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DE LA
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V- INDUSTRIA NACIONAL
POR
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MANUEL C. CHUECO
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BUENOS AIRES
Imprenta de La Naci0n, 214, San Martin, 218
• 1886 '.
A la memoria de mi honrado
y laborioso padre.
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INTRODUCCION
Mostrar cuan grande y cuan fecundo es el
campo de accion que á la inteligencia y á la
actividad humanas ofrece nuestra hermosa,
rica y bien amada patria, y cuan fácil y rápi
damente puede adquirir bienestar y fortuna el
hombre que riegue su fértil y generoso suelo
con las fecundantes gotas que del cuerpo del
obrero el trabajo y la lucha hacen brotar, es
uno de los propósitos que nos han impulsado
de poderosa manera, á escribir y publicar las
monografias que forman este libro.
Mostrar cuan inmensa es la gratitud y cuan
grandes el reconocimiento y los esfuerzos que
en pro del progreso, de la prosperidad y de la
grandeza de la República Argentina hacen
los extranjeros que en ella á la industria se
consagran, y al amparo de nuestras protecto
ras y liberales leyes viven libres, respetados,
felices y tranquilos, es tambien otro de los
propósitos que nos han movido á emprender
esta obra.
Y finalmente, hemos querido probar, con
hechos en nuestros dias y á nuestra vista
realizados, á los jóvenes que pierden dignidad
y tiempo mendigando miserable empleo ó de
sempeñándolo por largor años, que al hombre
activo y laborioso, la voluntad le basta para
crear una fuente de riquezas y conquistar por
sus propios esfuerzos distinguida posicion so
cial; y que, si la empleomania es un mal discul
pable allí donde los hombres sobran y el tra
baje falta; aquí, donde millares de millares
de hombres faltan y trabajos lucrativos sobran;
aquí, en esta tierra bendita y privilegiada que
con facilidad suma conviértela en oro la
humana criatura, es delito imperdonable.
Por otra parte, hacer imborrables por medio
de la palabra impresa, las grandes luchas y
los grandes triunfos de los hombres que han
confribuido de eficaz manera al progreso
de la patria, radicando en ella grandes é im
portantísimas industrias, es rendir culto al
mérito y al valor.
Si no hay en los pensamientos luz, ni belleza
en el estilo, ni correccion en el lenguaje, que
esas faltas, por la bondad de los propósitos, se
disculpen con benévola indulgencia.
Ni el orden, ni la colocacion que en este
volumen tienen las monografias que lo forman,
ni el haber postergado para el segundo tomo
de esta obra el estudio sobre el comienzo, el
desarrollo, la prosperidad é inmenso porvenir
de grandes industrias establecidas en la Capi
tal y en las provincias de la República, indi
can la importancia que cada una de ellas
pueda tener, y ménos, el mayor ó menor mé
rito que concedemos á sus fundadores. Hemos
entregado á la imprenta los capítulos de este
libro así que los hemos escrito, y los hemos
escrito á medida que hemos ido obteniendo
los elementos que su confeccion requeriia.
En honor á la verdad debemos declarar que
no hubiéramos podido llevar á cabo esta
obra sin la valiosa cooperacion de los mismos
industriales de quienes nos ocupamos, y que
éstos solo han consentido en prestarnos su
cooperacion, cuando hemos conseguido con
vencerles que, hacer conocer sus nobles es
fuerzos, sus luchas y sus triunfos industriales
era servir á la República Argentina, de los
unos adorada tierra natal, de los otros segun
da generosa patria.
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V. Kf '
ADRIÁN PRAT
TINTORERIA
FÁBRICA DE PAÑOS
I
Si en la historia de los que, á golpes de
espada ó por el poder misterioso de la palabra
se levantan sobre las muchedumbres y se
hacen dignos de ser colocados en el templo
de la fama, hay siempre actos de valor, ejem
plos de virtud, de constancia, de abnegacion
que deben imitarse, y que por consiguiente
merecen publicarse, no solo para levantar con
el blando metal de la letra tipográfica, monu
mentos más eternos y duraderos que los que
de bronce y de granito les levantan los pueblos
agradscidos, sino tambien para que sirvan de
modelo y de enseñanza; en la historia de los
que venciendo y dominando á la materia y
descubriendo y poniendo á su servicio las
fuerzas y secretos de la Naturaleza se hacen
grandes en las artes y en la industria, hay
tambien, caudal inmenso de enseñanza, pro
vechosas lecciones, ejemplos dignísimos de
valor, de perseverancia y de virtud, y justo y
conveniente es por lo tanto, hacer universal-
mente conocida por medio de las durables
páginas del libro la historia del comienzo, de
las luchas, de los triunfos de la carrera indus
trial de los héroes del trabajo.
Y cuando se trata de industrias grande
mente útiles al país, de industrias que positi
vamente y de un modo directo propenden al
desarrollo y aumento de la riqueza pública
como de la riqueza individual, la historia de
su comienzo, de su desenvolvimiento y pros
peridad es doblemente interesante y digna de
ser conocida y estudiada.
Las varias é importantísimas industrias que
dirige y administra personalmente Adrian
Prat, y de las cuales es hoy su único propie
tario, pertenecen á esa categoriia.
Si indirectamente, el importante problema
de la fabricacion de tejidos de lana en el país,
favorablemente resuelto, á todos interesa y
beneficia; si de igual manera conviene al
cuerpo social como á los miembros todos que
lo componen, el empleo provechoso de cente
nares de trabajadores en las usinas de Adrian
Prat ocupados; directamente son tambien muy
pocos y muy contados los habitantes de esta
gran capital que, merced á las invenciones
hechas y á los aparatos introducidos por el
activo é inteligente industrial, no han sido y
pueden ser beneficiados.
Con excepcion de la fábrica de paños, en la
que ha introducido grandes reformas y mejo
ras, todas las varias industrias en que emplea
su gran capital, su bien cimentado crédito y
su inteligente actividad, han sido fundadas
por él.
La manera cómo Adrian Prat ha ido esta
bleciendo esas diferentes industrias, el princi
pio de su carrera industrial y mercantil, sus
trabajos, sus luchas y sus triunfos revelan un
gran carácter y una clara inteligencia, y la
— 4-
narracion fielmente verídica de tal y cómo de
muy pobre se ha hecho muy rico, y de bien
ignorante bien instruido; á la par que un título
de honor y una justa y merecida recompensa
á la virtud y al mérito, será un estímulo pode
rosísimo para los que se sientan poseidos por
legítimas aspiraciones, un reproche elocuentí
simo para los que desesperan del triunfo en
las grandes luchas de la vida y una prueba
más del inmenso é incontrastable poder de la
voluntad.
Hijo de una familia honorable y virtuosa,
pero pobre y humilde, desde muy joven Adrian
Prat, encontró estrecho escenario el pueblo
pequeño y poco activo en que vió la luz. Desde
niño ambicionó un campo ancho y vasto para
ejercitar su voluntad y poder satisfacer las
aspiraciones irresistibles que crecian vigorosas
en su alma. El Atlántico y la América fueron
el teatro de accion elegido; y cuando apenas
contaba dieciseis años salia del lado de sus
padres, y abandonaba la Francia, su amada
tierra natal, para entrar á ocupar un puesto
modestísimo en uno de los primeros vapo
res de las Mensagerias Fluviales. Cerca de
cinco años navegó en calidad de mozo de
cámara, á bordo de uno de los paquetes de esa
compañia que hacia la carrera del puerto de
Buenos Aires á la Bahia de Rio de Janeiro.
Encantado de esta tierra rica y hermosa,
en donde veia cuan hospitalaria y noblemente
son recibidos los extranjeros que á sus costas
llegan; cuán grande es la libertad, los dere
chos y las prerogativas que sus leyes acuerdan
á todos los que de otros suelos vienen á enri
quecerse en su suelo feracísimo; Prat resolvió
establecerse en ella en la primera propicia
oportunidad que se le ofreciera, y en efecto
así lo hizo.
Uno de sus compañeros del vapor le pro
puso establecer en esta capital, una casa de
huéspedes: aceptó, y lleno de entusiasmo y
buena fé, dejó su empleo y entregó á su socio
todo su capital, producto de su trabajo y eco
nomia. Dos meses despues ese desleal com
pañero fugaba llevándose todo el haber social:
Prat se encontró entonces, sin empleo, sin
un solo peso en el bolsillo, sin amigos, sin
— 6 —
relaciones y apenas sabiendo unas pocas pala
bras del idioma de su patria adoptiva; mas,
este contratiempo no le desanimó. Los reveses
en los combates de la vida duplican la energia
y el valor de los hombres de voluntad.
Prat ofreció sus servicios á varios caballeros
que resolvieron alquilar la casa abandonada
por su prófugo socio, para continuar viviendo
en ella. Aceptaron éstos los servicios del ani
moso joven, y quedó allí como único servidor
de ellos. Y allí, en esa misma casa, en la que
habia perdido todo su capital, por una feliz
aunque insignificante casualidad encontró Prat
la clave de su prosperidad, la base de su for
tuna: entre los múltiples servicios que estaban
á su cargo, se contaba el de limpiar la ropa
de sus patrones; un dia, despues de trabajar
largo tiempo en limpiar el cuello de una
levita, sin conseguir hacerlo á medida de su
deseo, tomó un diario y se puso á leer como
lo hacia todos los dias así que terminaba sus
tareas, con el intento de aprender el idioma
del país; entre las noticias que leyó en aquel
diario, una sobre todas le llamó la atencion y
— 7 —
le interesó : se trataba de un procedimiento
fácil y sencillo para sacar manchas de grasa
ó aceite.
Prat ensayó inmediatamente el método
indicado por aquel diario, y encontró que su
eficacia era cierta y secura, y esto le bastó.
De deduccion en deduccion llegó á las siguien
tes conclusiones: Si él habia ignorado hasta
entonces que habia una materia para sacar
bien y prontamente las manchas de la ropa,
muchas personas debian ignorarlo tambien, y
si él hubiera comprado seguramente una por
cion de esa materia, era indudable que muchos
harian lo que él hubiera hecho, y por consi
guiente quien se ocupara de prepararla y
venderla encontraria numerosos compradores
y hariia un gran negocio. Desde ese mismo
instante Adrian Prat fué industrial. Su capital,
diez pesos.
Dos dias despues salia el nuevo é ingenioso
industrial con veinticuatro frascos llenos de
su maravilloso líquido, titulado por él "Agua
Prat" y un centenar de cartelillos en los que
se explicaba las grandes propiedades del
líquido y la manera de usarlo. Algunos oficiales
porteños que preparaban sus balijas para salir
ese mismo dia á pelear en los campos de
Pavon, fueron los primeros compradores del
"Agua Prat". Pocas horas despues todos los
primeros veinticuatro frascos habian sido ven
didos al precio de diez pesos moneda cor
riente de Buenos Aires, dejando al nuevo
industrial una utilidad neta de más de dos
cientos pesos papel, pues contenido y envase
de todos ellos no costaban arriba de cuarenta
pesos de la misma moneda. Al dia siguiente,
la fabricacion de la primitiva "Agua Prat" se
duplicó y se duplicó tambien el estipendio de
los frascos que la contenian; y así continuó el
negocio por ocho dias, en los cuales el impro
visado fabricante se habia ganado algunos
miles de pesos.
Un hecho natural y necesario pero impre
visto por Prat, lo que prueba una falta abso
luta de nociones químicas, vino á impedirle
momentáneamente la explotacion de aquel
rico filon de la fortuna que una casual circuns
tancia y su espíritu emprendedor y activo le
— 9 —
habian proporcionado: á los pocos dias de
fabricado, el líquido preparado por Prat no
solo perdia la propiedad de sacar las manchas,
sino que se corrompia y despedia un fuertí
simo y nauseabundo olor; y no de otra ma
nera debia suceder, pues la primitiva "Agua
Prat" solo era... hiel de buey y agua del rio.
Este gravísimo accidente lejos de desani
mar retempló el espíritu de Prat: si aquel
líquido era inservible, otro ú otros debian
existir que no lo fueran y que le dieran los
resultados que procuraba: en encontrar ese
líquido estaban cifrados su porvenir y su for
tuna, y á ello consagró todas sus fuerzas.
Averiguó, investigó, hizo mil ensayos, jamás
habia leido un libro de química, nunca habia
visto funcionar un alambique, pero era nece
sario luchar y vencer y luchó y venció.
Compró un viejo y mal alambique, destiló en
él sustancias que le eran completamente des
conocidas, y exponiendo cien veces su vida
sufrió quemaduras gravísimas, soportó serios
accidentes é hizo esfuerzos tremendos en pró
de su propósito, hasta que un dia el pobre
aparato destilatorio recompensó la valentia y
la perseverancia de su dueño con un líquido
volátil.
Adrian Prat habia encontrado por sus pro
pios esfuerzos la esencia maravillosa que bus
caba; habia descubierto verdaderamente, una
agua que sacaba toda clase de manchas y
limpiaba toda especie de telas, y esa agua
que valia para él tanto como una mina de oro,
pues mucho oro le iba á dar, la habia encon
trado él y con justo título y perfecto derecho
podia darle ya su nombre.
Al principio, él solo fabricaba y luego salia
por las calles á vender su maravillosa agua
mas, pronto la fama aumentó considerable
mente la demanda de su artículo, y necesario
le fué tomar empleados que le ayudaran á.
preparar y vender el líquido de su invencion,
líquido que merced á sus útiles propiedades y
á la propaganda contínua que de sus virtudes
se hacia por la prensa, llegó á tener una venta
enorme.
Poco despues, siguiendo los consejos del
señor Pellegrini, padre del actual Ministro de
la Guerra, Prat sacó un privilegio y patente
de invencion, y empezó á limpiar y arreglar
ropa en su casa, á cuyo efecto abrió una tienda.
El primer libro de entradas de esa humilde
tienda está escrito por la delicada mano de
una mujer, y se conserva religiosamente en el
lujosísimo escritorio de la gran fábrica del
rico industrial, cuyo primer dependiente fué
su esposa, quien quedó al frente de la fábrica
y negocio en tanto que su esposo iba á Rio de
Janeiro á sacar patente de privilegio y abrir
un nuevo mercado al agua de su invencion, lo
que consiguió, vendiendo no mucho despues
sus derechos de fabricante é inventor á un
industrial de aquella plaza.
Al mismo tiempo y con la misma ó mayor
rapidez con que aumentaba su capital, aumen
taba sus conocimientos, pues con la constancia
y contraccion con que se entregaba á los nego
cios se entregaba al estudio, del que una
inteligencia feliz y una poderosa voluntad han
sacado inmenso provecho.
En seguida de conocer con propiedad todo
cuanto al arte del limpiador se refiere, se
12
dedica á aprender el muy importante y muy
difícil del tintorero; estudia química y física,
mecánica y economia, y deseando agregar á
los conocimientos que aprende en los libros
los de una enseñanza objetiva, hace un viaje
á Europa y los Estados Unidos, recorre las
principales ciudades, visita las Exposiciones
y ve los principales establecimientos de tinto
reria del viejo mundo y de Norte América.
Este deseo de instruirse, esta ambicion de
saber deben dar necesariamente sus frutos, y
los dan; de regreso de sus viajes, funda Adrian
Prat su gran tintoreriia; perfecciona los proce
dimientos empleados en el lavado y la limpieza
de la ropa; modifica é inventa máquinas y
aparatos que obtienen patente de privilegio;
descubre nuevas materias tintóreas, y lleno de
gratitud, quiere dar una prueba más de amor
á la Patria Argentina, y hace conocer desin
teresadamente las propiedades que es él el
primero en encontrar en el Quebracho, que
desde entonces reemplaza con ventaja al
Cachunde de Bengala y de Bombay, y del que
una sola fábrica europea contrata con impor
— 13 —
tante casa comercial de esta plaza la entrega
de 150,000 quintales anuales, que deben salir
de las extensísimas selvas de la Mesopotamia
argentina.
En numerosos artículos sobre cuestiones
económicas é industriales, publicados en diver
sas épocas en nuestros principales diarios, y
en su importante informe oficial sobre las
materias tintóreas de la República, exhibidas
en la Exposicion Nacional de Córdoba, ha
mostrado tambien el activo é inteligente indus
trial, los resultados de sus estudios y medi
taciones.
En 1882 compró la fábrica de paños que
hoy funciona bajo su direccion técnica y admi
nistrativa.
Ni una sola mancha afea la gran fortuna
que Prat ha sabido ganarse sacando manchas,
pues si principió su carrera industrial ven
diendo un líquido inservible, lo hacia en la
creencia de que léjos de ser así conservaba
éste todas sus propiedades por indeterminado
tiempo, y una vez convencido de su error, sus
pendió como queda dicho la venta de él, y la
— H
primera verdadera "Agua Prat "que salió de su
pobre y viejo alambique fué para darla gratui
tamente á los que habian comprado el maravi
lloso invento de la hiel de buey con agua del rio.
Es digno de mencionarse que la gran for
tuna de que es dueño Adrian Prat, no se debe
en manera alguna á una grande economia, y
sí á una gran produccion, pues desde el prin
cipio de ella jamás ha negado su cooperacion
á ninguna empresa útil, á ninguna obra filan
trópica, á ningun objeto grande, á ninguna
idea provechosa á la sociedad en que vive.
Con la misma actividad y consagracion de
siempre sigue dirigiendo y administrando las
diversas y complicadas industrias que estu
diamos en las líneas que siguen, y en las cuales
trabajan á las órdenes de Prat más de tres
cientas personas de ambos sexos y muy diver
sas edades,—actividad y consagracion que
mantiene vivas, más que la ambicion de au
mentar una ya caudalosa fortuna, el amor al
trabajo y la aspiracion nobilísima de contribuir
de eficaz manera al engrandecimiento indus
trial de la patria de sus hijos.
— i5 —
II
Las grandes usinas de Prat, independiente
mente de la fábrica de paños, comprenden dos
industrias que aun cuando están íntimamente
ligadas son bien distintas y diferentes: la indus
tria tintorera y la industria del limpiador: una
y otra importantísimas.
Estas usinas, por el número de sus máquinas
todas ellas movidas por el vapor; por la can
tidad de perfeccionados aparatos para las
múltiples operaciones que ambas industrias
requieren; por el numeroso personal en ellas
empleado, y por la importancia y valor de sus
trabajos, están colocadas á la altura de las
principales de Europa y son en América el
establecimiento de mayor importancia en su
género.
Pocas, muy pocas son las personas que
conocen la importancia, el valor y los benefi
cios que suman al año los negocios que realiza
el establecimiento de tintoreriia, limpieza y
arreglo de ropa de Prat; como muy pocas serán
— íó-
las que al pasar por la oficina central de este
establecimiento piensen que una casa para
sacar manchas en ropas usadas y teñir géne
ros averiados, sea á la par que una fuente de
economia para el individuo y la familia que á
esta ocurren, una verdadera fuente de riqueza
pública por la importancia, del capital que
crea, porque es crear capital, dar valor á una
cosa que no lo tiene ó aumentar el que tiene¿
y esto lo hace el gran establecimiento que nos
ocupa por cientos de miles de pesos moneda
nacional, como lo demuestran evidentemente
los siguientes exactísimos datos estadísticos.
Desde el año de 1863 hasta el de 187 1, el
establecimiento de Prat, recibió para limpiar,,
arreglar y planchar ó teñir 248,033 piezas de
ropa usadas, manchadas, sucias, descosidas,,
las que devolvió completamente limpias y
arregladas.
En 1875 recibió e! establecimiento 42,974 piezas
" 1876 " " • 44,923 "
" 1877 " " " 41,047
" 1878 " " ' 44,069
" 1879 " " * 57,130 "
* 1880 " " " 62,849 "
— 17 —
Es decir: 292,992 prendas de vestir, de
cama, de adorno, tapiceria, etc., en esos seis
años, que unidas á 248,033 prendas renovadas
en los primeros nueve años de trabajo y á las
276,750 que han entrado y salido del estable
cimiento en los últimos cuatro años, y á las
65,525 que se han teñido, lavado, arreglado y
planchado en los diez meses de este año for
man un total de 883,300 prendas.
Ahora bien: suponiendo que por término
medio cada una de esas prendas aumenta su
valor en diez pesos fuertes, lo que no es mucho
suponer, como se comprenderá si se tiene
en cuenta que por lo menos, la mitad de esas
prendas la forman ricos trajes, vestidos lujo
sísimos de señora, telas finas, tejidos especia
les completamente inutilizados por haber sido
manchados ó ajados ó por haber perdido su
color, resulta que el establecimiento de
Adrian Prat ha producido real y positivamen
te desde su fundacion hasta hoy, la suma de
8.833,000 pesos nacionales, dando valor á
objetos completamente inservibles.
Mas no es esto todo, que á tan crecida su
— 18 —
ma hay que agregar otra no ménos impor
tante.
Antes de fundar Adrian Prat su gran esta
blecimiento de tintoreria, todos los años el
agua del mar averiaba cientos de piezas y
miles de metros de ricas telas de seda, dismi
nuyendo su valor en un noventa por ciento. El
raso, el gró y el terciopelo, son artículos de
lujo y nadie compra artículos de lujo inservi
bles ó deteriorados. Hoy, esos miles de metros
de géneros preciosos casi inutilizados por el
agua, vuelven á adquirir su primitivo mérito y
á valer su valor real, merced á la perfeccion
con que son restaurados en este gran esta
blecimiento.
En 1867 empezó á funcionar la tintoreria, y
en ese primer año se riñeron en ella 4,059
metros de telas finas, y desde entonces esa
cantidad ha ido aumentándose considerable
mente año por año.
Seis dependientes atienden en la oficina
central, calle de Suipacha, núm. 74, á las nume
rosísimas personas que á ella concurren á
entregar ó recibir las prendas que les pertene
— ig —
cen; las que en el acto pasan al taller de repa
racion, en donde treinta oficiales sastres y diez
mujeres recorren una por una, arreglando sus
forros, pespuntes y ojales, para que luego de
ser debidamente acondicionadas, pasen á las
"usinas del establecimiento situadas en el
Paseo de Julio, entre Esmeralda y Avenida de
Marte.
Allí, en seguida de ser contadas y debida
mente anotadas, se clasifican y dividen por
clases y calidades de género y segun deban
ser teñidas ó labradas. Unas de aquellas pren
das deben ser teñidas de un color claro, otras
de un color oscuro, otras de otros colores,
pudiendo alcanzar estas divisiones segun las
tintas á recibir, á los 72 matices de la tabla
cromática de Chevreuil, más otras 90 que
resultan de los contrastes de los colores pri
marios y secundarios; otras de aquellas varias
y numerosísimas prendas que á carradas lle
gan todos los dias al grande establecimiento,
tienen que ser limpiadas por medio de legias
especiales; otras por medio del vapor; estas
exclusivamente por medio de aceites volátiles;
aquellas por otros muy distintos y diversos
procedimientos. La mayor parte de los vesti
dos de hombre pueden pasar enteros y con
servando su forma por todas las operaciones á
que es necesario someterlos para teñirlos ó
limpiarlos; pero la mayor parte de los vestidos
de señora tienen necesariamente que ser des
cosidos ó por lo menos despojados de los
encajes, blondas y guarniciones que general
mente los adornan antes de pasar por las múl
tiples operaciones indispensables, para que
recuperen por completo la belleza perdida.
Curiosa cosa es presenciar esta clasifica
cion y division de géneros y de trajes. Varios
operarios de ambos sexos empiezan el traba
jo, atacando con diestra prontitud el mon
ton inmenso de telas de lino, de hilo, de lana,
de seda y de pieles que varios carros han
conducido allí. ¡Qué confusion horrible, qué
caos inmenso de cosas distintas! Todos los
colores, todas las formas, todos los caprichos
de la moda, todas las clases se ven y se sien
ten allí. Las necedades de la vanidad humana,
as locuras del vicio, las debilidades de la
21
juventud, las travesuras de la niñez, la estupi
dez del avaro y el indiferentismo del pródigo
y las ventajas de la industria y la importancia
de la economia, se presentan en la mente en
revuelto torbellino al ver sacar una por una
las piezas que componen aquel inmenso mon
tón de trapos!
Allí se ven confundidos trajes de hombre,
vestidos de mujer, de niño y de niña; ropa
viejísima descolorida, sucia, cubierta de man
chas y ropa nueva solo estrenada, limpia y
con solo una mancha; géneros riquísimos y
telas burdas; tejidos de Holanda, de Francia,
de Inglaterra, de Italia. Pantalones, corsets,
fracs, ponchos, chalecos, batones, guantes de
cabritilla, coginillos, sacos de paño, mantillas,
capotes de piel del diablo, tapados de tercio
pelo, confecciones de gró, de paño, de cache
mir, de lustrina, de percal; velos de novia y
crespones fúnebres, corbatas blancas y ligas
rojas.
La variedad que se nota en los objetos se
nota tambien en las manchas que los afea: las
hay de toda clase, las hay grandes, horribles,
de barro y de sangre. El traje no hace al hom
bre; pero la historia de los trajes se parece á
la historia de la humanidad.
Pocas horas despues, aquellos trapos
sucios se presentan desconocidos: merced á
los numerosos elementos que tiene el estable
cimiento, á sus aparatos perfeccionados, á la
competencia de sus obreros, se convierten en
telas bellísimas, limpias, satinadas, sin un solo
pliegue ó arruga y cual si recien salieran de la
fábrica elaboradora.
Los ricos trajes de señora los devuelve la
casa de Prat como los entrega la modista, y
no salen las cortinas más blancas y más bien
planchadas de las fábricas europeas, que lo
que salen de esta fábrica nacional.
Pero para poder conseguir estos resultados
con la prontitud y perfeccion indicadas, nece
sario le es á este establecimiento contar no
sólo con un personal á la par que numeroso y
competente, sino que tambien con grandísimo
número de aparatos y máquinas, y así es
en efecto. Sesenta personas de ambos sexos,
sin contar los empleados de la oficina central,
— 23 —
trabajan permanentemente en las muy diver
sas obras que las industrias del tintorero y
limpiador requieren, y pasa del doble el
número de máquinas y aparatos que al mismo
fin concurren.
Tres grandes motores á vapor, con una
fuerza nominal de cien caballos, ponen en
movimiento todas esas máquinas.
Y á pesar de la variedad de trabajos y de la
multiplicidad de operaciones que cada una de
ellas requiere, el orden que reina en este gran
establecimiento y la competencia y contrac
cion con que es dirigido, permiten que se veri
fiquen y terminen en rapidísimo término todas
las obras pertenecientes á esas industrias que
allí se emprenden.
Como fuera difícil tarea enumerar y des
cribir todas las máquinas que en esta fábrica
funcionan, movidas casi todas ellas por el
vapor, concretarémonos á decir que solo las
que tiene para planchar pasan de diez, todas
ellas diferentes; y que las hay para especialí-
simos y delicados trabajos. Máquinas rotati
vas, centrífugas, horizontales, verticales, gran
— 24 —
des, pequeñas, de acero, de hierro, de laton,
de madera; en una palabra, todos cuantos
aparatos se han inventado para el servicio del
tintorero y del limpiador, sin que falte uno
solo de ellos, con más algunos especiales
inventados por el mismo Adrian Prat y que
son exclusivos á su establecimiento.
Conviene advertir que la tintoreriia más
trabaja para las casas de comercio que para
los particulares, y que son más las telas en
pieza que las prendas usadas que se tiñen.
Varios pozos surgentes inagotables dan la
inmensa cantidad de agua que el estableci
miento consume.
--
III
El orígen, comienzo, vicisitudes y mal éxito
de la primera fábrica de tejidos de lana en
esta capital, es historia bien conocida, y no
entra en nuestros fines referirla; bastándonos
ocuparnos de ella desde el momento en que
Adrian Prat, hoy su único propietario y direc
tor, le dió movimiento y nueva vida.
— 25 —
Fué en el año 1882, despues de varios
. meses de abandono, que la compró el activo
é inteligente industrial.
Prat, no conocia absolutamente nada de la
nueva industria á que se iba á dedicar, y en
la que habia empleado un grandísimo capital;
pero, acostumbrado á no temer, en los nego
cios, lo desconocido, y á saber vencer todas
sus dificultades y sus inconvenientes, no se
arredró por su falta de conocimiento, en la
fabricacion de tejidos, y habiendo visto con
la mirada de águila del hombre práctico en
los negocios, que el que se le presentaba,
vencidas las primeras dificultades, seria en
sus manos una nueva mina, entró de lleno
en él.
Despues de tomar todas las disposiciones
necesarias para que durante su ausencia se
limpiara y arreglara la maquinaria de su nueva
fábrica, se embarcó nuevamente para Europa,
para adquirir allí todos los conocimientos que
le eran menester. Visitó muchísimas fábricas
de tejidos de lana, trabó relacion con la mayor
parte de los directores de ellas y con los ope
- 26 -
rarios más hábiles en el arte de tejer; trató de
posesionarse de los secretos de los perfec
cionamientos y de los más modernos adelantos
realizados en la fabricacion de paños y tejidos
de lana; y no bastándole esto y queriendo
unir á sus conocimentos teóricos los de la
práctica y la experiencia, entró como simple
empleado en una de las principales fábricas
de Francia, en la que trabajó á la par de los
demás operarios.
Si se tiene presente que Adrian Prat era
dueño de muchos miles de pesos nacionales,
cuando para conocer bien un arte, trabajó por
varios meses como un modesto jornalero, se
convendrá que en este hecho tienen una
hermosa leccion, todos aquellos que sin ser
dueños ni de la levita que llevan, no aceptan
bajo ningun pretexto un trabajo manual, y
prefieren mendigar un miserable empleo á
trabajar en honroso oficio.
Prat regresó de Europa con todos los cono
cimientos indispensables para poder dirigir y
administrar las diversas industrias que com-
prendia su nueva fábrica; pues nuestra fábrica
— 27 —
nacional de paños, encierra tres artes bien
distintas, y las que muy pocas veces en Eu
ropa, se llevan á cabo en un mismo estable-
«cimiento, tales son:
i° Lavado y limpieza de la lana.
2° Cardamiento é hilado.
3° Fabricacion de tejidos.
Trajo tambien á la vez operarios competen
tísimos en esos diversos trabajos, y gran
número de nuevas máquinas.
Con todos estos elementos y con el capital
y el crédito necesarios para empezar á funcio
nar, bien pronto las complicadas y poderosas
máquinas se movieron nuevamente.
Despues de vencer las dificultades inhe
rentes á todos los principios y de juiciosos
ensayos y detenidos estudios, se logró que la
primera fábrica nacional de paños resolviera de
una manera práctica y permanente, el impor
tantísimo problema de elaborar tejidos de
lana, en calidad y precios, iguales á los que
en cambio de oro sellado compramos á las
fábricas extranjeras.
En paños comunes, en jergas, mantas y
— 28 —
sobre todo en frazadas, con muchas y muy
notables ventajas para el país, para el comer
ciante y para el consumidor, la fábrica nacional
elabora y tiene siempre grandes reservas á la
disposicion de los compradores, sin temer que
estos, por los precios ó las calidades encuen
tren ventajas en sus similares extranjeros.
Se comprende fácilmente que si se sigue
venciendo la falsa creencia, y la ciega rutina
de pensar que el país, no puede producir
artículos que ya se están produciendo, y el
comercio presta su concurso á la produccion
nacional, él será el mayormente favorecido,
pues con la gran demanda vendrá natural
mente la mayor produccion y la mayor pro
duccion engendra siempre una disminucion en.
los precios y un perfeccionamiento en los pro
ductos.
Luego, pues, por conveniencia y por patrio
tismo debemos todos felicitarnos del éxito que
ha alcanzado la primera fábrica nacional de
paños bajo la inteligente direccion de Adrian
Prat.
Mas, esta fábrica, por más que produzca,
— 29 —
no alcanzará, ni con mucho, á llenar una parte
siquiera de nuestras necesidades, y ya resuelto
-el importante problema, por seguro puede
tenerse, que si se establecieran dos ó más
fábricas de tejidos, los capitales empleados en
ellas darian buenos y seguros resultados, sobre
todo, si se consiguiera que al frente de una de
ellas, se pusiera el activo y práctico industrial
á quien corresponde el honor de haber resuelto
tan grave cuestion para la República, y quien
sin dejar de atender y levantar cada dia mas
las seis distintas industrias que dirige y go
bierna podria tener bajo su competente supe
rintendencia, los grandes capitales que se
emplearan en una segunda gran fábrica de
tejidos en la República, y cuyos buenos resul
tados no podrian ponerse en duda teniendo en
cuenta la manera honrosa como de pobre y
sin conocimiento ha llegado á ser poderoso,
rico é instruido el industrial cuyas luchas y
triunfos hemos dado á conocer de verídica é
imparcial manera.
SILVESTRE ZAMBONI E HIJOS
FUNDICIÓN
HERRERÍA MECÁNICA
I
Un dia del año 1856, un hombre jóven,
fuerte, vigoroso, de maneras desenvueltas y
andar resuelto, hermosa frente y ojos llenos de
fuego y de vida, pisaba por vez primera el
suelo rico y hermoso de la patria argentina.
Acompañábalo un niño de 12 años.
Eran inmigrantes y acababan de llegar de
Italia, patria de ambos.
Quien hubiera observado con detencion á
aquel hombre, hubiera comprendido que la
alegriia inmensa que experimentaba por el
feliz término de largo viaje, emprendido con
— 3i —
aquel niño, pedazo de su corazon, se mezclaba
el sentimiento profundo, la negra melancolia
que entristece el alma del que se encuentra
léjos del hogar y la familia.
¿Quién era ese hombre?
Era uno de esos miles de trabajadores que
abandonando el suelo trilladísimo de la vieja
Europa, vienen á buscar en la tierra feracísima
del continente descubierto por Colon, libertad,
riquezas y ventura. Era un nuevo elemento
de paz y progreso para la República Argen
tina.
Se llamaba Silvestre Zamboni.
Era uno de los descendientes de antiquísima
familia italiana que desde siglos atrás viene
trasmitiendo á todos sus nuevos miembros á
manera de hereditario sentimiento, la vocacion
á la mecánica. Todos los Zamboni son herre
ros, mecánicos habilísimos y algunos de ellos,
cual el que nos ocupa, se han hecho notables
por útiles inventos y grandes empresas con
éxito realizadas. Algunos miembros de esta
familia se han establecido en Francia, en Suiza
y en Alemania.
— 32 —
Siendo aun muy jóven, pero conociendo ya
con maestria todos los trabajos que son de la
competencia del herrero mecánico, Silvestre
Zamboni, salió de Domodossola, lugar de su
nacimiento, para entrar en el ejército, por el
tiempo que la ley le obligaba á servir, como
militar, á su patria. Su bizarria, su intrepidez,
su valor y la exactitud en el cumplimiento de
sus deberes le hicieron merecedor de una alta
distincion, de un gran honor: ser uno de los
cien individuos elegidos por el General Lamar-
mora, entre todos los que componian el ejér
cito italiano, para formar el primer célebre
cuerpo de bersaglieri.
Terminado el período de servicio militar que
le correspondia, Zamboni volvió al lado de su
familia y empezó de nuevo á trabajar en su
oficio de herrero mecánico. Poco despues, el
amor ligaba su destino al destino de virtuosí
sima mujer.
Silvestre Zamboni trabajaba bien, y ganaba
lo suficiente para mantener con comodidad á
su esposa y á sus hijos; pero éstos aumenta
ban y crecian, y ambicionando, á la vez que
— 33 —
hacerlos herederos de algo más que de su
buen nombre y de su amor al trabajo, poseer
los medios y el campo de accion para desar
rollar su actividad, y poner en práctica los
pensamientos que al calor de legítimas aspira
ciones nacieran en su mente, resolvió impo
nerse el sacrificio inmenso de separarse de su
esposa y de sus hijos, y trasladarse á América
con la fé que da al hombre la conciencia de
su propio valer.
Dejando á su familia todo el dinero que
poseia, ménos el indispensable para el viaje,
se embarcó, acompañado de su hijo mayor,
para esta capital, á la cual, no muchos años
despues, su genio creador habia de dar una
nueva gran fábrica y nuevos hermosos edifi
cios, en uno de sus barrios, por él más que por
nadie valorizado.
Dos dias despues de su llegada, ya Silvestre
Zamboni trabajaba como oficial en una delas
mejores y principales herreriias de aquel enton
ces.
Los conocimientos que poseia en su oficio;
la exactitud y la habilidad. con,que desempeñó
rj^F/o
— 34 —
todos los trabajos que le fueron encomenda
dos; su moralidad y buen comportamiento; le
hicieron acreedor á que se le encomendara,
antes de no mucho tiempo de su llegada al
país, de la direccion de un trabajo serio é
importante: la construccion de las obras de
fierro de la Aduana.
Esta obra, que en esa época, era uno de los
trabajos de herreria mayores y de más costo
y de más trabajo que se habia hecho en el país,
fué concluida por Zamboni, á la entera y com
pleta satisfaccion de los empresarios y del
Gobierno, lo que le valió el aprecio y la amis
tad de algunas personas distinguidas y de
fortuna.
Teniendo que atender á las necesidades de
su familia, ála cual no olvidaba un solo instan
te, el hábil mecánico habia remitido á Europa
todo el producto de su trabajo hasta entonces;
y para establecer un taller por su cuenta,
anhelo principalísimo de su espíritu, solo con
taba con escasos útiles y bien pocos materia
les; mas esto no le impidió realizar su
propósito, y así que terminó la direccion de
— 3S —
las obras de fierro de nuestra Aduana princi
pal, Silvestre Zamboni encendió la primer
fragua suya en la calle del Cerrito núm. 149.
En los primeros tiempos, no tuvo en su humilde
y modestísimo taller, más que tres compañeros,
y esos compañeros eran tres niños, y esos
niños que desde la mañana á la tarde tiraban
la cuerda de su pequeño y pobre fuelle ó
batian el hierro sobre el yunque erart sus hijos.
No tardó, sin embargo, mucho tiempo, en
tener á sus órdenes varios oficiales, requeridos
por los muchos é importantes trabajos que
desde el momento en que abrió la puerta de
su herreria se le encomendaron, y que cada
dia más aumentaban, debido á la manera cómo
siempre supo cumplir sus compromisos y ter
minar las obras contratadas. •
Padre cariñosísimo y amante esposo, tan
luego como pudo disponer de los fondos nece
sarios, Zamboni mandó traer de Italia á su
familia. ¡Ah! Iban ya por fin, para el hábil
mecánico, á cesar las horas de soledad y de
amargura pasadas pensando en la compañera
de su vida y en los herederos de su nombre!
_ 36-
Del primitivo local, trasladó Zamboni su
taller de herreriia mecánica á la calle de
Rivadavia, en donde estuvo establecido hasta
el año de 1870. Allí fué en donde empezó á
desarrollar su actividad en las grandes propor
ciones á que su carácter emprendedor y activo
le impulsaba.
Animado por un poderoso espíritu de pro
greso, no se dió por satisfecho con haber plan
teado un establecimiento en el cual habia ya
conquistado una fortuna, que fácilmente con
seguiria aumentar: quiso más; quiso fundar el
primer grande establecimiento mecánico de
herreria en la República Argentina: quiso
establecer una buena fundicion de hierro: quiso
tener un establecimiento en el cual pudiera
construir las máquinas y aparatos agrícolas
é industriales de su invencion: quiso ser dueño
de un taller mecánico completo y en donde
pudiera hacer todas cuantas obras de su ramo
se le encargaran: eso quiso y eso lo consiguió;
aunque teniendo que vencer grandes dificul
tades é infinitos inconvenientes.
Fué en el año de 1870, cuando mandó cons
— 37 —
truir y se trasladó al grande edificio de la
calle de Charcas que hoy ocupan la fundicion
y gran taller mecánico de los señores S. Zam-
boni é hijos.
A once distintos propietarios compró Sil
vestre Zamboni el vasto terreno en que coro
nado por altas chimeneas, se levanta el gran
templo por él consagrado al trabajo, y en el
que las potencias intelectual y muscular de
muchos hombres se ocupan en dominar á la
materia bruta y darle formas útiles al bienestar
y progreso de la humanidad.
» Este hermoso y cómodo edificio, cuya dispo
sicion arquitectónica ha servido á muchos
otros de modelo, reune á la solidez y belleza
de su construccion, la más adecuada y per
fecta distribucion del espacio entre los talleres
y demás departamentos necesarios á una gran
fábrica.
Hay allí, aire y luz en abundancia, y todos
los operarios y máquinas, aunque separados
por secciones, están á la vista y bajo la vigi
lancia del director de los talleres.
El plan y distribucion de este grandioso
-38-
edificio, fué ideado y meditado por su compe
tentísimo propietario.
Dos eran las ideas capitales, dos los idea
les que permanentemente ocupaban la mente
de este fuerte é inteligente vencedor del hierro:
la familia y el trabajo, el hogar y el taller.
Educar á sus hijos era lo pr-imero; perfeccionar
su industria lo segundo.
Una vez que Zamboni hubo instalado su
gran taller en el vasto edificio que hizo cons
truir para el efecto; luego que lo dotó de gran
des y poderosas máquinas movidas por el
vapor; así que lo organizó y reglamentó conve
nientemente poniéndolo á la altura de un gran
taller europeo; y tan pronto como vio que inmen
sas cantidades de hierro mezcladas con car
bon de piedra se convertian en líquida masa
en el vientre de sus grandes hornos de fundi
cion, dejó por completo á sus hijos la direc
cion y administracion de la casa industrial que
habia fundado y ensanchado en tan grandes
proporciones.
Mas no por esto el hábil mecánico é infati
gable obrero se entregó al descanso y al
— 39 —
sosiego; exigíaselo un larguísimo tiempo de
labor y actividad, pero se lo impedia su espí
ritu emprendedor y progresista. En el barrio
que tan grandemente habia valorizado con el
edificio de su taller, y con numerosas casas
que en él construyó, tenia el viejo luchador
algunas importantes fracciones de terreno; en
levantaren esos terrenos hermosas y lujosísi
mas viviendas, ocupó su actividad y los gran
des capitales al calor de la fragua y sobre el
yunque del herrero ganados.
Y sin abatirse jamás, luchó como valiente
campeon hasta el 24 de Setiembre de 1885,
dia en que murió en el seno de los suyos á los
68 años de edad.
II
Como queda dicho, desde hace algun tiem
po, esta fundicion y taller mecánico de herre
ria á vapor, están dirigidos y administrados por
los hijos de su fundador, dignos sucesores
suyos, cuya union y armonia fraternal puede
— 4o —
citarse como modelo y ejemplo digno de
imitarse.
Siempre los hijos de Silvestre Zamboni
rodearon á su padre; y trabajaron á su lado
cooperando de eficacísima manera á la reali
zacion de sus propósitos y trabajos.
De este modo, ayudándose y completán
dose entre sí, los hijos del inteligente herrero
y mecánico, siguen cada dia y en mayor escala
aumentando y perfeccionando los productos
de-la industria nacional en lo relativo á la
construccion de máquinas, instrumentos y
aparatos agrícolas y pastoriles y fundicion de
metales.
Juan Zamboni, aquel niño de 12 años que
en 1856 pisaba en compañia de su padre, por
primera vez, las playas argentinas, es hoy el
director y administrador general de todos los
negocios y operaciones de la gran casa mer
cantil é industrial que fundó su padre y maes
tro. Hijo cariñoso y obediente, compañero
fiel y constante, Juan Zamboni sufrió todas
las vicisitudes y trabajos de la pobreza y del
aislamiento de la familia, desde mucho antes
— 4i —
de llegar á la adolescencia; y desde entonces,
sin abandonar jamás ni separarse de su pro
genitor y maestro, fué su más fuerte apoyo y
su mejor amigo; y es hoy digno sucesor de sus
virtudes y de su amor al trabajo.
Un establecimiento de la importancia del
que nos ocupa, debe contar con un director
técnico de reconocida competencia y traba
jador á la par que activo. El segundo de los
hermanos Zamboni, Cárlos, hábil maquinista
é ingeniero mecánico, es el director técnico
de la casa. Desde muy niño mostró su
inclinacion á la mecánica y su amor por todo
lo que á la construccion de máquinas se
refiere. Todos sus estudios los ha hecho en el
país y toda su práctica la ha adquirido al lado
de su padre; mas no por esto ha aejado de
modificar, perfeccionar y construir muchas,
muy grandes y muy complicadas máquinas de
todo género, entre las que se cuentan máqui
nas á vapor de fuerza de 40 caballos
construidas por él en su totalidad, y todas sus
piezas modeladas, fundidas y ajustadas bajo
su direccion en sus propios talleres.
— 42 —
Justo, y muy justo, es recordar aquí que
Inocencio Zamboni, arrebatado por la muerte
á su familia y á la sociedad en 1879, á los
29 años de edad, hubiera sido un buen coope
rador de sus hermanos.
La contabilidad y la correspondencia mer
cantil del establecimiento están á cargo del
tercero de los hermanos Zamboni, Pablo,
quien tiene bajo su superintendencia todo lo
referente á los libros y cuentas de la casa,
cargo cuya importancia se comprenderá fácil
mente, si se tiene en cuenta los muchos y
muy importantes negocios que realiza el esta
blecimiento, y la gran cantidad de obreros
que permanentemente emplea. Como sus
hermanos, nunca Pablo Zamboni se separó
del jefe dé la familia, ni ha dejado de trabajar
en sociedad con ellos.
III
En los talleres de los señores S. Zamboni
é hijos se construyen calderas, máquinas á
vapor, puentes, útiles agrícolas y pastoriles,
— 43
aparatos para artes y oficios, trabajos de
construccion y ornamentacion, y todas las
obras concernientes á la herreria y taller
mecánico y fundicion de fierro.
Los primeros trabajos de ornamentacion
que empezaron á embellecer nuestros edificios
públicos y privados, han sido construidos
por los señores S. Zamboni é hijos y en sus
propios talleres. Puede asegurarse que á la
inventiva y al carácter innovador de estos
industriales se debe, en unaparte muy principal,
la sustitucion de los sencillos y poco artísticos
barrotes de las rejas de las ventanas, balcones
y portadas de hierro, utilizados en Buenos
Aires, por bellísimos trabajos de complicados
dibujos y delicado gusto artístico que hoy se
encuentran á profusion en todas nuestras
calles.
Cuenta esta fábrica con poderosas máquinas
movidas por el vapor, todas ellas de las más
modernas y perfeccionadas, entre las que
merece mencionarse un gigantesco pescante,
giratorio, de doble guinche, capaz de levantar
piezas de quince toneladas de peso. y cuyo
— 44 —
brazo horizontal mide dieciseis metros de
extremo á extremo. Este grandísimo pescante
ha sido construido en la misma casa, y es el
mayor que existe en la América del Sud.
Dos grandes hornos de fundicion con capa
cidad bastante para poder preparar el metal
necesario para piezas de doce toneladas; un
inmenso depósito de modelos de madera, cuyo
valor monta á muchos miles de pesos moneda
nacional; y centenares de máquinas, aparatos
y útiles de herreria y fundicion colocan á este
establecimiento á una gran altura, y á la
cabeza de los primeros de su género en la Re
pública.
En él se han construido las máquinas á
vapor que dan la fuerza motriz á la exposicion
italiana: una de 18 caballos y otra de 50
caballos, ambas con importantes modificacio
nes debidas á la invención de su ingeniero
mecánico Cárlos Zamboni; y otras no ménos
costosas é importantes; como se han fundido
columnas y adornos de construccion que
hacen honor al establecimiento y al país.
Ciento veinte oficiales mecánicos, herreros,
— 45 —
fundidores, modeladores, etc., trabajan perma
nentemente en este gran taller, y á otro mayor
número de personas directa ó indirectamente
les da empleo y pan.
Han concurrido á todas las exposiciones
que se han llevado á cabo en el país, y en
ellas con muchos grandes premios, veintidos
medallas de plata y numerosas menciones
honoríficas, los señores Zamboni, padre é
hijos. El fundador del gran taller mecánico y
sus sucesores, han visto justamente recom
pensados y premiados sus trabajos, su cons
tancia y su noble ardor en la gran lucha del
hombre contra la materia.
CARLOS M. SEEBER
OLEO-MARGARINA
Una de las industrias más recientemente
implantadas en el país, pero tambien, una de
las que más deben ocupar nuestra atencion,
por la importancia que tiene y su relacion
ínfima con nuestra principal fuente de rique
za—la ganaderiia—á la vez que por las pro
vechosas reformas higiénicas que introduce
en la alimentacion del hombre, es la fabrica
cion de la Oleo-Margarina.
A Cárlos M. Seeber, activo y laborioso
compatriota nuestro, se debe la implantacion
en el país de tan importantísima industria.
Ocupándose desde algunos años atrás de
la fabricacion de grasa, por los métodos antí
guos, tan malos como conocidos, Seeber,
— 47
que estaba al cabo de todo cuanto se referia
á su industria y sabia la importancia que en
brevísimo tiempo habia alcanzado la Oleo-
Margarina, en los Estados Unidos y en algu
nos paises del viejo continente; tan pronto
como le fué posible hacerse de las máquinas
y aparatos que son necesarios para la elabo
racion del nuevo producto, fundó su nueva
gran fábrica y se consagró por completo á la
industria que, merced á su perseverancia, á su
inteligencia y á su actividad, ya merece figu
rar entre las más importantes del país.
Toda grasa animal se compone de esteari
na, margarina , y oleina. La estearina es la
parte más dura, más desagradable y ménos
propia para la alimentacion del hombre. La
diferencia que hay entre lo que vulgarmente
se llama sebo y lo que se llama grasa, no es
otra cosa que una mayor ó menor cantidad de
estearina; el sebo tiene más estearina que la
grasa comun, por eso es más desagradable y
más dañoso; pero como por los procedimien
tos ordinarios empleados en la fabricacion de
grasa, no puede separarse la estearina, tene
-48-
mos que la mejor grasa derretida contiene
siempre una gran parte de la sustancia que
forma lo que se llama sebo, y por consiguiente
ni es lo que se cree que es ni es buena.
A esta explicacion clara, sencilla y para toda
inteligencia comprensible, es á lo que debe
su rápida y enorme demanda la Oleo-Marga
rina, cuya elaboracion consiste única y esclu-
sivamente en la separacion de la estearina,
por medio de un procedimiento natural y de
las otras dos sustancias componentes de las
gorduras animales, que son las que forman lo
que en el lenguaje vulgar se llamaria grasa
verdaderamente pura. Grasa sin sebo, es decir:
oleina y margarina sin mezcla de estearina.
La Oleo-Margarina se asemeja en su cons
titucion á la manteca de vaca, á la cual reem
plaza sin desventaja en la mayor parte de las
aplicaciones de aquella; y aun sirve para fa
bricar una manteca artificial tan saludable y
agradable como la que se extrae de la gor
dura de la leche.
El ilustre profesor de la Universidad de
Boston, Dr. Henry Mott, dice que este artí
— 49 —
culo no es ménos agradable ni ménos nutri
tivo que la manteca natural, y que sometido
á un examen microscópico, ha encontrado
que la Oleo- Margarina se compone de gló
bulos de aceite excesivamente claros y lím
pidos como en la manteca más pura. Y el
jefe competentísimo de nuestra Oficina Quí
mica Municipal doctor P. N. Arata, despues
del análisis verificado en la Oleo-Margarina
fabricada por Cárlos M. Seeber, declara que:
"no contiene ninguna materia conservadora
de orígen mineral ni orgánico, y que por con
siguiente el artículo analizado es un producto
perfectamente apto para la alimentacion".
El procedimiento para la extraccion de la
Oleo-Margarina es muy nuevo; fué descu
bierto recien en 1872 por el célebre químico
francés Mége-Mouries, quien por encargo de
Napoleon III trató y analizó las gorduras
animales con el intento de refinadas de ma
nera tal, que pudieran reemplazar sin desven
taja á la manteca de la leche, lo que consiguió
felizmente por medio de la Oleo- Margarina.
Inmediatamente de ser conocido el método
4
— 5o —
empleado por el sabio químico francés, se
formó en Paris la "Société anonyme d'Alimen-
tation" con un capital de 800,000 francos para
explotar este descubrimiento. Ya en 1878 la
ciudad de Paris producia de 20 á 30 mil
kilos diarios de Oleo-Margarina, parte de
cuya produccion exportaba para Alemania, á
pesar de que existian ya fábricas importantes
en Frankfurt, München, Dresden, etc.
En Nueva-York la "Commercial Manufac-
turing Company" que tenia una sucursal en
Londres, fabricaba en 1879 al rededor de
500,000 libras por semana, y existian además
dos fábricas importantes en Baltimore, dos en
Pensilvania, dos en Chicago, una en Cincin-
nati, otra en New-Hoewen (Connecticut), cuya
produccion podia avaluarse, fuera del consumo
local, en seis millones de kilos que se expor
taban para Europa. En Viena, una fábrica
ocupaba 500 operarios y su fabricacion equi
valia diariamente á la cantidad de manteca
que pueden producir 30,000 vacas.
Hoy el número de fábricas ha aumentado
considerablemente tanto en Europa como en
— 5i —
Norte América, donde la sola ciudad de
Nueva-York, segun la estadística de 1883, ha
elaborado en ese año por valor de cinco
millones de patacones de Oleo- Margarina.
Fácil es comprender que, si en Europa la
fabricacion de manteca artificial ha alcanzado
á tan altas cifras valiéndose para elaborarla de
materia prima en su mayor parte importada,
en nuestro país, que figura entre los más ricos
del mundo como ganadero, la fabricacion de
la Oleo-Margarina está destinada á ser en
brevísimo tiempo una de las industrias más
importantes y valiosas.
Puede decirse, pues, con verdad, que Cárlos
M. Seeber ha sido el iniciador de una nueva
industria, que, si hoy solo se concreta á abas
tecer á la poblacion del país de un producto
puro en reemplazo de uno impuro, muy pronto
está destinada á operar una transformacion
en lo relativo al empleo de las gorduras de
nuestros inmensísimos rebaños. En lugar de
exportar en groseros envases la materia prima
tal como lo estamos haciendo hasta hoy,
enviaremos al extranjero los productos grasos
— 52 —
de nuestras haciendas perfectamente elabo
rados, ora sea en forma de Oleo- Margarina,
ora como estearina pura, ó bien como manteca
artificial.
En corroboracion de lo que antecede, sabe
mos que Seeber prepara ya, por via de ensayo,
algunas partidas de Oleo- Margarina, que remi
tirá á Francia y Alemania.
II
La gran fábrica de Oleo- Margarina de Cárlos
M. Seeber está perfectamente instalada en
adecuado y bien ubicado local. Ocupa el
terreno y el edificio de la antigua estacion del
tramway Anglo-Argentino, situada al lado
mismo del Matadero Público, lo que le per
mite recibir y empezar á elaborar las gorduras
inmediatamente despues de faenadas las reses,
es decir, perfectamente frescas, inapreciable
ventaja que, á la vez que tiene una gran im
portancia en el orden económico, la tiene en
lo relativo á la higiene.
