Ejercitos y Batallas 53 - New Orleans 1815

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ANDREW JA KSON , APLASTA A LOS BRITANICOS ediciones delp rado BATALLAS DE LA HISTORIA 26 MILlTARY

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Ultima batalla de la guerra de 1812 entre USA y GB. La batalla se libro en realidad cuando la paz estaba firmada. En cine C. Heston hizo del gral Jackson en esta batalla

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ANDREW JA KSON , APLASTA A LOS BRITANICOS ediciones delp rado BATALLAS DE LA HISTORIA • 26 1111~¡J:¡1

MILlTARY

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BATALLAS DE LA HISTORIA 26

NUEVA ORlEANS 1815 ANDREW JACKSPN

APLASTA A LOS BRITANICOS

TIM PICKLES

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Este grabado es un ejemPlo de la visión popular de la batalla de Nueva Orleans; muchos detalles, pero ninguno correcto. El Gral. Pakenham a Pie (iba a caballo) cae en los brazos de los Highlanders con falda escocesa (llevaban pantalones), en vez de en los de su ayudante, mientras, en los alrededores, la Inf. británica corre ante el aplastante fuego norteamericano. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

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· BATALLAS DE LA HISTORIA 26

NUeVA ORleANS 1815 ANDREW JACKSPN

APlASTA A lOS BRITANICOS TIM PICKLES

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Dirección Editorial: Juan María Martínez. Dirección Técnica: Eduardo Peñalba. Coordinación Editorial: Juan Ramón Azaola. Supervisión y adaptación: Javier de Benito. Comité de Redacción: Manuel Baños, Bernardo Rincón, M. J. Ramírez. Edición: Luis Garda, Iñigo Castro, Francisco Perales. Fotografía y Documentación Gráfica de la edición: José María Sáenz de A1meida, Marta Carranza, Nano Cañas, Joaquín Yerga.

Versión castellana: M. J. Ramírez. Título original: New Orleans 1815. Autor: Tim Pickles.

Publicado originalmente por Osprey, sello editorial de Reed Consumer Books Ltd. , Michelin House, 81 Fulham Road, London SW36RB.

© 1993 Reed Intemational Books Ltd. © Noviembre 1995, Ediciones del Prado, de la presente edición.

ISBN (obra completa): 84-7838-472-3 ISBN: 84-7838-526-6. D.L.: M·2824-1995

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Claves de los símbolos de los mapas xxxx x

Ejército C8J Brigada C8J Infantería C8J xxx

"' Cuerpo ~ Regimiento C8J Caballería ~

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División C8J Batallón C8J Artillería 0

.. Vista de UNA batalla del final del siglo XIX, que presenta a los británicos con el típico aspecto del siglo XVIII, y a los norteamericanos con los uniformes de 1840, o como «Davy Crockett». Si realmente los británicos hubieran conseguido tener soldados en la parte superior del río, tal como aquí se representa, el resultado hubiera sido distinto. (Cortesía de la Cía. de subastas Neal, Nueva Orleans)

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INDICE

Orígenes de la campaña 7 Reacción norteamericana 12

El hermano jonathan se levanta 8 U n rey de los piratas 13

Veteranos para América 8 Crimen y castigo 15

Planes y preparativos 11 La batalla del lago Bourgne 18

El honor del mando 11 El desembarco 20

Los aliados británicos 11 Extraños compañeros de cama 21

Los jefes enfrentados 22 Los británicos 22

Los norteamericanos 25

Los ejércitos enfrentados 30 La fuerza expedicionaria británica 30

Los defensores americanos 33

Encuentros iniciales 39 La llegada británica 39

jackson reacciona 40

La batalla nocturna 44

El ataque norteamericano 47

¿Oportunidad perdida? 48

Las defensas norteamericanas 49

Llega Pakenham 51

El reconocimiento en fuerza 52

El bloqueo del Parlamento 55

Construyendo la Líneajackson 56

El duelo artillero 58

El empujón final 61

Esperando la explosión 61

La batalla de Nueva Orleans 64 El 8 de enero conjackson 64

El 8 de enero con Pakenham 69

La batalla en la orilla oeste 76

Consecuencias 81 El campo de batalla hoy 84 Cronología 91 Juego de la guerra de Nueva Orleans 92

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NUEVA ORLEANS 18 15

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La guerra de 1812

RICA BRITÁNICA la Bahía de Hudson)

~

Concentración de fuerzas británicas

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Orleans

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GOLFO DE MÉXICO

• Charleston

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1 Incursiones bri. 18141 I I I I

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I , OCÉANO ATLÁNTICO ,

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Bloqueo naval bri. efecti­vo desde principios de 1813 en adelante

Compra de Lu isiana, 1803

Posesiones españolas

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en 1813-1814

100 200 300 400 Mil las '¡ ! ! .'

200 400 600 Km

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, ORIGENES DE -LA CAMPANA

Fuera la razón que fuera, la guerra de 1812 no tu­vo ninguna de las tan aireadas causas: «El comer­cio libre y los derechos de los marineros», o «La segunda guerra de independencia norteamerica­na». La segunda de estas razones da risa; al fin y al cabo fue N ortemérica quien declaró la guerra, pero es increíble cómo han persistido estas ideas. El autor oyó a un político norteamericano actual, del que un antepasado participó en la batalla de Nueva Orleans, declarar en un discurso: «La gue­rra de 1812 comenzó después de que Inglaterra hubiera derrotado a Napoleón. Primero conquis­taron Canadá, y después lo usaron como base desde la cual atacar a los EE.UU.» . Huelga decir que esto hace arquear una ceja, o las dos, a los ac­tuales canadienses. También resulta un tanto sor­prendente el que si uno desea comercio libre de­clare la guerra a la mayor potencia marítima del mundo. Sin duda, el separatismo de los Estados del Norte y la formación de la Convención de Hartford (una conferencia para discutir la sece­sión de estos Estados de la Unión) son directa­mente atribuible s al descenso en el comercio a causa del bloqueo británico. Respecto a los dere­chos de los marineros, el problema estribaba en que a los marineros ingleses, desde el momento en que se enrolaban en un barco norteamerica-

.... Nada refleja mejor la organización del Imperio británico en /815 que la concentración de tropas para la guerra de /812, que fue básicamente una acción de castigo pam conseguir de los norteamericanos mejores condiciones para la paz. La coordinación de esta fuerza en una época anterior a las comunicaciones modernas es increíble. También es admirable que, a los dos meses de la derrota de Napoleón, se embarcaran 10.000 hombres para las Américas.

~ El presidente james Madison en su juventud, cuando era más enérgico, antes de llegar a presidente. Heredó del presidente Jefferson un E. debilitado y una Marina maltrecha; sin embargo, se dejó convencer de que, declarando la guerra a una Gran Bretaña empeñada en los combates contra Napoleón, sería muy fácil para los EE. UU. someter a Canadá. (Colección militar Anne S. K. Brown, Universidad Brown)

no, se les garantizaba incuestionablemente la in­mediata ciudadanía por sus utilísimos conoci­mientos. Tan· pronto como el Parlamento británi­co se dio cuenta de que los norteamericanos es­taban dispuestos .a ir a la guerra por este asunto, se cancelaron las órdenes del Consejo que per­mitían a la Marina Real detener cualquier navío norteamericano en busca de estos desertores. Pudiendo ser así, los halcones de la guerra en el Congreso, dirigidos por Henry Clay y con la táci­ta aprobación del presidente Madison, pensaron que podían oler sangre.

Estaban convencidos de que la toma de Canadá sería «cuestión de una simple marcha»,

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NUEVA ORLEANS 1815

• El GD. Isaac Brock, columna vertebral de la defensa anglo-canadiense, quien, con su aliado indio Tecumseh, lanzó ataques a los EE. UU. que los norteamericanos no fueron capaces de contestar. Su prematura muerte en la batalla de

los altos de Queenston bloqueó el contraataque, e hizo que pasara el mando a sir George Prevost, un ordenancista con muy poco talento estratégico o táctico. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

y, antes de que las noticias de la cancelación de las órdenes del Consejo pudieran cruzar el Atlántico, declararon la guerra.

El hermano Jonathan se levanta

Al principio, la invasión norteamericana tuvo éxito, sobre todo porque cogieron por sorpresa a los colonos canadienses, pero esto no duró mu­cho. Los norteame¡;icanos habían cometido mu­chas graves equivocaciones. Primero, la Administración anterior al presidente Thomas ]efferson había reducido el Ejército (E.) y la Marina hasta una fuerza casi ridícula, lo que exi-

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gía el uso de las milicias de los Estados, tanto en operaciones ofensivas como en defensivas. En segundo lugar, muchos de los colonos asentados en la frontera eran norteamericanos leales que, 30 años antes, habían dejado los EE.UU. para poder seguir siendo súbditos de la Corona. En tercer lugar, los generales (Grals.) elegidos para mandar las tropas contra los colonos sólo tenían una calificación: habían luchado en la Revo­lución. Sin embargo, el mayor error fue el asu­mir que los canadienses francófonos recibirían a las tropas norteamericanas como libertadoras. A los francófonos podría no gustarles el Gobierno británico, pero veían con horror el de Washing­ton. Los norteamericanos también parecían ha­ber olvidado completamente el que los indios, incluso dentro de los EE.UU., tenían buena dis­posición hacia los británicos.

El éxito norteamericano inicial consistió prin­cipalmente en que unas fuerzas arrolladoras de­rrotaban a guarniciones de unidades (Us.) sin preparación y posteriormente quemaban York hasta sus cimientos, la capital del Alto Canadá. Estos éxitos llegaron a su fin cuando el E. fue re­tado sin miramientos por una fuerza de la milicia canadiense, indios y 2 regimientos (Rgtos.) de lí­nea británicos (49 Y 89), en una acción a la euro­pea de tipo campo abierto en la granja Chrysler. Aunque los canadienses eran superados en nú­mero en una proporción de de 3 al , hicieron re­troceder al enemigo hasta cruzar el San Lorenzo. Canadá no volvió a estar seriamente amenazada . Los desastres norteamericanos continuaron, par­ticularmente con los anglocanadienses bajo el mando del Gral. de División (GD.) Isaac Brock, y los indios bajo el gran jefe Shawnee Tecumseh. Incluso cuando estos dos líderes cayeron en com­bate (Brock 'en los Altos de Queenston y Tecumshe en la batalla de Thames), el único re­sultado fue el rechazo del avance hacia el interior de los EE.UU. Canadá estaba segura.

Veteranos para América

Hasta la derrota, abdicación y exilio del empera­dor Napoleón en 1814, el resto de la campaña consistió principalmente en penetraciones en la costa por la Marina Real. Se transportaron a Norteamérica tropas frescas tras su éxito en la guerra de la Península (Guerra de Indepen­dencia española), y comenzó en serio una cam­paña de castigo. El primer enfrentamiento im­portante de 1814 tuvo lugar en Bladensburg, en las afueras de Washington. Las tropas británicas habían desembarcado y atacado la costa, bajo el

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... La quema de Washington. En este grabado de la época, el contraalmirante Cockburn (en el extremo izquierdo), conversa con el Gral. Ross, mientras que las tropas británicas avanzan por la ciudad con antorchas, en busca de los edificios públicos. (Cortesía de Producciones Militares Históricas, Nueva Orleans) ~ Alm. sir George Cockburn, quien, montado en un caballo blanco,

recorrió las ciudades costeras norteamericanas al mando de una Cía. de marineros. También mandó el grupo que quemó los edificios públicos de Washington en represalia por la quema de York, en el Alto Canadá. Tanto él como George de Lacy Evans confiaban mucho en la presión producida por un ataque a la bayoneta. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

mando del GD. Robert Ross, y con el ánimo en­tusiasta del contraalmirante Cockburn y del ca­pitán (Cap.) George de Lacy Evans, su segundo y ayudante general, decidieron caer sobre la ca­pital. El E. norteamericano que le salió al en­cuentro en la campiña de Bladensburg, además de su jefe de campaña, estaba acompañado por el secretario de la Guerra y el presidente (co­mandante en jefe nominal). La discusión subsi­guiente sobre quien estaba realmente al mando se terminó cuando, con unas pocas descargas y una carga de bayoneta de los británicos, todo re-

ORrGENES DE LA CAMPAÑA

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NUEVA ORLEANS 1815

sultó superfluo. Con la excepción de un destaca­mento de Infantería (Inf.) de Marina, el E. nor­teamericano quedó deshecho y huyó. Los infan­tes de Marina cubrieron la retirada como mejor pudieron, y posteriormente se retiraron. Cuando los británicos entraron en la capital nor­teamericana, dispararon sobre el Estado Mayor (E.M.) desde una casa particular, y mataron al ca­ballo del Gral. Ross. Cuando las tropas llegaron a la casal. ésta estaba vacía, y en represalia la que­maron. Esta fue la única propiedad privada que­mada intencionadamente por las tropas ocupan­tes, pero en represalia por el incendio de York, todos los edificios públicos fueron incendiados. La Casa Blanca sobrevivió hasta que los Ofs. bri­tánicos hubieron compartido la comida prepa­rada para el presidente Madison, que había abandonado ésta a toda prisa. Tras compartir el vino de Oporto, que el contraalmirante Cockburn describió como «super excelente», se pusieron a incendiarla y la casa ardió . Hoy la ca­sa está pintada de blanco para cubrir las man­chas de hollín. Cuando entraron las tropas bri­tánicas en la ciudad, el comandante del astillero de la Marina norteamericana prendió fuego a la instalación para impedir que los abastecimien­tos cayeran en manos enemigas. Este incendio, activado por alquitrán y esparto, se extendió por distintas partes de la ciudad, causando daños considerables. Cuando terminó su trabajo, el E.

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británico reembarcó y puso rumbo a Baltimore. El Gral. Ross y sus tropas desembarcaron y se

aproximaron por tierra a las defensas exteriores de Baltimore, mientras que el almirante (Alm.) Cochrane envió sus barcos para bombardear la principal defensa de la ciudad, el fuerte McHenry, desde las proximidades del puerto. De nuevo, el Alm. Cochrane y el Cap. de Lacy Evans apremia­ron al Gral. Ross a una rápida victoria. Cuando se encontraron los dos Es. en la punta norte, la posi­ción de defensa exterior, hubo algo más de lucha que en Blandensburg. Sin embargo, las tropas bri­tánicas envolvieron a las del flanco norteamerica­no, y éstas se volvieron a las defensas del fuerte McHenry. Desgraciadamente, durante la acción, una bala perdida mató al Gral. Ross cuando re­trocedía desde la vanguardia para ordenar avan­zar al grueso. El mando recayó por antigüedad en el coronel (Cor.) del 44, que avanzó hacia el fuer­te pero, al ver la magnitud de las defensas, decidió no apresurar el ataque . Cubierto por el bombar­deo naval, el E. reembarcó en la flota, levó anclas y puso rumbo al horizonte.

T La batalla de Punta Norte, según un grabado norteamericano contemporáneo. El avance británico sobre la posición norteamericana,

mientras trop as ligeras maniobran por la izquierda norteamericana. (Producciones Militares Históricas, Nueva Orleans)

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PLANES Y PREPARATIVOS

Los norteamericanos no podían estar seguros de donde volverían a actuar los británicos, pero podían intuir que sería sobre la ciudad que con­trolaba el río Misisipí -quizás la ciudad más rica del continente-, Nueva Orleans. En enero de 1814, la Guardia a Caballo recibió un informe que había solicitado sobre la posibilidad de to­mar Nueva Orleans; era amplio y exacto. El cli­ma en verano era demasiado insalubre, con hu­medad y temperaturas que lo hacían mortal a los europeos, y con una creciente abundancia de mosquitos y fiebre amarilla (aunque la cone­xión entre los dos no se había descubierto to­davía). El verano y el otoño eran también esta­ciones de huracanes. Cualquier operación anfi­bia, como sería ésta, resultaría imposible antes de principios de diciembre.

El 25 de noviembre de 1814, el Alm. Cochrane llegó a la bahía de Negril, en Jamaica, con su bu­que insignia el «Tonnant», y comenzó a reunir la flota que llevaría a la expedición para atacar y apoderarse de la ciudad. Las tropas de la expe­dición norteamericana se aumentaron con otras frescas de Europa y otros puntos, además de dos Rgtos. de negros de Jamaica para actuar como guarnición en la ciudad conquistada durante los meses de verano, en los que el clima hubiera ma­tado a las tropas blancas.

El honor del mando

En Londres continuaron las discusiones sobre quien debería relevar al Gral. Ross. Wellington rehusó el mando antes incluso de que se le ofre­ciera realmente; se consideró a lord Hill, así co­mo a sir Thomas Picton. Finalmente, el honor recayó en el GD. sir Edward Pakenham, KB (ca­ballero de la Orden del Baño). Con él, como se­gundo jefe, fue el GD. Samuel Gibbs.

En Jamaica, el GD. Keane, que cuando llegó con los refuerzos se encontró como jefe de la ex­pedición, estaba todavía tratando de organizar las tropas que tenía. Se había enviado al GD. John Lambert para hacerse cargo del mando

hasta la llegada de Pakenham, pero retrasos en su transporte le hicieron llegar más tarde que el nuevo jefe.

Mientras Pakenham y Gibbs continuaban ca­mino de Jamaica, se abrieron las órdenes secretas que revelaban el objetivo de la expedición. La única sorpresa fue que, mucho antes de la partida de las tropas, los periódicos de Londres lo habían intuido y publicado con gran exactitud. Cuando el nuevo comandante en jefe llegó a la bahía de Negril, se encontró con que el Alm. Cochrane se había ido pocas horas antes. Tan pronto como pu­do, puso rumbo para unirse a su unidad.

El E. de Tierra (E.T.) de los EE.UU. estaba em­pezando a salir del bosque mortal del Alto Mando «revolucionario». El chapuceo incompe­tente del principio de la campaña había forzado el ascenso de nuevos Ofs. Grals., como Harrison y Winfield Scott, que hubieran sido capaces de enfrentarse a los Regulares británicos con ciertas posibilidades de éxito. La amenaza hacia el sur condujo al quizás mejor del lote, y por supuesto a la única elección lógica, el GD. Andrew Jackson.

En cierto modo, el problema de Jackson era el mismo que el de Hitler en la II Guerra Mundial. Sabía que habría un ataque, sabía su objetivo, pe­ro no sabía cuándo o por dónde vendría. Una vez sopesado, pensó que probablemente el enemigo desembarcaría en la costa del Golfo, quizás en Mobile o Pensacola, para marchar posteriormen­te hacia Baton Rouge, efectuando al mismo tiem­po un bloqueo naval que aislaría a Nueva Orleans por tierra y mar. De hecho ya había algunas tropas británicas en Pensacola, y Jackson decidió enfren-tarse primero a éstas. .

Los aliados británicos

En los territorios españoles de Florida los Mandos oficialmente neutrales tenían, de he­cho, buena disposición hacia los británicos, quie­nes acababan de expulsar a los franceses de España y restablecido la Monarquía legítima. El

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NUEVA ORLEANS 1815

J;,.]ean Lafitte, como se le consideraba, popularmente y en Hollywood, el pirata patriota y una versión norteamericana de Robin

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Hood, quien felizmente dejó las osadas vías piratas para servir a su país. (Cortesía de Museo del Estado de Louisiana)

punto de vista del Gobierno norteamericano res­pecto a todo esto era que el ataque británico co­menzaría desde Mobile, que España enviaría tro­pas, muy probablemente desde México, para apoyarles, y que mientras sucedía todo esto, una revolución de esclavos en Nueva Orleans parali­zaría las tropas locales. Resulta bastante extraño que aunque esta idea se difundió por primera vez en septiembre, hasta noviembre no se envió ningún recurso militar al sur. Resulta razonable suponer que alguien en algún lugar quería que ] ackson fracasara.

Ya en abril de 1814 se había enviado al Cap. Pigot, RN (de la Marina Real), para reclutar a los indios Creek en la causa británica. Su entusiásti­co informe parece haber sido uno de los factores que decidió la puesta en marcha del plan de apo­derarse de Nueva Orleans. Tras leer dicho infor­me el Alm. Cochrane, por propia iniciativa, hizo desembarcar al Comandante (Cte.) Edward Nichols, RM, y 100 hombres con órdenes para organizar a los indios. Tenía un remanente de abrigos obsoletos de la Guardia de a pie y som­breros de 3 picos, con los que les proporcionaría un uniforme reglamentario, y mosquetes para armarlos.

]ackson envió un ayudante al gobernador don Mateo Manrique pidiendo que le aclarara las operaciones de los británicos en territorio espa­ñol. Don Mateo contestó que ]ackson era un in­solente y que los indios tenían derecho a protec­ción. La acumulación británica en Pensacola continuó.

Reacción norteamericana

Anticipándose a las operaciones británicas en Mobile, ]ackson envió 160 hombres como re­fuerzo para ayudar en la defensa de Fort Bowyer, que protegía el puerto. La Marina Real contri­buyó a sus planes, dirigiéndose primero a cum­plir otra misión, una visita al último de los pira­tas a la antigua usanza, lean Lafitte.

Oficialmente,]ackson tenía orden de no atacar territorio español; extraoficialmente se le animó a hacerlo, aunque bajo su propia responsabilidad. El ataque norteamericano a Pensacola no encon­tró prácticamente ninguna oposición española. La defensa cedió tan rápidamente que los británi­cos sólo tuvieron tiempo de evacuar la ciudad.

El ataque a Fort Bowyer, cuando finalmente tu­vo lugar, lo decidió la suerte. Mientras los infan­tes de la Marina Real y los indios eran retenidos por la artillería (Art.) de las defensas del fuerte , los navíos de la Marina Real echaron anclas fue-

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ra de Punta Mobile para comenzar a bombar­dear. Conforme se desarrollaba el ataque, un afortunado disparo norteamericano cortó el ca­ble del HMS Hermes, y el navío se aproó hacia el fuerte. Después de resultar muy tiroteado por las armas del fuerte encayó, y su Cap. lo incendió para evitar su captura.

Un comentario final sobre la desafiante res­puesta del gobernador español de Pensacola, an­tes del victorioso ataque de ]ackson, había mo­lestado al Gral. Entre otras acusaciones, el go­bernador acusaba a los EE.UU. de dar cobijo a los piratas. Cuando regresaba a Nueva Orleans, ]ackson se propuso terminar con éstos «banditti de los demonios». La influencia de los piratas de Barataria estaba mucho más extendida en la ciu­dad de lo que creía, y algunos de los ciudadanos más respetables tenían una cómoda relación de trabajo con los Lafitte.

Un rey de los piratas

lean Lafitte y sus hermanos eran criollos france­ses de Sto. Domingo que fueron expulsados cuando los británicos capturaron la isla. Cuando llegaron a Nueva Orleans se encontraron como pez en el agua. lean se convirtió en el jefe y or­ganizador de la banda pirata bastante desorgani­zada que encontró en el distrito bajo de la ciu­dad, llamado Barataria. Su agradable atractivo y su carácter sin escrúpulos le hicieron adaptarse perfectamente entre los piratas rufianes y crio­llos, altaneros pero corruptos.

Cuando un modo de vida ha pasado, no impor­ta lo degenerado que haya sido, la imaginación pu­blica parece asumirlo con una facilidad que sor­prendería a los que lo sufrieron. Cuando los parti­darios de la banda de Lafitte hablaban de sus cap­turas de navíos y tesoros como si fueran lo que pos­teriormente fueron Robin Hood y sus hombres bondadosos, nunca citaban prisioneros. Esto es por la simple razón pirata de que «el hombre muerto no cuenta historias». Lafiue operaba con credenciales de Cartagena, ciudad mantenida por los revolucionarios mexicanos, con los que tenía un floreciente comercio de armas. Esto resultaba extremadamente embarazoso para el Gobierno de los EE.UU. Lafitte también era traficante de escla­vos, con el refinamiento añadido de que no tenía que molestarse en ir a por ellos hasta un jefe afri­cano amigo y conducirlos a través del Atlántico; tan sólo esperaba a que un navío desarmado se pu­siera a su alcance y los tomaba de él.

El abogado de Lafitte era Edward Livingston, la oveja negra de una familia muy importante del

• Edward Livingston, brillante pero corrupto, quien fue obligado a marcharse al sur por elementos que no estaban dispuestos a soportarle más. Sus relaciones

PLANES Y PREPARATIVOS

masónicas le facilitaron el viaje, y tal vez su presentación aJean Lafitte. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

Estado de Nueva York, cuya variada carrera le ha­bía dado la amplia oportunidad de mostrar tan­to su brillantez como su corrupción. Uno de sus colegas del Congreso, ]ohn Randolph de Roanoke, Virginia, decía de él: «Es brillante pe­ro totalmente corrupto, huele y brilla como ca­balla podrida a la luz de la luna». El hecho de que esta burla no terminara en un duelo a muer­te es muy revelador.

Una cosa de la que los Lafitte y sus seguidores no podían ser acusados era de estupidez, y com­prendían que su tiempo había pasado. El asunto era cómo sobrevivir. El punto crucial había sido la venta por Napoleón del territorio de Luisiana al Gobierno de los EE.UU.

Con la llegada del representante federal, William Charles Cole Claiborne, primero como gobernador territorial y posteriormente como gobernador del Estado, había cambiado su situa­ción para siempre. Desde el momento de su pri-

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NUEVA ORLEANS 1815

Teatro de la campaña

Milicia de Kentuky y Tennessee. 7º y 44 de In!. de los EE.UU.

Línea de batalla de botes de remos atacando cañoneras de EE.UU.

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mera designación en 1803, Claiborne tuvo un enfrentamiento difícil. Desdeñosamente llama­do por los criollos «Calybo», sacrificadamente orientó el territorio hacia la estatalización, la ley y el orden. Cuando finalmente se configuró el Estado en 1812, no había ocurrido nada más que él se había convertido en su primer gobernador. Después de esto estalló una miniguerra entre los

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• • , Ataque de cañoneras británicas a Fuerte S. Felipe para cubrir la retirada británica posterior al 8 de enero

piratas y los aduaneros. Los piratas capturados no tenían dificultad en conseguir las fianzas y luego renunciar a ellas, lo que les convertía en criminales para la ley, pero no de hecho (como había sido siempre).

Lo que faltaba llegó en 1813. El 24 de noviem­bre Claiborne ofreció una recompensa de 500 $ por Lafitte, y éste, tres días después, propagó su

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GOLFO DE

MÉXICO

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jugador tenía todas las piezas a la vista. El primer movimiento en Pensacola fue iniciado por jackson, capturando la ciudad en contra de las órdenes recibidas. Sin embargo, tomando los «peones» de jackson, las cañoneras en el lago Bourgne, Cochrane tenía la seguridad de que el próximo movimiento británico, fuera el que fuera, sería una serpresa.

propia oferta de ¡5.000 $ por el gobernador! Lafitte había cometido su primer error; al decla­rar la guerra al gobernador había declarado la guerra a toda la nación. En enero de 1814, los pi­ratas atacaron a un grupo de recaudadores, ma­tando o hiriendo a todos. En julio, el Gran Jurado Federal finalmente acusó a Lafitte de pi­ratería. Pocos días después Pierre Lafitte fue cap-

PLANES Y PREPARATIVOS

turado en la ciudad, arrestado sin fianza, y enca­denado. A pesar de los grandes esfuerzos de , Edward Livingston, no fue libe:rado.

Por esta época el comodoro Daniel T. Patterson llegó en la USS Carolina para limpiar aquel nido de víboras de una vez por todas. En esas oscuras horas para Lafitte, y como respuesta a una plegaria, el Cap. Nicholas Lockyer RN, acompañado por el Cte. Nichols RM, se presen­taron en el cuartel general (C.G.) de los piratas en Barataria, con una oferta.

Inglaterra no podía apoyar a la piratería, pero si Lafitte colaboraba con los británicos en la toma de Nueva Orleans y ponía sus barcos a las órde­nes de la Marina Real, se le premiaría; a él y a sus Caps. se les reconocerían empleos en la Marina Real. Ni por un momento Lafitte consideró seria­mente esta oferta. Si los británicos ganaban y se quedaban, estaría bajo las órdenes del mayor po­der marítimo del mundo, que no tendría ningún miramiento en tirarlo al agua si trataba de volver a sus viejos tiempos. Si ganaban los norteameri­canos, nunca volvería a tener la oportunidad de usar la bahía de Barataria como puerto seguro. Sin embargo, ahora tenía algo con lo que nego­ciar. Pidió a los británicos dos semanas para con­siderar la oferta, e inmediatamente escribió al go­bernador Claiborne informándole de su reunión y alardeando de su lealtad a los EE.UU. También informó al gobernador del precio de esta lealtad: el perdón para él y sus hermanos.

