Cancion de navidad charles dickens

203

Transcript of Cancion de navidad charles dickens

Page 1: Cancion de navidad   charles dickens
Page 2: Cancion de navidad   charles dickens
Page 3: Cancion de navidad   charles dickens
Page 4: Cancion de navidad   charles dickens
Page 5: Cancion de navidad   charles dickens

Título original: A Christmas CarolCharles Dickens, 1843Retoque de portada: Antares

Editor digital: PerseoePub base r1.1

Page 6: Cancion de navidad   charles dickens

No hay nada más triste en estemundo que despertarse la mañana deNavidad y no ser un niño.

ERMA BOMBECK

Page 7: Cancion de navidad   charles dickens

Prefacio a la edición original

A Christmas Carol

Me he esforzado en este pequeño libro fantasmal,para levantar el fantasma de una idea, que nopondrá a mis lectores de humor con sí mismos, concada otro, con la temporada, o conmigo.

Puede ella frecuentar sus agradables casas, y anadie deseo para ponerla.

Su amigo fiel y criado, C. D.Diciembre de 1843

Page 8: Cancion de navidad   charles dickens

Capítulo 1

El espectro de Marley

Empecemos por decir que Marley había muerto.De ello no cabía la menor duda. Firmaron lapartida de su enterramiento el clérigo, el sacristán,el comisario de entierros y el presidente del duelo.También la firmó Scrooge. Y el nombre deScrooge era prestigioso en la Bolsa, cualquieraque fuese el papel en que pusiera su firma.

El viejo Marley estaba tan muerto como elclavo de una puerta.

¡Bueno! Esto no quiere decir que yo sepa porexperiencia propia lo que hay particularmentemuerto en el clavo de una puerta; pero puedo

Page 9: Cancion de navidad   charles dickens

inclinarme a considerar un clavo de féretro comola pieza de ferretería más muerta que hay en elcomercio. Mas la sabiduría de nuestrosantepasados resplandece en los símiles, y mismanos profanas no deben perturbarla, odesaparecería el país. Me permitiré pues, repetirenfáticamente que Marley estaba tan muerto comoel clavo de una puerta.

¿Sabía Scrooge que aquél había muerto?Indudablemente. ¿Cómo podía ser de otro modo?Scrooge y él fueron consocios durante no sécuántos años. Scrooge fue su único albacea, suúnico administrador, su único cesionario, su únicolegatario universal, su único amigo y el único quevistió luto por él. Pero Scrooge no estaba tanterriblemente afligido por el triste suceso quedejara de ser un perfecto negociante, y el mismodía del entierro lo solemnizó con un buen negocio.

La mención del entierro de Marley me haceretroceder al punto de partida. Es indudable que

Page 10: Cancion de navidad   charles dickens

Marley había muerto. Esto debe ser perfectamentecomprendido, si no, nada admirable se puede veren la historia que voy a referir. Si no estuviéramosplenamente convencidos de que el padre deHamlet murió antes de empezar la representaciónteatral, no habría, en su paseo durante la noche, enmedio del vendaval, por las murallas de su ciudad,nada más notable que lo que habría en ver a otrocualquier caballero de mediana edadtemerariamente lanzado, después de obscurecer, enun recinto expuesto a los vientos —el cementeriode San Pablo, por ejemplo—, sencillamente paradeslumbrar el débil espíritu de su hijo.

Scrooge no borró el nombre del viejo Marley.Permaneció durante muchos años esta inscripciónsobre la puerta del almacén: «Scrooge y Marley».La casa de comercio se conocía bajo la razónsocial «Scrooge y Marley». Algunas veces losclientes modernos llamaban a Scrooge Scrooge yotras veces Marley: pero él atendía por ambos

Page 11: Cancion de navidad   charles dickens

nombres. Todo era lo mismo para él.¡Oh! Pero Scrooge era atrozmente tacaño,

avaro, cruel, desalmado, miserable, codicioso,incorregible, duro y esquinado como el pedernal,pero del cual ningún eslabón había arrancadonunca una chispa generosa; secreto y retraído ysolitario como una ostra. El frío de su interior lehelaba las viejas facciones, le amorataba la narizafilada, le arrugaba las mejillas, le entorpecía lamarcha, le enrojecía los ojos, le ponía azules losdelgados labios; hablaba astutamente y con vozáspera. Fría escarcha cubría su cabeza y sus cejasy su barba de alambre. Siempre llevaba consigo sutemperatura bajo cero; helaba su despacho en losdías caniculares y no lo templaba ni un grado enNavidad.

El calor y el frío exteriores ejercían pocainfluencia sobre Scrooge. Ningún calor podíatemplarle, ninguna temperatura invernal podíaenfriarle. Ningún viento era más áspero que él,

Page 12: Cancion de navidad   charles dickens

ninguna nieve más insistente en sus propósitos,ninguna lluvia más impía. El temporal no sabíacómo atacarle. La más mortificante lluvia, y lanieve, y el granizo, y el agua de nieve, podíanjactarse de aventajarle en un sola cosa: en que confrecuencia «bajaban» gallardamente, y Scrooge,nunca.

Jamás le detuvo nadie en la calle para decirlealegremente: «Querido Scrooge, ¿cómo estáis?¿Cuándo iréis a verme?». Ningún mendigo le pedíalimosna, ningún niño le preguntaba qué hora era,ningún hombre ni mujer le preguntaron en toda suvida por dónde se iba a tal o cual sitio. Aun losperros de los ciegos parecían conocerle, y cuandole veían acercarse arrastraban a sus amos hacia losportales o hacia las callejuelas, y entoncesmeneaban la cola como diciendo: «Es mejor serciego que tener mal ojo».

¡Pero qué le importaba a Scrooge! Era lo quedeseaba: seguir su camino a lo largo de los

Page 13: Cancion de navidad   charles dickens

concurridos senderos de la vida, avisando a todahumana simpatía para conservar la distancia.

Una vez, en uno de los mejores días del año, lavíspera de Navidad, el viejo Scrooge se hallabatrabajando en su despacho. Hacía un tiempo frío,crudísimo y nebuloso, y podía oír a la gente quepasaba jadeando arriba y abajo, golpeándose elpecho con las manos y pateando sobre las piedrasdel pavimento para entrar en calor. Los relojespúblicos acababan de dar las tres: pero laobscuridad era casi completa —había sidoobscuro todo el día—, y por las ventanas de lascasas vecinas se veían brillar las luces comomanchas rubias en el aire moreno de la tarde. Labruma se filtraba a través de todas las hendedurasy de los ojos de las cerraduras, y era tan densa porfuera que, aunque la calleja era de las másestrechas, las casas de enfrente se veían comomeros fantasmas. Al ver la sórdida nubeextenderse, oscureciéndolo todo, uno podría haber

Page 14: Cancion de navidad   charles dickens

pensado que la Naturaleza se estuviera echandoencima y estuviera tramando algo a gran escala.

Scrooge tenía abierta la puerta del despachopara poder vigilar a su dependiente, que en unacelda lóbrega y apartada, una especie de cisterna,estaba copiando cartas. Scrooge tenía poquísimalumbre, pero la del dependiente era mucho másescasa: parecía una sola ascua; mas no podíaaumentarla, porque Scrooge guardaba la caja delcarbón en su cuarto, y si el dependiente hubieraaparecido trayendo carbón en la pala, sin duda quesu amo habría considerado necesario despedirle.Así, el dependiente se embozó en la blancabufanda y trató de calentarse en la llama de labujía: pero, como no era hombre de granimaginación: fracasó en el intento.

—¡Felices Pascuas, tío! ¡Dios os guarde! —gritó una voz alegre.

Era la voz del sobrino de Scrooge, que cayósobre él con tal precipitación, que fue el primer

Page 15: Cancion de navidad   charles dickens

aviso que tuvo de su aproximación.—¡Bah! —dijo Scrooge—. ¡Paparruchas!Este sobrino de Scrooge se hallaba tan

arrebatado a causa de la carrera a través de labruma y de la helada, que estaba todo encendido:tenía la cara como una cereza, sus ojos chispeabany humeaba su aliento.

—Pero, tío: ¿una paparrucha la Navidad? —dijo el sobrino de Scrooge—. Seguramente nohabéis querido decir eso.

—Sí —contestó Scrooge—~. ¡FelicesPascuas! ¿Qué derecho tienes tú para estar alegre?¿Qué razón tienes tú para estar alegre? Eresbastante pobre.

—¡Vamos! —replicó el sobrino alegremente—. ¿Y qué derecho tenéis vos para estar triste?¿Qué razón tenéis para estar cabizbajo? Soisbastante rico.

No disponiendo Scrooge de mejor respuesta enaquel momento, dijo de nuevo: «¡Bah!». Y a

Page 16: Cancion de navidad   charles dickens

continuación: «¡Paparruchas!».—No estéis enfadado, tío —dijo el sobrino.—¿Cómo no voy a estarlo —replicó el tío—

viviendo en un mundo de locos como éste?¡Felices Pascuas! ¡Buenas Pascuas te dé Dios!¿Qué es la Pascua de Navidad sino la época enque hay que pagar cuentas no teniendo dinero; enque te ves un año más viejo y ni una hora más rico:la época en que, hecho el balance de los libros,ves que los artículos mencionados en ellos no tehan dejado la menor ganancia después de unadocena de meses desaparecidos? Si estuviera enmi mano —dijo Scrooge con indignación—, atodos los idiotas que van con el «¡FelicesPascuas!» en los labios los cocería en su propiasubstancia y los enterraría con una vara de aceboatravesándoles el corazón. ¡Eso es!

—¡Tío! —suplicó el sobrino.—¡Sobrino! —repuso el tío secamente—.

Celebra la Navidad a tu modo y déjame a mí

Page 17: Cancion de navidad   charles dickens

celebrarla al mío.—¡Celebrar la Navidad! —repitió el sobrino

de Scrooge—. Pero vos no la celebráis.—Déjame que no la celebre —dijo Scrooge—.

¡Mucho bien puede hacerte a ti! ¡Mucho bien te hahecho siempre!

—Hay muchas cosas que podían habermehecho muy bien y que no he aprovechado, meatrevo a decir —replicó el sobrino—, entre ellasla Navidad. Mas estoy seguro de que siempre, alllegar esta época, he pensado en la Navidad,aparte la veneración debida a su nombre sagrado ya su origen, como en una agradable época decariño, de perdón y de caridad; el único día, en ellargo almanaque del año, en que hombres ymujeres parecen estar de acuerdo para abrir suscorazones libremente y para considerar a susinferiores como verdaderos compañeros de viajeen el camino de la tumba y no otra raza decriaturas con destino diferente.

Page 18: Cancion de navidad   charles dickens

Así, pues, tío, aunque tal fiesta nunca ha puestouna moneda de oro o de plata en mi bolsillo, creoque me ha hecho bien y que me hará bien, y digo:¡Bendita sea!

El dependiente, en su mazmorra, aplaudióinvoluntariamente: pero, notando en el acto quehabía cometido una inconveniencia, quiso removerel fuego y apagó el último débil residuo parasiempre.

—Que oiga yo otra de esas manifestaciones —dijo Scrooge— y os haré celebrar la Navidadechándoos a la calle. Eres de verdad un elocuenteorador —añadió, volviéndose hacía su sobrino—.Me admira que no estés en el Parlamento.

—No os enfadéis, tío. ¡Vamos, venid a comercon nosotros mañana!

Scrooge dijo que le agradaría verle… Sí, lodijo. Pero completó la idea, y dijo que antes leagradaría verle… en el infierno.

—Pero ¿por qué? —gritó el sobrino—. ¿Por

Page 19: Cancion de navidad   charles dickens

qué?—¿Por qué te casaste? —dijo Scrooge.—Porque me enamoré.—¡Porque te enamoraste! —gruñó Scrooge,

como si aquello fuese la sola cosa del mundo másridícula que una alegre Navidad—. ¡Buenastardes!

—Pero, tío, si nunca fuisteis a verme antes,¿por qué hacer de esto una razón para no ir ahora?

—Buenas tardes —dijo Scrooge.—No necesito nada vuestro: no os pido nada;

¿por qué no podemos ser amigos?—Buenas tardes —dijo Scrooge.—Lamento de todo corazón encontraros tan

resuelto. Nunca ha habido el más pequeño disgustoentre nosotros. Pero he insistido en la celebraciónde la Navidad y llevaré mi buen humor deNavidad hasta lo último. Así, ¡felices Pascuas, tío!

—Buenas tardes —dijo Scrooge.—¡Y feliz Año Nuevo!

Page 20: Cancion de navidad   charles dickens

—Buenas tardes —dijo Scrooge.Su sobrino salió de la habitación, no obstante,

sin pronunciar una palabra de disgusto. Detúvoseen la puerta exterior para desearle felices Pascuasal dependiente, que, aunque tenía frío, era másardiente que Scrooge, pues le correspondiócordialmente.

—Este es otro que tal —murmuró Scrooge, quele oyó—; un dependiente con quince chelines a lasemana, con mujer y con hijos hablando de laalegre Navidad. Es para llevarle a una casa delocos.

Aquel maniático, al despedir al sobrino deScrooge, introdujo a otros dos visitantes. Eran doscaballeros corpulentos, simpáticos, y estaban enpie, descubiertos, en el despacho de Scrooge.

Tenían en la mano libros y papeles y seinclinaron ante él.

—Scrooge y Marley, supongo —dijo uno delos caballeros, consultando una lista—: ¿Tengo el

Page 21: Cancion de navidad   charles dickens

honor de hablar al señor Scrooge o al señorMarley?

—El señor Marley murió hace siete años —respondió Scrooge—. Esta misma noche hace sieteaños que murió.

—No dudamos que su liberalidad estarárepresentada en su socio superviviente —dijo elcaballero, presentando sus cartas credenciales.

Era verdad, pues ambos habían sido tal paracual. Al oír la horrible palabra «liberalidad»,Scrooge frunció el ceño, meneó la cabeza ydevolvió al visitante las cartas credenciales.

—En esta alegre época del año, señor Scrooge—dijo el caballero, tomando una pluma—, es másnecesario que nunca que hagamos algo en favor detos pobres y de los desamparados, que en estosdías sufren de modo atroz. Muchos miles de elloscarecen de lo indispensable; cientos de milesnecesitan alivio, señor.

—¿No hay cárceles? —preguntó Scrooge.

Page 22: Cancion de navidad   charles dickens

—Muchísimas cárceles —dijo el caballero,dejando la pluma.

—¿Y casa de corrección? —interrogó Scrooge—. ¿Funcionan todavía?

—Funcionan, sí, todavía —contestó elcaballero—. Quisiera poder decir que nofuncionan.

—¿El Treadmill y la Ley de Pobreza están,pues, en todo su vigor? —dijo Scrooge.

—Ambos funcionan continuamente, señor.—¡Oh!, tenía miedo, por lo que decíais al

principio, de que hubiera ocurrido algo queinterrumpiese sus útiles servicios —dijo Scrooge—. Me alegra mucho saberlo.

—Persuadido de que tales instituciones apenaspueden proporcionar cristiana alegría a la mente obienestar al cuerpo de la multitud —continuó elcaballero—, algunos de nosotros nos hemospropuesto reunir fondos para comprar a los pobresalgunos alimentos y bebidas y un poco de

Page 23: Cancion de navidad   charles dickens

calefacción. Hemos escogido esta época porquees, sobre todas, aquella en que la Necesidad sesiente con más intensidad y la Abundancia seregocija. ¿Con cuánto queréis contribuir?

—¡Con nada! —replicó Scrooge.—¿Queréis guardar el anónimo?—Quiero que me dejéis en paz —dijo Scrooge

—. Puesto que me preguntáis lo que quiero,señores, ésa es mi respuesta. Yo no celebro laNavidad, y no puedo contribuir a que se diviertanlos vagos; ayudo a sostener los establecimientosde que os he hablado… y que cuestan bastante; yquienes estén mal en ellos, que se vayan a otraparte.

—Muchos no pueden, y otros muchospreferirán morir.

—Si prefieren morir —dijo Scrooge—, es lomejor que pueden hacer y así disminuirá el excesode población. Además, y ustedes perdonen, noentiendo de eso.

Page 24: Cancion de navidad   charles dickens

—Pues… debierais entender —hizo observarel caballero.

—No es de mi incumbencia —replicó Scrooge—. Un hombre tiene bastante con preocuparse desus asuntos y no debe mezclarse en los ajenos. Losmíos me absorben por completo. ¡Buenas tardes,señores!

Comprendiendo claramente que sería inútilinsistir, los dos caballeros se marcharon. Scroogereanudó su tarea con mayor estimación de símismo y más animado de lo que tenía porcostumbre.

Entretanto, la bruma y la obscuridad hiciéronsetan densas, que las gentes marchabanalumbrándose con antorchas, ofreciéndose amarchar delante de los caballos de los coches paramostrarles el camino. La antigua torre de unaiglesia, cuya vieja y estridente campana parecíaestar siempre atisbando a Scrooge por una ventanagótica del muro, se hizo invisible, y daba las horas

Page 25: Cancion de navidad   charles dickens

envuelta en las nubes, resonando después contrémulas vibraciones, como si le castañeteasen losdientes a aquella elevadísima cabeza. El frío sehizo intenso. En la calle Mayor, en la esquina de lacalleja, algunos obreros hallábanse reparando losmecheros de gas y habían encendido una granhoguera, a la cual rodeaba un grupo de mendigos ychicuelos, calentándose las manos y guiñando losojos con delicia ante las llamas. Taponados lossumideros, el agua sobrante se congelaba conrapidez y se convertía en hielo. El resplandor delas tiendas, donde las ramas de acebo cargadas defrutas brillaban con la luz de las ventanas, poníatonos dorados en las caras de los transeúntes. Laspollerías y los comercios de comestibles estabandeslumbrantes: era un glorioso espectáculo, ante elcual era casi increíble que los prosaicosprincipios de ajuste y venta tuvieran algo quehacer. El alcalde de la ciudad, en la fortaleza de lapoderosa Mansion-House, daba órdenes a sus

Page 26: Cancion de navidad   charles dickens

cincuenta cocineros y reposteros para celebrar laNavidad de una manera digna de la casa de unalcalde, y hasta el sastrecillo, que había sidomultado con cinco chelines el lunes anterior porestar borracho y sentirse escandaloso en las calles,preparaba en su guardilla la confección delpudding del día siguiente, mientras su flaca esposaiba con el nene a comprar la carne indispensable.

Más niebla aún y más frío. Frío agudo,penetrante, mordiente. Sí el buen San Dunstanhubiera sólo rasguñado la nariz del espíritumaligno con un tiempo como aquél, en vez de usarsus armas habituales, en verdad que el diablohabría rugido.

El propietario de una naricilla juvenil, roída ymordisqueada por el hambriento frío, como loshuesos roídos por los perros, se detuvo ante lapuerta de Scrooge para obsequiarle por el ojo dela cerradura con una canción de Navidad; pero nohabía hecho más que empezar:

Page 27: Cancion de navidad   charles dickens

«Bendigaos Dios, alegre caballero; que nadapueda nunca disgustaros…».

Cuando Scrooge cogió la regla con taldecisión, que el cantor corrió lleno de miedo,abandonando el ojo de la cerradura a la bruma y ala penetrante helada.

Por fin llegó la hora de cerrar el despacho. Demala gana se alzó Scrooge de su asiento ytácitamente aprobó la actitud del dependiente en sucuchitril, quien inmediatamente apagó su luz y sepuso el sombrero.

—Supongo que necesitaréis todo el día demañana —dijo Scrooge.

—Si no hay inconveniente, señor.—Pues sí hay inconveniente —dijo Scrooge—

y no es justo. Si por ello os descontara mediacorona, pensaríais que os perjudicaba. ¿Pero estoyobligado a pagarla?

El dependiente sonrió lánguidamente.—Sin embargo —dijo Scrooge—, no pensáis

Page 28: Cancion de navidad   charles dickens

que me perjudico pagando el sueldo de un día porno trabajar.

El dependiente hizo notar que eso ocurría unasola vez al año.

—¡Una pobre excusa para morder en elbolsillo de uno todos los días veinticinco dediciembre! —dijo Scrooge, abrochándose el gabánhasta la barba—. Pero supongo que es quenecesitáis todo el día. Venid lo más tempranoposible pasado mañana.

El dependiente prometió hacerlo, y Scroogesalió gruñendo. Cerróse el despacho en uninstante, y el dependiente, con los largos extremosde su bufanda blanca colgando hasta más abajo dela cintura (pues no presumía de abrigo), bajóveinte veces un resbaladero en Cornhill, al final deuna calleja llena de muchachos para celebrar laNochebuena, y luego salió corriendo hacia su casade Camden-Town, para jugar a la gallina ciega.

Scrooge cenó melancólicamente en su

Page 29: Cancion de navidad   charles dickens

melancólica taberna habitual; y después de leertodos los periódicos, se entretuvo el resto de lanoche con los libros comerciales y se fue aacostar. Ocupaba las habitaciones que habíanpertenecido anteriormente a su difunto socio. Eranuna serie de cuartos lóbregos en un sombríoedificio al final de una calleja, y en el cual habíatan poco movimiento, que no se podía menos deimaginar que había llegado allí corriendo, cuandoera una casa de pocos años, mientras jugaba alescondite con las otras casas, y había olvidado elcamino para salir. Era ésta entonces bastante viejay bastante lúgubre; sólo Scrooge vivía en ella,pues los otros cuartos estaban alquilados paraoficinas. La calleja era tan obscura, que el mismoScrooge, que la conocía piedra por piedra, veíaseobligado a cruzarla a tientas. La niebla y la heladase agolpaban de tal modo ante la negra entrada dela casa, que parecía como si el Genio del Inviernose hallase en triste meditación sentado en el

Page 30: Cancion de navidad   charles dickens

umbral.Hay que advertir que no había absolutamente

nada de particular en el llamador de la puerta,salvo que era de gran tamaño: hay que hacer notartambién que Scrooge lo había visto, de día y denoche, durante toda su residencia en aquel lugar, ytambién que Scrooge poseía tan poca cantidad delo que se llama fantasía como otro cualquierhombre de la ciudad de Londres, aun incluyendo—la frase es algo atrevida— las Corporaciones,los miembros del Concejo municipal y los de losGremios. Téngase también en cuenta que Scroogeno había dedicado un solo pensamiento a Marleydesde que aquella tarde hizo mención de los sieteaños transcurridas desde su muerte. Y ahora, queme explique alguien, si puede, cómo sucedió queScrooge, al meter la llave en la cerradura, vio enel llamador —sin mediar ninguna mágicainfluencia—, no un llamador, sino la cara deMarley.

Page 31: Cancion de navidad   charles dickens

La cara de Marley. No era una sombraimpenetrable, como los demás objetos de lacalleja, pues la rodeaba un medroso fulgorsemejante al que presentaría una langosta en malestado puesta en un sótano obscuro. No aparecíacolérico ni feroz, sino que miraba a Scrooge comoMarley acostumbraba: con espectrales anteojoslevantados hacía la frente espectral. Agitábansecuriosamente sus cabellos, como ante un soplo deaire ardoroso, y sus ojos, aunque hallábanseabiertos por completo, estaban absolutamenteinmóviles. Todo eso, y su palidez, le hacíanhorrible: pero este horror parecía ajeno a la cara,fuera de su dominio, más bien que una parte de supropia expresión.

