No 43 de la Revista Izquierda

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Régimen político y discurso Dos momentos políticos Proceso constituyente Poder constituyente y reconfiguración de lo político · La Cumbre Agraria: En marcha hacia la segunda independencia · Lo urbano y el posacuerdo: Hacia una heterotopía constituyente en la ciudad fallida Neoliberalismo rampante La tragedia ambiental en el Casanare y el calentamiento global Subversiones intelectuales Ya es hora de que gobierne la vida. Hacia un nuevo relato nacional Capitalismo en crisis Neoliberalismo del siglo XXI. Diagnósticos desde el Norte Global y el pronóstico Davos Editorial Chigüiros vs. depredación capitalista Nº 43 ABRIL / 2014 BOGOTÁ, COLOMBIA ISSN- 2215-8332

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Régimen político y discurso Dos momentos políticos Proceso constituyente Poder constituyente y reconfiguración

de lo político · La Cumbre Agraria: En marcha hacia la segunda independencia · Lo urbano y el posacuerdo: Hacia una heterotopía constituyente en la ciudad fallida Neoliberalismo rampante La tragedia ambiental en el Casanare y el calentamiento global Subversiones intelectuales Ya es hora de que gobierne la vida. Hacia un nuevo relato nacional Capitalismo en crisis

Neoliberalismo del siglo XXI. Diagnósticos desde el Norte Global y el pronóstico Davos Editorial Chigüiros vs. depredación capitalista

Nº 43 abril / 2014 bogotá, Colombia issN- 2215-8332

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Jairo Estrada Álvarez DirectorJesús Gualdrón Sandoval Jefe de redacción

Álvaro Vásquez del Real, Daniel Libreros Caicedo, César Giraldo Giraldo, Frank Molano Camargo, Jorge Gantiva Silva, María Teresa Cifuentes Traslaviña, Nelson Fajardo Marulanda, Patricia Ariza, Ricardo Sánchez Ángel, Sergio De Zubiría Samper, Víctor Manuel Moncayo Cruz Consejo editorial

Beatriz Stolowicz (México), Julio Gambina (Argentina), Ricardo Antunes (Brasil), Antonio Elías (Uruguay) Consejo asesor internacional

Las opiniones emitidas por los autores no comprometen al Consejo Editorial de la Revista.

Tatianna Castillo Reyes Diseño y diagramación

Espacio Crítico EdicionesPublicación auspiciada por Espacio Crítico Centro de Estudioswww.espaciocritico.com

ISSN-2215-8332Nº 43, Abril de 2014. Bogotá, Colombia

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reproducirse libremente, conservando sus créditos.

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Régimen político y discurso

4 Dos momentos políticosRicardo Sánchez Ángel

Proceso constituyente

12Poder constituyente y reconfiguración de lo políticoSergio De Zubiría Samper

18La Cumbre Agraria: En marcha hacia la segunda independenciaJosé Honorio Martínez

24Lo urbano y el posacuerdo: Hacia una heterotopía constituyente en la ciudad fallidaJorge Mantilla

Neoliberalismo rampante

32La tragedia ambiental en el Casanare y el calentamiento globalDaniel Libreros Caicedo

Subversiones intelectuales

40Ya es hora de que gobierne la vida. Hacia un nuevo relato nacionalÁlvaro Marín

Capitalismo en crisis

46Neoliberalismo del siglo XXI. Diagnósticos desde el Norte Global y el pronóstico DavosJosé Francisco Puello-Socarrás

Editorial

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Chigüiros vs. depredación capitalista:Un capítulo más de la destrucción global de la vidaJesús Gualdrón

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Dos momentos políticos

Ricardo Sánchez Ángel

Doctor En HistoriaProfesor Universidad Nacional De Colombia

El primero

Hay un momento político que vive sus dinámicas desde la Colombia profunda, la del país real, que puede reclamar

ser el verdadero país nacional. Indígenas, negros, campesinos, mineros, trabajadores de fábricas, servicios, transporte, educación, salud, justicia, mercados, familias proletarias en los territorios de los barrios populares, profesionales jóvenes, estudiantes… todos están a la expectativa, y amplios sectores han tomado decisiones que deben repercutir en forma positiva.

Destaco la realización de la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, realizada en Bogotá del 15 al 17 de marzo con el apoyo de cerca de 30 mil integrantes del movimiento provenientes de distintos lugares del país, y que contó con 3 mil convocantes directos. Sus organizado-res fueron: la Mesa de Interlocución Agraria, la Marcha Patriótica, el Coordinador Nacional Agrario, el Congreso de los Pueblos, el Proceso de Comunidades Negras, la Mesa de Unidad Agraria, la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia, la Organización Nacional Indígena de Colombia, el Movimiento por la Constituyente Popular, la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria, la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina y la Asociación Campesina Popular.

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Régimen político y discurso

Sus deliberaciones y decisiones sellaron un pro-ceso unificado en torno a un pliego unitario, que combina ordenamiento territorial, raíces colectivas indígenas, negras y campesinas, reforma agraria, soberanía nacional y alimentaria, y articulación a la defensa de la Madre Naturaleza con sus zonas de bio-diversidad. Otros puntos de gran trascendencia están en este esbozo de programa agrario y ambiental.

La declaración política hace el balance de las actuaciones y políticas del gobierno nacional, encon-trando no solo el incumplimiento de lo acordado, sino la convocatoria del presidente a un Pacto Agra-rio con los gremios de terratenientes y capitalistas, a contravía del campo, la naturaleza y de los intereses nacionales. Se trata de perfeccionar y acelerar el mo-delo del agro-negocio, despojo de bienes públicos y expropiación territorial. A su vez que echar “leña y carbón” a la locomotora minero-energética: del ca-pitalismo de las multinacionales. La Cumbre tomó el pulso a la grave y grande crisis social, económica y nacional de las mayorías colombianas, sumidas en la desigualdad, pobreza y dura represión, que contrasta con la opulencia de los más ricos.

También tomó partido inequívoco por la paz, los diálogos y negociaciones en curso entre las FARC y el Gobierno, invitando a que se amplíen al ELN y al EPL. Igualmente, la Cumbre definió su horizonte frente al Debate Constituyente así:

La Cumbre es parte transitoria de un proceso constituyente caminando de la mano de la Minga indígena, los congresos de los pueblos, consejos territoriales del pueblo, los procesos constituyentes por la paz con justicia social, los mecanismos de participación directa y la autonomía que a diario ejercen las comunida-des del campo y la ciudad que reclaman ser reconocidas. El acuerdo político y social que edifique la paz deberá ser la parte culminante de este proceso constituyente. La posibilidad

Nueva York, E.E.U.U

wikipedia.org

Gangazou, China

Tokio, Japón

Changhai, China

São Paulo, Brasil

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de un proceso de asamblea nacional consti-tuyente está en el horizonte de reflexión de la sociedad colombiana en su conjunto. Estamos construyendo una ruta propia desde el movi-miento popular para llegar a este momento1.

La Cumbre tomó la decisión de conformar una Mesa única de negociación con el Gobierno y una movilización hacia campos y ciudades, que incluya un nuevo Paro Nacional Agrario para la primera semana de mayo.

Los compatriotas agrarios, telúricos, anfibios, selváticos, raizales, mineros, artesanos hicieron el ba-lance del Paro del año 2013, de los debates en curso sobre estas experiencias, y encontraron más elaborada la conciencia y ánimo de los pobres del campo. Se constituyen en un colectivo integrador de diversas iniciativas y líder de todos, lejos de propuestas cau-dillistas. O mejor: la Cumbre es el caudillo colectivo.

Hay, como llaman los Huitotos, un kaziyadu2, un despertar que concreta el necesario Principio de Esperanza3 que abarca a otros movimientos en curso: el de la salud, la justicia, el transporte, los maestros, los estudiantes y múltiples acciones colectivas en ba-rrios, aldeas y ciudades. Hay que sellar la Unidad de todos los trabajadores en la ciudad y el campo. Está claro que el auténtico secreto del poderío de los de arriba es propiciar la división.

1 Declaración política de la Cumbre Agraria: Campesina, Ét-nica y Popular. “Sembrando dignidad, labrando esperanza y cosechando país”. Bogotá, Marzo 16 de 2014. En: http://prensarural.org/spip/spip.php?article13668

2 Orlando Fals Borda. Kasiyadu. Bogotá: Ediciones Desde Abajo, 2001

3 El Principio de Esperanza, fue formulado en su gran obra con este nombre, inspirado en la célebre expresión de Lenin: “Hay que soñar”. Ernst Bloch. El principio esperanza. Madrid: Editorial Trotta, 2004. 3 tomos

Los compatriotas agrarios, telúricos, anfibios, selváticos, raizales, mineros, artesanos hicieron el balance del Paro del año 2013, de los debates en curso sobre estas experiencias, y encontraron más elaborada la conciencia y ánimo de los pobres del campo. Se constituyen en un colectivo integrador de diversas iniciativas y líder de todos, lejos de propuestas caudillistas. O mejor: la Cumbre es el caudillo colectivo.

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Las elecciones en Colombia son una feria nauseabunda, de clientelas, clanes, embaucadores y de dineros a granel, el legal y el ilegal. Al respecto, no basta con señalar los financiados directamente por la parapolítica. Se hace urgente identificar quienes representan el dinero legal de las transnacionales y los grandes conglomerados. De conjunto, las elecciones son un gran engaño, donde además campea la amenaza y la violencia, el chantaje y los odios heredados.

El segundoTodo el proceso electoral para conformar el Con-

greso Nacional fue una reedición de lo sucedido en pasadas elecciones, desde hace 30 años o más. El eterno retorno de unas costumbres políticas corruptas y al mismo tiempo de una cosmetología para maqui-llar como democrático lo que es una simulación, un fraude, una farsa.

Las elecciones en Colombia son una feria nau-seabunda, de clientelas, clanes, embaucadores y de dineros a granel, el legal y el ilegal. Al respecto, no basta con señalar los financiados directamente por la parapolítica. Se hace urgente identificar quienes representan el dinero legal de las transnacionales y los grandes conglomerados. De conjunto, las elecciones son un gran engaño, donde además campea la amena-za y la violencia, el chantaje y los odios heredados. Y como expresión simbólica extrema, el golpe de mano a las curules de los compatriotas negros, por parte de clientelistas profesionales “blancos”.

La organización electoral vigente fracasó. Todos los partidos la cuestionan, en primer lugar el Polo y la Unión Patriótica. Los que ganan, como el oficialismo de la U. El uribato reconoce lo que es una verdad a gritos: el Congreso electo es ilegítimo, pero lo que el uribato calla es que el gobierno largo que ejerció, perfeccionó el sistema que hoy impugna4.

Las elecciones pueden ser legales, pero el voto no es libre, y no dan poder alguno a los ciudadanos votan-tes. La tecnología es intencionadamente anacrónica y la denominación de los votos propicia la confusión del elector; de allí que, según la información de la Regis-traduría, se hayan presentado 1 millón 485 mil votos nulos y 842 mil tarjetones no marcados, solamente para Senado.

No se cumplió la obligación legal del voto electró-nico y la identificación biométrica casi no se aplicó.

4 Ricardo Sánchez Ángel. “Claves de la ilegitimidad”. En: Re-vista CEPA. Dirigida por Orlando Fals Borda. No. 3, abril de 2007.

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Régimen político y discurso

Hubo inconsistencias en los preconteos frente a los escrutinios. Todo al garete para repetir los “chocora-zos” y los “registros de Padilla”, que bien registran la tragicomedia de la democracia electoral en Colombia.

El voto en blanco, que es disidente, para las elecciones parlamentarias obtuvo un 6%, pero ganó para el Parlamento Andino. Mientras tanto, la abs-tención se enseñoreó con cerca del 57%. Sería inge-nuo desconocer que las elecciones así practicadas no son eficaces, tanto que han sido pieza maestra para la dominación del régimen político. Se le permite a los dominadores sus reacomodos y el trámite de sus asuntos, esgrimiendo una seudo-legitimidad5.

El santismo ganó las elecciones con un programa de continuidad capitalista, de navegar en la crisis. Ejerciendo el presidencialismo bonapartista: una militarización de la vida nacional y de la protesta, un sistema de espionaje y manipulación informativa. Un presidencialismo el del Sr. Presidente con los trajes del Arlequín, el de la Comedia del Arte. Con disfraz y antifaz para la ocasión.

