ALONSO SÁNCHEZ, ÁNGELA. Guerra y territorio: el caso romano.

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8/13/2019 ALONSO SÁNCHEZ, ÁNGELA. Guerra y territorio: el caso romano. http://slidepdf.com/reader/full/alonso-sanchez-angela-guerra-y-territorio-el-caso-romano 1/10 GUERRA Y TERRITORIO: EL CASO ROMANO Angela Alonso Sánchez «Nullum bellum suscipi a civitate optima nisi aut pro fide aut pro salute» Cic. De Republica 3,34). La agresión, compartida por el hombre con las demás especies animales, toma en éste ciertos matices especiales que la hacen típica y exclusiva de la cultura huma- na, es por este motivo que la agresividad en el ser humano se convierte de espontá- nea en preconcebida y dirigida hacia un fin concreto, que en la mayoría de los casos suele ser «defender un territorio». La agresión territorial, como muy bien la define Tringham, es un impulso inhe- rente a conquistar y defender un territorio exclusivo, territorio que comprende el área de espacio, sea agua, tierra, o aire que cada animal o grupo de animales considera como de su exclusiva pertenencia Tringham, 1972: 463); esto nos llevaría a aceptar que el concepto de agresión entraria la idea de «salir hacia» un área nueva, sugirien- do así el concepto de posesividad de un hogar o territorio Thorpe, 1980: 253). La territorialidad parece ser un rasgo universal en el hombre, en todas las épocas y en todas las culturas y ese territorio será defendido de cualquier ataque proveniente del exterior, la agresividad ha dejado de ser pura y simplemente agresión para con- vertirse en otra cosa diferente la guerra. La guerra se puede definir como un combate armado entre grupos humanos que constituyen agrupamientos territoriales o comunidades políticas diferentes Bouthoul, 1971: 6 ; además no se la comprende si no se la define como una lucha colectiva, preparada en com  n y metódica Caillois, 1975: 13). Por otra parte la guerra es un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario, la fuerza física es el me- dio, imponer la voluntad al enemigo es el objetivo; para tener la seguridad de alcan- zar este objetivo debemos desarmar al enemigo, y este desarme es, por definición, el propósito específico de la acción militar Clausewitz, 1976: 38). Uno de los gran- des pensadores sobre el tema de la guerra, Clausewitz, la considera como una extra- ria trinidad constituida por: 1) El odio la enemistad y la violencia. 2) El juego de azar y las probabilidades. 3) El carácter subordinado de instrumento político.

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GUERRA Y TERRITORIO: EL CASO ROMANO

A ngela A lonso Sánchez

«Nullum bellum suscipi a civitateoptima nisi aut pro fide aut pro

salute» Cic. De Republica 3,34) .

La agresión, compartida por el hombre c on las demás especies animales, tomaen éste ciertos matices especiales que la hacen típica y ex clusiva de la cultura huma-na, es por este motivo que la agresividad en el ser hum ano se convierte de espontá-nea en p reconcebida y dirigida hacia un fin concreto, que en la m ayoría de los casossuele ser «defender un territorio».

La agresión territorial, como m uy bien la define Tringham , es un imp ulso inhe-rente a conqu istar y defender un territorio exclusivo, territorio que c omp rende el áreade espacio, sea agua, tierra, o aire que cada animal o grupo de animales consideracomo de su exclusiva pertenencia Tringham, 1972: 463 ); esto nos llevaría a aceptarque el concep to de agresión entraria la idea de «salir hacia» un área nueva , sugirien-do así el concepto de posesividad de un hogar o territorio Thorpe, 1980: 253). Laterritorialidad parece ser un rasgo un iversal en el homb re, en todas las épocas y entodas las culturas y ese territorio será defendido de cualquier ataque proveniente

del exterior, la agresividad ha dejado de ser pura y sim plem ente agresión para con-vertirse en otra cosa diferente la guerra.

