ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

35
EL PRINCIPE NICOLAS MAQUIAVELO DE LAS VARIAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DEL MODO DE ADQUIRIRLOS Los principados se dividen en hereditarios y nuevos. Los hereditarios, en quien los disfruta, provienen de su familia, que por mucho tiempo los poseyó. Los nuevos se adquieren de dos modos: o surgen como tales en un todo, o aparecen como miembros añadidos al Estado ya hereditario del príncipe que los adquiere. DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS Los Estados hereditarios, que están acostumbrados a ver reinar la familia de su príncipe, hay menos dificultad en conservarlos que cuando son nuevos. El príncipe entonces no necesita más que no traspasar el orden seguido por sus mayores, después de lo cual le basta usar de la más socorrida industria, para conservarse siempre a menos que surja una fuerza extraordinaria y llevada al exceso, que venga a privarle de su Estado. Pero, aun perdiéndolo, lo recuperará, si se lo propone, por muy poderoso y hábil que sea el usurpador que se haya apoderado de él. La antigüedad y la continuidad del reinado de su dinastía hicieron olvidar los vestigios y las razones de las mudanzas que le instalaron, lo cual es tanto más útil cuanto que una mudanza deja siempre una piedra angular para provocar otras. DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS Se hallan grandes dificultades en esta clase de régimen político, muy principalmente cuando el principado no es enteramente nuevo, sino miembro añadido a un principado antiguo que se posee de antemano. Por tal reunión se le llama principado mixto, cuyas incertidumbres dimanan de una dificultad, que es conforme con la naturaleza de todos los principados nuevos, y que consiste en que los hombres, aficionados a mudar de señor, con la loca y errada esperanza de mejorar su suerte, se arman contra el que les 1

Transcript of ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

Page 1: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

EL PRINCIPE

NICOLAS MAQUIAVELO

DE LAS VARIAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DEL MODO DE ADQUIRIRLOS

Los principados se dividen en hereditarios y nuevos. Los hereditarios, en quien los disfruta, provienen de su familia, que por mucho tiempo los poseyó. Los nuevos se adquieren de dos modos: o surgen como tales en un todo, o aparecen como miembros añadidos al Estado ya hereditario del príncipe que los adquiere.

DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS

Los Estados hereditarios, que están acostumbrados a ver reinar la familia de su príncipe, hay menos dificultad en conservarlos que cuando son nuevos. El príncipe entonces no necesita más que no traspasar el orden seguido por sus mayores, después de lo cual le basta usar de la más socorrida industria, para conservarse siempre a menos que surja una fuerza extraordinaria y llevada al exceso, que venga a privarle de su Estado. Pero, aun perdiéndolo, lo recuperará, si se lo propone, por muy poderoso y hábil que sea el usurpador que se haya apoderado de él. La antigüedad y la continuidad del reinado de su dinastía hicieron olvidar los vestigios y las razones de las mudanzas que le instalaron, lo cual es tanto más útil cuanto que una mudanza deja siempre una piedra angular para provocar otras.

DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS

Se hallan grandes dificultades en esta clase de régimen político, muy principalmente cuando el principado no es enteramente nuevo, sino miembro añadido a un principado antiguo que se posee de antemano. Por tal reunión se le llama principado mixto, cuyas incertidumbres dimanan de una dificultad, que es conforme con la naturaleza de todos los principados nuevos, y que consiste en que los hombres, aficionados a mudar de señor, con la loca y errada esperanza de mejorar su suerte, se arman contra el que les gobernaba y ponen en su puesto a otro, no tardando en convencerse, por la experiencia, de que su condición ha empeorado. Dichos Estados nuevamente adquiridos se reúnen con un Estado ocupado hace mucho tiempo por el que los ha logrado, siendo unos y otro de la misma provincia, y hablando la misma lengua, o no sucede así. Cuando son de la primera especie, hay suma facilidad en conservarlos, especialmente si no están habituados a vivir libres en república. Para poseerlos con seguridad basta haber extinguido la descendencia del príncipe que reinaba en ellos, porque, en lo demás, respetando sus antiguos estatutos, y siendo allí las costumbres iguales a las del pueblo a que se juntan, permanecen sosegados. En cuanto al que hace tales adquisiciones, si ha de conservarlas, necesita dos cosas: la primera, que se extinga el linaje del príncipe que poseía dichos Estados; y la segunda, que el príncipe nuevo no altere sus leyes, ni aumente los impuestos. Con ello, en tiempo brevísimo, los nuevos Estados pasarán a formar un solo cuerpo con el antiguo suyo. Los romanos adoptaron siempre todas esas

1

Page 2: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

prevenciones en las provincias de que se hicieron dueños. Enviaron allá colonias; tuvieron a raya a los príncipes de las inmediaciones menos poderosos que ellos, sin aumentar su fuerza; debilitaron a los que poseían tanta como ellos mismos; no permitieron en fin, que las potencias extranjeras adquirieran allí consideración ninguna.

POR QUÉ, OCUPADO EL REINO DE DARÍO POR ALEJANDRO, NO SE REBELÓ CONTRA SUS SUCESORES DESPUÉS DE SU MUERTE

Considerando las dificultades que se ofrecen para conservar un Estado recientemente adquirido, podría preguntarse con asombro cómo sucedió que hecho Alejandro Magno dueño de Egipto y del Asia Menor en un corto número de años, y habiendo muerto a poco de haber conquistado esos territorios sus sucesores, en unas circunstancias en que parecía natural que todo aquel Estado se rebelase, lo conservaron, sin embargo, y no hallaron al respecto más obstáculo que el que su ambición individual ocasionó entre ellos. He aquí mi respuesta al propósito. De dos modos son gobernados los principados conocidos. El primero consiste en serlo por su príncipe asistido de otros individuos que, permaneciendo siempre como súbditos humildes al lado suyo, son admitidos, por gracia o por concesión, en clase de servidores, solamente para ayudarle a gobernar. El segundo modo como se gobierna se compone de un príncipe, asistido de varones, que encuentran su puesto en el Estado, no por la gracia o por la concesión del soberano, sino por la antigüedad de su familia. Estos mismos barones poseen Estados y súbditos que los reconocen por señores suyos, y les consagran espontáneamente su afecto.

DE QUÉ MANERA DEBEN GOBERNARSE LOS ESTADOS QUE, ANTES DE OCUPADOS POR UN NUEVO PRÍNCIPE, SE REGÍAN POR LEYES PROPIAS

Cuando el príncipe quiere conservar aquellos Estados que estaban habituados a vivir con su legislación propia y en régimen de república, es preciso que abrace una de estas tres resoluciones: o arruinarlos, o ir a vivir en ellos, o dejar al pueblo con su código tradicional, obligándole a pagarle una contribución anual y creando en el país un tribunal de corto número de miembros, que cuide de consolidar allí su poder. Al establecer este consejo consultivo, el príncipe, sabiendo que no puede subsistir sin su amistad y sin su dominación, tiene el mayor interés de fomentar su autoridad. Una ciudad acostumbrada a vivir libremente y que el príncipe quiere conservar, se contiene mucho más fácilmente por medio del influjo directo de sus propios ciudadanos que de cualquier otro modo. El que se hace señor de una ciudad acostumbrada a vivir libremente, y no descompone su régimen político, debe contar con ser derrocado por ella, a la postre. Para justificar tal ciudad su rebelión invocará su libertad y sus antiguas leyes, cuyo hábito no podrán hacerle perder nunca el tiempo y los beneficios del conquistador. Pero cuando las ciudades o provincias se hallan avezadas a vivir en la obediencia a un príncipe, como, por una parte, conservan dicha obediencia y, por otra, carecen de su antiguo señor, no concuerdan los ciudadanos entre si para elegir otro nuevo, y, no sabiendo vivir libres, son más tardos en tomar las armas, por lo cual cabe conquistarlos con más facilidad y asegurar su posesión. En las repúblicas, por el contrario, hay más valor, mayor disposición de ánimo contra el conquistador que luego se hace príncipe, y más deseo de vengarse de él. Como no se pierde, en su ambiente, la memoria de la antigua libertad, antes le sobrevive más

2

Page 3: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

activamente cada día, el más cuerdo partido consiste en disolverlas, o en ir a habitar en ellas.

DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN POR LA FORTUNA Y CON LAS ARMAS PROPIAS

Los que de particulares que eran se vieron elevados al principado por la sola fortuna, llegan a él sin mucho trabajo, pero lo encuentran máximo para conservarlo en su poder. Elevados a él como en alas y sin dificultad alguna. Esos príncipes no consiguieron su Estado más que de uno u otro de estos dos modos: o comprándolo o haciéndoselo dar por favor. Semejantes príncipes no se apoyan en más fundamento que en la voluntad o en la suerte de los hombres que los exaltaron, cosas ambas muy variables y desprovistas de estabilidad en absoluto. Fuera de esto, no saben ni pueden mantenerse en tales alturas. No saben, porque a menos de poseer un talento superior, no es verosímil que acierte a reinar bien quien ha vivido mucho tiempo en una condición privada, y no pueden, a causa de carecer de suficiente número de soldados, con cuyo apego y con cuya fidelidad cuenten de una manera segura. Por otra parte, los Estados que se forman de repente, como todas aquellas producciones de la naturaleza que nacen con prontitud, no tienen las raíces y las adherencias que les son necesarias para consolidarse. El primer golpe de la adversidad los arruina.

los príncipes creados por improvisación carecen de la energía suficiente para conservar lo que puso en sus manos la fortuna, y si no se han proporcionado las mismas bases que los demás príncipes se habían formado, antes de serlo. Así, el que en un principado nuevo necesite asegurarse de sus enemigos, ganarse amigos repetidamente, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar y temer de los pueblos, obtener el respeto y la fidelidad de los soldados, sustituir los antiguos estatutos por otros recientes, desembarazarse de los hombres que pueden perjudicarle, ser a la vez severo, agradable, magnánimo y liberal, y conservar la amistad de los monarcas, de suerte que éstos le sirvan de buen grado, o no le ofendan más que con mucho miramiento.

DE LOS QUE LLEGARON A PRÍNCIPES POR MEDIO DE MALDADES

Supuesto que aquel que de simple particular asciende a príncipe, lo puede hacer todavía de otros dos modos, sin deberlo todo al valor o a la fortuna, no conviene omita yo tratar de uno y de otro de esos dos modos, aun reservándome discurrir con más extensión sobre el segundo, al ocuparme de las repúblicas. El primero es cuando un hombre se eleva al principado por una vía malvada y detestable, el segundo cuando se eleva con el favor de sus conciudadanos. Es menester, pues, que el que adquiera un Estado ponga atención en los actos de rigor que le es preciso ejecutar, a ejercerlos todos de una sola vez e inmediatamente, a fin de no verse obligado a volver a ellos todos los días, y poder, no renovándolos, tranquilizar a sus gobernados, a los que ganará después fácilmente, haciéndoles bien. El que obra de otro modo, por timidez o guiado por malos consejos, se ve forzado de continuo a tener la cuchilla en la mano, y no puede contar nunca con sus

3

Page 4: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

súbditos, porque estos mismos, que le saben obligado a proseguir y a reanudar los actos de severidad, tampoco pueden estar jamás seguros con él. Precisamente porque semejantes actos han de ejecutarse todos juntos porque ofenden menos, si es menor el tiempo que se tarda en pensarlos; los beneficios, en cambio, han de hacerse poco a poco, a fin de que haya lugar para saborearlos mejor. Así, un príncipe debe, ante todas las cosas, conducirse con sus súbditos de modo que ninguna contingencia, buena o mala, le haga variar, dado que, si sobrevinieran tiempos difíciles y penosos, no le quedaría ya ocasión para remediar el mal, y el bien que hace entonces no se convierte en provecho suyo, pues lo miran como forzoso, y no sé lo agradecen.

DEL PRINCIPADO CIVIL

Vengamos al segundo modo con que un particular llega a hacerse príncipe, sin valerse de nefandos crímenes, ni de intolerables violencias. Es cuando, con el auxilio de sus conciudadanos, llega a reinar en su patria. Llamado principado civil. Para adquirirlo, no hay necesidad alguna de cuanto el valor o la fortuna pueden hacer sino más bien de cuanto una acertada astucia puede combinar. Pero nadie se eleva a esta soberanía sin el favor del pueblo o de los grandes. En toda ciudad existen dos inclinaciones diversas, una de las cuales proviene de que el pueblo desea no ser dominado y oprimido por los grandes, y la otra de que los grandes desean dominar y oprimir al pueblo. Del choque de ambas inclinaciones dimana una de estas tres cosas: o el establecimiento del principado, o el de la república, y el de la licencia y la anarquía. En cuanto al principado, su establecimiento se promueve por el pueblo o por los grandes, según que uno u otro de estos dos partidos tengan ocasión para ello. Si los grandes ven que no les es posible resistir al pueblo, comienzan por formar una gran reputación a uno de ellos y, dirigiendo todas las miradas hacia él, acaban por hacerle príncipe, a fin de poder dar a la sombra de su soberanía, rienda suelta a sus deseos. El pueblo procede de igual manera con respecto a uno solo, si ve que no les es posible resistir a los grandes, a fin de que le proteja con su autoridad. El que consigue la soberanía con el auxilio de los grandes se mantiene en ella con más dificultad que el que la consigue con el del pueblo, porque, desde que es príncipe, se ve cercado de muchas personas que se tienen por iguales a él, no puede mandarlas y manejarlas a su discreción. Pero el que consigue la soberanía con el auxilio del pueblo se halla solo en su exaltación y, entre cuantos le rodean no encuentra ninguno, o encuentra poquísimos que no estén prontos a obedecerle. Por otra parte, es difícil, con decoro y sin agraviar a los otros, contentar los deseos de los grandes. Pero se contentan fácilmente los del pueblo, porque los deseos de éste llevan un fin más honrado que el de los grandes en atención a que los grandes quieren oprimir, el pueblo sólo quiere no ser oprimido. Por ende, un soberano prudente debe imaginar un método por el que sus gobernados tengan de continuo, en todo evento y en circunstancia de cualquier índole, una necesidad grandísima de su principado. Es el medio más seguro de hacérselos fieles para siempre.

CÓMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE LOS PRINCIPADOS

El principado es bastante grande para que en él halle el soberano, en caso necesario, con qué sostenerse por sí mismo, o es tal que, en el mismo caso, se vea obligado a implorar

4

Page 5: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

el auxilio ajeno. Pueden los príncipes sostenerse por sí mismos cuando tienen suficientes hombres y dinero para formar el correspondiente ejército, con que presentar batalla a cualquiera que vaya a atacarlos, y necesitan de otros los que, no pudiendo salir a campaña contra los enemigos, se encuentran obligados a encerrarse dentro de sus muros, y limitarse a defenderlos. Se habló ya del primer caso y aún se volverá sobre él, cuando se presente ocasión oportuna. En cuanto al segundo caso, no puedo menos de alentar a semejantes príncipes a fortificar la ciudad de su residencia, sin inquietarse por las restantes del país. Cualquiera que haya artillado fuertemente el lugar de su mansión y se haya portado bien con sus súbditos, no será atacado nunca sino con mucha circunspección, porque los hombres miran siempre con cautela suma las empresas que les ofrecen dificultades, y no cabe esperar un fácil triunfo cercando o asaltando la ciudad de un príncipe que la ha fortalecido en buenas condiciones y que cuenta con el amor de su pueblo.

Se habló ya del primer caso y aún se volverá sobre él, cuando se presente ocasión oportuna. En cuanto al segundo caso, no puedo menos de alentar a semejantes príncipes a fortificar la ciudad de su residencia, sin inquietarse por las restantes del país. Cualquiera que haya artillado fuertemente el lugar de su mansión y se haya portado bien con sus súbditos, no será atacado nunca sino con mucha circunspección, porque los hombres miran siempre con cautela suma las empresas que les ofrecen dificultades, y no cabe esperar un fácil triunfo cercando o asaltando la ciudad de un príncipe que la ha fortalecido en buenas condiciones y que cuenta con el amor de su pueblo. De donde es preciso concluir que, considerándolo todo bien, no le es difícil a un príncipe prudente, desde el comienzo hasta el final de un sitio, conservar inclinados a su persona los ánimos de sus conciudadanos, si no les falta con qué vivir, ni con qué defenderse.