Los resultados ilustran. El uribato, esa disidencia del establecimiento, de orientación a la derecha, que se opone a los diálogos de La Habana entre las FARC y el Gobierno, aunque logró una fuerza importante, dista mucho de lo que prometió obtener. Su oposi-ción es un fulanismo, una camarilla liderada por el gran oficiante que nos repite: ¡¡¡El gran Burundun Burundá no ha muerto!!!

Así las cosas, vamos hacia la elección presidencial donde esas fábricas de mentiras, falsificación y mani-pulación que son las firmas encuestadoras, pese a que

5 Mario Latorre habló en los años setenta de que la absten-ción era una tendencia históricio-estructural, y por ende, la democracia era de minorías. Se debe advertir, que pese a esa tendencia, se dieron elecciones que concentraron mo-mentos de viraje político: las de 1949 y 1957-58. En: Política y elecciones. Bogotá: Universidad de los Andes, 1980. Ver también: Ricardo Sánchez Ángel. “Abstención electoral, apartidismo político y marginamiento social”. En: La absten-ción. Libro del simposio 1980. Bogotá: ANIF, 1980.

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no acertaron, harán de manera aplicada su tarea. No investigan en forma instrumental-científica, con tecnologías adecuadas y muestras de población significativas. No preguntan para saber, sino para inducir resultados.

Y a todas estas, la dictadura mediática imperante, alineada en sus distintas nomen-claturas para mantener el sistema político y sus actores, que promocionan y tienen a su disposición.

Entre los candidatos: Santos, Zuluaga, Peñalosa y Ramírez, ¡que entre el Diablo y es-coja! Queda la alternativa de Clara López y Aida Avella, como símbolo de una propuesta unitaria y unos parlamentarios que tienen la tarea de apoyar la paz y la movilización social. El voto en blanco tiene legitimidad.

Se suma a este momento la destitución del alcalde de Bogotá, Dr. Gustavo Petro, lo cual se espera tenga consecuencias de distinto orden, ya que hay inconformidad por la medida. No se difirió la decisión a las urnas, tal como correspondía con la revocatoria. La gestión del alcalde Petro fue caudillista y populista, altamente inconveniente, con graves cuestionamientos de los entes de control: su propia Veeduría, la Personería y, en especial, la Contraloría, por detrimento patrimonial.

Paraisópolis, São Paulo, Brasil.http://pt.wikipedia.org/wiki/Parais%C3%B3polis_(bairro_de_S%C3%A3o_Paulo)

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Régimen político y discurso

Los cuadros siguientes ilustran lo aquí presentado.

CUADRO 1. Información general. Elección Senado de la República, 2014.

Potencial sufragantes 32.835.856

Total sufragantes 14.310.367 43.58%

Total abstención 18.525.489 56.42%

Votos en blanco 885.375 6.18%

Votos no marcados 842.615 5.88%

Votos nulos 1.485.567 10.38%

Fuente: Elaborado por el economista Oscar Andrés Espitia, con base en la información suministrada por la Registraduría Nacional del Estado Civil, correspondiente al 98,40% de las mesas escrutadas para el Senado de la República, 2014. Para mayor información, consultar: http://congreso2014.registraduria.gov.co/99SE/DSE9999999_L2.htm

CUADRO 2. Total votos y número de curules por partido. Elección Senado de la República, 2014.Partido Número de votos % Número de curules

Partido de la U 2.230.208 15,58 21

Centro Democrático 2.045.564 14,29 19

Partido Conservador 1.944.284 13,58 17

Partido Liberal 1.748.789 12,22 17

Cambio Radical 996.872 6,96 9

Partido Alianza Verde 564.663 3,94 5

Polo Democrático Alternativo 541.145 3,78 5

Partido Opción Ciudadana 527.124 3,68 5

Movimiento Mira 326.943 2,28 0

Subtotal 10.925.592 76.34

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil, 2014.

ConclusiónLos dos momentos políticos aquí presentados se entrelazan en múltiples aspectos, que vie-

nen a constituir las contradicciones del grande conflicto de las clases sociales. Hay que desen-redar ese entrelazamiento, logrando la supremacía de la praxis de la movilización permanente de los de abajo, con sus programas, sus organizaciones, sus luchas y sus propias direcciones.

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Poder constituyente y reconfiguración de lo político

Sergio De Zubiría Samper

Profesor Asociado Departamento de Filosofía Universidad de los Andes

El último capítulo de la obra de Antonio Negri, El Poder Constituyente (1994), explora las perspectivas de lo político

en una propuesta alter-moderna. La noción de “alter-moderno” exige dos movimientos teóricos: lograr romper la categoría de lo “moderno” e ir “más allá de lo moderno”, en su concepción de la política. La ex-periencia del poder constituyente debe romper tanto la noción de lo moderno como el “constitucionalismo” moderno. La categoría del poder constituyente nos pone más allá de lo moderno, porque la experiencia de la modernidad navega contra el poder constituyente. Desde sus orígenes, el poder constituyente se manifiesta como la insurgencia de un poder autónomo, que rompe de manera drástica y definitiva con el sistema jurídico pre-existente. En su capítulo final, Negri insiste en tres ámbitos de profundas limitaciones de lo moderno, que pretenden neutralizar el poder constituyente: el “constitucionalismo” moderno, el miedo a la multitud y la separación entre lo social y lo político.

En el campo del constitucionalismo moderno, toma distancia de dos modelos históricos. El modelo “atlántico”, representado en las revolu-ciones inglesa y americana de los siglos XVII y XVIII, que neutraliza el poder constituyente a través del mecanismo de la representación y la consolidación de un “espacio político” centralizado en lo estatal. Una es-pecie de “jaula espacial” del poder constituyente, retomando la metáfora de Weber. “El poder constituido se presenta como mediación centrali-zada, a partir de un ‘espacio’ que se ha hecho ‘político’, puesto que está

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Proceso constituyente

totalmente investido de proceso de ‘representación’. El poder constituyente está así diluido en el meca-nismo representativo (...) La división y el control recíproco de los órganos del Estado, la generalización y la formalización de los procesos administrativos consolidan y fijan este sistema de neutralización del poder constituyente”1. Todo proceso de democrati-zación real, para Negri2, tiene que atacar la falta de representación y las falsas pretensiones de representa-ción que contienen las constituciones llamadas repu-blicanas. Un segundo modelo, que identifica Negri y del cual también aspira a separarse, se da a partir del modelo de las revoluciones francesa y rusa. En él, la racionalización moderna pasa a través de un proyecto de organización total del tiempo. Se trata ahora de constitucionalizar el trabajo, someter a la regla de las empresas y a las normas de la reproducción del tra-bajo organizado. El poder constituyente es absorbido por el sistema, se tiene que convertir en totalmente productivo al funcionamiento del sistema. Y esa in-sistencia en el tiempo productivo siempre culmina en el terror.

Lo moderno también es la negación de toda posibilidad de que la multitud se exprese como sub-jetividad colectiva. La multitud como subjetividad constituyente nunca se somete a la permanencia estática y constringente de la vida constitucional; es ruptura, transgresión y alternativa al poder constitui-do. El poder constituyente y la subjetividad colectiva que conforman la multitud son una realidad social productiva, que nunca puede ser negada. Por esto lo moderno intenta expropiar la potencia de la multi-tud, le produce miedo. “La filosofía política moderna no nace de la administración, sino del miedo”3. Las

1 Antonio Negri. El poder constituyente. Ensayo sobre las alter-nativas de la modernidad. Madrid: Libertarias, 1994. p. 381.

2 A. Negri y M. Hardt. Commonwealth. El proyecto de una revo-lución del común. México: Akal, 2011.

3 Ibíd., p. 395.

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categorías de multitud, lo común y las singularida-des4 quieren ser extirpadas de la reflexión política moderna.

Para reducir la potencia de la multitud se imple-mentan distintas estrategias y dispositivos; debe su-primirse la subjetividad y su propia racionalidad, ser negada. Lo moderno exige ideologías del aislamiento de lo social de lo político, como dispositivo para des-potenciar la multitud. Se plantea que lo social no exi-ge lo político. Separando la potencia social del poder político se reduce la potencia de la multitud. Como recuerda Marx, en La Cuestión Judía, se declaran las diferencias sociales (nacimiento, nivel social, cultura, ocupación) características “no-políticas”. Se constru-ye una ciencia especializada y separada de la política, como también se pretende aislar las luchas sociales de la dimensión del poder político.

Respuestas desde el poder constituyenteLas respuestas a este constitucionalismo espacio-

temporal, al miedo a la multitud y a la separación entre lo social y lo político, es reponer el papel crucial del poder constituyente como “salvación de la bar-barie”. Asimismo, rememorar el pensamiento crítico de Maquiavelo, Spinoza y Marx; y subrayar aquella convicción de estos autores en la democracia como una “forma absoluta” del gobierno, que niega siempre el constitucionalismo como poder constituido.

Del gran político italiano es necesario recorrer la constante relación entre multitud y potencia. “Si El Príncipe es el poder constituyente, y el pueblo es el Príncipe cuando toma las armas, la definición his-tórica del poder constituyente, es decir, su práctica y su tendencia, se realizan en un proceso que atraviesa la desunión y que nutre su potencia en la lucha; así el poder constituyente es pasión de la multitud, una pasión que organiza la fuerza, solicitando de ella la expresión social, y que se mueve allá donde el curso

4 A. Negri, C. Marx, La biopolítica y lo común. Bogotá: Univer-sidad Nacional de Colombia e ILSA, 2012.

La experiencia del poder constituyente debe romper tanto la noción de lo moderno como el “constitucionalismo” moderno. La categoría del poder constituyente nos pone más allá de lo moderno, porque la experiencia de la modernidad navega contra el poder constituyente. Desde sus orígenes, el poder constituyente se manifiesta como la insurgencia de un poder autónomo, que rompe de manera drástica y definitiva con el sistema jurídico pre-existente.

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Proceso constituyente

histórico tiende a extinguir el poder en la decadencia o a banalizarlo en la inercia de la anakyclosis”5. Este término alude al hecho de que todo poder tiende a degenerarse.

Del filósofo Spinoza se revela la con-tinuidad de la pasión constituyente de la multitud y la tendencia a hacerse sujeto absoluto de los procesos de potencia. La afirmación del pensamiento del poder constituyente como crisis y potencia, como multitud y sujeto.

A Marx corresponde la profunda insis-tencia sobre la interioridad constitutiva de lo social y lo político. Por diferentes caminos insiste el filósofo de Tréveris en los intrin-cados nexos entre lo social y lo político. Al-gunos de estos senderos son: una crítica de la política a partir de lo social; la necesidad de politizar aquellas diferencias declaradas no-políticas por las constituciones moder-nas; subrayar la creatividad omniexpansiva

5 Op. Cit., El Poder Constituyente, p. 371.

del trabajo vivo; insertar la producción de lo político en la creación de lo social; la importancia de la construcción del sujeto; el poder constituyente como subjetividades sociales y políticas. “Marx ha sacado a la luz una comunidad de lo social, de lo político y del ser que es atravesada y siempre nueva-mente definida por el trabajo vivo, por sus asociaciones, por las subjetividades que sur-gen, en suma, por el poder constituyente. De aquí, pues, la excepcional importancia de la enseñanza marxiana por lo que respec-ta a la definición del poder constituyente y de la superación de lo moderno”6.

En la tradición marxista, el problema del poder constituyente está ligado a dos dimensiones fundamentales. La primera, la radical transformación de las formas materiales de la convivencia social (de las formas de producción, de la reproducción social, de las formas de distribución de la

6 Ibíd., p. 397.

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riqueza producida, de las formas políticas en las cuales esta articulación material vie-ne organizada). La segunda es la dimensión subjetiva, que se refiere a los autores de este proceso que configuran un partido insurre-cional y una hegemonía para la construc-ción del socialismo. Una potencia creativa del ser, que se despliega como subjetividad colectiva en figuras concretas de lo real, los valores, las instituciones y las lógicas de ordenamiento del mundo de la vida.

Reconfiguraciones de lo políticoLa subjetividad política que el poder

constituyente revela, exige un “más allá” de la racionalidad instrumental y el individua-lismo de la modernidad. La racionalidad de lo moderno es una lógica lineal que recon-duce la multitud de los sujetos a una unidad y control de las diferencias, es la repetición de lo común individualizado. Esta racio-nalidad bloquea el proceso constituyente a través de la desterritorialización de los suje-tos, la neutralización de su creatividad, la fijación de una temporalidad productivista y la normalización disciplinar.

