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La crónica de Gerónimo de Bibar y los aborígenes de la provincia de Córdoba (República Argentina) Eduardo E. BFRBERIÁN y Beatriz Bino (Universidad Nacional de Córdoba-República Argentina) La provincia de Córdoba posee un reservorio significativo de fuen- tes documentales correspondientes a los primeros años de la conquista española. Como bien lo señala A. Tanodi: «.. las fuentes documentales conservadas en los archivos de la ciudad de Córdoba ocupan un lugar privilegiado, por ser más abundantes, elocuentes y diversificadas que en cualquier otra ciudad argentina. Casi, me atrevería a decir que el conjunto de la cantidad y calidad de fuentes análogas conservadas en todas las ciudades argentinas fundadas en el siglo xví no alcanza a las de Córdoba» (Tanodi, A., 1985: 8). Para obtener un conocimiento integral sobre el medio y las carac- terísticas culturales de las poblaciones aborígenes que habitaron la re- gión, en épocas inmediatamente anteriores o contemporáneas a la lle- gada de los españoles, es necesario aunar los aportes proporcionados por las investigaciones arqueológicas y lingiiísticas, con las informa- ciones de los cronistas y los datos inéditos que brindan los documen- tos depositados en el Archivo Histórico de Córdoba. Con esta orientación totalista e integradora se realizan distintas in- vestigaciones en las que se entretejen, apoyándose mutuamente, las consideraciones etnohistóricas, arqueológicas, antropobiológicas y lin- gilisticas. Algunas de estas investigaciones ya han sido publicadas (Ar- gúcílo de Dorsch, E., 1983; ArgUello de Dorsch, E., y E. Berberián, 1985; Berberián, E. E., 1984; Berberián, E., 3. M. de Zurita y V. Martín, 1983; Berberián, E., y A. E. Nielsen, 1985; Bixio, B, 1983 y 1985; Bixio, B., y E. Berberián, 1984; Caminos de Faya, 5., 1984, y Martín de Zurita, 3., 1983>. Desde esta perspectiva, nos proponemos en este trabajo establecer cuál es el verdadero aporte de la crónica de Gerónimo de Bibar (1558) P,,isía Española Antropología Anqe,-icana n. XVII. Ed. Univ. Compí. Madrid. lOS?.

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La crónica de Gerónimo de Bibary los aborígenesde la provincia de Córdoba

(República Argentina)

EduardoE. BFRBERIÁN y Beatriz Bino(Universidad Nacional de Córdoba-RepúblicaArgentina)

La provincia de Córdobaposeeun reservoriosignificativo de fuen-tes documentalescorrespondientesa los primerosañosde la conquistaespañola.Comobien lo señalaA. Tanodi: «.. las fuentesdocumentalesconservadasen los archivosde la ciudad de Córdobaocupanun lugarprivilegiado, por ser más abundantes,elocuentesy diversificadasqueen cualquier otra ciudad argentina.Casi, me atreveríaa decir que elconjunto de la cantidady calidad de fuentesanálogasconservadasentodas las ciudadesargentinasfundadasen el siglo xví no alcanzaa lasde Córdoba»(Tanodi, A., 1985: 8).

Paraobtenerun conocimientointegral sobreel medio y las carac-terísticasculturalesde las poblacionesaborígenesque habitaron la re-gión, en épocasinmediatamenteanterioreso contemporáneasa la lle-gadade los españoles,es necesarioaunar los aportesproporcionadospor las investigacionesarqueológicasy lingiiísticas, con las informa-cionesde los cronistasy los datos inéditos que brindan los documen-tos depositadosen el Archivo Histórico de Córdoba.

Con estaorientacióntotalista e integradorase realizandistintas in-vestigacionesen las que se entretejen,apoyándosemutuamente,lasconsideracionesetnohistóricas,arqueológicas,antropobiológicasy lin-gilisticas. Algunas de estasinvestigacionesya han sido publicadas(Ar-gúcílo de Dorsch, E., 1983; ArgUello de Dorsch, E., y E. Berberián,1985;Berberián,E. E., 1984; Berberián,E., 3. M. de Zurita y V. Martín, 1983;Berberián,E., y A. E. Nielsen, 1985; Bixio, B, 1983 y 1985; Bixio, B., yE. Berberián, 1984; Caminos de Faya, 5., 1984, y Martín de Zurita, 3.,1983>.

Desdeestaperspectiva,nos proponemosen estetrabajo establecercuál es el verdaderoaporte de la crónica de Gerónimode Bibar (1558)

P,,isía Españolad« Antropología Anqe,-icana n. XVII. Ed. Univ. Compí. Madrid. lOS?.

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Regiónserranade la provinciade Córdoba(R. Argentina).

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en la dilucidación de la problemáticaetnoliistárica de la provincia cteCórdoba.

Parael cumplimiento de dicho objetivo exponemosnuestrasconsi-deracionesde acuerdocon el siguienteorden de análisis:

1. Crítica externa de la fuente.1.1. Determinacióndel autor.1.2. Determinacióndel lugar de origen.1.3. Determinación de la fecha de redaccion.1.4. Determinaciónde la autenticidad.1.5. Transcripcióny edición de la fuente.

II. Crítica interna de la fuente.11.1. La verdad del contenido.iI.2. Comparacióndel contenido de la fuente con otras fuentes.

III. Conclusionesgenerales

1. CRíTICA EXTERNA DE LA FUENTE

1.1 - T)F’I?FRMINACIÓN DEL AUTOR

La crónica que estudiamoscontieneen la última páginala mencióndel autor:

«hecha por Geronimo de Bibar, natural de la ciudad de Burgos»2

Cuandose presentaexplícitamenteel nombredel autor y no hay ra-zonespara pensar lo contrario sepuedeaceptarlibrementey sin masconsideracioneslo que la fuenteexpresa.Sin embargo>en el casoqueanalizamoshay ciertas razonesque exigen un análisis cuidadosoantesde aseverarque Gerónimo de Bibar fue, en realidad, su autor. Entreotras, la más sobresalientesson:

a) El nombre de Gerónimode Bibar no figura en los documentosreferidosa la primera entradahispánicaa Chile, ni en las crónicasso-bre el gobiernode Pedro de Valdivia:

«Ni las actasdel cabildo ni las cartasdel gobernador,ni los procesosque sesiguieron pal-a investigar su conducta,mencionanpara nada a Jerónimo de Bi-bar.,.» (Bairos Arana, .0., 1894: 293).

Seguimos,con algunasmoditicaciones,la sencillay ya clásica metodologíapara encarar el estudio de una fuente propuestapor W. Baner (1957).

En el original de la crónica, el apellido del autor se escribe «Bibar» y deesta manera sara citado en el trabajo. Debemoshacer notar que otros autoreso [cientes documeni.ales,lo escriben: «Vivar» (y. gr.: Medina, 1900; Eyzaguír.re,1967; Almeyda, 1969; Sáez-Godoy,1979) o bien «Bivar» (A. de León Pindo, 1629,1630).

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b) El nombre de Gerónimode Bibar no está registradoen el «Ca-tálogo de Pasajerosa Indias’>. Habría que hacer la salvedad,no obs-tante, como bien lo señalaJacobs(1983), que el libro de asientosdepasajerosa Indias contienegrandesvacíos, sobretodo parala primeramitad del siglo xvi, y que no existía,además,un riguroso control, vio-lándoselas disposicionesoficiales que exigían licencias para trasla-darse,produciéndoseun gran número de emigracionesilegales.

c) El nombrede Bibar no se encuentraexpresamentemencionadoen el contenido de la crónicay por ello nadase sabede las funcionesque pudo desarrollar.Tampoco figura en los numerososrepartimien-tos de indios que se efectuaron.

d) T. Thayer Ojeda y C. J. Larrain (1950), en un trabajo de bús-queda de documentosinéditos del Archivo Histórico de Chile, logra-ron reunir un conjunto de ciento cincuenta nombrespertenecientesa conquistadoresquehabíansido compañerosdeValdivia. Los autoresproporcionanlos nombres,edades,lugaresde procedencia,profesionesy otras calidadesde los expedicionarios,no encontrándosetampocoenla lista Gerónimo de Bibar.

Sólo dos breves mencionessobre Hibar han sido proporcionadaspor J. T. Medina (1906)y T. Thayer(1939),citadastambiénpor L. Sáez-Godoy (1979). Las referenciasson escasasy poco precisas:habría na-cido en 1524 ó 1525, segúnuno u otro autor. ParaMedina:

paso a Chile segúnparece, cuando Valdivia regresó del Perú, andandoalgún tiempo en su compañíaespecialmentecuandofue a poblarValdivia. Es decreer que vivió siempreavecindadoen Concepción,encontrándoselede pasoenSantiagoen 1558» (Medina, Y., 1906: 975).

Mientras que el segundoautor expresa:

«.. pareceque vino a Chile en 1548, tal vez en la fragatade Juan de Davalos,porquehay indicios para presumir que fue marinero; en Concepcióncuandoeldespueble1574, y en Santiagode Julio a Octubrede 1558» (Thayer,T. 1939: 397)3.

La rara unanimidad en el silencio con respecto al nombre de Bi-bar en los archivos y autoresque trabajan sobre la conquista,lleva-ron a Ramos a pensar que podría tratarse de un pseudónimo(Ra-mos, 0., 1952: 108). De igual manera se expresaBarros Arana, avan-zandoalgo másy estimandoqueestepseudónimofue utilizado por Juande Cardeña(Juande Cárdenas>,quien cumplía funcionesde secretariode Pedro de Valdivia.

¿Juande Cárdenas,como secretariode Valdivia, actuabacomo es-criba o amanuensede las cartas que le dictaba el gobernadorValdi-via. Como lo destaca1. Eyzaguirre:

3 Los subrayadosde las dos citas son nuestros.

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«La práctica de valerse de la pluma de quien tuvierabuenaletra es cosaco-rrentisima en los documentosde aqueltiempo, y paraque en el casode que tra-tamos no quedela menor duda,véasecómo se expresael mismo Valdivia ha-blando a HernandoPizarro de la carta que había dirigido a Vaca de Castro::va nial escrita —le advierte—y Cárdenasno la puede copiar porquees solo

a este despacho»(Valdivia, P., 1953: XXIII).