Crimen y castigo

Claiborne estaba en una difícil situación. Su ami­go Andrew Jackson ya le había escrito informán­dole del previsto ataque británico, y advirtiéndo­le de su rápida preparación. El jefe militar ante­rior de la zona, el Gral. James Wilkinson, había conseguido desviar la mayoría del dinero asigna­do para poner al día las fortificaciones a su pro­pio bolsillo, y la población no estaba lo que se di­ce encantada de alistarse.

Claiborne buscaba desesperadamente volunta­rios, por lo que, apoyado por el Gral. de la mili­cia Jacques Villeré, escribió a Jackson, recomen­dando aceptar la oferta de Lafitte. Sin embargo, conJackson lejos enfrentándose a la amenaza en Pensacola, no había forma de que el comodoro Patterson abandonara la misión que le habían ordenado de destruir el C.G. de los piratas.

Cuando se desarrolló el ataque, no hubo resis­tencia, tal como Lafitte había ordenado. La fuer­za de desembarco encontró escondites de armas y mUnICIOneS (aunque sólo una parte de lo que

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NUEVA ORLEANS 1815

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..... Piratas en su (sombría) guarida: (de izquierda a derecha) Renato Beluche, Jean Lafitte, Pi erre Lafitte y Dominique You. Aquí vemos a los piratas tal como. eran, asesinos intrigantes, con el oro como su único dios. La vida humana sólo tenía valor si podía aportarles algún provecho. Realmente, eran los «bandidos del demonio » para Jackson. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

~ William Charles Cole Claiborne. Se enfrentó a Jackson al querer, como gobernador, el mando de las tropas. Jackson le puso al mando de las de la llanura de Gentilly cuando comprendió que los británicos no llegarían por ahí. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

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~ El comodoro Daniel Patterson, de la Marina de los EE. VV. Enviado para acabar con los piratas, terminó viéndose obligado a organizll;r las

.... Más alejado a la izquierda: la firma de la compra de Luisiana. Este grabado de una revista de princiPios del siglo XX muestra todo lo que la gente quería ver en la celebración del centenario, incluido un retrato de Luis XIV, de quien tomó el nombre la colonia. Sin embargo, esto no varía el hecho de que cuando Napoleón la vendió, había roto las cláusulas del tratado de San Ildefonso por lo que la colonia volvía a pertenecer a Francia, lo que debilitaba el derecho legal de Norteamérica sobre su nueva posesión. (Colección privada)

Bías. de costa de la orilla oeste, cuando los británicos capturaron todos los buques de su flotilla, excepto uno.

.... A la izquierda: La transferencia del territorio de Louisiana tuvo lugar en la Place d 'Armes de Nueva Orleans, el emplazamiento de la ciudad para los desfiles. Para reflejar los detalles técnicos de haber pasado de España a Francia y de ésta a Norteamérica, primero se izó la bandera española, seguida de la tricolor, que posteriormente se arrió para ser reemplazada por la de barras y estrellas. Sin embargo, esta legalidad ficticia no cambia el hecho de que, al amparo de las leyes internacionales, la colonia debería haber sido devuelta a España

PLANES Y PREPARATIVOS

realmente tenía Lafitte), capturó 80 prisioneros y cofres de tesoro, de los que uno serviría para pro­bar la perdición de Lafitte. Bien fuera por acci­dente o porque así lo había previsto Lafitte, tam­bién encontraron cartas de algunos ciudadanos importantes de Nueva Orleans, que les implicaban en actividades piratas, y que de esta forma asegu­raba el que no sería perseguido sin que se tirara de la manta. Cuando Jackson regresó a la ciudad, la si­tuación parecía aún peor que antes, si esto era po­sible. Sólo se habían conseguido reunir 1.000 sol­dados regulares y 2.000 milicianos. El Parlamento había designado al Gral. Villeré y a Edward Li­vingston para que presionaran aJackson a aceptar la oferta de Lafitte.Jackson rehusó e hizo una con­trapropuesta: que el legislativo suspendiera el de­recho de «habeas corpus», para permitirle el re­clutamiento obligatorio de marineros, en particu­lar para la Louisiana, convertida en corbeta, que no tenía ninguna tripulación.

Parecía irreal. América había declarado la gue-

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• El GD. jacques Villeré, jefe de la milicia del Estado de Louisiana. Se encontraba reclutando a sus tropas en la costa, cuando los británicos se apoderaron de su casa y su hijo. Cuando volvió se encontró con que su hijo, que se había escapado de

los británicos, estaba arrestado por jackson por incumplimiento de su deber. Un año después de la batalla sucedió a Claiborne como gobernador de Louisiana. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

rra con el pretexto de evitar el apresamiento de sus marineros por los británicos. Ahora, uno de sus Grals. estaba proponiendo precisamente la misma línea de acción. A los legisladores esto les sonaba al tipo de cosas que deberían afectar al Gral. Wilkinson, y ni llegaron a considerar la idea. U na de las razones principales por las que escaseaban los marineros era que, de distinta for­ma que en el E., la Marina no pagaba gratifica­ciones de enganche. En un intento de corregir esto, los legisladores aprobaron 6.000 $ para que e! comodoro Patterson lo usara como gratifica­ciones.

La pequeña flota de Patterson consistía en 6 lanchas cañoneras y la Louisiana sin tripulación. Se envió una cañonera al fuerte de San Felipe en

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• Tte. Thomas ap Catesby jones, los «ojos» de jackson en el lago Bourgne, que fue

capturado junto con su flotilla por el Cap. Lockyer y sus cañoneras.

e! Misisipí, para que avisara si la flota británica trataba de remontar e! río. (Esto era muy impro­bable, ya que ningún navío de línea podía pasar los bancos de arena de la desembocadura de! río). Las otras 5 se enviaron para patrullar el la­go Bourgne bajo el mando del Tte. Thomas ap Catesby Jones. El lago Bourgne también estaba protegido por bancos de arena y bajíos; no era problema para las cañoneras, que sólo calaban 5 pies, pero era imposible para un navío de línea.

Así pues, con los «ojos» puestos sobre los acce­sos principales y llegando más tropas o esperan­do su llegada cada día, Jackson empezó a encon­trarse un poco más seguro.

La batalla del lago Bourgne

El conocimiento sobre el movimiento de las tro­pas de EE.UU. que había obtenido e! Alm. Cochrane, indicaba que e! grueso de las fuerzas norteamericanas estaba dispuesto a resistir un

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PLANES Y PREPARATIVOS

La batalla del lago Bourgne

TIERRA FIRME -...- ..... ..... ..... ......

De la flota brit. ..... ..... ----- • --~- Isla S. José

15 falúas atacando al capitán Jones :; Escuadrón de 42 bo-

Navlo alejada quemado por su capitán

-----tes de remos armados con cañones ligeros de proa --Fuera de alcance de los cañones de 3 libras

..... ~ .....

-...- ..... ..... ..... ..... ..... .....

-...- ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....

desembarco británico en Mobile. Así pues, espe­raba conseguir un efecto de total sorpresa cuan­do llegó con su flota al exterior del lago Bourgne, el 13 de diciembre.

Quedó decepcionado cuando lo primero que vio fueron las cañoneras de Catesby Jones, obvia­mente retrocediendo a su base para dar aviso de la llegada británica. Cuando los navíos británicos intentaron darles caza, se encontraron con los bancos de arena y vararon. Lo que la Marina Real no sabía era que unas horas antes los pro­pios norteamericanos habían 'estado varados. Una imprevista combinación de mareas bajas y vientos costeros habían dejado el lago Bourgne menos profundo de lo normal. Al subir, la marea les permitió navegar, pero tan pronto como ésta dejó de hacerlo, sobre la 1.00 h , rápidamente volvieron a quedarse atascados.

El Alm. Cochrane empezó a hacer planes. A la mañana siguiente, 42 largos botes transportan­do 1.200 marineros e infantes de la Marina Real, cada bote con un pequeño cañón montado en la proa, avanzaban directamente hacia las cañone­ras. Antes de que la flotilla británica quedara al alcance de las armas norteamericanas, su jefe, el

--" Mili', I

2 Km ~t I ~ ..... .....

.. Las cañoneras norteamericanas, al retirarse para advertir a Jackson de la llegada de la flota británica, encallaron entre Punta Claire y la

norteamericanos eran inferiores en número, la batalla fue un ejemPlo de la mayor capacidad, del valor y de la improvisación de la Marina Real_ Cuando los botes de remo se abarloaron a los norteamericanos, los grupos de abordaje de la Inf de la Marina Real desarrollaron un corto pero violento combate cuerpo a cuerpo y tomaron los navíos.

isla Malheureux, y fueron atacadas por una escuadra británica de botes de remo, tripulados por marineros e infantes de Marina. Como los cañones de los botes eran pequeños sólo tenían efectividad a corta distancia, y aunque es verdad que los

Cap. Lockyer (el de la visita ajean Lafitte), or­denó un alto para que la fuerza atacante pudie­ra cenar. Una vez fortalecidos, se apresuraron a atacar.

Muchos escritores norteamericanos han dicho mucho respecto al número de botes y hombres de la flotilla británica, pero sin embargo resulta curioso el que una fuerza de botes de remo pu­diera atacar y apoderarse de 5 cañoneras forma-

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• La batalla del lago Bourgne. Los navíos norteamericanos esperan varados el ataque de los botes de remo británicos,

que se infiltran entre sus descargas. (Cortesía de la Colección Histórica de Nueva Orleans, Centro de Investigación del Museo)

das en línea de batalla. A las 12.30 h, cuando ter­minó el combate, las pérdidas de los victoriosos británicos eran de 17 muertos y 77 heridos; los norteamericanos tuvieron 10 muertos, 35 heri­dos y 86 hechos prisioneros. Entre los heridos es­taban el Tte. Catesby]ones y el Cap. Lockyer. Además de las cañoneras, un barco de abasteci­miento que se había separado, fue volado por su Cap. para evitar que los británicos lo capturaran.

El Alm. Cochrane estaba ahora libre para ac­tuar como quisiera. Por supuesto, aparte del he­cho evidente de que habían llegado los británi­cos, ]ackson nunca descubrió qué estaba hacien­do la flota o por dónde desembarcaría el E.

El desembarco

Como el desembarco tendría que llevarse a cabo utilizando botes de remos, debido a la poca pro­fundidad del lago, era necesario colocar el E. lo más cerca posible de la costa. Se decidió reunir a

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las tropas en las isla Pea, y allí fueron transporta­das. Desgraciadamente la isla era totalmente ári­da, por lo que también tuvieron que transpor­tarse los abastecimientos. Además, el tiempo fue inusualmente frío incluso para diciembre, y mu­chos de las tropas de negros de los Rgtos. 1 º Y 5º de las Indias Occidentales murieron de frío.

Cochrane tuvo otro golpe de suerte cuando se le acercaron algunos pescadores españoles, cuyo pueblo se encontraba cerca de la desembocadu­ra de uno de los arroyos que vertían sobre el la­go. Tenían poco aprecio por los «norteamerica­nos» que habían llegado en 1803, y eran cons­cientes de las relaciones amistosas existentes en­tre Inglaterra y España. Le hablaron al Alm. de un canal que era difícil de encontrar, pero que se lo enseñarían, y que llevaba directamente a las orillas del Misisipí y a la carretera de Nueva Orleans.

Las cosas se presentaban mal para Andrew ]ackson. Toda su fuerza naval había quedado re­ducida a la cañonera Carolina y a la corbeta Louisiana. Además, no pudo encontrar ningún mapa fiable de la zona en el que marcar las zonas en que posiblemente los británicos efectuarían el desembarco. Esto se debía al compromiso ac­tivo o tácito de la comunidad experta en contra-

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bando. Nadie quería que el Gobierno federal co­nociera su acceso privado al golfo de México. Sin embargo, Jackson intentó compensar esto orde­nando el bloqueo de todos los accesos maríti­mos, con la finalidad específica de denegar su uso a los británicos.

Extraños compañeros de cama

De nuevo hubo un acercamiento de Jackson al tema Lafitte, esta vez mediante Bernard de Marigny, miembro del Cuerpo Legislador del Estado, al frente de un comité de caballeros crio­llos. La proposición fue rechazada una vez más.

Desesperado, el comité se dirigió al juez Dominick Hall, ante quien se llevaban todos los casos contra los piratas y sus recién descubiertos seguidores locales. El juez Hall no quería com­prometerse en un caso embarazoso en potencia, y sugirió que los legisladores decidieran suspen­der todos los procedimientos contra los piratas, si los piratas luchaban para los EE.UU. contra los británicos.

Los legisladores aprobaron el acta inmediata­mente, y el gobernador Claiborne efectuó la pro­clamación correspondiente. El juez Hall liberó inmediatamente a todos los piratas, y envió un pase ajean Lafitte (que estaba escondido), per­mitiéndole volver impunemente a la ciudad.

Lafitte estaba en su peor momento, pero esta­ba preparado para su momento de gloria. Sus dos abogados, Livingston y John Grimes, que ha­bían sido muy bien pagados antes de la incursión de Patterson , ya habían preparado un pleito con­tra el Gobierno de los EE.UU. para recuperar su «propiedad personal». Lafitte estaba casi com­pletamente sin dinero en metálico, pero no era el momento de pleitearlo. Si los británicos gana­ban, probablemente le colgarían, pero si los nor­teamericanos ganaban y él podía reclamar para sí y sus hombres un papel clave en esa victoria, un Consejo de Guerra estaría problamente a fa­vor de devolverle su tesoro.

Finalmente, el 18 de diciembre, el Of. de Ingenieros (Ing.), Arsene Lacarriere Latour, que era íntimo amigo de Lafitte y Livingston, con­venció al Gral. para que , en su propio interés, por lo menos escuchara al pirata. No existe testi­monio de lo que se discutió en la reunión que tu­vo lugar, pero no es difícil suponer lo que ocu­rrió.

Con su considerable encanto, Lafitte una vez más ofreció los servicios de sus hombres, y en­tonces jugó su carta de triunfo. En su calidad de tratante de armas con los mexicanos, tenía en un

PLANES Y PREPARATIVOS

lugar secreto llamado el Templo grandes canti­dades de pólvora, balas y municiones. A pesar de lo dicho anteriormente, ya pe,sar de su aversión personal hacia los piratas, J ackson aceptó. Después de todo, a sus fuerzas les podría faltar cualquier cosa menos munición.

Los baratarios fueron organizados en 3 com­pañías (Cías.) y enviados a reforzar los fuertes que protegían los principales accesos a la ciudad: Petit Coquilles, St. Philip, y Sto John. El propio Lafitte llevó a su Cte. Michael Reynolds a su al­macén de munición secreto. Los únicos piratas que realmente tomaron parte en la acción fue­ron dos dotaciones de cañón, una bajo el mando del hermano mayor de Lafitte, que se autollama­ba .Dominique You, y el otro bajo su «tío», Renato Beluche. La situación de Lafitte durante la acción se desconoce, pero podría asegurarse que no estuvo nunca cerca de ningún combate.

• Andrew jackson: grabado de una pintura que al parecer le hicieron durante la organización de la defensa de Nueva Orleans. Su inicial popularidad entre los

ciudadanos comenzó a desvanecerse al sospechar (correctamente) que la defensa incluiría quemar la ciudad. (Marqués jame~, " Vida de Andrew jackson»)

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LOS JEFES ENFRENTADOS

Los británicos

El GD. sir Edward Michael Pakenham, KB, nació en Irlanda en 1778, sexto hijo y segundo varón de lord Longford. Aunque su padre era un Cap. de la Marina Real, Edward no se inclinó hacia el mar, sino que fue nombrado teniente (Tte.) del 92 a Pie (Gordon Highlanders) a los 16 años. Durante los 3 años siguientes compró su capita­nía en el Gordon, y fue transferido al 23 de Dragones Ligeros para obtener su puesto de Cte.

En 1798 una fuerza de invasión francesa bajo el mando del Gral. lean Marie Humbert desem­barcó en Irlanda, y el Regimiento (Rgto.) de Pakenham fue uno de los que se le enfrentaron. Aunque por supuesto la invasión no tuvo éxito, en la batalla de Ballinamuck el Gral. Gerard Lake se dio cuenta del servicio distinguido de Pakenham, y como resultado le dio el empleo de teniente coronel (Tcol.) del 64 a Pie.

En 1801, él Y su Rgto. fueron enviados a las Indias Occidentales para tomar parte en opera­ciones contra las islas danesas y suecas. Mientras estuvo en esta parte del Atlántico pasó algún tiempo en Halifax, Nueva Escocia, donde el go­bernador sir George Prevost opinaba que «el odio de ]efferson contra Inglaterra» podría «confundir a la población ignorante y sin princi­pios de las grandes ciudades del sur».

~ GD. sir Edward Michael Pakenham, KB. En este grabado del único retrato completo suyo, Pakenham permanece de Pie antes de la rendición de la batalla de Salamanca. El uniforme es el de ayudante general de Wellington, con tres filas de bordados, idénticos a los de TG., pero en plata en vez de en oro. Esto, y las hombreras en lugar de charreteras, ha hecho que

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algunos confundieran su emPleo. Además de la Orden del Baño, lleva la Cruz de Oro del Ejército con 4 barras y la Orden Portuguesa de la Torre y la Espada. (Alcee Fortier, " Una Historia de Louisiana» )

Cuando se reanudó la guerra con Francia, en 1803, su Rgto. fue enviado a unirse a la invasión de la colonia francesa de Sta. Lucía.

Allí recibió una herida en el cuello, a conse­cuencia de la cual le quedó la cabeza ligeramen­te torcida, y estuvo inválido en su casa.

En 1805 obtuvo el título de Cor., vele dio el mando del 7Q a Pie (Fusileros Real~s ) . En 1806 asistió a la boda de su hermana Kitty y el GD. sir Arthur Wellesley, KB. En 1807 él Y su Rgto . estu­vieron con Wellesley en Copenhague, donde to­mó parte en otros desembarcos anfibios.

En 1808 se ordenó al 7Q trasladarse a las Indias

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.. El vicealmirante Alexander Cochrane. Este grabado, a partir de un retrato de William Beechy, muestra el jefe elegante e inteligente de las narraciones británicas contemporáneas. Sin embargo, el proPio Wellington da a entender en una carta que el deseo

de Cochrane de conseguir un premio en metálico fue lo que llevó a los británicos al desastre en Nueva Orleans, aunque su Plan de tomar las Bías. de la orilla oeste casi le lleva a la victoria. (Producciones Militares Históricas, Nueva Orleans)

Occidentales. ElIde febrero de 1809 fue heri­do otra vez en el cuello mientras mandaba su Rgto. en el ataque victorioso a la Martinica. Cosas del destino, esta herida corrigió la incli­nación de su cabeza. Al final de ese año fue de­signado Alm. Gral. del marqués de Wellington en la Península. Era un excelente Of. de E.M., pero todavía le desagradaba «este condenado trabajo de oficinista».

Finalmente, en agosto de 1810, se hizo cargo de una brigada (Bri.) que estaba constituida por su 7º a Pie y el 76 (Cameron Highlanders), que mandó en Busaco y Fuentes de Oñoro. En 1811, fue ascendido a GD. En 1812, en Salamanca, su Bri. fue la clave de la victoria de Wellington, lo que hizo que su cuñado dijera de el: «Pakenham puede que no sea el genio más brillante, pero mi parcialidad por él no quita que diga que es

LOS JEFES ENFRENTADOS

uno de los mejores que tenemos». A Pakenham puede que no le gustara el trabajo de EM., pero Wellington le respetaba enor}llemente en esa función, y sintió mucho su ausencia en Waterloo.

Durante la invasión de Francia en 1813, Pakenham mandó una división (Div.), a conse­cuencia de lo cual se le concedió la Orden del Baño. El 24 de octubre de 1814 se le dio el man­do de las fuerzas terrestres de la expedición nor­teamericana. Se le dieron instrucciones de se­guir las operaciones hasta que a través de un emisario especial del príncipe regente, recibiera noticias de que se había firmado la paz. No tenía que hacer caso a ningún rumor.

Se ha dicho que nunca supo de su final nom­bramiento como caballero de la Gran Cruz del Baño, puesto que la Orden llegó después de su muerte en Nueva Orleans. De todas formas, esto no era un ascenso. En una reorganización en 1814, la Orden, que era sólo de una clase, pasó a ser de 3 clases diferentes; el despacho solamente confirmaba su concesión en el más alto nivel.

El vicelmirante sir Alexander Forester Inglis Cochrane nació en 1758, Y era el hijo más pe­queño de conde de Dundonald. Como todos los hijos menores, tuvb las dos posibilidades norma­les para elegir carrera, la eclesiástica o la militar. Eligió la Marina, y llegó a teniente (empleo que se obtenía mediante compra) en 1778.

En 1780, fue herido en una acción en la Martinica. Durante la guerra norteamericana, sirvió en la Estación norteamericana bajo el Alm. Rodney. Un buen amigo suyo murió en Yorktown, por lo que no tuvo mucho tiempo pa­ra los norteamericanos.

Después del Tratado de París estuvo a media paga hasta 1790, que se le dio una fragata con la que efectuó una serie de ataques contra Francia con un éxito considerable. Durante la campaña de Egipto de 1798-1801 mandó el HMS Ajax y apoyó a las tropas de desembarco, actuando a partir de ese momento como apoyo inmediato al E., organizando una flotilla de pequeños navíos para mantenerles en contacto con la flota.

La habilidad de Cochrane en los desembarcos anfibios no pasó desapercibida. Con la Paz de Amiens se quedó nuevamente a media paga, pe­ro cuando se reanudaron las hostilidades se le reintegró al servicio, siendo ascendido a contraal­mirante. Con su buque insignia, el HMS Northumberland de 74 cañones, otros 4 buques de línea y 3 fragatas, se le envió a dar caza a un es­cuadrón (SQN.) francés que ·finalmente le con­dujo a las Indias Occidentales.

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A Arriba: Tcol. Alexander Dickson, RA, representado en un grabado de 1816, llevando entre otras condecoraciones la Orden Portuguesa de la Torre y la Espada, y la Cruz de Oro del E. (Colección privada)

A Arriba derecha: GD. Keane. Aunque a veces una «mascota consentida» al princiPio de su carrera, sirvió bien en Nueva Orleans, y ciertamente lo hizo mejor de lo que alguno de sus contemporáneos esperaban de él. Durante el ataque, su vanguardia era una unidad

. independiente bajo el

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mando de Rennie, y al 93 se le envió a reforzar a Gibbs, por lo que su unidad quedó reducida al 1 º Rgto. de las Indias Occidentales y a un destacamento de fusiles. (Colección del autor)

~Página contigua: GD. John Lambert, cuya orden principal de apoyar cualquier ataque que romPiera la línea norteamericana resultó inútil, cuando en general el ataque británico fracasó. Como al final de la batalla era el único Of. Gral. que quedaba en pie, se hizo cargo del mando de la fuerza expedicionaria.

Los franceses escaparon, pero mientras estuvo en las islas, Cochrane conoció a Nelson y conti­nuó sirviendo bajo su mando, haciéndose famo­so en la acción de Sto. Domingo el 6 de febrero de 1806. También dirigió el desembarco anfibio en la isla de Martinica, donde resultó herido el Tcol. Edward Pakenham. Por esta acción se le concedió el título de Caballero del Baño.

Cuando se ordenó a Nelson regresar a casa, designó a Cochrane como Cte. en jefe de las Islas Leeward, mando que ejerció más desde el puen­te de su barco que desde una oficina en tierra. En 1809 fue ascendido a vicealmirante, y al año siguiente dirigió el victorioso asalto de Guadalupe, la última posición francesa en las Indias Occidentales.

Todavía era gobernador de esta isla cuando se le informó de su designación para el mando de la Estación norteamericana. Pasó el invierno en Inglaterra planeando la campaña. ElIde abril de 1814 llegó a las Bermudas en su buque insig­nia, el HMS Tonnanl de 80 cañones, para relevar

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a su antecesor, sir John Borlase Warren. Durante la campaña norteamericana de 1814, estuvo al mando de todas las operaciones navales en el Chesapeake y el bombardeo de Baltimore. Salió de las Bermudas y aproó su flota a la bahía )Jegril , en Jamaica, y empezó a prepararse para el ataque de Nueva Orleans.

El Coro Alexander Dickson nació en 1777, y se incorporó a la Artillería Real después de asistir a la Real Academia Militar de Woolwich. Desde que entró en servicio en 1794 estuvo constante­mente empleado, y su genio fue evidente desde el principio. Fue enviado a las Américas con la desafortunada expedición suramericana, y estu­\'0 en Buenos Aires con Harry Smith , joven Of. fusilero que iba a servir con él en Nueva Or­leans y a empezar a ser famoso por méritos pro­pios.

Cuando Dickson llegó a la Península, siendo sólo Cap., Wellington quedó tan impresionado que se las arregló para designarlo j efe de la Artillería portuguesa, y así poderlo emplear en

LOS JEFES ENFRENTADOS

puestos de mayor responsabilidad. En 1813 Wellington le designó formalmente jefe de la Artillería aliada en la Península, donde fue uni­versalmente reconocido como el mejor artillero de su tiempo. Aunque solamente era Cap., su destreza hizo perfectamente aceptable que man­dara a Ofs. de mayor graduación que él dentro del E. británico.

El GD. John Keane era un producto de privile­gio y patronazgo en el E. británico. Fue Cap. a los 13, y tras una serie de destinos dentro de su patria, llegó a Coro en 1809, cuando participó por primera vez en una acción bajo las órdenes de Wellington en la Península.

Aunque su servicio no le proporcionó ningu­na distinción especial, en 1814 fue ascendido a GD., encargándose de los refuerzos que serían enviados al Gral. Ross en Norteamérica. La muerte de Ross supuso que cuando llegó se en­contró como jefe de la expedición de Jacto.

En cuanto se tuvo conocimiento de ello en Inglaterra, se envió al GD. John Lambert a re­emplazar a Keane. Para no ofender a los influ­yentes amigos de Keane, Lambert fue enviado con refuerzos. El resultado sería que, debido a la mayor antigüedad de Lambert, éste se converti­ría enjefe. Se le envió con órdenes específicas de cómo tendría que efectuarse el desembarco.

El GD. Samuel Gibbs, un veterano de la India y del ataque anfibio enJava, iba a ser el 2º jefe in­mediato a Pakenham. Era un Of. muy compe­tente, y viajó en el mismo buque que Pakenham. Desafortunadamente, al final, el retraso en la lle­gada de Pakenham, Gibbs y Lambert, dejó a Kene , cuyo lugar en la estructura de mando to­davía estaba por decidir, al mando del desem­barco. La mala suerte en la campaña tuvo otra manifestación.

El Coro John Fax Burgoyne, el Of. de Ing., era el hijo ilegítimo del Gral. que había perdido la batalla de Saratoga durante la revolución norte­americana. El equivalente en Ing. de Dickson era muy brillante, como demostró su construcción de las líneas de Torres Yedras para Wellington. Sin embargo, la única presa que construyó en Nueva Orleans se derrumbó.

Los norteamericanos

El GD. Andrew Jackson era el tercer hijo de Andrew Jackson de Carrickfergus, Irlanda, que había emigrado a las Carolinas en 1765. Nació en 1767, más o menos un mes después de la muerte de su padre. Su madre, obviamente mu­jer de gran valor, estuvo sóla en su alumbra-

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NUEVA ORLEANS

miento, y tuvo gran influencia en el pequeño Andrew. El más brillante entre todos sus parien­tes, usó el mosquete desde el momento en que pudo con él, y era un jinete temerario. Era un jo­ven alto, desgarbado y algo débil, pero se pelea­ba por lo más mínimo.

Durante la Guerra Revolucionaria, losjackson se unieron a los rebeldes, y su hermano mayor, Hugh, murió en la batalla de Stono Ferry en 1779. Al año siguiente, Andrew con 13 años y su hermano Robert, 16, se unieron al Rgto. de Dragones del Coro William R. Davies, que estaba actuando contra el Coro Banastre Tarleton. En abril de 1781 , Andrew y Robert fueron captura­dos mientras buscaban forraje.

Según la historia, ese mismo día le ordenaron a Andrew limpiar las botas de un Of. británico, y al negarse, el Of. le golpeó con la espada en la cabe­za, dejándole para siempre una cicatriz, y el odio a los británicos. La historia puede ser apócrifa, ya que se supo que los dos hermanos resultaron heri­dos, pero el que la herida de Andrew fuera hecha bien durante su captura o por un Of. arrogante, la cicatriz y el resentimiento eran reales.

Los hermanos jackson enfermaron de varicela, y finalmente fueron entregados a su madre para que los cuidara. Los hermanos se salvaron, pero desgraciadamente, como su madre trataba a otras víctimas de la epidemia en Charles Town, se con­tagió y murió. Nunca se encontró su tumba.