La racionalidad que tiene vigencia “más allá” de lo moderno exige enfrentar unas fuertes oposiciones que reconfiguran otro sentido de lo político. También es necesaria la emergencia de otro paradigma de lo polí-tico desde el poder constituyente. Son cinco oposiciones centrales para romper el indivi-dualismo y la racionalidad instrumental de lo moderno.

La primera oposición es creatividad contra límite y medida. El poder constitu-yente es desmesurado, es la ilimitación de la multitud, la absoluta versatilidad de sus relaciones, de las interrelaciones potentes y

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Proceso constituyente

constitutivas que componen su concepto y determinan su dinámica real. La segunda es procedimiento-proceso contra el mecanismo deductivo del derecho substancial y de la máquina constitucional. El movimiento del poder constituyente es ininterrumpido, construcción permanente desde abajo que atraviesa las emergencias singulares coordinando su acción. La tercera oposición es entre igualdad contra privilegio. La igualdad no se presenta como un derecho o norma formal, sino como la condición material de posibilidad de proceso constitutivo mismo. “Condición, no objetivo, no finalidad para realizar, sino su presupuesto ontológico. Con-dición material, no una abstracta e hipócrita declaración de un derecho formal, sino una situación concreta”7. La cuarta oposición de confron-tación con la racionalidad de lo moderno se expresa en la tensión entre diversidad contra uniformidad. La racionalidad alter-moderna toma en la diversidad, en la riqueza de individualidades iguales e irreductibles, la cantera de su lógica vital. El poder constituyente se forma no como reducción a una singularidad dominante, sino como lugar de su enlace y de su expansión. Aborrece la uniformidad y por ello contiene un rasgo “disutópico”. La quinta oposición es la cooperación contra el mando. La cooperación es el efecto de la pulsación viviente y creadora de la multi-tud. La cooperación es innovación creativa; el mando precede y niega la cooperación. La cooperación identifica la racionalidad con la potencia del poder constituyente. ”Sobre el terreno político, toda definición de democracia que no asuma la cooperación como clave de lectura y como tejido concreto de la relación entre multitud y potencia, como motor creativo de la relación, es falsa”8.

El poder constituyente es la definición del paradigma de lo políti-co, no hay otra manera de existencia de lo político en una perspectiva altermoderna. La constitución creativa, procesual, igualitaria, diversa y cooperativa de la potencia, es lo político. Para Negri, como también para Arendt, lo político no posee un “fin” o un resultado, sino precipita la expansión de interrelaciones entre singuralidades siempre renovadas y siempre abiertas a una nueva renovación. “La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres (...) La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos”9. Lo político como poder constituyen-te no puede dejar de reaparecer y nos toca acelerar esa potencia creativa, interpretando siempre su necesidad histórica.

7 Ibíd., p. 402.

8 Ibíd., p. 404.

9 H. Arendt. La promesa de la política. Barcelona: Paidós, 2008. p.131.

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La Cumbre Agraria: En marcha hacia la segunda independencia

José Honorio Martínez

Profesor Departamento de Ciencia Política Universidad Nacional de Colombia

La Cumbre Agraria llevada a cabo en Bogotá entre los días 15 a 17 de marzo de 2014 mostró la formidable vitalidad de la

que goza el movimiento agrario y el estratégico papel que está llamado a continuar desempeñando como jalonador y articulador de las luchas populares en Colombia.En las líneas que siguen se glosarán algunas de las discusiones dadas, se vislumbrará su significado como espacio pre-constituyente y se esbozarán las perspectivas de una nueva coyuntura de movilización ante el escenario presente de crisis.Discusiones de la Cumbre

Uno de los puntos comunes en las intervenciones de los dirigentes agrarios de las organizaciones que tomaron la palabra en la apertura de la Cumbre aludió a la necesidad de juntar las luchas y unificar los pliegos de reivindicaciones y las mesas de diálogo y negoción existentes con el Gobierno. Si bien se planteó un balance positivo del paro agrario de 2013, se expresaron diversos argumentos orientados a solventar cier-tos aspectos críticos que permitan dar forma a un movimiento nacional agrario y popular con una agenda única común.

En el lapso de pocos días el paro agrario de 2013 catalizó parte de las enormes inconformidades existentes en el país, incluso en los medios ur-banos: recuérdese la implantación del toque de queda y la militarización de Bogotá como respuesta gubernamental al movimiento de protesta; connotó, asimismo, la capacidad de convocatoria de las organizaciones

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Proceso constituyente

agrarias y la solidaridad que concita la disputa del campesinado. El movimiento trajo un despertar para muchos sectores sociales, particularmente para los pobladores de las periferias urbanas.

A pesar de representar un paso gigantesco en la trayectoria de las movilizaciones populares en Co-lombia, el paro tuvo ciertas debilidades susceptibles de ser superadas hacia un futuro. Fundamentalmen-te, su desenvolvimiento asincrónico y desarticulado territorialmente debido a la ausencia de coordinación entre las organizaciones convocantes (Mesa de Inter-locución Agraria –MIA–, Dignidad Agropecuaria y Minga). Las evaluaciones realizadas señalaron que tal dinámica favoreció la manipulación mediática, la represión estatal y la dilación gubernamental en la atención a las exigencias formuladas por el movi-miento. Luego de veinte días de marchas y bloqueos y de una cruenta represión estatal que causó 20 muertos en quince días, la protesta tendió a escalar su intensidad; en tales condiciones, el Gobierno accedió a la conformación de distintas mesas de diálogo y negociación con las diferentes organizaciones.

A varios meses de su instalación y accidentado funcionamiento, el balance de dichas mesas de diá-logo y negociación es, a todas luces, negativo. En términos generales, la convocatoria de dichas mesas respondió más a las urgencias gubernamentales por transmitir un mensaje de tranquilidad a la clase domi-nante que al deseo por resolver los legítimos reclamos expresados por el movimiento agrario. El recuento generalizado de lo acontecido en las distintas mesas de diálogo y negociación da cuenta de la inexistencia de un compromiso decidido por parte del Gobier-no para resolver los graves problemas que afronta el mundo rural. Al decir de los dirigentes agrarios, las mesas se han distinguido por ser la pasarela para el desfile de numerosos funcionarios de niveles técnicos e intermedios que carecen de recursos financieros y poder decisorio. En este sentido, el balance presen-tado por parte de las distintas organizaciones sobre

http://tectonicablog.com/?p=14690

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las mesas de diálogo y negociación es de frustración, ya que no existen avances satisfactorios en los puntos propuestos.

Para el conjunto de los panelistas en la mesa inau-gural de la Cumbre, la política agraria del gobierno Santos no ha dado indicios de modificación; por el contrario, las acciones gubernamentales denotan la voluntad política de proseguir desarrollando medidas que profundizan la pauperización de los pequeños productores agrarios, de los trabajadores rurales, de las comunidades indígenas y afrodescendientes, y de los colonos y campesinos. La insistencia en legalizar la apropiación ilegal de baldíos, el lerdo paso con el que se desenvuelve la política de restitución tierras, el denodado esfuerzo en la entrega del territorio a las transnacionales para viabilizar el extractivismo minero, el respaldo al “Pacto Agrario” suscrito entre el Gobierno y los gremios del sector agropecuario y la renuencia a poner en marcha los acuerdos sobre el punto 1 alcanzados con la insurgencia en los diálogos de La Habana son nítida muestra de la continuidad y el ahondamiento de la política neoliberal.

Aunado a lo anterior el contexto político, marcado por los resultados de los comicios del 9 de marzo y la destitución del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, per-mite aseverar la permanencia de un régimen político que continua recurriendo para su reproducción a los poderes mafiosos, a las maquinarias clientelares afin-cadas en el reparto burocrático de cargos y contratos, a la compra-venta del voto y a la exclusión ejercida sobre las corrientes progresistas, de tal suerte, que en la lánguida democracia colombiana las grandes mayo-rías siguen sin tener cabida y presencia efectiva.

Ante este panorama, en el que las iniciativas y proyectos de las organizaciones agrarias no reciben mayor atención y las instituciones de la democracia representativa se erigen orondas de espaldas a la na-ción, la alternativa para el movimiento agrario sigue residiendo en el despliegue de su potencia moviliza-dora y su capacidad para crear poder popular.

El movimiento agrario está llamado a desempeñar un papel histórico de primer orden en las transformaciones políticas que deben producirse en Colombia; es él el llamado a organizar la resistencia, a aglutinar la inconformidad, a convocar al país para luchar por la instauración de un nuevo régimen político que posibilite el ejercicio de la soberanía y la independencia nacional, la democracia, el poder popular y la justicia social.

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Proceso constituyente

La dimensión pre-constituyente de la Cumbre

La Cumbre Agraria fue el resultado de un largo proceso de preparación, que implicó la realización de pre-cumbres locales y regionales en todo el país; en tal sentido, recogió las voces y propuestas de las poblaciones más distantes geográficamente y margi-nadas socialmente, se desarrolló de acuerdo con una agenda de mesas temáticas en las que los delegados de las diferentes organizaciones regionales tomaron par-te y tuvo el mérito de reunir diversas corrientes polí-ticas en el marco de un amplio y democrático debate. El debate sobre la unidad política y sus alcances fue punteado en algunas intervenciones, sin embargo, quedó entre el tintero para posteriores encuentros.

El formato de la Cumbre fue el de una pequeña constituyente agraria en la que se consensuó un plie-go que, leído en una perspectiva de construcción de poder popular, hace las veces de Constitución Políti-ca del movimiento agrario. De este modo, la Cumbre puso un punto alto en el avance hacia la construcción de poder constituyente en el país, el cual prefigura y anticipa lo que puede venir luego de un proceso destituyente como los acaecidos en varios países de la región.

En América Latina la aplicación del neoliberalis-mo agravó enormemente las condiciones sociales de nuestros pueblos. La pauperización, desposesión y desnacionalización provocada con el neoliberalismo generó contundentes protestas que, en los casos de Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia, condujeron a la caída de los gobiernos empecinados en llevarlo adelante.

La movilización popular desempeñó un papel de primer orden en el horadamiento de los regímenes políticos y en la generación de condiciones que con-dujeron a la inserción de nuevos segmentos sociales en la conducción de los Estados y a la reformulación de las agendas gubernamentales. Así se abrieron ca-mino el Movimiento Quinta República (MVR) en

http://elpais.com/elpais/2014/03/11/fotorrelato/1394555432_914330.html#1394555432_914330_1395744304

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Venezuela, el Movimiento Al Socialismo (MAS) en Bolivia y el movimiento Alianza País (AP) en Ecuador. En estas experiencias, la búsqueda por modificar el rumbo marcado por el neoliberalismo derivó en la realización de procesos constituyentes afirmativos de las expectativas de democratización y recuperación de la soberanía nacional, expresadas por los movimientos populares.

En Colombia, el desastre social causado por el neoliberalismo también ha sido fuerte-mente cuestionado mediante la protesta social; sin embargo, hasta ahora, el régimen polí-tico se ha conservado inamovible, en gran medida debido al despliegue de una sistemática y permanente política de terrorismo de Estado. Hoy tal política transita hacia la insoste-nibilidad (jurídica, geopolítica y financiera) y el régimen político acusa signos de desgaste, en tales condiciones cobra mayor importancia el accionar de los movimientos sociales, siendo el movimiento agrario, en sus diversas facetas y expresiones organizativas, uno de los actores fundamentales en la construcción de consensos populares de carácter constituyente.

En nuestro país, el agotamiento del neoliberalismo ha corrido parejo con el agrieta-miento del régimen político. Ya es hora de que los movimientos populares tengan cabida en las grandes decisiones que marcan el rumbo del país.

PerspectivasLa dinámica de crisis y desterritorialización que ha venido afrontando la población rural

tenderá a acentuarse en los años venideros, ello como producto del desenvolvimiento de los tratados de libre comercio y de la entrega de vastas extensiones del territorio nacional para posibilitar las megaexplotaciones mineras, los megaproyectos energéticos y las transforma-ciones espaciales que reclaman el transporte y la localización de las mercancías.