Cuando Scrooge se puso a consideraratentamente aquel fenómeno, ya el llamador eraotra vez un llamador.

Decir que no se sintió inquieto o que su sangreno experimentó una terrible sensación,

Page 32: Cancion de navidad   charles dickens

desconocida desde la infancia, sería mentir. Perollevó la mano a la llave que había abandonado, lahizo girar resueltamente, penetró y encendió unabujía.

Detúvose con vacilación momentánea, antes decerrar la puerta, y miró detrás de ella condesconfianza, aguardando casi aterrorizarse a lavista del cabello de Marley pegado en la parteexterior: pero no había nada sobre la puerta,excepto los tornillos y tuercas que sujetaban elllamador, por lo cual exclamó: «¡Bah, bah!», y lacerró de golpe.

Resonó el portazo en toda la casa como untrueno. Encima todas las habitaciones, y debajotodas las cubas en el sótano del vinatero,parecieron poseer estrépito de ecosindependientes de la puerta de Scrooge, que no erahombre a quien espantasen los ecos. Sujetó lapuerta, cruzó el zaguán y empezó a subir laescalera lentamente, sin embargo, alumbrando un

Page 33: Cancion de navidad   charles dickens

lado y otro conforme subía.Podéis hablar vagamente de las viejas

escaleras de antaño, por las cuales hubiera podidosubir fácilmente un coche de seis caballos o elcortejo de una sesión parlamentaria. Pero yo osdigo que la escalera de Scrooge era cosa muydiferente: habría de subir por ella un cochefúnebre, y lo haría con toda facilidad.

Había allí suficiente amplitud para ello y aunsobraba espacio; tal es, quizás, la razón por la cualpensó Scrooge ver una comitiva fúnebre enmovimiento delante de él en la obscuridad. Medíadocena de faroles de gas de las calles no habríaniluminado bastante bien el vestíbulo; supondréis,pues, que estaba un tanto obscuro con la manera dealumbrar de Scrooge, que siguió subiendo sinpreocuparse por ello. La obscuridad es barata ypor eso agradábale a Scrooge. Pero antes de cerrarla pesada puerta, registró las habitaciones para versi todo estaba en orden; precisamente deseaba

Page 34: Cancion de navidad   charles dickens

hacerlo, porque persistía en él el recuerdo deaquella cara.

La salita, el dormitorio, el cuarto de trastos,todo estaba normal. Nadie debajo de la mesa,nadie debajo del sofá; un poco de lumbre en larejilla; la cuchara y la jofaina, listas; y lacacerolita, con un cocimiento (Scrooge tenía unresfriado de cabeza) junto al hogar. Nadie debajode la cama; nadie en el gabinete; nadie dentro de labata, que colgaba de la pared en actitudsospechosa. El cuarto de los trastos, comosiempre. El viejo guardafuegos, los zapatos viejos,dos cestas para pescado, el lavabo de tres patas yun atizador.

Enteramente satisfecho, cerró la puerta y echóla llave, dándole dos vueltas, lo cual no era sucostumbre. Asegurado así, contra toda sorpresa, sequitó la corbata, púsose la bata, las zapatillas y elgorro de dormir, y se sentó delante del fuego paratomar su cocimiento.

Page 35: Cancion de navidad   charles dickens

Era en verdad un fuego insignificante: nadapara noche tan cruda. Víose obligado a arrimarse aél todo lo posible, cubriéndolo, para poder extraerla más pequeña sensación de calor de tal puñadode combustible. El hogar era viejo, construido poralgún comerciante holandés mucho tiempo antes, ypavimentado con extraños ladrillos holandeses,que representaban escenas de las Escrituras. HabíaCaínes y Abeles, hijas de Faraón, reinas de Saba,mensajeros angélicos descendiendo a través delaire sobre nubes que parecían de plumón,Abrahanes, Baltasares, apóstoles navegando enmantequilleras, cientos de figuras para atraer laatención; no obstante, aquella cara de Marley,muerto siete años antes; llegaba como la vara delantiguo Profeta y hacía desaparecer todo. Si cadauno de los pulidos ladrillos hubiera estado enblanco, con virtud para presentar sobre susuperficie alguna figura proveniente de losfragmentados pensamientos de Scrooge, habría

Page 36: Cancion de navidad   charles dickens

aparecido una copia de la cabeza del viejo Marleysobre todos ellos.

—¡Paparruchas! —dijo Scrooge, y empezó apasear por la habitación.

Después de algunos paseos, volvió a sentarse.Al recostarse en la silla, su mirada fue a tropezarcon una campanilla, una campanilla que no seutilizaba colgada en la habitación y quecomunicaba para algún servicio olvidado, con uncuarto del piso más alto del edificio. Con granadmiración, y con extraño e inexplicable temor,vio que la campanilla empezaba a oscilar.Oscilaba tan suavemente al principio, que apenasproducía sonido; pero pronto sonóestrepitosamente y lo mismo hicieron todas lascampanillas de la casa.

Ello podría durar medio minuto, un minuto,mas a Scrooge le pareció una hora. Lascampanillas dejaron de sonar como habíanempezado: todas a la vez. A aquel estrépito siguió

Page 37: Cancion de navidad   charles dickens

un ruido rechinante, que venía de la parte másprofunda, como si alguien arrastrase una pesadacadena sobre los toneles del sótano del vinatero.Entonces recordó Scrooge haber oído que losespectros que se aparecían en las casaspresentábanse arrastrando cadenas.

La puerta del sótano abrióse con estrépito yluego se oyó el ruido con mucha mayor claridad enel piso de abajo: después el viejo oyó que el ruidosubía por la escalera: después, que se dirigíaderechamente hacia su puerta.

—¡Paparruchas, nada más! —dijo Scrooge—.No quiero pensar en ello.

Sin embargo, cambió de opinión cuando, sindetenerse, el Espectro pasó a través de la pesadapuerta y entró en la habitación ante sus ojos.Cuando entró, la moribunda llama dio un salto,como si gritara: «¡Le conozco! ¡Es el espectro deMarley!», y volvió a caer.

La misma cara, exactamente la misma. Marley,

Page 38: Cancion de navidad   charles dickens

con sus cabellos erizados, su chaleco habitual, susestrechos calzones y sus botas, y con su casacaribeteada. La cadena que arrastraba llevábalaalrededor de la cintura; era larga y estaba sujeta aél como una cola, y se componía (pues Scrooge laobservó muy de cerca) de cajas de caudales,llaves, candados, libros comerciales, documentosy fuertes bolsillos de acero. Su cuerpo eratransparente, de modo que Scrooge, observándoley mirando a través de su chaleco, pudo ver los dosbotones de la parte posterior de la casaca.

Scrooge había oído decir muchas veces queMarley no tenía entrañas; pero nunca lo habíacreído hasta entonces.

No, ni aun entonces lo creía. Aunque miraba alFantasma de parte a parte y le veía en pie delantede él: aunque sentía la escalofriante influencia desus ojos fríos como la muerte, y comprobaba aúnel tejido del pañuelo que le rodeaba la cabeza y labarba, y el cual no había observado antes, sentíase

Page 39: Cancion de navidad   charles dickens

aún incrédulo y luchaba contra sus sentidos.—¡Cómo! —dijo Scrooge, cáustico y frío

como siempre—. ¿Qué queréis de mí?—¡Mucho! —contestó la voz de Marley, pues

tal era, sin duda.—¿Quién sois?—Preguntadme quién fui.—¿Quién fuisteis pues? —dijo Scrooge,

alzando la voz.—En vida fui vuestro socio, Jacob Marley.—¿Podéís… podéis sentaros? —preguntó

Scrooge, mirándole perplejo.—Puedo.—Sentaos, pues.Scrooge hizo esa pregunta porque no sabía sí

un espectro tan transparente se hallaría encondiciones de tomar una silla, y pensó que, en elcaso de que le fuera imposible, habría necesidadde una explicación embarazosa. Pero el Espectrotomó asiento enfrente del hogar, como si estuviera

Page 40: Cancion de navidad   charles dickens

habituado a ello.—¿No creéis en mí? —preguntó el Espectro.—No —contestó Scrooge.—¿Qué evidencia deseáis de mi existencia

real, además de la de vuestros sentidos?—No lo sé.—¿Por qué dudáis de vuestros sentidos?—Porque lo más insignificante —dijo Scrooge

— les hace impresión. El más ligero trastorno delestómago les hace fingir. Tal vez sois un trozo decarne que no he digerido, un poco de mostaza, unamiga de queso, un pedazo de patata poco cocida.Hay más de guiso que de tumba en vos,quienquiera que seáis.

Scrooge no tenía mucha costumbre de hacerchistes, y, según entonces sentíase el corazón, susbromas tenían que ser chocarreras. Lo cierto esque procuraba mostrar agudeza como medio dedistraer su propia atención y ahuyentar su terror,pues la voz del Espectro le trastornaba hasta la

Page 41: Cancion de navidad   charles dickens

médula de los huesos.Permanecer sentado con la vista clavada en

aquellos ojos vidriosos, en silencio, durante unosinstantes, sería estar, según pensaba Scrooge, conel mismo Demonio. Había algo muy espantoso,además, en la atmósfera infernal, propia de él, querodeaba al Espectro. Scrooge no pudo sentirla porsí mismo, pero no por eso era menos real, pues,aunque el Espectro se hallaba en completainmovilidad, sus cabellos, los ribetes de sucasaca, se agitaban todavía impulsados por elardiente vapor de un horno.

—¿Veis este mondadientes? —dijo Scrooge,volviendo apresuradamente a la carga, por larazón que acabamos de exponer, y deseando,aunque sólo fuera durante un segundo, apartar de élla pétrea mirada del aparecido.

—Lo veo —replicó el Espectro.—¡Si no lo miráis! —dijo Scrooge.—Pero lo veo, sin embargo —replicó el

Page 42: Cancion de navidad   charles dickens

Espectro.—¡Bien! —repuso Scrooge—. No haría yo

más que tragármelo, y durante toda mí vidaveríame perseguido por una legión de duendescreados por mi fantasía. ¡Paparruchas, digo yo;Paparruchas!

Entonces el Espíritu lanzó un grito espantoso ysacudió su cadena con un ruido tan terrible, queScrooge tuvo que apoyarse en la silla para no caerdesmayado. Pero mayor fue su espanto cuando elFantasma, quitándose la venda que le ceñía lafrente, como si notara demasiado calor bajotechado, dejó caer su mandíbula inferior sobre elpecho.

Scrooge cayó de rodillas y se llevó las manosa la cara.

—¡Perdón! —exclamó—. Terrible aparición,¿por qué me atormentáis?

—Hombre apegado al mundo —replicó elEspectro—, ¿creéis en mí, o no?

Page 43: Cancion de navidad   charles dickens

—Creo —contestó Scrooge—. Tengo quecreer. Pero ¿por qué los espíritus vuelven a latierra y por qué se dirigen a mí?

—A todos los hombres se les exige —replicóel Espectro— que su espíritu se aparezca entre susconocidos y que viajen de un lado a otro; y si unespíritu no hace tales excursiones en su vidaterrenal, es condenado a hacerlas después de lamuerte. Es su destino vagar por el mundo —¿oh,miserable de mí?— y no poder participar de loque ve, aunque de ello participan los demás y es lafelicidad de ellos.

El Espectro lanzó otro grito y sacudió lacadena, retorciéndose las manos espectrales.

—Estáis encadenado —dijo Scroogetemblando—. Decidme por qué.

—Llevo la cadena que forjé en vida —replicóel Espectro—. La hice eslabón a eslabón, metro ametro; la ciño a mi cuerpo por mi libre voluntad ypor mi libre voluntad la usaré. ¿Os parece rara?

Page 44: Cancion de navidad   charles dickens

Scrooge temblaba cada vez más.—¿O queréis saber —prosiguió el Espectro—

el peso y la longitud de la cadena que soportáis?Era tari larga y tan pesada como ésta hace sieteNochebuenas. Desde entonces la habéisaumentado, y es una cadena tremenda.

Scrooge miró al suelo alrededor del Espectro,creyendo encontrarle rodeado por unas cincuenta osesenta brazas de férreo cable; pero nada pudover.

—¡Jacob —le dijo suplicante—, viejo JacobMarley, habladme más! ¡Habladme para miconsuelo, Jacob!

No tengo ninguno que dar… —replicó elEspectro—. Eso viene de otras regiones, Scrooge,y por medio de otros ministros, a otra clase dehombres que vos. No puedo deciros todo lo quedeseo. Un poquito más de tiempo se me permitesolamente. No puedo reposar, no puedo detenerme,no puedo permanecer en ninguna parte. Mi espíritu

Page 45: Cancion de navidad   charles dickens

nunca fue más allá de nuestro despacho…, ¡ay demí!… En mí vida terrenal nunca mi espíritu vagómás allá de los estrechos límites de nuestraventanilla para el cambio; ¡y qué fatigosasjornadas me quedan aún!

Scrooge tenía por costumbre: cuando se poníapensativo, meterse las manos en los bolsillos delpantalón. Considerando lo que el Espectro habíadicho, lo hizo así, pero sin levantar los ojos y sinalzarse del suelo.

—Debéis haber sido muy calmoso en eseasunto, Jacob —hizo observar Scrooge, en actitudcomercial, aunque con humildad y deferencia.

—¡Calmoso! —repitió el Espectro.—Siete años muerto —murmuró Scrooge—.

¿Y viajando todo ese tiempo?—Todo —dijo el Espectro—, sin reposo, sin

paz. ¡Incesante tortura del remordimiento!—¿Viajáis velozmente? —En las alas del

viento.

Page 46: Cancion de navidad   charles dickens

—Ya habréis recorrido un gran número deregiones en siete años —dijo Scrooge.

Al oír esto, el Espectro lanzó otro grito,haciendo rechinar la cadena de modo espantoso enel sepulcral silencio de la noche.

—¡Oh, cautivo, atado y doblementeaherrojado! —gritó el Fantasma—. ¡No saber quehan de pasar a la eternidad siglos de incesantelabor hecha por criaturas inmortales en la tierra,antes de que el bien de que es susceptible estédesarrollado por completo! ¡No saber que todoespíritu cristiano que obra rectamente en sureducida esfera, sea cual fuere, encontrará su vidamortal demasiado corta para compensar las buenasocasiones perdidas! ¡No saber que ningúnarrepentimiento puede evitar lo pasado! ¡Sinembargo, eso hice yo! ¡Oh, eso hice yo!

—Pero vos siempre fuisteis un buen hombre denegocios, Jacob —tartamudeó Scrooge, queempezaba a aplicarse esto a sí mismo.

Page 47: Cancion de navidad   charles dickens

—¡Negocios! —gritó el Espectro,retorciéndose las manos de nuevo—. El génerohumano era mi negocio. El bienestar general erami negocio: la caridad, la misericordia, lapaciencia y la benevolencia: todo eso era minegocio. ¡Mis tratos comerciales no eran sino unagota de agua en el océano de mis negocios!

Sostuvo la cadena a lo largo del brazo, comosi fuera la causa de toda su infructuosapesadumbre, y la volvió a arrojar pesadamente alsuelo.

—En esta época del año —dijo el Espectro—sufro lo indecible. ¿Por qué atravesé tantasmultitudes con los ojos cerrados, sin elevarlosnunca hacia la bendita estrella que guio a losMagos a la morada del pobre? ¿No había pobres alos cuales me guiara su luz?

Scrooge estaba espantado de oír al Espectrohablar tan continuadamente y empezó a temblarmás de lo que quisiera.

Page 48: Cancion de navidad   charles dickens

—Oídme —gritó el Espectro—. Mi tiempo vaa acabarse.

—Bueno —dijo Scrooge—. Pero no memortifiquéis. ¡No hagáis floreos, Jacob, os losuplico!

—Lo que no me explico es que haya podidoaparecer ante vos como una sombra que podéisver, cuando he permanecido invisible a vuestrolado durante días y días.

No era una idea agradable. Scroogeestremecióse y se enjugó el sudor de la frente.

—Eso no es lo que menos me aflige —continuó el Espectro—. He venido esta noche aadvertiros que aún podéis tener esperanza deescapar a mi influencia fatal: una esperanza que yoos proporcionaré.

—Siempre fuisteis un buen amigo mío —dijoScrooge—. Gracias.

—Se os aparecerán —continuó el Espectro—tres Espíritus.

Page 49: Cancion de navidad   charles dickens

El rostro de Scrooge se alargó casi tanto comolo había hecho el del Espectro.

—¿Es ésa la esperanza de que hablabais,Jacob? —preguntó con voz temblorosa.

—Esa.—Yo…; yo preferiría no verlos —dijo

Scrooge.—Sin su vista —replicó el Espectro— no

podéis evitar la senda que yo sigo. Esperad alprimero mañana, cuando la campana anuncie launa.

—¿No podría recibir a todos de una vez, paraterminar antes? —insinuó Scrooge.

—Esperad al segundo la noche siguiente a lamisma hora. Al tercero, a la otra noche, cuandocese de vibrar la última campanada de las doce.Pensad que no me volveréis a ver y cuidad, porvuestro bien, de recordar lo que ha pasado entrenosotros.

Dichas tales palabras, el Espectro tomó su

Page 50: Cancion de navidad   charles dickens

pañuelo de encima de la mesa y se lo ciñóalrededor de la cabeza, como antes. Scrooge loconoció en el agudo sonido que hicieron losdientes al juntarse las mandíbulas por medio deaquel vendaje. Se aventuró a levantar los ojos yencontró a su visitante sobrenatural mirándole defrente, en actitud erguida, con su cadena alrededordel brazo.

La aparición fue apartándose de Scrooge haciaatrás, y a cada paso que daba, abríase la ventanaun poco, de modo que cuando el Espectro llegó aella estaba de par en par. Hizo señas a Scroogepara que se acercara, y éste obedeció. Cuandoestuvieron a dos pasos uno de otro, el espectro deMarley levantó una mano, advirtiendo a Scroogeque no se acercara más. Scrooge se detuvo.

No tanto por obediencia como por sorpresa ytemor, pues, al levantar la mano el Espectro,advirtió ruidos confusos en el aire, incoherentesgemidos de desesperación, lamentos

Page 51: Cancion de navidad   charles dickens

indeciblemente pesarosos y gritos dearrepentimiento. El Espectro, después de escucharun momento, se unió al canto fúnebre y salióflotando en la helada y obscura noche.

Scrooge se dirigió a la ventana, pues se moríade curiosidad. Miró afuera.

El aire estaba lleno de fantasmas, que vagabande aquí para allá en continuo movimiento y gemíansin detenerse. Todos llevaban cadenas como la delespectro de Marley: algunos (tal vez gobernantesculpables) estaban encadenados en grupo; ningunotenía libertad. A muchos los había conocidoScrooge cuando vivían. Había sido íntimo de unviejo espectro, con chaleco blanco, con unamonstruosa caja de hierro sujeta a un tobillo, y quese lamentaba a gritos al verse impotente parasocorrer a una infeliz mujer con una criaturita, a laque veía bajo él en el quicio de una puerta. Elcastigo de todos los fantasmas era, evidentemente,que procuraban con afán aliviar los dolores

Page 52: Cancion de navidad   charles dickens

humanos y habían perdido para siempre laposibilidad de conseguirlo.

Si tales fantasmas se desvanecieron en laniebla, o la niebla los amortajó, no podría decirloSçrooge. Pero ellos y sus voces sobrenaturales seperdieron juntos, y la noche volvió a ser comocuando llegó a su casa.

Cerró Scrooge la ventana y examinó la puertapor donde había entrado el Espectro. Estabacerrada con dos vueltas de llave, como él la cerrócon sus propias manos, y los cerrojos sin señal deviolencia. Intentó decir «¡Paparruchas!», pero sedetuvo a la primera sílaba. Y hallándose muynecesitado de reposo, por la emoción que habíasufrido, o por las fatigas del día, o por haberentrevisto el Mundo Invisible, o por la abrumadoraconversación del Espectro, o por lo avanzado dela hora, se tendió resueltamente en el lecho, sindesnudarse, y al instante se quedó dormido.

Page 53: Cancion de navidad   charles dickens

Capítulo 2

El primero de los tres espíritus

Cuando Scrooge despertó, había tanta obscuridadque, al mirar desde la cama, apenas podíadistinguir la transparente ventana de las opacasparedes del dormitorio. Hallábase haciendoesfuerzos para atravesar la obscuridad con susojos de hurón, cuando el reloj de la iglesia vecinadio cuatro campanadas que significaban otrostantos cuartos. Entonces escuchó para saber lahora.

Con gran admiración suya, la pesada campanapasó de seis campanadas a siete, y de siete a ochoy así sucesivamente, hasta doce; y se detuvo. ¡Las

Page 54: Cancion de navidad   charles dickens

doce! Eran más de las dos cuando se acostó. Elreloj andaba mal. Algún pedazo de hielo debíahaberse introducido en la máquina. ¡Las doce!

Tocó el resorte de su reloj de repetición pararectificar aquella hora equivocada. Su rápidapulsación sonó doce veces, y se detuvo.

—¡Vaya —dijo Scrooge—, no es posible queyo haya dormido un día entero y aun parte de otranoche! A no ser que haya ocurrido algo al sol yque a las doce de la noche sean las doce del día.

Como la idea era alarmante, se arrojó dellecho y a tientas dirigióse a la ventana. Tuvonecesidad de frotar el vidrio con la manga de labata para quitar la escarcha y conseguir ver algo,aunque pudo ver muy poco. Todo lo que pudodistinguir fue que aun había espesísima niebla, quehacía un frío exagerado y que no se percibía elruido de la gente yendo y viniendo en continuaagitación, como si la noche, ahuyentando alluciente día, se hubiera posesionado del mundo.

Page 55: Cancion de navidad   charles dickens

Esto fue para él gran alivio, porque si todo eranoche, ¿qué valor tenían las palabras: «A tres díasvista esta primera de cambio, pagaréis a Mr.Ebenezer Scrooge o a su orden», etc., puesto queno había días que contar?

Scrooge se acostó de nuevo, y pensó, y pensó,y pensó en ello repetidamente, y no pudo sacarnada en limpio. Cuanto más pensaba, sentíase másperplejo: y cuanto más se esforzaba para nopensar, más pensaba.

El Espectro de Marley le molestaba de modoextraordinario. Cuantas veces intentabaconvencerse, después de reflexionar, de que todoera un sueño, su imaginación volvía, como unresorte que se deja de oprimir, a su primeraposición, y le presentaba el mismo problema queresolver: ¿era un sueño o no?

Permaneció Scrooge en este estado hasta quela campana dio tres cuartos; y entonces recordó,estremeciéndose, que el Espectro le había

Page 56: Cancion de navidad   charles dickens

anunciado una visita para cuando la campana diesela una. Determinó estar despierto hasta que pasarala hora: y considerando que le era más difícildormir que alcanzar el cielo, quizás era ésta lamás prudente determinación que podía tomar.

Los quince minutos eran tan largos, que más deuna vez pensó que se había adormecido sin darsecuenta y por ello no había oído el reloj. Por finresonó en su atento oído.

¡Tin, tan!—Y cuarto —dijo Scrooge, contando. ¡Tin,

tan!—Y media —dijo Scrooge. ¡Tin, tan!—Menos cuarto —dijo Scrooge. ¡Tin, tan! .—¡La hora señalada —dijo Scrooge,

triunfalmente— y sin novedad!Habló antes de que sonase la campana de las

horas, lo cual hizo dando una profunda, pesada,hueca, melancólica. La luz inundó el dormitorio alinstante y se descorrieron las cortinas del lecho.

