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SOPHJAR E V ÍS T A TEO SÓ FIG A O R IEN TA LISM O * * , ,

* * * * * * OCU LTISM O

A so X V I. — )908.M a d r i d , — A d m o n .

A t o c h a , 1 2 7 d u p l ."

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IN D IC E DE 1908

i Atdmí.

Besan* (S.i

Blavateky (fí. P.)

B o lso s (B.)Climant y pe»*ei> (p)

Oonfueío.4 e£eín Goozolo (H.) Gesling (A. p.) G vaciés (tJ. í

(team (ü.) h a R e d a e e i ó t i .

líaytiadé (G.) Rasali. fieoáo j.B.J

^ojldo Jaoveiza (J.)

í?o»o de Liona (fS.)

II. S. Olc.ott.........................................................Cómo se ha de estudiar la Teosofía . ■E l deber de venerar.......................................

Los Maestros y l a S - T ................ ................L a ley del deber................................................II. P . fí y los Maestros dé l a Sabiduría. 264,

321, 361, 401 yE l éter del espacio............ ............................ 418 yFilósofos antiguos y críticos modernos. 164,

241, 281, 350 yL a mente kósm ica. . ...................................... 256 yNociones erróneas sobre «La Doctrina Se­

creta» .................................................................................L a telepatía........................................................................

. Discurso leído el día 14 de Noviembre de 1908 en el acto inaugural de la Biblioteca Teosó- flca, con extensión enciclopédica, establecida en Barcelona por la Roana «Arjuna» de la So■ciedad Teosófica........................Pensam ientos .............. .............Un sendero......................Teosofía y teosofistas..............E n el dia del loto blanco...M isticismo ....................................E l ocaso de los dioses............A-iio X V I...............................Kor rno, único ju e z ................¡É l sólo lo sabe!.........................Doble plegaria ...........................Muerte de J e s ú s ............................................................

Aclaración de la Doctrina cristiana ..............D ivisión de la Doctrina cristiana . . . . . . 71 yL a declaración del credo.............................. 136 yDe la naturaleza de D io s -----Mitos populares españoles__Espronceda. m ístico ..................

58X07161

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PÍ*¡nM.

-íiv-v.

■; ■ ?.

R obo d e b a ñ a ((a.)

Rassel Vallase (a.) S atte putei fi (j. i Stelnep (D. p.) StPauss (D. p.) TueVlSo (p.)

E l marqués de V ille n a ..............................................

L a Teosofía en la ciencia m oderna ...................E l hombre y el universo..............................................L a idea m ística de W agner....................................E l milagro de Lázaro ..................................................L a últim a cena ................................................................

Sobre las ideas cosmogónicas de los antiguoshabitantes del E gip to ..............................................

E l nacimiento del so l..................................................

Los cuadrados llamados mágicos. 207, 245,

UfbaQo (r .)

u . o.Vale fiel b (P.)litad la (s . p.)

288, 333 yBábismo y Behaismo....................................................Un apócrifo de la magia...........................................San J o sa fa t .......................................................................

Sobre las brujas y la magia ....................... 223 yL a religión de la verdad ............................................

Movimiento teosófico. 34, 75,115,155,198, 239,274, 316, 355, 400, 437 y

Descubrimiento de Cafarnaum ............................L a s sentencias p a r e s .....................................................

E l Evangelio de la In fa n cia .................................................................... 17« v

304467

62194424121

53172

3813

46828

270397

47613326

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Blb] lografta.

S&da cuenta de las obraa de W. James, L. Hearn, Lionel Dalsa- ce, Crepieux-Jamin, C. W. Leadbeater, A. Besant, Danville Comet-Forgas, etc.

Pauta para la colocactao da lae lfimlaes.

Lámina I . .,* H.* III* IV.> V-,* VI.

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F, D IAZ FA LPMONTEVIDEO

LAA N Y A

í ^ e t í i s t a * P c o s ó f i C Qj3atyat násti paro dharmah-

NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD

La Sociedad Teoaófica no es responsable de las opiniones emitidas en los artículos de esta Resista, siéndolo de cada articulo el firmante, y de los no firmados la Dirección.

A Ñ O X V I

Los tres lustros consagrados oficialmente en España á la difu­sión de los estudios teosóficos no han sido infructuosos, como puede verse reparando en la constancia y asiduidad de nuestra obra.

Circunstancias excepcionales nos han favorecido grande­mente para ello, no siendo las menores las dotes espeeialísimas de los primeros campeones que ha tenido entre nosotros esta enseñanza: hombres desinteresados que han puesto al servicio de su causa todo su trabajo y toda su actividad.

Parecía difícil que pudiera responder la opinión á una disci­plina que se ju zga aún, si bien cada vez menos, como exótica y extraña á nuestro común sentir y al correr natural de nues­tras ideas; pero semejante apreciación no podía fundarse seria­mente sobre nuestra tradición mental, más abonada que ningu­na otra de toda Europa para un orden y disposición de método como el que requiere el estudio teosófico.

Los pensadores y los artistas más originales y genuínos de nuestro pueblo tienen de común precisamente, como un vínculo superior de nacionalidad espiritual, una idea tal de los pro­blemas divinos, una concepción tan clara del espíritu del hom­bre, que nada hay fuera de las enseñanzas teosóficas que se ase­meje más á ellas que las ideas y los sentimientos de estos

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hom bres, tan desiguales, tan com pletos, tan com plem entarios Gonsigo m ism os. S i se quisieran achacar loa «escapes m ísticos», como se califican con frecu encia las vislum bres del saber olvi* dado, á una m oda ó á una época determ inada de nuestra h isto­r ia no se podría hacer juntam ente esa observación, porque po­dríam os citar hom bres de épocas m uy distintas que convergen espiritualm ente en el m ism o punto por encim a de los sistem as de su época, y de las preferencias m entales de su tiem po.

Lo aparentem ente inexp licable de este hecho se exp lica fá ­cilm ente teniendo en cuenta que hemos sido una puerta de la cu ltura , el lazo de unión entre dos m undos, y el canal por donde han pasado para fundirse en los tiem pos las ideas y los sen ti­m ientos de m uchas razas. Todo lo común que ex iste entre los genios más apartados de nuestro pueblo, entre los hombres más incom parables por sus actitudes ó por sus obras sociales, que los ofrecen no como paralelos sino como perpendiculares m en­tales; todo eso que hay de común entre ellos, es sencillam ente el recuerdo de esa tradición olvidada, de ese saber perdido que p ugna por revelarse y salir á la superficie.

Todas nuestras grandes obras están inspiradas por el esp í­r itu y alentadas por ét. E l gran m óvil de nuestra h istoria ha sido la relig iosidad, m óvil que ha fracasado y que ha producido el desastre cuando se ha falsificado bajo un nom bre relig ioso para d esn atu ralizar el que más noblem ente ha inspirado nues­tros m ejores y más seguros pasos. Y así, accidentalm ente al p a­recer, se han hecho los m ejores descubrim ientos «positivos», no en obras preparadas al efecto , sino en trabajos m uy ajenos al orden desordenado que se ha dispuesto m odernam ente p ara la exposición de las ideas.

E n la Subida al monte Carmelo puede h allarse una teoría sobre la reacción del esp íritu , que hoy se escrib irá en cualquier m anual de p sicología; en las obras m ísticas de T eresa de Jesús y no en una fís ica , tenem os todas las anticipaciones sobre el éter, redescubierto ahora; y el m isterio de la c ircu lación de la san gre, menos cantado por él que por nosotros, lo revela S ervet en un libro de teo lo gía y de polém ica, que no podría escribir hoy un teólogo occidental, porque sólo vería á Dios solo sepa­rado de la vida, de la circulación de la san gre, de los hom bres y del mundo.

E l saber enciclopédico y la cu ltura p o ligráfica que distin-

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BABISMÜ V BEHAISMO

(p o sitiv o s!^ . r, CJLf f e t í

jn p rin c ip a lm e n te á n u estro s d ire c to re s

:S t a c a r a c te r ís t ic a de t o d a a k U A M l ^ « * Í ^¿ lo s a n tig u o s y v e rd a d e r o s IS T O T q u e co n o cía n hrm riidad de la

■ g jep cia , p o rq u e la v e ía n c o r A o ^ V ^ s ío n de la U n ic a V e r d a d .J in ch o h a y q u e ve n ce r y q u e tr a b a ja r , y a por el h o n o r de

los a n tig u o s y a por lo p o rv e n ir de los p re se n te s , y en e sta o b ra que hem os em p ren d id o h ace tre s lu s tro s , y qne p ro seg u irem o s ñ o r tod o e l t ie m p o q u e podam os, só lo q u erem os u n p o co de a te n c ió n p o r los q u e e scu ch a n , y u n poco de in te ré s por lo s que

nos a y u d a n .gÓlo a s í , fu n d an d o u n a so lid a rid a d e n tre los e s p ír itu s , v e n ­

d rá la V e r d a d so b re todos com o u n dios sin s a c r ific a rs e y com o

■ ¿n tr iu n fa d o r sin. ve n cid o s n i h u m illa d o s .. HA líEOHCGlÓp

i r . f 0 f l $ i s ( n o y QGHflisCPO

Orígenes de la nueva fe.— Caracteres típicos de la nueva cre en cía .-C o la - ■ :££;, boración de la mujer.— Bablsmo y B ehalsm o.-E xtraña peregrinación de vi t «na idea religiosa.— La significación de este movimiento (i).

f ^ 'S s asiste con fre c u e n c ia a l n a cim ien to de n u ev as so cied ad es, de .¿nievas sectas; pero a s is t ir a l de n u e v a s re lig io n e s es una cosa

u e no e stá r e s e rv a d a sino p a ra u n núm ero r e la tiv a m e n te redu -

ido de p erso n as.S a c o poco m ás de m ed io s ig lo , la n u e v a fe , la n u e v a re lig ió n

, ( l j V éanse, entre otras o tras: G omhbítc, Les religións et les philosophies idam ÍM sie central, nmy anticuada y bastante inexacta; Gl . Hü ak t . La religión dte Bab breve noticia fundada ¡¡obre ¡a anterior; A . L . M. N icolás, beyyedAlt Mohammed dit le Bab, admirablemente becba; L e ite r e des 7 p r errees du Bab, traducción de A . L M. N icolás, que prepar a una versión o el Beyan arabe; L e s paroles cachees de Beha Ullah, traducción de H. D e b y f u s , que ba traducido también Le livre de la beat'dude de Beha Ullah y ba dado una conferencia sobre Sahisms eib£hai$Tft>& (publicada &u HoligioTi &t Sociéíé1 Alean-)-

En inglés, lo más notable son los dos tomos de E . G Be o w se , A traveller s narrative Tiene otro titulado The neto historoy, que no conozco sino de referen­cia, como el Abbas Efendi, his Ufe and Teachings, de M yron. H. Pheip», « p r e ­sumen muy bienhecho del babismo, ba sido publicado en The Teosophical Kemtw (Enero y Febrero de 1907) por S yd n ey Spk ag se con e! título de Bahaism of a uni­versal religión. . . . . .

En castellano tenemos la obra de Adolfo Rivadeneyra Yiaje al interior de Persia (3 v o l., M adrid, 1880-1881), que es tan notable, y la prim era que se ocupa del asunto. (R. U.)

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de que quiero ocuparme en estos momentos, ha aparecido, y no solo ha surgido ella, sino que ha dado origen á una segunda re­ligión y á una segunda Buena Nueva, que hace aún más prosé­litos que la que le ha servido de empuje.

Las religiones en cuestión son el Babismo y el Behaismo; dos religiones, una religión, mejor dicho, última y reciente, de la que viene ocupándose toda la prensa europea, así diaria y popular, como las revistas científicas y religiosas, consagradas por un modo más especial á esta suerte de informaciones.

Nosotros no somos un país que esté tan desamparado como se cree con frecuencia, y así tenemos una información del caso, hecha precisamente por uno de esos espíritus extraordinarios que á ratos, y para desmentir la postración de que se nos acusa, salen de cuando en cuando. Oficialmente tenemos noticia de este momento religioso por una obra de D. Adolfo Rivadeneyra, hijo del célebre y más útil propagador de nuestros estudios clá­sicos, D. Pedro, creador de la B ib lio te c a d e A u to r e s E s p a ñ o le s .

El libro, en cuestión, se titula V ia je a l in t e r io r d e P e r s ia , y es tan bueno como exposición sucinta y compendiada del movi­miento babi, como la breve monografía que le consagró años después (1889) Clemente Huart, que supo más y pudo conocer mejor el objeto de este estudio, que el intrépido viajero y vice­cónsul español, precursor en donosura, originalidad y en a r b i­

t r a r ie d a d e s p ir i t u a l de nuestro malogrado Angel Q-anivet.El Babismo es una nueva religión que ha surgido en Persia,

en el seno de la r e l ig ió n is lá m ic a p e r s a , que es muy distinta del islamismo en general, y que no consiste precisamente, como se dice, en acatar, sobre todo, la autoridad de Alí, el yerno del Pro­feta, y en considerar como usurpadores á los tres sucesores de éste y precursores de aquél, Abubeher, Ornar y Otman.

Para mayor claridad de lo q,ue ha de verse más adelante, hemos de detenernos aquí un pequeño momento, que abreviare­mos lo más que esté en nuestra mano, para no enojar á nadie ni romper demasiado el hilo natural de esta información.

Generalmente se nos dice que el islamismo, inventado por Mahoma, es una pura falsificación del judaismo. Se ha tratado de probar para el caso que el mismo Coran fué redactado en parte, por nn hebreo, y que no es sino una imitación de los li­bros judaicos. En redondo, el hecho es falso, y cualquiera que pueda echar mano de una versión del Coran que tenemos en

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BABISMO y BKHAISMO S1908}castellano, ó de la excelente francesa que hizo K asim irski (Pa­rís 1877), puede convencerse de ello.

