Heredia Chaz, Emilce (2012), “The sea in the city. Art and...
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Recientemente en Bahía Blanca, una ciudad costera que sin embargo vive de espaladas
al mar, se ha producido una invasión de gaviotas, cangrejos, flamencos y peces. Esta
fauna marina ha irrumpido en la calles de la ciudad haciéndose presente en marchas,
jornadas y actos, ha ocupado sus paredes por medio de murales y diversas
intervenciones urbanas e incluso ha logrado fisurar el cerco mediático instalándose con
fuerza en la prensa local. Toda una nueva estética se ha ido conformando en torno a las
múltiples acciones de lucha del movimiento socioambiental que emergió al calor de
diversas problemáticas medioambientales que atraviesa la ciudad, teniendo como
principal factor aglutinante la oposición al proyecto de dragado del área interna del
estuario de Bahía Blanca y la consiguiente expansión del complejo industrial y
portuario. Gaviotas y cangrejos, flamencos y peces abrieron una grieta en el cinturón
industrial que ciñe la costa de Bahía Blanca, diciendo no al dragado, sí a la vida e
interpelando el modelo de ciudad vigente.
UNA CIUDAD COSTERA SIN VISTA AL MAR
Durante décadas, la costa de Bahía Blanca (1) no sólo suponía puerto e industria, sino
también playa, sol, malla, conservadora, caña de pescar, familia y amigos. Producción y
esparcimiento no eran excluyentes, y se podía disfrutar de balnearios como Maldonado,
Colón, Galván, la playita de la usina. (2) Incluso, hasta hace unos pocos años atrás, el
Versión en español y con modificaciones del texto
Heredia Chaz, Emilce (2012), “The sea in the city. Art and politics in
environmental conflicts”, Third Text, (en prensa)
puerto constituía un tradicional paseo de fin de semana, que ofrecía la posibilidad de
observar grandes buques y pescar en los muelles.
Sin embargo hoy, han dejado de existir los balnearios y prácticamente no
encontramos paseos con vista al mar. Bahía no sólo no mira el mar, pareciera incluso
haber olvidado que existe. ¿Qué fue lo que sucedió?
Si bien la franja costera ha venido modificándose desde hace más de un siglo, en las
últimas décadas se ha producido un conjunto de intensas transformaciones que han
vuelto el espacio costero cada vez más inaccesible para la población. Estas
transformaciones necesitan ser comprendidas en relación a la aparición de nuevos
actores, dentro de una dinámica donde lo local se encuentra articulado con procesos
globales.
En el contexto de las políticas neoliberales de desregulación económica y reforma
del Estado que se aplicaron en la década del ´90 en la Argentina, el gobierno nacional
decretó la disolución de la Administración General de Puertos, entidad estatal que tenía
hasta entonces bajo su responsabilidad la totalidad de los puertos nacionales. Como
parte del proceso de descentralización del sistema portuario que se puso en marcha, el
puerto de Ingeniero White se convirtió en el primer puerto autónomo del país en 1993,
pasando a ser administrado y explotado por el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía
Blanca (CGPBB). A partir de entonces, bajo la gerencia de este nuevo ente público no
estatal, cuyo directorio pasó a estar integrado por mayoría de representantes privados, el
puerto comenzó a desenvolverse persiguiendo las premisas de modernización, eficiencia
y productividad en pos de captar el arribo de una mayor cantidad de buques y de atraer
nuevas inversiones que se radiquen en la ciudad.
Teniendo bajo su poder la gestión del espacio costero, el CGPBB comenzó a llevar
adelante un proceso de racionalización y cerramiento del área, lo que conllevó una
progresiva privatización del espacio portuario. Tal es así que hoy ya no es posible
transitar libremente por ninguno de los muelles y apenas queda una pequeña plazoleta
construida por el CGPBB desde donde se puede observar un pedacito de mar. Incluso,
la Fiesta Nacional del Camarón y el Langostino, organizada desde hace años por la
Sociedad de Fomento de Ingeniero White y que tradicionalmente se realizaba en los
galpones del muelle nacional, ha dejado de celebrarse dentro del espacio portuario.
