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    LOS PUEBLOS Y LA CONSTRUCCIN DE LAS

    ESTRUCTURAS DE PODER INSTITUCIONAL EN LACAMPAA BONAERENSE (1785-1836)*

    MARA E. BARRAL*C

    RAL O. FRADKIN***

    1. INTRODUCCIN: ENFOQUE, OBJETIVOSYFUENTES

    Hasta fines del perodo colonial la construccin de un orden institucional en lacampaa bonaerense estaba muy lejos de ser efectiva y resolver este desafo fue unade las prioridades del nuevo estado que emergi de la revolucin. En estas condicio-nes, la necesidad del estado de adquirir una capacidad de control y de coaccin efec-tiva de la poblacin rural fue cada vez ms imperiosa.1

    En los ltimos aos dos vertientes historiogrficas han revelado una compleji-dad hasta hace poco insospechada de este proceso de incorporacin institucional

    Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio RavignaniTercera serie, nm. 27, 1er. semestre 2005.

    * Una versin anterior de este trabajo titulada Redes y sedes de poder institucional en la campaabonaerense (1785-1836) fue presentada en las jornadas de la Red de Estudios Rurales realizadas en elInstituto Ravignani el 15 de agosto de 2003. Agradecemos las crticas y sugerencias de los participantes y delos evaluadores annimos de el Boletn.

    ** (UNLu - ANPCYT - CONICET) Becaria Posdoctoral CONICET, Subsidio IM40-2000 ANPCYT.*** (UNLu - Instituto E. Ravignani, UBA)1 Juan C. Garavaglia, Paz, orden y trabajo en la campaa: la justicia rural y los juzgados de paz en Buenos

    Aires, 1830-1852, enDesarrollo Econmico , Buenos Aires, N146, 1997, pp. 241-262; Ricardo Salvatore,Los crmenes de los paisanos: una aproximacin estadstica, enAnuario del IEHS, N12, Tandil, 1997, pp.91-100; Fabin Alonso, Mara E. Barral, Ral Fradkin y Gladys Perri, Los vagos de la campaa bonaerense:la construccin histrica de una figura delictiva (1730-1830), enProhistoria, N5, Rosario, 2001, pp. 171-202.

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    del mundo rural. Una renovada historia poltica analiz la construccin de la ciu-dadana, las formas de representacin y la participacin electoral.2 La historiarural puso en evidencia la existencia de una sociedad rural compleja y dinmica,protagonista de una expansin de la produccin agropecuaria con fuertes oscila-ciones y marcadas diferencias regionales3 y que se sustentaba en un rpido cre-cimiento de la poblacin rural.4

    Estos desarrollos historiogrficos advierten acerca de la necesidad de buscaruna mayor integracin de ambas perspectivas de anlisis. Este trabajo constituyeun intento en este sentido pues nos proponemos explorar el proceso de construc-cin del poder institucional en el mundo rural bonaerense. Sin duda, un propsito

    de tal magnitud implica considerar una gama de niveles de anlisis que sera im-posible desarrollar en este artculo. Por tanto en esta oportunidad hemos consi-derado conveniente circunscribirnos al proceso de construccin de estructurasde poder institucional en la campaa. Este proceso fue parte central de la forma-cin del nuevo estado provincial y se expres en su creciente ramificacin terri-torial, la centralizacin de los mecanismos de ejercicio del poder y el desarrollode nuevos medios de coaccin y control institucional. Se trataba de un procesopleno de dificultades, obstculos y ambivalencias que estuvo lejos de completar-se en el perodo aqu analizado, aunque durante este medio siglo se sentaron lasbases para la progresiva inclusin de las relaciones sociales agrarias en los mbi-tos del poder institucional. Sin embargo, la necesidad de resaltar las lneas cen-trales del desarrollo institucional puede llevar a una imagen equvoca, suponerlo

    dominado por una lgica externa al proceso social y haber sido impulsado por unactor (el estado) dotado de una voluntad unvoca. Esta perspectiva debe ser radical-mente descartada. En su lugar conviene adoptar un enfoque que pueda dar cuenta de ladinmica de la construccin estatal en la campaa, de sus apoyaturas y limitaciones.Para ello es preciso atender, al menos, a dos dimensiones de anlisis: por un lado, las

    2 Jos C. Chiaramonte y otros, Vieja y Nueva Representacin: los procesos electorales en Buenos Aires,1810-1820 en A. Annino (comp.),Historia de las elecciones en Iberoamrica, siglo XIX, Buenos Aires, FCE,1995, pp. 19-64; Oreste C. Cansanello, De sbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales bonaerenses entreel Antiguo Rgimen y la Modernidad, en Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr.Emilio Ravignani, N11, Buenos Aires, 1995, pp. 113-139 y Marcela Ternavasio La revolucin del voto.Poltica y Elecciones en Buenos Aires, 1810-1852, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argentina, 2002.

    3 Juan C. Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaabonaerense, 1700-1830, Buenos Aires, Ediciones de la Flor-IEHS-Universidad Pablo de Olavide, 1999 y RalO. Fradkin y Juan C. Garavaglia (eds.),En busca de un tiempo perdido. La economa de Buenos Aires en elpas de la abundancia, 1750-1865, Buenos Aires, Prometeo Libros, en prensa.

    4 Ral Fradkin, Mariana Canedo y Jos Mateo (comps.), Tierra, poblacin y relaciones sociales en lacampaa bonaerense (siglos XVIII y XIX), GIHRR/UNMDP, Mar del Plata, 1999.

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    orientaciones adoptadas por las autoridades para ejercer efectivamente el poder enel medio rural; por otro, el accionar de los grupos sociales que iban buscando ocu-par posiciones dentro de la nueva estructura institucional. Razones de espacio yclaridad expositiva nos llevan en esta ocasin a concentrarnos exclusivamente enla primera de estas dimensiones aunque sabiendo que la segunda era parte insepara-ble del contexto en que este proceso se desarroll.

    Es sabido que la coercin estatal define en su ejercicio un mbito territorial y ellosupone el desarrollo de una serie de medios coercitivos que acrecienten no slo sufuerza armada sino su capacidad de controlar, vigilar, castigar, educar, juzgar y hastatransformar los hbitos y costumbres de la poblacin. Al respecto, de los argumentos

    expuestos por Tilly, nos interesa rescatar que para ello era necesario contar con unaserie de organizaciones diferenciadas y que deba operarse una transicin desde unmodo de control indirecto (que se apoyaba en intermediarios sociales) a otro que ten-diera a ser directo (y se apoyara en organizaciones estatales con capacidad de penetrarprofundamente en la vida social).5 En trminos de Mann,6 puede pensarse en el des-pliegue de una serie de estructuras institucionales de poder que adoptaron la forma deredes. Ellas permitieron configurar no slo un poder desptico sobre la poblacin entendido como capacidad estatal de accin independiente de toda negociacin rutina-ria e institucional sino tambin un poder infraestructural entendido como la capa-cidad estatal para penetrar en la sociedad y poder ejecutar logsticamente sus decisio-nes sobre todo un territorio. Es esta ltima nocin la que nos parece sugerente puessu ejercicio supone una divisin del trabajo entre las actividades que despliegan las

    distintas redes de poder y que el estado termina por coordinar y centralizar.7

    El anlisis de la construccin del poder institucional no puede realizarse sinconsiderar sus relaciones con el espacio y la poblacin. Al respecto, prestaremosatencin preferencial a la multiplicacin de jurisdicciones territoriales y a la com-plejidad que adopt la implantacin de las estructuras de poder en el medio rural.En este sentido, son tiles las observaciones de Hespanha, quien se propuso analizar

    5 Charles Tilly, Coercin, capital y los estados europeos, 990-1990, Madrid, Alianza Universidad,

    1990, especialmente pp. 44-45 y Cambio social y revolucin en Europa, 1492-1992, en Histor ia Social,N15, 1993, pp. 71-98.

    6 Michel Mann, El poder autnomo del Estado: sus orgenes, mecanismos y resultados, en ZonaAbierta, N57-58, 1991, pp. 15-50 yLas fuentes del poder social. Una historia del poder desde sus comien-zos hasta 1760 d.c., Madrid, Alianza, 1991, especialmente pp. 32-36.

    7 Para un anlisis de los planteos de Mann, vase: Pablo Snchez Len, La lgica del Estado:autonoma poltica y naturaleza social, enZona Abierta , N61-62, 1992, pp. 29-80 y Christ Wickham,Sociologa histrica, materialismo histrico, enZona Abierta , N57-58, 1991, pp. 217-242.

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    en los entresijos de las instituciones y de las prcticas poltico-administrativascmo se tramaban los equilibrios de poder. Desde esta perspectiva busc develarlos cuadros estructurales de la distribucin del poder que limitan objetivamente el

    juego poltico o definen marcos o escenarios para la accin poltica.8

    Consideramos que puede ser enriquecedor inspirarnos muy libremente por cier-to en estos planteos con el propsito de construir un enfoque interpretativo que nospermita observar, lo ms a ras del suelo posible, el complejo proceso de construc-cin del poder institucional en el mundo rural bonaerense e indagar las posibilidadesreales que tena de hacer obedecer sus orientaciones. En funcin de ello concebimosel proceso de construccin de las estructuras de poder institucional como el desplie-

    gue de redes ms o menos diferenciadas, cada una de las cuales estaba dominada porsu propia lgica de funcionamiento y contaba con jerarquas, intensidades y modali-dades de insercin en el medio social rural diferenciales. Por lo tanto, cuando habla-mos de redes de poder institucional no hacemos referencia a la trama de relacionesinterpersonales que formal e informalmente puedan haber articulado los sujetos sinoa la forma ramificada que adopt el despliegue de cada estructura de poder institu-cional. Desde esta perspectiva postulamos que existieron tres tipos principales deestructuras de poder institucional en el mundo rural: la militar-miliciana, la eclesis-tica y la judicial-policial. Por cierto, la inclusin de la estructura eclesistica en esteanlisis es problemtica en la medida que, al menos formalmente, no era parte de laorganizacin estatal. Sin embargo, considerando que ella sirvi de sustento al des-pliegue de organizaciones estatales y que su autonoma fue escasa y decreciente,

    consideramos pertinente incluirla en el anlisis.Sin embargo, a nivel local, estas estructuras no estaban integradas slo poruna burocracia estatal. En buena medida el ejercicio efectivo de las funcionesasignadas a cada estructura era efectuado por un conjunto de vecinos que no con-formaban una burocracia profesional y que, o bien no eran remunerados, o slo loeran parcialmente.9 En consecuencia, para identificar el personal efectivo de cadared a los fines de evaluar su capacidad de accin consideramos en este trabajo sloal personal efectivamente integrado a las estructuras de poder, cualquiera sea el

    8 Antnio M. Hespanha, Vsperas del Leviatn. Instituciones y poder poltico (Portugal, siglo XVII),Madrid, Taurus Humanidades, 1989, p. 10 y 55.

    9 As, la red militar y miliciana contena tanto a los vecinos integrados a las milicias como a contingentesindgenas con sus propios oficiales y a soldados destinados coercitivamente al servicio. La red eclesisticaestaba integrada tanto por curas que eran parte de una burocracia clerical profesional como por otros religio-sos y laicos que colaboraban en la administracin de los servicios espirituales. La red judicial y policial noslo reclutaba sus miembros entre los vecinos de la campaa sino que tanto los Alcaldes de Hermandadcomo luego los Jueces de Paz cumplan sus funciones apelando al concurso y colaboracin de otros vecinos.

