Angel Rivero - Crónica de la Guerra Hispano-Americana en Pue

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CRÓNICA DE LA GUERRA HISPANOAMERICANA EN PUERTO RICO POR ÁNGEL RIVERO. CAPITÁN DE ARTILLERÍA ENTRAR

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CRNICA DE LA GUERRA HISPANOAMERICANA EN PUERTO RICO

POR NGEL RIVERO. CAPITN DE ARTILLERAENTRAR

PRLOGO DEL EXCMO. SR. DON ANTONIO MAURA

Transcripcin del Editor: Declara el Sr. Rivero Mndez que al esclarecimiento histrico de los sucesos tratados en este libro, agreg el designio de extirpar radicalmente aquella calumnia que se utiliz un da como grito de combate: Remember the Maine! Ha de conseguirlo sin duda porque le asiste plena razn. Mas con solo emprenderlo acredita un vivo amor la justicia, que es patria comn de las almas bien nacidas, y una fidelidad nobilsima a su propio solar nativo, donde harto han sabido prosperar las adversidades, pero donde no se cra la deslealtad. Madrid Dic. 1922.Firma y rbrica: Antonio Maura

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DEDICATORIA

Dedico este libro de guerra al Cuerpo de Artillera del Ejrcito Espaol, como un homenaje de cario y justicia. EL AUTOR U. S. S. TERROR, 2 nd, Rate At sea, Lat. 19- 8- W., Long. 67- 54- W. May 13 th, 1898.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

When the Terror came out, at 8.45, the batteries pitched shell after her, quite rapidly out, as far as about 6,000 yards. Cuando el Terror se retir de la lnea de fuego, a las 8.45, las bateras lanzaron, proyectil tras proyectil, detrs de l, rpidamente, hasta la distancia de 6.000 yardas. NICOLL LUDONCAPTAIN, U. S. N. COMMANDING.

Aun cuando el enemigo estaba muy distante, todas las bateras de la plaza, por orden del general Ortega, dispararon una a una sus piezas, y pudieron verse los proyectiles levantando columnas de agua; y, al mismo tiempo, todas las banderas fueron aferradas a los topes y las cornetas tocaron alto el fuego !( Crnica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico.)

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PRLOGO DEL AUTORLa guerra, de los Estados Unidos con Espaa fue breve. Sus resultados fueron muy grandes, sorprendentes y de importancia mundial. La historia de esta guerra, en su ms amplio y verdadero sentido, no podr ser escrita hasta que pasen muchos aos, porque hasta entonces ser imposible reunir todo el material necesario, ni tampoco obtener la exacta perspectiva y proporcin, que solamente la distancia puede dar. (Henry Cabot Lodge ( 1 ), The war with Spain, 1899.)

A GUERRA hispanoamericana seala una poca memorable para Espaa, los Estados Unidos y Puerto Rico. Como resultado de ella, la bandera que Coln y sus compaeros pasearan por el Nuevo Mundo se ocult, como se oculta un sol de oro, tras los celajes de Occidente. La jornada gloriosa que comenzara el 19 de noviembre de 1493, cuando las naves espaolas abordaron las costas vrgenes de esta isla, tuvo su eplogo doloroso el 18 de octubre de 1898, a mitad de ese da, cuando en los castillos y palacios de San Juan flot, con arrogancias de vencedor, el pabelln estrellado de la Unin Americana. Para Puerto Rico la campaa que narramos representa un cambio de soberana, una nueva ruta a seguir, un nuevo horizonte que explorar, un fardo tremendo de deberes y responsabilidades. La guerra con Espaa marca, para los Estados Unidos, el nacimiento de su poltica imperialista: Filipinas, Puerto Rico, pueblos de alta civilizacin y refinada cultura, a quienes proteger, guiar y entender; otras razas, otras costumbres, otros conceptos de la1.- Senador el ao 1898.

vida que estudiar con amor y con inters. En cuanto al arte militar y al de la guerra, esta campaa es un conjunto de saludables enseanzas. Americanos y espaoles tienen mucho que aprender y mucho que olvidar desde aquel ao memorable. Los grandes buques de acerados blindajes, recias torres y largos caones de retrocarga eran, por entonces, una interrogacin. Destroyers y torpederos, los torpedos mismos y las minas, un nuevo problema a resolver. Desde el 21 de octubre de 1805, en que Nelson pag con su vida la victoria de Trafalgar, caoneando a tiro de pichn las naves de tres puentes de Gravina, muy poco haban adelantado los marinos de las potencias navales hasta que en la guerra americana, de Norte contra Sur, brill el primer destello de los modernos blindados y de las piezas de gran calibre. Aquel famoso Monitor construido por John Ericsson, y que, en la maana del 9 de marzo de 1862, en la baha de Hampton Roads, bati en brecha con sus macizos proyectiles de once pulgadas al Merrimac, orgullo de los sudistas, fue el precursor de los mismos monitores que bombardearon a San Juan el 12 de mayo de 1898 y de los caones rayados de 13 pulgadas con que el acorazado Indiana turb la paz de estas playas en aquella madrugada. Espaa posea tres destroyers, ingenios de guerra verdaderamente formidables que, psimamente utilizados entonces, pusieron a raya, aos despus, manejados por ingleses y americanos, a los submarinos, la ms legtima y fundada esperanza del pueblo alemn. A partir del bombardeo de Alexandra por los blindados ingleses con sus caones Armstrong, nada serio se haba intentado por mar ni en Europa ni en Amrica. La brusca acometida del Almirante Sampson, el 12 de mayo, fue el primer ataque serio a una plaza por buques modernos y con armamentos modernos. Los acorazados que bombardearon a Santiago de Cuba poco despus, y a los Dardanelos ms tarde, indudablemente que utilizaron en su obra de destruccin lecciones aprendidas frente a los castillos del Morro y de San Cristbal. Acorazados, destroyers, torpederos, minas y torpedos; fusiles de largo alcance con trayectoria casi rectilnea y con mecanismo de repeticin y plvora sin humo; as como los caones, obuses y morteros rayados, de retrocarga y de grandes calibres, fueron mquinas de guerra que debutaron el 12 de mayo de 1898. El arte militar, y sobre todo el de la guerra, encontraron nuevos problemas que estudiar y resolver. Las tropas invasoras del Generalsimo Miles, armadas de Springfields con plvora negra, no podan medirse con los soldados espaoles que manejaban Muser de repeticin, a cinco tiros, con plvora sin humo; fue preciso cambiar el fusil en plena campaa. Otro aspecto interesante fue el de que combatieron frente a frente tropas regulares, profesionales, espaolas, muchas de ellas fogueadas en la guerra de Cuba, contra voluntarios bisoos de Ilinois, Ohio, Pensylvania y Massachussets. La moderna ambulancia con su cortejo de nurses, mdicos, enfermeros, mtodos y material moderno para la cura de heridos; y la misma respetada Cruz Roja, que prest

tan sealados servicios, fueron novedades, fin de siglo, que tambin hicieron su debut en aquella guerra. Esta breve campaa de 1898, de diecinueve das, es un modelo de guerra culta, moderna y humanitaria. La invasin de Miles revisti todos los caracteres de un paseo triunfal, debido a su poltica de guerra sabia y humanitaria; se respetaron las costumbres, leyes y religin de los nativos; se mantuvo en toda su fuerza el brazo de la autoridad civil, a pesar del estado de guerra; no se utiliz el abusivo sistema de requisas, sino que todo era pagado, incluso el terreno donde levantaban sus tiendas, a precio de oro. Su proclama, sabiamente urdida y hbilmente circulada, despert en todo el pas anhelos de libertad y progreso que encendieron los corazones de los ms tmidos campesinos. Lugo Via, Carbonell, Mateo Fajardo, Nadal, Luzunaris y otros pocos, penetraban a un tiempo mismo en los pueblos y en el corazn de sus habitantes como precursores de un ejrcito que bata marcha de honor ante las damas, besaba y reparta candies a los nios. Soldados que se batan y hacan jornadas de treinta millas bajo un sol de fuego del mes de julio, y luego, en Hormigueros, de rodillas ante el padre Antonio, rezaban a la misma Virgen de la Monserrate, tan venerada por todo el Oeste de la Isla. Esta poltica de la guerra; esta cultura militar; el hombre detrs del can the man behind the gun y los numerosos sacos de oro acuado que trajeran Miles, Brooke y Wilson, allanaron su camino, limpindolo de obstculos. El capitn Vernou, poniendo flores en Yauco sobre la tumba de un soldado espaol muerto en el combate de Gunica, recordaba hazaas quijotescas de la andante caballera, muy del gusto de los portorriqueos, descendientes de aquellos caballeros andantes conquistadores de Indias. Los hechos enumerados fueron factores que contribuyeron a inclinar la balanza del lado de Washington. Es recia y difcil la obra que aspiro a realizar; he puesto en ella todo mi buen deseo, y, adems, cuanto pude aprender en las escuelas militares de San Juan, de Toledo y de Segovia, durante mis ocho aos de estudios profesionales. Desde que me hice cargo de las bateras y fuerte de San Cristbal, abr un diario de guerra, gnesis de este libro, donde hora por hora y da por da anot cuanto me pareci de inters para los futuros lectores. Ms tarde, el general Ortega me proporcion documentos de gran valor, por su autenticidad indiscutible y asuntos en ellos consignados. En Washington, en las Secretaras de Guerra y Marina, mi modesta labor encontr amigos benvolos; el mismo actual secretario de la Guerra acaba de dispensarme favores que agradezco vivamente. Un artista de valer, que fue antes soldado de valor distinguido, Rafael Colorado, abandon todo por venir a mi auxilio; durante muchos das seguimos paso a paso las huellas, aun imborradas, de los soldados espaoles y americanos. Subimos al Guaman y al Asomante; bajamos al Guasio y al Puente de Silva, y, en todos estos sitios memorables, campos, ros, montaas y pueblos fueron capturados por el lente para llevarlos a mi libro. Sin la ayuda de Colorado, esta Crnica de la Guerra HispanoAmericana sera un libro spero, opaco; l lo torn lcido, transparente, casi vivo. Gracias

debo a este gentil artista que aun palpa sobre su epidermis de amateur y sportsman las cicatrices que labraron, en 1898, los arreos militares. Mario Brau, el mago del pincel y del lpiz, tambin puso su mano con inteligencia y con cario en esta crnica. Tales favores ni se pagan ni se olvidan. El pueblo, en general, colabor conscientemente a mi obra con sus informes, con documentos y con juiciosas advertencias. Yo afirmo haber escrito slo lo que vi o escuch, y tambin lo que me consta por documentos autnticos o declaraciones probadas de testigos presenciales, de honorabilidad intachable. Este libro no es una Historia; sus detalles y el hecho de haber tomado parte su autor en los sucesos que narra, lo convierten en Crnica. Veintitrs aos de reposo han templado y casi destruido mis juveniles arrestos. No siento resquemores ni aspiro a levantar ronchas; relato hechos cuyos actores, muchos de ellos, aun viven en Puerto Rico o fuera de la isla. Si alguien, al recorrer estas pginas, se siente mortificado, no me culpe; medite acerca de sus actuaciones en el ao 1898, y, entonces, juzgando su conducta y mi labor de cronista, llegar a la conclusin de que la verdad es lo que es y nada ms. Ruin accin es la de mentir, y mentir sera desvirtuar hechos para satisfacer conveniencias o amistades personales. Detrs de cada hecho, detrs de cada afirmacin, queda en mi archivo una carta, una declaracin jurada, un report oficial; y, a veces, un simple papelito firmado con lpiz, pero con letra tan clara y legible, que su autor puede ser fcilmente identificado. Muchas cosas ntimas que tengo anotadas no salen a luz; este es un libro de guerra, de re militare y no un padrn de escndalo ni una gacetilla para solaz de curiosos o desocupados. Dios pagar el buen deseo de todos aquellos que, despus de leer este Prlogo, avancen con nimo sereno por los captulos de un libro donde se narran actos heroicos, otros de caballerosas gallardas y no pocas flaquezas de hombres que en aquellos tiempos colocaron su honor por debajo de sus conveniencias. Villa Manuela, marzo - abril de 1921, ANGEL RIVERO MENDEZ