’g l islamismo se vende, por otra parte, como una religión sensual, demasiado terrena, excesivamente halagadora de los sen­tidos y de la carne, y tampoco es cierto. Léase otra vez el Ooran y se verá lo imposible que es hallar ese paraíso árabe que han inventado tantos oristianos. Lejos de todo sensualismo, la inter­pretación de ciertos textos ha llevado al ascetismo más elevado y sublime que se conoce después del ascetismo de los buddhis- tas; y los s t t f íe s , los místicos, los extáticos y los contem plati­vos musulmanes rayan á mayor altura que todos los místicos europeos, á quien han legado consciente ó inconscientemente una gran parte de su doctrina, como constantemente comprue­ba el trabajo de los sabios y eruditos orientalistas.

L a primera división de verdadera im portancia que excinde el islamismo es una cuestión que no tiene nada de terrena, de sensual, de material. Es una cuestión de la mayor transcenden­cia é im portancia, porque se trata de una cuestión verdadera­mente divina.

L a división entre s u n n ita s y x i i t a s se origina en el Islam, inmediatamente que Mahoma desaparece, cuando los fieles tra­tan de darse cuenta del valor y representación del fundador, y lejos de ser una cuestión de fam ilia, es una pura cuestión teoló­gica, tan im portante como la de la consubstancialidad del V er­bo dentro del cristianismo.

Mahoma, á quien vemos en Europa desprovisto de toda divi" nidad, porque siempre le hemos visto como el falso profeta, fue indudablemente algo más que un escogido del Dios Omnipoten­te y Misericordioso, y tuvo una condición espiritual originaria que no tuvo ni ha tenido después otro hombre; Mahoma, en fin, fue algo divino, pues no puede manifestarse lo divino por un ór­gano material sencillamente, desprovisto de toda divinidad. H ay versículos en el Oorau que permiten sospechar con mucha probabilidad esta participación divina del fundador del Isla­mismo, y un sinnúmero de tradiciones (h a d is ) y de leyendas la corroboran por manera indudable y definitiva. Un libro, repu­tadísimo en todo el Oriente musulmán, el B e h a r u l "Effixiar, con­junto de tradiciones sobre Mahoma, recopiladas por Medjilid, constituye el mejor arsenal de todas esas pruebas.

Este persa, que supo recopilar tan preciosas tradiciones, no

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t iz o más que definir, con carácter verdaderam ente relig ioso, él Islam , dándole lo que no hubiera tenido nunca. Ha de notarse que los libros sagrados son insuficientes para la vida y la evo­lución de las relig ion es que instauran y que a lien tan , y que la A rab ia no dio al Islam más que el libro, como S iria y Judea han dado sólo la B ib lia al cristianism o y el Talm ud á los he­breos, que hubieran valido m uy poco y no se tom arían en cuen­ta sin la obra de los sanhedrines, de los concilios, del derecho ju d ío , del derecho canónico y del pensam iento de los Grandes B ab in os y de los Santos Padres, P ersia sum inistró al Islam casi todo el Islam ; todo lo que tiene además del Libro por E xcelen­cia, lo que h a y fuera del Coran en la religión m usulm ana. S i se quiere buscar un buen definidor del Islam , se ha de rem ontar uno á P ersia, cuna de tantas relig ion es y foco de tantos pensa­m ientos verdaderam ente sutiles y teológicos.

L a m isión de M ahom a fué engrandecida y agrandada por el pensam iento persa, y la idea del imam, del g ran investido, del m ediador divino entre los hom bres, es puram ente persa, y en su ortodoxia más ortodoxa, si vale la redundancia, la base p rin ­cipal y única del xiismo.

Los sunnitas han tomado la tradición y han aceptado las im ­purezas de la realidad , que han pasado al Islam , pero no han vuelto por la pureza de un concepto más elevado de M ahom a, n i por esa idea del imam, que perm ite la incorruptibilidad de Ja re lig ió n , el auxilio de los hom bres y la atención del Dios Om ni­potente y M isericordioso.

L a m isión de M ahom a fué de él y de los doce imams, de los doce soportes de la fe , el prim ero de los cuales fu é A lí y el ú lti­mo U llah M oham ed, E l Mahdi, desaparecido el año 260 de la h é g ira , pero no m uerto, pues sigue vigilando realm ente los des­tinos y los afaues de los hom bres, interesándose tanto por ellos que, finalm ente, ha reaparecido á mediados del pasado s i­g lo en la persona del fundador de la nueva re lig ió n que quiero h istoriar siquiera brevem ente.

Como vivim os siem pre bajo la acción de una promesa, espe­rando A l que ha de llegar, yo ereo que no se extrañ arán los que creen que sólo la prom esa de un futuro m ejor y de un salvador definitivo es propia del cristianism o, viendo que en el Islam h ay tam bién un P ro feta y un Esperado. *

L a idea de la V u elta E tern a es común á todas las relig ion es,

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B ABISMO y BEHAISMOjgoS]

¿ todos los cultos y á todos los entusiasm os. Se cree á menudo ñor las gentes m al inform adas, que sólo hay un M esías en la relig ió n ju d aica; pero se da en todas las relig ion es, porque el esp íritu del hombre no se resigna á separarse para siem pre de loa P rotectores divinos. D entro del cristianism o se espera aún la ú ltim a venida del Señor; en e! bud'ihism o tam bién se a g u a r­da del nuevo B uddha de los consuelos y de las esperanzas. E l duodécimo imam se espera tam bién entre los m usulmanes para que im ponga el orden en la vida y el triunfo definitivo de la

ju stic ia , . , ,Pues bien, la revelación del ú ltim o imam ocurrió eí ¿b de

M arzo de 1821, no e l 20 de O ctubre de 1819, como creen otros, cuando nació S eyyed A l í M ohammed, más tarde llam ado e lB a b .

— S e y ye d AH M oham m ed, como si dijéram os, el príncipe A li Mohammed, pues eso quiere decir S ey yed , nació en Shiraz, siendo hijo de un ilu stre com erciante en algodón, descendiente de la fa m ilia colateral del P ro feta , y excelente xiita . M irza AH (Mirza quiere decir letrado, el que e cribe bien, es el títu lo que se da á las personas instruidas), siguió la tradición re lig io sa de su fam ilia, haciéndose dign> de llevar los nom bres del prim er im am y del más veríd ico de los hombres. Su piedad, su re co g i­m iento y su cultura eran y a proverbiales cuando contaba diez y nueve años, á cuya edad compuso La rízala Feggiyed, libro ascético que le granjeó aún más ia consideración de sus seme­

jan tes.Su padre m urió cuando todavía era un niño el futuro refo r­

m ador del Islam , y éste fué educado por un tú, suyo, hombre aún mucho más piadoso y creyente que su difunto herm ano.

M irza A lí , deseando instruirse en la fe, recorrió los santos lu gares, v isitó la M eca y acudió tam bién á K e rb a la , el lugar santo donde van principalm ente tos xiitas. E n K e rb a la conoció á Seyyed K azim , de la secta xeildvi, que espera antes que n in ­gun a la vuelta del duodécimo im am . E l discípulo predilecto de este. M ulla H usseiu, inñuyó poderosam ente en A l i Mohammed: prim eram ente se le mostró corno un riv a l y reprobó las p rácticas dem asiado ascéticas del joven; pero la novedad de los com enta­rios que exponía en las m ezquitas al leer algunos trozos del Co­ran, venciendo toda a n tip atía , le llevaron á ser e! más decidido partidario suyo. A s í es que al m orir S eyyed K am in, M ulla Hus- seiu no vaciló en acudir á AH Mohammed para tra tar de quién

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t a b la de suceder en la dirección espiritual a l llorado y difunto m aestro .

E sto s hechos ocurrían en Junio de 1844, en los prim eros días del mes. M irza A lí conocía y a su investidu ra sagrada, pero no la h abía revelado á nadie. U na noche, el 11 del mismo mes, el entusiasta creyen te cayó en éxtasis, y á las dos y cinco de la m adrugada reveló á su am igo, su discípulo y a , que él era el B ab , la puerta por donde se lle g a al verdadero conocim iento de D ios. L a precisión de estos detalles no debe extrañ ar á nadie, pues sabemos cosas menos interesantes con más precisión to­davía.

M ulla H usseín, contra lo que pudiera pensarse, no qnedó ad­m irado por las p alabras y la revelación que se le acababa de hacer. E sto , que sería extrao rd in ario para nosotros, no lo pudo ser para aquel prim er creyente en el babism o, que conocía á fondo la relig iosidad de su am igo, la seriedad de su vida y la gran d eza m oral que p resid ía todas sus acciones.

E l poderoso auxilio que recib ió A lí M ohammed con la adhe­sión de tan entusiasta discípulo fué grandísim o y contribuyó m ucho al m ayor éxito de la nueva doctrina que, sin em bargo, no se había definido por com pleto tod avía . L a afirm ación de ser A li M oham ed el B ab la puerta que gu ía al verdadero conoci­m iento del Dios C lem ente y M isericordioso, e l ofrecerse él m is­mo como E l M ahdi esperado, si provocó mucho entusiasm o por una parte y algun as controversias de las más agrias y menos pacificas, no perturbaron, en nada ni al xiism o, ni la tran q u ili­dad del E stado; pero desde el momento en que el B ab se dio como un nuevo redentor de los hom bres, y en qne dejó circu lar su com entario al surá sobre José, que h ay en el Coran, la pro­paganda fue creciendo por un lado, y el tem or de un nuevo cis­ma y de una a lteració n social por otro.

L a reform a m oral que predicaba el B ab era adm irablem ente acogida y triun fab a desde luego sobre la h ipocresía de los a n ti­guos xiitas, que no podían arm onizar en sus disputas su con­ducta m oral con los preceptos y las tradiciones que pretendían seguir. Su ign o ran cia de las cosas divinas y su desprestigio so­cial les restaban innum erables fieles, y la reform a m oral fue ganando terreno, m áxim e cuando el B ab , como sus discípulos, se com prom etían á perder la cabeza si eran vencidos en cuales­quiera disputa re lig io sa á que se les in vitara . A nim ado por la

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BABISMO V BEHAISMO 9*jiC|o8 ]

respuesta que daba el pueblo á la nueva predicación, el B a b fue ¿ Iapaham y lleg ó á T eh erán , donde el shah le oyo exponer la doctrina, y si no lleg ó á declararse adepto de e lla , la to leró, no

fa lla n d o en e lla nada con trario .E l B ab h ab ía renunciado y a á esta denom inación, y se llam ó

en lo sucesivo el P un to, el centro por excelen cia donde reposa e l m isterio del mundo, una encarnación de la m ism a divin idad. Entonces em pezó realm ente su verdadera obra relig iosa; pero y a no fue para las gentes el verdadero M ahdi, reingresado en­tre los hom bres, sino o tra cosa más alta . L a obra de predica* oión dejó de ser una c r ític a a l estado actu a l del sacerdocio y de las costum bres, y em pezó á ser una construcción esp iritu al, una cosa más a lta , porque em pezó á ser la in terp retació n m ás ín t i­m a y profunda del Coran. Y en esa crítica puso el B ab , mejor dicho, E l P un to, un profundo desprecio por las fa lsas trad icio ­nes (hadis) inven tadas y forjadas á capricho. Su obra, el co­m entario a l surá X I I , titu lado José, se em pezó á leer en todas las m ezquitas, y ese nuevo Coran fué luego en lo sucesivo la ex ­presión de la nueva le y , que ven ía á derogar á la a n tig u a .

A parentem ente vem os aquí un cam bio de dirección en la obra de A lí M oham m ed, y así se consigna en la m ayo ría de los resúmenes que se han dado a l a estam pa con referencia a l ba- bism o. t A l í M oham m ed renunció á llam arse la puerta (E l Bab) y se llam ó en lo sucesivo E l P un to (N uda).»

Hem os de hacer una pequeña aclaración sobre el particular. L a fórm u la por excelen cia de la confesión del Islam es: «Dios es Dios y M ahom a su P rofeta» ; pero en la invocación

B iS M A L a H E R R aH M aN E R R aH M iM

(En el nom bre de D ios clem ente y m isericordioso) que se lee á la cabeza de todos los capítu los del Coran, menos en el I X , el titu lado E l arrepentimiento, revelado en M edina poco antes de sn m uerte y el único revelado casi todo de una vez; h ay de p a r­ticu lar para venerarlo, sobre todas las palabras a lcorán icas, el ser las prim eras y cim iéntales; y no es de creer que ta l salu ta­ción revelad a a l P ro fe ta sea una fórm ula m uerta, como todas las fórm ulas m odernas de nuestra h ab itu al civ ilidad y cortesía. Pensando así se ban escrito infinidad de com entarios sobre las m ism as, y el más curioso es el que ofrece el babism o para fun ­darse sobre su resultado. H ay un m isterio profundo en todas las

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le tras que co n stitu yen la invocación d ivin a y el número de las m ism as, 19, se ex a lta y e logia por los bables como e l número sagrado por excelen cia, y cada una tiene su significado y un sentido que no es otro que el de toda la V erdad reducida y com ­pendiada lo m ás d ivina y artísticam en te posible. L a B es el co­m ienzo, el punto, la causa eficiente y real de todos los seres. Si A l i M obammed tomó luego preferentem ente el nom bre de E l Prim er Punto (N uda er JJla)> no dejó por eso de ser la puerta (él bab)f porque el punto prim ero de la invocación sagrada es tam bién la puerta del conocim iento, y no es el lím ite entre el punto y la p uerta a lgo que no participe de la naturaleza de uno y otro. L a puerta riel verdadero conocim iento por donde se lle g a al Dios Clem ente y M isericordioso es el lu gar de la entrada; pero el punto de arranque p ara el cam ino y el punto fundam en­ta l del mismo, el centro del Señor, está inm ediatam ente de la puerta que franquea nuestro deseo y nuestro amor.