La guerra se puede definir como un com bate armado entre grupos humanos qu econstituyen agrupamientos territoriales o com unidades políticas diferentes Bouthou l,1971: 6 ; además no se la comprende si no se la define como una lucha colectiva,preparada en com  n y m etódica C aillois, 1975: 13). Por otra parte la guerra es unacto de fuerza pa ra imponer nue stra voluntad al adversario, la fuerza física es e l me-dio, imponer la voluntad al enem igo es el objetivo; para tener la seguridad de alcan-zar este objetivo debem os desarmar al enem igo, y este desarme es, por definición,el propósito específico de la acción militar C lausewitz, 1976: 38). Uno de los gran-des pensadores sobre el tema de la guerra, C lausewitz, la considera como u na extra-

ria trinidad constituida por:1) El odio la enemistad y la violencia.

2) El juego de azar y las probabilidades.

3 ) El carácter subordinado de instrumento político.

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El primero de e stos tres aspectos interesa especialmente al pueblo, el segundoal jefe y a su ejército, y el tercero, sólo al gobierno Clausewitz, 1976: 61).

M  ltiples teorías se han dado sobre la guerra, y en casi todas ellas se aprecia

la doble interpretación que sobre este fenómeno encontramos ya desde la antig  e-

dad clásica:— La teoría de la guerra justa, que considera a ésta com o algo justo que supo-

ne el reconocimiento de la reparación de un agravio sufrido, o el castigo de un

culpable.— La teoría que considera la guerra como un elemento de progreso, sería pues

un mal aparente que conllevaría un bien. Al vincular la guerra al progreso ésta seve como un mal necesario y se piensa:

1 ) La gu erra sirve al progreso moral al desarrollar virtudes como el coraje,el sacrificio y la solidaridad.

2) La guerra sirve al progreso cívico, ya que las civilizaciones chocan y semezclan y en consecuencia las superiores someten a las inferiores.

3) La guerra sirve también al progreso técnico.Hay q ue tener muy e n cuenta los distintos tipo de guerra, para poder com pren-

der las distintas teorías establecidas sobre este mecanismo cultural tan complejo, má-xime en el caso rom ano, del que nos ocuparemos m ás adelante. En principio pode-mos distinguir dos tipos de guerra seg  n a los grupos a los que afecte.

— Guerra interna guerra civil o revolución) cuando dos o más grupos in-ternos incluidos dentro de los límites administrativos de un mismo estado soberanose disputan ese estado en su totalidad o en parte.

— Guerra externa extranjera o internacional) cuando los estados o gruposde estados se disputan una parte o la totalidad de uno de ellos o incluso de varios

de ellos, o bien una ventaja exterior.

Por otra parte, atendiendo a la evolución histórica de los tipos de guerra, la

extensión del territorio, la naturaleza de las instituciones políticas, el grado de desa-rrollo técnico, constituyen una primera serie de factores q ue darán al conflicto unafisonomía particular. La prop orción de sus miem bros, de sus recursos y del poderíoque cada sociedad quiera destinar al cumplimiento de esas tareas la resolución lapasión con la que las emprenda contribuirán por su parte a determinar el volumeny la densidad de los diferentes tipos de guerra, así tendremos:

a) Guerra p rimitiva, endémica o ritual, en la que la colectividad vive en un esta-do de hostilidad perpetua con los grupos limítrofes, sin encontrarse, no obstante,

envuelta en operaciones militares de envergadu ra. Esta situación llega a constituirseen una parte establecida en la vida de dos comunidades. Se desarrolla en forma decorrerías o de batallas acordadas y puede ir desde simples encuentros casuales enlos que se intercambian algunos golpes e injurias hasta operaciones de mayor im-portancia en las que la gente es capturada o asesinada tierras y animales cambiande propietario y se rompe la monotonía de la vida cotidiana. Apa rte del sentimientol dico primitivo de este tipo de guerra, que en su primer mom ento no podem os des-

ligar de la actividad cazadora, seg 

n se complica la estructura social con la sedenta-rización, se ariaden connotaciones religiosas, e incluso económicas; en la guerra pri-mitiva se pone la m ayor parte de las veces m ás énfasis en los efectos sobrenaturales Orme, 198 1: 198).