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En 1787, Andrew pasó la línea norteamericana y se convirtió en un abogado viajante, asentado en Nashville. En 1796 fue miembro de la con­vención que estableció el marco de la Cons­titución de Tennessee para convertirse en el 16 Estado. En 1797 fue nombrado primer congre­sista del Estado, y al año siguiente fue elegido se­nador. El mismo año decidió que no le gustaba vivir en Washington, y dimitió para hacerse car­go de un puesto en el Tribunal Supremo de justicia de Tennessee, donde permaneció duran­te 6 años.

Sin embargo, sus deberes legales no evitaron que llegara a convertirse en un habilidoso y en­tusiasta duelista. En 1801 ,jackson fue elegido co­mandante general de la milicia de Tennessee, deber que asumió con gran entusiasmo. A dife­rencia de la mayoría de los Grals. de la milicia, él lo hacía bien.

Estando en Washington conoció a William C.C. Claiborne, del que se hizo muy amigo, por lo que su disgusto al no ser designado Gober­nador del recién adquirido territorio de Lui­siana en 1803, fue mitigado por el hecho de que lo fuera Claiborne. Cuando se descubrió la cons­piración de Arron Burr y el Gral. james Wilkin­son, uno de los conspiradores, se convirtió en la prueba del Estado, jackson, amigo de Burr, fue citado como testigo. Sin embargo, su condena pública de Wilkinson y su franca desaprobación

... "El valiente muchacho >~-_ .... de Waxshaws ». Este

grabado de finales del siglo XIX representa, de forma bastante dramática, el

cómo de la cicatriz del joven Andrew y el por qué de su odio a los británicos. (Marqués James, "Vida de Andrew Jackson »)

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~ Andrew jackson, con el uniforme que se supone llevó en Nueva Orleans (actualmente se expone en el Museo Smithsoniano de Washington). Aunque no era un «caballero», fue un Gral. de consumada habilidad, y el "pegamento» que mantuvo unida a la políglota f1,lerza norteamericana, convirtiéndola en una máquina de luchar. Fue popular entre sus hombres, pero, como Wellington, desdeiiaba la popularidad si ésta interfería en la victoria. (Colección militar Anne S. K. Brown, Universidad Brown)

del presidentejefferson, hicieron que no llegara a ser llamado.

Cuando se declaró la guerra de 1812, jackson estaba deseando combatir a los británicos, pero en ese momento tenía enemigos poderosos. Entre ellos se incluían todos los amigos de jefferson, uno de los cuales era el presidente james Madison. jackson se ofreció para mandar una milicia de 2.500 hombres, hacia Canadá o Florida, pero la oferta fue rechazada. En octu­bre de 1812, el doctor William Eustis, secretario de la Guerra, pidió l.500 hombres, sin jackson, para apoyar la invasión del Gral. Wilkinson de Florida occidental. jackson se tragó su orgullo y se ofreció para servir a las órdenes de

LOS JEFES ENFRENTADOS

Wilkinson. Esto,junto con la popularidad entre sus hombres, inclinó la balanza; se le ordenó trasladarse con sus hombres a Natchez en espe­ra de órdenes. Con una sorprendente habilidad administrativa mantuvo su fuerza en buen esta­do, y en sólo 39 días, durante el frío enero de 1813, completó la marcha.

Las «órdenes posteriores» le llegaron en mar­zo, aunque estaban fechadas el 6 de febrero; en ellas se le significaba que o bien la milicia tenía que disolverse y volverse a alistar como profesio­nales, o emprender de nuevo el camino de vuel­ta a casa sin transporte, alimentación, ni paga. jackson había echado a las Uso de reclutas de Wilkinson fuera del campamento, y dirigió a sus

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NUEVA ORLEANS 1815

hombres durante l'as 800 millas de regreso a pie, pagando los gastos de su bolsillo. Durante esta marcha, se ganó el apodo de <<Viejo Hickory» y la amistad imperecedera de sus hombres, entre los que se incluían los Cors., ]ohn Coffee y William Caroll. De vuelta a Nashville se enfrentó en un duelo y resultó herido. Durante su recuperación se enteró de que los indios creek se habían su­blevado y de la masacre de Fort Mims el 30 de agosto. Sin esperar la aprobación del Estado, convocó a la milicia y la dirigió contra los indios. El dirigir esta guerra le colocó en primera fila de los Grals. norteamericanos, pero al hacerlo sin haberse recuperado totalmente de su último

.. GB. john Colfee, jefe de la milicia y de los indios, que formaron la amPliación del ala izquierda de jackson. Pasó varios días en ese puesto, permanentemente en la marisma,

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acompañado de caimanes y serpientes. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

duelo, del que todavía tenía una bala en la es­palda, deterioró su salud para siempre. Durante el resto de su vida sufrió problemas intestinales.

Durante la campaña, la gran capacidad de lide­razgo de ]ackson, a veces como única cosa, mantu­vo la moral de sus hombres. Sabían que en el E. no había ningún hombre más duro que el Gral. ]ackson luchó su primera batalla, y obtuvo su pri­mera victoria, en Talladega el 9 de noviembre de 1813. En enero de 1814, con unos pocos refuerzos, renovó los ataques, pero el 22 fue contraatacado en el Entochopko Creek «<arroyo con agüita») y su re­taguardia huyó. Sólo la inmediata acción de ]ackson, Caroll y Coffee, este último gravemente

.. Coro William Caroll, de la Milicia del oeste de Tennessee. Posteriormente fue gobernador del Estado de Tennessee. (Cortesía del Museo del Estado de Tennessee)

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herido, salvaron la situación. David Crockett, que ese día luchó en las filas de la milicia, describió la acción como «un condenado aprieto».

]ackson, entonces mandando una fuerza de 5.000 hombres, incluyendo un Rgto. de profesio­nales, estaba a punto de golpear el centro de la nación creek. Para enfatizar la seriedad de lo que hacían, hizo ejecutar públicamente a un desertor, ante quien sus hombres desfilaron a continua­ción. En Horseshoe Bend (curva de la herradura) e encontró con un fuerte indio y, en lugar de po­

nerle sitio, decidió un asalto frontal. Aunque los norteamericanos tuvieron un elevado número de bajas, el ataque tuvo éxito. El poder de los creek estaba roto, y se vieron obligados a aceptar un tra­tado humillante. Esto causó un profundo efecto en la campaña de Nueva Orleans. Si los creek (que eran aliados de los británicos) hubieran sido capaces de continuar con sus guerreros hasta fi­nales de 1814, la campaña británica en el sur po­día haber tenido un resultado diferente.

La elección de quién tenía que defender el sur resultaba ahora evidente. A pesar de la gran an­tipatía que le tenían las gentes de Washington, Andrew]ackson fue transferido al E. Regular co­mo GD. y se le dio el mando.

El resto de los mandos norteamericanos, ya sean militares, navales o civiles, sólo pueden verse en el contexto como apoyando, o intentando obsta­culizar, los planes de ]ackson. Su mente activa y u voluntad de hierro dirigieron todos los aspec­

tos de la defensa norteamericana y la campaña. in duda, aún estaba escribiendo a Claiborne so­

bre el tema de febrero de 1813 mientras en Natchez le esperaban las «ordenes posteriores» de Wilkinson.

Debe hacerse mención aparte de 2 franceses agregados al E.M. de ]ackson durante la campaña.

El primero era Arsene Lacarriere Latour, un emigrante que vivía en Sto. Domingo cuando la tomaron los británicos. Como los hermanos Lafitte, prefirió marcharse y al final de 1810 lle­gó a Nueva Orleans como refugiado. Ayudó a construir el mapa de la ciudad, y llegó a ser ami­go de Lafitte, aunque si se conocían anterior­mente, es un interrogante.

En 1813, Edward Livingston, que además de ejercer como abogado era uno de los ayudantes de ]ackson, presentó a Latour a ] ackson. Latour plan eó los trabajos defensivos de la Línea ]ackson y los de la orilla oeste, aunque su ausen­cia durante los trabajos en ese lugar explican su mala construcción. Sin embargo, sus contribu­ciones principales a la historia de esta batalla fue-

LOS JEFES ENFRENTADOS

... Gral. Humbert, paradójicamente estuvo en la primera y en la última de las batallas de la carrera de Pakenham.

ron los libros que escribió y series de mapas que produjo (los de este libro se han dibujado a par­tir de muchos de ellos).

El segundo francés era el Gral. ]oseph Amable Humbert, un consejero del E.M. de ]ackson, y je­fe de la fracasada expedición irlandesa que le ha­bía colocado una vez más en el mismo campo de batalla que Edward Pakenham. En algún mo­m ento ]ackson quiso que mandara sus tropas de la orilla oeste, pero éstas rehusaron servir bajo «un extranjero».

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~ ,

LOS ·EJERCITOS ENFRENTADOS

La fuerza expedicionaria británica

El E. británico reunido para la campaña de Nueva Orleans era fruto de más de 100 años de tradiciones y éxitos militares. Eran maestros de las tácticas lineales desarrolladas por Federico el Grande, y se habían puesto a prueba derrotando a todos los Es. que Napoleón pudo lanzarles. Su destreza había convertido al Imperio británico en una entidad política y comercial tan inalcan­zable como nunca se había conocido en el mun­do. La esfera del compromiso británico mundial era evidente analizando los puntos de embarque de algunos de sus Rgtos.: España, Francia, Italia, Sur Mrica y Jamaica.

La única caballería (Cab.) en la expedición era el 14 de Dragones Ligeros, que a principios del si­glo XVIII pasó a ser un Rgto. normal. Sus conde­coraciones se debían a su servicio bajo el Gral. Wellington: Duero, Salamanca, Vitoria, Pirineos y Orthes. También lucharon en Toulouse, pero no recibieron ninguna condecoración. Marcharon a Calais enjulio de 1814, cruzaron el canal, y el 21 fueron revistados por el duque de York en Hounslow. En agosto se embarcaron para unirse a la expedición norteamericana. Lo hicieron sin ca­ballos, esperando poder obtenerlos cuando llega­ran, pero los pocos disponibles se asignaron al E.M. y a los jefes de Rgto. El Rgto. formó parte de la Bri. de Lambert, por lo que era de la reserva. Durante la retirada, un Of. y 37 hombres estaban en uno de los botes capturados por los norteame­ricanos, quienes se habían embarcado con falsa bandera, por lo que fueron utilizados en el inter­cambio de prisioneros.

El 4º a Pie (el del Rey) fue creado en 1680 por Carlos I1, por lo que se remontaba al verdadero inicio del E. británico. Durante las guerras Napoleónicas, el Rgto. ganó condecoraciones en Coruña, Badajoz, Salamanca, Vitoria, San Sebastián y Nive. Marcharon a Burdeos, se em­barcaron para Norteamérica, donde aún gana­ron otra condecoración en Bladensburg bajo el Gral. Ross, y tomaron parte en todas las acciones hasta Nueva Orleans, incluida ésta.

El 7º a Pie (FusiÍeros Reales) se creó en 1685 como uno de los Rgtos. designados específica­mente para proteger los convoyes de Art., y esta­ba dotado con el nuevo mosquete de chispa o

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«fusil»; de ahí su título. Fue siembre un Rgto. de moda que tenía algunas particularidades en el uniforme, incluyendo una capa de piel de oso, y su reclutamiento se hacía distrito de Londres. Por supuesto era el antiguo Rgto. del Gral. Pa­kenham.

Creado en 1678 como el Rgto. del conde de Mar, el 21 a Pie fue designado como los Fusileros del Norte británicos en 1707, y en 1712 recibió el título de Real. Prestaron servicio a lo largo del si­glo XVIII en Blenheim, Ramillies, Oudenarde, Malplaquet y Dettingen. Durante las guerras Napoleónicas prestaron servicio de defensa te­rritorial hasta 1807 que fueron a Egipto, y al año siguiente fueron a Sicilia para amenazar a los franceses, que estaban ocupando el reino de Nápoles. En 1811 fueron enviados a la costa este de España para ayudar a Wellington a expulsar a los franceses. En 1813 fueron enviados a Génova para ayudar a acabar con las tropas francesas en Italia. En 1814 fueron embarcados directamente hacia Norteamérica, sirviendo en Bladensburg, Washington y Baltimore. En la batalla de Nueva Orleans, Harry Smith, de los Fusileros, prestan­do servicio en el E.M. de Pakenham como DAAG (2º ayudante gral. ) , opinó que el 21 y al 44 eran indisciplinados.

El 43 a Pie (Inf.ligera de Monmouth) fue uno de los Rgtos. de Inf. ligera iniciales, o <<los chicos de Shorncliffe», como se les conocía por el cam­pamento en el que se instruían. Cuando se in­trodujo el nuevo mosquete para las USo de tierra, se hizo cargo de su entrenamiento el Gral. John Moore, quien había conseguido efectuar hasta 5 disparos por minuto con el arma, el doble del rit­mo de fuego que se podía esperar de la Inf. de lí­nea. La Inf. ligera no solamente estaba orgullosa de su superioridad con los mosquetes, sino tam­bién de su autosuficiencia para conseguir ali­mento y cobijo en campaña.

El 44 a Pie (Rgto. del este de Essex) tenía un acreditado palmarés de guerra, tras servir en Egipto con Abercrombie y posteriormente en la Península, en Badajoz y Salamanca. Tras abdicar Napoleón, embarcaron . directamente a las Américas, junto con el 4º a Pie. A la muerte del Gral. Ross, el Coro Brooke se hizo cargo del man­do del E. como Of. más antiguo del momento. Cuando el Rgto. llegó a Nueva Orleans, el man-

Page 32: Ejercitos y Batallas 53 - New Orleans 1815

do había pasado a un Cap., Hon Thomas Mullins, que desempeñaba por el momento el empleo de Tcol. La combinación entre las pérdi­das sufridas en campaña y la inexperiencia de su mando hizo fracasar el ataque británico.

Incrementado en 1793, el 85 a Pie (Voluntarios de Bucks) de Inf. ligera eran también veteranos de la Península, donde su número había quedado tan reducido por las constantes acciones que, en 181 1, fueron enviados a casa para reorganizarse, llegando a Portsmouth solamente con 20 Ofs. y 246 hombres. Cuando regresaron a la Península en 1813 estuvieron al mando del Tcol. William Thornton, quien también les dirigió en el sitio de

an Sebastián y en las batallas de Nivelles, Nive y Bayona. El 30 de mayo de 1814, dejaron la penín-ula y fueron a Norteamérica. El Rgto. luchó en

todas las acciones importantes de la guerra, lo­grando Thornton una buena reputación por su yalentía y por la forma tan inteligente de mandar el Rgto. y los distintos batallones (Bóns.) y desta­camentos que se le asignaron. Fue herido en Bladensburg, pero se recuperó lo suficiente para mandar su Rgto. y algún destacamento más en Xueva Orleans.

Aunque creado en 1800, el 93 a Pie (Highlan­ders del Sur), se había formado poco tiempo an­tes como Rgto. fronterizo. Su primer destino fue Irlanda en 1803, para evitar que las todavía laten­tes ascuas de la rebelión después de la expedición francesa del Gral. Humbert, volvieran a prender-e. No sólo tuvo éxito, sino que consiguió bastan­

te popularidad en Irlanda, una hazaña notable. En 1805 se le envió a una expedición para quitar a los holandeses el cabo Colony. Su bautismo de fuego fue un gran éxito y fueron condecorados. Xuevamente el Rgto. se hizo popular entre la po­blación local, llegando a tener una relación parti­cularmente inteligente y cordial. Pro-porcionó los profesores necesarios para las escuelas y constru­yó una iglesia regimental. Como estaban lejos de u base de apoyo, cuando empezaron a escasear

las faldas escocesas, como medida circunstancial, con muchas que estaban en buenas condiciones, e hicieron pantalones cortos y ajustados para to­

do el Rgto. Los soldados no llevaban plumas en las gorras escocesas (hummel) , y con este incom­pleto traje escocés se les ordenó unirse a la expe­dición americana.

La experiencia obtenida en la revolución nor­teamericana con las tropas ligeras de especialis­tas, y la falta de éstas en la campaña de Holanda de 1799, hicieron que en 1800 el Coro Coote Manningham creara el «Cuerpo de Fusileros Experimental». Posteriormente el Rgto. se inclu-

LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS

o¡., Rgto. 43. Ilustración de Bryan Fosten.

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NUEVA ORLEANS 1815

yó entre los de línea como el 95 a Pie (Fusiles). Desde el principio, el 95 fue una U. de élite por su entrenamiento superior y su espíritu de cuer­po. De forma diferente que el resto de los de lí­nea, a menudo se empleaban en grupos peque­ños e independientes para situaciones que exi­gían una inteligencia superior y un conocimien­to exacto de los manuales de entrenamiento. Sus órdenes en campaña se reducían al mínimo. A la voz de «alto» se entendía que había que descan­sar las armas y permanecer en descanso sin más órdenes posteriores. Igualmente , la palabra «marcha» exigía iniciarla lo más rápido posible, y el resto de las órdenes se transmitirían por cor­neta o silbato. Tras su participación en la Penín­sula, embarcaron directamente para Norteamé­rica, donde participaron en todas las acciones, cubriéndose de la mayor gloria obtenida en una campaña de esta naturaleza. En 1816, se retira­ron de la línea, y se les dio el título de la «Bri­gada de Fusiles».

En 1796, nada menos que sir John Moore es­cribió: «El Cuerpo de Negros posee, creo, mu­chas excelentes cualidades y puede, con la debi­da atención, equipararse a cualquiera». Una de las Uso a las que se refería era el Rgto. Whytes, que en 1798 quedaba registrado como el Primer Rgto. de las Indias Occidentales. En 1799 se ha-

ORDEN DE BATALLA: E. BRITÁNICO

bían creado hasta 12 Rgtos. para dar guarn ición a las posesiones británicas en el Caribe, particu­larmente Jamaica y Barbados. Al principio había algunos soldados blancos, pero el cuerpo estaba principalmente compuesto por e clavos libera­dos con Ofs. blancos. Al principio, lo uboficia­les (Subs.) se reclutaban del E. regular, pero a partir de 1810 los soldados negro empezaron a ascender a cabos y sargentos (Sgto. ) iguiendo la escala de promoción. Los Rgto . ganaron con­decoraciones en las batallas de Dominica, Martinica y Guadalupe, por lo que en Nueva Orleans se encontraron combatiendo junto a an­tiguos camaradas.

El 2º de Pakenham como ayudante general, era el Cap. (posteriormente GD.) ir George de Lacy Evans. Pertenecía nominalmente al 5º Rgto. de las Indias Occidentales, pero la única vez que sirvió en el mismo campo de batalla que su Rgto. fue en la expedición de ueva Orleans.

La expedición fue acompañada por 2 baterí­as (Bías.) de la Art. Real , y 1 U. de Lanzadores del Real Cuerpo de Art. a Caballo. Por supues­to, la Art. procede de tan atrás en la historia mi­litar británica que es difícil poner una fecha exacta a su creación, pero el característico uni­forme azul se adoptó en 1815, y la Art. a Caballo se creó en 1793. Durante un tiempo ca-

Cte. en jefe, GD. sir Edward Michael Pakenham, KB.

S° Rgto. Indias Occidentales, menos una Cía. ligera

Total tropas británicas frente a la Unea Jackson: 6.970

jefe de Ingenieros, Tcol. John Fox Burgoyne, RE

jefe de Art. , Tcol. Alexander Dickson, RA

RGTOS. PRESENTES

14 Dragones Ligeros 210 4° a Pie 796 Pa ~ no 21 a Pie 790 43 a Pie 862 44 a Pie 816 93 a Pie 1.008 95 a Pie (3" Bón.) 546 1" Rgto. de las Indias O ccidentales 912 S° Rgto. de las Indias Occidentales 796

ARTICULACiÓN

l ' Bri. , Reserva GD. John Lambert 14 Dragones Ligeros, desmontados 7° a Pie (Fusileros Reales), menos una Cia.

ligera 43 a Pie (Inf. ligera de Monmouth), menos

una Cía.

32

2' Brí. , ala derecha GD. Samuel Gibbs Bón. de Cías. ligeras bajo el mando del

Coro Jones , que atacaron a través de la marisma de cipreses.

4º , 44, 21 Y sº de las Indias Occidentales

4º a Pie (del Rey) , menos una Cía. ligera 21 a Pie (Fusile ros Reales Escoceses)

menos una Cía. ligera 44 a Pie (Essex Este), menos una Cía. ligera

que llevaba escaleras y hatos de leña 95 a Pie (Fusiles). destacamento que actuó

como avanzadilla de la columna

3' Bri., ala izquierda GD. John Keane Bón. de Cías. ligeras bajo el mando del

Coro Rennie 7º, 93 y 43 93 a Pie (Highlanders del Sur). menos una

C ía. Ligera 1" Rgto. de las Indias Occidentales 95 a Pie (Fusiles), destacamento que actuó

como avanzadilla de la columna

Columna de ataque sobre la orilla oeste

Tcol. William Thornton, 85 a Pie 85 a Pie (Inf. ligera de Bucks) Inf. de Marina Real Destacamento de 100 Marineros Destacamento de 100

Total tropas británicas frente al Gral. Margan: 760

Page 34: Ejercitos y Batallas 53 - New Orleans 1815

• Unidad de lanzadores S.K. Brown, Universidad de cohetes de la Real Art. Brown) a Caballo, de marcha y en acción, según un manual de instrucción. (Colección militar Anne

da U. o Bía. de Art. tenía sus propias condeco­raciones, pero esto se hizo tan confuso que se adoptó la palabra latina ubique (en todas par­tes). Ciertamente esta palabra cubre al servicio de Art., que incluso participó en lugares donde no estuvo el resto del E. británico, como en el c;:aso de la U. de Lanzadores que tomó parte en la batana de Lerpzig.

En Nueva Orleans fueron complementados por la Art. de la Inf. de Marina Real y por los ar­tilleros navales. Obviamente, la naturaleza de la campaña exigía la participación de todos los hombres disponibles, cualquiera que fuera su ar­ma o servicio, para con su trabajo colaborar bien fuera maniobrando un cañón naval sobre un te­rreno embarrado, represando un arroyo, o ata­cando una posición enemiga.

Los defensores norteamericanos

Como todos los revolucionarios de izquierdas, Thomas Jefferson no pudo esperar a tener más

LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS

poder para trazar un brillante esquema u otras cosas. A pesar de su frase de que «el árbol de la libertad necesita ser regado de vez en cuando con sangre», su particular y loca teoría era que «los hombres voluntarios para defender sus casas siempre vencerán sobre los mercenarios de un déspota». La puesta en práctica de esto fue que, al llegar a la Presidencia, ante el horror del par­tido federalista de la oposición, debilitó (él y los republicanos) el Ejército de Tierra (E.T.) y la Marina.

En 1808, el E.T. estaba compuesto por 2 Rgtos. de Inf., 1 de Art., y 1 Of. Gral. , James Wilkinson, quien de~g~ 1801 h~l:;>ia sido el 4nicQ Gral. nor­teamericano del E. regular. Esta pequeña fuerza se mantenía permanentemente en el sur, y parti­cularmente en la zona de Nueva Orleans a partir de 1803, ya que al mantenerla alejada de Washington, Wilkinson podía desviar mejor el escaso dinero asignado al E. y podía informar mejor a sus pagadores españoles.

En 1809 el E.T. fue ampliado con 1 Rgto. de Fusiles., 1 de Art. Ligera, 1 de Dragones Ligeros, 5 de Inf., y contaba con 2 Ofs. Grals. más. A pe­sar de todo no había un E.M. norteamericano, si lo comparamos con el muy eficiente sistema de los británicos. El entrenamiento de campaña de la Inf. y la Cabo era como mucho rudimentario. Sin embargo, Art. e Ing. eran eficientes y hábiles,

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NUEVA ORLEANS 1815

El 95 de Fusiles. De izda. a dcha.: 0[, fusilero y Sgto. Ilustración de Bryan Fosten.

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• Vista de la batalla en 1840, que muestra erróneamente cómo se emplearon las balas de algodón, no como asentamientos de los cañones sino como defensa. La V. representada probablemente es el 7º de In!, que se ganó el apodo de «los descargadores de algodón» por esta batalla. Aunque los profesionales están en uniforme de gala de un periodo posterior, los de los fusileros del entorno (por encima de las crines del caballo de Jackson) son

sorprendentemente exactos. (Cortesía de la Cía . de Subastas Neal, Nueva Orleans)

~ Gral. James Wilkinson, hasta 1808 el único O! Gral. del E. Regular para quien la doble vida era una forma de vivir. Consideró al minúsculo E. de los EE. VV. como proPiedad personal, y lo mantuvo, junto con sus fondos , lo más cerca posible, lo que en el sur significaba normalmente campamentos urbanos. Su distracción de fondos de Nueva Orleans dejó a los

y de entre sus filas salieron muchos de los futu­ros Grals.

El 7º de Inf. se había reclutado en Kentucky. Al principio de su existencia experimentó el trata­miento de Wilkinson, cuando al ser enviado a Nueva Orleans, acampó en un terreno tan suma­mente inapropiado que perdió por lo menos la mitad de sus miembros por enfermedad, mien­tras que su jefe jugaba a ser Gral.. Sin embargo, posteriormente, en 1813, luchó con Harrison en Tippicanoe, Indiana, y en 1814 en Prairie du

fuertes locales y a sus barcos muy pobremente asistidos. Varios años después de su muerte se

LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS

descubrió que había trabajado como esPía de los españoles. (Colección del autor)

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NUEVA ORLEANS 1815

• Cte. Jean Baptiste Plauche, representado en esta ilustración como un Gral. de la Milicia de 1820, pero da buena idea de qué E. usó como modelo para su «Bón. Uniformado ».

Indudablemente, es probable que importara desde París estos caros uniformes. Desgraciadamente para su U., los británicos nunca se acercaron lo suficiente a su posición

Chine, en Wisconsin. A continuación se le orde­nó unirse aJackson en Nueva Orleans.

El 44 de InE. fue uno de los Rgtos. adicionales que se creó en 1813, cuando el Gobierno norte­americano se dio cuenta de que sembrando vien­tos era muy probable cosechar tempestades. En 1814, el Rgto. se unió aJackson, y luchó bajo sus órdenes en la toma de Pensacola el 7 de noviem­bre; a continuación marchó a Nueva Orleans, pa­ra formar parte de la defensa.

Naturalmente, miembros del Cuerpo de Art. participaron en la acción, pero el resto del E.T.

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para poderles infligir mucho (o algún) daño. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

• Michael Fortier, un rico hacendado que financió y organizó las tropas negras

de Nueva Orleans, pero nunca las dirigió en campaña. Aunque algunos expertos han divulgado que era mulato, en realidad era blanco. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

norteamericano en Nueva Orleans eran milicia­nos. La milicia local tenía diferentes niveles, pe­ro los mejores eran el Bón. Uniformado del Cte. Jean Baptiste Plauche y el de los Hombres Libres de Color, de Louisiana, del Cte. Pierre Lacoste.

A pesar de las muchas referencias existentes de los bonitos uniformes del Bón. de Plauche, no hay descripciones de la época. Sin embargo, hay una firme evidencia circunstancial de que fue­ron importados de Francia, y que se parecían mucho a los uniformes que habían sido dese­chados por la Guardia Imperial o Nacional.

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LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS

~ Rgto. de la milicia norteamericana desplegado, en un manual de instrucción de la milicia de 1817. Generalmente, entre la teoria y la práctica había una gran diferencia. (Colección del autor)

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Los Hombres Libres de Color se formaron ba­jo los españoles, y sin duda fueron equipados ini­cialmente con el uniforme colonial blanco. Al principio la nueva Administración no les quería, pero Claiborne les dio su apoyo. Con la caída de Santo Domingo, aparecieron en Nueva Orleans más negros libres y ricos, y se formó bajo el man­do del Cte . Louis Daquin una 2ª Cía. de Hom­bres Libres de Color.

En el período anterior a la batalla se crearon en la zona muchos otros grupos de regulares y de milicia irregular. Sin embargo, la mayoría no

ORDEN DE BATALLA: E. AMERICANO

Cte. en jefe, GD. Andrew jackson jefe de Ingenieros (voluntario), Arsene Lacarriere Latour

Tropas regulares Art. ligera regular 78 72 Inf. de los EE.UU. 436 44 Inf. de los EE.UU. 352 Inf. Marina de los EE.UU. 58 I SQN del 12 de Dragones de los EE.UU 52 Total 976

Milicia de Louisiana y Voluntarios Milicia Uniformada de Plauche 315 Hombres Libres de Color de Lacoste 282 Hombres Libres de Color de Daquin 180 Baratarios (artilleros piratas) 36 Choctaws de jugeat 62 Total 910

I ~.

f . ,

tenían uniforme, y usaban sus trajes civiles. Otros tenían uniformes reglamentarios confecciona­dos por ellos, adaptando rápidamente camisas de caza del color del uniforme, algunas azul ce­leste con rayas blancas, y otras de cuadros azules y blancos.

