Luces de Bohemia Raquel Vázquez

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Índice Introducción………………………………………………………………….. página 2 El esperpento………………………………………………………………… página 2 Situación de España a comienzos del siglo XX………………………………… página 3 Visión de la realidad española en la obra………………………………………..página 5 Problema político………………………………………………………página 5 Problema de los nacionalismos………………………………………….página 7 Problema social…………………………………………………………página 8 Problema religioso………………………………………………………página 10 Conclusión……………………………………………………………………..página 11 Bibliografía……………………………………………………………………..página 11 1

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Índice

Introducción………………………………………………………………….. página 2

El esperpento………………………………………………………………… página 2

Situación de España a comienzos del siglo XX…………………………………página 3

Visión de la realidad española en la obra………………………………………..página 5

Problema político………………………………………………………página 5

Problema de los nacionalismos………………………………………….página 7

Problema social…………………………………………………………página 8

Problema religioso………………………………………………………página 10

Conclusión……………………………………………………………………..página 11

Bibliografía……………………………………………………………………..página 11

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Introducción

Max Estrella es un poeta ciego hiperbólico de existencia bohemia, que sobrevive junto con su mujer y su hija en una pequeña buhardilla. Con la excusa de ir a reclamar un pago mayor por una de sus obras, Max, guiado por su cínico amigo Don Latino de Hispalis, recorrerá diversos ambientes degradados de Madrid, en los que se encuentra con todo tipo de personajes que dibujan la realidad española de principios del siglo XX, hasta que finalmente regresa a su casa y fallece, agotado por una vida ingrata y una sociedad decadente en la que su modo de vida no tiene cabida.

Luces de bohemia aparece publicada por entregas en el semanario “España” en el año 1920. En 1924 se publica el libro, con tres

escenas añadidas: la II, la VI y la XI. Esta obra, del escritor perteneciente a la generación del 98 Ramón Mª del Valle Inclán, es una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva, absurda.

Los años precedentes al 1920 fueron de gran relevancia para el autor; su estética e ideología habían ido evolucionando influenciadas por las transformaciones sociales y políticas de la época.

Estos cambios que afectaron a España en las dos primeras décadas del siglo XX aparecen plasmados en Luces de bohemia, a través de una nueva forma de ver la realidad: el esperpento.Ramón Mª del Valle Inclán

El esperpento

Se puede definir el esperpento como un género literario que se caracteriza por la estilización grotesca de los personajes y las situaciones, y el predominio de la violencia verbal, los detalles grotescos y extravagantes, y una visión amarga y degradada de la realidad, todo ello puesto al servicio de una implícita intención

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crítica de la sociedad española de su tiempo. Además de estar presente en Luces de bohemia, obra representativa del estilo, esta técnica se empleó también en la trilogía Martes de Carnaval y tiene sus precedentes en Quevedo y Francisco de Goya. Algunas de sus características son:

1. Lo grotesco como forma de expresión: o la degradación de los personajes.o la cosificación de los personajes, reducidos a mero signo

o a muñecos.o la animalización o fusión de formas humanas y animaleso la literaturización del lenguaje coloquial, frecuentemente

investido de todo tipo de intertextualidades.o el abuso del contrasteo la mezcla de mundo real y de pesadillao la distorsión de la escena exterior

2. La deformación sistemática de la realidad: o la apariencia de burla y caricatura de la realidado el significado profundo, semitransparente, cargado de

crítica e intención satírica que constituye la auténtica lección moral

3. La presencia de la muerte como personaje fundamental.

Este estilo nuevo teatral partió de un famoso bar situado en el centro de Madrid. Valle Inclán era un gran asiduo al mismo, cuya característica más llamativa era la fachada, donde se hallaban unos espejos cóncavos y otros convexos que deformaban la figura de todo aquel que se colocase frente a ellos. Este hecho, que se había convertido en un entretenimiento de la época, sería utilizado por el autor como inspiración. La deformación de la realidad bien podía ser divertida, como así era para los transeúntes, pero podía convertirse en algo más: en un espejo social, en una crítica, en una deformación de la realidad exagerada, una delicia para un escritor rebelde como lo era Valle Inclán.

