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    Que (no) hacer?Apuntes para una crtica de los

    regmenes emancipatorios

    Miguel Mazzeo

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    No hay otros mundos pero estan en este.))

    Paul Elouard

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    Indice

    1. Prologo 1

    2. Introduccion 9

    3. Crtica a la conciencia ingenua 19

    4. El elefante existe 29

    5. Cambiar el Estado cambiando la sociedad? 43

    6. Socialismo en un solo barrio y radicalismo pasivo 53

    7. La alternativa estatal-nacional 69

    8. Lenin en el suburbio 79

    9. Sobre maquinas iluministas y antidialecticas 95

    10.Pensar la herramienta del campo popular 105

    11.Viejos debates, nuevos contextos 119

    12.Excursus 131

    Bibliografa 143

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    Prologo

    ((Sin Teora Revolucionaria, no hay revolucion.))

    V. I. Lenin

    ((Teorizar lo hecho.))

    Ernesto Che Guevara

    Este nuevo libro de Miguel Mazzeo (escritor que a pesar de su juven-tud ya podramos catalogar de prolfico) viene a sumarse a los serios(aunque no numerosos) intentos de aportar a la revitalizacion de la li-teratura poltica de izquierda en la Argentina. En este campo, la mayorparte de los trabajos se ubican en la variable ((historica)), intentando lareconstruccion de hechos, la revaloracion de protagonistas, el analisis deprocesos; en este sentido se han logrado aportes importantes, entre loscuales se cuentan algunos del propio Mazzeo. Otro camino muy transi-tado dentro de la ((literatura poltica)) muestra numerosos trabajos de

    origen y estructura periodsticas en formato libro, biografas ((no auto-rizadas)), etc., donde conviven desde investigaciones serias hasta simplesactos de oportunismo (comercial o poltico).

    La vertiente que me interesa senalar y que se corresponde con estelibro es la que ha volcado esfuerzos en indagar sobre problemas teori-cos y, en especial, acerca de conceptos que guiaron y guan el accionarde los militantes populares; aun de los que crean y creen que la frasedel Che que esta al comienzo de la pagina, acerca de teorizar desde la

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    2 1. Prologo

    practica, significa obviar toda indagacion teorica, en oposicion a la ante-

    rior. Creemos que es un error contraponerlas, ya que a nuestro entenderse articulan perfectamente: toda teora esta basada en la practica. ((Lamateria piensa)), asegura Lenin con razon.

    En la mencionada corriente indagatoria de conceptos se inscribe elpresente texto de Miguel. Y a diferencia de muchos intentos semejanteslo hace calando el bistur sin falsos pudores ni alevoso oportunismo, ubi-cado en la posicion del militante popular comprometido con la trans-formacion revolucionaria de la sociedad. Las cuestiones fundamentalestratadas en el texto son las que permanentemente nos han acuciado y

    acucian a los militantes de izquierda: el Estado, el poder, la organizacionpoltica; con el agregado de un tema al que no siempre (al menos en laArgentina) hemos atendido: la Nacion. El tratamiento esta solventadono solo por una indudable erudicion, sino, fundamentalmente, basadoen una practica en el seno de sectores sociales populares. Las preguntasenunciadas, las respuestas esbozadas, las propuestas explicitas o implci-tas, son las que, en el movimiento popular, se efectuan los militantes queademas de las tareas buscan sus fundamentos, sus objetivos, sus porquesy paraques. Esto es as, a pesar que Miguel enuncia con modestia que

    ((se trata simplemente de reflexion militante que pretende: por un ladoordenar y generalizar ideas surgidas al calor de las luchas populares re-cientes)). Creo que el resultado va mucho mas alla y sera una fuente deconsulta y debate indispensable.

    Ahora bien, estamos convencidos que prologar un libro no significanecesariamente prolongarlo. Es decir, ni explicarlo (no lo necesitan niel autor ni el lector) ni emitir opiniones acerca de los mismos temas,polemizando o aplaudiendo las afirmaciones o negaciones que emergendel texto. Pero s creemos pertinente opinar acerca de que significado

    tiene para el activismo la aparicion de ciertos textos y de este en par-ticular. (Cierto: para el activismo que piensa que el marxismo no es undogma, ni las fuentes son textos sagrados en los que apenas hay quetener capacidad o suerte en ubicar el versculo correcto para encontrarla respuesta acertada; en nuestro caso, somos ateos de todo dios). Porlo tanto, desde este punto tomamos distancia del cuerpo principal dellibro y nos limitaremos a senalar algunos aspectos de la relacion teora-militancia. Muy breves reflexiones, que solicitamos sean tomadas solo

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    como tales, acerca de dos temas considerados esenciales y que tuvieron

    y tienen que ver con la actividad practica.Algunos de los que provenimos de antiguas militancias solemos afir-mar que la derrota de los setenta no fue estrictamente por desconoci-miento teorico o por mala aplicacion de verdades reveladas. En todapelea hay, al menos, dos contrincantes. La militancia popular milita pa-ra el cambio; la burguesa, claro, se opone con todas sus armas; y golpea,actua, opera, milita, legal e ilegalmente. Esos son detalles importantes,no hay duda, pero detalles. Fue as hace cien, cincuenta, treinta anosy lo es ahora. Pero este reconocimiento de que hubo una derrota, que

    siempre es por relacion de fuerzas o por como son utilizadas, no inva-lida que ya por entonces (los anos sesenta y setenta del siglo pasado),era posible verificar la necesidad de inventar (nosotros, los militantes)nuevas formulas de accionar, basadas en criterios o conceptos acerca delEstado y la organizacion poltica, nuestras mayores falencias teoricas,segun nuestra opinion.

    En la epoca senalada, prevaleca largamente una vision instrumen-talista del Estado y el diseno mas valorado era el efectuado por Leninen El Estado y la Revolucion; se soslayaba que el modelo tomado no

    era el Estado capitalista que las clases dominantes haban forjado enla Argentina, y sus formas de dominacion condicionados por las formasparticulares de la lucha de clases en el pas; mas aun, que ni siquieraen la Revolucion de octubre se siguio el proceso de desmembramientoo destruccion que el senalado en el texto del gran revolucionario ruso(texto que, acertadamente, Mazzeo propone leerlo en clave anarquista).

    En cuanto a organizacion revolucionaria, si bien hubo intentos debuscar formas menos rgidas, mas descentralizadas, etc., es obvio que elmodelo de Que hacer?, incluidas las deformaciones y tergiversaciones

    del estalinismo, orientaron la mayora de las estructuras.Por que en ambos casos se toma a Lenin? Valga la aclaracion, pero

    esta muy claro: sus obras eran las mas consultadas, las formas organi-cas por el expresadas eran las mas seguidas, haban sido aplicadas enla formacion de la mayora de los partidos comunistas y el local no fueuna excepcion. En muchos casos, las formas excesivamente centralizadas(principal crtica al modelo organizacional leninista) eran aplicadas enestructuras que abarcaban diversas posiciones polticas; en no pocos ca-

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    4 1. Prologo

    sos, hasta en organizaciones que asuman el peronismo como identidad

    poltica. Sabemos que difcilmente haya acuerdo en esto, pero si bien selea con avidez a Trotsky o a Mao, la referencia obligada a la hora deplantear una estructura era el leninismo.

    En algunos terrenos, por ejemplo en aquellas organizaciones que a-suman la lucha armada, la organizacion celular poda ser mas estrictaen orden a la seguridad; pero la piramide conclua en el Comite Central,Ejecutivo, etc. Vladimir Ilich Ulianov era para todo el mundo el creadory lder de la primera revolucion proletaria; si bien paradojalmente desus textos principales poco quedo en la practica sovietica, era el mas

    grande intelectual de la filosofa de la praxis (Gramsci dixit).Por otra parte, estabamos imbuidos de la certeza de la inmediatez

    del hecho revolucionario. Y, como afirma Lukacs, ((La idea leninista dela organizacion presupone la realidad de la revolucion, la actualidad dela revolucion)). La presuncion de la cercana sumaba meritos a textosimbuidos de certezas preciadas, de jacobinismo atrayente.

    Ahora bien, y en los dos casos: es culpable Lenin de nuestras incom-pletas o incorrectas lecturas, o de nuestra irredenta vocacion copista, querepetimos en corrientes maostas, castristas y muchos despues hasta

    sandinistas? En ese entonces generalizando y simplificando-, estabamosconvencidos de que el Estado era una especie de fortn al cual los indiossolo tenamos que asaltarlo en el momento apropiado. Pero, buscandootros referentes: no nos deca Gramsci que el Estado es el espacio dondelas clases dominantes reproducen las condiciones de su dominacion y ob-tienen consenso para ello? Esa palabrita all instalada no era nueva en laliteratura marxista, pero otro de los grandes nos lo mostraba con mayorclaridad aun y no lo tuvimos en cuenta, como tampoco el concepto dehegemona que de all se desprenda y que tambien (otra casualidad?)

    ya haba sido tenida en cuenta en otros textos de autores clasicos.En cuanto a organizacion basada en aplicaciones muy particulares

    de orientaciones de Que hacer?, bastardeadas por la burocracia y escle-rosada por la mediocridad, es tambien Lenin culpable de que hayamosdecidido que nuestro ciclo lectivo conclua en 1917, ano mas, ano menos?

    Es posible rastrear rasgos de rigidez burocratica y hasta de mani-pulacion del conjunto en el modelo explicitado en el multimencionadotexto, pero Lenin tambien fue el creador de la mas grande consigna revo-

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    lucionaria: ((Todo el poder a los soviets)). Tambien podramos habernos

    quedado en ella, desarrollarla, defenderla, aplicarla. Mas que encontrarfallas en el texto cuestionado, la tarea pasa por encontrar las causas, lospasos que llevaron a que esa consigna derivara en algo parecido a ((Todoel poder al aparato del Partido)), hecho deleznable as haya que reconocerlas presiones que soportaba la joven revolucion. En otra direccion: Leniny no solo el era muy agresivo a la hora de los debates; partiendo deque la suerte de la revolucion estaba en juego si prevalecan otras ideas,no valan los buenos modales; a Bogdanov, por ejemplo, lo critico muyduramente en varias oportunidades, pero no lo mando a fusilar como

    reconoce Karl Korsh que no era apologista de Lenin, precisamente niorganizo los parodicos y brutales juicios de Moscu. No se trata de de-fender al viejo revolucionario de sus jovenes agresores, mucho menos eneste libro, donde eso no ocurre. Simplemente, que en el caso de Leninnos parecen muy equivocadas dos posiciones antagonicas entre s:

    En primer lugar la postura acrtica, que llega a ser dogmatica, de ma-triz religiosa, que remite a posturas del catolicismo (inmodificacion deldogma, infalibilidad del Papa). Companeros que nos merecen el mayorrespeto, en la practica poltica siguen creyendo que, un siglo despues, Le-

    nin debe hacernos los deberes. Esta actitud no solamente es nada marxis-ta, sino tampoco leninista; ninguno de ellos se quedo con lo ((aprendido)),ni Marx con Hegel, ni Lenin con Plejanov, por citar ejemplos. Adem as,de hecho se ignora que desde el marxismo han surgido valiosos aportespara problemas centrales y que los cambios en las formas de dominacionnecesitan respuestas tambien novedosas.

