Josué Mirlo
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
primera edición, Ciudad de México 2015.Selección poética y
curaduría analítica Andrés Cisneros de la Cruz
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Portada y guardas : Laura Quintanilla Edición y diseño:
Adriana Tafoya /André Cisnegro
©Sociedad Cultural Josué Mirlo, A. C. ©Editorial Verso Destierro
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www.versodestierro.com
ISBN 978-607-9320-26-3 Se prohibe la reproducción parcial o total
de esta obra —incluido el diseño— sea cual fuere el medio,
electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del autor
y/o editor.
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Acercamientos a la obra de J M:
Jorge Hiram Barrios, Ricardo Suasnavar,
Marco Antonio Murillo, Eva Castañeda,
Víctor Hugo Díaz, Carlos Aguasaco, Rubén Medina y Roberto López
Moreno
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Andrés Cisneros de la Cruz
No todo es urbe para la poesía. Y aunque las ciuda- des usen sus
puños para guardar entre sus versos el pá- jaro de la
historia, los poetas que viven y mueren libres
pesarán más que cualquier poeta funcionario o político poeta.
Porque para un poeta nacido al filo de 1900 la única forma de
brillar en vida era viajar, trasladarse al centro de los vectores,
al seno cosmopolita y volver- se un ciudadano del mundo; asirse al
surgimiento (o renovación) de las universidades, y desde un
puesto
activo impulsar su carrera e intelectualidad, bajo la re- ferencia
de construir las lecturas establecidas para la futura educación del
país.
Sin embargo, lo dionisíaco, lo trágico, lo elemental- mente oriundo
al poeta que se hunde en sí mismo para cavar una tumba a la medida
en su propia sombra, es lo que da magnitud a un estilo, que
metacrónico, logra ejercer un mundo, el mausoleo de su propio
horizonte; y eso es lo que logró Josué Mirlo, plasmar una
vida poética, que en su alcance metafórico supera (en varias
aristas) la urbe del estridentismo, y en su condensación
simbólica/ontológica se encuentra entre el modernis- mo y el
poeticismo mexicano. Josué Mirlo nace trece años después que
Ramón Ló-
pez Velarde y fallece en 1968 igual que Pablo de Ro- kha. Paralelo
a la Revolución y al margen del triunfo de las instituciones, da
por resultado el estilo de un
poeta desterrado del panorama de la poesía, nutridapor las
vanguardias francesas e inglesas, que asumieron bien los
universitarios, siempre tratando de matizar el
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origen campesino y provinciano de sus lugares natales. (Aunque
Carlos Pellicer trata de reivindicarlo con su
enfoque arqueológico). Sin embargo, en la poética de Mirlo hay
vislumbres de una veta humanamente fun- dida al hombre
contemporáneo, en busca de lo tras- cendente, en lo fugaz, y que se
sacude las hojas secas para reverdecer en el poema. Mientras que
los univer- sitarios del grupo no grupo de Contemporáneos
buscó
la trascendencia en los clásicos, Mirlo la encontró en la vida, en
las reflexiones directas de observar los fe- nómenos del mundo, y
después, en sus años últimos, imaginándolos desde el doloroso
delfos de la ceguera. Igual que Borges o Bonifaz Nuño.
Más distante de la política de “construcción na- cionalista”, Mirlo
representa una especie de distopía natural, una estancia bucólica
de femenino panteísta. Un paraíso infernal en donde toda la belleza
se vuel- ve también un espacio de estadía forzada; para Mirlo
ser en el mundo y estar en la vida es un proceso sin fin, que
delimita la condición históricamente carnal del pensamiento
constreñido a la época y el contex- to, y que el poeta termina
asumiendo como su propia contradicción nata, y al mismo tiempo
representa su pelea-crítica contra el “propio” origen. Mirlo
encarna esta guerra de un modo lúdico, satírico, y seguramen-
te, encubierto en temas cotidianos, para poder golpearcon disimulo
la conciencia de sus vecinos, amigos y demás comarquenses.
Detector de baratijas, el poeta disfrazado de pacien- te, hace de
las joyas feas del día, los frutos del árbol gi- gante de la
locura. Cruza pasadizos, construye vitrinas,
mientras la nube tarántula llueve seda y el circo mues-tra sus
monigotes, esperpentos que se desprenden del espejo cóncavo de
Valle Inclán, y las estrellas, pelusa
Proemio esencial
7Josué Mirlo por Andrés Cisneros de la Cruz
de luz, son el árbol del cosmos; tierra a la que vuelve el
desquiciado de la puerta abierta. Por supuesto, más
moderno que Velarde (en su idea estructural del libro): trece años
son un lapso suficiente para engendrar un abismo —una generación—.
Pero ¿por qué no es con- siderado entonces un aportador de “formas
novedo- sas”?, ¿por qué no ha sido llamado al vórtice que divide la
poesía clásica de la poesía moderna?
Tal vez porque distante de la poesía que en el México del
siglo fue leída con el cuentahílos del preciosismo floreciente de
Europa, para un poeta “rezagado”, el ser fue un proceso de
particular descubrimiento; porque fue también testigo directo de
las otras cosas. Cons- tructor de su propia fenomenología. Por
ello, los subte- rráneos ríos de la poesía mexicana ahora se
descubren como grutas en donde la riqueza poética comienza a brotar
de su estadío, y la boca líquida de un cenote es la lengua de agua
que demuestra que hay un rico mundo fuera de la ciudad, aparente
centro de las percepciones. Porque Mirlo se haya entre la añoranza
de no haber es- tado ahí, como apunta en su Autorretrato: “El
destino, más fuerte que yo, me hace sonámbulo y vago como un perro
famélico y sin dueño, que husmea por las aceras el rastro de un
cariño que se perdió en la urbe”, y su
Inquietud , por el otro lado, de construir un corpus,
al
modo imaginativo de Julio Verne, desde la biblioteca,en este caso,
del paisaje, y admirar el horizonte que ale- tea para encapsular su
sombra huérfana.
Misterio es la poesía, sobre todo cuando nos habla de una realidad
que delante de nuestros ojos está, y sin embargo, era invisible
antes de que nos fuera develada
por el poema. Josué Mirlo es ese poeta que coloca lametáfora como
un catalejo que nos hace ver la vida de los objetos que se funden
con el fondo. Mirlo es de esos
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8 Proemio esencial
poetas raros de los que Rubén Darío habló; pero antí- poda:
“Yo soy una torre de Estación inalámbrica”, dice
el poeta en Mensaje , y aparece más cercano de la tele-
patía lingüística del internet, que del pararrayos celeste.
Porque hace falta estudiar el “poeticismo” de Mirlo. La hechura de
sus metáforas, su sentido. Hace falta investigar qué camino une su
estilo con Ramón Mar- tínez Ocaranza, porque no sólo los han
confundido
por su parecido porte, sino porque hay momentos versales de
tal sincronía. Hace falta que los lectores conozcan a este poeta
novio de la muerte, sombrío, poeta viudo (literalmente hablando),
más que Nerval, vívido enlutado, sin sumergirse en el pozo de
un “sol de la melancolía”; prosa bárbara que ensaya “la danza de
péndulos ahorcados en la sombra”, “viento lúgu- bre con alas de
murciélago”, “pájaro fantasmal” con sus “antenas de plata”, para
unirse al “árbol del mar”. Por- que Mirlo logró —de otro modo—
romper el síndro- me de Sísifo y fue “un camino con figura de
hombre” y “ante el pavor de estar soñando inmóvil en la cumbre, una
angustia se le abrió como una rosa enorme... y la Esfinge que
llevaba: dio señales de hablar”. Lectura del Huidobro creacionista
que ramifica también en su poema El paranoico donde
confiesa su esperanza de llegar a ser dios, pero narcisista
destructivo, apunta
más alto que Huidobro, porque no se “sentirá” (verboque ocupa con
ironía) cualquier deidad; sino “como un nuevo Quijote, hará de
Sancho Panza al viejo Dios mediocre”. Adiós creacionismo. Florece
la rosa para comerse al poeta y dar a luz una nueva flor. Tal
vez por eso también sea un poeta que ha sido re-
legado de la lectura general de la poesía central mexi-cana, porque
representa un paradigma: el de trascender la antigua divinidad y el
halo soberbio de Occidente
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9Josué Mirlo por Andrés Cisneros de la Cruz
de ya todo está dicho bajo el sol. Premisa que Josué Mirlo anula,
porque cada paisaje que mira con sus
poemas es distinto y se haya también bajo una distinta estrella.
Por supuesto que Mirlo es un poeta moder- no, postcontemporáneo si
se quiere —si acentuamos su marginalidad y fijación en el
instante—, pero sobre todo que ya ejercía una crítica con la mira
apuntando hacia esta modernidad tardía y decadente que se vive
a
principios del siglo : “Ese monstruo, que los siglos llaman
enfáticamente: humanidad”, la define, y “que ha hecho del planeta
su guarida, donde te reverencia y te sahúma con las
emanaciones corrompidas de su estercolero en podredumbre”. Versos
que ahora cata- logarían de eco-poesía. Josué Mirlo es un
poeta actual, por eso importa leerlo;
porque su poesía se vuelve necesaria como antídoto en el ruedo
espectacular del engaño social. Y sobre todo, estar aquí, es
también voluntad de acudir intrigado a la función, a la cita, al
manicomio, de uno de esos pocos poetas que dan “el madrazo en el
estómago” con sus versos, como exigía Max Rojas a la poesía.