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La guerra primitiva no es ni caprichosa ni instintiva, constituye simplementeuno de los mecanismos de interrupción que ayudan a m antener las poblaciones hu-manas en un estado de equilibrio ecológico con sus respectivos hábitats. M uchos pue-blos primitivos emprenden la guerra porque carecen de soluciones alternativas a ciertos

problemas Harris, M. 1980: 65).Con este tipo de guerra nos encontramos en la Prehistoria, cuando todavía la

sociedad se halla en un estado tan rudimentario que no cabe hablar de un objetivopolítico social o económico de importancia en el desarrollo de la guerra.

b) Guerra de conquista, que supone la evolución de la guerra primitiva haciaunos refinamientos que derivan de un régime n social más estable o más com plejo.En el mom ento en que se com prueban las leyes de la guerra y ésta muestra su propioinstrumento: las tropas adiestradas y disciplinadas, surgirá la guerra de conquista.En el primer tipo de gusrra los grupos que se oponen están en equilibrio, en tantoque la guerra expansiva o de conquista está impulsada por un grupo poderoso queintenta ganar tierras esclavos botín o poder a costa de otras culturas; la codicia

el deseo personal de engrandecim iento propio, la necesidad de los estados de m ante-ner ocupado s y rem unerados a sus ejércitos, así como el fervor religioso, son otrasposibles causas motoras Alonso y Ongil, 1 9 84: 12). En este tipo de guerra nos en-contramos con una jerarquía militar, que es un fiel reflejo de un orden social másorganizado y com plejo.

c) Guerra imperial, que deja de ser una guerra de escaramuzas o emboscadaspara pasar a ser una guerra compleja y organizada. La guerra imperial se producecuando una nación de cohesión y cultura más complicadas extiende por la fuerza

su dom inación sobre los pueblos que la rodean y los incluye en un conjunto orga ni-zado Caillois, 19 7 5: 15 ). En la guerra imperial la partida no está equilibrada, el me-jor pertrechado absorbe al más débil más que combatirlo lo asimila; su tarea es

más a menudo administrativa que militar.

La g uerra imperial es pacífica y civilizada, integra a los pueblos subyugados enuna organización más vasta y más evolucionada. El Imperio acrecienta su tesoro,sus recursos sus tropas es decir que el desequilibrio aumenta más todavía entre

él y las colectividades sin disciplina que lo rodean. Sin embargo la anexión tiene

como consecuencia feliz la prom oción del vencido a la vida política, al orden adm i-nistrativo. En cuanto a la operación m ilitar, que a veces fue necesaria para la absor-ción de la colectividad, representa la nica clase de guerra cuya salida no es nuncadudosa, ya qu e la potencia imperial supera a sus sucesivos adversarios por el n  merode sus tropas por su disciplina su armamento por la ciencia militar y de manera

general por el conjunto de sus recursos materiales, financieros y morales Alonsoy Ongil, 19 84: 13).

Con este tipo de g uerra, la cultura dominante va a c rear una serie de subcultu-ras a partir del gran n  mero de prisioneros que quedan englobados dentro de ella.

Centrándonos en el caso de R oma p odemos decir, que de los tres tipos de gue-rra externa mencionados anteriormente: primitiva o endérnica, de conq uista, e im-

perial, Roma pasa por los tres coincidiendo con las distintas etapas de su historia,la evolución de sus instituciones y de su ejército.

Rom a va a pasar progresivamente de un tipo de guerra rigurosamente limitadaen el espacio y en el tiempo, a un tipo de guerra en el que ésta llega a ser una activi-

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dad permanente y repartida entre puntos muy distantes los unos de los otros, estaextensión creciente fue acompariada de una modificación de los objetivos militaresy políticos.

Se pued en distinguir en la historia militar de Rom a tres periodos esenciales ca-

racterizados cada uno de ellos por un m odelo de guerra bastante diferenciada en susprincipios y concepciones:1 Época real y etrusca. Roma practica un tipo de guerra concebida como un

modo particular de relación y de com petición con las ciudade s vecinas, es lo que he-mos dado en llamar guerra primitiva o endémica, propia de sociedades preestatales,no organizadas.