    La otra posicion, por lo general cargada de oportunismo, es buscar (yextraer con forceps) en las posiciones leninistas la raz de todos nuestrosmales, y el origen fatal e inexorable de las lacras del estalinismo, buro-

    cratizacion e intolerancia incluidas. Esta postura nos recuerda la frasede Eric Hobsbawn: ((La destruccion del pasado, es decir de los lazos so-ciales que vinculan la experiencia contemporanea del individuo con lade generaciones anteriores, es uno de los fenomenos mas caractersticosy extranos de las postrimeras del siglo XX)). Mas conocedor de ciertosoportunismos folcloricos, John William Cooke asegura en una carta a uncompanero: ((Si Lenin no tomaba el poder en Octubre, hubiera quedadocomo un espa aleman)).

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    6 1. Prologo

    Lejos de las dos posturas senaladas, la reflexion que pretendemos no

    se basa en un tercerismo conciliador, sino buscamos que del analisis delas situaciones concretas (en este caso de la etapa sesentista y setentista)surja una autocrtica que no se acote en la parte ((operativa)) de la praxispoltica, sino que ademas abarque los conceptos teoricos que fundamen-taron ese accionar. All, segun creemos, no solo pasa por saber si lemosbien o no a los clasicos, o si ignoramos olmpicamente a Luxemburgo,Gramsci, Korsch o a Pannekoek, Mariategui o Mella, Silvio Frondizi oJohn William Cooke; pasa por no advertir que, ademas de fuentes don-de abrevar para aprender, lo eran para comparar, mejorar y, sobre todo,

    pensar con cabeza propia, para crear nosotros mismos desde nuestrapractica y desde nuestra realidad una teora revolucionaria novedosa.Que de eso se trataba. Que de eso se trata.

    Es decir: de los postulados leninistas no deben extraerse ensenanzasperennes, como no debe hacerse de ningun texto marxista. La grandezadel Jefe de la Revolucion Sovietica, estribo fundamentalmente en res-ponder a un determinado desarrollo de las clases dominantes con unapropuesta que, en primera instancia fue exitosa. Y lo fue porque fueasumida por millones de personas, lo cual no significa que hoy debie-

    ra serlo. Aunque redundar es sntoma de debil retorica, repetimos quehoy ser revolucionario es militar creando, no por afan de originalidad,sino porque es necesario. Desde el marxismo siempre se propuso analizarcon espritu crtico; al pasado debemos abordarlo con ese espritu que,en rigor, significa ((acercamiento)). Desde all, y para reafirmar que noes posible criticar sin ubicarse en el contexto historico, recordemos queArgentina 2000 no es Rusia en 1900; se nos ocurre que, en la posibilidadde un dialogo intrahistorico, Lenin podra contestar la interpelacion dealgunos como dicen que hizo un jefe sandinista a un poltico argenti-

    no, ((todologo)) el. En la reunion, respondiendo al que lo criticaba porlos errores cometidos en la guerra contra Somoza, dijo: ((Es cierto, nosequivocamos; tal vez porque ustedes no estaban. . . ))

    Atencion: ni antes eramos idiotas o ciegos, ni ahora las sabemos to-das. En aquel tiempo vivamos una epoca de revoluciones triunfantes;la iniciada en 1917, fortalecida en 1949, cercana a partir de 1959: Esasrevoluciones triunfantes no mostraban demasiadas diferencias bajo laapurada y ansiosa mirada de nuestra impaciencia. Es claro que hubo

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    voces (algunas ahora magnifican su numero y volumen) y es cierto que

    hubo advertencias y hasta propuestas de organizacion y construcciondistintos. Pero la tendencia general era impuesta por la necesidad deapurar el paso y, otra vez, las propuestas organizativas pensadas paramomentos de crisis revolucionaria eran las mas aceptadas. Ni idiotas nianalfabetos, tal vez s trasladamos mecanicamente experiencias triun-fantes, soslayando que cada revolucion busca y necesita su propia ori-ginalidad. La originalidad que s tuvieron los sovieticos, los chinos, losvietnamitas, los cubanos.

    La etapa de recomposicion poltica que atravesamos (otro acierto de

    este libro es la descripcion de los nuevos modelos organizacionales) nece-sita, a nuestro entender, de la recuperacion de la capacidad crtica, queno debe ser, por supuesto, hacer tabla rasa con todo lo anterior. Sig-nifica asumirse partcipes de una revolucion que necesita revitalizar susfundamentos desde la practica, desde el seno de las masas trabajadoras,populares que son (somos) los necesarios hacedores de la transforma-cion social que, mal que les pese a muchos, sigue llamandose revolucion;que necesitara de una organizacion realmente participativa y autentica-mente democratica; que no debera desdenar formas de delegacion, por

    controlada que esta fuere; y tambien una etica que reconozca la nece-sidad de forjar conjuntamente nuevas relaciones sociales, basadas en lasolidaridad en libertad y en la etica guevarista su fundamento moral. Elhombre del siglo XXI, nosotros mismos, al decir del insoslayable ErnestoGuevara, el Che para mas datos.

    Creemos que los trabajadores y sectores populares estamos en labusqueda de nuevas formas de participacion social y poltica; la apari-cion de experiencias como la de los zapatistas y el MST de Brasil sonbuenos ejemplos. Entre nosotros, esa busqueda se hace especialmente

    notable a partir de la explosion del 2001. Y, vale recordar, se buscacuando no se tiene; o cuando lo que se tiene no alcanza. Es decir: losmodelos organizacionales se agotaron, tal vez por causas endogenas, talvez y especialmente porque respondan a realidades que ya no exis-ten. Pero lo central sigue vigente: sin organizacion ni teora, renovadapermanentemente por la practica, difcilmente haya revolucion. No senecesita demasiada ((formacion)) para luchar contra la injusticia, perotomar el aspecto teorico como aspecto secundario o dejarlo en manos de

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    8 1. Prologo

    ((especialistas)), es apostar a dos problemas ya vividos y no superados:

    la perpetua repeticion de errores o la formacion de elites vanguardistas.Como reflexion final, van algunas preguntas. Todo hace parecer queno hay grandes cambios en las estructuras de las organizaciones de iz-quierda ((tradicionales)). Ahora bien, en los nuevos modelos, que decla-ran (o declaman) ser participativos, horizontalistas, democraticos, nohay muestras de soberbia, autoritarismo ni manipulacion de la voluntadcolectiva?; con permiso, otra pregunta: han logrado ser democraticas,participativas y ademas (ademas) ser eficaces? Son avances, busquedas,pero falta. Basta de arar con viejos bueyes, dice la cancion de Silvio

    Rodrguez, no tirar al nino con el agua sucia, dice la sabidura popular;habra que inventar. Buena tarea, parte inescindible de la lucha, que eslucha de clases.

    Por ultimo, como militante popular al servicio de la revolucion, taly como la entiendo, saludo alborozado la aparicion de Que (no) hacer?La provocadora profusion de preguntas, la busqueda de respuestas, lavalenta de un texto lucido y jugado, representan un aporte fundamentalen esa busqueda que menciono en el parrafo anterior.

    Miguel Mazzeo refuerza con este libro su papel de intelectual organi-

    co en el estricto sentido de Gramsci. Y no es arbitraria esta cita: creofirmemente que este valioso companero se inscribe en esta senda de elabo-radores de las preguntas necesarias, de los propulsores de las respuestaspolemicas, de las que el gran revolucionario italiano fue uno de los masdestacados.

    Este libro me exime de aseveraciones que corren por mi cuenta; lodemuestra por s mismo. Bienvenido.

    Manuel SuarezAvellaneda, febrero 2005

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    Introduccion

    ((adonde ir cuando todos vienen en sentido contrario cuandoel horoscopo indica que no debes viajar, cuando el otonogolpea sus ramas sobre tu corazon cuando el tedio se instalaa vivir contigo y solo pides un poco de clemencia al vientode la desidia, adonde ir cuando el gigante olvido te aprisionalas sienes.))

    Hugo Vera Miranda

    ((Los pueblos no pueden dejar de haber aprendido.))

    Simon Rodrguez

    En el perodo historico que se extiende de 1976 a 2001 se consumo laofensiva reaccionaria mas exitosa y prolongada de toda la historia ar-gentina. La dictadura militar (1976-1983) creo las condiciones polticas,sociales y culturales para una efectiva incrustacion del modelo neolibe-

    ral. El terrorismo de Estado (que en nuestro pas tiene como antecedenteinmediato el terror paraestatal ejercido desde 1974) contribuyo a saldarla crisis de hegemona a favor de las clases dominantes.

    A partir de la sistematica desestructuracion de las organizacionespopulares y de su cultura, de la patologizacion de la poltica y la im-plementacion de un modelo de acumulacion radicalmente desocializante(un modelo de ((saqueo)), en sentido riguroso) que pona en crisis a la so-ciedad salarial tradicional, con el despliegue de un patron socio-espacial

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    10 2. Introduccion

    que discrimino a los pobres y, dentro de ellos, a las mujeres y a los

    jovenes, comenzo a cristalizarse la desarticulacion social.El retorno de la democracia no revirtio este proceso de mutacionesestructurales, por el contrario, en otro contexto, con nuevos actores, loprofundizo. A partir de 1983 se fue consolidando el paradigma repre-sentacionalista de la poltica y su corolario: una logica de espectadores.La utopa fue reemplazada por la eficiencia, el herosmo por el hedo-nismo. Inexorablemente, entraron en crisis los viejos paradigmas de or-ganizacion-estructuracion del trabajo y sus correspondientes colectivosde identificacion. La ausencia de un conflicto central y permanente co-

    mo representacion masiva reforzo la fragmentacion de las expresionesresistentes.

    El ((transformismo))1 de buena parte de la dirigencia poltica y sin-dical tradicional, que paso a jugar roles orientadores en beneficio delbloque de poder, complemento el panorama desolador caracterstico delas decadas del 80 y el 90. Tal vez, el espacio mas autentico, el refu-gio mas visible y relativamente ecumenico haya sido el movimiento dederechos humanos. Pero su legitimidad moral no se hizo extensiva alplano poltico. Y tampoco tena por que hacerse. Se dio as un proceso

    dialectico de articulacion de los intereses de las clases dominantes y dedesarticulacion de los de las clases subalternas.