Acercarse a Mirlo, es arribar a una poética de mirada honda, pues
ya tenía en mente formar “el primer hombre psíquico de una
nueva y radiante humanidad, ya con el pensa- miento liberado, feliz
de arder, sin apagarse nunca”.
Un poeta de entrevanguardias
Ubicar la estética de Mirlo en el contexto mexicano, nos obliga a
pensar en un sitio que se desarrolla fuera del curso general de la
historia nacional, pero que se coloca también —al estar fuera— como
un observador menos contaminado de la politiquería nacional,
que
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10 Proemio esencial
desarrolla los postulados y premisas de vanguardia, así como los
estatutos estéticos y que en Mirlo se vuelven
ejercicios naturales. Con esta acotación, podemos de- cir que Josué
Mirlo es un poeta de entrevanguardia; que atraviesa el
estridentismo, y simpatiza con su perfil lúdico y carácter popular,
sin embargo, no se une a él, ni ejerce el estridentismo en su obra,
pese a la notable influencia. De igual modo, coincide con el
agorismo,
que “no era nueva teoría del arte, sino una posición definida y
viril de la actividad artística frente a la vida. El arte debía
tener objetivos profundamente huma- nos” (Diccionario de literatura
mexicana. Siglo , , 2014), y ahí, Mirlo encuentra un vínculo, por
el valor humano, tan fundamental para él: humanismo que deriva
también de un para-modernismo, que con- trario al agorismo, termina
por establecer su derrotero en la metáfora. Al pasar por este
grupo, Mirlo nutre su perspectiva, pero siempre desde el ejercicio
de una poética propia. No es raro que también termine por
encontrarse en la obra de Mirlo una gran similitud con la obra de
los poetas poeticistas, que se manifiestan como tales hasta 1953.
Es decir, la estética de Mirlo se consolida por parte propia con
los elementos sociales y culturales de su época, pero desde
una episteme his- tórica diferente, lo cual nos otorga también otro
enfo-
que, desde el cual los estudiosos de la poesía mexicana—que se
desarrolló en el siglo — podrán abordar el fenómeno de este
peculiar poeta.
Su condición trágica lo vuelve también un poeta de un lirismo
desbordante, sin caer en los clichés de la poe- sía realizada a
mediados del siglo pasado, y lo coloca al
margen de lo arcaico, pero así mismo al margen de lasmodas, lo que
conforma un problema que atañe también a la lingüística, por la
peculiar forma de los vehículos del
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mensaje, y sobre todo la formación del habla a partir de la
partitura poética, y viceversa. Sería curioso consultar
ciertas fuentes biográficas para entender cómo sonaba la poesía
mirlense, de cómo su eco resonaba en los cuar- tos, celdas,
vitrinas que se edifican dentro de sus libros; y cómo cada
poema se vuelve un interlocutor en esos espacios, como si fuese un
ser vivo que habita entre las cuatro paredes de la hoja, y que
representa un análisis (u
óptica) de alguna situación o circunstancia. El simple enfoque de
la distribución visual del libro
ya nos da pistas de que leer desde el ojo modernista sería
equivocado; de igual modo que del estridentista, agorista o
poeticista. Mirlo como buen poeta de en- trevanguardia se deslinda
de su entorno y cincela un propio ángulo para mirar los especímenes
a su cuida- do; otro vértice para su estudio: hallar el enfoque
pre- ciso con el que lanza su discurso el poeta; y del mismo modo,
cómo se va delimitando éste. Uno de los mo- tivos de esta selección
poética y crítica, es generar un panorama lo suficientemente rico
como para entender la amplitud característica por la que Mirlo
puede ser un poeta para el escrutinio de los investigadores.
Antecedentes elementales y estructura del nosocomio
El trabajo que se ha realizado con la poesía de Mirlo tiene un
valor muy importante, y es en mucho lo que hace posible hoy pueda
concretarse un libro de esta naturaleza, ya con la idea de entender
la universalidad de una obra tan particular.
El compendio que concreta tan cuidadosamen- te Francisco Valero
Becerra, Josué Mirlo. Capulhuac, rincón de la palabra
(, en el centenario del poeta,
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12 Proemio esencial
2001), es punto de partida para entender cómo Mir- lo se vuelve la
figura inaugural para la identidad de
varias generaciones en su pueblo; pero también en el
territorio mexiquense. Valero ya había realizado pre-
viamente en 1988, otra reunión de obra, titulada Era un
pájaro orfebre (). Valero logra plasmar cómo el poeta se
erige también como tutelar en gran medi- da, del Estado de México.
Realiza una cronología de-
tallada de su obra, así como su entorno en periódicos, y un
fundamental recorrido por los movimientos de la época, empezando
con la postura de los Contempo- ráneos, seguida de una precisión
realizada por Sergio Mondragón acerca del estridentismo. Muy
cercano a la obra de Mirlo, Francisco Valero, referencia detalles
apuntados por José Muñoz Cota, Salvador Calvillo Madrigal, Clemente
Díaz de la Vega, Rodolfo Gar- cía Gutiérrez y Alfonso Sánchez
Arteche (que prolo- ga Era un pájaro orfebre ) por
nombrar algunos, y que entre sus aportes más significativos fue la
forma de reunir la obra, en bloques, que obedecen a sus libros,
pero también la compilación de los textos inéditos, y titular como
La primavera del poeta los primeros poe- mas, escritos entre
1921-1923 y Canción salvaje (con otros poemas) a los textos de
su última etapa.
En la presente selección, respeto el apartado de Va-
lero, La primavera del poeta, y a la sección de
Canciónsalvaje ..., la titulo Canciones salvajes. El enfoque
uti- lizado aquí, fue tomar los poemas con los que Mir- lo fue
desplazando el ángulo de su ejecución poética. Y así, desde
sus primeros poemas hasta sus apuntes últimos, busco hacer registro
de los desplazamientos
estilísticos; los nodos de conversión. De igual modo,mantengo la
idea visual que el mismo Mirlo pensó en su libro
Poemas (1964), y donde de modo “portento-
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13Josué Mirlo por Andrés Cisneros de la Cruz
so” ostenta el nosocomio, la casa, el mercado, todo en las páginas
a modo de vitrinas. Procuré mantener sus
descansos, sus pausas visuales, así como el enfoque de sus
recuadros, en la medida de lo posible, para articular así las
secciones que van integrando la evolución del genio mirlense.
Otro de los poetas mexiquenses (aunque nacido en Argentina) que ha
realizado un trabajo limpio y di-
dáctico respecto a la obra de Mirlo, es el poeta Pedro Salvador
Ale, que compendió Grito de sol (Norte/Sur, 2012); un
libro bello que funciona perfectamente para iniciar en las escuelas
a los jóvenes en la poesía; un enfoque muy oportuno para la
difusión de la obra de Mirlo. También se puede encontrar la edición
espe- cial de la revista Castálida, dedicada a la obra mirlense,
coordinada por Benjamín Araujo, o la biografía reali- zada por el
poeta Yabel René Guadarrama.
Por otra parte, una de las piezas mejor pensada para generar un
panorama de la poética de Mirlo, es Tra- dición y transgresión,
aproximaciones a la poética de Jo- sué Mirlo (Norte/Sur,
2011), compilado por Eridania González Treviño, donde el título
dice ya mucho del abordaje de los ensayos. José Luis Herrera
Arciniega, inscribe Josué Mirlo en la tradición del sistema
literario mexiquense ; Carmen Álvarez Lobato hace una
atinada
comparación de la estética mirlense con el esperpen-to de
Valle-Inclán; David de la Torre Cruz, aborda el poeta como un
camino, Estudio de la tradición y los te- mas de la
poesía en el bardo y Juan Carlos Vásquez hace un análisis con
lupa del Cuarteto emocional .
En este Museo de esperpentos y ensayos en prosa
bárbara
la intención fue invitar a académicos de universidadestanto
mexicanas como de otros países, para lograr esa perspectiva fuera
del entorno del poeta, y así angular
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mejor el cauce estilístico de la obra. Pero también otro interés
era que los académicos invitados fueran poetas,
y que pertenecieran a diferentes generaciones y grupos. De
ese modo la visión del poeta Mirlo sería (y es) más completa. Al
final del libro encontrarán las fichas de los analistas poéticos,
pero adelanto que Carlos Aguasaco es poeta, investigador, editor y
gestor cultural, nacido en Colombia, radicado en Nueva York. Marco
Antonio
Murillo, al igual poeta, editor e investigador de litera- tura
mexicana y realiza una maestría en la Universidad de Texas. Víctor
Hugo Díaz, poeta chileno, Premio de Poesía Pablo Neruda 2004. Jorge
Hiram Barrios, escri- tor, traductor y catedrático de la UNAM,
especialista en aforismos. Eva Castañeda, poeta, editora e investi-
gadora, fundadora del Seminario de Investigaciones de Poesía
Mexicana Contemporánea. Ricardo Suasnavar, poeta, traductor y
editor. Rubén Medina, poeta infra- rrealista e investigador de la
Universidad de Wisconsin y el maestro Roberto López Moreno,
una de las plumas más completas de la lírica nacional. Como verán
las óp- ticas aparecerán enriquecidas entre sí, y el censor crítico
ayudará a encontrar los puntos naturales que articulan el enfoque
móvil de Mirlo.
Agradezco la voluntad de la Sociedad Cultural Josué Mirlo, la
alianza, y sobre el entusiasmo tan familiar
y al mismo tiempo tan comprometido literariamentecon la obra
del maestro. A la hija del poeta, María Salomé de Jesús Robles
Mejía, a Herminio Gonzá- lez Zamacona y Arturo Allende González,
así como a cada uno de los miembros de esta Sociedad. Al igual el
valioso apoyo de la Asociación de Profesionistas de
Capulhuac, .., a la Escuela Preparatoria Regional deCapulhuac y a
todas las personas que solidaria- mente y desinteresadamente
esperaron este libro.