S. M. la Reina Regente y el prncipe Don Alfonso al estallar la guerra hispanoamericana.

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CAPITULO PRIMERODONDE EL AUTOR RELATA SU INTERVENCIN EN LA GUERRA HISPANOAMERICANA Y EXPLICA SU VUELTA A LA VIDA CIVIL

L da 1. de marzo de 1898, el capitn general de Puerto Rico, don Manuel Macas me indult del arresto que estaba sufriendo en el castillo del Morro de orden del general Ortega, gobernador de la plaza -mi buen amigo ms tarde-, por intervenir en asuntos polticos, a pesar de encontrarme en situacin de supernumerario sin sueldo desde dos aos antes, desempeando una ctedra en el Instituto Civil de Segunda Enseanza. Como era reglamentario, tuve que presentarme a su excelencia, quien me trat con afabilidad, asegurndome que aquel arresto no sera anotado en mi hoja de servicios, lo que comunic ms tarde, de oficio, al Jefe de artillera, y aadi: - Usted me ha cursado instancia solicitando anticipo a la licencia absoluta que tiene pedida a Su Majestad; quiero decirle, en reserva, que desde el desgraciado accidente del Maine la guerra con los Estados Unidos es inevitable; quiere usted seguir en el Ejercito hasta que la guerra termine? - Un oficial no abandona el uniforme cuando hay probabilidades de guerra; disponga usted de m- le contest. Hizo venir al coronel Cam, su jefe de Estado Mayor, y le orden mi vuelta al servicio activo, destinado a mandar la tercera compaa del dozavo batalln de artillera, lo que aparejaba, adems, el gobierno del castillo de San Cristbal y la jefatura de todas sus bateras interiores y exteriores. - Si la guerra viene, que s vendr -continu el general-, a usted, que es portorriqueo, le cabr el honor de contribuir a la defensa de la plaza si el enemigo desembarca, toda vez que San Cristbal y sus bateras exteriores son las nicas obras

artilladas que pueden batir con sus fuegos los aproches. Encrguese del castillo y comience a cargar, seguidamente, todos los proyectiles de sus piezas. Y de esta manera sal de una bveda del Morro, donde pas quince das bajo la cariosa vigilancia del capitn Jos Antonio Iriarte, hoy coronel del cuerpo, para entrar en el vetusto castillo de San Cristbal, centinela avanzado de San Juan por mar y tierra. Dentro de aquellos muros y sobre aquellos elevados parapetos permanec siete meses y diez y ocho das: todo el tiempo que dur el estado de guerra, o sea desde el 1. de marzo hasta las diez y media de la maana del da 18 de octubre, cuando entr en el castillo, al frente de su batera, batiendo marcha los clarines, el capitn de artillera de los Estados Unidos, H. A. Reed (hoy general y casado con una noble dama portorriquea), quien formando sus fuerzas junto a las mas y previo el saludo militar me pidi las llaves del castillo, poniendo en mis manos la orden de entrega. Cumplimentando esa orden le entregu las llaves (que l conserva en un cuadro primoroso), las bateras, los repuestos de municiones y todos los juegos de armas y accesorios. Formadas de nuevo ambas fuerzas y a la voz de Firmes! nos saludamos con los sables; di la voz de marcha, y al frente de mis doscientos artilleros, y al son de sus cornetas que parecan gemir, baj las rampas de San Cristbal, donde no he vuelto a entrar. *** Al embarcarse las ltimas fuerzas espaolas, volv a quedar en la situacin de supernumerario sin sueldo, por orden del general Macas, fecha 15 de octubre y en espera de que se me concediese, como tena solicitado, mi licencia absoluta; pero fui nombrado por el general Ricardo Ortega, con anuencia del general Brooke, desde el 16 de aquel mes, para efectuar la entrega, en detalles, de la plaza, cuarteles, parques y todos los edificios militares. El teniente coronel de artillera Rockwell haba recibido del general Brooke comisin idntica para el recibo, y de esta manera, y por azar de la suerte, fui, inmerecidamente, el ltimo gobernador de la plaza espaola de San Juan de Puerto Rico: cuarenta y ocho horas dur mi mando. Triste honor para un soldado! El general Ortega con el dozavo batalln de artillera de Plaza y alguna fuerza ms, se acuartel desde el 16 en el Arsenal, la Marina iz all su bandera, y aquel edificio fue declarado tierra espaola por el general Brooke hasta el da 22 del mismo mes. Ha sido un error afirmar y escribir en peridicos y libros que el general Ortega asisti a Santa Catalina a las doce del da 18 de octubre, y que hizo all entrega de la plaza. No hubo entrega ni hubo banderas arriadas. Dos das antes, al firmarse las actas por los Comisionados, se consider el acto como una implcita entrega de la plaza, toda vez que ni el general Ortega era hombre capaz de realizar actos dolorosos a que no estaba obligado, ni los generales americanos, caballeros intachables, pensaron jams en exigirlo. El teniente coronel Rockwell y el autor de este libro, a las doce menos cuarto del da 18 de octubre de 1898, salimos del Parque de artillera, ambos de uniforme, y bajando por la calle de la Cruz nos situamos en la plaza Alfonso XII, frente a la Intendencia; all

tuvo lugar la ceremonia de izar la bandera de los Estados Unidos, y solamente llevamos nuestras manos a las gorras cuando son el himno de Washington, mientras la tropa, all formada, haca los honores reglamentarios

Por ms de sesenta das acompa al teniente coronel Rockwell y muchas veces al capitn Reed, por castillos, fosos, almacenes y galeras de minas.

Una maana me dijo l primero: - Capitn, yo creo que sus servicios seran muy convenientes a mi Gobierno; me permitira usted recomendar a Washington que le mantengan en su empleo? Coronel -le contest-, estas bombas que llevo al cuello son an bombas espaolas. Qu respondera usted si alguien le propusiese cosa igual? - Perdone, capitn; en mi deseo de serle til, he cometido una ligereza; pero s aceptar que yo le pague su trabajo: cunto le paga a usted el Gobierno espaol? - Nada; estoy en situacin de supernumerario sin sueldo. - No admito que nadie trabaje sin que le paguen su trabajo; yo me ocupar de eso. - Gracias, coronel; las leyes militares me prohiben aceptar su oferta. El teniente coronel Rockwell no insisti, y en adelante fuimos amigos cordiales; era un brillante jefe, conocedor profundo de la ciencia de la artillera y de sus ltimos adelantos; un correcto caballero y de ilustracin poco comn. Sin embargo, lo encontr algo pueril cuando, frecuentemente, me preguntaba acerca de cisternas con aguas envenenadas o por minas cargadas y a punto de estallar ***

El 17 de octubre, veinticuatro horas antes de cesar la soberana espaola en Puerto Rico, present mi renuncia de catedrtico, lo que me fue concedido segn acredita el siguiente documento:

A fines de enero de 1899 recib un cable, firmado por el coronel de ingenieros Jos Laguna, mi padrino, que deca as: Detenida instancia, regrese primer vapor; tendr buen destino.- Laguna.

Aunque agradeciendo la oferta, reiter por cable mi renuncia; algunos meses ms tarde, D. Rafael Prez Garca, encargado interino de los asuntos de Espaa en Puerto Rico, me entreg este documento:

Por la secretara del Ministerio de Estado se dice a esta Delegacin con fecha 21 de abril ltimo, lo que sigue: En vista de la instancia que curs a este Ministerio el capitn de artillera, en situacin de supernumerario sin sueldo en Puerto Rico, D. Angel Rivero Mndez, solicitando licencia absoluta, el Rey (q. D. g.), y en su nombre la Reina regente del Reino, ha tenido a bien acceder a la peticin del interesado. De Real orden comunicada por el Ministerio de Estado, lo traslado a usa a fin de que lo haga llegar a noticias del capitn Rivero.- Y en cumplimiento de lo ordenado en la preinserta Real orden, lo comunico a usted para su conocimiento y como resultado de su instancia.

Despus de veinte aos de uniforme volv a la vida civil, hice registrar mi ttulo de ingeniero industrial, y colgando el uniforme, armas, cruces y hasta la americana para estar ms expedito al trabajo, fund la fbrica Polo Norte, que aun vive vida robusta merced a sus muchos amigos y clientes. *** Cierta maana, mi excelente amigo Manolo Camuas (que est vivo y ojal sea por muchos aos), vino a buscarme de parte de Luis Muoz Rivera. Juntos subimos a su despacho, y el jefe del Gobierno Insular habl as: - Rivero, deseo formar una Polica Insular que sea garanta absoluta de paz y orden, que est alejada de la poltica totalmente y revista cierto carcter militar que mantenga su disciplina. Quiere usted organizara y aceptar el mando? - Amigo Muoz -le contest-, me comprometo a organizar ese Cuerpo y a entregrselo a usted a punto de llenar su misin; pero siento decirle que no puedo aceptar el cargo que me ofrece. Comenc mis trabajos, busqu a Urrutia, a Janer y a Carlos Aguado, antiguos oficiales del Ejrcito espaol; llam a Molina, del Ejrcito cubano, y tambin a varios jvenes paisanos. Otro da Muoz me pas nuevo aviso. - No siga su trabajo -me dijo-, tratan de imponerme por jefe de la Polica a un soldado alemn. Estoy cansado y deseo irme; guarde sus papeles por si algn da puedo llamarle nuevamente en nombre de mi pas.

Mucho tiempo despus recib una carta, que conservo, del general Reed; me ofreca, a nombre del gobernador, el puesto de jefe de la Polica, dndome cuatro horas para contestarle. Un minuto me bast para agradecer y declinar la oferta. Ms tarde, el sabio comisionado de educacin, Brumbaugh, me nombr profesor de la High School, para las asignaturas de Fsica y Qumica; le di las gracias y renunci. - Deme un hombre -me dijo-; y yo le llev a Pepe Janer, un ilustre portorriqueo, salido de cepa de sabios educadores y altsimos caballeros. Y segu, como Peary, aunque en modestsima esfera, en la ardua tarea de conquistar el Polo Norte. No se achaque a vanagloria si consigno que el voluntario abandono de mi carrera militar, despus de veinte aos de servicios, sin una tacha en mi expediente y cuando luca en las bocamangas las tres estrellas doradas de capitn, tuvo por nico objeto el poder seguir la suerte de mi pas; nacido en los campos de Trujillo Bajo, rame imposible vivir el resto de mi vida lejos de la vieja ermita donde deca su misa diaria el bondadoso padre Mariano. *** Para la noble Espaa, para su Ejrcito y, sobre todo, para sus artilleros, para los espaoles todos, conservo un gran amor, una eterna gratitud. Afirmo mi origen y estoy alegre, muy alegre!, de que por mis venas corra sangre de espaoles. Juan Rivero y Rosa Mndez nacieron ambos en Las Palmas de la Gran Canaria *** El ao 1913 estuve en Segovia, visit el Alczar y la Academia de artillera, y al ver en su claustro una larga fila de cuadros me acerqu y pude leer: Angel Rivero Mndez. Era mi nombre como teniente de artillera, entre todos los de mi promocin. Cuando el coronel Acha, en Madrid, al visitar yo el Centro Electroctcnico, me ofreci un comps de precisin, grabados en l mi nombre y la fecha de aquel da; y cuando en la fbrica de Granada el comandante Garrido, artillero de fama mundial, me obsequiaba con dos bastones construidos con un explosivo poderoso; cuando Acha, Iriarte, Arespacochaga, Anca, Snchez Apellniz, Snchez de Castilla, Alonso, Caturla, Castaos, Laguna y muchos militares ms que fueron compaeros de armas, apretaron mis manos con el cario de antiguos camaradas..., experiment inolvidables y dulces emociones. *** Veintids aos llevo dentro de la vida civil; viejo estoy, mas cuando veo pasar por mi lado a esos jvenes, gallardos, triunfadores en la lucha por la vida, y hoy pilares de la patria, que se llaman Coll y Cuch, Soto Gras, Martn Travieso, los tres hermanos Ferrer, Martnez Alvarez, Carballeira, doctor Matanzo, Guerra, Marxuach, Carlos Urrutia, Alvaro Padial, Veve, Bentez Flores, Martnez Dvila y muchos ms, siento apuntar brotes de orgullo, recordando que fui profesor de estos muchachos en el Instituto Provincial de Segunda Enseanza de San Juan.