DE LOS PRINCIPADOS ECLESIÁSTICOS

Los principados eclesiásticos, en cuya adquisición y posesión no existe ninguna dificultad, pues no se requiere al efecto, ni de valor, ni de buena fortuna. Tampoco su conservación y mantenimiento necesita de una de ambas cosas, o de las dos reunidas, por cuanto el príncipe se sostiene en ellos por ministerio de instituciones que, fundadas de inmemorial, son tan poderosas, y poseen tales propiedades, que la aferran a su Estado, de cualquier modo que proceda y se conduzca. Únicamente estos príncipes tienen Estados sin verse obligados a defenderlos. y súbditos, sin experimentar la molestia de gobernarlos. Los Estados, aunque indefensos, no les son arrebatados, y los súbditos, aun careciendo de Gobierno, no se preocupan de ello lo más mínimo, ni piensan en mudar de soberano en modo alguno y ni siquiera podrían hacerlo, por lo cual semejantes principados son los únicos en que reinan la prosperidad y la seguridad.

DE LAS DIFERENTES CLASES DE MILICIA Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS

las armas con que un príncipe defiende su Estado pueden ser tropas propias, o mercenarias, o auxiliares, o mixtas, y me ocuparé por separado de cada una de ellas. Las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas. Si un príncipe apoya su Estado en tropas mercenarias, no se hallará seguro nunca, por cuanto esas tropas, carentes de

5

Page 6: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

unión, ambiciosas, indisciplinadas, infieles, fanfarronas en presencia de los amigos y cobardes frente a los enemigos, no tienen temor de Dios, ni buena fe con los hombres. Si un príncipe, con semejantes tropas, no queda vencido, es únicamente cuando no hay todavía ataque. En tiempo de paz, despojan al príncipe, y, en el de guerra, dejan que le despojen sus enemigos. los capitanes mercenarios son hombres excelentes, o no lo son. Si lo son, no puede el príncipe fiarse de ellos, porque aspiran siempre a elevarse a la grandeza, sea oprimiéndole a él, que es dueño suyo, sea oprimiendo a los otros contra sus intenciones, y, si el capitán no es un hombre de valor, causa comúnmente su ruina. Y por si alguien replica que todo capitán que mande tropas procederá del mismo modo, sea o no mercenario, mostraré cómo las tropas mercenarias deben emplearse por un príncipe o por una república. El príncipe debe ir en persona a su frente, y practicar por sí mismo el oficio de capitán. La república debe enviar a uno de sus ciudadanos para mandarlas, y, si desde las primeras acciones de guerra no manifiesta bélica capacidad, debe reemplazársele por otro. Si, por el contrario, se manifiesta apto marcialmente, conviene que la república le contenga por medio de sabias leyes, para impedirle pasar del punto que se le haya fijado. La experiencia enseña que únicamente los príncipes que poseen ejércitos propios y las repúblicas que gozan del mismo beneficio, triunfan con facilidad, en tanto que los príncipes y las repúblicas que se apoyan sobre ejércitos mercenarios, no experimentan más que reveses.

DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y MERCENARIOS

Las armas de ayuda que he contado entre las inútiles, son las que un príncipe presta a otro para socorrerle y para defenderle. Únicamente el que no quiere habilitarse para vencer es capaz de valerse de semejantes armas, que miro como mucho más peligrosas que las mercenarias. Cuando son vencidas, no por ello quedan todas menos unidas y dispuestas a obedecer a otros que al príncipe, mientras que las mercenarias, después de la victoria, necesitan de una ocasión favorable para atacarle, por no formar todas un mismo cuerpo. De otra parte, hallándose reunidas y pagadas por el príncipe, el tercero a quien éste ha conferido el mando suyo no puede adquirir sobre ellas autoridad tan suficiente y tan súbita que le sea fácil disponerlas inmediatamente para atacarle. Si la cobardía es lo que más debe temerse en las tropas mercenarias, lo más temible en las auxiliares es la valentía. Pero un príncipe sabio evitará siempre valerse de unas y de otras y recurrirá a sus propias armas, prefiriendo perder con ellas a ganar con las ajenas. El príncipe no ha de tener otro objeto, ni abrigar otro propósito, ni cultivar otro arte, que el que enseña, el orden y la disciplina de los ejércitos, porque es el único que se espera ver ejercido por el que manda. Este arte encierra utilidad tamaña, que no solamente mantiene en el trono a los que nacieron príncipes, sino qué también hace subir con frecuencia a la clase de tales a hombres de condición. La primera causa que haría a un príncipe perder el suyo, sería abandonar el arte de la guerra, como la causa que hace adquirir un reino al que no lo tenía, es sobresalir en ese arte. Entre las demás raíces del mal que acaecerá a un príncipe si por sí mismo no ejercita el oficio de las armas, debe contarse el menosprecio que habrán concebido contra su persona, lo cual es una de aquellas infamantes notas de que debe preservarse siempre, como se dirá más adelante al hablar de aquellas otras que pueden serle útiles. Entre el que es guerrero y el que no lo es, no

6

Page 7: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

hay ninguna proporción. La razón y la experiencia nos enseñan que el hombre que se halla armado no obedece con gusto al que está desarmado, que el amo desarmado no se encuentra seguro entre sirvientes armados. Con el desdén que late en el corazón del uno y la sospecha que el ánimo del otro abriga, no es posible que lleven a cabo juntos buenas operaciones.

DE LAS COSAS POR LAS QUE LOS HOMBRES, Y ESPECIALMENTE LOS PRÍNCIPES, SON ALABADOS O CENSURADOS

Hay tanta distancia entre saber cómo viven los hombres, y cómo debieran vivir, que el que para gobernarlos aprende el estudio de lo que se hace, para deducir lo que sería más noble y más justo hacer, aprende más a crear su ruina que a reservarse de ella, puesto que un príncipe que a toda costa quiere ser bueno, cuando de hecho está rodeado de gentes que no lo son no puede menos que caminar hacia un desastre. Por ende, es necesario que un príncipe que desee mantenerse en su reino, aprenda a no ser bueno en ciertos casos, y a servirse o no servirse de su bondad, según que las circunstancias lo exijan. Es necesario que el príncipe sea lo bastante prudente para evitar la infamia de los vicios que le harían perder su corona, y hasta para preservarse, si puede, de los que no se la harían perder. Pero no tema incurrir en la infamia aneja a ciertos vicios si no le es dable sin ellos conservar su Estado, ya que, si pesa bien todo, hay cosas que parecen virtudes, como la benignidad y la clemencia, y, si las observa, crearán su ruina, mientras que otras que parecen vicios, si las practica, acrecerán su seguridad y su bienestar.

DE LA LIBERALIDAD Y DE LA MISERIA

La liberalidad que impidiese le temieran, le sería perjudicial en grado sumo. Si la ejerce con prudencia y de modo que no lo sepan no incurrirá por ello en la infamia del vicio contrario. Pero, como el que quiere conservar su reputación de liberal no puede abstenerse de parecer suntuoso, sucederá siempre que un príncipe que aspira a semejante gloria, consumirá todas sus riquezas en prodigalidades. Esta conducta comenzará a tornarlo odioso a sus gobernados, y, empobreciéndose así más y más, perderá la estimación de cada uno de ellos, de tal suerte que después de haber perjudicado a muchas personas para ejercitar una liberalidad que no ha favorecido más que a un cortísimo número de ellas, sentirá vivamente la primera necesidad y peligrará al menor riesgo. Y, si reconoce entonces su falta, y quiere mudar de conducta, se atraerá repentinamente el oprobio anejo a la avaricia.

DE LA CLEMENCIA Y DE LA SEVERIDAD, Y SI VALE MAS SER AMADO QUE TEMIDO

Todo príncipe ha de desear que se le repute por clemente y no por cruel. Un tal príncipe no debe, sin embargo, creer con ligereza en el mal de que se le avisa, sino que debe siempre obrar con gravedad suma y sin él mismo atemorizarse. Su obligación es proceder moderadamente, con prudencia y aun con humanidad, sin que mucha confianza le haga confiado, y mucha desconfianza le convierta en un hombre insufrible. Y aquí se presenta la cuestión de saber si vale más ser temido que amado.

7

Page 8: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

DE QUE MODO DEBEN GUARDAR LOS PRÍNCIPES LA FE PROMETIDA

Es necesario que el príncipe sepa que dispone, para defenderse, de dos recursos: la ley y la fuerza. El primero es propio de hombres, y el segundo corresponde esencialmente a los animales. Pero como a menudo no basta el primero es preciso recurrir al segundo. Le es, por ende, indispensable a un príncipe hacer buen uso de uno y de otro, ya simultánea, ya sucesivamente. Cuando un príncipe dotado de prudencia advierte que su fidelidad a las promesas redunda en su perjuicio, y que los motivos que le determinaron a hacerlas no existen ya, ni puede, ni siquiera debe guardarlas, a no ser que consienta en perderse.

