Marx Karl - Critica Del Programa de Gotha

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CRITICA DEL PROGRAMA DE GOTHA CARLOS MARX Ediciones elaleph.com

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    C A R L O S M A R X

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    PRLOGO

    El manuscrito que aqu publicamos la crtica al pro-yecto de programa y la carta a Bracke que la acompaa- fueenviado a Bracke en 1875, poco antes de celebrarse el Con-greso de unificacin de Gotha1, para que los transmitiese aGeib, Auer, Bebel y Liebknecht y se lo devolviera luego aMarx. Como el Congreso del Partido en Halle haba con-cluido en el orden del da de la discusin del programa deGotha, me pareca cometer un delito hurtando por ms tiem-po a la publicidad este importante documento acaso el ms 1 En el Congreso celebrado del 22 al 27 de mayo de 1875 enGotha se unieron las dos organizaciones obreras alemanasexistentes en aquel entonces: el Partido Obrero Socialdem-crata (los eisenachianos), dirigidos por Liebknecht yBebel, yla Unin General de Obreros Alemanes, organizacin lassa-lleana, acaudillada por Hasenclever, Hasselmann y Tolcke,

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    importante de todos- sobre el tema que iba a ponerse en discu-sin.

    Este trabajo tiene, adems, otra significacin de mayoralcance an. En l se expone por primera vez con claridad yfirmeza, la posicin de Marx frente a la tendencia trazadapor Lassalle desde que se lanz a la agitacin como a su tc-tica.

    El rigor implacable con que se desmenuza aqu el pro-yecto de programa, la inexorabilidad con que se expresan losresultados obtenidos y se ponen de relieve los errores del pro-yecto; todo esto, hoy, a la vuelta de quince aos, ya no puedeherir a nadie. Lassalleanos especficos ya slo quedan rui-nas aisladas- en el extranjero, y el programa de Gotha hasido abandonado en Halle, como absolutamente inservible,incluso por sus propios autores.

    A pesar de esto, he suprimido algunas expresiones y jui-cios duros sobre personas, all donde carecan de importanciaobjetiva, y los he sustituido por puntos expresivos. El propioMarx lo hara as, si hoy publicase el manuscrito. El len-guaje violento que a veces se advierte en l obedeca a dos cir-

    para formar una organizacin nica, el Partido SocialistaObrero de Alemania. (Nota editorial)

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    cunstancias. En primer lugar, Marx y yo estbamos msestrechamente vinculados con el movimiento alemn que conningn otro; por eso, el decisivo retroceso que se manifestabaen este proyecto de programa, tena por fuerza que afectarnosmuy seriamente. En segundo lugar, nosotros nos encontrba-mos entonces pasados apenas dos aos desde el Congreso deLa Haya de la Internacional2 en pleno apogeo de la luchacontra Bakunin y sus anarquistas, que nos hacan responsa-bles de todo lo que ocurra en el movimiento de Alemania;era, pues, de esperar que nos atribuyesen tambin la paterni-dad secreta de este programa. Estas consideraciones ya notienen razn de ser hoy, y con ellas desaparece tambin lanecesidad de los pasajes en cuestin.

    Algunas Frases han sido sustituidas tambin por pun-tos, a causa de la ley de prensa. Cuando he tenido que elegiruna expresin ms suave, la he puesto entre parntesis cua-drados. Por lo dems, reproduzco literalmente el manuscrito.

    Londres, 6 de enero de 1891.

    2 El Congreso de la I Internacional, celebrado en la Haya enseptiembre de 1872, se desarroll bajo el signo de la luchacontra los bakunistas. La mayora del Congreso se pronun-ci a favor del Consejo General, dirigido por Marx. Bakuninfue expulsado de la Internacional. (Nota editorial)

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    FEDERICO ENGELS

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    CARTA A W. BRAKE

    Londres, 5 de mayo de 1875

    Querido Brake:

    Le ruego que, despus de leerlas, transmita lasadjuntas glosas crticas marginales al programa decoalicin, a Geib, Auer, Bebel y Liebknecht, paraque las vean. Estoy ocupadsimo y me veo obligadoa rebasar con mucho el rgimen de trabajo que meha sido prescrito por los mdicos. No ha sido, pues,ninguna delicia para m, tener que escribir unatirada tan larga. Pero era necesario hacerlo, para queluego los amigos del Partido, a quienes van destina-das estas notas, no interpreten mal los pasos quehabr de dar. Me refiero a que, despus de celebra-

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    do el Congredo de unificacin, Engels y yo haremospblica una breve declaracin haciendo saber queno estamos de acuerdo con dicho programa deprincipios y que nada tenemos que ver con l.

    Es indispensable hacerlo as, pues en el extranje-ro se tiene la idea, absolutamente errnea, pero cui-dadosamente fomentada por los enemigos delPartido, de que el movimiento del llamado Partidode Eisenach est secretamente dirigido desde aqupor nosotros. Todava en un libro3 que ha publicadohace poco un ruso, Bakunin, por ejemplo, me hacea m responsable, no slo de todos los programas,etctera, de ese partido, sino de todos los pasos da-dos por Liebknecht desde el da en que inici sucooperacin con el Partido Popular.

    Aparte de esto, tengo el deber de no reconocer,ni siquiera mediante un silencio diplomtico, unprograma que es, en mi conviccin, absolutamenteinadmisible y desmoralizador para el Partido.

    3 Se refiere a la obra de Bakunin titulada El Estado y laAnarqua (Zurc, 1873) (Nota editorial)

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    Cada paso de movimiento real vale ms que unadocena de programas. Por lo tanto, si no era posibley las circunstancias del momento no lo consen-tan ir ms all del programa de Eisenach4, habraque haberse limitado simplemente a concertar unacuerdo para la accin contra el enemigo comn.Pero cuando se redacta un programa de principios(en vez de aplazarlo hasta el momento en que unaprolongada actuacin lo prepare), se colocan antetodo el mundo los jalones por los que se mide elnivel de los movimientos del Partido. Los jefes delos lassalleanos han venido a nosotros porque lascircunstancias les obligaron a venir. Y si, desde elprimer momento se les hubiera hecho saber que nose admita ningn chalaneo con los principios, ha-bran tenido que contentarse con un programa de ac-cin o con un plan de organizacin para laactuacin conjunta. En vez de esto, se les consienteque se presenten armados de mandatos, y se reco-nocen estos mandatos como obligatorios, rindin-

    4 Se trata del programa adoptado por el Congreso, panale-mn de los socialdemcratas de Alemania, Austria y Suiza,celebrado del 7 al 9 de agosto de 1869 en Eisenach. En elCongreso fue instituido el Partido Obrero Socialdemcrata(los eisenachianos). El programa de Eisenach se atena gene-ralmente a las exigencias de la Internacional. (Nota editorial)

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    dose as a la clemencia o inclemencia de los que ne-cesitaban ayuda. Y, para colmo y remate, ellos cele-bran un Congreso antes del Congreso de conciliacin,mientras que el propio Partido rene el suyo postfestum. Indudablemente, con esto se ha querido es-camotear toda crtica y no permitir que el propiopartido reflexione. Sabido es que el mero hecho dela unificacin satisface de por s a los obreros, perose equivoca quien piense que este xito efmero noha costado demasiado caro.

