Witkower cap.5,6,7,8

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    UNJDADES 4 5 Y 6

    BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA

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    la v is ta pos ter io r

    y

    otra de la anterior. Si estas dos mitades cst~n

    bien proporcionadas, ambas juntas compondrán la figura .en bulto

    redondo, y si todas

    sus

    par te s ti enen e lr eli eve adecuado, corr esponder án

    por si mismas,

    y

    sin trabajo posterior alguno, al número infinito

    de perfiles que dice el escultor que ha de dibujar.

    y asi da la impresión de qu.e Leonardo,' de acuerdo co~ lo expresado

    en este' fragmento, se limitó al estudio de dos vistas de perfil de

    sus monumentos eCuestres,

    :-4~'

     

    ~

    ~

    Clpítulo 5

    Miguel

    Leonardo tI;¡ Vinci cxplicir;¡ba sus rctléx¡on~$ poni¿ndo ;¡s por léscri-

    to, A este rasgo de

    HI

    car:kter Jebenllls la que esprobabkllleme

    .[;:¡

    m:is volumiri~)s:( y preciada colecciÓn dc' lloras que un gran ~~l'llio

    haya legado jall1:i, :1 1:1 pOSteridad, Leonardo volvía con (reCllc'ncia,

    una y otra Vc'Z, :1 cualquic'r problema que

    1

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    (,

    gunr emos. si Leonardo pbneó ;¡Igun;¡ vez lIn t·rat;¡do específico sobr e

    escultura. Los est,udiosos de Lconardo no se han ocupado, que yo

    sepa, de esta cuestión. Por lógica , me parece poco probable que hubiera

    planeado tr;¡t;¡eJos de pintura y arquítcctU[;J, y no,

    Como

    Alberti,

    también uno de escultura. Algunas de sus notas, además, revelan

    claramente el tono de un tratado en pleno proceso de composición.

    Es más, Cellini alude a que hacia 1540 (es decir, unos veinte años

    después de la muerte de Leonardo) comprÓ un libro copiado de

    los cscritos de macstr o sobre «Escultura', Pintura y Arquitectura,) y

    a que más adelante prestó dicho libro a Sebastiano Sedio, quien

    lo utilizó para su propio tratado de arquitectura. Aún no se ha podido

    hall ar ese manuscri to p ropiedad de Cell in i, y resu lt a imposib le p reci sar

    Id

    cantidad de textos sobre escultur a que podría contener.

    Ya cité : l1ltes (pági l ;¡ 1]2 cl fra[ ;mcllto cn el que Leonardo expone

    su teoría de que al escultor le b;¡sta con considerar las vistas anterior

    y posterior . Si ambas están correctamente proporcionadas, aj,lstar 5n

    perfectamente entre sí y nos drlr án una figllr a v~lida en bulto redondo.

    Era ésta la respuesta de Leonardo a la opiniÓn de los escultores de

    que una figura poseía un número infilli.to de perfiles, y de que el

    escultor tendría que dibujados todos. Entre sus notas hay otro pasaje

    en el que expresa esta idea con considerable detalle: Al completar'

    su obra)) -

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    n'adie ha dudado que se aborrecieran mutuamente. Y puede que haya

    algo de cierto en la venión que de su famoso encuentro junto J

    la igl~ia de la Trinidad, en Florencia, da un ~critor b:1stante dl'

    f ia r.de pr incipio.\ del XVI. Unos cuantos amigos estaban discude~do

    acerCa de la interpretación de un fr agmento de Dante y, al ver pasar por

    allí a Leonardo, le invitaron a que expr~ara su opinión al r~pecto.

    En ~e momento pasó por allí también Miguel Angel, y Leonardo

    dijo: «Miguel Angel podr á muy bien decir os cuál es su significado.,

    pues pasaba por ser un eX'perto conocedor de Dante. Miguel Angel

    lo tomó como una burlá y gritó: «¡No, explicadlo vos mismo, vos,

    modelador de caballos que, incapaz de vaciar Ulla estatua en bronce,

    os habéis visto obligado a renunciar con vcrgi.knza al intento .

    Responda o no a la verdad este relaco, el profundo contraste que

    se da, entre dIos es un hecho muy claro para cualquiera que esté

    raf liIiarizado con sus persona id;¡dcs, pe~mmiCllto¡ y.obra¡r~pectivas:

    l eon :Í rdo era hombn : de ¿scéptka indi fe renc ia , coi -t és pero dí stal~cbdo

    en'c: t.rato, que rehllí;i ¡ododpo de ataduras; MígLiel Angel, por'

    e1con trar i( ); sc ha ll aba s iempre compro lTlL 'CiJo hasta . eI t :Oli Jo , pc'ro

    áad¿ino.dm ruJos, hiper sensible, irr 'it:lble e intr :lnsigente -como

    el Papa Julío 11 d ijera a SebaHiano dd Piombo: -Es terrible

    (0010

    podéis ver, y.no hay forma de trat:lr COIl é l.» Est:lba Migud Angd

    dnpapadl) dd pensamiento neoplató~¡. ictl .: y 'dl l Se :¡dviert< en su

    r e aeiÓllcllll b gentc, cn \ ll pOdÍ: l y c 'l i Úl l)braÚ.iístic'a.~u hUlllildc'

    11C'¡lp atl1nisl11o. pan:c, ' cngr ;l ll arse UIl

    1111.1

    nlJII::i llCl.l c'on\'('IlHc' dl'

    ~biSl11') '11lC~cpar~ d . La pril1lt'r:¡ P:lnt:' dc' b inscripciÓn es clara, pc:ro

    la segund;l  . y. yo COIl, el Úco.) ha provocado una media d(lcen;

    de i lH

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    : . . ?} .

    son aSImI smo agujeros producidos por e l tr ép;mo. y no puede decirse 121

    mucho más debido a que la superficie

     

    éuerpo est i- -men acabada ,

    apreciándose cnclla muy escasas señales de útiles, y no me gustarí;¡

    caer ell puras especulaciones. Pero y yo con mi arco» y el descubri

    miento de abundante trabajo de trépano en lá cabellera del David

    nos sintonizan con el pro.blerna de la utiliz ación de este instrumento en

    las esculturas de Miguel Angel. La busqueda se ve en seguida recom

    pensada. Miguel Angel dejó agujeros de trépano bastante desr:.Hada

    mente en el terminado   aco del Bargcllo, que debe fecharse arites

    del D~vid hacia el 1498. Los agujeros aparecen principalmente .en

    la figura del sátiro que está mordisqueando el racimo de \ o a¡; y

    en la piel de pantera, en el suelo (figura 71).

    71. Mi gue l Ang el :

    Daco

    de t, lI e de l t ir o y de la piel de p ntcr, H. 1498.

     

    __________________________ _

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    ~:

    1 ¡lo¿

    Dur ante un cieno tiempo, Miguel Angel debió ¡rab:ljar a I;¡ vez. en

    c.lte   aca y e n b Pitdad de San Pedro figura 72), que sin embargo, no

    fue ter minada hasta fii1Jks del año 1500. Es ¿Ha la obr:l m ís cuidado-

    s am en te p ul im ent ad a d e M ig ue l A ng el , ql le de bi ó e mpl ea r m uc hí si mo

    tie mpo en repasada con abr:lsivos, hasta logur que la f igura de Cristo

    adquiriera eSe :lcabado C:lsi brilbnte y parecido al esmalte que hoy

    vemos. No hallaremos ningún :l.gujero de trrpano en la superficie

    de este grupo, pero,

    si

    c .l tu di :l .m oS un de ,t Jl Ic de l a c ab ez a de Ct ís to

      figura 73), no Plledc cscapírsenos que en tI c:lbdlo

    11

    y labor de

    trépano en abundancia. A partir de entonces ya no realizó Miguel

    Angel ninguna C:lbc llcr a con l~ta técnica, si exceptuam os la barba

    del

    ¡ v{ViitS

      fig ur:l 7 4), fec ha do e nt re

    1513

    y

    1516

    que no pudo haberla

    tallado sin em plear generosam ente el tr épano. Vea mos ahora, a m aner a

    de contraste. dos daalles de sendas esculturas inacabadas: la cabeza

    123

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    ...  

    I\.:.

    \ . ~ < /;

    75. Migu.ci Angel:

    E sc /a uo 0 11 h ar ba ,

    dC. Jlk. ,1519-1525.

    de uno de los esclav.os para el sepulcro de Julio n (fig\lra 75) , fechada

    entre

    1519

    y

    1525,

    Y una: tprte ge jaVírgen On   Nit io

    de

    la Gap ill~

    de

    los

    Médici s, fech:idacon posteri oridad a 15,25 (figura 76). En

    i~t~1

    qsos el pbelJo es tá bosquej~do

    y

    f irmemente unidod c ráneo : no ha

    bríahabido lugar, pUes, ínra l a labor de tr¿p;mo.

    La atenta ob~pvacjélllde su obra .m~ha.convencido de que,una

    vez finalizadoeI

    David,

    Miguel Angel apenas volvió a emplear el

    trépano, es decir, en el amplio lapso de tiempo -sesent; años~

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    sufriendo en el infierno. Se ve a un diablo avivando las' lIámas a

    la vez que arrastra a una nueva víctima hacia el fuego. La mayoría

    de bs [armas que se hallan delitro de la boca del infierno -llamas,

    cabezas y brazos- estáll perfiladadas por largas hileras de agujeros

    de trépdno, uno detr:ís de otro. Probablemente se realizó un dibtUo

    en la Cdra del mármol, y luego un dyudante trepanó· los contornos,

    que es la forma más segura de garantiz;¡r, en la ejecución,Ia fidelidad

    al diseño previo. Por cierto, algunos arqueÓJogos sostienen que este

    método ya había sido utilizado en Grecia. El paso siguien te habr ía

    con'sistido en cortar el mármol, uniendo cada agujero con el contiguo.

    Los abrasivos habrían terminad~cl trabajo, tal como se vé acabado

    po.r todo el borde inferior del relieve. Si toda la boca del infierno

    estuviera tan acabada como las llam as que saltan por el borde inferior,

    sería totalmente imposible aver iguar eómo se había ejecutado el relieve.

    Debemos acerca rnosahora, con ÓqIlC nos ha enseñado el· i na cab:ld o

    relicvc de' Milio ~e iliápreciaple valor en el contexto de nuestro

    estudio~,

    .a

    otras obras cscultóricasdd Quattrocento. Y. ello nos

    conduce ineVitaqlerncr: te a un doble .descubr imiento. Un . ¡rento exa

    men de la esc ll l~ma de la época nos l leva a descubr~r , inespc, adamentC' ,

    una ser ie de aguj~,r .0 s de trépano, aÚn v isibles, cnmuchas obras acabadas,

    como por ejempó en

    d

    magnífico monumel1tQ MarsÚppirií (figura 79)

    en Santa Croce de Florencia, obra de Deside.rio da Settignano que

    dat; 'r de Iasegul1da mi t3d de ladécacla de 1450. Además, nasi rnp resiona

    r l1uc \n s veces e l perfi lada - - '-como de d iblVante- de. l as f igUI: ;¡Scont r; ¡

    el [Qndo de los relieves y, con razón.o sin ella, n.o podemos ey'itar

    el a~ociár esta clase de impresión visual con el procedimienta Cuya

    p ráct ica acabamos. de estudiar .

    El]

    m uchos de cstas casos el uso ,del tr~pana representaba Una

    espec}e dcrttajo .paragarantizar la fidelidad de osresultados;1 la

    cídcá (jt¡~ina l..