El esperpento aparece definido en Luces de bohemia, concretamente, en la escena XII, donde el protagonista Max bosqueja su significado a su compañero Don Latino de Hispalis:

“MAX: La tragedia nuestra no es tragedia. DON LATINO: ¡Pues algo será! MAX: El esperpento.”

Tras estas afirmaciones se entiende que el esperpento es un género literario que no puede ser tragedia porque es demasiado noble para reflejar España: “una deformación grotesca de Europa” y donde “¡es un delito el talento”, de ahí la necesidad de encontrar un género que encaje con la perspectiva española (“El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente

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deformada”). El término esperpento procede del habla popular y significa feo, ridículo..., y sirve para dejar espacio a lo grotesco y a lo deformado, como ya había demostrado Goya que, según Valle-Inclán, fue el padre del esperpentismo en pintura: “El esperpentismo lo ha inventado Goya”.

Rubén DaríoPara esta deformación de la realidad, una de las técnicas de la que se vale el autor es el uso de los anacronismos, que dificulta determinar con exactitud el tiempo en que transcurre la obra: la referencia a Don Jaime de Borbón es anterior al 1910, a la Revolución Rusa se sitúa en 1917, se da por muerto a Benito Pérez Galdós, que en la realidad fallece en 1920, mientras que Rubén Darío, que es un personaje en la obra, había fallecido en 1916.

Situación de España a comienzos del siglo XX

Desde 1875, la vida política en España se regía por el sistema conocido como Restauración borbónica, caracterizado por la alternancia pacífica de dos grandes partidos (liberal y conservador),

oligarquía, fraude electoral y caciquismo, en el contexto de una monarquía liberal doctrinaria. Durante el reinado de Alfonso XII y la regencia de su viuda, María Cristina de Habsburgo, el sistema alcanzó la consolidación, aunque, a partir de 1890, coincidiendo con la concesión del sufragio universal durante un gobierno del liberal Sagasta, la Restauración empezó a dar los primeros síntomas de agotamiento. En 1898,

con la pérdida de las últimas colonias españolas (Cuba, Filipinas y Puerto Rico), estalla una crisis con la que comienza el declive del sistema. A partir de entonces, en especial durante el reinado de Alfonso XIII, se Desastre del 98 manifestarán una serie de problemas reiterados en diferentes aspectos de la vida española, que poco a poco van mermando un régimen que acaba desembocando en la dictadura de Miguel Primo de Rivera, en un intento de arreglar la situación del país mediante un “cirujano de hierro”, término del regeneracionista Joaquín Costa.

Uno de los problemas clave de la Restauración fue la crisis política. Con las muertes del conservador Cánovas (1897) y de Sagasta (1903), los dos grandes partidos dinásticos se quedaban sin sus dos carismáticos líderes, y las disensiones internas se volvieron muy frecuentes. Además, Alfonso XIII, al contrario que su predecesor, intervino excesivamente en cuestiones políticas, rompiendo la alternancia y convirtiendo el sistema en inestable.

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El gran desarrollo económico de las regiones periféricas (País Vasco y Cataluña) contribuyó al desarrollo de los nacionalismos periféricos. En estas zonas, que se vieron beneficiadas por la reinversión en España de los capitales coloniales repatriados

después del desastre del 98 y por la neutralidad en la Iª Guerra Mundial, se incrementó el sentimiento de ser explotados Fábrica en Cataluña por el centralismo del Estado.

El desarrollo económico, industrial y urbano se relaciona con el aumento de las luchas sociales. En su origen se encuentran la mayor conciencia de clase de obreros y campesinos y el aumento de su capacidad de movilización. Ante las demandas obreras, la acción de los gobiernos fue escasa, y las posiciones cada vez más enfrentadas entre patronos y trabajadores hicieron más agudos los conflictos.

También reaparece el conflicto religioso al agudizarse las denuncias de sectores progresistas sobre el dominio que la Iglesia ejercía sobre la enseñanza y por el aumento significativo del número de religiosos. Socialistas, republicanos y un sector significativo del Partido Liberal reclamaron que se recortara su poder, que se limitara el número de congregaciones y que se regulara el matrimonio civil. El anticlericalismo se fue extendiendo en buena parte de la opinión pública urbana, en especial entre las clases populares.

