El Apego Madre-Infante, Como Una Relación Intersubjetiva
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El Apego Madre-Infante, Como Una Relación Intersubjetiva: Una Contribución De La Teoría Del Apego Al Psicoanálisis1
Dra. María Clotilde Juárez-Hernández.2
Resumen
Contrariamente a lo que se pudiera suponer, desde su teoría doblemente pulsional, Sigmund Freud llegó a hablar sobre la naturaleza y la importancia significativa de las relaciones tempranas (1933). John Bowlby (1969/1982, 1973, 1980) afirmó que el apego madre-infante es una relación que se desarrolla a lo largo del primer año de vida, en la cual la madre como cuidadora principal significa una base segura. Bion (1962 & 1963) identificó una función materna semejante, denominada continente-contenido. En México, se realizó una investigación longitudinal (1995-1996)3, intercultural (con muestras de siete estados distintos del país) y naturalista (se observó en el hogar) para estudiar los antecedentes del apego de 169 díadas madre-infante. A los 3 y 6 meses, se observó y filmó la interacción madre-infante durante las actividades de cuidado de crianza: baño, amamantamiento/alimentación, arrullo, y juego. A los 12 meses, se evaluó el patrón de apego del infante con respecto a su madre en los dos episodios de reunión (5 & 8) de la situación extraña [SE] (Ainsworth & Witting, 1969; Ainsworth, Blehar, Waters & Bell, 1978). Algunos resultados (Santos, 1998; Carpio, 2000; Lara, 2000; Madrigal; 2000; Juárez, 2001a, 2001b, 2001c; & Pérez, 2002) han indicado, entre otras evidencias:a. Diferencias individuales en los patrones de apego madre-infante de acuerdo con la
clasificación de apego organizado de Ainsworth et al, (1978) y la clasificación del apego desorganizado de Main & Solomon (1990);
b. Diferencias individuales en los patrones de interacción madre-infante dentro de las actividades de cuidado de crianza, mismos que he denominado:
Seguro-consistente, Ansioso-rechazante/controlador, Ansioso-inconsistente/ambivalente y Ansioso-incoordinado/desfasado.
c. Asociación entre el patrón de interacción madre-infante y el patrón de apego. d. Noción del apego madre-infante como una relación intersubjetiva.
En este escrito, el cual considero un tributo al trabajo de Bowlby y Ainsworth, les mostraré esos resultados centrándome en la naturaleza del apego como una relación intersubjetiva, la cual constituye una contribución de la teoría del apego de Bowlby al psicoanálisis. Finalmente, intentaré dilucidar cómo el vínculo madre-infante fundado en la calidad de la interacción generada por la base segura que significa la madre, es semejante a la función materna continente/contenido de la teoría de Bion.
1 Ponencia presentada en el XII International Forum of Psychoanalysis (IFPS). 22-25 May, 2002. Oslo, Norway. 2 Doctora en Psicología. Psicoterapeuta Psicoanalitica en entrenamiento. Profesora de la Univerisdad Pedagógica Nacional y miembro,
desde 1993, del Seminario de Sociopsicoanalisis, A.C..3 Agradecimiento: Investigadores asociados. Rosa E. Carpio (UPN, Guanajuato); Rosa, M. García (UPN, Hidalgo); Orlando Gutiérrez
(UPN, Campeche); Clotilde Juárez (UPN, D.F.); Josefina Madrigal & Yolanda Lara (UPN, Chihuahua); Isabel Ramírez, Octavio Reza & Gil Tovilla (UPN, Chiapas); Miguel A. Santos (UPN, Quintana Roo) and Adriana Pérez (UAM-XOCH). Asesores: L. Alan Sroufe, & Elizabeth A. Carlson; June Fleeson & Debora Jakowitz; Sonia Gojman de Millán & SEMSOAC.