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CAPITULO IIORIGEN DE LA GUERRA VOLADURA DEL MAINE - DECLARACION DE GUERRA - EL PRIMER CAONAZO. L COMENZAR el ao 1898 eran muy tirantes las relaciones entre los Gobiernos de Washington y Madrid; la Prensa, tanto la espaola como la norteamericana, no cesaba de arrojar lea al fuego. El Gobierno americano dispuso que el crucero protegido Maine hiciera una visita amistosa al puerto de la Habana. El Sr. Sagasta correspondi al agasajo enviando al Vizcaya, comandante Eulate, al puerto de Nueva York, donde fonde el 18 de febrero, y el 25 sali para la Habana. Ese mismo da, del mes de enero, fondeaba el Maine en este puerto, y, amarrado a la boya nmero 4, salud a la plaza con sus caones. La batera de salvas devolvi, acto seguido, el saludo. Era el Maine un crucero protegido de segunda clase, con faja blindada, de 6.050 toneladas, y un andar de 17 millas y media; montaba cuatro caones de 10 pulgadas en dos torres acorazadas; seis, de seis pulgadas; ocho, de una, y muchas piezas mas de tiro rpido. Fue construido, en 1895, en el Arsenal de Nueva York, y su tripulacin se compona de 26 oficiales y 354 clases y marinera. Mandaba este buque el capitn C. D. Sigsbee. El 15 de febrero, a las nueve y cuarenta de la noche, una terrible explosin, seguida de otra menos intensa, destruy completamente toda la proa del crucero, que se hundi de aquella parte, hasta tocar fondo, en 11 brazas de agua. La explosin, que se oy en toda la Habana y su puerto, caus la muerte de dos oficiales y 258 hombres de la tripulacin ( 1 ). Los supervivientes fueron recogidos por los botes del Alfonso XIII y Ciudad de Pars, que estaban fondeados en paraje cercano. Los heridos fueron curados en los hospitales de la ciudad, y autoridades y pueblo rivalizaron en exteriorizar su profundo sentimiento por tan tremendo desastre. El 17 tuvo lugar el solemne entierro de 15 cadveres, que fueron extrados de la baha, resultando un acto imponente, por la gran multitud que acompa al cortejo fnebre hasta el cementerio de Coln. La Reina 1.- Despus murieron ocho heridos, elevndose a 266 el nmero de las vctimas de la explosin.- N. del A.

Regente y el general Blanco, gobernador de Cuba, telegrafiaron su psame al presidente Mac-Kinley. En las primeras horas nadie pens que aquel desastre pudiera ser resultado de un criminal complot, y s slo un fatal accidente. El Gobierno americano nombr, en 21 de febrero, una comisin, para investigar el caso, compuesta de cuatro miembros, y presidida por uno de ellos, el capitn William T. Sampson. El general Blanco hizo lo propio.

Mr. William Mac-Kinley.

Los comisionados americanos permanecieron diez y ocho das en el puerto de la Habana, a bordo del Mangrove y cinco ms en Key West, alojados en el Iowa. Estos peritos, de comn acuerdo, declararon, despus de largas consideraciones: Que el Maine fue destruido por la explosin de una mina submarina, la cual caus las parciales de dos o ms paoles del buque. Los comisionados espaoles produjeron un luminoso informe, que fue ledo mas tarde en el Congreso de Madrid, demostrando que: La explosin fue interior, y producida, ya por la caldereta de la dnamo, ya por combustin espontnea del algodnplvora, con que se cargan los torpedos. Peritos imparciales, como el vicealmirante norteamericano Erven y el capitn Buckill, combatieron, por absurda, la opinin de la supuesta mina.

La Prensa europea y sudamericana clamaron en igual sentido, y el Gobierno de Madrid no tuvo respuesta a un cable en que propona al de Washington someter el caso a un arbitraje internacional. Ms tarde, en Pars, cuando se firmaba el Tratado de Paz, y aos despus en la Habana, al sacarse los restos del Maine, el Gobierno espaol insisti en igual sentido, viendo siempre desairados sus esfuerzo.

D. Prxedes Mateo Sagasta, Presidente del Gobierno Espaol.

Pero es preciso consignar que el Maine vol, como vuelan cada ao en Europa y Amrica ms de 20 almacenes de dinamita y de plvora; como volaron, en Miraflores ( 2 ) , numerosas cajas de plvora, por descuido de los hombres o por reacciones qumicas, desconocidas, entre los componentes de los modernos explosivos. He ledo luminosos artculos de marinos norteamericanos, y todos refutan el que la explosin del Maine fuese exterior. Todos convienen en que el algodn-plvora, carga de los torpedos, se descompone en climas calientes, despidiendo gases capaces de combustin espontnea. As, y por eso, vol, en un puerto del Japn, el famoso acorazado Mikasa.2.- Polvorn en San Juan, Puerto Rico.- N. del A.

El vicealmirante americano Mr. George W. Melville, ingeniero jefe de la Armada, public en la revista North American Review enero 29 de 1902, una larga carta, analizando cientficamente el desastre del Maine, y, al terminar, sienta la conclusin, lgicamente deducida, de que la explosin fue interior; anota la clase de minas y torpedos que usaron los espaoles durante la guerra, y seala el caso de Santiago de Cuba, donde, despus de la rendicin, al levantarse los torpedos, se vio que eran inofensivos; unos, por la mala calidad de sus explosivos, y otros, porque estaban mojados por el agua filtrada. No haba en toda la isla de Cuba torpedo ni mina bastante eficaz para volar, totalmente, un buque amarrado, como el Maine, a la boya nmero 4, y que, adems, se hiciese la operacin de manera tan oculta, que nadie pudiese verla, sobre todo los cubanos, enemigos de Espaa.

Firma del ultimtum a Espaa por el presidente Mac-Kinley.

El ilustre marino termin su carta con estas palabras: Tenemos hoy una opinin ms elevada del carcter y la virilidad del soldado espaol. El valor del almirante Cervera, de sus oficiales y tripulaciones, al salir a una inevitable derrota, en un supremo esfuerzo para sostener el honor de su bandera, nos prueba, fuera de toda duda, que tales hombres no son capaces de haber cometido el crimen que tan gratuitamente se les ha achacado. Durante toda la guerra han demostrado los espaoles que saben morir como deben hacerlo los soldados, y hombres como stos no sancionaran, y mucho menos tomaran parte en acto alguno indigno de militares que saben combatir con valor y morir con honor. Y aunque el Gobierno de Wshington se mantuvo en gran reserva, sin sostener ni negar el informe de sus comisionados, no cabe duda que el desgraciado accidente del Maine precipit la declaracin de guerra. Remember the Maine! fue el grito de guerra americano, y bajo la presin del pueblo y de la Prensa, el Congreso aprob aquella clebre Resolucin conjunta, que era, y as fue tomada en Madrid, una declaracin de guerra. He aqu el texto de dicho documento:

El caonero Nashville, desde el cual el cabo de can Miguel Machias hizo contra el vapor Buenaventura el primer disparo de la guerra hispanoamericana

Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en Cuba durante los tres ltimos aos, en isla tan prxima a nuestro territorio, ha herido el sentido moral del pueblo de los Estados Unidos; ha sido un desdoro para la civilizacin cristiana, y ha llegado a su perodo crtico con la destruccin de un barco de guerra norteamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque visitaba amistosamente el puerto de la Habana: Considerando que tal estado de cosas no puede ser tolerado por ms tiempo, segn manifest ya el Presidente de los Estados Unidos, en mensaje que envi el 11 de abril al Congreso, invitando a ste a que adopte resoluciones; El Senado y la Cmara de Representantes, reunidas en Congreso, acuerdan: Primero. Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente; Segundo. Que es deber de los Estados Unidos exigir, y por la presente su Gobierno exige, que el Gobierno espaol renuncie, inmediatamente, a su autoridad y gobierno en Cuba, y retire sus fuerzas, terrestres y navales, de las tierras y mares de la isla; Tercero. Que se autoriza al Presidente de los Estados, y se le encarga y ordena, que utilice todas las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos, y llame al servicio activo las milicias de los distintos Estados de la Unin, en el nmero que sea necesario, para llevar a efecto estos acuerdos; Y cuarto. Que los Estados Unidos, por la presente, niegan que tengan ningn deseo ni intencin de ejercer jurisdiccin ni soberana, ni de intervenir en el gobierno de Cuba, si no es para su pacificacin, y afirman su propsito de dejar el dominio y gobierno de la isla al pueblo de sta, una vez realizada dicha pacificacin.

La votacin del Senado fue 42 por 35. La de la Cmara de Representantes, 311 por 6; quedando aprobada esta Resolucin, por el Congreso, el 19 de abril, y por el Presidente, el 20 del mismo mes. Este mismo da tuvo lugar la apertura del Parlamento espaol por la reina regente Mara Cristina, la cual declar: Que aquellas Cortes haban sido convocadas para defender los derechos de Espaa. El mismo da, el ministro norteamericano en Madrid, Mr. Woodford, recibi el siguiente telegrama de Wshington. Abril 20, 1898. WOODFORD, ministro. Madrid. Se ha proporcionado a usted el texto de las Resoluciones aprobadas por el Congreso de los Estados Unidos el 19 del actual, relacionadas con la pacificacin de la isla de Cuba. Obedeciendo este acto, el Presidente orden que, inmediatamente, se comuniquen dichas resoluciones al Gobierno de Madrid, acompaando un aviso de este Gobierno al Gobierno de Espaa, para que renuncie a su gobierno y autoridad en Cuba, y retire sus fuerzas militares y navales. Al dar este paso, el Gobierno de los Estados Unidos protesta que no tiene intenciones o disposiciones de ejercer soberana, jurisdiccin o dominio en la isla, excepto para pacificarla y afirmar su propia determinacin; que cuando logre su objeto, abandonar la isla, y ayudar a sus habitantes, para la clase de Gobierno libre e independiente que deseen establecer. Si al dar la hora del medio da del sbado prximo, el da 23 de abril, no se ha comunicado a este Gobierno una respuesta satisfactoria a esta demanda y resoluciones, por las cuales se obtenga la pacificacin de Cuba, el Presidente proceder, en el acto y sin ms aviso, haciendo uso de las facultades que le otorga el Congreso en dichas Resoluciones, a llevarlas a efecto.- SHERMAN. Una copia de este documento fue entregada, en sus propias manos, al seor Polo de Bernab, ministro de Espaa en Washington, quien, en el acto, solicit sus pasaportes, entregando a la Legacin de Austria los asuntos espaoles; pero autorizaba a M. Cambn, embajador de Francia, a intervenir en dichos asuntos. He aqu el texto de la carta en que el ministro Polo de Bernab peda sus pasaportes:D. Luis Polo de Bernab.