Cabe preguntar: ¿A qué se dedicarán los miles de agricultores, trabajadores rurales y campesinos expulsados de la producción, quebrados por la ventajosa producción de las tras-nacionales? ¿A dónde irán los miles de indígenas, afrodescendientes, colonos y campesinos desterrados por el extractivismo minero-energético?

http://www.jotdown.es/2013/02/detroit-asi-se-hundio-el-titanic-del-capitalismo-estadounidense/

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Proceso constituyente

Se encuentra en curso un vasto proceso de reconfiguración capitalista del territorio, al que Harvey designa como “nuevo imperialismo”1. Este se concreta básicamente en la privatización, el cobró de “derechos de patente” y la reactualización de los diversos métodos de “la acumulación originaria”2, su desenvolvimiento implica una feroz lucha de clases en torno al eje central de la acumulación capitalista: el territorio. ¿A dónde irán a parar los miles de desposeídos por “el nuevo imperialismo”?

La entrega del territorio a las compañías transnacionales proseguirá porque es el com-promiso que hace que el gobierno de Santos tenga todo el respaldo de corporaciones trans-nacionales. Es poco probable que los subsidios asistencialistas y “la mermelada” electoral puedan contener la tendencia a la crisis presente en el campo colombiano. Ahora bien, tam-poco está prefijado que los quebrados, los desterrados y los desposeídos del campo transiten automáticamente hacia la identificación de sus intereses de clase y a la movilización social, es en este punto donde los movimientos existentes entran a desempeñar un papel clave.

El movimiento agrario está llamado a desempeñar un papel histórico de primer orden en las transformaciones políticas que deben producirse en Colombia; es él el llamado a organizar la resistencia, a aglutinar la inconformidad, a convocar al país para luchar por la instauración de un nuevo régimen político que posibilite el ejercicio de la soberanía y la independencia nacional, la democracia, el poder popular y la justicia social.

Los límites de la producción y reproducción del sistema mundo capitalista se encuen-tran en la capacidad de los movimientos, las organizaciones y los partidos antisistémicos por constituir un nuevo tipo de relaciones sociales.

1 David Harvey. “El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión”, Epílogo del texto Imperialismo, Ca-pitán Swing, Madrid 2009.

2 Carlos Marx. El Capital. Crítica de la economía política, Tomo 1 Capítulo 24, “La llamada acumulación origina-ria”, Fondo de Cultura Económica, México, 2001.

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Lo urbano y el posacuerdo:Hacia una heterotopía constituyente en la ciudad fallida

Jorge Mantilla

Politólogo e Internacionalista Profesor Universidad Nacional de Colombia

Desde el frío de Kiev hasta el calor de Caracas, lo urbano continua estando al centro de la reconfiguración del poder

internacional. Las guarimbas en Caracas, que ya dejan más de 34 muer-tos desde el pasado febrero, y los enfrentamientos entre manifestantes y la policía ucraniana en el centro de Kiev con un saldo de más de 80 muertos, hacen justicia con las voces que en la última década han llamado la atención sobre la nueva geografía de la centralidad global en torno a lo urbano.

Ambos escenarios, en los que Estados Unidos tiene grandes apues-tas referidas a la continuidad de su proyecto geopolítico en América Latina y el Mar Negro, son un pretexto para preguntarnos acerca de la relación entre ciudad, violencia y globalización en nuestro propio contexto. Con una agenda predominantemente rural, la izquierda en Colombia se ha caracterizado por permanecer de espaldas –con contadas excepciones en la década del 70– a los conflictos sociales derivados de los fenómenos de urbanización acelerada en el país. En la actualidad, con un proceso de paz en desarrollo que podría desembo-car en una Asamblea Nacional Constituyente, se empieza a tejer una relación compleja entre lo urbano y el posacuerdo, de la cual parece que la izquierda permanece aún marginada.

La posible continuidad de “otras violencias” de carácter urbano tras una eventual dejación de armas por parte de las FARC, producto de

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Proceso constituyente

una creciente conflictividad social en las ciudades, supone el desgaste del momento político de la paz en el que deberá sustentarse un proceso de Asamblea Nacional Constituyente. La creciente marginalidad y hacinamiento en las principales ciudades del país como resultado de la profundización del modelo neo-liberal, nos arroja a un contexto de ciudades fallidas, en el que, con una izquierda carente de una propuesta de ciudad, es posible que se asista a una contrarrevo-lución de carácter urbano.

Para el investigador latinoamericano José Villamil “Una ciudad fallida es un conglomerado urbano en el cual el gobierno y los demás actores estratégicos de la sociedad urbana han perdido el control y su capaci-dad de gestión de las problemáticas, dejando de ser un lugar de oportunidades para convertirse en un escena-rio de patologías urbanas”1. Entre dichas patologías se destacan la descentralización desestructurada, los estrechos márgenes de gobernabilidad, la corrupción estratégica y el “crack urbano” como producto de la mezcla de los altos niveles de marginación económica con la violencia y la criminalidad.

Un primer síntoma del carácter de esta relación entre lo urbano y el posacuerdo es el reposiciona-miento electoral de la extrema derecha el pasado 9 de marzo en cuatro de las cinco ciudades más grandes del país: el Centro Democrático ganó en Bogotá y Medellín, mientras el Partido Conservador hizo lo propio en Cartagena y Barranquilla. Cuatro ciudades que suman alrededor de 15 millones de habitantes.

Si bien las causas de estas lógicas de degradación urbana están más asociadas a los movimientos de re-composición global del capital internacional, las con-tradicciones y las disputas por la ciudad adquieren un carácter territorial. Así por ejemplo para Harvey:

1 Villamil, J. (2013). “Ciudad Fallida (Failed City)”. Asociación Internacional para la Gobernanza, la Ciudadanía y la Empre-sa No. 30. Párrafo 7- Disponible en: http://www.aigob.org/numero-30/321-ciudad-fallida-failed-city

http://en.wikipedia.org/wiki/Homelessness

http://news.xinhuanet.com/foto/2011-09/07/c_131112055.htm

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[...] El derecho a la ciudad es un significante vacío. Todo depende de quién lo llene y con qué significado. Los financieros y promotores pueden reclamarlo y tienen todo el derecho a hacerlo; pero también pueden ha-cerlo los sin techo y sin papeles. Ine-vitablemente tenemos que afrontar la cuestión de qué derechos deben prevalecer, al tiempo que reconoce-mos, como decía Marx en El Capital, que "entre derechos iguales lo que decide es la fuerza". La definición del derecho [a la ciudad] es en sí mismo objeto de una lucha que debe acom-pañar a la lucha por materializarlo.2

Esta dinámica de conflictividad urbana supone, en palabras de Saskia Sassen, una geografía de la centralidad, en la que la relación entre legitimidad y ciudadanía merece ser replanteada dado el carácter jerárquico y asimétrico de la globalización3. Es decir, en tanto la ciudad global compone el nuevo enclave internacional del poder, se produce como correlato de esa geografía de la centralidad una geografía de la periferia compuesta igualmente por entramados urbanos en los que se reproducen la vio-lencia y la pobreza; en otras palabras, una geopolítica de las ciudades fallidas. Las tensiones derivadas de la relación entre vio-lencia, ciudad y globalización marcan así

2 David Harvey. Ciudades Rebeldes “Del Derecho de la Ciudad a la Revolución Urbana”, Madrid, Akal, 2013, p. 13.

3 S. Sassen (1995). “La ciudad global, una intro-ducción al concepto y su historia”, Brown Jour-nal of World Affairs, Vol. 11(2), pp. 27-43.

Es preciso dejar de ver la ciudad como el lugar a tomar, a ocupar o sobre el cual marchar. La ciudad hace tiempo dejó de ser una arandela en la perspectiva de una toma del poder, para convertirse en una espacialidad de retaguardia ideológica de las clases dominantes, sustentada sobre la marginalidad y la exclusión social. Un espacialidad en la que cotidianidad se hace estructura, reproduciendo de manera ilimitada el orden social que ha dado origen al conflicto armado.

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Proceso constituyente

un nuevo momento del orden internacional redefiniendo los espacios preponderantes de ejercicio del poder, redefinición que esta teniendo lugar también en nuestro país.

Lo anterior, rebaza la vieja lógica de un mundo de centros desarrolla-dos y periferias marginales en vías de desarrollo en las cuales se originan las amenazas que afectan a los países armoniosamente interconectados por el consenso en torno a la democracia de libre mercado y los Derechos Humanos. Un ejemplo paradigmático de contextos de ciudades fallidas en países desarrollados es la ciudad de Detroit en Estados Unidos. La edición de agosto de 2013 de la revista Time fue dedicada a la bancarro-ta por la que atraviesa la que en los años 50 y 60 constituyó el polo de desarrollo industrial automotriz de la primera economía mundial, y las posibles consecuencias que esto tiene en términos de un “crack urbano”. Allí se muestra la manera en que Detroit viene atravesando por un con-texto en el que se registra un desempleo cercano al 20% en el marco de un escenario propicio para los conflictos y la violencia urbana, con cerca del 40% del alumbrado público averiado, más de 84.000 predios aban-donados, pero además una policía local que atraviesa por un proceso de desmantelamiento debido al déficit presupuestal, por lo que la seguridad de los ciudadanos está en manos de compañías privadas de seguridad, para aquellos que pueden pagarlas4. El artículo termina alertando sobre la manera en la que este panorama puede repetirse los próximos años en Fresno, Filadelfia, Nueva Orleans, Birmingham y Las Vegas del Norte.

Ya en el año 2003, las Naciones Unidas a través de UN-Habitat dieron cuenta de este fenómeno de deterioro de la calidad de vida en las grandes ciudades alrededor del planeta y con ello, de las amenazas a la gobernabilidad y la convivencia de los grandes conglomerados urbanos de miseria (slums). En el Reporte Anual de Asentamientos Humanos de dicho año, titulado “The Challenge of Slums”, la ONU hace un primer diagnostico sobre el estado actual de la relación entre ciudad, globaliza-ción y violencia, señalando este fenómeno de “chabolas globales” como unos de los desafíos más importantes para la estabilidad internacional en el siglo XXI.

Así mismo, el sociólogo estadounidense Mike Davis describe este fenómeno como una hiperdegradación urbana cuyo proceso se remonta en términos contemporáneos a la segunda mitad del siglo XX, parti-cularmente en ciudades latinoamericanas. Dicha hiperdegradacion se da paralelamente con los proyectos de renovación urbana que impulsan

4 Revista Time (2013). “America s broken cities, lessons forms Detroit´s fight to survive.” Aug. 5 2013. Amsterdam.

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los grandes capitales en estas ciudades, ge-nerando, así, fenómenos de desplazamiento urbano y fragmentación territorial que incre-mentan la conflictividad social5. En últimas, el mundo cuenta con ciudades globales que componen la arquitectura del poder eco-nómico y político internacional, pero cuyo correlato son las ciudades fallidas, las cuales a su vez, son parte de dicha arquitectura. Este par de escenarios altamente interconectados, componen dos caras de un mismo fenómeno llamado globalización, en el que periferias subnacionales de tipo urbano adquieren mayor importancia en la redistribución del poder político y económico internacional.

En efecto, según el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo, publicado por el portal Business Insider en noviembre del 2013, de esas 50 ciudades, 42 son latinoa-mericanas, 5 norteamericanas y las 3 restantes se encuentran en Suráfrica (Bussines Insider, Noviembre 2013). Si bien este ranking tiene como parámetro la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes, existen otros facto-res que hacen de las urbes latinoamericanas escenarios en los que los actores estratégicos de la vida urbana han perdido la capacidad de gestionar los problemas locales. Así, por ejemplo, Ciudad de México y Sao Paulo ocu-pan el tercer y el quinto lugar respectivamen-te entre las ciudades mayormente pobladas sobre el planeta, detrás de ciudades globales, como lo son Tokio, Nueva York y Seúl.

Por otra parte, el Programa de las Nacio-nes Unidas para el Desarrollo PNUD, señala en el informe antes mencionado que la vio-lencia urbana en América Latina está entre los principales problemas públicos y electorales

5 M. Davi. (2006). “Planeta de ciudades miseria”. Madrid: Foca, pp. 45-72

http://news.xinhuanet.com/foto/2011-09/07/c_131112055.htm

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Proceso constituyente

en la región gracias a una serie de factores que si bien se reconoce que dependen de la combinación de amenazas que interactúan en cada contexto social y geográfico, podrían considerarse en términos generales como: a) factores estructurales asociados a la pobreza y la marginalidad económica, b) factores so-ciales asociados a la fragmentación familiar, la vulnerabilidad juvenil y el hacinamiento, c) factores que facilitan el delito, como el consumo de alcohol o el porte masivo de armas por parte de la ciudadanía y d) fac-tores asociados a las ausencia de capacidades estatales para la administración de justicia, el mantenimiento del monopolio de la fuerza, la transparencia y la confianza ciudadana6.

