Los seiscientos días de Mussolini. Ermanno Amicucci

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Veinte meses de lucha y de luto para la República Social Italiana. Duras batallas contra el enemigo en los montes y en las llanuras, las costas y los ríos. Horrores y destrucciones de los bombardeos "científicos". Guerra fratricida en las calles y las plazas de las ciudades.Empezaron con la liberación del "Duce" de su cautiverio en el Gran Sasso de Italia y acabaron en la sangre de más de 300.000 secuaces de la idea fascista.Veinte meses de pasión para el Hombre que supo hacer de Italia un imperio y que pagó su culpa con la vida.Desde el fin de la guerra hasta la fecha se ha escrito mucho sobre este tema. Una plétora de generales y sargentos, políticos y plumíferos, jetazos más o menos reconocidos, secretarios, y amigos del limpiabotas del cuñado del chofer de Fulano o Mengano vertieron toneladas de tinta en forma de palabras en las complacientes páginas de periódicos y libros.Fueron centenares los escritos de este género; sin embargo pocos, muy pocos los que no desaparecieron sin dejar rastro. Se trataba en la mayor parte de "revelaciones sensacionales", de evidentes fines lucrativos, de "diarios" misteriosamente descubiertos y de muy dudosa paternidad, de desahogos de rencores y pasiones personales, de quejumbrosas disculpas o retractaciones, y así en lo sucesivo.Sin pretender descubrir la pólvora se puede decir que la objetividad no es una virtud de las que más relucen en nuestra humana sociedad. Uno escribe, se figura que miles de personas en todas partes y bajó todos los cielos leerán sus palabras y que a lo mejor se formarán cierto concepto de un determinado acontecimiento precisamente merced a las mismas. Y entonces cuesta trabajo ser imparcial y objetivo.Ermanno Amicucci lo ha conseguido. "Los 600 días de Mussolini" se pueden considerar en efecto como el primer paso hacia un sereno examen de los sucesos de aquel período tan rebosante de historia. No hay en ellos ni siquiera la más leve tentativa de interpretación. Sería absurdo pretenderlo. Pero los que dentro de unos lustros traten de hacerlo, a saber los historiadores, no podrán prescindir de esta obra. Representa indudablemente la primera piedra de aquella alta construcción desde cuya cumbre, únicamente, los venideros podrán tener una visión clara, panorámica y total de lo que aquí abajo, es decir, en nuestra época, ocurrió.Ermanno Amicucci se hizo cargo de que la tarea de intérprete se presentaba como particularmente ardua e inadecuada para quien quería relatar unos acontecimientos en que había participado, y por ello se propuso narrar los hechos sin emitir juicios, osaría decir limitándose a fotografiarlos.Pero esto no significa que su obra es tan sólo una crónica fría e incolora.Desde el primer capítulo, desde el momento en que la "cigüeña" del "hombre más peligroso de Europa", el capitán Skorzeni, aterrizó en los montes de los Abruzzos para liberar al prisionero de Badoglio, hasta las ráfagas del fusil ametrallador que concluyó el último acto de la tragedia de Mussolini, los acontecimientos, los sentimientos, los motivos políticos e ideológicos, y los hombres que provocaron y vivieron las duras vicisitudes del tiempo adquieren una fuerza y un dramatismo poderosos. Y en cada página palpita el inexpresado dolor del narrador.Su estilo de consumado periodista y escritor es como siempre claro, preciso y descriptivo. Llega a ser vibrante y vigoroso cuando nos cuenta las esperanzas que brotaron con el nacimiento de la República Social Italiana y el trágico epílogo que apagó su breve existencia. Durante muchos años Ermanno Amicucci trabajó al lado de Mussolini; el 8 de septiembre de 1943, acorde con sus ideas, quiso seguir su destino. Desde el 1 de octubre de 1943 hasta el 25 de abril de 1945 dirigió el "Corriere della Sera", el más acreditado periódico del momento. El 26 de abril fué arrestado.y el 30 de mayo el Tribunal Extraordinario de Milán le condenaba a muerte "por haber dirigido el periódico político "Corriere della Sera", asumiendo en su cargo unas re

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LOS SEISCIENTOS DAS DE MUSSOLINI - ERMANNO AMICUCCI

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LOS SEISCIENTOS DAS DE MUSSOLINI - ERMANNO AMICUCCI

ERMANNO AMICUCCI LOS SEISCIENTOS DAS DE MUSSOLINI LUIS DE CARALT EDITOR BARCELONA Ttulo de la obra original: I 600 GIORNI DI MUSSOLINI Versin espaola de ALERAMO SPADA DI COLLE D'ALBERI PRIMERA EDICIN Mayo 1949 Impreso en Espaa INDUSTRIAL GRFICA, D.E.F. Y C - Casanova, 212-214. - Barcelona Digitalizado por Triplecruz. Disculpen cualquier posible error debido a la digitalizacin

NDICEPROLOGO DEL TRADUCTOR.................................................................................................... 3 CAPTULO PRIMERO EL VUELO DE LA "CIGEA"................................................................. 5 CAPTULO II. Y AHORA SE VUELVE A EMPEZAR ................................................................ 10 CAPTULO III. ROMA YA NO ES CAPITAL ............................................................................... 15 CAPTULO IV. "SUSO IN ITALIA BELLA" .................................................................................. 21 CAPTULO V "MENOS CONSTITUYENTE Y MAS COMBATIENTES" ..................................... 27 CAPTULO VI. LAS ESTRELLAS Y EL GLADIO ........................................................................ 31 CAPTULO VII. LA TRAGEDIA DE MUSSOLINI ........................................................................ 38 CAPTULO VIII. PROCESOS A LAS TRAICIONES................................................................. 43 CAPTULO IX. TINTA Y SANGRE.............................................................................................. 49 CAPITULO X. "PUENTES" Y "CAMINOS" ................................................................................. 57 CAPITULO XI. LAS "MINAS SOCIALES .................................................................................... 64 CAPTULO XII. LA LINEA GTICA ............................................................................................ 71 CAPTULO XIII. CRNICA DE LA HISTORIA DE UN AO ..................................................... 76 CAPTULO XIV EL SCRATES DE LA REPBLICA................................................................. 82 CAPTULO XV. MUERTE DE LA ACADEMIA DE ITALIA .......................................................... 89 CAPTULO XVI. FIESTA DE NAVIDAD EN ZURS ..................................................................... 94 CAPTULO XVII. ROJO Y NEGRO............................................................................................. 98 CAPTULO XVIII. MUSSOLINI PENS EN EL SUICIDIO........................................................ 103 CAPTULO XIX. MUSSOLINI Y D'ANNUNZIO......................................................................... 106 CAPTULO XX. SEMANA DE PASIN EN MILN................................................................... 110 CAPTULO XXI. 25 DE ABRIL.................................................................................................. 116 CAPITULO XXII. ANTES DE DONGO...................................................................................... 119 CAPTULO XXIII. FINS............................................................................................................ 124 CAPTULO XXIV MUSSOLINI Y LOS ALEMANES .................................................................. 130 CAPTULO XXV. LAS ARMAS SECRETAS............................................................................. 137 NDICE DE ILUSTRACIONES ................................................................................................. 141

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PROLOGO DEL TRADUCTOR"Los 600 das de Mussolini". Veinte meses de lucha y de luto para la Repblica Social Italiana. Duras batallas contra el enemigo en los montes y en las llanuras, las costas y los ros. Horrores y destrucciones de los bombardeos "cientficos". Guerra fratricida en las calles y las plazas de las ciudades. Empezaron con la liberacin del "Duce" de su cautiverio en el Gran Sasso de Italia y acabaron en la sangre de ms de 300.000 secuaces de la idea fascista. Veinte meses de pasin para el Hombre que supo hacer de Italia un imperio y que pag su culpa con la vida. Desde el fin de la guerra hasta la fecha se ha escrito mucho sobre este tema. Una pltora de generales y sargentos, polticos y plumferos, jetazos ms o menos reconocidos, secretarios, y amigos del limpiabotas del cuado del chofer de Fulano o Mengano vertieron toneladas de tinta en forma de palabras en las complacientes pginas de peridicos y libros. Fueron centenares los escritos de este gnero; sin embargo pocos, muy pocos los que no desaparecieron sin dejar rastro. Se trataba en la mayor parte de "revelaciones sensacionales", de evidentes fines lucrativos, de "diarios" misteriosamente descubiertos y de muy dudosa paternidad, de desahogos de rencores y pasiones personales, de quejumbrosas disculpas o retractaciones, y as en lo sucesivo. Sin pretender descubrir la plvora se puede decir que la objetividad no es una virtud de las que ms relucen en nuestra humana sociedad. Uno escribe, se figura que miles de personas en todas partes y baj todos los cielos leern sus palabras y que a lo mejor se formarn cierto concepto de un determinado acontecimiento precisamente merced a las mismas. Y entonces cuesta trabajo ser imparcial y objetivo. Ermanno Amicucci lo ha conseguido. "Los 600 das de Mussolini" se pueden considerar en efecto como el primer paso hacia un sereno examen de los sucesos de aquel perodo tan rebosante de historia. No hay en ellos ni siquiera la ms leve tentativa de interpretacin. Sera absurdo pretenderlo. Pero los que dentro de unos lustros traten de hacerlo, a saber los historiadores, no podrn prescindir de esta obra. Representa indudablemente la primera piedra de aquella alta construccin desde cuya cumbre, nicamente, los venideros podrn tener una visin clara, panormica y total de lo que aqu abajo, es decir, en nuestra poca, ocurri. Ermanno Amicucci se hizo cargo de que la tarea de intrprete se presentaba como particularmente ardua e inadecuada para quien quera relatar unos acontecimientos en que haba participado, y por ello se propuso narrar los hechos sin emitir juicios, osara decir limitndose a fotografiarlos. Pero esto no significa que su obra es tan slo una crnica fra e incolora. Desde el primer captulo, desde el momento en que la "cigea" del "hombre ms peligroso de Europa", el capitn Skorzeni, aterriz en los montes de los Abruzzos para liberar al prisionero de Badoglio, hasta las rfagas del fusil ametrallador que concluy el ltimo acto de la tragedia de Mussolini, los acontecimientos, los sentimientos, los motivos polticos e ideolgicos, y los hombres que provocaron y vivieron las duras vicisitudes del tiempo adquieren una fuerza y un dramatismo poderosos. Y en cada pgina palpita el inexpresado dolor del narrador. Su estilo de consumado periodista y escritor es como siempre claro, preciso y descriptivo. Llega a ser vibrante y vigoroso cuando nos cuenta las esperanzas que brotaron con el nacimiento de la Repblica Social Italiana y el trgico eplogo que apag su breve existencia. Durante muchos aos Ermanno Amicucci trabaj al lado de Mussolini; el 8 de septiembre de 1943, acorde con sus ideas, quiso seguir su destino. Desde el 1 de octubre de 1943 hasta el 25 de abril de 1945 dirigi el "Corriere della Sera", el ms acreditado peridico del momento. El 26 de abril fu arrestado.y el 30 de mayo el Tribunal Extraordinario de Miln le condenaba a muerte "por haber dirigido el peridico poltico "Corriere della Sera", asumiendo en su cargo unas responsabilidades aun mayores por haber publicado en el mencionado diario decisis artculos que l mismo recogi

