UNIDAD TERCERA DE TRABAJO: LA REALIDADª. La Realidad. 1º... · última, y como ella es posible....
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UNIDAD TERCERA DE TRABAJO:
LA REALIDAD El tema: un análisis de las distintas cosmovisiones metafísicas, desde sus comienzos, del origen, la estructura y las características de lo real. ESTÁNDARES BÁSICOS DE APRENDIZAJE EVALUABLES al 60% DE LA CALIFICACIÓN: 1. Conoce qué es la metafísica y utiliza la abstracción para comprender sus contenidos y actividad, razonando sobre los mismos. 2. Describe las principales interpretaciones metafísicas y los problemas que suscita el conocimiento metafísico de la realidad. 3. Comprende y utiliza con rigor conceptos metafísicos como ser, sistema metafísico, realidad, apariencia, materia y espíritu, unidad, dualidad, multiplicidad, devenir, necesidad, contingencia, trascendencia, categoría y abstracción, materialismo, espiritualismo, existencialismo o esencialismo, entre otros (inmanencia, intuición). 4. Utiliza con rigor términos epistemológicos y científicos como: cosmovisión, paradigma, Universo, naturaleza, finalismo, organicismo, determinismo, orden, causalidad, conservación, principio, mecanicismo, materia, relatividad, cuántica, espacio, tiempo, azar, determinismo, indeterminismo, probabilidad, gaia, caos, entre otros. ESTÁNDARES COMPLEMENTARIOS DE APRENDIZAJE EVALUABLES al 40% DE LA CALIFICACIÓN: 1. Realiza un análisis crítico ante teorías metafísicas divergentes de interpretación de la realidad. 2. Analiza y comprende fragmentos de textos breves y significativos sobre las problemáticas metafísicas que plantea la realidad, de pensadores como Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes, Marx, Nietzsche, entre otros, comparando y estableciendo semejanzas y diferencias entre los distintos enfoques y disertando de forma coherente sobre las distintas posturas históricas. 3. Describe los caracteres esenciales de la interpretación de la realidad relativista, y cuántica contemporánea, explicando las implicaciones filosóficas asociadas a ellos. 4.Utiliza con rigor términos epistemológicos y científicos como: cosmovisión, paradigma, Universo, naturaleza, finalismo, organicismo, determinismo, orden, causalidad, conservación, principio, mecanicismo, materia, relatividad, cuántica, espacio, tiempo, azar, determinismo, indeterminismo, probabilidad, hipótesis de Gaia, caos, entre otros. 5. Elabora esquemas, tablas y/o mapas conceptuales comparando los diferentes caracteres adjudicados históricamente al Universo, entendido como totalidad de lo real, contextualizando histórica y culturalmente cada cosmovisión y ampliando información mediante internet y/o fuentes bibliográficas. 6. Analiza textos filosóficos y científicos, clásicos y contemporáneos, que aborden las mismas problemáticas, investigando la vigencia de las ideas expuestas. 7. Reflexiona, argumentando de forma razonada y creativa sus propias ideas, sobre las implicaciones filosóficas que afectan a la visión del ser humano, en cada una de las cosmovisiones filosófico-científicas estudiadas.
CONTENIDOS • La explicación metafísica de la realidad. • La metafísica como explicación teórica de la realidad. • La pregunta por el ser como punto de partida de la Filosofía. Platón versus Aristóteles. • La interrogación metafísica sobre la verdadera realidad: el problema apariencia y realidad. • La pregunta por el origen y estructura de lo real. • La caracterización de la realidad: el cambio o la permanencia, el sustancialismo estático frente al devenir. Esencialismo y existencialismo. • La necesidad de categorizar racionalmente lo real. • Las cosmovisiones científicas sobre el universo. La filosofía de la naturaleza. • La admiración filosófica por la Naturaleza o Filosofía de la naturaleza. • El paradigma cualitativo organicista: el Universo aristotélico. • El Universo máquina: la visión mecanicista en la Modernidad. Supuestos epistemológicos del modelo heliocéntrico: La búsqueda de las leyes universales de un Universo infinito. Determinismo, regularidad, conservación, economía y continuidad. • La visión contemporánea del Universo. • El reencuentro de la Filosofía y la Física en la Teoría del Caos.
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PRIMERA PARTE: LA METAFÍSICA Y LOS PRICIPALES
SISTEMAS METAFÍSICOS SOBRE LA REALIDAD
1. LA METAFÍSICA: LA BÚSQUEDA DE LA REALIDAD
La Metafísica u Ontología: Es la parte más abstracta de la filosofía que trata de explicar las características de la realidad
última, y como ella es posible. Sin embargo la naturaleza exacta de su objeto ha sido constantemente discutida, al igual
que lo han sido su validez y su utilidad. No es casual que Aristóteles se refiera a ella como “la ciencia buscada”. El
término «metafísica» (met ta fysikój), tuvo su origen en el título dado a algunas de las obras de Aristóteles en el catálogo
de la edición de ellas preparado por Andrónico de Rodas en el siglo I a.C., con el que los bibliotecarios alejandrinos
clasificaron los libros de Aristóteles, de difícil ubicación por su temática, que se encontraban en los estantes , (junto a»
pero «del otro lado» de los dedicados a lo Físico; el título alude a obras que figuran después de la física (metafísica).
El propio Aristóteles definió esta materia (la Metafísica) como “filosofía primera” y dice de ella que es “la ciencia del
Ser en cuanto Ser y de os atributos que le corresponden por el solo hecho de ser”, así se encarga de investigar:
-La estructura del ser que es común a todos lo seres; no a un tipo de ellos sino a todos en cuanto son.
-No se confunde con ninguna ciencia pues ninguna considera en general el Ser en cuanto Ser, sino que se encargan solo
del estudio de partes del ser.
La Metafísica formula preguntas por ser de la siguiente manera:
-¿Cómo es? (Material, inmaterial, eterno, creado, con un principio en el tiempo, finito o infinito…)
-¿Qué principios rigen la realidad? (el azar, la necesidad, el orden, el desorden…)
Cada vez que intentamos concretar estas preguntas siempre surgen otras nuevas sobre la propia realidad: de qué se
compone y cuales son sus características; si es formada por un elemento o por múltiples, y si estos son simples o
compuestos, materiales o inmateriales, corruptibles o incorruptibles. Si un objeto y otro son distintos, por qué ambos son
objetos y son reales: qué tienen en común, y la propia realidad qué tiene de común y de propio.
Las distintas respuestas, dan lugar a la construcción de sistemas metafísicos distintos que podemos englobar en tres tipos:
idealistas (espiritualistas), dualistas y materialistas:
2. LOS SISTEMAS METAFÍSICOS: ENTRE EL ESPÍRITU Y LA MATERIA
El tratamiento del mundo mismo o realidad ha permitido distinguir distintos puntos de vista según su consideración,
estableciendo dos tipos de realidades, la realidad material, y la realidad inmaterial, ideal o espiritual. Las posiciones
adoptadas en los distintos sistemas metafísicos sobre la existencia de ambas realidades, así como el modo en que se
relacionan permiten establecer de tres planteamientos:
2.1. La respuesta espiritualista-idealista:
Desde este sistema el único modo de explicar, entender e interpretar la realidad es a través de las ideas, y entendemos por
idea todos los contenidos mentales de que somos conscientes. Algunos idealistas pueden defender que la realidad es
espiritual (entendida como una realidad que está más allá de la física, o transfísica y no material), mientras que otros
idealistas pueden no aceptar tal realidad. Siempre encontraremos que la realidad material posee una valoración inferior,
pues la importancia la tienen otras realidades “transfísicas” de naturaleza inteligible (captadas por a inteligencia y no por
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los sentidos) o espiritual. Lo espiritual se ha definido clásicamente como «lo otro», «lo opuesto» a lo material, de modo
que «espiritual» e «inmaterial» vienen a ser conceptos sinónimos. De hecho, el término «espíritu» procede del latín
spiritus, que originariamente significaba «soplo», «aliento», «exhalación», es decir, todas ellas materias sutiles, gaseosas,
invisibles, lo más próximo a algo «no material». Por la línea de procedencia griega, el término «espíritu» está
emparentado con pneuma, que procede del verbo pneo, que significa «soplar», cuyas acepciones fundamentales son
«soplo», «aliento», pero también «espíritu», pero lo que resulta más revelador, también se identifica con noús (nous), que
significa «inteligencia», «intelecto», «pensamiento» y también con psyché (psique) como vida, principio vital o animador,
alma, significa también soplo y mariposa, que son imágenes que por su carácter sutil o tenue indican la fragilidad del
principio vital. El ámbito de análisis de lo espiritual se va desplazando, a lo largo del tiempo y sobretodo en el siglo XX
hacia el terreno del pensamiento, de la mente humana, como «regiones» en las que se manifiesta de modo más claro, bien
la posibilidad, bien la necesidad, de que exista una realidad radicalmente diferente de lo material que permita dar cuenta
de lo que allí sucede.
La dificultad de esta tendencia no solo está en afirmar este tipo de existencias no materiales, sino el modo de obtener su
conocimiento ya que suelen estar más allá de nuestras posibilidades de experiencia.
2.2. La respuesta dualista:
Dividen la realidad en dos ámbitos, uno forma parte de la esencia que es inmaterial y no sensible, el otro contiene las
cualidades que pueden ser sensibles y medibles o mensurables. Ambos tipos de realidad existen independiente y se-
paradamente, aunque pueden interactuar entre ellas, lo cual presenta no pocas dificultades, pues se trata de «conectar» dos
ámbitos radicalmente diferentes.
