecto la
seleccin de los datos concretos y el desarrollo de los modelos
compendiadores tienen en tales ciencias una autonoma relativa
mente ampla frente a los contrastes valorat ivos que tienen su raz
en discusiones extracientficas. En la historiografa las agrupacio
nes extracientficas los part idos y los ideales con los cuales el in
vestigador individual se identifica en su propia sociedad determi
nan en grado considerable lo que saca a la luz de las fuentes hist
ricas lo que deja en la sombra y la manera en que mira su relacin.
El mtodo nos hace recordar aquello de que los hombres a partir
de las ruinas de edificaciones de pocas anteriores construyen sus
propias casas en el estilo de su tiempo. He aqu la razn principal
por la cual -como Ranke escriba- la h istoria se parafrasea con
t inuamente . Cada generacin elige ciertas ruinas del pasado y las
dispone segn sus propios ideales y valoraciones para construir
sus viviendas caractersticas.
LA SOCJEDAD CORTESANA
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feudales se trata de algo que ha pasado hace mucho tiempo; ape
nas toma uno en general una posici6n defensiva frente a ellas; a
veces se las hace aparecer hasta embellecidas romnticamente con
acentos positivos. El reconocimiento de que tambin la sociedad
cortesana posee peculiaridades estructurales especficas que se
pueden poner de relieve como tales independientemente de que se
las considere buenas o malas tropieza con la dificultad de que to
dava existen en nuestro tiempo formas epig6nicas de esa forma
ci6n social.Respecto de los grupos elitistas cortesanos que poco a
poco han sido reducidos a la impotencia y de los descendientes de
formaciones elitistas otrora poderossimas de muchos Estados
europeos se ha conservado con frecuencia una valoraci6n y postu
ra negativas como consecuencia de las controversias habitualmen
te encarnizadas de antao en los grupos elitistas ascendentes ms
modernos. Aun en este caso las valoraciones y afectos macroso
ciales se hacen sentir en la selecci6n de lo que uno considera im
portante o ftil desde un punto de vista hist6rico-cientfico y
socio-cientfico. El estudio de la sociedad cortesana ms an su
captaci6n conceptual est todava bajo el influjo de tales valora
ciones populares.
No es en absoluto fcil sealar lo que sequiere decir cuando se
afirma la necesidad de un esfuerzo consciente para asegurar una
mayor autonoma tanto de la selecci6ncomo de la formulaci6n de
problemas sociol6gicos del presente o del pasado frente a valora
ciones populares que se asumen como algo evidente y por consi
guiente sin examen. Pero esto es s610un caso. Cuando uno se im
pone la tarea de contribuir a la aclaraci6n y comprensi6n de los di
versos modos en que los individuos dependen unos de otros rec
procamente todas las configuraciones que los hombres constitu
yen entre s y las agrupaciones sociales son entonces equivalen
tes. De nuevo se topa uno aqu en un sentido ms amplio con la
idea que expres6 Ranke al indicar la equivalencia fundamental de
todos Jos perodos histricos Tambin l intent6 a su manera
sealar que los estudiosos a quienes importa comprender las rela
ciones humanas se cierran el camino cuando en este punto se de
jan llevar por los prejuicios de valor de su propia poca y de su
propio grupo. Sencillamente no se puede imaginar ninguna forma
ci6n social ningn conjunto de hombres ya pequeo ya grande
ya perteneciente a tiempos muy antiguos ya al presente cuya in
vestigaci6n objetiva y competente no pudiera contribuir ms o
19
NTRODUCCION
sobre los detalles de la etiqueta cortesana -para s610citar unos
ejemplos- podran parecer curiosidades si se miden con el metro
del historiador. Pero como se muestra en este libro la investiga
ci6n sobre la vivienda y la configuraci6n global de la arquitectura
en la que habitaban familias de una determinada sociedad instru
yen de un modo bastante fidedigno y adems verificable acerca de
las formas fundamentales de la relaci6n matrimonial caracterstica
de los hombres de esa sociedad as como sobre las formas de rela
ci6n con otros hombres en el marco del trato social. La etiqueta
cortesana que segn los criterios valorativos de las sociedades
burguesas industriales podra parecer algo bastante ftil mera
mente exterior y quiz ridculo resulta cuando se deja a la es
tructura de la sociedad cortesana su autonoma propia un ndice
muy sensible y un instrumento de medici6n muy exacto del valor
del prestigio en el entramado de relaciones del individuo.
De modo general puede decirse que ya la misma selecci6nde la
sociedad cortesana como objeto de una investigaci6n no coincide
exactamente con el esquema valorativo actual popular y dominan
te que reiteradamente influye en los estudios hist6ricos. Sobera
nos dinsticos y sus cortes son cada vez menos importantes en la
poca actual del desarrollo social. Pertenecen a las configuraciones
socialesque mueren en nuestros das. Pese a que an existen en al
gunos pases muy desarrollados han perdido una parte considera
ble de su poder y prestigio prstinos. Comparadas con la poca de
su florecimiento las sociedades cortesanas de nuestro tiempo son
epgonos en el mejor de los casos. Los representantes de las for
mas sociales ascendentes contemplan con bastante frecuencia es
tos residuos de una poca pasada con una mezcla de sentimientos.
Es comprensible que la habitual valoraci6n negativa contribuya
a que se aparte la vista de la peculiar sociedad cortesana que co
mo forma social tiene un carcter tan diferenciado y acusado co
mo digamos las elites feudales o las de partido en las sociedades
industriales. Estas ltimas pueden atraer ms poderosamente la
atenci6n porque se trata de tipos de sociedades actuales que inte
resan ms que las otras a la mayora de los hombres. Las elites
feudales entran quiz en el campo de visi6n como objeto de inves
tigaciones hist6ricas y sociol6gicas por cuanto tienen un contorno
relativamente perfilado y se las puede considerar con frialdad
desde una mayor distancia comoformas que dan origen y comple
mentan configuraciones actuales. Alparecer en las formas sociales
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plejo de lo que parece en las discusiones cientfico-te6ricas. Hay
unicidades e irrepetibi lidades de diverso grado y lo que en el
mbito de un grado es nico e irrepetible puede visto desde otro
grado parecer repetici6n y eterno retorno de lo idntico. Nuestro
sol nico la tierra en que vivimos irrepetible
y
lentamente cam
biante parecen formas eternamente recurrentes a las generaciones
humanas pasajeras. Respecto de la especie humana nica los indi
viduos son s610repeticiones de
un
figura eternamente igual y lo
distintivo en los hombres se presenta entonces como una varia
cin del esquema fundamental constantemente repetido.
