Bases Teoricas (Fabii)
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BASES TEORICAS
La economía social
Es aquella que se desarrolla sobre los márgenes de los grandes nudos de acumulación del capital. Por
ejemplo: el Club del trueque (Argentina), el Banco de Semillas (India), los medios de comunicación
comunitarios (Venezuela), las redes de salud familiar centradas en la solidaridad de los compadres,
amigos y vecinos.
La economía social promueve el acceso ciudadano y comunitario a prácticas sociales emergentes de
producción, distribución y consumo de bienes y servicios de perfil autosostenido o autogestionario. Por
ejemplo: Las redes de producción. distribución de productos agropecuarios en los Andes Venezolanos.
La economía social es una economía alternativa, donde privan las prácticas democráticas directas. La
economía social es autogestionaria. En la economía social el trabajo es asociado y no asalariado. En la
economía social la propiedad de los medios de producción es colectiva. En la economía social el
reparto de excedente es igualitario entre sus miembros. La economía social promueve formas de apoyo
solidario respecto a otras comunidades.
Para Bonilla (2004) la economía social es aquella economía que se desarrolla precisamente sobre los
márgenes de los grandes nudos de acumulación de capital, asumiéndola como un campo de cruce
transdiciplinario con implicaciones holísticas en todos los campos de vida y gobierno social; una
economía solidaria que rescata el carácter humanista de cualquier campo disciplinar, sujetándolos a su
incidencia en el centro de la actividad territorial: el hombre y su medio ambiente. Para este autor la
economía social puede ser vista como una herramienta para la derrota de la pobreza económica,
cultural, política e ideológica; también puede ser vista como herramienta para la revisión de las formas
de vida y el rescate de concepciones de progreso, bienestar, desarrollo y progreso. Además, la
economía social, garantiza la inclusión de todos los venezolanos.
Para Bonilla (2014) la economía social es aquella economía que se desarrolla precisamente sobre los
márgenes de los grandes nudos de acumulación de capital, asumiéndola como un campo de cruce
transdiciplinario con implicaciones holísticas en todos los campos de vida y gobierno social; una
economía solidaria que rescata el carácter humanista de cualquier campo disciplinar, sujetándolos a su
incidencia en el centro de la actividad territorial: el hombre y su medio ambiente. Para este autor la
economía social puede ser vista como una herramienta para la derrota de la pobreza económica,
cultural, política e ideológica; también puede ser vista como herramienta para la revisión de las formas
de vida y el rescate de concepciones de progreso, bienestar, desarrollo y progreso. Además, la
economía social, garantiza la inclusión de todos los venezolanos.
Este autor sostiene que la economía social promueve un desarrollo fundado en la localidad como
totalidad, como expresión y punto de partida de la totalidad. Además piensa que un desarrollo local
exitoso depende de sus formas, de sus procesos y de sus habitantes; y su éxito debe encontrar punto de
contacto e impulso redimensionado en lo regional y lo nacional.
La economía social incluye:
(a) Formas de Economía de subsistencia distintas al buhonerismo; (b) Producción de bienes y servicios
de calidad a los cuales pueda acceder de forma expedita la comunidad mediante formas variadas
(compra barata, trueque, mutualismo, apoyo solidario).
La economía social también incluye:
˜ Las formas de generación, socialización y uso socialmente útil del conocimiento.
˜ La producción simbólica.
˜ Las redes de información y comunicación.
˜ El desarrollo de tecnologías alternativas, populares y ecológicas.
˜ Los símbolos de identidad comunitaria.
˜ Las costumbres locales.
˜ Los valores de trabajo y crecimiento compartido.
˜ Las formas de resistencia económica, política, cultural, ambiental.
˜ La tradición pedagógica de la escuela contestataria venezolana.
˜ Las formas de trabajo y producción no asalariado.
˜ La propiedad colectiva de los medios de producción de los bienes, servicios y productos generados
por la economía social.