LEGACION DE ESPAAWshington, abril 19 de 1898

Sr. Secretario: Las Resoluciones adoptadas por el Congreso de los Estados Unidos de Amrica, y aprobadas hoy por el Presidente, son de tal naturaleza, que mi presencia en Wshington se hace imposible, y me obligan a suplicar a usted me extienda mis pasaportes. La proteccin de los intereses de Espaa se ha encomendado al embajador de Francia y al ministro de Austra-Hungra. Con esta ocasin, por cierto bastante penosa para m, tengo el honor de reiterar a usted las manifestaciones de mi mayor consideracin. LUIS POLO DE BERNAB Al Hon. John SHERMAN, secretario de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos. Recibidos sus pasaportes, el Sr. Polo de Bernab se traslad por ferrocarril al Canad. El Ministro Mr. Woodford, al recibir el ultimtum telegrafi: Momentos antes de presentar al Gobierno espaol el ultimtum de los Estados Unidos, fui notificado que las relaciones diplomticas, entre las dos naciones, quedaban rotas; he recibido mis pasaportes, entregando la Legacin al embajador de Inglaterra, y salgo para Pars. Seguidamente tom el tren para Pars, tren que fue apedreado por el pueblo en varias estaciones, y asaltado en Segovia por los cadetes de artillera, que subieron a las plataformas al grito de Viva Espaa! La Gaceta de Madrid del 25 de abril dio cuenta al pueblo espaol de la ruptura de hostilidades, y ese mismo da, el Congreso americano declar: Que un estado de guerra existe, y ha existido, entre el reino de Espaa y los Estados Unidos, desde el da 21. El Presidente llam a las armas a 125.000 voluntarios, y, con fecha 27 del mismo mes, lanz una proclama estableciendo el bloqueo de la costa Norte de Cuba y del puerto de Cienfuegos al Sur. Ese da se hizo a la mar la Escuadra americana del Atlntico. El 22 de abril, el caonero Nashville haba caoneado y capturado al vapor espaol Buenaventura, en la costa Norte de Cuba, conduciendo su presa a Cayo Hueso. Este acto, de verdadera piratera, anterior a la declaracin de guerra, fue causa de que el Congreso americano retrotrayese la fecha de la ruptura de hostilidades al 21 de abril.

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CAPITULO IIICMO SURGI LA IDEA DE TRAER LA GUERRA A PUERTO RICO "Las noticias del cnsul Hanna ( 1 ) al Departamento de Estado no se parecen a las que vienen de Cuba y han hecho una gran impresin en los crculos oficiales. El cnsul dice que la autonoma en Puerto Rico, ltimamente concedida por el Gobierno espaol de S. M., ha sido proclamada y ha de ser un xito. El pueblo de Puerto Rico es un pueblo leal y pacfico, y todos parecen contentos con la autonoma concedida por la madre patria."( Washington Daily Post, abril, 1898. )

GESTIONES DE HENNA Y TODD.- MANIFIESTO DE LA COLONIA PORTORRIQUEA DE NUEVA YORK.- HOSTOS Y BETANCES. UY contados portorriqueos eran partidarios de la anexin de la Isla a los Estados Unidos; los Lugo Via, Fajardo, Palmer, Amy (D. Francisco), Besosa y algunas docenas mas de mdicos o ingenieros que haban cursado sus estudios en Universidades americanas, eran, realmente, anexionistas y fervientes admiradores de la Repblica Norteamericana. A pesar de esto, pocos portorriqueos, estudiantes en los Estados Unidos, tomaban carta de naturaleza. Es necesario fijar, en este libro de historia, las razones poderosas que pesaron en el nimo del Presidente Mac-Kinley, para que l y su Gobierno, de modo imprevisto, resolvieran capturar a Puerto Rico.1.- Cnsul de los Estados Unidos en Puerto Rico.- N. del A.

El da 10 de marzo de 1898, y cuando el pueblo norteamericano estaba en el ms alto grado de exaltacin por el desgraciado accidente ocurrido al Maine, el doctor Julio J. Henna, portorriqueo ilustre y sabio mdico, que residi y reside en Nueva York, se encamin a Washington, visitando all al Senador por Massachusetts, Mr. Lodge, a quien habl de llevar la guerra a Puerto Rico si estallaba el conflicto hispanoamericano, como todo induca a creerlo. Lodge oyle con inters, y le aconsej visitase a Teodoro Roosevelt, en aquella fecha Subsecretario de Marina. Roosevelt, carcter impetuoso y aventurero, recibi afablemente al doctor; ley la carta en que el senador Lodge se lo presentaba, y escuch las sugestiones y probabilidades de una favorable campaa en esta Isla. Rooseveltt pareci complacido, y confidencialmente declar que l, encargado de toda la preparacin de la probable guerra, no haba pensado en Puerto Rico. No hemos concedido a su isla un solo pensamiento, ni tengo un solo dato sobre ella. Todas nuestras actividades estn reconcentradas en Cuba, futuro teatro de las operaciones. Estas fueron sus palabras memorables. El doctor Henna, que posea por su ilustracin y otras bellas cualidades el arte de persuadir, habl largamente; supo halagar al futuro coronel, pintndolo como el hombre escogido por Dios para llevar a todo un pueblo las bendiciones de libertad, progreso y prosperidad. Ley despus un luminoso informe sobre las fuerzas espaolas en Puerto Rico, su armamento, parques, caminos, puentes y ferrocarriles; aadiendo que, caso de una invasin, si a ella cooperaban l y sus amigos, el pas en masa ira alzndose contra el Gobierno de Espaa, a la vanguardia de las fuerzas americanas. El Subsecretario de Marina, levantndose, ech el brazo por la espalda al doctor, y le dijo: Usted es el hombre que nos haca falta; Puerto Rico ocupar desde hoy lugar preferente en los planes de guerra que estamos preparando. Llam a los jefes de Marina, Clover y Driggs, y a una taqugrafa, quien tom notas de la conferencia, y todos oyeron de nuevo al doctor Henna. Aos ms tarde, alguien pudo leer una copia de tan notable documento. El doctor Henna y Roberto H. Todd, Presidente del Club Separatista Rius Rivera, de Nueva York, visitaron nuevamente a Roosevelt, al mismo Presidente Mac-Kinley y a otras personas prominentes, insistiendo siempre en sus proyectos. Roberto Todd inform durante una hora ante el Comit de Guerra, presidido por Roosevelt. El mismo Presidente manifest, otro da, a los Sres. Henna y Todd, que l estaba tan interesado por Puerto Rico que, si la guerra se declaraba, el Ejrcito de los Estados Unidos operara contra esta isla. Pero ni Henna ni Todd triunfaron en sus deseos, constantemente expresados, de que ellos y otros prominentes portorriqueos residentes en los Estados Unidos tomaran parte activa en la invasin, formando parte del Estado Mayor, y con autoridad para firmar proclamas y otros documentos. Solamente el general Stone, de Ingenieros, accedi en 25 de mayo a traer consigo un limitado nmero de portorriqueos, aunque ms tarde, y slo en parte, cumpli esa oferta. Mattei Lluveras, Mateo Fajardo y el doctor Rafael del Valle hacan tambin tanteos de opinin en Wshington. El 12 de julio se celebr en Nueva York una asamblea de portorriqueos en la que se tom el acuerdo de ofrecerse al Gobierno americano en caso

de invasin, y el mismo Henna redact un manifiesto, bastante extenso, que fue entregado por Todd a Alger, Secretario de la Guerra, quien alab el documento, afirmando: Que estaba muy bien escrito y dentro del espritu de la Constitucin americana; y aadi: que l no poda firmar ese manifiesto, ni crea que el Presidente lo firmara; pero que los portorriqueos podan circularlo por su cuenta, sin necesidad de otras autorizaciones. En estos das se agitaba en Wshington un portorriqueo ilustre, un varn sabio y bueno, el famoso educador de pueblos Eugenio Mara de Hostos. Contrario a la anexin, pero separatista convencido, Hostos volc todas las piedras para anular los trabajos de Henna y Todd, y quitar valor y eficacia al clebre manifiesto, Hostos no tuvo xito; haban triunfado Henna y Todd, quienes sealaron a los norteamericanos el rumbo de Puerto Rico; ellos, y slo ellos, actuando sobre el impetuoso carcter de Roosevelt, iniciaron una sucesin de eventos histricos que culminaron el 18 de octubre de 1898 al izarse la bandera americana en los castillos de San Juan. Por este tiempo el doctor Betances, separatista ferviente, escriba desde Pars al doctor Julio J. Henna: Qu hacen los portorriqueos? Cmo no aprovechan la oportunidad del bloqueo para levantarse en masa? Urge que al llegar a tierra las vanguardias del Ejrcito americano sean recibidas por fuerzas portorriqueas, enarbolando la bandera de la independencia, y que sean stas quienes les den la bienvenida. Cooperen los norteamericanos, en buena hora, a nuestra libertad; pero no ayude el pas a la anexin. Si Puerto Rico no acta rpidamente, ser para toda la vida una colonia americana. Esta famosa carta del famoso galeno, fallecido en Pars, y cuyas cenizas reposan en Cabo Rojo, me permiti copiarla Eduardo Lugo Via.

Real Orden autorizando al autor de esta Crnica, para examinar y copiar, cuanto creyere oportuno, del Archivo Secreto de Puerto Rico, custodiado en el Alczar de Segovia. Es la primera vez que se ha concedido permiso tan amplio.

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CAPITULO IV"THE NEW YORK HERALD" EN PUERTO RICO MANUEL DEL VALLE ATILES - WILLIAM FREEMAN HALSTEAD ESDE antes de estallar la Guerra Hispanoamericana el doctor Manuel del Valle Atiles, portorriqueo y ciudadano americano que haba cursado sus estudios de ciruga dental en la Universidad de Michigan, era corresponsal en Puerto Rico del importante diario The New York Herald. Por este motivo las autoridades espaolas de San Juan siempre consideraron a del Valle como persona non grata y en todo tiempo lo tuvieron bajo la ms estricta vigilancia de la polica secreta. A fines del mes de marzo de 1898, el diario neoyorquino le envi el siguiente telegrama: Manuel del Valle, San Juan, Puerto Rico.- Diga Halstead no debe violar las leyes de Puerto Rico.- Herald ( 1 ) El anterior despacho se refera a William Freeman Halstead, corresponsal viajero de aquel peridico en esta Isla, el cual fue sorprendido el da 14 de marzo mientras tomaba fotografas de las defensas de la plaza de San Juan. Conducido al castillo del Morro, permaneci all sin vigilancia ms de una hora, sin que se le ocurriese abrir su kodak para destruir el cuerpo del delito. Al siguiente da y acompaado del doctor del Valle, fue llevado por el juez militar de su causa a un taller fotogrfico, y una vez desarrolladas las placas, aparecieron vistas excelentes de las mejores bateras, mostrando todos sus detalles. Como Halstead era sbdito ingls, se trat de conseguir la intervencin de su cnsul, Jorge Finlay, a lo que ste se neg, manifestando que todo el que viola la ley debe atenerse a sus consecuencias. El de los Estados Unidos, Philip C. Hanna, estuvo presente en ciertos trmites del proceso, pero solamente para garantizar la intervencin del sbdito del Valle. Conducido el prisionero a la Crcel Provincial de Puerta de Tierra, continu el sumario, actuando como Juez instructor el teniente coronel Mayor de Plaza, Francisco Figueroa, auxiliado por el sargento Paulino Sanjoaqun, que haca de secretario. Aunque preso y muy vigilado, sigui Halstead enviando interesantes cables a su peridico, valindose de diferentes ardides. Como no estaba incomunicado, su amigo del Valle lo visitaba con bas1.- Vase el autgrafo en la imagen siguiente.

tante frecuencia; durante las visitas aconteca que a ste muchas veces se le olvidaban los fsforos y entonces el prisionero le ofreca los suyos que del Valle, distradamente, se guardaba en el bolsillo. Dentro de la caja siempre haba un largo cable para The New York Herald. Quedaba la muy difcil tarea de dar curso al despacho, porque en las oficinas cablegrficas de San Juan haba censor militar.