Pero ciertas sociedades y dentro de ellas a su vez determina
das ramas de la invest igaci6n valoran mucho y de modo especial
precisamente esta variaci6n esta diferenciaci6n y unicidad de lo
in-
dividual en el marco fundamental continuamente repetido. Tal es
t imaci6n depende de la peculiar estructura de estas sociedades y
en especial de su diferenciaci6n e individualizaci6n relativamente
grandes que se expresa en la historiografa de esas sociedades. La
explicaci6n es complicada pero no es necesario seguir en detalle la
red muy ramificada de estas relaciones. Sea adecuada o inadecua
da una teora hist6rica que s610pone de relieve lo nico
y
lo indi
vidual de las relaciones entre los acontecimientos no cabe ninguna
duda de que en tal nfasis se refleja una pronunciada forma social
especf ica de la autoconsciencia humana. Segn la orientaci6n es
pecfica del carcter social del que participa el individuo no s610
se valora en s mismo lo que efectivamente puede reconocerse co
mo diferenciante nico e irrepetible sino que se le considera de
ordinario tambin como un ideal por el cual vale la pena esforzarse
en cincelar la forma humana comn de la manera ms individual
nica e irrepetible posible. No sera imaginable concentrar la aten
ci6n sobre la unicidad e irrepetibilidad especficas del decurso
histrico -determinantes en alto grado de la teora y praxis de la
investigaci6n hist6rica- sin adjudicar un valor especial y elevado
a la unicidad e irrepetibi lidad de los individuos
en
aquellas socie
dades en las que se escribe una historia de esta ndole.
Cuando se estudia la historia la cuestin que en consecuen
cia debe plantearse versa sobre la heteronoma o autonoma rela
tivas de este tipo de valoraciones respecto de las relaciones histri
cas que se intenta descubrir. En el caso de la idea directriz de
l
~i~toriografa ~gn la c~al sta valora
dest~a lo ir:ep~tible
umco en las senes histricas y en especial la rrepetibil dad de
21
NTRODUCCION
7. Cuando abordamos la cuesti6n acerca de la relaci6n entre his
toriografa y sociologa el problema repetidas veces mencionado
de la unicidad de los acontecimientos hist6ricos juega un papel
principal. a idea segn la cual la unicidad e irrepetibi lidad de los
acontecimientos son una nota caracterstica y distint iva de la his
toria humana del objeto de la investigaci6n hist6rica va ordina
riamente acompaada de otra idea a tenor de la cual esta irrepe
t ibi lidad est fundada en la naturaleza del objeto esto es en la
realidad misma independientemente de todas las valoraciones de
los investigadores. Sin embargo esto no es as en absoluto. El he
cho de que aquello que en la actualidad se estudia como historia
se considere habitualmente como una colecci6n de datos irrepeti
bles se basa en que tales acontecimientos nicos e irrepetibles son
tenidos como lo esencial de las relaciones del suceso por invest i
gar. Dicho de otro modo: se basa en una valoraci6n especfica que
puede fcilmente parecer obvia; aunque sera mejor captarla expl
citamente y probar si est just if icada.
Ahora bien hay cosas nicas e irrepetibles no slo en las rela
ciones de acontecimientos que los historiadores eligen como objeto
de sus trabajos. Unicidades irrepetibles se encuentran sencilla
mente en todas partes. No s610todo hombre todo sentimiento hu
mano toda acci6n y toda experiencia son nicos sino tambin to
do murcilago y toda pulga. Toda especie animal extinguida es
irrepetible; los saurios no regresan. Irrepetible en este sentido es
el
homo s piens
la especie humana en su conjunto.
lo mismo
puede decirse de todo corpsculo de nuestro sol de la Va Lctea
y en cierto sentido de cualquier creaci6n: vienen se van y una
vez idos no vuelven nunca ms.
l
problema de la unicidad e irrepetibilidad es pues ms com-
menos que cualquier otra a ampliar y profundizar nuestro conoci
miento acerca de la manera en que los hombres dependen unos de
otros en todas sus circunstancias: tanto al pensar como al sentir
tanto al amar como al odiar tanto al actuar como al estar inacti
vos. La variedad de estas relaciones humanas es tan grande y
compleja que no se puede concebir dada al menos la pequeez y
las lagunas de nuestro saber actual ningn estudio especializado
sobre una configuracin humana todava no analizada y su deve
nir que no aporte algo nuevo a la comprensi6n del universo huma
no de nosotros mismos.
LA SOCIEDAD CORTESANA
7/17/2019 Elias Norbert La Sociedad Cortesana
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entre s sociedades de la ms diversa ndole, sin que se transforme
la especie misma. En otras palabras, la constituci6n biol6gica de la
e~pecie hace posible el desarrollo del modo de convivencia social,
sm una correspondiente transformaci6n de la especie. El trnsi to
del
anden rgime
al rgimen industr ial primario del siglo
XIX,
el
paso de una sociedad principalmente agraria y rural a una cada
vez ms urbana, fue expresi6n de un desarrollo social no bio-
16gico.
Toda la discusi6n de los problemas bsicos de la relacin entre
sociologa e historia se ha visto dif icultada por el hecho hasta aho
ra normal de que, aun en las investigaciones cientficas, no se ha
elaborado clara y distintamente la diferencia y la relaci6n entre
evolucin bio16gica, desarrollo social e historia . Por supuesto, ha
habido transformaciones biolgico-evolutivas de las interdepen
dencias y configuraciones sociales de nuestros ancestros, pero po
co sabemos acerca de este aspecto de la evoluci6n de los homni
dos, posiblemente porque los especialistas de la prehistoria huma
na prestan poca atenci6n a los problemas bio-sociol6gicos de este
tipo. Sin embargo, los cambios de la convivencia humana, que
estn incluidos en el campo de visi6n de historiadores y socilo
gas, se desenvuelven dentro del marco de una misma e idntica es
pecie bio16gica. Al estudiar las situaciones sociales e hist6ricas, ya
de los sumerios y egipcios antiguos, ya de los chinos e indios, ya
de los yoruba y ashanti, ya de los norteamericanos, rusos y france
ses, tiene uno que ocuparse de hombres del tipo
homo sapiens
El
hecho de que, en este caso, los caminos en la configuraci6n de la
convivencia de organismos individuales tengan lugar sin transfor
maciones en la consti tuci6n biol6gica, innata y hereditaria, de los
organismos mismos se basa, en ltima instancia, en que la direc
cin de la conducta de organismos del tipo humano, en mayor gra
do que la de cualquier otro organismo que conozcamos, puede es
tar conformada por la experiencia del organismo individual y por
su aprender, y, de hecho, debe estarlo. Esta peculiaridad biol6gica,
innata y hereditaria, de la constituci6n humana -la dependencia
relat ivamente grande que tiene la direcci6n de la conducta respec
to de la experiencia del individuo concreto desde la infancia- es,
por 10 tanto, la condici6n para que, a diferencia de las sociedades
.de hormigas, las sociedades humanas tengan 10 que llamamos
historia o, con un acento distinto, desarrollo social .