La derrota de 1898 había demostrado la degradación de las Fuerzas Armadas, en las que sobraban oficiales y jefes y faltaban recursos materiales. A un estamento militar herido, que atribuía toda la responsabilidad de la derrota a los políticos y que reivindicaba la vuelta al papel protagonista que el Ejército había desempeñado en el siglo XIX, se enfrentaban sectores antimilitaristas y una prensa liberal hostil que acusaba a los militares de la derrota.

Por último, cabe mencionar el problema colonial. Desde finales del siglo XIX el interés por el reino de Marruecos había ido aumentando. Tras el desastre del 98, la posibilidad de reconstruir allí el imperio suscitó las esperanzas de los colonialistas españoles. España se embarcó en una aventura que le consumiría

ingentes cantidades de tropas y recursos, y que, además de la pérdida de vidas y recursos materiales, contribuiría a Soldado herido en la Guerra de Marruecos

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envenenar el clima político y a agudizar la separación entre el Ejército y la sociedad civil.

Todos estos factores provocaron el deterioro progresivo del funcionamiento del sistema y la existencia de crisis políticas y sociales cada vez más graves (como las de 1909 y 1917) que minaron la monarquía constitucional y facilitaron el golpe de Estado de 1923.

Visión de la realidad española en la obra

Luces de bohemia es una sátira nacional de la política, la sociedad, la religión…; en definitiva, es una denuncia de la situación española. Con esta obra Valle coloca sus espejos deformantes ante los más variados aspectos de la realidad de España. Su crítica social no se dirige contra individuos, clases o colectivos concretos, sino que es una queja total contra toda la vida nacional, desde la monarquía hasta el mundo de la delincuencia, dejando ver la falta de honor, la corrupción administrativa, la inmoralidad, la falsa religiosidad y superstición, la brutalidad policial, la represión política sobre los humildes, el cinismo de quienes se adaptan y sobreviven medrando a costa de los demás, el periodismo al servicio del poder, el mundo artístico (representado por los modernistas) absurdo y frívolo, el egoísmo de los comerciantes, el submundo de las prostitutas. En conclusión, la España que aparece en la obra es una multitud heterogénea que trata de sobrevivir según sus circunstancias, pero cuyo rasgo definitorio es su hundimiento en la miseria moral y económica.

Con la fusión del fondo documental de los famosos disturbios que tuvieron lugar entre 1917 y 1919 y la acción inventada de la historia, Valle-Inclán consigue que el estilo grotesco y el cotejo de fuentes fidedignas se deslicen la una en la otra hasta confundirse del todo: "España es una deformación grotesca de la civilización europea" es la conclusión seca de Max Estrella. Aun los casos más inventivos se arraigan en una sólida base de hechos documentados. Entre los grandes problemas que España llevaba arrastrando desde el comienzo del siglo XX, el autor se centra en el contexto político-social, y en menor medida aparece el problema religioso y algún indicio de las causas del desarrollo de los nacionalismos periféricos.

Problema político

La crítica a los dirigentes políticos es un tema reiterado en toda la obra. No hay ninguna ideología que participe del sistema burgués que consiga librase de los comentarios negativos de los personajes

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de Valle. Así, sus críticas van desde el conservadurismo (“¡Muera Maura!”) hasta las tendencias republicanas (“¡Castelar era un idiota!”).

Es destacable la gran cantidad de ataques a Antonio Maura (1853-1925), político conservador y jefe de Gobierno en cinco ocasiones, entre 1903 y 1923. Algunos comentarios de Max Estrella sobre el personaje son “¡Muera el judío [era converso o judío cristiano] y toda su execrable parentela!”, “¡Merecías ser el barbero de Maura!” o el grito de “¡Muera Maura!”, repetido a coro por sus amigos modernistas.