    Por lo dems, an prescindiendo de la canoniza-cin de los artculos de fe de Lassalle, el programano vale nada.

    Prximamente le enviar a usted las ltimas en-tregas de la edicin francesa de El Capital5. Lamarcha de la impresin se vio entorpecida largotiempo por la prohibicin del gobierno francs.Esta semana a comienzos de la prxima quedar elasunto terminado. Ha recibido usted las seis entre-gas anteriores? Le agradecera que me comunicase

    5 La traduccin francesa del tomo I de El Capital, redacta-da por el propio Marx, se public en Pars por entregas du-rante los aos 1872 a 1875. (Nota editorial)

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    las seas de Bernhard Becker, a quien tengo queenviar tambin las ltimas entregas.

    La librera del Volkstaat6 obra a su manera.Hasta este momento, no he recibido ni un soloejemplar de la tirada del Proceso de los comunistasde Colonia.

    Saludos cordiales. Suyo,

    Carlos Marx.

    6 Se trata de la editorial del Partido Obrero Socialdemcrataen Leipzig, aneja a la redacin del Volksstaat (EstadoPopular) rgano central del Partido, que se public de 1869a 1876. (Nota editorial)

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    GLOSAS MARGINALES AL PROGRAMADEL PARTIDO OBRERO ALEMN

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    1. El trabajo es la fuente de toda riquezay de toda cultura, y como el trabajo til slo

    es posible dentro de la sociedad y a travs deella, todos los miembros de la sociedad tienen

    igual derecho a percibir el fruto ntegro deltrabajo

    Primera parte del prrafo. El trabajo es la fuentede toda riqueza y de toda cultura.

    El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La natu-raleza es la fuente de los valores de uso (que son los

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    que verdaderamente integran la riqueza material!), nims ni menos que el trabajo, que no es ms que lamanifestacin de una fuerza natural, de la fuerza detrabajo del hombre. Esa frase se encuentra en todoslos silabarios y slo es cierta si se sobreentiende que eltrabajo se efecta con los correspondientes objetose instrumentos. Pero un programa socialista no de-be permitir que tales tpicos burgueses silencienaquellas condiciones sin las cuales no tienen ningnsentido. En la medida en que el hombre se sita deantemano como propietario frente a la naturaleza,primera fuente de todos los medios y objetos detrabajo, y la trata como posesin suya, su trabajo seconvierte en fuente de valores de uso, y, por tanto,en fuente de riqueza. Los burgueses tienen razonesmuy fundadas para atribuir al trabajo una fuerza crea-dora sobrenatural; precisamente del hecho de que eltrabajo est condicionado por la naturaleza se dedu-ce que el hombre que no dispone de ms propiedadque su fuerza de trabajo, tiene que ser, necesaria-mente, en todo estado social y de civilizacin, escla-vo de otros hombres, de aquellos que se hanadueado de las condiciones materiales del trabajo.Y no podr trabajar, ni, por consiguiente, vivir, msque con su permiso.

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    Pero dejemos la tesis tal como est o, mejor di-cho, tal como viene renqueando. Qu conclusinhabra debido sacarse de ella? Evidentemente, esta:

    Como el trabajo es la fuente de toda riqueza,nadie en la sociedad puede adquirir riqueza que nosea producto del trabajo. Si, por tanto, no trabaja lmismo, es que vive del trabajo ajeno y adquieretambin su cultura a costa del trabajo de otro.

    En vez de esto, se aade a la primera oracinuna segunda mediante la locucin copulativa y co-mo para deducir de ella y no de la primera la con-clusin.

    Segunda parte del prrafo: El trabajo til slo esposible dentro de la sociedad y a travs de ella.

    Segn la primera tesis, el trabajo era la fuente detoda riqueza y de toda cultura, es decir, que sin tra-bajo no era posible tampoco la existencia de unasociedad. Ahora nos enteramos, por el contrario, deque sin la sociedad no puede existir el trabajo til.

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    Del mismo modo, hubiera podido decirse que eltrabajo intil e incluso perjudicial a la comunidadslo puede convertirse en rama industrial dentro dela sociedad, que slo dentro de la sociedad se puedevivir del ocio, etc., en una palabra, copiar aqu a to-do Rousseau.

    Y qu es el trabajo til? No puede ser msque uno: el trabajo que consigue el efecto til pro-puesto. Un salvaje y el hombre es un salvajedesde el momento en que deja de ser mono quemata a un animal de una pedrada, que amontonafrutos, etctera, ejecuta un trabajo til.

    Tercero. Conclusin: Y como el trabajo til slo esposible dentro la sociedad y a travs de ella, todoslos miembros de la sociedad tienen igual derecho apercibir el fruto ntegro del trabajo.

    Hermosa conclusin! Si el trabajo til slo esposible dentro de la sociedad y a travs de ella, elfruto del trabajo pertenecer a la sociedad, y el tra-bajador individual slo percibir la parte que no seanecesaria para sostener la condicin del trabajo,que es la sociedad.

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    En realidad esa tesis la han hecho valer en todoslos tiempos los defensores de todo orden social exis-tente. En primer lugar vienen las pretensiones delgobierno y de todo lo que va pegado a l, pues elgobierno es el rgano de la sociedad para el mante-nimiento del orden social; adems de l vienen lasdistintas clases de propiedad privada, con sus pre-tensiones respectivas, pues las distintas clases depropiedad privada son las bases de la sociedad, etc.Como vemos, a estas frases hueras se les puede darlas vueltas y los giros que se quiera.

    La primera y la segunda parte del prrafo sloguardaran una cierta relacin lgica redactndolasas:

    El trabajo slo es fuente de riqueza y de culturacomo trabajo social, o lo que es lo mismo, dentrode la sociedad y a travs de ella.

    Esta tesis es, indiscutiblemente, exacta, puesaunque el trabajo del individuo aislado (presupo-niendo sus condiciones materiales) tambin puede

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    crear valores de uso, no puede crear ni riqueza nicultura.

    Pero igualmente indiscutible es esta otra tesis:

    En la medida en que el trabajo se desarrolla so-cialmente, convirtindose as en fuente de riqueza yde cultura, se desarrollan tambin la pobreza y eldesamparo del obrero, y la riqueza y la cultura delos que no trabajan.

    Esta es la ley de toda la historia, hasta hoy. As,pues, en vez de los tpicos acostumbrados sobre eltrabajo y la sociedad, lo que proceda era sealarconcretamente cmo, en la actual sociedad capita-lista, se dan ya, al fin, las condiciones materiales,etc., que permiten y obligan a los obreros a romperesa maldicin social.

