08 lecturas seleccionadas octubre 2013

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Apreciado amigo de FUNFEH Agradecemos a los muchos lectores satisfechos que están interesados en recibir nuestras lecturas mensuales. Damos la más cordial bienvenida a nuestro Club de FUNFEH a quienes, diligenciando las casillas en las dos páginas, nos han devuelto el formulario que recientemente les hemos enviado. Les es- tamos preparando el primer obsequio intelectual que prontamente distribuiremos. Hemos tomado debida nota de la dificultad en llenar los formularios en formato Word, al no poder ´agregar´ los elementos de diseño, su recepción contiene elementos ´desagregados´ que han causado dificultades en la segunda página. Por ello, volveremos a enviarlos en forma- to .pdf, con la ventaja que ya no se ´desagregan´ los elementos. Le pedimos el inmenso favor de imprimir las dos páginas, diligenciar los espacios en blanco y reenviárnoslo escaneados. Aquellos que habiéndonos escrito no han recibido el formulario, les pedimos disculpas y les roga- mos nos reenvíen su mail anterior, o nos vuelvan a escribir solicitando su envío. Para quienes, aún no han recibido el formulario por no habernos escrito y quisieran hacerlo, sólo háganos saber de su interés. Volvemos a recordar que para seguir disfrutando de nuestros ensayos, necesitamos nos envíen tan solo un correo diciéndonos que están interesados en seguir recibiéndolas. Si las lecturas les parecen de su agrado, esperamos sus comentarios y/o inquietudes. Sólo tomará menos de un minuto. En nuestra labor de difundir nuestros trabajos, conscientes de su necesidad, es muy importante contar con su valiosa ayuda en compartirlas, reenviándolas entre su círculo personal y profesio- nal. MUCHÍSIMAS GRACIAS por hacerlo! Muy cordialmente, Adelina Álvarez Villa Directora de Operaciones FUNFEH Octubre 2013

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Apreciado amigo de FUNFEH

Agradecemos a los muchos lectores satisfechos que están interesados en recibir nuestras lecturas mensuales.

Damos la más cordial bienvenida a nuestro Club de FUNFEH a quienes, diligenciando las casillas en las dos páginas, nos han devuelto el formulario que recientemente les hemos enviado. Les es-

tamos preparando el primer obsequio intelectual que prontamente distribuiremos.

Hemos tomado debida nota de la dificultad en llenar los formularios en formato Word, al no

poder ´agregar´ los elementos de diseño, su recepción contiene elementos ´desagregados´ que han causado dificultades en la segunda página. Por ello, volveremos a enviarlos en forma-

to .pdf, con la ventaja que ya no se ´desagregan´ los elementos. Le pedimos el inmenso favor de imprimir las dos páginas, diligenciar los espacios en blanco y reenviárnoslo escaneados.

Aquellos que habiéndonos escrito no han recibido el formulario, les pedimos disculpas y les roga-mos nos reenvíen su mail anterior, o nos vuelvan a escribir solicitando su envío.

Para quienes, aún no han recibido el formulario por no habernos escrito y quisieran hacerlo, sólo háganos saber de su interés.

Volvemos a recordar que para seguir disfrutando de nuestros ensayos, necesitamos nos envíen tan solo un correo diciéndonos que están interesados en seguir recibiéndolas. Si las lecturas les parecen de su agrado, esperamos sus comentarios y/o inquietudes. Sólo tomará menos de un

minuto.

En nuestra labor de difundir nuestros trabajos, conscientes de su necesidad, es muy importante

contar con su valiosa ayuda en compartirlas, reenviándolas entre su círculo personal y profesio-nal. MUCHÍSIMAS GRACIAS por hacerlo!

Muy cordialmente, Adelina Álvarez Villa Directora de Operaciones FUNFEH

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Muy apreciado lector(a)

La lectura para este mes de Octubre versa sobre un referente ético

que desde hace más de veinte siglos fue la Ley ética más emblemática del mundo occidental: EL AMOR.

Sin embargo, su verdadero concepto ha sido tergiversado, diversifi-cado y hasta vulgarizado, al punto tal que hoy en día no existe para el adulto

de hoy, ni para las generaciones del futuro, una clara idea de lo que debe ser el amor ni cómo realmente practicarlo en propiedad.

A continuación reproducimos el bloque teórico IV.1, sobre EL AMOR, que es parte del Libro IV, de la Colección “Cabalgando en hombros de Gigan-tes del Pensamiento”, cuyo autor es el suscrito y seguro servidor.

Debo advertir que siendo nuestro enfoque de naturaleza post-convencional, su cabal comprensión requiere el dominio de nuevos concep-

tos cuyas explicaciones exceden el propósito de estas lecturas. Por lo que, aspiro a que el lector no iniciado en nuestro macro-

modelo de Inteligencia Espiritual (IEs), comprenda esta limitación. Aunque pueda parecer inusual, se ha hecho uso de referencias ´in s i-

tu´ y no de pié de página, para que el lector que quiera saber más sobre de-terminado término o concepto pueda consultarlo, si llega a adquirir los cua-tro Libros de nuestra Colección.

No obstante, invito a quienes deseen hacer sus preguntas o consultas por e-mail a [email protected].

Pese a las limitaciones anotadas, espero que la comprensión general de esta lectura sea lo suficientemente útil para el lector: y tenga a bien, con-siderarlo conveniente distribuirlo entre su apreciado círculo.

Muy cordialmente,

Petronio Tam

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EL AMOR

“El amor esta: "Allí donde uno hunde las raíces que emanan de lo mejor y más verdadero de uno mismo...". Liv Ullmann

"El Amor es el tejido conectivo del Universo". M.A. Brenann

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”…

“Amén a sus enemigos”… “Si ustedes aman solamente a quienes los aman

¿Qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?”. Jesús

Si tienes fe en la Humanidad..., si la amas..., Si quieres dar... Bienvenido seas! FUNFEH

A continuación presentamos los aspectos del modelo de Inteligencia Espiritual (IEs), que contribuyen a acla-

rar, complementar y en algunos casos presentar una visión alternativa y correctiva del pensamiento sistémico de

los ´gigantes del pensamiento´, sobre tema que ahora nos ocupa, El Amor:

1.1 El concepto ampliado del Amor, de IEs

Para IEs, el amor es considerado una ley universal espiritual y divina cuya aplicación tiene como propósito evolucionar el crecimiento metaentrópicamente perfeccionante de la capacidad de conciencia de la mente espir i-tual ―La metaentropía (término acuñado por IEs), es una fuerza universal aplicable a la conciencia, que ordena y desarrolla con el transcurrir del tiempo la capacidad (cognitiva, sensitiva y volitiva) de las estructuras básicas de conciencia (EBC´s), de la mente del espíritu.

El amor es la fuerza espiritual QUE NOS INTEGRA, bajo la perfecta armonía conductiva de las vibraciones mentales, de quienes la emiten y la reciben. Así el amor se impone sobre el rechazo, el odio, la separación egoica y, desplaza al desamor en la mente espiritual. Integrada a la Ley de la Verdad, forman la Ley de la Sabiduría, porque el amor a la verdad convierte a quien la tiene, en un verdadero sabio, capaz de poner en práctica l a verdad de lo que piensa con el amor que siente y dice.

El amor opera en los cuatro niveles de la mente (ampliando la creencia convencional del mono-nivel psico-lógico):

a) El Cuántico para justificar a nivel micro: 1) La fraternización de los nucleones y los enlaces químicos. 2) El equilibrio rotatorio de lunas, planetas, estrellas y galaxias. 3) El retorno al Receptor Universal por colapso gravitatorio de toda la materia en agujeros negros su-

permasivos. b) El Biológico para el crecimiento, la regeneración celular y el mantenimiento y recuperación de la salud. c) El Psicológico para el querer del ego constructor, motivado por sanos intereses, libres de temores ma-

nejados por antivalores o vicios. d) El Evolutivo para ´el amar´ con el Yo superior o ́ Simbre´, sin condiciones materiales o egoístas, con sa-

nos hábitos virtuosos. El AMOR es el estado conectivo óptimo de todos los pensamientos evolucionantes o, altruistas a partir de

una Inteligencia Emocional saludable, que es a su vez parte de la Inteligencia Espiritual. El amor construye un teji-do conectivo por excelencia, con las vibraciones mentales sensitivas para unir, e integrar más el resimbre que el renombre de los seres. La energía del amor sinergiza otras fuerzas emocionales, sentimentales y espirituales, vecto-

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rizando la evolución sensitiva del Simbre. Crecer la capacidad de AMAR, es el mejor medio con que cuenta el géne-ro humano, para alcanzar evolutivamente la capacidad de nacer con altruismo racional, que supere a su egoísmo racional.