Introducción
Antes de introducir mi tema, me gustaría llamar su atención sobre lo siguiente. Cuando
Freud, desde su teoría doblemente pulsional, revisó la sexualidad fenemina, habló acerca de
la naturaleza y la importancia significativa de las relaciones de objeto tempranas (1933). En
1958, desde una fundamentación psicoanalítica y etológica, John Bowlby afirmó que el
apego es un sistema de control con una fuerza biológica motivacional para formar vínculos
afectivos con figuras significativas y que el apego madre-infante es una interacción
fundamentalmente humana. Aun cuando, en ese tiempo, otros psicoanalistas estaban
también desarrollando teorías sobre las relaciones de objeto tales como Fairbairn (1952),
Balint (1952) y Klein (1946); las formulaciones de Bowlby fueron consideradas opuestas a la
teoría de Freud y consecuentemente fue excluido de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Sin
embargo, hacia el final de su vida Bowlby mismo (1988) reconoció que su teoría del apego
no sólo había sido creada por un clínico, sino también había sido derivada de observaciones
clínicas y había sido orientada al diagnóstico y tratamiento psicoanalítico de pacientes
severamente perturbados. Mas sin embargo, en realidad había servido para estimular la
psicología del desarrollo. Por lo que él consideró necesario un diálogo entre psicoanalistas e
investigadores. Creo que por el contenido temático del XII Foro Internacional de Psicoanálisis
(IFPS), se ha creado el espacio para dicho dialogo, que tal vez nos permita reflexionar sobre
el potencial de la integración del conocimiento teórico y pensamiento psicoanalíticos. En tan
inusual encuentro entre el positivismo y el psicoanálisis, los cuales epistemológica e
históriamente han estado separados, es interesante reconocer que no hay sólo desacuerdos
sino también coincidencias e ideas complementarias (Bleichmar & Bleichmar 1989; Fonagy,
1982, 1999; Lichtemberg, 1983.) ¿Será porque tenemos distintas miradas sobre el mismo
objeto y sus fenómenos psicológicos y metapsicológicos?
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Bowlby, construyó su teoría del apego (1969/1982), 1973, 1980) considerando tres
constructos: el primero, un sistema de control interno que activa el comportamiento del apego
en situaciones críticas de tensión como la separación; el segundo, se refiere a los ‘modelos
internos de trabajo’ que constituyen representaciones, tanto del si mismo, como de la figura
de apego y el tercero, es un sistema defensivo que el infante utiliza para enfrentar la
separación y la pérdida de la figura de apego.
Así, Bowlby define al apego madre-infante como un vínculo afectivo que se desarrolla
mediante la relación de interacción cotidiana a lo largo del primer año de vida, en la cual la
madre como la cuidadora principal de la crianza, significa una base segura para su infante.
Por su parte, Bion (1962, 1963) en su teoría psicoanalítica reconoce en la madre una
función denominada continente-contenido.
En México, se llevó a cabo una investigación longitudinal (1995-1996) y naturalista
para estudiar el apego en una muestra no clínica, pero pobre de 169 diadas madre-infante. A
los 3 y 6 meses de edad del infante, durante dos horas sistemáticamente se observó y se
filmó la interacción entre ambos mientras que se llevaban a cabo las actividades de cuidado
de crianza: baño, amamantamiento/alimentación, arrullo y juego. A los 12 meses, se observó
y evaluó el comportamiento de apego del infante hacia su madre en los dos episodios de
reunión de la situación extraña (Ainsworth & Witting, 1969; Ainsworth, Blehar, Waters & Bell,
1978).
Este trabajo tiene un triple propósito: primero, presentar algunos de los resultados
empíricos de la investigación: A. Diferencias individuales en los patrones de apego madre-
infante de acuerdo, tanto con la clasificación tripartita del apego organizado de Ainsworth et
al, (1978) como con la clasificación de apego desorganizado de Main & Solomon (1990). B.
Diferencias individuales en los patrones de interacción madre-infante dentro de las
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actividades del cuidado de crianza. C. Asociación entre los patrones de interacción madre-
infante y los patrones de apego. D. Una noción del apego madre-infante como una relación
intersubjetiva. Segundo, en la presentación de esos hallazgos, enfatizar la naturaleza
intersubjetiva de la relación madre-infante, como una contribución de la teoría del apego al
psicoanálisis. Por último, analizar dicha relación desde la teoría psicoanalítica de Bion.
