Mirlo,Josué Interiores

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Museo de esperpentos  y ensayos en prosa bárbara  Josué Mir lo Selección poética y curaduría analítica A C C

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 Josué Mirlo
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primera edición, Ciudad de México 2015.Selección poética y curaduría analítica  Andrés Cisneros de la Cruz    [email protected]
Portada y guardas : Laura Quintanilla  Edición y diseño: Adriana Tafoya /André Cisnegro
©Sociedad Cultural Josué Mirlo, A. C. ©Editorial Verso Destierro   [email protected]
 www.versodestierro.com
ISBN 978-607-9320-26-3 Se prohibe la reproducción parcial o total de esta obra —incluido el diseño— sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del autor y/o editor.
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 Acercamientos a la obra de   J M:
 Jorge Hiram Barrios, Ricardo Suasnavar,
Marco Antonio Murillo, Eva Castañeda,
Víctor Hugo Díaz, Carlos Aguasaco, Rubén Medina y Roberto López Moreno
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Andrés Cisneros de la Cruz 
No todo es urbe para la poesía. Y aunque las ciuda- des usen sus puños para guardar entre sus versos el pá-  jaro de la historia, los poetas que viven y mueren libres
pesarán más que cualquier poeta funcionario o político poeta. Porque para un poeta nacido al filo de 1900 la única forma de brillar en vida era viajar, trasladarse al centro de los vectores, al seno cosmopolita y volver- se un ciudadano del mundo; asirse al surgimiento (o renovación) de las universidades, y desde un puesto
activo impulsar su carrera e intelectualidad, bajo la re- ferencia de construir las lecturas establecidas para la futura educación del país.
Sin embargo, lo dionisíaco, lo trágico, lo elemental- mente oriundo al poeta que se hunde en sí mismo para cavar una tumba a la medida en su propia sombra, es lo que da magnitud a un estilo, que metacrónico, logra ejercer un mundo, el mausoleo de su propio horizonte;  y eso es lo que logró Josué Mirlo, plasmar una vida poética, que en su alcance metafórico supera (en varias aristas) la urbe  del estridentismo, y en su condensación simbólica/ontológica se encuentra entre el modernis- mo y el poeticismo mexicano.  Josué Mirlo nace trece años después que Ramón Ló-
pez Velarde y fallece en 1968 igual que Pablo de Ro- kha. Paralelo a la Revolución y al margen del triunfo de las instituciones, da por resultado el estilo de un
poeta desterrado del panorama de la poesía, nutridapor las vanguardias francesas e inglesas, que asumieron bien los universitarios, siempre tratando de matizar el
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origen campesino y provinciano de sus lugares natales. (Aunque Carlos Pellicer trata de reivindicarlo con su
enfoque arqueológico). Sin embargo, en la poética de Mirlo hay vislumbres de una veta humanamente fun- dida al hombre contemporáneo, en busca de lo tras- cendente, en lo fugaz, y que se sacude las hojas secas para reverdecer en el poema. Mientras que los univer- sitarios del grupo no grupo de Contemporáneos buscó
la trascendencia en los clásicos, Mirlo la encontró en la vida, en las reflexiones directas de observar los fe- nómenos del mundo, y después, en sus años últimos, imaginándolos desde el doloroso delfos de la ceguera. Igual que Borges o Bonifaz Nuño.
Más distante de la política de “construcción na- cionalista”, Mirlo representa una especie de distopía natural, una estancia bucólica de femenino panteísta. Un paraíso infernal en donde toda la belleza se vuel-  ve también un espacio de estadía forzada; para Mirlo ser en el mundo y estar en la vida es un proceso sin fin, que delimita la condición históricamente carnal del pensamiento constreñido a la época y el contex- to, y que el poeta termina asumiendo como su propia contradicción nata, y al mismo tiempo representa su pelea-crítica contra el “propio” origen. Mirlo encarna esta guerra de un modo lúdico, satírico, y seguramen-
te, encubierto en temas cotidianos, para poder golpearcon disimulo la conciencia de sus vecinos, amigos y demás comarquenses.
Detector de baratijas, el poeta disfrazado de pacien- te, hace de las joyas feas del día, los frutos del árbol gi- gante de la locura. Cruza pasadizos, construye vitrinas,
mientras la nube tarántula llueve seda y el circo mues-tra sus monigotes, esperpentos que se desprenden del espejo cóncavo de Valle Inclán, y las estrellas, pelusa
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de luz, son el árbol del cosmos; tierra a la que vuelve el desquiciado de la puerta abierta. Por supuesto, más
moderno que Velarde (en su idea estructural del libro): trece años son un lapso suficiente para engendrar un abismo —una generación—. Pero ¿por qué no es con- siderado entonces un aportador de “formas novedo- sas”?, ¿por qué no ha sido llamado al vórtice que divide la poesía clásica de la poesía moderna?
 Tal vez porque distante de la poesía que en el México del siglo fue leída con el cuentahílos del preciosismo floreciente de Europa, para un poeta “rezagado”, el ser fue un proceso de particular descubrimiento; porque fue también testigo directo de las otras cosas. Cons- tructor de su propia fenomenología. Por ello, los subte- rráneos ríos de la poesía mexicana ahora se descubren como grutas en donde la riqueza poética comienza a brotar de su estadío, y la boca líquida de un cenote es la lengua de agua que demuestra que hay un rico mundo fuera de la ciudad, aparente centro de las percepciones. Porque Mirlo se haya entre la añoranza de no haber es- tado ahí, como apunta en su  Autorretrato: “El destino, más fuerte que yo, me hace sonámbulo y vago como un perro famélico y sin dueño, que husmea por las aceras el rastro de un cariño que se perdió en la urbe”, y su
 Inquietud , por el otro lado, de construir un corpus, al
modo imaginativo de Julio Verne, desde la biblioteca,en este caso, del paisaje, y admirar el horizonte que ale- tea para encapsular su sombra huérfana.
Misterio es la poesía, sobre todo cuando nos habla de una realidad que delante de nuestros ojos está, y sin embargo, era invisible antes de que nos fuera develada
por el poema. Josué Mirlo es ese poeta que coloca lametáfora como un catalejo que nos hace ver la vida de los objetos que se funden con el fondo. Mirlo es de esos
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poetas raros de los que Rubén Darío habló; pero antí- poda: “Yo soy una torre de Estación inalámbrica”, dice
el poeta en  Mensaje , y aparece más cercano de la tele- patía lingüística del internet, que del pararrayos celeste.
Porque hace falta estudiar el “poeticismo” de Mirlo. La hechura de sus metáforas, su sentido. Hace falta investigar qué camino une su estilo con Ramón Mar- tínez Ocaranza, porque no sólo los han confundido
por su parecido porte, sino porque hay momentos  versales de tal sincronía. Hace falta que los lectores conozcan a este poeta novio de la muerte, sombrío, poeta viudo (literalmente hablando), más que Nerval,  vívido enlutado, sin sumergirse en el pozo de un “sol de la melancolía”; prosa bárbara que ensaya “la danza de péndulos ahorcados en la sombra”, “viento lúgu- bre con alas de murciélago”, “pájaro fantasmal” con sus “antenas de plata”, para unirse al “árbol del mar”. Por- que Mirlo logró —de otro modo— romper el síndro- me de Sísifo y fue “un camino con figura de hombre” y “ante el pavor de estar soñando inmóvil en la cumbre, una angustia se le abrió como una rosa enorme... y la Esfinge que llevaba: dio señales de hablar”. Lectura del Huidobro creacionista que ramifica también en su poema  El paranoico  donde confiesa su esperanza de llegar a ser dios, pero narcisista destructivo, apunta
más alto que Huidobro, porque no se “sentirá” (verboque ocupa con ironía) cualquier deidad; sino “como un nuevo Quijote, hará de Sancho Panza al viejo Dios mediocre”. Adiós creacionismo. Florece la rosa para comerse al poeta y dar a luz una nueva flor.  Tal vez por eso también sea un poeta que ha sido re-
legado de la lectura general de la poesía central mexi-cana, porque representa un paradigma: el de trascender la antigua divinidad y el halo soberbio de Occidente
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de ya todo está dicho bajo el sol. Premisa que Josué Mirlo anula, porque cada paisaje que mira con sus
poemas es distinto y se haya también bajo una distinta estrella. Por supuesto que Mirlo es un poeta moder- no, postcontemporáneo si se quiere —si acentuamos su marginalidad y fijación en el instante—, pero sobre todo que ya ejercía una crítica con la mira apuntando hacia esta modernidad tardía y decadente que se vive a
principios del siglo : “Ese monstruo, que los siglos llaman enfáticamente: humanidad”, la define, y “que ha hecho del planeta su guarida, donde te reverencia  y te sahúma con las emanaciones corrompidas de su estercolero en podredumbre”. Versos que ahora cata- logarían de eco-poesía.  Josué Mirlo es un poeta actual, por eso importa leerlo;
porque su poesía se vuelve necesaria como antídoto en el ruedo espectacular del engaño social. Y sobre todo, estar aquí, es también voluntad de acudir intrigado a la función, a la cita, al manicomio, de uno de esos pocos poetas que dan “el madrazo en el estómago” con sus  versos, como exigía Max Rojas a la poesía. Acercarse a Mirlo, es arribar a una poética de mirada honda, pues  ya tenía en mente formar “el primer hombre psíquico de una nueva y radiante humanidad, ya con el pensa- miento liberado, feliz de arder, sin apagarse nunca”.
