Marcela Soto García

IMPORTANCIA Y NECESIDAD DE LA MEMORIA HISTÓRICA EN CONTEXTOS DE GUERRA

JUSTIFICACIÓNLa iniciativa de la reconstrucción de la memoria, es especiamente importante en aquellos paises asediados por la guerra y que necesitan conocer el pasado violento a través de las narraciones de las víctimas y sobrevivientes, en un intento de concederle a la memoria un papel preventivo. Una de las intenciones fundamentales en los contextos de guerra es la generación de una conciencia colectiva entorno a la memoria y la experiencia del dolor, como estado de transición en la guerra, y principalmente como denuncia. El reconocimiento de las experiencias dolorosas, que siguen a la guerra y la violencia, implica necesariamente un reconocimiento y una responsabilidad social, puesto que el dolor , entendido de una manera psicológica, siempre requiere de un espectador social, que será en últimas quien debe encargarse de visibilizar y dignificar a las víctimas. Todo este ejercicio de reconocimiento debe ser entendido como un intento de resistir a la impunidad y a las atrocidades cometidas por los victimarios, y que en última instancia son totalmente innecesarias y responden a actos de inhumanidad. La memoria, en los tiempos de conflicto se constituye en un recurso colectivo imprescindible en el reestablecimiento de la dignidad.Contrario a lo que puede pensarse, el reconocimiento de la memoria como elemento decisivo en la construcción de la sociedad, no significa precisamente vivir en el pasado, aunque este proceso requiera constantemente volver a él, pero no en actitud contemplativa de evocación nostálgica sino más bien con una intención renovadora y crítica de los acontecimientos de otro tiempo. La memoria entonces sería esa herramienta, mediante la cual, los individuos y las sociedades construyen el significado del pasado, considerando este como objeto y fuente del método que pretende reconstruir un relato histórico.El testimonio aparece en todo este proceso como una figura a partir de la cual pueden generarse procesos de resocialización y visibilización. El testimonio es registro de memoria que se construye a través de la narración de eventos pasados, que incorporan no sólo una descripción, sino también una denduncia que les permite liberarse de cargas emocionales y sociales, para afrontar su presente y sus condiciones de vida con mucha más dignidad.Pero la aceptación y “superación”, si podemos hablar de esta dentro de los traumas que deja la guerra, no se da de manera desprevenida o inmediata, sino que requiere de un largo proceso de asimilación, porque al recordar, los seres humanos, consciente o incoscientemente, recordamos una multiplicidad de hechos que dejan huella en nuestra vida, bien sea de manera positiva o negativa. La dimensión social de la memoria, reconoce que recordar no es un acto pasivo, ni puramente natural o psicológico, sino que implica además el

intento de materialización, por medio de la palabra, de un evento del pasado, trasladado al presente con las emociones y reacciones que suscitaron en determinado momento.Pero del mismo modo en que ha sido posible la reconstrucción de las vivencias de un conflicto a partir del testimonio, frente a los horrores que implica la narración de acontecimientos de dolor, muchas víctimas prefieren guardar silencio, para intentar aislar recuerdos específicos que producen traumas y les bloquean incluso el habla, puesto que narrar implica revivirlas, es como si la palabra hablada remitiera al hecho de manera mas vívida y recreativa, que los pensamientos y representaciones mentales con los que deben lidiar. Por otro lado, la sumisión por miedo o la pasividad de la población, puede ser resultado de la impotencia para impedir las represalias del actor armado, que limita la posibilidad de acción o movilización de las víctimas, en el afán de mantener cierta hegemonía y dominio sobre la población civil. Así pues, el miedo puede ser una manera de procesar el duelo o en el caso colombiano mas específicamente está asociado a una estrategia de supervivencia, a sabiendas de lo que implica la palabra,La exteriorización y la narración de los hechos de violencia, en ocasiones puede resultar también como producto de la presión psicológica que ejercen este tipo de recuerdos, pero además también a veces están impulsados no sólo por la necesidad de revelar la verdad , sino que además son un intento desesperado por recuperar y ubicar familiares, bien sea en otras poblaciones o en fosas comunes, o de recuperar sus tierras, ya que en el caso colombiano, la violencia implica necesariamente un desplazamiento forzado que obliga al campesino en su mayoría, a una readaptación de su vida en otros medios totalmente ajenos, que de antemano le suponen un estigma y múltiples prejuicios por ser desplazados y víctimas de la violencia y porque además, de forma brusca e inesperada se les obliga a cambiar la visión del mundo, para permitirse a si mismos asimilar el nuevo contexto al que se enfrentan, uno que no les pertenece, y en el que además se encuentran en desventaja, puesto que no se les considera como iguales. El desplazamiento forzado es la más cruda realidad que pone de manifiesto el vacío social, jurídico y gubernamental al que se ven expuestos, ante la imposibilidad de reproducir su cotidianidad en un entorno distinto.Todo testimonio de memoria, bien puede referirse a las experiencias y emociones suscitadas, en cada uno de los individuos (subjetivamente) y la manera como estos las interpretan o bien puede generar un criterio general y objetivo respecto a las consecuencias desastrosas de la violencia. Lo que quiere decir esto, es que es necesario el paso de la memoria individual, al momento social y colectivo de la memoria, ya que el dolor y las experiencias individualemente vividas, se convierten a través de la narración, en un dolor y una memoria socialmente compartidos.La labor de la memoria histórica, no debe entonces agotarse en el informe descriptivo, en la recolección de datos y la elaboración de estadísticas, para

