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Es El Polifemos sin lágrimas, de don Alfonso Reyes.

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ALFONSO¿EYES¡ ¡Jr9 -¡1St:)

EL "POLIFEMO"SIN LÁGRIMAS

LA «FÁBULA DE POLIFEMO y GALATEA»

LIBRE INTERPRETACIÓNDEL TEXTO DE GÓNGORA

oFONDO DE CULTURA ECONÓMICA

MÉXICO

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PRÓLOGO

GÓNGORA no llegó a juntar su obra poética. Una quintaparte de sus poesías andaba dispersa en más de vein­tiséis antologías contemporáneas. Sus versos solían circularen copias manuscritas. El poeta los retocaba frecuentemente.De aquí la incertidumbre de los textos antiguos, las muchasvariantes, los errores que se deslizaron en las primeras edi­ciones conjuntas, todas posteriores al fallecimiento de Gón­gora. El mismo manuscrito que mandó caligrafiar donAntonio de Chacón y Ponce de León, y que se preparababajo el cuidado del autor durante sus últimos años, admitealgunas objeciones, contiene ciertas equivocaciones crono­lógicas (casi siempre por error del copista, que puso un,«tres» en lugar de un «cinco») y no alcanza la autoridad deun texto ne varietur, aun cuando s~a la base que mayor

'd' Icre lto merece.

El presente texto del POLlFEMO está fundado en el queestablecí para la Biblioteca Índice (Madrid, 1923), salvo laserratas que después se advirtieron y los retoques que parecie­ron aconsejables. Este texto no ha provocado reparos deimportancia, sino en cuanto a la disputa sobre la estan­cia número XI, como se explicará a su' tiempo. Yo aspirabaa resolver la disputa, que ya ha durado cuatro siglos, po­niendo dos puntos en vez de coma al final del verso 6?A quí decidí volver a la coma, puesto que ella tampoco anulami interpretación, por respeto a la lección primitiva y por­que así queda el camino abierto a las demás interpretacio­nes. Mi texto merece, cuando menos, la misma fe a quepueden aspirar los que otros hayan propuesto.

El k.oema estaba ya terminado a mediados de 1613.. Gón­gora anda ba en los cincuenta y dos años y era dueño!i& todossus recursos Poéticos.

No intento aquí una valoración crítica, y ni siquiera medetengo a ponderar la excelencia de los versos. Eso lo dejo,

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por ahora, a la sensibilidad del lector, que deseo personaadulta. Yo no hago aquí más que exponer, contar el poema.

Me figuro que, en los Campos Elíseos, el poeta explica supoema al conde de Niebla, a quien lo había dedicado en vida.Nadie piense que, en la interpretación, pretendo hablarcomo hubiera hablado el propio Góngora ni fingir la lenguade su época. Hablo yo por boca, no de ese ganso: de esecisne -del «cisne cordobés», como lo llamó la retórica de sutiempo-, y acaso calumnio al poeta atribuyéndole mis dis­cursos, a la vez que me consiento cuantos anacronismosconvienen a mi exposición. Sólo he querido, mediante estesubterfugio a manera de discurso póstumo -y valiéndomede todos los comentaristas que tuve a mi alcance-, traerhasta la calle, hasta el humilde puesto donde puedan adqui­rirlos todos los pasantes, los exquisito,!j!roductos de aquel

"1- laboratorio poético que generalmente se considera comorecinto inaccesible.

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FÁBULA DE POLIFEMO y GALA TEATEXTO DE GÓNGORA

y LIBRE INTERPRETACIÓN DEALFONSO REYES

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DEDICATORIA AL CONDE DE NIEBLA

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ESTAS que me dictó rimas sonorasculta sí, aunque bucólica Talía

-oh e;celso Conde-J en las PErpÚreas horasque es rosas la alba y rosicler el día,ahora que de luz tu Niebla doras,escucha, al son de la zampoña mía,si ya los muros no te ven de Huelvapeinar el viento, fatigar la selva.

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¡QH EXCELENCIA, oh excelso Condel Escucha estas «rimassonoras», como llama la Preceptiva a los versos aconsOña[i':"'lados y medidos. ---'

Las entono al son de la zampoña, no el instrumento deviento, o flauta, que entonces no podría yo cantar y tañer aun tiempo, sino la antigua zampoña o sambuca de cuerda,en forma de triángulo.

Me ha inspirado o dictado estas rimas cierta Musa; noCalíope, la de la Epopeya, pues aquí no hay héroe ni tonoépicos, sino seguramente Talía, la de la Co~a, .~uientambién atribuyeron, ya como Musa o como Gracia, kinvención de la Agricultura, y ella cuadra al ambiente rústicode mi historia. Por lo demás, una Talía, aunque bucólicapor el asunto, aseada y culta según el estilo de este poema.

Estas rimas me fueron dictadas en las purpúreas horas quepreceden al amañecer: o purpúreas por ser de color de púr­pura, o por muy puras, hermosas y diáfanas, como dijoHoracio «cisnes purpúreos». (Y, dejando ya a los latinos-Horacio, Virgilio, Claudiano-, don Juan de Mena todavíaha dicho: «Cándida púrpura su vestidura», Laberinto, 72a.)El alba suele ,ser toda rosas, y el día, rosicler, como se llama el

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14 FÁBULA DE POLIFEMOYGALATEA FABULA DE POLIFEMO y GALA TEA 15

esmalte rojo. Entonces, según los poetas y los sabios, lasinspiraciones son más fáciles y auténticas.

Escúchame, pues, ahora que, lejos de la Corte, tienestiempo para los nobles ocios de la poesía; ahora que, siendotú el Conde de la villa de Niebla (la antigua Ilipla), asíllamada por las brumas del vecino Guadalquivir, la dorascomo un sol con la luz de tu principesca presencia; si es queno has salido ya de tu villa con rum bo a H uel va y no te ven yalos muros de esta ciudad entregado al ejercicio de la caza,

. --- --- -- --peinando el viento de aves con -tus halcones _d~ cetrería(<<cardando el vuelo», como digo en la Soledad primera), ofatigando a las fieras de la selva con tus monteros.

Ya habrás advertido que me acuerdo de mi maestro Garci-laso: -

Aplica por un rato los sentidosal bajo son de mi zampoña ruda.

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Ahora estés atento y sólo dadoal ínclito gobierno del Estado.

Égl. 1:'

... andes a caza el monte fatigando ...Égl. H

Y aunque a lo largo de mi fábula también me acuerdo,desde luego, 'de Ovidio, en quien encontré el tema de estametamorfosis que vaya contarte (con talo cual toque adi­cional de Teócrito), y aunque evoco muchos pasajes de prosay verso cosechados en los poetas y escritores de ambas anti­guedades clásicas y en algunos de Italia, los señalaré aRenas,Ror no cansarte con la inmensa erudición_que ~~ elsubsueloae mI poema.

Por lo demás, admito que -si varios poetas castellanoshan cantado este asunto-': me sentí especialmente inclinadoa escribir sobre él para emular .aquella Fábula de Acis y

Galatea que te dedicó también, hará más de dos años, don

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Luis Carrillo y Sotomayor, homónimo y paisano mío, y quemás bien me parece una traducción libre de Ovidio. Yo, encambio, he querido acentuar las contribuciones de mi pro­pia minerva: yo hago mío el asunto «con zarpazo de genio»,como adivino que dirá mañana algún crítico.

En cuanto al antecedente, para mí desdeñable, de Cristó­bal de Castillejo, que también hizo su Polifemo, apenas meresigno a nombrarlo: «¡Patos del aguachirle castellana!»

Sigo una fábula de los gentiles. Por consecuencia, admito-para mientras dure el cuento- su mitología, sus supuestasdeidades.

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TEMPLADOpula en la maestra manoel generoso pájaro su pluma,o tan mudo en la alcándara, que en vanoaun desmentir el cascabel presuma;tascando haga el freno de oro canodel caballo andaluz la ociosa espuma;gima el lebrel en el cordón de seda,y al cuerno al fin la cítara suceda.

SUSP(NDASEpor un instante la cacería. Suspenda su oficio ~neblí o halcón cetrero: sin duda, el tunecino que, entre losdieciséis tipos, merece llamarse «pájaro gener~o» porquemira más al triunfo que a satisfacer su hambre, y ha sido elmás usado en España .

Este halcón habrá sido templado la víspera, o .sea, que.~lo habrá alimentado levemente, dejándolo luego en quiet!:!dpara q~ m~or resista el vuel!>. -

Torne, pues, de sus giros aéreos, ~ la mano del maestro oadiestrador de halcones, y~ quieta mente a puliro alisar su pluma; o quede otra vez en~ª-p-ercha, alcándara 2­cetro (de donde cetrería), tan inmóvil y mudo que aún~zca -presunción vana-, empeñado en desmemicquelleva al cuello eLcascab_et con las armas del amo, cascabelqu~se le ata para seguirlo_P.PLeJJutdo.