La economía social también es:
El reparto equitativo del excedente que genera el modelo de producción; la solidaridad comunitaria y
con otras comunidades de entorno; ˜ La autonomía cognitiva, la libertad operativa y la soberanía
comunitaria para articular y adelantar un modelo de desarrollo local sustentable. ˜ Los mecanismos,
procedimientos y procesos de autodefensa cultural.
¿Qué se entiende por economía social en periodo de transición?
Los lugares, procesos, dinámicas y mecanismos de relación entre la tecnología, la naturaleza y el
hombre, que no están mediados por el utilitarismo (sobrevivencia) y la ganancia (competencia y
eficacia capitalista).; sino por sanas relaciones de integración, respeto y solidaridad que proveen las
bases experimentales de una economía basada en la libre asociación y la prioridad del interés social
sobre el egoísmo individual
Por ello la ECONOMÍA SOCIAL se distancia de la Economía Informal que tiene unas profundas bases
de competencia capitalista en sus aspectos fundacionales.
La ECONOMÍA SOCIAL es un sector de enlace entre la misericordia cristiana y el compromiso social
libertario, por ello va de la piedad a la solidaridad, de la lastima al esfuerzo por la autoconstitución de
sujetos sociales con una nueva perspectiva productiva.
¿A qué sector social esta orientado el interés de la Economía social en la actualidad? A los Excluidos de
los requerimientos mínimos de alimentación; una vivienda digna donde levantar un hogar, la
pertenencia cultural y económica nacional, el afecto y el apoyo de una familia nuclear y social, la
aspiración de ascenso social, una fuente de ingreso estable, los requerimientos mínimos para un
desarrollo personal autosostenido.
La economía social es una mirada desde abajo para potenciar los sueños y las posibilidades de acceso a
la plena justicia social de los más pobres, los más simples, los apátridas en una nación que les
pertenece. En un país con un 5% de sectores sociales poderosos (burgueses, latifundistas, financieros,
pequeña y mediana industria, importadores) un 20% de empleo formal (trabajo estable), un 60% de
empleo informal (sobrevivencia) la ECONOMÍA SOCIAL se concentra en el porcentaje restante de
sectores de pobreza extrema y la población potencialmente activa.
¿Cuál es la unidad de producción básica de la economía social? La ECONOMÍA SOCIAL no
promueve la constitución de unidades de producción clásicas (empresas u otras formas jurídicas de
denominación para los grandes procesos de producción capitalista) sino el fomento de formas de
relación, de asociación y de producción centradas en la solidaridad como superación de la ganancia, el
bien común por encima del individualismo competitivo, el desarrollo comunitario sustentable por
encima del desarrollo local consumista
Por ello, las unidades de producción de la ECONOMÍA SOCIAL se presentan como diversas pero
difusas, pues no forman parte de la concepción económica hegemónica, sino de las formas emergentes
de asociación para la satisfacción de necesidades mediante la producción autogestionaria de bienes y
servicios.
Es decir su espacio de inserción y desarrollo ha sido hasta ahora subterráneo, subversivo y no
reconocido por el stablismenth En la ECONOMÍA SOCIAL tomamos distancia de las formas de
asociación que toman prestado nombres de formas de organización de la economía social pero que su
actividad está claramente influenciada por las lógicas de competencia, acumulación y distribución
capitalista de la renta, los bienes y servicios, como: las ONG-s, algunas cooperativas, algunas
administradoras sociales (sectores religiosos, partidos políticos corruptos, burocracia sindical, entre
otras).
ECONOMÍA DEL SIGLO XXI.
