Juan Diego Moya. Gerolamo Cardano (1501-1576).

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dad de la susodicha fórmula), cultivó tanto lasmatemáticas como la filosofía natural; tanto lapsicología racional como la medicina; tanto lasartes mecánicas como la astrología y la corres-pondiente confección de pronosticaciones astro-lógicas (i. e. horóscopos).

Desde la perspectiva del bibliófilo y políma-ta del siglo XVII, Gabriel Naudé (n. 1600), bí-:bliotecario de Mazarino, Gerolamo Cardano fueun hombre de la estirpe de los Demócrito, Budé,Escalígero, etc. En acuerdo con la prosopografíade Naudé, Cardano fue excéntrico, caprichoso,demencial, al día viviente, etc., amén de impío,vindicativo, celoso, maligno, licencioso, obsce-no, etc. Fue, asimismo, un mago, un pronostica-dor, un observador crédulo de sueños, un visio-nario, un amante de los éxtasis, un familiar de es-pectros y de lémures, el dócil camarada de un ge-nio doméstico, etc. In summa, fue el genio de Pa-vía un prodigio de demencia y de ciencia; un au-téntico monstruo (en su anormalidad descomedi-da), para todo psicólogo desconcertante, etc. Así,pues, fue motivo de obsesión para el racionalistay crítico Naudé, auténtico gestor de una variedadcrítica del racionalismo en cierne (cf. Pintard,1983: p. 461). Para el insidioso y sicofanta padreGarasse, S. l., Cardano fue, amén de un taradomoral, un pensador de resquebrajado ingenio (cf.Busson, 1971: p. 213).

De propria Vita, escrito por Cardano en laspostrimerías de su vida, fue editado por GabrielNaudé en 1643 (cf. Lenoble, 1971: pp. 122, 123,Nota 4), año del triunfo de las armas del duque de

Juan Diego Moya B.

Gerolamo Cardano (1501-1576)

Omnis Perfectio in hac Vita quamdam Imperfectionem sibi habet annexam, et om-nis Speculatio nostra quadam Caliginem involvit. (Gabriel Naudé)

Los cultores de los estudios acerca del Rena-cimiento disponen de abundantes efemérides sig-nificativas en el año presente, el primero del ter-cer milenio. En efecto, se conmemora el sexcen-tésimo aniversario del nacimiento del cardenalNicolás de Cusa (1401-1464), el quingentésimoaniversario del nacimiento de Gerolamo (Jeróni-mo) Cardano (1501-1576), y el aniversario nú-mero 400 de la publicación de De la Sagesse(Burdeos, 1601), de Pierre Charron (1541-1603),una de las obras cumbres del escepticismo pirró-nico renacentista. Asimismo, se conmemora elcuarto centenario de la muerte de Tycho Brahe(1546-1601), el más grande de los astrónomosobservacionales de todos los tiempos, astrónomoimperial del Habsburgo Rodolfo 11°. Proceda-mos, a continuación, a evocar al hombre de lasinvenciones -así motejado por Andrea Alciato-:Gerolamo Cardano.

Gerolamo Cardano nació en Pavía el 24 deseptiembre de 1501, y murió en Roma el 21 deseptiembre de 1576. Insigne polímata y pánsofo,

.el autor del celebérrimo De Subtilitate (auténticaenciclopedia del saber renacentista, la cual moti-varía la publicación de enconadas ExotericaeExercitationes por parte del veronés (radicado enAgen) Giulio Cesare Scaligero (1484-1558» fueel creador, prodigiosamente prolífico, de más220 obras'. Cardano, divulgador de la fórmula dela resolución de las ecuaciones de tercer grado,acérrimo adversario del también matemático y fi-lósofo natural Niccoló Tartaglia (con quien sos-tuvo una virulenta polémica relativa a la paterni-

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXIX (99) Extraordinario, 165-172, Diciembre 2001

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mado. El universo es una totalidad de correspon-dencias, de sintonías, de concordancias, de simpa-tías, de concurrencias sinérgicas (de carácter orgá-nico). El universo es un macroorganismo, un in-menso viviente animado (cf, De Subtilitate, Il).