Por su parte, el caballo andaluz permanezca ocioso, yentreténgase tascando el freno de oro y encaneciéndolo deespuma (<<jabonando los fren.QS»,dice Lope). Pero distinga­mos la «esQuma ociosa» del caballo en reROso, Yla «espumacansada» del que acaba de galopar.

~tese el lebrel del cazador, y el animal gima, .impaciente,en su traílla o cordón de seda.

Y, en fin, sw;.OOWf\ caza la Qoesía; al cuern~del !llontero,la cítara del poeta. - -

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TREGUASal ejercicio sean robusto,ocio atento, silencio dulce, en cuanto ....¡Vi; 1.1\t1 h'c(j '¡\/~- ---debajo escuchas de dosel augusto ~del músico jayán el.fiero can~o. {dil '1Nt6si (O ¡Q~(ÁNI)Alterna con las Musas hoy el gusto,

que¿i la mí~uede ofrecer tanto) y'V\i (\¡tU~Ctclarín-y de la Fama no segundo-,tu nombre oirán los términos del mundo.

DENtreguas a este robusto ejerciCio de la caza (imagen de laguerra), el ocio atento, el ocio con letras, no el culpable, y eldulce silencio, f!1ieIltras tanto ~e, bajo tu principesco yaugusto dosel, escuchas el fiero, el d~gQacible canto de

.~o, músico gigantesco o jayán, pues músico era yllevaba la flauta al cuello, según Virgilio.

Alterna hoy tu afición a la caza -o mejor, tus gustos engeneral- cQn el g-usto de las Musas; que si mi Musa puedeofrecerte «tanto clarín», clarín semejante o tan ilustre, y queno sea segundo junto a la trompa de la Fama, yo te prometoque, con sólo nombrarte aquí, haré que tu nombre lleguehasta los confines del mundo.

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FÁBULA DE POLlFEMOY GALATEA 19

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'JI[ IV ( I l. t )DONDE espumoso el Mar Siciliano etll'yt)1/I

el pie argenta de plata al Lilibeo t:) el VeJy00-bóveda o de las fraguas de Vulcano,

o tum.ba de los huesos de ~, 8i8Ct'V1rÚ, h;jo ~i ~(1pálidas señas cenizoso un llano, J¡bVW-1lV1 ~YCld6 .cuando no del sacrílego deseo,del rudo oficio da. A llí una alta roca-mordaza es a una gruta de su boca.-ALLÁdonde el espumoso Mar Siciliano o Tirreno bate, aloeste, los pies del promontorio Lilibeo (y no a la otráñi'itadoriental que mira hacia el Mar Africano), allá sucedió estahistoria.

y si digo que el mar «argenta de plata» el pie del monte-como pude haber dicho calza de plata-, más es por provin­cialÍsmo que no por pleonasmo: término que se me quedó deluso corriente en Andalucía. Si~gularmente, en mi tierra·natal de Córcfoba se dijo «argentar de plata» o «argentar deoro» los borceguíes -y aun había calles para lo uno y lootro-, según el color que se les aplicaba. En uno o en otrocaso, disparate gracioso.

Este suelo, pues, sirve de techo y bóveda a las subterráneas!ia~guas de Vulc;m.o, el dios del fuego y la herrerí<!, el queatiza los volcanes; o bien, según otra fábula, éste es el s!:!rlQque cubre como una tumba los huesos del I!il!ante Tifeo,eng-endro de la Tierra o Gea.

El llano que se extiende a las faldas es pálido por efecto dela ceniza volcánica, dando así señales del rudo oficio a que seconsagra el dios herrero, o bien del sacrílego intento delgigante Tifeo -si es que aceptamos la otra fábula-, quienosó ún día alzarse contra los mismos dioses. Y aquí dejo vermi singular afición a las ambivalencias estéticas, pues dejo

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vivas las dos imágenes míticas, y de una y otra infiero igualconsecuencia sobre la palidez del llano.

Se discute mucho sobre dónde yacen los imaginarios res­tos de Tifeo o Tifón, pues auñlas mentiras del mito admitentales discusiones; y ~omero, el primero que toca el punto,no lo pre.Qsa. Otros sepultaron más bien en aquella región algigante Encélado, y así Virgilio; pero yo -como Juan deMena- adopto aquí la versión de Ovidio, quien supone alenorme Tifeo aplastado por toda la isla de Sicilia, con unbrazo bajo el Peloro, otro bajo el Paquino, las plantas bajo elLilibeo y la cabeza bajo el Etna, por donde el monstruotodavía resuella en llamaradas. Allí, pues, se ve una gruta acuya boca sirve de mordaza un peñón.

Yo no me opondré a que, en los siglos venideros, cuandola fluidez italian izante de mis contracciones y sinalefasparezca ya excesiva, los lectores digan, si lo prefi<;ren: «delrudo oficio da. Y un alta roca»; pero conste que yo escribí:<<11 llí una alta roca».

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GUARNICIÓN tosca de este escollo durotroncos robustos son, a cuya greñamenos luz debe, menos aire puro,la caverna profunda, que a la peña;caliginoso lecho, el seno oscuro¿~ <1.(.Ud «M.M e loser de la negra noche nos lo enseña (.d"CV~

infame turba de nocturnas aves,gimiendo tristes y volando graves.

ESTE duro escollo o peñasco aparece tan tosca y densamentepoblado de árboles y robustos troncos (los cuales le hacen deguarnición por cuanto lo arman, guarecen y adornan), quelas frondas -greña vegetal- dejan penetrar en la cavernamenos luz y aire que la misma roca con que tapa su entrada.También Garcilaso, imitando a los antiguos, ha dicho:

Cerca del Tajo, en soledad amena,de verdes sauces hay una espesura,toda de yedra revestida y llenaque por el tronco va hasta el altura;y así la teje arriba y encadenaque el sol no halla paso a la verdura.

Égl. 3.a

héroes míticos culpables de alguna infamia o desmán: Ascá­lafo se convirtió en buho, ave de mal agiiero; las mujeres quedespreciaban la religión de Baca se convirtieron en murcié­lagos o vespertilios; la lechuza o noctua de los latinos fueantes una ninfa, Nictímene, que, avergonzada de su incesto,no osa presentarse de día. Pero, si borramos las reminiscen­

cias eruditas, todavía estos seres noct~rno\ siguen parecién­donas cosa funesta y temerosa.

~c~ ílCe-VlCVW\.l',) /<fJWD eM tA'vz.e.,J a lo pulA' fv eL

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Aquel lecho o seno caliginoso es oscuro como la noche, y

más todavía porque lo habita o transita una infame turba deaves nocturnas (murciélagos, buhos, lechuzas), que lo llenancon sus tristes gemidos y sus torpes y pesados -o graves­vuelos; lo que, para quien guste de tales reminiscencias, sinremedio evoca la morada de la hechicer~ en Lucano (Farsa­lia, VI).

¿Por qué estas aves son «infames»? Ovidio, én sus M eta­m orfosis, cuenta que todas ellas son transformaciones de

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DE ESTEpues formidable de fo:tlf!!.ra.,

. 7Jostezo.!!?,Lme'lancólico vacío" a'Pamemo, horror de aquella sierra,

bárbara choza es, albergue umbrío,

y redil espacioso donde encierracuanto las cumbres ásperas cabríode los montes esconde: copia bella

que un silbo junta y un peñasco sella.

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"-. IV d . b 'UN MONTEera e mlem ros emmente.:¡:éste qfJ'¡j.!?:..deN J/Jtuno hijo fiero:II;;

de' un ojo ilustra el orbe de su frente, v'

~mulo casi del mayor lucero;cíclope a quien elJ1.in2 más valientebastón le obedecía tan ligero,y al g!E.ve peso junco Úiñ7kl,f!:ado,que un día era ~!!:§lQny otro caya@.

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BOCA,hiato, gruta o grieta, caverna profunda, esta melancó­lica oqued.Ml o vacío es como un formidable bostezo de latierra. ~l es la bárbara choza, el alberg-ue umbrío de Poli­femo, el monstruo, el cíclope gigantesco, el horror de aque­lla sierra.

Además, la~ le sirve también de espacioso redil parasus g-a...nados,y en ella encierra cuanto ganado cabrío andapor las ásperas cumbres, en hermosa abundancia; copiabella, riqueza-'ºP-iosa gue él suele juntar con un silbo de

~r, y lu~o la g-uarda o sella con la roca que hace puerta aSU gruta.

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ESTE(iex9 hijo de N~\.mo, Polifemo •.era un monte emi­nente de miembros, de quien ya Hornero nos dice, en laOdisea, que sobresale como boscosa cumbre por encima delas demás montañas. Como cíclope que era, s.ólo tenía unojo, que le ilustraba o iluminaba el orbe de la frente, casi~o el Sol -«el mayor lucero»- ilumina el orbe celeste.

