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MAS ALLÁ DE LAS TRANSICIONES A LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA (*) Por MARCELO CAVAROZZI SUMARIO I. LA DÉCADA DE 1980: PRIMERO, CRISIS Y CONVERGENCIA; LUEGO, LA SIN- GULARIDAD DE LAS TRANSICIONES.— II. DESORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y DES- CASTE POLÍTICO EN LAS NUEVAS DEMOCRACIAS.—III. L.A MATRIZ ESTADO- CÉNTRICA.—IV. HACIA UNA NUEVA MATRIZ: DILEMAS TEÓRICOS Y POLÍTICOS EN LA DÉCADA DE 1990. I. LA DECADA DE 1980: PRIMERO, CRISIS Y CONVERGENCIA; LUEGO, LA SINGULARIDAD DE LAS TRANSICIONES En agosto de 1982, Jesús Silva Herzog, el ministro de Hacienda de Méxi- co, llegó a los Estados Unidos y anunció que su país no continuaría pagando la deuda externa. Como bien se sabe, ese evento marcó una divisoria de aguas en la historia económica de América Latina; la moratoria mexicana fue rápi- damente imitada por muchos otros países del continente, dando inicio a la crisis económica más seria de la región durante el siglo xx. Uno de los as- (•) Ponencia presentada al XVI Congreso de la Latin American Studies Association (LASA), 4-6 abril de 1991, Washington, Estados Unidos. En este trabajo discuto una serie de ideas e hipótesis que han sido elaboradas conjuntamente con MANUEL ANTONIO CARRETÓN. De todas maneras, este texto es de mi exclusiva responsabilidad. Quiero agradecer las críticas y aportes hechos a esta versión por los participantes en el curso que dicté en el MIT en la primavera de 1991 y en especial a Sandra Aidar, Iván Alves Soria, Elsa Bardalez, Agustín Fallas, Lydia Fraile, Alvaro González, M." Carmen de Mello Lemos, Stephen Page, Pablo Policzer, Seth Racusen y Anny Rivera-Ottenberger. 85 Revista de Estudios Políticos (Nueva F.poca) Núm. 74. Oclubrc-Dicicmbrc 1991

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  • MAS ALL DE LAS TRANSICIONESA LA DEMOCRACIA EN AMERICA LATINA (*)

    Por MARCELO CAVAROZZI

    SUMARIO

    I. L A D C A D A D E 1980: P R I M E R O , C R I S I S Y C O N V E R G E N C I A ; L U E G O , LA S I N -G U L A R I D A D DE LAS TRANSICIONES. II. DESORGANIZACIN ECONMICA Y DES-CASTE POLTICO EN LAS NUEVAS DEMOCRACIAS.III. L.A MATRIZ ESTADO-CNTRICA.IV. HACIA UNA NUEVA MATRIZ: DILEMAS TERICOS Y POLTICOS

    EN LA DCADA DE 1990 .

    I. LA DECADA DE 1980: PRIMERO, CRISIS Y CONVERGENCIA;LUEGO, LA SINGULARIDAD DE LAS TRANSICIONES

    En agosto de 1982, Jess Silva Herzog, el ministro de Hacienda de Mxi-co, lleg a los Estados Unidos y anunci que su pas no continuara pagandola deuda externa. Como bien se sabe, ese evento marc una divisoria de aguasen la historia econmica de Amrica Latina; la moratoria mexicana fue rpi-damente imitada por muchos otros pases del continente, dando inicio a lacrisis econmica ms seria de la regin durante el siglo xx. Uno de los as-

    () Ponencia presentada al XVI Congreso de la Latin American Studies Association(LASA), 4-6 abril de 1991, Washington, Estados Unidos. En este trabajo discuto unaserie de ideas e hiptesis que han sido elaboradas conjuntamente con MANUEL ANTONIOCARRETN. De todas maneras, este texto es de mi exclusiva responsabilidad. Quieroagradecer las crticas y aportes hechos a esta versin por los participantes en el cursoque dict en el MIT en la primavera de 1991 y en especial a Sandra Aidar, Ivn AlvesSoria, Elsa Bardalez, Agustn Fallas, Lydia Fraile, Alvaro Gonzlez, M." Carmen deMello Lemos, Stephen Page, Pablo Policzer, Seth Racusen y Anny Rivera-Ottenberger.

    85Revista de Estudios Polticos (Nueva F.poca)Nm. 74. Oclubrc-Dicicmbrc 1991

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    pectos fundamentales de la crisis fue la ruptura parcial de los vnculos co-merciales y financieros de Amrica Latina con la economa mundial. Ade-ms del total cese en la concesin de nuevos crditos por parte de los bancosprivados extranjeros, el flujo de inversiones de capital sufri tambin unabrusca interrupcin (1). En este ltimo sentido se produjo, por tanto, unareversin completa de las tendencias que haban predominado desde la dca-da de 1950, cuando las inversiones extranjeras en la industria manufactureraaumentaron significativamente y se reorientaron a la produccin para elmercado interno.

    La crisis de la deuda coincidi, y esto no fue enteramente accidental, conla convergencia de las trayectorias polticas de cinco de los pases ms indus-trializados del continente: Mxico, Brasil y las tres naciones del Cono Sur,es decir, Chile, Uruguay y Argentina. En todos ellos se desataron crisis pol-ticas muy serias; cada uno de sus Gobiernos las cuatro dictaduras militaressudamericanas y el rgimen no democrtico del PRI ingres en un perodode turbulencia poltica que no fue ajeno a las conmociones econmicas. Estasconmociones, si bien estuvieron asociadas con la moratoria de la deuda, tu-vieron que ver, asimismo, con otros factores domsticos e internacionales.

    En realidad, uno de los aspectos ms singulares de la convergencia de1982 fue que sobrevino despus de una larga dcada, la de 1970, durantela cual los itinerarios polticos de los cinco pases haban sido notoriamentedivergentes (2). En la Argentina, la inestabilidad y la militarizacin de lapoltica se intensificaron a partir de 1969. Estos fenmenos rpidamente seextendieron a sus dos vecinos, Chile y Uruguay, que tradicionalmente habanrespetado las normas y prcticas democrticas. En cambio, en Mxico, bajolos sexenios de Echeverra y Lpez Portillo, el rgimen del Partido Revolu-cionario Institucional adopt polticas relativamente inclusivas que, en parte,estuvieron orientadas a neutralizar el impacto de la ola de protesta polticay las nuevas demandas sociales que sigui a la masacre de estudiantes de1968 en Tlatelolco. Finalmente, en el caso de Brasil, el impulso del boom

    (1) La nica excepcin a este patrn fue la de Chile, donde su Gobierno militarcontinu recibiendo nuevos crditos, a pesar del descalabro de sus finanzas en 1982.

    (2) Utilizo la expresin de larga dcada porque esos aos, en algn sentido, seabrieron en 1968 y 1969 en torno a un haz de eventos y procesos que, por un lado,constituyeron importantes divisorias de aguas en un sentido poltico, y por otro, sedieron en un espacio muy apretado de tiempo: el inicio del boom econmico brasileo,la masacre de la plaza de las Tres Culturas, el cordobazo comienzo del fin del Go-bierno militar de la Revolucin argentina y la matanza de Puerto Montt eviden-cia definitiva del fracaso del audaz proyecto de la Democracia Cristiana chilena. A suvez, como ya seal, la dcada culmin con el estallido de la crisis de la deuda.

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    econmico de 1968-1973 reforz la intencin del presidente Geisel y de sueminencia gris, el general Golbery, de enfilar a su pas por el sendero de ladescompresin poltica y de una apertura controlada que culminara en unretorno gradual a un Gobierno civil.

    Sin embargo, durante la dcada de 1970 no slo los escenarios polticosfueron muy diferentes. Durante esos aos, los proyectos econmicos domi-nantes abarcaron, en un extremo, a los modelos desarrollistas, todava exito-sos, de Mxico y Brasil, y en el otro, a la nueva ortodoxia monetarista delCono Sur, donde los flamantes Gobiernos militares embarcaron a los trespases en las polticas de apertura comercial y antiinflacionarias que estabandiseadas para alterar drsticamente la matriz dirigista prevaleciente desdela dcada de 1930 (3).

    Los procesos posteriores a 1982 son dominados uniformemente por lacuestin de la democratizacin en los cinco pases. Y es sa la razn, precisa-mente, por la que dichos procesos siguen cursos diferentes; como apunto msadelante, las transiciones a la democracia (o del autoritarismo) se caracteri-zan por la diversidad intrnseca de sus cursos respectivos.