Page 57: Cancion de navidad   charles dickens

Fueron descorridas las cortinas del lecho, osdigo, por una mano invisible. No las cortinas quetenía a los pies ni las cortinas que tenía a laespalda, sino las que tenía delante de la cara. Lascortinas del lecho se descorrieron, y Scrooge,sobresaltándose, medio se incorporó y hallósefrente a frente del sobrenatural visitante al quedaban paso: tan cerca de él como yo lo estoy devosotros, y yo me encuentro espiritualmente junto avuestro codo.

Era una figura extraña…, como un niño;aunque, más que un niño, parecía un anciano, vistoa través de un medio sobrenatural, que le daba laapariencia de haberse alejado de la vista ydisminuido hasta las proporciones de un niño. Sucabello, que le colgaba alrededor del cuello y porla espalda, era blanco como el de los ancianos:pero la cara no tenía ni una arruga, y la piel eradelicadísima. Los brazos eran muy largos ymusculosos, y lo mismo las manos, como si fueran

Page 58: Cancion de navidad   charles dickens

extraordinariamente fuertes. Las piernas y los pies,que eran perfectos, los llevaba desnudos, como losmiembros superiores. Vestía una túnica del blancomás puro y le ceñía la cintura una luciente faja dehermoso brillo. Empuñaba una rama fresca deverde acebo y, contrastando singularmente con esteemblema del invierno, llevaba el vestidosalpicado de flores estivales. Pero lo más extrañode él era que de lo alto de su cabeza brotaba unsurtidor de brillante luz clara, que todo lo hacíavisible; y para ciertos momentos en que no fueseoportuno hacer uso de él, llevaba un gran apagadoren forma de gorro, que entonces tenía bajo elbrazo.

Y aun esto no le pareció a Scrooge, al mirarlecon creciente curiosidad, su cualidad más extraña,sino que su cinturón brillaba lanzando destellos tanpronto en una parte como en otra, y lo que uninstante era luz, se hacía de pronto obscuridad, yasí la figura misma fluctuaba en su claridad,

Page 59: Cancion de navidad   charles dickens

siendo ora una cosa con un brazo, ora con unapierna, ora con veinte piernas, ora dos piernas sincabeza, ora una cabeza sin cuerpo, y de las partesque se desvanecían, ningún perfil podíadistinguirse en medio de la densa obscuridad enque se fundían, y después de tal maravilla, volvíaa ser él mismo, con toda la claridad anterior.

—¿Sois, señor, el Espíritu cuya venida me hanpredicho? —preguntó Scrooge.

—Lo soy.La voz era suave y dulce, pero

extraordinariamente baja, como si en vez de estartan cerca de él, se hallase a gran distancia.

—¿Quién sois, pues?—Soy el Espectro de la Navidad Pasada.—¿Pasada hace mucho? —inquirió Scrooge, al

observar su estatura de enano.—No. La que acabáis de pasar.Quizás Scrooge no habría podido decir por

qué, si alguien hubiera podido preguntarle, pero

Page 60: Cancion de navidad   charles dickens

sintió un deseo especial de ver al Espíritu con elgorro, y le suplicó que se cubriese.

—¡Cómo! —exclamó el Espectro—. ¿Tanpronto queréis apagar, con manos humanas, la luzque doy? ¿No es bastante que seáis uno deaquellos cuyas pasiones hacen este gorro y que meobligan, a través de años y años, sin interrupción,a llevarlo sobre mi frente?

Scrooge negó respetuosamente toda intenciónde ofender y dijo que no tenía conocimiento dehaber, a sabiendas, contribuido a confeccionar elsombrero del Espíritu en ninguna época de su vida.Después se atrevió a preguntar qué asunto le traía.

—Vuestro bienestar —dijo el Espectro.Scrooge mostróse muy agradecido, pero no

pudo menos de pensar que una noche decontinuado reposo habría sido más conducente aaquel fin. El Espíritu debió de oír su pensamiento,porque inmediatamente dijo:

—Reclamáis, pues. ¡Preparaos!

Page 61: Cancion de navidad   charles dickens

Y al hablar extendió su potente mano y le cogiónuevamente por el brazo.

—Levantaos y venid conmigo.Habría sido inútil para Scrooge hacerle ver

que el tiempo y la hora no eran a propósito parapasear a pie; que el lecho estaba caliente y eltermómetro marcaba muchos grados bajo cero; queestaba muy ligeramente vestido con las zapatillas,la bata y el gorro de dormir, y que padecía unresfriado. El puño, aunque suave como una manofemenina, no se podía resistir. Se levantó, peroadvirtiendo que el Espíritu se dirigía hacia laventana, le asió de la vestidura suplicándole:

—Soy mortal y puedo caerme.—Os tocaré con mi mano aquí —dijo el

Espíritu, poniéndosela sobre el corazón— ypodréis sosteneros.

Al pronunciar tales palabras, pasaron a travésdel: muro y se encontraron en un amplio camino,con campos a un lado y a otro. La ciudad habíase

Page 62: Cancion de navidad   charles dickens

desvanecido por completo. La obscuridad y labruma se habían desvanecido con ella, pues hacíaun claro y frío día de invierno y el suelo se hallabacubierto de nieve.

—¡Dios mío! —dijo Scrooge, cruzando lasmanos y mirando a su alrededor—. En este sitiome crie. Aquí transcurrió mi infancia.

El Espíritu le miró con benevolencia. Su dulcetacto, aunque había sido leve e instantáneo, sehacía sentir todavía en la sensibilidad del anciano.Notaba que mil aromas que flotaban en el aireguardaban relación con mil pensamientos, yesperanzas, y alegrías, y cuidados, por espacio demucho, mucho tiempo olvidados.

—Os tiemblan los labios —dijo el Espectro—. ¿Y qué es eso que tenéis en la mejilla?

Scrooge balbuceó, con inusitadodesfallecimiento en la voz, que era un grano, y dijoal Espectro que lo condujese donde quisiera.

—¿Recordáis el camino? —preguntó el

Page 63: Cancion de navidad   charles dickens

Espíritu.—¿Recordarlo? —gritó Scrooge, con

vehemencia—. Lo recorrería con los ojoscerrados.

—Es extraño que no lo hayáis olvidadodurante tantos años —hizo observar el Espectro—.Sigamos adelante.

Siguieron a lo largo del camino. Scroogereconocía las entradas de las casas, los postes, losárboles, hasta el pueblecito, que aparecía a lolejos, con su puente, su iglesia y su ondulante río.Veíanse algunos afelpados caballitos que trotabanmontados por muchachos, quienes llamaban a otroschiquillos que iban en tílburis y en carros del país,guiados por agricultores. Todos aquellosmuchachos iban muy alegres y se aclamabanmutuamente, hasta que los campos estuvieron tanllenos de armonioso júbilo, que el aire reía aloírlo.

—No son más que sombras de las cosas

Page 64: Cancion de navidad   charles dickens

pasadas —dijo el Espectro—. No se dan cuenta denosotros. Los alegres viajeros se acercaban, yconforme fueron llegando, Scrooge los conocía ynombraba a cada uno. ¿Por qué se alegróextraordinariamente al verlos? ¿Por qué sus fríosojos resplandecieron y su corazón brincó al verlospasar? ¿Por qué se sintió lleno de alegría cuandolos oyó desearse mutuamente felices Pascuas alsepararse en los atajos y en los cruces, paramarchar a sus respectivas casas? ¿Qué era laNavidad para Scrooge? ¡Nada de Navidad! ¿Québien le había hecho a él?

—La escuela no está completamente desierta—dijo el Espectro—. Queda en ella todavía unniño solitario, abandonado por sus amigos.

Scrooge dijo que le conocía. Y sollozó.Dejaron el camino real, entrando en una

conocida calleja, y pronto llegaron a una casa detoscos ladrillos rojos, con una cupulita coronadapor una veleta, y de cuyo tejado colgaba una

Page 65: Cancion de navidad   charles dickens

campana. Era una casa amplia, pero venida amenos, pues las espaciosas dependencias seusaban poco, sus paredes estaban húmedas ymohosas, sus ventanas rotas y sus puertaspodridas. Las gallinas cloqueaban y sepavoneaban en las cuadras y las cocheras, y loscobertizos se hallaban asolados por las hierbas. Nihabía en el interior más huellas de su antiguoestado; pues, al entrar en el sombrío zaguán, y almirar a través de las francas puertas de muchashabitaciones, se las veía pobremente amuebladas,frías y solitarias. Había en el aire un sabor terroso,una heladora desnudez, que hacía pensar que losque habitaban aquel lugar se levantaban antes deromper el día y no tenían qué comer.

Atravesaron el Espectro y Scrooge la sala ydirigiéronse a una puerta de la parte trasera de lacasa. Mostrábase abierta ante ellos y descubríauna habitación larga; desnuda y melancólica, acuya desnudez contribuían hileras de bancos y

Page 66: Cancion de navidad   charles dickens

mesas, en una de las cuales se hallaba un niñosolitario, leyendo cerca de un poco de lumbre:Scrooge se sentó en un banco y lloró al verseretratado en aquel niño, olvidado, abandonado,como acostumbró a verse en su infancia.

Ni un eco latente en la casa, ni un chillido o unrumor de pelea entre los ratones detrás delentrepaño, ni la caída de una gota de agua de lamedio deshelada cañería, ni un suspiro entre lasramas sin hojas de un álamo mustio, ni la ociosaoscilación de la puerta de un almacén vacío, ni unchasquido de la lumbre, que al caer sobre elcorazón de Scrooge con suavizadora influencia,dieran libre paso a sus lágrimas.

El Espíritu le tocó en un brazo y señaló haciasu imagen infantil atenta a la lectura. De repenteapareció en la ventana, por la parte de afuera, unhombre vestido con traje extranjero, al que sedistinguía con admirable exactitud; llevaba unhacha en el cinto y conducía del ronzal un asno

Page 67: Cancion de navidad   charles dickens

cargado de leña.—¡Sí es Alí Babá! —exclamó Scrooge,

extasiado—. ¡Es mi querido Alí Babá! Sí, sí, leconozco. Una vez, por Navidad, cuando todosabandonaron al solitario niño, él vino por primeravez exactamente como ahora le vemos. ¡Pobremuchacho! Y Valentín —continuó Scrooge—, y suhermano Orson, ¡ahí van! ¿Y cómo se llama aquela quien dejaron dormido, casi desnudo, a la puertade Damasco? ¿No le veis? Y el paje del Sultán, aquien el Genio hace dar vueltas en el aire. ¡Ahoraestá cabeza abajó! ¡Muy bien! ¡Dadle lo quemerece! ¡Me alegro! ¿Qué necesidad tenía decasarse con la princesa?

Verdaderamente, habría producido sorpresa asus amigos de la Cíty oír a Scrooge dedicar toda lasolicitud de su naturaleza a aquellos recuerdos, enuna voz de lo más extraordinario, entre risas ygritos, y ver su rostro alegre y animado.

—¡Ahí está el Loro! —gritó—. Verde el

Page 68: Cancion de navidad   charles dickens

cuerpo y la cola amarilla, con una cosa como unalechuga en la parte superior de la cabeza; ahí está.«Pobre Robinson Crusoe», le decía cuando volvióa su casa, después de navegar alrededor de la isla.«Pobre Robinson Crusoe, ¿dónde habéis estado,Robinson Crusoe?». El hombre creía soñar, perono soñaba. Era el Loro, ya lo sabéis. Por ahí vaViernes, corriendo hacía la ensenada para salvarla vida. ¡Hala, hala!

Después, con una rapidez de transición muyextraña en su carácter habitual, dijo lleno depiedad por la imagen de sí mismo: «¡Pobremuchacho!», y volvió a llorar.

—Quisiera… —murmuró, llevándose la manoal bolsillo y mirando a su alrededor, después deenjugarse los ojos con la manga—; pero esdemasiado tarde.

—¿De qué se trata? —preguntó el Espíritu.—De nada —dijo Scrooge—. De nada. Había

a mi puerta, la noche última, un muchacho

Page 69: Cancion de navidad   charles dickens

cantando una canción de Navidad, y me agradaríahaberle dado alguna cosa: eso es todo.

El Espectro sonrió pensativamente y agitó unamano, al mismo tiempo que decía:

—Veamos otra Navidad.A estas palabras, la figura infantil de Scrooge

creció y la habitación se hizo algo más obscura ymás sucia. Se contrajeron los entrepaños, seagrietaron las ventanas, desprendiéronse del techofragmentos de yeso y en su lugar aparecieron lasvigas desnudas; pero Scrooge no supo acerca decómo ocurrió todo esto más de lo que vosotrossabéis. Solamente supo que todo había ocurridoasí, sin violencia, que él se hallaba allí, otra vezsolitario, pues todos los demás muchachoshabíanse marchado a sus casas para celebraraquellos alegres días de fiesta.

Ahora no estaba leyendo, sino paseando arribay abajo desesperadamente. Scrooge miró alEspectro y, moviendo tristemente la cabeza, lanzó

Page 70: Cancion de navidad   charles dickens

una ojeada ansiosa hacia la puerta.Ésta se abrió, y una niña pequeña, mucho más

joven que el muchacho, precipitóse dentro y,rodeándole el cuello con los brazos y besándolerepetidas veces, se dirigió a él llamándole«hermano querido».

—He venido para llevarte a casa, hermanoquerido —dijo la niña, palmoteando einclinándose a fuerza de reír—. ¡Para llevarte acasa, a casa, a casa!

—¿A casa, pequeña? —replicó el muchacho.—¡Sí! —dijo la niña, rebosando alegría—. A

casa, para que estés con nosotros siempre,siempre. Papá es mucho más cariñoso que nunca ynuestra casa se parece al cielo. Me habló tandulcemente una noche cuando iba a acostarme, queno tuve miedo de pedirle una vez más que tepermitiera volver a casa: me dijo que sí y meenvió en un coche a buscarte. Tú serás un hombre—dijo la niña, abriendo mucho los ojos— y nunca

Page 71: Cancion de navidad   charles dickens

volverás aquí; por lo pronto, vamos a estar juntostodos los días de Navidad y a pasar las horas másalegres del mundo.

—Eres ya una mujer, pequeña Fanny —exclamó el muchacho.

Palmoteó ella y se echó a reír, tratando deacariciarle la cabeza: pero como era muy pequeñay no alcanzaba, echóse a reír de nuevo y le abrazó;poníéndose en las puntas de los pies. Luegoempezó a tirar de él, con afán infantil, hacía lapuerta; y él, nada disgustado por ello, laacompañaba.

Una voz terrible gritó en el vestíbulo: «¡Bajadel baúl de master Scrooge!». Y apareció elmaestro de escuela, que miró ferozmente aScrooge, con mirada de condescendencia, y leatontó al sacudirle por las manos. Luego los llevóa él y a su hermana a una escalofriante habitaciónque parecía un pozo, donde los mapas colgados dela pared y los globos celestes y terrestres,

Page 72: Cancion de navidad   charles dickens

colocados en las ventanas, parecían cubiertos decera, a causa del frío. Una vez allí, sacó unagarrafa de vino que brillaba extrañamente y untrozo de macizó pastel y repartió estas golosinasentre los pequeños, al mismo tiempo que enviaba aun flaco criado a ofrecer un vaso de «algo» alpostillón, quien le respondió que se lo agradecíaal caballero, pero que sí era del mismo barril quehabía bebido antes, prefería no beberlo. Como elbaúl de master Scrooge estaba ya colocado en laparte más alta del coche, los niños se despidieronamablemente del maestro y, subiendo al coche,atravesaron alegremente el jardín: las ágilesruedas despedían la escarcha y la nieve quellenaban las obscuras hojas de las siemprevivas.

—Siempre fue una criatura delicada, a quien elsimple aliento puede marchitar —dijo el Espectro—; pero tenía un gran corazón.

—Sí que lo tenía —gritó Scrooge—. Tenéisrazón. No se puede negar, Espíritu. ¡Dios me libre!

Page 73: Cancion de navidad   charles dickens

—Murió siendo mujer —dijo el Espectro— ycreo que tuvo hijos.

—Un niño —replicó Scrooge.—Cierto —dijo el Espectro—. ¡Vuestro

sobrino!Scrooge parecía intranquilo, y contestó

brevemente:—Sí. Aunque en aquel momento acababan de

dejar la escuela tras sí, hallábanse entonces en lasconcurridas calles de una ciudad, dondefantásticos transeúntes iban y venían, dondefantásticos carros y coches pasaban por el caminoy donde había todo el movimiento y todo eltumulto de una ciudad verdadera. Se comprendíaperfectamente, por el aspecto de las tiendas, queotra vez era la época de Navidad, pero era denoche y las calles estaban alumbradas.

El Espectro se detuvo a la puerta de Ciertoalmacén y preguntó a Scrooge si lo conocía.

—¡Conocerlo! —contestó el aludido—. Aquí

Page 74: Cancion de navidad   charles dickens

fui aprendiz.Entraron. A la vista de un anciano con una

peluca de las usadas en el país de Gales, sentadotras un pupitre tan alto que si el caballero hubieratenido dos pulgadas más de estatura habríatropezado con la cabeza en el techo. Scrooge gritóexcitadísimo:

—¡Si es el anciano Fezziwig! ¡Bendito seaDios! ¡Es Fezziwig, vuelto a la vida!

El anciano Fezziwig dejó la pluma y miró elreloj, que marcaba las siete. Se frotó las manos, seajustó el amplio chaleco, echóse a reírfrancamente, recorriéndole la risa todo el cuerpo,y gritó con una voz agradable, suave, y jovial:

—¡Ebenezer! ¡Dick!La imagen de Scrooge, que ya era un hombre

joven; entró alegremente acompañada por la deotro aprendiz.

—¡Dick Wilkins, no hay duda! —dijo Scroogeal Espectro—. Sí, es él. Me tenía verdadero

Page 75: Cancion de navidad   charles dickens

afecto. ¡Pobre Díck! ¡Cuánto le quería yo!—¡Vamos, muchachos! —dijo Fezziwig—. No

se trabaja más esta noche. Es Nochebuena, Dick.Es Nochebuena. Ebenezer. Cerremos la tienda —gritó el anciano, dando una palmada.

No podéis imaginar cómo lo hicieron aquellosdos muchachos. Salieron a la calle cargados conlas puertas —una, dos tres—, las colocaron en susitio —cuatro, cinco, seis—, pusieron las barras ylas sujetaron —siete, ocho, nueve— y volvieronantes de que pudierais contar hasta doce,jadeantes, como caballos de carreras.

—¡A ver! —gritó el anciano, saltando delelevado pupitre, con admirable agilidad—. ¡Aretirar todo, muchachos, para dejar libre lahabitación! ¡Vamos, Dick! ¡Vamos, Ebenezer!

¡Retirar todo! Nada había que no quisieranretirar, ni nada que no pudiesen, bajo la mirada delanciano. Todo se hizo en un minuto. Todos losmuebles desaparecieron como si fuesen retirados

Page 76: Cancion de navidad   charles dickens

de la vida pública para siempre: se barrió y seregó el piso, encendiéronse las lámparas,amontonóse el combustible sobre el fuego, y elalmacén se convirtió en un salón de baile cómodo,y caliente, y seco, y brillante, que desearíais veren una noche de invierno.

Entró un violinista con un cuaderno de músicay, encaramándose sobre el alto pupitre, hizo de éluna orquesta y empezó a rascar el violín. Entró laseñora Fezziwig, toda sonrisas. Entraron las tresseñoritas Fezziwig, radiantes y adorables:Entraron los seis jóvenes cuyos corazones sufríanpor ellas. Entraron todos los muchachos ymuchachas empleados en la casa. Entró ladoncella, con su primo el panadero. Entró lacocinera, con el lechero, particular amigo de suhermano. Entró el muchacho de al lado, de quiense sospechaba que su amo no le daba de comer losuficiente, y que trataba de esconderse de lasmuchachas, menos de una a quien su ama había ya

Page 77: Cancion de navidad   charles dickens

tirado de las orejas. Entraron todos uno tras otro;unos tímidos; otros atrevidos. Unos graciosos,otros incultos; unos activos, otros torpes; entrarontodos, de un modo o de otro, y se formaron veinteparejas, cogidas de la mano y formando un corro.La mitad se adelanta y luego retrocede; éstos sebalancean cadenciosamente, aquéllos acompañanel movimiento; después todos empiezan a darvueltas en redondo varias veces, agrupándose,estrechándose, persiguiéndose unos a otros; lapareja de ancianos nunca está en su sitio; y lasparejas jóvenes se apartan rápidamente cuando leshan puesto en apuros; en fin, se rompe la cadena ylos bailarines se encuentran sin pareja. Después detan hermoso resultado, el viejo Fezziwig, dandouna palmada para suspender el baile, gritó: «Muybien», y el violinista metió el ardiente rostro enuna olla de cerveza, especialmente preparada paraello. Pero cuando reapareció, desdeñando elreposo; instantáneamente empezó a tocar de nuevo,

Page 78: Cancion de navidad   charles dickens

aunque aun no había bailarines, como si el otroviolinista hubiera sido llevado a su casa, exhausto,sobre una contraventana, y éste fuera otro músicoresuelto a vencerle o a morir.

Cuando el reloj dio las once, se terminó elbaile. El señor y la señora de Fezziwig tomaronposiciones cada uno a un lado de la puerta, ydando apretones de manos a todos conforme ibansaliendo, les deseaban felices Pascuas. Cuandotodos se hubieron retirado, excepto los dosaprendices, hicieron lo mismo con ellos: y lasalegres voces se extinguieron y los muchachosquedaron en sus lechos, que estaban debajo de unmostrador en la trastienda.

Durante todo este tiempo Scrooge habíaobrado como un hombre que no está en su sanojuicio. Su corazón y su alma se hallaban en laescena, con su otro él. Lo reconocía todo, lorecordaba todo, gozaba de todo y sufría la másextraña agitación. Hasta el momento en que los

Page 79: Cancion de navidad   charles dickens

brillantes rostros de su imagen y de Dickdesaparecieron, no se acordó del Espectro, yentonces se dio cuenta de que estaba con la miradafija en él, mientras la luz ardía sobre su cabeza conclaridad deslumbradora.

—No merece la pena —dijo él Espectro— queestas simples gentes hagan tantas demostracionesde gratitud.

—¿Cómo? —respondió Scrooge.El Espíritu le indicó que escuchase a los dos

aprendices, cuyos corazones se deshacían enalabanza de Fezzíwíg; y cuando lo hubo hecho,dijo:

—¡Qué! ¿No es verdad? No ha gastado sinoalgunas libras de vuestra moneda terrena: tres ocuatro quizás. ¿Es eso tanto como para mereceresa alabanza?

—No es eso —dijo Scrooge, disgustado por laobservación y hablando inconscientemente comosu otro él, no como quien era en realidad—. No es

Page 80: Cancion de navidad   charles dickens

eso, Espíritu. En su mano está hacernos dichosos oinfelices, hacer que nuestra tarea sea leve oabrumadora, que sea un placer o una fatiga. ¿Decísque su poder estriba en palabras y miradas, encosas tan leves e insignificantes que es imposiblecontarlas? ¿Y qué? La felicidad que nosproporciona es tan grande como si costase unafortuna.