    Ya el ('sdtH.d··Jí'j iS1Y1Cfprihti pío

    Angcldcbíó estar , po rsupuCsto, en Cont ra de ta és Ii1é todos,y ;parece

    qlieeoncl pasodc1 tiCI?1:po llegó a desechar casi tatálÍ11qnt '~e] uso

    dú'

    t:in corruptóritistr urncqt( ), És

    .Un

    Jle ';ha C\ltiosoq.¡)c]a)aypna

    -

    ' '

    ..

    c lcs' u5p rimms obra:S,-n1 ;~ ·r it 't ;i s. U$a{ae lt tép: JhOT-:3' st~n a :; abaida s ,

    con la dest3cad3 excepCión dc' sÚp'rimcrin Bal il lTa d e lcj:~ ¿ : /I l;iH ros  

    oe.1491-1492, que fue realizada sin emplear el trépano yqucll1ti< :Í pa

    la técniCa posterior de MiguclAngcl: en cansecuencia, él pemaba

    después que eraIa mejor de todas sus obras primens. Yporcl

    contrario, la m3yorÍa de$us obr3s posteriores -Cl1 las ql,e no se

    si rvió de l t rép;mo- ', - quedaron inacabaclas. N.o quiero con5s to on veni r

    el tr'épano -o mejor, la ausencia de su empleo- en responsable

    de este hecho, pero sí'señalarque s_ualejamiento deé l es una indicac ión

    de J.as .ex.igencias queck fo.rma creciehte fue imponiéndose a sí mi~;ma

    en- lo . refe~~¡ ;t~; ~omiqi6 técnica , so.l idez y pcrfecc ión -pues nesesi t~b3.

    uña t~~.~ic~ ..dete~r.nináda, que fuá; laidÓpcapara dar Vida al tipa

    de imágenes que habia concebido.

    Y

    no hace falta decir que una

    o • ~ _ ' . • _ ' • - • ,- • . -. - • '- :.-.

    técnica de más fácil ejecución habría precisidodemenostiempo y

    le habría permitid6 tdminar un mayor nÚmerO de 09[as.

    Ya he d.ic.ha.· en otra. ocasiÓn. que h: bm::~::: ...·~J.:.g.?e.l._:.·.E..~l. :....lt1

    .

    -

    '

    .. '.

    , ,

    : : : '~'

    t lsodel tince l dentado más can' l pJejoqu' e en ningÚn .ot ro art is ta ir it er io .r

    ~~' : : -- '- ·~ '_ '' '' ': c~ '' '' ':~. - : : ,' -

    0 ,- ' - ' . ' ,' , .. - • .. . ~ , , k :, -~: -: :- r: '. ' ·, :: ·: '· ,' :: ', ·

    P?sterí 'braéI.Délla.

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    que v;¡ dnde

    1504 1564,

    :¡fío de su muerte Lo ucilizó CT1 sú obn

    1

    de jUVCT1tud, hasta los treint;¡ años de edad. Y al principio lo ' ceptó

    porque se tracaba de un instrumento claramente muy utilizado en

    la Florencia del siglo xv.

    Una obra del florencino Mino da Fiesok -muy ctivo e interesante

    m cstro clasícisr;¡. que ¡ mbién crJbajó en Nipolcs y en R,?ma

    nos ofrece buenos datos sobre éSca cuestión. Su

    Jui ci o Fi na l

    pertenecía

    al desmembrado monumento al Papa Pau o l, y daca mis o menas

    de

      475

    el mismo ño en que nació Miguel Angel. Lo que qucd;¡

    dd monumellto se encuentra ahora en las Grutas Vacicanas.: En el

    las almas condenadas

    etalle imcabado de las figuras

    77

    y

    78

    vemos

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    sufricL-ldo cn el infierno. Se vc a un diablo avivando las' lI;¡mas a

    la vez que arrastra a una nuev::i víctima hacia el fucgo. La mayoría

    de b formas que se hallan delitro de la boca del infierno -llamas,

    cabezas y brazos- estál1 perfiladadas por largas hileras 'de agujeros

    de trépano, uno detrás de otro; Probablemente se realizó un dibtúo

    en la cara del mármol, y luego un ayudante trepanó' los contornos,

    que es la forma más segura de g;Hantiz;lr, en la ejecución, la fidelidad

    al diseño previo. Por cierto, algunos arqueóJogos sostienen que este

    método ya había sido utilizado en Grecia. El paso siguiente habría

    con'sistido en cortar el má rmol, unicndo cada agujcro con el contiguo.

    Los abrasivos habrían tcrminadbel trabajo, tal como se ve acabado

    d.l Fícsolc: EI]Iti, o Fi al,;:lmllc,.Mo11lirhÚlIO a Pablo . H. 1475.

    por todo el borde inferior del relieve. Si toda la boca del inuerno

    estuviera tan acabada como las llamas que salta n por el borde infer ior,

    se rí a totalmente impos ible averiguar cómo se había e jecu tado el rel ieve .

    Debemos acercarnosahora, con I0

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    como de ésta. En el fondo dd relieve vemo~ las estrllS m;j~ o méno~

    131

    paralelas, :wnque irregulares, del puntero, que fue aqLÚ manejado

    en aplicación oblicua (según recordarán, en 10 que se conoce por

    golpe de cantero) .. Hasta las mismas figur:15 presentan vari05 grados

    de (erminación. Sin embargo, y visto de~de una cierta distancia, el

    KIJ, Miguel ¡\

    11

    g el :  ( da P¡ l Ii , 15 14-1, 18,

    relieve puede parecer bastante, o incluso (O(almente, acabado. Ello

    corresponde a h impresiÓn que produce la textura de m:\rmol, y

    estoy seguro de q\lé la mayoria de los que vi,it;¡ll el museo no se

    dan cuenta de que la obra fue dejada lin pulimentar. Un examen

    desde m \s cercareveb, lin embargo, la existencia de tres tipos diferentes

    de marcas deL/cincel dentado (figura 81). El tipo más tosco se ve (

    en el brazo de Ja Virgen ; cndivérs:is zurÚ - de li.i vestido y en el

    bloque de piedra sobre el que est:í sentada, El Crisco Niño y e ,..,.

    San )uJllito muestran seihlcs de un eínccJ dent:¡(Jo m ís fino. Es

    UI1

    ________________ .._ .. . . _. .... _. . _

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    estupendo ejemplo dc'-'como si dijéramos-,--hheuami~nta en ;¡cciÓn~

    T~c1J la Cara del reliere está éÚbiertapbrlas circunvolucionc (fe

    los delicJdos Sllr cos par ale los qlleproduce el cincel dqlt~¡do, Mi¡,u,:·j

    Angclcil:ccI aba sus formas de un modo muy característÍco, roddndo

    'las, detIl'liéndolas, modclándolas con unentramadocxtraordínario  Ir

    líneas esculpidas.

    Traba jaba Miguel Ange l con el cincel dentado co'f:no si. lo estuvicr~

    hadéI 'ido COn Uncl plum~ sobre papel. En sus dibuj9s tah'lbién n:flej;¡

    la vida palpitante de,] cuerpo humano, la vida de ,los t1:ndones, de

    la piel, r ode~ndo las formas con un sombreado a base de líne:1S par akl~s

    muy próximas o de líneas que se Cntrecruzan. VOton el pincel y

    la pintura empleaba el mismo método, como deniost,r;iría un estudio

    de los det:'illcs del techo de la Sixtina. Este prin i ¡iio de ínterprn:1r

    la forma mediante un remodelado cont inÚo a básc dC ' Í1ieas c1~r- ¡f ícado' .

    ras -;-método que apela a ,la lógica de la razón~, y no mec(i~nte

    el procedimiento pictóríco,i\tmqueirracional, detrabajncon luces y

    sombras, exc luycnd'o la ín~a c laramente definida ;, 'c s eminentemente

    toscano, Y Miguel Angel era un hombre ptofundameilt( imbuido

    de esa mentalidad inquisitiva y d~da al r azonamié'Útoconvilíce,ntc que

    licn'l() s, llegada a' a sociar ~on el espír itu f ]or e¡l .II:10 de~cJe 'la época

    de Dantt.Auríque puede ser que la que estoy procur~ndo hacer

    no SCJ.S il lO inú ti les inter ítos de dotar de Unas ra1cTs esp( :c íf icamehte

    toscan;is a la técnic,~ ekultór ica de Migue l Angel.

    : Pero vol·vamos

    ':/o

    la car~dcl San Juan: en una . fas .e , suC

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    habrÍ3podido Miguel Angel llevar a la práctica sus 13

    plenas de re;¡lismo. El. cincel dentado, por el contrario, sí que le

    permitía definir

    y

    redefini r l as form;¡s del na tural, poner de mani fiesto

    las más sutiles modulaciones de los cuerpos,

    los

    músculos, la pie.

    Y los rasgos de sus figuras. Pero la cos;¡ no para ahí: pues, en cierto

    sentido, el modo de proceder de Migvcl Angel es diametralmente

    opues to al del escul tor árc;¡ ico.

    , Vamos a demostrarlo medj;¡nte el estudio de b j¡¡;¡cabada estatm

    de Sall aleo que se hall;; en la Academi;¡ de Florenci:J (figur;¡

    82

    Con sus dos metros largos de ;¡ltur;¡, esta figura pertenece ;¡l período

    del Tondo Hui, pues fu~ empezada en 1506, siendo h única realizada

    de las doce estatuas de Apóstoles que iban a decorar los pilares de

    la catedral de Florencia. Es fácil que los que no cOI)oceJ:1 el método

    de trabajo de Miguel Angel crean que est;¡ figura iba ;¡ ser un relieve.

    Pero en realidad,

    y

    como ya he dicho, iba a ser un;¡ est;¡tu;¡ de

    bulto redondo, totalmente exenta. Nad;¡ más verla result;¡ evidente

    que Miguel Angel no tr;¡bdjab;¡ dando vueltas alrededor de h figura,

    sino que ;¡tacaba el bloque por sólo uno de sus lados. EmpeZJndo

    ,por el lado que consideraba car;¡ anterior del bloque, qllitab;¡ a la

    figur;¡, por ;¡sí decirlo, SU piel de piedra, liberándola de la prisiÓn

    en que se h;¡llaba. En la parte inferior se ha dej;¡do la c;¡ra origin;¡l

    del bloque, y el br;¡zo derecho se extiende a lo lugo de

    ];¡

    superficie

    más exterior de la cara lateral.

    El rasgo más sorprendentc de esta, figura inacabada c~ sin duda

    el hecho de que las p:lftes más salientes del cucrpo --];¡ rodilla y

    el muslo de.b pierna izquierda-o se hallen casi terminadas, mientras

    que bs demás form;¡s present;¡n un;¡ ejecución tanto más atrasacla

    cuanto más alejad;¡s se h::dlan de la car;¡ anl críor del bloque, Por

    todas partes puede apreci;¡rse cómo Miguel Angel empezó abriéndose

    P;¡SO p or la superficie con el martillo de desbastar. En algunas zonas

    se observan también señales de un puntero bastante pesado, que parece

    haber sido utilizado para profundizar con rapid,ez. Pero en OtC]Szonas

    no c;¡be apenas dudar de que, una vez dejado el martillo de de.slJd\tJf,

    ly1igt1el Angel tomó sus cinceles dentados, pudiendo reconocerse fácil

    mente la labor de estos tltiles -toscos unos, finos otros-- al p::lsar

    por encima y en derredor de bs formas en todas direcciones, y

    por ningÚn si tio aparecen ;¡gujeros de t rép; ¡no .

    Para un;¡ mejor comprensión de este modo de proceder debo

    record;¡ r b conocida ana logía de Vasar i: im;¡ginemos una f igura, tend i.

    d;¡, en posición uniformemenl c horizont;¡l, dentro de una cubeta IJena

    de agua; si fuéramos levantando la figun hasta hacerla salir del agua,

    iría emcrgiendo lent;¡n¡cnte, primero las partes más ,a¡iemes, luego

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    6 veríamos la figu¡a como si se tr;¡tÚade \In relieve yfin~lIileli(C

    al';¡recerb del lodo o:enta

    y

    t ri cl imenl iona l. Nos (1:1 eÚa analog í; ¡

    una idea I11\1Y cbr;¡ de lo que me g\lst~1fía llamar el niétodo de

    t r; ¡ba jo «t ipo rel ieve de Míguel Angel . 1 '; ¡1 modo de p roceder impl io

    que laobra ; ¡obada posen; Í una sola vi sta pr incipa l: es la qÚe, s irviénc lo

    nos de nuevo de b analogÍJ de Vasui, vemos cmerger del agu;¡

    en pr imcr lugar .