El pampsiquismo cardaniano, tesis que con-fiere legitimidad teorética a la magia, a la oniro-mancia, a la adivinación (a la vatídica), etc., po-sibilita el descubrimiento, en el principio hílicomismo, del factor vital omnianimante. En esterespecto, la ontología cardaniana orientó se haciael evolucionismo, hacia una concepción evolu-cionista del devenir biológico. En acuerdo con loanterior, Cardano sustentó de manera simultáneael inmanentismo (tesis ontológica) y el evolucio-nismo (tesis biológica), atribuyendo carácterevolutivo a la substancia material. No obstantepostuló, en forma concomitante, la existencia deun principio animador (formal) transcendente,objeto de teorización desde la perspectiva de unametafísica transcendentalista.

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Enghien, en Rocroi, sobre los tercios españoles.En su autobiografía, hizo Cardano virtud de lamisma impudencia y escabrosa crudeza, tantocomo de una cierta farfantonería.

En el dominio de la filosofía especulativa,Cardano adoptó una posición intermediaria entrela que habría de sustentar el materialista cosenti-no Bernardino Telesio (1509-1588), y la que ha-bría de profesar, en el conjunto de los textos fe-brilmente publicados entre 1582 y 1591, el vehe-mente Giordano Bruno nolano (1548-1600), elcuarto centenario de cuyo "ajusticiamiento" he-mos conmemorado en febrero 17 del año anterior.

De acuerdo con De Subtilitate (Basilea,15501Lyon, 1664), la obra filosófica maestra deCardano, la filosofía aristotélica es falible. Conarreglo a Cardano, Aristóteles y Galeno han sidoperjudiciales para el progreso de las ciencias, enla medida en que, si bien es cierto que han efec-tuado aportaciones basamentales e imprescindi-bles, han conferido a la posteridad un pretextopara abstenerse de innovar y de progresar. Ha-biendo conducido sus artes al estadio metódico,han otorgado a la posteridad ocasión de ignavia yde entrega a las vacuas recapitulación y reitera-ción (cf. Cardano: De Rerum Varietate (en Chia-ri, 1980: p. 192)).

La justificación del eventual abandono delperipatetismo reposa, fundamentalmente, sobrela experiencia, a la cual ha de remitirse el autén-tico filósofo, quien es un perscrutador de las cau-sas efectuantes subyacentes en los fenómenos na-turales explanandos. Cardano, por consecuencia,recusó el hilemorfismo ontológico del Estagirita,asumiendo que los actos formales no son formasinherentes en el sentido peripatético de la expre-sión (=entelequias), sino modulaciones o modali-dades de la substancia material.

En conformidad con la filosofía natural car-daniana, tres son los elementos: la tierra, el aguay el aire. Desde esta perspectiva, el fuego (cuar-to elemento, según el peripatetismo) no es másque un accidente (un acto formal accidental) dela materia misma (cf. De Subtilitate, ll).

La filosofía cardaniana podría adecuadamen-te cualificarse, con cierta deliberada indetermina-ción o generalidad, como una filosofía pananimis-ta (o pampsiquista). Cuanto existe, es un ente ani-

***Fue Cardano un connotado astrólogo, quien

supo discernir con acuidad dos momentos en laciencia astrológica: el astronómico, fenomenoló-gico y reconstructivo de las órbitas planetarias, yel judiciario: Scientia Iudiciorum Astrorum (cf.Inel. Ptolemaei de Astrorum Iudiciis (Basilea,1544) (cit. por Lenoble en Lenoble, 1971: p. 121,Nota 5)). Cardano escribió múltiples textos mate-máticos: Ex. G., Artis magnae, sive de Regulis al-gebratcis (1545), Opus novum de Proportioni-bus ... Praeterea Artis magnae (1570), etc. En eltexto sobre Ptolomeo, ha incorporado doce horós-copos de contemporáneos suyos, incluido el delobispo Hamilton, a quien dedicó la obra. En DeSubtilitate (1550) y en De Rerum Varietate(1557), el insigne polímata ha conjugado la filoso-fía natural y la magia. Finalmente, en De Immor-talitate Animorum (1545) ha enunciado argumen-tos contra semejante inmortalidad. Nuestro astró-logo judiciario y confeccionador de pronostica-ciones habría sido, seguramente, denostado por elfértil ingenio de Giovanni Pico delIa Mirandola(1461-1494), quien fervorosamente polemizócontra la astrología judiciaria."

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De acuerdo con el abate Robert Lenoble,Cardano procuró despojar de antropomorfismo ala filosofía natural. Asimismo, formuló un princi-pio de conservación de la materia, por lo cual ex-ternó cierto escepticismo respecto de la legitimi-dad y del fundamento de la alquimia (cf. Leno-ble, 1971: p. 123).

