Valéry, Paul - Situación de Baudelaire.pdf

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8/11/2019 Valéry, Paul - Situación de Baudelaire.pdf http://slidepdf.com/reader/full/valery-paul-situacion-de-baudelairepdf 1/7 t< ~ ••__ ,~_ ..:~~~ei:t:;~;~~~(:~~~ft:?;:fJ~~r~~~1i.1.,,::.f:~:,.u¡~~:;: :4 li:KJ~:,.:~~~.. ; .; .: - : ' :~ ' .fif ~~~.:.~~ ~/~ ~;. .P . ; t l j ~ ; : 0 t. r. ' ¿ , ·~ ; · : ·:;.- : - : : :' . ,,; ~ .  - ~  • ;. . \~.•.; , : . :,.: , ' : ':· i ·:· : ' :' : ' ; <, ':: . J: ' Z :-:: : . : ; ':': . ~ , ; ' ;~:. ' . ' ¡é :: ~  Situación de Baudelaíre Ba u dc l airc es tá en el punt o más alto de su gloria. El pequeño volu men de La s jl o re 3' de l ma l ( Les HI  Ul~  du Mal), que apenas l lega a las t rescientas página s , iguala en la estima de lose ruditos a la sm á s ilustres, y más vastas , obr as poéticas .H a sido traducido a la mayoría de l a s le nguas europeas, lo q ue c on st ituy e un hecho sobre el que me detendré un poco, porq ue, e n m i op inión, es úni co e nl a histo- ri ad e L as Letras franc esas. G enc ralmenre los pocras franceses gustan poco y s on po co ldos en el e xtranjero. Mejor a cogida t ien e nuestra p rosa; rar a vez, y rnezqui- narncnre, seno s con ceden v irtudes poéticas. El orden y es as ue rte de ri- go r que, desde el sígi . o X ' V JI , reinan e n nuestra lengua , nu e st ra particul ar acentuaci ó n: nu estra estric ta pr osodia; nuestro gust o por la sencillez y la c laridad inme diata ; nuestro temo r a la exage ración y al ridíc ulo; una especi e de p udor e nl ae xpresión, y la tendencia de nues t ro gen io a la abstracción ha n hec ho de l a. nuest ra u n a p oe sí a dif erente a la de las de- m ás n aciones ,a las que les sude pas ar desapercibida. A los extranjeros L a Fc n rain e les parece insípido. Racine les está vedado. S us armonía s son demasiado su til es, su rrazad o de mas ia do p uro, su discurso de m asía - do elegante y demasiado matiz ado, - : 0 1 1 1 0 par , l que pu edan ser aprecia- do s p Dr q uiene s no tienen un con oc i miento ín ti m o y o ri g inari o de nuest ra lengua. El mismo' Victo r Hug o, dejando apar t e sus no v e la s , apenas se ha difundid o f uera de Fr auci a. . Con Baudelaire , si ne mbargo, l ap o esía francesa sa l e.por f in de las fron tetas de l an aci ón. S e hace leer en el mundo; se impone como la poesía d e la mod er n id ad : g en er a irniradorcs y fecund a a muc hos inge- nios , Hombr es c o mo Swin bur ne, Gab ride d'Annunzio o Stcfan Ccor - [ ;C arcsriguan magní f ic a m e n t e b influcnGÍ;:¡ baudclarian a en d exterior. ___ •• •••_~~ ~ .___ .• . •__ ._------__--_ , A __ CO I 1I c r C I t < il I 'r <H1uncia,i a el 19 de i d>n;nJ d 192'Í en b S m:ih¿ d e C o//júm ,- y J '1 I - bi iL: t i .l; :¡ PO f  lnlllfint~fi' t. I , ~ Mcu.a:o ese suu a fHl , Ed¡¡ ,;¡ü;lC.~~P'}$t ,-~rinl'(;~: Nl<f U~ dt FJ'IlJW, l'í d e septiembre d e1 924 ; m. 1 de 1 , colección Sag ct s csAmis, 1 5 de di- ciem brc dc ¡ 924; in troducción a Le s Fl cu n du . M a l, París ,P avor , 1 9 2 6, R ce d irado en el (OUlO GJe (} ullm , Yilri¿¡ ¿ 937), ' 172 ..  , ., ,. .  .. ~.: ~. Pu edo, pucs, deci r que a u nq ue h ay a e ntr e nuestr os p oetas algunos sg rand es y rné svigorcsamenre dota dos q ue Baudclaire , ni nguno hay que sea más imporsaru«. ¿E nq ué e s t ri ba e s ta importanc ia s ingular? ¿Có mo u n ser tan es pe. cial, tan fu era de lo comú n, como e ra Bau delaire , h a p od ido ge nera r un movimiento . t a n extendido? Este g ran. favor póstu mo, esta fecu ndidad esp iri tual, esta g loria que e stá en s u. moment o más alto, s <óg uramcllte no depende n sólo de s u val or como poe ta, sin o también d e circunstanc i as excepciona les. Una prim era ci rcunstanci a excepc ional es q ue a un a inrc ligencia .crítica s e a so ci el a v irt ud po étic a. Baudelair e debe a esta r ara ali an za un des- cubrimie nto ca pital. Habfa nac ido s ensual y exacto; es taba dot a do d e una s ensib ilidad que le exigía la bús queda de las ma yore s delicadeza s de l a for m a; pero tale s deli cadezas tan sólo 10 hubiera n co n ve rtid o, sin d u- d a a lg un a, en un ém ulo de Cauticr o en u n exce lente parnas iano, de no se r 'porque l a curi osidad de su genio le ll evara a de scub rir en las o bras de Ed ga r Alla n Poe un n uevo mundo i ntelectual . : E nE dga r A lí an P oe se le aparecen, y lo maravil l an: el d emo nio de la lucidez; e l gen io de l aná lisis; el i nventor de la sm ás nuevas y más se ductoras combinaciones d e la g i c a con l a imaginación, de l misticismo con el cál culo; el psi có- log o de l o excepcional ; el ingenier o l ite rario q u ep rofu ndiza y ut iliza todos los recursos del arte. Tantas vision es o rigi nales y promesas extra- ordinarias l o hechizan. Su rale nro q ue da t rans formado por el las y su desti no e spléndidament e c am biado . Volve ~ ·é enseguida a los e fect o s de este m ági co contact o d e dos ta- lentos. Ante s debo cons iderar un segunda circunstanci a n otable d e l af or- mación de B audclaire. Cuando Hega ala eda d ad ulta, e l rom anti cismo est á en su apo geo; una gen eración des lurnbradora e s en poses ión del imperio de las Le- tras: La mart ine, Hugo, Mus set, Vigny so n los maestr o s del m omento. Pongámon os e n el luga rd e u n joven q ue ll eg a a l ae dad de esc ribir en 18 4D. Lo nutren aq u ellos m ismos al os que su instinto l e manda irn- periosam enre abo lir. S ue xistencia literaria, provocada y mantenida por ellos, inc itada po r su g loria ,d etermi nada por sus obras, depende nece- sari arnc n re, sin e mbargo , de la neg ación, del der rocamie nto, de la sust i- tución d e es tos hombres fjilC le r~recen llen ar t.odo el espacio de la f ; l ma y vcdar lc: el mund od e b~ formas, uno; e l de los sentimie ntos , erro, e lp intoresquismo, un tercer o; l a profundida d, un cu art o, Tiene que disting uirse a cualqui er pr eci od e un conju nto de gr an- de s po et as e xcepcionalmenre r e un id os p o r alg ú n azar e n la misma épo- c ay en la pl enitud de su v igor t odos ellos. 173

