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ORGANIZACIÓN GONAWINDÚA TAYRONA Pueblos Kogui, Wiwa y Arhuaco Sierra Nevada de Santa Marta REVISTA ZHIGONESHI DIRECTOR José de los Santos Sauna Cabildo Gobernador COORDINADOR EDITORIAL Cayetano Torres CONSEJO EDITORIAL Roberto Mojica Mariano Sauna Silvestre Gil Zarabata Saúl Gil Amado Villafaña Benjamín Ortiz CONSEJO ASESOR Margarita Villafañe Administradora Resguardo Arhuaco Marcelino Torres Coordinador Educación OGT Jorge Nuvita Coordinador Tierras OGT DISEÑO Milton Ruiz IMPRESIÓN ALVI Impresores S.A.S. Casa Indígena de Santa Marta Carrera 19A No. 23-05 Noviembre de 2012 Todos los derechos reservados. Fragmentos de los textos o fotografías aqui impresos pueden ser reproducidos previa autorización de la OGT

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ORGANIZACIÓN GONAWINDÚA TAYRONAPueblos Kogui, Wiwa y ArhuacoSierra Nevada de Santa Marta

REVISTA ZHIGONESHI

DIRECTORJosé de los Santos Sauna

Cabildo Gobernador

COORDINADOR EDITORIALCayetano Torres

CONSEJO EDITORIALRoberto MojicaMariano Sauna

Silvestre Gil ZarabataSaúl Gil

Amado VillafañaBenjamín Ortiz

CONSEJO ASESOR

Margarita VillafañeAdministradora

Resguardo Arhuaco

Marcelino TorresCoordinador Educación OGT

Jorge NuvitaCoordinador Tierras OGT

DISEÑOMilton Ruiz

IMPRESIÓNALVI Impresores S.A.S.

Casa Indígena de Santa MartaCarrera 19A No. 23-05

Noviembre de 2012

Todos los derechos reservados.Fragmentos de los textos o fotografías aqui impresos

pueden ser reproducidos previa autorización de la OGT

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Contenido

3 editorial

5 la importanCia de la ConservaCión ambiental de la sierra nevada de santa marta

9 las paradojas del desarrollo eConómiCo, soCial y ambiental frente a los dereChos fundamentales de los pueblos indígenas - snsm

13 detrás de la sombra de puerto brisa: ¿desarrollo y paz?

18 los pueblos indígenas en los esCenarios de verdad, justiCia y reparaCión integral

21 de la Confianza y la buena fe Como marCo para el relaCionamiento instituCional

25 la identidad de la Cultura arhuaCa frente a los dilemas externos

28 mi experienCia durante la Cátedra “pensamiento indígena Contemporáneo: nuestra voz en nuestra propia voz”

30 de la aCademia a la realidad: salida de Campo a KanKawarwa “pueblo talanquera”

33 Percepción y perspectivas en torno al desarrollo del Seminario “diálogo interCultural haCia el pluralismo jurídiCo igualitario”

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Antes, en el principio de nuestros orígenes, el contexto universal permaneció invi-sible. Desde aquel entonces, la palabra ancestral de los pueblos indígenas de la SNSM describe el aquí y el ahora de sus principios, aquel primer mundo de existencia deno-minado “sein zare”, cuando todo se mantenía en una indescriptible célula universal de vida y existencia. El sol, la luna, las estrellas, la fauna, la flora, los pueblos indígenas, se mantenían sólo en estado de armonía del pensamiento y el espíritu. Es inconcebible que desde otra concepción idio-mática se diga, o hasta se afirme, que todo estaba oscuro, pues, el concepto materialista no alcanza traducir lo que fue aquella transformación ni lo que en el tiempo han sido los ciclos consecuentes de la vida integral del mundo. Las lenguas modernas tampoco tienen alma ni espíritu para interpretar cómo fue aquella primera estructura intangi-ble del universo, no saben cómo expresar ni qué significa aquel primer estado del mundo “sein zare”, que recrea incesante el trasegar de la palabra originaria de la SNSM.

Todavía, a pesar de la adversidad doctrinaria y normativa de la modernidad, las culturas de los pueblos indígenas de la SNSM, aún perviven bajo la orientación y la ense-ñanza que imparten los Mamo que velan por el Corazón del Mundo. La concepción de la integralidad del territorio

ancestral encarna en profun-didad, el sentido y la razón natural que poseen los Mamo, esa condición de aprendizaje inherente en ello, de poseer el carácter de ser legítimas autoridades ambientales ancestrales, instituidas desde el Mandato de sus códigos naturales que provienen desde mucho antes de que el hombre “inventara” el papel, la letra y el número de la gran civilización mundial.

Invocar diversas opiniones es una necesidad en esta edición,

es abrir otras ventanas de diálogo intercultural de ZHIGO-NESHI, exige volcar otros horizontes en búsqueda del sol de justicia y paz al interior del pensamiento y el espíritu humano. La concurrencia de experiencias y conocimien-tos constituyen fuentes pedagógicas, que iluminan otros senderos y otros escenarios de análisis y reflexión entre mundos distintos; esas fraternas miradas ofrecen im-portantes elementos a la curiosidad académica, social y política, reporta lluvias de fe y esperanzas, que enarbolan voluntades que escuchan y aprenden de cerca una reali-dad de un pasado en presente, cuando se atreven indagar y preguntar, qué son efectivamente las culturas indígenas de la SNSM.

Gestar hoy espacios de diálogo intercultural es mirar el contexto del pensum académico frente a la grandeza

editorial

Laguna Sagrada - Sierra Nevada de Santa Marta

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empírica de la cultura, implica la construcción de procesos sociales que, sin lugar a titubeos conceptuales, obliga a generar metodologías consecuentes que motiva a las ins-tituciones, públicas y privadas, a los individuos interesados en el ámbito de sus convicciones con el entorno natural, a que promuevan a revivir y enriquecer el gran espejo re-trospectivo frente a la realidad social y cultural de la SNSM y del Caribe Colombiano.

Únicamente una primera lectura de convicciones y expec-tativas distintas es, relativamente insuficiente para iniciar esta primera puntada del saber y el conocimiento integral de las culturas de Colombia y el mundo. Es posible lograr la meta planteada, cuando miras con cuidado la profundi-dad inserta en los componentes culturales de los pueblos indígenas, cuando entiendes que la esencia de las culturas milenarias irradia pureza, serenidad y tranquilidad espi-ritual, y que alcanzada esta mirada, permite identificar la implicancia del plano físico, en su justa y limitada frontera transitoria.

No solamente los indígenas son responsables en la obser-vancia de los parámetros que garantizan la permanencia de la vida hídrica, y ambiental del planeta y la humanidad. Todo ser que respira está bajo la bondad del Mandato, de aquel sistema de ordenamiento ancestral que funda la aplicación de la Ley de Origen, cuya misión propende por el nacimiento, crecimiento y progresión del pensamiento y el espíritu. La concepción indígena refleja la cosmogonía de ser distintos ante la velocidad englobante. A esta altura de “modernas transformaciones” no es aceptable que a los principios del mundo indígena se les mire como un pensamiento retrógrado, pero sí, de quien el afán externo se ufana en acomodarlos en sus discursos románticos, en sus investigaciones academicistas que tanto respetan, que hasta llegan a pregonar un “turismo espiritualista”, que pisotean el espíritu territorial de la SNSM.

Diariamente pienso, así como vemos el sol cada día, es sentir cómo la sed cotidiana hace insustituible la pre-sencia del agua en cada instante; igualmente veo que es imposible despojarnos de la necesidad de consumir la va-riedad de frutos que ofrecen la madre naturaleza, y sabe-dor que de estos elementos se recrea incesante la vida y la permanencia humana. Entiendo que la dimensión de la bondad natural del aire, el agua, el sol, etc., no evidencian barreras que discrimine o excluya a nadie. En mi condición

de un beneficiario más en este planeta me pregunto, ¿son ellos los verdaderos y legítimos órganos de justicia y paz?

Indiscutible que mi pregunta reproduzca otros interro-gantes afines, pero que contribuyan a la edificación de aquel marco ideal de entendimiento y respeto intercultu-ral, cuya significancia inserte los elementos esenciales que fortalezca el coraje espiritual para ser cautos en aquellos escenarios de “diálogos de sordos” que la cotidianidad humana conlleva. No solamente hay que pensar ascender por encima del otro, igualmente, es edificante poseer la actitud protagónica en humildad, para descender desde las ramas, el tallo y hasta las raíces de la problemática que sea, que allí marcan tanto la identidad cultural de pueblos originarios como la identidad de la utopía de la desigual-dad y la exclusión social mundial.

Word, significa “palabra” y Web “red informática” en inglés, éstos ejercicios elementales evidencian precisamente lo que hago en esta página. En términos de la pedagogía so-cial significa, que la visión indígena no estigmatiza la im-portancia y la utilidad real de las cosas, siempre que desde lo más ínfimo hasta lo más alto del concepto intercultural, lo que hago respete y desarrolle la comprensión y el uso adecuado para la sustentabilidad de mis raíces ancestra-les. De manera que voy entendiendo hasta dónde y desde dónde, un vocablo extranjero no tanto para uno “amarrar-se” en el concepto sino, cómo en la aplicación responsable del “instrumento adquirido” puede ofrecer escenarios de justicia y paz dentro de la diversidad de componentes que poseen entre mundos distintos.

“A ustedes gracias, pueblos indígenas del Caribe Colombiano, el escenario de la Universidad del Norte de Barranquilla y la GIZ quedó impactado con sus palabras y su presencia…”. “Y su metáfora sobre los árboles me encantó porque hoy y ayer, bebí agua fresca de sabiduría y conocimientos de los pueblos indígenas. Gracias por alimentar mi ser humano, ne-cesitado de aprender y conocer mucho cada día. Los extraño mucho, pronto volveremos a vernos…”.

Zeneida López- uninorte y Gloria Bernal- ProFis

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La importancia de La conservación ambientaL de La

sierra nevada de santa marta

fundamento para la ConstruCCión de justiCia y paz

Por Yanelia Mestre, Ing. AmbientalCon el apoyo de Mario Avellaneda, Biólogo

CONTEXTO SIERRA NEVADA

La Sierra Nevada de Santa Marta es uno de los ecosistemas más complejos y poco estudiados a profundidad. En in-numerables escritos institucionales, académicos y científicos se expresa sobre su importante diversidad biológica y cultural pero en general, todos dicen básicamente lo mismo, que es valioso, único, especial, y que hay que conservarlo.

Pero no se han hecho muchos esfuerzos por conocer realmente lo que guarda el macizo montañoso en su interior. Por un lado, eso en sí mismo puede significar una amenaza porque cuando el hombre conoce una riqueza la quiere explotar y volverla negocio, dinero; pero, por otro lado, si no se conoce, poco se valora, no se le da la importancia de proteger y conservar.

El viento es el que limpia los cerros, riega las semillas y cuando comunicamos estamos regando ese viento, estamos regando semillas que serán las cosechas del mañana.

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Para formular propuestas de conservación de la gran montaña sagrada acordes con su realidad ambiental y cultural, es igualmente necesario explorar un poco más su valor dentro de las categorías de su formación geológica (de la cual hay varias teorías), de su posición en la tierra y

en Colombia; su variedad de climas y ecosistemas, como productora y fuente de agua del litoral Caribe, por la cantidad de especies de flora y fauna con gran riqueza de endemismos con la que cuenta, y acercarse al pensamien-to de las culturas indígenas que en ella habitan.

Cuenca del río Santa Clara. Foto: Yanelia Mestre

IMPORTANCIA AMBIENTAL En resumen, y en términos del biólogo Mario Avellaneda, experto conocedor de esta realidad, la importancia am-biental de la Sierra Nevada radica en que:“Es el espacio geográfico que presenta las mayores alti-tudes de nuestro territorio, la conformación de su relieve le da la forma de una pirámide de base triangular cuyo flanco norte limita con el mar Caribe, su flanco occidental con el Valle del Magdalena y su flanco oriental con los valles de los rio Cesar y Ranchería.

El núcleo central del macizo geológicamente corresponde a la formación precámbrica cuyas rocas alcanzan una edad cercana a los mil millones de años, es la unidad geográfica más antigua del país y desde el punto de vista de su impor-tancia en el corredor tropical, se constituye en el macizo más alto cerca al mar en todo el trópico del mundo.

Las distintas unidades geológicas que se presentan en el macizo, desde las del precámbrico hasta las más recientes aunadas a la diversidad microclimática que se expresa por las características geomorfológicas, han permitido que se expresen de la misma manera, una multiplicidad de mi-crosistemas biológicos sobre su superficie que van desde los matorrales secos, xerofíticos y sub xerofíticos en las partes más bajas, hasta los pajonales y matorrales enanos del paramo y superpáramo, pasando por la diversidad de

microsistemas de bosque húmedo tropical, bosque de sel-va subandina húmedo y seco y de selva Andina y bosques y matorrales alto andinos, que resumen en síntesis la gran diversidad de los ecosistemas colombianos.

A la diversidad de ecosistemas se integra una gran diver-sidad de especies vegetales y animales que hoy repre-senta para Colombia uno de los lugares con especies más diversos del país.

Su integración histórica con el Escudo Guyanés, con la llanura Caribe y con la región Andina, y su aislamiento como macizo geográficamente han derivado en que en su territorio se expresen endemismos de especies vegetales y animales, que apenas estamos empezando a conocer en su verdadera dimensión e importancia.

Los trabajos adelantados hasta el presente están señalan-do que hoy la Sierra Nevada se constituye en una de las más importantes regiones de diversidad alfa (diversidad de géneros botánicos), de la zona del trópico húmedo.

Las cuatro culturas de los pueblos Kággaba, Arhuaco, Wiwa y Kankuamo ancestralmente vinculados a este terri-torio, han determinado acumulados de conocimiento que hoy ante la crisis ambiental global aportan importantes paradigmas, en el manejo de mayor equilibrio y sustenta-

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bilidad en las relaciones de la sociedad con la naturaleza, y es ésta la mayor importancia ambiental de este territorio que a pesar de las dinámicas de presión ejercida por la acción colonizadora, que ha dejado tras de sí reducciones significativas de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas, sigue ofreciendo a más de la biodiversidad activos ambientales como el agua, de la cual derivan sus posibilidades de desarrollo más de dos millones de perso-nas ubicadas en los planos aluviales de los ríos que nacen en la Sierra Nevada de Santa Marta.

La estrategia de conservación debe estar inexorablemente ligada a garantizar la existencia de los pueblos ancestrales de la sierra y de sus culturas, no sólo reconociendo la integra-lidad del territorio ancestral, sino mejorando las condicio-nes de vida de las comunidades indígenas como caminos seguros en la perspectiva de la sustentabilidad estratégica no sólo de la Sierra sino de las comunidades humanas que se integran a los beneficios derivados de este territorio”.

Mario Avellaneda

APORTE DE LAS CULTURAS INDÍGENAS Ante esta realidad de importancia ambiental, es esencial resaltar que el hecho de que en la Sierra Nevada habiten pue-blos ancestrales con una visión de conservación del territorio conectado al Universo entero, ha sido la mejor garantía de defensa y permanencia de la biodiversidad, de ahí se funda-menta además el reconocimiento y protección jurídica en parte de sus territorios, a través de la figura de Resguardos.