EL PRÍNCIPE DEBE EVITAR SER ABORRECIDO Y DESPRECIADO

Un príncipe cae en el menosprecio cuando pasa por variable, ligero, afeminado, pusilánime e irresoluto. Ponga, pues, sumo cuidado en preservarse de semejante reputación como de un escollo, e ingéniese para que en sus actos se advierta constancia, gravedad, virilidad, valentía y decisión. Cuando pronuncie juicio sobre las tramas de sus súbditos, determínese a que sea irrevocable su sentencia. Finalmente, es preciso que los mantenga en una tal opinión de su perspicacia, que ninguno de ellos abrigue el pensamiento de engañarle o de envolverle en intrigas. El príncipe logrará esto, si es muy estimado, pues difícilmente se conspira contra el que goza de mucha estimación. Dos cosas ha de temer el príncipe son a saber: 1) en el interior de su Estado, alguna rebelión de sus súbditos; 2) en el exterior, un ataque de alguna potencia vecina. Se preservará del segundo temor con buenas armas, y, sobre todo, con buenas alianzas, que logrará siempre con buenas armas.

SI LAS FORTALEZAS Y OTRAS MUCHAS COSAS QUE LOS PRÍNCIPES HACEN, SON ÚTILES O PERJUDICIALES

Para conservar con seguridad sus Estados unos creyeron necesario desarmar a sus súbditos, y otros promovieron divisiones en los países que les estaban sometidos. Unos mantuvieron enemistades contra si mismos, y otros se consagraron a ganarse a los hombres que en el comienzo de su reinado les eran sospechosos. Unos construyeron en sus dominios fortalezas, y otros demolieron y arrasaron las que existían. Ahora bien, aunque no es posible formular una regla fija sobre todos estos casos, a no ser que quepa, por la consideración de algunos detalles significativos, decidirse a tomar la determinación que implique mayor cordura, hablaré, sin embargo, sobre ello del modo más extenso y más general que la materia misma permita. Cuando el príncipe desarma a sus súbditos, empieza ofendiéndoles, puesto que manifiesta que desconfía de ellos, y que les sospecha capaces de cobardía o de poca fidelidad.

CÓMO DEBE CONDUCIRSE UN PRÍNCIPE PARA ADQUIRIR CONSIDERACIÓN

Nada granjea más estimación a un príncipe que las grandes empresas y las acciones raras y maravillosas. El príncipe debe, ante todas las cosas, ingeniarse para que cada una: de sus operaciones políticas se ordene a procurarle nombradía de grande hombre y de soberano de superior ingenio. Y asimismo se hace estimar, cuando es resueltamente amigo o enemigo de los príncipes puros, es decir, cuando sin timidez se declara

8

Page 9: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

resueltamente en favor del uno o del otro. Esta resolución es siempre más conveniente que la de permanecer neutral, porque si dos potencias de su vecindad se declaran la guerra entre si, no es posible que ocurra más que uno de estos dos casos: o que, vencedora la una, tenga motivo para temerla después, o que ninguna de ellas sea propia para infundirle semejante temor.

DE LOS MINISTROS O SECRETARIOS DE LOS PRÍNCIPES

No es cosa de poca importancia para los príncipes la buena elección de sus ministros, los cuales buenos o malos, según la prudencia usada en dicha elección. El primer juicio que formamos sobre un príncipe y sobre sus dotes espirituales, no es más que una conjetura, pero lleva siempre por base la reputación de los hombres de que se rodea. Si manifiestan suficiente capacidad y se muestran fieles al príncipe tendremos a éste por prudente puesto que supo conocerlos bien, y mantenerlos adictos a su persona. Si, por el contrario, reúnen condiciones opuestas, formaremos sobre él un juicio poco favorable, por haber comenzado su reinado con una grave falta, escogiéndolos así.

CUANDO DEBE HUIRSE DE LOS ADULADORES

Para obviar inconveniente tamaño bástale al príncipe dar a comprender a los que le rodean que no le ofenden por decirle la verdad. Pero si todos pueden decírsela, se expone a que le falten al respeto. Así, un príncipe advertido y juicioso debe seguir un curso medio, escogiendo en su Estado a algunos sujetos sabios, a los cuales únicamente otorgue licencia para decirle la verdad, y esto exclusivamente sobre la cosa con cuyo motivo les pregunte, y no sobre ninguna otra. Sin embargo, le conviene preguntarles sobre todas, oír sus opiniones, deliberar después por sí mismo y obrar últimamente como lo tenga por conveniente a sus fines personales. Es necesario que su conducta con sus consejeros reunidos y con cada uno de ellos en particular se desarrolle en tal forma que todos conozcan que cuanto más sinceramente le hablen tanto más le agradarán.

POR QUÉ MUCHOS PRÍNCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS

Siendo un príncipe nuevo mucho más cauto en sus acciones que otro hereditario, si las juzgan grandes y magnánimas sus súbditos, se atrae mejor el afecto de éstos que un soberano de sangre inmemorial esclarecida, porque se ganan los hombres mucho menos con las cosas pasadas que con las presentes. Cuando hallan su provecho en éstas, a ellas se reducen, sin buscar nada en otra parte. Con mayor motivo abrazan la causa de un nuevo príncipe o si éste no cae en falta en lo restante de su conducta. Así obtendrá una doble gloria: la de haber originado una soberanía y la de haberla corroborado y consolidado con buenas armas, buenas leyes, buenos ejemplos y buenos amigos. Obtendrá, por lo contrario, una doble afrenta el que, habiendo nacido príncipe, haya perdido su Estado por su poca prudencia.

DOMINIO QUE EJERCE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS, Y CÓMO RESISTIRLA CUANDO ES ADVERSA

9

Page 10: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

Como nuestro libre albedrío no queda completamente anonadado, estimo que la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también que nos deja gobernar la otra mitad, o, a lo menos, una buena parte de ellas. La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro. Todos huyen a la vista de él y todos ceden a su furia, sin poder resistirle. Y, no obstante, por muy formidable que su pujanza sea, los hombres, cuando el tiempo está en calma, pueden tomar precauciones contra semejante río construyendo diques y esclusas, para que al crecer de nuevo se vea forzado a correr por un canal, o por lo menos, para que no resulte su fogosidad tan anárquica y tan dañosa.

Conclusión

En esencia el libro nos deja claro cómo debe de consolidarse un gobernante, pues debido a sus distintos consejos que expone Nicolás Maquiavelo puedo asegurar que hasta nuestros días, varios o la mayoría de los lideres consiente o inconscientemente han aplicado en mas de alguna ocasión al menos uno de estos. Pues a mi consideración estos consejos que se exponen se pueden aplicar a cualquier sociedad organizada y regida por un líder ya sea presidente, rey o cualquier representante de ella, ya que como dice el autor difícilmente una sociedad puede subsistir sin un líder.

Del libro puedo destacar el consejo que para mí es uno de los más importantes: “los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en imitar las acciones de los demás. Y aunque no es posible seguir el mismo camino ni alcanzar la perfección del modelo, todo hombre prudente debe entrar en el camino seguido por los grandes e imitar a los que han sido excelsos…”

Pienso que es un libro obligado para aquellos que quieren dirigir a un determinado grupo de personas ya sea empresa, país, etc.

10

Page 11: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

LA REPUBLICA

PLATON

LIBRO PRIMERO

Al verme Céfalo me saludó y me dijo: -¡Oh, Sócrates, cuán raras veces bajas a vernos al Pireo! No debía ser esto; pues si yo tuviera aún fuerzas para ir sin embarazo a la ciudad, no haría falta que tú vinieras aquí, sino que iríamos nosotros a tu casa. Pero como no es así, eres tú el que tienes que llegarte por acá con más frecuencia: has de saber, en efecto, que cuanto más amortiguados están en mí los placeres del cuerpo, tanto más crecen los deseos y satisfacciones de la conversación; no dejes, pues, de acompañarte de estos jóvenes y de venir aquí con nosotros, como a casa de amigos y de la mayor intimidad.