También durante los ´90, bajo el mismo marco de las políticas neoliberales, tuvo
inicio una vertiginosa radicación de grandes empresas cerealeras y petroquímicas de
carácter transnacional, como Cargill y Toepfer, en el primer caso, y Dow Chemical,
Solvay y Repsol en el segundo. Al mismo ritmo en que se fue ampliando el complejo
industrial y portuario, avanzaron los cercos de alambrado sobre la costa. El estuario de
Bahía Blanca fue quedando detrás del cinturón industrial, al tiempo que sus aguas
pasaron a ser contaminadas de manera intensa por los desechos de la industria
petroquímica. De este modo, se acentuó el carácter productivo y privado del espacio,
obviando otros posibles usos y modificando de modo irreversible el medio natural.
La franja industrial que se erigió entre ciudad y mar adquirió además el carácter de
una economía de enclave en cuanto emplea una cantidad limitada de mano de obra
debido a que opera con sistemas altamente automatizados, tiene una exigua capacidad
de generar eslabonamientos hacia atrás (proveedores) y hacia delante (clientes), y
exporta cuantiosas ganancias. Pero al mismo tiempo que genera un impacto poco
significativo en la economía local, produce un impacto ambiental altamente negativo,
tanto por consumir de modo intensivo recursos naturales como el gas y el agua, como
por generar contaminación en las aguas del estuario y en el aire, perjudicando la pesca
artesanal y generando problemas de salud en la población.
Es de destacar que junto a estas grandes transformaciones que configuraron un nuevo
complejo industrial y portuario, se llevó adelante la producción de una nueva imagen
identitaria que legitimara y justificara los cambios que se estaban efectuando. El
concepto de ciudad puerto fue elaborado desde el gobierno municipal en 1996,
sostenido por el CGPBB y difundido por los medios de comunicación hegemónicos a
nivel local en tanto síntesis de `un proyecto integrador y una propuesta cierta de
progreso y afianzamiento de la identidad cultural´ (3) de la ciudad. En efecto, la
identidad portuaria se extendió a la ciudad toda, el desarrollo de Bahía Blanca se vio
asimilado al crecimiento del puerto. Todo esto al tiempo que este puerto, así como se
volvió autónomo del Estado que hasta entonces lo administraba, se fue aislando de la
población que supo trabajar en él. El espacio portuario fue desacoplado de los procesos
locales, pasando a rearticularse en el marco de dinámicas globales de valorización.
Justamente en este momento, se realizó la construcción estratégica del concepto de
ciudad puerto, evidenciando la violencia simbólica que fue necesario ejercer con el fin
de producir y sostener el nuevo perfil de desarrollo industrial que estaba adoptando la
ciudad.
Actualmente, los poderes locales promueven el proyecto de dragado actualizando el
mismo concepto de ciudad puerto a través de la siguiente operación histórica: si el
puerto fue fundado a fines del XIX por parte de los capitales ingleses y vivió una
segunda fundación en los `90 con la privatización del complejo ferroportuario, la
creación del CGPBB y el arribo de grandes empresas transnacionales, en este momento,
la tercera fundación del puerto se estaría gestando en el seno de dicho megaproyecto
impulsado por el CGPBB.
Con el refulado obtenido del dragado del área interior del estuario sería posible ganar
tierras al mar para la expansión del complejo industrial y portuario. Se crearían dos
grandes islas destinadas a superar la actual limitación en la disponibilidad de tierras para
la radicación de nuevas empresas y terminales portuarias, llevando aproximadamente al
doble la capacidad actual del espacio físico. En efecto, el proyecto de dragado
significaría la profundización del perfil de desarrollo industrial. Contra este proyecto es
que se ha levantado el movimiento socioambiental de Bahía Blanca, abriendo una
disputa en torno al modelo de ciudad vigente.
GAVIOTAS EN LA CIUDAD
La crisis hídrica que atraviesa la ciudad, la instalación de la empresa minera Vale en el
puerto local, la muerte de un trabajador en la refinería Petrobras, la dificultosa situación
de los pescadores artesanales, los problemas de salud en la población… y,
principalmente, el proyecto de dragar la zona interior del estuario, constituyeron en
estos últimos meses las problemáticas alrededor de las cuales se fue organizando el
movimiento socioambiental. Problemáticas que en su conjunto pueden ser explicadas
desde el modelo de industrialización que hoy se pretende profundizar.
