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Agradecimentos Agradecemos su desinteresada colaboración a todas las traductoras, correctoras, moderadora, recopiladora

y diseñadora que han participado y colaborado para que este proyecto pudiera salir adelante hasta poder llegar a todos aquellos lectores que van a poder leerlo

después de la espera. Muchisimas gracias a todas aquellas personas que han hecho posible que esto sea posible.

Moderadora Eli25

Traductoras Flochi

Sera

Ruthiee

eli25

roux

GioEliVicRose

Dham-Love

Nadia

Tanita20

Majo2340

Lizc07

MariPooh

YCNAN Paaau

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Correctoras Angeles Rangel

Xhessii

Dangereuse_

Majo2340

marzeDoyle

nella07

Recopiladora Angeles Rangel

Diseño Anelisse

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Indice

Sinopsis pag 7

Capitulo 1 pag 8

Capitulo 2 pag 23

Capitulo 3 pag 37

Capitulo 4 pag 56

Capitulo 5 pag 75

Capitulo 6 pag 87

Capitulo 7 pag 102

Capitulo 8 pag 123

Capitulo 9 pag 138

Capitulo 10 pag 150

Capitulo 11 pag 161

Capitulo 12 pag 174

Capitulo 13 pag 195

Capitulo 14 pag 214

Capitulo 15 pag 222

Capitulo 16 pag 239

Capitulo 17 pag 249

Capitulo 18 pag 275

Capitulo 19 pag 283

Capitulo 20 pag 293

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Capitulo 21 pag 302

Capitulo 22 pag 322

Capitulo 23 pag 334

Capitulo 24 pag 356

Capitulo 25 pag 378

Capitulo 26 pag 389

Capitulo 27 pag 403

La Reina Exiliada pag 420

Sobre la autora pag 421

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Sinopsis

adrón reformado y líder de la banda, Han “Puños” Alister va hacer casi cualquier cosa para ganarse la vida para él, para su madre y para su hermana Mari. Irónicamente, lo único de valor que tiene es algo que no puede vender .Tanto como Han puede recordar, lleva runas gravadas, puños de plata mágicos, los cuales nunca ha sido capaz de

desprenderse.

Mientras sale a cazar un día, Han y su amigo de Clan, Dancer, pillan a tres jóvenes magos prendiendo juego a la sagrada montaña de Hanalea. Después de una confrontación, Han coge un amuleto de Micah Bayar, hijo del Alto Mago, para asegurarse que el chico no lo usa otra vez contra ellos. Han pronto aprende que el amuleto tiene una historia malvada, una vez le perteneció al Rey Demonio, el mago que casi destruyó al mundo hace un milenio. Con una pieza mágica con

semejante poder, Han sabe que los Bayars no se detendrán ante nada para recuperarlo.

Mientras tanto, Raisa ana'Helena, Princesa Heredera de los Fells, tiene sus propias batallas que luchar. Acaba de regresar a la corte después de tres años de relativa libertad con la familia de su padre en el campamento de equitación de Demonai, cazando y trabajando los famosos mercados de Clan. Aunque Raisa será elegible para el matrimonio después de su décimo séptimo cumpleaños, ella no está esperando con ilusión negociar en su sentido común y nuevas habilidades para los tutores de etiqueta y fiestas pomposas.

Además, Raisa se da cuenta de las intrigas que rodean a la reina, quien parece estar fuertemente influenciada por el Alto Mago de su país. Mientras ella quiere ser más que un adorno en una brillante jaula y aspirar a ser como Hanalea, la legendaria reina guerrera que mató al Rey Demonio, parece que su madre tiene otros planes para ella, planes que incluyen un pretendiente que va contra todo el Reino representa.

L

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Capitulo 1 La caza

Traducido por eli25

Corregido por Angeles Rangel

an Alister se agachaba cerca del humeante fango que brotaba, rezando

para que la corte termal soportara su peso. Él había atado un pañuelo

sobre su boca y nariz, pero sus ojos aún escocían y lagrimeaban por los

gases del sulfuro que hervían hacia arriba desde la rebosante supuración.

Extendió su hundido palo hacia un camino de plantas con flores verdes

descompuestas en el borde del brote. Deslizando la parte superior bajo el

grupo, lo curioseó desde el fango y lo levantó para liberarlo, goteando en la

bolsa de gamuza que colgaba desde su hombro. Entonces, situó su pie

cuidadosamente, se puso de pie y se refugió en la sólida tierra.

Él estaba casi allí cuando un pie rompió a través de la frágil superficie,

enviando su pantorrilla profundamente dentro del gris, espeso, super caliente

fango.

―¡Huesos sangrientos de Hanalea! ―Aulló, lanzándose hacia atrás y esperando

no aterrizar de lleno sobre su espalda en otro pozo de fango. O peor, en uno de

los surtidores de agua azul que le hervirían la carne de sus huesos en minutos.

Afortunadamente, aterrizó en tierra firme entre los pinos torcidos, la

respiración explotó de su cuerpo. Han oyó a Fire Dancer corriendo cuesta abajo

detrás de él, sofocando la risa. Dancer agarró las muñecas de Han y le

transportó a tierra firme, inclinado hacia atrás para apoyarse.

―Cambiaremos‖tu‖nombre,‖Cazador‖Solitario‖―dijo Dancer, agachándose cerca

de Han. La cara leonada de Dancer estaba solemne, los sorprendentes ojos

azules amplios e inocentes, pero las esquinas‖ de‖ su‖ boca‖ se‖movían―.‖ ¿Qué‖

pasa con ¿“Caminar dentro de los pozos de fango”? ¿“Los pozos de fango para

fundir”?

Han no se estaba divirtiendo. Jurando levantó un puñado de hojas para limpiar

su bota con ellas. Debería haber llevado sus viejos mocasines destartalados. Su

bota hasta las rodillas le habían salvado de una mala quemadura, pero la bota

H

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derecha estaba endurecida por el fango hediondo, y él sabía que oiría sobre eso

cuando llegara a casa.

―Esas‖botas‖fueron‖hechas‖en‖Clan ―diría‖su‖madre―.‖¿Sabes lo que costaron?

No importaba que ella no las pagara en primer lugar. La madre de Dancer,

Willo, las había negociado para Han con la rara seta de la muerte maestra que él

había encontrado la anterior primavera. Mamá no había estado feliz cuando él

las llevó a casa.

―¿Botas? ―Mamá le había‖mirado‖con‖incredulidad―.‖¿Botas lujosas? ¿Cuánto

tiempo te llevó conseguir eso? ¿No podías haber pedido dinero? ¿Grano para

llenar nuestro vientre? ¿O leña o mantas calientes para nuestras camas? ―Ella

se había abalanzado sobre él con la vara que siempre parecía tener cerca de la

mano. Han retrocedió de ella, sabiendo por experiencia que una línea de vida

de duro trabajo le había dado a su madre un poderoso brazo.

Ella había levantado verdugones en su espalda y hombros. Pero él mantuvo las

botas.

Valían más la pena que lo que él había dado en el trueque, y lo sabía. Willo

siempre había sido generosa con Han y Mamá y Mari, su hermana, porque no

había hombre en la casa. A menos que contaras a Han, y mucha gente no lo

hacía. Incluso aunque él ya tenía dieciséis años y estaba casi crecido.

Dancer trajo agua del Firehold Spring y lo derramó sobre la delgada bota de

Han. ―¿Por qué es que solo las plantas asquerosas crecen en lugares

asquerosos que son valiosos? ―Dijo Dancer.

―Si crecieran en un jardín, ¿quién pagaría un buen dinero por ellas? ―Gruñó

Han, limpiandose las manos en sus pantalones. Los puños plateados alrededor

de sus muñecas estaban cubiertos con fango también, profundamente

incrustado en el delicado grabado. Él mejor tomaría un cepillo para ellas antes

de volver a casa, u oiría sobre eso también.