2.3. La respuesta materialista:
Una de las realidades explica, compone o fundamenta la otra, bien lo material se compone, se explica o se apoya sobre lo
espiritual, o bien lo espiritual se explica o fundamenta en lo material. En este segundo caso se suele hablar de «re-
ducción», es decir, lo espiritual se reduce, en el fondo, a lo material.
3. PLATÓN Y ARISTÓTELES: EL DILEMA FUNDAMENTAL.
Según Alfred North Whitehead toda la Historia de la Filosofía occidental se reduciría a una serie de notas a pie de
página a los diálogos de Platón.
3.1. EL DUALISMO METAFÍSICO DE PLATÓN
1. LA TEORÍA DE LAS IDEAS: Los dos mundos, sus cualidades y sus relaciones.
Una gran aportación original de la doctrina de Platón, que no deriva de sus predecesores, es la «teoría de las ideas» o de
las «formas», teoría que originó una idealización de la realidad y del conocimiento. Consiste en el descubrimiento de una
realidad distinta y superior del mundo sensible, y desde donde lo sensible puede ser entendido y explicado.
La auténtica realidad no está al alcance de nuestros sentidos, sino en un mundo aparte y más allá, que Platón llamará
mundo suprasensible, mundo de las ideas o mundo inteligible, aunque le dé otros muchos nombres. Las realidades o seres
suprasensibles de allí, son realidades invisibles, eternas, no cambian, son únicas y perfectas pues solo hay una de cada
tipo. Estas realidades son las IDEAS, esencias, o formas, dotadas de un modo de “existencia” (de ser) diferente al de las
cosas concretas de nuestro mundo.
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Frente a la autenticidad y la verdad de las ideas, los objetos del mundo físico o sensible, dotados de existencia material,
cambiable, perecedera y múltiple, resultarán ser meras copias, imágenes, imperfectas, y de algún modo falsificaciones de
las ideas que son los modelos, formas o arquetipos copiados en lo sensible. Por ello todo conocimiento verdadero
(episteme) ha de ser de las ideas, que pueden ser conocidas por la inteligencia, siempre que se den las condiciones
apropiadas, y todo falso conocimiento (doxa) lo será de los objetos físicos o de sus imágenes adquiridas mediante los
sentidos.
Respecto a la clasificación de las ideas, Platón distingue dos tipos de ideas: ideas inferiores que definen o determinan a los
seres o entes particulares (caballo, árbol, hombre); y otro tipo de ideas superiores o fundamentales como la idea de
"belleza", de ‘’justicia’’ o la idea de "bien". Dentro de este tipo de ideas Platón establece una jerarquía, conforme vamos
ascendiendo en vertical y hacia arriba, las ideas son más valiosas e importantes, lo superior vale más que lo inferior,
siendo la idea de Bien (tal y como aparece en la obra "La República") la idea más elevada, causa de la verdad y del ser de
las demás ideas (es como el Sol en el mundo sensible): aquella por la cual "es" todo lo que es y por la que todo es
conocido, y que, como afirma Platón, ha de conocerla aquél que quiera actuar sabiamente en su vida privada y en la vida
pública.
UN CUADRO EXPLICATIVO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS IDEAS Y LOS SERES FÍSICOS:
IDEAS PLATÓNICAS SERES FÍSICOS-NATURALES
Universales Particulares
Inmutables Cambiantes
Eternas Perecederos
Inteligibles Sensibles
Objetivas Subjetivos
Absolutas Relativas
Necesarias Contingentes
Trascendentes Inmanentes
Perfectas Imperfectos
Independientes Dependientes
Inmateriales Materiales
Indivisibles, simples Divisibles, compuestos
Únicas, idénticas Plurales, diferentes
ORIGINALES (Causas) COPIAS (Causadas)
REALES Y VERDADERAS
2. EL MITO DE LA CAVERNA
El Mito de la Caverna, es una analogía, símil o metáfora a través de la cual latón representa los dos mundos vistos
simbolizados en el dentro o fuera de la caverna. Pero el mito de la caverna es mucho más que eso, pues describe las
distintas condiciones del ser humano en función de su estado con respecto a su educación o falta de ella, que se identifica
con un determinado estado del alma. El término caverna alude a una prisión identificada con la ignorancia (doxa), y con el
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cuerpo como prisión sensible del alma; la ignorancia y el cuerpo serán causantes de un conocimiento falso y oscuro, un
conocimiento de sombras e imágenes siempre cambiantes. La caverna no es la auténtica realidad, sino un modo de engaño
donde se confunden engañadores y engañados. Platón considera como ideal del ser humano, el ser liberado de un modo
progresivo, lo que supone una curación de la ignorancia, pasando por distintos estadios o etapas que concluyen en el
conocimiento de la verdad y del Bien.
La salida de la caverna, y cuando esto sea posible, se expresa mediante la liberación del hombre que busca el
conocimiento y la sabiduría. Es una ascensión del alma hacia el mundo inteligible, que tras haber estado prisionera de la
doxa (creencia en imágenes y en meras opiniones), mediante el proceso educativo y por amor a la verdad y al bien
consigue instalarse en el verdadero conocimiento (episteme), que lo es de realidades eternas, inmutables e inmateriales. El
proceso tiene por objetivo que el sabio adquiera el conocimiento de la idea de Bien, simbolizada en la caverna por el Sol,
por su superioridad, brillantez e importancia respecto a las demás cosas. Tal fin ha de ser conseguido por el hombre sabio,
y lo hace idóneo para ser bueno y justo no sólo en la vida privada sino también en la vida pública, y por ello también lo
será en el gobierno de la ciudad.
Este es el modo como el prisionero liberado, convertido en sabio regresa a la caverna y, no sin peligros, comienza a salvar
a los que allí quedaron, esto lo hace por amor al bien y a la verdad. Por medio de la educación y el buen gobierno, el sabio
prepara a los demás a salir de la ignorancia, prevenir de los errores que podrían provocar volver a caer en la caverna, un
resbalón fatal en el proceso de subida, una trayectoria vital que no toma la dirección segura, por miedo o por dolor. El
camino debe ser recorrido sin pausa.
Puesto que la ciudad es siempre más importante que sus ciudadanos, el gobierno de la ciudad y la salvación de la ciudad a
través de un buen gobierno, es la mejor ayuda que el sabio ofrece, pues si la ciudad se salva todos se salvan, pero si la
ciudad se hunde en la derrota y miseria, todos se hunden. Es por ello que el prisionero liberado se prepara para gobernar y
formar parte de los filósofos-reyes.
3. EL ALMA
Platón tiene una concepción dualista del hombre. Éste es un compuesto de un cuerpo, que es mortal (perteneciente al
mundo sensible) y de un alma, que es inmortal. El alma vive originariamente en el mundo de las ideas, su origen es
suprasensible.
La Caída del alma en el cuerpo, es una catástrofe para el alma en donde queda presa ya que considera el cuerpo como la
cárcel del alma, el cuerpo es también prisión o caverna del alma, un lugar en donde el alma vive un estado transitorio,
accidental y antinatural. En la unión con el cuerpo el alma queda contaminada por el elemento irracional del cuerpo, como
consecuencia de esto el alma que antes era pura y sabia, se vuelve ignorante, cae en un olvido absoluto de su anterior vida
junto a las Ideas y lo que entonces conoció; ahora ha de pasar su periodo corporal en un proceso de purificación, que es
liberación de la influencia de lo sensible, intentando recordar la pureza y la verdad; por ello el conocimiento es
considerado en Platón como recuerdo o reconocimiento (Anamnesis) .
Al igual que el mundo de las ideas tiene prioridad absoluta sobre el mundo sensible, también el alma la tiene sobre el
cuerpo, llegando a afirmar Platón que "el hombre es su alma" y que "el cuerpo es la cárcel del alma". La muerte física,
corpórea, es realmente vivir, porque cuando muere el cuerpo el alma se libera de su prisión. El alma por ser la parte más
alta y noble del hombre debe desarrollarse primeramente y ser el objeto de atención y de cuidado durante toda la vida.
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Platón establece una división tripartita del alma:
1. EL ALMA RACIONAL. Inmortal, inteligible, de naturaleza "divina", situada en el cerebro. Ella es la responsable del
conocimiento de las Ideas, el principio que la guía es el del aprendizaje del saber. Domina en los ‘hombre de oro’,
destinados a la sabiduría y a gobernar en la ciudad una vez alcanzado el conocimiento del bien.
2. EL ALMA IRASCIBLE. Fuente de pasiones nobles. Situada en el tórax e inseparable del cuerpo, por tanto, mortal. Su
principio es el ánimo, cólera o coraje. Domina en los ‘hombres de plata’, destinados a velar por la defensa de la ciudad,
aún a costa de morir.
3. EL ALMA CONCUPISCIBLE (o apetitiva). Fuente de pasiones innobles, situada en el abdomen y también mortal. Es
clara la diferencia que hay con la parte racional, pues muchas veces, la razón ordena no hacer aquello a que se siente
inclinado el apetito. Domina en los ‘hombres de bronce’, destinados a producir todos los bienes materiales necesarios para
una ciudad.
La justicia, considerada en Platón como la armonía o perfecta ordenación entre las tres clases sociales, compuestas por los
distintos tipos de hombre, será el máximo ideal de la política en la obra de La República, pero conseguir esto es mi más ni
menos la responsabilidad del sabio y filósofo, convertido en filósofo-rey.