Tan gigantesco era Polifer'no y, por consecuencia, tanforzudo en proporción con su talla, que ~l pino mayor o«más valiente», con ser los pinos tan Resados, l~ada deligero bastón y, si se reclinaba en él, lo doblaba como adelgado junco. Ya el pino le servía de bastón, para andar opara apalear a las fieras, ya de cayado para arrear sus cabraso sujetarlas por las patas. Hornero en la Odisea dice, en efecto,q,ue el bastón de Po~ifemo era como un árbol de navío~

y Boccaccio afirma g.!:!e,en sus días, unos pastores deSicilia hallaron una cueva donde yacía sentado el cadáver de~n gigante con un báculo en la mano izquierda, todo lo cualse medio deshizo en cuanto lleg-aron a tocarlo. El pomo oéabo del bastón pesó mil quinientas libras, nueve libraslosdientes, el cráneo dio cabida a muchos modios de trigo, y latalla del monstruo superaba los doscientos codos. ~occacciose preguntaba candorosamente si sería éste el eroR.io Poli­femo de la tradición grecolatina.

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. NEGRO el cabello, imitador undoso;¡;Zas oscuras aguas del Leteo,al viento que lo peina procelosovuela sin orden, pende sin aseo;un torrente es su barba impetuoso~-adusto hijo de este Pirineo-su pecho inunda, o tarde o malo en vanosurcada aun de los dedos de su mano.

SUCABEL1J), p~gro y Ror~u_e.Jti.aia en ondas, recordabalas oscuras aguas del Leteo, aquel río infernal que daba elolvido a quien lo probaba. El viento p-einaba_Y-rlespeinabael cabell.Q, que pendía sin orden ni aliño.

Su barba era como impetuoso torreQte_que se de~p-eí'hrra

~sde lo alto de este hombre montaña, a guien bien puedellamarse un Pirineo, y le inundara y cubriera el pecho. Y silfamo a este torrente de barba «a~stoJlij.íLd~este..Eirineo»,es para decir a un tiempo que la barba es hosca y tostada desol, que ambas cosas se significan con esta palabra-en su usocorrecto.

En vano, o muy de tarde en tarde, o muy al descuido, solíaPolifemo peinarse la bar.ba o surcarla con los dedos: a talpunto era enmarañada.

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NOtA Trinacria, en sus montañas, fiera (h~.¡.,'\I1vYUd)armó de crueldad, calzó de viento, l tU/lA VeA 02- )

que redima feroz, salve ligera [({ve (OVi ~u L v.f\ docl fU.( el Q. l h d d l' í~/, v (1su p,le manc a a e co ores cIento; 6t-11 V (l r \ e- o~pelllco es ya la que en los bosques era pQ;\j'tVW1 J .mortal horror al que, con paso lento, I O

los bueyes a su albergue reducía,

pisando la dudosa luz del día.) 11\; fir~oLQ.

veYSO t:V1¡fj w0h'(o .TRAS de pintar el Cíclope, digamos que era gran caza-ºº.r,-ª­guien no escapaba pieza alg-una, allá en las' montañ~deSicilia que el griego llamaba Trinacia y que yo, siguiendo la

tradición latina, llamo ~ por los tres montes quelimitan la zona -Paquino, Lilibeo y Peloro-, aunque estepunto aún se discute.

Digo, pues, que no hay fiera, por muy cruel que sea o velozcomo el viento, capaz de lib]AI:sepor pies o por ferocidad dela presa de Polifemo, en cuyas manos pronto se convierte enRclTIcoo zamarra la piel manchada de cien cQlores (pondera­ción poética de todos los tiempos, como para la piel deltigre), hasta entonces mortal horror de los pastores.

y es Que, s<:gún Apolonio Rodio, Polifemo era tan veloz~eodía correr sobre el mar y apenas se mojaba las plantas.Lo que yo transportó así en mis Soledades:

...mancebos tan veloces

que, cuando Ceres más dora la tierra,y argenta el mar desde sus grutas hondasNeptuno, sin fatigasu vago pie de plumasurcar pudiera mieses, pisar ondas,sin inclinar espiga,sin violar espuma.

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Los últimos versos de la octava proponen un contrasteentre la vertiginosa visión de la cacería y el apacible cuadrocrepuscular, en que se ve al labrador regresar con sus bueyes,expuesto acaso al asalto súbito de las fieras.

Se me objetará que en Sicilia no hay tigres, a los que sinduda q~ise aludir con «la piel manchada». ¿Y qué más da?Tiene sus fueros la poesía. También Píndaro vio «ciervascornudas» donde no las había, y Virgilio <<viociervos» enÁfrica.

Estoy singularmente orgulloso de mi verso que dice:«pisando la dudosa luz del día».

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xCERCADO es, cuanto más capaz más lleno,de la fruta, el zurrón, casi abortada,que el tardo Otoño deja al blando senode la piadosa yerba encomendada:la serba, a quien le da rugas el heno;la pera, de quien fue cuna doradala rubia paja y-pálida tutora-la niega avara y pródiga la dora.

CON razón se ha dicho que «no ha menester mucho Edipoesta estancia», que no ha menester mucha astucia para desci­frarse o entenderse. Pero da ocasión a <;:iertoscomentarios .La estancia está consaJITada tod~uePolifemo traía en el zurrón, «colmado de CUj!ntas frutaspueden guardarse para el invierno». FJ zurrón es como elcercado o vallado que encierra los huertos frutales; y si estezurrón es muy capaz, más que los zurrones ordinarios -al finutensilio de gigante- también es verdad que está repleto .

La costumbre es coger ciertas frutas casi abortadas, queaú~ no llegan a sazón, para que meior se conserven en las

~acenas sin pasarse. Y esto, en general, s~ace por otoño,metiéndolas entre la yerba, donde acaban de madurar. En elotoño ha de cortarse y guardarse la fruta propiamente tardía,y el otoño puede muy bien llamarse tardo, porque era, paralos clásicos, la última y cuarta «tempestad del año solar».

Polifemo acostumbra recoger en su enorme talego la fruta

~ás cuidado re9uiere: fap~r~, Ja serba. ~t~-Se¡¡;; osorba se da mucho en los montes de España, en figura depequeñas peras arracimadas, rojas y amarillentas. Ni laserba ni el níspero han de comerse recién cortados, sino quese los acuesta en heno, y allí la s'erba se va arrugando. Por loque dijo el poeta Lope, que no siempre es mi amigo:

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28 FÁBULA DE POLlFEMO y GALATEA

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FÁBULA DE POLlFEMO y GALATEA

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La avellana vestida y, entre yerbas,conservados los nísperos y serbas.

I¿l pera se guarda en cuna de p-ª.Ía, de rubia pai~; sobretodo, la bergamota. de que especialmente tratamos, puessabido es que la paja aun la nieve conserva. Y la paja hace decriadora o tutora de esta fruta, negándola avara miengas noha llegado a su I?unto, como si se resistiera a dejar quesaquen prematuramente del lecho a su pupila; y luego,pródiga, la reviste de dorados matices cuando ya está hecha.

En un prinCIpio, fiabla yo dado otro sesgo a los~oúltimos versos de esta octava. De primer intento, los com­puse de la manera siguiente:

... la delicada serba, a quien el henorugas le da en la cuna; la opiladacamuesa, que el color pierde amarilloen tomando el acero del cuchillo .

La camuesa -más gustosa en España que en Flandes,debido a la humedad que allá reina-, una vez mondada opartida con el cuchillo, pierde el color amarillo de la corteza,puesto que pierde la corteza. Pero la camuesa no era indis­pensable en esta estrofa, ya que, en la siguiente, se habla, engeneral, de la manzana. Además, habiendo comunicado mitexto al señor don Pedro de Valencia, de cuyo juicio hago.f!!..ucho caso, éste, por carta del 30 de junio de 1613, mecensuró el haberme dejado llevar, en un poema de tonograve, por la afición algo aQicarada a lo~_eq~v"'QOO; Puesaunque en esta estancia parece aludirse a la oxidación delcuchillo por los ácidos de la fruta, en verdad la metáfora serefiere a una enfermedad y a su remedio.