A. Diferencias individuales en la seguridad del apego madre-infante
De acuerdo con Ainsworth et al, (1978), se evaluaron los patrones de apego organizado
madre-infante: A. Ansioso-evitativo, 18%, B. Seguro, 68%, C., Ansioso-resistente, 11%. En
nuestra muestra se identificaron casos correspondientes a la clasificación D de apego
desorganizado 3%, descubierto por Main & Salomon (1990). Esta distribución de la muestra
mexicana es semejante a la reportada por Ainsworth et al (1978). (Para más detalles véase,
Weinfield et al, 1999).
B. Diferencias individuales en la interacción madre-infante
La interacción madre-infante observada y filmada en casa se analizó de la siguiente manera.
Primero, a partir de cada filmación se obtuvo un registro anecdótico y una descripción
etnográfica; segundo, cada filmación fue vista simultáneamente por dos personas que
fungieron como jueces, quienes de manera independiente calificaron el comportamiento
materno aplicando las cuatro escalas de Ainsworth (1969): sensibilidad, cooperación,
disponibilidad y aceptación a partir de lo cual se describió el comportamiento del cuidado de
crianza materno. No obstante, se reconoce que cada diada es única, se encontraron en esta
muestra mexicana evidencias empíricas de cuatro patrones distintos de interacción
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determinados por la forma en la que la madre responde a las señales que emite el infante
para manifestar sus demandas, mismos que han sido clasificados como: seguro-consistente,
ansioso-rechazante-controlador, ansioso-inconsistente-ambivalente y ansioso-incoordinado-
desfasado. A constinuación se describe y ejemplifica cada uno de ellos.
Seguro-consistente. La madre y el bebé participan activamente en su interacción; el
bebé emite señales para demandar su atención sobre sus necesidades físicas y psicológicas
y la madre responde para atenderlas. En la interacción entre ambos hay reciprocidad,
mutualidad y sincronía. Metafóricamente, es una interacción puesta en una balanza, la cual
oscila flexiblemente desde el lado del bebé al lado de la madre, pero predominantemente se
mantiene un balance, un equilibrio. Por tanto, la calidad de la interacción a lo largo del primer
año de vida permite al infante internalizar la forma de responder de su madre y construir un
modelo interno de trabajo con una representación del sí mismo y de su madre como una
base segura capaz de atenderlo y confortalo cuando lo necesita. Así, el infante ha
desarrollado un sentimiento de confianza para mantener un contacto emocional con su
madre y un sentimiento de seguridad para explorar su entorno. En estas condiciones, la
calidad de la interacción se caracteriza por ser:
Atención. La madre cuida y protege cuando el bebé emite sus señales preverbales;
Anticipación. La madre adivina y predice adecuadamente las necesidades del infante;
Interpretación. La madre dice en voz alta lo que piensa que le está pasando
internamente a su bebé;
Mediación. La madre describe en voz alta qué está pasando en la realidad externa;
Responsividad. La intervención verbal y en acción de la madre es oportuna,
pertinenete, flexible, lúdica y efectiva que tranquiliza y consuela al bebé.
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Comunicación. Hay un continuo dialogo entre madre y bebé, uno u otro lo inicia y el
otro lo sigue, y toman su turno;
Contacto visual y físico. Hay interacción cara a cara, contacto directo a los ojos y
contacto físico cercano entre ambos cuerpos.
Ansioso-rechazante/controlador. La madre y el bebé son activos en su interacción. Sin
embargo, la madre tiende a ser más activa porque aún cuando su bebé expresa sus
necesidades físicas y psicológicas, ella rechaza frecuentemente muchos de esos intentos
evitando con ello que el bebé logre el contacto. La madre en vez de proporcionar el contacto
físico, demanda en cambio, un comportamiento precoz. No hay reciprocidad, mutualidad ni
sincronía entre los dos; la balanza se inclina hacia el lado de la madre quien actúa enérgica,
demanadante y exigente. Aunque su infante la necesita, el desaliento sistemático que
experimenta, lo motivan para evadir la mirada y el contacto. La calidad de la interacción se
caracteriza por ser:
Atención. La madre cuida predominantemente las necesidades físicas de su bebé:
limpieza, alimentación, medicación, estimulación y aprendizaje; pero no sus
necesidades psicológicas;
Interpretación. La madre puede hablar demasiado, pero no dice lo que ella piensa
acerca de lo que internamente le está pasando a su bebé. No parece reconocer que
su infante tiene necesidades emocionales, sino sólo necesidades físicas tales como
hambre, frío, etc.; además, el bebé debe aprender prematuramente a cuidarse así
mismo;
Mediación. La madre no le indica a su bebé qué está ocurriendo en el mundo externo.