    En la Argentina, el Gobierno militar del Proceso de Reorganizacin Na-cional se autodestruy irremisiblemente tras la aventura del Atlntico Sur.El fracaso del programa econmico se sum a los permanentes conflictos in-ternos de las Fuerzas Armadas; el general Galtieri, tras expulsar a su colega,el general Viola, de la Presidencia, intent una fuga hacia adelante. El des-calabro militar en la guerra contra Gran Bretaa precipit una paralela de-bacle poltica, y los militares se vieron forzados a entregar el Gobierno, incon-dicionalmente, al poltico civil que menos les atraa, el radical Ral Alfonsn.Los militares de Brasil y Uruguay tambin perdieron la iniciativa poltica yno pudieron tampoco impedir las transiciones a Gobiernos civiles. Sin embar-

    (3) En un artculo reciente, HCTOR SCHAMIS analiza sistemticamente las dife-rencias entre los desarrollismos militares de la dcada de 1960 y las dictaduras mili-tares del Cono Sur de la dcada siguiente (como resulta obvio, el caso argentino tuvoel dudoso privilegio de registrar un doblete). SCHAMIS elabora una crtica devastadoradel intento de extender el modelo burocrtico-autoritario a los regmenes militares msrecientes. Sin embargo, el autor yerra, pecando de un cierto grado de economicismo,cuando argumenta que la frmula neoconservadora del Cono Sur fue simplemente unaversin ms dura de la aplicada en algunos pases capitalistas avanzados, como laInglaterra de Margaret Thatcher. Como sugiero ms adelante, los diferentes modelospolticos, por ejemplo, de Chile e Inglaterra, no son un componente externo de unafrmula econmica comn, que simplemente afectan a esta ltima en trminos delgrado de dureza con que se implementa. La poltica y la economa de los regmenesmilitares de la dcada de 1970 son parte del intento de fundar una nueva matriz, dela cual los componentes polticos y culturales son parte constitutiva.

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    go, a diferencia de sus colegas argentinos, los generales brasileros y uruguayospudieron negociar algunos aspectos de las respectivas transiciones, en especialel punto extremadamente importante de reasegurar la amnista preventiva delos militares acusados de violaciones a los derechos humanos. Adems, enambos pases, las elecciones que marcaron las transiciones estuvieron suje-tas a condicionamientos no democrticos: en el caso uruguayo, Wilson Fe-rreira Aldunate, el opositor ms tenaz del Gobierno militar y lder del PartidoBlanco, no fue autorizado a presentar su candidatura presidencial. En elBrasil, a pesar de las movilizaciones populares en favor de las direitas j, lasms masivas en toda la historia del pas, los militares forzaron que la selec-cin del presidente civil se hiciera a travs del Congreso, donde contaban,supuestamente, con el apoyo de una mayora de los parlamentarios. Sin em-bargo, las desavenencias dentro del propio frente interno militar permitieronque el candidato de la oposicin, Tancredo Neves, resultara electo. De todasmaneras, como es bien conocido, la muerte de Tancredo, pocas horas antesde que debiera asumir la Presidencia, permiti que su compaero de frmu-la, Jos Sarney, finalmente ocupara el cargo. Sarney, antes de su incorpora-cin al semiopositor PFL (Partido del Frente Liberal), haba sido el presidentede ARENA, el partido oficialista durante el rgimen militar.

    A su vez, en Chile, Pinochet se vio forzado, en parte, a partir de 1982, aponer en marcha una liberalizacin limitada, que incluy el nombramientode Sergio Onofre Jarpa como ministro del Interior. Jarpa, si bien provena delas filas de la derecha que haba apoyado el golpe militar, no poda ser ma-nejado discrecionalmente por el presidente, y aspiraba a articular un juegopoltico autnomo. Adems, al poco tiempo se inici una ola de protestas so-ciales masivas, cuyos principales protagonistas fueron los pobladores de lasbarriadas marginales de Santiago. Sin embargo, Pinochet logr finalmentereequilibrar su Gobierno: la capacidad de iniciativa propia de Jarpa fue pri-mero menguada y luego anulada, y el viejo lder del ex Partido Nacional ter-min renunciando al Ministerio. Por su parte, las protestas no se tradujeronen la articulacin de objetivos polticos que unificaran a las oposiciones, y,finalmente, se extinguieron. De todos modos, Pinochet no pudo eludir que elplebiscito prometido por la Constitucin autoritaria de 1980, en el cual sedeba decidir su permanencia en el cargo hasta 1998, se realizara en condi-ciones casi irreprochables. La ya unificada oposicin pudo organizar eficaz-mente su campaa y se garantiz la limpieza del acto electoral. La derrotadel dictador en el plebiscito de 1988 abri el camino para las elecciones pre-sidenciales del ao siguiente, en las cuales se impuso el candidato opositor,el demcrata-cristiano Patricio Aylwin.

    Finalmente, en Mxico, el partido dominante se enfrent a desafos sin

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    precedentes. Nunca como en el perodo posterior al terremoto de 1985 en laciudad de Mxico un presidente del PRI haba aparecido tan incapaz, tantopara coordinar acciones gubernamentales como para controlar las novedosasmodalidades de organizacin social que surgieron a raz de la catstrofe.Tampoco el PRI se haba visto forzado, como ocurri en las elecciones pre-sidenciales de 1988, a reconocer la fortaleza de la oposicin y el carcterdudoso de su triunfo. De todos modos, en contraposicin con el desenlacede las transiciones sudamericanas, el liderazgo del PRI retuvo el control delpoder poltico y est tratando de auspiciar la liberalizacin del rgimenpoltico desde adentro. Sin embargo, a pesar de las promesas formuladaspor Salinas de Gortari en 1988, las evidencias de cuanto se ha avanzado enla democratizacin, o siquiera en la liberalizacin, son, en el mejor de loscasos, contradictorias.

    Los rasgos ms destacados de los procesos polticos de la dcada de 1980confirman la mayora de las generalizaciones e hiptesis del nuevo enfoque,cuya elaboracin fue inspirada por las transiciones sudamericanas. El mo-delo interaccionista, como Stark y Bruszt han bautizado su propia sntesisde las proposiciones de O'Donnell, Schmitter y Przeworski, ha destacado,entre otros puntos, que: 1) las transiciones a la democracia (o del autorita-rismo) pueden seguir rutas diversas; 2) estas rutas, o modalidades de transi-cin y las respectivas instituciones y prcticas con la que cada una estasociada conducen a distintas subespecies del gnero democracia. A suvez, estas subespecies tienen diferentes probabilidades de consolidarse. Porltimo, 3) el desenlace de toda transicin es siempre incierto, y el riesgode regresiones autoritarias nunca est completamente ausente.

    Es evidente que el modelo interaccionista ha hecho contribuciones sig-nificativas a la comprensin de los procesos polticos en general y ms espe-cficamente a los cambios de rgimen en Amrica Latina y otras regiones delmundo. Como Stark y Bruszt (1990) tambin han destacado, una de las con-tribuciones ms importantes del modelo ha sido la de especificar que los re-sultados de las transiciones son subdeterminados y, en buena medida, efec-to de elecciones contingentes.

    El rechazo por parte del modelo interaccionista del argumenode los determinantes/precondiciones estructurales no ha volcado alos mejores analistas en el campo a adoptar una posicin voluntaris-ta en la cual, "dado que todo es posible", los resultados dependerandel deseo de los actores polticos clave o, alternativamente, de lafuerza de su personalidad, sus habilidades, su imaginacin o su crea-tividad. Para O'Donnell, Przeworski y Schmitter, la estructura so-

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    cial importa, pero no al punto de determinar los resultados concre-tos. Ms bien la estructura limita, restringe y enmarca posibilidades(op. cit., pg. 12).

    Cuando examinamos el perodo de la postransicin, y ms especficamentelas tendencias de los ltimos dos o tres aos en Sudamrica y Mxico, resultaevidente que el desenlace de los procesos de democratizacin est todavaabierto en la mayora de los casos. Recapitulando los factores que han cau-sado la incertidumbre acerca de las probabilidades de la consolidacin demo-crtica, varios de ellos estn ligados a la modalidad de resolucin de las quepodran ser denominadas como las tpicas cuestiones de la transicin. Enuno o ms de los cinco casos analizados, alguna de las preguntas siguientesresulta relevante:

    a) Sern las fuerzas democratizantes capaces de elevar los costos parael integrante del ensemble autoritario de intentar el bloqueo de una plenademocratizacin del proceso electoral, en la cual estos ltimos combinen unaliberalizacin parcial y la continuidad de las prcticas coercitivas?

    b) Cmo las prerrogativas de los militares que hayan sobrevivido du-rante la transicin, o incluso las que hayan reemergido despus de ella, pue-den impedir, o al menos erosionar, la consolidacin (empowerment) defini-tiva de las instituciones de la democracia poltica?, y

    c) De acuerdo a lo que Hagopian sugiri en su anlisis del caso brasi-lero (1990), cmo pueden las transacciones realizadas durante la transicinpor ejemplo, las que llevaron al refortalecimiento de las redes clientelsticascontroladas por polticos tradicionales y oligarquas regionales debilitar laefectividad y representatividad (accountability) de las instituciones?

    Sin embargo, la probabilidad de que la democracia se consolide no de-pende solamente de la modalidad de transicin. Al examinar las tendenciasrecientes en Brasil y la Argentina, como as tambin en casos como el pe-ruano, se constata que la lista de cuestiones de la transicin no agota elconjunto de los factores relevantes que influyen sobre el curso y el desenlacede los procesos contemporneos de democratizacin en los cinco pases aquanalizados. Analicemos algunas de las tendencias recientes.