En efecto, el poner a la camuesa amarilla como los enfer­mos de opilación, que se curan con flor de acero, no parecíabien afinado a la música de mi Fábula. Es la opilación unasuerte de obstrucción ocasionada por eLbábil<LqueJienen

algunas mujeres de comer b~~ La figura resultaba pedes-

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tre y hacía pasar, sin tránsito, del ambiente poético alambiente casero y a la medicina doméstica. 1

y resolví, escuchando a mi docto censor, corregir la estan­cia y sustituir la camuesa por la pera, g~!lando una frutamás en el cambio, y adoptando la forma definitiva que se ha~ist¿:- Ya en otra ocasión, y haciéndolo de propósito en buscade algún efecto estético especial, me daré yo el gusto <;leretozar más a mis anchas, mezclando lo grave y~s~gún cierta inclinación que está en mi naturaleza y mm.0quien salta de caballo a caballQ. Y volveré, para este fin,sobre el tema de los enamorados Píramo y Tisbe, que ya deaños atrás me anda dando vueltas en la cabeza. 2

Después me han dicho que yo no puedo escapar a midestino, como nadie puede; que el gracejo se me va de larienda a pesar mío; que, al dar segunda esponja a la estancia,hui de un equívoco vulgar sólo para caer en otro; y así,declaré a la paja «pálida tutora» de la pera, tal vez aludiendoa la melancólica gravedad de los que tienen guarda de niños.Yo pienso que quienes me acusan de este modo han exage­rado la censura; yo creo realmente haber usado una metáforanoble como lo es el término «tutor», que hasta guarda homo­geneidad de estilo, por cuanto significa también el «rodri­gón» o vara que sirve para mantener los tallos erectos; y dije«pálida» por ser la paja de color amarillo pálido, y no

I ••Esotra es la Avaricia, que está opilada de oro y no quiere tomar elacero porque es más bajo metal». Vtu:z DEGUEVARA:El Diablo Cojuelo,1641, Col. 78. LoPEDEVEGA:El acero de Madrid, 1618. acto 1. escena 9.••Lamorena que yo adoro»,letrilla de Quevedo (edic. Rivadeneyra, vol. LXIX,pág. 91, a). Y, entre las poesías satíricas gongorinas: «Cayó enfermoEsquevilla de opilado»; ••Viendo tu grande hinchazón»; «Salen a laspuerlas I Mozas entonadas ... I Salen opiladas I Y vuelven enjerlas»; «Alládarás rayo», en algunas variantes; ••Opilóse nuestra hermana I Y diole eldoctor su acero», etc.; décima a Cristóbal de Heredia: «Señor, pues sois mi.remedio». Lo mismo en cartas de Góngora a Francisco del Corral. paraquejarse de que no le envían su dinero con puntualidad (Madrid, 1 deenero de 1619 y \O de mayo de 1620).

2 •• De Tisbe y Píramo quiero», romance escrito por 1604, incompleto; yFábula de Píramo y Tisbe, año de 1618; vagos atisbos del «grotescoromántico», aunque con intención distinta, más juguetona que poética.

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porque pensara yo en la amarillez de tales o cuales personasgraves y melancólicas. Y, en fin, es más poético hablar detutelas que de señoras opiladas.'

, Andrés Bello dice en su oda A la agricultura de la zona tórrida: «Susrubias pomas la patata educa.••

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XI

ERIZO es, el z.urrón, de la castaña;y-entre el membrillo o verde o datilado-,de la manz.ana hipócrita, que engaña-a lo pálido no-: a lo arrebolado;y de la encina, honor de la montañaque pabellón al siglo fue dorado,el tributo, alimento, aunque grosero,del mejor mundo, del candor primero.

SIGUEPolifemo guardando su fruta en el zurrQ.!l:'!hm"a tocael turno a la castaña, al membrillo -ya verde o ya datilado-,a la manzana y a la h..ellota

y digo, desde luego, que el zurrón hace veces dUer.i1.o»para toda esta fruta. Pero nadie se confunda pensando en el«erizo animal» ni en aquello de que el erizo animal suelerecoger manzanas con las púas, consej a rústica. Y°hablo del«erizo vegetal», la corteza espinosa de la castaña verde,_y'comparo con tal erizo al zurrón, que viene también a serre~ardo y defensa de las demás frutas, a las que no protegióasí la naturaleza. Y quiero, a título de curiosidad, recordaraquí que hace años, en mi romance Murmuraban los rocines(versos 13 a 16), jugué así con el color «castaño» de uncaballo:

Un castaño comenzó,rocín portugués fidalgo,cuyo pelo es un erizopor ser fruto de castaño ..,

He llamado «hipócrita» a la manzan-ª., recordando la lite­ratura escrituraria (¡las manzanas de Sodomal); que suelenlas manzanaUM;lLp-odridas por dentro y arrebolad~~ como los hipócritas. O bien porque la manzana esblanca por dentro -en lo que nbs engaña- y encendida por

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fuera, mien~ras_q1.Je,al contrario, los hipócritas se m~tranblancos por fuera y-p-PI-de.IJJt.O_aroenen LojasJlamas. Discú­t'añIOlos curiosos, que a la poesía no siempre convieneninterpretaciones demasiado precisas y, en ambos casos, micalificación de la manzana parece salir airosa.

Esta teoría de frutas, una vez presentada, como que segraba en ~a mente. El mismo Lope, en Los pastores de] acinto, se le acerca en este pasaje:

La avellana coronadadentro en su cáscarahojosa,y la castaña sabrosade su tierno erizo armada;verde melón o amarillo;la serba de heno cubierta;la dulce granada abierta,con el pálido membrillo...

¿Y quién no sabe que, en la imagen de la Edad de Oro,cuando todo era candor y ni siquiera se había inventado la

agricultura, porque la tierra sustentaba generosamente alIashumanos, éstos se nutrían de bellotas, bajo el anchuriosopabellón de aquellas encinas prehistóricas? Y quien nb losepa, lea el discurso de Don Quijote a los cabreros. {/

Pero lo que más me han discutido, hasta-Eidiéndome Quecorrigiera esta estrofa -en gue nunca quise darles ~o-, esla construcción de las frases. Unos creen, sencillamente, 9!!-eme equiYcLqu.é,y-..sin percatarme, metí la encina en el zurrón,juma con la démás fruta, en vezde meter allí «el tributo de laencina», o sea, la bellota. Otros me defienden as~g!!@!!do~.9, simplemente, a!:.rebatadoQor mi.aficióJJ...a la tran~po­siciól]. Q__hip.ér.baton. e~~geré un poco y construí de estemodo:

El erizo es zurrón de la castaña(del membrillo)

y de la manzanay

el tributo de la encina;

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Sino que, para desesperación de mis amigos y mis enemi­gos, en este último miembro «enrevesé» la sintaxis y escribí:'-

la manzanade y

de la encina el tributo.

Quiénes me aconsejan que, en vez de poner «el tributo»,deje una coma después de «dorado», y ponga luego «deltributo». Con lo que la encina pasará a ser sinécdoque(mención del todo por la parte, del árbol por su fruto), X «deltributo» pasará a ser la reiteración Que desenvuelve el sen­tido Qarticular de aquella sinécdoque: «y de la encina

'( quiero decir), del tributo». Y es verdad que esto nos hubieraahorrado mucha tinta; pero yo no lo hice así. Los másrespetuosos, aceptando también el que yo haya usado unasinécdoque, me aconsejan que no toque las palabras, sinosencillamente ponga dos puntos en lugar de coma despuésde «dorado», y con eso se entiende que «el tributo» es reitera­ción que explica el sentido de la sinécdoque. En todo casodejé aquí la coma en vez de los dos puntos, porque la comatambién admite esta exégesis, y para que todos sigan dispu­tando.!

Pues yo callo, dejo hablar a la gente. Ladren los gozques.¡Metan mano a los sillares, señores míos, que yo me quedocon la cantera! Por eso, contra el escándalo del mundilloliterario de Madrid ante mi poema, me divertí en escribir esfesoneto:

Pisó las calles de Madrid el fieromonóculo,2 galán de Galatea,y, cual suele tejer bárbara aldeasoga de gozques contra el forastero,

rígido un bachiller, otro severo,crítica turba al fin, si no pigmea,

I Véase el apéndice: «La estrofa reacia del Polifemo.,.2 De un ojo: Cíclope.

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34 FÁBULA DE POLlFEMO y GALATEA

su diente afila y su veneno empleaen el disforme Cíclope cabrero.

A pesar del lucero de su frente,le hacen oscuro, y él, en dos razonesque en dos truenos libró de su Occidente,'

-:..Si quieren -respondió- los pedantonesluz nueva en hemisferio diferente,den su memorial4 a mis calzones.-

, El Poniente de su persona.• Presenten su solicitud.

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XII

CERA Y cáñamo unió-que no debiera­cien cañas, cuyo bárbaro ruido,de más ecos que unió cáñamo y ceraalbogues, duramente es repetido. ((cw/vLa selva se confunde, el mar se altera,rompe Tritón su caracol torcido,sordo huye el bajel a vela y remo:¡tal la música es de Polifemo!

y A HEMOS conocido el escenario natural, el paisaje, la gruta ohabitación de ~mo, su condición de gigante y cíclope,los rasgos de ~u fisonomía y ~resencia, ~us hábitos depastor y de cazador, sus cuidados de ~~ano y «~~..o~ector»aerruta. V~eámoslo ahora como músico.

Por fperza, el gigantismo de Polifemo, que ya vimosreflejado en todas las cosas de su desmesurado existir, h-éUJereflejarse también en el instrumento que tañe y en la man~rade su música .

~Uns.t.rum.enl.D: el albogue o dulzaina_d~Poli­femo, siguiendo la tradición clásica, ha de estar hecho nadamenos que por cien cañas, unidas en mala hora por la cera yel cáñamQ, que el estruendo Que de aquÍ resul,ta_elLespantoso:más ~e cien ecos le responden.

