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ANÁLISIS CRÍTICO DEL CONCEPTO DE CLASE SOCIAL EN EL …
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ANÁLISIS CRÍTICO DEL CONCEPTO DE CLASE SOCIAL EN EL PLAN
NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022. HACIA UNA PROPUESTA
NEOMARXISTA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ D.C.
2019
ANÁLISIS CRÍTICO DEL CONCEPTO DE CLASE SOCIAL EN EL PLAN
NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022. HACIA UNA PROPUESTA
NEOMARXISTA
LEONARDO BERMÚDEZ BARACALDO
TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE POLITÓLOGO
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO
ANDRÉS FELIPE MORA CORTÉS
MÁSTER EN CIENCIAS ECONÓMICAS Y DOCTOR EN CIENCIAS POLÍTICAS Y
SOCIALES
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ D.C.
2019
Tabla de contenido
1. Resumen ............................................................................................................................. 1
2. Introducción ...................................................................................................................... 1
3. Colombia, ¿un país de clase media? ................................................................................ 6
3.1. Estratificación como clasificación de los inmuebles residenciales ......................... 6
3.2. Metodología de estratificación por ingresos ............................................................ 9
3.3. Miradas críticas a una metodología optimista ...................................................... 11
4. Análisis teórico sobre conceptos de clase: los aportes de la sociología y la ciencia
política .................................................................................................................................. 18
4.1. Definiciones de clase desde la perspectiva de Erik Olin Wright ......................... 18
4.2. Una mirada alternativa a las clases de la sociedad colombiana desde el enfoque
neoweberiano ................................................................................................................... 21
4.2.1. El difícil panorama de la educación superior: una barrera para el acceso a
ocupaciones ................................................................................................................... 26
5. Fundamentos de una propuesta alternativa ................................................................. 30
5.1. El neomarxismo: propiedades y pertinencia para el estudio de las clases
latinoamericanas ............................................................................................................. 30
5.2. Aproximaciones desde la teoría neomarxista ........................................................ 32
5.3. Formulación de un concepto operacionalizable de clase social para Colombia 39
5.3.1. El panorama nacional: la dura realidad rural y los mayores rezagos .................. 39
5.3.2. Variables ............................................................................................................. 44
6. Conclusiones .................................................................................................................... 49
7. Referencias ...................................................................................................................... 51
1
1. Resumen
En el presente trabajo se analiza el concepto de clase social contenido en el Plan Nacional de
Desarrollo 2018-2022 bajo la mirada del análisis de las clases sociales tratado por Erik Olin
Wright. El análisis propuesto estudia las definiciones económicas (absoluta y relativa) de
clase social provenientes de la economía, para luego abordar el análisis politológico del
concepto y sus implicaciones en la construcción de un imaginario de clase media. Se resaltan
algunos datos de la realidad socioeconómica colombiana que resultan relevantes de cara a la
operacionalización de un concepto de clase social pertinente para el país, esto, en relación
con las implicaciones conceptuales del enfoque neomarxista. Al final, se propone un
concepto operacionalizable de clase social que trasciende la simple referencia al nivel de
ingresos y que intenta recoger variables capaces de reflejar la composición de las clases
sociales colombianas reconociendo la complejidad de tal categoría.
2. Introducción
¿Es pertinente el concepto de clase media empleado en el Plan Nacional de Desarrollo 2018
– 2022?
Antes de la aparición del primer plan de desarrollo en Colombia, en 1945 había aparecido el
concepto de planeación en la Constitución y en el cincuenta y ocho el Departamento
Administrativo de Planeación y Servicios Técnicos junto con el Concejo Nacional de Política
Económica y Social (CONPES). Fue hasta la presidencia de Alberto Lleras Camargo, quien
de 1958 a 1962 fuera por segunda vez presidente de Colombia, que se conocería un primer
plan “decenal” (proyectado hasta 1970). Desde el setenta “(…) los planes de desarrollo se
han asimilado con los programas de gobierno (…)” (Franco Gonzáles, 2012, p.48). Con el
tiempo, la planificación para el desarrollo fue evolucionando hasta constituir planes de
desarrollo como los que se conocen hoy, aunque para académicos como Carlos Caballero
Argáez después de 1991 se haya pasado de la definición de metas concretas a la ambigüedad
y se haya asumido una tendencia por abarcar más de lo que se puede hacer. Según el profesor
Caballero, antes había hojas de ruta claras con metas bien definidas y ahora, en cambio, se
2
construyen extensos documentos que intentan abarcarlo todo y que relegan grandes temas a
decenas de artículos, cuando deberían ser tratados de forma seria en debates serios (Caballero
Argáez, 2019).
A lo largo de la historia de Colombia se han conocido 15 planes de desarrollo, que han sido
elaborados bajo la influencia de organismos externos, como el Banco Mundial (BM), la
Comisión Económica para América Latina o misiones como LEBRET y OIT (Franco
Gonzáles, 2012). El tema que ocupa este trabajo de grado tiene como núcleo el concepto de
clase media que emplea el Plan Nacional de Desarrollo “Pacto por Colombia, pacto por la
equidad”, por lo que cabe aclarar que dicho concepto proviene del BM y que ya se había
utilizado planes de desarrollo previos.
Se podría decir que el documento “Bases Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022: Pacto
por Colombia, pacto por la equidad” (en adelante PND) tiene como una de sus principales
premisas la siguiente afirmación: han mejorado los indicadores de desarrollo, ha disminuido
la pobreza y ha crecido la clase media. Si la disminución de la pobreza y el crecimiento de la
clase media son tendencias irrebatibles, es claro que habrá líneas de continuidad respecto a
las medidas que hacen que cada vez más personas pasen de la pobreza a la vulnerabilidad y
de ahí a la clase media en el contexto de la denominada movilidad social. Pero, antes de
aceptar lo que se propone como un conjunto de verdades sobre nuestra realidad, conviene
plantearse como mínimo las siguientes preguntas: ¿Qué entienden quienes elaboran el PND
por clases sociales y por clase media? Si bien es claro que utilizar una metodología
simplificada que también se aplica en otros países y que requiere de un dato fácil de obtener,
permite comparar los resultados y aprovechar el potencial estadístico de las mediciones ¿Hay
formas alternativas de medir la composición de las clases sociales que recojan de mejor
manera la complejidad de un concepto tan importante en las ciencias sociales? Si se quiere
favorecer a los menos favorecidos ¿Qué significa para alguien pobre pasar a ser vulnerable?;
si se escucha a la sociedad civil en el proceso de elaboración del PND ¿Qué es la clase media
para los colombianos? (qué condiciones se deben cumplir para ser de clase media desde la
mirada de los colombianos).
3
Todavía cabe señalar, ¿Tiene sentido hablar de un aumento de las clases medias en Colombia
cuando la realidad es desalentadora? Los siguientes son algunos datos que componen dicha
realidad: según datos del World Inequality Database (WID), para 2010 el 1% más rico tenía
una participación del 20,4% en el ingreso nacional; la base de datos global de desigualdad de
ingresos (World Income Inequality Database-WIID4) emitida por la United Nations
University evidencia que para 2016 el decíl más rico de Colombia concentraba el 40,03% de
los ingresos; de 2017 a 2018 el coeficiente de Gini aumentó de 0,508 a 0,517 (Departamento
Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2019); el acceso a la educación superior de
calidad es restringido y elitista y programas como Ser Pilo Paga (SPP) afectan negativamente
el acceso de las clases medias a la educación universitaria de calidad (Mora y Múnera, 2019);
hasta julio de 2019 tan solo el 50,6% de la población ocupada cotizaba pensión y casi la
mitad de esa población trabajaba en la informalidad (DANE, 2019); la cifra de no afiliados
al Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) ha aumentado de 2017 a 2018
hasta alcanzar el 6,2% (DANE, 2019); para agosto de 2019 se registra la tasa de desempleo
más alta en nueve años (10,8%) (DANE, 2019).
Acerca de las manifestaciones del 21 de noviembre de 2019 en Colombia y las que han tenido
lugar el Chile en el último tiempo, el profesor Fabián Sanabria (doctor en sociología y
escritor), quien fuera hace un tiempo Decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de Colombia y director del Instituto Colombiano de Antropología e
Historia (ICANH), conecta el neoliberalismo y la desigualdad para explicar la debilidad de
la clase media:
(…) lo que está pasando en Chile, es evidentemente un despertar de América Latina, allá nos
vendieron el modelo de que evidentemente podía dársele un poco a los pobres, pero le dieron
muchísimo más a los ricos y en la medida en que se le da muchísimo más a los ricos (…) y a
los pobres apenas superar la línea de pobreza, queda una clase media bastante vulnerable que
evidentemente no aguanta, que es atropellada, que sufre (…) (Sanabria, 2019).
Si la realidad es evidentemente injusta, si la composición de las capas sociales traspira
desigualdad, entonces debería contarse con una definición y una metodología de medición
4
de la clase media que no mienta, es decir, que no haga parecer que la realidad social es menos
compleja de lo que en realidad es.
Ahora bien, asumir que las clases sociales son determinadas por el ingreso (modelos de
estratificación) es algo que no tendría lugar desde perspectivas del estudio de clases sociales
neoweberianas ni neomarxistas; al contrario, lo más probable es que quien conozca ambas
teorías, considere que creer la clase responde exclusivamente a los ingresos representa una
simplificación excesiva de la realidad. Sin embargo, más allá de las distancias e
incompatibilidades conceptuales, lo que lleva a preguntarse por la pertinencia del concepto
propuesto en el PND se resume en dos consideraciones. Primero, el concepto de clase que
utiliza el PND supone que la clase media se conforma de hogares con ingresos per cápita de
10 a 50 dólares diarios (PPA), lo que se traduce en un ingreso mínimo de $590.000 COP1 al
mes (hasta un máximo de $2´950.000 COP) y que puede no corresponder a lo que una
persona con tales ingresos y la sociedad en general considere que es una clase media.
Segundo, desde aproximaciones empíricas al estudio de las clases sociales en Colombia
correspondientes a perspectivas de las ciencias sociales que se distancian de las del PND, la
distribución de las clases varía sustancialmente y las implicaciones de la clasificación
atienden a variables que permiten tener una imagen más completa de la composición de una
clase en el país. Sintetizando, el problema aparece al preguntarse si los diagnósticos de clase
no están demasiado alejados de lo que los integrantes de las clases creen de tales y si el
concepto empleado no simplifica en exceso la realidad, al no contar con las variables
necesarias y transmitir un mensaje incongruente respecto a la realidad.
Así las cosas, el problema de contar con un concepto de clase como el propio del PND radica
en que los diagnósticos, derivados de la aplicación de la metodología de estratificación, no
son evaluaciones neutrales de la distribución de las clases sociales (aunque así se exhiban),
por el contrario, configuran el mensaje que el gobierno quiere plantear a modo de
presupuesto. Con base en tales diagnósticos, se planea y ejecuta lo que sea necesario para
1 Pesos colombianos para el año 2017.
5
mejorar la situación de los colombianos; por ejemplo, si la línea de pobreza se ubica en los
$250.620 COP (2017) (esta creció un 2.7% para 2018, siendo $257.433), las acciones para
disminuir la pobreza tienen como referencia a una población considerablemente más pequeña
a la que se tendría si se sumara la población vulnerable. Claro está, la definición de las
variables que se deberían tener en cuenta en la clasificación de las clases sociales puede variar
según la teoría, por tanto, más que la prevalencia de una teoría para la definición de lo que
es o no la clase media, hay elementos mínimos que deben representar a esta clase. También
es importante mencionar que la definición de lo que es o no clase media es un punto de
partida para medir la evolución del país en términos de ingresos y bienestar, entonces, si se
decide que el rango comience por debajo del salario mínimo legal mensual vigente puede
generarse controversia (Reyes, 2019), consecuencia que no debería generar una medición
que corresponda a la percepción de los ciudadanos sobre la clase a la que pertenecen.
