Susana Zanetti.pdf
-
Upload
fernando-valdez -
Category
Documents
-
view
73 -
download
0
Transcript of Susana Zanetti.pdf
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
1/12
I HISTORI LOS INTELE TU LES N MRI L TIN
- [Iulin Grey] (1889), Recuerdos de antao.Crmenes a granel , La Tribuna Baha
Blanca, 26 de
noviembre.
- (1909), Crnicas BuenosAires, Editorial Minerva.
- (1931), Fray Mocho , en Siluetas BuenosAires, Anaconda.
Jua? Alberto (1889),Literatura argentina , en Bibliografa literaria Buenos
AIres, Lajouane, pp.
12
3-132.
Piquet,Julio (1928), Apuntes a lpiz : en Nosotros Nmero homenajea
Payr
N 23.
Poblete, ua n (2003), Literaturachilenadel siglo XIX Entrepblicos
lectores
y figuras
autoriates.
Santiago, Editorial
Cuarto
Propio.
Prieto, Adolf? (1988), Eldiscurso crioilista en laformacin de laArgentinamoderna
Buenos Alfes, Sudamericana.
Quesada, Ernesto (I883), El periodismo argentino (1877-1883) , en NuevaRevista
deBuenosAires BuenosAires, vol.
IX.
- (19
83),
El criollismo en laArgentina :en AA. vv., Entornoal
crollisrno Textos
y polmicas estudio cr t ico y compilacin de Alfredo Rubione, BuenosAires
Centro Editor de Amrica Latina, pp.
10
3-
2
30.
Ramos, Julio (1989), Desencuentrcs dela modernidad enAmricalatina. Literatura
y polticaen elsigloXIX Mxico, Fondo de Cultura Econmica.
Rivera, Jorge B. (1967), EduardoGutirrez Buenos Aires, Centro Editor de
Amrica Latina.
Rojas, Ricardo (1960), Historiade la literaturaargentina.Losmodernos Buenos
Aires, Kraft.
Rornan,
Claudia
Z003 ,
La
prensa
peridica. De
LaModa
(1837-1838) a
LaPatria
(187?-188S,r:en J.Schvartzman (ed.), Laluchade losl;nguajes vol. 2
de N. I i tr ik (dir.}, HIstoria crticade la literaturaargentina Buenos Aires, Emcc.
- (en prensa), Un proyecto moderno: LaCrnica (Buenos Aires,
188
3-1886) :
en Primer investigacin en Peridicos ArgentinosProf Jorge
B.
RIvera
BuenosAires, Biblioteca Nacional.
Sarmiento, Domingo
(1839),ElZenda. N 1,sbado 20 de julio.
- (1841),
El
diarismo': ElNacional 15y29 de mayo.
- (184
2a),
Nuestro folletn : El Progreso 10 de noviembre.
- (l84Zb), A lodo de las lectoras : ElProgreso 16de diciembre.
- (I845), Nuestro pecadode los folletines : El Progreso 30 de agosLo.
- (
1849),
Biblioteca americana . Su necesidad en Chile. Prospecto , LaCrnica
16 de diciembre.
Vias, (1964), Literaturaargentinay realidadpoltica Buenos Aires,
Jorge Alvarez.
Weill, peridico Orgenes evolucinyfuncin de laprensa
peridica Mxico, Lmusa-Noriega.
Williams, Raymond (zooj), El crecimiento del pblico
lector y El
crecimiento
de la prensa popular , en La largarevolucin Buenos Aires, Nueva Visin.
El modernismo y el intelectual
como
artista:
Rubn Dara
Susana Zanetti
Dos figuras, JosMartl y Rubn Dara, presiden las dos etapas principa-
les del modernismo, el primer movimiento literario articulado concre-
tamente entre los artistas de todo elmbito hispanoamericano,que logra
igual proyeccin en Espaa mediante encuentros, revistas, artculos de
unos escritores sobre otros, etc. Ambos encarnan el acelerado pasaje del
letrado decimonnico que, focalizado en la actividad intelectual,cambia
de centro, pasando del privilegio de lo poltico -e l deber con laindepen-
dencia de Cuba acalla al poeta JosMart- a la afirmacin de la autono-
ma y del saber del arte, sostenidos por elpoeta Rubn Dara como nico
respaldo para intervenir en elmundo de las ideas.
Desde esta
otra
orilla instala Dara con fuerza la polmica autoridad
de un nuevo tipo de intelectual,el intelectual artista, actuando con elaco-
pio de su presencia institucional
y
discursiva bien diversa (en gneros,
en instituciones, en centros nacionales, etc.), para insistir en la primaca
del trabajo intelectual fundado en todas las posibilidades de la palabra.
Las palabras son las casas de las ideas, son su carne, vivientes, activas
(Dario,1938),dice en un breve texto publicado en laRevueI/lustre du Rio
de la Plata
y
enseguida afirma en las Palabras liminares de Prosas pro
fanas
(l896): La msica essolo de laidea, muchas
veces
Expresar esta
concepcin en muchos de sus textos crticos, entre ellos,
el
aparecido en
La Nacin el io de diciembre de 1905 en Los nuevos poetas de Espaa ,
donde discute con Miguel de
Unamuno
sobre la condicin intelectualdel
artis ta: Un escritor de gran valer,el Sr. Unamuno, seenreda en eso de
lasideas, desdea las ideas, sinver que ellas son nuestra nica manifesta-
cin, el nico fruto que da constancia de laexistencia del rbol humano .
Ms tarde, en Dilucidaciones , prlogo a El
canto errante
(Dara, 197T
302), vuelvea defender su esttica:
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
2/12
5
I
HISTORI
O LOS INTELECTU LES N MRIC
L TIN
No es como sospechan algunos profesores y cronistas, la importacin
de otra retrica
.. .
ante todo, setrata de una cuestin de formas?
No.Se trata, ante todo deuna cuestin deideas.Elclisverbal esdaoso
porque encierra en s el clis mental, yjuntos, perpetan laanquilosis,
la inmovilidad.
Otra orilla que, sin embargo, recibe atenta la leccin de Martf, reconoci-
ble con slo recordaralgunas frases del famoso prlogo de
1882
al Poema
del Nigara
del venezolano Juan Antonio
Prcz
Bonalde
(1851-1892),
con
la que dialoga la recin citada de Dara: La perfeccin de la forma se
consigue
si
siempre a costade laperfeccinde la
idea y
asimismo, Quin
no sabe que la lengua esjinete del pensamiento,y no su caballo? (Mart,
1975: 7, 234-235.
Sin embargo, la reaccin dariana
por
la muerte de Mart en los inicios
dela guerra porla independencia deCuba en
1895
divideaguascon un mani-
fiesto de ese quiebre inscrito en el proceso incierto y difcil de constitu-
cin tanto del intelectual
crtico
como del artista moderno en Hispanoa-
mrica. Me refiero a la necrolgica de Daro
(1952: 195)
en La Nacin de
Buenos Airesdel
dejuniode eseao (enseguida incluida en
Losraros
que
considero
el
ms notable manifiesto del perodo en demanda de laauto-
noma delarte. Eslams audaz manifestacin de lasque, condistintaenver-
gadura, hicieron los modernistas contra el sometimiento del artista a los
imperativos dela nacin, porque eltexto en sse enuncia en un territorio
esttico,en tantose publica en un marco hispanoamericano que celebraba
elherosmo del cubano. Elprrafo siguiente esun buen ejemplo:
[Lostambores de la mediocridad, los clarines del patrioterismo, toca-
rn dianas celebrandola gloria poltica del Apolo armado de espadas y
pistolas,que ha cado,dando suvida,preciosa para laHumanidad ypara
el Arte,
y
para el verdadero triunfo de Amrica, combatiendo entre el
negro Guillermn
y
elgeneral Martnez Campos
Sereclama la especficaautoridad del sujeto literario,se discute y se rechaza
lasujecin delartista a valoresy prcticas ajenas alarteascomo a una ret-
ricaanquilosada, enuna etapaen lacualla dominanteson losgobiernos fuer-
tes,rodeadospor una dirigenciade raigambrepositivista,devotade la raciona-
lidadmoderna como instrumentoparadar solucionesala cuestinnacional':
que exigaalostextosdisear unaidentidadintegradora que incluyeray con-
trolara lamovilidadpoblacional trada por lamodernizacin
-yen
laArgen-
tina sobre todo por los inmigrantes, entre los cualesse cuenta Dario-.