Proemio esencial
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Decidí mantener los ensayos —al modo de una edi- ción crítica— a
pie de página: de modo paralelo, alea-
torio; como si fuesen estudios detrás de las paredes, observando el
transcurrir de la poesía, con normali- dad; y por otro lado, para
que los acercamientos, las lupas —como si fuesen lentes de Peter
Greenaway— se mantuvieran como una realidad alterna, pero visible.
Esto siguiendo la lógica de espacios que ocupa Mirlo
en sus libros; vitrinas, galerías, celdas, etc. En este caso, el
pie de página corresponde a cuartos, que podemos entender como
“estudios de cristal” (haciendo alusión a aquel poema de Enrique
González Rojo padre). Y por otra parte, el guion que formulé para
la lectura, es un ideograma a partir del Atlas descrito por
el cielo, de Goran Petrovi: andamios donde los pies de página, son
parte medular de la lectura, pero al mismo tiempo, capítulos
enteros que se leen a la misma proporción que el texto central. Al
final, es de este tratamiento dimensional de donde brota la
relevancia de leer ade- cuadamente a Mirlo, a principios del siglo
, y por ello, la experiencia de entrar en este libro, será parecida
a la de entrar a un cubo laberíntico, donde las posibi- lidades, al
modo de Schrödinger, nos dan la opción de avanzar desde el espacio
de lo poético, o, si se prefiere, desde el espacio de lo
metapoético. Ambas dimensio-
nes existen, pero no se determinan entre sí. Son reales y
conviven en el abstracto del que mira.
Josué Mirlo por Andrés Cisneros de la Cruz
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http://slidepdf.com/reader/full/mirlojosue-interiores 16/184
I M
Es importante que el lector tengapresente que los ensayos que acom-
pañan —a pie de página— los poe- mas, fluyen de forma independiente
de los mismos, aunque compartan la hoja. Por lo cual es
recomendable que lea por separado el ensayo, que se dis-
tingue por una fuente más pequeña.En algunas páginas, para dar
senti- do a este laberinto, existen indicacio- nes de en qué galera
el lector puede dar seguimiento al ensayo en curso.
Los ensayistas de este libro, pegados a su mirilla, estudian el
cuerpo total
del museo-libro y no correspondennecesariamente a cada una de las
ha- bitaciones. Es una trama dimensional donde el último en ver (el
observador detrás del observador) define dónde enfocar su vista (su
lectura).
Una vez aclarado esto, es momento
de que tú, lector, ajustes tu lupa.
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[Primer acercamiento: L : .
Por Carlos Aguasaco]
A Josué Mirlo vivió y escribió en los dos prime- ros tercios del
siglo , (1901-1968), su obra es más actual y vibrante que la
de muchos poetas del siglo . ¿En qué radica la vitalidad y la
frescura de sus poemas? ¿Cómo es posible que un poeta que falleció
hace más de cuarenta años sea más actual que el más joven de
nuestros contemporáneos? Desde el punto de vista formal, Mirlo nos
sorprende con una poesía de ingenios que en la superficie nos
parecen surrealistas, o de vanguardia latinoamericana, pero que en
lo profundo corresponden con una poética, una filosofía del
lenguaje literario, que trasciende el arti- ficio surrealista y la
coyuntura de la vanguardia. Desde Canto a la
primavera [Andante nocturno] (1920-1923) vemos que
las aso- ciaciones de Mirlo revelan una estética de las
correspondencias:
Y aquel beso fue un pájaro que hizo espigar sus trinos en el
cerebro diáfano de los amaneceres;
y por el dorso púgil de todos los caminos pasó un coro de
risas como bellas mujeres.
La primavera del poeta
19
P
Son vocablos de carne mis hermanos los hombres, son vocablos de
carne, son litúrgicos nombres con que expresa la Tierra su visión
sideral. Las ideas fulgurantes de sus frases carnales las compendia
la muerte sobre labios astrales
cuando muere el sonido de la frase inicial.
No es verdad que la muerte sea cobarde asesina, es la musa celeste
de la Tierra que trina en el parque de Cronos oliente a santidad.
Por eso es cada hombre un pensamiento estético que sintetiza todo,
lo viable y lo patético, de la Tierra que vive toda una
eternidad.
Así todo planeta que medita solemne en el bosque azulado del
infinito indemne tiene un lenguaje excelso: su misma
humanidad.
En Manicomio de paisajes (1932) encontramos ecos
modernistas
re-contextualizados o trasgredidos que nos hablan de leyendas
azu-les, sátiros juglares y jaulas de pájaros que han quedado
abiertas como en el cuento El pájaro azul de Rubén
Darío. Así Mirlo nos dice:
La tarde es una pajarera ambulante, que hoy dejó
abierta la jaula de sus pájaros […]
Desde este momento el “espíritu altanero” que canta en los versos
de Mirlo transita revelando su estética en el “vasto silencio de
las
Josué Mirlo por Carlos Aguasaco
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20
A
[B]
Era un ensueño pálido de la humana quimera la novia provinciana que
por la vez primera al entrar en mi templo prendió el cirio
pascual.
Y desde entonces tengo una sacerdotiza que me enseña el
secreto para cantar la misa en las noches azules de carne
musical.
Cuando planta en las cumbres sus banderas la luna, ella, la
pueblerina novia de crencha bruna,
es un alejandrino en lengua sideral. Y el trotar
ritmocéntrico del corcel de alabastro, que relincha en el verso, es
el cóndor del astro que plantó sus banderas en la hora
triunfal.
Y que al zarpazo armónico de sus garras de plata sonoriza los
hilos de color escarlata que hizo santamente del astro
universal.
cosas sin alma”. Estos versos ya anuncian que la poética de
Mirlo
es una estética de las correspondencias que se centra en la
transi-ción de un estado a otro estado. Allí donde “no había alma”
transita ahora el “espíritu altanero” que las transforma al
nombrarlas.
En Baratijas (1955) la voz poética sufre una
transformación fruto de un cambio de contexto. El que antes era un
reino de las “cosas sin alma” ahora le habla al yo poético y hace
que el anti- guo proceso de verter su espíritu en las cosas se
invierta. Ahora
son ellas las que vierten su alma al oído del poeta: Diario a
diario recibo mensaje de las cosas:
—de la piedra, del árbol, de la estrella, del sol…—
La primavera del poeta
se oye el balar de plata de los blancos luceros
llega una virgen loca; en sus pupilas raras se hace largo el
bostezo lila de los senderos! ...
El viento, que es un potro de vibradoras crines, a la núbil viajera
ofrece su ancho lomo, mientras el horizonte amarra sus
mastines,
que ladran porque vieron una nube de plomo.
Sobre el piafante bruto la virgen se hace risa para el álamo calvo
que frunce el entrecejo; en tanto que la noche degüella en la
sonrisa de los surcos escuetos mi cantar blanco y viejo.
Después ... la misionera deja un beso a los grises labios de la
campiña, cuyas matas son senos
todas ellas me cuentan sus tragedias vulgares, tan
cursis, tan mediocres, que no logran vertebrar mi
emoción!
¿Qué hizo que el yo poético se hiciera tan áspero e insensible?
¿Sería posible que el espíritu del poeta se hubiese vaciado por
completo en el recorrido iniciado en Manicomio de
paisajes ? Ba- ratijas es el testimonio de una
pérdida, la cicatriz de una crisis ontológica del yo poético en la
obra de Josué Mirlo. El poema
“Autorretrato” es tan revelador como doloroso:
[…]El destino, más fuerte
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
¡Qué embriaguez de mí mismo cuando en su grito
puro
galope el Universo para decirme: —¡DIOS! —
Como un nuevo Quijote, haré de Sancho Panza al
viejo Dios mediocre.
La oscilación entre el individualismo y el universalismo del
yo poético marca la primera parte de la obra de Josué Mirlo.
Ese recorrido pendular tiene su punto de inflexión en el poema
“Etiqueta No. 27 Mi único anhelo” donde por un momento se proclama
una consustancialidad del yo poético y el universo:
¡Emoción solamente!... como si el Infinito
¡me cantara en la sangre!...
En otras palabras, este poema revela que la solución a la dia-
léctica precedente está en la estética de las correspondencias que
en el caso de la obra de Josué Mirlo es el concepto de la reso-
nancia. Por ello, más adelante leemos con naturalidad a la voz
poética anunciar que “el mar estaba muriendo en mi cerebro”.
En la obra de Mirlo, el sujeto y el universo resuenan como el
diapasón de una guitarra en frecuencias paralelas. El sujeto se
disuelve en la totalidad y el universo literalmente existe en el
cuerpo del yo poético. Esta resonancia conceptual del verso se
mantiene en Museo de esperpentos (1964) con versos como:
Todos los turbulentos
mares que rugen enjaulados en mis
células,
[…] rompen sus espumarajos de rabia sobre el vientre
aplastado de mis labios que se abren en palabras […]
Sin embargo, es importante resaltar que Museo de
esperpentos está marcado por un existencialismo
profundo. La imagen de la
Josué Mirlo por Carlos Aguasaco
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muerte se convierte en la disonancia y hace que toda la estética de
las correspondencias se detenga para reflexionar sobre el
paso
inevitable entre la vida y la muerte. Octavio Paz describe en
Loshijos del limo (1974) la manera en la que la ironía (es decir,
la consecuencia y la conciencia de la historia) literalmente desa-
garra la estética de las correspondencias que él llama
analogía.