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t< ~ •• __ ,~_ ..:<·~~~ei:t:;~;~~~(:~~~ft:?;:fJ~~r~~~1i.1.,,::.f:~:,.u¡~~:;:  :4 li:KJ~:,.:~~~

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¡ é

::

~

 

Situación de Baudelaíre

Ba udc lair c está en el

punto más alto

de

su gloria.

El pequeño volumen de

La s jl o r e 3 ' de l mal (Le s HI Ul~ du

Mal), que

apenas llega a las trescientas páginas, iguala en la est ima de loseruditos

a las más ilustres,

y

más

vastas, obras poéticas. Ha

sido

traducido a la

mayoría de las lenguas europeas, lo que constituye un hecho sobre el

que me detendré un poco, porque, en mi opinión, es único en la histo-

ria de

L a s

Letras

francesas.

G encralmenre los pocras franceses gustan poco

y

son poco leídos

en el extranjero. Mejor acogida tiene nuestra prosa; rara vez,

y

rnezqui-

narncnre, senos conceden virtudes poéticas. El orden

y

esa suer te de ri-

go r que, desde

el

sígi .o X 'V JI , reinan

en nuestra l engua, nu est ra

particular

acentuación: nuestra estricta prosodia; nuestro gusto por la sencillez y

la claridad inmediata; nuestro temor a la exageración

y

al ridículo; una

especie de pudor en la expresión, y la tendencia de nuestro genio a la

abstracción han hecho de la.nuestra una poesía diferente a la de las de-

más naciones, a

las

que

les

sude pasar

desapercibida.

A los extranjeros

La

Fc nra ine le s

parece insípido. Racine

l es e st á

vedado. Sus a rmon ías

son demasiado sutiles, su rrazado demasiado puro, su discurso

de masía-

do elegante

y

demasiado matizado,

- :0 1110 par ,l

que puedan ser aprecia-

do s pD r quienes no t i enen un conoc imiento ín ti mo y ori ginario de

nuestra lengua.

El mismo' Victor Hugo, dejando aparte sus

no vela s,

apenas se ha

difundido fuera de Fraucia. .

Con Baudelaire, sin embargo, la poesía francesa sale.por fin de las

fron tetas de la nación. Se hace leer en el mundo; se impone como la

poesía de la modernidad: genera

irniradorcs y

fecunda a muchos inge-

nios, Hombres como Swinburne, Gabride d'Annunzio o Stcfan Ccor-

[ ;C

arcsriguan

magní f ic amente b

influcnGÍ;:¡baudclariana en d exterior.

___ •••••_~~ ~ .___ .• .•__ ._------__--_ , A  __

CO I1I crC It< il

I'r<H1uncia,ia el 19 de

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d 192'Í

en

b Sm:ih¿ de

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Mcu.a:o ese

mí suu

a f Hl , Ed¡¡,;¡ü;lC.~~P'}$t,-~rinl'(;~: Nl<f U~ dt

FJ'IlJW, l'í de septiembre de 1924; núm. 1 de

1 ,

colección Sag ct scsAmis , 15 de di-

ciembrc dc

¡

924; introducción a

Le s Fl cu n du . M al,

París, Pavor, 1926, Rcedirado en el

(OUlO

GJe

(}; ullm, Yilri¿¡¿

(  937), '

172

..   ,.,

,..  

..

~.:~.

Puedo, pucs , decir que aunque haya entre nuestros poetas algunos

más grandes y rnésvigorcsamenre dotados q ue Baudclaire, ninguno

ha y que sea más imporsaru«.

¿En qué estriba esta importancia singular? ¿Cómo un ser tan espe.

cial, tan fuera de lo común, como era Baudelaire, ha podido generar un

movimiento

. tan

extendido?

Este gran. favor póstumo, esta fecundidad espiritual, esta gloria

que está en su. momento más alto, s<óguramcllte no dependen sólo de

su valor como poeta, sino también de circunstancias excepcionales.

Una primera circunstancia excepcional

es

que a una inrcligencia.crítica

se asocie la virtud poética. Baudelaire debe a esta rara alianza un des-

cubrimiento capital. Habfa nacido sensual

y

exacto; estaba dotado de

una sensibilidad que le exigía la búsqueda de las mayores delicadezas de

la forma; pero tales delicadezas tan sólo

1 0

hubieran convertido, sin du-

da alguna, en un émulo de Cauticr o en un excelente parnasiano, deno

se r

'porque la curiosidad de su genio le llevara a descubrir en las obras

de Edgar Allan Poe un nuevo mundo intelectual .:En Edgar Alían Poe

se le aparecen,

y

lo maravillan: el demonio de la lucidez; el genio del

análisis; el inventor de las más nuevas

y

más seductoras combinaciones

de

la

ló g ica

con

la

imaginación,

de l

misticismo con

el

cálculo;

el

psicó-

logo de lo excepcional; el ingeniero literario que profundiza y utiliza

todos los recursos del arte. Tantas visiones originales

y

promesas extra-

ordinarias

lo

hechizan. Su ralenro queda transformado por ellas

y

su

destino espléndidamente cambiado.

Vol ve~ ·é

enseguida

a

los efectos de este mágico contacto de dos ta-

lentos.

Antes debo considerar un segunda circunstancia notable de la for-

mación de Baudclaire.