Ese era un digno final para un día frustrante. Ellos habían salido al amanecer, y

todo lo que él tenía para mostrar eso eran tres lirios sulfurados, una gran bolsa

de corteza de canela, algunas hojas afiladas, y un montón de verrugas que él

podía pasar como mala hierba en el Mercado Flatlander. El monedero vacío de

su madre le había enviado a buscar en las montañas demasiado pronto en la

temporada.

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―Esto‖es‖una‖pérdida‖de‖ tiempo‖―dijo Han, aunque había sido idea suya en

primer lugar. Arrebató una roza y la lanzó dentro del pozo de fango, donde

desapareció con un viscoso plop―.‖Hagamos algo más.

Dancer ladeó su cabeza, sus trenzas bordadas se balancearon. ―¿Qué haría...

―Vayamos a cazar‖―dijo Han, tocando el arco arrojado a través de su espalda.

Dancer frunció el ceño, pensando. ―Podríamos intentar Burnt Tree Meadow.

Los ciervos se están moviendo desde las tierras llanas. Bird los vio allí antes de

ayer.

―Entonces vamos. ―Han no tuvo que pensar mucho en ello. Era el hambre

lunar. Los cuencos de judías y repollo y pescado seco que su madre había

puesto durante el largo invierno se habían evaporado. Incluso si él se había

imaginado sentado delante de otra comida de judías y repollo, últimamente no

había nada excepto avena y más avena, con el extraño trozo de carne salada

para dar sabor. La carne para la mesa sería más que recompensa por la escasa

cosecha de hoy.

Fueron al este, dejando los humeantes surtidores detrás. Dancer tenía un

implacable paso comiéndose la tierra del valle del Dyrnnewater. El mal humor

de Han comenzó a desaparecer con la fricción del esfuerzo físico.

Era difícil permanecer enfadado en un día semejante. Las señales de la

primavera floreciendo todo alrededor. Las coles de mofeta y el beso de la

doncella y manzanas May cubrían el suelo, Han respiró el olor de la tierra

cálida alimentándose de la cubierta invernal. El Dynnewater burbujeaba sobre

las piedras y rugía sobre las cascadas, alimentado por nieve derretida en las

pendientes superiores. El día se templaba cuando descendían, y pronto Han

removió su chaqueta de gamuza y se levantó las mangas por encima de los

codos.

Burnt Tree Meadow era el lugar de un reciente fuego. En unos pocos años sería

reclamado por el bosque, pero por ahora era un mar de alta hierba y flores

salvajes, salpicado con los troncos carbonizados de pinos retorcidos. Otros

troncos tumbados dispersos como un juego gigante de puntos pegados. Pinos

de la altura de la rodilla forraban el suelo, y las moras y las zarzas se deleitaban

a la luz del sol donde habían sido una vez profundas formas de un bosque de

pinos.

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Una docena de ciervos estaba allí, con las cabezas bajas, pastando en la espinosa

hierba primaveral. Sus largas orejas apartaban a los insectos, y sus pieles

brillaban como manchas de pintura roja contra los marrones y verdes de la

pradera.

El pulso de Han se aceleró. Dancer era el mejor arquero, más paciente al elegir

su blanco, pero Han no vio la razón por la qué ellos no deberían tomar cada uno

un ciervo. Su siempre estómago vacío gruñó ante el pensamiento de carne

fresca.

Han y Dancer dieron la vuelta al prado contra el viento, la pendiente descendía

de la manada. Agazapado detrás de una gran roca, Han deslizó su arco y tensó

la cuerda floja, intentándolo con el pulgar encallecido. El arco era nuevo, hecho

para que coincidiera con su crecimiento reciente. Se hizo en Clan, como todo en

su vida que casaba de maravilla y función.

Han descendió a sus pie y tiró de la cuerda de nuevo hasta su oído. Entonces se

detuvo, olfateando el aire. La brisa llevaba el olor del humo de una madera

distinta. Su mirada viajó a la montaña y encontró una delgada línea de humo de

corte transversal a la pendiente. Miró a Dancer y levantó las cejas por el

descubrimiento. Dancer se encogió de hombros. La tierra estaba empapada y el

follaje verde y exuberante de la primavera. Nada debía arder en esta

temporada.

Los ciervos en el prado capturaron el olor también. Levantaron la cabeza,

bufando y patearon nerviosamente, los blancos se mostraron en sus ojos

marrones líquidos. Han miró a la montaña otra vez. Ahora podía ver de color

naranja, púrpura, verde y las llamas en la base de la línea del fuego, y el viento

que soplaba cuesta abajo creció caliente y espeso por el humo.

¿Púrpura y verde? Pensó Han. ¿Hay plantas que queman con colores así?

El rebaño pululó con ansiedad por un momento, como si no estuvieran seguros

sobre qué camino tomar, luego se giraron como uno y cargaron directamente

hacia ellos.

Han levantó a toda prisa su arco y consiguió un tiro cuando el venado pasó. Se

perdió por completo. A Dancer la suerte no le fue mejor.

Han corrió detrás de la manada, saltando por encima de los obstáculos, con la

esperanza de volver a intentarlo, pero no sirvió de nada. Atrapó una tentadora

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idea de las banderas blancas de la cola antes de que el ciervo desapareciera en

los pinos. Murmurando para sí mismo, caminó de regreso a donde estaba

Dancer, mirando hacia la montaña. La línea de fuego chillón rodó hacia ellos,

aumentando la velocidad, dejando un paisaje carbonizado y desolado a su paso.

―¿Qué está pasando? ―Dancer‖sacudió‖la‖cabeza―.‖No hay incendios en esta

época del año.

Mientras miraban, el fuego se reunió un momento, saltando pequeños

barrancos. Brillantes brasas aterrizaron en todas partes, impulsados por el

viento cuesta abajo. El calor quemaba la piel de la cara y las manos expuesta de

Han. Sacudió la ceniza de su pelo y se golpeó las chispas quitándose el abrigo,

comenzando a darse cuenta del peligro. ―Vamos. ¡Será mejor salir del camino!

Corrieron a través de la cresta, resbalando y patinando sobre el esquisto rocoso

y hojas húmedas, a sabiendas de que una caída podría significar un desastre. Se

refugiaron detrás de una roca pronunciada que atravesaba la fina piel de

vegetación de la montaña. Conejos, zorros y otros animales pequeños

galopaban pasando, justo por delante de las llamas. La línea de fuego barrió,

silbando y chasqueando, con avidez todo lo que consumia a su paso.

Y después llegaron tres corredores, como pastores conduciendo las llamas ante

ellos.

Han miró fijamente, hipnotizado. Eran muchachos no mayores que Han y

Dancer, pero llevaban capas finas de seda y lana de verano que rozaba los

estribos, y estolas largas adornadas de emblemas exóticos. Los caballos que

montaba no eran compactas montañas peludas, sino caballos de las tierras

llanas, con piernas largas y delicadas y con el orgulloso cuello arqueado, sus

monturas y riendas estaban adornados con hebillas plateadas. Han conocía la

carne de caballo y esos caballos costarían un año de paga para una persona

común.

Toda una vida de ganancias para él.

Los chicos montaban con una arrogancia suelta y fácil, como ajenos al

impresionante paisaje que les rodeaba.

Dancer se quedó inmóvil, su cara de bronce endurecida y sus ojos azules planos

y opacos. ―Lanzadores‖de‖hechizos‖―suspiró, utilizando el término de clan de

magos―.‖Debería haberlo sabido.

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Lanzadores de hechizos, pensó Han, el miedo y la emoción se estremecieron a

través de él. Nunca había visto a uno de cerca. Los Magos no se casaban con la

gente como él. Vivían en elaborados palacios alrededor del Castillo Fellsmarch,

y atendían a la reina en la corte. Muchos servían como embajadores de países

extranjeros, a propósito. Los rumores de sus poderes de hechicería mantenían a

los invasores extranjeros lejos.

El más poderoso de ellos se llamaba Alto Mago, asesor y ejecutor mágico de la

reina de Fells.