En nuestro caso particular, Cali ocupa el octavo lugar en el listado de ciudades más violentas del mundo; Medellín ha presencia-do los denominados “pactos del fusil” entre grupos neoparamilitares, Buenaventura se ha hecho célebre con sus “casas de pique”, mientras que Bogotá –que ha logrado redu-cir la tasa de homicidios a cerca de 11 por cada 100.000 habitantes– cuenta con cerca de 1.319 pandillas7, con aprox. 10.000 in-tegrantes. Es decir, un ejército de jóvenes marginados inmersos en círculos de violen-

6 ONU (2013). “Seguridad Ciudadana con Rostro Humano: diagnóstico y propuestas para Améri-ca Latina”. Informe Regional de Desarrollo Huma-no 2013-2014 de las Naciones Unidas para Amé-rica Latina. Disponible en: http://www.undp.org/content/dam/rblac/img/IDH/IDH-AL%20Informe%20completo.pdf

7 Dato divulgado por el Ceacsc, Centro de Estudio en Convivencia y Seguridad Ciudadana, en octu-bre de 2013. Disponible en http://www.caracol.com.co/noticias/bogota/ciudad-bolivar-es-la-localidad-con-mayor-presencia-de-pandillas-en-bogota/20131001/nota/1986291.aspx

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cia, que tan solo en Bogotá supera al número de integrantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en todo el país.

A la luz de estos déficits, la privatización de la seguridad ha ido ganando fuerza, lo cual tiende a profundizar la desigualdad en el acceso a la seguridad y deja sin resolver los retos que atraviesa el Estado como principal garante de la seguridad ciudadana. Para-lelamente, los vínculos comunitarios, como la familia, la escuela y la comunidad, han perdido fuerza en algunos contextos como tensores sociales que permiten cooperación y convivencia positiva, propiciando, en algunos casos, formas de organización distorsio-nadas por el temor y la desconfianza como la llamada “justicia por mano propia”, así como el apoyo a las políticas de “mano dura”8.

Más que policial o administrativo el problema es eminentemente político. El mundo asiste hoy a una oleada de reivindicaciones políticas de carácter urbano (Ocuppy Wallstreet; Primavera Árabe), que vienen afectando la geografía política del capital dada una disputa por el dere-cho a la ciudad. En Colombia la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente como llegada jurídico-política de los diálogos populares de carácter sectorial y territorial frente a la paz con justicia social, está mediada por la necesidad de proyectar las heterotopías urbanas en el largo plazo con una vocación de poder clara en las ciudades.

Es preciso dejar de ver la ciudad como el lugar a tomar, a ocupar o sobre el cual marchar. La ciudad hace tiempo dejó de ser una arandela en la perspectiva de una toma del poder, para convertirse en una espa-cialidad de retaguardia ideológica de las clases dominantes, sustentada sobre la marginalidad y la exclusión social. Un espacialidad en la que cotidianidad se hace estructura, reproduciendo de manera ilimitada el orden social que ha dado origen al conflicto armado.

8 ONU (2013), op. cit., p. V.

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http://internacional.elpais.com/internacional/2014/03/30/album/1396205399_006677.html#1396205399_006677_1396205542

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La tragedia ambiental en el Casanare y el calentamiento global

Daniel Libreros Caicedo

Profesor del Departamento de DerechoUniversidad Nacional de Colombia

a) Casanare en la economía de enclave petrolero

El desastre ambiental que padece el Casanare en el municipio de Paz de Ariporo, el segundo en extensión en el país, que

cuenta con una superficie de 1.214 hectáreas, confirma que la econo-mía extractiva y la agroindustria producen daños irreparables sobre los ecosistemas. En este caso las consecuencias han sido dramáticas. Las imágenes que hemos conocido de este desastre son dantescas y ofensivas, “carcasas de chigüiros, babillas podridas, esqueletos de vacas, osamentas de venados, cadáveres resecos de variadas aves, peces sepultados en el barro, caparazones de tortugas agonizantes...”1, en medio de suelos secos y resquebrajados en los que desaparecieron los esteros, los reservorios, los abrevaderos y los morichales, y ahora solamente transitan las tractomu-las y las volquetas de las empresas petroleras.

El gobierno ha tratado de desconocer esta hecatombe y de justificar la desidia con que ha actuado dejando a su propia suerte a la población. La ministra de Ambiente, Luz Helena Sarmiento, llegó a declarar que "no fue la tragedia que los medios presentaron en Casanare; allí hay un millón de chigüiros (...) solo se murieron 6.000". Los propios habitantes de la región la desmienten, "Esa no es la realidad, hablamos de que antes

1 Daniel Samper Pizano, “El país de los Chigüiros muertos”, El Tiempo, domingo 23 de marzo de 2014.

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de que el Gobierno Nacional hiciera presencia ya se había recogido muchos animales, es que la mortan-dad viene desde enero, la cifra va más allá de 30.000 animales. Yo fui a una finca que se llama Hato las Taparas, que tiene 4.000 hectáreas, ahí enterraron entre 4.000 y 5.000 chigüiros"2.

Casanare se encuentra ubicada geográficamente en la Orinoquia, la cuenca hidrográfica de aguas que terminan su recorrido en el río Orinoco3, una región históricamente olvidada por los poderes centrales y que al igual que la mayoría de los Llanos Orientales fue integrada de manera tardía y frágil al mercado interno mediante la colonización que acompañó el desplazamiento masivo de campesinos desde la región andina durante el período de la llamada “violencia”, hacia los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.

La Orinoquia colombiana, dadas las característi-cas del subsuelo, se consolidó como una región de enclave petrolero, después del ocaso exportador del café y cuando la política petrolera gubernamental le dio a los inversionistas del sector todo tipo de con-cesiones. A pesar de que los primeros hallazgos de

2 Ver declaraciones de Pilar Suárez en “Casanare: Pulso de res-ponsabilidades”, en www.elcolombiano.com/.../crisis_de_casa-nare_un_pulso_de_ responsabilidades.asp, abril 2 de 2014.

3 “Es decir, el área donde se recogen todas que incluye: a) las vertientes andinas donde nacen los tributarios del norte y del occidente; b) el Macizo de las Guayanas, donde nacen los tributarios del sur; y, c) las planicies, hacia el centro, donde nacen las aguas de morichales y pequeñas serranías, que se agregan, en su mayoría, a los afluentes que bajan de los Andes (…) En total estamos considerando un gran valle, que en su parte plana tiene un promedio de 500 km de ancho, flanqueado por montañas que al noroccidente, en los Andes, llegan a superar los 5.000 metros de altura (Nevado del Cocuy) y al suroriente, en la Guayana, llegan a los 2.875 metros (Monte Roraima). Es una superficie de 1’032.524 km2, de los cuales 388.101 (37,6%) están en Co-lombia y 644.423 (62,4%) en Venezuela. En este último país la región orinoquense cubre cerca del 70,6 % del territorio nacional, mientras que en Colombia cubre el 34 %...”. Wilki-pedia/Orinoquía. Casanare representa el 18% de la Orino-quía colombiana.

http://www.china-briefing.com/news/2011/09/28/chinas-most-polluted-cities-who-index.html

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hidrocarburos se dieron en la década del setenta, la explotación de los mismos no pudo reali-zarse para ese entonces porque no existía la tecnología que permitiera explorar a profundidad en una zona geológicamente accidentada. Esta dificultad la resolvió la British Petroleun (BP) asociada con la compañía francesa Total años después. La perforación de pozos en Cusiana y Cupiagua alcanzó hasta 15.000 y 18.000 pies de profundidad, un poco más del doble de los que se perforaron en Caño Limón-Arauca. Las secuelas sobre el territorio son evidentes4.

b) Petróleo, agro-industria y la destrucción de la naturaleza en Paz de Ariporo

En 1992 se comenzó a desarrollar la explotación de campo Cusiana, un yacimiento con abundantes cantidades de petróleo y gas. La consolidación del Casanare como economía de enclave produjo un problema colateral: el crecimiento de una población que buscando fuentes de trabajo llegó de otras regiones del país y cristalizó un hinchamiento demográfico con el consecuente déficit de vivienda y servicios. El caso de Yopal es emblemático y, sin embargo, el gobierno, siguiendo las exigencias del FMI, hizo aprobar una modificación a la distribución de las regalías en la que los municipios petroleros quedaron damnificados.

Las explotaciones en la zona noreste del departamento vinieron luego. En medio de la feria de licencias ambientales que otorgan las autoridades gubernamentales, Pacific Rubiales, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad, Parex y Ecopetrol siguien-do la ruta del negocio llegaron al área circundante de Paz de Ariporo que ya había sido

4 “Semana.com consultó con expertos de la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI) en Casanare y ellos aseguraron que aunque los petroleros no consumen mucha agua sí la profundizan e impiden su uso. Según la SCI, el suelo está dividido por estratos. Los más superficiales pueden estar a 20 metros, de donde se recuperan en seis meses, mientras que otros más profundos alcanzan 500 metros o más y tardan en surgir de nuevo 200 años…” ¿Qué tan responsables son las petroleras de la tragedia ambiental?, en m.semana.com/nacion/articulo/sequia/-en…el…petroleras/381584-3

En medio de la feria de licencias ambientales que otorgan las autoridades gubernamentales, Pacific Rubiales, Geo Park, Cepcolsa, Petrominerales, New Granad, Parex y Ecopetrol siguiendo la ruta del negocio llegaron al área circundante de Paz de Ariporo que ya había sido clasificada como una zona de hidrocarburos. Para iniciar la exploración “cruzaron el municipio de lado a lado, rompiendo acuíferos confinados y las capas de arcilla que sostienen el agua de los humedales”. Posteriormente construyeron el oleoducto bicentenario interrumpiendo el flujo natural de las aguas.

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clasificada como una zona de hidrocarburos5. Para iniciar la exploración “cruzaron el municipio de lado a lado, rompiendo acuíferos confinados y las capas de arcilla que sostienen el agua de los humedales”6. Pos-teriormente construyeron el oleoducto bicentenario interrumpiendo el flujo natural de las aguas7.

A estos daños debe sumarse el impacto ambiental denominado hidrodinamismo, resultado de la ex-plotación de yacimientos con acuíferos en los que el agua es utilizada para empujar el crudo desde la roca hasta los pozos; por ello, el volumen de agua exigido es considerable y aumenta con el tiempo. Adicional-mente, como el fluido que sale es reemplazado por otro fluido de agua que entra al yacimiento, y el agua que se obtiene en el proceso exploratorio combina-da con el petróleo, es agua dulce (proviene de ríos, quebradas, caños, lagos o lagunas), el secamiento de estos afluentes hídricos es inevitable8.

Como si fuera poco, la tragedia ambiental del Casanare ha servido para evidenciar que en ese departamento se viene practicando el método de la fractura hidráulica sobre piedras ( fracking en inglés), método que se viene generalizando internacional-mente por el boom de dos tipos de hidrocarburos, el gas esquisto y el petróleo Shale y que consiste en

5 En un gesto de cinismo sin límites estas mismas empresas le ofrecieron hace pocos días a la gobernación “530 mi-llones de pesos, entre dinero y maquinaria, para aliviar la situación”. Ibíd., semana.com

6 Oscar Vanegas, en ioletastereo.com/.../175-industria-pe-trolera-responsable-de-sequia-exper...

7 “El tubo va a tres metros de profundidad, descansando sobre bultos de arena que interrumpen el flujo natural de las aguas afectando la recarga de los caños y humedales, hábitat natu-ral de chigüiros y babillas...”. Ibíd.

8 Oscar Vanegas, “Impactos Ambientales de la Industria Petrolera”, referenciado por el periódico Portafolio del 1 de abril de 2014 en el artículo, “Tragedia Ambiental en Casa-nare: ¿La culpa es de la vaca?”. Agrega el autor que este fenómeno se presenta en el 90% de los yacimientos petro-leros de los Llanos Orientales y que ha sido reconocido por la Asociación Nacional de Geólogos y Geofísicos -ACIPET-.