    II . DESORGANIZACIN ECONMICA Y DESGASTE POLTICOEN LAS NUEVAS DEMOCRACIAS

    Durante la dcada de 1980, la mayora de los nuevos Gobiernos demo-crticos de Amrica Latina ha sufrido un deterioro drstico en la efectividad

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    de las polticas econmicas. No slo las polticas de ingresos tradicionalmenteasociadas con el modelo de economa cerrada y la industrializacin sustitutivade importaciones han perdido casi completamente su eficacia. Ms modesta-mente, tambin se han esfumado, en parte, tanto la capacidad de generar re-cursos fiscales a travs de impuestos (sobre todo, los que afectan a las clasespropietarias) como la de lograr que los actores privados respeten las obliga-ciones vinculadas con los sistemas de seguridad social. El corolario principales que los Gobiernos no slo son incapaces de resolver los crecientes proble-mas. Tampoco logran alimentar la esperanza, aunque mnima, de que lastendencias prevalecientes puedan ser revertidas. Como consecuencia, la ma-yora de la poblacin se repliega de la poltica; esto contribuye, a su vez,al deshilachamiento de las redes de mecanismos privados y pblicos que po-dran servir para articular las arenas de negociacin y resolucin de interesesy orientaciones conflictivas en torno a las cuestiones econmicas centrales.

    La creciente desorganizacin econmica ha estado relacionada con un se-gundo fenmeno: el ritmo de consumo de las opciones polticas; este ritmoha sido vertiginoso. Los partidos de gobierno estn sufriendo una rotacinacelerada, y adems los sistemas de partidos en s estn desgastndose rpida-mente. Esto puede llevar al vaciamiento de la democracia, es decir, a unasituacin en la cual la determinacin tanto de quien gobierna como del m-todo a travs del cual los gobernantes sean elegidos tendra un impacto de-creciente en que se gobierna. En otras palabras: por un lado, la seleccindemocrtica de los funcionarios pblicos, y por el otro, el respeto de la Cons-titucin y las disposiciones legales podran transformarse en procedimientoscon mnimo impacto en la consolidacin de las arenas pblicas requeridastanto para definir cules son las cuestiones colectivas significativas como pararesolverlas. Por tanto, en esa situacin de vaciamiento democrtico seincrementara el riesgo de que las instituciones pierdan relevancia para lavida cotidiana de la mayora de la gente.

    La ndole de los fenmenos recientes sugiere que el marco analtico paraanalizar los factores que afectan a la consolidacin de la democracia en Am-rica Latina debe ser expandido. La debilidad de las instituciones representa-tivas contemporneas en la regin no es simplemente una consecuencia dela manera como se han desplegado las respectivas transiciones (o de cmoest avanzando en Mxico). Ms concretamente, pienso que el examen de lasdos tendencias mencionadas al comienzo de esta seccin nos puede dar algu-nas pistas para evaluar ms adecuadamente las probabilidades de consolida-cin democrtica en el continente y los obstculos que se le oponen. En rea-lidad, las transiciones a la democracia es decir, las transiciones de un tipode rgimen poltico a otro han velado la percepcin de un segundo cambio

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    de igual importancia al primero. A pesar de que algunos de sus aspectos semanifestaron inicialmente en los tres pases del Cono Sur en la segunda mitadde la dcada de 1970, dicho cambio se defini ms claramente en la siguientedcada, y consisti bsicamente en el agotamiento de la matriz Estado-cntricaque se haba estructurado gradualmente en estos cinco pases a partir de ladcada de 1930.

    Para analizar este fenmeno resulta conveniente recapitular, retornandoa la coyuntura de la crisis de la deuda en 1982 para describir ms detallada-mente algunas de las cuestiones que despuntaron en ese momento.

    Durante los ltimos quince aos, y especialmente a partir de 1981-82,cinco tendencias, relativamente interdependientes, se han perfilado en Am-rica Latina:

    1. La llamada doble crisis se agudiz y se torn cada vez ms in-manejable. Por un lado, la crisis fiscal del Estado se intensific. Como resul-tado, la calidad de los servicios pblicos se deterior sistemticamente y lainversin pblica se redujo, en casi todos los casos, a niveles prcticamenteinsignificantes. Por el otro lado, los dficit de balanzas de pagos se trans-formaron en un fenmeno crnico. Como Fanelli et al. (1990) han sealado,esto ltimo estuvo vinculado al cambio de naturaleza de dichos dficit. Ellosdejaron de ser un efecto del exceso de la absorcin domstica en relacin alingreso nacional, como haba ocurrido en el perodo de posguerra. Los dficitse deben ahora ms bien a la combinacin de un ndice de endeudamientoexterno mucho ms elevado y a la fuga de capitales que se generaliz a partirde la dcada de 1980 (4).

    2. El comportamiento de las firmas privadas, tanto nacionales comoextranjeras, registr alteraciones significativas. En principio, los capitalistasredujeron drsticamente los niveles de inversin. Este viraje no fue indepen-diente de los fenmenos de fuga de capitales, evasin impositiva creciente yde expansin de las operaciones dentro de la llamada economa informal.

    Frenkel ha apuntado que despus de, 1981 las tasas de inversin cayerony que no han recuperado el nivel de precrisis ni siquiera en la success storyde la dcada, es decir, Chile.

    3. La inflacin salt de los niveles bajos (en Mxico) e intermedios(Brasil y el Cono Sur), que haban predominado durante tres dcadas, y se

    (4) FANELLI et al. analizan cmo la fuga de capitales ha sido la contrapartida dela expansin de la deuda externa. Mientras que los intereses devengados de activosexternos que son percibidos por latinoamericanos no son registrados en las cuentasnacionales, los intereses de la deuda externa s, en cambio, afectan decisivamente ala balanza de pagos. Este desequilibrio crnico se torn evidente primero en el casoargentino y luego se manifest en Mxico y finalmente en Brasil.

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    ingres en el rgimen de alta inflacin. Como consecuencia, los mecanismosindexatorios se generalizaron y el riesgo de colapso monetario, y de consi-guiente desorganizacin econmica, se increment considerablemente.

    TABLA 1

    TASA DE INVERSIN AGREGADA(En % del Producto Bruto Interno)

    1980-1981

    20,922,017,625,7

    1982-1984

    13,817,512,818,6

    1985-1988

    12,117,914,916,8

    ArgentinaBrasilChileMxico ...

    4. El sistema econmico mundial evolucion en direcciones contradic-torias. Por una parte, una serie de ramas y subramas en los sectores manu-factureros y de servicios han formado parte de la tendencia a la globalizacinde la produccin. Al mismo tiempo, sin embargo, se ha tornado ms dificul-tosa la tarea de definir nichos en el nuevo orden industrial, que se ha in-ternacionalizado crecientemente. La nueva situacin demanda mayor flexi-bilidad de parte de las firmas y los Gobiernos nacionales, as como el dominiode redes tecnolgicas y de informacin de carcter ms complejo. Por otraparte, los mecanismos financieros y comerciales creados despus de la Segun-da Guerra se han desarticulado en buena medida. El efecto combinado deestas tendencias ha sido la parcial desvinculacin (de-linking) de las eco-nomas latinoamericanas en relacin al sistema internacional. La participa-cin de Amrica Latina, tanto dentro del comercio mundial como del flujode capitales, se ha reducido considerablemente. El flujo de fondos externostanto de prstamos como de inversiones de capital se redujo dramtica-mente.

    5. Los actores colectivos del pasado por ejemplo, los empresarios (or-ganizados o no), los sindicatos de trabajadores y los cuadros de gerentes ytecncratas pblicos han atravesado un proceso de desintegracin que seha traducido en su gradual evaporacin. Adems, las organizaciones sectoria-les y los grupos sociales han visto reducir su capacidad de involucrar a susmiembros. Tanto el compromiso de los individuos en relacin a las orga-nizaciones como la adhesin a proyectos colectivos se ha reducido siste-mticamente; este fenmeno puede caracterizarse como de erosin intraorga-

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    nizacional. Adems, se han desorganizado los patrones de interaccin entreactores colectivos, en la medida que las reglas, formales e informales, quelas gobernaron han ido perdiendo efectividad. Este segundo fenmeno puededefinirse como de erosin interorganizacional.

    Los cinco fenmenos que he descrito no representan una mera tendenciacoyuntural, como as tampoco la curva descendente de los ciclos polticos yeconmicos normales de estos pases. Por tanto, no pueden ser neutraliza-dos recurriendo a los mecanismos tradicionales de administracin de crisiscreados a partir de 1930. Tampoco pueden ser asimilados a las dificultadesenfrentadas por numerosos Estados nacionales, incluyendo a la mayora delos del capitalismo avanzado, en el contexto de crisis generalizada que haprevalecido a partir de la dcada pasada.

    En realidad, los fenmenos mencionados sugieren el colapso de los me-canismos construidos a partir de la dcada de 1930. Ms genricamente, ellosaluden al agotamiento de la matriz poltico-econmica que prevaleci en estospases latinoamericanos durante casi medio siglo, es decir, desde las postri-meras de la Gran Depresin hasta los finales de la dcada de 1970. En elapartado siguiente me propongo analizar los rasgos principales de la quedefinir como la matriz Estado-cntrica (MEC, en adelante).

    I I I . LA MATRIZ ESTADO-CNTRICA

    Varios autores, entre ellos Daz-Alejandro, Sunkel, Fishlow, Furtado, Ca-nitrot y Chico de Oliveira han discutido los aspectos econmicos de la MEC,es decir, la industrializacin sustitutiva, la economa cerrada o semicerrada,la regulacin estatal de los mercados y el patrn de inflacin moderada.A pesar de que los aspectos polticos de la MCE fueron implcitamente alu-didos cuando se describan los mecanismos de regulacin estatal, ellos nohan recibido una atencin comparable. En realidad, las caractersticas espe-cficas de dichos mecanismos no fueron discutidas sistemticamente, con laexcepcin de dos pioneros: el captulo sobre regmenes nacional-populares deCardoso y Faletto que entreteja inteligentemente poltica, sociedad y eco-noma y las sugestivas hiptesis de Touraine sobre la matriz poltica latino-americana. Los anlisis, por lo general, no han sobrepasado el uso de im-genes, a veces sugerentes, como la de Estado de compromiso, a veces estri-dentes, como la de empate hegemnico. En las prximas pginas quisieradesarollar algunos elementos para explorar cmo la MEC oper poltica-mente.