    Estas decadas fueron de una inconmensurable mediocridad que semanifesto en todos los planos y que no tiene parangon en nuestra his-

    1El transformismo consiste en ((La incorporacion molecular al gobierno conserva-dor y moderado, de intelectuales aislados y grupos enteros de radicales y democratasde la tendencia opuesta. Tal gobierno se caracteriza por una aversi on a la partici-pacion popular en la vida estatal, por el conservadurismo, por las reformas hechasen base a la dictadura sobre todas las demas clases subalternas y una hegemonalimitada a la propia clase. El transformismo efectua una radicalizacion dosificada delgrupo moderado y un empobrecimiento del radical, estableciendose as un equilibrioentre ambas tendencias en el gobierno del Estado [. . . ] El transformismo constituyeuna prueba de la fuerza hegemonica del grupo dirigente en el Estado. En los nivelesintelectual, moral y poltico [. . . ])) (Kanoussi y Mena, 1985:97-98). Los autores agre-gan que: ((El transformismo es el metodo por excelencia del devenir Estado de unaclase debil, que necesariamente debe excluir a las masas y aliarse a las viejas clasespara llegar al poder y mantenerse ah. . . )) (ibd. p. 98). El concepto de transformismotambien ha sido utilizado por Eduardo Basualdo para explicar la articulacion entremodelo de acumulacion, forma de Estado y regimen poltico en la Argentina de losanos 80 y 90. Ver: Basualdo, Eduardo M.; Sistema Poltico y modelo de acumulacionen la Argentina, Buenos Aires, FLACSO/Editorial UNQUI/IDEP, 2001.

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    toria. Resultaron tiempos duros para las fuerzas populares, y para el

    pensamiento crtico del sistema capitalista. Tiempos de paralisis para elmovimiento practico y de sequa teorica. Este infortunio historico hizoque un par de generaciones (con profundo abatimiento debo incluir a lama) perdieran el turno y la oportunidad del rechazo. Si la revolucion esun tiempo donde todo se torna posible, la contrarrevolucion indudable-mente es un tiempo abyecto, caracterizado por la incapacidad de pensarproyectos originales, un tiempo-camaleon que se quedo sin colores, comodeca el poeta Vladimir Maacovsky.

    La cada del muro, la crisis de los socialismos reales (o la ((comunidad

    socialista))) y de los movimientos de liberacion nacional, mas alla de suslimitaciones, e incluso de sus aberraciones, menoscabaron la concienciaemancipatoria en general. Su decadencia implico un cambio en la corre-lacion internacional de fuerzas, creo un clima propicio para el transfor-mismo por cooptacion ideologica y deterioro la capacidad defensiva de laclase obrera. Esa decadencia respondio en buena medida a las falenciasy contradicciones de esas experiencias. Entre otras, que se sostuvieranen falsas certezas y en metadogmas (redencion proletaria, destino comu-nista irrefrenable, ((desarrollo)), etc.) o en la inalterable disposicion para

    ver la realidad a partir de una proyeccion retroactiva, que consista enedificar un futuro garantizado que alentaba la pasividad y desalentabala iniciativa y la creatividad de las clases subalternas.

    Al modo de los etnologos evolucionistas (es solo una metafora) queemprenden el camino descendente para construir el presente, podramosconcebir a la izquierda tradicional o al nacionalismo populista comoexpresiones vivas del devenir humano, pero reflejo de una ((cultura ante-rior)). La situacion planteada durante las ultimas decadas del siglo XXdel corto siglo XX al decir de Eric Hobsbawm nunca debio ser pensada

    como accidente o como la suma de desagradables episodios circunstan-ciales. All hubo una ruptura que no quisimos o no supimos ver. Rupturade una tradicion, de un mundo material y de representaciones, de unacultura, de un imaginario poltico y de un conjunto de formas de lucha.

    Estamos de acuerdo con lo que el escritor Mempo Giardinelli pone enboca del ex oficial revolucionario paraguayo Bartolome Gaite: ((La con-fianza historica no es, no debe ser, un argumento pasatista, una manerade aguantarse la desdicha y sonar con lo que puedan hacer otros, los

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    12 2. Introduccion

    mas jovenes. No. Ratificado. La confianza historica es un compromiso

    permanente, es una obligacion militante que se renueva todos los das.Porque la revolucion, adentro o afuera, en el triunfo o en la derrota, esun hecho dinamico, que jamas se detiene. Se detienen los hombres, losque se quiebran, pero no la revolucion)) (Giardinelli, 2004:224).

    Pero, objetivamente, los 80 y los 90 ofrecieron un contexto empor-cado para la confianza historica, para ratificar el compromiso perma-nente, para renovar la obligacion militante. La busqueda de algo quepareca cada vez mas incierto desasosegaba. El desdibujamiento de losviejos itinerarios lastimo la voluntad. La constatacion de una tenden-

    cia a nivel mundial se troco en reconocimiento de la misma como hechodeterminante. La nocion de ((actualidad de la revolucion)) se torno in-verosmil. Muchos vacilaron. Pocos, muy pocos, se dedicaron a pensarcomo ((habitar)) dialecticamente esa tendencia, para excederla. Algunosse aferraron a los viejos principios, a lugares eticos que, aunque aparen-temente inoperantes y complementarios de la monotona, por un tiemposalvaron del naufragio a unos cuantos dignos y les permitieron llegar en-teros a la nueva etapa. Otros, en cambio, desistieron de toda esperanza yse entregaron a la idea posibilista de la inamovilidad de los fundamentos

    de la sociedad burguesa.Desde esta realidad y estos condicionamientos, las clases subalternas

    totalizaron y se totalizaron, y comenzaron a reorganizarse en torno aun conjunto de practicas originales. A partir de la segunda mitad delos 90 asistimos a una recomposicion del campo popular en Argentina,a un incipiente proceso de autonomizacion2, tenue al comienzo y masimportante a medida que nos acercabamos al tercer milenio. Comenza-ron a desarrollarse por todo el pas una gran cantidad de organizacio-nes populares, muchas de ellas con perfiles ineditos y con capacidad de

    invencion social. Al movimiento de trabajadores desocupados o movi-miento piquetero, a la revitalizacion del movimiento campesino y delmovimiento cooperativo deben sumarsele los distintos encuentros de or-ganizaciones sociales, las experiencias de ocupacion y autogestion de

    2Procesos similares, anteriores o paralelos, se registraron en America Latina: lainsurreccion zapatista en Mexico, la experiencia del Movimiento Sin Tierra en Brasil,el gobierno de Hugo Chavez en Venezuela, el alza de las luchas campesinas en Ecuadory Bolivia, etcetera.

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    empresas quebradas o abandonadas y su puesta en produccion bajo ges-

    tion obrera, los micro emprendimientos no capitalistas, el movimiento delas asambleas barriales, el desarrollo de colectivos de cultura contrahe-gemonica y comunicacion alternativa y, en el marco del movimiento es-tudiantil, las experiencias de las distintas catedras libres (especialmentela Catedra Ernesto Che Guevara) y de las agrupaciones independientes.Las luchas, aunque defensivas, de un sector del movimiento obrero tam-bien fueron importantes, incluso, en contra de lo que muchos piensan,la sobrevivencia de algunas organizaciones de izquierda (especficamentelos partidos).

    Junto al desenvolvimiento de todas estas experiencias se fue incre-mentando la densidad asociativa de las clases subalternas (((humus)) ne-cesario para cualquier accion colectiva) y la fe intensa y el entusiasmoque escapan siempre a los controles exteriores; junto a ellas tambienlas palabras desusadas o nuevas bellos nombres para la trascendenciacolectiva que comenzaron a resonar cada vez con mayor intensidad:autonoma, horizontalidad, accion directa, construccion en redes, con-trahegemona, poder popular, contrapoder, antipoder, multiplicidad delsujeto, etc.

    Vastago de una nueva realidad, este lenguaje con su horizonte con-ceptual y sus modos de percepcion, con su capacidad de traducir loslenguajes y luchas particulares a dimensiones universales, en algunos ca-sos optimos, logro arraigar en las viejas tradiciones polticas del campopopular, en los sistemas de ideas heredadas y en la memoria social, e ini-cio un proceso de ((trabajo entre)) inconcluso (notese como nos cuesta nousar aqu el concepto de sntesis). Lo que no impidio arraigos improduc-tivos, la absorcion por logicas preexistentes o su amenaza permanentey un conjunto de limitaciones a la hora de contrarrestar la persisten-

    cia de las versiones mas puras y estereotipadas de las viejas y estrictastradiciones que impulsan la redogmatizacion. En otros casos, mas quede arraigo cabe hablar de uso oportunista. Sabemos de agrupaciones,pequenas en todo sentido, que adoptan el discurso de la horizontalidady la autonoma y que dicen identificarse con distintos movimientos so-ciales (desocupados, campesinos) mientras reproducen practicas tpicasde los 90: la verticalidad, el clientelismo, la puja por espacios y cargosinstitucionales, el ejercicio de una representacion sostenida en la apata

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    14 2. Introduccion

    y en la desmovilizacion de las bases, la poltica (incluso la micropoltica)

    como medio de ascenso social o sobrevivencia personal, etc. As uno sepuede topar con pseudomilitantes, por ejemplo en la Universidad, quevuelan con John Holloway y caminan con Franja Morada; o en los ba-rrios, donde encontramos a quienes vuelan con Toni Negri y caminancon los punteros del Partido Justicialista.

    El nuevo lenguaje, aun en el marco de sistemas de arquitectura agra-dable (como deca Jorge Luis Borges de los metafsicos de Tlon ((nobuscan la verdad, ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro))), tam-bien creo su ((ortodoxia)) y sus especficos infalibles, su ((autosuficiencia))

    y en algunos casos favorecio la desimplicacion pretendida por las clasesdominantes.

    Lo que comenzo a ocurrir desde mediados de los 90 y sigue ocurriendoes parte de un proceso de acumulacion de cambios cualitativos, procesoque no se dio ni continuara como movimiento circular. No se trato ni setrata de la repeticion de un camino ya recorrido, sino de un movimientoprogresivo y ascencional, del trabajo subterraneo del futuro. De algunamanera, el desarraigo obligo como a Racadot, aquel personaje de Mau-rice Barres a la originalidad y a mancomunar la conciencia de clase con

    la conciencia de soledad. Esta ((conciencia)) nos develaba que la soledadno es un estatuto inerte, sino que es una designacion historica y social yque esta vivida en el proyecto de cada uno como estructura negativa ylimitante. Nos vimos entonces situados en una pluralidad de soledades,reunidos sin estar integrados por un sueno comun, por una empresa co-lectiva. Fue esa conciencia la que nos impulso a producir, o por lo menosa patrocinar, momentos de comunion entre los hombres y las mujeres delpueblo, a propiciar la ((reunion directa)), la praxis unitaria e inmediata.