El MODERNISMO y fL INTEUcrU l OMO
RTIST RUBN D Rlo
I
5 5
LA
JOVEN
AMRICA
Recordemos que Varo
(1867-1916)
naci en Nicaragua, en un
mbito
cultural y social arcaico. Integrante de sectores medios modestos, con
slo
15
aos inicia en laprensa de Managua (donde yase han publicado
muchos poemassuyos) una carreracaracterizada
por
lafirme decisin de
alejarse de prcticas provincianas, llevada adelante primero en ciudades
centroamericanas vecinas y muy rpidamente en las hispanoamericanas
msmodernas, en busca de espacios propiciospara una trascendencia ms
all de lo regional.
Aunque no lo consigne sistemticamente por razones de espacio, las
concepciones y las prcticas darianas son indicativas de lasde los dems
modernistas,si bien podemosreconoceren elmovimiento cambios y dife-
rencias en la escritura
y
en sus elecciones tanto estticas como ideolgi-
cas, dada su concrecin en un extenso territorio y en un largo perodo
(1882-1910),
en
el
que cumplieron una intensa puesta al da del discurso
literario en lengua espaola, unida a su labor de difusin de laliteratura
moderna, no limitada a Occidente. Elartista, el poeta, pona su sello en
estaactividad visualizada
y difundida en elmarco delheterogneo discurso
del peridico sobre todo a travs de lasingularidad de un gnero tambin
heterogneo,la crnica modernista. Manuel Gutirrez Njera
(1859-1895)
la defiende y la define, distancindose de la esttica del consagrado maes-
tro Manuel
Ignacio
AItamirano
(1834-1993):
No seestima bien en Mxicoel valor de estas crnicas elegantes; no se
aprecia como debiera elarte de narrarcosas frvolas con cierto esmero
literario. Elgnero, por su misma delicadeza, esmuy difcil. Esnecesa-
rio que lapluma del cronista tenga alasde colibr y que susdientes muer-
dan decuandoen cuando sin hacer sangre (Gutirrez Njera
1959:263).
Como
esos jvenes escritores
- la
Joven Amrica , se dijeron algunos
y
se reconocieron en
el
mote de modemistas- , laformacin de Dara fue
prcticamente la del autodidacta, abastecida por libros de las bibliotecas
pblicas o religiosas -l a de los jesuitas, la Biblioteca Nacional de Mana-
gua, ensu caso-, deudora sobre todo del desarrollo incipientede laindus-
tria cultural y cumplidapor fuera de lossectores ilustrados (con estudios
regulares y que han frecuentado como alumnos yprofesoreslasaulas uni-
versitarias). Sibien no logran liberarse de la necesidad del favor poltico
(los cargos diplomticos en Dara y en muchos otros) y del mecenazgo,
hacen del mercado el instrumento de su formacin intelectual y de la
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
3/12
I HISTORI E lOS
INTElECTU LES
EN
MERIC
l TIN
captacinde un pblico para elarte, buscandoindependizarsede la tutela
que pretendeencerrar su discurso en lo hispnico y/o lo nacional.
Eldesplazamiento dariano hacia elsur, a Chileen 886 tambin indica
eldesplazamientode lasexperienciasestticasdelprime rmodernismo-espe-
cialmente lasmexicanas de Manuel Gutirrez Njera, con sus crnicas, sus
Cuentos
frgiles (1883)
y la revistaAzul
(1894-1896).
Experiencias comparti-
das por muchos otros, entre quienes sedestacan elcolombiano JosAsun-
cin Silva
(1865-1896),
los
cubanos
Iulian
del
Casal
(1863-1893)
y JosMarti
1853-
1895
-Ismaelillo (1888), ersos
sen illos
(1891)-.
Si,por una parte, las
Crnicas norteamericanas de JosMart son textos fundamentales para
sopesar lamodernizacinde los Estados Unidos
y
sus efectos en Amrica
Latina, otros -c MadreAmrica
(1889),
NuestraAmrica
(1891),
etc>-con-
cretaban explcitamente sus propuestas polticas, pensadas a partir de la
conformacin de una nueva dirigencia, ms consciente de la necesidad de
unin hispanoamericana, basada en la revisin de injusticias, prejuicios
y
concepciones de losderechos ciudadanos, capaz tambin de evitar lasgue-
rras civilesy el encierro en disensiones provincianas.
Todo ellocoloca las prcticas martianasdecididamente en las del hom-
bre pblico, pero diferente del que acompaara laconstitucin delosesta-
dos nacionales, por ladensidadde sucrtica a (ydesu seduccin por) una
modernizacin vertiginosa, expresada recurriendo a estilizaciones de
excepcional audacia, como puede apreciarse en Un drama terrible , larga
crnica para LaNacin de Buenos Aires (de laque Mart era correspnn-
sal en los Estados Unidos), aparecida a fines de 887 sobre el ajusticia-
miento de los anarquistas de Chicago, dentro de la serie de textos sobre
el tema obrero; sobreescritura de los relatos del periodismo norteameri-
cano por un sujeto dela enunciacin que vuelvea narrarlos hechos, resu-
midos, ampliados, desde perspectivas
y
focalizaciones diferentes, al tiempo
que seva consustanciandocon los condenados,penetrando en su interio-
ridad o en su historia individual hasta hacerlaconcordar, en muchos frag-
mentos, con la propia. Elsello del estilo
martiano
se perfila al
mismo
tiempo en susreflexionessobre una literatura hispanoamericanamoderna,
que se compaginaba bien con los anlisis del arte moderno, algunos de
ellos destinados a presentar a importantes figuras de la literatura anglo-
americana (OsearWilde,WaltWhitman), desconocidashasta entonces en
el
mundo hispanohablante.
Dara seconvertir en jefe de ese grupo cultural que basa sus discur-
sos, de firmes convicciones cosmopolitas, en definirse
como
artista
moderno,
conflictivamente instalado en las tensiones entre vocacin y
mercado. Sometidos al pluriempleo y a la rpida profesionalizacin, los
El
MODERNISMO
Y El
INTElECTU L OMO RTIST RUBN D RO
I
7
modernistas son responsables, sibien no slo ellos,de una nueva confi-
guracin deltrabajo intelectual en Hispanoamrica. Escribe en
88
Manuel
Gutirrez Njera
(1959:
65 :
Ho y
han cambiado algo los tiempos. La
literaturaes en Europa una carrera en toda forma, tan disciplinada como
lacarrera militar. [... ] Los escritos, corno todas las mercancas, sufren la
ley de la oferta y la demanda .
Lostextosde Dara seimpregnan enChile con laslecturas delas corrien-
tes francesas del arte que, en su largo y meduloso comentario del
22
y
29
de octubre de
888
a
zu
(1888),el novelista y crtico literario espaol
Juan Valeradefiniera como galicismo mental :
zu
revoluciona la prosa,
dando nacimiento al cuento
moderno
en espaol, tanto como a lacrtica
a la ignorancia del nuevo rey,el burgus, a su vulgaridad y fascinacin
por el dinero, que condena al artista a la marginalidad:
Ams de los cisnes, tena una vasta pajarera, corno amante de laarmo-
na, del arrullo, del trino y cerca de ella iba a ensanchar su espritu,
leyendo novelas deM. Ohnet, o bellos libros sobre cuestiones gramati-
cales, o crticas hermosillescas. Eso s: defensor acrrimo de la correc-
cin acadmica en letras, y del modo lamido en artes: alma sublime
amante dela lijay de la ortografia (Dario,
1983: 128).
zu
seala el inicio de su afirmacin rotunda del rol del artista,
y
de los
modos de intervencin del arte en las discusiones acerca de la sociedad y
la cultura modernas
-l a
estetizacin del espacio interior
y
la estilizacin
de la crtica a la modernizacin-o
EN
BUENOS AIRES
Apartir de
893
esevidente que afianza su conocimiento de la literatura
extranjera, de parnasianos, simbolistas, prerrafaelitas, etc., que, sumado
a su temprana e intensa lectura del legado espaol, estn enla base de su
renovacin, posibilitada adems por la insercin en las ciudades ms mo-
dernas de Hispanoamrica,en un perodo de rpido rediseo de lasreas
urbanas y rurales, donde esya bien visible laampliacin de las bases so-
cialesde lasdirigencias polticas y gremiales y delos miembros delasli-
tes intelectuales y artsticas.