Estos pueblos indígenas han mantenido un conocimiento y praxis de pensamiento integral y en armonía con el medio ambiente, lo que ha permitido que la cultura haya conser-vado íntegras las montañas, gracias a lo cual hoy contamos con ecosistemas productores de agua, con diversidad de especies de plantas de uso medicinal y alimenticio (algunos en extinción en otras partes), y con la preservación de es-pecies endémicas. Pero eso que se ha mantenido con tanto esfuerzo, ha sido sistemáticamente amenazado por otras culturas y otras formas de pensamiento que simplemente lo apetece como fortín económico.

Muchas veces se reclama que todos tenemos derechos de aprovechar los bienes y servicios ambientales que ofrece la Sierra Nevada, como si hubiera sido fácil mantenerlo así des-de la conquista hasta el día de hoy. Pero a la vez también se siguen despojando de sus tierras y costumbres ancestrales a las comunidades indígenas. Pareciera como que los indí-genas sí deben seguir cuidando allá arriba en la montaña, y los “civilizados” de la planicie perimetral continuar con el desarrollo económico que implica acabar cada vez más con los recursos naturales de ella. Por ejemplo, cuando una em-presa rompe la tierra, derrumba montañas, contamina ríos y arroyos, tumba árboles, se justifica porque está aportando al desarrollo de la región, y eso es por el bien de todos. ¿A qué conduce esta afirmación política?

AMENAZA A LA BIODIVERSIDADPero como en el Universo todo está conectado con todo, es indudable que las acciones de desarrollo que se hacen alrededor de la Sierra Nevada afectan, en muchas y de variadas maneras, la integralidad ambiental de esta gran montaña y, por ende, la vida cultural.

Entre ellas el calentamiento global, que es en sí una crisis humanitaria a la que no se le ha dado la relevancia que tiene, y más en nuestro medio local donde esa informa-ción de las causas y consecuencias parece que pasaran en otro mundo, y no tuvieran nada que ver con lo que está pasando acá; en parte porque los gobiernos no han reconocido y tomado en cuenta que la amenaza climática es el mayor problema con el que actualmente se enfrenta la humanidad, ya que está en peligro nuestro soporte de vida, La Tierra, y se tiene mayor relevancia por los temas económicos, el poder, el control, y el público en general reclama soluciones prontas a la injusticia social, el conflic-to armado y los temas de seguridad básica.

“El calentamiento global es consecuencia directa de un modelo de desarrollo basado en el consumo creciente de energía fósil: petróleo, gas y carbón mineral, funda-mentalmente. Sobre esta plataforma se desarrollaron y fortalecieron las economías de los países industrializados. Las economías emergentes y los demás países en de-sarrollo tratan de emular tales procesos en su lucha por mejorar sus niveles de vida y superar la pobreza. A pesar de los avances en el desarrollo de energías alternativas, las tendencias actuales conducen hacia un aumento de3°C a 5°C para finales de siglo, propiciando condiciones

Dumingueka. Foto: Yanelia Mestre

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recupere su capacidad productiva, consiste en devolver en parte lo que ha sido quitado a las culturas indígenas, ya sea en reconocimiento a su labor de cuidar la gran montaña, y en garantizar las condiciones para poder se-guir cuidando, pero también aportar efectivamente a esta labor como compromiso de vida para todos.

Ese aporte de las culturas no indígenas, además del reco-nocimiento y pago por los daños y afectaciones causados, debería ser en acciones de no más daño a la naturaleza, no más derrumbe de montañas, no más secado de ríos, no más atropellos de los sitios sagrados indígenas, no más extinción de especies animales y vegetales, e invertir en educación, en acciones de consumo ambientalmente responsable para toda la sociedad, entre muchas otras.

En términos de justicia y paz la conciencia ambiental sobre el cambio climático debe convertirse en una de las banderas fundamentales, como garantía de convivencia sana para el futuro de la sociedad y el país. Parecen ideas lejanas, utópicas, pero en la medida en que al menos se empiece a reflexionar, a pensar, a difundir, se promoverán mejores conductas.

Finalmente, y según la visión indígena en la Sierra Nevada, la justicia implica equilibrar los daños que se han causado, y esta reparación de daños va formando la cultura con co-nocimiento del territorio y respeto a la tierra en su estado natural de Origen. La verdadera fuente del conocimiento está en la naturaleza, y las sociedades verdaderas se cons-truyen a partir de la fuente del conocimiento Universal, de pensar, reflexionar en la naturaleza. Otras culturas sola-mente calculan cuánto vale, cuánto gasto, cuánto gano, cuánto... cuánto.

planetarias desconocidas por la humanidad, sacrificando buena parte de las formas de vida que hoy conocemos, generando hambrunas y desatando fenómenos climáticos como inundaciones, sequías, huracanes y tormentas con frecuencias e intensidades nunca antes conocidas” 1.

Estas consecuencias catastróficas que se vienen y se van a seguir presentando por el cambio climático, también contribuyen a generar conflictos entre las comunidades y los Estados al no tener un ambiente de tranquilidad, y tal situación siembra violencia, guerra, hostilidades y trae grandes sufrimientos al alma humana.

PROPUESTAS DE PREVENCIÓNPor esta situación descrita, es fundamental que la garantía de un ambiente sano haga parte de las políticas encamina-das a lograr la paz, no sólo a conservar a merced para apro-vechar los recursos naturales con fines económicos, que en principio no es solamente responsabilidad del Estado regular políticas restaurativas ambientales, sino que como individuos y sociedad también debemos contribuir a pre-venir tales consecuencias, al menos se pueden paliar con acciones inmediatas si se toma conciencia y se empieza a cambiar la actitud y sembrar más que árboles, semilleros de niñ@s con compromisos por cuidar y mantener un equilibrio de los recursos naturales, sin afán de consumo ni moda que tanto daño están sembrando hoy en día.

La crisis climática debería llevarnos a un cambio de pensa-miento de nuestra manera de ver y sentir el mundo, como la Madre que realmente nos trajo a la vida, y a la cual debe-mos cuidar y proteger porque de ella dependemos. Eso lo conocen y han manejado muy bien los pueblos indígenas hasta el día de hoy, y tiene un sentido profundo que sólo si llegamos a sentirlo podemos entender y asumir parte de la responsabilidad por el sólo hecho de estar aquí.

Esa conciencia ambiental va más allá de conocer, valorar y proteger el entorno en el que se desarrollan nuestras vidas, incluye no sólo los recursos naturales sino los valo-res sociales, culturales y las relaciones entre las actuales y futuras sociedades; es sentirnos y reconocernos dentro del Universo total, como dentro del vientre de la Madre, así como lo describen las culturas milenarias de muchas partes del mundo, que nos avanzaron en lecciones de estilo de vida sustentable, armónico y feliz.

REFLEXION PARA CONSTRUIR JUSTICIA Y PAZEs por eso que en términos de justicia y paz, la responsa-bilidad de garantizar que la Sierra Nevada siga producien-do agua, siga cosechando montañas, brinde aire fresco,

1 Julio César Centeno, http://despertaruniversitario.

Cuenca del río Santa Clara. Foto: Yanelia Mestre

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Las paradojas deL desarroLLo económico, sociaL y ambientaL frente a Los derechos fundamentaLes de Los

puebLos indígenas - snsm

Por Mauricio MontañaIngeniero Topógrafo, SIG OGT

El presente escrito trata de abordar elementos del concepto de desarrollo sostenible, y la forma de los elementos de crecimiento que no siempre están en función del desarrollo natural y humano.

Foto: Mauricio Montaña

“Así como la racionalidad capitalista está dominada por una racio-nalidad formal e instrumental, la racionalidad ambiental estará

dominada por una racionalidad teórica y sustantiva, que incluye los valores de la diversidad étnica y cultural y la prevalencia de lo

cualitativo sobre lo cuantitativo” (Leff, 1994:34).

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Según Carrizosa, J. (1998), el concepto de sostenibilidad es antiguo en la economía. Desde mucho antes que se empezara a hablar de desarrollo sostenible, se manifestó en las diferentes teorías de desarrollo en diferentes for-mas, desde el estalinismo cuya preocupación por el futuro insistía en restringir el consumo e invertir en la industria pesada, hasta las diferentes formas de teorías de desarro-llo, como las de Rostof en los años cincuenta que insistían en que el desarrollo era un proceso definitivo por etapas, que empezaba con un despegue y avanzaba hacia un estado continuo de acumulación.

En los sectores pesqueros y forestales se generaron pre-ocupaciones a partir de los años 50s, cuando se disminuyó la pesca en los océanos y la producción de madera estaba declinando. Así aparecieron los primeros modelos de pro-ducción sostenible en lo pesquero y en lo forestal hacia los años 70s, los cuales consistían en establecer normas de producción por medio de las cuales se aseguraba que el material extraído no debía sobrepasar la tasa de renovabi-lidad del recurso; o sea, el material extraído de los bos-ques naturales no debía sobrepasar la tasa de renovación de éstos, y el pescado extraído de los océanos no debía pasar de la tasa de renovación de los cardúmenes pesque-ros. Entonces se presentó un problema técnico-científico, como era el conocer las tasas de renovación (elementos difíciles de establecer con precisión), y, además, un pro-blema de orden operativo, como el controlar las tasas de extracción en unos medios tan complejos como la pesca en los océanos y la extracción de madera en los bosques tropicales. En ese momento, se hablaba de producción sostenible y se aplicaba a recursos naturales.

Hacia los años 80 estos términos sufrieron una transforma-ción a raíz de un trabajo que hizo la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza, UICN1. Se transfor-maron en el sentido de que fueron más allá del concepto de producción sostenible hacia un concepto de desarrollo sostenible. Este concepto fue fundamentado para que la Comisión Brundtland en el año 87 lo introdujera en el medio político. Esta visión política de lo sostenible tuvo un gran auge, debido a que empezó a ser difundida por la Comisión Brundtland, apoyada por las Naciones Unidas, y puesta como alternativa al desarrollo tal como se conocía en ese momento. En el caso de Colombia esto se puede ver reflejado en dos momentos: antes de la comisión, con el código de recursos naturales (Ley 2811 de 1974), actual-mente vigente, y el cual incorporaba una política conser-vacionista y sostenible, muy clara para su momento. El segundo momento es la incursión, más de tipo teórico, del concepto de desarrollo sostenible, que fue incluido en Colombia en la Constitución de 1991 y en la Ley 99 de 1993, así como también en sus planes de desarrollo. Concepto que se ha ido finalmente aplicando a nivel de políticas de Estado.

En el proceso de construcción del desarrollo sostenible, surgen dudas respecto a que el término desarrollo, en su aplicabilidad, es simplemente un sinónimo de crecimiento económico para la mayoría de industrias extractivistas e inversionistas, de manera que lo sostenible ha llevado a la creación de encrucijadas difíciles de sobrepasar. Es por ello que se debe considerar que elevar la calidad de vida, incluyendo su entorno natural, hace parte de la teoría del desarrollo humano.

Foto: Mauricio Montaña

1 Estrategia mundial de la conservación lanzada en combinación con la UNESCO.

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El capital natural y la transformación de ecosistemas en ColombiaLos sistemas económicos tienen sus bases en la natura-leza. Son la fuente de todos los materiales y la energía procesados a lo largo de los sistemas productivos hasta su transformación en bienes o servicios de consumo. Los ecosistemas son el sumidero al que van a parar todos los residuos derivados del metabolismo socioeconómico industrial, en sus fases de producción y desecho.

El concepto de capital natural no se refiere a lo ecológico, tiene implícito el factor de producción pues corresponde a los inventarios de la misma. Es así definido por Constan-za y Daly (1992) como “todo stock que genera un flujo de bienes y servicios útiles, o una renta natural a lo largo del tiempo”. Sin embargo, la naturaleza no puede ser conce-bida como un simple inventario (stock) o agregación de elementos. El capital natural engloba entonces los ecosis-temas y todos aquellos procesos e interacciones entre los mismos (funcionamiento del ecosistema), que en realidad es lo que determina su integridad y resiliencia ecológica, de la misma manera que el ser humano.

Procesos de sostenibilidad y desarrollo: realidad u oportunismoEs el momento de permitirnos como sociedad y país adentrarnos en la racionalidad dialógica y el conocimien-to ancestral, qué sería de los colombianos sin un país étnico, que propiciara los reales procesos de protección y conservación a sus territorios desde el punto de vista de seres sagrados.

Los territorios de los colombianos y sus recursos como naturaleza deben considerarse sagrados, así como su biodiversidad, sus tradiciones y su gente. Ese es el real cambio del modelo realmente sustentable. La historia demuestra que los procesos de desarrollo no son más que crecimiento económico en algunos indicadores.

Esto permite analizar la historia con los procesos actuales del país, donde la brecha entre el poder y la población más pobre tiene una relación de subyacencia del indivi-duo en función de la producción que genera.

Adicionalmente, si se considera lo planteado por Chang M., “la internalización de las externalidades no tiene como objetivo aprehender teóricamente la dimensión ecológica de los fenómenos económicos, sino reducir el medio ambiente a una dimensión mercantil”. Se muestra un panorama en que la política, y más aún la sociedad en general, no se encuentra preparada para acudir a los grandes desastres que pueden causar las decisiones y

directrices con el argumento del desarrollo del país. Se requieren mayores y mejores estrategias y cambios en los paradigmas del desarrollo, en los procesos minimalistas y en la teoría del desaprender.

El informe de desarrollo humano de 2011 del PNUD plantea un análisis muy interesante entre los vínculos entre sostenibilidad ambiental y equidad como elementos fundamentales para ampliar las libertades humanas para las generaciones actuales y futuras. Dice el documento que “No es posible continuar con los notables avances en materia de desarrollo humano conseguidos en las últimas décadas sin que se tomen medidas audaces para reducir tanto los riesgos ambientales como la desigualdad”.

Según los análisis que se tienen dentro del documento, se señala que si se sigue ignorando los graves riesgos ambientales y las profundas desigualdades sociales, se tiene en serio peligro las décadas de avances de desarrollo humano. Indica que el patrón que determina la inequidad está dado por las enormes diferencias de poder. Un ejem-plo de ello es el desequilibrio de poder y la desigualdad de género, el cual está relacionado con menos acceso a agua limpia y saneamiento mejorado, degradación de las tierras y muertes debido a contaminación atmosférica e intradomiciliaria.

Si bien el informe centra su análisis de desarrollo humano en las personas menos favorecidas, es muy interesante cómo dentro de este grupo se incluye como personas des-favorecidas a las futuras generaciones, “quienes deberán enfrentar las peores consecuencias de las actividades que llevamos a cabo hoy. Nos inquieta no sólo lo que ocurrirá en promedio, o en el escenario más probable, sino tam-bién en los casos menos factibles, pero aún posibles, en particular cuando los acontecimientos son catastróficos para las personas pobres y vulnerables”.