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    modo de reclutamiento y remuneracin: sern para nosotros miembros de la estruc-tura militar-miliciana los efectivos reclutados y los milicianos en servicio activo, dela eclesistica los prrocos y los tenientes de cura, y de la judicial y policial losAlcaldes de Hermandad y sus tenientes y luego a los Jueces de Paz, sus Alcaldes yTenientes y las partidas policiales.

    Estas estructuras de poder institucional operaron en un espacio socialmenteconstruido y mvil. Entre 1780 y 1833 el espacio sobre el cual se desplegaba lasociedad criolla creci unas seis veces, pasando de unos 30.000 Km2 a unos 180.000Km2; la poblacin rural, por su parte, se acrecent hacia 1836 casi siete veces,pasando de unos 13.000 a unos 90.000 habitantes.10 El notable crecimiento de la

    poblacin rural fue mucho ms rpido que el de la ciudad de Buenos Aires, y en ladcada de 1830, por primera vez, la poblacin rural super a la urbana. Estos datos,con toda la imprecisin que pueden contener, permiten poner de relieve la magni-tud del esfuerzo que era preciso realizar para construir el poder institucional en elmundo rural. Sin embargo, la baja densidad de poblacin no habilita la visin de uninmenso desierto, que por otra parte era la mirada de las lites urbanas sobre esteespacio rural. Por el contrario, el poblamiento estaba muy desigualmente distri-buido, contena zonas de poblacin mucho ms concentrada y tasas de crecimientodemogrfico muy diferentes.11 Pero, adems, en la regin se fueron configurandoaglomeraciones desde las cuales se fueron organizando formas de ejercer el poderinstitucional y desde las cuales ese poder actuaba sobre el medio rural. Estos pue-blos rurales pueden ser considerados, siguiendo a Giddens, como sedes, una re-

    gin fsica que interviene como escenario de la interaccin social, dispone de fron-teras que contribuyen a concentrarla y permiten fijar las instituciones.12 Esta pers-pectiva adems facilita un anlisis centrado en el ejercicio de las funciones de po-der que tuvieron estos pueblos en la construccin del entramado de las redes insti-tucionales. Hasta ahora esta cuestin ha merecido escasa atencin historiogrfica13

    y aunque no se ha realizado un estudio sistemtico de ellos, la evidencia disponiblemuestra una extrema variedad de situaciones.

    10 Juan C. Garavaglia, Pastores y labradores de Buenos Aires..., op. cit., pp. 41 y 46.11 Jos Mateo, Poblacin, parentesco y red social en la frontera. Lobos (Provincia de Buenos Aires) en

    el siglo XIX, Mar del Plata, UNMdP-GIHRR, 2001, pp. 89-93.12 A. Giddens,La constitucin de la sociedad. Bases para la teora de la estructuracin, Buenos Aires,

    Amorrortu Editores, 1995, pp. 149-151.13 Entre los pocos estudios disponibles se destacan Oreste C. Cansanello, Pueblos, lugares y

    fronteras de la provincia de Buenos Aires en la primera parte del siglo XIX, Jahrbuch Fr GeschichteLateinamerikas , N35, Bhlau Verlag Kln Weimar Wien, 1998, pp. 159-187. Carlos Birocco, Morn delas Doce Casas. El poblado de Morn en la etapa tardocolonial (1780-1810), enRevista de la Facultad

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    La construccin de una red articulada de parroquias, viceparroquias, capillasen guardias de frontera o colegios de misioneros a lo largo del siglo XVIII se nospresenta como el andamiaje que la Iglesia organiz en su propsito de cristianizarel mundo rural bonaerense.14 Las parroquias eran las porciones de territorio que seencontraban bajo la jurisdiccin del cura prroco, quien ejerca en ellas la cura dealmas.15 Este eclesistico deba ejercer el ministerio pastoral, realizar el recuentoanual de almas en tiempo de cuaresma, asegurar el cumplimiento de su feligresacon la Iglesia centrado en el precepto pascual y administrar los sacramentos. Susingresos provenan de una parte de los derechos parroquiales y de las primicias, yen algunos casos, de negocios particulares como estancias, pulperas o del ejerci-

    cio de patronatos de capellanas. En las viceparroquias los tenientes de cura semantenan con parte de las rentas que les proporcionaba el prroco. Tampoco goza-ban de un territorio propio el cual era supervisado por el prroco. 16

    Algunas parroquias contaban adems con un patrimonio institucional de tierras,chacras o estancias de la virgen o el santo que en principio fueron organizadas parael depsito del ganado que los feligreses daban de limosna o del pago de serviciosreligiosos, y en algunos casos se transformaron en empresas productivas.17 Sin em-bargo, en esta reconstruccin nos centramos en aquellas estructuras seculares plena-mente integradas al gobierno de la dicesis: las parroquias y viceparroquias. Pese aello, debe recordarse que estas instituciones del clero regular y sus religiosos actua-ron como auxiliares en las parroquias ms cercanas.18

    En 1730 se crearon los seis primeros curatos de la campaa de Buenos Aires y

    sus sedes parroquiales fueron San Jos de los Arrecifes en el norte, Nuestra Seo-ra de Lujn y San Antonio de Areco hacia el oeste, San Isidro y el oratorio de

    14 Mara Elena Barral, Sociedad, Iglesia y religin en el mundo rural rioplatense, 1770-1810 , Tesisdoctoral, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 2001.

    15 Manuel Teruel Gregorio de Tejada, Vocabulario Bsico de la Historia de la Iglesia , Barcelona,Crtica, 1993. p. 299.

    16 Roberto Di Stefano y Loris Zanatta, Historia de la Igles ia Argentina , Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori, 2000.

    17 Tambin las rdenes religiosas contaban con sus establecimientos productivos destinados a abastecer

    cada complejo de unidades urbano-rurales, aunque merece destacarse la presencia de otras institucionesdel clero regular slo complementariamente productivas como el Convento franciscano de la Recoleccinde San Pedro o el Hospicio mercedario de San Ramn de Las Conchas. Mara Elena Barral, La Iglesia en lasociedad y economa de la campaa bonaerense. El hospicio mercedario de San Ramn de las Conchas(1779-1821),Cuadernos de Historia Regional, N19, Lujn, UNLu, 1996, pp. 95-135.

    18 Esto es particularmente visible en el caso de los mercedarios y la parroquia de Morn y de losfranciscanos del Convento de la Recoleccin de San Pedro con varias de las parroquias del norte comoSan Pedro, Arrecifes y Baradero.

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    Francisco de Merlo como sede interina de la parroquia de Matanza y parte de lasConchas en la campaa cercana y Santa Mara de Magdalena en el sur, con Quilmescon sede interina de la parroquia.19 De este modo, las antiguas reducciones de indiospreexistentes de Quilmes20 y Baradero, que ya no tenan un peso significativo, queda-ron dentro de la jurisdiccin de las parroquias ms cercanas: Baradero dentro delcurato de Arrecifes y Quilmes en el de Magdalena.21

    Las estructuras eclesisticas seculares de la regin se multiplicaron en mo-mentos muy precisos: 1750, 1780, 1806, 1822/27 y 1833/38 (ver Grfico N1).22

    Estos cambios se tradujeron en creacin de nuevas parroquias desmembradas delas ya existentes o de las ayudas de parroquia23 o viceparroquias dependientes de

    las ya existentes. En la mayora de los casos, la multiplicacin de parroquias yviceparroquias rurales de Buenos Aires fue posterior a visitas diocesanas, tal es elcaso de la que llev a cabo Fr. Sebastin Malvar y Pinto en 1779 y la realizada pormonseor Benito de Lu y Riega entre 1803 y 1805. A su vez, las creaciones de1825, fueron posteriores a la misin pontificia denominada Misin Muzi, queconstituy la primer tentativa de acercamiento de los gobiernos posrevolucionarioshispanoamericanos con Roma, llevada a cabo en 1824 y en el contexto de las refor-mas eclesisticas de Rivadavia. Por ltimo, fue en la dcada de 1830 cuando empe-zaron a restablecerse las relaciones con el Vaticano y Mariano Medrano fue desig-nado vicario apostlico primero y luego, en 1832, obispo.

    19 Hemos dividido a la campaa en cinco zonas: Campaa norte (San Nicols de los Arroyos,Arrecifes, Baradero, Pergamino, Rojas, Salto, San Pedro y Mercedes Coln); oeste (San Antonio deAreco, Fortn de Areco, San Andrs de Giles, Exaltacin de la Cruz, Lujn, Pilar, Guardia de Lujn,Navarro y Lobos); cercana (Morn, Quilmes, Flores, Las Conchas, San Fernando, San Isidro y SantosLugares), sur (Cauelas, San Vicente, Ensenada, Magdalena, Chascoms, Ranchos, Monte) y nuevafronter a (Dolores, Azul, Tapalqu, Tandil, Baha Blanca, Carmen de Patagones, 25 de mayo, GuardiaConstitucin, Las Saladas, Las Mulitas, Martn Garca, Junn, Fortn Colorado, Laguna Blanca,Kaquelhuincul).

    20 Miguel Angel Palermo y Roxana Boixads, Transformaciones en una comunidad desnaturalizada:los Quilmes, del Valle Calchaqu a , enAnuario del IEHS , N6, Tandil, UNCPBA, 1991, pp. 13-42; JosCraviotto,Historia de Quilmes desde sus orgenes hasta 1941 , La Plata, AHPBA, 1961 y GuillerminaSors de Tricerri, Quilmes colonial, La Plata, AHPBA, 1937.

    21 Cayetano Bruno, Historia de la Iglesia en la Argent ina , Buenos Aires, Don Bosco, 1958.22 La confeccin de este grfico ha tenido en cuenta la propia lgica del proceso de ramificacin

    institucional eclesistica: las primeras parroquias de 1730 y las sucesivas parroquias y viceparroquiascreadas como desmembramientos de las mismas. Por esta razn este grfico no ha seguido laregionalizacin que se propone en este artculo.

    23 A diferencia de las viceparroquias para cuya instalacin interviene el obispo de la dicesis, lasayudas de parroquia surgen ms directamente ligadas a la autoridad del prroco y administradas por unsacerdote en calidad de teniente de cura. Para su funcionamiento se deba contar con la autorizacin delobispo, como en el caso de cualquier oratorio pblico, y una vez concedida la licencia, el cura prroconombraba al teniente de cura y le ceda parte de sus rentas. Roberto Di Stefano y Loris Zanatta, Loris,Historia de la Iglesia... , op. cit., p. 59.

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    Hacia 1750 se haban creado tres viceparroquias. En el norte, adems de la pa-rroquia de Arrecifes, la capilla de San Vicente Ferrer que luego sera la parroquia deSan Nicols funcionaba como viceparroquia del curato de los Arroyos en la juris-diccin de Santa Fe. La campaa oeste se converta en la zona que concentraba mayornmero de estructuras eclesisticas: a las parroquias de Lujn y San Antonio de Arecose agregaban las viceparroquias de Pilar dependiente de la primera y de Caada de laCruz bajo jurisdiccin de la segunda.

    El mayor despliegue de las estructuras eclesisticas se verifica en 1780, cuandose crearon nueve parroquias, tres de las cuales eran viceparroquias desde al menos1750, completndose el cuadro para toda la campaa de quince parroquias. Su distri-

    bucin entre las distintas regiones era bastante equilibrada: cinco en el norte (Arre-cifes, Baradero, San Pedro, San Nicols y Pergamino), cuatro en el oeste (Lujn, SanAntonio de Areco, Pilar y Caada de la Cruz), tres en la campaa cercana (San Isidro,Las Conchas y Morn) y tres en el sur (Magdalena, Quilmes y San Vicente).