confirmar ciertas versiones, ésta también debe ocuparse, de develar las lógicas, las estructuras y los mecanismos de terror, mecanismos de apropiación, de impunidad y de exclusión. Más allá de la reconstrucción, debe haber un fin orientado a explorar los múltiples significados que producen los acontecimientos vividos, bien sea expresados por cada individuo, o por estos formados en colectivo. La memoria como proceso de asimilación, se expresa, ya sea en la recuperación de los espacios de sociabilidad, como la fiesta, la música el juego, o en la reactivación de dinámicas organizativas y proyectos colectivos. Después de la experiencia de dolor engendrada por la violencia, la memoria también debe tomar otros matices, y convertirse en una plataforma de invención de nuevas luchas sociales, políticas y culturales.La memoria, incluye también toda la narrativa, las dramatizaciones, la simbolización y objetos rituales, mediante los que esta puede compartirse y socializarse, por consiguiente, el relato, bien sea através del arte (pintura, escultura, murales), la poesia, la música o la danza es el medio por el que los individuos manifiestan sus experiencias. Estos relatos en últimas, ayudan a construir un nuevo sentido de identidad, a partir de toda la reminiscencia y los sentimientos y emociones que esta implica.La necesidad entonces de la reconstruccion de identidades a partir de una memoria colectiva, se sitúa en el hecho de darle sentido y un nuevo significado al pasado en función del presente y de las proyecciones futuras, como una estrategia de reparación del tejido social.Por otro lado, la labor de las instituciones encargadas de la recolecta de testimonios de memoria, deben también poner de manifiesto la denuncia común dentro de todos estos procesos de relatar las experiencias de guerra, a saber, la participación de las fuerzas armadas dentro de la ejecución de estas atrocidades a la población. Dentro del desmantelamiento de estos mecanismos legitimadores de violencia y crueldad y su ejecución, hay una evidente planeación y acción conjunta de los grupos al margen de la ley, con las fuerzas armadas, ya que dada la ausencia del gobierno en el control y manejo de necesidades de la población de algunos pueblos, tanto paramilitares como guerrilla, se obligan a tomar control de los territorios y ejercer influencia sobre estos, bien sea como protectores o como provocadores, es decir, los grupos armados al margen de la ley, actúan en un intento de suplir los vacíos institucionales. Con la naturalización de la guerra, el estado intenta mostrar como necesaria la acción, por lo menos de las fuerzas armadas, en tanto estas, al fin y al cabo se encargan de la preservación de intereses particulares. Las masacres como forma de violencia, ilustran la forma contundente de las estrategias de los grupos al margen de la ley, para la propagación del terror como intrumento de control sobre el territorio y la población. La expansión de las diversas formas de violencia, dentro de los escenarios de guerra a lo largo y ancho del país, está mediada por la complicidad de sectores sociales e institucionales y la única manera, con la que el gobierno se hace presente es

mediante un “proceso de restauración militarizada”, que más que estimular puede coartar la acción y la movilización ciudadana.Este sistema de crimen organizado, asociado a intereses políticos e incluso económicos, explica, el por qué el estigma persiste sobre la población civil bajo numerosas formas de violencia. Entonces, dado que estas masacres no han generado responsabilidades y consecuencias políticas o judiciales, el país se ha ido resignando a formas extremas de barbarie.

Las consecuencias del conflicto, extienden su huella y amenazan la convivencia, puesto que incluso, con el compromiso del estado de reparar y reconciliar a las víctimas con la sociedad, persiste el problema derivado del conflicto armado colombiano, la expropiación de tierras, el reclutamiento, la desaparición y desplazamiento forzado, a lo que aún no se presentan responsables ni verdaderas intenciones de devolver al campo a quienes pertenecen y desarrollaban su vida allí.La reconstrucción de la memoria, es una iniciativa de resistencia a la impunidad que pretende ampliar los límites de acción, para permitir la participación ciudadana en los procesos de consecución de pequeños reconocimientos por los logros obtenidos en la búsqueda de soluciones a graves problemas.La memoria histórica pretende entonces otorgar visibilidad a los relatos que se han censurado e intentar documentar todas esas experiencias vividas, para extraer a apartir de ellas múltiples significados de ciertos eventos, tanto en su dimensión individual como en la social y colectiva.

OBJETIVODesarrollar una narrativa, cuya interpretación en perspectiva filosófica permita dar cuenta de las causas que posibilitan el surgimiento, reproducción y evolución del conflicto armado en Colombia y de qué manera la población civil se ha visto directa o indirectamente afectada.

CUESTIONAMIENTOS

-¿Cómo se da ese proceso en el que aceptamos la guerra y sus formas de violencia como parte de la cotidianidad invisibilizando a sus víctimas?

-¿Cuál es la verdadera utilidad de la reconstrucción de una memoria histórica desde las victimas, y cómo puede ésta constituirse como un aporte valioso a la historia del país?