Se debe agregar que, los datos no son un reflejo de la complejidad de la realidad, por lo que
deben ser analizados en detalle, incluso bajo los parámetros de estratificación que establece
el PND, con base en la metodología de vulnerabilidad y clase media de López-Calva y Ortiz-
Juárez (2011), se señala la debilidad de la clase media:
Dada la heterogeneidad en el desarrollo de los departamentos, su distribución por grupos de
ingreso es diversa. En diez departamentos y en Bogotá la clase media efectivamente supera
la población en condición de pobreza. Es decir, en gran parte del país persiste una clase media
débil, superada en su mayoría por la población en condición de vulnerabilidad y una
población en condición de pobreza que en 14 departamentos resulta ser la condición
predominante (Departamento Nacional de Planeación [DNP], 2019, p.1167).
Por último, si entidades con un alto nivel de credibilidad, como el DANE o el DNP, exponen
a la ciudadanía que Colombia es un país de clase media o en el cual la clase media va en
constante aumento, es probable que se extienda un imaginario (que Colombia es un país de
clase media) que o bien no corresponda a lo que la ciudadanía perciba, o bien no concuerde
con mediciones alternativas que incluyan variables diferentes al ingreso. Adicionalmente,
bajo la misma premisa, se pueden poner en marcha una serie de reformas tributarias que
6
resulten regresivas y afecten considerablemente a quienes pasaron rápidamente de la
vulnerabilidad a la clase media.
Más adelante se presentan tres capítulos: “Colombia: ¿un país de clases medias?”, “Análisis
teórico sobre conceptos de clase: los aportes de la sociología y la ciencia política” y
“Fundamentos de una propuesta alternativa”. Así, en el presente trabajo se espera: presentar
la definición de clase media proveniente de la teoría de la estratificación emitida por el BM
y analizar algunas de las implicaciones de la definición de clase media presente en el PND
2018-2022; revisar el aporte de Erik Olin Wright2 sobre el estudio de las clases sociales y
revisar la alternativa de estudio de la clase media colombiana elaborada por Fresneda (2017);
en el último capítulo se busca profundizar en la comprensión del enfoque neomarxista, se
examinan datos de la realidad socioeconómica colombiana a la luz de algunas de las variables
relativas a este enfoque, antes de sugerir los elementos que deberían ser tenidos en cuenta
para el diseño de un concepto operacionalizable de clase media en Colombia. Para lograr los
objetivos planteados, se lleva a cabo una revisión documental de informes, artículos y libros
que responden a los conceptos de clase abordados, visiones de Colombia como un país de
clase media y análisis alternativos de la estructura de clases en Colombia. Finalmente, para
la construcción del concepto de clase propuesto, se tiene en cuenta el aporte de autoridades
en la materia.
3. Colombia, ¿un país de clase media?
3.1. Estratificación como clasificación de los inmuebles residenciales
Antes de explicar en qué consiste la metodología de estratificación por ingresos, cabe
destacar sus diferencias respecto a lo que se viene implementando en Colombia como
estratificación de inmuebles, así como la posición en el PND 2018-2022 al respecto. Lo
primero que vale la pena aclarar, es que la metodología de estratificación que se usa
actualmente en Colombia no concuerda con la clasificación en supuestas “clases sociales”
2 Sociólogo de significativa relevancia en la Sociología mundial, uno de los más importantes referentes en el estudio de las clases sociales. Bajo la mirada del marxismo analítico estudió por varias décadas las clases sociales mientras dictaba clases y recibía múltiples reconocimientos.
7
mediante la medición de los ingresos de los hogares (otra opción de estratificación). La
estratificación socioeconómica clasifica los inmuebles residenciales en seis niveles: 1 Bajo-
bajo, 2 Bajo 3 Medio-bajo, 4 Medio, 5 Medio-alto y 6 Alto. El objetivo principal de este tipo
de estratificación en Colombia es el cobro diferencial de servicios públicos domiciliarios y
la asignación de subsidios a estratos uno, dos y tres.
En el PND 2018-2022 se deja claro que hay planes para cambiar el sistema actual de
estratificación, pues: “(…) el estrato actualmente no clasifica adecuadamente los hogares de
acuerdo con su nivel socioeconómico y se ha rezagado frente a la evolución de predios y
viviendas” (p.424). Así las cosas, el gobierno espera reunir una comisión de expertos que
revalúen el sistema de estratificación y diseñen uno mejorado, siendo que el nuevo sistema
deberá privilegiar los ingresos del hogar como variable primaria: “(…) con el nuevo
mecanismo primaría el ingreso de los hogares, para la asignación de los subsidios de servicios
públicos” (Herrera, 2019).
Bajo el literal L del PND, “Herramientas para una política social moderna y conectada a
mercados”, se presenta una tabla referente a la distribución del ingreso per cápita por estrato
para 2016, en dicha tabla el ingreso per cápita promedio para el estrato 2 (bajo) es $630.333.
El ingreso promedio per cápita para el estrato bajo es inferior al salario mínimo, en el caso
de Bogotá puede corresponder al de aquellas personas que viven en zonas marginales y que
a diario afrontan altos riegos en materia de salud y seguridad (entre otros) y no es un ingreso
al que alguien aspire con ilusión de ascenso social. Pero, a pesar de lo anterior, bajo el
enfoque de estratificación por ingresos, el ingreso promedio per cápita para el estrato dos es
suficiente para que una persona sea considerada como perteneciente a la clase media. En
conexión con lo anterior, y en función del modelo focalizado de política social que predomina
en el país, es absurdo que un hogar de clase media reciba subsidios por parte del Estado,
pues, aunque sea de un estrato bajo seguramente no necesite de un descuento en servicios
básicos vista su capacidad de pago.
8
A propósito de las críticas e iniciativas de cambio al mecanismo de estratificación, en 1997
se presentó una demanda que pretendía, entre otras cosas, establecer la capacidad de pago de
los usuarios como el criterio fundamental para la facturación de servicios públicos. Luego,
la Sentencia C-252/97 de la Corte Constitucional reafirmaba que la tarifa dependería de el
estrato del usuario y por tanto de las características físicas de la vivienda y las condiciones
materiales de su entorno; adicionalmente, quedaba claro lo siguiente: “(…) los ingresos
devengados por las personas no pueden ser utilizados con efectividad para generar la
estratificación correspondiente, porque no son datos confiables o constantes en el tiempo”
(Secretaría Distrital de Planeación [SDP], 2018).
Es evidente que el sistema de estratificación presenta fallas; muestra de ello es que: “(…) el
3,6 por ciento de los hogares bogotanos de los dos deciles con mayor solvencia económica
pertenecen a los estratos bajos” (Alfonso Roa, 2019). Por esto, no es equívoco pensar en la
viabilidad de métodos alternativos. Al respecto, se debe mencionar la definición de clases
ocupacionales desarrollada por Fresneda Bautista (2017), que es presentada en un reciente
informe de la SDP y que responde a lo que Oscar Alfonso considera pertinente, pues por un
lado su única fuente de diagnóstico no son los ingresos y, por otro lado, permite una imagen
más clara de la situación socio-ocupacional de quienes perciben los ingresos: Una estratificación que promueva la cohesión social no puede limitarse a considerar la
capacidad de pago. Existen opciones complementarias que promueven mayor equidad y
transparencia en los subsidios estatales (…) Revísese, sin ir muy lejos, la clasificación de
clases alta, media y popular, dentro de la cual es posible distinguir por categoría socio-
ocupacional a los perceptores de ingresos (…) (Alfonso Roa, 2019).
Con lo que se propuso anteriormente, más que una crítica a la creación de un IMF (Índice
Multidimensional de Focalización) u optimizaciones al sistema actual de estratificación
proveniente de la Ley 142 de 1994, se quiere cuestionar si la variable ingresos basta para dar
cuenta de la necesidad de subsidios por parte de hogares que, aunque de denominados como
clase media (bajo los parámetros que se presentarán a continuación), afrontan fenómenos
como la informalidad laboral.
9
3.2. Metodología de estratificación por ingresos
Antes de entrar en materia, vale la pena destacar algunos de los significados e implicaciones
de la clase media vista desde perspectivas económicas, pues bajo estas nociones fueron
diseñadas las metodologías de estratificación que se expondrán posteriormente. En términos
generales, la clase media es vista como una categoría que evoca estabilidad y un buen rumbo:
económico: “La clase media en los textos norteamericanos es en teoría quien garantiza la
estabilidad social que necesita todo país para que los inversionistas puedan extraer sus
ganancias” (Gandásegui, 2012). Algunos economistas relacionan esta categoría con
instituciones políticas más robustas, crecimiento económico, cohesión social, propensión al
ahorro, la inversión y el emprendimiento.
En cuanto al uso de la clase media como categoría analítica en Latinoamérica, por parte de
economistas, organismos internacionales y como se verá, gobiernos y entidades nacionales,
se debe decir que es relativamente reciente, pues en la última década se ha expandido al
mismo tiempo que lo ha hecho la proliferación de estudios e informes sobre la movilidad
social en América Latina de la primera década del siglo XXI. Además, se puede decir que
hay un consenso entre grandes organismos internacionales respecto a este tema, que ha
facilitado la naturalización del uso de la categoría bajo parámetros económicos: La explosión del uso de la clase media como categoría analítica se debe sobre todo a los
economistas y a los organismos multilaterales que dominan la producción conceptual y de
políticas sobre la desigualdad y la pobreza. Así, fue debido a su aceptación por parte de
organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (…); el Banco Mundial (…); la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo (…); la Corporación Andina de Fomento
(…) y entes similares (López-Calva y Ortiz-Juárez, 2013; Birdsall, 2012), que se dio el
ingreso del término clase media a la heterodoxia económica, en el mundo académico y en las
políticas públicas en la década del 2010 (Uribe Mallarino y Ramirez Moreno, 2019, p.243).
El BM establece que la pobreza (monetaria) se determina por factores nutricionales, es decir,
el nivel de ingresos es insuficiente para garantizar niveles de ingesta calórica. Así mismo, la
clase media se determina por una menor vulnerabilidad de caer de regreso a la pobreza, es
decir, el nivel de ingresos es suficiente para contar con “seguridad económica” (López-Calva
10
y Ortiz-Juárez, 2014). Bajo el concepto de seguridad económica, el BM entiende que una
probabilidad del 10% de caer en la pobreza a lo largo de un intervalo de cinco años es el nivel
máximo de inseguridad que puede “razonablemente” tolerar un hogar considerado de clase
media, siendo US$10 el nivel de ingreso relacionado a dicha probabilidad (Ferreira et al.,
2013, p.2).
Desde los modelos de estratificación se consideran dos vías de definición de las clases
sociales: “(I) clasificar como clase media a los hogares cuyo ingreso (absoluto) cae dentro de
un intervalo previamente definido (II) o bien estaría formada por los hogares localizados en
percentiles preestablecidos de la distribución del ingreso (relativo)” (Cortés, 2016, p.42).
Cuando se mide el tamaño porcentual de la clase media mediante definiciones absolutas, se
define un límite inferior y uno superior del ingreso diario (US$ PPA), por ejemplo, López-
Calva y Ortiz Juárez (2011) consideran que tales límites son US$10 y US$50 al día
respectivamente. Estos límites pueden variar según el país y región objeto de estudio, con lo
que se espera que la clase media represente límites más altos para un país como Estado
Unidos que para un país del Cono Sur (Ferreira et al., 2013).
El PND 2018-2022 se vale de una definición de la clase media en términos absolutos, esto,
para dar cuenta del aumento de la clase media, dejando a un lado la situación distributiva.
Por ejemplo, en el PND (p.235) se señala que la situación de niños, niñas y adolecentes ha
mejorado, lo que se relaciona con la reducción de la pobreza y el crecimiento de la clase
media. Para dar validez a la anterior afirmación, se cita a Angulo, Gaviria, y Morales (2014).
En “La década ganada: evolución de la clase media, la pobreza y la vulnerabilidad en
Colombia 2002-2011”, los autores mencionados hacen un especial énfasis en el
mejoramiento de las condiciones de vida y el aumento significativo de la clase media.
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Gráfico 1
Evolución de las clases sociales bajo el criterio de estratificación por la variable ingresos
Nota. Recuperado de: PLAN NACIONAL DE DESAROLLO 2018 - 2022 PACTO POR COLOMBIA PACTO POR LA EQUIDAD, Alonso, G,A., (Septiembre, 2018). Recuperado de: www.dnp.gov.co
El Gráfico 1 resume los movimientos de cada “clase social”, siendo que estas se determinan
por el ingreso mensual del hogar. Los rangos de ingresos per cápita para 2017 son los
siguientes: “(…) pobre (<$250.620), vulnerable (entre $250.620 y $590.398), media (entre
$590.398 y $2.951.990) y alta (>$2.951.990)” (Dinero, 2019).