    Esta situacin se mantuvo con pocas modificaciones hasta 1810. Los cambios en1806 se concentraron en la campaa cercana (con la creacin de las parroquias de SanFernando y San Jos de Flores) y en la lnea de frontera (Lobos, Guardia de Lujn,Navarro, Salto, Ensenada y Chascoms). Algunos de estos fuertes y fortines ya conta-ban con capilla y capelln castrense y ahora ingresaban a la estructura diocesana comoparroquias o viceparroquias. Este proceso se consolid en 1825 cuando todos los fuer-tes y fortines de la antigua frontera se transformaron en parroquias o viceparroquias.Para mediados de la dcada de 1830 las estructuras eclesisticas no haban cambiado

    sustancialmente y mientras se profundizaba la integracin de la antigua lnea de fronte-ra a la vida religiosa diocesana, comenzaba a verse lentamente la llegada de la Iglesiaa los fuertes del nuevo sur como Azul, Dolores,24 Baha Blanca y Patagones.25

    Algunos de los primeros pueblos de la regin se fueron formando en torno aparroquias o viceparroquias que en su mayora tuvieron origen a partir de oratoriosprivados o pblicos. As, entre las primeras parroquias de 1730, slo Magdalena yArrecifes contenan otras estructuras preexistentes: las reducciones de indios.26

    24 En el caso de Dolores la parroquia se instala en 1817, luego el poblado es destruido en 1821 por unaentrada de grupos indgenas. Se necesitar un nuevo impulso unos aos ms tarde para instalar unapoblacin fija.

    25 En Carmen de Patagones si bien la presencia eclesistica y obviamente la militar es anterior con lainstalacin de capellanes castrenses, la parroquia es de 1833.

    26 Baradero dej de ser reduccin en 1780 con la creacin de la parroquia de espaoles y Quilmes lohizo en 1812, aunque ya durante las ltimas dcadas del siglo XVIII su condicin de pueblo de indios notena demasiada relevancia.

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    En cambio, Lujn, San Isidro, Matanza, Conchas y San Antonio de Areco fijaron susede parroquial en oratorios de algunas de las familias principales de cada pobla-do en formacin.27 De modo anlogo, aos despus otras capillas situadas en tie-rras de particulares fueron el origen de parroquias y viceparroquias, como sucedien San Nicols de los Arroyos,28 Caada de la Cruz, Nuestra Seora del Pilar,29

    Magdalena30 y, varias dcadas despus, San Andrs de Giles.Hasta por lo menos la dcada de 1820 en las parroquias rurales transitaban

    intensamente religiosos de las distintas rdenes mercedarios, franciscanos, do-minicos y, en menor medida, agustinos y betlemitas que, sin estar integrados a lasparroquias como prrocos o tenientes de cura, eran autorizados por stos a admi-

    nistrar sacramentos.31 Tambin es el caso de los sacerdotes seculares ordenados attulo de capellanas u otras fundaciones similares los clrigos particularesque no tenan la obligacin de prestar servicios pastorales en las estructuras de ladicesis.32 A comienzos del siglo XIX, en su visita, el obispo Lu adverta estasituacin y la planteaba en estos trminos:

    Persuadido SSI de que la escasez de Ministros que hay en estas campaas que ayuden a losprrocos en sus ministerios les obliga a stos ms veces a tolerar en sus feligresas algunossacerdotes seculares y regulares que contra las disposiciones de los Sagrados Cnones yrepetidas Reales Ordenes del Soberano viven errantes y vagos sin adscripcin ni residen-cia fija abandonando aqullos a la que deben tener por sus beneficios o ttulos de rdenes.33

    27 Entre otros ver: Juan A. Presas, Nues tra Seora de Lu jn y Sumampa. Es tudio Cr t ico-histrico, 1630-1730, Buenos Aires, Ediciones Autores Asociados Morn, 1974; Jorge M. Salvaire,His tor ia de Nuest ra Se ora de Luj n: su origen, su santu ari o, su vil la, sus m ila gros y su c ulto, 2tomos, Buenos Aires, ed. Pablo Coni, 1885. Pedro Krpte, La met amo rfosis de San Isidro 1580-1994, San Isidro, 1994. Jos Burgueo, Contri bucin al es tud io d e la fun dac in de S an A nto nio deAreco, Areco, 1936.

    28 Mariana Canedo, Propietarios, ocupantes y labradores. San Nicols de los Arroyos 1600-1860 ,Mar del Plata, UNMdP-GIHRR, 2001; Jos De la Torre, Histor ia de la ciudad de San Nicols de losArroyos , La Plata, AHPBA, 1938.

    29 Aldo Beliera, Basamento histrico de la Capilla Nuestra Seora del Pilar y del Pueblo del mismonombre, en Primeras Jornadas de Historia del Partido del Pilar-1990, Buenos Aires, ed. JosSnchez, 1991.

    30 Francisco Cestino, Apuntes para la histor ia del part ido de la Ensenada, 1821-1881 , LaPlata, Direccin de Impresiones Oficiales, 1949. Jos Craviotto, La atencin del pago de Magdale-

    na (1738-1765), Separata de Invest igaciones y Ensayos, N 42, Buenos Aires, 1992; Fernando E.Barba, Los orgenes del pueblo de Magdalena, Separata de Inves tig acion es y Ensayos , N 38,Buenos Aires, 1988.

    31 Este tema puede verse desarrollado en Mara Elena Barral, Sociedad. Iglesia.... En el captulo 5 dela tesis se analiza el clero rural a nivel de las parroquias y se advierte sobre esta situacin.

    32 Roberto Di Stefano y Loris Zanatta,Historia de la Igles ia... , p. 90.33 Centro de Historia Familiar, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Das, Libro de

    Bautismos de Capilla del Seor (microfilm 0672842, int. 8073). El destacado es nuestro.

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    Tambin es evidente que no todas las parroquias despertaban el mismo inters, yque aquellas ubicadas en las zonas ms pobladas, y de produccin cerealera de lacual dependa el pago de las primicias eran las ms requeridas y donde ms eclesis-ticos en distintas funciones se pueden encontrar.34

    A su vez, dentro del grupo de feligreses que en cada parroquia responda al impe-rativo de vivir bajo cruz y campana y cuyas cabezas ms visibles integraban las co-fradas rurales,35 hubo quienes cumplan funciones relativamente fijas de colabora-cin con los curas como bautizar en caso de necesidad.

    Pero si consideramos solamente a los prrocos y sus tenientes de cura, es decirsolamente al personal estable de las estructuras eclesisticas seculares, el panorama

    cambia bastante. Entre 1813 y 1836, a pesar que aumentaron las sedes de la estructu-ra eclesistica de poder, disminuy el nmero de eclesisticos sirviendo en las mis-mas. En 1815 eran 42 eclesisticos y 27 las parroquias o viceparroquias; en 1825eran 38 curas y 29 estructuras eclesisticas y en 1836 el personal eclesistico man-tuvo el mismo nmero y sus sedes de poder aumentaron a 33.

    El estancamiento del nmero de prrocos en la campaa se debe a cuestiones deorden ms general que afectaban a las instituciones eclesisticas en su conjunto. Lacada de ordenaciones sacerdotales se verificaba desde la revolucin e incluso algu-nos aos antes y es probable que los potenciales clrigos encontraran otros mbitosms atractivos de desarrollo profesional como los cuerpos de milicias o los mediosintelectuales, que dejaban de ser, paulatinamente, patrimonio exclusivo del mundoeclesistico. A su vez, la cada de las rentas eclesisticas y las dificultades de recau-

    dacin de los diezmos o del cobro de los derechos parroquiales pudo desalentar ams de un candidato a incorporarse al clero. Pero adems cada ruptura poltica signi-fic una desarticulacin territorial que afect tambin a la esfera eclesistica. Sobretodo si pensamos en los vnculos de dependencia institucional que ligaban a las jurisdic-ciones eclesisticas y que en estas condiciones las fragmentaban an ms, con lasconsabidas dificultades para canalizar formas de intervencin ms o menos unifor-mes (como el caso del arzobispado de Charcas, del que dependan los obispos rioplatenses).El programa reformista de Rivadavia profundiz la debilidad de las instituciones

    34 Mara Elena Barral y Roberto Di Stefano, La dicesis de Buenos Aires a principios del sigloXIX: estructuras eclesisticas y poltica pastoral, en CD-Rom Ponencias. VII Jornadas deInt erescuelas Departamentos de Historia , Neuqun, septiembre de 1999. Mara Elena Barral, Socie-dad, Iglesia...., op. cit.,

    35 Los cofrades entre sus funciones fijadas por sus constituciones deban visitar a los enfermos losdas de fiesta y costear y organizar determinadas funciones religiosas: Mara Elena Barral, Iglesia,poder y parentesco en el mundo rural colonial. La cofrada de Animas Benditas del Purgatorio, Pilar,1774, en Cuadernos de Trabajo, N10, UNLu, pp. 17-56.

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    eclesisticas con la expropiacin de recursos econmicos orientada por la polticade centralizacin de las instituciones eclesisticas, de desamortizacin de los prin-cipales recursos y la eliminacin de los fueros, y que retomaba las iniciativasborbnicas del siglo anterior.36

    Sin embargo la Iglesia mantuvo en sus manos algunos mecanismos importantesde control social en el plano local, aunque ms subordinada a las autoridades polti-cas civiles y militares. An nos falta conocer mucho sobre la accin eclesial en lapoca de Rosas; la manera en que contribuy a la legitimacin simblica de la figurade Rosas y del federalismo ha sido puesta de manifiesto por distintos trabajos. 37

    2.2. La estructura militar y miliciana de poder

    El desarrollo de la estructura de poder militar y miliciano an carece de unestudio completo y sistemtico y la informacin disponible slo permite esbozarun cuadro general de su expansin. En algunos aspectos, esta informacin es muyimprecisa dado que la mayor parte de las veces slo se hace referencia a la fecha deinstalacin de los fuertes y fortines38 pero no se ofrecen precisiones respecto acundo cada uno dej de funcionar. En cuanto a la magnitud y composicin de lasfuerzas militares y milicianas slo recientemente se han producido estudios cuida-dosos y en ellos nos apoyaremos.39

    36 Puede verse: Di Stefano, Roberto, El plpito y la plaza, Buenos Aires, Siglo Veintiuno EditoresArgentina, 2004.

    37 Ricardo Salvatore, Fiestas federales: representaciones de la Repblica en el Buenos Airesrosista, enEntrepasados , N11, Buenos Aires, 1997, pp. 45-68 y Juan C. Garavaglia, Escenas de lavida poltica en la campaa: San Antonio de Areco en una crisis del rosismo (1839/1840), en Juan C.Garavaglia, Poder, conflicto y relaciones sociales. El Ro de la Plata, XVIII-XIX, Rosario, HomoSapiens, 1999, pp. 157-188.

    38 Comando en Jefe del Ejrcito, Resea Histrica y Orgnica del Ejrcito Argentino , Tomo I ,Buenos Aires, Crculo Militar, 1971; Fernando Barba, Frontera ganadera y guerra con el indio. Lafrontera y la ocupacin ganadera en Buenos Aires entre los siglos XVIII y XIX, La Plata, UNLP, 1995 ;Carlos Mayo y Amalia Latrubbesse, Terratenientes, soldados y cautivos: la frontera (1736-1815), Mardel Plata, UNMDP, 1993; Carlos Mayo (ed.), Vivir en la frontera , Buenos Aires, Biblos, 2000.