La mayoría de las Uso eran básic;amente grupos de amigos o miembros del mismo club, sin inte­rés en ser soldados, y fueron incapaces de conse­guir las chaquetas azules, shakos negros, cintu ro­nes o pantalones blancos, impuestos en los re­glamentos de la milicia.

Otras Uso de Milicia Fusileros de T ennessee de Caroll (1 I Cías.) Fusileros de Tennessee de Coffee (9 Cías.) Fusi leros de Kentucky de Adair (10 Cías.) Total tropas en la Linea jackson, con 14 cañones

Reserva Fusileros montados del Misisipí de Hind SQN de Ogden del 12 de Dragones de los EE.UU. Bón. Harrison de la Milicia de Kentucky Total reserva

Tropas en la orilla oeste, bajo el Gral. Morgan Bón. Naval del comodoro Patterson Milicia de Louisiana del Cte. Paul Arnaud Milicia de Kentucky del Tco!. john Davis Refuerzos enviados por jackson Total, con 16 cañones

806 546 680

3.918

150 50

306 506

106 250 320 400

1.076

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NUEVA ORLEANS 1815

Los Rgtos. de milicia de Kentucky y Tennessee estaban al mismo nivel en vestuario, excepto que muchos habían luchado con ]ackson contra los indios creek, y consecuentemente iban, como poco, desaliñados.

Sin embargo, habían demostrado lealtad abso­luta aljefe en el que creían. Esta experiencia, en los apuros de la campaña, fue para ellos de un va­lor incalculable .

.... Fragmento de la bandera del Bón. Uniformado de Plauche. Tradicionalmente, después de la batalla la bandera se dividía entre los miembros del Bón. ; si esto se hizo inmediatamente, o en los años posteriores cuando

. se disolvió el Bón., el hecho real es que los

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fragmentos que perduran en las familias de los que estuvieron presentes en la batalla se conservan como tesoros . Desgraciadamente, al parecer no se hizo ninguna ilustración de la bandera antes de repartirla. (Colección privada)

Soldado, Dragones Ligeros de los EE. UU. No está claro cuántos soldados de los dragones regulares realmente recibieron este uniforme;

hace poco tiempo se descubrieron gran cantidad de cascos sin usar, por lo que hay

ejemPlares en muchos museos. Los Ofs . probablemente llevaban todavía el antiguo

Tarleton o sombrero de plumas. La Cabo voluntaria llevaba lo que tenía más a mano.

Ilustración de Bryan Fosten .

Page 40: Ejercitos y Batallas 53 - New Orleans 1815

ENCUENTROS INICIALES

La llegada británica

La mejor descripción de la tortuosa ruta que te­nían que seguir los soldados y los abastecimien­tos desde los sistemas de transporte a los campa­mentos británicos se encuentra en el diario del Coro Alexander Dickson, RH. Por supuesto, el E.T. tuvo que trasladarse en un barco de la flota a la isla Pea y pasar un día más o menos en este desierto marismeño barrido por los vientos, sin cobijo, hasta que se le transportó hasta un lugar en tierra.

Dickson escribió: «Cuando dejamos la "Ana­conda", la corriente todavía era favorable , la no­che muy clara, pero con un frío penetrante. Los botes continuaron remando toda la noche, y no se puede decir mucho en favor de los ... conductores de los carros que al amanecer ... avanzaron por lo menos 70 millas sin interrupción. El frío era ex­cesivo y estaba helando duramente, agudizándose más por la brisa, el viento continuó azotándonos hasta que se hizo de día, cuando nos encontramos a no mucha distancia de la tierra, a algunas millas al norte de la entrada del arroyo.

»Lo único que tenía la costa eran altos.juncos hasta el borde del agua, por lo que no era fácil desembarcar en ella. O por lo menos avanzar muchas yardas por un profundo pantano. Después de recorrer la costa (cuyo aspecto era casi el mismo) durante 4 o 5 millas, encontramos la entrada del arroyo, que sólo se distinguía del resto de la costa por una bandera roja que nues­tra gente había izado en un mástil, como señal en tierra.

»Para alcanzar la desembocadura [seguimos] ... las revueltas del canal, cuyas orillas, como el resto de la costa, estaban cubiertas de altos y ondulan­tes juncos, y de vez en cuando un tronco de árbol o un matojo crecían en las orillas.

»El arroyo tiene gran cantidad de · revueltas y meandros y todo su recorrido está cubierto a am­bos lados de altos juncos; mantiene una buena anchura durante 4 o 5 millas, y posteriormente se estrecha tanto y es tan poco profundo que desde los botes no se puede remar por falta de espacio, y se les ha de empujar por el barro mientras los remeros se apoyan contra la orilla.

»Alrededor de 1 milla más arriba de las cabañas [C.G. del Alm. Cochrane] hay dos arroyos anchos, uno que corre dentro de la marisma a la derecha [continuación del canal Bienvenue] y el otro a la izquierda [canal Mazant], y siguiendo hacia arriba haya ambos lados pequeños canales y entrantes llenos de agua, que harían imposible moverse por la orilla, o por lo menos bastante dificil.

»Desde el lugar de desembarco al c.G. hay co­mo 2,5 millas, el camino no es más que una senda muy mala y pantanosa por la orilla del pequeño canal... que se extiende desde el arroyo hasta cer­ca del Misisipí, y es navegable con canoas hasta 1.000 yardas del río. Se le llama Canal Villare [ca­nal Villeré], y es para el uso de la plantación.

»El camino, durante 3/ 4 de milla desde ellu­gar de desembarco, pasa a través de juncos, por lo que consecuentemente el suelo es muy panta­noso, entrando posteriormente alrededor de 1 milla y 1/ 4 en un espeso bosque ... éste general­mente es de cipreses que crecen muy juntos unos de otros, lleno de espesa maleza y palmeras, el suelo empantanado con profundos hoyos espar­cidos llenos de agua, por lo que no resulta en ab­soluto fácil.

»Desde el límite del bosque a la plantación de Villare [Villeré] hay una distancia de una milla aproximadamente, por un camino bastante bue­no y amplio, y de la plantación a la orilla del río hay como unas 300 yardas. Se emplea un equipo para mejorar este camino».

Dickson efectuó este camino el 25 de diciem­bre, pero la noche del 22 lo recorrió el Gral. Keane y el grupo de vanguardia de la fuerza de invasión británica. Conforme entraron en el ca­nal Bienvenue, los pescadores españoles que se habían ofrecido a ayudar a Cochrane, señalaron el lugar del desembarco de su pueblo, donde el hombre enfermo que había quedado atrás dijo a los seis exploradores norteamericanos que habí­an llegado más temprano y que el resto de los hombres estaban de pesca.

A las 4.00 h del 23, todos menos uno de los ex­ploradores enviados por el Cte. Villeré estaban dormidos y el de guardia no estaba alerta.

En cuestión de minutos, los marineros se ha­bían apoderado del pueblo. Cuatro norteameri-

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canos consiguieron escapar, 3 fueron capturados esa noche, yal otro le llevó 3 días llegar a la ciudad, fecha en la que sus noticias ya no servían de nada.

La expedición continuó hacia la plantación del general Villeré, con el 3º Bón. del 95 de Fusiles en los botes de vanguardia. Cuando llegaron a la orilla, a las 9.00 h Y comenzaron el avance hacia la casa de la plantación, se sorprendieron de no encontrar piquetes. Era obvio que al Cte. Gabriel Villeré no ~e le había pasado por la imaginación el ataque. El, y su Cía. con 30 milicianos fueron rodeados, sorprendidos y capturados. El propio Cte. fue capturado en la terraza de la casa de su padre, disfrutando de un puro mañanero.

Villeré ignoraba la orden directa de ]ackson de bloquear el canal en la propiedad de su familia, lo que le situaba en una situación incómoda, ya que, aunque consiguiera escapar y avisar a ]ackson de la presencia británica, en cualquier caso tendría que admitir su propia culpabilidad en el asunto.

Una vez que las vanguardias del 95, del4º y del 85 hubieron llegado y explorado la zona de los alrededores, sin encontrar enemigos, Uso ni avanzadillas, se les ordenó acampar y descansar. El cansancio de la noche hizo mella en los britá­nicos, y también en los soldados que vigilaban a Gabriel Villeré. Aprovechando una oportunidad, el Cte. salió por la ventana de la habitación en la que le tenían prisionero, saltó la verja de la plan­tación y echó a correr por el campo. Los pique-

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tes le dispararon pero no le dieron, y desapare­ció en dirección a la casa de De La Ronde.

En casa de su vecino encontró a De La Ronde, que era no sólo el Coro d~ su Rgto. de milicias, si­no también su suegro. Este ya había enviado a ]ackson aviso de la llegada de los británicos. Ambos decidieron informar a]ackson, pero cru­zaron a remo el río para encontrar caballos con los que llegar al C.G., en vez de bajar directa­mente por el camino del río a la ciudad.

Jackson reacciona

Conforme De La Ronde y Villeré bajaban galo­pando por la orilla oeste, el Cte. Howell Tatum, que había llegado a la plantación nada más salir ellos, desplegó al otro lado del río. Cuando ]ackson recibió la primera noticia de las USo bri­tánicas, no le dio mucho crédito, pero envió a in­vestigar al Cte. Tatum y a su ingeniero Latour. Cuando llegaron a la plantación Bienvenue, se encontraron con gente que huía a Nueva Orleans, diciendo que los británicos ya habían capturado la plantación Villeré.

En espera de tener más información, el Gral. ]ackson no comprometió a sus tropas en ningu­na zona definida. Fueron repartidas para cubrir todos los accesos a la ciudad, pero dispuestas a concentrarse en un punto determinado cuando él lo ordenara.

Latour se quedó en la plantación Bienvenue

.... Casa de la plantación Villeré, donde capturaron a Gabriel Villeré, que consiguió escapar, y que posteriormente fue al c.G. del Gral. Pakenham. Esta antigua fotografía se tomó antes de que la casa fuese destruida para dar paso a una estación depuradora. (Marqués James, «Vida de Andrew Jackson »)

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... Dennis De la Ronde, con uniforme de Of. de la milicia colonial española. Se unió a su yerno en una misteriosa visita a la orilla oeste del Misisipí antes de informar a jackson de la llegada de los británicos. El porqué él y Gabriel Villeré no se dirigieron directamente a la ciudad nunca ha sido completamente aclarado. (Benson Lossing, «Libro de campaña de la guerra de 1812»)

~ Versalles, la casa de la plantación de De La Ronde capturada por los británicos y utilizada como C. G. avanzado del Gral. Gibbs. (Benson Lossing, «Libro de campaña de la guerra de 1812»)

ENCUENTROS INICIALES

para continuar reconociendo la zona, y Tatum regresó para informar. Cuando éste le dio noti­cias a]ackson, los refugiados ya habían llegado a la ciudad, y unos minutos antes lo habían hecho De La Ronde y Villeré (que habían cruzado el río remando para llegar a la ciudad) embarra­dos, despeinados y lanzando una retahíla de im­properios en un francés incomprensible. A las 14.00 h estaba en manos de ]ackson el informe del reconocimiento de Latour; el Ing. estimaba una fuerza de entre 1.600 y 1.800 hombres; ob­viamente no era la fuerza de invasión al comple­to. ]ackson retiró su espada a Villeré y lo puso ba­jo arresto, por no bloquear los accesos fluviales como se le había ordenado.

]ackson se mantenía en la idea de que su ene­migo avanzaría por tierra para separarle de Baton Rouge en el norte, y no quería apostar que éste pudiera ser el punto de desembarco del grueso de la fuerza. Por lo tanto, envió a Claiborne (quien como gobernador era también Gral. de la milicia del Estado) con el 1 º, 2º Y 4º de la Milicia de Luisiana, y una Cía. de volunta­rios montados para ocupar la zona de Chief Menteur/ Gentilly, donde esperaba que tuviera lugar el desembarco principal.

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EE . UU.~ JACKSON

Itinerario de Coffee (con los fusileros de Beal y los dragones de Hind)

Línea avanzada de piquetes del 95 inicial

D Avance de jackson. ti Enfrentamiento entre

norteamericanos y británicos. El Cte. Mitchel es capturado.

11 El 85 retrocede ante el avance norteamericano.

11 Coffee desmonta en el canal.

111 Coffee regresa con jackson.

DI Los fusileros de Beal se Pierden.

Ii Contraataque británico con los refuerzos del 85 y del 95.

m Llegada del 21. 10 4 2 de a Pie (reserva) .

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Tras la andanada inicial del Carolina sobre el campamento británico, exactamente como se había planeado, el ataque y la defensa se llegan a confundir. El centro y la derecha de jackson se entremezclan con el Bón. de Hombres Libres de Color de Daquin,

El USS Carolina disparando metralla de enfilada

chocando con los piquetes del 85 apoyados por los fusileros de Mitchel. I:a mitad de los hombres de jackson terminan perdidos en el campamento británico, donde hacen algunos prisioneros, antes de que la mayoría fuesen capturados por el recién incorporado 21 de a Pie.

Mientras tanto Kean, su primer mando independiente, es cogido totalmente por sorpresa e incapaz de organizar la defensa. El Coro Thornton del 85 trata de organizarla y posteriormente contraatacar, pero no tiene ni idea ni de la entidad ni

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ENCUENTROS INICIALES

LA BATALLA NOCTURNA DEL 23 DE DICIEMBRE

Ataque de Jackson en tres direcciones sobre la orilla este, desde las últimas horas del 23 hasta el 24 por la mañana temprano

Marisma de cipreses

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G.B.~ KEANE

Zona del c.G. y Parque de Art. británicos

del objetivo enemigo. Cuando el piquete del

95 desciende por el camino del dique y casi captura a Jackson y su cañón, la defensa británica ha comenzado a afirmarse. En ese momento, los norteamericanos deciden que lo más importante del valor es la prudencia, y se retiran.

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Mientras tanto mantuvo reunido el grueso de sus fuerzas de los hombres de Tennessee, bajo las órdenes de Caroll, acampados a cuatro millas de la ciudad, y movilizó al 7Q de Inf. a las órdenes del Cte. Henry B. Petere y un destacamento de 2 ca­ñones de 6 libras. Ya había enviado al inspector Gral. Arthur P. Haynes por delante para conti­nuar el reconocimiento de la posición británica, y a los Dragones del Misisipí del Cte. Thomas Hind, acompañado por los Fusileros de Nueva Orleans del Cap. Thomas Beal, para proteger los movimientos de la fuerza norteamericana.

Alcanzaron la posición a las 15.00 h , pero cuando las avanzadillas británicas abrieron fuego sobre ellos en la zona de la plantación de De La Ronde, retrocedieron hasta situarse fuera del al­cance de los fusiles. A las 16.00 h los hombres de Tennessee se colocaron en posición de vanguar­dia en el canal Rodríguez, y durante la siguiente hora el 44 de Inf. además del Bón. del Cte. Plauche, 1 ª Cía. de los indios choctaw bajo las ór­denes del Cap. Pierre ]ugeant, y los Hombres Libres de Color de Daquin , se unieron al 7Q en el fuerte San Carlos a la espera de órdenes.

Se ordenó al Cte. Patterson llevar la «Caroli­na» río abajo, tan en silencio como fuera posible, hasta situarse frente a la posición británica, para a continuación abrir fuego . El plan, un asalto nocturno coordinado en tres direcciones, era muy ambicioso.

M

La batalla nocturna

Tras la emoción de la captura de los milicianos en la plantación, la vanguardia británica se dis­puso a disfrutar de una tarde tranquila. Por pri­mera vez en semanas, el tiempo era cálido y seco y se encontraban en tierra. Nada más llegar, el Gral. Keane había enviado al 4Q

, 85 Y 95 río arri­ba en tres columnas hasta la plantación Lacoste, y había situado un destacamento de 100 hom­bres río abajo para asegurar su retaguardia. La retaguardia descubrió las fuerzas del Gral. Margan, quienes al verlos se retiraron rápida­mente, por lo que no pudieron identificarles.

Mientras descansaba el campamento, las avan­zadillas de la plantación Lacoste se encontraron con los Dragones de Hind. La línea de vigilancia se retiró mientras que la vanguardia se desplegó y lanzó una descarga sobre los jinetes, poniéndo­les en fuga. Algunos Ofs. británicos se alegraron, ahora con la completa esperanza de repetir lo de Blandensburg. Otros no estaban tan seguros, pe­ro en el resto del día no se vieron más nortea­mericanos.

En el C.G. de la mansión Villeré, Keane iba en­contrándose un poco más seguro, por no decir completamente confiado. Los norteamericanos no habían demostrado interés en enfrentarse a él, por lo que lo más importante ahora era que sus exhaustos hombres descansaran en previsión

..... La "bandera de batalla» de la Cía. del Cap. James Moore de la Milicia de Tennessee. La bandera se llevó durante la batalla nocturna del 23 de diciembre, y durante las acciones posteriores. Se conservó hasta princiPios de la década de 1860, cuando se hizo este grabado, pero desgraciadamente en la actualidad está desaparecida. (Benson Lossing, "Libro de campaña de la guerra de 1812»)

~ Un fusil Baker capturado durante la batalla nocturna. Tiene la inscripción del 3'" Bón. del 95, y lleva una chapa de latón grabada. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

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de lo que pudiera venir. Con las avanzadillas des­plegadas, se dispusieron a descansar. Alrede-dor de las 17.30 h anocheció.

El campamento estaba tranquilo cuando las avanzadillas del 95, situadas en el dique, vieron un navío aproándose hacia ellos. Los soldados creyeron que era un barco de abastecimiento de la flota , y le saludaron varias veces, sin recibir res­puesta, incluso después de que éste hubiera arro­jado el ancla. De pronto el barco, el USS Caro­lina, abrió fuego con una andanada de metralla. El campamento se alborotó, mientras los Ofs. trataban frenéticamente de reunir sus Uso para contraatacar, aunque en la oscuridad ninguno estaba absolutamente seguro de dónde procedía el ataque.

El Coro Thornton asumió el mando y se hizo cargo de la situación, ordenando al 95 reforzar las patrullas, al 85 desplegarse para cubrir la iz­quierda británica y al 4º retirarse para formar la reserva.

El Cap. William Hallen del 95, que mandaba la avanzadilla del dique, como la descarga conti­nuaba, ordenó a sus hombres ponerse a cubier­to. Al poco tiempo, distinguió una fuerza norte­americana apoyada por 2 cañones, que subía por el camino del dique, hacia el interior del puesto avanzado del 85, y desplegaba a la derecha para ocupar el terreno que dejaban los británicos.

Otros fogonazos de armas ligeras indicaban

ENCUENTROS INICIALES

que el combate se había ampliado más hacia el interior. Ahora se trataba de las fuerzas de relevo del 85 y 95, bajo el mando del Cte. Samuel Mitchel, el fusilero más antiguo de la expedi­ción, que habían sido sorprendidas por el flanco, casi accidentalmente, por una U. norteamerica­na de apoyo. Los británicos retrocedieron ligera­mente para rehacer su formación, desde la que continuaron realizando descargas sostenidas, hasta que fue capturado el Cte. Mitchel.

Desde su posición, el Cap. Hallen se dio cuen­ta de que la amenaza principal estaba en los ca­ñones con que avanzaban los norteamericanos, y ordenó a sus hombres atacarlos. En la oscuridad, el pequeño grupo de fusileros casi tiene éxito. El Coro Thornton, al mando de la fuerza de relevo, lo intentó de nuevo, y las tropas que apoyaban a los cañones empezaron a retroceder. Justo en el momento en que parecía que iban a apoderarse de los cañones, los norteamericanos se recupe­raron, hicieron retroceder a los británicos y los salvaron.

Ahora la amenaza estaba en la derecha britá­nica. Podían oírse disparos esporádicos en los pi­quetes de la retaguardia, pero el 4º, que ahora componía la reserva en la casa de Villeré, estaba preparado para enfrentarse a la amenaza. Un grupo de fusileros norteamericanos había pene­trado en el campamento y cogido varios prisio­neros, pero en ese momento los cañones de la

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De izquierda a derecha: Sargento, Cía. de Granaderos, 93 Rgto. a Pie; soldado, 5 º Rgto. de las Indias Occidentales; OJ. , 1« Rgto. de las Indias Occidentales. Ilustración de Bryan Fostim.

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Carolina callaron, y de repente la derecha britá­nica fue reforzada por los hombres del 21 a Pie, que acababan de llegar de la flota. Habían oído la primera descarga de la Carolina cuando se en­contraban a 20 millas, y los marineros habían forzado sus músculos para llegar a tiempo al campo de batalla.

En ese momento, los norteamericanos que se retiraban con los prisioneros británicos fueron capturados. La fuerza de ataque consiguió reple­garse en la noche, cuando la niebla espesa y hú­meda del Misisipí cubrió el campo de batalla. Aparte del sonido de algunos mosquetes de en­tusiastas norteamericanos, que continuó hasta bien pasada la noche, la acción había terminado. Un regalo inesperado fue la captura de varios ca­ballos norteamericanos sin jinete, para el E.M.

El ataque norteamericano

El ataque de ]ackson había sido casi temeraria­mente ambicioso: un ataque en tres direcciones con unidades independientes, uno de ellos na­val, efectuado durante la noche. El ala izquierda se componía de los Fusileros Montados de Tennessee, de Coffee, y los Fusileros de Nueva Orleans, de Beal, con los Dragones de Hind. El ala derecha era Patterson en la Carolina, man­dando una línea de 5 cañones de 6 libras y 2 de montaje giratorio de 12 libras, uno en la proa y otro en la popa, servidos por expertos artilleros de la banda de Lafitte. ]ackson mandaba el cen­tro con el 7Q y el 44 de Inf., el Bón. de Plauche, el de Daquin, y la milicia uniformada de Nueva Orleans a las órdenes del Coro George T. Ross. Situó sus dos cañones a la derecha, donde po­drían avanzar rápidamente por la pista del dique

• Fusil utilizado en la batalla nocturna del 23 de diciembre. A lo largo tiene grabado: «Este fusil fue usado por mi padre Wm Ross, miembro de la Cía. del Cap. Thom Beal de los Fusileros de N. Orleans en la defensa de Nueva Orleans 1814-1815. James Ross 1835». Que se sepa,

ENCUENTROS INICIALES

esta es la única arma totalmente documentada que existe de esta U. (Cortesía de la Colección de Robert Melancon)

con la protección de un destacamento de Inf. de Marina y el 7Q de Cabo

Tan pronto como recibió de los Dragones de Hind la confirmación de que se trataba, sin duda, del lugar de desembarco principal británico, y no un engaño, ]ackson puso en marcha su plan. Todas las Uso tenían que estar situadas en sus po­siciones a las 19.30 h, hora en que el estruendo de la primera descarga de la Carolina sería la se­ñal de ataque. La tripulación de la Carolina tenía orden de continuar disparando hasta que oyeran el característico sonido de los largos fusiles nor­teamericanos, y entonces cesar el fuego, por mie­do a herir a sus propios hombres.

La Cabo del ala izquierda, apoyada por los Fusileros de Beal, se utilizaría para envolver el flanco británico. El ataque por el río presumi­blemente orientaría al conjunto británico a man­tener su atención sobre éste. Entonces los Dragones y Fusileros atacarían por tierra, mo­mento en el que callarían los cañones del barco. A continuación ]ackson avanzaría por el centro, y emplearía su fuerza principal en expulsarlos de los edificios de la plantación, esperando situarlos en una precaria posición defensiva desde la que se verían obligados a reembarcar.

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Cuando se hizo de noche, la Carolina avanzó lentamente río abajo; la primera parte de su plan iba perfectamente. A las 19.30 h estaba en posi­ción, y la descarga de la Carolina anunció pun­tualmente el inicio de la acción. Conforme ]ackson avanzaba, los cañones obligaron a las avanzadillas a retroceder y el 7Q

, desplegado pa­ra cubrir el terreno, protegió a los artilleros mientras ponían en marcha sus piezas.

Sin embargo, en la izquierda habían fallado cosas. Los hombres de Beal se suponía que tenían que proteger el flanco izquierdo de los jinetes de Coffee pero, al tratarse de civiles más o menos instruidos en su primera acción, habían termi­nado separándose y penetrando profundamente en la plantación Villeré.

En ese momento las cosas empezaron a ir mal en la derecha. Aunque parecía que las avanzadi­llas habían penetrado, los cañones cayeron de pronto bajo el fuego desde el otro lado del anti-, guo camino del dique, por el que estaban avan­zando. Casi simultáneamente, el centro por poco se choca con un grupo de Inf. británica que avanzaba hacia ellos. Después de pequeños com­bates cuerpo a cuerpo, en los que fue capturado eljefe del grupo (Cte. Mitchel) , las fuerzas se se­pararon, pero de vez cuando grupos de británi­cos cargaron sobre ellos. La fuerza norteameri­cana comenzó a cerrarse hacia el centro, y los cañones se encontraron en grave peligro.

En la izquierda, Coffee había detenido a sus hombres en el pequeño canal que formaba ellí­mite entre las plantaciones de Lacoste y Villeré; desmontaron y avanzaron hacia el sonido del combate. Los más arriesgados decidieron avan­zar sobre el campamento británico, y esto acabó en un caos general. En la confusión, algunos ca­ballos de las Uso de Hind y de Coffee se escapa­ron al galope, y fueron capturados por los bri­tánicos.

El Gral.]ackson, siempre creciéndose en la ad­versidad, reunió al 44 y a la milicia para apoyar al 7Q y a la Inf. de Marina para proteger los caño­nes, justo en el momento en que se les echaba encima una nueva carga. A duras penas, obliga­ron a los británicos a retroceder, y los cañones se salvaron. Hubo un momento en que ]ackson es­tuvo a 20 pasos del enemigo.

Veinticuatro hombres de Beal, completamente perdidos, volvían a sus líneas cuando se encon­traron con algunos soldados británicos desarma­dos, y los hicieron prisioneros, continuando ale­gremente el camino, hasta que fueron captura­dos por otros infantes británicos.

Coffee pensó que había perdido 200 de sus

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hombres y todos los fusileros de Beal, pero sólo 63 fueron capturados o muertos, y la mitad de los hombres de Beal regresaron durante la noche.

]ackson se retiró. El combate se estaba hacien­do cada vez más confuso, y en cualquier caso consideró que había logrado una importante vic­toria. Las pérdidas norteamericanas fueron de 24 muertos, 115 heridos y 74 desaparecidos. Planeando un nuevo ataque para el día siguien­te, ordenó venir a la Bri. de Kentucky de Caroll.

Sin embargo, en sus planes]ackson pareció ha­berse olvidado totalmente del Gral. David B. Morgan y sus 350 milicianos de Louisiana, que se encontraban río abajo de la posición británica. Sin órdenes, Morgan se mantuvo en su puesto en English Turn mientras se desarrollaba la batalla, no queriendo moverse, hasta que sus hombres le amenazaron con marcharse sin él. Dirigió a sus hombres hasta la plantación ]umonville, donde las avanzadillas británicas les dispararon. Mor­gan detuvo a sus hombres, se asentó en un cam­po embarrado hasta las 3.00 h, Y posteriormente se retiró a su situación inicial. No era sólo el vie­jo Gran Duque de York el que podía hacer avan­zar y retroceder a sus hombres sin ningún resul­tado. En opinión de por lo menos uno de sus hombres, Morgan era «una vieja».

A las 4.00 h]ackson continuó su retirada hacia el canal del molino abandonado, que dividía las plantaciones Macarté y Chalmette, y que tenía el grandilocuente nombre de Canal Rodríguez. La acción fue como mucho un empate para los nor­teamericanos, pero, dado que los británicos se habían reforzado aquí, ]ackson encontró que la posibilidad de otro desembarco en otro sitio era mínima. Por lo tanto, podía empezar a concen­trar sus tropas en la estrecha franja de tierra en­tre el río y la marisma.

¿Oportunidad perdida?

El resto de la noche, lo que quedaba de la Bri. bajo el mando del Coro Brooke del 44, llegó a tie­rra. Al 21, que llegó durante la lucha, le siguió el 93 Y los Rgtos. 1 Q Y 5Q de las Indias Occidentales. Para cuando estos dos últimos Rgtos. llegaron a tierra, 200 de sus hombres habían muerto de frío en la isla de Pea o durante la travesía en bote. En el campamento británico había 46 muertos y 167 heridos, con 64 desaparecidos.