    Al igu;¡l que el escultor griego de dm mil Úios antes, Miguel

    Angel dibujaba su figura en hora anterior del bloque, pero después,

    a diferencia de aquél, controL1bJ lU dibujo hundiéndolo poco a poco

    en la profundid;¡d de J;¡ piedra, siempre desde la posiciÓn ideal, desde

    lafr ont;¡ l. Vas;¡ ri, a cuya ref lexión hcde volver, ref le ja en buem medi

    da las opiniones de su adórado m;¡cstro, Miguel Angel, treinta y seis

    años mayor que él. No obe dud;¡, por ejemplo, de que Vasarí se

    haCe eco de ese pmsam ien to eu; ¡ndo escribe :

    L91 artist;¡ s que tienen pr isa por avanzar Y que ... t;¡\bn el m;Írmcil

    pord,eIante y por dctr;Ís sin pensarlo dos veces, luego, en casO de

    necesid5d, no pueden por ningún medio dar marcha atr;Ís. Muchos

    d'e los errores que vemos en las estatu;¡S tienen su orígen en est;¡

    impaciencb del;¡ rtista'por ver surgir el1Segu'ida ,del blo.que la f igur a

    exenta, de tal ¡ '¡ latier a que muchas veces se C01)lcten err ores que sólo

    pueden ar rcgbrse uniendo varias piezas ... y este poner parches sigue

    clmodo de tnbajar de los zapateros cuando ponen remiendos, y

    no el de los m;¡estrosco1npctentes en este arte .. , y adcll1~s (;\rece

    de belleza, es dcspreci;¡blc;

    y

    merece Iai ;nnyor de las censuras.

    En sUs obras posteriores aplicó Miguel Angel alguna vez el método

    «tipo relieve» también a ut1a de las caras laterales del bloque, e incluso

    a ambas. Como ejemplos pueden servimos dos de bs estatuas inacabad; ¡s

    que se conocen por clnombre de

     scl vos

    (figuras8J y

    84

    que iban

    a [armar parte de ];¡ tumba de Julio Jly que unos fech;¡n entre

    1513 y 1516 y otros entre 1519 y 1520, e ir ic lllSO des'u-ués. En a llbos

    casos se mantienen intactas dos de las car;¡S extcri6't'Cs del bloque,

    y en ambos queda por hacer mucho tr abajo. Alguno's estudiosos creen

    que elbosquejo de estas dos figuras fue re alizado por ayudantes. Si este

    fue el caso, qúe bien pudo haberlo sido, los ayudantes tr:tbajuía,n con

    tinuamente supervisados por Miguel Angel y habr¡;lI1 aprendido pre-

    viamente a dominar su técnica.

    La pierna izqu ierda del Esc lavo gencr; ¡imente l lamado Atl: Íllc (figu-

    ra 83) est;Í tallada en la cara_ anterior del bloque mientras que la dere

    cha apar ece cnla superficie de una de las caras laterales, cara que presen

    ta a la vista un coniunto per fectarn.cntc coordimdo. Adver tir án ustedes

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    15/49

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    140

    habría rCn1odGl:1do la cabeza, pepeti-J~90 ~apJ trJSca:E ~. .~DcI interior

    ..~ c1Glbloci,li,c éón J~ I~bbr ' mod-cladoradel c ince l uen tado.Es te I ll étodo

    de p,otundiz Jr mediante un cOI1tillUO modelado 'asegur Jba Id total

    coordinación de todJS ]as partes del 'cuerpo: y no debemos olvidar

    lo complicadas que son las posturas de las figuras de Migud Angel

    y lo fácil 'que hubierr sido, par a un artista menos ateilto y meticuloso

    que él, estropearlo tcido ~on un solo golpe mal dado.

    El lIaT11adoEscl,wo 1. c'despictta (figura 8 pre senta el cuerpo ex t en

    'dido en una pe rspe ctiva decididament~ frontal, con la pierna dere cha

    cruzada s()bre

    Id

    izqUierda -- 6ta apar ece aún puc ialhlCnte ente rrada

    en la nlaS:l de piedra dd bloque. Tiene la cabeza echada hacia atrás

    y vuelta ~ un bdo, de tal forma que el que mira la escultura por

    su vista principal no la

    ve,

    rcvdándose en la vista lateral, qHe habría

    ofrecÍ,do

    Ull

    herT11,oso~stkcto secundario.

    Este mis,JllQ ptobk,i11:llhe gusta ría ejem plific arlo :lh?ra con un

    grupo:CJ ue ya cstabapróxÍmo J sC'r f inJliz adQ :es la I lai1iada

    Victoria

    (figura 8S), que ;tbora se exhibe en el Pabzzo Vecchio de Florencia,

    Jlpiq\12 originaln1cntc [ormara parte también del proyecto para la

    turilba de Julio U, si bien en una fase posterior a la de

    10siEsclalJos.

    El S{9P?

    [ue rea li zad.9Inobablc¡YC:IJtc J p rinc ip. iQs de Ja,década de

    )5ª'O..9trec¡e dosvist~~,ig(JaIi11~ {tc;

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    Q.

    uiero pone r. fin a ,~sta descrlpciÓI d~1 método, de trab;:¡ :i( ) de

    > - -. -

    Miguel Angel ocupándome brevemente del que fuera .su Ú1tirno

      Ol r

    de force

    la

    Piedad ROl/dar/ini

    (figura

    87),

    lIamad:l así por el palacio

    ~omano que guardara el grupo durante casi CU:ltro :;iglos,

    y

    ahora

    en el Castillo Sforzesco de Milán. Hacia la mitad de la déClda de

    1550, Miguel Angel trabajó en una

    Piedad

    detamarío mayor que

    el natural, obra que, bastant'e avanzada a~nque sin terminar, se quedó

    rondando por Sll estudio romano. Más adelante, po,:o antes de su

    muerte, y no hallándose s:ltisf echo de este grupo, decidió introducir

    en él importantes modifi~acjones. El resultado de e ;os cambios es

    la actual

    Piedad Rondanini

    Nos hallamos aquí muy lejos de la belleza

    clásica

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    piedra. No es de extr a¡lar, pues; que ya 1ll}ICho antes de su muerte Mi

    gue l Angel se hubiera ganado el epí te to' de

    di\lino,

    ni que ejcrcier;]

    UIU

    profulld~sil11a influenciisóbre otros esculto 'res , sobre tod;] la profesión

    artí st ica e inc lu s,o sobre laépoca cntera en que v ivió.

    /'

     

    (

    (

    L

    ;'~4

    i~i

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    , .. ,,¡f .. _,

    .r.·~_, _

    o ,, u , ' , ,' _' , . o' , _ _ _ ' ,' • •• •

    0, '. ,- -.' ,' ~ •

    M}gu,eI Angel, CeJIin i y Vasar i

    Cuando- en 1547 Bcnedetto Varchi , un no table h istor iad

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    de un modelo de cera, también de la casa Buona rroti, que est;i probable '

    14

    mente relacionado con uno de los

    Esclavos

    para la tumba de Julio

    n.

    Hay expertos que también dudan de la autenticidad de esta vigorosa

    .figura, aunque yo no comparto esa opiniÓn. Algunos han llegado

    incluso a poner en duda la autenticidad del pequeño modelo en cera

    1\

      6

    raba indigna de un escultor serio, Pero nada más lejos de la verdad: el

    hecho es que. involuntaria y . casi paradó jrcamente, fomentó e l mod,e1a

    do y preparó el terreno para una revolución que tendría 'Iugar incluso

    antes de su muerte .

    Sería igualmente un completo error pensar que Miguel Arigel

    e ra pr esa de una fr enética furia creativa. de resultados imprevisibles,

    Aunque er a +más entr egado y obsesionado artista que pueda imaginar

    se, nunca hubo en su obra ni· un solo movimiento no premedita'do.

    Po r reg la genera l, p reparaba sus escul turas · con met iculos idad: c la ri fica

    ba en primer lugar su idea en apuntes a pluma y en dibujos a tiza

    negra y roja, y después pasaba a la realización de pequeños modelos

    en cera o en barro. Estos modelos servían al artista para tener' la

    obra en' todo momento bajo su control. pues tenían, por lo general,

    una-dob le func ión : l eayudaban en pr imer lugar a c la ri fi car o conso lidar

    sus ideas,'Y además podía utilizados para cualquier clase de consulta

    una vez en marcha el. trabajo sobre el mármol.

    Este método no lo inventó Miguel Angel. Recordar:ínque tiene

    su orígenenelsiglo xv, y que se conservan algunos modelos pr eparato

    rios de firi

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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      8

    roja del Victoria ;¡nd AlbcrtMuscun,l(figura 89) (jl e eS,sin dlld;¡,

    .. ~.,

    -

    - ... - ... -

    l Inest tidi () prepJrátor ío ' or igin; ¡l del l Ia lJ lado

    Esclavo  ove/1.

    Hay en

    este caso una muy exacta'c orre spondencia entre el modelo

    y

    el [ll;Írmol,

    y parece probable que aquél fuera el modelo utilizado por un ayudante

    a la hora de echar (¡na'mano a Miguel Angel CIl el bosquejo de

    1:1

    figura,

    Otra de bs obras universalmente aceptadas como originales es

    un modelo de barro, de tamaño dos veces mayor que el del Victoria

    and Albert Museum, que tambiéil se Halla en la casa Buonarroti

    (figura 90). A esta figura se la consideraba generalmente como el

    modelo de un  ér IIles y Ca{o de enormes proporciones que iba

    a colocar se delante del Palazzo Vecchio y que finalmente realizó Daccio

    BandineIIí, pero el profesor Johanncs Wildepropuso (en mi opinión

    a satisfacción de la m:ayor parte de los expertos) la idea de que estos

    dodlOrhbres así trabados en un combate a Úiuerte estaban destinados

    .a seru Ja'~ contr apartida del grupo deJa Yicloiiay a:ocupaT,-'conéste,

    sendashornJcinas, cocrespondiClltes ¿ntresí, en btumba del Papa

    Julio. Una TecÍcnte reconstrucción del cuerpo inferior del proyecto,

    ya r evisado (1532), de este monumentQ funerario nos permite hacemos

    una idea de 10 qÚcl'1 \~QelAngel lTab,í a c(jnceb ido.

    El úl timo modeloc) ii~i i\ ál de barroquegMero mos tTarIcs r :pxesenta

    un estilíta~otuctpo'~qDH0er, en llnapóstura no

    muy

    diferente

    de la de liVic oria (figud}1) .,. El estilo, la·técnica e incluso el tamaño

     . ,

     

    ..

    se ;¡jú~bnf idmenc ,

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    ::t

    150

    92: Migue l A ngel: Modelo de b>rro de d ios fluvi~1 . 152 .j..cl 526,

    preguntamos, por lo tanto, por qué habría de necesitados en este

    caso . . A partir de todo lo que hasta el momento hemos aprendido

    de su técnica, podemos af irmar categóricamente que . hay que de sc artar

    cualquier ·método de traslado mecánico del modelo al mármol. Aunque

    pose emos una am plia documentaciÓn ace rd'de la Capilla de los Médi-

    c is, no existe f uente alguna que nos informe de las razone s que indujeron

    a Miguel Angel a alejarse, en este caso, de 'su acostumbrada técnica

    de p reparación . No nos queda , pues, s ino hacer supos ic iones.

    Es

    proba-

    ble que Miguel Angel empleara este método para facilitar la tarea

    a sus ayudantes, que fueron contratados' parad abocetado de las

    figuras. Es posible además que quisiera dar a conocer, de una vez

    por todas, sus intenciones respecto a la figura definitiva. Los planes

    para la decoración de la Capilla fueron madurando lentamente de

    1520 en adelante, y, aunque. entre 1524 y 1526 adquirie ron hasta

    cierto punto una forma definitiva, no se trabajó en muchas de sus

    f igutas hasta, 1531. F ina lmen te , l a Capi ll a quedó inacabada .