―Mantente‖alejado‖de‖los‖magos‖―decía‖siempre‖Mam{―.‖No quieres que te

noten. Consigue acercarte demasiado, y es posible que te quemen vivo o te

conviertan en algo sucio y profano. Los cuentos populares son como la suciedad

bajo sus pies.

Como todo lo prohibido, los magos fascinaban a Han, pero esta era una regla

que nunca había tenido la oportunidad de romper. A los lanzadores de

hechizos no se les permitía entrar en las Montañas Espíritu, excepto hacia su

Casa del consejo en Dama Gris, con vistas al valle. Tampoco se aventuraban en

Ragmarket, la zona arenosa del vecindario Fellsmarch que Han llamaba casa. Si

necesitaban algo de los mercados, enviaban a sirvientes para comprarlos.

De esta manera, los tres pueblos de Fells alcanzaban una paz precaria: los

magos de las Islas del Norte, el Valefolk del valle, y el clan de montaña.

Cuando los jinetes se acercaron a su escondite, Han los estudió con avidez. El

lanzador de hechizos a la cabeza tenía el pelo negro y liso peinado hacia atras

que se extendía desde un pico de viuda y colgaba sobre sus hombros. Llevaba

varios anillos en sus dedos largos, y un intrincado colgante grabado colgaba de

una gruesa cadena alrededor de su cuello. No había duda de que era una

especie de amuleto de gran alcance.

Sus estolas tenían estampados halcones plateados, las garras extendidas para

atacar. Halcones plateados, pensó Han. Ese debía ser el emblema de la casa del

mago.

Los otros dos tenían el pelo anaranjado, con amplias narices chatas idénticas y

gatos caídos gruñendo en sus estolas. Han asumió que eran hermanos o primos.

Montaban un poco detrás del mago de pelo negro, y parecía que le defendían.

Ellos no llevaban amuletos que Han pudiera ver.

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Han había estado contento de permanecer escondido y observarles montar,

pero Dancer tenía otras ideas. Salió de las sombras de las rocas, prácticamente

debajo de las pezuñas de los caballos, hablándoles para que los tres jinetes

tuvieran que luchar para mantenerse sobre sus monturas.

―Soy‖Fire‖Dancer‖―proclamó fuerte Dancer‖el‖discurso‖Común―,‖de Marisa

Pines Camp. ―Él saltó directamente sobre el ritual de bienvenida de los

viajeros‖y‖cortó‖la‖carne―.‖Este campamento demanda saber quienes son y que

están haciendo los magos en Hanalea, como olvidando el Naeming. ―Dancer

de pie era alto, sus manos cerradas en puños a sus lados, pero parecía pequeño

cerca de los tres extraños en sus caballos.

¿De que iba Dancer? Se preguntó Han, emergiendo a regañadientes del lugar de

su escondite para estar de pie al lado de su amigo. A él no le gustaba que los

lanzadores de hechizos estuvieran entrando sin autorización en sus tierras de

caza tampoco, pero era lo suficientemente listo como para no ir contra la magia

maléfica.

El chico del pelo negro miró hacia Dancer, y lo fulminó con la mirada, sus ojos

negros se abrieron ampliamente por la sorpresa antes de que resumiera su fría

expresión desdeñosa.

¿Conoce a Dancer? Han miró de uno al otro. Dancer no parecía conocerle.

Incluso aunque Han fuera más alto que Dancer, la mirada de los magos

parecían volar sobre él como agua sobre una roca, y luego de vuelta a su amigo.

Han miró sus pantalones de gamuza manchados de lodo y la camisa de

Ragmakert, envidiando las mejores galas de los extraños. Se sintió invisible.

Insignificante.

Dancer no estaba intimidado por los lanzadores de hechizos. ―Pregunté sus

nombres‖―dijo él. Gesticulando‖hacia‖las‖llamas‖replegadas―.‖Eso me parecen

las llamas de un mago.

¿Cómo sabía Dancer a qué se parecían las llamas de un mago? Se preguntó

Han. ¿O estaba alardeando?

El chico con el halcón grabado miró a los otros, como si debatiera si responder.

Sin conseguir ayuda de sus amigos, se giró de vuelta hacia Dancer. ―Soy Micah

Bayar,‖de‖la‖Casa‖Aerie‖―dijo él, como si su solo nombre los pusiera sobre sus

rodillas―.‖Estamos aquí por orden de la reina. La Reina Marianna y la Princesa

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Raisa y Mellony están cazando en el Valle de abajo. Estamos conduciendo al

venado abajo para encontrarles.

―¿La reina te ordenó prender fuego a la montaña para que ella pudiera tener

un buen día de caza? ―Dancer sacudió su cabeza en incredulidad.

―Eso dije, ¿verdad? ―Algo en la expresión del mago le dijo a Han que él no

estaba siendo realmente sincero.

―Los‖venados‖no‖pertenece‖ a‖ la‖ reina‖―dijo‖Han―.‖Nosotros tenemos tanto

derecho a cazarlos como ella.

―De todas‖formas,‖tú‖eres‖menor‖de‖edad‖―dijo Dancer―.‖No tienes permitido

el uso de la magia. Ni llevar un amuleto. ―Señaló hacia la joya en el cuello de

Bayar.

¿Cómo sabía Dancer eso? Pensó Han. Él mismo no sabía nada de las reglas de

los magos.

Dancer debió haber golpeado un nervio, porque Bayar le miró. ―Esto‖ es‖ un‖

asunto‖de‖magos‖―dijo‖el‖lanzador‖de‖hechizos―.‖Y‖no‖le concierne.

―Bien, Micah Maldito‖ engendro‖ de‖ mala‖ suerte‖ ―dijo Dancer, ahora

recurriendo al insulto de clan‖ para‖ los‖magos―,‖ si la Reina Marianna quiere

cazar ciervos en verano, puede venir al alto país detrás de ellos. Como siempre

hace.

Bayar levantó las negras cejas. ―¿Dónde tenga que dormir en un sucio suelo

hombro a hombro con una docena de roñosos familiares y estar una semana sin

un baño caliente e ir a casa apestando a madera quemada y sudor con un caso

de picor de noche? ―Bufó con risa, y‖ sus‖ amigos‖hicieron‖ lo‖mismo―.‖No la

culpo por preferir el hospedaje en el Valle.

Él no sabía nada, pensó Han, recordando la acogedora casa con sus bancos para

dormir, las canciones y las historias contadas alrededor del fuego, los

compartidos banquetes de la olla común. Las muchas noches que él había caído

dormido debajo de las mantas peludas hechas en clan con el hilo de las viejas

canciones serpenteando a través de sus sueños. Han no era de Clan, pero él a

menudo deseaba serlo. Era el único lugar que siempre sintió como una casa. El

único lugar que él no sentía como si estuviera aferrado en él por sus uñas.

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―La princesa Raisa ha estado acogida en el Campamento Demonai durante tres

años‖―dijo Dancer, su barbilla se proyectaba testarudamente.

―El padre de la princesa que creció en clan tiene algunas ideas arcaicas

―replicó Bayar, y sus‖ compañeros‖ rieron‖ otra‖ vez―.‖Yo, no querría casarme

con una chica que ha pasado el tiempo en los campamentos. Tendría miedo de

que ella haya sido arruinada.

De repente el cuchillo de Dancer estaba en su mano. ―¿Repite eso, maldito

engendro de mala suerte? ―Dijo Dancer, su voz fría como el Dyrnnewater.

Bayar tiró fuertemente de sus riendas, y su caballo retrocedió, poniendo más

distancia entre Bayar y Dancer.

―Diría que las mujeres tienen más miedo de los malditos engendros de mala

suerte que de alguien‖en‖los‖campamentos‖―continuó Dancer.

Su corazón se aceleró, Han caminó hacia el lado de Dancer y puso su mano en

la funda de su propio cuchillo, con cuidado de no entrar en el camino del brazo

de Dancer. Dancer era rápido sobre sus pies y bueno con una cuchilla. Pero

¿una cuchilla contra la magia? ¿Incluso dos cuchillos?