En conformidad con el ingenio lombardo,impera en la Naturaleza física una auténtica pro-pensión evolutiva. Sea de esto lo que fuere, Car-dano no parece haber realizado, en este respecto,progresos significativos en relación con los apor-tes de Hipócrates y de Tito Lucrecio Caro (cf. Le-noble, 1971: p. 124). Asimismo, no ha sido capazde superar la física cualitativista. A similitud dePietro Pomponazzi (1462-1524), aristotélico deafiliación alejandrista, Cardano concibió la cau-salidad universal bajo la especie de la causalidadmagnética (cf. Lenoble, 1971: p. 124).

Con arreglo a Cardano, los astros entrañanlas cualidades primarias: ora el calor, ora el frío,etc. Los cuerpos del mundo supralunar y los delmundo sublunar son substancialmente homogé-neos. Las analogías discursivas traducen, por víade representación y de isomorfismo, vínculosreales de causación. La astrología es la ciencia delas relaciones (cf. Lenoble, 1971: p. 125), lascuales posibilitan la previsión o la predicción:

Quid igitur obstat quod si quis naturam horum syde-rum perspectam habuerit et numerum motuum perfec-ta teneat, sit quoque praestantis ingenij vir, et norit or-dinem et consequentia recte concludere, quin per hasnotas qualitates calidi, frigidi, hurnidi et sicci quocun-que tempore proposito ac loco qualitates status aeriscognoscere non possit? (In el. Ptolemaei ... de Astro-rum Judiciis (cit. en Lenoble, 1971: p. 125)).

El microcosmos humano reproduce, en mi-niatura, los rasgos del universo físico. Los astrosmismos, en correspondencia con los mamíferos,son sexuados: Venus y la Luna son férninas; el Sol,Júpiter, etc., machos (cf. Lenoble, 1971: p. 125).

El autor de De Subtilitate (1550) asumió unconcepto aristotélico del lugar TOPOS (cf. DeSubtilitate (en Opera, IlI, pp. 367 Y ss.) asun-ción tética reprobada por el impugnador de Car-dano: Julio César Escalígero. En acuerdo con elformidable Escalígero, no existe, ciertamente un

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espacio separado, una suerte de vacuo coacerva-do de especie atomista. Empero, aun cuando elreceptáculo coexista con los cuerpos y sea coex-tensivo con estos, es auténtico intervalo, no lamera superficie cóncava de un sólido ambiente(el primer límite inmutable de lo continente) (cf.Aristóteles: Física (4)YDKH AKPOAIIT, IV, IV(212 Al20)// Cassirer, 1974: p. 276).

En el contexto del universo mágico-natura-lista, pletórico de sintonías y de simpatías, perva-dido por las correspondencias y las acciones adistancia, las imágenes y las voces pueden, per-fecta y verosímilmente, influir sobre la determi-nación del nexo causativo y eliciente. En verdad,es éste un cosmos pletórico de acciones y de re-troacciones. El universo, concebido como un ma-crocosmos animado, entraña identificaciones ycorrespondencias que exceden de la exterioridadde la analogía (cf. R. J. W. Evans, 1984: p. 266).Henos en presencia de un presupuesto de carác-ter ontológico, sobre el cual reposa una preten-sión (metódicamente especificada) de inteligen-cia de -en el sentido del genitivo objetivo- la Na-turaleza. Lenoble ha hecho observar que la tesisdel microcosmos, correlativa de la del macrán-tropo, rinde cuenta de la posibilidad real de queel lenguaje repercuta sobre el entorno, y hace po-sible la descripción de los talantes planetarios so-bre la sola base de la consideración de los esta-dos disposicionales de la mente humana. Así,pues, Marte suscita la fuerza, el vigor, el ímpetu,

, la vehemencia, el arrebato, etc.; Venus el amor, lapulsión, el deseo, el ardor, la inquietud, etc.,;Mercurio la solercia, etc.

En el contexto del marco conceptual astroló-gico y mágico-naturalista de un Cardano, las re-ligiones históricas y positivas han eclosionado ba-jo el influjo estelar y sidéreo. El mismo cristianis-mo no escapa a esta hecho cosmológico histórica-mente constante (cf. Busson, 1971: pp. 219, 220).