Ya que está claro bajo qué criterios se dice que en el país se ha dado un crecimiento
significativo de la clase media, es pertinente formular los siguientes interrogantes: bajo
conceptos alternativos de clase, ¿En Colombia ha aumentado significativamente la clase
media? Es decir, ¿Es Colombia un país de clase media?
3.3. Miradas críticas a una metodología optimista
La inclinación por determinada alternativa de medición de la clase media genera una
variación apenas lógica en lo que se entiende por clase media y esto a su vez genera una
variación en el mensaje que se pretende difundir y los imaginarios relativos al mismo.
Adicionalmente, si una metodología hace que la pobreza se vea más chica, esto tendrá
implicaciones directas sobre el esfuerzo del Estado por disminuirla, sobretodo en países como
Colombia que cuentan con un modelo de focalización. Si la clase media es identificada como
12
una clasificación lejana de la pobreza (por ejemplo, si entre la pobreza y la clase media se
ubica una categoría intermedia denominada vulnerabilidad), es probable que, aunque los
cambios sean los mismos, no se pueda hablar de un aumento importante de la clase media ni
de grandes resultados en materia de equidad partiendo de otro tipo de metodología.
En “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina” (2013)
el BM blinda sus argumentos de varias formas. Una de estas formas es proponer que si bien
puede parecer que US$10 al día no es un requisito muy exigente, para ser clase media en
2009 el 68% de la población de la región vivía por debajo de ese nivel de ingresos, además,
entre la pobreza y la clase media hay un grupo lo suficientemente grande de personas que:
“(…) parecen llegar a fin de mes con suficiente holgura como para que no se les incluya entre
los pobres, pero que tampoco gozan de la seguridad económica que se requeriría para
pertenecer a la clase media” (Ferreira et al., 2013, p.3). Así, queda claro que, vista la
desalentadora realidad de la región, para el BM resulta preferible contar con un parámetro de
clase media poco exigente; también cabe añadir que, términos como “suficiente holgura” o
“canasta paladeable” 3 resultan ser decididamente subjetivos y muy seguramente no
concuerdan con la percepción de quienes lidian con los retos que quienes diseñan tales
conceptos seguramente nunca han afrontado.
Angulo et al. (2014) consideran que de 2002 a 2011, la década que denominan “ganada”,
creció significativamente la clase media y que lo único que puede generar pesar es que la
clase media es menor en relación con otros países de la región y que “(…) los hogares de
clase media no han superado los problemas estructurales de informalidad laboral y bajo nivel
educativo” (p.173). Los autores también reconocen que “(…) 71% de la población está
compuesta por población en condición de pobreza o con una alta probabilidad de caer en
ella” (Angulo et al., 2014, p.198). Con un 71% de la población en esta condición resulta
irónico destacar las “innegables ganancias sociales” que se consiguieron desde el 2002, más
3 Término utilizado por en DANE (2000) en referencia a la canasta normativa.
13
aún cuando la clase media descrita por los autores refleja algunas condiciones que parecen
impropias de una clase media: (…) 66% de los hogares de clase media tienen al menos un miembro en la informalidad (…)
30% de los hogares de clase media tiene al menos un miembro mayor de 15 años con grado
9 o menor (…) 18% de los hogares de clase media tiene al menos un miembro con rezago
escolar (Angulo et al., 2014, p.198).
José Ospina Valencia analiza el estudio de Angulo, Gaviria, & Morales (2014) en un artículo
que titula “Frágil, pero en crecimiento”, refiriéndose a la clase media. El autor, que escribe
para DW (Deutsche Welle, medio alemán), expone algunas afirmaciones sobre el trabajo en
mención y la realidad socioeconómica colombiana: la clase media de la que se habla en “la
década ganada” vive en la cuerda floja; “(…) 13,32 millones de colombianos no aparecen en
las estadísticas porque o pertenecen al sector informal, viven en la extrema pobreza o en la
indigencia” (Ospina-Valencia, 2013); hay una gran brecha incluso dentro de la clase media
definida por el BM; “(…) el bienestar de la clase media se basa en el crédito de consumo”
(Ospina-Valencia, 2013), tipo de crédito que según Gaviria creció más de un 30% en los
últimos años; bajo la definición del BM la clase media es más pequeña que la de otros países
comparables, como Chile y México; una economía frágil basada en materias primas, la
explotación del subsuelo y una industria manufacturera débil, hace que la clase media sea
también frágil, sin contar con que el país presenta un evidente rezago en la disminución de
la desigualdad y la pobreza; el empoderamiento político y educativo de la clase media solo
se logrará cuando se establezca una política de educación para todos (Ospina-Valencia,
2013).
Organismos como la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)
también reconocen que: “La clase media en América Latina es económicamente vulnerable”
(Centro de Desarrollo OECD, s.f.). El poder adquisitivo, el nivel de educación y la estabilidad
del empleo son algunos problemas que distancian las clases medias latinoamericanas de las
propias de economías más avanzadas. El contexto es adverso, pues hay una alta informalidad
laboral (ligado a una baja cobertura en seguridad social) y los sistemas educativos no tienen
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la capacidad para impulsar la movilidad social que países del norte global si podrían impulsar
con sus sistemas.
Ahora, respecto a las definiciones económicas, es interesante que no habría que utilizar una
definición sociológica o politológica de la clase media para obtener resultados muy diferentes
a la hora de medirla, si se utiliza una definición relativa, al ser un parámetro más exigente en
términos de límites, tienden a observarse cambios menos impresionantes o sencillamente no
existentes: “La clase media en América Latina, medida en términos relativos, no ha
experimentado prácticamente ningún crecimiento en las dos últimas décadas” (Ferreira, et
al., 2013, p.166). Al optar por una definición relativa y no absoluta, como se dijo
anteriormente, se sabe que no se observarán cambios tan grandes como los que se observarían
utilizando una definición absoluta, lo que a la vez se relaciona con la estabilidad de la variable
empleada: “(…) la definición relativa se refiere a la forma de la distribución del ingreso, que
es más persistente que su promedio (con el que se relaciona la definición absoluta)” (Ferreira
et al., 2013, p.166).
A continuación, con base en los gráficos de Ferreira et al (2013), se muestran los diferentes
resultados que proceden de mediciones absolutas y relativas para el caso de Argentina y Perú
del noventa a la primera década del dos mil. La definición absoluta empleada sugiere una
clase media con límite inferior en US $10 diarios y un límite superior en US $50 (PPP 2005).
La definición relativa utilizada es la propia de Cruces, Lopez-Calva y Battiston (2011) y esta
basada en los trabajos de Esteban, Gradin y Ray (2007), quienes estudian las clases (o grupos)
sociales a bajo el análisis de polarización. El índice de polarización creado por Esteban y
Debraj permite analizar la conformación de polos y movimientos de agrupación de los
individuos de una población, por lo que permite un análisis que índices como el Gini no
permiten. Aunque este tipo de metodología relativa también puede valerse de la variable
ingresos, e incluye dos componentes clave, la identificación y la alienación:
(…) los estudios de polarización dividen la sociedad en grupos de tal forma que algún atributo
(ingreso, sexo, escolaridad, región, entre otros) dentro de los grupos sea similar. Analizando
las características al interior de esas clases sociales, habría un sentimiento de identificación
15
entre las personas de un mismo grupo y alienación en relación a los miembros de los demás
grupos (Aguilar Gutiérrez, 2013, p.58).
Las definiciones relativas identifican la clase media como: “(…) el conjunto de personas o
familias que ocupan cierta posición intermedia en la distribución del ingreso” (Vivas
Pacheco, 2019). Para tal fin, el índice ideado por Esteban y Debraj define umbrales con ayuda
de formulas que permiten aumentar la identificación y la alienación respectivamente: “(…)
para cada clase se calculan utilizando un procedimiento numérico que maximiza la
desigualdad del ingreso (medido por el coeficiente de Gini) entre las clases a la vez que
minimiza la desigualdad para una misma clase” (Ferreira et al., 2013, p.166).
Gráfico 2
Tendencias de la clase media en Perú y Argentina bajo definiciones absolutas y relativas,
por percentil de ingreso, años noventa - años 2000
Nota. Recuperado de: La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, Ferreira, F. et al (Banco Mundial., (2013). Recuperado de: http://repositorio.minedu.gob.pe/bitstream/handle/123456789/1406/La%20movilidad%20economica%20y%20el%20crecimiento%20de%20la%20clase%20media%20en%20america%20latina.pdf?sequence=1&isAllowed=y
El gráfico 2 permite identificar algunas conclusiones respecto al uso de una u otra alternativa
de definición económica. Cada definición (absoluta y relativa) llega a identificar a estratos
de la población totalmente diferentes y bajo el método relativo empleado parece haber una
clase media más grande (teniendo en cuenta que divide solo tres grupos y no cuatro como la
absoluta); además, las definiciones relativas son más estables, por lo que se observa que la
16
clase media no ha crecido desde comienzos de la década del ochenta. Tal como propone
Ferreira et al. (2013) la estabilidad en mención se debe a que este tipo de definición se fija
en una variable más persistente, la forma de la distribución del ingreso. Por último, a nivel
general, es necesario mencionar lo siguiente acerca de los resultados de la medición de la
polarización del ingreso en países del mundo con base en datos del SEDLAC (Socioeconomic
Database for Latin America and the Caribbean) expuesta en Ferreira et al. (2013): (…) aunque muchos países de América Latina y el Caribe no tienen necesariamente una clase
media relativa mucho más pequeña que los países de otras regiones (con algunas excepciones,
como Chile y Colombia), la mayoría de países de América Latina destacan por tener una clase
baja que se extiende hasta por encima de la mediana (es decir, que equivale a la mitad de la
población o más) a expensas de una clase alta mucho más pequeña (p.167).
Con lo anterior se quiere señalar que, pese a que es cierto que la elección de determinada
definición debe corresponder con el propósito de su uso, lo que se quiere explicitar señalando
que las definiciones generan resultados con rasgos evidentes es que una entidad del orden del
gobierno nacional muy posiblemente no desconoce que el tamaño porcentual de la clase
media será mayor con una u otra definición, o que la movilidad social será menor con una
definición relativa; adicionalmente, aunque no es el primer PND que la utiliza tal definición,
no hay una razón lo suficientemente fuerte para pensar que para definiciones relativas o para
las sociológicas las puertas están cerradas. Tal como afirman Ferreira et al. (2013), si lo que
se quiere es dar cuenta de movimientos direccionales del ingreso entre los que denominan
clases, lo más acertado es utilizar una definición absoluta, pero, si se entiende la clase media
como una categoría que desborda la variable ingresos, entonces es desacertado quedarse solo
con dicha variable.
Hay autores que consideran que lo que se genera con el uso de mediciones como las propias
de la teoría de vulnerabilidad del Banco Mundial, es un ocultamiento de la magnitud del
fenómeno de la pobreza: De pobre a vulnerable, en el discurso económico determinístico contemporáneo, solo hay
unos cuantos dólares que bien pueden suministrarse mediante la política de las transferencias
monetarias condicionadas. En consecuencia, las metas gubernamentales de reducir la pobreza
17
monetaria se cumplen a la luz de las estadísticas, pero a su vez ocultan las verdaderas
dimensiones del problema (Herrera Llamas, Herrera Aguilar y Herrera Aguilar, 2016, p.82).
Tal como propone el profesor Harvy Vivas Pacheco, la utilización de una medición en
números absolutos genera implicaciones técnicas de cara a la orientación del presupuesto
estatal, pero también hay repercusiones políticas que vale la pena tomar en cuenta: El modo de definir la “clase media” tiene implicaciones para el cálculo de la inflación (que
se basa en una cierta canasta de consumo), para establecer las tasas de los impuestos y para
encauzar los subsidios del Estado. Pero también puede servirle al gobierno para magnificar
el efecto de sus políticas sociales, o para dar la impresión de que la economía ha mejorado y
que el bienestar ha aumentado (Vivas Pacheco, 2019).