Se imponía, por tanto, efectuar un primer análisis paleográficocomparativoentre la crónica de Bibar en su edición faesimilar (1966)y las cartasde Valdivia, en las cualesJuande Cárdenasera el copista.Concluido el mismo, podemosaseverarque los rasgosde la escriturason totalmente diferentesen uno y otro caso. Estasconclusionesnosllevan a considerarque se trataba de dos personasdistintas y a des-cartar la posibilidad que Juan de Cárdenassea quien escribió la cró-nica.

Sin embargo,el elementodemostrativomás elocuenteestádado enel procesoseguidoa FranciscoVillagra. Allí apareceJerónimo de Vj-var —así escrito—,declarandocomo testigo en Santiagoen el año 1558(Medina, J. T., 1900, t. XXII: 286-295).

Las í-espuestasde Vivar a las numerosaspreguntasque se le formu,lan, correlacionadasdetalladamentecon el contenidode La crónica ensus capítuloscorrespondientes,muestranuna similitud y a veces has-ta exactitud, que no dejan ninguna duda que fue estetestigo quien es-cribió l.a croníca.

De una extensalista de párrafosdemostrativosde nuestrasafirma-ciones,extraemoslos siguientes, sólo a manerade ejemplos:

En la crónica,capitulo CXII, que trata de la salida de Villagra dela ciudad de Concepciónpara castigar y pacificar a los indígenas,seexpresaque Villagra iba:

« ... con ciento y sesentasoldadosmuy bien aderegadosy seys pie~asde ar-tillería..á>

A la pregunta catorcedel interrogatorio en el juicio contraVilla-gra, e] testigo Jerónimode Vivar, entre otros aspectos,responde queVillagra juntó:

- basta ciento y sesentahombrespoco más o menos,bien aderezadosdearmasy arcabucesy seis piezas de artillería.- -»

En la crónica, en el mismo capítulo, al referirse al abandonodeConcepciónante el avance indígena,entre las medidas tomadasporVillagra se dice:

«Hizo enbarcargicrtas mugeresbiudas.- - E mando traer de la yglesya elrretablo y vn eruQifixo, y los hizo meter en el barco...»

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A la preguntaveinticuatro, el testigo en el juicio contra FranciscoVillagra, responde:

«... que este testigo vio estaren la plaza al dicho mariscal Franciscode Vi-llagra haciendoembarcaren un barco queestabaalli ciertas mujeresy un cru-cifijo y el retablo de la iglesia y otras cosasde que se cargóel dicho barco..»

No deseamosabundar en detalles comparativosque un estudiosointeresadopodrá comprobar medianteel análisis de las dos fuentesdocumentalescitadas.Queremosdestacar,finalmente, que ninguno delos numerosostestigos quedeponenen este juicio, ofrecenrespuestasque puedanrelacionarsecon la crónica,con la precisiónque las haceJerónimo de Vivar.

Resumiendolo expuestohasta el momento, podemosafirmar: a)que el autor de la crónica es Gerónimo de I3ibar, personade existen-cia real, aunque casi totalmente desconocidapor su actuaciónen laconquistade Chile. b) Queno se trata de un pseudónimoutilizado porJuan de Cárdenas,secretariode Pedrode Valdivia.

1.2. DETERMINACIóN DEll. LUGAR DE ORIGEN

La crónica no contieneuna menciónexplícita del lugar donde fueescrita. Se puedededucir que la misma fue redactadao por lo menosconcluida,en la ciudad de Santiago(Chile), ya que su autor se encon-traba allí radicado para esafecha (1558).

Así se desprendede la parte introductoria al contenidode las pre-guntas que se le formulan en el juicio contra Villagra, cuando des-pués de su nombre se afirma, «estanteal presenteen esta ciudad deSantiago.- - » (Medina, 1900: 286).

La determinación del lugar en que fue escrita una fuente es im-portanteporque hace directamentea su valoración. En efecto, sabe-moshoy que fue escrita cerca del lugar en que sucedieronlos hechosnarrados—en Concepcióno en Santiago—,lo cual haceposible la ve-rificación del dato por partedel mismo cronista y la consulta,para laampliación de su contenido,de la documentacióna su alcanceen re-positorioslocales.

1.3. DETERMINACIóN DE LA FECHA DE REDACCIÓN

La crónica que nos proponemosanalizar —básicamenteen lo querefiere a los aborígenesde Córdoba—contieneen la última página lamención de la fecha en la que fue concluida:

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«Acaboseestacoronicay n-elayion copiosa y verdaderasabado,a catorzededizienbre del año de nuestro na§imiento de Nuestro SaluadorJh.esi.íctí,isto demill y quinientos y <incuentay ocho años.

Ahora bien, ¿cuándose comenzóa escribir el fragmento de lo cro-rica que trata sobre los aborígenesde Cordoba?Respondero esteinterrogante es de sumo interés, dado que «para la valoración de lafuente como testimonio de los hechos,en cuanto sino existen funda-mentos para creer lo contraíio, se suponeque una fuente es tantomas vallosa cuanto más cerca está de los acontecimientos.a que serefiere» (Bauer, W., 1957: 273V

Resultadifícil respondera esta cuestión.No obstante,algunos ca-racteres internos de la crónica pueden guiamos sobre la cronologíaaproxiinada de reclaecionde 1 s capítulosque nos interesan.Pataellobuscacemoslas fechas determinablescon exactitud y que sc relacio-nan cori loe hechosnarrados.Siguiendo estavía, el termírus a se-ría la ¡celia cíe entrada de Vi ilagra y su gente a la. «provincia (le loscomeehineones»y el term¡nu.s ad quern seríael fin (le la. redaccióndela crónica

De dondese deduceque Ñ capitulo referido a los aborígenesde laregion serranade la actual pr-ovincia dc Córdobafue redaetodo cntrelos ¿nio< 1550 fecha de paso lo 1 exíxdic $n dc Franc¡sco c1c Viil.a.gro y c , no 15~8 di (1111 c puso fin al m cusí

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(Baner. W. I~ 2991.Antonio de licor; Pi neto, en su «Epírorrie... C o29), le at-ibLwe a

Gerónimo de Bívar tina «Cnronieadel Reino de Chile» (op. cit,, 653).

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Más tarde,el mismo autor en su «Tratadode confirmacionesreales.-(1630) la denomina«Historia de Chile manuscrita’>,afirmando que te-nía el libro en su poder. Asegura,además,en eselugar que Bivar fuesecretariode Valdivia, hechoque no ha sido posiblecorroborar en losdocumentos.

Leon Pinelo, en el «Tratado de Confirmaciones’>,al referirse a laGobernaciónde Tucuman (folio 34, punto 5) y al Presidentede Chile(folio 36, punto 12), anotaal margencomo referenciabibliográfica la«Historia de Chile manuscrita’>, de Gerónimo de Bivar, mencionandoen el primer casoel capitulo 110 y en el segundolos capítulos 3, 51,57, 68, 102 y 78.

La corroboraciónen la crónica de Bibar que estos capítulos se co-rrespondenexactamenteen su numeración,temática y contenido conlas citas de Leon Pinejo, permitenasegurar,en eí futuro, que la fuentedocumentalqueesteautor téníaen su poderno era sino la crónica queestamosanalizando.

No hay razones, por otra parte, para suponeruna posible falsifi-cación de la fuente, ya que no hay en éstacontradiccionesinternas,nise incluyen acontecimientosque contradigan los conocidos hasta elmomento de su estudio. Además,el análisis paleográficorealizadose-ñala uniformidad en todo su contenido excluyendo la posibilidad desu falsificación.

1.5. TRANSCRIPCIóN Y EDICIóN DE LA FUENTE

Como es sabido, los originales del trabajo de Bibar se encontra-ban extraviadosy fueron adquiridos, junto con una seriede libros an.tiguos durantela guerra civil, por el arqueólogoe historiador levanti-no JoséChocomeliGalán. En su fuga del territorio trasladóa Franciaeste manuscrito depositándoloen la caja de un Banco en Perpignán,dondeestuvo durantela guerra civil (Ramos,op. cit., 103-104). Luegopasópor varias manos, llegando, finalmente, a su actual propietario:la Newberry Library (Chicago,111).

De estemanuscrito conocemosque se han hecho dos transcripcio-nes paleográficas,las que se encuentranpublicadas.Una de ellas, en1966, efectuadapor Irving A. Leonard,editadapor el Fondo Biblio-gráfico, José Toribio Medina y Newberry Library. La segunda,trans-cripta por Leopoldo Sáez-Godoy,publicada por la Bibliotheca Ibero-Americanaen Berlin, en el año 1979.

La transcripción paleográficade Leonard no poseenotas de ningu-na especiey sólo algunasindicacionesen el texto. Tampocoespecificalos criterios empleadosen la versión.

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L. Sáez-Godoymeritúa el esfuerzo del anterior transcriptor quellevó a la publicación de la crónica por primera vez. Pero,a continua-ción, efectúauna crítica tan severa que, aun cuando puedapareceralgo extensa,la vamos a repetir en algunos párrafos, a fin de omitircomentariossimilares de otros autores. Dice Sáez-Godoy:

~‘En primer lugar la transcripción no es ‘paleográfica’, como se dice en laportada,sino que es una modernizacióna medias.Hay un numein clcva(lisimodc errorespuros (¿600? ¿700?),que no son inevitables erratasni intccpretacio-nosposibles,erroresquenacendequeel transcriptor tienedificultadcspara iclen-tifirar algunossignos, de que no entiendeel sentido del texto e lot luso debidosa descuidoo ligereza en el trabajo. ¿De quéotro modo podrían explícarsetrans-cripciones como ‘tratarían’ (L005.t7) en lugar cje ‘seguirían (005 21), ‘luna’(L.19710) en lugar de alua’ (197.09) o ‘coldo’ (L.i59.35) en vez dc ‘ ilto’ (159.42)?(para citar sólo tres muestrasde una rica canteraque haría las delicns de unresenadorodioso)».

«Si a esto se agreganalgunoscriterios no permisiblesa mi entender comopor elemplo,el que no se advierta al lector de la intervención del transcriptorpara hacer cambios,adicioneso supresionesen el original, y por último la yamencionadamodernizaciónasistemáticay arbitraria que afecta a ortografía,morñ>logía y sintaxis, abs encontramoscon que el meritorio esfcierzo de Leo-mrd, pesea sus innegablesaciertos,ha dado como productouna transcripciónen la que no se puedeconfiar.»