Incluso los veteranos de la Península estaban horrorizados de las terribles heridas infligidas por la metralla del barco norteamericano. Se di­jo, incluso por gente que estuvo presente duran­te la campaña, que esto se debía al uso norte-

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americano de una metralla improvisada de ce­rrojos viejos, clavos de herradura, etc. Por su­puesto, esto es pura imaginación; estos elemen­tos hubieran dañado tanto al cañón como al pro­pio enemigo. Además, el que ]ackson hubiera aceptado el perdón de los piratas estaba condi­cionado por la capacidad de éstos de proporcio­narle munición. Debe tenerse en cuenta que la única narración de primera mano sobre este asun to procede de una narración de un milicia­no, 40 años después de la batalla. Las reiteradas descargas de metralla a corta distancia eran sufi­cientemente devastadoras para ocasionar las he­ridas descritas.

El 24 de diciembre, a la caída de la noche, fi­nalizó el desembarco de las tropas. Aquí es nece­sario responder a la acusación sobre el Gral. Keane, de que debería haberse encaminado a la ciudad en cuanto desembarcó, y que por no ha­cerlo así, se perdió la acción de la noche del 23. En primer lugar, las únicas Uso que tenía dispo­nibles eran de la Bri. de Thornton, con un total de 1.841 hombres, sin contar los enfermos que tuvo que dejar atrás. En segundo lugar, no podía suponer que estuviera al mando en cualquier ca­so. En tercer lugar sabía, por lo que le habían di­cho los prisioneros, los esclavos que habían hui­do y los pescadores españoles, que se enfrentaba a un enemigo de más de 15.000 hombres, cuya localización se basaba sólo en suposiciones de al­gunos. En estas circunstancias, el propasarse en su mando con un avance sobre la ciudad, hubie­ra sido extremadamente desatinado.

Las defensas norteamericanas

En cuanto ]ackson empezó a reunir a sus fuerzas, tuvo la muy brillante idea de enviar un grupo pa­ra hacer un corte en el dique entre su posición y la británica. También envió una orden al Gral. Morgan en English Turn, para que hiciera lo mismo. Posiblemente el corte de Morgan no fue­ra lo suficientemente profundo, y pronto lo des­cubrieron y repararon, pero ]ackson se había da­do cuenta de que el río estaba más alto de lo nor­mal y que en ese momento la llanura de enfren­te tenía 30 pulgadas de agua, lo que evitaba cual­quier posibilidad de ataque mientras preparaba sus defensas. El corte original se cavó con 4 pies de profundidad y 4 de ancho, y con la tierra ex­cavada se hizo una rampa de 4 pies de alto. Esta a su vez fue recubierta con leños para evitar la caí­da de la tierra sobre la trinchera. La madera pa­ra esto se sacó de todas las vallas de la zona.

En la parte de su línea sobre el flanco del río,

• El Gral. Morgan en una pose heroica, que contrasta con sus actuaciones en la batalla nocturna y posteriores.

ENCUENTROS INICIALES

(Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

convirtió un horno de ladrillo abandonado en un asentamiento para cañón. Además de esto, en la orilla oeste del río (que en este punto es geo­gráficamente sur debido a un amplio meandro), ]ackson creó otro trabajo defensivo. De nuevo cortó el dique con una zanja formando un terra­plén, lo que se hizo un poco más río abajo, y se continuó por la orilla hacia la posición de detrás de]ackson, proporcionando un asentamiento de cañón, desde el que cualquier columna que in­tentara utilizar la carretera del dique para asaltar su posición, sería barrida por ese flanco .

Los cañones fueron, en efecto, la defensa prin­cipal de la Línea]ackson, como pasó a llamarse

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el canal Rodríguez, y Lafitte cumplió su palabra, proporcionando pólvora y armas ligeras. También proporcionó dos dotaciones de cañón bajo el mando de su hermano, Dominique You. Se hizo acopio en la ciudad y en las plantaciones de los alrededores de todas las herramientas para cavar, y cada soldado se puso a la tarea de trabajar en la Línea ]ackson. Esto no gustó mucho a algunos de los soldados, particularmente a los criollos aristocráticos de la milicia uniformada, que ale­garon principalmente que estaban haciendo tra­bajo de «esclavos», y acrecentaron su resenti­miento contra su sin duda valiente, pero grosero, jefe <<norteamericano».

En los días siguientes, el ver a sus hijos, maridos y hermanos equipados para la guerra, pero tra­bajando como obreros del campo, desmoralizó a muchos de los ciudadanos de Nueva Orleans que habían recorrido las 8 millas de la ciudad a la Línea ]ackson. Algunos de estos visitantes, inclu­yendo miembros de la Legislatura del Estado, abandonaron la pequeña muralla de barro de es­te Gral. norteamericano, que nunca había lucha­do más que contra los indios. No había duda de que los Inmortales de Wellington le apartarían de

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un manotazo como una mosca molesta. Los visi­tantes también pudieron ver que el nivel del río estaba bajando y la llanura secándose.

Cabía la posibilidad de que antes del 27 de di­ciembre los británicos montaran un ataque. En la tarde del 27, el Coro Alexander Declouet, que había estado al mando de su U. con el Gral. Morgan en la batalla de la noche del 23, estaba inexplicablemente de permiso en casa del sena­dor del Estado, Magloire Guichard.

Los dos criollos conversaban sobre el futuro de la

T Los preparativos de la Línea Jackson. Soldados, comerciantes, milicianos, esclavos y cualquiera que pudiera manejar un Pico o una azada fueron obligados a trabajar, bajo la dirección de Arsene Lacarriere Latour (en la parte alta de los trabajos). La milicia de criollos tomaron muy a mal el trabajo, pues pensaban que les

rebajaba, y los Grals. de sillón, que fueron a verlo desde la ciudad, lo consideraron tremendamente inadecuado, pero también forjó una gran camaradería entre los hombres que triunfaron en el combate. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

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ciudad si Jackson fuera derrotado. Recientemente habían llegado más barcos a Nueva Orleans, inclu­yendo uno amarrado en la ciudad y celosamente custodiado. Había rumores de que este naVÍo esta­ba cargado con explosivos que, en caso de derrota, Jackson emplearía para destruir la ciudad. Declouet contó que entre los Ofs. de la U. de Morgan se había discutido sobre la forma en que Jackson llevaba una «campaña rusa», y que, como resultado, la ciudad y sus fortunas podrían perder­se. Guichard dijo que entre los miembros de la Legislatura del Estado había habido una conversa­ción parecida. Declouet preguntó los nombres.

A la mañana siguiente, el Coro se dirigió al C.G. de Jackson en la casa Macarté, justo detrás de la Línea Jackson. Conforme se acercaba, oyó el so­nido de disparos de Art.; había comenzado otra batalla. Cuando llegó al campo vio a Abner Duncan, el ayudante de Jackson, y dándole al­cance galopando, gritó que tenía una noticia im­portante para el Gral. Duncan le indicó la posi­ción de Jackson, pero Declouet insistió en que Duncan cogiera el mensaje. Este mensaje era que la Legislatura del Estado estaba a punto de rendir el país a los británicos.

llega Pakenham

El día de Navidad de 1814, un cañón británico disparó una salva de saludo para dar la bienveni­da al Cte. en jefe. Había llegado el G.D. sir Edward Pakenham, KB. Su viaje desde la flota no había sido menos molesto que el de los demás; de hecho, la descripción del viaje por el Coro Dickson, RA, transcrita anteriormente, fue reali­zada cuando acompañaba al Gral. Pakenham al campamento británico.

La primera impresión de Pakenham fue que sus fuerzas estaban embotelladas y que deberían reembarcar, y desembarcar en otro sitio. Sin em­bargo, Ofs. de su E.M. que habían estado pre­sentes en Bladensburg y Baltimore, le asegura­ron que un avance firme a la bayoneta era todo lo que se necesitaba para hacer huir a las tropas norteamericanas.

El comentario atribuido al Alm. Cochrane ante la reticencia del Gral. Pakenham para lanzar un asalto frontal es ridículo e insultante: «¡Si el E. tie­ne miedo de enfrentarse a estos camisas-sucias, tomaré la posición con mis marineros, y el E. pue­de llevarnos el equipaje!». No se puede creer que el correcto viejo Alm. hubiera usado jamás pala­bras como éstas ante el Gral. Pakenham. Sin du­da, esta historia parece que se inventó algunos años después, ya que ninguno de los que estuvie-

ENCUENTROS INICIALES

o¡., 1" Bón., 85 Rgto. a Pie. Pese al hecho de que el Rgto. estuvo haciendo la campaña en el norte,

sus frecuentes regresos a la flota y su reagrupamiento en Jamaica, les supuso el

mantener un notable grado de uniformidad regimental. Ilustración de Bryan Fosten.

51

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NUEVA ORLEANS

ron presentes la menciona. Sin embargo, es posi­ble que el Alm. diera su opinión sobre las USo nor­teamericanas, que no era muy buena.

Así pues, la suerte estaba echada. Los nortea­mericanos combatirían parapetados en una es­trecha franja de tierra, plana como una mesa de billar, teniendo que traer cada soldado, cañón, mosquete y onza de pólvora remando 64 millas de la flota británica. A pesar de todas las seguri­dades, Pakenham todavía dudaba.

• El 2' jefe, y Ayudante General, Cap. George de Lacy Evans. Veterano de la guerra peninsular y de las campañas de Washington/Baltimore. Evans se había ganado una reputación de impetuosidad brillante cuando todas las esperanzas estaban perdidas. Aunque en la campaña estuvo con el Rgto. del que era nominalmente Of (el 5'

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de las Indias Occidentales), sirvió únicamente como Of. de E.M., en cuya función resultó herido. Este grabado data de 1850, en cuya época había aumentado su fama en España, y había ascendido al emPleo de GD. Mandó una Bri. en Crimea. En Nueva Orleans tenía 26 años. (Colección del autor)

Sin embargo, de lo que no tenía ninguna du­da es de que quería destruir los buques nortea­mericanos, Carolina y Louisiana (que ya tenía tri­pulación). Esta resolución estaba reforzada por el hecho de que el Carolina estaba disparando constantemente sobre el hospital de campaña británico, perfectamente señalado. Estos navíos suponían una obvia amenaza contra cualquier movimiento hacia la Línea]ackson.

La Art. pesada de asedio no había llegado to­davía, y los únicos cañones disponibles eran los de Bón. , unos pocos de 6 libras, y algunos viejos navales, manejados por la Art. de la Inf. de la Marina Real, pero Pakenham tenía al genio de la Art. Coro Alexander Dickson. El mismo día que llegó con el Cte. en jefe, Dickson puso en mar­cha un horno y comenzó a disparar sobre los na­víos norteamericanos con balas incandescentes, balas de cañón calentadas al rojo vivo antes de dispararlas. Eran una munición incendiaria ex­celente. El Louisiana, al límite de alcance, fue puesto a salvo por su tripulación, remolcándolo con los botes, pero el Carolina fue alcanzado y empezó a arder violentamente. Su tripulación in­tentó evacuarlo, e incluso salvar alguno de sus ca­ñones, pero fue totalmente destruido.

Las persistentes dudas de Pakenham respecto a un ataque frontal sobre una fuerza tras parape­tos, se disiparon a través de su 2Q jefe, y ayudante Gral., el Cap. de navío (CN.) de Lacy Evans, y el contraalmirante George Cockburn, quienes le aseguraron el mismo éxito que había tenido el Gral. Ross en Bladensburg. Sin embargo, Pakenham quería saber más de su adversario an­tes de comprometerse sin remedio en un ataque a gran escala. Decidió efectuar un reconocimien­to en fuerza. Se llevaría a cabo sobre la línea de cobertura de la Cabo de ]ackson, lo que propor­cionaría a la Art. y a los Ing. una perspectiva de los trabajos defensivos, con lo que podrían deter­minarse sus puntos fuertes y débiles. Si la defen­sa norteamericana flaqueaba mientras se desa­rrollaba la operación, le proporcionaría la opor­tunidad de desarrollar un ataque a gran escala.

El reconocimiento en fuerza

En la mañana del 28 todo estaba preparado, y los británicos se pusieron en camino hacia la posi­ción norteamericana. Por la izquierda, bajando por el camino del dique, iba la Bri. de Inf. Ligera del Gral. Keane, acompañada por el. Coro Dickson con los morteros ligeros y la mitad de la U. de Lanzadores RHA (de la Art. Real a Caballo) del Cap. Lane. Por la derecha, avanzó

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la Bri. de Gibbs, con su flanco por la marisma de cipreses, acompañando al Bón. de cañones de 3 libras y a la otra mitad de la U. de Lanzadores. Tras la columna de Gibbs, al mando del Cte. ]ohn Mitchel, avanzó la Art. de reserva con 2 pie­zas de 9 libras y 4 de 6 libras. Cubriendo el avan­ce iban el 95 por la izquierda, y las Cías. ligeras de los Rgtos. de Gibbs por la derecha.

A medida que avanzaban las columnas, las pa­trullas norteamericanas se iban retirando, pri­mero a su posición avanzada en la plantación de De La Ronde, y posteriormente a la planta­ción Bienvenue, quemando a su paso construc­ciones y rastrojos de caña. Para los británicos, el humo no fue tan problemático como podía ha­ber sido; la mañana era heladora y, aunque el sol había levantado la niebla, hacía un frío fue­ra de lo normal.

Las columnas no pudieron ver la Línea ]ackson debido a una curva del río y al humo de los edificios de Bienvenue hasta que, pasados és­tos, giraron un poco a la derecha. En este punto, la Bri. de Keane, que estaba sólo a 700 yardas de los norteamericanos, desplegó en línea. Simul­táneamente, las 4 Bías. terrestres norteamerica­nas, que incluían 2 de 24 libras, y el «Louisiana» desde el río, abrieron fuego . Al principio, la úni­ca respuesta británica fueron los Lanzadores del Destacamento del Cap. Lane. Sin embargo, a pe­sar de la narración algo histérica del Cap. Gleig exponiendo: «una bala pasó sobre las señales», y recordando los «terribles estragos» y «alaridos de los heridos», de acuerdo con el informe de Keane sólo hubo 60 bajas.

A la Bri. desplegada se le ordenó ponerse a cu­bierto, cuando Dickson dio la orden de abrir fue­go a la reserva de Art. desde la retaguardia de la Bri. de Gibbs. Una pieza de 6 libras y un obús en­traron en posición sobre el dique, para enfren­tarse al «Louisiana», mientras que el resto de los cañones disparaban sobre la Línea ]ackson. El Gral. Pakenham galopó hasta donde estaba Keane, y ordenó a la Inf. resistir y a la Art. conti­nuar disparando; Dickson le acompañó en su re­greso a la Bri. de Gibbs.

Cuando llegó a la derecha, Pakenham envió al Tte . Peter Wright, RE, a un árbol para reconocer la posición norteamericana con un telescopio y, desmontando, avanzó a pie para examinar el te­rreno. Cuando volvió, el teniente Wright le in­formó que la zanja estaba llena de agua, y que se­ría imposible el que una fuerza atacante pasara el pantano. Entonces Pakenham volvió donde

. Dickson y le ordenó traer la reserva de Art. Parecía que la batalla iba a comenzar.

• George Robert Gleig, Tte. del 85 a Pie y autor de «El subalterno» y «Las campañas en Washington », en las que incluye la batalla de Nueva Orleans. Posteriormente, tomó las

ENCUENTROS INICIALES

\

órdenes Sagradas y llegó a ser Capellán Gral. (C.R .B. Barrett, «El 85 de In! Ligera del Rey» )

El plan estaba claro. La derecha de ]ackson se mantenía firme, apoyada por los cañones del «Louisiana» y la Bía. de la orilla oeste, pero la concentración de fuerza contra la U. de Keane había dejado a la Bri. de Gibbs casi sin tocar. Si Pakenham pudiera apoyar a Gibbs con Art., quizás se podría montar un ataque que terminaría con el asunto inmediatamente. Se dispuso a esperar.

Cuando Dickson retrocedió a las posiciones de su Art. de la izquierda, se encontró con que la si-

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NUEVA ORLEANS 1815

El reconocimiento en fuerza

Bias. navales de EE.UU. en la orilla oeste

• La táctica adoptada por Pakenham para el reconocimiento en fu erza, estaba de acuerdo con la naturaleza del terreno y era simPle y directa . A p esar de la sup erioridad numérica de la Art.

norteamericana, si se hubiera realizado el ataque más en profundidad, la debi lidad del ala izquierda de Ja ckson y la f ama de los ingleses p odrían haber asegurado la victoria .

tuación se deterioraba rápidamente. De los ca­ñones que se enfrentaban al Louisiana, el de 6 li­bras tenía su afuste dañado y estaba fuera de ser­vicio, obligando al de 9 libras a retirarse para po­nerse a cubierto. Dickson comenzó a cruzar el campo con el de 9 libras, ordenando al T te. Carmichael seguirle con los 2 restantes de 6, y comenzó el penoso trabajo de empujar las piezas sobre el campo embarrado.

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Parapetos

Bienvenue .. Bias. británicas

o Reducto

o I o

I I

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I I

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I I

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I I

/ PAKENHAM

• I I

I De la Ronde .

N

t 1.000 Yardas

I

1 Km

En la derecha británica, Pakenham ordenó a las USo de la Bri. de Gibbs preparar asentamien­tos para los cañones que venían. Los Ing. se en­contraron que cavando una profundidad de sólo 8 pulgadas llegaban a la capa de agua. Tra­bajaron duro, pero todavía no había señal de los cañones. Finalmente, Pakenham decidió que te­nía que esperar a contar con cañones más pesa­dos y refuerzos; ordenó la retirada general.

Sin saberlo, había estado a punto de conseguir la victoria. La vanguardia de la columna de Gibbs había tomado con tacto con un destaca­mento de los Hombres de Kentucky de Caroll, quienes habían estado de servicio de centinela en el límite de los bosques cuando comenzó el avance. Cuando retrocedieron a sus posiciones tras el parapeto, vieron a otros abandonando la

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posición y corriendo hacia el centro. Quizá su in­tención era tener mejor campo de tiro sobre los británicos, pero por la razón que fuera, la iz­quierda de ]ackson estaba dejando libre el paso. En este momento se dio la orden de retirada.

Con amargo desencanto, los hombres de la vanguardia se retiraron. Un equipo de marine­ros y artilleros fueron arrastrando las piezas de Art. dañadas hasta la plantación de Villeré, don­de los carpinteros de los barcos pudieran repa­rarlas.

T La Place d'Armes, Nueva Orleans, 1830, con el mismo aspecto que tenía en 1815. A la izquierda está el Cabildo, el emplazamiento del Gobierno, y a la derecha el Presbiterio, en aquel momento una combinación de C. G. y cárcel. En el centro, la catedral de San Luis, fundada por los franceses en 1722 y reconstruida

varias veces a partir de entonces. Las tropas de la izquierda son, muy probablemente, el Bón. de Plauche, pero que a todo el mundo le parece la Guardia Imperial. La figura a caballo de la derecha, que parece un Gral. francés, es probablemente el proPio Plauche. (Colección del autor)

ENCUENTROS INICIALES

El bloqueo del Parlamento

Cuando su Art. comenzó a tirar, el GD. Andrew ]ackson observó su línea y se preguntó qué esta­ba pasando. Se apercibió de que en algunos pun­tos las defensas eran demasiado estrechas, y que los proyectiles podrían atravesarlas. Sin embar­go, el terreno estaba tan húmedo por todas par­tes, que los proyectiles quedaban enterrados au­tomáticamente, reduciendo el peligro.

Su derecha estaba aguantando bien el ataque británico, pero su izquierda parecía que estaba a punto de ceder. ]ackson acababa de ordenar a los choctaws de ]ugeat reforzar su izquierda y re­sistir en el pantano, cuando le detuvo Abner Duncan con el mensaje del Coro Declouet de que el Parlamento rendía el país al enemigo.]ackson ordenó a Duncan dirigirse inmediatamente al gobernador Claiborne p<l-ra informarse, y clavan­do las espuelas en su caballo dijo: "Si le parece que es verdad, dígale que vuele el Parlamento». ]ackson llegó a su izquierda casi en el mismo mo­mento que se detenía el ataque.

Mientras tanto, Duncan cabalgó de vuelta a la ciudad hasta la Place d 'Armes, y entró en el Cabildo, lugar donde estaba ubicado el Parla-

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NUEVA ORLEANS 1815

mento. No pudo encontrar inmediatamente al gobernador Claiborne, por lo que, interpretan­do muy libremente las órdenes que tenía, y ha­ciendo uso de la autoridad de ]ackson, situó una guardia en la entrada con la orden de no permi­tir el acceso a nadie.

Era la hora en que el Parlamento tenía que empezar su sesión y los honorables miembros se sorprendieron al ver que bayonetas caladas les cerraban el paso. Se quedaron horrorizados cuando uno de ellos intentó entrar por la fuerza y un guardia le pinchó con la bayoneta, dicién­dole que si daba un paso más le atravesaba.

Tras una breve pero acalorada discusión, el se­nador Bernard de Marigny de Mandeville montó en su caballo, y con una rabia tremenda, cabalgó para enfrentarse a ese arrogante Gral. nortea­mericano que no solamente había suspendido el Gobierno civil, sino que también se había per­mitido insultarle personalmente desdeñando su oferta de hospitalidad unas semanas antes.

El ataque británico había enseñado mucho a ]ackson. Le había mostrado que su izquierda era débil y que su parapeto no tenía el tamaño sufi­ciente. Sin embargo, la impresión de las fuerzas norteamericanas era que acababan de ganar una batalla contra los Invencibles de Wellington -ha­bían parado a las tropas que habían derrotado a las mejores de Napoleón.

Cuando ]ackson volvió a su C.G., encontró al senador De Marigny esperándole. Sólo hacía 2 horas que Abner Duncan se había ido. Durante el trayecto, Marigny se había calmado un poco, y más aún tras llegar y darse cuenta de que tenía que enfrentarse a un Gral. que acababa de batir a los británicos. ]ackson expresó su simpatía res­pecto a la posición del Parlamento, y dijo que sus órdenes habían sido mal interpretadas, pero no censuró al Cap. Duncan. También se atrevió a su­gerir que el Parlamento no debía separarse de la defensa que estaba desarrollando, y que si los británicos tenían éxito, al Parlamento le espera­rían tiempos difíciles. De Marigny volvió todo lo calmado que era posible para un criollo.

Construyendo la Línea jackson

Era el momento de prepararse para el siguiente ataque. El parapeto de barro de tan difícil cons­trucción variaba en espesor entre los 5 y los 20 pies, dependiendo de la energía de los construc­tores en cada punto determinado. Entonces se reforzó y se construyeron escalones para dispa­rar desde ellos, y así permitir a los defensores dis­parar por encima de la parte superior.

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• Harry Smith del 95 a Pie, que llevó la noticia de la captura de Washington a Londres y regresó a Norteamérica en el mismo barco como nuevo Cte. en jefe. Sus experiencias en las

Américas, particularmente en Buenos Aires y Nueva Orleans, no fueron buenas, pero después de participar en Waterloo, continuó su brillante carrera en la India.

]ackson tuvo una idea genial. Los británicos te­nían menos armas que los norteamericanos, pe­ro éstos todavía tenían el problema de sus caño­nes, que se hundían en el suelo embarrado. Requisó 150 fardos de algodón y los puso en ho­yos para proporcionar un asentamiento firme a sus Bías. También los usó, cubiertos de barro, pa-

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ra evitar que se incendiaran, para construir un segundo bastión rudimentario en el límite del bosque, en el que su flanco había estado a punto de ser envuelto.

Para doblar la seguridad en ese flanco, que era el que quedaba más fuera del alcance, tanto de los cañones de la orilla oeste como de las descar­gas del Louisiana, Latour le aconsejó extender la línea hasta los cipreses de la marisma. El nuevo trozo se alargó en otra media milla, y, girando 90 grados, en otras 200 yardas. El parapeto se hizo aquí de leños de 2 pies recién cortados, relle­nándose el centro con tierra. Su misión era de­tener balas de mosquete, ya que era imposible llevar Art. a esta zona. Esta parte de la Línea se le dio al Gral. Coffee, con sus Hombres de Tennes­see y a los choctaws.

T La Casa Macarté, C.C. del CD. Jackson durante la batalla, según un daguerrotipo anterior a la guerra civil. La casa estuvo muy descuidada y finalmente ardió, pero quedaron ruinas importantes hasta que se extrajo la tierra para

construir una pista para una fábrica local. (Marqués James, « Vida de Andrew Jackson)

ENCUENTROS INICIALES

]ackson se dio cuenta de que su baza principal era la superioridad en Art., y mandó traer todas las piezas de las que se pudiera echar mano. El 31 de diciembre había conseguido 7 Bías. con 1 de 32 libras, 3 de 24, 1 de 18, 3 de 12, 3 de 6, y 1 obús de 6 pulgadas. En la orilla izquierda tenía 2 de 24 libras al otro lado de la ciudad, e hizo que el Louisiana desembarcara sus 2 de 12 para la Bía. que flanqueaba el dique. Para proteger más su flanco izquierdo, los grupos de Hombres de Tennessee, las tropas a las que los ingleses les ha­bían dado el apodo de «camisas sucias», se divi­dieron en «grupos de caza». Fueron enviados al pantano para matar o hacer prisionera a cual­quier avanzadilla que encontraran.

Para las fuerzas británicas las cosas todavía no parecían ir bien. El abastecimiento de munición para la Art. no era en ninguna parte el adecua­do, y en esos momentos Pakenham estaba segu­ro de lo que necesitaba. Con ella podría destruir las Bías. de la Línea]ackson. Una vez inutilizadas éstas, y las defensas dañadas, la Inf. podría qui­tarse de en medio a los norteamericanos.

Pero había muchos problemas. La dificultad para el transporte de los cañones desde la flota, y el tener que maniobrar con ellos manualmen­te y con los pocos caballos que habían captura-

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NUEVA ORLEANS 1815

La batalla de la artillería

91 : ¡§¡ ~.

~,. • U. de , CAllO *= ~ . Reducto Lanzadores I

, .. AD >t! /! avanzado O III I Delery JAC~ON, í ¡ cJ abandonado a I I

, , , ~ 441 r./'$.. tras el1 de enero:* I . ' J.' .. 'J '$. xx

liampa~entos JI'§;;.. Bra. avanzada donde I , de tiendas ii.,,, se guardaban escaleras I

S· 'DRAGONES I ' , '§;;.. DANQUIN y hatos de madera t I Igur 'DE pGDEN, ~" G I

La , '11 /. , ,LACOSTE Jt.~ L~ ngUl e r ". ~. '$. .....

...... Ma~rté ~'$.. PLAUCHE .! '$. xx ""c.G:1/. ,~ Bias.

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Parapetos

Bienvenue f:::J

o Reducto

eG. ~brttúico O aftllZlldo

De la Ronde

Bias.

Bias. norteame­ricanas en la orilla oeste

1 x 24 libras 2 x 18 libras

do, excluía contar con cualquier tren de asedio pesado. Sin duda era casi milagroso que Dickson hubiera sido capaz de llevar a los 18 libras en sus inapropiados transportes navales. El tiempo era húmedo y desapacible, y sus tropas estaban cada vez más descorazonadas. Incluso las Uso recién incorporadas llegaron exhaustas, ya que tuvieron que cargar con munición de Are en las mochilas. Cuando un transporte zozobró en el lago Bourgne, los soldados que iban en él, que trans­portaba balas de cañón se ahogaron sin remedio, con gran consternación por parte de sus cama­radas.

El 30 de diciembre, Pakenham envió al Tte. Wright (el que se subió al árbol el 28), a través de la marisma para reconocer la posición enemiga. No vOlvió. Algunos soldados británicos desapare-

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Baterías británicas

MISISIPI

cían sin haber sido enviados a una misión, aun­que no demasiados. Estos perteneGÍan principal­mente al 21 y 44 que, según Harry Smith, <<00 se distinguían por su disciplina». La noche del 31 fue particularmente triste para el Coro Dickson y los hombres que estaban en las posiciones de Art.

El duelo artillero

Pakenham había decidido atacar el día de Año Nuevo de 1815, y también que se construyeran las Bías. durante la noche, para así proteger las posiciones ante los norteamericanos, y a los tra­bajadores del fuego de la Art. Las posiciones ter­minadas estaban lejos de ser satisfactorias. Como ya se ha explicado, la naturaleza del terreno im-

I~ I~

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~ El ataque del 1 de enero dependía totalmente de la Art. para conseguir brechas para las columnas atacantes. El terreno blando y la falta de Art. pesada y de munición imPidieron que

ENCUENTROS INICIALES

Dickson completara la tarea que se le había asignado. El que no se ordenara atacar a la Inf. contribuyó a que las tropas se desmoralizaran, particularmente las de la columna del Gral. Gibbs.

de Art. Algunos de los cañones norteamericanos cesaron el fuego al ser alcanzados, y los disparos hicieron explosionar 2 armones de munición.

