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 I HISTORI LOS INTELE TU LES  N  MÉRI L TIN - [Iulién Gre y] (1889), Recuerdos de antaño.Crímenes a granel , La Tribuna Bahía Blanca, 26de noviembre. - (1909), Crónicas BuenosAires, Editorial Minerva. - ( 19 31 ), F r ay Mocho , en Siluetas BuenosAires, Anaconda. Jua? Alberto (1889),  Literatura argentina , en Bibliografía literaria Buenos AIres, Lajouane, pp. 123-132. Piquet,Julio (1928), Apuntesa lápiz : en Nosotros Número homenajea Payró N° 23. Poblete,  ua n (2003), Literaturachilenadel siglo XIX Entrepúblicoslectores yfiguras autoriates. Santiago, Editorial Cuarto Propio. Prieto, Adolf? (1988), El discurso crioilista enlaformacióndelaArgentinamoderna Buenos Alfes, Sudamericana. Q u e s a da , E r n e st o (I883),  El p e r i o di s m o a r g e n t in o (1877-1883) , en NuevaRevista deBuenosAires BuenosAires, vol. IX. - (19 83),  El criollismo en laArgentina :en AA. vv., Entornoal críollisrno Textos y polémicas estudio c r ít i co y compilación de Alfredo Rubione,BuenosAires CentroEditor de América Latina, pp. 10 3- 2 30. Ramos, Julio (1989), Desencuentrcs dela modernidad enAméricalatina. Literatura y políticaen elsigloXIX México, Fondo de Cultura Económica. Rivera, Jorge B. (1967), EduardoGutiérrez Buenos Aires, C e n t r o E d i to r de América Latina. Rojas, Ricardo (1960), Historiade la literaturaargentina.Losmodernos Buenos Aires, Kraft. Rornan, Claudia  Z003 ,  La prensa periódica. De LaModa (1837-1838) a LaPatria (187?-188S,r:enJ. Schvartzman (ed.), Laluchade losl;nguajes vol. 2 d e N . I i tr ik (dir.}, HIstoria críticade la literaturaargentina Buenos Aires, Emccé. - (en prensa), Un proyecto moderno: La Crónica (Buenos Aires, 188 3-1886) : en Primer investigación en Periódicos ArgentinosProf Jorge B. RIvera BuenosAires, Biblioteca Nacional. S a r m i en t o , D o m i n g o  (1839), ElZenda. N 1, sábado 20de julio. - (1841),  El diarismo': El Nacional 15y29 de mayo. - (184 2a),  Nuestro folletín : El Progreso 10 de noviembre. - (l84 Zb), A l oído de laslectoras : El Progreso 16de diciembre. - (I845),  Nuestro pecadode los folletines : El Progreso 30de agosLo. - ( 1849),  Biblioteca americana . Su necesidad en Chile. Prospecto , La Crónica 16 de diciembre. Viñas, (1964), Literaturaargentinay realidadpolítica Buenos Aires, Jorge Alvarez. Weill, periódico Orígenes evoluciónyfunción de laprensa periódica México, Límusa-Noriega. Williams, Raymond (zooj),  El crecimiento del público lector y El crecimiento de la prensa popular , en La larga revolución Buenos Aires, Nueva Visión. El modernismo y el intelectual como artista: RubénDaría Susana Zanetti Dos figuras, José Martl y Rubén Daría, presiden lasdos etapas principa- l es d el m o de r ni s mo , e l p r i me r m o vi m i en t o l i te r ar i o a r ti c ul a do c on cr e - tamente entre los artistas de todo elámbito hispanoamericano,que logra igual proyección en España mediante encuentros, revistas, artículos de unos escritores sobre otros, etc. Ambos encarnan el acelerado pasaje del letrado decimonónicoque,focalizado en laactividadintelectual,cambia de centro, pasando del privilegio de lo político -e l d e be r c on l a i n d e p en - d en ci a d e C ub a a ca ll a a l p oe ta J os é Martí- a l a a f ir m ac i ón d e l a a u t on o - mía y del saber del arte, sostenidos por e l p o et a R ub én D a rí a c om o ú ni c o respaldo para intervenir en el mundo de las ideas. Desde esta otra o ri ll a i ns t al a D a r í a c on f ue rz a l a p ol é mi ca a u to r id a d de un nuevo tipo de intelectual, el intelectualartista, actuando con el aco- p io d e s u p r es e nc i a i n st i tu c io n al y discursiva bien diversa (en géneros, en instituciones, en centros nacionales, etc.), para insistir en la primacía d el t r ab a jo i nt el e ct u al f u nd a do e n t o da s l as p os ib il i da de s d e l a p al ab r a. L as p al a br as s on l as c as as d e l as i de as , s on s u c ar ne , v iv ie nt es , a ct iv as (Dario,1938),dice en un breve texto publicado en la RevueI/lustrée du Rio dela Plata y enseguida afirma en las Palabras liminares de Prosas pro fanas ( l8 96 ): L a m ús ic a e s s o lo d e l a i d ea , m u ch a s veces Expresará esta concepción en muchos de sus textos críticos, entre ellos, el aparecido en La Nación el io de diciembre de 1905 en Los nuevos poetas de España , donde discute con Miguel de Unamuno sobre la condiciónintelectualdel a rt is ta : U n e sc ri to r d e g ra n v al er , e l S r. U n am u no , s e e n r ed a e n e so d e lasideas,desdeña las ideas,sinver que ellas son nuestra única manifesta- ción, el único fruto que da constancia de laexistencia del árbol humano . Más tarde, en Dilucidaciones , prólogo a El canto errante (Daría, 197T 302), vuelvea defender su estética:

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    I HISTORI LOS INTELE TU LES N MRI L TIN

    - [Iulin Grey] (1889), Recuerdos de antao.Crmenes a granel , La Tribuna Baha

    Blanca, 26 de

    noviembre.

    - (1909), Crnicas BuenosAires, Editorial Minerva.

    - (1931), Fray Mocho , en Siluetas BuenosAires, Anaconda.

    Jua? Alberto (1889),Literatura argentina , en Bibliografa literaria Buenos

    AIres, Lajouane, pp.

    12

    3-132.

    Piquet,Julio (1928), Apuntes a lpiz : en Nosotros Nmero homenajea

    Payr

    N 23.

    Poblete, ua n (2003), Literaturachilenadel siglo XIX Entrepblicos

    lectores

    y figuras

    autoriates.

    Santiago, Editorial

    Cuarto

    Propio.

    Prieto, Adolf? (1988), Eldiscurso crioilista en laformacin de laArgentinamoderna

    Buenos Alfes, Sudamericana.

    Quesada, Ernesto (I883), El periodismo argentino (1877-1883) , en NuevaRevista

    deBuenosAires BuenosAires, vol.

    IX.

    - (19

    83),

    El criollismo en laArgentina :en AA. vv., Entornoal

    crollisrno Textos

    y polmicas estudio cr t ico y compilacin de Alfredo Rubione, BuenosAires

    Centro Editor de Amrica Latina, pp.

    10

    3-

    2

    30.

    Ramos, Julio (1989), Desencuentrcs dela modernidad enAmricalatina. Literatura

    y polticaen elsigloXIX Mxico, Fondo de Cultura Econmica.

    Rivera, Jorge B. (1967), EduardoGutirrez Buenos Aires, Centro Editor de

    Amrica Latina.

    Rojas, Ricardo (1960), Historiade la literaturaargentina.Losmodernos Buenos

    Aires, Kraft.

    Rornan,

    Claudia

    Z003 ,

    La

    prensa

    peridica. De

    LaModa

    (1837-1838) a

    LaPatria

    (187?-188S,r:en J.Schvartzman (ed.), Laluchade losl;nguajes vol. 2

    de N. I i tr ik (dir.}, HIstoria crticade la literaturaargentina Buenos Aires, Emcc.

    - (en prensa), Un proyecto moderno: LaCrnica (Buenos Aires,

    188

    3-1886) :

    en Primer investigacin en Peridicos ArgentinosProf Jorge

    B.

    RIvera

    BuenosAires, Biblioteca Nacional.

    Sarmiento, Domingo

    (1839),ElZenda. N 1,sbado 20 de julio.

    - (1841),

    El

    diarismo': ElNacional 15y29 de mayo.

    - (184

    2a),

    Nuestro folletn : El Progreso 10 de noviembre.

    - (l84Zb), A lodo de las lectoras : ElProgreso 16de diciembre.

    - (I845), Nuestro pecadode los folletines : El Progreso 30 de agosLo.

    - (

    1849),

    Biblioteca americana . Su necesidad en Chile. Prospecto , LaCrnica

    16 de diciembre.

    Vias, (1964), Literaturaargentinay realidadpoltica Buenos Aires,

    Jorge Alvarez.

    Weill, peridico Orgenes evolucinyfuncin de laprensa

    peridica Mxico, Lmusa-Noriega.

    Williams, Raymond (zooj), El crecimiento del pblico

    lector y El

    crecimiento

    de la prensa popular , en La largarevolucin Buenos Aires, Nueva Visin.