“Si bien esto es válido, en primer término para los trabajos lingúistico-filoló-gicos, ya que la versión de Leonard ha eliminado, adulterado o distorsionadocasi todo lo que podría ser de interés para estasdisciplinas, si se piensa bien,creo que no es menos válido para otras ciencias (historia, etnología, antropo-logia...), cuyo primer contacto con este tipo de fuentes no puede ser sino lin-gilístico..,» (op. ch., X).

La crítica a Leonard es también muy rigurosa en algunas notasque acompañanal texto. Así, por ejemplo, en la número 319, cuandoafirma que, « -. - son cientos los cambios, supresionesy agregados”(op. cit., 271); o en la número 890, cuandoexpresa: «Da la impresiónque hubieran intervenido varias manosen la transcripción’> (op. oit.,293).

Posiblementepuedaparecerque nos hemos extendido demasiadoen las críticas que Sáez-Godoyefectúaal primer transcriptor de lacrónica. Sin embargo,considerandoque la mayoríade los autoreshanutilizado la transcripción de Leonard, la cual tiene observacionesenel capítulo que se refiere a los aborígenesde Córdoba,creímos nece-sano exponer con algún detalle las criticas generalesque se hacena ese trabajo.

La segundatranscripción estáprecedida de un capítulo introduc-torio dondese describela metodologíautilizada,cuyos niveles de aná-lisis se asemejana los de la descripción lingiiística (fonológico, mor-femático y sintáctico, a más del nivel ortográfico). En estaversión,sus-tancialmenteuna‘transcripción’, se han cumplido estasetapascon al-

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gunas pocasalteracionesy agregados~que seespecificaen cada casoen el texto— y que tienen por finalidad una mejor comprensiónporparte del lector. Finalmente, todo cl texto de la crónica fue pasadoataí-jetas perforadas y luego a cintas magnéticaspara abrir las posi-bilidades de una seriede investigacionespor medio de computadoras.

Consideramos en definitiva, que se trata de una reproducción deltexto de la crónica realizada con un grado de rigor y responsabilidadque la tornan de suma confianza, fidelidad y utilidad para cualquierinvestigación que se ejecute.Por ello, la versión que básicamentese-guiremos en el desarrollo de este trabajo es la de Leopoldo Sáez-Godoy (1979).

II. CRíTICA INTERNA DE LA FUENTE

11.1. LA VERDAD DEL CONTENIDO

La primera preguntaque debemosformulamos al encarar el estu-dio del hechonarrado por la fuente es: ¿hastaqué punto el autor (in-formante) estabaen situación óptima para narrar la verdad?Paraestoes convenienteanalizar:

11.1.1. Circunstanciasde la vida del autor.11.1.2. Formación cultural del ¿tutor.II.] .3, Grado de partíc pació del -j.c> tos es ie% hccb.og iii nttwo -

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nes como testigo afirma que no conoció al capitán Pero Sancho deHoz, quien fue uno de los compañerosde Valdivia y que níuríó ajus-

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ticiado por Villagra cuandoel conquistadorse encontrabaen su viajeal Perú (1548). En la crónica, el mismo Bibar dice: «Y un caballeroque se dice Pero Sanchode Hoz, que vino con el gobernadorla jorna-da...” (cap. LXXXI).

En la primera preguntadel juicio responde,asimismo,que «cono-ceal dicho mariscalFranciscode Villagra de onceañosa estaparte...lo cLtal es también indicativo que no estuvo en el comienzo del (les-cubrimiento y conquista de Chile.

En la lectuí-aatenta de la crónica se distingue nítidamente las si-tuacionesque narra con la precisión dcl observador,de aquellasolrasde las que tuvo noticias por otras fuentes,y que son básicamentelasque correspondena la primera parte de la conquista.

Aun cuando HO existen referencias píecisas sobre su llegada esmuy posible que viniera con Valdivia a su regresodel Perú. A partirde entoncescomienzaa narrar la crónica con su participación en lossitios en que estuvo.

Bíbar Fue con el gobernadora la jornadade Arauco (diciembre de1549), estuvo en la fundación y construcción de un fuerte (21-2 al 3-3de 1550) que luego fuera poblado y transformadoen la ciudad dc CGo-cepción (l5-l0-1550), en la cual también participó. Acompañóa Valdi-via en el viaje por mar hacia el sur para correr la costay descubririslas, estandoluego presenteen la fundaciónde la ciudad de Valdivia(9-2-1552). Continúacon el gobernadorel recorrido por el sur de Chi-le, llegando hasta el lago Valdivia en la falda de la cordillera. Desdeallí regresa,primero a Valdivia y luego a la ciudad Imperial, dondepermanecedoce días (desde4-3-1552). Desdeesta última ciudad va aConcepción(5-4-1552).

Participó Bibar en el viaje de los dos navíos que lucrad enviadosa recorrer el estrechode Magallanescuya salida se produjo el 8-9-l553.Desdeel extremosur inicia el regresoel 18-12-1553para comunicaralgobernadorValdivia los sucesosocurridos, llegando, por tanto, des-pués de producido el fallecimiento de Valdivia. De allí las contradic-ciones que presentala crónicacon otras fuentes,con referenciaa losacontecimientosque condujerona la muerte del gobernador.

Desdeentonces,Geróniino Bibar permaneceen Concepción.Ve sa-lir a Francisco de Villagra (23-2-1554) a luchar contra los indígenasy luego, producida la alarma ante el avance de los aborígenes(2-3-1554), está presentecuandose produce el despueblede la ciudad deConcepcióny el traslado de la población a Santiaco.Reside desdeen-tonces en esta ciudad y en la misma crónica narra acontecimientosque ante su presenciaocurrieron en ella (desde 1555 a 1557). Final-mente, corno va lo expresáramos,aparecedeclarandocomo testigo en1558, fecha.,asimismo,de la conclusión de la crónica. No conocemosninguna referencia posterior sobre la vida del cronista.

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114.2. Formación cultural del autor

La lectura de la crónicademuestraque Bibar tenía una buenafor-mación cultural para la época.A manerade ejemplo, citaremos sóloalgunospárrafos donde se manifiestaen tal sentido.Así, en el capítu-lo LX, «que trata de la venida del capitánAlonso de Monrroy», desdeel Perú y las circunstanciasque se producenpor el encuentrode loshombres,el cronistahace una cita de Dante Aligheri:

«Y el preguntarpor las cosasde alía, y ellos por las de aca: preguntavanlos de aca como honbresquestavanen el lynbo a los otros como a personasque venian del mundo. Demandavanlos rrezien venidoslo que demandaronlosdel purgatorio a Dante Aligero> quando alía anduvo con la ynmagina9ion, se-gún él lo rrelatava en sus tratados.»

Más adelante,en el capítulo CXXXIII, que refiere un combateen-tre Valdivia y los indígenas,donde uno de estos últimos demostrabasu coraje en la defensade la tierra, el cronista relata la valerosaac-ciad del guerreroy concluye diciendo:

«Ouiselo poner aqui por no meparegerrrazonesde yndios, syno de aquellosantiguosnumantinos quando se defendian de los rromanos.»

1. Eyzaguirrese expresade esta manerasobre las condicionesdelcronista:

«Vivar, a través de su libro, se revela un hombre de pluma fácil, extraordi-nario don de observación>sensibilidadestéticae ilustración no común. Siguien-do la huella de los clásicos,gustaintercalar discursosy diálogos,lo que proponciona animaciónal relato. El mundo antiguo, grato al hombre del Renacimiento,es a vecesmotivo de sus alusiones: en la dedicatoria al príncipe don Carlosnombra a Tolomeo,Tito Livio y Valerio; y al contar la escenade la mujer deCaup~licán que lanzó el hijo al suelo, dice que ella podría compararsecon“aquella buenamujer cartaginesaque se metió con sus dos hijos en el fuegoporqueel marido se había entregadoa los romanos»(op. cit., 378).

11.1.3. Grado de participación del autor en los hechosque narra

De acuerdo a todo lo manifestadoen 11.1.1., Gerónimo de Bibarllega a Chile en 1549, segúnla fecha que establecela crónica.Por ello,sólo pudo ser testigo presencialde una parte reducidade la conquistade Chile y la mayoría de los acontecimientosnarrados llegaron a suconocimiento en forma indirecta.

Bibar reconoceestadoble fuente en distintos pasajesde la Intro-ducción y en el «Prohemio»de la crónica, cuandodice:

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La crónica de (Jerónimo de Biliar y los aborígenes.- - 209

~<Serenísimoseñorehechoy reccopiladoestarrela9ion de lo queyo por misojos vi y por mis pies anduvey con la voluntadseguylos que leyereno oyeren..- »

~‘Y estoy confiado, comogciertamenteme confio, que en todo sere creydo, yporqueno me alargarémás de lo que vi, y por ynformaqion 9ierta de personasde credito mc ynformé, y por rrela~ion ~ierta alcan9ede lo que yo no viese.>’

«Y por ella no porne ni mealargarémás de como ello pasóy comoyo lo vi,y como eíío aconte9io,puestoque parte della me trasladaronsyn yo verlo nisabello.»

Nos resta dilucidar la participación o no del autor en los capítu-los que se refieren específicamentea los aborígenesde Córdoba.

Los capítulos de la crónica que tienen relación con los aborígenesde Córdoba sonaquellos que narran el regresodesdeel Perú de Fran-cisco de Villagra (Villagrán, según la crónica).

Entre las cuestionesencomendadasa Villagra figuraban las detraer gente, armas,caballosy venir a su regresopor detrásde la Cor-dillera y sierras nevadas.Habría que aclarar que cuandoel cronistamencionaa la «cordillera nevada»se refiere, en todos los casos,y enforma específica a la denominadaactualmente «Cordillera de losAndes».

Los capítulos CVI y CVII narranel pasajede la cordillera por Fran-cisco de Villagra, su llegada al valle de Aconcagua,el día 15 de sep-tiembre de 1551, y suposterior encuentrocon el gobernadorPedrodeVa] divia.

Las fechasde la partida de Villagra —junio de 1549— y regreso a

Chile —septiembrede 1551—, debidamentedocumentadosen la cró-nica, son importantes para nuestra finalidad, ya que, como veremosa continuación, no quedan dudas de que el cronista no participó endicha empresa.

La sola lectura atentade la crónica demuestraque duranteel lap-so de ausenciade Villagra, el redactorde la misma acompañóa Val-divia en la conquista de los territorios ubicados al sur de Santiago.Esto se compruebafehacientementepor la precisacronologíacon queva narrando y fechandolos acontecimientosque se producen, la mi-nuciosidaden la descripción de los hechosy, sobretodo, por incluirsecomo participanteen los sucesospor única vez en toda la crónica. Se-leccionamosalgunos pocosejemplos:

Cap. XC.’< Y yo los vi muchasvezes”, «.. yo los vi algunasvezes,y los veyaluego sanos,Y les pregunté algunosque sy sentiandolor, y dezian que no.»