    Pero la cuestión de los modelos de gran tamaño no puede quedarse

    así. Debo presentarles ahora a dos de los amigos de Miguel Angel,

    Vasari y Cellini, ambos personas enormemente fieles al maestro y

    ambos igualmente deseosos de aprender todo lo posible acerca de

    sus obras y de sus procedimientos de trabajo: e l uno, Vasari, per soria je

    ampliamente conocido a través de sus

    Vidas de l os a rti st as,

    celebrado

    y venerado corno el verdadero fundado~ de la historia del arte, pintor

    . de talento, gran empresario y hombre de gran brillantez inte]~ctual:

    e l, ot ro , Cel lini ; p robablemente e l mas do tado de los escul to r' :: ;; , bronci s-

    tas y o~febres que hay entre Miguel Angel y la generación de Giambo-

    logna , destacado bribón y hombre de mil ocupaciones, bien conocido

    ta'mbién gradas a su animada y polémica autobiograf ía. Vasari puso

    como introducción a sus Vidas unos extensos capítulos en los que

    hac ía unas consideraciones generales sob~e la arqu it ec tu ra , l a escultura

    y h p intura. Esta Introducción se publicó por vez primera en la edición

    de 1550 de las Vidas, ampliándose en Jasegunda edición,en 1568.

    En este mismo año, Cellini publicó dos tratados técnicos, sumamente

    competentes: urja sobre el trabajo de los orfebres y otro sobre escultu-

    ra'  1

    Tralla i del l ore fi ceria e del /a sCIIl tl lra) .Arnbas

    obras, la de Vasari

    y la de Cellíni, seña lan una especie de línea divisoria entr e los antiguos

    métodos y los nuevos. Ambos autores habían oído a Miguel Angel

    hacer autoritarias afirmaciones y recomendar procedimiento : . Veamos,

    pues, lo que estos dos autores nos dicen.

    SegÚn Vasa ri,

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    152 Por último, y al tratarde los úti es del escultor, subraya la importan-

    d;\d

    ela

    srildínll¡

    que e s Ia'palabra italhlla 'que 'de signa a l

    cincél

    dé;;ra'clo

    o de liGa: .Con esr;; herramienta'~ -dice- «los escultores recorren

    la figura por todas p;¡rtes, cinccLíndola poco a poco ... y tratándob

    de tal manera que las muescas o dientes dan a b piedra una gracia

    matavillosa». He aquí una excelente descripción del modo en que

    Migue l Angel trabajaba con el cincel dentado.

    El texto de Cellini contiene una confirmación de lo expuesto

    por Vasari, aunque, al ser él mismo escultor, lo expres;¡ con un Ihayor

    conocimiento técnico y es también más explícito al hablar de Miguel

    Angel. Un buen m;¡estro, nos dice, si quiere realizar de' la forma

    correcta una figur;¡ en m:írmol, ha de hacer un pequeilo modelo,

    de al menos dos palmos de altura, que es poco más o menos el

    tall1aiio de los modelos de barro de Miguel AngeL Habla lutgo de

    los m'odelas a tamÚio natural y recomienda un método de traslado

    a base de puntos relativamente sencillo.y guecn lo cSC lcialsiglle

    al de i\lberti. Desp\Jésnos encontramos con '1l11a información del

    máximo inter és, cuando Cellini escribe: «Muchos excelentes m;¡e str os

    han' atacado audazmente el mármol con, sus herramientas nada más

    terminar el modelo en pequeiío ...

    »

    Y luego: «Entre los más de sta cados

    escultores modernos, el gran Donatello adoptó este método en sus

    obras.

    Está bien que se nos confirmen cosas a bs que ya habíamos Ileg;¡do

    mediante ];¡ obse rvación y el an: í isis: los mode los de tamai'io natural

    erao aún desconocidos en el Quattroccnto. Cellini continúa después:

    «Miguel Angel exper imentó con ambos métodos, e s deci r, ta lló estatua s

    tanto ;:¡pa rtir de modelos peqlleños como de gr andes, pa ra finalmente ,

    sabedor de sus ventaja s e inconvenientes respectivos, adoptar el segun

    do método» --el del modelo de tamaño natural- «tal como lo

    hemos visto con nue str os propios ojos en la Sacr istía de San Lorenzo».

    Logue Cellini llama Sacristia de San L0renzo es, claro está, lo que

    nosotros denominamos Cápil]~ de los lv1édicis. Es decir, gue vio la

    impresionante colección de modelos de grari tam;:¡iío que había en

    la Capilla y sacó la obvia, aunque falaz, conclusión de que Miguel

    Angel se había cori';'ertido definitivamente a ,est'e método. Como ya

    hemos visto, el caso de la Capilla de los Médicis puede considerarse

    excepcional, ,y no hay nada que nos indique que Miguel Angel proce

    diera de la misma forma e(1 ninguna otra ocasión. Sin embargo, ,

    ,,:¡ y debido a voces como la de Cellini, este modo de proceder recibió

    . l ~ sanción del 10mbre más glorioso de la época, del lI Daravilloso

    Miguel1\ngel», como el propio Cellini le Jla I:l1ara .

    La información que nos da Cellini a continuación tiene para noso-

    \

    , .

    ..

     .

    t ros un enorme valor . .una v~:z: , realizado ,~ satisf; :¡cci.ón cslJ' ]:od~]o

    grande, dice, debe' tornarse un c;¡rboilcilto y dibujarse en el bloque de

    mármol] a vist;:¡ principal de la esta tua', con cuidado de ha

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     • 

    94 David Marletl;

    d etalle de la ca beza de Celíac.

    ~~~~¡~; ~1;:;~j1:2~~·r ;::., _

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      f

     ,

    6

    de dientcs.y competir con su maestro. Probablemente tuvo que re sistir

    la tent: iciÓn de hacerla, por miedo aéstropear el busto. Afortunadamen

    te, t enía e l suf ic iente respeto y la su ficiente admiración. po r e l maravi llo

    so tratamiento que Miguel Angel había dado a su ·superficie como

    para no tocar1o en absoluto y dejarlo como estaba. En ningún otro

    sitio tenemos, como aquí, la oportunidad de comparar tan de cerca

    la técnica maestra de Miguel Angel, mediante la que lograba una

    v ida inter ior sumamente intensa y una tex tura superGcial m uy v igo rosa,

    con las torpes e insípidas tentativa s de uno de sus seguidores.

    Mi segundo ejemplo, la

    Piedad

    de la catedral de Florencia (Ggu-'

    ra 101), es posibleme'nte tan revelador como el

    Bruto.

    Miguel Angel

    empezó este grupo, de buen tamaño -tiene casi tres metros de altur a-,

    más o menos a la edad de 75 años. Unos años más tarde, hacia

    1555, la abandonó aún sin terminar, cuando empezaron a salir1e fallos

    en el mármol. En un ataque de rabia, mutiló el grupo, y parece

    que fue en esa ocasión cuando el Cristo perdió la pierna y e l brazo

    del lado izquierdo; el brazo fue salvado y vuelto a poner en su

    lugar. Entonces el fiel CaIcagni, de nuevo, se encargó de restaurar

    e lg rupo y led io un acabado superfi cial . Su intervenc ión puede aprec ia r

    se en varias partes de la obra -en la mano de Nicodemo, en el

    cuello y cabello de Cristo (figura 102) y en muchos otros lugares~, .

    pero su cont ribuc ión pr incipa l, y bastante des~toriun:'1da ciertamente,

    es el torpe reta liado de la [¡gura de María Magdalena. La falta de

    vida que acusa su rostro y la textura, como de cuero, de su vestido

    contrastan violentamente con la conmovedora participación qucse

    refleja en el rostro de la Virgen y, sobre todo, en e¡de Nicodcmo,

    así como con el cálido tratamiento de calidades de una superficie

    que casi parece respi ra r.

    Originalmente, Miguel Angel quería que esta

    Piedad

    decorara su

    propia tumba. Según Vasari -y éste debía saberlo~, la cabeza de

    Nicodemo es un autorretrato, un autorretrato idealiZado, no hace

    fal ta decido. Las con tr ibuciones de

    los

    colabo radores de Miguel Angel

    resultan ser así una serie de fracasos reveladores, por oposición a

    los cuales podemos apreciar mejor la consumada calidad de la obra

    del gm'io.

    El último problema que quiero tocn brevemente se refiere a lo

    que los italianos llaman el 11 11 fillito de Miguel Angel, el carácter

    inacabado de sus·obr as. En los últimos treinta aiios ha crecido enorme

    mente la literatura respecto a las razones de ese

    lIon finito,

    hallándose

    en ella muchas y contr,1¡:>ucsr;Jsideas gue: van, desqe uDa~, posiples.

    paSandopó'r ratp' rob'abl~;' , a ·o' tras pu~an~ente estúpidas. Martin Wein

    bcrger, autor del m uy rec icn. te Michelallge lo l il e SCIIIptor M ~lIel Allge l,

    ,[

    j

    I

     [

    I

    J)clolk de lO .

    eSCIIltor ,

    en dos volúmenes, niega tajantemente la existencia de proble

    ma alguno al respe'cto. AfirmaWeinbergcr que a Miguel Angel le

    habría encantado terminar sus obras si sus clientes y protectores (papas

    gener almente) no le hubieran obligado a pasar corriendo de una empre

    sa a otra, todas de enormes proporciones; afirma igualmente que

    en algunas otras obras, como la

    Piedad

    de Florenc ia , fueron las c ircuns

    tancias técnicas las que i~pidieron que se terminaran. Las cartas de

    Miguel Angel están llenas de quejas por estos perturbador es imprevis

    tos. Entre los muchos fragmentos que podría traer aquí, vaya citar

    solamente uno, perteneciente a una car ta escr ita por él el14 de octubre

    de 1525, En un tono considerablemente amargo, escribe: «No debería

    trat:írseme con la desconsideración con que veo que se me trata,

    -pues ', el lo. rT1C'a[enadc 'forma podwos' a. Hace

    Ya

    rilCscs qÚe' rio 'se ,

    me permite hacer lo que yo desearía hacer, y un homb·re no puede

    trabajar en una cosa con las m:lI1os y en otra distinta con b mente.

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    ~.,~r,lf »11.::1, r,

    ;a a ~ ~ ~ r

    W~,l,·~

    ~,U U( ••lNU~f\i~~,'.,~

    apítulo 7

    Giovanni Dologna y Cellini

    Cellini, Bromino y Francesco daSal7gallo, los tres, insistieron

    , en la multif acialidad -para usar ese términ,o' tan feo como expresivo

    de' l a ob ra escul tó ri ca . Ce1. ~ ,12 ,~ , ,~ .~demás eJautor de laa primera

    _ _ d ••••••••••••• '[' ••• ••••

    vista abs trusa afi rmación de que I~escul tu ra es s ie te veces l J1ásexce lente

    'que

    bp]rÚÚi=;i ,yaque

    i.l~a figura pinPd¡¡ ,.no puede presentar más

    q~e',~,f1a sola vista, mientras que una estatua ha de tener ocho,No

    /m

    ,~c toma Cdlil1i la molestia, de .explic¡¡.rnos e l por qué de ese n.úmero,

    - ocho, en las vistas qLie debe tener, una esta~ua,'pcro, bier corisid~rada,

    t al a fi rmaCión suya ' so lamente' admi te ,una exp licación: para Cell ini ,

    ..  

    .

      ..

    - .,

    .

    una estatua debe presentar cuatr o vi,stas v:ílipas en los ejes princip'a. es

    y otras cuatro en los ejes' diagonales, ..  1

    VeintiÚn años después de escribir esta carta, por. la época, en que

    publ icó su

    Trlllado de ese¡¡fÚ¡ra (1568),

    Cellini seguía estando' sumamente'

    preoCllpado por este problema. rE :º J.