En Colombia existe una inmensa brecha campo/ciudad. Una metodología como la que se
emplea en el PND 2018-2022 genera el ocultamiento de dicha brecha y de otras lógicas
importantes en el mundo rural. Los distintos tipos de estratificación socioeconómica no solo
representan una forma de medición arbitraria que desconoce las dinámicas rurales, sino que
se asocia con los medios de subsistencia predominantes y la negación de distintas formas de
solidaridad rural: (…) en la urbe que vive un proceso de individualización incesantemente creciente es
corrientemente admitido que asistimos a una degradación del lazo social, que se manifiesta
en una erosión de las formas de solidaridad, creando desigualdades y estratificaciones
socioeconómicas. Sin embargo, las zonas rurales se caracterizan por una fuerte presencia de
relaciones recíprocas, de los diferentes tipos de relaciones de reciprocidad destacados por
Sahlins, que son el fundamento de la vida agrícola y ceremonial (Geffroy Komadina, 2005).
Además de que la utilización de la metodología del BM puede implicar una simplificación
excesiva del significado de la clase media, resulta ser un velo sutil que esconde tras de sí
nuestra vergonzosa realidad. Tal realidad, como ya se propuso en la introducción del
documento, se puede leer a través de datos que resultan sumamente desalentadores, por
ejemplo: “Los más ricos de Colombia tienen fortunas que representan 4,6 veces la inversión
anual del Estado en educación y que equivalen al 22 por ciento del PIB según los cálculos de
18
Oxfam” (Vivas Pacheco, 2019). Así, siendo que en Colombia la desigualdad es uno de los
principales rezagos, para estudiar las clases medias resultaría más provechoso fijarse en tal
indicador a la vez que se revisa cuantos y quienes poseen los medios de producción, y cuantos
dirigen sus empresas.
4. Análisis teórico sobre conceptos de clase: los aportes de la sociología y la ciencia
política
4.1. Definiciones de clase desde la perspectiva de Erik Olin Wright
Wright es sin duda uno de los más grandes sociólogos de la historia universal. Pasó más de
la mitad de su vida estudiando las clases sociales, con una clara tendencia por los postulados
marxistas su línea fue el marxismo analítico. Murió el 23 de enero del presente año y hasta
ese día sostuvo que una definición marxista de clase social era superior a las demás porque,
entre otras cosas, explica mejor la desigualdad de ingresos y la miseria generada por sistemas
capitalistas injustos (Elbert, 2019). Su última gran obra fue “Comprender las clases sociales”,
en ella, complementa su análisis con base en los aportes de eminentes autores, clásicos como
Weber y Marx y contemporaneos de la talla de Tilly y Piketty. A continuación se exponen
algunas de sus ideas, haciendo énfasis en las características del enfoque neowebwriano y
neomarxista.
El autor considera que hay tres grandes enfoques del análisis de clases: atributos individuales
(estratificación), acaparamiento de oportunidades (tradición weberiana) y
dominación/explotación (tradición marxista). El autor considera que cada tradición tiene algo
que ofrecer, aunque entre sí sean diferentes, en el Gráfico 3 se observa una síntesis del modelo
integrado de clases. Los rasgos más generales de los tres enfoques son los siguientes: El primero identifica la clase con los atributos y condiciones materiales de la vida de los
individuos. El segundo se centra en la forma en que las posiciones sociales otorgan a algunas
personas un control sobre los recursos económicos de varios tipos, mientras que excluyen a
otros. El tercero identifica a la clase, ante todo con las formas en que las posiciones
económicas dan a algunas personas el control sobre las vidas y las actividades de otras
(Wright, 2018, p.15).
19
Bajo cada enfoque se puede establecer una definición diferente de clase media. Desde el
enfoque de atributos individuales la clase media se compone de personas ubicadas: “(…) más
o menos a mitad de camino de la economía y la sociedad y que poseen suficiente educación
y dinero para participar por entero en algún «tren de vida» definido con mayor o menor
concreción como «dominante»” (Wright, 2018, p.17). Desde el enfoque de acaparamiento de
oportunidades, la clase media se define por: “(…) los mecanismos de exclusión sobre la
adquisición de educación y competencias técnicas (…)” (Wright, 2018, p.21). Por último,
desde la tradición marxista del análisis de clases se destaca más bien un antagonismo entre
capitalistas y trabajadores, aunque pueden identificarse posiciones intermedias como la de
directivos que no poseen los medios de producción pero que ejercen la dominación sobre los
trabajadores.
Olin Wright diferencia entre localización, estructura y relaciones de clase:
“La localización de clase es un concepto de micronivel: nos permite identificar un conjunto
de procesos causales imbricados en las vidas de las personas individuales. La estructura de
clase es un concepto más de macronivel. Se define como un conjunto de relaciones de clase
dentro de una unidad de análisis relevante. Cabe así hablar de la estructura de clase de una
firma, de una ciudad, de un sector económico, de una sociedad; incluso, quizá́, del mundo.
Relaciones de clase es la expresión común para el concepto de micro y de macronivel: las
localizaciones de clase se componen de relaciones de clases; las estructuras se componen de
conjuntos de relaciones de clases” (Wright, 2018, p.119).
Las personas que hacen parte de una misma localización comparten algo importante: “(…)
están sometidos a un «elemento componente causal de sus oportunidades vitales” (Wright,
2018, p.119). Sin embargo, una localización no sugiere que existe un grupo social real con
límites reales, además, no sería correcto afirmar que una localización de clase es una clase:
“A class “location” is not “a class”; it is a location-within-relations. The number of such
locations within an analysis of class structure, then, depends upon how fine-grained an
account is needed for the purposes at hand” (Wright, 2005, p.19). Diferenciar entre
localización y clase es fundamental, por ejemplo, es probable que quienes se ubican en una
misma localización tengan intereses comunes, pero es improbable que esto aplique de la
misma manera para una clase.
20
Evidentemente, definiciones de estratificación no permitirían identificar una estructura de
clase ni relaciones que la configuren. En el gráfico 3 se observa cómo el análisis marxista de
clases (al igual que el weberiano, al ser relacional) tiene potencial explicativo causal sobre el
análisis por estratificación. En el mapa conceptual elaborado por Wright se observa que la
posición en las relaciones de dominación y explotación en la producción genera un efecto
causal directo sobre los niveles de bienestar económico individual. Es decir, el autor sugiere
que es lógico pensar que un propietario tenga un nivel de bienestar económico superior al
propio de un asalariado, mientras que un alto bienestar económico individual no se traduce
necesariamente en la propiedad de bienes de producción.
Gráfico 3
Análisis de clase combinado: procesos macro y micro
Nota. Recuperado de: “Comprender las clases sociales”, Wright, E.O., (2018).
Para Wright (2018) el análisis de clase que procede desde la teoría de estratificación es
insuficiente, pues deja de lado aquello que permite leer la realidad desde una visión crítica y
poder reformular las soluciones a los problemas de las mayorías:
21
Este planteamiento de la clase carece, sin embargo, de cualquier consideración seria de las
desigualdades en las posiciones que la gente ocupa o de la naturaleza relacional de esas
posiciones. La educación conforma los tipos de trabajo que la gente obtiene, pero ¿por qué
determinados trabajos son «mejores» que otros? ¿Por qué algunos trabajos confieren un gran
poder mientras que otros no? (Wright, 2010, p.101).
El autor cree que la tradición marxista del análisis de clases (dominación/explotación) es
superior a las demás, pues tanto las condiciones como las actividades económicas son
analizadas desde una perspectiva relacional (diferente a las otras dos alternativas). Es decir,
que una clase sea dominante, afecta a la o las clases inferiores, por tanto, las clases
corresponden a categorías cualitativas y no cuantitativas y “(…) se derivan de una relación
de interacciones sistemáticas de los actores sociales, unos en relación con otros” (Wright,
2018, p.50).
Así, si el análisis se encamina por el camino del enfoque dominación/explotación, habrá que
ver cuales son las desigualdades de ingreso y de riqueza, quién posee los medios de
producción, quién controla los medios de producción, qué nivel de control tienen quienes no
poseen los medios de producción, pero están en altos cargos, entre otras cuestiones. Así las
cosas, desde la perspectiva de Wright (2018), se podrían establecer algunas categorías de
tentativas de clase de orden cualitativo, estas se mencionan a continuación en orden
descendente de acuerdo con su cercanía a la posesión de los medios de producción: grandes
capitalistas, ejecutivos y altos administradores, directivos, profesionales muy calificados,
técnicos, trabajadores sin cualificación.
4.2. Una mirada alternativa a las clases de la sociedad colombiana desde el enfoque
neoweberiano
Para autores como Wright (2010) no debería hablarse de clase cuando lo que se hace es dar
cuenta del nivel de ingresos de un individuo u hogar. La clase media responde más a una
relación que a un reflejo de lo que tiene quien pertenece a un grupo al que se le pueda llamar
clase: “La clase no debería identificarse simplemente con los atributos individuales de las
22
personas ni con sus condiciones materiales de vida; por el contrario, se trata de un modo de
considerar las interconexiones existentes entre ambos” (p.99).
Fresneda (2017) concuerda con Wright (2010), pues considera que para hablar de clases
sociales resulta insuficiente contar únicamente con la variable ingresos. Lo que se quiere
plantear en el presente trabajo de grado es que, además de no ser pertinente, una definición
de clase relativa o absoluta (estratificación por ingresos) evita un análisis de intereses
conflictivos entre clases y por el contrario prescribe la realidad de manera que conforma
grupos valiéndose de una variable con la que fácilmente se puede hablar de una clase media
cada vez más grande, aun cuando otro tipo de análisis que se valen de las mismas fuentes
estadísticas demuestren lo contrario. Enseguida, con ayuda de las palabras de Fresneda
(2017), podemos resumir uno de los principales argumentos de este trabajo:
Los conceptos de clase social y estructura de clases sociales sobrepasan, en cualquier caso,
el uso de criterios de estratificación basados en simples ordenamientos según variables
relativas a recursos o condiciones de vida, como los ingresos o los niveles de educación. En
una expresión actual, que puede ubicarse dentro de esa forma de análisis, promovida desde
el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (Ferreira et al., 2013;
Stampini, Robles, Sáenz, Ibarrarán y Medellín, 2015) se definen las “clases” como
ubicaciones en los gradientes de ingresos que distinguen a los pobres (extremos y moderados,
y clase vulnerable para el BID), en el nivel inferior, la “clase media” en el sector intermedio
y las clases de ingresos altos en el superior. La movilidad social se analiza, bajo esta
concepción, en términos de cambios en los ingresos. Tal forma de análisis no da cuenta
propiamente de las clases sociales como elementos constitutivos de la estructura social, con
intereses contrapuestos y conflictivos, y con capacidad de adquirir una identidad y asumir el
papel de agentes del cambio social (p.208).
Existen definiciones sociológicas que ya han sido aplicadas empíricamente para el caso
colombiano y que revelan diagnósticos considerablemente diferentes. Oscar Fresneda
desarrolla un trabajo de alto nivel de profundidad desde la posición de “clases ocupacionales”
(enfoque neoweberiano) con el que demuestra que es posible valerse de fuentes estadísticas
de la naturaleza de las Encuestas Nacionales de Calidad de Vida elaboradas por el DANE
para dar cuenta de variables de un alcance descriptivo superior a la variable ingresos. El
23
principal hallazgo de Fresneda (2017) es el siguiente: “(…) después de un importante
aumento de las clases medias durante el régimen de sustitución de importaciones, no se ha
presentado un aumento continuo de esas clases desde la década de 1990” (p.205).
Oscar Fresneda divide las clases en tres grupos:
§ Clase alta: I. Directivos (I.A. Directivos patronos y I.B. Directivos asalariados).
§ Clase media: II. Profesionales y técnicos (II.A. Profesionales y técnicos
independientes y II.B. Profesionales y técnicos asalariados); III. Pequeña burguesía y
trabajadores por cuenta propia no agropecuarios (III.A. Pequeña burguesía y III.B.
Trabajadores por cuenta propia en pequeños negocios de subsistencia); IV.
Campesinos (IV.A. Campesinos medios y ricos IV.B. Campesinos parcelarios); V.