El movimiento socioambiental ha construido el no con argumentos científicos de
diversas instituciones académicas de la ciudad que se expresaron en relación al proyecto
de dragado (la Universidad Nacional del Sur, la Universidad Tecnológica Nacional y el
Instituto Argentino de Oceanografía) señalando el impacto irreversible que causaría
sobre el área interna del estuario, un ecosistema espacialmente valioso por la gran
diversidad biológica que concentra. También ha construido el no sobre la base del
relevamiento y la producción de un conjunto de datos que indican el impacto económico
poco significativo y el impacto ambiental altamente negativo que tiene para la ciudad el
actual complejo industrial, el cual se pretende expandir a partir de las obras de dragado.
Pero al mismo tiempo, el movimiento socioambiental ha venido construyendo el sí
volviendo la vista al mar, valorando el estuario, su flora, su fauna y el disfrute que
permite el paisaje. Y también, frente a aquéllos que han querido levantar por sobre los
reclamos del movimiento una simple oposición entre economía y medio ambiente, ha
venido construyendo el sí dando a conocer proyectos alternativos de desarrollo local
ambientalmente sustentables.
Si algo caracteriza a este movimiento socioambiental es su heterogeneidad. Vecinos,
organizaciones ambientales, docentes, estudiantes, científicos, artistas, sindicatos,
partidos políticos comenzaron a movilizarse desde principios del 2011, hasta confluir en
enero del 2012 en la Asamblea Ambiental Buenos Aires Sur (AABAS).
Una enorme cantidad de energías sociales se han puesto en movimiento para la
organización de una multiplicidad de actividades: charlas, marchas, realización de
murales, bicicleteadas, conferencias de prensa, recitales, intervenciones en eventos
públicos, paseos por el estuario… En principio, el objetivo de este conjunto de acciones
ha sido difundir la problemática e informar acerca del impacto socioambiental negativo
que generaría el eventual dragado. Es decir, acercar a la población un mensaje
alternativo al que circula en los medios de comunicación hegemónicos, donde se
presenta la ampliación de la zona industrial como un factor de desarrollo económico
para la ciudad, al mismo tiempo que se minimiza el impacto ambiental que pudiera
provocar.
Este decir y actuar del movimiento se ha visto caracterizado por un tiempo de vértigo
y creatividad social en el que la dimensión estética ha jugado un rol central como
instrumento para interpelar a la gente desde una posición positiva y proactiva. (4) En
este sentido, los murales han funcionado como una llamada colorida, interpelando al
peatón desde las paredes de la ciudad. Los primeros murales fueron realizados en
General Cerri a partir de la iniciativa de la entidad conservacionista Tellus, la cual contó
con la colaboración del artista plástico cerrense Francisco Felkar.
Tellus fue una de las primeras voces que se manifestó en contra del proyecto de
dragado, al mismo tiempo que comenzó a organizar una serie de actividades en el marco
de la campaña contra dicho proyecto. Las salidas de interpretación natural, donde se
invitó a la gente a caminar por el estuario y embarrarse, a descubrir y conocer la flora y
la fauna nativas, fueron una de las actividades desarrolladas que contaron con una gran
convocatoria.
Felkar es un artista de importancia a nivel local, que cuenta además con una
significativa trayectoria de trabajo en la problemática ambiental a través de sus obras.
La cuestión ambiental como artista siempre me interesó, siempre fui sensible a la cuestión
ambiental. En mi obra, antes de esto, ya estaba reflejada pero desde la cuestión de la
contaminación en Bahía y White… pero jamás me imaginé, jamás se me pasó por la cabeza,
que podría llegar a pasar acá en Cerri, es decir, el dragado como un principio de futuras
instalaciones de industrias.
En cuanto Felkar se enteró de las primeras actividades de Tellus, se puso en contacto
para informarse y participar, y así fue como se sumó a la organización de los murales.
El primero se realizó en agosto del 2011 y, al siguiente mes, el segundo. Para este
último, se sumaron además los Vecinos Autoconvocados de Cerri que, recientemente,
se habían conformado como agrupación con el objetivo de informar acerca de los
peligros que conlleva el proyecto del dragado. En ambos casos, las paredes sobre las
cuales se hicieron los murales fueron ofrecidas por vecinos que se encontraban en
oposición a dicho proyecto y Felkar fue quien diseñó los dibujos.