Sintió la mirada del Espíritu, y se detuvo.—¿Qué os pasa? —preguntó el Espectro.—Nada de particular —dijo Scrooge.—Yo creo que os pasa algo —insistió el

Espectro.—No —dijo Scrooge—. No. Que me

agradaría poder decir algunas palabras a mídependiente precisamente ahora. Nada más.

Su imagen antigua apagó las lámparas alexpresar él aquel deseo y Scrooge y el Espectrohalláronse de nuevo uno al lado del otro al airelibre.

Page 81: Cancion de navidad   charles dickens

—Me queda muy poco tiempo —hizo observarel Espíritu—. ¡Apresuraos!

Tal exclamación no iba dirigida a Scrooge ni anadie que estuviera presente, pero produjo unefecto inmediato. De nuevo Scrooge contemplóse así mismo. Tenía más edad. Estaba en la primaverade la vida. Su cara no tenía las ásperas y rígidasapariencias de los últimos años: pero empezaba amostrar las señales de la preocupación y de laavaricia. Había en sus ojos una movilidadardiente, voraz, inquieta, que mostraba la pasiónque había arraigado en él y donde haría sombra elárbol que empezaba a crecer.

No estaba solo, sino sentado junto a unahermosa joven vestida de luto, cuyos ojoshallábanse llenos de lágrimas, que lanzabandestellos a la luz que lanzaba el Espectro de laNavidad Pasada.

—Poco importa —decía ella dulcemente—.Para vos, muy poco. Me ha desplazado otro ídolo;

Page 82: Cancion de navidad   charles dickens

pero si al venir puede alegraros y consolaros,como yo había procurado hacerlo, no tengo motivode disgusto.

—¿Qué ídolo os ha desplazado? —preguntó él.—Un ídolo de oro.—He ahí la justicia del mundo —dijo Scrooge

—. No hay en él nada tan abrumador como lapobreza, y nada se juzga en él con tanta severidadcomo la persecución de la riqueza.

—Tenéis demasiado temor a la opinión delmundo —contestó ella con dulzura—. Todasvuestras demás esperanzas se han confundido conla esperanza de poneros a cubierto de su sórdidoreproche. Yo he visto desaparecer vuestras másnobles aspiraciones una por una, hasta que lapasión principal, la Ganancia, os ha absorbido porcompleto. ¿No es cierto?

—¿Y qué? —replicó él—. Supongamos queme hubiese hecho tan prudente como todo eso; ¿yqué? Para vos yo he cambiado.

Page 83: Cancion de navidad   charles dickens

Ella meneó la cabeza.—¿He cambiado?—Nuestro compromiso es antiguo. Lo

contrajimos cuando ambos éramos pobres y nossentíamos contentos de serlo, hasta queconsiguiéramos aumentar nuestros bienesterrenales por medio de nuestro paciente trabajo.Habéis cambiado. Cuando tal cosa ocurrió, eraisotro hombre.

—Yo era un muchacho —dijo él conimpaciencia.

—Vuestra propia conciencia os dice que noerais lo que sois —replicó ella—. Yo sí. Lo queprometía la felicidad cuando éramos uno en elcorazón, es todo tristeza ahora que somos dos. Nodiré cuántas veces y cuán ardientemente hepensado en ello. Es suficiente que haya pensado enello y que pueda devolveros la libertad.

—¿He buscado yo alguna vez esa libertad?—Con palabras, no. Nunca.

Page 84: Cancion de navidad   charles dickens

—¿Pues con qué?—Con vuestra naturaleza cambiada; con

vuestro espíritu transformado; con la diferenteatmósfera en que vivís; con vuestras nuevasesperanzas. Con todo lo que hizo mi amor de algúnvalor a vuestros ojos. Si nada de eso hubieraexistido entre nosotros —dijo la muchacha,mirándole suavemente, pero con firmeza—,decidme: ¿seríais capaz ahora de solicitarme y deconquistarme? ¡Ah, no!

A pesar suyo, él pareció ceder a la justicia detal suposición. Pero, haciendo un esfuerzo, dijo:

—No es ése vuestro pensamiento.—Me causaría júbilo pensar de otro modo si

pudiera —contestó ella—. ¡Dios lo sabe! Paraconvencerme de una verdad como ésa, yo sé cuánfuerte e irresistible tiene que ser. Pero sí fueraislibre hoy, mañana, al otro día, ¿puedo creer queelegiríais una muchacha pobre… vos, que eníntima confianza con ella sólo consideraríais la

Page 85: Cancion de navidad   charles dickens

ganancia, o que, eligiéndola, si por un momentoerais lo bastante falso para con vuestros principiosal hacerlo así, no sé demasiado que vuestro pesary vuestro arrepentimiento serían la indudableconsecuencia? Lo sé, y os dejo en libertad. Contodo el corazón, pues en otro tiempo os amé,aunque el amor que os tenía haya desaparecido.

Intentó él hablar: pero ella, volviéndole lacara, continuó:

—Tal vez, la experiencia de lo pasado me hacesuponerlo, esto os produzca aflicción. Dentro depoco, muy poco tiempo, ahuyentaréis todorecuerdo de ello, alegremente, como se ahuyenta elrecuerdo de un sueño desagradable, del cual surgefelizmente la alegría de lo que se encuentra aldespertar. ¡Ojalá seáis feliz en la vida que habéiselegido!

Y se marchó.—¡Espíritu —dijo Scrooge—, no me mostréis

más cosas! Llevadme a casa. ¿Por qué gozáis

Page 86: Cancion de navidad   charles dickens

torturándome?—¡Una sombra más! —exclamó el Espectro.—¡No más! —gritó Scrooge—. ¡No más! No

quiero verla. ¡No me mostréis más cosas!Pero el inexorable Espectro le sujetó por

ambos brazos y le obligó a presenciar lo que iba aocurrir inmediatamente.

Se hallaban en otra escena y en otro lugar, nomuy amplio ni muy hermoso, pero lleno decomodidad. Cerca de la lumbre propia delinvierno estaba sentada una hermosa muchacha, tanparecida a la anterior, que Scrooge creyó que erala misma, hasta que vio que era una hermosamatrona, sentada enfrente de su propia hija. Elruido en la habitación era verdaderamentetumultuoso, pues había allí tantos muchachos queScrooge, en su estado de agitación mental, no pudocontarlos, y a diferencia del grupo celebrado en elpoema, en vez de ser cuarenta niños silenciososcomo si sólo hubiera uno, cada uno de ellos hacia

Page 87: Cancion de navidad   charles dickens

tanto ruido como cuarenta. Las consecuencias erande lo más ruidoso que se puede imaginar, peronadie se preocupaba de ello; al contrario, la madrey la hija reían de muy buena gana y se divertíanmuchísimo con ello; y esta última, empezandopronto, a mezclarse en los juegos, fue hechaprisionera por los pequeños bandidos del modomás despiadado. ¡Qué no habría dado yo por seruno de ellos! Aunque yo nunca habría sido tangrosero, de ninguna manera. Por todo el oro delmundo no habría yo estrujado sus hermosastrenzas, deshaciéndolas; y respecto de su preciosozapatito, no se lo habría quitado violentamente, asíDios me salve, aunque en ello me fuera la vida. Encuanto a medirle la cintura jugando, como aquellosatrevidos, no me hubiera atrevido a hacerlo,temiendo que en castigo me quedase con el brazodoblado para siempre, a fin de que no pudierareincidir. Y habríame agradado sobremanera habertocado sus labios; haberle preguntado algo para

Page 88: Cancion de navidad   charles dickens

hacer que los abriese; haber contemplado laspestañas en sus ojos abatidos, sin producirle nuncarubor; haber dejado sueltas las ondas de cabello,del cual una sola pulgada sería un recuerdoinapreciable; en una palabra, habríame agradado,lo confieso, haber tenido el ágil atrevimiento de unniño, y, sin embargo, haber sido lo bastantehombre para apreciar el valor de tal condición.

Pero de pronto se oyó que llamaban a lapuerta, e inmediatamente se produjo talconmoción, que la matrona, con cara sonriente, sedirigió a abrir la puerta en medio de un grupojubiloso y alegre que saludó ruidosamente alpadre, que llegaba a casa precediendo a un hombrecargado de regalos y juguetes de Navidad.Entonces fueron las aclamaciones y la lucha y elataque contra el portador indefenso; el asaltosirviéndose de las sillas a modo de escalas, pararegistrarle los bolsillos, despojarle de lospaquetes envueltos en papel de estraza, agarrársele

Page 89: Cancion de navidad   charles dickens

a la corbata, colgársele del cuello, darle golpes enla espalda y puntapiés en las piernas conirrefrenable entusiasmo. ¡Las exclamaciones deadmiración y delicia con que era recibido eldescubrimiento de cada envoltorio! ¡El terribleanuncio de que el más pequeño había sidosorprendido metíéndose en la boca una sartén demuñeca y era más que probable que se habíatragado un pavo de juguete pegado en una peana demadera! ¡El inmenso alivio al saber que sólo erauna falsa alarma! ¡La alegría, y la gratitud, y elentusiasmo eran igualmente indescriptibles! Poco apoco, los niños con sus emociones salieron delsalón y fueron subiendo por una escalera hasta laparte más alta de la casa, donde se acostaron, yrenació la calma.

Entonces Scrooge fijó su atención másatentamente que nunca, cuando el amo de la casa,con su hija cariñosamente apoyada en él, se sentócon ella y junto a su madre, al lado del fuego; y

Page 90: Cancion de navidad   charles dickens

cuando pensó que una criatura como aquélla, tangraciosa y tan llena de promesas, podía haberlellamado padre, convirtiendo en alegría el hoscoinvierno de su vida, se le nublaron los ojos delágrimas.

—Hermosa mía —dijo el marido, volviéndosehacia su esposa sonriendo—, esta tarde he visto aun antiguo amigo tuyo.

—¿A quién?—A ver si lo aciertas.—¿Cómo puedo acertarlo? No lo sé —añadió

riendo, a la vez que reía él—. El señor Scrooge.—El mismo. Pasé junto a la ventana de su

despacho: y como no estaba cerrado aún y teníauna luz en el interior, no pude menos de verle. Heoído que su socio hállase a las puertas de lamuerte y ahora él se encuentra solo.Completamente solo en el mundo, supongo.

—¡Espíritu —dijo Scrooge, con la vozdestrozada—, sacadme de este sitio!

Page 91: Cancion de navidad   charles dickens

—Ya os dije que éstas eran sombras de lascosas que han sido —dijo el Espectro—. Si ellasson lo que son, no tenéis por qué censurarme.

—¡Llevadme de aquí! —exclamó Scrooge—.¡No puedo resistirlo!

Volvióse hacia el Espectro, y al ver que lemiraba con una cara en la cual aparecían de modoextraordinario fragmentos de todas las caras que lehabía mostrado, se arrojó sobre él.

—¡Dejadme! ¡Restituidme a mi casa! ¡No meatormentéis más!

En la lucha —si aquello podía llamarse lucha,pues el Espectro, con invisible resistencia por suparte, no se alteró por ninguno de los esfuerzos desu adversario—, Scrooge observó que la luz sobresu cabeza brillaba con gran esplendor, yrelacionando esto con la influencia que ejercíasobre él, se apoderó del gorro apagador y con unmovimiento repentino se lo encasquetó.

El Espíritu se encogió de modo que el

Page 92: Cancion de navidad   charles dickens

apagador cubrió toda su figura; pero aunqueScrooge lo oprimía hacia abajo con toda su fuerza,no podía ocultar la luz, que brotaba de su parteinferior, iluminando esplendorosamente el suelo.

Notó que sus fuerzas se extinguían y que seapoderaba de él una irresistible somnolencia y,además, que se hallaba en su propio dormitorio.Hizo un gran esfuerzo sobre el apagador, con elcual se quebró una mano, y apenas tuvo tiempo detenderse sobre el lecho, cayendo en un profundosueño.

Page 93: Cancion de navidad   charles dickens

Capítulo 3

El segundo de los tres espíritus

Despertó al dar un estrepitoso ronquido: eincorporándose en el lecho para coordinar suspensamientos, no tuvo necesidad de que leadvirtiesen que la campana estaba próxima a darotra vez da una. Vuelto a la realidad, comprendióque era el momento crítico en que debía celebraruna conferencia con el segundo mensajero que sele enviaba por la intervención de Jacob Marley.Pero hallando muy desagradable el escalofrío queexperimentaba en el lecho al preguntarse cuál delas cortinas separaría el nuevo espectro, lassepararía con sus propias manos y, acostándose de

Page 94: Cancion de navidad   charles dickens

nuevo, se constituyó en avisado centinela de lo quepudiera ocurrir alrededor de la cama, puesdeseaba hacer frente al Espíritu en el momento desu aparición, y no ser asaltado por sorpresa ydejarse dominar por la emoción.

Así; pues, hallándose preparado para casi todolo que pudiera ocurrir; no lo estaba de ningunamanera para el caso de que no ocurriera nada; y,por consiguiente, cuando la campana dio la una yScrooge no vio aparecer ninguna sombra, fue presade un violento temblor. Cinco minutos, diezminutos, un cuarto de hora transcurrieron y nadaocurría…

Durante todo este tiempo caían sobre el lecholos rayos de una luz rojiza que lanzó vivosdestellos cuando el reloj dio la hora; pero, siendouna sola luz, era más alarmante que una docena deespectros, pues Scrooge se sentía impotente paradescifrar cuál fuera su significado; y hubomomentos en que temió que se verificase un

Page 95: Cancion de navidad   charles dickens

interesante caso de combustión espontánea, sintener el consuelo de saber de qué se trataba. Noobstante, al fin empezó a pensar, como nos hubieraocurrido en semejante caso a vosotros o a mí; alfin, digo, empezó a pensar que el manantial de lamisteriosa luz sobrenatural podía hallarse en lahabitación inmediata, de donde parecía procederel resplandor. Esta idea se apoderó de supensamiento, y suavemente se deslizó Scrooge consus zapatillas hacia la puerta.

En el preciso momento en que su mano seposaba en la cerradura, una voz extraña lo llamópor su nombre y le invitó a entrar. Él obedeció.

Era su propia habitación. Acerca de esto nohabía la menor duda. Pero la estancia habíasufrido una sorprendente transformación. Lasparedes y el techo hallábanse de tal modocubiertos de ramas y hojas, que parecía unperfecto boscaje, el cual por todas partes mostrabapequeños frutos que resplandecían. Las rizadas

Page 96: Cancion de navidad   charles dickens

hojas de acebo, hiedra y muérdago reflejaban laluz como si se hubieran esparcido multitud depequeños espejos, y en la chimenea resplandecíauna poderosa llamarada, alimentada por unacantidad de combustible desconocida en tiempo deMarley o de Scrooge y desde hacía muchos años ymuchos inviernos. Amontonados sobre el suelo,formando una especie de trono, había pavos,gansos, piezas de caza, aves caseras, suculentostrozos de carne, cochinillos, largas salchichas,pasteles, barriles de ostras, encendidas castañas,sonrosadas manzanas, jugosas naranjas, brillantesperas y tazones llenos de ponche, que obscurecíanla habitación con su delicioso vapor.Cómodamente sentado sobre este lecho se hallabaun alegre gigante de glorioso aspecto, que teníauna brillante antorcha de forma parecida al Cuernode la Abundancia, y que la mantenía en alto paraderramar su luz sobre Scrooge cuando éste llegóatisbando alrededor de la puerta.

Page 97: Cancion de navidad   charles dickens

—¡Entrad! —exclamó el Espectro—. ¡Entrad yconocedme mejor, hombre!

Scrooge penetró tímidamente e inclinó lacabeza ante el Espíritu. Ya no era el terco Scroogeque había sido, y aunque los ojos del Espíritu eranclaros y benévolos, no le agradaba encontrarse conellos.

—Soy el Espectro de la Navidad Presente —dijo el Espíritu—. ¡Miradme!

Scrooge le miró con todo respeto. Estabavestido con una sencilla y larga túnica o mantoverde, con vueltas de piel blanca. Esta vestiduracolgaba sobre su figura con tal negligencia, que seveía el robusto pecho desnudo como si no secuidara de mostrarlo ni de ocultarlo con ningúnartificio. Sus pies, que se veían por debajo de losamplios pliegues de la vestidura, también estabandesnudos, y sobre la cabeza no llevaba otra cosaque una corona de acebo, sembrada de pedacitosde hielo. Sus negros rizos eran abundantes y

Page 98: Cancion de navidad   charles dickens

sueltos, tan agradables como su rostro alegre, sumirada viva, su mano abierta, su armoniosa voz, sudesenvoltura y su simpático aspecto. Ceñida a lacintura llevaba una antigua vaina de espada; peroen ella no había arma ninguna y la antigua vaina sehallaba mohosa.

—¿Nunca hasta ahora habéis visto nada que seme parezca? —exclamó el Espíritu.

—Nunca —contestó Scrooge.—¿Nunca habéis paseado en compañía de los

más jóvenes miembros de mi familia, quiero decir(pues yo soy muy joven) de mis hermanos mayoresnacidos en estos últimos años? —prosiguió elFantasma.

—Me parece que no —dijo Scrooge—. Temoque no. ¿Habéis tenido muchos hermanos,Espíritu?

—Más de mil ochocientos —dijo el Espectro.—Una tremenda familia a quien atender —

murmuró Scrooge.

Page 99: Cancion de navidad   charles dickens

El Espectro de la Navidad Presente se levantó.—Espíritu —dijo Scrooge con sumisión—,

llevadme a donde queráis. La última noche tuveque salir de casa a la fuerza y aprendí una lecciónque ahora hace su efecto. Esta noche, si tenéis queenseñarme alguna cosa, permitidme que saqueprovecho de ella.

—¡Tocad mi vestido!Scrooge lo tocó apretándolo con firmeza.Acebo, muérdago, rojos frutos, hiedra, pavos,

gansos, caza, aves, carne, cochinillos, salchichas,ostras, pasteles y ponche, todo se desvanecióinstantáneamente. Lo mismo ocurrió con lahabitación, el fuego, la rojiza brillantez, la noche,y ellos halláronse en la mañana de Navidad y enlas calles de la ciudad, donde (como el tiempo eracrudo) muchas personas producían una especie demúsica ruda, pero alegre y no desagradable, alarrancar la nieve del pavimento en la partecorrespondiente a sus domicilios y de los tejados

Page 100: Cancion de navidad   charles dickens

de las casas, lo que producía una alegría loca enlos muchachos al ver cómo se amontonabacayendo sobre el piso y a veces se deshacía en elaire, produciendo pequeñas tempestades de nieve.

Las fachadas de las casas parecían negras ymás negras aún las ventanas, contrastando con latersa y blanca sábana de nieve que cubría lostejados y con la nieve más sucia que se extendíapor el suelo y que había sido hollada en profundossurcos por las pesadas ruedas de carros ycamiones; surcos que se cruzaban y se volvían acruzar unos a otros, cientos de veces, en lasbifurcaciones de las calles amplias, y formabanintrincados canales, difíciles de trazar, en elespeso fango amarillo y en el agua llena de hielo.El cielo estaba sombrío y las calles más estrechasse hallaban ahogadas por la obscura niebla, mediodeshelada, medio glacial, cuyas partículas máspesadas descendían en una llovizna de átomosfuliginosos, como si todas las chimeneas de la

Page 101: Cancion de navidad   charles dickens

Gran Bretaña se hubieran incendiado a la vez yestuvieran lanzándose el contenido de sus hogares.Nada de alegre había en el clima de la ciudad, y,sin embargo, notábase un aire de júbilo que el másdiáfano aire estival y el más brillante sol del estíoen vano habrían intentado difundir.

En efecto, los que maniobraban con las palasen lo alto de los edificios estaban animosos yllenos de alegría; llamábanse unos a otros desdelos parapetos y de vez en cuando se disparabanbromeando una bola de nieve —proyectil muchomás inofensivo que muchas bromas verbales—,riendo cordialmente si daba en el blanco Y nomenos cordialmente si fallaba la puntería.

Las tiendas en que se vendían aves estabantodavía entreabiertas y las fruterías radiantes deesplendor. Había grandes, redondas y panzudascestas de castañas, cuya figura se asemejaba a loschalecos de los ancianos gastrónomos, recostadasen las puertas y tumbadas en la calle con su

Page 102: Cancion de navidad   charles dickens

opulencia apoplética. Había rojizas, morenas yanchas cebollas de España, brillando en la gordurade su desarrollo como frailes españoles, yhaciendo guiños en sus bazares, con socarroneríaretozona a las muchachas que pasaban por su ladoy mirando humildemente al muérdago que colgabaen lo alto. Había peras y manzanas formando altaspirámides apetitosas: había racimos de uvas, quela benevolencia de los fruteros había colgado demagníficos ganchos para que las bocas de lostranseúntes pudieran hacerse agua al pasar; habíamontones de avellanas, mohosas y obscuras, cuyafragancia hacía recordar antiguos paseos por enmedio de bosques y agradables marchas hundiendolos pies hasta los tobillos en hojas marchitas:había naranjas y limones, que en la gran densidadde sus cuerpos jugosos pedían con urgencia serllevados a casa en bolsas de papel y comidosdespués del almuerzo, y había pescados de oro yde plata.

Page 103: Cancion de navidad   charles dickens

¿Pues y las tiendas de comestibles? ¡Oh, lastiendas de comestibles! Estaban próximas a cerrar,con las puertas entornadas; pero a través de lasrendijas daba gusto mirar. No era solamente quelos platillos de la balanza produjesen un agradablesonido al caer sobre el mostrador, ni que elbramante se separase del carrete con viveza, nique las cajas metálicas resonasen arriba y abajocomo objetos de prestidigitación, ni que los oloresmezclados del té y del café fuesen muy agradablesal olfato, ni que las pasas fuesen abundantes yraras, las almendras exageradamente blancas; lastiras de canela largas y rectas, delicadas las otrasespecias, las frutas confitadas, envueltas en azúcarfundido, capaces de excitar el apetito y dar envidiaa los más fríos espectadores. No era tampoco quelos higos se mostrasen húmedos y carnosos, ni quelas ciruelas francesas enrojeciesen con algunaacritud en sus cajas adornadas, ni que todoexcitase el apetito en su aderezo de Navidad, sino

Page 104: Cancion de navidad   charles dickens

que las parroquianas se apresuraban con tal afánen la esperanzada promesa del día, que seempujaban unas a otras a la puerta, haciendoestallar toscamente los cestos de mimbre, ydejaban los portamonedas sobre el mostrador yvolvían corriendo a buscarlos, cometiendo cientosde equivocaciones semejantes, con el mejor humorposible; mientras el tendero y sus dependientes semostraban tan serviciales y tan fogosos, que secomprendía fácilmente que los corazones quelatían detrás de los mandiles no se regocijabansólo por hacer buenas ventas, sino por el júbiloque les producía la Navidad.

Pero pronto las campanas llamaron a las gentesa la iglesia o la capilla, y todos acudieronluciendo por las calles sus mejores vestidos y conla alegría en los rostros, y al mismo tiempodesembocaron por todas las calles, callejuelas yrecodos incontables personas que llevaban suscomidas a las tahonas, para ponerlas en el horno.