    El funcionamiento de la MEC se bas en dos pares de procesos, o meca-

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    nismos, complementarios, que le permitieron a la matriz alcanzar un ciertogrado de equilibrio, que no fue en todo caso estable.

    El primer mecanismo se bas en la relacin entre mercado y Estado. Losmercados de bienes y de trabajo no cesaron de operar durante las cinco d-cadas posteriores a la Gran Depresin. Sin embargo, dichos mercados estu-vieron sujetos a inducciones y lmites, para utilizar los conceptos de Collier,designados y controlados por el Estado. De hecho, las economas de mercadolatinoamericanas ganaron en diversidad y complejidad durante este perodo.La produccin para el mercado interno se transform en el ncleo dinmicode la economa, y varios pases alcanzaron tasas de crecimiento elevadas;por ejemplo, Brasil y Mxico, especialmente de la dcada de 1950 a la de1980, y ms errticamente Argentina.

    Los procesos centrados en el mercado por un lado y aquellos centradosen el Estado por el otro no fueron antitticos, sino complementarios. Estacircunstancia ha sido opacada por los debates cargados ideolgicamente de laltima dcada. La regulacin poltica de la economa, y ms especficamentede los flujos de capital, fue funcional para el crecimiento. A travs de losmecanismos de regulacin se gener capital de inversin, se crearon externa-lidades dinmicas y se impusieron lmites a los comportamientos de las fir-mas capitalistas que no favorecan el crecimiento. Todo esto favoreci, envez de perjudicar, la expansin de sistemas econmicos nacionales que, enltima instancia, estaban controlados por las grandes firmas del sector pri-vado.

    Los analistas han tendido a ignorar el hecho de que la MEC evolucioncon ms o menos xito dentro del marco de regmenes polticos extremada-mente variados. El abanico de regmenes incluy las democracias estables deUruguay y Chile que fueron, en realidad, las economas menos dinmi-cas y el autoritarismo inclusionario del PRI mexicano, pasando por lasinestables frmulas polticas que prevalecieron en Brasil y Argentina. Estadiversidad fue posible porque la mayora de las decisiones estratgicas en ma-teria de polticas econmicas estuvieron relativamente aisladas de la polti-ca (5). En el marco de este artculo defino a la poltica como: 1) lasinteracciones desarrolladas tanto dentro de las instituciones representativasasociadas con los partidos polticos y el Parlamento como a travs de los me-canismos corporativistas controlados por el Estado, y 2) los rituales simb-licos de la participacin popular (6).

    (5) DI'AZ-ALEIANDRO ha demostrado convincentemente que las polticas aplicadasen los cinco pases fueron bastante semejantes.

    (6) Los lmites entre, por un lado, los canales a travs de los cuales se fijaban laspolticas y, por el otro, las instituciones de representacin territorial y sectorial estu-

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    El segundo mecanismo de la MEC relacion la sociedad civil por un ladoy el Estado por otro. En este caso, me refiero a otra dimensin estatal: aquellaque engloba los diferentes estratos de agencias y polticas encargados de poneren marcha diferentes tipos de control, directo (institucional) e indirecto (cul-tural), sobre la participacin poltica y social. El espacio (domain) de lasociedad civil se expandi bajo la MEC; el fenmeno abarc tanto la emer-gencia y fortalecimiento de organizaciones de trabajadores, pobres urbanosy, en menor medida, los campesinos como el surgimiento de movimientossociales que, ms tarde, declinaron inevitablemente. La expansin de la so-ciedad civil incluy asimismo fenmenos sociales y poltico-culturales ms di-fusos, como la modernizacin y secularizacin de espacios privados comolos de la familia, la escuela y el lugar de trabajo. Estos ltimos procesosse desarrollaron bajo el ojo vigilante del Estado. Las relaciones parentalesy de gnero devinieron algo menos autoritarias y jerrquicas que en el pa-sado; asimismo, la vida en las fbricas y otros lugares de trabajo se trans-form sustancialmente, al dejar algunas de las demandas de los trabajadoresde ser consideradas como desafos intolerables a las prerrogativas absolutasd& los dueos.

    Por tanto, el incremento de los niveles de participacin, e incluso la mo-vilizacin de la mayora de los sectores sociales, se transform en un procesoms legtimo (7). Esto fue especialmente cierto para los sectores populares.Sin embargo, como ya lo suger, la participacin fue balanceada, y a menudocontrarrestada, por la imposicin de diferentes tipos de control poltico ycultural. Estos controles fueron implementados, o redefinidos, por el Estado.Se combin lo viejo con lo nuevo. La mezcla incluy la intensificacin de pa-trones clientelsticos tradicionales de la etapa oligrquica, si bien stos fueronparcialmente recentrados en torno a agencias estatales. Tambin implic lacreacin de canales corporativistas y semicorporativistas vinculados con or-ganizaciones pblicas, partidos polticos, asociaciones profesionales y sin-dicatos.

    vieron ms claramente demarcados en los casos de Brasil y Mxico. Pero incluso enel caso de Chile, durante las dos dcadas que siguieron a la formacin del Frente Po-pular en las cuales los partidos de derecha no controlaron el ejecutivo, un conjuntoestratgico de agencias descentralizadas actuaron de manera casi totalmente indepen-diente del Congreso, los partidos y los funcionarios polticos que estaban a cargo de losMinisterios. Como analic en mi tesis doctoral, estas instituciones, y especialmente laCorporacin de Fomento de la Produccin (CORFO) y el Banco Central, desempearonun papel decisivo en el diseo e mplementacin de las polticas de industrializacin.

    (7) Este patrn, de creciente legitimidad de la activacin de los sectores populares,tuvo importantes excepciones, como en el caso del campesinado en Brasil y Chile.

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    En el caso del primer mecanismo de relacin, aquel establecido entre elmercado y el Estado, se logr un balance entre dinamismo y regulacin. Enel caso del segundo mecanismo, que vinculo' a sociedad civil y Estado, lainclusin y la activacin crecieron de manera paralela a la eficacia de lasdiferentes modalidades de control. En este segundo mecanismo, las caracte-rsticas especficas de cada rgimen poltico tuvieron una mayor relevancia.Esto es, los variados mecanismos a travs de los cuales se implementaron lainclusin y el control en cada sociedad nacional fueron moldeados decisiva-mente por: a) la importancia relativa y la naturaleza de los partidos polti-cos; b) el tipo de sistema de partidos o la ausencia de tal sistema; c) la es-tabilidad de las normas constitucionales y el grado en que fueron mplemen-tadas o no, y d) el rol poltico de los militares.

    En resumen, los cinco pases se caracterizaron por patrones de desarrolloeconmico y estabilidad poltica extremadamente variados. Por un lado, elgrado de dinamismo econmico vari significativamente: las tasas de creci-miento fueron bajas en Chile y Uruguay, y un tanto ms altas, pero muyerrticas, en el caso argentino. Por el contrario, tanto en Mxico como enBrasil el crecimiento total del perodo fue elevado. Por el otro lado, el nivelde estabilidad institucional tambin vari en cada caso. Fue alto en Mxico,especialmente despus del rgimen poltico bajo Lzaro Crdenas. Tambinen Chile y Uruguay las normas y prcticas institucionales se mantuvieronestables hasta 1973. Sin embargo, en ambos casos, la estabilidad comenza erosionarse mucho antes de los respectivos golpes militares (8). Finalmente,el patrn de intervenciones militares crnicas que predomin en Brasil y Ar-gentina estuvo obviamente asociado con un grado de inestabilidad muchoms alto.

    A pesar de esa diversidad, los aspectos bsicos de la MEC operaron demanera semejante en los cinco pases. Algunos de los elementos de la matriztambin estuvieron presentes en otros tres pases, en los cuales un sistemaelectoral competitivo y la alternancia partidaria en el poder fueron prcticasnormales desde la dcada de 1950 esto es, Costa Rica, Colombia y Vene-

    (8) En Chile, el retorno de lbez a la Presidencia en 1952 constituy quiz elpunto de viraje. Con las elecciones presidenciales de ese ao, el Partido Radical fuedefinitivamente desplazado de la posicin central basculante que haba ocupado en laescena poltica desde la dcada de 1930. Despus de esas elecciones, el sistema de par-tidos sufri una serie de dislocaciones sucesivas que desembocaron en el descalabroinstitucional de 1973. A su vez, en 1958 el Partido Colorado uruguayo fue derrotadopor primera vez en una eleccin presidencial en el siglo xx. Este evento marc el defi-nitivo ocaso del battlismo (y del neobattlismo) y el fin de la influencia moderadora quedicha faccin colorada ejerci en la poltica nacional durante ms de medio siglo.

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    zuela. Sin embargo, en estos tres casos los procesos de desarrollo industrialy de incorporacin poltica de los sectores populares fueron fenmenos msrecientes, a la vez que los patrones de regulacin estatal de la economa fue-ron menos intensivos (en Costa Rica y Colombia) o configuraron un caso muyespecial de distribucin de la renta petrolfera.