    39 Un anlisis seero de los comienzos de la militarizacin es el de Tulio Halperin Donghi,Militarizacin revolucionaria en Buenos Aires, 1806-1815, en Tulio Halperin Donghi (comp.), Elocaso del orden colonial en Hispanoamrica, Buenos Aires, Sudamericana, 1978, pp. 122-158. Enrelacin a las milicias durante las dcadas de 1810 y 1820 ver Oreste C. Cansanello, Las miliciasrurales bonaerenses entre 1820 y 1830, en Cuadernos de Historia Regional, N19, UNLu., Lujn,1998, pp. 7-51. El anlisis ms completo y panormico es el de Juan C. Garavaglia, Ejrcito y milicia:los campesinos bonaerenses y el peso de las exigenc ias militares , 1810-18 60, enAn ua ri o IE HS ,N18, 2003, pp 153-187.

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    En la campaa la estructura militar y miliciana tuvo como principales sedes depoder a los fuertes y fortines de la frontera pero tambin estaba presente en otrospueblos donde se localizaron diversos destacamentos, los que a su vez no tuvieronuna localizacin fija. No todos estos fuertes tenan la misma jerarqua, ya que desde1780 la Villa de Lujn era la sede de la Comandancia de Frontera.40 A lo largo de esteazaroso perodo las fuerzas se componan de tropas regulares y de milicias, una de-marcacin perdurable aunque no inalterable en la medida que las fuerzas milicianasterminaron por quedar subordinadas a las autoridades militares regulares y su coman-do qued en manos de oficiales veteranos.

    Hacia 1784 los Blandengues, un cuerpo miliciano que comenz a funcionar en

    la dcada de 1750, pas a tener seis compaas de 100 hombres y fue transformadoen un cuerpo veterano.41 La jurisdiccin contaba adems con 1490 hombres enotros cuerpos regulares, lo que haca un total apenas superior a los 2000 efectivos.Por entonces los milicianos que prestaban servicio activo en la frontera eran unos125 localizados en Chascoms, Ranchos, Monte, Salto y Rojas, aunque podan sermovilizados 2171 hombres en toda la campaa.42

    A mediados de la dcada de 1810 la ramificacin de la estructura haba ganadoen complejidad y extensin. Al sur del Salado se agreg el fuerte de Kakelhuinculy en gran parte de los pueblos existan regimientos milicianos; a su vez, se sumuna Comandancia de Milicias en Las Conchas y Comandancias Militares en SanNicols, San Pedro, Baradero, Arrecifes, Pilar, Capilla del Seor, San Fernando,Ensenada y Dolores. Hacia 1819, se procedi a organizar tres regiones militares

    dividiendo la campaa en Sur, Norte y Centro. La intensa militarizacin ocurridahacia 1806/7, aun cuando se haba reducido hacia 1810, recibi un decidido impul-so. Las levas sucesivas afectaron crecientemente a la poblacin rural y se ha esti-mado que pueden haber abarcado a un 10% de los varones solteros, es decir a unode cada seis adultos.43 Sin embargo, no es fcil estimar el nmero de efectivosrealmente existentes en la jurisdiccin aunque sabemos que hacia 1814 el total demilicianos en la campaa llegaba a 105844 y que en 1817 las fuerzas que guarne-can la frontera ascendan slo a 308 hombres.45

    En los primeros aos de la dcada de 1820 la estructura militar de la provinciafue reorganizada y en 1823 el ejrcito regular contaba con 214 oficiales y 3.142

    40 Eugenia Nspolo, Gobernar en la Frontera Bonaerense 1736-1784. Lujn un estudio de caso,mimeo, 2003.

    41 Comando General del Ejrcito, Poltica seguida con el aborigen (1820-1852) , Buenos Aires,Crculo Militar, 1974, I, p. 88.

    42 Juan C. Walther,La conquis ta del desierto , Buenos Aires, EUDEBA, 1974, p. 114.43 Juan C. Garavaglia, Ejrcito y milicia..., p. 163.44 Juan C. Walther,La conquista... .,p. 134.45 Rolando Dorcas Berro,Nues tra Seora de Dolores , La Plata, AHPBA, 1939.

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    suboficiales y soldados.46 Otros datos indican que en 1825 el total de efectivos erade 3840 hombres, de los cuales tenan asiento en la campaa al menos 1800 pertene-cientes a los Regimientos de Hsares (en Salto), de Blandengues (en Lobos) y deCoraceros (en Kaquel).47 A ellos hay que agregar las Comandancias de Marina que seencontraban en Conchas y Ensenada aunque no sabemos sus dotaciones. Por su parte,la estructura miliciana estaba integrada por una Milicia activa de infantera compues-ta por unos 3960 ciudadanos y 89 veteranos, una o dos compaas de milicia activa deinfantera en cada pueblo y los cuatro Regimientos de Milicia activa de Caballera,48

    cada uno de los cuales estaba conformado por cuatro escuadrones y cada uno de ellospor dos compaas de 100 soldados cada una.49 De este modo, antes del gran es-

    fuerzo militar que supuso la guerra con Brasil, el estado provincial contaba con unafuerza de lnea de unos 4000 hombres y con alrededor de 3200 milicianos. En1826 se agreg un 5 regimiento con jurisdiccin el partido de Monsalvo y a finesde ese ao se dispuso que todos los regimientos de caballera tuvieran agregadosun escuadrn de milicias de 200 plazas, por lo que el nmero de milicianos decaballera debe haber rondado los 5000.50

    A mediados de la dcada de 1830 la estructura de poder militar se haba ex-tendido mucho ms.51 En la campaa, hacia 1836 la lnea de fuertes se haba am-pliado con la incorporacin de Federacin (o Junn), Cruz de Guerra y Baha Blan-ca en 1828, Azul y Tapalqu en 1832, Fortn Colorado en 1833 y Las Mulitas en1836.52 Silvia Ratto ha demostrado en el estudio ms slido y preciso de laestructura militar hacia 183653 que en los fuertes de frontera (Federacin, 25 de

    46 Juan C. Garavaglia, Ejrcito y milicia..., p. 158.47 Juan Jos Mara Blondel,Almanaque poltico y de comercio de la ciudad de Buenos Ayres para el ao

    de 1826, prlogo de Enrique M. Barba, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1968, pp. 40-42.48 Juan Jos Mara Blondel,Almanaque poltico..., pp. 43-44.49 El Regimiento 1 comprenda los suburbios de la ciudad y los partidos ms cercanos (San Isidro, San

    Fernando, Las Conchas, Santos Lugares y San Jos de Flores). El Regimiento 2 se reclutaba en los partidosdel oeste de Buenos Aires (Morn, Villa de Lujn, San Antonio de Areco, Pilar y Capilla del Seor). ElRegimiento 3 tena jurisdiccin sobre los partidos del sur de la provincia hasta el lnea del Salado (Quilmes,Ensenada, Magdalena, Chascoms, San Vicente, Cauelas, Ranchos, San Miguel del Monte y Lobos). ElRegimiento 4 comprenda los partidos del noroeste (Guardia de Lujn, Fortn de Areco, Salto Rojas, Pergami-no, San Nicols, Arrecifes, San Pedro y Baradero).

    50 Dado que hacia 1824 las milicias reunan 4942 hombres; Oreste C. Cansanello, Las milicias..., p. 25.51 Juan Jos Mara Blondel, Gua de la Ciudad y Almanaque de Comercio de Buenos Aires para el ao

    1834, Buenos Aires, Imprenta de la Independencia, 1834, pp. 33-34.52 Un excelente anlisis del funcionamiento de los nuevos fuertes del sur en Silvia Ratto, Poblamiento en

    reas de frontera: el funcionamiento de los fuertes al sur del ro Salado, mimeo, 2002.53 Silvia Ratto, Soldados, milicianos e indios de lanza y bola. La defensa de la frontera bonaerense a

    mediados de la dcada de 1830, enAnuario del IEHS, N18, Tandil, 2003, pp. 123-152.

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    Mayo, Tapalqu/Azul, Independencia y Baha Blanca) haba una fuerza armada deunos 4.000 hombres, de los cuales 817 eran tropas de lnea, 904 milicianos y 2360indgenas. Sin embargo, tambin ha mostrado que esta situacin poda variar signi-ficativamente pues a fines de 1836 los milicianos movilizados hacia los fuertes defrontera eran 2267 aunque en 1837, las fuerzas de lnea en ellos se mantenan enlos mismos niveles (903 hombres), los milicianos eran 1403 y los indgenas 2.121,lo que hacia un total algo superior al ao anterior (4.427 hombres). De este modo,sus datos nos indican que la fuerza del ejrcito regular era decisiva en algunospuntos (como Baha Blanca) y tambin que tena una marcada estabilidad; ms flexibleera en cambio la posibilidad de apelar a milicianos y pese a ello el predominio de

    los contingentes indgenas era decisivo.Por nuestra parte, hemos intentado evaluar la magnitud total de las fuerzas

    disponibles en la campaa en 1836: ese ao habra un total de 1.415 milicianosactivos por lo que puede afirmarse que en su inmensa mayora estaban en losfuertes; las tropas de lnea, en cambio, eran unos 3.065 hombres de modo queslo una tercera parte estaban en esos fuertes. A este total de 4.480 hombreshabra que sumar en consecuencia los 2.300 indgenas, todos ellos en el rea defrontera. Las Listas de Revista de 1836 permiten ver la compleja trama que tenala distribucin espacial de la red. El Regimiento 1 tena sus fuerzas en Federa-cin y Las Mulitas. El 2 tena en la Villa de Lujn a su Plana Mayor y unidades en25 de Mayo, Federacin, Flores, Exaltacin de la Cruz, Morn, Saladas y ademscontaba con un Escuadrn de Milicias en comisin para capturar vagos y deserto-

    res que no tena una localizacin fija. El N3 tena sus unidades distribuidas entreMonte, Matanza, Tapalqun, el Campamento de la Botija y piquetes en Navarro yLobos. El 4 tena su Plana Mayor en Federacin y diversas unidades acantonadasen ese fuerte. El Regimiento N5 las tena distribuidas entre Ranchos, Tapalqun,Laguna Blanca, Dolores, Monsalvo, Fuerte Independencia y Azul. El RegimientoN6estaba ubicado en Azul, Quilmes, San Vicente, Ensenada y Magdalena. Por suparte, el Regimiento de Blandengues de la Nueva Frontera tena su Plana Mayoren Baha Blanca y sus fuerzas ubicadas en Fuerte Argentino y Guardia Constitu-cin. El Regimiento de Dragones de la Nueva Frontera tena su Plana Mayor en elFuerte 25 de mayo y unidades en Fuerte Argentino, Monte y San Nicols. LasCompaas Batalln Guardia Argentina tenan su plana mayor en Baha Blanca yunidades en 25 de Mayo, Azul, Patagones, los Polvorines de Flores y Cuelli, San

    Nicols, Fortn Colorado y Fuerte Independencia.Podemos ahora intentar una evaluacin muy provisoria. A mediados de ladcada de 1780 la provincia contaba con una fuerza armada que apenas superabalos 4.000 hombres entre milicianos y regulares aunque en la frontera slo habaunos 600 Blandengues. A mediados de la dcada de 1810, parece haberse des-guarnecido la campaa con una reduccin tanto de las fuerzas regulares comomilicianas a la mitad. Esta situacin se habra revertido a mediados de la dcada de