Page 105: Cancion de navidad   charles dickens

La vista de aquellas pobres gentes de buen humorpareció interesar muchísimo al Espíritu, puespermaneció detrás de Scrooge a la puerta de unatahona, y levantando las tapaderas de las cazuelas,conforme pasaban por su lado los que lasllevaban, rociaba las comidas con el incienso desu antorcha, que era verdaderamenteextraordinaria, pues una o dos veces que secruzaron palabras airadas entre algunos portadoresde comidas por haberse empujado mutuamente, elEspíritu derramó sobre ellos algunas gotas delíquido procedente de la antorcha, einmediatamente recobraron su buen humor, puesdecían que era una vergüenza disputar el día deNavidad. ¿Y nada más puesto en razón, Señor?

Cesaron de tocar las campanas y los tahoneroscerraron; y, sin embargo, era de admirar cómodesaparecía, por efecto de la confección deaquellas comidas, la mancha de humedad quecoronaba todos los hornos, cuyo pavimento echaba

Page 106: Cancion de navidad   charles dickens

humo como si estuvieran asándose hasta suspiedras.

—¿Hay algún aroma peculiar en el líquido devuestra antorcha con el que rociáis? —preguntóScrooge.

—Sí. El mío.—¿Ejerce influencia sobre las comidas en este

día? —preguntó Scrooge.—En todas, sobre todo en las de los pobres.—¿Por qué sobre todo en las de los pobres?

—preguntó Scrooge.—Porque son los que más lo necesitan.—Espíritu —dijo Scrooge, después de

reflexionar un momento—, me admira que, detodos los seres que viven en este mundo quehabitamos, sólo vos deseéis limitar a estas genteslas ocasiones que se les ofrecen de inocentealegría.

—¿Yo? —gritó el Espíritu.—Sí, porque les priváis de trabajar cada siete

Page 107: Cancion de navidad   charles dickens

días, con frecuencia el único día en que puedendecir verdaderamente que comen. ¿No es cierto?—dijo Scrooge.

—¡Yo! —gritó el Espíritu.—Procuráis que cierren los hornos el Séptimo

Día —dijo Scrooge—. Y es la misma cosa.—¿Yo? —exclamó el Espíritu.—Perdonadme si estoy equivocado. Se hace en

vuestro nombre, o, por lo menos, en nombre devuestra familia —dijo Scrooge.

—Hay algunos seres sobre la tierra —replicóel Espíritu— que pretenden conocernos, y querealizan sus acciones de pasión, orgullo,malevolencia, odio, envidia, santurronería yegoísmo en nuestro nombre, y que son tan extrañospara nosotros y para todo lo que con nosotros serelaciona, como sí nunca hubieran vivido.Acordaos de ello y cargad la responsabilidadsobre ellos y no sobre nosotros.

Scrooge prometió lo que el Espíritu le pedía, y

Page 108: Cancion de navidad   charles dickens

siguieron adelante, invisibles como habían sidoantes, hacia los suburbios de la ciudad. Era unanotable cualidad del Espectro (que Scrooge habíaobservado a la puerta del tahonero) que, a pesarde su talla gigantesca, podía amoldarse a cualquiersitio con comodidad, y que, como un sersobrenatural, se hallaba en cualquier habitaciónbaja de techo tan cómodamente como podía haberestado en un salón de elevadísimas paredes.

Y ya fuese por el placer que el buen Espírituexperimentaba al mostrar este poder suyo, ya porsu naturaleza amable, generosa y cordial y susimpatía por los pobres, condujo a Scroogederechamente a casa del dependiente de éste, puesallá fue, en efecto, llevando a Scrooge adherido asu vestidura. Al llegar al umbral, sonrió el Espírituy se detuvo para bendecir la morada de BobCratchit con las salpicaduras de su antorcha. Bobsólo cobraba quince Bob semanales: cada sábadosólo embolsaba quince ejemplares de su nombre,

Page 109: Cancion de navidad   charles dickens

y, sin embargo, el Espectro de la Navidad Presenteno dejó por ello de bendecir su morada, que secomponía de cuatro piezas.

Entonces se levantó la señora Cratchit, esposade Cratchit, vestida pobremente con una bata a lacual había dado ya dos vueltas, pero llena decintas que no valdrían más de seis peniques, y enaquel momento estaba poniendo la mesa, ayudadapor Belinda Cratchit, la segunda de sus hijas,también adornada con cintas, mientras masterPedro Cratchit hundía un tenedor en una cacerolade patatas, llegándole a la boca las puntas de unmonstruoso cuello planchado (que pertenecía aBob y que se lo había cedido a su hijo y herederopara celebrar la festividad del día), gozoso alhallarse tan elegantemente adornado y orgulloso depoder mostrar su figura en los jardines de moda.De pronto entraron llorando dos Cratchit máspequeños: varón y hembra, diciendo a gritos quedesde la puerta de la tahona habían sentido el olor

Page 110: Cancion de navidad   charles dickens

del ganso y habían conocido que era el suyo; ypensando en la comida, estos pequeños Cratchit sepusieron a bailar alrededor de la mesa y exaltaronhasta los cielos a master Pedro Cratchit, mientrasél (sin orgullo, aunque faltaba poco para que leahogase el cuello) soplaba la lumbre hasta que laspatatas estuvieron cocidas y en disposición de serapartadas y peladas.

—¿Dónde estará vuestro padre? —dijo laseñora Cratchit—. ¿Y vuestro hermano Tiny Tìm?¿Y Marta, que el año pasado, el día de Navidad,estaba aquí hace ya media hora?

—¡Aquí está Marta, mamá! —dijo unamuchacha, entrando al mismo tiempo que hablaba.

—¡Aquí está Marta, mamá! —gritaron los dosCratchit pequeños—. ¡Viva! ¡Tenemos un ganso,Marta!

—¿Pero, hija mía, cuánto has tardado? —dijola señora Cratchit, besándola una docena de vecesy quitándole el velo y el sombrero con sus propias

Page 111: Cancion de navidad   charles dickens

manos, solícitamente.—He tenido que terminar una labor para tener

libre la mañana, mamá —replicó ta muchacha.—Bueno; es que nunca creí que vinieses tan

tarde. Acércate a la lumbre, hija mía, y caliéntate.¡Dios te bendiga!

—¡No, no! ¡Ya viene papá! —gritaron los dospequeños Cratchit, que danzaban de un lado paraotro—. ¡Escóndete. Marta, escóndete!

Escondióse Marta y entró Bob, el padre, con labufanda colgándole lo menos tres pies por la parteanterior, y su traje muy usado, pero limpio yzurcido, de modo que presentaba un aspecto muyfavorable. Traía sobre los hombros a Tiny Tim.¡Pobre Tiny Tim! Tenía que llevar una pequeñamuleta y los miembros sostenidos por un aparatometálico.

—¿Dónde está Marta? —gritó Bob Cratchit,mirando a su alrededor.

—No ha venido —dijo la señora Cratchit.

Page 112: Cancion de navidad   charles dickens

—¡No ha venido! —dijo Bob, con unarepentina desilusión en su entusiasmo, pues habíasido el caballo de Tim al recorrer todo el caminodesde la iglesia y había llegado a casa dandosaltos—. ¡No haber venido, siendo el día deNavidad!

A Marta no le agradó ver a su padredesilusionado a causa de una broma, y salióprematuramente de detrás de la puerta, echándoseen sus brazos, mientras los dos pequeños Cratchitempujaron a Tiny Tim y le llevaron a la cocina,para que oyese cantar el pudding en la cacerola.

—¿Y cómo se ha portado Tiny Tim? —preguntó la señora Cratchit, después de burlarsede la credulidad de Bob y cuando éste huboestrechado a su hija contra su corazón.

—Muy bien —dijo Bob—, muy bien. Se hahecho algo pensativo y se le ocurren las másextrañas cosas que ha oído. Al venir a casa medecía que quería que la gente le viese en la iglesia,

Page 113: Cancion de navidad   charles dickens

porque él era un inválido, y sería muy agradablepara todos recordar el día de Navidad al que habíahecho andar a los cojos y había dado vista a losciegos.

La voz de Bob era temblorosa al decir eso ytembló más cuando dijo que Tiny Tim crecía enfuerza y vigor.

Oyóse su activa muleta sobre el pavimento, yantes de que se oyera una palabra más, reaparecióTiny Tim escoltado por su hermano y su hermana,que le llevaron a su taburete junto a la lumbre.Mientras Bob, remangándose los puños —¡pobrecillo!, como si fuese posible estropearlosmás—, confeccionaba una mixtura con ginebra ylimón y la agitaba una y otra vez, colocándoladespués en el antehogar para que cociese a fuegolento, master Pedro y los dos ubicuos Cratchitpequeños fueron en busca del ganso, con el cualaparecieron enseguida en solemne procesión.

Tal bullicio se produjo entonces, que creyérase

Page 114: Cancion de navidad   charles dickens

al ganso la más rara de todas las aves, unfenómeno con plumas, ante el cual fuese cosacorriente un cisne negro, y en verdad que enaquella casa era ciertamente extraordinario. Laseñora Cratchit calentó la salsa (ya preparada enuna cacerolita); master Pedro mojó las patatas convigor increíble; la señorita Belinda endulzó lasalsa de manzanas; Marta quitó el polvo a lavajilla; Bob sentó a Tiny Tim a su lado en unaesquina de la mesa; los dos pequeños Cratchitpusieron sillas para todos, sin olvidarse de ellosmismos, y montando la guardia en sus puestos, semetieron la cuchara en la boca, para no gritarpidiendo el ganso antes de que llegara el momentode servirlo. Por fin se pusieron los platos, y sedijo una oración, a la que siguió una pausa, durantela cual no se oía respirar, cuando la señoraCratchit, examinando el trinchante, se disponía ahundirlo en la pechuga; pero cuando lo hizo y saliódel interior del ganso un borbotón de relleno, un

Page 115: Cancion de navidad   charles dickens

murmullo de placer se alzó alrededor de la mesa, yhasta Tiny Tim, animado por los pequeñosCratchit, golpeó en la mesa con el mango de sucuchillo y gritó débilmente:

—¡Viva!Nunca se vio ganso como aquél. Bob dijo que

jamás creyó que pudiera existir un manjar tandelicioso. Su blandura y su aroma, su tamaño y subaratura fueron los temas de la admiracióngeneral; y añadiéndole la salsa de manzanas y laspatatas deshechas, constituyó comida suficientepara toda la familia; en efecto, como la señoraCratchit dijo (al observar que había quedado unhuesecillo en el plato), no habían podidocomérselo todo. Sin embargo, todos quedaronsatisfechos, particularmente los Cratchit máspequeños, que tenían salsa hasta en las cejas. Laseñorita Belinda cambió los platos y la señoraCratchit salió del comedor muy nerviosa porqueno quería que la viesen ir en busca del pudding.

Page 116: Cancion de navidad   charles dickens

Entonces los comensales supusieron toda clasede horrores: que no estuviera todavía bastantehecho; que se rompiera al llevarlo a la mesa; quealguien hubiera escalado la pared del patio y lohubiera robado, mientras estaban entusiasmadoscon el ganso… Ante esta suposición los dospequeños Cratchit se pusieron pálidos.

¡Atención! ¡Una gran cantidad de vapor! Elpastel estaba ya fuera del molde. Un olor a telamojada. Era el paño que lo envolvía. Un olorapetitoso, que hacía recordar al fondista, alpastelero de la casa de al lado y a la planchadora.¡Era el pudding! Al medio minuto entró la señoraCratchit con el rostro encendido, —pero sonriendoorgullosamente— con el pudding, que parecía unabala de cañón, duro y macizo, lanzando las llamasque producía la vigésima parte de media copa deaguardiente inflamado, y embellecido con unarama del árbol de Navidad clavada en la cúspide.

¡Oh, admirable pudding! Bob Ccatchit dijo con

Page 117: Cancion de navidad   charles dickens

toda seriedad que lo estimaba como el éxito másgrande conseguido por la señora Cratchit desdeque se casaron. La señora Cratchit dijo que nopodía calcular lo que pesaba el pudding, y confesóque había tenido sus dudas acerca de la cantidadde harina. Todos tuvieron algo que decir respectode él, pero ninguno dijo (ni lo pensó siquiera) queera un pudding pequeño para una familia tannumerosa. Ello habría sido una gran herejía. LosCratchit hubiéranse ruborizado de insinuarsemejante cosa.

Por fin se terminó la comida, alzóse el mantel,se limpió el hogar y se encendió fuego; y despuésde beber en el jarro el ponche confeccionado porBob, y que se consideró excelente, pusiéronsesobre la mesa manzanas y naranjas y una pala llenade castañas sobre la lumbre. Después, toda lafamilia Cratchit se colocó alrededor del hogar,formando lo que Bob llamaba un círculo,queriendo decir semicírculo; y cerca de él se

Page 118: Cancion de navidad   charles dickens

colocó toda la cristalería: dos vasos y una flanerasin mango.

No obstante, tales vasijas servían para beberel caliente ponche, tan bien como habrían servidocopas de oro, y Bob lo sirvió con los ojosresplandecientes, mientras las castañas sobre lalumbre crujían y estallaban ruidosamente.Entonces Bob brindó:

—¡Felices Pascuas para todos nosotros, hijosmíos, y que Dios nos bendiga!

Lo cual repitió toda la familia.—¡Que Dios nos bendiga! —dijo Tiny Tim, el

último de todos.Estaba sentado, arrimadito a su padre, en su

taburete. Bob puso la débil manecita del niño en lasuya, con todo cariño, deseando retenerle junto así, como temiendo que se lo pudiesen arrebatar.

—Espíritu —dijo Scrooge, con un interés quenunca había sentido hasta entonces—. Decidme siTiny Tim vivirá.

Page 119: Cancion de navidad   charles dickens

—Veo un asiento vacante —replicó elEspectro en la esquina del pobre hogar y unamuleta sin dueño, cuidadosamente preservada. Sitales sombras permanecen inalteradas por elfuturo, el niño morirá.

—¡No, no! —dijo Scrooge—. ¡Oh, no, Espírituamable! Decid que se evitará esa muerte.

—Si tales sombras permanecen inalteradas porel futuro, ningún otro de mi raza —replicó elEspectro le encontrará aquí. ¿Y qué? Si él muere,hará bien, porque así disminuirá el exceso depoblación.

Scrooge bajó la cabeza al oír sus propiaspalabras, repetidas por el Espíritu, y se sintióabrumado por el arrepentimiento y el pesar.

—Hombre —dijo el Espectro—, si soishombre de corazón y no de piedra, prescindid deesa malvada hipocresía hasta que hayáisdescubierto cuál es el exceso y dónde está. ¿Vais adecir cuáles hombres deben vivir y cuáles

Page 120: Cancion de navidad   charles dickens

hombres deben morir? Quizás a los ojos de Diosvos sois más indigno y menos merecedor de vivirque millones de niños como el de ese pobrehombre. ¡Oh, Dios! ¡Oír al insecto sobre la hojadecidir acerca de la vida de sus hermanoshambrientos!

Scrooge se inclinó ante la reprensión delEspíritu y, tembloroso, bajó la vista hacia el suelo.Pero la levantó rápidamente al oír pronunciar sunombré.

—¡El señor Scrooge! —dijo Bob—.¡Brindemos por el señor Scrooge, que nos haprocurado esta fiesta!

—En verdad que nos ha procurado esta fiesta—exclamó la señora Cratchit, sofocada—.Quisiera tenerle delante para que la celebrase, yestoy segura de que se le iba a abrir el apetito.

—¡Querida —dijo Bob—, los niños! Es el díade Navidad.

—Es preciso, en efecto, que sea el día de

Page 121: Cancion de navidad   charles dickens

Navidad —dijo ella—, para beber a la salud de unhombre tan odioso, tan avaro, tan duro, taninsensible, como el señor Scrooge… Ya leconoces, Roberto. Nadie le conoce mejor que tú,pobrecillo.

—Querida —fue la dulce respuesta de Bob—.Es el día de Navidad.

—Beberé a su salud por ti y por ser el día quees —dijo la señora Cratchit—, no por él. ¡Quéviva muchos años! ¡Que tenga Felices Pascuas yFeliz Año Nuevo! ¡Él vivirá muy alegre y muyfeliz, sin duda alguna!

Los niños brindaron también. Fue de todo loque hicieron lo único que no tuvo cordialidad.Tiny Tím brindó el último de todos, pero sin ponerla menor atención. Scrooge era el ogro de lafamilia. La sola mención de su nombre arrojósobre los reunidos una sombra obscura, que no sedisipó sino después de cinco minutos.

Pasada aquella impresión, estuvieron diez

Page 122: Cancion de navidad   charles dickens

veces más alegres que antes, al sentirse aliviadosdel maleficio causado por el nombre de Scrooge.Bob Cratchit les contó que tenía en perspectivauna colocación para master Pedro, que podríaproporcionarle, si la conseguía, cinco chelines yseis peniques semanales. Los dos pequeñosCratchit rieron atrozmente ante la idea de ver aPedro hecho un hombre de negocios, y el mismoPedro miró pensativamente al fuego, sacando lacabeza entre las dos puntas del cuello, como sireflexionara sobre la notable investidura de quegozaría cuando llegase a percibir aquel enormeingreso. Marta, que era una pobre aprendiza en untaller de modista, les contó la clase de labor quetenía que hacer y cómo algunos días trabajabamuchas horas seguidas. Dijo que al día siguientepensaba levantarse tarde de la cama, pues era undía festivo que iba a pasar en casa. Contó quehacía pocos días había visto a una condesa con unlord y que el lord era casi tan alto como Pedro, y

Page 123: Cancion de navidad   charles dickens

éste, al oírlo, se alzó tanto el cuello, que, sihubierais estado presentes, no habríais podidoverle la cabeza. Durante: todo este tiempo nocesaron de comer castañas y beber ponche, y deaquí a poco escucharon una canción referente a unniño perdido que caminaba por la nieve, cantadapor Tiny Tim, que tenía una quejumbrosa vocecita,y la cantó muy bien, ciertamente.

Nada había de aristocrático en aquella familia.Sus individuos no eran hermosos, no estaban bienvestidos, sus zapatos hallábanse muy lejos de serimpermeables, sus ropas eran escasas, y Pedroconocería muy probablemente el interior de lasprenderías. Pero eran dichosos, agradables, sequerían mutuamente y estaban contentos con susuerte; y cuando ya se desvanecían ante Scrooge,pareciendo más felices a los brillantes destellosda la antorcha del Espíritu al partir, Scrooge losmiró atentamente, sobre todo a Tinp Tim, de quienno apartó la mirada hasta el último instante.

Page 124: Cancion de navidad   charles dickens

Mientras tanto, había anochecido y nevabacopiosamente; y conforme Scrooge y el Espíriturecorrían las calles, la claridad de la lumbre en lascocinas, en los comedores y en toda clase dehabitaciones era admirable. Aquí, el temblor de lallama mostraba los preparativos de una grancomida familiar, con fuentes que trasladaban deuna parte a otra junto a la lumbre, y espesascortinas rojas, prontas a caer para ahuyentar el fríoy la obscuridad. Allá, todos los niños de la casasalían corriendo sobre la nieve al encuentro de sushermanas casadas, de sus hermanos, de sus primos;de sus tíos, de sus tías, para ser los primeros ensaludarles. En otra parte, veíanse en la ventana lassombras de los comensales reunidos; y más allá,un grupo de hermosas muchachas, todas concaperuzas y con botas de abrigo y charlando todasa la vez, marchaban alegremente a alguna casacercana. ¡Infeliz del soltero (las astutas hechicerasbien lo sabían), que entonces las hubiera visto

Page 125: Cancion de navidad   charles dickens

entrar, con la tez encendida por el frío!Si hubierais juzgado por el número de

personas que iban a reunirse con sus amigos,habríais pensado que no quedaba nadie en lascasas para recibirlas cuando llegasen, aunqueocurría lo contrario: en todas las casas seesperaban visitas y se preparaba el combustible enla chimenea. ¡Cuán satisfecho estaba el Espectro!¡Cómo desnudaba la amplitud de su pecho y abríasu espaciosa mano, derramando con generosidadsu luciente y sana alegría sobre todo cuanto sehallaba a su alcance! El mismo farolero, quecorría delante de él salpicando las sombrías callescon puntos de luz, y que iba vestido como parapasar la noche en alguna parte, se echó a reír acarcajadas cuando pasó el Espíritu por su lado,aunque fácilmente se adivinaba que el faroleroignoraba que su compañero del momento era laNavidad en persona.

De pronto, sin una palabra de advertencia por

Page 126: Cancion de navidad   charles dickens

parte del Espectro, halláronse en una fría ydesierta región pantanosa en la que habíaderrumbadas monstruosas masas de piedra, comosi fuera un cementerio de gigantes: el agua sederramaba por dondequiera, es decir, se habríaderramado, a no ser por la escarcha que laaprisionaba, y nada había crecido sino el moho, laretama y una áspera hierba. En la concavidad delOeste, el sol poniente había dejado una ardientefranja roja que fulguró sobre aquella desolacióndurante un momento, como un ojo sombrío que,tras el párpado, fuese bajando, bajando, bajando,hasta perderse en las densas tinieblas de laobscura noche.

—¿Qué sitio es éste? —preguntó Scrooge.—Un sitio donde viven los mineros, que

trabajan en las entrañas de la tierra —contestó elEspíritu—. Pero me conocen. ¡Mirad!

Brillaba una luz en la ventana de una choza yrápidamente se dirigieron hacía ella. Pasando a

Page 127: Cancion de navidad   charles dickens

través de la pared de piedra y barro, hallaron unaalegre reunión alrededor de un fuegoresplandeciente un hombre muy viejo y su mujer,con sus hijos y los hijos de sus hijos y parientes deotra generación más, todos con alegres adornos ensu atavío de fiesta. El anciano, con una voz querara vez se distinguía entre los rugidos del vientosobre la desolada región, entonaba una canción deNavidad, que ya era una vieja canción cuando élera un muchacho, y de vez en cuando todos losdemás se le unían al coro. Cuando ellos levantabansus voces, el anciano hacía lo mismo y sentíasecon nuevo vigor, y cuando ellos se detenían en elcanto, el vigor del anciano decaía de nuevo.

El Espíritu no se detuvo allí, sino que dejó aScrooge que se agarrase a su vestidura y, cruzandosobre la región pantanosa, se dirigió… ¿adónde?¿No sería al mar? Pues, sí, al mar. Horrorizado,Scrooge vio que se acababa la tierra y contemplóuna espantosa serie de rocas detrás de ellos, y

Page 128: Cancion de navidad   charles dickens

ensordeció sus oídos el fragor del agua, querodaba y rugía y se encrespaba entre medrosascavernas abiertas por ella y furiosamente tratabade socavar la tierra.

Edificado sobre un lúgubre arrecife de lasescarpadas rocas, próximamente a una legua de laorilla, y sobre el cual se lanzaban las aguasirritadas durante todo el año, se erguía un farosolitario. Grandes cantidades de algas colgabanhasta su base, y pájaros de las tormentas —nacidos del viento, se puede suponer, como lasalgas nacen del agua— subían y bajaban en tornode él como las olas que ellos rozaban con las alas.

Pero aun allí, dos hombres que cuidaban delfaro habían encendido una hoguera que, a través dela tronera abierta en el espeso muro de piedra,lanzaba un rayo de luz resplandeciente sobre elmar terrible. Los dos hombres, estrechándose lascallosas manos por encima de la tosca mesa a lacual hallábanse sentados, se deseaban mutuamente

Page 129: Cancion de navidad   charles dickens

Felices Pascuas al beber su jarro de ponche, y unode ellos, el más viejo, que tenía la cara curtida ydestrozada por los temporales como pudieraestarlo el mascarón de proa de un barco viejo,rompió en una robusta canción, semejante al cantardel viento.