Un poeta de entrevanguardias
Ubicar la estética de Mirlo en el contexto mexicano, nos obliga a pensar en un sitio que se desarrolla fuera del curso general de la historia nacional, pero que se coloca también —al estar fuera— como un observador menos contaminado de la politiquería nacional, que
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desarrolla los postulados y premisas de vanguardia, así como los estatutos estéticos y que en Mirlo se vuelven
ejercicios naturales. Con esta acotación, podemos de- cir que Josué Mirlo es un poeta de entrevanguardia; que atraviesa el estridentismo, y simpatiza con su perfil lúdico y carácter popular, sin embargo, no se une a él, ni ejerce el estridentismo en su obra, pese a la notable influencia. De igual modo, coincide con el agorismo,
que “no era nueva teoría del arte, sino una posición definida y viril de la actividad artística frente a la vida. El arte debía tener objetivos profundamente huma- nos” (Diccionario de literatura mexicana. Siglo , , 2014), y ahí, Mirlo encuentra un vínculo, por el valor humano, tan fundamental para él: humanismo que deriva también de un para-modernismo, que con- trario al agorismo, termina por establecer su derrotero en la metáfora. Al pasar por este grupo, Mirlo nutre su perspectiva, pero siempre desde el ejercicio de una poética propia. No es raro que también termine por encontrarse en la obra de Mirlo una gran similitud con la obra de los poetas poeticistas, que se manifiestan como tales hasta 1953. Es decir, la estética de Mirlo se consolida por parte propia con los elementos sociales  y culturales de su época, pero desde una episteme his- tórica diferente, lo cual nos otorga también otro enfo-
que, desde el cual los estudiosos de la poesía mexicana—que se desarrolló en el siglo — podrán abordar el fenómeno de este peculiar poeta.
Su condición trágica lo vuelve también un poeta de un lirismo desbordante, sin caer en los clichés de la poe- sía realizada a mediados del siglo pasado, y lo coloca al
margen de lo arcaico, pero así mismo al margen de lasmodas, lo que conforma un problema que atañe también a la lingüística, por la peculiar forma de los vehículos del
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mensaje, y sobre todo la formación del habla a partir de la partitura poética, y viceversa. Sería curioso consultar
ciertas fuentes biográficas para entender cómo sonaba la poesía mirlense, de cómo su eco resonaba en los cuar- tos, celdas, vitrinas que se edifican dentro de sus libros;  y cómo cada poema se vuelve un interlocutor en esos espacios, como si fuese un ser vivo que habita entre las cuatro paredes de la hoja, y que representa un análisis (u
óptica) de alguna situación o circunstancia. El simple enfoque de la distribución visual del libro
 ya nos da pistas de que leer desde el ojo modernista sería equivocado; de igual modo que del estridentista, agorista o poeticista. Mirlo como buen poeta de en- trevanguardia se deslinda de su entorno y cincela un propio ángulo para mirar los especímenes a su cuida- do; otro vértice para su estudio: hallar el enfoque pre- ciso con el que lanza su discurso el poeta; y del mismo modo, cómo se va delimitando éste. Uno de los mo- tivos de esta selección poética y crítica, es generar un panorama lo suficientemente rico como para entender la amplitud característica por la que Mirlo puede ser un poeta para el escrutinio de los investigadores.
 Antecedentes elementales y estructura del nosocomio
El trabajo que se ha realizado con la poesía de Mirlo tiene un valor muy importante, y es en mucho lo que hace posible hoy pueda concretarse un libro de esta naturaleza, ya con la idea de entender la universalidad de una obra tan particular.
El compendio que concreta tan cuidadosamen- te Francisco Valero Becerra,  Josué Mirlo. Capulhuac, rincón de la palabra  (, en el centenario del poeta,
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2001), es punto de partida para entender cómo Mir- lo se vuelve la figura inaugural para la identidad de
 varias generaciones en su pueblo; pero también en el territorio mexiquense. Valero ya había realizado pre-  viamente en 1988, otra reunión de obra, titulada  Era un pájaro orfebre  (). Valero logra plasmar cómo el poeta se erige también como tutelar en gran medi- da, del Estado de México. Realiza una cronología de-
tallada de su obra, así como su entorno en periódicos,  y un fundamental recorrido por los movimientos de la época, empezando con la postura de los Contempo- ráneos, seguida de una precisión realizada por Sergio Mondragón acerca del estridentismo. Muy cercano a la obra de Mirlo, Francisco Valero, referencia detalles apuntados por José Muñoz Cota, Salvador Calvillo Madrigal, Clemente Díaz de la Vega, Rodolfo Gar- cía Gutiérrez y Alfonso Sánchez Arteche (que prolo- ga  Era un pájaro orfebre ) por nombrar algunos, y que entre sus aportes más significativos fue la forma de reunir la obra, en bloques, que obedecen a sus libros, pero también la compilación de los textos inéditos, y titular como La primavera del poeta los primeros poe- mas, escritos entre 1921-1923 y Canción salvaje (con otros poemas) a los textos de su última etapa.
En la presente selección, respeto el apartado de Va-
lero, La primavera del poeta, y a la sección de Canciónsalvaje ..., la titulo Canciones salvajes. El enfoque uti- lizado aquí, fue tomar los poemas con los que Mir- lo fue desplazando el ángulo de su ejecución poética.  Y así, desde sus primeros poemas hasta sus apuntes últimos, busco hacer registro de los desplazamientos
estilísticos; los nodos de conversión. De igual modo,mantengo la idea visual que el mismo Mirlo pensó en su libro Poemas (1964), y donde de modo “portento-
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so” ostenta el nosocomio, la casa, el mercado, todo en las páginas a modo de vitrinas. Procuré mantener sus
descansos, sus pausas visuales, así como el enfoque de sus recuadros, en la medida de lo posible, para articular así las secciones que van integrando la evolución del genio mirlense.
Otro de los poetas mexiquenses (aunque nacido en Argentina) que ha realizado un trabajo limpio y di-
dáctico respecto a la obra de Mirlo, es el poeta Pedro Salvador Ale, que compendió Grito de sol  (Norte/Sur, 2012); un libro bello que funciona perfectamente para iniciar en las escuelas a los jóvenes en la poesía; un enfoque muy oportuno para la difusión de la obra de Mirlo. También se puede encontrar la edición espe- cial de la revista Castálida, dedicada a la obra mirlense, coordinada por Benjamín Araujo, o la biografía reali- zada por el poeta Yabel René Guadarrama.
Por otra parte, una de las piezas mejor pensada para generar un panorama de la poética de Mirlo, es Tra- dición y transgresión, aproximaciones a la poética de Jo- sué Mirlo (Norte/Sur, 2011), compilado por Eridania González Treviño, donde el título dice ya mucho del abordaje de los ensayos. José Luis Herrera Arciniega, inscribe  Josué Mirlo en la tradición del sistema literario mexiquense ; Carmen Álvarez Lobato hace una atinada
comparación de la estética mirlense con el esperpen-to de Valle-Inclán; David de la Torre Cruz, aborda el poeta como un camino,  Estudio de la tradición y los te- mas de la poesía en el bardo y Juan Carlos Vásquez hace un análisis con lupa del Cuarteto emocional .
En este Museo de esperpentos y ensayos en prosa bárbara  
la intención fue invitar a académicos de universidadestanto mexicanas como de otros países, para lograr esa perspectiva fuera del entorno del poeta, y así angular
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mejor el cauce estilístico de la obra. Pero también otro interés era que los académicos invitados fueran poetas,
 y que pertenecieran a diferentes generaciones y grupos. De ese modo la visión del poeta Mirlo sería (y es) más completa. Al final del libro encontrarán las fichas de los analistas poéticos, pero adelanto que Carlos Aguasaco es poeta, investigador, editor y gestor cultural, nacido en Colombia, radicado en Nueva York. Marco Antonio
Murillo, al igual poeta, editor e investigador de litera- tura mexicana y realiza una maestría en la Universidad de Texas. Víctor Hugo Díaz, poeta chileno, Premio de Poesía Pablo Neruda 2004. Jorge Hiram Barrios, escri- tor, traductor y catedrático de la UNAM, especialista en aforismos. Eva Castañeda, poeta, editora e investi- gadora, fundadora del Seminario de Investigaciones de Poesía Mexicana Contemporánea. Ricardo Suasnavar, poeta, traductor y editor. Rubén Medina, poeta infra- rrealista e investigador de la Universidad de Wisconsin  y el maestro Roberto López Moreno, una de las plumas más completas de la lírica nacional. Como verán las óp- ticas aparecerán enriquecidas entre sí, y el censor crítico ayudará a encontrar los puntos naturales que articulan el enfoque móvil de Mirlo.
Agradezco la voluntad de la Sociedad Cultural Josué Mirlo, la alianza, y sobre el entusiasmo tan familiar
 y al mismo tiempo tan comprometido literariamentecon la obra del maestro. A la hija del poeta, María Salomé de Jesús Robles Mejía, a Herminio Gonzá- lez Zamacona y Arturo Allende González, así como a cada uno de los miembros de esta Sociedad. Al igual el valioso apoyo de la Asociación de Profesionistas de
Capulhuac, .., a la Escuela Preparatoria Regional deCapulhuac y a todas las personas que solidaria- mente y desinteresadamente esperaron este libro.
