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    Rya n, K. Politics and Culture: W orking Hypotbes : flr 11 Po I N~In l l /l lo lI l lI Y S o r /r l y, I3nlti l1 lore :The john s Hopkins Unive rsiry Pr ess , 1989 .Said , E. , :'O ppon~nt s, Aud ien ces, Co nsriruencies, and (l1111 1111, il l. 11. I'()~I l' ('OI l1P .) ,7 /1

    An ti-Aes tb eti c: E ssa ys on P os tmo d er n Culture, W a hi I1B lil ll1 1 , y PI r~H , 1( J H j, pp. 1 - 1 5 9 .SC Ott,J . W, ~ender and the Politics of H ist ory, Nu ev a Y ork: :o lllll,h lt 1I11lvn ~llyPr ss, 1 9 8 8 .Sc ul ley , J . , L in e B rea k: Poetry as Socia l Pr actice , Seatrle: n , y Prr , 11HH, , .Smirh , P. , D iscer n ing the Sub jea , M inn eapolis: Univershy o r MI /'NOIH , ~ , 1 88.Shapiro, S. , Betw een Cap ital ism an d Democmcy Wc~tpOI'l: II rrKI II 111 I rv y Pr s s, 199 0 .Sho walter, E ., In tro ducrio n: Thc Rise of Gendcr, E , Show nl,' ( omp.), Sp llflk il1 g o fG el / der , Nueva Y ork : Routledge, 198 9, pp . 1-13.Sirnon, R. , Teaching Ag a inst t i ,, ra in , W e tporr: B Blt) n d jtI vey en 1'1'ns, .Spanos, W , R lp etitions : Tb e Postmod ern O cc ns io in UINlllm /I/lrI ,/IItUf/l, I nto n R o u g e .Loui s iana Stare Un iversiry Press, 198 7.pivak, G. , In O th er Worl ds :Essnys in Cultural Poli tla , N u e v n ~ rlt: M r h u n , 1987.Thompson, E .P ., Hisrory Tl Il'J1son a Ncw Hinll , Th r Nnt ln n, el 110,'0de 1 9 9 0 ,pp. 11 7-122 .Tylcr, ., Tb Un sptflkllbl e: Di sc ourse , D ill/ogut, 1II1 r1 Udllorl I I/ I / . r POJ tmodlrn Worl d , M adi -son: Univer. iry oFW isc onsin Pr css , 198 7.W alzc' M., J I1 t ~ f J r ( t (l t / o n nn d Critic ism , arnbrldll: 1 r irvnr I Un iv rslry re s. 1987 .Wal'rcn, M . Nie tszcb e nn d P olitic a l Th oug lJ f nlllbrldll: MI'' I'r ss, I 88 .W, cdcn, .. Femin ist Pr nc tice fll1d POJIt/llftllrtlllJt 7Z601)l,L ndres: BI ckw ell , 1987.W clch, .0., omm u n ities o / Resistancnn tl. Ollrltlrlly: 1 1 FIII///llit Th t: g y o f Li berat ion Nue-va Y ork : rb is Do ks, 1 85. '

    188 Henry A. Giro ux

    I

    Ir ------------------.- --

    6 . R OSA Y AZULLA TRAN SMISI N D E LOS GNE ROS E N LA E SC UE LA M IXTA *

    Ma rin a S ub ir atsC ris tin a Brullet

    j . LA EDUCACION DE LAS NIAS, DE AYER A HOYSep resenta a qu u n tr ab aj o d e in ves tigacin sob re una prob lem tica po co exploradaen nu es tro p as : la d e s ex is mo e n la e du ca ci n es co la r. C i er ta me nte, e t rm in o s e-xi smo pu ed e parecer exag erado odesco 'C errante , p;; ;que rem ite a un conjunto dep re ju ic io s q ue a pa re nt em en te e st n d es ap ar ec ie nd o e n n ue st ra c ul tu ra. S i ho y p re-gu nta mo s a m ae st ro s y m ae st ra s, a m ad re s y padres, s i c re en q ue se disc rim ina a lasnia s en e proce so e du ca tivo, prob ab lem en te la g ran m ayo ra respo nder que no : qu eni os y n i as p ue de n r ea liz ar los m ismos estudios, acu dir a las m is mas aulas y q ue s ontrat a do s por ig ua l. S in em b ar go , n ue str os resultados prueb an que no es exact ament eas, como lo han prob ad o otras investigaciones simi lares en otro s pa se s.