Cap. XCIIII. «... topandoen cadavalle indios que ros davan guaQavarasorrecuentrosy punabany travajavan con, toda dilegen~iadefendernuestroviajey entrada<le su tierra...»

«Caminamosen estahorden bastatreynta leguas.- - »

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“allegó de la otra vanda mcícha cantidad de yndins a defendernosel paso.Y confiados en su multitud, viendo que nosotroseramostan pocos,determina-roi.] muchosdelIos de pasara pelear con nosotros».

Cap. XCV.« Estuvimos alíl dia y medio.» «Y maichandohacia nosotros...»

Cap. XCVII: «Y segunyo me informe dellos. . -»

“Pues ver los aparejosque trayan era de ver, porqueyo vi muchasollas yflechas de fuego para echarnosen las casas,y muchostablonespara poner enel foso y pasarnosal fuerte.»

«... pero vinieron con mano armada contra nosotros...»

Podríamosseguir dando ejemplos en este sentido de los capítu-los XCVIII a CV —en el capítulo CVI setrata la llegadade Villagra—,pero son suficientes los aquí indicados para establecerque, durantetoda la jornada de Villagra, el cronista estuvo en otro lugar.

Nuestraafirmación es corroboradaen forma categóricapor el mis-mo Bibar al respondera la pregunta103 del interrogatorio que se leforinula como testigo en el juicio contra Villagra. Allí manifiesta:

que despuésque el dicho gobernadurdon Pedrode Valdivia vino a estasprovincias cíe Chile de los reinos tIc 1 Pci ú y llegadoa estaciudad de Santiago,vió este testigo como despachóal dicho 1 rancisco cíe ViII í”í í para que fuesea los reinosdel Perú,dondeel dicho pm c sí dic nte Gascaest ib í x ti umese socorrodegentepara estereino, y ansi le vio u pain el dicho efecto- y llegado a los reinosdel Perú, fué público y notorio quc 1 dicho presidente(sasc í le dio provisiónpara que hiciese gente,é ansi la hiz> poí cloe estetestigo le vio volver á estereino de ahí á dos años, que vino pcmi la otra parte tIc Ii cuídílícía nevada,,.;y que tué público y notorio que al tiempo que el dicho ErnociseoVillagra y losqcíe co.n él vinieron pasarongrandes 1 -abajos cíe hambre y Irlo á causacíe losgrandesdespobladosque se pasaron,y ansi lo oyó decir este testigo a los sol.-dadosque vinieron la dicha lomada con el dicho Franciscode Viliagra ...» (Me-dina, op. cít., 293).

En el capitulo que nos interesa se observaque la narracionse rea-liza con el impersonal“se’>:

«D’estaprovincia de los xuris se fue a los Coniechingones.. . »

Por el contrario, d relato del viaje de Villagra adolecede una se-rie de deficienciascon relación a los capítulos anteriormenteindica-dos. Los hechosno son narradoscronológicamente.Así por ejemplo,en el capítulo CII se refiere a la llegada del capitán Diego Fernández,enviadopor FranciscoVillagra para comunicarque estabaen Cuyo encamino cíe venida a Chile. Luego, en los capítulos CVI y CVII se tratatic! cruce cíe la cordi 1 leíxr por Vil lagía y ¿leí encuenro con Valdivia.Finalmente, recién en los capítulos CX y CXI, se cuentanlos sucesos

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ocurridos desde la salida de Villagra del Perú y su paso por el noro- este argentino y Córdoba.

El orden sucesivo seguido por el cronista es lógico si consideramos que desde Chile se entera primero de la avanzada del conquistador Villagra; luego, de su arribo y, por último, cuando se lo cuentan, los sucesos acaecidos durante el viaje.

En los dos capítulos que tratan de la salida de Villagra del Perú y su paso por el actual territorio argentino existe también una ausen- cia total de la minuciosidad cronológica que se observa en los lugares que el cronista estuvo presente. Aquí se limita -en el último renglón de estos dos capítulos-, a decir: uEn este camino tardó el general Francisco de Villagran dos años.>>

Resumiendo lo documentado, podemos afirmar que Bibar no parti- cipó en la expedición de Villagra y, por tanto, lo expresado en la cró- nica no es fruto de su observación personal sino un conocimiento transmitido por algunos de los componentes del grupo que efectuó la travesía desde el Perú a Chile, como el propio Bibar lo reconoce en la crónica (cap. CXIII) y en su declaración como testigo.

Por otra parte, los hechos descriptos en los capítulos mencionados son de tipo generalmente anecdótico y superficial. No narran aconte- cimientos sustanciales producidos en tan largo viaje. Seguramente él o los informantes contaron solamente aquellos hechos que más les ha- bían impresionado en su larga marcha, y, ipor qué no?, también algu- nos de su propia creación.

11.2. COMPARACIÓN DEL CONTENIDO DE LA EJENE CON OT.US PUENTES

En este apartado compararemos la fuente objeto de estudio con otras coetán~eas (nos limitamos a la se~lnda x~itad del siglo xvr) con el objet~o de detectar las coincidencks y con!p!etar la. información, a la vez que establecer si la crónica proporriona a!glin nuevo aporte a los conocimientos que hasta la fecha se dis;xnen sobre la etnohistoria de la región serrana de la provincia de Ckdoba.

Para facilitar la exposición se ha dividido la totalidad de la infor- mación en las siguientes unidades temáticzs:

11.2.1. Ubicación geográfica

En la crónica de Bibar se expresa:

&‘esta provin& de los xuris se fue a los comechingones. Y de la provin+ de los xuris B esta de los comechingones ay setenta leguas caminando hazia el SUD (cap. CVI: 163.30-32).

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La transcripción de Leonard anota«sesentaleguas»cuando,en rea-lidad, en el manuscrito se observa claramente«setentaleguas», talcual lo transcribe Sáez-Godóy.

Las setentaleguas equivalen a 388,92 kilómetros si se utiliza la«legua común» (5.556 m.), aun cuandono habría que descartar queprobablementese aplicara la «leguade camino» (6.620m.) usadatam-bién por los españolesen el siglo xvi, con lo cual se modificaría bas-taiite la cifra estimada.

Más allá de la diferenciade diez leguaso de las medidascorrespon-dientesque pudieronemplearse,se observaque en esteaspectola cró-nica de Bibar no añadeningún conocimiento nuevo.Se encuentraunaextensalista de documentoséditosen los que se plantea la ubicacióndc los comecliingonesen la región serranade las provincias de Córdo-ba y San Luis.

En cuantoal áreade dispersiónde estosaborígenes,teniendocomolímites por cl nortehastaSumampay por el sur que hubieran alcan-zado el río Quinto y las sierras de San Luis, es opinión casi unánimede los investigadores(y. g., Cabrera,1’., 1932; Serrano,A., 1938; 1940;1945; 1947; Montes, A., 1953; 1956; Aparicio, F., 1946; González,A. R.,1955; Gandía,E., 1943; Michieli, C., 1985).

No compartimos,sin embargo,el criterio que por cl estesehubie-ran extendido a lo largo de los ríos que bajan de la sierra,expandién-dosehacia las llanuras orientales. El análisis de gran parte de los do-cumentosdel Archivo Histórico de Córdoba,han llevado a la deter-minación de dos áreasbien delimitadasen lo que a rasgosculturalesse refiere. Estasdos áreas: a) Serranay /4 Pampeana,fueron carac-terizadas independientementepor 5. Caminos de Faya (1984). A par-tir de este trabajo, podemosdecir que los aborígenesconocidosetno-históricamentecon la denominaciónde «Comecliingones»no se expan-dieron más allá de los 648’ de longitud Oeste.

A. Serranoya habíaobservadoque en la región llana del Este, enlas proximidadesde la Laguna de los Porongos,vivían en el momentohistórico de la conquistapueblosde una cultura inferior, denominadosen las fuentes Malquesis y Quelosis (Serrano, A., 1945: 70). En igualsentido se expresaLozano cuandoafirma que estos indígenas,que vi-vían prácticamenteaislados,eran las gentesmás necesitadas,ya quesólo podían pagar sus tributos con ardillas. Esta someradescripciónnos poneya en evidenciaque se trata de un pueblo con caracteresbiendiferentesa los que poseíanlos grupos serranos.

Las investigacionesen Antropología Físicacorroboran también estatesis, según la cual la población serranano se extenderíamucho másallá de la región adyacentea la sierra:

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La crónica de (Jerónimo de Biliar y los aborígenes... 213

los valoresde las distanciasbiológicascalculadosindican que a medidaque nos alejamosde la zonacentral serranay llanura adyacente,las caracterís-ticas propias de la población se van atenuandopor la iiíflucncia y actividad delo sgrupos que habitabanen regionesvecinas»(Cocilovo, it, 1984: 96).

11.2.2. Denominación

Gerónimo de Bibar expresa:

«La cavsaporque los llaman los españolescomechingoneses porque, cuandovienena peleartraen por apellido comechingón,comechingón,que quiere deziren su lengua muera, muera o matar» (cap. CXI, 163.33-36).

La transcripciónde Leonard en estepunto es algo distinta, cori elagregadode una puntuación que no existe.Dice así: «. - - trae por ape-llido Comeehingón.Comechingónquiere decir en su lengua ‘muera‘muera’, o ‘matar’» (op. tít., 163>.

No se puedeprivilegiar esta fuente,considerandoque solamentelainformación de Bibar es la verdadera,ya que la interpretación de Bi-bar no es sino uno más de los intentos, por parte de cronistase inves-tigadores,por dilucidar el verdaderosignificado del significante «co-mechingón».

El argumentode la antiguedadde la crónica no es elementodiag-nóstico por sí solo. Hay que introducir otras variables en su valora-ción como la presencia/ausenciadel cronista en cl lugar de los he-chos, el grado de conocimiento que pudieran tener los referencistas,en virtud del tiempo de contacto, etc.

Rui Díaz de Guzmán,por el contrario y sólo para dar un ejemplo,expresaque estosaborígeneseran conocidoscon el nombre de come-chingones, palabra que deriva de las cuevas en las que habitaban(1854).