Y en verdad, Céfalo -dije yo-, me agrada conversar con personas de gran ancianidad; pues me parece necesario informarme de ellos, como de quienes han recorrido por delante un camino por el que quizá también nosotros tengamos que pasar, cuál es él, si áspero y difícil o fácil y expedito. y con gusto oiría de ti qué opinión tienes de esto, pues que has llegado a aquella edad que los poetas llaman «el umbral de la vejez »: si lo declaras período desgraciado de la vida o cómo lo calificas.

Céfalo dice que la vejez es un estado de reposo y libertad respecto de los sentidos. Cuando la violencia de las pasiones se ha relajado y se ha amortiguado su fuego, se ve uno libre de una multitud de tiranos. Con cordura y buen humor, la vejez es soportable. Las riquezas son un gran auxilio porque a ellas se debe en gran parte el no haberse expuesto a hacer daño a tercero.

Sócrates insinúa que las riquezas de Céfalo influyen para que él goce tranquilamente de la vejez, pero el viejo sofista aclara que la posesión de riquezas ayuda a no engañar involuntariamente ni a mentir, pudiendo así pagar todas las deudas a los dioses y a los hombres para salir libres y justos del mundo terrenal.

Es en este momento donde empieza el problema de la justicia, si acaso o, posiblemente, no.

Sócrates analizaría la idea de Céfalo acerca de la justicia y diría que, si la justicia consistiese en decir la verdad y dar a cada uno lo que le corresponde, ¿sería justo devolverle las armas, que me confió un amigo en su sano juicio, habiendo éste enloquecido? Sócrates diría que toda persona racional convendría en que devolverle las armas a este loco amigo sería injusto, y mucho más decirle a éste la verdad.

Una vez refutada la idea de que la justicia, Céfalo se dirige al patio para continuar con su sacrificio e interviene en el diálogo su hijo Polemarco. El joven, interesado en el diálogo, introduce la idea de un poeta (Simónides) sobre la justicia; pero Sócrates le explicaría que

11

Page 12: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

muchos de los que creemos amigos no lo son, ya que es visto que el enemigo engañe a una persona haciéndose pasar como amigo. También, agregaría Sócrates, si la justicia fuese hacerle bien a los amigos y mal a los enemigos ésta sólo serviría en épocas de guerras y no en épocas de paz, a su vez, expone el filósofo, la justicia es una perfección humana que no puede, mediante su acción, convertir a los hombres en injustos, porque si una persona hace "justicia" y crea mal a un enemigo, nos exponemos a volverlo injusto; de modo que la justicia daría origen a la injusticia.

-Para muchos, pues, ¡oh, Polemarco!, para cuantos padecen error acerca de los hombres, vendrá a ser justo el dañar a los amigos, pues que los tienen también perversos, y favorecer a los enemigos por ser buenos. Y así venimos a decir lo contrario de lo que, según referíamos, decía Simónides.

-Así ocurre, en efecto -dijo-; pero cambiemos el supuesto, porque parece que no hemos establecido bien lo que es el amigo y el enemigo.

-¿Qué supuesto era ése, Polemarco?

-El de que es amigo el que parece bueno.

-¿Y cómo hemos de cambiarlo? -dije yo.

-Afirmando -dijo él- que es amigo el que parece y es realmente bueno, y que el que lo parece y no lo es, es amigo en apariencia, pero no en realidad; y otro tanto hay que sentar acerca del enemigo.

-En virtud de ese aserto, a lo que se ve, el bueno será amigo, y el malo, enemigo .

Luego, Trasímaco dice que la justicia es lo que le es provechoso al más fuerte. En cada Estado, la justicia no es más que la conveniencia del que tiene la autoridad en sus manos, del más fuerte. El que gobierna no se engaña, lo que ordena es siempre lo mejor para él.

Sócrates dice que las artes gobiernan y dominan aquello sobre lo que se ejercen, por consiguiente, todo hombre que gobierna jamás examina ni ordena lo conveniente para él sino para el sujeto gobernado, sobre el que ejerce su arte. Al menos el que gobierna realmente.

Trasímaco dice que se habla mal de la injusticia no porque se tema cometerla, sino porque se teme ser víctima de ella.

Sócrates dice que el justo quiere tener ventaja sobre el injusto, pero el injusto quiere tener ventaja sobre todos. Aquel que es bueno y sabio no quiere tener ventaja sobre su semejante, sino sobre su contrario. Por tanto, el injusto es ignorante y malo. Luego el justo es dichoso y el injusto es desgraciado.

-Y el injusto, ¡oh, Trasímaco! -dije yo-, ¿no nos saldrá queriendo aventajar a su desemejante y a su semejante? No era eso lo que decías?

12

Page 13: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

-Sí -contestó.

-¿El justo, en cambio, no querrá aventajara su semejante, sino sólo a su desemejante?

-Sí.

-El justo, pues, se parece al discreto y bueno -dije-, y el injusto al malo a ignorante.

-Puede ser.

-Por otra parte, hemos reconocido que cada uno es tal como aquel a quien se parece.

-En efecto, lo hemos reconocido.

-Así, pues, el justo se nos revela como bueno y discreto; y el injusto, como ignorante y malo.

LIBRO SEGUNDO

Con estas palabras creí haber dado ya fin a la discusión; mas al parecer no habíamos pasado todavía del preludio, porque Glaucón, que siempre y en todo asunto se muestra sumamente esforzado, tampoco entonces siguió a Trasímaco en su retirada, antes bien, dijo:

-¿Prefieres, oh, Sócrates, que nuestra persuasión sea sólo aparente, o bien que quedemos realmente persuadidos de que es en todo caso mejor ser justo que injusto?

Glaucón expone que hay algunos que creen que la justicia ocupa un lugar intermedio entre el mayor bien, que es poder ser injusto impunemente, y el mayor mal, que es padecer la injusticia. El gran mérito de la injusticia consiste en parecen justa sin serlo.

Dicen que el cometer injusticia es por naturaleza un bien, y el sufrirla, un mal. Pero como es mayor el mal que recibe el que la padece que el bien que recibe quien la comete, una vez que los hombres comenzaron a cometer y sufrir injusticias y a probar las consecuencias de estos actos, decidieron los que no tenían poder para evitar los perjuicios ni para lograr las ventajas que lo mejor era establecer mutuos convenios con el fin de no cometer ni padecer injusticias. Y de ahí en adelante empezaron a dictar leyes y concertar tratados recíprocos, y llamaron legal y justo a lo que la ley prescribe. He aquí expuesta la génesis y esencia de la justicia, término medio entre el mayor bien, que es el no sufrir su castigo quien comete injusticia, y el mayor mal, el de quien no puede defenderse de la injusticia que sufre. La justicia, situada entre estos dos extremos, es aceptada no como un bien, sino como algo que se respeta por impotencia para cometer la injusticia; pues el que puede cometerla, el que es verdaderamente hombre, jamás entrará en tratos con nadie para evitar que se cometan o sufran injusticias. ¡Loco estaría si tal hiciera! Ahí tienes, Sócrates, la naturaleza de la justicia y las circunstancias con motivo de las cuales cuenta la gente que apareció en el mundo.

13

Page 14: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

Finalmente, en cuanto a decidir entre las vidas de los dos hombres de que hablamos, el justo y el injusto, tan sólo nos hallaremos en condiciones de juzgar rectamente si los consideramos por separado; si no, imposible. ¿Y cómo los consideraremos separadamente? Del siguiente modo: no quitemos nada al injusto de su injusticia ni al justo de su justicia, antes bien, supongamos a uno y otro perfectos ejemplares dentro de su género de vida. Ante todo, que el injusto trabaje como los mejores artífices. Un excelente timonel o médico se dan perfecta cuenta de las posibilidades o deficiencias de sus artes y emprenden unas tareas sí y otras no. Y si sufren algún fracaso, son capaces de repararlo. Pues bien, del mismo modo el malo, si ha de ser un hombre auténticamente malo, debe realizar con destreza sus malas acciones y pasar inadvertido con ellas. Y al que se deje sorprender en ellas hay que considerarlo inhábil, pues no hay mayor perfección en el mal que el parecer ser bueno no siéndolo. Hay, pues, que dotar al hombre perfectamente injusto de la más perfecta injusticia, sin quitar nada de ella, sino dejándole que, cometiendo las mayores fechorías, se gane la más intachable reputación de bondad. Si tal vez fracasa en algo, sea capaz de enderezar su yerro; pueda persuadir con sus palabras, si hay quien denuncie alguna de sus maldades; y si es preciso emplear la fuerza, que sepa hacerlo valiéndose de su vigor y valentía y de las amistades y medios con que cuente. Ya hemos hecho así al malo. Ahora imaginemos que colocamos junto a él la imagen del justo, un hombre simple y noble, dispuesto, como dice Esquilo , no a parecer bueno, sino a serlo. Quitémosle, pues, la apariencia de bondad; porque, si parece ser justo, tendrá honores y recompensas por parecer serlo, y entonces no veremos claro si es justo por amor de la justicia en sí o por los gajes y honras. Hay que despojarle, pues, de todo excepto de la justicia y hay que hacerle absolutamente opuesto al otro hombre. Que sin haber cometido la menor falta, pase por ser el mayor criminal, para que, puesta a prueba su virtud, salga airosa del trance al no dejarse influir por la mala fama ni cuánto de ésta depende; y que llegue imperturbable al fin de su vida tras de haber gozado siempre inmerecida reputación de maldad . Así, llegados los dos al último extremo, de justicia el uno, de injusticia el otro, podremos decidir cuál de ellos es el más feliz.