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Decidí mantener los ensayos —al modo de una edi- ción crítica— a pie de página: de modo paralelo, alea-
torio; como si fuesen estudios detrás de las paredes, observando el transcurrir de la poesía, con normali- dad; y por otro lado, para que los acercamientos, las lupas —como si fuesen lentes de Peter Greenaway— se mantuvieran como una realidad alterna, pero visible. Esto siguiendo la lógica de espacios que ocupa Mirlo
en sus libros; vitrinas, galerías, celdas, etc. En este caso, el pie de página corresponde a cuartos, que podemos entender como “estudios de cristal” (haciendo alusión a aquel poema de Enrique González Rojo padre). Y por otra parte, el guion que formulé para la lectura, es un ideograma a partir del  Atlas descrito por el cielo, de Goran Petrovi: andamios donde los pies de página, son parte medular de la lectura, pero al mismo tiempo, capítulos enteros que se leen a la misma proporción que el texto central. Al final, es de este tratamiento dimensional de donde brota la relevancia de leer ade- cuadamente a Mirlo, a principios del siglo , y por ello, la experiencia de entrar en este libro, será parecida a la de entrar a un cubo laberíntico, donde las posibi- lidades, al modo de Schrödinger, nos dan la opción de avanzar desde el espacio de lo poético, o, si se prefiere, desde el espacio de lo metapoético. Ambas dimensio-
nes existen, pero no se determinan entre sí. Son reales y conviven en el abstracto del que mira.
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Es importante que el lector tengapresente que los ensayos que acom- pañan —a pie de página— los poe- mas, fluyen de forma independiente de los mismos, aunque compartan la hoja. Por lo cual es recomendable que lea por separado el ensayo, que se dis-
tingue por una fuente más pequeña.En algunas páginas, para dar senti- do a este laberinto, existen indicacio- nes de en qué galera el lector puede dar seguimiento al ensayo en curso.
Los ensayistas de este libro, pegados a su mirilla, estudian el cuerpo total
del museo-libro y no correspondennecesariamente a cada una de las ha- bitaciones. Es una trama dimensional donde el último en ver (el observador detrás del observador) define dónde enfocar su vista (su lectura).
Una vez aclarado esto, es momento
de que tú, lector, ajustes tu lupa.
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[Primer acercamiento: L : .
Por Carlos Aguasaco] 
A Josué Mirlo vivió y escribió en los dos prime- ros tercios del siglo , (1901-1968), su obra es más actual y  vibrante que la de muchos poetas del siglo . ¿En qué radica la vitalidad y la frescura de sus poemas? ¿Cómo es posible que un poeta que falleció hace más de cuarenta años sea más actual que el más joven de nuestros contemporáneos? Desde el punto de vista formal, Mirlo nos sorprende con una poesía de ingenios que en la superficie nos parecen surrealistas, o de vanguardia latinoamericana, pero que en lo profundo corresponden con una poética, una filosofía del lenguaje literario, que trasciende el arti- ficio surrealista y la coyuntura de la vanguardia. Desde Canto a la
 primavera [Andante nocturno]  (1920-1923) vemos que las aso- ciaciones de Mirlo revelan una estética de las correspondencias:
 Y aquel beso fue un pájaro que hizo espigar sus trinos en el cerebro diáfano de los amaneceres;
 y por el dorso púgil de todos los caminos pasó un coro de risas como bellas mujeres.
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P
Son vocablos de carne mis hermanos los hombres, son vocablos de carne, son litúrgicos nombres con que expresa la Tierra su visión sideral. Las ideas fulgurantes de sus frases carnales las compendia la muerte sobre labios astrales
cuando muere el sonido de la frase inicial.
No es verdad que la muerte sea cobarde asesina, es la musa celeste de la Tierra que trina en el parque de Cronos oliente a santidad. Por eso es cada hombre un pensamiento estético que sintetiza todo, lo viable y lo patético, de la Tierra que vive toda una eternidad.
Así todo planeta que medita solemne en el bosque azulado del infinito indemne tiene un lenguaje excelso: su misma humanidad.
En  Manicomio de paisajes (1932) encontramos ecos modernistas
re-contextualizados o trasgredidos que nos hablan de leyendas azu-les, sátiros juglares y jaulas de pájaros que han quedado abiertas como en el cuento El pájaro azul  de Rubén Darío. Así Mirlo nos dice:
La tarde es una   pajarera ambulante,   que hoy dejó abierta   la jaula de sus pájaros […]
Desde este momento el “espíritu altanero” que canta en los versos de Mirlo transita revelando su estética en el “vasto silencio de las
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A
[B]
Era un ensueño pálido de la humana quimera la novia provinciana que por la vez primera al entrar en mi templo prendió el cirio pascual.
 Y desde entonces tengo una sacerdotiza que me enseña el secreto para cantar la misa en las noches azules de carne musical.
Cuando planta en las cumbres sus banderas la luna, ella, la pueblerina novia de crencha bruna,
es un alejandrino en lengua sideral.  Y el trotar ritmocéntrico del corcel de alabastro, que relincha en el verso, es el cóndor del astro que plantó sus banderas en la hora triunfal.
 Y que al zarpazo armónico de sus garras de plata sonoriza los hilos de color escarlata que hizo santamente del astro universal.
cosas sin alma”. Estos versos ya anuncian que la poética de Mirlo
es una estética de las correspondencias que se centra en la transi-ción de un estado a otro estado. Allí donde “no había alma” transita ahora el “espíritu altanero” que las transforma al nombrarlas.
En Baratijas  (1955) la voz poética sufre una transformación fruto de un cambio de contexto. El que antes era un reino de las “cosas sin alma” ahora le habla al yo poético y hace que el anti- guo proceso de verter su espíritu en las cosas se invierta. Ahora
son ellas las que vierten su alma al oído del poeta:  Diario a diario recibo mensaje de las cosas:
  —de la piedra, del árbol, de la estrella, del sol…—
La primavera del poeta
se oye el balar de plata de los blancos luceros
llega una virgen loca; en sus pupilas raras se hace largo el bostezo lila de los senderos! ...
El viento, que es un potro de vibradoras crines, a la núbil viajera ofrece su ancho lomo, mientras el horizonte amarra sus mastines,
que ladran porque vieron una nube de plomo.
Sobre el piafante bruto la virgen se hace risa para el álamo calvo que frunce el entrecejo; en tanto que la noche degüella en la sonrisa de los surcos escuetos mi cantar blanco y viejo.
Después ... la misionera deja un beso a los grises labios de la campiña, cuyas matas son senos
  todas ellas me cuentan sus tragedias vulgares,   tan cursis, tan mediocres,   que no logran vertebrar mi emoción!
¿Qué hizo que el yo poético se hiciera tan áspero e insensible? ¿Sería posible que el espíritu del poeta se hubiese vaciado por completo en el recorrido iniciado en Manicomio de paisajes ? Ba- ratijas  es el testimonio de una pérdida, la cicatriz de una crisis ontológica del yo poético en la obra de Josué Mirlo. El poema
“Autorretrato” es tan revelador como doloroso:
[…]El destino, más fuerte
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  ¡Qué embriaguez de mí mismo   cuando en su grito puro
  galope el Universo  para decirme: —¡DIOS! —
  Como un nuevo Quijote,   haré de Sancho Panza   al viejo Dios mediocre.
La oscilación entre el individualismo y el universalismo del  yo poético marca la primera parte de la obra de Josué Mirlo. Ese recorrido pendular tiene su punto de inflexión en el poema “Etiqueta No. 27 Mi único anhelo” donde por un momento se proclama una consustancialidad del yo poético y el universo:
  ¡Emoción solamente!...   como si el Infinito
  ¡me cantara en la sangre!...
En otras palabras, este poema revela que la solución a la dia- léctica precedente está en la estética de las correspondencias que en el caso de la obra de Josué Mirlo es el concepto de la reso- nancia. Por ello, más adelante leemos con naturalidad a la voz poética anunciar que “el mar estaba muriendo en mi cerebro”.
En la obra de Mirlo, el sujeto y el universo resuenan como el diapasón de una guitarra en frecuencias paralelas. El sujeto se disuelve en la totalidad y el universo literalmente existe en el cuerpo del yo poético. Esta resonancia conceptual del verso se mantiene en Museo de esperpentos (1964) con versos como:
   Todos los turbulentos
  mares   que rugen enjaulados   en mis células,
[…]   rompen sus espumarajos de rabia   sobre el vientre aplastado de mis labios   que se abren en palabras […]
Sin embargo, es importante resaltar que  Museo de esperpentos   está marcado por un existencialismo profundo. La imagen de la
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muerte se convierte en la disonancia y hace que toda la estética de las correspondencias se detenga para reflexionar sobre el paso
inevitable entre la vida y la muerte. Octavio Paz describe en Loshijos del limo (1974) la manera en la que la ironía (es decir, la consecuencia y la conciencia de la historia) literalmente desa- garra la estética de las correspondencias que él llama analogía.