Los mismos animalitos que Tellus estaba invitando a descubrir a través de las salidas
por el estuario pasaron a ser los protagonistas de los murales. Esta fauna marítima
ocupó las calles de la localidad siendo representada de manera naturalista. En este
sentido, Felkar afirma, `no inventé nada. Salvo por las luces y las sombras para hacer
altos contrastes, los murales los trabajé bien realistas´.
En el primero se pueden ver dos gaviotas y un cangrejo que dicen, en un globito
como de historieta, vecinos! digamos sí a la vida y no al dragado. En el segundo, los
animales adquieren mayor dinamismo e intensidad. El cangrejo pasa a levantar sus
pinzas al aire, la gaviota tiene sus alas desplegadas en posición de aterrizaje. A la escena
se suman dos flamencos, uno de los cuales, con rostro severo, expresa ningún
emprendimiento vale la salud de nuestros hijos.
Para pintar estos dibujos, se realizó una convocatoria abierta bajo las consignas ¡no
al dragado!, ¡sí a la vida!, invitando a la gente a traer pincel y mate. Los diseños ya
habían sido dibujados sobre la pared por Felkar e integrantes de Tellus el día anterior.
Durante las jornadas de trabajo, grandes y chicos, de Cerri y de Bahía Blanca, llenaron
los dibujos de color. Colores brillantes, vistosos, contrastantes fueron los que se
utilizaron, en base a los diseños con color previamente realizados. Sin embargo, si bien
existió un trabajo de planificación previo, la espontaneidad y la improvisación tomaron
su lugar durante el proceso de creación grupal. En este sentido, Felkar cuenta,
En el momento puede surgir que se termine un color y hay que inventar otro, hay que llenar
un espacio que no se pensaba con otro color, siempre se puede modificar. Pintan nenes
chiquitos y se gotea y se chorrea, y hay que dibujar otra cosa para tapar esa mancha y no
quede tan como desprolijo.
Aunque Felkar actuó como coordinador, preparando los colores y repartiendo
pinceles y tachitos con pintura, siente que el trabajo colectivo, de alguna manera, sucede
solo, se desenvuelve de forma orgánica. `Como que nada tapa ni traba la acción del otro.
Cada cosa está en su lugar, todo sucede como debe suceder. De forma armónica, va
sucediendo, y está buenísimo cómo se da.´
Durante el tiempo que duró pintar los murales, la gente se fue turnando, iba y venía,
generando un intercambio que superó el pasar de mano en mano el pincel. La
construcción de los murales, en tanto obras colectivas, generó espacios de encuentro y
aprendizaje donde confluyeron vecinos, niños, artistas, integrantes de organizaciones
ambientales, científicos, estudiantes, docentes.
En el momento de pintar, al mismo tiempo al lado de un vecino hay un científico. Ese
científico, a medida que va pintando, también va contando lo que sabe, entonces la
información se propaga. La construcción de una obra colectiva, de una obra pública, empieza
a juntar gente que no tiene acceso a la información con científicos que tienen todo el
conocimiento académico pero que en ese momento tienen que transmitirlo de manera
didáctica, lo que genera un intercambio humano increíble.
Con posterioridad, en el mes de octubre, se realizó otro mural pero esta vez sobre
tela. Durante la III Marcha Musical Descontaminante que tuvo lugar en la plaza central
de Cerri, al mismo tiempo que tocaron bandas musicales, se realizaron juegos para
niños y se estamparon remeras, se pintó de manera colectiva una superbandera de dos
metros por diez. El dibujo, diseñado también por Felkar, se volvió más complejo y
dinámico en comparación con los anteriores murales. La representación adquirió mayor
vigor al tiempo que también lo hacía el movimiento socioambiental.
Sobre un intenso fondo amarillo, numerosas gaviotas y flamencos vuelan, mueven
sus cabezas, abren sus picos. Esta vez las consignas son Cerri crece en armonía con la
naturaleza y, nuevamente, no al dragado. Los Vecinos Autoconvocados de Cerri
decidieron realizar este gran estandarte para que los represente en las diversas
actividades en las que participan. Hasta el momento, habían hecho varias banderas pero
de manera rápida, pintadas con aerosol, todas con la consigna no al dragado, sí a la
vida. En cambio, esta superbandera los pasó a acompañar en varias intervenciones, no
sólo en Cerri sino también en Bahía Blanca. Tal fue así que ya ha necesitado ser
restaurada por los daños que sufrió.