La dist inci6n entre el desarrollo de las sociedades humanas -el
NTRODUCCION
8. Cuando se compara la historia humana con la de las sociedades
animales, se percibe de un vistazo, con especial claridad, c6mo y
por qu aspectos nicos e irrepetibles juegan un importante papel
en la historia de las sociedades humanas. Apenas si se puede pres
cindir de esta comparaci6n, si se quiere enfocar correctamente el
problema. Las formas de relaci6n, las interdependencias de las
hormigas, abejas, termitas y otros insectos sociales, as como la es
tructura de sus sociedades, pueden, siempre que se trate de la mis
ma especie, repetirse sin ningn cambio, ininterrumpidamente du
rante milenios, porque las formas sociales, las relaciones y,las de
pendencias recprocas estn ampliamente arraigadas en la estruc
turaci6n biolgica de los organismos. Aparte variaciones compara
t ivamente mnimas, estas formas de sociedad de los insectos socia
les y, con diferencias de grado relativamente pequeas, las de otros
animales que constituyen entre s configuraciones sociales espec
ficas, cambian s610cuando se modifica su organizaci6n biol6gica.
En las sociedades humanas, por el contrario, forma parte de sus
peculiaridades especf icas el hecho de que su estructura, la forma
de las interdependencias individuales, pueda alterarse sin que se
modifique la organizaci6n biol6gica de los hombres. Los indivi
duos, representantes de la especie
homosapiens
pueden constituir
personas individuales y sus hechos, como el aspecto ms impor
tante de tales relaciones, se trata de un nfasis basado en un an
lisis cr tico, sin prejuicios, de la relaci6n objetiva y, en este senti
do, sencillamente objetivo? O se trata por el contrario de una ma
nipulaci6n ideo16gica del planteamiento y de las observaciones del
investigador, por cuanto su carcter social especfico impone desde
fuera valoraciones e ideales transitorios sobre las relaciones hist
ricas por investigar?
Sera sencillo poder responder a estas preguntas con un simple
s o no. Pero la dificultad estriba en que la historia de las socieda
des humanas y
1
que deber discutirse todava con mayor exac
titud- aquello que se investiga bajo el nombre de historia , tra
tan siempre de la historia de determinados lazos sociales huma
nos. A diferencia de lo que sucede con la historia de las sociedades
animales humanas, los aspectos nicos e individuales de las re
laciones histricas estn vinculados con aspectos sociales repeti
bles, de tal modo que no se pueden reducir a una simple f6rmula y
requieren de un meticuloso anlisis.
LA SOCIEDAD CORTESANA
7/17/2019 Elias Norbert La Sociedad Cortesana
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rarIas como formas de sociedad inalterables siempre iguales. As
en el desarrollo social de Europa hay por largo tiempo y demodo
ininterrumpido hombres en la configuracin caballero-escudero
sacerdote-siervo . As el da de hoy y ya durante una serie de
generaciones en las sociedades industriales ms desarrolladas
hay hombres que continuamente entablan relaciones del tipo
trabajador-empresaria-gerente o empleado de alto rango-de
rango medio-de baja categora . La interdependencia funcional de
stas y todas las restantes posiciones de una determinada sociedad
conlleva como es obvio una cierta exclusividad. Caballeros y sier
vos en efecto apenas convienen a una configuracin industrial.
Cada uno de los individuos que forman entre s tales configura
ciones es nico e irrepetible. Pero la misma configuracin puede
mantenerse durante muchas generaciones con un ritmo transfor
macional relativamente lento. Configuraciones que se conservan
idnticas o que en todo caso se encuentran sometidas a un cambio
bastante lento pueden estar en consecuencia compuestas de indi
viduos diversos que cambian ms rpidamente. Desde la perspec
tiva de los individuos nicos e irrepetibles que se transforman
ms deprisa las configuraciones que los mismos constituyen entre
s dan la impresin de fenmenos que se repiten y que son ms o
menos intransformables.
Se entiende mal esta situacin si uno interpreta los modelos
conceptuales de tales configuraciones como formas artificiales que
el investigador impone en cierto sentido a la fuerza a los hom
bres observados. Tal es aproximadamente la idea expresada por
Max Weber cuando presenta como tipos ideales sus modelos de
ciertas configuraciones que se encuentran en desarrollo lento. Los
modelos de la burocracia la ciudad el Estado o la sociedad capita
lista que l intentaba elaborar no se referan en absoluto a rela
ciones de hombres a configuraciones de individuos interdepen
dientes que l como investigador inclua en su material de obser
vacin para ordenar simplemente algo desordenado. Estas confi
guraciones son tan reales como los hombres individuales que las
constituyen. Todava ahora parece difcil entender que las confi
guraciones formadas por los hombres entre s puedan tener un rit
mo de transformacin ms lento que el de los individuos que las
constituyen.
Lo mismo sucede con la relacin del ritmo de transformacin de
las configuraciones sociales y el de los fenmenos biolgicos. Vis-
NTRODUCCION
9. Es preciso clarificar esta situacin pues es fundamental para
entender la relacin entre los aspectos repetibles e irrepetibles de
los cambios sociales. Como seve las relaciones entre los aconteci
mientos a las que se alude al hablar de evolucin biolgica desa
rrollo social e historia constituyen tres etapas diversas pero inse
parables de un proceso que engloba a toda l humanidad cada
una de las cuales tiene un ritmo de transformacin distinto. Res
pecto de la duracin y el ritmo de transformacin de una vida hu
mana individual los desarrollos sociales que duran largos perodos
de tiempo transcurren tan lentamente que parecen estar deteni
dos. Es posible que las configuraciones sociales constituidas por
los hombres entre s cambien en el transcurso de una serie de ge
neraciones tan poco que los implicados en ellas pueden conside-
desarrollo sociolgco- y la evolucin biolgica queda de mani
fiesto tambin entre otras cosas porque el primero en contrapo
sicin al segundo puede ser en cierto aspecto reversible. Pese a
todas las bromas que uno pueda leer ocasionalmente se est en
condiciones de afirmar con absoluta certeza basndose en el saber
biolgico actual que la especie homo s pi ns puede ciertamente
extinguirse pero no reconvertir se en una especie de monos o de
reptiles. Al transformarse los antepasados de la ballena de anima
les terrestres en acuticos no seconvirtieron en peces sino que si
guieron siendo mamferos. Por el contrario es absolutamente po
sible que Estados nacionales muy centralizados se disgreguen y
que los descendientes de quienes los constituyeron vivan como
simples tribus nmadas. Esto es lo que quiere significarse cuando
s afirma que las configuraciones constituidas conjuntamente por
abejas y hormigas estn fijadas en alto grado mientras que com
parativamente las configuraciones humanas lo estn en grado m
nimo. La modificacin de las configuraciones humanas depende
muy estrechamente de la posibilidad de que experiencias que ha
tenido una determinada generacin se transmitan como saber so
cial aprendido a las siguientes generaciones. Esta continua acu
mulacin social del saber aporta su contribucin al cambio de la
convivencia humana a la transformacin de las configuraciones
formadas por hombres. Pero la continuidad en la acumulacin y
transmisin del saber puede romperse. El aumento del saber no
trae consigo ninguna modificacin gentica del gnero humano.