***El modelo cosmológico cardaniano, finitista

y de índole geocentrista, planteaba la centralidadde la Tierra, la cual permanece suspendida en me-dio del cosmos físico, el cual es limitado en exten-sión. A pesar de su profesión de antropocentrismo,

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to, en cambio, es una facultad cognoscitiva sus-ceptible de identificarse con el objeto conocido(lo cual había sido aseverado por Aristóteles, apropósito del intelecto pasible, en el capítulo VI¡Odel libro IIIOde ITEPI o/YXHI (De Anima). Des-de el punto de vista noológico, el intelecto es laRes ipsa quae intelligitur (De Subtilitate, XIV).

En conformidad con la gnoseología carda-niana, el cognoscente humano no aprehende laesencia (la naturaleza esencial) de los existentessensibles, sino sus formas o similitudes sensi-bles. El cognoscente humano no se relaciona si-no con fenómenos, en conexión con los cualesejerce las funciones (epistémicas) de la aprehen-sión y de la mensuración. No obstante, en tantoen cuanto se identifica con su objeto de cogni-ción, a saber: en cuanto el conocimiento versasobre los objetos matemáticos, el cognoscentecrea la realidad conocida misma, y en esta medi-da se comporta como un intelecto arquetípico:

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el sabio lombardo cuestionó el estatuto teleológi-co del cosmos (cf. De Natura).

A propósito de la duración del cosmos,adoptó tesis vacilantes y posiciones voItarias (cf.Busson, '1971: p. 214). Cardano afirmó la eterni-dad del universo, mas no ha persistido en aseve-rar tal cosa. Sus acólitos tampoco se han mani-festado inequívocamente acerca de este tópico.Luego, ha de cuestionarse la pertinencia y el fun-damento de las imputaciones de Escalígero y deNaudé, en este respecto, al ingenio italiano.

***De acuerdo con la filosofía cardaniana, la

pesquisa filosófica supone una exigencia natura-lista de escrutinio de las causas naturales efec-tuantes de los fenómenos. En el respecto heurís-tico y rnetodológico, Cardano hízose eco del in-fluyente movimiento filosófico naturalista e in-manentista de los averroístas paduanos, lidera-dos, durante las primeras dos décadas del sigloXVI, por el formidable y denostado Pietro Porn-ponazzi. Sobre Cardano, tanto como sobre un nú-mero elevado de naturalistas renacentistas y pos-renacentistas, ejerció inobjetable influjo el textomás osado del mantuano Pomponazzi: De Incan-tationibus, en que, no lejos de la inspiración heu-rística ciceroniana (en De Divinatione), el pre-tendido milagro se reduce al portento (Osten-tum), es decir, al hecho azorador en cuanto suetiología es ignorada del percipiente (auténticonesciente). Con arreglo al polímata renacentista,los acaecimientos pretendidamente preternatura-les responden, en la realidad de las cosas (o delos agentes subyacentes en los explanandos), amuy diversos influjos, entre los cuales preponde-ran los de los astros (influjos de carácter astral),aspecto del pensamiento cardaniano al que Pin-tard (en su Le libértinage érudit dans la premie-re moitié du XVIle siécle¡ se ha referido puntual-mente. De ahí la posibilidad del cultivo de unaastrología judiciaria con fundamento entitativo.

Con arreglo a la psicología racional y a lanoética (filosofía de la' mente) cardanianas, laMens y el Intellectus han de discernirse. La Menses un principio intelectivo de carácter eterno:Non laborat quia in tempore non esto El intelec-

Scientia Mentís, quae res facit, est quasi ipsa res, velutin humani scientia trigoni, quod habeat tres angulosduobus rectis aequales, eadem ferme est ipsi veritati:unde patet naturalem scientiam alterius generis esse avera scientia in nobis (De Arcanis Aeternitatis, IV).