El término adquiere carta de residencia con el afianzamiento del capitalismo en la Europa occidental,
que obligó a los pensadores a tratar de describir el orden emergente y explicar sus “leyes” o pautas de
funcionamiento. La progresiva disolución del mundo feudal provocada por la marea indetenible del
intercambio mercantil significó, entre otras cosas, el pase de la vida comunal, de pequeñas aldeas en las
que cada quien realizaba una tarea específica dentro de un orden de sumisión personal prestablecido, a
una existencia de horizontes mucho más vastos e inciertos. De ahí los orígenes de tan contradictorio
término: la administración del hogar –oikos nemo– llevado al plano de la polis, del espacio para el
quehacer público de la comunidad, que escapa de los referentes domésticos que inicialmente evocaban
sus raíces griegas. Se requería darle sentido a la nueva realidad, desentrañar a qué principio ordenador
respondía, cómo participaban los diversos integrantes de una sociedad en la generación, distribución y
usufructo de la riqueza, y cuál era, en realidad, la esencia de ésta. No otra cosa se planteaba que
dilucidar la estructura societaria que iba conformando la dinámica económica capitalista y el orden a
que daba sustento. De ahí la naturaleza necesariamente política de tal indagación, obligada a descubrir
los intereses en juego, los criterios de justicia a que respondía y las instituciones que, en atención a ello,
iban conformando laModernidad. Ello fue objeto central de estudio de la llamada Escuela Clásica.
El éxito de esta indagatoria a través del tiempo fue llevando, paradójicamente, a su superación en tanto
perspectiva de Economía Política. Inspirado en la metodología de las llamadas ciencias básicas, el
estudio de lo económico desplegó esfuerzos conscientes por despojarse de las disquisiciones retóricas
para ampararse en lo científica y objetivamente cognoscible, incontaminado de ponderaciones
valorativas acerca de a quiénes favorecía tal o cual proceder. Podría afirmarse que, con la ascendencia
de la eficiencia como preocupación central al análisis económico, la teoría de nuestra disciplina, no
obstante ser una ciencia social, adquirió un carácter cada vez más técnico, en tanto hacía abstracción
del contexto histórico de su campo de estudio. La llamada “revolución marginalista” de Jevons, Walras
y Menger le abrió las puertas a una teorización cada vez más fundamentada en las matemáticas y en la
cual, presupuestas unas restricciones al problema económico planteado, las posibilidades de
optimización eran científicamente discernibles. Se confiaba en haber desentrañado una racionalidad
inapelable frente a la cual los actores económicos no podían desentenderse. La responsabilidad del
economista debía circunscribirse a explicitar ante éstos las consecuencias de tal o cual decisión o
tendencia sobre la asignación y el usufructo de los recursos disponibles.
El examen de la función de utilidad no se plantearía el por qué de determinadas preferencias de
consumo y/o de producción, sino el cómo, a partir de éstas, puede maximizarse, dadas las restricciones
existentes. Se abandonó así la esfera de lo público, ámbito de la Economía Política, para adentrarse
exclusivamente en el campo de lo privado, lo cual llegaría a su formalización metodológica con el
análisis del equilibrio parcialdesarrollado por Alfred Marshall. Cierto es que este instrumental también
permitió postular un modelo deequilibrio general que, bajo ciertos preceptos, concluía en que la
prosecución de la mayor satisfacción individual redundaba en una óptima solución social. No obstante,
a pesar de haber vuelto en cierta forma a los orígenes armado de un marco lógico inapelable –la mano
invisible del mercado de Adam Smith-, las derivaciones de la teoría del equilibrio general eran
incapaces de ofrecer criterio alguno de cómo debían distribuirse los frutos de la producción óptima,
pues los valores societarios sobre la equidad y la justicia quedaban fuera del ámbito de la ciencia
positiva. Donde la Economía Política se sentía a gusto, evaluando la forma más conveniente de
usufructuar la riqueza social, se inhibía deliberadamente la nueva disciplina, porque su instrumental de
análisis no incluía tales consideraciones. Con la emergencia de la Macroeconomíaen los años 30 del
siglo pasado vuelve a enfocarse la atención en el ámbito público y, entre otras cosas, a las
implicaciones distributivas de las dos grandes escuelas en contienda: la monetarista y la keynesiana.
Luego, hacia finales del siglo XX, la “nueva” Economía Institucional retomaría aspectos centrales a
muchas de las preocupaciones de la Economía Política, pero en el marco de una construcción lógica
que trasciende la perspectiva más inductiva de los clásicos.