Cuando Hega ala edad adulta, el romanticismo está en su apogeo;

una generación deslurnbradora

está

en posesión del imperio de las Le-

tras: Lamartine, Hugo, Musset, Vigny son los maestros del momento.

Pongámonos en el lugar de un joven que

ll eg a

a la edad de escribir

en 184D. Lo nutren aquellos mismos a los que su instinto le manda irn-

periosamenre abolir. Su existencia literaria, provocada y mantenida por

ellos, incitada por su gloria, determinada por

su s

obras, depende nece-

sariarncnre, sin embargo, de la negación, del derrocamiento, de la susti-

tución de estos hombres fjilC le r~recen llenar t.odo el espacio de la

f ; l e  

ma y vcdarlc: el

mundo de

b~

formas, uno; el de los sentimientos, erro,

el pintoresquismo, un tercero; la profundidad, un cuarto,

Tiene que distinguirse a cualquier precio de un conjunto de gran-

des poetas excepcionalmenre reunidos por algún azar en la misma épo-

ca yen la plenitud de su vigor todos ellos.

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_~··~~t'::~;<··...•....

,.~. . .: ,:- , :,:.,  • •  

Cabria, pues =debería, pues-, plantearse el problema de Baudelaire

de la siguiente manera: «ser un gran poeta, pero

110

ser ni Larnarrine, ni

Hugo, ni Musset». No digo que semejante propósito fuera consciente,

pero estaba en Baudelaire necesariamente =incluso, era esencial a Bau-

delaire--, Era su razón de Estado. En los dominios de la c reación, que lo

son también del orgullo, la necesidad de distinguirse es inseparable de

h e xi st en cia misma. Ba ud cl air c escri be en

MI

proye cto de pr ólogo a

Las

llm es

de l mal:

 De:;de

hacia much o tiempo ,

poe tas

ilu stres

se h r . i b r 1 7 l rcp ltr-

tido

  ¡S

pr ou incias más

f c r ü t U

del dominio

fJ(lético, ct e. Así qu e yo haré

algo distinto ...»

En suma, es llevado, constreñido, por su estado de alma y de los

datos, a o ponerse cada

va

másclaramente al sistema, o a la ausencia de

sistema, que sedenomina romanticismo.

No voy a definir aquí este término. Intcnrarlo supondría haber

perdido el menor sentido del rigor. Ún ic amente rraro de restituir las

reacciones y L e s intuiciones rnás probables de nuestro poeta «en estado

nacien Le ,

en el momento en que se enfrenta a la literatura de su época.

i\ Baudclairc I,~produce una cierta impresión que nos es posibk: re-

construir, con facilidad, incluso. En efecto, merced alpaso del tiempo y

JI ulterior desarrollarse de los acontecimientos literarios -·gracias asi -

mismo a Baudelairc, a

su

obra y a la fortuna de esa obra- tenemos un

medio sencilloy seguro de precisar un poco nuestra idea necesariarnen-

le vaga

y,

en la medida en que recibida, absoluramente arbitr - a r i a , de

qué fue el rornanricismo. Ese medio co m iste en la obs eruac iá n de qué le

su ce de

/ .1 1

rom an ticism o, qué 1 0 altera, qué lo corrige y niega, hasta llegar

a sustituirlo, Basta considerar los movimientos y las obras que se pro-

dujeron (ras él, en su contra, y que, inevitablemente, auromaricamente,

fueron rl J puertas ex actas a lo que era él. Visto así, el romanticismo fue

aquello contra lo que respondió el naturalismo, aquello contra lo que

se

reu nió el P arn aso, y fue, por las mismas razones, lo (lue determinó la

actitud particular de Baudeiaire. Fue 1 0 que, casi simultáneamente, sus-

citó contra símismo la voluntad de perfección -el misticismo de  el ar-

te por el arte»-, l a exigencia de la observación y de la fijación irnperso-

nal de las cosas;

el deseo,

en una palabra,

de un a

sustan cia m ás

sólida] de

una jonna mds culta y más pura. Nada

 lOS

da una información más cla-

ra . sobre los románticos que el conjunto de program¡¡~ y de tendencias

de sus sucesores.

¿No será que los Vi C.l OS del romanticismo no son sino los excesos

inseparables de la confianza en sí mismo? .. La adolescencia de las no-

vedades tiende a la fatuidad. La prudencia, el cálculo

y,

en suma, la

perfección sólo aparecen en los momentos de economía de esfuerzos.

17 4

Sea como fuere, la era de los escrúpulos empieza en .los tiempos de

la juventud de Baudelaire. Ya Cautíer protesta y reaccionaconrra el

abandono de la s exigencias de la forma, contra la indigencia o la im-

propiedad del lenguaje. Enseguida los distintos esfuerzos de Saint-Beu-

ve, de Flauberr, de Leconte de

Lisie,

se opusieron a

la

facilidad apasio-

nada, a las inconsistencias del estilo, a los desbordamientos de necedad

y de excentricidad ... P ar nasianos y re al ist as consentirán en perder en in -

r ensidad apa rente , en abundancia, en gest iculació n oratoria, lo que ga-

narán en profundidad, en verdad, en calidad técnica e intelectual,

En sfntcsis, JirÍ:t

<¡t (:

la sustitución cid romanticismo por estas «cs-

cuelas» diversas puede concebirse como la sustitución de una acción es-

pontánea por una acción reflexiva.

La obra romántica,

en g enera/ '

soporta bastante mal una lectura de-

tenida y erizada de las prevenciones de un lector difícil y refinado.

Ese lector era Baudclairc. Baudelairc tiene el mayorinterés -un in-

terés viral- en percibir, en constatar, en exagerar todas las debilidades y

las lagunas del romanticismo, observadas en las obras

y

en las personas

de sus más grandes ho mbre s.

El

rtn na nt icism o

esui

el/. J'U

ap ogeo,

pudo

muy bien decirse, luego es mortal;

y

pujo, también, mirar a [os dioses

y

a

los

scmidioses del momento, con ese mismo ojo de extrañamiento

con que Tallcyrand y Mcrrcrnicli miraban, hacia 1807, al amo del

mundo ...