• Después de 3 horas cesó el fuego ; como Dickson había temido, se había quedado sin municiones.

/ Durante la última hora el fuego británico había / ido amainando. Manejar el de 18 libras, con su

La Coste / cureña naval, fue más difícil de lo que se había

/ pensado, y el penoso estado de los asentamientos - / de los cañones hacía extenuante la tarea de po-. ~ bri~co nerlos de nuevo en posición después de un re-

Villaré Q / troceso. El daño sufrido en los cañones fue mí-xxxi nimo, limitándose a Un obús y a unas pocas rue­

N

t o I o

1.000 Yardas I

1 Km

posibilitaba asentar la Art., por lo que la protec­ción principal consistía en toneles de azúcar lle­nos de tierra, con los que las plataformas queda­ban flojas y desiguales.

Peor aún era con los de 18 libras, los cañones más pesados de los británicos, que estaban mon­tados sobre cureñas marítimas, no diseñadas pa­ra uso terrestre, y su munición era aún más esca­sa para un cañoneo tan tremendo. La lluvia cesó antes del alba, pero en el momento de formarse las dos columnas británicas había una densa nie­bla. Conforme avanzaba la mañana, cayeron al­gunos chaparrones que disiparon la niebla, y a las 9.00 h los cañones británicos comenzaron a disparar.

Los objetivos eran la casa Macarté, que se pen­saba era un almacén de pólvora, y las posiciones

das rotas pero, como los de los norteamericanos continuaban disparando, y no se había abierto brecha en la Línea]ackson, se pospuso el ataque . . La única U. que había avanzado era la del

Tcol. Rennie. De nuevo se infiltraron sus patru­llas en los cipreses del pantano, hacia el ala iz­quierda norteamericana, para limpiarla de «ca-misas sucias»; hacia el mediodía se detuvieron, cuando cesó el fuego de Art., y poco después re­cibieron la orden de retirarse. A su regreso, en­contraron el cuerpo del Tte. Wright, RE. Obviamente había sido alcanzado por una bala perdida, ya que tenía todavía las armas y el teles-copio. Los «grupos de caza» siempre despojaban a sus víctimas de estos elementos tan útiles.

Teniendo en cuenta el ruido que había habido durante la noche, es sorprendente que ]ackson, que "tenía que temerse un ataque, estuviera toda­vía en el c.G. con sus Ofs. cuando los primeros cañonazos de Dickson se estrellaron contra los muros, causando el pánico pero sin herir a na­die. Quizá se estaban refugiando de la lluvia.

El día anterior, el Gral. Villeré, de la Milicia de Nueva Orleans, a cuyo hijo arrestó ]ackson la noche del 23 Y todavía seguía encerrado, había llegado de la costa donde había reunido a 300 de ~us hombres para unirse a la fuerza de ]ackson. El y sus hombres habían sido enviados a cubrir la parte del arroyo Bienvenue, que salía tras las lí­neas de]ackson, para evitar la posibilidad de que los británicos le pudieran sorprender por allí.

Cada día que pasaba, la fuerza se encontraba más segura y confiada. El susto inicial, al estar en

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NUEVA ORLEANS 18 15

una casa bajo un certero fuego de Art., pasó en cuanto los Ofs. se dirigieron a sus posiciones en la línea, con sus hombres. La intención británica estaba clara: deshacerse de los cañones nortea­mericanos y conseguir una brecha en la línea. Los artilleros británicos eran buenos y destruye­ron las cureñas de 1 de 12 libras, 1 de 24 y 1 de los pesados de 32 de la Bía. de Dominique You, así como 2 carros de munición artillera, uno de los cuales contenía 100 disparos. Pero la muni­ción no era problema, y la Art. norteamericana se concentró en tratar de poner fuera de comba­te los cañones británicos.

Cuando el fuego de la Art. británica comenzó a decaer, y finalmente cesó, los norteamericanos nunca consideraron la posibilidad de que sus oponentes se hubieran quedado sin munición; obviamente, una Art. superior les hubiera daña­do o destruido. Los hombres de ]ackson estaban entusiasmados. Algunos desertores británicos contaron a ]ackson que se iban a traer cañones pesados de la flota, junto a más tropas que pron­to desembarcarían, pero ]ackson ahora tenía al­go que nunca hubiera soñado tener cuando lle­gó. No era sólo un E., sino uno que, en su opo­nión, había vencido dos veces a las tropas que se le enfrentaban. La superioridad moral británica se había desvanecido, y una moral alta había sido el factor decisivo en Bladensburg y en Baltimore.

]ackson continuó con los trabajos de construc­ción el 2 de enero de 1815, y el 6 dio por finali-

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.. El ala izquierda norteamericana defendida por los Hombres de Tennessee de Coffee. Este grabado de la mitad del siglo XIX es sorprendentemente exacto, ya que muestra tanto el estilo del vestuario como el método de combate de la milicia. Aunque estaban acostumbrados a

un combate de menor envergadura, la combinación de los obstáculos defensivos y la Art. les proporcionó una seguridad ante tropas formadas, que de otra manera les hubiera faltado. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

zada la línea a su satisfacción. En ningún punto tenía menos de 14 pies de profundidad. Los ca­ñones continuaban disparando sobre los puestos avanzados británicos. En la tarde del 7, ]ackson subió al piso alto de la casa Macarté, con un te­lescopio para observar las tropas británicas, de donde provenían ruidos que indicaban que se es­taba desarrollando gran actividad. Vio a las tropas «trabajando en piezas de madera, y llegamos a la conclusión de que debían de ser escaleras»; tam­bién estaban reuniendo hatos de leños.

Cuando se hizo de noche se oyó el ruido de grupos de trabajo en las posiciones de la Art. eva­cuadas el1 de enero.]ackson fue recorriendo las Bías. norteamericanas, animando a sus hombres la víspera de la batalla. Dijo: «No sé si el plan bri­tánico es intensificar sus esfuerzos o emplearlos en otra parte. Estoy preparado para cualquier acon tecimien to».

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El empujón final

La retirada de los cañones de la Bía. británica avanzada tras el duelo artillero del 1 de enero fue una tarea monumental. El de 18 libras tenía que moverse antes del amanecer del 2, pero la constante lluvia, sumada al natural alto nivel del agua, convertía el suelo en un cenagal. El primer grupo asignado a esta tarea se rindió y desertó. Pakenham estaba despierto, y él mismo supervi­só la operación con otro destacamento de la Bri. de Gibbs, hombres del 21 y del 44. Curiosamen­te, aunque la Bri. de Keane era la que más había padecido en el reconocimiento en fuerza, era la de Gibbs la que parecía empezar a derrumbar­se, sobre todo el 44.

En la mañana del 3, un soldado del 44 de Inf. norteamericano desertó y se pasó a Pakenham con importante información. Los norteamerica­nos planeaban practicar el truco de Dickson, y usar balas incandescentes contra el resto de los edificios de la plantación Bienvenue, donde creían (con razón) que se guardaban las reservas de mu­nición. Esta información permitió retirar la muni­ción y trasladarla a tiendas de campaña lejos de los edificios. Efectivamente, los días 5 y 6 el fuego cayó sobre el edificio, pero únicamente dañó las cabañas de los esclavos. El norteamericano tam­bién pudo confirmarle a Dickson que sus cañona­zos no habían causado daños significativos en los cañones norteamericanos.

En la tarde del 3, el GD. Lambert llegó al C.G. británico, y 24 horas después lo hizo su Bri. con el 7º y el 43. Estas espléndidas tropas, frescas una vez desembarcadas, añadieron mucha de la for­taleza necesaria al debilitado y descorazonado conjunto del E. británico. Yaún más importante, Pakenham ahora tenía una estrategia para asaltar las defensas de jackson. Realmente la idea la ha­bía planteado el Alm. Cochrane, quien sugirió que se tomara la Bía. que estaba molestando tan­to en la orilla oeste. Esto no sólo evitaría su uso contra el flanco de Keane, sino que las armas capturadas podían volverse inmediatamente con­tra el USS Carolina y el flanco derecho de jackson. Entonces, la columna de Keane podría asaltar la derecha norteamericana, mientras que la Art. batiría el resto de la línea. Esto animaría a jackson a reforzar su derecha, yal hacerlo debili­taría su izquierda. Así pues, el ataque principal dirigido por Gibbs se realizaría sobre la izquierda de jackson, y de su éxito dependería el éxito de la batalla. Como toque adicional, parte de la U. de lanzadores se enviaría al otro lado del río pa­ra que, una vez tomada la Bía. de la orilla oeste ,

ENCUENTROS INICIALES

pudieran avanzar río arriba y lanzar sus granadas sobre la ciudad para intimidar al Gobierno civil.

La clave de todo esto era el conseguir poner fuerzas británicas al otro lado del río con bastan­te rapidez. El Alm. Cochrane dio con la clave. El canal Villeré, al que habían llegado las tropas, debería alargarse hasta el dique, con lo que las Uso podrían cargarse en botes en el canal y remar hasta llegar al río y cruzarlo.

Inmediatamente, grupos de trabajo de mari­neros y soldados, bajo la dirección de los Ing. Reales, se pusieron a la tarea con la orden de que tenían que terminar la noche del 6.

Esperando la explosión

El mismo día en el que la Bri. de Lambert llegó al campamento británico, jackson consiguió re­fuerzos , el GD.john Thomas con sus 2.368 hom­bres de Kentucky. Pero jackson no estaba satisfe­cho. De ellos, sólo 700 estaban armados. «jamás en mi vida había visto a un hombre de Kentucky sin un arma, una baraja y una botella de whisky», declaró incrédulamente. También estaban la­mentablemente faltos de vestuario, ya que su marcha lo había reducido a harapos. Por sus­cripción pública se reunieron 16.000 dólares pa­ra comprar mantas, que las señoras de Nueva Orleans convirtieron en abrigos, calzones, etc. Llevó una semana confeccionar gran cantidad de vestuario, pero como habían llegado el día 4 y la batalla se luchó el 8, algunos de los hombres de Kentucky todavía llevaban los harapos con los que llegaron.

A las 7.00 h del día 7 jackson impartió las ór­denes a los de Kentucky. Los que tuvieran armas se quedarían con él; el resto volverían a la Línea Dupre, su primera línea defensiva, y 400 conti­nuarían hasta la ciudad, donde se les proporcio­narían otros tantos mosquetes que todavía que­daban allí de la milicia, para ser posteriormente enviados a reforzar al Gral. Morgan. Desde que se le ordenó a éste trasladarse con sus hombres a la orilla oeste, no había tomado ninguna otra de­terminación.

El propósito principal de jackson al establecer la Bía. en la orilla oeste era protegerse ante la po­sibilidad de que su línea fuera desbordada por un navío británico, y proporcionar un apoyo adi­cional a su flanco derecho. La posibilidad de que estas armas fueran tomadas y empleadas en su contra no parece que se le ocurriera hasta algún tiempo después. No parece que se le hubiera ocurrido en ningún momento al Gral. Morgan. Distribuyó el frente para cubrir la zona frente a

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NUEVA ORLEANS 1815

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Sgto. del 14 de Dragones Ligeros. Ilustración de Bryan Fosten.

las posiciones de ]ackson, sin ninguna defensa de flanco, excepto una trinchera de unas 2.000 yardas tierra adentro desde el dique, con un fa­rallón de barro colocado junto a la Bía. Cuando le llegaron las advertencias de ]ackson, Margan empleó sus tropas para tratar de reforzar su po-

. sición con un reducto y un bastión diseñados por Latour, pero el reducto era demasiado pequeño y el bastión quedó incompleto.

A las 4.00 h del 7 de enero, los hombres de Kentucky llegaron exhaustos y desarmados, ya que no habían encontrado en la ciudad los pro­metidos mosquetes. En una suprema imbecilidad, se les había enviado por delante para reforzar al Cte. Payne Arnaud y sus 120 hombres del 6º de la Milicia del Louisiana, actuando como vanguardia. El 7 de enero la fuerza se componía del Rgto. de Reclutas de la Milicia de Nueva Orleans bajo las órdenes del Coro Declouet, el 2º de la Milicia de Louisiana bajo el Coro Zenon Cavallier, y el 1 º de la Milicia de Louisiana bajo el Coro J. B. Dejan, con un destacamento del 6º de Louisiana: 546 hom­bres en total.

En aquellos momentos Margan tenía 1.066 hombres, todos inexpertos y la mayoría con es­caso armamento, a los que repartió por igual en­tre un puesto avanzado, una Bía. y un parapeto, sitios sin fortificación o escasamente fortificados. Si el ataque de Pakenham a la orilla occidental fallaba, no sería por culpa del Gral. Margan.

El Gral. Pakenham empezaba a tener proble­mas. Obviamente, la extensión del canal no se completaría antes de la noche del 6, y a la Marina le era difícil encontrar botes suficientes para que los 1.100 hombres cruzaran el río. La fuerza se compondría del 85, el 5º de la India Occidental, y un grupo de Infantes de Marina y marineros apoyados por 2 cañones de 9 libras y 2 obuses. Dos botes con cañones ligeros a proa re­marían pegados a la orilla, protegiendo el flan­co. El jefe de la expedición sería el Cor. Thornton del 85, quien tenía instrucciones de lanzar un cohete en caso de tomar la posición o encender una luz azul si no podía hacerlo.

Los botes para la expedición se llevarían lo más abajo posible del canal y se construiría una presa tras ellos. El canal se alargaría atravesando el dique hasta llegar a la orilla del río, pero sin cortarla del todo. Se cargarían las tropas en los botes, y entonces se cortaría la orilla. Al quedar el río más alto que el canal, obligaría al agua a caer dentro de éste, pero al chocar con la presa eleva­ría el nivel del agua, permitiendo a los botes salir remando hasta el río. Pero el terreno era tan blando que la tierra excavada caía sobre el canal,

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por lo que se necesitaron refuerzos especiales pa­ra las orillas conforme el corte se acercaba al río.

En la tarde del 7 de enero, después de dar las órdenes de ataque para la mañana siguiente, Pakenham fue a inspeccionar el canal y los 41 botes que se habían traído de la flota. Según Harry Smith, después de inspeccionar la presa, se volvió a su Of. Ing. y le preguntó: «¿Está Ud. seguro de que la presa aguantará el peso del agua que le caerá encima cuando cortemos las orillas del río? ». «Perfectamente», fue la res­puesta, seguida por la puntualización: «Estaría más seguro si se construyera una segunda presa detras de ésta». El tono en el que lo dijo dejó a Harry Smith con la impresión de que «el Ing. es­taba seguro», Aunque no se nombra al Of. , po­demos suponer que se refería al Coro Borgoyne.

Satisfecho de que se hubieran realizado todos los planes, el Gral. Pakenham volvió a su C.G. y se acostó. A las 21.00 de esa noche, con gran di­ficultad, el dique se cortó, aunque no del todo ni con la profundidad que estaba previsto. No ha­bían pasado casi los primeros botes cuando so­brevino el desastre. La presa se hundió y los bo­tes encallaron en la cortadura. A las 3.15 h los marineros, con esfuerzos sobrehumanos, habían conseguido arrastrar 30 botes, hundiéndose en algunos momentos hasta la cintura en el pringo­so barro dd Misisipí.

A las 5.00 h, cuando el Gral. Pakenham se le­vantó, sólo había en el río 2 botes más, y quedó asombrado al saber que Thornton todavía no ha­bía salido. Esta información le hizo comprender que, pasara lo que pasara, el ataque de Thornton no podría servir de apoyo a la batalla principal. Inmediatamente pidió información de quién ha­bía embarcado. La respuesta fue que el 85 y la Inf. de la Marina Real, un total de 460, estaban en el río, y que los botes que continuaban atrapados tenían 100 más. Pakenham ordenó a un grupo de marineros a las órdenes del Cap. Money, RN, ocu­par sus puestos, y ordenó a la Bri. salir inmedia­tamente. A la'Art. y al 5º de la India Occidental se les ordenó unirse al grueso del E.

Una vez más el Gral. Pakenham estaba ante un dilema. Su plan de ataque no iba bien, pero sus tropas, que se habían retirado dos veces de la LíneaJackson, estaban listas para el ataque. Cada día que Pakenham se retrasara, la LíneaJackson se hacía más fuerte, y el mal tiempo se cobraba mayor número de víctimas entre los británicos.

Al amanecer, Pakenham estaba hablando con Harry Smith. Las nubes bajas y la llovizna eran ca­si como una niebla espesa sobre el campo. Si el E. esperaba hasta que Thornton hubiera tomado las

ENCUENTROS INICIALES

I

I

Soldado de la In! de la Marina Real. Ilustración de Bryan Fosten.

Bías. de la orilla oeste, el ataque se tendría que hacer a plena luz del día. Por supuesto, todavía podía suspenderse de nuevo, pero había una ter­cera opción. Smith aconsejó retrasarlo, a lo que Pakenham contestó: <<Ya es demasiado tarde».

En el cruce del río, la corriente había arrastra­do a la Bri. de Thornton 1.000 yardas más abajo del punto señalado para desembarcar. Al amane­cer, cuando se encontraban desembarcando, ob­servaron la señal de un cohete seguida del soni­do de Art. pesada. La batalla había comenzado.

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LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

E18 de enero con Jackson

La fuerza norteamericana que esperaba recibir el ataque era formidable. Consistía en unos 6.700 hombres, de los cuales 4.000 trabajaban para la defensa de la Línea jackson, que ahora tenía 8 Bías. A partir del río eran las siguientes:

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Batería n º 1 (en 2 obuses de 12 libras el viejo horno con 1 en la retaguardia de ladrillo) Nº 2 Nº 3 Nº4 Nº 5 Nº 6 Nº 7 Nº 8

1 de 24 libras 2 de 24 libras 1 de 32 libras 2 de 6 libras 1 de 18 y 1 de 4 libras 1 de 12 y 1 de 4 libras 1 obús de 9 pulgadas

Aún más importante, los cañones estaban ser­vidos por expertos artilleros, muchos de la Marina, y por supuesto piratas, que llevaban un uniforme rudimentario con camisas rojas. Dominique You tuvo el mando personal de la 3ª Bía.

La mañana del 8 de enero era fría, con una niebla que el sol no había disipado todavía, cuan­do en la línea norteamericana se vio el cohete de los británicos subir hacia el cielo y explotar, y a continuación se oyeron redoblar los tambores. La Bía. norteamericana contestó inmediatamen­te, abriendo fuego a lo largo de la Línea. Duran­te un rato sólo pudieron verse a través de la ne­blina los destellos de las explosiones de la Art. de apoyo británica.

Gradualmente, conforme las columnas avanza-

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.... Vista contemporánea de la batalla del 8 de enero, mostrando tanto a ambas columnas de ataque como, a diferencia de otras muchas ilustraciones posteriores, a las tropas británicas en los trabajos defensivos de ambos flancos. En el centro, el Gral. jackson dirige los refuerzos a los dos flancos. (Cortesía de la Cía. de subastas Neal, Nueva Orleans)

... Con mucho, esta representación del pintor Laclofte es la más exacta de la batalla. Se observan claramente el ataque a los flancos norteamericanos y la marcha oblicua de los Highlanders, así como la zona norteamericana y las reservas, que normalmente se omiten. (Cortesía de la Cía. de subastas Neal, Nueva Orleans)

ban acercándose y la niebla se iba levantando, pudo verse una línea de exploración con fusile­ros y posteriormente dos columnas, una bajando por el camino del dique hacia el flanco derecho, y otra hacia la 8ª Bía. , el anterior flanco izquier­do que casi resultó rodeado el 28 de diciembre.

La Art. norteamericana disparaba a lo largo de toda la línea y desde la orilla oeste pero, incluso con los proyectiles batiendo las columnas, las lí­neas se recomponían y las Uso continuaban la marcha. Los regulares y algunos de las milicias más disciplinados se abstuvieron de hacer fuego hasta que los británicos estuvieran más cerca, pe-

LA BATALLA DE UEVA ORlfANS

ro a 200 yardas las U s. de Caroll y Adair abrieron fuego sin esperar órdenes.

Tras una descarga inicial, los de Kentucky car­garon y dispararon a discreción, algunos subién­dose a lo alto de las defensas para apuntar mejor. De pronto, la columna que atacaba el flanco de­recho se dividió, y con un movimiento rápido la cabeza de la columna se apoderó de la 1 ª Bía. Las tropas que apoyaban a la Bía. dispararon a los británicos, y el 7º de Inf. contraatacó; cada sol­dado que entraba en el reducto quedaba captu­rado o muerto.

Sin embargo, más de la mitad de esta columna marchaba en diagonal cruzando frente a la Línea ]ackson, presentando a las arma tanto su parte frontal como su flanco . Una vez hecho, las gaitas empezaron a tocar «Money-musk», pero los descendientes de escoceses que había en la lí­nea no vacilaron en disparar. Cuando los britá­nicos se acercaron más, se utilizó la metralla, que a 50 yardas tenía unos efectos devastadores.

Algunas tropas británicas penetraron hasta el bastión que protegía la 8ª Bía., y los hombres de Adair se retiraron. En ese preciso momento los de las tierras altas de Escocia, que habían alcan­zado la Línea]ackson, al parar sus canciones les dispararon como si fueran peces en un bidón, y

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NUEVA ORLEANS 1815

A la izquierda de este punto el parapeto norteamericano de barro se convierte en una empalizada de troncos y tierra, a prueba de fuego de mosquetes pero no

de los disparos de Art. (que no puede llevarse en su apoyo). Zona de marisma a cargo de la Milicia de Kentuky y de Coffee.

a al m Bías. norteamericanas

Al no haberse tomado las Bías. de la orilla oeste a la hora prevista, el plan británico era de nuevo un ataque frontal. Sin embargo, en el último minuto se ordenó a los del 93 unirse al ataque de Gibbs, tanto para protegerles de la Bía. no tomada como para

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reforzar el punto de la línea por el que Pakenham esperaba romper. Al avanzar cruzando diagonalmente el campo de batalla, no sólo quedaron expuestos a un fuego mortífero, sino que taparon sus propias armas de apoyo

xxxx

EE.UU .~ JACKSON

De izquierda a derecha: Caroll (los de Tennessee); 44, Hombres de Color de Daquin, Bón. Lacoste, Bón. Uniformado de Planche, 7º; Fusileros de Beal, In! de Marina de los EE.UU.

A NUEVA ORLEANS

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G.B. 2

x

G.B. ~ I (RES)

LAMBERT

LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

xxxx

G.B.~ PAKENHAM

Líneas ligeras de Rennie y los Rgtos. 93 y 95 de las Indias Occidentales avanzan por el camino del río; el I3 cruza el campo de batalla.

Misisipi

Reducto improvisad~ en horno de ladrillos

f.i,1 ~ El 7º Y el 43 encabe­zan la columna principal

t:J El 44 (Mullins) se ade­lanta a la columna de Gibb para recoger las escaleras y fajinas

[:l En el reducto avanzado se encuentra con que las escaleras y las faginas no están en su sitio; retroce­de (no se muestra) para recogerlos

131 A vanza apresurado por llegar a la Línea Jackson antes que el grueso de la columna de Gibbs

lilI Whitaker muere t:J Gibbs muere W Pakenham muere n Jones herido D Rennie muere [3 Keane herido

LA BATALLA DEL 8 DE ENERO DE 1815 Ataque principal de Pakenham sobre la línea de Jackson en la orilla este

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• La posición británica entre la marisma y el río, vista desde la Bía. nº 3. La bandera pequeña del centro del grabado señala la posición aproximada del reducto avanzado. (Fotografía del autor)

~ Las defensas norteamericanas desde el reducto avanzado británico. De izquierda a derecha, la chimenea del

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buque en la rada señala la posición aproximada del C.G. deJackson; la construcción en forma de obelisco es el monumento a la batalla y señala la posición de la Bía. n º 3; en el extremo derecho es donde atacó Gibbs. Desde esta posición, y por derecho se formó la línea de marcha de Lambert y las reservas. (Fotografía del autor)

al otro lado de la línea los británicos se retira­ban. Pudo verse una gran confusión en la ca­beza de la columna británica, frente a la 8ª Bía., donde acababan de llegar los escoceses. El orden parecía que se estaba viniendo abajo. Los caballos galopaban de un lado a otro, y a los Ofs. muertos o heridos se les sacaba del campo de batalla. Los norteamericanos esta­ban convencidos de que el jefe británico había muerto, y se disputaban entre ellos el mérito de haberlo matado. Al retirarse los escoceses, los norteamericanos se dieron cuenta de que habían ganado.

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El 8 de enero con Pakenham

Por la mañana temprano, mientras Pakenham discutía sus opciones con el E.M., el Coro Dickson estaba luchando para conseguir colocar los ca­ñones previstos para el ataque de Thornton en sus baterías; éstas, que estaban casi a medio ter­minar, no tenían un camino directo por el que transportar los cañones. Sin embargo, para cuan­do apareció la señal del cohete y la Art. disparó su salva inicial, estaba preparado. Esta vez por lo menos tenía suficiente munición.

También vio la señal del cohete el Cap., el ho-

LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

norable Thomas Mullins, el hijo de lord Ventry, que tenía el empleo circunstancial de Tcol. y en ese momento estaba al mando de su Rgto., el 44 a Pie, que componía la vanguardia de la colum­na del Gral. Gibbs en la derecha británica. La tar­de anterior había recibido unas órdenes escritas del Cte. en jefe, que eran poco explícitas: «La vanguardia tiene que llevar 6 escaleras largas con peldaños, y 10 pequeñas, además de fajinas (300). El Of. al mando del Rgto. 44 deberá ave­riguar dónde están estos elementos esta tarde, para que mañana no haya retrasos al cogerlos pa­ra mandarlos a las antiguas Bías.».

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Sgto., 7º Rgto. de In[. de los EE.UU. Ilustración de Michael Youens.

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Mullins se sentía obviamente deprimido y fata­lista con el trabajo que se le había asignado. «Es una empresa desesperada, y el Rgto. tiene que sa­crificarse» , fue su reacción. Se dedicó a pregun­tar dónde se podrían encontrar las escaleras y las fajinas , y le contestaron que en el «reducto avan­zado». Dando por hecho que se habían cumpli­do las órdenes, no fue a comprobarlo. Cuando se ordenó a las columnas de ataque reunirse, Mu­llins avanzó con el 44 hasta el punto de partida señalado, las antiguas Bías. , donde se suponía que, como ya no tenían cañones y eran la cons­trucción británica más adelantada, eran el re­ducto avanzado. Lo encontró vacío.

Mientras tanto se reunió el resto de la fuerza bri­tánica de ataque. El centro británico, que también actuaría como reserva, estaba mandado por el GD. Lambert, y se componía de Granaderos y las Cías. del 7º Bón., del5º de las Indias Occidentales, y del 43 (menos una Cía.) , acompañados por el14 de Dragones Ligeros desmontados.

En el extremo derecho, abriéndose paso a tra­vés del pantano de cipreses, iban las Cías. ligeras de los 4º, 21 , 44 Y 5º de las Indias Occidentales, al mando del Coro Jones, del 4º . El GD. Keane mandaría nuevamente la izquierda, con una van­guardia especial de Cías. ligeras del 7º y del 93, con una Cía. de tropas del 43 al mando del em­prendedor Coro Rennie, que casi tuvo éxito al en­volver el flanco de Jackson el día 28, cuando mandaba la vanguardia de Gibbs. El resto de la columna estaba compuesto por Cías. de Grana­deros y de los Bóns. del 93 y el 1 º de las Indias Occidentales. En la derecha británica, la colum­na del GD. Gibbs, compuesta por e14º y eI2º , es­peraba atacar directamente las defensas, utili­zando las escaleras proporcionadas por su van­guardia, el 44.

Durante media hora Mullins dudó y, cuando un joven Of. le sugirió la posibilidad de que hu­biera entendido mal las órdenes, muy enfadado se negó a admitirlo. Al final mandó a 300 de sus 400 hombres retroceder al «reducto avanzado», a unas 500 yardas más atrás de su posición actual, donde encontraron las escaleras y los hatos de madera. Los hombres cruzaron el campo de ba­talla por derecho, pero una vez que hubieran descargado, tenían que volver por la carretera. Cuando estaban ejecutándolo, fue lanzado el co­hete de señales.