El amor, es la “chispa que enciende el fuego” de la evolución altruista y, a la vez es “el cemento” que adhiere “la simbiosis de los hologramas de pensamiento” para amar la verdad. La fuente del amor, es

la poderosa e inagotable energía producida por las estructuras básicas de conciencia (EBC´s) sensitivas del simbre ―ver el capítulo del Simbre en el bloque teórico del Libro III de esta Colección―, para hacer ´el

bien´ con amor. Así, como el ego genera inagotablemente deseos, el simbre genera inagotablemente amor. De un modo análogo, en lo físico observamos la fuerza inagotable de un imán (egoico), para produ-

cir los fotones de su campo magnético que equilibra las cargas de las partículas (atrayéndolas según su interés egoico, o repeliendo según sea egoicamente su miedo o aversión) y como los gravitones de la gra-

vedad (indefectiblemente por amor) las masas para el orden planetario y cósmico. El flujo de información armónica y resonante entre hologramas, con patrones de coherencia ó p-timos, es la forma más universal de concebir el amor . Es decir que, el egoísmo es una forma estructural,

que cada individuo o ser individual tiene, de discontinuar su armonía holográmica con el universo y de concebir ese sentimiento separatista, de pensamientos egoístas, que su concepción egoica genera. En-

tendemos cómo el egoísmo tiene su parte funcional, de permitir a toda individualidad, que termine su ciclo de existencia alargándola lo más posible, preservando con su prole a su especie y haciendo ambas

cosas lo más lúdicamente posible. Por ello, la naturaleza evolutiva estratégicamente introduce el egoísmo, en la mente psicológica de

toda individualidad en evolución material, para darle una percepción separatista que lo conserve y ma n-tenga, con respecto a las demás individualidades que le rodean, ya sea de la misma o de especies diferen-tes.

También comprendemos así, que todo exceso de egoísmo no controlado, es una trasgresión al amor evolutivo, toda vez que retarda, detiene o interrumpe el libre flujo del perfeccionante proceso evolutivo mental y, crea bloqueos mentales al nivel evolutivo para salir de la ignoran cia y acercarse más a la verdad.

El altruismo conduce hacia una progresiva aproximación al estado óptimo del amor . Así, el cre-cimiento sensitivo es una crucial capacidad de optimizar la conductibilidad informática, integrando al

individuo con sus prójimos y con el universo; es decir, de crecer en capacidad de amar a la verdad y al-canzar la sabiduría para hacer el bien a sí mismos y a los demás. 1.2 La historia del amor universal, desde el inicio del tiempo

La optimización cualitativa de los patrones holográmicos sensitivos, nos conduce a reconceptuar el

“amor universal” como el estado comunicante de “la perfecta conductibilidad informática”. El amor es universalmente la forma primaria de la optimización conductiva, como un tejido conectivo vibracional de la información, sin barreras ni resistencias. En nuestro mundo imperfecto, se producen barreras en

forma de hologramas de pensamientos desarmónicos, o de “desamor”. Ampliamos así el concepto del amor, desde los confines vibracionales de la inducción metafísica-

cuántica, hasta el infinito confín del escenario del Creador-Receptor, donde el amor es la integración total de todo lo creado. Universalmente el amor es el estado conectivo óptimo de pensamientos ―que son

configuraciones holográmicas―, evolucionantes o altruistas. Inversamente este estado conectivo pierde efectividad cuando hay desamor u odio. Las mentes, en sus diferentes estados organizativos, correspon-

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den a individualidades: cuánticas, moleculares, celulares, cuerpos “inertes”, células; y, de seres biológica y

psicológicamente vivos, o sea seres “psico-biológicos”. El grado cuántico de amor, puede verse aún bajo la óptica aplicable a los seres “inertes”; el amor

en ellos guarda proporción a su grado de perfección de ordenamiento molecular, como por ejemplo la cristalización, ¡¿quién no admira la belleza de los cristales?!

Las moléculas cuando están en estado sólido, su amor es proporcional a su densidad y pierden amor al pasar a otros estados menos densos. Así, por pérdida de amor cuántico, metales o metaloides,

pierden la conductibilidad de su informática térmica y electromagnética, cuando pasan de sólidos a coloi-des, de coloides a líquidos, de líquidos a gaseosos, y de gaseosos a plasmas. Inversamente, la materia g a-na amor, cuando gana cohesión gravitatoria y por ende crece en densidad.

El caso extremo es, cuando la materia está por colapsar en un agujero negro, allí por la acción atractiva de la gravedad, refleja el máximo grado de amor, antes de pasar evolutivamente a todificarse, o a regresar en forma de “nada material”, y por amor a la integración total, al escenario del Receptor Uni-versal ―ver la explicación de la existencia del Único Receptor Universal, en el Bloque teórico del Libro I de esta Colección (lecturas de Agosto y Septiembre).

El amor es y ha sido una constante en la evolución del universo. Aunque, ello no sea accesible a nuestra ó p-tica reduccionistamente materialista. Desde los tres primeros minutos después del origen del universo, la nucleo-síntesis fue conectando y uniendo por amor fraterno a los quarks, de a tres en tres para crear los neutrones, como la materia prima de los núcleos de los átomos. Su unión hecha con el inagotable amor cuántico de la fuerza nuclear fuerte, perdurará hasta el colapso de la materia, después de decenas o centenas de miles de millones de años. Ob-servamos así, como las leyes universales físicas hacen ́ equipo´ con las leyes universales espirituales, por ejemplo la nuclear fuerte con el amor unificante, en este caso.

La cromodinámica cuántica explica, que a los trescientos mil años de la edad del universo, después innume-rables choques entre los “egos cuánticos” de los neutrones, éstos se ´astillaban´. Al “palo” astillado lo llamaron protones y, a las ´astillas´ electrones. Las chispitas que emitían ambos se llamaron fotones, y así, el universo pudo tener con éstos “la luz”, del naciente electromagnetismo. Todo se dio como resultado del amor de los electrones por los protones. La expresión de la atracción que hay entre ellos son las líneas del electromagnetismo de los foto-nes, que ambos, protones y electrones, idílicamente emitían al atraerse mutuamente, bajo lo que la física dice pro-saicamente: “polos opuestos se atraen”.

Esta naciente fuerza del amor a nivel cuántico, entre electrones y protones di o origen a los primeros áto-mos del universo. Los cuales se formaron, por el incesante “orbitar” de los electrones por amor a los protones. El amor de los electrones de valencia hizo posible que sus orbitales se expandieran, para encerrar con su amor a dos o más núcleos de los mismos átomos, para crear sus respectivas moléculas. Incluso, el amor cuántico dio origen a esa fuerza inmensamente atractiva –la fuerza nuclear fuerte−, que además de formar neutrones y protones, formó los núcleos de átomos. Al comienzo simples como el hidrógeno, para convertirlos por amor fraterno, en núcleos de átomos más pesados de deuterio, helio y berilio, en los albores del universo. Luego hizo posible los hornos de f u-sión nuclear en la estrellas.

Con la existencia de las primeras moléculas, el universo pudo hacer efectiva mayores expresiones de amor como tejido conectivo, a través de la atracción acumulativa gravitatoria de los “gravitones”. Esto fue posible, por la masa de todas las partículas, desde la masa más pequeña de los fotones de la luz, hasta la masa más grande de las moléculas. Esta fuerza cuántica del amor atractivo, de los gravitones sobre los fotones, hizo posible, en Einstein, la teoría general de la relatividad y el concepto del espacio-tiempo, que la gravedad es capaz de curvar el espacio y de detener el tiempo físico, para así, al final, en los agujeros negros supermasivos, integrarlo todo con el Receptor Universal.

Pero tal vez, lo más productivo para el conocimiento de los lectores no iniciados en la ciencia fáctica, es que este amor cuántico de los gravitones, hizo posible la concentración de las moléculas gaseosas del joven universo,

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para formar estrellas de primera y segunda generación, que vivieron prolíficamente cuando el universo tenía de dos a siete mil millones de años. Durante la fase terminal de las estrellas más grandes, éstas se convirtieron en supe r-novas, y su energía fue capaz de fabricar toda la gama de moléculas que hoy se conocen.

Todo el sistema solar está hecho de éstas moléculas, incluso nuestros cuerpos. Así pues, estamos hechos de ´polvo de estrellas´! Es decir que, existimos físicamente gracias al amor altruista de las supernovas, para servir a la evolución de la vida biológica, a partir de la diversidad molecular que lograron hacer. El sentido causal de la vida cuántica, de moléculas y subpartículas en estas estrellas, fue permitir que la nuestra floreciera (explicado en las lecturas de Agosto y Septiembre).

Y lo maravilloso fue que, el amor causal de las supernovas, creó por fusión nuclear las moléculas para la vi-da biológica. Entre todas las moléculas de la naturaleza, el carbono obtiene el cetro y la corona. Es la más amorosa de todas, pues sus cuatro enlaces de valencia le han permitido asociarse entre sí, en larguísimas cadenas, pri mero de hidrocarburos que evolucionaron para después crear enlaces con aminas, azúcares y ácidos fosfóricos. Así se formaron los diversos péptidos, terminaron formando ARN’s y sus respectivos genes, se aparearon para formar el ADN, para contener la capacidad de autoréplica que es el secreto de la vida biológica. El amor fraterno de las mol é-culas de carbono, permite que sigamos vivos, pues con ellas, se hacen los aminoácidos y las glucosas que nos sirven de alimentos para crecer y funcionar, respectivamente. Sin el amor fraterno de carbono no estaríamos vivos.

Fue la fuerza del amor, la que hizo reunir a los seres unicelulares en colonias para sobrevivir, alternándose para abrigarse y alimentarse. Era tanto el amor que se tenían entre sí, que las colonias se simbiotizaron repartién-dose funciones para volverse seres multicelulares. Así nacieron las plantas y los animales, primero en el mar. Pero el amor de la madre tierra, para ofrecerles mejores hábitats, formó escudos protectores para filtrar los rayos cósmicos en la magnetosfera y en la atmósfera del planeta. Pobló esta última de nitrógeno, oxígeno y anhídrido carbónico, que permitió más variedad de nutrientes biológicos, con los que por mutación los seres marinos se convirtieron primero en anfibios y después en seres vivos terrestres.