El editorial del diario El Espectador, con fecha de junio 4 de 2012, concluye que “Todo indica, pues, que nos sigue faltando una locomotora para lo ambiental y que la actual interpretación del desarrollo sostenible estaría llevando las decisiones del ministerio del mismo nombre, peligro-samente, hacia la inconstitucionalidad”.

Mediante la sentencia T-658 de 1998, la Corte Constitucio-nal permitió que, luego de muchas intervenciones y viola-ciones a territorios ancestrales de la comunidad indígena Embera Katío por parte del proyecto Urrá, se le reparara en mínima proporción al daño ocasionado. Adicional-mente, derogó fallos de los tribunales superior judicial de Córdoba y Bogotá, lo cual demuestra que no sólo existen

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afectaciones sobre los territorios sino también sobre la legislación por los altos tribunales, en apoyo al “desarrollo” del país.

Reflexiones finalesLos procesos de desarrollo deben contemplarse como mecanismo de protección y reconocimiento de los bienes y servicios a perpetuidad, con base en las garantías sobre el territorio, en donde exista realmente una vocación social, económica y política de reivindicar los recursos.

Éstos son de toda la población, y por ende la protección y conservación le corresponde a toda la nación, so pena de pagar por la pérdida de recursos incalculables como el agua potable.

No puede confundirse el proceso de desarrollo con el crecimiento económico. Aún cuando uno pueda llevar al otro, son muy diferentes, pues el crecimiento económico no refleja el desarrollo de una nación. Esto sería como plantear que los países que han estado en una recesión por la llamada burbuja hipotecaria, como pasó con Estados Unidos o Europa en años pasados, dejaron de ser “desarrollados”. Es sólo un resultado de las malas prácticas macroeconómicas en las políticas de las naciones, y no tie-ne que ver con la percepción de desarrollo que se desee aplicar según el ángulo por el que se mire.

Las locomotoras del actual plan de desarrollo y la visión 2019 del Departamento Nacional de Planeación se mar-ginan de las consecuencias nefastas de programas que, a razón del aumento o crecimiento desmedido, promueven la pérdida tanto de los inversores colombianos sobre el territorio como de los activos futuros de la Nación, incluso como Estado.

Es necesario preguntarse cuánto vale para el país y para la sociedad un pozo de petróleo seco, un hueco producido por una mina de carbón a cielo abierto, la pérdida de la pesca producto del aumento de puertos y la contamina-ción por cianuro para recolectar oro.

En la academia, el planteamiento relacionado con el desa-rrollo sostenible se realiza para argumentar la inversión y degradación, o por el contrario, fomenta actuaciones de recuperación, conservación y cambio de los paradigmas de crecimiento económico desde la industrialización, so

pena de los efectos colaterales altamente perjudiciales al ambiente natural.

Se debe fomentar el lenguaje adecuado para la partici-pación social en los procesos de diálogo y negociación, los cuales generen principios de equidad, participación, democracia y sustentabilidad. Todo con el ánimo de lo que para los indígenas corresponde a la consulta previa como derecho fundamental, igualmente se aplique para cualquier zona del país, fuere o no resguardo indígena o territorio afrocolombiano. Debe exigirse el procedimiento formal de la consulta previa en todo el territorio nacional como garantía a la defensa y protección de este dere-cho fundamental, que muestre el conocimiento de los alcances de los proyectos “desarrollados” en los territorios indígenas como parte del ejercicio de buen gobierno de Colombia ante el mundo.

Bibliografía

LEFF, E. y Otros. ETICA, VIDA Y SUSTENTABILIDAD, Progra-ma de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Red de Formación Ambiental para América Latina y el Caribe, 2002.

VIEIRA, J. LA POLÍTICA DE INTERNACIONALIZACIÓN DE MEDELLÍN. Red Antioqueña de Políticas Públicas. Abril de 2011. En: http://gecipap.blogspot.com/2011/04/la-politi-ca-de-internacionalizacion-de.html.

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(Endnotes)1 Publicado en: Misión Rural: Transición, Convivencia y Sostenibilidad. Documento 5: Sostenibilidad. Departa-mento Nacional de Planeación, Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, IICA. Bogotá. 1998. 27-32pp. *Director, Instituto de Estudios Ambientales, IDEA, Univer-sidad Nacional.

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detrás de La sombra de puerto brisa:

¿desarrollo y paz?Por Peter Rawitscher

Asesor equipo de trabajo OGT8 de noviembre de 2012

El procedimiento del Ministerio del Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial de aquel entonces, de otorgar la licencia ambiental para la construcción de Puerto Brisa, en jurisdicción de Mingueo, depar-tamento de La Guajira, ha durado casi 20 años. Prácticamente desde el año 1995, un tire y afloje entre

compañía e indígenas, cambios de razón social de la compañía, consultas previas, resoluciones contradictorias, marchas, protestas, pero una cosa es cierta, la construcción portuaria sigue su curso. Durante años la com-pañía se ha aferrado a su idea de tener su puerto en este mismo sitio, mientras que los Mamo Kogui, Wiwa, Arhuaco y Kankuamo, no pueden concebir su vida sin los sitios sagrados que el puerto va borrando de su mapa ancestral.

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La Corte Constitucional aún tiene que resolver la tutela presentada por los Pueblos Indígenas de la Sierra Nevada reclamando sus derechos de protección de Jukulwa, el si-tio sagrado que el puerto destruyó. Sin embargo, parece-ría que la construcción de este puerto va por encima de la Corte. El Ministerio de Medio Ambiente ratificó su licencia ambiental en diciembre de 2011, y desde principios de año, la maquinaria de construcción extiende el muelle del puerto un poco más cada día, mientras que los barcos dragan el fondo del océano. Sin embargo, el conflicto fundamental sobre el significado de este cerrito donde se construye el puerto, está lejos de resolverse.

Hay mucho más en juego aquí que una disputa de asig-nar definitivamente a este pedacito de montaña el nom-bre de Puerto Brisa, o el de Jaba Jukulwa. Es una disputa sobre el significado del territorio, el desarrollo y de la vida misma. Hasta no lograr establecer cómo debe ser el desa-rrollo en el territorio ancestral, pareciera que ninguno de los involucrados podrá quedarse en paz.

Mientras tanto, la Corte Constitucional delibera su pro-nunciamiento. El tema de Puerto Brisa se ha convertido en una sombra detrás de nuevas preocupaciones que van llenando toda la zona baja de la Sierra con proyectos de desarrollo. El puerto propuesto por la compañía brasilera CCX, la doble calzada de la vía troncal, ferrocarriles que deben tenderse para llegar a las nuevas zonas mineras propuestas para San Juan del Cesar, todos proyectan una Sierra Nevada repleta con la promesa de desarrollo soste-nible para la nación. Frente a los cuatro pueblos indíge-nas, y con el afán de dar vía libre al desarrollo económico del país, el gobierno nacional cada vez más presiona a estas comunidades para participar en las consultas pre-vias para cada uno de estos proyectos.

Es “la gallina de los huevos de oro”, nos comentó un alto funcionario del Ministerio de Interior durante el año 2011. Ahondando más sobre el tema, en una reunión convoca-da por los pueblos indígenas para lograr garantías para la consulta previa en la Sierra Nevada, un alto funcionario explicó al auditorio diciendo: “Hablando sinceramente, la consulta previa es la oportunidad de ustedes poder participar en el desarrollo del país. Ustedes pueden ser partícipes en los grandes beneficios del proyecto. ¡No rechacen esta oportunidad!”.

Ante el anuncio de tanto beneficio económico a través de la consulta previa, era casi imposible no imaginarse in-mediatamente, ¡cómo sería llegado el momento de esos cerros y cerros de billetes! Un empleado de otra empresa

privada continuó afirmando sobre esta misma vena de viabilidad económica diciendo: “Sí, es verdad, se pueden comprar todas las fincas en todas las áreas de ampliación de resguardo indígena en toda la Sierra Nevada”. Algo realmente increíble para hacer memoria diferencial frente a semejante sancocho de oferta, cuando los pueblos in-dígenas lo que habían hecho era rechazar las millonarias ofertas presentadas por Puerto Brisa en varias formas.

Esto deja claro que para la concepción indígena, el terri-torio ancestral no se divide ni se valora por montañas de plata, sino entre la valoración espiritual, profunda, de una cadena de realidades ambientales, estructuradas en una red de sitios sagrados alrededor de la SNSM que son el principio de justicia, paz y desarrollo, y que hacen parte de la permanencia de todas las distintas formas de vida, que es el amparo espiritual de los derechos fundamenta-les de las comunidades étnicas.

Frente al escenario suscitado, pienso que lo que parece igual para unos cuantos no es lo mismo para todo el mundo. Para los indígenas, la tierra no es dinero ni el oro físico; hay que dejar en la tierra “el dinero y el oro” de su integridad natural, donde su valor es transformado en la fuerza espiritual que permite que ella multiplique sus frutos en el tiempo.

Pero ni los ministerios ni la compañía entendían esta po-sición “ancestral”. Para ellos, la vida nace con el sistema de desarrollo, a costa de los recursos naturales de la tierra, a través de megaproyectos, minerías, puertos e infraestruc-tura que generan empleo y regalías. Bajo el argumento de que ésta es la única alternativa de bienestar para los habitantes de la región, no era una imposición sino un derecho constitucional.

Desarrollo de la Sentencia de la Corte ConstitucionalPara finales del año 2007, los cuatro pueblos de la Sierra no tuvieron otra alternativa que presentar una tutela ante el Gobierno, pidiendo la nulidad de la licencia ambiental concedida por el Ministerio de Medio Ambiente a Puerto Brisa, para poder realizar una consulta previa con el fin de reconocer los daños que generaría el puerto sobre los sitios sagrados, afectando la capacidad de sobrevivencia cultural de los indígenas.

En esto parece que no por la tutela, sino por la recesión mundial, el proyecto del puerto quedó parado en sus operaciones, mientras que la Corte Constitucional final-mente emitió su fallo, con la Sentencia T-247 del 2010. La Corte concedió que no había entendido el razonamiento

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de los indígenas, pero una cosa sí había quedado claro: que este cerro y el territorio ancestral significaban mucho para los indígenas, y la Corte querría saber por qué esa ra-zón de fondo. Así que ordenó realizar una consulta previa especial, con el fin de que los pueblos indígenas pudieran “explicar los impactos que tiene el puerto sobre su vida cultural, económica y social”, y determinar si efectivamen-te el puerto generaba una amenaza a la capacidad de pervivencia de las culturas indígenas de la Sierra Nevada.

En cumplimiento de la sentencia proferida, la consulta previa se llevó a cabo entre los cuatro pueblos de la Sierra Nevada y la empresa durante 5 meses (hasta diciembre de 2011), a pesar de no incluir todas las fases de procedi-mientos formales de una consulta, como por ejemplo la preparación conjunta del estudio de impacto ambiental, donde los Mamo querían participar. Los Mamo de la Sierra querían explicar ante la Corte Constitucional y a la nación en general, cómo un sitio sagrado como Jukulwa había mantenido viva no solamente la cultura indígena sino toda la naturaleza primaria y el medio ambiente de la Sierra Nevada durante miles de años.

Desde el lado propositivo del asunto, todo el proceso de consulta previa fue una especie de clase o enseñanza in-valuable ofrecido por los Mamo. Los Mamo de las cuatro pueblos visitaron cada uno de los más de 20 sitios sagra-dos que se encuentran en el predio de Puerto Brisa, y en el transcurso de los recorridos explicaron la razón de ser cultural que cada uno representa en el contexto territorial de la SNSM. Los representantes de los cuatro pueblos, sus comunidades, cabildos gobernadores, líderes y personal de apoyo organizacional transmitieron estas enseñanzas en largos y profundos escritos, gráficas, tablas y explica-ciones didácticos que, según la ocasión, habían diseñado siguiendo una metodología especialmente pensada des-de su visión ancestral para su desarrollo. Esta experiencia de trabajo es tal vez uno de los primeros de su clase, o de los pocos hasta ahora ocurridos en Colombia; sin embar-go, esta experiencia no ha sido publicada ni diseminada en ningún medio de información, más allá de los archivos que por logística de registro conservan los ministerios públicos y la Corte Constitucional.

Es evidente que sería difícil resumir todo el trabajo realizado en el marco de la Consulta Previa, y más difícil aún cuando la palabra “sitio sagrado” es una “apropiación aproximada” desde el español, donde no existe relación alguna en el contexto del lenguaje materno de los pue-blos indígenas de la Sierra Nevada. El concepto de “sitio sagrado” tradicionalmente se refiere a una “madre” o un

“padre” de origen, que vive representada en la forma de vida de un cerro, como puede ser un conjunto de piedras, manglares, desembocaduras y nacederos, etc. Para la concepción indígena, estos espacios de manejo espe-cial de los Mamo, denominados “sitios sagrados”, desde donde nace todo componente de la vida, constituyen una conexión energética con los orígenes del mundo. Los distintos sitios sagrados en el territorio ancestral de la SNSM no son santuarios de adulación religiosa, sino códigos técnicos tradicionales para mantener viva la naturaleza, el agua, los animales y las cosechas con que pervive la humanidad.

En resumidas cuentas, los Mamo saben leer la integrali-dad de los sitios sagrados y la interconectividad de éstos en su función ambiental, lo que permite hacer los traba-jos necesarios inscritos allí, en cada uno de ellos, para que nazca el desarrollo sostenible para la Sierra Nevada. La existencia de los minerales, arboles, tierra, agua y aire que los megaproyectos pretenden aprovechar “para el desa-rrollo nacional”, deben su existencia a la fuerza energética en “Aluna” (pensamiento), y que se mantiene a través de los sitios sagrados.

Al dañar un sitio sagrado, éste ya no funciona como punto energético de sostenimiento de la vida. Comien-zan los desequilibrios a nivel de “Aluna”, secando los ríos, bosques, cultivos, y todo lo que depende de la vida de toda la Sierra Nevada y sus comunidades, tanto indígenas como “occidentales”. La destrucción de un sitio sagrado principal, como Jukulwa, pone en riesgo la capacidad de supervivencia de pueblos indígenas y ecosistemas ente-ros. El problema para los Mamo implica que la afectación de un sitio sagrado altera la “Ley de Origen”, desde donde se mantiene la vida espiritual y física. Porque todos de-pendemos de los sitios sagrados, y ellos dependen de la responsabilidad de nosotros.

De todo el panorama sucedido, quien tenía que evaluar la veracidad de este argumento cultural –de si la destruc-ción de un sitio sagrado generaba impactos contunden-tes sobre la naturaleza y la cultura indígena de la Sierra–, era el Ministerio de Medio Ambiente. Sin embargo, paradójicamente para el Ministerio resultaba totalmente imposible aceptar la visión ancestral “de los sitios sagra-dos” que relaciona la “espiritualidad territorial” con el nacimiento de la vida. Por ejemplo, al desviar un rio se drena el manglar, se genera un impacto a nivel de este ecosistema, lo cual reduce la capacidad de pesca y genera impactos económicos para una comunidad.