    Pero de hecho, todo ese prrafo, que es falso lomismo en cuanto a estilo que en cuanto a conteni-do, no tiene ms finalidad que la de inscribir comoconsigna en lo alto de la bandera del Partido el tpi-co lassalleano del fruto ntegro del trabajo. Volve-r ms adelante sobre esto del fruto del trabajo, el

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    derecho igual, etc., ya que la misma cosa se repiteluego en forma algo diferente.

    2. En la sociedad actual, los medios detrabajo son monopolio de la clase capitalista; el

    estado de dependencia de la clase obrera que deesto se deriva, es la causa de la miseria y de la

    esclavitud en todas sus formas.

    As, corregida esta tesis, tomada de los esta-tutos de la Internacional, es falsa.

    En la sociedad actual, los medios de trabajo sonmonopolio de los terratenientes (el monopolio de lapropiedad del suelo es, incluso, la base del mono-polio del capital) y de los capitalistas. Los estatutosde lo Internacional no mencionan, en el pasaje co-rrespondiente, ni una ni otra clase de monopolistas.Hablan de los monopolizadores de los medios de trabajo,es decir, de las fuentes de vida. Esta edicin fuentes devida, seala claramente, que el suelo est compren-dido entre los medios de trabajo.

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    Esta enmienda se introdujo porque Lassalle, pormotivos que hoy ya son todos conocidos, slo ataca-ba a la clase capitalista, y no a los terratenientes. EnInglaterra, la mayora de las veces, el capitalista noes siquiera propietario del suelo sobre el que se le-vanta su fbrica.

    3. La emancipacin del trabajo exige quelos medios de trabajo se eleven a patrimonio

    comn de la sociedad y que todo el trabajo searegulado colectivamente, con un reparto equita-

    tivodel fruto del trabajo.

    Donde dice que los medios de trabajo se ele-ven a patrimonio comn debera decir, indudable-mente, se convierten en patrimonio comn. Peroesto slo de pasada.

    Qu es el fruto del trabajo? El producto deltrabajo o su valor? Y en este ltimo caso, el valortotal del producto o slo la parte del valor que eltrabajo aade al valor de los medios de produccinconsumidos?

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    Eso del fruto del trabajo es una idea vaga conla que Lassalle ha suplantado conceptos econmi-cos concretos.

    Qu es reparto equitativo?

    No afirman los burgueses que el reparto actuales equitativo? Y no es ste, en efecto, el nicoreparto equitativo que cabe, sobre la base delmodo actual de produccin? Acaso las relacioneseconmicas son reguladas por los conceptos jurdi-cos? No surgen, por el contrario, las relaciones ju-rdicas de las relaciones econmicas? No se forjantambin los sectarios socialistas las ms variadasideas acerca del reparto equitativo?

    Para saber lo que hay que entender por la frasede reparto equitativo, tenemos que cotejar esteprrafo con el primero. El prrafo que glosamossupone una sociedad en la cual los medios de tra-bajo son patrimonio comn y todo el trabajo se re-gula colectivamente, mientras que en el prrafoprimero vemos que todos los miembros de la so-ciedad tienen igual derecho a percibir el fruto nte-gro del trabajo.

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    Todos los miembros de la sociedad? Y tam-bin los que no trabajan? Dnde se queda, enton-ces, el fruto ntegro del trabajo? O slo losmiembros de la sociedad que trabajan? Dnde de-jamos, entonces, el derecho igual de todos losmiembros de la sociedad?

    Sin embargo, lo de todos los miembros de lasociedad y el derecho igual no son, manifiesta-mente, ms que frases. Lo esencial del asunto esten que, en esta sociedad comunista, todo obrerodebe obtener el fruto ntegro del trabajo lassallea-no.

    Tomemos, en primer lugar, las palabras el frutodel trabajo en el sentido del producto del trabajo;entonces el fruto del trabajo colectivo ser la totali-dad del producto social.

    Pero de aqu hay que deducir:

    Primero: una parte para reponer los medios deproduccin consumidos.

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    Segundo: una parte suplementaria para aumentarla produccin.

    Tercero: el fondo de reserva o de seguro contraaccidentes, trastornos debido a fenmenos natura-les, etctera.

    Estas deducciones del fruto ntegro del traba-jo constituyen una necesidad econmica, y sumagnitud se determinar segn los medios y fuerzasexistentes, y en par, por medio del clculo de pro-babilidades; lo que no puede hacerse de ningnmodo es calcularlas partiendo de la equidad.

    Queda la parte restante del producto total, des-tinada a servir de medio de consumo.

    Pero, antes de que esta parte llegue al repartoindividual, de ella hay que deducir todava:

    Primero: los gastos generales de administracin, no con-cernientes a la produccin.

    En esta parte se conseguir, desde el primeromomento, una reduccin considerabilsima, en

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    comparacin con la sociedad actual, reduccin queir en aumento a medida que la nueva sociedad sedesarrolle.

    Segundo: la parte que se destina a satisfacer necesidadescolectivas, tales como escuelas, instituciones sanitarias,etc.

    Esta parte aumentar considerablemente desdeel primer momento, en comparacin con la socie-dad actual, y seguir aumentando a medida que lasociedad se desarrolle.

    Tercero: los fondos de sostenimiento de las personas nocapacitadas para el trabajo, etc.; en una palabra, lo quehoy compete a la llamada beneficencia oficial.

    Slo despus de esto podemos proceder a ladistribucin, es decir, a lo nico que, bajo la in-fluencia de Lassalle y con una concepcin estrecha,tiene presente el programa, es decir, a la parte de losmedios de consumo que se reparte entre los pro-ductores individuales de la colectividad.

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    El fruto ntegro del trabajo se ha transforma-do ya, imperceptiblemente, en el fruto parcial,aunque lo que se le quite al productor en calidad deindividuo vuelva a l, directa o indirectamente, encalidad de miembro de la sociedad.

    Y as como ha evaporado la expresin el frutontegro del trabajo, se evapora ahora la expresinel fruto del trabajo en general.

    En el seno de una sociedad colectivista, basadaen la propiedad comn de los medios de produc-cin, los productores no cambian sus productos; eltrabajo invertido en los productos no se presentaaqu, tampoco, como valor de estos productos comouna cualidad material, poseda por ellos, pues aqu,por oposicin a lo que sucede en la sociedad capita-lista, los trabajos individuales no forman ya parteintegrante del trabajo comn mediante un rodeo,sino directamente. La expresin el fruto del traba-jo, ya hoy recusable por su ambigedad, pierde astodo sentido.