Justamente ese ao se traslada Dara a Buenos Aires,donde seir con-
virtiendo en cronista estrella de LaNacin,diario en elcual trabaja como
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
4/12
8
I HISTORI E lOS INTELECTU LES EN AMtRlO lATINA
corresponsal hasta su muerte. Colabora adems en LaQuincena pero sobre
todo en
El
Tiempo La Tribuna y la Revista de Buenos ires
Asqueado y espantado de la vida social y polt ica en que mantuviera a
mi pas un lamentable estado de civilizacin embrionaria,no mejor en
tierras vecinas, fuc para m un magnfico refugio la Repblica Argen-
tina, en cuya capital ,
aunque
llena de trfagos comerciales, haba
una
tradicin
intelectual y un medio ms favorable al desenvolvimiento de
mis facultades estticas,
recordar en La Nacin
1913),
en uno de los artculos ms tarde recogi-
dos en Historia de mis libros
1976: 165).
En trminos generales, no esttan sometidoa fuertes presionesdel poder
poltico
como
suceda con algunos modernistas, entre otros intelectuales
del perodo. Baste recordar a los venezolanos -modernistas como Manuel
Daz Rodrguez 1871-1927) o que apoyaron elmovimiento como Joaqun
Gil Fortoul
1862-1942)-,
que fueron funcionarios importantes durante la
dictadura de Juan Vicente Gmez
1908-1935).
El t rfago de las mesas de redaccin se est recha con el t rfago de la
moderna Buenos Aires. La bohemia fue una imposicin, no una elec-
cin , dice ngel Rama 1985:
22 ,
puesfueron los modernistas encarni-
zados trabajadores [
...
1
capaces de alta productividad [
...
] forzados del
trabajo como lo
eran
las clases baja
y
media a pesar del mote de bohe-
mios . Dara sabe que aunque deba sacar el pan del tintero , ese pan trae
consigolas buenas aunque trabajosas,logradas) migas con
el
Ateneo de
Buenos Aires inaugurado poco
antes
de su l legada a Buenos Aires, lo
incorpora
enseguida
entre
sus miembros)
y
con otros literatos consagra-
dos. Tambin esevidente cmo con
el
tratamiento de los cambios de tono
de tema- dosifica hbilmente sus cuidados con
el
medio porteo: su
escritura
transgresora se
ampara
en un cronista agresivo, irnico,
y
a la
vez confidente
y
zalamero.
Pero sus simpatas
y
sus amistades seinclinan hacia los jvenes con los
que
puede
hablar de sus inquietudes:
En lacervecera de Luzio tenamos
el
saln delossuizos, en lode Monti
un jardn grande como un pauelo , en elAue s Keller
-reservada
para
nosotros- una inmensamesa deroble macizo. [
...
] Loscomensales ra-
mos, conRubnDara,Leopoldo Lugones, Roberto Payr, Eugenio Diaz
Romero,
el
panameo
Dara
Herrera, Armando Vasseur [... ],
el
vasco
Grandmontagne
y,a veces, el malogrado poeta Carlos Ortiz, el ele-
EL
MODERNISMO
Y EL INTELECTU l OMO RTiST RU N D Ra I 5
9
gante LeopoldoDaz o
el
grave y bondadoso LuisBerisso.
l
eran infal-
tables dos espritus ms que traviesos, endemoniados: el terrible Alberto
Ghiraldo y el abominable Pepe Ingenieros [... ] Galtier, 1973: 4
2).
Ese bullicio se aplaca en pocos aos, para dejar traslucir el camino esca-
broso de un poeta potente y un hombre dbil, a quien
el
alcohol empieza
a destruir desde
muy
joven,casi
un
adolescente.
Entre esos amigos algunos eran socialistas -Roberto J Payr 1867-19
28),
Ricardo [aimes Freyre 1868-1933) o JosIngenieros 1877-
19
25
Yanarquis-
tas, como Alberto
Ghiraldo
1875-1946), nuevos actores que atrajeron a
Darfo, corno puedeverse,entre otros ejemplos,en eltratamiento del socia-
lismo de Leopoldo Lugones
1874-1938)
en lacrit ica a su poesia de
189
6:
Yosoy su amigo: y a mi vez, convencido e inabordable aristo, cuando
llego a mi casa, tengo cuidado de guardarbajo tres llavesmis princesas
y prncipes, mis duques y duquesas, mis caballeros y mis pajes;
pongo
mis li sesen lo ms oculto de mi cofre y me encasqueto, lo mejor que
puedo, una caperuza encarnada Dara,193
8
: 103)
Como ocurre
con algunosotros modernistas, y con expresiones fluctuan-
tes y contradictorias, no decae en Daro el inters
po r
los movimientos
sociales modernos, el anarquismo entre ellos: desde la temprana censura
de Dinamita , en La Tribunaen
1893,
hasta las referencias a la
anarqua
espaola, en 1905, basados en textos de Alejandro Saway en la informa-
cin obtenida de un reportaje, que parafrasea, sobre el anarquista Fermn
Salvoechea, y que concluye as:
No hay duda que es respetable ese fanatismo por elbien ajeno, cuando
vivimos en la continua e irremediablelucha de intereses, de odios mutuos,
de envidias, de recelos de pitanzas,de prebendas,de gloriolas, de peque-
eces que
componen
latareaferoz de lupino rebao humano.Sila revo-
lucin
soeialIlega
-y
todo parece anunciar por distintos lugares
que
llegar- tendr sus mrtires, sus santos, sus figuras venerables. Enton-
ces en Espaa l J colocarn en buen lugar la efigiede Fermn Salvoe-
chea, Hasta que venga aecharla abajo, destruyendo lologrado,
el
triunfo
de otro desconocido, o muy viejo principio; otra nuevarevolucin social
[...1
Daro, 2006: 45
1
) .
desde sus aos chilenos, insiste en la crtica al colonialismo y al impe-
rialismo de Inglaterra y los Estados Unidos,especialmente cuando invo-
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
5/12
53 I
HISTORIA
O lOS INTELECTUALES N AMtRICA l TIN
lucran a Nicaragua, como puede verse en Iohn Bull for ever condena
a las pretensiones inglesas sobre la costa nicaragense de Mosquitos. El
texto muestra tambin una escritura preponderantemente informativa,
objetiva, despojada de los recursos retricos que acostumbra en sus cr-
nicas. Comomuchos otros que podran servir de ejemplo, evidencian que
no soporta censuras significativas de La Nacin si bien alguna vez,yaen
los ltimos aos de su vida, la direccin del diario lo reconvino sealn-
dole que
no
era
...
J
un escritor independiente sino un asalariado que
debe atenderlas rdenes deljefede redaccin , segn consignaNoel Rivas
Bravo (1998: 18). Tambin evidencian un oficio consciente del manejo de
las variadas estrategias de su estilo.
En Buenos Aires culmina elprimer
perodo de su trayectoria de escri-
tor con dos libros aparecidos en
1896.
El uno,
Prosasprofanas
responsa-
ble de una profunda renovacin de la poesa en espaol, cuyas Palabras
liminares , magistralmente audaces para el entorno literario de enton-
ces,son elinicio de sus manifiestos, verdaderos actos de poltica cultural
que comparte con otros similares de los modernistas. All repite la defi-
n ic in de su esttica la del modernismo- basada en la libertad, que
apunta tanto al rechazo de las escuelas literarias como del pensamiento
sometido a principios irrevocables -principios por cierto no ajenos al
positivismo y al naturalismo dominante-:
Yono tengo literatura ma [... J para marcarel rumbo de los dems:
mi literatura es en m; quien sigaservilmente mis huellas perder
su tesoro personal y,paje o esclavo,no podr ocultarsello o librea. Wag-
ner, a Augusta Hclmes, su discpula, dijo un da: Loprimero, no imi-
tar a nadie, y sobre todo, a m': Gran decir (Dara,
1977:179).