Antes de perder por completo el calor
natural, entra en el vasto taller de la fábrica
— 53 —
la grasa en rama que va á ser convertida en
Oleo-Margarina; allí inmediatamente se clasi
fica y se despoja á cuchillo de todo lo que no
es gordura, y en seguida se lava perfectamente
en dos aguas, en aparatos apropiados. En este
estado, se entrega á dos grandes máquinas
movidas á vapor que la cortan y desmenuzan
á fin de poderla derretir sin hacerla hervir,
como en efecto se hace, disolviéndola en una
cuba de madera sobre una pequeña cantidad
de agua apenas caliente, operacion que se
hace echando paulatinamente en la cuba la
materia triturada para evitar la aglomeracion
que dificultariia su disolucion y conservando
la temperatura por medio de una leve corriente
de vapor libre.
El líquido oleoso que resulta se decanta con
cuidado y se deposita en un baño-maria esta
ñado, hasta que por el reposo de algunas horas
se ha asentado y clarificado perfectamente.
De este baño-maria, pasa á una cámara
caliente en recipientes estañados, donde por
medio de una temperatura de 30 á 35 grados,
se consigue la cristalizacion de la parte esteá
— 54 —
rica en el término de 36 horas más ó ménos.
En esta condicion, va la materia á las pren
sas hidráulicas, cuya presion extrae en estado
líquido la Oleo- Margarina, quedando en las
prensas la parte sólida que casi en su totalidad
es estearina.
La Oleo-Margarina que despiden las pren
sas es recogida en grandes baldes de laton
con los cuales se trasporta á un baño-maria
especial, munido de una canilla que sirve para
llenar los tarros en que se expende.
Con excepcion de la cuba en que se derrite
la materia prima, todos los demás recipientes
en que se operan las diferentes transformacio
nes de esta curiosa elaboracion, son de lata ó
de fierro estañado, indispensable requisito para
obtener un producto irreprochable, pues siendo
este sumamente delicado, el contacto con el
fierro ú otro metal no estañado le comunica
un sabor desagradable.
Tal es el procedimiento natural y sencillo,
empleado para separar de las gorduras ani
males, la estearina de la oleina y de la mar
garina.
— 55 —
No se emplea pues, en la fabricacion de la
Oleo-Margarina, ningun ingrediente químico
ni sustancia extraña á la grasa del animal
vacuno, de la cual es este producto industrial,
la parte más delicada, agradable, sana-y nutri
tiva.
Teniendo presente que el precio de la Oleo-
Margarina, es ménos alto que el de la grasa
comun elaborada en el hogar doméstico, se
comprenderá fácilmente que en no muy largo
tiempo está destinada á reemplazar por com
pleto á la sustancia impura y malsana que en
tan importante parte entra en nuestro alimento
diario.
Con la estearina que resulta de la fabrica
cion de la Oleo- Margarina, fabrica Seeber
unas velas tituladas por él económicas y que
realmente lo son, pues el precio de ellas es
igual al de las llamadas de molde, siendo infi
nitamente superiores:
i° Porque no tienen el olor desagradable de
aquellas.
2° Porque aun en el rigor del verano se
conservan sólidas y secas.
-56-
3° Porque son tan blancas como las mejores
de estearina extranjeras.
4° Porque el pábilo que les sirve de mecha
no es suelto sino trenzado.
5° Porque están perfectamente acondicio
nadas en cajas de carton, cuya comodidad
para su uso no es necesario encomiar.
Y 6U porque su duracion, que es extraordi
naria y tanto como la de las mejores europeas,
hace que sean entre todas las velas las más
económicas por su ínfimo precio.
Resultados debidos á ser la fabricacion de
velas, una industria accesoria á la fabricacion
de la Oleo-Margarina; á las perfeccionadas
máquinas y modernos útiles con que Cárlos
M. Seeber ha dotado á su gran fábrica; al
gran capital y crédito, y á la grande actividad
•é inteligencia puestos al servicio de la indus
tria nacional, por este activo y laborioso obrero
argentino.
MANUEL DURAN
LA PROVEEDORA
FABRICA DE CIGARRILLOS
Bien pocas son las veces que la generosa
tierra argentina deja de recompensar con
ventura y fortuna, á quien la riega con las
fecundantes gotas que el trabajo hace brotar
de la frente del hombre laborioso. En este
privilegiado suelo, con más facilidad que en
otro alguno, quien con honradez, con actividad
y constancia trabaja, se enriquece.
Hermoso cielo, aire puro, clima templado y
benigno; agua abundantísima en numerosos y
prolongados rios,y en cientos de lagunas gran
des como mares; extensas llanuras siempre
cubiertas de fresco y verde manto vegetal en
donde crecen y se multiplican de prodigiosa
-58-
manera millones y millones de animales
vacunos, yeguarizos y lanares; colinas, sierras
y gigantescas cordilleras en cuyos inmensos
senos se encuentran todas las riquezas del
reino mineral; selvas extensísimas en donde en
incalculable número, los árboles de una flora
tropical ofrecen á las artes y á la industria
cuantiosísimas riquezas ¡ millares de islas,
grandes puertos, numerosos pueblos y ciuda
des comerciales, capital y crédito, son los
elementos que, unidos á leyes liberales y
protectoras que iguales derechos, garantias y
libertad que al hijo del país al extranjero dan,
brinda la República Argentina á quien en ella
quiera ejercitar su actividad.
Es por eso que en este rico y hermoso
pedazo del americano continente, se levantan
grandes fábricas, se plantean productivas
industrias y se adquieren fortunas colosales,
con mucha más frecuencia y en mucho menos
tiempo que en otra cualquiera parte del globo
terrestre.
Mas, esta facilidad de enriquecerse que el
país ofrece, no disminuye ni en la más pequeña
— 59 —
parte el mérito y el derecho al general aprecio
y á la pública consideracion que tiene el que
de honrada manera y por sus propios esfuerzos
adquiere fortuna y se hace acaudalado indus
trial; y mucho ménos aun, si hubo lucha y en
esa lucha gigantescos actos de voluntad,
grandes ideales, nobles aspiraciones, energia,
firmeza, actividad, contraccion, constancia,
laboriosidad y valor, y todavia ménos si las
riquezas acumuladas no lo fueron peso por
peso en largos años de mísera economia, y sí
recogiendo y derramando dia á dia montones
de dinero, ganando mucho y haciendo ganar á
muchos, mucho más.
Al número de los obreros activos é inteli
gentes, enriquecidos en nuestro país, en bre
vísimo tiempo, por sus propios esfuerzos,
pertenece Manuel Duran, fundador y exclusivo
dueño de "La Proveedora", acreditada fábrica
de cigarrillos, cuyos datos biográficos servirán
de leccion á los que se pasan largo tiempo sin
trabajar, por no saber en qué, y probarán
cuán lejos está de pasar para nuestra patria
amada la época feliz de poder conseguir, sin
— 6o —
más elementos que el amor al trabajo y la
constancia, en no largo tiempo, riquezas, cré
dito y nombradia.
Manuel Duran vino pobre; su familia, aunque
virtuosa y educada no era rica, y cuando apé
nas contaba veintiun años, la noble y legítima
ambicion de salir del círculo pequeño en que
giraba, para actuaren una más ancha y elevada
esfera, le impulsó á separarse del hogar paterno
y á salir de la patria para buscar en las comar
cas americanas el grande escenario que anhe
laba su espíritu emprendedor y activo.
A su llegada se encontraria sin dinero, sin
amigos, sin relaciones y sin nada; mas esto
no le desanimó, y lleno de fé y de esperanzas
se despidió de los suyos y salió de Puebla del
Maestre, en Extremadura, para Cádiz, en cuyo
puerto se embarcó en el mes de Agosto de
1870, en la fragata mercante Ana Parodi,
capitan Giacorr.o, que se hizo á la vela con
destino al Rio de la Plata.
A los pocos dias de navegacion, el animoso
jóven, que se habia embarcado en calidad de
pasajero de tercera clase, figuraba entre los
— 6i —
de primera, se sentaba en la mesa de cámara
de la Ana Paro-di, comia al lado del bravo y
generoso capitan Giacomo, se le habia devuelto
la modesta suma que habia abonado por su
pasaje de proa y se le habia hecho la formal
promesa de conducirlo gratuitamente á todos
los puertos americanos que iba á tocar la
velera nave,en calidad de agregado á la oficia
lidad del buque, sin cargo alguno determinado,
yconlacondicion de dar por concluido su viaje
y quedarse en el país que más le pluguiera.
¿A qué feliz circunstancia, á qué hecho, á qué
motivo, debia Duran el cambio tan rápido
como ventajoso operado en su situacion á
bordo de la Ana Parodi? ¿Cómo y á qué, en
tan brevísimo tiempo, debió el hacerse dueño
de la voluntad y el cariño del comandante del
buque? Única y exclusivamente á su natural
inteligencia y á su amor al trabajo.
Es Duran de aquellos hombres á quienes
aconteciéndoles todo lo contrario de lo que
les acontece á los que pocas veces encuentran
en que poder trabajar, siempre ven algo en
que poder ocuparse con provecho.
— 62 —
Al tercer dia de viaje apercibíase que la
cámara principal del buque debia pintarse,
que el capitan deseaba que así se hiciera, y
que habiendo pintura ya lista y pronta, solo
faltaba el hombre que llevara á cabo la obra,
lo que acontecia por estar la tripulacion de la
"Ana Parodi" toda ocupada en trabajos de
más urgente necesidad, y resolvió ofrecerse á
hacer esa obra, pensando que si se aceptaban
sus servicios alguna retribucion recibiria por
ellos.
Duran jamás habia pintado, nunca habia
tenido un pincel en la mano; pero esto no podia
ser un obstáculo para quien dejaba su tierra
natal, decidido á trabajar en todo cuanto diera
dinero sin manchar la frente ni herir la con
ciencia de un hombre honrado.
Presentóse al capitan y le pidió autorizacion
para emprender la obra de pintar la cámara
principal de la "Ana Parodi"; el capitan le dió
la necesaria autorizacion y empezó á obser
varle: era la primera vez que cambiaba una
palabra con aquel jóven, pero su actitud
resuelta y el empeño con que pedia permiso
-63-
para emprender un trabajo largo y engorroso
le llamó la atencion y le interesó.
El futuro rico industrial, fundador y propie
tario de "La Proveedora", una delas primeras y
más grandes fábricas de cigarrillos en la
República Argentina, obtenida que hubo la
autorizacion del capitan de la fragata en que
navegaba, para pintar su gran cámara de popa,
empezó su obra lavándola prolijamente en
todas sus partes, y en seguida, tomó el pincel,
y todos los dias, sin dejar uno, desde que el
sol se mostraba en el oriente hasta que se
ocultaba en el occidente, trabajaba con ardo
roso empeño, hasta que hubo terminado por
completo su obra, la que le mereció el aprecio
y el cariño del jefe de la embarcacion y el
aplauso de los tripulantes y de todos los
demás viajeros.
Luego despues, pintó camarotes, puertas y
todo cuanto en la "Ana Parodi" era menester
pintar; ocupándose en seguida de otros tra
bajos no ménos útiles, provechosos y del
agrado del capitan.
Duran coronó sus trabajos de pintor, dibu
-64-
jando con artístico gusto, sobre la puerta
principal de la cámara de popa, 4a siguiente
inscripcion: "Salutem Ana Parodi".
Esta idea valió á su autor un nuevo triunfo.
Estando siempre ocupado y trabajando,
pasaban para Manuel Duran, rápidos é ina
percibidos los dias del largo viaje; y solo
cuando al declinar la tarde, veia volar por
encima de los altos mástiles de la velera nave,
las aves marinas con rumbo hácia Europa,
lágrimas de amor y de tristeza se escapaban
de sus ojos y recoma con la mente el paternal
asilo y las bellas comarcas de la madre patria.
Otras veces al principiar el dia, mirando
hácia donde la nave avanzaba, parecíale ya
ver las soñadas costas de la privilegiada
América, y sentir tambien las brisas perfu
madas de sus inmensas sejvas.
Al fin llegó la "Ana Parodi" al Rio de la
Plata, y despues de hacer escala en el puerto
de Montevideo, ancló en la bahia de Buenos
Aires.
El grande movimiento comercial y marítimo
que observó Duran, tan pronto como pisó la
-65-
tierra argentina, el bullicio y movimiento de
la ciudad, el número y el lujo de sus alma
cenes y tiendas; la comodidad y belleza de
sus edificios, y la amplia libertad, el bienestar
y la abundancia que gozan la mayoria de sus
habitantes, la franqueza de sus hombres y la
belleza de sus mujeres, hicieron nacer en su
espíritu la irrevocable resolucion de fijar para
siempre su residencia en la capital de la Repú
blica Argentina.
Sin pérdida de tiempo, hizo conocer al gene
roso Giacomo su determinacion, y despidién
dose lleno de reconocimiento de él y de todos
sus demás compañeros de viaje, Duran desem
barcó de la "Ana Parodi".
Al dia siguiente de su llegada á Buenos
Aires, ya el activo y diligente joven estaba
empleado, en calidad de dependiente, en la
tienda de don Timoteo Jaiñaga, calle del
Perú.
Poco despues, merced á su afanoso empeño
de mejorar de situacion, logró que los seño
res Viejobueno y Mendez lo pusieran como
dependiente principal al frente del despacho
— 66 —
de yerba que en ese entonces abriian al público
y que no mucho despues les fué menester
liquidar á causa de la fiebre amarilla, que en
ese año fatal nada dejó sin desquiciar ó
matar.
Duran quedó sin empleo, mas no pasó
muchos dias sin él. El ocio no convenia á su
legítima ambicion, y cual no sucede á otros,
el descanso le cansaba. Buscó, pues, trabajo,
y como quien quiere verdaderamente trabajar,
siempre y pronto, en este país, encuentra tra
bajo, Duran lo encontró.
Despues de salir de su país, ya habia sido
pintor, dependiente de tienda, vendedor de
yerba paraguaya al menudeo y ahora era
empleado de una oficina pública. Estaba tra
bajando en calidad de escribiente en la escri
bania del señor Naveira.
Allí, bien pronto se hizo de relaciones y
amigos entre los del gremio, lo que le permi
tió conseguir que de otras escribanias le die
ran el trabajo de sacar copias de escrituras,
duplicados de testimonios, etc., en lo que ocu
paba las noches, en algunas de las cuales lo
-67-
sorprendió el dia, y lo vió el sol al nacer, con
muchos pliegos por su mano escritos.
El Escribano público don Pedro Medina
necesitó un escribiente, y dandola preferencia
á Duran le ofreció el puesto, que éste aceptó,
entrando inmediatamente en la escribania del
Banco Hipotecario. A la afabilidad de su
carácter, y á las maneras cultas y atentas
con que trataba y trata á sus superiores, á sus
iguales y á sus inferiores, así como á la exac
titud en el cumplimiento de sus deberes y á la
actividad é inteligencia que mostraba siempre
en el desempeño de sus obligaciones, debió
Duran su nuevo y más importante empleo, en
el que nosolo recibia mayor honorario, sino en
el que tambien ocupaba una posicion más dis
tinguida. Tres años permaneció en él.
No se dió por satisfecho Duran, con ganar
un sueldo que le permitia vivir con desahogo,
mas no hacer economias y juntar un capital,
para lanzarse, por su cuenta, en especulacio
nes que le permitieran llegar al colmo de sus
aspiraciones, y desplegar la actividad de que
se sentia capaz.
— 68 —
Buscó, por lo tanto, en que poder emplear
lucrativamente las horas que su empleo le
dejaba disponibles, y cuando creyó haber
resuelto el problema, dejando á un lado necias
vanidades y haciendo caso omiso de estúpidas
preocupaciones, empezó á proveer á sus ami
gos de cigarrillos de la Habana que les llevaba
él mismo en cantidades para algunos dias.
¡Ese fué el origen de su carrera industrial,
el principio del gran negocio que le ha dado
grandes riquezas é ilimitado crédito!
Hasta ese entonces, de tabacos y de cigar
ros, fumar era lo único que Duran sabia.
En bien pequeña escala y de bien sencilla
manera empezó su negocio. Compró en una
casa introductora un cajon con un ciento de
ataditos de cigarrillos de paja de trigo, de los
que en aquella época venian de la Habana, y
empezó á ofrecerlos á los otros empleados
del Banco Hipotecario al mismo precio de
venta al pormenor, de las cigarreriias y confi
terias; como era natural y muy lógico que
sucediera, los empleados de ese estableci
miento, superiores y compañeros de él, con
-69-
todos los cuales tenia amistad ó por lo menos
muy estrecha relacion, le dieron la preferencia
en la compra de los cigarrillos que necesita
ban, en lo que á la vez de encontrar la
satisfaccion de recompensar la laboriosidad
de un joven trabajador y lleno de nobles aspi
raciones, tenian la doble ventaja de no inco
modarse en salir á comprar ó mandar buscar
los habanillos que consumian, pues Duran
iba á llevárselos personalmente y los proveia
por algunos dias, y la de que estos fueran
siempre frescos y de un tabaco y papel
buenos y bien elegidos.
Debido á estas circunstancias, bien pronto
no hubo en el Banco Hipotecario quien no
comprara á Duran los cigarrillos que vendia.
Se los compraban todos los allí empleados,,
desde el Presidente del Directorio hasta el
portero.
Fuéle necesario, por lo tanto, tener que ir
con bastante frecuencia á la casa introductora
á quien compraba los cigarrillos, y tomar estos
no por uno, sino por un número de cajones
que cada dia más aumentaba; pues Durar»
— 70 —
estimulado por el buen éxito, por la mañana
antes de entrar á su oficina, ó en las horas
de la tarde, empezó á ofrecer su mercancia
álos empleados de algunas otras escribanias
y oficinas vecinas, entre los cuales encontró
la misma favorable acogida. Luego despues,
aumentó su clientela con los empleados de las
tiendas, almacenes y oficinas establecidos en
la calle de Rivadavia, á los cuales en las pri
meras horas de la noche ó en los dias de fiesta
surtia de cigarrillos. Para Manuel Duran
los domingos eran dias de trabajo.
¡Ah, solo así es como se consigue en pocos
años, labrar honradamente una gran fortuna!
Muchas de las personas que compraban
habanillos al activo y laborioso empleado y
comerciante á la vez, le encargaban, cuando
les era menester, la compra de cigarros haba
nos, tabacos y picaduras. Estas comisiones
ala vez que un lucro pecuniario, le proporcio
naban á Duran Ja oportunidad de hacerse
práctico é inteligente perito en los precios,
clases y calidades de los tabacos, cigarros y
artículos á estos relacionados; así como la re
— 7i —
lacion con los introductores, corredores, ma
yoristas y demás negociantes en artículos de
cigarrería.
Así siguió Duran, desempeñando debida
mente las obligaciones que le imponia su em
pleo, y aumentando y desarrollando un nego
cio que bien pronto iba á convertirse en una
nueva y verdadera industria nacional, hasta
que tuvo que dedicarse por completo áella y
dejar su puesto en la escribania del Banco
Hipotecario.
De dos graves defectos adolecian los ci
garrillos que se introducian de la Habana: la
mala calidad del papel y la pequeña canti
dad de tabaco que contenian. Estos defectos
hicieron nacer en la mente de Duran la idea
de fabricarlos en el ^>aís.
El capital con que contaba era muy insigni
ficante; pero esto no lo arredró, y comprando
los mejores tabacos habanos que encontró
y el mejor papel que habia en plaza, empezó
á fabricar por sí mismo, unos cigarrillos que
fueron bien recibidos y tuvieron una pronta
aceptacion. Los primeros cigarrillos elabora
— 72 —
dos por Manuel Duran, fueron comprados por
su jefe de oficina, el Escribano público don
Pedro Medina.
Algunos comerciantes que m encontraron
muy superiores los cigarrillos del país, á los
que venian de Cuba, empezaron á encargar
al nuevo fabricante algunas pequeñas parti
das para detallarlas en sus respectivos
despachos; el público fué aceptando los
nuevos cigarrillos y Durando tardó mucho en
tener que aumentar ¡as modestísimas propor
ciones de su fábrica. Como se comprenderá,
este éxito se debia tan solo á la buena cali
dad de los tabacos que siempre empleaba
Duran, así como á la buena clase de papel que
usaba, y al cuidado que ponia en la elabora
cion; y más que todo, á la cantidad de tabaco
que llevaba cada cigarrillo, que sin exagerar,
puede decirse que era doble de la que traian
los cigarrillos que venian confeccionados de
la Habana.
De esta manera siguió trabajando Duran
hasta que al fin, en 1875, logró realizar el
mayor de sus deseos: abrir una cigarreriia.
— 73 —
Si bien es cierto que habia ganado y seguia
ganando; como habia empezado á trabajar
en su improvisada industria sin ningun capi
tal y sin encontrar ninguna proteccion mone
taria, tuvo que vencer infinitas dificultades
para poder dar ese para él tan deseado paso.
La primera piedra del edificio de la fortuna
del improvisado industrial y negociante estaba
colocada.
En la calle de Rivadavia se abria una pe
queña cigarreria y modesta fábrica de cigarri
llos de tabaco habano, con el nombre de "La
Proveedora". Su dueño iba á empezar á desen
volver la industria á la que habia consagrado
toda su inteligencia y toda su actividad, en la
vasta escala que ambicionaba.
Una idea fundamental, un gran propósito,
era el fin que guiaba y animaba á Duran:
impedir la introduccion de los cigarrillos
fabricados en la Habana por medio de los
cigarrillos fabricados en la República; h acer
triunfaren la elaboracion de cigarrillos, á la
industria nacional sobre la industria extran
jera.
— 74 —
La fabricacion de cigarrillos de papel con
tabaco habano, puede decirse que nació con
"La Proveedora", pues los que se habian ela
borado hasta entonces, era por procedimientos
tan rudimentarios y en cantidades tan peque
ñas, que era de todo punto imposible que
pudieran luchar con ventaja contra los que
se introducian del extranjero.
"La Proveedora", que adelantaba en gigan
tescas proporciones, bien pronto se convirtió
en una gran fábrica; la venta de sus cigarrillos
crecia de dia en dia y ya la fama empezaba á
repetir su nombre y el de su fundador y
dueño.
En ese entonces, Duran llamó á su lado á
su hermano Leon, á quien habia hecho venir
de España, para que le ayudara y le acompa
ñara; y justo es decir, que desde ese momento,
Leon ha sido el brazo derecho de su hermano,
y que á su inteligencia, á su laboriosidad y á
su contraccion se deben en gran parte la pros
peridad y el éxito alcanzados por "La Provee
dora".
Tratando siempre de emplear en la fabrica
— 75 —
cion de sus cigarrillos los mejores tabacos y
el mejor papel, Duran se ocupaba á la vez, de
mejorar los sistemas de fabricacion.
Introdujo una innovacion importante en la
forma de los paquetes de cigarrillos, reforma
que inmediatamente fué aceptada por los otros
fabricantes ya en esa época establecidos en
el país. Los paquetes de los cigarrillos que
venian de la Habana y los primeros que se hi
cieron en la República eran redondos; "La
Proveedora" desechó esa incómoda forma y
fué la primera en elaborar los paquetes rectan
gulares que se emplean hoy.
El año de 1880, cuando ya "La Provee
dora" era una gran fábrica; cuando la venta
de sus productos era enorme, y cada dia más
creciente; cuando ya disponia de un gran capi
tal y de un crédito mucho mayor aun;
Manuel Duran, con el propósito de conocer
práctica y personalmente todo cuanto se
referia á la fabricacion de cigarros y cigarrillos
y lo concerniente á las calidades, precios y
condiciones del tabaco y del papel para
fumar, así como las máquinas más modernas
-76-
aplicables á la industria en que se ocupaba,
hizo un viaje á Europa, recorrió los países
más adelantados y visitó las ciudades en las
que la fabricacion de cigarros y cigarrillos
ocupa un lugar importante en la produc
cion universal de tan generalizado ramo de
comercio.
A su regreso, Duran que venia lleno de ideas
nuevas, de útiles conocimientos en lo relativo
á su industria, y trayendo máquinas perfec
cionadas y modernísimas, dio un nuevo y
poderoso impulso á su fábrica que, desde
entonces, figura en primera línea, no solo
por la bondad de los artículos que elabora,,
sino tambien por el número de operarios
que ocupa, por la cantidad de máquinas que
hace funcionar, por la grandísima importancia
de sus ventas, por el cuantioso capital que
gira, por su crédito comercial, por su exten
dida clientela y por la fama y el renombre de
su marca.
Un segundo viaje á Europa, efectuado por
Duran en el año 1883, le permitió ásu regreso
realizar en su fábrica nuevas é importantes
— 77 —
reformas y adelantos; con lo que ha conse
guido colocarla entre las primeras de su
género en Sud-América, llegando á abrir
camino á sus productos, no solo á todos los
pueblos de la República, sino hasta muchos
de los limítrofes extranjeros.
Numerosas máquinas y útiles propios á la
industria cigarrera, cuyo costoenconjuntopasa
de cuarenta mil pesos moneda nacional, algu
nos de los cuales funcionan de dia y de noche
y entre los que se cuentan diez máquinas de
hacer cigarrillos sistemas Durand y Leblon,
tres grandes máquinas de picar tabaco de todas
clases, del mejor sistema Legge, una exclu
siva para picar tabaco negro, cernidores auto
máticos, y un ingenioso aparato belga, único
en el país, que por medio de un calor de 30
grados separa del tabaco habano toda la
arenilla, una parte de la nicotina y todas las
partículas extrañas, dejándolo listo y puro
para entrar en las máquinas de cigarrillos, y
además una máquina de empaquetar tabacos
y otras varias y muy costosas á la par que
ingeniosas; y más de doscientos operarios
- 78 -
constantemente ocupados elaboran, siempre
en escala ascendente, todos los dias, de
35,000 á 38,000 atados de cigarrillos de dife
rentes formas y clases.
Las exterioridades y la falta de lujosas
apariencias que el afortunado fundador y
propietario de "La Proveedora" niega á su
gran fábrica, no permiten que á primera vista
se juzgue con verdad de su importancia y del
gran movimiento industrial y comercial que
realmente tiene; empero la contraria opinion
forma quien pase en ella algunas horas, y
vea allí la muchedumbre de hombres de
todas edades que afanosa va á buscar en el
trabajo que proporciona "La Proveedora",
la justa retribuci0n que permite á cada cual
satisfacer sus necesidades y las de su familia;
el ruido de las máquinas y el continuo girar
de sus engranadas ruedas y volantes; los
grandísimos montones de picadas hojas da
tabaco ó en finas hebras cortadas; los millares
de rectangulillos de papel de distintas clases y
varios colores, destinados á servir de cubierta
á los cigarrillos elaborados á mano, y las lar-
— 79 —
gas cintas de la blanca pasta que en exactísi
mas divisiones corta ingeniosa máquina para
envolver con ellas el tabaco delos cigarrillos
que automáticamente elabora; las resmas
numerosas de vistosas cubiertas litografiadas
en varios colores y con artístico gusto, para
formar con ellas los atadillos y los paquetes;
los atareados peones, siempre ocupados en
llenar, tapar, rotular y exportar del taller,
grandes cajones llenos de diversas clases de
cigarrillos; los numerosos dependientes con
el santo entusiasmo que el trabajo engendra,
yendo y viniendo, anotando y ordenando y
cumpliendo diligentes las diversas tareas de
su cometido; el entrar y salir contínuo, desde
que empieza el dia hasta que acaba, de los
que van á buscará "La Proveedora" ya cómo
da, elegante y bien elaborada, la hoja de la
aromática planta que produce en el cerebro
de quien la convierte en humo, agradable
excitacion nerviosa.
Los siguientes datos estadísticos, dire c-
tamente tomados de los libros de la gran
fábrica, revelan con la incontestable argumen
— 8o —
tacion de los números, la importancia desus
operaciones comerciales.
Entre 1500 y 2000 pesos moneda nacional,
fluctúa la cantidad que todos los meses gasta
"La Proveedora" en trabajos litográfieos y
tipográficos, todos ellos hechos en el país.
Pasa de 6000 pesos moneda nacional, lo
que ganan al mes, los operarios que emplea
la fábrica de Duran.
Las ventas mensuales en este año de 1885,
llegan término medio, á 75,000 pesos moneda
nacional, y aun cuando el aumento de ellas no
siga la misma sorprendente proporcion que ha
tenido en los anteriores años, puede tenerse
por cierto que, en 1886, las ventas de los doce
meses alcanzarán á la suma de 1.000,000
pesos moneda nacional.
Estos son los resultados obtenidos por la
laboriosidad y la constancia de un hombre en
once años de trabajo; de un hombre que ha le
vantado el gran edificio que acabamos de
mostrar al lector, sin más elementos que una
gran actividad, una clara y feliz inteligencia
y un inmenso amor al trabajo; de un hombre
— 81 —
que llegó á esta tierra privilegiada, sin haber
alguno, y que hoy, siendo muy joven todavia,
y lleno de vida, de fuerzas y de entusiasmo, es
dueño de una gran fortuna y de un gran cré
dito comercial.
Mas esto no basta á satisfacer el carácter
emprendedor y progresista de Manuel Duran:
de muy pobre, ha pasado á ser bien rico; el
jóven desconocido en 1870 es hoy un acre
ditadísimo industrial; el escribiente del Banco
Hipotecario que, en las horas de la noche y en
los dias de fiesta para otros, mas no para él, en
aquel entonces, iba á llevar á sus clientes
atado por atado sus cigarrillos, tiene ahora á
sus órdenes y da trabajo á centenares de obre
ros; es cierto, muy cierto es todo esto, pero
aun quiere más, aun ambiciona más. ¿Más
dinero? Nó.
El caudal bien saneado que ya posee y los
productos de una gran fábrica perfectamente
bien organizada, grandemente acreditada y
con todos los elementos para seguir una
marcha próspera y ascendente, constituyen
una gran fortuna, y no es hacerla todavia
— 82 —
mayor, la ambicion que hoy domina á
Duran.
No; su aspiracion suprema, el ideal que da
calor y luz á su espíritu emprendedor, es
fundar una nueva grande industria nacional;
es abrir una nueva fuente de riqueza, en la
tierra generosa en la que ha levantado su
fortuna y en la que vive feliz, libre y respetado;
es conquistar un nuevo triunfo económico,
para la hermosa y rica patria de sus hijos!
Así como los cigarrillos fabricados en el
país han concluido con la introduccion de
los cigarrillos fabricados en el extranjero; en
el concepto de Duran, la fabricacion de cigar
ros de hoja, con tabuco habano, hechos en la
República, bien pronto impediriia, con pro
vecho para el país, para el comercio y para
los consumidores, la introduccion de los
millones de cigarros que pagamos á la
industria extranjera.
Si en vez de introducir la materia elabo
rada, introducimos la materia prima, en
los intereses del capital empleado en las
fábricas; en el legítimo lucro que á sus direc
tores y empleados superiores corresponda; en
los muchísimos jornales pagados á los obre
ros y en la disminucion de derechos de
exportacion, fletes, seguros y comisiones,
ganariia la sociedad argentina muchos millo
nes de pesos nacionales en pocos años.
Los consumidores fumarian mejor tabaco,
y pagarian ménos, pues es evidente que es
más fácil introducir una mala calidad de
materia cuando ésta viene elaborada que
cuando viene sin elaborar, y que parte de las
utilidades de la elaboracion nacional corres
ponderia á los consumidores.
Existen en el país todos los elementos para
fabricar tan buenos cigarros de hoja como
los mejores que nos vienen de la Habana, sin
que para ello nos sea menester otra cosa que
traer el tabaco que ella produce.
Para que este hecho se realice y la impor
tantísima fabricacion de cigarros de hoja de
tabaco habano se incorpore á nuestra industria
nacional, solo es necesario la proteccion guber
nativa; proteccion racional, justa y conveniente
y que consiste no en aumentar los derechos á
- 84 -
los cigarros que nos vienen del extranjero,
sino única y exclusivamente en disminuir por
algun tiempo el crecido derecho de importa
cion que hoy paga el tabaco de hoja de la
Habana; proteccion que bien merece un hom
bre que ha batallado once años para consolidar
una industria importantísima para el país.
Contando con esa única proteccion guber
nativa, Manuel Duran realizariia sus propósitos
y podria cual lo desea, fundar una gran fábrica
de cigarros de hoja de tabaco habano, en la
cual centenares de obreros argentinos encon
trarian ocupacion y pan.
Poniendo en esa nueva industria los pode
rosos elementos con que hoy cuenta, bien
pronto la actividad y la laboriosidad de Manuel
Duran la llevarian á la altura á que han llevado
á "La Proveedora", en la cual como su digno
hermano y compañero, tienen un monumento
que les honra y enaltece y el que se puede
señalar como ejemplo de lo que puede la
voluntad del hombre.
JOSELIN B. HUERGO Y CIA
BODEGA
DESTILERIA Y LICORERIA
I
Inmenso amor al trabajo, incansable activi
dad, perseverante contraccion, carácter obser
vador y analítico, espíritu emprendedor y pro
gresista, son las condiciones necesarias, las
cualidades indispensables que debe poseer
quien pueda llamarse, en el concepto general
mente admitido y limitado de la palabra, un
verdadero industrial.
Y esas buenas condiciones, esas grandes
cualidades las posee todas y en el más alto
grado Joselin Huergo.
La grandísima energia que para vencer á
— 86 —
su mayor y más cruel enemigo—las rutinarias
preocupaciones de las mayorias—ha menester
quien á una industria consagra su capital, su
tiempo y su trabajo, cual por pocos compa
triotas nuestros ha sido puesta á prueba por
Joselin Huergo.
Si los componentes químicos dela tierra, la
horizontalidad del suelo, la altitud y la latitud
de los campos vecinos á la capital argentina,
no ofrecen las circunstancias más convenientes
para el cultivo de la vid, ni á este respecto
pueden compararse con los hermosos valles de
San Juan y de Mendoza; verdades innegables
son: que en los alrededores de Buenos Aires
y en sus vecinos pueblos, la vid crece y se
desarrolla lozana y vigorosa y que da abun
dantes racimos de apropiadas uvas para fabri
car vino de no malas calidades, y que, desde
largo tiempo atrás, aunque en pequeñas can
tidades, se ha elaborado y se elabora, con el
jugo de las frutas de esas plantas, muy buenos
caldos. v
Mas, como estas circunstancias son por
muchos ignoradas, y como cuando á los hom
- 87 -
bres no les anima un verdadero amor al ade
lanto y al progreso, por indolencia ó por error,
combaten y ponen obstáculos en el camino al
innovador que, rechazando viejas creencias,
implanta una industria en abandonado y aun
no arado campo, muy pocos fueron los que
con merecidos aplausos ó con real coopera
cion estimularon á Huergo á seguir adelante
y con firmeza en el benéfico empeño de fundar
á las puertas de la capital, un grande estable
cimiento de viticultura y vinicultura; y muy al
contrario, en mucho mayor número que de
aliento oyó palabras de desaliento; empero,
no por esto dejó el inteligente y activísimo
industrial argentino de llevar adelante sus
propósitos, y de conseguir merced á incansable
laboriosidad y constantes esfuerzos plantear
á no muchos kilómetros de nuestra plaza prin
cipal, grandísimo viñedo que, si indestructible
mal, bien ageno á toda culpa y prevision, no
hubiera destruido por completo, seria hoy
una gran fuente de riqueza.
Cuando se preparaba á empezar á recoger
los frutos de su constante laboriosidad, de su
diligente empeño, de su capital y de su cré
dito, lo perdió todo : un mal hasta entonces
desconocido en nuestro país,—la philloxera—
destruyó en rapidísimo tiempo las 100,000
viñas que llenas de savia y lozania crecian en
los campos de Huergo. El destructor insecto
habia llegado á la República en unos sarmien
tos introducidos de Francia y comprados por
Huergo.
Este acontecimiento, tan imprevisto como'
fatal, ocasionó la ruina completa del animoso
industrial.
Pero Joselin Huergo no habia perdido todo:
quedábanle completos y sin mengua su ener
gia, su actividad, su laboriosidad, su espíritu
emprendedor y progresista, su amor á las
empresas industriales.
Por instigaciones suyas, su hermano José
M. Huergo establece una pequeña destileriia y
licoreria y la entrega á su direccion y adminis
tracion.
La industria no es nueva en el país, y
muchos ya se habian enriquecido fabricando
bebidas alcohólicas en él; pero los propósitos
que le animan no son seguir las huellas traza
das por otros, ni sujetarse árutinariasprácticas.
Los elementos puestos á la disposicion de
Joselin Huergo para levantar la nueva indus
tria á que desde entonces consagra su activi
dad y su inteligencia, son bien pocos, y las
dificultades á vencer muchas y muy grandes;
pero trabaja, lucha y vence, y la pequeña
licoreria se convierte en la gran fábrica de
licores y destileria que hoy gira bajo la razon
social de Joselin B. Huergo y O., y cuyos
acreditados productos, cada dia en mayor
cantidad, van reemplazando, con ventajas, á
sus similares extranjeros, y ocupando impor
tantísimo lugar en los mercados argentinos.
Despues de salvar las dificultades y los
inconvenientes inherentes á todos los princi
pios; despues de tener que modificar y variar
los rutinarios é imperfectos procedimientos de
fabricacion empleados en el país, y las
máquinas y aparatos necesarios; despues de
largos estudios y detenidos ensayos para
encontrar las verdaderas fórmulas de las ela
boraciones extranjeras; despues del costoso
— go —
trabajo de obtener á precios convenientes, las
materias primas y envases especiales que para
las producciones de su fábrica eran menester,
restábale al infatigable y hábil industrial
argentino vencer las preocupaciones de los
consumidores. Esta tarea aunque larga y
difícil se reducia simplemente á lograr obtener
que sus artículos fueran cotejados con los
artículos importados. Hecha la comparacion
el triunfo era seguro, y así ha sucedido en
efecto; y no podia dejar de ser así. Los
artículos nacionales elaborados en la distileria
y fábrica de licores de Joselin B. Huergo y Ca.,
cuando no iguales son superiores á los que
hemos estado comprando en inmensas canti
dades á Francia, Italia, Suiza, Holanda, Ale
mania é Inglaterra, á precios más altos y
pagaderos en monedas de oro sellado.
Por más aventurada que á muchos parezca
esta aseveracion nuestra, la verdad es que ella
es bien cierta y positiva. Infinidad de artículos,
y muy especialmente los que al ramo de lico
res y demás bebidas espirituosas pertenecen,
enviados por las fábricas europeas á nuestro.
— 9i —
país, están elaborados con materias primas de
la más inferior calidad. Artículos para la
exportacion, en las fábricas que negocian con
los países de la América del Sud, significa lo
mismo que artículos ordinarios, artículos elabo
rados para consumidores poco delicados.
Con todo, no debe atribuirse solo á la rutina
y á la vulgar creencia de que en el país no
podian fabricarse bebidas alcohólicas de cali
dad superior á las que se recibian de las fábri
cas extranjeras, la resistencia que oponian los
comerciantes y los consumidores á los pro
ductos de este género, de la industria nacional;
contribuia tambien, y en gran parte, el proce
der poco escrupuloso empleado por la mayoria
de los fabricantes de licores en el país: más
que fabricantes, merecieran llamarse falsifica
dores.
La fábrica de Joselin B. Huergo y O-
empezó á elaborar artículos con materias pri
mas de una clase superior, y por procedi
mientos intachables; empezó á fabricar vinos,
licores y alcoholes como productos propios de
la industria nacional, y llevando como garan
— 92 —
tia de su legitimidad y calidad la marca del
establecimiento y el nombre de sus fabricantes^
y sus productos se abrieron ancho camino en
el comercio y en el consumo, y poco á poco
van sustituyendo á sus similares extranjeros
é impidiendo, por la superioridad de sus cali
dades y la inferioridad de sus precios, la intro
duccion de ellos.
Joselin Huergo, al enriquecer, mejorar y
acreditar la industria nacional en lo relativo á
la fabricacion de bebidas espirituosas, á más
de cooperar al desarrollo y al engrandecimiento
de otras industrias argentinas, tales como la
fabricacion de alcoholes, azúcar, cristales y
otras, cuyos productos consume en cuantiosas
cantidades y por importantísimas sumas, ha
prestado tambien, pues, grande servicio á los
consumidores, dándoles artículos de calidades
superiores á más módicos precios.
Aumentando como aumentan las ventas de
esta gran fábrica, aumentarán en la misma
proporcion las utilidades de sus propietarios,
y como consecuencias naturales y lógicas, se
perfeccionarán cada dia más sus artículos y
— 93 —
los artículos de las fábricas nacionales abaste
cedoras de las materias y envases que le son
necesarios; y como resultado final, ganará el
país con el acrecentamiento de sus productos
industriales, con el empleo de centenares de
operarios ocupados en útiles trabajos, y con
las grandes sumas que agrega á nuestro haber
en la balanza del comercio internacional.
II
El gran establecimiento industrial de los
señores J. B. Huergo y Compañia, comprende
tres distintas é importantísimas industrias: la
fabricacion de vinos, la elaboracion de licores,
y la preparacion y refinamiento de alcoholes;
lo que justifica su nombre, que es el mismo
que lleva este artículo: Bodega, Destileria y
Licoreria.
Contando con todos los aparatos y útiles
más perfeccionados que en la fabricacion de
vinos se emplean hasta hoy, perfectamente
distribuidos en apropiados y cómodos locales,
y disponiendo de todos los elementos necesa
— 94 —
rios y estando todos los detalles de la fabrica
cion bajo la inmediata direccion técnica de
Joselin Huergo, inteligente perito en todo lo
que á vinos atañe, los caldos de la Bodega de
este establecimiento,debidamente acreditados,
reunen todas las ventajas de un artículo puro
y genuino y debida é inteligentemente elabo
rado.
Gran parte de los alcoholes que se emplean
en esta gran fábrica, son en su propia destile
riia elaborados ó rectificados, lo que le permite
preparar artículos de primera calidad, pues,
como es bien sabido, la bondad de las bebidas
espirituosas depende principalmente de la
pureza del alcohol con que se preparan.
A pesar de los varios alambiques de gran
capacidad, todos perfeccionados y algunos
de ellos con importantísimas mejoras debidas
á la inventiva de Huergo, la gran demanda
que los productos de la casa tienen, la obligan
á consumir inmensas cantidades de alcohol en
otras fábricas nacionales elaborado, ó de
países extranjeros introducido; debiendo por
lo tanto emplear casi todos los aparatos desti
— 95 —
latorios con que cuenta en rectificar y purificar
esos espíritus, sin cuyo indispensable requisito
no los usa el establecimiento.
La industria más importante y la que
mayores proporciones han sabido darle los
señores Joselin B. Huergo y C\, es la fabri
cacion de licores.
Por el número y el perfeccionamiento de
los aparatos y útiles de fabricacion de que
dispone este establecimiento, para este ramo
de sus elaboraciones; por la caiitidad de ope
rarios que emplea; por la competencia de los
oficiales licoristas que ocupa; por la cifra de
sus ventas, y por el crédito que han conquis
tado sus productos; debe contarse este esta
blecimiento entre las primeras y más importan
tes licoreriasque posee la República Argentina.
La gran fábrica de Joselin B. Huergo y C\
no imita á ninguna produccion y ménos ha
llegado á descender jamás, desde su fundacion
hasta hoy, á falsificar marcas agenas. A
fuerza de sacrificios ha llegado á acreditar sus
productos, y sus productos hacen honor á la
industria nacional.
-96-
Entre las bebidas alcohólicas fabricadas por
Joselin B. Huergo y C\ figuran en primera
línea el anís, el ajenjo, el cognac y el bitter.
El anís que por muchos miles de pesos
nacionales sale de este establecimiento todos
los meses, es de una calidad muy superior á
los que nos importan del extranjero; y la
prueba más evidente de esta aseveracion está
,en la demanda que de todas las provincias
argentinas tiene. De esta bebida se fabrican
dos clases: el anís comun, que se expende en
-damajuanas, y el carabanchel, envasado en
botellas. Este último ha reemplazado en nues
tras más lujosas confiterias, cafés y hoteles,
á la bebida que con el mismo nombre nos
venia de España.
La demanda del cognac Huergo, ha tomado
tambien grandes proporciones, no solo por la
superioridad del alcohol que se emplea en su
fabricacion, sino tambien por la bondad y
perfeccion del sistema empleado en su elabo
racion.
Y este artículo, así como el ajenjo y el
titter, de cuyas bebidas puede decirse lo mis
— 97 —
mo que de aquel, en lo tocante á las materias
con que se elaboran, se cotizan en nuestros
mercados á precios excesivamente más bajos
que los que se pagan por sus similares extran
jeros.
De los demás licores, en algunos de los
cuales solo entran materiales propios del país,
puede esperarse, así que los consumidores
los vayan cotejando con los licores para la
exportacion que nos manda la Europa, que
tendrán la misma aceptacion, debido al espe
cial cuidado que en la elaboracion de todos
sus productos ponen los señores Joselin B.
Huergo y Ca.
Estos triunfos industriales, y la importancia
comercial alcanzada por este establecimiento,
hacen acreedora á esta industria á figurar
entre las grandes industrias radicadas en la
patria argentina.
Así como Joselin Huergo, que en tan pocos
años y con tan pocos elementos, y teniendo
que sostener grandes luchas y vencer inmen
sas dificultades, ha sabido, por su inteligente
direccion, su incansable actividad, y su espí
ritu emprendedor y progresista, levantarla á
la altura en que se encuentra, merece con
entera justicia colocarse entre los héroes del
trabajo.
EMILIO BIECKERT
CERVECERIA
I
Como hermosa prueba del misterioso poder
de la voluntad del hombre y acabada muestra
de sus portentosos y grandiosísimos efectos,
puede presentarse, en primeralínea,los triunfos
industriales de Emilio Bieckert, y las obras
vastísimas por él llevadas á cabo con feliz y
completo éxito, á pesar de las grandes dificul
tades y de los graves inconvenientes que, en
série no interrumpida, necesario le fué vencer.
Lucha y triunfos que de instructivo ejemplo
y hasta de provechosa y severa leccion pueden
servir á los que en esta tierra tan rica y gene
rosa, siendo jóvenes, llenos de vida, de fuerzas
— IOO —
y de fuego, se dan por satisfechos con una
miserable paga mensual.
Emilio Bieckert pertenece á una antigua
familia francesa, de largo tiempo atrás esta
blecida en las hermosas y fertilísimas orillas
del Rhin. Sus antepasados eran cerveceros y
propietarios de una de las fábricas más ricas
é importantes de Barr (Strasburgo).
Allí nació Emilio Bieckert, y allí, al lado de
su padre, cuya laboriosidad é inventiva indus
trial heredó, y en el seno de su familia, desde
su más tierna edad, empezó á conocer los
secretos que constituyen el bien difícil arte de
fabricar cerveza. Sus infantiles juegos y sus
juveniles travesuras tuvieron por teatro los
inmensos toneles, las oscuras cavas, los
grandes depósitos y los enormes montones de
cebada y de lúpulo de la cerveceria de sus
progenitores.
Nada le faltaba á Bieckert al lado de sus
padres. Trabajaba con los suyos y era feliz;
pero, el sublime fuego que da calor y luz al
alma de los hombres de genio, hizo nacer en
la de él la irresistible ambicion de encontrar
101 —
un ancho, grande y espléndido escenario en
donde pudiera desarrollar, en la esfera de que
se sentia capaz, sus fuerzas y su poderosa
actividad; y, sin que pudieran detenerle las
maternales caricias, los halagos de sus tiernos
compañeros de la infancia, los magníficos
y variados panoramas de la poética Alsacia,
los encantos y las bellezas de la hermosa
Strasburgo, las perfumadas y frescas brisas
de los patrios valles, muy joven aun, casi
un niño, Emilio Bieckert salió de su ama
da Alsacia para recorrer y perfeccionarse en
su arte, la Alemania, Francia, Noruega é
Inglaterra, regresando á su hogar para en
seguida buscar de este lado del Atlántico, en
los extensísimos y ricos paises de la América
del Sud, el ideal de sus aspiraciones, el
ancho campo que ambicionaba su espíritu
progresista.
Como las altas regiones de las nubes al
águila, para ejercitar el poder de sus grandes
alas, los paises nuevos son necesarios al
hombre emprendedor, para desarrollar en vasta
escala las potencias creadoras que transforman
el modo de ser social y económico de los
pueblos.
La tierra argentina fué la primera tierra
americana que pisó Emilio Bieckert. Cuando
llegó á Buenos Aires, llegó sin dinero: al salir
de la casa paterna, no permitió que sus parien
tes le dieran capital alguno: solo en el viaje no
podriia trabajar, y por consiguiente, solo con
el dinero indispensable para el viaje salió de
su patria.
Inmediatamente despues de llegar se pre
sentó en la cerveceria de Santa Rosa, en la
calle de Bolívar, en aquella época de D. Juan
Bühler, quien en el acto dió empleo á Bieckert.
La laboriosidad, la contraccion, la actividad y
los conocimientos así teóricos como prácticos
de que bien pronto dió pruebas, le hicieron
acreedor al aprecio del principal de la fábrica
y rápidamente ascendieron la importancia y
la remuneración de sus trabajos.
Mas, ni deben ni pueden depender de otros,
por mucho tiempo, aquellos que son capaces,
por sus propios esfuerzos, de crear una fuente
de triunfos y de riquezas.
— 103 —
Al poco tiempo salió Bieckert de la cerve
ceria de Santa Rosa, y emprendió viaje á
Chile. Dos ideas lo llevaban: conocer las pri
vilegiadas regiones del interior de la Repú
blica Argentina, y gozar de los grandiosísimos
espléndidos panoramas que la vista abarca de
las elevadas cumbres de los Andes y fundar la
primera fábrica de cerveza en la República
de Chile. Aquí, ya teniamos verdaderas cer
vecerias, y allí nó; por eso, aspirando á la
gloria de ser el primero en fundarlas, atravesó
la alta cordillera.
Cuando Bieckert llegó á Santiago, se fabri
caba y expendia allí una bebida con el nombre
de cerveza, la cual de cerveza solo el nombre
tenia. El estableció verdaderamente la primera
cerveceriia chilena y en ella elaboró por pri
mera vez en Chile, una bebida que verdade
ramente era cerveza y que por lo tanto con
toda propiedad podia llamarse tal.
Para dar una idea de las grandes dificultades
que tuvo que vencer el animoso industrial, y
de los elementos con que contaba, baste decir
que el procedimiento empleado para sacar la
— 104 —
radicella ó germen de los granos de cebada, era
el siguiente : una persona tomaba una peque
ña cantidad de granos, y colocándola entre
las manos la frotaba, y á cortos intervalos la
iba soplando con la boca, hasta que todos los
granos quedaban limpios y libres! Gran can
tidad de mujeres se ocupaban de este trabajo.
A pesar de esto Bieckert luchó y venció;
mas solo permaneció en Chile un año, de 1858
á 1859, regresando ála República Argentina
con decidida voluntad de fijar en esta su
domicilio y levantar en su hospitalario suelo
una cerveceriia de la capacidad y de la impor
tancia que su imaginacion creaba.
Con fuerza y lleno de alegriia y entusiasmo
palpitó el corazon del noble y generoso indus
trial, cuando al descender los contrafuertes
orientales de la inmensa cordillera, sus ojos
contemplaron los hermosos valles de las pro
vincias andinas de su segunda amada patria.
Despues de un lento y penoso viaje lleno de
incidentes y dramáticos episodios, llegó Biec
kert á la ciudad de Buenos Aires.
Volvia á encontrarse en esta capital sin ser
— io5 —
dueño de un solo peso. En el acto buscó
trabajo, y bien poco despues ya habia ganado
la insignificante suma que, para su enérgica
voluntad, era suficiente capital para emprender
por su propia cuenta la empresa industrial á
que queria consagrar todo su tiempo, toda su
inteligencia y todas sus facultades.
En un pequeño é inadecuado local de la
calle de Piedad esquina á Azcuénaga, empezó
Emilio Bieckert en 15 de Febrero de 1860, á
fabricar, sin más personal que un solo peon,
cerveza por su sola cuenta y con su nombre.
Dos pipas comunes fueron los primeros reci
pientes que le sirvieron para hacer fermentar
el líquido que resulta de la maceracion de la
cebada. Tan pocos y tan pobres eran los apara
tos con que contaba en ese entonces el hoy
dueño de una de las más grandes y más bien
montadas cervecerias del mundo.
Los conocimientos teóricos y prácticos que
en su arte poseia ya Bieckert; la actividad que
desplegaba, no solo en la preparacion de su
cerveza, sino tambien en los medios de hacerla
conocer; la firmeza y la constancia con que
— i<)6 —
suplia la falta de elementos, la energia y la
inteligencia que desplegara, desde el primer
dia de la instalacion de su humilde usina, dieron
los frutos que natural y lógicamente debieran
dar. Bien pronto la demanda del artículo que
elaboraba empezó á crecer en grandes pro
porciones, y como consecuencias necesarias, su
elaboracion, los útiles de fabricacion, las mate
rias primas empleadas y el número de obreros
aumentó notablemente, y así, en escala ascen
dente, siguió progresando de dia en dia hasta
el de la fecha.
Empero ¿qué suma de trabajos realizados,
qué grandes luchas emprendidas, qué inmen
sas dificultades vencidas no significa ese pro
greso?
Bieckert tuvo que crearlo todo en su fábrica,
y crearlo paso á paso y sin más elementos
que los que sus mismos productos le iban
proporcionando.
Al año siguiente, en 1861, cuando ya Biec
kert habia llegado á fabricar una pipa diaria
de pale-ale, trasladó su cerveceria á la calle
de Salta núm. 12, en donde permaneció hasta
— 107 —
el año de 1868, en el cual se instaló definitiva
mente en el local de su propiedad, calles de
Esmeralda y Juncal, donde se levanta ahora
el más vasto y más grandioso de los edificios
privados de la industria nacional.
Desde entonces los progresos industriales
de lagran usina de Emilio Bieckert han tomado
colosales proporciones, habiendo llegado á
una altura que muy pocos de los mismos que
de nuestra industria se ocupan tienen una
idea cabal. Juzgad por los datos siguientes:
Las poderosas máquinas que llevan el
movimiento y el calor á todos los numerosí
simos departamentos de la usina de Emilio
Bieckert suman una fuerza nominal de 500
caballos de vapor.
¡Da trabajo, directa ó indirectamente, á
más de 600 hombres!
¡Elabora para su exclusivo uso, 36 tonela
das de hielo por dia!