A través de estos murales, el cangrejo, la gaviota y el flamenco comenzaron a hablar
o, más bien, a gritar a la ciudad, en la ciudad, mensajes claros y concisos, volviéndose
más humanos, más cercanos. La idea subyacente en estos murales era, de una forma
simple y didáctica, invitar a la gente a conocer, querer y proteger el estuario que tiene a
unas cuadras de su casa. Francisco cuenta que anhelaban que
esos animales que están a unos pocos metros o, en algunos casos, a un par de kilómetros,
comiencen a ser cotidianos como los perros y los gatos. La gaviota y el cangrejo que están
allá en la costa, traerlos al centro del pueblo (…) Una gaviota gigante que empieza a caminar
por la ciudad, las banderas y `¿qué es ese bicho?´ Que el que no sabe se empiece a preguntar
`¿qué es esa paloma?´ `No, no es una paloma, es una gaviota cangrejera.´ `¿Y ese tipo de
araña?´ `No no, es un cangrejo.´ `¿Ese pájaro rosado?´ `No, es un flamenco.´ Como empezar
a volver cotidiano eso que era extracotidiano, que estaba desconocido, enterrado allá sólo,
que se venga a la ciudad a hacernos recordar.
A su vez, los muros de Bahía Blanca han sido intervenidos de modo activo por el
colectivo Murales Los Cangrejos. Este grupo forma parte de Aukan - Asamblea
Ambiental del Sur, entidad que ha venido actuando intensamente en el marco del
conflicto originado por el proyecto de dragado.
Desde sus murales, Los Cangrejos introdujo a Blinky, el pez de tres ojos tomado de
la serie televisiva Los Simpsons, el cual pasó a convertirse en un emblema distintivo del
movimiento socioambiental de Bahía Blanca. En la serie, este personaje es un pescadito
mutante generado por los desechos tóxicos que la planta de energía nuclear arroja a las
aguas de Springfield. `Bahía Blanca es medio como Springfield´, señala uno de los
integrantes de Los Cangrejos. En Bahía Blanca, la imagen de Blinky se actualiza en
relación a la contaminación del estuario provocada por el polo petroquímico de la
ciudad.
El pez de tres ojos ha sido representado por Los Cangrejos en numerosos muros de la
ciudad, con colores estridentes, interpelando a los bahienses a través de diversas
consignas como no al dragado - sí a la vida, informate, protejamos la ría. Varias de las
intervenciones de Los Cangrejos han tenido la particular característica de gozar de una
vida efímera. Esto se ha dado, según la ocasión, debido a dos circunstancias. Algunas
pintadas fueron realizadas sobre carteleras publicitarias, haciendo uso del alto grado de
visibilidad del que gozan esos espacios, los que, por esa misma razón, son disputados
por otros actores. De este modo, al cabo de un tiempo ciertos murales terminaron siendo
tapados por la colocación de nuevas publicidades. Pero, en otras ocasiones, la vida de
estas manifestaciones habría sido interrumpida según órdenes provenientes del gobierno
municipal. Las intervenciones sufrieron agresiones directas, durando apenas unos pocos
días.
Con la construcción de estos murales, y junto a toda una multiplicidad de
intervenciones donde los recursos expresivos ocuparon un lugar preponderante, se fue
conformando un repertorio creativo de imágenes y consignas a través del cual el
movimiento socioambiental fue inscribiendo y visualizando su discurso y sus acciones.
Toda una nueva estética de fauna marina comenzó a hacerse presente en la ciudad en
ocasión de diferentes eventos y bajo diversos soportes.
En eventos públicos como la carrera de atletismo de Reyes y el paso del Dakar por la
ciudad, tuvieron lugar auténticos gaviotazos en donde vecinos y estudiantes se hicieron
presentes portando máscaras de gaviotas, y llevando también banderas y carteles. Un
ejemplo de esto último lo constituyeron los carteles con flamencos que, simulando ser
una señal de tránsito habitual, subvierten el código vial indicando la presencia de este
animal costero en una ciudad que no suele mirar hacia el mar.