    De lo que aqu se trata no es de una sociedadcomunista que se ha desarrollado sobre su propia base,

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    sino de una que acaba de salir precisamente de lasociedad capitalista y que, por tanto, presenta toda-va en todos sus aspectos, en el econmico, en elmoral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedadde cuya entraa procede. Congruentemente conesto, en ella el productor individual obtiene de lasociedad despus de hechas las obligadas deduc-ciones exactamente lo que ha dado. Lo que el pro-ductor ha dado a la sociedad es su cuota individualde trabajo. As, por ejemplo, la jornada social detrabajo se compone de la suma de las horas de tra-bajo individual; el tiempo individual de trabajo decada productor por separado es la parte de la jorna-da social de trabajo que l aporta, su participacinen ella. La sociedad le entrega un bono consignandoque ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (des-pus de descontar lo que ha trabajado para el fondocomn), y con este bono saca de los depsitos so-ciales de medios de consumo la parte equivalente ala cantidad de trabajo que rindi. La misma cantidadde trabajo que ha dado a la sociedad bajo una for-ma, la recibe de sta bajo otra forma distinta.

    Aqu reina, evidentemente, el mismo principioque regula el intercambio de mercancas, por cuanto

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    ste es intercambio de equivalentes. Han variado laforma y el contenido, porque bajo las nuevas condi-ciones nadie puede dar sino su trabajo, y porque,por otra parte, nada puede ahora pasar a ser propie-dad del individuo, fuera de los medios individualesde consumo. Pero, en lo que se refiere a la distribu-cin de stos entre los distintos productores, rige elmismo principio que en el intercambio de mercan-cas equivalentes: se cambia una cantidad de trabajo,bajo una forma, por otra cantidad de igual trabajo,bajo otra forma distinta.

    Por eso, el derecho igual sigue siendo aqu, enprincipio, el derecho burgus, aunque ahora el principioy la prctica ya no se tiran de los pelos, mientras queen el rgimen de intercambio de mercancas, el in-tercambio de equivalentes no se da ms que comotrmino medio, y no en los casos individuales.

    A pesar de este progreso, este derecho igual siguellevando implcita una limitacin burguesa. El dere-cho de los productores es proporcional al trabajo quehan rendido; la igualdad, aqu, consiste en que semide por el mismo rasero: por el trabajo.

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    Pero unos individuos son superiores fsica o in-telectualmente a otros y rinden, pues, en el mismotiempo, ms trabajo, o pueden trabajar ms tiempo;y el trabajo para servir de medida tiene que deter-minarse en cuanto a su duracin o intensidad; deotro modo deja de ser una medida. Este derechoigual es un derecho desigual para trabajo desigual.No reconoce ninguna distincin de clase, porqueaqu cada individuo no es ms que un obrero comolos dems; pero reconoce, tcitamente, como otrostantos privilegios naturales, las desiguales aptitudesde los individuos, y, por consiguiente, la desigualcapacidad de rendimiento. En el fondo es, por tanto,como todo derecho, el derecho de la desigualdad. El derechoslo puede consistir, por su naturaleza, en la aplica-cin de una medida igual; pero los individuos desi-guales (y no seran distintos individuos si no fuesendesiguales) slo pueden medirse por la misma me-dida siempre y cuando que se les enfoque desde unpunto de vista igual, siempre y cuando que se lesmire solamente en un aspecto determinado; por ejem-plo, en el caso concreto, slo en cuanto obreros, y no sevea en ellos ninguna otra cosa, es decir, se prescindade todo lo dems. Prosigamos: unos obreros estncasados y otros no; unos tienen ms hijos que otros,

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    etc. A igual trabajo y, por consiguiente, a igual parti-cipacin en el fondo social de consumo, unos ob-tienen de hecho ms que otros, etc. Para evitartodos estos inconvenientes, el derecho no tendraque ser igual, sino desigual.

    Pero estos defectos son inevitables en la primerafase de la sociedad comunista, tal y como brota dela sociedad capitalista despus de un largo y doloro-so alumbramiento. El derecho no puede ser nuncasuperior a la estructura econmica ni al desarrollocultural de la sociedad por ella condicionado.

    En la fase superior de la sociedad comunista,cuando haya desaparecido la subordinacin esclavi-zadora de los individuos a la divisin del trabajo, ycon ella, la oposicin entre el trabajo intelectual y eltrabajo manual; cuando el trabajo no sea solamenteun medio de vida, sino la primera necesidad vital;cuando, con el desarrollo de los individuos en todossus aspectos, crezcan tambin las fuerzas producti-vas y corran a chorro lleno los manantiales de lariqueza colectiva, slo entonces podr rebasarsetotalmente el estrecho horizonte del derecho bur-gus, y la sociedad podr escribir en su bandera: De

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    cada cual, segn sus capacidades; a cada cual, segnsus necesidades!

    Me he extendido sobre el fruto ntegro del tra-bajo, de una parte, y de otra, sobre el derechoigual y la distribucin equitativa, para demostraren qu grave falta se incurre, de un lado, cuando sequiere volver a imponer a nuestro Partido comodogmas ideas que, si en otro tiempo tuvieron unsentido, hoy ya no son ms que tpicos en desuso,y, de otro, cuando se tergiversa la concepcin rea-lista que tanto esfuerzo ha costado inculcar al Par-tido, pero que hoy est ya enraizada con patraasideolgicas, jurdicas y de otro gnero, tan en bogaentre los demcratas y los socialistas franceses.

    An prescindiendo de lo que queda expuesto, esequivocado, en general, tomar como esencial la lla-mada distribucin y hacer hincapi en ella, como sifuera lo ms importante.

    La distribucin de los medios de consumo es, entodo momento, un corolario de la distribucin delas propias condiciones de produccin. Y sta esuna caracterstica del modo mismo de produccin.Por ejemplo, el modo capitalista de produccin des-

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    cansa en el hecho de que las condiciones materialesde produccin les son adjudicadas a los que no tra-bajan bajo la forma de propiedad del capital y pro-piedad del suelo, mientras la masa slo espropietaria de la condicin personal de produccin,la fuerza de trabajo. Distribuidos de este modo loselementos de produccin, la actual distribucin delos medios de consumo es una consecuencia natu-ral. Si las condiciones materiales de produccin fue-sen propiedad colectiva de los propios obreros, estodeterminara, por s solo, una distribucin de losmedios de consumo distinta de la actual. El socia-lismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de lademocracia) ha aprendido de los economistas bur-gueses a considerar y tratar la distribucin comoalgo independiente del modo de produccin, y, portanto, a exponer el socialismo como una doctrinaque gira principalmente en torno a la distribucin.Una vez que est dilucidada, desde hace ya muchotiempo, la verdadera relacin de las cosas, por quvolver a marchar hacia atrs?

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    4. La emancipacin del trabajo tiene queser obra de la clase obrera, frente a la cual

    todas las dems clases no forman ms que unamasa reaccionaria.

    La primera estrofa est tomada del prembulode los Estatutos de la Internacional, pero corregi-da. All se dice: La emancipacin de la clase obre-ra debe ser obra de los obreros mismos; aqu, porel contrario, la clase obrera tiene que emancipar,a quin?, al trabajo. Entindalo quien pueda!