Cuanto a la música, que juzgamos por sus efectos, cOI!si.:dérese que confunde y sobresalta a la selva entera, agita yrevuelve los mares; y Tritón rompe -celoso y desesperadO=­su ya inútil trompa marina, el torcido caracol con que haceel clamoreo de las olas. Considérese que, sólo de oír estamúsica bárbara, cuanto bajel se acerca por aquellas encanta­das costas huye a todo trap~o,a todo remo, o ensordecido porla música, o sordo porque procura huir sigilosamente antesde que descubra su llegada el monstruoso músico. (Que a míno me parece mal -muy al contrario- elque mis versos se

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reflejen, como entre varios espejos, en dos o tres avenidas deconceptos, cual si no pudieran acabar de decir todo lo quequieren.) ¡Tal-es la horrísona música de Polifemol

CQ.oJ.Q.Que..damQStérmino a la pintura del Cíclope, y sólonos falta averiguar sus amores y dequi~~sta_ba enamoradO.

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XIII

NINFA, de Doris hija la más bella,adora, que vio el reino de la espuma.Galatea es su nombre, y dulce en ellael terno Venus de sus Gracias suma.Son una y otra luminosa estrellalucientes ojos de su blanca pluma:si TOcade cn'stal no es de Neptuno,pavón de Venus es, cisne de funo.

CONla aspereza, la monstruosidad, la lobreguez de Polifemo,contrastan la armonía, la blancura, 1;;!j}.fLIJJ.osurade Gala­tea, la Ninfa a quien el Cíclope ama, aunque sin ser corres­pondido.

Galatea es la más bella entre las hijas de Doris, la másbella gue vio el mar, el reino de la espuma (porcióñ""que«>cóa Neptuno cuando el Universo se repartió entre los treshermanos mayores de la generación olímpica: Júpiter, Nep­tuno y Plutón).

Aunque Galatea frecuenta la tierra, vi~en las ag!-!as; suRadre es Nereo, ella es Nereida" -

No pude encontrar para Galatea mejor ponderación queel decir: en ella ha sumado Venus, la diosa de los amores, eltemo de sus Gracias (o sean, con Hesíodo, Aglaya, Eufrósiney Talía, aunque otros las llaman de otro modo): las tresdeidades florales, res'plandecientes y festivas que rondan ~ntq,.rnº-a_V~nus_(:omo si fueran el desp]kgue..girator-io.deJ9sencantos femeninos.

y aquí, como eIl!!IDagadCLpor la belleza de Galatea, ~entre~o a descomponer y recomponer 20r mi cuenta elexamen de sus atractIT-Q_5.en enlaces y cruces, en nuevassíntesis metafóricas, tránsitos Qhlic.uourHJe las.lmágenes...yl~mitos; de suerte que, aunque opero con obietos de latradición ID1Í.5.rancia,los rejuvenezco 'l1inY.ertir sus relacio­ne~ c~E.laciéndome en entrechocarlos.

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Todos han comEarado los ojos con las estr~llas, peroyo, al revés, declaro que una .y. otra estr~lla (las dos estre­llas de Galatea, e ['una e ['aUra stella, como dice Petrarcaen su Cancionero) son lucientes ojos ... ¡de su blanca plu-mal '

'--SU blanco cuerpo se me ha vuelto de plumas, y las Elumasde los ojos me llevan, derechamente, a los ojos de la RlumaQ..elpavo o pavón. Como el pavón es el ave de la diosaJuno -reina del Olimpo clásico, diosa máxima-, ya v.ro, enmi mente,~cy-se a Juno. que viene a competir con Venuspara apadrinar los encantos de Galatea.

Todavía me dete.ngo un instante (la roca, base del salto) enextremar nuevamente la irresistible blancura de la Ninfa:­

c.Q!!!.parándolacon una cristaITña roca del palacio de Nep­tun~, el dios marítimo, y luego me lanzo decididamente a la~cia de mis nuevas conju~aciones memales.

¿Por qué roca de cristal? Mis colores son siempre sintéti­cos, estáticos, heráldicos: blanco, rojo, verde, dorado. Loblanco se me vuelve nieve o cristal a lo largo de este y otrospoemas. Doy por fin el salto, la gran zambullida metafó­rica ... IY aquí otra sorpresa!

Enredo atributos de Venus y atributos de Tuno, paraI!!ejor indicar que Galatea participa de ambos. Todos dije­ron «pavón de Juno», el pavón es el animal consagrado aesta diosa. Algunos pueden haber hablado del cisne deVenus, el cisne que tira de su carro, como las palomas y losgorriones. El cisne no es un atributo de Venus en estrictamitología (más bien lo asignaron los latinos a Apolo), perosí lo es hasta cierto punto, y hay por ahí alusiones y figuracio­nes en que Venus se acompaña del cisne. ?ues bien.~..oquiero mejor imaginar a la Ninfa como un pavon de Venus oun cisne de Juno: si esto es aquelIoJ si aquello es esto.VértigoJ. pero en corifusión calculada. Mis metáforas nQ..«vuelan sin orden», no «penden sin aseo». -Las mezclo~iendo bien lo que busco, Y alcanzo el efecto q~ mep~opongo.

Así la musa popular, en la conocida copla de la desespe-ración amorosa:

Soñé que el hielo abrasaba,soñé que la nieve ardía ...

¿Estrellas que son ojos? ¿Ojos que alumbran un bulto deblanca pluma? ¿Pavón, entonces? ¡Ah, pero pavón de Venus!¿El cisne evocado por Venus y por la candidez de la Ninfa?¡Ah, pues que sea cisne de Juno, ya que el pavón ha pedidoque se la nombre!

y me disculpo si alcé un poco la voz, que de otra suerte nome hubiera explicado.

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XIV

PURPÚREAS rosas sobre Galatea

-=la Á1~ eñtTeliñOs cándidos deshoja;duda el Amor cuál más su color sea

o púrpura -nevada, o 'ñZeVe roia ..De su frente la perla es, éi[~ Vt1..Vr.~

émula vana. El ciego dio~oja ) W~icl.oy, condenando su esplendor, la dejapender en oro al nácar de su oreja.

ELBLANCOY el roio de Galatea siguen volteando como.-!J.ledamsada, y se mantiene así el enlace de imágenes que viene dela-eillofa anterior. Fundo y confundo, por no perder un solorasgo del cuadro.

Si el alba, entre los cándidOLlirios -que bien puedenadornar el casto pecho de Juno- deshoja sobre la Ninfa sus~sas purpúreas -que bien evocan los ardores de Venus-, lamisma embriaguez, la misma duda se mantiene: El Amor, alcontemplar a Galatea~~sabe ya si es Qúrpura nevada o esnieve roja. Y en este pasaje, «púrpura» es, inequívocamente,el color rojo o encarnado, y no, como pudo convenir a laestrofa 1, todo color llevado al extremo.

En Eritrea, costa del mar Rojo, se pescan las perlas másf~mosas. Ca ¡:>erlaeritrea, vanidosa, quiere comRetiLcon laf~e de la-Ninfa. El ciego diQs,C~p-iqo, ~r, el hijo deV...J:nus,juzga la disputa, indignado ante la presunción del~rla q~así se enfrenta con Galatea, la favorita de sumadre. En su encono, da sentencia en contra, condena el~ ~-~lendor de la ~rla a col~r, a pender, como los aj.u.sticia-Q9..§....enla horca, a!-miqu de la oreia de Gal~!.ea, engarzada [email protected] en zarcillo de ,Q!'o.Como está la perla en sunácar, así va colgada en pendiente a la oreja de Galatea. Laimagen poética cabalga en el concepto jurídico, o al revés.

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XV

( ENVIDIAde las Ninfas y cuidado(~ ' de cuantas honra el mar deidades era;

~ pompa del marinero niño alado .\que sin fanal conduce su venera.

[Verde el cabello, el pecho no escamado,

-;,_ ronco sí, escucha a Glauco la riberainducir a pisar la bella ingrata,en carro de cristal, campos de plata.

SISOYafecto a ensartar en el hilo del «fraseo» varias octavas de

sentido continuo -como se verá más adelante-, !ampocome detengo ante la Qosibilidad de hacer tránsitos, pasando,

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dentro de la misma octava, de un tema a oJIp: I;,os cuatro ¡-primeros ~rsos s!~p~and9...!~~~.lllatea. ,

~.nJQ~QJ.atroúltimos comienzª el brE'vE'ciE'sfile..deJo~galanestl-que penan Eor su amor, y Glauco el primero. {

Qe una Qarte a otra va la relación de causa a efecto, yaunde lo general a lo particular, pues digQ que la Ninfa esdesvelo o cuidado de todos los dioses marítimos, y luegohablo de uno en eSQeciaI.de Glauco. Hay también, entre losdos fragmentos de la estrofa, una relación de simetría esté­tica: si el marinero niño alado' (Cupido) ~a conduciendo~e..nera sQQre_las aguas, el dios marítimo, Glauco, Pilsatambién sobre las 'agy-~ los campos de plata, en su carroacuático de cristal, convidando a Gala tea a que le acompañe,como detiene un caballero su carroza para ofrecer el trans­porte a una dama que va por la calle.