    El 19 y el 20 de diciembre de 2001, fugaz expresion de la fuerza

    espabilada de la dialectica, fue tanto emergente de estos procesos de re-composicion, imperceptibles para la mayora hasta ese momento, comoprefiguracion de un nuevo ciclo caracterizado por la desarticulacion dela clase dominante y articulacion de las clases populares. Estamos anteuna ((epoca)), no frente a un ((acontecimiento)), mas alla de la actual re-composicion del regimen poltico (o, en sentido mas amplio, del comandocapitalista en el plano poltico y social) y del retorno a la ((normalidadestructural)) de la sociedad Argentina, que, a largo plazo y a pesar de

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    las actuales ilusiones, carece de bases solidas. Esta afirmacion no es una

    expresion de deseos sino una conclusion logica que surge de un mnimoanalisis de las tendencias del capitalismo contemporaneo. El porvenir senos presenta como un largo tiempo de aprendizaje, un lapso para ur-dir trabajosa y obstinadamente un pensamiento emancipador y sencillasmitologas, para desarrollar una conciencia teorica nueva, organicamenteenlazada al desarrollo de las luchas populares, para dejar de ser sujetosajenos a la historia, para planificar la irrupcion. Claro, aun falta muchaaccion para revertir la derrota social y poltica del campo popular. Fren-te a nosotros no se extiende una llanura arada. El capitalismo tiende a

    naturalizarse cada vez mas. La crisis de representacion no implico uncuestionamiento a la teora de la representacion y la subjetividad co-lectiva sigue aferrada a un conjunto de fetiches eficaces que perpetuanla confrontacion horizontal entre las clases subalternas. El proceso deautoorganizacion social, que se extendio entre 1999 y 2003, ha adquiridorecientemente nuevos ritmos, mas lentos y nuevamente imperceptibles.Muchas de las experiencias de autonomizacion han perdido peso comoatractores sociales. Pero una nueva voluntad (nueva, porque no es re-saca de antiguas vicisitudes) ha comenzado a dar sus primeros pasos.

    Una voluntad que asume su pequenez como estado de construccion y nocomo vocacion.

    Aunque constituyan nuestro marco obligado de referencia, en estetrabajo no analizaremos las experiencias de recomposicion en detalle,sino que sobrevolaremos los debates polticos e ideologicos que directao indirectamente generaron. Asimismo, confeccionamos estos textos nosolo con fragmentos de otras escrituras (ledas con libertad, con predis-posicion diafana, pero cerca de alguna experiencia concreta), sino conlas voces que las reprodujeron en contextos de accion. Vimos como la

    idea-praxis viva surga de la accion o era resignificada por esta comoclave discutible del mundo, al decir de Jean Paul Sartre.

    No se nos escapa que la autoactividad intensa desarrollada en nuestropas entre 1999-2003, en un contexto de crisis, llevo a fetichizar algunasexperiencias: las asambleas populares, las organizaciones de desocupa-dos, la empresas recuperadas, etc., como en otros tiempos ocurrio conlos consejos obreros, o las organizaciones armadas, por ejemplo. Aun-que genero un conjunto de debates, en ellos, casi siempre, la intenci on

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    estrategica estaba ausente. Hoy, en un contexto de reflujo de los proce-

    sos de autonomizacion y de recomposicion del papel integrador de lasinstituciones de la democracia representativa; con la disipacion de unconjunto de elementos exogenos que la crisis del mando economico, so-cial y poltico del capitalismo proporcionaba; con la recomposicion dela rentabilidad capitalista se impone un trabajo de desfechitizacion y deelaboracion de estrategias a largo plazo.

    Para evitar confusiones, vale aclarar que estos textos no aspiran alstatus de ((teora social)). Es mas, lo rechazan abiertamente. Tampocoqueremos desarrollar un resumen de la historia conceptual del Estado,

    el poder y la Nacion. Se trata simplemente de reflexion militante quepretende: por un lado, ordenar y generalizar ideas surgidas al calor de lasluchas populares recientes y, por otro, sintetizar alternativas multiples yvariaciones sobre un mismo tema y objetivo, y de esbozar una crtica alos modos del saber y el hacer emancipatorio, viejos y nuevos. Es, por lotanto, el resumen subjetivo y limitado de una reflexion y una busquedaindividual y colectiva. Lo que ofrecemos resulta, en ultima instancia,una version de un debate inacabado que se viene dando en el seno de lamilitancia popular. Una version que conlleva un posicionamiento en ese

    debate, que ambiciona la polemica y que intenta aportar a la unidad dela conciencia fragmentada y heterogenea.

    Creemos que estos textos tambien reflejan en parte la experienciasocial y poltica acumulada por sectores del campo popular en la Argen-tina y, en este sentido, pueden verse como testimonio de un conjunto demilitancias, mas alla de las deficiencias en su presentacion y organiza-cion. Estos textos son perifericos, bastardos, expiatorios y seguramentetransicionales, reacios a asumir un genero especfico, entre otras cosasporque la mezcla de generos parece ser necesaria para refundar un pen-

    samiento de las clases subalternas. Nosotros creemos ciegamente en laescritura, recurrimos a ella como tactica en la guerra de hostigamiento,confiamos en su capacidad para preservar los hechos y para conjurar lamuerte y el olvido. Esa confianza es la que nos moviliza en este quehacer,junto a la esperanza de formular un par de buenas preguntas. Tratamosde escribir desde y no sobre. Un desdeque es un entre.

    Desalentamos cualquier recada en la poltica anacronica. Pero con-sideramos que algunos de sus principios abstractos: Nacion, pueblo, so-

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    berana, la representacion de una universalidad por parte de un singular

    (identificado con los condenados de la tierra, los pobres del mundo, etc.)y otros principios concretos como la accion sostenida en la corporalidad,en la conciencia, etc. aun conservan enorme productividad y nos parecensusceptibles de reformulacion y actualizacion, sobre todo en la periferia.Por otro lado, desconfiamos del radicalismo pospoltico, de sus formasy tecnologas que perpetuan la imposibilidad del pueblo de acceder alas areas de decision poltica. As como Jorge Luis Borges deca que alos parisinos les importaba menos el arte que la ((poltica del arte)), hoypodramos identificar a un conjunto de confraternidades locales menos

    interesadas en la poltica que en la ((poltica de la poltica)), menos inte-resadas en el pensamiento que en el ((pensamiento del pensamiento)).

    Desconfiamos profundamente de todo lo que no posee la consistenciade una autodefinicion, como deca E. P. Thompson. Aspiramos a unasntesis, o por lo menos a la construccion de un campo en el que pue-dan articularse elementos de hegemona cultural y cultura libertaria, decultura poltica y cultura activista. Un punto de partida comun paradiferentes lneas de semantizacion y distribuidor de significatividad.

    Estos materiales que presentamos no tuvieron una confeccion lineal

    y ordenada. Reconocen como antecedentes algunos trabajos publicadosen las revistas Periferias, Luta Sociais (Brasil) y en la version digital dela revista Retruco. En buena medida este trabajo se fue delineando conlas discusiones, muchas veces vehementes, que el mismo genero.

    Quisiera destacar el aporte de los companeros del Movimiento deTrabajadores Desocupados Anibal Veron en el Frente Popular DaroSantillan, quienes con su praxis han realizado un aporte inestimablepara la reconstruccion de los horizontes del pueblo, reactivando, juntoa las esperanzas de muchos, la crtica teorico-practica a la naturaleza

    antihumana del sistema capitalista y el debate teorico-poltico sobre losposibles caminos de la emancipacion. Debate que contiene el problemairresuelto del pasaje de la clase en s a la clase para s y que a su vezremite al problema de la conciencia, la vanguardia y el sujeto, y que tienecomo mar de fondo la cuestion de la transicion y el interrogante sobrelas posibilidades y los lmites del socialismo en el marco del capitalismo.

    Otros trabajos en una lnea de reflexion similar, aunque no necesa-riamente con las mismas conclusiones, fueron puntos de referencia indis-

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    18 2. Introduccion

    pensables. Nuestras coincidencias y diferencias resultaron fundamentales

    para la elaboracion de este libro. El intercambio permanente con algu-nos ((teoricos de base)) que vienen cumpliendo funciones imprescindiblesde cara a la recomposicion del campo popular y del pensamiento eman-cipador, nos ha permitido una experiencia imposible de reproducir enotros ambitos. Estos temas tambien fueron motivo de debates inconclu-sos con companeros de viejas y nuevas lides, ellos sabran encontrarse enlas paginas que siguen. Por supuesto, las limitaciones de este trabajo,sus negligencias y sus distracciones, son responsabilidad exclusiva delautor.

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    Crtica a la conciencia

    ingenua

    ((Desde siempre un pensamiento de esta clase descubre elconservador: los supremos teoricos raramente han elegido elcompromiso poltico; seguramente no han situado frecuente-mente sus problemas en el contexto poltico de la sociedad

    moderna.))

    C. Wright Mills

    ((Y ahora escuchen un simple hecho: Swedenborg no ha es-crito ni una verdad nueva. Y ahora escuchen otro: ha escritotodas las viejas falsedades.))

    William Blake

    Debemos partir de una realidad incontrastable: el debilitamiento del Es-

    tado como sntesis de la sociedad ha llevado en las ultimas decadas ala disgregacion poltica, economica, social y cultural, particularmenteen las regiones perifericas. Se puede renegar del Estado como maxi-ma instancia de articulacion social en un contexto caracterizado por lapobre existencia de sociedades fragmentadas, escindidas. . . ? Todo Es-tado esta condenado a ser controlado por el capital? Estan dadas lascondiciones historicas para relegarlo a los museos y las bibliotecas comosugera Pierre Joseph Proudhon? Todo Estado es una abstraccion y

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    20 3. Crtica a la conciencia ingenua

    esta condenado a devorar la vida popular, como deca Mijail Bakunin?