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En ese sentido, el Ministerio entendía únicamente el im-pacto material a nivel ambiental y económico. Esto, para dicha cartera, era compensable con recursos económicos. El Ministerio decidió ignorar por completo el argumento de los indígenas, y determinó que la afectación ambiental al sitio sagrado de Jukulwa era mínima. Además, para el Ministerio la situación era muy difícil de manejar, pues no era ningún secreto que la empresa a estas alturas ya había invertido montones de dinero en el puerto, del que muchos habitantes del Municipio de Dibulla creían que sería la única alternativa para un buen futuro social.

En esa difícil coyuntura de “diálogo de sordos”, le tocó apelarse a la estrategia de los “huevos de oro”. El Minis-terio determinó que cualquier afectación cultural gene-rada por el puerto sería compensable con proyectos de educación, salud y producción agrícola. Los indígenas deberían concertar esta compensación con “La Empresa Puerto Brisa S.A. (…) de no ser posible dicha participación, adelantará unilateralmente las actividades (de compen-sación) sujetas al aval del Ministerio del Interior”. De este modo el Ministerio del Medio Ambiente prácticamente obliga a los pueblos indígenas a recibir compensación por los daños a los sitios sagrados, sometiéndolos a la misma lógica de desarrollo sostenible totalmente ajena a su Ley de Origen.

Esto demuestra que el proceso de consulta previa en la Sierra no es más que la persistencia de los mismos pro-cesos históricos, económicos y sociales que hace siglos han conducido al debilitamiento de los derechos, usos y costumbres de los pueblos indígenas, poniendo en grave riesgo su capacidad de pervivencia. Puede ser que las lógicas ancestrales sean difíciles de entender por las otras lógicas de entendimiento moderno, pero es precisamen-te por esta razón que la constitución de 1991 estipula la protección de los derechos étnicos a través de la consulta previa y otros mecanismos de participación democrática, para construir mecanismos de entendimiento y planea-ción intercultural de proyectos que puedan afectar a las comunidades indígenas1.

Desarrollo y PazEsta situación de conflictos normativos y procedimen-tales abre serias y enormes preocupaciones acerca de

la relación conceptual y práctica entre los anhelados “desarrollo y paz” que para Colombia impulsa el gobierno nacional. La política de la actual administración, bajo el lema de “Prosperidad para Todos”, busca generar el desa-rrollo económico de los recursos naturales como fuente de la prosperidad que allegará la paz.

No obstante, cada vez más se ve la tendencia guberna-mental de resolver la protección de los derechos étnicos, sacrificando la base primaria de “la gallina de los huevos de oro del país”. Es lo que oferta la política del gobierno: en vez de tener en cuenta el desarrollo de la diversidad cultural, adecuando otras maneras de generar el desa-rrollo social para todos los colombianos y así evitar que la estrategia política de oro termine diluyendo la protec-ción constitucional étnica, más bien la somete a la lógica monetaria del desarrollo sostenible.

El reconocimiento y el respeto constitucional de estas diferencias es el primer paso hacia la construcción de la justicia y la paz, como fundamento esencial de vida y desarrollo que garanticen la pervivencia del planeta y de la humanidad. Esta estrategia de oro, ¿realmente termina (o no) siendo más un mecanismo para obligar a los pue-blos indígenas a renunciar a sus derechos fundamentales de protección a la diversidad étnica consagrados en la Constitución de 1991?

Aquella frenética búsqueda del oro prehispánico hoy vemos nuevamente que no terminó con la conquis-ta española, la cual arrebató derechos a los nativos, violentando humildes y mansos territorios ancestra-les, situación que aún parece extenderse con mayor audacia alrededor de todos los ámbitos de la vida indígena nacional. El proyecto de Ley de Tierras pro-pone convertir “lo rural” en proyectos agroindustriales, mientras que para el proyecto de Código de Minas, únicamente los Parques Nacionales y áreas protegidas se salvarían de la minería. El mecanismo de consulta previa promovido por el gobierno, por lo visto hasta ahora intenta evitar a toda costa que los indígenas, afrocolombianos y ROM digan que no a los impactos negativos que asoman las locomotoras de la pros-peridad. El procedimiento de la consulta previa para nada garantiza a los indígenas el posicionamiento de

Como argumenta la Corte Constitucional, situación en la “que surge la necesidad de crear mecanismos de coordinación entre autoridades indígenas y autoridades nacionales. Pues, no de otra manera se puede concretar la manifestación práctica del pluralismo jurídico. Y la segunda referida a la posibi-lidad de soluciones normativas distintas según se aplique el derecho indígena o el derecho nacional. Ello exacerba la necesidad tanto de coordinación entre autoridades, como de compresión adecuada de las consecuencias prácticas de las cláusulas constitucionales que sustentan el pluralismo en este ámbito”. Sentencia T-236/12, “Acción de tutela instaurada por el Resguardo Indígena de Nuestra Señora Candelaria de la Montaña contra la Corpora-ción Autónoma Regional de Caldas, Corpocaldas”, Corte Constitucional, República de Colombia.

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sus argumentos culturales como legítima autoridad ambiental ancestral.

Diferentes y complejas visiones y ópticas pueden ver la misma cosa en ese problema de pensamientos distin-tos, o simplemente caer en una interpretación contraria en cómo un cerro tiene el carácter de sagrado según distintas formas de concebir una realidad cultural en la SNSM, cuyos efectos pueden convertirse en factores y consecuencias de conflictos de otras dimensiones con-ceptuales, o por el contrario, también puedan abrir otras alternativas sanas y respetuosas para la construcción de caminos de entendimiento mutuo y de profunda paz del hombre con la naturaleza.

Una decisión demorada de la Corte ConstitucionalRecientes sentencias de la Corte Constitucional obligan cada vez más al Estado a tener en cuenta los derechos fundamentales de los pueblos indígenas. Pero en reali-dad, el Estado aún está lejos de implementar los proce-dimientos normativos que generen garantías eficaces de confianza y buena fe política e institucional, no sólo para la protección de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas y de numerosos sectores sociales del país, sino también en busca de propiciar espacios de diálogo y acuerdo armónicos entre ambos regímenes jurídicos.

La Corte Constitucional aún tiene que emitir su fallo sobre el caso de Puerto Brisa, buscando un camino que permita, en hechos reales, reconocer y garantizar los de-rechos indígenas sobre el territorio y los sitios sagrados, mientras que se dé cabida al derecho al desarrollo nacio-nal. Sin embargo, casi un año después, ya finalizando el año 2012, la Corte no ha emitido fallo alguno. Mientras tanto, la empresa Puerto Brisa S.A. ha aprovechado este silencio para ir terminando su puerto.

Cada día el muelle se extiende unos metros más mar adentro. Sus dragas remueven miles y miles de toneladas de arena a pesar de las protestas de los pescadores, que ya no tienen qué pescar, y frente a los ojos silenciosos de los Mamo, mirando cómo el gobierno nacional desvía la mirada ejecutiva hacia la destrucción de sus madres y padres espirituales, base de la cotidianidad de sus formas de vida cultural en la SNSM.

Sin tener claridad de cuáles son los caminos reales que permitan garantizar la efectiva protección de los

derechos y participación de los pueblos indígenas en el territorio, el gobierno sigue con la estrategia de los “huevos de oro”, disfrazada ahora de consulta previa. Cada megaproyecto que llega a la Sierra Nevada conso-lida aún más este antecedente, confundiendo la situa-ción social interna, dividiendo a los indígenas frente al espectro de millonarios dividendos, que en su esencia nada tiene que ver con la protección de la diversidad étnica sino que hacen desaparecer los derechos de sus raíces ancestrales. Es indudable que ante estos vacíos y voluntades cruzadas la tarea está en manos de la Corte Constitucional, con el fin de buscar el mecanismo para garantizar los derechos étnicos de protección de sus sitios sagrados, y a la vez facilitar el desarrollo sostenible para la nación. Esto es una tarea difícil, fruto de la paciencia del entendimiento mutuo, pero posible en este momento, y sumamente necesario. Aunque ahora pareciera que nadie quiere asomarse a tocar el tema. Pareciera que es más fácil dejar que el asunto de Puerto Brisa S.A. se resuelva por sí solo a través del lento paso del tiempo que viene, ojalá condu-ciendo la mentalidad étnica hacia el olvido del problema. Pero como los ríos siguen corriendo al océano sin llenarlo, los Mamo, según el Mandato de Origen, no olvidarán los sitios sagrados que mantienen la vida integral de la SNSM.

Para las comunidades indígenas de la Sierra Nevada, el concepto de la palabra “paz” se remonta a sus orígenes, llevando a reflexionar sobre remotos escenarios conflic-tivos, espirituales y físicos. El análisis tiene sentido en cuanto sus raíces históricas profundizan en entender el conflicto armado, como el uso de la fuerza para imponer voluntades personales o colectivas sobre la indefensión de los demás.

Este artículo retoma algunas de nuestras experiencias personales de reflexión sobre las grandes diferencias exis-tentes entre los conceptos fundamentales de la legalidad externa, como las políticas de desarrollo nacional, que se separan de las propuestas de los pueblos indígenas de la Sierra. Espero que sea superada esa clase de conflictos de interlocución y entendimiento, para que muy pronto lo-gremos un estado de justicia y paz, de armonía y respeto en los territorios ancestrales indígenas de la SNSM y de Colombia.

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Los puebLos indígenas en Los escenarios de verdad, justicia y

reparación integraL

Por Yanitza CarrilloPueblo Kankuamo

Evocar nuestros ancestros, el pensamiento propio, el legado cultural y la función otorgada por la Madre Espiritual a los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada (Kogui, Arhuaco, Kankuamo, Wiwa), significa continuar, guiados por la responsabilidad encargada por nuestros padres espirituales desde el origen de todo, en el cuidado y con-

servación del corazón del mundo, como lo es la Sierra Nevada de Santa Marta, en función de preservar el equilibrio y la armonía en pro de todo lo que en él existe.

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Dicha facultad ancestral se ha visto permeada por proce-sos de violencia. La memoria histórica de estos pueblos originarios está plagada de hechos violentos, con una alta estadística de violaciones a los derechos colectivos (vida, desplazamiento, afectaciones culturales y pérdida territorial, entre otros), siendo algunos de los momentos más dolorosos de los últimos tiempos, lo cual nos exhorta a realizar un triste ejercicio de memoria de resistencia, de recordar la página histórica del conflicto armado, y de hacer un llamado al pensamiento para no olvidar lo que ha pasado y aún sigue pasando. Son las huellas impere-cederas de las luchas que han marcado nuestro proceso organizativo, de fortalecimiento interno.

La reminiscencia violenta de nuestro país ha sido plagada por grandes luchas de otrora. Las diversas injusticias e inequidades que aún persisten, han sido la constante. Se puede establecer que el territorio ha jugado un papel fun-damental en estas circunstancias: las grandes concentra-ciones de riquezas en unos pocos y la exagerada pobreza de muchos. Colombia es el tercer país del mundo con mayor concentración de tierra, lo que ha conllevado al surgimiento de grupos armados ilegales, que profesaban en sus ideologías las luchas por las clases sociales menos favorecidas.

En estas luchas los pueblos indígenas hemos tenido que jugar de manera directa o indirecta un papel preponde-rante; muchas víctimas son indígenas, fenómeno que ha sido observado, podríamos decir, bajo la mirada silenciosa y algo cómplice del Estado y de sus instituciones. Muchos años han transcurrido para que este país pueda darse a la tarea de pensar en cómo adecuar su estructura, sus instituciones, en cómo responder a las necesidades de estos pueblos y comunidades que no han sido más que los grandes atropellados por las luchas de los diferentes actores llamados legales e ilegales.

Es así que llega la hora del anhelado cambio de pensa-miento de todas las esfera y estructura del Estado colom-biano, conllevándolo al nacimiento de la Constitución Política de 1991, y con ella encontramos consagrados algunos reconocimientos a los pueblos indígenas. Con el cambio a un Estado social de derecho, inicia el recono-cimiento de derechos a todos los individuos, específica-mente el de derechos como la diversidad étnica y cul-tural, y el de las facultades jurisdiccionales a los pueblos indígenas, quienes han venido ejerciendo y practicando sus usos y costumbres desde tiempos remotos, coadyu-vando a la función de la rama judicial, contribuyendo a la reducción de la impunidad con la realización del ejercicio del gobierno propio.

En tal sentido, hoy en día nos encontramos frente a los efectos de la ley 975 de 2005, conocida como Ley de Justicia y Paz, actividad legislativa que no fue consultada con los pueblos indígenas de Colombia y sobre la cual los grupos étnicos han callado ocultando su inconformidad, dejando de ejercer por medio de herramientas legales su derecho a la participación efectiva. Lo cierto es que el espíritu de la norma, además de conllevar una serie de prerrogativas para los victimarios, también hace un lla-mado a los grupos paramilitares para su desmovilización, trayendo consigo los derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación y a las garantías de no repetición, respuesta suficientemente amplia para las víctimas en Colombia, realizada desde la perspectivas de los legisladores. Pero, ¿será que esta iniciativa recoge el querer de las víctimas?La intención de este escrito no es condenar la ley, pues como quiera que se mire desde la visión propia y bajo el precepto de igualdad, hay que recordar que ésta hace parte de un proceso denominado justicia transicional. Es aquí, en este proceso de transición, donde podemos cen-trar nuestras preocupaciones, teniendo en cuenta lo que significa este término, es decir el tránsito de un escenario de violencia a un escenario de paz, que al final no conlleva una mala intención, puesto que es la ilusión y la añoranza de todos los colombianos, entre ellos los llamados por el Estado grupos minoritarios. En tal sentido, nacen algunas inquietudes: ¿Puede ser exitosa una ley de justicia y paz en medio del conflicto? ¿Será que esta ley es otro intento fallido por encontrar la paz? ¿O sólo es una ley que nació en la vida jurídica para beneficiar a los victimarios? ¿Cómo fallarán los operadores judiciales y magistrados en el caso de vulneración a los derechos colectivos de los pueblos y comunidades indígenas si desconocen su contexto, su visión, su estructura social, cultural y política?

Lo cierto es que los efectos de la ley ya comienzan a sentirse, las audiencias y los postulados a la ley ya se en-cuentran procesados, las verdades están siendo contadas, las responsabilidades están dadas, y muchos dirigentes políticos han sido procesados por parapolítica. En tal sen-tido debemos observar de manera minuciosa un factor fundamental e importante para todos, que es el restable-cimiento del buen nombre de los pueblos indígenas de la Sierra, el conocer la verdad, las intenciones, los intereses que se gestaban alrededor de la afectación vivida por los pueblos; conocer los autores intelectuales, quiénes eran (porque claro está que estos grupos no funcionaban solos), quiénes los financiaban, la relación con los grandes caciques políticos, con el gobierno. Éstas son las inquietu-des que aún no se han escuchado, pero también es claro que para conocer estos detalles debe contarse con la presencia de las víctimas indígenas y de sus autoridades

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en los escenarios de las audiencias, con el fin de poder quitarnos el lastre con el que nos hemos visto avocados en cuanto supuestos colaboradores, informantes o miem-bros de la guerrilla. Es la quimera de todos los dirigentes, autoridades, líderes, mujeres, ancianos y niños, puesto que somos un territorio de paz, donde florece la cultura, la sabiduría, las tradiciones.