LIBRO TERCERO

Bien -concluí-. Tales son, según parece, las cosas relativas a los dioses que pueden o no escuchar desde su niñez los que deban honrar más tarde a la divinidad y a sus progenitores y tener en no pequeño aprecio sus mutuas relaciones de amistad.

-Sí -dijo-, y creo acertadas nuestras normas.

-Ahora bien, ¿qué hacer para que sean valientes? ¿No les diremos acaso cosas tales que les induzcan a no temer en absoluto a la muerte? ¿O piensas tal vez que puede ser valeroso quien sienta en su ánimo ese temor?

-¡No, por Zeus! -exclamó.

-¿Pues qué? Quien crea que existe el Hades y que es terrible, ¿podrá no temer a la muerte y preferirla en las batallas a la derrota y servidumbre?

-En modo alguno.

14

Page 15: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

-Me parece, pues, necesario que vigilemos también a los que se dedican a contar esta clase de fábulas y que les roguemos que no denigren tan sin consideración todo lo del Hades, sino que lo alaben, pues lo que dicen actualmente ni es verdad ni beneficia a los que han de necesitar valor el día de mañana.

Los hombres que deben formar la República son los hombres cuyo principal fin debe ser honrar a los dioses y a sus padres, y mantener la amistad. Se les ha de hacer valientes, y para ello hay que suprimir el Hades. Tampoco debemos permitir que se nos presente a los dioses dominados por una risa incontenible. Debemos desarrollar en ello la templanza. No deben estar ansiosos de riquezas.

-En cambio -dije yo-, si existen personas de calidad que den muestras de fortaleza en todos sus dichos y hechos, hay que contemplarlas y escuchar versos como...

Pero a su alma increpó golpeándose el pecho y le dijo:

Calla ya, corazón, que otras cosas más duras sufriste.

-Desde luego que sí -asintió.

-Tampoco hay que permitir que los hombres sean venales ni ávidos de riquezas.

-De ningún modo.

-Ni se les debe cantar que a los dioses y nobles monarcas persuaden los dones ni alabar la prudencia de Fénice, el preceptor de Aquiles, que le aconsejaba que, si le hacían regalos los aqueos, les ayudase, pero, en caso contrario, no depusiera su rencor contra ellos . Tampoco nos avendremos a considerar al propio Aquiles de tan gran codicia como para admitir dones de Agamenón y acceder a la devolución del cadáver mediante rescate, pero no sin él .

-No creo -dijo- que merezcan encomios tales relatos.

-Y tan sólo por respeto de Homero -continuó- me abstengo de afirmar que es hasta una impiedad el hablar así de Aquiles e igualmente el creer a quien lo cuente; lo mismo que cuando dice a Apolo:

Me engañaste, flechero, funesto entre todos los dioses, pero bien me vengara de ti si me fuese posible.

Y, en cuanto a su resistencia a obedecer al río, contra el cual, siendo éste un dios, está dispuesto a pelear , o sus palabras con respecto a sus cabellos, consagrados ya al otro río, el Esperqueo, sea mi melena la ofrenda del héroe Patroclo, que es ya un cadáver, no es de creer que haya dicho ni hecho tales cosas.

-Pues bien -continué-, ¿qué otro género de temas nos queda por examinar en nuestra discriminación de aquellos relatos que se pueden contar y aquellos que no? Pues nos hemos ocupado ya de cómo hay que hablar de los dioses, de los demones y héroes y de las cosas de ultratumba.

15

Page 16: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

-Efectivamente.

-Nos falta, pues, lo referente a los hombres, ¿no?

-Claro que sí.

-Pues de momento, querido amigo, nos es imposible poner orden en este punto.

-¿Por qué?

-Porque creo que vamos a decir que poetas y cuentistas yerran gravemente cuando dicen de los hombres que hay muchos malos que son felices mientras otros justos son infortunados, y que trae cuenta el ser malo con tal de que ello pase inadvertido, y que la justicia es un bien para el prójimo, pero la ruina para quien la practica .

Prohibiremos que se digan tales cosas y mandaremos que se cante y relate todo lo contrario. ¿No te parece?

Sé muy bien que sí -dijo.

-Ahora bien, si reconoces que tengo razón, ¿no podré decir que me la has dado en cuanto a aquello que venimos buscando desde hace rato?

-Está bien pensado -dijo.

-Por lo tanto, ¿convendremos en que hay que hablar de los hombres del modo que he dicho cuando hayamos descubierto en qué consiste la justicia y si es ésta intrínsecamente beneficiosa para el justo tanto si los demás le creen tal como si no?

Hay tres tipos de narración: la simple, en la que el narrador habla en su nombre; la imitativa, en la que el narrador habla en nombre de otro; y la mixta. La mixta y la simple son las narraciones que hace el hombre bueno. El hombre malo es imitativo.

Las armonías permitidas serán la dórica y la frigia. Los instrumentos permitidos serán la lira, la cítara y la siringa.

El amante tratará al amado como un padre a su hijo. Se formará a los jóvenes en una gimnasia sencilla y moderada. Los jueces deben ser ancianos. Los ancianos deben ser gobernantes y los jóvenes gobernados. A los mal constituidos físicamente se los dejará morir. Hay que convencer a todos de que la tierra es su madre y nodriza, y deben defenderla. Los guerreros no deben tener nada suyo, deben ser bien alimentados. Les estará prohibido tocar el oro y la plata.

-dije yo-, si es el siguiente el régimen de vida y habitación que deben seguir para ser así. Ante todo nadie poseerá casa propia excepto en caso de absoluta necesidad. En segundo lugar nadie tendrá tampoco ninguna habitación ni despensa donde no pueda entrar todo el que quiera. En cuanto a víveres, recibirán de los demás ciudadanos, como retribución por su guarda, los que puedan necesitar unos guerreros fuertes, sobrios y valerosos, fijada su cuantía con tal exactitud que tengan suficiente para el año, pero sin que les

16

Page 17: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

sobre nada. Vivirán en común, asistiendo regularmente a las comidas colectivas como si estuviesen en campaña. Por lo que toca al oro y plata, se les dirá que ya han puesto los dioses en sus almas, y para siempre, divinas porciones de estos metales, y por tanto para nada necesitan de los terrestres ni es lícito que contaminen el don recibido aliando con la posesión del oro de la tierra, que tantos crímenes ha provocado en forma de moneda corriente, el oro puro que en ellos hay. Serán, pues, ellos los únicos ciudadanos a quienes no esté permitido manejar ni tocar el oro ni la plata ni entrar bajo el techo que cubra estos metales ni llevarlos sobre sí ni beber en recipiente fabricado con ellos. Si así proceden, se salvarán ellos y salvarán a la ciudad; pero si adquieren tierras propias, casas y dinero, se convertirán de guardianes en administradores y labriegos y de amigos de sus conciudadanos en odiosos déspotas. Pasarán su vida entera aborreciendo y siendo aborrecidos, conspirando y siendo objeto de conspiraciones, temiendo, en fin, mucho más y con más frecuencia a los enemigos de dentro que a los de fuera; y así correrán en derechura al abismo tanto ellos como la ciudad. ¿Bastan, pues, todas estas razones -terminé- para que convengamos en la precisión de un tal régimen para el alojamiento y demás necesidades de los guardianes, y lo establecemos como digo, o no?