La analogía convierte a la ironía en una variación más del abani-
co de las semejanzas, pero la ironía desgarra el abanico. La ironía
es la herida por la que se desangra la analogía; es la excepción,
el accidente fatal, en el doble sentido del término: lo necesario y
lo infausto. (Los hijos del limo, p. 105)
El poema “Casillero No. 6 Sombra” es explícito al revelar el
desgarre que ha sufrido el universo de las resonancias:
Sombra fatal que me persigues […] Entorpeces
también a mis oídos, porque sabes muy bien que
sus sonidos al llegar a mis árboles
juglares empollarían parvadas de silbidos
burlándose de ti, ...
La muerte se convierte en el contendor natural, en el enemigo a
vencer por el yo poético. La muerte, celosa de la resonancia entre
el sujeto y el universo se propone romper el balance. Este es el
momento más crítico en la poesía de Josué Mirlo. En este poema el
autor debe confrontar su doble condición de suje- to histórico
mortal y de filósofo del lenguaje que traduce la realidad en
conceptos. La solución del poeta se interna en los laberintos
borgeanos y nos hace pensar en el famoso cuento “Las ruinas
circulares” (1941). ¿Cómo vencer la muerte? El yo poético nos
revela su solución haciéndonos testigos del duelo con la “sombra
fatal” que lo persigue:
La primavera del poeta
Pero a pesar de todo lo que hagas,
nunca seré de ti, porque yo he de vencerte […]
He de poner —para tu azoro— la luz en el sonido
y el sonido en la luz para dar vida en
mi
: a un mundo de sueños!... S ...
En Monigotes (1968) se supera el existencialismo inte-
grándolo a la poética de las resonancias. La realidad de lamuerte
es asumida con una naturalidad que sorprende al lector: “Mientras
tanto, , in- tensamente pálida, en un arranque de celos se
suicida…”. La resonancia entre el sujeto y el universo se devela en
la personificación o naturalización, es decir, en la síntesis, con
la que la voluntad se manifiesta en acciones. De esta manera
leemos en el poema “Monte solo” que “Los ríos desperezán-dose
sacuden la cabeza y hacen sonar sus cascabeles” o más adelante en
“Medio día y la siesta” un verso que nos hace ver un paso más
allá de los Poemas humanos de César Vallejo (1939): “Los
edificios altos que viven en las ciudades, lim- pian sus espejuelos
para hilvanarse a los detalles”. El poema “El Cristo rojo” que
incluye en su final un soneto al Nazare-
no nos devuelve a la historia y nos obliga a reflexionar sobrelas
doctrinas del actuar. El poema “Mensaje lírico” representa la
victoria sobre la muer-
te y la consolidación de la estética de las correspondencias. El yo
poético, representado por su cerebro, se hace uno con el univer-
so. No desaparece la particularidad del sujeto al que se le habla
en segunda persona sino que se establece una correspondencia
entre el todo y la parte que resuenan en la misma frecuencia yasí
se imponen sobre la muerte. Como en una invocación la voz poética
nos instruye para actuar:
Josué Mirlo por Carlos Aguasaco
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
26
y…¡crece…!...¡crece…!, ¡crece infinitamente! hasta
que tu cerebro sea el cerebro azul del universo…!
¡Verás entonces que hasta la misma muerte se arrodilla
[…]
Sin duda, la obra poética de Josué Mirlo amerita múltiples lecturas
y estudios rigurosos. Su estética de las corresponden- cias, que
soluciona la dialéctica sujeto-universo a través del con- cepto de
la resonancia, está hoy en día más vigente que nunca. Su genialidad
radica en permitir la oscilación y la multiplicidad sin destruir el
valor de la experiencia particular. En nuestros días, cuando la
globalización crece de manera exponencial y sus efectos sobre la
identidad de nuestros pueblos se hacen cada vez más visibles,
la obra de Josué Mirlo nos llega como un vaso de agua fresca y nos
propone una alternativa a la alienación que antes parecía
inevitable. El texto que cierra el volumen se titula “Mi teoría
literaria” y revela a manera de colofón el universo conceptual del
poeta: “Se ha dicho en todos los tonos que existe una conciencia
universal […] pienso que la naturaleza de esa conciencia es
esencialmente vibratoria, en una intensidad infi- nita, que no hay
escala alguna que la pueda contener”. Detrás de lo que inicialmente
parecía un artilugio formal descansa un vasto universo
conceptual. Este balance entre forma y conteni- do es un modelo a
seguir para los escritores de nuestra época, en especial para
aquellos que entienden que todo poeta es, a la vez, un
filósofo del lenguaje.
La primavera del poeta
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Por Jorge Hiram Barrios]
P se conocen de Josué Mirlo. Uno de ellos, “Canto a la primavera”,
obtuvo el primer premio en el cer- tamen organizado por Consejo
Cultural de la Ciudad de México, en 1923. Con éste nace el poeta.
Pasarán algunos años antes de publicar su primer título, ya lejano
a los versos primerizos de en- tonces. Quedará constancia, sin
embargo, de una herencia moder- nista que se atisba en poemas como
“Profana” o “Arabesco sutil” y que dejará huella aún en la
escritura postrera del poeta.
Difícil es evadir las coincidencias con Ramón López Velarde. Ambos,
poetas de provincia, inmersos en inquietudes religiosas que serán
medulares en su estética y su concepción de lo poético —a Josué
Mirlo lo sedujo la idea de ser cura—, y que se verán reflejadas en
sus versos. Los tejemanejes literarios del primer Mirlo son en
esencia de un tono velardiano. En el vocabulario, por ejemplo,
resalta el gusto por los términos que van de la li- turgia a los
lugares de culto, del rito católico al paganismo, de las
virtudes cardinales a la carne y el pecado:
santidad , virgen, tem-
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
La tarde es una pajarera ambulante, que hoy dejó abierta
la jaula de sus pájaros,
Sus quetzales y alondras, zenzontles y jilgueros, han volado;
únicamente queda gorjeando en los pinares, ¡un viejo cardenal!
...
¡La tarde es una pajarera ambulante, que hoy dejó abierta la jaula
de sus pájaros! ...
plo, cirio, misa , sacerdotisa ,
etc. Así también con la adjetivación,
tan distintiva del zacatecano, y que seguirá teniendo presenciaen
la poesía de Mirlo. No son pocos los ejemplos: bostezo
lila , plata musical , cuesta
sonámbula , silencio azul ...
Lo más importante, sin embargo, no es esta cercanía —que más es una
deuda—, sino la distancia que ya comienza a mar- car, un
alejamiento que terminará por singularizar su poesía. Su apuesta no
pretende trasgredir canon alguno; se trata, más bien,
de un epígono sui géneris. Un di-versificador audaz que entonaa su
manera los ritmos inaugurados por Darío, hacia el desuso ya
en ese momento.
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Era un pájaro orfebre que burilaba en plata
musical, arabescos sutiles de sonata, junto a la fuente bruja
que mostraba en su dorso de carne cristalina, el magnífico torso de
una estrella desnuda que dormía a los arrullos del surtidor galante
que cantaba en murmullos.
Una noche, aquel pájaro que burilaba en plata musical, arabescos
sutiles de sonata, despertó a la dormida, y al conjuro de un rezo,
desposaron sus almas en un cálido beso …
Esta es la azul leyenda que me contó un lucero bajo su blanca
tienda! ...
“Mirlo no leía”, ha dicho José Muñoz Cota, uno de sus
críticos
y quien fuera cercano al poeta, pero no se pueden soslayar
lasevocaciones textuales que se despliegan tan sólo de sus primeros
versos: Nervo, Tablada, González Martínez... Acaso en Velar-
de encontró una vía para reinventar, como ya lo hacían muchos de
sus contemporáneos, los caminos ya trillados del modernis- mo. Y
acaso esa vía se halle en el provincianismo, en boga a principios
del siglo pasado, y del que Mirlo fuera simpatizante
declarado (sabida es su admiración por Ermilo Abreu Gómez;sabida,
también, su preferencia por el regionalismo —dejó in- édito un
libro de relatos costumbristas del que sólo se conserva
Manicomio de paisajes
Sigue página 34
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
El Campanario viejo, es monstruo que devora
con sus dientes de bronce la carne pecadora de los rojos
crepúsculos, que hicieron de las linfas un lecho cristalino para
violar las ninfas, que por las tardes juegan “al burro” con el
mar.
Después, el campanario, es un fauno doliente
que desnuda a las noches y las besa en la frente ... y en sus
cuerpos azules desgrana las caricias de su impotencia loca, como
tardas primicias de su salvaje instinto de sátiro juglar!
uno titulado “La caballona”). Poetas como Enrique Fernández
Ledesma (1888-1939), Héctor Pérez Martínez (1906-1948) uHoracio
Zúñiga (1897-1956), al que le dedica algunos escritos, se insertan
en una estética muy similar a la de Mirlo. En ellos, como en Mirlo,
el paisaje será una obsesión. Una prioridad. En la forma de
abordarlo acaso estribe la diferencia. En Manicomio de
paisajes (1932), su primer libro, privilegia la viñeta,
el retrato o el cuadro con paisaje:
El Campanario viejo, es un monstruo que devora con
sus dientes de bronce la carne pecadora
Manicomio de paisajes
Sigue página 36
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Un monje imberbe y pálido es el torreón soltero
que escucha por las noches, de un eucalipto austero, los pecados
mentales que cometía en su arranque cuando veía a la tarde nadar en
el estanque ...