    Para indemnizarnos se nos da, a ttulo de antis-trofa, una cita lassalleana del ms puro estilo:frente a la cual (a la clase obrera) todas las demsclases no forman ms que una masa reaccionaria.

    En el Manifiesto Comunista se dice: De to-das las clases que hoy se enfrentan con la burguesa,slo el propietario es una clase verdaderamente revolucio-naria. Las dems clases van degenerando y desapa-recen con el desarrollo de la gran industria: el

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    proletariado, en cambio, es su producto ms pecu-liar7.

    Aqu se considera a la burguesa como una claserevolucionaria vehculo de la gran industria frentea los seores feudales y a las capas medias, empea-dos, aqullos y stas, en mantener posiciones socia-les que fueron creadas por modos caducos deproduccin. No forman, por tanto, juntamente con laburguesa, una masa reaccionaria.

    Por otra parte, el proletariado es revolucionariofrente a la burguesa, porque habiendo surgido so-bre la base de la gran industria, aspira a despojar a laproduccin de su carcter capitalista, que la burgue-sa quiere perpetuar. Pero el Manifiesto aade quelas capas medias... se vuelven revolucionariascuando tienen ante s la perspectiva de su trnsitoinminente al proletariado.

    Por tanto, desde este punto de vista, es tambinabsurdo decir que frente a la clase obrera no for-man ms que una masa reaccionaria, juntamente

    7 Vase C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comu-nista, I.

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    con la burguesa, y adems por si eso fuera poco,con los seores feudales.

    Es que en las ltimas elecciones8 se ha gritado alos artesanos, a los pequeos industriales, etc., y alos campesinos: Frente a nosotros no formis, junta-mente con los burgueses y los seores feudales, msque una masa reaccionaria?

    Lassalle se saba de memoria el ManifiestoComunista, como sus devotos se saben los evan-gelios compuestos por l. As, pues, cuando lo falsi-ficaba tan burdamente, no poda hacerlo ms quepara cohonestar su alianza con los adversarios ab-solutistas y feudales contra la burguesa.

    Por lo dems, en el prrafo que acabamos decitar, esta sentencia lassalleana est trada por lospelos y no guarda ninguna relacin con la mal dige-rida y arreglada cita de los Estatutos de la Inter-nacional. El traerla aqu es sencillamente unaimpertinencia que seguramente no le desagradar, nimucho menos, al seor Bismarck; una de esta im-

    8 Las elecciones al Reichstag, de que aqu se habla, se cele-braron en enero de 1874.

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    pertinencias baratas en que es especialista el Maratde Berln9.

    5. La clase obrera procura, en primer tr-mino, su emancipacin dentro del marco delEstado nacional de hoy, consciente de que el

    resultado necesario de sus aspiraciones, comu-nes

    a los obreros de todos los pases civilizados, serla fraternizacin internacional de los pueblos.

    Por oposicin al Manifiesto Comunista y atodo el socialismo anterior, Lassalle conceba elmovimiento obrero desde el punto de vista nacionalms estrecho. Y, despus de la actividad de la In-ternacional, an se siguen sus huellas por este cami-no!

    Naturalmente, la clase obrera, para poder luchar,tiene que organizarse como clase en su propio pas, ya

    9 Aqu Marx llama irnicamente el Marat de Berln tal veza Hasselmann, redactor-jefe de Neur Social-Democrat(Nuevo Social-demcrata), el rgano central de los lassallea-nos.

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    que ste es la palestra inmediata de sus luchas. Eneste sentido, su lucha de clase es nacional, no por sucontenido, sino, como dice el Manifiesto Comu-nista, por su forma. Pero, el marco del Estadonacional de hoy, por ejemplo, del imperio alemn,se halla a su vez, econmicamente, dentro del mar-co del mercado mundial y, polticamente, dentrodel marco de un sistema de Estados. Cualquiercomerciante sabe que el comercio alemn es, almismo tiempo, comercio exterior, y el seor Bis-marck debe su grandeza precisamente a una polticainternacional sui gneris.

    Y a qu reduce su internacionalismo el PartidoObrero Alemn? A la conciencia de que el resultadode sus aspiraciones ser la fraternizacin internacionalde los pueblos, una frase tomada de la Liga burguesapor la Paz y la Libertad10 que se quiere hacer pasarcomo equivalente de la fraternidad internacional delas clases obreras en su lucha comn contra las cla-

    10 La Liga Internacional por la Paz y la Libertad, fundada en Gi-nebra en 1867, era una organizacin de demcratas y paci-fistas burgueses. La I Internacional, a instancias y bajo ladireccin de Marx, luch resueltamente contra las conquistasdemaggicas de la Liga, que apartaba al proletariado de lalucha de clases.

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    ses dominantes y sus gobiernos. De los deberes inter-nacionales de la clase obrera alemana no se dice, portanto, ni una palabra! Y esto es lo que la clase obre-ra alemana debe contraponer a su propia burguesa,que ya fraterniza contra ella como los burgueses detodos los dems pases, y a la poltica internacionalde conspiracin del seor Bismarck!

    La profesin de fe internacionalista del progra-ma queda, en realidad, infinitamente por debajo de la delpartido librecambista. Tambin ste afirma que elresultado de sus aspiraciones ser la fraternizacininternacional de los pueblos. Pero, adems, hacealgo por internacionalizar el comercio, y no se con-tenta, ni mucho menos, con la conciencia de quetodos los pueblos comercian dentro de su propiopas.

    La accin internacional de las clases obreras nodpende, en modo alguno, de la existencia de laAsociacin Internacional de los Trabajadores. Esta fuesolamente un primer intento de dotar a aquella ac-cin de un rgano central; un intento que, por elimpulso que dio, ha tenido una eficacia perdurable,

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    pero que en su primera forma histrica no poda pro-longarse despus de la cada de la Comuna de Pars.

    La Norddeutsche de Bismarck tena sobradarazn cuando, para satisfaccin de su dueo, pro-clam que en su nuevo programa, el Partido ObreroAlemn renegaba del internacionalismo11.

    11 Marx alude al artculo editorial aparecido en el nmero 67de Norddeutsche Allgemeine Zeitung (Gaceta Generalde la Alemania del Norte) el 20 de marzo de 1875. Refi-rindose al artculo 5 del programa del Partido Social-demcrata, el editorial sealaba que la agitacin socialde-mcrata se haba vuelto, en varios sentidos, ms prudente yrenegaba de la Internacional.

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    II

    Partiendo de estos principios, el PartidoObrero Alemn aspira, por todos los medios

    legales, a implantar el Estado libre y lasociedad socialista; a abolir el sistema de salario,

    con su ley de bronce y la explotacinbajo todas sus formas; a suprimir toda desigual-

    dad social y poltica.

    Sobre lo del Estado libre, volver ms ade-lante.