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

    27/49

    de forri1a sat isr .1ctor i~ lapr imeravi sta CroMal , vu.elve .s tl modelo de Ull

    bdo, es deci¡, de un:) de bs ·cu:llro vistas princip~lcs. Ocurre con fre

    cuencia que el escultor nalli esta vista ca;ente de gracia, de tal manera

    que se ve obligado a modificar la hermosa vista frontal con el fin de ar

    monizada con la recién hecha. Con hs mismas dificultades ha de en

    contrar se al comprobar las restantes vistas principale s. En realidad, una

    figura ofrece no solamente ocho aspectos, sino más de tuarenta, pues

    al moverse el modelo, aunque sea mínimamente, es posible que un

    músculo apar czca resaltado ell exceso, o por el co~trario resalte dema

    siado poco. Una figura presenta, pues, la mayor variedad que pueda

    imaginarse, de manera tal que el artista se vp precisado -'-como ya he

    dicho-- a renunciar a parte de la belleza del aspecto primero con el fin

    de coordin~r esta vista con todas las. demás. Esto es tan difícil, sin em

    bargo, que nunca hallaremos una figura que se nos presente satisf acto-.

    r ia por igual desde todos los puntos de vista.'

    Concluye Cellini su argumentac ión diciendo que en muchas ocasio

    nes había visto a Miguel Angel pintar una fig'ura de tafnaií.o natural

    en el transcurso de un solo día -lo cual no deja de ser estirar una

    pizca la verdad, pues Cellini no pudo haberle visto trabajar en la

    Capilla Sixtina. Cuando se trata de una figura en mármol, continúa,.

    las dificultade s que presentan las diferentes vistas, así como las propias

    del material, hacen imposible la realiiaciónde una figura de tamaiío

    .similar en menos de seis meses.

    Aún hay otra. ocasión en' que Cellini da a conocer sus opiniones ..

    o,· •

    Tras la muerte de Miguel Angel, ];¡ c asi recién fundada Academia

    del Arte de Florencia creyó quedcbía a su gr;¡n miembro fundador

    una' cerel l1011 ia conmemorat iva ap/9píada,Fi ri almente se decidieron

    por la construcción de un cnoni1( cataf;lto: '\n la iglesia de San

    Lorenzo, que iba ;¡ ser decorado c~:;h ; :.1. lmero·s~s figuras alegóricas.

    Los 'preparativos se pusieron en manos de una dinámica comisión,

    a la que Cellini pertenecía. El trabajo de la comisión avanzaba entre

    continuas disputas, pero no se produjo una interrupción seria hasta

    que se propuso colocar la alegoría de la Pintura, y no la de la Escultur;¡,

    en el lado derecho -es decir, en el mejor~ del catafalco. A propósito

    de este asunto Ccllini diniítió, sintiéndose, movido luego a expo~er.

    su punto de vista en un memorándum que se publicó en 1564. Una

    vez más, se propuso de'mostrar en él la superioridad de la escultura

    sobre la pintura, haciendo un preciso resumen de la teoría a que

    he venido aludiendo. La pinqJr a of rece solamente una vista. El escultor

    empieza igualmente teniendo una sola ' vista en li cabeza, pero después

    pasa a dar la vuelta, poco a poco, a la obra. Este movimiento giratorio

    pone 'a l' d~scubier to 10' s'p roBle inas' de 'hempres 'i ;pu 'es la viÚa pr ilTIera

    puede resultar tan diferente de un nuevo aspecto como lo bello difiere

    dificultad de ~ar un centenude vistas, o 111ás, p:lra.que las que.'

    . resulten al fi,n'al presenten un aspecto global unificado en todo el

    contorno de la figura.

    Considerando todos sus aspectos, son éstas unas .;¡firmacione s ex

    traordinarias; no se h;¡bía oído nad;¡ parecido en tod;¡ la histoÓa

    de la escultura. Es cierto que Leonardo había advertido claramente

    el problema de la multifaCialidad, pero llegaba a ~nas conclusiones

    totalmente diferentes de las de Cellini. Recordadn ustedes su opinión

    final: «No es necesario considerar el'número infinito de vistas desde

    un infinito núme ro de aspectos ... Este número inf inito puede reducirse

    a dos medias 'f iguras» , e tcétera.

    T..r~.s::ellini, por el contrario, 1~_,21 _tl10.f~~i~lid:ldhal:Jí;¡JIc:g:lcl.

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    ·i

    contrarios, los cruces e imbrí'caciones de troncos y miembros, todo' ' 171

    . e l lo está rea li z. ado con tan buen:¡ent ido y cálcuh.do tan cuidadosamente

    que el es'pecq ..dor no se ocupa sólo de una vista prjncípal, sino que;'

    muy al cont ra rio, se en. frén ta ' con pregun tas siempre nuevas, reve lacio

    nes s iempre nuevas, s in ti éndos. e arras trado, COIJ:1O por encanto, a dar

    vueltas alrede.dor del grupo, .

    H~st~.::~.:J?~~~o, ..la..:s..~.~I.l,:~:~.r.e.~a:e.~\~~.;~,.-,-Iade Miguel Ar;gel

    incluída- pedía uriespectador estático, un espectador que adoptara

    .~ ;.

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    El a rtis ta I 1c rd ad cr a/Uwlc g ra /lde /lO tie /lc c Ollc cb id a for ma a lg ulla

      QIIC l/O   a Úa a ll tc s é ÓI lJ il lOdo [11 e l bl oql ie d e m árm ol . . .

    ,1 '-'

    I ,Se inici ;¡ dSÍ ; ¡ medi; ¡dos de l

    XVI

    un proceso ;¡ lo largo del cml el

    ;'l11odebdor -el anistd que maneja la cera y el barro- se convierte

    en el verdadero escultor,

    y

    el escultór original -el que trabaja la

    '. p iedrJ- se c0l1vicrte en un meto artesano, en \In técnico. Se abre

    i .:~5íl ln a,bismo entr~.invención y ejecución, QU,ierosubrayar, no óbstan

    te, que este proceso, aunque imp];¡c;¡ble, es muy lento y no careCe

    de P;¡SOSatrás. Y Úmbi¿n q~e en los siglos,xvlI y XVlI va a haber,

    por supuesto, muchos' escultores que serán brillantes, expertos en el

    trabajo dd mármol, capaces de proezas técnicas sin precedentes en

    este medio,

    optó inlllecliat;\Il1cnte el scnt ido de,l a act itud del ; ][ tis ta .

    Los escultores de la segunda mitad del siglo XVI se van habituando

    de forma creciente a pensu en términos dclpequ6ío' modelo de

    cera o de bdrro. Los escultores avanzados de la época toman el camino

    marcado por Mig\lel Angel y expresan SLlSideas en forma de rápidos

    apulltes escu]tóricos o, para USdr el término italimo, en bozzclli, Pues

    de ningulld otra forma puede acol11ctcrse la r ealización de una estatua

    con múltiples vista s. El escultor tiene que hacer , y hace, exactamentC c,\.

     

    r 1

    lo CJuc'apunt;¡ra Cellini: sujetar en la mallO

    el

    pequeño modelo, gi ra rlo ¡

    en ambas direcciones, observado desde arriba y desde ab;¡jo e intr oducir ¡

    I

    tod ;¡s ¡dSmod if icdc iones y rea ju stes necesarios, s in hacer caso de aquel la , \

    adVcrtcncia de Miguel Angel que decía: ¡~

    ¡¡¡

    Antes de continuar debo señalar que el viejo problema del esfuer zo

    [ s ico en e t r; ¡bajo adqu iere en e s iglo XVI una forma en cierta manera

    nueva, Con el avance del siglo, todo lo que huele a trabajo duro

    y continuado y a un;¡ ejecución laboriosa, en cualquier actividad,

    va convirtiéndose en ana tema. Par a comprender esta actitud tenemos

    que volverno¡ hacia el

    Cortesallo

    de Baldassare Cast ig lione , l ib ro apare~

    cido en 1528 y de inmenso éxito de UIJ extremo a otro de Europa.

    Castiglione s~ñ;¡la C0l110 una de las primeras virtudes del cor tesano

    o caballero, lo que él llama sprezzatllra -una soltura en el porte,

    una facilidad una felicidad

    y

    un

    sOl1oir faire

    en todos los asuntos;

    un desprecio por ,todo lo que signifique trabajo pesado cualquiera

    que sea la ocupación. Ven:os pues que Castiglione da forma a la

    conocidd concepción del caballero como Una persona bien educada,

    poseedora de riqueza y de tiempo libre, que, sin dejar de ser un

    aficiQTIddo , es s in embar¡ :;o, c; ¡paz'~n sumo-grada y s ir fd fuefzo- '

    de llevar a cabo cualquier tarea que decide abordar., No es de extrañar

    1

    ¡

    j

    í

    1

    i

    I

     

    ,siendo él mismo un ejemplar caballero-artista del nuevo estilo, acuña

    la im;¡gen de un Ráfacl prototipo de 1:1 afabilid;¡d afortunada, manvilb

    de gracia, saber,belleza, modestia y excelente porte. Los artistas de

    este nuevo tipo creen que un proceso de ejecució~ lábodoso ml1tib

    la frescura

    y

    la vitalidad de la idea primera. En su edición de,

    1550, '

    V;¡sari hdcía la memorable observ,aciónde que «muchos pin ores ...

    consiguen en el primer apunte dar a su obra una cierta alld;¡cia,

    como si les glliarauna especie de fuego inspirado.r; mas luego, al

    termin;¡rJa, tal ;l\Idacia ya ha desapdrecido».

    Esto mismo puede aplicarss claro está, a la escultur a. H¡dlamos en

    ell a una concienc ia ', de ];¡ espontaneidad 'de la creac ión y 1111volun tad

    , . ~.'

    , i ntelec tua l dé penetrar en las inexp loradas profur ididades dQ ,a Origina-

    lidad artística. ]~Lp.illi.Q.LP2.l ..~~guésFr~ncisco de HO~l9.,.aL~C~e pu~)ib _

    ef 15 4 8 un T r;tadod:eJ,fLEiL1D ~-=~;;~;i~t~~~;~-i:;~-grarnc i iX;~-;gGI~-

    él;-cn-Ú'iía cs'p ¿ cíc~e tr:iilscrlpd6~1 de las conversaciones guc;man~uvic

    ra con Miguel Angel en Rama entre 1538y 1550-, pone :11 boca de

    .-¡ éste las siguientes observacianés: Valoro en grado sumo ur labra rea

    \'Iizadapor un gran maestro aunque pueda haber ctnplCdoQ ,n ella inuy ,

    (poco,tiempo. Lasóbbsiío han dejuzgarse por la canfidardc trabajo

    (inÚtil que se ehlplca ,ehel as, sino por . el mérito de b dest ; za ymacs-

    ¡

    t rí :\ ' de su autor.»

    L ,,,

    Creo q\le ya estamos prep~radospara esperar encon:(arnos con

    bozzetti en la obra que se con~erva de Giovanni Bolo.sna. Y los

    enconÚamos , ene teeto, eni lúnlero bastaI1te elevado 11 qUl' .qUlz;l

    no tanto como debiera, pues cuentan fuentes de fiar ql,c Btrinrdo

    Vecchietti, el primer mecenas .oorentina de Bologna, ten la toda una

    habitación llena de modelos ,suyos. En el Victoria and Alhert Museum

    hay algunos muy buenos, siendO' dos de ellos, aunque en,estado frag

    mentario, modelos bastante avanzados para el Rap to é l Pro se rp il lO.

    El más pequeño, que no pasará de 12 ó 13 éentíme\,tos de alto,

    rep resenta Únest ;¡dio intermedio ent re un g rupo de dos f i¡ :u ras, re;al iza

    do en bronce paraOttavio Farnese, Duque de Puma, en

    15]9,

    y

    hoy en el Museo de, Capodimonre de Nápoles, y el de mármol,

    de tresfi~uras, de la '-L6ggia,: de.t:inzi. El O tro, en ce;a roja y de

    más de t re in ta cent íine tros, esun modelo bastan te acabada . que coincide

    casi totalmente con el mármol, por lo q~e algunos expert,;:slo conside

    ran como una reducción del grupo rea li zada COI:1pos te ri ;n' idad a éste.