Baudclairc miraba a Victor Hugo; no es dificil conjeturar qué pen-

saba. Hugo reinaba; le había tornado a Lamartine la ventaja de un ma-

terial infinitamente más poderoso y preciso, El vasto registro de sus pa-

labras, la diversidad de sus ritmos, la superabundancia de sus imágenes

aplastaban toda poesía r ival , Pero su obra, en ocasiones, se sacrificaba a

la vulgaridad, se perdía en elocuencia profér i ca y en apóstrofes infini-

ros. Coqueteaba con la masa, dialogaba con Dios. La simplicidad de su

filosofía, la desproporción y la incoherencia de los desarrollos, el fre-

cuente contraste de las maravillas de detalle con la fragilidad del pretex-

to

y

la inconsistencia del conjunto, codo, en f in, 1 0 que podía chocar

y,

en consecuencia, instruir y orientar hacia un futuro arte personal a un

observador joven y despiadado, debió notario Baudelaire en sí mismo,

y disc r im inar , en la admiración que le imponían l os prodigiosos dones

de Hugo, las impurezas, las imprudencias, íos puntos vulnerables de su

obra; es decir, las posibilidades de vida y las oportunidades de gloria

que

un artista rangrande dejaba aprovechar.

Poniendo en ello un poco más de malicia y un poco más de inge-

nio de lo quesería conveniente, no deja de ser tentador aproximar la

poesía de Vicror Hugo a la de Baudelaire, con la intención de hacer

aparecer és ta como exactamente

com plementaria

de aquélla. No insistiré

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Hugo no ha dejado nunca de aprender por la práceica.Baudelaire,

cuya vida apenas dura un poco más de la mitad de lo que duró la de

Hugo, se desarrolla de un modo completamente distinto. Es como si,

en el poco tiempo que tiene para vivir, tuviera que compensar esa pro-

bable cortedad y esa insuficiencia presentida, mediante el empleo de la

int eli gencia cr ít ica a que me acabo de ref er ir .

Se

le

concede

una vei nt e-

na de años para alcanzar su punto de perfección, para reconocer su do-

minio propio y definir una forma y una acritud específicas que susten-

tarán y preservarán su nombre . No tiene tiempo, no tendrá tiempo de

perseguir cómodamente

esos

hermosos objetos de la voluntad literaria

mediante el ensayo de un gran número de experiencias y la multiplica-

ción de las obras. Tiene que coger el camino más corto, opcar por eco-

nomizar los tanteos, ahorrar las repeticiones y las empresas divergentes:

tiene, pues, que buscar qué es, qué puede, qué quiere, siguiendo la

vía

del an ál isis; tiene que unir en sí, a las virtudes espontáneas de un pacta,

[a sagacidad, el escepticismo, la atención y la facultad razonadora de un

crítico. .

En este aspecto, Baudelaire, aunque de origen romántico,

y

ro-

mántico también por sus guscos, tiene en ocasiones la figura de un

cM -

sico. Hay una infinidad de maneras de definir, ° de creer que se define;

lo clásico. Adoptaremos aquí la siguiente.

clá sic o es el escrito r q ue lleva:

u n c ri tic o en si m ismo y que lo asocia íntimamente a mí trabajos.En Raci-

11e

había un Boilcau, o una imagen de Boilcau.

¿Después

de todo,

no era, por ventura, elegir en el romanticismo,

discernir en su seno un bien y un mal, una verdad y una falsedad, debi-

lidades y virtudes,

hacer con

los autores de la primera mitad del

siglo

X iX

lo mismo que los hombres de la época de Luis XN habían he-

cho con los autores del siglo x : v I ?

T iJd a clas ici smo supone un romanticis-

m o a nt er ior . Todas las virtudes que se atribuyen a un arte «clásico», to-

das las objeciones que se le hacen, tienen directamente que ver con este

axioma. La esencia del cl as ic ism o está en venir des pué~ ~ El or de n supone

un cierro desorden al que él viene a reducir. La comp osici ón, que es arti-

ficio, sucede a cierto caos primitivo de intuiciones y de desarrollos na-

rurales. La

pw Cza

es el resultado de operaciones infinitas sobre el len-

guaje,

y

el

cuidado de la forma no

es

nada

más

que la reorganización

meditada de los medíos de expresión. Lo clásico implica, por tanto, ac-

tos voluntarios y pensados que modifican una producción «natural»,

en ello. Es f.í.c¡¡ver que Baudelaire ha investigado qué había dejado de

hacer Vicror Hugo; es evidente que: se abstiene de

co dos

los efectos en

los que Victor Hugo era invencible; que se somete a una prosodia me-

nos libre y escrupulosamente alejada de la prosa; que pretende, y consi-

gue casi siempre, Ia producción cid encanto continuo, esa inapreciable

cualidad

y ,

en cierto modo, rransccndente de ciertos poemas, pero cua-

lidad que rara vet. se encuentra, y rara vez pura en caso de encontrarse,

en la obra inmensa de ViCEOf Hugo.

Baudelaire, por otra parte, no ha conocido, o sólo lo ha conocido

apenas, al último Vicror Hugo, al Vicror Hugo de los errores extremos

y de las supremas be l le za s,

La L ey en da de ÍJJssiglos (La fég en de des Siecles)

aparece dos años después de La s flom del m al Las obras posteriores de

Hugo se publican mucho tiempo después de la muerte de Baudelaire,

Para mí, tienen una importancia técnica infinitamente superior a la de

todo> los demáss versos de Hugo. No es este el lugar ni el momento de

desarrollar esta opinión. Me limitaré a esbozar una digresión posible.

Una de las cosas que más me llaman la atención en Victor Hugo es su

incomparable potencia vital. Potencia vital, es decir, longevidad

y

capa-

cidad de rrabajo

co mbinada s;

longevidad multiplicada

por

capacidad de

n-abajo. íDurantc más de sesenta años, ese hombre extraordinario se

pone :al trabajo todos íos díos de cinco de la mañana a mediodía No

deja de provocar combinaciones del lenguaje, qucrcrlas, esperadas, y

oírlcs sus respuestas. Escribe cien o doscientos mil versos

y,

merced a

dicho ejercicio ininterrumpido, adquiere una peculiar manera de pCfl.-

sar , que cierta critica superficial ha juz ga do como Dios te ha dado a en-

tender, Pero en el curso de tan larga carrera, Hugo no se ha cansado de

perfeccionarse y fortalecerse en su arte; .sin duda, cada ve'¿ más, peca

contra la selección; poco a poco, pierde el sentido de las proporciones;

embadurna SUs versos con palabras indeterminadas, vagas y vertigino-

sas,

y

tan abundantemente

y

con tanta facilidad los llena de «abismos»,

 infinitos ,

  ,e l

absoluto», 'lue

ta les

palabras monstruosas pierden hasta

la apariencia de profundidad que el uso les ha dado.

jY

aun así, qué

versos prodigiosos, qué versos de incomparable aliento, de inimitables

organización interior, resonancia, plenitud, no ha escrito en el último

período de su vidal En LtI cuerda de bronce (L« Con/e tf aimin), en Dios

(Dieu],

en

Elfin deSatán (LI Fin de Setan),

en la pieza sobre la muerte

de Cauricr, el artista scptuagcnario que ha visro morir

J

rodos sus ému-

los, que ha

 le ga do

a ver nacer de sí mismo a toda una generación de

poctas, que ha llegado incluso a aprovechar las inapreciables enseñanzas

gue el discípulo puede proporcionar

; ¡J

maestro en caso de que éste

viva

[o suficiente, el muy ilustre anciano alcanza el punto más alto de la po-

tencia poética

y

de la noble ciencia del versificador,

Jc cc donnc

CC VCl S

afin qu e si mon norn

Aborde hcrcuscmcnr aux époqucs loinmncs ...