Antonio MauraEl grito de “¡Maura no!”, tantas veces repetido y en alguna ocasión sin que venga a cuento, se debe a la inconsciencia del pueblo, a la falta de actualización de la mente colectiva española. Zamora Alonso Vicente considera que “Valle Inclán, buen conocedor del entramado político, no podía en manera alguna clamar contra Maura, estadista de gran visión, que, en rápidas y cortas asomadas a la dirección de la vida pública, dotó a España de instituciones y soportes que necesitaba: la ley de la escuadra, la ley contra la usura, la reforma de la administración local, la lucha contra el caciquismo, la creación del Instituto Nacional de Previsión, la jornada de ocho horas, el descanso dominical... Hasta planeó un teatro nacional... Es decir, vio lo que es la imagen de una sociedad moderna. Pero las circunstancias y las tozudeces hispánicas, tan acreditadas, se empeñaron en obstruirle tales decisiones (¡la mayoría llevadas a cabo en un gobierno que duró dos años!)”. El reconocimiento a Maura, un político que quería llevar a cabo la revolución “desde arriba” para evitar el desorden social, le fue privado en muchas ocasiones por ser catalogado de político conservador.

De las filas liberales, aparecen en la obra menciones al conde de Romanones y el marqués de Alhucemas. Álvaro de Figueroa y Torres, primer conde de Romanones (1863-1950), fue presidente del Senado, 17 veces ministro y en 3 ocasiones presidente del Consejo de Ministros con Alfonso XIII. Representó el prototipo de político aristocrático, astuto, de escasos escrúpulos y titular o valedor de poderosos intereses económicos. Gracias a ello y al cultivo de las influencias personales, su cacicazgo se extendió por varios lustros en la provincia de Guadalajara. Es paradigma del hombre inmensamente rico:

“MAX: ¡Pareces hermana de Romanones!

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LA PISA-BIEN: ¡Quién tuviera los miles de ese pirante! Conde de RomanonesDON LATINO: ¡Con sólo la renta de un día, yo me contentaba!”

Manuel García Prieto, marqués de Alhucemas (1859-1938), ocupó la presidencia del gobierno en 1912, 1917 (dos veces), 1918 y 1922, y también asumió, durante el gobierno de Maura en 1918, la cartera de Gobernación. Como miembro de la familia sanguínea y política del cacique Eugenio Montero Ríos desempeñó un papel de primera orden en la política gallega y española de las dos primeras décadas del siglo XX. Se critica su poca capacidad de oratoria y falta de preparación para la política:

“DORIO DE GADEX: ¡No, señor! El primer humorista es Don Alfonso XIII.DON FILIBERTO: Tiene la viveza madrileña borbónica.DORIO DE GADEX: El primer humorista, Don Filiberto. ¡El primero! Don Alfonso ha batido el récord haciendo presidente del Consejo a García Prieto”.“Voy a escribir el artículo de fondo, glosando el discurso de nuestro jefe: «¡Todas las fuerzas vivas del país están muertas!», exclamaba aún ayer en un magnífico arranque oratorio nuestro amigo el ilustre Marqués de Alhucemas”.

Dorio de Gadex indica en la escena VIII que García Prieto es “un yerno más”, en una clara alusión al nepotismo, pues era suegro del cacique Eugenio Montero Ríos, y asumió el caciquismo y el poder heredados de él, y aunque disfrutó de cierto prestigio en medios agrarios gallegos por su posición redencionista en el problema de los foros, acabó por representar los intereses familiares en las áreas del poder político.

Precisamente, la corrupción aparece repetidas veces en la obra, en una fiel proporción a una realidad política que carecía por completo de transparencia. En el episodio en que Max recibe un sueldo a manos del Ministro de Gobernación se reproduce en modo explícito la inmoralidad política:

“EL MINISTRO: ¡No has cambiado!... Max, yo no quiero herir tu delicadeza, pero en tanto dure aquí, puedo darte un sueldo.MAX: ¡Gracias!”

“EL MINISTRO: ¡Ya se ha puesto la toga y los vuelillos el Señor Licenciado Don Diego del Corral! Suspenda un momento el interrogatorio su señoría, y vaya pensando cómo se justifican las pesetas que hemos de darle a Máximo Estrella.DIEGUITO: Las tomaremos de los fondos de Policía.”