    As pues, de aqu en adelante, el Partido ObreroAlemn tendr que comulgar con la ley de broncedel salario lassalleana! y para que esta ley no vayaa perderse, se comete el absurdo de hablar de abo-

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    lir el sistema de salario (lo correcto hubiera sidodecir el sistema de trabajo asalariado), con su ley debronce. Si suprimo el trabajo asalariado, suprimotambin evidentemente sus leyes, sean de bronceo de corcho. Lo que pasa es que la lucha de Lassallecontra el trabajo asalariado gira casi toda ella en tor-no a esa llamada ley. Por tanto, para demostrar quela secta de Lassalle ha triunfado, hay que abolir elsistema del salario, con su ley de bronce, y no sinella.

    De la ley de bronce del salario no pertenece aLassalle, como es sabido, ms que la expresin debronce, copiada de los ewigen, ehernen grossenGesetzen (las leyes eternas, las grandes leyes debronce), de Goethe. La expresin de bronce esla contrasea por la que los creyentes ortodoxos sereconocen. Y si admitimos la ley con el cuo deLassalle, y por tanto en el sentido lassalleano, tene-mos que admitirla tambin con su fundamentacin.Y cul es sta? Es, como ya seal Lange, pocodespus de la muerte de Lassalle, la teora de la po-blacin de Malthus (predicada por el propio Lange).Pero, si esta teora es exacta, la mentada ley no sepodr abolir, por mucho que se suprima el trabajo

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    asalariado, porque esta ley no regir solamente parael sistema del trabajo asalariado, sino para todo sis-tema social. Apoyndose precisamente en esto, loseconomistas han venido demostrando, desde hacecincuenta aos y an ms, que el socialismo nopuede acabar con la miseria, determinada por la mismanaturaleza, sino slo generalizarla, repartirla por igualsobre toda la superficie de la sociedad!

    Pero todo esto no es lo fundamental. An pres-cindiendo plenamente de la falsa concepcin lassalleanade esta ley, el retroceso verdaderamente indignanteconsiste en lo siguiente:

    Despus de la muerte de Lassalle se habaabierto paso en nuestro Partido la concepcin cient-fica de que el salario no es lo que parece ser, es decir,el valor o el precio del trabajo, sino slo una formadisfrazado del valor o del precio de la fuerza de traba-jo. Con esto, se haba echado por la borda, de unavez para siempre, tanto la vieja concepcin burgue-sa del salario, como toda crtica dirigida hasta hoycontra esta concepcin, y se haba puesto en claroque el obrero asalariado slo est autorizado a tra-bajar para mantener su propia vida, es decir, a vivir,

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    si trabaja gratis durante cierto tiempo para el capita-lista (y, por tanto, tambin para los que, con l, seembolsan la plusvala); que todo el sistema de pro-duccin capitalista gira en torno a la prolongacinde este trabajo gratuito, alargando la jornada de tra-bajo o desarrollando la productividad, o sea, acen-tuando la tensin de la fuerza de trabajo, etc.; que,por tanto, el sistema del trabajo asalariado es unsistema de esclavitud, una esclavitud que se hacems dura a medida que se desarrollan las fuerzassociales productivas del trabajo, aunque el obreroest mejor o peor remunerado. Y cuando esta con-cepcin iba ganando cada ms terreno en el seno denuestro Partido, se retrocede a los dogmas deLassalle, a pesar de que hoy ya nadie puede ignorarque Lassalle no saba lo que era el salario, sino que,yendo a la zaga de los economistas burgueses, to-maba la apariencia por la esencia de la cosa!

    Es como si, entre esclavos que al fin han descu-bierto el secreto de la esclavitud y se rebelan contraella, viniese un esclavo fantico de las ideas anticua-das y escribiese en el programa de la rebelin: laesclavitud debe ser abolida porque el sustento de los

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    esclavos, dentro del sistema de la esclavitud, nopuede pasar de un cierto lmite, sumamente bajo!

    El mero hecho de que los representantes denuestro Partido fuesen capaces de cometer unatentado tan monstruoso contra una concepcin tandifundida entre la masa del Partido, prueba por ssolo la ligereza criminal, la falta de escrpulos conque se ha acometido la redaccin de este programade transaccin.

    En vez de la vaga frase final del prrafo: su-primir toda desigualdad social y poltica, lo quedebiera haberse dicho, es que con la abolicin de lasdiferencias de clase, desaparecen por s mismas lasdesigualdades sociales y polticas que de ellas ema-nan.

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    III

    Para preparar el camino a la solucin delproblema social, el Partido Obrero Alemn, exige

    que se creen cooperativas de produccin conla ayuda del Estado y bajo el control democrtico

    del pueblo trabajador. En la industria y enla agricultura, las cooperativas de produccin

    deben crearse en proporciones tales, que deellas surja la organizacin socialista de todo el

    trabajo.

    Despus de la ley de bronce de Lassalle, vienela panacea del profeta. Y se le prepara el caminode un modo digno. La lucha de clases existentes essustituida por una frase de periodista: el problemasocial, para cuya solucin se prepara el cami-

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    no. La organizacin socialista de todo el trabajono resulta del proceso revolucionario de transfor-macin de la sociedad, sino que surge de la ayu-da del Estado, ayuda que el Estado presta acooperativas de produccin creadas por l y nopor los obreros. Esta fantasa de que con emprs-titos del Estado se pueda construir una nueva so-ciedad como se construye un nuevo ferrocarril esdigna de Lassalle!

    Por un resto de pudor, se coloca la ayuda delEstado bajo el control democrtico del pueblotrabajador.

    Pero, en primer lugar, el pueblo trabajador, enAlemania, est compuesto, en su mayora, por cam-pesinos, y no por proletarios.

    En segundo lugar, democrtico quiere deciren alemn gobernado por el pueblo (vol-ksherschaftlich). Y qu es eso del control gober-nado por el pueblo del pueblo trabajador? Y,adems, tratndose de un pueblo trabajador que,por elmero hecho de plantear estas reivindicaciones

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    al Estado, exterioriza su plena conciencia de que niest en el Poder ni se halla maduro para gobernar!

    Huelga entrar aqu en la crtica de la receta pres-crita por Buchez, bajo el reindo de Luis Fuelipe, poroposicin a los socialistas franceses, y aceptada por losobreros reaccionarios del Atelier12. Lo verdade-ramente escandaloso no es tampoco el que se hayallevado al programa esta cura milagrosa especfica,sino el que se abandone el punto de vista del movi-miento de sectas.

    El que los obreros quieran establecer las condicionesde produccin colectiva en toda la sociedad, y ante todo ensu propia casa, en una escala nacional, slo quiere decirque laboran por subvertir las actuales condiciones de pro-duccin, y eso nada tiene que ver con la fundacin de so-ciedades cooperativas con la ayuda del Estado. Y, por loque se refiere a las sociedades cooperativas actuales, stasslo tienen valor en cuanto son creaciones independientesde los propios obreros, no protegidas ni por los gobiernosni por los burgueses.