En la puesta en marcha de este proceso nos encontramos con las personas encargadas de representar la institu-cionalidad, como investigadores, fiscales, magistrados, procuradores, defensores, quienes a través de su trabajo aportan un grano de arena para contribuir con el proceso de justicia. Pero los pueblos y comunidades indígenas han sido desconocidos por este proceso, encontrándose de frente con una realidad ignorada para muchos, descono-cida por algunos e indiferente para otros. Las intenciones con el efecto reacción de la ley no han sido malas. El querer de algunos de poder reivindicar los derechos de esta población, de poder establecer acercamientos con las autoridades para no entrar a transgredir la cultura, es la

muestra de esta intención; poder incidir por el conducto de los derechos a la reparación integral y colectiva, esta-blecer que en los pueblos indígenas el colectivo prima por encima de los intereses individuales, y hacer que este tema quede claro y posesionado ante los encargados de este proceso, es un gran paso para el retorno del equi-librio y la armonía en los pueblos indígenas de la Sierra Nevada.

En tal sentido, el compromiso debe ser de parte y parte. Nosotros debemos ser más activos en este proceso, en procura del restablecimiento de derechos vulnerados por el conflicto y en pos de una reparación colectiva e inte-gral. Y el Estado debe ser más consciente de su esencia pluriétnica y multicultural, adecuando sus políticas públi-cas conforme a las culturas y a su efectiva participación. El paso en este recorrido es el trasegar entre la oscuridad y la aurora, para poder amanecer y encontrarnos en un país reconciliado con sus faltas, con su pasado y con sus culturas.

Foto: Yanitza Carrillo

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San José de Maruamake. Foto: María Isabel Valderrama González

de La confianza y La buena fe como marco para eL reLacionamiento

institucionaL

Por María Isabel Valderrama GonzálezInvestigadora

Varias veces me han preguntado qué es lo que me ha llevado a estudiar la Sierra Nevada de Santa Marta. Lue-go de trabajar para una empresa de transmisión de energía eléctrica, y de relacionarme con comunidades ru-rales en el marco de proyectos en construcción u operación en distintos lugares de Colombia, una inquietud comenzó a tomar fuerza en mí: ¿qué es, en realidad, el territorio? Y es que la realidad a la que me enfrentaba en campo era muy distante de la cartografiada en un plano, donde el territorio vivido pareciera ser concebido como un área inanimada en la que se proyectan, básicamente, actividades e infraestructuras.

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Al ir aproximándome a las problemáticas que por tanto tiempo han enfrentado la SNSM y sus pobladores an-cestrales, dicha inquietud fue complejizándose. Más allá de un espacio relacional en el que confluyen diferentes actores con sus intereses, el territorio se reivindicaba a sí mismo como el autor y actor de su propio ordenamiento. Sin embargo, la dinámica occidental en su necesidad de planificar, aprovechar y controlar los recursos pareciera no estar preparada para aceptar el que el orden ya esté dado por los cerros, las piedras y las lagunas. Las visiones se confrontan, los escenarios de diálogo se estancan, y hablar de territorio se convierte en un tire y afloje, donde los acuerdos logrados posteriormente se desconocen.

Tomando como excusa las discusiones actuales alrededor del proceso de paz en Colombia, el presente artículo es una pequeña reflexión acerca de la falta de confianza y la buena fe recíproca en escenarios de decisión sobre el territorio, y hace parte de lecturas, conversaciones y observaciones en el marco de mi investigación doctoral, sobre gobernanza territorial y políticas públicas en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Para muchos (o todos), es sabido que las condiciones físicas, bióticas y socioeconómicas de la SNSM han atraí-do la atención de varios actores sociales (particulares, institucionales, públicos, privados, armados), cada uno con perspectivas e intereses diferentes. Considerada eco-región estratégica en la literatura técnica, la Sierra pasó de ser el territorio ancestral de los cuatro pueblos indígenas que la habitan a un fortín político y económico, de la que se busca ser puesta al servicio de un mal concebido desa-rrollo sostenible. Vale la pena, entonces, preguntarse ¿qué es el territorio para un gobierno que inicia un proceso de paz en medio del bullicio de las locomotoras en las que sustenta su plan de desarrollo nacional? También vale la pena interrogarse, ¿por qué, luego de un amplio desplie-gue de la acción institucional, la Sierra sigue en riesgo “de exterminio físico y cultural”?

Quizás el referirse a la Sierra Nevada en términos un tanto bélicos haya impedido sobrepasar la concepción utilitaris-ta que se tiene de ella. Al consultar los actores y la docu-mentación institucional, es claro que la Sierra Nevada de Santa Marta es un territorio de carácter estratégico, tanto por sus recursos naturales como por su posición geográfi-ca. Ahora bien, la palabra estrategia en su origen griego se refiere al “arte de dirigir las operaciones militares” (Diccio-nario de la Real Academia Española). En esta medida, y se-gún el geógrafo francés Claude Raffestin, “el estratega no ve el terreno, sino su representación” (1980:20, traducción propia). Es así como Estado e inversionistas pasan de largo

los lazos vitales que unen a las comunidades de base con su entorno, y desde esta perspectiva, territorio, recursos y población no son más que componentes modulares de una estrategia de control territorial.

Y es que la paz de la que tanto se habla por estos días no puede verse como un hecho aislado de la realidad terri-torial de la SNSM, no sólo por las circunstancias históricas del conflicto armado, sino por las condiciones que los estrategas del Gobierno y las empresas han impuesto a sus habitantes ancestrales, con el fin de “negociar por las buenas” su territorio. Al respecto, los escenarios de consulta previa de los que ha sido testigo la SNSM distan mucho del marco deseable de justicia y paz. El desconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas, de su Ley de Origen y de los acuerdos suscritos entre sus autoridades y las del Gobierno nacional, crean un clima de desconfianza que impide la articulación institucional y obstaculiza cual-quier iniciativa regional de conservación del macizo.

Lo anterior nos conduce a escenarios de relacionamiento que han tenido dificultades para sostenerse en el tiempo. Tal es el caso del Consejo Ambiental Regional, creado mediante el artículo 42 de la Ley 344 de 1996 “como mecanismo de coordinación institucional del Plan de Desarrollo Sostenible de la Sierra Nevada de Santa Marta”, y el cual no ha sido convocado desde hace algunos años. Diversas visiones sobre el territorio y el desarrollo, pero sobre todo la ausencia de garantías y la falta de confianza serían las causas prin-cipales de que este escenario no haya visto su concreción. Por un lado, algunos funcionarios del Gobierno señalan que el proceso se volvió insostenible a causa de los tiempos y exigencias de los pueblos indígenas; por el otro, éstos no verían con buenos ojos las decisiones que sobre el territorio

Ikarwa (Besotes). Foto: María Isabel Valderrama González

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se tomaban fuera de este espacio de diálogo institucional, relacionadas con megaproyectos de infraestructura.

El caso de la SNSM nos confronta a los límites de la concepción clásica de gobernanza en cuanto proceso de coordinación, que contribuye a la estabilidad y legitimi-dad del dispositivo institucional (ver Leloup et al., 2005; Comaille y Jobert, 1999). Su contexto sociopolítico nos plantea un proceso de gobernanza tanto vertical (desplie-gue de la acción institucional a diferentes escalas político-administrativas, implementación de políticas nacionales, resistencias civiles), como horizontal (negociaciones y acuerdos en el marco del reconocimiento de la autonomía territorial indígena), sujeta a relaciones informales de fuer-za, a estrategias diversas de control territorial y a sistemas de valor opuestos a partir de los cuales son significados las nociones de territorio y de ordenamiento territorial.

¿Será entonces posible llegar a un modelo ideal de gober-nanza para la Sierra Nevada de Santa Marta? Reagrupa-mientos institucionales de diferente índole han buscado la manera de liderar procesos de coordinación interinsti-tucional, que corren el riesgo de repetir la historia del CAR si no se sobrepasan ciertas dificultades estructurales. Ini-ciativas de conservación como la que lideran la Fundación Pro-Sierra y las tres Corporaciones Autónomas Regionales de Magdalena, Cesar y La Guajira, o la propuesta de un contrato-plan que los gobernadores de los tres depar-tamentos buscan consolidar con el fin de constituir una “[…] herramienta de coordinación interinstitucional entre diferentes niveles de gobierno para realizar y cofinanciar proyectos estratégicos de desarrollo territorial […]” (Me-moria Cumbre de Gobernadores), no se concretarán si no se define claramente de qué territorio se habla, y si no se consolida un diálogo basado en la confianza y la buen fe.

Difícilmente podrá hablarse de coordinación institucional si desde lo nacional no se respetan las bases de relacio-namiento con el otro. Al respecto, y a pesar de que la legislación actual reconoce los derechos de los pueblos indígenas y exige un marco de relacionamiento con estas minorías étnicas, la superposición de diferentes escalas de decisión política ha conllevado a inconsistencias y contradicciones en la declinación de la acción institucio-nal en el ámbito local y regional. En lo que concierne a la Sierra Nevada, si bien se firmaron algunos acuerdos en el marco del CAR y se reconoció al CTC como instancia de interlocución con el Estado, vemos que el desarrollo sigue proyectándose a expensas del territorio y que en la negociación con los indígenas ha predominado la máxima “dividir para gobernar”. Sólo hace falta tomar, entre otros, los tristes ejemplos de Ranchería, Puerto Brisa, y del ahora

tan sonado hotel que Six Senses planea construir en el Parque Tayrona, donde los grandes afectados han sido el territorio y el gobierno propio indígena.

La discusión actual alrededor de la paz sería entonces un momento pertinente para que el Estado defina claramen-te sus intenciones frente al territorio, así como los alcances de sus políticas y las competencias de cada una de sus instituciones. Procesos como los de consulta previa han dado cuenta del carácter contradictorio de algunas de las decisiones de entidades estatales como el Ministerio del Interior y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sosteni-ble (antes MAVDT), que han dado al traste con acuerdos establecidos y con los intentos de constituir escenarios de diálogo intercultural. Estos reveses nos dejan la inquietud de si el Estado está presto, ahora en tiempos de diálogo de paz, a asumir los compromisos que tiene con los terri-torios étnicos y sus pobladores.

También es un momento pertinente para que los actores locales y regionales asuman su responsabilidad frente a ese territorio que buscan conservar. No sólo basta el reco-nocimiento de la visión ancestral del territorio a la hora de firmar acuerdos. Es necesario que éstos trasciendan en el momento de llevar a la práctica los instrumentos locales, departamentales y regionales de planificación territorial. Hablar de paz es igualmente un momento oportuno para asumir responsabilidades frente a otros actores, víctimas del conflicto social y armado: los campesinos, así como para que los pueblos indígenas y sus organizaciones trabajen internamente en el fortalecimiento del gobier-no propio. Si bien las estrategias gubernamentales y de inversionistas han optado por negociar dividiéndolos, en ellos está el impedirlo, asumiendo la autonomía sobre su territorio en coherencia con sus mandatos ancestrales.

Ikarwa (Besotes). Foto: María Isabel Valderrama González

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Así ocurre al interior de frases como “te quiero mucho”, “cuídate”, “tú eres divina”, “muy amable, muchas gracias”, etc., en las que expresamos diferentes formas simples de sentimientos producidos por algo, que luego los hechos y las acciones acaecidos se transforman en anecdóticas dimensiones de gratitud y satisfacción en cada instante. Bajo esa inspiración humana la autora del presente poema, “fuente de la alegría universal”, contribuye en la presente edición de ZHIGONESHI convocando a corazo-nes y sentimientos encontrados, para que estructuremos el bastión de justicia y paz con cada letra y con cada frase ilustrada a continuación.

Ayer escribí esto después de ir al parque, quería com-partirlo contigo…

El andar acompañado de un bastón, profundiza el signifi-cado de valerse por uno mismo, el desplazarse de un lugar a otro, visitar el parque, justo aquel cercano a la morada.

Las distancias que antes eran insignificantes, ahora son enormes, la mente se representa los metros que hay en el trayecto, acentuando la lejanía; poder retomar mi caminar despojado de estos conceptos que ahora me atan.

Confieso que por momentos, veo que es lenta la recupera-ción, más de lo imaginado.

La estática hace de las suyas, la parálisis de los días se enmarcan en azulejos, el contorno de la piel se adhiere sin piedad a los músculos en el caminar pausado, hacerse conciencia de cada movimiento al andar, suspendido en una cámara lenta.

Lo revelador de este trauma no es sólo las sensaciones al retomar el caminar, sino también, frente al transcurrir en la vida que ahora se cuestiona la prisa, correr sin desmedro de emoción en emoción, de actividad en labores interminables.Franca carrera contra el tiempo, descontar micras de segun-dos dentro de una pista.

Una cosa por día, y en algunas ocasiones, estado de contem-plación, inerte, suspendido.

En esta desazón, observo cómo el mundo gira tan rápido, los seres entran en carreras, aguzar los sentidos a través de hexágonos enfocados en el vivir, encuadro el foco, paralizo sus cuerpos imaginariamente, mientras recibo sobre mis piernas el calor de este rayo de sol que ingresa por la ventana de la habitación mientras escribo.

Lo más significativo de este tropiezo, es que me ha permitido detenerme en el afecto, en el amor que siento, que recibo de cada ser cercano, incluso de aquellos distantes seres con los que sólo compartimos un breve saludo; es más, aún de personas extrañas con las que me topo en aeropuertos, veo afecto en su cuidado de no atropellarme.

En este proceso de recuperación, los he sentido físicamente aún en la distancia; existen formas de hacerse presente, una voz, unas flores, un mensaje, un suspiro.

La fuerza del pensamiento cuya energía se desplaza hasta mí, me abriga.

Gracias por estar ahí, a mi lado en este caminar lento, en este recomenzar.

Mientras escribo, arriban a mi mente las efigies de cada ser que evoco; deposito en ellos un latido de mi corazón atado a un beso en su semblante.

Gloria Bernal A.VicedirectoraProFis

a mi auxiLiar de apoyo transicionaL

Desde lo más simple hasta lo más complejo del trasegar cotidiano que nos abraza, sentimos que las cosas emiten sentidos de profundas significaciones para el pensamiento y el alma; motivado además que todas vienen carga-das de ricos contenidos pedagógicos de subsistencia pero que muchas veces pasan ignoradas por la desaten-

ción de la óptica humana.

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La identidad de La cuLtura arhuaca frente a Los diLemas externos

Por Ati Gúndiwa Villafaña MejíaIED Escuela Normal Superior María Auxiliadora (Santa Marta) Grado: 10° C

Enfoque: Soy consciente que poseo capacidad para pensar y analizar muchas cosas, pero siendo realista también sé que no tengo todavía la habilidad deseada para redactar un artículo; además, porque estoy viendo que hacerlo es un asunto serio y de mucha responsabilidad personal, sin embargo, pensé que sería más imprudente aún, si dejaba pasar esta oportunidad de elaborar y difundir un artículo de mi autoría. Con esa motivación mental decidí asumir esta tarea, debido a la gran necesidad que sentía de plasmar algunas ideas e inquietudes que, desde hace tiempo, he ido construyendo en torno a lo que concierne a mi cultura.