―Relájate, cabeza de cobre.―‖ Bayar‖ se‖ lamió‖ los labios, sus ojos fijos en el

cuchillo‖de‖Dancer―.‖Aquí está la cosa. Mi padre dice que las chicas que van a

los campamentos se vuelven orgullosas y obstinadas y difíciles de manejar. Eso

es‖todo―.‖ Sonrió como si fuera una broma que todos ellos pudieran compartir.

Dancer no sonrió. ―¿Estás diciendo que el sanguinario heredero del trono de

los Fells necesita ser... manejado?

―Dancer‖―dijo Han, pero Dancer desestimó su aviso con una sacudida de su

cabeza.

Han midió a los tres magos como si él tuviera a sus oponentes en alguna lucha

callejera. Los tres llevaban pesadas y elaboradas espadas que no se veían con

mucho uso. Conseguir bajarles de sus caballos, era la cosa, pensó. Un rápido

corte al cincho haría el truco. Acercarse donde sus espadas no hicieran mucho

bien. Sacar a Bayar, y los otros cortarían y correrían.

Uno de los magos de pelo anaranjado se limpió la garganta nerviosamente,

como incómodo con la dirección de la conversación. Él era el mayor de los dos,

y fornido, con regordetas, pálidas, pecosas manos que agarraban sus riendas

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tensamente. ―Micah‖―dijo en un dialecto del Valle, asintiendo hacia el valle de

abajo―.‖Vamos. Sigamos. Perderemos la caza.

―Espera, Miphis. ―Bayar miró a Dancer, los ojos negros brillaron en su pálida

cara―.‖ ¿No te llamas Hayden? ―Inquirió en Común, usando el nombre del

Valle‖de‖Dancer―.‖Es solo... Hayden, ¿verdad? Un nombre mestizo, desde que

no tienes padre.

Dancer se tensó. ―Ese‖es‖mi‖nombre‖en‖el‖Valle‖―dijo él, levantando su barbilla

desafiante―.‖Mi nombre real es Fire Dancer.

―Hayden‖ es‖ el‖ nombre‖ de‖ un‖ mago‖ ―dijo Bayar, toqueteando el amuleto

alrededor‖de‖su‖cuello―.‖¿Cómo te atreves a presumir...?

―No‖ presumo‖ de‖ nada‖―dijo‖ Dancer―.‖ No lo elegí. Soy de clan. ¿Por qué

elegiría el nombre de un maldito engendro de mala suerte?

Buena pregunta, pensó Han, mirando de uno a otro. Algo entre los clanes usado

en los nombres de los llanos en el Valle. Pero ¿por qué querría un maldito

engendro de mala suerte como a Micah Bayar saber el nombre del Valle de

Dancer?

Bayar se puso rojo, y le llevó un momento lograr formar una respuesta. ―Así‖

que‖ reclamas‖ ser‖ Hayden‖ ―Bayar‖ arrastró‖ las‖ palabras―.‖ Quizás que te

concebiste a ti mismo. Lo cual significa que tú y tu madre...

Los brazos de Dancer se levantaron, pero Han solo se las arregló para golpear a

un lado cuando el cuchillo dejó su mano, y acabó, temblando, en el tronco de un

árbol.

Vamos, Dancer, pensó Han, encorvando sus hombros contra la mirada furiosa

de su amigo. Matar a un mago amigo de la reina les compraría un mundo de

problemas.

El lanzador de hechizos Bayar se sentó congelado durante un momento, como

si no pudiera creer lo que acababa de ocurrir. Entonces su cara se puso blanca y

enfadada. Extendió una imperiosa mano hacia Dancer, tomó agarre de su

amuleto con la otra, y comenzó a murmurar un hechizo en la lengua de la

magia, tropezando con las palabras un poco.

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―Micah‖―el mago más delgado gato caído dijo, espoleando a su caballo para

acercarse―.‖No. No vale la pena. El fuego era una cosa. Si ellos averiguan que

nosotros...

―C{llate,‖Arkeda‖―replicó‖Bayar―.‖Voy a enseñar respeto a este mal nacido

cabeza de cobre. ―Parecía sacar eso que él estaba forzado a comenzar, él

comenzó el hechizo otra vez.

Intentar y ser un pacificador y ver a donde te lleva, pensó Han. Él sin tirar su

arco y poner una flecha, apuntó hacia el pecho de Bayar. ―Hey,‖Micah‖―dijo‖

él―.‖¿Qué tal esto? Cállate o disparo.

Bayar entrecerró sus ojos hacia Han, como si otra vez le sorprendiera verle.

Quizás dándose cuenta de que él estaría, efectivamente, muerto antes de que

pudiera acabar el maleficio, el mago liberó su agarre del amuleto y levantó sus

manos.

Al el arco de Han, Miphis y Arkeda tomaron las fundas de sus espadas. Pero

Dancer preparó su propio arco, y los chicos las soltaron y levantaron sus manos

también.

―Movimiento‖ inteligente‖―dijo‖Han,‖ asintiendo―.‖Me pregunto si los gafes

son más lentos que las flechas.

―Intenta‖ asesinarme‖―le dijo Bayar a Dancer, como si se asombrara de que

semejante‖cosa‖estuviera‖sucediendo―.‖¿Te has dado cuenta de quién soy? Mi

padre es el Alto Mago, consejero de la reina. Cuando averigüe lo que hiciste...

―¿Por qué no corres de vuelta a Señora Gris y le dices todo esto? ―Dijo

Dancer, tirando su cabeza‖hacia‖el‖rastro‖de‖la‖ladera―.‖Vamos. No pertenecéis

aquí. Bajad la montaña. Ahora.

Bayar no quería retroceder con sus dos amigos como testigos. ―Solo‖recuerda‖

―dijo él suavemente,‖ toqueteando‖ su‖ amuleto―,‖ es un largo descenso de la

montaña. Todo puede ocurrir a lo largo del camino.

Huesos, pensó Han. Él había sido emboscado demasiadas veces en las calles y

callejones del Fellsmarch. Sabía lo suficiente sobre matones para reconocer el

gesto en Bayar. Este chico les haría daño si podía, y él no dudaba que lo haría.

Manteniendo su arco tenso, Han apuntó con su barbilla hacia el mago. ―Tú.‖

Quítate‖tu‖amuleto‖de‖mala‖suerte‖―ordenó‖él―.‖Tíralo al suelo.

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―¿Esto? ―Bayar tocó la joya de apariencia malvada que colgaba alrededor de

su cuello. Cuando Han asintió,‖el‖chico‖sacudió‖su‖cabeza―.‖No puedes hablar

en‖ serio‖―dijo bruscamente, cerrando‖ sus‖ puños‖ a‖ su‖ alrededor―.‖ ¿Sabes lo

que es esto?

―No‖tengo‖ni‖idea‖―dijo‖Han.‖Gesticuló‖con‖el‖arco―.‖Quítatelo y tíralo.

Bayar se congeló, su cara se puso pálida. ―No‖puedes‖usar‖esto,‖lo‖sabes‖―dijo

él,‖mirando‖de‖Han‖a‖Dancer―.‖Si llegas a tocarlo, te incinerarás.

―Tomaremos el‖riesgo‖―dijo Dancer, mirando hacia Han.

Los ojos del lanzador de hechizos se estrecharon. ―No sois más que ladrones,

entonces‖―dijo‖con‖desprecio―.‖Debería haberlo sabido.

―Usa‖ tu‖ cabeza‖―dijo‖Han―.‖ ¿Qué harías con un trato así? No quiero tener

que estar mirando sobre mi hombro todo el camino a casa.

Arkeda se inclinó hacia Bayar y murmuró en Valespeech. ―Mejor daselo. Sabes

lo que ellos dicen de los cabezas de cobre. Te cortarán la garganta y beberán tu

sangre y alimentaran a sus lobos para que nadie encuentre tus huesos.

Miphis asintió vigorosamente. ―O ellos nos usarán en rituales. Nos quemarán

vivos. Nos sacrificarán para sus diosas.