D etrás de la aparente d ivin ización del B ab , lo que ha e x isti­do, en realidad, ha sido la d ivin ización del hom bre, como ú lti­m am ente tras la exclu siva divinidad del C risto va toda la d ivi­nidad de los hom bres cuando sacan de su m édula y de su entra­ña su propio Señor y su propio C risto tras la prueba y la p a­sión de todas las ilu sion es...

P ero no es esta la ocasión de in sistir sobre este extrem o, que hemos de tra ta r mas adelante y en otro m om ento más propicio y oportuno. a

L a predicación de A ií M ohammed halló fe liz acogida en g ran p arte de P ersia ; el m ism o p rofeta fué ayudado y auxiliado por a lgun as autoridades, y sólo por la enem iga del clero y la exageración de sus secuaces’ se llegó á la persecución y á los m artirios.

U na m ujer instru id ísim a, y adem ás m uy bella, de la más a lta clase social de P ersia , h ija de un m agistrado y esposa de otro, abrazó la causa de B ab y se hizo en K a sv in la p rofetisa y propagadora del nuevo E va n g elio . E sta m ujer, K u rra t-u l-A y n , L a corona de oro ó E l consuelo de los ojos, como suele traducirse su nom bre, abandonó su casa, dejó sn hogar y B0 lanzó al p ú ­b lico , aportando á la nueva fe el concurso que jam ás ha recib i­do de un modo definitivo una re lig ió n , pero que nunca le ha fa l­tado sin em bargo: el auxilio de la m ujer.

Y lo notable en este caso, para que todo sea extraordinario

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BABTSMO y BBHA1SMÜ II

19 0 8 ]en esta nueva re lig ió n , es qne Z arrin a T adj (este eTa el vertía- dar© nom bre de E l consuelo de los ojos) jam ás vió al B ab , y que sólo por lo qne pudo lle g a r á e lla abrazo su causa y se lanzo a U predicación de la nueva ley . Sin su concurso, puede asegurar­se que el babism o no h u b iera alcanzado el desarrollo que ha te­nido posteriorm ente. Z arrin a T adj predicaba la nueva fe n i más n i menos que cualquier apóstol, salvo las exigen cias m usulm a­nas, que im piden ofrecer el rostro al público en las m ujeres. G-eneralmente hablaba tras una cortina que d ivid ía á la sala, dejando á un lado á los oyentes y á otro á la p rofetisa . U na vez, »in em bargo, por un rasgo de audacia concebible y to lerable en e lla , cuando una de sus prédicas iba adquiriendo las proporcio­nes que siem pre tornaban en exaltación y en entusiasm o, in ten­cionadam ente, pero como si fuera un descuido, cayó la cortina

' y E l consuelo de los ojos apareció bellísim am ente a taviad a ante loa oyentes, que no pudieron menos de contem plarla, aunque

í'idgunos hicieron como que se ocultaban la cara con las manos.— "Dejemos este in cid en te— d ijo e lla— . ¿No podrem os por ven­

tura vernos los hermanos? E n verdad os d igo que no venim os a predicar sobre cosas pequeñas é insign ifican tes, sino á ahogar la a n tig u a ley que han falsificado y desn aturalizado los a n ti­

guos creyentes.E ste detalle agrandado, agigan tad o por creyentes y por no

convertidos todavía, exagerado y m al entendido, fue un nuevo com bustible que se arrojó á la hoguera, y la propaganda creció de un modo sorprendente y am enazador. El B ab y sus discípu­los más inm ediatos no hacían m enos, y si no tem an la sonoridad de la voz del Consuelo de los ojos, ni su belleza, tem an toda su persuasión y toda la aureola del pvofetism o que conm ueve a

las m asas.A s í las cosas, y tom ada principalm ente una actitud de critica

y exégesis la nueva tendencia, em pezó contra ella una persecu­ción que pudo am inorarse en algunas ocasiones por el p restig io del B ab y de todos los apóstoles de la nueva fe. L a m uerte del shah que si no m iraba m uy bien el babism o lo to lerab a, con la elección del nuevo N asser Eddin Chad, fué una señal de p erse­cución contra la nueva ig lesia , que para defenderse hubo de ape­lar en m uchas ocasiones á las arm as. U n babi, Z en djan disparó tres tiros á N asser E ddin cuando salía del p alacio , sin que le hiriese. La persecución arreció entonces y fué horrible. Los

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mártires se fueron sucediendo unos ¿ otros, pereciendo todos con el mayor entusiasmo, con un valor y una energía muy superior a a de los primeros cristianos, que al fin esperaban un cíelo, y a a de los mismos hombres de la revolución que se sacrificaban involuntariam ente por los grandes ideales de la humanidad mo-

orna. Teniendo esto presente, recordando que en el babismo no se reniega de la vida ni de la carne, y que sólo se predica el sa­crificio más desinteresado por mejorar el resto superviviente y futuro de la humanidad, no puede por menos de asombrarse uno de aquellos m ártires sin ejemplo y sin par en el mundo.

A uno de ellos, á Mirza Kurban A li, se le decía antes de dis­ponerle para la muerte: «Beniega de tu fé.»

cNo— contestó— . L a sangre de mi cuerpo no es sino una gota de la vida. Nosotros perdemos el sefiorejo del mundo, pero si mil vidas tuviera, las mil las volvería á perder poniéndolas libremente á ios pies de mis hermanos.»

E l verdugo enfurecido le tiró un tajo con el alfanje oon tan­ta furia, que perdió él mismo el equilibrio y sólo pudo derribar el turbante de la víctim a, que en tretan to , con la m ayor calma, poniéndoselo de nuevo para recibir nn segundo y definitivo g o l­pe, exclam ó: «¡Oh dichosa em briaguez del amor que no distin­gue si ha caído á los pies del amigo el turbante ó la propia cabeza.»

Otro m ártir, H aji Mulla Ismael, apaleado por el pueblo, fuó injuriado por uno de los sayones, diciéndole: «¡Es un babi; un loco!» Irguiéndose entonces y encarándose con quien le inju­riaba, le contestó: «Soy un babi, sí; pero no un loco. Yo me entrego á la muerte ¡oh gentes! para que despertéis y os ilum i­néis lo suficiente. Y así dejo mi esposa, mi hijo y mis riquezas para advertiros y libraros del error...»

Arreciando la persecución, el Bab, después de haber estado encarcelado fue sacado á la plaza de Tauris, y el 19 de Julio de 1849, con su compañero m ás fiel, A gh a Mohamed A lí, fueron fu­silados por un regimiento cristiano que obedecía á las órdenes del o aah .

Dada la señal de fuego, dispararon los soldados, pero ¡oh prodigio!, las balas no hicieron otra cosa que romper las lig a ­duras que ataban á las víctimas á un poste, y éstos hubieron de ser amarrados de nuevo y fusilados entonces.

Y como la sangre es el mejor abono para las ideas de los

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babismo y behaismo 131 9 0 8 )

hombres, todos los suplicios y los martirios infligidos á los babis no sirvieron más que para propagar mejor las nuevas

* 0Entre los condenados al último suplicio figuraba Sobh-I-Ezel, discípulo predilecto del Bab, oriundo de una antigua familia de línr, en Mazanderan que había desempeñado algunos puestos oerca de los Shahs. La oportuna intervención de los embajado­res de Busia y de Inglaterra, salvó á muchos infelices á quienes se conmutó la pena de muerte por la de destierro.

Sobh-I-Ezel, llamado Beha Ullah L a g lo r ia d e D i o s , exten­dió en el destierro en Constantinopla y en Andrinópolis luego, las ideas del Bab, modificándolas en un sentido verdaderamente liberal y de la mayor amplitud, hasta el punto que sus obras E l l ib r o d e la c e r te z a y E l l ib r o d e la s le y e s , dan un nuevo credo y una nueva creencia muy distintas de las predicadas por el Bab y por E l C o n s u e lo d e lo s ojos, que también acabó sus días mártir de sus ideas, estrangulada primero y arrojada en nn pozo des­pués.

Y a en Andrinópolis Sobh-I-Ezel, se declaró entonces el ver­dadero esperado contra la opinión de los babis que querían per­manecer sujetos á la ortodoxia de la nueva religión.

Como las nuevas ideas en su rápida propaganda habían lle­gado á ser un peligro para el orden público y la tranquilidad social en la Bumelia, el Gobierno otomano decidió separar á los contendientes, y Sobh-I-Ezel fue desterrado de nuevo á Fama- gusta (Chipre), donde vivió pensionado por algún tiempo gra­cias á la munificencia de los ingleses.

El orden no se restableció con todo, y el 31 de Agosto de 1868 fueron desterrados los jefes behaistas á San Juan de Acre, por un firman del sultán de Constastinopla, que pensó al dictarlo coü acabar de una vez con todos los babis y los behais gracias á lo inclemente del clima; pero ¡oh sorpresa de las cosas! San Juan de Aere, que era entonces como un presidio nuestro, por obra de los behais se transformó brevemente en una población sana, culta, limpia, tolerante, y aquellos presidiarios que antes eran el término obligado de toda comparación criminal y mo­lesta, no pudieron compararse sino con los mejores ciudadanos del imperio de la media luna.

Y al pió del Monte Carmelo, donde toman alientos para su obra mística y de perfección terrestres los carmelitas de todo el

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14í ; ü 4»j a [ E n e r o

do, se fue desarrollando la nueva re lig ió n mucho más am - _ r *** s grande y m as universal que la concibiera en im p rin ­

cipio el h ijo del algodonero de S h iraz.

sde A ndrinop olis, B eha U lla h se d irig ió á los principales soberanos del m undo, anunciándoles su lleg ad a y profetizándo­les su porvenir. Se d irig ió al Czar, á la reina V icto ria y á Na-

í i 9 ue en colm o de la grand eza sonrió del vaticin io que se le hacia de su ruina.

hii A í ? u h * J I Ílah’ mUert° 61 29 de Ma? ° de 1902>le sucedió suÍ í u ? di qne ha 1 W d o la de la nueva fe

Nuevo Mundo donde h a y una sociedad editorial de obras ba- bis y behaistas, donde h ay más de dos m illones de adeptos, y

onde finalm ente se exponen sus ideas m orales lo mism o en los

ZLTdJ Z !WB 7 “ Ia! r6VÍB“8’ 9“e 60 1SS °itedras de 115Nos hallam os aqu í en presen cia de dos relig ion es, m ejor d i­

cho d6 una que sufre una evolución rapidísim a por obra de su odo, m mas m menos que Ja que sufrió la relig ió n ju d ía al

pasar a g ip to , y el cristianism o al rom anizarse. E n tre el B ab

T a ^ t ? E l B ab y f Como entr« 7 P»Wo dete de la i n eJ 0l" 0lOD1° e l mismo P a lu d o del m ejor in terp re­t e n ! ) T a b rr d l™ a a l definidor ^ las nuevas p alabras %

S o S í omo ' vlno á aho gar Ja Vleja le-v y « H íW * Ibsultim os fan seo s quo no se p agasen de la le tra , sino que m irasen al esp m tn de las escrituras. E ntonces tomó todo el aspecto de

! d i c a í e 7 y 7 l l0&m^ P ^ no b ay una distinciónrad ical entre el p ro feta que m anifiesta y lo que m anifiesta á lasgentes. E n tre el verbo y su expresión. E l B ab así fuó tan divi- no como Jesús porque tomó la in vestid u ra d ivin a al hacerse el definidor de la V erdad. L a m áxim a Purificar renovando fuó el norte y la em presa de s« creado, y en ella fuó ayudado por los que m as necesitaban de renovación y de m ejoras. L a p a rtic ip a ­ción de Z e rn n a T ad j (E l Consuelo de los ojos), expresión de a urgen cia en la reuovaoión predicada, fuá con todo algo dema siado nacional y apegado á una región de tierra

De la idea de la divinidad sale sistem áticam ente toda la doc- tr in a b a tis ta , y de la depuración de esta idea se llega in evita bíem ente a la u ltim a revelación que nos dice, por m anera tiva , que h ay una fratern idad u niversal y que hem os de ser to-l6r£LIlt6S ■

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*5*9°8!

MITOS POPULARES ESPAÑOLES

E u el babism o se establece la igu ald ad de los dos sexos, se hace el m atrim onio obligatorio , no se aconseja el divorcio se Írnh ibe el m altratar á los niños y , finalm ente, se p a g a un trib u ­to ftl antecedente genuinam ente ária dignificando a la vaca y co-

ó ¿ d » n como - herm ano menor del hom bre. U n b .b . no debe cabalgar sobre una vaca, una vaca no debe de llevar nm gnn W o K o se debe beber lecbe de burras, y se deben prodigar cuantos cuidados podamos á las b estias, conduciéndonos con ellas como señores in te ligen tes y como herm anos m ayores.

L a re lig ió n del B ab no lle g a , sin em bargo, a las u ltim as con­secuencias, para satisfacer las ú ltim as necesidades espirituales de todos los hom bres. E l babism o es todavía una relig ión . regm - nal, nacional, para nn pueblo. E l paso de avance lo ha dado el behaism o, que recogiendo todo el esp íritu innovador y novísim o del ó ltim o^ iniciado del I r á n , be hecho un credo u nrrer, 1, agrandando am orosam ente la idea de fratern id ad y t ^ r a n c ^

.. L a sign ificación de este m ovim iento es interesante _m ás, porque nos dice que no es la an gu stia europea y la am en-

: cana nn resultado del sobrecargo científico y cristiano que p ' sobre uno y otro continente, sino la señal mas inequívoca de que " va l revelarse y de que se está revelando en el espíritu del hom ­

bre la lleg ad a y el nacim iento de una B uena N ueva que ha . ad irin ad & p o r o L » t o han p rn d io d o y p racticad o en . m o n d o la to leran cia más am plia y la m ayor fratern idad entre los hom-

M ientras lle g a la V erd ad que se amen los hom bres.R a íae l U RBSN °

MITOS POPULARES ESPAÑOLES

Del ratoncito encantado y de la princesa Flor de Amor.