Debemosreconocerque al presenteno hay unanimidad respectoal significado del término en cuestión,aun cuandola mayoría de losautoresle asignenun contenidoielacionadodirectamentecon el Izabí-tat característicode estegrupo étnico. Por otra parte, cuandose con-frontan dos o más fuentesque no coincidenrespectoal mismo hecho,no es prudente privilegiar directamentea una de ellas, sin un previocontrol en basea la valoración de cada fuente a partir de un estudiocrítico del documento.

Optamos por considerarque el problema no está aún resuelto endefinitiva, por lo menoshastatanto no se dispongade otros documen-tos u otras evidenciasde tipo lingiiístico.

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11.2.3. Lengua

La crónica de Gerónimode Bibar no aporta ningún dato respectoa la lengua hablada por los aborígenesde Córdoba. Algunos autoresse refieren a una lengua coinechingonay otra sanavirona. Miehieli(1985) aFirma que hablabanuna lenguavulgar y común, la sanaviro-na, existiendo ademásvarias fornías dialectalescoexistentescon ésta.Estos dialectos sanavironesse denominanhenia en Quilino y camiareen Calamuchita.Agrega,además,que la mayoría de los pueblos indí-genasde Córdoballevan la desinenciasacat,encontrándoseen todo elterritorio provincial. Finalmente,expresaque en estos pueblos indí-genas,los nombresde los caciquesposeencomo desinenciapropia laspartículas charabay/o navire.

Los estudios lingiiísticos llevados a cabo por uno de nosotros(B. B.) no coinciden básicamentecon estasapreciaciones.La metodo-logia seguiday los resultadosgeneralesobtenidosson presentadosenun artículo especial(Hixio, E.. ms.). En estaoportunidadnos limitare-mos exclusivamentea los temasexpuestosinicialmente.

Las investigacionesefectuadashan determinadoque hacia el mo-mento de la conquista existía una lengua sustrato en la subárcaoc-cidental de la provincia. Esta lengua,en fecha que no puedeprecisar-~e abarcabatoda la subárea,mhntras qu~ il momento de la lle’.rada

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Óíen los comechingones»),gentilicia o étnica («indios que llaman co-mechingones>=).

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La crónica de (Jerónimo de Biliar y Los aborígenes..- 215

El vocablo «sanavirón»sí hacereferenciaa una realidad língiiísti-ca diferenciadaen las fuentes documentales,y aparecerepetidamenteadjetivandoal sustantivo~<lengua»,«idioma» (Sotelode Narváez,1583;A. de Barzana, 1594; P. Lozano, 1754; ABC, 4-6-1, fs. 34, año 1598;1.3.3, 1590; 4.3.9. 1590; 1.6.2, 1598, etc.>.

Esta lengua no se opone a otra lengua unívocamente(comechin-gón) como, en general, lo plantea la bibliografía, sino que el términosanaviróntiene varios términos de oposición:

«... que el pueblo de checunsacatse llama chicunhin en la lenguade Cochan-hen que en la otra forma es en lengua de los sanavirones»(1.61,fs.34).

«... Hatanyacat por lengua sanavironay por otro nombre Ii.ataríheniíí quespor su lenguade los naturalesde aquellatierra (Cruz del Eje-Soto),y Ataíí~acaty Atanhenin es tudo uno queno difiere sino en las lenguasy ansi mismo sc llamael cacique Atancharabapor lengua ~ar1avirona y por lcrígu~* (le l<>s naturalesHatannaguany la otra encomiendael pueblo de Chabalaliencon el caciqueCha-bla Naguanquestanen su propia lenguanombrados (1.3.3. is. 157).

Ataubeneny Atan9acat son la misma cosa porque en su lengua llamanhenen como en la yanavirona9acat» (1.3.9., 1590).

«... Parcialidad que sc llama ciíicunnin y en la lenguade los sanavironessellama Chicunyacat (1.6.1.,is.34).

- que el pueblo checungacatse llama chicunnin en la lengua deste testigo(Tomás Luchin, del pueblo de Coyan) y en la lenguade los sanavironesla lla-man a esta parcialidad Checunyacat..»(1.6.1.,ts. 36).

«Esta parcialidad se llama Cliinrunhin, los sanavironesle pusieron Chicun-gacaty lo quellaman poyo9acattiene pornombre natural Mosso,,.»(1.6.2).

Se observa,entonces,que la lenguasanavironase oponea:

a) Lengua de los naturales de aquella tie-rra (Cruz del Eje-Soto).

Lengua sanaviroria b) Lengua de los naturales (Mantalahalon).e) Lengua deste testigo (de Coyan).d) Lengua de Cochanhen.

El morfena sanavirón ‘sacate’ y sus variantes ‘sacat’, qacate’,‘~acat’ /sakat/, significa «pueblo»en estalengua(Lozano.op. ch.). Enlas citas se observaquees conmutablecon el niorfeuna/líenen/ en otralengua,por lo que puedenapareceren los misnios rontextos.lisIo im-plica que estosmorfemas, cadauno en su propia lengua, pertenecena la misma clasegramatical y son semánticanaenteiguales.

El morfema acharaba»,ma-ca distintiva ¿¡cl cacique en esta len-gua,es conmutablecon naguan /n-awan¡’.

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De las citas se desprendeademásque la lengua sanavironano esuna lenguaautóctonade las regionesdocumentadas,porque se oponea «la lengua destosnaturales”, y porque se dice «El pueblo se llama‘X’ pero los sanavironesle han puesto ‘Y’». Lo cual significa que lanominación sanavirona«Y» es posterior a la autóctona(«X»).

Los morfemas /sakat/ y ¡caraba! se presentanen sintagmas hí-bridos, de maneraque son pasiblesde ser adjuntadosa morfemasraí-cesde otras lenguas.Este dato es importante porqueimpide cometerla arbitrariedad de marcar lo sanavirón exclusivamentea partir deestasformas finales. Este hibridismo no es raro en la formación detopónimosde la provincia de Córdoba(y. gr., Cuchicorral: hibridismoquichua-españolque significa «corral del cerdo»; costasacate:hibri-dismo español-sanavirónque significa «pueblo de la costa»). No obs-tante, es importante estehecho porque es manifestaciónde que hubolenguasen contacto.

Esta situación detectadanos permite aseverar,entonces,que esimposible determinar,a partir de la aparición de las formas «gacat»y «charaba»lo que es sanaviróny lo que no lo es. De maneraque es-tas formas no nos posibilitan reconocer los sintagnías propiamentesanavirones.

La documentaciónnos informa que la lenguasanavironase empleóen el sur de Santiago del Estero y norte de Córdoba(DepartamentosSobremonte,Isehilin y Tulumba) (AHC, 1.1.1, 1574; 11.102.6; 1593;1.8.6, 1598).En el estudio de los vocablos se determinó que los rasgospropios de la lengua de esta región es la presenciade los morfemasSacate,Charaba,Ybia, Mira, Camin, etc. Que el grafema<h> repre-sentabauna aspiración /h/; que el grafema <g> fonema /s/ tieneuna alta frecuenciade aparición,etc.

Las fuentes documentalespresentanla lenguahenia como un sis-tema diferenciado:

«... declararonen la lenguahenia que sabenlos testigosy FranciscoMuchia,del pueblo de Caviche,la sabe...»

Por información de estetipo, que no citaremosahoraen todas susrepresentaciones,sabemosque la lenguahenia se hablabaen los pue-tíos aborígenesde Cantapas(SE. del valle de Soto), en Mantahalon(valle de Soto), Atan llenen (Cruz del Eje) y Tulian-Caviche (Cruz delEje).

El análisis lingíiístico realizado sobrelos onomásticospertenecien-tes a estasregionesha puestoen evidenciaque el grafema<h>, vaci-lante no hacía referencia a alguna realidad lingílística, que la /k/tiende a caer en posición fuerte, que el fonema /s/ no consigna,etc.A nivel morfemático se destacala gran cantidad de alomorfos para

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La crónica de (Jerónimo de Biliar y los aborígenes..- 217

cada morfema, la tendenciaa la contracción de los morfemas. Losmás frecuentespara la marcaciónde pueblo, son los morfemashalony henen,y para cacique, naban,naguan,chuctaui y toctoc.

En estasregionesla lenguasanavironaestá representadamínima-mente (15 por 100 de las formas finales de caciquey 4 por 100 en lasde pueblo). No se presentanrasgosfonemáticoso morfemáticospro-pios de esta lengua. Solamentese da la presenciaen lo que a formasfinales se refiere, sin representarmayoría.

La documentaciónpresentala lengua camiare como un sistemadiferenciado:

«... por lengua de FranciscoYndio de la encomiendade Diego de Castañedaque entiendeal dicho yndio (se refiere a Patlinavira) por ser de lenguacamuareque la entiende y abla el dicho francisco...» (1.15.12.,f595).

La documentaciónnos informa sobre la presenciade esta lenguaen el valle de Concarán,sierrade San Luis, oestede la sierra de Acha-la, sur y estede Salsacate,Ambuj y Panaholma.

Rasgospropios de estalenguason, entre otros, la presenciade unalófono de la vocal /e/, /i/ firme, presenciadel fonema ¡t/ en posi-ción fuerte y final de emisión,etc. A nivel morfemáticoestalenguapre-senta los morfemastuspi, tich y henenpara la marcaciónde puebloy navire, naguany naure, para la de cacique. Se destacala gran va-riabilidad para la forma lingiiistica final de pueblo, que puedeasumirparasí las formas propias del cacique.

11.2.4. Vivienda y patrón de pohlamiento

Gerónimo de Bibar expresaal respecto:

“Su abita9ion esdebaxode la tierra,por cavsadel ynviernoquehazegrandes

tempestadesde viento y llubias» (163.43-44).

Esta misma información ya había sido proporcionadapor D. Fer-nández(1571), la Relación Anónima (1573), P. Sotelo Narváez (1583),P. Cieza de León (1909), R. Díaz de Guzmán(1612), entreotros muchoscronistas.

Un detallado articulo se ha publicado referido exclusivamentealtema de la vivienda en que se presentan los conocimientosactuales—tanto arqueológicoscomo documentales—sobrela arquitecturaabo-rigen en la región serranade la provincia de Córdoba(Berberián, E,et. al., 1983).