    El modernismo y el intelectual

    como

    artista:

    Rubn Dara

    Susana Zanetti

    Dos figuras, JosMartl y Rubn Dara, presiden las dos etapas principa-

    les del modernismo, el primer movimiento literario articulado concre-

    tamente entre los artistas de todo elmbito hispanoamericano,que logra

    igual proyeccin en Espaa mediante encuentros, revistas, artculos de

    unos escritores sobre otros, etc. Ambos encarnan el acelerado pasaje del

    letrado decimonnico que, focalizado en la actividad intelectual,cambia

    de centro, pasando del privilegio de lo poltico -e l deber con laindepen-

    dencia de Cuba acalla al poeta JosMart- a la afirmacin de la autono-

    ma y del saber del arte, sostenidos por elpoeta Rubn Dara como nico

    respaldo para intervenir en elmundo de las ideas.

    Desde esta

    otra

    orilla instala Dara con fuerza la polmica autoridad

    de un nuevo tipo de intelectual,el intelectual artista, actuando con elaco-

    pio de su presencia institucional

    y

    discursiva bien diversa (en gneros,

    en instituciones, en centros nacionales, etc.), para insistir en la primaca

    del trabajo intelectual fundado en todas las posibilidades de la palabra.

    Las palabras son las casas de las ideas, son su carne, vivientes, activas

    (Dario,1938),dice en un breve texto publicado en laRevueI/lustre du Rio

    de la Plata

    y

    enseguida afirma en las Palabras liminares de Prosas pro

    fanas

    (l896): La msica essolo de laidea, muchas

    veces

    Expresar esta

    concepcin en muchos de sus textos crticos, entre ellos,

    el

    aparecido en

    La Nacin el io de diciembre de 1905 en Los nuevos poetas de Espaa ,

    donde discute con Miguel de

    Unamuno

    sobre la condicin intelectualdel

    artis ta: Un escritor de gran valer,el Sr. Unamuno, seenreda en eso de

    lasideas, desdea las ideas, sinver que ellas son nuestra nica manifesta-

    cin, el nico fruto que da constancia de laexistencia del rbol humano .

    Ms tarde, en Dilucidaciones , prlogo a El

    canto errante

    (Dara, 197T

    302), vuelvea defender su esttica:

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    5

    I

    HISTORI

    O LOS INTELECTU LES N MRIC

    L TIN

    No es como sospechan algunos profesores y cronistas, la importacin

    de otra retrica

    .. .

    ante todo, setrata de una cuestin de formas?

    No.Se trata, ante todo deuna cuestin deideas.Elclisverbal esdaoso

    porque encierra en s el clis mental, yjuntos, perpetan laanquilosis,

    la inmovilidad.

    Otra orilla que, sin embargo, recibe atenta la leccin de Martf, reconoci-

    ble con slo recordaralgunas frases del famoso prlogo de

    1882

    al Poema

    del Nigara

    del venezolano Juan Antonio

    Prcz

    Bonalde

    (1851-1892),

    con

    la que dialoga la recin citada de Dara: La perfeccin de la forma se

    consigue

    si

    siempre a costade laperfeccinde la

    idea y

    asimismo, Quin

    no sabe que la lengua esjinete del pensamiento,y no su caballo? (Mart,

    1975: 7, 234-235.

    Sin embargo, la reaccin dariana

    por

    la muerte de Mart en los inicios

    dela guerra porla independencia deCuba en

    1895

    divideaguascon un mani-

    fiesto de ese quiebre inscrito en el proceso incierto y difcil de constitu-

    cin tanto del intelectual

    crtico

    como del artista moderno en Hispanoa-

    mrica. Me refiero a la necrolgica de Daro

    (1952: 195)

    en La Nacin de

    Buenos Airesdel

    dejuniode eseao (enseguida incluida en

    Losraros

    que

    considero

    el

    ms notable manifiesto del perodo en demanda de laauto-

    noma delarte. Eslams audaz manifestacin de lasque, condistintaenver-

    gadura, hicieron los modernistas contra el sometimiento del artista a los

    imperativos dela nacin, porque eltexto en sse enuncia en un territorio

    esttico,en tantose publica en un marco hispanoamericano que celebraba

    elherosmo del cubano. Elprrafo siguiente esun buen ejemplo:

    [Lostambores de la mediocridad, los clarines del patrioterismo, toca-

    rn dianas celebrandola gloria poltica del Apolo armado de espadas y

    pistolas,que ha cado,dando suvida,preciosa para laHumanidad ypara

    el Arte,

    y

    para el verdadero triunfo de Amrica, combatiendo entre el

    negro Guillermn

    y

    elgeneral Martnez Campos

    Sereclama la especficaautoridad del sujeto literario,se discute y se rechaza

    lasujecin delartista a valoresy prcticas ajenas alarteascomo a una ret-

    ricaanquilosada, enuna etapaen lacualla dominanteson losgobiernos fuer-

    tes,rodeadospor una dirigenciade raigambrepositivista,devotade la raciona-

    lidadmoderna como instrumentoparadar solucionesala cuestinnacional':

    que exigaalostextosdisear unaidentidadintegradora que incluyeray con-

    trolara lamovilidadpoblacional trada por lamodernizacin

    -yen

    laArgen-

    tina sobre todo por los inmigrantes, entre los cualesse cuenta Dario-.

    El MODERNISMO y fL INTEUcrU l OMO

    RTIST RUBN D Rlo

    I

    5 5

    LA

    JOVEN

    AMRICA

    Recordemos que Varo

    (1867-1916)

    naci en Nicaragua, en un

    mbito

    cultural y social arcaico. Integrante de sectores medios modestos, con

    slo

    15

    aos inicia en laprensa de Managua (donde yase han publicado

    muchos poemassuyos) una carreracaracterizada

    por

    lafirme decisin de

    alejarse de prcticas provincianas, llevada adelante primero en ciudades

    centroamericanas vecinas y muy rpidamente en las hispanoamericanas

    msmodernas, en busca de espacios propiciospara una trascendencia ms

    all de lo regional.

    Aunque no lo consigne sistemticamente por razones de espacio, las

    concepciones y las prcticas darianas son indicativas de lasde los dems

    modernistas,si bien podemosreconoceren elmovimiento cambios y dife-

    rencias en la escritura

    y

    en sus elecciones tanto estticas como ideolgi-

    cas, dada su concrecin en un extenso territorio y en un largo perodo

    (1882-1910),

    en

    el

    que cumplieron una intensa puesta al da del discurso

    literario en lengua espaola, unida a su labor de difusin de laliteratura

    moderna, no limitada a Occidente. Elartista, el poeta, pona su sello en

    estaactividad visualizada

    y difundida en elmarco delheterogneo discurso

    del peridico sobre todo a travs de lasingularidad de un gnero tambin

    heterogneo,la crnica modernista. Manuel Gutirrez Njera

    (1859-1895)

    la defiende y la define, distancindose de la esttica del consagrado maes-

    tro Manuel

    Ignacio

    AItamirano

    (1834-1993):

    No seestima bien en Mxicoel valor de estas crnicas elegantes; no se

    aprecia como debiera elarte de narrarcosas frvolas con cierto esmero

    literario. Elgnero, por su misma delicadeza, esmuy difcil. Esnecesa-

    rio que lapluma del cronista tenga alasde colibr y que susdientes muer-

    dan decuandoen cuando sin hacer sangre (Gutirrez Njera

    1959:263).

    Como

    esos jvenes escritores

    - la

    Joven Amrica , se dijeron algunos

    y

    se reconocieron en

    el

    mote de modemistas- , laformacin de Dara fue

    prcticamente la del autodidacta, abastecida por libros de las bibliotecas

    pblicas o religiosas -l a de los jesuitas, la Biblioteca Nacional de Mana-

    gua, ensu caso-, deudora sobre todo del desarrollo incipientede laindus-

    tria cultural y cumplidapor fuera de lossectores ilustrados (con estudios

    regulares y que han frecuentado como alumnos yprofesoreslasaulas uni-

    versitarias). Sibien no logran liberarse de la necesidad del favor poltico

    (los cargos diplomticos en Dara y en muchos otros) y del mecenazgo,

    hacen del mercado el instrumento de su formacin intelectual y de la

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    I HISTORI E lOS

    INTElECTU LES

    EN

    MERIC

    l TIN

    captacinde un pblico para elarte, buscandoindependizarsede la tutela

    que pretendeencerrar su discurso en lo hispnico y/o lo nacional.

    Eldesplazamiento dariano hacia elsur, a Chileen 886 tambin indica

    eldesplazamientode lasexperienciasestticasdelprime rmodernismo-espe-

    cialmente lasmexicanas de Manuel Gutirrez Njera, con sus crnicas, sus

    Cuentos

    frgiles (1883)

    y la revistaAzul

    (1894-1896).

    Experiencias comparti-

    das por muchos otros, entre quienes sedestacan elcolombiano JosAsun-

    cin Silva

    (1865-1896),

    los

    cubanos

    Iulian

    del

    Casal

    (1863-1893)

    y JosMarti

    1853-

    1895

    -Ismaelillo (1888), ersos

    sen illos

    (1891)-.

    Si,por una parte, las

    Crnicas norteamericanas de JosMart son textos fundamentales para

    sopesar lamodernizacinde los Estados Unidos

    y

    sus efectos en Amrica

    Latina, otros -c MadreAmrica

    (1889),

    NuestraAmrica

    (1891),

    etc>-con-

    cretaban explcitamente sus propuestas polticas, pensadas a partir de la

    conformacin de una nueva dirigencia, ms consciente de la necesidad de

    unin hispanoamericana, basada en la revisin de injusticias, prejuicios

    y

    concepciones de losderechos ciudadanos, capaz tambin de evitar lasgue-

    rras civilesy el encierro en disensiones provincianas.