La analogía convierte a la ironía en una variación más del abani- co de las semejanzas, pero la ironía desgarra el abanico. La ironía es la herida por la que se desangra la analogía; es la excepción, el accidente fatal, en el doble sentido del término: lo necesario y lo infausto. (Los hijos del limo, p. 105)
El poema “Casillero No. 6 Sombra” es explícito al revelar el desgarre que ha sufrido el universo de las resonancias:
Sombra fatal   que me persigues   […]   Entorpeces también   a mis oídos,   porque sabes muy bien   que sus sonidos   al llegar a mis árboles
  juglares  empollarían parvadas   de silbidos   burlándose de ti,   ...
La muerte se convierte en el contendor natural, en el enemigo a vencer por el yo poético. La muerte, celosa de la resonancia entre el sujeto y el universo se propone romper el balance. Este es el momento más crítico en la poesía de Josué Mirlo. En este poema el autor debe confrontar su doble condición de suje- to histórico mortal y de filósofo del lenguaje que traduce la realidad en conceptos. La solución del poeta se interna en los laberintos borgeanos y nos hace pensar en el famoso cuento “Las ruinas circulares” (1941). ¿Cómo vencer la muerte? El yo poético nos revela su solución haciéndonos testigos del duelo con la “sombra fatal” que lo persigue:
La primavera del poeta
  Pero a pesar de todo   lo que hagas,
  nunca seré de ti,  porque yo he de vencerte […]   He de poner   —para tu azoro—   la luz en el sonido   y el sonido en la luz    para dar vida   en mi
:  a un mundo de sueños!...   S     ...
En  Monigotes (1968) se supera el existencialismo inte-
grándolo a la poética de las resonancias. La realidad de lamuerte es asumida con una naturalidad que sorprende al lector: “Mientras tanto, , in- tensamente pálida, en un arranque de celos se suicida…”. La resonancia entre el sujeto y el universo se devela en la personificación o naturalización, es decir, en la síntesis, con la que la voluntad se manifiesta en acciones. De esta manera
leemos en el poema “Monte solo” que “Los ríos desperezán-dose sacuden la cabeza y hacen sonar sus cascabeles” o más adelante en “Medio día y la siesta” un verso que nos hace  ver un paso más allá de los Poemas humanos  de César Vallejo (1939): “Los edificios altos que viven en las ciudades, lim- pian sus espejuelos para hilvanarse a los detalles”. El poema “El Cristo rojo” que incluye en su final un soneto al Nazare-
no nos devuelve a la historia y nos obliga a reflexionar sobrelas doctrinas del actuar. El poema “Mensaje lírico” representa la victoria sobre la muer-
te y la consolidación de la estética de las correspondencias. El yo poético, representado por su cerebro, se hace uno con el univer- so. No desaparece la particularidad del sujeto al que se le habla en segunda persona sino que se establece una correspondencia
entre el todo y la parte que resuenan en la misma frecuencia yasí se imponen sobre la muerte. Como en una invocación la voz poética nos instruye para actuar:
Josué Mirlo por Carlos Aguasaco
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  y…¡crece…!...¡crece…!, ¡crece infinitamente!   hasta que tu cerebro   sea el cerebro azul del universo…!   ¡Verás entonces que hasta la misma muerte   se arrodilla […]
Sin duda, la obra poética de Josué Mirlo amerita múltiples lecturas y estudios rigurosos. Su estética de las corresponden- cias, que soluciona la dialéctica sujeto-universo a través del con- cepto de la resonancia, está hoy en día más vigente que nunca. Su genialidad radica en permitir la oscilación y la multiplicidad sin destruir el valor de la experiencia particular. En nuestros días, cuando la globalización crece de manera exponencial y sus efectos sobre la identidad de nuestros pueblos se hacen cada  vez más visibles, la obra de Josué Mirlo nos llega como un vaso de agua fresca y nos propone una alternativa a la alienación que antes parecía inevitable. El texto que cierra el volumen se titula “Mi teoría literaria” y revela a manera de colofón el universo conceptual del poeta: “Se ha dicho en todos los tonos que existe una conciencia universal […] pienso que la naturaleza de esa conciencia es esencialmente vibratoria, en una intensidad infi- nita, que no hay escala alguna que la pueda contener”. Detrás de lo que inicialmente parecía un artilugio formal descansa un  vasto universo conceptual. Este balance entre forma y conteni- do es un modelo a seguir para los escritores de nuestra época, en especial para aquellos que entienden que todo poeta es, a la  vez, un filósofo del lenguaje.
La primavera del poeta
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Por Jorge Hiram Barrios] 
P se conocen de Josué Mirlo. Uno de ellos, “Canto a la primavera”, obtuvo el primer premio en el cer- tamen organizado por Consejo Cultural de la Ciudad de México, en 1923. Con éste nace el poeta. Pasarán algunos años antes de publicar su primer título, ya lejano a los versos primerizos de en- tonces. Quedará constancia, sin embargo, de una herencia moder- nista que se atisba en poemas como “Profana” o “Arabesco sutil” y que dejará huella aún en la escritura postrera del poeta.
Difícil es evadir las coincidencias con Ramón López Velarde. Ambos, poetas de provincia, inmersos en inquietudes religiosas que serán medulares en su estética y su concepción de lo poético —a Josué Mirlo lo sedujo la idea de ser cura—, y que se verán reflejadas en sus versos. Los tejemanejes literarios del primer Mirlo son en esencia de un tono velardiano. En el vocabulario, por ejemplo, resalta el gusto por los términos que van de la li- turgia a los lugares de culto, del rito católico al paganismo, de las  virtudes cardinales a la carne y el pecado: santidad , virgen, tem-
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
La tarde es una pajarera ambulante, que hoy dejó abierta
la jaula de sus pájaros,
Sus quetzales y alondras, zenzontles y jilgueros, han volado; únicamente queda gorjeando en los pinares, ¡un viejo cardenal! ...
¡La tarde es una pajarera ambulante, que hoy dejó abierta la jaula de sus pájaros! ...
 plo, cirio, misa , sacerdotisa , etc. Así también con la adjetivación,
tan distintiva del zacatecano, y que seguirá teniendo presenciaen la poesía de Mirlo. No son pocos los ejemplos: bostezo lila ,   plata musical , cuesta sonámbula , silencio azul ...
Lo más importante, sin embargo, no es esta cercanía —que más es una deuda—, sino la distancia que ya comienza a mar- car, un alejamiento que terminará por singularizar su poesía. Su apuesta no pretende trasgredir canon alguno; se trata, más bien,
de un epígono sui géneris. Un di-versificador audaz que entonaa su manera los ritmos inaugurados por Darío, hacia el desuso  ya en ese momento.
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Era un pájaro orfebre que burilaba en plata
musical, arabescos sutiles de sonata,  junto a la fuente bruja que mostraba en su dorso de carne cristalina, el magnífico torso de una estrella desnuda que dormía a los arrullos del surtidor galante que cantaba en murmullos.
Una noche, aquel pájaro que burilaba en plata musical, arabescos sutiles de sonata, despertó a la dormida, y al conjuro de un rezo, desposaron sus almas en un cálido beso …
Esta es la azul leyenda que me contó un lucero bajo su blanca tienda! ...
“Mirlo no leía”, ha dicho José Muñoz Cota, uno de sus críticos
 y quien fuera cercano al poeta, pero no se pueden soslayar lasevocaciones textuales que se despliegan tan sólo de sus primeros  versos: Nervo, Tablada, González Martínez... Acaso en Velar- de encontró una vía para reinventar, como ya lo hacían muchos de sus contemporáneos, los caminos ya trillados del modernis- mo. Y acaso esa vía se halle en el provincianismo, en boga a principios del siglo pasado, y del que Mirlo fuera simpatizante
declarado (sabida es su admiración por Ermilo Abreu Gómez;sabida, también, su preferencia por el regionalismo —dejó in- édito un libro de relatos costumbristas del que sólo se conserva
Manicomio de paisajes
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8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
El Campanario viejo, es monstruo que devora
con sus dientes de bronce la carne pecadora de los rojos crepúsculos, que hicieron de las linfas un lecho cristalino para violar las ninfas, que por las tardes juegan “al burro” con el mar.
Después, el campanario, es un fauno doliente
que desnuda a las noches y las besa en la frente ...  y en sus cuerpos azules desgrana las caricias de su impotencia loca, como tardas primicias de su salvaje instinto de sátiro juglar!
uno titulado “La caballona”). Poetas como Enrique Fernández
Ledesma (1888-1939), Héctor Pérez Martínez (1906-1948) uHoracio Zúñiga (1897-1956), al que le dedica algunos escritos, se insertan en una estética muy similar a la de Mirlo. En ellos, como en Mirlo, el paisaje será una obsesión. Una prioridad. En la forma de abordarlo acaso estribe la diferencia. En Manicomio de paisajes  (1932), su primer libro, privilegia la viñeta, el retrato o el cuadro con paisaje:
  El Campanario viejo, es un monstruo que devora   con sus dientes de bronce la carne pecadora
Manicomio de paisajes
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8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Un monje imberbe y pálido es el torreón soltero
que escucha por las noches, de un eucalipto austero, los pecados mentales que cometía en su arranque cuando veía a la tarde nadar en el estanque ...
Sentada en la llanura cual vieja pordiosera, estornuda la ermita con su esquila agorera
mientras, allá, a lo lejos, parado en el camino toca su cuerno de oro el poniente ambarino ...