U n fiero em perador de no sé qué im perio de O riente, pues es probable no esté ni en el m apa, ten ía dos hijas tan opuestas en

alm a oomo en cuerpo.L a m ayor p arecía la más horrorosa cria tu ra del m undo, pues

era m anca, jorobada y tu e rta . B e lo m oral no hay que h ab lar,

porque corría parejas con lo físico .

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L a pequeña ed. cambio era un pimpollo do hermosura y susn omentos superaban aun á los irresistibles encantos de su

U u ><tii6 bftyadera* Hasta su nombre era bonito, pues se lla­maba Flor de Amor.

L a envidia ese áspid de la humanidad que á todos nos trae nvenenados y revueltos , hizo presa pronto en el corazón de

, ln , a 8,1 as* se ^anaaba aqnel aborto del abismo, única e era igna de las maldades del emperador. Estorbándole su

nermana, por todos conceptos, decidió perderla, aunque fuese recurriendo á la calumnia.

A l efecto, se puso de acuerdo con cierto truhanesco manda­rín, gran valido del emperador con quien Zink-Zhada solía iu- gar a ajedrez. Entre ambos fingieron una carta firmada por

or e Am or, por la que aparecía conspirando contra el trono de su padre.

No necesitaba tanto aquel ogro inhumano, que todo y de todos temía por sus maldades, para entregarse á la sospecha más atroz. Atizado por sus infam es consejeros y sin adquirir otro informe alguno, mandó encerrar á Flor de Am or en la más ló-

pieefadiaa2m0tra d6 SU PaIaCÍ°’ P°niéQdola á pan y agna sin

Sola en su triste retiro, la infeliz princesa lloró amargamen­te. .Ningún ser vivo venía á consolarla en su miseria

Mas es patrimonio exclusivo de las grandes almas el de que los sufrimientos mayores no las matan, antes bien, agigantan en ellas el divino sentimiento de la compasión. A sí, ella, á quien nadie compadeciese en trance tan amargo, supo, sin embargo compadecer á nn miserable ratoncito refugiado en un ángulo del antro en que gem ía. Robándolo á sn exiguo sustento, le daba a comer m igajas de su propio pan.

Y como m aun los irracionales son insensibles á la gratitud cosa que no sucede a muchos hombres, pronto se estableció una’ amistad estrecha entre el vil animalejo y su augusta protectora. E l ratoncito, luego que comía, tornaba á su rincón donde per­foraba sin deseanso una m adriguera que la puerta de la m az­morra ocultaba al abrirse.

L a prisión de la doncella no fue larga. Prontamente se la noticio la sentencia por la que ¿ muerte la condenaba su padre

Hete aquí entonces que acaeció una cosa singular E l ratón" cilio, no parecía participar de la horrible c o n g o j a de su bien-

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17í ^0g j MITOS p o p u l a r e s e s p a ñ o l e s

hechora. antes b ien, saltab a y trin cab a delante de e lla , lleno de contento. Todo eran carreritas desde su falda al agujero y a en­sanchado por su agudo diente de roedor de un modo consi-

derable. . . . , . -F lo r de Am or tuvo súbito un rayo de inspiración; el anim a­

lito parecía in vita rla á que la siguiese al agujero. .Dicho y hecho;Be fu é tras de aquél, y cuál no sería su sorpresa al ad vertir que su anchura hacía p racticab le sem ejante g a le n a im provisada

para el grueso de su cuerpo. _ , „ .L a in fe liz sentenciada á m uerte, siguiendo siem pre a su fiel

ratón pudo verse a sí en lib ertad , porque el agujero daba a una g alería que, á vuelta de cieu patios y recodos la condujo, g u ia ­

da por el rató n , hasta el campo.F u era de sí, llena de nobilísim o agradecim iento h acia su im ­

provisado protector, antaño su p rotegid o, no sabía cómo te s ti­m oniarle su g ra titu d , y olvidando un punto su fea y m iserable facha de roedor sem piterno, selló su hirsuto hocico con el mas

cariñoso de los besos. .¡Oh prodigio, entonces, de los prodigios! A n te tam aña

prueba de amor, el presunto ratonzuelo quedó instantáneam ente transfigurado en el más ideal de todos los prín cipes. B ajo el di­vino fuego, que enlaza á los seres todos en la tierra , el encanto en que y a c ía encerrado largos años por causa de cierto m aligno brujo cayó de hecho cual se desvanece la n iebla m as densa al calor fecundo de un ray o de sol en la prim avera.

¿Cómo no amarse y a con la más ardiente y pura de las p a­siones, dos sóres así ligados por la abnegación y el sufrim iento? F lo r de A m or, la tierna doncella y el apuesto P rin cip e , se am a­ron, pues, con el m ás intenso amor que en la tierra pueda con­

fundir á dos seres en uno.’ .' Y es lo m ejor del caso que el m ancebo era nada menos que

el legítim o re y de aquel reino y había sido m aleficiado como va - dicho h asta convertirse en ratón bajo las negras artes del fiero

padre de F lo r de A m or, consum ado brujo usurpador del rem o. L a clave de la conclusión del m aleficio estribaba precisam ente — cosa im posible— , en que una herm osa besase a lgu n a vez al

ratonzuelo,P ero el am or, al fin, venció al im posible m ism o, por m ano

de una doncella de corazón recto, F lo r de A m or, como rezara su nom bre. E l príncipe se vió pronto restitu id o al trono de sus

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Iis [ E n e r o

m ayores, con g ra n cotentam iento de todo su pueblo que celebró con pom pa los desposorios del p rín cip e y la princesa.

T od avía la ternura in ago tab le de F lo r de Am or tuvo com pa­sión bastante p ara recabar de su esposo el perdón para su padre y para su herm ana, inconscientes factores de su felicidad cuan­do precisam ente habían querido lab rarle su desventura, cosa que sucede en el mundo con más frecuencia de la que parece.

$* *

E s tan elocuente y clara la fab u lita , que no querem os ofen­der la ilustración de nuestros lectores teosofistas oon el más leve com entario. E l A m or puede vencer al K arm a mismo.

1K. n o SO C B Ii UJVH

ACLARACIÓN DE LA DOCTRINA CRISTIANA

L A UNID AD Y T R IN ID A D D E DIOS

P begunta .— ¿Quién es D ios, nuestro Señor?R e s p u e s t a .— E s lo más excelente y admirable que se puede

decir ni pensar, un Señor infinitamente bueno, poderoso, sabio, principio y fin de todas las cosas, premiador de buenos y castiga­dor de malos.

«Para representarnos lo A bsoluto (D ios), im aginólaosnos un m ar sin orillas, sin fondo y sin cielo, extenso en todas direc­ciones; es d ecir, que no podamos concebir nada que no sea agua, pero agu a sin go ta , sin m olécula ni átom o, sin mónada, en don­de no es posible adm itirse la posibilidad de seres, á no ser que se considere á cada átomo como un sér y cada m ónada como una conciencia; en donde no es posible el m ovim iento por no ser posible en ta l sim plicidad relación entre el m ovim iento y cosa m ovida, donde no h ay espacio por no haber cuerpo, ni h a y tiempo por no haber sucesión; es decir, que en tal estado todo es idéntico á sí mismo, sin im pulso n i m ovim iento, sin espacio ni tiem po. Pero ta l estado nadie puede conocerlo porque no puede ex istir conciencia ó ser que observe y conciba el A bso-

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a c l a r a c ió n d e la d o c t r in a c r ist ia n a T9

lo te , pues el hecho de tener conciencia indica la lim itación y lo lim itado no es absoluto. Lo infinito no puede pensar en lo que HO tiene fin. E l verdadero Dios es lo A bsoluto, lo incognoscible ■ le inefable, pero no verdadero porqne como A bsoluto no es Verdad n i fa lso , ni bueno ni m alo, ni consciente ni inconsciente, porque 1© contiene todo, sin pares opuestos que se originan con la presencia ó m an ifestación del Sér que como ta l lim ita al A b ­soluto, y este Sér ó prim er princip io, en cuanto es ta l, es con­ciencia y es verdad porque es lo re la tivo . P ero entonces es lo lim itado, es decir, que está lim itado en todas direcciones, y todo lo que no es E l mismo es No ser. E l Sér como conciencia, el No sér como el objeto de la conciencia, y desde aquí en es­cala infin ita toda la lim itada variedad de oposiciones que equi­valen a l bien y al m al, á lo ju sto é in justo , lo verdadero y lo falso cuando la voluntad com ienza su tra b a jo ... Y estos dos térm inos opuestos en todo, y un tercer térm ino que los une ó relación entre ambos que es la reflexión de lo A bsoluto y que puede llam ase U niverso ó m an ifestación universal, form a la Trinidad ó gran Misterio.i-

Tim eo de Loores del Sér fundam ental ó ra íz de Todo, que «es un círculo cuyo centro está en todas partes y cu ya ciroiin-

: feren cia no está en ninguna*.P la tó n dice: «Todo producto t ie n e necesariam ente una causa,

- nn autor; es d ifíc il encontrar el A utor de este mundo, y cuando ae le encuentra es peligroso dárselo al pueblo.*

Spinoza dice á su vez: «No h a y que probar la existencia de .v D ios, sino que Dios es la existencia.»

E n el libro M í s t i c a T e o lo g . , cap . I , p árr. 2 ,°, dice San Dio- - nisio: «Más perfectam ente conocemos a Dios por negaciones que

por afirm aciones; más altam ente sentim os á D ios conociendo que es incom prensible, y sobre todo nuestro entender, que con­cibiéndole debajo de alguna im agen o herm osura creada, que entendiéndole á nuestro tosco modo.»

H asta el idólatra E p icteto se expresa del modo siguiente: «Dios me creó, Dios está dentro de m í y lo llevo a todas partes; no debo m ancharte con pensam ientos obscenos, con actos in jus­tos, con infam es deseos. M i deber consiste en dar gracias a Dios por todo, en alabarlo por todo y no cesar de bendecirlo hasta que cese de vivir.»

S an A g u stín , en S o t i l o g cap. X X X I , dice: «Yo erré Sefior,

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ao S O 4» 1A [Enero

eomo la veguelá perdida, buscándote con industrioso discurso fuera, estando tu dentro de m í, mucho trab ajé buscándote fuera de mí y tu tienes tu habitación dentro de mí; si yo te deseo y anhelo por ti. R odeé las calles y las plazas de este mundo bus­cándote y no te h allé , porque m al buscaba fuera lo que estaba dentro.»

Y aun Santo Tom ás en Opuse. 63, cap , I I I in fin, dice: «Gran ceguedad y dem asiada necedad h ay en algunos que siem ­pre buscan á Dios; continuam ente suspiran por Dios, frecu en ­tem ente desean á D ios, clam an y llam an cada día á D ios en la oración, siendo ellos mismos, según el A p ó sto l, tem plo v iro de Dios y su verdadera habitación, siendo su alm a la silla y trono de Dios, ¿Quien, pues, sino un necio buscará fuera el instrum en­to sabiendo que lo tiene encerrado dentro de casa? ¿O quién se conforta con el m anjar que apetece y no gusta? A s í es la vida de algunos ju sto s, siem pre gustando y nunca gozando, y así todas sus obras son menos perfectas,»

A lo expuesto sólo añadirem os que todo D ios personal, ex- tracosm ieo y antropom orfo es una sem ejanza del hom bre, y en razón á esas cualidades ha de tener form a que im plica lim itación y prin cip io y fin, lo que contradice la condición de A bsoluto que tam bién quiere atribu írsele. Dios está en todo y lo es Todo. N ada ex iste fuera de D ios. Solo la ign oran cia ó la locura puede inspirar otra afirm ación diversa.

P hegunTa— ¿La Santísim a Trinidad, quién es?R e spu esta . E s el mismo D ios Padre, Hijo y Espíritu Santo,

tres personas distintas y un solo D ios verdadero.L a Trin idad es la expresión de una verdad racional y tan­

g ib le , a sí como el fundam ento de toda evolución y todo p ro­greso. Su concepto es universal; los Indios entienden al Dios m anifestado com puesto de S h iva (Principio ó P in ), V ishnu (Conservador) y B rahm án (Creador). L os filósofos del mismo pueblo tienen á B rahm án m anifestado por S at (Existencia), C h it (Inteligencia), A ran da (Felicidad); el M azdeism o presenta al G ran Uno, ios gem elos ó Segunda P erson a, y la tercera ó Sabiduría U niversal; en el Buddhism o del N orte vemos á A m i- ta th a (luz in fin ita), A v a lo tite sh v a ra (origen de las encarnacio­nes) y M andjurri (Monte U niversal); en el Sur el B uddha, D uar- ma ( la doctrina), Sangha ( la orden); en E g ip to , R á , Osiris y

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31gj a c l a r a c ió n d e la d o c t r in a c r ist ia n a

yus; en Caldea, A n n , E a y B e l, ó sea el O rigen, la Sabid uría el E sp íritu Creador; en la C hina, A q u el que es uno y tres ó

„ . . ____________ __ _ tru je ' al O fi8“y 0 que es una persona pero con tres form as; el Taosism o ó es- r uela filosófica del país del Sol, sostiene que la R azón E tern a produce el U no, éste el Dos y el Dos produce el T res, que á su

ye* produce todas las cosas.Pero circunscribiéndonos á la T rinidad C ristian a, que con­

cuerda en significación con las expresadas, se form a a su vez de tres personas ó entidades: P ad re, o rigen y fin de todo; H ijo el V erbo ó la S a b id u ría , y el E sp íritu Santo ó la In te lig en cia Creadora. Tam bién se expresa con las tres potencialidades, P o ­der, Querer y Saber, indispensables á toda m anifestación.