Esta sugerencia de su ayudante es entendida por el ministro como una ironía: “¡Eironeia!”. Christina Karageorgou-Bastea destaca que

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este término ejemplifica la función del esperpento: “por una parte, el dispositivo retórico—"eironeia"—, inaccesible para gran parte del público, describe de manera fidedigna y económica lo que ha pasado en el escenario. Por otra parte, fonética y semánticamente, "eironeia" oscurece y tergiversa la palabra ironía. La palabra expresa perfectamente el acto—su ignomia—, pero su precisión no redime: la retórica afirma la institucionalización del disidente por medio de una operación financiera, reafirma el clientelismo, ata mendicidad intelectual y magnanimidad burocrática, une en un sintagma bancarrota vital, política y estética, acusando tanto al individuo como el sistema que lo produce y la economía que lo sostiene”.

Debido a estas irregularidades, Don Latino se refiere a este ministerio como “Ministerio de la Desgobernación”. Los personajes entienden la corrupción como un mal inevitablemente asociado a la política española, independientemente de tendencias políticas. Un sepulturero expone “En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo”. Su opinión es generalizada, se habla de “malos gobernantes” en general, sólo por el hecho de ejercer la política y no por una ideología concreta.

Se puede decir que la sociedad recreada no muestra esperanzas de que la situación política consiga sanearse y ejercer un funcionamiento transparente y democrático. Simplemente, se resignan a su marginación del sistema, sin expectativas de una regeneración de la política.

Problema de los nacionalismos

La tensión entre el poder central y las regiones periféricas no aparece reflejada en la obra, aunque sí una de las causas del fortalecimiento de estos nacionalismos durante las primeras décadas del siglo XX.

“DON FILIBERTO: Para ustedes en nuestra tierra no hay nada grande, nada digno de admiración. ¡Les compadezco! ¡Son ustedes bien desgraciados! ¡Ustedes no sienten la Patria!DORIO DE GADEX: Es un lujo que no podemos permitimos. Espere usted que tengamos automóvil, Don Filiberto.”

España, a lo largo de su historia, no supo crear una conciencia de nación suficientemente sólida como para hacer frente a las regiones periféricas que empezaban a ser conscientes de sus diferencias con respecto al modelo castellano que intentaba imponer la fuerte centralización estatal. Uno de los instrumentos que sirven para crear una mentalidad nacional es la participación política del pueblo. Sin embargo, durante el periodo de la Restauración, los ciudadanos que

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no perteneciesen a la oligarquía dirigente no tenían relevancia ninguna en el ejercicio de poder; los resultados eran manipulados, sus juicios no eran por tanto escuchados. Consecuentemente, no es de extrañar que sientan la patria como algo ajeno, que decide por ellos y que es exclusivo de una pequeña parte de la sociedad de gran poder económico.

Problema social

En la obra cobra gran protagonismo la conflictividad social, los graves problemas del proletariado y su lucha contra la burguesía. La crítica a esta clase social está presente; la burguesía se presenta como un grupo que sólo aspira a proteger sus propios intereses, y que es ajena a los problemas de los proletarios, a los que explota. La burguesía, desde la revolución de 1868, ha dejado de ser una clase social revolucionaria, pues ya ha conseguido los derechos que reclamaba, y a partir de entonces se vuelve más conservadora, ya que tiene como principal objetivo proteger su poder económico y hegemonía en la sociedad, y no desea perderlas debido a las reivindicaciones proletarias.

En una conversación entre burgueses, se puede apreciar esta pasividad frente a los problemas del proletariado y su única preocupación por la conservación de sus propios intereses:

“EL EMPEÑISTA: Las turbas anárquicas me han destrozado el escaparate.LA PORTERA: ¿Cómo no anduvo usted más vivo en echar los cierres?EL EMPEÑISTA: Me tomó el tumulto fuera de casa. Supongo que se acordará el pago de daños

a la propiedad privada.EL TABERNERO: El pueblo que roba en los establecimientos públicos, donde se le abastece, es un pueblo sin ideales patrios.” Semana trágica de Barcelona (1909)

Mientras los burgueses se preocupaban por el mantenimiento de sus posesiones, los trabajadores debían sobrevivir en unas pésimas condiciones. Comenta un sepulturero: “Nos pagan un jornal de tres pesetas, caiga lo que caiga. Hoy, a cómo está la vida, ni para mal comer. Alguna otra cosa se saca. Total, miseria.”