3.2. EL NATURALISMO ARISTOTÉLICO
“Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber”. Con estas palabras se inicia el libro primero de la Metafísica
de Aristóteles. Ese deseo de saber culmina en la adquisición de la sabiduría que consiste, para Aristóteles, en el
conocimiento de las causas y los principios del ser. Y ese conocimiento es el objeto de la metafísica, de la ciencia de las
primeras causas y principios del ser, el conocimiento del ser "en cuanto ser", el conocimiento de la causa última de la
naturaleza y de la realidad.
Así pues, el sistema platónico se enfrentará muy pronto con el no menos conocido de Aristóteles(384-322 a.C.), el más
célebre de los discípulos de Platón, que plantea «la alternativa opuesta» fundamental, estableciendo de principio una
crítica a la teoría de las ideas de Platón por varios motivos:
1º. Establecer un mundo paralelo para comprender el mundo físico, no resuelve el problema del mundo físico, sino que
construye otro nuevo, duplica el problema pues ahora nos encontramos con dos mundos para resolver.
2º. La causa de los objetos no podemos buscarla fuera de ellos, sino en ellos mismos.
3º. La teoría de las ideas no ofrece una explicación del cambio o movimiento del mundo físico, que era su objetivo inicial,
ya que siendo las ideas inmóviles e inmutables y siendo las cosas una imitación de las ideas, aquellas también deberían ser
inmóviles e inmutables, pero esto es falso, porque las cosas cambian.
4º. Si las ideas representan la esencia de las cosas, aquello por lo que las cosas son lo que son, no deben estar fuera y en
otro mundo respecto a las cosas, sino que deben estar en las cosas mismas.
Parecería más lógico pensar que la teoría de Platón para explicar la relación entre las ideas y las cosas por medio de la
participación o la imitación, no son más que metáforas.
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Para Aristóteles el mundo físico contiene en sí mismo toda la realidad existente, no hay que buscar en ningún otro sitio o
lugar para encontrar otras realidades; las «formas» o «esencias», están inmersas en los objetos físicos, como el alma en el
cuerpo, son inseparables y nada sobrevive al resto. Esta es la teoría hilemórfica de la realidad en Aristóteles pues todo se
compone de materia (hylé) y forma (morphé); la forma es inmaterial y constituye la esencia de las cosas, “aquello que
hace que una cosa sea lo que es y no otra cosa” y se une a la materia formando los seres y la realidad. Sólo a través de un
esfuerzo intelectual nos será posible entenderlas o conceptualizarlas por separado.
Por lo demás, Aristóteles se dispone a interpretar un mundo desde una perspectiva horizontal, desde un naturalismo
realista, negando la verticalidad de la realidad platónica. Existe el mundo sublunar, y el resto del universo que contiene los
planetas y demás cuerpos celestes se compone de esferas compuestas de un sólido cristalino (éter), que giran unas dentro
otras, impulsando su movimiento por un primer motor inmóvil identificado con un Dios físico.
Después de Platón y Aristóteles, al resto de filósofos de la historia no les quedaría más que alistarse a uno de los dos
bandos: o ser platónico o ser aristotélico. Desde este punto de vista, cabría interpretar la Historia de la Filosofía como una
alternancia sucesiva de periodos platónicos con periodos aristotélicos (en analogía con la Historia del Arte donde parecen
alternarse periodos clásicos con periodos no clásicos). En la cuestión que aquí nos ocupa, Platón representa lo espiritual,
la prevalencia de lo inmaterial sobre lo material, Aristóteles, por el contrario, representa la prevalencia del mundo de los
sentidos, del mundo de aquí abajo: lo realmente existente es la materia, lo ideal y espiritual es algo dentro de la materia,
no diferente de la misma ni reductible a ella.
3.3. TEXTO DE PLATÓN, “La República” Libro VII, 514a-518b (Madrid, Alianza, 1998, pp. 368-375). I. - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo más y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas. - Ya lo veo -dijo. - Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados. - ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros! - Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? - ¿Cómo -dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? - ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo? - ¿Qué otra cosa van a ver? - Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos? - Forzosamente. - ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar? - No, ¡por Zeus! -dijo. - Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados. - Es enteramente forzoso -dijo. - Examina, pues -dije-, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus
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preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba? - Mucho más -dijo. II. - Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que estos son realmente más claros que los que le muestra? - Así es -dijo. - Y si se lo llevaran de allí a la fuerza -dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas? - No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento. - Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio. - ¿Cómo no? - Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar. - Necesariamente -dijo. - Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían. - Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro. - ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos? - Efectivamente. - Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o re-compensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable? - Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida. - Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol? - Ciertamente -dijo. - Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad –y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aún de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir? - Creo que sí -dijo. III. - Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh, amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en la inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública. - También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo. - Pues bien -dije-, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a ese punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra, al menos si también esto concuerda con la imagen de que se ha hablado. - Es natural, desde luego -dijo. - ¿Y qué? ¿Crees -dije yo- que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí? - No es nada extraño -dijo. - Antes bien -dije-, toda persona razonable debe recordar que son dos las maneras y dos las causas por las cuales se ofuscan los ojos al pasar de la luz a la tiniebla y al pasar de la tiniebla a la luz. Y una vez ha ya pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá insensatamente cuando vea a alguna que, por estar ofuscada, no es capaz de discernir los objetos, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida más luminosa, está cegada por falta de costumbre, o si, al pasar de un mayor ignorancia a una mayor luz, se ha deslumbrado por el exceso de ésta; y así, considerará dichosa a la primer alma, que de tal manera se conduce y vive, y compadecerá a la otra, o bien, si quiere reírse de ella, esa su risa será menos ridícula que si se burlara del alma que desciende de la luz. - Es muy razonable -asintió- lo que dices". PLATÓN: “La República”, Libro VII, 514a-518b.
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4. OTROS SISTEMAS ESPIRITUALISTAS O IDEALISTAS
4.1.El idealismo de Berkeley
Berkeley (1685-1753) fue un filósofo irlandes. Para él la realidad es idea, no podemos ir más allá de las ideas. Sobre qué
es una idea, Berkeley sigue a Descartes para quien una idea es “todo contenido de mi pensamiento de que soy
consciente”, donde se incluyen sentimientos y voluntades. La materia, queda fuera de mi conciencia, produce en mis
sentidos sensaciones que trasladan a mi conciencia «impresiones sensibles». Lo curioso es que estas impresiones no
existen fuera de mis sentidos y por ello son subjetivas (el rojo de un daltónico es de color verde). La materia se concibe
como un conjunto de impresiones (subjetivas), y si cada uno de nosotros sólo puede percibir el mundo a través de nuestras
ideas construidas de un modo subjetivo, el mundo sólo existe en nuestra mente, es la información presente en el
pensamiento del sujeto. La dificultad está en saber si lo que percibo en mi conciencia es en realidad tal y como yo lo
percibo, o dicho de otro modo, qué grado de correspondencia existe entre mis ideas y la realidad con que ellas se
relacionan. (Véase Matrix de Andy y Larry Wachowski).
4.2. El idealismo trascendental de Kant
Inmanuel Kant fue un filosósofo alemán que vivió desde el 1724 al 1804. Para Kant, las ideas son las formas en que el
pensamiento humano organiza la información que obtiene sobre el mundo físico a través de los sentidos. Este modo de
organizar los datos de la experiencia es común a todos los seres humanos, es decir, es universal para la especie. El
pensamiento humano posee formas, categorías y principios que Kant llama puros, pues son innatos, y sirven para
ordenar y clasificar la información del mundo que obtenemos a través de los sentidos. El mundo humano, percibido desde
órganos humanos, y pensado desde las estructuras innatas del conocer humano, dan origen a nuestra experiencia peculiar,
con ciertas características objetivas como: a) una duración temporal, b) una causa o causas responsables de su existencia,
c) esto sucede tanto en los fenómenos psíquicos (de nuestro pensamiento) como físicos (en el cosmos). Pero afirmará Kant
que con todo este conocimiento del mundo, sólo podemos conocer «fenómenos», que son aquellos objetos que se nos
ponen delante, que se someten a las leyes de la física y que construyen nuestra experiencia del mundo.
El idealismo de Kant viene en suponer que la realidad no se agota en el fenómeno, sino que hay un nivel profundo y
esencial de la realidad que está constituido por el «noúmeno», donde atribuimos la libertad y la voluntad, que no puede ser
conocido por nuestra experiencia, aunque puede ser pensado con nuestra razón, solo que al hacerlo, traspasa los límites de
la experiencia y del conocimiento posible, adentrándose entonces en los problemas metafísicos, tales noúmenos son el
alma, Dios o el propio concepto de mundo como totalidad.
Para Kant existe un «yo transcendental», está antes y detrás de todo lo físico, y es diferente del resto de fenómenos
conocidos, es un indicio más de la existencia de «algo espiritual», o al menos de una dimensión que nos compone y que
no se puede reducir a lo físico, pues mientras lo físico se limita a lo fenoménico (los fenómenos se nos presentan a
nuestros sentidos), detrás está lo nouménico, una dimensión espiritual e incognoscible. La unidad fenómeno-noúmeno
forman lo real.