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en un volumen con el ttulo de "Partida abierta" mientras la partida para el Fascismo estaba perdida". El 18 de junio de 1945 la Corte de Casacin anul la sentencia por no haber sido concedidas las circunstancias atenuantes genricas, presentando a Amicucci, para que le juzgaran de nuevo, ante el Tribunal Extraordinario de Brescia, que el 25 de septiembre del mismo ao le condenaba a treinta aos de reclusin. La exposicin de motivos de la sentencia de Brescia era precedida por esta declaracin: "Estos hechos (es decir las circunstancias resultantes de los testimonios) revelan en Ermanno Amicucci, como periodista y hombre poltico, una personalidad no inspirada por la pasin del sectarismo y de las persecuciones personales hacia los adversarios de su partido, y propenso a sentimientos de humanidad y benevolencia para con los cados en desgracia, aun en el caso de ser antifascistas. Por su conducta moral y por el hecho de que Amicucci no se manch con actos propios de criminalidad, se le considera merecedor del beneficio del que..." El 25 de febrero de 1947 el Tribunal Supremo de Justicia al que Amicucci haba apelado nuevamente anulaba la sentencia de Brescia "por extincin del crimen a causa de la amnista", declarando que "por la ponderada consideracin y el atento aprecio de los artculos acriminados en relacin a la personalidad moral y poltica del autor, el Supremo Colegio se ha convencido de que los escritos estn entonados a unos criterios de equilibrio y moderacin, de compostura y tranquilidad de nimo, desprovistos de exageraciones y excitaciones, de calumnias y exaltaciones facciosas". La sentencia aade que "el estilo de los artculos fu moderado y ponderado" y que "el sereno anlisis de los escritos persuade a concluir que Amicucci no se sirvi de un medio unvocamente eficiente para ayudar al enemigo y no se manch con actos propios de criminalidad..." Tales reconocimientos de la Magistratura Italiana definen el carcter y el estilo de Ermanno Amicucci y son una garanta de la honestidad, intenciones y serenidad de juicio que animan el contenido de este libro. ALERAMO SPADA DI COLLE D'ALBERI

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CAPTULO PRIMERO EL VUELO DE LA "CIGEA"La liberacin de Mussolini de la ms alta prisin del mundo, el hotel de Campo Imperatore, en el Gran Sasso de Italia, a 2.112 metros sobre el nivel del mar, es el origen de la Repblica Social Italiana, que dur hasta el 25 de abril de 1945. El 12 de septiembre de 1943, cuatro das despus del anuncio del armisticio y de la rendicin incondicional de Italia, la radio transmita un comunicado del Cuartel General del Fhrer que anunciaba la liberacin de Mussolini. El comunicado haba sido precedido por repetidos "Ach-tung! Ach-tung!", con los que se advertan a los radioescuchas que se transmitira pronto una noticia sensacional. El comunicado deca que unos grupos de paracaidistas y de tropas de seguridad alemanas, junto a algunos elementos de las S. S. haban llevado a cabo una operacin para liberar a Mussolini, "prisionero de la pandilla de los traidores". "As aada la transmisin, ha sido frustrada la proyectada entrega del Duce a los angloamericanos por parte del gobierno de Badoglio". El anuncio suscit un gran entusiasmo en Alemania, donde el acontecimiento se interpret como la seal de un restablecimiento de la situacin, despus del terrible golpe del armisticio; alegra en Italia entre las superstites huestes fascistas, que vean en l la revancha del 25 de julio, y amargura, en cambio, en el campo de los antifascistas; contrariedad y estupor en Amrica e Inglaterra. Mientras la Prensa y la radio alemanas difundan los detalles de la hazaa, que apareca extraordinaria y que en Berln era definida como "legendaria", la Prensa y la radio de los aliados se preguntaban por qu no haba tenido lugar la entrega de Mussolini, prevista en una clusula del armisticio. El realizador de la hazaa, capitn Otto Skorzeni, contaba las tentativas que por orden de Hitler haba llevado a cabo para liberar a Mussolini cuando se hallaba en la Maddalena. La noche del 9 de septiembre, Skorzeni haba alcanzado la isla a bordo de una canoa, comprobando que Mussolini ya no estaba all. El 28 de agosto, a bordo de un hidroavin, se lo haban llevado. Durante los das siguientes, Skorzeni haba llegado a saber que medidas de particular rigor haban sido tomadas en ciertas zonas de los Abruzos y, finalmente, con una estratagema de carcter amoroso (haba rogado a un confidente suyo que llevara una carta a una muchacha que, para esquivar los bombardeos, se haba refugiado en un hotel del Gran Sasso) se haba enterado de que en el Gran Sasso no haba ninguna muchacha, y que probablemente el nico husped era Mussolini. El 11 por la tarde, Skorzeni explor la regin volando muy alto con un avin de reconocimiento, mientras unas cuantas patrullas de las S. S. inspeccionaban prudentemente la zona de Assergi, llegando hasta la estacin del funicular del Gran Sasso. Skorzeni haba hecho numerosas fotos para estudiar la posibilidad de un aterrizaje en las cercanas del hotel de Campo Imperatore; y por fin, el da 12, por la tarde, haba llevado felizmente a cabo la hazaa, sin encontrar por otro lado ninguna resistencia por parte de los "carabinieri" y de los policas encargados de custodiar a Mussolini. El 27 de septiembre, el D. N. B., alabando la empresa, escriba: "Queda por aclarar el hecho de por qu los hombres de la escolta, que tenan que vigilar a Mussolini, no dispararon ni un tiro, sino que se rindieron en el acto, obedeciendo todas las rdenes de los alemanes. Probablemente la sorpresa fu un factor decisivo. Los aviones, en efecto, se precipitaron a travs de las nubes, apareciendo repentinamente. Otro factor importante fu la rapidez de la accin. Al ser liberado el Duce, el comandante de la escolta de Mussolini llen un vaso de vino tinto y lo ofreci al oficial alemn con las palabras: "Al vencedor!". Del estupor de los aliados se hizo intrprete el mismo Chur-chill, quien dijo en la Cmara de los Comunes: "La capitulacin sin condiciones lo prevea todo; y no solamente fu incluida una clusula especial para la entrega de los criminales de guerra, sino tambin otra particular para la entrega del seor Mussolini. Sin embargo, no fu posible tomar las medidas necesarias para que nos fuese entregado separadamente, antes del armisticio y antes de tener lugar nuestro desembarco, ya que esto hubiera revelado ciertamente las intenciones del gobierno italiano al enemigo, que se inmiscua en todos los asuntos del gobierno. Tenamos, sin embargo, todas las razones para creer que Mussolini estaba detenido, vigilado por una fuerte guardia en un lugar seguro, y que ciertamente el gobierno Badoglio haba hecho todo lo posible para asegurarse de que no se pudiese evadir. El mismo Mussolini declar que opinaba que se le entregara a los aliados. Esta era ciertamente nuestra intencin, que se hubiera podido realizar de no haber intervenido unas

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circunstancias que desdichadamente escapan a nuestro control. Las medidas tomadas por el gobierno Badoglio haban sido concebidas cuidadosamente y creo que no se poda hacer nada mejor para detener a Mussolini. Sin embargo, no poda haber ninguna garanta contra un lanzamiento de paracaidistas tan importante como el realizado por los alemanes en el punto en que se encontraba Mussolini. El golpe alemn ha sido muy audaz y llevado a efecto por un importante grupo. Esto demuestra adems que hay numerosas posibilidades de este gnero en la guerra moderna. No creo que haya habido ningn descuido o falta de inters por parte de Badoglio. Los "carabinieri" que haban recibido la orden de disparar contra Mussolini en el caso de cualquier tentativa de evasin, han faltado a su deber. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las fuerzas paracaidistas alemanas eran muy superiores y que seguramente hubieran eliminado la resistencia de la guardia". Mussolini haba sido trasladado al Gran Sasso el 28 de agosto; el armisticio haba sido firmado en Cassibile el 3 de septiembre y anunciado por radio el da 8, simultneamente por Eisenhower y Badoglio. El 9 por la maana los aliados haban desembarcado en Salerno. En este precipitarse de sucesos, la entrega de Mussolini a los aliados, prevista en la rendicin incondicional, haba llegado a ser particularmente ardua. De haber permanecido Mussolini en la Maddalena, se le hubiera podido transportar a Malta a bordo de un buque de guerra, escoltado por la flota. Pero Badoglio haba ordenado que se le alejara de la isla, por las presiones del general Basso, comandante de las fuerzas de Cerdea, que tema un ataque por sorpresa de los alemanes con el fin de liberar a Mussolini. Badoglio haba elegido el Gran Sasso como nueva prisin de Mussolini y este refugio pareca en efecto ms seguro; pero, una vez encerrado en el hotel de Campo Imperatore, Mussolini poda ,caer en manos de los aliados solamente si los angloamericanos, mediante un aterrizaje de divisiones areotransportadas en los aeropuertos de Roma, o con un desembarco inmediatamente al norte o al sur de la capital, llegaban a aduearse del centro de Italia; o bien si Badoglio, al partir precipitadamente con el rey y con el squito de los generales y de los personajes de la corte, el 9 de septiembre por la maana, hubiese ordenado hacer transportar, simultneamente, tambin a Mussolini al sur de Italia, ya ocupado por los aliados. Pero las divisiones areotransportadas no aterrizaron en los aeropuertos de Roma, ni mucho menos Badoglio pens en Mussolini cuando se dirigi con el rey hacia Pescara, embarcndose rumbo a Brindis. De manera que no solamente no se encarg del traslado de Mussolini (que por otra parte no habra resultado tan fcil y desprovisto de peligros), sino que pareci olvidarse por completo de su prisionero y de su promesa de entregarlo a los aliados, y parti de Roma sin dejar ninguna disposicin a este propsito. Estando as las cosas, y debido a la situacin militar, la cuestin se reduca no a la entrega de Mussolini que ya no era posible, sino a su supresin en el caso de una tentativa de evasin o de liberacin por parte de los fascistas o de los alemanes. Esta cuestin se la plantearon el ministro de la Gobernacin Umberto Ricci y el jefe de polica Senise. Ambos saban que Badoglio haba dado disposiciones al inspector de polica Gueli sucesor del general Polito en la responsabilidad de la vigilancia de Mussolini para que el Duce no fuera dejado vivo en manos de sus eventuales liberadores. El 9 por la maana, antes de que el ministro Ricci abandonara el Viminal 1 , el jefe de polica Senise le plante el problema: "Si las fuerzas germnicas, como era de suponer, fueran a liberar a Mussolini, deban los hombres encargados de su custodia eliminarle para que no cayera vivo en manos de sus liberadores?". Senise expuso sus dudas, haciendo presente la seguridad de una feroz represalia por parte de Hitler. El ministro Ricci comparti el junto de vista del jefe de Polica y segn cuenta Senise preocupndose del grave peligro que la supresin de Mussolini significara para el pas, reconoci la necesidad de comunicar en el acto telefnicamente con Gueli para que, en la hiptesis de un golpe de mano de los alemanes, "obrase con prudencia". Por lo tanto eran revocadas de este modo las disposiciones que Badoglio haba dado en agosto. El 10 por la maana, sin embargo, Senise se arrepinti, dado que la situacin de Roma pareca mejorar, "las tropas italianas oponan resistencia y era lcito suponer que los esperados refuerzos impediran la ocupacin de la ciudad". Precisamente aquella maana la agencia "Stefani" haba transmitido un comunicado del mariscal Caviglia, que deca: "La ciudad de Roma est completamente tranquila. Se est negociando con el mando de las tropas germnicas emplazadas1

Sede del Ministerio de la Gobernacin. (N. del T.)