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“fracturar la piedra a profundidades que superan los dos kilómetros, mediante el uso de agua a presión, con más de 500 productos químicos…”9. Esto sig-nifica envenenar el agua en grandes cantidades para obtener petróleo bajo presión, incluyendo, obviamen-te, las de las superficies cercanas. “Se estima que un solo pozo de fracturación hidráulica puede consumir un promedio de 15 millones de barriles de agua. En Texas, desde el 2008 se han excavado 45.000 pozos. Texas se queda sin agua…10. A pesar de que la legisla-ción petrolera colombiana ni siquiera hace referencia al tema, Ecopetrol y algunas compañías extranjeras utilizan el fracking11.

La explotación de hidrocarburos no es la única responsable de la barbarie que estamos presenciando en el Casanare. Igualmente viene operando una ex-pansión de la agroindustria. Un poco más del 40% de la producción agrícola la compone el arroz industria-lizado. La ganadería extensiva continúa siendo una actividad rutinaria. Agroindustria y ganadería auna-das significan deforestación. “Entre 1990 y el 2000,

9 Cristian Valencia, “Más Petróleo menos agua”, El Tiempo, 24 de Marzo.

10 Ibíd. A propósito de este exceso de utilización de agua para la explotación petrolera, cualquiera sea el procedimiento utilizado por las empresas debe tenerse en cuenta que Pa-cific Rubiales tiene un proyecto piloto en Campo Rubiales denominado Agro-cascada mediante el cual construirán una planta que procesaría un millón de barriles diarios de petróleo obteniendo agua para utilizar en la agroindustria, en la cadena de negocios. Fue esto lo que llevó al actual Ministro de Minas a declarar en una frase fuera de con-texto que las empresas petroleras no eran causantes de la sequía en los Llanos porque contrario a lo que se pensaba eran productoras de agua.

11 En la edición 19 de Carta Petrolera (publicación de Ecope-trol), de agosto-septiembre de 2008, ya se anunciaba que el fracturamiento hidráulico era una realidad. Dice: “El fractu-ramiento hidráulico comprueba efectividad en los campos de Ecopetrol (…). Una técnica para aumentar la producción de los yacimientos, que ya probó su éxito en los pozos de Guando, Cusiana, Cupiagua y San Francisco se está aplican-do cada vez más en campos maduros de Ecopetrol”. Ibíd.

Hemos llegado al punto en que el capitalismo ha terminado por producir una crisis civilizatoria al realizar una destrucción sin precedentes de la naturaleza que pone en riesgo la propia existencia de la especie humana, a causa de la utilización masiva de energía fósil. Los grandes inversionistas que controlan el grueso de los negocios internacionales hacen caso omiso de esta realidad, por cuanto modificar los procesos de producción energética afectaría sus negocios.

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la tasa anual de deforestación en Casanare fue de 520 hectáreas de bosque, pero entre el 2010 y el 2012 se talaron 1.332 hectáreas cada año en ese departamento. Esa es una de las evidencias mayores de la sequía que ha causado que en lo que va de marzo sólo hayan caído dos milímetros cúbicos de agua lluvia cuando el promedio para este mes es de 80 milímetros cúbicos…”12.

c) El cambio climático y sus consecuencias en Colombia

La crisis ambiental del Casanare hace parte, al mismo tiempo, del calentamiento global. Hemos llegado al punto en que el capitalismo ha terminado por producir una crisis civilizatoria al realizar una destrucción sin precedentes de la naturaleza que pone en riesgo la propia existencia de la especie humana, a causa de la utilización masiva de energía fósil13. Los grandes inversionistas que controlan el grueso de los negocios interna-cionales hacen caso omiso de esta realidad, por cuanto modificar los procesos de pro-ducción energética afectaría sus negocios. Diariamente somos informados de ciclones, lluvias interminables y sequías que causan muertes humanas y destruyen territorios en diversos puntos de la geografía planetaria.

12 Op.cit, semana.com.

13 “El Departamento de Energía de los Estados Unidos calcula que en el año 2010 se emitieron a la atmósfera 564 millones de toneladas de gases de efecto invernadero más que en el año anterior. Este incremento de 6% en un sólo año es el mayor del que se tenga registro…”, lo que termina en sequías, inundaciones, huracanes, que han afectado a millones de personas en el mundo. Edgard Lander, Documento-plataforma del Foro Social Mundial-2012, p. 6.

En la Costa Caribe estamos evidencian-do igualmente las consecuencias del calen-tamiento global. Los incendios forestales vienen causando estragos en la vegetación diversa y acabando con las fuentes hídricas mientras ciudades capitales, como Santa Marta, padecen cortes de agua. En la Sierra Nevada de Santa Marta se han esfumado 3.500 hectáreas de bosque en las últimas semanas. Pero lo más grave es lo que está ocurriendo con los glaciales. Jorge Ceballos, glaciólogo del IDEAM y autor del libro “Glaciales de Colombia”, ha reconocido que “el área glaciar total de la Sierra Nevada en 2010 era de 7,4 kilómetros cuadrados, lo que representaba el 16% de los glaciares del país. Pero hoy esa cifra se ha reducido significativamente, y seguirá disminuyendo con el correr de los años hasta que en tres o cuatro décadas este ecosistema deje de exis-tir (…) Anualmente se está perdiendo entre

http://en.wikipedia.org/wiki/Landfill

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el 3 y el 5% de su área”14. Añade que la situación es irreversible y que la causa se encuentra en el cambio climático que terminó por modificar las condiciones sobre la base de las cuales el ecosistema se reproducía.

El cambio climático que expresa parcialmente la crisis civilizatoria ha sido causado por el capitalismo. La mercantilización de la tierra que acompañó a la mercantilización del conjunto de la sociedad la confinó al intercambio simple, la transformó en un objeto más dentro de las equivalencias soportadas en el valor de cambio. En la medida en que el capital ingresó en la agricultura codificó la rentabilidad de la tierra bajo los supuestos de la ley del valor. Esto explica por qué al expandirse la industrialización que inició la maquino-industria la fuente energética que se utilizó fue el petróleo, dado que su extracción hacía parte de un negocio asociado a la renta de la tierra. Bajo estos supuestos la contami-nación del planeta fue inercial.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial esta conta-minación sufrió un cambio cualitativo. El desarrollo vertiginoso de la productividad capitalista, las enormes capacidades productivas que empujaron el uso intensivo de la tecnología y la organización fordista del trabajo, encontraron en la naturaleza un límite temporal a la reducción del ciclo productivo. El tiempo de la elaboración natural de materias primas transgredía el tiempo de la rotación del capital. Entonces el capi-talismo giró hacia materias primas artificiales basadas en la química del petróleo lo que acompañado del uso masivo de vehículos automotores impulsados por gasolina terminó en una contaminación sin precedentes del planeta. Esa carrera contaminante en la actualidad es demencial. En un solo año lanzamos a la atmósfera el mismo contenido en elementos fósiles que la humanidad lanzó durante todo el siglo XIX, causando daños irreversibles como el de la Sierra Nevada de Santa Marta. La so-lución a esta crisis civilizatoria solamente puede encontrarse en otro tipo de sociedad que organice el trabajo y la relación con la naturaleza con-forme a la producción de valores de uso y bajo una cosmovisión holística en la que se “humanice la naturaleza y se naturalice lo humano”. Ese es uno de los fundamentos de la alternativa ecosocialista.

14 Citado por El Espectador, “Los días contados de la Sierra Nevada”, abril 4 de 2014.

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Ya es hora de que gobierne la vida Hacia un nuevo relato nacional

Álvaro Marín

Escritor

Lo asombroso de Colombia no es que haya tenido cien años de guerra; lo que sorprende es que después de un siglo de go-

bierno de la muerte y de sus emisarios siga intacto el poder de la vida, y eso es lo que demuestran los campesinos organizados, las comunidades urbanas marginales que resisten en medio de las peores condiciones ma-teriales, las comunidades indígenas que permanecen en la defensa de sus territorios, las comunidades negras que aún defienden su cimarronaje y las mujeres que avanzan en la búsqueda de igualdad de roles y derechos. A su lado algunos artistas e intelectuales han venido conformando des-de hace varios años un movimiento cultural de reflexión crítica sobre nuestro conflicto, y ahora se reúnen en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación para decirle al país que el arte y la cultura atienden el llamado de los vientos de paz que regresan. Artistas y amigos de Cuba, España, Noruega, Brasil y Argentina se hacen también presentes para decirnos que ya se están terminando nuestros cien años de soledad, que en el destino de nuestro país también está comprometido el destino y

Texto leído en el Foro de Arte y Cultura para la Paz de ColombiaRealizado del 26 al 29 de marzo en el Centro de Memoria de Bogotá

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la dignidad de la humanidad, y que el fracaso del Estado Nación en Colombia es el fracaso del sistema político mundial.

El deseo de la vida es el que nos convoca, es la fuerza vital que mantiene a un pueblo erguido a pesar de una larga injusticia, de la legendaria mezquindad de unas élites que le han negado el bien inalienable de la paz. Si algo queda en pie de este país –y que ha resistido al influjo de la muerte y la violencia sosteni-da– se lo debemos a la fuerza y la capacidad creadora de su población más humilde, que ha resistido al indolente y brutal poder de las élites colombianas que han sostenido a la peor de las tiranías: la de los grandes propietarios.

Este encuentro del arte y la cultura se presenta en medio de un tenso ambiente político: la reciente destitución del alcalde de Bogotá elegido por voto popular la vivimos todos como una provocación po-lítica y un abuso de poder. No es simplemente a un alcalde popular al que despojan de una investidura, la destituida es la democracia. Es un acto de vindicta de quienes incapaces de reconocer la diferencia política como un bien de la cultura y la democracia, acuden al uso, al acomodo y la manipulación de la ley como castigo, y poco les importa ofrendar a un país com-pleto en el holocausto de la guerra prolongada. Aquí en el Centro de Memoria se levanta la iconografía de un pueblo sepultado, sometido a la normalización de la muerte que pretende hacernos perder el sentido del horror y de la injusticia. Al lado del Centro de Memoria están los columbarios con sus bóvedas in-tervenidas por la artista Beatriz González para cerrar el aura de los muertos anónimos que ha permanecido a la intemperie de la historia, para que descansen por fin los muertos y la muerte. Pero afuera en la calle 26 espera todavía el látigo del inquisidor y continúa presente la guerra: la policía del general Palomino, por orden de un alcalde impuesto, acaba de borrar las imágenes de las pinturas populares; esta vez es la

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guerra de los símbolos, una guerra simbóli-ca sí, pero con policía.

Ahora la guerra que se quiere abandonar en los campos de batalla continua en los campos de la subjetividad, como diciéndo-nos el general que el arte es la continuidad de la guerra por otros medios. Lo que empieza realmente es la disputa de lo que Jesús Marín Barbero ha llamado en el Foro de artistas “El relato nacional”. Y alguien con pretendida audacia propone intervenir simbólicamente el nombre de los pueblos bombardeados, en un rapto iconográfico de Marquetalia, ahora que está cerca el 50 aniversario de los bombardeos a los campesinos rebeldes que constituyeron la insurgencia liberal y luego comunista, y arrebatar así el nombre y los íconos a los campesinos guerrilleros que fundaron Marquetalia. Eso ya lo hizo el paramilitarismo de manera camuflada y televisada, darle el nombre a sus frentes con la iconografía popular para ir luego asesinar en masa a la misma población a la que ya le habían raptado sus mitos, en una doble y oscura guerra que mezcla la muerte de los fusiles con la muerte y destrucción de los símbolos. Así, los rebeldes Cacique Nuti-bara y la Cacica Gaitana reaparecen en la historia de Colombia como su negación en camuflados simbólicos al lado del camuflado paramilitar: un doble castigo que no solo persigue eliminar el cuerpo y la vida del adversario, también su memoria. Esa estra-tegia es parte de la disputa por quién hace el “relato nacional” y la repiten los medios en un arte que en el Foro se nombró como narcoparadramaturgia de la televisión nacio-nal, que presenta como víctima al victimario y a la víctima como el criminal. Entre tanto, afuera, la policía borra los pictogramas del

La poesía es la que nos recuerda la memoria del futuro, un futuro en donde sea posible que el relato nacional no sea la continuidad de la polarización, pero tampoco del unanimismo y del arte domesticado; un relato nacional como lugar de encuentro y de creación de un proyecto común de país, que es lo que reclama Colombia.

arte popular y juvenil del grafiti, los trazos de una cultura artística que se expresa libre-mente en la calle. Mientras Beatriz González hace memoria de cómo se recuperó la vida y la liturgia de los dolientes en el cementerio, el general pinta la calle de gris; mientras la artista le da vida a lo inerte, el policía hace el proceso inverso, extiende hasta las calles las paredes del cementerio. El papel del arte no es destruir íconos ajenos ni desvirtuarlos sino crear los propios; el símbolo es el que une el sentido colectivo. Y otra vez el inquisidor ahí, latigando las imágenes en la calle.