¡Produce, cada 10 horas, 100 pipas de cer
veza!
io8 —
II
Un volumen entero ocupariia la descripcion
de los trabajos que se realizan en el grandioso
establecimiento industrial de Emilio Bieckert
y de los departamentos y dependencias de él;
y menester seria poseer una gran suma de
conocimientos y un estilo bien brillante para
que al lector fuera ella útil y agradable.
Razones por las cuales nos vemos obligados
á solo poder dar, en las líneas que siguen, una
ligera y pálida idea de lo que es y de lo que
se hace en el inmenso establecimiento que ha
levantado Bieckert, con un capital primitivo
menor del sueldo que gana al mes un empleado
de bien inferior categoria.
Penetrando al establecimiento por la grande
y cómoda entrada de la calle de Juncal, á la
derecha, se encuentra, primero, las oficinas de
la contabilidad y caja; en seguida, entre fron
dosos árboles y rodeada de lindos y capricho
sos jardines, la lujosa vivienda del inteligente
Uidustrial, con espléndidas vistas al rio y sus
— io9 —
pintorescos alrededores; á la izquierda se
levanta la hermosa fachada oriental del grande
y magestuoso edificio de la fábrica. Consta
de cuatro pisos, y su arquitectura es á la vez
que correcta y severa, espléndida y bella.
Esta parte del edificio, así como todo él, está
construida con los mejores materiales y sobre
cimientos de extremada solidez.
La planta baja del edificio está ocupada
por el departamento de las máquinas, en
el cual dos pares de poderosas y perfec
cionadas máquinas á vapor funcionan alter
nativamente, de dia y de noche, llevando á
todos los pisos del edificio la fuerza motriz ó
el calor, segun sea necesario á las bien nume
rosas, complicadas y diversas operaciones de
la industria de la cerveceriia. A más de estos
poderosos motores á vapor, cuenta la fábrica
otros varios, entre los cuales merece mencio
narse una máquina de 40 caballos construida
en el país por S. Zamboni é hijos.
Ocupan tambien una parte importante de la
planta baja del edificio, las secciones en las
que se preparan, se limpian, se llenan y tapan
las botellas y barriles, y se efectúan las ope
raciones relativas al envase. ¡Oh, qué movi
miento, qué actividad, qué destreza observais
allí! Veinte hombres toman las botellas- que
otros tantos ponen al alcance de sus manos,
y con una prontitud admirable introducen á
una por una, un delgado cilindro rodeado de
cerdas, semejante á los aparatos que se usan
para limpiar los tubos de lámparas, y por
medio del cual pasa un chorro de agua; estos
cilindros, movidos á vapor, en pocos segundos
limpian interiormente las botellas con inmejo
rable perfeccion. Un número igual de trabaja
dores las va poniendo en aparatos propios para
que dejen caer hasta la última gota de agua, y
mientras otros operarios van colocando las que
están ya perfectamente limpias y secas en las
bombas automáticas que las llenan por milla
res, otros por medio de perfeccionadas máqui
nas les ponen el corcho-tapa, otros sujetan á
este por medio de delgados alambres, con lige
reza y maestria singular atados.
En el mismo departamento, y al mismo
tiempo, por medio de ingeniosas mecánicas
operaciones, y con grandísima rapidez, miles
de barriles se cepillan y se labran, por dentro
y por fuera, con agua caliente primero, y con
agua fria despues; llenándolos en seguida las
inagotables bombas con el fresco y espumante
líquido.
En este piso del edificio, se encuentran
tambien los inmensos toneles destinados á
llenar los pipones que diariamente salen de la
fábrica, para los depósitos de la ciudad y cam
paña que se titulan cervecerias y en los cuales
no se hace otra cosa que embotellar la cerveza
que fabrica Bieckert.
Latoneleria, el departamento de expedicion,
grandes depósitos de cerveza ya envasada y
acondicionada para puntos lejanos, y muchas
otras secciones de la fábrica se encuentran en
la planta baja del grande edificio principal,
en donde 180 operarios, con activo ardor,
desde que el dia empieza hasta que el dia
acaba, trabajan vigorosos y contentos.
En el primer piso, se encuentran los grandes
recipientes destinados á recibir, en sus diver
sos grados de elaboracion, el caldo de cebada
y lúpulo, que ha de dar el refrescante y perfu
mado licor; los aparatos ingeniosos que apre
suran, completan y detienen en el instante
oportuno la fermentacion del líquido; y las
grandes bombas que llevan y traen, suben y
bajan los caldos en elaboracion.
Entre aquellos grandes recipientes se en
cuentran dos de fino metal, obra maestra de
caldereriia, en el norte de Francia fabricados
expresamente para las usinas de Bieckert, y
en cuyas paredes de puro y bien pulido cobre,
se retratan los objetos y se ven las imágenes
cual si fueran ricos espejos de Venecia.
En el mismo piso ocupan vasto espacio los
aparatos productores de hielo, en los cuales
se congelan diariamente 560,000 kilogramos
de agua.
Grandes almacenes para depósito de granos
destinados; otros para tostar y refrescar la
cebada, y otros y otros muchos departamentos
ocupan el primer alto.
Las secciones destinadas á la clasificacion,
limpieza, ventilacion, calefaccion de la cebada;
el molino con todas sus dependencias; los
— H3 —
depósitos de lúpulo y varios otros impor
tantes departamentos, que su número y
variedad confunden y borran de la memoria
de quien á menudo no lo visita, ocupan el
segundo piso alto del gran edificio.
Semejando bóvedas de fierro, cilíndricos
depósitos para agua, colocados sobre el sólido
techo, ven levantarse hermosa y gigantesca
la columna que con negras nubes de humo
dice al navegante que ála rada llega, la altura
alcanzada por nuestra industria nacional.
Una verdadera red de caños, de cien dis
tintos diámetros circula y atraviesa todos los
departamentos del vasto é inmenso edificio;
gruesos caños y caños pequeños; de cobre
puro unos, de estaño otros, otros de plomo,
otros de madera, otros de lona, otros de arga
masa, ora corren por el suelo, arrastrándose
cual si fueren grandes y largos reptiles, ora
bordan las paredes, atraviesan los pisos, se
cruzan, se juntan, se bifurcan, se triplican,
forman graciosas curvas, ascienden y des
cienden, en todas direcciones; estos perma
necen silenciosos, aquellos continuamente
8
— H4 —
producen sordos ruidos, unos despiden calor
intenso, otros se cubren, al lado de aquellos,
de blanca capa de hielo; acequias inagotables
de cerveza parecen los de mayor diámetro,,
inmensas cantidades de agua fria corren por
estos, por aquellos pasa el agua hirviente de
las calderas, grandes masas de calcium salen
por unos, fuertes corrientes de vapor penetran
por los de más allá, continuos soplos de aire
ambiente por los de más acá, líquidos
fermentados en diversos grados de prepa
racion corren por los que ponen en comuni
cacion á los aparatos productores con los
inmensos toneles, y á los toneles entre sí.
Cual si se pasara del Ecuador al Polo, de
traje es necesario cambiar al pasar de los
pisos elevados de la gran fábrica á los pisos
del sub-suelo de ella, y para quien por
primera vez penetra en el intrincado laberinto
de sus sótanos, de sus cavas y de sus'oscuras
y frias galeriias subterráneas, tan difícil como
al marino de entre los témpanos polares le es
salir de él si Bieckert le abandona en medio
de sus numerosísimas cubas.
— "5 —
Se entra por una pequeña puerta que
inmediatamente se cierra por sí sola; se baja
una estrecha escalera y á medida que se va
descendiendo, peldaño por peldaño, la claridad
disminuye y el frio aumenta hasta que se llega
á un corredor largo y completamente oscuro.
Allí os dan las candilejas que necesitais para
emprenderla subterránea visita. A la izquierda
del corredor encontrais una larga abovedada
sala de blanquísima pared, en el piso de la cual,
merced á la débil luz de la candileja, veis una
una capa de cincuenta centímetros de espesor,
de grandes granos de cebada: es la primera
sala de germinacion. En seguida encontrais
otra igual, y despues otra y otras: es la
segunda y demás salas de germinacion, salas
cuya capacidad van á aumentar en la propor
cion de 3 á 10 los inmensos sótanos de las
nuevas grandes construcciones que el incan
sable obrero hace actualmente edificar para la
malteria de su fábrica y la cual destina para
hacer germinar 5.000,000 de kilos de cebada
del país! Una gruesa puerta os da entrada á
un segundo corredor; allí el frio y la oscuridad
— n6 —
aumentan; bajais algunos escalones y os
encontrais en otra galeria, una puerta se
abre para daros paso é inmediatamente se
cierra; ya el frio es intensísimo, quereis apre
suraros, pero no es posible, á dos metros
de la primera una segunda puerta os inter
cepta el camino; á una orden del inteligente
guia se abre, y os encontrais entre hielo: en
un gran salon, cruzado por numerosos caños
cubiertos de una gruesa capa de agua por el
frio solidificada, grandes estanques de fierro
guardan muchos miles de hectolitros de riquí
sima cerveza que, gracias á la baja tem
peratura que por medio del fuego Bieckert
obtiene en su establecimiento, se conserva,
se estaciona y adquiere las mismas propieda
des y el mismo delicado paladar de la que se
guarda en las cavas de las frias orillas del Rhin.
Salís presurosos de esa estancia polar, y des
pues de atravesar varias puertas entrais en
nuevas galerias, las cuales os conducen á
diversos grandes depósitos, en los que van
gradualmente subiendo los grados de calor, y
en los que un número inmenso de inmensos
,. .7 "7~
toneles contienen miles y miles de litros de
una cerveza que ya empieza á exportarse, y
que se bebe en algunos puertos de Francia.
Llamala atencion, y es verdaderamente ad
mirable el aseo y el orden que reinan así en el
piso subterráneo como en los pisos altos y en
todas las dependencias de esta inmensa fábrica
de cerveza. Todos los muros parecen recien
blanqueados, todas las puertas recien pinta
das, todo lo que es de metal brilla cual si
acabara de ser bruñido, todo lo que es de ma
dera, cual si acabara de ser lustrado. Bieckert
para la limpieza y el aseo es tan nimio y exa
gerado como un holandés.
La inmensa cantidad de agua que gasta el
establecimiento, la dan varios pozos surge-ntes
inagotables.
Entre los demás edificios independientes
del principal que hemos descrito, y que
constituyen la gran cerveceria, deben figurar
en primera línea, la caballeriza; y la caballe
riza por los 42 valiosos y preciosísimos caba
llos entre los cuales se cuentan algunos de raza
pura, que en ella se guardan. Los percherones
— n8 —
de Bieckert, para tiro pesado, son los mejores
caballos que tiene el país. Los últimos que ha
recibido de Francia, son 16 caballos padres
y dos yeguas, los que le cuestan cada uno, de
dos mil á dos mil doscientos pesos m/n. La
hermosa cabana que está formando su propie
tario, será el gran núcleo de la raza de estos
caballos, que bien pronto reemplazarán para
tiros pesados á los de otra raza.
El principal alimento de los fuertes, sanos y
vigorosos caballos percherones y de otras
razas que arrastran los pesados carros de la
cerveceria de Emilio Bieckert, tiene por
base los resíduos de malta que resultan de
la fabricacion de la cerveza, alimento suma
mente nutritivo y umversalmente usado en
Europa, para los caballos y las vacas, á las
cuales da una leche abundante y rica en
gordura.
Las enormes pilas de carbon de piedra; los
grandísimos depósitos, siempre llenos con
millares de botellas costosamente importa
das de Europa y que este año llegan á 6o,ooo
docenas; los grandes carros en contínuo
— ii9 —
movimiento; todo, en fin, cuanto á la gran
fábrica pertenece, reviste colosal importancia
y da elevada idea del creador de tan valiosa
industria nacional.
"Antes de transponer los umbrales de la
«cerveceria de Bieckert,—decia "La Tribuna"
en un artículo publicado el 19 de Diciembre
de 1877—creiamos que Buenos Aires estaba
aun en la infancia industrial; despues de salir
de ella, llevamos el convencimiento de que, si
bien puede haber en otros paises estableci
mientos del mismo género de mayor magnitud,
no los hay ni mejor instalados, ni más bien
dirigidos. "
Desde esa fecha, el valor, la importancia, la
produccion, los edificios, las máquinas, los
útiles, y en una palabra, la cerveceria de
Emilio Bieckert, han crecido en gigantescas
proporciones.
III
Una hora antes que el Sol á su hija Tierra
sus preciosos diarios dones envie—calor y
luz—un hombre lleno de actividad, de entu
siasmo y de energia, empieza á recorrer prolijo
todos los departamentos del vasto estable
cimiento industrial. Penetra en la seccion de
las máquinas, observa los manómetros, inter
roga al relevo nocturno de maquinistas, dispo
ne, da nuevas órdenes y sale; baja despues álos
sótanos, recorre una por una las cavas, las
galerias, y todas las secciones subterráneas,
compara los termómetros y anota la tempera
tura que marcan; mira los cargados toneles,
cambia algunas palabras con todos los nume
rosos obreros que á su paso encuentra, y
vuelve á subir las escaleras; en seguida se di
rige á las caballerizas, entra en los pesebres,
examina las raciones y el agua que corre abun
dante allí, acaricia á los hermosos caballos,
determina los que han de trabajar en ese dia,
y lo ordena; vuelve al edificio central en el
momento preciso en que diversas compañias
de operarios empiezan con el dia el trabajo,
cuenta á los que entran, dispone, manda y
ordena, y en tanto que la faena comienza, él
observa y vigila; sube despues á los pisos
altos, vuelve á bajar y á subir, y con incansable
actividad está de todo en todo cuanto en
aquel vasto campo de labor se hace, hasta que
el Sol al llegar á la mitad de su carrera señala
la hora de la tregua.
¿Quién es ese hombre?
Es el activo, laborioso é inteligente industrial
que, en largos años de lucha y de constancia,
ha levantado todos esos inmensos edificios,
ha creado esas grandes usinas y ha dado y
da movimiento y vida á esa gran fábrica; es
el único rico propietario de ese valioso estable
cimiento: es el mismo Emilio Bieckert.
Moral, intelectual y materialmente, Emilio
Bieckert trabaja ahora más, mucho más, que
cuando dió principio á sus tareas industriales.
El concibe, ordena y manda todos los traba
jos y tareas industriales que se han de ha
cer, estudia y vigila todas las operaciones,
sin que el menor detalle le sea desconocido;
está al cabo de todos los negocios y transac
ciones mercantiles que sus empleados supe
riores realizan, sabe hasta en sus más peque
ñas circunstancias todo lo que á las ventas
de su fábrica atañe, y su tenedor de libros no
conoce mejor que él lo que sus numerosísi
mas cuentas dicen.
Imposible parece que, despues de tantos
y tan complicadas tareas, pudiera un hombre
ocuparse, cual se ocupa Bieckert, de estudiar
todos cuantos adelantos y mejoras se hacen
en el arte de fabricar cerveza, tanto en Fran
cia como en Inglaterra, Alemania, Italia, Aus
tria y Estados Unidos de América; de proyec
tar y llevar á cabo reformas importantísimas
en sus usinas; y de mandar construir unas trás
otras nuevas secciones de edificios para dar
más vastas proporciones á su fábrica; de bus
car los medios de sustituir por productos
nacionales los productos extranjeros que hasta
hoy menester le es importar, y de emprender
con incansable afan y ardoroso entusiasmo
sucesivas obras de adelanto y de progreso.
Emilio Bieckert trabaja más, mucho más,
que el dependiente ú obrero que en su fá
brica mayor ardor y entusiasmo en sus tareas
desplega.
Y ¿por qué trabaja tanto?
— 123 —
¿Acaso no se considera todavía bastante
rico, y ambiciona aún más oro?
No, Bieckert no es avaro; considera la gran
fortuna que ha sabido ganar, mucho mayor
de la que necesaria le fuera para vivir con
esplendidez; no tiene hijos, y aunque tuviera
muchos, con los ya cosechados frutos de su
trabajo y de su constancia, podriia asegurar á
cada uno de ellos buena suma de riqueza, sin
que á sus muchos años de trabajo tuviera que
agregar otros.
¿Qué móvil es, pues, el que le obliga á se
guir incansable en la lucha á que consagra
sus fuerzas todas? ¿Qué fin persigue el pode
roso industrial con tanto entusiasmo? ¿Cuál
es el bello ideal de sus aspiraciones?
Los grandes industriales, como los grandes
artistas y los grandes capitanes y los grandes
estadistas, ambicionan algo más que dinero.
Despues de conseguir fortuna, el que tiene
una alma grande quiere renombre, fama, glo
ria.
Eso es lo que ambiciona Bieckert. ¿En qué
forma?
— 124 —
Quiere tener la gloria de conseguir que su
cerveceriia sea la más grande, la mejor mon
tada y más importante del mundo entero.
Direis que ese deseo es una necedad, una
vanidad, una locura; sea, pero no es otra cosa
la ambicion que domina á los hombres que
ensangrientan á los pueblos para tener la glo
ria de gobernarlos.
Emilio Bieckert es uno de esos hombres
para quienes la accion, el trabajo y la lucha
son elementos indispensables para alimentar
el fuego que los anima, y los cuales corren en
pos de un ideal que los atrae y los domina, y
cuya realizacion les cuesta mayores sacrifi
cios que las ventajas materiales que consiguen.
La aspiracion, el fin que se propone ahora
Bieckert, ha producido y producirá grandes
beneficios al país, y deber es de todos, lejos
de ponerle trabas, facilitarle los medios de
alcanzarlo, estimularlo, recompensar su ardor
con justas y merecidas recompensas.
El ha impulsado de poderosa manera el
cultivo de la cebada en el país; mejora, con
inmensas erogaciones, la raza de caballos
— 125 —
para trabajos pesados y emplea todo su capi
tal en levantar un edificio industrial que hace
honor al país, y en el cual cientos de trabaja
dores se ocupan; y da á las clases populares
en reemplazo de los malsanos licores alcohó
licos que compramos á Europa, una bebida
higiénica, refrescante y nutritiva.
Emilio Bieckert necesita, para poder llevar
estos beneficios hasta nuestras más apartadas
provincias, que los rieles de las vias férreas pe
netren en sus grandiosas usinas, y ayudarle á
conseguir esta necesidad es, más que servir á
un activo, laborioso é inteligente industrial,
servir á los intereses económicos y al progreso
del país.
JUAN BERISSO
VARIAS INDUSTRIAS
I
En la Boca, sobre la margen derecha del
Riachuelo, se levanta grande, cómodo, her
moso y espléndido edificio, desde cuyo elevado
mirador la vista ve y admira mil variados y
bellísimos panoramas. Ese edificio es propie
dad y es lujosa morada de un hombre que,
aun no hace muchos años, no poseia más ca
pital que el diario salario que por su trabajo
personal ganaba en humildísimo oficio, y que
hoy cuenta por decenas las leguas de fertilísi
mos campos, los grandes buques y las gran
des casas de su propiedad.
En la historia de ese hombre, quien con
— 127 —
serva todavia vivo y tenaz el espíritu empren
dedor y progresista á que debe la gran fortuna
que posee, hay más útiles lecciones que en
cien libros de moral.
Sí, que nada moraliza y nos convence y
nos persuade de la bondad del bien, tanto co
mo los hechos reales contemporáneos, los
acontecimientos que se desenvuelven en el
mismo escenario en que actuamos, los actos
que presenciamos y las cosas que vemos
y tocamos.
Y todo esto pasa y se nos ofrece en la his
toria de los trabajos, de las luchas, de las
industrias emprendidas y de los resultados
en ellas obtenidos por Juan Berisso, á quien
nosotros ó nuestros padres hemos visto pobre
y humilde, con la filosa cuchilla en la mano,
dividiendo en trozos la vacuna res, y que hoy,
rico y poderoso le vemos, respetado y feliz, y
sin que hasta ahora nadie haya señalado en
su reputacion una mancha.
Vino cuando todavia era un niño, á esta
tierra rica y generosa, que jamás niega rique
zas á quien la riega con las fecundantes
— 128 —
gotas que el trabajo arranca de la frente del
hombre laborioso; no traia más capital que
las viejas prendas de modestísimo traje de
jornalero; no contaba con más proteccion que
la de Dios, pues no tenia aquí, ni parientes,
ni compañeros, ni amigos; pero llegaba dis
puesto á trabajar y luchar hasta alcanzar el
deseado fin, el gran propósito, la noble aspi
racion, el supremo ideal que le habia hecho
abandonar la patria y la familia, y ha traba
jado y ha luchado hasta vencer y conseguir el
logro de sus ambiciones primitivas: una gran
fortuna, un crédito comercial ilimitado y una
distinguida posicion social.
Los ricos tesoros que en su privilegiado
suelo América encierra, así como los peli
gros que en sus campos y en sus selvas, tan
dilatados aquellos como inmensas estas,
encuentra el hombre, se presentan á la ima
ginacion de la mayor parte de los que la miran
á través del Atlántico, de engañosa manera.
Así como creian y aun creen muchos de los
que abandonan las cansadas tierras de las
montañas y de los valles de la vieja Europa
—-129 —
para dirigirse á buscar fortuna y ventura, en
el suelo feracísimo del nuevo continente, que
* el alarido del salvage de sus desiertos inter
rumpe todavia el trabajo de los hombres de
sus pueblos; de igual manera piensan y creen
que con la misma facilidad con que forman en
la mente formarán en verdad una fortuna.
Erróneas creencias que felizmente van desa
pareciendo, pero que aun retraen á muchos
y á otros causan desilusiones y desencantos
grandísimos.
Cierto es que América, y la República Ar
gentina más que ninguna otra nacion de ella,
guarda grandes riquezas y ofrece grandes
facilidades de hacer fortuna á todos los que
fortuna vengan á buscar al amparo de sus
leyes liberales y protectoras; empero, engá
ñase mucho quien cree que conseguirá rique
zas de honrada manera si no llega dispuesto
á voltear á golpes de hacha los árboles secu
lares del Chaco ó de Misiones, ó á romper
con la reja del arado el suelo feracísimo de la
Patagonia, del Chubut ó del Limay, ó á tala
drar las graníticas masas de las sierras de
— 130 —
Córdoba, Rioja y Catamarca, ó á colocar los
rieles que avanzan hácia sus lejanos límites,
ó á emplear con ardor y constancia sus fuer
zas, su actividad y su inteligencia en uno de
los mil trabajos ó las mil florecientes indus
trias que se desarrollan y engrandecen en la
extensión toda de su vasto, fértil y hermoso
territorio.
No pertenecia Juan Berisso al número de
los que con tan falsa creencia salen de Europa
para América; por eso desde el momento de
su arribo á las argentinas playas, empezó á
trabajar con el ardor, el entusiasmo y la cons
tancia con que empezó á trabajar desde la
tierna edad de ocho años, al lado de sus pobres
padres, en la tierra en que nació, hasta la hora
en que abandonó su hogar para buscar de este
lado del Atlántico un campo capaz de llenar
sus ambiciones, un campo grande, rico y
fecundo.
La bendita ley del trabajo, por Dios im
puesta al hombre, es universal. Las riquezas
acumuladas y el saber adquirido, representan
siempre gran suma de trabajo. El que posee
— i3i —
fortuna, si no roba ó hereda, mucho y no poco
trabajo le cuesta. Cuando decis que un hom
bre debe su caudal de riquezas á su mucha
suerte, decis una gran necedad, empleais una
palabra que nada significa, pronunciais un
vocablo generalmente usado por quien pre
tende disculpar su indolencia, sus faltas y sus
errores.
En la adquisicion de riquezas, hay laborio
sidad, hay actividad, hay constancia; hay
fuerzas musculares, morales é intelectuales
empleadas; hay lo que al hombre le es propio,
y lo que el hombre puede utilizar en su propio
provecho si tiene bastante voluntad para ■
hacerlo; pero jamás hay lo que se llama
suerte.
Conviene insistir en demostrar esta verdad
é ilustrarla con elocuente ejemplo, para des
truir esa especie de fatalismo que atribuye al
acaso ó á extrañas causas, lo que solo tiene
por orígen la voluntad y los esfuerzos indivi
duales de cada cual.
Un centenar de argentinos presencia el
desembarque de un centenar de extranjeros
— 132 —
inmigrantes que llegan al país sin ningun
capital, y sin contar en él con parientes,
amigos ó protectores; pasan algunos años,
y de aquel centenar de extranjeros, la mayor
parte si no todos, han adquirido grandes bie
nes de fortuna; y de aquel centenar de argen
tinos muy pocos ó tal vez ninguno, ha aumen
tado por sus propios esfuerzos el capital con
que contaba al arribo al país de aquellos
pobres inmigrantes.
¿Interviene en esto lo que llamais suerte?
¿Creeis que los que abandonan las comarcas
europeas para trabajar en las comarcas ame
ricanas sean más dignos de ser dueños de
riquezas, y que una fuerza misteriosa dirige
sus pasos y les allana el camino que empren
den para que puedan adquirirlas? ¡Oh! no, no
penseis así; otras son las causas de ese fenó
meno económico, causas verdaderas, reales,
lógicas y naturales.
¿Es que son acaso, más inteligentes, más
vigorosos, más fuertes, más activos, los hijos
de la Europa, que los hijos de la patria argen
tina? No por cierto. Es porque los argentinos
— 133 —
han esterilizado sus fuerzas en improductivas
ocupaciones, y gastado su vigorosa energia
de indebido modo, en tanto que los europeos,
con constante y decidido afan, se han consa
grado por completo á la agricultura ó á lucra
tivos trabajos mercantiles ó industriales; es
porque el espíritu emprendedor y progresista
que les anima, les impulsa á seguir siempre
adelante, sin detenerse á calcular dificultades
ni distancias; es porque el santo entusiasmo
que el trabajo engendra no les permite dudar
que sean árbitros de su destino, y porque nada
esperan de la suerte ó del acaso.
No se equivocan ménos los que piensan,
que solo á una mísera economia deben las
riquezas que poseen los que vienen á com
partir nuestros dolores y nuestras alegriias, y
los frutos dela paz, del progreso y de la liber
tad, que cual tropicales plantas crecen y se
desarrollan vigorosas en el suelo argentino. No;
pues si bien es cierto que economia es nece
saria para formar un capital, la economia que
solo consiste en gastar poco de lo poco que
se gane es mísera economia, á la cual bien
— 134 —
raras veces se debe una gran fortuna. Las
grandes fortunas se deben á una gran produc
cion y no á un gran ahorro.
A una -gran produccion y no á una grande
economia, es debida la que posee Juan Be-
risso, quien siempre para sus personales nece
sidades y por su amor al arte, y en beneficio
de sus parientes y de sus amigos ha derramado
el oro á manos llenas.
II
Juan Berisso nació en Lavagna, pequeña
ciudad de Italia, el 15 de Febrero de 1833.
Sus padres, pobres y humildes, solo pudieron
darle mezquina instruccion. Religiosas plega
rias llenas de poesia y sentimiento, que entre
tiernos besos su buena madre grabó en su me
moria, y máximas de virtud, de rústica manera
enseñadas por su progenitor, y á ser laborioso
y constante, fué todo lo que aprendió en el
hogar paterno. A los oche años de edad, em
pezó á ayudar á sus padres, trabajando al
— 135 —
lado de ellos, en todo cuanto sus fuerzas se lo
pcrmitiau.
Allí, en ese oscuro y pobre lugar hubiera
permanecido sin moverse, como los árboles
que plantaron sus abuelos, si grandes ambi
ciones y nobles aspiraciones nacidas en la
mañana de su vida, no le hubieran determi
nado á dejar el paterno asilo y la patria amada,
y venir á buscaren las zonas extensísimas de
la República Argentina un gran campo de
accion á su actividad y á su varonil energia.
Merced á grandes sacrificios y muchas pri
vaciones, pudo Berisso, cuando recien iba á
cumplir 15 años, tener lo absolutamente indis
pensable para trasladarse del pueblo de su
nacimiento al puerto de Buenos Aires. Sabia
que con la pequeña suma que sus bondadosos
padres ponian en sus manos, apenas tenia los
recursos pecuniarios para poder llegar al tér
mino de su viaje, y que se encontrariia á su
arribo á un país .lejano y desconocido, sin
dinero y sin más medios de subsistencia que
los que por sí mismo se proporcionara ; á
pesar de esto no se arredró el valiente joven,
— 136 —
y despidiéndose de sus parientes se dirigió á
Genova, en cuyo puerto se embarcó en un
buque de vela que con destino al Rio de la
Plata iba á levar las anclas.
Despues de abonar el importe de su pasaje,
quedábale á Berisso, como único capital, una
moneda de plata española, valor de un peso
fuerte. Pero, bien pronto iba á tener que des
prenderse de ella, por motivo para él impre
visto: las autoridades marítimas cobraban en
aquel tiempo, al pasar la visita á los buques que
despachaban, cinco francos á todo pasajero
que se embarcaba en aquel puerto. El joven
emigrante dejaba, pues, su tierra natal, sin te
ner un centavo, y sin traer de ella más que
un viejo y pequeño baul, en el cual guardaba
bien pocas y bien humildes prendas de vestir.
Larga, penosa y triste fué la travesia del
Atlántico. La comarca teatro de las hazañas
de nuestros abuelos, las montañas que la cir
cundan, los rios que la cruzan, los vergeles que
la embellecen y la perfuman; la escuela—único
templo levantadopor la mano del hombre digno
de Dios—donde dimos los primeros pasos
— 137 —
en la senda del saber y la virtud; nuestros pa
dres, sus reproches y caricias, su idioma, sus
leyes y costumbres; nuestros hermanos y sus
infantiles juegos; los amigos y los compañeros
de la niñez; la primera aurora que vimos; la
vez primera que la luna de misteriosa melan-
colia nuestra alma llenó; del amor la primera
sonrisa; el color del cielo y el de la enseña na
cional; todo eso y mucho más ve la mente y
hace latir con violencia el corazon de quien
como Juan Berisso ama á su patria y de sus
costas se aleja.
En la época en que Berisso llegó ála Repú
blica, eran tratados los inmigrantes de bien
distinta manera de la que son tratados hoy. No
se les desembarcaba entonces en vapores del
gobierno, ni seles daba cómodo hospedaje, ni
se les alimentaba con abundancia, ni se les
ofrecia medicinas y proporcionaba facultativos
en caso de enfermedad, ni se les instruia con
detalladas noticias sobre las tierras, los traba
jos y los salarios, ni se les conducia gratuita
mente á todas las secciones de nuestro terri
torio, ni se les entregaba con ventajosísimas
- 138-
condiciones tierras, semillas é instrumentos
de labranza, ni se les amparaba y protegia cual
se hace ahora.
Tampoco en esa época encontraban los
extranjeros en nuestro país, á millares los
compatriotas suyos; ni habia entonces Socie
dades de socorros mutuos, ni tenian las ven
tajas y facilidades que hoy les ofrecen los
mismos hijos de sus respectivas patrias que
entre nosotros viven ricos, felices, libres y
bien amados.
Por esos años, el europeo que arribaba á
nuestros puertos debia bastarse á sí mismo, y
quien como Berisso llegaba sin un centavo y
sin tener en el país ni parientes ni amigos,
tenia que luchar mucho y sufrir mucho.
Con su pequeño baul al hombro y con la
cabeza descubierta saltó á tierra Berisso; con
la cabeza descubierta, pues no teniendo mone
da alguna que dar en pago al lanchero que lo
condujo hasta las toscas, que como único mue
lle servian entonces de desembarcadero, tuvo
que entregar, al pisar por vez primera el suelo
argentino, la mejor prenda que poseia: la gorra.
— '39 —
¡A ese precio navegó por vez primera en
las aguas argentinas el acaudalado capitalista
que en lujosísimo vapor de su propiedad, y
para su servicio destinado, se traslada hoy
de los puertos de sus valiosísimas propiedades
en la provincia de Buenos Aires á los puertos
delos campos valiosísimos que posee en la
provincia de Entre Rios, y cuyas costas ferti
lizan y embellecen el Cleé, el Gualeguay y el
jnaj estuoso Paraná!
III
Juan Berisso habia llegado al punto de su
destino: ya estaba, por fin, en el privilegiado
suelo americano; ya se veia en tierra argentina;
ya se encontraba en el campo de accion
elegido por él, y la lucha debia empezar sin
pérdida de un solo instante. El hambre lo
apremiaba.
Un período de trabajos, de contrariedades
y de sufrimientos comenzaba para el animoso
jóven.
Tan pronto como se vió en tierra, y con
— 140 —
fiando que alguna imprevista circunstancia le
ofreciera la oportunidad de ganar un pedazo de
pan, empezó Berisso, con su pequeño baul en
los hombros, á recorrer las calles de Buenos
Aires.
Caminó sin destino y sin rumbo por largo
tiempo, hasta que vió en la calle de Inde
pendencia, entre Salta y Lima, en frente
dela Casa de Ejercicios, una chanchería, en
la cual se decidió á entrar y ofrecer al dueño
de ella sus servicios, en calidad de peon—
puede creerse que, más que la mente ó el cora
zon, decidióle á tomar esta resolucion el exi
gente estómago;—la franqueza con que habló»
la honradez que sus ojos revelaban y las
aptitudes que para el trabajo aparentaba tener,
decidieron al dueño de la chancheria á acep
tar la proposicion que Berisso le hacia. En ese
mismo instante quedaron estipuladas las con
diciones y de perfecto acuerdo las partes con
tratantes: el jóven peon trabajaria en todo
cuanto su patron le ordenara, y éstele abonaría
á aquel ciento veinte pesos papel moneda de
Buenos Aires al mes.
— 141 —
Desde el dia siguiente Berisso empezó á
trabajar: sus tareas duraban lo que duraba el
dia, no siendo escasos aquellos á cuyas horas
se agregaban muchas horas de la noche.
A su buena conducta, á su contraccion, á
su carácter dócil y bondadoso y á su gran
amor al trabajo, debió el que su patron le
fuera aumentando su sueldo hasta alcanzar á
recibir trescientos pesos mensuales de la mo
neda de aquella época, equivalentes á un poco
más de doce pesos nacionales.
Tres años permaneció Berisso en esas condi
ciones; tres largos años de trabajos y privacio
nes, en los que no hubo para él ni fiestas ni
dias de descanso.
Pero ya, no solo contaba con una cantidad
de dinero suya, sino que conocia ya algo al
país y á sus hombres y á sus cosas; podia
pues emplear por su cuenta, y sin que su
voluntad estuviera sujeta á voluntad agena,
sus fuerzas y su tiempo.
A los pocos dias de dejar su empleo, abria
en la calle de Defensa un despacho de carne,
en el cual llegó á vender hasta cinco reses
— 142 —
charias, lo que le dejaba una utilidad de cin
cuenta pesos papel al dia, suma que hoy seria
insignificante pero que en aquella época era
fabulosa, mas con la cual no se dió por satis
fecho Berisso, por cuya razon á los cinco
meses de establecido vendió su negocio.
Pero vendia aquel despacho de carne para
abrir otro en los alrededores de la iglesia de la
Concepcion, el que á su vez lo enagenó, para
establecer en sociedad con otros, un puesto en
el Mercado del Centro. Es casi innecesario
decir que, en cada una de estas transacciones,
aumento de capital habia para Berisso.
Trabajando en esa forma continuó, hasta
el dia feliz para la patria argentina, en que
sus buenos hijos vencieron á los soldados y
defensores del malvado Juan Manuel Rozas.
Poco faltó para que el último dia de la tira
nia no fuera el último dia de la vida de Juan
Berisso. No es Berisso de los hombres que en
el más pequeño motivo ven causa suficiente
para interrumpir las tareas en que se ocupan;
ha interrumpídolas él siempre sólo cuando
una fuerza incontrastable le ha obligado ha
— 143 —
hacerlo. En el gran dia de la batalla de Case
ros, lidiaba él, como siempre, en el campo del
trabajo. Los primeros dispersos de las tropas
del tirano empezaban á entrar á la ciudad-
algunos de ellos se interponen en el camina
de Berisso que, conduciendo un carro car
gado de carne, se dirigia por la Avenida Mon
tes de Oca al Mercado del Centro; se aproxi
man á él, y apuntándole al pecho iban á hacer
fuego, cuando la serenidad y la sangre fria de
Berisso los contiene: con la elocuencia que en
los momentos de peligro brota siempre de los
labios de los hombres de gran corazon, les
dice: "Señores, sois dueños de mi w Ja. puesto
que de mi vida podeis disponer; dadme esa
vida y yo en cambio os daré todo cuanto
poseo", y como el poder de la palabra hasta,
para los bandidos es poder que impera y domi
na, los queibaná matar áBerissosecontuvieroa
y se dieron por satisfechos con solo exigirle-
el dinero y las prendas que llevaba, los caba
llos y la carne que conducia.
Despues de esta peligrosa aventura, ora
solo, ora á otros asociado, trabajó por algunos
— 144 —
meses más en esta capital, en los cuales pudo
reunir un capital de 24,000 pesos m/c de
Buenos Aires.
Dueño de esa suma se lanzó á la campaña,
y empezó á trabajar de tropero. Compraba las
haciendas que introducia á los Corrales de
Abasto en los más lejanos partidos, y de igual
manera que para nuestros valientes, fuertes y
sufridos gauchos, no habia para Be.risso peligro
que pudiera impedirle cruzar de los campos
de la provincia la inmensa extension. Dos
años consecutivos se ocupó de tropero; y si
en ellos logró aumentar notablemente su capital,
lo que en ellos trabajó y lo que en ellos sufrió
no hubiera sido recompensado aunque ese
capital no lo hubiera perdido, como lo perdió,
en el mismo penosísimo oficio.
Un dia, allá á lo lejos, por el lado Sud,
Berisso, que venia conduciendo una gran tropa
en la cual habia empleado todocuanto poseia,
descubrió en el cielo una franja negra, y
en ella vió envuelto un sério é inevitable
peligro. Sus experimentados ojos no le po
dian engañar, y por eso sin perder un solo
— 145 —
instante buscó un abrigo para su tropa; pero
no vió ni corral, ni monte, ni arroyo, ni quebra
da, ni reparo alguno para su hacienda: solo
la llanura sin límites se presentó á su vista
Ni la más leve brisa movia las flores de los
campos; buscaban los pájaros azorados, abrigo
en espesas matas de paja; á grande altura
cruzaban con rápido vuelo bandadas de aves,
con rumbo hácia el Oriente; los potros relin
chando pasaban en veloz carrera; los novillos
y las vacas remolineaban y mugian embraveci
dos, en tanto que la franja que se extendia en
el firmamento por el lado del Sud crecia y
se oscurecia minuto por minuto y con verti
ginoso andar se aproximaba.
Berisso llamó á su gente; les dió instruccio
nes claras, breves, precisas, y ofreciéndoles
grandes gratificaciones si salvaban su tropa,
les ordenó que se lanzaran á la carrera, atrás
y á los flancos de ella. Él, que con sus más
valientes y leales servidores ocupaba el frente,,
dió la señal y se lanzó á la carrera. ¿Qué se
propuso Berisso al tomar esa determinacion?
Que su tropa al verse envuelta por la horrible
— 146 —
tremenda tempestad que se le venia encima,
siguiera corriendo, sin dispersarse, hácia un
mismo rumbo.
La tierra tiembla, nubes de polvo envuel
ven á hombres y animales, la oscuridad lo
cubre todo, el viento silba con violencia, los
relámpagos se suceden, semejantes unos á
inmensas llamaradas de gigantesco incendio,
otros á chorros de inflamada lava descen
diendo por las quebradas grietas de un volcan:
la tormenta ha alcanzado ála tropa; está enci
ma de ella, la cubre, la envuelve, y la sofoca:
como sujeta por poderosa fuerza, la hacienda
detiene su carrera y se para aterrorizada; el
viento disminuye su violencia; un instante de
calma le permite ver á Berisso, á la luz de los
relámpagos, su hacienda reunida y sus hom
bres en sus puestos; pero comprende que el
peligro aun está en su principio, y va á dar
nuevas órdenes, cuando tremendo ensorde
cedor ruido apaga su voz: una lluvia de
piedras cae de las alturas sobre la tropa,
causando más destrozos y mayor confusion
que cien granadas lanzadas á la vez; y las
— H7 —
nubes unas contra otras se chocan y se rom
pen, y el agua cae abundantísima y de igual
manera caen los rayos.
Cuando amaneció el nuevo dia la tormenta
habia pasado, y Berisso se encontró comple
tamente solo en medio del campo, y no vió ni
á su hacienda ni á sus hombres. Con la cla
ridad y la prontitud propias del hombre acos
tumbrado á las luchas y los trabajos de la vida ,
comprendió que estaba arruinado; que habia
perdido todo su capital, y que por más em
peño que pusiera, muy poco seria lo que podria
recuperar de la fortuna que en tantos años de
trabajo y á costa de tantos sufrimientos habia
reunido; y así fué en efecto. Empleó 24 dias
en buscar su dispersa hacienda, al cabo de los
cuales solo logró recuperar una vaca y siete
cueros.
Juan Berisso volvió á encontrarse nueva
mente pobre, mas no acobardado; y con
resignacion y varonil energia, se dispuso á
empezar de nuevo la lucha, sin perder su
tiempo y sus fuerzas en vanos lamentos, ni en
- 148 -
pretender con lágrimas remediar un hecho
irremediable.
Vendió las buenas prendas de tropero que
tenia, y asociándose con otro, volvió á su
primitiva ocupacion, abriendo en la Boca del
Riachuelo un nuevo despacho de carne. A los
seis meses ya habia ganado algunos miles de
pesos, cuando un dia su socio fugó, llevándose
todo el capital social y dejando nuevamente
en la más completa pobreza á Berisso, quien,
cual si cada nuevo golpe le diera nueva
fuerza, volvió al trabajo con más entusiasmo
que nunca.
Lo único que le quedaba al incansable
obrero, eran algunas gallinas que habia criado
en esos últimos meses. Vendió sus aves, buscó
socios, y encontrando á tres trabajadores
como él, y que como él disponian de unos
pocos pesos, formó con ellos una Sociedad
con el objeto de beneficiar yeguas. Esta
Sociedad, que duró hasta el año de 1863,
empezó con un pequeño tacho.
Juan Berisso era el director, el administrador,
el alma de esa Sociedad, en la que trabajaba á
— H3 —
la vez como peon, y la que, merced á su activi
dad, á su energiay á sus felices aptitudes para
los negocios, obtuvo ganancias, con relacion al
capital, muy grandes.
Con esta empresa comienzan los trabajos
industriales del fundador de seis grandes sala
deros y de otras no ménos importantes indus
trias; del progresista obrero que desde enton
ces da trabajo á centenares de hombres.
De 15 á 20 eran las yeguas que mataba
por dia la primera fábrica de Berisso, número
que fué aumentando paulatinamente hasta
llegar á centuplicarse.
Una vez que hubo instalado y debidamente
encaminado su establecimiento, salió á la
campaña á recoger yeguadas alzadas y
comprar haciendas.
La Pampa de aquel entonces, con sus
inmensas llanuras desiertas, con sus espesísi
mos cardales, con sus rios y arroyos sin
puentes ni pasos, con sus incalculables mana
das de indómitos potros que sin marca ni
dueño recoman frenéticos de amor la ilimitada
llanura, con sus millares de toros bravios sin
— 150 —
señal ni querencia, con sus partidas de deser
tores vagabundos sin hogar ni familia, con
sus salvajes sanguinarios, que en cada nueva
luna, nuevos incendios, nuevas lágrimas y
nueva sangre hacian sumar á Buenos Aires, y
á nuevas jóvenes y hermosas cautivas gemir
en sus no lejanas tolderiias, era el escenario
propio por su inmensidad y sus peligros para
el alma hambrienta de actividad, de labor, de
adelanto y de progreso que el Creador diera á
Juan Berisso.
Allí realiza importantísimos trabajos de
campo, llegando en esos trabajos hasta tener
trescientos hombres á sus órdenes.
Mil curiosos episodios, mil dramáticas
escenas, mil peligrosos incidentes, llenan ese
período de la vida de Berisso. Un dia, traspasa
las fronteras, y penetrando en los campos
dominio de los salvajes, se pierde en ellos y los
recorre completamente solo, hasta que al fin,
cuando ya las fuerzas físicas empiezan á
faltarle, encuentra hospitalario asilo y vaqueano
generoso que lo lleva al camino que no podia
encontrar; otro dia, dos mil yeguas alzadas,
— i5i —
reunidas con inmenso trabajo, derriban los
corrales que las encerraban y se dispersan y
ponen en inminente peligro la vida del esfor
zado campeon del trabajo y la de los hombres
que le acompañan.
Vuelve, al fin, á conseguir el capital nece
sario para emprender en gran escala las
especulaciones que su mente concibe, y
regresando á la capital, despues de incansable
afan, logra en algunos meses más de trabajo,
aumentar su capital. En seguida forma una
Sociedad con Juan Solari y Tomás Vignale
con el objeto de fundar un gran saladero.
El capital efectivo de esta Sociedad, era
relativamente pequeño para el gran negocio
que iba á emprender; pero Berisso, que tiene á
su cargo la direccion y administracion de ella,
está acostumbrado á vencer dificultades. Su
crédito ya es grande y puede usar de él, y lo^
hace.
Compran á D. Ambrosio Lezica un gran
terreno en Barracas al Sud, sobre la ribera
del Riachuelo, en la cantidad de 636,000 pesos
moneda corriente de Buenos Aires, y con la
I<2
condicion de pagarlo á los dos años de plazo.
Kn el contrato de venta se estipuló que, si los
compradores no abonaban el saldo del precio
íntegro al vencimiento del plazo, la propiedad
volveriia £.1 vendedor con todo lo en el terreno
edificado.y sin tener Berisso y sus compañeros
derecho alguno á los valores gastados ó entre
gados á cuenta. A pesar de esta tremenda con
dicion, Berisso empleó todo el capital social en
Ja construccion de los edificios necesarios á un
gran saladero. Tal era la fé que en sus fuerzas
y en sus cálculos tenia el valiente obrero. Si
por uno de los accidentes tan comunes en el
comercio y los negocios, la Sociedad no
cumplia ese compromiso, los que la formaban
quedaban completamente arruinados.
Terminadas las construcciones, en tiempo
oportuno, empezó el trabajo; pero empezó y
siguió de manera tal, que podria con propiedad
llamarse desesperado. Berisso y sus dos
compañeros, semejantes á tres condenados á
-quienes un poder superior les hubiera impuesto
la pena de moverse con violencia y sin
descanso, trabajaron en esos dos años sin
— 153 —
perder un solo minuto, todo cuanto más es
posible á un hombre hacerlo. De dia y de
noche, y como peones de á pié y de á caballo,
y con el lazo ó la cuchilla ó la pala en la mano
y al lado de los corrales, de las tinas ó de las
piletas, ora ordenando, ora ejecutando, siempre
•se veia á esos tres hombres trabajando con
ardoroso afan, sin saber en qué hora comian
ni cuál era la que dormian.
A los dos años se habian beneficiado en
aquel gran establecimiento industrial 150,000
novillos y 140,000 yeguas, dejando á sus
propietarios pingües ganancias.
El señor Lezica recibió íntegro el valor del
terreno en que Berisso habia levantado su
segundo saladero, y el capital del infatigable
obrero y el de sus constantes compañeros
habia llegado á una suma considerable.
Con igual energia y con los mismos exce
lentes resultados,siguió trabajando la Sociedad
formada por Berisso, y que hasta hoy dirige
con inteligente acierto, hasta el año de 187 1,
en el cual ordenó el Gobierno la traslacion
de los saladeros de las orillas del Riachuelo.
— '54
Berisso no pierde tiempo. Se traslada á la
Ensenada de Barragan, compra á D. Juan
Zurita un gran lote de terreno con frente al
Rio de la Plata, profundiza y ensancha un
gran zanjon allí por las aguas formado, y la
convierte en un arroyo navegable para buques
de cabotaje, y construye su tercer saladero,
denominado San Juan, en solo 43 dias, al
cabo de los cuales, el 3 de Agosto de 1871,
con 300 hombres á sus órdenes, comenzó las
faenas propias de la industria saladeril, con la
actividad y el ardor que le son característicos.
Desde ese año hasta el de 1878 benefició
en ese establecimiento 500,000 novillos y
350,000 yeguas. Estos trabajos acrecentaron
en gran manera el capital de Berisso y
Compañia.
Y aquel paraje completamente despoblado
é inservible, se convirtió bien pronto en un
pueblo de hombres trabajadores y útiles.
Habiendo resuelto la Sociedad suspender
sus tareas industriales, arrendó su gran esta
blecimiento al Sr. D. Lázaro Repetto poruna
buena suma y por un buen número de años; y
— 155 —
Berisso, ya dueño de una gran fortuna y de
un gran crédito, despues de largos años de
viriles luchas y de duros trabajos y de grandes
sufrimientos, pudo descansar, mas no des
cansó.
Pedir á los hombres de espíritu emprendedor
y progresista quietud y reposo, es pedir
quietud y reposo á las aguas que llenan Ios-
mares ó á los vientos que circundan la terrestre
esfera.
IV
Juan Berisso se trasladó á la provincia de
Entre Rios, y en ella compró al Coronel Santa
Cruz, una de sus mejores áreas de campo: una
espléndida y fertilísima zona regada por el
poético Gualeguay, de doce y media leguas
cuadradas de superficie.
Cuando Berisso se hizo dueño de esa
estancia denominada "La Conchera", habia
en ella 8000 cabezas de ganado vacuno, 9000
ovejas y 1500 yeguas.
Los cuatro primeros años fueron fatales para
- 156 -
Berisso: crecientes poco comunes del Paraná
inundaron todos los campos de "La Conchera",
ocasionando una grandísima mortandad de
hacienda. Su propietario, como siempre imper
térrito y sin dejarse jamás abatir por los
lógicos y naturales contratiempos que al
hombre interrumpen en su camino, se consa
gró con más ardor y entusiasmo al engrande
cimiento de una propiedad en la cual habia
empleado una parte importantísima de su
capital, y no muchos años despues, todas las
pérdidas habian sido con creces resarcidas, y
hoy es la estancia de Berisso una de las más
importantes y valiosas de Entre-Rios.
Rica en montes de valiosas maderas y en
tiernos y sustanciosos pastos, es esa área
valiosa que dos grandes rios y numerosos
arroyuelos fertilizan y embellecen, y en donde,
á pesar de las fuertes ventas de hacienda que
anualmente hace Berisso, pastan 30,000 vacas,
12,000 ovejas y 4000 yeguas.
En el medio de ese campo y en delicioso
paraje, se levanta, rodeado de bellos jardines
y frondosos bosques, el hermoso y cómodo
— 157 —
albergue en donde pasa algunos dias de
verano, aquel pobre muchacho italiano que, no
hace muchos años aun, tuvo que entregar su
gorra al botero que le trasportó por vez primera
á la fecunda y generosa tierra argentina, y que
con su viejo baul al hombro, un pedazo de
pan fué á pedir en cambio de sus servicios.
¡Oh, trabajo! ¡Feliz quien te ama!
En el año de 1877, en aquel mismo campo„
sobre el rio Gualeguay, y bien vecino á la
ciudaddel mismo nombre, el infatigable y labo
rioso obrero del progreso levantó su cuarto sa
ladero, en el que, con la acostumbrada acti
vidad y el acostumbrado entusiasmo, de las-
faenas saladeriles volvió á ocuparse.
Siete años consecutivos bajo su direccion
hizo trabajar Berisso á esa grande y cómoda
fábrica, en la cual él y sus socios ganaron
sumas cuantiosísimas.
En 1885, ese gran saladero fué arrendadc-
por su propietario á los señores Sampayo y
Compañia los que hasta hoy continúan traba
jando en él.
Por su puerto y por sus construcciones este
saladero es uno de los más bien situados y
mejores de Entre Rios.
A medida que aumentaba el capital suyo,
parecia aumentar tambien la fiebre de pro
greso,el amor al trabajo y el deseo de empren
der nuevos negocios y grandes empresas.
El peon, el vendedor de carne, el gallinero,
el tropero, el acarreador de hacienda, el
boleador de yeguas, el fabricante de grasa de
potro, el saladerista, el gran estanciero, el rico
propietario, el acaudalado capitalista — que
todo esto habia sido Juan Berisso — cree
que aun no ha trabajado bastante y va á em
prender nuevos negocios, va á establecer un
nuevo taller, va á crear un nuevo escenario
para poder desarrollar su actividad y su labo
riosidad; y establece en la Boca, sobre el Ria
chuelo, un taller mecánico y gran astillero.
En ese establecimiento industrial emplea
Berisso un gran capital, un numeroso personal
de operarios, y una suma inmensa de prevision
mercantil, de buen sentido práctico, de expe
riencia y de conocimientos varios.
En ese taller mecánico y gran astillero
— 159 —
encuentran trabajo muchos hombres, y de allí
salen listos para navegar los siguientes vapo
res: "El Alfredo", "El Sirio", "El Antonito"
y el "General Mansilla" y los pailebots: "Bella
Victoria", "Nueva Catalina", "El Elegante",
"La Bonita", "Antonio" y "Nueva Maria".
Allí se construyen tambien las calderas, los
digiridores, las máquinas y los demás aparatos
y útiles que van á servir al quinto gran saladero
que Berisso va á levantar.
Allí se hacen infinidad de trabajos, se repa
ran muchos vapores y buques de vela y se
construyen gran cantidad de embarcaciones
pequeñas y máquinas y aparatos varios.
Este establecimiento industrial desde el dia
de su inauguracion ha trabajado y sigue tra
bajando sin interrupcion hasta hoy.
El quinto gran saladero de Berissoyque pue
de servir de modelo, es uno de los más vastos,
grandes y costosos que posee la República;
y se levanta espléndido y ocupando una gran
zona de terreno, en la Ensenada, á la orilla de
un profundo riacho, y á muy corta distancia
del puerto de la ciudad de La Plata.
— i6o —
El orden y la disposicion de todos los de
partamentos y dependencias del moderno y
gran saladero de Berisso, muestran de evidente
modo que nada se ha hecho allí, sin haber
sido debidamente estudiado y calculado.
Las viejas tinas han sido reemplazadas
por modernos y perfeccionados digiridores; el
brete servido por fuerza animal, ha sido susti
tuido por el guinche á vapor; la cancha baja
y húmeda de los desolladores y descuartiza-
dores, se ve transformada en ventilado y seco
patio, sobre altas y sólidas bóvedas construido.
Y de igual manera todo ha sido, en ese
gran establecimiento, reformado y modificado
ventajosísimainente. No se ha economizado
allí dinero ni cosa alguna al construirlo; pero
se ha buscadoy se ha logrado obtener muchas
y grandes economias de tiempo y de personal
en todos los diversos y complicados trabajosa
que está destinado.