Las dos alas avanzaron acompasadamente, se-, guidas del centro/ reserva a su amparo. A medida que las columnas fueron acercándose a las líneas norteamericanas Pakenham, que avanzaba con la reserva, comentó: «Es un fuego fantástico,

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LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

Lambert». Pakenham y su E.M. galoparon hasta Keane para ordenarle enviar al 93 atravesar el campo en diagonal en apoyo de Gibbs. Se ha es­peculado mucho sobre la razón de esta orden, pe­ro es posible que, con la misión de Thornton sin completar, sufriría menos bajas uniéndose a un ataque fuera del alcance de las Bías. de la orilla oeste. De cualquier forma, cuando galopó para unirse a la columna de Gibbs, estaba completa­mente convencido de encontrar todo en orden y preparado para un ataque con éxito.

Desgraciadamente, el grupo del 44 que llevaba las escaleras volvió a la posición de Mullins sólo unos minutos antes de que lo hiciera la cabeza de la columna de Gibbs, lo que creó una gran confusión al estar todos en posiciones equivoca­das. Incluso con sus hombres en esta situación, Mullins no tuvo otra alternativa que avanzar y despejar el camino para Gibbs. Conforme avan­zaban con las cargas, el grupo de los hatos de madera se encontraba a descubierto del resto del

... Gral. Pakenham. Sus acciones del día 8 han sido muy discutidas, y aunque podamos hacer algunas deducciones respecto a su plan, el que muriera ese mismo día

nos imPide conocer sus verdaderas intenciones.

T Bías. de la Art. británica disparando sobre las líneas norteamericanas.

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• El ala derecha británica. Gibbs avanza con su columna, para encontrarse con que las escaleras y las fajinas de madera no estaban preparadas, y que el 44 estaba bloqueando el paso a sus tropas. En

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lugar de abalanzarse sobre la posición norteamericana, la columna tiene que parar, y el ataque se tambalea. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

T El ala izquierda británica. La Bri. de las Cías. ligeras destacadas bajo el mando de Rennie, irrumpen en el reducto norteamericano del río. Aunque toman la posición, no llega más apoyo. Todos los que

participaron fueron capturados o, como Rennie, muertos por las tropas de los Fusileros de Beal por el 7º de In¡. de los EE. UU. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

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Rgto. Según caían los hombres muertos y heridos, sus camaradas empezaron a deshacerse de las car­gas y a retroceder. Las escasas y pequeñas descar­gas de fuego individual eran totalmente inefica­ces; las balas dirigidas sobre los parapetos, pasa­ban por encima de las cabezas de los norteameri­canos. El Tte. Knight, al mando del grupo de las fajinas, intentó poner orden. Ordenó a sus Sgtos. desenvainar sus espadas, y atravesar con ellas al que arrojara la carga. A Mullins no se le veía por ninguna parte. El Gral. Gibbs cabalgó para situar­se al frente de la columna, pero se encontró con tal confusión que no pudo poner orden.

El 95 estaba alcanzando la líneaJackson, mien­tras que el grupo de asalto sufría tremendas des­cargas, y los del 44, que no habían alcanzado la cabeza de la columna, empezaron a tirar las es­caleras y a retroceder. El Cte. John A. Whitaker dirigió un ataque al bastión y, a pesar de sufrir tremendas bajas, fue ganando terreno.

En la izquierda, el Coro Rennie estaba rom­piendo también la posición norteamericana. Una bala le seccionó la pantorrilla, pero continuó as­cendiendo para alcanzar el reducto. Una descar­ga de los fusileros de Bealle derribó, pero su Inf. ligera le siguió y se pusieron a arreglar los caño­nes. Si hubieran contado con apoyo, este ataque podría haber envuelto el lado derecho nortea­mericano, pero el 93, con el sonido agudo de sus gaitas, avanzaba para unirse al ataque de Gibbs. Los del grupo de asalto que no tuvieron la misma suerte que Renni fueron hechos prisioneros.

Cuando Pakenham avanzó hacia su flanco de­recho, vio al 44 empezando a disolverse y retirar­se. «Perdidos por falta de valor», comentó con uno de sus ayudantes. Conforme pasó por los Highlanders gritó: «¡El 93, tener un poco de pa­ciencia y pronto tendréis la revancha!».

Cuando el Coro Dale del 93 alcanzó la cabeza de la columna de Gibbs con su Rgto., se quedó horrorizado de lo que vio. Al 44 no se le veía por ninguna parte; restos del 21 y las avanzadillas del 95 continuaban intentando alcanzar el bastión. El Gral. Gibbs apareció gritando con todas sus fuerzas: «~ ¡Coro Mullins, si mañana sigo con vida le haré colgar de uno de esos árboles! ». Inme­diatamente un disparo Je mató. Casi al mismo tiempo en que la orden de alto había salido de la boca del Coro Dale, también fue alcanzado y muerto. El Coro Andrew Creagh se hizo cargo del mando, pero con nadie para avanzar y sin orden de retirada, los Highlanders del Sur, con perfec­ta disciplina y total frustración, aguantaron co­mo una roca bajo un fuego asesino.

En la derecha, Pakenham tomó personalmen-

LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

• El espadón del Tte. H.H. Maclean del 93 a Pie (Highlanders del Sur). Maclean sobrevivió a la batalla, y su hija se llevó esta espada cuando emigró a Norteamérica.

A su muerte fue donada al museo. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

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te el mando de la columna de ataque. Cuando lo hacía, fue alcanzado por metralla, que le destro­zó la rodilla izquierda y le mató el caballo. Su ayudante más antiguo, el Cte. Duncan Macdou­gal, desmontó y ayudó a su jefe a ponerse de pie. Pakenham recibió otra herida en el brazo, y con dificultad, le ayudaron a montar en el caballo de Macdougal. Un poco después, conforme Macdougal avanzaba con el caballo, Pakenham fue alcanzado de nuevo, cayendo muerto en bra­zos de su ayudante, que irónicamente era el mis­mo hombre que encontró al moribundo Ross en Bladensburg.

Sir John Tylden, que estaba en funciones ese día de segundo ayudante (sustituyendo a Harry Smith), se dirigió en busca del Gral. Keane para informarle de que ahora estaba él al mando. Se encontró con que estaban evacuando a Keane del campo de batalla, con un disparo en la ingle.

Casi al mismo tiempo, el Cte. Whitaker, a pesar de estar herido, llegó a lo alto del bastión norte­americano, y puso en retirada a sus defensores. Volvió para animar a los refuerzos a unírsele, pe­ro sólo vio a tropas británicas en completa reti­rada. En el extremo derecho de la línea británi­ca, las Cías. ligeras del Coro Jones habían inten­tado envolver a la U. de Coffee en el pantano de los cipreses. También habían fracasado, y se reti­raban con su jefe herido.

~ Arriba: La muerte de Pakenham, en un grabado norteamericano de la éPoca. Con las prisas de sacar el dibujo a la venta, el grabador ha situado el río en el lado equivocado, pero da una buena

~ Abajo: La extraña perspectiva de este grabado se debe a que el artista plasmó toda la acción en una imagen única, aunque en el grabado la escena ha quedado al revés. Pueden verse las dos columnas de ataque, y el 93 yendo del flanco izquierdo al derecho. Se ve a Gibbs y a Keane heridos, y en el centro Pakenham muere en brazos del «Cte. MacDougall». En esta singular y temprana versión del grabado, Lambert está de Pie al

impresión de las dos columnas de ataque y de la posición central de la Art. (Cortesía de la Cía. de subastas Neal, Nueva Orleans)

lado de Pakenham, haciendo el gesto masónico de la tristeza. En las ediciones posteriores, la lámina original fue rehecha, mostrándole con un pañuelo en los ojos. (Cortesía de la Cía. de subastas Neal, Nueva Orleans)

LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

Soldado, Fusileros Voluntarios. Las Cías. de Fusileros Voluntarios en la Línea Jackson eran un triste espectáculo. Su vestuario -que para empezar no era uniforme- estaba destrozado

por las largas marchas. A partir de estas tropas los británicos tuvieron la idea de

llamar a los norteamericanos los «camisas sucias». Las señoras de la localidad hicieron para estas tropas abrigos con mantas, pero

muchos no estuvieron terminados hasta después de la batalla. Ilustración de Michael

Youens.

75

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NUEVA ORLEANS 1815

• Un grabado de la época sorprendentemente exacto, que muestra la muerte de Pakenham. Al explosionar una granada, Pakenham se cae del caballo y es recogido por su ayudante. Si en este momento de la acción

hubiera habido tantas Uso británicas formadas y dispuestas como las que se ven aquí, probablemente la posición habría sido tomada. (Colección militar Anne S.K. Brown, Universidad Brown)

Por todo el campo los británicos estaban en re­tirada, en total desorden, y escondiendo las ar­mas conforme lo hacían. El ataque había fraca­sado tan rápidamente, que la Bía. del Cap. Carmichael de cañones ligeros sólo pudo efec­tuar 5 disparos.

Cuando se informó al Gral. Lambert de que es­taba al mando, su Rgto. era el único que se man­tenía en cierto orden, y los cañones norteameri­canos ya estaban empezando a causarles bajas. Lambert detuvo a sus hombres, les ordenó po­nerse allí mismo a cubierto, y regresó al C.G.

76

avanzado para entrevistarse con el Alm. Cochrane. Habían transcurrido escasamente dos horas desde el momento que el cohete señal ha­bía iniciado el ataque británico.

La batalla en la orilla oeste

En la orilla oeste el cohete había puesto en ac­ción a Thornton y a su fuerza. Llevaban varias horas de retraso y más alejados de su objetivo de lo que pretendían. La primera línea de defensa de Morgan, en la plantación Mayhew, con menos personal, menos armas y menos experiencia, in­tentaba mantener una línea demasiado amplia.

Cuando se acercaron los británicos, el 6º de Louisiana cedió. Los hombres de Kentucky efec­tuaron 3 disparos con sus mosquetes antes de re­troceder a las defensas principales.

Thornton, perfectamente consciente de la im­portancia de silenciar la Bía. norteamericana frente a él, 'presionó rápido contra ella. Encontró

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una arboleda de naranjos a 700 yardas frente a la posición de Morgan, e hizo un reconocimiento de su objetivo. Con el pequeño reducto al lado del río, y los 3 cañones junto a la línea, la iz­quierda norteamericada parecía segura y el cen­tro firme, pero la derecha estaban tan debilitada que no aparentaba haber sido defendida tan bien como la izquierda. El plan de Thornton fue simple. El Cap. Money, con 100 marineros y una Cía. del 85, fingiría un ataque al reducto. Thornton, con 2 Cías. del 85 Y 100 infantes de Marina atacaría directamente al centro, mientras que el Tcol. Gubbins rodearía la derecha nortea­mericana con las 2 Cías. restantes del 85. Para asegurarse de que el ataque se desarrollaba lo más rápidamente posible, se ordenó que se hi­ciera sólo a la bayoneta.

El plan funcionó maravillosamente. Los Hombres de Kentucky de la derecha, junto con

T Mientras el 93 permanece de pie, y resiste las descargas de metralla, el cuerpo del Gral.

Pakenham es trasladado fuera del campo de batalla.

LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

algún pequeño destacamento de reclutas de la Milicia de Nueva Orleans al mando del Tcol. Philip Caldwell, cedió en cuanto Gubbins y sus hombres cargaron sobre ellos. La Milicia de Louisiana, en el centro, apoyada por los 3 caño­nes, hizo esta vez un par de descargas, pero en cuanto Gubbins lanzó a sus hombres sobre su flanco, con los hombres de Thornton cargándo­les por el frente, también huyeron como las de­más USo del reducto.

Los cañones de Patterson, desde que se vio el cohete señal de Pakenham, estuvieron constante­mente en acción, incluso a pesar de que durante mucho tiempo, la llovizna y las nubes bajas habían ocultado los objetivos. En cuanto los británicos co­menzaron el ataque, trataron desesperadamente de traer más cañones para apoyarles. La victoria fue tan rápida que incluso Patterson no pudo des­truir los cañones antes de abandonarlos.

Thornton había capturado 16 cañones, las banderas de los voluntarios de Nueva Orleans, y 30 prisioneros. Un norteamericano murió y 3 resultaron heridos. Las bajas británicas fueron 6 muertos y 76 heridos, incluyéndose entre és-

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NUEVA ORLEANS 1815

LA BATALLA EN LA ORILLA OESTE

La ofensiva británica, para capturar las Bías. norteamericanas que amenazaban de enfilada el ataque de la orilla este

xxxx

EE.UU.~ JACKSON

A NUEVA ORLEANS

avance británico

Patterson. (16 cañones y 106 hombres) enfilan la línea de marcha de Keane a lo largo del camino del río, en la orilla este.

EE.UU.

x

l5.o ...... iII

MORGAN

(Línea principal de milicia: 1.076 hombres. Louisiana: 250;

Kentucky: 320; destacamentos de Humbert: 300)

78

Puntos de reunión de Gibbs, Lambert y Keane

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sólo se habían sacado 30 botes; finalmente Thornton sale a las 5 h.

IJ Los botes son arrastrados por la

D corriente río abajo 7.30: La Bri. de Thornton desembarca y ve el cohete de señales

LA BATALLA DE NUEVA ORLEANS

La presa se derrumba a las 22 h. aproximadamente

11 8.30 (aprox.): Ataque británico presionando, y para mayor rapidez

O a la bayoneta. Thornton reconoce la

D posición de Morgan sobre las 9.20 h.

D Ataque de flanco de Gubbins Hacia las 9.55 h.: Thornton toma la posición norteamericana

05.30 h.: Se ordena al 5º Rgto. de las Indias Occidentales unirse a Keane en vez de acompañar a Thornton

xxxx

G.B. cg:) PAKENHAM

x

G.B.cg:) THORNTON

El 85, grupos de Infantes de Marina y de la Marina Real

Vanguardia norteamericana del 6º de la Milicia de Lusiana y (en su mayoría desarmados) de Kentucky (198 hombres en total)

A pesar de las dificultades iniciales de llevar los botes al río y de resultar arrastrados corriente abajo, el ataque se desarrolla según el plan, aunque algo retrasado. Es tanta la urgencia de tomar las posiciones norteamericanas, que Thornton ordena los ataques sólo a la bayoneta. Los norteamericanos de esta posición no se habían enfrentado a los británicos

hasta entonces, y en el caso de los de Kentucky están casi desarmados. Sin embargo, nada podría demostrar mejor la diferencia entre una milicia vacilante y unos profesionales bien instruidos y dirigidos, que la velocidad con que se derrumba la defensa norteamericana.

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NUEVA ORLEANS 1815

tos últimos el Cap. Money y el Tcol. Thornton. Cuando el Tcol. Gubbins, que ahora se encon­

traba al mando, alcanzó la Bía. norteamericana y miró al río, pudo ver que la batalla había termi­nado. Puso a sus hombres en la tarea de cargar los cañones norteamericanos y perseguir al ene­migo en retirada. Habían avanzado unas 1.200 yardas en la persecución, cuando el Tcol. Harry Smith llegó con las órdenes dadas por el Gral. Lambert tras su conversación con el Alm. Cochrane. Tenían que detenerse, destruir los ca-

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..... Gral. Daniel B. Morgan, cuya manera de mandar sus tropas fue increíblemente inepta o desacreditada por una «Quinta Columna » deseosa de una victoria británica. (Cortesía del Museo del Estado de Louisiana)

.. Richard Gubbins, Cap. del 85 a Pie, presente en

Bladensburg, y Tcol. al mando del Rgto. de Nueva Orleans. Aunque Thornton había regresado al Rgto. y tenía mayor graduación que Gubbins, éste fue empleado en una posición superior de E.M. (C.R.B. Barrett, «El 85 de In[ Ligera del Rey»)

ñones norteamericanos y a continuación retirar­se. La batalla había terminado.

Poco tiempo después, llegó el Coro Dickson pa­ra inspeccionar la posición británica, y al echar una ojeada a las piezas de Art. se encontró con un obús de bronce de 10 pulgadas con la ins­cripción: «Tomado en la rendición de la ciudad de York en 1781». Con este premio, las tropas volvieron a cruzar el río y empezaron a enterrar a los muertos y a prepararse para marcharse con el resto del E.

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CONSECUENCIAS

El Gral. Lambert, tras considerar la posibilidad de renovar el ataque utilizando la Bía. de la ori­lla occidental, al final, e inevitablemente, deci­dió retirarse. Incluso con los Rgtos. de refresco que estaban llegando y un tren de asedio que te­nía en un buque que acababa de unirse a la flo­ta, los beneficios de la victoria no merecían la pena. Los heridos británicos que no pudieron ser transportados estuvieron particularmente agradecidos a las monjas ursulinas, que utiliza­ron su convento como hospital para cuidarlos. Otros heridos, en particular Ofs., fueron atendi­dos por ciudadanos locales. Los muertos britá­nicos fueron enterrados sobre el terreno, pero una fuerte lluvia los desenterró y el hedor era es­pantoso. El Coro Dickson fue obligado a dejar tras él los cañones con cureñas navales; el terre­no fangoso estaba tan empantanado que era im­posible moverlos.

Varios botes que transportaban tropas de re­greso a la flota, fueron capturados por un cúter norteamericano que había tomado la precau­ción de enarbolar la Unión ]ack, para poder aproximarse a su presa dentro del alcance del ca­ñón. Seguramente, acciones como esta ayudaron a los norteamericanos en los intercambios de pri­sioneros. Sin embargo, Andrew]ackson fue mag­nánimo en la victoria. El Gral. Keane, que perdió su espada cuando fue herido, envió un mensaje a las líneas norteamericanas de que pagaría cual­quier precio para recuperarla. ]ackson se las arregló para conseguirla y enviársela con sus sa­ludos.

Tras bombardear el fuerte de S. Felipe en el Misisipí, la flota puso rumbo a Biloxi, donde fi­nalmente Lambert consiguió tomar el fuerte Bowyer el 12 de febrero de 1815. Al día siguien­te, la fragata HMS Brazen llegó con la noticia de

~ «El rey Andrew ¡ », un grabado satírico de la época de la presidencia de jackson, cuando las cualidades que le habían llevado a la victoria en Nueva Orleans sólo le

sirvieron para hacerle aparecer como autocrático. (Marqués james, «Vida de Andrew jackson»)

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NUEVA ORLEANS 1815

que se había firmado un tratado de paz el 24 de diciembre. Este dio fin a las hostilidades, incluso antes de su ratificación.

Los Grals. Pakenham y Gibbs, que se habían embarcado juntos, regresaban en el mismo bar­co. Sus cuerpos, una vez preparados, se empa­quetaron en barricas de aguardiente y se envia­ron a su lugar de descanso final en la catedral de San Pablo. Junto a su tumba conjunta hay una es­tatua en la que están representados con los uni­formes que llevaban el 8 de enero de 1815.

El Gral. Keane se recuperaba bien, tras salvar­se por la buena calidad de sus pantalones. A pe­sar de que la bala le entró profundamente por la ingle, no atravesó el paño. En vez de tener que ser operado, la extracción de la bala se hizo ti­rando suavemente del paño hasta sacarla.

El Tcol. Dickson mandó el tren de Art. en Waterloo enjunio de 1815, y al final de su carre­ra era GD., Caballero jefe del Baño, y Caballero jefe de la Orden de Guelphic.

El recién ascendido Cte. Harry Smith también estuvo en Waterloo, como brigada mayor del Gral. Lambert, y alcanzaría la fama en la India. Allí estuvo como ayudante general en la batalla de Maharajpur, por lo que fue nombrado Caballero jefe del Baño, recibiendo posterior­mente la GCB (Gran Cruz de Caballero del Baño) por la campaña de Sutlej. Fue nombrado Barón por su victoria en Aliwal. Posteriormente fue Cte. en jefe en el cabo de Buena Esperanza, en la campaña de Kaffir, en 1848.

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George de Lacy Evans, que fue herido en la campaña de Nueva Orleans, ocupó el cargo de 2º ayudante de campo suplementario de sir William Ponsonby en Waterloo. Mandó la Legión británica en España entre 1835-1837, y la 2.a Div. en Crimea en 1854. Llegó a ser GD., Coro en jefe del 21 de Fusileros, Caballero de la Gran Cruz del Baño y Gran Of. de la Legión de Honor.

Sir John Lambert, que fue nombrado Caballero Cte. del Baño, durante su estancia en Norteamérica, llegó al campo de batalla de Wa­terloo justo al comienzo de la contienda, des­pués de una marcha forzada desde Ostende con su Bri. Se le dio el mando del Chateau de Hougoumont, cuya defensa fue crucial para la victoria de Wellington. Acabó su carrera como GCB y Coro del 10 a Pie.

La batalla de Waterloo tuvo lugar en el 3º ani­versario de la declaración de guerra del presi­dente Madison el 18 de junio de 1815.

El vicealmirante Cochrane fue ascendido a Alm. en 1819, y fue Cte. enjefe en Portsmouth en 1821. Obviamente, Nueva Orleans no dañó «su» reputación. El Tcol. Thomas Mullins fue llevado ante un consejo de guerra y separado del servicio.

Para los británicos, comprometidos previa-

T La Medalla de la Paz, acuñada en Norteamérica en 1815 para conmemorar el final de la guerra . (Benson Lossing, «Libro

de campo de la guerra de 1812»)

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mente en la Península y posteriormente en Waterloo, Nueva Orleans fue solamente un con­tratiempo. Para los norteamericanos fue el pun­to crucial de su nacionalidad, y su mayor e ine­quívoca victoria terrestre de la guerra. Naturalmente, las fuerzas norteamericanas esta­ban orgullosas de su comportamiento, y como resultado, casi todos los hombres de la Línea jackson con mosquete o fusil parecían apuntar­se el hecho de haber matado al Gral. Paken­ham, incluyendo un miembro de los Hombres Libres de Color de Daquin. Este hubiera sido , sin lugar a dudas, un disparo asombroso, ya que en esos momentos Pakenham se encontraba a más de 500 yardas de su posición y cubierto por el 93.

Desgraciadamente, las recriminaciones empe­zaron casi inmediatamente después de finalizar la batalla. El nombre de Andrew jackson fue omitido de la lista de honor redactada por la ciu­dad, aparentemente por su «inoportuno cierre del Parlamento». Por contra, en el resto del país fue un héroe nacional, y su popularidad le llevó finalmente a ser el 7º presidente de los EE.UU. Sin embargo, cuando estaba en el cargo, la mis­ma actitud dictatorial que le permitió ganar la batalla de Nueva Orleans, hizo que algunos hu­moristas le llamaran «el Rey Andrés».

La Convención de Hartford, un grupo de po­líticos de los Estados de Nueva Inglaterra que discutían la posibilidad de separarse de la

~ Detalle de un mapa del «Libro de campaña de la Guerra de 1812" de Benson Lossing, que muestra las posiciones de las líneas de defensa norteamericanas en relación con la ciudad de Nueva Orleans.

CONSECUENCIAS

Unión, se derrumbó, con lo que la unidad de la nación quedó asegurada. A partir de entonces, Norteamérica dejó de mirar hacia Europa, y co­menzó a desarrollar su «territorio de Louisiana», que en aquella época se extendía desde el golfo de México hasta Canadá, y cubría alrededor de un tercio del actual territorio de los EE.UU., y también empezaron a desarrollar su específico carácter nacional.

Nueva Orleans volvió a ser Nueva Orleans, no muy europea, pero como en un reto, tampoco norteamericana, carácter que se mantiene ac­tualmente.

Ajean Lafitte, el «Robin Hood» de la batalla, se le marchitaron sus laureles muy rápidamente. Cuando se examinó el tesoro que había obteni­do el Cte. Patterson en Barataria, se encontró que parte de él era propiedad de algunos ciuda­danos, cuyo buque se pensaba había desapareci­do en la mar. Lafitte vio lo que se escribía en las paredes y se marchó cuando la cosa iba mal. Durante una temporada él y Latour estuvieron en Florida, cobrando como informadores del rey de España. Posteriormente vivió en San Luis, donde reemprendió su carrera de traficante de armas. Su lugar de descanso final es discutible, pero el autor, según buenas fuentes, cree que pu­diera encontrarse en un pequeño cementerio «al sur de la frontera» situado sobre el golfo de México, en una ciudad donde, incluso hoy, no se admiten demasiadas preguntas.

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EL CAMPO DE BATALLA HOY

El emplazamiento de la LíneaJackson y la «tierra de la muerte» del campo de batalla, forma ac­tualmente parte de la Reserva y Parque Histórico Nacional Jean Lafitte (quizás algún día Chicago tenga un Parque Nacional de Al Capone). Sorprendentemente no hay transporte público desde la ciudad al parque, pero el barco de rue­das de palas Creole Queen y el barco "turístico Voyageurofrecen cruceros por el río que incluyen visitas al campo de batalla. El personal del par­que proporciona charlas informativas a los pasa­j eros, pero como los barcos se detienen poco

I

-

84

tiempo, tienen que ser necesariamente breves. Si desea reconocer el campo, es mucho mejor

alquilar un taxi o desplazarse en un vehículo par­ticular. Dejando la zona central por la calle North Rampart, que pasa a ser la Avda. Sto Claude (o autopista del Estado n º 46), diríjase durante unas 6 millas aproximadamente, hasta que vea a su derecha la señal muy clara de «Chalmette National Historical Park» . Nada más girar, se encontrará recorriendo la parte nortea­mericana de la LíneaJackson en dirección hacia el río. En cuanto atraviese las puertas verá a su iz-

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1 •

~ El último mapa del parque del campo de batalla, con un superponible de los puntos existentes en 1815. (Cortesía del Parque Nacional Jean Lafitte)

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quierda defensas reconstruidas; se encuentra en la zona de la 8.a Bía de la izquierda de ]ackson, que casi fue rodeada el28 de diciembre de 1814. Las vías del tren marcan el límite aproximado de la marisma de los cipreses de 1815.

Conforme se dirige al monumento que fue ini­ciado en 1840 y terminado en 1908, podrá ver las

~ La reconstruida Línea jackson en la posición de la Bía. n º 7, aproximadamente, que muestra la diferentes técnicas de construcción de la línea en el campo y en la marisma, con la ironía de que la carretera a través de las defensas norteamericanas corta la línea casi en el punto exacto donde asaltó la columna de Gibbs.

~ El ala izquierda norteamericana vista desde lo alto del monumento del campo de batalla. El campo de fondo fue la parte de la marisma en la que jackson extendió su línea tras el 28 de diciembre. (Fotografía del autor)

EL CAMPO DE BATALLA HOY

pOSIciOnes reconstruidas de los cañones, que dan clara idea de su apariencia en la batalla. Se encuentra en las posiciones de los Grals. Caroll y Adair. La unidad de Coffee se extendía justo de­trás de usted fuera del parque.

La primera Bía. reconstruida es la n º 7, y seña­la el centro de la posición de Caroll-Adair; las 5ª

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NUEVA ORLEANS 1815

y 6ª señalan su flanco derecho. A continuación está la posición del 44 de Inf., seguida por la Milicia Negra de Daquin, cuyo flanco derecho se apoya en la 4ª Bía. La siguiente posición es la de los Hombres Libres de Color, bajo el mando del Cte. Lacoste, y la Milicia Uniformada del Cte. Plauche. La última posición de cañón es la n ª 3, la que mandaba Dominique You.

Aparque en el centro de visitantes, tras el mo­numento, donde podrá ver una película de la ba­talla y una pequeña muestra de las armas de la época, entre las que se incluye como reliquia una espada-bayoneta del 95, que fue tomada del ca­nal Rodríguez.

Dejando el centro de visitantes, gire a la dere­cha y continúe saminando hacia el río, subiendo hacia el dique. Este es mucho más alto de lo que era en 1815, y cubre la posición del viejo horno de ladrillos, y la carretera del río que recorrió la columna del Gral. Keane para atacarlo.

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... Línea de marcha del Gral. Lambert y las reservas, vista desde el monumento del campo de batalla. (Fotografía del autor)

.... Línea de marcha del Gral. Keane vista desde la posición norteamericana. La construcción de la izquierda es el dique en la actualidad, que cubre la posición del horno de ladrillo que se convirtió en reducto. (Fotografía del autor)

.... Línea jackson, vista desde la Ría. n º 3, hacia la mansma. (Fotografía del autor)

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Colocándose de espaldas al río, a su izquierda se encuentra el lugar donde pararon los fusileros de Beal y el 7. ° de Inf. (a partir de entonces co­nocido como los Cottonbailers), que recaptura­ron la posición. Si mira hacia el extremo izquier­do, a unas 600 yardas, verá un corte en escalón sobre el dique,justo detrás del límite del Parque. En el centro de este canal está el lugar aproxi­mado de la casa de la plantación Macarté, que fue el C.G. de Jackson. A su derecha verá una pe­queña casa de plantación, que se construyó en 1832, y no estaba en tiempo de la batalla.