Mientras tanto, en el Centro de Memoria se escucha el eco de las palabras de Jorge Eliécer Gaitán en la Oración por la paz: “Impedid, Señor, la violencia. Queremos la defensa de la vida humana, que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega desatada, debemos aprovechar la capa-cidad de trabajo del pueblo para beneficio

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del progreso de Colombia.” De allá venimos, del sueño de la paz postergado, de la guerra a muerte y de la guerra del lenguaje y de los símbolos que en años recientes y a través de un memorando notificaba a los funcionarios del Estado la prohibición de usar en los docu-mentos oficiales expresiones como “conflicto armado”, “insurgencia”, “crisis humanitaria”. Los medios que se convirtieron en la caba-llería y la infantería del Estado obedecieron las mismas órdenes, instintivamente, sin que nadie se las diera, y algunos intelectuales muy obedientes hicieron lo propio, recogieron el llamado al orden en esta guerra del lenguaje y la representación. Y de complemento la ley Lleras que pretendía restringir el uso de las redes también hace parte de estas batallas. Pero estos muros hablan, y nos dicen que no son las políticas públicas las que transforman la sociedad sino la movilización ciudadana; la Ley de víctimas y el derecho de reparación, el deber de memoria, reconstrucción, preserva-ción y este mismo territorio de la memoria en donde se hace el Foro hacen parte de esa movilización ciudadana que tiene un sentido claro de la significación de la paz.

El centralismo político y cultural, dura-mente criticado en este Foro de la creación artística y la cultura, reclama porque la Ley de víctimas es manejada desde Bogotá, y del Putumayo, del Cauca, del Valle y de Antioquia que engruesan hoy las filas de las víctimas solo se acuerda el gobierno cuando hay que fumigar. Y los ciudadanos de Bue-naventura que han visto convertir su ciudad en un centro de tortura y de muerte también necesitan con urgencia de reparación simbó-lica y cultural y, sobre todo, de expiación de los cuerpos profanados.

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de mercado; la compra venta y la vindicta van juntas en un reino de mafias.

En este Foro se afirma también que el mayor peligro es que la cultura y el arte se institucionalicen, mientras afuera, al lado de los muertos, miles de colombianos duermen en las calles. No queremos un arte comprometido y servil, lo que recla-mamos es una conciencia ética del artista y de todos. Nuestra política cultural tiene un modelo francés, afirma Germán Rey. Sí, es el modelo de Malroux, el autor de La condición humana, quien saqueaba tumbas en Oriente mientras era ministro de cultura de De Gaulle, y de Francia. Ese ha sido el comportamiento de la política francesa en la historia. El modelo francés es tradicional-mente el modelo europeo, el doble juego del comercio y la libertad: un modelo cultural de arte, patrimonio y difusión que hoy se ajusta plenamente al libre mercado de la cultura, pero nunca se ha ajustado a las ne-cesidades nuestras, que son las necesidades

Se habló aquí de una institución coopta-da por el interés particular y mafioso con la que no es posible hacer la paz, y se habló de la creencia excesiva en el derecho: no basta que los derechos estén en el papel y en la Constitución, ni en los acuerdos firmados, si gobiernan la mafia y el interés particular. Un modelo de derechos no es un modelo para la emancipación; la cultura va más allá de un enfoque de derechos: la cultura des-borda los derechos en el deseo, el erotismo, la fiesta y la transgresión. La emancipación no pasa por la demagogia oficialista con la que nació el Ministerio de Cultura para banalizar la guerra y banalizar la paz; el Ministerio de Cultura naturalizó la indi-ferencia con acciones de guerra simbólica disfrazadas de paz política. La reducción a derechos crea leyes pero no realidades, ahí tenemos el grave problema ecológico que vive el país en medio de la crisis ecológica mundial para decirnos que en Colombia se agudiza un sistema extractivo y depredador. ¡Hasta en la naturaleza se rebela la indolen-cia oficial! Si queremos unos derechos y una Constitución efectivos, estos deben partir de los territorios y las comunidades, hay que devolverle al ciudadano el poder constitu-yente arrebatado. Y el inquisidor ahí, como símbolo del poder oscuro y ultramontano que todavía gobierna a Colombia y destitu-ye la democracia.

Pero hay cosas que no puede lograr la cultura. Ante un poder que se fortalece en las lógicas del mercado, se fortalece al mis-mo tiempo una práctica de compra venta del país, de compra venta de la muerte de un país sacrificado en los tratados interna-cionales, inmolado esta vez a la economía

El país no es el que recibe lo que hacen los artistas, sino el que debe ser tomado en cuenta para que haya arte, y creación; lo que realmente necesitamos es el ascenso del gobierno de la vida y cerrar el largo periodo del gobierno de la muerte. Y sin el inquisidor ahí, negando la vida.

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de un país con muchos países, un país en donde el verde, que todavía queda, es de todos los colores, como bellamente lo dice el poeta Aurelio Arturo. Y, sí, es por la poesía como se puede hacer la paz en Colombia, abriendo las puertas del arte y la imaginación. “Cuando la filosofía se acerca a los límites de lo conceptual”, dice Sergio De Zubiría, “esta no tiene otro camino que recurrir a la poesía, la cultura es la que va a redimir la política”; la política cul-tural es la movilización del conflicto con fines de transformación de la vida, para proteger la vida social y proteger el entorno ambiental, y es la poesía la que nos señala la diferencia entre la realidad y las falsas simbologías, entre el país formal y el país real.

La poesía es la que nos recuerda la memoria del futuro, un futuro en donde sea posible que el relato nacional no sea la continuidad de la polarización, pero tampoco del unanimis-mo y del arte domesticado; un relato nacional como lugar de encuentro y de creación de un proyecto común de país, que es lo que reclama Colombia; un país donde quepamos todos, con muchos relatos, pero un sueño común, para que el pasado deje de ser un pasado muerto e inmóvil y sea una presencia creadora; un país con un relato no monoteísta, plural, capaz y transformador, donde la música sea un modelo como lo propone Jesús Martín Barbero, un país polifónico: la polifonía es la gran metáfora del relato nacional. Pero un relato nacional requiere previamente una revolución educativa, que ponga a trabajar la estética en los niños y los jóvenes. Necesitamos que todos los ciudadanos tengan experiencia estética creativa, no dones de arte, pero sí formación de los sentidos y sentido del otro, un sentido ético al lado del sentido estético. El país no es el que recibe lo que hacen los artistas, sino el que debe ser tomado en cuenta para que haya arte, y creación; lo que realmente necesitamos es el ascenso del gobierno de la vida y cerrar el largo periodo del gobierno de la muerte. Y sin el inquisidor ahí, negando la vida.

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Neoliberalismo del siglo XXIDiagnósticos desde el Norte Global y el pronóstico Davos

José Francisco Puello-Socarrás

Docente Universidad Nacional de San MartínBuenos Aires (Argentina)

Uno de los signos más reveladores sobre la presente crisis del capitalismo se cierne alrededor de lo que varios autores

han bautizado el Mundo Davos –añadimos aquí: la capital epistémica e ideológica del Norte Global– y que tiene como referencia concreta el Foro Económico Mundial que se realiza anualmente en la ciudad de Davos (Suiza). Más allá de varios detalles acerca de ésta, la pasarela más importante del neoliberalismo mundial, este lugar de enunciación hegemónico retiene una centralidad característica ya que recientemente las élites dirigentes globales se han visto obligadas a reconocer pública y oficialmente –al menos, bajo una disimulada preocupación que con-trasta con las posiciones sostenidas en el pasado, y sin que ello llegue a constituirse en un giro radical en sus perspectivas pues el discurso en el fondo resulta invariable– que la economía-mundo hoy por hoy enfrenta una crisis “del” capitalismo y no un mero desarreglo excepcional “en” el sistema o en alguno de sus “sectores”. No es una casualidad que la pregunta más acuciosa durante las sesiones del Foro Económico Mun-dial durante los últimos años (especialmente desde 2012) se interrogue acerca del futuro del capitalismo.

Si bien en este tipo de escenarios hasta el momento no se acepta sino relativamente que asistimos a una crisis en general, estructural y de largo plazo de la totalidad del sistema capitalista –hay que recordar que estamos hablando de personajes como Klaus Schwab, principal vocero del encuentro y cofundador del Foro junto a Friedrich Von

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Capitalismo en Crisis

Hayek, comúnmente reconocido como el Padre del Neoliberalismo–, sí resulta bastante sintomático el hecho de que el diagnóstico elaborado por las élites en el Mundo Davos, deslicen advertencias sobre una crisis “política, económica y, particularmente, financiera”. Si se revisa el desarrollo de los pronuncia-mientos que desde el año 2010 en particular vienen instalándose en el corazón del Mundo Davos, año en el cual tímidamente se empezaba a sugerir que la crisis encarnaba problemáticas más allá de lo finan-ciero, las élites globales no han tenido otra opción que ir susurrando que esta crisis incluye –aun en sus propios términos titubeantes– otros “sectores” (por esa época proponían, además del sector financiero, crisis en la energía y el empleo). Ahora hablan de la existencia de sectores críticos, políticos y económicos y este año (2014) varias sesiones giraron en torno a las cuestiones medioambientales más urgentes (recursos hídricos).

Hasta hace muy poco, el consenso convencional había querido ubicar esta crisis exclusivamente en el terreno financiero con el fin de calmar los ánimos y dejar la impresión de que la crisis era simplemente un problema que involucraba a los bancos, puntualmen-te usamericanos y europeos, sugiriendo que el origen del colapso se relacionaba con algunos “desarreglos” fruto de la inmoralidad de un puñado de especula-dores fraudulentos. Esta interpretación intentaba se-ducir además que las convulsiones actuales no tenían que ver con el funcionamiento del capitalismo como un todo (un sistema no sólo económico sino sobre todo de naturaleza sociopolítica que se reproduce a través de crisis, más allá de que esta crisis sea excep-cional y plantee desafíos insondables para el futuro de ¡la civilización humana!), sino que se trataba de una especie de complot orquestado por un grupo irracional de malhechores e inmorales corredores de bolsa que conspiran desde Nueva York, Londres o París, disipando así las razones verdaderas que causan esta crisis.

http://amandaniermann.blogspot.com/2013/04/colombia-vs-us.html

http://english.sina.com/culture/p/2013/0123/552757.html

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Ahora bien, renombrados analistas y círculos académicos e intelectuales afines al statu quo han entrado más recientemente a reforzar estos ocultamientos, aunque por otra vía, bautizando la presente crisis como una Gran Recesión, operación que intenta matizar aún más la gravedad que encarna el presente y el devenir de los tiempos críticos.

Esta nominación, además de reconocer –en algún sentido– la inocultable magnitud de esta crisis, simultáneamente ha tenido el efecto de impedir cualquier tipo de re-membranza que asimile la actualidad a la tristemente célebre Gran Depresión de la década de los 30, la cual –no olvidemos, en ese momento– amenazó arriesgar la conti-nuidad del capitalismo hasta ese entonces conocido, obligando una recomposición de fondo al sistema para garantizar su persis-tencia. En ese trance se deben incluir dos guerras mundiales, la profundización del imperialismo neocolonial (con la opresión y explotación en la “nueva relación” entre los países del centro y de la periferia) y la pró-rroga del liberalismo económico que venía practicándose desde el inicio del siglo XX.

Fruto de la crisis epistémica e ideológica por la que atraviesa hoy el capitalismo neo-liberal, habría que registrar que el conven-cionalismo reinante de las últimas décadas ha sufrido varios golpes, afortunadamente no desde la teoría abstracta sino desde las realidades concretas. En vista de ello, hoy busca consolidar “nuevos” referentes. Eso sí, sin extralimitar en ningún momento su identidad ideológica fundamental: la neo-liberal.