Pueden allí beneficiarse iooo cabezas de
ganado vacuno al dia.
Es digno de notarse que, en aquel conjunto
grandísimo de construcciones, en el cual
— iói —
hay muchas bóvedas elevadísimas y anchos
galpones, muros y pilares sobre los cuales
descansan pesos enormes, escaleras, chime
neas y hasta un hermoso y elegante arco, no
ha habido otro director que Juan Berisso,
quien concibió el plan y distribucion de todas
las construcciones, y sin la ayuda de inge
niero ó arquitecto alguno, personalmente dirigió
los trabajos y bajo su inspeccion se termina
ron sin tener que deplorar ningun accidente
desgraciado.
¿Serán suficientes ya, los trabajos realizados
por el activo y constante campeon del progreso,
á satisfacer la fiebre de actividad, el hambre
de lucha, la sed de accion que le dominan? ¿No
buscará aun Juan Berisso sosiego y descanso?
No.
En 1880 compra una destileriia y fábrica de
alcohol; modifica y perfecciona los aparatos de
ella; cambia la organizacion y administracion
que hasta entonces ha habido allí; estudia
personalmente todo cuanto se relaciona con
su nuevo establecimiento industrial, y aquella
fábrica que ha dado grandísimas pérdidas á
— IÓ2 —
sus fundadores, da á Juan Berisso grandísimas
utilidades.
Aun hay más: forma una Sociedad ó Compa
ñia marítima, en la cual tiene importante parte
y á la cual da con los productos de sus
propios establecimientos muchos miles de
toneladas de carga. Esta Sociedad posee
cuatro grandes buques de alta mar, cada uno
de ellos de más de iooo toneladas de registro,
denominados "Sei Amici", "San Giovanni",
"Giovine Cario" y "Principe di Napoli".
Quédale aun tiempo á Berisso para mandar
construir en magnífico terreno de la Avenida
Montes de Oca, once grandes casas y un
espacioso depósito, con materiales de primer
orden y hermosos adornos y pinturas. Estas
viviendas dan hoy á Berisso una renta de
1300 pesos nacionales al mes.
No es, no, la vulgar ambicion de acumular
aun mayores riquezas, lo que impulsa á Juan
Berisso á seguir trabajando con la actividad y
— 163 —
el ardor con que trabaja; es una necesidad
imperiosa de su naturaleza, que lo lleva á la
lucha de los negocios, aun ahora, cuando él
mismo comprende que lo que más conviene á
sus intereses es el reposo, la tranquilidad y
disfrutar en el último tercio de su vida, de los
bienes que á costa de tantas fatigas ha sabido
conquistarse.
Así como á los que por largo tiempo han
pasado, por falta de voluntad, sin ocuparse en
trabajo alguno, les es muy difícil y hasta
imposible, algunas veces, vencer la inercia
moral que los obliga al reposo y á la inmovili
dad; así los que siempre han trabajado sin
tregua no pueden vivir de holgazanes, ni vivir
sin emplearsus fuerzas mientras fuerzas tengan;
no pueden, aunque lo quieran, vivir sin trabajar..
Ningun hombre emprendedor y progresista
es avaro; y cuando, como Juan Berisso, posee
millones y emprende nuevos negocios, no es
más dinero sino más lucha lo que busca.
Hoy levanta el sexto saladero que bajo su
direccion se ha construido en la República,
coloca los cimientos de una grande y espaciosa
— 164 —
fábrica de aceite vegetal; y cien otros proyec
tos de importantes industrias, en las cuales
encontrarán trabajo miles de obreros, ocupan
su mente.
Hombre noble y generoso, Berisso, desde
el instante en que vió levantarse su fortuna
sobre bases sólidas, llamó á sus hermanos, se
rodeó de sus parientes, y estimulándoles, les
empleó, les asoció á sus negocios, y puso con
gran desprendimiento al servicio de ellos su
capital y su gran crédito, y sus conocimientos,
y el caudal inmenso de su experiencia. Hoy
todos ellos poseen una gran fortuna.
En 1870, realizó Berisso una de las ambi
ciones que hasta entonces más habian ator
mentado su espíritu: volver del Rio de la Plata
lleno de dinero, de crédito y de reputacion
al pedazo amado de la patria italiana en el
cual vió la luz por vez primera, y colmar de
riquezas y de cariño á sus viejos padres,
á quienes ni en las horas de lucha y de dolor,
ni en las horas de triunfo y de alegria jamás
olvidó. A su regreso se hizo acompañar de su
señora madre.
- i65 -
Diez años antes dió Berisso su mano y su
nombre á Luisa Bianchetti, digna y virtuosí
sima mujer, que por veinte años fué el ángel
que endulzó con la bondad de su carácter y
la nobleza de su corazon, hasta sus más crue
les momentos. Esta señora que en Barracas
era muy apreciada por sus virtudes, falleció
el 24 de Mayo de 1881, dejando á Berisso
ocho hijos varones.
Berisso no ha omitido sacrificio alguno,
siempre que se ha tratado de que sus hijos
adquieran á la vez que una buena educacion,
una sólida instruccion; y ellos, laboriosos é
inteligentes, serán sus dignos sucesores. Unos
continuarán los grandes negocios emprendi
dos por su padre; otros al estudio consagra
dos, darán brillo á su nombre y serán útiles á
la sociedad y á la patria.
Amigo del arte y de los que al arte con
sagran su inteligencia, es su lujosa morada un
templo donde se rinde culto á lo bello; falta
allí, empero, un grupo que simbolice el poder
incontrastable del trabajo, de la actividad, de
la perseverancia y del valor.
JUSTO CASTRO
VITICULTURA Y VINICULTURA
MOLINO A VAPOR
I
Aun hace bien pocos años que, como inser
vible planta ó perjudicial maleza arrancaban
de raíz los propietarios de San Juan y de Men
doza, las viñas que de antaño crecian vigo
rosas y llenas de savia y se cargaban de bien
nutridos y de dulcísimos racimos en sus fun
dos, para dejar pacer en ellos á sus ganados.
Con la uva que daban los pequeños viñedos
habia para las pasas y el vino que se hacia.
La uva de los grandes viñedos se perdia,
como habian perdido sus propietarios la espe
ranza de poder en no lejano tiempo lucrar
con el jugo de ella.
-— 167 —
Empero, en esa época de desaliento en la
cual la mayoria de los habitantes de las andi
nas provincias veian mucho menos próximo
de lo que en realidad estaba, .el grande y
fausto dia de la llegada á ellas de la locomo
tora, unos pocos hombres, con la fé y el entu
siasmo que engendra una conviccion profunda,
plantaban en sus tierras viñas, y en prepa
rarse para elaborar en grandes cantidades
vino empleaban todo cuanto haber poseian.
De insensatos soñadores calificóseles enton
ces á esos hombres en San Juan y Mendoza,
como de igual manera se ha calificado siempre
y en todas partes á los que ven más y más
léjos que lo que ven las mayorias.
Al número de esos pocos insensatos soña
dores de entonces, que plantaban viñas en
San Juan cuando todos las cortaban, perte
nece Justo Castro.
En duros y penosísimos trabajos habíase
acostumbrado Justo Castro á ser fuerte y
constante, y con el trato de muchos hombres
y en largos viajes habia aprendido á ver de
léjos y bien las cosas y los hechos.
— i68 —
En negocio tan lucrativo como lleno de
vicisitudes y peligros habia por mucho tiempo
Justo Castro empleado su capital, su actividad
y su inteligencia: comprar hacienda de este
lado de los Andes y pasar al otro á venderla
era su negocio.
Infinitas veces traspuso la alta cordillera, y
muchas de ellas perdió en medio de la nieve
gran parte de su capital, y no pocas vió en
peligro su vida, cuando acompañando sus
tropas se dirigia á Chile, Perú ó Bolivia.
Los Andes y los altos valles que circundan
las montañas de sus contrafuertes orientales y
occidentales fueron, pues, el gigantesco esce
nario en donde Justo Castro aprendió á luchar,
á sufrir, y á vencer las naturales resistencias y
á salvar los obstáculos propios de las grandes
empresas, de los negocios nuevos y atrevidos,
de las obras de adelanto y de progreso.
Los pasos de la cordillera, como las pro
vincias argentinas, con excepcion de las que
forman la Mesopotamia, no tenian para el
activo campeon del trabajo, parajes descono
cidos.
— i6y —
Habia atravesado cien veces los ricos valles
de Salta, su provincia natal, en donde cre
cen con lujuriosa exuberancia los vegetales
más preciosos de la zona tropical; habia visto
en Jujuy, como por ancha acequia el agua,
correr el petróleo por las grietas superficiales
de las faldas de sus cerros, hasta perderse en
secos arenales, ó precipitarse en hondas caver
nas, ó ir arrastrado por la corriente de los rios
á ignorados parages; en Catamarca habia per
noctado sobre masas de minerales—hierro,
cobre, plata y oro—que apenas delgada capa
de piedra ó tierra oculta á la luz del sol, y por
pasos habia medido el ancho de visible super
ficie de carbon de piedra; conocialas extensas
y magníficas selvas tucumanas, provincia que
numerosas veces atravesó en todas direcciones'
encontrando siempre en ella nuevos encantos
y nuevas riquezas; las grandes plantaciones
de caña de azúcar, en Santiago del Estero, le
habian dado sombra y abrigo; los campos y
las faldas de las sierras de Córdoba con tantas
riquezas minerales como con tantas riquezas
animales y vegetales favorecidos por el Crea
— i;o —
dor, habian servido de teatro á sus especu
laciones mercantiles; los valles deliciosos de
San Juan y de Mendoza, en donde crecen car
gándose de ricos frutos la higuera, el olivo y
la vid, las conocia todas; y en las dilatadas y
fértiles llanuras de San Luis, Santa Fé y Bue
nos Aires, muchas veces vióle la luna condu
ciendo sus grandes tropas de hacienda.
De sus viajes á Chile, al Perú ó á Bolivia
regresaba Justo Castro algunas ocasiones con
mucho oro, y otras sin traer más que la noti
cia de la pérdida total de la suma que impor
taban las haciendas cubiertas por gruesa capa
de nieve en las elevadísimas sendas de los
Andes.
Estas pérdidas, debidas únicamente á los
rigores de la naturaleza, jamás produjeron
desaliento en el espíritu de Castro, como no
lo produjeron tampoco las que sufrió debidas
á la injusticia de los hombres.
Despues de muchos años de tan activa y
laboriosa manera empleados, fué que Castro
resolvió cambiar de negocio. Negocio que
exigia más voluntad, más accion, más ener
— i7i —
gia, era el que iba á emprender: plantar viñas
y hacer con sus frutos vino, era lo que se
proponia. Ni una ni otra cosa sabia; mas esto
no fué impedimento para el arrojado indus
trial, y sin vacilar, cuando otros cortaban sus
viñedos, él empezó á formar en San Juan el
hermoso viñedo que es hoy en el departa
mento de Caucete la fuente que más rique
zas da.
¿Procedia de inconsciente manera el labo
rioso obrero?
No; una conviccion profundale hacia recha
zar la opinion de la mayoria de sus convecinos,
y proceder de contraria manera á la manera
como procedian en ese entonces allí muchos.
Bien poco tiempo hacia que el eco habia
repetido en las grutas de las montañas argen
tinas, el estampido del cañon disparado con
tra hermanos; pero este hecho, en el concepto
de Justo Castro, no implicaba el retardo de
la llegada de la maravillosa máquina, que
acortando las distancias y abaratando los
trasportes, iba á valorizar los ricos productos
que en las andinas comarcas se perdian por
— 172
falta de consumidores y de medios para ofre
cerlos al intercambio en los grandes merca
dos de la República.
Para Justo Castro, la era de paz, de pro
greso, de cultura y de adelantos industriales
que habia comenzado á gozar la patria ar
gentina, no tendriia serias interrupciones, y
solo pequeños y transitorios accidentes á su
juicio, podriian detener momentáneamente su
acelerada marcha hácia la prosperidad y el
engrandecimiento, y por eso lleno de ardor
y de entusiasmo se consagraba á una indus
tria que, en no lejano tiempo, debia ser una
de sus más abundantes fuentes de riqueza.
En Caucete,en hermoso y fértil pedazo de tierra
de su propiedad, situado en la falda de la gran
sierra denominada Pié de Palo, se estableció
Juste Castro, é inmediatamente de haber
fijado allí su domicilio, empezó á plantar
viñas.
Castro conocia la superioridad de las espe
cies francesas, sobre las especies de viñas
del país; con todo, las primeras cepas que
plantó fueron criollas; pero un año despuesi
— 173 —
—en 1876—-compró al señor Pullet5oo cepas
francesas, de riquísimas especies, directamente
introducidas de Burdeos. Estas plantas
han sido el orígen de gran parte de los más
selectos viñedos que hoy poseen San Juan y
Mendoza.
La vid no da sus delicados racimos hasta
tres ó cuatro años despues de plantada, tiempo
que menester es esperar, y el propietario del
viñedo de Caucete no sabia esperar en la
inaccion, circunstancia que bien provechosa y
útil ha sido para ese rico distrito de la pro
vincia de San Juan.
El espíritu emprendedor y progresista de
Justo Castro, le impulsó á establecer á la vez
y en el mismo sitio en que daba comienzo á
su empresa vitícola, un establecimiento indus
trial de gran importancia y de suma utilidad
para la provincia: un molino harinero á vapor.
El gran molino á vapor de Caucete iba á
reportar inmensos beneficios, á la par que á su
propietario, á la agricultura, al comercio yá
la industria de esas comarcas.
A estos negocios agregó Castro los pro
— 174 —
pios á una gran casa de comercio, en la misma
localidad por él fundada, casa que como la
mayor parte de las establecidas en la campaña
de todas las provincias argentinas, abarcaba
muchos ramos de comercio. En ella se nego
ciaba al por mayor y al por menor con
artículos de almacen, de tienda, de ferreteria,
de merceria, de talabarteria, etc., etc.; se com
praban y se vendian, en una palabra, toda
clase de materias animales, vegetales y mine
rales, elaboradas y por elaborar.
Mas, todos estos negocios no impedian á
su activo propietario y factor, el seguir con
creciente interés ocupándose de la formacion
de sus viñedos.
Año por año con buenas cepas francesas
se multiplicaba el número de sus viníferas
plantas.
Y cuando las primeras viñas dieron sus ra
cimos, empezó Castro á preparar los necesa
rios elementos para aprovechar el jugo de
ellas en la elaboracion de vinos.
Pues á pesar de las muchas atenciones que
le originaban las grandes empresas que habia
— 175 —
creado, y las muchas horas de labor que nece
sitaba consagrarles, el perseverante y progre
sista obrero no dejaba de preocuparse seria
mente de todo lo relativo á la plantacion de
viñas y á la fabricacion de vinos, y observaba
y estudiaba y meditaba con incansable afan
en lo uno y en lo otro.
Al empezar á tomar su natural vuelo los
negocios que habia establecido, Justo Castro
necesitó cooperadores é interesados auxiliares,
y fué con este intento y con el noble propósito
de formar tambien la posicion de ellos, que
llamó á su lado á sus hermanos y les asoció,
y á la par que de sus negocios y de sus ganan
cias, les hizo partícipes de su entusiasmo y de
su inmenso amor al trabajo, de su energia y de
su perseverancia.
Desde entonces hasta hoy, los hermanos de
Justo Castro le han servido de eficaz manera,
y le han acompañado trabajando con incansa
ble ardor en pró de sus propósitos; y desde
entonces todas las empresas industriales de
Caucete han girado, como giran hoy, bajo la
razon social de J. Castro hermanos.
- i76-
Con todo, á pesar de la poderosa ayuda de
sus jóvenes hermanos, las tareas que tan va
riados y grandes negocios imponian á Justo
Castro hubieran cansado á quien, como él, no
tuviera un espíritu emprendedor y activo, una
férrea voluntad y un grande amor al trabajo
y á la accion.
Que á más de las ocupaciones y preocupa
ciones propias de las empresas mercantiles é
industriales, el fundador del viñedo, del moli
no á vapor y de la casa comercial de Caucete
tuvo que contrarestar sérios inconvenientes de
toda especie, y las gravísimas consecuencias
de una gran crísis económica.
Si cuando el capital falta, el crédito dismi
nuye y la desconfianza reina, todo el comercio
sufre y las transacciones decrecen en número
y en importancia hasta para las casas más
antiguas y más poderosas y que en los más
conocidos y trillados negocios comercian,
fácil es comprender cuán graves y cuan gran
des son las dificultades que en tales circuns
tancias tienen que vencer las casas nuevas, las
empresas atrevidas, los negocios desconocidos.
— i77 —
Fué en ese período difícil y penoso, cuando
Justo Castro puso á prueba toda la fuerza de
su voluntad, toda su energia, toda su actividad
y toda la persuasion que tenia en el porvenir
grandioso que en no lejano tiempo tenian los
viñedos de las ricas comarcas andinas.
Mucho uso del crédito, que siempre ha
gozado, habia tenido que hacer Justo Castro,
para conseguir dar á sus empresas industriales
el desarrollo que llegaron á alcanzar; mas
ninguno de sus acreedores fué perjudicado, y
todos ellos fueron religiosamente pagados.
Dadas las predichas circunstancias, y los
hechos que en el comercio de San Juan, en
ellas se produjeron, fácilmente se comprende
en esa plaza, y puede asegurarse, que Justo
Castro hubiera podido sin grandes dificulta
des obtener ventajas de sus acreedores, ora
fuere solicitándoles quita en los créditos, ora
pidiéndoles aumento en los plazos; mas él
prefirió hacer grandes sacrificios, antes que
evitarlos á costa de tal expediente, y todos los
acreedores del íntegro industrial argentino
fueron en ese período de gran crísis econó-
'
- i78-
mica, cual lo han sido siempre, debidamente
satisfechos.
Solo al Banco de San Juan pidió Castro
próroga de plazos para el cumplimiento de sus
compromisos comerciales, y esa próroga -le
fué acordada, pero con el 12 por ciento de
interés anual, y al fin de los vencimientos
convenidos ese Banco recibió la suma prestada
y el interés correspondiente.
De estas grandes dificultades económicas
honorablemente vencidas por Justo Castro,
todo el comercio de San Juan es testigo.
No por estas dificultades y graves incon
venientes suspendió sus operaciones y los
trabajos propios de sus distintos negocios el
activo y laborioso industrial; antes bien, con
más ardor y en mayor escala continuó la
brega industrial y mercantil por él empren
dida.
Las grandes empresas se realizan, las
grandes industrias se radican y las grandes
fortunas se levantan, merced á la energia que
engendran en las facultades todas del hom
bre, los combates y las vicisitudes de la vida,
— 179 —
que más que la ambicion de reunir oro, á
seguir adelante le estimulan é impulsan las
alegrias de un difícil triunfo y las satisfac
ciones propias de una costosa victoria. Si
quitais álas empresas industriales las dificul
tades y los obstáculos que les son inherentes,
las vereis estacionarse y decaer, como veriais
al marino odiar al mar si el mar perdiese sus
escollos, sus ocultos peligros, sus desconoci
das costas, sus horribles tempestades.
Por eso, en medio de las mayores dificulta
des, Justo Castro siguió aumentando el nú
mero de sus viñas y prestando á sus viñedos
los más prolijos cuidados.
Llegó por fin el año de 1882, y ya con los
elementos necesarios empezaron Justo Castro
hermanos á elaborar vinos en grandes canti
dades.
En ese año elaboraron 1500 bordalesas, en
el siguiente alcanzó el número de ellas á
2200, á 2500 llegaron las elaboradas el tercer
año, las correspondientes al cuarto año de
trabajos vinícolas subieron á 4500, y las
bordalesas que este año presentará este esta
— i8o —
blecimiento al consumo de los mercados de
la República pasarán de 7000.
De igual manera, pues, como por sí mismo
se ha hecho Justo Castro viticultor se ha he
cho vinicultor. Cuando empezó á plantar
viñas, todo lo que referente á ellas sabia era
comer sus delicados y dulcísimos racimos, y
hoy sus viñedos están tan perfectamente plan
tados y atendidos como los mejoreó viñedos
franceses; y cuando pensó en fabricar en gran
de escala, vinos, lo que con respecto á ellos
sabia era beber los genuinos y buenos, y hoy
los que salen de sus grandes bodegas no son
iguales á los que nos envia Europa, porque
son puros y sanos á la vez que más nutritivos
y más delicados que ellos, con relacion á las
mismas calidades y precios.
¡Ah, cuán grande es el poder de la volun
tad del hombre y el de su amor al trabajo!
Y si merece elogios cuando con el auxilio
de la ciencia, el hombre por el poder de su
voluntad y su amor al trabajo, abre al comer
cio vias, hasta debajo de las aguas y por el
medio de las rocas; merécelo tambien cuando
sin auxilio alguno levanta en su país una
industria, y la convierte en un grande emporio
de riqueza y una fuente de trabajo.
El solo hecho de haber elaborado 1500 bor-
dalesas de vino en un año y haberlas vendido,
importaba para Justo Castro un triunfo indus
trial, una confirmacion evidente de sus cálcu
los, una prueba indestructible de la importancia
de la industria con tanta persuasion y entu
siasmo por él emprendida siete años antes.
Pero, la importancia y el gran porvenir de
la viticultura y vinicultura en las provincias
andinas, solo iban á ser debidamente conside
rados y justipreciados cuando los rieles, de
Buenos Aires al pié de la gigantesca cordi
llera, acortaran la distancia.
Antes de la llegada de la civilizadora má
quina á las ricas provincias andinas, los vinos
elaborados en ellas se transportaban á Cór
doba ó San Luis á lomo de muía ó en pesadas
carretas. Los fletes aumentaban en un cin
cuenta por ciento el precio de los productos
de las bodegas sanjuaninas, y los exponian á
mil incidentes y á grandes pérdidas.
— 182 —
Inaugurado el Ferro-Carril, esos inconve
nientes cesaron, y entre todos los grandes
bienes que para la patria argentina reportó el
fausto acontecimiento, el engrandecimiento y
la prosperidad de la industria vinícola fué el
primero y más importante.
Y merecido premio á sus afanes, á su cons
tancia y á su laboriosidad obtuvieron desde
ese instante los insensatos soñadores de diez
años antes, y los verdaderos creadores de la
industria vinícola.
Industria que con Castro hermanos van en
breves años á levantarla á inmensa altura Ma-
renco y Cereseto, Juan Maurin, Ignacio S.
Flores, Tiscornia y Coll, Euladio Gigena,
JuanTierney, Jorge Arnaud y Ca., Caupolican
Navarro y C\, Moreno y Cereseto, que ya
están dando más oro á San Juan con el zumo
de sus uvas que el oro que le dan sus ricos
tesoros minerales.
II
A cinco leguas hácia el Este de la ciudad
de San Juan, sobre el camino real que va á
- i83 -
Córdoba, y en pintoresco y accidentado sitio,
se . encuentra el establecimiento vinícola de
Justo Castro hermanos.
Mide el área de terreno que ocupa este
establecimiento doscientas cuadras cuadradas
de ciento cincuenta varas por costado cada
una; una sexta parte de las cuales toma el
magnífico y espléndido viñedo.
250,000 cepas de vid metódicamente plan
tadas en rectas paralelas y equidistantes, y
-divididas en cuarteles separados por anchas
y hermosas calles, forman el gran viñedo de
-escogidas especies francesas, del estableci
miento de Caucete.
Una parte importante de las plantas de
este viñedo, recien fructificarán en el presente
año, y dada la calidad de ellas, las condicio
nes inmejorables del terreno, y más que todo,
la lozania y el vigor con que crecen y se desar
rollan, puede desde ya afirmarse que produci
rán muchos miles de quintales de ricas uvas.
Uvas por sus clases destinadas á la fabri
cacion de buenos vinos de mesa y de finos
vinos de postre.
— 184 —
Frecuente y abundante riego reciben todas
las plantas del gran viñedo, cuando lo han
menester.
Magnífico y alhagador espectáculo ofrece
el gran establecimiento vinícola de Caucetr,
y muy especialmente los numerosos cuarteles
del inmenso viñedo al nacer el Sol de un
hermoso dia de vendimia.
Alláá lo léjos los Andes,—de San Martin
eterno pedestal,—ocultando sus altas crestas
entre nubes; más acá, los alrededores pinto
rescos de la heroica ciudad; á la derecha, al
zando soberbio su cúspide, el Pié de Palo;
prolongándose en grandes curvas, al Este y
al Oeste, cual caudaloso rio, el gran camino
real, forman los contornos del grande y ani
mado panorama que allí se ve y admira.
Se llena el alma de contento y el entusiasmo
hace latir con fuerza el corazon al contemplar
activa y diligente á la heterogénea multitud
que, al comenzar el dia, comienza á trabajaren
las múltiples tareas de la vendimia. En tanto
que unos trabajadores arrancan con singular
maestria el apiñado racimo, que con cariño
- i85 —
oculta entre sus hojas vigoroso sarmiento,
otros lo trasportan, con prontitud y sin
dañarlo á los carros que en continuo ir y
venir recorren las anchas calles del viñedo y
conducen á las bodegas de elaboracion los
jugosos frutos de la vinífera planta. A pié, á
caballo, en vehículos se atraviesan las distan
cias; las máquinas giran sin interrupcion y las
altas chimeneas despiden nubes de humo sin
cesar.
En estos trabajos se emplean de 500 á 550
personas diariamente mientras dura la bella
época de la vendimia;—época de abundancia,
de alegriia y de felicidad.
En los demás meses del año, Justo Castra
hermanos dan trabajo á 150 obreros, los cua
les ganan buenos salarios; y son en su
casi totalidad hijos del país—solo hay allí
empleados seis extranjeros: dos españoles, dos
franceses, un italiano y un inglés.
Entre los bienes que con sus empresas in
dustriales Castro hermanos han hecho á su
patria, justo es contar la preferencia que para
todos los trabajos han dado á los que en ella
— 1 86 —
han nacido, preferencia á la cual se debe el
poder ver en el establecimiento de Caucete,
buenos maquinistas, destiladores, molineros,
toneleros, carpinteros y herreros argentinos.
Obreros que entraron allí ignorantes, y que por
sus esfuerzos y á solicitud de los patriotas
industriales, han llegado á poseer; un lucrativo
oficio y los suficientes conocimientos para
poder ser útiles á la sociedad, á sus familias y
á ellos mismos, en un grado al que jamás cre
yeron alcanzar.
Cientos de operarios manejando máquinas
á vapor, complicados instrumentos y herra
mientas de diversos y difíciles oficios, prueba
evidentísima es de que así como para las
fatigas de la guerra, para los trabajos de la
paz los hijos de las provincias andinas son
valientes y fuertes legionarios.
Preocupados los propietarios del estableci
miento de Caucete, ante todo, de la planta
cion de los viñedos, en los cuales han invertido
ingentes sumas , recien ahora empiezan á
trasformar los edificios provisorios, en los
cuales han estado funcionando las máquinas,
- i87 -
útiles y aparatos modernos y valiosísimos
que poseen.
Las nuevas bodegas á cuya construccion se
ha dado principio las constituyen cuatro so
berbias naves de gigantescas proporciones,
-cuyo plano está sujeto á los adelantos y per
feccionamientos modernos.
Al lado de esas bodegas, se levantarán mag
níficas todas las demás construcciones del
-establecimiento, tales como el departamento
de los motores á vapor, la destileria, los gran
des depósitos, el departamento de las prensas
y máquinas de trituracion, la toneleria y las
demás necesarias secciones.
Ocupan las grandísimas bodegas y todos
los demás mencionados edificios del estable
cimiento, magníficos aparatos Egrot, de gran
modelo, poderosas prensas perfeccionadas y
máquinas para triturar, bombas de los mejores
sistemas conocidos para la trasiega de los cal
dos, máquinas á vapor para la fuerza motriz,
grandes y hermosos aparatos para cien dis
tintos usos, instrumentos y herramientas "de
las mejores clases y de los más adelantados
— 188 —
sistemas; y por último se encierran allí, ioo
gigantescos toneles de fermentacion, iooo
pipones, iooo pipas y 5000 bordalesas.
Todas esas grandes vasijas son de roble, y
perfectamente construidas y terminadas en el
extranjero, ménos los toneles de fermenta
cion que son de buenas maderas del país.
Se comprende, pues, que contando el
grande establecimiento de los inteligentes y
activos industriales con tan numerosos ele
mentos, pueda elaborar como elabora vinos
puros y genuinos de superior Galidad.
Tienen la materia prima—la uva—de una
clase tan superior y apropiada para toda espe
cie de vinos, como la que tienen los vini
cultores franceses, españoles ó italianos, en
cantidades suficientes; poseen aparatos tan
perfeccionados y valiosos como los que po
seen las bodegas europeas; fabrican el vino
inteligentes y prácticos industriales, en el
difícil arte de hacer vino maestros, unos
formados en el país por larga práctica y llenos
de experiencia, otros, en el extranjero en
grandes escuelas y llenos de ciencia; y en
— 189 —
nada pueden ser superiores los líquidos ela
borados por medio de artificiales combina
ciones á los líquidos naturalmente elaborados
con el puro jugo de la uva.
Estas razones explican la aceptacion rápida
de los vinos argentinos á pesar de los erróneos
juicios que sobre ellos alimenta una parte
importante de los consumidores: creen que
aunque más puros, son menos bien elaborados
que los vinos extranjeros los vinos del país;
creencia que debe atribuirse, más que á otra
cosa alguna, á la costumbre de beber un líqui
do que de vino solo tiene el nombre; y en parte
tambien, á que, no industriales verdaderos,
sino traficantes poco escrupulosos, han q'ie-
rido hacer en el país lo que con los líquidos
que nos envian hacen en el extranjero: perju
diciales falsificaciones.
Elaboran Castro hermanos, vinos de mesa,
que envasan en bordalesas y pequeños cascos;
ricos y generosos vinos de postre, embotella
dos, vinos que han sido premiados con medn-
11a de oro en las exposiciones industriales de
San Juan y Mendoza del año 1885; y que por
— 190 —
certificados de los análisis de la Oficina Quí
mica Municipal de la capital resultan de su
perior calidad y puros y genuinos, y un exce
lente cognac, anis y anisete fabricados con el
verdadero espíritu de vino que destilan sus
alambiques.
Al frente de la casa consignataria de los
productos del gran establecimiento vinícola
de Caucete, establecida en esta ciudad, está
el fundador y jefe de él, el activo y progre
sista industrial Don Justo Castro, quien sin
dejar de prestar á las grandes empresas por
él formadas en San Juan el concurso de sus
conocimientos en todo lo á ellas relativo, su
larga práctica en los negocios y el inmenso
caudal de su experiencia; con incansable ardor
y gran actividad, va cada dia ensanchando las
operaciones de sus negocios, y acreditando
más y más los ya afamados vinos de las bode
gas del establecimiento que en Caucete se
levanta grandioso y dando trabajo y bienestar
á centenares de obreros.
En una gran bodega sita en la calle Bal-
caree núm. 70 y 72,—antiguos depósitos de
— igi —
Aduana, pertenecientes á Casares,—estaciona
en esta plaza los vinos y los envasa conve
nientemente para el consumo.
En la ciudad de La Plata, ha establecido el
incansable industrial una sucursal de su casa
consignataria, obligado por sus clientes domi
ciliados allí.
Con el mismo ardor y con la misma fuerza
con que empezó Justo Castro su lucha indus
trial, la continúa hoy, ya enriquecido con los
frutos de su constante labor de muchos años,
ya satisfecho con los triunfos en sus propósi
tos alcanzados; y con tanta fé y con la misma
sincera creencia que al comenzar sus trabajos
tenia en el gran porvenir de la industria viní
cola, espera que, en no lejano tiempo, los ricos
viñedos de la República producirán en canti
dades y clases los vinos suficientes para su
total consumo.
No de otra manera puede pensar quien hace-
más de una década de años sembraba viñas
cuando muchos las arrancaban de cuajo, hoy
que al pié de los Andes pasa veloz cada pocas
horas, largo convoy arrastrado por la poderosa
— 192 —
fuerza del vapor; y así en el orden moral,
como en el orden intelectual y en el orden
material, avanza la nacion argentina á gran
carrera hácia su prosperidad y engrandeci
miento.
BIANCHETTI HNOS. Y BONACCIO
FABRICA DE BALANZAS
Entre las industrias cuya importancia no es
debidamente apreciada por las mayorias, y
que sin embargo, reportan grandes ventajas
al país por la relacion que tienen con el comer
cio y empresas de adelanto y progreso, debe
figurar la fabricacion de balanzas y romanas.
Y entre los obreros inteligentes y laborio
sos que de poderosa manera han cooperado al
desarrollo y engrandecimiento de la industria
nacional, es de indiscutible justicia colocará
los señores Bianchetti hermanos y Bonaccio,
á quienes corresponde el mérito de ser los
primeros fabricantes de balanzas en la Repú
blica Argentina.
Como la mayor parte de nuestros grandes
— 194 —
industriales, solo despues de larga lucha, de
inmensos trabajos y de mucha constancia,
Bianchetti hermanos y Bonaccio han conse
guido hacer de la fabricacion de balanzas,
romanas y pesas una verdadera industria
nacional, y una fuente de riqueza.
Comenzaron con pequeñísimo capital y hoy
son dueños de una gran fortuna.
En el año 1864, los hermanos Bianchetti,
herreros italianos, que desde algun tiempo
atrás se encontraban en el país trabajando
como oficiales herreros, habiendo conseguido
á fuerza de economia reunir algun capi
tal, decidieron establecer un pequeño taller de
herreria en la Boca del Riachuelo.
Allí en ese pobre taller trabajaron solos,
los hermanos Branchetti, seis años, al cabo de
los cuales se asociaron con Bonaccio.
Aunque de todo lo que al oficio de herrero
atañe se ocupaban los activos y laboriosos
obreros; hacer romanas y balanzas de inferior
clase era el principal trabajo que en el modesto
taller se hacia.
En esa época habia en Buenos Aires dos
— 195 —
casas dedicadas exclusivamente á la venta de
balanzas, romanas, pesas y medidas; pero
ninguna de ellas las fabricaba: los instru
mentos que vendian los recibian del extran
jero. La principal de estas casas era la del
señor Dominguez, sucesor de su padre en ese
negocio, el cual hacia muchísimos años que lo
habia establecido.
Para la casa de Dominguez fabricaron los
hermanos Bianchetti las primeras balanzas y
romanas. -
En 1872 Bianchetti hermanos y Bonaccio
compraron á Dominguez el negocio, y sin
dejar el taller que habian establecido en la
Boca, y que aun hoy tienen, establecieron, en
el local que hoy ocupa su gran fábrica, y que
es el mismo que ocupaba el negocio en ese
entonces, un taller de construccion de instru
mentos para pesar.
Los progresistas industriales contaban ya
con los elementos materiales y con los cono
cimientos necesarios para poder fabricar toda
clase de balanzas, y empezaron á fabricarlas.
La lucha emprendida por Bianchetti herma
— 196 —
nos y Bonaccio para hacer aceptar los ins
trumentos fabricados por ellos fué larga y
llena de sacrificios. Las balanzas que fabrica
ban en su taller, eran tan buenas y tan exactas
como las que venian del extranjero, y más só
lidas y más baratas; pero la falsa y perjudicial
creencia,— tan comun siempre,—que consiste
en admitir como muy superiores á las obras
hechas en el país las obras extranjeras, impedia
que fueran aceptadas como merecian, por el
comercio y el público.
Con facilidad pudieron Bianchetti hermanos
y Bonaccio, vencer la dificultad; pues bastá
bales para ello, poner en cada instrumento que
fabricaban, en lugar del de ellos, el nombre de
un fabricante inglés ó francés; pero como todos
los grandesy verdaderamente meritorios indus
triales, prefirieron la lucha.
Concluian una balanza, se presentaban en
seguida en una casa mayorista, y hablaban y
luchaban hasta conseguir que el instrumento
fuera recibido, con la condicion de que se les
pagara su precio, solo si despues de uno ó dos
años de servicio, resultara ser tan bueno y tan
— 197 —
exacto como el mejor de su clase que pudiera
venir de Europa.
Estos casos se repitieron numerosas veces,
y solo así, y despues de mucho tiempo y de
mucha constancia, vencieron los incansables
obreros y sus propósitos se realizaron.
Los aparatos para pesar construidos por
Bianchetti hermanos y Bonaccio, en el país,
fueron al fin aceptados sin reserva y hasta
preferidos á sus similares extranjeros.
En 1880 los activos industriales compraron
el terreno que ocupaba su vieja fábrica, y en él
levantaron el cómodo y hermoso edificio que
ocupan su vasto almacen de despacho, sus
grandes depósitos, sus bien montados talleres
y sus oficinas de contabilidad. Esta casa cuyo
frente principal da ála calle San Martin 220 y
222, tiene tambien salida á la calle Corrien
tes.
Allí, perfeccionadas máquinas, instrumen
tos ingeniosos y modernos útiles, movidos por
el vapor y servidos por ochenta oficiales, fun
cionan continuamente, durante todo el año, y
dan al país, perfectamente acabadas, sólidas,
— 198 —
exactas y tan buenas y aún mejores que sus
similares extranjeras, 600 grandes balanzas
anualmente.
Allí se fabrica desde la más pequeña y deli
cada balanza, hasta la más grande y poderosa
báscula.
Allí «e fabrican balanzas de todaforma, clase
y tamaño; chicas, grandes, de poco precio y
de precio elevado; para minoristas y para ma
yoristas; para pesar carros, zorras y wagones.
Y hoy en todos los pueblos de la República
se ven las pesas, romanas y balanzas de la
acreditada casa de Bianchetti hermanos y
Bonaccio.
Se ven sus grandes y hermosas balanzas en
todas las casas mayoristas de Buenos Aires
y el ferro carril del Sud tiene 100 de ellas y
el ferro carril del Oeste 150, y los demás
ferro carriles de la República otras tantas.
Balanzas que representan un valor de mu
chos miles de pesos moneda nacional que en
buenas monedas de oro pagariiamos á la indus
tria extranjera si no las fabricáramos en el
país.
— 199 —
Recompensan, pues, debidamente á la tier
ra argentina, la generosa hospitalidad que les
da, aquellos humildes herreros que con peque
ñísimo capital empezaron aun no hace muchos
años, á fabricar en modesto taller de la Boca
del Riachuelo pesas, romanas y balanzas y que
por sus propios esfuerzos de pobres se han
hecho ricos y de simples jornaleros grandes
fabricantes.
JUAN VIDELA
tenería y talabartería
FABRICA DE CALZADO
I
Nada, así entre los infinitamente grandes
como entre los infinitamente pequeños, es for
tuito ó producto del acaso. Todo es debido
á causas y leyes eternas, universales é inmu
tables. Todo es lógico, todo es natural.
La mariposa,—momentos antes larva—que
al romper la crisálida mueve sus ténues alas,
más delicadas que pétalos de recien abierta
flor, en sus caprichosos giros más rápida que
el aire, y en sus colores, tan variada como las
variadas formas que en óptica ilusoria presenta
ejana nube, cuando al ocultarse el sol le
envia sus postrimeros rayos, mostrando al
enagenado espíritu fantásticos panoramas; así
como el gigantesco astro que, por físicas
fuerzas atraido, ilumina solo instantes, cual si
fuera inmensa luciérnaga, la terrenal mansion,
y va despues, por miles de años, á ocultarse
en ese infinito y misterioso espacio que no
puede ni podrá jamás penetrar la humana
inteligencia, son regidos igualmente por reglas
inviolables.
Los melodiosos y suavísimos trinos del
canto del ruiseñor, así como el bronco, terrorí
fico ruido que producen encontradas magné
ticas corrientes, cuando en la atmósfera unas
contra otras se chocan y se rompen, son de
idéntica manera efectos propios y necesarios
de las causas naturales que los originan.
Y así acontece en todo cuanto percibimos
y comprendemos del mundo corpóreo; y no de
otro modo pasan y se suceden las cosas y los
hechos en el órden moral y en el órden intelec
tual, ora sea en las colectividades, ora en los
individuos que las forman.
Solo por medio de la libertad, de débiles
llegan los pueblos á ser verdaderamente pode
rosos; solo por medio de una recíproca
proteccion y una estrecha union entre los
miembros que las componen, se levantan las
familias de una humilde á una elevada posicion
social; solo por medio de grandes actos ó de
generosos hechos, consigue un ciudadano el
aprecio y el respeto de sus compatriotas; solo
por medio del trabajo, consigue un hombre
ganar de honrada manera una gran fortuna.
No creais que la grandeza de los pueblos,
la prosperidad de las sociedades, el rango
social de las familias y el valer de los hombres
puedan deberse jamás á hechos fortuitos ó
causas extraordinarias. No lo creais, no, por
que creerlo es alimentar un error que llena de
dañosas apariencias la escabrosa senda de la
vida.
II
Entre los primeros y más meritorios obreros
del progreso, en la patria argentina, y en el
número de los que por su laboriosidad, por
— 203 —
sus luchas y triunfos industriales, y por la
importancia y magnitud de las operaciones de
sus establecimientos fabriles, merecen llamarse
héroes del trabajo, está Juan Videla.
Sin maestros aprendió un oficio, y en ese
oficio, que él ha elevado á una grande é
importantísima industria nacional, de pobre ha
llegado á ser rico, y de una humilde se ha
levantado á una distinguida posicion social;
y estos resultados los ha conseguido sin que el
ardor y la contraccion con que se ha consa
grado siempre al estudio y al trabajo, le hayan
impedido nunca cumplir y llenar debidamente
los sagrados deberes que la patria impone á
sus hijos y la sociedad á sus miembros.
En 1850, Juan Videla, que acababa de
cumplir 13 años y que habia terminado los
rudimentarios estudios que constituian el total
de los conocimientos que se enseñaban en las
escuelas gratuitas de esa época, fué á ruegos
suyos, colocado por sus padres, tan virtuosos
como pobres y tan laboriosos como humildes,
en calidad de dependiente en la talabarteriia y
lomilleria de D. Ambrosio Layret.
— 204 —
En ese entonces y hasta hace bien pocos
años, no habia morador de la campaña que no
usara la ancha faja de piel llamada tirador;
prenda cual ninguna otra cómoda para guardar
dinero, papeles y los utensilios é ingredientes
necesarios al fumador. Podia verse un gaucho
sin poncho, pero era difícil verlo sin tirador; y
perdido este en el juego, solo el chiripá era lo
que le restaba arrojar sobre la carpeta verde.
Usábanlo los jóvenes y los ancianos, los pobres
y los ricos, el peon y el patron, el hombre
inculto y el hombre culto. Habíalos de mil
distintos gustos y de mil diversos precios:
unos eran de ordinaria badana, otros de fino
charol; lisos completamente los más baratoí»
bordados con seda de vivísimos colores los
más caros. El tirador enseñaba de inequívoca
manera, más que la riqueza, la vanidad de su
dueño; vanidad cuyos grados marcaban las
monedas de oro ó plata, ó de cobre ó estaño
en él colacadas á guisa de adorno.
La talabarteriia de D. Ambrosio Layret era
una de las casas que mayor demanda de tira
dores tenia. Para llevar cuenta y razon de los
— 205 —
í
tiradores que se entregaban á muchas labo
riosas mujeres que de bordarlos se ocupaban,
fué que Layret tomó á Videla; entró éste, pues,
como dependiente y no como aprendiz de
aquella casa industrial
Las obligaciones únicas que su empleo
imponian á Videla eran: llevar al domicilio de
las bordadoras los tiradores que debian bor
dar, cuando éstas no iban ábuscarlosal taller,
entregarles las piezas y la seda necesarias;
apuntar en la libreta que cada una de aquellas
tenia, lo que recibia y lo que entregaba, y
pagarles el importe de sus trabajos. En remu
neracion de estas tareas se le asignaron á
Videla treinta pesos moneda corriente de
Buenos Aires al mes.
Desde el primer momento Videla empezó
á observar con la mayor atencion todas las
operaciones y trabajos de los oficiales tala
barteros que en la casa trabajaban, en la con
feccion de los artículos del ramo y muy espe
cialmente en la de tiradores; y no muchos
dias despues, en todos los momentos deso
cupados que sus obligaciones le dejaban, el
— 2o6 —
señor Layret y sus oficiales pudieron ver á
aquel niño juicioso y contraido, con un recorte
de suela y una alesna en la mano, trabajar en
un rincon del taller, sin que nadie lo distra
jera y sin que aquella ocupacion voluntaria
lo cansara, aun cuando en ella pas-ara algunas
horas.
Cinco meses despues de estar trabajando en
la casa, un dia se presentó Videla á su patron
y con desenvoltura y firmeza le dijo:
—Señor, yo ya sé trabajar en el oficio de
talabartero, y por consiguiente, no me con
viene seguir siendo dependiente; pero si V..
quiere emplearme como medio oficial, me
comprometo á hacer tiradores tan bien como
cualquiera oficial.
Aun cuando el señor Layret conocia la
aplicacion de Videla y los ensayos que habia
estado haciendo desde que allí estaba em
pleado, como lecciones en aquel oficio nadie;
le habia dado, sorprendido y agradablemente
impresionado, contestóle así:
—Me agrada infinito, amigo mio, ver tu
empeño en trabajar de útil y lucrativa ma
— 207 —
nera, y acepto desde ya el someter á prueba
tu habilidad y tu amor al trabajo; mas, díme,
¿á quién debes el haber aprendido el oficio
de talabartero?
—A mí mismo, señor, contestó Videla con
sencillez, pero con la energia y la elocuencia
que da á las palabras la verdad.
Bien salió de la prueba el inteligente y
laborioso jóven, y desde el dia siguiente y
cuando aun no habia cumplido 14 años,
empezó á trabajar, como medio oficial, en un
oficio que habia aprendido sin recibir lecciones
de nadie.
Todas las horas del dia empleábalas Videla
en el taller de Layret, y algunas de la noche
en la casa de sus padres. haciendo tiradores,
por su cuenta, los cuales personalmente iba
los domingos á vender á las tiendas que
comerciaban con las gentes de la campaña.
Trabajaba así Videla, y se afanaba de tal'
manera, por su libre albedrio y no porque sus
padres ú otras personas lo obligaran.
Es que así como las riquezas, las comodi
dades, la abundancia y el placer disminuyen
208
y hasta aniquilan la natural actividad del hom
bre^ su innato amor á la lucha y á la accion; la
pobreza, las necesidades, la escasez y el dolor
dan más fuerza y más intensidad, acrecientan
y vigorizan la inclinacion al trabajo y á la
brega.
La familia de Videla era muy pobre, y con
el producto del trabajo de todos los que la
componian apenas habiapara las más urgen
tes necesidades de la vida; y muchas veces
vió en su modesto hogar escasez y pocas abun
dancias. Sufrió viendo sufrir á sus padres, y
ambicionó adquirir las comodidades que la
paterna casa y los suyos habian menester, y
aunque muy niño, comprendió que solo á la
laboriosidad, á la actividad y á la constancia
deberia el logro de sus propósitos, la realiza
cion de sus sueños; por eso, así que salió de la
escuela,—en la que habia aprendido á leer y
á escribir, aritmética y gramática, moral y
urbanidad bajo la direccion de Don Justo Diaz
Gomez,—quiso trabajar, y cuando pudo tra
bajar fué laborioso, fué activo y fué constante.
A los once meses de estar empleado en
— 209 —
casa de Layret, Videla se consideró, á pesar de
no contar más que 14 años, bastante hombre
para trabajar por su cuenta y sin depender de
nadie; y con quinientos pesos moneda cor
riente de Buenos Aires, que habia reunido
con grandes economias y en un altillo de la
casa que ocupaban sus padres, estableció su
taller de talabarteriia.
En ménos de un año, pues, el valiente y
emprendedor muchacho habia adquirido un
oficio, habia juntado un capital, habia estable
cido un taller y en él empezaba á trabajar por
su sola cuenta y con toda independencia. De
humildísimo empleado en once meses pasó á
ser dueño de un taller; taller pobre, pobrí-
simo, y en el cual no habia más operario que
su dueño y fundador, pero taller destinado á
ser el orígen y la fuente de grandes é impor
tantísimas fábricas y de inmensas riquezas.
Allí, Videla se imponia á sí mismo más
horas de trabajo que las que el dia tenia de
luz. ¡Allí, en solo un año de labor, sin dejar de
ayudar á sus padres, consiguió reunir un ca
pital de 15,000 pesos!
14
¡Quince mil pesos ganados en un año, por
un niño que acababa de cumplir quince años!
A esa edad y con ese capital Videla abrió
su primer despacho público en la calle de
Rivadavia, entre Solis y Zeballos. Su taller
aumentaba dia á dia y de igual manera las
ventas y negocios de su casa. Tomó oficiales,
—la mayor parte de ellos podían, por su edad,
ser padres de él—dependientes y peones,- y no
muchos años despues la talabarteria y lomi
lleriia de Videla era ya una de las más impor
tantes y una de las que más vendian.
Pensad en el trabajo, pensad en la actividad
y en los gigantescos actos de voluntad que
son indispensables para que un joven pueda
alcanzar, por sus propios esfuerzos, esos resul
tados, y decid despues, si quien los lleva á
cabo merece elogios, y si en la historia de sus
hechos y de sus triunfos habrá ó no grandes
y bellas lecciones de moral.
Del primitivo local—casa del señor Burgos
—Juan Videla trasladó su establecimiento
industrial á una casa del señor Unzué, en
donde permaneció algunos años, y de esta, á
una de propiedad del señor Gonzalez Catan;
las dos en la calle de Rivadavia.
Cada una de estas traslaciones importaba
un aumento de capital, y mayor importancia
mercantil é industrial alcanzada por la fábrica
de Videla.
En 1870 Videla ocupaba con sus ya gran
des talleres y negocio de talabarteria y lomi
lleria, un cómodo local en la calle de Victo
ria 469. Era la primera casa propia que ocu
paba y la primera que edificaba; no, decimos
mal, no era la primera que edificaba; era la
segunda. La primera casa que edificó Videla
fué para su señora madre.
Cuatro años despues, el activo, emprende
dor é inteligente industrial trasladaba sus ofi
cinas de contabilidad, sus talleres de talabar
teriia y lomilleriia, sus grandes depósitos de
mercaderiias elaboradas, y su tienda de despa
cho al espaciosísimo, cómodo, sólido y esplén
dido edificio de su propiedad que hoy ocupan.
Empero, no eran las operaciones y nego
cios de esos solos ramos industriales, bastan
tes para ocupar y satisfacer la actividad, la
— 212 —
laboriosidad y la energia de Videla; y tiempo
ya hacia que en otras importantes industrias
ocupaba su capital y su crédito, y en ellas
encontraban un nuevo campo para desarro
llarse vigorosas sus facultades físicas é inte
lectuales.
En 1 864 funda una teneria, lucha contra
mil dificultades, las vence, y á la par que sus
industrias primitivas, hace progresar esta, y
como á aquellas consigue llevarla á una colosal
altura, y centuplicar el valor y la importancia
del capital y de los productos.
Tampoco conocia Videla el difícil arte del
curtidor, y sin embargo, establece una curtiem
bre, y á su solo amor al trabajo y á su carácter
observador y estudioso debe el poseertodos los
secretos de ese otro arte, y se hace maestro en
él, y en él modifica procedimientos é introduce
mejoras importantísimas.
A su gran taller de talabarteriia y lomilleria,
á su teneria, á su fábrica de equipos militares,
agrega Videla en 1872 una fábrica de calzado.
Como en todos sus negocios y estableci
mientos industriales, en esta nueva industria
-- 213 —
empieza el incansable obrero de modesta ma
nera y en proporciones humildes, pero que en
poco tiempo crecen y se desenvuelven con
fuerza y vigor.
En 1880, la pequeña fábrica establecida en
Almagro, se trasladaba al edificio apropiado
que para sus grandes confecciones habia
construido su fundador y propietario, en la
calle de Pozos núm. 210.
Ya en esa época, era tambien el gran indus
trial ganadero: poseía dos importantes estable
cimientos de campo, una estancia en Lincoln,
fundada en 1877, y otra en Bolivar, que tres
años despues empezó á poblar.
El i° de Abril de 1883 inaugura en Tucu-
man un gran ingenio de azúcar que funda con
los señores Garnaud fréres, y en el cual tiene
importantísima parte.
En Marcos Paz, establece y tiene una gran
invernada en donde descansan y engordan las
haciendas que en gran número salen de sus
estancias para los Corrales de abasto de la Ca
pital.
A los grandes negocios que tales industrias
— 214 —
y establecimientos originaban, hay que sumar
muchos otros que de carácter menos perma
nente Videla emprendia y llevaba á término
con resultados más ó menos felices.
III
En los años de la niñez, en los de la moce
dad y en los de la edad viril, siempre ha traba
jado con igual ardor y con el mismo entusias
mo el incansable obrero de la industria nacio
nal, que hoy como nunca, pone á prueba su
actividad, y su amor al trabajo y á la lucha,
masque en provecho de sus individuales inte
reses, en provecho y para gloria de su patria
amada, en bien de la sociedad y en obsequio
de centenares de jóvenes, futuros pioneers del
progreso y de la industria en la República
Argentina.
Y no es extraño ni excepcional que así pro
ceda quien de igual manera lo hizo siempre.
Juan Videla, cuando luchaba valientemente
para adquirir una fortuna, y cuando adquirida
esa fortuna, luchaba para aumentarla, y lucha
— 215 —
ba para triunfar en las grandes é importantes
empresas que emprendia, cual lo hace hoy,
ha luchado en bien de la sociedad en que vive,
y nunca ha negado su contingente á nada que
signifique progreso ó utilidad para su patria,
sin que jamás haya pospuesto á sus intereses
los intereses de la comunidad social.
Juan Videla ha sido socio fundador de la
fábrica de paños, de la Compañia de gas Bue
nos Aires, de la Sociedad Fomento de Barra
cas, de la primera empresa de tramways que
recorrió las calles de la Capital, socio del Club
Industrial, fundador del Centro Industrial, ac
cionista fundador de los Bancos Argentino y
del Comercio, y de tantas otras Sociedades y
empresas de progreso, y utilidad pública, á las
cuales, más que con su capital, con sus servi
cios personales ha favorecido de importante
manera.
Pero en ninguna como en la Compañia de
Navegacion del Bermejo, Videla ha mostrado
el poder de su voluntad, su incansable cons
tancia, el ardor y el entusiasmo de que es
—- 2l6 —
capaz, cuando al servicio de un gran propó
sito, de un fin útil se consagra.