Empleados (administrativos, del comercio y los servicios) (V.A. Empleados de
dirección y control V.B. Empleados sin funciones de dirección y control).
§ Clases populares o inferiores: VI. Obreros industriales (VI.A. Supervisores y obreros
industriales calificados y semicalificados y VI.B. Obreros industriales no
calificados); VII. Obreros agropecuarios; VIII. Empleados domésticos; y IX. Otros
trabajadores.
24
Bajo la anterior clasificación, el autor encuentra los siguientes resultados:
Tabla 1
Evolución de los porcentajes de participación en los ocupados de las clases altas, medias y
populares, desagregados por posiciones y fracciones de clase social 1964-2012
Nota. Recuperado de: “Evolución de la estructura de clases sociales en Colombia, 1938-2010. ¿Han crecido las clases medias?”, Fresneda Bautista, O., (2017). Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/soec/n33/1657-6357-soec-33-00205.pdf
Así, es claro que no ha habido un aumento de la clase media, por el contrario, esta se ha
mantenido, mientras que las clases populares o inferiores presentan una disminución poco
significativa. En el siguiente gráfico se confirma lo anteriormente dicho:
25
Gráfico 4
Evolución de clases alta, medias y populares, 1964-2012, Colombia
Nota. Recuperado de: “Evolución de la estructura de clases sociales en Colombia, 1938-2010. ¿Han crecido las clases medias?”, Fresneda Bautista, O., (2017). Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/soec/n33/1657-6357-soec-33-00205.pdf
En contraste con los gráficos presentados en la presentación “Plan Nacional de Desarrollo
2018 - 2022 Pacto por Colombia Pacto por la Equidad”, elaborada por Gloria Amparo
Alonso, directora del DNP, las líneas que construye Fresneda no permiten afirmar que el
tamaño de la clase media superó en algún momento al de la pobreza. Hubo un aumento
relevante de las clases medias durante el régimen de sustitución de importaciones, junto con
una disminución de las clases campesinas. Adicionalmente, con la llegada del neoliberalismo
parece haberse estabilizado el movimiento de las clases sociales:
Después de implantado el régimen “neoliberal” o de la apertura, desde la década de 1990, no
se ha presentado una tendencia continua al crecimiento relativo del conjunto de este
conglomerado de clases. Ha habido algunas fluctuaciones en su participación en el empleo
sin que haya habido un cambio notable en la participación de ese segmento social (gráfico 7
y cuadro 1) (Fresneda Bautista, 2017, p.229).
26
El estudio aplicado por Fresneda es un insumo indispensable para entender la movilidad
social en Colombia. Siendo que el autor parte de un enfoque relacional, el neoweberiano,
será útil entender las razones que llevan a que la variación porcentual de las ocupaciones no
sea la esperada. Teniendo en cuenta lo que sustenta el autor, se podrían mencionar varios
temas de alta importancia, tales como la industrialización, las políticas de empleo, el acceso
a la educación, o la reducción del campesinado; no obstante, a continuación, se pone sobre
la mesa el panorama de la educación superior en Colombia, que es considerado en el presente
trabajo uno de los factores más importantes de cara a la movilidad social y el aumento de la
clase media.
4.2.1. El difícil panorama de la educación superior: una barrera para el acceso a
ocupaciones
Por último, en este capítulo, es oportuno que en este apartado se señale un rasgo importante
de la sociedad colombiana que permite comprender, en parte, la composición de las
categorías de clase planteada por Fresneda. El autor reconoce que su trabajo aprovecha el
aporte de Wright y de Goldthorpe, por lo que los enfoques que influenciaron el estudio son
el neomarxista y el neoweberiano. Del enfoque neomarxista se hablará más adelante, por lo
que, por ahora, se pondrá en la mesa un tema cuya comprensión constituye un inmenso valor
para los estudios de clase basados en definiciones neoweberianas, la educación. El contexto
de la educación superior, su financiamiento y su gratuidad, son algunos factores clave; por
ejemplo, bajo la categoría “Profesionales y técnicos” (que se divide en “Profesionales y
técnicos independientes” y “Profesionales y técnicos asalariados”) se incluyen trabajadores
que hayan superado barreras de acceso tales como costos, procesos de admisión y otras
dificultades, que les permitan acceder a certificaciones, credenciales y demás requisitos que
se adquieren mediante el acceso a educación superior. Es decir, debería ser importante
entender el panorama de la educación superior para comprender de qué forma puede estar
siendo bloqueado el acceso a oportunidades; Fresneda (2017) define a los “profesionales y
técnicos” de la siguiente manera:
“(…) trabajadores en ocupaciones de mayor calificación con un desempeño basado
generalmente en la credencialización que otorga la educación profesional y superior,
27
con rasgos particulares en sus niveles de remuneración, relativo control sobre sus condiciones
de trabajo, formas de contratación y papel dentro de las empresas” (p.214).
En ““Ser pilo no paga”: privatización, desigualdad y desfinanciamiento de la universidad
pública en Colombia” Andrés Felipe Mora y Leopoldo Múnera exponen algunos impactos
negativos del programa “Ser Pilo Paga”4 (SPP) de cara a la privatización, desigualdad y
desfinanciamiento de la universidad pública en Colombia. Con ayuda de una cita del trabajo
de Van Parijs (2016), los autores resumen las implicaciones del programa SPP de la siguiente
forma:
(…) niega la posibilidad de reconocer la educación superior como un derecho y bien común
que debe garantizarse apelando a principios de universalidad (por el hecho de ser humano),
incondicionalidad (sin más condiciones que culminar la educación media) e individualidad
(para cada joven) (Mora y Múnera, 2019, p.139).
Los limites del programa se resumen en los siguientes siete literales:
(a) la profundización del crédito educativo como dispositivo de financiamiento; (b) la
concentración de los recursos en las universidades privadas; (c) el debilitamiento financiero
de las universidades públicas; (d) la ineficiencia del programa; (e) la reproducción de las
desigualdades regionales y de clase social; (f) los riesgos oligopólicos que produce y (g) su
incoherencia con respecto a las prácticas de los países que integran la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) (Mora y Múnera, 2019, p.116).
El trabajo de Mora y Múnera (2019) es de alta relevancia para entender el contexto de la
educación superior en Colombia. Los autores no solo revisan cuales fueron y siguen siendo
las consecuencias de un programa que desfinancia las universidades públicas, sino que,
apoyados en investigaciones previas de otros autores y propias, dan cuenta del desalentador
panorama:
4 “En el segundo gobierno de Juan Manuel Santos, “Ser Pilo Paga” se convirtió en la principal política de acceso de los jóvenes de escasos recursos económicos a la educación universitaria de calidad” (Mora & Múnera, 2019, p. 116).
28
La brecha creciente entre el gasto en educación superior y el que se destina específicamente
a las universidades estatales explica los problemas de desfinanciamiento que hoy afronta la
universidad pública. Con un presupuesto que no aumenta de manera estructural desde 1993,
las 32 universidades públicas deben financiar con recursos propios el 45 % de sus actividades.
Actualmente, enfrentan un déficit en funcionamiento de tres billones de pesos y un
desfinanciamiento de quince billones de pesos si quisieran adaptarse a los imperativos de
cobertura, calidad, pertinencia e impacto social que exige el mundo contemporáneo (p.120).
Actualmente, el gobierno de Iván Duque impulsa el programa “Generación E”, que busca
remplazar el programa SPP e incluir algunas mejoras, entre estas: “Exige la cofinanciación
parcial de las universidades privadas; Intenta avanzar en la gratuidad de la educación superior
para los estratos 1 y 2, y; Fortalece financieramente a las universidades públicas” (De Zubiría
Samper, 2019). Sin embargo, en el nuevo programa persisten algunas características que se
traducen en consecuencias negativas para las universidades públicas: se financia la demanda,
es decir, las universidades públicas no serán financiadas; se financia solo la matricula de los
estudiantes y no el costo real, que es mayor, por lo que se pone más peso sobre el presupuesto
de la universidad pública; se excluye a los “no tan pilos y no tan pobres”, por lo que muchos
estudiantes que no cumplan los requisitos tienen que endeudarse; se beneficia a los
estudiantes que hayan contado con una mejor educación básica y condiciones privilegiadas
(incluso en su contexto desfavorable), entre otros factores negativos (Mora, 2018).
Así, es claro como la universidad pública se ve desfavorecida por el programa SPP y el
programa Generación E y cómo ha venido siendo ubicada en un segundo plano, mientras se
privilegia la llamada educación para el trabajo. La investigación de Mora y Múnera, como
muchos otros aportes en esta materia, reflejan la difícil posición de quienes quieren acceder
a una educación superior gratuita de calidad y sin barreras, para poder acceder a los mejores
empleos y poder sumar al segmento más alto de la clase media desde el análisis de Fresneda
(2017).
Lo que generan programas como SPP (que subsidien la demanda) es un efecto contrario al
esperado en materia de desigualdades regionales y clase social. Por ejemplo, el desembolso
de grandes cantidades de recursos a universidades privadas como la Universidad de los
29
Andes, puede hacer que su matricula varíe por encima de los ajustes inflacionarios y que esto
reduzca la posibilidad de acceso de quienes no pueden ser admitidos en el programa SPP
pero tampoco pueden pagar una matrícula de tal magnitud:
Debido a los incrementos experimentados por las matrículas en las universidades privadas
acreditadas, y a causa de los incentivos que SPP puede generar para que esta tendencia alcista
se consolide y agudice, las familias pertenecientes a las clases medias enfrentarán costos
educativos cada vez más altos y prohibitivos. Esto en un contexto en el que no son tan pobres
para acceder a SPP, pero tampoco son tan ricas para financiar el valor de las matrículas en
una universidad privada de calidad (Mora y Múnera, 2019, p.138).
Si la tendencia descrita por los autores es persistente, es probable que se haga realidad lo que
Cocoma (2017) afirma: “En un futuro próximo en los Andes solo estudiarán personas de
estrato 6 (…)” (p.2). Que un escenario en el que solo los más ricos accedan a la mejor
universidad de Colombia sea una posibilidad real a corto plazo, es una clara muestra de la
utilidad de los estudios sociales bajo el abordaje del enfoque de acaparamiento de
oportunidades.
Finalmente, se puede afirmar que quienes quieran llegar a ser “Profesionales y Técnicos” van
a seguir enfrentando un panorama desalentador y retador en la medida en que los gobiernos
sigan apostando por los subsidios a la demanda y no a la oferta. Solo una educación
verdaderamente pública y de calidad representaría un cambio relevante en las reglas que
definen el acceso a la educación superior y la formación profesional, como también, un
cambio en la composición de una clase media educada.
Tal como propone Wright (2018), desde una perspectiva relacional, el acceso a educación
superior por parte de las capas sociales inferiores, significaría que quienes acceden a los
mejores empleos (los más remunerados y que permiten condiciones más dignas) ya no
solamente serían los ricos ni quienes puedan superar las barreras por tener una posición
privilegiada. Habiendo mencionado lo anterior, a continuación, se revisan algunas
aproximaciones desde un enfoque de análisis que también entiende las condiciones
económicas desde una perspectiva relacional, pero que va más allá, pues también entiende
30
de este modo las actividades económicas, dicho enfoque es el neomarxista, para Wright
dominación/explotación.
5. Fundamentos de una propuesta alternativa
5.1. El neomarxismo: propiedades y pertinencia para el estudio de las clases
latinoamericanas
Antes de examinar alguna aplicación empírica de la definición neomarxista de clase, es
menester entender su procedencia, ¿De donde provienen las definiciones neomarxistas de
clase social? La Escuela de Frankfurt da nacimiento a la Teoría Crítica, bajo la revisión de la
teoría marxista clásica se produce un nuevo cuerpo teórico inspirado en las críticas al
marxismo, se llamaría entonces neomarxismo5. Algunas características de la teoría crítica
son la búsqueda de la liberación de los dominados y el análisis crítico sobre instituciones
hegemónicas y paradigmáticas.