De nuevo siguió adelante el Espectro, porencima del negro y agitado mar —adelante,adelante—, hasta que, hallándose muy lejos, segúndijo a Scrooge, de todas las orillas, descendieronsobre un buque. Colocáronse tan pronto junto altimonel, que estaba en su puesto, tan pronto juntoal vigía en la proa, o junto a los oficiales deguardia, obscuras y fantásticas figuras en susvarias posiciones; pero todos ellos tarareaban unacanción de Navidad o tenían un pensamientopropio de Navidad o hablaban en voz baja a sucompañero de algún día de Navidad ya pasado,con recuerdos del hogar referentes a él. Y todoscuantos se hallaban a bordo, despiertos o

Page 130: Cancion de navidad   charles dickens

dormidos, buenos o malos, habían tenido para losdemás una palabra más cariñosa aquel día que otrocualquiera del año, y habían tratado extensamentede aquella festividad, y habían recordado a laspersonas queridas a través de la distancia y habíansabido que ellas tenían un placer en recordarlos.

Sorprendióse grandemente Scrooge mientrasescuchaba el bramido del viento y pensaba quésolemnidad tiene su movimiento a través de laaislada obscuridad sobre un ignorado abismo,cuyas honduras son secretos tan profundos como lamuerte; sorprendíóse grandemente Scroogecuando, reflexionando así, oyó una estruendosacarcajada. Pero se sorprendió mucho más alreconocer que aquella risa era de su sobrino, y alencontrarse en una habitación clara, seca yluminosa, con el Espíritu sonriendo a su lado ymirando a su propio sobrino con aprobadoraafabilidad.

—¡Ja, ja! —rio el sobrino de Scrooge—. ¡Ja,

Page 131: Cancion de navidad   charles dickens

ja, ja!Si por una inverosímil probabilidad sucediera

que conocieseis un hombre de risa más sana que elsobrino de Scrooge, me agradaría muchoconocerle. Presentadme a él y cultivaré su amistad.

Es cosa admirable, demostradora del exactomecanismo de las cosas, que así como haycontagio en la enfermedad y en la tristeza, no haynada en el mundo tan irresistiblemente contagiosocomo la risa y el buen humor. Cuando el sobrinode Scrooge se echó a reír de esta manera,sujetándose las caderas, dando vueltas a la cabezay haciendo muecas, con las más extravagantescontorsiones, la sobrina de Scrooge, sobrinapolítica, se echó a reír tan cordialmente como él.Y los amigos que se hallaban con ellos tambiénrieron ruidosamente.

—¡Ja, ja! ¡Ja, ja, ja!—¡Dijo que la Navidad era una paparrucha,

como tengo que morirme! —gritó el sobrino de

Page 132: Cancion de navidad   charles dickens

Scrooge—. ¡Y lo creía!—¡Qué vergüenza para él! —dijo la sobrina de

Scrooge, indignada.Era muy linda, extraordinariamente linda, de

cara agradable y cándida, de sazonada boquita,que parecía hecha para ser besada, como lo era,sin duda; con toda clase de hermosos hoyuelos enla barbilla, que se mezclaban unos con otroscuando se reía, y con los dos ojos másesplendorosos que jamás habéis visto en unacabecita humana. Era enteramente lo que habríanllamado provocativa, pero intachable. ¡Oh,perfectamente intachable!

—Es un individuo cómico —dijo el sobrino deScrooge—; eso es verdad, y no tan agradablecomo debiera ser. Sin embargo, sus deectos llevanel castigo de ellos mismos, y yo no tengo nada quedecir contra él.

—Sé que es muy rico, Fred —insinuó lasobrina de Scrooge—. Al menos siempre me has

Page 133: Cancion de navidad   charles dickens

dicho que lo era.—¿Y qué, amada mía? —dijo el sobrino—. Su

riqueza es inútil para él. No hace nada bueno conella. No se procura comodidades con ella. No hatenido la satisfacción de pensar —¡ja, ja, ja!— queva a beneficiarnos con ella.

—Me falta la paciencia con él —indicó lasobrina de Scrooge. Las hermanas de la sobrina deScrooge y todas las demás señoras expresaron lamisma opinión.

—¡Oh! —dijo el sobrino de Scrooge—. Yo losiento por él. No puedo irritarme contra él aunquequiera. ¿Quién sufre con sus genialidades?Siempre él. Se le ha metido en la cabeza nocomplacernos y no quiere venir a comer connosotros. ¿Cuál es la consecuencia? Es verdad queperder una mala comida no es perder mucho.

—Pues yo creo que ha perdido una buenacomida —interrumpió la sobrina de Scrooge.Todos los demás dijeron lo mismo, y se les debía

Page 134: Cancion de navidad   charles dickens

considerar como jueces competentes, porque enaquel momento acababan de comerla; los postresestaban ya sobre la mesa, y todos habíanse reunidoalrededor de la lumbre.

—¡Bueno! Me alegra mucho oírlo —dijo elsobrino de Scrooge—, porque no tengo muchaconfianza en estas jóvenes amas de casa. ¿Quéopinas, Topper?

Topper tenía francamente fijos los ojos en unade las hermanas de la sobrina de Scrooge, ycontestó que un soltero era un infeliz paria que notenía derecho a emitir su opinión respecto delasunto; y enseguida la hermana de la sobrina deScrooge —la regordeta, con el camisolín deencaje, no la de las rosas— se ruborizó.

—Continúa, Fred —dijo la sobrina deScrooge, palmoteando—. Ese nunca termina lo queempieza a decir. ¡Es un muchacho ridículo!

El sobrino de Scrooge soltó otra carcajada, ycomo era imposible evitar el contagio, aunque la

Page 135: Cancion de navidad   charles dickens

hermana regordeta trató con dificultad de hacerlo,oliendo vinagre aromático, el ejemplo de él fueseguido unánimemente.

—Solamente iba a decir —continuó el sobrinode Scrooge— que la consecuencia de disgustarsecon nosotros y no divertirse con nosotros es, segúncreo, que pierde algunos momentos agradables queno le habrían perjudicado. Estoy seguro de quepierde más agradables compañeros que los quepuede encontrar en sus propios pensamientos, ensu viejísimo despacho o en sus polvorientashabitaciones. Me propongo darle igual ocasióntodos los años, le agrade o no le agrade, porque lecompadezco. Que se burle de la Navidad hasta quese muera; pero no puede menos de pensar mejor deella, le desafío, si se encuentra conmigo de buenhumor, año tras año, diciéndole: «Tío Scrooge,¿cómo estáis?». Si sólo eso le hace dejar a supobre dependiente cincuenta libras, ya es algo; ycreo que ayer le conmoví.

Page 136: Cancion de navidad   charles dickens

Al oír que había conmovido a Scrooge, rieronlos demás. Pero como Fred tenía corazón sencilloy no se preocupaba mucho del motivo de la risacon tal de ver alegres a los demás, el sobrino deScrooge les animó a divertirse, haciendo circularla botella alegremente.

Después del té hubo un poco de música, puesformaban una familia de músicos, y os aseguro queeran entendidos, especialmente Topper, que hizosonar el bajo como los buenos, sin que se lehincharan las venas de la frente ni se le pusieraroja la cara. La sobrina de Scrooge tocó bien elarpa, y entre otras piezas tocó un aria sencilla (unanonada; aprenderíais a tararearla en dos minutos),que había sido la canción favorita de la niña, quesacó Scrooge de la escuela, como recordó elEspectro de la Navidad Pasada. Cuando sonóaquella música, todas las cosas que el Espectrohabíale mostrado se agolparon a la imaginación deScrooge; se enterneció más y más, y pensó que si

Page 137: Cancion de navidad   charles dickens

hubiera escuchado aquello con frecuencia añosantes, podía haber cultivado la bondad de la vidacon sus propias manos para su felicidad, sinrecurrir a la azada del sepulturero que enterró aJacob Marley.

Pero no dedicaron toda la noche a la música.Al poco rato jugaron a las prendas, pues es buenosentirse niños algunas veces, y nunca mejor que enNavidad, cuando su mismo poderoso fundador eraun niño. ¿Basta? Luego se jugó a la gallina ciega,y, sin duda, alguien parecía no ver. Y tan prontocreo que Topper estaba realmente ciego, comocreo que tenía ojos hasta en las botas. Mi opiniónes que había acuerdo entre él y el sobrino deScrooge, y que el Espectro de la Navidad Presentelo sabía. Su proceder respecto a la hermanaregordeta, la del camisolín de encaje, era unultraje a la credulidad de la naturaleza humana.Dando puntapiés a los utensilios del hogar,tropezando con las sillas, chocando contra el

Page 138: Cancion de navidad   charles dickens

piano, metiendo la cabeza entre los cortinones,adondequiera que fuese ella, siempre ocurría lomismo. Siempre sabía dónde estaba la hermanaregordeta. Nunca cogía a otra cualquiera. Si oshubierais puesto delante de él (como hicieronalgunos de ellos) con intención, habría fingido queiba a apoderarse de vosotros, lo cual habría sidouna afrenta para vuestra comprensión, einstantáneamente se habría ladeado en direcciónde la hermana regordeta. A menudo gritaba ellaque eso no estaba bien, y realmente no lo estaba.Pero cuando por fin la cogió; cuando, a pesar detodos los crujidos de la seda y de los rápidosrevoloteos de ella para huir, consiguió alcanzarlaen un rincón donde no tenía escape, entonces suconducta fue verdaderamente execrable. Porque,con el pretexto de no conocerla, juzgó necesariotocar su cofia y además asegurarse de su identidadoprimiendo cierto anillo que tenía en un dedo ycierta cadena que le rodeaba el cuello; ¡todo eso

Page 139: Cancion de navidad   charles dickens

era vil, monstruoso! Sin duda ella le dijo suopinión respecto de ello, pues cuando lecorrespondió a otro ser el ciego, ambos sehallaban contándose sus confidencias detrás de uncortinón.

La sobrina de Scrooge no tomaba parte en eljuego de la gallina ciega; permanecía sentada enuna butaca con un taburete a los pies en un cómodorincón de la estancia, donde el Espectro y Scroogeestaban en pie detrás de ella; pero participaba enel juego de prendas, y era de admirarparticularmente en el juego de ¿cómo os gusta?,combinación amorosa con todas las letras delalfabeto, y la misma habilidad demostró en el de¿cómo, dónde y cuándo?, y, con gran alegríainterior del sobrino de Scrooge, derrotabacompletamente a todas sus hermanas, aunque éstasno eran tontas, como hubiera podido decirosTopper. Habría allí veinte personas, jóvenes yviejos; pero todos jugaban, y lo mismo hizo

Page 140: Cancion de navidad   charles dickens

Scrooge, quien, olvidando enteramente (tanto seinteresaba por aquella escena) que su voz nosonaba en los oídos de nadie, decía en alta voz laspalabras que había que adivinar, y muy a menudoacertaba, pues la aguja más afilada, la mejorWhitechapel, con la garantía de no cortar el hilo,no era más aguda que Scrooge, aunque leconviniera aparecer obtuso ante el mundo.

Al Espectro le agradaba verle de tan buenhumor, y le miró con tal benevolencia, queScrooge le suplicó, como lo hubiera hecho unniño, que se quedase allí, hasta que se fuesen losconvidados. Pero el Espíritu le dijo que no eraposible.

—He aquí un nuevo juego —dijo Scrooge—.¡Media hora, Espíritu, sólo media hora!

Era un juego llamado sí y no, en el cual elsobrino de Scrooge debía pensar una cosa y losdemás adivinar lo que pensaba, contestando a suspreguntas solamente sí o no, según el caso. El vivo

Page 141: Cancion de navidad   charles dickens

juego de preguntas a que estaba expuesto le hizodecir que pensaba en un animal, en un animalviviente, más bien un animal desagradable, unanimal salvaje, un animal que unas veces rugía ygruñía y otras veces hablaba, que vivía en Londresy se paseaba por las calles, que no se enseñabapor dinero, que nadie le conducía, que no vivía enuna casa de fieras, que nunca se llevaba almatadero, y que no era un caballo, ni un asno, niuna vaca, ni un toro, ni un tigre, ni un perro, ni uncerdo, ni un gato, ni un oso. A cada nueva preguntaque se le dirigía, el sobrino soltaba una nuevacarcajada, y llegó a tal extremo su júbilo, que sevio obligado a dejar el sofá y echarse en el suelo.Al fin, la hermana regordeta, presa también de unarisa loca, exclamó:

—¡He dado con ello! ¡Ya sé lo que es, Fred!¡Ya sé lo que es!

—¿Qué es? —preguntó Fred.—¡Es vuestro tío Scro-o-o-ge!

Page 142: Cancion de navidad   charles dickens

Eso era, efectivamente. La admiración fue elsentimiento general, aunque algunos hicieron notarque la respuesta a la pregunta «¿Es un oso?» debióser «Sí», tanto más cuanto que una respuestanegativa bastó para apartar sus pensamientos deScrooge, suponiendo que se hubiera dirigido a éldesde luego.

—Ha contribuido en gran manera a divertirnos—dijo Fred— y seríamos ingratos si nobebiéramos a su salud. Y puesto que todos tenemosen la mano un vaso de ponche con vino, yo digo:¡Por el tío Scrooge!

—¡Bien! ¡Por el tío Scrooge! —exclamarontodos.

—¡Felices Pascuas y feliz Año Nuevo al viejo,sea lo que fuere! —dijo el sobrino de Scrooge—.No aceptaría él tal felicitación saliendo de mislabios, pero que la reciba, sin embargo. ¡Por el tíoScrooge!

El tío Scrooge habíase dejado poco a poco

Page 143: Cancion de navidad   charles dickens

conquistar de tal modo por el júbilo general, ysentía tan ligero su corazón, que hubieracorrespondido al brindis de la reunión, aunqueésta no podía advertir su presencia, dándole lasgracias en un discurso que nadie habría oído, si elEspectro le hubiera dado tiempo. Pero toda laescena desapareció con el sonido de la últimapalabra pronunciada por su sobrino, y Scrooge y elEspíritu continuaron su viaje.

Vieron muchos países, fueron muy lejos yvisitaron muchos hogares, y siempre con felizresultado. El Espíritu se colocaba junto al lecho delos enfermos; y ellos se sentían dichosos: sivisitaba a los que se hallaban en país extranjero,creíanse en su patria; si a los que luchaban contrala suerte, sentíanse resignados y llenos deesperanza; si se acercaba a los pobres, seimaginaban ricos. En las casas de caridad, en loshospitales, en las cárceles, en todos los refugiosde la miseria, donde el hombre, orgulloso de su

Page 144: Cancion de navidad   charles dickens

efímera autoridad, no había podido prohibir laentrada y cerrar la puerta, al Espíritu dejaba subendición e instruía a Scrooge en sus preceptos.

Fue una larga noche, si es que todo aquellosucedió en una sola noche; pero Scrooge dudó deello, porque le parecía que se habían condensadovarias Navidades en el espacio de tiempo quepasaron juntos. Era extraño, sin embargo, quemientras Scrooge no experimentaba modificaciónen su forma exterior, el Espectro se hacía másviejo, visiblemente más viejo. Scrooge habíaadvertido tal cambio, pero nunca dijo nada, hastaque al salir de una reunión infantil donde secelebraban los Reyes, mirando al Espíritu cuandose hallaban solos, notó que sus cabellos erangrises.

—¡Es tan corta la vida de los Espíritus! —preguntó Scrooge.

—Mi vida sobre este globo es muy corta —replicó el Espectro—. Esta noche termina.

Page 145: Cancion de navidad   charles dickens

—¡Esta noche! —gritó Scrooge.—Esta noche, a las doce. ¡Escuchad! La hora

se acerca.En aquel momento las campanas daban las

once y tres cuartos.—Perdonadme sí soy indiscreto al hacer tal

pregunta —dijo Scrooge, mirando atentamente latúnica del Espíritu—, pero veo algo extraño, queno os pertenece saliendo por debajo de vuestrovestido. ¿Es un pie o una garra?

—Pudiera ser una garra, a juzgar por la carneque hay encima —contestó con tristeza el Espíritu—. ¡Mirad!

De los pliegues de su túnica hizo salir dosniños miserables, abyectos, espantosos, horribles,repugnantes, que cayeron de rodillas a sus pies yse agarraron a su vestidura.

—¡Oh, hombre! ¡Mira, mira, mira a tus pies!—exclamó el Espectro.

Eran un niño y una niña, amarillos, flacos,

Page 146: Cancion de navidad   charles dickens

cubiertos de harapos, ceñudos, feroces, peropostrados, sin embargo, en su abyeccíón. Cuandouna graciosa juventud habría debido llenar susmejillas y extender sobre su tez los más frescoscolores, una mano marchita y desecada, como ladel tiempo, las había arrugado, enflaquecido ydecolorado. Donde los ángeles habrían debidoreinar, los demonios se ocultaban para lanzarmiradas amenazadoras. Ningún cambio, ningunadegradación, ninguna perversión de la humanidad,en ningún grado, a través de todos los misterios dela admirable creación, ha producido, ni conmucho, monstruos tan horribles y espantosos.

Scrooge retrocedió, pálido de terror. Teniendoen cuenta quien se los mostraba, intentó decir queeran niños hermosos; pero las palabras sedetuvieron en su garganta antes que contribuir auna mentira de tan enorme magnitud.

—Espíritu, ¿son hijos vuestros? —Scrooge nopudo decir más.

Page 147: Cancion de navidad   charles dickens

—Son los hijos de los hombres —contestó elEspíritu, mirándolos—. Y se acogen a mí parareclamar contra sus padres. Este niño es laIgnorancia. Esta niña es la Miseria. Guardaos deambos y de toda su descendencia, pero sobre tododel niño, pues en su frente veo escrita la sentencia,hasta que lo escrito sea borrado. ¡Niégalo! —gritóel Espíritu, extendiendo una mano hacia la ciudad—. ¡Calumnia a los que te lo dicen! Esofavorecerá tus designios abominables. ¡Pero el finllegará!

—¿No tienen ningún refugio ni recurso? —exclamó Scrooge.

—¿No hay cárceles? —dijo el Espíritu,devolviéndole por última vez sus propias palabras—. ¿No hay casas de corrección?

La campana dio las doce.Scrooge miró a su alrededor en busca del

Espectro, y ya no le vio. Cuando la últimacampanada dejó de vibrar, recordó la predicción

Page 148: Cancion de navidad   charles dickens

del viejo Jacob Marley, y, alzando los ojos, vio unfantasma de aspecto solemne, vestido con unatúnica con capucha y que iba hacia él deslizándosesobre la tierra como se desliza la bruma.

Page 149: Cancion de navidad   charles dickens

Capítulo 4

El último de los tres espíritus

El Fantasma se aproximaba con paso lento, grave ysilencioso. Cuando llegó a Scrooge, éste dobló larodilla, pues el Espíritu parecía esparcir a sualrededor, en el aire que atravesaba, tristeza ymisterio.

Le envolvía una vestidura negra, que leocultaba la cabeza, la cara y todo el cuerpo,dejando solamente visible una de sus manosextendida. Pero, además de esto, hubiera sidodifícil distinguir su figura en medio de la noche yhacerla destacar de la completa obscuridad que larodeaba.

Page 150: Cancion de navidad   charles dickens

Reconoció Scrooge que el Espectro era alto ymajestuoso cuando le vio a su lado, y entoncessintió que su misteriosa presencia le llenaba de untemor solemne. No supo nada más, porque elEspíritu ni hablaba ni se movía.

—¿Estoy en presencia del Espectro de laNavidad venidera? —dijo Scrooge.

El Espíritu no respondió, pero continuó con lamano extendida.

—Vais a mostrarme las sombras de las cosasque no han sucedido, pero que sucederán en eltiempo venidero —continuó Scrooge—, ¿no es así,Espíritu?

La parte superior de la vestidura se contrajo uninstante en sus pliegues, como si el Espírituhubiera inclinado la cabeza. Fue la sola respuestaque recibió.

Aunque habituado ya al trato de los espectros,Scrooge experimentó tal miedo ante la sombrasilenciosa, que le temblaron las piernas y apenas

Page 151: Cancion de navidad   charles dickens

podía sostenerse en pie cuando se disponía aseguirle. El Espíritu se detuvo un momentoobservando su estado, como si quisiera darletiempo para reponerse.

Pero ello fue peor para Scrooge. Estremeciósecon un vago terror al pensar que tras aquellasombría mortaja estaban los ojos del Fantasmaintensamente fijos en él, y que, a pesar de todossus esfuerzos, sólo podía ver una mano espectral yuna gran masa negra.

—¡Espectro del futuro —exclamó—, os tengomás miedo que a ninguno de los espectros que hevisto! Pero como sé que vuestro propósito esprocurar mi bien y como espero ser un hombrediferente de lo que he sido, estoy dispuesto aacompañaros con el corazón agradecido. ¿Noqueréis hablarme?

Silencio. La mano seguía extendida haciaadelante.

—¡Guiadme! —dijo Scrooge—. ¡Guiadme! La

Page 152: Cancion de navidad   charles dickens

noche avanza rápidamente, y sé que es un preciosotiempo para mí. ¡Guiadme, Espíritu!

El Fantasma se alejó igual que había llegado.Scrooge le siguió en la sombra de su vestidura,que según pensó, levantábale y llevábale con ella.

Apenas pareció que entraron en la ciudad, puesmás bien se creería que ésta surgió alrededor deellos, circundándolos con su propio movimiento.Sin embargo, hallábanse en el corazón de laciudad, en la Bolsa, entre los negociantes, quemarchaban apresuradamente de aquí para allá,haciendo sonar las monedas en el bolsillo,conversando en grupos, mirando sus relojes,jugando pensativamente con sus áureos dijes, etc,como Scrooge les había visto con frecuencia.

El Espíritu se detuvo frente a un pequeñogrupo de negociantes. Observando Scrooge que sumano indicaba aquella dirección, se adelantó paraescuchar lo que hablaban.

—No —decía un hombre grueso y alto, de

Page 153: Cancion de navidad   charles dickens

barbilla monstruosa—; no sé más acerca de ello;sólo sé que ha muerto.

—¿Cuándo ha muerto? —inquirió otro.—Creo que anoche.—¡Cómo! ¿Pues qué le ha ocurrido? —

preguntó un tercero, tomando una gran porción detabaco de una enorme tabaquera—. Yo creí que noiba a morir nunca.

—Sólo Dios lo sabe —dijo el primerobostezando.

—¿Qué ha hecho de su dinero? —preguntó uncaballero de faz rubicunda con una excrescenciaque le colgaba de la punta de la nariz y queondulaba como las carúnculas de un pavo.

—No lo he oído decir —dijo el hombre de laenorme barbilla bostezando de nuevo—. Quizá selo haya dejado a su sociedad. A mí no me lo hadejado, es todo lo que sé.

Esta broma fue acogida con una carcajadageneral.

Page 154: Cancion de navidad   charles dickens

—Es probable que sean modestísimas lasexequias —dijo el mismo interlocutor—, pues, pormi vida, no conozco a nadie que asista a ellas.¿Vamos a ir nosotros sin invitación?

—No tengo inconveniente si hay merienda —observó el caballero de la excrescencia en la nariz—, pero si voy tienen que darme de comer.