    La MEC fue frgil y rgida al mismo tiempo. Tanto econmica como po-lticamente, el despliegue de la matriz llev a sucesivos cul-de-sacs que pro-dujeron severas dislocaciones.

    En el nivel econmico, como ha sido analizado por Fishlow en un artcu-lo reciente (1990), la matriz desemboc en: 1) recurrentes cuellos de botellaen la balanza de pagos; 2) dficit fiscales peridicos y, excepto en el casobrasileo, 3) estancamiento de la produccin agrcola. Desde fines de la dca-da de 1940, dos temas vinculados inflictivamente, crecimiento y estabiliza-cin, dominaron los debates, tanto en los mbitos acadmicos como polticos.La tensin entre dichos temas fue ms all de las connotaciones obvias deambos conceptos. El patrn de crecimiento de la MEC fue inherentementeinestable: cada envin de desarrollo ocult los aspectos ms visibles de lainestabilidad, pero slo temporalmente y al precio de generar nuevas fuentesde desequilibrio (9).

    En el nivel poltico, el funcionamiento de la MEC estuvo asociado conla emergencia e incorporacin poltica de nuevos actores sociales y econmi-cos, que ganaron en diferenciacin y heterogeneidad internas. Dichos actorestendieron a multiplicar sus demandas, que se acumularon, en capas sucesivas,a las preexistentes. Estas oleadas de demandas secuenciales con frecuencia seopusieron antagnicamente, pero los conflictos que ellas generaron a menudose negociaron en arenas aisladas entre s, con lo que se bloque la posibilidadde entretejer redes de intercambio poltico generalizado. Uno de los coro-larios por el que prevaleci este patrn de negociaciones segmentadas fue quecada actor, o bloque de actores, se vincul al Estado a travs de canalesmutuamente excluyentes.

    El Estado, o ms precisamente las diferentes agencias y anillos buro-crticos, actuaron a menudo de manera no coordinada y tomaron decisionesen favor o en contra de distintos intereses y orientaciones. Obviamente, estasdecisiones sustantivas generaron adhesiones y oposiciones, dependiendo decmo fueron asignados los respectivos costos y beneficios. Sin embargo, slomuy ocasionalmente los procesos decisionales contribuyeron a la creacin de

    (9) Quiz el nico caso en el que desarrollo y estabilidad estuvieron relacionadosms o menos armnicamente durante un perodo relativamente largo fue el del des-arrollo estabilizador mexicano, que se extendi de 1952 a 1970.

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    procedimientos institucionalizados para dilucidar las controversias y conflic-tos que emergieron entre los diferentes actores econmicos y sociales.

    Quiero subrayar dos corolarios referidos a los regmenes polticos vincu-lados con este patrn de toma de decisiones. El primero es que la legitimidadde los regmenes tendi a ser de carcter sustantivo esto es, dependi dela capacidad de distribuir beneficios o fundacional es decir, estuvo aso-ciada a la fortaleza relativa de los respectivos mitos fundantes, como la revo-lucin nacionalista y antioligrquica mexicana, el legado consensual del batt-lismo uruguayo o el envin incorporante del peronismo en la Argentina. Encambio, la legitimidad de los regmenes polticos de la MEC no fue del tipoprocedural. En otras palabras: cuando los regmenes no tuvieron la capaci-dad para ofrecer beneficios tangibles, o cuando sus mitos fundantes se debi-litaron, los procedimientos de toma de decisiones no contribuyeron a reforzarla legitimidad del rgimen de abajo hacia arriba.

    El segundo corolario es que el patrn de resolucin de los conflictos hizomuy difcil que se pudieran renegociar decisiones ya tomadas; por tanto, losbeneficios de un momento tornaron a transformarse en privilegios congeladoso incluso en prerrogativas que devinieron, a su vez, en elementos constitu-tivos del propio rgimen. Esto condujo a la conformacin de un complejopatrn de acumulacin de conflictos y oposiciones multidimensionales, al quealudir como de sedimentacin de conflictos.

    En dicho patrn, mltiples niveles sucesivos de conflictos se apilaron unosobre otro, sin que se desarrollaran los mecanismos para resolverlos de ma-nera negociada y ordenada. Esto no significa afirmar que los conflictos nofueran dilucidados. A veces lo fueron, pero la resolucin dependi de deci-siones estatales arbitrarias que no generaron compromisos activos de partede los eventuales ganadores o perdedores. Dado el patrn discrecionalde toma de decisiones, los ganadores nunca tuvieron plena confianza en quelas futuras decisiones seran igualmente favorables; a su vez, los perdedorestampoco pudieron alimentar la esperanza que mecanismos polticos y admi-nistrativos ms neutrales llegaran a rendir resultados ms favorables enfuturos conflictos (10).

    Hasta la dcada de 1970, el funcionamiento de la MEC produjo sucesivasdislocaciones, pero se evit llegar a instancias de rupturas radicales. Diferen-

    (10) Por cierto que en muchas instancias de resolucin de conflictos, actores pri-vados influyeron en los resultados (outcomes). Sin embargo, el patrn de resolucin tuvouna desventaja adicional: en general, los representantes sectoriales pudieron evitarasumir los costos de transacciones y del proceso de toma y daca. Esto facilit que,cuando los resultados no fueron totalmente favorables, las agencias y los funcionariosestatales fueran imputados como los responsables exclusivos.

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    tes mecanismos permitieron a la matriz restaurar temporalmente la situacinde equilibrio precario. Uno de estos mecanismos fue la inflacin; los nivelesde inflacin moderada que prevalecieron desde fines de la guerra hastaprincipios de la dicha dcada bsicamente, en torno a promedios anualesque fluctuaron ente el 40 y el 50 por 100 lubricaron los conflictos eco-nmicos y sociales sin producir una desorganizacin severa de la economa.

    Asimismo, la expropiacin de una porcin de los excedentes generadospor las exportaciones primarias, agrcolas y mineras, permitieron al Estadodesarrollar mecanismos para redistribuir el ingreso en favor de los sectoresurbanos. Por ltimo, el patrn de expansin espasmdica, tpico de la indus-trializacin sustitutiva, permiti a la matriz dejar de lado y aliviar, si bientemporalmente, los cuellos de botella cclicos en la balanza de pagos y lascuentas fiscales. En otras palabras: la sustitucin de importaciones permitidar saltos hacia adelante en el proceso de industrializacin, que suavizaron,y a corto plazo ocultaron, el carcter crnico de los cuellos de botella.

    En realidad, la naturaleza del proceso sustitutivo es decir, su tendenciaa saltar hacia adelante cuando se enfrent con cuellos de botella y larigidez de los regmenes polticos de la MEC se transformaron en mecanis-mos que se realimentaron mutuamente. Una de las consecuencias del en-lazamiento hacia atrs (backward linkages) en el sector manufacturero fuela multiplicacin de actores que rpidamente adquirieron la capacidad paradefender sus intereses, con lo cual se fueron agregando nuevos estratos aun sistema complejo que careca de arenas comunes de negociacin poltica.A su vez, las lites polticas, fueran stas civiles o militares, cuando se vieronconfrontadas con demandas contrapuestas, tendieron a adoptar la resolucinmenos costosa, es decir, la de la fuga hacia adelante. Por tanto, las litesgeneralmente no intentaron promover, o forzar, procesos que implicaran des-andar parte del camino ya transitado a travs de acuerdos generados en tornoa reglas para la (re)negociacin de costos y beneficios.

    La combinacin del modelo sustitutivo autrquico y la frmula polticade la MEC careci de las capacidades para revertir las inercias que se gene-raron; por ende, la matriz result particularmente ineficaz para enfrentar res-tricciones imprevistas o aprovechar resquicios que se abrieron en el sistemainternacional. La MEC no tuvo flexibilidad. Esta fue una de las principalesrazones por las que la ineficiencia de la matriz aument significativamentea partir de la dcada de 1970.

    Fanelli et al. han destacado las principales desventajas de la MEC(cfr. 1990). Por un lado, la sustitucin de importaciones a cualquier preciollev: a) a la prdida de economas de escala; b) a la creacin de posicionesmonopolsticas en varias ramas industriales, favoreciendo especialmente a las

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    subsidiarias de compaas extranjeras, atradas por los altos niveles de pro-teccin, ye) a la ausencia de incentivos para la expansin de las exportacio-nes industriales. Por el otro lado, el predominio de mecanismos de represinfinanciera

    ... impidi que el sistema financiero cumpliera su rol de canaliza-cin eficiente de fondos de los ahorradores hacia los inversores. Losprincipales aspectos de la represin financiera fueron la tendenciaa fijar tasas de inters a niveles inferiores que la inflacin ... ypolticas de crditos sesgadas en favor de sectores privilegiados(ibidem, pg. 7).

    Las polticas pblicas bajo la MEC, especialmente en el rea de la pro-mocin industrial, se transformaron en un caso extremo del fenmeno queBhagwati bautiz como la DUP (bsqueda de beneficios directamente impro-ductivos) (11).