En la medida en que la ciencia de la mentefabrica las cosas, asimílase de alguna manera aéstas, así como en la ciencia humana del trígono,el que éste tenga tres ángulos equivalentes a dosrectos confúndese con la verdad misma de la co-sa (del objeto). De ahí que el género de la ciencianatural sea otro que el de la ciencia en nosotrosverdadera. Henos en presencia de una anticipa-ción explícita del discernimiento epistemológicoque habría de formular Thomas Hobbes (1588-1679) (en su De Corpore (1655)), entre la legíti-ma aprioridad de las auténticas ciencias: cienciasrelativas a objetos de naturaleza convencional, so-lamente dependientes de las definiciones arbitra-riamente estatuibles por los hombres (ex. g., lageometría y la política, ciencia del cuerpo civil),ciencias que discurren por modo deductivo; y lasdisciplinas, solamente conjeturales, atingentes arealidades independientes de las definiciones esti-pulativas forjables por la comunidad epistémica.Asimismo, Cardano prefiguró la epistemología dela historia que Giambattista Vico (1668-1744)

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enunciaría y articularía en su Scienza nuova, co-mo Francesco Fiorentino (en su Bernardino Tele-sio) lo hizo pertinentemente observar.

En conexión con la mente y con el alma,Cardano ha esgrimido, según lo refiere Busson,56 argumentos contra la admisión de su inmor-talidad, y 49 propicios a la afirmación de la in-mortalidad del espíritu. En términos de teoríaética, Cardano parece haber negado el que lacreencia en que el alma es inmortal, actúe comouna condición necesaria de la moralidad. Así,pues, parece haber reeditado las tesis eutímicas,naturalistas e intelectualistas de Pomponazzi,acerca de que la virtud es su propio galardón (asaber: en cuanto es autotélica). En términosteóricos naturales, procedió a negar privilegioconstitutivo humano alguno. Todo lo contrario.Impera, en la Naturaleza, la homogeneidad. Lainteligencia parece, asimismo, estar uniforme-mente distribuida, y es homologable con la luzsolar o con el magnetismo. Cardano aproximóla realidad antropológica a la zoológica, y con-tribuyó a sentar el fundamento del naturalismoen cierne. Sea de lo anterior lo que fuere, cabríaadvertir, con Busson, el que Cardano negó lainmortalidad so título individual (cf. Busson,1971: p. 215).

A Aristóteles, el autor de los capítulos IYo,yo y Vll" de IIFPI lJfYXHL, Cardano ha repro-chado su cripticidad (cf. el capítulo IYO de DeAnimae Immortalitate (cit. en Busson, 1971: p.215)). En última instancia, el sabio italiano aca-bó por profesar una convicción harto grata a losaverroístas: Foris ut licet, intus ut libet, de lacual también se hará eco el último de los ave-rroístas patavinos próceres: Cesare Cremonini(1550-1631), el huidizo adversario de Galilei.Puede asentirse a la verosímil hipótesis de que laopinión de la inmortalidad ha ingresado en elmundo y ha gozado de afirmativa sanción en lamedida en que contribuye a conferir longanimi-dad a los hombres (de cara a la adversidad).Puesto que podemos apostar en su favor, y porcuanto la apuesta es ventajosa, ha de apostarse(cf. Busson, 1971: p. 215). Henos en presenciade un explícito columbramiento de la apuestapascaliana. Tal es la tesis explícitamente profe-sada en De Sapientia, /1:

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Nam cum perennis sit anima ut docuimus, ac omninosempiterna, quid refert si in spem etiam optimam illamin vita alas? quamobrem recte Cicero inquit: non pos-se coargui qui animos dicunt irnrnortales. Nam si mo-riantur, nemo est qui arguat... ; si supersint, nec tamenloquantur... Ergo animum affirmare immortalem, nonsolurn pium et prudens est, sed irreprehensible, acmultorum bonorum causa (cit. en Busson, 1971: p.215, Nota VO.

En conformidad con lo anteriormente trans-crito, la creencia en la inmortalidad del espíritues no solamente pía y prudente, sino tambiénirreprochable, a fuer de que es una causa induc-tora de múltiples bienes.

Discípulo de Pomponazzi y de los averroís-tas latinos en el respecto de la disociación del sa-bio respecto del vulgo, Cardano estimó que la feimplica el pasivo asenso, y por ende la aniquila-ción de las funciones reflexiva y discursiva. Parala mente humana, es cabal y estupefacientequiescencia (cf. De Rerum Varietate, VI/I, XLII).Para el filósofo, ninguna de las tres instanciascognoscitivas (la autoridad, la experiencia y larazón) es más pelúcida que la racional (cf. De Sa-pientia, 1).