Las ideas marxistas se había introducido en España durante el Sexenio revolucionario (1868-1874), al posibilitarse la fundación de

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la Federación Regional Española de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) gracias a la Ley de Asociaciones que promueve el Gobierno provisional. El preso que aparece en la obra está influido por estas ideas, y además, se encuentra motivado por el triunfo bolchevique en la Revolución rusa, en 1917: “El ideal revolucionario tiene que ser la destrucción de la riqueza, como en Rusia. No es suficiente la degollación de todos los ricos. Siempre aparecerá un heredero, y aun cuando se suprima la herencia, no podrá evitarse que los despojados conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso sólo se consigue destruyendo la riqueza. Barcelona industrial tiene que hundirse para renacer de sus escombros con otro concepto de la propiedad y del trabajo. En Europa, el patrono de más negra entraña es el catalán, y no digo del mundo porque existen las Colonias Españolas de América. ¡Barcelona solamente se salva pereciendo!”

Max también está de acuerdo con la revolución del proletariado:

“MAX: ¡Paria!... Solamente los obreros catalanes aguijan su rebeldía con ese denigrante epíteto. Paria, en bocas como la tuya, es una espuela. Pronto llegará vuestra hora.EL PRESO: Tiene usted luces que no todos tienen. Barcelona alimenta una hoguera de odio, soy obrero barcelonés, y a orgullo lo tengo.”

El anarquista catalán retratado en la obra, de nombre Mateo, habría estado inspirado en Mateo Morral (1880-1906), anarquista que atentó contra el rey Alfonso XIII el 31 de mayo de 1906, el día de su boda con Victoria Eugenia de Battemberg. El grito desgarrado de Max Estrella en la cárcel refuerza esta relación: “Mateo, ¿dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?”

Este personaje se puede relacionar con la Semana Trágica de Barcelona (1909). La crisis estalló debido a que un grupo de reservistas se revelaron a embarcar en Barcelona para ir a combatir a la Guerra de Marruecos: “Soy tachado de rebelde... No quise dejar el telar por ir a la guerra y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón, cumplí condena, recorrí el mundo buscando trabajo, y ahora voy por tránsitos, reclamado de no sé qué jueces.”

También es destacable la presencia de la represión policial, que fue aumentando a medida que se radicalizaban las propuestas obreras. De hecho, el preso anarquista ya sabe que será ejecutado por la aplicación de la Ley de Fugas: “Conozco Miguel Guitó, al que aplicaronla suerte que me espera: Cuatro tiros por intento de fuga”. la Ley de Fugas

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Esta famosa ley de 1921, intensificada por el general Anido, consistía en “provocar o simular una evasión y ejecutar al preso”. De esta forma, asesinaban a los detenidos sin juicio previo. La prensa va a corroborar que fue matado al tratar de escaparse pues sólo redacta, según Max, “lo que le mandan”.

Es relevante la ridiculización de la Acción Ciudadana, una organización paraestatal conservadora activa entre 1919 y 1923 que colaboraba con la policía en la represión de huelgas y manifestaciones; estaba integrada por patronos y personas de carácter derechista o conservador y tenía como finalidad cooperar con las autoridades para el mantenimiento del orden.

“LA PISA-BIEN: ¡Crispín, te alcanzó un cate! ¡Un marica de la Acción Ciudadana!PICA LAGARTOS: Niño, ¡sé bien hablado! El propio republicanismo reconoce que la propiedad es sagrada. La Acción Ciudadana está integrada por patronos de todas circunstancias, y por los miembros varones de sus familias.”

Precisamente, se aprecia de forma notable la reiteración en la imposición del orden frente al caos que consideraban los burgueses que ocasionaban los proletarios con sus reivindicaciones y protestas ante su delicada situación:

“EL GUARDIA: La autoridad también se hace el cargo.EL TABERNERO: Son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden.”