4.3. El idealismo absoluto de Hegel
Para Hegel (1770-1831) no existe nada que no sea real, luego las ideas con que la realidad se organiza están en la
realidad. Decir lo que algo ‘es’, es reconocerlo como un caso particular de una idea, con lo que el ser de las cosas se
entiende como la realización de las ideas, puesto que son un caso particular de ellas. Esta es la fórmula:
SER = REALIZACIÓN DE LA IDEA
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Si vamos más lejos, y si las ideas son de la razón, y lo propio de la razón es pensar ideas, entonces la realidad es la
realización de la razón: “Todo lo real –dirá Hegel- es racional”. La realidad se entiende como la progresiva realización de
la razón, por ello tanto el conocimiento como la realidad se desarrollarán en el tiempo y son históricas. La historia del
hombre es la historia de su progresiva realización, y por tanto, de sí mismo. El espíritu se manifiesta, a través de sus
distintos desarrollos, en el devenir histórico del tiempo.
5. EL DUALISMO CRISTIANO
Con gran influencia del dualismo platónico, diferencia en la realidad entre:
a) el Creador como el ser necesario, no puede no existir, infinito, eterno, es omnisciente (todo lo sabe) y omnipotente
(todo lo puede) y a su vez está dotado de una misericordia infinita.
b) lo creado, todo él es contingente (igual puede ser que no ser), donde el ser humano es imagen y semejanza de Dios,
aunque de conocimiento, poder y amor limitados.
5.1. El cristianismo de Tomás de Aquino
El cristianismo identifica en concepto de alma con el de espíritu y lo asocia a las ideas en un marco de religiosidad. Si
cogemos a Tomás de Aquino (1225-1274) como uno de sus máximos representantes (entre otros muchos), encontramos
una mezcla de Platón y Aristóteles cristianizados. Frente a la eternidad del mundo de los griegos, ahora los cristianos
hablan de una creación del mundo por Dios a partir de la nada, y Dios ocupa el vértice del mundo, la cúspide en la escala
del Ser y en su jerarquía de seres de más a menos perfectos, y donde Dios ocupa la máxima perfección. Después existen
seres inmateriales (formas o esencias sin materia), espíritus puros. Le siguen los seres compuestos de materia y forma y el
lugar más destacado lo ocupa el ser humano, después los animales, vegetales, inanimados y primeros elementos (agua,
aire, tierra y fuego).
Este dualismo se traslada también al ser humano, no sólo como diferenciación entre cuerpo y alma, sino como
diferenciación entre esta vida y la otra a la que estamos llamados, para la que se fija el camino de imitación de Cristo.
Todo esto ha sido objeto de fuertes críticas por parte de la filosofía, y especialmente en el siglo XIX, como veremos.
5.2. El dualismo cartesiano
Descartes (1596-1650) es el fundador de la filosofía moderna, y define los tres nuevos objetos de la metafísica. Para
Descartes, la realidad está constituida por tres sustancias: la sustancia divina o infinita (Dios), la sustancia espiritual o
pensante (res cogitans o alma), y la sustancia material o extensa (res extensa o mundo). Las dos primeras son
inmateriales, frente a la última que es material. Si dejamos dejamos de lado a Dios que es el objeto de estudio de la
teología como parte de la Metafísica, Descartes identifica a las otras dos sustancias como independientes entre sí.
Mientras que el mundo natural (res extensa) se rige por el determinismo, sometido estrictamente a sus principios físico-
matemáticos, de acuerdo con una visión mecanicista de la naturaleza, la mente humana, el alma (res cogitans), sin
embargo es libre y se determina desde su voluntad (lo que es compatible con los postulados cristianos de una
responsabilidad moral del hombre que permita juzgar los actos humanos). En el hombre coexisten estos dos tipos de
sustancia, alma y cuerpo, res cogitans y res extensa, pero como tales son independientes, lo que no llevará a Descartes a
pocos problemas para explicar sus relaciones.
6. EL ATEÍSMO FILOSÓFICO
El ateísmo filosófico va a rechazar la existencia de la religión por dos razones:
a) por su falsedad, ya que no existe más realidad que la del cosmos material, y
b) por su maldad, pues es una mentira que impide la realización del hombre mismo.
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Responder a la pregunta de ¿por qué el ser humano ha inventado la religión? y ¿qué debemos hacer para superarla y
promover la realización del propio hombre?, os siguientes filósofos que coinciden en el siglo XIX:
Para Comte (1798-1857), el hombre ha inventado la religión por al necesidad de comprender el mundo en que vivimos, la
religión nace como un modo de explicación arcaica y mítica de la naturaleza, cuyos fenómenos consideran regidos por la
voluntad de los dioses. La religión estará superada cuando la humanidad haya alcanzado su «estadio positivo», donde la
realidad será comprendida científicamente y controlada desde la tecnología.
Para Feuerbach (1775-1833), nos inventamos la religión porque necesitaos esperanza, y Dios es la esperanza del hombre.
La idea de Dios incluye las cualidades del hombre en su máximo grado de perfección y expresa el ideal humano de
perfeccionar indefinidamente nuestras facultades. Superaremos la religión cuando el hombre decida por sí mismo
desarrollar sus capacidades sin contar con la ayuda inexistente de un Dios inexistente.
Según Marx (1818-1883), nos inventamos la religión porque necesitamos consolarnos de la injusticia de este mundo
garantizándonos un más allá de justicia perfecta. La célebre frase «La religión es el opio del pueblo», indica un pueblo
sedado, sin conciencia, pues la pérdida de la conciencia de la realidad es el efecto inmediato del opiáceo, y mientras esto
sucede, el hombre es víctima de una falsa conciencia que lo predispone a la explotación económica; la religión convierte
al hombre en un siervo que tolera la explotación disuadiéndolo de su rebeldía moralmente necesaria, bajo la promesa de
un mundo justo donde se recompensarán las injusticias del mundo real, pero tras la muerte. Superaremos la religión
cuando consigamos instaurar una sociedad justa mediante la crítica al orden vigente y la revolución proletaria que evite la
explotación de la clase social más numerosa: el propio pueblo.
Para Nietzsche (1844-1900), nos inventamos la religión porque necesitamos restaurar nuestro orgullo herido. El hombre
excelente es ateo y confía en sus propias fuerzas para afrontar los desafíos de la vida. Pero de estos hay muy pocos, ya que
la mayoría, los mediocres, se inventan la religión para convertir en valores supremos esos que los excelentes repudian por
ser contrarios a una vida verdadera, los valores de la mayoría que están resentidos por una vida baja y mediocre quedan
plasmados en la religión donde se simulan fuertes y poderosos, elegidos de Dios, salvados en un mundo prometido, todo
esto es para Nietzsche la gran ficción, el gran error bajo la gran mentira del cristianismo occidental. La religión es,
entonces, resultado del resentimiento de los mediocres contra los excelentes, y valora como bueno lo que es expresión de
debilidad y de cobardía. Superaremos la religión cuando asumamos la vida desde la moral de los hombre excelentes, el
«superhombre», quien no tendrá inconveniente en declarar la muerte de Dios. Así se expresa la célebre expresión del
filósofo: «Dios ha muerto». «Viva el superhombre».
Para Freud (1856-1939), nos inventamos la religión porque la vida es una experiencia dura de enfermedad,
envejecimiento, sufrimiento y muerte y necesitamos un analgésico para sobrellevarla. A través de la vida hemos
desarrollado el complejo de pérdida del padre, que nos protegía en la infancia y junto al que nos sentíamos seguros y no
temíamos a nada; el crecimiento y la maduración nos ha ido obligando por distintas causas, en relación con el poder y la
sexualidad, a alejarnos de esta figurta paterna, pero no hemos superado el trauma que este proceso nos provoca. Así nos
inventamos un padre celestial que nos cuida siempre. Superaremos la religión cuando superemos la neurosis de inventar
un padre y asumamos la vida tal y como es, aunque Freud de hecho lo vea difícil.
La religión no ha dejado de tener respuestas contundentes a esas posiciones, pero no vamos a entrar el ellas, por
considerarlas un asunto religioso.
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7. EL MATERIALISMO.
Las concepciones de carácter materialista son tan antiguas como la propia Filosofía. De un modo inocente y satisfactorio,
para Demócrito de Abdera (460-370 a.C.) el mundo consistía enteramente en «átomos», que eran pequeñas partículas de
un «material»» absolutamente duro, impenetrable, incomprimible, compacto, indivisible e inalterable, que poseían forma
y tamaño pero ninguna otra propiedad, infinitos en número, y que se movían de modo irregular en el vacío, cuyos choques
y rebotes dieron lugar al mundo conocido. Solo existen átomos y vacío, el vacío es el espacio donde los átomos se
encuentran, se mueven, se ordenan y se componen, y todo cuerpo no es más que un agregado de átomos combinados al
azar, sin ningún plan o fin previstos, siguiendo el más férreo determinismo, donde el alma es también un compuesto de
átomos.
Thomas Hobbes (1588-1679) fue precursor del empirismo moderno y defiende el materialismo corporal. Sigue un
modelo atomista, mecanicista y determinista. A pesar de ello, parece ser que fue Robert Boyle quien en 1674 introdujo el
término «materialista» como sinónimo de «defensor» o «partidario» de una filosofía corpuscular o atómica. Aunque un
poco antes, en el siglo XVII, Descartes como hemos visto estableció su conocida división radical de la realidad en dos
ámbitos: el de la res extensa (realidad extensa o material) y el de la res cogitans (realidad pensante o espiritual), a partir
de la cual se entenderá por materialista la filosofía que reduzca toda la realidad al primer ámbito.