La irona y el humor caracterizan sus continuas intervenciones en la
prensa peridica referidas al
mundo
de las ideas, no slo en los textos
sobre arte yliteratura, tambin en aquellos sobre temas diferentes, sibien
sus perspectivas privilegian los dones de la impronta esttica. Esta acti-
tud tpica de Jos modernistas, cobra en Dara una densidad poco fre-
cuente por lavariedadde temas y de procedimientos que ponenen escena
el
refinamiento, la propensin al despliegue de las pretensiones aristo-
crticas del artista moderno. Su aristocratismo, componente tpico de
la actitud de los intelectuales -perfilarse al margen de los grupos socia-
les-, aqu como integrantes delos aristas del arte, respondea los modos
en que los modernistas visibilizan una singularidad que seplanta frente
a lavulgaridady elfilisresmo,
pero que, en niveles concretos, como seala
l MODERNISMO Y INTELECTUAL OMO ARTISTA
RUBtN
DARo I 53
ngel Rama, trasladan la informacin al pblico de masas -e n el cual
buscan tambin modelar un nuevo lector moderno-o Daro lo puntua-
liza al incluirse en
el
proletariado intelectual y cuando ms tarde, en
su desafiante afirmacin del Prefacio de Cantos de vida y esperanza
reconoce el goce de las formas en ese pblico masivo: Hago esta adver-
tencia porque la forma eslo que primeramente toca a las muchedum-
bres.
no soy un poeta para las muchedumbres.Pero sque indefecti-
blementetengo que ir a ellas
(1977:
243).Sedistancia del aristocratismo
de las lites sociales tradicionales y de las posturas magisteriles incli-
nndose, comomuchos modernistas,a burlarsedel empaque de los ilus-
trados. Comoen otras muchas ocasiones, en labreveintroduccina Opi
niones (1906: 6) dice:
No
busco
el
que nadie piense
como
yo, ni se
manifieste como yo.Libertad libertad , mis amigos, y no os dejis poner
librea de ninguna clase . Insiste en el tema en Dilucidaciones , antes
citada: No creo preciso poner Ctedra de teoras de aristosoAristas, para
m, en este caso, significa, antetodo, independientes. No hay mejorexce-
lencia
(1977: 302).
Voluble muchas veces,no reacio a satisfacer la atraccin por la trivia-
lidad y los chismes que peda elmercado, matizan sus crnicas el trata-
miento de la ancdota, el entretejido entre ficcin y representacin del
entorno cotidiano, entre impresiones y fantasas de evasin. Elsujeto de
laenunciacin inscribe su pertenencia en lade
sus
destinatarios, es decir,
el pblico de Buenos Aires,sobre todo, pero buscando atraer a un lecto-
rado ms amplio, que favorezca su ambicin de insertarse en larepblica
mundial de las letras, y afirmando siempre, como Gmez Carrillo entre
otros, una pertenencia mltiple. En ese movimiento construy Dara un
discurso y una imagen muy prxima allector, comol sentimental, sen-
sible, sensitivo ,segn dice en su clebre soy aquel , poema inicial de
Cantos de vida ycsperanza (1905). Serste un modode definirse yde defi-
nir una cosmovisin vertebrada en ese pasaje de experiencias conflicti-
vas, propias del artista
moderno
que, en su caso, suaviza las aristas de la
contradiccin, del encierro en lo antittico y lo binario, quebrado por
los nexos copulativos,que instalan la convivencia de lo simultneo frente
a los subordinantes, junto a las continuas gradaciones sonoras, rtmicas,
simblicas. Un ejemplo
(1977:
245):
Todo ansia, todo ardor, sensacin pura
y vigor natural; y sin falsa,
y sin comedia y sin literatura... :
sihayun alma sincera, esa esla ma.
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
6/12
5 HISTORI DE LOS
INTELECTU LES
EN
ME
RiC L TIN
Diversa envergadura cobran sus intervenciones intelectuales, presentadas
muchas vecescomo oblicuas tomasde posicin: su artculo en
aNacin
del 2 de abril de 1894introduce la figura de Nietzsche
por
primera vez en
el
mbito hispanohablante, pero lo hace dentro de los raros , entre esos
artistas modernos que disea corno
una
ilusoria cofrada en respaldo de
sus postulaciones, opuestasa los intelectualesde la generacin delochenta
ya
los positivistas en
el
campo de lacultura argentina.
osr ros
recopilacin de textos aparecidos en
a Nacin
es
el
otro libro
de 1896.Valindose de los nuevos recursos, corno fueron a fines del siglo
XIX
el reportaje o la biografa, para destacar laimportancia de artistas e
intelectuales, articula una caleidoscpicaargumentacin para expresar sus
concepciones estticas, sostenidas
por una
galera de retratos de artistas
modernos (Poe, Vcrlainc,Lautrarnont, Ibsen, etc.) a lasombra de los cua-
lesse autodefine, procurando a la vez disolver, con el sello de su estilo, la
peligrosidad endilgada a los decadentes para revelar laempresa de aristo-
cracia espiritualque llevan a cabo yque es,asimismo,la propia ( gustaban
del buen vino,
y eran poco afectos a las caricias de ladiosa Morfina; [
...
]
preferan beber en vasos,como el comn de los mortales,
y
no en elcr-
neo desusabuelos; y [
...
],
por
lanoche, en vezde iral sbado de los dia-
blos
y
las brujas, trabajaban ) (Dara,
1952:
90 .
El refinamiento de la a travs de la sensacin y la percep-
cin, tamizadas por el trabajo con la sugerencia, alimentaba elsueo yel
ensueo,creaba nuevos espacios a la imaginacin, a laintimidad, al reino
interior , as como alentabael placer y el erotismo, haciendo de laenerga
sexual
el
principio rector del universo. Est
por
estudiarse el efecto que
en el imaginario latinoamericano produjo lamodernizacin : dice ngel
Rama (1985: 101), sealando el recurso a las obligadas mscaras exticas
del deseo como modo de puesta en escena de Darlo:
Enun tiempoen que
el
materialismo rega a lasociedad desde su cabeza,
propona de hecho
el
placer
y
almismo tiempo lo burlaba conun irnpla-
cable rgimen de prestaciones, la fantasa alimentada por el ardiente
deseo que construye la obraliteraria, mal poda instalarla en su inme-
diatez donde lapropia concienciale deca a voces que era imposible, y
deba ubicarla msalldel tiempo
y
delespacio donde pudieraser soada
como posible,tuviera una eventualidadde realizacin que hiciera grata
la ensoacin deseante.
EL MODERNISMO
EL
INTELECTU L
OMO RTIST
RU N
D RO
5
LA CONSTRUCCIN DE UNA COFRADA
MODERNISTA
Elmodernismo construy,con eficacia,su propio territorio en nivelescon-
cretas y simblicos. Para hacerlo posible, tendi
una
red que loayudaba a
enfrentar la censura y el peso de la dirigencia poltica, del pensamiento
positivista (enemigo de las concepcionesacerca del goce de los sentidoso
del conocimiento surgido del universo sugerente - impreciso - del tra-
bajo con la palabra), as como a sortear la presin religiosa de las lires
sociales y culturales tradicionales, adems de la divergencia con las pers-
pectivas fundamentalmente nacionales de realistas y naturalistas, quienes
pocas vecesasumen la dimensin americana.
Buscaron espacios alternativos, utilizaron estrategias de intervencin
similares para quebrar -como pregonaban- elestancamiento esttico y el
vaco que afectaba a todos losrdenes de la cultura latinoamericana, mar-
cada
por
la falta de conocimiento recproco entre autores
y
entre stos
y
elpblico.Laactividad de losmodernistasen ese sentido fue msque nota-
ble. Especialmente desde los aos de residencia en Buenos Aires, muchas
prcticas darianas responden a tal conviccin, propicando una cofrada
hispanoamericana, que promueve mediante mltiples dedicatorias, pr-
logos, conferencias y a travs de comportamientos y relaciones persona-
lesafianzadasen lacorrespondencia. Sigueaqu modelos seeros de1letrado
republicano en el tendido de vnculos -sea Juan Mara Gutirrez (
1809 -
8
8)
o Ricardo Palma (1833-1919)-. A ello se agrega una tarea intelectual
dariana prcticamentenica por su persistencia en eltiempo, que,tomando
distancia de concepciones esencialistas, se dedica a la difusin de la cul-
tura de los distintos pases latinoamericanos, a articular sus legados y sus
lazos concretos. As lo evidencian sus continuos artculos al respecto. En
elmismoplano debemos colocar un objetivotodava no logrado: me refiero
a su defensa del lugar del espaol en el concierto de los idiomas de Occi-
dente, que incluye elapoyo a los reclamos que a nivel internacional pre-
sentan intelectuales
y
hombres de ciencia.
Aprovechando las posibilidades ofrecidas por la industria cultural, los
modernistas seapoyan para su trabajo en laprensaperidica. Recordemos
que, adems deproducir fenmenosde coetaneidaden Amrica Latina por
el
simultneodesarrollode condiciones de producciny recepcin,la prensa
se constituye en el principal agente de religacin del perodo, pues abre la
posibilidad de una redextensa e intensa devnculos entre escritoresy pblico.