    No result sorprendente, por tanto, que las sociedades latinoamericanas,gobernadas por regmenes democrticos o autoritarios, no pudieran respondersatisfactoriamente a las nuevas tendencias que se generaron en la economamundial a partir de la dcada de 1970 (12). Como ya seal, despus delprimer alza de los precios del petrleo, y especialmente desde fines de aquelladcada, la economa mundial experiment una doble transformacin, que nodej de ser contradictoria. Por una parte, el proceso de globalizacin de laproduccin y de las tecnologas, especialmente en el sector manufacturero,

    (11) SHAPIRO y TAYI.OR subrayan que ... la competencia por rentas que favorecena los beneficiarios de la generosidad del Gobierno lleva a la generalizacin del fen-meno del DUP (...). En la medida que casi todas las intervenciones del Estado abrenla posibilidad de generar una renta (desde las cuotas de importacin hasta los contratosmilitares, pasando por la polica de trnsito, la lista es nagotabe), el riesgo es que labsqueda de los favores gubernamentales desplace a las actividades normales del mer-cado. La bqueda de la maximizacin de la renta, que, desde el punto de vista delindividuo, resulta enteramente racional, puede producir una situacin de extrema sub-optimalidad para la economa en su conjunto (...) la escuela del DUP est en lo ciertocuando enfatiza que la intervencin estatal, tanto por razones deliberadas como noprevistas no genera necesariamente resultados eficientes (cfr. 1990, pgs. 864-865).

    (12) La nica excepcin a esta afirmacin tan rotunda es el caso colombiano, queno discuto en este trabajo. La economa colombiana atraves con bastante felicidad lasturbulentas aguas de la dcada de 1980; su tasa de crecimiento fue el doble de la chi-lena; su grado de endeudamiento relativamente bajo y la distribucin del ingreso noempeor, a diferencia del resto de los pases del continente (cfr. FANELLI et ai: op. cit.,1990).

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    gener un fenmeno de integracin de las industrias y los servicios que norespet las fronteras nacionales. Aquellas firmas que no estn integradas alas nuevas cadenas corren un riesgo creciente de quedar desvinculadas (de-linked) de las redes de intercambio internacional. Por la otra parte, la con-traccin del crdito internacional y la mayor selectividad de los inversoresde capital, fenmenos que se agudizaron en el contexto de dislocacin delos mecanismos financieros y comerciales internacionales que haban sidocreados despus de 1945, llevaron a poner un premio especial a la estabilidadmonetaria y al equilibrio financiero. Esto ocurri precisamente en la coyun-tura en la que, con excepcin de Colombia y de Chile a partir de 1975, laseconomas latinoamericanas estaban sufriendo el colapso irreversible de losequilibrios precarios que haban sostenido a la MEC.

    I V . HACIA UNA NUEVA MATRIZ:DILEMAS TERICOS Y POLTICOS EN LA DECADA DE 1990

    Las dictaduras militares implantadas en el Cono Sur a mediados de ladcada de 1970 intentaron la primera respuesta coherente a la crisis de laMEC. En dicho intento, como ya coment, ellas se apartaron radicalmentedel curso que haban transitado los desarrollismos militares de Brasil (1964)y Argentina (1966).

    Pinochet, las (untas argentinas y el Colegio de Generales de Uruguay sepropusieron desmantelar la maquinaria del intervencionismo estatal. Desdehaca tiempo, en realidad desde fines de la dcada de 1930, los preceptos delliberalismo decimonnico haban sido recitados por algunos economistas eidelogos conservadores con escaso xito. A fines de la dcada de 1970, lasviejas recetas fueron renovadas atractivamente por los tericos neomoneta-ristas y, finalmente, fueron aceptadas por la nueva generacin de dictadoresmilitares. Como apunt O'Donnell, el antiestatismo suministr la retricapara lograr una fusin ideolgica bastante poderosa: por un lado ofreci unainterpretacin coherente de cmo el malestar econmico, las crisis peridicasy el estancamiento eran generados por las prcticas estatales vinculadas a laMEC. Por el otro, la ideologa antiestatista diagnostic que las disputas intrae intersectoriales en torno a la regulacin estatal de la distribucin de ingresoseran la principal causa de los conflictos sociales y el carcter crnico de lasmovilizaciones de masas. La natural aversin de los militares hacia el con-flicto social y el desorden facilit todava ms que se le pudiera atribuir aambos fenmenos el carcter de causas profundas de la subversin comunis-ta, que, por tanto, deban ser extirpadas de raz.

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    Los programas econmicos ortodoxos establecidos en Chile y Argentinahacia fines de la dcada de 1970 se propusieron reconstruir el mercado decapitales y disciplinar a los productores nacionales, forzndolos a ser mseficientes a travs de ia apertura de los mercados domsticos a la competenciaexterna (13). La gestin irresponsable de los crditos externos, abundantesy baratos hasta 1981, y la sobrevaluacin de las monedas domsticas, en lasque se basaron las recetas iniciales del monetarismo, generaron severas crisisfinancieras y recesin circa 1981-1982 y adems dejaron el lastre de unadeuda externa quintuplicada. Por tanto, no fue una sorpresa que tanto Mar-tnez de Hoz y los tericos del Banco Central como Jorge Cauas, Sergio deCastro y los Chicago Boys fueran despedidos poco ceremoniosamente.

    Sin embargo, como ya apunt, las respectivas trayectorias nacionales co-menzaron a apartarse desde 1982 en adelante. En Chile, Pinochet mantuvola cuota de poder que le permiti nombrar un nuevo equipo econmico, quepuso en marcha polticas monetarias ms razonables y enfatiz la aperturaexportadora y no simplemente la de importaciones. Esto condujo a un exitosoreequilibramiento econmico y a tasas de crecimiento sostenidas, si bien notan elevadas como hacan suponer las alabanzas de los aliados externos dePinochet (14). Por el contrario, en el caso de la Argentina, el Gobierno mili-tar se transform en un espectador pasivo, y prcticamente inerme, del pro-ceso de ajuste catico, que profundiz la recesin hasta niveles inditosy puso al pas al borde de la hiperinflacin en 1983 (15).

    Por qu me parece instructivo contrastar las experiencias de los dos ve-

    (13) Como destacan FANELLI et al., la apertura de la economa chilena fue imple-mentada a un ritmo ms acelerado que en la Argentina. Obviamente, los intentos aper-turistas en Brasil y Mxico fueron mucho ms tibios; esos pases todava no habanabandonado el modelo desarrollista. Las reformas monetaristas y liberalizantes del Uru-guay, lanzadas por el gur econmico de los militares, Alejandro Vegh Villegas, fueronmenos draconianas y ms moderadas que las de sus vecinos cisplatinos.

    (14) El Gobierno chileno continu recibiendo apoyo crediticio externo, a pesarde la desfavorable situacin de su economa. Este excepcional comportamiento de losprestamistas extranjeros, bancos y organismos internacionales, en una etapa en la cualse suspendi el flujo de nuevos capitales hacia el resto del continente, revel el com-ponente ideolgico que subyaca por detrs de las justificaciones tcnicas.

    (15) La economa argentina se ajust en el sentido que su balance comercialmejor dramticamente. A partir de 1982, la recesin contribuy a la depresin de lasimportaciones al 60 por 100 de los niveles promedio de la dcada anterior. Esta infor-macin es suministrada por FANELLI et al. (cfr. op. cil., 1990). Quiero destacar quevarios de los puntos que desarrollo en esta seccin se apoyan en el anlisis que estosautores han hecho de los planes de estabilizacin implementados en la dcada de 1980en Brasil, Mxico, Chile, Argentina y Colombia.

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    cinos conosureos a partir de 1982? Porque, en realidad, despus del estallidode la crisis de la deuda, Chile y Argentina se convirtieron en los ejemplospolares de cmo los cinco pases latinoamericanos analizados en este trabajoreaccionaron frente al colapso de matriz dominante, y ms especficamentea la transformacin del orden econmico mundial del cual haban formadoparte durante casi medio siglo.

    A lo largo de la dcada de 1980 la mayora de los pases de nuestro grupoexperimentaron instancias de ajuste catico o estuvieron muy cercanos acaer en l. De los cinco casos aqu analizados, Argentina se constituy en elcaso ms negativo. La economa argentina, y la sociedad toda, se ha estadoajustando caticamente desde 1982. El nico perodo en el cual el paspareci revertir la tendencia en direccin a una decadencia continuada fueel de la etapa inicial de xito del Plan Austral; sta se extendi entre juniode 1985 y fines de 1986.

    Por su parte, Mxico, excepto en lo referido a la fuga de capitales, nuncaalcanz los niveles argentinos en relacin a los indicadores clave de ajustecatico; tanto los niveles de inflacin como de cada del P1B siempre fueronms reducidos. Sin embargo, este pas estuvo muy cerca de caer al abismodurante el sexenio de Miguel de la Madrid, especialmente al comienzo delmismo cuando todava se haca sentir el impacto de la estrepitosa salidade Lpez Portillo y despus del terremoto de 1985. El nuevo programa deestabilizacin diseado cuando Salinas de Gortari se hizo cargo de la Pre-sidencia, a fines de 1988, no introdujo innovaciones demasiado radicalesen relacin al de su predecesor; sin embargo, tuvo xito en revertir la ten-dencia a la desestabilizacin. Las lasas inflacionarias fueron reducidas siste-mticamente durante los dos aos y medio siguientes, y el Gobierno parecirecuperar la capacidad de controlar en parte la evasin impositiva. Es dema-siado pronto, de todas maneras, para evaluar si los comportamientos recientesde la economa mexicana son parte de una tendencia permanente o no.