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en la zona, para que se trasladen hacia el norte". Por esto Senise llam a Gueli y le dijo que no tuviera en ninguna cuenta las disposiciones que le haba dado el da anterior y que obrara, en cualquier hiptesis, segn las rdenes recibidas anteriormente. Pero la resistencia de las tropas italianas fu efmera; y el 12 de septiembre por la maana, Senise crey oportuno y urgente ratificar nuevamente al inspector Gueli las disposiciones de "mxima prudencia". No le fu posible hablar por telfono con el inspector general de Polica, ya que los alemanes ya haban cortado las comunicaciones telefnicas con Aquila, y puso a Gueli un radiograma aconsejndole que no opusiera ninguna resistencia y que no suprimiera a Mussolini. El radiograma lleg exactamente una hora antes de que Skorzeni llevara a cabo su hazaa. Aquella misma maana, antes de las ocho, el general Fernando Soleti, comandante del cuerpo de polica, haba sido detenido, en el momento en que llegaba al Palacio Viminal, sede de su mando, por dos oficiales alemanes enviados por el general Student, comandante de la divisin de paracaidistas, y transportado a Pratica di Mare, sede del mando de la misma divisin. Llevado a presencia del general Student, se haba odo preguntar dnde se haba refugiado el jefe de polica Senise, vanamente buscado desde el da anterior por las autoridades alemanas. Dado que el general Soleti haba declarado que no lo saba, el general Student le haba advertido que se atribua a Senise la responsabilidad de la suerte de Mussolini en su prisin del Gran Sasso, donde se encontraba, segn lo que haba sido averiguado, bajo la vigilancia de la Polica. Ahora, como quiera que Senise haba desaparecido, Soleti era considerado como substituto suyo y por lo tanto responsable, en lugar del jefe de Polica. El general Student comunic a Soleti que haba recibido la orden de Hitler de liberar a Mussolini y que ya se haba dispuesto todo para ejecutar la orden. Luego ense al general Soleti un grupo de fotos de la zona del Gran Sasso, impresionadas desde un avin. Aadi que tena la intencin de salvar al Duce costara lo que costase y que, por lo tanto, si durante la accin proyectada para liberarle, alguien intentaba perjudicar la persona de Mussolini, Soleti y los que custodiaban al Duce seran considerados responsables de su vida, cargando con las inevitables e inexorables represalias. El general intent objetar que no conoca la consigna dada a los que estaban encargados de la custodia de Mussolini y que, de todos modos, stos, al obedecer las rdenes legal-mente recibidas, no podan ser considerados culpables de ningn crimen, ni mucho menos haban de sufrir represalias por cumplir con su deber. (Naturalmente, el general Soleti ignoraba la decisin de Senise. Hasta el momento valan las disposiciones de Badoglio, que dos das antes Senise haba ratificado a Gueli y que slo ms tarde haba revocado con el radiograma.) El general Student haba replicado, repitiendo sus categricas amenazas. A eso de las 13, el general Soleti era presentado y confiado al capitn Skorzeni, encargado de efectuar y dirigir la operacin del Gran Sasso. Skorzeni invit al general Soleti a que le siguiera al cercano campo de aviacin, donde se hallaba un grupo de trimotores que arrastraban doce planeadores, ya ocupados por los paracaidistas. Todo estaba listo para el despegue. El capitn Skorzeni hizo subir al general Soleti a bordo de un avin, junto a l; por fin, los aparatos despegaron rumbo a Oriente. Al cabo de una media hora se hallaban sobre el Gran Sasso. Aproximadamente en la cota 3.000, los planeadores fueron desengachados de los trimotores y, despus de varias evoluciones, aterrizaron, uno tras otro, en la zona establecida en las fotos que cada piloto tena delante de s. En cuanto pusieron los pies en el suelo, los hombres alcanzaron las posiciones asignadas a cada grupo, cercando el hotel de Campo Imperatore. Nadie dio seal de vida; ni un solo tiro de "mitra" 2 o de revlver fu disparado por las fuerzas de la defensa. El capitn Skorzeni avanz a la cabeza de sus hombres; al llegar a la plaza frente a la entrada del hotel, se dio cuenta de que otras tropas alemanas haban llegado antes que l. Eran los grupos que haban venido de Roma por va ordinaria, en camiones y carros de combate, y que tenan la tarea de efectuar una accin con el objetivo de atraer a las fuerzas de la defensa y facilitar de esta manera el aterrizaje de los planeadores. Estos grupos haban podido alcanzar rpidamente y sin disparar un tiro Campo Imperatore; no haban encontrado ninguna resistencia por parte de los "carabinieri" que vigilaban la estacin del funicular y haban llegado a su destino, cmodamente, en las vagonetas del mismo. Mussolini estaba en su habitacin y al aparecer los aviones se haba asomado a la ventana, pero el teniente de los "carabinieri" le haba obligado a cerrarla en el acto. Skorzeni, acompaado por dos paracaidistas, subi a la habitacin. El Duce fu a su encuentro y le salud. "Tras

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Fusil ametrallador italiano. (N. del T.)

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Mussolini cont ms tarde Skorzeni estaban dos policas que, viendo mi uniforme y nuestros "naranjeros", levantaron muy rpidamente los brazos. Fueron desarmados y alejados. Solamente cuando nos quedamos por un instante sin testigos, Mussolini se me acerc emocionado y me abraz". Skorzeni le dijo a Mussolini que desde los primeros das de su captura haba recibido la orden de liberarle; el Duce le contest que haba tenido siempre la seguridad de que Hitler no le abandonara. Aadi que saba que Badoglio tena la intencin de entregarle a los angloamericanos, pero que antes de que esto se verificara se habra quitado la vida. El 27 de septiembre, en su primer discurso a los italianos, pronunciado por radio Munich, Mussolini describi el acontecimiento de esta manera: "Conocidas las condiciones del armisticio, ya no tuve la menor duda acerca de lo que se ocultaba en el texto del artculo 12. Adems, un alto funcionario me haba dicho: "Vos, Duce, sois un rehn". En la noche del 11 al 12 de septiembre hice saber que los enemigos no me tendran vivo en su poder. Haba en el aire lmpido alrededor de la imponente cumbre del monte una especie de expectacin. Eran las 14 cuando vi aterrizar el primer avin; luego, sucesivamente, los otros; grupos de hombres avanzaron rpidamente hacia el refugio, decididos a quebrantar cualquier resistencia. Los policas que me custodiaban lo comprendieron y no dispararon ni un tiro. Todo dur unos cinco minutos: la empresa, reveladora de la organizacin y del espritu de iniciativa y de la decisin germnica, quedar memorable en la historia de la guerra. Con el tiempo llegar a ser legendaria". No cabe duda de que la organizacin y la realizacin de la empresa fueron perfectas y dignas de admiracin. El mismo Chur-chill lo reconoci esplcitamente. Sin embargo, la absoluta falta de resistencia de quien estaba encargado de la custodia de Mussolini reduce la arriesgada operacin militar, segn el testimonio del general Soleti, a una atrevida y brillante accin deportiva. En la "Historia de un ao", Mussolini narra as el episodio: "El 12 por la maana l escribe, Mussolini senta que aquel da iba a ser decisivo para su destino. Cuando aterriz el primer avin, a unos cien metros de distancia del hotel, cuatro o cinco hombres salieron de l, emplazaron dos ametralladoras y avanzaron". Mussolini afirma que, mientras los "carabinieri" ya se preparaban a abrir el fuego, se dio cuenta de que en el grupo, en cuya cabeza marchaba Skorzeni, haba un oficial italiano al que reconoci por el general Soleti, y entonces "en el silencio que precede al fuego, Mussolini grit: "Qu hacis? No os dais cuenta? Hay un general italiano. No disparis! Todo es regular! Viendo al general italiano que avanzaba con el grupo alemn, las armas fueron bajadas". Esto es lo que cuenta Mussolini. Sin embargo, l no saba en aquel momento que ni el inspector general de Polica Gueli, ni el teniente Fajla haban pensado oponerse con las armas a su liberacin, sobre todo despus de recibir el consejo de Senise de emplear la mxima prudencia, de tratar al prisionero con toda consideracin y, prcticamente, la anulacin de las instrucciones que Badoglio haba dado en agosto. Mientras S. S. paracaidistas, "carabinieri" y polica fraternizaban y el teniente peda a Skorzeni que le devolviera el revlver que acababa de entregarle (pero el "vencedor" le propona como prueba de amistad cambiar las armas y le entregaba la suya, que estaba descargada, mientras la del teniente de los "carabinieri" tena un cargador completo), Mussolini suba a una "Cigea" pilotada por un joven "as", el capitn Gerlach, que atrevidamente despegaba rumbo al aeropuerto de Pratica di Mare. A bordo, Skorzeni le contaba la broma gastada al teniente Fajla. Desde Pratica di Mare, un veloz aparato transport a Mussolini hasta Viena. Una vez ms el destino haba sido favorable a Mussolini. Su liberacin, al igual que su captura, que haba tenido lugar el 25 de julio al salir l de Villa Saboya, haba sido llevada a cabo sin derramamiento de sangre: los dos acontecimientos, tan extraordinarios y temerarios, se haban realizado en una atmsfera dramtica, pero pacfica: lo ms inesperado, dada la excepcionalidad de los sucesos. En la quietud del Garda, rememorando lo ocurrido, Mussolini sonrea complacido y cada vez ms se persuada de que era "duro de pelar". Pero principalmente se alegraba por haberse salvado de la entrega a los aliados. "Taletes, el filsofo griego escriba Mussolini en la conclusin del captulo "12 de septiembre: Una Cigea sobre el Gran Sasso", agradeca a los dioses el haberle hecho nacer hombre y no bestia; macho y no hembra; griego y no brbaro. Mussolini agradece a los dioses el haberle ahorrado la farsa de un estruendoso proceso en el Madison Square, de Nueva York, al que hubiera preferido un regular ahorcamiento en la Torre de Londres". Al da siguiente, en Viena, Mussolini se enteraba por el general Soleti a quien se lo dijo, en Campo Imperatore, el inspector Gueli que la guardia no haba opuesto ninguna resistencia a su liberacin a causa de las rdenes recibidas de Roma del jefe de polica Senise. Mussolini se

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mostr muy satisfecho al or que los italianos haban querido su incolumidad y quiso ver en este hecho una seal de su aun no apagado prestigio y de los sentimientos benvolos de los italianos para con l. Habiendo pedido ansiosamente noticias de Roma, el general Soleti le puso al corriente de la fuga del rey y de Badoglio, y de la batalla en la periferia de la capital (aunque algn que otro caonazo haba llegado hasta la Plaza de Espaa), y le dijo que en Roma aun flotaba en el aire una atmsfera de "guerra civil" y que por lo tanto no era prudente un inmediato regreso de Mussolini a la urbe. Al da siguiente, el Duce parti para Munich con el general Soleti; y mientras a l se le hospedaba en el palacio del rey de Baviera, Soleti era encerrado en las prisiones de Estado. Al cabo de pocos das, tambin Senise era "sacado" del Palacio Viminal y conducido a Alemania, a un campo de concentracin. Al final de la guerra, Senise y Skorzeni han sido procesados por la liberacin de Mussolini. Senise, acusado de colaboracionismo, fu absuelto en primera instancia. "A menudo he rememorado ha escrito en sus memorias durante los aos de mi cautiverio, y ms tarde, los acontecimientos de aquellos das y mi conciencia ha permanecido siempre serena, aun antes de que la alta palabra del magistrado reconociera la falsedad de la acusacin, que se me dirigi a mi regreso del campo de concentracin, de ser colaborador de los alemanes por haber impedido que se matara a Mussolini; aun antes de que una alta personalidad, ante cuya doctrina todo el mundo se inclina, observara que nunca en la historia nadie ha sido acusado por no haber suprimido o permitido que se suprimiera a alguien...". Skorzeni fu procesado en Dachau por un tribunal americano el 11 de septiembre de 1947, a los cuatro aos de la empresa del Gran Sasso. Pero ni la liberacin de Mussolini ni el rapto de Horthy en vsperas de la ocupacin rusa de Budapest, constituyeron los ms graves cargos imputados al capitn alemn, a quien se acusaba principalmente de haber violado las leyes de guerra, combatiendo con uniforme americano en la retaguardia aliada a fin de alcanzar el Cuartel General angloamericano y matar a Eisenhower. Sin embargo, tambin Skorzeni fu absuelto. A causa de la clusula contenida en el artculo 16 del tratado de paz, ningn proceso ha sido promovido contra el mariscal Badoglio. Por lo tanto, nadie le ha pedido cuentas por no haber entregado a Mussolini a los aliados. El 9 de septiembre, por la maana, Badoglio se haba olvidado de Mussolini, pero el vuelo de la "Cigea" sobre el Gran Sasso d Italia fu una dura contestacin al 25 de julio. El rey y Badoglio que, al da siguiente del arresto de Mussolini, haban sido aclamados como "salvadores de la patria", fueron, despus del 12 de septiembre, desde aples a los Alpes, vituperados como traidores; y la bandera tricolor de la repblica fu levantada por el resucitado fascismo en las tres cuartas partes de la pennsula. Y Mussolini reapareci en el sombro horizonte de la Italia aniquilada por la rendicin incondicional. Se iniciaban los 600 das de Mussolini. Exactamente, 595 pasaron desde el 12 de septiembre de 1943, da de su liberacin del Gran Sasso de Italia, al 28 de abril de 1945, da de su asesinato en Giulino de Mezzegra; 600 desde el 8 de septiembre de 1943 al 28 de abril de 1945.