    E n t on ce s, ac as o e stam os ig ual q ue n ue str as a bu elas , q ue tu vier on q ue lu ch ar p orir a la universidad, o q ue n un ca p udieron aprend er a leer? C m o es posib le qu e si -gan existiend o fo rma s de dis cr im inaci n sin qu e las pe rson as implicadas en los pro-ce sose du cativ os se an con sc i en t es d e e llo ] S im plem en te , la s f o rm as d el s ex ismo estncamb iand o, tanto en e si st e ma ed uc ativ o c om o f uera de l; las mujere s a cc ed en cad avez ms a la ig ua ldad form al, pero ell o no su pone que realm ente tengan las misma spo sibilidad es que los hombres . L a s f ormas de dis cr im inacin se torn an ms su tiles ,men os evidentes; de modo que ya n o s on d is cer nib le s p ar a e o jo d esnudo, por asdecir, si no qu e ne ces itamos de instrumentos de anlisis algo ms potentes para iden-r i f i c a r l a s . Y a n o b asta lee r las le ye s p ara comprob ar que se ha c en d i fe renc ias; ha y qu e

    Tomad o de : M arina Su b ira ts y C ri stina Bru llcr, RO J a y a zu l. L a tran sm is in d e IO Jgburos m la es cue la m ixta,Ma drid: In stituto de la Muje r (serie E stu dios , no. 19), 1992 , capt ulos 1 y VII I, pp . 11-28 Y 137 -1 48 . E ste es tudio se rea liz en C atalua , E sp a a [node las ed s.].

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    192 Marina Subirars y C ristina Brullet

    cisin- y la mayor importancia de los rezos. Pero no slo se establece una diferen-cia en los contenidos, sino tambin en las normas de comportamiento y en la propiainstitucin educativa: nios y nias han de ser educados en centros distintos, gene:ralrnente por docentes de su mismo sexo.Esta diferenciacin de los medios escolares, con su jerarqua interna -la verdaderaescolarizacin es la destinada a los nios-, corresponde al orden caractersrico -deuna sociedad patriarcal; una forma de patriarcado que establece la posibilidad de di-ferenciacin de los individuos ante la ley en raz6n de su sexo. Sin embargo, este tjp9.de orden chocar en forma creciente con el orden propio de una sociedad capitalistay con la lgica de un desarrollo del sistema educativo que admite difcilmente el man-tenimiento de diferencias formales. En efecto, uno de los elementos fundamentalesen la legitimizacin del orden c~piE.a.1iMas precisamente la igualdad formal de los in-dividuos ante la ley y con relaci-n a las instituciones. Este rasgo, que ha ido implan-tndose a lo largo de muchos aos y de duras luchas de los grupos en posiciones dedebilidad, ha afectado a todas las instituciones, y en forma muy notable al sistema

    educativo, que es, en el conjunto de las instituciones sociales, un sistema relativamen-te blando, es decir, especialmente sensible a las argumentaciones morales y al respe-to de los derechos individuales-sobre todo si lo comparamos con otras instituciones,por ejemplo las empre sas o el ejrcito. Por esta razn, la escuela capitalista5 necesitapresentarse en una forma universal, seg~n I.a5;ual se ofre~a to49.il~~T5i~Ia:l~i-venes, sin..disti,[lciQJ, las mismas opor:runidades- e.acceso a la

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    194 Marina Sub ira ts y C ristina Bru lle rmentaci6n y diferenciaci6n relativas a la educaci6n de las nias ha sido la que for-malmente se ha mantenido ms tiempo; las diferenciaciones originadas por otros cri-terios, como la clase social o lalocalizacin geogrfica -que tambin tuvieron suexpresi6n formal, por ejemplo , en el distinto sueldo de los maest ros segn el nme-ro de habitantes de la poblaci6n en que ejercan-, han desaparecido mucho antes dela legislaci6n educativa, aunque no de la prctica social, en la que siguen presentes yfuertemente enraizadas. En la segunda mitad del s ig lo xx, la unificacin formal de losrr:odelos escolares femeninos masculino~~~ un ec~generllzaao ElS:D:lli.l_q:Qc-cl~ental, aunr9.,.u.se ma,1-IenganJodayJa~exp cit~m,ro. ;--lgJ.Ul,.Q_r~go~.i.fr ~~r~ueo han sido ~lD.s }1Sb~oq dos, pu~~ que, en cualquier caso, se trata deun proceso e~~.curso d~. c~aUs ~e, d.enciaJ,~Ja ;;'iflcaci6n uiiclarCo'viven an'coTaSte~de~~ias a la dif:ren