Vista de San Cristbal y batera de la Princesa; una de las fotografas ocupadas a Halstead.

Un albail, conocido por el apodo de Crucito, hombre de confianza, proporcionado por el arquitecto Armando Morales, era el encargado de llevar y expedir todos los

despachos desde St. Thomas, a cuyo puerto iba en un bote propiedad del jefe del resguardo de la aduana de Naguabo. Otras veces, el capitn de algn buque carbonero ingls, fondeado en el puerto, prestaba libros a Halstead, los cuales, una vez ledos, eran devueltos a su dueo. Lo que nunca pudieron sospechar los vigilantes de la crcel era que un gran nmero de palabras, subrayadas con lpiz en diversas pginas, formaban, al ser ordenadas, un minucioso despacho para The New York Herald. Sera labor muy larga relatar en este libro los diversos procedimientos que puso en prctica este reprter para cumplir sus deberes de corresponsal, siempre con gran xito. El da primero de abril el doctor Francia, Secretario de Gobierno, envi una atenta carta oficial a del Valle para que se presentase, cuanto antes, al capitn general Macas. Verificse la conferencia en el Palacio de Santa Catalina, y durante ella el Gobernador trat con bastante dureza a su visitante, hacindole responsable de todas las noticias cablegrficas enviadas desde Puerto Rico al Herald. Protest el acusado, y como prueba de su inocencia, mostr un despacho de su peridico, que acababa de recibir, en el cual se le peda que telegrafiara algunas noticias. Como este despacho no haba sido censurado, el hecho cost la cesanta al telegrafista, Jos Caldern Aponte, quien lo haba dejado pasar sin aquel requisito por ser el destinatario su amigo ntimo. El general Macas termin la conferencia con estas palabras: Si usted no vara de conducta y persiste en su misin de corresponsal de un peridico enemigo, estoy dispuesto a tratarlo como un espa, encerrndolo en un calabozo del Morro; y si ya no lo he hecho, es porque me detiene la buena amistad que mantengo y el respeto que me inspira su hermano Don Francisco, alcalde de la ciudad.

Doctor Manuel del Valle.

La circunstancia de encontrarse por aquellos das en San Juan otro corresponsal del mismo Herald y alguno del World, hizo sumamente crtica la situacin de Manuel del Valle, porque aqullos, como era natural, siempre solicitaban su compaa y consejos.

Como perteneca a una de las mejores familias de Puerto Rico y contaba con amigos de gran influencia, stos le aconsejaron, reservadamente, que huyese cuanto antes, porque su prisin estaba decretada.

Cable recibido por el Doctor Manuel del Valle. Traduccin: Hay ah noticia cierta de que haya dimitido el Gabinete Autonmico?.- Herald.

El da 7 de aquel mismo mes recibi aviso para que fuese a bordo del vapor Virginia, fondeado en el puerto; cuando subi a dicho buque, encontr en l al cnsul Hanna rodeado de muchos ciudadanos americanos. Mr. Hanna le mostr un despacho cablegrfico redactado como sigue: Salga de Puerto Rico, aguardando rdenes en St. Thomas y lleve consigo cuantos ciudadanos americanos quieran irse de la Isla. El cable estaba firmado por el Secretario de Estado de los Estados Unidos.

William Freeman Halstead, en traje de presidiario.

El doctor Manuel del Valle, acompaado de su esposa y dos nios, se traslad al Virginia arreglando como pudo sus asuntos; por la noche sali el vapor, recalando al puerto de Fajardo, donde tena que recibir un cargamento de azcar. Como el doctor Santiago Veve, vecino muy prominente de aquella poblacin, recibiera noticias de que

se trataba de detener a muchos de los fugitivos, flet la goleta Encarnacin que los condujo a todos a St. Thomas; algunos permanecieron all durante todo el perodo de guerra y otros, como del Valle y sus familiares, continuaron viaje a Nueva York, donde ste sigui colaborando en The New York Herald con varias informaciones sobre las defensas y tropas de Puerto Rico, noticias que eran ledas con gran inters por el pblico americano, aunque algunas fueron errneas o incompletas, segn he podido ver despus en las colecciones del aludido peridico. En St. Thomas estaban tambin por aquellos das Mateo Fajardo, Jaime Cortada, Javier Mariani y el doctor Ros. Contra este ltimo sinti siempre profunda antipata el general Ricardo Ortega. Recuerdo que el da del bombardeo, y cuando ms arreciaba el fuego me dijo: No me extraa lo bien que el enemigo parece conocer nuestras defensas; indudablemente, a bordo de esos buques y escondidos dentro de sus torres acorazadas, estn Manuel del Valle y Salvador Ros dirigiendo a los artilleros. El da 3 de mayo se reuni en la crcel el consejo de guerra para ver y fallar la causa instruida a William Freeman Halstead por el delito de espionaje cometido dentro de una plaza fuerte en estado de guerra. Yo form parte de aquel tribunal como el vocal mas

Presidio de San Juan.

antiguo del mismo. El acusado estaba completamente tranquilo, sentado en un banquillo, frente a sus jueces, con las piernas cruzadas, y sonrea a ratos, como si le complaciera el acto que se realizaba. Cuando el Fiscal, en nombre del Rey, termin su alegato pidiendo la pena de muerte para el acusado Halstead, a quien el intrprete oficial traduca el discurso, mostr verdadera alegra; a varios nos pareci que aquel hombre estaba loco o que era un idiota. Despus de discutir mucho tiempo y de examinar las alegaciones del defensor, capitn de artillera Aniceto Gonzlez, le condenamos, por unanimidad, a nueve aos de

presidio y accesorias, de vigilancia por la polica, durante otro perodo igual. Puedo afirmar que si este hombre no fue fusilado en el campo del Morro lo debi a ser sbdito de Inglaterra; pero si l est vivo, y tal es mi deseo, no olvide que el da 3 de mayo de 1898, y durante algunas horas, su cabeza vali menos de un dlar. Preso estaba an en la crcel, el da 12 de mayo, cuando un proyectil de la escuadra de Sampson lo despert bruscamente, producindole heridas, aunque de poca importancia. El da 20 fue conducido, a pie y entre bayonetas, al presidio provincial, donde ingres sujeto a todas las durezas del rgimen que all se observaba. Dentro del uniforme del presidiario viva siempre el reprter de pura sangre inglesa: pretextando mal estado de salud, obtuvo permiso para que se le enviase su comida del Hotel Inglaterra y dentro del pan sobrante ocultaba algunas veces los originales de sus cables que, a la puerta del hotel, eran recibidos por Andrs Crosas o por L. A. Scott, dueo de la planta de gas fluido, quienes ms tarde los enviaban a St. Thomas. En los primeros das de agosto el Evening Telegram de Nueva York, public lo siguiente: Al corresponsal del Herald que se halla preso en el presidio de la capital de Puerto Rico, le ha permitido el Gobernador General Don Manuel Macas expedir el siguiente despacho a The New York Herald. Es el primer cable que llega a los Estados Unidos desde que aquella ciudad est bloqueada, y creemos es debido a la influencia del cnsul ingls en San Juan. ( 2 ) Estoy escribiendo en la celda de la prisin en que me hallo, y hasta ahora no se ha intentado averiguar los asuntos de que trato. Obtengo, s, todas las facilidades posibles en las circunstancias actuales para adquirir noticias de la ciudad. El desembarco de las tropas americanas en la Isla ha causado gran excitacin entre los habitantes. Por espacio de algunos das, despus del desembarco por Gunica, ha existido una corriente de emigracin hacia el interior, en extremo notable. A pesar de ello, no se ha registrado el ms mnimo desorden ni el ms leve tumulto. Aqu se hacen esfuerzos supremos y con actividad grandsima, para rechazar el ataque que se espera por parte de los americanos y que suponen sea de un momento a otro. Todo hace creer que la plaza no ser tomada sin que haya gran efusin de sangre. Algo se ha hablado ya respecto a la rendicin; pero las tropas espaolas han hecho juramento de pelear hasta el ltimo extremo. Este es un espectculo heroico, pues comparativamente, no puede esperar nada un puado de hombres que estn sitiados por una escuadra que les es hostil, que no tienen medios de adquirir refuerzos y que ya sienten la escasez de provisiones de boca que tampoco pueden obtener. No slo los soldados espaoles tienen perdida la esperanza de recibir auxilios de Espaa, sino tambin los naturales del pas que estn con ellos - es decir los voluntarios -quienes no estn dispuestos a hacer resistencia. Entre los neutrales hay el convencimiento profundo de que ha llegado el instante de proclamar la paz, a fin de evitar que haya ms prdidas de vidas. Adems, comprenden que la ocupacin de Puerto Rico por los americanos es completamente segura, y que, por tanto, ser mejor mantener con ellos buena armona, en beneficio del porvenir de la Isla.2.- El Herald ignoraba los medios de que se vali Halstead para enviarle este cable; y, naturalmente, supuso benevolencias del general Macas, que no existieron.- N. del A.

Segn las noticias que aqu han llegado acerca del ejrcito americano que invade esta tierra, sbese que ste est movindose en direccin a la capital, sin hallar a su paso gran resistencia. Aqu ser otra cosa; los espaoles se disponen a defender bien la plaza. HALSTEAD. A continuacin copio varios documentos de importancia que se refieren al proceso del reprter de The New York Herald William Freeman Halstead, y en los cuales encontrar el lector datos bastantes para juzgar de la intrepidez e inteligencia de este periodista que, enamorado de su profesin, se jug la vida y la libertad para servir al gran diario neoyorquino: HOJA HISTRICO - PENALPRESIDIO PROVINCIAL DE PUERTO RICONMERO 4584. 4a Brigada 3a Clase

Hoja histrica penal del confinado, blanco, William Freeman Halstead, hijo de William y de Catalina, natural de Hamilton, Canad, ayuntamiento de Hamilton, juzgado de Instruccin de Hamilton, Provincia de Ontario, avecindado en Hamilton, Religin protestante, profesin periodista, estado viudo, edad 27 aos; sus seas stas: estatura alta; cara larga; cejas al pelo; pelo castao; ojos azules; nariz perfilada; boca regular; barba regular; instruccin tiene. Seas particulares, una cicatriz pequea en la frente, sobre la ceja izquierda; otra en la cara, pmulo derecho, inmediata al ojo. Vicisitudes.-10 mayo, 1898. Perteneciendo a la clase de paisano y corresponsal en esta isla del peridico The New York Herald, de New York, Estados Unidos; fue procesado por la Jurisdiccin de guerra de la Capitana General de la Isla por el delito de espionaje, cometido en esta Plaza el da 14 de marzo de este ao, habiendo sido sorprendido cuando se dispona a sacar unas fotografas de puntos del recinto de esta Plaza, habindosele encontrado varias en la mquina que se le ocup; y sentenciado en Consejo de Guerra ordinario de Plaza, el da 3 de mayo de este ao, a la pena de nueve aos de presidio mayor, con las accesorias de sujecin a la vigilancia de la autoridad por igual tiempo, e inhabilitacin absoluta temporal en su caso; debiendo declararse decomisada la mquina fotogrfica ocupada; todo con arreglo al prrafo segundo, del No 3. del artculo 228; y a los 173, 174 del Cdigo de Justicia Militar; 12, 56, 71 del Penal ordinario para esta isla y la de Cuba; sin que hayan concurrido en la comisin del delito otras circunstancias atenuantes ni agravantes que apreciar; pero s figura en el parecer del Sr. Auditor de Guerra que, por las fotografas ocupadas, se forma cabal juicio de la defensa con que cuenta la Plaza, y de la manera de atacarla por mar, precisamente con el menor riesgo posible. Dicha sentencia fue aprobada por el Excmo. Sr. Capitn General del distrito, en 10 de mayo, 1898, y en la misma fecha empez a extinguir la condena, resultando cumplir, segn la liquidacin del testimonio en 9 de mayo de 1907. . Ingres en este Presidio el da 20 de mayo de 1898, procedente de la Crcel de esta Capital.El 2 Jefe Accidental

V.B.El 1er. Jefe Accidental

MANUEL CARRERA (Rubricado)

SERRACANTE (Rubricado) (Hay un sello en tinta roja que dice:-- "Comandancia del Presidio Provincial de Puerto Rico.")