Contradictoriamente, no obstante su expectativa es que su infante aprenda
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precozmente, ella asume al mismo tiempo qué es demasiado pequeño para
comprender, por tanto no es necesario platicarle, sino enseñarle; ella tiende unilateral
y arbitrariamente a programar e imponer lo que ella cree que su infante necesita;
Responsividad. Ya sea que la madre esté silenciosa o preocupada, es activa o
verbalmente intrusiva. El bebé no es consolado, por el contrario parece ser molestado
y violentado;
Comunicación. El hablar es unidireccional, de la madre hacia el infante. Aunque el
infante inicie una comunicación emitiendo sus señales preverbales, la madre suele
ignorarlas. La madre predominantemente inicia sus intervenciones sin esperar la
respuesta del bebé. No parece reconocer que el infante es capaz de sentir y de
comprender;
Contacto visual y físico. Hay pocos encuentros cara a cara. Si la madre busca la cara
del bebé, él/ella desvía la mirada o se voltea hacia otro lado; el contacto físico es de
alguna manera distante, no es directo ni cercano al cuerpo. Es común que la madre
cargue o siente al bebé en una posición que le da la espalda a ella.
Ansioso-inconsistente/ambivalente. La madre y el bebé son inicialmente activos, pero
conforme pasa el tiempo, la inconsistencia por parte de la madre para responder al infante,
constituye el antecedente para que el bebé llegue a ser más demandante para ser atendido.
La metáfora de la balanza, en este patrón de interacción, se carga hacia el bebé. De tal
manera que la madre llega a atender al bebé, hasta que su llanto se ha vuelto tan intenso y
persistente que es difícil ignorarlo. Entonces, la madre responde algunas veces, otras lo hace
de manera diferida y en otras ocasiones no responde. No hay reciprocidad, mutualidad ni
sincronía. La calidad de la interacción materna se caracteriza por ser:
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Atención. La madre no atiende a su infante hasta que muestra señales muy intensas
de llanto;
Interpretación. La madre no lleva a cabo esta función, en cambio, parece estar más
atenta por sus propias necesidades internas y externas y no precisamente a las
necesidades de su infante;
Mediación. La madre no describe en voz alta a su bebé lo que ocurre en la realidad
externa;
Anticipación. No forma parte del repertorio de la madre; aunque ella se apregunte el
por qué su bebé no quiere consolarse o atribuya al llanto la voluntad del bebé para
molestarla;
Responsividad. Es variable de parte de la madre, su respuesta tiende a ser
inconsistente, incierta y por tanto impredecible. Aunque el bebé es cuidado, no se
consuela ni se calma;
Comunicación. Es predominantemente unidireccional e intermitente, aunque el bebé la
inicie no hay garantía de que la madre le responda;
Contacto visual y físico. Paradógicamente, la madre tiende de manera aprehensiva a
mantener cercano al bebé, pero para el bebé este acercamiento no es suficiente para
tranquilizarse.
Ansioso-incoordinado/desfasado. La madre y el bebé participan en la interacción. Sin
embargo, a pesar de que el infante expresa sus necesidades físicas y psicológicas, la madre
participa superficialmente, pues ella puede estar físicamente presente, pero emocionalmente
está ausente. Aún más, ella puede estar junto, incluso tener cargado al infante, pero da la
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impresión de estar desconectada, con la mirada perdida. No hay reciprocidad, mutualidad ni
sincronía. La calidad de la interacción tiene las siguientes características:
Atención. La madre se molesta con las señales preverbales que emite el infante;
Interpretación. La madre atribuye una intencionalidad negativa al comportamiento de
su infante, lo que hace es para molestarla;
Mediación. La madre no realiza esta función, por el contrario, agrega más ansiedad al
infante, atribuyéndole la responsabilidad de lo que le pasa;
Anticipación. La madre no anticipa las necesidades específias de su infante y sus
expectativas no corresponden a su nivel de desarrollo;
Responsividad. La madre parece responder aleatoriamente y cuando lo hace su
respuesta tiene una cualida de indiferencia, coraje o molestia;
Comunicación. Las comunicaciones de la madre parecen rotas o discontinuadas. Ella
muestra su hostilidad como violencia pasiva amenazando a su infante diciendo, por
ejemplo, que ella se va a ir si el infante no obedece en lo que ella le demanda;
Contacto visual es raramente observado y el contacto físico es variable.