Regresando al centro de visitantes, podrá re­correr el campo, por una carretera construida al efecto en el 150 aniversario de la batalla. En va­rios puntos hay lugares para detenerse, con pla­cas que describen la acción que allí tuvo lugar.

En el lugar donde la carretera gira a la iz­quierda, separándose del río, estará cruzando la línea de marcha del 93, cuando se le ordenó se­pararse de la columna de Keane para unirse al

~ Trinchera del canal, actualmente cubierta, desde la Bía. n Q 3 hacia la mansma. (Fotografía del autor)

~ Trinchera del canal desde la Bía. n Q 3 hacia el río. (Fotografía del autor)

EL CAMPO DE BATALLA HOY

ataque de Gibbs. Continuando hacia la bandera británica, estará aproximadamente en el reducto avanzado, donde el Tcol. Mullins se dio cuenta de su error respecto a las escalas y las fajinas. Es un buen sitio para obtener una impresión gene­ral de la posición norteamericana. El campo es llano como la palma de la mano, y la única cons­trucción es la obra de defensa norteamericana, tremenda perspectiva si todos esos cañones estu­vieran disparándole.

Justamente detrás de usted hay un cementerio militar que contiene principalmente restos de soldados de la Guerra Civil. La valla más lejana del cementerio marca el límite de la extensión

. del parque en dirección hacia la posición britá­nica. Fue ahí donde la Bri. de Lambert se consti­tuyó en reserva durante la batalla.

Poco después de dejar este punto, la carretera gira a la izquierda, h acia la posición norteameri­cana, y avanza pegada a un bosquecillo a su dere­cha. No es la marisma de cipreses de 1815, pero

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NUEVA ORLEANS 1815

se mantiene para proteger el parque de la carre­tera. Ahora se encuentra siguiendo la línea de marcha del ataque de Gibbs sobre la izquierda de ]ackson, los días 28 de diciembre y 8 de enero. La carretera hace una suave curva conforme va ro­deando una pequeña extensión en la línea de ár­boles; ahí es donde el 93 se mantuvo en columna sin órdenes, siendo batido por disparos de mos­quetes y metralla. A unas 20 yardas a su derecha, en los árboles, es donde cayó el Gral. Pakenham. Se tiende a clarear este sector de árboles, por lo que esta importante zona del campo volverá a en­contrarse tal como estaba en 1815.

La carretera continua a través de las líneas norteamericanas, para unirse a la que llegamos. Curiosamente, habrá atravesado la parte de las defensas que el E. británico no pudo cruzar du­rante la batalla. Girando a la derecha, deje el parque y continúe por le autopista del Estado n º 46, y verá a su derecha el letrero del cementerio militar. Allí gire y encontrará a su izquierda el C.G. del servicio del parque nacional. El césped del frente de este edificio era la posición de la Bía. de Lanzadores RHA durante la batalla.

Realmente no hay nada más que ver. Al salir del cementerio, tuerza nuevamente a la derecha, y continúe por la 46 durante aproximadamente una milla y media, y se encontrará sobre una isla entre dos caminos, en los que quedan los restos de Versailles, la famosa casa de la plantación De La Ronde, que fue el C.G. avanzado de los britá­nicos. A su derecha, se encuentra el Parque Delaronde, que tiene los equivocadamente lla­mados robles Packingham, los árboles que en un

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principio flanqueaban el camino de carros entre la casa y el río.

Como habrá deducido durante sus paseos, el resto de los lugares relacionados con los británi­cos están absorbidos por las diversas instalacio­nes de una fábrica de aluminio. Quedan algunas de las ruinas de la antigua plantación Villeré, pe­ro se encuentran en el lugar de un centro de al­cantarillado, y consecuentemente «fuera del al­cance», incluso para los empleados del parque nacional que quisieran contemplarlas.

Cuando salga del parque Delaronde gire a la izquierda, y de vuelta a la ciudad pare a ver el museo de los Cuarteles ]ackson. Como la carre­tera pasa directamente por ellos, lo único que tiene que hacer es girar a la derecha cuando vea el letrero. La mayoría de lo que se expone está relacionado con la 11 Guerra Mundial y posterio­res, pero tienen algunas armas an teriores, que sería una pena perdérselas.

En la orilla oeste todavía existe la línea princi­pal de defensa de Morgan, pero forma parte del terreno de una escuela, la Academia Aurora, y se necesita un permiso especial para visitarla. Por otra parte, no se ha mantenido, por lo que no hay mucho que ver.

De vuelta a la ciudad propiamente dicha, la Colección Histórica de Nueva Orleans, tiene mu­chos documentos y grabados relacionados con la batalla, algunos de los cuales permanecen ex­puestos permanentemente. El museo del Estado de Louisiana, alojado en el renovado Cabildo, cu­ya apertura estaba prevista para 1994, tendrá también una exposición de efectos relacionados

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~ Línea de marcha del 93, cruzando en diagonal el campo desde la columna de Keane a la de ataque de Gibbs. La pequeña brecha entre los árboles, en el centro de la fotografía, es el punto donde se concentró el asalto principal británico. (Fotografía del autor)

~ Ruinas de la casa de De La Ronde. Mientras se tomaba esta fotografía , los obreros estaban dejándolas más bajas, ya que se consideraban inestables. (Fotografía del autor)

.... Línea de marcha de Gibbs con la marisma a su derecha, que cubrió su columna hasta que estuvo a 700 yardas de la línea norteamericana, desde cuya posición se ha tomado esta fotografía. (Fotografía del autor)

EL CAMPO DE BATALLA HOY

con la batalla. El edificio propiamente dicho es donde se firmó la copia de la "compra de Louisiana, y fue donde en 1815 se alojaba el Parlamento. Los jardines a los que da, la plaza ]ackson, era la plaza de Armas donde ]ackson re­vistó a sus tropas cuando llegó para hacerse car­go del mando. Los elementos de la colección in­cluyen la espada del Tte. H.H. Maclean del 93, la espada del Gral. Villeré, y un fusil con la inscrip­ción del 3º Bón. del 95 de a Pie , que fue captu­rado en la batalla de la noche del 23 de diciem­bre, junto con abrigos de uniforme y otros uten­silios. También en la ciudad, en el 941 de la calle Bourbon hay uno de los edificios más antiguos de Louisiana, del que se dice fue el escondite de los Lafitte, utilizando como tapadera un taller de herrero. Cuando se escribía este libro, apareció un documento que prueba que, sin duda los Lafitte fueron los propietarios, pero se utilizó co­mo carnicería.

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NUEVA ORLEANS 1815

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... Este importante documento vio la luz cuando se estaba preparando este libro. Es un permiso del alcalde de Nueva Orleans a Pierre Lafitte, permitiéndole

gestionar la proPiedad en Bourbon Street (nombre muy aproPiado) como carnicería. (Cortesía de la Cía. de Subastas Neal, Nueva Orleans)

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#

CRONOLOGIA

1812 18 de junio: Los EE.UU. declaran la guerra a Gran Bretaña. 12 de julio: Las fuerzas norteamericanas, a las ór­denes de Hull, invaden Canadá. 17 de julio: Se rinde a los británicos el Fuerte Michilimackinac. 22 de julio: Batalla de Salamanca, la Bri. de Pakenham es clave en el plan de Wellington. 16 de agosto: El Gral. Isaac Brock captura Fuerte Detroit; Hull se rinde. 13 de octubre: Batalla de los Altos de Queenston. Muere el Gral. Brock; los norteamericanos son derrotados. 17-19 de diciembre: Los norteamericanos des­truyen las ciudades indias de Miami para sofocar una revuelta.

1813 27 de abril: Los norteamericanos capturan y que­man York (Toronto). 27 de mayo: Los norteamericanos capturan Fuerte George. 29 de mayo: Fracaso del ataque británico al puente Sackets. 6 de junio: Los norteamericanos son derrotados en una batalla nocturna en Stony Creek. 21 de junio: Batalla de Vitoria; los franceses de­rrotados definitivamente en España. 30 de agosto: Masacre india en Fuerte Mims; es­talla la guerra creek, y jackson moviliza a la mili­cia bajo su responsabilidad . 9 de noviembre: Primera victoria de jackson en Talladega. 11 de noviembre: Batalla de la granja Chrysler. Efectos desastrosos en el E. norteamericano; anulada la amenaza para Canadá. 19 de diciembre: Los británicos capturan Fuerte

iagara.

1814 1 de abril: Napoleón abdica por primera vez. 10 de abril: Batalla de Toulouse; fin de la cam­paña franco / peninsular; las tropas británicas quedan libres para unirse a la expedición norte­americana. 22 de mayo: Andrew jackson es transferido de la milicia al E. regular como Gral. de Bri., en pues­to de GD. Al retirarse William Henry Harrison es

ascendido al empleo de GD. 25 de julio: Batalla de la Línea Lundy. 19 de agosto: Desembarco británico en Mary­land. 24 de agosto: Batalla de Bladensburg. 24-25 de agosto: Los británicos toman Washing­ton y queman los edificios públicos. 12 de septiembre: Batalla de North Point; muere el Gral. Ross. 13 de septiembre: Bombardeo de Fuerte MacHenry. Los británicos consideran que las de­fensas son demasiado fuertes y abandonan el sitio. Francis Scot Key, testigo del bombardeo, escribe el poema que llegaría a ser el Himno Nacional norteamericano, «La bandera de las estrellas». 7 de noviembre: j ackson toma Pensacola.

11 de noviembre: jackson regresa a Mobile. 22 de noviembre: j ackson se dirige a Nueva Orleans. 22 de noviembre: La flota británica se reúne en bahía Negril, Jamaica. 26 de noviembre: La flota británica pone rumbo a Nueva Orleans. 14 de diciembre: Batalla del Lago Bourgne. 22 de diciembre: Las tropas británicas desembar­can en la plantación Villaré. 22-23 de diciembre: j ackson ataca; batalla noc­turna. 24 de diciembre: Se firma el Tratado de Ghent, que pone fin a la guerra de 1812. 25 de diciembre: Llega el Gral. Pakenham. 28 de diciembre: Reconocimiento en fuerza.

1815 1 de enero: Duelo artillero; suprimido el ataque británico . 8 de enero: BATALlA DE NUEVA ORLEANS; muerte de Pakenham. 6 de febrero: La expedición británica leva anclas en ueva Orleans, rumbo a Biloxi. 10 de febrero: Los británicos capturan Fuerte Bowyer. 11 de febrero: Las noticias del Tratado de paz llegan al Gral. Lambert en Biloxi. 14 de febrero: El Tratado llega a Washington y es ratificado por el presidente Madison. 17 de febrero: Madison declara públicamente el fin de la guerra de 1812.

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EL JUEGO DE LA GUERRA DE NUEVA ORLEANS

Conocer de antemano el resultado es un pro­blema inevitable cuando se recrean enfrenta­mientos históricos en los juegos de la guerra, y en caso de Nueva Orleans parece poco probable (especialmente para los jugadores británicos) producir encuentros retadores y entretenidos sobre el tablero. Incluso el norteamericano más patriota disfrutará poco al masacrar chaquetas rojas perdidos en una gigantesca «caza del pa­vo», cuando no hay duda del resultado final de la batalla. ¿Puede estructurarse un juego de la guerra interesante basado en este Gallipoli na­poleónico?

Más que volver a examinar los numerosos mé­todos de juegos de la guerra de las campañas y batallas napoleónicas, descritas en volúmenes previos de esta serie, este apartado se concentra en los dos enfrentamientos de la campaña de Nueva Orleans, que aparecen como más adecua­dos para ser recreados como juegos de la guerra. Teniendo en cuenta que este libro está dedicado a una operación anfibia, parece apropiado pre­sentar algunas ideas de enfrentamientos tácticos de juegos de la guerra en el agua y la costa. Además, como una alternativa a los juegos de la guerra con figuras, hay una estructura para un juego de comité que puede resultar interesante para los que hayan leído la narración de la bata­lla. Finalmente, se ofrecen algunas indicaciones para llegar a un resultado que hubiera podido cambiar el curso de la Historia.

La Batalla Naval del Lago Bourgne ofrece un tema diferente para unjuego de guerra naval: en lugar de una batalla convencional entre barcos de guerra, 42 lanchas británicas deben de esfor­zarse contra la corriente y bajo el fuego, para acercarse y abordar a 5 cañoneras norteamerica­nas al pairo. Los primeros, armados con peque­ños cañones de corto alcance, y con marineros e infantes de la Marina Real, tendrán ventaja en el número y maniobrabilidad una vez que se acer­quen al enemigo. Los segundos, echadas las ama­rras con muelles en sus cables, pueden girar pa­ra poder disparar sus armas, pero no pueden ma­niobrar a la vela, por lo que han de hundir las lanchas antes de que los británicos consigan po-

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nerles la proa y abordarles. La acción completa podría reproducirse utilizando modelos a escala 1/ 1200 o 1/ 300, para representar cada cañonera y cada lancha: la aproximación británica se juga­ría adaptando el sistema de fuego y movimiento de una de las normas de los juegos navales na­poleónicos; se reflejaría la acción de abordaje mediante una simple fórmula matemática que reflejara el número y la moral de los grupos en­frentados.

Como alternativa, y en lugar de tratar de reco­ger la batalla en conjunto, eljuego de la guerra podría concentrarse en una cañonera y las lan­chas que le atacan, permitiendo a los participan­tes utilizar modelos a escala mayor y normas de enfrentamiento más detalladas. Un jugador po­dría mandar la cañonera norteamericana, dando las órdenes a la tripulación para ajustar los mue­lles que permitan poner los cañones en posición y controlando el complejo sistema de carga y puntería de los cañones; otros podrían mandar cada una de las lanchas británicas, f~ando la ru­ta del bote, ordenando a los marineros aumentar o disminuir la remada, apuntando el cañoncillo y ordenando a los infantes de Marina el abrir fuego; las dificultades en el manejo de cañones del siglo XIX podrían representarse adaptando las tablas «Artillery Kriegsspiel» de Rohne (un juego de entrenamiento militar traducido y pu­blicado por Bill Leeson en KriegssPiel Newsletter 19), que permiten controlar los disparos que pueden representarse sobre el tablero. Cuando un disparo acierta sobre una cañonera o una lan­cha, se podrían determinar los daños ocasiona­dos mediante dados, para determinar el punto exacto del impacto de acuerdo con las tablas, las bajas producidas y, también mediando los dados decidir si determinados personajes resultaban muertos o heridos. Las acciones posteriores de abordaje se librarían con una representación de la cubierta de la cañonera con figuras de 15 o de 25 mm, y con normas de enfrentamiento de USo ligeras como las de «Flintlock & Ramrod», o «Skirmish Wargaming» de Donald Featherstone, o «Napoleonic Wargaming For Fun» de Paddy Griffith.

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El ataque nocturno de Jackson ofrece un con­texto de lucha dura entre los profesionales britá­nicos, sorprendidos en desventaja por el bom­bardeo naval desde la USS Carolina, y los nortea­mericanos regulares y de la milicia, inexpertos pero entusiastas, entre los que las condecoracio­nes se daban muy equitativamente -jun escena­rio ideal para un juego de la guerra! Para jugar satisfactoriamente una acción nocturna, los ju­gadores tienen que superar dos dificultades: la primera, el saber exactamente la situación de ellos y la de sus hombres en el campo de batalla; y en segundo lugar, el identificar las tropas ene­migas que aparecen de repente en la oscuridad. Por ejemplo, los Fusileros de Orleans del Cap. Thomas Beal, se separaron de los Voluntarios Montados de Tennessee, por lo que el Coro John Coffee informó aJackson que se habían perdido. Aunque penetraron en la plantación Villeré, donde muchos fueron capturados por los re­fuerzos británicos, la mitad de ellos consiguió es­capar y regresar a las líneas norteamericanas. El Cap. George Gleig, del 85 de Inf. Ligera, asegu­ró que su amigo Grey estaba tan convencido de que el enemigo no podía haber logrado tomar una posición en la retaguardia de los puestos avanzados británicos, que se negó a permitir que su destacamento contestara al fuego norteameri­cano, creyendo que las tropas enemigas eran el 95 de Fusileros. Gleig también describió como consiguió acercarse a un Bón. enemigo y, ha­ciéndose pasar por un Of. norteamericano, casi engaña a sujefe obligándole a rendirse. Unjue­go de la guerra convencional, frente a frente , en el que todas las USo están desplegadas a la vista sobre una mesa, no es suficiente para crear esta atmósfera de tensión e incertidumbre. Más ade­lante se ofrecen algunas estructuras alternativas para recrear combates nocturnos.

El imaginativo sistema «Forest Fight» de Andy Callan permite desplegar todas las Uso en un ta­blero, pero emplea un mecanismo simple por el que los jugadores no saben en cierto modo sus posiciones. Como insinúa su título, al principio fue desarrollado para representar el combate en el bosque, en las guerras francesas y de los indios.

Se divide el terreno en cuadrados, cuyo tama­ño representa la visibilidad nocturna en la escala que se emplea. Cada cuadrado tiene un número de código, y los cuatro lados están marcados con A, B, C Y D. El árbitro tiene un gráfico en el que figura la verdadera distribución de los cuadra­dos, que no corresponde con la planteada en la mesa de juego. Por ejemplo, cuando una U. sale del cuadrado 3 por el lado D, el árbitro examina

EL JUEGO DE LA GUERRA DE NUEVA ORLEANS

su gráfico para determinar que entra en el cua­drado 27 por el lado D, lo que desorienta a los ju­gadores, representando de esta forma la dificul­tad de la maniobra nocturna en un terreno con pocos jalones identificativos. Lo que realmente existe, las casas de la plantación y los canales, de­ben situarse en sus verdaderas posiciones relati­vas a cada uno, pensando en la posibilidad de que las Uso se puedan aproximar a cualquier punto de un canal para atacarle. (Para una ex­plicación más detallada véase el artículo «The

ugget», de Andy Callan). Se debe realizar un reconocimiento de control antes de las tropas que puedan identificar con exactitud la U. que se presente, aunque hay posibilidad de error: las USo británicas, por ejemplo, podrían asumir que por supuesto, si el resultado del dado está entre 1-5, las Uso que aparezcan por su retaguardia son amigas, y enemigas en el caso de un 6; los entu­siastas pero excitados milicianos de Nueva Orleans, en la otra parte, podrían caer en la ten­tación de disparar rápidamente sobre cualquier U. nueva, salvo que fueran reconocidos como norteamericanos en caso de sacar un 6.

Como variante del sistema anterior, pero a ma­yor escala, se pueden reproducir en mesas sepa­radas las distintas casas de las plantaciones, las avanzadillas británicas, el campamento británi­co, porciones de espacios abiertos, y varios trozos del canal. Estos no representan zonas determi­nadas, pero se pueden usar cuando las fuerzas se enfrenten en ese tipo de terreno. Los jugadores no conocen los «caminos» entre las mesas, pero tienen que hacer lo posible por encontrarlos -el árbitro puede confundir intencionadamente a los jugadores moviendo las Uso a la misma mesa del terreno abierto/ canal en el que ya habían es­tado, cuando realmente están en una parte dife­rente del conjunto del campo, ¡O también hacia otra mesa cuando en realidad han vuelto al mis­mo lugar! El combate en mesas individuales lo controlan los jugadores, utilizando normas con­vencionales para pequeñas acciones tácticas, co­mo las normas del Juego de Brigada del «Napoleonic Wargaming For Fun»; cuando se enfrentan destacamentos muy pequeños, son más adecuadas las normas de nivel escaramuza.

El conjunto del juego debe desarrollarse lle­vando turnos rigurosos, para que los sucesos en las diferentes mesas se mantengan sincronizados (por ejemplo, tocando un silbato al final de cada turno). Los jugadores que, mientras el enemigo busca a sus tropas, no tienen nada qu~ hacer, de­berían preocuparse ~n discernir QUE ocurre en las otras mesas, y CUANDO tienen lugar los com-

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NUEVA ORLEANS 1815

bates que pudieran estar relacionados con sus USo El árbitro podría ir dando pistas, como por ejemplo «¡Se está produciendo un fuego intenso a su derecha! ». Echando una ojeada por la sala, el que recibe la información deberá poder de­ducir qué mesa es la que representa esa zona. Por supuesto, si la mesa en cuestión es parte de terreno abierto o una zona del canal, puede que no siempre represente la misma parte del cam­po, tal como se explica anteriormente.

En lugar de utilizar muchos gráficos, el árbitro puede anotar las maniobras de cada U. en un de­tallado mapa general del campo de batalla. Los jugadores asumen nuevamente los papeles de je­fes de destacamento/ Bón. , pero tienen pocas re­presentaciones del personal de sus Us., y de sus alrededores inmediatos, dentro de su limitado campo de visión. Las Uso que se vislumbren re­pentinamente en la oscuridad, se representan por modelos pintados en negro sin los detalles de la uniformidad: los jugadores tienen que de­cidir si estas tropas, visibles pero no distingui­bles, son amigas o enemigas, ¡hasta que se iden­tifiquen realmente por sus acciones posteriores!

Las acciones se eligen a partir de un menú de posibilidades; el combate y la moral son asigna­dos por un equipo de árbitros, y esta informa­ción se pasa a los jugadores. Las representacio­nes del personal pueden ajustarse por los árbi­tros en cada turno, o por los jugadores, ya que es­tas representaciones son al fin y al cabo sólo la transcripción de las impresiones subjetivas que tiene cada jefe sobre la batalla. Si los jugadores se pueden distribuir en habitaciones separadas, se pueden emplear sistemas de comunicaciones baratas -disponibles en cualquier tienda de elec­tricidad-, para enlazar con los árbitros, quienes las usarán para exponer sus representaciones gráficas de la escena verbalmente, para guiar la imaginación de los participantes y mantener la tensión del enfrentamiento. Lo bueno de este sistema es que se puede emplear cuando se jue­ga en ambos lados, o en uno sólo controlado por un árbitro, sin alterar significativamente las téc­nicas de arbitraje ni los elementos necesarios.

Mejor que tratar de volver a librar toda la ba­talla, puede ser mejor concentrar el juego de la guerra solamente en la experiencia de un desta­camento o Bón. Las acciones más evidentes serían la del destacamento de vanguardia del Cap. Hallen, entre los británicos, y la de los Fusileros Montados de Tennessee del Coro John Coffee, o la Cía. de Fusileros de Orleans del Cap. Thomas Beal, entre los norteamericanos. Pueden usarse cualquiera de las estructuras de juego que se han

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descrito anteriormente, adaptadas adecuada­mente para proporcionar el mejor ambiente po­sible y una perspectiva limitada de la realidad en los participantes. Un jugador puede asumir el papel de jefe del destacamento del Bón.; los de­más, si los hay, pueden representar a los jefes qe Cía. o subalternos.

Personalmente, preferiría estructurar el juego de la forma siguiente. Para evitar que los jugado­res se den cuenta de que solamente se va a jugar con una U. , el equipo de árbitros puede presen­tarse como los jugadores adversarios. Se lleva a cada jugador a una habitación oscura, con las fi­guras suficientes para representar su propio mando y con modelos pintados en negro para representar otras USo de cada lado vistas en la os­curidad, y un elemento de intercomunicación para conectarle con el equipo de árbitros. El jue­go comenzaría en el tiempo real, seleccionando opciones de un menú de órdenes tácticas y ac­ciones personales, y poniéndolo en conocimien­to de los árbitros por el sistema de comunica­ción. Estos últimos proporcionarían un descrip­tivo «caudal de conocimientos», de lo que cada jugador podría oír y ver la actuación de los miembros de la U., y empleando los elementos de «efectos especiales» adecuados, tales como disparos de mosquetería grabados, se produci­rían los efectos de sonido que darían una pers­pectiva auditiva. Se dejaría para los jugadores el poner al día sus figuras para representar las for­maciones del momento y el estado de su U.; los árbitros le asignarían el movimiento y los com­bates en un mapa general, sobre el que se indi­caría el progreso de las USo del jugador, junto a las maniobras históricas del resto de las Uso que participaron esa noche. Para controlar la acción sería mejor emplear el «Free Kriegsspiel» en vez de reglas rigurosas. Con tal de que los árbitros tengan un conocimiento suficiente de las armas y maniobras tácticas napoleónicas, y hayan estu­diado el enfrentamiento cuidadosamente con anterioridad, no tendrán ninguna dificultad en llevar el juego satisfactoriamente.

Una alternativa adicional podría ser que, en lugar de jugar ambos lados, los participantes asuman los papeles de los jefes de destacamen­to/ Bón. de un sólo bando, mientras que los ár­bitros controlan las fuerzas del otro de acuerdo con los sucesos históricos. Las Uso enemigas sólo aparecen encima de la mesa cuando quedan a la vista de las del jugador, o cuando revelan su pre­sencia abriendo fuego. El reconocimiento de las USo enemigas se haría como se ha descrito ante­riormente.

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Unjuego de comité alternativo se podría basar en el Consejo de Guerra que hubo el 8 de enero. Los jugadores asumen los papeles de los Ofs. que tuvieron que decidir si efectuar o no un nuevo ataque a la posición de ]ackson tras la muerte de Pakenham: el GD. ]ohn Lambert, en aquel mo­mento al mando del E. británico; el Coro ]ohn Fax Burgoyne, jefe de Ingenieros; el Alm. sir Alexander Cochrane y su «Capitán de la Flota» Uefe de E.M.), sir Edward Codrington; el Cte. Duncan Macdougal, ayudante de campo de Pakenham; el Cte. Henry Smith, ayudante gene­ral de Pakenham. .

Cada jugador recibe una nota personal conte­niendo las notas biográficas sobre su carácter, de­talles de sus experiencias en la campaña y una guía de las opiniones que debería expresar en el Consejo de Guerra. La tesis de Wilburt S. Brown resume las posiciones individuales, mientras que la «Autobiography of Lieutenant General sir Harry Smith» ofrece una narración del partici­pante en la reunión (en la que el autor se pre­senta a sí mismo dirigiendo el debate, aunque era el de empleo más moderno de los presentes -buena inspiración para el jugador que repre­sente a Smith, si no hay otra cosa). El árbitro juz­gará el éxito de los jugadores, tanto en sus actua­ciones como en los caracteres asumidos, y en la presentación de argumentos coherentes. Podrían darse premios a las mejores representaciones. La discusión debería terminar en la decisión de reti­rada, pero si no ocurre así, debería exigirse a los jugadores el esquema de un plan para las futuras operaciones, que podría jugarse en otra ocasión.

Finalmente, el juego de la guerra ofrece la

EL JUEGO E LA GUERRA DE NUEVA ORLEANS

oportunidad de investigar qué hubiera ocurrido al final de la campaña de Nueva Orleans si se hu­bieran tomado diferentes decisiones, o si hubie­ran ocurrido algunos sucesos de forma diferen­te. Algunos escenarios obvios de «historia alter­nativa» serían:

1) Un juego de la campaña en el que los britá­nicos no se vean obligados a enfrentarse en la zo­na del arroyo Bienvenue y el canal Villeré, p ero que puedan, por ejemplo, entrar por el lago Pontchartrain acercándose a la ciudad por una ruta diferente.

2) Un juego táctico en el que el reconoci­miento en fuerza de Pakenham el 28 de diciem­bre de 1814 desemboque en un ataque a gran es­cala a la Línea]ackson.

3) Un juego táctico del Gran Asalto en la maña­na del 8 de enero de 1815, en el que el ataque del Tcol. Thornton a la orilla oeste del Misisipí no se retrasa, sino que consigue hacerse con la posición del Gral. Margan antes de que Pakenham lance el ataque principal en la orilla izquierda; el Tcol. Mullins y el 44 proporcionan las escaleras y fajinas de madera, por lo que los grupos de ataque consi­guen escalar el parapeto norteamericano.

Estos juegos pueden parecer extremadamente divertidos, pero los resultados no deben consi­derarse como especulaciones «a tener en cuen­ta» en los temas, ni en este ni en otros libros de la campaña. Los juegos de la guerra son distrac­ciones y no experimentos científicos, que (afor­tunadamente para los participantes) nunca pue­den llegar a reproducir el dolor, terror y sufri­mientos que padecieron todos los que siguieron a Pakenham al canal Rodríguez .. .

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E ÉRCITOS y BATALLAS

BATALLAS DE LA HISTORIA presenta, de una forma precisa y rigúrosamente documentada, los confiictos que, por la originalidad de sus estrategias, por su interés histórico o por la singularidad del desarrollo de la contienda, son fundamentales en la historia de la guerra. A través de 90 ilustraciones, gráficos y mapas . de la batalla en tres dimensiones, cada uno de estos libros contiene una descripción detallada de las tácticas utilizadas por los estratega? y de las circunstancias y evolución de la lucha.

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