Baja.-17 de agosto, 1898. Fue baja en esta fecha como licenciado, segn lo dispuesto por la Superioridad, cuyo certificado de libertad se expidi en el da de ayer fijando la residencia en esta Capital, la que eligi.El 2 Jefe accidental, CARRERA (Rubricado).

TESTIMONI0 Paulino Sanjoaqun Domnguez, Sargento del Batalln Provisional de Puerto Rico N. 3, y Secretario de la causa instruida al paisano William Freeman Halstead por el delito de espionaje, de la que es Juez Instructor el teniente coronel de infantera, Sargento Mayor de la Plaza, Don Francisco Figueroa y Valds. Certifico: Que a los folios que se expresarn de dicho proceso, aparecen una sentencia, un dictamen del Auditor de Guerra, un Decreto del Capitn General y una diligencia de Notificacin que, copiados a la letra, son como sigue: Sentencia: Folio 85.-En San Juan de Puerto Rico a 3 de mayo de 1898, reunido el Consejo de Guerra, nombrado para ver y fallar el proceso formado al paisano William Freeman Halstead, acusado del delito de espionaje; odas la Defensa y Acusacin Fiscal, el Consejo declara que el hecho perseguido constituye el delito de espionaje, comprendido en el segundo prrafo, del nmero tercero, del artculo doscientos veintiocho, del Cdigo de Justicia Militar, del que es responsable, como autor, William Freeman Halstead y lo condena a la pena de nueve aos de presidio mayor, con la accesoria de sujecin a la vigilancia de la autoridad por igual tiempo; e inhabilitacin absoluta, temporal, en su caso, debiendo declararse el comiso de la mquina fotogrfica ocupada. Todo de conformidad al artculo citado y a los 173 y 174 del mismo Cdigo; y 12, 56 y 71 del Cdigo Penal para esta Isla y la de Cuba.- Benigno Aznar.- Angel Rivero.- Eduardo Prez Ortiz.- Juan Arboleda.- Francisco de Montesoro.- Rafael Navajas.- Adolfo Mayalde (Rubricados).

Hoja histrico penal de William F. Halstead.

Dictamen del Auditor.- Folios 87 y 88. (Hay un sello que dice:-Auditora de Guerra de Puerto Rico.) Excelentsimo Seor: El Consejo de Guerra celebrado para ver y fallar esta Causa, declara que los hechos probados constituyen el delito de espionaje penado en el segundo prrafo del nmero tercero del artculo 228 del Cdigo de Justicia Militar, y que es responsable, como autor, sin circunstancias apreciables, William Freeman Halstead, a quien condena a nueve aos de presidio mayor, y accesorias, declarando el comiso del instrumento del delito. La sentencia est conforme con los mritos del proceso y con las disposiciones legales que le son de aplicacin y cita, puesto que resulta, en efecto, probado que Willian Freeman

Halstead fue sorprendido cuando, segn parece, se dispona a tomar unas vistas fotogrficas de puntos del recinto de esta Plaza; y en la mquina que se le ocup fueron encontradas ms vistas de puntos anlogos, mediante las cuales y otras cuatro que se le recogieron en el equipaje, adquiridas en una fotografa donde, para elegir, se le presentaron ciento, aproximadamente, se forma cabal juicio de la defensa con que cuenta esta Plaza y de la manera de atacarla por mar, precisamente con el menor riesgo posible. Segn los informes periciales, no cabe la menor duda de que el procesado es prctico en verificar reconocimientos militares y saba lo que haca; y esta circunstancia, sobre que la presuncin de los hechos penados por el Cdigo se reputan intencionados mientras no se pruebe lo contrario, bastan para llevar al nimo el convencimiento de que Willian Freeman Halstead es responsable del delito por que el Consejo le condena. Y estando esa condena dentro de lo que la Ley prescribe en su grado medio, segn corresponde en estricta justicia, cuando no sean de aplicacin circunstancias agravantes ni atenuantes, opino que puede V. E. servirse aprobarla y disponer que vuelvan los autos al Juez Instructor para notificacin y cumplimiento, libramiento de testimonio y redaccin de hojas estadsticas. V. E. no obstante, resolver como mejor estime.- Puerto Rico, 4 de mayo de 1898.Excelentsimo Seor.- Jos Snchez del Aguila (Rubricado). Decreto del Capitn General. Folio 88 vuelto.-(Hay un sello que dice: -Capitana General de Puerto Rico.- Estado Mayor.).- Puerto Rico, 10 de mayo de 1898. De conformidad con el anterior dictamen, apruebo la sentencia del Consejo de Guerra que ha condenado a William Freeman Halstead a nueve aos de Presidio Mayor y accesorias que en ellas se citan, por el delito de espionaje; para su cumplimiento y dems que se propone, vuelva esta causa al Juez Instructor.Manuel Macas (Rubricado). Notificacin.- Folio 89.- En la Crcel de Puerto Rico, a 11 de mayo de 1898, compareci, ante el Seor Juez y Secretario el reo William Freeman Halstead; y presente tambin el intrprete Don Manuel Paniagua y Vigo, le recibi a ste juramento, segn su clase, de traducir fiel y literalmente, al reo, la sentencia y decreto de aprobacin. Y, habindolo efectuado, manifest el intrprete que el reo quedaba enterado de haber sido condenado a nueve aos de Presidio Mayor y que peda copia de la sentencia, la cual se le facilit. Y, de haber sido notificado, firm con el Juez, Intrprete y Secretario que certifico, W. Freeman Halstead.- Francisco Figueroa.- Manuel Paniagua.- Paulino Sanjoaqun (Rubricado). Y para que conste y surta sus efectos, haciendo constar que el reo es hijo de William y de Catalina, natural de Hamilton, Canad, de profesin periodista, de estado viudo y de veintisiete aos de edad, expido la presente, de orden del Seor Juez, y con el Visto Bueno del mismo. En Puerto Rico, a 16 de mayo de 1898. V. B. Paulino Sanjoaqun (Rubricado).

El Juez Instructor FIGUEROA (Rubricado)

ORDEN DE ENCARCELAMIENTO Puerto Rico, mayo 16, 1898. Sealado por el Ilustrsimo Sr. Secretario de Despacho de Gracia y Justicia y Gobernacin, el Presidio Provincial, para que extinga su condena el procesado William Freeman Halstead, pase el presente Testimonio al Sr. Jefe de dicho Establecimiento a los efectos consiguientes. El Subsecretario, Jos de Diego (Rubricado). (Hay un sello que dice:-Secretara de Gracia y Justicia y Gobernacin.- Puerto Rico.) CARTAS SORPRENDIDAS AL PRISIONERO Excmo. Sr. Gobernador de Puerto Rico. Excmo. Sr.- Adjunta tengo el honor de remitir a V. E. una carta que suscribe el confinado de este Presidio Provincial William Freeman Halstead, y que dirige al Sr. J. B. Cranford, Cnsul Britnico en San Juan, y el sobre de la misma, que contiene otro, pegado en el interior, y que se encuentra escrito con lpiz, todo un frente, en idioma ingls. Habiendo llamado la atencin de esta Comandancia, la forma en que se ha querido ocultar el sobre manuscrito, intentndose, probablemente, comunicar al seor Scott, a quien va dirigido, noticias que pudiera interesar su conocimiento, reclam del intrprete del Gobierno la traduccin de ambos documentos, verificado lo cual, y con certificacin de la misma, que tengo el honor de acompaarle, doy cuenta a V. E., permitindome llamar su atencin acerca del contenido de los manuscritos del expresado sobre. V. E., en su vista, se servir resolver lo que estime procedente, significndole que dicho preso fue sentenciado, por la jurisdiccin de Guerra, de la Capitana General de esta Isla, por delito de espionaje, a la pena de nueve aos de Presidio Mayor. Dios guarde a V. E. muchos aos. San Juan, Puerto Rico, 11 de julio de 1898.El Jefe accidental, Bartolom SERRACANTE (Rubricado).

TRADUCCION DEL DOCUMENTO NUM. 1 San Juan, Puerto Rico, 10 julio, 1898. Al Hon. J. B. Cranford, Cnsul Britnico, San Juan. Muy Sr. mo:-

Le estimar, como un gran favor, el que Ud. obtenga de la autoridad competente, permiso para remitir el siguiente telegrama al Herald de donde lo transmitirn a mi familia: BEUNET.- New York.- Estoy bien. Si se permite transmitir el telegrama con mi firma, no cobrarn nada en la oficina del Cable de esta ciudad. De otro modo, Mr. L. A. Scott tendr la bondad de reembolsarle a Ud. el importe del mensaje. Queda de Ud. S. S. S.,W. W. Freeman HALSTEAD (Firmado) TRADUCCION DEL DOCUMENTO NUM. 2 Querido Sr. Scott:Con las fuerzas invasoras, seguramente vendr una hueste de corresponsales que asaltarn las oficinas del Cable. Estamos en el complot y debemos ser los primeros en el Cable. Yo no ser de mucha utilidad encerrado aqu, y si Ud. est dispuesto, yo lo estoy para poner en Ud. toda mi confianza. Ser gran cosa si podemos batir a los otros; lo primero que yo indicara sera sobornar a uno de los operadores del Cable. Ofrzcale Ud. la cantidad razonable que pida, por enviar telegramas privados, por cuenta ma, sin que sean sometidos al censor. Explquele que nosotros le exigimos eso solamente cuando los yankees estn acampados fuera de la Ciudad, y sta tomada; as es que entonces se podr dar cualquier explicacin, porque si lo descubriesen las autoridades, no habra censor ni riesgo. Un mensaje remitido desde una ciudad sitiada sera una gran cosa. El da en que la ciudad sea tomada, si somos los primeros en hacer uso del cable, deberamos poner el primer mensaje tan largo como sea posible, de modo que el Cable est ocupado hasta que el segundo despacho del Herald llegue; es tambin conveniente que lo arreglemos de modo que tengamos acceso al Cable, despus de las horas de oficina, en caso de un ataque nocturno. Si Ud. conoce algn fotgrafo astuto y digno de confianza, ofrzcale lo que le pida por fotografas hechas durante el sitio; le compraremos todas las que saque; l podr vender, luego, muchas ms, como recuerdo. Pruebas no ampliadas, bastarn; pero las necesitamos para el primer vapor que pueda salir. Si hay algn riesgo o dificultad en que Ud. pueda transmitir los partes hgalo firmado por m. Si se necesita dinero, girar. HALSTEAD (Firmado). CERTIFICACION Don Manuel Paniagua, Intrprete del Gobierno General de Puerto Rico.