L a T rin idad se sim boliza por la cruz g rie g a dentro del círculo. E l punto central, sin dim ensiones, con sólo posición, centro para toda figu ra , unidad en la cual todo existe sin sepa­ración, es la representación del Padre; la línea que surge de una

:' sola vibración del punto, línea que form a el diám etro perpen- , dicular y que puede atravesar al círculo en cualquier dirección ,

dividiéndolo en dos m itades ó haciendo el todo dual, es repre­sentación del H ijo, y la cruz que form an dos diám etro cortados perpendicular mente ó en ángulo recto y cuya línea horizontal divide el círculo eu dos partes igu ales, la superior y la inferior 6 el E sp íritu y la M ateria , representa el E sp ír itu Santo.

E l Sím bolo de la T rin idad considerado como unidad, es el

■ trián gulo equilátero.

P r e g u n ta .— ¿El Padre es Dios?R e sp u e st a .— Sí, Padre.E l U no, el Sér prim ero, el que ex iste por sí m ism o, la R a íz

de todo, el Padre, la V olun tad de m anifestarse sin la que no h ay m anifestación a lg u n a , ei P o d e r , el Padre de los E sp í­ritus (H eb. X V I , 22), el D ios de los E sp íritu s de toda carne (núm. X V I , 22), causa de todo im pulso y de todo deseo y de toda evolución; he aquí al Padre, el que en un principio flotaba sobre el h az del abism o, según el G énesis ó sobre la m ateria etérea, inform es, sin d iferenciación n i lím ites, dispuesta a pro­ducir los universos cuando la im pulse el soplo de la V oluntad Infinita que surgió de E l.

P r eg u n ta .— ¿El Hijo es Dios? R e spu e st a S í , Padre.

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33 2 O 4> I A [ E nero

L a Sabiduría que g u ía al Poder en la form ación y sustenta­ción del Todo m anifestado, es la que inform a al H ijo ó Segunda P ersona, que es dual como vimos en la figura sim bólica, que m anifiesta su doble naturaleza, am bas divinas por razón de su procedencia; una es el E sp íritu Uno que posee la total Sabiduría ó R azón P u ra, y otra la M ateria que envuelve á A q u él, modifi­cándolo y lim itándolo hasta lo infinito por lo que surgen *yos» en todas partes y en todo punto del espacio, y quB vienen á ser partes in tegrantes del Y o Uno; obrando aquéllos con entera in­dependencia dentro d éla unidad más perfecta, y vibrando y ajus­tándose todo sin cesar dentro del más exacto equilibrio, el que se va resolviendo dentro de la equidad más perfecta en el mas infinito y celestial progreso.

E l U niverso se sim boliza por dos triángulos 5^ unidos, uno de ellos de color blanco ó claro representa la Trinidad del E s­p íritu , y el otro negro ó de color obscuro representa á la M a­teria , de la que y a tratarem os.

E l H ijo es el enviado por el Padre para originar los Mundos y todos los seres que É l tiene en su raíz; es V ida que form a, conserva todas las formas; el que las hace sostener sin confun­dirse ni desmoronarse, todo lo que es m anifestación de Am or, y por ello se le llam a el Conservador, el Sostenedor y el S a lva­dor, y se hace hombre á fin de instruir, a lentar y redim ir con el ejem plo de una vida llena de A m or, de Verdad y de Compasión.

P b e g u n t a .— ¿E l Espíritu Santo es Dios?R e s p u e s t a . — S í, Padre,L^^Inteligencia Creadora ó M ente d ivina es el tercer as-

petffo de la Trinidad, el E sp íritu Santo ó A cción Creadora por evolución que todo lo im presiona conforme al plan divino ó de Ju sticia por Amor; por ello É l fue quien obró sobre la M ateria P u ra (M ana) para hacerla concebir al Ser perfecto entre los seres, al Cristo ú Hom bre de Dios, siendo el E spíritu quien concibe las formas que el H ijo construye y sostiene; es la In te ­ligen cia que precede á la Sabiduría en la m anifestación de la V oluntad.

P r e g u n t a ■ - ¿Son tres D ioses?R e s p u e s t a . — N o; sino un solo Dios verdadero, como también

un solo Omnipotente, un solo Eterno y un solo D ios.

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ACLARACIÓN DE LA DOCTRINA CRISTIANA1908]

L í o s tres aspectos ó Personas dichas, s o n insepahles del Uno In d iv isib le , que form an á sem ejanza del trián gu lo , en el que cada uno de sus lados son indispensables é inseparables de la figura una; ó como el S o l, la luz y el calor son atributos del A stro del día.

Pedem os im aginarnos cada función por separado, aunque no se conciba el efecto real de cada uno de ellos sin la acción trina y sim ultánea de todos los demás.

E l Padre que es el Poder absoluto, del cual emana el H ijo o V oluntad que produce la M ateria h ábil para recibir las form as que hace concebir el E sp íritu Santo ó In teligen cia Suprem a, de cuya trip le potencialidad, perfecta é in fin ita, surgen los Universos y los seres que los llenan.

**

E l filósofo que aparece en prim er térm ino en Occidente tra­tando de la Trinidad, rem iniscencia de los ideales científicos y religiosos del A n tigu o E g ip to y del A sia C entral y O riental, fue Tim eo de L acre , el que en su obra E l A lm a d e l M u n d o hacia a la Idea ser el primer V erbo de donde emana el H ijo de D ios, que es el Mundo.

P latón adm itió tres esencias divinas: el Padre, el Suprem o, el Productor, la P rim era esencia; la Segunda esencia era e l Dios visible, el V erbo, el E ntendim iento, el M inistro de Dios in visible; la T ercera esencia era el mundo, idea que fue la que adoptó el Cristianism o.

F iló n dice que Dios y la Sabiduría se casaron, y que la S a ­biduría parió el prim er hijo , que es el mundo.

E l libro de las C o n s t itu c io n e s A p o s tó l ic a s ó archivo de los dogm as de los tiempos obscuros de los prim eros cristianos, dice. «El P adre, que es anterior á toda generación y á todo principio, ha creado todo para su H ijo U nigénito, engendró sin interm e­dios á ese H ijo por su voluntad y por su potencia.»

Pero la Ig le sia Católica ha necesitado de una laboT tan pro­longada como llen a de accidentes ruidosos y hasta sangrientos para establecer un criterio fijo respecto á la T rinidad.

E n e l Concilio de H icea celebrado en 325 (e. v.), al que asis­tieron 398 obispos que se ocuparon en resolver un punto m uy debatido en aquella época por el pueblo cristiano y que lo tenia

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24 V 0 4 >1A [ E n er o

dividido en dos bandos: uno que sostenía que la n aturaleza de Jesús era la m ism a n atu raleza del P adre, y otros que la de aquél era naturaleza humana; otros obispos rechazaban la p a­labra «consubstancial» que abarcaban am bas naturalezas, pero la adm itieron 318 P adres, por lo que quedó en la Ig lesia C ató­lica como dogm a irrecusable la unidad del Padre con el H ijo, á pesar del Concilio de A n tioq n ía, celebrado cincuenta y cinco años antes, que lo rechazó.

E n lo que se refiere al E sp íritu Santo, el Concilio de N icea sólo hizo constar lo siguiente: «También creemos en el E sp íritu Santo»; pero en el segundo Concilio gen eral que en 381 Teodo- sio convocó en Constantinopla, se declaró á la Tercera Persona Señor y V iv ifican te , que procede del P adre y con el H ijo.

L a fórm ula de deeisión del Concilio de N icea fué la s i­guiente: «Creemos que Jesús es consubstancial con el Padre, Dios de Dios, lu z de luz, engendrado y no formado, y lo mismo creemos del Santo E spíritu»; fórm ula que aceptó la Ig lesia de E spañ a en 447, la de F ran cia por el Concilio de L yo n en 1247 y últim am ente en Rom a á pesar de la oposición de los griegos.

P r e g u n t a . — ¿El Padre es el Hijo?R e s p u e s t a . — No, Padre.P r e g u n t a . — ¿El Espíritu Santo es el Padre?R e s p u e s t a . — No, Padre.P r e g u n t a . — ¿ P o r qué?R e s p u e s t a . — Porque las personas son distintas aunque es un

solo Dios verdadero.Hem os abora in sistido en el punto in agotab le ó interesante

de la T rin idad, para considerarlo en fusión con los números y con las líneas; y tendrem os el Uno primero ú origen de todas las cantidades posibles, la in tegra l de todas las in tegrales y el conjunto indivisible de todas las perfecciones posibles. Sin el uno no podría existir el dos n i n inguna a tra cantidad; por lo qne el uno, representación del P adre, es como É l principio sin principio; y como por desdoblam iento del uno se form a el dos, así del P adre procede el H ijo, reflejo del P adre como el dos es reflejo de la unidad, y de ta l unidad real y de su reflejo resalta la dualidad ó el Ser y el No Ser que es lo activo y lo p a­sivo.

Y del uno y el dos se origin a el tres, y por consorcio de lo

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1908] ACLARACIÓN »£ LA DOCTRINA CRISTIANA 25

activo y lo pasivo resu lta lo neutro, que ea sím bolo de la razón,del equilibrio, de lo justo. . ,

Y con la dicha T rin idad pueden form arse, y por virtu d pro­pia, todos los demás núm eros, como vem os á continuación:

¡ l - 1 - 2Cada número se forA 4 - 1 - 5

ma eon la suma tlell 7 + 8 que está encima y 1 qo _|_ n del número 8........ / jg

h IR - i-1 7

cuya suma de valores absoluto es 6.

Partiendo de la clasificación dada á los tres prim eros nú­meros de a ctivo , pasivo y nentro, haremos observar la analogía que guarda el orden sncesivo de los núm eros referidos a la s dis tin tas condiciones que inform an el U niverso ó Mundo m ani­festado.

A c tiv o . Pasivo Metí tro-

PriBCipio sin principio.........Pasivo del principio............Neutro del principio............Principio del orden moral. . Pasivo * '■Nentro » s ■ *Principio del orden mental. Pasivo » *Nentro »Activo » físico. . Pasivo » * • *Nentro » * • ■

1 24 57 8

10 = 1 1 1 = 213 = 4 14 = 51 6 = 7 17 = 819= 10 = 1 20 = 9

Mí II 28 = 525 = 7 26 = 828 = 10 = 1 29 = 1131 = 4 32 = »34 = 7 35 = 8

369

12 = 3 15 = 6 18 = 9 21 = 3 24 = 6 27 = 9 30 = 3 3S = 686 = 9

L a T rin id ad se m anifiesta en todo género de activid ad asívemos:

Poder.Conciencia,Voluntad.

Atracción,F a e n a

Vida,Etc.

Querer.Vida.Sentimiento,RepulsiónMateria.Muerte.Etc.

Saber.Substancia.Razón-Equilibrio.Forma.Renovación.Etc,

S i nos referim os al oTden de las figu ras, veremos que nos son im prescindibles tres líneas para la form ación de la super-

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*6 £ 0 $ I A [E nero

ficie, así como la de tres superficies p ara la de un volum en, y pudiéramos continuar hasta ver que el tetraedro es la base de form ación de todo volum en regu lar.

A h ora bien; podemos apreciar la razón del por qué el Padre no es el H ijo ni el E sp íritu Santo, ni éste ni aquél^pl prim ero, a pesar de ser todos uno, del modo que el dos ni el tres es el uno sino la unidad en función y de cu ya existencia depende la exis­tencia de los dem ás,

José HOJIOO pOHHIpn

L A S S E N T E N C I A S P A R E S

1. L as cosas vienen de lo más íntim o; nacen del corazón y el corazón las dispone. Si un hombre habla ú obra con un mal corazón, el dolor irá tras él como la rueda del carro tras el píe de la bestia que lo arrastra.

2. L as cosas vienen de lo más íntim o; nacen del corazón y el corazón las dispone. S i un hombre habla á obra con buen co- razop, la dicha le seguirá sin separarse como la propia sombra.

3. «Me ha injuriado uno, me ha pegado, me ha derribado, me ha vencido.» Los que h ablen así no dejarán de odiar.

4. «Me ha injuriado uno, me ha pegado, me ha derribado, me ha vencido.» Los que dejen de hablar así cesarán de odiar.

5. «Lo que acaba con los odios cia del odio.» H e ah í una m áxim a

no es el odio, sino la ausen­tan an tigu a como el mundo.

6 . A l g u n o s n o c o n o c e n e s t e p r e c e p t o : « N o c o n t e n d a m o s .»

L o s q u e le c o n o c e n , e s o s n o c o n t ie n d e n n u n c a .

7. E l que atiende únicam ente al placer, el que vive en la in­continencia de los sentidos y goza sin medida, se despoja de energía, y M ara ( E l M a l) le arrastra, como a l árbol sin ra íz le arrebata el viento.

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LAS SENTENCIAS PARES 2719081

8 . Y e l q u e n o a t i e n d e a l p l a c e r ú n ic a m e n t e , e l q u e v i v e en

l a c o n t i n e n c ia d e lo s s e n t id o s y g o z a c o n m e d id a , e s e a c r e c i e n ­

t a s n c e lo y s u e n e r g í a , y M a r a n o le a n i q u i l a r a , c o m o e l v ie n t o

n o v u e l c a u n a m o n t a ñ a .

9 . E l q u e , im p u r o , s e r e v i s t e c o n l a c a s t a t ú n i c a a m a r i l l a

d e l m o n je , s ie n d o a je n o á l a c o n t i n e n c ia y a l a v e r d a d , e s i n d i g ­

n o d e v e s t i r l a .

1 0 . Y e l q u e e s p u r o , e s t á d o t a d o d e t o d a s l a s v i r t u d e s y c o ­

n o c e l a c o n t in e n c ia y l a v e r d a d ; e s e e s d i g n o d e v e s t i r l a .

11 . L os que en la cien cia no ven la esencia, y en lo que no es la esencia la ven, se abandonan a in ú tiles aspiraciones y no alcanzarán la verdad.