Si, como lo dejo dicho en la estrofa XIII, Galatea es la máspeiG de las Nereidas, es propio que la envidiaran todas las,~as -de que ella misma se quejaba a su madre, segúnLuciano, un autor de la decadencia griega-, y es naturalque trajera medio locos a los dioses marinos, a los vecinos desu morada. Como que era orgullo y pompa del propio Cupido.

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y hago marinero' a Cupido Rara decir que es el amorgerramado por el reino marítimo. Al cual pongo a navegaren una concha -verdadero cuadro alegóriCoque está pidiendo

16spinceles-, y.le doy alas, como los clásicos, para que andeen busca de la miel de una parte a otra como abeja y comocolibrí, y también porque es voltario y mudable. Ciego,conduce su nave al lino, sin el fanal o farol con que laCapitana guía a las demás galeras; y así se desliza subrepticioe inesperado. ~a venera es nave de Venus, madre del Amor, yen una venera llegó a Chipre, una de sus primeras mostracio­nes míticas. Y la concha acarrea otros simbolismos eróticos

de que saben los entendidos, lo que explica ciertas represen­taciones artísticas antiguas y modernas.l

Glauco, dios acuático, tiene el cabello verde, a modo de las

9-lgas del mar e~ varios p-oetas latinos. Es, por su mismanaturaleza, híbrido de hombre y de Qg, contraste que se daen la cintura. Pero aunque tiene la voz ronca, como cuadra alos rumores marítimos, sJ.!.pechohumano no es re¡:rngnante,carece de escamas; su condición pisciforme sólo se deja ver enla cola. ':

y no quiero agraviar a nadie contando aquí la fábulaentera de este Glauco, que sería curioso, pero no pertinente.

1 Recuérdense la négresse, de Mallarmé, y Les coquillages. de Verlaine.

XVI

~1NQ.j~n, las cerúleas sienesdel más tierno coral ciñe Palemo,rico de cuantos la agua engendra bienesdel Faro odioso al Promontorio extremo;mas en la gracia igual, si en los desdenesperdonado algo más que Polilemo,de la que aún no le oyó y, calzada plumas,tantas flores pisó como él espumas.

HE AQuf que se acerca Palemo, otro dios marítimo, enamo­rado también de Galatea. Éste, aunque menos desdeñadoque Polifemo, sin duda por joven y hermoso, tampocoalcanza mayor gracia a favor junto a Galatea.

Creen algunos que quise decir «gracia» por «hermosura»,y que pinté, pues, a Palemo tan feo o desagraciado como elCíclope. A mí me place que me entiendan de varios modos, yyo acáso he pensado a la vez en esto y en aquello. Lo im:e.0r­tante es hacer ver que tampoco Palemo gana la men:ed deGalateª=.. P~ta, no bien le ve acercarse por las aguas, yvelozmente, «calzada plumas» (alas en los talones), ~cha acorrer por el Rrado, de suerte que «tantas flores pisó comoél espumas», corrió tanto por tierra como él adelantó poragua. De aquí sacaré para la siguiente estrofa otro nuevoefectQ.....-

Palemo usa por atavío una corona de coral tierno o sub­marino (no endurecido al aire), y tiene las sienes cerúleas,otro Eelaie d~ las deidades acuáticas. Prefiero también callarsu fábula, que recargaría mi poema. Baste saber que era ricoen cuantos bienes engendra el reino de las aguas de una a otrapunta siciliana: desde el odioso Faro de Mesina, donde lasmonstruosas Escila y Car.ihdis -escollos, sumideros y remo­linos personificados por la mitología- tiende..n a los nave­gantes sus asechanzas mortales (pregunten a Ulises) hasta

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44 FÁBULA DE POLlFEMOY GALATEA

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~l promontorio Lilibeo, al otro extrem9· De suerte quesus riquezas se extienden del Mar Tirreno al Mar Afri­cano, marcos para el teatro de mi acción, fijados ya en la oc­tava IV.

XVII

HuYE la Ninfa bella, y el marinoamante nadador,1 ser hzen quisiera-ya que no áspid a su pie divino­dorado pomo a su veloz carrew.Mas ¿cuál diente mortal, cuál metillinola fuga suspender p-odrá ligeíaque el desdén solicita? ¡Oh, cuánto yerradelfín que sigue en agua corza en tierra!

HUYE, pues, la Ninfa, tierra adentro, mientras ~alemo -elmarino amante nadador-viene en p-os de ella mar afuera.Pero ¿cómo había de darle alcance? ¿Cómo "tí;de cobrar a.;:u}acorza que huye -p-or tierra un delfíl} que sólo puede~rseguirla por mar? Que tal el ~o, cOmo un delfín, ytal Galatea, como una corza~

En sus ansias por atraparla, el pobre Palemo no quiaeraser (pues ama a la Ninfa) e.!Jispid cuya mordedura ~ó lamuerte a Eurídice (esposa de Orfeo), y]Qgró, aunque a costade su vida, parar la fuga, cuando ella escapaba por el soto,acosada por Aristeo. Pero bien q~a ser Palemo UJ!9 deaquellos tres «dorados pomos» (manzanas de oro) que Afro­dTta<rioarpretendiente Hipomenes y que éste arrojó sucesi­vamente a los pies de Atalanta, logrando así que ella sedistrajera tres veces para recogerlos, cuando ya le ibaganando la competencia, lo cual-según el trato- equivalíaal derecho de negar su mano al vencido. Pero, oh Palemo, teesforzabas en vano, pues ¿quiér1jtletendrá, ni oro, ni dientevenenoso, a la que se aleja de ti llevada de su malquerencia odesdén? Donde aIIlQJ fillta, los medios fallaD.

1 Hay que separar con una coma, contra la costumbre, el sujeto delverbo; pues, de lo contrario, en vez de entenderse bien que el compuesto«marino-amante-nadadol"» bien quisiera ser esto o lo otro, podría enten­derse que «el marino bien quisiera ser amante nadador,..

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46 FÁBULA DE POLIFEMO y GALATEA

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También Hesperie, huyendo del troyano Esaco, fueherida del áspid. Escoge tú el caso que te plazca. En ambosqueda el «diente mortal» como lazo que ata la carrera.

En nuestra lengua, canta a Eurídice don Juan de Jáure­gui, autor del Orfeo; y habla de la cazadora Atalanta donDiego de Mendoza, entre otros.

XVIII

SICILlA, en cuanto oculta, en cuanto ofrececopa es de Baca, huerto de Pomona:tanto de frutas ésta la enriquececuanto aquél de racimos la corona.En carro que estival trillo parece,a sus campañas Ceres no perdona,de cuyas siempre fértiles espigaslas provincias de Europa son hormigas .

HAGAMOS una leve pausa. Las figuras de los enamorados hanconcentrado nuestra atención. Echemos una mirada entorno, volvamos al mundo que nos rodea. Acordémonos queestamos pisando el suelo de Sicilia. Deje~os a los dioses. ylos hombres de esta tierra ¿no se desviven también por mere­cer el amor. de la hermosa Ninfa? Veremos, en la octavasiguiente, que Galatea tampoco es ajena al amor de loscampesinos sicilianos. Por ahora, sea Sicilia, sea el campo.

Respiremos; sopla un vientecillo ligero. Ésta es S)cilia, laSicania que dijeron ayer, cantada por tantos poetas, tierrapor cierto privilegiada; por cuanto esconde en sus entrañases copa del dios Baca, que la corona o la viste con susracimos, ya sea el «coronar» por llenar y rebosar la taza, ya el«coronar» la taza, en efecto, con guirnaldas, como en lasantiguas ceremonias gentiles. Y por cuanto Sicilia ofrece enla sobrehaz del suelo, la diosa Pomona puebla de fruta sushuertos. Ceres, la diosa cereal, no da paz a sus surco"S,Oo los«perdona» y, quebrándolos sÍn cesar, recorre sus camp-añasen su carro, como en portentoso trillo esti val de las cosechas.(No en el trillo erates u occa, rastrillo otoñal de las siembras.)Tantas mieses da ese campo gue..&~jgas, siempre fértiles,proveen todos los graneros de E1!IQpa, cuyas provinciasacuden allá a cargar los haces de trigo como otras tantashormigas.

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A PALES su viciosa cumbre debe'{Q que a Ceres, y aun más, su vega llana;pues si en la una granos de oro llueve,cQQosnieva en la otra mil dLlana.De cuantos sie.e:anoro, esquilan nieve,o el:!.pipas guardan la exprimida grana,bien sea religión, bien amor sea,deidad aunque sin temillo es Galatea.