2 Época republicana. Se produce una adqu isición de com plejidad, son los ini-cios del Estado; la guerra llega a ser el medio p rincipal de una politica de expa nsión,aunque los aspectos arcaicos de ésta subsisten; poco a poco Rom a toma la costum-bre de Ilevar las cam parias sobre frentes más alejados y frecuentemen te sobre variosa la vez, se ponen en orden de batalla fuerzas superiores en n  mero a las 4 legionesde los dos ejércitos consulares anuales, de man tener sus legiones bajo las armas du-rante varios arios consecutivos, prorrogando a sus generales en el m ando para asegu-rar la unidad estratégica de una misma guerra. Se puede calificar la guerra de esteperiodo como de «conquista».

3 Época imperial. La guerra llega a ser una actividad periférica propia paramantener la integridad territorial del Imperio, se trata de una a ctitud defensiva paraasegurar la estabilidad de fronteras; el pape l de la guerra es pe rmitir la conse rvacióny el desarrollo de los frutos que habían rec ogido en los siglos precedentes. La guerra

imperial es la que va a perm itir a un cierto tipo de civilización afirmarse com o espe-cífica y estar protegida contra las infiltraciones y las presiones de un m undo m al co-nocido e inquietante.

Habría que p lantearse una pregu nta a la hora de estudiar las evoluciones sufri-das por el ejército y la manera de hacer la guerra en Rom a: ,Roma modificó la ideaque tenía de la guerra porque sus ejércitos perfeccionaron sus métodos de com batey adoptaron un nuevo armam ento, o los perfeccionamientos fueron exigidos por uncambio cualitativo en la manera de hacer la guerra?. Si nos referimos a la tácticay la estrategia, que son las que nos pueden da r la respuesta a esta pregunta, hay quedecir que los rasgos característicos roma nos: el espiritu caucional de reserva p ruden-te y utilitaria y el temperamento decididamente terrestre y antimarítimo, de arraiga-do propietario rural darán a la historia de Roma un giro y una forma totalmentediferente de cualquier otro pueblo de la antig  edad (D Ors, 1962: 59).

La guerra p ara Rom a se convertirá en un m edio para asegurar el territorio, ga-rantizando una zona de seguridad, lo cual se logrará con la frecuente práctica defundar colonias, ya que éstas en su origen no son otra cosa que una guarnición desoldados veteranos; por otra parte la g uerra se va a subordinar al poder de la admi-nistración y perderá su autonomía. El espíritu «caucional» de los romanos ariadiráuna diferencia esencial respecto al orden táctico y estratégico de los griegos, la fuer-

za de reserva. Además, como asegura D Ors, una guerra de puro desgaste, comouna guerra pu ram ente agonística no podía entrar en la me ntalidad del utilitario, pru-dente y adm inistrativo espíritu romano, que ex igía de todo esfuerzo un sólido resul-tado (D Ors, 1962: 65).

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tuados en las mism as líneas, si estas obras no tenían más que una utilidad pasajerase construían en tierra pero si servían para la defensa de una frontera de una ciu-dad, de un punto fijo, o para la ocupación perm anente de un pa ís conquistado, eranconstruidos en piedra.

No p odem os olvidar al hablar del territorio y su concepción para R oma , así co-mo de las fortificaciones que lo «defendieron» de los enemigos exteriores, el temadel l imes uno de los elementos más importantes de la táctica y estrategia romana.i,Cómo se puede definir el limes?. Com o un cordón artificialmente tendido que di-bujaría el contorno del imperium propiamente d icho, distinguiéndolo ya sea de losestados protegidos, ya de las tierras dejadas a los bárbaros. Esta línea va a tener alo largo de todo el Imperio un valor moral además de su interés económico comocontrol de cambios, y militar como obstáculo ante una invasión eventual Harm and,1970: 220).

El l imes será un conjunto de piezas no es una línea sólo sino una red de víasde com unicación, las unas perpend iculares, asegurando la unión c on la retaguardia,las otras permitiendo una circulación de circunvalación, es pues una red de caminosfortificados. Va a ser una zona de vigilancia y un dispositivo de alerta; tenía unadoble finalidad: política y aduanera. Su misión consistía por una parte en caso deataque inesperado, en dar aviso a las tropas de la retaguardia y permitirles llegara tiempo; en segundo lugar, constituía la línea aduanera de l Imperio, todo el sistemade comunicaciones y cambios con el exterior estaba reglamentado por su mediación.