Han apretó su mandíbula, luchando para mantener la sorpresa y la diversión

fuera de su cara. Parecía que los malditos gafes tenían sus propias razones para

temer al clan.

―No puedo dárselo a ellos, idiota‖―siseó‖Bayar―.‖Sabes por qué. Si mi padre

averigüe que lo tomé, todos seremos castigados.

―Te‖dije‖ que‖no‖ lo‖ cogieras‖―murmuró‖Arkeda―.‖Te dije que era una mala

idea. Solo porque querías impresionar a la Princesa Raisa...

―Sabes que no lo hubiera tomado si nos estuviera permitido tener el nuestro

―dijo Bayar―.‖Era lo único que yo... ¿A qué estás mirando? ―Demandó él,

notando que el interés en la conversación de Han y Dancer y quizás dándose

cuenta por primera vez que ellos comprendían el lenguaje de los llanos.

―Estoy mirando a alguien que ya está metido en problemas y muy

profundamente‖―dijo‖Han―.‖Ahora, tira el amuleto.

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Bayar miró a Han como si actualmente le viera por primera vez. ―Tú‖no‖eres‖ni‖

siquiera de Clan. ¿Quién eres?

Han sabía bien entregar su nombre a un enemigo. ―Ellos‖ me‖ llaman‖ Shiv‖

―dijo él, pescando‖un‖nombre‖del‖recuerdo―.‖Señor de la calle del Puente del

Sur.

―Shiv, has dicho. ―El mago intentó mirarle, pero su mirada siguió

alejándose―.‖Es‖extraño. Hay algo... Pareces... ―Su voz viajó como si hubiera

perdido el pensamiento.

Han vio el mango de su arco, sintiendo el sudor bajando entre sus omoplatos. Si

Bayar no lo daba, tendría que averiguar que hacer a continuación. Justo

entonces, él no tuvo pistas. ―Contaré‖hasta‖cinco‖―dijo, aguantando su cara de

callejero―.‖Entonces pongo una flecha a través de tu cuello. Uno.

Con un rápido, movimiento vicioso, Bayar tiró de la cadena sobre su cabeza y

lanzó el amuleto hacia el suelo. Sonando suavemente cuando aterrizó.

―Solo‖ intenta‖ recogerlo‖ ―dijo el lanzador de hechizos, inclinándose hacia

delante‖en‖su‖silla‖de‖montar―.‖Te reto.

Han miró de Bayar al amuleto de mala suerte, inseguro de si creerlo o no.

―¡Vamos! ¡Fuera de aquí! ―Dijo‖Dancer―.‖Calculo que mejor deberías pensar

en como vas a apagar ese fuego. Si no lo haces, te garantizo que la reina no

estará feliz, si te pregunta como comenzó.

Bayar le miró durante un momento, los labios se torcieron con palabras no

dichas. Entonces tiró de las riendas de su montura y colocó sus talones a los

costados de su caballo. El caballo y jinete cargaron al galope ladera abajo como

si ellos estuvieran, de hecho, intentando alcanzar el fuego.

Arkeda miró detrás de él, luego se giró hacia Dancer, sacudiendo su cabeza.

―¡Idiotas! ¿Cómo se supone que lo apagará sin el amuleto? ―Él giró su caballo,

y los dos magos siguieron a Bayar a un paso ligeramente menos temerario.

―Espero‖que‖se‖rompa‖el‖cuello‖―murmuró Dancer, mirando detrás de los tres

lanzadores de hechizos.

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Han soltó su respiración y liberó la tensión de su arco, deslizándolo a través de

su hombro. ―¿Qué fue todo eso sobre tu nombre del Valle? ¿Te has encontrado

con Bayar antes?

Dancer metió su flecha de nuevo en su carcaj. ―¿Dónde conocería a un maldito

engendro de mala suerte?

―¿Por qué dijo lo que dijo sobre tu padre? ―Insistió‖Han―.‖¿Cómo sabía que...

―¿Cómo podría saberlo? ―Dijo Dancer,‖ su‖ cara‖ dura‖ y‖ furiosa―.‖ Olvídalo.

Vamos.

Obviamente Dancer no quería hablar sobre eso. Bien, pensó Han. Él no tendría

que compartir quejas. Tenía suficientes secretos propios.

―¿Qué pasa con esa cosa? ―Han se agachó y estudió la pieza de mala suerte

con‖cautela,‖asustado‖de‖tocarlo―.‖¿Crees que él estaba alardeando? ―Miró a

Dancer, quien estaba observando‖desde‖una‖distancia‖ segura―.‖Quiero decir,

¿crees que ellos necesitan esto para apagar el fuego?

―Solo‖déjalo‖―dijo‖Dancer,‖estremeciéndose―.‖Vámonos de aquí.

―Ese maldito gafe‖no‖quería‖darnos‖esta‖cosa‖―reflexionó‖Han―.‖Debe ser de

valor. ―Han conocía a comerciantes de piezas mágicas en Ragmarket. Había

tratado con ellos una vez o dos cuando trabajaba en la calle. Algo tomado así

podría pagar el alquiler de un año.

No eres un ladrón. Ya no. Si él lo decía bastante a menudo, eso sólo podría

pegar.

Pero no podía dejarlo tirado. Había algo malévolo aún fascinante en el amuleto.

El poder emanaba de él como el calor de una cocina en un día frío. Eso calentó

su parte delantera, haciendo que el resto se sintiera más frío en comparación.

Usando un palo, levantó el amuleto por su cadena. Osciló, girando

hipnóticamente a la luz del sol, una piedra verde traslúcida astutamente tallada

en una serpiente con los ojos rojos rubí. La parte superior del cayado brilló

coronado con un diamante más grande del que jamás había visto, y los ojos de

la serpiente eran rubíes rojo sangre.

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Han había tratado con joyería de vez en cuando, y él podía decir que la destreza

era exquisita y las piedras eran de calidad excelente. Pero la atracción de la

pieza iba más allá de la suma de sus partes.

―¿Qué estás haciendo con eso? ―Pregunto Dancer detrás de él, su voz

creciendo con desaprobación.

Han se encogió de hombros, observando la joya que aún giraba. ―No lo sé.

Dancer sacudió la cabeza. ―Deberías lanzarlo al barranco. Si Bayar tomó la

cosa sin permiso, déjale explicar lo que ocurrió con él.

Han era incapaz de entender como lanzarlo. No parecía sentirse como el tipo de

cosa que querrías dejar tirado alrededor para que alguien, quizás un niño de los

campamentos, lo encontrara.

Han pescó un pedazo de cuero de la bolsa que llevaba y lo extendió en el suelo.

Tirando el amuleto en el centro, lo envolvió cuidadosamente y lo metió en su

bolsa. Todo el tiempo preguntándose, ¿Cómo había llegado a eso? ¿Cómo él y

Dancer habían acabado en un callejón sin salida con magos? ¿Cuál era la

conexión entre ellos y Dancer? Quizás solo era lo último en una larga vida de

mala suerte. Han siempre parecía encontrar problemas, sin importar cuan duro

intentara evitarlos.

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Capitulo 2 Consecuencias Indeseadas

Traducido por: Flochi

Corregido por: Xhessii

aisa se movió con impaciencia en su silla de montar y miró

detenidamente, entrecerrando los ojos contra la luz del sol que veteaba

el camino.

―No‖entrecierres‖los‖ojos,‖Raisa‖―espetó‖su‖madre‖autom{ticamente.‖Era‖una‖

frase de su repertorio que ponía para las conversaciones de “Reina”,

incluyendo: “Siéntate derecha”, y “¿A dónde crees que vas?” Junto con el

multipropósito “¡Raisa‖ana’Marianna!”.

Así que en lugar de seguirlo haciendo, Raisa se cubrió los ojos, buscando en los

bosques‖circundantes.‖―Vamos‖―dijo‖ella―.‖Se‖supone‖que‖iban‖a‖encontrarse‖

con nosotros aquí hace media hora. Si no pueden estar a tiempo, digo que los

dejemos atrás. El día se está acabando.