( Te d oy e ssa s ve rs os a f in d e

 11;(

simi nombre

llega

felizmente

a ¿ poca ¡ l ej a , . . .)

17 6

177

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8/11/2019 Valéry, Paul - Situación de Baudelaire.pdf

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según una concepción

clara y raciona l

del hombre y del arte. Pero, co-

mo demuestran las ciencias, no podemos hacer obra racional y cons-

truir según un orden, si no es mediante un conjunto de convenc iones .

El arte clásico se reconoce en

1 3

existencia, en la nitidez, en el absolutis-

mo de estas convenciones; ya se trate de las tres unidades, de los pre-

cepcos

p rosódicos ,

o de las restricciones del vocabulario, las reglas, de

arbitraria apariencia, fueron su fuerza y su debilidad, Mal comprendi-

das en la actualidad, ahora ya de dificil defensa y de observancia prácri-

camertre imposible, no, por ello, proceden menos de una antigua, sutil

y

profunda armonización de las condiciones del goce intelectual sin

me7 .

da.

En medio del romanticismo, Baudclai rc hace pensar 'en un clásico ,

pero sólo hace pensar. Mucre j oven, pero, además, sintió la misma de-

rcsrablc impresión que a los hombres de su tiempo les daba la mísera

supervivencia del anuguo clasicismo del Imperio. No se trataba de rea-

nimar lo cue estaba bien muerto, sino, más bien, de encontrar, por

otras vías del espíritu, aquello ·de lo que carecía aquel cad.á:--cr. .

Los rornánricos habían prescindido de todo, o de casi todo,

lo

que

SUpOllC

exigir al pensamiento una atención y una continuidad mínima-

mente molestas. Buscaban efectos de choque, de embeleso y de con-

rrasrc, Ni la mesura, ni el rigor, ni la profundidad Les preocupaban na-

da. Les repugnaban la reflexión abstracta y el razonamiento, y no sólo

en sus obras, sino - lo que e.$ infinitameuce más

grave-

también en la

preparación de sus obras. Diríase qlLC los franceses hablan olvidado sus

do~es analíticos. Conviene anotar, en este punto, que los románticos se

alzaro n mucho más contra el úgio XVUI que contra el siglo xvn, y no

tuvieron el menor pudor en acusar de

:> upc rt ló a ics

a unos hombres in-

finirarncute más instruidos, más cu riosos de hechos y de ideas, má s in-

qu iet os de lo qu e ello s lo fue ran jamás. .

En un momento en

qu e

la

ci enci a

se aprestaba a

em prender

unos

de sarrol los

extraordinarios, el romanticismo manifestaba un estado de

espíritu anricientítico. La pasión

y

la inspiración se persuaden ensegui-

da de

'l\1C

no se necesitan más que a sí mismas.

Pero, por la misma época, aunque bajo otros ciclos muy distintos,

en el seno de un nueblo exclusivamente dedicado a su desa rr ol lo mate-

rial, aún indiferente al pasado, entregado a organizar su futuro y ha-

biéndose dado la más entera libertad para los experimentos de todo ci-

po , habí a aparecido un hombre ca paz de considerar l as cosas del

cspíriru y, entre ellas, la producción literaria, con una nitidez, una saga-

cidad y una lucidez como nunca se hablan enconrrado hasta aquel mo-

mento en una cabeza dorada de invención poética. Hasta Edgar Allan

Poe n unca se habla considerado el problema de la literatura desde sus

178

premisas, jamá~ se había reducido a problema de psicología, ni aborda-

do mediante un análisis en el que la lógica y la mecánica de los efectos

se hubieran empleado del iberadamente. Por primera vez, se arrojaba

luz sobre las relaciones entre la obra

y

ellecror y se consideraba tales re-

laciones como

los fundamentos positivos del arce. Este análisis

-y en

ello está 1acircunstancia que nos asegura su valor- se aplica y se verifica

con la misma claridad en todos los dominios de la producción literaria.

L1s mismas observaciones, las mismas distinciones, las mismas conside-

raciones cuantitativas, las mismas ideas rectoras, se adaptan a obras des-

t inadas a afec tar intensa y . brutalmente a la sensibilidad, a conquistar al

público amante de emociones fuertes o de aventuras extrañas, del mis-

mo modo que rigen los productos más refinados y l a organización deli-

cada de las creacionesdel poeta.

Decir que este análisis es tan válido para el cuento como para el

poema, que se puede aplicar a la construcción de lo imaginario y de lo

fantástico con la misma fonuna que a la restitución y a la representa-

ción de lo verosímil es lo mismo que decir que su característica dorni-

nante

es

la de la

gener al idad .

Lo que caracteriza a lo verdadcramcnrc

gene ra l es ser fecundo. Llegar al puntO en que se domina todo el cam-

po de una actividad es tomar conciencia necesariamente de una gran

cantidad de. COS2S posibles: dominios inexplorados, nuevos caminos oue

trazar, tierras que explotar, ciudades que levantar, relaciones que trabar,

procedimientos

que desplegar. No es, pues, sorprendente que Poe, en

posesión de un método tan poderoso y tan seguro, haya sido el inven-

tor de varios géneros, haya dado los primeros ejemplares -los más cau-

tivadores- del cuenco cient ífi co, del poema cosmogónico moderno, de

la novela policial, de la introducción de estados morbosos en la lircraru-

ra, ni que toda su obra, página a página, muestre el acto de una inteli-

gencia y de una voluntad de inteligencia como no se ven en ninguna

ot ra ca rre ra liter ar ia.