Las experiencias sociales acumuladas pueden perderse siempre.
LA SOCIEDAD CORTESANA
7/17/2019 Elias Norbert La Sociedad Cortesana
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igualconsciencia de lo obvio en la corriente principal de la histo-
riografa actual. Se enfocaprimeramente la lente de la observacin
los cambios que se operan en el individuo o en los que secree
poder atribuir a individuos humanos como a causas suficientes.
En el desarrollo de la ciencia histrica misma este concentrar
de la atencin sobre individuos singulares netamente perfilados
estaba vinculado en primer trmino y estrechamente con formas
especficas de la distribucin social del poder. Esto no puede olvi-
darse por completo. La atencin del historiador se dirigi con fre-
cuencia y en primer trmino a aquellos individuos que como tales
en virtud de sus mritos en pro de un determinado Estado o de
cualquier otra agrupacin de hombres eran considerados particu-
larmente importantes. Estos eran de ordinario y en primer Jugar
personas constituidas en una posicin social que les otorgaba
grandes oportunidades de poder es decir emperadores reyes
prncipes duques y otros miembros de las casas reales. De hecho
a los ojos del historiador se destacaron de entre la multitud de los
hombres como individuos especial y ntidamente definidos en
virtud de su posicin de poder. Gracias a su peculiar posicin so-
cial su campo de accin comparado con el de otros hombres era
particularmente amplio y las caractersticas de su individualidad
saltaban a la vista de modo especial. Eran nicos e irrepetibles. La
costumbre de pensar en las pocas de reinado de reyes individua-
lesy hablar por ejemplo de Prusia bajo Federico elGrande o de
la poca de Luis XIV seha mantenido hasta hoy comouna for-
ma que ilumina la divisin del curso de la historia.
Lo mismo pasa con otras personas en posiciones de poder por
ejemplo con grandes generales cuyas victorias o derrotas fueron
de gran importancia para la historia de una determinada asocia-
cin social o con ministros de Estado y otros ayudantes de los re-
yes o prncipes gobernantes que se opusieron a la introduccin de
novedades o a los cuales las asociaciones de Estado deben nuevas
instituciones. En relacin con los desplazamientos de poder en las
sociedades mismas este nfasis se desplaz con el paso del tiem-
po tambin en la historiografa. Junto a los individuos que perte-
necieron a elites ricas en poder o prestigio fueron introducidos en
el panorama de las investigaciones histricas grupos de hombres
menos claramente definidos en lo individual y menos poderosos.
Pero en la opinin ms general de los historiadores sobre supropio
mtodo el individuo humano conserv no obstante en cuanto tal
27
NTRODUCCION
1
En el ejercicio de la investigacin que actualmente designa-
mos como histrica no se examina quiz con suficiente precisin
si la divisin del tiempo determinada por la duracin y ritmo de
transformacin de una vida individual es un adecuado marco de
referencia para el estudio de series de desarrollos sociales de largo
plazo ni en qu grado lo es. El individuo humano se cree con faci-
lidad medida de todas las cosas como si esto fuera algo evidente.
lo mismo sucede con mayor o menor consecuencia pero con
tos desde la perspectiva de stos aqullos se transforman tan len-
tamente que la evolucin parece detenida. As pues aqu se repre-
senta la humanidad como un ro con tres corrientes cada una de
las cuales tiene un ritmo distinto de transformacin. Los fenme-
nos de cada una de estas etapas considerados en s son nicos e
irrepetibles. Pero respecto del ritmo de cambio diferente los fen-
menos que seencuentran en elplanode un ritmo ms lento de de-
sarrollo dan fcilmente la impresin de inalterables de eterno re-
torno de lo siempre idntico vistos desde elplano de un ritmo ms
acelerado de transformacin. Para la cuenta biolgica del tiempo
10000 aos son un perodo bastante corto. Los cambios realiza-
dos en los ltimos 10000 aos en la constitucin biolgica de la
especie homo s pi ns son relativamente pequeos. Para la cuenta
sociolgicadel tiempo 10000 aos representan un perodo muy
considerable. Las transformaciones de la organizacin social ope-
rados durante los ltimos 10000 aos en muchos mbitos de la
humanidad son comparativamente muy grandes. En este perodo
de tiempo en muchas sociedades los pueblos se desarrollaron y
convirtieron en ciudades stas en Estados urbanos stos en Esta-
dos territoriales en Estados dinsticos pequeos y grandes y -
nalmente en Estados nacionales industriales; y el ritmo de trans-
formacin de tales series de desarrollo se ha acelerado considera-
blemente. Pero para la cuenta individual del tiempo para el ritmo
en que individuos humanos infantiles se transforman en hombres
y mujeres viejos los desarrollos sociales a largo plazo se realizan
no obstante todava con bastante lentitud. Por tal razn al presu-
poner comomarcos de referencia evidentes la duracin de vida y el
ritmo de transformacin del individuo humano uno no percibe ha-
bitualmente como tales los desarrollos estructurados de las confi-
guraciones sociales sino como formaciones que se mantienen en
pie como sistemas sociales .
LA SOCIEDAD CORTESANA
6
7/17/2019 Elias Norbert La Sociedad Cortesana
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mana una escala valorativa convencional que por consiguiente
no es fiable desde el punto de vista cientfico y que contina sin
ser revisada. Dado que se desconocen las estructuras sociales que
otorgan al individuo humano sus oportunidades y su campo de ac
cin se llega a declarar grandes a hombres que no tienen un
gran mrito personal e insignificantes a los de gran mrito.
A veces los historiadores afirman: no nos ocupamos en absolu
to de sociedades sino de individuos. Pero cuando se examina las
cosas con detencin descubre uno que los historigrafos no estu
dian por cierto a cualquier individuo sino a quienes desempea
ron un papel en las asociaciones sociales o en bien de stas. Se
puede proseguir diciendo que invest igan sobre estos individuos
p rqu
juegan un papel en unidades sociales de uno u otro tipo.
Sera naturalmente posible incluir en la historiografa la historia
de cualquier perro de un arriate de flores o de un hombre al azar.