PEROsi la vega, los llanos de Sicilia, tanto deben a Ceres, demodo que l?lk!ia"baja abunda en (vino, fruta y) trigo,1ª-.c¿umbre tupida, lujuriante (<<viciosa»),debe otro tanto y_auñmás a Pales.-diosa de las ganaderías. Pues si en las llanurascae la lluvia de granos de oro, en las alturas caen a millareslos copos de nieve, que tales parecen lo~llones de lasovejas. La metáfora guarda coherencia, pues en los llanos lalluvia es lo más frecuente, yen los montes lo es la nevada.

La mención de las espigas convierte nuestra mirada a lossegadores (los que siegan oro); la lana, a los pastores (los queesquilman o trasquilan ovejas); y las vid~ de la región hacenpensar en los viñadores que llenan de vino sus toneles opipas, ~rimiendo los racimos color de grana.

Pues bien -ya esto queríamos llegar-, de cuantos sega­dores, pastores yviñadores hay en Sicilia, Galatea es adoradacomo una deidad, ya sea religión o amor, aunque no constaque se le haya erigido templo alguno. (O apenas queda unareferencia en Luciano, pero es una historia fantástica que él,por ironía, llamó Verdadera historia, IY el supuesto templose alza en una isla de queso!)

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XX

SIN aras, no: que fl.lmargen donde f2aradel espumoso mar su pie ligero~brador de sus primicias ara,de sus esquilTi-ws es aLganaderQ;de la coPia a la tierra, poco avara,eLcJJ.Ji.ll1!Lvierteel hortelallo, entero,sobre la mimbre que tejió, prolijasi artificiosa no, su honesta hija.

COMOsalvando un vallado paso de una estrofa a la siguiente.¿Qiie que Galatea care.c.e_de_tempIQ?¡Ahd~ero no de araslPor dondequiera gue salga del mar a la elaya, dondequiera~sa, a~Ries como frente a un altar, allí rpi~mo lerjnden todos sus ofrendas.; el labrador le trae las Qrimici-ª.sdesus cosechas, como se acostumbraba en los ritos. Elg~erole cede los esquilmos de sus ovejas (leche, queso Y I!!anteca);el hortelanQJ~brinda, volcándola para ella sobre la tierra, lariqueza entera de su poco avara cornucopia, la genero;~abundancia de sus frutos, acarreados sobre la cesta o azafatede mimbres q~u honesta y hacendosa hija tejió con_aplica­c:;iónaungue sin artificio, al cabo como objeto de la industriacasera.

Nótese que me acerco a la tmesis de los antiguos retóricas,pero sin caer en la extravagancia, impropia de nuestra len­gua, aunque la hayan usado a veces los latinos. Ellos, Rortmesis, partían en dos una palabra incrust.aodQeJJ.megio uninci~ (si$;.ffipre,eso sí, que la palabra pudiera desartkularseen dos miembros simRles con relativa facilidad). Yo atenúola figura: no llego a decir que el hortelano vierte «la cornu-entera de la-coPia», sino que, con más discreción, dis­tingo los dos elementos del compuesto y digo: «el cuernoentero de la (poco avara) copia». Amigo soy de la~pjt..u.<::tasin táctica, es cierto; pero hay método en mi locura. Nunca

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suelto la rienda, ni se me podrá achacar aquello de mi ro­mance:

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50 FÁBULA DE POLIFEMO y GALA·TEA

¡Barquero. barquero.que se llevan las aguas los remos!

XXI

ARDE la juventud, y los aradospeinan las tierras que surca;on antes,mal conducidos, cuando no arrastradosde tardos bueyes cual su dueño errantes;sin pastor que los silbe, los ganadoslos crujidos ignoran resonantesde las hondas, si en vez del pastor pobreel Céfiro no silba, o cruje el robre.

TRAS la adoración religiosa, m~éstrase ahora a nuestros ojosel efecto del amoroso desvarío Que inspira la ninfa GalaJea.La juventud vive como en llamas. Pero el amor no sóLocausaardimiento, sino descuido de las ordinarias faenas. Por locual dijo Garcilaso de su pastor, tan enamorado como losdevotos de Galatea:

Las ya desamparadas vacas míasen otro tanto tiempo no gustaronlas verdes yerbas ni las aguas frías.

y yo, a mi vez, digo: ~os bueyes, tardos y vagabundoscomo sus dueños -que apenas se cuidan de conducirlos-,arrastran ahora el aradQ, Reinando negligentemente las tie­~ras q~ antes s~aban a fondo. Por su parte, los humildes~ se Qlvidan de silbar al ganado cuando se derrama, Q..

de regido debidamente atajando con el estallido y. piedra del~ a los animales g~Rartan del hato. No se oyenmás silbas Que los del Céfiro, ni más cnl,j~jou:lelroble mecido p..Qf_c_Lviento:«Redil las ondas y pastor el,viento», he dicho en mi Soledad segunda (v. n~ 311).

No entremos en minucias de agricultura, sobre cuántasveces y cómo ha de romperse la tierra. La imagen del des­cuido basta al propósito. Así, «al sobrepeino., según nuestra

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frase vulgar, se hace, por salir del paso, aquello en que no sepone la menor diligencia.

La habitual pobreza de los pastores (~el pastor pobre») eslugar común; pero en la estrofa XLIX opondré el caso dePolifemo, quien va a decimos de sí mismo: «Pastor soy, mastan rico de ganados ...»

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52 FÁBULA DE POLIFEMO y GALA TEA

XXII

MUDO Lanoche eL can, eL día dormido,de cerro en cerro y sombra en sombra yace;baLa eLganado; aL mísero baLido,nocturno eL Lobo de Lassombras nace:cébase-y fiero deja humedecido----~gre de una L<!-queLaotra_pace.¡Revoca, Amor, LossiLbos, o a su dueñoeLsiLencio deL can siga, y eL sueño!

TRASCIENDE a los animales domésticos la enajenación de susamos. El perro ganade{o, al revés de lo que conviene alguardián:--enrrllidece durante la noche, distrayéndose decerro en cerro, olvidado de avisar los peligros, y duerme a lolargo del clli1, tendiéndose de -sombra en sombra. Al anoche­gr, atraído desde su nocturno escondite P--2! los míserosbalidos de las ovejas, el lobo se a~~rca, se ceba en sus indefen­sas víctimas, humedea; en sangre de la una la yerba donde

~cía la otra ... IOh, Amor, revoca (devuelve)l al pastor losacostumbrados si!Q9s con que solía cuidar sus hatos, resti­tuye al rebaño la eficacia y el oficio de su pastor, o de locontrario, que el silencio y la modorra del ya inservible cansigan acompañando el descuido de su amo!

1 Revocar: Volver a llamar. Segunda acepción, que registra comodesusada el Diccionario de la Academia. Dice un comentarista del si­glo XVII que este «revocar,. ha sido el enigma de la Esfinge.

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XXIII

LA FUGITIVA Ninfa en tanto, dondehurta un laurel su tronco al Sol ardiente,tantos jazmines cuanta yerba escondela nieve de sus miembros da a una fuente.Dulce se queja, dulce le respondeun ruiseñor a otro, y dulcementeal sueño da sus ojos la armonía,por no abrasar con tres soles el día.

y MIENTRAS tales calamidades acontecen por causa del amorque inspira la huidiza ~ea, ésta, desenfadadamente,12uscala sombra~de_un.laJl.Lel,que con su propia frondosidaddefiende su tronco de los rayos solares (es el mediodía); s~recuesta junto a una fuente -se da, se ofrece a la contempla­ción de la fuente-, y el1recho de la y-erbaque oculta o cubrela nieve de su cuerpo,es como ~n manto de jazmines. O, si seprefiere, da a la fuente y deja reflejarse en ella un blancobulto de jazmines, a cambio de las yerbas que ha ocultado sucuerpo.

La hora es ¡:lliicida.Los dulces quejidos de los ruiseñores-estas aves de tanta hGtOria- parecen responderse entre sí.y la armonía del canto arrulla a Galatea y la adormece. Perosería contrario a la armonía, al equilibrio de las cosas e~lsentido más general, que el día se abrasase con.tres.soles: e!del cielo..Y,además, los dos ojos de Galatea. La Ninfa, pues,cierra los ojos. ~

El responderse dulcemente las quejas de los ruiseñores sehallará en Garcilaso:

La blanca Filomela,casi como doliday a compasión movida,dulcemente responde al son moroso.

Égl. l~

(Filomela es, en la mitología, el ruiseñor.)¿Se han advertido los brincos nerviosos en que me com­

plazco? «... en tanto, donde ... tantos ... cuanta.» Y en laestrofa siguiente: «latiendo, cuando» y «Occidente, viendo,blando».

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XXIV

SALAMANDRAdel Sol, vestido estrellas,latiendo el Can deLéielo estaJ!fl,cuando-polvo el cabello, húmidas centellas,si no ardientes aljófares sudando­llegó Acis, y de ambas luces bellasdulce Occidente viendo al sueño blando,

.g.t boca dio-y ~jos-~uanto_p_tYio,al sonoro cristal-al cristal mudo.