La organización de esta frontera, en época altoimperial estaba concebida de unamanera flexible, pero cambió con los tiempos y los lugares; se tuvieron en cuenta

consideraciones topográficas y también militares seg  n el enemigo con el que tocaseenfrentarse. Así se observan d iferentes tipos de l im es: l im es de llanura, l imes conti-nuo con atrincheram ientos, fosos, empa lizada, muro Alto Rhin, Alto Danubio, Bri-tania ; l imes de m ontaria consistente en la con strucción de fuertes que interceptabanel paso a los valles Armenia y los Cárpatos); l imes costero Ponto Euxino, Ma urita-nia ; l imes de desierto o de altiplanicie; l imes fluvial Bajo Rhin, Danubio Inferior,E  frates y l imes abierto reforzado por diversos elementos defensivos Siria, Ara-bia, África .

También el concepto de la misión que el l imes debía desemperiar varió seg  n

las épocas y las necesidades de la política general: ofensivo en el primer siglo, enel que estuvo formado esencialmente por un conjunto de vías de penetración, co-menzó a fijarse desde la época flavia, se cerró en época de los Antoninos y cristalizófinalmente con los Severos. No cabe duda que en la génesis de la mayor parte delas reformas del ejército del B ajo Imperio se encuentran los innumerables problemasdefensivos que esta gigantesca frontera ocasionó a Roma frontera que englobabaun territorio tan amp lio, que poco a po co se fue resquebrajando hasta rom perse porcompleto.

No se pued e analizar el concepto de guerra y territorio en Roma sin detenerseen uno de los aspectos más controvertidos en este tema sobre el cual se ha escrito

much o, y del que ya los propios escritores latinos tenían sus propias ideas, este as-pecto no es otro que el del imperialismo.

Durante la etapa republicana, una vez vencidos los pueblos italianos, cuandoRoma comienza la extensión de sus fronteras comienzan a notarse los efectos del

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imperialismo, si bien no puede negarse, al menos en un principio, que sus fines eran

estrictamente militares, y más concretamente defensivos.

La 2? guerra p nica va a suponer el momento decisivo para la formación delimperialismo romano, sobre todo por los cambios que se van a producir en la men-talidad rom ana. Com o consecuencia de la invasión de A níbal, Rom a tuvo la ocasiónde forjar el instrumento militar que le permitiría realizar sus conquistas ulteriores,tomando conciencia de su propio poder. Esta ciudad fundamentalmen te militar, enla que las aptitudes sociales en el com bate presidían la clasificación de los ciudada-nos no había llegado todavía a introducir la actividad guerrera en el conjunto de

las actividades c ívicas, y la guerra era a  n una ac tividad exterior a la ciudad, activi-dad que no interesaba más que a una pequeria fracción de la sociedad, por un tiem-po limitado. Pero desde los comienzos del siglo III a.J. Roma sintió que la guerrano podía constituir una actividad autónoma, sino que ésta contribuía de alguna ma-

nera al desarrollo de la ciudad entera; en varios arios la guerra dejó de encontrarsu fin en ella misma para llegar a ser un asunto de la ciudad entera se convertirá

a partir de ahora políticamente económicamente y culturalmente en la razón de

ser de Rom a, no sólo en la estructura de su sociedad, sino en la idea que tendrá desus relaciones con el resto del mu ndo. Para Rom a, la guerra no se distinguirá desdeentonces del ejercicio de la soberanía, ni de la prosperidad; ha dejado, pues, de seruna función para llegar a ser el resorte del desarrollo y de las transformaciones de

la ciudad Brisson, 1 969: 59).Si bien está claro que es a raíz de las guerras p  nicas cuando el imperialismo

romano toma form a, lo que no está tan claro es si este imperialismo o bedeció nica-mente a cuestiones militares o por el contrario económicas; en este sentido los auto-res no se ponen de acuerdo, aunque es lógico pensar que los primeros pasos del im-