El materialismo como doctrina propiamente metafísica y ética se desarrolla en el siglo XVIII principalmente con las obras
de De La Mettrie y Holbach, que consideran que los fenómenos mentales, fundamentalmente el pensamiento, pueden
explicarse a partir de la naturaleza material, física del cuerpo, sin necesidad de realidad espiritual alguna. En el siglo XIX
se produce un verdadero auge de los materialismos; surgen o se desarrollan algunas de sus variantes, entre las que destaca
el materialismo naturalista, conocido también como materialismo alemán, y que acuñó el lema «Man ist was man isst»
(«Se es lo que se come»), especie de grito de guerra para la disputa del materialismo que tuvo lugar en 1854 en el
Congreso de Naturalistas de Gotinga, y en el que se enfrentaron enconadamente materialistas y espiritualistas.
Un exponente el materialismo es Karl Marx (1818-1883), para quien toda la realidad se resuelve en la materia y en sus
procesos de transformación. No hay lugar a cuestiones referidas al alma o a la trascendencia. Marx hace hincapié en la
dimensión práctica y productiva del ser humano como ser natural, cuya naturaleza consiste en producir su propia vida, en
relación con la naturaleza y con los otros seres humanos, las dos dimensiones del hombre. El orden social está basado en
la producción y el intercambio de productos en un plano material y básicamente de carácter económico, de donde se
generan los distintos tipos de pensamientos y estilos de vida, o ideologías, que son producciones culturales.
En el XX la vieja discusión entre materialistas y espiritualistas va a proseguir, pero tomando una forma más moderna, más
contemporánea, aunque el problema de fondo sea el mismo: ahora la cuestión se formula, sin embargo, en las diferencias
entre mente y cerebro, con una especial atención a la inteligencia artificial.
El materialismo es hoy la única corriente filosófica, científica que se opone al idealismo. El materialismo filosófico, que
profundiza en la certidumbre que toda persona encuentra en la realidad del mundo externo, afirma el carácter primero de
lo material y el carácter segundo de lo espiritual, de lo ideal. Lo que significa que el no ha sido creado, que es infinito en
el tiempo y en el espacio. Entiende que la conciencia es un producto de la materia y la concibe como un reflejo del mundo
exterior, con lo cual afirma que la naturaleza es cognoscible. En la historia de la filosofía, el materialismo, por regla
general, ha sido la concepción del mundo de las clases y capas avanzadas de la sociedad, interesadas en que el mundo se
reflejara acertadamente, y en que se intensificara el dominio del hombre sobre la naturaleza. Generalizando los resultados
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de las ciencias, el materialismo facilitaba el progreso del saber, el perfeccionamiento de los métodos científicos, lo cual a
su vez ejercía una beneficiosa influencia sobre los resultados de la actividad práctica del hombre y sobre el desarrollo de
las fuerzas productivas. Podemos distinguir a lo largo de la historia distintos tipos de materialismo.
8. EL PUNTO DE VISTA DE LA CIENCIA NATURAL: ARGUMENTO A FAVOR EL MATERIALISMO
La noción científico-natural de materia la concibe como aquello que llena el espacio. Puede presentarse en dos
modalidades básicas: de forma pasiva, como extensión, y de forma activa, como energía. En la medida en que llena el
espacio y se opone a lo vacío, posee la propiedad fundamental de la impenetrabilidad, su estructura es atómica o, más
precisamente, subatómica, y es la misma para todos los objetos del universo, es decir, es única. La ley de conservación la
caracteriza además como una magnitud constante, como algo permanente, indestructible. Bien como masa, bien como
energía, «ni se crea, ni se destruye, sólo se transforma». También para la ciencia, pues, la materia es el ingrediente
esencial de todo cambio.
CONCEPTOS METAFÍSICOS: ser, sistema metafísico, realidad, apariencia, materia y espíritu, unidad, universal, dualidad, multiplicidad, devenir, necesidad, contingencia, trascendencia, categoría, abstracción, materialismo, espiritualismo, existencialismo o esencialismo, inmanencia, intuición, cosmovisión, determinismo, orden, causalidad, mecanicismo, materia, azar, determinismo, indeterminismo.
SEGUNDA PARTE: LA COSMOVISIÓN CIENTÍFICA DEL
UNIVERSO 1. El comienzo: ¿mecanismos u organismos?
Hemos dicho que la ciencia desarrolla una visión exclusivamente materialista de la realidad, de sus compuestos y de su
organización. Este materialismo se presenta como la Única posición filosófica coherente con la cosmovisión científica
contemporánea, que nos describe el universo del siguiente modo:
El universo comienza con una inmensa explosión –el big bang-, y evoluciona en un proceso de producción de
estructuras cada vez más complejas, en el que la materia, en sus nuevos niveles de organización da lugar a cualidades
hasta entonces inexistentes.
Un conflicto inicial en el modo de entender el mundo surge entre dos concepciones distintas: el mecanicismo y el
organicismo:
El mecanicismo concibe la realidad como la de una estructura comparable a la de una máquina, consistente en cuerpos en
movimiento, de modo que puede explicarse a base de modelos de máquinas; esta es la concepción que encontramos en
Newton (también en Descartes, Boyle, Huygens, Hobbes, etc.). Es característico del mecanicismo admitir que todo
movimiento se efectúa según una rigurosa ley causal, que impide la existencia de fines (Leibniz), y que desconfía de toda
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cualidad oculta. El no haber tenido en cuenta la complejidad de la naturaleza, permite a algunos afirmar la «decadencia
del mecanicismo» en la ciencia y en la filosofía.
El organicismo afirma que la realidad es de tipo orgánico, lo que quiere decir que tiene estructura de un organismo y no
de una máquina. Tal concepción ha sido defendida por Aristóteles, Leibniz. Kant, Schelling, Hegel, Lotze, etc. Todos han
querido poner de relieve las peculiaridades de lo orgánico, como algo distinto a lo mecánico, en donde un organismo se
presenta como un «todo» con algún principio determinado. Especial importancia adquiere en su aplicación a la biología,
donde las distintas partes desiguales que componen un organismo cuando están bien combinadas, pueden ejecutar
funciones que serían imposibles de otro modo, y que no son reductibles a una función puramente mecánica.
2. NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LA MATERIA-ENERGÍA
1º. Nivel pre-estructural del las partículas elementales (del quark al átomo): los cuarks o quarks, junto con
los leptones, son los constituyentes fundamentales de la materia. Varias especies de quarks se combinan de manera
específica para formar partículas subatómicas tales como protones y neutrones, aunque en la naturaleza no se encuentran
quarks aislados estando siempre en grupos.
En los inicios de la física cuántica Werner Heisemberg (1901-1976), físico, filósofo y premio nobel de física
de 1932, enunció el conocido «principio de indeterminación o incertidumbre» con una lectura filosófica muy
interesante, que lo relaciona con el concepto mismo de medida. En efecto, al intentar determinar con precisión la
velocidad de una partícula, se utiliza un instrumento de medida que introduce una perturbación en el estado de la propia
partícula, con lo que no será posible determinar exactamente su posición (o a la inversa). Esta perturbación es intrínseca a
la medida, y no depende del método utilizado, como expresa el propio principio de Heisenberg. Por tanto, se concluye que
el solo hecho de medir el estado de un sistema lo modifica, de manera que el resultado obtenido está siempre sujeto a un
umbral mínimo de incertidumbre. El principio de indeterminación supuso un golpe definitivo para la idea del
determinismo sostenida por las ciencias durante siglos.
2º. Nivel estructural de los átomos y moléculas que presentan, en relación a las partículas elementales, una mayor
estabilidad estructural y muestran un comportamiento específico pues los átomos de un mismo elemento tienen la misma
estructura y se comportan del mismo modo a nivel físico-químico.
La Fuerzas de la materia-energía
-Nuclear fuerte: es la interacción que permite unirse a los quarks y a pesar de su intensidad, su efecto sólo se aprecia a
distancias muy cortas del orden del radio atómico. El resultado de esta fuerza actúa dentro del nucleo atómico y es
responsable de la estabilidad de protones y neutrones.
-Nuclear débil: es causante de los cambios de sabor en los quarks y leptones, y que decaigan en partículas más livianas, y
su efecto es también atractivo.
-Fuerza gravitatoria: es la más conocida de las interacciones, es muy débil y afecta a todas las partículas, incluso a las
que no tienen masa. Es una interacción que actúa a grandes distancias y sólo tienen un carácter atractivo y hace que
cualquier tipo de materia provista de energía interaccione entre sí. A distancias atómicas, y en comparación con el resto de
interacciones es la más débil de todas. A escala planetaria y supragaláctica, la teoría de la relatividad nos dice que, esta
interacción es una manifestación de la deformación que sufre el espacio-tiempo por la presencia de grandes masas.
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-Fuerza electromagnética: es la interacción que actúa entre partículas con carga eléctrica, el electromagnetismo tiene
alcance infinito, junto a la gravitación sus intensidades nunca alcanzar a cero, pero es mucho más fuerte que la gravedad y
describe casi todos los fenómenos de nuestra experiencia cotidiana, desde el rayo láser, la radio, la fricción y el arco iris,
y sus efectos han sido observados desde la antigüedad.
Los tipos de procesos:
-Azarosos: lo que ocurre puede suceder de varios modos, son procesos propios de la realidad subatómica y rse rigen por
leyes probabilísticas.
-Deterministas estrictos: sólo pueden suceder del modo en el que lo hacen y son predecibles.
-Caóticos: son deterministas pero impredecibles, porque su predicción exige el conocimiento de valores de las variables
imposibles de conseguir.
Los procesos deterministas y caóticos son propios de los fenómenos de nivel atómico.