Sentada en la llanura cual vieja pordiosera, estornuda la ermita
con su esquila agorera
mientras, allá, a lo lejos, parado en el camino toca su cuerno de
oro el poniente ambarino ...
Y en el fondo, las nubes palidecen de espanto, y
trémulas invocan la ayuda de algún santo porque le da un ataque al
sol tras de la sierra.
de los rojos crepúsculos, que hicieron de las linfas
un lecho cristalino para violar las ninfas, que por la
tarde juegan “al burro” con el mar.
Se avizora en este ejemplo los recursos estilísticos que seguirá
explotando en sus títulos venideros y que serán definitivos en su
escritura poética: la imagen, la metáfora y, principalmente, la
prosopopeya, en muchos casos de raigambre gongorino. Los
paisajes, primero; las baratijas, después: Mirlo anima, humaniza,da
color y vitalidad a los objetos y lugares que lo rodean. “Presti-
digitador de imágenes” (José Muñoz Cota), “paisajista en
prosa”
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Embozados de luna, los flacos mimbres velan
el desnudo cadáver de la calzada blanca ... Y el río, por más
que corre, no evita que los astros que son buenos acróbatas se
paren en su espalda.
Echado junto al pueblo, el monte se conforma con mirar su joroba
dibujada en el suelo
ya que no puede nunca realizar lo que anhela: pues él de
buena gana quisiera ser camello.
De pronto allá en la torre, tose el reloj que tiene su cara de
payaso, mientras la noche mansa, como una vaca pinta por los
potreros pasta! ...
(Alfonso Sánchez Arteche), “poeta impresionista” (Carmen de
la Fuente) o “arquitecto de imágenes” (Francisco Valero Becerra)son
algunos de los motes que se ha ganado, precisamente por el uso (y
abuso) de la animación del orbe circundante, de la metá- fora o de
la imagen.
Lo común, al abordar al poeta, es señalar el distanciamiento con el
modernismo. Sin embargo, tal distancia es provisoria, te- nue,
paulatina. Intuyo un viso modernista en el pseudónimo del
poeta. Contra el cisne se erigieron varias aves, acaso el búho
deEnrique González Martínez sea el más recordado. Pero también
Velarde, con su cenzontle, fraguó una réplica aviar, y quizá no
sea
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
En la cabeza calva
Por la cuesta sonámbula, los árboles escoltan con silencioso
afán
al mustio arroyo, que al decir de los pájaros, asaltó a la neblina
en la montaña.
La carretera, al fondo, como ternera blanca
embiste al horizonte.
exagerado sugerir que el Mirlo-poeta surja como una filiación
al
modernismo o, mejor aún, como una reconstrucción de la esté-tica
dariana, una reinvención del canto modernista.
V
A M con el estridentismo y, en me- nor medida, con el grupo de la
revista Vórtice . Se trata, en ambos
casos, de una afinidad ideológica. Conoció el Café de
Nadie,compartió con los artistas de vanguardia no pocas inquietudes
políticas y sociales de la época (aunque no fue militante de
nin-
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
La tarde entró a la iglesia con su rebozo lila ...
y el instante nocturno, como un perro enlodado, llegó
husmeando sus huellas; y al verla de rodillas, se echó en su
falda roja y perezosamente fue lamiendo los ruidos, que como moscas
iban prendiéndose al silencio! ...
gún partido u organización, apoyó en su momento, el movimien-
to estudiantil encabezado por Ladislao S. Badillo). Su
propuestaliteraria, empero, no se asemeja a la de sus contertulios.
Alfonso Sánchez Arteche ha señalado el que quizá sea el re-
curso más “vanguardista” de Mirlo: el armado del poemario. Quizá
este rasgo, de mucho estridentista, lo haga pasar por un
simpatizante o seguidor de Maples Arce o List Arzubide. Sus libros
siguen una estructura cuidadosamente trazada por el poe-
ta. Pasillos, salas, vestíbulos, celdas... Mirlo lleva de la mano
allector por un camino gradual, in crescendo, en el que cada
sección responde a una interrogante que se verá develada al
finalizar la
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
C N. C
Caminaba por la loma que domina el horizonte, cuando me chifló el
ocaso, que cantaba sobre el monte y, me hizo señas que la
noche me venía a encontrar del brazo.
Y así fue; llegó ella, enlazamos nuestras manos y
seguimos la vereda de la loma ...
Mientras íbamos andando, la luna cacareaba escandalosa
porque había puesto un huevo en la laguna! ...
lectura. Aislar estos poemas es perder algo de su esencia. Sin
el
derrotero que ha ensamblado el poeta se desvanece buena partede su
apuesta. Mirlo, para bien o para mal, no es poeta para ser leído en
antologías, por mucho que una selección ponderada pu- diera aportar
para su rescate y revaloración.
Contemporáneo a los Contemporáneos, su poesía encuentra más puntos
de cercanía con algunos de ellos, sobre todo con Carlos Pellicer,
pero más aún con los otros contemporáneos que
no han gozado la misma gracia pública que Villaurrutia, TorresBodet
o Gorostiza. Me refiero a poetas como Anselmo Mena, Enrique
Asúnsolo o Enrique Munguía. En este punto, quizá no
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
pesadas, y se finge muerto ...
Sólo de este modo logra hacerles trampa ¡y hay que verle reírse
socarronamente, cuando en cada charco de sus callejuelas,
queda pataleando un tonto lucero vestido de seda! ...
Decididamente mi pueblo, ¡es un marrullero!
de la lírica a través de la implementación de un instrumental
crea-
tivo que pudiese develar aquello que hace grande a un poema. Ensus
indagaciones, el procedimiento metafórico preferido por los
poeticistas fue la prosopopeya. El modelo a seguir:
Góngora...
Ignoro si Enrique González Rojo, Marco Antonio Montes de Oca o
Eduardo Lizalde —fundadores del poeticismo— leyeron a Mirlo, pero
es plausible que una misma luz los alumbre. Véan- se estos
ejemplos:
La tarde es una / pajarera ambulante, / que hoy dejó abierta/ la
jaula de sus pájaros. (Josué Mirlo) * I. El fuego / paladeaba el
bosque / y lo encontraba de su gusto. (Eduardo
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
C N. L
Los postes del teléfono que van por el camino se dejan que los
vista de púrpura el poniente, y así, la tarde pasa
triunfalmente desnuda,
en medio de dos filas de mansos Mefistófeles ...
Mientras que por los flancos del monte atolondrado trepan
enloquecidas las nubes piafadoras que ostentan con orgullo sus
pelajes manchados.
Allá, sobre los techos del caserío lejano se mira a las estrellas
prender sus reflectores! ...
Lizalde) * ¿qué fotógrafo fue —tu voz murmura— / quien nos
ha consentido, / tras abrir una jaula, ver que el pájaro fuera /
vo-lando sobre la llanura; / fotógrafo que deja que vuele su
avecilla. (Enrique González Rojo).
En la animación del fuego o de la tarde, lo mismo que en el juego
figurativo de la jaula y de los pájaros, la presencia de Góngora
parece estimular el engranaje retórico de éstos. Am- bos abrevan de
la misma fuente. Quizá en Mirlo descanse un
antecedente para explicar algunos de los caminos que la
poesíamexicana tomará en las décadas posteriores, y el poeticismo
po- dría corroborarlo o, por lo menos, apuntalarlo.
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
para que pase un sueñoa la ciudad.
Y a los lados los medrosos jacales del camino,
sueltan sus perrosal crepúsculo que ronda en el barbecho.
A lo lejos, ¡llueve un silencio azul
en la montaña! ...
Mirlo es, en todo caso, un poeta liminal; un puente entre la
poesía
característica de la generación de los Contemporáneos y la que
sur-girá en la década de los cincuenta. Escritura fronteriza, en
trance de cambio. Los poemas de Mirlo, como los de Concha Urquiza
—para utilizar un ejemplo radical—, se insertan en un momento clave
en la transformación de la poesía. Uno de los síntomas más
visibles, y que responde a la reestructuración o, si se quiere, la
futura cancelación del modernismo, se halla en el abandono
paulatino de la versificación
tradicional. Una postura estética comienza aquí a reinventarse
enaras de una nueva forma de entender la tradición lírica
hispanoame- ricana. Y en ese contexto hay que releer al
poeta.
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
[Tercer acercamiento: E J M. Por Rubén Medina]
A J M en el inicio de los años veinte, en ese momento en que se
inventa una identidad a lo Tristan Tzara, pero sin saber de la
existencia de Tristan Tzara, paseándose como un alucinado por los
pasillos de la Escuela Nacional Preparatoria ante las miradas
temerosas y tímidas de José Gorostiza, Xavier Villau- rrutia,
Gilberto Owen, Torres Bodet; moviéndose como un salvaje, como un
náufrago que en plena ruptura con los paisajes suntuosos del
modernismo va imaginando una espiral de espacios que com- prende la
casa, el pueblo, la ciudad, el país y el mundo como un manicomio
que es a la vez una cárcel y desafío, poema y celda, len- guaje que
reverbera y cotidianidad, esperpento y vida-espectáculo, y
así, en su itinerario sonámbulo, llega a 1932. Lo imagino con una
actitud suicida ante los caminos trazados, negándose a entrar al
servicio diplomático, a la burocracia, a reducir sus convulsiones
y viajes alucinantes a los nocturnos en que nada se oye, y
así llega también a la prosa salvaje y su museo de
esperpentos.