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    196 197os a y azulari na Subi rars y C ri st in a Brullet

    Aunque en el avance educativo de las mujeres en los ltimos aos -fenmeno histricas. Cul sea este efecto y a t ravs de qu mecanismos opera es precisamente loque Espaa comparte con otros pases- han incidido otros factores ajenos a la f or- que hemos querido poner de manifiesto a lo largo d esta investigaci6n. .ma de escolarizaci6n, la escuela mixta parece haber favorecido, en este caso, la mejo- Uno de los elementos que contribuyen a la ocultacin de las actuales formas dera educativa femenina. Los resultados obtenidos tienden a confirmar la eliminacin sexismoen la educacin se deriva de que sus consecuencias no son visibles en rrrni-de f~mas disqim.i;';H0a,s. Quedan, sin embargo, algunosfen6menos por expliCar, nosde resultados escolares, a diferencia de lo que ocurra en la etapa de separacinalgunos de carcter muy preciso, otros ms generales. En efecto, si bien las alumnas escolarde nios y nias. Los resultados escolares obtenidos por chicos y chicas ape-han alcanzado ya 50% en casi todos los nivele s educativos, tanto en la formacin pro- nasdifieren, en sus grandes lneas, si exceptuamos la menor pre senc ia de mujeres enfesional como en la enseanza superior si uen dirigindose prioritariamente a derer- la enseanza tcnica, ya comentada. En contraposicin a las consecuencias de clasis-minados tipos de estu~~, 9~~.0n:osq~~_J..Lllg~~.P~~ ~n~s

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    19 8 M a ri na S u bi ra rs y C r is t in a B r ul le t Rosa y azul 19 9

    E L SE X ISMO E N LA E DUC AC IN AC TUAL:E ST UD IO S SO BR E C UR RfC UL A y SOBRE INTE RAC CI N E N E L A ULA

    explfcion emp ri ca , que es la que debe permit ir consta tar cules son sus caracters -'r icasconcretas y cmo inciden en la const ruccin de los su je tos. La reconst ruccin,d.rl2r..den_p~~g~glS9 s,,a,~Jlls,.fundameIJt;:tI.R~.9~E.~~s,?n~lizar ~~~.manlasnormas escolares, par:~ ~.~os cuen,.:a de que no d~pendel.4.e:.~E~.s~i~a~.de maes~.~ :.~::~a, < : . . Cie~:.~aner~Cie _~.~P..? .~

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    en viv? , precisamente por el carcter no institucional, aparentemente ocasional, dela relacin que se produce. Mientras los estudios sobre currculum abier to se han ba-~ado sobre todo en el anlisis de los conocimientos transmitidos por la escuel,'Ysbhan .o:mter~sa~o especficamen~e ~or el carcter femenino o masculino que a menudoes atribuido a estos conocirruentos, el currculum oculto ha sido abordado sobre todoen la ei.sefianza primaria ya travs de los estudios de in teraccin en el aula que, aun-que iniciados con otras hiptesis y para otros objetivos de conocimiento, cuentan conuna tra~icin relativamente larga de trabajos en los que el sexo de docentes y alumna-do h~ SIdo tomado en. cuenta. Dada la importancia que revisten para nuestro propio