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Grata experiencia: Gracias a la madre naturaleza y a las personas que se preocupan por mi superación humana, llevo en construcción la mochila de los principios, valores y del respeto recíproco, donde tengo la responsabilidad de llevar dicho proceso con mucho cuidado, en cada ins-tante de mi vida, para así adecuar en mi mente el que los principios pedagógicos que adquiero en mi institución, se conviertan en herramientas que nutran el desarrollo de la personalidad integral que todos debemos alcanzar. Únicamente sé que tengo muchas preguntas incrustadas en mi mente, pero también sé que yo misma tampoco tengo las respuestas precisas y oportunas. Siempre hace falta de personas conscientes de la situación de jóvenes estudiantes indígenas que, de una u otra forma, afrentan estados de incertidumbre social y cultural. En ese sentido, no puedo esconder la satisfacción y gratitud que siento hacia la institución que ha permitido incentivar en mí el derecho a la diferencia y el respeto a la identidad indígena de la SNSM, y así mismo aprender a valorar la identidad de la sociedad del entorno de la bahía más bonita de América.

Realmente será difícil encontrar una institución externa donde los principios pedagógicos institucionales, ayuden a uno a sentirse más indígena, a sentirse “más metida” en mi identidad cultural, que estando físicamente en mi co-munidad. Esto lo digo sin desmeritar a nadie ni exagerar nada, sino como una reflexión positiva para soñar y seguir soñando en una interculturalidad seria y responsable, que impulse el sentido de pertenencia de nuestras raíces culturales. Agradezco a mi institución y a los impulsores del proyecto �Descubriendo mis raíces, valoro mi cultura y afirmo mi identidad samaria�, que me ha dado una va-liosa experiencia que me ayudará a seguir construyendo aquella persona diferente, por la que tanto se esmeran los educadores de nuestra institución escolar.

Una oportunidad diferente: Ahora quiero compartir el hecho de que soy una persona en crecimiento, que aún me falta mucho por aprender. Pero he encontrado muchas preguntas sobre mí, y sobre la complejidad de las cosas que me rodean, y pienso que a veces tal vez exagero mi mente, al visionar demasiado el contexto de mi cultura frente el mundo externo. Pero sí estoy segura de algo, y es que con sólo ser indígena yo no alcanzo a entender ni saber de todo de mi cultura, y no es extraño para una persona como yo, de carne y hueso, con necesidad de aprender y conocer muchas cosas aún.

Con la incertidumbre que me generan las incógnitas so-bre el entorno, no quiero engañarme yo misma, creyendo saber o tener toda la claridad sobre diversos componentes

Recordando que muchas veces, cuando se habla de identi-dad y de interculturalidad siempre ha sido una visión que me emociona mucho. Con esa idea en mente asisto a re-uniones y a otras actividades referentes al tema. Y desde lo mucho o lo poco que entiendo he ido analizando y reflexio-nando sobre el compromiso de mí misma como persona, lo cual ha sido un punto importante de orientación en mi formación académica y humana, y de mi vida en particular, donde mi interés se debe a mi condición de ser una estu-diante perteneciente a la cultura Arhuaca de la SNSM.

En este espacio quiero hacer énfasis en cómo concibo la identidad cultural, pues siempre la he considerado como la luz que alimenta el diálogo para el entendimiento entre visiones distintas, y para entender el mundo. Cuando hablo de entendimiento y de identidad entre dos cultu-ras distintas, me refiero al marco de respeto que merece desde una óptica de referencia intercultural de principios, y los valores encarnados en ella desde el origen.

Es una idea común en la mente de muchos adolescentes, en algunos, tal vez con mayor preocupación que en otros, cuando éstos piensan sobre la futura permanencia de su cultura y de su pueblo. En mi condición de estudiante in-dígena, que aún sin experiencia plantea una problemática - lo cual puede parecer insignificante ante el pensamiento adulto -, pienso que, así como cuando comienzo una mochila, sé que después de hacer la primera puntada, en adelante, el crecimiento depende de mi dedicación para que, después de puntada tras puntada, pueda obtener finalmente la felicidad de su crecimiento hasta llegar a la puesta de la gaza, que es cuando esa mochila ideada ya se convierte en una realidad.

A través de los mayores de nuestra comunidad, compren-dí que la identidad cultural Arhuaca es una herencia que nos dejó Ati Seynekun. Pero me pregunto, ¿qué es en realidad la identidad cultural? ¿En qué consiste proteger esa identidad? ¿Será algo meramente físico? ¿Cómo po-dría entender yo la dimensión desde lo que estoy viendo y desde lo que no puedo ver?

Así me ocurre en este momento. Para escribir este artículo tengo muchas ideas en mi mente, que quisiera difundir bien dibujadas en una redacción armónica, pero mis dedos trastean sobre el teclado de mi portátil. Parece que hasta mi mente no encuentra cómo ayudarme a tejer el mensaje que anhelo compartir, así también, todavía no alcanzo a entender cuáles son los principales factores ex-ternos que constituyen dilemas de desordenamiento, esos que amenazan o que destruyen el camino de la personali-dad humana que uno quiere construir.

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de mi cultura. Temas como territorio, autonomía cultural, sistema de gobierno propio, origen y rol de las organizacio-nes, etc., son cosas que están en el contexto local pero que pasan por la tangente de mi mente. Ante esa necesidad, vi oportuno participar en la electiva profesional: “Pensa-miento indígena contemporáneo: Nuestra voz en nuestra propia voz”, dictada en la Universidad del Magdalena bajo la dirección del docente Cayetano Torres, dirigido a estu-diantes de 5º, 7º y 8º semestre de Antropología de dicha universidad. Claro, allí era evidente la diferencia de déci-mo grado frente a estudiantes universitarios, pero mi afán fue aprovechar el espacio para exponer, analizar, debatir y profundizar sobre interrogantes que me inquietaban.

Ahora siento gratitud con Kaku Serankwa y Ati Seynekun que desde su morada infinita me permitieron participar satisfactoriamente durante el tiempo previsto. Ha sido de mucha alegría avanzar en la precisión ampliada de muchos temas, pero sin olvidar que sólo es un comienzo y, como lo sugirió el Docente responsable del área, “que lo más importante es que los interrogante reproduzcan otros interrogantes, para que la concurrencia de ello permita consolidar los principios y los valores de la iden-tidad física y espiritual”, para que desde esos ámbitos se generen principios de diálogos, y se armonicen ámbitos de justicia y paz con la naturaleza. Es decir, no sólo con palabras bonitas de la boca para afuera, sino que en cada

uno debe construirse la fuerza invencible que sustente la defensa de la identidad cultural arhuaca de la SNSM.

Reflexión final: A continuación algunas reflexiones para soñar futuros espacios que permitan la convivencia armó-nica dentro de la cultura y hacia el diálogo intercultural:

• Propender por el que a los jóvenes en general se les contribuya apoyándolos a resolver el conflicto de incertidumbre que atiborran sus metas y horizontes humanos.

• Minimizar complejidades conflictivas actuales en la sociedad, propiciando espacios de diálogo y de acer-camiento intercultural para que los principios y valores de las personas consoliden la paz social.

• Acercar el abismo entre el pensamiento de la adultez y el pensamiento de estudiantes jóvenes, mediante dinámicas de participación colectiva frente a los graves problemas que amenazan la cultura indígena.

• Considerar posiciones claras entre la utilidad de la tec-nología y el esquema escolar para que éstos se trans-formen en herramientas útiles, que más que hacernos daños, contribuyan a fortalecer la identidad cultural indígena de la SNSM.

Kankawarwa, SNSM, Foto: Ati Gúndiwa Villafaña Mejía

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mi experiencia durante La cátedra

“pensamiento indígena contemporáneo: nuestra voz en

nuestra propia voz”Por Marcos Ariza

Estudiante de AntropologíaUniversidad del Magdalena - 5° Semestre

La espiritualidad que la Madre Tierra ofrece a los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, SNSM, es el plano fundamental en el que éstos conciben su territorialidad ancestral; es el piso donde éstos habitan y manejan las leyes y los principios, por los cuales las comunidades indígenas conviven armoniosamente en relación colectiva

entre los cuatro pueblos indígenas de este territorio, Kággaba, Wiwa, Arhuaco, (Iku) y Kankwamo. Igualmente, la concep-ción de esta territorialidad contextualiza el orden del pensamiento con las entrañas de la Madre Naturaleza, la cual es principio de vida y existencia; cada lago, cada montaña, cada árbol, cada río, generan principios espirituales y culturales entre las comunidades indígenas de la SNSM.

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Con esta breve contextualización, quisiera hacer visible mi expe-riencia como persona y como estudiante de antropología durante mi transcurso de la cátedra “Pensamiento indígena contemporá-neo: Nuestra voz en nuestra propia voz” dictada por el indígena arhuaco (Iku) Dwinaríngumu Makú (Cayetano Torres), del cual he aprendido a construir un pensamiento integral que me permitirá entender cómo en los pueblos indígenas se concibe y se vive la colectividad con la madre naturaleza, y a comprometerme de manera íntegra con la Sierra y sus comunidades indígenas. Esta visualización de mi experiencia en esta cátedra, es con el fin de poner en cuestión las discusiones que se manifestaron durante las diferentes clases con un profesor indígena, que nunca habíamos tenido la oportunidad de escuchar, las cuales abordaban temáticas de la cultura indígena, sus organizaciones representativas, proble-máticas internas y externas dentro de las comunidades de la Sierra, y en cómo se relacionan éstas en un marco político local, regional y nacional en pro de argumentar siempre la construcción de un pensamiento partidario de la interculturalidad, constituida dentro del territorio indígena como en otros escenarios, por ejemplo el salón de clase, o el montón de libros; todo esto encaminado a hacer énfasis en la discusión nacional sobre justicia y paz, de la cual hacen parte fundamental de dicha discusión las comunidades indígenas.

Entonces, siendo consecuente con el propósito de este escrito comenzaré relatando mi experiencia en la cátedra ya mencionada. Mi interés en principio de elección de esta cátedra se basaba en mi curiosidad personal y académica de relacionarme con lo que siem-pre en la bibliografía leída por mi durante mi camino forjador como antropólogo, se conoce como “el otro”, conceptualización que pon-go en cuestión desde el comienzo de las clases, porque desde ese instante cuando mis compañeros y yo conversábamos por primera vez con el docente indígena, me preguntaba cómo podía otorgarle yo la denominación de “otro” a una persona con la que me sentí en confianza, relación que jamás había tenido con algún profesor de la academia occidental impartida en la universidad; ese sentir no sólo fue individual de mi persona, sino también colectivo entre mis compañeros y el Sr. Cayetano Torres, cuestión que fue importante para poder abordar de manera clara y crítica las temáticas que él como representante de una de las culturas milenarias de la SNSM nos contaría a través de sus experiencias, que funda “la integralidad de justicia y paz en un diálogo intercultural entre estudiantes de antropología y la cultura indígena de la SNSM”.

No va ser mi intención mencionar de manera detallada y objetivista las clases, pero sí se me hace relevante referirme a las diferentes temáticas antes mencionadas y que debatimos durante éstas, las cuales tienen algo en común entre indígena y occidente; ese algo fundamental, que desde el primer día de clases el docente Iku nos ha dejado claro en pro de darnos a conocer las realidades ontológi-cas de las comunidades indígenas, es la territorialidad y su contexto cultural, que presenté al principio de este escrito como eje princi-pal, y que enfoca la sabiduría, el pensamiento, las costumbres, las leyes, y los principios del ejercicio de gobierno propio de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra Nevada. En esto el Sr. Cayetano nos contextualizó sobre diferentes problemáticas que se presen-taban dentro de las comunidades indígenas, problemáticas que por supuesto giraban de manera esencial sobre la territorialidad.

Cuestiones como el sistema de salud, el sistema de la educación escolarizada, la figura y el rol de las organizaciones indígenas en la SNSM (tales como la Confederación Indígena Tayrona – CIT, la Organización Gonawindua Tayrona – OGT, la Organización Wiwa Yu-gumain Bunkuanarrwa Tayrona – OWYBT y la Organización Indíge-na Kankuama – OIK) frente a la complejidad del turismo, los mega proyectos instaurados por multinacionales, etc., son problemas generadores de conflictos internos y externos en la territorialidad de las comunidades indígenas.

La lucha por la autonomía y la recuperación territorial por parte de las comunidades indígenas, ha sido su principal propósito para po-der dar solución a estas problemáticas que han venido afectando gravemente sus dinámicas sociales, las cuales se buscan restablecer y enderezar mediante el camino espiritual que aún permanece en la madre tierra y en la oralidad tradicional. Este camino de respetar la integralidad cultural en la Sierra es un arduo proceso de inter-locución, de diálogo y entendimiento; es un proceso que de igual forma se plasma desde los intereses en los actuales momentos históricos de justicia y paz, los cuales se desarrollan ante la mirada nacional e internacional como parte del plan de gobierno del presidente Juan Manuel Santos Calderón. Si bien éstos responden a planes políticos que han estado enmarcados desde supuestos intereses sociales y compromisos históricos que tiene la nación con las personas que han sido víctimas del conflicto en nuestro país, en realidad son simples contentillos mal planificados por el gobierno hacia la sociedad colombiana, principalmente frente a las minorías étnicas que existen en el territorio nacional, principales e históricas víctimas de este gran flagelo social, consecuencia de conflictos que trascienden desde tiempos coloniales y más contemporáneamente por grupos al margen de la ley.

Las perspectivas respecto a las negociaciones que el gobierno nacional está teniendo en estos tiempos con las Farc, son de interés colectivo de todo el pueblo colombiano. Asimismo, tal interés con-lleva a que la población campesina, afro e indígena debata sobre los términos en que se definiría esta paz por la que siempre han luchado. Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada consideran por su parte que la justicia y la paz se darán cuando de verdad el Estado y su estructura de gobierno le presten atención a las causales del conflicto, esas mismas por las que surgieron los movimientos arma-dos de izquierda. La desigualdad social, la falta de oportunidades, la marginación de las poblaciones indígenas, afro, y campesinos, dieron pie para la toma de armas de estos grupos, quienes no han sabido orientar sus ideales y que han hecho más perjuicio en su guerra con el Estado, afectando más a la población civil que es la parte vulnerable del conflicto.

Pienso que la resolución de problemáticas de salud, educación, desplazamiento y autonomía territorial, entre otros relevantes, es lo que permitirá sembrar la paz y la integralidad cultural que re-quieren las comunidades de la Sierra, y en general las poblaciones indígenas del territorio nacional. Como dije anteriormente, la paz es un proceso que se inicia desde lo individual y colectivo, para empe-zar a construir debates interculturales en apoyo a las comunidades indígenas, desde la sabiduría y la praxis de ellas.