    Contrasta con éstos otro de los modelos del Victori, and Albert,

    ul: lv .e-rdadero bocetoo¡: .igina-I de Giovanni Bologna (figu.ia lOS}. Tam

    bi~11 é ste tiene poco más de los treinta centímetros, perces un apunte

    en barro con todas las características de la creación rápida, en el

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

    30/49

    1

    ~q

    que el tratamiento· abocetado vam~cho más alJádelo9uehabíamos

    encontrado en los modj íos de. :N1:igue) AngeLS9tr,at~~gc)~te caso

    de unrnodelo para un dios -fluvial,

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    ~~.

    /

     

    J 06. GiovJoni DologoJ: Modelo de cer, P rJ el TrillllJo de Florc/ lcia - ,obre Piso. H.

    1565.

    en 1570 Y hoy en el Dargello (figur~ 107 , coincide tot~lmcnte con

    el modelo grande de yeso; posee unas calidades de superficie bastante

    frías y secas, y fue ejccutad;¡por ;¡yudantes de su estudio. Tenemos

    aquí, pues, las pruebas m~teriales del ciclo completo:m5s de un

    uozzelto señal de quc hubo Un;] prepar~cióll intensa, y llevada a

    ca bo per sa nalJ 11en te po

    r

    Do logÚá, -: n la f .1 se i ni cia l; d es pués ,

    él

    modelo

    de tamaño n;¡tural, y la ejccución en mármol. El intcrés activo de

    lJologna, sin embargo, apenas pasó de la fase de bozzello E UIl;]

    1 117.GiOYanni Dologn,: Trill, (o de FlorÍ'/lcia 50b Piso. 1570

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

    32/49

     I

    lástima-que.en tan abundante d09umentaciónnoS'~~lyda en ningÚn

    mOIDento a cómo se llevó a ca,Qolaeje~uc¡óndelmármol, pues

    esdesuponergue se empleara a lgún. método meGá~ifo de t ras lado.

    CasiinI?(:diatamente despúés deLgrupo de Flon:nciay Pisa, Giovan-

    IU ' •

    B.o..•.o•...gn.a t~ene una nueva oca .s.ión.d.eFolIl.p.etirco n M.guel AngeL

    Er~g5~sc.ode; Ñ1édicis'le encar?a~n.1566,par;¡cO'~9n

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     ;(lssabil1a:i

    ycn ot i· ;¡ sp·6b ;: :1S suyas. · Los ContornOs zigz~gue; ¡n tes y

    1:Isextremidades C]ue~~;nz;¡n hacia el e·spa¿j6dii6sli;;~ran

    de

    un Dolcigna

     .•

    I~

    descoso -y capaz-'- de liberarse de las limitKionesC]ue la piedra

    ¡ cimponía.Esto impliCl la apertura de un calJ1inohacia b utilización

    de más de un bloque de mármol pan una sola figura. Recordaráll

    ustedes que Vasari -inOuido sobre todo por las ideas de Miguel

    Angcl- menospreciaba el procedimiento consistente en unir distintas

    : piczas de piedra, consider:índolo como una Jabor de parchcado a

    la maner a de los zapateros r tmendonc:;s, como una actividad despr ecia

    ble.y sin belleza alguna. Veremos, por otra parte, cómo el escultor

    más grande del s iglo siguien tc ; Gian Lorenzo Dernini , va a aprovecharse

    de la libertad· inaugurada por Giovanni Dologna y no va a tener

    ningún inconveniente en emplear varios bloC]ues de piedr~ pHa una

    sola figura «a la m;1I1era de los zapate ros que ponen remiendos)).

    Quizá se pregunten ustedes cómo es que, habiendo citado a Cellini

    con tanta extellSión, no me puse inmediatam·cnte después a tratar

    de algu:1;ls de sus obras escultórios. sino que pasé a Giovanni Dologna.

    L~. respuesta es que consideré más importante presentarlcs antes el

    momento cu]¡ninante al que llev;1Il1as inter esantes jdeas de CelJini.

    Pero ahor a y;¡ podemos cchar ~¡¡1 vi5tazohacia atrás y ver cómo

    es su obra escultórica. C~lIil1í nace en e l ]500y muerccn e11571,

    siete años desvuésque MiguelAllgel. $Us·'ét~ii];;s'cojil¡JliC1cioiJcscon

    la autoridad empiezan cuando cuenta dieciséis años, y hasta cllmplidos

    los cuarenta

    y

    cinco 11g,.8~~~)11.As.d.e,.cjnco.aj:Josscguidos.Cl1ningllIJ9 .

    . ,. cl~. lo. .~L~&~E:~en gl lc ;; 'i ve . Ti' ába jacn Roim, Ferrara , Mantuá , Padua

    y en la corte de Frai1cisco 1, en París

    y

    en Fontainebleau. Es Maest ro

    de la Casa de la moneda cid Papa y t'ul1didor de pIezas de artilleria

    en e l Castel San t'Ange]o ; hace sel los p:ua la fami li a de Este y magn íf icos

    trabajos de joyería y o~febrería allí donde cae,. Cuando regresa, en

    1545, a su c iudad nata l, apenas ha hecho obras escul tór icas. EnFlo renc ia

    goza de la protección de los Duques

    y

    recibe el encargo del Paseo,

    para la Loggia dei Lanzi, que es su obra' maestra y que le tiene

    ocupado durante casi diez años. Durante ese ti~mpo realiza .también

    un par de bustos y unas cmntas figuras en 1l15rmol, de tamaño natural.

    y

    esto es prácticamente todo, a excepción· de última obra en

    JU5nnol, que es de la que me voy a ocupar en primer lugar.

    ~~...t.:ata.c1e.l]n~ .llfijljQ ...(fig\.lra JO.9)d e tal11_añ.9._Datllral y cruz

    _d

    s .. [j lá rmo Ir~ysuhijo y sucesor, Francesco',se laregala~l'B.e~~~i,España

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    \

    )

    .Felipe I ·()riropresionanteque sea, sin embargo, elPqlcifijg~e'GeHini,

    esp.ara'.los problemas de que n0sestamosocupandoii.ma':bbrade

    .... , ,', ~ - :,', ', }:: : ,::: ::,,,::~,:,

    '>h '_::-;  

    int¿ résbastanre menor, debido a~umismo. tem:l \· . .~Aah9g~rade

    Cris to en la cruz no se presta fá¡ ;ilrnente a l~;:x8~ril11erltac ión

    yta.m. bién a su pronto exilio en····España.···Es>asL:e1;PerseQ':·ljl::obra

    , , >,'_ ,.,', .': >_

    m o,' , .' o ~: ~~ ~~~~ .~~--'-:,:~ T'

    .9:lJ~S~l .e..I?)s.q\J~. c()~s.i?~raEell.b.q~~'ª~~ nª~ 1,l: :': ' ,:

    o , , ~ : , ': .; .( '; . , . . :: :; _; ,: :, ' .

    de. hec.ho, de 'nlediados del.xvI. Y.,.10.· bro.nc .es4g

      _._ .

    84

    tr dición, trJdición que se nDntiene viv;¡ en la primera parte de

    b Edad Media. Pero cu:uldo se le enc;¡rga a Andre;¡ Pi ano, en

    Q2?

    la primera puena de bronce

    del

    Baptisterio de F (5 r cilcia, no hay

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    nadie en la ciudad que sepa cómo se trJbaja este metal, y se hace

    _.necesario iQyitaLa un fu:ididor decall1panas vencciano. Es luego

    Chiberti quien hace escuela de broncistas en Florencia durante el

    medio siglo --de 1403 a 1452~ que necesita para sus dos puertas

    de l Bapt ist er io. Durante

    ese

    pe ríodo re Jliza asimismo las pr imeras

    estatuJ s l l10nUll lent ;¡ ]es en bronce de]; ¡ Edad Moderna , parJ t res horna

    cinJs de Urs:Jnmichelc. HascJ Donatello apr ende la técniCl dcl bronce

    dc Chibcr ti, con el quc trabaja de aprendiz de 1403 a ]406. Ver rocchio

    y Pollaiuolo, pÓr otro lado, deben su perieia técnica en el trabajo

    del bronce ;¡] grall Donatello. E;;tLtradición, sin embargo, no tiene

    cont inuado res, y Cel lini t iene que empezar de cero. En su ; lutobiog r; ¡f ía ,

    y también

    el;

    él

    T ra ta do d e e sc ll lt ll ra

    nos ofrece un vivo rebto de

    bs vicisitudes por las que p:Úa en su import;¡nte empresa. Nos dice

    Ce] lini que el pr imer bronce de buent.JI1lJiio que reali_z_~cs el r etrato

    SIl bUst~_deJD~;g~l;:-c:- o's;¡ ~-;I( figural]l), hoy en el Barge llo, obra

    que.....a.c.0.ll1.te ..-.. S.C~~ll_e¡;p]ic;¡=pa_r~_.~nsay;¡r la.lé.cl ...ica..d.e.l .v.aciado

    ;1}T~tsdc:¡:~p_érilD:~ntílr_concl

    Pcr.

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    I

     

    g .o ia la mulci facial idad del grupo .

    '. Cuenta también Cellini;9ue estuvo semap,as ocupado en un mod'e\o

    de cera, modelo que se eQ'gucntra en el,B,~rgello y muestra la idea

    de la obra en un grado de des.rrollo bastante avanzadci. No conserva

    mos, sin en;rbargo, los dos rriodelos del m sfl1o tamaño que la estatua

    que también menciona Cellini, Pero hay en el Bargello un vaciado

    e~ bronce (figura 113) de ,un pequ~ño modelo, que representa un

    momento intermedio entre el modelo de (era, y l a . ej ecuc ión f ina l.

    Aunque no entre¡nos en detalks, advertirán listedes que Cellini modif i

    ca, en la obra definitiva, las proporciones dQ Perseo yque asimismo

    añade gran cantiqad de magistral¿sdetaHes, Este peq,¡eño bronce,

    s in embargo, tuVO que servir le indudablel:1},ente a modo de prueba

    de eficacia desde todos los puntos de vista.

    114. Cellini:

      erseo

    detal le d e la másca ra .

     

    Dos detalles pueden ayuchrno\ a apreciar mejor la calidad de

    esta obra, E,] primer IUgH , la [¡cr;¡m~~c;1ra (figura 114) C]ue l:st:1

    del trabajo el bronce qlle illJuguraf3 en FJortnci~ perm;u1-Ccer;Ín vivas

    y convertirán virtualmente a esta ciudad, durante los cien to ¿incÚci\l :1

    1 H J

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    37/49

    en la parte posterior del casco alado de P~rseo y que forma una

    inolvidable unid;jd con )os mechones rizados de este Perseo. El segundo

    detalle es la cabeza de la Medusa. Tiene ésta un particular interés

    al haber adguirido recientemente el Victoria md Albert Museum

    un boceto de Ja misma, de unos catorce centíinetros de altura (figu

    ra

    115 ,

    Sir )ohn Pope-Hennessy ha demostrado que este rnodelo se

    halla el1tre el brol]ce dél Darfjello

    y

    la ejecllción final. En m~s de

    un aspecto es notable este vaciado en bronce de un modelo: se ven

    los dientes entre los labios separados, motivo éste quese repite después

    en el Cristo de mármol de El Escorial. Y otra cosa aúnll1;Ís interesante:

    tiene este modelo una expresión de dolor entrc cadavérica y fantasmal.

    En la ejecución definitívd, CeJlini añ;H~jó a esta cabeza unos rasgos

    de belleza clisica Y una perfección que no impiden que cOll5crve

    toda su capacidad de imprcsionar.

    Ha llegado ya el momento de abandonar a estc fascinante maestro.