El amor biológico tiene el ejemplo reina, en el cambio mutacional del reptil al mamífero, empezó a notarse hace unos 70 millones de años en nuestro planeta. La mente biológica de algunos reptiles pensó que, se debiera cuidar con más amor a sus crías y, mutaron para que les salieran mamas con qué amamantarlas, mientras eran i n-defensos y muy vulnerables. Este cambio los convirtió en reptiles ovíparos mamiferoides, como el ornitorrinco de ahora. Gracias a su amor por la vida, fueron éstos, los pequeños vertebrados de tierra, quienes sobrevivieron ali-mentándose de musgo, cuando los dinosaurios y la mayoría de otras especies se extinguieron, al extinguirse la gran masa de vegetación gigante en el período Cretácico, por la radioactividad generada por el catastrófico impacto de un gran asteroide cargado de iridio, hace 65 millones de años. Sus restos se convirtieron en hidrocarburos como el petróleo que hoy usamos.

El amor siguió impulsando la evolución biológica, los ornitorrincos y equidnas, para no seguir perdiendo sus preciados huevos en las fauces de depredadores, dejaron de poner huevos y empezaron a llevar sus embriones en su propio vientre que evolucionó en la bolsa de marsupial. Luego de muchas generaciones más, éstos se volvi eran mamíferos placentarios. Así, las hembras mamíferas aman tanto a sus crías, que la mayoría de ellas, primero se hace matar antes de que les roben a sus embriones y por supuesto a sus pequeñas crías. Desde cuando las crías nacen, su amor les hace producir leche para amamantarlas, hasta que puedan valerse por sí mismas. Ya que, los mamíferos tienen mayor masa encefálica y son los animales más inteligentes; y a su vez, su cerebro requiere mayor tiempo que en el caso de los reptiles, para poder ser autosufi cientes y ganar su propia supervivencia. Y finalmente, es el amor racional del humano, hasta ahora, el que le hace cuestionar a sí mismo cuando hace a los demás algo mal hecho. Así, por amor, también los humanos mutamos hacia menos desamor, de carroñeros a antropófagos, a esclavistas, a colonialistas y hasta llegar por ahora a tratar de respetar los derechos humanos.

La conclusión de este extenso recorrido por una abreviada síntesis de la evolución del universo, es que el amor, conjuntamente con la verdad y el bien, formaron un vector resultante que IEs llama altruismo, ―ver los pun-tos 2.1.6 al 2.1.10 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección―. Así, el amor, es parte del vector presente en cada paso evolutivo del cosmos y del planeta, existiendo desde los primeros tres minutos del universo, cuando se dio la nucleosíntesis que fraternizó a los quarks en neutrones. Mientras que, el ser humano apareció como especie

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hace escasos 200.000 años, cuando el universo tenía aproximadamente 13.779.800.000 años. Quiere decir que, por estar presente como un vector componente y responsable en cada paso evolutivo; ´El Amor´, por voluntad del Creador Universal, es un designio de la Creación y de la evolución del Universo. El amor existió desde muchísimo antes que el humano apareciera, así que no es su invento ético de algún filósofo moralista, ni ninguna creación h u-mana, es parte de la estrategia evolutiva altruista del Creador Universal.

Por todo lo anterior, El Amor, al igual que La Verdad, son leyes universales, que rigen la evolución metae n-trópica del Universo, incluyendo la evolución perfeccionante de los humanos. Así, cualquier humano en el momen-to en que dejamos de amar ―para IEs, esto equivale a dejar de actuar con base a virtudes del simbre―, incumpli-mos esta ley. Y pasamos a estar expuestos, a la acción kármica de la Ley de La Justicia Restitutiva.

Si la trasgresión es tan frecuente y repetitiva, o tan grave, que refleja un bloqueo espiritual de conciencia; éste deberá romperse, ya no con karma de amor, sino con karma de dolor. Ver más sobre el karma y la Ley espir i-tual universal de La Justicia Restitutiva, en la sección de Las Leyes Espirituales Universales, del capítulo 2 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección, y sobre el simbre en su capítulo 7, al igual que sobre el ego, en el capítulo 6 del mismo Libro III, del cual haremos frecuente referencia.

1.3 ¿Sabes Amar?

Para muchos, el amor es tan solo un sublime sentimiento, para otros un apasionado deseo, incluso una irre-frenable obsesión del ego. Lo cierto es que, el amor no es del ego, se siente se produce y se da en el simbre. IEs incluye como verdadero amor, el materno, paterno, filial, fraterno, de pareja y universal, siempre y cuando sal ga del simbre y se dirija al simbre de los demás.

Eso es saber dar amor. Se da sin esperar recibir nada a cambio, pero si alguien devuelve el amor que uno da, o incluso, si se recibe amor sin uno darlo, uno debe recibirlo, agradecerlo, disfrutarlo y re -crearse con ello, to-mando en cuenta que es una bendición kármica pasajera; cuya lección lo obliga a uno, a hacer mejores misiones altruistas ―no hay restricciones condicionantes por el amor que uno recibe, ni el recibirlo debe producir apegos ni dependencia ni generar celos ni posesividad―. Así los demás, ni siquiera se percaten que lo deben de recibir con el simbre, no con el ego.

Cuánto desperdicio de amor ha habido, en las incontables veces que el ego depreda con el amor de simbre que recibe. En estas oportunidades de ayuda sincera, el ego aprovecha depredadoramente para seguir manipulan-do y bloqueando la conciencia de su simbre, para que en ella no pueda afl orar esta verdad. Esto es no saber recibir amor. Desafortunadamente, son muchos, adultos y de la tercera edad que lo hacen; obviamente, por su inmadurez, lo hacen con mayor frecuencia los jóvenes y los niños.

Lo que más preocupa es que, ni padres ni escuelas han sabido enseñar como amar, a jóvenes y niños. Hay que enseñara a ´amar´ con el simbre, que es diferente que el ´querer´ que hace el ego. Si no logramos que ellos lo ´aprehendan´, la depredación de irrespeto, indolencia, intolerancia, ofensas, robo, enemistad, ́ matoneo´, violencia, crimen, entre ellos; y de adultos a ellos, y viceversa, será cada vez mayor en cada nueva generación.

Así, la niñez y la juventud están gravemente contaminadas por sus egos disfuncionales, no saben amar, ni aprecian que alguien les enseñe. Creen en su autosuficiencia, creen no necesitar de nadie ni de nada más, creen conocerlo todo, a través de acceder sin mayor discernimiento al internet para conectarse a audaces, irresponsables, videos y juegos que incitan a la depredación, a precoces experiencias de ´chats´, ´twitts´, ´texteos´ para concertar aventuras, riesgos extremos, sexo, alcohol y hasta vicios.

Sintiendo un gran dolor empático, me pregunto, ¿cuántos bloqueos kármicos más, la juventud se está creando a sí misma? Me pregunto, ¿cuánto dolor kármico tendrán que sufrir sus egos, antes de darse cuenta de ello y logren desbloquearse espiritualmente, cuándo despertarán el simbre, si nosotros no les ayudamos? De lo contrario, la mayoría del género humano no podrá seguir evolucionando con la eficiencia que deben, ni con la efec-tividad que sus elevados destinos exigen. Y aquí estamos nosotros, Ud. lector y yo, en medio de esta triste real i-dad… Ojalá no solo seamos ´invitados de piedra´ en este drama, que yo veo como una imper iosa oportunidad de

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ayudar y hacer lo mejor a nuestro alcance para revertir esta situación en que vivimos, dando un viraje de ciento ochenta grados hacia el amor, en nuestra propia vida y en la de los demás.

¿Saber AMAR es un arte? Indudablemente es más difícil que saber pintar personas o cosas, hay muchas academias de dibujo y pintura, hasta carreras en artes gráficas con tecnología digital. Amar es más difícil que saber bailar con alguien, hay muchas academias para aprender distintos bailes. Incluso amar es mucho más difícil que saber manejar un automóvil, hay muchas academias de conducción automotriz. Entonces me pregunto, ¿por qué no hay dónde le enseñen a uno a amar?

Ni escolarizadamente, ni des-escolarizadamente parece haber instituciones con capacidad de hacerlo. Pare-ciera que nadie se preocupa por sistematizar una enseñanza metodológica, para aprender efectivamente a amar. ¿Será porque nadie valora el aprehendizaje para saber amar? ¿Será porque nadie pagaría por ello, como se paga el aprender a pintar, bailar o conducir vehículos? Y al decir amar, no me refiero a educación sexual, que ahora tam-bién es un programa serio en muchos colegios. Creo sí, que no siendo tan “urgente” como lo sexual, aprehender a amar es tanto o más importante y fundamental. El enseñar a amar de verdad, debe estructurarse prioritariamente desde la primera infancia y seguir perfeccionándolo, por el resto de la vida, a medida que maduramos y enriquece-mos el resimbre. Empezando por capacitar a padres y docentes.