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    1820 cuando la provincia contaba con una fuerza armada de unos 7.200 hombres;de ellos en la campaa haba unos 1.800 regulares y ms de 3.000 milicianos. Ha-cia 1836 hemos podido constatar que en la campaa haba 3.065 hombres en lastropas de lnea y 1.415 milicianos movilizados aunque ese nmero poda elevarse aunos 4.800 en caso de necesidad; adems, ahora era tambin posible recurrir a msde dos millares de contingentes indgenas. Este panorama puede ser completadocon los datos de Garavaglia para 1841: por entonces el estado dispona de una fuer-za armada de 10.367 hombres de los cuales el 32% eran milicianos. Si considera-mos los datos desagregados que suministra para las principales unidades militarespodemos ver que el 35% de las tropas regulares y el 39% de las milicianas se

    encontraban asentados en la campaa.54

    2.3. La estructura de poder judicial y policial

    Esta estructura de poder institucional tuvo un precario desarrollo hasta bien entra-do el siglo XVIII y una organizacin cambiante a lo largo del perodo. Aunque sus fun-ciones eran distintas las hemos agrupado en una sola red considerando que uno de losrasgos claves de su estructuracin fue el fallido intento de organizar dos agencias ins-titucionales diferenciadas, al menos en el mbito rural.55 Como es sabido, hasta 1821la justicia y la polica rural fueron ejercidas principalmente por los Alcaldes de la SantaHermandad designados por el Cabildo de Buenos y desde 1756 tambin por el deLujn; pero adems efectuaba designaciones el Alcalde Provincial de la Santa Herman-

    dad, un oficio vendible que mantuvo tensas y conflictivas relaciones con el cuerpocapitular porteo. En un principio las designaciones del Cabildo de Buenos Aires seefectuaban inicialmente slo para dos grandes jurisdicciones aunque en 1766 se in-tent infructuosamente aumentar su nmero a cuatro. Recin a fines de la dcada de1770 comenz a haber un sistemtico incremento de designaciones que se consolid amediados de la dcada siguiente56 cuando llegaron a ser 16 las jurisdicciones delimita-das sin considerar las que se efectuaban para la Banda Oriental. Con todo, su poder efec-tivo segua siendo muy limitado: no disponan de crceles ni con una fuerza propia bajo su

    54 Sobre una tropa regular de 4.446 hombres 2.395 estaban asentados en la campaa y sobre un totalde 2.251 milicianos 1448 estaban en la campaa. Juan C. Garavaglia, Ejrcito y milicias..., p. 181.

    55 Para analizar las implicancias histricas de esta cuestin ver Osvaldo Barreneche,Dentro de la Ley,TODO. La justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno de la

    Argentina, La Plata, Ediciones Al Margen, 2001.56 Alcaldes de la Hermandad. Sobre su jurisdiccin, AHPBA, Real Audiencia, 7-2-109-13 y 7-2-109-14.

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    dependencia directa57 y era muy frecuente la designacin de jueces comisionadoscon funciones acotadas y para jurisdicciones especficas.58 An mayores dificul-tades tuvo el Cabildo de Lujn que incluso lleg a ser suspendido en sus funciones.Adems debi lidiar con la competencia jurisdiccional del cabildo porteo, unasituacin que perdur hasta 1796 cuando el cabildo lujanense recuper plenamentesus atribuciones59 y comenz a designar sus propios Alcaldes para los partidos dePilar, San Antonio de Areco, Caada de la Cruz, Navarro, Guardia de Lujn y Fortnde Areco. Pese a ello, el cuerpo capitular porteo sigui designando un Alcaldepara Areco Arriba hasta 1821.

    La crisis revolucionaria puso en primer plano la necesidad de conformar un

    poder de polica ms efectivo que tender a escapar del control del Cabildo paradepender directamente del poder central. La centralizacin se evidenci tambinen la recreacin de la figura del Gobernador Intendente de breve existencia en ladcada de 1780 que tena jurisdiccin sobre la campaa. As, en 1812 se designa-ron tres comisarios de polica, uno de los cuales estaba encargado de supervisar elaccionar de los Alcaldes de Hermandad, y en 1816 el gobierno cre un cargo deComisario de Campaa con el preciso objetivo de la persecucin de los va-gos.60 De esta manera, hacia 1816 en la campaa bonaerense haba al menos21 Alcaldas de Hermandad designadas por el cabildo porteo y 6 por el de Lujn.Ese ao se dispuso que deban contar con una partida de auxiliares a sueldo con lo cualse independizaban de los comandantes de milicias para la provisin de auxilia-res. Hasta qu punto se cumpli esta disposicin? Lamentablemente no lo sabe-

    mos, pero de haberse cumplido habra significado un mnimo de 84 auxiliares (si slo

    57 Segn el Alcalde de los Arroyos en 1795 la guardia de los soldados que se le imparte de auxilio porlos oficiales militares es de milicianos voluntarios que estos hacen lo que quieren y al mismo tiempo esmenester que el Alcalde Juez los gratifique y mantenga: AGN, IX-19-7-7.

    58 El mejor estudio disponible sobre los Alcaldes de Hermandad es el de Carlos Birocco, Laestructuracin de un espacio de poder local en la campaa bonaerense: las Alcaldas de la SantaHermandad de los partidos de Areco y la Caada de la Cruz (1700-1790), en Gabriela Gresores yCarlos Birocco, Tierra, poder y sociedad en la campaa rioplatense colonial , Cuadernos del PIEA,

    N5, Buenos Aires, 1998, pp. 53-95.59 Enrique Barba, La ereccin de la Villa de Lujn y el pleito jurisdiccional con el Cabildo de

    Buenos Aires, enInvest igaciones y ensayos , N31, Buenos Aires, ANH, 1981, pp. 263-273; Dedier N.Marquiegui, Estan cia y poder pol ti co en un parti do de la campaa bonae ren se (Lujn, 175 0-1821), Buenos Aires, Biblos, 1990.

    60 Abelardo Levaggi, La seguridad de la campaa bonaerense entre los aos 1821 y 1826. Esta-blecimiento, supresin y restablecimiento de las comisaras de campaa, en Invest igaciones y Ensa -yos , N20, 1976, p. 378.

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    consideramos a las Alcaldas dependientes del cabildo porteo) y un mximo 108auxiliares (si consideramos el conjunto de Alcaldes existentes).61

    La crisis de 1820 abri nuevas incertidumbres. La elite gobernante lleg a laconclusin de que era preciso acabar con los Cabildos,62 sustituir a los Alcaldes deHermandad por los Jueces de Paz, imponer una justicia letrada en la campaa a cargode tres Juzgados de Primera Instancia y organizar una estructura de ocho comisarasde polica directamente dependiente del gobierno. Sin embargo, esta nueva organiza-cin tuvo corta duracin. En 1824 se dispuso reducir los cinco juzgados de primerainstancia a cuatro (dos civiles y dos criminales) todos localizados en la ciudad. 63

    Transitoriamente se anularon las comisaras de campaa, trasladndose sus funcio-

    nes a los Jueces de Paz y se dispuso que cada uno tuviera una partida de tres milicianoscon una remuneracin de 8 pesos mensuales;64 pero en julio de 1825 se dispuso lareposicin de las ocho comisaras y a fin de ao se autorizaron dos nuevas: una paraMonsalvo y otra para los partidos de Navarro, Lobos y Matanza.

    No era suficiente. Ya en abril de 1827 el Juez de Paz de Exaltacin de la Cruzpropona una solucin ms drstica: la necesidad de elegir un comisario paracada partido.65 Pero la medida tard en implementarse. En 1830 Rosas elev de10 a 21 las secciones de polica y recin en 1836 transfiri directamente las fun-ciones y la renta de los comisarios a los Jueces de Paz. De este modo, cadapartido contara con su comisara aunque el proceso fue ms gradual y varios Jue-ces de Paz tuvieron asignada esta funcin con anterioridad.66 En consecuencia,si hacia 1822 las 8 comisaras deban atender el servicio de polica de 29 parti-

    dos, a fines de 1825 eran 10 las comisaras para 31 partidos; en 1830 eran 21 lascomisaras y 32 los partidos y en 1836 eran 35 los partidos y cada uno con sucomisara. De este modo, la ramificacin de la red policial fue ms intensa que la

    61 Este proceso ya se haba dado en la ciudad donde los Alcaldes de Barrio que desde 1772 erandiecisis se haban elevado a veinte en 1794 y a treinta y tres desde 1812, cuando adems se dispusoque deban contar con cuatro Tenientes cada uno. El dato es bien sugerente de las prioridades oficia-les: slo para la ciudad se haba previsto una retcula ms densa que la que se dispona para elconjunto de la campaa.

    62 Marcela Ternavasio, La supresin del cabildo de Buenos Aires: crnica de una muerte anun-ciada?, en Bole tn del Institu to de Historia Argentina y Americana Dr. Emil io Ravignani, N21,2000, pp. 33-74.

    63 AGN, X-14-5-4, Polica, 1827.64 Decreto del Gobierno. Buenos Aires 28 de febrero de 1825, en Manual para los Jueces de Paz de

    Campaa, Buenos Aires, Imprenta de la Independencia, 1825, p. 2.65 Abelardo Levaggi, La seguridad..., p. 406.66 Por ejemplo, el de Monte fue designado como comisario en marzo de 1832. Juzgado de Paz de

    Monte (1829-1842), AGN, X-21-3-5.

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    de los jueces aunque termin por perder su existencia diferenciada.67 De este pro-ceso emergen algunas cuestiones claves.

    La formacin de las fuerzas policiales, es decir de una fuerza armada dotada decapacidad de coercin sobre la propia poblacin y diferenciada de las fuerzas espec-ficamente destinadas a la defensa, no result una tarea sencilla. A lo largo del pero-do se organizaron dos tipos de partidas policiales: unas centralizadas y mviles(bajo el comando directo de la jefatura) y otras que tuvieron a sus rdenes Comisa-rios de Seccin, Alcaldes de Hermandad o Jueces de Paz. Las primeras tuvieron unaexistencia inestable pero persistente. Desde 1799 haba una partida que contaba con35 hombres y mantuvo esa dotacin hasta 1812 aunque en 1809 se haba dispuesto

    que fuera de 50 efectivos; en 1812 se estipul que deba estar compuesta por 100hombres pero pocas veces lleg a contar efectivamente con esa dotacin y en 1822apenas contaba con 50; hacia 1831 se organiz una nueva fuerza policial, la Compa-a de Caballera Auxiliar, que contaba con 80 hombres pero en 1836 su nmero sehaba reducido a 60. De este modo, las autoridades contaron permanentemente conuna fuerza policial centralizada y militarizada, cuya misin primordial era asegurar elorden en la ciudad y sus arrabales, aunque tambin esta fuerza era empleada pararealizar incursiones en las profundidades del mundo rural. Adems, desde 1822 sehaba formado una Compaa de Peoneros de Polica integrada por tres secciones,cada una de las cuales deba integrarse con un sargento, dos cabos, 46 soldados y untambor68 aunque su dotacin efectiva rondaba los 130 hombres.69 En 1823 fue sus-tituida por los Celadores de Polica, una fuerza urbana mucho ms reducida que re-

    una unos 32 efectivos y perdur hasta 1834 cuando fueron reemplazados por dosnuevos cuerpos de vigilancia urbana: los Serenos y los Vigilantes de Da. De estaforma, se fue configurando una trama policial que se ados a la estructura crecientede Alcaldes de Barrio y que buscaba asegurar el control del territorio de la ciudad ysus zonas aledaas, la preocupacin por excelencia de la polica.