Ahora que el imperio literario y poético de Octavio Paz se
desmorona vertiginosamente en México, es no sólo urgente sino
absolutamente necesario poner atención a las figuras que por
Cuarteto emocional
47
M
Algún día —no sé cuándo— debo emprender el viaje por un largo
camino que se tienda en mis pies ... será el divino tránsito de mi
cuerpo y mi espíritu, a través de los siglos, por los siglos.
Amén.
Polvo a polvo mi cuerpo se irá desmoronando, en el largo camino que
se tienda a mis pies; cada sol, cada luna, encontrará menguadas mis
carnes, de viajero sin patria y sin edén.
Y cuando ya no tenga qué darle al gran camino. Cuando el
último polvo de mi barro se quede en el vasto silencio de las cosas
sin alma, entonces: ¡comenzará su tránsito mi espíritu
altanero!
Le han de mirar los siglos pasar como una fuerteclaridad de
crepúsculo. Su paso irá sembrando, el perfume inviolado de lo
Inconmensurable, que florece en el punto de la inmovilidad!
...
ignorancia o por designio consciente fueron eliminadas o mar-
ginadas durante la imposición de una sola tradición moderna de la
poesía mexicana durante el siglo XX. Entre esas figuras se
encuentran Josué Mirlo, Salvador Gallardo, Manuel Maples Arce,
Germán List Arzubide, Ramón Martínez Ocaranza, Or- lando Guillén,
para mencionar algunas. Josué Mirlo es un poeta de varios registros
expresivos, no de un romanticismo tardío ni un modernismo
formalista, sino un representante híbrido de una modernidad no
imitativa, por ello en sus poemas encontramos un hablante poético
que articula su subjetividad con el vértigo y la vibración de lo
que él mismo llama ‘individualidad emotiva’.
Josué Mirlo por Rubén Medina
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
E malincrustada en el interior de una
enorme fábrica de calzado en amenazas de destartale y mayo- res
enconos en estridencias domiciliadas en las calles de Jaime Nunó,
por el viejo Peralvillo, nos reuníamos al filo del mediodía un
grupo de inquietos, que con nuestras pláticas, enojos, dis-
cusiones, teorías sobre las corrientes literarias, ensayos de nue-
vos poemas y gárgaras de ginebra de marca al justo alcance de
nuestros bolsillos, dábamos nueva vida a lo que había sido la Rama
de Escritores de México (la ) y bajo ese reasumido y semiplagiado
nombre hacíamos y deshacíamos, más bien desha- cíamos en nombre del
verso. A ese lugar llegábamos a hablar de metáforas
(metaforitas y metaforotas), los poetas Adolfo Anguiano Valadez, de
alguna manera copropietario del lugar o algo así; don Vicente Mag-
daleno, de visitas esporádicas; Juan Bautista Villaseca, quien en
verdad, en cuestiones de poemas todo lo sabía y sus charlas
eran verdaderas conferencias sobre López Velarde, Tablada,
Vallejo, Huidobro, Neruda, los estridentistas, Aurora Reyes,
Pellicer,
Baratijas
á
g i
n a
5
52
A
Y o bien pude ser cura de una aldehuela pobre, donde la
gente vive, como los bueyes mansos, enroscando en el turbio
silencio de la tarde la serpentina ingenua de su mirada
incierta.
Con cuánto amor hubiera bautizado a los niños de esa mi grey
humilde; y cómo regañara aquellos feligreses de vida amancebada
como los llama el pueblo.
Otras veces, rodando por los derruidos claustros de mi parroquia
vieja, oír con beneplácito después de la merienda, el ritornelo
amable con que saludan todos: —“La mano, padrecito” ... y
luego despedirme de aquellas buenas gentes, tan sanas y tan
pródigas como las ubres blancas
de las vacas lecheras! ...
Montes de Oca (para hablar de los actuales en esos entonces).
Cada vez que Villaseca intervenía eran verdaderas
disertacionessobre el tema que abordara, serio, malhumorado siempre
o casi siempre, con un lenguaje plagado de metonimias, rico en
ideas y conocimientos. Ahí, en la , fue en donde
escuché por primera vez el nom- bre de Josué Mirlo, y escuché
algunas de sus cosas, y lo oí buen poeta, y me interesó más, porque
por esos tiempos andaba con
odio cerrado (creo que lo conservo aún) contra todo lo que olieraa
poetas de la oficialidad, contemporaneizados perennes; dioses en
las aulas; dioses en las antologías bien dirigidas y mejor
paga-
Baratijas
53
¡Qué diáfana y qué mansa mi vida así entre pobres! Pero ... no fue
posible. El destino, más fuerte
que yo, me hace sonámbulo y vago como un perro famélico y sin
dueño, que husmea por las aceras el rastro de un cariño que se
perdió en la urbe!
das; dioses en las crónicas en los suplementos culturales;
dioses
en las publicidades culturales del Estado; dioses en becas y
reco-nocimientos y más becas y más reconocimientos (como creo que
sigue pasando en nuestras fechas); dioses para quienes no sabían
nada de poesía pero que repetían lo que los críticos reconocidos
“repetían” en las páginas de los medios, desde las oficinas de la ,
del o desde los proliferados talleres literarios. Sabía que
todo eso, que esa malhadada mecánica nos había
arrebatado del conocimiento y de la imaginación a hombres
muy valiosos que hasta la fecha no conocemos o no los
conocemos bien, porque nos siguen embarrando a los otros como la
historia
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
Sigue página 58
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
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Mercado encontrará Usted laExposic ió n de Barat i jas en 3 grandes
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¡Ni una sola Joya!
E N. E
—Aquí, en mi cerebro, tuve la simiente de un árbol gigante, ¡mucho
muy gigante de tronco purísimo color de agua clara, azul de
ramaje,
con frutos sedeños, como los duraznos de pelusa blanca! ...
En la primavera la sembré en mi huerto: ¡mírenla! ... ¡qué bella!
... ¡parece, chorro de fontana! ... ja, ja, ja, ja, ja, ja
...
Esto en las mañanas decía un pobre loco a los que pasaban por su
abierta casa.
Una noche quise saber si miraba, como en las mañanas,
verdadera. Mi enojo era mayúsculo cuando leía o escuchaba
pá-
ginas de un Abigael Bohórquez, de un Miguel Guardia, de unRamón
Martínez Ocaranza, de un Manuel Maples Arce. Entonces,
escuchaba la obra, el nombre de un buen poe- ta desconocido y me
llenaba de regocijo y de rabia al mismo tiempo, rara mezcla. Así oí
la poesía de Horacio Espinosa Al- tamirano, de Margarita Paz
Paredes, los corridos de Miguel N. Lira. Bueno, pues en una de esas
tardes escuché por primera
vez el nombre de Josué Mirlo, poeta de excelencias, nacido en
elEstado de México que estaba muriendo precisamente en 1968 como en
un mal simbolismo y que bien desconocido era para
Baratijas
a su regia planta: —¡Phs! ... —me dijo—
¡Que nadie lo sepa! ... ¡ya floreó el gigante! ¡ya floreó el
gigante de tronco purísimo color de agua clara, azul de ramaje, con
frutos sedeños, como los duraznos
de pelusa blanca! ... ¡Míralo! ... ¡qué hermoso! ... ¡parece un
naranjo! ja, ja, ja, ja, ja, ja ... y me señalaba la
altura impasible cristalinamente florecida en astros.
De repente, un golpe, como quien descuaja un tronco robusto: El
loco, ¡había muerto mirando a la altura, cristalinamente florecida
en astros! ...
la mayoría de los que hablaban de estos temas, no obstante
que
sus restos mortales iban a ser enterrados en la Rotonda de
losHombres Ilustres en el Panteón Municipal de Toluca, después de
los estragos de una neumonía que lo asesinó en el hospital 20 de
noviembre del . Éste fue mi primer encuentro con Mirlo.
Entre las pláticas de Juan Bautista Villaseca y de los
demás, Luis Alvelais Pozos, Sergio Armando Gómez, Othón
Villela
Larralde... me enteré de que el verdadero nombre de Josué Mir-lo
había sido el de Genaro Robles Barrera y que había nacido el 10 de
julio de 1901 en el pueblo de Capulhuac en el Estado de
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
A Rodolfo García Gutiérrez
Esta inquietud que tengo dentro de mí es tan grande, que a veces me
dan ganas de abrirme al horizonte
para que no se entuman sus alas en mi sombra.
Qué degüello de albores habrá en su primer vuelo! ... Cada aletazo
suyo, se estampará en el lomo de todas las alturas reducidas a
esclavas; y en la seda impoluta de sus ágiles remos,
como rubias chaquiras, se ensartarán los astros.
Y cuando todos queden brillando en su plumaje, ante la Sombra
huérfana, será un albatros de oro, esta enorme Inquietud! ...
México. El pseudónimo de Josué Mirlo lo utilizó por primera
vez, al participar en su primer concurso literario, y con él
se que-dó para firmar lo que iba a ser el resto de su obra
literaria. La vez de la que hablo, el poeta Villaseca
extrajo un puñado de hojas amarillentas, que quién sabe de dónde
había sacado y nos empezó a leer a un poeta que algunos de nosotros
no habíamos oído hasta entonces, nos empezó a leer poemas de Josué
Mirlo. Y yo empecé a entrar en ese raro proceso al que ya me
he referi-
do, de delectación y al mismo tiempo de profundo rencor hacialos
que consideraba responsables de que las obras de los buenos poetas
no se conocieran en México.
Baratijas
E N. E
Por sobre de la vida, yo soy como una torre de Estación
inalámbrica.