    Fue Cellini un genio n13glco que abrió nuevos horizontes tanto en

    la teoria corno en la práctica de la cscultura. Las nuevastradicÍones

      5 Ccllilli: V,ei,do ell brolléc de 1, c oDe,> de hMt d uSJ,H. 1545.

    años siguientes, en el centro f1Jui1dial de producción de bronces, Sin

    él no habrían podido hacerse muchas de las grandes obras en bronce

    de Giovanlii BoJógna, obras COlÍl0, por ejemplo, el Mcrwrio

    -

    . ; \ , y

    Capí lUlo 8

    Bernini

     

    L:lt~ ~C :J

    ••>;J

    l\

    ~i

     r

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

    38/49

    111>. Unn;,,; ;

    L Xil< ;.

    11>21)-1 I>JH.

    Pu;¡ valor ar los efectos que los cam bios revolucionar ios que experi

    menta la escultura a Ilnales del siglo XVI t ienen en las generaciones

    siguientes, nada mejor podemos hacer que Iljarnos en Bernini y ver

    cÓmo el más grande escultor del XVII administra un legado del que

    él es, además, el heredero que presenta una mayor yar edad de facetas.

    Gian Lorenzo Bernini , h ijo de padre f loren tino y madrenapol it ana ,

    nacc el 7 de diciembre de 1598. Ya en su primera adolescencia muestra

    una destr eza ar tística tan sorprendente que llama la a tenciÓn del mismí

    sima Papa Paulo V. Antes incluso de .1620 se ha convertido ya en

    el primer escultor de Roma,

    y

    .¡ :l~s~re1623 ~ tr as la s ubida de Urba

    no

    VJII

    al trono pontillcio- hasta su muerte, en

    1680,

    está. práctica

    mente

    ;11

    mando de la política artística ollcial del papado, ejerciendo un

    poder

    y

    una influencia en cuestiones artísticas, tanto en Roma como

    tn el resto de ¡talia, e incluso en el resto de Europa, que tiene

    pocos par aklos, si tS quc tiene alguno, en la histo ria del ar te occ identa l.

    Dos biografiJs contcll1 poráneas ~una escrita por su hijo Domenico

    y la otra por el siempre bien infOrmado Filippo Baldinucci-, el.

    diario escrito, día J día, por el Señor ~e Chantelou durante la estancia,

    de seis ml ses, de Bernini en París en el año 1 665, un montón de

    cart;¡s y un j¡ ltcrm inable aluviÓn de documentos, todo ,este material

    nos propor ciona una informaciÓn abundante y pre cisa sobre Berníni,

    y así, aunque no poseyera este maestro una mente dada al análisis

    teÓrico y aun.que no nos haya dejJdo ninguna expresión escrita

    coherente y mínimamente extensa de sus opiniones, el hecho es que

    sabemos más de él que de muchos artistas más yociferantes.

    Antes de entrar con algún detalle en el procedimiento de trabajo

    de Bernini, intenta ré considerar brevemente su actitud ante las realiza

    ciones de losanístas pertenecientes a la gener ación de Giovanni Dolog

    11;). 13t:fIlini acepta en gran medida la libertad conseguida por los

    _ _ __ _

    manieristas, es decir, acepta la liberación del antiguo dictado de pensar 19.\

    en términos de la piedra, rechaza la limitación renacerJtista dch

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    ; Jo rma del b loque

    y

    se dispone a concebir figuras de contornos

    iigza-

    gueantes y extremidades que se disparan hacia el exterior. Y sobre

    todo, está siem predispuesto, llegado el caso, a utilizar m;Ís de un

    bloque de mápl101 para una sola figura, lo cual, como sabemos,

    era algo absolutamente impensable para Miguel Angel y para .105

    art is tas de sU generación.

    No tiene así Bernini el más mínimo inconveniente en emplear

    cuatro bloques de mármol en su estatua de Longinos (figura

    116 ,

    de más de cuatro metros de altura, situada bajo la cúpula de San

    Pedro (1629-1638). El principal bloque de mármol forma b parte

    central del cuerpo. El brazo derecho levantado es un segundo bloque;

    el ropaje que cae en forma de cascada por este lado es un tercer

    bloque, y el manto que le cae por detrás en el lado izquierdo constituye

    un cuarto y último. Como demuestra esta figura, Bernini, movido

    por su deseo de casar sus estatuas con el espacio de alrededor, se

    aprovecha de los logros d.e la generación anterior a la suya. Pero

    hay una cosa, y de vital importancia, en la que no puede seguir

    a. Dologna y a los de la generación de éste: no puede aceptar la

    escultura de vistas múltiples. ·Sólo en muy raras ocasiones idearía

    Dernini obras concebidas para diversos puntos de vista, gener almente

    cuando las cir cunstancias del lugar de colocación de la obra leimpedbn

    cont rolar l a posición del espec tado r. .

    y no puede pensar en términos de puntos de vista múltiples

    ·por varias razones. Por una sobre todo: todas y cada una _de Sl1l

    obras representan el clímax de una acción. El. David (figura 117),

    por ejemplo, obra temprana  1623 de tamaño natural, apunta con

    su honda a un Goliat imaginario que debe suponerse situado en el

    eje central del espacio, allí dondt dehe colocarse el espectador. Goliat

    es el complemento necesar io de la f igur a de David, cuya ac.ción par ece

    ría no tener sentido si no diéramos por sentada la existenéia del

    gigante. Así, el Centro espiritual de la estatua .está fuera de la estatua

    misma, en algún punto del espacio, en el mismo espacio en e1que

    vivimos y por el que nos movemos. y solamente si nos colocamos

    en la posición adecuada aparece toda)a eficacia de ese amplio.movi

    miento que sube a travéide lapi~ rna y de la inclinación del cuerpo

    entero y que se ve compensado por el giro de la cábeza

    y

    por

    el .brazo que, presW a la acción, empuña la honda. Ninguna otra

    perspectiva revela esta increíble tensión de la figura ni justifica su

    vcrdadc ra razór Idescr. Esto hoy nos parece tan . evidente q·ue casi

    ni hace f;l ta señalarlo. Las ricas cualidades espaciales del

    David

    y

    117. Dcrnini: Oal d 1623

    _________________________ _

    su movimiento en prof:undidad.nos IkY~n, claro está, a una sene

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    118. Bl'rriini: NcplulIO   Tritó . 1620.

     ,.:.;,.i

    de vistas subordinadas que nos permiten descubrir sutilezas sicrnpre

    nuevas y de detalles des?:eh perspectiva principal ocultos;' pero no

    podemos pasar de considerar/ as v ist as parq íaJes.

    Les , invito ahora a qU,e hagan un nue~'o experimento, quizá aún

    más rcv,(;lador que el de la estatua de DaVid, En ¡620 Berni tl i rea li za

    el grupq,NcplitnO y y,itón< (f igur a 118), '~ctualmente en el: Victoria

    and Albert Museum, para coronar unestanq u,e en el jardín de la

    Villa Montalto,' en Roma. Sabemos por grabados de la época cuál

    fue la colocación or iginal del grupo, qU0; por cierto, fue comprado

    por S irJoshua Reyno lds , en p lan de especu lación, y llevado a Inglaterra.

    Estaba situado sobre una balaustrada, a bast~.p.te altura sobre lasuperficie

    del estanque, delante de Un muro sinY~[lo algimo y enrnarcado,

    a ambos lados, por dos :,pequeñas fqen t~;: El grl po esta,ba hecho,

    sin duda, para ,ser visto i:ksde laperspe :t~ya 'que muestra la figura

    118.Em

    vista ofreceta\Ubién rnagnífic9~ detalles. Pero si damos

    una vuelta alrededor de g E~poveremosq\le el conjunto pierde cohe- ':'

    rencia.y que la vista posterior no tiene. sentido alguno. La fuerzaW;¡i:,\{~;;,

     , . .. . . ,

    :· i: _ _,o'

    prescnteen Iaucción de Neptuno so laméi1tese reve la de fo. rq ¡a com plet~; 'c :: '

    cnla v ista p rinc ipal : ese en~rg ico movi rn i¡ ;( l\o hacia aba jo 9e t ridente; \,

    pappa~if¡ (;ar .1a~,olas:- de;¡cuerdo, en

    Jni

    ( )pinióf ,' po«U\1 pasajedeJa

    Ei¡eida

    deVirgílio' reprcsentado c

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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    estuco pintado,

    como

    un punto foca] en el eje del póttico. En este

    caso, pues, es el modo de enmarcar la obra e] que asigna JI espectador,

    y de forma mequívoca, la posición correcta desde la que debe contem

    p larl a. Este modo de ,enl ll arcar la ob ra esaquí part icula rmente expresivo

    por el hecho de que, a través de las oscuras puertas de bronce, se

    mira ;¡ la zona del rellano, que esd intensamente iluminada.

    Como segundo ejemplo puede servimos la capilla 'Altieri de S;¡n

    Fr:1l1cesco a Rip;¡, con su m;Írmol, de tamaño mayor que el natur;¡],

    de la

    Beala Lodoví a Alucr to/l i

    (f igura 120). Sc tr;Ha de una obra tardía,

    119. Dccllllli; COII < lIillD 1¡'54-1671',

     

    .

    ~

     

    ~~

    ;1.:

    ,\

     

    ,I{

    través de ]a penumbra de ]a capilla, a la Beata Lódovicaen trancr

    de muerte, bañad;¡ por una luz mágio; Una serie de arcosl1evah

    hacia el hueso del alta r, y cualquier movimiento a derecha o izquierda

    acabar ía inmediatamente con el maravilloso equilibr io del conjunto,

    digno de una rea li zación pictór ica.

    A pesar de ' su car; Íc te r de

    wadros vílJíCl/tes,

    obras ea mo el

    CO/lstilllti

    /10

    y la Lodovíca Albcrlorlí siguen siendo enérgicamente tridimensiomles

    y vigorosamente .vivas , y ni son relieves ni se hallan de hecho

    confinad;¡s a un, espacio limitado. Como cl David y el Neptti/lo y

    Trít611,

    siguen compartiendo nuestro contir iuo espacial, aunque a] mis

    mo tiempo se hallan muy lejos de nosotros: son figur;¡s cxtr;¡ñas,

    visionarias, ipaccesiblcs, como si f ueran apariciones de otro mundo.

    En ambos casos, aunque de manera especial en el de la Lodollica

    Alucrtotl;,

    l a luz di rigida con tr ibuye dec isivamente a l e fecto nada r~a li sta

    de b obra. La utilIzación de la luz dirigida, cuyo origen 110 ve el

    que contempb la obra,es uno de los grandes inventos de I3ernini.

    En contraste con b luz quieta y difusa que empleaban los ;¡rtistas

    de] Renacimiento, la luz dirigida p;lTece pasajera inestable,

    y

    refuerza

    la sensación de transitoriedad qiJetiene el espectador ante la escena

    representada . Nos damos cuenta de que'C rnomentodda i luminación»

    divina es tremendamente fugaz. Con, su luz dirigida, .pues, Bernini

    ha hallado la' forma de que el creyente pueda sentir intensamente

    laexperienéia delosobrenatura1.

    La primera vez que Bernini experimenta con la ocultación del

    origen de la luz es en la capilla Raimondi, en San Pietro in Montorio,

    que puede fecharse entre 1642 y 1646 (figura 121), Esta capilla es

    el primer gran conjunto en que escultura y arquitectura aparecen

    totalmente coordi'nadas; y hay en ella, por vez pri~er;¡, una Ventana

    oculta que arroja sobre el altar, en e]queest;Í el relieve del éxtasis

    de San Francisco, un rayo de luz. Toda la decoración escultórica

    de esta importante capilla se debe, por cier to, a discípLllbs de Bernini.