Los padres y la academia, deben no solo prevenir “incendios y catástrofes” sexuales. Deben de formarnos con “estructuras antisísmicas”, sobre qué es el amor y cómo amar con el simbre. Pero entonces, ¿Cómo, Cuándo y Dónde aprendió Ud. a AMAR? Leí algunos buenos libros de Leo Buscaglia, de Eric Frömm, de Anthony de Melo, de Carlos Vallés, de Wayne Dyer, de David Fishman, de Walter Risso, de Gonzalo Gallo. Aprehendí de todos ellos, m u-cho de lo poco que sé. Ahora trato de integrar el tesoro de sus pensamientos con la diferencia entre el simbre y el ego, entre el amar y el querer, que aprendí de gigantes como el propio Osho, de Krishnamurti, de Chopra y de Ken Wilber. Mas ninguno integra toda la riqueza del conocimiento sobre el amor de lo cuántico, lo biológico y lo evol u-tivo al convencional amor psicológico, ni explica con claridad explícita la diferencia entre el amar del simbre y lo que es el querer del ego.

Se requiere aún más profundidad, para que el amar deje de ser un tema de superación personal y constru-yamos con el amor, una verdadera estructura para el simbre, para amar, no para querer, que es casi lo único que la mayoría hace. Porque, el ego todo lo intelectualiza para manipular la verdad que conoce. Solo el simbre interioriza la verdad con la fuerza del amor, lo ´aprehende´ y lo pone en práctica, dando amor. Así, la mayor parte de cómo amar la ´aprehendí´, trascendiendo el ego con el simbre, viviendo la vida misma con ́ sintonía productiva empática´ , aprendiendo a dar lo mejor que puedo de mí, a quién más lo necesita ―ver el punto 7.6.9 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección.

Lo que también aprehende uno, como tantos, fue a través de la máxima de la vida: “El golpe avisa y el dolor enseña”. Y desperdicié, como muchos, cruciales oportunidades de amar mejor como pareja, como padre, como hermano, como amigo y como humano. Pues, cuando íbamos aprehendiendo algo nuevo y mejor, ya era tarde para “deshacer lo andado equivocadamente” pues, la oportunidad ya había pasado, o el daño ya estaba hecho, muchas veces irreversible o irreparablemente, a uno mismo, a la pareja, a los hijos, a la familia, al amigo, al desconocido o a la sociedad.

Qué lástima que el pensamiento convencional dominante, por el ego, no ha ayudado a las presentes gen e-raciones a amar de verdad, y con la verdad. Por todo lo anterior, considero urgente, que capitalicemos los errores habidos en nuestra experiencia, que la academia, además de instruir preparatoriamente para una profesión lucrat i-va, retome el rol que le corresponde, de enseñar a amar a los niños y jóvenes, de las actuales y futuras generacio-nes. Tal vez este capítulo ayude al lector a comprender mejor lo que es el amor, cómo producirlo y cómo darlo, es decir cómo amar. Y ojalá, entre los lectores se encuentren algunos padres y educadores de verdad. 1.4 Algunas REFLEXIONES sobre El AMOR

IEs insiste que debemos de ampliar el concepto del amor, hasta más allá del sentimiento altruista más s u-blime, pero obviamente integrándolo a la verdad, para lograr sabiduría, de hacer lo que pensamos y expresamos. El

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amor es una expresión vibracional, sensitiva, mental-espiritual que ARMONIZA, UNE y SINERGIZA a los individuos. Vuelvo a hacer énfasis que, AMAR es una Ley DIVINA, para La Evolución de cada quién, participando en la Evolución Universal.

Amar es un imperativo categórico, es fuente seminal de todos los valores gobernantes, éstos contienen la fuerza del verdadero sentimiento altruista. Para amar mejor, favor tome en cuenta las partes pertinentes de los Bloques teóricos – IEs, en el Libro I para entender mejor el amor de Dios, en el Libro II para unirlo a La Verdad; y en el Libro III, para practicarlo con el simbre trascendiendo el ego, todos correspondientes Libros se refieren a esta Colección.

1.4.1 ¿Se nace o se desarrolla el amor?

Cada quién es concebido desde el primer momento con el aporte aleatorio de sus progenitores, para con s-truir su genoma evolutivo, uno de los cuatro genomas holísticos que explicamos en el punto 4.3.IV el sub-libro IV.3 del presente libro ―también de manera análoga se generan las capacidades potenciales del genoma psicológico para construir el ego, del genoma del ADN biológico para construir el cuerpo, sus células y moléculas; y, del genoma periespiritual para construir las formas del cuerpo y su red de comunicación entre la mente del espíritu y las mentes de cada célula y de cada molécula.

Es en el genoma evolutivo ―el que puede o no, kármicamente, estar complementado por el simbre de algún precursor espiritual― donde debemos reconocer el resimbre (la riqueza espiritual de la mente del simbre) que cada quién ´recibió´ prepersonalmente del aporte aleatorio de cada progenitor.

En el resimbre está incluido, una determinada capacidad de generar y dar amor, también otra determinada capacidad de concebir y entender la verdad; y por último una determinada capacidad de desarrollar la fuerza de voluntad para hacer las misiones trascendentes con virtudes de amor y de verdad. Las tres capacidades están lim i-tadas por los bloqueos de conciencia heredados de los progenitores y del precursor espiritual, si lo hubiera. Por ello, cada quién nace con una capacidad de amar, que puede seguir desarrollando ontogénicamente durante su ciclo de vida biológica.

Es decir que, durante su ciclo psico-biológico de vida, cada quién tiene que crecer aún más y mejor, en sus EBC´s, esa capacidad de amar. Ejercitándola con hechos virtuosos y trascendentes. Se debe primero romper los respectivos bloqueos de conciencia con que nace, también romper los que pueda haber creado por los errores y males causados ontogénicamente y por los defectos del ego que resultaron en traumas emocionales vividos, que generaron nuevos bloqueos.

Solo creciendo la capacidad de amar, podemos crecer el resimbre con la verdad que hemos adquirido. Y el simbre crecerá cuando con verdad y amor, gestionamos con éxito las misiones trascendentes que la vida nos pre-senta. Así hacemos realidad el verdadero sentido que la vida tiene, la evolución metaentrópica del espíritu hacia la perfección del Receptor Universal.

1.4.2 ¿Es posible ejercerlo incondicionalmente?

Sí definitivamente es posible hacerlo sin condicionamientos del ego (que todo lo condiciona a algún interés o a algún temor), pero no es fácil. Lo tiene que hacer el simbre, venciendo la tenaz resistencia del ego que quiere controlarlo todo, como lo ha venido haciendo antes que el simbre despierte y aprehenda a trascender el ego.

El simbre, porque ama la mejor excelencia que puede dar a su propio resimbre, con total compromiso y f é-rrea determinación, lo hace sin ningún interés, material ni afectivo, cuando logra convertir el amar en una continua y permanente multiplicación de actos virtuosos. Mediante la práctica habitual de valores fundamentales de unive r-sal aceptación, haciendo de ellos los principios gobernantes de su vida, como inviolables virtudes, que practicará habitual e incondicionalmente; así, crecerá el resimbre.

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1.4.3 ¿Se ama sólo a veces?

Dejamos de amar cuando el ego retoma la lucidez de la pantalla de la conciencia y bajo su óptica se hacen las cosas, conforme a lo que el ego desea, quiere y cree que le conviene, por algún interés o por algún temor, con s-ciente o inconsciente.

Así, el aparente amor se convierte en “querencia”. No olvidemos, se quiere con el ego y se ama con el simbre. Debemos de optimizar nuestra permanente selección entre actuar con el ego o con el simbre. Cuando se trata de actos extraordinarios, hay que trascender el ego y poner el simbre a operar nuestra

planta propia psico-espiritual (términos que se refieren a herramientas psico-espirituales, ampliamente explicados en el bloque teórico del Libro III, de la Colección “Cabalgando en hombros de Gigantes del Pensamiento”, escrito por Petronio Tam). Se trata de misiones trascendentes, oportunas que hay que hacer con el simbre, amando de verdad y con la verdad, o actuando por amor a la verdad; poniendo así en práctica y obra, la expresión de nuestra verdad e-ra proposición.

Y, cuando se trate de actos ordinarios, que tengan la “urgente” necesidad de satisfacer, racionalmente jus-tificada y sanamente asuntos materiales o afectivos, o sean para la salud del cuerpo a corto, mediano y largo plazo, el simbre debe de volver a asociarse con el ego, dejando a éste bajo su observación, para ello el ego retomará , las veces que sea necesario, el control de la lucidez de pantalla de la conciencia. 1.4.4 ¿Es posible amar siempre?

Mientras tengamos ego y cuerpo, dejamos de amar con el simbre en los actos ordinarios, dando paso al querer del ego. Es decir que el ego debe construir decisiones, sana, moderada y controladamente, para hacer las cosas “urgentes por y para la vida”, para obtener con justicia y equidad, lo que el ego necesita materialmente para su cuerpo y afectivamente para su propia salud egoica.

Si estamos convencidos de querer crecer el resimbre y sabemos que ello se logra mediante actos virtuosos, el amor se manifestará siempre, en cada momento, de la cotidianidad, en que se pueda hacer algo altruistamente trascendente, pudiendo también matizar lo egoico dándole un sutil toque , en este sentido, al modo de realizar los actos ordinarios y urgentes.