    ~trabaJO' veamos con CIerto detalle las aportaciones ms relevantes en este campo.:::.- t Los trabajos sobre interaccin en el aula se han centrado, sobre todo, en la b s -. queda del posible tratamiento desigual dado a los individuos. En Estados Unidos, eltema de la interaccin en el aula y las posibles diferencias introducidas por el sexo de,docentes y alumnos/as comenz a ser trabajado ya en los aos cincuenta, yen losse~enta ~l .n~mero ~e investigaciones realizadas es relativamente elevado. El pa;rea-

    miento inicial era Sin embargo muy distinto al nuestro. En efecto, las primeras hip-tesis utilizadas partan de la idea de que es posible que los docentes traten de formam~ favorable a las n as [Arnold 1968, Schaefer y Davis 1968], hecho que podra ex-plicar las mayores dificultades ,de los nios en el aprendizaje de la lectura y la escri-tura [Gates 1961, MacCoby1966]. El anlisis de la relacin entre maestros/as yalumnos/a s pone de manifiesto, en algunas investigaciones, que los nios reciben ma-yor desapro.bacin y ms crticas de los docentes que las nias [Mayer y Thompson1967, Lippit y Gold 1959, Jackson y Lahardene 1967] y que las crticas a los niosadoptan un tono de voz ms duro, mientras las crticas a las nias se hacen en tonoms suave.Las investigaciones de esta pr imera poca, que han sido revi sadas y discutidasc?n cierto deten imiento por Brophy y Good [1974], no aportaron evidencia sufi-ciente de trato preferente a las nias. Las diferencias observadas, en trminos de me-jores resultados escolares, sobre todo respecto de la lectura y la habilidad verbal, seatribuyeron a una ms temprana maduracin de las nias, a que la mayora de docen-tes en la s e scuelas primarias son mujeres, ya que para los n ios puede existir un con-flicto entre lo que la cultura prescribe como conducta masculina y las normasescolares, especialmente en ~Imbito del lenguaje, la atencin al cual puede aparecerpara el nio como poco masculina , 12 El comportamiento esperado en los primeros

    12 La idea del conflicto entre cultura masculina y cultura escolar ha sido utilizada como uno de lo s r emas cen-rrales por Willis [1977J para explicar el rechazo al xi to educativo que observ en muchachos de clas eobrera. Enlasmuchachas del mismo grupo social, en cambio, hall menos resistencias para la aceptacin de la cultura escolai pues-to que el nfasis en la fuerza fsica y el trabajo manual es menor para ellas. Es evidente que el juego combinado de lasnormas clasistas y sexistas puede producir valoraciones dist in ta s d e l a cultura escola r p ara los individuos de uno y ollasexo segn la posic in social; la mayor adecuacin de la cultura escolar a los chi cos o a las chicas parece depender engran paJ;ted e la posicin del grupo social al que penenecen, e incluso de tradiciones culturales dentro de estegru-

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    afi~~escolareses considerado por algunos autores como ms acorde con el que seasimilaa la nia que con el que se considera propio del nio [Kagan 1964, Brophyy Laosa 1971], hecho que explicara la existencia de resistencias ms fuertes en rela-cinala escuela en los nios y de un mayor fracaso escolar, independientemente deltratoque maes tros y maestras establecen con ellos.BLas consecuencias derivadas de sexo del docente sobre los resultados escolares deniosy nias, sin embargo, errcorrtrarot -pO'a'COnfi

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    Marina Subirats y Cristina Brulletmiento en la clase y en la interaccin con el/la docente que las diferencias de sexoentre docentes.Otras variables que han sido-incorporadas a este tipo de anlisis: Blumenfeld yotros [1977] encontraron que los-nios reciben ms atencin en todos los mbitos y ,en un estudio posterior [Blumenfeld y otros 1979], vieron que 80% de la informa-cin dada a los n ios se refera al contenido y no a la forma, mientras que 96% de lainfornacin dada a las nias tena relacin con la forma de sus trabajos. Otras in-vestigaciones sugieren que el comportamiento de los/as docentes vara segn la ma-teria de la que trata cada clase; la inf luencia de la asignatura impartida aparece cada.vez ms como un dato esencial a tener en cuenta en este tipo de investigaciones, pues-to que probablemente la interaccin establecida en el aula vara en funcin de las ex-pectativas de los/as docentes respecto de la mayor adecuacin de los contenidos paranios o para nias, as como tambin puede variar la interaccin por la actitud dealumnos y alumnas segn lo que 'creen que se espera de ellos/as. .En cualqu ier caso , la rev isin de la investigacin emprica realizada lleva a Bos-sert [1982] a afirmar que, a pesar de las contradicciones en los resu lt ados de diversostrabajos, hay un dato comn: una gran parte del esfuerzo socializador de los docen-tes es di rigido a los n ios y opuesto a las nias, Sin embargo, tambin hay resulta-dos en un sentido opuesto: Randal l [1987], por ejemplo, en un estudio realizado enclases de t rabajos manuales con ,nadera, encontr que las nias tenan mayor con-tac to con la maestra que los nios, y que la in teraccin establecida por ellas era demayor duracin temporal, as como que interrumpan a la maestra ms a menudo yllevaban a cabo ms intentos frus trados para in iciar el contacto. Esta escuela, sin em-bargo, estaba ya muy sensibilizada hacia el tema de igualdad de oportunidades entrechicas y chicos, y los proyectos a llevar a cabo se haban elegido en funcin del inte-rs que pudieran tener para ambos. Este resultado puede ser interpretado ms comouna prueba de que las pautas pueden cambiar cuando se modifica la conducta delos/as docentes y stos/as se dan cuenta de la existencia de discriminaciones incons-cientes, que como una prueba d que los/as docentes presten sistemticamente msatencin a las nias en las clases de trabajos manuales.