Las marchas también han tenido este mismo carácter performático, desenvolviéndose
además la acción de estampar con aerosol sobre la ropa de los manifestantes a partir de
un repertorio de consignas e imágenes ya preparado. Así, la imagen circula y se dispersa
más allá del momento y el lugar de la manifestación.
Los carnavales fueron otro momento en que el movimiento se expresó de manera
enérgica y colorida, participando en los corsos de diversos barrios y en el centro de la
ciudad. Desde el espacio de AABAS se conformó la Murga Desde El Barro que bailó
por las calles con sus estandartes y levitas verdes y amarillas. Además, se construyó de
manera colectiva una enorme gaviota que se paseó volando entre la gente, acompañada
por integrantes de la asamblea que portaban máscaras de gaviota, llevaban banderas y
vestían disfraces de cangrejo y gaviota.
A partir de la construcción y el accionar de este repertorio de diversos recursos
expresivos, el movimiento socioambiental, de manera más o menos directa, fue trazando
y dando visibilidad a la trama conflictual de la que forma parte. Lo anterior implica un
movimiento trifásico (5) que es posible observar si nos detenemos, por ejemplo, en lo
ocurrido durante los corsos de carnaval.
En principio, los recursos expresivos sedimentan un nosotros, devienen marcas de
identidad colectiva, en el marco de un proceso de reconocimiento y
heterorreconocimiento complejo debido a la heterogeneidad de los participantes, la
diversidad de trayectorias, los diferentes grados de definición política. En este sentido,
la construcción del gaviotón, las horas que llevó soldar la estructura de hierro, cubrirla
con media sombra, coser y pintar, se dio a través del trabajo colectivo de diversos
integrantes de la asamblea posibilitando un espacio de encuentro, intercambio y
consolidación del movimiento.
A su vez, a través de los recursos creativos se crean audiencias. Es decir, funcionan
como medio para acercar el mensaje a la gente, dando visibilidad al movimiento y
posibilitando espacios de entendimiento. En el caso del gaviotón, éste llamó la atención
de mucha gente desde un lugar de gran simpatía, generando incluso que algunas
personas que estaban participando de los corsos se quieran sacar fotos junto a él.
Y asimismo, se precisan y visibilizan los adversarios. AABAS pudo participar de
diferentes corsos por los barrios de la ciudad pero no exenta de conflictos. En algunos
casos se vio impedida de hacerlo debido a las presiones ejercidas por representantes del
gobierno local, el mismo que hizo público su apoyo hacia el proyecto de dragado que
impulsa el Consorcio de Gestión de un puerto transnacional y de espaldas a la población
de la ciudad.
El mensaje político de estas obras se produce en la medida en que una nueva estética
ligada a la fauna marítima irrumpe en la ciudad provocándose un choque entre
elementos heterogéneos. (6) Es decir, en tanto gaviota, cangrejo, flamenco y pez se
expresan en el espacio público de una ciudad que vive de espaldas al mar, mezclándose
elementos de diversas áreas de la experiencia, que incluso habitualmente se presentan
como opuestas: el espacio urbano y el espacio productivo, la ciudad mediterránea y el
entorno marítimo, sociedad, economía y naturaleza, o bien, lo cercano y lo lejano, lo
visible y lo invisible, lo cotidiano y lo extra-cotidiano.
El encuentro entre elementos heterogéneos, al mismo tiempo que produce la
percepción de una ruptura, posibilita un espacio donde se reconfiguran las coordenadas
ordinarias de la experiencia de las relaciones entre espacios, sujetos y objetos: se ponen
en escena nuevos sujetos, se hace visible lo que no lo era, se vuelve cercano lo lejano, se
trae el mar a la ciudad. De este modo, ese choque que atestigua una realidad política en
conflicto, simultáneamente abre grietas en el modelo de ciudad vigente desde donde se
vuelve posible pensar y construir nuevos modos de vida en que se establezcan
relaciones diferentes, no excluyentes, entre sociedad, economía y naturaleza.