Las definiciones neomarxistas de clase parten del entendimiento de que la polarización entre
la clase capitalista y los proletarios no se dio tal como pensaba Marx. Tampoco incrementó
desmedidamente la composición de la clase explotada ni mucho menos su conciencia de sí
misma, en cambio, la evolución del capitalismo en la segunda mitad del siglo XIX daba
cuenta de la conformación de clases heterogéneas: “Muchos trabajadores se convierten de
simples obreros manuales en empleados con una categoría social más elevada y con mejor
estilo de vida (Ureña, 1998). Además, el número de empleados aumenta constantemente con
respecto al de los obreros” (Marcillo Balseca, Heredia Logroño y Benitez Triviño, 2017).
En la corriente del marxismo analítico, también conocida como “el grupo de septiembre”,
una de las principales preocupaciones fue generar estudios rigurosos y de alcance real,
5 Existe una pluralidad de voces y posturas que han intentado otorgarle un nuevo aliento al pensamiento de Marx. Tradiciones como el posmarxismo también han sido de gran importancia para la relectura de las teorías de clásicas del autor. A diferencia de la postura del marxismo analítico, el posmarxismo busca no meramente consolidar una apuesta que deja a un lado el determinismo ortodoxo del marxismo clásico, sino también ofrece una postura teórica para una lucha política de izquierdas; en palabras de Merleau-Ponty una izquierda “no comunista”.
31
dejando atrás las abstracciones filosóficas inalcanzables. Wright, uno de los mayores
exponentes de esta corriente, fue quien reconceptualizó la teoría marxista de clases habiendo
contemplado los cambios históricos propios del capitalismo contemporáneo.
El enfoque clásico y el neo se conectan en tanto que en los dos sobresale el interés de develar
las causas de la desigualdad y la pobreza por encima de simples manifestaciones. El nuevo
grupo de definiciones se distancia en la medida que incluye marcos diferentes a la posesión
de los medios de producción: Aunque las teorías marxistas ortodoxas solían considerar que los recursos se limitaban
a la posesión del capital y de los medios de producción versus la propiedad del trabajo en
bruto, las teorías recientes han adoptado un criterio más flexible que abarca otros recursos
que confieren poder, tales como el control sobre el trabajo de terceros y la posesión de
una habilidad ocupacional escasa (Grusky y Sorenson, 1998; Wright, 1985; Carchedi,
1977; Poulantzas, 1975) (Portes y Hoffman, 2003).
Mediante el estudio de las clases sociales se pueden comprender las relaciones de poder
existentes entre los distintos grupos sociales. También se puede entender la puja que emerge
de cada grupo por mantener y reproducir sus intereses en el marco de las imperfectas
relaciones capitalistas6.
En el contexto latinoamericano la teoría crítica toma un valor especial, pues vistas sus
características, tal como propone Wright (2018), se facilita la comprensión de los altos
niveles de desigualdad y pobreza; cabe aclarar, que no es correcto analizar la realidad
latinoamericana como la europea, pues no hay un determinismo en los procesos de desarrollo,
por el contrario, hay fuerzas externas que ponen en desventaja al sur mundial (África y
América Latina): (…) el desarrollo de América Latina no es una simple repetición lineal de los procesos que
vivieron los países europeos y Estado Unidos: está condicionado por la realidad de la
dependencia y el subdesarrollo que impone a estos países el capitalismo mundial (Costilla,
2007, p.8).
6 En América Latina persisten tres tipos de relaciones imperfectas: “moderno, de pequeña empresa y de economía de subsistencia” (Portes & Hoffman, 2003, p. 10).
32
La realidad de Colombia, al igual que otros países latinos, es única. La convivencia entre
altos niveles de riqueza y pobreza extrema, entre otros factores, hacen que el uso de
indicadores como el ingreso mensual resulte insuficiente, este puede servir para comparar los
países de la región, pero creer que dan cuenta de la conformación de las clases es un gran
error, pues “(…) no aluden a la estructura productiva nacional, a los recursos naturales y
sociales, a la conciencia nacional o al desarrollo político, elementos que también inciden en
la formación de las clases” (Costilla, 2007, p.7).
Pasada la mitad de siglo en América Latina comenzaron una serie de procesos que
influenciaron negativamente el interés académico por estudiar las clases medias. La
informalidad y la precariedad laborales (nuevas formas de inserción laboral que llegaron con
las reformas de los años ochenta), junto con la refundación de regímenes democráticos tras
las dictaduras y la pobreza, fueron los temas preferidos de los estudios sociales (Sémbler R,
2006). Dicho lo anterior, el estudio sobre las clases sociales es un punto necesario en las
ciencias sociales contemporáneas, más aún cuando los gobiernos asumen metodologías que
envían mensajes erróneos a la sociedad, enviando señales alentadoras en contextos de alta
desigualdad, desprotección social y pobreza. En el siguiente apartado se exploran
aplicaciones empíricas de la definición citada, que será tenida en cuenta para la formulación
de un concepto tentativo de clase media para el caso colombiano.
5.2. Aproximaciones desde la teoría neomarxista
En este apartado se eligió el trabajo de Domingo-Salvany et al. (2013) y Portes y Hoffman
(2003), para presentar elementos propios de una alternativa de definición neomarxista.
Aunque los diferentes trabajos citados varían sustancialmente incluso bajo un mismo
enfoque, se quiere recuperar algunos de sus rasgos para la construcción de un nuevo
concepto.
Domingo-Salvany et al. (2013) construyen su propuesta de definición para España tomando
como base el esquema de Wright (2000), en el que “(…) se subraya la importancia de la
interacción de la propiedad del capital, el control sobre los recursos productivos y la posesión
33
del conocimiento, para dibujar un mapa de 12 clases sociales” (Domingo-Salvany et al.,
2013, p.264). La propuesta neomarxista presentada en “Propuestas de clase social
neoweberiana y neomarxista a partir de la Clasificación Nacional de Ocupaciones 2011”
incluye variables de clasificación de empleo y cualificación, pero conserva la esencia del
marxismo analítico de Wright mediante una separación entre propietarios y asalariados.
Las visiones relacionales se diferencian entre sí por el tipo de relaciones sociales en torno al
cual definen que se establecen las clases. En las concepciones marxistas y neomarxistas, las
clases sociales se constituyen por la ubicación que ocupan dentro de las relaciones sociales
de producción. En las weberianas y neoweberinas tienen origen en las oportunidades de vida
que adquieren en las relaciones en el mercado y en el trabajo (Fresneda Bautista, 2017, p.
207).
Burris (1987), sugiere que aunque las nuevas definiciones empleadas para el estudio de las
clases responden aún a la esencia de la tradición marxista y weberiana, ya no es posible
separar estas escuelas de forma perfecta: “(…) although classical Marxist and Weberian
theory remainimportant as markers of the general terrain of class analysis, providingthe
raw concepts and indicating the basic choices in possible modes ofanalysis, it is no longer
possible to draw a sharp line between opposingtheoretical schools” . El prefijo neo pareciera
indicar que, además de apartarse de sus teorías fundadoras, las nuevas corrientes incluyen
rasgos de sus pares.
Tal como se verá a continuación, los trabajos elegidos presentan algunas coincidencias
respecto al de Fresneda que fue revisado en el capítulo anterior. No es extraño que las
definiciones neomarxistas apropien caracterísiticas propias de lo que sería más un enfoque
neoweberiano: “(…) concepts and perspectives traditionally associated with Weber have
been incorporated into contemporary Marxist analyses of class” (Burris, 1987).
El análisis marxista supone que se parte de una división binaria entre quienes poseen y
quienes no poseen medios de producción, por lo que la conformación de clases sociales
dependerá de un proceso fundamental: “(…) el acceso diferenciado a los medios de
producción, en tanto éstos otorgan la posibilidad de controlar y dirigir el proceso de trabajo
34
(…)” (Sémbler R, 2006). Para el Wright (2000) es fundamental el concepto de bienes
materiales, aunque va más allá de este criterio a la hora de dividir los tipos de bienes que
caracterizan a los miembros de una misma clase, estos son: “(…) los bienes de capital
(propiedad de los medios de producción), los bienes de organización (nivel de autoridad en
una empresa) y los bienes de cualificación (ocupación y nivel educativo)” (Domingo-Salvany
et al., 2013, p.265).
La tabla 2 que se aprecia más adelante resume la división de clases propuesta por Wright
(2000) y retomada por Domingo-Salvany et al (2013). Bajo la división entre propietarios y
asalariados, se establece una división de 12 localizaciones:
Tabla 2
Propuesta de clase social neomarxista
Personas propietarias
1.Capitalista (Categoría A)
2. Pequeños empresarios (Categoría B)
3.Pequeña burguesía (Categoría C)
Personas asalariadas
4. Directivo/a experto/a (Categorías D y G)
5. Directivo/a semiexperto/a (Categorías D y H)
6. Directivo/a no experto/a (Categorías D y I)
7. Supervisor/a experto/a (Categorías E y G)
8. Supervisor/a semiexperto/a (Categorías E y H)
9. Supervisor/a no experto/a (Categorías E y I)
10. Trabajador/a experto/a (Categorías F y G)
11. Trabajador/a semiexperto/a (Categorías F y H)
12. Trabajador/a no experto/a (Categorías F y I) Nota. Elaboración propia. Recuperado de: “Propuestas de clase social neoweberiana y neomarxista a partir de la Clasificación Nacional de Ocupaciones 2011”, Domingo-Salvany, et al., (2013). Recuperado de: http://scielo.isciii.es/pdf/gs/v27n3/especial1.pdf
35
En la siguiente tabla, se establece cuales son los tipos de combinaciones posibles entre las
variables propiedad, autoridad y cualificación. Cabe mencionar que si el individuo es
autoempleado se ubica automáticamente en la categoría de propietarios, pero si es asalariado
entonces se define su nivel de autoridad para luego complementar la clasificación con su
nivel de cualificación. Si se es propietario, entonces las variables autoridad y cualificación
no son tenidas en cuenta, distinto a lo que pasaría con una medición neomarxista.
Tabla 3
Preguntas y algoritmos para la categorización de la clase social según Wright
Nota. Recuperado de: “Propuestas de clase social neoweberiana y neomarxista a partir de la Clasificación Nacional de Ocupaciones 2011”, Domingo-Salvany, et al., (2013). Recuperado de: http://scielo.isciii.es/pdf/gs/v27n3/especial1.pdf
Por último, los autores sugieren las preguntas que se ven en la tabla 4 para clasificar los
individuos en los niveles sugeridos anteriormente. En la primera columna se encuentra la
pregunta respectiva y en la segunda el tipo de bien por el que se quiere dar cuenta con dicha
pregunta.
36
Tabla 4
Preguntas clase social neomarxista
Preguntas clase social neomarxista
Pregunta Tipo de bien por el que
indaga la pregunta
1. ¿Está usted autoempleado/a o trabaja por cuenta propia? Sí/No Bienes de capital
2. ¿Cuántas personas empleadas tiene? Bienes de capital
3. ¿Participa usted en las decisiones de su lugar de trabajo, tales como
los bienes o servicios producidos, el número total de personas
empleadas, el presupuesto, etc.? Sí/No
Bienes de organización
4. Como parte de su empleo principal, ¿supervisa usted el trabajo de
otros empleados/as o les dice a otros/as qué trabajo tienen que hacer?
Sí/No
Bienes de organización
5. ¿Cómo se describe mejor la posición que usted ocupa dentro de su
negocio u organización?
Bienes de organización
- Directiva
- De supervisión
- No directiva
6. ¿Cuál es su máximo nivel de estudios? Cualificación
7. ¿Cuál es su ocupación actual? Cualificación Nota. Elaboración propia. Recuperado de: “Propuestas de clase social neoweberiana y neomarxista a partir de la Clasificación Nacional de Ocupaciones 2011”, Domingo-Salvany, et al., (2013). Recuperado de: http://scielo.isciii.es/pdf/gs/v27n3/especial1.pdf
Portes y Hoffman (2003) elaboran una clasificación de cinco clases y siete divisiones. Los
autores diseñan una propuesta para el caso latinoamericano bajo las implicaciones de lo que
entienden como estructura de capitalismo periférico. En la tabla 5 se muestra la división
planteada por los autores.
37
Tabla 5
La estructura de clases en América Latina
Clase Subtipos Modo de remuneración
I. Capitalistas Propietarios y socios gerentes de
empresas grandes o medianas.
Utilidades.