"EL RETIRADO: El Principio de Autoridad es inexorable.EL ALBAÑIL: Con los pobres. Se ha matado, por defender al comercio, que nos chupa la sangre.EL TABERNERO: Y que paga sus contribuciones, no hay que olvidarlo.EL EMPEÑISTA: El comercio honrado no chupa la sangre de nadie.LA PORTERA: ¡Nos quejamos de vicio!”

Por tanto, la situación social de España se podría reducir a dos frases pronunciadas por el personaje del albañil; el proletariado se encuentra en unas condiciones realmente difíciles para su subsistencia (“el pueblo tiene hambre”) y, sin embargo, esto no parece importarle a las clases dirigentes, que simplemente se dedican a reprimir con dureza unas manifestaciones que no tienen intención de escuchar, pues “la vida del proletariado no representa nada para el Gobierno”.

Problema religioso

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El problema de la religión aparece presentado en la escena II, en una tertulia en la librería de Zaratustra. No se critica la fe católica, sino una religiosidad tradicional y vacía, que el pueblo transforma en simples supersticiones. Así, Max señala que “la miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte”.

Don Gay propone un nuevo modelo de Iglesia nacional (“hay que fundar la Iglesia Española Independiente”) siguiendo el modelo de Inglaterra, para limpiar las imperfecciones que la doctrina ha ido adquiriendo con el paso de los siglos. Los españoles se encontraban sometidos a la religión, y no podían cuestionarla. En la reforma religiosa, Don Gay apunta que se encuentra la clave del renacer del país: “Si España alcanzase un más alto concepto religioso, se salvaba”.

Zaratustra, como representante de la burguesía, apoya la religión, pues la considera favorable para sus intereses económicos: “Sin religión no puede haber buena fe en el comercio”. La Iglesia, anteriormente contraria al liberalismo económico y al capitalismo, se encuentra ya a partir del siglo XIX aliada con las clases burguesas dominantes, pues ambos grupos coinciden en el interés de oponerse a las transformaciones sociales para preservar Bravo Murillo, político que firmósu poder e influencia en la sociedad. el concordato de 1851 con el Vaticano

Conclusión

Valle Inclán realiza un recorrido por los principales problemas que asolaron la sociedad española de principios del siglo XX, a través de la visión particular del esperpento. Y a través del espejo cóncavo sobre el que la realidad se ve reflejada, no hay apenas personajes que puedan salvarse y librarse de la miseria moral y económica que tizna la sociedad; la crítica es total. La lección de Valle Inclán es que todos somos responsables de la verdad histórica, de la realidad política, vital y humana en la que nos toca vivir. Y este esfuerzo se ve realizado a través de unas líneas esquemáticas, con una llamada a la compasión, a la solidaridad, como puede observarse en  el tratamiento respetuoso hacia algunas figuras de la obra: la dignidad del obrero catalán, la desesperación de la madre con su hijo muerto. Son los únicos personajes que puede considerarse que viven al margen de la amoralidad que subyace en la obra. Con su presencia,

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se deja una pequeña ventana abierta a la esperanza de creer que todavía es posible que la sociedad española resurja de sus cenizas.

Valle Inclán, gracias a la configuración de una obra desde la que se contempla la sociedad desde arriba, permite al lector disfrutar de una saludable y necesaria distancia de la realidad, con la que se obtiene una nueva perspectiva de la situación. Precisamente, en ese alejamiento es cuando más nos acercamos a la auténtica realidad, y así se pueden conocer realmente sus carencias y defectos, y por tanto, posibilita la creación de un lugar mejor.

Bibliografía

Luces de bohemia. Ramón del Valle Inclán

La historia en el esperpento de Valle-Inclán, Anthony Zahareas

Nuevas precisiones sobre Luces de Bohemia, Alonso Zamora Vicente

Estudio de la obra Luces de bohemia de Valle-Inclán, Juan Carlos Jiménez

Asedio a “Luces de Bohemia”, primer esperpento de Ramón del Valle Inclán, Alonso Zamora Vicente

Valle-Inclán, A. Robert – R. Lauer

“El esperpento”, Wikipedia

Historia y valor de la ironía en Luces de bohemia, Christina Karageorgou-Bastea

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