Lord Gavan Bayar golpeó con el codo a su caballo para acercarlo y puso su

mano sobre la brida de Switcher.‖―Por‖ favor,‖ Su‖Alteza,‖ se lo ruego, denles

unos cuantos minutos más. Micah estará profundamente decepcionado si

pierde‖ la‖ cacería.‖ Ha‖ estado‖ esper{ndola‖ toda‖ la‖ semana‖―El‖ apuesto‖ Gran‖

Mago le sonrió con exagerado encanto adulto que se usa en los niños cuando

hay adultos alrededor.

¿Micah había estado esperando la cacería? ―pensó‖Raisa―.‖No tanto como yo. Él es

capaz de entrar y salir cuando le plazca.

Probablemente está enojado por lo de anoche ―pensó‖ella―.‖Esa es la razón por la que

nos está haciendo esperar. No está acostumbrado a que alguien le niegue algo.

Raisa golpeó con las rodillas a Switcher, y la yegua sacudió la cabeza,

rompiendo el agarre del asistente. Switcher resopló, levantando una hoja

voladora del suelo. Estaba tan ansioso de irse como Raisa.

―A‖menudo‖llega‖tarde‖―Se‖entrometió‖Mellony,‖la‖hermana‖menor‖de‖Raisa,‖

urgiendo‖a‖su‖pony‖a‖adelantarse―.‖Tal‖vez‖deberíamos‖tratar‖de‖ser‖pacientes.

R

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Raisa le lanzó una mirada mordaz, y Mellony mordió su labio y apartó la vista.

―Micah‖ probablemente‖ perdió‖ la‖ noción‖ del‖ tiempo‖―continuo‖ Lord‖ Bayar,‖

tratando de calmar a su propio caballo, un semental muy corpulento. La brisa

revolvió‖su‖melena‖de‖pelo‖plateado,‖salpicado‖con‖un‖rojo‖fant{stico―.‖Sabes‖

como son los muchachos.

―Entonces,‖ ¿Tal‖ vez podría darle un reloj de bolsillo el próximo día de su

santo?‖ ―dijo‖ Raisa‖ mordazmente,‖ obteniendo‖ la‖ respuesta:‖ ―¡Raisa‖ ana’‖

Marianna!‖―de‖su‖madre.

¡No me importa! ―pensó‖ella.‖Era‖lo‖bastante‖malo‖haber‖estado‖encerrada‖en‖el‖

Castillo Fellsmarch desde el solsticio, encerrada con tutores y sobrecargada por

tres años con lecciones para estar al tanto de temas inútiles.

Por ejemplo: Una dama puede conversar con cualquier persona, de cualquier

edad o clase social. En la mesa, una anfitriona es responsable de asegurarse que

todo el mundo participe en la conversación. Debe alejar la conversación de

asuntos de política y otros temas de división y estar preparada con temas

alternativos en caso de necesitarlos.

Si una dama debía hacer esto ―se‖ preguntó‖ Raisa―,‖ ¿Un hombre debe hacer lo

mismo? ¿Es exigido que lo haga?

Raisa y su madre habían cambiado durante los tres años en que ella se había ido

al Campamento Demonai, y ahora parecía que estaban constantemente

discutiendo. Su padre, el primero en Clan, Averill, había sido un mediador

entre ellas. Ahora, siempre estaba viajando, y Marianna persistía en tratar a

Raisa como una niña.

En estos días, Raisa no pudo evitar escuchar los susurros que seguían a la

Reina. Algunos decían que le prestaba poca atención a las finanzas, política y

asuntos de Estado. Otros decían que prestaba demasiada atención al Gran

Mago y al Consejo sobre la Dama Gris. ¿Siempre había sido de este modo, o

Raisa simplemente lo notaba debido a que era mayor?

Quizás era la influencia de su abuela Elena. La Matriarca del Campamento

Demonai estaba rebosante de opiniones sobre la política del Valle y la creciente

influencia de los hechiceros, y nunca había dudado en expresarlas durante los

tres años de Raisa con la familia de su padre.

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Después de una relativa libertad en el Campamento Demonai, Raisa se había

encontrado con una miseria teniendo que forzar sus pies dentro de zapatos

pequeños y usar las medias preferidas en la corte, junto con sudar y la picazón

debajo de sus vestidos de volantes de niña que su madre había elegido para

ella. Estaba cerca de los dieciséis, era casi adulta, pero la mayoría de los días

Raisa se asemejaba a un pastel de bodas sobre dos patas.

No el día de hoy. El día de hoy se había puesto su túnica, las polainas y las

botas hechas en Clan, la capa de montar cayendo sobre la longitud de su cadera

encima de todo. Se había colgado el arco sobre su hombre y deslizó una aljaba

de flechas en el maletero sujetado a su silla de montar. Cuando había sacado a

Switcher de los establos, Lord Bayar había posado sus ojos sobre ella y miró a la

Reina para evaluar su reacción.

La madre de Raisa apretó los labios dejó escapar un largo suspiro, pero al

parecer decidió que era muy tarde para obligar a su hija a volver dentro a

cambiar su ropa. Mellony, por supuesto, reflejaba a su madre en su chaqueta de

equitación a medida y su larga falda pantalón, una espuma de enaguas sobre

sus botas.

Mellony era la viva imagen de su madre. Había heredado el cabello rubio de

Marianna, su tez de un pálido cremoso, y parecía que iba a llegar a ser igual o

más que alta que ella. Raisa salió favorecida por el lado de su padre, con su

cabello oscuro, ojos verdes, y constitución pequeña.

Así que aquí estaban ellas, vestidas y ansiosas por la cacería en un buen día

soleado, el que estaba siendo desperdiciado al esperar por el atrasado Micah

Bayar y sus primos.

Micah era un jinete atrevido, y como cazador agresivo y competitivo. Aunque

solamente tenía dieciséis años, su bellesa oscura y peligrosa tenía a la mitad de

las chicas de la corte desmayándose sobre él.

Desde que regresó a Fellsmarch, la había estado cortejado con una intensidad

halagadora que encontraba difícil de resistir. El hecho de que su romance estaba

prohibido lo había hecho más atractivo. El castillo Fellsmarch estaba lleno de

ojos y oídos, pero aún así encontraban lugares para encontrarse sin supervisión.

Los besos de Micah eran intoxicantes, y sus abrazos hacían a su cabeza dar

vueltas.

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Aunque, era más que eso. Él tenía un ingenio salvaje y cínico que lo separaba de

la sociedad que los había visto nacer, la hacía reír, y apenas lo hizo estos días.

Raisa sabía que flirtear con Micah Bayar era arriesgado, pero era una forma de

rebelarse contra su madre y las limitaciones de la vida en la corte. Sin embargo,

la rebelión llegaría hasta ahí. No era una Señorita Hakkam “cabeza hueca”,

preparada para canjear su virtud por un poco de mala poesía y un beso en la

oreja.

Y la paciencia no era el fuerte de Micah Bayar. De ahí su disputa de la noche

anterior.

Había esperado cazar con él, pero no estaba dispuesta a esperar por siempre. El

tiempo y la oportunidad se estaban escapando. Era la historia de su vida.

El Capitán Edon Byrne y un triplete de soldados estaban montados y listos

también, conversando tranquilamente entre sí. Byrne era el Capitán de la

Guardia de la Reina, el último de una larga línea de Byrnes en esa posición.

Había insistido en proporcionar una escolta el día de la cacería, sobre las

objeciones de Lord Bayar.

Ahora Byrne los llamaba.

―¿Envío‖a‖uno‖de‖mis‖hombres‖tras‖los‖chicos,‖Su‖Majestad?‖―preguntó.