Certifico: Que la traduccin que antecede, de documentos marcados No. 1 y 2, es fiel y literal, concordando, en todas sus partes, con los originales adjuntos a que me remito. Y en testimonio de lo cual, libro la presente en San Juan de Puerto Rico, a 11 de julio de 1898.Manuel Paniagua (Rubricado), (Hay un sello en tinta que dice:Interpretacin de Lenguas del Gobierno General.) ORDEN DE VIGILANCIA RIGUROSAGOBIERNO GENERAL DE LA. ISLA DE PUERTO RICO SecretaraNEGOCIADO S. S. NMERO 266

El Excmo. Sr. Capitn General dice al Excmo. Sr. Gobernador General, con fecha 21 del actual, lo siguiente: Excmo. Sr. :En vista del escrito de V. E. del 12 del actual, opino que el confinado William Freeman Halstead sea muy vigilado de cerca y se le sujete a las mayores privaciones que autoricen los reglamentos, dentro de la condena que extingue; y con tal objeto, ruego a V. E. se sirva dar las rdenes correspondientes. Lo que traslado a Ud. a los efectos indicados. Dios guarde a Ud. muchos aos.Puerto Rico, julio 22,

B. FRANCIA (Rubricado) 1898. Sr. Comandante 1er. Jefe del Presidio Provincial. Con fecha 14 de agosto, 1898, el mismo da que el general Brooke comunic al General Macas la noticia del armisticio, y merced a los trabajos del cnsul ingls, de Scott, Crosas y del mismo Brooke, Halstead fue indultado, he aqu el texto de la comunicacin: Habiendo indultado en nombre de S. M. el Rey (q. D. g.) al sbdito ingls William Freeman Halstead, de la pena total que sufre en ese establecimiento de nueve aos de presidio mayor, y accesorias, que se le impuso en 7 de mayo ltimo, por el delito de espionaje, srvase Ud. ponerlo, desde luego, en libertad, dndome conocimiento. Dios guarde a Ud. muchos aos. Macas (Rubricado).

Este mismo da sali del presidio este corresponsal que hace recordar con sus actuaciones el descripto por Julio Verne en una de sus ms famosas novelas. Manuel Carrera Snchez, Capataz Mayor del Presidio, expidi un certificado en que hace constar que el confinado observ siempre buena conducta, y que el resto de sus haberes, que se le entregaron, fue de ochenta y nueve centavos. Francisco Acosta, por substitucin, Secretario de Gracia y Justicia, envi al Jefe del Presidio el Certificado de Libertad, con fecha 16 de agosto, cuando Halstead, que estaba enfermo, haba ingresado en la clnica del doctor Ordez. El anterior documento fue enviado despus al Alcalde accidental de San Juan, con fecha 20 de agosto. Dicha autoridad era D. Fermn Martnez Villamil. Y aqu termina la historia, llena de accidentes, de este reprter de pura sangre inglesa. Hizo cuanto quiso y ms de lo que poda en aquellos tiempos. Su cabeza le oli a plvora, como reza el dicho militar. En rigor de verdad, no era un espa; pero con arreglo al Cdigo Militar espaol fue reo de espionaje. Salv su vida el no ser sbdito americano.

Primeros sellos de correos usados en Puerto Rico a raz de la invasin, circulando en toda la isla sin obstculo alguno.

Monitor Terror, visto de proa.

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CAPITULO VSUSPENSIN DE LAS GARANTAS CONSTITUCIONALES.- LEY MARCIAL PROCLAMAS L da 21 de abril de 1898, la Gaceta de Puerto Rico public el siguiente documento: GOBIERNO GENERAL DE LA ISLA DE PUERTO RICO DECRETO San Juan P. R., 21 de abril de 1898. Estimando que las circunstancias especiales en que nos hallamos exigen la adopcin de medidas extraordinarias, he tenido por conveniente decretar lo que sigue: Artculo 1.- En virtud de las atribuciones que me confieren los artculos 42 y 51 del Real decreto de 25 de noviembre ltimo, relativo al rgimen y gobierno de esta isla, quedan suspendidas las garantas expresadas en los artculos 4, 5, 6 y 9, y prrafos 1, 2 y 3 del artculo 13 de la Constitucin del Estado. Artculo 2.- Desde esta fecha se aplicar, con todo rigor, la Ley de Orden Pblico del 23 de abril de 1870, que se publicar de nuevo en la Gaceta de esta isla.- MACAS. Un da ms tarde se proclam en todos los pueblos de la Isla, la Ley Marcial o estado de guerra. Un piquete de fuerza armada, precedido de cornetas y tambores al mando de un oficial, recorra cada una de las poblaciones, detenindose en las plazas y parajes ms frecuentados; sonaba el toque de atencin, redoblaban los tambores y un cabo o sargento de buena voz, llamado pregonero daba lectura al siguiente bando: GOBIERNO GENERAL DE LA ISLA DE PUERTO RICO DON MANUEL MACAS Y CASADO, teniente general del ejrcito y capitn general del distrito de Puerto Rico, etc., etc.,

HAGO SABER: Que suspendidas las garantas constitucionales por Decreto de ayer, y en previsin de acontecimientos que pudieran poner en peligro la seguridad del territorio o de que, lo que no es de esperar, intentara alguien alterar el orden pblico en estos momentos, por ms que abriga el convencimiento de que si tal caso ocurriera, los leales habitantes de esta isla sabran impedirlo, demostrando as que son dignos descendientes de los que en otro tiempo supieron luchar y derramar su sangre en defensa de la integridad nacional, ORDENO Y MANDO: ARTCULO 1.- Se declara en estado de guerra este distrito militar, asumiendo las facultades extraordinarias que las disposiciones vigentes me conceden. ARTCULO 2.- Los reos de los delitos de traicin, espionaje contra el derecho de gentes, devastacin, saqueo, rebelin, sedicin y sus conexos; los de robo en cuadrilla, incendio en despoblado, los que tiendan a interceptar, por cualquier medio las vas de comunicacin y los que afecten directa o indirectamente al orden pblico o a la seguridad del territorio, sern juzgados por los tribunales militares y castigados con todo el rigor que las leyes establecen, precedindose en juicio sumarsimo en los casos que corresponda. ARTCULO 3.- Se intima a los que de cualquier manera intentaren alterar el orden pblico, a que inmediatamente depongan su actitud, en la inteligencia de que se har uso de las armas para disolver cualquier grupo que pudiera formarse. ARTCULO 4.- Se prohibe la publicacin de todo folleto, hoja suelta, cartel y peridico, sin el competente permiso de la autoridad militar o de la judicial o local en los puntos donde aqullas existan, a cuyo efecto los directores de las expresadas- publicaciones remitirn, con la anticipacin necesaria, tres ejemplares de las mismas, uno de los cuales se les devolver con la aprobacin, si la merecen. ARTCULO 5.- Queda asimismo prohibido, en absoluto, la publicacin de noticias relativas a organizacin de las fuerzas martimas y terrestres de la Nacin y a sus obras de defensa, as como las que se refieran a operaciones de campaa y movimiento de tropas y el propalar, de cualquier manera, especies que puedan infundir disgustos o tibieza entre el elemento armado, o que tienda directa o indirectamente a favorecer a los enemigos de la patria. ARTCULO 6.- El Consejo de secretarios, las autoridades que de l dependan y los Tribunales ordinarios seguirn en el ejercicio de sus funciones en cuanto no se oponga a lo establecido en este bando. Puerto Rico, 22 de abril de 1898.- MACAS. Los hombres que componan el Consejo de Secretarios del Gobierno Autonmico de Puerto Rico, respondiendo al juramento prestado y a los altsimos deberes que, voluntariamente, haban contrado, hicieron or su voz en la proclama que sigue:

EL CONSEJO DE SECRETARIOS DEL GOBIERNO INSULAR DE PUERTO RICO AL PUEBLO DE LA COLONIA: Por un triste decreto del destino, la implantacin del rgimen autonmico viene a coincidir con la proximidad, ya visible, de una guerra en que Espaa, en sus territorios de Amrica, luchar, no slo por sus intereses, que son grandes, sino por su honra y su derecho, que es preciso salvar a toda costa. La amenaza extranjera, la imposicin insensata, el alarde de poder, sublevan el espritu nacional y hacen de cada espaol un hroe dispuesto a dar la vida por el honor y por la patria.

Miembros del Gobierno Insular de Puerto Rico al estallar el conflicto: Juan Hernndez Lpez, Jos Severo Quiones, Manuel F. Rossy, Luis Muoz Rivera, Francisco Mariano Quiones y Manuel Fernndez Juncos.

El pueblo de Puerto Rico demostr siempre que ama la paz; pero demostr tambin que sabe mantenerse en la guerra digno de su raza y de su historia. Jams holl nuestros hogares la planta vencedora de un extrao. En nuestros castillos no flame nunca otra bandera que la bandera bicolor de nuestros padres. Cuando las escuadras enemigas arrojaban a estas costas legiones de combatientes, las matronas portorriqueas enviaban a sus hijos a pelear y a morir antes que someterse a la infamia de un ultraje o a la vergenza de una conquista. El Consejo Insular, esperando que no ser preciso renovar antiguas proezas ni reverdecer laureles aejos confa en que, llegada la hora de los sacrificios necesarios, ningn patriota olvidar sus deberes. No somos culpables de la lucha, ni la provoc nuestra tierra, ni le dieron origen nuestros actos. Pero ni la rehuimos ni la tememos, porque sabramos responder a la fuerza con la fuerza y probar al mundo que en este archipilago no degenera la sangre que fecund las campias de ambos hemisferios americanos en los gloriosos das de Pizarro y de Corts.

Si defendimos altivamente a la metrpoli en los tiempos obscuros del sistema colonial, la defenderemos bravamente en los tiempos felices del sistema autonmico. Entonces nos impuls el afecto; ahora nos impulsan el afecto y la gratitud. Abiertos a la esperanza todos los horizontes, cumplidos en la ley todos los ideales, la generosidad castellana aquilata la lealtad portorriquea. Y si antes nos pareci un oprobio la tacha de traidores, hoy nos parece un oprobio y una mengua la tacha de traidores y de ingratos. Al empearse la contienda, el Consejo Insular no duda de la victoria. La Armada y el Ejrcito, fieles a sus tradiciones militares, ocuparn la vanguardia. Y el pueblo, que juega su porvenir en los combates a que se nos provoca, dar sus recursos y sus hombres, su fortuna y su existencia, sin vacilacin ninguna, desdeoso del peligro y satisfecho de ofrecerse en holocausto a los ms nobles sentimientos de lealtad y de hidalgua. Vemos desde aqu con orgullo a nuestros hermanos de Europa que se aprestan a vencer o a sucumbir y queremos confundirnos con ellos en el xito triunfal de las armas espaolas. Colocados por la naturaleza en el centro de las prximas batallas, nuestra energa presente podr medirse por nuestra eterna templanza. No renunciaremos jams a la bandera que protegi nuestras cunas y proteger nuestros sepulcros. Descanse la isla entera en la razn que es toda de Espaa, y dispngase a secundar con eficacia la accin directora del Gobierno y a sostener con denuedo el nombre augusto y la soberana indiscutible de la patria.SAN JUAN DE PUERTO RICO, 22 DE ABRIL DE 1898.- FRANCISCO MARIANO QUIONES.- LUIS MUOZ RIVERA.- MANUEL FERNNDEZ JUNCOS.- JUAN HERNNDEZ LPEZ.- MANUEL F. ROSSY.JOS S. QUIONES.