    Todo ellocoloca las prcticas martianasdecididamente en las del hom-

    bre pblico, pero diferente del que acompaara laconstitucin delosesta-

    dos nacionales, por ladensidadde sucrtica a (ydesu seduccin por) una

    modernizacin vertiginosa, expresada recurriendo a estilizaciones de

    excepcional audacia, como puede apreciarse en Un drama terrible , larga

    crnica para LaNacin de Buenos Aires (de laque Mart era correspnn-

    sal en los Estados Unidos), aparecida a fines de 887 sobre el ajusticia-

    miento de los anarquistas de Chicago, dentro de la serie de textos sobre

    el tema obrero; sobreescritura de los relatos del periodismo norteameri-

    cano por un sujeto dela enunciacin que vuelvea narrarlos hechos, resu-

    midos, ampliados, desde perspectivas

    y

    focalizaciones diferentes, al tiempo

    que seva consustanciandocon los condenados,penetrando en su interio-

    ridad o en su historia individual hasta hacerlaconcordar, en muchos frag-

    mentos, con la propia. Elsello del estilo

    martiano

    se perfila al

    mismo

    tiempo en susreflexionessobre una literatura hispanoamericanamoderna,

    que se compaginaba bien con los anlisis del arte moderno, algunos de

    ellos destinados a presentar a importantes figuras de la literatura anglo-

    americana (OsearWilde,WaltWhitman), desconocidashasta entonces en

    el

    mundo hispanohablante.

    Dara seconvertir en jefe de ese grupo cultural que basa sus discur-

    sos, de firmes convicciones cosmopolitas, en definirse

    como

    artista

    moderno,

    conflictivamente instalado en las tensiones entre vocacin y

    mercado. Sometidos al pluriempleo y a la rpida profesionalizacin, los

    El

    MODERNISMO

    Y El

    INTElECTU L OMO RTIST RUBN D RO

    I

    7

    modernistas son responsables, sibien no slo ellos,de una nueva confi-

    guracin deltrabajo intelectual en Hispanoamrica. Escribe en

    88

    Manuel

    Gutirrez Njera

    (1959:

    65 :

    Ho y

    han cambiado algo los tiempos. La

    literaturaes en Europa una carrera en toda forma, tan disciplinada como

    lacarrera militar. [... ] Los escritos, corno todas las mercancas, sufren la

    ley de la oferta y la demanda .

    Lostextosde Dara seimpregnan enChile con laslecturas delas corrien-

    tes francesas del arte que, en su largo y meduloso comentario del

    22

    y

    29

    de octubre de

    888

    a

    zu

    (1888),el novelista y crtico literario espaol

    Juan Valeradefiniera como galicismo mental :

    zu

    revoluciona la prosa,

    dando nacimiento al cuento

    moderno

    en espaol, tanto como a lacrtica

    a la ignorancia del nuevo rey,el burgus, a su vulgaridad y fascinacin

    por el dinero, que condena al artista a la marginalidad:

    Ams de los cisnes, tena una vasta pajarera, corno amante de laarmo-

    na, del arrullo, del trino y cerca de ella iba a ensanchar su espritu,

    leyendo novelas deM. Ohnet, o bellos libros sobre cuestiones gramati-

    cales, o crticas hermosillescas. Eso s: defensor acrrimo de la correc-

    cin acadmica en letras, y del modo lamido en artes: alma sublime

    amante dela lijay de la ortografia (Dario,

    1983: 128).

    zu

    seala el inicio de su afirmacin rotunda del rol del artista,

    y

    de los

    modos de intervencin del arte en las discusiones acerca de la sociedad y

    la cultura modernas

    -l a

    estetizacin del espacio interior

    y

    la estilizacin

    de la crtica a la modernizacin-o

    EN

    BUENOS AIRES

    Apartir de

    893

    esevidente que afianza su conocimiento de la literatura

    extranjera, de parnasianos, simbolistas, prerrafaelitas, etc., que, sumado

    a su temprana e intensa lectura del legado espaol, estn enla base de su

    renovacin, posibilitada adems por la insercin en las ciudades ms mo-

    dernas de Hispanoamrica,en un perodo de rpido rediseo de lasreas

    urbanas y rurales, donde esya bien visible laampliacin de las bases so-

    cialesde lasdirigencias polticas y gremiales y delos miembros delasli-

    tes intelectuales y artsticas.

    Justamente ese ao se traslada Dara a Buenos Aires,donde seir con-

    virtiendo en cronista estrella de LaNacin,diario en elcual trabaja como

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    8

    I HISTORI E lOS INTELECTU LES EN AMtRlO lATINA

    corresponsal hasta su muerte. Colabora adems en LaQuincena pero sobre

    todo en

    El

    Tiempo La Tribuna y la Revista de Buenos ires

    Asqueado y espantado de la vida social y polt ica en que mantuviera a

    mi pas un lamentable estado de civilizacin embrionaria,no mejor en

    tierras vecinas, fuc para m un magnfico refugio la Repblica Argen-

    tina, en cuya capital ,

    aunque

    llena de trfagos comerciales, haba

    una

    tradicin

    intelectual y un medio ms favorable al desenvolvimiento de

    mis facultades estticas,

    recordar en La Nacin

    1913),

    en uno de los artculos ms tarde recogi-

    dos en Historia de mis libros

    1976: 165).

    En trminos generales, no esttan sometidoa fuertes presionesdel poder

    poltico

    como

    suceda con algunos modernistas, entre otros intelectuales

    del perodo. Baste recordar a los venezolanos -modernistas como Manuel

    Daz Rodrguez 1871-1927) o que apoyaron elmovimiento como Joaqun

    Gil Fortoul

    1862-1942)-,

    que fueron funcionarios importantes durante la

    dictadura de Juan Vicente Gmez

    1908-1935).

    El t rfago de las mesas de redaccin se est recha con el t rfago de la

    moderna Buenos Aires. La bohemia fue una imposicin, no una elec-

    cin , dice ngel Rama 1985:

    22 ,

    puesfueron los modernistas encarni-

    zados trabajadores [

    ...

    1

    capaces de alta productividad [

    ...

    ] forzados del

    trabajo como lo

    eran

    las clases baja

    y

    media a pesar del mote de bohe-

    mios . Dara sabe que aunque deba sacar el pan del tintero , ese pan trae

    consigolas buenas aunque trabajosas,logradas) migas con

    el

    Ateneo de

    Buenos Aires inaugurado poco

    antes

    de su l legada a Buenos Aires, lo

    incorpora

    enseguida

    entre

    sus miembros)

    y

    con otros literatos consagra-

    dos. Tambin esevidente cmo con

    el

    tratamiento de los cambios de tono

    de tema- dosifica hbilmente sus cuidados con

    el

    medio porteo: su

    escritura

    transgresora se

    ampara

    en un cronista agresivo, irnico,

    y

    a la

    vez confidente

    y

    zalamero.

    Pero sus simpatas

    y

    sus amistades seinclinan hacia los jvenes con los

    que

    puede

    hablar de sus inquietudes:

    En lacervecera de Luzio tenamos

    el

    saln delossuizos, en lode Monti

    un jardn grande como un pauelo , en elAue s Keller

    -reservada

    para

    nosotros- una inmensamesa deroble macizo. [

    ...

    ] Loscomensales ra-

    mos, conRubnDara,Leopoldo Lugones, Roberto Payr, Eugenio Diaz

    Romero,

    el

    panameo

    Dara

    Herrera, Armando Vasseur [... ],

    el

    vasco

    Grandmontagne

    y,a veces, el malogrado poeta Carlos Ortiz, el ele-

    EL

    MODERNISMO

    Y EL INTELECTU l OMO RTiST RU N D Ra I 5

    9

    gante LeopoldoDaz o

    el

    grave y bondadoso LuisBerisso.

    l

    eran infal-

    tables dos espritus ms que traviesos, endemoniados: el terrible Alberto

    Ghiraldo y el abominable Pepe Ingenieros [... ] Galtier, 1973: 4

    2).

    Ese bullicio se aplaca en pocos aos, para dejar traslucir el camino esca-

    broso de un poeta potente y un hombre dbil, a quien

    el

    alcohol empieza

    a destruir desde

    muy

    joven,casi

    un

    adolescente.