Todo hombre tiene su historia . Pero al hablar de investigacin
histrica se usa la palabra histrica en un sentido totalmente
especfico. Su marco de referencias lo constituye siempre en lti
ma instancia unidades sociales plenamente determinadas que se
consideran especialmente importantes. Hay en cada caso una es
cala valorativa jerrquicamente ordenada de estas unidades socia
les que determina cules de ellas constituyen un marco de referen
cia ms elevado para las investigaciones y cules uno de inferior
categora. De este modo por ejemplo las investigaciones histri
cas cuyo marco de referencia social es una ciudad concreta en un
Estado se sitan en una categora inferior a las de aquellas cuyo
marco de referencia es todo un Estado. En esta escala valorativa
sin ninguna duda ocupan actualmente el primer lugar los Estados
nacionales cuya historia forma hoy el marco principal para sele
cionar los individuos y los problemas histricos que se encuentran
en el centro de los estudios histricos. De ordinario no se reflexio
na en las razones por las cuales en el presente la historia de uni
dades sociales tales como Alemania Rusia o Estados Uni
dos sirve como marco de referencia primario para escoger a los
individuos que se coloca en el primer plano de la investigacin
histrica como personalidades histricas . Hace falta todava
una tradicin de estudios en cuyos marcos sean elaboradas sis
temticamente las lneas de vinculacin entre las acciones y mri
tos de actores individuales histricos conocidos y la estructura de
las asociaciones sociales dentro de las cuales aqullos cobran im-
NTRODUCCION
y especialmente si destacaba por su poder o sus mritos su valor
como marco primario de referencia para la interpretacin de las
relaciones histricas observadas y como smbolo representativo
de su unicidad e irrepetibi lidad. Aun cuando por la inclusin de
aspectos econmicos intelectuales religiosos artsticos y de otra
ndole propios del desarrollo de una sociedad estatal se fue am
pliando la historiografa poltica que centraba su atencin sobre
los gobernantes o sobre las el ites de poder aun as sigui sin em
bargo orientada en gran medida hacia el ites relativamente muy
individualizadas. Con pocas excepciones -por ejemplo las investi
gaciones sobre historia econmica o social- todava se escoge de
ordinario como marco de referencia para la exposicin de las rela
ciones histricas las obras y hechos individuales de hombres per
tenecientes a determinados grupos sociales elit is tas pero sin in
cluir en las investigaciones los problemas sociolgicos de tales for
maciones elit is tas. Los debates acerca de la naturaleza de la histo
riografa siguen sin discutir la problemtica y la estrategia de la
seleccin de problemas y pruebas documentales. A menudo se con
forma uno con referirse a la grandeza de la hazaa individual en
cuanto tal y al individuo particular como a la causa de la gran ha
zaa sin aadir mayor explicacin. Al parecer el esfuerzo por ex
plicar las relaciones histricas l lega a un callejn sin salida. El pro
blema parece resuelto al encontrar un protagonista individual para
cada determinado fenmeno histrico. Si en este tipo de ilacin
quedan muchos cabos sueltos que no pueden explicarse por la refe
rencia a un protagonista individual conocido entonces se les trata
como fenmenos histricos de otra ndole como fenmenos de tras
fondo algo vagos. Pero al buscar de esta manera la ltima explica
cin de las relaciones histricas en algo misterioso que no puede
aclararse ms en el misterio de una individualidad en s no se
puede entonces evitar fcilmente el interpretar automticamente
el al to valor social de una persona de sus obras peculiaridades y
declaraciones como el valor y la grandeza personal de un indivi
duo concreto. El ejemplo ms sencillo de esto es el atribuir el ep
teto de el grande a algunos reyes hereditarios. Lo que a conti
nuacin se dir sobre Luis XIV ilustra el problema. Sigue cierta
mente ocurriendo que a veces los historigrafos y profesores de
historia admitan como grandes a personas consideradas as por
una determinada tradicin histrica. En la exposicin de la histo
r ia se util iza demasiado fcilmente para valorar la grandeza hu-
LA SOCIEDAD CORTESANA
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7/17/2019 Elias Norbert La Sociedad Cortesana
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12. Cuando se plantea de nuevo la cuestin de si la valoracin de
los aspectos irrepetibles, nicos y singulares, son lo esencial de la
relacin de acontecimientos que se llama historia y sebasa en lo
peculiar de esa misma relacin; o, por el contrario, si se agrega he
ternomamente desde fuera una valoracin ideolgicamente con
dicionada del historiador a esta relacin histrica, entonces se
tonces, en la historia corno suele decirse- por la grandeza de su
trabajo como escritor de memorias. Ni el desarrollo de su indivi
dualidad ni su orientacin como escritor pueden entenderse si no
se las relaciona con un modelo sociolgico de la sociedad cortesana
y si se ignora el desarrollo de su posicin social dentro del sistema
de poder de tal sociedad.
En los debates usuales sobre el papel del hombre individual en
la historia, se parte a veces del supuesto de que es inconciliable e
inevitable la contraposicin entre quienes, en la investigacin de
las relaciones histricas, concentran su atencin en los fenme
nos individuales , y quienes atienden a los fenmenos sociales .
Pero la antinomia de que aqu se trata es bastante irreal y slo
puede explicarse en el contexto de dos tradiciones poltico-filosfi
cas, de las cuales una considera la sociedad como algo extraindi
vidual, y la otra considera al individuo como algo extrasocial.
Como es obvio, ambas ideas son ficticias. La sociedad cortesana
no es un fenmeno que exista fuera de los individuos que la for
man; los individuos que la constituyen, ya reyes, ya ayudas de c
mara, no existen fuera de la sociedad que integran unos con otros.
El concepto de configuracin sirve para expresar esta situacin.
El uso lingstico habitual dificulta el hablar de individuos que
conjuntamente forman sociedades, o de sociedades que estn cons
ti tuidas por individuos, a pesar de que esto esprecisamente loque
uno puede, en efecto, observar. Si uno utiliza palabras menos car
gadas de connotaciones, resulta ms factible poder expresar clara
y distintamente lo que cc._nerdad puede observarse. Concretamen
te, tal es el caso al hablar de que hombres individuales consti tuyen
conjuntamente configuraciones de diverso tipo, o de que las socie
dades no son ms que configuraciones de hombres interdepen
dientes. Hoy en da, se usa reiteradamente, en este contexto, el
concepto de sistema . Pero, en tanto no se piense en los sistemas
sociales como sistemas de hombres, sigue uno sin pisar tierra al
usar este concepto.