Diario a diario recibo mensaje de las cosas: —de la piedra, del
árbol, de la estrella, del sol ... — todas ellas me cuentan sus
tragedias vulgares, tan cursis, tan mediocres, que no logran
vertebrar mi emoción!
Yo espero que mi placa receptora se afine, para captar mejor
una onda lejana que me traerá una blanca declaración de amor. ¿De
la muerte? ¡!
Villaseca leyó más. Yo pregunté más, y así fue como me
enteré
que Josué Mirlo vivió en la época de los estridentistas, inclusoque
los frecuentó en el ya mítico Café de Nadie. Fue gran amigo de
Maples Arce, de List Arzubide, de Arqueles Vela, de Gallar- do, de
Quintanilla, etc. Pero finalmente su formación literaria no logró
compaginar con las propuestas vanguardistas del Es- tridentismo y
terminó tomando una ruta romántica-moderna. Villaseca nos mostró la
portada de su libro Baratijas y cuál no
sería mi sorpresa al ver que tal portada estaba ilustrada por
elexcelente grabador mexicano Mariano Paredes, quien había sido
maestro de grabado de la pintora Leticia Ocharán, mi esposa.
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
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La muerte es ya señora desde que se entregó, como una
meretriz,
a las amplias caricias de las manos sedientas del divino
Rabí.
Yo espero otro mensaje: Mensaje que habrá de
convertirme,
en el único dueño de la Eternidad! ...
La sesión concluyó, pero quedó en mi mente que había
otro
poeta, otro más, escamoteado, al que tenía la obligación de bus-car
—para beneficio, aunque fuera, de mi tranquilidad perso- nal—, y
que a lo mejor hasta podría con el tiempo publicar una colección de
esos sus poemas sometidos al disimulo. Pasaron algunos años,
no sólo era Josué Mirlo el escamoteado a nuestra literatura, han
sido muchos. Y entre esos muchos se asumen y se dejan de lado
proyectos (lamentablemente). En una
ocasión, en cumplimiento de unas diligencias que iba a reali-zar en
nombre del Club Primera Plana me tuve que dirigir a la población de
Santiago Tianguistengo, en el Estado de México.
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E N. E
Como una onda concéntrica nacida en las riberas del tiempo, me
llega este gran grito
que estalla en Universo:
—¡C! ... Y toda la Eternidad se cimbra en sus
cimientos.
(Los potros de la Fantasía, en gigantesco tropel apocalíptico,
levantan una enorme cordillera de oro ...)
Manejaba sobre la carretera que lleva a Santiago, y resultó
que
al llegar a la población vecina, a sus puertas, la carretera
sedividió en una “y” griega. La parte derecha, el carril por donde
iba, entraba a la población y la parte izquierda venía siendo el
carril de salida formándose así el tramo de la carretera por donde
arribaba. Entonces, en el eje de la bifurcación, reci- biendo al
viajero de frente, se levantaba un muro blanco y sobre él, con
letras azules, estaba escrito un poema. El poema
se llamaba “Capulhuac, Pueblo Mío” y al final del mismo ve-nía la
firma: Josué Mirlo. Fue un gran impacto este segundo encuentro con
el poeta. Sentí un enorme nudo en la garganta
Baratijas
Y el Gran Grito que pasa sobre el tumulto
de mis células, como un galope de mar, se clava en mi pensamiento,
y hecho sangre, queda vibrando como un arrullo eterno:
—¡Carmen! ... ¡Carmen! ... ¡Carmen! ...
Y se albean como médanos los siglos! ...
y me puse a pensar que cuando un pueblo se une con su
poe-
ta, cuando un poeta se une con su pueblo, es cuando se danestas
cosas excelsas. Capulhuac me recibía con palabras de su
poeta, puestas en la entrada. Santiango Tianguistengo me estaba
diciendo: “Sea usted bienvenido a este ámbito de luz que vive y
palpita bajo la protección de estos versos, de estos signos
esgrafiados en medio de esta verdad vegetal y cósmica”. El poeta y
su pueblo. El pue-
blo y su poeta. Y el viajero recibido por el evangelio de la
poesía. Jamás olvidaré ese segundo encuentro con el poeta.
Villaseca ya había muerto, ya no podía platicar con él sobre el
portento.
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
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E N. S
Cuando por fin la sombra pudo modelarme en su entraña sólo el
Silencio augusto
repicaba en mi voz ... y hacia todas los rumbos, —como
brújula insomne— ¡mi afán buscaba el sol!
Hoy, que me embozo el día, me siento triste porque mi pensamiento
y mi emoción sincera no tienen la alegría de la luz, y
me salen empapados de sombra ... ¡y es que la Sombra reina en mi
interior!
Mirlo había estudiado medicina, matemáticas y otras
mu-
chas cosas, siempre con la idea de servir a su gente.Por sus ideas
fue expulsado del hospital en el que traba- jaba y del
instituto en el que daba clases, entonces decidió dedicarse a la
educación rural, empeño en el que permaneció hasta su muerte.
Cuando todavía en formación, fue uno de los fundadores de la Liga
de Estudiantes del Estado de México contra el
Imperialismo Yanqui, entonces contribuyó a formar la Re-vista
Génesis , la que en el año de 1930 publicó: “Necesitamos
defendernos del materialismo de los Estados Unidos que no
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Es necesario abrirme como el surco
frente al torrente límpido, y lavarme la sangre y
lavarme los nervios y lavarme los músculos y hasta los
mismos huesos lavarme con fulgor ...
así mi pensamiento y mi emoción sincera, ¡tendrá la
coruscante sonrisa del albor!
Y al tornar a la Sombra que me gestó en su entraña, ¡seré el
Centauro Alegre patinado de sol! ...
se han detenido en violar soberanías como lo han hecho en
Nicaragua, Cuba, Haití, Santo Domingo y Panamá; nece-sitamos poner
un valladar al desbordamiento de la pseudo- cultura
yanqui...”.
Mi tercer encuentro con el poeta fue a través del poeta pintor
tabasqueño Francisco Valero. Era un hombre rijoso, siempre en lucha
por algo. Sobrino de uno de los grandes intelectuales del Sureste
de México, don Marcos E. Becerra; siempre trajinó por
el total reconocimiento a la labor de su tío. Don Marcos E.
Be-cerra, escribió con conocimiento y entrega sobre asuntos chiapa-
necos. A la hora de evaluar el mundo intelectual chiapaneco
él
Baratijas
E N. P
Para mi primogénito Quijote amanecido en el
Rocinante de la Muerte Al pie de todas mis ansias
formulo estas preguntas:—¿Qué será? ... —¿Cómo será? ... Y un
hálito imperial de selva en brama, cabalga
el rumorde mis anhelos que me suben, desde mis raíces profundas,
como savia ...
¿Qué será? ... que, ¿cómo será?... y las respuestas, ¡son los
ahorcados péndulos que rayan
era tabasqueño y a la hora de evaluar el mundo intelectual
tabas-
queño, está bien, era de Tabasco... pero él escribió
principalmentesobre Chiapas. Estoy hablando, claro, de los muy
limitados den- tro de este tipo de consideraciones, pero ello le
provocaba gran enojo a Francisco Valero pues lo consideraba una
injusticia por parte de los ignorantes. Quizá esos ignorantes no
merecían tales iras pero el poeta pintor era hombre de carácter
fuerte. Otra de las pasiones de Francisco Valero fue Josué
Mirlo.
Estudió a fondo su vida, su obra. Platicó conmigo apasionada-mente
cuando aún tenía en proyecto hacer una necesaria anto- logía con la
obra de Mirlo. Y ése fue mi tercer encuentro con
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con su bailar isócrono el silencio! ...
Y por segunda vez pregunto —¿Qué será? ... —¿Cómo será?
... y el hálito imperial
de selva en brama,truécase en vaho de sombras, y, mis
anhelos, tállanse en dromedarios del desierto ...
Rumbo a mis ansias trotan la angustia, el temor y el
sobresalto ... y en las livideces
de mi crepúsculo interior,resalta la marcha
el poeta Josué Mirlo. Leí la recopilación de Valero y
encontré
textos bellísimos, ahora otra vez perdidos en el maremágnumde
papeles que me rodea. Valero se entregó plenamente a su proyecto y
por fin, en 1988
logró hacer realidad la antología, editada por la Universidad
Autónoma del Estado de México. No puedo leer los versos del poeta
ahí, los tengo extraviados. Entre lo que recuerdo está aquel poema
cuyo título siempre me habló al oído sobre el poeta: “Era
un pájaro orfebre”, que ahora encuentro aquí. Pero la
verdaderaantología existe donde el lector la encuentra. ¡Búsquenla!
¡Bús- quenla! ¡Y encuentren al poeta Josué Mirlo!
Baratijas
de mis tres Caballeros Taciturnos).
¿Qué será? ... que, ¿cómo será? ... y las respuestas,
¡vuelven a ser la danza de péndulos ahorcados en la sombra!
...
Y por tercera vez pregunto —¿Qué será? ... —¿Cómo será?
... Y un viento lúgubre
con alas de murciélagose cierne, —como pájaro fantasmal— en la
ondulante caravana de mis anhelos, en cuyas gibas, cuaja sus
campanarios al poniente ...
¿Qué será? ... que, ¿cómo será? ... Y el par
de respuestas,salidas en borbollón de las mandíbulas pálidas de la
Muerte, granan estos sonidos
en espigashúmedas de mar: —¡! ... ¡ ! ...
E N. M
A Arturo Zepeda
Pensamiento enorme al desplegar las alas en vuelo hacia la
Muerte,
quebró su último ensueño que lo ataba[a los hombres: !