Almismo tiempo, apuestan a la incidencia de las revistas literarias en los
mbitos intelectuales.Echarn mano de los aportes de la ilustracin y del
diseo para singularizarlas corno objeto artstico. Fue dificil sostener esta
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
7/12
5 4 I
HIS10RIA
lOS INlEIECTUAIES
H
AMtRICA IATIHA
empresa
para
la Revista
deAmrica
(1894Lfundada po r Dara y RicardoIai-
mes
Freyre (1868-1933),
que
slo publica tres
nmeros . Con ms
slido
respaldo econmico cont una de las ms importantes revistas de la pri-
mera etapa del modernismo,
Azul
(1894-1896), de Mxico,diri gida
por
Guti-
rrez Njera
y
Carlos Daz Dufo. All,al mecenazgo del poeta JessValen-
zuela
-bien
colocado adems en
el
mbito social,cultural
y
poltico- facilit
lacontinuidad dela Revista Moderna 1898-193 . EnMontevideo, JosEnri-
qu e Rod
(1871-1917),
responsablede la
Revista
Nacional de
iteratura
Cien-
cias
Sociales
asume la
comn
tarea de auspiciar la unidad
intelectual y moral de Hispanoamrica ,al igual que
osmpolis
1894- 1895 ,
dirigida
por
Pedro Csar Dominici (1872-1954),Pedro Emilio Coll (1872-
1946) YUrbanejaAchelpohl 1874-1937 , en Caracas,ciudad
donde
elmaga-
zinEI ojo
Ilustrado
1892-1915 difundirpor largos aos no slo elmoder-
nismo sino laliteraturahispanoamericana en su conjunto,atento alsentido
que a tal empresa seconcede, explicitadopo r JosGil Portoul en 1904:
La contribucin de Venezuela a la literatura hispano-americana es
copiosa, variada
y
rica; mas no sedist ingue
an
con caracteres esencia-
les del movimiento literario que seobserva desde Mxico hasta Bue-
nos Aires y Santiago. Que Rubn Dara nac i en Nicaragua [
...
],Rod
en el Uruguay, Casal en Cuba , Vargas Vila en
Colombia,
Daz
Rodr-
guez en Venezuela, slo se sabe por las noticias biogrficas, pero
nin-
guno de ellos pertenece, hasta ahora, ms a su patria que a toda
Am-
rica Latina
Elojo Ilustrado,
vol. 22, N 289,1904, p. 24).
A esta act ividad seha sumado el hecho de que los primeros modernistas
murieron jvenes. Estas muertes tempranas, y
aun
trgicas,
proporciona-
ron
al
movimiento
un capital simblico -Jos mrtires de
arte -,
que le
otorgaba un espesor inesperado y colaboraba a cohesionar a sus
miem-
bros. El
padre
Mart
y el hermano
Casal sustentan las afiliaciones de
la familia
modernista
y dejan
como
legado,
tambin, modelos
del apos-
tolado del poeta': Iulin del Casal
y
Jos Asuncin Silvaencarnaron la ima-
gen del dandy ydel exilio interior frentea lasociedad hostil,
extremando
la actitud propia de los intelectuales de colocarse
por
fuera de los sectores
sociales, antes mencionada. En elcaso de Casal ,
apunto
slo do s
momen-
tos de estas configuraciones.Escribe
Mart 1975:
5, 221) en
Patria,
en ]893:
Muri,
de su
cuerpo endeble,
o del
pesar
de vivir,
con
la fantasa ele-
gante y enamorada, en un pueblo servil y deforme . Y Dara (1928: 162),
en La Habana Elegante al ao s iguiente : La vida de Casal he dicho que
fue
una
vida de martirio: laimposible realizacinde un ideal
que
se levanta
EL MODERNISMO Y EL INTELECTUAL COMO ARTISTA RUBN DARa I 535
sobre todas las fases de la sociedad presente (Casal
nunca
despert de su
sueo, no
quiso nunca
despertar)
r ]
Laslgicas de la amistad prevalecen sobre las poticas grupales
-dis-
putan pero conviven-,especialmente
cuando
en sus pases deorigen care-
cen de instituciones capaces de sostener sus prcticas,
como ocurre
con
Silva o con e
mismo
Dara,
quien
se respaldar no slo en los contac tosy
en ladifusin
po r
laprensa,sino enla edicin
continua
de sus obras,sobre
todo cuando
yaes corresponsal de
LaNacin
en
Europa
(pocosescritores
significativos de entonces lo logran de estemodo).
Importa
sealar que, en trminos generales, los modernistas emigraron
alas ciudadesmodernas nacionaleso extranjerasen busca de horizontesms
propicios para sus prcticas artsticasdurante perodos ms o menos exten-
sos. Estedesplazamiento seala francas diferencias entre los que viven en su
pas, ms atados a las presionespolticas,socialesy morales,corno ocurrecon
Gutrrez Njera, Casal , Silva,Rod, Leopoldo Lugones o Luis G.Urbina
(1868-1934)
entre muchos
otros), vividas en
buena medida por
quienes
destinaban sus textos al mbito nacional,aun
cuando
permanecieran aos
en Europa (Amado Nervo
[1870-1919]
esun
buen
ejemplo).En algunos esta
situacin se hizo definitiva,
por el
exilio
-y
ese l caso de Mart o de Vargas
Vila (1860-1933)-,en otros porque no renunciaron a intervenir en dimen-
siones mucho ms amplias (Ricardo [aimes Freyre). Rubn Dara como
GmezCarrillo) representaun caso extremode esealejamiento delpequeo
mundo natal, facilitado en ciertamedida
por
elhecho de que supa s no les
ofreca respaldo en el presente
-n i
po r su his toria, su cul tura o suproduc-
cin artstica-o En este sentido eldesplazamientodariano es radical, porque
lo inicia siendo adolescente,y
porque
tangencialmenteNicaragua esobjeto
privilegiado desu produccin potica e
intelectual-no
busca all a sus pares
o a su pblico y ocasionalmentevuelve a ella-oNo esun exil iado ni un inmi-
grante, esms bien un migranrc. no seestablece de
modo
definitivo en nin-
gn lugar, esun extranjero,a quien no lees ajena ladiscriminacin.
Errancia
y
pertenencia fundada
en la
escritura definen
un
territorio
escriturario
propio
desde elcual
Dara
aconseja,
opina,
discute,ironiza o
escandaliza,
respaldndose
en
una
larga
tradicin
acerca de la
riqueza
que ganael conocimiento en elperegrinaje,que la modernidad insufla con
los valores del cosmopolitismo y del universalismo,pero sin disolver sen-
timientos
de extranjera, expresados con frecuencia,
como
en este frag-
mento 1977;
345)de Epistola a la seora de Leopoldo Lugoncs :
y
me
volv a Pars. Me volv al enemigo
terrible, centro de la neurosis,ombligo
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
8/12
536 HISTORI E LOS INTELECTU LES EN MRIC L TIN
de la locura, foco de todo surmenage
donde hago buenamente mi papel de sauvage
encerrado en mi celda dela rueMarivaux
confiado solo en m y resguardando elyo.
Esaerrancia, sinembargo, legitima sudilogo con un extenso mundo letrado,
con elque modula distancias,apoya, convalida o discute concepciones estre-
chas, respondeoblicua o abiertamentea lascrticas, configurandocon
ml
tiples gestos imaginarios, ficciones de audacia notable algunas veces, los
simblicosalcances de su consagracin: en elcuento-crnica, publicadoen
1892, Historia de un sobretodo , referido alabrigo que logra comprarse
en su etapa chilenay que, ya viejo y gastado, termina protegiendo del fro
a su modelo predilecto, Paul Verlaine, o bien en otro cuento publicado en
1915,
Huitziloploxtli tambin presentado como autobiogrfico. que con-
figura una imagen suya de excepcin entre los intelectuales no mexicanos
de esos aos, pues aparece compartiendo el campamento de Pancho Villa
y los alucingenos. Una de lasconsecuencias de esterasgo alienta en elsiglo
xxelmito deDara como elpoetamoderno hispanoamericano exilio, con-
tradicciones ideolgicas entre
arte
y poltica,mar ginacin, etctera).