Otra carcajada.—Bueno; después de todo, yo soy el más

desinteresado de todos vosotros —dijo el quehabló primeramente—, pues nunca gasto guantesnegros ni meriendo; pero estoy dispuesto a ir sialguno viene conmigo. Cuando pienso en ello, noestoy completamente seguro de no haber sido sumejor amigo, pues acostumbrábamos detenernos ahablar siempre que nos encontrábamos. ¡Adiós,señores!

Los que hablaban y los que escuchaban sedispersaron, mezclándose con otros grupos.Scrooge los conocía, y miró al Espíritu en busca

Page 155: Cancion de navidad   charles dickens

de una explicación.El Fantasma deslizóse en una calle. Su dedo

señalaba a dos individuos que se encontraron.Scrooge escuchó de nuevo, pensando que allí sehallaría la explicación.

También a aquellos hombres los conocíaperfectamente. Eran dos negociantes riquísimos ymuy importantes. Siempre se había ufanado de sermuy estimado por ellos, desde el punto de vista delos negocios, se entiende, estrictamente desde elpunto de vista de los negocios.

—¿Cómo estáis? —dijo uno.—¿Cómo estáis? —replicó el otro.—Bien —dijo el primero—. Al fin el viejo

tiene lo suyo, ¿eh?—Eso he oído —contestó el otro—. Hace frío,

¿verdad?—Lo propio de la época de Navidad. Supongo

que no sois patinador.—No, no. Tengo otra cosa en que pensar.

Page 156: Cancion de navidad   charles dickens

¡Buenos días!Ni una palabra más. Tales fueron su encuentro,

su conversación y su despedida.Al principio estuvo Scrooge a punto de

sorprenderse de que el Espíritu diese importanciaa conversaciones tan triviales en apariencia; pero,íntimamente convencido de que debían tener unsignificado oculto, se puso a reflexionar cuálpodría ser. Apenas se les podía suponer algunarelación con la muerte de Jacob, su viejoconsocio, pues ésta pertenecía al pasado, y elpunto de partida de este Espectro era el porvenir.Ni podía pensar en otro inmediatamenterelacionado con él a quien se le pudiera aplicar.Pero como, sin duda, a quienquiera que se leaplicaren, encerraban una lección secreta dirigidaa su provecho, resolvió tener en cuentacuidadosamente toda palabra que oyera y todacosa que viese, y especialmente observar supropia imagen cuando apareciera, pues tenía la

Page 157: Cancion de navidad   charles dickens

esperanza de que la conducta de su futuro ser ledaría la clave que necesitaba para hacerle fácil lasolución del enigma.

Miró a todos lados en aquel lugar buscando supropia imagen; pero otro hombre ocupaba surincón habitual, y aunque el reloj señalaba la horaen que él acostumbraba estar allí, no vio a nadieque se le pareciese entre la multitud que seoprimía bajo el porche.

Ello le sorprendió poco, sin embargo, pueshabía resuelto cambiar de vida: y pensaba yesperaba que su ausencia era una prueba de quesus nacientes resoluciones empezaban a ponerse enpráctica.

Inmóvil, sombrío, el Fantasma permanecía a sulado con la mano extendida. Cuando Scrooge salióde su ensimismamiento, imagínóse, por elmovimiento de la mano y su situación respecto aél, que los ojos invisibles estaban mirándolefijamente, y le recorrió un escalofrío.

Page 158: Cancion de navidad   charles dickens

Dejaron el teatro de los negocios y sedirigieron a una parte obscura de la ciudad, dondeScrooge no había entrado nunca, aunque conocíasu situación y su mala fama. Los caminos eransucios y estrechos; las tiendas y las casas,miserables; los habitantes, medio desnudos,borrachos, mal calzados, horrorosos. Callejuelas ypasadizos sombríos, como otras tantasalcantarillas, vomitaban sus olores repugnantes,sus inmundicias y sus habitantes en aquel laberintode calles; y toda aquella parte respiraba crimen,suciedad y miseria.

En el fondo de aquella guarida infame habíauna tienda bajísima de techo, bajo el tejado de unsobradillo, donde se compraban hierros, traposviejos, botellas, huesos y restos de comidas. En elinterior, y sobre el suelo se amontonaban llavesenmohecidas, clavos, cadenas, goznes, limas,platillos de balanza, pesos y toda clase de hierrosinútiles. Misterios que a pocas personas hubiera

Page 159: Cancion de navidad   charles dickens

agradado investigar se ocultaban bajo aquellosmontones de harapos repugnantes, aquella grasacorrompida y aquellos sepulcros de huesos.Sentado en medio de sus mercancías, junto a unbrasero de ladrillos viejos, un bribón de cabellosblanqueados por sus setenta años, defendido delviento exterior con una cortina fétida compuesta depedazos de trapo de todos colores y clasescolgados de un bramante, fumaba su pipasaboreando la voluptuosidad de su apacible retiro.

Scrooge y el fantasma llegaron ante aquelhombre en el momento en que una mujer cargadacon un enorme envoltorio se deslizaba en la tienda.Apenas había entrado, cuando otra mujer, cargadade igual modo, entró a continuación; seguida decerca por un hombre vestido de negro desvaído,cuya sorpresa no fue menor a la vista de las dosmujeres que la que ellas experimentaron alreconocerse una a otra. Después de un momento demuda estupefacción, de la que había participado el

Page 160: Cancion de navidad   charles dickens

hombre de la pipa, soltaron los tres una carcajada.—¿Que la jornalera pase primeramente? —

exclamó la que había entrado al principio—. Lasegunda será la planchadora y el tercero el hombrede la funeraria. Mirad, viejo Joe, qué casualidad.¡Cualquiera diría que nos habíamos citado aquí lostres!

—No podíais haber elegido mejor sitio —dijoel viejo quitándose la pipa de la boca—. Entrad ala sala. Hace mucho tiempo que tenéis aquí laentrada libre, y los otros dos tampoco sonpersonas extrañas. Aguardad que cierre la puertade la tienda. ¡Ah, cómo cruje! No creo que hayaaquí hierros más mohosos que sus goznes, asícomo tampoco hay aquí, estoy seguro, huesos másviejos que los míos. ¡Ja, ja! Todos nosotrosestamos en armonía con nuestra profesión y deacuerdo. Entrad a la sala, entrad a la sala.

La sala era el espacio separado de la tiendapor la cortina de harapos. El viejo removió la

Page 161: Cancion de navidad   charles dickens

lumbre con un pedazo de hierro procedente de unabarandilla, y después de reavivar la humosalámpara (pues era de noche) con el tubo de lapipa, se volvió a poner ésta en la boca.

Mientras lo hizo, la mujer que ya habíahablado arrojó el envoltorio al suelo y se sentó enun taburete en actitud descarada, poniéndose loscodos sobre las rodillas y lanzando a los otros dosuna mirada de desafío.

—Y bien, ¿qué? ¿Qué hay, señora Dilber? —dijo la mujer—. Cada uno tiene derecho a pensaren sí mismo. ¡Él siempre lo hizo así!

—Es verdad, efectivamente —dijo laplanchadora—. Más que él, nadie.

—¿Por qué, pues, ponéis esa cara, como situvierais miedo, mujer? Supongo que los lobos nose muerden unos a otros.

—¡Claro que no! —dijeron a la vez, la señoraDilber y el viejo—. Debemos esperar que sea así.

—Entonces, muy bien —exclamó la mujer—.

Page 162: Cancion de navidad   charles dickens

Eso basta. ¿A quién se perjudica coninsignificancias como éstas? No será el muerto, mefiguro.

—¡Claro que no! —dijo la señora Dilberriendo.

—Si necesitaba conservarlas después demorir, el viejo avaro —continuó la mujer—, ¿porqué no ha hecho en vida lo que todo el mundo? Notenía más que haberse proporcionado quien lecuidara cuando la muerte se lo llevó, en vez depermanecer aislado de todos al exhalar el últimosuspiro.

—Nunca se dijo mayor verdad —repuso laseñora Dilber—. Tiene lo que merece.

—Yo desearía que le ocurriera algo más —replicó la mujer—; y otra cosa habría sido, podéiscreerme, si me hubiera sido posible poner lasmanos en cosa de más valor. Abrid ese envoltorio,Joe, y decidme cuánto vale. Hablad con franqueza.No tengo miedo de ser la primera, ni me importa

Page 163: Cancion de navidad   charles dickens

que lo vean. Antes de encontrarnos aquí, yasabíamos bien, me figuro, que estábamos haciendonuestro negocio. No hay nada malo en ello. Abridel envoltorio, Joe.

Pero la galantería de sus amigos no lopermitió, y el hombre del traje negro desvaído,rompiendo el fuego, mostró su botín. No eraconsiderable: un sello o dos, un lapicero, dosbotones de manga, un alfiler de poco valor, y nadamás. Todas esas cosas fueron examinadasseparadamente y avaluadas por el viejo, queescribió con tiza en la pared las cantidades queestaba dispuesto a dar por cada una, haciendo lasuma cuando vio que no había ningún otro objeto.

—Esta es vuestra cuenta —dijo—, y no daríaun penique más, aunque me quemaran a fuego lentopor no darlo. ¿Quién sigue?

Seguía la señora Dilber. Sábanas y toallas,servilletas, un traje usado, dos antiguas cucharillasde plata, unas pinzas para azúcar y algunas botas.

Page 164: Cancion de navidad   charles dickens

Su cuenta le fue hecha igualmente en la pared.—Siempre doy demasiado a las señoras. Es

una de mis flaquezas, y de ese modo me arruino —dijo el viejo—. Aquí está vuestra cuenta. Si mepedís un penique más, o discutís la cantidad,puedo arrepentirme de mi esplendidez y rebajarmedía corona.

—Y ahora deshaced mi envoltorio, Joe —dijola primera mujer.

Joe se puso de rodillas para abrirlo con másfacilidad, y después de deshacer un gran númerode nudos; sacó una pesada pieza de tela obscura.

—¿Cómo llamáis a esto? —dijo—. Cortinasde alcoba.

—¡Ah! —respondió la mujer riendo einclinándose sobre sus brazos cruzados—.¡Cortinas de alcoba!

—No es posible que las hayáis quitado, conanillas y todo, estando todavía sobre el lecho —dijo el viejo.

Page 165: Cancion de navidad   charles dickens

—Pues sí —replicó la mujer—. ¿Por qué no?—Habéis nacido para hacer fortuna —dijo el

viejo— y seguramente la haréis.—En verdad os aseguro, Joe —replicó la

mujer tranquilamente—, que cuando tenga a mialcance alguna cosa, no retiraré de ella la manopor consideración a un hombre como ése. Ahora,no dejéis caer el aceite sobre las mantas.

—¿Las mantas de él? —preguntó Joe.—¿De quién creéis que iban a ser? —replicó

la mujer—. Me atrevo a decir que no se enfriarápor no tenerlas.

—Me figuro que no habrá muerto deenfermedad contagiosa, ¿eh? —dijo el viejosuspendiendo la tarea y alzando los ojos.

—No tengáis miedo —replicó la mujer—. Nome agradaba su compañía hasta el punto de estar asu lado por tales pequeñeces, si hubiera habido elmenor peligro. ¡Ah! Podéis mirar esa camisa hastaque os duelan los ojos, y no veréis en ella ni un

Page 166: Cancion de navidad   charles dickens

agujero ni un zurcido. Esa es la mejor que tenía yes una buena camisa. A no ser por mí, la habríanderrochado.

—¿A qué llamáis derrochar una camisa? —preguntó Joe.

—Quiero decir que, seguramente, le habríanamortajado con ella —replicó la mujer, riendo—.Alguien fue lo bastante imbécil para hacerlo, peroyo se la quité otra vez. Sí la tela de algodón nosirve para tal objeto, no sirve para nada. Es apropósito para cubrir un cuerpo. No puede estarmás feo de ese modo que con esta camisa.

Scrooge escuchaba este diálogo con horror.Conforme se hallaban los interlocutores agrupadosen torno de su presa, a la escasa luz de la lámparadel viejo: le producían una sensación de odio y dedisgusto, que no habría sido mayor aunque hubieravisto obscenos demonios regateando el precio delpropio cadáver.

—¡Ja, ja! —rio la misma mujer cuando Joe,

Page 167: Cancion de navidad   charles dickens

sacando un talego de franela lleno de dinero, contóen el suelo la cantidad que correspondía a cadauno—. No termina mal, ¿veis? Durante su vidaahuyentó a todos de su lado para proporcionarnosganancias después de muerto. ¡Ja, ja, ja!

—¿Espíritu? —dijo Scrooge, estremeciéndosede pies a cabeza—. Ya veo, ya veo. El caso de esedesgraciado puede ser el mío. A eso conduce unavida como la mía. ¡Dios misericordioso! ¿Qué esesto?

Retrocedió lleno de terror, pues la escenahabía cambiado y Scrooge casi tocaba un lecho: unlecho desnudo, sin cortinas, sobre el cual, cubiertopor un trapo, yacía algo que, aunque mudo, serevelaba con terrible lenguaje.

El cuarto estaba muy obscuro, demasiadoobscuro para poder observarle con algunaexactitud, aunque Scrooge, obediente a un impulsosecreto, miraba a todos lados, ansioso por saberqué clase de habitación era aquélla. Una luz

Page 168: Cancion de navidad   charles dickens

pálida, que llegaba del exterior, caía directamentesobre el lecho, en el cual yacía el cuerpo de aquelhombre despojado, robado, abandonado por todoel mundo, sin nadie que le velara y sin nadie quellorara por él.

Scrooge miró hacia el Fantasma, cuya rígidamano indicaba la cabeza del muerto. El paño quéla cubría hallábase puesto con tal descuido, que elmás ligero movimiento, el de un dedo, habríadescubierto la cara. Pensó Scrooge en ello, veíacuán fácil era hacerlo y sentía el deseo de hacerlo:pero tan poco poder tenía para quitar aquel velocomo para arrojar de su lado al Espectro.

—¡Oh, fría, fría, rígida, espantosa muerte!¡Levanta aquí tu altar y vístelo con todos losterrores de que dispones, pues estás en tu dominio!Pero cuando es una cabeza amada, respetada yhonrada, no puedes hacer favorable a tus terriblesdesignios un solo cabello ni hacer odiosa una desus facciones. No es que la mano pierda su

Page 169: Cancion de navidad   charles dickens

pesantez y no caiga al abandonarla; no es que elcorazón y el pulso dejen de estar inmóviles: perola mano fue abierta, generosa y leal; el corazón,bravo, ferviente y tierno; y el pulso de un hombre.¡Golpea, muerte, golpea! ¡Y mira las buenasacciones que brotan de la herida y caen en elmundo como simiente de vida inmortal!

Ninguna voz pronunció tales palabras en losoídos de Scrooge, pero las oyó al mirar el lecho.Y pensó: «Si este hombre pudiera revivir, ¿cuálesserían sus pensamientos primitivos? ¿La avaricia,la dureza de corazón, la preocupación del dinero?¿Tales cosas le han conducido, verdaderamente, abuen fin? Yace en esta casa desierta y sombría,donde no hay un hombre, una mujer o un niño quediga: “fue cariñoso para mí en esto o en aquello, yen recuerdo de una palabra amable seré cariñosopara él”». Un gato arañaba la puerta, y bajo lapiedra del hogar se oía un ruido de ratas que roían.¿Qué iban a buscar en aquel cuarto fúnebre y por

Page 170: Cancion de navidad   charles dickens

qué estaban tan inquietas y turbulentas? Scrooge nose atrevió a pensar en ello.

—¡Espíritu —dijo—, da miedo estar aquí! Alabandonar este lugar no olvidaré sus enseñanzas,os lo aseguro. ¡Vámonos!

El Espectro seguía mostrándole la cabeza delcadáver con su dedo inmóvil.

—Os comprendo —replicó Scrooge—, y loharía si pudiera. Pero me es imposible, Espíritu,me es imposible.

El Espectro pareció mirarle de nuevo.—Sí hay en la ciudad alguien a quien

emocione la muerte de ese hombre —dijoScrooge, agonizante—, mostradme esa persona,Espíritu, os lo suplico.

El Fantasma extendió un momento su sombríavestidura ante él, como un ala; después, volviendoa plegarla, mostróle una habitación alumbrada porla luz del día, donde estaba una madre con sushijos.

Page 171: Cancion de navidad   charles dickens

Aguardaba a alguien con ansiosa inquietud,pues iba de un lado a otro por la habitación, seestremecía al menor ruido, miraba por la ventana,consultaba el reloj, trataba, pero inútilmente, demanejar la aguja, y no podía aguantar las voces delos niños en sus juegos.

Al fin se oyó en la puerta el golpe esperadotanto tiempo; se precipitó a la puerta y encontrósecon su marido, cuyo rostro estaba ajado y abatidopor la preocupación, aunque era joven. En aquelmomento mostraba una expresión notable: unplacer triste que le causaba vergüenza y que seesforzaba en reprimir.

Sentóse para comer el almuerzo preparadopara él junto al fuego, y cuando ella le preguntódébilmente qué noticias había (lo que no hizo sinodespués de un largo silencio), pareció cohibido deresponder.

—¿Son buenas o malas? —dijo para ayudarle.—Malas —respondió.

Page 172: Cancion de navidad   charles dickens

—¿Estamos completamente arruinados?—No. Aun hay esperanzas, Carolina.—Si se conmueve —dijo ella asombrada—, si

tal milagro se realizara, no se habrían perdido lasesperanzas.

—Ya no puede conmoverse —dijo el marido—, porque ha muerto.

Era aquella mujer una dulce y pacientecriatura, a juzgar por su rostro; pero su alma sellenó de gratitud al oír aquello, y así lo expresójuntando las manos.

Un momento después pedía perdón a Dios y semostraba afligida: pero el primer movimientosalió del corazón.

—Lo que me dijo aquella mujer medio ebria,de quien te hablé anoche, cuando intenté verle paraobtener un plazo de una semana, y lo que creí unpretexto para no recibirme, es la pura verdad; nosólo estaba muy enfermo, sino agonizando.

—¿Y a quién se transmitirá nuestra deuda? —

Page 173: Cancion de navidad   charles dickens

No lo sé. Pero antes de ese tiempo tendremos ya eldinero: y aunque no lo tuviéramos, sería tener muymala suerte encontrar en su sucesor un acreedortan implacable como él. ¡Esta noche podemosdormir tranquilos, Carolina!

Sí. Sus corazones se sentían aliviados de ungran peso. Las caras de los niños, agrupados a sualrededor para oír lo que tan mal comprendían,brillaban más: la muerte de aquel hombre llevabaun poco de dicha a aquel hogar. La única emociónque el Espectro pudo mostrar a Scrooge conmotivo de aquel suceso fue una emoción de placer.

—Espíritu, permitidme ver alguna ternurarelacionada con la muerte —dijo Scrooge—; si no,la sombría habitación que abandonamos hace pocoestará siempre en mi recuerdo.

El Fantasma le condujo a través de varíascalles que le eran familiares: a medida quemarchaban. Scrooge miraba a todas partes enbusca de su propia imagen, pero en ningún sitio

Page 174: Cancion de navidad   charles dickens

conseguía verla. Entraron en casa del pobre BobCratchit, la habitación que habían visitadoanteriormente, y hallaron a la madre y a los niñossentados alrededor de la lumbre.

Tranquilos. Muy tranquilos. Los ruidososCratchit pequeños se hallaban en un rincón,quietos como estatuas, sentados y con la miradafija en Pedro, que tenía un libro abierto delante deél. La madre y sus hijas se ocupaban en coser.Toda la familia estaba muy tranquila.

«Y tomó a un niño y le puso en medio deellos». ¿Dónde había oído Scrooge aquellaspalabras? No las había soñado. El niño debía dehaberlas leído en voz alta cuando él y el Espíritucruzaban el umbral. ¿Por qué no seguía la lectura?

La madre dejó su labor sobre la mesa y secubrió la cara con las manos.

—El color de esta tela me hace daño en losojos —dijo.

¿El color? ¡Ah, pobre Tiny Tim!

Page 175: Cancion de navidad   charles dickens

—Ahora están mejor —dijo la mujer deCratchit—. La luz artificial les perjudica, y pornada del mundo quisiera que cuando venga vuestropadre vea que tengo los ojos malos. Ya no debetardar, a la hora que es.

—Ya ha pasado la hora —contestó Pedrocerrando el libro—. Pero creo que hace unascuantas noches anda algo más despacio que decostumbre, madre.

Volvieron a quedar en silencio. Al fin dijo lamadre con voz firme y alegre, que una sola vez sedebilitó:

—Yo le he visto un día andar deprisa, muydeprisa, con… con Tiny Tim sobre los hombros.

—¡Y yo también! —gritó Pedro—. ¡Muchasveces!

—¡Y yo también! —exclamó otro, y luego,todos.

—Pero Tiny Tim era muy ligero de llevar —continuó la madre volviendo a su labor—, y su

Page 176: Cancion de navidad   charles dickens

padre le quería tanto, que no le molestaba, no lemolestaba. Pero ya oigo a vuestro padre en lapuerta.

Corrió a su encuentro, y el pequeño Bob entrócon su bufanda —bien la necesitaba el pobre—.Su té se hallaba preparado junto a la lumbre ytodos se precipitaron a servírselo. Entonces losdos Cratchit pequeños saltaron sobre sus rodillas ycada uno de ellos puso su carita en una de lasmejillas del padre, como diciendo: «No pienses enello, padre; no te apenes».

Bob se mostró muy alegre con ellos y tuvopara todos una palabra amable: miró la labor quehabía sobre la mesa y elogió la destreza yhabilidad de la señora Cratchit y las niñas.

—Eso se terminará mucho antes del domingo—dijo.

—¡Domingo! ¿Has ido hoy allá, Roberto? —preguntó su mujer.

—Sí, querida —respondió Bob—. Me hubiera

Page 177: Cancion de navidad   charles dickens

gustado que hubieseis podido venir. Os hubieraagradado ver qué verde está aquel sitio. Pero ya leveréis a menudo. Le he prometido que iré a pasearallí un domingo. ¡Pequeñito, nene mío! —gritóBob—. ¡Pequeñito mío!

Estalló de pronto. No pudo remediarlo. Paraqua pudiera remediarlo, habría sido preciso queno se sintiese tan cerca de su hijo.

Dejó la habitación y subió a la del piso dearriba, profusamente iluminada y adornada comoen Navidad. Había una silla colocada junto a lacama del niño y se veían indicios de que alguien lahabía ocupado recientemente. El pobre Bobsentóse en ella y, cuando se repuso algo y setranquilizó, besó aquella carita. Sintióse resignadopor lo sucedido y bajó de nuevo completamentefeliz.

La familia rodeó la lumbre y empezó a charlar:las muchachas y la madre siguieron su labor. Bobles contó la extraordinaria benevolencia del

Page 178: Cancion de navidad   charles dickens

sobrino de Scrooge, a quien apenas había visto unavez, y que al encontrarle aquel día en la calle, yviéndole un poco… «un poco abatido, ¿sabéis?»,dijo Bob, se enteró de lo que le había sucedidopara estar tan triste.

—En vista de lo cual —contínuó Bob—, yaque es el caballero más afable que se puedeencontrar, se lo conté. «Estoy sinceramenteapenado por lo que me contáis, señor. Cratchit»,dijo, «por vos y por vuestra excelente mujer». Y apropósito, no sé cómo ha podido saber eso.