La Compañia estaba llena de deudas; ocho
ó diez pleitos se le habian entablado ante los
tribunales; sus vapores no podian moverse;
el gobierno no entregaba las subvenciones
acordadas por el Honorable Congreso Na
cional; el descrédito y la desconfianza eran
completos. Como es comprensible, bien difí
cil era encontrar quien de la direccion de una
Compañia en ese estado quisiera hacerse
cargo; nadie aceptaba tan inmensa respon
sabilidad; los accionistas, á una, comprenden
que de todos los que formaban la Sociedad,
solo Juan Videla es capaz de salvar las gran
des dificultades y vencer los graves inconve
nientes que se oponen á su marcha, y por
unanimidad le nombran.
Juan Videla impone á los accionistas con
diciones; los accionistas aceptan las condicio
nes impuestas por él, y él acepta la presiden
cia de la Sociedad.
La lucha empieza. Videla consigue reunir
nuevos fondos entre los accionistas; llama á
— 217 —
los acreedores, á unos les paga, con otros
transa; arregla definitivamente todas las cues
tiones judiciales que pesan sobre la Sociedad;
infunde nueva fé y nuevas esperanzas en los
accionistas; predispone en favor de la Com
pañía el espíritu público, ya cansado de los
desengaños que el Bermejo le ha causado;
los poderes oficiales le ofrecen proteccion y
apoyo; alista los vapores de la Compañia;
organiza convenientemente la tripulacion y
prepara grandes elementos; concibe un plan
racional; logra despues de grandes resisten
cias hacerlo aceptar por el Directorio de la
Sociedad; escribe de su propio puño el pliego
de instrucciones para atrevido viaje, y un
vapor de la Compañia se pone en marcha.
El vapor de la Compañia entró al Bermejo,
subió por el Teuco y llegó hasta la Esquina
Grande de la Provincia de Salta, desde cuyo
punto trasportó hasta Santa Fé, volviendo
otra vez por el rio Teuco, al Regimiento 1 2
de caballeria de línea. ¡Este hecho tuvo lugar
en el año de 1879, y aun no se sabe si ese rio
es ó no navegable!
— 218 —
Juan Videla habia conseguido los propósi
tos de la Sociedad. Los que gobernaban cre
yeron que no debian cumplir las obligaciones
que tenian con tan digna y meritoria Socie
dad, y Videla creyó que la oposicion de los
mandatarios no era á la Compañia y sí á quien
la presidia, y renunció al terminar su período
y cuando iba á ser unánimemente reelegido.
Su renuncia importó la liquidacion y la ruina
de una empresa á la que le corresponde la
gloria de haber navegado sin graves inconve
nientes, en barcos de vapor, el brazo prin
cipal del Bermejo: el Teuco.
Videla dejó solventada á la Compañia, y
aunque esto importaba la erogacion de
ingentes sumas de dinero, el dinero que con
ese fin y en tal empresa gastó no tiene
importancia alguna si se compara con el tiem
po, el trabajo y la energia que empleó.
Conviene consignar en este punto un dato
importantísimo: en el año de 187 1, el Go
bierno Nacional gastó en trasportar el mismo
Regimiento 12 de caballeriia de línea, desde
Salta á Santa Fé, 70,000 pesos fuertes, y el
— 219 —
Presidente de la Compañia de Navegacion del
Bermejo, que no ignoraba esto, solo quiso
cobrar- por el mismo servicio, la suma de
8600 pesos fuertes.
IV
Grandes negocios é importantísimos con
tratos ha celebrado Videla con el Gobierno
Nacional, en todas las administraciones que
se han sucedido desde hace más de 25 años;
y como en esas operaciones el activo é inte
ligente industrial ha ganado cuantiosísimas
sumas, conveniente y necesario es referir, para
formar un juicio cabal y exacto de su carác
ter y de su modo de ser, así como de su pa
triotismo y desprendimiento, y para tener una
idea correcta de la manera cómo ha levantado
su gran fortuna, el referir algunos de los mu
chos y muy curiosos incidentes que en esas
negociaciones se han originado. Incidentes
rigurosamente exactos y de todos los cuales
existen en Ioj archivos nacionales pruebas
escritas y de carácter oficial. Hechos nobles
y generosos y que honran altamente á su autor.
— 220 —
Videla no cumplió el primer contrato im
portante que celebró con el Gobierno, y no lo
cumplió no porque no pudo, sino porque no
quiso cumplirlo. Veamos lo que sucedió.
Al dia siguiente de celebrado el contrato,
—corria el año de 1861,—Videla se presentó al
Ministro de la Guerra y le dijo:
—Vengo á hacer presente al señor Ministro
que no voy á dar cumplimiento al contrato que
he celebrado con el Gobierno de que forma
parte V. E.
—¿Por qué?—preguntó el Ministro sorpren
dido y enfadado.
—Porque soy soldado de mi patria; mi
batallon ha sido sorteado, y le ha tocado el
honor de tener que salir á pelear,—contestó
Videla con dignidad y sin jactancia.
—¿Luego V. prefiere salir á campaña antes
que cumplir sus contratos?
—Sí señor; dando cumplimiento al contrato
á que V. E. se refiere, yo ganaria una suma
mayor que todo cuanto poseo, no abandonaria
mi taller, no dejaria anegada en lágrimas á mi
anciana madre, no dejaria de cumplir mis
compromisos con V. E., no sufrida los peli
gros y los rigores de la guerra; pero antes
que mis intereses, que mis talleres, que mis
compromisos con V. E. y antes que mi madre
están mi patria, mis deberes de ciudadano y
de soldado, mi honor y mi conciencia.
El Ministro pasó al despacho del Goberna
dor y le refirió el caso. El Gobernador com
prendió todo el patriotismo, toda la nobleza
y toda la grandeza que envolvia la resolucion
de Videla y decidió rescindir al contrato y dar
al patriota completa libertad de accion.
Videla salió á campaña como Capitan de
una compañia de su batallon, y se encontró
en la batalla de Pavon.
Cuando la primera invasion á Entre Rios,
del General Lopez Jordan, el Gobierno nece
sitó con urgencia 2000 monturas completas.
Videla era el único que las tenia. El General
Gainza le mandó llamar, y le pidió que pusiera
precio á los artículos que el Gobierno nece
sitaba.
Videla no quiso poner precio á sus artefac
tos. Dijo al Ministro que él, jamás habia abu
•sado de las circunstancias apremiantes para
lucrar con el Gobierno de su país; que las 2000
monturas estaban completamente á la disposi
cion del Gobierno y que le rogaba que las
recibiera y que le pusiera este el precio que
creyera justo y equitativo.
Como el General Gainza no aceptara esta
proposicion, se discutieron varios modos para
fijar en aquel caso urgentísimo, el precio á un
artículo que solo un industrial tenia ya pronto
en el país, hasta que llegó á resolverse que para
el efecto, el Ministro nombrariia una Comision
compuesta de dos personas competentes para
que fijara lo que debia pagarse á Videla por
cada una de las dos mil monturas que el Go
bierno le compraba.
El Ministro recibió sin pérdida de un mo
mento las monturas, y no muchos dias despues
designó á los señores Martin B. Campos y
Mariano Moreno, para que en seguida de los
estudios necesarios fijaran lo que se le debia
abonar al vendedor.
Inmediatamente, los distinguidos caballeros
nombrados empezaron á tomar datos y hacer
— 223 —
las averiguaciones del caso, para cumplir debi
damente el cometido con que el Gobierno les
habia distinguido. Innecesario es decir que
los señores Campo y Moreno se propusieron
obrar con entera y completa justicia y equidad
y ni perjudicar á Videla ni perjudicar al era
rio público en un solo centavo. Examinaron
escrupulosamente los artículos recibidos por
el Gobierno; pidieron precios por sus similares
en los demás talleres del ramo; averiguaron lo
que valia la mano de obra y lo que valian las
materias primas empleadas en los artículos
vendidos por Videla; se impusieron del costo
de los artefactos introducidos del extranjero
y que aquellos artículos contenian, tales como
botones, hebillas, etc., tomaron suelas y llega
ron en su afan de ser prolijos y exactos á cal
cular hasta por pulgadas el importe de lo que
Videla habia empleado en sus artículos.
Así que esta Comision hubo terminado sus
investigaciones y cálculo, elevó su informe al
Ministerio de la Guerra.
Cuando Videla tuvo conocimiento de los
precios establecidos por la Comision nombrada
— 224 —
por el Gobierno para fijarlos, declaró termi
nantemente que: aun cuando reconocia que
los señores Campos y Moreno habian calcu
lado con toda exactitud, no estaba conforme
con esos precios y que por consiguiente no los
aceptaba; y no estaba conforme y no los acep
taba porque eran demasiado elevados con
relacion á lo que á él le costaban, y porque no
queria ganar más de lo justo.
¡Y Videla hizo voluntaria y espontáneamente,
una rebaja en el precio de los artículos, que
importaba algunos miles de pesos moneda
nacional!
Se llama á pública licitacion, para proveer
al ejército ó armada nacional de un número
dado de equipos militares, correages, calzado,
monturas, etc., se presentan varios proponentes
y el dia fijado en presencia de los interesados,
con todas las formalidades de estilo, se oyen
las propuestas, se examinan, y resultando que
los artículos ofrecidos por Videla son de prime
ra calidad y sus precios mucho más bajos que
los que piden sus competidores, se acepta su
propuesta, y se labra el acta correspondiente
y se firma. Entonces el gran industrial pide
agregar al acta la nota siguiente:
—Que aun cuando los precios que se han
aceptado por sus artículos son los más bajes,
aun cuando sus artículos son de primera cali
dad y perfectamente confeccionados, declara
que es su voluntad hacer al Gobierno de su
país, como lo hace, una rebaja de 10 por ciento
sobre el valor total de la licitacion.
Esto lo ha hecho Juan Videla repetidísimas
veces y así consta por escrito en la Comisaria
General de Guerra y en el Ministerio respecti
vo, y así les consta á muchas y muy respeta
bles personas.
V
A varias y muy poderosas causas es debido
el que pueda Videla ofrecer los artículos de
sus diversas é importantes industrias, á pre
cios sin competencia.
Todos sus establecimientos están íntima
mente relacionados entre sí y se complemen
tan de todo en todo.
Sus magníficas estancias, en las cuales, en
— 22Ó
treinta y tres puestos se cuidan los siguientes
ganados:
25,000 ovejas
20,000 vacas
4,000 yeguas
proporcionan á su teneria parte de las pieles
que ha de curtir.
De la gran curtiembre pasan las pieles á
los talleres de talabarteriia y lomilleria, y de
estos á la fábrica de calzado y taller de con
fecciones de equipos militares.
En todos estos establecimientos compe
tentemente dirigidos y debidamente adminis
trados y organizados, peones, capataces, ofi
ciales y dependientes, la mayor parte de los
cuales se han formado en ellos,—algunos se
han envejecido al lado de Videla, y muchos
hace más de diez años que lo acompañan, lo
que prueba la bondad del carácter del gran
industrial y la rectitud y justicia con que
trata á sus empleados,—trabajan sin interrup
cion en sus tareas, lo que permite á Videla
tener un gran stock de artículos confecciona
dos, y todo listo y pronto para dar cumpli
— 227 —
miento al mayor pedido que se le pueda ha
cer, sin apresuramientos ni tener que pagar
las materias primas y los jornales á un precio
extraordinario.
Pilas enormes de zapatos para tropa, ocu
pan siempre los grandes depósitos de la fá
brica de calzado, en los cuales algunas veces
se cuentan 50,000 pares.
En 1874 entregó al Gobierno Nacional en
90 dias, infinidad de carpas, 10,000 monturas
completas y los correages para 40,000 hom
bres.
Máquinas y aparatos perfeccionados le per
miten utilizar en sus diversas industrias hasta
la más pequeña parte de un cuero. De una
piel saca Videla una suela y media y de esa
suela y media no se desperdicia ni una sola
pulgada.
A todas estas circunstancias, al inmenso
capital que tiene en giro, á su ilimitado cré
dito, á los grandes elementos de que dispone,
á sus viejos y leales compañeros de labor y á
su actividad é inteligencia son debidas sus
— 228 —
ganancias á los precios sin competencia á que
vende sus bien elaborados artefactos.
VI
Hoy, Juan Videla posee una cuantiosísima
fortuna perfectamente saneada; sus grandes
establecimientos marchan con sus propios
elementos y se desarrollan por sus propias
naturales fuerzas; podria ya, despues de largos
años de luchas y trabajos incesantes, gozar
de sus riquezas y descansar; pero lucha aun y
trabaja con la misma energia y la misma
voluntad con que !o hacia en sus modestos
pero honrosísimos comienzos; pero ya no lu
cha ni trabaja para sí.
Un acto de merecidísima justicia y acerta
da idea lo ha llevado á la presidencia de la
Escuela de Artes y Oficios de San Martin.
Desde entonces esa importante institucion,
se ha levantado y transformado por com
pleto.
Sin haber recibido más sumas que las ordi
narias de un presupuesto bien poco generoso,
y con solo los resultados de una sistemática
— 229 —
economia, de una correcta administracion y
de bien acertadas medidas, Videla ha podido
realizar grandes é importantísimas mejoras en
el benéfico establecimiento que dirige.
El número de educandos ha aumentado con
siderablemente, han aumentado los talleres y
las obras en ellos por los aprendices acabadas,
y han aumentado los útiles y aparatos nece
sarios.
Se han refaccionado todos los departamen
tos del grande edificio y se han construido
nuevos y magníficos salones.
Y el orden, y la disciplina, y la administra
cion, y el cuerpo docente, y los empleados
inferiores, han mejorado de extraordinaria
manera.
Y ya la Escuela de Artes y Oficios de la
Provincia de Buenos Aires no da solo gastos,
da tambien entradas.
Y la planta débil y enferma próxima á su
cumbir, aun no hace mucho tiempo, se levanta
frondosa y llena de vida y savia y ofreciendo
hoy ya riquísimos frutos.
Y al niño de 14 años que en oscuro altillo
— 230 —
de su humilde paterna casa empleaba todas
las horas del dia en hacer tiradores, por su
propia y libre voluntad, para ayudar á los
suyos á ganar el pan de cada dia y juntar
algunos centavos, miles de familias agrade
cidas lo bendecirán en lo futuro y grandes é
importantísimos servicios le deberá la patria.
MARENCO Y CERESETO
VITICULTURA Y VINICULTURA
I
Al cultivo de la vid y á la fabricacion de
vinos, Francia, Italia, España y Portugal
deben una gran parte de sus rentas.
Y la historia universal enseña que siempre,
en todo país en donde en grandes cantidades
produzca y sazone sus dulces racimos la viní-
fera planta, y con el zumo de ellos, se elabore
agradable y nutritivo licor, las riquezas
abundan.
No hay cultivo de planta alguna, cuyo
poder productor de riqueza pueda igualarse
con el de la vid.
— 232 —
Y este poder productor de riqueza de la
vid crece y crecerá cada dia más, á medida
que el progreso y la civilizacion disminuyan la
distancia que separa á los pueblos, y hagan
más íntimas las relaciones de los hombres
entre sí.
La produccion universal de vinos del pasa
do siglo, se ha duplicado en el presente, y se
ha duplicado tambien el precio de ellos.
La oferta es menor que la demanda de vinos
quehace la humanidad; y es menor y no se pro
duce más, porque con relacion á la superficie de
la tierra, son muy pocas las zonas de ella pro
pias para el cultivo de tan preciosa planta; y
por eso mil malsanas preparaciones químicas
se elaboran para sustituir al genuino jugo de la
uva.
Y desde que la filoxera ha aniquilado una
inmensa cantidad de viñas en casi todos los
paises delaEuropa,—destructora obra que con
tinúa, sin haberpodido los hombres impedirla;—
la produccion ha disminuido y como lógica
y precisa consecuencia, los precios de los vinos
legítimos han aumentado.
233
Es, pues, para un país, inmenso, natural pri
vilegio, tener apropiados terrenos para el cul
tivo de la vid; y para crearse grandes fuentes
de riquezas, bastárale usar de ese privilegio:
plantar viñas y hacer con el jugo de sus
frutos, vinos.
Entre las muchas y muy grandes riquezas
que con pródiga mano ha derramado el Hace
dor Supremo en el suelo de la República
Argentina, tambien se encuentra esta. En
varias zonas de su dilatado territorio, la vid
crece y se desarrolla vigorosa, y se carga de
racimos ricos en todos los componentes que
han menester los mejores y más delicados
vinos; y muy especialmente en los valles que
encierran los gigantescos contrafuertes orien
tales de la cordillera de los Andes.
Los terrenos de San Juan, Mendoza y Cata-
marca, por los componentes químicos de la
tierra, por la latitud y altitud, por las exposi
ciones que ofrecen sus inclinados planos y por
la calidad de las aguas, no son inferiores á los
mejores para el cultivo de la vid, que poseen
las comarcas europeas.
— 234 —
A pesar de esto, recien se empieza á
explotar debidamente esta inagotable fuente
de riquezas, sin que hasta ahora nuestros
gobiernos hayan coadyuvado á la accion par
ticular en larequerida y necesaria medida.
Con todo, la viticultura y la vinicultura ocu
pan ya en nuestra produccion nacional impor
tantísimo lugar; y de esperar es que gobernan
tes y gobernados favorezcan el desarrollo y el
engrandecimiento de una industria que tal im
portancia tiene.
II
Vicente Cereseto y Eliseo W. Marenco
deben figurar en el número de los que más
y con mayor ardor han trabajado para estable
cer y desarrollar de conveniente manera y en
grandes proporciones, la viticultura y vinicul
tura en la República Argentina.
En 1875 se formó en San Juan una Socie
dad bajo la razon social de Luis Bergallo y
O. con el propósito de explotar en vastas
proporciones el cultivo de la vid y la fabrica
— 235 —
cion de vinos. Poco despues esta Sociedad no
pudo continuar sus operaciones, y tuvo que
liquidar.
Formaban parte de esa Sociedad dos hom
bres trabajadores, activos, progresistas y ami
gos de la lucha y la accion. Esos hombres se
entendieron, mancomunaron sus intereses, y
llenos de ardor y de fé, tomaron á su cargo el
activo y pasivo de la disuelta Sociedad y em
pezaron á trabajar, decididos á vencer todas
las dificultades y allanar aun á costa de los
mayores sacrificios todos los inconvenientes
que seopusieran al gran propósito que les ani
maba: traer hasta los mercados del litoral de
la República los vinos elaborados por ellos, y
con esos vinos, genuinos productos del jugo
de la uva, hacer competencia á los mistifica
dos vinos importados del extranjero.
Nos referimos á Vicente Cereseto y Eliseo
W. Marenco. El primero, lleno de conoci
mientos teóricos y prácticos en todo lo relati
vo al cultivo de la vid y á la fabricacion de
vinos,—habia sido fundador y administrador
de un gran establecimiento vinícola en Ovada,
— 236 —
Italia,—sabia lo que importaba el negocio a
que consagraba nuevamente su capital, su
inteligencia y su voluntad, y comprendia la
colosal importancia á que podia y debia llegar.
El segundo, jóven, ilustrado, inteligente, en
tusiasta y emprendedor, vió un gran porvenir
á la nueva industria, y una labor digna de em
plear todos sus medios de accion y todas sus
facultades.
Tremenda ha sido la lucha; grande el trabajo,
la constancia y la actividad empleadas; inmen
sas las dificultades monetarias y de todo
género vencidas, para alcanzar el gran pro
pósito, el fin perseguido por estos dos grandes
pioneers de la industria nacional.
Crédito, capital, tiempo, trabajo, todo, sin
reserva alguna, lo comprometieron en esa
empresa Marenco y Cereseto; y todo eso, y
con ello la riqueza nacionalque hoy importa
la fabricacion de vinos, se hubiera perdido,
sin la perseverancia y la resistencia que opu
sieron á todas las dificultades que la falta de
medios de trasporte, la escasez de capitales,
— 237 —
el indiferentismo de los gobiernos, la rutina y
necias preocupaciones creaban.
Cuando Marenco y Cereseto empezaron á
trabajar, tenia la provincia de San Juan no
ménos de 4000 cuadras cuadradas de viñas;
empero, la mayor parte de las uvas producidas
no se aprovechaba y muy pequeña era la can
tidad de vino que se elaboraba.
Se fabricaba algun alcohol por los métodos
más antiguos y rudimentarios; y del vino ela
borado de la misma manera apenas si salian de
la provincia unos pocos barriles para San
Luis, Rioja y Norte de Córdoba.
En el primer año de trabajo, los activos
industriales elaboraron 800 bordalesas de buen
vino comun; al año siguiente esa cantidad se
duplicó; y siempre aumentando la produccion,
ha llegado el hoy grande é importantísimo
establecimiento á producir de 12,000a 15,000
bordalesas anuales de vinos comunes, de 800
á 1000 bordalesas de vinos finos y de 500 á
600 bordalesas de alcohol; cifras que segui
rán creciendo.
Con el alcohol que fabrican — verdadero
— 238 —
espíritu devino—los distinguidos industriales
elaboran riquísimo cognac.
Así ese licor, como los vinos comunes y los
vinos embotellados de este establecimiento,
han conquistado merecido crédito, y todas las
cantidades que de ellos elaboran los señores
Marenco y Cereseto no bastan á llenar la de
manda que tienen en nuestras plazas; deman
da que aumenta diaá dia.
Y fácilmente se comprende el que así su
ceda: los vinos elaborados por Marenco y
Cereseto son genuinos,— jugo de uva per
fectamente conservado,—y los precios á que
se expenden son inferiores á los de los líqui
dos dañosos que recibimos de España, Fran
cia, Italia y Portugal.
Todos los vinos de este establecimiento
que llegan á esta ciudad, son sometidos al
análisis de la Oficina Química Municipal, y
sin excepcion los certificados expedidos por el
Doctor Arata, jefe competentísimo de ella,
los declaran vinos buenos y puros.
Han, pues, triunfado al fin los infatigables
industriales, y sus trabajos se ven recompen
— 239 —
sados con los productos valiosísimos de su
establecimiento, y sus luchas con los triunfos
conquistados en todas nuestras exposiciones
y en la opinion pública.
Ménos feliz que su socio, el inteligente, la
borioso y progresista industrial Vicente Cere-
seto ha fallecido sin llegar á ver el desarrollo
inmenso y la grande altura á que ha alcanzado
el establecimiento que en condominio con su
digno compañero, dieron á la rica y hermosa
provincia de San Juan.
Ha reemplazado á Vicente Cereseto, su
hermano Juan, ilustrado é inteligente ingenie
ro piamontés, á cuyo cargo está la adminis
tracion del gran establecimiento vinícola.
III
El gran establecimiento de Marenco y Ce-
reseto está ubicado á pocas cuadras de la
plaza principal de la ciudad de San Juan, y
en hermoso y pintoresco sitio.
Sus inmensos edificios ocupan una super
ficie de cuatro cuadras cuadradas; y constan de
— 240 —
las bodegas subterráneas, las bodegas de fer
mentacion, los talleres de la destileriia, los
talleres de la tonelería, los grandes depósitos
y las oficinas de la administracion.
Todo este inmenso edificio está sólida y
convenientemente edificado.
Las bodegas subterráneas las forman tres
grandes naves paralelas, de setenta metros de
largo por catorce metros de ancho, cada una
de ellas.
Sobre estas se levantan otras naves, de las
mismas dimensiones, destinadas á depósitos.
Haciendo ángulo recto con las anteriores,
se ven otras dos grandes bodegas, cada una
de las cuales mide sesenta metros de largo
por cuarenta, una, y veinte metros de ancho,
otra.
A estas bodegas de tan grandes dimensiones
hay que agregar aun otra más, la cual tiene
un largo de sesenta metros por un ancho de
treinta.
La destileriia ocupa un salon que abarca
una superficie de terreno mayor de ochocien
tos metros cuadrados, en la cual funcionan
— 241 —
tres magníficos aparatos Egrot núm. 5, servi
dos por dos grandes calderas á vapor cons
truidas en el Rosario de Santa Fé en los
talleres de Mr. Ross. Los alambiques Egrot
son los mejores y más perfeccionados quehasta
hoy se conocen, y el tamaño núm. 5 es el
mayor de los que de ellos se construyen.
El movimiento de los líquidos se efectúa por
medio de numerosas y perfeccionadas bombas,
á las que pone en accion un gran motor á
vapor. Permanentemente funcionan de cua
renta á cincuenta de estas bombas, por medio
de las cuales se efectúa el trasiego de los
vinos.
Una gran parte de estas bombas son de
sistema prusiano, pero construidas por los
hermanos Borelli, de Asti, Italia; otras veinte
de ellas son de sistema Egrot á doble palanca
y de gran fuerza; y finalmente, otras á doble
palanca, y perfectamente concluidas, son
hechas en Buenos Aires por el inteligente
mecánico D. Emilio Minvielle.
En todos estos aparatos y útiles, que son
los más perfeccionados y más modernosque se
16
— 242
emplean hasta hoy en la fabricacion de vinos,
los Sres. Marenco y Cereseto tienen empleado
un gran capital.
Las grandes bodegas ya mencionadas están
ocupadas por veinte enormes pipones de roble,
capaces de contener cada uno de ellos 13,500
litros de líquido, y por doscientos gigantescos
toneles, algunos de los cuales contienen el
vino necesario para llenar 200 bordalesas.
El taller de toneleriia es el mejor y más
grande que tiene la República. El edificio
mide 100 metros de largo por 20 de ancho: allí
trabajan continuamente de 60 á 80 operarios
entre oficiales y aprendices. En este gran
taller muchos hijos del país han aprendido el
lucrativo y útil oficio de tonelero; y en este
oficio trabajan en Mendoza y otros puntos
de la República, debiendopor lo tanto contarse
este hecho entre los servicios que el país debe
á los progresistas industriales Marenco y Ce-
reseto.
Este importante establecimiento vinícola,
tiene un viñedo modelo de diez cuadras cua
dradas, todo él formado de viñas francesas
— 243 —
de los mejores tipos, y una moderna planta
cion de cuarenta cuadras cuadradas de viñas
francesas especiales, introducidas de Chile, en
donde han sido prolijamente elegidas.
Estas grandes plantaciones van á seguir
aumentando año por año con nuevos y esco
gidos ejemplares, pues tal es el propósito, y
para ello están preparados sus activos y labo
riosos propietarios.
El número de operarios empleados perma
nentemente en este establecimiento oscila
entre 8o ó ioo; mas, los trabajadores que allí
se ocupan durante los meses de Marzo á Junio,
—que es el tiempo de la cosecha y vendi
mia,—no bajan de 700 á 800.
De éstos, unos se ocupan en tomar de las
generosas plantas, los hermosos y delicados
racimos, otros en conducirlos hasta el yolero
— (hombre montado en muía con dos arganas
cónicas de cuevo),—los yoleros ocupados en
llevar su carga á los carros, y estos en tras
portarla á los talleres del establecimiento;
otros en las diversas operaciones que en las
bodegas se efectúan, y otros, en fin, en las
— 244 —
mil otras operaciones propias de la viticultura
y vinicultura.
E indirectamente á muchos otros hombres
Marenco y Cereseto dan trabajo. Pensad en
las fuerzas que es necesario emplear para
trasportar de San Juan á Buenos Aires 15,000
bordalesas de vino y en los cambios de tras
porte que es indispensable efectuar en el largo
trayecto, y tendreis una idea del número de
hombres que para ello son requeridos y de las
grandes cantidades de dinero que tan impor
tante producto de la industria nacional deja
en su camino desde los Andes al Plata.
Aun cuando ya hoy los vinos de Marenco y
Cereseto son conocidos y solicitados en todas
las provincias de la República, es, natural
mente, la capital de ella su principal mercado;
circunstancia que ha obligado á los activos
propietarios del gran establecimiento vinícola
á fundar en Buenos Aires un gran depósito
general de sus productos.
Este gran depósito y casa consignataria de
los vinos y cognac del establecimiento de
Marenco y Cereseto, gira en esta plaza y en
— 245 —
la del Rosario bajo la razon social de Marenco
y Compañia, y está al frente de ella el socio
fundador Eliseo W. Marenco.
Las operaciones de esta casa aumentan y
se multiplican diariamente; sus marcas comer
ciales á manera que van siendo más conocidas
van siendo más acreditadas, y la creencia
absurda que hace preferir un artículo falsifi
cado á uno puro y legítimo al ir perdiendo
terreno, lo va cediendo á los bien elaborados
vinos de los infatigables é inteligentes obreros
que fundaron y á tanta altura han levantado
un establecimiento que hace honor y es gran
fuente de riqueza para la República Argentina.
STILLER Y LAASS
litografía y tipografía
FABRICA DE LIBROS EN BLANCO
I
Ya se ven en el comercio y en la industria
dela República Argentina cosas y hechos,
como las cosas y hechos grandes y maravi
llosos que se producen y realizan en el comer
cio y la industria de los Estados Unidos de
Norte-América.
Cosas y hechos que solo allí y aquí se ven,
y que más que reales, fantásticas creaciones
parecen de visionaria mente, y que si no se
prueban con la incontestable evidencia de lo
visible y tangible no se creen.
— 247 —
Decid á los inteligentes industriales de las
grandes, poderosas y civilizadas naciones de
la Europa, que las riquezas que el suelo
argentino brinda al hombre laborioso son tan
tas, tan rápida la manera como progresan y se
desenvuelven su comercio y su industria, y
tan grande la facilidad de levantar una colosal
fortuna en esta tierra tan favorecida por el
Creador que, en bien conocida industria y de
honrada manera, dos inteligentes y activos
obreros, en solo cuatro años, empezando á
trabajar con insignificante capital y por sus
propios esfuerzos, han ganado el haber de
un establecimiento cuyas existencias dismi
nuidas en un 25 %, han sido aseguradas por
seis compañias en 190,000 pesos moneda
nacional oro sellado, y no os creerán.
Y si se duda y no se cree que tantas y tan
grandes sean las riquezas que al obrero tra
bajador ofrece la República Argentina, y que
tanta y tan grande sea la facilidad que hay
en ella de pasar de pobre jornalero á rico in
dustrial, verdad es, que poderosas razones hay
para que se dude y no se crea; pues aparte
-248 -
de lo sorprendente y maravilloso que encierra
el hecho de ganar en brevísimo lapso de tiem
po, de honrada manera, un gran capital, y en
no muchos meses convertir una habitacion de
trabajo, humilde y con bien pocos elementos,
en un vasto y valiosísimo establecimiento
industrial, lleno de máquinas movidas por el
vapor y con un inmenso depósito de materiales;
no se comprende, como siendo reales y ver
daderos, no se publiquen, no se refieran, y
gobernantes y gobernados llenos de legítimo
patrio orgullo, no traten de hacer conocer al
mundo entero, y en todos los idiomas habla
dos por los hombres, sucesos que de tan elo
cuente manera muestran la riqueza que tiene,
y el ancho campo que ofrece la República
Argentina á todos los que, al amparo de sus
liberales y protectoras leyes, quieran trabajar.
Mas, no debe ser así, y con ardoroso empe
ño debemos hacer conocer lo que los hom
bres de buena voluntad hacen y pueden hacer
en nuestra patria.
— 249 —
II
Apenas hace CUARENTA Y OCHO MESES
que dos jóvenes inteligentes, laboriosos y ac
tivos, establecieron en una pieza del fondo de
la casa calle San Martin 160, un modesto
y pequeño taller de litografia.
El capital con que contaban era poco, y el
crédito comercial relativo á aquel; mas en
cambio, el entusiasmo y la energia con que
contaban no tenian límites.
Dos erán los únicos obreros que trabajaban
en el humilde taller, Stillery Laass, fundado
res y propietarios de él.
Las horas que el trabajo lo exigia, los dos
socios, grabando ó imprimiendo, las pasaban
en el taller; pero así que uno de ellos podia
disponer de algunos momentos, se lanzaba á
la calle á buscar nuevos trabajos.
Pero, por pocos dias fué que trabajaron
solos, pues bien pronto tuvieron que tomar
operarios que les ayudaran á dar cumplimiento
á las órdenes que recibian, como bien pronto
— 250 —
tuvieron que ensanchar el local que ocupaban;
y así, de aumento en aumento, de adelanto en
adelanto, de progreso en progreso, siguieron
y siguen los hábiles industriales de una ma
nera extraordinaria y sorprendente.
Lo que Stiller y Laass han trabajado en esos
48 meses, y lo que han hecho y conseguido
en tan corto tiempo, menester es verlo para
creerlo; v así como no se da exacta cuenta de
la distancia recorida quien la salva en rapi
dísima carrera, no se dan ellos tampoco exac
ta cuenta de todo cuanto han hecho y de todo
cuanto han alcanzado.
Puede afirmarse que muy pocos y muy con
tados son los dias que han pasado, en los
cuarenta y ocho meses que hace que empeza
ron á trabajar Stiller y Laass, sin que hayan
realizado un adelanto, concluido un nuevo
ensanche de sus talleres, montado una nueva
máquina ó aumentado el número de operarios.
Empezaron en una sola pieza del fondo de
la casa, y pronto ocuparon todas las piezas
de un patio, y poco despues todo el piso bajo,
y despues el piso alto, y sin que pasara mucho
— 25i —
tiempo se techaron los patios, y luego se
hicieron galerias, y en seguida se levantaron
sobre los techos nuevas construcciones, se
ocuparonlos zaguanes y todos los rincones de
*a casa, y hoy toda la grande y espaciosa casa
es muy pequeña, y ha sido necesario tomar
otra casa y en ella establecer algunos talleres.
Al dar comienzo á sus tareas no tenian más
que una sola prensa de imprimir á mano, y
hoy pasan de ciento las costosas y perfeccio
nadas máquinas, que movidas por el vapor
funcionan allí, sin cesar, desde que el dia em
pieza hasta que el dia acaba.
La pequeña cantidad de piedras litográficas
con que contaban al instalarse, sube hoy á la
suma de 5000, que en vasta estanteriia se ven
convenientemente colocadas. En estas pie
dras se conservan numerosísimos grabados
originales.
Yesos aumentos de locales, y esas nume
rosas máquinas, y esos millares de piedras lito-
gráficas representan un haber ganado allí: son
frutos de la inteligencia, de la actividad y de
la constancia de dos hábiles industriales, y
— 252 —
nola inversion de grandes sumas introducidas
como capital.
Este sorprendente progreso á la par que el
gran valer de los obreros que lo han realizado,
reveíala portentosa riqueza que el país posee,
y la rapidez de los adelantos de todo género
que dia á dia hace.
El establecimiento fundado por Stiller y
Laass ha progresado, y ha trabajado y ha
ganado cual no lo ha hecho otro en tan corto
tiempo. Esto es debido exclusivamente al
trabajo, ala actividad, á la inteligencia y al
exacto cumplimiento en las compras y obliga
ciones de los jóvenes industriales.
Pero, cuando en Febrero de 1882, Stiller y
Laass abrieron su taller, muchos y muy bien
montados talleres del mismo género funciona
ban en la República, cuyo número léjos de
disminuir ha aumentado, como ha aumentado
el número de máquinas y aparatos de lamayor
parte de ellos, y todos ellos han trabajado y
han progresado en creciente progresion; lo que
prueba la riqueza del país y la rápida ascen
dente marcha de su industria y de su comercio.
— 253 —
Hoy este importantísimo establecimiento,
cuenta con todos los elementos necesarios para
producir en los diversos ramos industriales que
encierra, obras tan acabadas y perfectas como
las que salen de las primeras casas de Europa
y Estados Unidos. Entre las obras que le han
sido encargadas, y que ha terminado con toda
perfeccion, se encuentran mapas geográficos y
topográficos, cédulas hipotecarias, billetes
de Banco, acciones de importantes compañias,
libros en blanco para los Bancos Hipotecario,
de Italia y de Carabassa, hermosas impresio
nes tipográficas y elegantes y lujosas encua
dernaciones.
Una gran cantidad de cartones y cartulinas,
y más de 180 clases de papel de toda calidad
y tamaño, continuamente renovados, y cuyo
valor oscila entre 70,000 y 75,000 pesos mo
neda nacional, permiten á Stillery Laass satis.
facer todas las necesidades y gustos de su
numerosa clientela.
Este grande y bien organizado estableci
miento ocupa hoy trescientos operarios de
ambos sexos y de todas edades, entre los
— 254 —
cuales hay notables y distinguidos artistas.
El importe total de los sueldos que la casa
paga al mes á sus operarlos llega á la suma de
11,000 pesos moneda nacional, suma muy
superior al capital con que apenas hace 48
meses empezaron á trabajar Stiller y Laass.
Y como una prueba más de la importancia
del establecimiento de Stiller y Laass, consig
namos los siguientes exactísimos datos,
sobre el trabajo hecho por sus máquinas im
presoras durante el año 1885:
13.500,000 tiros tipográficos.
10.500,000 tiros litográfieos.
42.000,000 tiros numerográficos.
III
El gran establecimiento de Stiller y Laass
comprende las siguientes industrias: litogra
fia, cartografia, cromo-litografia, foto-tipia,
tipografia, estereotipia, galvanoplastia, encua
dernacion, fabricacion de sobres y fabricacion
de libros de comercio.
Un motor á vapor de fuerza de ocho caba
llos sistema Ruston, Proctor y Ca . pone en
- 255 —
movimiento las 18 máquinas de imprimir de
los más perfeccionados sistemas, que sin cesar
ocupan la tipografia y litografia.
En el mismo espacioso taller de impresio
nes funcionan tambien, continuamente, y mo
vidas por el vapor:
Una gran máquina para moler tinta.
Dos máquinas de cilindro para satinar papel,
carton, cromos y grabados para cajas de fós
foros.
Dos máquinas para cortar sobres y memo
randums; máquinas á las que corresponde un
gran surtido de moldes de todas formas y
tamaños.
Cuatro máquinas para cortar papel de los
mejores sistemas.
Una curiosísima y moderna máquina para
doblar y coser pliegos y folletos.
Un ascensor, movido tambien por el vapor,
destinado á subir y bajar á los diversos pisos
las formas y piedras que á cada instante se
emplean.
En el taller de los trasportes litográfieos,
— 256 —
inteligentes operarios ponen en movimiento á
10 prensas delos mejores modelos.
Allí tambien funcionan dos aparatos para
reducciones.
Y una prensa y todos los útiles necesarios
para hacer clichés al agua fuerte.
En departamento separado, una moderna
máquina de borrar vuelve á las piedras, nue
vamente, una limpia, lisa y suave superficie.
Doce artistas especialistas en grabados y
trabajos á pluma, lapiz y cromos, y seis apren
dices ocupan un hermoso y espléndido salon.
Ese salon es el taller de grabados y en él
funcionan las siguientes máquinas:
Una máquina universal para guilloch.
Un pantógrafo para billetes de Banco.
Cuatro máquinas de diferentes sistemas
para grabar.
El taller de tipografia del establecimiento
de Stillery Laass, es uno de los más vastos,
completos y ricos en material que tiene la
República.
En ese taller, 80 cajistas cómodamente ins
talados, tienen á su disposicion una inmensa
— 257 —
say completa variedad de tipos, con más de
400 clases de letras, para títulos ó encabe
zamientos.
Complementan los trabajos de la tipografia
los trabajos del taller de estereotipia y galva
noplastia, en donde prensas, formas, tornos,
cierras circulares, cepillos de fierro y demás
útiles y aparatos concernientes. se ven de
los más modernos y mejores sistemas.
Ocupan el cómodo taller de encuaderna
cion:
Cuatro prensas para satinar.
Tres máquinas de brochar para la encua
demacion de libros, folletos é impresos de
toda clase.
Una máquina para cortar papel.
Una máquina para cortar carton.
Una máquina para dorar á fuego.
Una gran cantidad de todos los útiles per
tenecientes al arte del encuadernador y un
grandioso surtido de letras y adornos de
bronce para el dorado de libros de lujo.
Y un completo surtido de pieles, telas, car
tones y papeles de una infinidad de clases y
17
-258-
precios, apropiados para la encuadernacion de
libros impresos y en blanco, albums y folletos,
desde el más lujoso al de más ínfimo precio.
Próximo á este taller está el taller en el cual
se fabrican los libros en blanco para el comer
cio y la industria.
Cuatro magníficas máquinas de rayar tra
bajan continuamente en este taller, en donde
hábiles operarios concluyen grandes libros
para Bancos é industrias, en nada inferiores á
sus similares extranjeros.
De 30 á 35 jóvenes mujeres, que ganan un
sueldo muy superior á lo que les produciria la
matadora aguja, en espacioso y cómodo taller
lleno de aire y luz, manejan con gran maestria:
Doce máquinas de diferentes sistemas para
numerar.
Cuatro máquinas de perforar.
Cuatro máquinas para timbrar papel, so
bres, etc., etc.
Y cuentan, revisan y empaquetan conve
nientemente y con suma prolijidad el papel
moneda, los billetes de loteriia, el papel sellado,
las letras de cambio y demás títulos y docu
— 259 —
mentos de valor que en ese taller se
numeran.
Muchos miles y miles de pesos, represen
tan los papeles que pasan por las manos de
las laboriosísimas mujeres que emplean Stiller
y Laass.
Aparte delos talleres descritos á grandes
rasgos, muchos otros departamentos impor
tantes tiene el grande establecimiento de que
nos ocupamos, en los cuales muchos hombres
y muchos niños cumplen la bendita ley del
trabajo; tales como el departamento del bar
nizado en donde las etiquetas comerciales é
industriales, y muchas otras lujosas impresio
nes cromo-litográficas, reciben hermoso brillo;
el departamento de las estufas en donde se
secan por medio de un fuego indirecto gran
cantidad de trabajos que tal procedimiento
requieren; el departamento de preparacion de
tintas, barnices, etc.
Y á más de estos y de todos los menciona
dos, el gran taller de fotografia áito en la calle
del Temple núm. 25, en donde los más moder
nos y perfeccionados útiles y aparatos, per
— 2Ó0
mitenáesta casa industrial hacer toda clase
de trabajos de foto-litografia, foto-tipia, oleo
grafia, etc.
Y cuando estos renglones escritos con el
entusiasmo y la alegria que se experimentan,
al ver la prosperidad y el engrandecimiento de
la patria amada, impresos en las hojas de un
modesto y humilde libro, se presenten al estu
dio y á la meditacion de aquellos que nos
favorezcan leyéndolos, nuevos operarios, nue
vas máquinas y nuevos talleres, habrán agre
gado á su grandioso establecimiento los acti
vos y progresistas industriales que lo han
fundado y á quienes pertenece; pues estimu
lados por el éxito y animados de un poderoso
espíritu de adelanto, Stiller y Laass no se de
tienen, y cada nuevo dia un nuevo elemento
de produccion y de riqueza agregan á sus gran
des y espléndidos talleres.
El orden y la disciplina establecidos entre
los numerosos operarios de este estableci
miento son dignos del mayor encomio; así
como el método y la exactitud en la contabi
lidad y cumplimiento de las órdenes y pedi
— 2ÓI
dos que recibe de los gobiernos, grandes
empresas y principales casas de comercio é
industria de la República.
Como las ruedas de exactísimo instrumento
cronométrico, los obreros de esta casa, giran,
cada cual, dentro de la órbita de sus atribu
ciones, complementándose y sin estorbarse,
ni incomodarse.
Desde los jefes de ella hasta la niña
más jóven del taller de numeracion, cumplen
con toda independencia y libertad las obliga
ciones que sus trabajos les imponen. Son
todos ellos los necesarios componentes de un
todo grandioso.
Rodolfo Laass es argentino y aunque Curt
-Stiller es compatriota de Guttemberg, ama
como á su patria á esta hermosa y rica tierra
nuestra, cuna de su esposa.
M. S. BAGLEY Y C\
HESPERIDINA
GALLETITAS FINAS
VARIOS PRODUCTOS
I
A M. S. Bagley le corresponde el honor de
ser el iniciador del progreso industrial en la
República Argentina, y á los productos elabo
rados por él, el mérito de haber sido los
primeros en reemplazar con ventaja á sus
similares extranjeros.
M. S. Bagley llegó al país en 1862; y dos
años despues, en 1864, fundó su estableci
miento industrial.
Obrero ilustrado é inteligente, M. S. Bagley,
comenzó sus trabajos industriales y la gran
tarea de hacer aceptar por el público los
— 263 —
productos de su fábrica, iniciando entre noso
tros un sistema nuevo y hasta entonces
desconocido en el país. La prensa, la palabra
escrita, fué la gran palanca que M. S. Bagley
puso en accion para acre ditar los productos de
la industria nacional y vencer las absurdas y
viejas creencias que se oponian á su desarrollo.
Un dia, una palabra impresa en las columnas
de todos los diarios y periódicos de la capital,
y en millares de carteles de cien variadas
formas y dimensiones, empezó á llamar la
atencion y excitar la curiosidad de todo el
pueblo.
La misteriosa palabra, cuyo significado na
die conocia, así como nadie sabia con que
objeto se publicaba, continuó apareciendo y
ofreciéndose á la vista en todas la publicacio
nes de esa época, en los muros de las esquinas,
en las veredas de las principales calles, en
los postes de los caminos y en todos los
parages frecuentados. Hasta los que no sabian
leer repetian esa palabra, tantas eran las
veces que la habian oido pronunciar, pregun
tando lo que ella significaba.
— 264 —
Al fin se descifró el enigma, se descubrió
la misteriosa incógnita y se hizo público el
significado de la rara palabra: era el nombre
de un licor fabricado en el país, por un indus
trial cuyo nombre era tan desconocido como
el del artículo elaborado por él.
La curiosidad pública despertada por el
nombre del licor estaba satisfecha; pero otra
mayor y más vehemente se habia despertado
y todos querian satisfacerla: probar la nueva
bebida.
M. S. Bagley habia, pues, conseguido su
primer gran triunfo: la Hesperidina era un
licor más agradable, más sano, mejor elabo
rado y bajo todos conceptos muy superior á
la mayor parte de los que se introducian del
extranjero, y por consiguiente era natural y
lógico esperar que seria aceptado y preferido
por los consumidores que lo probaran; y así
sucedió en efecto.
M. S. Bagley empezó á trabajar en muy
pequeña escala; pero la aceptacion y el gran
incremento que tomó el consumo de la Hes
peridina, lo obligaron bien pronto á dar un gran
— 2Ó5 —
ensanche á su fábrica, para lo cual construyó
un apropiado edificio en la calle de Maipú al
que trasladó sus talleres en 1868.
A pesar del inmenso consumo que tenia el
licor fabricado por él, el activo é infatigable
industrial no se dio por satisfecho, y en 1874
planteaba una nueva y muy importante indus
tria para el país: la fabricacion de galletitas
finas.
Antes de que Bagley estableciera su fábrica
de galletitas, pagábamos por ellas al extran
jero, muchos miles de pesos fuertes al año,
y consumíamos un artículo, por la destructora
accion del tiempo, ménos delicado y menos
sano que el elaborado en el país.
Como la Hesperidina, las galletitas de Ba
gley fueron aceptadas por los consumidores,
y la fabricacion de ellas tomó bien pronto
grandes proporciones.
En 1879, el activo é inteligente industrial
trasladó sus talleres al grande edificio de su
propiedad calle de Victoria esquina Saavedra,
en donde hoy se hallan instalados las oficinas
y departamentos de su fábrica.
— 266 —
Un año despues, el 14 de Julio de 1880,
M. S. Bagley, cuyo nombre debe escribirse
con letras de oro en los anales de la industria
nacional, se separó para siempre del lado de
los vivos. Su muerte fué sentida por todos
los amigos del progreso industrial de la
República Argentina.
Sus socios y compañeros de tareas, conti
nuaron y continúan, bajo la razon social de
M. S.' Bagley y Ca ., los negocios y la elabo
racion de los productos industriales de la
gran fábrica; y en obsequio á la verdad, á la
justicia, menester es declarar que son dignos
sucesores, por la actividad, la laboriosidad,,
por la inventiva y por el espíritu emprendedor
y progresista que los distingue, del fundador
de la casa industrial que dirigen y admi
nistran.
En 1882 se aumentaron los productos de
la gran fábrica de M. S. Bagley y O. con un
nuevo producto: el dulce de naranja.
267
II
El terreno que ocupa la gran fábrica, mide
75 varas de frente á la calle de Victoria por
75 á la calle de Saávedra.
Toda esta gran área de terreno, con excep
cion del espacio que toma un patio cuadrilá
tero, destinado á las operaciones de carga y
descarga, está cubierta por el techo de los
inmensos talleres de la fábrica.
Allí, á más delos departamentos destinados
á la fabricacion de la Hesperidina, las galle-
titas y el dulce de naranja, están también los
destinados á la fabricacion de envases, tales
como el de hojalateria, herreria mecánica y
carpinteria.
Entrando, á la derecha, están los escrito
rios; á continuacion el laboratorio, depósitos de
esencias y almacen donde se guardan rótulos,
corchos, cápsulas, cajoneriia, etc.; siguen los
depósitos para harina, azúcar y el dulce
de naranjas, en grandes envases;—debajo de
— 268 —
este depósito, está el sótano para la conser
vacion de la manteca;—más adelante se
encuentran dos depósitos con interior de már
mol blanco, uno para la manteca y otro para
la leche, destinados al consumo diario;—al
lado, sobre un pedestal en maniposteria, hay
un gran aparato de fierro galvanizado, con
cañeria á vapor para la depuracion de la man
teca, que pasa por un proceso especial antes
de ser depositada en el sótano;—contiguo á
dicho aparato, está instalado un alambique
para la destilacion de esencias y, en fin, dos
tachos á vapor para la confeccion del dulce.
Sobre esta seccion se encuentra el taller
para la decoracion de galletitas, cuyo trabajo
es ejecutado por niñas. En seguida se encuen
tra el departamento del motor y caldera, sobre
el cual se halla colocado un cuarto caliente
para la desecacion.
Pasando al gran taller de elaboracion, lo
primero que se encuentra son dos máquinas
malaxadoras para la mezcla homogénea de
la harina, azúcar, leche, huevos, manteca,
esencias, etc.; esta operacion dura de 8 á 15
— 269 —
minutos, segun lo requieran la densidad de la
masa y el trabajo á que fuere destinada,—
pasando de ahí á dos máquinas amasadoras
que, al mismo tiempo que suavizan la masa,
la transforman por medio de rollos en capas
largas y delgadas, pasando así á las má
quinas cortadoras, donde reciben el corte é
impresion, colocándose las galletitas automá
ticamente sobre las rejillas de alambres, debido
á una combinacion de telas y engranages,
pasando despues á los hornos mecánicos por
cuya otra extremidad salen ya cocidas, para
de ahí subir por un ascensor (noria) que corres
ponde á una cámara caliente, donde acaban de
cocerse y permanecen hasta el dia siguiente
á fin de concluir totalmente la evaporacion
acuosa, y de allí automáticamente pasan á la
balanza y de esta á su vez á los envases.
Los hornos tienen comunicacion subterrá
nea con las carboneras y la caldera.
A continuacion de las malaxadoras ya
citadas se ve una máquina para mezclar la
leche, el azúcar, las esencias y los huevos;
los que han sido ya batidos por otra máquina
especial para esta operacion, incorporándose
despues el todo en las malaxadoras.
En el mismo espaciosísimo taller central,
á más de las mencionadas, funcionan muchas
otras máquinas ingeniosas, entre las cuales
algunas han sido construidas en el taller
mecánico del establecimiento, y otras en él
modificadas y perfeccionadas.
Máquinas para batir masas semi-blandas;
máquinas para la confeccion de galletitas
amaretti, macaroni, plantillas, anillos, cric-
crac, Jamaica y Patti; máquinas para batir
azúcar, para rayar coco, para cortar corteza
de limon y picar corteza de naranja; máqui
nas para mondar almendras y para convertirlas
en polvo.
En el gran taller funcionan tambien, un
molino y cernidor para el azúcar, que cae en
un depósito con diferentes secciones, para de
allí sacarla más ó ménos pulverizada, segun
lo exija el trabajo á que se destine; un trans
portador Vaucanson para conducir y enfriar
rejillas; un tacho semi-fijo y dos oscilantes
calentados y movidos á vapor, para la confec
— 271 —
cion de confites, pralinas, etc.; un cernidor y
sassear para la perfecta limpieza y purifica
cion de las harinas, las que pasan á las mala
xadoras por conductos trasmisores ad-hoc.
Frente á la salida de los hornos están las
mesas de mezclar, pesar y envasar las galle-
titas y rotular las mismas, pasando luego al
depósito de expedicion.
A un costado del gran taller están situados
los de herreria-mecánicay carpinteria; talleres
que están dotados de todos los aparatos y
útiles necesarios para las refacciones indis
pensables á un establecimiento de la magnitud
del de M. S. Bagley y Ca.; y hasta para la
construccion de nuevas máquinas.
El depósito de hojalata ocupa un local
especial, de 50 metros cuadrados; en la parte
superior de éste y tambien del corredor del
ala izquierda del patio se encuentra el taller,
al que se sube por una escalera que es al
mismo tiempo ascensor, por cuyos bordes
sube una zorra sobre rieles embutidos en los
maderos de aquella, llevando así los cajones
de hojalata del depósito al taller; en este se
— 272
encuentran al entrar: tres máquinas cortadoras-
de hojalata, un torno para apretar, otro para
formar visagras, una máquina para apretar
refuerzos de tapas, dos pestañadoras, una
prensa excéntrica, otra para apretar tapas y
fondos, otra para hacer costuras de envases
sin soldar, otras para hacer bordes, dos para
soldar bordes, dos para soldar tapas y fondos
de tarros, una giratoria para soldar tapitas de
tarros despues de llenados con dulce, otra
para soldar costados de tarros, una para for
mar cajas cuadradas chicas, otra para formar
cajas cuadradas grandes, una para formar
fondos de cajas, otra para formar ángulos,
otra para entubar, una prensa á tornillo, cinco
fraguas y muchas otras para las múltiples
operaciones que exige la inmensa cantidad
de varios envases que la fábrica usa, así
como tambien todos los útiles y herramientas
necesarias.
La primera operacion que se efectúa en el
departamento destinado á la elaboracion de
la Hesperidina es el lavage de las botellas, que
se hace con la mayor pulcritud, desechán
— 273 —
dose la que no esté en perfecta condicion para
ser utilizada; en seguida se embotella la Hes-
peridina: esta operacion se efectúa llenando
140 docenas de botellas en dos horas y
media, para lo cual se emplean: una máquina
automática para embotellar y otras para poner
corchos, para apretar las cápsulas, para mar
car los corchos, para imprimir sobre los cajo
nes, para numerar rótulos, tres para cortar
rótulos; allí se ven tambien una prensa para
naranjas, un aparato de filtracion automático,
etc., etc. En el mismo departamento están
depositados las botellas vacías y cajones desar
mados,—los que se arman allí mismo.