 Y en el fondo, las nubes palidecen de espanto,  y trémulas invocan la ayuda de algún santo porque le da un ataque al sol tras de la sierra.
  de los rojos crepúsculos, que hicieron de las linfas
  un lecho cristalino para violar las ninfas,  que por la tarde juegan “al burro” con el mar.
Se avizora en este ejemplo los recursos estilísticos que seguirá explotando en sus títulos venideros y que serán definitivos en su escritura poética: la imagen, la metáfora y, principalmente, la prosopopeya, en muchos casos de raigambre gongorino. Los
paisajes, primero; las baratijas, después: Mirlo anima, humaniza,da color y vitalidad a los objetos y lugares que lo rodean. “Presti- digitador de imágenes” (José Muñoz Cota), “paisajista en prosa”
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Embozados de luna, los flacos mimbres velan
el desnudo cadáver de la calzada blanca ...  Y el río, por más que corre, no evita que los astros que son buenos acróbatas se paren en su espalda.
Echado junto al pueblo, el monte se conforma con mirar su joroba dibujada en el suelo
 ya que no puede nunca realizar lo que anhela: pues él de buena gana quisiera ser camello.
De pronto allá en la torre, tose el reloj que tiene su cara de payaso, mientras la noche mansa, como una vaca pinta por los potreros pasta! ...
(Alfonso Sánchez Arteche), “poeta impresionista” (Carmen de
la Fuente) o “arquitecto de imágenes” (Francisco Valero Becerra)son algunos de los motes que se ha ganado, precisamente por el uso (y abuso) de la animación del orbe circundante, de la metá- fora o de la imagen.
Lo común, al abordar al poeta, es señalar el distanciamiento con el modernismo. Sin embargo, tal distancia es provisoria, te- nue, paulatina. Intuyo un viso modernista en el pseudónimo del
poeta. Contra el cisne se erigieron varias aves, acaso el búho deEnrique González Martínez sea el más recordado. Pero también Velarde, con su cenzontle, fraguó una réplica aviar, y quizá no sea
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
En la cabeza calva
Por la cuesta sonámbula, los árboles escoltan con silencioso afán
al mustio arroyo, que al decir de los pájaros, asaltó a la neblina en la montaña.
La carretera, al fondo, como ternera blanca
embiste al horizonte.
exagerado sugerir que el Mirlo-poeta surja como una filiación al
modernismo o, mejor aún, como una reconstrucción de la esté-tica dariana, una reinvención del canto modernista.
V
A M con el estridentismo y, en me- nor medida, con el grupo de la revista Vórtice . Se trata, en ambos
casos, de una afinidad ideológica. Conoció el Café de Nadie,compartió con los artistas de vanguardia no pocas inquietudes políticas y sociales de la época (aunque no fue militante de nin-
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
La tarde entró a la iglesia con su rebozo lila ...
 y el instante nocturno, como un perro enlodado, llegó husmeando sus huellas;  y al verla de rodillas, se echó en su falda roja y perezosamente fue lamiendo los ruidos, que como moscas iban prendiéndose al silencio! ...
gún partido u organización, apoyó en su momento, el movimien-
to estudiantil encabezado por Ladislao S. Badillo). Su propuestaliteraria, empero, no se asemeja a la de sus contertulios. Alfonso Sánchez Arteche ha señalado el que quizá sea el re-
curso más “vanguardista” de Mirlo: el armado del poemario. Quizá este rasgo, de mucho estridentista, lo haga pasar por un simpatizante o seguidor de Maples Arce o List Arzubide. Sus libros siguen una estructura cuidadosamente trazada por el poe-
ta. Pasillos, salas, vestíbulos, celdas... Mirlo lleva de la mano allector por un camino gradual, in crescendo, en el que cada sección responde a una interrogante que se verá develada al finalizar la
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
  C N.   C 
Caminaba por la loma que domina el horizonte, cuando me chifló el ocaso, que cantaba sobre el monte  y, me hizo señas que la noche me venía a encontrar del brazo.
 Y así fue; llegó ella, enlazamos nuestras manos  y seguimos la vereda de la loma ...
Mientras íbamos andando, la luna cacareaba escandalosa
porque había puesto un huevo en la laguna! ...
lectura. Aislar estos poemas es perder algo de su esencia. Sin el
derrotero que ha ensamblado el poeta se desvanece buena partede su apuesta. Mirlo, para bien o para mal, no es poeta para ser leído en antologías, por mucho que una selección ponderada pu- diera aportar para su rescate y revaloración.
Contemporáneo a los Contemporáneos, su poesía encuentra más puntos de cercanía con algunos de ellos, sobre todo con Carlos Pellicer, pero más aún con los otros contemporáneos que
no han gozado la misma gracia pública que Villaurrutia, TorresBodet o Gorostiza. Me refiero a poetas como Anselmo Mena, Enrique Asúnsolo o Enrique Munguía. En este punto, quizá no
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
pesadas,  y se finge muerto ...
Sólo de este modo logra hacerles trampa ¡y hay que verle reírse socarronamente, cuando en cada charco de sus callejuelas,
queda pataleando un tonto lucero  vestido de seda! ...
Decididamente mi pueblo, ¡es un marrullero!
de la lírica a través de la implementación de un instrumental crea-
tivo que pudiese develar aquello que hace grande a un poema. Ensus indagaciones, el procedimiento metafórico preferido por los poeticistas fue la prosopopeya. El modelo a seguir: Góngora...
Ignoro si Enrique González Rojo, Marco Antonio Montes de Oca o Eduardo Lizalde —fundadores del poeticismo— leyeron a Mirlo, pero es plausible que una misma luz los alumbre. Véan- se estos ejemplos:
La tarde es una / pajarera ambulante, / que hoy dejó abierta/ la jaula de sus pájaros. (Josué Mirlo) * I. El fuego / paladeaba el bosque / y lo encontraba de su gusto. (Eduardo
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  C N.   L  
Los postes del teléfono que van por el camino se dejan que los vista de púrpura el poniente,  y así, la tarde pasa triunfalmente desnuda,
en medio de dos filas de mansos Mefistófeles ...
Mientras que por los flancos del monte atolondrado trepan enloquecidas las nubes piafadoras que ostentan con orgullo sus pelajes manchados.
Allá, sobre los techos del caserío lejano se mira a las estrellas prender sus reflectores! ...
Lizalde) * ¿qué fotógrafo fue —tu voz murmura— / quien nos
ha consentido, / tras abrir una jaula, ver que el pájaro fuera / vo-lando sobre la llanura; / fotógrafo que deja que vuele su avecilla. (Enrique González Rojo).
En la animación del fuego o de la tarde, lo mismo que en el juego figurativo de la jaula y de los pájaros, la presencia de Góngora parece estimular el engranaje retórico de éstos. Am- bos abrevan de la misma fuente. Quizá en Mirlo descanse un
antecedente para explicar algunos de los caminos que la poesíamexicana tomará en las décadas posteriores, y el poeticismo po- dría corroborarlo o, por lo menos, apuntalarlo.
Josué Mirlo por Jorge Hiram Barrios
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
para que pase un sueñoa la ciudad.
 Y a los lados los medrosos jacales del camino,
sueltan sus perrosal crepúsculo que ronda en el barbecho.
A lo lejos, ¡llueve un silencio azul
en la montaña! ...
Mirlo es, en todo caso, un poeta liminal; un puente entre la poesía
característica de la generación de los Contemporáneos y la que sur-girá en la década de los cincuenta. Escritura fronteriza, en trance de cambio. Los poemas de Mirlo, como los de Concha Urquiza —para utilizar un ejemplo radical—, se insertan en un momento clave en la transformación de la poesía. Uno de los síntomas más visibles, y que responde a la reestructuración o, si se quiere, la futura cancelación del modernismo, se halla en el abandono paulatino de la versificación
tradicional. Una postura estética comienza aquí a reinventarse enaras de una nueva forma de entender la tradición lírica hispanoame- ricana. Y en ese contexto hay que releer al poeta.
Manicomio de paisajes
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
[Tercer acercamiento: E J M. Por Rubén Medina] 
A J M en el inicio de los años veinte, en ese momento en que se inventa una identidad a lo Tristan Tzara, pero sin saber de la existencia de Tristan Tzara, paseándose como un alucinado por los pasillos de la Escuela Nacional Preparatoria ante las miradas temerosas y tímidas de José Gorostiza, Xavier Villau- rrutia, Gilberto Owen, Torres Bodet; moviéndose como un salvaje, como un náufrago que en plena ruptura con los paisajes suntuosos del modernismo va imaginando una espiral de espacios que com- prende la casa, el pueblo, la ciudad, el país y el mundo como un manicomio que es a la vez una cárcel y desafío, poema y celda, len- guaje que reverbera y cotidianidad, esperpento y vida-espectáculo,  y así, en su itinerario sonámbulo, llega a 1932. Lo imagino con una actitud suicida ante los caminos trazados, negándose a entrar al servicio diplomático, a la burocracia, a reducir sus convulsiones  y viajes alucinantes a los nocturnos en que nada se oye, y así llega también a la prosa salvaje y su museo de esperpentos.
Ahora que el imperio literario y poético de Octavio Paz se desmorona vertiginosamente en México, es no sólo urgente sino absolutamente necesario poner atención a las figuras que por
Cuarteto emocional
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M
Algún día —no sé cuándo— debo emprender el viaje por un largo camino que se tienda en mis pies ... será el divino tránsito de mi cuerpo y mi espíritu, a través de los siglos, por los siglos. Amén.