-Desde luego -asintió Glaucón.

LIBRO CUARTO

Y Adimanto, interrumpiendo, dijo: -¿Y qué dirías en tu defensa, Sócrates, si alguien te objetara que no haces nada felices a esos hombres, y ello ciertamente por su culpa, pues, siendo la ciudad verdaderamente suya, no gozan bien alguno de ella, como otros que adquieren campos y se construyen casas bellas y espaciosas y se hacen con el ajuar acomodado a tales casas y ofrecen a los dioses sacrificios por su propia cuenta, albergan a los forasteros y además, como tú decías, granjean oro y plata y todo aquello que deben tener los que han de ser felices? Estos, en cambio -agregaría el objetante-, parece que están en la ciudad ni más ni menos que como auxiliares a sueldo, sin hacer otra cosa que guardarla.

-Sí -dije yo-, y esto sólo por el sustento, sin percibir sobre él salario alguno como los demás , de modo que, aunque quieran salir privadamente fuera de la ciudad, no les sea posible, ni tampoco pagar cortesanas ni gastar en ninguna otra cosa de aquellas en que gastan los que son tenidos por dichosos. Estos y otros muchos particulares has dejado fuera de tu acusación.

Adimanto cree que Sócrates no hace a los guardianes hombres dichosos, porque los priva de todas las ventajas de la sociedad, no poseyendo ni tierras ni casas.

Sócrates dice que al formar el Estado, no se han propuesto como fin la felicidad de unos pocos, sino la del Estado entero. Si queremos buenos guardianes, debemos ponerlos en la imposibilidad de dañar en lo más mínimo a la comunidad.

La riqueza y la pobreza dañan a las artes y a los que las ejercen. Se deben evitar. Todas las cosas deben ser comunes entre los amigos. La educación debe permanecer pura y no debe haber innovaciones irregulares en ella. El resto de leyes no son necesarias dictarlas

17

Page 18: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

porque se siguen de una buena educación, como la propuesta. Nuestro Estado es perfecto, por tanto es prudente, valeroso, templado y justo. Su prudencia se debe a aquellos que mandan.

-Y aún más -dije-: una vez que el Estado toma impulso favorable, va creciendo a manera de un círculo; porque, manteniéndose la buena crianza y educación, producen buenas índoles, y éstas, a su vez, imbuidas de tal educación, se hacen, tanto en las otras cosas como en lo relativo a la procreación, mejores que las que les han precedido, igual que sucede en los demás animales.

-Es natural -dijo.

-Para decirlo, pues, brevemente: los que cuidan de la ciudad han de esforzarse para que esto de la educación no se corrompa sin darse ellos cuenta, sino que en todo han de vigilarlo, de modo que no haya innovaciones contra lo prescrito ni en la gimnasia ni en la música; antes bien, deben vigilar lo más posible y sentir miedo si alguno dice la gente celebra entre todos los cantos el postrero, el más nuevo que viene a halagar sus oídos , no crean que el poeta habla, no ya de cantos nuevos, sino de un género nuevo de canto y lo celebren. Porque ni hay que celebrar tal cosa ni hacer semejante suposición. Se ha de tener, en efecto, cuidado con el cambio e introducción de una nueva especie de canto en el convencimiento de que con ello todo se pone en peligro; porque no se pueden remover los modos musicales sin remover a un tiempo las más grandes leyes, como dice Damón y yo creo.

La posesión y práctica de lo que a cada uno corresponde será la justicia. La injusticia es el crimen más grande contra el Estado. Hay en el alma de cada hombre las mismas partes que en el Estado y en igual número. Cada uno de nosotros será justo y cumplirá su deber cuando cada una de las partes de sí mismo realice su tarea.

-Pues bien -dije-, ya que hemos subido a estas alturas de la discusión, se me muestra como desde una atalaya que hay una sola especie de virtud e innumerables de vicio ; bien que de estas últimas son cuatro las más dignas de mencionarse.

-¿Cómo lo entiendes? -preguntó.

-Cuantos son los modos de gobierno con forma propia -dije-, tantos parece que son los modos del alma.

-¿Cuántos?

-Cinco -contesté-, los de gobierno; cinco, los del alma.

-Dime cuáles son -dijo.

-Afirmo -dije- que una manera de gobierno es aquella de que nosotros hemos discurrido, la cual puede recibir dos denominaciones; cuando un hombre solo se distingue entre los gobernantes, se llamará reino, y cuando son muchos, aristocracia .

18

Page 19: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

-Verdad es -dijo.

-A esto lo declaro como una sola especie -observé-; porque, ya sean muchos, ya uno solo, nadie tocará a las leyes importantes de la ciudad si se atiene a la crianza y educación que hemos referido.

-No es creíble -contestó.

LIBRO QUINTO

Tal es, pues, la clase de ciudad y de constitución que yo califico de buena y recta y tal la clase de hombre; ahora bien, si éste es bueno, serán malos y viciosos los demás tipos de organización política o de disposición del carácter de las almas individuales, pudiendo esta su maldad revestir cuatro formas distintas.

-¿Cuáles son esas formas? -preguntó.

Y yo iba a enumerarlas una por una, según el orden en que me parecían nacer unas de otras, cuando Polemarco, que estaba sentado algo lejos de Adimanto, extendió el brazo, y cogiéndole de la parte superior del manto, por junto al hombro, lo atrajo a sí e, inclinado hacia él, le dijo al oído unas palabras de las que no pudimos entender más que lo siguiente: -¿Lo dejamos entonces o qué hacemos?

-De ningún modo -respondió Adimanto hablando ya en voz alta.

Entonces yo: -¿Qué es eso -pregunté- que no vais a dejar vosotros?

-A ti -contestó.

-Pero ¿por qué razón? -pregunté.

-Nos parece -contestó- que flaqueas e intentas sustraer y no tratar todo un aspecto y no el menos importante, de la cuestión: crees, por lo visto, que no advertimos cuán a la ligera lo has tocado, diciendo, en lo relativo a mujeres e hijos, que nadie ignora cómo las cosas de los amigos han de ser comunes.

Todo debe ser común entre los sexos, hay igualdad de sexos, pero teniendo en cuenta la mayor debilidad física de las mujeres. Hay que darles la misma educación. Las mujeres de los guerreros serán comunes todas y a todos; ninguna cohabitará en particular con ninguno de ellos; los hijos serán comunes y los padres no conocerán a sus hijos ni éstos a sus padres. Hay que unir sexualmente a los mejores para que tengan hijos. Ellos no deben saber que esto está preparado. A los hijos de los peores y a los deformes se les ocultará en un lugar secreto.

La procreación debe tener lugar en la flor de la edad: las mujeres de entre veinte y cuarenta años y los hombres de entre su “momento de mayor ímpetu” hasta los cincuenta y cinco años. Cuando ambos sexos pasen la edad pueden tener relaciones con quien quieran, excepto con sus nietos, hijos, padres o abuelos. Los hermanos y hermanas

19

Page 20: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

podrán tener relaciones. Pero de todas estas relaciones no deben nacer hijos y si nacen no se les alimentará.

Para hombres configurados por naturaleza y educación como hemos descrito no hay, creo yo, otras rectas normas de posesión y trato de sus hijos y mujeres que el seguir por el camino en que los colocamos desde un principio. Ahora bien, en nuestra ficción emprendimos, según creo, el constituir a los hombres en algo así como guardianes de un rebaño.

-Sí.

-Pues bien, sigamos del mismo modo: démosles generación y crianza semejantes y examinemos si nos conviene o no.

-¿Cómo? -preguntó.

-Del modo siguiente. ¿Creemos que las hembras de los perros guardianes deben vigilar igual que los machos y cazar junto con ellos y hacer todo lo demás en común o han de quedarse en casa, incapacitadas por los partos y crianzas de los cachorros, mientras los otros trabajara y tienen todo el cuidado de los rebaños ?

-Harán todo, en común -dijo-; sólo que tratamos a las unas como a más débiles y a los otros como a más fuertes.

-¿Y es posible -dije yo- emplear a un animal en las mismas tareas si no le das también la misma crianza y educación?

-No es posible.

-Por tanto, si empleamos a las mujeres en las mismas tareas que a los hombres, menester será darles también las mismas enseñanzas.

-Sí.