En otro plano, el examen de los problemas del desarrollo no podía dejar de incursionar en sus
aspectospolíticos. Las notorias injusticias plasmadas en la iniquidad con que se usufructúa la riqueza
social, la penuria de vastos sectores y las escasas oportunidades aparentes de los países pobres por
superar su condición, obligaban por fuerza a retornar muchas de las preguntas básicas que se habían
hecho los clásicos. La relación entre poder económico y poder político; la perpetuación de posiciones
de privilegio por intermedio de arreglos institucionales que hacían de la actividad económica un juego
suma-cero, excluyente; la subordinación a dinámicas de acumulación centradas fuera del ámbito
nacional y sus implicaciones para el ejercicio de la soberanía y de la libertad de acción de los países en
desarrollo, no podían desentrañarse de la preocupación de economistas conscientes de su
responsabilidad.
La economía del desarrollo volvió a abrir la discusión en torno a los modelos de sociedad. La
alternativa entre lo ofrecido por el capitalismo versus aquella propagada por el socialismo, ocuparon
por un buen tiempo las disquisiciones de analistas, con fuerte protagonismo político, en las décadas de
los sesenta y los setenta del siglo pasado. Si bien el desarrollo posterior de los acontecimientos
-notoriamente la perversión de las promesas de la Revolución Cubana y el colapso de la Unión
Soviética-, zanjó la contienda a favor de formas de organización social basadas en la economía de
mercado, la perspectiva de la Economía Políticaconservó su pertinencia para analizar los problemas del
desarrollo.
A pesar del aparente ocaso de la perspectiva socialista como opción, el siglo XXI sorprende al ponerlo
de nuevo en escena en algunos países de América Latina, en particular, su re-emergencia como
proyecto político de la llamada Revolución Bolivariana posterior a 2004. Ello obliga al analista a
retomar de nuevo las indagaciones de la Economía Política para intentar una descripción del fenómeno
presente: qué lo motoriza, quiénes se benefician de su dinámica, a dónde se dirige ésta, y cuáles
podrían ser las reglas de funcionamiento –de existir éstas.
¿De qué trata la economía comunal?
En el proyecto de cambio constitucional rechazado a finales de 2007, los Consejos Comunales eran
vistos como órganos de base de un Poder Popular cuya agregación daría lugar a Comunas, las cuales
podrían conformar, a su vez, Ciudades Comunales. La intención era desplazar progresivamente a las
alcaldías y gobernaciones por instancias de un poder paralelo que “no nace del sufragio ni de elección
alguna, sino de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población” (art.
136). A pesar de rechazarse la propuesta, la Asamblea Nacional aprobó en 2009 la Ley Orgánica de los
Consejos Comunales, la Ley Orgánica de las Comunas y una Ley Orgánica de Poder Popular. Junto
con la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobiernoy la Ley Orgánica de Planificación Pública y
Popular, aprobadas en 2010, conforman un entramado legal que da sustento a la economía
comunal. Por último, en 2012 el Presidente sancionó por decreto, la Ley Orgánica para la Gestión
Comunitaria de Competencias, Servicios y Otras Atribuciones, que regula la transferencia a las
instancias comunales de potestades de alcaldías y gobernaciones sobre construcción de obras y
prestación de servicios públicos.
La mitificación de la comuna como forma de organización político-social deseada desde la perspectiva
revolucionaria se remonta a los sucesos de la Comuna de Paris en 1871. Tanto la China de Mao, como
Pol Pot en Camboya, la impusieron luego a sangre y fuego a los pobladores rurales como expresión de
una supuesta organización social de avanzada. No es de extrañar, por ende, que un gobierno esforzado
en mostrar sus credenciales revolucionarios adopte como bandera la construcción de un Estado
Comunal. Pero en contraste con la experiencia de la Comuna de Paris, la propuesta de la Revolución
Bolivariana en absoluto se refiere a formas espontáneas y autónomas de organización popular. Su
existencia legal está sujeta a la validación de su registro en el ministerio correspondiente y su puesta en
operación se rige por una detallada normativa que regula su constitución, organización, propósitos y
actividades, que aplasta toda versatilidad. Sus actividades deben concebirse dentro de un ordenamiento
territorial que da lugar a una estructura de autoridad jerarquizada, bajo control de la Presidencia de la
República. La economía comunal está ahíta de incentivos, pues pertenece a todos pero a la vez a
ninguno: se extreman normas para evitar cualquier asomo de intereses individuales en su gestión.