Así, nuestra propuesta es que todo vínculo de AMOR: Materno/Paterno, Filial, Fraterno, de Pareja, Social, Laboral, de Negocios, y Universal: se CONSTRUYE, se MANTIENE y se OPTIMIZA

1.5 Cómo se CONSTRUYE el AMOR, según IEs

¿Sabe construirlo? Primero aprehenda a vivir con su simbre despierto. Atento a disociarse del ego para ob-servar lo que éste hace, evaluar las mejores alternativas de acción, sin los puntos ciegos del ego, sin los mecanismos de defensa viciados que el ego usa para excusarse, reconocer sus fallas y disfunciones, ir corrigiéndolas y controlar al ego en sus deseos y desbordes, cuando no se puede o no se debe.

Como nadie da de lo que no tiene, optimice su autoestima amando a su SIMBRE, ya que todos tendemos por naturaleza amar a nuestro ego. Esto se logrará mejor, si se aprehende a practicar con frecuencia un autoexa-men crítico para el auto perdón. No lo debe hacer el ego, pues el ego filtrará y eliminará la verdad que no le convi e-ne. Por esto, lo tiene que hacer el simbre para que el autoexamen sea imparcial.

Cuando lo haga, tendrá que liberarse de ́ la cárcel´ del no-autoperdón, conformado por ´barrotes´ que uno mismo puede haber construido. Cada sentimiento o emoción negativa del ego es un ´barrote´, como: el complejo de culpa, la permanente ruminación auto-castigante por el error cometido, la rabia de haber hecho las cosas mal y no haber tenido en cuenta determinadas cosas antes de hacerlo, la vergüenza, la baja autoestima, la poca segur i-dad en uno mismo; y por último, la pérdida de dignidad. Todos los barrote s hay que romperlos con el auto perdón,

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bajo otro punto de vista, los barrotes son ladrones de la paz interior. Salir a la libertad con el autoperdón es recu-perar la paz interior, que es parte de la principal plataforma existencial del simbre.

Con la paz recuperada, acéptese a sí mismo, tal cual es, “con ropa y todo”. Entre en armonía con su propia vida, con alegría y entusiasmo, haga una revisión de todas las fortalezas y ventajas que tiene; y con sabia resign a-ción, acepte, por el momento, sus debilidades y limitaciones. Piense en mejorarlas, persista sin desmayar, no se desespere si ello toma su tiempo. Mientras tanto, trabaje con las fortalezas que tiene, si se siente débil, fortalézca-se con su planta propia; y si lo requiere, canalice nuevas fuerzas desde el internet espiritual del bien, reajustando su nivel cero, en solitud (es decir en soledad con su simbre en comando), todo lo cual está explicado en el capítulo 7 sobre el Simbre, en el Bloque teórico del Libro III de la citada Colección. Y si desea acelerar y repotenciar el proceso, hágalo con un respectivo mapa mental, con visualización y programación neurolingüística aplicada a la meditación de seguimiento, método desarrollado por IEs, que explicamos en el Bloque teórico IV.2, del Sub-libro IV.2 sobre la Meditación, en el Libro IV de la Colección.

Extienda la armonía lograda para consigo mismo, hacia una sana y constructiva armonía con los demás. No compita ni se pelee con ellos, no busque los defectos para descalificar las partes buenas que tienen, ámelos de sim-bre a simbre, valórelos en su justa medida; y, sin dejar de amarlos de simbre, tome los correctivos que mejor co n-venga, ante las actitudes de sus egos y ante sus actos que causan daño o malestar.

Empiece con los insatisfactores externos cuya presencia le causan dolor. Desapéguese de ellos, que su pre-sencia por dolorosa que sea, no le cause mayor sufrimiento ―recuerde que el dolor es la ´cosecha´ de su propia ´siembra´, y debe terminar aceptándolo como un hecho desfavorable; pero el sufrimiento es la reacción del ego ante el dolor―. Claro está que debe tomar acciones correctivas, ante la presencia de cualquier insatisfactor externo, pero sin sufrir por ello. No dependa de ellos para conservar su paz interior. Todo lo cual es parte del proceso d e desapego que se explica en el capítulo 7 del Simbre del Bloque teórico deI Libro III de la Colección.

Así podrá trabajar el perdón, rompiendo los barrotes de ´la cárcel´ del no-perdón. Cada emoción o senti-miento negativo que tenga para con los demás, es un ́ barrote´, como: el resentimiento, el rencor, la culpa que uno cree que ellos tienen, la rabia que esto le provoca, la ruminación sobre los daños y los perjuicios que le han caus a-do, el deseo de venganza, o de cobro de cuentas, que acompaña a la natural justicia y reparación, el deseo de casti-gar severamente, de aplicar justicia con sus propias manos, de vengarse, de reaccionar con violencia verbal, ojalá que no con violencia física. Todos estos sentimientos negativos son sus barrotes de la cárcel del no-perdón.

Recuerde que cada quién cosecha lo que cada quién siembra, sea la siembra hecha para dar amor o dolor. De manera que la inexorable Ley divina y espiritual de La Justicia Restitutiva (explicada en el Bloque teórico del Libro III de esta Colección) actuará en cada caso, dando mucho amor a cada quién que perdona, lo recibirá en resti-tución, en sus futuras vivencias.

Pero estas vivencias de amor, no deben interpretarse como premio, sino como un vehículo de crecimiento metaentrópico, para mejores misiones. La Justicia Restitutiva dará vivencias de dolor al perdonado que no haya superado su respectivo bloqueo de conciencia, no como un castigo, sino como episodio aleccionante para precis a-mente romper tales bloqueos en su conciencia. Pues el hecho que uste d perdone, no libra al perdonado, de su ne-cesidad de romper el bloqueo de conciencia, que le impide crecer metaentrópicamente. Y el dolor, que tenga que seguir encontrando en la vida, estará accionado por sabias fuerzas kármicas, cuyos eventos están matricialmente previstas en el diseño preencarnatorio del perdonado, según la ruta dolorosa que el perdonado escogió ―el diseño preencarnatorio es parte del modelo del ´Reciclaje encarnatorio´ de IEs, explicado en el bloque teórico IV.3 del Libro IV de la Colección.

No hay nada mejor, que el verdadero sentimiento de profunda libertad que nos causa el romper cada uno de los mencionados barrotes, para disfrutar de la armonía con los demás de simbre a simbre, tomando los debidos correctivos frente a las actitudes, ante las incompatibilidades; y, ante los actos de los egos que crean conflictos. Que éstos se conviertan en objeto de comprensión empática, para neutralizarlos con el amor de simbre en sana tolerancia, si es necesario el perdón con acciones correctivas y preventivas para evitar futuros conflictos, pero que no cause sufrimiento, para ello, aplicaremos el desapego.

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En plena estado de armonía con los demás, respete los espacios propios de cada quién. Usted tiene el suyo que debe crecer en calidad más que en cantidad. Ayude a que los demás hagan lo propio, no les invada sus espacios propios, ni los avasalle, ni los recorte. Construya espacios nuevos y comunes, con los demás, en la pareja, en la f a-milia, en el trabajo y en la comunidad.

Que la base de su construcción, sean: la comunicación, la transparencia, la honestidad, la sinceridad, la con-fianza, la lealtad, la amistad, el buen humor, la tolerancia, el perdón con correctivos y la responsabilidad. Siendo reiterativo, ojalá esta base sea formado por virtudes del simbre, que practique en forma habitual, incondicional y permanentemente; y no sólo con la ordinaria práctica intermitente de valores, que su ego haga por algún tipo de interés o de temor.

Ahora sí, dele mucha importancia a conocer cada vez mejor a su propio ego. Haga con la autocrítica de su simbre un examen valorativo, sin los puntos ciegos del ego, determine sus propias virtudes y defectos disfunciona-les. Ojalá que no tenga serios desórdenes emocionales, pues si los tiene busque ayuda externa, de naturaleza psico-espiritual, no solo psicológica o psiquiátrica, o solamente espiritual. Trate de corregir sus propias disfunciones ha-ciendo, un programa de metas y valores.

El primer paso del programa debe tener como objetivo el minimizar sus propios antivalores. Lístelos, priori-zándolos de mayor a menor en el orden de importancia que su simbre considere. Son los contaminantes de los pensamientos, actitudes y actos de su propia vida. De nada le serviría mejorar la práctica de valores pro-pios o nuevos, si a la vez mantiene sus antivalores que lo contaminan todo.

El segundo paso, identifique, adopte y practique con su planta propia psicoespiritual, los nuevos valores que erradiquen los respectivos antivalores. Para ello, haga uso de su mejor automotivación y mejor autodisciplina. Si es del caso, haga un mapa mental para visualizarlo crípticamente en cada respiración con el anclaje de PNL (técnica de la programación neuro-lingüística) que haya preseleccionado, durante la respectiva meditación de seguimiento. El proceso lo explica el Bloque teórico IV.2 de IEs, del Sub-libro IV.2 del presente Libro IV.