    La evolucin de Brasil durante la dcada de 1980 ha sido mucho mscontradictoria y difcil de entender. A pesar del lastre de una deuda externaenorme, hasta el ao 1987 pareci que la economa brasilea podra combi-nar con xito dos elementos difcilmente compatibles: por un lado, los lega-dos positivos del desarrollismo ms potente del continente que haba sidoimpulsado por los envites sucesivos de fines de la dcada de 1940, de Kubit-schek; del boom de los aos de Medici, y del push postrero de la industria-lizacin sustitutiva, nutrido por Geisel y cosechado por su inhbil sucesor;por el otro, la apertura externa que convirti al pas en el sptimo exportadormundial. Sin embargo, a partir de 1987 todos los indicadores se han deterio-rado intensa y sistemticamente. Las tasas anuales de inflacin (de diciembre

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    a diciembre) no han bajado los cuatro dgitos desde 1988, y la fuga de capi-tales ha alcanzado una intensidad indita. De hecho, en slo tres o cuatroaos la economa brasilea se ha hundido a niveles de desorganizacin y re-cesin, desconocidos durante el siglo xx, y comparables a los de Argentina.

    Uruguay, en cambio, tuvo la capacidad durante el perodo presidencialde Sanguinetti de acolchonar su economa en relacin a los bandazos de susms sanguneos vecinos. Entre 1985 y 1990, la economa creci, si bien demanera muy modesta, y las tasas de inflacin no se aceleraron. Sin embargo,despus de que Lacalle lleg a la presidencia en 1990, la situacin se havenido deteriorando, aunque los indicadores no han alcanzado los nivelescatastrficos de Brasil y Argentina.

    Finalmente, Chile fue el nico caso en el que el ajuste estuvo vinculadoa un crecimiento ininterrumpido desde 1983 en adelante; adems, la tasa in-flacionaria se ha mantenido alrededor de un promedio anual del 20 por 100.De todas maneras, el producto per capita de 1988 estuvo todava por debajodel de 1981, y los niveles de inversin fija siguieron siendo inferiores a los yadeprimidos de Mxico y Brasil (FANELLI et ai: op. cit., pgs. 75 y 79).

    A esta altura quisiera definir los aspectos centrales del proceso de ajustecatico. Como adelantaba en la nota 15, a partir de 1982 la balanza comer-cial argentina ha arrojado saldos positivos; similares resultados se han dadoen los casos de Brasil y Mxico. Asimismo, la magnitud de los dficit fiscalesha tendido a disminuir, si bien este comportamiento ha sido menos consis-tente que el anterior, y los altibajos han sido un dato habitual. Durante ladcada de 1980, por ende, las economas latinoamericanas ms grandes hanmostrado algunas mejoras si se las mide de acuerdo a las recomendacionesde los planes de estabilizacin tradicionales inspirados por el Fondo MonetarioInternacional. Lo que quiero subrayar, ms bien, es cmo se lograron estosajustes y cules han sido las consecuencias de este patrn de ajuste.

    Uno de los factores principales del ajuste fue la cada de importacionesresultante del brusco declive de los niveles de actividad econmica. Sepuede destacar que una de las consecuencias paradjicas de los paquetes esta-bilizadores recomendados por los partidarios del libre comercio ha sido unaresustitucin de importaciones inducida por la recesin. Los dficit fiscales,a su vez, fueron reducidos ... sin tener en cuena los efectos de largo plazo(cfr. FANELLI et al.: op. cit., pg. 58). Estos autores detallan cules han sidoalgunas de las irracionales polticas de ajuste tpicamente impuestas por losreductores-de-dficit-a-cualquier-precio:

    ... a) la reduccin de los salarios reales en el sector pblico aniveles que van ms all de lo que es polticamente sostenible y

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    aconsejable en trminos de eficacia; b) la aplicacin de impuestostemporarios y extremadamente ineficientes; c) la postergacin degastos operativos y de mantenimiento imprescindibles, daando irre-parablemente la productividad del sector pblico y reduciendo lavida til de valiosos activos como carreteras, edificios y vehculos;d) el atraso de pagos a proveedores domsticos y prestamistas inter-nacionales, y e) liquidando los inventarios de las empresas pblicas.

    Sin embargo, el punto que quiero enfatizar es que los ajustes fueron msbien el resultado de procesos incontrolados de deterioro y no el efecto deli-berado de las polticas en s. En los ltimos aos de la dcada de 1980, Ar-gentina y Brasil mostraron ejemplos repetidos de polticas convulsivas; in-tentos de ajuste, cada vez ms extremos, y al mismo tiempo rpidamentefrustrados, se combinaron con versiones de corto plazo y medidas contradic-torias. A su vez, cada nuevo paquete de ajuste fue implementado partiendode situaciones ms difciles; en ese contexto, el fenmeno de histresis carac-teriz crecientemente al proceso de fijacin de polticas.

    La consecuencia ms importante del patrn de ajuste catico fue quese agudizaron los efectos ms negativos del agotamiento de la MEC, es decir,la intensificacin de la recesin y el incremento de los niveles de marginali-dad econmica y social. Al mismo tiempo, y esto fue lo ms trgico, esosenormes costos se pagaron en vano: por una parte, no fueron erradicadas lascondiciones de inestabilidad crnica; por la otra, no fueron construidos loscimientos para la emergencia de un nuevo modelo economicista, dirigista o delibre mercado.

    Algunos economistas han aprehendido parte del fenmeno de ajustecatico al referirse al concepto de mecanismos amplificadores (FANELLIet al.: op. cit., pgs. 33-38). Ellos destacan que, a partir de la dcada de 1970,la combinacin de alta (e hiper) inflacin y la fragilidad de los instrumentosfinancieros han llevado a un patrn de funcionamiento en el que los efectosde shocks y dislocaciones, incluso en el caso de que stos no sean demasiadointensos, repercuten inmediata y amplificadamente en el conjunto de laeconoma. Uno de los corolarios del predominio de los mecanismos amplifica-dores es que las polticas tradicionalmente usadas para administrar las crisisse tornan prcticamente inservibles.

    Pero quiero subrayar que la nocin de mecanismos amplificadores estaludiendo, al menos implcitamente, a un fenmeno ms global y de carcterpoltico: la de-construccin de toda autoridad pblica. El ajuste catico noes meramente un proceso econmico; es, ms bien, la manifesacin de la crisisterminal de una matriz, la que denomino MEC. Por tanto, el ajuste catico

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    no comprende nicamente el colapso de los mecanismos tcnicos y burocr-ticos de regulacin estatal; tambin incluye la ruptura de los instrumentospolticos a travs de los cuales el Estado promueve el consenso, o al menosla aquiescencia, de la mayora de la poblacin en torno a objetivos fijadoscolectivamente.

    El rgimen de alta inflacin y la fragilidad de los instrumentos finan-cieros son simplemente la punta del iceberg. Ellos constituyen una evidencia,ciertamente la ms dramtica, de un proceso ms global: el descrdito gene-ralizado y crnico de que el Gobierno central, sea a travs de induccioneso de imposiciones, ser capaz de convencer a la mayora de la poblacin, yespecialmente a las grandes firmas capitalistas, de que sus polticas puedenlograr una mnima efectividad. La devaluacin aguda de la moneda, comoas tambin de los instrumentos financieros domsticos, se transforman en lailustracin monetaria de la evaporacin de toda autoridad pblica.

    La comparacin entre, por un lado, Argentina y Brasil (y quiz Uruguay)y, por otro, Chile (y quiz Mxico) nos estara revelando que la aplicacinrigurosa de las polticas de ajuste inspiradas por los partidarios del libremercado no~constituye la panacea que los enfoques disciplinarios apoyadospor instituciones como el Fondo Monetario querran hacernos creer.

    Este trabajo sugiere que las causas que explican los casos de xito deajuste y las pistas para intentar soluciones ms satisfactorias a los problemascontemporneos de Amrica Latina hay que buscarlas por otro lado. Enprimer lugar se debe analizar qu peso tuvo en cada caso una serie de fac-tores ad hoc que expandieron, o redujeron, la capacidad del Gobierno centralpara controlar el proceso de ajuste. Los factores ms relevantes fueron: a) lacantidad de financiamiento externo recibido por el sector pblico; b) el gradode control que el sector pblico tuvo sobre las rentas de recursos naturales;c) la eficiencia de los mecanismos de reduccin del gasto pblico, especial-mente cuando el grueso del ajuste afect las inversiones pblicas, y d) la efi-cacia en, al menos, mantener la carga impositiva (cfr. FANELLI e al.: op. cit.,pgs. 31-32).

    En segundo lugar, la capacidad de control del Gobierno es la variableestratgica de la cual depende el xito de todo programa de ajuste; evidente-mente, sta es una variable vinculada a factores polticos. La posibilidad deque el ajuste provea las bases para un crecimiento econmico sostenido re-quiere que el Estado retenga, o recupere, el control de algunos de los procesoseconmicos clave. El contraste entre la segunda mitad del sexenio de Miguelde la Madrid y los primeros dos aos y medio de Carlos Salinas de Gortarisugiere muy claramente cuan decisivas son las variables polticas en el procesode reconstruir los instrumentos para la puesta en marcha de polticas eco-

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    nmicas. Sin embargo, ste es un proceso complejo e incluso contradictorio.Por un lado, implica desmantelar la mayora de los mecanismos tradicio-nales de regulacin econmica asociados con la MEC. Como hemos visto,estos mecanismos se han erosionado hasta el punto de constituir un lastre:no son efectivos y, ms an, los intentos de mantenerlos a flote slo sirvenpara reducir la posibilidad de que el Estado pueda regenerar la confianzade los sectores empresariales.