Polvo a polvo mi cuerpo se irá desmoronando, en el largo camino que se tienda a mis pies; cada sol, cada luna, encontrará menguadas mis carnes, de viajero sin patria y sin edén.
 Y cuando ya no tenga qué darle al gran camino. Cuando el último polvo de mi barro se quede en el vasto silencio de las cosas sin alma, entonces: ¡comenzará su tránsito mi espíritu altanero!
Le han de mirar los siglos pasar como una fuerteclaridad de crepúsculo. Su paso irá sembrando, el perfume inviolado de lo Inconmensurable, que florece en el punto de la inmovilidad! ...
ignorancia o por designio consciente fueron eliminadas o mar- ginadas durante la imposición de una sola tradición moderna de la poesía mexicana durante el siglo XX. Entre esas figuras se encuentran Josué Mirlo, Salvador Gallardo, Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Ramón Martínez Ocaranza, Or- lando Guillén, para mencionar algunas. Josué Mirlo es un poeta de varios registros expresivos, no de un romanticismo tardío ni un modernismo formalista, sino un representante híbrido de una modernidad no imitativa, por ello en sus poemas encontramos un hablante poético que articula su subjetividad con el vértigo y la vibración de lo que él mismo llama ‘individualidad emotiva’.
Josué Mirlo por Rubén Medina
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
E malincrustada en el interior de una
enorme fábrica de calzado en amenazas de destartale y mayo- res enconos en estridencias domiciliadas en las calles de Jaime Nunó, por el viejo Peralvillo, nos reuníamos al filo del mediodía un grupo de inquietos, que con nuestras pláticas, enojos, dis- cusiones, teorías sobre las corrientes literarias, ensayos de nue-  vos poemas y gárgaras de ginebra de marca al justo alcance de nuestros bolsillos, dábamos nueva vida a lo que había sido la Rama de Escritores de México (la ) y bajo ese reasumido y semiplagiado nombre hacíamos y deshacíamos, más bien desha- cíamos en nombre del verso.   A ese lugar llegábamos a hablar de metáforas (metaforitas y metaforotas), los poetas Adolfo Anguiano Valadez, de alguna manera copropietario del lugar o algo así; don Vicente Mag- daleno, de visitas esporádicas; Juan Bautista Villaseca, quien en  verdad, en cuestiones de poemas todo lo sabía y sus charlas eran  verdaderas conferencias sobre López Velarde, Tablada, Vallejo, Huidobro, Neruda, los estridentistas, Aurora Reyes, Pellicer,
Baratijas
    á    g   i
   n    a     5
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A
 Y o bien pude ser cura de una aldehuela pobre, donde la gente vive, como los bueyes mansos, enroscando en el turbio silencio de la tarde la serpentina ingenua de su mirada incierta.
Con cuánto amor hubiera bautizado a los niños de esa mi grey humilde; y cómo regañara aquellos feligreses de vida amancebada como los llama el pueblo.
Otras veces, rodando por los derruidos claustros de mi parroquia vieja, oír con beneplácito después de la merienda, el ritornelo amable con que saludan todos: —“La mano, padrecito” ...  y luego despedirme de aquellas buenas gentes, tan sanas y tan pródigas como las ubres blancas
de las vacas lecheras! ...
Montes de Oca (para hablar de los actuales en esos entonces).
Cada vez que Villaseca intervenía eran verdaderas disertacionessobre el tema que abordara, serio, malhumorado siempre o casi siempre, con un lenguaje plagado de metonimias, rico en ideas  y conocimientos.   Ahí, en la , fue en donde escuché por primera vez el nom- bre de Josué Mirlo, y escuché algunas de sus cosas, y lo oí buen poeta, y me interesó más, porque por esos tiempos andaba con
odio cerrado (creo que lo conservo aún) contra todo lo que olieraa poetas de la oficialidad, contemporaneizados perennes; dioses en las aulas; dioses en las antologías bien dirigidas y mejor paga-
Baratijas
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¡Qué diáfana y qué mansa mi vida así entre pobres! Pero ... no fue posible. El destino, más fuerte
que yo, me hace sonámbulo y vago como un perro famélico y sin dueño, que husmea por las aceras el rastro de un cariño que se perdió en la urbe!
das; dioses en las crónicas en los suplementos culturales; dioses
en las publicidades culturales del Estado; dioses en becas y reco-nocimientos y más becas y más reconocimientos (como creo que sigue pasando en nuestras fechas); dioses para quienes no sabían nada de poesía pero que repetían lo que los críticos reconocidos “repetían” en las páginas de los medios, desde las oficinas de la , del o desde los proliferados talleres literarios.   Sabía que todo eso, que esa malhadada mecánica nos había
arrebatado del conocimiento y de la imaginación a hombres muy valiosos que hasta la fecha no conocemos o no los conocemos bien, porque nos siguen embarrando a los otros como la historia
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
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¡Ni una sola Joya!
  E N.   E  
—Aquí, en mi cerebro, tuve la simiente de un árbol gigante, ¡mucho muy gigante de tronco purísimo color de agua clara, azul de ramaje,
con frutos sedeños, como los duraznos de pelusa blanca! ...
En la primavera la sembré en mi huerto: ¡mírenla! ... ¡qué bella! ... ¡parece, chorro de fontana! ...  ja, ja, ja, ja, ja, ja ...
Esto en las mañanas decía un pobre loco a los que pasaban por su abierta casa.
Una noche quise saber si miraba, como en las mañanas,
 verdadera. Mi enojo era mayúsculo cuando leía o escuchaba pá-
ginas de un Abigael Bohórquez, de un Miguel Guardia, de unRamón Martínez Ocaranza, de un Manuel Maples Arce.   Entonces, escuchaba la obra, el nombre de un buen poe- ta desconocido y me llenaba de regocijo y de rabia al mismo tiempo, rara mezcla. Así oí la poesía de Horacio Espinosa Al- tamirano, de Margarita Paz Paredes, los corridos de Miguel N. Lira. Bueno, pues en una de esas tardes escuché por primera
 vez el nombre de Josué Mirlo, poeta de excelencias, nacido en elEstado de México que estaba muriendo precisamente en 1968 como en un mal simbolismo y que bien desconocido era para
Baratijas
a su regia planta: —¡Phs! ... —me dijo—
¡Que nadie lo sepa! ... ¡ya floreó el gigante! ¡ya floreó el gigante de tronco purísimo color de agua clara, azul de ramaje, con frutos sedeños, como los duraznos
de pelusa blanca! ... ¡Míralo! ... ¡qué hermoso! ... ¡parece un naranjo!  ja, ja, ja, ja, ja, ja ...  y me señalaba la altura impasible cristalinamente florecida en astros.
De repente, un golpe, como quien descuaja un tronco robusto: El loco, ¡había muerto mirando a la altura, cristalinamente florecida en astros! ...
la mayoría de los que hablaban de estos temas, no obstante que
sus restos mortales iban a ser enterrados en la Rotonda de losHombres Ilustres en el Panteón Municipal de Toluca, después de los estragos de una neumonía que lo asesinó en el hospital 20 de noviembre del .   Éste fue mi primer encuentro con Mirlo.   Entre las pláticas de Juan Bautista Villaseca y de los demás, Luis Alvelais Pozos, Sergio Armando Gómez, Othón Villela
Larralde... me enteré de que el verdadero nombre de Josué Mir-lo había sido el de Genaro Robles Barrera y que había nacido el 10 de julio de 1901 en el pueblo de Capulhuac en el Estado de
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
A Rodolfo García Gutiérrez 
Esta inquietud que tengo dentro de mí es tan grande, que a veces me dan ganas de abrirme al horizonte
para que no se entuman sus alas en mi sombra.
Qué degüello de albores habrá en su primer vuelo! ... Cada aletazo suyo, se estampará en el lomo de todas las alturas reducidas a esclavas;  y en la seda impoluta de sus ágiles remos,
como rubias chaquiras, se ensartarán los astros.
 Y cuando todos queden brillando en su plumaje, ante la Sombra huérfana, será un albatros de oro, esta enorme Inquietud! ...
México. El pseudónimo de Josué Mirlo lo utilizó por primera
 vez, al participar en su primer concurso literario, y con él se que-dó para firmar lo que iba a ser el resto de su obra literaria.   La vez de la que hablo, el poeta Villaseca extrajo un puñado de hojas amarillentas, que quién sabe de dónde había sacado y nos empezó a leer a un poeta que algunos de nosotros no habíamos oído hasta entonces, nos empezó a leer poemas de Josué Mirlo.  Y yo empecé a entrar en ese raro proceso al que ya me he referi-
do, de delectación y al mismo tiempo de profundo rencor hacialos que consideraba responsables de que las obras de los buenos poetas no se conocieran en México.
Baratijas
  E N.   E  
Por sobre de la vida, yo soy como una torre de Estación inalámbrica.
Diario a diario recibo mensaje de las cosas: —de la piedra, del árbol, de la estrella, del sol ... — todas ellas me cuentan sus tragedias vulgares, tan cursis, tan mediocres, que no logran vertebrar mi emoción!
 Yo espero que mi placa receptora se afine, para captar mejor una onda lejana que me traerá una blanca declaración de amor. ¿De la muerte? ¡!