    Pero tampoco es evidente que la sens ib il izacin hacia la igualdad de opor tuni- ,-dades sea suficiente para hacer desaparecer toda forma de discriminacin con relacin ,a las nias. Stanworrh [1987] realiz una investigacin a partir de entrevistas en u r iescuela de formacin profesional en la que las diferencias formales relativas algnerodel alumnado haban desaparecido y aparentemente no se produca ya ninguna for-ma de discriminacin de las muchachas. Sin embargo, alumnos y alumnas opinaronque seguan existiendo diferencias: los profesores eran considerados ms competen-tes, desde el punto de vista acadmico, que las profesoras; alumnos y alumnas consi-deraban que los chicos establecen una mayor interaccin de aulas, que sus nombres son pronunciados ms a menudo, que entran ms frecuentemente en los debates ohacen ms comentarios. Que, en general, reclaman el doble de atencin y ayuda deel/la docente, y se los cit a el doble de veces como alumno-modelo. La explicacin

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    delosprofesores, hombres y mujeres, se dirige ms frecuentemente a ellos, y se l es ha-cenms preguntas; mientras, las chicas permanecen al margen de las actividades delaula, al pedir y recibir menos atencin.

    E L PLANTE AM IE NTO DE LA P RESENTE INVESTIGA C I6N: :r.

    L a evidencia emprica relativa a la cultura anglosajona muestra repetidamente una pau-ta de diferenciacin de la relacin establecida en las aulas. No sabemos, sin embargo,sien el sistema educativo espaol esta pauta tambin es .habirual, y cules son sus ma-nifestaciones concretas; por ello, uno de los aspectos bsicos en los que se ha centradonuestrainvestigacin ha sido precisamente ste: la interrelacin establecida por maes-tros y maestras con nios y nias. Aunque este tipo de relacin no agota los posiblesrasgossexistas de la escolarizacin, es un indicador importante de su existencia y, porsmismo, es una prueba de que no se produce una igualdad real de oportunidades.Sin embargo, el aspecto meramente cuantitativo d la atencin prestada no pare-cesuficiente; hay an otros aspectos a considerar, que pueden ser estudiados a travsdel~lisis de la interaccin.:. El que nos parece fundamental es el de la valoracin mis-maque se hace de los gneros, es decir, el estatuto del gnero femeninO Clelge[efomarl~o ae~~l~~:.:r ~~:~.~~~,~&~@;-d~~;i~ilitu_.;.?~rr

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    ga y conceptualizacin que Bernstein [1971, 1975] utiliza para el anlisis de 1~ for-mas culturales caractersticas d e las distintas clases sociales.En nuestra investigacin.Ia hiptesis inicial sobre este aspecto del tema era que

    dada la reciente unificacin de los currcula masculino y femenino, la diferencia de-, modelos educativos para ambos gneros se mantena tal vez ms explcita que en ot rasculturas en las que el proceso de unificacin se haba iniciado anteriormente, y noslo en la educacin, sino tambin a travs de una mayor incorporacin de las rnuje-res al trabajo asalariado. Es decir, presuponamos que en el mbito educativosubsis-tan mensajes dif erenciados del tipo los nios no lloran, las nias han de sercuidadosas, diferenciaciones en las atribuciones de espacios fsicos, en los juegos ydeporte s, en las tareas concretas que se lesasignan y en el tipo de demandas que maes-tros/as formulan a nias y a nios. Los re sultados obtenidos mostraron que no suce-da exactamente como se haba imaginado, y que la configuracin del sexismo en laeducacin ha evolucionado ms -por lo menos en la zona en que hemos realizadonuestro estudio- de lo que inicialmente habamos supuesto.Finalmente, un ~IE 1E _~tp