    Entre esos amigos algunos eran socialistas -Roberto J Payr 1867-19

    28),

    Ricardo [aimes Freyre 1868-1933) o JosIngenieros 1877-

    19

    25

    Yanarquis-

    tas, como Alberto

    Ghiraldo

    1875-1946), nuevos actores que atrajeron a

    Darfo, corno puedeverse,entre otros ejemplos,en eltratamiento del socia-

    lismo de Leopoldo Lugones

    1874-1938)

    en lacrit ica a su poesia de

    189

    6:

    Yosoy su amigo: y a mi vez, convencido e inabordable aristo, cuando

    llego a mi casa, tengo cuidado de guardarbajo tres llavesmis princesas

    y prncipes, mis duques y duquesas, mis caballeros y mis pajes;

    pongo

    mis li sesen lo ms oculto de mi cofre y me encasqueto, lo mejor que

    puedo, una caperuza encarnada Dara,193

    8

    : 103)

    Como ocurre

    con algunosotros modernistas, y con expresiones fluctuan-

    tes y contradictorias, no decae en Daro el inters

    po r

    los movimientos

    sociales modernos, el anarquismo entre ellos: desde la temprana censura

    de Dinamita , en La Tribunaen

    1893,

    hasta las referencias a la

    anarqua

    espaola, en 1905, basados en textos de Alejandro Saway en la informa-

    cin obtenida de un reportaje, que parafrasea, sobre el anarquista Fermn

    Salvoechea, y que concluye as:

    No hay duda que es respetable ese fanatismo por elbien ajeno, cuando

    vivimos en la continua e irremediablelucha de intereses, de odios mutuos,

    de envidias, de recelos de pitanzas,de prebendas,de gloriolas, de peque-

    eces que

    componen

    latareaferoz de lupino rebao humano.Sila revo-

    lucin

    soeialIlega

    -y

    todo parece anunciar por distintos lugares

    que

    llegar- tendr sus mrtires, sus santos, sus figuras venerables. Enton-

    ces en Espaa l J colocarn en buen lugar la efigiede Fermn Salvoe-

    chea, Hasta que venga aecharla abajo, destruyendo lologrado,

    el

    triunfo

    de otro desconocido, o muy viejo principio; otra nuevarevolucin social

    [...1

    Daro, 2006: 45

    1

    ) .

    desde sus aos chilenos, insiste en la crtica al colonialismo y al impe-

    rialismo de Inglaterra y los Estados Unidos,especialmente cuando invo-

  • 5/21/2018 Susana Zanetti.pdf

    5/12

    53 I

    HISTORIA

    O lOS INTELECTUALES N AMtRICA l TIN

    lucran a Nicaragua, como puede verse en Iohn Bull for ever condena

    a las pretensiones inglesas sobre la costa nicaragense de Mosquitos. El

    texto muestra tambin una escritura preponderantemente informativa,

    objetiva, despojada de los recursos retricos que acostumbra en sus cr-

    nicas. Comomuchos otros que podran servir de ejemplo, evidencian que

    no soporta censuras significativas de La Nacin si bien alguna vez,yaen

    los ltimos aos de su vida, la direccin del diario lo reconvino sealn-

    dole que

    no

    era

    ...

    J

    un escritor independiente sino un asalariado que

    debe atenderlas rdenes deljefede redaccin , segn consignaNoel Rivas

    Bravo (1998: 18). Tambin evidencian un oficio consciente del manejo de

    las variadas estrategias de su estilo.

    En Buenos Aires culmina elprimer

    perodo de su trayectoria de escri-

    tor con dos libros aparecidos en

    1896.

    El uno,

    Prosasprofanas

    responsa-

    ble de una profunda renovacin de la poesa en espaol, cuyas Palabras

    liminares , magistralmente audaces para el entorno literario de enton-

    ces,son elinicio de sus manifiestos, verdaderos actos de poltica cultural

    que comparte con otros similares de los modernistas. All repite la defi-

    n ic in de su esttica la del modernismo- basada en la libertad, que

    apunta tanto al rechazo de las escuelas literarias como del pensamiento

    sometido a principios irrevocables -principios por cierto no ajenos al

    positivismo y al naturalismo dominante-:

    Yono tengo literatura ma [... J para marcarel rumbo de los dems:

    mi literatura es en m; quien sigaservilmente mis huellas perder

    su tesoro personal y,paje o esclavo,no podr ocultarsello o librea. Wag-

    ner, a Augusta Hclmes, su discpula, dijo un da: Loprimero, no imi-

    tar a nadie, y sobre todo, a m': Gran decir (Dara,

    1977:179).

    La irona y el humor caracterizan sus continuas intervenciones en la

    prensa peridica referidas al

    mundo

    de las ideas, no slo en los textos

    sobre arte yliteratura, tambin en aquellos sobre temas diferentes, sibien

    sus perspectivas privilegian los dones de la impronta esttica. Esta acti-

    tud tpica de Jos modernistas, cobra en Dara una densidad poco fre-

    cuente por lavariedadde temas y de procedimientos que ponenen escena

    el

    refinamiento, la propensin al despliegue de las pretensiones aristo-

    crticas del artista moderno. Su aristocratismo, componente tpico de

    la actitud de los intelectuales -perfilarse al margen de los grupos socia-

    les-, aqu como integrantes delos aristas del arte, respondea los modos

    en que los modernistas visibilizan una singularidad que seplanta frente

    a lavulgaridady elfilisresmo,

    pero que, en niveles concretos, como seala

    l MODERNISMO Y INTELECTUAL OMO ARTISTA

    RUBtN

    DARo I 53

    ngel Rama, trasladan la informacin al pblico de masas -e n el cual

    buscan tambin modelar un nuevo lector moderno-o Daro lo puntua-

    liza al incluirse en

    el

    proletariado intelectual y cuando ms tarde, en

    su desafiante afirmacin del Prefacio de Cantos de vida y esperanza

    reconoce el goce de las formas en ese pblico masivo: Hago esta adver-

    tencia porque la forma eslo que primeramente toca a las muchedum-

    bres.

    no soy un poeta para las muchedumbres.Pero sque indefecti-

    blementetengo que ir a ellas

    (1977:

    243).Sedistancia del aristocratismo

    de las lites sociales tradicionales y de las posturas magisteriles incli-

    nndose, comomuchos modernistas,a burlarsedel empaque de los ilus-

    trados. Comoen otras muchas ocasiones, en labreveintroduccina Opi

    niones (1906: 6) dice:

    No

    busco

    el

    que nadie piense

    como

    yo, ni se

    manifieste como yo.Libertad libertad , mis amigos, y no os dejis poner

    librea de ninguna clase . Insiste en el tema en Dilucidaciones , antes

    citada: No creo preciso poner Ctedra de teoras de aristosoAristas, para

    m, en este caso, significa, antetodo, independientes. No hay mejorexce-

    lencia

    (1977: 302).

    Voluble muchas veces,no reacio a satisfacer la atraccin por la trivia-

    lidad y los chismes que peda elmercado, matizan sus crnicas el trata-

    miento de la ancdota, el entretejido entre ficcin y representacin del

    entorno cotidiano, entre impresiones y fantasas de evasin. Elsujeto de

    laenunciacin inscribe su pertenencia en lade

    sus

    destinatarios, es decir,

    el pblico de Buenos Aires,sobre todo, pero buscando atraer a un lecto-

    rado ms amplio, que favorezca su ambicin de insertarse en larepblica

    mundial de las letras, y afirmando siempre, como Gmez Carrillo entre

    otros, una pertenencia mltiple. En ese movimiento construy Dara un

    discurso y una imagen muy prxima allector, comol sentimental, sen-

    sible, sensitivo ,segn dice en su clebre soy aquel , poema inicial de

    Cantos de vida ycsperanza (1905). Serste un modode definirse yde defi-

    nir una cosmovisin vertebrada en ese pasaje de experiencias conflicti-

    vas, propias del artista

    moderno

    que, en su caso, suaviza las aristas de la

    contradiccin, del encierro en lo antittico y lo binario, quebrado por

    los nexos copulativos,que instalan la convivencia de lo simultneo frente

    a los subordinantes, junto a las continuas gradaciones sonoras, rtmicas,

    simblicas. Un ejemplo

    (1977:

    245):

    Todo ansia, todo ardor, sensacin pura

    y vigor natural; y sin falsa,

    y sin comedia y sin literatura... :

    sihayun alma sincera, esa esla ma.

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    6/12

    5 HISTORI DE LOS

    INTELECTU LES

    EN

    ME

    RiC L TIN

    Diversa envergadura cobran sus intervenciones intelectuales, presentadas

    muchas vecescomo oblicuas tomasde posicin: su artculo en

    aNacin

    del 2 de abril de 1894introduce la figura de Nietzsche

    por

    primera vez en

    el

    mbito hispanohablante, pero lo hace dentro de los raros , entre esos

    artistas modernos que disea corno

    una

    ilusoria cofrada en respaldo de

    sus postulaciones, opuestasa los intelectualesde la generacin delochenta

    ya

    los positivistas en

    el

    campo de lacultura argentina.

    osr ros

    recopilacin de textos aparecidos en

    a Nacin

    es

    el

    otro libro

    de 1896.Valindose de los nuevos recursos, corno fueron a fines del siglo

    XIX

    el reportaje o la biografa, para destacar laimportancia de artistas e

    intelectuales, articula una caleidoscpicaargumentacin para expresar sus

    concepciones estticas, sostenidas

    por una

    galera de retratos de artistas

    modernos (Poe, Vcrlainc,Lautrarnont, Ibsen, etc.) a lasombra de los cua-

    lesse autodefine, procurando a la vez disolver, con el sello de su estilo, la

    peligrosidad endilgada a los decadentes para revelar laempresa de aristo-

    cracia espiritualque llevan a cabo yque es,asimismo,la propia ( gustaban

    del buen vino,

    y eran poco afectos a las caricias de ladiosa Morfina; [

    ...

    ]

    preferan beber en vasos,como el comn de los mortales,

    y

    no en elcr-

    neo desusabuelos; y [

    ...

    ],

    por

    lanoche, en vezde iral sbado de los dia-

    blos

    y

    las brujas, trabajaban ) (Dara,

    1952:

    90 .