En el mismo local se rotulan los tarros de
dulce que vienen llenos y soldados del gran
taller, se encajonan, se imprime la madera de
sus cajones y una vez rotulados éstos, como
tambien los de la Hesperidina, son llevados al
depósito de expedicion, prontos para ser remi
tidos á cualquier punto de la República.
Contiguo á este departamento se encuentra
el gran depósito de inflamables, rodeado de
todas las precauciones requeridas; en él se
— 274 —
depositan el alcohol, los fósforos de Bryant y
May—de los cuales estos fabricantes son
únicos introductores—y todas las demás ma
terias inflamables que requieren los diversos
artículos que elaboran.
En el espacioso departamento de expedi
cion están depositados, en diferentes seccio
nes, y en grandes cantidades, las "3 Cosas
Buenas", formando grupos segun clase del
artículo, tamaño de su envase ó condicion de
embalage; preparándose allí los armazones para
formar los lios, de mayor ó menor resistencia,
ya sean para provincias lejanas, exterior ó
para la ciudad,—los lios son patentados como
privilegio de la casa, por la conformacion
especial de sus esquineros, que son de una
sola pieza y abrazan los ángulos de los env?.-
ses, para cuya confeccion tienen una sierra
circular combinada movida á vapor por medio
de un curioso juego de correas.
III
Si bien es cierto que, por medio de la pala
bra escrita, y más propiamente hablando, por
— 275 —
medio de los avisos, permanente, sistemática
é ingeniosamente publicados, Bagley logró
despertar la curiosidad pública y hacer cono
cer los productos de su fábrica, la verdad es
que, la aceptacion y el gran éxito, así de la
Hesperidina como de las galletitas y de_l
dulce, se deben al mérito intrínseco de esos
productos de la industria nacional, y á su real
y positiva superioridad sobre sus similares.
Si despues de 22 años de su aparicion en
el mercado, la Hesperidina tiene una gran
demanda, y de un extremo á otro de la Re
pública, en las ciudades y en los campos, y
en las lujosas moradas de los ricos, de igual
manera que en las humildes viviendas de los
pobres, se consume y usa en reemplazo de
otros licores, es únicamente debido á la pureza
y bondad de los productos con que se elabora,
y á la perfeccion con que sus fabricantes han
llegado á fabricarla.
Y si las galletitas, son hoy preferidas á las
que envian al país las más renombradas y
antiguas fábricas extranjeras, es debido á la
misma causa. Harina de primera calidad,
— 276 —
manteca de vaca, azúcar refinada, esencias
finas, huevos y leche, son los ingredientes
únicos, que combinados en diversas propor
ciones, emplean estos fabricantes para elabo
rar las varias clases de sus delicadas galle-
titas. Ingredientes puros, frescos, escrupulo
samente conservados.
No es posible elaborar un producto con
mayor prolijidad y con más limpieza, que la
prolijidad y la limpieza con que en la fábrica
de M. S. Bagley y O., se elaboran las galle-
titas.
Por medio de un ingenioso procedimiento,
una cantidad conveniente de harina, pasa de
un depósito á la poderosa máquina de ama
sar; de igual manera va á la misma en la debi
da proporcion, molida, tamisada y pesada, el
azúcar; despues de batidos y bien mezclados
por medio del vapor, de mecánica manera, se
agregan, los huevos y la leche, y en seguida
de aditadas, con la misma prolijidad, la man
teca y la esencia necesarias, con vertiginosa
rapidez gira la máquina. Pocos instantes des
pues, automáticamente, aquella máquina en
— 277 —
trega, ya bien preparada, á grandes y pulidos
cilindros de acero, la masa que estos adelga
zan, laminan y mecánicamente pasan á la má
quina cortadora, la cual, despues de cortar, por
medio de moldes—saca-bocados—de acero,
la masa, en la forma correspondiente á
cualquiera de una de las ochenta clases de
gaüetitas que se fabrican, las va colocando
en rejillas de alambre que una cadena sin fin
introduce y saca de los grandes hornos, á fuego
indirecto, en donde se cocen por medio de un
calor siempre igual y de igual manera.
Veinte minutos despues de principiada la
elaboracion, podeis comer convertida en rica
masa aquella harina, azúcar, manteca, huevos
y leche con que habeis visto fabricar, sin ser
tocada por la mano del hombre, y por medio
de ingeniosas máquinas, blanca y tierna y
sabrosa galletita.
Con no menores cuidados y esmero se hace
el dulce de naranja.
En los 22 años de establecida que cuenta
esta fábrica, ha recibido en Exposiciones euro
— 278 —
peas y americanas 22 premios, entre los que
se cuentan tres grandes medallas de oro.
Hoy, en los diversos talleres de esta gran
casa industrial, se ocupan permanentemente
noventa personas en cuyo número están com
prendidas algunas jóvenes mujeres; y á mu
cha mayor cantidad de personas proporcionan
trabajo indirectamente, los grandes industria
les M. S. Bagley y O.
ALEJANDRO DAUL Y IX
VELAS ESTEÁRICAS
GLICERINA Y ESTEARINA
JABONES DE OLEÍNA
Constancia, laboriosidad, actividad, valor,
energia y mucho amor al trabajo, á la indus
tria y al progreso revela el carácter de Ale
jandro Daul. Francés de orígen pero argen
tino por simpatia y por su larga estadia en el
país, ha desempeñado sucesivamente varias
artes y oficios.
Lo hemos conocido profesor, dependiente
de comercio. Despues estableció una chan
cheriia, fué arrendatario del mercado Lorea,
abastecedor, mataderista, fundó una fábrica
de sebos, grasas y jabones.
— 28o —
En estas variadas empresas, algunas le
dieron resultado, otras no; pero siempre salia
honradamente, dejando bien sentados su pro
bidad y su buen nombre.
Lo hemos visto en las varias Asociaciones á
que pertenecia, poner desinteresadamente su
contingente de luz y buena voluntad al servi
cio de ellas.
En el Club Industrial tomó parte activa en
las exposiciones que se celebraron en Buenos
Aires y en Paris, y en todas las medidas acer
tadas que ese Club desde su fundacion tomó
en pro de la industria.
Coadyuvó poderosamente á la prosperidad
de la Sociedad Filantrópica Francesa en cuya
Comision militó algun tiempo; fué el prota
gonista y el primer Presidente de la hermosa
fiesta de St.-Cloud, cuya repeticion anual
procura por medio de diversiones honestas y
amenas, alivio á muchas miserias y socorro
á muchos necesitados.
En la fundacion del Asilo de Niños Des
validos, hecha por el Club Industrial, tomó
una parte activa y formó parte de la primera
— 28l —
Comision Directiva que instaló y regenteó este
establecimiento, llamado á un provechoso por
venir.
Espíritu claro, imparcial, de buena y fácil
concepcion, está siempre preocupado de lo
que pueda dar porvenir y gloria á las Asocia
ciones en las cuales milita. Ahora lo encon
tramos al frente de la gran fábrica á vapor de
velas de estearina, glicerina y jabones esta
blecida en compañia de C. Meric desde 1884.
El éxito favorable de esta industria se vió
desde el primer instante; la clase y calidad de
los productos superaba á los introducidos del
extranjero. Dos medallas de oro obtenidas
en las Exposiciones de Mendoza y San Juan
premiaron sus primeros esfuerzos. La de
manda de sus productos llegó á ser tan grande,
que trabajando dia y noche no se llegaba á
satisfacerla. El éxito era completo; pero no
por eso descansaban estos infatigables indus
triales. Se les encontraba siempre ocupa
dos en tratar de mejorar tanto el producto
como la manera de obtenerlo, cuando un
hecho fortuito y terrible vino á destruir una
— 282 —
importantísima parte del edificio, material y
capital del gran establecimiento.
En pocas horas las llamas de un devorador
incendio que tuvo por orígen la explosion de
uno de los saponificadores, ocasionaron una
pérdida de más de 110,000 pesos moneda
nacional, en mismo tiempo que la muerte de
5 obreros que cayeron víctimas del deber al
pié de la fatal máquina.
Los dueños del establecimiento, disimulando
su legítimo dolor, rindieron los últimos debe
res á las desgraciadas víctimas, llevando el
consuelo á sus desgraciadas familias, para
las que hicieron todo cuanto les fué posible.
Esto concluido, se consultaron y estudia
ron el modo como podian reedificar y reem
plazar lo destruido para volver otra vez á la
tarea; lo consiguieron, porque hemos visto el
establecimiento levantarse nuevamente: esto
prueba que estos industriales están dotados
de un carácter que la adversidad ni los con
trastes doblegan y pasan por sobre los obstá
culos teniendo la vista siempre fija en el
punto que han determinado alcanzar. Hace
— 283 —
mos los más sinceros votos para su prospe
ridad y el porvenir del gran establecimiento
al cual dedican toda su inteligencia, celo,
contraccion y trabajo.
II
El gran establecimiento industrial de Ale
jandro Daul y (X, está situado en Barracas
al Sud (Provincia de Buenos Aires) y ocupa
una área de 63 metros sobre la calle Libertad
por 225 metros sobre la calle Colon; lo que
forma una área de 13,965 metros cuadrados,
la mayor parte de los cuales ocupados por el
edificio.
El frente de la calle Libertad lo ocupan la
casa habitacion del director y las oficinas de
contabilidad y laboratorio, siguiendo á con
tinuacion los grandes galpones ocupados por
las distintas secciones de la fábrica.
En el primero cuya anchura es de 18
metros por 30 de largo, se encuentran las
calderas á vapor, que son dos: estas calderas
son horizontales á foyer central, amovibles,
— 284 —
tubulares, de 6o caballos de fuerza cada una, y
han sido fabricadas por la Société Céntrale
en Pantin, cerca de Paris, siendo de una
sólida y vistosa construccion á la par que
de una gran economia de combustible en pro
porcion del vapor que producen; al lado se
encuentran todas las piezas que forman parte
del sistema de saponificacion acuosa, privi
legiado por el Superior Gobierno y que con
siste en dos grandes saponificadores de cobre
de 3 centímetros de espesor, de 3 metros de
altura por 1 de diámetro; estos aparatos han
sido probados á la presión de 25 atmósferas.
A la derecha está un gran sube-caldo que
opera la introduccion delos sebos en los sapo
nificadores; á la izquierda está un gran depósito
autóclave de cobre, de 15 milímetros de espe
sor, de 1 m. 75 de diámetro por 3 de alto,
sostenido á la altura de 4 metros por 5 colum
nas y que recibe bajo presion los productos
delos saponificadores cuando la operacion en
ellos está terminada. Atrás se encuentra
el alambique destilador de cobre de 15 milí
metros de espesor, de forma ovalada, mi-
- 285 -
diendo 2 m. 50 de diámetro por 1 m. 50
de altura. Adelante hay otro alambique de
fierro fundido de menor capacidad que sirve
para destilar los restos y extraer el alquitran
que se produce en la destilacion. Otro sube-
caldo de cobre, colocado bajo tierra, permite
lanzar los productos de la destilacion á las
tinas de lavado.
Dos enormes refrigerantes con serpentines
de cobre y enfriados por agua que cae del
gran depósito, completan con dos bombas
aspirantes el material de este galpon.
Este galpon está en comunicacion con otro
que mide 40 metros de largo por 20 de
ancho, donde al entrar á la izquierda notamos
á la altura de 4 metros cinco grandes depósitos
forrados de chapas de plomo con serpentin á
vapor para hacer los lavados de los ácidos gra
sos á la salida del alambique; abajo y bajo una
bóveda de material y fierro sólidamente cons
truida, un gran depósito igualmente forrado
de chapas de plomo de 5 milímetros de espe
sor, de cuatro metros de largo por 5 de ancho
y 2 de profundidad, que sirve para recoger la
— 286 —
oleina que escurre de la prensa á frio. Al lado,
un hermoso motor de fuerza de 15 caballos,
da movimiento á la trasmision que recorre
todo el largo salon y á las trasmisiones
intermediarias; en seguida están las prensas á
frio y en caliente, ambas horizontales y de
doble efecto, resistiendo á una fuerza de
400,000 kil.; tienen 5 metros de largo. Las cha
pas de la prensa en caliente son de acero en
número de 40 y huecas para ser calentadas por
el vapor que es conducido por 40 caños que,
como las cuerdas de un arpa, atraviesan
desde arriba de la prensa á las chapas.
En frente de las prensas están sobrepuestas
unas seis grandes tinas de madera con serpen
tin de vapor, igualmente enchapadas de plomo,
para efectuar el lavado de los productos una
vez salidos de las prensas.
En continuacion están las máquinas de
amoldarlas velas estearinas, en número de 10.
Estas máquinas, muy ingeniosas al par que
sencillas, permiten amoldar cada una 100 velas
en cada operacion, pudiéndose hacer tres ope
raciones por hora.
— 287 —
En seguida unos estantes con moldes per
miten el recibo y enfriamiento de la estearina
destinada á ser purificada por una doble
presion; al frente una hermosa máquina cor
tadora y pulidora, corta las velas del tamaño
pedido, al mismo tiempo que les da ese pulido
y brillantez que las caracteriza, y una máquina
de marcar las velas.
Tres baños maria de plomo y fierro esmal
tado y una exoradora para la preparacion y
desecacion de las mechas, están colocados en
seguida.
El depósito de bombas, compuesto de dos
bombas hidráulicas para las prensas fria y ca
liente y dos para el acumulador, hacen produ
cir á las prensas la presion que se les exige,
segun la calidad del producto que se les
somete. En el medio del salon está el acumu
lador hidráulico en el cual el agua está á la
presion de 60 atmósferas, lo que corresponde
á una presion de 40,000 kilóg. y que á volun
tad y segun la necesidad influye sobre uno
de los dos pistones de cada prensa, comuni
cándole la fuerza acumulada.
— 288 —
En un ángulo hay una linda •calderita loco-
móbil con su motor de la fuerza de 5 caba
llos, que funciona continuamente, poniendo
en movimiento las bombas que elevan el agua
á los depósitos. Al lado un gran algibe de
20,000 litros de capacidad, recibe el agua de
pozo artesiano.
El pozo artesiano está forado en el centro
de la fábrica y el agua se eleva sola por un
caño de dos pulgadas en una proporcion de
4000 litros por hora; el agua es potable y
surge de una profundidad de 90 metros, á 4
metros arriba del nivel del piso.
La perforacion de este pozo habia sido
abandonada por varios poceros que llegados
á 60 metros juzgaron imposible poder llegar
más abajo; pero estos industriales con una
tenacidad que las dificultades no vencen, con
tinuaron la obra y alcanzaron el agua tan
deseada. Creemos que es el único en la
República despues del construido por el inge
niero Sourdeaux y que costó más de 60,000
pesos fuertes. En la fábrica hay otros dos po
zos surgentes á una profundidad de 20 varas;
— 289 —
pero en esos parages el agua está muy salada,
por cuyo motivo no se puede emplear.
En seguida de este galpon, hay otro de 18
metros de largo por 12 de ancho, donde están
las máquinas de cortar el papel, de estampar
los cajones, las mesas de empaquetar, etique
tar, encajonar, marcar, etc., etc. Arriba en el
primer piso, del mismo tamaño, hay una
infinidad de catres donde se exponen las velas
antes de empaquetarlas.
Al lado de este taller está el depósito de
papel, mechas, productos químicos, etc., que
la fabricacion necesita diariamente.
Más léjos se hallan las sierras circular y sin
fin para aserrar y dividir las maderas para la
fabricacion de los cajones para envase de las
velas, y al lado del torno la máquina de aguje
rear, todo movido por la trasmision, la carpin
teriia, la fragua, etc., etc., porque la mayor parte
de las reparaciones y mejoras tanto en el esta
blecimiento como en la maquinaria, se hacen
en la misma fábrica.
En una parte separada están 4 cuartos
donde están encerrados los estantes que Iso
19
— 290 —
portan los moldes para la cristalizacion y
enfriamiento delos productos que deben pasar
por las prensas. Un sistema ingenioso per
mite que estos moldes se llenen los unos por
los otros.
Volviendo sobre nuestros pasos, encontra
mos al lado del taller de las calderas, otro
gran galpon de 50 metros de largo por 18 de
ancho; ahí están colocados 5 grandes tachos
de 3 metros de alto por 3 de diámetro, muni
dos todos de un serpentin en espiral de 22
metros de largo y de 80 milímetros de diá
metro, en los que se prepara el jabon de oleina;
y en el fondo los depósitos conteniendo la olei
na, las legias, etc., y las canchas para el jabon,
2 otros tachos á fuego directo que permiten
la preparacion de legias y jabon especial, depó
sitos para derretir y purificar el sebo, el con
densador de la glicerina, los tachos de prueba,
los tachos de estañar y fundir, los moldes, las
mesas de cortar y encajonar el jabon, llenan
este galpon. Agreguese que todos los galpones
están sólidamente construidos de material de
lo mejor, que todos los utensilios, calderas, etc.;
— 291 —
están en mamposteria de ladrillo de mol
de que forman un hermoso conjunto, y se
verá que esos industriales eran hombres de
buen gusto que ponian su orgullo no solo en
la calidad de sus productos, sino tambien en
la buena distribucion y artístico agrupamiento
de todo el material destinado á la fabricacion.
Los pisos son de piedra una parte y el resto de
hormigon, hecho con cimiento Portland y
arena de Montevideo. Todos los talleres reci
ben su luz por grandes ventanas de fierro
distribuidas todo al rededor, y de noche de
una máquina dinamo-eléctrica que alumbra
unas 30 lámparas incandescentes dando, cada
una de ellas, una luz de 20 bugias.
La fábrica produce por dia unos 200 cajo
nes de 25 paquetes de velas estearinas, unos
240 kilos de glicerina y unas 400 á 500 arro
bas de jabon de menage.
Cantidades que van prontamente aumen
tando, pues para ello han preparado los pro
pietarios del establecimiento, los necesarios
elementos al volverá levantar su gran fábrica.
Modificado convenientemente el sistema de
— 292 —
elaboracion, tomadas todas las medidas pre-
caucionales tendentes á evitar un nuevo
siniestro, y contando con un personal compe
tente y con el capital que es menester á esta
grande industria, en no lejano tiempo, la perse
verancia, la laboriosidad y la energia de Daul y
de Meric habrán sido justa y merecidamente
recompensadas pecuniariamente, y tendrán la
satisfaccion de haber contribuido poderosa
mente á independizarnos del extranjero coope
rando al crecimiento de la riqueza nacional.
LUIS CERRANO
FÁBRICA DE CAL
I
Luis Cerrano llegó á la República Argenti
na el ii de Abril de 1872.
Despues de largos años de ímprobos traba
jos y de duro batallar, cuando iba á recibir
merecido premio, herido por atroz injusticia,
resolvió abandonar el suelo de la patria, para
buscar en el que baña el magestuoso Rio de la
Plata, los medios de realizar los proyectos
industriales que, desde bien temprana edad,
comenzaron á germinar en su mente.
Hombre estudioso y ávido de conocimien
tos útiles, Cerrano, al elegir á la República
Argentina, no procedió de inconsciente manera,
cediendo á extrañas opiniones ú obedeciendo
— 294 —
á la fuerza de hechos y circunstancias even
tuales; no, se dirigió á esta tierra privilegiada
porque sabia que en ella más que en ninguna
otra encontrariia libertad, riquezas y ventura.
Sabia Cerrano, antes de salir de Italia, cuan
respetados y cuan amados por los hijos de
esta tierra, son los hombres honrados y labo
riosos que vienen á ella en procura de de
rechos y de fortuna; sabia que muchos miles
de compatriotas suyos, de Italia emigrados
sin ninguna instruccion y sin ningun capital»
viven ricos, felices y tranquilos al amparo de
nuestras liberales y protectoras leyes; sabia
que la exuberante magnificencia de los do
nes con que la Providencia dotó á la Repúbli
ca Argentina, permiten ver en ella alcanzados
los más altos fines, realizados los más grandes
propósitos, satisfechas las mayores aspiracio
nes que al número de lo que es posible al hom
bre pertenecen; y por eso, lleno de fé y de
esperanza se dirigió á ella, prefiriéndola á todas
las demás naciones de la tierra.
Acostumbrado desde niñoá sufrir yá lidiar
en los rudos combates dela vida, la escasez
— 295 —
de dinero y la falta de relaciones y amigos en
el país á que se dirigia, no le hicieron vacilar,
y salió de Europa para América con la fir
me creencia de conseguir en esta, lo que en
aquella no pudo conseguir: la recompensa que
merecian sus trabajos industriales y sus nota
bles y utilísimos inventos.
II
Luis Cerrano, nació en Ponte-Sturla, pro
vincia de Casale, en el Monferrato, el 12 de
Enero de 1844.
Muy poco tiempo gozó de los maternales
cariños; y no muchos años despues, los besos
de la madre fueron reemplazados por los cas
tigos de la madrastra.
A los ocho años de edad, el pobre niño,
cansado de sufrir, huyó del paterno hogar, y
se refugió en la casa de un tio suyo, fabricante
de cal y de toda clase de obras de cerámica,
industrias en las cuales trabajaba tambien
su padre, y en las que habia trabajado asi
mismo su abuelo. Han, pues, ejercido la
— 296 —
misma industria en que Luis Cerrano se ha
enriquecido y conseguido grandes triunfos,
sus antepasados, desde muchos años atrás.
Este acto de valor, esa prueba de fuerza de
voluntad en tan tierna edad, le valió á Cerrano
el apoyo y la proteccion de su tio, el que aceptó
la responsabilidad de educarlo, colocándolo
al efecto, en calidad de pupilo, en una de las
mejores escuelas de Turin.
Allí estudió Cerrano tres años, distinguién
dose por su aplicacion, por su obediencia, y
sobre todo, por el empeño con que emprendia
sus tareas, y la constancia y la energia con
que las continuaba hasta terminarlas.
Pasó en seguida á un colegio superior en el
cual hizo rápidos adelantos en física, química,
arquitectura y dibujo. Se proponia seguir la
carrera de ingeniero; pero no pudo continuar
sus estudios y tuvo que pasar al estableci
miento industrial de su tio, en donde inmedia
tamente empezó á trabajar, y á aprender el
arte de hacer cal y el de fabricar toda clase
de obras de cerámica.
A los dos años de aprendizage Luis Cerrano,
— 297 —
era ya un verdadero y completo maestro
en las industrias á que habia dedicado su inte
ligencia y su actividad. Las especies y con
diciones de las diversas clases de materia
prima, las calidades y precios delos combusti
bles, la importancia y uso de los aparatos é
instrumentos, las operaciones y transforma
ciones químicas y mecánicas de las elabora
ciones, y el costo y valor de los productos; de
igual manera como los procedimientos y
secretos industriales pertenecientes al arte de
fabricar cal y artículos de cerámica le eran
perfectamente conocidos, y no solo le eran per
fectamente conocidos, sino que sobre todo ello
habia sériamente meditado.
A los 1 8 años de edad, Cerrano, que habia
observado los defectos de los procedimientos
antiguos y no modificados desde su invencion,
y que habia estudiado las reformas y cambios
que convenia introducir, animado de un gran
espíritu de adelanto y progreso, empezó á pro
poner á su tio, propietario del establecimiento
industrial en que trabajaba, una serie de im
portantes innovaciones.
— 298 —
A pesar de la evidencia con que Cerrano
mostraba á su tio, las ventajas de las reformas
en los procedimientos industriales que le pro
ponia, solo fueron aceptadas aquellas ménos
importantes, y muy paulatinamente. El espíritu
conservador del propietario de la fábrica, y el
amor á la rutina delos viejos operarios, recha
zaban tenazmente los proyectos del jóven
inventor.
Cerrano, con la perseverancia y la tenaci
dad propias del hombre de voluntad poderosa
que lucha en pro de grandes propósitos,
seguia sus estudios, á la vez que su prédica
innovadora, sin dejarse abatir por las dificulta
des y la oposicion que á sus proyectos ha
dan todos los que le rodeaban, á pesar de
haber dado las reformas aceptadas por su tio,
•os mejores y más grandes resultados.
¡Ah, muchos obstáculos debe resolverse á
salvar en su camino, quien pretenda del pro
greso ser acreedor!
Del combustible consumido y del calor
alcanzado y aprovechado depende la existencia
y la prosperidad de todas las industrias, cuyos
— ¿99 —
productos han menester de un grande y muy
duradero fuego.
Así pues, en las fábricas de cal, en las fá
bricas de cristales y en las fábricas de todos
los productos industriales cuya elaboracion
exige un gran calor, los hornos ocupan el pri
mero y más importante lugar.
No podia pues, Cerrano, dejar de ocuparse
de la manera más seria y preferente de tan
importante y fundamental cuestion. Los hor
nos, el combustible que consumian y el calor
que se aprovechaba, preocuparon desde el
primer momento al jóven inteligente indus
trial.
En el establecimiento de Ubaldo Cerrano,
en Casale, los hornos que se usaban eran
iguales á los que encendian todas las fábricas
italianas desde mucho tiempo antes; hornos
que consumian una cantidad de combustible
sin relacion alguna con el calor que permitian
utilizar. Era por lo tanto incontestable, que
habia una pérdida real, y esa pérdida no se
ponia en duda; pero no se habia encontrado
el medio de evitarla, aun más, se creia inevi
— 3°o —
table, fueran cuales fueran las modificaciones
que se introdujeran en la construccion de los
hornos, y en consecuencia, los fabricantes ad
mitian esa pérdida como pérdida necesaria.
En los hornos antiguos, una vez cargados,
se encendia el fuego que los calentaba, y así
que terminaba la coccion de los artículos que
encerraban, se les dejaba apagar; y luego de
estar frio el horno se descargaba y se volvia
á cargar y nuevamente á calentarlo. Estas
sucesivas alternativas ocasionaban, como es
fácil comprender, una gran pérdida de calor.
Reflexionando sobre esto, Luis Cerrano,
en un momento feliz, concibió una grande
idea: sustituir los hornos de fuego alterna
tivo por hornos de fuego contínuo: construir
hornos que pudieran cargarse y descargarse
sin necesidad de apagar el fuego que los
calentaba.
Desde el instante en que tan brillante idea
iluminó su cerebro, el jóven Cerrano resolvió
firmemente no descansar hasta no verla con
vertida en un hecho.
En seguida, comenzó á estudiar teórica
— 301 —
mente el árduo y difícil problema. Comparó,
analizó y meditó mucho y por mucho tiempo.
Las horas que las diarias tareas que pesa
ban sobre él, le dejaban libres, pasábalas el
pensador niño encerrado en su gabinete de
estudio. Allí, solo, y sin hacer conocer de
nadie los trabajos en que se ocupaba, ideaba
un horno, lo dibujaba con todos sus detalles,
calculaba sus probables ventajas, lo compa
raba con los que anteriormente habia estu
diado, lo modificaba y perfeccionaba.
Así continuó Cerrano hasta que creyó ha
ber resuelto en teoria el gran problema.
Era menester obtener prácticamente el
mismo resultado.
Con tal propósito, construyó un pequeño
horno bajo el plan de su invencion que habia
adoptado.
El jóven inventor tuvo la inmensa satisfac
cion de ver confirmadas por los hechos sus
teorias. En la práctica habia obtenido los
grandes favorables resultados que le daban
sus cálculos.
Pero el ensayo habia sido hecho en muy
— 302 —
pequeña escala y menester era hacerlo en otra
mayor; pero estos ensayos exigian tiempo y
dinero, y Cerrano no disponia ni de tiempo ni
de dinero; fué entonces que comunicó al pro
pietario del establecimiento su invencion, y le
propuso someterla á una prueba práctica en
una escala conveniente. La proposicion no
fué aceptada, y á pesar de las evidentes de
mostraciones del joven inventor, y de los re
sultados prácticos obtenidos en el primer
ensayo de su horno, sus pedidos no le fueron
acordados.
A pesar de este inconveniente, Luis Cer
rano no se desalentó y continuó sus estudios
y sus experimentos, cada dia más convencido
de la exactitud de sus cálculos y de la impor
tancia de su invencion.
Aprovechando todas las oportunidades que
se le presentaban para insistir sobre sus pedi
dos, y probando con su constancia, y con
su amor al trabajo, y con su amor al estudio,
que, á pesar de sus pocos años, -merecia ser
atendido y sus proyectos debidamente estu
diados, iba poco á poco ganando terreno en
el ánimo de su tio.
— 3°3 —
Al fin, despues de algunos años de lucha y
de trabajo, venció Cerrano.
Completamente consagrado al estudio y
al trabajo, habia economizado todo cuanto
por sus servicios habia recibido en recom
pensa; pero este capital exclusivamente suyo,
no le bastaba para realizar sus propósitos,
aunque sí le bastaba para colocar á su tio en la
alternativa de prestarle toda su cooperacion ó
dejarle en libertad de buscar quien se la pres
tara. Optó el protector de Cerrano por lo
primero, y dió á éste la facultad de emplear el
dinero y el tiempo que hubiera menester, para
construir el horno de su invencion en la escala
que deseaba, y hacer todos los ensayos y
experimentos necesarios.
Con el entusiasmo y el ardor propios de
quien al fin emprende obra que por mucho
tiempo deseó emprender, Luis Cerrano dió
comienzo á la construccion de su horno á
fuego contínuo.
En apartado lugar y solo auxiliado por tres
oficiales albañiles, Cerrano abrió los cimien
tos de su horno. Más de un año duró la obra;
— 3°4 —
y fué tanta la contraccion de Cerrano y tanto
lo que en ella trabajó, que al terminarla su
salud estaba bien quebrantada. De las veinti
cuatro horas de muchos dias veinte las pasó
en pié.
Se cargó el horno con piedra caliza y se le
dió fuego. Los resultados coronaron con un
gran éxito los constantes esfuerzos del jóven
inventor.
El horno de Cerrano á fuego continuo no
solo duplicaba las ganancias en la elaboracion
de la cal, á consecuencia de la grande econo
mia del combustible gastado, sinó que tambien
aceleraba la produccion de notable manera y
mejoraba tambien el producto industrial.
Una vez debidamente constatadas estas
grandes ventajas y despues de bien descrito
y dibujado en todos sus cortes, Cerrano pro
cedió á demoler su horno. La prudencia y el
justo temor á la injusticia de los hombres,
nos obligan muchas veces á destruir lo que
hemos construido á fuerza de sacrificios y de
penosos trabajos.
Incontinentemente, Luis Cerrano se presentó
— 3°5 —
al gobierno italiano solicitando se recono
cieran sus derechos de inventor, y se le con
cediera el privilegio de poder explotar exclu
sivamente el horno de su invencion, á fuego
contínuo. Despues de corridos todos los
trámites legales y oido el dictámen pericial,
la oficina respectiva del Reino de Italia acor
dó á Cerrano lo que merecidamente solicitaba
y le correspondia; su nombre fué publicado
en el Boletin Oficial entre el de los inventores
italianos; todos los periódicos de su país y
algunos extranjeros hicieron públicas las ven
tajas que el invento de Cerrano reportaba á
la industria y al progreso; se le hacian de
todas las provincias del Reino ventajosas pro
posiciones, y todo auguraba al inteligente
industrial un pronto y grande éxito.
Empero no fué así, y por el contrario aun
le faltaba á Cerrano el tener que luchar y
sufrir mucho más.
El privilegio y patente de invencion acor
dado á Cerrano por el gobierno de su patria
está fechado el 18 de Febrero de 1869.
Al año siguiente celebró Cerrano una So-
20
— 3°6 —
eiedad con el caballero Augusto Maglia, el
capitalista Cayetano Patamia y otras distin
guidas personas, domiciliadas en Roma, con
el objeto de fundar en aquella ciudad una
gran calera, con hornos á fuego contínuo de
su invencion.
En el contrato social se estipuló que Cerra-
no, que iba á ser el director y administrador
de la gran Compañia que habia formado, á la
vez que socio industrial lo seria tambien capi
talista. El mismo estableció esa condicion,
contando para llenarla con las ofertas y segu
ridades dadas por su tio y protector. La
repentina muerte de éste, le impidió cumplir en
el momento necesario la condicion estipulada.
Si Cerrano debia á su tio grandes benefi
cios, éste le debia á él grandes servicios, en
recompensa de los cuales le hacia en su testa
mento una importante donacion; mas ese docu
mento por envidiosas manos fué destruido.
Esta desgracia, no hubiera por sí sola, impe
dido la realizacion de los proyectos de Cerrano,
si un acontecimiento de bien distinto género
no hubiera coadyuvado á ese fin.
— 3°7 —
En Italia, como entre nosotros, para las ma
yoriias, lo que del extranjero viene, merced á
necia preocupacion, es siempre superior á lo
propio, á lo nacional.
Al mismo tiempo que el industrial italiano,
un ingeniero aleman, Hoffman, inventaba
igualmente un horno á fuego continuo.
Ni Cerrano conocia los trabajos de Hoffman
ni Hoffman los trabajos de Cerrano. Al mismo
tiempo que el uno obtenia patente de inven
cion en Alemania, el otro la obtenia en Italia;
pero como Hoffman contaba con elementos
propios que faltaban á Cerrano, pudo en muy
poco tiempo hacer salvar á su invento las
fronteras de su país, y llegar á Italia antes que
Cerrano hubiera podido probar con hechos
públicos las grandes ventajas de su sistema.
Los hornos del sistema Hoffman, eran dignoj
de la recompensa que recibian, y para quemar
ladrillos y demás objetos de cerámica, supe
riores á los hornos del sistema Cerrano, pero
los hornos de éste, son muy superiores álos de
aquel, para la produccion de cal; mas de esto no se
ocuparon los industriales italianos, y sin ningun
— 3o8 —
exámen, empezaron á adoptar el sistema ex
tranjero, solo por serlo, con perjuicio del sis
tema nacional.
Influenciados por este hecho, los socios de
Cerrano, tomando por pretexto la no entrega
del capital convenido en el tiempo fijado,
pidieron la anulacion del contrato social, y la
Compañia quedó disuelta.
Cediendo al peso de estos contratiempos,
fué que Luis Cerrano ^se decidió á abandonar
su tierra natal.
Vendió todos sus derechos de inventor y sus
privilegios industriales por mezquina suma, y
el ii de Marzo de 1872 salió de Italia parala
República Argentina.
III
Al dia siguiente de su llegada á Buenos Ai
res, á varios compañeros de viaje que se ha-
bian hospedado en la misma fonda, y que le
preguntaban, por qué teniendo recursos para
poder vivir sin trabajar algunos meses, se
apresuraba tanto, y sin conocer aun la ciudad
— 3og —
se lanzaba en procura de útil ocupacion, con
testaba el activo y diligente industrial "que no
debia esperar tiempo quien tenia tiempo" y
sobre la marcha se dirigió á la estacion del
Ferro Carril del Sud en donde tomó pasage
para Lomas de Zamora.
Habíanle dicho que allí existian hornos de
cal, y á ofrecer sus servicios iba á ellos.
Despues de ver que allí no encontrada
trabajo, regresó á la ciudad, y antes que el
sol se ocultara en ese dia, visitó todos los
hornos que entonces existian.
Comprendió en el acto, que esa industri;i
estaba aun en la República Argentina bien
poco adelantada, y que los progresos mate
riales que empezaban á realizarse iban á hacer
de ella, uno de los más importantes y lucrati
vos trabajos.
Comprendió que aquí lograria alcanzar el
ideal de sus aspiraciones, y aquí sus inventos
industriales serian recompensados; comprendió
desde ese momento que era esto únicamente,
cuestion de más ó ménos tiempo; y se decidió
á estudiar, sin perder un solo instante de aquel,
— 3'° —
el idioma del país, sus hombres, sus leyes, sus
usos y costumbres.
Dispuesto á trabajar en cualquier ocupa
cion que no afectara su honradez, al tercer
dia de su llegada, habiendo visto por los
diarios que en el Colegio Nacional de esta
capital se necesitaba un sirviente, para uno
de los comedores de los niños internos que
entonces recibian esos colegios, Cerrano, el
industrial privilegiado por un importante in
vento suyo, se presentó solicitando el puesto.
Se le dió el humilde empleo, y esa misma
tarde sirvió á la mesa de los niños mayores del
establecimiento. La cultura en los modales, la
decencia en los vestidos, la exactitud en el
cumplimiento de sus deberes, le valieron el
ser nombrado, á los pocos dias, jefe de los mo
zos de servicio.
Un mes y medio trabajó Cerrano, en nues
tro Colegio Nacional, en calidad de sirviente
de comedor, y con sentimiento de todos dejó
ese empleo por su propia voluntad.
Allí trataba á niños y él necesitaba tratar y
conocer hombres.
— 3" —
Al dia siguiente de dejar la ocupacion que
tenia, Cerrano se presentó á la administracion
del Ferro Carril de la Ensenada, solicitando
trabajo en calidad de peon; se le ocupó corno-
tal, y en compañia de varios otros lo enviaron á
trabajar en los terraplenes que la Compañia
estaba construyendo en Punta Lara.
Al presentarse Cerrano, el capataz, al ver
su traje y sus maneras, al apercibirse que
llevaba un buen reloj y una buena cadena, le
preguntó sonriendo si sabia trabajar; Cerrano
no se incomodó, y sonriendo tambien, dijo:
"Ahí están dos wagones vacios; mande al
mejor de sus trabajadores que llene uno y
déme una pala á mí".
Aceptó la prueba el capataz de la cuadrilla
y la faena empezó. Dos minutos antes que
su fornido competidor, Cerrano habia termi
nado de llenar su wagon, entre los aplausos
de sus nuevos compañeros de labor.
A los pocos dias de estar allí, viendo Cer
rano cuanto fastidiaba al encargado de hacer
las planillas de los trabajadores, la confec
cion de ellas, le ofreció ayudarlo en esa tarea;
— 312 —
se le aceptó el ofrecimiento, y se le dió no
solo una parte del trabajo, sino todo el trabajo,
descansando el empleado superior en su
inferior, humilde peon.
Cerrano pasó trabajando en su carpa toda
la noche. Al dia siguiente la administracion
de la empresa constructora recibia las plani
llas de ese mes con una exactitud y una
limpieza jamás acostumbrada. Habia en aquel
trabajo hasta lujo—letras góticas, letras de
adornos, hermosos rasgos caligráficos.
En el acto el jefe de la empresa mandó
llamar al hábil y prolijo peon,, y despues de
preguntarle si era él quien habia hecho las
planillas, le comunicó la determinacion que
habia tomado de nombrarlo empleado supe
rior de las cuadrillas de trabajadores y encar
gado de la confeccion de las planillas de suel
dos y gastos.
El hombre laborioso y activo reemplazó al
hombre holgazan é indolente.
Una vez terminados aquellos trabajos, Luis
Cerrano pasó con los mismos empresarios al
pueblo de Saavedra, de los trabajos del lago
— 313 —
del cual fué encargado como jefe y direc
tor.
Estando á la vez encargado de la vigilancia
y direccion de la pavimentacion de algunas
calles de la ciudad, y de otros trabajos de im
portancia, empleó Cerrano dos años, útilmente
ocupados.
Al cabo de ese tiempo, ya con un gran
número de relaciones y conociendo de la ma
nera como lo deseara el idioma, y todo cuanto
le interesaba respecto del país hospitalario en
el que habia fijado su residencia, Cerrano cre
yó oportuno dar cima á la realizacion de sus
proyectos, siempre presentes en su mente,
siempre conservados vivos en el corazon.
Cuando en las calladas horas de la noche,
sus compañeros buscaban en el sueño repara
dor alivio á las pesadas diarias tareas, Cerrano
dibujaba recostado sobre la pala, el pico ó el
mazo del peon jornalero, industriales cons
trucciones, ó resolvia problemas relativos á
las empresas que anhelaba realizar.
Cerrano no contaba sino con el pequeño
capital que habia reunido con el producto de
— 314 —
su trabajo personal, y necesitaba un gran capi
tal—para fundar su establecimiento industrial,
aun cuando fuera en muy pequeña escala. Te
nia por lo tanto que buscar socios capitalistas,
y los buscó, y los encontró; mas, lo que tuvo
que luchar para constituir su primera Sociedad
y lo que en su primera Sociedad sufrió, supera
á todo cuando hasta entonces habia luchado
y habia sufrido.
Pidió primero cooperacion á capitalistas
instruidos y socialmente bien colocados, y no
la encontró. El amor á las empresas industria
les y el espíritu de asociacion que ya empiezan
á desarrollarse vigorosos, no existian entre
nosotros en ese entonces. Un distinguido
capitalista italiano, al examinar los documen
tos que Cerrano presentaba para acreditarse
como inventor privilegiado, dijo: que de Ita
lia para buscar proteccion y hacerse rico, no
necesitaba salir quien habia recibido allí, tan
honrosos testimonios de competencia indus
trial; dando á comprender que, quien presen
taba esos documentos no podia ser su legítimo
dueño, y que en su patria recibia recompensa,
— 3i5 —
siempre, quien la merecia. ¡Así se engañan
los hombres, y así los enceguecen los más
nobles y bellos sentimientos!
Cerrano tuvo] que asociarse con algunos
hombres con dinero pero sin instruccion, y
sobre todo, sin ninguna competencia indus
trial.
Sin embargo, dióse por satisfecho el ani
moso y constante industrial, con poder dar
principio ála construccion del gran estableci
miento que, desde tan largos años hacia, de
seaba levantar y dirigir.
Con gran actividad y desplegando una
inmensa energia dió comienzo á los trabajos,
y pocos meses despues, el 7 de Diciembre de
1874, se encendia en la República Argentina,
el primer horno á fuego contínuo para quemar
cal.
El capital primitivo se habia empleado todo
él, en la construccion del horno y demás
departamentos indispensables, y por consi
guiente, fué necesario aumentarle notable
mente y á medida que se extendian las opera
ciones comerciales de la Sociedad; lo que,
— 3l6 —
como se comprende fácilmente, aumentaba la
lucha y las dificultades que tenia que vencer
el incansable industrial.
A pesar de esto y de las diferencias que
siempre existieron entre los socios, y de las difi
cultades inherentes á todos los principios, el
negocio dió grandes utilidades, sus productos
aumentaron, la demanda de ellos creció, y Cer-
rano cual hábil piloto á nave de un mar borras
coso y lleno de escollos, salvó á la gran
empresa industrial por él fundada.
Disuelta la Sociedad primitiva, tomó el
activo y pasivo otra constituida inmediata
mente, con un capital mucho mayor, y for
mada con elementos de bien distinto género.
Forman esta Sociedad, que es hoy propietaria
de los establecimientos que giran en la Repú
blica bajo la razon social de Luis Cerrano y Ca.
los señores Francisco Uriburu, Mauricio Ma-
yer, Luis Annoni y el fundador y administrador
de ella, que es á la vez socio industrial y capi
talista.
Por el contrato social, Cerrano es único y
— 317 —
absoluto director y administrador de esta
Sociedad.
Así que pudo Cerrano disponer de un gran
capital, de un gran crédito y de una gran
libertad de accion, con poderosa actividad dió
al grande establecimiento industrial un inmen
so impulso y ensanchó la esfera de sus opera
ciones con extraordinaria rapidez.
Inauguró un nuevo horno de su sistema, de
mayores dimensiones; levantó nuevos depó
sitos para las materias primas y elaboradas;
adquirió nuevas canteras en distintos puntos
de la República; duplicó el número de sus
auxiliares personales y el de los medios ma
teriales de produccion; modificó el reglamento
interno que regia á los operarios de la gran
fábrica, y estableció un orden completo en la
administracion y contabilidad de los valiosí
simos capitales confiados á su competencia y
honorabilidad.
IV
El establecimiento principal de L. Cerrano
y Ca. está situado en esta capital en la man
zana que limitan las .calles Garandas, Pilar
53 y Paseo de Julio.
En esa extensa y valiosísima área de ter
reno—propiedad de la Sociedad—se levan-
an los magníficos edificios de la gran fábrica.
En el fondo, ocupando el ángulo Sudoeste
del terreno, está situado el primer horno cons
truido por Cerrano; y en el que empezó á
elaborarla gran fortuna que posee.
A la derecha del anterior, y situado dentro,
de las mismas rectas, se ve el segundo horno
construido por Cerrano; grande horno á doble
fuego contínuo y de 66 bocas, y cuyas dimen
siones son: 6o metros de largo por 20 de
ancho.
En el centro de la mitad Este del vasto
— 319 —
perímetro, se levanta magnífico el tercer hor
no de la gran calera. Este horno de 70 bocas
á doble fuego continuo, es, por las modifica
ciones que su inteligente inventor ha introdu
cido en él, por la solidez y belleza de su cons
truccion y por sus gigantescas proporciones,
muy superior á los dos primeros. Es hoy la
obra maestra de Luis Cerrano.
La forma exterior de estos grandes hornos
es la ovalada, y las hornallas que reciben el
combustible que alimenta el fuego que eleva
la temperatura de sus compartimentos á 1,200
grados de calor, están situadas en su parte
inferior, diferenciándose en esto radicalmente
de los hornos sistema Hoffman, los cuales
reciben el combustible por la parte superior.
En las tres altas chimeneas de los citados
hornos,—jalones plantados en el camino del
infatigable obrero, para indicar sus progresos
y probar lo que pueden la actividad y la cons
tancia á la inteligencia unidas,—se leen estas
cifras: 1874—1879—1885.
Cuatro grandes galpones de 46 metros de
largo por 12 de ancho, destinados á depósitos,
— 32o
ocupan el centro de la mitad Oeste del ter
reno.
Sobre el muro del mismo lado, se extiende
un largo depósito de 50 metros; á continua
cion de este y ocupando el ángulo formado
por las calles Garantias y Paseo de Julio están
situadas las oficinas de la contabilidad y habi
taciones de los empleados superiores. A con
tinuacion y separados por un ancho zaguan,
se encuentran la sala de minerales y el taller
de carpinteria.
Sobre la calle de Pilar están edificadas la
gran caballeriza y cochera, ocupando una
superficie de más de 400 metros cuadrados.
Varias líneas de tramways ponen en comu
nicacion á los diversos departamentos de la
fábrica entre sí, y un ramal del Ferro-Carril del
Norte, que penetra hasta la gran balanza
central del establecimiento, pone á este en
comunicacion directa con todos los pueblos
dela República, ligados á la capital de ella por
las civilizadoras paralelas de los ferro-carriles.
El 31 de Enero de 1884 inauguró Cerrano
el horno de otra gran calera, establecida en
— 3¿i —
La Plata, perteneciente á la misma Socie
dad. „ '
Establecimiento que desde esa fecha, fun
ciona con toda regularidad, y que de gran
utilidad ha sido á la nueva y hermosa capital
de la provincia de Buenos Aires.
Ocho buques de propiedad del Lloyd Argen
tino, de 350 á 400 toneladas de carga, servidos
por remolcadores y exclusivamente destinados
al trasporte de la materia prima que consumen
las fábricas de L. Cerrano y Ca., navegan
constantemente entre este puerto y los de
Rosario y Paraná.
Y las canteras de Córdoba, Paraná y Sierra
Baya, dan esa materia prima que en tan enor
mes cantidades consumen Cerrano y Ca.
Y con esa materia prima, las grandes usinas
de L. Cerrano, ofrecen á una demanda dia á
dia mayor, de 2000 á 2500 quintales diarios
de cal viva.
Sin contar la tripulacion de los buques que
emplea como trasportes, y la gran cantidad
de hombres á quienes esta Sociedad indus
21
— 322 —
drial da trabajo, de una manera más ó menos
directa, los obreros que permanentemente
ocupa llegan á la cantidad de quinientos
ochenta, distribuidos como sigue:
110 Establecimiento principal.
50 Calera de La Plata.
200 Canteras de Córdoba.
140 Canteras del Paraná.
80 Canteras Sierra Baya.
La cal elaborada con la piedra sacada de
las canteras de Maldonado, ha sido reempla
zada por la cal elaborada con la piedra de las
canteras nacionales.
En 1875 la fanega de cal valia 52 pesos
papel moneda de Buenos Aires; hoy, á pesar
del gran precio del oro, la fanega de cal solo
vale 1.30 moneda nacional; es decir, ¡un cua
renta por ciento ménos!
Esto es lo que fiel y verídicamente narrado
ha hecho y ha conseguido Luis Cerrano, por
medio del trabajo, de la actividad y de la
constancia.
Mas, estos triunfos industriales por Cerrano
— 323 —
alcanzados, y la fortuna que hoy posee, no
bastan á satisfacerle, y con más ardor que
nunca y con mayor empeño, da comienzo á
nuevas tareas, é inicia nuevas empresas de
trascendental importancia para la República
Argentina.
SOCIEDAD ANONIMA
FABRICA ARGENTINA DE ALPARGATAS
CAPITAL $ 500,000
I
El i° de Enero de 1884 se inauguró en esta
eapital de la República Argentina, una gran
fabricad vapor de alpargatas; acontecimiento
que significaba no solo un gran progreso para
la industria nacional; sino que tambien un gran
progreso para la industria universal.
En todas partes del mundo se fabricaban
las alpargatas á mano, hasta que merced á la
iniciativa y al espíritu investigador y progre
sista de un jóven argentino se inventaron las
máquinas que centuplican su produccion, aba
ratan su costo, y multiplican el número de
operarios en la fabricacion de ellas emplea
dos.
— 325 —
Progreso que á la par que un honroso
hecho para él, lo es tambien para sus compa
triotas á quienes errónea creencia conside
ra, por defectos de raza, más aptos para la
guerra que para la paz, y con más amor á
inactivas ocupaciones que á los activos traba
jos del comercio y de la industria.
No; el mismo entusiasmo, el mismo valor,
la misma constancia y la misma actividad que
despliegan los argentinos cuando defienden
con las armas, la libertad, la razon y la justicia,
despliegan cuando con las herramientas del
trabajo se consagran al comercio, á la indus
tria ó á las artes; y si aun muchos no utilizan
su tiempo y sus fuerzas en la debida medida
y de provechosa manera, no es por defectos
de raza, es por defectos de educacion.
Cuando por medio de la prensa, y en la es
cuela y en el hogar doméstico, enseñemos á
nuestros hijos qué indigno y vergonzoso es
para un jóven mendigar un miserable empleo
y para conseguirlo enagenar sus derechos de
ciudadano y convertirse en vendible instru
mento electoral; y les enseñemos que los pues
— 326 —
tos públicos rentados pueden aceptarse, per»
jamás solicitarse, sin mengua para quien la
hace; y les enseñemos que es más honorífica
y provechoso para la sociedad, para la familia
y para sí mismo, el que un hombre trabaje
independientemente, ora sea abriendo con la
reja del arado la productiva tierra, ora sea
dando nuevas útiles formas á la materia con
las herramientas de cualquieroficio, ora sea en
la activas tareas propias de la industria ó del
comercio, que el depender de otros y por
cuenta de otros ocuparse, aun cuando fue
re en descansado y bien rentado empleo;
cuando enseñemos esto á nuestros hijos, na
habrá pueblo de raza alguna que en laborio
sidad y amor á los productivos trabajos del
comercio y de la industria aventaje al pueblo
argentino.
Cuando recompensemos el amor al tra
bajo, al progreso, á la laboriosidad, á la
actividad y la honradez, llevando á nues
tros Parlamentos y á los más elevados
puestos públicos, en lugar de agentes elec
torales y teóricos declamadores, á los ciu
— 327 —
dadanos que en el comercio y en la indus
tria consigan grandes triunfos, muchos argen
tinos ha de haber que como Juan Etche-
garay abran nuevas fuentes de riqueza y den
nuevas glorias industriales á la patria.
II
Muy joven aun, casi un niño, Etchegaray,
á la muerte de su honrado y laborioso padre,
se puso al frente de la importante casa comer
cial por su progenitor fundada; continuó todos
sus negocios é importantes transacciones;
estableció y fomentó nuevas y grandes indus
trias, y lleno de amor al adelanto y al progreso,
puso en movimiento todo su capital y en ac
cion todas sus facultades.
A pesar de los muchos negocios y de las
muchas ocupaciones á que se dedicaba,
estudiaba sérios é importantísimos proble
mas industriales.
Es que así como á los holgazanes fáltales
siempre tiempo para emprender toda obra ó
estudio sério, á los hombres laboriosos no les
— 328 —
falta; lo que depende de que, mientras aquellos
pierden los dias de su vida, utilízanlos éstos.
Entre los problemas industriales que preo
cupaban á Etchegaray, encontrábase en pri
mera línea la fabricacion de alpargatas: era
la introduccion y venta de esta clase de cal
zado uno de los principales ramos de comer
cio de su casa mayorista.
Fabricar en el país la cantidad de alpargatas
necesarias á la demanda y consumo de este,
era lo que se proponia nuestro compatriota.
Para poder luchar con ventaja, contra los
industriales extranjeros, menester era fundar
una gran fábrica nacional de alpargatas, y en
ella reemplazar con las máquinas y el vapor,
el costoso trabajo manual de los operarios.
Hasta entonces, en ninguna parte se habia
empleado el poder de la mecánica en este
ramo de la industria humana, y así en España
como en Italia, como en los demás países en
los cuales se usan y fabrican alpargatas, se
fabricaban como desde largo tiempo atrás, á
mano, y sin que ningun procedimiento en la
confeccion de ellas se hubiera modificado.
— 329 —
¿Por qué? ¿Qué causas habia para no utilizar
la maquinaria y el vapor en esta importantí
sima industria?
Como de esto dependia la realizacion de los
propósitos deEtchegaray, á ello consagró toda
su atencion, y despues de mucho estudio y
largas meditaciones se resolvió á proceder.
Hacia muchos años que mantenia impor
tantes relaciones comerciales con los señores
Douglas Fraser y Sons, fabricantes de lona en
Inglaterra. A estos industriales se dirigió
nuestro compatriota, participándoles su pro
pósito y proponiéndoles se asociasen á él
para realizarlo.
Con tal fin, en extensa carta, les deta
lló la manera como hasta entonces se con
feccionaban las alpargatas, las ventajas
grandísimas que importaria introducir en la
fabricacion de ellas las máquinas y el vapor,
y los beneficios que como negocio daiia el
establecimiento de una gran fábrica en la
República Argentina.
Los hermanos Fraser no conocian abso
lutamente nada que se relacionase con este
— 330 —
negocio; solo sabian que una gran cantidad
de la lona que vendian era destinada á la con
feccion de ese calzado; pero dando entera fé
á las aseveraciones de su cliente y haciendo
el debido honor á su crédito y rectitud, acep
taron la proposicion que les hacia, y se pro
pusieron no descansar hasta ver realizado
un negocio que para ellos tenia sobre todo un
especial interés de séria importancia: la fácil
colocacion de las lonas de su fábrica.
Despues de estudiar con detencion lo
relativo á las máquinas que seria necesa
rio emplear para todas las operaciones que
se les describia minuciosamente, los her
manos Fraser dividieron aquellas en dos
clases: máquinas empleadas en otras indus
trias y que podian utilizarse en la fabricacion
de alpargatas, tales como las de cardar, hilar,
cortar, coser y otras; y máquinas especiales,
propias á diversos trabajos de esa industria,
no inventadas aun y que por lo tanto era ne
cesario inventar.