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de La academia a La reaLidad: saLida de campo a KanKawarwa

“puebLo taLanquera”Por Marcos Ariza

Estudiante de AntropologíaUniversidad del Magdalena - 5° Semestre

una de las grandes expectativas como estudiante de antropología siempre ha sido enfrentar la realidad, salirme de la abstracción de los textos teóricos y académicos, para poner los pies sobre lo que verdaderamente sería el sentido de esta profesión; la realidad concreta donde los seres humanos interactúan, cambian, conviven, habi-

tan y piensan, y donde de igual manera se presentan problemáticas sociales o culturales, por el devenir de las transfor-maciones que esta realidades presentan. Pero también tengo que decir que este interés por la realidad se demarca por la manera en cómo mi entendimiento y mi formación como investigador social se ha desenvuelto en un saber observar, sentir y pensar sobre aquella realidad.

Kankawarwa, Maria Isabel Valderrama González

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En esta oportunidad me contextualizaré dentro de aquel fragmento que observé, sentí y pensé de las realidades indígenas cuando visité el pueblo de Kankawarwa, Cuenca del Río Fundación – Municipio de Fundación, denominado “pueblo talanquera” dado que hace parte de los diferentes pueblos fronterizos que se encuentran alrededor de la Sierra Nevada, construidos durante la administración del gobierno del Dr. Álvaro Uribe Vélez, en respuesta a una histórica aspiración de los pueblos indígenas de la SNSM, para avanzar hacia la consolidación de la integralidad territorial indígena, pero que no se refiere a la dimensión ancestral de la Línea Negra, proceso dado por la persistencia de los pueblos indígenas en procura de lograr la formulación de un ordenamiento territorial que consolidara su auto-nomía y control sobre el territorio en la SNSM. Pero de igual manera recuerdo que sobre la finalidad de estos pueblos, por parte del gobierno nacional habían intereses militares para la elaboración de bases milita-res de alta montaña, como estrategia adecuada para consolidar la política de “seguridad democrática” en contra de grupos insurgentes que controlan el negocio del narcotráfico en este macizo montañoso.

Mi visita a este pueblo fue programada desde la cátedra “pensamiento indígena contemporáneo: nuestra voz en nuestra propia voz” dictada por el ilustrísimo indígena Iku (Arhuaco) Dwinaríngumu Makú, conocido en el contexto occidental como Cayetano Torres Izquierdo; estipulada para el 27 de Octubre del presente año 2012. Desde el momento en que el Sr. Torres nos avisa, a mí y al grupo de compañeros sobre la salida hacia el pueblo, me he sentido alegre pero a la vez inquieto por saber, qué me iba a encontrar en este viaje; durante las clases habíamos desarrollado diferentes temáticas sobre problemáticas indígenas, y eso alimentaba más mi deseo por saber cómo se daban a conocer esas pro-blemáticas sobre la realidad de Kankawarwa. A nuestro arribo al referido pueblo, de entrada se hace visible la interculturalidad que está presente en este contexto espacial, donde colonos e indígenas se relacionan entre sí. Las primeras casas subiendo montaña y muy pega-das hacia lo que es el pueblo indígena como tal, son casas de colonos, donde se puede identificar personas que se dedican a diferentes actividades económicas, la ganadería, la agricultura o de igual forma son due-ños de tiendas surtidoras de productos occidentales. Éstos como decía, conviven una misma realidad social con las comunidades indígenas, pero de alguna u otra forma se presentan desentendimientos o desacuerdos

entre estas mismas, como es en el caso de la luz eléc-trica, donde los colonos o campesinos de esta zona la quieren, pero las comunidades indígenas dicen que no, porque ciertamente no se les hace necesario tenerla a excepción de oficinas y servicios puntuales; a lo largo del camino antes de llegar al pueblo, dentro de la zona montañosa se evidencian las torres donde iría el cablea-do para la electricidad, pero estas torres están solas sin cableado alguno dado a este desentendimiento. Pasan-do las viviendas de los colonos se ubica Kankawarwa, donde se cumplen funciones administrativas e intercul-turales, eventos internos de grandes decisiones por las comunidades indígenas de la zona del Fundación – Sie-rra Nevada, mas no es lugar de asentamiento de base familiar de las comunidades indígenas que habitan en esa jurisdicción.

Para el día que llegamos al pueblo, éste estaba a punto de ser abandonado por la gente en su totalidad, debido a que la comunidad había culminado un encuentro en-tre los representantes administrativos y espirituales de las comunidades indígenas de la respectiva zona; pero pudimos encontrar al mamo Arhuaco Faustino Crespo, quien muy amablemente nos atendió y nos recibió en el Ka´dukwu del pueblo. Al comienzo de este encuentro cultural con la autoridad espiritual nos ubicamos en un sitio sagrado dentro del pueblo (local), donde realiza-mos una actividad de comunicación inicial con la madre tierra, expresando nuestros pensamientos y nuestros sentimientos hacia aquel momento que compartíamos con ella y con las personas con la que estábamos re-unidos en ese lugar; por mi parte, mi mensaje no podía ser otro, sino de agradecimiento por estar presente en ese hermoso lugar construyéndome como persona, en relación integral con las personas con las que comparto mi vida, mi academia y de la unión que estaba teniendo con la Madre Naturaleza.

Después de que cada uno presentara su mensaje es-piritual y a viva voz a la Madre Espiritual, donde vimos la importancia del uso y manejo del bilingüismo, “ikun – bunachun”, un puente de entendimiento intercultural profundamente elemental en la sociedad indígena, recorrimos el contorno del pueblo, maravillándonos con el paisaje y también discutiendo con mis com-pañeros sobre problemáticas que rodeaba el pueblo y las comunidades indígenas de la Sierra Nevada en general; dentro de estos temas en discusión se encon-traban cuestiones no sólo sobre la interculturalidad que se manifestaba entre los colonos y los indígenas, si no también problemas territoriales relacionado a

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las delimitaciones de los resguardos indígenas y que están amenazados con los problemas de promoción de megaproyectos en la Sierra Nevada. Esta visita al pueblo Kankawarwa me ha hecho reflexionar sobre la realidad que estaba evidenciando en ese momento, que discutía con mis compañeros y que de una u otra forma había debatido con el docente Dwinaríngumu en las clases dentro de la Universidad del Magdalena, y así como veía esa realidad indígena también la sentía como propia, como algo por lo cual se debe luchar para protegerla y conservarla en ese reto de formular una buena relación tanto intercultural como ambiental, social y humana.

Siendo consecuente con este deseo de poder aportar algo para el beneficio de las realidades de las comuni-dades indígenas de la Sierra Nevada, al finalizar la jorna-da de salida de campo en el pueblo, hemos recibido un mensaje del Mamo que nos atendió, sobre la necesidad de la integración cultural y espiritual del territorio con

orden y disciplina de vida. Además, el Mamo Faustino agradecía nuestra presencia en el lugar y nos daba ánimos para poder encabezar ese camino de colabora-ción con las problemáticas presentes en la Sierra, para que con nuestros conocimientos de antropólogos en formación, en el futuro muy cercano apoyemos a las co-munidades en beneficio de estas mismas. Este mensaje se hace más comprometedor cuando el Mamo ha colo-cado una aseguranza en nuestras manos, simbolizando el “cierre” de la ritualidad cumplida y el compromiso de nosotros con la madre tierra, demarcando así nuestro proceso en buenos términos para que esta ayuda sea eficaz y certera.

Como conclusión puedo asegurar que esta experiencia compartida con mis compañeros, básicamente se cons-tituye en mi verdadero comienzo profesional y humano para ser ese instrumento útil para el beneficio de la sociedad en general. Muy agradecido por todo.

Kankawarwa. Foto: Ati Gúndiwa Villafaña Mejía

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Percepción y perspectivas en torno al desarrollo del Seminario

“diáLogo intercuLturaL hacia eL pLuraLismo jurídico iguaLitario”

barranquilla, 16 y 17 de oCtubre de 2012Por Cayetano Torres Izquierdo

Asesor General, OGT, Pueblo Arhuaco

“Gracias a usted Caye, la Universidad del Norte quedó impactada con sus palabras y su presencia…” Zeneida López

Rumbo a La Arenosa: En Santa Marta, el día 4 de octubre de 2012, recibí una invitación de la Dra. Zeneida de J. Ló-pez Cuadrado, Fiscal Sexta Delegada ante el Tribunal de Barranquilla y Profesora de Derecho de la Universidad del Norte, con fecha del 28 de septiembre del presente año, para participar como ponente en el Seminario “Dialogo

Intercultural hacia el Pluralismo Jurídico Igualitario”, organizado por la División de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Norte y la Agencia de Cooperación Alemana, a desarrollarse los días 16 y 17 de octubre en el auditorio de la Universi-dad del Norte, en Barranquilla.

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En principio me agradó mucho la invitación, pero también sentí temor porque no conocía a nadie para preguntar “con qué se comía eso”. Esa incertidumbre me ocasiona-ba impotencia en qué hacer, ni sabía quién me invitaba, porque cuando la información no es directa, tal situación siempre me desespera para asumir compromisos sin saber de qué se trata. Ante esta tremenda indecisión, con absoluta timidez, un día me arriesgué y llamé a la Dra. Zeneida, quien me sorprendió gratamente por su calidez humana con que me trató por teléfono, y con el correr de llamadas y mensajes cruzados, virtualmente se convirtió en una persona familiar, de confianza, que daba seguridad (cuando dice Caye) y claro, se desaparecieron en mí todos aquellos tedios sicológicos que habían tenido inundada mi mente, al punto que ésta no podía suponer siquiera lo que le tocaría decir en “La Arenosa”.

Pero luego, ya poseído del oxígeno que irradiaron sus llamadas, releí los términos de la invitación para olfatear in-dicios del Seminario. Preguntaba al texto que me explicara el propósito de fondo para poder “llevarme espiritualmen-te” sobre mis hombros y en mi mente el peso cultural de la SNSM. Entonces entendí que el “objetivo principal es, que desde este espacio académico se proporcionen herramientas participativas para el entendimiento intercultural y las cons-trucciones jurídicas de tipo igualitario, lo que será posible en la medida que al lado de los profesores y demás conferencista invitados, podamos contar con los más destacados dignata-rios de los pueblos indígenas, y sus autoridades de gobierno, y jurisdicción, aportándonos sus significativas enseñanzas, experiencias y reflexiones sobre la afirmación de su derecho propio, como cimiento para la paz en nuestro país”.

Siendo así el objetivo, ya me sentía más tranquilo cuando “la voz amiga” me preguntó, ¿cuál va ser el tema de su ponencia?, a quien al instante respondí: “La concepción de la integralidad cultural del territorio, Sitios Sa-grados, y la razón de los Mamo de ser Autoridades Am-bientales Ancestrales en la SNSM”. Obviamente, en ese momento ya contaba con otra disposición mental para coordinar con Margarita Villafaña y Lucelly Torres, con el fin de que hicieran parte del viaje “bajo la consideración de la trayectoria y la representatividad del pueblo Arhuaco, y con derecho propio para participar como ponente presencial de la mujer indígena en este evento”. Sabiendo que “además de la digna intervención programada, resultaría importante contar con la presencia de otros líderes y autoridades tradi-cionales de otros pueblos que habían tenido parte activa en el proceso que se ha venido adelantando”.

Lo que sí no estaba “programado” eran los imprevistos de carretera de Santa Marta a Barranquilla. Llegada la hora de

salida, abordamos tanto a “BERLINAS DEL FONCE” como al vehículo de nuestras expectativas al interior de cada uno. De mi parte, sólo pensaba en el valor y el coraje de Gúnkuku Tana, pues como integrante de esa raíz milenaria estaba obligado a difundir lo mejor de la palabra indíge-na, aunque “técnicamente” no tenía nada especialmente “prefabricado. ¡Pero qué contraste! Ese reflejo retrospecti-vo se truncó luego de transcurrido algún trayecto, pues de repente el bus frena y se queda parado. Para mí los segun-dos eran horas interminables, pensé que el incidente sería breve, estaba ya ansioso de palpar escenarios y personas por conocer, y lo peor del caso es que el conductor no informaba nada sobre cuál era el motivo de la varada, accidente o protesta vial, lo cual me causaba profunda an-gustia ya que la 1:30 pm estaba demasiado cerca, sintien-do mucho que yo había confirmado mi participación en la mesa protocolaria de instalación del evento.

Aunque bastante “alterado” el orden preestablecido en mi mente, pero después de soportar mi simulado desespero, al fin “arrancó” de nuevo el bus. Reitero que fue esencial estar en contacto permanente con la Dra. Zeneida durante el viaje, quien estaba al tanto del incidente presentado y del atraso de la delegación arhuaca.

Momento de emoción y serenidad: Después de todo, por fin, pisamos suelo del Hotel “El Prado”, donde no conocíamos a “los coordinadores de la logística” pero unas personas de “azul” nos atendieron divinamente. ¡Qué gente tan especial! Luego de ubicarnos en las respectivas habitaciones reservadas, nos condujeron al restaurante contiguo, donde no obstante la hora corrida ese día, nos “empacamos un tronco” de almuerzo, para luego salir de inmediato a la UNINORTE, lugar del evento.

Todavía me encontraba “confrontado” con un “portentoso” almuerzo, cuando Zeneida llama para informar que ya es-

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taban listos en la mesa de instalación, que ya iban a iniciar, y le dije que arrancaran sin mí, porque ya me quedaba imposible estar a esa hora corrida también. Esa voz amiga retumbó en mis entrañas, que nunca olvidaré, cuando me respondió: Nooooooooo…Y esa voz se fue al vacío, no sé qué pasó. Yo francamente sentí mucha melancolía y tristeza al no poder estar allí, porque la vida me enseñó a ser puntual, y físicamente “sufro” el incumplimiento, ajeno a mi voluntad. Por eso ahora, al recordar y escribir este lindo pasaje, lo hago llorando de verdad. Sólo son testigos estas fuentes naturales de agua cristalina, que gratamente nutren e hidratan el universo de este pensamiento de locuras humanas…

Luego de conciliar el desespero estomacal por el incisivo vacío meridional de la fecha, y al momento de coger el taxi que nos conduciría a la UNINORTE, no había vuelto a recordar que saliendo de Santa Marta, estando ya en el bus rodando, un periodista me había llamado vía celu-lar, que con una regular señal y con el ruido del motor abordo, entendí que quería saber cuál era mi concepto sobre la supuesta construcción del Hotel en el Parque Tayrona, al cual contesté que estaba muy incómodo para responder su inquietud, quedando él que llamaría más tarde, calculando que ya estuviera en Barranquilla.

Cuando el taxista decía que ya estábamos cerca a la en-trada de la UNINORTE, me sorprendió otra vez la llamada del periodista, reiterando y precisando la pregunta arriba expresada. Y para que Margarita y Lucelly escucharan lo que yo respondía, hablé en voz alta, además, por el temor que tengo, de que generalmente el periodista entiende al revés lo que decimos los indígenas. Bajo ese criterio, y de forma escueta argumenté: “Lo que respondo es una posición personal, no generalizo ni comprometo a nadie. La respuesta a tu pregunta no es si quiero o no quiero Hotel en el Parque Tayrona. Nuestros principios sobre Sitios Sagrados no depende de, si quiero o no quiero, sino que lo sagrado no se toca, se respeta y punto. Hace poco, cuando se presentó aquel “boom” periodístico sobre este mismo tema, el Presidente de la República de Colombia, Dr. Juan Manuel Santos Calderón, dijo públi-camente, “esto no va más”, entonces si hasta un Jefe de estado dijo que no, no puedo decir nada distinto”, y colgué mi celular, cuando ya estábamos a las puertas del claustro universitario.