    12 Atelier (Taller): Revista mensual obrera que se publi-caba en Pars (1840-1850), y se hallaba bajo la influencia delsocialismo catlico de Buchez.

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    IV

    Y ahora voy a referirme a la parte democrtica.

    A. Base libre del Estado.

    Ante todo, segn el captulo II, el Partido Obre-ro Alemn aspira al Estado libre.

    Qu es el Estado libre?

    La misin del obrero, que se ha librado de laestrecha mentalidad del humilde sbdito, no es, enmodo alguno, hacer libre al Estado. En el imperioalemn, el Estado es casi tan libre como un Ru-sia. La libertad consiste en convertir al Estado dergano que est por encima de la sociedad, en un

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    rgano completamente subordinado a ella, y lasformas de Estado siguen siendo hoy ms o menoslibres en la medida en que limitan la libertad delEstado.

    El Partido Obrero Alemn al menos si hacesuyo este programa demuestra cmo las ideas delsocialismo no le calan siquiera la piel; ya que, en vezde tomar a la sociedad existente (y lo mismo pode-mos decir de cualquier sociedad en el futuro) comobase del Estado existente (o del futuro, para una so-ciedad futura), considera mas bien al Estado comoun ser independiente, con sus propios fundamentosespirituales, morales y liberales.

    Y adems, qu decir del burdo abuso que haceel programa de las palabras Estado actual, Sociedadactual y de la incomprensin, ms burda todava,que manifiesta acerca del Estado, al que dirige susreivindicaciones!

    La sociedad actual es la sociedad capitalista,que existe en todos los pases civilizados, ms omenos modificada por las particularidades del desa-rrollo histrico de cada pas, ms o menos desarro-

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    llada. Por el contrario, el Estado actual cambiacon las fronteras de cada pas. En el imperio prusia-no-alemn es otro que en Suiza, en Inglaterra, otroque en los Estados Unidos. El Estado actual es,por tanto, una ficcin.

    Sin embargo, los distintos Estados de los dis-tintos pases civilizados, pese a la abigarrada diversi-dad de sus formas, tienen en comn el que todosellos se asientan sobre las bases de la moderna so-ciedad burguesa, aunque sta se halle en unos sitiosms desarrollada que en otros, en el sentido capita-lista. Tienen tambin, por tanto, ciertos caracteresesenciales comunes. En este sentido, puede hablarsedel Estado actual, por oposicin al futuro, en elque su actual raz, la sociedad burguesa, se habrextinguido.

    Cabe, entonces, preguntarse: qu transforma-cin sufrir el Estado en la sociedad comunista? O,en otros trminos: qu funciones sociales, anlogasa las actuales funciones del Estado, subsistirn en-tonces? Esta pregunta slo puede contestarse cient-ficamente, y por ms que acoplemos de mil maneras

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    la palabra pueblo y la palabra del Estado, no nosacercaremos ni un pelo a la solucin del problema.

    Entre la sociedad capitalista y la sociedad comu-nista media el perodo de la transformacin revolu-cionaria de la primera en la segunda. A este perodocorresponde tambin un perodo poltico de transi-cin, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadurarevolucionaria del proletariado.

    Pero el programa no se ocupa de esta ltima, nidel Estado futuro de la sociedad comunista.

    Sus reivindicaciones polticas no se salen de lavieja y consabida letana democrtica: sufragio uni-versal, legislacin directa, derecho popular, miliciadel pueblo, etc. Son un simple eco del Partido Po-pular burgus13, de la Liga por la Paz y la Libertad.Son, todas ellas, reivindicaciones que, cuando no

    13 El Partido Popular fue fundado en Darmstad en septiembrede 1865, y definitivamente organizado en el Congreso deStuttgart en septiembre de 1868. Era un partido de la peque-a burguesa, sobre todo de la del sur de Alemania. Oponalos principios pequeoburgueses del federalismo a la polticabismarckiana, que buscaba la unificacin de Alemania bajo lahegemona de la Prusia de los junkers.

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    estn exageradas hasta verse convertidas en ideasfantsticas, estn ya realizadas. Slo que el Estadoque las ha puesto en prctica, no cae dentro de lasfronteras del imperio alemn, sino en Suiza, en losEstados Unidos, etc. Esta especie de Estado delfuturo es ya Estado actual, aunque situado fueradel marco del imperio alemn.

    Pero se ha olvidado una cosa. Ya que el PartidoObrero Alemn declara expresamente que actadentro del actual Estado nacional, es decir, dentrode su propio Estado, del imperio prusiano-alemn de otro modo sus reivindicaciones seran, en su ma-yor parte, absurdas, pues slo se exige lo que no setiene, no deba haber olvidado lo principal, a saber:que todas estas lindas menudencias tienen por baseel reconocimiento de la llamada soberana del pue-blo, y que, por tanto, slo caben en una repblicademocrtica.

    Y si no se tena el valor lo cual es muy cuerdo,pues la situacin exige prudencia de exigir la rep-blica democrtica, como lo hacan los programasobreros franceses, bajo Luis Felipe y bajo Luis Na-polen, no deba haberse recurrido al ardid, que ni

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    es honrado14 ni es digno, de exigir cosas que slotienen sentido en una repblica democrtica, a unEstado que no es ms que un despotismo militar dearmazn burocrtico y blindaje policaco, guarneci-do de formas parlamentarias, revuelto con ingre-dientes feudales e influenciado ya por la burguesa;y encima, asegurar a este Estado que uno se imagi-na poder conseguir eso de l por medios legales!

    Hasta la democracia vulgar, que ve en la rep-blica democrtica el reino milenario y no tiene lamenor idea de que es precisamente bajo esta ltimaforma de Estado de la sociedad burguesa donde seva ventilar definitivamente por la fuerza de las ar-mas la lucha de clases hasta ella misma est hoy amil codos de altura sobre esta especie de democra-tismo que se mueve dentro de los lmites de lo auto-rizado por la polica y vedado por la lgica.

    Que por Estado se entiende, en realidad, lamquina de gobierno, o el Estado en cuanto, porefecto de la divisin del trabajo, forma un organis-mo propio, separado de la sociedad, lo indican ya

    14 Honrados llamaron a los eisenachianos. Marx empleaaqu un juego de palabras.

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    estas palabras el Partido Obrero Alemn exige comobase econmica del Estado: un impuesto nico y progre-sivo sobre la renta, etc. Los impuestos son la baseeconmica de la mquina de gobierno, y nada ms.En el Estado del futuro, existente ya en Suiza, estareivindicacin est casi realizada. El impuesto sobrela renta presupone las diferentes fuentes de ingresode las diferentes clases sociales, es decir, la sociedadcapitalista. No tiene, pues, nada de extrao que lasFinancial-Reformers15 de Liverpool que son bur-gueses, con el hermano de Gladstone al frenteplanteen la misma reivindicacin que el programa.