    El refinamiento de la a travs de la sensacin y la percep-

    cin, tamizadas por el trabajo con la sugerencia, alimentaba elsueo yel

    ensueo,creaba nuevos espacios a la imaginacin, a laintimidad, al reino

    interior , as como alentabael placer y el erotismo, haciendo de laenerga

    sexual

    el

    principio rector del universo. Est

    por

    estudiarse el efecto que

    en el imaginario latinoamericano produjo lamodernizacin : dice ngel

    Rama (1985: 101), sealando el recurso a las obligadas mscaras exticas

    del deseo como modo de puesta en escena de Darlo:

    Enun tiempoen que

    el

    materialismo rega a lasociedad desde su cabeza,

    propona de hecho

    el

    placer

    y

    almismo tiempo lo burlaba conun irnpla-

    cable rgimen de prestaciones, la fantasa alimentada por el ardiente

    deseo que construye la obraliteraria, mal poda instalarla en su inme-

    diatez donde lapropia concienciale deca a voces que era imposible, y

    deba ubicarla msalldel tiempo

    y

    delespacio donde pudieraser soada

    como posible,tuviera una eventualidadde realizacin que hiciera grata

    la ensoacin deseante.

    EL MODERNISMO

    EL

    INTELECTU L

    OMO RTIST

    RU N

    D RO

    5

    LA CONSTRUCCIN DE UNA COFRADA

    MODERNISTA

    Elmodernismo construy,con eficacia,su propio territorio en nivelescon-

    cretas y simblicos. Para hacerlo posible, tendi

    una

    red que loayudaba a

    enfrentar la censura y el peso de la dirigencia poltica, del pensamiento

    positivista (enemigo de las concepcionesacerca del goce de los sentidoso

    del conocimiento surgido del universo sugerente - impreciso - del tra-

    bajo con la palabra), as como a sortear la presin religiosa de las lires

    sociales y culturales tradicionales, adems de la divergencia con las pers-

    pectivas fundamentalmente nacionales de realistas y naturalistas, quienes

    pocas vecesasumen la dimensin americana.

    Buscaron espacios alternativos, utilizaron estrategias de intervencin

    similares para quebrar -como pregonaban- elestancamiento esttico y el

    vaco que afectaba a todos losrdenes de la cultura latinoamericana, mar-

    cada

    por

    la falta de conocimiento recproco entre autores

    y

    entre stos

    y

    elpblico.Laactividad de losmodernistasen ese sentido fue msque nota-

    ble. Especialmente desde los aos de residencia en Buenos Aires, muchas

    prcticas darianas responden a tal conviccin, propicando una cofrada

    hispanoamericana, que promueve mediante mltiples dedicatorias, pr-

    logos, conferencias y a travs de comportamientos y relaciones persona-

    lesafianzadasen lacorrespondencia. Sigueaqu modelos seeros de1letrado

    republicano en el tendido de vnculos -sea Juan Mara Gutirrez (

    1809 -

    8

    8)

    o Ricardo Palma (1833-1919)-. A ello se agrega una tarea intelectual

    dariana prcticamentenica por su persistencia en eltiempo, que,tomando

    distancia de concepciones esencialistas, se dedica a la difusin de la cul-

    tura de los distintos pases latinoamericanos, a articular sus legados y sus

    lazos concretos. As lo evidencian sus continuos artculos al respecto. En

    elmismoplano debemos colocar un objetivotodava no logrado: me refiero

    a su defensa del lugar del espaol en el concierto de los idiomas de Occi-

    dente, que incluye elapoyo a los reclamos que a nivel internacional pre-

    sentan intelectuales

    y

    hombres de ciencia.

    Aprovechando las posibilidades ofrecidas por la industria cultural, los

    modernistas seapoyan para su trabajo en laprensaperidica. Recordemos

    que, adems deproducir fenmenosde coetaneidaden Amrica Latina por

    el

    simultneodesarrollode condiciones de producciny recepcin,la prensa

    se constituye en el principal agente de religacin del perodo, pues abre la

    posibilidad de una redextensa e intensa devnculos entre escritoresy pblico.

    Almismo tiempo, apuestan a la incidencia de las revistas literarias en los

    mbitos intelectuales.Echarn mano de los aportes de la ilustracin y del

    diseo para singularizarlas corno objeto artstico. Fue dificil sostener esta

  • 5/21/2018 Susana Zanetti.pdf

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    5 4 I

    HIS10RIA

    lOS INlEIECTUAIES

    H

    AMtRICA IATIHA

    empresa

    para

    la Revista

    deAmrica

    (1894Lfundada po r Dara y RicardoIai-

    mes

    Freyre (1868-1933),

    que

    slo publica tres

    nmeros . Con ms

    slido

    respaldo econmico cont una de las ms importantes revistas de la pri-

    mera etapa del modernismo,

    Azul

    (1894-1896), de Mxico,diri gida

    por

    Guti-

    rrez Njera

    y

    Carlos Daz Dufo. All,al mecenazgo del poeta JessValen-

    zuela

    -bien

    colocado adems en

    el

    mbito social,cultural

    y

    poltico- facilit

    lacontinuidad dela Revista Moderna 1898-193 . EnMontevideo, JosEnri-

    qu e Rod

    (1871-1917),

    responsablede la

    Revista

    Nacional de

    iteratura

    Cien-

    cias

    Sociales

    asume la

    comn

    tarea de auspiciar la unidad

    intelectual y moral de Hispanoamrica ,al igual que

    osmpolis

    1894- 1895 ,

    dirigida

    por

    Pedro Csar Dominici (1872-1954),Pedro Emilio Coll (1872-

    1946) YUrbanejaAchelpohl 1874-1937 , en Caracas,ciudad

    donde

    elmaga-

    zinEI ojo

    Ilustrado

    1892-1915 difundirpor largos aos no slo elmoder-

    nismo sino laliteraturahispanoamericana en su conjunto,atento alsentido

    que a tal empresa seconcede, explicitadopo r JosGil Portoul en 1904:

    La contribucin de Venezuela a la literatura hispano-americana es

    copiosa, variada

    y

    rica; mas no sedist ingue

    an

    con caracteres esencia-

    les del movimiento literario que seobserva desde Mxico hasta Bue-

    nos Aires y Santiago. Que Rubn Dara nac i en Nicaragua [

    ...

    ],Rod

    en el Uruguay, Casal en Cuba , Vargas Vila en

    Colombia,

    Daz

    Rodr-

    guez en Venezuela, slo se sabe por las noticias biogrficas, pero

    nin-

    guno de ellos pertenece, hasta ahora, ms a su patria que a toda

    Am-

    rica Latina

    Elojo Ilustrado,

    vol. 22, N 289,1904, p. 24).

    A esta act ividad seha sumado el hecho de que los primeros modernistas

    murieron jvenes. Estas muertes tempranas, y

    aun

    trgicas,

    proporciona-

    ron

    al

    movimiento

    un capital simblico -Jos mrtires de

    arte -,

    que le

    otorgaba un espesor inesperado y colaboraba a cohesionar a sus

    miem-

    bros. El

    padre

    Mart

    y el hermano

    Casal sustentan las afiliaciones de

    la familia

    modernista

    y dejan

    como

    legado,

    tambin, modelos

    del apos-

    tolado del poeta': Iulin del Casal

    y

    Jos Asuncin Silvaencarnaron la ima-

    gen del dandy ydel exilio interior frentea lasociedad hostil,

    extremando

    la actitud propia de los intelectuales de colocarse

    por

    fuera de los sectores

    sociales, antes mencionada. En elcaso de Casal ,

    apunto

    slo do s

    momen-

    tos de estas configuraciones.Escribe

    Mart 1975:

    5, 221) en

    Patria,

    en ]893:

    Muri,

    de su

    cuerpo endeble,

    o del

    pesar

    de vivir,

    con

    la fantasa ele-

    gante y enamorada, en un pueblo servil y deforme . Y Dara (1928: 162),

    en La Habana Elegante al ao s iguiente : La vida de Casal he dicho que

    fue

    una

    vida de martirio: laimposible realizacinde un ideal

    que

    se levanta

    EL MODERNISMO Y EL INTELECTUAL COMO ARTISTA RUBN DARa I 535

    sobre todas las fases de la sociedad presente (Casal

    nunca

    despert de su

    sueo, no

    quiso nunca

    despertar)

    r ]

    Laslgicas de la amistad prevalecen sobre las poticas grupales

    -dis-

    putan pero conviven-,especialmente

    cuando

    en sus pases deorigen care-

    cen de instituciones capaces de sostener sus prcticas,

    como ocurre

    con

    Silva o con e

    mismo

    Dara,

    quien

    se respaldar no slo en los contac tosy

    en ladifusin

    po r

    laprensa,sino enla edicin

    continua

    de sus obras,sobre

    todo cuando

    yaes corresponsal de

    LaNacin

    en

    Europa

    (pocosescritores

    significativos de entonces lo logran de estemodo).

