Multiplicación panes

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MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES

Esta escena del Evangelio es narrada por los cuatro Evangelistas.Los discípulos regresan de evangelizar y le cuentan al Señor Jesús lo que habían hecho y enseñado en su misión apostólica. Están cansados y el Señor los invita a un lugar solitario para que descansen con él. Jesús siempre a lo largo del Evangelio muestra una preferencia muy especial por sus apóstoles y busca descansar con ellos y enseñarles los grandes misterios del Reino. En la segunda parte de su vida pública, se dedicará a ellos casi exclusivamente. Cuando él hizo la elección de sus apóstoles los llamó “para que estuviesen con él”.

El estar con Jesús es lo más importante y la primera característica de todo apóstol, a través del trato íntimo, de conocerle, ver su estilo de vida y asimilar plenamente sus ense-ñanzas. Sin este trato íntimo el apostolado estará vacío de eficacia.Jesús y sus apóstoles se retiran en una barca a la orilla oriental del Lago, cerca de la ciudad de Betsaida, de donde eran oriundos Pedro y Andrés. Se retiran a un lugar solitario, porque en Cafarnaúm la gente no les dejaban tiempo ni para comer.

A Jesús le gustan los sitios tranquilos y apartados para dedicarse a rezar y a meditar. Esta es una lección para nosotros tan amigos del ruido y de la bulla para que también de vez en cuando dediquemos tiempo a pensar y rezar en la tranquilidad de los sitios apartados y propios para la meditación.

La gente de Cafarnaúm y de la orilla nor-occidental del Lago se da cuenta enseguida de la partida de Jesús con sus discípulos, y rodeando a pie la costa norte del Lago llegan al sitio donde había desembarcado Jesús.

Se frustra el descanso pues Cristo movido a compasión se dedicará a acoger con cariño y a atender a la multitud instruyéndolos sobre el Reino de Dios y también curando a los enfermos. Aquí se manifiesta la inmensa ternura del corazón de Cristo que no le permite presencia el dolor y el sufrimiento sin acudir en su socorro.

Aquellas muchedumbres esta-ban hambrientas de consuelo humano y buscaban la sanación de sus cuerpos y de sus miserias materiales; pero también de escuchar la palabra del Señor. Varias horas pasó Jesús enseñando a toda la gente que lo había seguido y escuchando sus peticiones de sanación, desarrollando doble apostolado del alma y del cuerpo.

Se hizo tarde y los apóstoles están preocupados por tanta gente que ha venido de la otra orilla, que no tiene comida ni lugar donde pasar la noche. Le piden al Señor que despida a la gente para que vaya a los lugares cercanos de la comarca para comprar comida. Pero los designios de Cristo son diferentes.

El hará un milagro lleno de sencillez demostrando el interés que siente por estas multitudes y su preocupación para que tengan el sustento necesario. Jesús les dice a los apóstoles “Dadles vosotros de comer”.

Los apóstoles se ponen a hacer cuentas de cuánto dinero se gastaría en conseguir pan para tanto gentío. Pero a Dios no hay que hacerle cuentas. El no necesita de nuestros datos. No andemos diciéndole cuanto necesitaremos para nuestra vejez o para el año entrante. El ya hizo sus cuentas y no necesita de las nuestras sino que lo amemos con todo el corazón, tengamos interés en escuchar sus enseñanzas y confiemos en su inmenso poder y en su generosa misericordia para ayudarnos.

Este “Dadles de comer” pronunciado por Cristo sigue resonando en los oídos de la Iglesia y sus colaboradores. Es la voz de Cristo ayer y hoy; la Iglesia debe ser esa voz de Cristo, abogada de los pobres y desvalidos.Tiene profunda significación que Jesús para obrar este milagro solicita la colaboración de sus apóstoles para repartir el pan del milagro.

CADA UNO DE NOSOTROS DEBEMOS SER ÚTILES PARA CRISTO EN SU LABOR DE SALVAR ALMAS: UNOS REPARTIENDO CIENCIA, OTROS AMABILIDAD, OTROS LIMOSNAS Y TODOS REPARTIENDO BUEN EJEMPLO. TODOS DEBEMOS COLABORAR.

Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice a Jesús que hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es esto para tantos? Esto no era nada para dar de comer a más de cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.PERO ESTA NADA PUESTA EN MANOS DEL SEÑOR SE MULTIPLICA Y ES SUFICIENTE PARA DAR DE COMER A TODOS.

El Señor no nos pide más de lo que podemos. Por eso que podemos, por poco que sea, hemos de entregarlo con generosidad al Señor y él sabrá multiplicarlo en bien de muchos.Esta escena prefigura la Eucaristía, se nos dice que levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y los fue dando a los discípulos.

Lo que Cristo bendice se multiplica en todos sus frutos. Admirable espectáculo el ver esos miles de hombres, mujeres y niños, quedar saciados de tal manera que sobraron después doce canasto.

Jesús manda a recoger el pan que ha sobrado. No quiere que se desperdicie nada. El alimento es un precioso regalo del cielo y no tenemos ningún derecho a desperdiciarlo.

Jesús sigue haciendo milagros todavía No debemos pensar como algo que sucedió sólo una vez. Su mano es un explosivo de prodigios y basta tocarla con la fe para que broten maravillas de Dios a favor de los creyentes

Jesús manda a recoger el pan que ha sobrado. No quiere que se desperdicie nada. El alimento es un precioso regalo del cielo y no tenemos ningún derecho a desperdiciarlo.

LA VOZ DEL SEÑOR PIDIENDO QUE SE DÉ DE COMER A LAS MULTITUDES DEBE SER OÍDA POR TODOS Y PUESTA EN PRÁCTICA LA AYUDA SOLIDARIA, SOBRE TODO DE QUIENES TIENEN POSIBILIDAD DE AYUDA A TANTE GENTE QUE VIVE EN POBREZA MISERABLE

No debemos olvidar nunca que una de las causas que pone Cristo como causa de condenación es: “Tuve hambre y no me disteis de comer” (Mt 25,42)

Este pasaje revela la cultura de la solidaridad no del individualismo. Es una respuesta al hambre del mundo. Hay demasiados a quienes les sobra todo y a otros les falta todo, no tienen nada. El hambre se podría remediar con los que les sobra a unos.

Estamos en la obligación de compartir nuestro amor, tiempo y alegría. TODO SE PUEDE COMPARTIR.