    Por el otro lado, algunos de los mecanismos regulatorios debieran serrediseados, a la vez que otros nuevos deben ser creados. Un ejemplo de loprimero son los instrumentos de poltica anticclica del tipo de los que elEstado colombiano utiliz renovada y eficazmente durante el Gobierno deVirgilio Barco en el perodo 1986-1990. Un ejemplo de mecanismos de regu-lacin todava no desarrollados en Amrica Latina son los vinculados a las po-lticas industriales del tipo que se han promovido en NICS del Sudeste Asi-tico, especialmente en Taiwan y Corea del Sur. Por cierto que la mplemen-tacin de estos mecanismos requerira un fuerte poder de negociacin vis-a-vis del empresariado y tambin que se desarrollaran organismos tcni-cos y administrativos de mayor sofisticacin que los que caracterizaron ala MEC.

    En resumen, la construccin de un Estado desarrollista renovado tendraque descansar en una combinacin de des-regulacin y re-regulacin. Para al-canzar este difcil equilibrio, el Estado tendra que transitar por un senderomuy estrecho, dejando, por un lado, operar al mercado sin ahogarlo, y porotro, asumiendo roles de coordinacin y supervisin que ninguna mano in-visible desempeara. En el contexto actual, las firmas capitalistas operandoen Amrica Latina tienden a adaptarse pasivamente a la inercia catica, loque realimenta los aspectos ms perniciosos del ajuste. El predominio irres-trictivo de las leyes del mercado se traduce en la evaporacin de las res-tricciones para la maximizacin de beneficios a corto plazo, con consecuenciasnegativas para el crecimiento global.

    Qu tipo de regmenes polticos parecen mejor dotados para afrontar latarea monumental de revertir el proceso de ajuste catico y para relanzar,por tanto, a las sociedades de Amrica Latina hacia un desarrollo sostenido?

    La experiencia de los ltimos diez aos es, en principio, desalentadora y,en cierta medida, contradictoria.

    La reiterada calificacin de los aos ochenta como la dcada del estanca-miento es correcta. Slo dos o tres pases han evitado un retroceso econmico,y en algunos casos, como el boliviano, ajustes extremadamente severos han te-nido como resultado lograr equilibrios en el fondo del pozo. Tampoco lasperspectivas para la dcada de 1990 se presentan muy promisorias. En la

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    mayora de los casos, el panorama futuro augura ms de lo mismo: la profun-dizacin de la declinacin econmica y la continuada desintegracin de laautoridad poltica (16).

    Existe una sola alternativa, si bien harto improbable, a la decadencia po-ltica y econmica. Esta implicara la (re)fundacin, y subsiguiente consolida-cin, de la democracia poltica. Por qu uso este concepto ambiguo de re-fundacin democrtica? Porque, haciendo un paralelo con la cuestin delas polticas econmicas, dicho proceso constituira una combinacin dedes-regulacin poltica y de construccin de instituciones democrticas rede-finidas.

    Como analic en las secciones previas, la frmula poltica de la MEC tuvoun carcter hbrido. Por un lado, bajo dicha frmula se establecieron las tra-diciones de participacin popular en la poltica y tambin se confrontaron lasideologas de la poltica oligrquica y, en menor medida, sus prcticas. Pero,por el otro, un elemento constitutivo de la MEC fue la implementacin demecanismos de control no democrtico sobre la participacin poltica; asi-

    (16) Dentro del universo ms restringido de nuestros cinco casos, el nico desvocon xito del ajuste catico se logr en el contexto de un rgimen no democrtico:el Chile de Pinochet. Y, en verdad, el otro caso en el que un pas parece estar virandoen direccin de un ajuste controlado es Mxico, que tampoco podra ser calificadocomo un rgimen democrtico. Sin embargo, quiero marcar un elemento que amboscasos parecen compartir, a pesar de las escasas semejanzas de las trayectorias polticasde los dos pases durante el siglo xx. La comparacin del Chile de 1982 a 1989 y delMxico salmista sugiere que ninguno de los dos regmenes podra ser considerado comoun autoritarismo consolidado. Los dos eran regmenes sitiados y sometidos a ten-siones democratizantes. Pinochet enfrentaba fuertes protestas sociales, y a pesar de quelas pudo neutralizar hacia mediados de la dcada, no pudo eludir la realizacindel plebiscito contemplado en la Constitucin de 1980 en condiciones no deseadas porel dictador. Como bien se sabe, la limpieza del acto plebiscitario contribuy a frustrarlas aspiraciones de Pinochet a perpetuarse en el poder hasta casi fines del siglo. Esastensiones, sin embargo, no nacieron en la coyuntura del plebiscito, sino que afectarona la dictadura chilena desde el momento mismo de incepcin del boom econmicoinaugurado en 1982. Por su parte. Salinas de Gortari inici su Presidencia en condi-ciones escasamente propicias si se le compara con cualquier otro de sus antecesoresdel PRI. Su victoria electoral fue percibida como ilegtima, e incluso fraudulenta, loque forz al nuevo mandatario a prometer la democratizacin efectiva de las prcticaselectorales. De todos modos, los eventos de los tres ltimos aos no indican que sehaya avanzado linealmente en el proceso de liberalizacin; el balance de perodo 1988-1990 es. en el mejor de los casos, contradictorio. Sin embargo, parece evidente que ladireccin del PRI no podr repetir los manejos de 1988, si es que las elecciones pre-sidenciales de 1994 reeditan el cuadro electoral de aquel ao; en todo caso, una ma-nipulacin de esa ndole constituira una clara regresin autoritaria y una quiebra dela transicin iniciada en 1988.

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    mismo, la falta de acuerdo en torno a reglas para la dilucidacin de conflictoscontribuy a que el incremento de los niveles de participacin desestabiliza-ran al rgimen poltico; el caso chileno quiz constituy el ejemplo ms evi-dente de este ltimo fenmeno.

    Vista desde esa perspectiva, una des-regulacin de signo democrtico im-plicara desactivar los elementos autoritarios de la MEC que todava no hansido completamente eliminados; por ende, llevara a desmantelar plenamentelos controles corporativistas y clientelsticos ejercidos sobre los sectores popu-lares, a revertir la separacin que existe entre los mecanismos de fijacin depolticas econmicas y las instituciones representativas separacin que, enrealidad, se ha ahondado durante las transiciones recientes y a erradicartoda forma de tutela militar de la poltica.

    Pero tambin la construccin de instituciones democrticas requerira quese estabilizara un conjunto de complejos mecanismos de equilibrio. En pri-mer lugar, entre las demandas de participacin y la adopcin de autolimita-ciones. En segundo lugar, generando instituciones que fueran fuertes esdecir, eficaces para gobernar incluso bajo condiciones de crisis y a la vezrepresentativas (en el sentido de accountability). Por ltimo, la necesidad defundar un slido sistema de partidos no debe ocultar las limitaciones de lospartidos, que se revelan de modo ms crudo precisamente cuando la demo-cracia se normaliza. Es decir, por ms que los partidos ganen en fuerza yrepresentatividad, ellos no agotan las mltiples formas de expresin de iden-tidades sociales y culturales y, a menudo, tampoco son instrumentos eficientespara la negociacin intersectorial.

    Ciertamente, la probabilidad de xito de esta formidable agenda econ-mica y poltica es baja. Adems de la habilidad de las lites polticas y eco-nmicas y la responsabilidad de las oposiciones sociales y polticas, se reque-rirn dosis no despreciables de fortuna y de paciencia de los sectores margi-nados. Este listado me lleva a una ltima disgresin terica y al fin de miscomentarios.

    El enfoque interaccionista de Stark y Bruzst enfatiza los prerrequisitosde corto-plazo para la consolidacin democrtica, es decir, aquellos vincula-dos directamente con la modalidad de transicin. Dicho enfoque se concentraen los factores relacionados con 1) las condiciones inmediatamente preceden-tes a la implantacin de los regmenes autoritarios (para evitar regenerarlas),y 2) las consecuencias que tienen modalidades de transicin especficas sobrela probabilidad de consolidar la democracia poltica.

    Mi nfasis en el agotamiento de la MEC apunta en la direccin de ana-lizar un conjunto diferente de factores que tambin afectan la consolidacin

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    democrtica (17). En ese sentido me interesa reflexionar acerca de los pro-cesos de largo plazo, a los que aludo en el concepto de matriz, que subyacie-ron a la emergencia de los regmenes autoritarios y a las transiciones recien-tes. Sin embargo, queda todava un par de problemas tericos por resolver.El primero se refiere a las relaciones entre variables polticas y econmicas;en este trabajo no he ido ms all de la alusin a desarrollos paralelos, sindetenerme suficientemente en las mutuas imbricaciones. El segundo problemase vincula al entretejido de procesos de corto y de largo plazo; a ste lo hedejado de lado totalmente.

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    (17) En su sugerente anlisis, BURTON, GUNTHER e HIGLEY discuten las condicionesfundamentales de las democracias consolidadas y su vinculacin con los patrones deacuerdos de lites (lite settlements) (cfr. 1991). Extendiendo el argumento de esos auto-res, se podra sostener que los patrones de negociacin nter e ntraelitarios que pre-valecieron en Amrica Latina durante los estadios iniciales de la MEC favorecieron losimpulsos hacia la democratizacin, pero al mismo tiempo dificultaron, a largo plazo, laestabilizacin de la democracia poltica.

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