    Podemos afirmar con Max Stirner:((

    el Estado y yo somos enemigos))

    ?Siguen las preguntas: todo Estado es forzosamente totalitario? Puedenlos sectores populares prescindir de instancias articuladoras ampliadas?Y estas instancias, en el caso de ser aceptadas, no terminaran ejer-ciendo indefectiblemente formas de poder y control ((necesarios)) para laconsolidacion de un orden social, aun el mas igualitario que podamosconcebir? Fortalecer el Estado-nacion, ya no sirve para frenar al capi-tal global? Estamos de acuerdo en abjurar del estatismo, del dirigismo,del aparatismo y de todas las heteronomas sometedoras de las clases

    subalternas, pero. . . como nos paramos frente al Estado? La crtica aldirigismo implica una crtica a la direccion? Los ((permanentes)) soninnecesarios y conducen siempre al sustitucionismo y a la burocratiza-cion?, se puede pensar en la complementariedad entre los organismospermanentes y las asociaciones ad hoc? Cuales son las potencialida-des y los lmites de las micropolticas? Puede haber poltica radical sintransferencia de sus aspiraciones al conjunto social? El sufragio univer-sal es siempre una vil enganifa? Y finalmente: se puede suponer queuna reestructuracion radical de la sociedad es posible sin que aquellos

    que la impulsan mantengan el control poltico durante el proceso de lareestructuracion? Como adecuar la organizacion al proceso historico?

    Particularmente, no dejan de preocuparnos las coincidencias que sepueden encontrar si comparamos los puntos de vista de algunos inte-lectuales que, desde la izquierda radical ((autonomista)), se han caracte-rizado por su embestida contra el eje estatal con los fundamentos mascaractersticos de los intelectuales organicos de los mercados y las cor-poraciones, es decir, los fundamentos mismos del neoconservadurismo.Existe una region indeterminada donde las formas impulsadas por algu-

    nos espacios de la nueva radicalidad se confunden con las del neolibe-ralismo, donde la praxis se vuelve antipraxis, donde nuestras accionespueden devenir otras. No podemos olvidar que desde el neoliberalismo,hace tiempo, se promueve la ((autonoma)) de las organizaciones de la((sociedad civil)) y se cuestionan un conjunto de heteronomas, el Estadoprincipalmente, aunque tambien los partidos y los sindicatos, menos lapeor de todas: la que produce el mercado capitalista. En un conjuntode iniciativas auspiciadas por el sistema, y que por lo general son acom-

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    panadas por planteos ((progresistas)), subyacen maniobras para disminuir

    el gasto publico directo (gasto social) e indirecto (por va de la desbu-rocratizacion). Invariablemente, favorecen un alejamiento de la polticade parte de las clases subalternas. As, el autonomismo exasperado ysuperficial, muchas veces termina coincidiendo con las ONGs, el volun-tariado social y otras formas que por su naturaleza atentan contra la((autonoma sustantiva)).

    De todos modos, consideramos que entre los bosquejos de los pri-meros se encuentran impecables diagnosticos y propuestas teoricas muylucidas (claro que alguna de ellas con puntos oscuros de cara a la militan-

    cia concreta), que no dejan de ser disparadores de un debate enriquecedorpara la praxis; lo mismo sucede con los desarrollos de esa raza de intelec-tuales que sacrifican una aventura por una metafora o que viven estadosde espritu un tanto desproporcionados con la realidad. O mejor dicho:que a partir de cierta indiferencia por los hechos y por las formas con-cretas que asume la dominacion de clase, de la reivindicacion del silenciocomo unica posicion frente al Estado, los partidos y demas instituciones,y del gesto de oponer supuestas alternativas originales, parecen no teneren cuenta, por un lado, lo inadecuado de ciertos transplantes y, por el

    otro, las soluciones potenciales que encierra toda realidad.Por supuesto, los planteos poco rectilneos como el que proponemos

    que le atribuyen al Estado otros roles y dimensiones posibles y que loconciben como lugar contradictorio? tambien implican riesgos: por ejem-plo, la asociacion facil con el eufemismo ((burgues)) del ((sector nacionaly productivo)); la catalogacion instantanea como jacobinos, autoritarios,estatistas, etc., o la incorporacion al conjunto de los defensores autistasdel antiguo regimen emancipatorio.

    Las disertaciones sobre la inercia son una clara senal del desconoci-

    miento de las condiciones en las que vienen desarrollandose las recientesexperiencias de lucha del campo popular. Asumir que las posibilida-des de las estructuras y canones antiguos ya no pueden determinar lasnuevas practicas y mensajes, no debe llevarnos al rechazo total de las((viejas)) tradiciones de lucha, de los itinerarios emancipatorios clasicosy de todo lo que no sea novedoso a ultranza. Cabe tener presente queel significado historico del marxismo se relaciona con su capacidad deasumir o ((procesar)) crticamente todas las tradiciones progresistas de la

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    22 3. Crtica a la conciencia ingenua

    humanidad, anulando, conservando y elevandolas a un plano mas alto

    (como sostena Gyorgy Lukacs, hegeliamente).En aras de la originalidad y la creatividad percibimos una operacion

    de reemplazo de la ((conciencia crtica)) (por naturaleza integrada a larealidad) por una ((conciencia ingenua)) o una ((conciencia infeliz)), unalma bella que situandose por encima de la realidad busca aprehenderlaarbitrariamente creando instrumentos propios. Debemos tener sumo cui-dado y no confundir la ((teora)) con los juegos de palabras o los lenguajescifrados, la militancia con la mentira misericordiosa o el voyeurismo in-telectual. Debemos desconfiar de los lenguajes esotericos que, como en

    el caso del poeta Arthur Rimbaud, mantienen alejado al ((publico)).Esta conciencia ingenua tiende a ser funcional con las concepciones

    prenadas de eurocentrismo. Un desafo para el campo popular es pensarlos problemas vinculados con el Estado, el poder y la Nacion desde nues-tra verdadera condicion, despojandonos tanto de la falsa erudicion comode las resignificaciones positivas de la barbarie que subyacen ocultas enlas reivindicaciones del particularismo extremo. No se trata de subesti-mar el aporte de los intelectuales antisistemicos europeos mas reconoci-dos, sino de criticarlos y repensarlos desde coordenadas que poseen una

    especificidad relacionada con la mayor intensidad de las contradiccio-nes y desequilibrios generados por la mundializacion capitalista. Pero,en muchos casos, el intelectual radical europeo tiende a ser un crticosoberbio, resignado, fatalista. Piensa cada vez mas lejos de la realidadde las clases subalternas. Y piensa comodo a largusimo plazo. Incluso,en ocasiones, le cuesta disimular que en el fondo consideran a la otre-dad (o sea, a nosotros) como una antigualla. Acaso Europa no carecede realidad revolucionaria y de la ((pesada)) presencia de las masas? Enterminos de Karl Korsh, los intelectuales marxistas (y radicales en gene-

    ral) de Europa no encuentran una tarea revolucionaria para llevar a caboen la practica, lo que desdibuja su ((existencia terrestre)). No encuentranal sujeto. Muy atras quedo aquel tiempo que le permitio a Rosa Luxem-burgo proclamar que de Europa, de los pases capitalistas mas viejos, ibaa partir la senal de la revolucion social que liberara a todos los hombres.Parecera ser que, as como los pases centrales nos transmiten los costosde sus crisis, sus intelectuales radicales nos quieren transferir los costosde su desencanto. En nuestro medio, este desencanto se expreso en sub-

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    terfugios que consistieron en asumir un punto de vista extremadamente

    general. Como Augusto Blanqui, se salto de lo poltico a lo cosmico, o sepropuso un ((socialismo ucronico)), instalando el cambio social fuera deltiempo, o lejos, muy lejos (gesto por otra parte tpico de Karl Kautsky).Algunos, como Gorki en 1913, comenzaron la construccion de Dios.

    Pensar el Estado, el poder y la Nacion desde la angustia ocasio-nada por el hundimiento del ((socialismo real)), desde la repulsion del((eurocomunismo)), o desde la desesperanza del ((marxismo occidental)),eludiendo la crtica de estas experiencias, puede distorsionar nuestrarealidad periferica, la que queremos conocer y transformar. Debemos

    cuestionar toda subordinacion a parametros deformantes y a tiemposteoricos que no nos competen demasiado y estar atentos a los entorpe-cimientos que impiden la conciencia clara de la realidad de la Argentinaneoliberal. Pensar el Estado, el poder y la Nacion, analizar las tenden-cias mundiales actuales, desde algun rincon del conurbano bonaerense odesde el fondo del monte santiagueno, y realizando un balance practicode la derrota de los 70 y de los obstaculos concretos de las experienciasrevolucionarias, puede resultar poco atractivo para las predisposicionesacademicas o para los espritus polticos ((refinados)), pero para noso-

    tros resulta una cuestion de vida o muerte. Porque en nuestra situacion,como deca Ralph Waldo Emerson, ((la imitacion equivale al suicidio)).Los latinoamericanos, como afirmaba Simon Rodrguez, ((o inventamos oerramos)). En nuestra America, como propona Jose Carlos Mariategui,el socialismo no puede ser calco o copia, tiene que ser creacion heroica.

    La mirada presuntamente radical, pero transida de eurocentrismo,se caracteriza por el escepticismo, por las inseguridades respecto de lavigencia de la edad historica que el marxismo inauguro ideologicamente.Europa hace tiempo que tiene escasas sugerencias que hacer en materia

    emancipatoria. Rosa Luxemburgo deca que el desarrollo del marxis-mo y de la teora revolucionaria eran expresion de las necesidades dela actividad practica. Por cierto, la actividad practica de la izquierdaeuropea deja mucho que desear y alumbra poco. America Latina sera,de seguro, por largo rato, el locus mas propicio para el desarrollo delas teoras y conceptos emancipatorios, desarrollo que se alimentara delas necesidades de los movimientos y las organizaciones populares y queno sera un sucedaneo de la practica. Cual sera el grado de influjo de

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    24 3. Crtica a la conciencia ingenua

    nuestros avances en los pases desarrollados? Podran potenciar las di-

    versas experiencias de autoadministracion popular y las luchas obrerasy populares?

    En lneas generales y siguiendo a Daniel Bensad (2001:129-158) po-dramos caracterizar las ideas con las que debatimos a partir del acto desubordinar el imperialismo a la mundializacion, la lucha de clases a lasidentidades locales, el conflicto a la ((diversidad ambivalente)), la polticaa la estetica, el comunismo al despotismo burocratico, los procesos a losacontecimientos (o a una sucesion de acontecimientos) y los objetivos almovimiento. Asimismo, cuestionamos la apologa de la contingencia, la

    inconstancia y la intermitencia y la reivindicacion del acontecimiento sinhistoria que concibe a la revolucion, o al ((cambio social)) si se prefiere,como un happening.