Este notable documento, que caus profunda sensacin en toda la Isla, fue redactado por el abogado, miembro del Consejo, D. Juan Hernndez Lpez, y mereci que todos sus compaeros lo aprobasen sin una sola enmienda. El 23 de abril public el general Macas la siguiente proclama: HABITANTES DE PUERTO RICO: Ha llegado el da de prueba, la hora de las grandes resoluciones y de los grandes herosmos. La Repblica de los Estados Unidos confiada en sus poderosos recursos materiales y en la impunidad con que ha podido alentar hasta hoy la guerra separatista, ha votado en su Cmara la intervencin armada en la Isla de Cuba, rompiendo las hostilidades, hollando los derechos de Espaa y el sentido moral de los pueblos civilizados. Es un hecho la declaracin de la guerra, y del mismo modo que sus fuerzas navales encaminan su accin a la Isla de Cuba, se dirigen a Puerto Rico, donde seguramente se estrellarn enfrente de la lealtad y el valor de sus habitantes, que preferirn sucumbir mil veces antes de rendirse a las armas de los usurpadores. No imaginis que la metrpoli nos abandona. Sigue con entusiasmo y fe nuestros movimientos y viene en nuestra ayuda. Las escuadras estn dispuestas al combate; las fuerzas todas apercibidas y los mismos mares surcados por Coln en sus gloriosas carabelas sern testigos de nuestras victorias. No permitir la Providencia que en estas tierras descubiertas por la raza hispana dejen de repercutir los ecos de su idioma, desapareciendo el flamear de nuestras banderas.

Habitantes de Puerto Rico: ha llegado el momento de los herosmos y de contestar, fuertes en la razn y la justicia, a la guerra con la guerra. Viva Puerto Rico siempre Espaol! Viva Espaa!- MACAS. El pas, como un solo hombre, se puso en pie de guerra respondiendo a la llamada del representante de la Corona de Espaa y de sus consejeros insulares. Hombres, mujeres y hasta nios ofrecieron su vida, su oro y el trabajo de sus brazos. No falt un solo pueblo; todos formaron guerrillas voluntarias, secciones de macheteros y auxiliares. La Cruz Roja, impulsada desde San Juan por su delegado Manuel Fernndez Juncos y por una dama de noble corazn y talento preclaro, Dolores Aybar de Acua, inteligentemente secundados por los dems miembros de la benfica Institucin, realiz en Puerto Rico un trabajo tan excepcional y efectivo como jams podr igualarse en ningn otro tiempo. La Correspondencia de Puerto Rico, cuyo director y editor Ramn Lpez, liberal de abolengo y hombre considerado como sospechoso por el Gobierno espaol, public el da 23 de abril el siguiente editorial: VIVA ESPAA!, VIVA PUERTO RICO ESPAOL! De hora en hora se levanta ms el espritu pblico en esta capital y en toda la Isla. LA PATRIA EST EN PELIGRO, es la voz que se escapa de todos los corazones. y es preciso defenderla hasta el ltimo momento mientras palpite en nuestras venas la noble sangre espaola que da vida a nuestro organismo. Puerto Rico, pas pacifico por excelencia, tiene que demostrar al mundo que, cuando las circunstancias lo exigen, sabe tambin, como lo ha hecho otras veces, empuar el fusil para volar all donde la patria reclama sus servicios; donde la bandera que cobij nuestra cuna necesita mantenerse enhiesta, dando sombra al solar que nos legaron honrado nuestros progenitores. El extranjero nos amenaza y es preciso que nos opongamos al extranjero. Es necesario que recordemos aquellas campaas picas del siglo pasado y de principios del actual, que nos valieron el ttulo de siempre fieles, que nos colocaron a la altura de los que all en la madre Espaa nos dieron hasta la saciedad ejemplos de abnegacin y de civismo. Viva Espaa!, es la voz que debe salir de nuestros labios. Viva el orden!, debe ser el ideal que persigamos sin tregua al defender la bandera nacional y el terruo querido donde radican nuestros intereses y donde viven nuestras familias. El camino que debemos seguir est trabado; es el que aconseja la voz del deber y aun la propia garanta personal. Agrupmonos todos al lado de nuestras autoridades; prestmosles incondicionalmente

nuestro ms decidido apoyo, y estas horas de pruebas de hoy se trocarn pronto en horas de glorias, en horas de legtima satisfaccin y de ventura. Recordemos que el orden y la moralidad, que son en todo tiempo la principal base social, son hoy, ms que nunca, un deber ineludible de la ciudadana. Olvidemos todas nuestras disensiones polticas domsticas. Es preciso el concurso de todos los ciudadanos, de todos los espaoles para conseguir el ideal comn: La integridad nacional. La defensa de esta patria tan amada. Viva Espaa! Viva Puerto Rico eternamente espaol! Viva el orden! Los dems peridicos llenaban sus columnas con escritos de igual forma y tendencia. Toda la Prensa, sin ninguna excepcin, pleg sus banderas partidarias y clav en sus redacciones una sola: la de Espaa, y, hasta los sacerdotes, desde los plpitos, pronunciaban verdaderas arengas marciales. Tal vez el apstol Santiago, patrn de Espaa, quien, segn las crnicas, en la batalla de Clavijo, librada contra los musulmanes, pele del lado espaol, cabalgue otra vez en su blanco corcel y descienda a los campos de Borinquen repartiendo tajos y estocadas entre las apretadas filas de los voluntarios norteamericanos! Despus del Tratado de Pars, muchos hombres de los que en 1898 formaron en la vanguardia de los adalides de Espaa trataron de desvirtuar los hechos que, entonces, realizaron al solo impulso de sus libres voluntades. No es ese el camino. Los que hasta el fin cumplieron sus deberes y sus juramentos sin flaquezas y sin disimulos, deben sentirse satisfechos; lo que hicieron es prenda que responde a lo que harn en el porvenir. Los dos puntos extremos, el que marca el nacer y el que seala la vida estn unidos por una lnea recta. Tal es el nico camino que deben recorrer en la vida los que, siendo hombres de honor, luchan para alcanzar el engrandecimiento y libertades de su Patria.

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CAPITULO VIESTADO MILITAR DE PUERTO RICO AL DECLARARSE LA GUERRA DEFENSAS.- FUERZAS DE TIERRA.- FUERZAS DE MAR UERTO Rico, la mas pequea de las Grandes Antillas, est situada entre los 17 50' y 18 30' latitud Norte, y 65 30' y 67 15' longitud Oeste; tiene una superficie de 3.606 millas cuadradas, y dista 1.400 millas de Nueva York, 1.000 de la Habana y un poco menos del Canal de Panam. Su poblacin en 1898 era aproximadamente de 953.000 habitantes. Su capital, San Juan, tena 32.048 habitantes; Ponce, 27.952, y Mayagez, 15.187. En aquel ao sus puertos principales, adems del de San Juan, eran Mayagez, Ponce, Arecibo, Aguadilla, Arroyo, Gunica, Fajardo y Humacao. Una carretera de primer orden, que es en el da la principal va de comunicacin, una ya en aquel entonces a Ponce con San Juan, atravesando toda la Isla de Sur a Norte; este es el llamado Camino Militar. Otras vas comunicaban a Mayagez y Ponce con los pueblos vecinos, y un ferrocarril de circunvalacin funcionaba en 1898 desde San Juan hasta Isabela, y desde Aguadilla hasta Mayagez, el que interrumpindose en algunas comarcas, pasando por Yauco, llegaba hasta Ponce. Alto mando.- Gobernaba la Isla, con doble carcter de capitn general y gobernador civil, el teniente general D. Manuel Macas y Casado, caballero afable y culto pero que demostr durante la guerra ser ms poltico que estratgico. Era segundo cabo, gobernador de la plaza de San Juan, el general de divisin D. Ricardo Ortega y Dez, un verdadero soldado valiente hasta la temeridad, pero de carcter a veces franco y generoso, a veces impulsivo y rencoroso. La Isla estaba dividida en siete distritos militares: Ponce, Mayagez, Arecibo, Aguadilla, Humacao, Guayama y Bayamn. Cada uno de stos estaba al mando de un Jefe. Defensas de San Juan.- San Juan, la nica plaza fuerte al estallar la guerra, tena

artilladas varias bateras con 43 piezas de calibre medio, todas de hierro y ninguna de tiro rpido. Por muchos aos San Juan y toda la Isla estuvieron desartillados. Desde el ao 1797, fecha de la invasin inglesa, no se haba disparado un tiro de guerra, y nadie pensaba, ante el temor de parecer ridculo, en blicos alardes. El Tesoro de Puerto Rico remesaba a Madrid religiosamente el importe de cuanto material de guerra se reciba. Hasta el ao 1896 no hubo montadas en San Juan otras piezas que las usadas el siglo anterior. No por el Cuerpo de Ingenieros, que careca de fondos, sino por los mismos oficiales y tropa de artillera, se montaron entonces algunas piezas Ordez, propias solamente para el combate cercano, pero ineficaces, a distancia, contra acorazados. La mayor parte de estos trabajos fueron realizados, con mucho celo e inteligencia, por el capitn de artillera Ramn Acha Caamao.

Ministro de la Guerra en Espaa, General Correa

Puerto Rico tena pedidas y pagadas con sus fondos algunas piezas Krupp de 30 centmetros, piezas que nunca vinieron por negarse a ello la Compaa Trasatlntica, pretextando que eran una mala carga para sus vapores; tambin se pidieron con urgencia dos bateras de campaa Nordenfelt, de tiro rpido, las cuales no llegaron. Vino, s, una gra Krupp para desembarcar dichas piezas, una locomvil caminera, y ya bloqueada la plaza, un soberbio proyector elctrico Mangin, cuya luz permita leer un escrito a cinco leguas de distancia. Nunca hubo tiro formal de escuela prctica por temor a gastos; no haba tablas de tiro, y a raz de la guerra, fue necesario calcularlas. No haba un solo telmetro, y fue preciso usar algn teodolito, medir bases y tender una red telefnica, cuya central estaba en San Cristbal. Los obuses de 24 centmetros, las nicas piezas de regular calibre que poseamos los artilleros, no tenan la plvora reglamentaria; usamos la de los caones de 15 centmetros, y de esta manera el tiro resultaba irregular y corto. Las espoletas y estopines estaban en mal estado, y al pedirlos por cable, ya rotas las hostilidades, contestaron del Ministerio de la Guerra al coronel de artillera: Remitan fondos.

Soldado espaol, mostrando su fusil Muser y equipo de campaa.

Ya comenzadas las operaciones, se construy una batera semipermanente en Santurce, en lo alto del Seboruco, la cual, con su esplndido campo de tiro, barra el puente de Martn Pea y su cao, Ro Piedras, la loma de Prim, punto donde el enemigo poda situar sus caones; las Bocas de Cangrejos, por donde desembarcaron los ingleses el ao 1797, y la isleta de Miraflores, donde en la misma fecha montaron stos una batera. El puente de San Antonio fue cortado, aunque el trfico continu por un piso movible de tablones. En las lomas cercanas a Bayamn comenzaron a levantarse trincheras. Con sacos terreros se construyeron fuertes traveses que aislaban las piezas en cada batera, y la noche en que se supo la firma del armisticio, numerosos obreros trabajaban en el castillo de San Cristbal preparando gruesas vigas, erizadas de clavos para fijarlas en el cao de San Antonio, a ambos lados del puente, y evitar as que fuerzas enemigas pudieran vadearlo en las bajas mareas. Fuerzas de tierra.- Las fuerzas defensoras consistan en seis batallones: cuatro provisionales, enumerados del 1 al 4, y dos permanentes, conocidos por los nombres de Patria y Alfonso XIII, respectivamente. Estos seis batallones tenan un efectivo de 800 hombres cada uno. Cinco de ellos constaban de seis compaas y el otro de cuatro.

La ciudad de San Juan.- Vista tomada desde San Cristbal, mirando al Sur.

Luego se organiz el batalln Principado de Asturias, con 600 hombres de tropas peninsulares. El 12 Batalln de artillera de Plaza, con cuatro compaas y un total de 700 hombres, guarneca todas las bateras de San Juan. Como artillera de Montaa haba ocho piezas: cuatro Placencia y cuatro Krupp, de tiro rpido. Cuatro compaas de la Guardia civil y dos escuadrones del mismo Instituto estaban distribuidos por la Isla, formando un cuerpo llamado Tercio nm. 14 de la Guardia civil. Una compaa de ingenieros telegrafistas; una secc