Tan gran hombre estaría hoy completamente olvidado,

s i

Baude-

laire no hubiera puesto su empeño en

j¡~troducirlo

en la literatura euro-

pea. No se puede dejar de anotar aquí que la gloria universal de Edgar

Al ían Poe sólo es flaca o discutida en su país de origen o en Inglaterra.

Este poeta anglosajón. es, exrrañamente, desconocido entre los suyos.

Otra nota: Baudelaire y Edga r Allan Po e i nt erca m b ian va lores. Cada

uno le da al otro lo que posee, y recibe del otro aquello de

lo

que care-

ce. Éste le entrega a aquél

todo

un sistema de pensamientos nuevos y

profundos. Lo ilumina, lo fecunda, determina sus opiniones sobre una.

buena cantidad de asuntos; filosofía de la composición, teoría de lo ar-

r i f icial ,

comprensión

y

condenación de lo moderno, importancia de

10

excepcional

y

de una cierta excentricidad, acri tud aris tocrática, misticis-

179

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q

~

~

f

~

I

I

 

I

:

mo, g:LLsm

por la elegancia y b

pr ecisión,

política incluso,. . Todo Bau-

delairc está impregnado de ello, inspirado, ahondado.

PC[(), a cambio de estos bienes, Baudelaire le procura al pensamien-

to de Poe una extensión infinita. Lo propone a¡ futuro. Esta extensión

que cambia al pDeta en él mismo, como reza el gran verso de

Mallanué , es el acto, es la

naducción, 80n

los prólogos de Baudclairc

qu e ab ren

y

asegtmn la somb ra del pob re

Poco

No estudiaré ; .(]1 1( lo que las Letras deben a la iuHucncia de este in-

ventor prodigioso.

Ya. se t rate de las ob ra s

de Jules

V erne

y

de

sus

ému-

[os, o de las de Caboriau y sus semejantes o, por hablar de obras más

ambiciosas, piénsese en las oroducciones de: Villiers de l'Isle-Adam, o

en las de

D,;st:oievsb.

es f .ác i l ver

que, para todas

el las ,

las

Aven turas de

Gmdor l Py m (Tbc narrauue o/Art Jt?r Gor don Py m ), el Mis teri o de la ca-

L le l v fory; ue (The m ur d en in d:e rue

J V J a r g u e  

Li geía , E l co r az ón d elator

(Fhe tcli-tal« beart) han sido modelos abundantcmcnrc imitados, pro-

fundamente estudiados, nunca. superados.

Únicamente me preguntaría qué puede deber la poesía de Baude-

lairc, )  más gencrnlmcnte la

poesía

francesa, al descubrimiento de

la s

obras de Poe:

Hay

algu nos

poemas

de Las f l l 1 r e s

det

m al

que

tr ae n el se nr imicnro

y la sustancia de los poemas de Poc. Algunos tienen versos qu e son t ras-

posiciones exactas: pero

yo

no tendría muy en cuenta tales préstamos

p;l 'tlcutm:s,

que.

en

cierto modo,

no tienen 111:1$1l1Cuna

importancia

local.

No me ocuparé aquí nada más que de lo esencial, o sea, de la idea

misma < F I C Pce sehabía hecho de la poesía, Su concepción, expuesta en

varios artículos, fu e el principal. agente de la modificación de las ideas y

de l

arte de

Ba udel air e,

La

in f luen cia

de esta teoría de

la

composición en

el cspíriru de Baudelaire, las enseñanzas que de ella deduce, los ulterio-

res desarrollos de

e5W

teoría

y ,

sobre todo,

SLI

gran valor intrínseco, exi-

gcn que nos detengamos un

00(,0

a examinada.

~ Nü

omitiré que d

fonc lo

del pensamiento de Poe se sustenta en

una cierta metafísica que él se había construido. Pero, si bien esta meta-

f ísi .ca di rige y domina y sugiere las te or ías qL le la

desarrollan,

no la s pe-

netra. Lasengendra y explica su geneíación; no

I<l S

constituye.

Las ideas de Edgar A lla n

roe

sob re la po esía se ex presa n en algunos

ensayos, el más imporranre de los cuales (y el que menos se ocupa de la

récnics de los versos ingleses) se titula 1;1principio po ético (T he Po etic

Principi e).

• Td qu'eu Lui-mémc cnfin lércrniré le chauge ... (1(-.1como en

Él

mismo

f-m¡[mmte

J¡¡ etc mi ri: ui l o cambi« ...)

180

A Bau de lai rc l e i nf luy ó

profundamente escccscriro:

le

produjo

un a

impresión tan intensa, que consideró su contenido, y no sólo su come-

nido sino también su forma,como

su b ien ,

El hombre no puede apoderarse mis que de io que le parece tan

exactamente he cho pam él que, aun a pesar suyo, lo considera hecho po r

éL Tiende irrcsistiblemcnrc a apoderarse de lo

(jllC

conviene estricta-

mente a su persona: y el lenguaje mismo confu nde bajo el nombre de

bien la noción de lo que se adapm a uno

y

lo satisface enteramenrc con

aquel la otra noción de propiedad de aquello que uno ...

De tal suerte, Baudelaire, aunque iluminado y

poseído

por el estu-

dio dd 'Pri n cip io p oé tic o

-o,

mejor, precisamente por el hecho de estar

iluminado y poscído-, no ha incluido la traducción de este ensayo en

su edición de las obras de Edgar Allan Poe. Aunque ha introducido la

paere más interesante del ensayo, apenas desfigurada por cambios en el

orden de 135 frases, en el.prólogo con que ha introducido su traducción

de lis Historia s e xt mo rd Ú ulrias. El plagio sería rcproch:Í.bie si su. amor

no se hubiera referido a él del siguiente modo: en un arrículo sobre

Théophile Cauticr , reproduce todo el

pasaje

en cuestión, precedido de

es ta s lí nea s

muy claras y muy sorprendentes: Algutl.:1 s

veces está

pe rm iti-

do , me pa rec  , ci tar se as  mismo pi lr ,1 euitar par afimearse. Repetiré pu es . ..

Sigue el

pasaje:

que toma prestado.

¿Qué pensaba, pues, Edgar AllanPoe sobre la poesía?

Resumiré sus ideas en pocas

palabras , Anal izó

las condiciones psi-

cológicas de un poema, De estas condiciones, dio la mayor importancia

a las que tenían que ver con las dimensione s de las obras .poéticas, A la

consideración de la longitud le dio una importancia singular.