12. Y los qne en la esencia ven la esencia, y en lo qne no es la ciencia no la ven, se entregan á aspiraciones leg itim as y a l­canzarán la verdad,

13. A sí como en la casa m al techada cala la llu via , en el ánimo que no m edita penetran las pasiones.

14. Y así como en la casa bien techada no cala la llu via , en el ánimo que m edita no penetran las pasiones.

15. E n este mundo y en el otro se lam enta el m alvado. Se aflige, se atorm enta ante la perversidad de sus obras,

16. Y en este mundo y en el otro se goza el hom bre de bien. Se goza, se d eleita ante la pureza de sus obras.

17. E n este mundo y en el otro se desola el m alvado. ■ ¡He hecho el mal», se diee, desolado. Y m ayor es su desolación cuanto más avanza en su cam ino.

18. Y en este mundo y en el otro se regocija el bueno. «He hecho el bien», se diee, alegrándose. Y m ayor es su a legría cuanto más avanza en su cam ino.

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2 % O <5 I A [ E n ero

1 9 . E l i n j u s t o , a u n q u e r e c i t e t o d o s lo s t e x t o s s a g r a d o s , n o

p r a c t i c á n d o l o s , n o e s u n b u d d h is t a . E s c o m o e l v a q u e r o q u e c u e n t a la s v a c a s d e o t r o .

2 0 . Y e l q u e s i g u e l a l e y (Darma), a u n q u e n o r e c i t e m á s q u e

u n v e r s í c u l o , s i e s e c u á n im e , b e n é v o lo , s in o d io , s in e n v i d i a , e s e e s u n b u d d h is t a .

(DMíIiapnPHDJl}

S A N J O S A F A T

(l l e g a d a d e l b u d d h a á e u r o p a )

Con este titu lo hemos publicado en el número anterior un a r­tículo del célebre escritor Gastón Paria que ha podido ser obje­to de alguna m ala interpretación por algunos lectores, no te ­niendo en cuenta que la responsabilidad de los trabajos inser­tados es de ios autores, siem pre que aparezcan con su firma ó sus in iciales, ó señales convenidas.

E l artícu lo es antiguo, y seguram ente su autor m odificaría las aseveraciones que hace sobre el valor hum anista del n irv a ­na si hubiera de escribirlo nuevam ente. E sas aseveraciones son precisam ente las que pueden dar lu gar á a lgú n error, y p ara rectificarlo recomendamos el artícu lo que con anterioridad pu­blicamos aquí mismo sobre L a v id a n ir v á n ic a , de Luis R eve!, el d istinguido teosofista fran cés, que ha fijado por m anera ad­m irable, y para ser comprendido como debe serlo, el concepto y la noción de n irvana, que tan erróneam ente se ha expuesto en E u rop a, y siguen exponiendo aún algunas personas, más bien poco enteradas que intencionadas en torcer la verdad.

L as nociones que tenemos hoy de) buddhismo no autorizan para ofrecerlo como un pensam iento egoísta, sin sociabilidad y sin am or a los hom bres. S in una idea de fraternidad, de am or y ^ c a r iíf hacia los hom bres no se intenta la obra que realiza Siddhatiia, que ha sido precisam ente el gran reform ador que desde la cima y la cum bre de todos los poderes ha descendido hasta los últim os para llevarles la ilum inación y la sabiduría. Y dejo a su madre así que nació, y luego abandonó á su padre y abandono el trono, y dejó á su esposa, y se apartó de su h ijo ’ y vivió con un grano de arroz por alim ento el que era dueño dé los m ejores arrozales y viveros de la t ie rra .

U. Q.

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D O B L E P L E G A R I A

U no de los más hermosos espectáculos religiosos que se pueden contem plar aún en nuestros días, es el que presenta, á la caída de la noche, la antigua cated ral de Quim per. Cuando la sombra ha llenado la parte b aja del vasto edificio, los fieles de ambos sexos se reúnen en la nave, y cantan, en len gu a bretona, la oración de la tarde, en un ritm o sencillo y conmovedor. L a catedral no está ilum inada más que por dos ó tres lam paras; en la nave, á un lado están los hom bres en pié; en el otro, las m ujeres, arro­dilladas, form an como un mar inm óvil de cofias blancas. L as dos m itades cantan alternativam ente, y la frase comenzada por uno de los coros es acabada por el otro.

Lo que cantan es m uy hermoso; cuando lo 0 1 , me pareció que oon algun as ligeras transposiciones, se podría acom odar á todos los estados de la hum anidad. E sto , sobre todo, me hizo pensar en una p legaria que, m ediante ciertas variaciones, pudiera con venir igualm ente á los hombres y a las mujeres.

L a hum anidad, en efecto, por su división en dos sexos, es como un coro en el que se responden los dos lados. L a ten tativa de reunir las p legarias de los hombres y de las m ujeres, fue una de las obras de más éxito del cristianism o naciente. L a edad media sobresalió tam bién en ello algunas veces; testigo aquella abadía de In glaterra , de que ha hablado mi sabio colega M. Hau- reau.

L a abadía era doble, es decir, com puesta de un convento de hombres y de un convento de m ujeres, que se reunían en la mís-

j ma ig le s ia para las horas canónicas. Cortaba el coro en toda su longitud un muro bastan te alto para im pedir que m onjas y fra i­les se vieran, no lo bastante para im pedir que se confundiesen sus voces. C o r p o r a n o n v o c e s m u r u s d is ju n g i t (1). E l canto que se eleva de la hum anidad hacia el E tern o, p ara ser com pleto debe

(l) tíist. lií. de Fr , í, XXVII, p. 3'2. La misma eostimibre en el convento ideal d» Pilón. (De Vita contemplativa, § 8.)

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30 O <I> I A [ E n e r o

ser así, doble. E l mundo no será salvado sino cuando los hom­bres y las m ujeres recen ju ntos la mism a p leg aría , con la d ife­rencia de tonalidad que les conviene.

D istintas al ras de la tierra , las p legarias deben m ezclarse á cierta a ltu ra antes de subir al cielo. A sí los ruidos discordantes de la tierra , a cierta a ltura se funden en acorde perfecto. Me asombra que n ingún teólogo h aya sostenido que las p legarias de los hombres y las délas m ujeres son de calidad d iferente.L os dos inciensos llevados por los ángeles ante el trono del E tern o, com­pondrían, ai arder juntos, el incienso p erfecto .

H e aquí lo que ereí entender en los cantos de la catedral de Quim per, dejando á uu lado toda disidencia de secta y todo lazo con nn dogm a p articu lar.

COSO DE HOMBRES

Dios mío, creo firmemente en tu po­der que llena el mundo, saca la vida de masas inertes, la fuerza de tejidos frá­giles, el genio de un cerebro que será polvo mañana. Te adoramos, sobre todo, en nuestro pecho. Jamás desfa­llecemos, y cuando comienza á debili­tarse nuestro aliento sentimos tu pre­sencia por el poderoso retorno de fuer­za que nos sube al corazón.

La obra del genio es tu obra. Ei tra­bajo ea la nuestra. [Viva el trabajo, cuando se trabaja para el Universo y la Humanidad! Nos place ser víctimas de una obra hermosa, que aún sabrás perfeccionar. Ciertamente, tü haces algo, y lo haces por nosotros. Estamos seguros de que el trabajador de la hu­manidad tendrá nn día su recompensa.

Nuestros brazos están pesados por el calor del día. ¿Por qué las cargas son para nosotros y los goces para los demás? No hemos cometido ninguna falta, y no se podría decir que ta poder sea limitado. Si hubiera ante ti nn

CORO DE MUJERES

¡Dios mío, ereo firmemente en tn bondad, que hace latir nnestro cora­zón, se desborda en nuestra leche, ¡le­na nuestros senos, nutre á nuestros pequeñnelos, cansa la tranquila lan­guidez de nuestros ojos, alimenta nues­tra ternura, sostiene nuestra piedad! Estamos seguras de que tu espíritu está en nosotras cuando se levantan nuestros senos; la palpitación de nues­tros senos es tu voz.

¡Alabado sea tu Universo] Es bueno luminoso y grande. Has querido que tn justicia estuviese velada como nos­otras, Sentimos que la justicia es mis difícil de realizar qne la bondad. Sobre este punto nos resignamos á esperar. Te damos siglos para perfeccionar tu obra. Cuenta con nosotras.

Nuestros cuidados de madre han sido pesados hoy. Danos la fuerza de resignarnos. Tú nos amas, sí; tú nos amas, porque tienes necesidad de nos­otras. Tu objeto es la vida. Somos ins­trumentos en tu mano para la más her-

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i 9°f(]dios del mal, hace mecho tiempo que lo habrías aniquilado.

Danos fuerza para domar nuestras cóleras. Cuando nos abandonamos ó/ nuestros pensamientos frivolos, nos irritamos de la dicha do los malos, do la prosperidad do los injustos. A tu luz todo nos es explicado. La libertad de los séres quiero que los abandones á su desigualdad. ¡Oh! ¡Qué eara cuesta la iibertadl Bendito seas, sin embargo, por habérnosla dado.

Consolémonos, pobres víctimas; con nuestros llantos se hace un Dios. Los malos son necesarios. Nuestra pobreza es la prueba de qne jamás hemos he­cho ningún mal. El malo no puedo estar una hora solo consigo mismo. Padre nuestro, qne estás en los cielos, nos­otros estamos contigo á toda hora, por­que tú estás, sobre todo, en nuestro corazón.

El triunfo del mal jamás nos conmo­verá. Admitimos siempre deberes que van hasta la muerte. ¡Oh gran patria de las almas, tú tienes derecho á todos los sacrificios! Si la muerte se presen­ta á nosotros de tu parte será tan bien acogida por nosotros como la vida. Cuando se te conoce, una hora de vida es un beneficio. Toda criatura que se

' siente y te siente te debe dar gracias y morir bendiciéndote.

El valer que había en el corazón de nuestros padres está en el nuestro. El cobarde es el que no cree eu tí. Cuan­do se ha vivido, se vive siempre; se ha trazado en el infinito una huella eter­na. Que este surco sea largo ó corto, ¿qué importa, en comparación con tu eternidad? Tú te acnerdas de nosotros; somos, pues, inmortales.

31

mosa de tus obras. ¿No tendrás piedad un día de tu pobre obrera de vida?

Nuestras pruebas son á veces rudas. Largas son nuestras fiebres, cuando una de tus pequeñas criaturas pende, en nuestro seno, de largos hilos de seda. La recompensa de nuestra virtud es la pobreza. Nuestro reposo la tum­ba. Nuestra leche es para niños ador­nados como Ídolos, que ne sen los nues­tros. Nuestro corazón se indigna á ve- ves; pero tú nos calmas, tú eres el úni­co consolador. La paz, la dicha, el re­poso, jamás estarán sino á tus pies.

Sí; una hora pasada contigo nos da la paz. Aquí nos comunicas tus secre­tos, nos alivias, nos enorgulleces de nuestra pobreza. Ciertamente, el malo es castigado poi que no puede comuni­car contigo. Gracias por la suerte que nos ha toeado. Has querido el mando, el mundo se hace con nuestras lágri­mas.

Si, ¡oh Dios!, seremos fieles, Hagas lo qne quieras, jamás dudaremos de ti. Te desafiamos, Dios querido. No nos vencerás. Pide, pide siempre; nosotras te daremos siempre. Nuestro corazón está presto. Hiere, deja caer tu mano; siempre nos será dulce.

Vamos, abusa de nuestra paciencia, prueba de qué somos capaces. Seremos á toda prueba. Tienes necesidad, lo sa­bemos, de nuestra abnegación. No po­drás hacer marchar tu universo sin nosotras. Mira á tus pobres hijas de rodillas. Sigue, sigue pidiéndonos mu­cho, todo lo que quieras. ¡Es tan dulce ser víctimal ¡Gradas, oh cielo, por

DOBLE PLEGARIA

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3 a £1 O <!> i A [ E n e r o

n u e s t r a s d e b i l id a d e s ! ¡ G r a c i a s p o r la

c o n f ia n z a q u e t i e n e s e n n u e s t r a f u e r z a

p a r a s u f r i r !

C o n s e g u id o e i o b j e to , ¿ d e v o l v e r í a la

v i d a á lo s q u e h a y a n c o n t r ib u id o á l a

v i c t o r i a d e ! b ie n y d e l a v e r d a d ? S 6io

tú lo s a b e s ; n o s o t r o s n o d e b e m o s s a ­

b e r lo - ¿ N o b a s t a q u e v iv a m o s e n t u

m e m o r i a ? S e g u r a m e n t e , q u e r r í a m o s

s a b e r e i r e s u l t a d o d e l a b a t a l l a q u e l i ­

b r a m o s c o n t ig o . S é v e n c e d o r , ¡o h D io s !

E s t o e s lo e s e n c i a l . N o s o t r o s t r i u n f a ­r e m o s e n t i .

T u r e g i a h a s id o p r o d u r i r l a r a z ó n

p o r o b s c u r a s a s p i r a c io n e s a l s é r , c r e a r

g i g a n t e s c o n m i l lo n e s d e m ic ro b io s ,

h a c e r a l g o i m p o r t a n t e c o n m o s q u i to s .

T u s m e d io s so n h u m i ld e s , t a s r e s u l t a ­

d o s a l c a n z a n a l in f in i to , L a t i e r r a p e ­

s a d a , e l c ie lo m e d id o , e l á to m o á e sc rip -

t o , ¡q u é m a r a v i l l a s ! C u a n d o e l p u lg ó n

h a h e c h o s u o b r a , ¿ lo g u a r d a s t ú p a r a

l a e t e r n i d a d ? L e h a r í a s m u c h o h o n o r .

E s m á s p r o b a b le q u e v a y a á o c u p a r s u

p u e s t o e n t r e l a s m i r í a d a s d e s u s c o n ­

g é n e r e s q u e p a v i m e n t a n el in f in i to .