    Importa

    sealar que, en trminos generales, los modernistas emigraron

    alas ciudadesmodernas nacionaleso extranjerasen busca de horizontesms

    propicios para sus prcticas artsticasdurante perodos ms o menos exten-

    sos. Estedesplazamiento seala francas diferencias entre los que viven en su

    pas, ms atados a las presionespolticas,socialesy morales,corno ocurrecon

    Gutrrez Njera, Casal , Silva,Rod, Leopoldo Lugones o Luis G.Urbina

    (1868-1934)

    entre muchos

    otros), vividas en

    buena medida por

    quienes

    destinaban sus textos al mbito nacional,aun

    cuando

    permanecieran aos

    en Europa (Amado Nervo

    [1870-1919]

    esun

    buen

    ejemplo).En algunos esta

    situacin se hizo definitiva,

    por el

    exilio

    -y

    ese l caso de Mart o de Vargas

    Vila (1860-1933)-,en otros porque no renunciaron a intervenir en dimen-

    siones mucho ms amplias (Ricardo [aimes Freyre). Rubn Dara como

    GmezCarrillo) representaun caso extremode esealejamiento delpequeo

    mundo natal, facilitado en ciertamedida

    por

    elhecho de que supa s no les

    ofreca respaldo en el presente

    -n i

    po r su his toria, su cul tura o suproduc-

    cin artstica-o En este sentido eldesplazamientodariano es radical, porque

    lo inicia siendo adolescente,y

    porque

    tangencialmenteNicaragua esobjeto

    privilegiado desu produccin potica e

    intelectual-no

    busca all a sus pares

    o a su pblico y ocasionalmentevuelve a ella-oNo esun exil iado ni un inmi-

    grante, esms bien un migranrc. no seestablece de

    modo

    definitivo en nin-

    gn lugar, esun extranjero,a quien no lees ajena ladiscriminacin.

    Errancia

    y

    pertenencia fundada

    en la

    escritura definen

    un

    territorio

    escriturario

    propio

    desde elcual

    Dara

    aconseja,

    opina,

    discute,ironiza o

    escandaliza,

    respaldndose

    en

    una

    larga

    tradicin

    acerca de la

    riqueza

    que ganael conocimiento en elperegrinaje,que la modernidad insufla con

    los valores del cosmopolitismo y del universalismo,pero sin disolver sen-

    timientos

    de extranjera, expresados con frecuencia,

    como

    en este frag-

    mento 1977;

    345)de Epistola a la seora de Leopoldo Lugoncs :

    y

    me

    volv a Pars. Me volv al enemigo

    terrible, centro de la neurosis,ombligo

  • 5/21/2018 Susana Zanetti.pdf

    8/12

    536 HISTORI E LOS INTELECTU LES EN MRIC L TIN

    de la locura, foco de todo surmenage

    donde hago buenamente mi papel de sauvage

    encerrado en mi celda dela rueMarivaux

    confiado solo en m y resguardando elyo.

    Esaerrancia, sinembargo, legitima sudilogo con un extenso mundo letrado,

    con elque modula distancias,apoya, convalida o discute concepciones estre-

    chas, respondeoblicua o abiertamentea lascrticas, configurandocon

    ml

    tiples gestos imaginarios, ficciones de audacia notable algunas veces, los

    simblicosalcances de su consagracin: en elcuento-crnica, publicadoen

    1892, Historia de un sobretodo , referido alabrigo que logra comprarse

    en su etapa chilenay que, ya viejo y gastado, termina protegiendo del fro

    a su modelo predilecto, Paul Verlaine, o bien en otro cuento publicado en

    1915,

    Huitziloploxtli tambin presentado como autobiogrfico. que con-

    figura una imagen suya de excepcin entre los intelectuales no mexicanos

    de esos aos, pues aparece compartiendo el campamento de Pancho Villa

    y los alucingenos. Una de lasconsecuencias de esterasgo alienta en elsiglo

    xxelmito deDara como elpoetamoderno hispanoamericano exilio, con-

    tradicciones ideolgicas entre

    arte

    y poltica,mar ginacin, etctera).

    Compartida con otrosmodernistas ypor supuesto con muchos intelec-

    tuales de principios del siglo xx, en un momento de multiplicacin de los

    lazos internacionales de los hispanoamericanos-, su presencia en las insti-

    tuciones delosdistintoscentrosde Amrica,Espaa o Pars,aun delosEsta-

    dos Unidos, son ndices de su afirmacin de un saber que lo habilita para

    intervenir en las preocupaciones caractersticas que hacen suyas los inte-

    lectuales, a travs de sus interpretaciones tanto sobre lavida social y eldes-

    tinopolticoy cultural de lohispanoamericano, como

    sobreelvalor del arte

    en la conformacin de lasensibilidad

    y

    de la experiencia humanas.

    LA

    PERSPECTIVA

    HISPANOAMERICANA

    Tiene mucho de cierto la reflexin de Tulio Halperin Donghi

    987:

    61)

    sobre sus textos periodsticos:

    Su intuicin de poeta leofrece acceso a una comprensin privilegiada

    del proceso histrico. Alarmaantela guerra que seviene, presagio de una

    nueva derrota de una Franciaque frvolamente repudia su condicin de

    primognita de la Iglesia, desafo, en nombre de una Hispanoamrica a

    l MODERNISMO Y EL INTELECTU l OMO

    RTIST

    RUBN D Ra

    7

    la vez indiay latina, a Roosevelt, rudo representante de la otraAmrica

    brbara

    y violenta, o

    cuando

    la guerra finalmente estalla- invocacin

    a una Amrica unida de Norte a Sur bajo el smbolo de la paz, lo que

    Daro ofrece puede ser la traduccin en verso sonoro de los editoriales

    ledos esa maana; esa operacin dota a esos lugares comunes de una

    verdad y una profundidad nuevas, y ello no solo a sus ojos, s ino tam

    bin a los de su pblico.

    Tiene

    mucho

    de ciertosi subrayamos en ellael carcter inquisitivo de sus

    artculos a

    partir

    de la perspectiva especfica

    arriba

    anotada:

    Qu eslo americano?Qu eslo moderno? Cmoencontrarlamoder

    nidad? Cul esla funcin del arte? Quines son los modernos? Cul

    esel triunfo de Caliban? Qu significa lonuevoamericano?Qu repre-

    sentael crepsculo de Espaa? Dara, 1989:9).

    Ms ligadas al campo de las ideas, las crnicas que incluye en Espaa con

    tempornea

    1901)

    son ejemplo significativo de su actividad intelectual a

    partir

    de 1898,cumplida ahora dentro de sus obligaciones de correspon-

    sal,ya que esenviadoa Espaa por

    La Nacin

    paradar cuenta de los efec-

    tos de la prdida de las lt imas colonias en Amrica . Hay que tener pre-

    senteaqu que escribialgunasde estas crnicas en un momento de fuerte

    crisis, mientras sediscuteen Pars el tratado que legaliza la prdida de las

    ltimas colonias americanas, Cuba y Puerto Rico) ademsde Guan y Fili-

    pinas, cerrado definitivamente el u de abril de ese ao. Indudablemente,

    es consciente de los cuidados que, corno extranjero, debe considerar para

    interveniren eldebate que involucra a los hispanoamericanos,pues, corno

    seala Tulio Halperin Donghi

    987:

    84), Espaa debe definir de modo

    nuevo su relacin con el ultramar hispnico . Los fundamentos de su pos-

    tulacin de launidad

    culturallatinoamericana, basadaen laafirmacin de

    los lazos con Espaa,y,

    por

    ella, con las naciones que se

    pensaban

    herede-

    ras de la cultura latina suponen vnculos en relacin de igualdad. sin

    tutelas lingsticas, estticas o culturales.

    Cornogeneralmentehace, acuerda o criticade modo franco

    y

    explcito,

    refrendado por los coloquialismos, tambin preado de alusiones y sim-

    bologas clsicaso modernas, con fuerterecurrenciade voces y citas en len-

    gua extranjera

    qu e

    sacan de quicioa los intelectuales ms comprensivos-.

    BuenosAires le daba un asidero realen tanto destinataria de sus textos, a

    pesar de que deja la ciudad a fines de 1898y si slo vuelve circunstancial-

    mente su presenciaconstante essostenidapor sus crnicas y suslibros. Pero

  • 5/21/2018 Susana Zanetti.pdf

    9/12

    5 8 I

    KISTORI E

    LOS

    INTELECTU LES EN

    MRIC

    L TIN

    su cosmopolitismole brindaba siempre un territorio escriturario, nuevo,

    moderno

    y

    amenazador para la pureza del cas te llano segn un buen

    nmero de integrantes de laslites intelectuales

    y

    polticas criollas argen-

    tinas y delasespaolas. Losdenominar patriotasdel consonante

    y

    aman-

    tesdel amor patriogramatical : Ademsde su uso lexicallibre,son muchos

    los artculos dedicados a la defensa del espaol americano, como en este

    fragmento

    muy

    citado de Espaa

    contempornea

    (1901:

    334):

    Losglbulos de sangreque llevamos,lalengua,los vnculos que nos unen

    alosespaoles no pueden realizarla fusin.Somos otros. Aun en lointe-

    lectual, aun en la especialidad de la literatura,el sablazo de San Martn

    desencuadern un poco eldiccionario, rompi un poco lagramtica.

    Esto no quita que tendamosa la unidad enel espritu dela raza.