Ex aminó,

por otra parte, la.sustancia misma de estas obras. No tUYO que esforzar-

se para constatar lagran cantidad de poemas que se ocupaban de cosas

para las

qu e

la prosa hubiera bastado

como

vehículo .. Nada ganan la

historia, la ciencia ni la moral por ser expuescas con el lenguaje del al-

ma. La poesía didáctica, la poesía histórica o la poesía ética, aunque

ilustradas y consagradas por los más grandes poetas, mezclan de un

modo extraño los datos del conocimiento discursivo o empírico con las

creaciones del ser Íntimo

y

las posibilidades de la emoción.

Poe comprendió que la poesía moderna tenía que adecuarse a la

tendencia de la época según la cual modos y campos de actividad se

iban separando cada

VC l

más claramente,

y

guc ¡:>odíaintentar alcanzar

sus propios objetivos

y

producirse, en cierto modo, en es tad o pU to .

Y, de ahí, análisis de la voluptuosidad poética,

def ini ció n

por ex -

baustián de la poesía

absoluta;

Poe mostró una vía, enseñó una doctrina

' Recogido en

L

/.ir t

romantique.

18 1

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8/11/2019 Valéry, Paul - Situación de Baudelaire.pdf

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muy seductora

y

muy rigurosa. en la que se unlan una especie de mate-

mática y una especie de mística ...

Si ahora consideramos el conjunto de Las flores del maly nos r ema-

mos la molestia de comparar estos poemas con las obras poéticas del

mismo periodo, no nos extrañará comprobar uue la obra de Baudelairc

responde muy fielmente a los preceptos de Poe'

y

que, por consiguiente,

es muy diferente de las producciones rornánricas, En

Las flo res del m al

no hay poemas históricos ni leyendas; no hay un solo poema que se ba-

se en (1[\ relato. No ha y una sola tirada filosófica. La política no aparece

en absoluto, Apenas

ha y

descripciones,

y

las que

hay

son todas

sig n ifi -

catiuas.

Todo en ellas es encanto, música, sensualidad poderosa

y

abs-

tracta ... Lujo, forma

y

voluptuosidad,

Hay en los mejores versos de Baudelaire

una. com b¡n <l~ ión

de carne

y

espíritu, una mezcla de solemnidad, de calor y de amargura, de eter-

nidad.

y

de intimidad, una rarísima alianza de b voluntad con la armo ..

nía, que los distingue níridamentc tanto de los versos rornánricos como

de los versos parnasianos. El Parnaso no fue especialmente benevolente

con ltwddalfc: Lcconrc de Lislc le reprochaba

¡;U

esterilidad. Ignoraba

'lile la

verdadera

fecundidad de un pocta no reside tamo (;11 el número

de ve rso s

'ltlC escribe

COIllO CIl ia

cxrcnsió»

dé lit .'';

electos.

Es

UIl;¡

clI:tI¡··

dad qu~ sólo se puede determinar con el paso del tiempo. Comproba-

mos hcy, después de más de sesenta años. que la resonancia de la obra

única, l tan escasa, de Baudelaire sigue colmando coda la esfera poéti-

ca; que: esrá pí<:sente en

los espíritus conrcrnporáneos, que no se puede

olvidar, pu~ ha sido reforzada por una considerable cantidad de obras

que derivan de ella -sin ser en absoluto

imitaciones,

sino

consccuen-

cias-;

y

que. para

SC.f

justos, habría que añadir al delgado

rami l le te

de

Ú S

fle nes del ma l

basranrcs obras de primer orden y un conjunto de

búsquedas queson las más hondas

y

[mas que haya emprendido nunca

la p oe sía, L a. in f luencia de los

Poemas antiguos (Pae me: A ntiqu es)

y

de

los Poem as bárbaros

(Po émes

Barbares) ha. sido menos diversa

y

menos

extensa.

Hay que reconocer, no obstante, que si esta misma influencia se

hubiera ejercido sobre el propio Baudclaire, no hubiera escrito, o man-

renido, algunos versos muy flojos del libro, Nunca dejad de asombrar-

me que entre los catorce versos del soneto Recogi m iento {Recue illement ),

una de las piezas de mayor encanto de la obra, haya cinco o seis de in-

discutible debilidad. Pero los primeros

y

los últimos versos tienen una

magia

ta l ,

que el centro del poema no deja notar su torpeza.}' pasa fácil-

mente ?or nulo o inexistente. Hay que ser un poeta muy grande para

obrar este tipo de milagros.

 8

Hablaba hace poco-de la producción de

encanto, y

hctc aquí que

acabo de articular el sustantivo

milagro;

son rérminosque.hay que usar

con discreción por la fuerza de su significado

y la

facilidad con que

se

suden emplear. Pero yo no podría sustituidos sinomedianreun análisis

tan largo

y

probablemente tan discutible, (lue se me perdonará que lo

ahorre ramo a quien debiera

hacer io

como a quienes rendrían que pa-

decerlo. Me quedaré en la vaguedad, lirnirándome a suger ir en qué po-

dría consistir. Habría que demostrar que en el lenguaje se mezclan re-

cursos ernorivos con propiedades prácticas

y

directamente significativas.

El deber. el trabajo, la función del pocta consisten en poner en eviden-

cia

y

en acción esas posibilidades de movimiento

y

de encantamiento,

esos exciranres de la vida afectiva

y

de la sensibilidad intelectual, que en

el, lenguaje coloquial se confunden con los signos y los medios de co-

municación de la vida ordinaria

y

superficial. El poera seconsagra

y

se

consume en' la definición

y

en la construcción de un lenguaje dentro

dellenguaje. Su labor, que es larga , difícil, delicada, que exige las más '

variadas cual idades.de l ingenio, que no termina nunca porque nunca

acaba de ser posible, est:\ encaminada a constituir el discurso de un ser

m¡í , puro, más poderoso, más profundo en sus pcnsamicnros, más in-

rcns u en su vida, m{¡1i ele ga ntc )' Jn {¡s iéló, en su cxprcsióJl que cualqui er

?cr:;ona real. Esta expresión cxrraordinaria se da a conocer

y

se hace re-

conocer por el ritmo y las armonías que la sostienen y que deben estar

tan íntimamente, incluso tan misteriosamente, trabadas en su genera-

ción, que el sonido y el sentido no puedan ya separarse y se respondan

indefinidamente en la memoria.