3º. Nivel de Cristales, formaciones geométricas visibles de átomos y moléculas.
4º. Nivel estructural del organismo vivo: en este nivel la materia adquiere las siguientes propiedades:
-interioridad: pues todo organismo establece una frontera entre su dentro y el fuera.
-metabolismo: pues se produce un intercambio de materia-energía con el medio.
-nuevos compuestos de materia viva, como los glúcidos, lípidos, proteínas, vitaminas y ácidos nucleicos.
-teleonomía: significa que todas las partes del organismo funcionan simultáneamente para sí mismas y para el
mantenimiento del organismo al que pertenecen.
-sensibilidad y reproducción.
La vida evoluciona a través de dos grandes principios: mutación y selección natural.
5º. Nivel estructural del ser humano.
Cuando la materia alcanza el nivel de complejidad propio del ser humano, el organismo que ha desarrollado un sistema
nervioso central, da lugar a la aparición del pensamiento, sentimiento y voluntad, presentes en todas las realizaciones
del hombre y de su cultura. Pero de este nivel nos ocuparemos en los dos temas restantes del curso
3. UNA HIPÓTESIS GLOBAL DEL PLANETA: LA HIPÓTESIS DE GAIA
La hipótesis de Gaia -Teoría o Principio de Gaia, como también se le conoce- fue ideada por el químico James
Lovelock en 1969 (aunque publicada en 1979), plantea que todos los organismos que pueblan la Tierra, así como sus entornos
inorgánicos, conforman una unidad integrada de gran complejidad que se auto-regula y permite que las condiciones de vida en el
planeta se mantengan.
La idea surgió en los años 70, de la observación de cómo la biosfera y la evolución de los procesos vitales contribuyen
significativamente a la temperatura global del mundo, la salinidad oceánica y el resto de los factores de habitabilidad. En los
primeros momentos fue recibida con rechazo por los expertos, pero más recientemente fue aceptada por algunas corrientes,
especialmente las relacionadas con la ecología de los sistemas.
El elemento más importante de esta hipótesis es que defiende la existencia de un equilibrio planetario determinado por las
distintas formas orgánicas, el cual persigue activamente mantener las condiciones óptimas para la vida, aun cuando lo amenacen
elementos terrestres o de la realidad espacial. La Tierra ha conservado sus condiciones de habitat confortable durante los tres
mil millones y medio de años que lleva albergando vida, a pesar de que la cantidad de calor que llega desde el Sol haya
experimentado un incremento del 25%. Según la segunda ley de la termodinámica, un sistema cerrado tiende a la
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máxima entropía así que de algún modo los organismos vivos han conseguido que el planeta continúe constituyendo un
espacio apto para la vida. Veamos un ejemplo, en el caso del planeta Tierra su atmósfera debería hallarse en equilibrio
químico, todas las posibles reacciones químicas ya se habrían producido y su atmósfera se compondría mayoritariamente
de CO2 (Se estimó que la atmósfera debería componerse de, aproximadamente, un 99 % de CO2) sin apenas vestigios de
oxígeno y nitrógeno pues según la teoría de Gaia, el que al día de hoy la atmósfera la compongan un 78 % de nitrógeno,
21 % de oxígeno y apenas un 0,03 % de dióxido de carbono se debe a que la vida, con su actividad y su reproducción,
mantiene estas condiciones que la hacen habitable para muchas clases de vida. Según la Teoría Gaia, en la Tierra la
estabilidad de la atmósfera se regula por los procesos vitales. Salvo los gases nobles, el resto de los gases atmosféricos que hay en
el planeta son provocados por los organismos vivos.
Al parecer, mientras más especies haya en el sistema, más fuertes y balanceados son sus mecanismos. La Hipótesis de Gaia le da
alto valor a la biodiversidad para mantener condiciones habitables. Precisamente por esta razón los que defienden los principios
de esta teoría plantean que con el aumento de la población humana y, consecuentemente, de su impacto en el medio ambiente,
dicho equilibrio se está viendo amenazado.
La noción de una Tierra viviente ha sido muy controvertida dentro de la ciencia, basado sobre todo en lo metafórico que suenan
muchas de las aseveraciones que sus teóricos han presentado. Las críticas aparecen también cuando no se explican
matemáticamente sus principios fundamentales, cosa que ocurre en otras descripciones científicas, pero la relevancia de este
planteamiento reside en el hecho de que relega la selección natural a un plano de importancia inferior a la de la integración
general de los organismos vivos en la red simbiótica global. Además, la hipótesis de Gaia da cuenta de una serie de relaciones
complejas que se producen entre los distintos niveles de los ecosistemas terrestres y, aun con sus limitaciones, representa un
punto de partida para el estudio de los procesos de cambio climático que actualmente están poniendo en riesgo la supervivencia
del planeta.
4. LA TEORÍA DEL CAOS
Popularmente, se le llama Teoría del Caos a la rama de las ciencias exactas, principalmente física y matemáticas, que
trata sobre comportamientos impredecibles en sistemas dinámicos (sistemas complejos que cambian o evolucionan con el
estado del tiempo). La Teoría del Caos plantea que el mundo no sigue un patrón fijo y previsible, sino que se comporta de
manera caótica y que sus procesos y comportamiento dependen, en gran manera, de circunstancias inciertas. Esto plantea
que una pequeña variación en el sistema o en un punto del mismo puede provocar que en un lapso de tiempo al futuro éste
presente un comportamiento completamente diferente e impredecible. No es propiamente una teoría, sino un gran campo
de investigación abierto que abarca numerosas líneas de pensamiento. Estudian ciertos tipos de sistemas complejos y
sistemas dinámicos muy sensibles a las variaciones. Pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden implicar
grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo.
Antes de la aparición de la Teoría del Caos, se pensaba que para que el tiempo llegara a predecirse con exactitud
newtoniana no era más que una cuestión de introducir más y más variables en un ordenador lo suficientemente potente
como para procesarlas. Sin embargo, de unas pocas variables de hace tan sólo unas décadas se ha pasado a considerar
cientos de miles de variables sin conseguir la predicibilidad esperada. El clima, como sistema caótico, ha de entenderse
como un sistema impredecible aunque presente cierto orden a través de las estaciones. Más recientemente se ha probado
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que el carácter caótico del tiempo atmosférico tiene que ver con las propiedades geométricas del grupo de evolución del
sistema climático terrestre. Estos resultados sugieren una imposibilidad práctica de predecir el tiempo atmosférico a
medio y largo plazo. El clima es sensible a pequeñas variaciones en las condiciones iniciales y la determinación de las
condiciones iniciales con exactitud está abocado al fracaso a causa del Principio de incertidumbre de Heisenberg. Se ha
estimado que una predicción a dos meses vista requeriría conocer las condiciones iniciales con una precisión unas 100 mil
veces superior a la precisión obtenida por dicha predicción.
La complejidad del mundo ha llevado al ser humano a simplificar la realidad, a abstraer la naturaleza para hacerla
cognoscible y, tristemente, a caer en la trampa de la dualidad. Bien y mal, objetivo y subjetivo, arriba y abajo. Pero la
tendencia a ordenarlo todo choca con la misma realidad, irregular y discontinua. Muchos científicos ya han renunciado a
la ilusión del orden para dedicarse al estudio del caos, que acepta al mundo tal y como es: una imprevisible totalidad. Un
ligero vistazo a nuestro alrededor advierte de la tendencia general al desorden: un cristal se rompe, el agua de un vaso se
derrama... nunca ocurre al revés. Pero, contrariamente a lo que se piensa, este desorden no implica confusión. Los
sistemas caóticos se caracterizan por su adaptación al cambio y, en consecuencia, por su estabilidad. Si tiramos una piedra
a un río, su cauce no se ve afectado; no sucedería lo mismo si el río fuera un sistema ordenado en el que cada partícula
tuviera una trayectoria fija donde el orden se derrumbaría.
TEXTOS 1. (Realidad y apariencia) «Para simplificar nuestras dificultades, concentremos nuestra atención en la mesa. Al
sentido de la vista es oblonga, café y brillante; para el tacto es lisa, y fría, y dura; cuando la golpeo suavemente
escucho un sonido como el que emite la madera. Cualquier otro que vea, sienta y escuche la mesa estará de acuerdo
con esta descripción, de tal forma que parecerá que ninguna dificultad podrá surgir; mas cuando queremos ser más
precisos empiezan nuestros problemas. A pesar de que creo que la mesa es “realmente” del mismo color en toda su
extensión, las zonas que reflejan la luz parecen ser mucho más brillantes que las demás, y algunas partes se ven
blancas porque reflejan aún más esa luz. Yo sé que, si me muevo, las zonas que reflejan la luz serán distintas, así que
la aparente distribución de los colores sobre la mesa cambiará. Se sigue que si varias personas están viendo la mesa
en el mismo momento, ni siquiera dos de ellas verán exactamente la misma distribución de colores, porque ninguna
de ellas la ve desde exactamente el mismo ángulo, y cualquier diferencia en el punto de vista provoca algún cambio
en el modo en que la luz es reflejada.
Aquí tenemos ya el principio de una de las distinciones que causan los mayores problemas en filosofía – la distinción
entre “apariencia” y “realidad”, entre lo que las cosas parecen ser y lo que son. El pintor quiere saber lo que las
cosas aparentan ser, el hombre práctico y el filósofo quieren saber lo que son; pero el deseo del filósofo de saber lo
anterior es mucho más intenso que en el hombre práctico, y está más preocupado por adquirir dicho conocimiento
como también de las dificultades para responder a esta pregunta.