    Entiende que espreciso emprender como causa

    comn

    revertir el desco-

    nocimiento en Europa tanto de Espaa como de Hispanoamrica, sea-

    lado

    especialmente despus de

    ]900

    cuando se desvanece

    el

    espejismo

    del deseo de Pars,esacapital del arte donde ha ansiado vivir,como tan-

    tos extranjeros: Yohe sido ms apasionado y he escrito cosas ms pari-

    sienses, antes de venir a Pars que

    durante

    eltiempo que hepermanecido

    en Pars.Yjams pude encontrarme sino extranjero entre estas gentes

    La

    Nacin 21 de agosto de 1907). Comprueba que elcastellano y su litera-

    tura

    no cuentan,puede decirse,en elmovimiento intelectual del mundo

    (Daro, 1968: 1,165). Revertir esta ignorancia espropsito tambin deMun-

    dial Magazine

    revista dirigida por Darlo que public cuarenta nmeros

    (1911-1914). Lujosamente editada, ilustran la portada

    y

    el interior conoci-

    dos pintores dela poca. Colaboran un buen

    nmero de los hispanoame-

    ricanos contemporneos a Darlo, y lmismo participa con crnicas,poe-

    mas y cuentos, algunosmuy similares a otros yapublicados en LaNacin

    Sevenda en Pars, en Espaa

    y

    en Hispanoamrica. Su actividad estar

    ligada continuamente a ese dilogo intercultural e intercontinental pro-

    piciado en sus textos tanto mediante elcruce de referencias a los mundos

    diversos que busca relacionar como mediantesu actuacin en institucio-

    nes o po r vnculos personales a ambos lados del Atlntico.

    Las varias maneras utilizadaspara referirse a la actualidad (crnica de

    viaje almismo tiempo que informacin) setraman con anlisis encami-

    nadosa revisar sus convicciones, tanto como las delos intelectuales espa-

    oles de ladenominada generacin del 98 , convirtiendo a la crnica en

    un fragmento dela interpretacin de problemaspolticos y sociales gene-

    rales. Est presenteen textos aparentemente guiados slo por las obliga-

    EL

    MODERNISMO Y EL

    INTELECTU L OMO

    RTIST RUBN D RO I 5 9

    ciones del corresponsal entendido en temas estticos (la salonografa ,

    llama Dara a los comentarios sobre exposiciones de arte). En su visita al

    Palacio de laExposicin,loscuadros dan pie a su crtica a las guerras, uno

    de losejes vertebradores de Espaa contempornea y demuchos textos de

    sus ltimos aos. Partiendo de las significacionessociales que encierra la

    indiferencia delpblico y delos pintores

    por

    los temas, seocupa dela gue-

    rra en Cuba:

    Entre todos los cuadrosde esta exposicin, fuera de

    un a

    escena de hos-

    pital militar y ciertas sentimentales consecuenciasde la campaa no

    parece que se supiese la historia reciente de la humillacin y

    el

    des-

    cuartizamiento de lapatria. Esto tiene ms clara explicacin. Laguerra

    fue obradel gobierno. Elpueblo no quera laguerra, pues no conside-

    raba las colonias sino como tierras de engorde paralos protegidos del

    presupuesto. Laprdida de ellas no tuvo

    honda

    repercusin en

    el

    sen-

    timiento nacional {Darlo, 190

    1:

    145)

    En

    buena

    medida, elxito de sustextos resideen losasuntos escogidos para

    cada crnica, en las significaciones que extrae de las miradas estereotipa-

    das de lo espaol el toreo, laEspaa negra, ete.), en lasingularidad de los

    movimientos que organiza entre una y otra crnica. Calibra losmodos de

    introducir las cuestiones, corno puede verse en el constante comentario

    acercade lasignificacin delcosmopolitismoyde lamodernidad, en cuanto

    guas de lanueva colocacin de Espaa ante Europa yAmrica, dela Am-

    ricaespaola ante Espaa,apremiadas ambas por larelevancia,vivida como

    espiritual y cultural, decididamente antagnica de lo anglosajn y,aqu,

    de la nueva potencia de los Estados Unidos. Tiene importancia ahora su

    nacionalidad nicaragense y

    el

    fracaso, por rivalidades y disensiones, de

    un a

    unin

    centroamericana, a la que no deja de aludir, poniendo cada

    vez ms nfasis en la amenaza que entraa el imperialismo norteameri-

    cano. Un ejemplo es El fin de Nicaragua , extensa crnica informativa

    publicada en

    9 2

    en LaNacin El triunfo de Calibn ElTiempo 20 de

    mayo de 1898) y laaparicin en 1901 de Espaa

    contempornea

    muestras

    de su intervencin intelectual en

    torno

    deese ncleofuerte que constituye

    laderrota de Espaa en 1898

    en

    el

    mbito hispanohablante.

    Privilegiacomo cuestin bsicalamodernizacin de Espaapara enfren-

    tar la crisis con

    un a

    actitud mu y distante de la magistral de JosEnrique

    Rod

    y

    delmbito recoleto escogido en su Ariel

    (1900).

    En Espaa contem-

    pornea

    y en Peregrinaciones crnicas tambin reunidas en volumen en 1901,

    Darlo expone susideassobre loslazosentre Espaae Hispanoamrica,lazos

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    10/12

    54 I HISTORI E lOS INTELECTU lES EN MtRIC L TIN

    que implicaban

    el reconocimiento en Espaa de su

    condicin

    de poeta

    moderno yjefedel primermovimiento literariohispanoamericano: Elmovi-

    miento que en

    buena

    partede las flamantes letras espaolas me toc ini-

    ciar,a pesar demi condicinde meteco ,echada encara decuando en cuando

    po r

    escritores poco avisados [... ] ,dice en Dilucidaciones

    1977:

    301).

    Las operaciones

    para

    lograrlo activaron la relacin con los escritores

    hispanoamericanosya ins ta lados en Espaa y con los que

    adhirieron

    o

    compartan

    concepciones

    estticas similares (Benavente, Valle Incln,

    Salvador Rueda, Manuel y Antonio Machado),

    junto

    con los jvenes que

    acababan de descubrirla,

    como

    Juan

    Ramn

    Iimnez.

    Dara

    publica tex-

    tos en laprensay en revistas literarias,y reeditalos dos libros de1896-Pro-

    sasprofanas

    1901)

    y Los

    raros

    (1905)-, los ms urticantes paralos escrito-

    res espaoles consagrados,

    que

    a tacan y seburlan del modernismo, y de

    Dara -uno de ellos, Leopoldo Alas (Clarn), en elMadrid Cmico-.

    Evidente, su presencia en

    Madrid -y

    luego en

    Pars-

    afianza vnculos

    concretosentre intelectuales hispanos e hispanoamericanos, que vean en

    amboscentros laposibilidadde edicin y de proyeccinamplia. Comien-

    zan aqu los aos ms significativos de su intervencin en las concepcio-

    nesde la Iatinoamericanidad desde finesdel siglo

    XIX, que

    construye apo-

    yada en nuevoslazosde solidaridady

    unin

    partiendo del respeto

    mutuo.

    Respeto bienvisible en sus criterios de inteleccin,de sus cofradas iluso-

    rias o reales y de sus elecciones poticas, que confirma, y en parte refor-

    mula, en los ltimos aos.

    Varan

    tambin

    los temas y los tonos de sus art culos y sus crnicas,

    que seguirn singularizndose por el tratamiento de los fait divers . No

    renuncia a las trasposiciones de arte o a las posibilidades

    que

    la

    pintura

    y

    laescultura daban altratamiento de laimpresin y lacomposicin, pero

    ahora aparecen seducidas

    por

    lasimgenes

    que

    provienen de la decoracin

    del ar t nouveau de los prerrafaelitas,o de otrasde los medios de comu-

    nicacin masiva,

    como

    elcartel de

    propaganda

    o lailustracin yel diseo

    de las revistas

    modernas.

    En vez de

    impresiones hablar

    de

    instant-

    neas y de films ; en sus logrados Film dePars ,

    como

    titulamuchas cr-

    nicas a

    partir de

    1910.

    Estas modalidades no responden slo a obligacio-

    nes profesionales, ya

    que tambin

    sus textos poticos buscan alcanzar un

    lectorado amplio y diverso -baste recordar los distintos niveles de signifi-

    cacin que tienen poemas archirrepetidos

    como

    Sonatina -r-, Escribe

    muchsimas crnicas de viaje, sin

    duda por

    requerimiento de LaNacin

    sistemticamente reunidas en volmenes

    que amplan

    su

    mirada

    hacia

    temas antes no abordados

    -sobre

    losarmenios y losjvenes turcos, lainmi-

    gracin, elcolonialismo ingls, sobre los gitanos espaoles y,al mismo

    EL MODERNISMO Y EL INTElE TU l OMO RTIST

    RUBN

    D Ra I 54

    tiempo,chismes y peculiaridades del

    mundo

    aristocrtico yde laalta

    bur-

    guesa que

    tambin encontramos

    en otros cronistas hispanoamericanos

    de entonces-o Escribir tajes crnicas livianas e irnicas lo divierte, y s s

    sectoreslo fascinan. Tambin lo fascina ese mundo marginal de artistas,

    de autores de canciones populares y el circo.

    A partir desu residencia en Europa seacenta larecurrencia a laargu-

    mentacin, entre otras flexiones

    que

    estrechan las distancias con un dis-

    curso ms intelectual,ligado a estos cambios en su pensamiento respecto

    del papel del poeta. Elprlogo ya

    mencionado

    a El canto erranteironiza

    con laindiferenciade los poderosos hacia lapoesa, las ms ilustres esco-

    petas dejan en paz a los cisnes , a pesar de que eldesinters por la litera-

    turaque

    palpa en esepresenteya sombro loencontrarnosen muchos poe-

    mas de Cantosde vida

    esperanza acentuados luego en

    Poemas

    de otoo

    1910).