Sin contratiempo pasamos en la entrada de la UNINORTE. Estando dentro, sentía mayor expectativa por conocer a la Dra. Zeneida, quien hacía unos instantes me había advertido que estaba pendiente de nuestra llegada, para recibirnos y conducirnos donde estaba instalado el

evento. Todavía estaban mis ojos saludando al hermoso panorama interno de la Universidad, cuando de pronto, un poco distante, vi a una mujer que con sus brazos hacía señas para identificarse hacia nosotros. Nos acercamos, y como era evidente sentir el instante, con profunda emo-ción y serenidad humana nos saludamos y abrazamos, y aún con la bienvenida a mano, de inmediato nos llevó al mencionado auditorio principal.

Al acceder, la primera impresión fue ver un auditorio vacío, había poca gente, sentí preocupación, y hasta imag-iné que “si tocara” hablar a esa hora, sería inútil frente a un escenario de “sillas vacías”. Pero me motivó pensar que la gente había acabado de salir, que al día siguiente habría mucha gente, y me senté a escuchar parcialmente a un compañero Wayuu que iba terminando su exposición. Luego, la moderadora dio por terminado el acto inicial ese día, y se dirigió a la delegación de la SNSM, sugiriendo que descansáramos un poco, pero que estuviéramos puntu-ales a las 6:30pm, a una reunión especial a realizarse en un salón interno del Hotel.

Conversatorio GIZ pueblos indígenas del Caribe Colombiano: Efectivamente, al entrar al salón indi-cado, vi la distribución de cinco mesas, ordenadas y señalizadas con distintos temas y el nombre de los participantes en cada una. A mí me correspondió la Mesa Nº 1, Sistema de Justicia. A Margarita y Lucelly les tocó integrarse en grupos diferentes. En la intro-ducción del expectante ejercicio, tomó el micrófono una mujer que dijo llamarse Gloria Bernal de ProFis, con vibrante acento paisa, a quien vi bastante incómo-da para realizar su requerido movimiento laboral, pues tenía que trastear con una muleta que llevaba debajo de su brazo derecho, porque su rodilla izquierda era la paciente auxiliada; sin embargo, qué asombro, enseguida observé que la presumida incomodidad

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del bastón temporal estaba en un segundo plano de importancia, porque para ella, la motivación, la satis-facción y la alegría humana que emitían sus ojos al público, era profundamente de otra dimensión, imposi-ble de describir ahora, pues solamente se reflejará en el poema “ayer escribí esto después de ir al parque, quería compartirlo contigo…

Mi pensamiento aún seguía bajo la expectativa de obte-ner claridad sobre el tema para “salir del espacio equivo-cado de la suposición”, que fue superado con la precisión dada en esta información de procedimiento metodológi-co, se trataba de un ejercicio con sentido pedagógico, y consistía en una especial oportunidad para que los indíge-nas, las diferentes instituciones y personas que tienen que ver directamente con la unidad de justicia y paz en Barranquilla, se sienten en una mesa, dialoguen cara a cara, exploren inquietudes e insumos básicos durante el evento, siendo suficiente la ilustración para asumir ense-guida otra actitud de participación.

Según la dinámica sugerida para el desarrollo temático, cada mesa nombra un relator encargado de recoger los insumos y representar al grupo para la plenaria de las con-clusiones. En esta mesa fue relator el Dr. Milton Armando Gómez Cardozo. Se inicia la mesa con la intervención del Dr. Gustavo Roa, Magistrado de Justicia y Paz, Presidente del Tribunal de Barranquilla, respondiendo a la pregunta: ¿Qué es justicia?

Responde, citando al emperador Justiniano, del cual dice que se origina el término. “Dar a cada cual lo justo, lo que le corresponde”. Un hecho de la vida, al cual se le impone una consecuencia jurídica. Resalta la importancia de la dosimetría de la pena, cita como ejemplo el caso del joven que tocó los glúteos de una dama, situación por la cual fue condenado a cuatro (4) años; posteriormente la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia anuló la sanción, planteando el derecho penal mínimo o fragmentario.

Sobre la Justicia Transicional, se lamenta por las penas al-ternativas impuestas que pueden resultar irrisorias frente a la gravedad de las violaciones de los derechos humanos de las víctimas. Puede implicar un hecho de perdón y olvido. Como salida a la situación de violencia se plantea, el aumento de las penas para persuadir al delincuente en su actuar desviado.

El Dr. Alberto Ariza, Coordinador de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación dice que el proceso de Justicia y Paz, tiene como objetivo la búsqueda de la paz y la reconciliación nacional; a veces puede parecer

injusto que los derechos conculcados revistan mayor gravedad que las penas impuestas; situación que debe ser subsanada con una reparación ejemplar, donde se reparen integralmente los daños recibidos por las víctimas y se den garantías de no repetición.

Los indígenas plantean: Cayetano Torres del pueblo arhuaco inicia diciendo que “a la luz de la concepción indígena, el término JUSTICIA no significa nada. El prin-cipio fundante de la identidad primigenia de los pueblos indígenas de la SNSM consiste en la íntima relación de “Hombre - Naturaleza”. Existe una ley de origen, y es la que rige el destino de los pueblos indígenas “hijos de la madre tierra”, que cuando hay una infracción a ella, por muy mínimo que sea el error, repercute directamente con ese orden natural, y es factor de alta relevancia que hace necesario reparar ese orden, que significa reordenar de nuevo las normas infringidas. Es profundamente realista comprender la generosidad de la madre naturaleza que nos da todas las cosas, el agua, el aire, la comida, etc. En respuesta a esta bondad natural, nace y existe el principio cultural de agradecimiento a la Madre, es la ley de la reci-procidad, familiarizado bajo el término de “PAGAMENTO” en la SNSM.

La afrenta incurrida a la naturaleza hay que pagarla; el respeto al plano natural es lo más importante, es cuestión de vida y existencia, y el hombre desciende desde la rama de la problemática, y de allí viene hacia lo que prescribe el Código de la Madre Naturaleza. ¿Cómo el estado y sus instituciones deben mirar y respetar la diversidad? Lo que está en juego es la Vida o la Muerte del Planeta.

En los conflictos de los pueblos indígenas “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo”; como miembros de comunidades indígenas que se separan del espíritu de su pueblo, desconocen los preceptos originales y se apar-

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ten de sus costumbres, y entran a otros antojo externos. Hay que articular, coordinar y armonizar la jurisdicción indígena y la ordinaria. Antes de la llegada del español, la naturaleza cultural de los pueblos indígenas saneaba los males de salud, y con la llegada del mundo extranjero se incrementaron otros tipos de enfermedades, que hoy hay que tratar aplicando la medicina occidental, pero ésta, en últimas, también procede de la naturaleza”

Pedro Loperena del pueblo Wiwa habla “de la AUTORI-DAD representada en la Naturaleza, el territorio, la tierra; ella es la que administra justicia, observa el comporta-miento de la persona, debe existir un equilibrio entre lo bueno y lo malo, la diferencia exagerada entre ellos demuestra qué pasa en la persona. Cuando se rompe el equilibrio, hay un desorden, la respuesta está en el con-sejo, que se hace en comunidad, por ejemplo, el sábado se conversa (consejo). El consejo wiwa se basa en las experiencias del pasado. Antes de que amaneciera ya los primeros existían y de allí proviene la sabiduría. La gente mala está equivocada; la madre habla”.

Se utilizan historias que asemejan el comportamiento del hombre al de los animales. Pone como ejemplo la historia del ratón, qué le pasa al ratón, muere aplastado. Cualquier miembro del pueblo Wiwa, así sea joven, puede dar una idea de profunda utilidad, a través de una historia (consejo). En la sanción tradicional no se maltrata a nadie, pero los pueblos indígenas fueron influenciados por los occidentales y las sanciones igualmente se permearon.Si hay una falta, por ejemplo un robo, se analiza el hecho y se busca un responsable, pero no sólo al infractor directo, se analiza también las circunstancias del porqué ocurrió ese hecho. Se mira integralmente la responsabilidad del padre y madre, inclusive, se analiza si existe un hecho que haya generado un pecado de los antepasados; en caso dado, también, se debe limpiar aquel espíritu. Cuando se sanea el mal colectivamente, se entra en armonía con el universo, que a su vez alimenta a la madre naturaleza y se limpia el agua, las plantas, el aire, etc. Hay que sanear primero la naturaleza como principio de justicia y paz”1.Para Daniel Maestre del pueblo Kankuamo, “el objetivo es armonizar el sistema de ordenamiento, fundamentado más en la reparación que en las medidas coercitivas. Cita como ejemplo la sanción que aplica la comunidad en un hecho de homicidio, que consiste en que el homicida cuide de la familia de la víctima, actividad que desarrolla en el día, y en la noche desarrolla un trabajo espiritual. La

cárcel no es la mejor salida, pues se convierte en la Univer-sidad del Crimen. Las formas de reparación, en el caso de los paramilitares, serían bien vistas por los pueblos indí-genas, si se sometiera a los infractores a una confesión en los sitios sagrados, para alimentar a la madre naturaleza, hacer rituales en los sitios donde ocurrió el hecho o daño.El trabajo espiritual consiste en sacar la energía mala de su cuerpo, y restablecer la armonía que se rompió con la ma-dre naturaleza. La sanción debe llevar al infractor a ser una AUTORIDAD, en relación con el conocimiento del delito cometido, a ser ejemplo del mal cometido: “yo hice mal, no lo hago más porque sufrí la sanción”. Allí se restablece la armonía natural como principio de justicia y paz”2.

Para Gregorio Uriana de la comunidad Wayuu, “la justi-cia es colectiva o grupal, pues busca la indemnización para reparar el grupo. El Clan ofendido envía la palabra - abriendo la negociación- a través del palabrero, quien lleva la idea de la indemnización o reparación. El RESPE-TO, es lo más importante para el Wayuu, debe ser mutuo. Cuando el clan ofensor contesta, demuestra respeto por el otro clan y se expresa una voluntad de arreglo. El Wayuu, quiere caminar bien, sin problemas, ni amenazas. El Wayuu, quiere comer tranquilo, sin pensar que va a ser envenenado o afectado”3.

Terminado el tiempo de discusión temática se procedió a exponer las conclusiones en plenaria, a cargo del relator de cada mesa y según el orden del tema asignado. Con la exposición de importantes consideraciones de todos los grupos, se dio por terminado el ejercicio. Aclaro que re-sulta imposible transcribir todas las exposiciones en este artículo; lo escrito aquí, es un simple olfato de impresión de lo ocurrido, que permite reflexionar sobre un primer análisis pedagógico, que conducirá hacia el perfil de conclusiones del Seminario. A esta hora, tuve claridad de que la Dra. Gloria Bernal A. es la Vicedirectora del proyecto de Cooperación ProFis, quien dio el cierre al ejercicio que gestionó y orientó con profunda alegría en ese recinto, lo cual también significaba la revaloración temática a seguir con el sueño de esa inolvidable noche en la “Puerta de Oro de Colombia”.

Pero antes de acariciar la almohada suceden anécdotas y sorpresas de relevancia, ajustadas a la importancia del momento. Así como cuando ya iba a entregarme al sueño, timbra el celular y un compañero indígena me pide que vaya a la habitación de Jaime Arias, Cabildo Gobernador

1 Tomado de la relatoría de la Mesa No.1 “Sistema de Justicia”.2 Ibid.3 Ibid.

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Kankuamo, para reunirnos. Enseguida subí al tercer piso, y allí entre todos los de la SNSM, dialogamos hasta más de medianoche. Fue pertinente la iniciativa de mis compa-ñeros para coordinar el desarrollo de los temas indígenas del día siguiente. Un momento para coincidir también en que el ejercicio recién concluido había sido de profunda connotación académica y pedagógica; hasta “aseveré” que ésta podría ser la actividad más relevante en todo el contexto del Seminario.

Hicimos un análisis general de la problemática interna y externa de la SNSM, con qué lucidez y franqueza colectiva, mientras que los ojos de Omaira Cárdenas (del pueblo kankuamo) declinaban debido al cansancio por el viaje y la hora avanzada de la noche, pero ella no renunciaba a ese valor y coraje humano, por la reivindicación de sus raíces ancestrales, y después de acordar el orden de ex-posición, me obligué a solidarizarme con Oma y me fui a dormir llevando en mente el siguiente compromiso.

Al día siguiente, con la premura del tiempo, luego de escuchar la exposición del compañero wayuu, continua-ron las intervenciones de los representantes de la SNSM, iniciando Cayetano Torres con el tema “La concepción de la integralidad cultural del territorio, Sitios Sagrados, y la razón de los Mamo como Autoridades Ambientales Ancestrales en la SNSM”. Así mismo, Pedro Loperena, representante del pueblo wiwa; Jaime Arias, Cabildo Gobernador del pueblo kankuamo, y Margarita Villafaña del pueblo arhuaco con el tema “El rol de la mujer y su importancia al interior de la cultura arhuaca en la SNSM”. Como el Seminario estaba previsto hasta medio día, el moderador extiende las más cálidas y fraternas expresio-nes de agradecimientos a cada uno de los participantes, y se da por terminado con un intercultural almuerzo de mesa compartida.

Principales consideraciones: a) Agradecer a los coordinadores y demás personas que desde la División de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Norte y la Agencia de Cooperación Alemana, hicieron posible la participación de los pueblos indígenas del Caribe Colombiano en el Seminario realizado. b) Lamentar que por circunstancias adversas a los intereses culturales de la SNSM, en un evento de vital importancia como éste, no sea posible una mayor participación indígena. c) No entiendo cómo en Colombia, con tanta gente tan especial, instituciones y universidades, con entrega y convicción humana y

profesional, todavía no se alcance a diseñar e implementar ese modelo de justicia y paz que soñamos. d) Los pueblos indígenas y su dirigencia deben adoptar otros horizontes de diálogo intercultural, que vaya regando semillas con el viento, y sembrándolas en las mentes para nuevos liderazgos en su posteridad, cada vez más exigentes. e) Sugerir tiempos institucionales y financieros que permitan en otros términos y condiciones, la temática indígena. f ) José Luis mantenga el mismo entusiasmo para que en próximos escenarios, muy amablemente continúe “arreando hacia los horizontes y sueños” de nuestros pueblos indígenas de la SNSM (Lucelly Torres). g) El mensaje llegue a todas las almas y a toda gente de corazón sincero, que permita construir, enseñar y difundir la nobleza y el respeto de la Sierra Nevada como parte vital del planeta y de la humanidad.

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reportaje fotográficoseminario

“diálogo interCultural haCia el pluralismo jurídiCo igualitario”barranquilla, 16 y 17 de oCtubre de 2012

reportaje fotográficoseminario

“pueblos indígenas de la sierra nevada y la instituCionalidad, de Cara a la justiCia transiCional”

santa marta, 9 - 12 de noviembre de 2012

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