Compartida con otrosmodernistas ypor supuesto con muchos intelec-
tuales de principios del siglo xx, en un momento de multiplicacin de los
lazos internacionales de los hispanoamericanos-, su presencia en las insti-
tuciones delosdistintoscentrosde Amrica,Espaa o Pars,aun delosEsta-
dos Unidos, son ndices de su afirmacin de un saber que lo habilita para
intervenir en las preocupaciones caractersticas que hacen suyas los inte-
lectuales, a travs de sus interpretaciones tanto sobre lavida social y eldes-
tinopolticoy cultural de lohispanoamericano, como
sobreelvalor del arte
en la conformacin de lasensibilidad
y
de la experiencia humanas.
LA
PERSPECTIVA
HISPANOAMERICANA
Tiene mucho de cierto la reflexin de Tulio Halperin Donghi
987:
61)
sobre sus textos periodsticos:
Su intuicin de poeta leofrece acceso a una comprensin privilegiada
del proceso histrico. Alarmaantela guerra que seviene, presagio de una
nueva derrota de una Franciaque frvolamente repudia su condicin de
primognita de la Iglesia, desafo, en nombre de una Hispanoamrica a
l MODERNISMO Y EL INTELECTU l OMO
RTIST
RUBN D Ra
7
la vez indiay latina, a Roosevelt, rudo representante de la otraAmrica
brbara
y violenta, o
cuando
la guerra finalmente estalla- invocacin
a una Amrica unida de Norte a Sur bajo el smbolo de la paz, lo que
Daro ofrece puede ser la traduccin en verso sonoro de los editoriales
ledos esa maana; esa operacin dota a esos lugares comunes de una
verdad y una profundidad nuevas, y ello no solo a sus ojos, s ino tam
bin a los de su pblico.
Tiene
mucho
de ciertosi subrayamos en ellael carcter inquisitivo de sus
artculos a
partir
de la perspectiva especfica
arriba
anotada:
Qu eslo americano?Qu eslo moderno? Cmoencontrarlamoder
nidad? Cul esla funcin del arte? Quines son los modernos? Cul
esel triunfo de Caliban? Qu significa lonuevoamericano?Qu repre-
sentael crepsculo de Espaa? Dara, 1989:9).
Ms ligadas al campo de las ideas, las crnicas que incluye en Espaa con
tempornea
1901)
son ejemplo significativo de su actividad intelectual a
partir
de 1898,cumplida ahora dentro de sus obligaciones de correspon-
sal,ya que esenviadoa Espaa por
La Nacin
paradar cuenta de los efec-
tos de la prdida de las lt imas colonias en Amrica . Hay que tener pre-
senteaqu que escribialgunasde estas crnicas en un momento de fuerte
crisis, mientras sediscuteen Pars el tratado que legaliza la prdida de las
ltimas colonias americanas, Cuba y Puerto Rico) ademsde Guan y Fili-
pinas, cerrado definitivamente el u de abril de ese ao. Indudablemente,
es consciente de los cuidados que, corno extranjero, debe considerar para
interveniren eldebate que involucra a los hispanoamericanos,pues, corno
seala Tulio Halperin Donghi
987:
84), Espaa debe definir de modo
nuevo su relacin con el ultramar hispnico . Los fundamentos de su pos-
tulacin de launidad
culturallatinoamericana, basadaen laafirmacin de
los lazos con Espaa,y,
por
ella, con las naciones que se
pensaban
herede-
ras de la cultura latina suponen vnculos en relacin de igualdad. sin
tutelas lingsticas, estticas o culturales.
Cornogeneralmentehace, acuerda o criticade modo franco
y
explcito,
refrendado por los coloquialismos, tambin preado de alusiones y sim-
bologas clsicaso modernas, con fuerterecurrenciade voces y citas en len-
gua extranjera
qu e
sacan de quicioa los intelectuales ms comprensivos-.
BuenosAires le daba un asidero realen tanto destinataria de sus textos, a
pesar de que deja la ciudad a fines de 1898y si slo vuelve circunstancial-
mente su presenciaconstante essostenidapor sus crnicas y suslibros. Pero
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
9/12
5 8 I
KISTORI E
LOS
INTELECTU LES EN
MRIC
L TIN
su cosmopolitismole brindaba siempre un territorio escriturario, nuevo,
moderno
y
amenazador para la pureza del cas te llano segn un buen
nmero de integrantes de laslites intelectuales
y
polticas criollas argen-
tinas y delasespaolas. Losdenominar patriotasdel consonante
y
aman-
tesdel amor patriogramatical : Ademsde su uso lexicallibre,son muchos
los artculos dedicados a la defensa del espaol americano, como en este
fragmento
muy
citado de Espaa
contempornea
(1901:
334):
Losglbulos de sangreque llevamos,lalengua,los vnculos que nos unen
alosespaoles no pueden realizarla fusin.Somos otros. Aun en lointe-
lectual, aun en la especialidad de la literatura,el sablazo de San Martn
desencuadern un poco eldiccionario, rompi un poco lagramtica.
Esto no quita que tendamosa la unidad enel espritu dela raza.
Entiende que espreciso emprender como causa
comn
revertir el desco-
nocimiento en Europa tanto de Espaa como de Hispanoamrica, sea-
lado
especialmente despus de
]900
cuando se desvanece
el
espejismo
del deseo de Pars,esacapital del arte donde ha ansiado vivir,como tan-
tos extranjeros: Yohe sido ms apasionado y he escrito cosas ms pari-
sienses, antes de venir a Pars que
durante
eltiempo que hepermanecido
en Pars.Yjams pude encontrarme sino extranjero entre estas gentes
La
Nacin 21 de agosto de 1907). Comprueba que elcastellano y su litera-
tura
no cuentan,puede decirse,en elmovimiento intelectual del mundo
(Daro, 1968: 1,165). Revertir esta ignorancia espropsito tambin deMun-
dial Magazine
revista dirigida por Darlo que public cuarenta nmeros
(1911-1914). Lujosamente editada, ilustran la portada
y
el interior conoci-
dos pintores dela poca. Colaboran un buen
nmero de los hispanoame-
ricanos contemporneos a Darlo, y lmismo participa con crnicas,poe-
mas y cuentos, algunosmuy similares a otros yapublicados en LaNacin
Sevenda en Pars, en Espaa
y
en Hispanoamrica. Su actividad estar
ligada continuamente a ese dilogo intercultural e intercontinental pro-
piciado en sus textos tanto mediante elcruce de referencias a los mundos
diversos que busca relacionar como mediantesu actuacin en institucio-
nes o po r vnculos personales a ambos lados del Atlntico.
Las varias maneras utilizadaspara referirse a la actualidad (crnica de
viaje almismo tiempo que informacin) setraman con anlisis encami-
nadosa revisar sus convicciones, tanto como las delos intelectuales espa-
oles de ladenominada generacin del 98 , convirtiendo a la crnica en
un fragmento dela interpretacin de problemaspolticos y sociales gene-
rales. Est presenteen textos aparentemente guiados slo por las obliga-
EL
MODERNISMO Y EL
INTELECTU L OMO
RTIST RUBN D RO I 5 9
ciones del corresponsal entendido en temas estticos (la salonografa ,
llama Dara a los comentarios sobre exposiciones de arte). En su visita al
Palacio de laExposicin,loscuadros dan pie a su crtica a las guerras, uno
de losejes vertebradores de Espaa contempornea y demuchos textos de
sus ltimos aos. Partiendo de las significacionessociales que encierra la
indiferencia delpblico y delos pintores
por
los temas, seocupa dela gue-
rra en Cuba:
Entre todos los cuadrosde esta exposicin, fuera de
un a
escena de hos-
pital militar y ciertas sentimentales consecuenciasde la campaa no
parece que se supiese la historia reciente de la humillacin y
el
des-
cuartizamiento de lapatria. Esto tiene ms clara explicacin. Laguerra
fue obradel gobierno. Elpueblo no quera laguerra, pues no conside-
raba las colonias sino como tierras de engorde paralos protegidos del
presupuesto. Laprdida de ellas no tuvo
honda
repercusin en
el
sen-
timiento nacional {Darlo, 190
1:
145)
En
buena
medida, elxito de sustextos resideen losasuntos escogidos para
cada crnica, en las significaciones que extrae de las miradas estereotipa-
das de lo espaol el toreo, laEspaa negra, ete.), en lasingularidad de los
movimientos que organiza entre una y otra crnica. Calibra losmodos de
introducir las cuestiones, corno puede verse en el constante comentario
acercade lasignificacin delcosmopolitismoyde lamodernidad, en cuanto
guas de lanueva colocacin de Espaa ante Europa yAmrica, dela Am-
ricaespaola ante Espaa,apremiadas ambas por larelevancia,vivida como
espiritual y cultural, decididamente antagnica de lo anglosajn y,aqu,
de la nueva potencia de los Estados Unidos. Tiene importancia ahora su
nacionalidad nicaragense y
el
fracaso, por rivalidades y disensiones, de
un a
unin
centroamericana, a la que no deja de aludir, poniendo cada
vez ms nfasis en la amenaza que entraa el imperialismo norteameri-
cano. Un ejemplo es El fin de Nicaragua , extensa crnica informativa
publicada en
9 2
en LaNacin El triunfo de Calibn ElTiempo 20 de
mayo de 1898) y laaparicin en 1901 de Espaa
contempornea
muestras
de su intervencin intelectual en
torno
deese ncleofuerte que constituye
laderrota de Espaa en 1898
en
el
mbito hispanohablante.