CARTOGRAFÍA DE RESISTENCIAS CREATIVAS
No al dragado, sí a la vida, la consigna emblema del movimiento socioambiental de
Bahía Blanca, constituye al mismo tiempo un enunciado común y articulador de una
diversidad de movimientos socioambientales que se extienden por Argentina y
Latinoamérica y desde los cuales se sostiene una multiplicidad de luchas en defensa de
la vida y contra el saqueo y la contaminación de los bienes comunes. Pese a las
diferenciaciones y especificidades locales, la emergencia de estas luchas en su conjunto
responde a la drástica redefinición del capitalismo mundial operada bajo la lógica de la
globalización neoliberal, que ha significado una aceleración y profundización de los
procesos de expropiación de los bienes comunes de la naturaleza. (7)
Durante los ´90, se abrió un nuevo ciclo de explotación intensiva de los recursos
naturales por parte de grandes empresas transnacionales en alianza hegemónica con los
Estados de la región, generalizándose un modelo de desarrollo extractivo-exportador en
base a la utilización de recursos naturales no renovables, la contaminación y la pérdida
de biodiversidad. La minería a cielo abierto, los agronegocios, la industria petroquímica,
las explotaciones forestales, la construcción de megarrepresas, constituyen las
actividades que se promueven desde este modelo de desarrollo.
No es casual, entonces, que hayan surgido nuevas formas de movilización social
centradas en la defensa del medio ambiente, que van diseñando una cartografía de
resistencias a lo largo y lo ancho de la región, abriendo una disputa en torno al modelo
de desarrollo vigente. Estos movimientos socioambientales, de carácter multisectorial y
policlasista, suelen adoptar la dinámica asamblearia como forma de organización
flexible y no jerárquica. (8) Y además, como se puede observar en el caso de Bahía
Blanca, activan formas de intervención política donde la dimensión estética ocupa un
lugar de importancia. (9)
Los movimientos socioambientales comparten un repertorio creativo de imágenes,
consignas y prácticas de lucha que se van redefiniendo de acuerdo a los conflictos y se
van renovando con el paso del tiempo. Este repertorio es fruto de la utilización de
internet como medio de difusión e intercambio y, en Argentina, de la creación de la
Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) como espacio para articular y potenciar las
diversas luchas. (10) El contagio de ciertas consignas de lucha se puede observar en el
caso de las asambleas que se extienden a lo largo de la cordillera argentina expresando
no a la mina - sí a la vida, el agua vale más que el oro, el Famatina no se toca, y que en
Bahía Blanca fueron apropiadas y resifgnificadas localmente diciendo no al dragado -
sí a la vida, el agua vale más que el polo, la ría no se toca. Asimismo, murales, murgas,
banderas, disfraces, canciones forman parte del reservorio creativo a través del cual los
diversos movimientos visibilizan sus demandas en el espacio público.
De este modo, nos encontramos con prácticas que no se ejercen a través de las
herramientas clásicas de la política. Prácticas que, al mismo tiempo, se vuelven
imposibles de evaluar exclusivamente en tanto arte. Esto último debido a que no son
privativas de personas que poseen la condición de artistas, sus propios realizadores
muchas veces no las consideran como tal, las producciones no circulan dentro de los
espacios convencionales de exposición artística y, además, son creaciones colectivas y
participativas que pierden la autoría individual. De lo que se trata, más bien, es de un
reservorio de recursos socialmente disponibles que no existen ni el arte ni en la política
convencionales, pero que hacen del arte un proceso activo y convierten a la protesta en
un acto creativo. Es decir, un conjunto de prácticas que se desenvuelven en el espacio
público, unificando y redefiniendo el arte y la política. (11)
A través de esta multiplicidad de prácticas, los movimientos socioambientales van
configurando y potenciando lenguajes de valoración (12) divergentes a los que
sostienen empresas y Estados. Éstos últimos, por su lado, promueven actividades
extractivas y contaminantes bajo la activación de la narrativa utópica del desarrollo, la
cual condensa fantasías y esperanzas sociales en relación al crecimiento económico.