Regresando a la mesa. Es evidente que lo que hemos hallado hasta ahora es que no hay color que en apariencia sea
predominantemente el color de la mesa, o inclusive en cualquiera de sus partes – la mesa aparenta tener diferentes
colores desde distintos puntos de vista, y no hay razón para suponer que algunos de estos colores aparentes sean
realmente el color de la mesa más que otros. Y nosotros sabemos que inclusive en un punto de vista determinado el
color será diferente si es iluminado con luz artificial, o si es visto por un daltónico, o por un hombre que usa anteojos
con cristales azules, mientras que en la oscuridad no habrá color alguno, a pesar de que no habrá cambios en la
mesa al tacto o cuando escuchamos el sonido que se produce al golpearla ligeramente. Cuando, en la vida común,
hablamos del color de la mesa, nos referimos al tipo de color que aparece ante el espectador normal, desde un punto
de vista ordinario y bajo condiciones de iluminación usuales. Pero los otros colores que aparecen bajo distintas
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condiciones tienen también el derecho de ser considerados como reales; y por lo tanto, para evitar el favoritismo,
estamos obligados a negar que, en sí misma, la mesa puede tener algún color en particular.
Entonces se nos hace evidente que la mesa real, si hay alguna, no es la misma a la que nosotros de forma inmediata
experimentamos ya sea por la vista, o por el tacto, o por el oído. La mesa real, si hay alguna, no es inmediatamente
conocida por nosotros. De lo anterior surgen simultáneamente dos preguntas muy complejas, a saber: (1) ¿Existe
realmente una mesa? (2) Si es así, ¿qué clase de objeto podrá ser?
(….)Esto es lo que sostienen, como lo hace Berkeley, principalmente porque ellos piensan que no hay nada real – o
en algún sentido algo que se pueda conocer como real – excepto las mentes y sus pensamientos y sus sentimientos.
Podemos establecer el argumento por el que ellos basan su visión de la siguiente forma: “Lo que sea que pueda ser
pensado es una idea en la mente de la persona que piensa en ella; por lo tanto nada puede ser pensado excepto ideas
en las mentes; luego todo lo demás es inconcebible y lo que es inconcebible no existe.”
Tal argumentación, en mi opinión, es falsa; y, por supuesto, aquellos que la sostie- nen no lo hacen tan tajantemente
o cruelmente. Pero, válida o no, la argumentación se ha desarrollado ampliamente ya sea en una forma o la otra, y
muchos y distintos filósofos, tal vez la mayoría, han sostenido que no hay nada real excepto las mentes y sus ideas.
Tales filósofos se conocen como “idealistas”.
Antes de continuar, estará bien considerar por un momento qué es lo que hemos descubierto hasta ahora. Hemos
descubierto que, si tomamos cualquier objeto común del tipo que supuestamente puede ser conocido por nuestros
sentidos, lo que éstos inmediatamente nos informan no es la verdad sobre el objeto que está aparte de nosotros, pero
sólo la verdad sobre ciertas informaciones sensoriales que, lo máximo que podemos llegar a percibir, depende de
cómo estemos relacionados con el objeto. Pero lo que directamente vemos y sentimos es tan sólo “apariencia”,
nosotros creemos que esta apariencia es un signo de cierta “realidad” que hay detrás. Pero si la realidad no es lo
que aparenta, ¿tendremos algún recurso para conocer esta realidad? Y si es así, ¿tendremos algún recurso para
dilucidar su naturaleza?
Entre todas estas sorprendentes posibilidades, la duda nos sugiere que tal vez esta mesa no exista del todo. La
filosofía, si no puede responder a todas las preguntas que nosotros deseáramos, tiene al menos el poder de hacer las
preguntas que incrementan nuestro interés por el mundo, y que así muestran lo extraño y lo maravilloso que está
justo debajo de la superficie de inclusive las cosas más comunes de nuestra vida cotidiana.» Extracto de: Los problemas de la filosofía. “Apariencia y realidad”. Bertrand Russell.
• ¿Cuál es el tema del texto?
• ¿Qué se entiende por “apariencia” y “realidad”?
• ¿En qué consiste el “idealismo”? ¿Y el “realismo”?
• ¿Crees que existe realmente una mesa independientemente de nosotros?
2. "La verdad, lo real, el universo, la vida, como queráis llamarlo, se quiebra en facetas innumerables, en vertientes
sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido
a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que ve será un aspecto real del mundo.
Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra: lo que de la realidad ve
mi pupila no la ve otra. somos insustituibles, somos necesarios. "Sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo
humano" -dice Goethe-. Dentro de la humanidad, cada raza, dentro de cada raza, cada individuo, es un órgano de
percepción distinto de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros
inasequibles.
La realidad, pues, se ofrece en perspectivas individuales. Lo que para uno está en último plano, se halla para otro
en primer término. El paisaje ordena sus tamaños y distancias de acuerdo con nuestra retina y nuestro corazón
reparte los acentos. La perspectiva visual y la intelectual se complican con la perspectiva de la valoración. En vez de
disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual y como las riberas independientes se
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aúnan en la gruesa vena del río, compongamos el torrente de lo real." (ORTEGA Y GASSET, J., Verdad y
perspectiva)
3. «La razón humana tiene el destino singular (…) de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser
planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus
facultades.
La perplejidad en que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza con principios cuyo uso es inevitable
en el curso de la experiencia, uso que se halla, a la vez, suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con
tales principios la razón se eleva, cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones
progresivamente más remotas. Pero advirtiendo que, de esta forma, su tarea ha de quedar inacabada, ya que las
cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurrir a principios que sobrepasan todo posible uso empírico (…). Es
así como incurre en oscuridades y contradicciones. Y, aunque puede deducir que estas se deben necesariamente a
errores ocultos en algún lugar, no es capaz de detectarlos, ya que los principios que utiliza no reconocen contrastación
empírica alguna por sobrepasar los límites de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables disputas se
llama metafísica.» (Kant,I. Crítica de la Razón Pura, Prólogo a la 1º edición)
1. Lee atentamente el texto y escribe la idea o tema principal. 2. Qué funciones atribuye Kant a la razón y cuales son sus límites. 3. Cual es el problema de la metafísica.
4. «La garrapata espera en las ramas de cualquier arbusto para caer sobre cualquier animal de sangre caliente.
Careciendo de ojos, posee en la piel un sentido general lumínico, al parecer, para orientarse en el camino hacia
arriba cuando trepa hacia su punto de espera. La proximidad de la presa se la indica a ese animal ciego y mudo el
sentido del olfato, que está determinado sólo al único olor que exhalan todos los mamíferos: el ácido butírico.
Ante esa señal se deja caer, y cuando cae sobre algo caliente y ha alcanzado su presa, prosigue por su sentido del
tacto y de la temperatura hasta encontrar el lugar más caliente, es decir, el que no tiene pelos, donde perfora el
tejido de la piel y chupa la sangre. Así pues, el mundo de la garrapata consta solamente de percepciones de luz y
de calor y de una sola cualidad odorífera. Está probado que no tiene sentido del gusto. Una vez que ha llegado a
su fin su primera y única comida, se deja caer al suelo, pone sus huevos y muere. Naturalmente sus posibilidades
son escasas. Para asegurar la conservación de la especie un gran número de estos animales espera sobre los
arbustos, y además cada uno de ellos puede esperar largo tiempo sin alimento. En el instituto zoológico de
Rostock se han conservado con vida garrapatas que estuvieron dieciocho años sin comer. » (Arnold Gehlen: El
hombre, su naturaleza y su lugar en el mundo, Sígueme,1987)
1. Relaciona el mundo de la garrapata con el mundo humano: explica las diferencias 5. Un texto de F. Brentano (1838-1917): indicios o señales de la existencia de lo espiritual En su obra Psicología, F. Brentano expone del siguiente modo las diferencias entre lo físico y lo mental: «Un buen ejemplo de realidad mental es la audición de un sonido. No el sonido oído, sino el hecho de oírlo. Desde el
punto de vista de la biología y la física, comprendemos este fenómeno con la siguiente teoría: la atmósfera que nos
circunda está cruzada por ondas sonoras, que son condensaciones y rarefacciones alternadas de aire. Estas ondas son
la causa de que las partículas que se encuentran en la atmósfera inmediatas a nuestro oído golpeen rítmicamente el
tímpano. Al ser golpeado, el tímpano vibra, igual que el tambor sobre el que baten los palillos.
Ahora bien, el tímpano está conectado, mediante tres huesecitos, a una membrana que cubre el extremo de un tubo en
espiral (el caracol), que constituye el oído interno. La vibración del tímpano se transmite entonces hasta esta
membrana, la cual, a su vez, traslada la vibración al líquido que hay en el interior del caracol (la perilinfa). Las ondas,
ahora transmitidas por la perilinfa, hacen vibrar a otra membrana, la membrana de Reissner, la cual pasa la vibración
a un líquido aún más interno, la endolinfa, que por último, al vibrar, pone en vibración a su vez los cilios de las células
del oído interno.
La deformación mecánica que estos sufren origina un cambio de potencial eléctrico entre el interior y el exterior de las
células, lo cual da lugar a una pequeña corriente eléctrica que, transmitida por el nervio auditivo hasta el cerebro,
hace que todo este complicado pero rápido proceso físico termine de pronto en que nosotros, que no hemos tenido
hasta ahora conciencia de nada de todo lo que cuenta nuestra teoría, oímos, o sea, captamos un sonido dándonos
cuenta de que así sucede. El acto de la audición, el acto mental, consiste fenoménicamente no ya en vibraciones y
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pequeñas descargas eléctricas, sino en, por ejemplo, mi conciencia de estar escuchando determinado ruido» (F.