    El eje del debate que proponemos gira sobre las formas posibles dela autoemancipacion colectiva en las actuales circunstancias historicas.La cuestion del Estado, el poder y la Nacion, para nosotros, estan su-bordinas a este eje. Por lo tanto, la ((ocupacion)) del aparato del Estado,el momento de asumir alguna responsabilidad en su ((manejo)) (no ha-blamos especficamente de ((toma del poder))), para nosotros constituyen

    una cuestion ((tactica)), no ((estrategica)). Nuestro principal interrogan-te podra formularse as: como construir, y llegado el caso ejercer, unpoder poltico (estatal) que aporte a la construccion de una nacion po-pular y democratica y a la emancipacion de los sectores populares enuna perspectiva anticapitalista orientada a superar la postura defensivadel trabajo?

    Como parte del debate es imprescindible realizar un balance practicode las experiencias revolucionarias de los ultimos dos siglos, en particu-lar del paradigma jacobino-leninista (y de todos sus ((significantes))); del

    anarquismo y la ilusion que sostiene que la dominacion de clase puedesuprimirse con la abolicion del Estado y que esa abolicion puede pro-ducirse a su vez a traves de un decreto de autoabolicion de un Estadorevolucionario; y por ultimo, de las distintas experiencias autogestio-narias que hoy se pretenden rehabilitar como alternativa, sin tener encuenta la evidencia historica en torno a sus limitaciones. No se tratade garantizar el dominio de la discusion historica en el debate actual,de ubicar en el pasado los problemas que nos perturban en el presente.

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    Pero consideramos que la experiencia acumulada por los trabajadores

    es una referencia imprescindible y que, por otro lado, la falta de anclajeconcreto en relacion a estas problematicas suele traducirse en el dominiode la abstraccion reforzada por la tendencia idealista a producir pensa-miento partiendo (exclusivamente) del pensamiento. Y decimos idealistaporque, evidentemente, se termina creyendo que el pensamiento producelo real. No se puede proceder como si nada hubiese sucedido, como sino existieran cristalizaciones institucionales, estructuras de sentimientos,etcetera.

    Mas alla de alguna referencia puntual, no debatimos con autores, sino

    con las aplicaciones concretas de ciertas concepciones (que obviamentepueden filiarse, tal como lo hacemos en este trabajo, a intelectuales derenombre) en el contexto del movimiento popular en la Argentina. Va-le aclarar que estas aplicaciones no siempre pretenden ser fieles a losautores. Tratando de analizar y favorecer distintas practicas sociales serecurre a combinaciones teoricas que suelen estar signadas por la in-coherencia. Por ejemplo, siguiendo a Toni Negri y a Michael Hardt, seplantea la necesidad de instalar una alternativa a nivel global para resis-tir al ((Imperio)) (Negri y Hardt, 2001:216) y, siguiendo a Guy Debord o

    a John Holloway, se reivindica la construccion de ((momentos de vida)),((ambientes unitarios)), ((situaciones)), etc. Tambien es comun la conci-liacion de planteos con un alto nivel de abstraccion con actitudes queanteponen (u oponen) la practica a la teora.1 S, debemos reconoceruna coherencia de fondo en el tipo de crtica a la izquierda estatalista ya la representacion.

    No discutimos con estas concepciones porque sentimos atacada nues-tra polvorienta biblioteca, sino porque buscamos reflexionar desde unasituacion concreta del campo popular. Entonces, lo que nos estanca,

    lo que celebra nuestras limitaciones y nuestros errores se convierte enobjeto de crtica pero tambien introduce la necesidad de discutir las al-ternativas, lo que indirectamente reaviva la apuesta creativa, original,desde la praxis. Ademas, no se puede negar que este supuesto ataque anuestra biblioteca se realiza desde otra biblioteca.

    1Vale tener en cuenta lo que Gyorgy Lukacs sostena al respecto: para el cadavez que se pona la practica delante (e incluso, a veces, en contra) de la teora sepropiciaba abiertamente el estalinismo.

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    26 3. Crtica a la conciencia ingenua

    Creemos que muchas de estas concepciones retoman los prejuicios

    antipolticos de un((

    ala))

    de la tradicion marxista, es mas, los refuer-zan y abonan -justo ahora! el desinteres por pensar en terminos deestrategia revolucionaria, cuando no proponen coartadas voluntaristas.Esta tradicion antipoltica encuentra arraigo en nuestros das graciasal contexto favorable que le tributaron las desviaciones autoritarias delmarxismo y gracias a las experiencias historicas que lo invocaron en losrituales fundantes de Estados todopoderosos.

    En ultima instancia, estas reflexiones un tanto desordenadas pue-den considerarse una invitacion al debate, entre companeros, sobre las

    consecuencias de los procesos de despolitizacion del marxismo, sobre lanecesidad de rescatar a la poltica de un destino fatal como campo delucha colectiva y sobre las formas posibles de las intervenciones activasy significativas en los procesos historico-sociales. Un debate en torno alas alternativas estrategicas organizativamente viables y las formas demediacion material en la transicion hacia un orden social alternativo aldel capital. En fin, un debate sobre los caminos a trazar para superar ladivision social jerarquica del trabajo heredada.

    Una de las limitaciones de lo que Perry Anderson denominaba((marxismo occidental)), hijo dilecto de las derrotas del movimiento obre-ro en las decadas del 30 y el 40, era la primaca otorgada a los problemasfilosoficos por sobre los problemas polticos, lo que se traduca en pesi-mismo, en recada idealista y, basicamente, en una escision entre teora ypractica que signo toda una etapa historica. Una situacion poltica y unclima de ideas similar se nos presentaron en los 90 como consecuencia delas derrotas de los 70 y los 80. El contexto de los 90 estuvo condicionadopor el fracaso del ((socialismo realmente existente)), por la identificacionindeliberada del leninismo con el estalinismo y con cualquier otra ins-

    trumentacion poltica letal del marxismo y, mas injustificado aun, delsocialismo con el estalinismo. Pero as como las respuestas revoluciona-rias llegaron para la primera etapa, con la formidable ofensiva de los anos60, hoy han comenzado a gestarse las respuestas revolucionarias para lasegunda etapa. Aunque sin la extension alcanzada en los anos 60, frag-mentos de una generacion de intelectuales jovenes se siente compelida acontrarrestar la distancia entre teora y practica y pone el enfasis en laimportancia del pensamiento estrategico.

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    La izquierda verdadera siempre recupera a la izquierda. No debemos

    hacer tabula rasa de las luchas historicas en pos de la liberacion nacionaly el socialismo. Vale tener presente el principio dialectico que plantea lacontinuidad en la discontinuidad y la discontinuidad en la continuidad.Con inmensa lucidez Istvan Meszaros sostiene que ((cambiar de posicionsaltando de una tabula rasa (negritas en el original) a otra sin siquieraintentar justificar el abandono de las creencias antes todopoderosas yla proclamacion de las certidumbres recien adquiridas (que a menudoson abandonadas con la misma facilidad cada vez que la conveniencia lorequiera) no puede resultar mas que en vaciedad carente de principios

    [ . . . ])) (Meszaros, 1999:339).En la lucha por la emancipacion humana solo hay que ser originales

    cuando corresponde, no se puede asumir la originalidad como principio ocomo meta y plantearla como cuestion ((estetica)). La carrera en pos delhorizonte de la originalidad puede afectarnos la percepcion de la realidady hacernos caer en los artificios insustanciales. John Dewey deca que laoriginalidad no estaba en lo fantastico, sino en el nuevo uso de las cosasconocidas. En definitiva, debemos fundar nuestras polticas en la realidady no ya en construcciones subjetivas, debemos relacionar la esperanza

    con el presente, la ((escatologa)) con la lucha.Ante los innumerables problemas que presenta la puesta en marcha

    de cualquier proyecto de modificacion radical de la sociedad, aparecenlos que se conforman con soluciones idealistas o tipologicas, solucionesaparentes basadas en imperativos abstractos, pero tal empresa recla-ma imperativos afirmativos que cuenten con el aval de las evidenciashistoricas concretas. Las anticipaciones filosoficas pueden ser valiosas,pero poco aportan a las necesidades de las organizaciones populares.

    Consideramos que el desarrollo historico, en ocasiones, conduce a

    bifurcaciones que plantean alternativas rotundas, pero esta situacionhistorica excepcional nunca trae consigo las resoluciones favorables paralos oprimidos. Nunca nos indica el camino que hay que tomar. La accionhumana consciente de las vctimas siempre resulta clave, pero muchomas en la hora de las encrucijadas historicas.

    Finalmente, hay que tener en cuenta que el pensamiento unico, querefleja la realizacion del capitalismo como ideologa, no solo se manifies-ta en su version mas dura y fundamentalista; en realidad esta muestra

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    28 3. Crtica a la conciencia ingenua

    su faz mas anacronica e ineficaz. Por el contrario, el pensamiento unico

    se sostiene en una concepcion con capacidad reproductiva, que permitesu arraigo en vastos campos del quehacer de los hombres y las mujeres,incluyendo la propia conciencia de las clases subalternas. Ciertas ver-siones del ((consensualismo)) (no creer en verdades que no sean fruto deun consenso, negar la posibilidad de los descubrimientos y los saltos),el ((pluralismo ilimitado)) (que niega al sujeto conciente y habla desdeuna pluralidad de posiciones y sujetos) y otras disposiciones que ensal-zan lo armonico frente a lo antagonico, lo tecnico frente a lo poltico, lonatural frente a lo historico, son sus pilares, en tanto y en cuanto son

    introyectados y reproducidos por la vctimas.

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    El elefante existe

    (([...] sin estrategia no hay razon alguna para creer quehabra una mano invisible que garantizara que la transfor-macion tenga lugar en la direccion deseada, aun cuando seproduzca eventualmente el hundimiento de la economa mun-do capitalista [. . . ]))

    Giovanni Arrigui, Terence K. Hopkins

    e Immanuel Wallerstein((La revolucion en general es un acto poltico. Sin embargoes imposible realizar el socialismo sin la revolucion. El socia-lismo necesita ese acto poltico, s precisa la demolicion y ladescomposicion. Mas, all donde comienza la actividad orga-nizada, all donde aparece su finalidad, su alma, el socialismorechaza la capa poltica.))

    Carlos Marx

    John Holloway1 afirma que los Estados ya no son centros de poder, quela subordinacion del Estado al capital cerro el paso a cualquier alterna-tiva de radicalismo estatal. Pero no explica que hacer frente a ese Estado

    1Nos remitimos a distintos trabajos de este autor, en particular a su obra m aspolemica, Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolucionhoy, Buenos Aires, Universidad Autonoma de Puebla-Herramienta, 2002, y a unaentrevista realizada por Mabel Thwaites Rey para el Diario Clarn el domingo 10 defebrero de 2002.