31
NTRODUCCION
La sociedad cortesana, objeto de este l ibro, es una formacin
elitista de ese tipo. En esta investigacin se encuentran algunos
ejemplos que ilustran lo que acaba de decirse. Individuos que en la
poca del reinado de Luis XIV no pertenecan a la sociedad corte
sana o no tenan acceso a ella, gozaban relativamente de escasas
oportunidades para demostrar en obras su potencial individual o
para realizar cosas que, segn la escala valorativa histrica usual,
pudieran ser consideradas dignas de la historia. Mediante un estu
dio ms detenido de tal elite, se puede adems demostrar con bas
tante certeza, la manera en que su estructura dio a algunos hom
bres la oportunidad de prestar un gran servicio y realizarse, o la
obstruy. Para el duque de Saint-Simon, por ejemplo, segn la es
trategia posicional del rey Luis XIV, qued cerrado el acceso a los
cargos oficiales, as como a toda posicin oficial polt ica de poder,
por causa de su posicin social especfica como miembro de la alta
aristocracia que no perteneca a la casa real misma. era precisa
mente ese tipo de posicin oficial el que l se esforz toda su vida
por conseguir. En esta direccin, l esperaba poder realizarse co
mo hombre de Estado, como polt ico, como gobernante; tena con
fianza en s mismo para ejecutar algo grande. Puesto que esta po
sibilidad, por su posicin en el sistema de poder de la corte, y
mientras Luis XIV viviera, le estaba vedada, busc principalmen
te su realizacin no slo participando en el juego de las intrigas
cortesanas tras bambalinas, sino tambin con su actividad como
escri tor, y como escritor de memorias que narraban los detalles de
la vida en la corte, pues tal forma convena al uso y gusto del noble
cortesano. Apartado por fuerza del poder polt ico, seintrodujo, en-
portancia. Si esto se hiciere, entonces sera fcil mostrar la fre
cuencia con que la criba de individuos, a cuyos dest inos o acciones
sedirige la atencin de los historiadores, se relaciona con la perte
nencia de stos a minoras especficas, a grupos elitistas ascenden
tes o a otros que se encuentran en el poder o van decayendo. Al
menos en todas las sociedades con historia, la oportunidad para
una gran hazaa que atrajera la atencin del historiador depen
di durante largo tiempo de esta pertenencia del individuo a gru
pos eli tis tas especficos, o de la posibil idad de acceder a ellos. Sin
un anlisis sociolgico que d cuenta de la estructura de tales eli
tes, apenas puede juzgarse de la grandeza y mrito de las figuras
histricas.
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biolgica repetible del hombre pueden influir ms o menos en las
transformaciones de las asociaciones sociales -que uno llama
historia - segn la estructura que stas tengan. As es posible
por ejemplo que un historiador estudiando la poca de Luis XIV
seale con razn cunto debe esplendor de su corte y en un
sentido ms amplio la pol tica de Francia bajo su reinado al ta
lento y limitaciones especficas del rey es decir a su individuali
dad nica.
Pero la investigacin es insuficiente si se detiene en este punto.
Sin un estudio sistemtico de la posicin especf ica del rey como
una de las posiciones constitut ivas de la configuracin de la corte
y de la sociedad francesas no puede entenderse fcilmente la rela
cin entre la persona individual del rey y su posicin social. La
primera se desenvuelve dentro de la segunda que a su vez como
posicin en el reducido sistema de la elite cortesana y en el ms
amplio de toda la sociedad francesa se encontraba sometida a un
proceso de desarrollo y estaba por consiguiente en movimiento.
No es preciso aqu seguir en detalle las relaciones entre eldesarro
llo personal del rey y el desenvolvimiento social de su posicin pe
ro es importante para aclarar ideas la contribucin de este modelo
de desarrollo del rey. Se usa habitualmente de los conceptos indi
viduo y sociedad como si se tratara de dos sustancias pasivas
dist intas. Al emplear as estas palabras se suscita fci lmente la
impresin de que aquello que denotan no slo son objetos distin
tos sino que existen absolutamente separados; en realidad son
procesos que sin duda alguna pueden distinguirse pero no sepa
rarse. El desarrollo personal del rey y el de su posicin van de la
mano. Puesto que sta posee una elasticidad especfica puede has
ta cierto punto ser orientada segn eldesarrollo personal del que la
ocupa. Pero cada posicin social aun la del rey absoluto en virtud
de su interdependencia respecto de otras posiciones del global sis
tema social al que pertenece combina con su elasticidad una fuer
za propia extraordinariamente grande si se la compara con la de
su detentar individual. La estructura de su posicin ha fijado a su
campo de accin estrictos l mites que como los de la elast icidad
de un muelle de acero se hacen sentir tanto ms fuertemente
cuanto su detentor por la orientacin individual de su conducta
pone ms en tensin y a prueba la elast icidad de su posicin social.
As pues mientras que el desarrollo personal del detentar adquie
re de esta manera dentro de ciertos lmites influencia sobre su
33
NTRODUCCION
acerca uno con tales reflexiones algunos pasos ms en la direc
cin de una respuesta. Se puede apreciar mejor que estos dos tipos
de valoracin el objetivo y el ideolgico influyen simultneamen
te en la interpretacin de la historia en tanto que relacin de
acontecimientos nicos e irrepetibles. Un anlisis global de esta
amalgama de valoraciones autnomas y heternomas es una em
presa de gran alcance. Aqu debe uno contentarse con aclarar dos
aspectos de esta pregunta al referirse a los problemas que influyen
en las siguientes investigaciones.
La corte de Luis XIV fue algo nico. Luis XIV mismo fue un
fenmeno nico e irrepetible. Pero la posicin social de rey que te
na no era nica o en todo caso no lo era en elmismo sentido que
la de la correspondiente persona que la detentaba. Hubo reyes an
tes y despus de Luis XIV. Todos fueron reyes pero sus persona
lidades fueron distintas. Reyes como Luis XIV tienen un campo
de accin comparativamente mucho ms amplio para experiencias
y tipos de conductas nicas e irrepetibles. Esto es lo primero que
puede decirse sobre la realidad de la unicidad e irrepetibilidad de
Luis XIV. Comparado con el campo de accin de personas situa
das en otras posiciones sociales el de la individualizacin de Luis
XIV fue particularmente amplio pues este era adems rey.
Pero
campo de accin de la individualizacin del rey fue en
otro sentido a la vez particularmente amplio pues el rey era una
persona. Esto es lo segundo que debe decirse acerca de este campo
de accin. Comparada con la de los seres no humanos la oportuni
dad de que se individualice la formacin ni e irrepetible de ca
da persona humana es por naturaleza extraordinariamente gran
de. Aun en las sociedades humanas ms simples que conocemos la
probabilidad de individuacin del organismo singular es mucho
mayor que en las ms complicadas sociedades de animales no hu
manos.
Cuando los historiadores introducen en el campo de visin pre
cisamente aquella dimensin del mlt iple universo humano en la
que lo peculiar de los hombres su individualidad juega un papel
especial; cuando intentan mostrar la part icipacin que tuvieron
personas individuales por la unicidad de su talento y de su con
ducta en los acontecimientos que para la historia de ciertas aso
ciaciones sociales eran relevantes entonces su esfuerzo como in
vestigadores puede tambin ser del todo objetivo. En efecto dife
rentes modelaciones individuales de la fundamental estructura
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Weber, Max, Wirtschaft und esellschoft rundriss der Sosialokonomik (Econo
ma
sociedad, elementos de economa social), 3. parte, Tubinga, 1922, pp. 133Y ss.,
628 ss.