    B. El Partido Obrero Alemn Exige, comoBase espiritual y moral del Estado:

    1. Educacin popular general e igual a cargodel Estado.

    Asistencia escolar obligatoria para todos. Instruc-cin

    Gratuita

    15 Partidarios de la reforma financiera.

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    Educacin popular igual? Qu se entiende poresto? Se cree en la sociedad actual (que es de la quese trata), la educacin puede ser igual para todas lasclases? O lo que se exige es que tambin las clasesaltas sean obligadas por la fuerza a conformarse conla modesta educacin que da la escuela pblica, lanica compatible con la situacin econmica, noslo del obrero asalariado, sino tambin del campe-sino?

    Asistencia escolar obligatoria para todos. Ins-truccin gratuita. La primera existe ya, incluso enAlemania; la segunda, en Suiza y en los EstadosUnidos, en lo que a las escuelas pblicas se refiere.El que en algunos Estados de este ltimo pas seangratuitos tambin los centros de instruccin supe-rior, slo significa, en realidad, que all a las clasesaltas se les pagan sus gastos de educacin a costa delfondo de los impuestos generales. Y dicho sea in-cidentalmente esto puede aplicarse tambin a laadministracin de justicia con carcter gratuito,de que se habla en el punto A, 5 del programa. Lajusticia en los criminal es gratuita en todas partes: lajusticia civil gira casi exclusivamente en torno a lospleitos sobre la propiedad y afecta, por tanto, casi

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    nicamente a las clases poseedoras. Se pretendeque stas ventilen sus pleitos a costa del Tesoro p-blico?

    El prrafo sobre las escuelas debera exigir, porlo menos, escuelas tcnicas (tericas y prcticas)combinadas con las escuelas pblicas.

    Eso de educacin popular a cargo del Estado es ab-solutamente inadmisible. Una cosa es determinar,por medio de una ley general, los recursos de lasescuelas pblicas, las condiciones de capacidad delpersonal docente, las materias de enseanza, etc., yvelar por el cumplimiento de estas prescripcioneslegales mediante inspectores del Estado, como sehace en los Estados Unidos, y otra cosa, completa-mente distinta, es nombrar al Estado educador delpueblo! Lejos de esto, lo que hay que hacer essubstraer la escuela a toda influencia por parte delgobierno y de la Iglesia. Sobre todo en el imperioprusiano-alemn (y no vale salirse con el torpe sub-terfugio de que se habla de un Estado futuro, yahemos visto lo que es ste), donde es, por el contra-rio, el Estado el que necesita recibir del pueblo unaeducacin muy severa.

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    Pese a todo su cascabeleo democrtico, el pro-grama est todo l infestado hasta el tutano de la feservil de la secta lassalleana en el Estado; o lo queno es mucho mejor de la supersticin democrtica;o es ms bien un compromiso entre estas dos su-persticiones, ninguna de las cuales tienen nada quever con el socialismo.

    Libertad de conciencia!; la estatuye ya un p-rrafo de la Constitucin prusiana. Para qu, pues,traer sta aqu?

    Libertad de conciencia! Si en estos tiemposKulturkampf16, se quera recordar al liberalismo susviejas consignas, slo poda hacerse, naturalmente,de este modo: todo el mundo tiene derecho a satis-facer sus necesidades religiosas, lo mismo que a ha-cer sus necesidades fsicas, sin que la polica tengaque meter las narices en ello. Pero el Partido Obre-ro, aprovechando la ocasin, tena que haber expre-

    16 Kulturkampf (Lucha por la cultura), es decir, la luchallevada a cabo por Bismark en la dcada de 1870 contra elPartido Catlico Alemn, el partido del Centro, por mediode persecuciones policacas contra el catolicismo.

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    sado aqu su conviccin de que la libertad de con-ciencia burguesa se limita a tolerar cualquier gne-ro de libertad de conciencia religiosa, mientras que laspira, por el contrario, a liberar la conciencia detodo fantasma religioso. Pero se ha preferido nosalirse de los lmites burgueses.

    Y con esto, llego al final, pues el apndice queviene despus del programa no constituye una partecaracterstica del mismo. Por tanto, procurar sermuy breve.

    2. Jornada normal de Trabajo

    En ningn otro pas se limita el partido obrero aformular una reivindicacin tan vaga, sino que fijasiempre la duracin de la jornada de trabajo quebajo las condiciones concretas se considera normal.

    3. Restriccin del trabajo de la mujer yprohibicin del trabajo infantil.

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    La reglamentacin de la jornada de trabajo debeincluir ya la restriccin del trabajo de la mujer, encuanto se refiere a la duracin, descansos, etc., de lajornada; de no ser as, slo puede equivaler a laprohibicin del trabajo de la mujer en las ramas deproduccin que sean especialmente nocivas para elorganismo femenino o inconvenientes, desde elpunto de vista moral para este sexo. Si es esto loque se ha querido decir, debi haberse dicho.

    Prohibicin del trabajo infantil. Aqu era absolu-tamente necesario sealar el lmite de la edad.

    La prohibicin general del trabajo infantil es in-compatible con la existencia de la gran industria y,por tanto, un piadoso deseo, pero nada ms. Elponer en prctica esta prohibicin suponiendo quefuese factible sera reaccionario, ya que, reglamen-tada severamente y aplicando las dems medidaspreventivas para la proteccin de los nios, la com-binacin del trabajo productivo con la enseanzadesde una edad temprana es uno de los ms poten-tes medios de transformacin de la sociedad actual.

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    4. Inspeccin por el Estado de la industriaen las fbricas, en los talleres y a domicilio.

    Tratndose del Estado prusiano-alemn, debiexigirse, taxativamente, que los inspectores slo pu-dieran ser destituidos por sentencia judicial; que to-do obrero pudiera denunciarlos a los tribunales portransgresiones en el cumplimiento de su deber; yque perteneciesen a la profesin mdica.

    5. Reglamentacin del trabajo en las prisiones

    Mezquina reivindicacin, un programa generalobrero. En todo caso, debi proclamarse clara-mente que no se quera, por celos de competencia,ver tratados a los delincuentes comunes como abestias, y, sobre todo, que no se les quera privar desu nico medio de corregirse: el trabajo productivo.Era lo menos que poda esperarse de los socialistas.

    6. Una ley eficaz de responsabilidad civil.

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    Haba que haber dicho qu se entiende por leyeficaz de responsabilidad civil.

    Diremos de paso que, al hablar de la jornadanormal de trabajo, no se ha tenido en cuenta laparte de la legislacin fabril que se refiere a las me-didas sanitarias y medios de proteccin contra losaccidentes, etc. La ley de responsabilidad civil sloentra en accin despus de infringidas estas pres-cripciones.

    En una palabra, tambin el apndice se caracte-riza por su descuidada redaccin.

    Dixi et salvavi animan meam17.

    Escrito por C. Marx a principios de mayo de1875. Publicado por vez primera (con ciertas

    omisiones) por F. Engels en 1891 en la revistaNeue Zeit.

    17 He dicho y salvado mi alma.