Privilegiacomo cuestin bsicalamodernizacin de Espaapara enfren-
tar la crisis con
un a
actitud mu y distante de la magistral de JosEnrique
Rod
y
delmbito recoleto escogido en su Ariel
(1900).
En Espaa contem-
pornea
y en Peregrinaciones crnicas tambin reunidas en volumen en 1901,
Darlo expone susideassobre loslazosentre Espaae Hispanoamrica,lazos
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
10/12
54 I HISTORI E lOS INTELECTU lES EN MtRIC L TIN
que implicaban
el reconocimiento en Espaa de su
condicin
de poeta
moderno yjefedel primermovimiento literariohispanoamericano: Elmovi-
miento que en
buena
partede las flamantes letras espaolas me toc ini-
ciar,a pesar demi condicinde meteco ,echada encara decuando en cuando
po r
escritores poco avisados [... ] ,dice en Dilucidaciones
1977:
301).
Las operaciones
para
lograrlo activaron la relacin con los escritores
hispanoamericanosya ins ta lados en Espaa y con los que
adhirieron
o
compartan
concepciones
estticas similares (Benavente, Valle Incln,
Salvador Rueda, Manuel y Antonio Machado),
junto
con los jvenes que
acababan de descubrirla,
como
Juan
Ramn
Iimnez.
Dara
publica tex-
tos en laprensay en revistas literarias,y reeditalos dos libros de1896-Pro-
sasprofanas
1901)
y Los
raros
(1905)-, los ms urticantes paralos escrito-
res espaoles consagrados,
que
a tacan y seburlan del modernismo, y de
Dara -uno de ellos, Leopoldo Alas (Clarn), en elMadrid Cmico-.
Evidente, su presencia en
Madrid -y
luego en
Pars-
afianza vnculos
concretosentre intelectuales hispanos e hispanoamericanos, que vean en
amboscentros laposibilidadde edicin y de proyeccinamplia. Comien-
zan aqu los aos ms significativos de su intervencin en las concepcio-
nesde la Iatinoamericanidad desde finesdel siglo
XIX, que
construye apo-
yada en nuevoslazosde solidaridady
unin
partiendo del respeto
mutuo.
Respeto bienvisible en sus criterios de inteleccin,de sus cofradas iluso-
rias o reales y de sus elecciones poticas, que confirma, y en parte refor-
mula, en los ltimos aos.
Varan
tambin
los temas y los tonos de sus art culos y sus crnicas,
que seguirn singularizndose por el tratamiento de los fait divers . No
renuncia a las trasposiciones de arte o a las posibilidades
que
la
pintura
y
laescultura daban altratamiento de laimpresin y lacomposicin, pero
ahora aparecen seducidas
por
lasimgenes
que
provienen de la decoracin
del ar t nouveau de los prerrafaelitas,o de otrasde los medios de comu-
nicacin masiva,
como
elcartel de
propaganda
o lailustracin yel diseo
de las revistas
modernas.
En vez de
impresiones hablar
de
instant-
neas y de films ; en sus logrados Film dePars ,
como
titulamuchas cr-
nicas a
partir de
1910.
Estas modalidades no responden slo a obligacio-
nes profesionales, ya
que tambin
sus textos poticos buscan alcanzar un
lectorado amplio y diverso -baste recordar los distintos niveles de signifi-
cacin que tienen poemas archirrepetidos
como
Sonatina -r-, Escribe
muchsimas crnicas de viaje, sin
duda por
requerimiento de LaNacin
sistemticamente reunidas en volmenes
que amplan
su
mirada
hacia
temas antes no abordados
-sobre
losarmenios y losjvenes turcos, lainmi-
gracin, elcolonialismo ingls, sobre los gitanos espaoles y,al mismo
EL MODERNISMO Y EL INTElE TU l OMO RTIST
RUBN
D Ra I 54
tiempo,chismes y peculiaridades del
mundo
aristocrtico yde laalta
bur-
guesa que
tambin encontramos
en otros cronistas hispanoamericanos
de entonces-o Escribir tajes crnicas livianas e irnicas lo divierte, y s s
sectoreslo fascinan. Tambin lo fascina ese mundo marginal de artistas,
de autores de canciones populares y el circo.
A partir desu residencia en Europa seacenta larecurrencia a laargu-
mentacin, entre otras flexiones
que
estrechan las distancias con un dis-
curso ms intelectual,ligado a estos cambios en su pensamiento respecto
del papel del poeta. Elprlogo ya
mencionado
a El canto erranteironiza
con laindiferenciade los poderosos hacia lapoesa, las ms ilustres esco-
petas dejan en paz a los cisnes , a pesar de que eldesinters por la litera-
turaque
palpa en esepresenteya sombro loencontrarnosen muchos poe-
mas de Cantosde vida
esperanza acentuados luego en
Poemas
de otoo
1910).
Sigue
por
cierto afirmando la laborya hecha, desafiando las crti-
cas espaolas: en
1905,
como ya se dijo, reedita Los raros que fomenta su
fama de decadenteafrancesado,libro que inclua adems lanecrolgica de
Mart, censurado
por
insurrecto en Espaa.
Esste, adems, un
momento
de revisin de sus ideas sobre laliteratura
social, palpables en las notables necrolgicas de Gorki y 201a, de 1902.Al
referirse a la novela
La
barraca de Blasco
Ibez,
manifiesta,
po r
ejemplo:
como a todos los pensadores contemporneos, preocpale elspero pro-
blema del hombre y de la tierra y est naturalmente con los deabajo, con
los oprimidos. [
...
] Libros
como
ste no sehacen
po r
puro
culto al arte,
sino
que
llevan
hondos
anhelos
humanos
(Dara,
1901:
223).Al
mismo
tiempo,a 10largo de las primerasdcada de 1900son cada vez ms slidos
sus artculos de crtica literaria,
como
por
ejemplo JosMart, poeta
La
Nacion
29demayo de
1913),
sin dudas
el
ms valioso anlisis cuando acaba
de aparecer ese
ao
la edicin de los inditos Versos libres o la dedicada a
Los hermanos Machado LaNacin de junio de 1909),entre muchos
otros ms centrados en ladifusin de laliteratura hispanoamericana.
Siempre desde su
autoconfiguracin
del intelectual artista,del Poeta con
mayscula que no renunciaa representar,su ltima produccin sedesliza
hacia lairona, bien visible en su clebre Epstola a laseora de Lugones ,
confesin de la condicin del artista
moderno
que, sin embargo, seapoya
en los estatutos dela alta poesa, de laepstolaclsica, desde Horacio hasta
la herencia del Siglo de Oro. En franca disidencia con otras perspectivas
ideolgicas o estticas, defendi las posibilidadesde la palabra cuando no
se la somete a estatutos ajenos a s misma, fundado en significaciones de
larga tradicin
que
hacen del poeta
una
figura del conocimiento, presente
en innumerables ejemplos, especialmente en ese dilogo filosfico que es
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
11/12
54 2
HISTORIA E
lOS
INTElECTUALES
EN
AMRICA LATINA
El coloquio de los centauros y en casitodos los incluidos en la segunda
edicin de Prosas
profanas.
Esta conviccin se ensombrece ms tarde en
las dudas de los nocturnos
y
en Lo fatal de
Cantos de vida y esperanza
pero siempre destacando la significacin intelectual de sus textos. Melan-
cola y pesimismo que no quiebran la invitacin al canto de celebracin
ante laenigmtica belleza delmundo, que, como todos recordamos, expresa,
entre otros, su poema Filosofa ,del mismo libro 977:276):
Saluda al sol, araa, no seas rencorosa,
Da tus gracias a Dios, oh sapo, pues que eres.
Elpeludo cangrejo tiene espinas de rosa
y los moluscos reminiscencias de mujeres.