—¿Saber qué?—Que eras una excelente mujer —contestó

Bob.—Eso lo sabe todo el mundo —dijo Pedro.—¡Muy bien dicho, hijo mío! —exclamó Bob

—. Espero que todo el mundo lo sepa.«Sinceramente apenado», dijo, «por vuestraexcelente mujer. Sí puedo serviros en algo»,continuó, dándome su tarjeta, «este es mi

Page 179: Cancion de navidad   charles dickens

domicilio. Os ruego que vayáis a verme». Bueno,pues, me ha encantado —exclamó Bob—, no porlo que está dispuesto a hacer en nuestro favor, sinopor su benevolencia. Parecía que en realidad habíaconocido a nuestro Tiny Tim y se lamentaba connosotros.

—Estoy segura de que tiene buen corazón —dijo la señora Cratchit.

—Más segura estarías de ello, querida —contestó Bob—, si le hubieras visto y le hubierashablado. No, no me sorprendería nada, fíjate en loque digo, que proporcionase a Pedro un empleomejor.

—Oye esto, Pedro —dijo la señora Cratchit.—¡Y entonces —gritó una de las muchachas—

Pedro buscará compañía y se establecerá por sucuenta!

—¡Vete a paseo! —replicó Pedro haciendo unamueca.

—Eso puede ser y puede no ser —dijo Bob—,

Page 180: Cancion de navidad   charles dickens

aunque hay mucho tiempo por delante, hijo mío.Pero, de cualquier modo y en cualquier época quenos separemos unos de otros, tengo la seguridad deque ninguno de nosotros olvidará al pobre TinyTim, ¿verdad?, ninguno olvidará esta primeraseparación.

—¡Nunca! —gritaron todos.—Y yo sé —dijo Bob—, yo sé, hijos míos,

que cuando recordemos cuán paciente y cuán dulcefue, aun siendo pequeño, pequeñito, no armaremospendencias unos con otros, porque al hacerloolvidaríamos al pobre Tiny Tim.

—¡No, padre; nunca! —volvieron a gritartodos.

—Soy muy feliz —dijo el pequeño Bob—.¡Soy muy feliz!

La señora Cratchit le besó, sus hijas lebesaron, los dos Cratchit pequeños le besaron, yPedro y él se dieron un apretón de manos. ¡Espíritude Tiny Tim: tu esencia infantil provenía de Dios!

Page 181: Cancion de navidad   charles dickens

—Espectro —dijo Scrooge—, algo me diceque la hora de nuestra separación se acerca. Lo sé,pero no sé cómo se verificará. Decidme: ¿quiénera aquel hombre que hemos visto yacer en sulecho de muerte?

El Espectro de la Navidad Futura letransportó, como antes —aunque en una épocadiferente, según pensó: verdaderamente, susúltimas visiones aparecían embrolladas, exceptola seguridad de que pertenecían al porvenir—, alos lugares en que se reunían los hombres denegocios, pero sin mostrarle su otro él. En verdad,el Espíritu no se detuvo para nada, sino que siguióadelante como para alcanzar el objetivo deseado,hasta que Scrooge le suplicó que se detuviera unmomento.

—Esta callejuela que atravesamos ahora —dijo Scrooge— es el lugar donde desde hacemucho tiempo yo establecí el centro de misacupaciones. Veo la casa. Permitidme contemplar

Page 182: Cancion de navidad   charles dickens

lo que será en los días venideros.El Espíritu se detuvo: su mano señalaba otro

sitio.—¡La casa está allá abajo! —exclamó Scrooge

—. ¿Por qué me señaláis hacia otra parte?El inexorable dedo no experimentó ningún

cambio. Scrooge corrió a la ventana de sudespacho y miró al interior. Seguía siendo undespacho, pero no el suyo. Los muebles no eranlos mismos y la persona sentada en la butaca noera él. El Fantasma señalaba como anteriormente.

Scrooge volvió a unírsele, y sin comprenderpor qué no estaba él allí ni dónde habría ido,siguió al Espíritu hasta llegar a una verja dehierro. Antes de entrar se detuvo para mirar a sualrededor.

Un cementerio. Bajo la tierra yacían allí losinfelices cuyo nombre iba a saber. Era un dignolugar, rodeado de casas, invadido por la hiedra ylas plantas silvestres, antes muerte que vida de la

Page 183: Cancion de navidad   charles dickens

vegetación, demasiado lleno de sepulturas,abonado hasta la exageración. ¡Un digno lugar!

El Espíritu, de pie en medio de las tumbas,indicó una. Scrooge avanzó hacia ella temblando.El Fantasma era exactamente como había sidohasta entonces, pero Scrooge tuvo miedo al notarun ligero cambio en su figura solemne.

—Antes de acercarme más a esa piedra que meenseñáis —le dijo—, respondedme a una pregunta:¿Es todo eso la imagen de lo que será, o solamentela imagen de lo que puede ser?

El Espectro siguió señalando a la tumba juntoa la cual se hallaba.

—Las resoluciones de los hombres simbolizanciertos objetivos que, si perseveran, puedenalcanzar —dijo Scrooge—; pero si se apartan deellas, los objetivos cambian. ¿Ocurre lo mismocon las cosas que me mostráis?

El Espíritu continuó inmóvil como siempre.Scrooge se arrastró hacia él, temblando al

Page 184: Cancion de navidad   charles dickens

acercarse, y siguiendo la dirección del dedo, leyósobre la piedra de la abandonada sepultura supropio nombre: Ebenezer Scrooge.

—¿Soy yo el hombre que yacía sobre el lecho?—exclamó cayendo de rodillas.

El dedo se dirigió de la tumba a él y de él a latumba.

—¡No, Espíritu! ¡Oh, no, no! El dedo seguíaallí.

—¡Espíritu —gritó agarrándose a su vestidura—, escuchadme! Yo no soy ya el hombre que era;no seré ya el hombre que habría sido a no ser porvuestra intervención. ¿Por qué me mostráis todoeso, si he perdido toda esperanza?

Por primera vez la mano pareció moverse.—Buen Espíritu —continuó, prosternado ante

él, con la frente en la tierra—, vos intercederéispor mí y me compadeceréis. Aseguradme quepuedo cambiar esas imágenes que me habéismostrado, cambiando de vida.

Page 185: Cancion de navidad   charles dickens

La benévola mano tembló.—Honraré la Navidad en mi corazón y

procuraré guardarla todo el año. Viviré en elpasado, en el presente y en el porvenir. Losespíritus de los tres no se apartarán de mí. Noolvidaré sus lecciones. ¡Oh, decidme que puedoborrar lo escrito en esa piedra!

En su angustia asió la mano espectral, queintentó desasirse, pero su petición le daba fuerza, yla retuvo. El Espíritu, más fuerte aún, le rechazó.

Juntando las manos en una última súplica a finde que cambiase su destino, Scrooge advirtió unaalteración en la túnica con capucha del Fantasma,que se contrajo, se derrumbó y quedó convertidoen una columna de cama.

Page 186: Cancion de navidad   charles dickens

Capítulo 5

Conclusión

¡Sí! Y la columna de cama era suya: La cama erala suya, el cuarto era el suyo, y, lo mejor y másventuroso de todo, ¡el tiempo venidero era suyo,para poder enmendarse!

—Viviré en el pasado, en el presente y en elporvenir —repitió Scrooge, saltando de la cama—. Los Espíritus de los tres no se apartarán de mí.¡Oh, Jacob Marley! ¡Benditos sean el cielo y lafiesta de Navidad! ¡Lo digo de rodillas, Jacob, derodillas!

Se encontraba tan animado y tan encendido porbuenas intenciones, que su voz desfallecida apenas

Page 187: Cancion de navidad   charles dickens

respondía al llamamiento de su espíritu. Habíasollozado con violencia en su lucha con el Espírituy su cara estaba mojada de lágrimas.

—¡No se las han llevado —exclamó Scrooge,estrechando en sus brazos una de las cortinas de laalcoba—, no se las han llevado, ni tampoco lasanillas! Están aquí. Yo estoy aquí. Las imágenes delas cosas que podían haber ocurrido puedendesvanecerse. Y se desvanecerán, lo sé.

Sus manos se ocupaban continuamente enpalpar sus vestidos; los volvía del revés, ponía lode arriba abajo y lo de abajo arriba, losdesgarraba, los dejaba caer, haciéndolescómplices de toda clase de extravagancias.

—¡No sé lo que hago! —exclamó Scroogeriendo y llorando a la vez y haciendo de sí mismocon sus medias una copia perfecta de Laocoonte—. Estoy ligero como una pluma, dichoso como unángel, alegre como un escolar, aturdido como unborracho. ¡Felices Pascuas a todos! ¡Feliz Año

Page 188: Cancion de navidad   charles dickens

Nuevo a todo el mundo! ¡Hurra! ¡Viva!Había ido a la sala dando brincos, y allí estaba

entonces sin aliento.—¡Aquí está la cacerola con el cocimiento! —

gritó Scrooge entusiasmándose de nuevo ydanzando alrededor de la chimenea—. ¡Esa es lapuerta por donde entró el Espectro de JacobMarley! ¡Ese es el rincón donde se sentó elEspectro de la Navidad Presente! ¡Esa es laventana por donde vi los Espíritus errantes! ¡Todoestá en su sitio, todo es verdad, todo ha sucedido!¡Ja, ja, ja!

Realmente, para un hombre que no la habíapracticado por espacio de muchos años, era unarisa espléndida, la risa más magnífica, el padre deuna larga, larga progenie de risas brillantes.

—No sé a cuánto estamos —dijo Scrooge—.No sé cuánto tiempo he estado entre los Espíritus.No sé nada. Soy como un niño. No me importa. Mees igual. Quisiera ser un niño. ¡Hurra! ¡Viva!

Page 189: Cancion de navidad   charles dickens

Le interrumpieron sus transportes de alegríalas campanas de las iglesias, con los más sonorosrepiques que oyó jamás. ¡Tin, tan! ¡Tin, tan! ¡Tin,tan! ¡Oh, magnífico, magnífico!

Corriendo a la ventana, la abrió y asomó lacabeza. Nada de bruma, nada de niebla; un fríoclaro, luminoso, jovial; un frío que al soplar hacebailar la sangre en las venas; un sol de oro, uncielo divino; un aire fresco y suave, campanasalegres. ¡Oh, magnifico, magnífico!

—¿Qué día es hoy? —gritó Scrooge,dirigiéndose a un muchacho endomingado, quequizá se había detenido para mirarle.

—¿Eh? —replicó el muchacho lleno deadmiración.

—¿Qué día es hoy, hermoso? —dijo Scrooge.—¿Hoy? —repuso el muchacho—. ¡Toma,

pues, el día de Navidad!—¡El día de Navidad! —se dijo Scrooge—.

¡No ha pasado todavía! Los Espíritus lo han hecho

Page 190: Cancion de navidad   charles dickens

todo en una noche. Pueden hacer todo lo quequieren. Pueden, no hay duda. Pueden, no hayduda. ¡Hola, hermoso!

—¡Hola! —contestó el muchacho.—¿Sabes dónde está la pollería, en la esquina

de la segunda calle? —inquirió Scrooge.—¡Claro que sí!—¡Eres un muchacho listo! —dijo Scrooge—.

¡Un muchacho notable! ¿Sabes sí han vendido elhermoso pavo que tenían colgado ayer? No elpequeño, el grande.

—¿Cuál? ¿Uno que era tan gordo como yo? —replicó el muchacho.

—¡Qué chico tan delicioso! —dijo Scrooge—.Da gusto hablar contigo. ¿Sí, hermoso?

—Todavía está colgado —repuso el muchacho.—¿Sí? —dijo Scrooge—. Ve a comprarlo.—¡Qué bromista! —exclamó el muchacho.—No, no —dijo Scrooge—. Hablo en serio.

Ve a comprarlo y di que lo traigan aquí, que yo les

Page 191: Cancion de navidad   charles dickens

diré dónde tienen que llevarlo. Vuelve con el mozoy te daré un chelín. Si vienes con él antes de cincominutos, te daré media corona.

El muchacho salió como una bala. Habríanecesitado una mano muy firme en el gatillo el quepudiera lanzar una bala con la mitad de lavelocidad.

—Voy a enviárselo a Bob Cratchit —murmuróScrooge, frotándose las manos y soltando la risa—. No sabrá quién se lo envía. Tiene dos veces elcuerpo de Tiny Tim. ¡Joe Miller no ha gastadonunca una broma como ésta de enviar el pavo aBob!

Al escribir las señas no estaba muy firme lamano; pero, de cualquier modo, las escribióScrooge y bajó la escalera para abrir la puerta dela calle en cuanto llegase el mozo de la pollería.Hallándose allí aguardando su llegada, el llamadoratrajo su mirada.

—¡Le amaré toda mi vida! —exclamó

Page 192: Cancion de navidad   charles dickens

Scrooge, acariciándole con la mano—. Apenas lemiré antes. ¡Qué honrada expresión tiene en lacara! ¡Es un llamador admirable!… Aquí está elpavo. ¡Viva! ¡Hola! ¿Cómo estáis? ¡FelicesPascuas!

¡Era un pavo! Seguramente no había podidoaquel volátil sostenerse sobre las patas. Se lashabría roto en un minuto como sí fueran barras delacre.

—¡Qué! No es posible llevarlo a cuestas hastaCamden-Town —dijo Scrooge—. Tenéis quetomar un coche.

La risa con que dijo aquello, y la risa con quepagó el pavo, y la risa con que pagó el coche, y larisa con que dio la propina al muchacho,únicamente fueron sobrepasadas por la risa conque se sentó de nuevo en su butaca, ya sin aliento,y siguió riendo hasta llorar.

No le fue fácil afeitarse, porque su manoseguía muy temblorosa, y el afeitarse requiere

Page 193: Cancion de navidad   charles dickens

tranquilidad, aun cuando no bailéis mientras osentregáis a tal ocupación. Pero si se hubieracortado la punta de la nariz se habría puesto untrozo de tafetán inglés en la herida y habríasequedado tan satisfecho.

Vistióse con sus mejores ropas y se lanzó a lascalles.

La multitud se precipitaba en aquel momento,como la vio yendo con el Espectro de la NavidadPresente, y al marchar con las manos en laespalda, Scrooge miraba a todo el mundo con unasonrisa de placer. Parecía tan irresistiblementeamable, en una palabra, que tres o cuatromuchachos de buen humor dijeron: «¡Buenos días,señor! ¡Felices Pascuas, señor!». Y Scrooge dijomás tarde muchas veces que, de todos los sonidosagradables que oyó en su vida, aquellos fueron losmás dulces para sus oídos.

No había andado mucho, cuando vio que sedirigía hacia él el corpulento caballero que había

Page 194: Cancion de navidad   charles dickens

ido a su despacho el día anterior, diciendo:«¿Scrooge y Marley, si no me equivoco?». Undolor agudo le atravesó el corazón al pensar dequé modo le miraría el anciano caballero cuandose encontraran; pero vio el camino que sepresentaba recto ante él, y lo tomó.

—Querido señor —dïjó Scrooge, apresurandoel paso y tomando al anciano caballero las dosmanos—. ¿Cómo estáis? Espero que ayer habrásido un buen día para vos. Es una acción que oshonra: ¡Felices Pascuas, señor!

—¿El señor Scrooge?—Sí —dijo éste—, tal es mi nombre, y temo

que no os sea agradable. Permitid que os pidaperdón. ¿Y tendríais la bondad?… (Aquí Scroogele cuchicheó al oído).

—¡Bendito sea Dios! —gritó el caballero,como si le faltara el aliento—. Querido señorScrooge, ¿habláis en serio?

—Sí no lo tomáis a mal —dijo Scrooge—.

Page 195: Cancion de navidad   charles dickens

Nada menos que eso. En ello están incluidasmuchas deudas atrasadas, os lo aseguro. ¿Meharéis ese favor?

—Querido señor —dijo el otro, estrechándolelas manos—. No sé cómo alabar tal muni…

—Os ruego que no digáis nada —interrumpióScrooge—. Id a verme. ¿Iréis a verme?

—¡Iré! —exclamó el anciano caballero. Y seveía claramente que pensaba hacerlo.

—Gracias —dijo Scrooge—. Os lo agradezcomucho. Os doy mil gracias. ¡Adiós!

Estuvo en la iglesia, recorrió las calles ycontempló a la gente que iba presurosa de un ladoa otro, dio a los niños palmaditas en la cabeza,interrogó a los mendigos, miró curiosamente lascocinas de las casas y luego miró hacia lasventanas, y notó que todo le producía placer.Nunca imaginó que un paseo —una cosainsignificante— pudiera hacerle tan feliz. Por latarde dirigió sus pasos a casa de su sobrino.

Page 196: Cancion de navidad   charles dickens

Pasó ante la puerta una docena de veces antesde atreverse a subir y llamar a la puerta. Por finlanzóse y llamó:

—¿Está en casa vuestro amo, querida? —preguntó Scrooge a la muchacha—. ¿Guapa chica,en verdad?

—Sí, señor.—¿Dónde está, preciosa? —dijo Scrooge.—En el comedor, señor; está con la señora.

Haced el favor de subir conmigo.—Gracias. El señor me conoce —repuso

Scrooge, con la mano puesta ya en el picaporte delcomedor—. Voy a entrar, hija mía.

Abrió suavemente y metió la cabeza ladeadapor la puerta entreabierta. El matrimonio hallábaseexaminando la mesa (puesta como para una comidade gala), pues los jóvenes amos de casa siemprese cuidan de tales pormenores y les agrada ver quetodo está como es debido.

—¿Fred? —dijo Scrooge.

Page 197: Cancion de navidad   charles dickens

¡Cielos! ¡Cómo se estremeció su sobrinapolítica! Scrooge olvidó por el momento que lahabía visto sentada en un rincón, con los pies en eltaburete; si no, no se habría atrevido a entrar deningún modo.

—¡Dios me valga! —gritó Fred—. ¿Quién es?—Soy yo. Tu tío Scrooge. He venido a comer.

¿Me permites entrar, Fred?—¡Permitirle entrar!Por poco no le arranca un brazo para

introducirle en el comedor. A los cinco minutos sehallaba como en su casa. No era posible máscordialidad. La sobrina imitó a su marido. Y lomismo hizo Topper cuando llegó. Y lo mismo lahermana regordeta cuando llegó. Y lo mismo todoslos demás cuando llegaron. ¡Admirable reunión,admirables entretenimientos, admirableunanimidad, ad-mi-ra-ble dicha!

Pero Scrooge acudió temprano a su despacho ala mañana siguiente. ¡Oh, muy temprano! ¡Si él

Page 198: Cancion de navidad   charles dickens

pudiera llegar el primero y sorprender a Cratchitcuando llegara tarde! ¡Aquello era lo único que lepreocupaba!

¡Y lo consiguió, vaya sí lo consiguió! El relojdio las nueve. Bob no llegaba. Las nueve y cuarto.Bob no llegaba. Bob se retrasaba ya dieciochominutos y medio. Scrooge se sentó, dejando supuerta de par en par, a fin de verle cuando entraseen su mazmorra. Habíase quitado Bob el sombreroantes de abrir la puerta y también la bufanda. En uninstante se instaló en su taburete y se puso aescribir rápidamente, como si quisiera lograr quefuesen las nueve de la mañana…

—¡Hola! —gruñó Scrooge, imitando cuantopudo su voz de antaño—. ¿Qué significa quevengáis a esta hora?

—Lo siento mucho, señor —dijo Bob—. Ya séque vengo tarde.

—¡Tarde! —repitió Scrooge—. Sí. Creo quevenís tarde. Acercaos un poco, haced el favor.

Page 199: Cancion de navidad   charles dickens

—Es solamente una vez al año, señor —dijoBob tímidamente, saliendo de la mazmorra—. Estono se repetirá. Ayer estuve un poco de broma,señor.

—Pues tengo que deciros, amigo mío —dijoScrooge—, que no estoy dispuesto a que estocontinúe de tal modo. Por consiguiente —añadió,saltando de su taburete y dando a Bob tal empellónen la cintura que le hizo retroceder dando traspiésa su cuchitril—, ¡por consiguiente, voy aaumentaros el sueldo!

Bob tembló y dirigióse adonde estaba la regla,sobre su mesa. Tuvo una momentánea intención degolpear a Scrooge con ella, sujetarle los brazos,pedir auxilio a los que pasaban por la calleja paraponerle una camisa de fuerza.

—¡Felices Pascuas, Bob! —dijo Scrooge, conuna vehemencia que no admitía duda y abrazándoleal mismo tiempo—. Tantas más felices Pascuas osdeseo, Bob, querido muchacho, cuanto que he

Page 200: Cancion de navidad   charles dickens

dejado de felicitaros tantos años. Voy a aumentarosel sueldo y a esforzarme por ayudaros a sostener avuestra familia: y esta misma tarde discutiremosnuestros asuntos ante un tazón de ponche humeante,Bob. ¡Encended las dos lumbres, id a comprar otrocubo para el carbón antes de poner un punto sobreuna i, Bob Cratchit!

Scrooge hizo más de lo que había dicho. Hizotodo e infinitamente más: y respecto de Tiny Tim,que no murió, fue para él un segundo padre. Sehizo tan buen amigo, tan buen maestro y tan buenhombre, como el mejor ciudadano de una ciudad,de una población o de una aldea del bueno y viejomundo. Algunos se rieron al verle cambiado; peroél les dejó reír y no se preocupó, pues era lobastante juicioso para saber que nunca sucediónada bueno en este planeta que no empezara porhacer reír a algunos: y comprendiendo queaquéllos estaban ciegos, pensó que tanto vale quearruguen los ojos a fuerza de reír, como que la

Page 201: Cancion de navidad   charles dickens

enfermedad se manifiesta en forma menosatractiva. Su propio corazón reía, y con eso teníabastante.

No volvió a tener trato con los aparecidos,pero en adelante tuvo mucho más con los amigos ycon la familia, y siempre se dijo que, si algúnhombre poseía la sabiduría de celebrarrespetuosamente la fiesta de Navidad, ese hombreera Scrooge.

¡Ojalá se diga con verdad lo mismo denosotros, de todos nosotros! Y también, comohacía notar Tiny Tim, ¡Dios nos bendiga a todos!

FIN

Page 202: Cancion de navidad   charles dickens

CHARLES JOHN HUFFAN DICKENS(Portsmouth, Inglaterra, 7 de febrero de 1812 –Gads Hill Place, Inglaterra, 9 de junio de 1870)fue un famoso novelista inglés, uno de los másconocidos de la literatura universal, y el principalde la era victoriana. Fue maestro del géneronarrativo, al que imprimió ciertas dosis de humore ironía, practicando a la vez una aguda críticasocial. En su obra destacan las descripciones degente y lugares, tanto reales como imaginarios.

Page 203: Cancion de navidad   charles dickens

Utilizó en ocasiones el seudónimo Boz.

Sus novelas y relatos cortos disfrutaron de granpopularidad en vida del escritor, y aún hoy seeditan continuamente. Dickens escribió novelaspor entregas, el formato usual en la ficción en suépoca, por la simple razón de que no todo elmundo poseía los recursos económicos necesariospara comprar un libro, y cada nueva entrega de sushistorias era esperada con gran entusiasmo por suslectores, nacionales e internacionales. Dickens fuey sigue siendo venerado como un ídolo literariopor escritores de todo el mundo.