La actual crisis ha acelerado una recon-figuración al interior del neoliberalismo –desafortunadamente inadvertida– pero que

La actual crisis ha acelerado una reconfiguración al interior del neoliberalismo –desafortunadamente inadvertida– pero que se ha venido gestando desde los últimos años del siglo pasado, a través del relevamiento en la hegemonía que venían disfrutado dentro de esa ideología las posiciones neoliberales ortodoxas, en su gran mayoría de inspiración laissezferista. El proceso actual evidencia la renovación del ideario neoliberal que se abre paso desde otras posturas igualmente neoliberales pero heterodoxas, tránsito que permite la recomposición emergente del capitalismo neoliberal con el fin de enfrentar las vicisitudes que le plantean los nuevos tiempos y ante los cuales el extremismo ortodoxo no parece ofrecer ya respuestas viables.

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se ha venido gestando desde los últimos años del siglo pasado, a través del relevamiento en la hegemonía que venían disfrutado dentro de esa ideología las posiciones neoliberales ortodoxas, en su gran mayoría de inspiración laissezferista (laissez-faire, laissez-passer, dejar hacer, dejar pasar”). El proceso actual evidencia la renovación del ideario neoliberal que se abre paso desde otras posturas igualmente neoliberales pero heterodoxas, tránsito que permite la recomposición emergente del capitalismo neoliberal con el fin de enfrentar las vicisitudes que le plantean los nuevos tiempos y ante los cuales el extremismo ortodoxo no parece ofrecer ya respuestas viables.

La heterodoxia neoliberal históricamente se ha caracterizado por ser crítica del exagera-do –y en su opinión: peligroso– libertinaje de los mercados (desregulación) que la ortodoxia convencional ha profesado y puesto en práctica. No obstante, y al mismo tiempo, la hete-rodoxia neoliberal es fiel defensora de lo que considera auténticas “libertades del mercado”: máxima libertad para los mercados pero con “regulaciones oportunistas”, es decir, arbitrajes ocasionales desde las autoridades público-estatales dirigidos a “corregir” puntual, eventual y momentáneamente los fallos del mercado (el proceso de acumulación capitalista) y, en

http://english.sina.com/culture/p/2013/0123/552757.html

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algunos casos, los resultados sociales que en adelante puedan obstruir sus lógicas. La presencia del Estado se justifica entonces en función exclusiva del Mercado, a la manera de una acción “quirúrgica” y provisional. El emergente neoliberalismo heterodoxo –al unísono con las posturas de la ortodoxia, desde luego– se opone radicalmente tanto al intervencionismo estatal (por ejemplo, el capitalismo keynesiano) como a la pla-nificación centralizada (puesta en práctica en la mayoría de los extintos socialismos estatales).

El Mundo Davos y las voces dirigentes del mundo continúan entonces sostenien-do que esta crisis se está, se viene y se seguirá resolviendo no sólo con más capi-talismo (matriz y raíz de la actual crisis) sino, aún peor: con más neoliberalismo, insistiendo en lo que ellos denominan una Gran Transformación. Es todo menos una casualidad que el título de una versión reciente del Foro de Davos (año 2012) se haya nominado: La Gran Transformación. Modelando nuevos modelos.

La referencia más obvia a ese título se vincula con la obra de un autor neoliberal (heterodoxo) –más allá de que para algunos resulte ser una sorpresa–, Karl Polanyi, quien describió y analizó lo que se conside-raba en su época la causa fundamental del desorden económico del sistema capitalista (mediados del siglo XX): la autorregulación del mercado. Precisamente en su obra más famosa: La Gran Transformación, que data de 1944, este intelectual polaco, miembro pleno y hermano de uno de los cofundado-res de la Sociedad Mont-Perélin, el foro ab origine del neoliberalismo (que, de hecho, se convierte en el Foro de Davos actual),

La Gran Transformación que se anima es la de recomponer el capitalismo de mercado, intentando estabilizarlo a través de la no-acción del Estado, es decir, a través del aparato estatal como regulador (eventual) de los “fallos del mercado”. Esta cuestión resulta desde luego bastante alejada y es bien diferente de la inacción del Estado (profesada por el neoliberalismo ortodoxo) y tampoco debe confundirse con la acción estatal que supondrían la intervención (sostenida) o planificación desde el Estado.

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Capitalismo en Crisis

anticipaba el Fin de la Historia humana en la Sociedad Capitalista –¡mucho después de que David Ricardo propusiera hacia finales del siglo XIX el “estancamiento final” de la civilización en el capitalismo y, por supuesto, muchísimo tiempo antes de que el mediocre best-seller de Francis Fukuyama cautivara al mundo–. La tesis de Polanyi, al igual que la de Ricardo, describe la imposibilidad histórica de ir más allá del capitalismo. Si se quiere: el capitalismo sería la última etapa superior en la evolución del hombre y la sociedad, de la humanidad. Sin embargo, como el buen neoliberal heterodoxo que fue, Polanyi se refería a la existencia perenne de

un capitalismo regulado pues, en contra de las posturas ortodoxas del neoliberalismo de la época, sabía muy bien que el leseferismo y los entusiastas llamados a que el mercado lo podía todo como ordenador armónico de la sociedad eran un disparate. Más acá de esta anécdota en particular, no resulta una curiosidad ociosa preguntarse qué hay detrás de todas estas coincidencias.

Ciertamente, la respuesta ideológica a la Gran Depresión de los 30 tuvo como salida ideas, prácticas y la construcción de institu-ciones “redistributivas” (de tipo económico pero que repercutieron en lo político desde el punto de vista del “equilibrio” en el poder

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de clase) que iban desde formas keynesianas hasta fascistas. Sin embargo, la perspectiva keynesiana sirvió finalmente como la base ideológica para el orden capitalista de postguerra en detrimento de aquella profesada por los defensores del liberalismo puro quienes interpretaban la tendencia hacia la autorregulación de la sociedad organizada en torno al Merca-do, el fin de la Historia. Fueron los neoliberales, desde la heterodoxia pero especialmente desde la ortodoxia, quienes se constituyeron en los críticos más acérrimos del keynesianismo, pues si bien bajo esta fórmula se lograría mantener el presupuesto imprescindible de garantizar la con-tinuidad del proyecto económico y político del capitalismo había que avanzar en la historia a través de la instalación de un nuevo liberalismo contemporáneo, desde luego, ajustado a la novedad de los tiempos que suponía el capitalismo tardío.

Antes como hoy, los llamados neoliberales ponen de presente la necesidad de una “vuelta” al Estado como principal herramienta para regenerar al capitalismo convaleciente.

En este aspecto subsiste mucha confusión y, por lo general, un irre-flexivo pensamiento mágico que observa en el fortalecimiento de las acciones y la mayor presencia estatales un atentado automático contra el neoliberalismo. En estas posturas la reflexión de que el Estado y su aparato tienen un carácter de clase y, por lo tanto, son capitalistas en ge-neral, y, hoy, neoliberales en particular, brilla por su ausencia. El Estado se encuentra subordinado (positiva o negativamente) al mercado, pero subordinado al fin y al cabo, con lo cual resulta funcional al régimen de acumulación, a pesar de que en momentos como éste se puedan verificar ciertas situaciones en las que el Estado capitalista parezca en principio “ir contra” el proceso de la acumulación capitalista y mantenga –di-gámoslo así– cierta autonomía relativa, pues, al final de cuentas, es la institución social más poderosa que podría eventualmente garantizar la “normalidad” del proceso.

La Gran Transformación que se anima es, pues, la de recomponer el capitalismo de mercado –en concepto de la hegemonía, la única op-ción–, intentando estabilizarlo a través de la no-acción del Estado, es decir, a través del aparato estatal como regulador (eventual) de los “fallos del mercado”. Esta cuestión resulta desde luego bastante alejada y es bien diferente de la inacción del Estado (profesada por el neoliberalismo orto-doxo) y tampoco debe confundirse con la acción estatal que supondrían la intervención (sostenida) o planificación desde el Estado.

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Edito

rial

Chigüiros vs. depredación capitalista:Un capítulo más de la destrucción global de la vida

Jesús Gualdrón

Una representativa encuesta realizada en Alemania en agosto de 2010 por el Instituto de Investigación de la Opinión Pú-

blica (emnid), en la cual se preguntaba quién deseaba seguir viviendo en el capitalismo, arrojó que el 88% de los ciudadanos alemanes respondió que deseaban un nuevo orden económico. En su opinión, el capitalismo no tendría entre sus preocupaciones asegurar la equidad social, la defen-sa del ambiente ni un uso adecuado de los recursos. De la misma manera se comporta una investigación de la Universidad de Jena, realizada en el otoño de 2010, según la cual el 45% de todos los entrevistados y el 52 % de los menores de 30 años apoyaban el siguiente enunciado: “El capitalismo conduce al mundo a su destrucción”. La autora se pregunta a renglón seguido si los padres realmente creen que a sus hijos les irá en el futuro mejor de lo que les ha ido a ellos mismos. “¿Quién confía todavía en que el capitalismo les posibilitará a las futuras generaciones una vida mejor?”. Y termina citando nada más ni nada menos que a Klaus Schwab, el cofundador y director del Foro Económico de Davos, el foro de la élite mundial: “Se puede decir de manera absoluta que el sistema capitalista en su forma actual no encaja en el mundo de hoy”. ¡Ni siquiera los capitalistas confían plenamente en su propio orden!1.

La opinión pública colombiana se ha visto sacudida en los últimos días por el dantesco espectáculo de la muerte masiva de diversas es-pecies animales asentadas en los alrededores del municipio de Paz de

1 Sara Wagenknecht (2012). Freiheit statt Kapitalismus, Campus Verlag, Frankfurt/New York, pp. 7-8.

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Ariporo, en Casanare. Las explicaciones han abundado y ha sido muy notorio el esfuerzo de las autoridades ambientales para circunscribir la interpretación del fenómeno a causas circunstanciales, más cercanas a errores u omisiones de planificación y control que a resul-tados de la implementación de una política que descansa sobre un modelo de valorización del capital transnacional, plenamente aceptado por los círculos que ejercen de hecho el poder y de los que emanan en última instancia las decisiones estratégicas que diseñan las políticas económicas. Y se ha aducido también que el fenómeno del recalentamiento global explicaría en gran medida las circunstancias climáticas por las que atraviesa esa región, como si el calentamiento no estuviera también asociado a los efectos del modelo energético del capitalismo contemporáneo, basado en lo esencial en el consumo de energía fósil, y a la expulsión incontrolada a la atmósfera de gases de efecto invernadero.

Visto en su conjunto, el modelo depredador y destructivo propio del capital transnacio-nalizado es el responsable de una crisis a escala global que se caracteriza por el desprecio de la vida humana llevado a su máxima expresión. En efecto, el capitalismo transnacional no solamente agencia guerras coloniales por el control de fuentes de materias primas en diversos lugares del planeta, agravando de paso, la crisis ecológica, sino que, impulsado por el afán del máximo lucro, destruye los bosques naturales, las fuentes de agua, el hábitat animal, etc., generando, en consecuencia, desertificación y erosión a gran escala e incrementando el hambre y la desnutrición en cada vez mayores sectores de la población mundial marginal.

Nada raro, entonces, que tanto los ciudadanos de los países del capitalismo central como los habitantes de la periferia del sistema identifiquen al capitalismo como un orden contrario a los intereses de la humanidad, que les niega la posibilidad de una vida digna al destruir tanto sus fuentes de trabajo y las instituciones de bienestar social como la natura-leza, esto es, el escenario mismo de la vida.

Todos los números de la publicación se pueden consultar en www.espaciocrit ico.com

DATOS IMÁGENESLas imágenes presentadas en este

número fueron tomadas de las fuentes indicadas en cada pie de

foto.*Portada:

Chongqing, China. Fotografía: Jonathan Kos-Read, http://www.

fotopedia.com/items/flickr-8247213720

*Bandera:Construcción Empire State Building

1929 - 1931 (New York City, E.E.U.U).Tomado de:http://en.wikipedia.org/

wiki/Empire_State_Building/

*En esta página:Mumbai, India.

Tomado de: http://blog.michaelconti.info/image/36597468100

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