(Para más detalles sobre apego y cuidado de crianza, véase George & Solomon, 1999).
C. Asociación entre los patrones de interacción y los patrones de apego madre-infante
La teoría del apego es dinámica, supone una transacción entre el mundo interno y externo
del infante. Cada uno de esas cuatro formas distintas de interacción madre-infante mantiene
más o menos una correspondencia sistemática con un tipo de patrón de apego madre-infante
hacia el final del primer año de edad del infante (véase figura 1). (Para más detalles véase
Carlson & Sroufe, 1995).
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El desarrollo del apego madre-infante es un fenómeno complejo. La clasificación
derivada de nuestras observaciones sugiere que la calidad del cuidado de crianza durante
los primeros seis meses continua durante la segunda mitad del primer año de vida.
Empíricamente se muestra una asociación con la calidad de la seguridad del apego madre-
infante. (Véase la distribución de los porcentajes reportados en la introducción).
Figura 1. Clasificación de la interacción madre-infante a los 3 y 6 meses y la clasificación de los patrones de apego madre-infante a los 12 meses
Interacción madre-infante observada en casa a los 3 y 6 meses de edad del infante.
Patrones de apego observados en la Situación Extraña a los 12 meses.
1. Seguro- consistente B. Seguro2. Ansioso-rechazante-controlador A. Ansioso-evitativo3. Ansioso-inconsistente-ambivalente C. Ansioso-resistente4. Ansioso-incoordinado-desfasado D. Ansioso-desorganizado
D. La noción del apego madre-infante como una relación intersubjetiva
La observación y el análisis de la forma de interacción madre-infante ha revelado ciertos
patrones conductuales de la madre y su bebé en la interacción díadica (Ainsworth et al,
1978), sin embargo, la conducta por si misma, no es suficiente para explicar el ‘aprendizaje
emocional del infante’ (Sroufe, comunicación personal, 1998).
La interacción madre-infante es un encuentro entre dos individuos: un adulto y un
infante preverbal y vulnerable. A pesar de dicha diferencia en el desarrollo, ambos
contribuyen con su propio inconsciente en la relación. La madre brinda su propia historia de
apego, expectativas, deseos, fantasías, emociones y sentimientos en relación con su bebé.
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El bebé por su parte, lleva también lo suyo: su estructura constitucional, sus necesidades
físicas y psicológicas y ansiedades.
Las actividades cotidianas de crianza son las actividades mediante las cuales madre e
infante se encuentran e interactuan y en la intimidad. De acuerdo con Stern (1977), ambos
comienzan su relación como en una danza. Se trata de una danza en la cual la mutualidad, la
reciprocidad y el ritmo son importantes para no pisarse los pies. De tal forma que la madre
tiene la capacidad para regular esa interacción, sin embargo no siempre lo logra.
La internalización es el mecanismo mediante el cual un infante incorpora para sí sus
experiencias de apego que se registran inconscientemente. De esta forma, desarrolla los
modelos internos de trabajo como un conjunto de representaciones de la experiencia
emocional que tiene que ver con la calidad del vínculo (Bowlby, 1973; Bretherton &
Munholland, 1999). Esto significa contar con una representación del sí mismo, del objeto y de
la relación entre el sujeto y el objeto. Por tanto, entre la madre y su infante preverbal no sólo
se establece un intercambio dinámico, dialéctico y dialógico sino también y principalmente
una relación intersujetiva. Que permite que el infante organice y oriente sus conductas de
apego hacia su madre durante momentos críticos e tensión como la separación. Esto ha sido
observado sistemáticamente en la interacción madre-infante en la situación extraña.