II. Ejecutivos Gerentes y administrativos de empresas
grandes o medianas.
Sueldos y bonificaciones
relacionadas con las utilidades.
III. Trabajadores
de élite
Profesionales asalariados con formación
universitaria en la administración
pública y en las empresas privadas
grandes y medianas.
Sueldos relacionados con
conocimientos escasos.
IV. Pequeña
Burguesía
Profesionales y técnicos independientes y
microempresarios con personal
supervisado directamente.
Utilidades.
Va. Proletariado
formal no manual
Técnicos asalariados con
formación vocacional y empleados de
oficina.
Sueldos sujetos a
reglamentación legal.
Vb. Proletariado
formal manual
Proletariado asalariado especializado y no
especializados concontrato de
trabajo.
Salarios sujetos a
reglamentación lega.
VI. Proletariado
informal
Obreros asalariados sin contrato,
vendedores ambulantes y familiares no
remunerados.
Salarios no reglamentados,
utilidades irregulares
compensación no monetaria.
Nota. Elaboración propia. Recuperado de: “Las estructuras de clase en América Latina: composición y cambios durante la época neoliberal”, Portes y Hoffman., (2003). Recuperado de: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/6037/S2003708_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Las clases planteadas se clasifican dependiendo de si tienen acceso o no a cada uno de los
activos propuestos: “La tipología sigue una lógica tipo Guttman, en que cada clase inferior
sucesiva se define por la falta de uno o más de los recursos disponibles de sus precedentes”
(Portes y Hoffman, 2003, p.10). Los activos son los siguientes: 1. Control del capital y de los
38
medios de producción (Capitalistas y pequeña burguesía); 2. Control de una fuerza
trabajadora impersonal, organizada burocráticamente (capitalistas y ejecutivos); 3. Control
de calificaciones escasas y altamente valoradas (capitalistas, ejecutivos, trabajadores de élite
y opcionalmente pequeña burguesía); 4. Control de calificaciones subsidiarias, técnico-
administrativas (todos tienen acceso excepto los proletarios manuales y el proletariado
informal); 5. Con cobertura y reglamentación legal (todos tienen acceso excepto los
proletarios informales; la pequeña burguesía tiene acceso opcional).
Finalmente, antes de pasar a la siguiente sección, es pertinente ver el gráfico 5, este hace
explicita la superioridad de una definición relacional de clase sobre una de estratificación.
Las diferentes localizaciones propuestas para el caso español se ubican dentro de relaciones
de dominación/explotación en la producción y dan a entender cual es la conformación de la
clase más privilegiada, la misma que está interesada por mantener intactas, o bien ampliar,
relaciones de poder y normas jurídicas que generen un cierre social y les permita seguir
acaparando oportunidades.
Gráfico 5
Modelo dinámico macro-micro
Nota. Recuperado de: “Comprender las clases sociales”, Wright, E.O., (2018).
39
Definiciones neomarxistas como la que se expuso en esta sección, son superiores a la
metodología de estratificación empleada en el PND 2018-2022. No solo hay una imagen más
clara de la composición de dos clases antagonistas, sino que es posible entender las causas
de su consolidación y su mantenimiento. En la siguiente sección se propone una alternativa
de concepto de clase operacionalizable partiendo de la siguiente pregunta: ¿Qué variables
debe comprender un concepto de clase neomarxista para el caso colombiano?
5.3. Formulación de un concepto operacionalizable de clase social para Colombia
5.3.1. El panorama nacional: la dura realidad rural y los mayores rezagos
El contexto socioeconómico colombiano es considerablemente distinto respecto a los casos
europeos en los que se han aplicado la mayoría de las metodologías para la medición de las
clases sociales. En el país “cafetero” sigue habiendo problemas sociales de gran magnitud
que ya han sido mermados en países desarrollados. Incluso si se compara con países de la
región, el caso colombiano es en sí mismo una anomalía. A continuación, se repasarán
algunos atributos del marco nacional, con el fin de pensar en las variables que diferencian el
estudio de las clases latinoamericanas y las razones que permiten entender la inclinación
hacia definiciones neomarxistas por encima de conceptos de estratificación.
Antes de señalar rasgos realmente preocupantes del contexto local cabe señalar dos
aclaraciones. Primero, bajo la definición de clase empleada en el PND 2018-2022 un 26,9%
de la población es pobre y un 39,9% es vulnerable, lo cual, compone de por sí un panorama
desalentador; segundo, se sabe que para el año anterior la pobreza monetaria incrementó un
0,1% y que este dato se debe leer a la luz de las últimas estimaciones de la CEPAL, que
sugieren que la pobreza aumentará para 2019 (CEPAL, 2019).
Aunque el porcentaje de ruralidad del país es enorme (tan solo el 0,3% del territorio
corresponde a áreas urbanas y tan solo el 0,1% está construido (IGAC, 2014)), el 77,1% de
la población vive en cabeceras municipales, del porcentaje restante el 7,1% habitan en centros
poblados y el 15,8% en sectores rurales dispersos (Departamento Administrativo Nacional
de Estadística, 2018). Cada vez quedan menos jóvenes en el campo colombiano, la migración
40
campo-ciudad sigue su curso, lo que no extraña en vista de las oportunidades limitadas para
quienes persisten en quedarse. No obstante, Colombia es un país con un inmenso potencial
rural. Para septiembre de 2019 las exportaciones del país se componían en un 16,9% de
productos agropecuarios, alimentos y bebidas7 (DANE, 2019). Si se tiene en cuenta que
nunca se ha ejecutado una reforma agraria, las cifras económicas del campo colombiano
impresionan y hay razones para creer que pueden mejorar considerablemente.
Respecto al ámbito rural, hay que decir que un sinnúmero de informes da cuenta de la brecha
que existe en el campo y la ciudad. Por lo anterior, aunque la mayor parte de la población se
sitúe en las urbes, vale la pena detenerse a reflexionar sobre problemas como la concentración
de la tierra. Con base en la información recolectada por el Censo Nacional 2018 se puede
decir que es mayor la probabilidad de ser analfabeta, de no tener acceso a algún servicio
público y de ser pobre si se está en el campo. La conexión entre los siguientes datos refleja
la brecha existente entre el campo y la ciudad: el porcentaje de hogares de 3 o más niños con
pobreza extrema en las trece ciudades principales es de 11,1%, el mismo criterio para centros
poblados y rural disperso es de 36%, esto se une a que los seis departamentos con mayor
porcentaje de población joven8 (entre 15 y 29 años) (Departamento Administrativo Nacional
de Estadística, 2018) son también seis de los departamentos con provincias rurales más
alejadas y aisladas (Ramírez J y de Aguas P, 2017).
Las cifras de la tierra en Colombia son preocupantes: “El 0,1 % de las fincas que superan las 2000 hectáreas ocupan el 60 % de la tierra (…) De
los 111,5 millones de hectáreas censadas, 43 millones (38,6 %) tienen uso agropecuario,
mientras que 63,2 millones (56,7 %) se mantienen con superficies de bosques naturales (…)
De las 43 millones de hectáreas con uso agropecuario, 34,4 están dedicadas a la ganadería y
solo 8,6 a la agricultura. La situación debería ser inversa, pues se recomienda que 15 millones
de hectáreas deberían utilizarse para ganadería, pero se usan más del doble. Por su parte, 22
7 “Incluye las secciones la Clasificación Uniforme del Comercio Internacional (CUCI) correspondientes a: Productos alimenticios y animales vivos, Bebidas y tabacos, Materiales crudos no comestibles y Aceites grasas y ceras, excluidos los capítulos de Abonos en bruto y menas y desechos de metales” (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2019). 8 Amazonas, Putumayo, Guainía, Vichada, Guaviare y Arauca (DANE, 2018).
41
millones son aptas para cultivar, pero el país está lejos de llegar a esa cifra” (Paz Cardona,
2018)9.
Lo anterior se suma al contexto hostil del campo colombiano. El Estado no solo está en deuda
en temas como el uso inadecuando del suelo, la desigualdad, la legalización de predios, o su
ausencia en los lugares más alejados. El fenómeno del desplazamiento forzado complementa
un cuadro de retos y promesas sin cumplir: “(…) se han recibido 122.463 solicitudes de
restitución, de las cuales 10.396 ya han sido resueltas en sentencias judiciales (…) solo 4.581
predios han recibido orden de restitución, quedando todavía más de 105 mil a la espera de
una respuesta (…)” (Ramírez, 2019).
Gráfico 6
Porcentaje de tierra que maneja el 1% de las explotaciones más grande
Nota. Recuperado de: “Un millón de hogares campesinos en Colombia tienen menos tierra que una vaca”, Antonio Paz Cardona (Mongabay Latam) en: Semana Sostenible, (2018). Recuperado de: https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/concentracion-de-la-tierra-en-colombia-el-1-por-ciento-de-las-fincas-mas-grandes-ocupan-el-81-por-ciento-de-la-tierra/40882
9Los datos citados de Paz Cardona (2018) corresponden a una nota de prensa elaborada para Semana Sostenible basada en datos de Oxfam (2016) y DANE (2016).
42
Tal como se aprecia en el gráfico 6, el 81% de la tierra es manejada por el 1% de las
explotaciones más grandes (Paz Cardona, 2018). La posibilidad real de explotar y dominar
la actividad de un asalariado rural que se le puede atribuir a un propietario rural de grandes
extensiones de tierra es considerablemente alta en el contexto colombiano. En la siguiente
cita, Wright explica la importancia de la tenencia de la tierra, vista la posibilidad real de
restringir o conceder el acceso a la misma a costo de la dominación y explotación del trabajo:
En las relaciones de explotación y dominación suele suceder que un grupo se beneficie sin
más de restringir el acceso a recursos o posiciones. Además de ello, el grupo explotador/
dominante es capaz de controlar el esfuerzo de trabajo de otros en su propio beneficio.
Considérense los siguientes clásicos casos opuestos. En el primero, grandes terratenientes se
apoderan de pastos del común, excluyen a los campesinos y obtienen beneficios económicos
de su control exclusivo para su propio uso. En el segundo caso, los mismos terratenientes se
apoderan de las tierras de pastos, excluyen a los campesinos, pero luego admiten a algunos
de ellos en sus tierras como trabajadores agrícolas. En este segundo caso, además de obtener
beneficios del control del acceso a la tierra (acaparamiento de oportunidades), el terrateniente
también domina y explota el trabajo de sus empleados agrícolas. Se trata de una forma de
interdependencia relacional más fuerte que en un caso de exclusión simple porque se da una
relación continua entre las actividades de las personas favorecidas y las desfavorecidas y no
meramente una relación entre sus condiciones. La explotación y la dominación son formas
de desigualdad estructural que requieren una cooperación activa continua entre los
explotadores y los explotados, los dominadores y los dominados (Wright, 2018, p.23).
Bajo una visión marxista, no tendría sentido considerar propietario capitalista a un campesino
que posea tierra que no genera valor. En Colombia será común encontrar campesinos que,
aún teniendo tierras tituladas (propietarios), cuentan con terrenos improductivos, trabajan
para otros, trabajan por cuenta propia pero no son empleadores o sencillamente poseen tierras
que no generan valor y solo viven en las mismas. A mediados de 2019 El Boletín Técnico
del DANE revelaba la distribución porcentual de la población ocupada del campo, esto se
aprecia en la tabla 6.
43
Tabla 6
Distribución porcentual de la población ocupada según posición ocupacional. Total, centros
poblados y rural disperso Junio - agosto (2019/2018)
Posición ocupacional en centros poblados y rural disperso Distribución
Obrero, empleado particular 19,7
Jornalero o peón 14,4
Trabajador sin remuneración 9,1
Empleado doméstico 2,3
Obrero, empleado del gobierno 1,1
Patrón o empleador 3,8
Trabajador por cuenta propia 49,5 Nota. Elaboración propia. Recuperado de: Principales indicadores del mercado laboral, DANE., (2019). Recuperado de: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/ech/ech/bol_empleo_ago_19.pdf
En materia de pobreza multidimensional10 (en adelante PM) los valores para 2018 revelan
que casi el 40% de la población en centros poblados y rural disperso presentan PM (un 25%
más que el porcentaje de PM en cabeceras) (DANE, 2019). En general, el Índice de Pobreza
Multidimensional es un insumo contundente a la hora de evaluar los rezagos del país.