El tercer paso le debe conducir a “inmovilizar” los valores más importantes que usted tiene. Es decir, cada va-lor que usted practica con el ego, que tiende a manipular con ellos como si fueran “bienes muebles”, debe practicarlos con el simbre en control de la lucidez de pantalla, para convertirlos en “bienes inmuebles”. Así, éstos valores ́ inmovilizados´, ya hechos virtudes, nunca dejarán de practicarse, en todo momento, ante cual-quier persona, en todo lugar o bajo toda circunstancia. Por lo tanto, convierta cada valor en una virtud, que es la mejor expresión de amor, del verdadero amor del simbre. Cuando establezca una relación, analice priorita-riamente además de los factores usuales, los antivalores, vicios, valores y virtudes que la persona tiene. Cuan-do ya la establezca, cultívela con amor dando de sus virtudes, tanto para construir como para tomar los co-rrectivos pertinentes.

El cuarto paso de un programa de metas y valores, debe lograse amando al simbre de cada prójimo, con el mismo amor con que Ud. ama a su propio simbre. Para ello debe lograr estabilizarse dentro de la primera pl a-taforma existencial, explicada en el Capítulo del Simbre, del Bloque teórico del Libro III de esta Colección. Es decir incondicionalmente, manteniendo con cada persona, siempre la armonía de la Felicidad Básica, que ya comentamos en párrafos anteriores, obviamente tomando los correctivos que el caso pueda ameritar, pero sin dejar de amar de simbre a simbre. A la naturaleza del ego de la otra persona, ámelo empáticamente con su simbre pero, haga transacciones condicionadas con, o sin él, usando su propio ego constructor.

La vida por sincronismo y causalidad kármica nos pone por delante a personas con quienes puede existir alg u-na conexión. Busque e indague las posibilidades de hacer misiones compartidas o de ayudarles. Vea con los ojos de simbre a quién le va a dar su amor. Cuando sea la oportunidad, haga las veces del ´doctor empático´, que ´ve´ y atiende, para ayudar a su ´paciente´, que puede ser un prójimo necesitado. Sin prejuicios, sin miedos ni temores, ni desconfianza, ni que implique la necesidad de que le reconozcan lo que usted haga o dé. Que sea a manos llenas, porque el amor es gratis. Como decía Amado Nervo “dar amor es la plenitud de la vida”. Ojalá no lo hagamos sólo a quienes más queremos sino a quien(es) más lo necesita(n).

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El ego cree que el amor se da con regalos, atenciones, detalles, mimos y caricias―recuerde que el ego es ma-teria del Capítulo 7 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección― . El ego da para corresponder lo que ha recibi-do, o bajo el interés de conseguir o seguir recibiendo algo más, o bajo algún temor para evitar así alguna censura, o sanción. Para el simbre, esos regalos materiales o de afecto, que hace el ego no son verdaderos “regalos”, son tan solo lo equivalente al envase, papel y cinta con que se adornan el verdadero “regalo”. El cual, como el verdadero amor, debe ser fabricado y dado por el simbre. La mejor manera de dar amor, es haciendo que cada acto suyo, lleve el sello de las virtudes que le corresponden en propiedad.

Para ello debe empezar con darse de sus propias virtudes, a usted mismo, antes de darlas a los demás. Si u s-ted tiene por ejemplo, la virtud de la responsabilidad, su amor se expresará siendo responsable en todo momento y lugar, a usted mismo, a ´Raimundo´ y a todo el mundo. Así mismo seguirá dando amor, con cada virtud que tenga para dar, en cada acto suyo: honestidad, sinceridad, transparencia, justicia, tolerancia, perdón, respeto, amistad, empatía, amabilidad, buen humor, lealtad, confianza, solidaridad, conciliación, servicio, valentía, perseverancia, automotivación, autodisciplina, paciencia, sacrificio o sabiduría, o cualquier combinación de ellos para formar valo-res más complejos. Cuando reciba amor, no confunda el empaque del ego con el verdadero regalo del simbre, cual es, el amor hecho realidad en actos virtuosos. Así construirá con verdadero amor todas y cada una de las relaciones de su vida. Así, crecerá su resimbre (la riqueza de su simbre) hacia la meta metaentrópica de su simbre.

1.6 Cómo se MANTIENE el AMOR, según IEs

Acepte empáticamente las cosas dolorosas que le pasan y a las personas con quién le toque inevitablemen-te lidiar: Salga de ´la cárcel´ del no-perdón, perdonando sin demoras, a las personas que le causen dolor en cual-quier evento de la vida. Sin dejar de tomar los correctivos a que haya lugar. Considerando que los episodios dolor o-sos, son acciones inexorables de la Ley de la Justicia Restitutiva del Creador.

Reajuste el “nivel cero” emocional con la “teoría cero”, que es otra herramienta psicoespiritual de IEs expl i-cada en el Capítulo del Simbre en su punto 7.6.5 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección. Cambie su pe r-cepción de la realidad, desde una escala egoica que contiene un ́ cero´ relativo, con la cual su ego mide su bienestar emocional, reemplácela por una escala que contenga un ́ cero´ absoluto, con la cual su simbre valora el efecto de la realidad holística que se le presenta ―recuerde que el ego es materia del Capítulo 6 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección.

Bajo la escala del ́ cero´ relativo del ego, hay valores positivos si el ego está sintiéndose bien y, negativos si no se siente bien. Como en la escala de temperatura que mide en grados centígrados o Fahrenheit, donde uno aprecia el calor en grados por encima del cero relativo y el frío en grados por debajo de éste. Con el ´cero´ absoluto (en la escala de grados Kelvin) como el límite más bajo que puede existir aplicada a nuestra escala emocional, como es la escala que usa el simbre, no le cabe nada negativo. O sea, que no hay nada por debajo del cero, todo es sie m-pre positivo. Equivale a la escala absoluta de temperatura en grados Kelvin, donde nada está ni puede estar por debajo del cero, pues el cero mismo es el límite de la existencia física, más allá está la Singularidad no material.

IEs, conceptúa el cero absoluto del simbre en tener vida espiritual, bajo la conciencia de que la realidad es holística. Como el simbre es indestructible e inmortal, su destino es llegar a perfeccionar su capacidad de concien-cia, para ser parte de la conciencia perfecta del Receptor Universal. De manera que, cuando el simbre, trascendie n-do el ego, está en control de la lucidez de “pantalla” de la conciencia, estamos bajo la escala del ´cero´ absoluto.

Allí, todo lo que tenemos o poseemos son puntos positivos, con los que contamos para evolucionar met a-entrópicamente. Incluso los bloqueos de conciencia del espíritu ―se pueden contabilizar en la sumatoria como un mínimo de puntos positivos, ya que― pueden dar origen a oportunidades kármicas, para aprehender la lección des-bloqueante que nos haría falta ―ver sobre los bloqueos espirituales en los puntos 2.2.2 y 7.6 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección―. Las enfermedades por graves o terminales que sean son un camino doloroso, también de ́ aprehendizaje´ desbloqueante, siempre y cuando se ´aprehenda´ la correspondiente lección. Todos los puntos positivos, e incluso los que para el ego aparentemente sean negativos, corresponderán a situaciones que se pueden

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contar como positivos, para nuestra evolución metaentrópica ―recuerde que la evolución metaentrópica se explica en el punto 2.1.3 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección .

Si contabilizáramos, dándole un puntaje a cada bien que tenemos en el resimbre y en el renombre (esta úl-tima es la riqueza material y afectiva que agrada al ego); como: la sabiduría espiritual, de conocimientos y amor verdaderos, para el simbre; y, se contabiliza para el ego: la salud del cuerpo y del alma, la personalidad, la comida, la ropa, la vivienda, el arte o el oficio o la profesión, el trabajo, las propiedades materiales, los ahorros e inversi o-nes, el patrimonio afectivo, los familiares, los amigos, etc. La sumatoria de todo sería por ejemplo de quintillones de puntos positivos. Si en la escala relativa del ego, tuviéramos que restar los puntos equivalentes, que resultan de s-pués de sufrir una gran tragedia; resta-riamos al total el valor de esta tragedia, digamos que mil millones de puntos negativos.

En la escala del cero absoluto, después de la tragedia tendríamos novecientos noventa y nueve mil cuatr i-llones, novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve billones y novecientos noventa y nueve mil millones de puntos positivos, aún muy por encima del ´cero´ absoluto.

Es decir que no importa cuán grande sea la sumatoria de los puntos negativos, por la pésima situación en que pudiéramos encontrarnos, siempre, pero siempre, tendremos un saldo muy, pero muy grande de puntos posi-tivos. Allí está el beneficio de cambiar la escala relativa del ego por la escala absoluta del simbre. Si la infelicidad se midiera en puntos negativos por el ego, en la escala absoluta no cabe la infelicidad del espíritu ―recuerde que la felicidad y sus formas, es materia de los puntos 6.6 y 7.6.4 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección .

Si al estar “quintimillonario” de felicidad, le sumamos la gran ventaja de manejar el desapego, no hay lugar para depender de ninguna “caricia psicológica” de fuentes externas.

Así, reduzca el sufrimiento que el dolor causa en su ego, aprehendiendo y practicando el desapego, y re-ajustando el nivel cero para recuperar su paz, su armonía y su salud con la felicidad básica ―ver sobre los ejemplos que diferencian dolor del sufrimiento en el punto 2.2.4, y sobre el desapego en el punto 7.6.7, en el Bloque teórico del Libro III de esta Colección; y, repotencie la felicidad básica de su posición existencial positiva con la meditación de seguimiento aplicándole visualización y programación neurolingüística, que explicamos en el Capítulo 2 del Blo-que teórico IV.2, del siguiente Sub-libro IV.2, sobre Meditación.