D e je m o s e s to s p e l ig r o s o s p e n s a m ie n ­

to s . N o c o n o c e m o s n a d a d e t u s m i r a s

s u p r e m a s . H a c e m o s p u n t o á p u n to e l

t e j i d o d e u n a t a p i c e r í a , c u y o d ib u jo no

v e m o s . A c e p te m o s e l s a l a r i o d e b u e n o s

t r a b a j a d o r e s y g a s t é m o s l o e n p a z .

Q u ie r e s la a l e g r í a d e t u s o b r e r o s , b u e n

M a e s t r o . E n e i t r a b a j o h a s o c u l t a d o e l p l a c e r .

H e m o s a d q u i r id o e l d e r e c h o d e a m a r ,

n u e s t r o t r a b a j o h a s id o p r o d u c t i v o .

H e m o s c o m p ra d o e l d e r e c h o d e a l im e n ­

t a r á n u e s t r o s h i j o s y d e a d o r n a r á

C o m o n o s o t r a s d a m o s l a v i d a , l a

a m a m o s . S í ; q u e r r í a m o s v i v i r , s e r b e ­

l l a s e t e r n a m e n t e . ¡O h , p a d r e , p e r d o n a

la c e g u e d a d d e t u s p o b r e s h i j a s ! T u s

d o n e s s o n t a n e x c e l e n t e s , q u e lo s q u e ­

r r í a m o s e t e r n o s , ¡ Q u é lo c a s s o m o s !

P e n s a m o s e n io q u e p e d im o s : o jo s q n e

c o n s e r v a n in d e f in id a m e n te s u e n c a n to ,

c a b e l lo s q a e n o b l a n q u e e n , l a b io s f r e s ­

cos d u r a n t e m ii a ñ o s . ¡O h , P a d r e , p e r ­

d o n a n u e s t r o e g o ís m o i n f a n t i l !

L a b e l l e z a q n e e n c i e r t a s h o r a s y d u ­

r a n t e a lg u n o s a ñ o s n o s d a s , e s c o s a

f r á g i l . V e r d a d e r a m e n t e , n o p o d e m o s

q u e j a r n o s . L o q u e p a s a u o e s p o r e s to

f r iv o lo . ¿ C u á l s e r á l a d i f e r e n c i a , d e n t r o

d e u n s i g lo , e n t r e l a s q u e h o y s o n b e ­

l l a s y l a s q u e lo h a n s id o ? O t r a s s e r á n

b e l l a s e n to n c e s , iu e g o p a s a r á n á s u v e z .

¿ D e q u é t i e n e q u e q u e j a r s e l a ñ o r? T ú

so lo , t ú e re s s i e m p r e e l m is m o , y t u s

a ñ o s n o d e c l in a n .

S u b o r d i n a d a s í t u s f i n e s , s e r e m o s

s i e m p r e b u e n a s , d ó c i le s y s u m is a s .

A m a r e m o s á lo s h o m b r e s y lo s s e r v i r e ­

m o s . A le j a r e m o s d e s u e s p í r i t u lo s p e n ­

s a m i e n t o s t r i s t e s ; s i e s m e n e s t e r Ie s

d i r e m o s l o c u r a s . ¿ S e r á p o s ib le q u e

q u i e r a s la t r i s t e z a d e t n s c r i a t u r a s ?

N o , n o . ¡O h , C r e a d o r m i s t e r io s o ! S i t u

d e s ig n io f u e r a s o m b r ío , ¿ p o r q u é h a ­

b r í a s o c u l t a d o l a a l e g r í a e n n u e s t r o

s e n o ?

' L a s m a d re s s o la s }

N n e s i r a p a r t e d e d o lo r n o s e s q u e r i ­

d a . D o lo r , v o l u p t u o s i d a d , ¿ q u ié n d i r á

dónde c o n c lu y e e i u n o , d ó n d e c o m ie n z a

!a o t r a ? E l m o m e n to s a n t o d e l a n a t n -

Page 37: SOPHJA - IAPSOP

DOBLE PLEGARIA. 33

r a l e z a e s a q u e l e n q u e s e o b e d e c e s in

s a b e r á q u é , e n q u e se a m a s in s a b e r á

1908 j

n u e s t r a s c o m p a ñ e r a s c o n p o b r e s g a l a s

q u e b a s t a n á h a c e r l a s b e l l a s . G r a c i a s

p o r e l d o n q u e n o s h a s c o n f e r id o d e h a ­

c e r l a s f e c u n d a s . ¡O h , D io s ! ¿ Q u é i m ­

p o r t a s e r r i c o ? ¿ G o z a n lo s r i c o s m á s

q u e n o s o t r o s d e l a s d e l i c ia s q u e h a s

p u e s t o e n l a s f u e n te s d e l a v id a ?

( L o s ho m b re s se c a lla n d u ra n te esta

e stro fa .)

q u ié n . T u s s a n t a s l e y e s , ¡o h D io s ! , la s

o b s e r v a m o s . T u s m a n d a m ie n to s s e r á n

s i e m p r e l a r e g l a d e n u e s t r a v id a .

( L a s d o n c e lla s.)

Q u e r e m o s t u s a n t a l e y . J a m á s t r a t a ­

r e m o s d e c o m p r e n d e r lo q u e h a s q u e r i ­

d o o c u l t a r . A m a m o s ¡ a v e n d a q u e n o s '

c u b r e lo s o jo s . J a m á s c r e e r e m o s q u e

e l r o z a r d e a l a s q u e s e n t i m o s p o r m o ­

m e n to s n o v e n g a d e l c ie lo . H a r e m o s

c o m o h i c i e r o n n u e s t r a s m a d r e s . N u e s ­

t r o s p a d r e s y n u e s t r o s h e r m a n o s e s t a ­

r á n o r g u l l o s o s d e n o s o t r a s .

S í ; t u s m a n d a m ie n t o s , ¡ o h D io s ! ,

e s e s m a n d a m i e n t o s e l a b o r a d o s e n l a s

p r o f u n d id a d e s d e t u s s a n t u a r i o s , y q u e

n o s s o n t r a n s m i t i d o s p o r l a v o z d e l a

h u m a n i d a d s a n a , lo s r e s p e t a r e m o s , lo s

s e g u i r e m o s . J a m á s j u g a r e m o s c o n el

a m o r ; r o m p e r e m o s lo s h o r r i b l e s i r a s -

q u i t o s a d o r n a d o s d e c in t a s e n q u e s e

vende e l e l i x i r d e l a s f lo r e s d e l m a l .

J a m á s h a r e m o s t r a i c i ó n á l a m u je r

q u e , e n c i e r t o m o m e n to , n o h a te n id o

s e c r e t o p a r a n o s o t r o s . J a m á s a b a n d o ­

n a r e m o s a l h i j o q u e n o s d e h e l a v id a ,

N o s d e c l a r a r e m o s d e u d o r e s r e s p e c t o d e

él, n o d e l a r i q u e z a , p e r o s í d e l a d i r é c-

táén i n i c i a l h a c i a l a v id a y e l b i e n .

, / . mu j e r e s se c a lla n d u ra n te esta

e s tro fa . C a si todas l lo ra n , ¡

E n p ie a n t e tu m a j e s t a d s e r e m o s

s ie m p r e t u s h i j o s r e s p e t u o s o s , i g u a l e s

entre n o s o t r o s c o m o lo s o m o s a n t e t i .

T e a g r a d e c e m o s l a v id a q u e n o s h a

sido d a d a , y n o t e m e m o s n a d a l a m u e r ­

te, l i b r e s c o m o e s ta m o s d e l a h o r r i b l e

idea d e q u e , d e s p u é s d e t e n e r t a n t a s

p r u e b a s d u r a n t e l a v i d a , p a s a r l a s t u

eternidad e n a t o r m e n t a r n o s . E l p o r v e -

‘U ir v e r á m e jo r e s d í a s q u e lo s n u e s t r o s ,

c o m o , e n n u e s t r a e d a d , h e m o s s id o m á s

D e r o d i l l a s a n t e l a b o n d a d , s e r e m o s

s i e m p r e t u s h i j a s o b e d i e n t e s . L o q u e

e x i j a n t u s d e s i g n i o s , lo c u m p l i r e m o s

c o n c o ra z ó n h u m i ld e . L a c r i a t u r a q n e

t u s o p lo e n c i e n d a e n n u e s t r a s e n t r a ñ a s ,

n o s s e r á t a n q u e r id a c o m o n o s o t r a s

m is m a s . A b d ic a m o s e t e r n a m e n t e to d o

p e n s a m ie n to v i r i l . S a b ie n d o q u e lo q u e

a g r a d a e n n o s o t r a s e s t ú m is m o , n u e s ­

t r o ú n ic o p e n s a m ie n to s e r á a g r a d a r t e .

C u l t i v a r e m o s n u e s t r a b e l l e z a , q u e r i d a

Page 38: SOPHJA - IAPSOP

34

f a v o r e c id o s q u e n u e s t r o s p a d r e s . P e r o

c a d a u n o d e n o s o t r o s e s i n s e p a r a b l e d e l

e s t a d o d e l D n iv e r s o e n e l m o m e n to e u

q u e h a a p a r e c id o . ¡D ic h o s o e l q u e , e n

l a r e v i s t a d e f i n i t i v a , s e e n c u e n t r e d e l

l a d o d e io s q u e h a n c o m b a t id o p o r l a

v e r d a d y e l b ie n j

f E n e r o

p o r t i ; y , a s o c i á n d o la i n d e f in id a m e n te

á l a i d e a d e v i r t u d , a s e g u r a r e m o s , p o r

e l e n c a n to q u e s e e x h a l a d e n o s o t r a s ,

e l t r i u n f o d e l b ie n .

Hit tiesto

£0*1*1 A

m o o im ie n T o T e o s ó F ie o

° B * a * n t ! dC a " ” ,e R e c i e n t e m e n t e n u e s t r o P r e s id e n t e , m is t r e s

A n n i e B e s a n t , h a p u b l ic a d o u n i n t e r e s a n t e

t r a b a j o s o b r e H. P. B . y los Maestros de la Sabiduría, q u e m e ­

r e c e s e r c o n o c id o d e e u a n t o s c o n s a g r a n a l g o m á s q u e u n a m e r a

a t e n c i ó n á l a m a r c h a d e lo s e s t u d io s t e o s ó f ic o s .

A t e n d i e n d o á e s t o , y a l d e b e r d e i n f o r m a c ió n q u e t e n e m o s

p a r a n u e s t r o s l e c t o r e s , é n b r e v e a p a r e c e r á e n e s t a s p á g in a s

u n a v e r s i ó n e s p a ñ o la d e t a n i n t e r e s a n t e t r a b a j o .

E l t e m a e s d e v e r d a d e r a a c t u a l i d a d , y e s t á t r a t a d o c o m o

s a b e h a c e r l o n u e s t r o P r e s i d e n t e .

U n a i n i c i a c i ó n d e l m is m o es l a h e r m o s a a lo c u c ió n q u e d i r i ­

g i ó á lo a n o r t e a m e r ic a n o s e n l a c o n v e n c ió n q u e c e l e b r ó i a S e c ­

c ió n A m e r i c a n a e n S e p t i e m b r e p a s a d o , y q u e o f r e c e r e m o s t a m ­

b ié n p a r a m a y o r i n t e l i g e n c i a d e l e x c e l e n t e t r a b a jo .

Las revistas. E l Tkeosophist d e l a I n d i a ( A d y a r - M a d r a s ) p u ­

b l i c a u n c u r i o s ís im o t r a b a j o d e H r s . A n n i e B e s a n t Sobre el va­lor de la felicidad, r e c o m e n d a b le p a r a lo s q u e i m a g i n a n e q u iv o ­

c a d a m e n t e q u e l a t o r t u r a , e l s u f r i m ie n t o , l a m a e e r a c ió n y lo s

t o r m e n t o s i n ú t i l e s s o n lo s ú n ic o s c a m in o s d e p e r f e c c i ó n . E s d e

u n g r a n v a lo r e l p r e c io s o t r a b a j o E l mundo swper físico y la gno- sis, d e b id o á l a p lu m a d e R o d o l f o S t e i n e r , u n o d e lo s t e ó s o f o s

a le m a n e s m á s j u s t a m e n t e r e p u t a d o s . The Theosophical Review, d e L o n d r e s , q u e e d i t a e l m e r i t i s i m o G . R . £>, M e a d , i n s e r t a u n

a r t í c u l o d e L i l i a n E d g e r Sobre el tercer objeto de la Sociedad Teosó/tca, q u e h a d e s e r m u y c o m e n t a d o y d is c u t id o p o r lo s e s ­

t u d i a n t e s t e o s o f is t a s . E n The Rew Zealand Iheosophical Maga- zine, W . M e l v i l l e R e w t o n p r o s i g u e s o b r e lo s Cambios progresi­vos en la concepción cristiana.

N u e s t r o q u e r id o c o l e g a Theo&ophia, d e A m s t e r d a m , p u b l i c a ,

e n t r e o t r o s t r a b a j o s , t o d o s d e r e l e v a n t e i n t e r é s , u n o d e D . D ie -

Page 39: SOPHJA - IAPSOP

BIBLIOGRAFÍA 351 9 0 8 ]

phuis sobre L a idea del Cristo según Swedenborg, que es digno de tenerse en euenta para el estudio del célebre y poco estudia­do m ístico sueco.

Eewe Metaphysche Rundschan, de B erlín , que d irige Pablo Zillm an, el gran cam peón teosofista, publica en su ultim o nu­mero del año un trabajo de S. von. "Werth sobre E l Alkaest, que es un m agnífico com entario á unas frases de E nriqu e Cornelio A g rip p a, que la eiencia contem poránea, en manos del fallecido Lord K e lv in y del célebre íta m sa y , tra ta n de justificar.