10 “Las 5 dimensiones que componen el IPM involucran 15 indicadores. Los hogares son considerados pobres multidimensionalmente cuando tienen privación en por lo menos el 33%de los indicadores” (DANE, 2019)
44
Tabla 7
Porcentaje de hogares que enfrentan privación por variable (porcentaje) Total nacional
Nota. Recuperado de: Boletín Técnico Pobreza Multidimensional en ColombiaAño 2018, DANE., (2019). Recuperado de: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/condiciones_vida/pobreza/2018/bt_pobreza_multidimensional_18.pdf
En el presente trabajo se ha insistido en la importancia de la educación y el empleo, tanto
para la conformación de una clase media sólida como para una movilidad social real. La
información contenida en la tabla 7 permite afirmar que los principales rezagos corresponden
a las variables: bajo logro educativo, trabajo informal, rezago escolar, desempleo de larga
duración y sanidad. Es de resaltar que el trabajo informal llega al 91%, y el bajo logro
educativo casi al 80% para el caso de centros poblados y rural disperso.
5.3.2. Variables
En este punto, habría que preguntar lo siguiente, ¿Qué elementos se deben tener en cuenta
para la construcción de un concepto operacionalizable de clase social desde la teoría
neomarxista? Llegados a este punto, quedan claras varias premisas: debe haber una división
fundamental entre quienes poseen y quienes no poseen los medios de producción; visto su
potencial estadístico, las encuestas y bases de datos ocupacionales deben ser tenidas en
cuenta; también debe haber clasificaciones que permitan diferenciar entre los habitantes
rurales y urbanos.
45
Tres de las variables que se describen en esta sección serán entendidas bajo la definición de
Mora (2013). El autor propone que la vulnerabilidad social se estructura por medio de tres
tipos de medios en el marco de la relación social capitalista. En la tabla 8 se explica la
interacción entre cada tipo de medio.
Tabla 8
Acceso a medios y combinaciones de medios que impiden o permiten la violencia socioeconómica
Nota. Recuperado de: “Conflicto, violencia socioeconómica y desplazamiento forzado en Colombia.”, Mora, A.F., (2013). Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/ceco/v32nspe61/v32nspe61a04.pdf
Los medios de vida o subsistencia son definidos por Sonia Álvarez (2005) de la siguiente
forma:
Los medios de subsistencia se refieren al patrimonio que puede generar recursos para la
supervivencia o una renta para proveerse de estos. Algunos de estos medios son producidos
en el marco de relaciones familiares o de reciprocidad. Sin embargo, en el capitalismo, la
mayoría proviene de intercambios en el mercado (p.22).
La tierra puede ser un medio de producción si es que genera valor, pero un campesino que
posea tierra solo será incluido en el grupo de propietarios si es auto empleado y no se
46
encuentra precarizado. Esto, porque la tierra en Colombia es fundamentalmente un medio de
subsistencia, esta incide en la reproducción de la vida del campesinado más que en su
enriquecimiento o en su configuración como capitalistas. La anterior afirmación aplicaría
precisamente para la gran mayoría de campesinos colombianos que se encuentran
precarizados, no son empleadores y cuyo tiempo de ocio no es el propio de una clase alta.
En conexión con lo anterior, el gráfico 7 que se presenta a continuación permite entender la
relación intuitiva existente entre las variables cantidad de ingreso y tiempo de ocio. Más que
querer afirmar que el ingreso determina el tiempo de ocio, lo que se entiende es que un alto
nivel en la estructura social genera en la mayoría de los casos un mayor tiempo de ocio;
adicionalmente, siendo que el tiempo de ocio puede caracterizarse, el tiempo de ocio de la
clase capitalista estaría relacionado con gastos de dinero mucho más altos e incluso
exuberantes, a comparación del tipo de tiempo de ocio propio de la clase obrera (muchas
veces incentivado por programas públicos gratuitos).
Gráfico 7
Ocio vs compensaciones en las diferentes clases sociales
Nota. Recuperado de: “Class Counts”, Wright, E.O., (2000).
En cuanto a la recolección de información sobre el tiempo de ocio de las personas vale la
pena destacar el Boletín Técnico Pobreza de Tiempo e Ingreso 2016-2017 (2019). Aunque la
47
variable Pobreza de tiempo11 no refiere precisamente lo mismo a lo que se refería Wright
(2000) con tiempo de ocio, este tipo de informes ayudan a comprender la realidad en la que
viven millones de colombianos el día a día; lo anterior puesto que se entiende que los ingresos
no dan cuenta de la calidad de vida, más bien esconden la precariedad que puede conllevar
recibir poco más del 50% de un SMLV. Aunque las fuentes oficiales afirmen que casi un
tercio de la población es de clase media y que la pobreza está desapareciendo, para 2016 más
de la mitad de los hogares estaba en situación de pobreza de tiempo.
Respecto a la informalidad laboral, siendo que la definición propuesta incluye una
clasificación ocupacional específica, se debe comprender la variable informalidad laboral.
Para tal fin, se sigue un camino distinto al de Fresneda (2017), quien sigue la recomendación
de la 17ª Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET), convocada por
la OIT, e identifica al sector informal como establecimientos de cinco y menos trabajadores.
En cambio, se implementa la misma clasificación de Portes y Hoffman (2003), es decir, el
proletariado informal debe ser una categoría inferior a otras formas de proletariano. Esto a
atiende a que la magnitud de la informalidad es considerablemente amplia en latinoamérica
y que este fenómeno presenta características que ubican al trabajador en una posición de
desventaja manifiesta. La mayoría de estos trabajadores informales se ubican en
microempresas (o pequeña burguesía en los términos de Fresneda), pero también pueden
ubicarse en medianas y grandes empresas, entonces, el criterio de clasificación debe ser la
ausensia de contratos laborales y la remuneración no reglamentada, irregular y en algunos
casos no monetaria.
A continuación se exponen las variables que debería comprender un concepto de clase social
para el caso colombiano desde un enfoque neomarxista. Para la elaboración de la tabla 9 se
tuvo en cuenta la división establecida por Portes y Hoffman (2003) y Domingo-Salvany et
al. (2013) (que retoma la división introducida por Wright (2000)). La principal diferencia
11 “Si una persona tiene déficit de tiempo, se dice que se encuentra en situación de pobreza de tiempo, por lo que el hogar necesitará ingresos adicionales para garantizar la transformación de algunos bienes y la obtención de los servicios de cuidado implícitos en la línea de pobreza” (DANE, 2019).
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respecto a las metodologías de los autores mencionados es la diferenciación entre la
ubicación de algunas localizaciones entre las categorías urbano y rural. Tal direrencia es
pertinente para el caso colombiano en tanto que los niveles de vida para las localizaciones
elegidas varía considerablemente en contextos rurales. Se asume entonces que el acceso a
medios de vida es mayor en espacios urbanos, aun bajo el mismo tipo de clase y localización.
La cantidad de tiempo de ocio y la calidad del mismo ayudarán a construir una imagen más
clara de las clases.
Tabla 9
Clases sociales en Colombia desde una aproximación neomarxista
Clase Localización Propiedad Tipo Cualificación
Personas
propietarias
Capitalista > 10
Pequeños empresarios 2-9
Pequeña burguesía 0-1 Urbano
Rural
Personas
asalariadas
Directivo/a Experto/a
Semiexperto/a
No experto/a
Supervisor/a Experto/a
Semiexperto/a
No experto/a
Trabajador/a formal no
manual
Urbano Experto/a
Semiexperto/a
No experto/a
Rural Experto/a
Semiexperto/a
No experto/a
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Trabajador/a formal
manual
Urbano Experto/a
Semiexperto/a
No experto/a
Rural Experto/a
Semiexperto/a
No experto/a
Trabajador/a informal Urbano
Rural Nota. Elaboración propia con base en Domingo-Salvany y otros (2013), Portes y Hoffman ( 2003) y Wright (2000).
6. Conclusiones
A lo largo del trabajo se han expuesto un amplio conjunto de razones que permiten pensar
que el concepto de clase en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 es insuficiente para
dar cuenta de una clase media vigorosa. Se evidenció cómo desde la economía se generan
teorías y definiciones de estratificación que pretenden explicar la composición de diferentes
grupos sociales a los que denominan clases sociales, esto, haciendo uso de la variable
ingresos. Bajo los enfoques neoweberiano y neomarxista se demostró que la composición de
las clases varía considerablemente si se les estudia con definiciones relacionales, que las
definiciones gradacionales simplifican en exceso la complejidad de las clases sociales y de
la dura realidad que afrontan los más desfavorecidos dentro de las clases medias y populares
(asalariados en términos de Wright).
Los alcances empíricos de definiciones como la de Fresneda (2017) demuestran que para
definiciones sociológicas la puerta está abierta. La posibilidad de incluir este tipo de
metodologías en los planes de desarrollo y departamentos de estadística dependerá de la
voluntad de quienes disponen del poder. Incluso bajo la utilización de las mismas fuentes
estadísticas, los resultados en materia de composición de clases propuestos por Fresneda se
alejan casi por completo de lo que se afirma en el PND 2018-2022 al respecto. La
50
introducción de definiciones neomarxistas es una necesidad para la comprensión de las
verdaderas causas de la desigualdad en contextos como el colombiano.
Ante el panorama que conlleva un estudio juicioso de las clases sociales, los profesionales
de las ciencias sociales tienen una inmensa responsabilidad. Los politólogos deben ser
protagonistas de este tipo de estudios. Para el caso colombiano, desde la Ciencia Política se
hacen esfuerzos constantes por entender relaciones de poder en los marcos de complejidad
propios de un país con altos niveles de desigualdad, rezagos a nivel ocupacional,
desprotección social extendida, violencia persistente y una ruralidad sin Estado (entre otros
factores). Por tanto, la aplicación de una definición neomarxista de clase social, requiere de
la visión privilegiada del politólogo, además de esfuerzo interdisciplinario por develar las
verdaderas causas de las injusticias sociales.
Los desafíos que supone la utilización de la definición propuesta son múltiples. Se podrán
emplear fuentes estadísticas existentes, algunas de las cuales fueron empleadas en el estudio
de Fresneda, sin embargo, se requiere de nuevas mediciones que permitan entender la
conexión entre las variables propuestas (incluyendo el ocio) y la posesión de medios de
producción y altos niveles de cualificación.
Finalmente, se pueden plantear algunas preguntas a partir del análisis propuesto: siendo que
es prácticamente imposible acceder a medios de subsistencia sin tener acceso previo a medios
de producción y/o empleo12 ¿es suficiente un salario mínimo para vivir dignamente?13; ¿cuál
es el potencial de una renta básica de ciudadanía individual14, universal e incondicional en
12Tal como propone Mora (2013), el acceso a medios de vida sin acceso previo a medios de producción y/o empleo no es una alternativa existente bajo los regímenes existentes de bienestar (solo es posible en infancia y adultos mayores).13PersonajescomoFabioArias,reconocidolídersindicalcolombiano,consideranqueelsalariomínimonoatiendeaunnivelmínimodeltrabajadoryleenfrentaaunrégimendedesprotecciónsocialsinherramientasparaasumirgastosindispensables(2018).14“El acceso incondicional a los medios de vida garantizaría por sí mismo la reproducción de la vida. Sin embargo, esta posibilidad se ha eliminado en este análisis en particular, pues hasta el momento ningún modelo de Estado del bienestar (ya sea conservador-continental, liberal-anglosajón o socialdemócrata-escandinavo) garantiza los medios de vida, sino mediante el acceso a los medios de empleo o los de producción (Esping-Andersen, 2000). Es en este punto donde cobran sentido las teorías que defienden una
51
términos de movilidad social ascendende y equidad?; vistas las características del contexto
rural (Gini de tierras, violencia, desprotección, entre otros) ¿qué factores deberá tener en
cuenta una reforma agraria integral?; ¿puede la garantía de algunos medios de vida generar
un ambiente propicio para emprendedores?15; y, bajo la mirada crítica propia de un enfoque
neomarxista, ¿qué acciones se deberían impulsar a nivel estatal para hablar de “décadas
ganadas” y un país de clase media?.
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