En el contexto de la climacología cardanianade las dignidades epistérnicas y de los órdenescognoscitivos, las razones aducibles en favor dela inmortalidad del alma humana son ciertamen-te concertadas y consistentemente trabadas, masen modo alguno apodícticas. Todo lo contrario.En este dominio, los argumentos se refrenan y secontrapesan recíprocamente. Así, pues, no cabecertidumbre racionalmente fundada acerca de lainmortalidad del espíritu humano. En el marcodel debate entre los platónicos y los psicopani-quistas (o mortalistas), o bien entre los fautoresde una inmortalidad connatural del alma humana,y los agnósticos metafísicos, Cardano parece ha-ber asumido la tesis de los naturalistas y de los es-cépticos. Suya fue la tesis de Pietro Pomponazzi,ya sustentada en la obra De Immortalitate Animae(Bologna, 1516). Empero, en conexión con el tó-pico de la unidad numérica del intelecto posible,Cardano se orientó hacia la solución averroísta,impugnada por el Doctor Angélico en el capítu-lo quinto de De Ente et Essentia, y en otros lu-gares. En efecto, el intelecto posible cardaniano

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es único, y la vida cósmica es también una. Enesta medida, puede vincularse con la corrienteteosófica y con el morfopanteísmo (o con la va-riedad cosmoplástica del panteísmo) (cf. Fraile,1978: p. 234). En acuerdo con Cardano, la filoso-fía natural conduce a la percatación de que múl-tiples son los grados y las formas de la vida aní-mica. La Mens solamente sobrevive o supera lacorrupción del sínolo en la medida en que parti-cipa directamente de lo inteligible, y en que ad-quiere la condición de una chiribita del divino in-telecto, del intelecto arquetípico (cf. Roger Char-bonnel, 1917: p. 283, Nota I (cit. en Busson,1971: p. 215, Nota 1)).En la medida en que elli-gamen de la psique con la corporeidad es íntima,el intelecto pasivo está indefectiblemente predes-tinado a la corrupción.

***En conexión con la crítica de los milagros,

con la crítica antitaumatológica de Cardano, acó-lito en este respecto, asimismo, de Pietro Pompo-nazzi, cabría subrayar la afirmación de que el es-píritu humano está vinculado con la Mens, subs-tancia inmaterial y eterna, externa a la qüididadhumana (cf. De Rerum Varietate, VIII, XUI). Losefectos psíquicos suscitados por la Mente imper-sonal son mediados y actualizados por condicio-nes anejas al espíritu paciente. Éste aporta, pordecirlo de alguna manera medianamente adecua-da, la causalidad ocasional o procatártica deter-minante de la eficacia del espíritu universal. Losentes vivientes especifícanse de acuerdo con tresmodalidades o tipos: el bestial, el antropológicocomún y el profético. Cuando la Mente se inmis-cuye con todo modo, engendra a las fieras (Be-lluas facit) (cf. la referencia en Garasse: La Doc-trine curieuse, 1, UI, pp. 24, 25 (cit. en Busson,1971: p. 216». Cuando la mixtión es mitigada,emerge el hombre mediocre, i. e., eclosiona lageneralidad de los mortales de especie antrópica.Finalmente, cuando la mixtión o la difusión sondesbordantes y diluvianos, cum copiose effundi-tur Spiritus, non repugnante Vi corporea, genéra-se el profeta (Propheta evadit) (Loc. cit.). Laeclosión del profeta supone, entre sus condicio-nes necesarias o requisitos, climas templados,

como por ejemplo el palestino. Cabe colegir, in-mediatamente, la predeterminación climatológi-ca del fenómeno profético, tanto como su natura-lidad cabal, la cual posibilita el que se rindacuenta etiológica suya. Para que surja un profeta,es menester que una causa procatártica como loes un clima preciso (cualitativamente especifica-do), determine la eficacia causativa de la Menteo del espíritu universal. El profetismo se vincula,asimismo, con el temperamento.

Con arreglo a Cardano, buen número de es-tos hechos aparentemente milagrosos responde amera astucia, trampantojo y bellaquería. A pro-pósito de la realidad de los influjos demoníacos,que para un lean Bodin (1529-1596) jamás fueproblemática (cf. su Démonomanie des Sorciers(1580», Cardano adoptó una posición cautelar,emulando a Pomponazzi (cf. Busson, 1971: p.218). Múltiples e innumerables son los milagrosrelatados y reportados; los auténticos, exiguos.En este orden de cosas, su lectura de Pomponaz-zi ejerció encomiable influencia sobre su magín,de suyo propenso a la credulidad (cf. Busson,1971: p. 218).