Como señalan sus respectivas leyes, sus distintas instancias son concebidas como espacios para la
construcción del socialismo, es decir, como ejecutoras de los designios del Presidente. De ello deriva su
entidad legal, así como los recursos con los cuales funcionar. En la medida en que su organización no
constituye una respuesta autónoma, propia, de una comunidad que se organiza para defender sus
derechos y adelantar sus intereses, se revela como un diseño artificial, a ser impuesto por el poder
coercitivo del Estado, como ocurrió en los casos antes citados. No obedece a expresión alguna
de Poder Popular, como quiere hacernos creer la retórica oficial, ya que éste tiene que ser, por esencia,
originario, autónomo e independiente: no puede formar parte del Estado. Si se pone al servicio de una
parcela política pierde su razón de ser, es decir, se traiciona a sí mismo.
El imperativo de transferir progresivamente potestades propias de gobiernos locales y estadales a unos
instrumentos de control político –las comunas- sin entidad constitucional, se inscriben en el propósito
de prescindir de toda intermediación autónoma entre el Líder y su “pueblo”: aquellos que profesan
lealtad al Presidente y a su proyecto político. Se persigue “aplanar” las instituciones con el fin de
eliminar todo poder independiente que admita la prosecución de intereses distintos a los que profesa el
Caudillo.
El socialismo como estatización y controles
En un plano bastante más concreto que el proyecto de economía comunal, el “socialismo del siglo
XXI” se expresa en la estatización de empresas, así como en los sistemas de control y regulación del
sector privado, en particular en el control de precios.
No están claros los criterios “estratégicos” que pretenden justificar las expropiaciones. Destaca el
alegato ideológico, tan presente en la retórica oficial, de que es menester acabar con el capitalismo
como forma económica dominante para ampliar el área de actividades basadas en la “propiedad social”.
Pero para la doctrina marxista, aparente fuente de inspiración de este dictamen, la expropiación de los
capitalistas obedecía a la necesidad de liberar las fuerzas productivas y acabar con los fundamentos
que ocasionan las crisis económicas periódicas, así como la pauperización de las masas. En el caso que
nos concierne, se evidencia que ha habido una destrucción de capacidades productivas, sin mejoras
palpables en la distribución o nivel del ingreso. La dependencia que manifiestan las unidades
estatizadas del fisco más bien distrae recursos que deberían destinarse a la producción de bienes
públicos de interés social. Asimismo, la sustracción de estas empresas de la dinámica mercantil y la
inexistente rendición de cuentas acerca de su gestión, las convierte en campo propicio para corruptelas.
En fin, tampoco el descargo ideológico de las expropiaciones es fiel a la prédica del llamado “padre”
del socialismo científico y tiene como razón más plausible la búsqueda incesante de control sobre la
sociedad.
En lo que respecta a los controles de precio, basta señalar aquí que ello ha ido en aumento en la medida
en que los resultados de la gestión económica del gobierno se traducen en niveles altos y tercamente
inflexibles a la baja, de inflación. El Gobierno ha remplazado la defensa del consumidor por una
gestión de naturaleza policial, focalizada exclusivamente en la fiscalización, multa y cierre de
comercios minoristas, mayoristas y empresas productivas, por parte del instituto competente –
Indepabis-, mientras la regulación excesiva anula la sana competencia. Con el Decreto-Ley de Costos y
Precios Justos del 14 de julio de 2011, se crea la Superintendencia Nacional de Costos y
Precios (SUNDECOP) como órgano de regulación y control unilateral del Estado, desestimando la
consulta tripartita entre empresarios, trabajadores y gobierno, propio de fórmulas anteriores como
la CONACOPRESA.