Con el sufrimiento ahora ya minimizado con las herramientas de IEs indicadas en al párrafo anterior, tras-cendiendo el ego con el simbre ―usando con la planta propia psicoespiritual de IEs, y todas sus herramientas del simbre indicadas en el subcapítulo 7.6, del ya citado bloque teórico III―, descubra, ´vea´ y ´aprehenda´, la lección que el dolor le trae. Siéntase afortunado de contar ya con esa nueva lección, pues con solo aprenderla acabará por desbloquear con ella su conciencia, para luego crecer su resimbre ―ver sobre el resimbre en el punto 7.2 del citado Bloque teórico III de IEs.

Ahora podrá aplicar la nueva lección, que le hará conocer una nueva parte de la verdad, para hacer mejores y mayores misiones trascendentes, que metaentrópicamente enriquecerán su resimbre. Recuerde que el resimbre, es lo único que su simbre podrá llevarse, cuando el cuerpo se muera.

Manténgase siempre en la plataforma existencial óptima, ´Yo estoy bien´ y ´Tú estás bien´ ―ver sobre las plataformas existenciales, el punto 7.6.3 del citado Bloque teórico III de IEs―. Viendo la vida en paz y en armonía como lo explicamos, para así construir el amor. Dígase siempre con el simbre: “mi plataforma existencial óptima, es cuando yo estoy bien porque puedo trascender mi ego”, al hacerlo dejo en un segundo plano sus tribulaciones y emociones negativas.

Trate lo más rápido posible de retornar a la plataforma existencial óptima, cada vez que los diversos episo-dios de la vida lo lleve a una plataforma disfuncional, en la que usted deje de sentirse bien.

De la misma manera, extendiendo como parte de la misma posición existencial óptima, ´vea´ con ´ojos´ de su simbre, a los demás bien, amándolos de simbre a simbre, reconociendo y comprendiendo las mutuas imperfec-ciones egoicas, sin dejar de hacer y mantener las medidas preventivas y correctivas a que haya lugar.

Deje de lado al ego, envíe a un segundo plano sus prejuicios, discriminaciones, prevenciones, temores y miedos. Tome con desapego cada amenaza, recobre su objetividad con el simbre alejando las subjetividades del ego. Cual sanar una herida, la planta propia psicoespiritual de todo simbre saludable y operativo, repondrá con

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nuevos puntos positivos cualquier pérdida por puntos negativos causada por vivencias de dolor que la vida kármi-camente nos depare, por grande que ésta sea.

Anthony de Mello decía que “si a un niño le diéramos diariamente una micro dosis de heroína, lo convertí-riamos en un monstruo adicto a la heroína. Si reemplazamos la heroína por las caricias que recibimos desde bebés, no en micro sino en macro dosis, por parte de nuestros padres, o de quienes, como ´figuras paternas´, hicieron sus veces, tales como: familiares, amigos, maestros, etcétera; todos nosotros sin notarlo, hemos llegado a convertirnos en “monstruos adictos a las caricias” de fuentes externas ―recuerde que las caricias, como el combustible psicoló-gico del ego, es tema del punto 7.6.6 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección .

Así, con la planta propia psicoespiritual del simbre, correctamente reajustada en la escala del cero absoluto, logramos minimizar la creencia, aparentemente irremplazable, que tiene la mayoría de las personas, de tener nece-sariamente que recibir caricias externas, como la única fuente de bienestar.

Mantenga con el simbre su felicidad básica, que es diferente a la felicidad placentera del ego. El ego busca placeres de fuentes externas, es la forma de felicidad que convencionalmente estamos convencidos, que es , la úni-ca forma de ser feliz.

Sin embargo, IEs nos presenta a la felicidad básica, como otra importante forma de felicidad. Está constru i-da por la paz interior la armonía con uno y con los demás y la salud física y mental. De la paz y la armonía ya nos ocupamos en párrafos anteriores cuando hablé acerca de construir el amor.

Ahora se trata de mantener la paz y la armonía conjuntamente con la salud. La felicidad básica la podemos resumir con las primeras letras de sus tres ingredientes ́ P´ de paz, ́ A´ de armonía y ´S´ de salud, para que se le faci-lite recordarlo. Es como PAZ pero reemplazando la “z” por la “s”. Porque cualquier forma de sufrimiento equivale a la pérdida de algún elemento de la felicidad básica. Y sin PAS no podemos mantener nuestra producción de amor , para darlo, a uno mismo y a los demás.

Relacionando el significado de los términos anteriores, sobre la plataforma existencial óptima y el significa-do de la felicidad básica, podemos decir que la primera se logra mantener con la última. También, tener s iempre en cuenta que la felicidad básica es una obligación ineludible y un derecho irrenunciable del simbre, de uno para con uno mismo. La felicidad básica no debemos seguir “empeñándola” a ningún satisfactor o insatisfactor, externos (sean personas, objetos o valores intangibles), cuya respectiva ausencia o presencia nos hace perder la felicidad básica causando en el ego sufrimientos. Y con sufrimientos no es posible mantenernos en la plataforma existencial de “Yo estoy Bien y Tú estás bien”.

Por último hay que mantener el desapego con el simbre, para no sufrir ante la ausencia de todo tipo de s a-tisfactor externo, como: persona, cosa o valor, que queremos con el ego. También, el desapego ante la presencia de todo tipo de insatisfactor externo, como: persona, cosa o antivalor, no queridos, o rechazables por el ego. Cuando dejamos de aplicar el desapego, es porque el apego del ego surge.

Bajo el apego, surge el sufrimiento, cada vez que el satisfactor externo se ausenta, parcial o totalmente; o cuando se presenta un insatisfactor externo, también sufrimos. Como ya vimos que, cualquier sufrimiento es la pérdida parcial de la felicidad básica, entonces el desapego equivale a conservar la felicidad básica. No dejando que ningún apego nos cause dolor, por dolorosa que sea la situación vivencial.

Lamentablemente nuestra cultura es de apegos afectivos, cuyos más grandes satisfactores son: la familia y el valor de todo lo material. Todas las letras de las canciones de moda, así como las de los clásicos de antaño, n a-rran el sufrimiento por apegos, a algún ser querido o, a algo que añoramos con sufrimiento. Y masoquistamente, como “monstruos adictos a las caricias psicológicas”, nos encanta escucharlas, como canciones del despecho.

Hay quienes llegan a cuestionar el desapego, pensando que ello contribuye a dejar de amar a los seres que-ridos. Nada más errado, el desapego lo maneja el simbre descontaminándolo de los apegos del ego. El simbre des a-pegado produce mejor calidad de amor, porque valora al ser querido con total objetividad, en su verdadera dimen-sión, no lo condiciona a nada a cambio.

Cuando uno está apegado, el control lo tiene el ego, quién convierte en ́ querencia´ la posibilidad de amar. Ese querer proviene del deseo de recibir siempre algo a cambio. De manera que, el atractivo de aquello que el ego cree o espera recibir, distorsiona al amor incondicional, afectando el dar para condicionarlo a algún interés. Para

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ello, el ego es capaz de hacer uso de medios impropios, hasta ilícitos, con tal de conseguir lo que quiere, o para conseguir lo que espera recibir.

Es decir que el querer, como es del ego, es subjetivo, no guarda proporción entre el verdadero valor del costo ―en términos del resimbre― y del beneficio ―para simplemente enriquecer el renombre―, pues, lo obnubila la inmediatez sin medida del placer a conseguir. Esto puede incluir la manipulación, a favor de objetivos ocultos, no revelables. También puede ocurrir inconscientemente, bajo el autoengaño del propio ego. Y en casos, poco fr e-cuentes, el ego llega a hacerlo para favorecer, no a él mismo, sino a ciertas personas a quién quiere de manera muy especial.

Pero, de otro lado, está la alternativa de mantener el amor, del verdadero amor que es producido por el simbre; y, no contiene las distorsiones del ego, da amor a quién más lo necesita, por virtud y por deber, sin condi-ciones terrenales, pues su meta es metaentrópica.

1.7 Cómo se CRECE el AMOR, según IEs

Debemos tomar en consideración que, el primer paso para crecer el amor debe superar nuestras disfuncio-nes psicológicas. Aquellas que inconscientemente tengamos ´enquistadas´. Para ello, hacemos el programa indivi-dualizado de metas y valores. Como ya lo hemos explicado, este programa no debe ser “flor de un día”, debe apl i-carse con automotivación y auto disciplina, tomando los correctivos a que haya lugar. El compromiso que tenemos es ponerlo en práctica, implementarlo seriamente, persistiendo virtuosamente hasta lograrlo, pues su progreso se verá lenta y progresivamente. Una vez que el simbre conozca de todo lo anterior, sobre cómo construir y mantener el amor, lo acepte como verdad y lo desee como meta.

Con la submente evolutiva del simbre, hagamos que la submente biológica direccione la plasticidad neuro-lógica hacia la superación de nuestras disfunciones ―esa valiosa posibilidad que naturalmente tiene el cerebro y es una ayuda importante para superar las disfunciones psicológicas―. Así, se reconectarán los circuitos neurológicos sinérgicos (CNS´s) perceptivos, para un óptimo flujo de los neurotransmisores, los que por exceso o por defecto están causando las disfunciones emocionales en las EBC´s del ego, afectando nuestro comportamiento por la ruta de la ira o de la depresión.