Es ELestío. EI~ol ha entrado en la constelación del CanMatar que, como la salamandra fabulosa, puede vivir en sufuego sin consumirse yse muestra revestido de un puñado deestrellas -las que componen este signo celeste- o bien (poracusativo griego, como suelen llamarlo), «vestido estrellas».Aunque no es necesario ir tan lejos, porque ya los italianosdicen, en sus canciones bien conocidas: L'Aurora vien'bianco vestita. El C.iln, ya visto como animal mítico, estálatiendo (¿ladrando, palpitando?). al Sol y al calor.

~uí se E!esenta Acis. Ha corrido mucho por el campo,~tá cansado y sediento. Trae polvo en los cabellos y le_goteael2lli!Qr, «húmedas centellas» o «ardiente aljófar»: el sudorcálido del clima extremado o del ejercicio, no el «sudor frío»que solemos decir del miedo u otra pasión del ánimo.

Galatea sigue dormida: si sus ojos son soles, «lucesbellas», s~ soles están tramontados, han traspu~~elOccidente del blando sueño",

Repartido Acis entre la deslumbradora Qresencia dela Ninfa desn uda y la sed ~sadora q~e lo ha traído hasta lafuen~-, sacia a sahQr (<<cuantopudo») ~us dos apetitos: mien­tras da su boca al sonoro cristal del agua, da sus ojos al cristalmudo, q!le esto parece.seul cuerpo de Galatea. Y por eso, enla estancia XL V diré de sus brazos enlazados a Acis que son«pámpanos cristalinos».

Pero ¿quién es Acis? Ahora vamos a saber lo.56

xxvERAAcis un venablo de CUQido,dL-U.7:LEaul1Q=medio ¡u;;;;,bre-:medio fiera­en Simetis, hermosa Ninfa, habido,gloria del mar, honor de su ribera.El bello imán, el ídolo dormido,que acero sigue, idólatra venera,rico de cuanto el huerto ofrece pobre,rinden las vacas y fomenta el robre.

LASÚBITAaparición de Acis trae consigo cierto sobresal to. Ya~ina que nos acercamos al punto sensible de la fábula.¡Tanto quisiera decir de él! Lo diré, pues, atropelladamente,yendo y viniendo, echándome fuera de las normas, sin másorden que aquel a que obligan las consonantes. Así se enten­derá mejor -¡ojalá lo entiendanl- e.Ltrastorno que suªparición provoca en el cuadro. bien pude. conforme a lasreglas, declinar punto por punto sus' generales: su naci­miento y f<!!!!ilia,su calidad (alcurnia), sus partes (las pren­das de su persona), su estado (su hacienda y posiciónsocial)-que en esta correcta sucesión las enumera el mexi­cano Alarcón al comienzo de su comedia famosa Las paredesoyen-, y, en fin, hablar de su amoroso cuidado. Pero quisesalir con mi argumento en tumulto: empiezo por sus preñ­das, paso a su fámilia y ~u mito, aludo a la súbita pasión quesiente por l'LNinla, y acabo nombrando sus medios de man­tenimiento.

Ante todo, era el galán propia criatura del amor, propio«venablo de Cupido», más contundente que una flecha. Sincontar con que Acis, como cazador, sería un valiente venablocomo se dice «valiente lanza», pero venablo de amor por lafascinación que ejercía en el corazón de las mujeres.! HijoJ • I

1 Al fin, en Píramo quiso/encarnar Cupido un chuzo,/el mejor de suarmería/con la herramienta al uso. GÓNGORA: Fábula de Píramo y Tisbe.año 1618. vv. 121-124.

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fue de un Fauno caprípedo y de la hermosa Ninfa SimetisJque tanto honraba al mar como a su ribera. Se han pregun­tado mis amigos si este verso cuarto, «gloria del mar, honorde su ribera», lo digo por Acis o por Simetis. Bien se entiendeque en Acis, mientras no acontece la metamorfosis final,domina la naturaleza terrestre de su padre y vive de las cosasdel campo; además, es un doncel demasiado joven todavíapara que se le atribuyan tanto honor y gloria. Su madre, encambio, hª-.!kgaao ya a la edad de merecer semejañteS pon­deraciones 't, además, es Ninfa acuática, hija del río Simetio,a quien corresponde alguna veneración y que tiene tratoscon el mar.

El mancebo se siente al instante atraído por la Ninfa comoel a"Ceropor el imán, y ya la adora como el creyente adora a suídolo. Gala tea es bello imán, ídolo dormido; Acis, dócilill!.,o, idólatra. Muchas veces me inspiró Claudia~o, y acasoaquí pasó por mi mente el idilio (Magnes) en que él describeun santuario donde la estatua de Venus, hecha en piedramagnética, atrae contra su pecho y suspende en el aire laestatua metálica del dios de la guerra. Y dejémonos de averi­guar si quise jugar con los vocablos Acis y acus (aguja) .

Acis, a diferencia de Polifemo, no es muy rico: susbi~ -lo que puede ofrecer a su ídolo- ser.ed!lc~n a losproductos de un pobre huerto, la leche, mantequilla y quesode sus vacas, l~anales ~ se 01añ en s1!.srobles. Y comoahora vaya describir estos presentes. ¿te explicas ahm:a elaparente desorden de mi estrofa? No quise, antes, descubrirteel secreto.

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58 F,\BULA DE POLIFEMO y GALA TEA

XXVI

EL CELESTIAL humor recién cuajadoque la almendra guardó entre verde y seca,en blanca mimbre se lo puso al lado,y un copo, en verdes juncos, de manteca;en breve corcho, pero bien labrado,un rubio hijo de una encina huecadulcísimo panal, a cuya cerasu néctar vinculó la Primavera.

LAS ofrendas del idólatra a su ídolo serán de f~ta, leche ymiel. L~lmendra mediada, entre verde y seca, allo'za oalmendruco, da ese humor que cuaja en almendrada, golo­sina de las mujeres. «EñDlanca mimbre se lo puso al Íado»; ytambién un copo de manteca, una porción, un grumo, atadoe.nJ!nos verdes juncos, para evitar que se derrita, como enA-JJ.datucíase envuelven los requesones en hojas de palmito.Y, además, en un breve y biffifi'6i<ldo corcho, corteza dealcornoque, uno ae esos gustosos y rubios eanales q).lJ:jasabejas fabrican--erlloshuecos (lelas encinas, y cuya cerarecoge el néctar de las flores primaverales.

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XXVII

CALUROSO,al arroyo de las manos,y con ellas, las ondas a su frente,entre dos mirtos que, de espuma canos,dos verdes garzas son de la corriente.Vagas cortinas de volantes vanoscorrió Favonio lisonjeramentea la de viento cuando no sea, camade frescas sombras, de menuda grama.

CUMPLIDAla ofrenda, Acis, acalorizado, se lava en el arroyomanos y frente, entre-dos mirtos salpicados de bl~ncaespuma que parecen ser dos verdes garzas. ~os mirtos,ami­gas de las riberas, se ven inclinados sobre las márgenes y allítambién suelen cazarse las garzas. Los mirtos están consagt:;<!9sa Venus, y su presencia acentúa las insinuaciones amo­rosas del poema .

Favonio, el céfiro, la brisa, con suave soplo, remecióentonces las vagas frondas -remeao-ae-tOS-volantes queflotan al ai;; en las t~e las mujeres- como se correñ ¡;'s~ortmas deuna cama. La cama en que Galatea reposa, si noes una «cama de viento» como las que hoy se usan,llo es defresca sombra y menuda grama .

I «Cuna de viento. La cuna que se pone sin tocar el suelo, afianzada condos hierros, de suerte que, moviéndola un poco, dura el movimientoalgún liempo.-Lat.: cunae pensiles.,. Dice. de Autoridades.

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XXVIII

LANINFA,pues, la sonorosa f!lata_bullir sintió ~el arroyuelo apenas,~uando-a los verdes márgenes ingrata­sllgur se hizo de sus azucenas.I--J.Ey~ra... ma~ tan frío se de~aJ1¡.un ~.r perezoso PQ! SMLue:nas,9.Ee a la p'recisa luga, al presto vuelo,g~illos de nieve fue, plumas de hielo.

AL RUIDOque hace el ma!!.cebo al lavarse en el arrovuelo-sonorosa plata-, la Ninfa despertó y, levantándose al ins­tante, ffigrata a los verdes márgenes que fe ofrecieron reposo,2isoteó sus azucenas, como si las segara. (Y no se·hable deque segó o cercenó su imagen de azucenas, antes reflejada enla fuente, que es disparate; o de que se la llevó consigo y sehizo «seguir» de ella, que es galimatías y mala lectura de«segur» por «seguir».)

Quiere huir,"pero el miedo la paraliza, el frío le corre porlas venas, i!!!Qide la fuga con grillos de nie.Yey ataja el vuelocomo si las plumas (de las alas -por ponderación, «escapar»es «volar»-) s~_Y_Qlyi.eL<m.lúclo.Lo que se dice en vulgar:«se quedó helada».

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