La insuficiente información proporcionadaen las crónicas dio lu-gar a suposicioneserróneasen los autoresque analizaronel tema. Así,

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por ejemplo, la ausenciade maderapara la construcción que señalael cronista Diego Fernándezpermitió interpretar que los techosde lasviviendas no estabansostenidospor vigas ni postes,para lo cual esnecesariomaderamen-

Por el contrario, la crónica de Cieza de León expresaque: «. - ca-vaban la tierra hasta que ahondandoen ella quedabandos paredes,poniendola maderaarmabanlas casas,cobijándolasde paja a manerade chozas».

Recientesexcavacionesarqueológicasen recintos habitacionalescorrespondientesa esteperiodo indígena,han permitido formular in-terpretacionesmás rigurosas(Berberián,E., et al., 1983; Berberián,E.,1984).

Las crónicas,como bien ha sido señalado,no conteníanningunamencionsobre la forma de las plantasde las viviendas.Las investiga-ciones realizadaspor González(J943) le habíanpermitido inferior quepodían ser tanto cuadradascomo rectangulares.Las nuevasinvestiga-ciones en Potrero de Garay que pusieron al descubiertoun pobladoindígena correspondienteal período tardío, contemporáneoa la con-quista hispánica, lograron determinar que se trataban de plantas detipo rectangular.

Estas investigacioneshan posibilitado obtener una imagen clararespecto al patrón de poblamiento. Las unidadeshabitacionalesfue-ron construidasen la porción superior de una pequeñalomada o ensusadyacencias,seguramentecon el fin de lograr el mejor drenajedelaguapluvial.

Los recintos de estepoblado son grandes.Las dimensionesmediasson de 6,10 metros de largo por 4,70 metros de ancho,con la particu-laridad de que en la basede la pared, en todo el perímetro,se ubica-ron una seriede orificios construidospara colocar los postesque sir-vieron de sostenesa la techumbre.Estas dimensiones considerableshabían sido señaladaspor la RelaciónAnónima de 1573 al destacar:

«... viven en una casa a cuatro y cinco yndios casadosy algunosmás. Sonlas casaspor la mayor parte grandes,que en una dellas se halló caber diezhombrescon sus caballos armadosque se metieron allí para una emboscadaque se hizo...»

Las viviendas aborígenescorrespondientesal períodohispano-indí-gena se construían de níanera tal que parte de ellas se encontrabanpor debajo de la superficie del terreno circundante(casasemipozo).Todos los recintos tienenel piso plano, bien consolidadopero de esca-so espesor.Ello indicaría que se trata de una sola ocupación. Los pi-sos se encuentrana una profundidad que oscila entre 0,60 metros y1,20 metros a partir del nivel actual del terreno.

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La crónica de (Jerónimo de Bibar y los aborígenes... 219

Las excavacionespusieron al descubierto que el ingreso desdelasuperficie al interior se efectuabapor medio de una rampa dc aproxi-madamente1,50 metros de ancho.

Algunos auqucólogose historiadores,siguiendoa la Relación Anó-nima que dice:

son bajas lius rasase la mitad de altura que tienen estádebajode tierray entran a ella como a sótanos...»

llegaron a establecerque la entradaa las viviendas indígenas se efee-ttíabapor el techo. En realidad,CO~() se ha podido comprobararqueo-lógicamente,se trataba de ranípas de accesodesdela superficie ex te-rior bastael ~i5O interior de las viviendas. Posiblenieíiteeste detalleobservadoa distancia pudo inducir al cronista a afirmar que el ingre-so se producía por la partesuperior.

Las viviendas se encuentrauíagrupadasformando una aldea,posi-blementese trate de una parcialidad indígena.

En este sentido, la Relación Anónima cíe 1573 al referirse a lospoblados indígenas de las serraníasde la provincia de Córdoba des-taca:

~í... son los puebloschicos, que el mayor no tenía hastacuarentacasasy amucho de a treinta vaveinte y a quinze y a diez y a menos porquecada pue-blo de estos río es mas que una parcialidado parentela...»

El. cronista Diego Fernández,al describir el tipo de viviendas, ex-presaba:

<‘Viven estos indios cii cuevasdebajode tierra, de suerteque, aunquelleguená los pueblos, no se parecensino por los maizales.»

A partir de estasinformacionesha llegado a afií-marse que la ins-talación. de los cultivos serealizaba en el mismo lugar cinc la vivieíidax’, por tanto, que todo lugar.- sembradoera. asentarniento ¿le ¿iría o rilaspoblaciones.Contrariamentea estas argumentaciones,los ¿locunien-tos ¿le are-li vos incluyen abundantesdatos sobrela existenciacíe terre-nos de cultivo lejos del caserío,en las faldas de los ecl-ros:

comovieron que los españolesanclabancorriendo la tierra desaníliararonel pueblo y cada caciquey sus yndios se tueron a hazer las chozasen los rríon-tes junto a sus chacaras.,.» (1.253.1.is. 77).

Más aún, las mismas fuentesdocumentales,serían en parte contra-rias a la suposiciónque estasinstalacicinesse realizabandentro d.c lasierra en todo lugar bajo con provisión de aguay en los grandesva-

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lles al oriente de ella. Numerososdocumentosexpresanque la pobla-ción aborigende Córdoba se asentabatambién en las laderas de loscerros:

«... y los dichos pueblos estabanrepartidospor todo aquel valle, el arroyoabajoy en los demásarroyosqueestánpor aquellasladeras...»(I.253.1.fs.71.1619).

“Toda la comarca se llama Salsacateasi donde estan poblados los dichoscaciquese yndios (...) al pie de la bajadade la cordillera y no en lo llano...»(I.l.5.fs.50.1576).

<e.. que el pueblo de hallon estaen la bajadaque se bajapara llegar al vallede Salsacate (1.4.11.1594).

“que el pueblo de Tamalach esta cerca de Casancatich en la sierra...»(I.4.l1.fs.274.1594).En M. de Zurita, 1983: 119-120.

11.2.5. Pueblo/ParciaLidad

La crónica de Bibar no trata este temay, por tanto, nada agregaal mismo. No obstante,nos interesa destacaralgunosaspectosde tanimportante problemadebidoa que algunosautoresconsideranque lostérminos «pueblo» y ~<parcialidad», que tan repetidamenteaparecenen la documentaciónde archivo, no son sino sinónimos.

Es necesarioconsiderar,en primer lugar, en la resolución de esteproblema que «.. tanto el término ‘pueblo’ como el de ‘parcialidad’pertenecenal sistema de la lenguaespañolay, por tanto, reflejan ca-tegoríaspropias de esta lenguay de la cultura hispánica.No sabemosqué terminología se empleabaen las lenguasautóctonaspara reflejaresta realidad, pero debemospresuponerque su campo semánticofuediferente. En este caso,como en tantosotros, el españolse encuentraen América con una realidad sensiblementediferente a la suya pro-pia, realidad que intenta acomodara su experienciaanterior y nomi-tiar setnin ln~ posibilidades t- nlrcr«- ci lnngua. Por es-fa causascempleó un mismo nombre en la lengua españolaa realidadesque noeran iguales» (Bixio, B., y Berberián,E., 1984: 28).

El término «pueblo» es empleadoen la documentacióncon tresacepcionesdiferentes:

a) Geográfica: espacioen el cual se asientao se asentóun deter-minado grupo. Esta acepciónquedaclara cuando se nomina al pue-blo ~X’ que está deshabitadoporque sus indios se han ido o hanhuido.

b) Etnica: grupo humano ligado por vínculos especialesy so-metido a la autoridadde un cacique principal. Esta acepciónse ma-

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La crónica de (Jerónimo de Biliar y los aborígenes... 221

nifiesta en los trasladosde indios en los que no se altera el nombredel pueblo, cualquierafuese el lugar en el que se asentase.

e) Como sinónimo de parcialidad: parte,grupo o división de unpueblo. Se observa este significado cuando en la documentaciónseexpresaque varios pueblosson «todosuno» y de «un apellido» y quetienen un mismo cacique.

En la RelaciónAnónima (1573) se empleael vocablo ‘pueblo’ en laprimera acepción, la geográfica,y por ello en la fuente se expresa:«.. porquecadapueblo destosno es másque unaparcialidado paren-tela.- » Por otra paíte, no hay que olvidar que la Relación Anónimafue escrita cuandoaúnno se teníaun conocimientomedianamentepro-fundo sobre la provincia y que la tendencia de los españolesera ho-mologar lo visto en la gobernacióndel Tucumán con lo conocido enel Perú.

De manerageneral,cuandoen la documentaciónse menciona~<elpueblo y la parcialidad»,no se igualan ambascategoríassino que secitan mostrándosecomo doscosasdistintas.De otra manerano se en-tiendecon qué objeto se presentanconsecutivamentedosvocablosdis-tintos para la misma realidad extralingúistica. Por otra parte, en to-dos los casosse trata de enumeraciones«con todos los pueblos,par-cialidades, caseríos,aguadasque tuvieren..- » (encomiendatipo) o deenumeracionesen las que ambos términos son separadospor la con-juncion copulativa, cuya función es marcar dos términos diferentespero del mismo nivel sintáctico.

Así, en la documentacióncitada por Michieli (1958) se expresa:

y con los demas ¿asiquesprincipales e yndios destospueblos y parcia-lidades,,,»

~‘seís leguaspoco más o menos de Quilino los pueblose parcialidadesdeJuscat...»

~‘los pueblos,parcialidades,caciquese indios...»

La ‘parcialidad’, como modo de organización social e interaccióninmediatamentesuperior a la familia, no ha sido aún definida etnohis-tóricamente. El único dato certero al respectoes que la parcialidades unaporción de un pueblo,comprendidapor un número variable deindividuos sujetosa la autoridad inmediata dc un cacique.

Muy probablementelos miembros de cada parcialidad antropoló-gicamenteconsí¿leradosconstituyan un clan en el sentido de indivi-duosque tienen un tronco familiar común, que procedende un mis-mo antepasado.

La existenciade una estructura en la que un pueblo, a] mando deun caciqueprincipal, estabacompuestopor gruposde indígenaso par-

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cialidadesmenores,cadauna de ellas al marido de un cacique subor-dinado o secundario,está ampliamentedocumentadaen la provinciay para no reiterar conceptos,remitimos a un trabajo nuestroanterior(Bixio, B., y Berberián, E., 1984: 27-29). Más aún,3. Martín de Zuritaha destacadouna cita documental en la que se expresaclaramentelaacepción que daban los mismos españolesal término «parcialidad»(1983: 117).

Finalmente, señalamostambién que P. Cabreraen el capítulo VI¿le su obra Misceláneascita un documento de 1594 de la provinciade La Rioja, en el que claramenteexpresala presenciade la mismaestructura en pueblosy parcialidades,caciquesprincipales y subordi-nados (Cabrera,P., 1930).