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CAPTULO II. Y AHORA SE VUELVE A EMPEZAREn la noche entre el 8 y el 9 de septiembre, a las pocas horas de anunciar Badoglio el armisticio, los que iban buscando las emisoras extranjeras para saber qu repercusin haba tenido en el mundo el tan imprevisto y sensacional acontecimiento, oyeron de repente resonar las notas del himno fascista "Giovinezza"; y mientras el almirante Alexander daba las convenidas disposiciones a la armada italiana para que zarpara rumbo a Malta, y cien voces, en todos los idiomas, se cruzaban excitadas, febriles o jubilosas, por los espacios etreos, una voz, que fu reconocida inmediatamente como la de Alessandro Pavolini, lanzaba una desesperada llamada a las fuerzas armadas italianas para que no se entregasen al enemigo. Al poco tiempo, la misma emisora transmita el anuncio de la constitucin de un gobierno nacional fascista "que actuaba en nombre de Mussolini", y acusaba al rey y a Badoglio de traicin. Las transmisiones, que se seguan a intervalos regulares, provenan de una emisora del sur de Alemania y eran la seal de la inmediata reaccin alemana a la rendicin incondicional y a la defeccin del aliado. El 8 de septiembre fu una dolorosa sorpresa para el Reich, de la misma manera que inesperado haba sido el 25 de julio. Pero, mientras despus de la cada del Fascismo, ninguna reaccin patente haba sido organizada por las altas esferas nazistas, ahora se apreciaba una furiosa y decidida toma de posicin. El 10 de septiembre, un largo y violento discurso del Fhrer al pueblo alemn anunciaba unas medidas muy duras para arrostrar los acontecimientos de Italia. El 25 de julio, despus de los primeros momentos de asombro y de consternacin, muchos crculos polticos y militares alemanes haban credo que el golpe de Estado no quera decir abandono de la alianza y del puesto de combate por parte de Italia, tanto ms cuanto que el mariscal Badoglio, al asumir el poder, haba proclamado en nombre del rey: "La guerra contina: Italia sigue fiel a la palabra dada". Algunos crculos militares, adems, haban querido ver en el nombramiento de Badoglio, antiguo jefe de Estado Mayor, una tentativa para galvanizar al pas, duramente abatido por la invasin de Sicilia, para una ms enrgica conduccin de la guerra. Haban habido unos cuantos periodistas italianos y fascistas que haban advertido tanto al ministerio de la Propaganda como al ministerio de Asuntos Extranjeros que no haba que ilusionarse y que el golpe de estado haba tenido lugar porque el rey y el Estado Mayor queran salir de la guerra. Pero, por lo menos aparentemente, no haban sido escuchados. El 26 de julio haban llegado a Alemania dos jerarcas fascistas: los ministros de Estado, Roberto Farinacci, y Giovanni Preziosi, ambos representantes de las corrientes ms intransigentes y ms germanolas del Fascismo, en un tiempo muy amigos, y ms tarde enemigos implacables. Haban llegado separadamente. Farinacci, al enterarse del arresto de Mussolini mientras se hallaba en su villa de Roma con unos fieles amigos, se haba refugiado acto seguido en la embajada alemana, y al da siguiente, vestido de oficial de las S. S., haba partido en vuelo para Alemania. El mismo da, con otro aparato, marchaba Giovanni Preziosi. Este ltimo, muy conocido por su tenaz e implacable batalla antisemita librada sin tregua en su revista "La Vida Italiana", tena buenas relaciones en el Reich, especialmente con Rosenberg, el alfil de la batalla racial. Farinacci no era menos conocido, tanto por su ardiente germano-filia como por su violento extremismo fascista. Sin embargo, ocurri que Preziosi fu recibido inmediatamente por Hitler, mientras Farinacci, en cambio, fu confinado en una localidad de la Prusia Oriental, cerca del Cuartel General en el frente ruso, y no le fu concedido visitar a Hitler, Ambos llegaban para describir las condiciones de Italia despus de la cada del Fascismo y para exponer sus recriminaciones contra Mussolini, que no haba querido escuchar sus amonestaciones y sus consejos, y que se haba dejado engaar por el rey, el Estado Mayor y los fascistas "vendidos al enemigo", empezando por Ciano y Grandi. Hitler haba escuchado a Preziosi y haba dado muestras de no agradarle mucho sus acusaciones contra Mussolini; en cambio, no haba querido entrevistarse con Farinacci porque, segn las noticias que haba recibido de Roma (el embajador von Makensen le haba referido que Farinacci haba ido a verle junto a Cavallero y haba criticado duramente a Mussolini), no le haba parecido muy clara su actitud respecto al Duce e, incluso, tena la sospecha de que tambin Farinacci haba participado, aunque con otras intenciones, en la conjura fascista contra Mussolini y que estaba de acuerdo con Cavallero para organizar por su parte un golpe de estado antimussoliniano. Farinacci haba sido alojado en una villa aislada

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donde se le conoca con el supuesto nombre de abogado Silva. Al cabo de unos das haba llegado Vittorio Mussolini acompaado por el cuado de Bruno, Orio Ruberti. Luego haba llegado Pavolini, que haba tomado el nombre de conde Pini. Ms tarde, Renato Ricci, ex ministro de las Corporaciones y ex jefe de la juventud fascista, acompaado de su hijo. Por fin, husped inesperado, dada su conocida actitud antigermana, Galeazzo Ciano con su mujer Edda y sus hijos. Ciano haba huido de Roma el 27 de agosto con la esperanza de alcanzar Espaa. Pero, en la imposibilidad de llegar directamente a Espaa, se haba dejado persuadir a partir para Alemania, donde las autoridades alemanas le ayudaran a alcanzar ms fcilmente su meta. La familia Ciano haba sido alojada en una villa en Almaushusen, cerca de Munich. Pero la partida para Espaa fu aplazada de un da para otro, hasta que Ciano tuvo que convencerse de que nunca llegara a realizarse y que prcticamente tena que considerarse prisionero. Era tratado con hipcrita deferencia, pero sin ninguna cordialidad. Edda, en cambio, segua siendo considerada como la hija del Duce y el 2 de septiembre, da de su santo, le fueron enviados grandes ramos de rosas, regalos y cortesas particulares. Fu tambin recibida por el Fhrer, junto a Vittorio, en el Cuartel General, estando presentes Ribbentrop e Himmler. Los dems jerarcas tenan solamente algn que otro contacto con los altos oficiales de las S. S. y se moran de aburrimiento en la melancola y en el aislamiento de las llanuras prusianas. Estaban, adems, completamente in albis por lo que se refera a los acontecimientos italianos y a los proyectos de los alemanes. Estos dedicaban a la situacin italiana mucha atencin; y si haban rechazado unos proyectos de intervenciones directas e indirectas en Italia (alguien haba propuesto que se reanimara el Fascismo a travs de transmisiones radiofnicas de una estacin clandestina que se haba de instalar en territorio espaol, y precisamente en la costa catalana, en Sitges, en aquella villa donde se haba refugiado el rey Carol de Rumania cuando haba tenido que abandonar su trono; otros haban propuesto que se organizara un golpe de Estado fascista, y los alemanes, despus de haber mandado a Italia unos cuantos exploradores, se haban convencido que no haba nada a hacer), sin embargo no dejaban de predisponer las medidas necesarias para cualquier eventualidad, escarmentados por lo ocurrido en Yugoeslavia. El imprevisto anuncio del armisticio y de la rendicin sin condiciones de Italia, escuchado por radio, cuando en aquel mismo da el rey haba repetido sus conocidas seguridades al encargado especial en Roma, Rahn, haba suscitado una gran alarma en el Cuartel General del Fhrer y en todas las altas esferas polticas y militares germnicas. Se decidi poner un remedio inmediato con la institucin de una emisora italiana y el anuncio de la constitucin de un gobierno nacional fascista para oponer al rey "traidor" y al "feln" Badoglio. La estacin de radio fu improvisada, en la misma noche del 8 al 9 de septiembre, en el tren del Fhrer, cerca del Cuartel General. Fueron llamados inmediatamente al Cuartel General, Vittorio Mussolini, Pavolini, Preziosi, a los que se junt al da siguiente Cesare Rivelli, periodista y corresponsal de la radio italiana, expresamente llegado de Berln. El Cuartel General del Fhrer estaba situado en un bosque de la Prusia Oriental y estaba compuesto de una serie de barracas magnficamente camufladas, que hospedaban al Fhrer y a su Estado Mayor. Era una pequea ciudad de cuento de hadas, la que en ciertos momentos se revelaba a la vista asombrada de los visitantes. Pareca al principio un bosque deshabitado; pero en un cierto momento poda ocurrir que uno viera una hilera de abetos abrirse como un escenario y salir por la abertura un avin, que se levantaba rpidamente en vuelo; al cabo de un instante, el bosque recobraba su inmovilidad. El tren de Hitler, tambin perfectamente camuflado, estaba destinado a hospedar a los personajes que llegaban para entrevistarse con Hitler o para visitar el frente. En el coche restaurante estaba instalada una emisora que comunicaba directamente con Berln. De sta sali la noche del 8 de septiembre la primera voz de la radio fascista. Las transmisiones eran grabadas en unos discos en Berln y desde all enlazadas con la estacin de radio de Munich; sta, por fin, las difunda muchas veces durante ej da y la noche. La radio anunciaba la constitucin del gobierno nacional fascista; pero tal gobierno no exista y nadie haba pensado en serio en constituirlo, aparte de unos impacientes jerarcas italianos. La radio anunci incluso que la lista ya estaba preparada y que se tardaba en comunicarla debido a que se esperaba poderla someter a la aprobacin de Mussolini. La verdad es que Hitler quera a toda costa liberar a Mussolini de su cautiverio e impedir que fuese entregado a los angloamericanos, y juzgaba que todo haba de estar subordinado al salvamento del Duce. En algunas esferas polticas y militares se pensaba, en cambio, que era oportuno, y a lo mejor ms til para los objetivos alemanes, formar un gobierno sin Mussolini; y dos corrientes se haban