4 Weber, Max, ibid p. 133.
13. La sociologa del dominio ha tenido, hasta ahora, su ms fe
cunda elaboracin en la obra de Max Weber. La amplia gama de
sus explicaciones constituye una mina de conocimientos sociol
gicos que no est, ni mucho menos, agotada. Pero su mtodo,
comparado con el escogido aqu, fue extensivo, no intensivo. We
ber se esforzaba por elaborar modelos - t ipos ideales en su propia
terminologa- basados en la comparacin ponderada de, a ser po
sible, todos los fenmenos de un determinado tipo que seconocie
ran histricamente en su poca. Por consiguiente, reuni tambin
una gran cantidad de materiales para construir un modelo del tipo
de dominio en el cual puede incluirse la forma de dominacin que
seestudia aqu. Se halla en su tratado sobre el patr imonial isrno .
En su terminologa, sepodra quiz clasif icar la forma de dominio
aqu tratada, como una forma tradicional en el proceso del patri
monial ismo al sultanisrno , o tambin como una de las burocra-
los que, en parte, ya se hizo referencia: Cmo es posible que un
solo hombre pueda conservar, durante largos aos, su posicin de
soberano que, directa o indirectamente, toma decisiones que afec
tan al bienestar o a la miseria de cientos de miles de hombres, y
quiz de millones, y el gran mbito de decisiones que tal posicin
le otorga? Qu desarrollo de un sistema de hombres interdepen
dientes, qu configuracin humana da, en general, la oportunidad
de integrar una posicin central que tenga ese mbito de decisio
nes especialmente amplio, con conceptos tales como absolutis
mo o dominio autocrtico ? Bajo qu condiciones se forman
posiciones sociales de autocracia, que ofrecen a sus detentores
oportunidades de poder extraordinarias respecto de la provisin
de poder de otras posiciones sociales? Por qu cientos de miles de
hombres obedecen efectivamente a un solo hombre no slo en una
situacin de emergencia, sino en el normal curso rutinario de la vi
da social habitual, y, en el caso de la monarqua, no slo a un hom
bre, mientras vive, sino quiz tambin a su hijo y a su nieto, y, en
suma, a los miembros de una determinada familia, durante varias
generaciones?
35
NTRODUCCION
posicin, por otro lado, el desarrollo de la posicin social que re
presenta desenvolvimiento social global al que sta pertenece,
influye en el progreso personal de quien la detenta.
Ya se ve en este punto cun incompleta es y cun poco aclarada
est la hiptesis cientf ico-terica acerca de la unicidad e irrepeti
bilidad del objeto de la ciencia histrica. Considerado slo como
persona, Luis XIV fue nico e irrepetible; pero la mera persona ,
individuo en s , no es menos un producto artificial de la ima
ginacin filosfica que la cosa en s . El desarrollo de las posicio
nes sociales que un individuo recorre desde su infancia, no es ni
co ni irrepetible en el mismo sentido que lo es el individuo que las
recorre. Puesto que
desenvolvimiento de la posicin regia se rea
liz a un ritmo diferente que el de su correspondiente detentor,
puesto que esta posicin sigue existiendo al ret irarse un detentor
particular y puede transmitirse a otro, tiene, respecto de la unici
dad e irrepetibilidad de un individuo concreto, el carcter de un
fenmeno repetible
0 ,
en cualquier caso, no es nica en
mismo
sentido. Es posible, por lo tanto, que la investigacin histrica
aparezca, en el sentido usual, como una ciencia que slo se ocupa
de fenmenos nicos y singulares, solamente por cuanto no se in
cluya en su mbito de estudio tales problemas sociolgicos. Es evi
dente que la definicin de la unicidad misma de un rey permanece
incierta y fragmentaria en tanto no se invest igue la posicin regia,
nica y singular, en diferente sentido.
A ms de esto, modalidades tales como unicidad e irrepetibil i
dad no son ms que sntomas de peculiaridades estructurales de
las relaciones histricas a las que estos conceptos aluden. Cuando,
traspasando el plano de los eventos nicos e individuales, se pe
netra en uno ms amplio que encierra adems las posiciones y confi
guraciones sociales de los hombres, simultneamente se abre en
tonces un camino a un tipo de cuestiones que permanecen latentes
e inaccesibles, si el estudio se limita a problemas histrico-indivi
duales. Con la ayuda de una invest igacin sistemtica de las confi
guraciones, se puede, por ejemplo, demostrar que un hombre en la
posicin de rey, aun en el tiempo de Luis XIV, no reinaba de un
modo absoluto , si se entiende por ello que su obrar y su poder no
conocan ninguna limitacin. El concepto de soberano absoluto
da, como es obvio, una impresin falsa. Considerado desde este
punto de vista, el estudio de la posicin social de un rey absoluto
constituye una aportacin respecto de problemas ms generales, a
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instrumento de dominio, y de qu manera, no es menos importan
te comprender sociol6gicamente este tipo rutinario de monocracia,
que conocer en general la estructura del mecanismo regio . S610
profundizando en tales singularidades paradigmticas se alcanza
una representaci6n grfica de aquello que fue antes formulado te
ricamente con cierta precisi6n, pues las teoras sociol6gicas que no
se acreditan en el trabajo sociolgico emprico son inti les y ape
nas merecen el status de teora. S610mediante este reacoplamien
to, se llega a entender ms profundamente, por ejemplo, el riesgo
siempre presente, el peligro integral hasta de la monocracia ms
poderosa, y las medidas institucionales a travs de las cuales el
autcrata y su grupo central, de ordinario sin una consciencia ex
plcita de ello, pretendieron afrontar la presin de ese peligro. Slo
siendo conscientes de este estado de cosas, se abre a uno la posibi
l idad de poner en claro las relaciones entre la posicin regia, defi
nida previamente por la configuracin correspondiente, y la perso
na del rey que se desenvuelve en tal posicin. Y slo entonces se
t iene un fundamento firme para examinar cunto puede contribuir
un modelo as elaborado de autocracia rutinaria a comprender
otros fenmenos sociales de igual o similar tipo; por ejemplo,
cunto aporta elmodelo de una autocracia regia a un sistema esta
tal dinst ico preindustrial , o cmo permite entender una autocra
cia dictatorial en el marco de un Estado nacional industr ializado.