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    6 Marina Subirars y C ri stin a Brulletpautas sexistas en la educacin primaria y la natur aleza de ta le s pautas. El tema essu-ficientemente complejo para que los resultados expuestos deban tomarse sobre todocomo hiptesis y sugerencias a confirmar en otras investigaciones futuras. Y es preci-samente porque esperamos que otras investigaciones puedan avanzar en el anlisis delas relaciones en las aula s que hemos credo til incluir, en este apartado, una prime'.ra parte en la que se exponen sistemtic amente la s conclusiones der ivadas del a n lj -si s emprico realizado: Estas conclusiones han sido anter iormente comentadas, perose encuentran aqu re sumidas sintticarnenre. La segunda parte de este apartado, encambio, consiste en un comentario gene ral sobre los da tos presentados y la situacinde las relaciones en el aula que stos revelan.

    E X P OS IC I N S IS TE M T IC A D E L OS R E SU LT AD OS O BT E NI DOSEn primer lugar se reali zaron en lasescuelas observaciones sobre la persistencia depau- ,~tas insti tucionalizadas que establecan diferencias entre nios y nias, Respecto a estacuest in, hemos observado la casi inexistencia de pautas de diferenciacin legit imadas,El nico mbito en el que semant ienen diferenciaciones expl ci tas esel que tiene ma-yor relacin con elcuerpo : prcti ca de depor tes, l avabos, vestuarios. En este mbito, seproduce an ciert a legi timacin de laseparacin , pues ta ya en duda en algunos casos,y reforzada por elorden externo o lapropia escuela , por ejemplo en s ituaciones enquese producen competiciones interescolares de determinados deportes,En otros mbitos de actividad , en cambio, ya no exi ste leg itimidad de lasd iferen-cias, ni en cuanto a la realizacin de actividades especficas para cada sexo ni en la for-macin de grupos de nios o dehias por separado en el interior de las aulas, Aunqueen la prctica se producen an ciertas diferencias, stas son atr ibuidas por los docentesa tendencias de nios o nias a realizar cier tas actividades agrupndose homognea-mente por sexos,:: :En algunas situaciones, se observa una mayor tendencia de los/as docentes a so-licitar ayudas a las n ias -repartir hojas, a compaar a un nio pequeo.. ,-,perono se trata de una pauta generalizada, sino de una l igera d iferencia que no ha sidocuantificada, dada su baja fr ecuencia de apar ic in. As pues, podemos concluir quese ha producido una casi total desaparicin de las diferencias insrirucionalizadas, ex-cepto en lo que se refier e a l d eporte y espacios ms directamente relacionados con el

    Es te es tudio se llev a cab o en 11 esc uelas mix ta s de C atalua. E n la mu es tra se encont rab an es cu elas p~li . -',;c as y privadas, ac tivas y no ac tivas. de clase medi a, clase tra b ajado ra y cam pes ina do. Dos de lo s c entro s e sc ol ar es es-taban ubicados en Barcelona, cua tro en cinturones industriales, uno en una ciudad media y cuatro en pueblospe qu eos . La o bs ervacin se real iz en 28 aulas con un roral de 354 ni as y 357 ni os. y en ni veles que van de p ree sc ol ar a o ctavo grado de educacin b s ica. E l sexo y la edad del pr ofeso rado en cuyas au las se hizo la ob se rva ci n fu ede cin co homb res y diez muj eres de entr e 2, 5 y 3 0 aos, y de cuatro ho mb res y nueve muj eres de e ntr e 32 y 5 1 aos[n o de las cds.]. .