La

poesía

de Baudelairc debe su pervivencia )' el imperio que aún

ejerce a. la pienicud ya la

nitidez singular del timbre de su voz. Una

V al.

que, en algunos instantes, incurre en la elocuencia, como les sucedía

demasiado a menudo a los poetas de su época; pero que conserva

y

de-

sarrolla casi siempre una

l ínea

melódica admirablemente pura

y

una

50-

no r ida d

perfectamente sostenida

q ue la

distinguen

de

cualquier

p ro sa.

Baudcla ire

reacciona,

con

fortuna, contra esa

t en de nc ia al prosaís-

mo

que

se observa en la ooesía

francesa desde mediados

de l .sig lo XYlL

{ - 1 < I Y que señalar que esrc 'mismo hombre, a quien debemos es;a vuelta

de nuestra poesía a

1 0

que le es esencial, es uno de los primeros escrito-

res franceses

apasionados

por

la música propiamente dicha. Menciono

este gusto, que manifestó en algunos artículos célebres sobre

7armh¿íu-

ser y sobre Lobengrin , porque la influencia de la música en la l iteratura

alcanzada ulteriormente una gran importancia ... «Lo que se dio en iL / f . -

mar simbolismo se resume sencillamente en la intención, común a varías

fo m ifi as

de poetas,

de

volver

a

considerar

la música

c om o c os a p r o pia ...

J . 

183

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8/11/2019 Valéry, Paul - Situación de Baudelaire.pdf

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Para hacer menos impreciso y menos incompleto este intento de

explicación de la importanciaactual de Baudelaire, debería recordar

ahora su relevancia como crítico de pintura. Conoció a Delacroix y a

Manet, Intentó medir íos méritos respectivos de Ingrcs

y

de su riva1

del mismo modo que comparó en sus «realisrnos» tan divergentes

la s

obras de Courbet con las de Maner, Tuvo por el gran Daurnier una ad-

miración que la posteridad ha compartido. Quizá exageró el valor de

Constantin Guys ... Pero, en conjunto, sus juicios, siempre razonados

y

acompañados de las consideraciones

más

sutiles

y

más sólidas sobre la

pintura, han quedado como modelos de un tipo terriblemente Dícil y,

POI ello, terriblemencedifícil , de crítica de arce.

De todas formas, la mayor gioria de Baudelaire, como desde el

principio de esta conferencia leshe insinuado, es, sin duda, la de haber

engendrado algunos muy grandes poetas. Ni Verlaine, ni Mailarrné, ni

Rimbaud hubieran sido lo que fueron

StO

la lectura que, en la edad de-

cisiva, hicieron de

La s flores de l mal.

No sería difícil demostrar cómo

determinados poemas de

este

conjunto prefiguran en su forma e inspi-

ración tales o cuales obras de Verlaine, de Mallarmé o de Rimbaud.

Son un claras mies correspondencias, y el tiempo de su atención está

tan próximo

a

su término, que no abordaré el asumo en su detalle. Me

limitaré a scñalarles ;J

ustedes

que el

senrido

de intimidad y la mezcla

poderosa e inquietante de emoción mística

y

ardor sensual que se dan

en Vcrlainc: el frenes  de huida, la impaciente rcnsiéu susci tada por el

universo, la honda conciencia de las sensaciones

y

de sus resonancias

armónicas,

qu e

hacen a la breve

y

violenta obra de Rirnbaud tan cnér-

gica

y

tan dinámica, ya están presentes con roda nitidez, son perfecta-

mente rcconociblcs en Baudelairc.

Por lo (lue respecta a Sréphane Mallarrné, cuyos primeros versos

podrían confundirse con los más bellos

y

los más densos de Las jW res

del mal

hay que decir que sigue, hasta sus más sutiles consecuencias,

las búsquedas formales y las técnicas, por las que se había apasionado, y

de cuya importancia se había convencido, leyendo los análisis de Edgar

Allan Poe

y

los ensayos

y

comentarios de Baudelaire. Mientras que Ver-

laine

y

Rimbaud han seguido a Baudelaire en el orden del sentimiento

y de la.sensación, Mallarmé lo ha prolongado en el dominio de la per-

feccién

r

de la

pureza poética.

.  .  . ' ~ ' . : 

~

:.~  ...  ..

 .

...

.La tentación

de (Sainr) Flaubert

. •. Confieso tener una

debi l idad

por

L a te ntaciá n d . e sa n .An tonio (L a

Tentationde saintAnioine). . .  . .  .

¿No· será mejor declarar, antes que nada, que~i S( dam m bo, ni la

iBov ary

me han seducido nunca, la una por su imaginería erudita, arroz

y sunruosa, la otra por el «verisrno» de su reconsrirución minuciosa de

la mediocridad?

Flauberr =con su tícmpo- creía en el valor del documento históri-

co  y en la observación cruda cid presente. Pero sólo eran ídolos vanos.

Lo único real en el arce es el arte.

Flaubcrr fue el hombre más honrado del mundo y el más respera-

1 1 ,. •

or e ~e

l0:

arnsras, pcro, no teniendo su ingenio demasiada gracia ni de-

rnasiada hondura, carecía de defensas

frcnrc

a

una

f6rmula

can

simple

como la ~~op~¡csrapor el realismo

y

frcnrc a la candorosa autoridad que

pretende rundarsc en Wl11Cll5aS lecturas y la «crítica de textos».

Ese realismo que se imponía en 1850 distinguía muy mal entre ob-

servación exacta, al modo de los sabios,

y

constatación bruta, no selec-

tiva, de las cosas, según la

visión

común; confundía las dos actitudes, y

s . u planteamiento consistía en oponerlas, sin distinguidas, a la pasión

de

embellecer

y

exagerar, que denunciaba y condenaba en el romanti-

cismo. Pero la observaci6 ) «cientíhca» exige operaciones definidas que

puedan transformar los fenómenos en producros intelectuales utiliza-

blcs: consis te-en transformar las cosas en cantidades y las cantidades en

leyes. La literatura, por

contrario, que busca efectos inmediatos e ins-

tantáneos, pretende una «verdad» distinta, una ':erdad para todos y

que, por tanto, no puede alejarse de la.visión de rodos, ni.puede alejar-

se d~ aquello qu e, el lenguaje corriente puede expresar. Pero el lenguaje

corrrcntc está en boca

de todos

y

la

visión común de: l as

cosas carece de

valor, como el aire que respiramos,

y

ello se opone a la ambición esen-

introducción a La Tentation de Sair.t Antoine, por Gusrave Flaubef[,P3.ds, j.-G.

Dcragncs 1942.

V riétt V i944 .

t8 5