E. Función materna en la teoría de Bion
Bion (1962 & 1963) postula, en su teoría psicoanalítica, que la mente sirve para pensar las
emociones, los pensamientos y la verdad. La mente humana sólo se desarrolla mediante la
relación de un sujeto con un objeto. El bebé no puede procesar pensar las sensaciones,
emociones o pensamientos si los experimenta como una experiencia terrorífica. Por tanto,
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utiliza el mecanismo de la identificación proyectiva para proyectar sus ansiedades en el
objeto. Para Bion, lo que el bebé proyecta en su madre son elementos Beta.
Entonces, la madre llega a ser una figura relevante en el desarrollo del infante. Pues
para contener la agresión del bebé, ella necesita ser capaz de realizar la función continente-
contenido como un equivalente de la función Alfa. Dentro de la cual, la madre lleva a cabo
una función de reverie, es decir, de ensoñación, que le permite interpretar, metabolizar,
mitigar y transformar todos esos contenidos y la pulsión de muerte que el bebé proyecta en
ella.
Ella ayuda a su infante a diferenciar gradualmente su inicial angustia corporal. Ella
introyecta en su bebé un significado distinto. Por ejemplo, en el inicio, el bebé no siente frío o
hambre, sino angustia. Entonces, la madre piensa, interpreta y nombra todas esas
sensaciones y sentimientos que el bebé experiementa ayudándolo a construir su propio
pensamiento. El bebé puede entonces, comensar a pensar esos elementos Beta como
elementos Alfa. Es a través de la madre, que el bebé internaliza e integra en su propia mente
la función Alfa. Esto es, mediante esta función materna, el bebé tiene la posibilidad de
adquirir capacedades tales como: la auto-contención que le permite acceder al pensamiento
simbólico, al juego, a las fantasías y al lenguaje; la tolerancia para soportar el dolor mental,
así como la disposición para mantener una interacción saludable, mutua y recíproca con su
madre.
Una madre emocionalmente serena metaboliza los elementos Beta transformándolos
en elementos Alfa y devolviéndolos transformados a su bebé. Esta es una transformación
interpsíquica e intersubjetiva, porque es necesario que ella influya en la mente del infante
mediante la formación e integración de sus distintos elementos metapsicológicos. En la
interacción madre-infante cualitativamente segura-consistente, la madre es capaz de
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contener consistentemente las ansiedades del infante producidas por estímulos internos y
externos. Esto le permite al infante confiar en ella como una base segura.
En contraste, una madre emocionalmente rígida o inestable, no devuelve a su bebé
elementos Alfa, sino elementos Beta, que desintegran la mente del bebé. Pues, aunque el
bebé hubiera evacuado los elementos Beta, no tolera la frustración debido a que no obtuvo
una respuesta de la madre, regresándose hacia él/ella los mismos elementos Beta.
En tres de las formas de interacción cualitativamente ansiosas, descritas
anteriormente, prevalece una madre que a través de su forma de responder o no responder a
las señales de su infante, muestra su incapacidad para metabolizar y contener las
ansiedades de su bebé, devolviéndole más ansiedad.
Conclusiones
En una nuestra muestra mexicana de díadas madre-infante, se observaron diferencias
individuales, tanto en los patrones de apego organizado como en el desorganizado. Así
mismo, el porcentaje y la tendencia de la distribución de los patrones de apego madre-infante
probaron ser, a los 12 meses de edad del infante, semejantes a los reportados por Ainsworth
et al (1978).
Se mostraron también las difrencias individuales en los cuatro patrones de la
interacción madre-infante. Los resultados de nuestras observaciones durante las actividades
del cuidado de crianza a los 3 y 6 meses constituyen una evidencia empírica que corfirma los
hallazgos de Ainsworth (1985) con respecto a que la calidad en el cuidado de crianza es el
antecedente de la calidad de los patrones de apego hacia el final del primer año de vida.
Un estudio etológico de la interacción madre-infante nos proporcionó datos para
comprender al apego como una relación intersubjetiva.
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Tanto la teoría de Bowlby como la de Bion enfatizan la relevancia de la función
materna como un mediador entre el embiente y su infante para favorecer su desarrollo.
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