    Rosa y az ul 7cu~rpo,y que se producen cierras diferencias en las demandas explcitas a cada gru-posexual, pero no sistemticas ni legitimadas,Ahora bien, si la diferencia de actividades y trato ha desaparecido del sistema denormasexplcitas vigente en la enseanza primaria, el anlisis realizado sobre compor-tamientos verbales, que en parte escapan al control consciente del profesorado, mues-trala pervivencia de notables diferencias. stas se concretan en una mayor atencin alosnios, la que ha sido medida a travs del nmero de palabras e interpelaciones di-rigidasa ellos y a ellas. De modo general, la relacin obtenida ha sido de 100 a 74, esdecir,por cada 100 palabras dirigidas a nios hay 74 palabras dirigidas a nias. Estarelacinpuede ser considerada, en los trminos de nuestro trabajo, como un ndice ge-neralde sexismo en la escuela primaria, puesto que nos da una cuantificacin del di-versogrado de atencin que reciben unos y otras.E lanli si s de los d is tin tos tipos de fra se s y las diferencias numricas de aparicinenlas aulas nos han permitido comprobar los otros hechos significativos.

    1 . Resu lta dos rela tivos a l d is cu rso de m aes tro s y ma estrasalL;'~~yor atencin a los nios, expresada a travs de mayor nmero de palabras di-rigidasa ellos, seproduce con frecuencia muy elevada para cada sesin de clase y cadaescuela.Sin embargo, no se tra ta de un hecho univer sa l sino que reviste el carcter deunaprobabilidad. Dada la inexistencia de estudios similares anteriores para la pobla-cinobservada, es imposible saber si se trata de un fenmeno en recesin o en aumen-ro,o bien de una pauta estable. En cualquier caso, podemos afirmar que, tal como sedetecta en la muestra analizada, se da una elevada probabilidad de que en cualquieraulalos nios reciban mayor atencin verbal de ellla maestro/a que las nias.. b), El,anlisis de las diferencias formales en las frases -interrogativas , negativas, im-perativas-'- no presenta una estructura clara de diferenciacin entre nios y nias,sinoque sigue la pauta general de mayor frecuencia Pilra los nios, con va riaciones

    E n rela ci n con el es tab lec irn ienro de un nd ice que pe rm ita apreciar l as d esigualdade s en el aula. las au rora sealan: A pan ir de las ob servacio ne s real izadas. hemos podido ve r qu e [ .. . ) ya no se dice a las n i as que ell as no de ,be nc orrer o n o d eb en s en ta rs e de ral o cu al modo. y a los ni os que no deb en llorar o tener miedo. E l mensaje ex-pl ci to d e g nero ha desaparecido en las aula s. por lo menos en la s q ue hemos podido estud iar. P ero se man tie nendife ren c ia s i mplcitas en el lengua je. qu e pe rmi tan detectar el uso de dos cdigos de g nero? Hasta qu punto amb ostipos de di scurso son id nti cos? La respuesla a es ta s p re gunt as ha sid o e1ab o~ada a pa rtir de la comparacin entr e lospr omedios de las frecuencias obt en idas. pa ra c ad a lipa d e f rase s. adje tiv os o verb os. en el discurso diri g id o a cada gruposexual en relacin con lo qu e llamar emos ndia car ac teris tico de gblero feme nino es decir una medida que sinttica-m e nt e e~p resa el grado de des igu ald ad que se estab lece entre n io s y nias en la arenc in de los docente s. La comp a-raci n ent re este n dice (74) y los ob teni do s para otras variables espe cficas mostrar si existe c ie rra dif er en cia en erelievequ se da al leng uaje dirigido a nios y nia s. y si aun siendo el leng uaje di rigido a la s nia s cuantirarivarn entem s pob re que el dirigid o a l os ni os . tiene, dentr o de esra ma yo r pob rez a. un a conf igur ac in pro pi a. qu e impliqu equ e n~ es totalmen te paralelo al lenguaje dir ig ido a los ni os [pp, 85 Y 86 de volum en Rosa y az ul; n. de la s e ds .],

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    8 Ma rin a Subi rars y C ris tina B rull er Ro sa y azul 9i mp or ta nt es e n l os r es ul ta do s:especfico s p ara cad a aula. E llo s e d eb e prob ablementea la fal ta d e c on ex in u~ v oc a e n~ re f or ma y cont enido de las frase s: e he ch o d e qu eu na frase tom e fo rm a m terrog anv a, po r ejem plo, n o im plica q ue s e trate forzosa