11.2.6. Guerras

Es evidenteque respectoa esta unidad temática, (Jerónimode Bi-bar no agreganinguna información a lo ya conocido, cuandoafiíma:

~‘Fs jente velicosa. Peleanen esquadron,r sus armas son bastoneshechosde vn palo muy rrezio y flechas, y no tienen yerva» (164.l0-11).

Los aborígenesde la provincia de Córdoba opusieron una abiertaresistenciaa los conquistadoresespañoles.Este hecho le ha validoen la documentaciónel apelativode «belicosos».Pero más allá de estaenconadaresistencia,los distintos pueblos, por razonesque no noses dado conocer, entablabanfrecuentesguerrasentre si. La RelaciónAnónima expresa:

~<... tienen los pueblespuestosen redondo y cercadoscon cardonesy otrasarboledasespinosasque sirven de fuerza y esto por las guerras que entre ellostienen...»

Por lo visto, estosencuentrosarmadoseran lo suficientementefre-cuentescomo para que fuera necesariocercar el pueblo.

Es destacabletambién las continuasalianzasque se efectuabanen-tre distintos pueblos con la finalidad de ayudamutua en las guerras(Bixio y Berberián, 1984: 32-33).

P. Gonzálezde Prado,en su Información de los serviciosprestados(1546) proporcionalas primeras referenciassobre las modalidadesdelucha, armas,etc., de los comeebingones,cuandodice:

«... e yo quedé en el dicho asiento de la dicha provincia de los Comneebingo-res, adondelos dichos indios en tiempo <le veinte días nos dicí-on cuatro gua-zabaras,que nos mataron veinte caballos, (0 y una vez> viéndonosdivididos,

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La crónica de (Jerónimo de Bíbar y los aborígenes... 223

vinieron al dicho asientoque, para sino de la mala ventura,a dar en nosotrosdenoche, porquede continuo peleande nochecon [uego (...) y el dicho escuadróndc los dichos indios eramás de quinientos,puestosen buena orden de guerra,cerrado el. dicho escuadrón,que traían arcos e flechas e medias picas...»

No consideramosconveniente repetir, una vez más, lo expresadoen tantasfuentesdocumentalessobre las actividadesguerrerasde loscomechingones,remitiendo al lector interesado a otras publicacionesespecíficas(Cabre,-a,P., 1931; Serrano,A., 1945, 1947; González,A. R.,y 1. A. Pérez 1972; Bixio, E -, y E. Berberián, 1984, etc.).

Podríaestimarse,por último, que la expresiónde Bibar «no tienenyerva», aludiendo a la ausenciade hierbas venenosasen las flechas,introduce algún elemento novedoso. No obstante,esta característicaya había sido señaladapor Diego Fernández(1571) cuandoeNpresabaque los indios de aquella comarcano tenían ponzona en las flechas,siendo reiteradoposteriormente,entreotros, por P. Gutiérrezde SantaClara en su «Quinquenarioso Historia de las guerras civiles del Perú(1544-1548) y otros sucesosde las Indias».

11.2.7, Fuentes de recursoseconómicos

El cronista, al referirse a las posibilidades económicasde los co-mechingones,expresa:

Ay grandesalgarrobales,y destas algarrobashazen pan como l.a quetengo dicho. Ay muchos chañares.Es tierra fertil de mucho mayz y frisolesy mani y camotesy qapallosy ovejas mansas»(163.37-39).

«Ay mucha raya de benados como los de nuestra España,y perdizes yliebres (163.45-46).

Investicadores como Cabrera (1931), Serrano (1945) o Montes(1953), que se destacaronen el análisis de la problemática etnohistó-rica de Córdoba,aportaron datos sobie estetema, coincidentescon elcronista. Biba.r sólo agregael inaní a la dieta conocida por los come-ehingones.

Distintas fuentesdocumentalesexpresanque la práctica del culti-yo era reali ¡ada ¿les¿lealgún tiempo antesele la llegadade los españo-les- Así, el cacique Cobininebaxaba,senor del pueblo de Chilm-Motiel,de la encomiendade Castañeda,dice que:

siempre ha poseido las tierras y las an goyado sus antepasadosy quesiemprehan senibíadoen las dichas tierras el dicho cacique y los ¿lemascaci-ques y yndios. » (1.111.7).

las tierras que es notorio ser de los dichos yndios de Nuñoyacatepor-que lo a oydo decir a los yacios de Citon y a los propios del dicho pueblo que

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lo an sembradoantesque los españolesentrasenen estatierra y despuésy hastaque Castañedaentró en ellasa las labrar» (¡.111.7.f. 198w).

Un documento existente en el Archivo del Instituto de EstudiosAmericanistasde la Facultad de Filosofía y Humanidades(Universi-.dad Nacional de Córdoba)nos ha permitido determinar la fechade re-colecciónde la algarrobaen el noroestede la provincia:

«.., que cuando el capitán Lorenzo Suarezde Fuigueroa vino a empadronaresta tierra que fue por orden de don Gerónimo Luis de Cabrera,gobernadordeestasprovincias y primer fundador de esta ciudad, las repartió en nombre desu magestad,llegó el dicho don Lorenzo al Valle de Soto a descubrirlo y empa-dronarlo a 8 o 10 del mes de enero que es cuando se coxe en esta tierra laalgarroba. .»

Según Bibar, los indígenasaprovechabantambién los frutos delalgarrobo para hacer pan. Esta afirmación, sumadaa aquélla del1’. Barzana(1594) que expresaba,«... también se sustentabande gran-disima suma de algarrobala cual cogen por los campos todos losaños al tiempo que madura y hacen de ella grandesdepósitos»,nosllevan a pensarsobrela importanciade estaactividad, parala cual in-cluso se preparabansilos especiales.

La Relación Anónima se refiere a la domesticaciónde camélidos,como la llama, cuandoexpresa:

«... Crían mucho ganadode la tierra y dansepor ello por las lanas de que seaprovechan..- »

Como quedaexplicitado en la cita, estos animales—a los que Eh-bar llama «ovejasmansas»—eran domesticadosprimordialmenteparael aprovechamientode la lana, con fines productivos. Podemosdecir,entonces,que se domesticabanaquellos animales que se acomodarana estos fines, posiblementellamas y alpacas.El Licenciado Matienzoexpresa:

tienen algunasovejas tan gíandescomo las del Perú tienen la lana tangrande que llega al suelo (Levillier, 1930: 277).

11.2.8. Religión

La crónica de Bibar expresaque los comeehingones«No adoranydolos ni sele hallé casa de adoragion»(163.42-43).

El manuscrito original dice «cosade adoracion»y así se encuentraen la versión de Leonard.Sin embargo,Sáez-Godoylo transcribe«casa

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de adoraqion».Esta última transcripciónnos parecela más acertadapor cuanto así está expresadoreiteradamenteen el contenido de lacrónica.En los capítulos inmediatamenteanterioresa los que estamosanalizando,al referirse a las costumbresy ceremoniasde los indiosde la provincia de la ciudad de Valdivia (cap. CIX) y del noroestear-gentino (cap. CX) está claramenteescrito:

«En esta provinqia ¿le Mallalavquen no adoranal sol ni a la luna, ni tienenydolos ni casa de adora9íon»(160.10-11).

«De aqui vino a vn valle que se dize Esteco...No tienen ydolos ni casa deadoracion»(161.33-43).

<Esta provincia se dize Xuries. - - No tienen casa de adoracion ni idolos»(162.38-43).

El cambio de «cosa»por «casa»modifica también el sentido delpensamientoque se manifiesta.Por ello, siguiendola transcripción deLeonard,se ha llegado a deducirque para Bibar estosorígenesno ado-raban ídolos ni otra cosaalguna.

No son muchaslas fuentesdocumentalesque mencionanla existen-cia de ceremoniasy ritos entre los aborígenesde Córdoba. El P. Ca-brera (1931) exhumé y dio a conocer un documentode interés sobreciertas ceremoniasque practicabanlos indígenas de Qulino.

SegúnCieza de León, tenían por diosesal sol y a la luna:

«... lo uno por ser la resplandecienteclaridadcon que dan lumbre al mundo,lo otro porqueven el provechotan grandeque les resulta de aquellas dos lum-bres, pues mediante ella la tierra producecon que puedan los mu,radoressersustentadosy que los tenían por hacedoresde todaslas cosashumanas,y poreso tienen la costumbrede dar de noche sus batallas,porque la luna sea conellos y en su favor...»

11.2.9. Vestimentay adornos

Las relacionesde los cronistasy el abundantenúmero de figurillasantropomorfasde cerámicaexhumadasen las excavacionesarqueoló-gicas, nos permiten determinar la indumentariapropia de los aboríge-nes de la provincia de Córdoba. Es importante también destacarelhecho de que las figurillas de cerámicano hacen sino corroborar lainformaciónque presentanlos cronistas.

La primera referenciaal tema nos la proporciona la RelaciónAnó-nima:

<c... gente toda la más vestida delios con lana y delIos con queros labradoscon pulicia (...) las camisetasque traen vestidasson hechasde lana y tejidas

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primorosamentecon chaquirasa manerade malla menuda de muchaslaboresen las aberturasy ruedos y bocamangas..’>

De esta información se desprendeque la vestimentade los aborí-genesde Córdoba podía ser tanto de lana como de cuero. En el pri-mer caso, el tejido era cuidado, al que se le agregabanchaquirasocuentasfundamentalmenteen las bocamangas,aberturasy ruedo.Res-pectoa la vestimentade cuero,sólo sabemosqueera labrada.

La información proporcionadapor la RelaciónAnónima y corrobo-rada arqueológicamentees reafirmada por el P, Barzara (1594) cuan-do manifiesta:

«... aquellospatitos que traen las mujeres son muy labrados llenos de cha-quiras, con que hacenlaboresmuy galanasy las camisetasque algunosprinci-pales tienen y algunasmantastambién las traen de chaquira.-- »

La información que proporciona la crónica de Hibar, ya habíasidocitada por nosotroscuando,a partir de ella y de las evidenciasdocu-mentalesarriba señaladas,expresábamos:

«De la cita se desprendequesólo lasmujeresy algunosprincipalesusanestaindumentaria,restriccióna la que da lugar la Relación Anónima cuandodicegentetoda la mas Por esto afirmamosque muy posiblementela vestimenta

haya sido empleadasólo para determinadosgrupos y para determinadasopor-tunidades; quedandocomo vestimenta usual, diaria y general el empleo demantas ubicadasposiblementea manera de taparrabos.Así lo afirma G. deBibar: “Andanbestidos con vnnas mantaspequeñas,quando secubren sus ver-guen~as;y las mugeres,ni mas ni menos.Y algunosandancon mantas y cami-setascomoen el Pire.»