Todo ego debe de aumentar su autonomía psicológica, a través de su óptica constructora. Debe, desconta-minarse de las inmadureces egoicas, que tiene como móviles la imitación de las tendencias y el cumplimiento de las expectativas de los demás, buscando su aprobación y temiéndole al qué dirán de quienes el ego ha tomado inm a-duramente como referencias válidas, como superiores a obedecer, como héroes a imitar, o como modelos a seguir.

Así la autonomía es compartida entre el ego constructor descontaminado y el simbre constructor, finalmen-te éste impone su sello de hacer las cosas por virtud y por deber, así contraríe las expectativas erradas de los de-más, sin temerle a su crítica falaz o a su errada y generalizada desaprobación.

El ego tiene la tendencia de sintonizar su óptica para ver siempre lo que mejor puede recibir sin dar nada, o evitar dar más de lo estrictamente necesario. Se trata de la sintonía receptiva, que se explica en el punto 7.6.9, en el Bloque teórico del Libro III de esta Colección.

Cuando nuestra vida está dominada por el manejo del ego nos mantenemos permanentemente en esta sin-tonía receptiva, pues así el ego se regordea cuando es más lo que gana que lo que pierde. Esta es la egoica realidad, donde las matemáticas del ego es que la sumatoria de todo lo que en el mundo se gana es igual a la sumatoria de todo lo que en mundo se pierde. Este es el principio de que ́ la suma algebraica de ambas sumatorias es cero´, don-de el ego siempre quiere estar entre los ganadores.

Una óptima sintonía mental productiva del simbre guiado por su capacidad virtuosa de la empatía, ayudará a crecer el amor con mayores y mejores expresiones del mismo amor, a través de un mayor número y una mejor calidad de las acciones virtuosas del simbre. Bajo esta nueva óptica salimos de lo ordinario del mundo del ego y accedemos a lo trascendente del mundo del simbre. Donde lo que se pierde en el mundo del ego, se gana en el resimbre del mundo del espíritu, con ganancias sinérgicas de valores agregados que forman virtudes, que expresan el crecimiento metaentrópico.

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Así cuando damos amor sin esperar recibir, así sea para el beneficio de los egos de los demás, puede que dejemos de ganar egoicamente, incluso llegamos a sacrificar alguna tenencia material, o perder un lucro cesante, por dedicar recursos, esfuerzos y hasta hacer sacrificios, para dar lo mejor que el simbre debe dar a quién más lo necesita. Así hay, holísticamente, en la sumatoria algebraica de los dos mundos, el del ego y el del simbre, no una suma cero, sino una ganancia de resimbre resultante del valor agregado por la sinergia metaentrópica, que lleva al simbre a acercarse cada vez más a su perfección evolutiva.

Resumiendo lo anterior, la meditación de seguimiento con visualización y programación neurolingüística, que ha desarrollado IEs, es fundamental para lograr los cambios que optimicen las disfunciones conductuales del ego. Con la meditación se optimizan las estructuras básicas de conciencia (EBC´s) del simbre, para que éstas a su vez organicen las del ego. Así, a través de la submente biológica, que recibe las órdenes de las submentes psicológica del ego y evolutiva del simbre, se logrará que se reconecten las CNS´s; logrando con ello, los cambios perceptivos que se necesitan para crecer el amor.

Otra manera de crecer la capacidad de amar, es optimizando el proceso de generar el amor con el simbre, rompiendo el mayor número posible de bloqueos de conciencia espirituales. Este desbloqueo se logra ´aprehendiendo´ por parte del simbre nuevas lecciones de verdad, de amor y de bondad. Con ellas, las EBC´s bl o-queadas del ego se sensibilizan para poderse modificar y finalmente superar el bloqueo.

El proceso continúa, como un círculo virtuoso, que permitirá al simbre desarrollar nuevas EBC´s, capacitán-dolo para hacer nuevas o mejores misiones, que resulten en la producción de más y mejor amor.

Este proceso requiere permanecer en la óptima plataforma existencial, mantenerse en pleno estado de fe-licidad básica, practicando el desapego en forma permanente; lo que contribuirá a contar con el escenario óptimo, para que el simbre logre crecer el amor que produce, para darlo cada vez más y mejor.

En la medida que el simbre domine el desapego hay que seguir practicándolo para obtener cada vez más y mejores resultados, disminuirá su dependencia por las fuentes de caricias psicológicas. Su p lanta propia psicoespiri-tual se auto-abastecerá de energías internas para conservar la PAS y producir más y más amor para dar incondici o-nalmente y hacer el bien con verdad y con amor. 1.8 Nuestra realidad puede mejorar en el campo del amor de simbre

El ego disfuncional ejecuta repetitiva o permanentemente actos dolorosos que bloquean al simbre. Aterr i-zando nuestro visor a la verdadera realidad, del aquí y del ahora, observamos que la capacidad productiva del amor está bloqueada, la mayor parte de las veces. Y deja de crecer en la dirección en que están los bloqueos que se opo-nen al desarrollo de nuevas líneas de EBC´s. Como el usual operador de la lucidez de la pantalla emocional es el ego, no amamos bien, no hay sabiduría para el amor, porque el simbre se afecta con los bloqueos de conciencia.

El ego difícilmente es imparcial y tampoco lo ha sido, ni está en condiciones de repartir el amor del simbre, lo suele hacer en forma selectiva y hasta mezquina. Es decir da a quienes más quiere, lo hace para obte ner algún beneficio afectivo, casi nunca a quienes más amor necesitan. El ego hace los sesgos que cree conveniente de acuer-do a sus preferencias y circunstancias, por interés o por temor. Así, manejados por el ego no damos amor sino ´querencias´, o cuando logramos hacerlo, el amor no es a manos llenas, sino, en forma limitada y condicionada, solo para quienes más queremos; en cambio, el simbre lo haría a quién más lo necesita; aún sacrificando algo del renombre, para ello es preciso trascender verdaderamente el ego.

El resultado del análisis anterior, es que vivimos bajo un relativismo ético, en lo que concierne a amar. Cada quién cree y dice amar, pero en el fondo solo quiere con el ego, bajo un falso amor condicionado. Por lo anterior, se hace indispensable que el amar se convierta en una virtud que lo maneje el simbre. Y que el simbre a su vez, “aprehenda” a trascender el ego en forma fácil, rápida y oportuna.

Solo así la humanidad podría por fin, hacerle caso a Jesús de Nazareth: amando el simbre de cada uno de los demás humanos con el simbre propio y con el mismo amor con que uno se ama a sí mismo. Con la clase de amor trascendente, que es la voluntad del creador, que ha venido evolucionando por designio de sus leyes, amor implíc i-to en actos que jalonaron la historia evolutiva de la naturaleza y la civilización.

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Lamentablemente permitimos que el amor lo maneje el ego y lo convierta en simple “querencia” por inte-rés. Falacia que vuelve frágil toda integración humana, −expresada en objetivos, planes y programas económicos, sociales, familiares, de pareja e individuales−, que termina ratificando nuestra mediocridad, no nuestro digno afán por la excelencia.

El amor verdadero no será accesible al grado evolutivo mental del humano, mientras éste no aprehend a a trascender el ego. Debemos hacer masa crítica, es decir que lo practiquen los líderes para que, con su ejemplo, logren convencer a la gran mayoría de sus liderados, para que el verdadero amor de simbre lo practiquen todos, por consenso universal y que sea parte estructural de nuestra filosofía cultural.

1.9 El Amor y La Verdad, son leyes espirituales y deben ser referentes éticos de práctica universal

Como se demuestra en el Capítulo 2 del Bloque teórico del Libro III de esta Colección, El Amor y La Verdad son leyes universales, son parte de la voluntad del Creador y están escritos en cada página evolutiva del Universo antes de la aparición del humano, por lo tanto deben ser considerados referentes éticos de universal aceptación. Nadie, a la larga, puede lograr oponerse a las leyes que han venido y siguen haciéndonos crecer en Amor y en Ver-dad, porque son designios de la Creación, son tan perfectas que el Creador no tiene que necesariamente que inte r-venir.

Negarlos, o ignorarlos son recursos estériles y vanos, que la acción dolorosa kármica se encargará de mos-trarle a cada quién de su error, con lecciones de verdad y de amor, muchas veces a través de vivencias de dolor, de La Ley de la Justicia Restitutiva divina.

Todos debemos reconocer las leyes universales de La Verdad y del Amor y tomarlos como imperativos ca-tegóricos para servir, como su nombre lo indica, como lineamientos básicos y fundamentales innegables para nue s-tros principios. También como ingredientes fundamentales en cada acto de nuestra propia vida. La aceptación de todo lo anterior debe generar el compromiso total de cumplimiento y de aplicación, que son ineludibles, para pe r-feccionar el resimbre.

"Nuestra tarea consiste en descubrir la diferencia que hay

entre lo que es sólo apariencia y aquello que está vivificado por la savia interior

que proviene de innumerables raíces escondidas". F. Delclaux

"Aunque recorramos el mundo en busca de su belleza, si no la sentimos dentro, nunca la encontraremos". Emerson

"Cuando Dios quiere escondernos algo,

lo pone bien cerca de nosotros". Anónimo