Los bajos o nulos márgenes de rentabilidad resultantes de los controles de precio se unen, en el caso
venezolano actual, con la inseguridad jurídica de las expropiaciones. Ello disuade decisiones de
inversión y ampliación de la capacidad productiva de muchas empresas, por lo que la satisfacción de la
demanda interna se hace cada vez más dependiente de las importaciones. La amenaza que plantea la
escasez de bienes y servicios para el respaldo político del Gobierno ha obligado a la revisión periódica
al alza de los precios controlados, tergiversando la razón misma del sistema de controles, con el
agravante de que –a diferencia del libre juego de la oferta y la demanda- desestimula la actividad
productiva local.
TEORIAS QUE SUSTENTAN A LA ECONOMIA SOCIAL Y DEL SIGLO XXI.
Este apartado tiene por objeto rescatar brevemente las formulaciones teóricas
de Adam Smith, David Ricardo y Marx sobre la distribución y la importancia de
retomar sus estudios para analizar la distribución entre salarios, ganancias y
renta en la actual etapa de globalización de la economía mundial.
Adam Smith
Adam Smith a diferencia de Ricardo, se le califica, como un economista
preocupado fundamental o preferentemente de la producción. El título de su
famoso libro, ayuda a esta caracterización.
No obstante, Adam Smith en su libro muestra una gran preocupación por la
distribución del Producto en los diferentes sectores o clases de la sociedad. Smith
afirma: “El trabajo anual de cada nación es el fondo que en principio la provee de
todas las cosas necesarias y convenientes para la vida, y que anualmente
consume el país.” El ’Libro Primero’, se inicia con la relación entre la producción y
la distribución, con la siguiente síntesis: “De las causas del progreso en las
facultades productivas del trabajo, y del modo como un producto se distribuye
entre las diferentes clases del pueblo”. En relación a los aspectos históricos,
destacamos las siguientes formulaciones de Smith: “El producto del trabajo
constituye la recompensa natural o salario del trabajo. En el estado originario de
la sociedad que precede a la apropiación de la tierra y a la acumulación del
capital, el producto íntegro del trabajo pertenece al trabajador. No había
entonces propietarios ni patronos con quienes compartirlo”.
Inmediatamente a continuación agrega: “Si este estado de cosas hubiera
continuado, las remuneraciones del trabajo habrían aumentado, en consonancia
con todas las mejoras en sus facultades productivas, que se originan en la
división del trabajo”
Más adelante agrega: “Pero este estado originario, en que el trabajador gozaba
de todo el producto de su trabajo, sólo pudo perdurar hasta que tuvo lugar la
primera apropiación de la tierra y acumulación de capital”.
A continuación se refiere a la renta de la tierra en los siguientes términos: “Tan
pronto como la tierra se convierte en propiedad privada, el propietario exige una
parte de todo cuanto producto obtiene o recolecta en ella el trabajador. Su renta
es la primera deducción que se hace del producto del trabajo aplicado a la
tierra”.
Si la producción está a cargo de un granjero o dueño del capital, este obtiene un
beneficio. “Este beneficio viene a ser la segunda deducción que se hace del
producto del trabajo empleado en la tierra”.
David Ricardo
David Ricardo le asigna a la distribución una importancia tan grande y por sobre
la producción, el mercado y el consumo que señala que la distribución es el
objeto de estudio fundamental de la ciencia económica. En la presentación de su
libro, “Principios de Economía Política y Tributación”††, - publicado en 1817-,
David
Ricardo señala que el Producto, “Se reparte entre tres clases de la comunidad a
saber: el propietario de la tierra, el dueño del capital... y los trabajadores...”