En cuanto á las primeras, el trabajo no era
grande ni difícil; se trataba de modificar ó
— 33i —
simplemente adaptar lo ya conocido á una
nueva aplicacion. En las segundas estribaba
toda la dificultad, y se encerraba la resolu
cion del problema; se buscaba lo que aun no
existia, menester era por consiguiente in
ventar, descubrir, crear.
Ocho años consecutivos, estudiaron y tra
bajaron para lograr sin extraño concurso, ni
cooperacion agena, inventar máquinas inge
niosísimas, combinar la serie de operaciones
necesarias, y llegar á fabricar mecánicamente
por medio del vapor, desde el principio al fin,
el calzado de lona y pita hasta ese dia, en
todas partes, hecho á mano.
La primera alpargata que se hizo á máqui
na en Inglaterra, por los hermanos Fraser,
vino á la República Argentina para Juan
Etchegaray.
Así que llegó á manos del industrial
argentino, la muestra que le enviaban sus inte
ligentes colegas ingleses, sin pérdida de
tiempo determinó un viaje á Europa y se em
barcó para Inglaterra.
— 332 —
En el acto de llegar se dirigió á la fábrica
de Douglas Fraser Sons, á quienes no cono
cía sino por sus tratos mercantiles y corres
pondencias; sin pérdida de tiempo examinó
las máquinas y procedimientos que se le
enseñaron, se puso de acuerdo con sus inven
tores y bien pronto de perfecto acuerdo quedó
formada una Compañia mercantil y concluido
el contrato social que la regia.
Poco tiempo despues, llegaban las nuevas
máquinas y demás elementos necesarios al
puerto de Buenos Aires y al comenzar el año
1884, debido al espíritu emprendedor y pro
gresista de un ciudadano argentino y á la
inteligencia y perseverancia de los hermanos
Fraser, tres grandes fábricas á vapor, esta
blecidas en Inglaterra, España y República
Argentina aumentaban notablemente la oferta
y disminuian el precio del más barato de los
calzados usados por el hombre civilizado.
— 333
III
En apropiado y vasto edificio, situado sobre
la hermosa avenida Montes de Oca, funcionan
las numerosísimas y complicadas máquinas de
nuestra gran fábrica de alpargatas.
Poderosas máquinas á vapor, de una fuerza
nominal de doscientos caballos, ponen en mo
vimiento todos los aparatos mecánicos del
establecimiento.
Aparatos que manejan y atienden 500 per
sonas de las cuales 450 pertenecen al género
femenino: mujeres y niñas.
¡Magnífico, hermoso y encantador espectá
culo es el que ofrecen esos inmensos talleres
llenos de complicadas máquinas manejadas
por centenares de jóvenes laboriosísimas mu
jeres, y por centenares de juiciosas y hábiles
niñas!
Lona, fibra de pita, cinta de algodon, y en
las más lujosas, pequeños adornos de cuero,
son los elementos que entran en la confeccion
de las alpargatas. La lona se recibe de Ingla
— 334 —
terra, la pita de la India. Se ha utilizado
alguna pita del país, y no es difícil que su pre
paracion se convierta en una nueva industria
nacional.
Las máquinas empleadas en la fabricacion
de alpargatas son las que se mencionan en
seguida y que ocupan los departamentos de la
gran fábrica, á saber:
PRIMER DEPARTAMENTO
i motor de fuerza nominal de 200 caballos,
de alta y baja presion.
4 ruedas de trasmisiones, comunicando con
otras tantas líneas de un extremo á otro del
establecimiento.
1 bomba de incendio, depósito de agua, etc.
SEGUNDO DEPARTAMENTO
i gran máquina cardadora para la pita en
rama, con reloj marcador y elaborando tres
toneladas diarias. Esta máquina tiene 209 tar
ros de acero para recibirla pita cardada.
i máquina cardadora refinadora, despide
la pita cardada, quince veces más delgada que .
— 335 —
la anterior, ocupa 50 tarros para recibir la pita,
refinada.
1 máquina cardadora estiradora fina produ
ciendo la pita en mechones, veinticinco veces
más delgados que la anterior; ocupa 150
tarros para recibir la pita en forma de mecho
nes.
TERCER DEPARTAMENTO
60 máquinas trenzadoras automáticas pro
duciendo seis toneladas de trenza elaborada
con los mechones de pita inconsistentes.
CUARTO DEPARTAMENTO
40 máquinas enrolladoras de trenza para
cada plantilla de alpargata.
30 máquinas automáticas para coser la
punta y el talon de las plantillas.
QUINTO DEPARTAMENTO
40 máquinas prensas para dar forma á la
plantilla.
40 grandes máquinas de coser trasversal-
mente la plantilla de la alpargata.
— 336 —
4o bancos mesas combinados para recibir
el trabajo de cada máquina.
40 máquinas Singer especiales para unir
la lona de las capelladas y talones.
SEXTO DEPARTAMENTO
2 grandes máquinas hiladoras con 270 car
reteles.
1 máquina medida de hilo.
sítimo departamento
i máquina de cortar lona en tiras.
2 máquinas de cortar lona en forma de ca
pelladas y talones.
32 máquinas de coser, bordar y ribetear
sistemas Singer y Wilson.
3 máquinas de doblar el orillo de la lona.
10 máquinas para formar la puntera de las
alpargatas sobre las capelladas.
1 máquina de dibujar sobre cueros.
3 máquinas de agujerear y colocar ojalillos
de metal.
OCTAVO DEPARTAMENTO
Revisacion y separacion de cualquier traba
jo defectuoso, quema de la peluza de las
— 337 —
plantillas, surtir y empaquetar por medio de
i o prensas, en docenas de pares: cada una de
estas prensas es de un número correspondien
te al tamaño que se quiere empaquetar.
NOVENO DEPARTAMENTO
Prensa hidráulica, con bombas para el em-
balage en fardos de 20 docenas:—presion 250
toneladas sobre cada fardo.
DÉCIMO DEPARTAMENTO
Almacen y depósito de materias primas.
UNDÉCIMO DEPARTAMENTO
Taller mecánico con 2 tornos grandes ho
rizontales, 1 torno vertical, 1 máquina de igua
lar, etc., y todo lo que constituye un taller
mecánico completo, herreria, útiles, etc.
En medio de los extensos talleres de la
gran fábrica, ensordecedor ruido casi impi
de oir la voz humana. No lo forman la char'a
y el cuchicheo de aquel enjambre de mujeres
y de niñas; que allí reina el orden y la más
severa disciplina: son las notas metálicas que
en sus rápidos giros lanzan las máquinas,
— 338 —
como entonando himnos á la labor y al genio.
Llenas de vigor y robustez, muestran en sus
semblantes aquellas mujeres y aquellas niñas
la satisfaccion y la alegria propias de todo
aquel que de honrada manera gana su pan
y cumple su deber.
El número de las mujeres que trabajan en
la gran fábrica es mayor del de hombres que
en la confeccion de alpargatas á mano traba
jaban en todo el país; y ese número va conti
nuamente aumentando, como va aumentando
la produccion y el consumo.
La mayor parte de las personas ocupadas
en la fábrica ganan segun lo que trabajan; mas
la mayor parte de ellas sacan un buen jornal
mensual.
Grande ha sido la lucha y muchas las difi
cultades que Etchegaray y Fraser han tenido
que cohtrarestar para que este estableci
miento industrial haya podido llegar al grado
de prosperidad que ha alcanzado, sin que
tenga que deber á los poderes públicos pro
teccion alguna. Muy al contrario, por consejo
de espíritus retrógados y retardatarios, paga
— 339 —
aun los mismos derechos aduaneros la pita
sin elaborar que la pita elaborada; injusticia
y error económico que por honor del país
debemos creer dejarán de existir brevemente.
La fábrica á vapor de alpargatas pertenece
hoy á una Sociedad anónima constituida con
un capital de 500,000 $ m/n, y cuyo Directo
rio actual lo forman los siguientes señores:
Presidente Juan Ei'chegaray.
Vice- Presidente T. E. Presión.
Secretario J. B. Wanklyn.
Vocal J. Wilson.
„ R. I. Neild.
R. AYERZA Y O.
PRODUCTOS CERÁMICOS
I
Si acreedores á los mayores elogios y al
general aprecio son los hombres que, por
sus propios esfuerzos, y de honrada manera
se levantan y adquieren fortuna y elevada
posicion social; más aun lo son, los hombres
que, habiendo heredado grandes riquezas, no
se concretan á gozar de sus rentas, y con
noble ardor tratan de acrecentar los bienes al
amor de sus antepasados debidos, empleán
dolos en grandes trabajos industriales ó en
importantes empresas de pública utilidad.
Vil y despreciable es la ambicion de
aumentar, sin trabajo y sin lucha la herencia
recibida, ó el capital, peso por peso, de mez
— 34i -
quina manera adquirido; mas, noble y gene
roso es el deseo de duplicar los caudales,
poniéndolos al servicio del progreso y de la
humana actividad.
El egoista, el avaro, afánanse en convertir
en inamovible el capital circulante. No
proceden así los capitalistas nobles y gene
rosos, activos y trabajadores, ilustrados é
inteligentes.
El capital fijo, el capital invertido en bienes
raices ó guardado en fuertes cofres, no redi
túa lo que reditúa el capital circulante, pero
es más segura su conservacion, está expuesto
á menos contingencias, es mucho más difícil
perderlo. Presta muchos ménos servicios á la
comunidad el capital fijo que el capital circu
lante; empero, esto poco importa al hombre á
quien no anima el amor al adelanto y al
progreso.
El capital circulante, el capital consagrado
al establecimiento y desarrollo de lucrativas
industrias, crece de rápida manera, da gran
des utilidades y reporta inmensas ventajas á
la sociedad entera; pero á fuertes pérdidas
— 342 —
está expuesto, y exige de su dueño grande
actividad, concentracion é inteligencia.
Son, pues, soldados voluntarios del pro
greso, los que en la eterna brega del hombre
contra la materia, luchan sin estar obligados á
luchar.
Pertenecen al número de los valientes
voluntarios del progreso Rómulo Ayerza y
Joaquin M. Cullen.
Rómulo Ayerza termina sus estudios prepa
ratorios y profesionales; recibe un título uni
versitario que lo acredita como docto en
honrosa y lucrativa profesion; se siente ávido
de más ciencia, de mayores conocimientos, y
va á Europa á completar sus estudios*
Rómulo Ayerza es rico: heredará parte de
una gran fortuna formada, en larguísimos
años de noble sacerdocio, con pequeñas su
mas depositadas en generosa mano, y empa
padas con lágrimas de gratitud y veneracion;
pero no va allá á malgastar su tiempo, su
dinero, su salud; no, va á trabajar, va á obser
var, va á meditar. En el santuario del hogar
doméstico ha aprendido á ser virtuoso.
— 343 —
Queriendo poder á su regreso ser útil á su
patria amada, Ayerza estudia con la mayor
atencion y la mayor perseverancia, en las
grandes, ricas y civilizadas naciones de la
Europa, todas aquellas cuantas industrias,
cree que puede y conviene radicar y desar
rollar en la República Argentina, cuyo suelo
plugo al Hacedor Supremo privilegiar de
inmensísima manera.
Vuelve el jóven y activo obrero argentino,
á su patria, y ve que, hasta en el barro de las
islas anegadizas de sus magestuosos rios, hay
en ella grandes é inagotables fuentes de
riqueza.
Inmediatamente se apresta á la accion y
al trabajo.
Bien pronto le presta importantísima coo
peracion, Cullen, como Ayerza capitalista
argentino, amigo de la lucha y de las tareas
industriales.
Con fé, con entusiasmo, llenos de espe
ranzas y de ardor, mancomunan sus capi
tales, sus ideas, sus propósitos, y se lanzan de
lleno y se entregan por completo, á la reali
— 344 —
zacion de un grande y trascendental pensa
miento industrial: la fundacion de una gran
fábrica de objetos de cerámica, capaz de
impedir la introduccion de los artículos simi
lares salidos de las fábricas europeas.
Sin pérdida de tiempo se da comienzo á los
trabajos, y la brega industrial empieza. El
capital social es de doscientos mil pesos
moneda nacional, y Rómulo Ayerza es el
administrador de la Sociedad, y el director
de la fábrica.
Venciendo grandes dificultades, destru
yendo infinitos obstáculos, el grande estable
cimiento industrial se levanta, y empieza á
funcionar.
Pero viene en Setiembre de 1884, el
desborde excepcional de las aguas del Ria
chuelo de Barracas, en cuya márgen izquierda
está ubicada la fábica de R. Ayerza y Ca.,
y todas las construcciones y pertenencias del
recien instalado establecimiento quedan des
truidas y casi por completo inutilizadas ó
perdidas.
Este gravísimo incidente, orígen de grandes
— 345 —
pérdidas de tiempo, de trabajo y de dinero, no
desalentó á Cullen ni á Ayerza, y por el
contrario con más teson y con más fuerza, de
nuevo emprendieron sus tareas los obreros
argentinos.
Poco despues, volvian las modernas y per
feccionadas máquinas de la gran fábrica, á
hacer oro con el lodo de las islas de nuestros
grandes rios.
II
La gran fábrica de productos cerámicos
de R. Ayerza y Ca., está situada en la ribera
Norte de Barracas, y en frente de la estacion
del ferro-carril del Sud.
En ocho galpones de cincuenta metros de
largo por diecisiete de ancho están insta
lados las máquinas, aparatos y útiles de la
gran fábrica.
Un vapor—"La Fé"—y dos buques de vela
de seis cientas toneladas de registro,—"Indio"
y "Bella Subur"—de propiedad del estable
cimiento, transportan desde la isla de La
— 346 —
Botija en el Paraná-Guazú, hasta el propio
muelle de la fábrica, la materia prima—arcilla
—con que se elaboran todos los múltiples
artículos de esta industria nacional
Reciben en el muelle el valioso y útil lodo,
los carros de un ferro-carril Decauville, que
penetra y pasa por todos los departamentos
de la fábrica.
Pasan de 2500, las toneladas de tierra que,
mensualmente se descargan en el muelle de
la casa industrial de R. Ayerza y CX
Las islas del Paraná, que dan esa tierra, se
se inundan en invierno, y por consiguiente
solo en las épocas de bajante puede extraerse
de ellas; por cuya razon se acopia en tiempo
oportuno, en grandes cantidades.
Del muelle, pasa la tierra á un espacioso
depósito, en donde se almacena, y se va pre
parando, en las cantidades necesarias, para
ser entregada á las máquinas elaboradoras.
Conviene advertir, que no hay tierra en el
mundo entero, mejor que la tierra de nuestras
islas para la cerámica; y que ninguna exige
ménos preparacion que la preparacion que
— 347 —
ella exige. No pueden hacerse en las fábricas
de Marsella, como se hacen en nuestra fábrica
nacional, con el barro sin más operacion que
sacarlo del suelo en que se forma, sólidas
tejas, buenas baldosas y hermosos adornos y
molduras y todos los artículos pertenecientes
al arte cerámico. Largas y costosas son las
preparaciones á que es necesario someter la
tierra, allá en Francia y en Italia, para hacer
con ella lo que aquí sin preparacion alguna
hacen Ayerza y Ca .
La tierra de la isla de La Botija es suma
mente arcillosa, de un color amarillo muy
oscuro, cuando se encuentra bien seca, y
sobre todo, de una gran consistencia.
Agregada á la tierra la cantidad de agua
que ha menester, para formar un barro duro y
compacto, se pasa á los cilindros, que la
amasan y le dan la consistencia requerida;
dejándola en ese estado reposar por algunos
dias.
Así que han pasado los dias que debe
reposar la pasta arcillosa, esta es transportada
á grandes y poderosas máquinas, á las que da
— 348 —
fuerza y movimiento el vapor, en las cuales
se completa la consistencia de la masa y se
forman los diversos objetos por medio de
de moldes movibles que se adaptan á las
máquinas.
En tanto que la pasta va saliendo por la
boca de la forma, un niño va cortando por
medio de un sencillo aparato, los ladrillos,
baldosas, caños ú objetos que se elaboran,
y otros niños van recibiendo y colocando en
especiales carretillas, los artículos que con
asombrosa rapidez va dando la ingeniosa má
quina.
Cada una de estas máquinas puede ela
borar de 10,000 á 20,000 piezas por dia,
segun sus diferentes clases y dimensiones.
Tan luego como los niños indicados, han
llenado una carretilla con los objetos que
elabora la máquina, un operario la toma y la
conduce á los estantes apropiados para la
desecacion de los objetos.
Las baldosas y otros objetos de mayor
valor son colocados en unos pequeños mar
cos de madera, en los cuales se dejan orear
— 349 —
en los estantes, por espacio de un término de
dias que varia segun el estado atmosférico
del tiempo y la clase de los objetos. Con
80,000 de estos marcos cuenta la gran fábrica
que nos ocupa.
Despues de dos ó tres dias de exposicion,
en los estantes ó marcos, todas las piezas tie
nen que pasar por operaciones complemen
tarias más ó ménos prolijas.
Los ladrillos pasan de los estantes á las
prensas que los perfeccionan é imprimen la
marca de la fábrica. Siete de esas prensas
servidas por dos operarios,—un hombre y un
niño—dan 28,000 ladrillos diarios. Las formas
y las dimensiones de estos ladrillos pueden
satisfacer las necesidades de cualquier clase
de construccion.
Las baldosas para techo, á los dos dias
de haber sido hechas, se sacan de los marcos
en que han sido colocadas y se pasan á las
máquinas de desbarbar, las que les pulen los
contornos y les alisan la superficie.
Estas máquinas son cuatro; en el servicio
de cada una de las cuales se emplean siete
— 35o —
hombres. En un dia pueden desbarbar 14,000
baldosas.
El procedimiento seguido en la conclusion
de las baldosas para piso, es otro bien distinto
del seguido con las destinadas para techos.
Estas baldosas, en vez de ir directamente á
la máquina de desbarbar, son pasadas de los
marcos á manos de operarios que funcionan en
tres mesas de mármol.
Atiende á cada mesa, un obrero.
La superficie de mármol de la mesa está
cubierta de una composicion aceitosa com
puesta de aceite de nabo y kerosene, por
mitades.
El operario, con gran maestria, da á la bal
dosa, dos golpes de plano sobre la mesa, con
lo que consigue que una de las caras de la
pieza, quede lisa y suave.
Para que el grueso sea igual en todas sus
partes, la baldosa es pasada despues por un
cilindro laminador que la rectifica en los planos
formándole en el inferior una serie de relieves
longitudinales que es llamada estría.
Existen funcionando dos de estos cilindros;
— 35i —
en cada uno de ellos se emplea un ope
rario.
El operario que se ocupa en la preparacion
de las baldosas, para que en seguida sean
pasadas por el laminador, dispone al dia tres
mil de estas, y poco más ó ménos, un número
igual puede ser pasado por cada uno de los
cilindros.
Despues de esta operacion, las baldosas
pasan á una máquina cortadora, que por un
sistema análogo al de una prensa, las corta en
la forma requerida, y las sella, en el reverso,
con la marca de la fábrica. Esta máquina, en
la que se ocupa un operario, concluye tres
mil baldosas al dia.
Los procedimientos seguidos para el des-
barbamiento y terminacion de las demás
clases de piezas que elabora la fábrica, no
difieren en gran manera de los procedimien
tos descritos.
Despues de estas operaciones, todos los
objetos de barro, deben dejarse secar comple
tamente antes de pasar al horno. Y es nece
sario que se sequen á la sombra, y bajo techo,
— 352 —
y fuera de la accion de la luz, y al abrigo de los
vientos.
Estos últimos, sobre todo, tienen una
extraordinaria influencia sobre las piezas de
barro, cuando todavia no han sido cocidas.
Una corriente de aire que atraviesa en una
direccion, deja muchas veces marcado el
camino que ha recorrido, con gran cantidad
de piezas rotas ó rasgadas. El viento Norte
es el que más destrozos causa en los arte
factos de nuestra gran fábrica de cerámica.
Una vez secas, y completamente termina
das, las piezas de barro deben ser cocidas en
en grandes hornos.
Cuatro hornos, de los más modernos y per
feccionados sistemas, posee el establecimiento
de R. Ayerza y O .
El fuego de estos hornos es alimentado por
carbon de piedra, combustible que la gran
fábrica consume en cantidades de mucha im
portancia.
Difícil y prolija operacion, es cargar debida
y convenientemente, el horno, con las piezas
que ha de quemar; y no menos difícil é impor
— 353 —
tante es darle el calor, en los grados y por el
justo tiempo requerido.
Tres dias se emplean, generalmente, para
cargar cada uno de estos hornos, tomando
parte en esta operacion unos veinte hombres
poco más ó menos. Por cinco dias, término
medio, se alimenta el fuego en ellos. Dos dias
son menester despues para que se enfrien, y
tres para descargarlos.
Despues de salir del horno, las piezas que
dan completamente terminadas y prontas
para la venta.
Estos son, á grandes rasgos descritos, los
procedimientos empleados en la fabricacion
de los principales artículos, que en inmensas
cantidades produce el establecimiento indus
trial La Foi.
Procedimientos que exigen un gran caudal
de ciencia, de experiencia, de contraccion y
de trabajo; y que han obligado á Rómulo
Ayerza á colocarse el mandil del obrero y á
enseñar á sus compañeros de trabajo, á la vez
que con la palabra con la accion, lo que es
necesario hacer para convertir el lodo en oro.
23
— 35+ —
Constantemente, desde las primeras horas
de la mañana, el valiente y laborioso capita
lista argentino, al pié delas grandes máquinas,
á la boca de los hornos, en los extensos gal
pones, ó sobre el muelle ó la cubierta de sus
buques se muestra diligente y activo obrero.
III
Ladrillos sólidos de distintas formas y
dimensiones; ladrillos huecos redondos, trian
gulares, cuadrados y cuadrilongos; ladrillos
para piso de distintos dibujos y formas; ladri
llos huecos especiales, huecos para tabique;
baldosas para techo y para piso; tejas france
sas de todas las formas y dimensiones; tejitas,
imitando ripias, de diversos modelos; caños
para albañales y para chimeneas, redondos,
ovalados y cuadrados; caballetes de diversas
clases y para diversos usos; molduras de
varias formas; cornisas sólidas y elegantes y
cómodas y bellas balaustradas, son los pro
ductos que con la arcilla que da la isla de La
Botija fabrican con toda solidez y perfeccion
— 355 —
R. Ayerza y (X, en el gran establecimiento
industrial por ellos fundado.
Así las tejas francesas, como las baldosas
para techo y para piso, de igual manera que
todoslos demás artículos que envian á nuestros
mercados las fábricas de Marsella, y que
pagamos á altos precios con buenas monedas
de oro sellado; no son bajo ningun concepto
mejores que las tejas, las baldosas y los demás
artículos que salen de la fábrica .nacional,
y á pesar de esto los artefactos de la indus
tria nacional, son ofrecidos á precios y con
condiciones de venta, mucho más convenien
tes y ventajosos.
A estas grandes é importantísimas ventajas,
debidas á este establecimiento industrial, hay
que agregar otras no ménos dignas de estudio.
Los artículos importados de lejanos países
no pueden satisfacer todas las necesidades,
todas las conveniencias, todos los gustos de
los constructores y propietarios. Aun en los
artículos más comunes y de mayor consumo,
la demanda no está en relacion con la oferta,
y por consiguiente los precios de los materiales
-356-
de construccion suben extraordinariamente
en el momento preciso que la obra los requiere
y no pocas veces no hay de ellos existencia
alguna, ocasionando esto, como es bien com
prensible, serios perjuicios.
No pasa esto con los productos de la fábrica
argentina.
En ella se fabrican los artículos de la forma
y de las dimensiones y en las cantidades que
se pidan, sin que este pedido implique un
aumento en los precios. Y si falta en plaza
un artículo, ese artículo en breves dias lo ofre
ce la fábrica en cantidades bastantes para
llenar todos los pedidos.
Si necesitabais un caño de una sola pieza,
de dos metros y medio de largo, no lo podiais
pedirá las fábricas extranjeras; pero podeis
pedirlo á la gran fábrica nacional, en la segu
ridad de obtenerlo pronto y perfectamente
concluido.
Y lo que puede acontecer con un caño,
puede acontecer con los hermosos caballetes,
las lindas molduras y las elegantes balaustra
das que de la forma y dimensiones solicitadas
— 357 —
se hacen en el establecimiento de R. Ayer-
za y O.
Por otra parte, encuentran allí trabajo pro
vechoso y lucrativo gran número de hombres
y gran número de niños. Así los primeros
como los segundos ganan muy buenos suel
dos.
Como justa recompensa y estímulo á la
laboriosidad y á la contraccion, el reglamento
interno de la fábrica dispone que: el niño que
trabaje todos los dias hábiles del mes, sin nin
guna interrupcion, recibirá el duplo de la suma
que se paga como equitativa recompensa á
las tareas que sobre cada cual de ellos pesan.
Una parte de los hombres y la totalidad de
los niños desempeñan trabajos livianos y poco
fatigosos.
Súmense á estos bienes, que al país da el
establecimiento de los progresistas industria
les argentinos, el bien que importa el haber
dado positiva utilidad y gran valor á una mate
ria que permanecia abandonada é improduc
tiva en las islas de nuestros rios, y se com
prenderá cuan acreedores son á todas las
-35»-
medidas y esfuerzos tendentes á cooperar al
engrandecimiento y prosperidad de esta indus
tria nacional.
No obstante esto, gobernantes y consumi
dores, por indiferentismo y menosprecio hácia
los esfuerzos particulares en pro del desarrollo
industrial, los primeros; por rutinarias prácti
cas y absurdas creencias, los segundos; antes
bien que apoyo y estímulo á los que compro
metiendo un gran capital se afanan por susti
tuir, con grandes conveniencias para el país,
los productos de la industria extranjera, con
los productos de la industria nacional, dificul
tades y obstáculos les oponen.
El barro que de la isla de La Botija, sacan
R. Ayerza y Ca. para su fábrica de cerámica,
paga un injusto y perjudicial impuesto; y
muchas franquicias y derechos que debieran
gozar, no se les han acordado; no teniendo
en cuenta que las franquicias y ventajas dis
pensadas á un establecimiento fabril, más que
á los propios individuales intereses de sus pro
pietarios, á los intereses generales de la comu
nidad y á la riqueza pública benefician y
— 359 —
convienen, y que por consiguiente el patrio
tismo aconseja acordar todas las facilidades
posibles, á las empresas industriales que las
hubieran menester.
Las dificultades económicas, que disminu
yen la rapidez del engrandecimiento y pros
peridad de la República, en los períodos no
lejanos con que se suceden; la falta de capita
les para la multiplicacion de los medios de
civilizacion y de progreso que tenemos que
realizar; el curso forzoso y desmérito de nues
tro papel moneda, son grandes males nacio
nales que no podrán nunca curarse por medios
artificiales. No existe más que un solo medio
natural y lógico para llegar á ese fin: dismi
nuir por medio de los productos de la industria
nacional, la introduccion al país de los pro
ductos de la industria extranjera.
Con todo, los inteligentes industriales van
avanzando; y poco á poco van destruyendo
los efectos de la rutina y de la ignorancia.
En Francia, en Inglaterra, en Italia, así en
los grandes edificios como en las pequeñas
— 360 —
casas, los tabiques divisorios de todos Ios-
departamentos interiores, se hacen con ladri
llos huecos; entre nosotros recien empiezan á
hacerse con ellos, merced á los esfuerzos y á
la propaganda de R. Ayerza y C\ Antes
empleaban, y aun emplean muchos maestros
albañiles, los groseros y mal hechos ladrillos
de los hornos vulgares.
Los ladrillos huecos son más higiénicos,
más durables; los tabiques construidos con
ellos son mucho más hermosos, se secan en
muy corto tiempo, ocupan ménos espacio; á
través de ellos, se trasmiten más difícilmente
los ruidos y la voz de las personas que ocupan
los departamentos contiguos; y son más dura
bles y cuestan más de un cuarenta por ciento
ménos!
Los arquitectos no emplean, desde la fun
dacion de la fábrica que nos ocupa, en las
construcciones que dirigen, otros ladrillos en
los tabiques; y ya empiezan á proceder de
igual manera, los maestros y contratistas de
obras, abandonando las viejas ideas y dejando
á un lado la ciega rutina.
— 36i —
Y lo mismo va sucediendo con las baldosas,
las tejas, y todos los demás artículos ela
borados en la gran fábrica La Foi, en la
cual nuestros compatriotas Ayerza y Cullen
tienen empleados 250,000 pesos moneda
nacional.
/■
FÉLIX DUART Y O-
CURTIEMBRE
SUELAS Y CHAROLES
I
La ganaderia es nuestra primera y más
mportante fuente de riqueza, y por consi
guiente, todas cuantas industrias de ella de
pendan y á ella interesen, deben ser por
nosotros debidamente conocidas y perfecta
mente estudiadas.
Y de todas las industrias que á la ganade
ria interesan, la de conservar y preparar las
pieles para los usos que le son propios, es
incuestionablemente la que ocupa el primer
término.
Económicamente considerado, lo que en el
animal vale más, es la piel que lo abriga.
— 363 —
En Francia, Inglaterra, Bélgica, Estados-
Unidos y Rusia, enormes sumas constituyen
el capital que se emplea en valorizar las pieles
por medio de los procedimientos industriales,
que les son aplicables.
Y con excepción de Rusia, las demás na
ciones nombradas, preparan y utilizan pieles
de lejanos paises introducidas.
Entre los países que á esas industriales
naciones de la Europa proveen de pieles, el
nuestro está en primera línea.
Y no solo les enviamos cueros, sino que les
enviamos tambien, la materia que más necesa
ria es, y que en mayor cantidad se consume
para curtirlos y prepararlos para las aplica
ciones infinitas é importantísimas que les da
la industria.
El quebracho, que en Corrientes, en Tucu-
man, en Salta y en los ricos territorios nacio
nales del Chaco y de Misiones crece en abun
dancia, es esa materia tan necesaria para
curtir cueros y que con ellos en inmensas
cantidades remitimos á Europa.
Fácil es comprender lo mucho que nuestra
— 364 —
riqueza pública aumentariia, y lo mucho que
á nuestros hacendados convendria el enviar al
extranjero, en vez de cueros sin curtir y que
bracho para curtirlos, pieles' perfectamente
elaboradas. Valorizaríamos nuestras materias
primas.
Pero difícil es explicar el porqué, lejos de
exportar las pieles, que en tanta abundancia
produce el país, curtidas; de retorno, una parte
de las que salen sin preparar, vuelven elabo
radas á satisfacer la demanda que de ellas
hace la industria nacional.
Cuando la industria en la República, no
habia aun temado el vuelo y la importancia
que hoy tiene, podia aplicarse á las pieles, las
razones que explicaban porque permanecian
estacionados y sin avanzar muchos ramos de
ella, desde largos años atrás establecidos en
el país; mas no, en la presente época de ver
dadero progreso y adelanto.
Se curten y siempre se han curtido cueros
en Salta, en Tucuman y en Buenos Aires;
pero las suelas de las tenerias nacionales no
bastan á satisfacer la demanda, cadadia ma
— 365 —
yor, de nuestros propios consumidores, y por
otra parte, convertir el cuero en suela, es el
primero y ménos importante de los procedi
mientos industriales que le son aplicables.
Es necesario hacer con las pieles de nues
tros rebaños todo cuanto en Europa hacen con
ellas; y no solo impedir por completo la intro
duccion de todo artículo elaborado de cuero,
sino tambien exportar manufacturadas, y no
como simple materia prima, una parte al mé
nos, de las pieles que van á los mercados
europeos.
El país, los capitales en esta industria em
pleados, y muy especialmente los ganaderos,
ganarán inmensamente cuando alcancemos á
llegar á un nivel industrial al cual há mucho
debiéramos haber llegado.
Nada es más factible.
Para que establecimientos industriales des
tinados á conseguir tan grandes fines y tan
provechosos resultados, se establezcan y radi
quen en el país, menester es plantearlos á
manera de los establecimientos del mismo
género en Europa fundados.
- 366 -
Para esto se necesitan grandes capitales;
pues en pocas industrias como en esta, por las
condiciones en que se efectúan los negocios
que le atañan, mayores sumas de dinero es
necesario emplear: las compras de las mate
rias primas, se hacen siempre sin excepcion»
al contado; las ventas de los artículos
elaborados, se hacen á largos plazos; las ope
raciones de la elaboracion son muy lentas, y
para trabajar en proporciones convenientes,
las materias en elaboracion sujetas de gran
valor; los locales espaciosos y las máquinas
costosas.
Pero en razon directa de estos inconvenien
tes, están las utilidades que esta industria da
á los capitales en ella empleados. Ninguna
otra las producá mayores, y de una manera
más cierta.
Y los grandes capitales se forman fácilmente
con pequeños capitales, por medio de esa po
derosa palanca mercantil é industrial, que ha
llenado de inmensos barcos de vapor los mares,
que ha suprimido las distancias de la tierra
por medio de los rieles, que evita las pérdidas
— 367 —
que el agua y el fuego pueden ocasionar al
comercio y á la industria, que forma Bancos de
descuento y de emision, que levanta colosales
fábricas y que llega hasta transformar la fiso-
nomia del globo, cortando los istmos que unen
sus continentes; esa gran palanca para el
adelante y el progreso de los pueblos que se
llama Sociedad Anónima.
No se objete que no podemos competir, en
esta como en muchas otras industrias, con las
fábricas europeas, por la diferencia enorme
que existe en el precio de los jornales que
allí se pagan con los que se pagan aquí; pues
aun cuando es bien cierto que la mano de
obra cuesta mucho más en América que en
Europa, la objecion no es atendible, ni en
vuelve un inconveniente real.
La diferencia en los jornales, la recompensa
en demasia el aumento de fletes, de derechos
de seguros, de comisiones y de tiempo que
pesa sobre las fábricas extranjeras.
Y por otra parte, las máquinas al acelerar
la produccion y perfeccionar los productos han
disminuido de notable manera, en esta como
— 368 -
en todas las industrias, el número de operarios
en ella empleados.
Prueban estas aseveraciones, con la incon
testable evidencia de los hechos, los resul
tados conseguidos por la casa Félix Duhart
y Compañia.
El capital, el crédito, y el espíritu empren
dedor y progresista de Juan Etchegaray, así
como la competencia, la laboriosidad y la
constancia de los hermanos Duhart, han lo
grado vencer las dificultades que se oponian
al establecimiento, en las necesarias propor
ciones, de tan importante industria, y las
pieles elaboradas en la gran fábrica nacional
—que ninguna proteccion debe á los gobiernos
—van reemplazando con ventaja á las elabo
raciones extranjeras.
II
Este grande establecimiento está situado
en Almagro, sobre la calle Rivadavia.
Ocupa un extenso, cómodo y adecuado edi
ficio, en el cual funcionan movidas por el vapor
— 369 —
un gran número de modernas y perfeccionadas
máquinas.
Máquinas cuya reseña revela por sí sola la
importancia del establecimiento y- la de los
trabajos que ejecuta.
Entrando á la derecha y en el centro del
establecimiento, está colocado el motor de
sistema Bréval—Paris;—es horizontal, fijo,
con condensador, y de fuerza de 30 caballos
efectivos.
En el mismo departamento se encuentra un
generador tubular de 40 caballos, sellado á
una presion de seis atmósferas, montado con
un aparato especial para quemar el aserrin
usado en la fabricacion de las pieles; combue-
tible de primera calidad y que suprime por
completo el carbon.
A un costado del generador se ve el pozo
semi-surgente, de 45 metros de profundidad,
en el que están colocadas las bombas que ele
van el agua á un gran depósito de fierro, del
cual se distribuye á todos los departamentos
del establecimiento por gran cañeria conve
nientemente colocada.
24
— 370 —
En el espacioso departamento que ocupan
las máquinas de la primera seccion, funciona
en primer término, un ingenioso aparato para
descarnar cueros, operacion que sufren estos
antes que ninguna otra, y que por los procedi
mientos antiguos á la vez que larga era
engorrosa tarea.
Allí se encuentran tambien dos máquinas
para dividir los cueros:—una de ellas los gran
des; la otra, los chicos—es decir, para hacer
de una, dos pieles. Estas máquinas que son,
por los servicios que prestan, de suma impor
tancia, se componen de una gran cuchilla hori
zontal, más larga que el ancho de un cuero
de un animal vacuno, la que por un rápido
movimiento que toma, merced á un ingenioso
mecanismo, divide con rapidez y perfeccion
una piel cualquiera. De estas dos mitades, de
un cuero así dividido, la que corresponde al
lado de la epidermis (lado del pelo) sirve para
fabricar baquetas charoladas; la parte que
corresponde al lado interno de la piel, se des
tina á la confeccion de crupones charolados
para carruajes y arneses.
— 37i —
Forman parte de la misma, seccion: dos má
quinas para efectuar la operacion técnicamente
llamada esparrar, una poderosa para los cue
ros.grandes, otra apropiada para los cueros
pequeños; una máquina para estirar las sue
las; otra para ablandarlas,—operacion que las
gentes del oficio denominan "margaritar";—
una máquina de gran potencia para batir ó
comprimir las suelas; así como numerosas
otras para estirar, raspar, secar y pulir las
diferentes clases de cueros que de esas opera
ciones han menester.
Entre ellas llaman la atencion cuatro curio
sas máquinas, cuyo objeto es lustrar y dar
brillo á los marroquines y tafiletes que, no
inferiores á los mejores de Europa recibidos,
salen de la fábrica de F. Duhart y Ca.
Es necesario ver hacer á los operarios de
las curtiembres ála antigua usanza establecidas
los trabajos que hacen esas máquinas, para
comprender todo el ahorro de materia, de
tiempo, de espacio y de esfuerzo muscular, con
ellas conseguido. Puede decirse que en nin
guna industria, la mecánica ha evitado al
— 372 —
hombre trabajos más pesados y crueles, que
los que le ha evitado en el arte de curtir pieles.
En el mismo departamento funcionan vein
ticuatro grandísimas tinas, en las que en. sus
titucion de las piletas antiguas, las pieles sufren
la accion del tanino y de los demás ingredien
tes que se emplean para empezar á curtirlas y
colorearlas. En esas tinas las pieles son remo
vidas automáticamente por medio del vapor.
Por medio de un bien combinado sistema de
caños, cada tina recibe y despide la cantidad
de agua que es necesaria.
El departamento de la segunda seccion de
máquinas lo ocupan las destinadas á producir
el aserrin de quebracho que consume el esta
blecimiento; y en cuyo número se cuentan:
una cierra circular para dividir en trozos las
vigas de quebracho; dos trituradoras, las cua
les trituran diariamente cinco toneladas de
quebracho; y una máquina para afilar automá
ticamente las cuchillas de las trituradoras.
La cantidad de aserrin que producen estas
máquinas, no solo llena las necesidades del es
tablecimiento, sino que tambien satisface los
— 373 —
pedidos que de él hacen varias curtiembres
nacionales.
Doce aparatos para colorear diversas clases
de cueros, están tambien instalados en este
departamento.
A continuacion del departamento ocupado
por la sección segunda de máquinas, se en
cuentra el local de la seccion llamada Rivera
en la cual se llevan á cabo las operaciones de
remojar, pelar y lavar los cueros, por medio
de las máquinas, aparatos y útiles que les son
propios, y en grandes piletas para tales ope
raciones destinadas.
En seguida se halla el departamento titula
do, seccion de apelambrar; palabra que signi
fica someter el cuero á la accion del agua de
cal, operacion que tiene por objeto aflojar el
pelo de la piel, y que se lleva á cabo en varias
especiales piletas.
Continuamente se renuevan los cientos de
cueros que en las piletas de esas secciones
reciben las primeras operaciones de la elabo
racion.
Formando ángulo con los dos departamen
— 374 —
tos últimamente mencionados, y en frente de
los dos ocupados por las secciones de las
máquinas, se encuentra la vasta seccion deno
minada Correría.
Esta seccion ocupa el piso bajo y el piso
alto del grande edificio en el que está instalada.
En el piso alto se hallan los colgadores, de los
cuales se sujetan y cuelgan las suelas. En el
piso bajo se concluye y remata la preparacion
de los becerros, cueros de cabra y de carnero
y otros semejantes por medio de las múltiples
operaciones que se efectúan sobre caballetes,
mesas de mármol y muchos otros apropiados
aparatos, y con infinidad de útiles é instru
mentos.
Todos los trabajos en esta seccion son he
chos á mano.
Los talleres para la confeccion de charoles
ocupan todo el piso alto del grande edificio
que forma el costado derecho del estableci
miento.
Allí se encuentran los magníficos calorífero s
de la casa industrial que nos ocupa.
Esos caloríferos han sido construidos segun
— 375 —
los sistemas más adelantados para hacer secar
los charoles; son calentados por medio del
vapor, hasta una temperatura de 75 grados
centígrados, para cuyo efecto se hace pasar
este por una cantidad de tubos de cobre que
corresponden con el generador.
Por este sistema se evita el fuego directo,
se consigue un calor á una temperatura igual,
así de dia como de noche, y se obtiene una
completa limpieza.
La elaboracion de los charoles es la rama
más importante en la fabricacion de objetos
de cuero, no solo por el valor que tienen, sino
tambien por la maestria y competencia que
exige.
Despues de bien curtido el cuero que va á
ser convertido en charol, y dividido por la
máquina ya mencionada, recibe cuatro ó cinco
capas de la composicion que se llama fondo,
con intervalos de tres ó cuatro dias entre cada
capa, debiendo ser préviamente foseado con
una piedra pómes antes de cada una de estas»
despues del fondo, recibe otra preparacion
llamada pincelada, y en seguida el lacre ó
— 376 —
barniz, que es el que da al cuero el lustre ó
brillo del charol, despues de haber permane
cido dos ó tres dias en los caloríferos.
La preparacion de los barnices para charo
lar, requiere conocimientos muy especiales y
una larga práctica. Puede decirse que el cré
dito y el éxito de una fábrica de charol depende
delos barnices. La manera de prepararlos cons
tituye un secreto para cada establecimiento.
En la preparacion de ellos entran como prin
cipales ingredientes aceite de lino, lithargirio,
minium, betun de Judea, azul de Prusia, negro
animal y aceite de trementina.
A pesar de estas dificultades, los charoles
de la fábrica nacional, merced á los modernos
aparatos y á las perfeccionadas máquinas que
posee; así como á los conocimientos y maes-
tria que en esta materia tienen sus directores,
en las varias clases y calidades que se fabri
can, en nada desmerecen á los mejores que
nos envian los establecimientos franceses,
siendo no obstante esto sus precios, de igual
manera que los precios de los demás artículos
por el establecimiento elaborados, más bajos
— 377 —
que los precios de los artículos de la misma
clase de Europa introducidos.
A más de los grandes departamentos men
cionados, cuenta este establecimiento con
espaciosos depósitos para las materias primas
y elaboradas, y con todas las oficinas y depen
dencias que la vasta escala en que trabaja
requiere.
En la calle de Rivadavia núm. 247 tiene la
Sociedad su escritorio principal, y depósito de
los artículos en venta.
Aunque esta fábrica -se fundó en 1 88 1 , recien
en 1882 se instalaron las numerosas y moder
nas máquinas con que cuenta.
Desde esa época funciona sin interrupcion,
elaborando anualmente de 80,000 á 100,000
cueros de todas clases.
El capital en giro, agregado al que importa
la maquinaria, sube á 200,000 pesos moneda
nacional.
Pasan de 100 los operarios que allí encuen
tran trabajo, á pesar de todas las máquinas
que funcionan movidas por el vapor.
Con los cueros vacunos se fabrican en este
— 378 -
establecimiento suelas comprimidas, suelas
preparadas para talabarteros, bruñidas, blan
cas, negras y engrasadas; suelas para zapate
ros bruñidas, labradas, embetunadas y charo
ladas; cuero charolado para capotas; cuero
preparado para arneses, para encuadernadores,
para artículos de viaje é imitaciones de cuero
de Rusia.
Las pieles de cabra se preparan lisas, gra
badas, lustradas, charoladas, marroquinadas;
con los cueros de carnero se hacen badanas
y tafiletes negros y de todos colores, labrados
y lisos, lustrados y charolados; los cueros de
potro se preparan bajo diferentes formas para
zapateros y talabarteros, y lo mismo sucede
con los de carpincho y de ciervo.
Y todo cuanto se puede hacer con los cue
ros lo hace este establecimiento del cual es
socio administrador Félix Duhart y socio co
manditario Juan Etchegaray.
BOLONDO, LAVIGNE Y O.
FÁBRICA DE FÓSFOROS
I
Solo despues de veinte años de duro bata
llar y de grandes sacrificios pudo lograrse el
gran propósito de fabricar en el país fósforos
de cera, en las cantidades y de la calidad que
eran menester, para competir con ven
tajas contra las fábricas extranjeras que
de ellos nos abastecian.
Este gran triunfo de la industria nacional se
debe á Bolondo y Lavigne, quienes han sido
los primeros en establecer, venciendo infinitas
dificultades, una fábrica de fósforos que hace
honor al país, y que en nada desmerece á las
primeras y más importantes de ellas estable
cidas en Europa.
— 33o —
Una gran perseverancia y convicciones bien
arraigadas se descubren en los fundadores de
la primera gran fábrica nacional de fósforos,
al examinar los antecedentes que con esta in
dustria se relacionan, y la manera cómo en
ella se iniciaron y lo que por radicaría en el
país hicieron.
Y, curiosa cosa, los que llegaron á resolveí
este problema industrial,—que grandes pérdi
das de dinero y numerosos fracasos hicieroi
considerar como irresoluble en la República,—
y que lograron establecer sobre sólidas bases
la primera fábrica nacional, de lo que á la
elaboracion de fósforos atañe, lo ignoraban
todo al salir de Europa.
Lavigne adquirió el arte de fabricar fósforos
de cera, y todos los conocimientos relativos á
tan importante industria, en el Rio de la Plata;
y Bolondo sin más razon que la fé que le
inspiraban la honradez, la laboriosidad y la
inteligencia de Lavigne, ha contribuido á la
realizacion de tan importante propósito dando
el capital primitivo.
Cuando Lavigne llegó al Rio de la Plata,
-38i -
era casi un niño; apenas contaba dieciseis
años. En ese entonces, dos pequeñas y pobres
fábricas elaboraban en estos países fósforos:
una en Montevideo, y otra en Buenos Aires.
Inmediatamente despues de su arribo, entró
á trabajar en la fábrica establecida en Monte
video, en calidad de simple empleado. Allí vió
por primera vez los procedimientos empleados
para elaborar fósforos.
Lavigne aceptó el empleo que en ese mo
destísimo establecimiento se le ofrecia, como
hubiera aceptado cualquier otro trabajo hon
rado; pero lo aceptó con la buena voluntad y
la decision que caracterizan álos hombres em
peñosos y trabajadores. No mucho tiempo des
pues, el jóven obrero conocia todos los
diversos trabajos que allí se hacian, y los de
sempeñaba con la misma maestria é inteligen
cia de un consumado operario. Como depen
diente, como oficial, como peon, en todo
cuanto era necesario trabajaba en aquella
pobre fábrica, por cuya prosperidad y adelan
to se interesó siempre.
Aquel pequeño establecimiento industrial
— 382 —
no solo no contaba con las máquinas y apa
ratos que eran necesarios, para elaborar un
artículo capaz de competir con sus similares
extranjeros, sino que carecia su fundador y
propietario de los elementos materiales para
darle el debido ensanche, y poder luchar con
probabilidades de buen éxito.
Todo allí era imperfecto, incompleto, rudi
mentario: los aparatos y útiles de fabricacion;
los sistemas y procedimientos en la elabora
cion empleados; las materias primas.
Sin embargo fué allí, en ese pobre y humilde
establecimiento, en donde el fundador y co
propietario de la gran fábrica nacional de
fósforos, adquirió el convencimiento de la im
portancia de la industria fosforera y del gran
porvenir que en la República Argentina tenia.
Comprendió que la marcha dificultosa y
lenta de las fábricas en Buenos Aires y Mon
tevideo establecidas, era debida á la falta de
las máquinas perfeccionadas que la razon le
decia usaban los grandes establecimientos
europeos, y á la falta de competencia en los
directores de ellas; y desde entonces empezó
— 383 —
á germinar en su mente la idea de plantear en
Buenos Aires una gran fábrica de fósforos.
Despues de algun tiempo, Lavigne aceptó
el puesto de tenedor de libros de una casa
mayorista de Montevideo; mas no por eso,
dejó de prestar el contingente de sus servicios
al propietario del pequeño establecimiento in
dustrial en el cualhabia comenzado su apren-
dizage en el arte de fabricar fósforos.
Contingente valioso que prestaba con el
mayor desinterés y con el mayor empeño, no
tan solo porque al propietario de esa fábrica
estaba ligado por estrechos vínculos de amis
tad, sino tambien porque el triunfo de la
industria nacional satisfacia sus aspiraciones
é importaba la confirmacion de sus creen
cias.
En esa época fué cuando Lavigne conoció
á Bolondo con quien trabó estrecha amistad,
y á quien hizo participar de sus ideas y propó
sitos sobre la fabricacion de fósforos de cera
en la República Argentina.
Deseando los animosos jóvenes, realizar el
— 384 -
pensamiento industrial que acariciaban, se
trasladaron á esta ciudad, con el intento de
estudiar las condiciones y necesidades de la
plaza, y las probabilidades de éxito y las difi
cultades que la fundacion de una fábrica de
fósforos ofrecia. Los estudios que hicieron
confirmaron las creencias que sobre el parti
cular teiiian, y acrecentaron en el ánimo de
.uno y otro el deseo de asociarse para dar ci
ma al pensamiento; pero la falta de capital les
obligó á aplazar sus propósitos.
En la fábrica establecida en esta capital
por Goenaga y Lopetedi en 1860, y que toca
ba con los mismos inconvenientes y luchaba
con las mismas dificultades que la fábrica
montevideana, Lavigne pudo aumentar sus
conocimientos y adquirir nuevas ideas sobre
la elaboracion de fósforos, pues si los procedi
mientos empleados y los aparatos usados por
Goenaga y Lopetedi no eran mejores ni mé
nos imperfectos que los empleados por La-
borde y su sucesor en su establecimiento de
Montevideo, eran distintos los procedimientos
y diferentes los aparatos; lo que le permitió
-385-
en algunos meses que en ella pasó hacer
comparaciones y deducciones que le fueron
altamente provechosas.
Vése, pues, que Lavigne adquirió por sus
propios esfuerzos, y solo debido á su carácter
estudioso é investigador, todo cuanto á la fa
bricacion de fósforos atañe, y que esos cono
cimientos los adquirió aquí, entre nosotros, y
por consiguiente puede decirse con toda pro
piedad que es un verdadero industrial del
país, un verdadero obrero nacional.
Despues de vicisitudes infinitas, y de haber
sufrido por varias veces el cambio de directo
res y propietarios, la fábrica fundada por Goe-
nagay Lopetedidejó de existir.
Estos varios desfavorables resultados que
hasta entonces habian dado las fábricas de
fósforos dieron orígen á la creencia, general
mente admitida, de que en el país, por muy
largo tiempo no seria posible el estableci
miento de ellas; pero tales adversos resultados
no influyeron por cierto en el ánimo de Lavi
gne quien perseveraba en sus opiniones, y el
que, por fin, iba áverias traducidas en hechos.
Bolondo llegó á poseer el capital que algu-
25
— 386 —
nos años antes le habia faltado, para poder
asociarse á Lavigne; y así que lo tuvo, perse
verando en sus ideas y lleno de féy de con
fianza, lo depositó en manos de su activo é
inteligente amigo para que con él llevase á
cabo los proyectos industriales que ambos
por largo tiempo habian acariciado.
La fábrica debia establecerse en Buenos
Aires. La direccion y administracion de ella
quedaba al solo cargo de Lavigne.
Sin pérdida de tiempo y con gran actividad
se dió comienzo á la lucha. Algunas máqui
nas se hicieron venir de Marsella, y de ellas
parte fueron modificadas aquí, otras fueron
ideadas y construidas en el país.
El personal era preciso formarlo por com
pleto, y ese personal se formó uno por uno en
el establecimiento.
Las máquinas y aparatos quedaron instala
dos, y la fábrica dió principio á la elaboracion
venciendo infinitas dificultadas y salvando
grandes obstáculos.
El capital primitivo era con relacion al que
se necesitaba, pequeño: 15,000 pesos moneda
-3«7 -
nacional. La industria fosforera en el país
estaba completamente desacreditada; los fós
foros que salian de las grandes fábricas euro
peas, para llenar nuestros pedidos, perfecta
mente elaborados y bien acondicionados; el
comercio introductor era contrario al progreso
de la nueva fábrica, como es contrario al
progreso de toda fábrica nacional; mas á pesar
de esto Bolondo y Lavigne iban ganando
terreno.
Las máquinas y aparatos se fueron perfec
cionando, los obreros adiestrando, y los pro
ductos de la fábrica nacional no desmerecieron
desde un principio nada de los mejores pro
ductos que nos enviaban las más acreditadas
fábricas extranjeras.
Para dar al establecimiento el desenvolvi
miento y desarrollo que era necesario para
que llegara á la altura que deseaban sus
fundadores, faltábales capital; pero ese capital
fué proporcionado por el jefe de importantí
sima casa de comercio de nuestra plaza, quien
forma hoy la compañia de la firma social de
la gran fábrica, como socio comanditario.
- 388 -
Contando con estos elementos, cuando ya
habia vencido todas las grandes dificultades
del principio, Lavigne pudo levantar su esta
blecimiento á la altura de los primeros y más
importantes de su mismo género existentes en
Europa.
Los fósforos italianos habian reemplazado
en el país á los fósforos franceses; reemplazar
con los fósforos nacionales á los fósforos
italianos fué el grande y patriótico propósito
de Bolondo y Lavigne, propósito que consi
guieron luchando hasta llegar á vencer á los
productos importados y obligar á las fábricas
italianas á convertirse en nacionales estable
ciéndose en la República Argentina.
II
En un terreno de 25 varas de frente á la
calle de California, 100 varas de frente á la
calle de Presidente y 134 varas de largo, se
levanta la gran fábrica nacional de fósforos de
de cera de Bolondo, Lavigne y Ca., área de
terreno totalmente edificada y que compren
— 389 —
de no menos de 5500 varas cuadradas de su
perficie.
Doce grandes departamentos perfectamente
ubicados, y con todas las condiciones necesa
rias para el objeto á que cada uno de ellos está
destinado, comprende este establecimiento
industrial.