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manifestado a este propsito, la de Rosenberg por un gobierno presidido por Giovanni Preziosi, y la de Goebbels por un gobierno Farinacci. Todo el mundo estaba de acuerdo en que la propaganda haba de ser confiada a Pavolini. Sin embargo, frente a la posibilidad del retorno de Mussolini al poder, todos dieron marcha atrs a sus planes; y tal vez solamente Farinacci y Preziosi inclinaron desilusionados sus cabezas, ya que ambos no slo vean esfumarse la ilusin del mando, sino que tambin sentan salir nuevamente a flote su escepticismo acerca de la obra del jefe, que no haba sabido evitar el 25 de julio y que no haba querido tener en cuenta sus amonestaciones. Todo esto dur menos de cuatro das. El 12 por la tarde, Vittorio Mussolini haba salido del tren junto a Cesare Rivelli para dar un paseo hacia el pequeo lago por los caminos del bosque, meta habitual de las breves pausas entre un diario hablado y otro, cuando fu alcanzado por un oficial del cuartel general, que le rogaba que regresase en el acto, ya que el Fhrer quera verle en seguida. Vittorio encontr a Hitler en el umbral de su barraca, con una vaga sonrisa en sus labios y los ojos encendidos de un relmpago de satnico goce. Hablando italiano, algo absolutamente inslito, ya que no conoca el idioma, el Fhrer le dijo: "Me alegra poderle decir que el Duce ha sido liberado". Los gobiernos fantasmas desaparecan de la escena; y un gobierno de Mussolini se perfilaba en el horizonte. Mussolini lleg al Cuartel General el da 14. Desde Viena haba sido transportado a Munich, donde haba abrazado a su mujer y a sus hijos menores, que haban alcanzado Alemania en vuelo desde Rocca Delle Camnate, hospedndose en el hotel de las Cuatro Estaciones. Despus de reunirse con sus seres queridos, el Duce quiso ver a Edda y a sus nietecitos, y, seguidamente despus, al yerno conspirador, Galeazzo Ciano. Rebotaron sobre la cabeza de Galeazzo Ciano las candentes palabras de doa Radele, furibunda contra el nuevo Bruto, y la violenta reprimenda de Mussolini. Galeazzo inclin su cabeza y aguard que la tempestad se aplacara. La tormenta se apacigu; y Mussolini acogi sus explicaciones, las mismas que dio ms tarde en el Cuartel General del Fhrer para salvar a su yerno de la ira de von Ribbentrop y de Hitler. En el Hotel de las Cuatro Estaciones se encontraban tambin los jerarcas liberados el da anterior en Roma, los del ''Forte Boccea" y de "Regina Coeli" 3 : Buffarini, Teruzzi, Riccardi, Interlandi, Gravelli, Varenna, etc. Faltaban Cavallero y Soddu, que aun tenan que llegar, y nadie saba todava que Cavallero haba muerto. Algunos de estos jerarcas pidieron entrevistarse con el Duce para exponerle la situacin italiana. Mussolini no quiso verlos y parti en seguida para la Prusia Oriental a fin de encontrarse con el jefe de Alemania. En el Cuartel General, Mussolini tuvo una larga entrevista con Hitler y en seguida despus recibi a los colaboradores de la radio del gobierno nacional fascista: Preziosi, Rivelli, Pavolini, Verderame y Vittorio, al que ya haba abrazado afectuosamente al salir de su entrevista con el Fhrer. Mussolini estaba plido, demacrado, cansado. Llevaba un traje oscuro de rayas blancas, que no pareca suyo, de tan amplio como le sentaba. Tambin el cuello le estaba demasiado ancho y la corbata mal anudada. Su misma voz pareca muy fatigada. Una vez que se reuni con todos, cont los episodios de su extraordinaria aventura, desde su arresto en la Villa Saboya a la liberacin en el Gran Sasso, y concluy: "Y ahora, camaradas, se vuelve a empezar!". Alguien le dijo que era preciso dar a Italia hombres nuevos, ya que el pas no soportara el retorno de los viejos jerarcas desacreditados y considerados responsables de la catstrofe; otros le propusieron que no resucitara el Fascismo y que diera inmediatamente al pueblo la impresin de que a la faccin antepona la nacin. Mussolini se qued algo desconcertado, pero no contest. Al da siguiente prepar las cinco rdenes del da con las que se anunciaba que el Duce tomaba nuevamente en sus manos la suprema direccin del Fascismo en Italia; que el partido se reorganizaba bajo las insignias republicanas; que Pavolini era nombrado secretario provisional del partido fascista republicano, y que Ricci se encargara de la reconstitucin de la M. V. S. N. 4 . Ms tarde, desde radio Munich, pronunci su primer discurso a los italianos en el que estableca los postulados del renaciente Fascismo: tomar de nuevo las armas al lado de Alemania y del Japn, reorganizar las fuerzas armadas en torno a la Milicia, eliminar a los traidores, exterminar las plutocracias parasitarias y hacer del trabajo, finalmente, el sujeto de la economa y la base inquebrantable del Estado. El 16 regres a Munich, donde se aloj en la villa de los Ciervos; mand a Pavolini y a Ricci a Italia, el primero con la tarea de cuidar tambin de la formacin del3 4

Respectivamente la prisin militar y la civil de Boma.-(N. del T,), Milicia Voluntara de Seguridad Nacional (Camisas Negras). (N, del T.).

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nuevo gobierno, mantenindose en contacto telefnico con l. Los veteranos de "Regina Coeli" y del "Forte Boccea" haban sido trasladados, entretanto, a los Alpes bvaros, en Oberaudorf, donde se encontraron tambin con el abogado Silva, a saber Roberto Farinacci, que desde su total aislamiento en la regin de los grandes lagos de Prusia haba sido enviado para alcanzar a los jerarcas provenientes de Roma. La liberacin de Mussolini haba dado el golpe de gracia a las superstites "chances" polticas de Farinacci, y Mussolini ni siquiera quera verle. Los huspedes de Oberaudorf eran vigilados atentamente por la polica alemana. Haba quien empezaba a creer en una especie de corts domicilio forzoso. Buffarini y Farinacci estaban algo nerviosos. Los nombramientos de Pavolini y de Ricci no les haban hecho ninguna gracia. Ahora llegaban a los odos de los "veraneantes" de Oberaudorf las primeras indiscreciones sobre unos nombres que, segn Mussolini, iban a formar parte del nuevo gobierno. Farinacci, cansado por la larga espera, escribe al Duce una carta en estos trminos: "Por lo que se rumorea acerca de los nombres que van a formar el nuevo gobierno, te declaro que la vieja guardia te deniega su confianza. Pido verte por ltima vez". Mussolini se decide a concederle una entrevista y al da siguiente le recibe, conjuntamente con el ex ministro Riccardi. Farinacci, sin rodeos, presenta su candidatura al ministerio de la Gobernacin. Mussolini le contesta que ya est hecho todo; y aade: "Lo quieren los alemanes, pero es provisional, al igual que es provisional el nombramiento de Pavolini; y todos los dems cargos que confiar a los pocos hombres que tengo a disposicin tienen el mismo carcter de provisionalidad". Farinacci pide entonces bruscamente que se le permita repatriarse en el acto. La intervencin del jefe de gabinete de von Ribbentrop, anfitrin en la villa que hospedaba a Mussolini, le vali a Farinacci y a los dems huspedes de Oberaudorf la posibilidad de abandonar el territorio germnico. Las negociaciones para la formacin del nuevo ministerio desilusionaban a todo el mundo: la "vieja guardia" estaba exasperada, como deca Farinacci; pero tambin los que haban deseado y esperado un gobierno de hombres nuevos estaban tan exasperados como los primeros, ya que consideraban a Pavolini y a Buffarini como unos viejos jerarcas desacreditados. Preziosi, aparte el hecho de que se alegraba por la exclusin de Farinacci, estaba indignado por el nombramiento de Pavolini y consideraba el de Buffarini (que iba hacindose cada da ms patente) como una verdadera calamidad. Mussolini estaba bastante molesto y tambin abatido. Hojeaba los peridicos italianos de los 45 das, que no haba podido leer durante su cautiverio, y le causaba un profundo dolor comprobar hasta qu punto haba llegado la campaa difamatoria contra l mismo, Ciano y la familia Petacci. Nuevos disgustos haban de reservarle los contactos con la realidad, a travs de las conferencias telefnicas con Roma y con los pases aliados o amigos de Alemania. Haba llegado de Budapest Filippo Anfuso, ministro Plenipotenciario en la capital hngara y ex jefe de gabinete de Galeazzo Ciano. Anfuso, que el 8 de septiembre haba visto su legacin dividirse en dos grupos, declarndose una parte de los funcionarios en favor del rey y Badoglio (y las autoridades hngaras consideraban como representantes de Italia a unos y otros), llegaba para ponerse a disposicin de Mussolini; y le persuada para que se pusiera en contacto con los otros ministros y embajadores italianos en los pases que no eran ni aliados ni ocupados por los anglorrusoamericanos. Mussolini telefone a Madrid a travs de la embajada alemana y habl con Paulucci de'Calboli, al que por s mismo, contra el parecer de Ciano, haba nombrado embajador en Espaa, invitndole para que colaborara con l en la nueva situacin. Paulucci rehus, declarando que su intencin era la de permanecer fiel al rey. Mussolini se molest mucho por su seca contestacin. Llam ms tarde a Bucarest, en donde era ministro plenipotenciario BovaScoppa. Tuvo igual contestacin. Bova-Scoppa, por otro lado, desde haca tiempo estaba convencido de la inevitable derrota, siendo adems germanfobo, Mussolini lo saba, ya que precisamente Bova-Scoppa haba preparado un proyecto para reunir alrededor de Italia todos los pases de la Europa oriental, apartndolos de Alemania y de la guerra, la cual tena que ser considerada como perdida. Para este proyecto haba conseguido el apoyo del Presidente del Consejo rumano Mihail Anto-nescu; y en la primavera de 1943 haba logrado llevrselo consigo a Italia. Mussolini le recibi en Rocca delle Camnate, donde sin embargo le persuadi de la inoportunidad del momento elegido para realizar el mencionado proyecto. A pesar de ello, le molest mucho la negativa de Bova-Scoppa. Su ira aument al enterarse de que tambin el agregado militar coronel Bodini, ntimo amigo de Muti y ex consejero nacional, se haba declarado partidario del rey y de Badoglio. Los telefonazos de Pavolini desde Roma le proporcionaban nuevas amarguras. La situacin era muy distinta de la que Mussolini haba esperado encontrar; hasta

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resultaba difcil encontrar los nombres para incluir en la lista del nuevo gobierno. Cuando, por fin, esa lista fu conocida en sus lneas principales, Mussolini tuvo que aguantar las recriminaciones de los que la encontraban, segn una definicin suya habitual, "contraproducente". Preziosi estaba furioso e iba diciendo que estaban constituyendo un gobierno de judos y masones (aludiendo principalmente a las parentelas hebraicas de Pavolini, a su cuada Hanau, al hecho de que Buffarini perteneca a la masonera, y a sus relaciones con grupos judos). Preziosi prepar incluso una documentacin de sus afirmaciones y la entreg a Rosenberg, para que informara al Fhrer. No quiso regresar a Italia y se qued en Alemania con el propsito de "torpedear", tarde o temprano, a las nuevas jerarquas fascistas republicanas.