-Ahora bien, a aquéllos les fueron asignadas la música y la gimnástica.

-Por consiguiente, también a las mujeres habrá que introducirlas en ambas artes, e igualmente en lo relativo a la guerra; y será preciso tratarlas de la misma manera.

-Así resulta de lo que dices -replicó.

-Pero quizá mucho de lo que ahora se expone -dije- parecería ridículo, por insólito, si llegara a hacerse como decimos.

-Efectivamente -dijo.

-¿Y qué es lo más risible que ves en ello? -pregunté yo-. ¿No será, evidentemente, el espectáculo de las mujeres ejercitándose desnudas en las palestras junto con los hombres, y no sólo las jóvenes, sino también hasta las ancianas, como esos viejos que,

20

Page 21: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

aunque estén arrugados y su aspecto no sea agradable, gustan de hacer ejercicio en los gimnasios?

No deben hacerse esclavos griegos en la guerra. Las batallas entre griegos no son guerras, son disputas. No hay que despojar a los muertos. No se deben devastar ni quemar los territorios griegos.

No habrá Estados perfectos hasta que el que gobierne sea filósofo. El filósofo es el que ama la sabiduría, tiene buena disposición para todas las ciencias, y gusta de contemplar la verdad. La opinión no es ciencia ni ignorancia, está en un término medio.

LIBRO SEXTO

El filósofo ama la ciencia y tiene horror a la mentira. Gusta de los placeres del alma, y desecha los del cuerpo. Es templado, es extraño a la avaricia. Es mesurado.

Sólo a ellos, perfeccionados por la educación y la experiencia, se debe confiar el gobierno del Estado. Los filósofos son tratados mal porque los Estados actuales son malos.Tiene buena memoria, facilidad para aprender, valor y grandeza de alma. Pero las almas mejor nacidas, se convierten en las peores con una mala educación. Es imposible que el pueblo sea filósofo, por tanto ha de despreciar a los que se dedican a la filosofía. Hay pocos verdaderos filósofos. Éste, es un plan difícil de ejecutar, pero no imposible.

La idea principal es la idea del bien. Las cosa múltiples son vistas, pero no concebidas; las ideas son concebidas, pero no vistas.

Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a que alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio de todo; y una vez haya llegado a éste, irá pasando de una a otra de las deducciones que de él dependen hasta que de ese modo descienda a la conclusión sin recurrir en absoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las ideas tomadas en sí mismas, pasando de una a otra y terminando en las ideas.

LIBRO SEPTIMO

-seguí- compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquéllos sus maravillas.

21

Page 22: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

La enseñanza más importante, después de las que ya hemos dicho es la matemática. El que se dedica a la dialéctica, renunciando en absoluto al uso de los sentidos, se eleva, sólo mediante la razón, hasta lo que es cada cosa en sí, y si continúa sus indagaciones hasta que haya percibido el bien en sí, ha llegado al término de los conocimientos inteligibles.

Los guardianes deben dedicarse a la gimnasia. A los veinte años deben conocer la naturaleza del ser. A los treinta, se dedicarán a la dialéctica durante cinco años. Después descenderán a “la caverna” durante quince años, dedicándose a oficios normales. A la edad de cincuenta años, los mejores gobernarán.

LIBRO OCTAVO

Las demás formas de gobierno son malas por este orden: timocracia, oligarquía, democracia, y tiranía.

De la aristocracia a la timocracia se pasa porque nacen niños indebidos incapaces de gobernar bien. Domina la fogosidad, sobresalen la ambición y la sed de honores. El timócrata es ambicioso, obstinado, sin talento para la palabra, dulce con los hombres libres, y respetuoso con los gobernantes.

De la timocracia a la oligarquía se pasa porque cada vez se dejan dominar más por las riquezas. Se hacen codiciosos y avaros.

Solo gobiernan los ricos. Este Estado encierra dos Estados: el de los ricos y el de los pobres. En todo Estado que haya pobres, habrá malvados y delincuentes.

De la oligarquía a la democracia se pasa por una revolución.los pobres ganan a los ricos. Tienen plena libertad. El demócrata es insolente, anarquista, desenfrenado y desvergonzado. No distingue los placeres superfluos de los necesarios. Vive al día. La sociedad se divide en tres clases: los políticos, los ricos y los pobres. El exceso de libertad lleva a la tiranía, al totalitarismo y a la falta absoluta de libertad.

De los protectores del pueblo en la revolución, nace el tirano.

LIBRO NOVENO

Queda por ver -dije- el hombre tiránico en sí mismo, cómo surge por la transformación del democrático, cuál es, una vez que nace, y de qué modo vive, si desgraciado o feliz.

-En efecto, eso es lo que nos queda por examinar -replicó.

-¿Y sabes -dije- lo que aún echo de menos?

-¿Qué?

-En lo relativo a los deseos creo que no hemos analizado bien cuántos y de qué clase son; y, habiendo falta en esto, va a adolecer de oscuridad la investigación que nos proponemos.

22

Page 23: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

-¿Y no estamos aún -preguntó- en ocasión de proveer a ello?

-Sí por cierto; y atiende a lo que en esos deseos quiero percibir, que es esto: me parece que de los placeres y de seos no necesarios una parte son contra ley y es probable que se produzcan en todos los humanos; pero, reprimidos por las leyes y los deseos mejores con ayuda de la razón, en algunos de los hombres desaparecen totalmente o quedan sólo en poco número y sin fuerza, pero en otros, por el contrario, se mantienen más fuertes y en mayor cantidad.

El hombre tiránico está dominado por las pasiones, está tiranizado por ellas. Desprecia las leyes. No es amigo de nadie. Es el más malo de los hombres y por tanto el más desgraciado. La condición de un hombre tiranizado por sus pasiones es la misma que la de un Estado oprimido por un tirano. La tiranía es la peor forma de gobierno y la aristocracia es la mejor. El más desgraciado es el más injusto y el más feliz es el justo.

LIBRO DECIMO

Aquí se expone la teoría de las ideas. Las cosas participan de las ideas. Las cosas sensibles no son reales, solo son copias de las ideas que son reales.

No se debe tomar en serio la poesía.

Las cosas son destruidas por su mal connatural, el del alma es la injusticia, y como la injusticia no destruye al alma, debemos decir que el alma es inmortal.

CONCLUSION

En este libro se puede apreciar que por los diálogos que tienen Sócrates con sus discípulos exponen sus ideas sobre las cualidades que tiene que tener un gobernante de una republica. Mediante el estudio de lo justo y de lo injusto, y la demostración de la necesidad moral, tanto para el Estado como para el individuo, así mismo trata de que se entienda que mediante la ética de cada individuo se puede alcanzar la perfección de una sociedad ya que sin ella un gobernante puede seguir ambiciones personales y anteponer sus propios intereses antes que los de los gobernados. Para platón la republica debería estar formada por el pueblo, los guerreros y los filósofos estos últimos llamados a gobernar por su sabiduría.

Habla sobre el mundo de las ideas que es el mundo del verdadero ser, pero está sometido a cambios continuos, el hombre es un ser dual compuesto por el cuerpo mortal y el alma inmortal, este hombre dual alcanzara la felicidad solo mediante la vinculación de las ideas mediante el conocimiento, haciendo recordar al alma el mundo de las ideas.

ANALISIS

23

Page 24: ENSAYO El Principe de Nicolas Maquiavelo

En lo personal ambos libros aportan grandes ideas o ejemplos para cualquier persona que pretenda ser líder de una sociedad, ya que ambos se basan en cierto modo en la ética y distintas situaciones que llevan a cualquiera a pensar de una manera diferente respecto a cómo ser un líder y como superar distintos obstáculos, mediante la razón así como con el apoyo o consejo de las personas que lo rodean.

Pienso que aun que distintas sean las épocas que separan a los autores de estos libros tienen en común que el conocimiento es la mejor herramienta para poder ser dirigente de cualquier grupo de personas.

Aunque los ejemplos expuestos por los distintos autores se desarrollaron en épocas remotas aun pueden ser aplicados de forma efectiva a ciertos acontecimientos de la época actual, tomando en cuenta que son base de la mayoría de las formas de gobierno que han existido hasta la fecha

Ciertamente son libros básicos para la carrera de derecho pues siento que los abogados deben de tener las virtudes que señalan los autores en especial la ética, el desarrollo del conocimiento respecto a cualquier tema de interés

24