―Podrían ir‖ todos,‖ si‖ de‖ mi‖ dependiera,‖ Capit{n‖ Byrne‖ ―dijo‖ Lord‖ Bayar‖

arrastrando‖ las‖ palabras―.‖ La‖ Reina‖ y‖ las Princesas estarán perfectamente a

salvo. No hay necesidad de que usted y sus hombres se arrastren tras nosotros

como la prolongadísima cola de un cometa. Los clanes pueden ser salvajes e

impredecibles, pero es poco probable que intenten algo junto conmigo‖―Señaló‖

el amuleto que colgaba alrededor de su cuello, en caso de que Byrne se hubiera

perdido ese punto. El Gran Mago siempre enunciaba sus palabras lentamente y

claramente cuando le hablaba al Capitán Byrne, como si Byrne estuviera falto

de inteligencia.

Byrne se encontró con los ojos del mago sin disculparse, su rostro impasible

quemado‖por‖el‖viento.‖―Podría‖ser,‖pero‖no‖es‖por‖ los‖clanes‖de‖quien‖estoy‖

preocupado.

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―Bueno,‖ obviamente‖―sonrió‖ Bayar‖ poco‖ convincente―.‖ Cuando‖ usted‖ y‖ el‖

Consorte Real repetidamente han entregado a la joven Princesa Raisa directo en

las‖manos‖de‖ellos‖―El‖disgusto‖parpadeó‖en‖su‖rostro.

Esa era otra cosa que molestaba a Raisa: Lord Bayar nunca usaba el nombre de

su padre. Él lo llamaba Averill Lightfoot Demonai, el Consorte Real, como si

fuera un cargo designado que cualquiera podría conseguir. Muchos en la

aristocracia Valle despreciaban al padre de Raisa porque era un comerciante de

Clan que había hecho un matrimonio que muchos de ellos querrían para sí

mismos.

Pero, de hecho, la Reina de los Fells no se había casado a la ligera. Averill había

contado con el apoyo de los clanes y contra-balanceaba el poder del consejo de

Magos. Lo que, naturalmente, al Alto Mago no le agradaba.

―¡Lord‖ Bayar!‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ bruscamente―.‖ Sabe bastante bien que la

Princesa Raisa ha sido abrigada por los Clanes como es requerido por el

Naéming.

El Naéming era el acuerdo entre los Clanes y el Consejo de Magos que había

terminado‖ con‖ la‖ ruptura<‖ la‖ calamidad‖m{gica‖ que‖ casi‖ había‖ destruido‖ al‖

mundo.

―Pero‖sin‖duda‖alguna‖es‖innecesario‖para‖la‖Princesa‖Raisa‖pasar‖tanto‖tiempo‖

alejada‖de‖ la‖Corte‖―dijo‖Bayar,‖ sonriéndole‖a‖ la‖Reina―.‖Es‖malo.‖Piense‖en‖

todos los bailes, certámenes y fiestas que se perdió.

―Y‖ clases‖ de‖ pespunte‖ y‖ elocución‖ ―agregó‖ Raisa‖ para‖ si‖ misma―.‖ Una‖

maldita vergüenza.

Byrne estudió a Raisa como si fuera un caballo que pensara comprar, después

dijo‖en‖su‖manera‖rotunda:‖―Para‖mí‖ella‖no‖parece‖la‖peor‖vestida.‖Y‖cabalga‖

como un guerrero Demonai.

Ese fue un gran elogio, tratándose de Byrne. Raisa se sentó un poco más

derecha.

La‖Reina‖Marianna‖puso‖su‖mano‖sobre‖el‖brazo‖de‖Byrne.‖―¿Realmente‖crees‖

que‖es‖tan‖peligroso,‖Edon?‖―Ella‖siempre‖estaba‖ansiosa‖por‖llevar‖cualquier‖

argumento a un fin tan rápidamente como fuera posible, incluso si significaba

lanzar una venda sobre un remolino de agua.

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Byrne bajó su vista a la mano de la Reina sobre su brazo, entonces la alzó a su

rostro.‖Sus‖facciones‖bien‖marcadas‖se‖suavizaron‖una‖fracción.‖―Su‖Majestad,‖

sé cuanto le gusta la cacería. Si se trata de seguir los rebaños en las montañas,

Lord Bayar será incapaz de acompañarlas. Las zonas fronterizas están llenas de

refugiados. Cuando la familia de un hombre está hambrienta, hará todo lo

necesario para conseguir alimentarlos. Hay ejércitos de mercenarios viajando,

yendo y viniendo de las Guerras Ardenines. La Reina de los Fells sería un

valioso premio.

―¿Es‖ todo‖ lo‖ que‖ le‖ preocupa,‖ Capit{n‖ Byrne?‖ ―replicó‖ Bayar,‖ con‖ ojos‖

entrecerrados.

Byrne ni siquiera‖ parpadeó.‖ ―¿Hay‖ algo‖ m{s por lo que debería estar

preocupado, mi Lord? ¿Algo que le gustaría decirme?

―Quiz{s‖deberíamos‖seguir‖―dijo‖la‖Reina‖Marianna,‖agarrando‖con‖decisión‖

sus riendas―.‖Micah‖y‖los‖otros‖no‖deber{n tener dificultad para alcanzarnos.

Lord Bayar asintió con frialdad. Micah iba a escucharla ―pensó‖Raisa.‖El‖Gran‖

Mago parecía como si pudiera morder la cabeza de alguien y escupir los

dientes. Urgió a Switcher a que avanzara, llevando la delantera. Byrne

maniobró su gran caballo zaino para poder correr a su lado, con el resto detrás

de ellos.

Su sendero trepaba por las centellantes y exuberantes praderas de montaña con

borraja que brilla y botones de oro. Alas rojas de aves negras se aferraban

imposiblemente a las semillas que quedaban sobre la superficie del año

anterior. Raisa bebió los detalles como un pintor privado del color.

Byrne también miró su alrededor, pero con un propósito diferente. Revisó el

bosque a ambos lados, su espalda recta, las riendas apenas sostenidas en sus

manos. Sus hombres desplegados alrededor de ellos, montando a tres millas de

uno, explorando el camino a seguir y monitoreando el camino de retaguardia.

―¿Cuando‖llega‖Amon‖a‖casa?‖―preguntó‖Raisa,‖probando‖sus‖habilidades‖de

conversación difíciles de aprender sobre el Capitán adusto.

Byrne estudió su‖ rostro‖ por‖ un‖ largo‖ momento‖ antes‖ de‖ responder.‖ ―Lo‖

esperamos en cualquier momento, Su Alteza. Debido a los combates en Arden,

ha tenido que tomar el camino largo alrededor del Vado de Odén.

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Habían pasado más de tres años desde que Raisa había visto a Amon, el hijo

mayor de Byrne. Después de tres años en el Campamento Demonai, había

regresado a la corte en el solsticio para descubrir que Amon se había marchado

a la Casa Wien, la escuela militar del Vado de Odén. Quiso seguir los pasos de

su padre, y los soldados comienzan sus entrenamientos temprano.

Ella y Amon habían sido amigos desde la infancia, cuando a pesar de la

diferencia en la clase social, una falta de otros niños en la corte los había

obligado a estar juntos. El Castillo Fellsmarch habría sido solitario sin él —no es

que hubiera tenido mucho tiempo para estar en solitario—. Cuando sea la

Reina —pensó Raisa—, voy a mantener a mis amigos cerca. Era una entrada

más en la larga lista de buenas intenciones.

Ahora Amon estaba en dirección de regreso a las Fells, viajando a cientos de

millas desde el Vado de Ford por su cuenta. Raisa lo envidió. Incluso entre los

clanes, ella siempre viajaba con alguna clase de guardia. ¿Cómo sería, elegir su

propio camino, dormir cuándo y dónde ella quisiera, cada brillante día lleno de

posibilidad y riesgo?

La partida de caza giró al Oeste, siguiendo un sendero que bordeaba su camino

a lo largo de un lado del valle. Aunque estaban a cientos de metros por encima

de Dyrnnewater, el rugido de las cascadas flotó hasta ellos.

Pasaron a través de un estrecho cañón, y se hacía notablemente más fresco

mientras los muros de roca se cerraban a cada lado de ellos. Raisa se estremeció,

sintiendo una aprehensión de preocupación, una vibración en sus huesos como

si la rica telaraña de vida alrededor hubiera sido arrancada por dedos invisibles.