Y así, libre del Amo, se remontó a la más alta
dimensión,desde donde pudo ver en los parajes vírgenes de ritmos, a
la gran loba inmóvil que se llama la Muerte.
Y así, desde su plinto, bárbaramente la imprecó. ¡Se hizo un
reto solemne! ... Un temblor de Universo mostró horizontes
[lívidos.¿Fue tremenda la lucha?
…………………………………………………
¡Sólo sé que en la hirsuta pelambre de lo único,
como un gran búho, pinto de soles y de sombras,quedó Mi Pensamiento
vencedor de la Muerte! ...
Baratijas
Cuando para mí se abrió de par en par
la Vida,aparecí, sobre la cordillera del tiempo, como una figura de
hombre
con alma de camino ... Y esto soy ¡un camino con figura
de hombre!
Por eso en mí se nutrentodos los horizontes ... y me entrego
a los ortos, como se entrega la parvada de astros al vuelo de sus
órbitas.
Y me hago remoto a próximoa esta sed de mí mismo, crucificada
a mi imperial silencio.
Y ante el pavor
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Baratijas
Conociéndome de una sensibilidad
no encadenada al mundo de las formas,siento voluptuosidad al
conectar mis nervios con las cosas para hacerlas vivir, al mismo
tiempo, la vibración azul de mi esperanza: que es llegar a ser
Dios!
¡Qué triunfo el mío cuando me sienta Dios!
¡Qué embriaguez de mí mismo cuando en su grito puro
galope el Universopara decirme: —¡! —
Como un nuevo Quijote, haré de Sancho Panza al viejo Dios
mediocre.
Soles lilas entonces lunarán en mi lanza: y en un paisaje
áspero de luces invertidas donde relinchen mares
y selvas y montañascomo caballos jóvenes,
Josué Mirlo
Y mi Escudero Ingenuo ¡llorará su derrota!
Baratijas
Sobre el corimbo en que se nutre la abierta corola
de los tiempos: , palpitando —por un capricho propio— entre
los hombres.
Por eso siento que son macrocósmicas
mis célulasque no han perdido su memoria de astros! Urente
en cada ráfaga, mi espíritu trasmuta de mi sangre,
—en las vertientes ásperas del glóbulo—cada crispante vórtice de
sombra en tempestad de luz, que se me escurre por los anchos
caminos de mis nervios, en potros
que se me alarganen relámpagos ...
Así voy por los hombres: cóncavo en la voz íntima de mis humanas
márgenes;
convexo
Baratijas
E N. E
Y a nada más es la última gota de sol que se agarra a mi
vida,
para marcarle un inútil compás de espera a mi regreso.
¡Regresar! ... He aquí al implacable látigo que restalla en la
espalda de todo Ensueño que se hunde en la Forma, con el dogal al
cuello de una órbita; y yo ... ¡tengo que regresar!
Acaso, por esclavo, más humilde he de volver al punto ... de
partida, para lavarme de esta inquietante forma peregrina clavada
en la ansiedad.
Y, sin embargo,
Josué Mirlo
a este amigo dolor que me presume
………………...…………….
Hoy me azora —al caminar sobre el pretil del rumbo— ver que
me rondan, tercas bandadas de obscuros antónimos hambrientos.
¡Sólo así mi regreso, será la angustia vertical de mi órbita!
...
Baratijas
Descascarar mi pensamiento; dejarlo desnudo de la raíz de
tierra,
de la raíz de viento, de la raíz de agua, de la raíz de sol ...
éste es mi único anhelo para sentirlo puro, con vibración abierta
en pétalos de onda; con potencia absoluta para ser en el tallo de
su propio vagido: el verbo que amapole la primera mañana, ¡de otra
nueva emoción! ...
Emoción nítida en vértice, ya sin la voz de tierra, de
sol, de viento, de agua ...
¡Emoción solamente! ... como si el Infinito ¡me cantara en
la sangre! ...
Josué Mirlo
E N. H
He llegado por fin a lo que llaman pomposamente: “La Cumbre Augusta
de la Serenidad”.
Y al arribar a este paraje árido —donde todo horizonte es
espejismo y una sola unidad abismo y cumbre— Me encuentro con
que el lobo, que fuera el lazarillo de mi sangre, es un vulgar
mastín ya sin colmillos, con pústulas y flaco; y lo que
es peor: ¡sin ánimo!
No ya para acechar desde mis células, pero ni tan siquiera, denotar
su presencia con un postrer aullido, en esta soledad desesperante
¡que crece en mis sentidos! ...
Baratijas
Sólo mi absoluto, indiferente
ante el clamor de células y sangre se desparrama en círculos
concéntricos que van nadando en la pupila absorta
de su propia conciencia: ¡que es perennemente floreciendo en
cumbre! ...
Josué Mirlo
Desesperado por no tener
más impresiones que las imperfectasdudas por mis sentidos, tuve la
audacia —en un gesto de rebeldía suprema— de arrancarme de
cuajo
y arrojarles al viento, a éstos mis sirvientes inútiles que
ya me tenían harto de paisajes enanos, de sonidos minúsculos, de
olores epilépticos,
de gustos achatados y de tactos imbéciles ... ¡Qué
insolente alegría de haberles extirpado!
Mas en el acto mismo de hacerlo: me retoño una sombra en cada cepa
sangrante de sentido: y un silencio polar, desde las cumbres
de mi cerebro
Baratijas
llegó nadando a mí: Era que mis sentidos
arrojados al viento me seguían siendo fieles; ahora, más robustos
que nunca, más profundos, más sabios ...
Despereceme un tanto para quitarme inercia. Sentime ligerísimo como
si en vez de carne, ¡fuera yo todo de aire! y al entreabrir
los párpados, ¡un azotón azul me estrelló las pupilas! ...
Un zumbido de millones de astros, que me crecía en parábola,
¡tamborileaba en mis oídos! ...
La inmensidad desnuda, ávida de entregarse
como una hembra en celo,¡se tendió ante mi olfato! ...
¡Respiré voluptuoso! ...
Baratijas
Un resplandor purísimo
saltaba de mis poros: ¡miles de millones de soles orbitaban mi
sangre! ¡¡¡ !!! ...
Josué Mirlo
L
: En cada uno de mis Esperpentos que exhi- bo en este , he puesto a
guisa de corazón, una lá- grima de mis ojos muertos a la Luz. Por
esto no conocen la risa sino el llanto.
No les busques posturas re- finadas que no tienen ... Son
altaneros, grotescos y ridí- culos con su propio dolor ...
...
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Por Marco Antonio Murillo]
A de Josué Mirlo (1901-
1968), estamos a tiempo [todavía es decir siempre] para leer sus
obras. Leer su poesía, no sólo desde la avidez de quien escarba en
ella algo novedoso, también, con la paciencia de quien busca la
huella de cierta identidad poética, hoy casi perdida. Hablo de la
tradición del modernismo: la obra de Mirlo, parte de ella, explora
lo mejor de su legado, y con ello logra fundar una poesía cuyo
fuego se encuentra, por un lado, en un registro de lenguaje
dionisiaco, por otro, en sus reflexiones sobre el hombre como ser
sufriente, y parte de un macrocosmos.
Dos claros instantes hay, entonces, en su poesía: lo exterior,
donde se describen a través imágenes y adjetivos policromáticos,
las más diversas tonalidades del paisaje montañoso de su natal
Capulhuac; y lo interior, que recrea otro tipo de paisaje: la mente
humana, con un tono existencialista que halla sus antecedentes más
próximos en Lo fatal de Rubén Darío. Es en este punto
donde recae la importancia cualitativa de Mirlo, pues aquella línea
sensitiva fue tocada muy poco por las generaciones que si-
Museo de esperpentos
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
viscosa y húmedaque me lamía los ojos acariciando mi
ceguera.
Ni un coágulo de luz
como velero, por mis obscuras pupilas navegaba.
Ni siquiera, de un débil palor
de luz remota columbraba yo el pulso.
guieron al modernismo. Las más lo despojaron de su crítica
para
con la devoradora modernidad de Occidente, y lo condenaron amirarse
como literatura de lo exótico y ornamental. Mirlo no las siguió, él
diluyó esta crítica en su yo poético, y con ello fundó un yo,
cuya conciencia, tendía a abarcar toda la humanidad.
Esta doble poética en Mirlo, encontró acogimiento entre los
estridentistas. La apuesta por un verso cargado de imagen y di-
versas sonoridades, se parece un tanto a la experimentación
de
lenguaje emprendida por Manuel Maples Arce. Mientras ésterecoge en
sus versos los sonidos nuevos de la ciudad, Mirlo no duda en
plasmar en los suyos los colores de los paisajes monta-
Josué Mirlo por Marco Antonio Murillo
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
surgió lo inesperado:
un delgado fulgorazul eléctrico.
Sordos rumores de tempestad embarazada de pavor, reptaban como
víboras —rumbo a mis oídos— en la desolada planicie de mis
nervios.
ñosos, así como las penumbras que hay en nuestro cerebro.
Pero
acaso la coincidencia de mayor factura la hallamos en su largopoema
Imprecación. En otras ocasiones, la necesidad de pro- poner
algo nuevo, llevó a Mirlo a reinventarse formalmente: cuatro de sus
poemarios están construidos como si de lugares se tratasen. De
estos lugares hablaré más adelante, ahora basta con saber que son
su aporte cuantitativo más importante a la poesía mexicana.
A todo esto, es necesario preguntarse por el lugar que JosuéMirlo
ocupa en la tradición de la poesía mexica