La Sección en- L a Revista Teosófica, de Cuba, publica la b" ““ ' siguiente orden ejecutiva , que m erece cono­cerse de cuantos se interesan por el m ovim iento de la Sociedad Teosófica en todo el mundo:

tE u Junio de 1895, el difunto P residente fundador se vió obligado, durante las dificultades causadas por la sucesión de laS. T . de la m ayoría de las Ram as de la Sección A m ericana, a cancelar todas las cartas y diplom as expedidos á quienes acep­taron como válida el A c ta de Sucesión, y , por consiguiente, a rehusar la adm isión en la S. T . á todos los miembros de Socie­dades que tomaron parte en esta Sucesión. L a lib ertad de los miembros de la S. T . de ser miembros de cualquiera otra So­ciedad fue por esto restringida, L a s dificultades referidas han desaparecido hace largo tiem po, y los miembros quedan en el goce de su com pleta libertad de unirse ó ingresar en cualquiera otra Sociedad á que deseen pertenecer. L a A sociación á cual­quiera otra Sociedad cesa, desde la presente, de ser un obs­táculo para pertenecer á la S. T .— Annie Besant, P residen te de la Sociedad Teosófica.» * *

B I B L I O G R A F Í A

■ T ran saction s o í t h o recend annual C on gress oí the federatlon oí european section s of the Theosophical Society. - L on don, 1907.

1 v o l u m e n .

E sta m agnífica publicación consagrada á los trabajos y Me­morias presentados en el segundo Congreso teosofico celebrado en Londres, contiene una adm irable reseña del mismo y la ma-

Page 40: SOPHJA - IAPSOP

3^ 2 O •I* I A [E nero

y o n a de los trabajos ofrecidos, entre los que merecen meneión especial los siguientes:

E l discurso presidencial de M r s . A n n i e B e s a n t .— L a M em oria del secretario del Congreso, nuestro querido herm ano, J u a n

V a n M a n e n .— L a gnosis del pasado y la teosofía del presente, de G . R . S . M e a d .— L a doctrina cristian a ta l como la yen los m ísticos, por W . F . C o bb .— F ran cisco Ba^on y «La N uera A t- lántida», por H a r o ld o B a y le y . — L a filosofía del esplritualism o, por E . W a k e C o o k .— E spíritus viejo y nuevo, por E d . S p e n c e r .

Derecho y D eber, por el comandante A . C o u r m e s ,— E nsayo so­bre la igualdad, por L u í s R e v e l .— Uno de los usos del altruism o, por E d g , L o a m . — N ota sobre los gunas, por G . C h e v r ie r .—- «H áztete», por P. N . S in J ia .— L a religión de nuestros antepasa­dos, por A . V o n U lr ic h .— N ota sobre algunos m ísticos ingleses (R icardo R olle , "W&lther H ilton, L a ly Julian a, E nrique More, Juan N orria, B enjam ín W hieh cote, N ataniel C nlverw ell, R a lf Cudw orth, José G lan vil, Jo rg e B erk eley , "WiUiam L a w y S, J a y le r Coleridge), por L. M . B ró te m e .

E n los trabajos filosóficos aparecen:L as bases ocultas de la obra de G oethe, por R o d o lfo S te in e r .

E nsayo sobre un estudio del sentim iento de la realidad, por L . D e s a i n t .— D iagram as analógicos, por A . W — Instinto y con­ciencia, por P. E . B e r n a r d .— E l biperespacio y su experiencia, por L . D e s a in t .—-Notas sobre la cuarta dimensión, por W , J . L .

E videncia fís ica sobre los atlantes, P, L u n d . — Reencarnación y K arm a, por W . C . W o r s d e l l — A stro log ía moderna, por A U a n te o ,

D efensa del esplritualism o, M . R u s s e l l — h e . capacidad vitrato- ria, clave de la personalidad, por C . H . H . F r a n k l i n .— L e , inspi­ración artística , por M . F o T d h a m .— E l m oderno m ovim iento sim bolista, por J A llia n L l o y d .— E spíritus: visible é invisible, por A . ]V. W a d d in g íe n . -La Sociedad Teosófica y la M úsica, por E d . M a r y o n .— E nsayo sobre el poder educador de la m úsica, por A . A n d r é - G e d a lg e .— E 1 arte como factor de la evolución aním ica, por C . T i n a r a j a d a s a .— h e . m úsica como factor de la evolución, por A . M . A l e j a n d r e .— -Relación entre la Sociedad Teosófica y el m ovim iento teosofico, por I . H o o p e r .-— U n argum ento p a ra la mejor práctica de la sabiduría entre los teosofistas, por C a ta lin a

W e lle r .— Sobre la educación de los niños, por E . J . L a u d e r —

A lgunos peligros extensos en el m ovim iento del «Nuevo pensa­miento», por J. B . M e . G o v e r n .— T ribu to al instructor N. F . B .,

Page 41: SOPHJA - IAPSOP

BIBLIOGRAFÍA 371908]

por F . T . S — Las condiciones para las investigaciones de lo oculto, por A n n ie B e s a n t .

E ste índice, casi ín tegro, es la mejor recom endación que po­demos hacer á nuestro lectores de tan interesante obra.

i?, n.

Annie B esan t. — El hombre y sus cuerpos-—(Biblioteca Orientalista).—R. May- nadé. -Princesa, 14, Barcelona, 1907.—1 vol. —1,5 o pesetas.

Los trabajos que constituyen e) presente volum en de nuestro actual Presidente de la Sociedad Teosofica, han venido a ser clásicos, y se volverá sobre ellos indefectiblem ente siem pre que se quiera no sólo adquirir una noción sobre la más a lta psicolo­g ía del individuo, sino principalm ente cuando se pretenda tener un saber m ás sólido y documentado sobre el particular.

Con la publicación de esta obra la B ib lio te c a O r ie n t a lis ta sa­tisface a l mismo tiem po el deber que se ha impuesto de difun­dir los escritos de la ilustre escritora, y el de poner al alcance de la m ayoría un copioso caudal de sabiduría y de enseñanza.

u . a.

B . W . L e a d b e a te r . — 'Troteetores invisibles. — (Biblioteca Orientalista. —R.May nadé.—Princesa, 1 4 , Barcelona, 1907. — 1 vol. — 2,5o pesetas.

Con este títu lo se dan tres interesantes trabajos del rep uta­do escritor C. W . L eadbeater. Los P r o te c to r e s in v is ib le s , ad­m irablem ente vertida al castellano por D. Federico Climen; la célebre conferencia sobre L o s A n g e le s c u s to d io s y el precioso artículo E n e l c r e p ú s c u lo .

Son sobradam ente conocidas la ciencia y la eom petenoia deC. W . Leadbeater en esta clase de trabajos, y no hemos de reco­mendar nosotros un trabajo que y a se recom ienda por sí mismo, pues la firma de su autor es bastante y suficiente g aran tía para el público á quien más que recom endar, anunciam os la versión que ha publicado la in fa tig ab le y trabajadora B ib lio te c a O r ie n ­

ta lis ta . u ts.

a . Bonilla San Martín. — Archipo de la historia de la filosofía (>.° año).— ■ Madrid, 1 9 0 7 , 3,5o. Un volumen.

E ste segundo fascículo del A r c h iv o d e la h is to r ia d e la f ilo s o ­

f í a , que publica el Sr. B onilla San M artín , C atedrático de la

Page 42: SOPHJA - IAPSOP

3? £ O <S> l K [ E n e r o

mism a asign atu ra en nuestra U niversidad de M adrid, merece nuevam ente nuestros elogios, que no son, en verdad, un favor, smo el reconocim iento que se debe á una labor digna del m ayor estím ulo.

U l estudio de D . Juan E leizaíd e sobre la id e a d e l e s p ír i t u se­gún Homero, está adm irablem ente hecho, y en otro am biente, si no más in telectu al, sí más interesado en los grandes proble­mas de la ciencia, m erecería el m ayor elogio, sería objeto de un estudio y prom overía algu n a controversia. B reve y sencillo, resulta un m agnífico estudio digno de leerse y de m editarse. T iene además la ventaja de ser un verdadero estudio, y des­pués de leerlo, el lector queda colocado en el punto que debe de ponerse el que ha de ju z g a r . E l trab ajo de X e n o fa n e s d e Kobo-

f o n , de G onzález R eviriego y el estudio sobre L o s c ín ic o s en L u ­

c ia n o d e S a m ó s a ta , del Sr. M artínez G arcía , testifican tanto el valer de sus autores como el excelente método de enseñanza bajo el cual han sido concebidos y escritos.

L a obra que hace el Sr. B on illa San M artín podrá no ser apreciada por quien debe estim aría como se debe, pero no es obra perdida, y á ella habrá de acudirse cuando queramos h a­cer, no una historia del pensam iento nacional, sino sen cilla­m ente una nota de nuestra actividad in telectu al. E sta obra de m é r it o e s seguro que no se consignará como tal entre quien debe consignarse, Im porta poco. Los discípulos que proporcio­nan otros profesores no los conocemos por ninguna obra. Los que forma este maestro, ah í están para que sean ju zgad os.

H- o .

W. James. — Fases del sentimiento religioso.— (Biblioteca de ciencias filosóficas y experimentales. B arce lon a, C arbonell y E steva .) T o m o I.

L a acreditada casa editorial de los Sres. Carbonell y E stev a , de B arcelona, acaba de poner á la venta el primer tomo del no­tabilísim o libro F a s e s d e l s e n tim ie n to r e lig io s o , del insigne psi­cólogo W illiam J a m e s , profesor de F ilo so fía de la U niversidad de H arw ard.

E l famoso p u b licista yan q ui, g loria de la ciencia am ericana hace en esta prim era parte de la obra un estudio com pletísim o y documentado de la esencia y m odalidades del sentim iento re­ligioso, y expone su posición especial a l considerar el proceso

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genético de lo que algunos psicólogos han llam ado el im p erati­vo cordial.

A l estudiar los individuos norm ales, equilibrados, penetra en la selva obscura y lab erín tica del alm a enferm a, del dualis­mo de la personalidad y la d isgregación del yo. E stas m orbosi­dades del esp íritu se curan m ediante la reversión y unificación del ego integralm en te considerado. Los resultados positivos para la vida, de las conversiones fe lices, los exam ina en los capítulos consagrados á exponer las condiciones y el valor de la santidad; y antes de deducir sus conclusiones filosóficas se ocupa extensa­m ente de los deliquios de los m ísticos.

Según Jam es, los experim entos religiosos tan sólo atestiguan de modo inequívoco que el ser humano puede com unicarse con algo más grande y perfecto que el sujeto mismo, y que en dicha unión se asciende á una esfera en la cual reina la paz y se halla el contento in terior y el supremo goee para el espíritu anhelan­te. L a F ilo sofía contem poránea con su aspiración ¿ la unidad y el m isticism o con su tendencia m onoteísta, «rebosan el lím ite* é identifican aquel algo con un Dios único, alm a universal. Y al proponerse sintetizar su criterio form ula su profesión de fe: afirm ando la existencia de un yo subconsciente que denomina süblimal, interm edio entre la n aturaleza y la razón más elevada ó sea D ios, cuya eficiencia produce efectos reales en el U n iv e rso .

L a publicación de este prim er tomo de la obra de Jam es, al cual seguirán en breve los dos restantes, supone un laudable esfuerzo editorial llevado á cabo con acierto por los Sres. Car­bonell y E steva, en su «B iblioteca de Ciencias Filosóficas y E x ­perim entales», que recientem ente comenzó a ver la luz publica con las de Popper y S erg i, E l derecho á vivir y el deber de morir y La Psiquis en los fenómenos de la vida.

Hem os de hacer una pequeña observación a la traducción que ha hecho el Sr. D om enge M ir, que creemos es una errata. E n la p ág. 37, dice: «En la autobiografía de aquella m ujer de alm a tan grande, que se llamó A n n ie B esan t...» D e todos es sabido que esta señora, que se llama A unie B esan t, vive aún, y que es la actual Presiden ta de la Sociedad Teosofica.

Y la observación la hacem os más para nuestros lectores, á quienes puede extrañ ar, que para el distinguido traductor que ha de subsanarla dfesde luego en los tomos sucesivos de esta obra, que merece ser leída y recom endarse su lectura.

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4o £ 0 4 » ik IE fjero

Lafcadio H earn,■— Kokoro. -T ra d u cc ión de Julián Besteíro, — i vol* Biblio- teca científ ico-filosófica.— D. Jorro, Madrid , 1907.

No hace mucho hemos ofrecido á nuestros lectores un cap i­tulo, aeaso el más precioso de este in teresante libro, que ha sido recientem ente traducido al castellano por uno de los pro­fesores más estudiosos y modestos de nuestra enseñanza oficial.

L afcad io H earn en este libro nos dice del Japón más cosas y mejores que cuantas han sum inistrado los escritores amenos, pero nada profundos. L as inform aciones del escritor in glés están adm irablem ente hechas, y dan una n oticia m uy exacta de la m entalidad y de la psicología del pueblo del sol naciente, que unos rebajan sin consideración a lgu n a y otros exaltan como el tipo ideal al que ha de lleg a r la especie.

L a versión está m uy bien hecha, cuidada y presentada con verdadero a m o r e . JEs un libro op ortun o, ú til y necesario entre nosotros para una noción más exacta y verdadera de un gran pueblo que está llam ado é realizar grandes destinos.

Hd.

La muerte.—L a muerto es, como el nacim iento, un m isterio de la

naturaleza. Los mismos elementos que se combinan de nn lado se d i­

suelven de otro en los mismos principios.Marco-Aurelio.

La vida.— E l número de mis nacimientos y de mis muertes no pue­

de compararse sino al de los astros y a l de los planetas de todo el U n i­

verso. No se podrían contar los cuerpos que he tenido, y yo mismo no

puedo enunciar las renovaciones y destrucciones del cielo y de la tierra

á que he asistido.E l Buddha.

Artes Gráficas. J. Palacios* Arenal, ¡2f7.