Aunque Cardano no haya participado delcongruente y raigal determinismo de Vicomerca-to, o del agnosticismo de los Cicerón, Rabelais,etc.; aun cuando haya pecado frecuentemente porvituperable credulidad -respecto en el cual admi-te el ser hermanado con el jurista, demonólogo ycriptojudaizante lean Bodin-, sustentó con férreaaprioridad la naturalidad de los hechos aparente-mente milagrosos. Su naturalismo no debe, em-pero, concebirse como el punto de partida de laciencia moderna. El universo mágico-naturalistade los naturalistas renacentistas se halla en lasantípodas de la asunción moderna del principiode legalidad. La causalidad universal de los natu-ralistas renacentistas es antitética respecto de losprocesos elicientes lineales e irreversibles de losmecanicistas de la temprana modernidad.

Consideraciones conclusivas

El intelecto cardaniano parece, prima Facie,identificarse con el intelecto arquetípico. No obs-tante, semejante apariencia es solamente ilusoria,

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ya que Cardano mismo subrayó vehementemen-te la absoluta transcendencia divina. Dios, enefecto, es más alto, venturoso y potente que lacreatura. Si el hombre conociese al agente divi-no, sería Dios mismo, lo cual es obviamente fal-so (cf. De Subtilitate, XXI). En el marco de laepistemontología cardaniana, la escibilidad de locreado por Dios estriba en su finitud por sí (cf.Cassirer, 1974: p. 288). Si lo creado no fuese porsí finito, no cabría, con respecto de él, proporciónalguna, y todo conocimiento se cimenta sobre elestablecimiento de proporciones (cf. el Tractatusde Arcanis Aeternitatis, IV (cit. en Cassirer,1974: p. 288)).

De la tesis epistemológica anteriormente ex-plicitada cabe inferir la imposibilidad de una teo-logía racional catafática. Según esto, no cabe si-no una teología racional apofática, en cuyo mar-co sería impensable una auténtica teorización(con fundamento en la realidad de lo conocido)sobre las teofanías onomásticas de lo Divino.

La ontología cardaniana adolece de una ten-sión irresuelta entre las afirmaciones de la unidady de la pluralidad, la cual se traduce en términosepistemológicos. En este sentido, venía a translu-cir, como Alexandre Koyré lo advirtió (en su ma-gistral disertación doctoral de 1929) a propósitode la teosofía de Jacob Boehme (1575-1624), unaantinomia inherente al psiquismo humano (anti-nomia universal en cuanto tal). En efecto, el exa-men de la similitud existente entre los objetossensorial mente perceptibles induce la postula-ción de una unidad anhipotética, intangible e in-demostrable, la cual no es susceptible de riguro-sa fundamentación apodíctica. Es imposible des-cender, empero, desde la unidad referida hasta lapluralidad sensible, así como imposible es el as-censo continuo desde la multiplicidad cualitativade lo sensorial mente perceptible hasta la unidadindiferenciada de lo Uno. Como se estatuye en laEnciclopedia filosofica de Sansoni (coeditadapor Michele F. Sciacca (1967)), henos en presen-cia del hecho más arcano y prodigioso: el de laproblemática y racionalmente inelucidable cone-xión entre la Unidad y la Pluralidad; entre la exi-gencia psíquica de unificación (y la correlativaaspiración a la integridad del saber), y la exigen-cia del conocimiento de lo singular.

Notas

l. La ingente producción escrita del feracísimo in-genio renacentista está contenida en los diezgruesos volúmenes de sus Opera, editadas enLyon en 1664 -aproximadamente cien años des-pués de la muerte de su autor. Al cabo de cienaños, aún gozaba de reputación en la república delas letras y de las ciencias.

2. En efecto, si esta disciplina posee asidero entitati-vo, entonces la libertad humana es solamente qui-mérica, y no cabrían imputabilidad ni responsabi-lidad algunas. La vida moral sería, en semejantecircunstancia, imposible e insensata. La cienciade los horóscopos substituye al esfuerzo y suscitala impiedad. Contrariamente, la magia, disciplinacapaz de acrecentar el poderío del sujeto actuantesobre la Naturaleza inmediatamente circundante,y sobre la Naturaleza en su conjunto, amerita unasiduo cultivo (cf. Védrine, 1984: p. 49).

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