Sabed ser lo que sois, enigmas siendo formas;
dejad la responsabilidad a las Normas,
que a su vez laenviarnal Todopoderoso.. .
(Toca, grillo, a la luz de la luna;
y
dance
el
oso.)
Estas ltimas cuestiones singularizan y complejizan el itinerario intelec-
tual dariano, caracterizado en buena parte de su recorrido por tomas fir-
mes de distancia entre una
y otra
condicin
-poeta
(artista) e intelectual-,
lo que justamente vuelve importante el cruce, sino secercenan en conte-
nidos y conductaslascontaminacionesentre ambos discursos yambas con-
figuraciones, a lasque no parece renunciar.
BIBLIOGRAFA
Darto,
Rubn (1901),
Espaacontempornea Pars,Garnier Hermanos.
-
906 ,
Opiniones
Madrid,Librera de FernandoFe.
- (1928),
Pginas de arte Madrid, Imprentade G. Hernndez yG. Scz,vol.
IV.
-
938 ,
Escritos inditos
edicin y notas de E.
K.
Mapcs,
Nueva York,Instituto
de lasEspaas.
- 952 , Losraros Buenos Aires, Espasa Calpe.
-
968 , Escritos dispersos
de RubnDara
Recogidos
en peridicos de BuenosAires
estudio preliminar, recopilacin y notas de Pedro Luis Barcia, La Plata,
Facultad de Humanidades
y
Ciencias de la Educacin, Universidad Nacional
de LaPlata.
- (1976),
Historia de mis libros , en Autobiografas Buenos Aires, Marymar.
- (1977),Poesa Caracas, Biblioteca Ayacucho.
- (1983), Cuentoscompletos 2
a
ed., Mxico, Fondo de Cultura Econmica.
- ( 1989), modemismo
y
otroserlsayos con introducccin de Iris Zavala, Madrid,
Alianza.
EL MODERNISMO Y l
INTELECTUAL
OMO
ARTIS A
RUBfN Di\RIO ]
_ ( 20 06 ), Crnicas desconocidas edicin critica, introduccin y notas deCnther
Schmigalle, Managua/Berln,Academia Nicaragense de \a Lengua/Edicin
Tranva.
ElCojoIlustrado edicin facsimilar, Madrid, EMAR 977 .
Caltier,
Lisandro Z. (1973),
Carlos
de
Soussens
y la bohemiaportea
Buenos Aires,
Ministerio de Cultura y Educacin.
Gutirrez Njcra, Manuel (1959),Obras. Criticaliterara, Ideas
y
temas literarios.
Literatura mexicana.Mxico, UNAM
Halperin Donghi, Tulio
(1987),1 :1
espejo de la historia. Problemas
y
perspectivas
latinoamericanas
Buenos Aires, Sudamericana.
Mart,Jos
(1975),
Obrascompletas
LaHabana, Editorial de Ciencias Sociales.
Rama, ngel
(J98S),
Lasmscaras democrticas del modernismo Montevideo,
Fundacin ngel Rama.
Rivas Bravo, Noel
(1998),
edicin, introduccin y notas a Rubn Dara, Espuria
contempornea
Managua ,Academia Nicaragensede la Lengua. .
Zanetti, Susana E.(coord.)
(2004), Rubn Daraen
LaNacin
deBuenosAIres
(1892-1916),
Buenos Aires, Eudeba.
-
5/21/2018 Susana Zanetti.pdf
12/12
Camino a
la
meca: escritores
hispanoamericanos
en
Pars
1900-1920)
Beatriz
Colombi
Entre el
1900
Yla Primera Guerra un contingente de escritores hispanoa-
mericanos convergi en Pars conformando una colonia estable,que habra
de engrosar sus filas y modificar su perfil a lo largo de las tres primeras
dcadas del siglo. Sibien existen numerosos antecedentes de viajes y exi-
lios letrados en lacenturia precedente,esta migracin constituyeel
primer
ingreso masivo de lainteligencia hispanoamericana en un concierto inter-
nacional. Los motivos de la dispora fueron de diverso
orden,
algunos
llegaron
por
eleccin voluntaria, otros arrastrados
por
la expatriacin,la
gran mayora en bsquedade un espacio que alojaba la promesade triunfo
y de reconocimiento. Un rasgo distintivo de la cultura de fin de siglo fue
su carctercosmopolita ymetropolitano,lo que propicila intensa movi-
lidad de loscreadores de todo el
mundo
hacia lasgrandes capitales; elhecho
afect de
modo
particulara loslatinoamericanos, procedentesde socieda-
des que experimentaban una relativa prosperidad pero que estaban reza-
gadas en
trminos
del desarrollo de un
mercado
moderno.
La nueva
demanda
de especializacin y la urgencia de insercin en el presente favo-
recieron
el
desplazamiento de diferentes sectores de profesionales, diplo-
mticos, secretarios, corresponsales y cronistas, traductores, educadores,
estudiantesy escritores. Elcambio de escenario fue visto
como
elcarnina
ms expeditivo hacia laprofesionalizacin y elencuentro de condiciones
ms favorables para desplegar sus proyectos.
El grupo inicial se instal entre dos ciudades donde concentraron sus
actividades y operaciones: Pars y Madrid. En este ejeintelectual Ugarte,
1951
seproclamaron como una nueva lite representativa del continente
americano. Pero lasignificacin deestos dos polos no fue lamisma: mien-
tras que Madrid fue vista como
puerta
de ingreso a Europa, la meta de lle-
gada siempre fue Pars. Elimaginario en
torno
de esta ciudad laconverta
en una verdadera meca delperegrinaje artstico,
y
su centralidad fue indis-
C MINO A L MEC ESCRITORES HISP NO MERIC NOS N P Rs I
545
cutida para los contemporneos,condicin que Walter
Benjamn
expres
al definirla con
el
sinttico epteto ciudadcapital del siglo
X X y
que,
ms recientemente, Pascale Casanova 2001) puso de relieve al sealar su
funcin en aquella poca deepicentro dela RepblicaMundialde lasLetras.
Para loslatinoamericanos, Parstuvo connotacionesaun msviscerales que
comprometan
sueos y deseos postergados por generaciones y
que
se
tornaban imperativos
para
lasnuevas promociones. Fuevarias vecesrefe-
rida como la patria espiritual y
r iter
del gusto, del pensamiento y dela
moda. Yfue, sobre todo, elms importante mercado debienes simblicos
de esemomento. Alcides Arguedas 1879-1946), integrante del enclave de
1900, sostiene en sus memorias que alindividuo que sedistingue en Pars
-sea
poeta,filsofo, artista, inventor,
sportman
o
bandido-
sele abre
un vasto campode actividad,un mercado en trminoscorrientes,cuya
demanda
puede producirle un casi repentino cambio en las condicio-
nes desu vida material.Algoms obtienetodava quien triunfeen Pars,
segn laconcepcin romntica: seve rodeado de prestigio, cobra fama
mundial, goza de preeminencia, recihe elhomenaje de los mejores y
entra
a gozar de todos los bienes morales y materiales acordados en
recompensa a los privilegiados Arguedas, 9 9: 69
2
As,obtener validacin en esecircuito fuela motivacinprincipal que con-
dujo a laconfluencia parisina.
Podra pensarse que la utopa perseguida era la de establecer una ciu-
dad letrada extraterritorial, lejos de las acometidas de la ciudad real y de
sus transacciones. En un gesto de mxima
autonoma,
muchos de estos
actores pretendieron independizarse de los condicionamientos polticos,
estticos y lingsticos, provinciales y nacionales, para incorporarse a las
reglas del arte parisinas, siemprede difcil aprendizaje.Aspiraron a reco-
nocerse en
otro
universo donde las leyes, las prcticas y los valores les
eran ajenos, cuando no desconocidos,y,casi siempre) hostiles.No obstante,
la escena exterior facilit la adquisicin de nuevos lenguajes y competen-
cias y les permiti proyectarse como apropiadores, traductores y media-
dores de
normas
y paradigmas metropolitanos. Las
pautas
de sociabili-
dad letrada ascomo laselecciones de todo orden fraguadasen ellaboratorio
parisino seofrecieroncomo modelos
modernos
y deseables para los espa-
cios nacionales de procedencia.
Lasituacin de exterioridadfavoreci ladefinicin de relatos suprana-
cionales, como el latnoamericanismo, el hispanoamericanismo o el ibe-
roamericanismo, en elmarco de pactos nuevos y necesariosresultantes del