  Villaseca leyó más. Yo pregunté más, y así fue como me enteré
que Josué Mirlo vivió en la época de los estridentistas, inclusoque los frecuentó en el ya mítico Café de Nadie. Fue gran amigo de Maples Arce, de List Arzubide, de Arqueles Vela, de Gallar- do, de Quintanilla, etc. Pero finalmente su formación literaria no logró compaginar con las propuestas vanguardistas del Es- tridentismo y terminó tomando una ruta romántica-moderna. Villaseca nos mostró la portada de su libro Baratijas  y cuál no
sería mi sorpresa al ver que tal portada estaba ilustrada por elexcelente grabador mexicano Mariano Paredes, quien había sido maestro de grabado de la pintora Leticia Ocharán, mi esposa.
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
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La muerte es ya señora desde que se entregó, como una meretriz,
a las amplias caricias de las manos sedientas del divino Rabí.
 Yo espero otro mensaje: Mensaje que habrá de convertirme,
en el único dueño de la Eternidad! ...
  La sesión concluyó, pero quedó en mi mente que había otro
poeta, otro más, escamoteado, al que tenía la obligación de bus-car —para beneficio, aunque fuera, de mi tranquilidad perso- nal—, y que a lo mejor hasta podría con el tiempo publicar una colección de esos sus poemas sometidos al disimulo.   Pasaron algunos años, no sólo era Josué Mirlo el escamoteado a nuestra literatura, han sido muchos. Y entre esos muchos se asumen y se dejan de lado proyectos (lamentablemente). En una
ocasión, en cumplimiento de unas diligencias que iba a reali-zar en nombre del Club Primera Plana me tuve que dirigir a la población de Santiago Tianguistengo, en el Estado de México.
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  E N.   E  
Como una onda concéntrica nacida en las riberas del tiempo, me llega este gran grito
que estalla en Universo:
—¡C! ...  Y toda la Eternidad se cimbra en sus cimientos.
(Los potros de la Fantasía, en gigantesco tropel apocalíptico, levantan una enorme cordillera de oro ...)
Manejaba sobre la carretera que lleva a Santiago, y resultó que
al llegar a la población vecina, a sus puertas, la carretera sedividió en una “y” griega. La parte derecha, el carril por donde iba, entraba a la población y la parte izquierda venía siendo el carril de salida formándose así el tramo de la carretera por donde arribaba. Entonces, en el eje de la bifurcación, reci- biendo al viajero de frente, se levantaba un muro blanco y sobre él, con letras azules, estaba escrito un poema. El poema
se llamaba “Capulhuac, Pueblo Mío” y al final del mismo ve-nía la firma: Josué Mirlo. Fue un gran impacto este segundo encuentro con el poeta. Sentí un enorme nudo en la garganta
Baratijas
 Y el Gran Grito que pasa sobre el tumulto
de mis células, como un galope de mar, se clava en mi pensamiento,  y hecho sangre, queda vibrando como un arrullo eterno:
—¡Carmen! ... ¡Carmen! ... ¡Carmen! ...
 Y se albean como médanos los siglos! ...
 y me puse a pensar que cuando un pueblo se une con su poe-
ta, cuando un poeta se une con su pueblo, es cuando se danestas cosas excelsas.   Capulhuac me recibía con palabras de su poeta, puestas en la entrada. Santiango Tianguistengo me estaba diciendo: “Sea usted bienvenido a este ámbito de luz que vive y palpita bajo la protección de estos versos, de estos signos esgrafiados en medio de esta verdad vegetal y cósmica”. El poeta y su pueblo. El pue-
blo y su poeta. Y el viajero recibido por el evangelio de la poesía. Jamás olvidaré ese segundo encuentro con el poeta. Villaseca ya había muerto, ya no podía platicar con él sobre el portento.
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
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  E N. S  
Cuando por fin la sombra pudo modelarme en su entraña sólo el Silencio augusto
repicaba en mi voz ...  y hacia todas los rumbos, —como brújula insomne— ¡mi afán buscaba el sol!
Hoy, que me embozo el día, me siento triste porque mi pensamiento  y mi emoción sincera no tienen la alegría de la luz,  y me salen empapados de sombra ... ¡y es que la Sombra reina en mi interior!
  Mirlo había estudiado medicina, matemáticas y otras mu-
chas cosas, siempre con la idea de servir a su gente.Por sus ideas fue expulsado del hospital en el que traba-  jaba y del instituto en el que daba clases, entonces decidió dedicarse a la educación rural, empeño en el que permaneció hasta su muerte.
Cuando todavía en formación, fue uno de los fundadores de la Liga de Estudiantes del Estado de México contra el
Imperialismo Yanqui, entonces contribuyó a formar la Re-vista Génesis , la que en el año de 1930 publicó: “Necesitamos defendernos del materialismo de los Estados Unidos que no
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Es necesario abrirme como el surco
frente al torrente límpido,  y lavarme la sangre  y lavarme los nervios  y lavarme los músculos  y hasta los mismos huesos lavarme con fulgor ...
así mi pensamiento  y mi emoción sincera, ¡tendrá la coruscante sonrisa del albor!
 Y al tornar a la Sombra que me gestó en su entraña, ¡seré el Centauro Alegre patinado de sol! ...
se han detenido en violar soberanías como lo han hecho en
Nicaragua, Cuba, Haití, Santo Domingo y Panamá; nece-sitamos poner un valladar al desbordamiento de la pseudo- cultura yanqui...”.
Mi tercer encuentro con el poeta fue a través del poeta pintor tabasqueño Francisco Valero. Era un hombre rijoso, siempre en lucha por algo. Sobrino de uno de los grandes intelectuales del Sureste de México, don Marcos E. Becerra; siempre trajinó por
el total reconocimiento a la labor de su tío. Don Marcos E. Be-cerra, escribió con conocimiento y entrega sobre asuntos chiapa- necos. A la hora de evaluar el mundo intelectual chiapaneco él
Baratijas
  E N.   P
  Para mi primogénito   Quijote amanecido   en el Rocinante   de la Muerte Al pie de todas mis ansias
formulo estas preguntas:—¿Qué será? ... —¿Cómo será? ...  Y un hálito imperial de selva en brama, cabalga
el rumorde mis anhelos que me suben, desde mis raíces profundas, como savia ...
¿Qué será? ... que, ¿cómo será?...  y las respuestas, ¡son los ahorcados péndulos que rayan
era tabasqueño y a la hora de evaluar el mundo intelectual tabas-
queño, está bien, era de Tabasco... pero él escribió principalmentesobre Chiapas. Estoy hablando, claro, de los muy limitados den- tro de este tipo de consideraciones, pero ello le provocaba gran enojo a Francisco Valero pues lo consideraba una injusticia por parte de los ignorantes. Quizá esos ignorantes no merecían tales iras pero el poeta pintor era hombre de carácter fuerte.   Otra de las pasiones de Francisco Valero fue Josué Mirlo.
Estudió a fondo su vida, su obra. Platicó conmigo apasionada-mente cuando aún tenía en proyecto hacer una necesaria anto- logía con la obra de Mirlo. Y ése fue mi tercer encuentro con
Josué Mirlo por Roberto López Moreno
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con su bailar isócrono el silencio! ...
 Y por segunda vez  pregunto —¿Qué será? ... —¿Cómo será? ...  y el hálito imperial
de selva en brama,truécase en vaho de sombras,  y, mis anhelos, tállanse en dromedarios del desierto ...
Rumbo a mis ansias trotan la angustia, el temor  y el sobresalto ...  y en las livideces
de mi crepúsculo interior,resalta la marcha
el poeta Josué Mirlo. Leí la recopilación de Valero y encontré
textos bellísimos, ahora otra vez perdidos en el maremágnumde papeles que me rodea. Valero se entregó plenamente a su proyecto y por fin, en 1988
logró hacer realidad la antología, editada por la Universidad Autónoma del Estado de México. No puedo leer los versos del poeta ahí, los tengo extraviados. Entre lo que recuerdo está aquel poema cuyo título siempre me habló al oído sobre el poeta: “Era
un pájaro orfebre”, que ahora encuentro aquí. Pero la verdaderaantología existe donde el lector la encuentra. ¡Búsquenla! ¡Bús- quenla! ¡Y encuentren al poeta Josué Mirlo!
Baratijas
de mis tres Caballeros  Taciturnos).
¿Qué será? ... que, ¿cómo será? ...  y las respuestas, ¡vuelven a ser la danza de péndulos ahorcados en la sombra! ...
 Y por tercera vez  pregunto —¿Qué será? ... —¿Cómo será? ...  Y un viento lúgubre
con alas de murciélagose cierne, —como pájaro fantasmal— en la ondulante caravana de mis anhelos, en cuyas gibas, cuaja sus campanarios al poniente ...
¿Qué será? ... que, ¿cómo será? ...  Y el par
de respuestas,salidas en borbollón de las mandíbulas pálidas de la Muerte, granan estos sonidos
en espigashúmedas de mar: —¡! ... ¡ ! ...
  E N.   M
  A Arturo Zepeda
Pensamiento enorme al desplegar las alas en vuelo hacia la Muerte,
quebró su último ensueño que lo ataba[a los hombres: !
 Y así, libre del Amo, se remontó a la más alta
dimensión,desde donde pudo ver en los parajes vírgenes de ritmos, a la gran loba inmóvil que se llama la Muerte.