Y afirma: “La determinación de las leyes que rigen esta distribución es el
problema primordial de la economía política”. Agrega que en distintas épocas
históricas la distribución, “imputadas a cada una de estas tres clases, bajo los
nombres de renta, utilidad, y salarios serán esencialmente diferentes”
Marx
En relación a Marx, es muy común encontrarse con interpretaciones, en el sentido
de que Marx reduce su análisis teórico en economía a la producción. La mayoría
de los economistas marxistas también le asignan un papel determinante o casi
exclusivo a la producción. La distribución estaría completamente determinada
por las condiciones de producción. Estas críticas o interpretaciones son tan
contradictorias con las formulaciones generales de Marx sobre el significado de la
lucha de clases en el capitalismo, el aspecto histórico y moral que influye en la
determinación del valor de la fuerza de trabajo, y con ello, su impacto en la
distribución entre producto necesario y producto excedente o plusvalía. Plusvalía
que se distribuye en ganancias, intereses y renta. Entre otros temas, se debe
tener presente cómo Marx destaca las luchas históricas por la jornada de trabajo,
por las condiciones de trabajo y por el aumento de las remuneraciones.
En su obra “Introducción a la Crítica de la Economía Política”‡‡ -1857, analiza
extensamente bajo el titulo, “La relación general entre la producción, la
distribución, el cambio y el consumo”.
Los planteamientos de Marx sobre producción y distribución “Si se consideran
sociedades enteras, la distribución parece desde otro punto de vista preceder a
la producción y determinarla, por así decirlo como un hecho pre-económico. Un
pueblo conquistador..., reparte el país entre los conquistadores e impone así
cierta repartición y determinada forma de propiedad rústica: determina, pues la
producción. O bien hace de los pueblos conquistados esclavos y hace del trabajo
de esclavos la base de la producción”
• “O bien un pueblo, por la revolución destruye la gran propiedad y parcela la
tierra, dando así, por tanto, por esta nueva distribución un nuevo carácter a la
producción”
• “En todos esos casos, y todos son históricos la distribución no parece estar
estructurada y determinada por la producción, sino al revés. La producción estarlo
por la distribución”
Para finalizar esta breve presentación de Marx, sobre producción y distribución,
señalamos que en el Tercer Tomo de El Capital, en el Capitulo XLVIII, que
denominó ‘La Formula Trinitaria’, se inicia con la siguiente síntesis: “Capital-
ganancia. (Beneficio del empresario más interés); tierra-renta del suelo; trabajo-
salario: he aquí la formula trinitaria que engloba todos los secretos del proceso
social de producción”, en el capitalismo. En síntesis, esos secretos son las teorías
del valor y de plusvalía, la distribución de la plusvalía y la reproducción del
capitalismo como un régimen de explotación.
Dieterich en el Socialismo del Siglo XXI propone un modelo económico que no esté basado en
el precio de mercado, fundamento de la economía de mercado y del capitalismo, a los que considera
fuentes de las asimetrías sociales y de la sobre explotación de recursos naturales.
Propone lo que denomina una economía de valores fundado en el valor del trabajo que implica un
producto o servicio y no en las leyes de la oferta y la demanda. Este valor del trabajo se mediría
sencillamente por el tiempo de trabajo que precisa un determinado producto o servicio;6 además de los
valores agregados a dicho trabajo, es decir, el tiempo de trabajo que se usó para producir las
herramientas o servicios que se emplean en el trabajo mismo, lo cual a su vez lleva a un ciclo complejo
de tiempos de trabajo sumados recíprocamente. Para solucionar el problema práctico que implica la
teoría de la Economía de valores Dieterich sugiere usar la Rosa de Peters.
Para Dieterich, el modelo de mercado ha puesto su atención principalmente en los alcances de la
ganancia y la propiedad, desvirtuando completamente el sentido de la economía. En este sentido, el
modelo responde a lo que denomina "crematística", una perversión de la economía donde el acento está
puesto en la ganancia. Según él, la economía política no debe operar como la forma en que unos pocos
se hacen ricos, sino con un criterio de productividad.
En este sentido, el precio, como principio operativo y cibernético de la economía, determina dónde
invertir, por cuanto trabajar, cuanto y qué comprar, cuánto y cuándo ahorrar y es, por lo tanto, la hebra
ordenadora del sistema.
Para que el mercado funcione eficientemente, debería existir el suficiente poder adquisitivo para
comprar, una formación libre del precio, un mercado que no sea monopólico y un Estado de derecho
eficiente y no corrupto.