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    controlado por ((otros)) que s lo consideran un instrumento idoneo de un((

    antirradicalismo estatal))

    . Tampoco nos explica como disolver el podersin dejar de ejercerlo (de alguna manera) en la tarea de disolucion. Si elEstado es central para la perpetuacion del capitalismo, para la reproduc-cion de su dominacion, para la acumulacion de capital y para el controlde las clases subalternas, podemos derrotar a la burguesa sin disputarleo ((anularle)) ese dispositivo estrategico? Cuanto se puede avanzar enla transformacion radical de la sociedad con un poder poltico hostil?Y aun suponiendo que se avance en la transformacion social contra elsistema en los intersticios del sistema (en ultima instancia, en sus mar-

    cos) no se planteara necesariamente, en algun momento, la cuestiondel poder poltico?

    Estamos de acuerdo en que las nuevas relaciones sociales no puedencomenzar con la ((toma del poder estatal)). Anton Pannekoek deca que((el problema de la tactica no consiste en saber si es posible conquistarmuy pronto el poder, ya que en ese caso este solo sera una aparien-cia al caer demasiado temprano en manos de los comunistas? sino queconsiste en desarrollar en el proletariado las bases de un poder de cla-se permanente)) (Bricianer, 1975:191). Tampoco le atribuimos al Estado

    una funcion cultural fundamental en la transformacion de la sociedad; elEstado no construye el ((hombre nuevo)) ni la sociedad libre e igualitaria.El Estado es una porcion del poder, el ejercicio del poder estatal porparte de las clases subalternas resulta una instancia instrumental en laperspectiva de la liberacion humana y en el marco de la construccion deun nuevo sistema hegemonico. Tampoco pensamos al Estado como con-clusion ineludible en el proyecto de construccion de una sociedad futura.Aunque una ((poltica popular)) no deba orientarse hacia el Estado niconcebirlo como nucleo de la accion revolucionaria, sigue siendo impres-

    cindible resolver la cuestion del Estado. No se debe pensar la polticaemancipadora desde el Estado, pero es imposible pensarla sin el Estado.El Estado y la poltica estan ah, atravesados, en algun lugar, entre laactividad practica y la transformacion del trabajo alienado. La emanci-pacion requiere entonces de la lucha por el poder del Estado, contra elpoder del Estado y en el Estado. De hecho: luchar contra el poder delEstado, es luchar por el poder del Estado, aunque no se sepa o se loniegue.

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    Supongamos una hipotetica y maravillosa situacion: el poder popular

    (o si se quiere el((

    antipoder))

    segun Holloway o el((

    contrapoder))

    de Ne-gri) extendido y consolidado. Esa situacion, esa correlacion de fuerzaso esta condicion de la lucha de clases, no se expresara necesariamenteen el Estado? No sigue siendo necesario resolver de un modo que favo-rezca los intereses de las clases subalternas la cuestion del poder estatal,a riesgo de que las fuerzas populares ((pierdan el turno)) o irrumpan fan-tasmalmente, sin consistencia y sin posibilidades de complementar lahegemona?

    Cuantas veces importantes movilizaciones, hechos (o si se quiere ((si-

    tuaciones))) de masas sirvieron para cuestionar el poder y derribar ver-dugos y regmenes insoportables pero no pudieron evitar que otros ver-dugos, mas o menos camuflados, se encumbraran. En este sentido, nopodemos dejar de remitirnos a los formidables sucesos del 19 y 20 de di-ciembre del ano 2001 que, en Buenos Aires, terminaron con un acuerdoentre los partidos tradicionales (responsables de la crisis) y con EduardoA. Duhalde en la presidencia y patente de salvador de la patria.

    Esta referencia para nada pretende negar la relevancia historica de lossucesos, tampoco propone pensarlos en clave de lo que ((deberan haber

    sido)). Solo estamos criticando a las lecturas que, por reificar el ((devenir)),terminan negando el ((porvenir)) y rindiendo culto a lo impredecible.La preocupacion por el porvenir no implica reconocer la necesidad deexternalidades que asignan sentido en forma arbitraria. Se trata de leerel sentido del devenir y de las aspiraciones y el deseo de los protagonistasy de all deducir un porvenir posible que no sea escamoteado.

    Hoy, la clase dominante intenta reconstruir el consenso a traves dealternativas subordinadas, basadas en la ((refundacion de la democra-cia)) o en ((la alianza de la produccion y el trabajo)), mientras muchos

    companeros en nombre de una cruzada contra la razon instrumental mo-derna se oponen al proceso de constitucion de los sectores populares enfuerza poltica; a que las masas realicen experiencias directas de poderque como instancias de formacion jamas podran ser reemplazadas porlos talleres de educacion popular. El profundo deseo de que los en-sayos de rebelion social puedan convertirse en ensayos de construccionde bloques populares y proyectos contrahegemonicos nos convierte en jacobinos incorregibles?

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    John Holloway, por ejemplo, ha recurrido en reiteradas ocasiones a

    un ejemplo no muy feliz: recuerda que el Ejercito Zapatista de LiberacionNacional (EZLN) no hace mas que inspirarse en Emiliano Zapata cuandose aparta de la posibilidad de tomar el poder estatal. Holloway, pareceno tener en cuenta que la actitud del lder campesino, paradojicamenteen un momento de gran avance de las fuerzas populares que expresaba,genero un vaco que inmediatamente ocupo la burguesa mexicana quellevo, por la va de la institucionalizacion de la revolucion, a casi ochentaanos de PRI.2 Aqu cabe una digresion. Percibimos una contradiccioninsalvable en el fondo de algunos planteos de Holloway, planteos asu-

    midos a veces en forma acrtica por muchos companeros. Por ejemplo,se reivindica la teora y la practica del zapatismo como una va origi-nal para repensar las perspectivas de la izquierda y del campo popularen su conjunto con argumentos y formulaciones que, en caso de desple-garse bajo los auspicios de la coherencia, llevaran indefectiblemente aver el programa del zapatismo como estatalista y a su lucha como unaexigencia por reformar la democracia burguesa mexicana. Desde estaperspectiva, el ((mandar obedeciendo)) del subcomandante Marcos de-bera ser desechado por sus perspectivas estatalistas y autoritarias, y el

    proyecto zapatista por reformismo radical de Estado y por su caracternacional y patriotico. Algo similar ocurre con el Movimiento Sin Tierradel Brasil, otra experiencia que suele tomarse como modelo o referenciade lo que precisamente ((no es)). Como sabemos, para el MST sus tres((columnas)) son: moral productiva, disciplina democratica y dirigencia,aspectos estos ultimos que muchas veces se suelen pasar por alto.

    En relacion a la decodificacion local de la experiencia del MST cabeuna reflexion: construir nueva sociedad en los marcos de la vieja, an-ticipar el socialismo en las formas concretas son los pilares del camino

    mas efectivo a la emancipacion. Esto, para nosotros, hoy, tiene caracterde certeza. Pero. . . cuanto tiempo pueden durar las disrrupciones co-mo estas (podemos incluir a una parte del Movimiento de TrabajadoresDesocupados de la Argentina, entre otros experimentos) en los marcosde una sociedad nacional capitalista? Cuales son los lmites del creci-

    2En este, como en otros casos, la historia nos ensena que un proceso de cam-bio pone a funcionar automaticamente una inmensa red contrarrevolucionaria. Larevolucion, el cambio social, necesita la energa de una fuerte asociacion.

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    miento acumulativo y de avance en base a hechos de territorializacion

    organizada?Sin duda, es mucho mas coherente reconocer en el zapatismo -talcomo lo hace Raul J. Cerdeiras- la propuesta de una poltica a distanciadel Estado que busca articular la ((particularidad de una situacion)) con la((universalidad formal del Estado)) y el intento por reformular la relacionentre la sociedad, la poltica y el Estado: ((Aunque se proclame que lanueva poltica sera a distancia del Estado y girara a partir de premisaspropias fuera de la logica del Estado, esto no significa que el Estadodesaparezca del horizonte del pensar-hacer la poltica. Tarde o temprano

    habra que verselas con el. Los zapatistas dicen que hay que revolucionarel vnculo de la sociedad con el Estado, lo que es prueba suficiente deque sigue habiendo una cuestion en relacion con ese tema [. . . ])). Masadelante agrega Cerdeiras: ((Si hay un momento en que una poltica deemancipacion, a distancia del Estado, debe tratar con las polticas deEstado, con las polticas gestionarias, es a partir de crear un espacionuevo que no existe de antemano. A falta de otro nombre llamo a eselugar espacio de exigencia [. . . ])) (Cerdeiras, 2001:50-53).

    Tambien nos parece atinada la posicion del Colectivo Situaciones, en

    torno a esta problematica: ((Si el Estado no es el lugar privilegiado delcambio no es tampoco un lugar simplemente suprimible ni tampoco unarealidad que se pueda negar. Es s, un lugar que tiende a permanecer entoda sociedad masiva y compleja y, antes que nada, es a la vez un puntode vista situacional posible, de un lado y de otro, un elemento presenteen las situaciones mas variadas [...])) (Colectivo Situaciones, 2002:159).

    Muchas veces se cuestiona el estatalismo radical de los viejos mo-vimientos antisistemicos y a sus fallas congenitas para lograr una totalruptura logica y filosofica con el pensamiento burgues mientras se lo

    reproduce revindicando la fragmentacion y convirtiendo los hechos enesencias.

    Creemos que debemos ser muy cuidadosos a la hora de determinarcuales son los medios organicos supuestamente contrapuestos o funciona-les a la construccion de una sociedad igualitaria. Por ejemplo, existe unatendencia a asociar mecanicamente la autonoma, la horizontalidad y lasformas de democracia directa con la desinstitucionalizacion, cuando enrealidad, la experiencia demuestra que las primeras no necesariamente

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    conducen a la segunda. Debemos precavernos de la arbitrariedad, tenta-

    cion grande ante la indigencia poltica. Sobre todo en estos tiempos detransicion y gran heterogeneidad de las fuerzas antisistemicas y del pen-samiento con afanes emancipatorios, donde lo viejo convive con lo nuevo.Mabel Thwaites Rey identifica un conjunto de significados del conceptode autonoma: autonoma del trabajo frente al capital, autonoma en re-lacion a las instancias de organizacion que puedan representar interesescolectivos (partidos polticos, sindicatos, etc.), autonoma en referenciaal Estado, autonoma de las clases subalternas respecto de las clasesdominantes y, finalmente, una autonoma social e individual.3 Conside-

    ramos que existen niveles de contradicciones entre estos significados quese pueden traducir en lneas de accion. O sea: para consolidar la auto-noma en una perspectiva resulta indispensable limitar los alcances deotra.