    En la campaa mientras existieron las comisaras de seccin se establecique cada una deba contar con su propia partida celadora. Pero, adems, las auto-ridades recurrieron a diversos mecanismos para forzar la activa colaboracin delos vecinos de los pueblos y que eran un modo de ampliar la capacidad de accinpolicial del estado exigiendo prestaciones a los vecinos. En julio de 1823 un decretodispuso que todos los ciudadanos estaban obligados a prestar su cooperacin

    67 Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires; Francisco Romay, Historia de la Polic a FederalArgentina , Buenos Aires, Biblioteca Policial, Tomo II, 1820-1830, 1964. Adolfo Rodrguez, Cuatrocien-tos aos de polica en Buenos Aires , Buenos Aires, Editorial Policial, 1981.

    68 Ver Francisco Romay,Histor ia de la Pol ica ..., tomo I, p. 178 y tomo II, pp. 120-121 y 172-175.69 AGN, X, 35-10-13, Polica, 1822.

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    para evitar cualquier atentado o crimen por va de hecho o para aprender a superpetrador, so pena de 24 horas de arresto.70 Para incentivar esta colaboracinse introdujo otra modalidad que terminara por ser prctica rutinaria: las personasque detuvieran al autor de un delito seran remuneradas con sumas que oscilabanentre 25 y 100 pesos.71 Otra de las formas que adopt esta colaboracin vecinalfue organizar patrullas armadas.72 En consecuencia, podemos ver que a nivel localfuncionaron partidas estables y remuneradas y otras extraordinarias y ocasionalesque implicaban la movilizacin de los vecinos y que en los pueblos de campaadeban cumplir las funciones de los celadores o serenos de la ciudad.

    No sabemos an los efectivos que integraban efectivamente estas partidas

    celadoras de cada comisara de seccin, pero en 1825, cuando se reinstalaronlas comisaras de seccin, se dispuso que cada una deba contar con un cabo ycinco soldados, lo que hara un total de 48 efectivos; y, cuando a fin de ao seaumentaron a 10 las comisaras se dispuso que cada partida se integrara con uncabo y 12 soldados, la fuerza disponible habra pasado a ser de unos 130 hom-bres. A su vez, entre fines de 1826 y de 1827 se organizaron dos comisarasextraordinarias, con 25 hombres cada una, lo que llev la fuerza de la policarural a unos 180 hombres. Si las partidas de cada seccin mantuvieron esta dota-cin cuando en 1830 las comisaras pasaron a ser 21, el total de efectivos puedehaber llegado a ser entonces de 273. Qu sucedi con ellas cuando las funcio-nes de comisario fueron transferidas a los Jueces de Paz? No lo sabemos conprecisin, pero algunas referencias dispersas inducen a pensar que siguieron exis-

    tiendo.73

    Ms an, es probable que hubiera otro tipo de colaboradores policiales:en Arrecifes hacia 1832 adems de los Alcaldes y tenientes el Juzgado dispona de44 auxiliares, de los cuales slo seis estaban pagos y deben haber sido los miem-bros de la partida.74 Si suponemos una partida de cinco hombres para cada uno delos 35 partidos, esa fuerza habra contado hacia 1836 con al menos 175 hombres.Estas estimaciones son demasiado inseguras como para extraer de ellas conclusio-nes precisas y requieren de una indagacin de mayor alcance; pero sugieren que elproceso de intensa ramificacin de la estructura policial parece haber significado

    70Manual de los jueces... p. 26.71 Por ejemplo, en 1836 se pagaban 50 pesos por ayudar a apresar un desertor: Juzgado de Paz de San

    Isidro (1828-1840), AGN, X-21-6-4.72 AGN, X-32-10-7; AGN, X-15-3-1, Juzgado de Paz de San Isidro.73 En Rojas y en Salto hacia 1837 operaba una partida celadora: Juzgado de Paz de Rojas, 1828-

    1852, AGN, X-21-5-3 y Juzgado de Paz de Salto, 1831-1851, AGN, X-21-5-4. En Tandil hacia 1840operaba una partida compuesta de un sargento y cuatro soldados: Juzgado de paz de Baha Blanca yTandil 1831-1852, AGN, X-20-10-4.

    74 Juzgado de Paz de Arrecifes, 1831-1851, AGN, X-20-9-7.

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    un incremento sistemtico de las partidas policiales rurales entre 1825 y 1830(de 48 a 273 efectivos) y luego, quizs, una disminucin.

    Pero hay otra cuestin ms importante a considerar. Como vimos, result in-fructuoso el intento de separar las funciones judiciales y policiales a nivel local.Este fracaso puede ser visto como la expresin de la misma naturaleza del estadoen formacin y el resultado de una frmula de transaccin entre concepciones dis-tintas. Cuando fueron suprimidas las comisaras en 1825 el Jefe de Polica criticla decisin argumentando que era imposible conservar el orden y tranquilidad dela Campaa sin funcionarios rentados dado que los Jueces de paz huyen de loscompromisos porque estn relacionados en los partidos y porque su estabilidad en

    el mando es muy temporal. Y agreg: Los Jueces de Paz jams podrn desenvol-verse ni expedirse en un ramo que necesita mucha imparcialidad, y ms fibra que laque pueden desplegar unos individuos relacionados.75 Personal remunerado, ma-yor fibra y sobre todo, ausencia de relaciones con el medio social local era loque el jefe esperaba de su personal. Fue esta misma concepcin la que se postulen la Legislatura cuando se sostuvo que los Jueces de Paz

    eran unos vecinos, que no durando ms que un ao en su judicatura, ni podan absoluta-mente desatender sus labores, ni perseguir con empeo a los criminales, a cuyos tirosquedan expuestos lo que transcursase un ao: que en calidad de vecinos tenan, y debantener ciertos miramientos aun con los mismos que acaso deberan perseguir, pues que enciertas pocas del ao los necesitaban para los trabajos del campo, y que un comisario, o

    un agente de polica con cualquier otro nombre, era absolutamente independiente de to-das estas circunstancias.76

    Comisaras y Juzgados de Paz eran instituciones recientes pero expresaronconceptualmente dos modos de relacin diferentes entre el estado y la sociedad:los Jueces de Paz deban ser parte de la comunidad mientras que los comisariosdeban ser extraos a ella. Los primeros eran legos, designados por partido y noreciban remuneracin. Lejos estaban de formar una burocracia profesional y sucapacidad de accin estaba sometida a restricciones sociales en la medida que eran,a un mismo tiempo, emisarios del poder central y portavoces de los vecinos. 77 Loscomisarios, en cambio, pueden ser vistos como el embrin de una burocracia estatalrural: eran rentados, seleccionados entre quienes tenan experiencia militar,

    75 Abelardo Levaggi, La seguridad..., p. 396.76 Abelardo Levaggi, La seguridad..., p. 401.77 Ral O. Fradkin, Tumultos en la pampa, ponencia a las Jornadas Interescuelas y Departamentos

    de Historia, Crdoba, setiembre de 2003.

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    ejercan una jurisdiccin sobre varios partidos y el gobierno buscaba que no tuvieranuna sede fija de actuacin sino una constante movilidad, aunque pocas veces lo logra-ba. De este modo, los comisarios expresaban una forma de poner en marcha la for-macin de una agencia institucional coercitiva destinada a la seguridad y diferenciadade las fuerzas militares y milicianas de defensa. La solucin adoptada de fusionarambas funciones aparece en consecuencia como un intento de establecer un sistemade control directo pero firmemente asentado en poderes locales socialmente cons-truidos y llevaba a la construccin de una red de poder con profundas ramificacioneslocales y con marcado carcter policial sin generar una burocracia profesional cen-tralizada aunque converta a los jueces en personal remunerado, dotado de subalter-

    nos y de una partida armada. No extraa, por tanto, que en esta segunda fase de suhistoria la duracin de los jueces en sus funciones se acrecentara.78

    3. LOSPUEBLOSCOMOSEDESDELASESTRUCTURASDEPODERINSTITUCIONAL

    A fines del perodo colonial se estaba conformando una red de pueblos rura-les aunque en su mayor parte no alcanzaron el estatuto jurdico de villas que sloobtuvieron Lujn desde 1756 y efmeramente San Nicols, en 1819. Este esta-tuto era una aspiracin de los vecinos y una dimensin muy valorada por una men-

    talidad que prefera que la poblacin viviera bajo cruz y campana. La propialegislacin discriminaba taxativamente entre los delitos segn fueran cometidosen poblado o en despoblado y, ms an, la intencin de reducir a la poblacinrural dispersa a vivir en los poblados fue varias veces intentada entre las dcadas de1780 y 1820.79 Este ideal social se materializaba en una serie de pueblos en loscuales tuvieron sus sedes las estructuras de poder institucional y desde donde in-tentaban desplegarse sobre el medio rural.80 En parte, las dismiles historias de

    78 Jorge Gelman, Crisis y reconstruccin del orden en la campaa de Buenos Aires. Estado y sociedaden la primera mitad del siglo XIX, enBoletn del Insti tuto de Historia Argentina y Americana Dr. EmilioRavignani, N21, 2000, pp. 7-32.

    79 Mara E. Barral, Ral O. Fradkin y Gladys Perri, Quines son los perjudiciales? Concepcionesjurdicas, produccin normativa y prctica judicial en la campaa bonaerense (1780-1830), enClaroscuro.Revista del Centro de Estudios sobre la Diversidad Cultural, N2, Rosario, 2002, pp. 75-111.

    80 Hemos considerado tanto a las parroquias como a las viceparroquias como sedes de poder eclesis-tico, a los pueblos en lo que se designaban Alcaldes de Hermandad o Jueces de Paz como sedes de poderjudicial y policial y las sedes de poder militar y miliciano son los fuertes, fortines, comandancias militaresy de marina y los pueblos donde se localizaron a diversos piquetes y destacamentos.

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    estos pueblos se explican a partir del ejercicio de estas funciones de poder. As,algunos llegaron a tener transitoriamente una jerarqua institucional mayor a los otroscomo, por ejemplo, aquellos que fueron sede durante su corta vigencia de los tresDepartamentos Judiciales de Campaa entre 1822 y 1824.81

    La distincin decisiva y ms perdurable entre los pueblos fue la de transfor-marse en pueblos cabecera de partido. Por eso, conviene atender primero alproceso de formacin de los 35 partidos existentes en 1836. Sin tomar en cuentalas designaciones transitorias82 podemos observar que 26 de ellos haban sidohasta 1821 sedes de Alcaldas de Hermandad. Con todo entre ellos haba dife-rencias dado que tenan antigedades muy diferentes: 13, que dependan del

    Cabildo porteo,83 existan ya en 1785 y en algunos casos eran muy anterio-res84 y 6 ms se agregaron en los aos siguientes;85 por su parte, del Cabildolujanense dependan otros 6 partidos.86 Cuando los Alcaldes de Hermandad fue-ron sustituidos por los Jueces de Paz se increment el proceso de formacin departidos y de transformacin de pueblos en cabeceras. Sin tomar en cuenta las designa-ciones provisorias87 podemos registrar que en 1822 se incorporaron cuatro nuevospartidos88 y que transitoriamente desaparecieron Patagones (repuesto en 1824) yMatanza (en 1825); ms tarde se agregaron cuatro partidos ms.89 Esta multiplicacinde jurisdicciones responda tanto a la intencin del poder urbano de lograr un controlms efectivo del medio rural como a iniciativas de los vecinos por adquirir el im-preciso pero no por ello menos significativo estatuto de partido. As sucedi, porejemplo, con los Alcaldes de Hermandad que estableci el cabildo lujanense una

    vez superada su disputa jurisdiccional con el porteo en 1796 y que dieron lugar a la

    81 En el norte San Nicols y luego Arrecifes; en el sur San Vicente y luego Chascoms; en el oeste la Villade Lujn, que adems de haber sido la sede del nico cabildo en la campaa era tambin la sede de laComandancia de Fronteras.