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CAPTULO III. ROMA YA NO ES CAPITALPavolini lleg a Roma en avin, acompaado por el embajador Rahn, el 16 por la noche. Durante el viaje, Rahn le puso al corriente de la situacin, que era algo distinta a la delineada a Mussolini y al Fhrer. Despus del 8 de septiembre, los acontecimientos que haban tenido lugar en Roma haban sido un montn de complejas acciones, tentativas y proyectos, que al final se resolvieron con la ocupacin de la capital por parte de los alemanes, ocupacin que tena un carcter de precariedad muy evidente, no slo por la exigidad de las fuerzas militares que guarnecan la Ciudad Eterna, en comparacin con las italianas an armadas, sino tambin por la situacin del frente en continuo movimiento. Fracasada, en efecto, la desesperada tentativa de los alemanes de arrojar nuevamente al mar a los anglo-americanos en Salerno, se tema que el avance enemigo pudiese acercarse rpidamente a Roma y no se exclua la posibilidad de nuevos desembarcos aliados en el Sur-o en el Norte de Roma la capital. Dos divisiones italianas seguan todava en plena eficiencia, la "Piave" y la "Centauro", Roma haba sido declarada ciudad abierta y los alemanes haban afirmado reconocer este carcter a la Sede del Catolicismo. El yerno del rey, fugitivo, Caivi Di Bergolo, haba sido nombrado comandante de la ciudad abierta. Los partidos antifascistas, en los das anteriores, haban intentado apoderarse de la ciudad, distribuyendo armas al pueblo e incitndole para que luchara contra los alemanes, pero tambin con la evidente esperanza de dominar la situacin con un gobierno provisional de tendencias extremistas, a causa de la ausencia de un gobierno legal, ya que Badoglio se haba refugiado con el rey en Brindis y ninguno de sus ministros haba permanecido en su sitio. El mariscal Caviglia haba intentado, junto con los otros mariscales de Italia, inclusive De Bono y Graziani, impedir que las fuerzas germnicas penetrasen en la capital, declarada ciudad abierta, y constituir un gobierno militar provisional en nombre del rey; pero al telegrama de Caviglia que peda la autorizacin para asumir las funciones provisionales de Presidente del Consejo, no haba llegado de Brindis ninguna contestacin y el anciano mariscal, acrrimo enemigo de Badoglio del que haba demostrado la responsabilidad del desastre de Caporetto 5 con un libro sobre "La XII batalla del Isonzo", haba renunciado a verificar ulteriores pasos y, descorazonado y profundamente amargado por los tristes acontecimientos que haban lanzado a Italia al caos, haba partido para su Liguria. Entretanto, los fascistas se haban despertado del letargo en que haban cado el 25 de julio y algunos de ellos, que desde la maana del 9 se haban reunido, haban buscado al ex secretario del partido Cario Scorza para incitarlo a actuar; al saber que ste no tomara ninguna iniciativa, haban intentado asegurarse algunas fuerzas armadas, como los servicios antiareos y los jvenes fascistas militarizados y acuartelados en Monte Mario; adems, haban proyectado constituir un gobierno provisional fascista, del que tendra que tomar la direccin el ex-subsecretario de Hacienda Pellegrini-Giampietro. Estos fascistas se haban propuesto, como primera tarea, liberar a los jerarcas detenidos en el Forte Boccea y en Regina Coeli. Se presentaron por lo tanto a la embajada alemana para someter sus planes, cuidadosamente estudiados, a las autoridades germnicas y pedir la necesaria ayuda para realizarlos. Los alemanes no quisieron saber nada con la formacin de un gobierno provisional fascista. Aceptaron en cambio el plan de liberar a los detenidos polticos y encargaron a los fascistas de tomar contacto con las fuerzas militares y de polica puestas en defensa del Forte Boccea y de Regina Coeli. Despus de esto, establecieron que la accin tendra lugar el da 12. Evidentemente, no queran liberar a los jerarcas antes que al mismo Mussolini. En efecto, el 12 por la maana, los fascistas, junto al mayor de las S. S. Kappler y al capitn de las S. S. Wenner, protegidos por un pequeo grupo de tropas alemanas, llevaron a cabo, muy rpidamente, las dos operaciones, sin ningn derramamiento de sangre, a pesar de que precisamente aquella maana haba sido enviado a Forte Boccea un fuerte contingente de "carabinieri" con la orden categrica de no permitir evasiones, aun a costa de abrir fuego, y de que Regina Coeli estaba ocupada y vigilada por tropas y "carabinieri"; adems, muchas ametralladoras haban sido instaladas para impedir la evasin en masa de los detenidos comunes, quienes se haban rebelado con el objetivo de aprovecharse de los sucesos polticos para tomar las de Villadiego. Del Forte Boccea salieron Buffarini-Guidi, Cavallero, Soddu, Montagna, Interlandi, Freddi, Gravelli, Pollastrini, Varenna, Manganiello; de Regina Coeli Teruzzi, Riccardi, De Cesare,5

Grave derrota militar sufrida por Italia en la primera guerra mundial. (N. del T.).

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Mori, Ouglielmotti y D'Aroma. La direccin de la crcel haba colocado entre el grupo de los liberados tambin a Giuseppe Bottai, pero los alemanes lo rechazaron como "traidor". Fu liberado al da siguiente por orden de Senise y desapareci. (Se supo ms tarde que, despus de muchas peripecias, haba alcanzado Argelia y se haba alistado en la legin extranjera.) Con unos camiones, los liberados fueron llevados en seguida a la Embajada alemana. Solamente a Cavallero, a Soddu y al ex-secretario particular del Duce, De Cesare, les fu concedido ir, con una buena escolta, a saludar a sus familiares. Por la tarde se enteraron por el embajador de la liberacin de Mussolini; por la noche fueron conducidos al hotel del Parque de Frascati y, al da siguiente, en avin, a Munich. Se quedaron Cavallero y Soddu que haban sido invitados a comer por el mariscal Kesselring. A la maana siguiente alcanzaran a los dems, en Alemania. Sin embargo, solamente Soddu parti. Cavallero fu encontrado muerto con un tiro de revlver en la sien. Surgi en el acto la hiptesis del suicidio. Cavallero hubo quien dijo tema aparecer ante Mussolini, despus de lo que haba afirmado en su memorial a Badoglio 6 . Entretanto, los fascistas estaban impacientes por abrir nuevamente sus sedes; alguno ya se haba puesto la camisa negra y los ms exaltados empezaban a hablar de venganza. Les aconsejaron que esperasen la llegada de Pavolini antes de tomar cualquier iniciativa. Al llegar ste, la situacin segua bastante turbia; y la presencia de algunos facinerosos la haca aun ms difcil. Pavolini durmi en la Embajada, tom contacto con algunas jerarquas fascistas, dio orden para que se organizara un primer contingente de fascistas armados y al da siguiente, 17 de septiembre, se fue a la Plaza Colonna para tomar posesin de la antigua sede del Partido. En la plaza le esperaban un centenar de fascistas, una seccin de la milicia de trfico y de la antiarea. Subi al primer piso del Palacio Vedekind, abri la sede, se asom para enarbolar el gallardete y dispuso la defensa del palacio. Muchas ametralladoras fueron emplazadas en la terraza y en las ventanas, un pequeo carro de combate fu colocado ante la entrada, y varios centinelas fueron situados en las puertas. Un pelotn de "carabinieri" que haba asistido a la escena, hallndose en la plaza Colonna por medidas de orden pblico, se retir. As volvi a empezar la vida del partido fascista, ahora republicano. Al poco tiempo volva a abrirse la sede del Fascio de Roma en el Palacio Braschi y se instalaban en ella Gino Bardi, el nuevo federal, y Pollastrini, comandante de la polica federal. Mientras los colaboradores principales del secretario del Partido, primero entre todos Olo Nunzi, nombrado jefe de la secretara poltica, provean a dar las necesarias disposiciones para la reapertura de las sedes provinciales, desde los Alpes a aples, Pavolini empezaba su labor para la constitucin del nuevo gobierno. Buscaba a los ministros: interrogaba a antiguos y nuevos camaradas, preparaba listas de nombres y todas las noches se pona en contacto telefnico con el Duce desde la Embajada alemana. Las dificultades no eran pocas. Haba bastantes autocandidatos, pero tambin haba muchos "camaradas" que se escabullan, andaban con rodeos, o sin ms, se negaban a asumir responsabilidades de primer plano. Naturalmente, se haba pensado ante todo en aquellos ministros o miembros del Gran Consejo que haban votado contra la orden del da Grandi en la reunin del 25 de julio. Por lo tanto se haba decidido llevar al gobierno a BuffariniGuidi y a Tringali-Casanova, y confiar nuevamente a Biggini el Ministerio de la Educacin Nacional. Para Tringali-Casanova se obtuvo inmediatamente el consentimiento de Mussolini y le fu asignado el Ministerio de Justicia. Pellegrini-Giampietro aspiraba a las Corporaciones o Economa Corporativa, pero fu destinado a Hacienda, donde haba sido sub-secretario hasta el 25 de julio. Mezzasoma, que haba sido director general de la prensa italiana, fu destinado a la Cultura Popular. Polverelli lo haba sido hasta la cada del Fascismo, pero aunque haba votado contra la orden del da de Grandi, haba sido atacado violentamente tanto por Grandi como por Fa-rinacci en el Gran Consejo y adems no gozaba de las simpatas de Pavolini. A la Economa Corporativa fu destinado, por el mismo Duce, Gay, el senador "escuadrista" 7 , que el 8 de septiembre haba vuelto a abrir la sede de un "Fascio" en la provincia. Buffarini, desde el momento en que haba sido liberado del Forte Boccea, haca lo posible para quedarse con el Ministerio de la Gobernacin. Consideraba como un derecho personal el obtenerlo, primero porque haba sido sub-secretario de la Gobernacin durante diez aos, y en segundo lugar porque el 25 de julio por la maana Mussolini le haba anunciado que le mandara llamar en

Despus del 25 de julio, desde la crcel del Forte Boccea, Cavallero envi una carta a Badoglio con la que se pona a su disposicin. (N. del T.). 7 Escuadristas : los que participaron en la Marcha sobre Boma. (N. del T.).

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cuanto regresara de la Villa Saboya, hacindole comprender que tena la intencin de reforzar el gobierno con hombres fieles y decididos. Buffarini lo haba contado inmediatamente a sus amigos Tringali-Casanova y Biggini, a los que haba invitado a su casa la tarde del 25 de julio para esperar juntos la llamada del Duce. Despus de una espera bastante larga, se haba precipitado a Villa Torlonia para ver a doa Rachele, que tambin aguardaba ansiosamente; y a la mujer del Duce le haba repetido lo que ya haba dicho por la maana a Mussolini, es decir que no haba que ir a consultar al rey, sino ponerle frente al hecho consumado de un nuevo gobierno y del arresto de los traidores. En la Villa Torlonia haba sido detenido y conducido al Forte Boccea. Por eso Buffarini estaba convencido de que tendra un papel importante en la nueva situacin. Hay que decir que otro poderoso motivo empujaba a Buffarini para que se considerase a s mismo el hombre de la situacin. En cuanto llegaron a la Embajada alemana los liberados del Forte Boccea, Buffarini haba sido llamado por el coronel Dolmann. Los dos haban conversado largamente, y al salir Buffarini de la entrevista, haba tomado del brazo a uno de los camaradas presentes y le haba confiado que haba sido invitado a marchar urgentemente aquel mismo da al Cuartel General del Fhrer, llamado por Himler; le haba hecho entender que acababa de recibir una investidura oficiosa para constituir el nuevo gobierno fascista y le haba preguntado si estaba dispuesto a colaborar con l y a alcanzarle al da siguiente en Alemania. Pero la liberacin de Mussolini haba hecho desaparecer pronto este sueo de una noche de verano; y Buffarini haba marchado para Munich a la maana siguiente junto a todos los dems. De todos modos, tambin este episodio reforzaba su conviccin de que no le negaran el Ministerio de la Gobernacin.