En la imagen que se tiene de la autocracia, la atencin se concen
tra hasta ahora, como es sabido, principalmente sobre la persona
del detentor de la posicin social , precisamente porque, en este ca
so, un solo hombre est provisto de una extraordinaria plenitud de
poder, gracias a su posicin. Las invest igaciones cientficas bus
can incluso en los rasgos caractersticos del autcrata, la explica
cin primaria, si no es que la nica, del carcter y curso del rgi
men. Puede adems ser posteriormente de uti lidad en este contex
to, disear un modelo de la autocracia ms riguroso y preciso me
diante el cual pueda comprenderse mejor por qu razn, aun en el
marco de una posicin social sumamente poderosa, los lmites de
elasticidad de la posici6n y del campo de acci6n que sta da a su
correspondiente detentor se hacen sentir continuamente. Al igual
que otras posiciones sociales, tambin la del autcrata exige una
estrategia sumamente ponderada en la orientacin de la conducta
si su detentor quiere asegurar por largo tiempo, para s mismo y,
en.e l caso de un rey, para su familia,
plenitud de poder del tro-
7
NTRODUCCION
, Webe r, Max, ibid
p
740.
cias patrimoniales fuertement~ centralizadas , para las ~ue, se
gn dice con raz6n, a diferencia del feudalismo, el cOI?erclO.es ~n
factor hist6rico importante que, con mucha frecuencia, la ciencia
ha pasado por alto. .
Pero precisamente porque Web~r mtentab.a plasmar una tan ex-
traordinaria cantidad de observaclOnes pait icul~es, el modelo .de
lo que denomina patrimonialismo est construido con de~asia
do poco rigor, y amenaza deshacrsele en las manos. Para la mves
t igacin posterior, ha resultado hasta hoy, en general, men?~ fruc
tuoso que su modelo fuertemente estructura?o del dominio c~
rismtico, que constituye un mo.delo pa~a el tipo de la autocraCia
en crisis . Se refiere, como es sabido, al tipo del soberano que trata
de imponerse contra las rutinas existentes y contra los grupos de
poder firmemente establecidos, con la ayuda de otros grupos, de
ordinario los hasta entonces marginados. El grupo central de la
autocracia absolutis ta , que se estudia a continuacin, r :pre~?ta en
muchos aspectos un complemento de la autocraci~ cansmanca. El
modelo aqu desarrollado se refiere a una autocracia que seha con
vertido en una costumbre estable. El material sobre e~~ue sebasa,
es mucho ms limitado que aquel que Max ~ber
utiliz
par.a el~
borar el modelo de los t ipos de dominio tradicionales, no cans~a
ticos. Frente al empleo extensivo de pruebas documentales, la m
vestigacin intensiva de un nico r~ime~ parece ofrecer alg~nas
ventajas para construir elmodelo sociolgico de una autocracia no
carismtica. Dentro de este estudio, se puede elaborar ?:tallada
mente la distribuci6n del poder y las costumbres especi. flcas que
posibilitan a un solo hombre mantenerse, durante su Vida, en la
posicin del aut6crata poderoso, .siempre .riesgosa, nunca exenta
de peligros. El modelo del mecanismo regio, tal como se desarro
l lar a continuaci6n, constituye la parte central de la respuesta que
dar este estudio a las preguntas antes planteadas acerca del con-
dicionamiento de la autocracia. . . .
Pero, si no se quiere caer vctima d~ la est.enh?ad
terica,
es ne
cesario mostrar, mediante ejemplos e mveStig~clOnes concretas, el
funcionamiento de tal mecanismo en la prctica d~ los grupos de
poder rivales; se debe, pues, intentar observarlo ~irectamente en
acci6n, como sehace aqu. Entender que aun la rutina d~ levantar
se por la maana e irse a la cama por la noche pudo servir al rey de
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panorama de la historia como historia en cuanto tal aquello que
en el mejor de los casos constituye una vista parcial un plano
-
mitado de lo que se intenta explicar. Claro que la imagen tradicio
nal de la individualidad de ciertos hombres que es el fundamento
de la historiografa orientada a las individualidades contiene su
puestos que pueden y deben ser examinados. Es la imagen de un
ser que existe por si y se apoya en smismo de un hombre solita
rio ms que individual de un sistema cerrado y concluso. Lo que
se observa realmente son hombres que se desenvuelven en y a
travs de sus relaciones con otros hombres. La tradicin histrico
individual de la historiografa por el contrario supone en el fondo
individuos que en resumidas cuentas no tienen relacin alguna.
Es manifiesto que la historiografa enfocada primariamente a in
dividuos en s as como otras muchas ideas actuales adolece del
temor de que el valor de la unicidad del hombre individual dismi
nuya e incluso se extinga si se parte consecuentemente de hom
bres dependientes de otros a los que a su vez estn supeditados
otros hombres; de hombres en fin que no pueden prescindir unos
de otros y cuyas dependencias recprocas puede definir una inves
tigacin. Esta idea se relaciona con la representacin equivocada
de que la palabra individuo se refiere a aspectos personales que
existen fuera de las relaciones recprocas de los hombres fuera de
la sociedad y de que este trmino a suvez alude a algoexisten
te fuera de los individuos a un sistema digamos de roles o de
acciones .
Esta aclaracin general de ideas acerca de la relacin entre la -
dividualidad de un reyy su posicin social aclaracin que concier
ne a la investigacin detallada de tal relacin presentada a conti
nuacin puede contribuir a reemplazar la imagen de esa dicoto
ma que an hoy juega un papel dominante en el empleo de los
trminos individuo y sociedad por conceptos que estn en n
timo contacto con los hechos observables.
Lo que hasta aqu hemos dicho sugiere ya la orientacin del ul
terior desarrollo de este estudio. No se puede plantear elproblema
como si la individualidad de Luis XIV se hubiera desenvuelto in
dependientemente de las posiciones sociales que ocup primero
comoheredero al trono y despus como rey; ni tampoco como si
.el desarrollo de estas posiciones sociales fuera completamente
autnomo respecto del de su detentar. Ms bien se trata en elpla
no social de este desarrollo de la relacin histrica de una dimen-
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NTRODUCCION
14. En otras palabras se tiene no slouna imagen incompleta si
no distorsionada de las relaciones histricas cuando se detiene uno
a buscar el origen del esplendor de la poca de Luis XIV o tal vez
hasta elde la corte real y de lapoltica del Estado francs enla in
dividualidad nica e irrepetible de ciertas personas. El elemento
ideolgico al poner de relieve acciones y caractersticas nicas e
irrepetibles de ciertos individuos como lo esencial de la historia
consiste entre otras cosas en que esta tendencia considera como
no. Precisamente porque la elasticidad de la posicin y del campo
de decisiones que sta conlleva es en este caso especialmente ex
traordinaria son particularmente posibles los caprichos los desli
ces y las decisiones equivocadas que a largo plazo pueden condu
cir a una reduccin de la fuerza del dominio. Se necesita una segu
ridad y una versatilidad casi funambulescas para que en una posi
cin que ofrece tantas tentaciones su detentar pueda guiar sus pa
sos de tal modo que la plenitud de poder que tiene a su disposicin
no disminuya. Slo mediante el anlisis del desarrollo y estructura
de una posicin en cuanto tal se puede obtener una imagen ms
clara sobre el efecto que tienen peculiaridades nicas de la persona
de su