    Percibimos ademas que, en ocasiones, desde la izquierda, al igual queel liberalismo tradicional, se parte de la escision falsa? entre Estado ysociedad civil y se analizan los procesos de cada esfera por separado,como si estos no tuvieran ningun tipo de interinfluencia y condiciona-mientos mutuos. Otra actitud, tambien discutible, consiste en confundir

    las esferas, como si fueran exactamente lo mismo, formas de la encarna-cion del capital apenas diferenciadas. Segun Guillermo ODonnell, ((unade las diferencias entre el Estado y el capital es que este aparece en elmomento totalmente abstracto del dinero; en cambio el Estado se cor-poriza en instituciones que, aunque postulen un fundamento abstracto,no pueden dejar de ser, en sus acciones, omisiones e impactos, una esferaconcreta habitualmente perceptible como tal)) (ODonnell, 1978:1190).

    Nosotros sin ser demasiado originales, aunque casi heterodoxos enel marco del debate actual que atraviesa la izquierda argentina, prefe-rimos ver al Estado como momento de una totalidad social que no sepuede escindir de las relaciones sociales, de las formas de acumulacion,de las modalidades de la ideologa hegemonica y de las formas de domi-nacion: en definitiva, como una relacion social y por lo tanto como una((relacion de fuerzas)), como contradiccion y lucha que atraviesa tanto lasinstituciones como la sociedad.

    3Ver: Thwaites Rey, Mabel, La autonoma como busqueda, el Estado como con-tradiccion, Buenos Aires, Mimeo, 2004.

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    El Estado es un lazo social basado en una relacion social asimetrica,

    una relacion de dominacion y de explotacion. La clase dominante ejerceel poder a traves del Estado y este vincula a las clases sociales (no media)recurriendo a formas particulares que sirven para garantizar la domina-cion y la explotacion. Pero la mediacion, el vnculo, esta determinadopor la lucha de clases. El Estado desarrolla modalidades de intervencionreproductivas que tienden a desplazar las contradicciones y a enfrentarlas distintas fracciones de las clases subalternas. El Estado reproduce laposicion (dominante) de la clase dominante en el plano material, polticoe ideologico.

    El Estado es entonces lugar-momento de la lucha de clases y, aunquesu naturaleza sea capitalista, presenta cristalizaciones que son resulta-do de las luchas de las clases subalternas. Esas cristalizaciones puedenfuncionar como locus de las confrontaciones contra la dominacion y laexplotacion. Entonces, si asumimos que el Estado es lugar-momento dela materializacion de las relaciones de fuerza, no cabe la actitud indife-rente frente a las instituciones estatales. Como sostiene Mabel ThwaitesRey: ((No es lo mismo tener leyes laborales protectoras que flexibiliza-cion total. No es lo mismo contar con prestaciones de seguridad social,

    garantizadas legalmente, que dejarlas libradas a las fuerzas de merca-do. Todos los logros historicos de los trabajadores merecen y deben serdefendidos)) (Thwaites Rey, 2004:32). Finalmente, estamos de acuerdocon una sugerencia estrategica de esta autora que recupera la dimensioncontradictoria del Estado: ((Hay que luchar contra y en el Estado)), loque implica luchar por clausurar sus instancias represivas y ampliar lasque tienden a una sociabilidad colectiva.

    Algunos aspectos de ciertas crticas de izquierda al eje estatal nospresentan una vision remozada de las posiciones del anarco-sindicalismo

    o del sindicalismo revolucionario de fines del siglo XIX y principios delXX. Queremos decir al respecto que, en los ultimos anos, hemos notadoel surgimiento de una camada de militantes, quienes asumiendose o nocomo anarquistas han intentado desarrollar practicas ((puras)), ((no polti-cas)). Asimismo, percibimos una reactualizacion de las crticas abstractasa la poltica, de la negacion ((ideologica)) del Estado4 y del principio de

    4Para el anarquismo el Estado es un poder ((autonomo)) que se sostiene en laviolencia y se mantiene gracias a la ignorancia y la supersticion de las masas. Aligual que los liberales, conciben al Estado sin sociedad y sin ataduras terrestres.

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    la no institucionalizacion de las practicas5. que hace que estas se queden

    sin referencia y sin espacio identificable. Por otra parte, en los terminospropuestos por Goran Therborn, muchas veces se considera al enemigocomo un cuerpo extrano mas que como el ocupante de una posicion dedominio en el marco de un sistema determinado y se concibe a la revolu-cion como la eliminacion de agentes extranos y corruptores de un ordenprimigenio inmaculado mas que como transformacion de una sociedadsurcada por contradicciones e ((imperfecciones))6. Estamos de acuerdo enque ((el poder de la clase trabajadora no reside tanto en sus institucionesrepresentativas como en el antagonismo y autonoma de los propios tra-

    bajadores)) (Negri y Hardt, 2001:268), pero esta constatacion no deberallevarnos a negar la importancia de estas instituciones.

    Por otro lado, las crticas a las que hacemos referencia parecen no te-ner en cuenta las implicancias del concepto de hegemona, ya que partende las premisas que establecen la posibilidad de la ((actividad libre)) delas masas y consideran que la hegemona de la clase dominante se puedecontrarrestar ((espontaneamente)). En el mismo sentido, estas crticas noreconocen como problema la incoherencia poltica de las clases subal-ternas (y la coherencia relativa de la clase dominante), y tampoco los

    mecanismos de dominacion ideologica como la adaptacion, la inevitabili-dad, la deferencia, la resignacion y el miedo.7 Ahora bien, nuestro plan-

    5La cerrada oposicion a la institucionalizacion de las practicas y a cualquier formade intermediacion estatal precipito el alejamiento de los anarquistas de la PrimeraInternacional hacia el ano 1872. Los anarquistas no esbozaron hipotesis convincentesa nivel general en relacion con los movimientos de cambio social. Por otra parte, elanarquismo comparte con el liberalismo la tajante escision entre Estado y sociedad

    6En esta lnea se han desarrollado planteos tendientes a concebir la poltica comoel desarrollo distorsionado de la capacidad asociativa de los seres humanos

    7El Estado integra un sistema ideologico, va mas alla de sus funciones represi-

    vas. Este sistema apunta a consolidar los mecanismos de sometimiento social y lasrelaciones de dominacion a traves de las cuales se produce la apropiacion de la volun-tad del otro. Siguiendo a Goran Therborn, podemos identificar distintas formas dedominacion ideologica: adaptacion (conformidad de los dominados, obediencia a losdominadores), inevitabilidad (obediencia por ignorancia de alternativas), deferencia(los dominadores son concebidos por los dominados como una casta aparte), resig-nacion (que lleva a pensar que las alternativas son inviables) el miedo, etc. Estasformas generan resistencias que tambien se expresan en formas ideologicas, o sea quela lucha de clases tambien se expresa en formas ideologicas. Ver: Therborn, Goran,La ideologa del poder y el poder de la ideologa, Mexico, Siglo XXI, 1989.

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    teo no debera entenderse como el reclamo de un ((agente externo)) que

    imponga la((

    conciencia revolucionaria))

    . Por el contrario, consideramosque la actividad autonoma del pueblo (que no excluye ni se contradicecon los roles militantes o con el ((activismo)) cuando asumen un lugardialectico y ((biodegradable))) es lo que hace posible esa conciencia y laque favorece la constitucion de fuerza contrahegemonica. No creemos,como Marx, que la practica genere conocimiento directamente, nuestraposicion esta mas cerca del constructivismo: la accion genera los instru-mentos que permiten asimilar el conocimiento y ((construirlo)).

    Esta actitud autonoma deviene imprescindible de cara al cambio so-

    cial, porque el sistema del capital no prepara a los hombres y a las muje-res para una forma de vida solidaria y cooperativa. Pero esta actividadautonoma, aunque objetivamente contrahegemonica, no lograra trascen-der su posicion integrada en la totalidad de la sociedad capitalista (dondelas instituciones estan hechas para perpetuar la hegemona de la clasedominante) si no apuesta a construir identidades masivas, herramientasde articulacion y estrategias de poder. Claro que en el marco de esteproceso de construccion tendra que exponerse a fusiones organicas queincluiran ((externalidades)) teoricas y practicas. Son las propias organi-

    zaciones populares, y no precisamente los revolucionarios en disponibili-dad, las que se estan planteando este problema y las que perciben que notodo lo que se necesita para cambiar la sociedad surge automaticamentede la autoactividad de las masas. Existen tareas imprescindibles para laemancipacion que jamas podran ser resueltas por la autoactividad de lasmasas. Los procesos autoorganizativos en el campo popular no daran lasrespuestas a todos nuestros interrogantes.

    Nuestro planteo es gramsciano en un par de puntos claves: queremosque el subalterno se convierta en dirigente, pero consideramos impres-

    cindible que los sectores populares construyan la hegemona antes de((llegar al poder)). Apostamos por un itinerario en el cual la toma delpoder sea consecuencia de la potencia de la clase que emerge, de laformacion de una voluntad nacional-popular y de formas organicas deadhesion que permitan que el sentimiento-pasion se convierta en com-prension. Pensamos el cambio social como proceso prolongado (con unantes y un despues desdibujado) y no como mero momento de ruptura.De este modo se torna necesario favorecer por distintos medios la for-

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    macion de una conciencia crtica de lo real por parte del pueblo (esto

    es lucha hegemonica), constituir grupos de hegemona y asumir todoslos riesgos. Siempre sera mejor que vegetar como seguros e inoperantesgrupos testimoniales. Ahora bien, se puede ((completar)) esta hegemonasin el control del aparato estatal?

    Pero, aun dejando de lado la discusion en torno al concepto de hege-mona8. y las explicaciones sobre las articulaciones de la base y la supe-restructura, y de como una clase economicamente dominante se trans-forma en dirigente, lo que nos parece mas grave es que no se tome encuenta la estrategia del sistema que consiste en dividir y fragmentar a

    los grupos sociales que explota.9

    .El enemigo existe. Los espacios que favorecen la constitucion de

    vnculos sociales, que no pasan por la puerta del capital y que construyenla ((sociabilidad del hacer)), se desarrollan indefectiblemente? en el mar-co de un sistema general que limita sus posibilidades de consolidacion yexpansion. Las luchas ((prefigurativas)), desde una perspectiva sistemica,resultan claves para pensar en una transicion a un orden superador aldel capital, pero, en el marco de una sociedad capitalista, inhibidas lasposibilidades de realizarse plenamente, su importancia es, basicamente,

    poltica. Proveen de legitimidad a los proyectos de las organizacionespopulares, muestran la posibilidad de los caminos alternativos, etc. Encontextos de reflujo sirven para resistir desde posiciones de masas. Pe-ro, como las ciudadelas libertarias, no alcanzan para la negacion de lasociedad total, aunque la justifican. La ((acumulacion)), en base a he-

    8En este sentido resultan interes