Aquí quedaclaramenteexpresadoque algunos,y sólo algunos lle-vaban mantas y camisetas,el resto, sólo mantas, posiblementea lamanerade taparrabos(Bixio, E., y Berberián,E., 1984: 31).

A partir de la expresiónde ]3ibar, «quandose cubrensus yerguen-

cas»,y la de Diego Fernández,según la cual, e.. - tienen muy gruesoslos cuerosde las carnes,que son como armasdefensivas..- », se ha lle-gado a inferir que algunos comechingonesandabandesnudos.Consi-deramosque esta deducciónno puederealizarsea partir de tan frag-mentariose indirectos datos, más aún cuandohay información direc-ta que la contradice.Así, por ejemplo,Ocaña(1599) reafirma esta in-formación:

«estaprovincia se llama de los comechingones.Las costumbresde los indioses muy diferente porque aquí la gente es más política y andavestida aunqueaquí en estasprovincias andanalgunosdetraídosy cubiertoscon sola una man-ta de pellejo de venado,pero en pasandode aquí, todos andanvestidos...»

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De esta cita se desprendeque los comechingonesiban vestidos, yque se denomina «desnudos»cuandosólo se cubren con un cuero.

Una característicade los aborígenesde la región serranade Cór-doba, repetidamenteseñaladapor los cronistas, indica que eran «in-dios barbados».

La crónica de Bibar, transcriptapor Sáez-Godoy,mencionaal res-pecto:

~<Ytanbien le oy dezir que avian pasadopor rna provingia de gentebarbaday ansy sonestoscomechigones,porqueen quanto se a descubiertoen las Yndiasno los ay, porque se las pelan,..)» (164.28-31).

Sáez-Godoyseñalaen una nota que en la transcripción efectuadapor Leonard se ha utilizado el término «bárbara»en lugar de «barba-da». En la edición fasimilar de la crónica se puede leer nítidamentela palabra «barbada».Por otra parte, sólo así se explica lo que siguea continuaciónen la crónica: «... y ansy son estos cornechingonespor-que en quanto se a descubiertoen las Yndias no los ay porque se laspelan».

Michieli, si bien mencionadetalladamentea todos los cronistasquehacen referencia a la pilosidad facial de los comechingones,agrega—por último—, siguiendo la transcripción de Leonard, que «(Jeróni-mo de Bibar no menciona en ningún momento esta característica»(op. cit., 36).

III. CONCLUSIONES GENERALES

Como resumende lo expuesto,y atendiendoa los objetivos plan-teadosen estetrabajo, podemosafirmar que:

1. La «Chronicadel Reino de Chile» o la «Historia de Chile nia-nuscrita», obra que en 1629 y 1630, Antonio de León Pindo atribuye aGerónimo de Bibar, es exactamentela misma que la «Crónica y rela-ción copiosay verdaderade los Reinosde Chile hecha por (Jerónimode Bibar (1558)».

2. Puedeaseverarsefehacientementeque la autoría de la crónicacorrespondea (Jerónimo de Bibar, persona de existencia real, auncuandono se conozcamayormentesu actuacióncomo participanteenla conquista de Cbile. Descartamos,por tanto, que se trate de unpseudónimoutilizado por Juan de Cárdenas,secretariode Pedro deValdivia.

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3. La fecha aproximadade redacción de la crónica la convierteen la segundainformación en antigUedad sobre los aborígeneshistó-ricos de la región serranade la provincia de Córdoba. Sin embargo,somos conscientesque no se puedevalorar esta crónica atendiendoexclusivamentea la fecha de redacción,sino que es imprescindiblein-troducir otras variables,tales como las circunstanciasde redacciónyel modo de obtención de los datos (la presenciao no en el lugar delautor, el tiempo de permanencia,las posibilidadesde profundizar ver-daderamenteen el fenómenoque describe,etc.). En esteaspectocon-sideramosmás confiable la información indirecta documentadaen elArchivo Histórico de Córdobaprincipalmenteporque: a) surge de uncontacto directo y prolongadocon los pobladoresautóctonos; b) envarias oportunidadesel testigo hablantees el propio indígena; c) notiene la finalidad de proporcionar «datos etnográficos»,por lo queaquí la información etnográficaes indirecta y, por tanto, con mayoresposibilidadesde veracidad.No obstante,el análisis de éstosexige tam-bién una actitud crítica, ya que,aunqueno frecuente,se detectanais-ladamentecasos de interpolación, es decir, de falsificación de la in-formación.

4. La transcripción de 1. A. Leonard (1966), no es paleográficanifidedigna, por lo cual los estudioshechossobre éstaquedanrelativi-zadosen su valor, más aun cuandoen la actualidadse dispone de lacorrecta transcripción de L. Sáez-Godoy(1979).

5. Se han acrecentadosustancialmentelos conocimientosbiográ-ficos que se disponíansobre Gerónimode Bibar, comptobándose,asi-

mismo, que el cronista no estuvo con Pedro de Valdivia en la primeraentradaa Chile y, por tanto,gran partede lo relatadofue obtenido enforma indirecta.

6. Gerónimode Bibar se revela en la crónica como un hombre depluma fácil y de buenaformación cultural para la época.También esobservableque tuvo accesoa fuentesdocumentales,lo que llevó apen-sar que podía tratarse del secretariode Valdivia. Por otra parte, sehan comprobadotan grandescoincidenciasentre algunas cartas delConquistadory pasajesde la crónica que llevan a suponerque no esobra de la casualidad,sino que se utilizó la correspondenciapara re-dactar parte de la crónica (Sáez-Godoy, 1979, notas 516, 906, et-cétera).La misma crónica,además,reproduceíntegramenteen el capí-tulo CXXXIX una Provisión que el rey envió en enero de 1556 al Ca-bildo de Santiago de la Nueva Extremadura,y a la cual evidentemen-te tuvo accesoel cronista.

7. En lo que haceespecíficamenteal capítulo que tiene relacióncon los aborígenesde Córdoba,surgede la misma crónica y de expre-siones propias de (Jerónimo de Bibar, que el cronista no estuvo pre-senteen el lugar de los hechos.Por tanto, lo relatadofue obtenido en

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forma indirecta, por expresionesde terceros,como el mismo Bibarexpresamentelo manifiesta. Estas circunstanciasdeben ser tenidasmuy en cuentaa la hora de la evaluaciónde la precisión de su conte-nido. Más aún, cuandoen estos capítulos referentesa la travesía deFranciscode Villagra por el noroestey centro del actual territorio ar-gentino, se observanmayorescontradiccionesque en otros de la mis-ma crónica. Así, sólo por citar algunos ejemplos,el cronista reiteraerróneamenteen la expresión«provingia de Tuama»o «provincia deTonuca»,en lugar de «provincia de Tvcuman», como acertadamentelo expresaen añosposteriores,con mejor conocimiento ele fuentesdo-cumentales(CXXI: 181.35). De igual manera y demostrandoescasaprecisión utiliza indistintamente la denominación «provincia de los«Xuries», «Xaries»,«Xuris» o aún «Juriess».

8. La comparaciónde la crónica con otras fuentes documentales,compruebaque lo expresadopor (Jerónimo de Bibar, en cuantoa laubicación geográfica, lengua, vivienda, economía,guerras, organiza-ción social y política, etc., agregamuy poco a los conocimientosetno-históricos que se disponen para la región serranade la provincia deCórdoba.

Posiblementeuno de los datos más polémicoses el del origen delnombre comechingón,que según Bibar fue puesto por los españolesporque «. -. cuandovienen a pelear traenpor apellido comechigon,quequiere dezir en su lenguamuera, muerao matar».

Una expresiónsimilar empleaBibar al referirse al auxilio que fuea prestar Franciscode Villagra a la ciudad Imperial. Al mencionarlaactitud de los indígenas,mencionaentre otros aspectos:«E con estoquandovienena pelearcon los españolesno traenotro apellido syno:‘que muera el que muriere’...» (190.35). Por no estar fundamentadoy ser contradictorio con otra información documental,no aceptamosen definitiva el origen del nombre que asignaHibar, hasta tanto nose dispongadc otros documentosu otrasevidenciasde tipo lingúistico.

Con referenciaa los recursoseconómicosque disponíanlos come-chingones,Bibar sólo agregael cultivo del maní a los restantescono-cidos. Las fuentes documentalesde archivo señalanque los cultivosse realizabanno exclusivamenteen las cercaníasde las unidadesha-bitacionales,sino también en sitios especialesalejadosde ellas y aúnen los cerros.

Estosmismos documentosnos informan que en la alimentación deestosgruposocupabaun lugar de importanciala recolección de frutos.

Las consideracionesque formula Bibar sobreel tipo de habitacio-nes de los comechingoneshan sido corroboradasy perfeccionadasporcronistasposteriores.De igual manera,los estudiosarqueológicoshanpermitido localizar estetipo de unidadeshabitacionalesy excavar unpoblado indígena de esteperíodo, dondese ha determinadola forma

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de las plantas, dimensiones y característicasconstructivas (Berbe-rián, E., et al., 1983; Berberián, E., 1984). Así se ha podido establecerque eran de gran tamaño,con entradasen forma de rampa y los te-chos sostenidospor maderamen,rechazando,por tanto, interpretacio-nes formuladasen sentido contrario.

En cuanto a la estructuraciónpolítica, podemosreconocerque elpueblo,bajo el mandode un cacique principal, estabacompuestoporun grupo de individuos divididos a su vez en subgrupos,parcialidadesdel pueblo, cadauna de las cualesdependíade un caciquesecundario,subordinadoal principal.

Evidencias documentalesdemuestran,finalmente, que los come-chingonesno andabandesnudoscomo seha inferido a partir de la citade Bibar, aun cuandoen algunoscasosutilizaban solamenteuna man-ta a manerade taparrabo.Habría, por último, que agregarque la co-rrecta transcripción de Sáez-Godoy,incorpora a Gerónimo de Bibarentre los cronistasque mencionanel carácterbarbadode los aboríge-nes de la región serranade la provincia de Córdoba.

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