Ante la eficiencia ordenadora del sistema de libre mercado, la planificación de un modelo socialista
resulta insuficiente y deformadora de la interconexión en un mundo globalizado. Así, los incesantes
intentos históricos para remediar las injusticias de la economía de mercado han fracasado
sistemáticamente. Las correcciones del sistema a través de la educación, la redistribución estatal, la
expropiación y la democracia obrera, no han resuelto satisfactoriamente la eficiencia cibernética que el
modelo de libre mercado impone en las redes globales.
El modelo del socialismo del siglo XXI debería estar basado en una ecuación donde el valor
(precio) del producto, se vinculara la equivalencia sobre los tiempos de producción y a la democracia
participativa. De esta manera, la redistribución y los cambios a nivel de educación deberían recoger los
intereses reales de las personas que estructuran y definen los sistemas político-económicos. Para
Dieterich, el socialismo del siglo XXI es la ampliación y profundización de la democracia participativa,
donde las dimensiones de lo cotidiano, lo estético y lo racional-crítico deben estar incorporadas al
cambio social.
Heinz Dieterich Steffan, al final de su obra, llama a un debate abierto y constructivo para mejorar el
proyecto del Socialismo del Siglo XXI, lo cual indica que dicha ideología sigue reformulándose.
Dieterich plantea que "la estatización de los medios de producción no resuelve el problema de la
economía socialista del Siglo XXI. El problema económico de la nueva civilización es informático, la
sustitución del precio por el valor objetivo del trabajo".
Chávez afirmaba que el socialismo del siglo XXI acepta la propiedad privada (a diferencia de la
postura marxista-leninista), pero rechaza la propiedad privada cuando «degenera en la acumulación
egoísta» En el programa de Gobierno de Hugo Chávez para el período 2013-2019 conocido como
«Plan de la Patria» se promueve distintos tipos de propiedad, incluida la privada, pero se dice que la
nueva economía socialista se debe construir «sobre la base de un amplio sustento público, social y
colectivo de la propiedad sobre los medios de producción» y generar «relaciones de producción e
intercambio complementarias y solidarias». Chávez también afirmaba que el socialismo del siglo XXI
debe nutrirse de las corrientes más auténticas del cristianismo, dentro de una democracia
participativa y protagónica que debe conjugar igualdad con libertad. También dentro del chavismo
se promueve la creación decomunas socialistas con su sistema económico comunal, el apoyo al control
obrero por medio de la autogestión obrera y la cogestión, la intervención del Estado en la economía, el
desarrollo de programas sociales conocidos como misiones bolivarianas y la expropiación de empresas.
El actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, también se ha comprometido en continuar el
proyecto del socialismo del siglo XXI en Venezuela tras el fallecimiento de Hugo Chávez en marzo de
2013.
Teoría de la Dependencia
Las bases de la teoría de la dependencia surgieron en 1950 como resultado, entre otros, de las
investigaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Uno de los
autores más representativos fue Raúl Prebish. El punto principal del modelo Prebisch es que para crear
condiciones de desarrollo dentro de un país es necesario:
1. Controlar la tasa de cambio monetario, poniendo mayor énfasis en políticas fiscales que en
políticas monetarias.
2. Promover un papel gubernamental más eficiente en términos de desarrollo nacional;
3. Crear una plataforma de inversiones, dando prioridad al capital nacional;
4. Permitir la entrada de capitales externos siguiendo prioridades ya establecidas en planes de
desarrollo nacionales;
5. Promover una demanda interna más efectiva en término de mercados internos como base para
consolidar el esfuerzo de industrialización en Latinoamérica en particular y en naciones en desarrollo
en general;
6. Generar una mayor demanda interna incrementando los sueldos y salarios de los trabajadores;
7. Desarrollar un sistema seguro social más eficiente por parte del gobierno, especialmente para
sectores pobres a fin de generar condiciones para que estos sectores puedan llegar a ser más
competitivos; y
8. Desarrollar estrategias nacionales que sean coherentes con el modelo substitución de
importaciones, protegiendo la producción nacional al imponer cuotas y tarifas a los mercados externos.