Ilustracin 1. 19 diciembre 1943. Concentracin de los mutilados y combatientes en el teatro Oden, de Miln. Tiene la palabra Barracu, y a su lado aparece el ciego Borsani.

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Ilustracin 2. 23 enero 1944. Los oficiales prestan juramento a la Repblica ante el Mariscal Graziani.

Mussolini, en cambio, titubeaba ya que senta a su alrededor una abierta hostilidad contra el retorno de Buffarini al poder. Al enterarse de la vacilacin de Mussolini, Buffarini se confi a los alemanes, hizo intervenir al coronel Dolmann, para que hablara con Himmler y por fin consigui que le hicieran hablar directamente con Mussolini a travs del cable directo de la Embajada germnica; y logr vencer la ltima resistencia del Duce. Quedaba sin solucin el problema de los ministerios militares. Alguien pens llamar al general Zoppi, pero ste rechaz la oferta. Otros nombraron al general Grazioli. Por fin el mismo Mussolini habl de Graziani. Preziosi asegur despus haberlo sugerido l. Barracu y Mezzasoma se encargaron de sondear al mariscal y persuadirle. Pero Graziani se retraa y vacilaba. Entretanto, el tiempo iba transcurriendo; cinco o seis das de negociaciones no haban sido suficientes para crear el nuevo gobierno. Mussolini perda la paciencia y los alemanes daban claras muestras de contrariedad. Por otro lado, tanto a Pavolini como a Buffarini no les gustaba demorar demasiado. El 21 haba llegado de Viareggio Biggini; y tam-tin l haba dado muestras de vacilacin. El 23 fu preparada la lista, dejando bruscamente a un lado a todas las tergiversaciones. Pavolini llev la lista a la Embajada alemana, donde haba sido convocado tambin Graziani, consiguiendo superar incluso las ltimas reticencias del mariscal. La lista fu telefoneada a Mussolini y, obtenida su aprobacin, fu anunciado inmediatamente el nuevo gobierno. El comunicado declaraba que, en espera de la Constituyente, que haba de establecer los ordenamientos del Nuevo Estado Fascista Republicano, el Duce haba nombrado a los componentes del nuevo gobierno, destinndose a s mismo el ministerio de Asuntos Exteriores y asignando el de la Gobernacin a Buffarini-Guidi, el de defensa nacional al mariscal Graziani, con un subsecretario para la aviacin, el comandante Botto, medalla de oro y "as" de la guerra de Espaa, y otro para la Armada, el almirante Legnani; el Ministerio de Justicia a Tringali-Casanova; el de Hacienda y de Cambios y Divisas a PellegriniGiampietro; el de Educacin Nacional a Biggini; el de la Economa Corporativa a Gay; el de la Agricultura a Moroni; el de Cultura Popular a Mezzasoma; el de Comunicaciones a Arcidiacono. Este ltimo, que haba sido sub-secretario para la marina mercante, declar que no poda acentar ya que, encontrndose su familia en Sicilia, tema represalias por parte de los anglo-americanos. Le sustituy Peverelli, que haba sido ministro por un da, por ser nombrado Ministro de Comunicaciones, en sustitucin de Cini, el 23 de julio. Pero tambin Peverelli, que haba sido puesto en la lista sin ser interpelado, no se dej ver. Y tuvo que ser substituido por Liverani. Ms tarde fu nombrado Ministro de Trabajos Pblicos Ruggero Romano. Los nuevos ministros y Barracu, sub-secretario para la Presidencia del Consejo, fueron invitados a almorzar por el embajador Rahn. Big-gini, que precisamente el 23 por la maana haba enviado una carta a Pavolini en la que se declaraba contrario a la formacin de un gobierno y a la misma resurreccin del Fascismo, acab obedeciendo; y tambin l particip en el almuerzo con el que se celebraba

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el nacimiento del nuevo ministerio. En el comunicado que llevaba la lista de los nuevos miembros del gobierno, se confirmaba el carcter de ciudad abierta de Roma, y se declaraba que el gobierno tomara todas las medidas necesarias en este sentido. As, Roma dejaba de ser capital; y el nuevo Estado Republicano perda la ocasin de una solemne investidura romana. Tras una deliberacin el 28 de septiembre la capital fu trasladada al Norte, "a una ciudad situada en las cercanas del Cuartel General". Un comunicado con fecha 7 de octubre deca: "Conforme a la decisin adoptada por el primer Consejo de Ministros de la Italia fascista republicana de trasladar la capital al Norte de la pennsula, el gobierno italiano se ha establecido en una ciudad situada en las cercanas del Cuartel General del Duce. Por su proximidad a la costa y por el peligro de que las lneas de comunicacin sean interrumpidas, Roma no se presta para servir de capital." En el Consejo de Ministros que tuvo lugar el 27 en Rocca Delle Camnate, donde entretanto Mussolini haba llegado desde Munich, se confirmaba que una Asamblea Constituyente establecera los ordenamientos del nuevo Estado Fascista Republicano y Mussolini, mientras, asuma las funciones de Jefe del Nuevo Estado. Tambin esto significaba la renunciacin a un proyecto que muchos haban acariciado (y quiz que el mismo Mussolini haba deseado) y que dara un carcter de legitimidad a la repblica. En efecto se haba pensado en convocar en Roma la reunin de la ex-Cmara de los Fascios y de las Corporaciones, disuelta por Badoglio, junto al Senado que segua con vida. Por la Asamblea plenaria de las dos cmaras, habra tenido que ser proclamada la decadencia de la monarqua, acusados el rey y Badoglio, y nombrado Mussolini Jefe del Nuevo Estado Republicano. La manifestacin habra asumido un aspecto de ortodoxia constitucional y Mussolini habra vuelto a Roma, vencedor y aclamado. Pero las dificultades de tan ambicioso proyecto pronto llegaron a ser insuperables. Si se poda esperar recoger una mayora entre los consejeros nacionales "defenestrados" por Badoglio, escasa y quiz nula era la confianza que se poda tener en el senado, de nombramiento regio, que antes del 25 de julio haba recogido aproximadamente unas 200 firmas para un mensaje al rey claramente antifascista. Es cierto que el Duque del Mar, el venerable senador Thaon de Revel, Presidente del Senado despus del 25 de julio, haba visitado una maana la sede del nuevo partido fascista republicano; pero se trataba ms bien de un acto formal, de una toma de contacto, que de una manifestacin poltica. Por otro lado los alemanes no estaban de acuerdo con este programa. No deseaban que el gobierno fascista se instalara en Roma, ni que Mussolini volviera al Palacio de Venecia, ni mucho menos que se hiciesen asambleas de los antiguos institutos parlamentarios. Consideraban que la situacin no era favorable ni desde el punto de vista militar, ni desde el punto de vista poltico. Mussolini, por su parte, estaba furibundo contra el Senado y contra los institutos y las clases burguesas que haban saboteado el desarrollo social del Fascismo y la guerra contra los anglo-ame-ricanos. La segunda deliberacin del Consejo de Ministros de Rocca Delle Camnate dispona en efecto: "El actual Senado de nombramiento regio queda disuelto". En sus declaraciones ante este primer Consejo de Ministros, Mussolini pint un cuadro muy pesimista de la situacin, "una de las ms graves de la historia de Italia", se detuvo de una manera particular sobre la "cuestin social", proclam que los tribunales provinciales extraordinarios castigaran a todos "los inscritos al partido que ocultaron bajo una adhesin formal su facciosidad, recibiendo honores y recompensas y pasndose al enemigo en el momento de la prueba"; afirm que el problema ms urgente era la guerra y la participacin de la Italia republicana en la lucha, despus de la reorganizacin de las disueltas y dispersadas fuerzas armadas. As fu como Mussolini no volvi a Roma jams, y al cabo de dos semanas de reposo en Rocca Delle Camnate, estableci su sede en Gargnano, a orillas del lago de Garda. Entretanto, en Roma, los nuevos ministros preparaban su traslado al Norte; Ricci, abierto nuevamente el cuartel de Mussolini donde estaba instalado el mando general de la Milicia, provea a la reconstitucin de los camisas negras; Graziani pronunciaba en el teatro Adriano un discurso a una multitud de oficiales que se adheran a las nuevas fuerzas armadas republicanas. A Tullio Tamburini, nombrado por el Duce jefe de polica, Buffarini daba con las primeras instrucciones la orden de preparar con todos los menores detalles un plan de traslado al extranjero, va Suiza, del Duce y del gobierno en el caso de que el avance anglo-americano obligara a los alemanes a cruzar los Alpes. Pavolini reorganizaba febrilmente las escuadras, que tomaban el nombre de Ettore Muti.

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En Plaza Colonna, junto a l, haba un fascista hasta entonces desconocido, empleado en la secretara. Se llamaba Giuseppe Dongo. Lleg a ser ms tarde Federal de Novara y, en un cierto momento, fu encarcelado por el mismo Pavolini. En el recibidor del Palacio Vedekind resonaba continuamente el nombre de Dongo. La alfa y la omega de la repblica de Mussolini est vinculada a este nombre. Tambin ms tarde este nombre constituy una llamada fatal en el odo de Mussolini. Un da quiso leer nuevamente "La Cartuja de Parma" de Stendhal, y se hizo enviar de Miln una bella edicin. Quiz le atraa el relato de la repblica cisalpina instaurada por Napolen en Miln o la magnfica descripcin de la batalla de Waterloo. Le fascin de una manera extraa el nombre del protagonista de la clebre novela francesa; y con el seudnimo de Fabrizio Del Dongo, Mussolini escribi dos artculos para los jvenes, destinados a la revista "Libro e Moschetto". Los artculos, por circunstancias varias, no vieron nunca la luz. Pero el nombre fatal le qued grabado en la memoria y quiz se acord de l el 27 de abril, cuando en Dongo, acab trgicamente la columna en marcha hacia el ltimo refugio, la Valtellina, despus de que todo se haba derrumbado.