    82 Por ejemplo, desde 1796 en algunos aos el cabildo porteo design un Alcalde de Hermandad paraAreco Arriba, entre 1800 y 1804 lo hizo para la Caada de la Paja y en 1821 lo hizo para Patagones. Tambindesignaba a dos Alcaldes para la banda norte y la banda sur de la ciudad y desde principios de siglo aotro para Palermo pero estos tampoco perduraron.

    83 San Nicols, San Pedro, Baradero, Pergamino, Arrecifes, San Isidro, Morn, Conchas, Matanza, SanVicente, Quilmes, Ensenada y Magdalena.

    84 Por ejemplo Arrecifes o San Isidro desde la dcada de 1730 y la Villa de Lujn o Magdalena desde ladcada de 1750.

    85 Lobos (1805), Chascoms (1809), Flores y San Fernando (1812), Salto (1816) y Patagones (1821).86 San Antonio de Areco, Caada de la Cruz y Pilar (1793), Navarro (1799), Guardia de Lujn y Fortn de

    Areco (1812).87 Como la que se realiz en 1827 para Areco Arriba.88 Monsalvo, Cauelas, Monte y Ranchos.89 Dolores (1829), San Andrs de Giles (1831), Baha Blanca (1834) y Azul (1835).

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    formacin varios partidos. De modo anlogo, tambin el cabildo porteo recibipeticiones para la instauracin de Alcaldes de Hermandad en Palermo (1808) y enFlores (1812). Situaciones semejantes se dieron luego y por peticiones vecinalesfue restaurado en 1825 el partido de Matanza.

    As, hacia 1836 la antigedad de las jurisdicciones era muy diferente: mientras15 partidos tenan ms de medio siglo de existencia otros eran muy recientes. A suvez, de los 40 pueblos existentes en 1836 cabe anotar que slo siete de ellos nohaban adquirido la condicin de cabecera de partido hasta entonces.90

    La creacin de nuevos partidos responda a un criterio claro. Para definirlo enlos trminos del Tribunal Superior de Justicia en abril de 1825: Hoy combiene mu-

    cho qe. la campaa sea selosam.te. vigilada por el escandaloso aumento de robos qe.turvan la seguridad de las personas y las propiedades y esto se consigue mejor y mascomodamente colocando jueces a distancia proporcionadas.91 Ese criterio iba indi-solublemente ligado a que cada partido requera de un pueblo cabecera.

    Adems estos pueblos se distinguan por cul haba sido la funcin de poderque en ellos se ejerci inicialmente: mientras 20 poblados fueron primero sedesde la estructura de poder militar otros 20 lo haban sido de la eclesistica. 92 Estepanorama se modifica un poco si concentramos la atencin en los 33 poblados quese transformaron en cabecera de partido: 18 tuvieron como funcin de origen laeclesistica y 15 la militar.

    Puede ser til relacionar estas funciones de origen segn su distribucin re-gional. El Cuadro N1 nos permite observar que la campaa cercana y la nueva

    frontera ofrecen las situaciones opuestas: en la primera todos los poblados tuvie-ron origen como sede de la red de poder eclesistico y en la segunda todos lofueron de la red de poder militar. Las otras regiones, en cambio, presentan situa-ciones equilibradas entre ambos orgenes.

    Cuntos aos tardaron estos pueblos en transformarse en cabecera de parti-do? En el Cuadro N2 podemos ver que las trayectorias fueron marcadamentedismiles. Entre los poblados cuya primera funcin de poder fue la eclesisticalas sedes de las antiguas reducciones, Baradero y Quilmes, ofrecen una trayecto-ria extraordinaria pues tardaron ms de un siglo en transformarse en cabecera.Luego, puede registrarse que algunos pueblos tuvieron que esperar varias dcadashasta convertirse en cabecera de partido (como Capilla del Seor, San Antonio deAreco o Pilar) mientras que en otros casos el proceso de autonomizacin del po-blado fue mucho ms veloz. Por su parte, las diferencias tambin son notables en-

    tre los pueblos cuya primera funcin fue la militar o miliciana y entre ellos (salvo

    90 Santos Lugares, Merlo, Mercedes (Coln), Tandil, 25 de Mayo, Federacin y Tapalqu.91 Informes del Tribunal de Justicia al Gobierno, 1822-1842, AGN, BN, 6609, leg. 387, f. 29.92 Diez parroquias, ocho viceparroquias y dos reducciones.

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    Cuadro N 2: Trayectoria de los pueblos cabecera de Partido

    1827

    Pueblo

    San Antoniode Areco

    San Andrsde Giles

    Capilladel Seor

    Ao inicialde primerafuncin de

    poder

    Ao inicialcabecerade partido

    Cantidad de aosde diferencia

    hasta sercabecera

    Cantidad de aoscomo cabecera

    hasta 1836

    Pueblosde

    origeneclesistico

    Pueblosde

    origen

    militar

    San NicolsSan Pedro

    BaraderoArrecifes

    Villa LujnPilar

    San IsidroFloresMorn

    ConchasSan Fernando

    San VicenteMagdalenaCauelasQuilmes

    PergaminoRojasSaltoFortn

    de ArecoGuardiade LujnNavarroLobos

    Ensenada

    ChacomsMonte

    RanchosPatagones

    DoloresBaha Blanca

    Azul

    17481780

    16151730

    17661785

    17851739

    185

    1709

    7051

    5197

    1730 1778 48 58

    1831 4 5

    1730 1756 26 801750 1785 35 51

    1735 1785 50 51

    17301806178017721803

    1780173018211666174917771752

    173917781785173918121785175818221785178418221816

    9651395281

    119354564

    972451512451781451521420

    1779 1812 43 24

    1752 1812 60 24

    177917791760

    1779177917791779181718281832

    179918051822

    1809182218221821182918341835

    202662

    304343421263

    373114

    27141415721

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    jerrquico que durante siete dcadas tuvo la Villa de Lujn. En este proceso, huboalgunas jurisdicciones que no perduraron, poblados que no adquirieron en este pero-do la condicin de cabecera (como Santos Lugares) u otros (como la capilla de Merlo)que slo lo fueron por poco tiempo. Slo excepcionalmente algunos partidos notuvieron un pueblo cabecera, como Matanza o Monsalvo.

    4. LACOMPLEJIDADDELASSEDESDEPODER

    A partir de 1779, cuando se ampli el nmero de fuertes y fortines, casi simult-neamente se produjo un cambio sustancial en las estructuras de poder que vinieron acompletar y a yuxtaponerse a la trama ms antigua y ms extensa que haba conforma-do la Iglesia. De este modo, durante las dcadas centrales del siglo XVIII la presenciaeclesistica fue preponderante y la designacin de Alcaldes de Hermandad sigui lospasos trazados por la estructura parroquial. A su vez, diferentes sedes iniciales depoder militar/miliciano fueron adquiriendo tambin su lugar como sedes de las es-tructuras eclesistica y judicial pero sus trayectorias fueron distintas.93 Pese a lasdiferencias, en todos los casos, se defini esta trada de poder bsica y fundamental.

    Un aspecto a tener en cuenta es la cantidad de sedes con que contaba cada unade las estructuras y su distribucin regional: ello permite estimar el grado de rami-

    ficacin de cada estructura. Los resultados se pueden ver en el Cuadro N3: entre1785 y 1836 la estructura de poder eclesistico ha pasado de 15 a 34 sedes, lajudicial/policial de 12 a 33 y la militar/miliciana de 16 a 32. Ello indica que las tresse han ramificado aunque el mayor incremento se ha operado en la judicial y poli-cial. Este procedimiento comparativo esconde procesos regionales muy diferen-tes y disimula los ritmos desiguales de despliegue de cada estructura de poder.Ante todo porque hacia 1825 la militar/miliciana se haba retrasado en su desarro-llo con 20 sedes frente a las 29 con que contaban tanto la eclesistica como la

    judicial y policial, situacin que se modific luego de diez aos con la instalacinde fuertes en la nueva frontera.

    Para completar esta presentacin nos centraremos ahora en analizar la com-plejidad que podan alcanzar la yuxtaposicin de las sedes de estas estructuras de

    93 En algunos casos (Lobos, Chascoms, Pergamino, Salto, Ensenada, Monte, Ranchos y la Guardia deLujn) la secuencia de acumulacin de funciones iba a ser fuerte/parroquia/partido. En otros (Fortn deAreco, Navarro y Rojas) la secuencia fue distinta: fuertes/partidos/parroquias. Por ltimo en Arrecifes lasecuencia fue parroquia/fuerte/partido.

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    exclusivamente sedes del poder eclesistico o militar, en ningn caso hubo pue-blos que hayan sido nicamente sedes del poder judicial y policial.

    La historia diferente de estos pueblos an debe ser indagada y es obvio queella no estuvo marcada slo por las funciones de poder que en ellos se ejercie-ron, que es el aspecto que hemos considerado en esta oportunidad. Sin dudaotros factores fueron tambin decisivos. Buena parte de esas diferencias debehaber respondido a la capacidad que tuvieron algunos de esos pueblos para con-centrar circuitos de intercambio y financiamiento, pero an es muy poco lo quesabemos al respecto.94

    5. PARTIDOS, CUARTELESYPERSONALDELASESTRUCTURASDEPODERINSTITUCIONAL

    En la historia de los pueblos y de las estructuras de poder institucional unaspecto decisivo a tener en cuenta es el notable crecimiento de la poblacin ru-ral. Conviene recordar que este crecimiento se tradujo en una distribucin de lapoblacin en la campaa muy desigual y en ritmos de crecimiento muy diferentesen las distintas zonas.95 Una idea bastante clara al respecto la ofrece el GrficoN2. Hacia 1822 mientras haba partidos que tenan menos de 1000 habitantes(como Rojas o Conchas) otros superaban los 3.000 habitantes (San Isidro, Villa

    de Lujn y San Nicols). En 1836 se ponan en evidencias cambios importantes:algunos partidos seguan teniendo un lugar preponderante (como San Isidro o SanNicols) y contaban con una poblacin superior a los 4.000 habitantes; pero otras

    jurisdicciones aumentaron mucho su poblacin y se incorporaban ahora al pri-mer rango (como Quilmes y Flores). Tambin se puede ver cmo ciertos partidos,que poco antes se ubicaban en el rea de frontera, haban tenido un crecimiento noto-rio y no estaban lejos de esas magnitudes. Ello se haba producido tanto en el oeste(Navarro, Lobos y la Guardia de Lujn) como hacia el sur (Chascoms y Monsalvo).En rigor, el grfico nos advierte que junto a estas zonas muy dinmicas haba otrospartidos en los cuales el crecimiento demogrfico se haba detenido (como

    94 Carlos Mayo (dir.), Pulperos y pulperas de Buenos Aires, 1740-1830 , Mar del Plata, GrupoSociedad y Estado-UNMDP, 1996.