    Sigue

    por

    cierto afirmando la laborya hecha, desafiando las crti-

    cas espaolas: en

    1905,

    como ya se dijo, reedita Los raros que fomenta su

    fama de decadenteafrancesado,libro que inclua adems lanecrolgica de

    Mart, censurado

    por

    insurrecto en Espaa.

    Esste, adems, un

    momento

    de revisin de sus ideas sobre laliteratura

    social, palpables en las notables necrolgicas de Gorki y 201a, de 1902.Al

    referirse a la novela

    La

    barraca de Blasco

    Ibez,

    manifiesta,

    po r

    ejemplo:

    como a todos los pensadores contemporneos, preocpale elspero pro-

    blema del hombre y de la tierra y est naturalmente con los deabajo, con

    los oprimidos. [

    ...

    ] Libros

    como

    ste no sehacen

    po r

    puro

    culto al arte,

    sino

    que

    llevan

    hondos

    anhelos

    humanos

    (Dara,

    1901:

    223).Al

    mismo

    tiempo,a 10largo de las primerasdcada de 1900son cada vez ms slidos

    sus artculos de crtica literaria,

    como

    por

    ejemplo JosMart, poeta

    La

    Nacion

    29demayo de

    1913),

    sin dudas

    el

    ms valioso anlisis cuando acaba

    de aparecer ese

    ao

    la edicin de los inditos Versos libres o la dedicada a

    Los hermanos Machado LaNacin de junio de 1909),entre muchos

    otros ms centrados en ladifusin de laliteratura hispanoamericana.

    Siempre desde su

    autoconfiguracin

    del intelectual artista,del Poeta con

    mayscula que no renunciaa representar,su ltima produccin sedesliza

    hacia lairona, bien visible en su clebre Epstola a laseora de Lugones ,

    confesin de la condicin del artista

    moderno

    que, sin embargo, seapoya

    en los estatutos dela alta poesa, de laepstolaclsica, desde Horacio hasta

    la herencia del Siglo de Oro. En franca disidencia con otras perspectivas

    ideolgicas o estticas, defendi las posibilidadesde la palabra cuando no

    se la somete a estatutos ajenos a s misma, fundado en significaciones de

    larga tradicin

    que

    hacen del poeta

    una

    figura del conocimiento, presente

    en innumerables ejemplos, especialmente en ese dilogo filosfico que es

  • 5/21/2018 Susana Zanetti.pdf

    11/12

    54 2

    HISTORIA E

    lOS

    INTElECTUALES

    EN

    AMRICA LATINA

    El coloquio de los centauros y en casitodos los incluidos en la segunda

    edicin de Prosas

    profanas.

    Esta conviccin se ensombrece ms tarde en

    las dudas de los nocturnos

    y

    en Lo fatal de

    Cantos de vida y esperanza

    pero siempre destacando la significacin intelectual de sus textos. Melan-

    cola y pesimismo que no quiebran la invitacin al canto de celebracin

    ante laenigmtica belleza delmundo, que, como todos recordamos, expresa,

    entre otros, su poema Filosofa ,del mismo libro 977:276):

    Saluda al sol, araa, no seas rencorosa,

    Da tus gracias a Dios, oh sapo, pues que eres.

    Elpeludo cangrejo tiene espinas de rosa

    y los moluscos reminiscencias de mujeres.

    Sabed ser lo que sois, enigmas siendo formas;

    dejad la responsabilidad a las Normas,

    que a su vez laenviarnal Todopoderoso.. .

    (Toca, grillo, a la luz de la luna;

    y

    dance

    el

    oso.)

    Estas ltimas cuestiones singularizan y complejizan el itinerario intelec-

    tual dariano, caracterizado en buena parte de su recorrido por tomas fir-

    mes de distancia entre una

    y otra

    condicin

    -poeta

    (artista) e intelectual-,

    lo que justamente vuelve importante el cruce, sino secercenan en conte-

    nidos y conductaslascontaminacionesentre ambos discursos yambas con-

    figuraciones, a lasque no parece renunciar.

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  • 5/21/2018 Susana Zanetti.pdf

    12/12

    Camino a

    la

    meca: escritores

    hispanoamericanos

    en

    Pars

    1900-1920)

    Beatriz

    Colombi

    Entre el

    1900

    Yla Primera Guerra un contingente de escritores hispanoa-

    mericanos convergi en Pars conformando una colonia estable,que habra

    de engrosar sus filas y modificar su perfil a lo largo de las tres primeras

    dcadas del siglo. Sibien existen numerosos antecedentes de viajes y exi-

    lios letrados en lacenturia precedente,esta migracin constituyeel

    primer

    ingreso masivo de lainteligencia hispanoamericana en un concierto inter-

    nacional. Los motivos de la dispora fueron de diverso

    orden,

    algunos

    llegaron

    por

    eleccin voluntaria, otros arrastrados

    por

    la expatriacin,la

    gran mayora en bsquedade un espacio que alojaba la promesade triunfo

    y de reconocimiento. Un rasgo distintivo de la cultura de fin de siglo fue

    su carctercosmopolita ymetropolitano,lo que propicila intensa movi-

    lidad de loscreadores de todo el

    mundo

    hacia lasgrandes capitales; elhecho

    afect de

    modo

    particulara loslatinoamericanos, procedentesde socieda-

    des que experimentaban una relativa prosperidad pero que estaban reza-

    gadas en

    trminos

    del desarrollo de un

    mercado

    moderno.

    La nueva

    demanda

    de especializacin y la urgencia de insercin en el presente favo-

    recieron

    el

    desplazamiento de diferentes sectores de profesionales, diplo-

    mticos, secretarios, corresponsales y cronistas, traductores, educadores,

    estudiantesy escritores. Elcambio de escenario fue visto

    como

    elcarnina

    ms expeditivo hacia laprofesionalizacin y elencuentro de condiciones

    ms favorables para desplegar sus proyectos.

    El grupo inicial se instal entre dos ciudades donde concentraron sus

    actividades y operaciones: Pars y Madrid. En este ejeintelectual Ugarte,

    1951

    seproclamaron como una nueva lite representativa del continente

    americano. Pero lasignificacin deestos dos polos no fue lamisma: mien-

    tras que Madrid fue vista como

    puerta

    de ingreso a Europa, la meta de lle-

    gada siempre fue Pars. Elimaginario en

    torno

    de esta ciudad laconverta

    en una verdadera meca delperegrinaje artstico,

    y

    su centralidad fue indis-

    C MINO A L MEC ESCRITORES HISP NO MERIC NOS N P Rs I

    545

    cutida para los contemporneos,condicin que Walter

    Benjamn

    expres

    al definirla con

    el

    sinttico epteto ciudadcapital del siglo

    X X y

    que,

    ms recientemente, Pascale Casanova 2001) puso de relieve al sealar su

    funcin en aquella poca deepicentro dela RepblicaMundialde lasLetras.

    Para loslatinoamericanos, Parstuvo connotacionesaun msviscerales que

    comprometan

    sueos y deseos postergados por generaciones y

    que

    se

    tornaban imperativos

    para

    lasnuevas promociones. Fuevarias vecesrefe-

    rida como la patria espiritual y

    r iter

    del gusto, del pensamiento y dela

    moda. Yfue, sobre todo, elms importante mercado debienes simblicos

    de esemomento. Alcides Arguedas 1879-1946), integrante del enclave de

    1900, sostiene en sus memorias que alindividuo que sedistingue en Pars

    -sea

    poeta,filsofo, artista, inventor,

    sportman

    o

    bandido-

    sele abre

    un vasto campode actividad,un mercado en trminoscorrientes,cuya

    demanda

    puede producirle un casi repentino cambio en las condicio-

    nes desu vida material.Algoms obtienetodava quien triunfeen Pars,

    segn laconcepcin romntica: seve rodeado de prestigio, cobra fama

    mundial, goza de preeminencia, recihe elhomenaje de los mejores y

    entra

    a gozar de todos los bienes morales y materiales acordados en

    recompensa a los privilegiados Arguedas, 9 9: 69

    2

    As,obtener validacin en esecircuito fuela motivacinprincipal que con-

    dujo a laconfluencia parisina.

    Podra pensarse que la utopa perseguida era la de establecer una ciu-

    dad letrada extraterritorial, lejos de las acometidas de la ciudad real y de

    sus transacciones. En un gesto de mxima

    autonoma,

    muchos de estos

    actores pretendieron independizarse de los condicionamientos polticos,

    estticos y lingsticos, provinciales y nacionales, para incorporarse a las

    reglas del arte parisinas, siemprede difcil aprendizaje.Aspiraron a reco-

    nocerse en

    otro

    universo donde las leyes, las prcticas y los valores les

    eran ajenos, cuando no desconocidos,y,casi siempre) hostiles.No obstante,

    la escena exterior facilit la adquisicin de nuevos lenguajes y competen-

    cias y les permiti proyectarse como apropiadores, traductores y media-

    dores de

    normas

    y paradigmas metropolitanos. Las

    pautas

    de sociabili-

    dad letrada ascomo laselecciones de todo orden fraguadasen ellaboratorio

    parisino seofrecieroncomo modelos

    modernos

    y deseables para los espa-

    cios nacionales de procedencia.

    Lasituacin de exterioridadfavoreci ladefinicin de relatos suprana-

    cionales, como el latnoamericanismo, el hispanoamericanismo o el ibe-

    roamericanismo, en elmarco de pactos nuevos y necesariosresultantes del