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CAPTULO IV. "SUSO IN ITALIA BELLA" 8El 23 de septiembre Mussolini regres a Italia, a Rocca Delle Camnate. Aqu, en el antiguo castillo que sus conciudadanos le haban regalado, estableci su primera residencia de jefe del nuevo gobierno fascista republicano. Los italianos no lo saban. En su discurso pronunciado a primeros de octubre, ante un grupo de oficiales, en Agro de S. Giorgio Inico, el mariscal Badoglo dijo: "Ha sido formado un gobierno llamado "gobierno fascista republicano" a las rdenes de los alemanes, pero no se crean ustedes que Mussolini est con ellos y que se arriesgue a regresar a Italia. El est a salvo, lejos, en Alemania." En cambio Mussolini desde haca ya una semana estaba en su Romana y haba tenido su primer Consejo de Ministros en Rocca Delle Camnate. Las S. S. protegan la residencia del Duce y centinelas alemanes cerraban los caminos que conducan al Castillo. Mussolini viva en familia y reciba pocas visitas oficiales. Por regla general suban a Rocca Delle Camnate pequeos grupos de campesinos, de jvenes, y de antiguos fascistas romanles. Un "squadrista" florentino, oficial de los batallones "M", quiso formar una exigua "guardia del Duce" para que los alemanes no fuesen los nicos que custodiasen a Mussolini. La vida en Rocca se desenvolva triste y montona. Mussolini estaba abatido, no solamente por sus desventuras personales, sino tambin por la trgica situacin en que volva a coger las riendas del poder. El desastre se le pona de manifiesto en toda su catastrfica gravedad y la tarea con la que haba cargado, se presentaba llena de las ms terribles dificultades. La confianza en el porvenir le fallaba incluso en su familia. Especialmente la viuda de Bruno manifestaba abiertamente su desconfianza en el xito del conflicto y en las posibilidades de recuperacin de la Italia republicana. Un da le dijo: "Va a ser muy difcil que los italianos sigan respondiendo al trinomio "Creer, Obedecer, Combatir". Mussolini le contest: "Habr que sustituirlo por las tres virtudes teologales "Fe, Esperanza, Caridad": fe en la Divina Providencia, esperanza en la victoria, caridad de patria." Mussolini, por sus entrevistas con Hitler y con los jefes militares y polticos del Reich, haba sacado la conclusin de que la partida an no estaba perdida y que Alemania todava tena muchas cartas favorables para jugar. Crea firmemente que los alemanes no podan perder y que, aun cuando no consiguiesen conquistar una "victoria solar", tenan los medios, las armas y el espritu de sacrificio necesarios para impedir que Alemania sucumbiera. A sus amistades ntimas y a las pocas autoridades que recibi durante aquellos das, l, afirmando nuevamente su certidumbre en la victoria alemana, declar que el nuevo gobierno tena que actuar no solamente para defender el honor de la patria, sino tambin para defender a los italianos de la "legtima" represalia alemana. Solamente permaneciendo al lado del Reich, se poda participar en los frutos de la victoria y evitar que los germanos desahogaran su furor contra el pueblo italiano, tratndole como un pueblo de traidores y de vencidos. Sin embargo, el panorama de Italia le pareca muy sombro y los primeros contactos le volvieron escptico en lo relativo a las perspectivas de la repblica. El 1 de octubre los anglo-americanos haban ocupado Npoles. "Esta repblica va perdiendo terreno cada da ms...", exclam con dolor a un familiar suyo. Era algo escptico tambin sobre las posibilidades de que el Fascismo recobrase el perdido prestigio y que su persona consiguiese recuperar el dominio de la opinin pblica. La lectura de los peridicos de los 45 das, que haba querido llevar a cabo minuciosamente, le haba abatido profundamente. Tambin el volver a la escena en un lugar tan distinto al Palacio de Venecia, en un ambiente familiar, en la soledad de Rocca Delle Camnate, vigilado por centinelas alemanes, le entristeca y le dejaban alternativamente, abatido e irritado. Un poco de alivio a su alma se lo proporcionaban de vez en cuando los grupos de nios, de jvenes, de pobre gente que suba fatigosamente hasta la Rocca para verle de nuevo. Romana, que nunca haba sido ardientemente mussoliniana, tampoco ahora confiaba en el "hijo del herrero de Predappio" y ni siquiera la proclamacin de un gobierno republicano haba conseguido conquistar las almas de los viejos republicanos de la comarca. Alguien pens en tomar contacto con los jefes y sondearlos; pero tuvo que persuadirse de que no haba nada a hacer. Ma-crelli declar que los republicanos aceptaran todas las repblicas, menos

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Dante, Divina Comedia (1-20-61). (N. del T.).

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la fascista. Un poco de alivio trajo la adhesin del ex-dipu-tado republicano toscano Gino Meschiari, que fu puesto a la cabeza del Fascismo de Florencia. La intencin de volver a los orgenes de 1919 persuadi a Mussoiini a entrevistarse, en aquellos das, con el antiguo jefe de los fascistas de la "Xa Legio", Leandro Arpinati, que desde la sub-secretara de la Gobernacin haba acabado en el destierro, por ciertas actitudes suyas frondistas y liberaloides. Arpinati, invitado para que subiera a la Rocca, exigi una solicitacin escrita, que Mussoiini le envi de buena gana, de su puo y letra; y su entrevista, que dur un par de horas, con el antiguo amigo-enemigo fu tal vez el acontecimiento poltico ms importante de las dos semanas en que Mussoiini permaneci en Rocca Delle Camnate. El 10 de octubre, Mussoiini se traslad en coche a Gargnano, acompaado por el comandante general de la Milicia Renato Ricci y por Vito Mussoiini, que haba asumido las funciones de su secretario particular. "Suso in Italia bella..." Al llegar a la vista del Benaco, Mussoiini rememor seguramente los versos de Dante. A orillas del "laco a pi dell'Alpe che serra Lamagna 9 ", el mando alemn haba requisado para el jefe del rgimen fascista republicano la Villa Feltrinelli, propiedad de Antonio (hermano del conocido financiero), fallecido unos aos antes, dejando sus bienes a la Academia de Italia. Mussoiini lleg all al trmino de un viaje fatigoso: el conductor se equivoc de carretera. La'impresin que le hizo su nueva residencia fu penosa; estaba desnuda, casi vaca, a pesar de que un oficial de la Milicia se haba cuidado de amueblarla con toda rapidez. La encontr "fnebre y hostil". En su habitacin haba una gran cama que llevaba encima un severo baldaqun con la escritura: "Ave Mara". Pronto le alcanzaron doa Rachele y todos sus familiares, y la villa fu al mismo tiempo morada particular y residencia oficial del Jefe del Estado Fascista Republicano. Aire familiar en todo, ya que los parientes organizaron la secretara particular del Duce; su hijo Vittorio, el sobrino Vito, Vanni Teodorani, marido de la hermana de Vito, Renato Tassinari, cuado de Vittorio, arreglaron las oficinas de la secretara y mantuvieron los contactos entre el Duce y las autoridades italianas y alemanas hasta el nombramiento del ex-prefecto Dolfin como jefe de la secretara particular. Tambin en su nueva residencia la proteccin de Mussolini estaba confiada a las S. S., unos treinta hombres que haban montado el cuerpo de guardia en los stanos y que haban establecido un control en la carretera de entrada a la villa y alrededor de la misma. Mussolini manifest su contrariedad e hizo saber al general Wolff que no vea la necesidad de una guardia alemana. Pero el general Wolff contest que haba sido mandada all con fines de defensa antiarea. En efecto, un pequeo can haba sido emplazado en la terraza de la villa, e intilmente Mussolini objet que el can, aparte del hecho de ser completamente ineficaz para la defensa, poda constituir un blanco para los aviones enemigos. Por fin se lleg a un acuerdo: junto a las S. S. prestaran servicio tambin las camisas negras de la milicia republicana, tanto en el control como en la entrada de la villa. El 12 de octubre Mussolini recibi la visita del mariscal Rom-mel, comandante de todas las tropas germnicas en territorio italiano, y tuvo una larga y cordial entrevista con l sobre cuestiones militares. Rommel tena su Cuartel General en Garda y era partidario desde haca tiempo, como era sabido, de emplazar la lnea de defensa alemana, tras el P. Consideraba que no era posible y que no convena defender palmo a palmo el territorio de la pennsula. La eleccin del lago de Garda como residencia de Mussolini, la haba hecho l mismo. Al poco tiempo, Rommel abandon el mando de las tropas alemanas en Italia y fu sustituido por el mariscal Kesserling. Fu destinado a Mussolini un oficial de enlace alemn, el teniente Dicheroff, junto al oficial italiano; y junto a su mdico particular, doctor Baldini, fu asignado un mdico alemn, Zacharias 10 . Quiz fu por esto por lo que la prensa extranjera public que Mussolini estaba confiado a los cuidados de un grupo de mdicos y de un especialista alemn, como si se encontrara en graves condiciones de salud. Lo cierto es que el Duce no estaba bien, ni fsica ni moralmente, haba adelgazado y envejecido mucho, sin embargo su salud no corra ningn peligro mortal. Lo que ms le amargaba era el hecho de tener que depender de los alemanes hasta en las ms ftiles pequeneces. El nico medio rpido de comunicacin con las autoridades italianas desde Gargnano estaba confiado, en aquellos primeros tiempos, hasta noviembre, a un cable telefnico9

A orillas del lago a los pies de los Alpes que cierran La-magna. (Dante, Divina Comedia). (N. del T.). 10 Zacharias es autor de un interesantsimo relato titulado Confesiones de Mussolini, publicado en esta misma Coleccin. (Nota del Editor).

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areo tendido por el cuerpo alemn de ingenieros militares. La lnea funcionaba segn el estado del tiempo y ms de una vez al da el Jefe del Estado Fascista Republicano se vea obligado a enfurecerse ante el impasible y mudo auricular. Los ministerios estaban desparramados entre el lago de Garda, la laguna de Ve-necia, el lago de Como, y en las ciudades de Lombarda y Vneto-y todos los ministros tenan que someterse a un largo viaje en coche todas las veces que queran hablar con l. Los ms cercanos eran la Presidencia del Consejo, instalada en la villa del conde Bettoni en Bogliaco, el Ministerio de la Gobernacin y la secretara del partido en Maderno, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el de la Cultura Popular en Sal. Pero tanto los unos como los otros tenan dependencias muy alejadas: las representaciones diplomticas residan en Bellagio, y en Venecia haba todas las direcciones generales de la cultura popular; la direccin general de la polica estaba en Valdagno; el Ministerio de Defensa tena su gabinete de guerra en Desenzano (ms tarde en Bogliaco y por fin en MonzaV la Sub-secretara para la Marina en La Spezia y en Vicenza, la de la Aviacin en Bellagio; el Ministerio de la Economa Corporativa estaba en Verona, y pas ms tarde a Bergamo, llamndose Ministerio de la Produccin Industrial; el Ministerio de Agricultura y de la produccin agrcola tena su residencia primero en Treviso y ms tarde en San Pellegrino; el Ministerio de la Educacin Nacional en Padua, el de Hacienda en Brescia, el de las Comunicaciones en Verona, el de Justicia en Cremona, los Trabajos Pblicos en Ve-necia, etc. Estas localidades eran casi completamente desconocidas al pblico y, por motivos de carcter blico, los Ministerios haban adoptado en la correspondencia una clave y un nmero de correo civil o militar. El Ministerio de Cultura Popular, por eiem po, tena esta direccin: P. C. 361; la Presidencia del Conseio P. C. 601; la secretara del Partido, P. C. 461. Algunos ministros de los ms lejanos, cuando eran llamados por el Duce, tenan que hacer un largo viaje y pasar la noche a orillas del lago El Minis terio de Gobernacin haba tenido que instalar una hospedera en Maderno. El Ministerio de Cultura Popular haba adoptado como hospedera un tren real con sus tres saloncitos, colocado en una va muerta, cerca de Sal. El funcionamiento de las oficinas era, como es de imaginar, lento y tortuoso, aun despus de unos meses del desplazamiento desde Roma al Norte, a tal punto que en el "Corriere della Sera" del 23 de diciembre de 1943, Lando Ferretti escriba: "Quisiramos que el gobierno no tuviese tan slo una direccin poltica y social, sino tambin una "postal". Si por causas de fuerza mayor no se ha vaciado de sus moradores, provisto de convenientes refugios y defensas contraareas, una pequea ciudad excntrica, para all recoger todos los ministerios, por lo menos en sus elementos esenciales, pedimos que como lo hace el buen estratega en el campo de batalla tambin nuestro gobierno diga dnde lo pueden encontrar, en todo momento, gentes y pueblo. Adems de resultados prcticos se sacarn de ello tambin unos excelentes resultados polticos: acaso no saben ustedes que muchos italianos se preguntan ansiosamente cul es la suerte del Duce?.No es que haga falta tan slo saber cul es el puesto de mando de Italia, empeada en una lucha tan dura, sino que tambin es preciso que funcionen los "enlaces". En el estado actual de las comunicaciones el medio ms rpido, ms amplio y ms seguro est constituido por la radio. Los ministros podran por lo tanto alternarse ante los micrfonos, uno cada noche, para dar precisas providencias a sus respectivos subordinados; seran stos, adems, unos otros tantos acreditados y eficaces discursos de propaganda. Cuando los argumentos sean de carcter meramente tcnico, pueden hablar los directores genera