El primer departamento lo componen las
habitaciones particulares del director de la
fábrica y las oficinas de contabilidad. Este
departamento ocupa el frente que da á la
calle de California.
En el segundo departamento se hallan debi
damente instalados las máquinas y útiles em
pleados en la elaboracion de la cerilla.
Allí un motor de veinte caballos, de vapor,
pone en movimiento unos grandes cilindros,
especie de enormes carretes, destinados á
enrollar la mecha de pábilo que se impregna
de cera al pasar por una série de baños espe
ciales, á los cuales mantiene líquidos y á una
misma temperatura una corriente de vapor.
Acompaña á cada uno de estos grandes
cilindros un ingenioso aparato, cuyo objeto es
— 39o —
guiar la cerilla y colocarla regular y simétri
camente en los carretes.
Cuando el largo hilo de pábilo impregnado
de cera está perfectamente redondeado, mer
ced á los diversos baños que ha recibido, se
le hace pasar por unos aparatos llamados
lustradores, en los cuales consigue el puli
mento y brillo necesario.
Dos grandes tachos de 500 litros cada uno,
sirven para preparar la estearina y demás
ingredientes que cubren al pábilo de algodon,
y que se conocen con el nombre de cera.
El tercer departamento lo forma una sala de
10 varas de ancho por 35 de largo, en la cual
funcionan 12 máquinas sistema Perrier, para
cortar las cerillas y colocarlas en marcos de
85 centímetros de ancho por 95 de largo,
operacion que se efectúa del modo siguiente.
Cada máquina representa una especie de
telar alimentado por cien cerillas enrolladas en
dos carretes: colócase en la máquina uno de
los marcos mencionados, y por medio de un
manubrio se hace funcionar, recibiendo el
cuadro en cada movimiento 100 cerillas, las
— 391 —
que se presentan á la cuchilla, son cortadas y
colocadas automáticamente con extraordinaria
rapidez y grande exactitud. Renuévase esta
operacion, para llenar el marco por término
medio, unas ochenta veces, el que por lo tanto
contiene 8000 cerillas colocadas á igual dis
tancia una de otra, y todas de un mismo
largo.
Cada una de estas máquinas llena poco más
ó menos 200 cuadros en las 10 horas diarias
de trabajo que el reglamento de la fábrica
establece. Pasan, pues, de 20.000,000 las
cerillas que diariamente elabora esta fábrica.
En el cuarto departamento se hallan insta
lados las máquinas y aparatos destinados á la
preparacion del mixto, y operaciones acceso
rias de disolucion y pulverizacion de los com
ponentes químicos de las mezclas.
Estas operaciones, así como todas las demás
que requiere el delicado trabajo de preparar
el mixto, se hacen por medio de aparatos
mecánicos y útiles especiales movidos á vapor,
con lo cual se obtienen notables resultados,
así en lo tocante á la regularidad y rapidez de
— 392 —
las operaciones, como en lo relativo á la segu
ridad y á la higiene. Un solo hombre basta
para atender á todas estas operaciones.
Con el objeto de preservar á los operarios
de los efectos dañosos de ciertas sustancias
químicas que son necesarias para preparar el
mixto, los obreros poseen aparatos adecuados
para respirar el aire puro del exterior de la sala.
Terminada la fabricacion del mixto, este es
llevado en pequeños wagones al quinto depar
tamento, en el cual se les coloca á las cerillas
la cabeza de pasta fosfórica que las hace
propias para el uso á que se les destina.
Este departamento lo forma una sala de 6
varas de ancho por 12 de largo; allí sobre
cuatro grandes mesas de mármol se extiende
una capa de mixto de un espesor igual á la
longitud que se desea dar á la cabeza de la
cerilla.
Del tercer departamento pasan á este los
cuadros de cerillas allí confeccionados, y de
este una vez recibido el mixto al sexto depar
tamento ó sala de desecacion.
Esta sala, de 12 varas por 22, reune todas
— 393 —
las condiciones de seguridad propias para
evitar un incendio. En su construccion se ha
eliminado en lo posible la madera, el piso se
halla siempre cubierto de una gruesa capa de
fina arena, y puertas y ventanas adecuadas
permiten privar en breves momentos la entrada
del aire y por consiguiente matar en su naci
miento el fuego. A más, el establecimiento
tiene siempre dispuestos varios aparatos para
sofocar el incendio, y por medio de otros,
semejantes á los usados por los buzos para
permanecer en el agua, pueden los operarios
penetrar en esta sala aun cuando esté abso
lutamente cerrada y llena de los vapores que
desprendela combustion del mixto.
Esta gran sala está dividida en cuatro
secciones que se comunican por puertas de
hierro, conteniendo 40 grandes armarios, tam
bien de hierro, separados entre sí, y con capa
cidad cada uno para 50 cuadros de fósforos,
que permanecen allí hasta la completa solidi
ficacion y desecacion del mixto.
Esta operacion se efectúa en pocas horas
con tiempo seco; pero la sala posee caloríferos
— 394 —
apropiados para elevarla temperatura interior
de la sala al grado de calor que se necesita
para secar con cualquier tiempo.
La sétima seccion es la más digna de ser
descrita y visitada. En ella se llenan las cajas
de fósforos.
Este departamento lo forma un espacioso
salon dividido en dos partes, la una destinada
á las niñas, en la cual trabajan 50 de éstas, y
la otra álos varones, donde un número igual
de éstos desempeña las mismas tareas que
aquellas.
Estos jóvenes obreros de ambos sexos cuya
edad varia de 7 á 15 años, cada uno provisto
de una esponja y trabajando sobre una mesa
numerada en la que se coloca un marco lleno
de fósforos, con gran maestria y suma rapidez
abren, llenan y cierran las pequeñas cajas de
carton, en cada una de las cuales se colocan
de 75 á 80 cerillas.
Llénase el alma de entusiasmo y alegria al
ver trabajar con febril actividad á ese centenar
de niños, algunos de los cuales pueden ganar
al mes hasta 40 pesos nacionales.
— 395 —
Las niñas trabajan sentadas y los niños
parados, siendo las primeras acreedoras á un
elogio por ser más juiciosas y constantes.
Este trabajo seria con el transcurso del
tiempo peligroso para los niños, si la atmós
fera del gran salon llegara á saturarse con las
emanaciones del mixto, lo que no acontece
nunca, debido á la permanente renovacion del
aire por medio de poderosos aspiradores.
En el mismo departamento, los inspectores
del taller revisan y cuentan las cajas.
En el departamento siguiente se empaque
tan, siendo tambien niños de ambos sexos los
que allí trabajan. Unos de formar con las cajas
atados de una docena, y otros con los atados
paquetes de 6 docenas, se ocupan con gran
perfeccion y prontitud.
En este taller se colocan tambien los paque
tes en cajas de zinc fabricadas en la hojala
teriia del establecimiento, á la cual vuelven
despues de llenas para ser inmediatamente
soldadas.
Despues de soldadas las cajas, se acondi
cionan en cajones de madera. En cada uno de
— 396 —
estos cajones se colocan 4 cajas de zinc, cada
una de las cuales contiene 15 gruesas de
cajas de fósforos.
Así que son perfectamente cerrados, rotu
lados y marcados, los cajones son trasladados
al departamento destinado á depósito de artí
culos elaborados.
El décimo departamento lo forma un mag
nífico galpon de 10 varas de ancho por 55 de
largo, construido á todo costo, y en el cual se
depositan las cajas de carton vacias, pábilo y
demás materias no inflamables.
Para cada una de las materias peligrosas ó
inflamables hay locales especiales y comple
tamente separados del cuerpo principal de la
fábrica.
El último departamento, compuesto de varios
locales, está destinado á los operarios que se
ocupan en componer ó en arreglar las cajas
vacias que de tales operaciones tienen necesi
dad; operaciones que tambien están á cargo
de jóvenes de uno y otro sexo.
Conviene advertir que la estearina que hoy
consume este establecimiento nacional, es la
.— 397 —
fabricada en el país, y que ella no es bajo nin
gun concepto inferior á la mejor que puede
venir de Europa.
El orden y la disciplina que reinan en este
importante establecimiento, así como el estricto
cumplimiento que se da á las disposiciones de
su reglamento interno, son dignos de los ma
yores elogios y del más merecido aplauso.
Todas las operaciones de la elaboracion
deben quedar, y quedan siempre, terminadas
en el mismo dia en que empiezan: el pábilo
que al principiar el trabajo recibe el primer
baño de cera, se convertirá en fósforo, y ese
fósforo ya pronto y listo para ser utilizado,
será guardado en una caja de carton, y esa
caja envuelta en un atado de una docena, y
esa docena en paquete de grueso papel encer
rada, y ese paquete guardado en una caja de
lata perfectamente soldada, y esa lata bien
acondicionada en un gran cajon de madera
debidamente clavado, y ese gran cajon en un
seguro depósito guardado, antes de terminar
el dia.
Concluye el trabajo algunas horas antes que
- 398 -
el sol se oculte, y pocos momentos despues
de terminado, el piso de todos los departa
mentos queda perfectamente barrido y limpio
y todos los útiles en sus respectivos lugares.
Mientras duran las tareas en los talleres, en
una estufa en separado sitio colocada, son
quemados todos los recortes de papel y demás
materias capaces de producir fuego.
Dos depósitos de agua, siempre llenos, y
con una capacidad de 14,000 litros, por medio
de un sistema de caños la llevan á todos los
departamentos de la fábrica.
Un bien organizado servicio de vigilancia
nocturna completa las medidas adoptadas
para evitar un incendio.
200 obreros emplea la gran fábrica nacional
de Bolondo, Lavigne y Ca., y los fósforos en
ella elaborados ocupan el primer término en el
consumo que de ese artículo hace toda la
República.
FRANCISCO COY
FÁBRICA DE CAMISAS
Bien pocos años hace que se establecieron
las primeras fábricas de camisas en la Repú
blica.
Hasta entonces, todas las camisas que con
sumíamos las recibíamos del extranjero, pa
gando por ellas á los fabricantes europeos
cuantiosa suma de pesos moneda nacional,
cuya mitad por lo menos, correspondia á los
operarios por el trabajo manual.
Un grave error, que los hechos han llegado
á destruir por completo, habia impedido hasta
entonces el establecimiento de fábricas de ca
misas, en el país: creíase que, requiriendo la
confeccion de la camisa mayor trabajo ma
— 40o —
nual que el que requieren otras confecciones,
que aun no se hacian en el país, era de todo
punto imposible hacerlas en él, pues la ven
tajosa diferencia entre los jornales que gana
el obrero en Europa y los que gana el obrero
en la República Argentina, nos ponia en el
caso de no poder competir con ventaja contra
la industria extranjera.
En esto consistia toda la dificultad, pues ni
los grandes capitales que el establecimiento
de otras industrias exige, ni los especiales co
nocimientos técnicos que para dirigirlas y fun
darlas son necesarios, esta los requiere.
Y sin más fundamento que este, y sin pen
sar que la diferencia que existia en el precio
de los jornales estaba en demasia recompen
sada con los derechos aduaneros, y más que
con los derechos aduaneros con las comisio
nes y grandes ganancias de los introductores
y demás agentes intermediarios entre el fabri
cante y el consumidor, que indispensablemen
te la confeccion extranjera hace necesarios,
todos aquellos á quienes se les propuso la fun
dacion de una fábrica de camisas, rechazaron
la idea y negaron el capital que para este ob
— 401 —
jeto les pedian hombres sin dinero pero de
grandes ideas económicas y llenos de cono
cimientos sobre industria y asuntos fabriles.
Los introductores y mayoristas alimentaban
con bien interesadas miras este error, y com
batian el establecimiento de tales fábricas, co
mo han combatido y aun combaten, con gran
perjuicio para el progreso y la riqueza del país,
la fundacion de muchas otras utilísimas in
dustrias.
Pero, casi al mismo tiempo, varios indus
triales animosos empezaron á confeccionar
camisas de medida; y tan bien las empezaron
á confeccionar, y en comparacion á las mis
mas calidades del extranjero introducidas, á
tan moderados precios las vendian, que con
gran facilidad y con gran rapidez la clientela
aumentaba dia á dia, y los modestos y peque
ños talleres se convirtieron en grandes é im
portantísimas fábricas.
Primero los habitantes de la capital, despues
los de los pueblos cercanos, y finalmente los
de toda la República usaron y dieron una me
recida preferencia á los productos nacionales.
26
— 402 —
La venta al por menor, se empezó á hacer
tambien al por mayor y los enemigos de la
industria argentina fueron vencidos, y la intro
duccion de camisas extranjeras ha quedado
reducida á una escala insignificante.
Y cientos de miles de pesos moneda nacio
nal oro, que anualmente pagábamos á los ope
rarios europeos, los pagamos á nuestros ope
rarios, y muchos cientos de honradas mujeres
se ocupan hoy y ganan en esta industria bue
nos sueldos.
Entre los primeros iniciadores de esta indus
tria, y entre los que más han contribuido á dar
al país las ventajas que ella reporta está Fran
cisco Coy.
Vino éste de España con el propósito deli
berado de fundar en esta capital una fábrica
de camisas para hombre.
Poco despues de su llegada, inició su idea
de práctica manera, estableciendo en la calle
Florida núm. 40 un modesto taller para la con
feccion de camisas de medida; taller que, á pe
sar del poco capital con que se estableció, lle
gó en poco tiempo á ser una grande é impor
— 403 —
tantísima fábrica, merced á la actividad y la
boriosidad de su fundador y dueño.
Las camisas elaboradas en la fábrica nacio
nal de Francisco Coy, por las ricas y muy
especiales telas empleadas en su confeccion,
por la manera delicada y prolija con que se
trabajan y por la exactitud en el corte y las
medidas, pueden competir con las mejores
camisas de las primeras fábricas inglesas y
francesas.
El mismo éxito conseguido por Coy, su se
lecta clientela y los numerosos premios en to
das las Exposiciones á que ha concurrido al
canzados, prueban evidentemente la verdad de
esta aseveracion nuestra.
La fábrica nacional de camisas de Francis
co Coy no efectúa ventas por mayor; todas
cuantas camisas elabora son para su numero
sa y rica clientela.
Pasan de 5000 los clientes cuyos moldes
están archivados en este gran taller, y para los
cuales 80 operarios trabajan continuamente
utilizando perfeccionadas máquinas de coser.
Son, pues, de medida, y para satisfacer es-
— 4<H —
peciales pedidos que trabaja este bien monta
do establecimiento industrial las camisas que
de todas clases y calidades salen de él.
Por secciones están divididas las operarias
que trabajan en esta bien instalada casa: á
cargo de las unas está la confeccion de los
pespuntes de los cuellos y puños; de las otras
las costuras y sobrecosturas del cuerpoy man
gas; de éstas la de los ojales, de aquellas el
arreglo final; y así cada seccion tiene á su car
go trabajos especiales, con cuya distribucion
ha logrado el director de la fábrica, que las
operarias allí en ella formadas adquieran gran
habilidad y maestria, y sus confecciones per
feccion y belleza.
Y siempre incansable en el trabajo y siem
pre anhelante de progreso, Francisco Coy va
dia pordiadando mayor ensanche y mayor im
portancia á su casa industrial.
DEVOTO, ROCHA Y C1
ALCOHOLES—ÁCIDO SULFÚRICO
EMILIO A. PELLET
DIRECTOR INDUSTRIAL
I
Como el hombre en las diversas edades de
la vida, las sociedades humanas en sus distin
tos estados de civilizacion, tienen ocupaciones
que las caracterizan y que les son propias.
Recorred las primeras páginas de la historia
de todos los pueblos, estudiad el comienzo de
las humanas agrupaciones en todos los tiem
pos y de todas las razas, y vereis que siempre
la caza y la pesca constituyen sus primitivas
ocupaciones.
Apoderarse de las aves, perseguir los anima?
les de las selvas y de los campos, sacar de las
— 4°6 —
aguas á los peces, son las tareas propias del
hombre, en el primer período de civilizacion
de la sociedad á que pertenece.
Período de ignorancia, de debilidad, de
pobreza, pero de progreso tambien. Primero
se arroja la piedra con la mano, despues se
lanza con la honda, en seguida el arco y la
flecha reemplazan á la honda y á la piedra.
Luego despues, ya el hombre no solo se
apodera del animal para sacrificarlo en el
acto, y alimentarse con su carne, y cubrirse
con su piel, y armarse con sus huesos, tambien
se apodera de él para domesticarlo, para em
plear en su servicio su fuerza, su agilidad,
su bravura, su instinto ó sus productos.
Son los albores de un nuevo estado de civi
lizacion. Ya la caza y la pesca no constituirán
la principal y más privilegiada tarea de la
mayoria de los miembros de la sociedad. El
pueblo se hace pastor, y los trabajos propios
á la ganaderiia caracterizan y manifiestan un
paso más hácia el adelanto, el progreso y la
civilizacion.
Al iniciarse el nuevo estado, la sociedad
— 407 —
humana no es más que la tribu errante que
vaga con sus rebaños, sin hogar y sin patria,
de comarca en comarca; mas poco á poco
empieza á no salir de los límites de la zona
elegida, la tierra se convierte en propiedad, y
á medida que el amor del hombre al suelo en
que trabaja crece y se hace más intenso, la
civilizacion aumenta.
Y la civilizacion duplica las necesidades del
hombre, y como los frutos que espontánea
mente la tierra le brinda no bastan á satisfa
cerlas, se ve precisado á abrir su seno, y á
buscar semillas y á depositarlas en los surcos
que traza para aumentar los productos de la
tierra. Y muchos hombres abandonan los
trabajos de la ganaderia para dedicarse á los
trabajos de la agricultura que son los trabajos
que caracterizan otro nuevo y más elevado
estado de civilizacion, en el cual la mayor
parte de los miembros de la sociedad ya no
son pescadores, ni cazadores, ni pastores. No
por esto la ganaderiia pierde su importancia;
pero en ese grado de civilizacion el hombre
para vivir no necesita tanta sangre. Entonces
— 4°8 —
su principal ocupacion—la agricultura—le da
principal parte de alimento y de abrigo.
Cuando los productos de la tierra llenan
las necesidades del pueblo que la cultiva, la
exportacion de ellos empieza, ora á los países
de las sociedades que han llegado al más
alto grado de civilizacion y que las reciben
como materia prima que convertirán en mate
ria elaborada, ora á las regiones de distinto
clima; y continúa y se desarrolla la exporta
cion de los productos agrícolas en su estado
natural hasta que cesa para ser reemplazada,
despues de llenar las necesidades de la de
manda nacional, por la exportacion de pro
ductos por el hombre fabricados.
Entonces, valorizar los productos naturales
de los reinos animal, vegetal y mineral dán
doles nuevas formas por medio de las artes y
de la industria es el trabajo más importante
y principal para los miembros de la sociedad,
y ese trabajo es solo propio de las sociedades
que han alcanzado el mayor y más alto grado
de civilizacion.
Período de prosperidad, de poderio dye rl-
—. 409 —
queza en el cual la humana criatura centupli
ca sus fuerzas valiéndose de las aguas y de
los vientos, del magnetismo y de la electrici
dad, del calor y de la luz del sol; período en
el cual una parte de los miembros de la
sociedad se emplean en los trabajos que ocu
paron á los hombres de los tiempos pasados,
pero con menos pena y más provecho;
período en el cual las maravillas de la me
cánica aceleran la produccion, multiplican los
productos y disminuyen el trabajo muscular
del obrero; período en el cual las potencias in
telectuales, el saber, la ciencia, es quien vence
é impera, quien domina y utiliza á las fuerzas
naturales y á la materia bruta.
El comercio que principia cuando la socie
dad principia, y que se efectúa en todas las
edades de los pueblos, se desarrolla entonces
y adquiere colosales proporciones, y salvando
los límites de la nacion se hace universal.
Algunas veces, los años trás los años á
centenares pasan, las generaciones á las ge
neraciones se suceden, antes que la sociedad
pueda pasar de un estado á otro estado supe
— 4IQ —
rior de civilizacion; otras veces acontece lo
contrario: el progreso es rápido, las transfor
maciones sociales repetidas y violentas; y,
antes que los trabajos propios de un estado
de civilizacion lleguen á su mayor desarrollo,
los miembros de la sociedad, cual si fueran
movidos por poderosa fuerza hácia el progre
so y el adelanto, consagran su actividad, su
inteligencia á tareas que corresponden á los
pueblos más civilizados, á las sociedades más
cultas.
Y esto es precisamente lo que ha pasado y
pasa en la República Argentina. Su progreso
es tan rápido, el desarrollo de su prosperidad
tan sorprendente y su riqueza tan inmensa,
que á sus mismos hijos sorprende el ver en los
mismos sitios que ayer el indio cazador hacia
teatro de sus salvages hazañas, pueblos de
agricultores y grandes establecimientos fabri
les, destinados á transformar por medio de
poderosas máquinas movidas por el vapor los
productos de la naturaleza en productos de la
industria.
La caza y la pesca eran los trabajos en que
— 4U —
se ocupaban los hombres que habitaban la
inmensa y fertilísima zona que á la República
Argentina pertenece, cuando á ella llegaron
de España las legiones conquistadoras.
Apenas pastor habia llegado á ser el pue
blo argentino, cuando nuestros gloriosos pa
dres quisieron ser libres, y dar á la patria
independencia. En los setenta y cinco años,
pues, desde ese entonces trascurridos, y en
los cuales ha sido necesario lidiar contra los
tiranos y los déspotas, contra el fanatismo y
la ignorancia, y dictar leyes y hacerlas respe
tar, hemos alcanzado el alto grado de civiliza
cion en el cual los hombres á la vez que en las
faenas propias de la ganaderia y en las tareas
propias de la agricultura, en los trabajos fa
briles se ocupan y enriquecen.
Pero no porque nuestro progreso industrial
haya sido rápido sus mártires y sus héroes
han sido pocos; y por el contrario, las impro
visaciones y la falta de preparacion en la ma
yor parte de los negocios industriales que va
lorizan los productos del fértil suelo argentino
y centuplican su riqueza, cuestan grandes sa
— 412 —
orificios, gruesas sumas de dinero y preciosas
vidas.
II
Inmensas cantidades de alcohol se impor
taban de Europa. El país empezó á producir,
tambien en inmensas cantidades, la materia
prima que mayores ventajas reporta para
elaborarlo,—el maíz,—y este producto de nues
tro suelo, despues de llenar la demanda na
cional, se empezó á mandar á las fábricas
extranjeras para en ellas ser convertido en el
valioso espíritu que aun no se fabricaba en el
país.
Fué entonces, cuando naturalmente, algu
nos hombres emprendedores y progresistas,
comprendiendo las ventajas que la fabrica
cion de alcoholes con las materias primas
que se exportaban á lejanos paises para de
ellos volver al nuestro transformadas en ma
teria elaborada, reportaria á la industria nacio
nal y los capitales en tal empresa empleados,
se lanzaron á fundar destilerias y comenzaron
una tremenda y larga lucha.
— 4i3 —
De todas las industrias radicadas en el
país, la fabricacion de alcohol es la que más
pérdidas y mayores sacrificios ha ocasionado.
El negocio era y es, uno de los más prove
chosos y lucrativos; pero sea por las cuan
tiosas sumas que exige la instalacion de una
fábrica dotada con todos los aparatos y má
quinas que son menester para producir alco
hol en grandes cantidades y buenas calidades;
sea por la mucha competencia y los muy
especiales conocimientos teóricos y prácticos
que se requieren, solo despues de durísimas
pruebas y á fuerza de dinero, de trabajo y de
constancia se ha logrado el gran propósito.
A Devoto, Rocha y Ca. corresponde este
gran triunfo industrial.
Forman hoy esta importante razon social:
Tomás Devoto,
Osvaldo Rocha,
Severino Lalanne,
Manuel Cadret,
Emilio A. Pellet.
Los cuatro primeros establecen una Socie
dad con un capital de 250,000 pesos fuertes y
— 414 —
fundan en la márgen del Riachuelo un gran
establecimiento de destileria para la elabora
cion de alcoholes.
Grandes sumas se emplean en la construc
cion del edificio, en la compra de máquinas
y aparatos y en la instalacion completa de la
gran fábrica. Todo está pronto para empe
zar á trabajar; los complicados aparatos,
la materia prima, el combustible, los opera
rios.
Ninguno de los socios ni el gerente de la
Sociedad, son peritos en la fabricacion de
alcoholes; son entendidos comerciantes los
primeros, buen administrador el segundo, pero
ninguno de ellos es industrial.
Pero se contaba con directores técnicos
que se creian notabilidades en la fabricacion
de alcohol, y no era de temer que por falta de
competencia se sufrieran perjuicios; á pesar de
esto, los ensayos empezaron y se sucedieron
sin que los grandes y perfeccionados apa
ratos de la destileiia dieran una sola gota de
alcohol. Se gasta gran cantidad de combus
tible, se pierden sumas enormes de materias
— 4i5 —
primas, se pagan numerosos jornales, y no se
consigue destilar un litro de buen aguardiente.
Se cambia el director industrial de la fábrica,
se recorren los aparatos, se hacen nuevas
pruebas y nuevos gastos, pero con idénticos
resultados. No sale alcohol.
Han trascurrido muchos meses y se han
perdido grandes sumas de dinero; mas esto
no desanima á los valientes fundadores de la
gran destileria, y se disponen á continuar con
más ardor y con mayor ahinco la gran lucha
industrial emprendida.
Emilio A. Pellet, gerente de la Sociedad,
habia estudiado con gran empeño las causas
de los grandes fracasos que se sufrian; habia
observado los trabajos de los directores indus
triales, sus vacilaciones y sus dudas, y cre
yendo firmemente que los resultados nega
tivos dependian de la falta de competencia,
de la falta de ciencia y de experiencia en
aquellos á quienes la Sociedad encargaba de
la direccion de la fábrica, lo decia y se lo repe-
tia á los interesados, y como fundaba sus afir
maciones con razonamientos llenos de lógica
— 416 —
y de conocimientos, creyeron éstos que con
fiar la direccion industrial de la fábrica al
jóven gerente de ella, era lo mejor que podíase
hacer.
Emilio A. Pellet no tenia conocimientos
industriales de ningun género, y era aquella la
primera fábrica en que habia trabajado.
Despues de haber pasado algunos años de
estudios preparatorios en el Colegio Nacional
de esta ciudad, se ocupó en pasear y en diver
tirse, hasta que dispuso hacer un viaje á
Europa en donde aprovechó su tiempo no de
muy diversa manera. Era el hijo mimado de
un padre rico y amoroso.
A su regreso se resolvió á aceptar el empleo
que le ofrecian los señores Devoto, Rocha y
Ca; se resolvió á trabajar con verdadero entu
siasmo en pro de la tarea industrial tan valien
temente emprendida por los progresistas capi
talistas que forman esa firma comercial, y el
jóven elegante se convirtió en obrero activo,
laborioso, observador y constante.
Desde ese instante Emilio A. Pellet fué un
industrial empeñoso y decidido. Empezó á
— 417 —
estudiar teórica y prácticamente el difícil arte
de fabricar alcohol, y no economizó para alcan
zar este gran propósito trabajo ni pena de
ningun género.
A este empeño debió la confianza que en él
depositaban los empresarios de la gran desti
leriia, ofreciéndole la direccion del estableci
miento.
Pero mucho aun, sobre la manera de fabri
car alcohol y el manejo de los aparatos para
fabricarlo, le faltaba conocer á nuestro jóven
é inteligente compatriota; y al aceptar el deli
cado empleo que se le ofrecia, propuso á los
fundadores y propietarios de la destileria se le
enviara á Europa para completar sus estudios
y observaciones relativas á la fabricacion del
valioso espíritu que la inteligencia del hombre
ha encontrado y saca de los farináceos granos
del maíz.
Y Cadret y Lalanne, y Rocha y Devoto que
las grandes pérdidas sufridas, lejos de acobar
darlos les daban mayor empeño y mayor deci
sion en el gran negocio que habian empren
dido, no solo consintieron en aceptarlos planes
27
— 4'8 —
de Pellet, dándole carta blanca para proce
der como lo creyera conveniente, sino que le
autorizaron para contratar toda la maquinaria
y todos los aparatos para el establecimiento
de una nueva y más grande destileria.
Arrojada resolucion, pero muy propia de
los hombres que formaban la industrial Com
pañia que habia decidido impedir, por medio
de leal competencia, se introdujera al país
alcohol elaborado en el extranjero.
Allí estaba uno de esos hermanos Devoto,
á quienes tanto deben el comercio y la industria
nacionales; uno de esos cuatro hermanos italia
nos, obreros activos y laboriosos, que ayer no
más, llegaban al hospitalario y generoso suelo
argentino, sin un solo peso, y que hoy cuentan
por millones la fortuna que han adquirido de
inteligente y honrada manera.
Allí estaba Tomás Devoto, el obrero em
prendedor y activo, el comerciante de grandes
concepciones, el capitalista progresista y em
peñoso. El era el director general dela Socie
dad, y él en los rudos momentos de lucha y
de prueba, con la energia, la perseverancia y
— 4>9 —
la poderosa voluntad que le son caracterís
ticas, ha sido el alma de ella, él ha sabido
levantar cuanto parecia próximo á sucumbir
y le ha dado vida, fuego, nervio.
Allí estaba Osvaldo Rocha, quien acaba de
tomar la direccion general de la Sociedad,'
comerciante argentino, patriota, progresista,
amigo entusiasta de la industria nacional y al
mismo tiempo jefe de la honorable casa de
comercio Rocha Hnos. y Ca. de esta plaza.
Allí estaba Severino Lalanne, miembro dis
tinguido del alto comercio de la capital, y uno
de los hombres más distinguidos de la colo
nia francesa que debe tamjbien. á su laboriosi
dad infatigable la honrósapostcion que ocupa.
Allí estaba Manuel Cadret, socio de una de
las fuertes y respetables casas mayoristas de
esta plaza, ilustrado é inteligente argentino,
joven patriota entusiasta y amigo del trabajo,
de la accion y de la lucha.
Pocos meses bastaron á Pellet para llenar
por completo y de satisfactoria manera su
doble mision. Estudió al lado de los más
notables sabios especialistas de Europa los
420
procedimientos y verdades conocidos sobrela
sacarificacion y fermentacion alcohólica; obser
vó en las principales destilerias europeas los
métodos y sistemas empleados; adquirió los
aparatos y útiles que se le habian encargado.
A su vuelta emprendió sus trabajos indus
triales con la confianza y la fé del que tiene
conciencia de sus estudios y de sus conoci
mientos en una cosa, y con la voluntad firme é
inquebrantable de resolver de ventajosa ma
nera, el problema industrial que se le habia
encomendado.
Desde entonces empezaron y continúan los
progresos y los triunfos industriales de
Devoto, Rocha y Ca, y el alcohol delas grandes
destilerias nacionales por ellos fundadas fué
reemplazando con provecho para todos, al
alcohol extranjero.
Entonces el establecimiento de Barracas
toma rápido y poderoso impulso; á la orilla
del Paraná, en el puerto de Campana, se le
vanta una nueva y gran fábrica; despues, la
poderosa y progresista empresa adquiere
la magnífica destileriia de Chivilcoy; y, sin
— 421 —
que puedan sus triunfos y ganancias, como
no pudieron las vicisitudes y los quebrantos
en los comienzos sufridos, detener á los em
prendedores obreros que la forman, ni satisfa
cen las trascendentales aspiraciones industria
les que los animan, establecen una nueva é im
portantísima industria: la fabricacion del ácido
sulfúrico.
Y no se detendrá en este punto la progre
sista y poderosa Compañia; que á los que la
componen sóbranles elementos y voluntad, y
al inteligente y laborioso director industrial de
ella actividad y ardiente anhelo de nuevos
triunfos industriales.
III
La destileriia de Campana es la principal
más vasta, mejor instalada y la que con mejo
res y más perfeccionados aparatos cuenta de
todas cuantas hasta hoy existen en la Repú
blica.
Está situada sobre la misma orilla del rio
— 422 —
Paraná, y á sus muelles pueden atracarbuques
de gran calado y hasta de más de 3000 tone
ladas de porte.
Un ramal del ferro-carril al Rosario, pene
tra al establecimiento y lo pone en comunica
cion con todos los pueblos dela República.
Los edificios del grandioso establecimiento
le cuya distribucion dará una idea el plano
que va al frente, son una verdadera obra maes
tra de arquitectura. Sobre un suelo falto de
solidez y compuesto de capas de bien distin
tas materias, se ha logrado por medio del
arte levantar una soberbia. hermosa y sólida
fábrica.
Todas las ventajas, todas las conveniencias
y todas las comodidades para la introduccion
de la materia prima y combustible, para la
fabricacion y para la exportacion de los pro
ductos se han tenido en cuenta y se han con
seguido en la construccion de los diversos
departamentos de la fábrica.
Compónese esta de cinco edificios distintos
y separados: el edificio principal, con frente
al magestuoso rio Paraná, el gran depósito
Granero
.
Cocción
t-tU
O 'C *3 tt O <
Motor
1Refrigerantes1
k
Sacarificación
Destilería Saturación Chimenea
Fermentación
<u c .2*uñai
"o.co < .2 co
— 424 —
de alcoholes, el departamento de las calderas
generadoras del vapor, los espaciosos almace
nes ocupados por la toneleria y talleres me
cánicos de herreria y carpinteriia, y el costosí
simo y muy especial edificio á la elaboracion
del ácido sulfúrico destinado.
El edificio principal se divide en ocho
secciones á saber: graneros, coccion, motor,
destilacion, fermentacion, sacarificacion, sa
turacion, refrigerantes. Cada una de estas
secciones ocupa adecuados y vastos locales
de dos y tres pisos.
El piso de la planta baja de todas las sec
ciones es de asfalto, y este piso á la vez que
revela el orden y la disciplina que reinan en el
establecimiento, muestra la gran solidez del
edificio: lo primero por medio de un aseo y
una limpieza irreprochable; lo segundo, por
la falta de grietas y roturas en su superficie,
lo que prueba evidentemente que las grandes,
pesadas y poderosas máquinas que sobre él
funcionan, no han podido desnivelarlo ni en
una sola línea.
Desgranado y pesado entra el maíz al in
' — 425 —
menso granero, y de esta seccion pasa de inge
niosa manera á la que ocupan los aparatos de
nominados cocedores.
Allí principia la elaboracion del alcohol. La
primera operacion consiste en cocer el maíz
por medio de la poderosa accion del vapor: esta
operacion se efectúa en dos grandes y costo
sos aparatos de hierro, cada uno de los cuales
recibe alternativamente 3200 kilos de maíz.
La carga de estos aparatos se opera con
suma facilidad: del granero el maíz es subido
por medio de una noria hasta una altura con
veniente, desde donde cae á un tornillo-sin-fin
despues de pasar:
i° Por una aventadora que lo limpia;
2° Por un aparato magnético que extrae
los clavos ú otros objetos de hierro
que pudieran encontrarse mezclados á
él, y que deteriorarian ciertas partes
de la maquinaria;
30 Por una balanza automática que indica
sin la necesidad de la intervencion de
ningun obrero, la cantidad exacta de
maíz que se trabaja.
— 426 —
El tornillo-sin-fin lo lleva á los depósitos
destinados á recibir la carga de los cocedores
para cuyo objeto están colocados encima
mismo de estos. De manera que terminada
una operacion, la otra puede principiarse sin
retardo, pues solo basta abrir un registro para
que las 32 fanegas de maíz entren rápida
mente al aparato.
Por medio de los aparatos que posee el es
tablecimiento, el cocimiento del maíz se veri
fica en breve tiempo, y de una manera perfecta
y siempre igual.
Concluido el cocimiento, el maíz se halla
reducido á una pasta fácil de sacarificar; enton
ces se laenvia, por medio de la presion misma
del vapor encerrado en el cocedor, al departa
mento de sacarificacion. Allí es recibida en
tres grandes cubos, que sirven para adicionarle
el ácido sulfúrico y al mismo tiempo de de
pósito para preparar la carga de los sacarifi-
cadores.
Son estos dos grandes aparatos de cobre,—
chapas de 1 pulgada,—en los cuales se opera
— 427 —
la sacarificacion, es decir, la transformacion del
almidon contenido en el maíz, en dextrina pri
mero, y luego en glucosa (azúcar de granos).
Practicada la sacarificación bajo una pre
sion de tres atmósferas, se envianlos jugos—
sirviéndose tambien de la presion del aparato
en que han sido sacarificados—á las tinas de
descarga que, en número de ocho, se encuen
tran instaladas á una altura conveniente para
pasar de ellas, por simple desnivel, á los cua
tro refrigerantes que posee la fábrica.
Estos aparatos tienen por objeto enfriarlos
jugos de manera que, al llegar á los saturado
res, colocados más abajo que aquellos, se en
cuentren á una temperatura dada.
En los saturadores—grandes depósitos de
hierro—los jugos obtienen las condiciones de
densidad y acidez convenientes á una buena
fermentacion. Las condiciones de acidez re
queridas se consiguen neutralizando una parte
del ácido sulfúrico empleado para obtener la
sacarificacion, por medio de la tiza—carbonato
de cal.
Las operaciones que suscintamente se aca-
— 428 —
ban de indicar, pueden considerarse como la
primera parte del trabajo; es decir, la prepara
cion del maíz para obtener su fermentacion
alcohólica.
La fermentacion se opera en 30 grandes cubos
de hierro cuya capacidad es de 600,000 litros.
Bajo la accion del fermento la glucosa se
descompone: el ácido carbónico se desprende,
y queda en los cubos el alcohol diluido en los
mostos.
Hé ahí la segunda parte de las operaciones.
Así descritas en dos párrafos no os darán por
cierto una ligera idea de su importancia y de
la magnitud del grandioso establecimiento,
como no 03 la darian tampoco completa y cor
recta cien párrafos por la misma pluma escritos.
Necesario es visitar la destileria de Campana
y recorrer el vasto y magnífico departamento
en donde se opera la fermentacion de los ju
gos, para apreciar debidamente lo que la in
dustria nacional y el país deben á los fundado
res y propietarios de la gran fábrica, y la
inteligencia y especial preparacion de su di
recto;- técnico.
— 429 —
Allí, entre aquellos inmensos toneles llenos
de líquidos en diversos estados de fermenta
cion, rodeados de caños y llenos de robinetes
de diferentes clases y dimensiones, no se ve
más que á un solo operario á pausado paso
recorriendo los varios pisos del grandioso de
partamento, y tomando nota minuciosa delas
indicaciones que marcan los numerosos ins
trumentos físicos con bien distintos usos en él
colocados; y sin embargo, ¡qué lujo deaseo, de
prevision y de exactitud! Ciencia y experiencia
en grado sumo revéíanse allí.
Efectuada la fermentacion en el grado que
ha menester, se principian las operaciones de
la tercera serie, las que consisten en extraer de
los mostos—ó más bien vinos, pues así se
llaman los líquidos en tal estado—la parte de
alcohol que contienen.
Esta operacion se subdivide en dos partes:
la primera se opera por medio de las dos co
lumnas de destilar; la segunda, por los tres
rectificadores. Aquellas extraen el alcohol
bruto, estos lo rectifican y forman el alcohol
puro.
Asílas dos columnas como los tres rectifica
— 43° —
dores mencionados, son los aparatos más gran
des, más costosos y más perfeccionados que
en su género funcionan en el país.
En este mismo departamento funcionan cin
co poderosas y magníficas bombas á vapor,
de los sistemas más acreditados.
Tal es á grandes rasgos, la marcha general
de la fabricacion. Pero existen mil detalles
que es menester tener en cuenta para obtener
resultados prácticos favorables, cuya enume
racion seria demasiado extensa, y que varian
segun la competencia y práctica del fabri
cante, como seria demasiado extensa tambien
la descripcion de cada uno de los aparatos y
útiles en servicio.
La fuerza motriz que se necesita para las
operaciones propias de la transformacion del
maíz en alcohol, para el funcionamiento de las
bombas que operan sobre los vinos y el agua,
y para los demás usos que en un estableci
miento de tal magnitud son indispensables,
la dan dos motores: uno de 50 caballos de
fuerza, otro de 25 caballos.
El vapor se obtiene en nueve grandes cal-
-- 43i —
deras de perfeccionado sistema, las que en
conjunto tienen 800 metros cuadrados de su
perficie de calefaccion.
Estas calderas ocupan, como se ve en el
plano, un departamento completamente sepa
rado de los demás cuerpos de la fábrica; y
á nuestro juicio es la más hermosa y costosa
bateria de calderas de vapor que posee la
República Argentina.
Las dos columnas destilatorias y los tres
rectificadores dan unos 15,000 litros de alco
hol fino cada 24 horas.
Una vez elaborado el alcohol, pasa inme
diatamente á seis grandes tanques de hierro,
colocados en el departamento respectivo, los
que pueden guardar, evitando la evaporacion
que se produciria en los cascos de madera,
hasta 300,000 litros. Allí se llenan los cascos,
midiendo el contenido de estos con medidas
especiales graduadas en litros y galones.
Quedan todavía: el departamento de la
toneleria, en el cual se arman los cascos que
por cargamentos, desarmados, llegan al puer
to de Campana—duelas que directamente
— 432 —
recibe el establecimiento de los Estados
Unidos;—el taller mecánico de herreriia y car
pinteriia, con sus tornos y demás útiles nece
sarios para atender á la reparacion de las
máquinas y aparatos de la fábrica; los depó
sitos de piezas de repuesto é instrumentos de
física,—barómetros, termómetros, alcohóme-
tros,—etc., y las oficinas parala contabilidad y
habitaciones del personal.
La fábrica de ácido sulfúrico es de reciente
instalacion, y es una industria completamente
distinta y separada de la elaboracion de alco
holes. El gran consumo de ácido sulfúrico
que requiere la fabricacion del alcohol de
maíz, ha impulsado á sus progresistas pro
pietarios á fundar esta nueva é importantísima
industria.
El cuerpo principal de esta fábrica, fórmalo
un espacioso salon de 65 metros de largo, 10
de ancho y 7 de alto, cuyo piso, techo y
paredes son de plomo, única materia con la
cual se puede formar una cámara para la
produccion de] útil ácido. Como soldar plo
mo con plomo constituye un arte especial y
— 433 —
dificilísimo, para construir esta fábrica nece-,
sario ha sido traer de Alemania operarios
á propósito. Ni la más pequeña abertura pone
en comunicacion el interior de este raro salon
con el exterior.
Cuando visitamos este grandioso estable
cimiento vimos al lado de la fábrica de ácido
sulfúrico una enorme pila de azufre; esa pila
de azufre representaba el primer cargamento
que de esa materia prima se descargaba en
el puerto de Campana, y el mayor que habia
llegado á las costas argentinas.
Tal es, á grandes rasgos descrito, el estable
cimiento industrial de Campana, de Devoto>
Rocha y Ca.
Magnífico y espléndido espectáculo el que
allí se contempla en un dia de labor: una
desgranadora á vapor recibe el maíz en espiga
en los vecinos campos en las primeras horas
de esa mañana recogido, y da el grano valioso
á los aparatos que lo convierten en alcohol
y los marlos á las hornallas de las calderas
que producen la fuerza necesaria para for
marlo; todas las chimeneas de los diversos
28
— 43+ —
departamentos de la fábrica despiden negras
nubes de humo; la locomotora parte del inte
rior del vasto establecimiento arrastrando largo
convoy de wagones cargados con centenares
de tercerolas de alcohol, por argentinos ela
borado; varios grandes buques descargan,
unos carbon, otros maíz, en tanto que otros
salen con los productos de la fábrica cargados;
el Paraná soberbio, perdiéndose allá á lo léjos
por entre sus infinitas islas; y en el fondo,
sobre la alta y hermosa barranca, dominando
todo aquel gran campo de actividad y de tra
bajo, cómodo y bellísimo palacete, por los
generosos propietarios de la gran destileria
construido, para morada de su hábil é inteli
gente director.
IV
La destileria de Barracas fué la primera es
tablecida por Devoto, Rocha y O., y aunque
no tan vasta ni tan valiosa como la de Cam
pana, es un importante establecimiento en el
— 435 —
cual funcionan costosos y modernos aparatos
perfectamente instalados.
Siendo los procedimientos empleados en la
fabricacion, casi idénticos á los empleados en
la destileria de Campana, y las máquinas y
útiles de no muy diversos sistemas, seria inú
til repeticion tratar de descubirlos.
El plano que va á la vuelta, dará una
idea clara y precisa de los diversos departa"
mentos que lo componen.
A más de estos dos grandes y valiosos esta
blecimientos, la Compañia industrial que es
de ellos propietaria, ha adquirido, como ya se
ha dicho, la magnífica destileria de Chivilcoy,
en la cual valiosos aparatos perfectamente ins
talados funcionan con toda regularidad.
Estos establecimientos consumen anual
mente las siguientes cantidades de materias
primas:
6,000 toneladas carbon de piedra.
30,000 tercerolas.
200,000 fanegas de maíz.
300,000 kilos de ácido sulfúrico.
Proporcionan trabajo á una gran cantidad de
/
— 436 —
Casa del
Gerente PATIO
Depósito de
agua
Filtros
Depósito de
líquidos an
tes de fil
trar.
o
Horno detf)
quemaOJ
de residuos *0
co
Granero
2
U
Depósito de
carbón
o oT3.9
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re2 re.- > Toneleriare
au
-3*O o5,84.J J3 J3
u SC re retÚ ! •J J q re
— 437 —
obreros, y á la vez que rinden un importantísi
mo servicio á la agricultura, sirven al comer
cio, honran á la industria nacional y son una
gran fuente de riqueza para la patria argen
tina.
GUILLERMO A. CRANWELL
FABRICA DE POMOS
Guillermo A. Cranwell es uno de los más
activos y laboriosos capitalistas de la Repú
blica Argentina.
Abandonando trilladas sendas y rechazando
viejas y rutinarias creencias, en nuevos cam
pos de accion ha desarrollado su actividad
de prodigiosa manera, así como en apartadas
y desconocidas regiones, ha ido á satisfacer
su avidez de observacion y estudio con incan
sable afan.
Dieciseis años hace que, al estableci
miento y desarrollo en el país, de una impor
tante industria, consagró una gran parte de
su capital, de su tiempo y de su inteligencia
—la fabricación de pomos— no descansando
— 439 —
desde entonces hasta el momento en que hu
bo conseguido el gran propósito de levantar
un establecimiento fabril que hiciera honor
al país, y que por el valor de su maquinaria y
la importancia de su produccion estuviera á
la altura de sus similares europeos.
En el año de 1857 e^ honrado farmacéutico
inglés señor Cranwell, padre de Guillermo,
introdujo de Inglaterra, por primera vez al Rio
de la Plata, unos pequeños tubos de plomo,
fabricados por Gosnell, conteniendo unos
veinte gramos de extractos finos.
Por algunos años, la demanda de los pomos
de esencias finas inglesas, fué muy limitada,
siendo su uso el comun á todos los perfumes.
Quinientas docenas anuales llenaban las nece
sidades del mercado.
Guillermo A. Cranwell concibió el pensa
miento de introducir el uso de los pomos en
el Carnaval, en sustitucion de los envases
ménos elegantes y delicados, que en ese jue
go empleaban las clases superiores de la so
ciedad.
Con este propósito empezó un año, en los
— 440 —
dias anteriores á los de Carnaval, á regalar á
todos los que entraban á su establecimiento
farmacéutico, un pomo de los que habia sido
primer introductor su señor padre; haciendo
ver al entregarlo á la persona obsequiada, lo
elegante y distinguida que seria la accion de
emplear el contenido del ingenioso envase de
metal, en perfumar el traje de las damas ó
caballeros de su amistad, en vez de mojarlo
con agua más ó menos pura.
La feliz idea de Guillermo Cranwell fué
pronta y favorablemente acogida por la socie
dad bonaerense.
En el Carnaval de los años sucesivos la
venta de los pomos fué progresivamente au
mentando.
Guillermo A. Cranwell, comprendió inme
diatamente que la fabricacion de pomos iba á
convertirse en una importante industria, y
que esa industria debia ser nacional.
En 1866 recibió, en vez de pomos confec
cionados en el extranjero, tubos vacios, con
el objeto de llenarlos y acondicionarlos en el
país. Hasta el año 1869 trabajó en estas con
— 441 —
diciones. En ese período, la venta de este
producto industrial aumentó de 15,000 á
30,000 docenas anuales; variando la capaci
dad de contenido de los modelos en esa épo
ca usados, de 25 á 125 gramos, correspon
diendo á los menores de 50 gramos el 75 %
de la venta total.
En 1870 instaló Cranwell las máquinas y
aparatos necesarios para la fabricacion com
pleta de los pomos; no recibiendo desde en
tonces del extranjero, más que los lingotes de
plomo para los tubos y los aceites esenciales
para la preparacion de los perfumes.
En el primer año, esta fábrica nacional en
tregó al consumo 50,000 docenas de pomos de
diferentes modelos; cantidad que ha ido pro
gresando anualmente, hasta llegar á la suma
de 420,000 docenas!
Conviene advertir que de igual manera ha
aumentado la capacidad de los tubos hasta 330
gramos, y que corresponde álos modelos ma
yores la mayor demanda.
Es de todos sabido que, á medida que ha
aumentado el consumo de pomos, ha dismi
44-'
nuido el precio de ellos; siendo hoy esos pre
cios incomparablemente inferiores á los precios
de los pomos introducidos.
Para dar una idea de la importancia de esta
industria nacional y de la altura á que ha llega
do la fábrica de Guillermo A. Cranwell, basta
consignar que esta ha empleado en 1886, para
llenarlas necesidades de su elaboracion, y sa
tisfacerlos pedidos del interior y exterior de
la República, los siguientes materiales:
250,000 kilos de plomo.
30,000 kilos de estaño.
3,000 kilos de algodon.
1,300 kilos de aceites esenciales.
1 78,000 pies de madera.
30,000 galones de alcohol.
Y lo que ha pagado en el mismo año, por
las impresiones tipográficas, litográficas y
cromo-litográficas, para etiquetas, rótulos y
anuncios importa la suma de 15,000 pesos
moneda nacional.
Este importante establecimiento industrial,
emplea permanentemente de cincuenta á se
senta operarios, número que sube en los meses
— 443 —
de Octubre á Mayo inclusives, hasta tres
cientas y trescientas cincuenta personas, una
parte de las cuales son niños, que allí, á más
de un buen salario, adquieren la costumbre
de trabajar, y el orden y la actividad que
engendran en el espíritu del hombre la regula
ridad y la rapidez de las evoluciones de los
mecánicos aparatos que mueve el vapor.
Y no baja de cien, el número de personas
directamente empleadas en la fabricacion de
cajas y otros trabajos que exige el estableci
miento y que se ejecutan fuera de él.
Los productos de esta gran fábrica nacio
nal salvan nuestras fronteras, y van á com
petir con notables ventajas con ios productos
de las fábricas europeas. Chile, Perú y Boli-
via reciben anualmente muchos miles de doce
nas de pomos fabricados por Guillermo
A. Cranwell; y si el activo industrial argentino
no hace competencia con sus productos á
los productos de las fábricas del Brasil, Re
pública Oriental y Paraguay, es únicamente
debido á los fuertes derechos de introduccion
— 444 —
establecidos en esos paises para los pomos
extranjeros.
La gran fábrica de pomos de Guillermo A-
Cranwell está situada en el ángulo formado
por la calle Comercio y el Paseo Colon. En
sus numerosos y vastos talleres se ven debida
mente instalados no solo las máquinas y útiles
requeridos para la fabricacion de los pomos,
sino tambien las máquinas y útiles que son
menester para la fabricacion de las cajas y
cajones que son necesarios para acondicionar
aquellos.
Las máquinas primitivas para la fabrica
cion de los tubos y tapas de los mismos, han
ido siendo modificadas sucesivamente, hasta
llegar á conseguir las ingeniosísimas y bien
perfeccionadas que en la actualidad están en
uso. Todas esas modificaciones son exclu
sivamente debidas al estudio hecho y á la ex
periencia adquirida, en largos años de obser
vacion, por el propietario y hábil director de
la gran fábrica; pues conviene advertir que
Guillermo A. Cranwell personalmente ha diri
gido la instalacion y organizacion de su mag-
\\
— 445 —
nífico establecimiento industrial y que ha sido
y es él quien lo administra y dirige.
A pesar del ínfimo precio de venta á que
es hoy ofrecido el pomo, exquisitamente per
fumado y vistosamente adornado y cubierto
por multicolores cromo-litografias, no pocas
son las operaciones y manipulaciones indus
triales que exige su elaboracion.
Despues de fundidos los lingotes de plomo
en hornos especiales y apropiados á tal obje
to, se vacian en moldes de unos veinte centí
metros de largo; estas planchas de plomo se
adelgazan y laminan en la proporcion ne
cesaria por medio de unos fuertes cilin
dros; en seguida, una grande y poderosa
máquina, corta de las láminas de plomo
que le presenta un adiestrado operario
las medallas ó redondeles que sirven para
hacer los tubos; en seguida de sometidas á
un baño especial, una ingeniosísima y perfec
cionada máquina, movida por el vapor, con
vierte de un solo golpe á cada una de esas
medallas en un tubo de longitud y diámetro
proporcionado al diámetro y grueso de ellas;
- 446 -
pasan los tubos á las máquinas que los recor
tan, igualan y forman la rosca que sirve para
tornillar la tapa; luego despues son pulidos y.
finalmente sometidos á los procedimientos de
la galvanoplastia, para ser estañados.
Las mismas operaciones que requiere la
fabricacion del tubo, son las que requiere su
pequeña tapa.
Fabricados los tubos y sus tapas, muchas
otras operaciones son necesarias para termi
nar la confeccion del elegante objeto adoptado
por el uso y el buen gusto en la diversion más
exclusivamente nacional y propia del pueblo
argentino.
Es necesario preparar las esencias; llenar
los tubos con las perfumadas aguas; taparlos,
limpiarlos, revisarlos; envolverlos en las lujosas
cubiertas de papel litografiado; colocarlos en
sus pequeñas cajas y á estas engalanarlas con
vistosas etiquetas.
Estas son las prolijas operaciones, á grandes
rasgos descriptas, que exige la fabricacion de
un pomo.
Los pomos de plomo estañado tienen
— 447 —
muchos otros usos: sirven de útil envase á co
lores finos, barnices, aceites y otras prepara
ciones químicas ó industriales.
Ya prontas y montadas, para otra impor
tante industria, tiene en su gran fábrica,
Guillermo A. Cranwell, las máquinas y útiles
necesarios, y dentro de no mucho tiempo crea
rá en su patria el activo, laborioso é inteligen
te industrial y capitalista argentino, una nueva
fuente de trabajo y de riqueza.
FIN DEL PRIMER TOMO.
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