    95 Una excelente sntesis en Jos L. Moreno y Jos Mateo, El redescubrimiento de la demogra-fa histrica en la historia econmica y social, enAnuario del IEHS, N12, Tandil, 1997, pp. 35-56.Cfr. Jorge Gelman, Crecimiento agrario y poblacin en la campaa bonaerense durante la pocade Rosas. Tres partidos del sur en 1839 , Buenos Aires, Cuadernos del Instituto Ravignani, N10,FFyL-UBA, 1996.

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    Baradero o San Antonio de Areco) e incluso en algunos se evidenciaba cierto re-troceso (como Arrecifes, Cauelas o Ranchos).

    Esta misma evidencia sugiere la necesidad de explorar el nivel ms bajo de laestructura institucional: el de los cuarteles en que se divida cada partido. Ellopuede ofrecernos un indicador bastante preciso de la capacidad de control del es-pacio y la poblacin y pone en evidencia la magnitud del esfuerzo desplegado paraconstruir una retcula institucional cada vez ms densa. Ella no adopt slo la for-ma de multiplicacin de los partidos sino tambin de los cuarteles.

    En 1836 los cuarteles en que se dividan los partidos eran 170 y en promediocada uno contena 501,4 habitantes. Por supuesto, la situacin era muy variable

    entre las distintas regiones y el mayor promedio se presentaba en la campaacercana (736,2 habitantes por cuartel) mientras que el menor estaba en la campa-a oeste (387,6). Pero la variacin era an mucho mayor a nivel de los partidos:esos promedios iban desde un mnimo de 182 en Arrecifes hasta un mximo de2096,2 en Flores. La complejidad de la estructura territorial era muy variada ymientras algunos partidos todava no tenan una divisin por cuarteles (como BahaBlanca y Salto), otros slo contaban con dos o tres cuarteles (como Patagones,Ensenada, San Fernando, Conchas, Flores, Capilla del Seor o Pilar). En cam-bio, haba partidos con una estructura territorial muy compleja como la Guar-dia de Lujn con 16 cuarteles, la Villa de Lujn con 15, San Nicols con 9 o SanIsidro o Arrecifes con 8.

    Estos cuarteles estaban a cargo de Alcaldes y Tenientes, el personal subal-

    terno de los Juzgados de Paz. El Cuadro N596

    permite una comparacin preci-sa para dos momentos en los cuales los Jueces de Paz ejercan las funciones decomisarios. Como puede observarse, en una dcada se oper un decisivo in-cremento de la capacidad de control de la estructura judicial y policial. En un contex-to de importante incremento de la poblacin y del espacio, el nmero de Alcaldes yTenientes creci mucho ms rpido que la poblacin: as, mientras la poblacinrural ha crecido un 57% el nmero de alcaldes y tenientes se ha acrecentado un131,7%. Sin embargo, esta estimacin esconde fuertes variaciones regionales:si bien en todas las regiones ambas variables crecieron lo han hecho de modomuy distinto. En el norte, el crecimiento demogrfico fue mucho menor (17,43%)y all el personal dependiente de los juzgados ha seguido este ritmo creciendo un23,6%. En la nueva frontera se dio una situacin semejante: la poblacin creci un486,1% y el nmero de Alcaldes y Tenientes un 563,6%. Fue en las otras tres regio-

    nes donde el porcentaje de incremento de los efectivos fue mucho ms acentuadoque el de la poblacin: mientras la poblacin creci en el sur un 28,6%, en el

    96 Agradecemos la generosa colaboracin de Fabin Alonso, Carlos Birocco, Valeria Ciliberto, JorgeGelman, Sol Lanteri, Jos Mateo, Silvia Ratto y Daniel Santilli.

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    11

    2

    11

    246

    PartidoHabit. Alcaldes y

    TenientesPromed./

    HabitHabit.

    Cuar-teles

    Habit./Cuartel

    Alcaldes yTenientes

    Prom./Habit.

    1825 1836

    San NicolsSan PedroBaraderoPergaminoArrecifes

    RojasSalto

    35002500183216082040

    3901021

    1412788

    24

    46202599173128221456

    7171194

    250208,3261,7201255

    195255,2

    94558

    02

    533,3649,7346,2564,4182

    717597

    21156109

    25

    220,0173,2177,5282,2161,7

    358,5238,8

    S. A. ArecoF. ArecoS. A. GilesV. LujnG. de LujnPilarC. del SeorNavarroLobos

    Norte 12891 55 234,3 15139 33 458,7 68 222,6

    Oeste

    15101703

    357219081902283010391870

    94

    111181098

    167,7425,7

    324,7173,4237,7283

    115,4233,7

    14961937108132933686

    (2351)11933819

    (3630)

    444

    15163345

    374484,2270,2219,5230,3783,6397,6954,7726

    111111291717121723

    13617698,2113,5216,8138,299,4224,6157,8

    16334 70 233,3 22486 58 387,6 148 151,9San IsidroFloresMornConchasSan FernandoMatanza

    39031331110980012761128

    162134410

    243,9665,585,6200319

    112,8

    479741932548953

    24461834

    824324

    599,62096,5

    637317,61223458,5

    3427208915

    141155,2127,4119,1271,7122,2

    Quilmes 1623 6 270,5 4579 6 763,1 49 93,4Cercana

    San VicenteCauelasMagdalenaEnsenadaChascomsMonteRanchos

    111701622203712451318284917001830

    55131383675

    203,0124,7156,6155,6439,3474,8242,8366

    21350288317232596832360630681501

    295543655

    736,2576,6344,6649

    277,3601

    613,6300,2

    16220141714241515

    131,7144,1123,0152,759,4150,2204,5100,0

    DoloresMonsalvoAzulPatagonesBaha BlancaN. Frontera

    Total

    Sur 12601 55 229,1 16209 33 491,1 119 136,2

    1900

    S/dat.

    1900

    54896

    172,7

    172,7

    223,1

    2957345114711239948

    10066

    85250

    4652017

    170

    739,2575,1294,2619,5

    592,1

    501,4

    26311330

    73

    570

    113,7111,3113,1413

    137,8

    149,5

    Cuadro N 5: Personal y capacidad de control de la red judicial y policial:1825 y 1836

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    oeste un 37,6% y en la campaa cercana un 91,3%, el nmero de alcaldes y te-nientes se acrecent un 116,3%, un 111,4% y un 194,5% respectivamente. Elloindica que el mayor esfuerzo se concentr en estas regiones y que fue an msacentuado en las cercanas de la ciudad. Como puede observarse en el GrficoN3 el nmero de Alcaldes y tenientes aument prcticamente en todos los par-tidos pero lo hizo en forma muy desigual: en Quilmes la ampliacin de los efecti-vos fue realmente espectacular aunque la dotacin tambin era muy notable hacia1836 tanto en otros partidos de la campaa cercana (San Isidro y Flores), como endos partidos de la nueva frontera (como Monsalvo y Dolores) y en algunos deloeste (Villa de Lujn y Lobos).

    El rasgo central que ofrece la implantacin de la estructura de poder judicial

    es de una extrema diversidad regional y sobre todo local. Si estimamos su capaci-dad de accin sobre la base de la relacin de Alcaldes y Tenientes por habitantepuede observarse que ella se ha acrecentado pasando de 223,1 a 149,5. Este cam-bio se produjo en todas las regiones pero logrndose la relacin ms baja en lacampaa cercana y la ms alta en el norte. Sin embargo, las variaciones por partidoson en este aspecto todava ms significativas: hacia 1836, Ensenada y Quilmes ob-tienen los mejores resultados seguidos de Giles y Capilla del Seor; en cambio,

    Cuadro N 6:Incremento porcentual de la poblacin y el nmero deAlcaldes y Tenientes (1825-1836)

    Regin ReginIncremento depoblacin

    Incremento de Alcaldesy Tenientes (en %)

    Norte

    Oeste

    SurCercana

    Nueva frontera

    Total

    17,43 23,63 6,2

    37,66

    91,1328,63

    486,10

    56,95

    111,42

    194,54116,36

    563,63

    131,70

    73,76

    103,4187,73

    77,53

    74,75

    Fuentes de los Cuadros Nros. 5 y 6: Los datos de poblacin de 1825 corresponden alpadrn de 1822. Para Alcaldes y Tenientes en 1825 ver AGN-X-14-1-5. Los datos depoblacin de 1836 provienen del padrn de ese ao salvo los correspondientes aPilar y Lobos donde hemos preferido incluir los del padrn de 1838. Alcaldes yTenientes de 1836 los legajos de los Juzgados de Paz.

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    los peores (todo depende del color del cristal con que se mire...) son los deBaha Blanca o Patagones... pero alcanza con saber la dotacin militar con quecontaban para revisar esta conclusin meramente matemtica y advertir que enestas zonas de la nueva frontera el sistema de control pasaba centralmente porotros mecanismos. An as el promedio de la regin no es de los peores. Entodo caso, suponiendo unidades censales de 6,3 miembros en promedio,97 cadaAlcalde o Teniente debera haber tenido bajo su vigilancia unas 24 unidades. Esesta ltima estimacin la que sugiere la capacidad potencial de accin del perso-nal subalterno de los juzgados.

    Pero, adems, esta capacidad no haba dejado de acrecentarse: entre 1825 y

    1836 la relacin de alcaldes y tenientes por habitante se haba reducido de 223,1 a149,5. Si intentamos extender esta estimacin hacia 1816 podramos ver que en-tonces esa relacin pudo haber sido de 506,6 o de 394 segn consideremos unadotacin de 84 o de 108 auxiliares. En cualquier caso, se habra operado en unadcada un sustancial incremento de la capacidad de control, una tendencia que seprofundiz an ms en la dcada de 1830. Y no estamos incluyendo en estas esti-maciones las fuerzas que componan las partidas policiales.

    Cul era la relacin entre personal y poblacin en las otras estructuras de po-der? Los datos de Garavaglia dejan claro que la magnitud de la estructura de podermilitar y miliciana en la provincia era incomparablemente mayor y que tambintendi a acrecentarse. Y aunque no suministra datos desagregados para la campa-a, la informacin que brinda permite estimar que en toda la provincia se ha pasa-

    do de un soldado cada 35 habitantes en 1823 a uno cada 21,6 habitantes en 184198

    y que, en ese ao, el 85,8% del personal estatal estaba compuesto por personalmilitar.99 Esto era, sin duda, una novedad completa para la sociedad bonaerense.

    Laperformance de la estructura eclesistica de poder haba sido sustancial-mente diferente. As en 1815 podemos estimar que haba un prroco cada 1.013habitantes; hacia 1825 la relacin haba pasado a ser de un prroco cada 1.442habitantes y en 1836 era de un sacerdote cada 2.181 habitantes. Frente a una po-blacin en notable crecimiento, el establecimiento e incluso retroceso del n-mero de efectivos de la red eclesistica se traduca en una capacidad de accinsustancialmente menor. Ello puede explicarse por distintas razones, algunas de las

    97 Jorge Gelman y Daniel Santilli, Distribucin de la riqueza y crecimiento econmico. Buenos Airesen la poca de Rosas, enDesarrollo Econmico. Revista de Ciencias Sociales, vol. 43, N169, 2003, p.75-101, cuadro 3.

    98 Juan C. Garavaglia, Ejrcito y milicias....99 Juan C. Garavaglia, La apoteosis de Leviatn: el estado de Buenos Aires durante la primera mitad del

    siglo XIX, enLatin American Research Review, vol. 38, N1, pp. 135-168, especialmente cuadros 5 y 11.

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    cuales ya hemos mencionado. La cada de las rentas, la absorcin de recursoseconmicos, un horizonte para el desarrollo profesional poco prometedor, eldesmantelamiento institucional, no hacen sino mostrar el cambiante