(13) Desde esta narrativa, se ejerce la imposición del lenguaje económico como el
lenguaje supremo, simplificando y descalificando otros puntos de vista. Por el otro lado,
los movimientos socioambientales sostienen lenguajes de valoración en torno a la
defensa de los bienes comunes de la naturaleza en tanto condiciones de posibilidad de la
vida misma, rechazando la preeminencia del valor económico. De este modo, los
conflictos socioambientales se definen no sólo en tanto conflicto de intereses, sino
también como conflictos de valores. En este choque entre sistemas de valorización, se
producen las fisuras desde las cuales los movimientos socioambientales introducen no
sólo un cuestionamiento al modelo actual de desarrollo, también proponen pensar y
construir nuevas formas de vida.
NOTAS
(1) La ciudad de Bahía Blanca se encuentra ubicada al suroeste de la provincia de
Buenos Aires - Argentina, sobre el Océano Atlántico. Ingeniero White y General Daniel
Cerri son dos localidades que pertenecen al partido de Bahía Blanca. Ambas son de
interés en el presente texto debido a que el complejo industrial y portuario se ubica en
Ingeniero White y, a través del mencionado proyecto de dragado, se lo desea extender
hacia el área de General Cerri. Por lo que de aquí en adelante, cuando se mencione la
ciudad de Bahía Blanca, las dos localidades estarán incluidas.
(2) Este tema ha sido abordado por Ferrowhite Museo Taller a través del proyecto de la
Rambla de Arrieta por medio del cual se ha venido trabajando para la recuperación
comunitaria del frente marítimo de la ex usina General San Martin y su conversión en
un paseo con vista al mar. Actualmente, éste es el único sitio a través del la cual es
posible acceder a las costas del puerto. http://museotaller.blogspot.com.ar/
(3) El trabajo de reconstrucción en torno a los imaginarios hegemónicos de ciudad fue
realizado en base a la consulta de diversas ediciones y suplementos especiales de La
Nueva Provincia, el único periódico de edición diaria de la ciudad.
(4) La reconstrucción de las diversas acciones del movimiento socioambiental fue
efectuada sobre la base de la realización de entrevistas a integrantes de AABAS durante
el 2012, la consulta de diversas fuentes periodísticas y de documentos elaborados por el
movimiento y el relevamiento de imágenes e información en las redes sociales, además
de la propia participación en varias de las actividades.
(5) Ximena Cabral y Ileana Ibáñez, `Tramas conflictuales / intersticios para la acción:
cuerpo(s), espacio(s) y recursos expresivos en las luchas socio-ambientales y su
reescritura mediática´, en Los Movimientos Sociales en América Latina. Pasado,
presente y perspectivas, Memorias de las Jornadas Internacionales de Problemas
Latinoamericanos, Mar del Plata, 2008, pp. 1035-1047
(6) Las siguientes consideraciones fueron elaboradas teniendo presente los siguientes
textos de Rancière, no en tanto una teoría acabada, sino más bien como un conjunto de
materiales para la reflexión, atendiendo especialmente a las apreciaciones sobre el arte
político o crítico. Jacques Rancière, Sobre políticas estéticas, Museu d´Art
Contemporani, Barcelona, 2005; Jacques Rancière, `La política de la estética´, Otra
Parte, 6, 2006
(7) Horacio Machado Aráoz, `Identidades en conflicto. Reconversión neocolonial,
conflictos socioterritoriales y procesos de subjetivación en un contexto periférico del
capitalismo global´, Boletín Onteaiken, 4:7, 2009
(8) Maristella Svampa, `La disputa por el desarrollo: territorios y lenguajes de
valoración´, en Cambio de época. Movimientos sociales y poder político, Siglo
Veintiuno, Buenos Aires, 2009, pp 93-114
(9) Ximena Cabral y Leonardo Marengo, `Plásticas de la resistencia en el marco de la
depredación´, Boletín Onteaiken, 5:9, 2010
(10) Ximena Cabral y Ileana Ibáñez, op cit
(11) El texto de Ana Longoni, `¿Tucumán sigue ardiendo?´, Sociedad, 24, 2005 ha
actuado como disparador en la elaboración de estas reflexiones. En el mismo, Longoni
aborda las relaciones entre arte y política a partir del análisis de un conjunto de grupos
de arte activista que se movilizaron en el contexto de la crisis del 2001 en Argentina.
(12) Joan Martínez Alier, El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y
lenguajes de valoración, Icaria, Barcelona, 2006
(13) Mirta Antonelli, `Miedos del Poder – Escenas del conjuro. La amenaza del
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