Brentano) Una explicación del texto: Hay diversos fenómenos que conducen a la idea de la posible existencia de una realidad distinta de la que nos muestran los sentidos. Si a la realidad sensible la denominamos «material», a la «otra» la denominaremos «inmaterial», «espiritual» hablaremos también de «mental» o de «estados de conciencia» o «estados psicológicos». Una de las clásicas vías de acceso a lo espiritual la encuentra el hombre en sí mismo al margen de lo físico. A todas las realidades materiales se accede desde fuera, podemos ver cómo funciona un oído como lo hacen los estudiantes de medicina, futuros otorrinos, en su facultad de medicina, y ello de forma objetiva. Sin embargo, en mí mismo encuentro otro tipo de «fenómenos» a los que sólo yo tengo acceso, aparecen en mi interior y forman parte de mis vivencias. Veamos un ejemplo: supongamos que me siento melancólico o feliz al oír una canción. A esa vivencia mía, tal como yo la siento, sólo tengo acceso yo. Podrá decirse que mientras yo me siento feliz, o melancólico o depresivo, ocurren ciertos procesos en mi «cabeza», con mis neuronas; podrá incluso localizarse, ahora o en un futuro, la zona del cerebro donde esto sucede; podrá incluso hacerse algún tipo de «fotografía» del «fogoneo» de mis neuronas; podrá intervenirse en él con fármacos, por ejemplo, con antidepresivos, pero cualquier actuación sobre mi cerebro o mi sistema neurológico, no es mi vivencia, no es lo que yo siento. Eso que yo siento sólo puedo transmitirlo aproximadamente con palabras. Sólo puede entenderlo quien ha experimentado algo parecido. Resulta muy difícil explicarle a un ciego de nacimiento qué es un color, en qué consiste sentir un color. En este contexto, el arte puede interpretarse como una vía privilegiada para transmitir, suscitar, comunicar vivencias que no pueden explicarse de otro modo. La comunicación es posible porque se presupone que las vivencias son similares, pero eso es algo que no puede comprobarse, nadie puede meterse dentro de mí para experimentar lo que yo estoy experimentando. Que el arte «funcione», hace suponer que nuestras vivencias son similares, pero se trata de una simple suposición útil. En tanto que yo como objeto sólo soy «una colección dinámica de procesos neuronales, centrados en la representación del cuerpo vivo, que hallan expresión en una conexión dinámica de procesos mentales integrados»; el yo subjetivo es sin embargo una presencia más esquiva y más fugaz, menos completo, más disperso que a menudo se disuelve en los contenidos de la conciencia. Siempre que intento objetivarlo, el yo buscado se escapa como un resbaladizo pez bajo el agua; cuando lo hago, el que busco se me escapa. Lo peculiar del yo, del sujeto, es que siempre queda detrás, debajo, es la condición de toda representación y de todo pensamiento y no puede por ello ser objeto, ni ser apresado por ninguna representación ni pensamiento. 5. «Pero yo había sido persuadido de que no había nada en todo el mundo, que no había ni cielo ni tierra, que no había
ni espíritus ni cuerpos: ¿pero no estaba yo asimismo persuadido de no existir yo mismo? En absoluto; sin duda existía,
dado que estaba persuadido de algo (o simplemente porque pensaba algo). Pero si hubiera un engañador, con el
suficiente poder y astucia y que empleara toda su astucia en engañarme, y en la medida en que me engaña no puede
hacer de ninguna manera que yo no exista mientras piense que exista. Por tanto, después de haber reflexionado bien y
atentamente, examinando todas las cosas, debemos llegar a la precisa conclusión de que “yo soy, yo existo” es verdad
cada vez que la enuncio o la concibo mentalmente.» (Descartes, R. Meditaciones Metafísicas.)
1. Cual es la idea o el tema principal del texto. 2. Que importancia se confiere al “Yo” 3. Con qué argumento se afirma la verdad de que se habla.
7. «Hay, pues, toda una parte de la realidad que se nos ofrece sin más esfuerzo que abrir los ojos y oídos: el mundo de
las puras impresiones. Bien que le llamemos mundo patente. Pero hay un trasmundo constituido por estructuras de
impresiones que si es latente en relación a aquel no es, por ello, menos real. Necesitamos, es cierto, para que este mundo
superior exista ante nosotros, abrir algo más que los ojos, ejercitar actos de mayor esfuerzo; pero la medida de este
esfuerzo no quita ni pone realidad a aquel. El mundo profundo es tan claro como el superficial, solo que exige más de
nosotros.» (Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote “Mediatación preliminar”)
1. Que crees que entiende Ortega por realidad. 2. Explica todos los temas y cuestiones que puedes relacionar con el mundo profundo, y enuncia algunos métodos o caminos para hallarlo. 8. «La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los
cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, obran de la misma manera para
conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino
intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y
conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas
naturales a su fin, y a este llamamos Dios. » (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I,q.2,a.3)
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1. Cuál es la idea central o tema del texto. 2. Cómo se caracteriza a Dios en el texto.
9. «No hay respuesta alguna al interrogante “¿qué es exactamente un electrón?”, que es el tipo de pregunta que
los filósofos plantean siempre a los científicos [ ... ]. La respuesta es que el físico sólo puede describir la conducta
de un electrón enunciando leyes teóricas, y estas leyes sólo contienen términos teóricos. Describen el campo
creado por un electrón, lo reacción de un electrón en un campo, etc. Si un electrón está en un campo
electrostático, su velocidad se acelerará de cierta manera. Desgraciadamente, lo aceleración del electrón es
inobservable. No es como lo aceleración de uno bola de billar que puede ser estudiado por observación directa.
No hay manera de definir un concepto teórico en términos de observables.» (Rudolf CARNAP, Fundamentación lógica de la física, Barcelona, Orbis, 1985, pp. 200-201)
1. Cuál es la idea central o tema del texto 2. Con qué la relacionarías y por qué 3. Indica términos que asociarías en relación al texto, formando una familia semántica.
10. «Sin tomar los términos “mundo” o “universo” demasiado en serio, podemos distinguir los siguientes tres mundos o
universos: primero, el mundo de los objetos físicos o de os estados físicos; segundo, el mundo de los estados de
conciencia o de los estados mentales, o quizás de las disposiciones para actuar; y, en tercer lugar, el mundo de los
contenidos objetivos de pensamiento, específicamente el mundo compuesto por los pensamientos científicos y poéticos y
el de las obras de arte (…) Desde un principio quiero confesar que soy un realista: pienso de un modo semejante a un
realista ingenuo, que hay un mundo físico (mundo 1) y un mundo de estados de conciencia (mundo 2) y que ambos mundo
interactúan entre sí. También creo que existe un tercer mundo (…). Entre los componentes de mi “mundo 3” se
encuentran los sistemas teóricos, así como los problemas y las situaciones problemáticas. Y mantendré que los más
importantes componentes de este mundo son argumentos críticos (…) y, por supuesto, el contenido de revistas, libros y
bibliotecas.» (Popper,K.:Conocimiento Objetivo.) 1. Cual es la idea o el tema fundamental del texto. 2. Pon ejemplos de los tres tipos de mundo que distingue Popper. 3. Qué es lo que se entiende por realismo ingenuo. 4. A qué mundo atribuye Popper la función crítica y por qué. 11. Cuando examinamos las palabras del lenguaje ordinario, hallamos, a grandes rasgos, que los nombres propios
representan los particulares, mientras que los otros sustantivos, los adjetivos, las preposiciones y los verbos
representan los universales. Los pronombres representan particulares, pero son ambiguos; solo por el contexto o las
circunstancias de su empleo sabemos a qué particular se refieren. La palabra ‘ahora’ representa un particular, es
decir, el momento presenta; pero, como los pronombres, representan un particular ambiguo.
Vemos que no es posible hacer una frase sin emplear por lo menos una palabra que designe un universal. Lo más que
se podría lograr sería una proposición como: «quiero esto». Pero aun aquí, la palabra quiero designa un universal,
pues yo puedo querer otras cosas. Así, todas las verdades implican universales y todo conocimiento de verdades implica
el conocimiento directo de universales.
Si debemos evitar los universales blancura o triangularidad debemos escoger alguna mancha particular de blanco o
algún triángulo particular, y decir que algo es blanco o es un triángulo cuando tiene la especie exacta de semejanza
con el particular que hemos escogido, Pero entonces la semejanza requerirá un universal. Puesto que hay muchas
cosas blancas, la semejanza debe mantenerse entre muchos pares de cosas blancas particulares; y esta es la
característica de un universal. Inútil decir que hay una semejanza diferente para cada par, pues entonces debemos
decir que estas semejanzas se asemejan entre sí, y así nos vemos forzados, en fin, a admitir la semejanza como un
universal. Por lo tanto, la relación de semejanza debe de ser un verdadero universal. Y una vez forzados a admitir este
universal, comprenderemos que es inútil continuar inventando teorías difíciles e improbables, para evitar la admisión
de universales como la blancura o la triangularidad. (Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía.)
1. Cual es la idea o el tema fundamental del texto. 2. Qué grupos está clasificando Russell en el texto y con qué características. 3. Parece que los universales tienen algún tipo de problema ¿Cuál? 4. Debemos resolver el problema y para qué.