    Pronto aplica el artista esta lección en la capilla Lvrnaro'de Santa

    ,Mar ía de ll a Vi\ tor ia rea li zada ent ,r ,c )646 y 1652 . Esta Capi ll a cont iene

    la que es probablemente la obra más conocida de su 'autor, el grupo

    del

    Exlasis de Santa Ter~sa

    (figura 122). Aquí la luz que entta por

    una ventana de cristal amarillo, escondida tras el frontón,' refuerza

    el carácter de visión que tiene la escena -la' unión 'mística de la

    San ta c611Cri sto- ,que ' tie ií e

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    42/49

     

    La Cá~ed:ra .de San Peeir.o figura 123), e¡rigida en el ábside de

    la .basílícad.urante la década ql1e: vade 1656 a 1666, es el conjLínto

    escultóricrnn.ás dI11plio .de J:le:fl).irii.

    y,

    al rnisf 1o tiempo, la obra que

    produce el impacto simbólico más fllCW: .. En este caso una ventana

     

    ~oo y hs tr~l1Siciones del b~jo al :lltorreJieve y luego ~ la figura exenta,

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

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     I considerab1c altur~ del suelo, suspe;]did~ en el aire, esd )a silla

    de S;m Pedro, mientras los más impor'tantes de Jos padres

    de

    la Iglesia

    htinos y griegos -S;lll Agustín, San Ambrosio, San Atalldsio

    y

    San

    Juan Crisóstomo, que apoyaran el derecho de -.Roma a la llnivcrsali-

    122. Un,,;,,;:

    rJ

    Ix la ;1 de Sa la Tema. 1(,4(,-1 (,52.

    {;'

    123 . B~r in i: Cí tedra de Son Pedro. SJn Pedro de RomJ_ 1656-1666

    - 1

    I  

    dad- ap~recen a lo, lados :,de la Cátedra, llcvándola entre los cmtro

    20

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

    44/49

    r

    de formamássimbÚlica ql,1e real. Sin necesidad ,c:le p rofundizar en el

    contenido,simbólico dee,sta obra, estácl.aro qL)e este altar, el más

    importante de la Iglesia C:;atólica, es uná afirmación de la primacía

    del Papado y Llna apoteosistyisqalmente inigualada, de la Iglesia T r,iun

    fante,

    E l Vaticano puedeja ctaf se de haber posdgo siempre un completísi

    mo depar'tamento de aq::hivos: los documentos relacionados con la

    Cátedr a llenan un volumen, de var ios cientos de páginas; Se conservan

    además una serie de fascinantes documentosgrá[¡cos que nos ay{¡dan

    a ilustrar ,la 'historia de tan importante o~fa. Por todo ello voy a

    servirme de la Cátedra para hacer, a propósWo de ella, ciertas observa

    ciones preliminares sobre ,el procedimiento de trabajo de Bernini,

    El pfimerdiseño de Bernini era relativamente modesto. El que

    aparece enesteagyatinta(figura 124) no es el primero, pues r epresenta

    ya unaurnento de escala. Hallamos ya aquí todos los elementos del

    diseño dcfinitivo:la ventana con la paloma d'el EspíritLl Santo, la

    guimalc lade, árige1es y

    ¡mili

    la Cátedra propiamente dicha

    COI,1

    su

    decoraciónescultórica, los dos p t llevando los emblemas papaJes

    y los cuatro' Padresd~ ia Iglesia. pero todo el proy~cto se acopla

    cómodamente alinterior',cle ,las columnas pertenecieptcs al marco

    arcjl li te 'ctóni 'co; el di~éi)b '~s.:relativamente- autÓnomo,y a'p ,~nas inváde

    elcspacro: AlglJnosde los a yudantesdc De~ lini realizaron, entre

    marzo de, 1658 y abril de 1660, unos modelos de las 'figuras del

    níismo:;tamaño que iharra tener éstas, . modelos que 'se colocaron

    cn una maqucta d¡;: ¡a estructura que había sido erigida in

    sítll.

    En

    n:lacióncon l~scnorn1es dimension,es de San Pedro, s'e vio que la

    . estala empleada 'no era lo sufiCientemente grande, crítica en la que

    coinCidieron aLgunosobscrvad(lresajt;nos al proyecto, como el pint~r

    Atldre aSaccl}i. El

    boz:ullo

    de Bcrnini par~ la silla que muestra la

    figuraJ25,actualmentc en el Detrojt Institute of Art, forma parte

    probablemente de la preparación del modelo general de 1660.

    Poco antes de constr uirse este mode lo gener al Dernini había empeza

    do ya, con no poca apresuración, a vaciar algulIos bronces. Y una

    vez iniciado, no pudo interrumpirse este proceso, por ] que estos

    bronces fueron más tarde incorporados a la Gloria de los, Angeles

    y tratados como si ,fueran estucos como las figuras que había a su

    alrededor. Entre 1660 'y 1661 Bernini decidió ampliar aÚn más la

    escaladcl diseño, y esta vez de forma muy considerable., Prepar ando

    esta l rans 'formación reá li zó'una ser ie de rápidos apuntes que mos traban

    la Cátedra vista a través de las columnas, a modo de marco,:del

    Baldaquino, que él mismo habia crígidobajo la cÚpula de San Pedro

    • • .~ _. • ._._

    • •

    0AW0 • __ • • ~ • • • • __

    .'

    Sería un error, asociar este deslumbr :lJlte esplendor de policromía  2W

    COf1el gusto del barroco por la grandiosidad colorística. En la RÓIl1J

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    45/49

    127. I le rn in i; TuniG, de Urb ,o VIfr: 1628-1 647,

    t

    lo,

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    \1

    del Papa Sixto V, hacia finales del siglo XVI, se puso de moda la

    decoración multicolor de monumentos y de. capillas enteras. Y gran

    parte del mármol de color que se usó entonces se: tomó de edificios

    de la Antigi.iedad, indicación simbólica inequívoca de que la Roma

    pagana había sido de finitivamente desbancada por la Roma cristiJ;,a,

    Es más, en círculos dc ]aContnrreforma Se Ilegó.~ apoyar, .desde

    , una perspect iva neornedieva l, e l cm p lco de materiales de ,gran a trac tivo

    visual, ya que -se argumentaba-, siendo la iglesia la im;,¡gen del

    Ciclo en la Tierra,

    110

    debía, ponerse límite alguno a] dcsarr6110 del

    esplendor mostrado en la Casa del Seiior.

    Bernini se había empapado deestJs ideas en su juventud, y creo

    que no es preciso insistir en que, en una obra como ];¡Cátedra,

    la policromía tiene una significación sobrenatural y no debe confundirse

    con el uso re;}]ista del color. La po]ícromía tenía para Bernini gran

    importancia, pero nunca con el fin de lograr, a través del color,

    una imitación r ealista del natural. Utilizó cscenariospolícromos y

    com b¡ nó f iguras de bronce y de mármol tanto pa ra arti¿Glar, subrayar

    y

    difer enciar. significaciones como para dar a sus composic iones

    U 1:l

    aparienál. pictórica nada realista: En la tunjba de Urbano VIII

    (1628-1647)

    (figura

    127),

    por ejemplo, toda la parte cc,ntraJ es de

    bronce oscuro, parcialmente dorado: el sarcófago,

    Id

    realista figllra

    de la Mu~rte y la estatua del Papa, es decir, todos los elementos

    di rectame~¡e relac iol lddos con, e l fal lecido .

    A,

    d iferencia. de e llos

    y

    de sus mágicos efcctos de hJzy color , l asaJegorÍdsenD1á~mol blanco

    de la Caridad

    y

    la Justicia tienen una textur,a superficial sensual

    y

    atractiva,

    y

    un carácter referido inequívocamente. a las , cosas de este

    mundo. Berninihabríaconsiderado despreciable el empleo, aquí, del

    color en el mármol o h mezcla de mármoles de diversos. colores

    en la composición de una figura.

    Los griegos pintaban invariablemente - sus escultura s de mármol,

    al menos parte d~ ellas:, especialmente el vestido, e] cabello y los

    ojos. _Roma introd u jo lu e go el cm pleo del mármol blanco, sin pintar,

    siendo ésta una de s:us más importantes --o, en cualquier caso, una

    de sus más duraderas~r contribu~iones a la historia de la escultura.

    Hay que decir, en justicia, que fuc en Roma y no en Grecia donde

    nació la escul tu ra c lásica . La escul tu ra medieva l es de nuevo po1ícrom; t,

    aunque]a conexión con los ~ármoles sin colorear de la antigua Roma

    no llega a romperse nunca del todo. El despertar renacentiSta :

    y

    la

    reafirm;i 66ñ de los· triterios vigetrtes cl1 la ántigua-Romállevan a

    la historia de la escultura a una interesante dicotomía. La escultur;¡

    ¡.'

    2

    f;.

    de altos vuelos, la creada para un público entendido, para

    IDS

    grand,es

    y para ,la clase culta, imita los mármoles sin colorear_de Roma,

    reservándose la pol ic romía, casi exc lu sivamente, par~ las ,obras popula-

    ;j;

    que n? existen en ,el r nodelo,represent,;¡do .. Esta p'aradoja la eXp'~ica

    Berni fl i s eña lando que , po r e jemp¡o ,' par: arepresent~r e1~olor azulado

    que la/gente t iene a lred l7do r de los o jOS~ l de vaciarse e lolugardonde

  • 8/15/2019 Witkower cap.5,6,7,8

    46/49

     \

    res, realizadas en materiales de bajo coste., '

    Creo, una vez hecha esta observación, que su exactitud es por

    demás obvia, Imaginamos los sepulcros de los Médici~, de Miguel

    Angel, policromados parecería una broma de mal gusto, una idea

    casi sacríiega. Por otra parte, ha'y en los museos una buena cantidad

    de obras de terracota policromadas, obras a las que muy a menudo

    se les pone elevados apellidos. Generalmente, aunque no siempre,

    tales obras so~ reaÍrzacio¡;es de taller, repetiÓones de alguna obra

    cla ve en mármol sin pintar realizada por el jefe del taller para algún

    mecenas. Estas: baratas copias de terracota se, hacían a partir de (111

    molde sacado del original e iban dirigidas a c9m placer los gustos

    privados de los burgueses florentinos, hallándose en ,todas las casas

    de clase media de la ciudad. La policromía les daba una apariencia

    sumamente viva y las hacía muy atractivas.

    Si estoy en esto en lo cierto, ~nto~ces es muy improbable que

    el retrato de Lorenzo ,el Magnífico en terracota pintada de forma

    muy rea li st a que hasta hace poco se a tr ibuía a Verrocchio fuera rea .1 izado

    por éste para el propio p'ríncipe. Durante la última parte del siglo

    XVI

    se puso de moda en Roma

    y

    en otros lugares el combinar cabezas

    de mármol blanco con' bustos de color -'-de pórfido, por ejemplo-,

    a imitación de una costúmbre existente entre los escultores de fi;lales

    de la Antigiiedad. El elemento' riat~'rali~ta que '~ e halla implícito en

    tales obras no atr~jo lo más mínimo, sin embargo, a Bernini, que

    se planteaba el problema del color en la escultura de una manera

    probablemente más crítica que ningún e~cL iltor ant~rio~ a él.

    Toda su vida estuvo Bernini meditando acerca de la cuestión

    central del retrato, es decir, sobre la forma de trasladar al m?rmol,

    sin pintado, los colores de un rostro y 'las tonalidades de la tez.

    Sabemos qué se o~upó preferentemente de este problema al trabajar,

    en París, en el busto de Luis XIV. Su r.azonamiento al respecto es

    el siguiente: «Si alguien se pintara de blanco el cabello, b barba,

    los labios, las cejas y, de ser posible, también los ojos, ni siquiera

    viéndole a la luz del día sería fácil reconoce~le .• En apoyo de este

    argumento observaba Bemini que era difícil reconocer a una persona

    que acabara de sufrir un desmayo, a causa de la palidez de su' tez,

    de tal forma que era frecuente en tales ocas.iones la frase «no parece

    él». Por eso, decía Bernini, es tan dificil Sonseguir el parecido en

    un retrato de mármol que sea totalmente blanco. Para . lograr tal

    p:lreéido se hace a veces necesario representar en el mármol rasgos

    1

    tal cqlgrdebe aparecer, con el fin de Ipgrarla impresipl1 de dicho

    color y compensar de esta mane~a lagrar. limitación deja escultura,

    que s610, p uede dar a la materia un únicf:l color. FideIiclad al modelo

    vivo n9 es, por lo tanto, ~xactamente lo mis