 Y así, desde su plinto, bárbaramente la imprecó. ¡Se hizo un reto solemne! ... Un temblor de Universo mostró horizontes
[lívidos.¿Fue tremenda la lucha?
…………………………………………………
¡Sólo sé que en la hirsuta pelambre de lo único,
como un gran búho, pinto de soles y de sombras,quedó Mi Pensamiento vencedor de la Muerte! ...
Baratijas
Cuando para mí se abrió de par en par
la Vida,aparecí, sobre la cordillera del tiempo, como una figura de hombre
con alma de camino ...  Y esto soy  ¡un camino con figura de hombre!
Por eso en mí se nutrentodos los horizontes ...  y me entrego a los ortos, como se entrega la parvada de astros al vuelo de sus órbitas.
 Y me hago remoto a próximoa esta sed de mí mismo, crucificada a mi imperial silencio.
 Y ante el pavor
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Baratijas
Conociéndome de una sensibilidad
no encadenada al mundo de las formas,siento voluptuosidad al conectar mis nervios con las cosas para hacerlas vivir, al mismo tiempo, la vibración azul de mi esperanza: que es llegar a ser Dios!
¡Qué triunfo el mío cuando me sienta Dios!
¡Qué embriaguez de mí mismo cuando en su grito puro
galope el Universopara decirme: —¡! —
Como un nuevo Quijote, haré de Sancho Panza al viejo Dios mediocre.
Soles lilas entonces lunarán en mi lanza:  y en un paisaje áspero de luces invertidas donde relinchen mares
 y selvas y montañascomo caballos jóvenes,
Josué Mirlo
 Y mi Escudero Ingenuo ¡llorará su derrota!
Baratijas
Sobre el corimbo en que se nutre la abierta corola
de los tiempos:  , palpitando —por un capricho propio— entre los hombres.
Por eso siento que son macrocósmicas
mis célulasque no han perdido su memoria de astros!   Urente en cada ráfaga, mi espíritu trasmuta de mi sangre,
—en las vertientes ásperas del glóbulo—cada crispante vórtice de sombra en tempestad de luz, que se me escurre por los anchos caminos de mis nervios, en potros
que se me alarganen relámpagos ...
Así voy por los hombres: cóncavo en la voz íntima de mis humanas márgenes;
convexo
Baratijas
  E N.   E
 Y a nada más es la última gota de sol que se agarra a mi vida,
para marcarle un inútil compás de espera a mi regreso.
¡Regresar! ... He aquí al implacable látigo que restalla en la espalda de todo Ensueño que se hunde en la Forma, con el dogal al cuello de una órbita;  y yo ... ¡tengo que regresar!
Acaso, por esclavo, más humilde he de volver al punto ... de partida, para lavarme de esta inquietante forma peregrina clavada en la ansiedad.
 Y, sin embargo,
Josué Mirlo
a este amigo dolor que me presume
………………...…………….
Hoy me azora —al caminar sobre el pretil del rumbo—  ver que me rondan, tercas bandadas de obscuros antónimos hambrientos.
¡Sólo así mi regreso, será la angustia  vertical de mi órbita! ...
Baratijas
Descascarar mi pensamiento; dejarlo desnudo de la raíz de tierra,
de la raíz de viento, de la raíz de agua, de la raíz de sol ... éste es mi único anhelo para sentirlo puro, con vibración abierta en pétalos de onda; con potencia absoluta para ser en el tallo de su propio vagido: el verbo que amapole la primera mañana, ¡de otra nueva emoción! ...
  Emoción nítida en vértice,  ya sin la voz de tierra, de sol, de viento, de agua ...
  ¡Emoción solamente! ... como si el Infinito ¡me cantara en la sangre! ...
Josué Mirlo
  E N.   H
He llegado por fin a lo que llaman pomposamente: “La Cumbre Augusta de la Serenidad”.
 Y al arribar a este paraje árido —donde todo horizonte es espejismo  y una sola unidad abismo y cumbre— Me encuentro con que el lobo, que fuera el lazarillo de mi sangre, es un vulgar mastín  ya sin colmillos, con pústulas y flaco;  y lo que es peor: ¡sin ánimo!
No ya para acechar desde mis células, pero ni tan siquiera, denotar su presencia con un postrer aullido, en esta soledad desesperante ¡que crece en mis sentidos! ...
Baratijas
Sólo mi absoluto, indiferente
ante el clamor de células y sangre se desparrama en círculos concéntricos que van nadando en la pupila absorta
de su propia conciencia: ¡que es perennemente floreciendo en cumbre! ...
Josué Mirlo
Desesperado por no tener
más impresiones que las imperfectasdudas por mis sentidos, tuve la audacia —en un gesto de rebeldía suprema— de arrancarme de cuajo
 y arrojarles al viento, a éstos mis sirvientes inútiles que ya me tenían harto de paisajes enanos, de sonidos minúsculos, de olores epilépticos,
de gustos achatados  y de tactos imbéciles ...   ¡Qué insolente alegría de haberles extirpado!
Mas en el acto mismo de hacerlo: me retoño una sombra en cada cepa sangrante de sentido:  y un silencio polar, desde las cumbres de mi cerebro
Baratijas
llegó nadando a mí: Era que mis sentidos
arrojados al viento me seguían siendo fieles; ahora, más robustos que nunca, más profundos, más sabios ...
Despereceme un tanto para quitarme inercia. Sentime ligerísimo como si en vez de carne, ¡fuera yo todo de aire!  y al entreabrir los párpados, ¡un azotón azul me estrelló las pupilas! ...
Un zumbido de millones de astros, que me crecía en parábola, ¡tamborileaba en mis oídos! ...
La inmensidad desnuda, ávida de entregarse
como una hembra en celo,¡se tendió ante mi olfato! ...
¡Respiré voluptuoso! ...
Baratijas
Un resplandor purísimo
saltaba de mis poros: ¡miles de millones de soles orbitaban mi sangre! ¡¡¡ !!! ...
Josué Mirlo
L
: En cada uno de mis Esperpentos que exhi- bo en este , he puesto a guisa de corazón, una lá- grima de mis ojos muertos a la Luz. Por esto no conocen la risa sino el llanto.
No les busques posturas re- finadas que no tienen ... Son altaneros, grotescos y ridí- culos con su propio dolor ... ...
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
Por Marco Antonio Murillo] 
A de Josué Mirlo (1901-
1968), estamos a tiempo [todavía es decir siempre] para leer sus obras. Leer su poesía, no sólo desde la avidez de quien escarba en ella algo novedoso, también, con la paciencia de quien busca la huella de cierta identidad poética, hoy casi perdida. Hablo de la tradición del modernismo: la obra de Mirlo, parte de ella, explora lo mejor de su legado, y con ello logra fundar una poesía cuyo fuego se encuentra, por un lado, en un registro de lenguaje dionisiaco, por otro, en sus reflexiones sobre el hombre como ser sufriente, y parte de un macrocosmos.
Dos claros instantes hay, entonces, en su poesía: lo exterior, donde se describen a través imágenes y adjetivos policromáticos, las más diversas tonalidades del paisaje montañoso de su natal Capulhuac; y lo interior, que recrea otro tipo de paisaje: la mente humana, con un tono existencialista que halla sus antecedentes más próximos en Lo fatal   de Rubén Darío. Es en este punto donde recae la importancia cualitativa de Mirlo, pues aquella línea sensitiva fue tocada muy poco por las generaciones que si-
Museo de esperpentos
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
 viscosa y húmedaque me lamía los ojos acariciando mi ceguera.
Ni un coágulo de luz 
como velero, por mis obscuras pupilas navegaba.
Ni siquiera, de un débil palor
de luz remota columbraba yo el pulso.
guieron al modernismo. Las más lo despojaron de su crítica para
con la devoradora modernidad de Occidente, y lo condenaron amirarse como literatura de lo exótico y ornamental. Mirlo no las siguió, él diluyó esta crítica en su yo poético, y con ello fundó un  yo, cuya conciencia, tendía a abarcar toda la humanidad.
Esta doble poética en Mirlo, encontró acogimiento entre los estridentistas. La apuesta por un verso cargado de imagen y di-  versas sonoridades, se parece un tanto a la experimentación de
lenguaje emprendida por Manuel Maples Arce. Mientras ésterecoge en sus versos los sonidos nuevos de la ciudad, Mirlo no duda en plasmar en los suyos los colores de los paisajes monta-
Josué Mirlo por Marco Antonio Murillo
8/17/2019 Mirlo,Josué Interiores
surgió lo inesperado:
un delgado fulgorazul eléctrico.
Sordos rumores de tempestad embarazada de pavor, reptaban como víboras —rumbo a mis oídos— en la desolada planicie de mis nervios.
ñosos, así como las penumbras que hay en nuestro cerebro. Pero
acaso la coincidencia de mayor factura la hallamos en su largopoema  Imprecación. En otras ocasiones, la necesidad de pro- poner algo nuevo, llevó a Mirlo a reinventarse formalmente: cuatro de sus poemarios están construidos como si de lugares se tratasen. De estos lugares hablaré más adelante, ahora basta con saber que son su aporte cuantitativo más importante a la poesía mexicana.
A todo esto, es necesario preguntarse por el lugar que JosuéMirlo ocupa en la tradición de la poesía mexica