perialismo rom ano en las guerras p  nicas obedecieron a factores puramente milita-res. Poco a poco la expansión mediterránea va a poner a disposición de R oma gran

cantidad de capital éste bajo m ltiples formas botín, indemnizaciones de guerra,

explotación lícita o ilícita de los países con quistados, comercio o banca) a fluye a Ro-ma en masa. La ex plotación del mu ndo, como colofón de la conquista, se organizaasí en forma de un inmenso negocio en el que todas las clases de la población van

a encontrar ben eficio.Para la aristocracia, la guerra y com o consecuen cia el imp erialismo represen-tan: un servicio m ilitar con futuro po lítico, la fama, laus y gloria ventajas po líticas,

sin olvidar el desarrollo de virtudes com o la concordia salus victoria spes fides

honos virtus pietas etc., Harris, 1 979: 23). Para la clase equestre supone ventajas

com o la percepción de los imp uestos, las adjudicaciones p  blicas sum inistros mili-

tares, obras p  blicas, etc.) y la banca. En cuan to al resto de los ciudad anos perc ibenventajas económicas de la creciente expansión roman a; al campe sino se le piden ví-veres o m aterias primas, para el resto del pueblo la política de expansión repre sentala supresión o la disminución del tributo una parte más o menos considerable del

botín, trabajo asegurado e innum erables ventajas materiales. Podemos de cir que to-das las clases de la población participan no sólo en la gloria sino también en los

«negocios» de Roma siendo el componente económico el que toma cada vez más

fuerza dentro del imperialismo romano.

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Un aspecto que debem os considerar es la propia consideración que les merecea los romanos el fenómeno de la guerra y del imperialismo. Parece que una de lasvirtudes eminentemente romanas, uno de los elementos motores del imperialismo ro-mano durante siglos, la gloria y más concretamente la glori milit ris se adquiere

sobre todo por la guerra ofensiva esta gloria que va a ser desacreditada a los ojosde los romanos por las guerras civiles, tiene en la guerra externa su máxima expre-sión Jal, 1 969: 79). Por esta razón, una vez terminadas las luchas intestinas, la gue-rra tomará un giro diferente: la bellum externum por oposición a la bellum impiumque es la guerra civil, se llega así a una bellum iustum que engrandece a loscombatientes.

De estas convicciones que equivalían a exaltar la guerra exterior, sólo podía tra-ducirse una pujanza del imperialismo, al menos en teoría. Algunos autores clásicoshan dejado entrever en sus escritos la idea de un imperialismo defensivo como es

el caso de Cicerón:

«noster autem populus sociis defende ndis terrarum iam omnium potitus est» Cic.De Rep. 3, 35).

Aunque en otras obras, como es el caso de De Off los motivos romanos no son con-siderados tan puros:

«ex quo ius fetiale) intellegi potest nullum bellum esse iustum, nisi quod aut rebusrepetitis geratur aut denuntiatum ante sit et indictum» Cic. De Offic. 1, 36).

Aparece un nuev o elemento que hay que tener en cuenta para poder comprender la

concepción de la guerra justa para Rom a, la ius f etiale el procedimiento para declararla guerra, que será precisamente el que haga que cua lquier camparia militar se con-vierta en iustum; mediante este procedimiento, los fetiales lanzaban en un acto simbó-lico una jabalina en territorio enemigo, 30 ó 33 días antes de la clarigatio o rerumrepetitio y del inicio de las hostilidades, desde este mom ento la guerra quedaba san-cionada por los dioses y la legalidad. El verdadero significado del procedimiento fe-tial para declarar la guerra es psicológico, ya que al estar respaldados por los dioses,los romanos se sentían, en cierto modo liberados de parte de su responsabilidad.

No podem os terminar este análisis de la guerra y del imperialismo roma no sinreferirnos a la obra de C icerón, la cual encierra una verdadera filosofía de la guerra.Su punto de pa rtida será la consideración de que la guerra se opone a la naturalezahumana, pertenece al mundo de la fortuna, que rigen los dioses y el destino, pero

no es asequible a la razón humana; por este motivo hay que tratar de introducir enel mundo de la guerra la máxima razón posible intentando con ello moderarlo. Esen este sentido en el que deben interpretarse las consideraciones siguientes:

1 ) La guerra debe ser estrictamente justa, es decir, debe responder a una legíti-ma defensa. Así se inicia una justificación del imperium romano, que se constituyópoco a po co para responder, bien a las exigencias de la legítima de fensa, bien a lasllamadas de los aliados amen azados por los enemigos. En De L egibus 3, 8 fija Cice-

rón las condiciones que debe reun ir una guerra para poder considerarla justa: debeser desinteresada, o, en todo caso, defensiva; el general no debe emprenderla sin ha-ber recibido del pueblo la m isión, por ltimo debe ser declarada y emprendida seg  nlas formas que define la ius fetiale. La guerra debe estar pues codificada.

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2) En la gue rra debe ex istir equidad; la doctrina de la equ idad, inspirada en lanoción de justicia distributiva, está intimamente relacionada con el proced imientode la ius fetiale. Desde el m omento en que existen diferentes tipos de guerra y dife-rentes tipos de enemigos es posible que se dé la «equidad en la guerra», puesto que

unos enem igos serán considerados como hom bres, mientras que otros serán tratadoscom • «bestias salvajes». La equidad en la guerra se ejerce por medio de la clemen

tia. Cicerón, en este sentido, combate la crueldad y la violencia, y recomienda inclu-so en el pillaje, la m oderación; esta clemencia y esta moderación van acordes na tu-ralmente con la virtud de la prudencia.

Se pued e decir que la teoría general de la guerra en Cicerón presen ta toda unaideología coherente del imperialismo. P rimero exalta los valores m ilitares, sobre to-do la gloria. Por otra parte insiste en las justificaciones filosóficas que se pueden

aportar a la noción de imperium; este poder, que para los antiguos romanos era d e

esencia religiosa aparece en Cicerón como una fuerza superior fundamentada enla naturaleza es decir en la razón. La ley divina que. rige el mundo es también laley de la Razón; del mismo modo todos los hombres que poseen un justo poder loexpresan en las leyes que dan en las que hacen respetar una parte de esta razón.

El imperium se encuentra pues opuesto a lo arbritario, y, puesto que la libertad resi-de en el buen uso de la razón , no se puede evocar el imperium sin la libertas Michel,1 969: 1 75 ). Esta doctrina queda suficientemente explicada en el De Legibus•

«Imperium sine quo nec domus ulla nec civitas nec gens nec hominum universum

genus stare nec rerum natura omnis nec ipse mundus potes...» Cic. De Leg. 1,3 .

Así el amor a la libertad puede justificar en algunos casos las formas más injus-tas de la acción guerrera, autoriza a los hombres privados a tom ar las armas, inclusoen condiciones aparentemente ilegales in con serv anda civium libertate.

Para concluir, debemos decir que esta ideología ciceroniana acerca de la guerraestá basada fielmen te en la tradición romana . Uno de los aspectos más antiguos deesta tradición reside en la concepción del derech o de ciudadanía, ya que los roma-nos como pueblo vencedor tenían tendencia a dar a los vencidos una serie de ga-rantías jurídicas después de la derrota; con esta concepc ión se imponía en Rom a laidea de un imperio universal. Un segundo aspecto de esta tradición concernía a las

relaciones existentes entre la guerra y las distintas clases sociales, desde el mom entoen que la ciudad romana veía a su población repartida en clases o en órdenes seg  n

las necesidades militares; pero este reparto no podía subsistir si la guerra no era justay si los jefes no eran buenos c iudadanos. Cicerón, pues, inmerso en toda una tradi-ción de pensam iento sobre el tema de la guerra, trataba de justificar en c ierto modoel imperialismo romano mediante una especie de purificación filosófica de la guerra;por otra parte por medio de su propia experiencia trataba de hacerse conciliadorentre la guerra y los deberes humanos M ichel, 1969: 1 8 1 ). Roma, la ciudad que ad-mira C icerón manten drá siempre su voluntad de preservar el derecho en la guerra.

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FUENTES

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