Switcher inhaló y se sacudió, casi arrancando las riendas de las manos de Raisa.

La penumbra a ambos lados del camino se unía en las sombras junto a ella, sus

formas comprimiéndose y extendiéndose.

Lobos grises, el símbolo de su casa. Raisa atrapó un vislumbre de cabezas

estrechas lupinas y ojos ámbar, lenguas colgando sobre sientes afilados, y luego

desaparecieron.

Los lobos, se decía, se aparecen a las Reinas de Sangre en los momentos

cruciales: tiempos de peligro y oportunidad. Nunca se le habían aparecido a

Raisa antes, lo que no era de sorprender ya que no era la Reina todavía.

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Miró a su madre, quien estaba riendo por algo que Lord Bayar había dicho. La

Reina no parecía haber notado algo inusual.

Habiendo estado Raisa montando desde Demonai con sus amigos de Clan, ellos

habrían tomado su premonición como un presagio, metiéndose e insistiendo en

ello como una serpiente en la tierra, estudiando su posible significado. Siendo

del linaje del Lobo Gris, se esperaba que Raisa tuviera la segunda visión, y esta

habilidad era respectada.

Una‖voz‖irrumpió‖sus‖pensamientos.‖―¿Se‖encuentra‖bien,‖Su‖Alteza?

Asustada, Raisa alzó la vista a los ojos preocupados Byrne, grises como el

océano bajo un cielo de invierno. Había venido junto a ella y tomado la brida de

Switcher, inclinando su cabeza para que pudiera escuchar su respuesta.

―Bueno<‖ um<‖ yo<‖ ―balbuceó,‖ por‖ una‖ vez‖ había‖ perdido‖ las‖ palabras.‖

Pensó‖ en‖ decir:‖ ―Tengo‖ la‖ sensación‖ particular‖ de‖ que‖ estamos en peligro,

Capitán Byrne, o, ¿Por casualidad no vio ningún lobo en el camino?

Incluso si el áspero Capitán la tomaba en serio, ¿qué podía hacer él?

―Estoy‖ bien,‖ Capit{n‖ ―dijo‖ ella―.‖ Ha‖ pasado‖ mucho‖ tiempo‖ desde‖ el‖

desayuno, eso es todo.

―¿Le‖gustaría‖una galleta?‖―preguntó,‖buscando‖en‖su‖bolso―.‖Tengo‖algunas‖

en‖mi<

―Est{‖bien‖―dijo‖apresuradamente―.‖Almorzaremos‖pronto,‖¿verdad?

El cañón se abría en un bonito y plano prado. La manada de ciervos había sido

vista pastoreando hace una semana, pero ahora no estaban. En esta temporada

era probable que se dirigieran a un terreno más alto, y junto al mago Lord

Bayar, el grupo de cacería no podría continuar. Estaban empujando los límites

de Clan como iban.

Se detuvieron para el mediodía en el prado, justo afuera de la boca del cañón.

La comida era un asunto muy bien elaborado, colocado sobre telas de fantasía,

con queso y embutidos, fruta, y botellas de vino y sidra. Mientras el resto de

ellos comía, dos de los soldados de Byrne exploraba por delante, buscando

huellas de los rebaños desaparecidos.

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Raisa tuvo poco apetito. Se sentó, los brazos envueltos alrededor de sus rodillas,

aún incapaz de sacudirse la sensación de inquietud que la presionaba,

sujetándola al suelo. Era solo mediodía, pero el día parecía más oscuro, y la luz

del sol y sombras que veteaban el suelo se disolvían en la distancia. Formas

grises merodeaban la penumbra, regresando cada vez que parpadeaba para

apartarlas.

Esforzándose por ver a través del dosel frondoso sobre sus cabezas. Aunque el

cielo al Sur era un claro azul, sobre su cabeza había un lechoso gris, el sol un

disco brillante nadando en una creciente bruma. Raisa olió el aire. Su nariz

picando por el aroma de las hojas quemadas.

―¿Algo‖ se‖ est{‖ quemando?‖―preguntó‖ a‖ nadie‖ en‖ particular. Había hablado

tan tranquilamente que no creyó que alguien la hubiera escuchado, pero Byrne

se levantó de su asiento al borde del bosque y caminó al centro del prado,

analizando las laderas por todos lados. Frunciendo el ceño, miró al cielo por un

largo momento, entonces miró a los caballos. Se movían, estampando sus pies y

tirando de sus riendas.

Raisa sintió la creciente convicción de que algo estaba terriblemente mal. El aire

parecía atorarse en su garganta y tosió.

―Carguen‖ los‖ caballos‖―ordenó‖ el‖ Capitán Byrne, ubicando a sus hombres

para despejar el campamento y empacar las cosas del picnic.

―Oh,‖vamos‖a‖quedarnos‖m{s‖tiempo,‖Edon‖―La‖Reina‖Marianna‖levantó‖una‖

copa‖de‖vino―.‖Aquí‖es‖tan‖lindo.‖No‖importa‖si‖no‖cazamos‖un‖ciervo.

Lord Bayar se tendió‖ junto‖a‖ ella.‖―No‖puedo‖ subir‖mucho‖m{s‖ sin‖violar‖ el‖

Naéming y todo eso. Pero usted siga, Capitán Byrne, y encuentre un ciervo para

nuestra Princesa. Me quedaré aquí y cuidaré de la Reina.

Raisa miró fijamente la escena que se presentaba frente a ella<‖ la‖ manta‖

extendida bajo los árboles, el oscuramente apuesto mago con sus botas cruzadas

en los tobillos, su mano enjoyada descansando sobre la manta. Su madre

bastante rubia, una dulzura incluso en sus ropas de montar, mejillas encendidas

como las de una niña.

Le‖ recordó‖ a‖ Raisa‖ una‖ pintura‖ en‖ las‖ galerías‖ de‖ la‖ casa<‖ un‖ momento‖

congelado que lo dejaba a uno preguntándose lo que había acontecido antes, y

que sucedería después.

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―Me‖quedaré‖contigo,‖Mam{‖―dijo‖Raisa,‖acerc{ndose‖a‖si‖misma‖al‖borde‖de‖

la manta y mirando al Gran Mago a los ojos, sabiendo instintivamente que eran

enemigos. Deseando que su padre no pasara mucho tiempo alejado.

Los soldados de Byrne habían seguido cargando los caballos cada vez más

inquietos, aunque no fue fácil. En este momento, el alto Capitán llegó y se paró

cerca‖de‖ellos.‖―Su‖Gracia,‖creo‖que‖sería‖mejor‖volver.‖Hay‖cerca‖un‖incendio,‖

y se dirige en esta dirección.

―Un‖ incendio‖―dijo‖ Lord‖ Bayar.‖ Recogió‖ un‖ puñado‖ de‖ hojas‖ húmedas,‖ las‖

aplastó en su mano enguantada, y dejó caer‖ la‖ masa‖ caldosa―.‖ ¿Cómo‖ es‖

posible?

―No‖lo‖sé,‖Lord‖Bayar‖―dijo‖Byrne‖obstinadamente―.‖No‖tiene‖sentido.‖Pero‖

hay uno, y está en pendiente descendiente a nosotros sobre Hanalea. Lo he visto

caer sobre las personas antes de que puedan estar a salvo.

―Pero‖ eso‖ es‖ sólo‖ a‖ finales‖ de‖ verano‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ Marianna―.‖ No‖ a‖

principios de primavera.

―Exactamente‖―Lord‖Bayar‖entornó‖sus‖ojos―.‖Es‖un‖alarmista,‖Byrne.

La Reina Marianna tocó el brazo de Bayar, mirando ansiosamente de él a Byrne.

―Huelo‖el‖humo,‖Gavan. Tal vez, deberíamos escuchar al Capitán.

Mientras hablaban, un anochecer plomizo cayó sobre el prado. Un viento

extraño se levantó, soplando de forma ascendente, llevando el humo lejos de

ellos, como alguna bestia oculta inhalando. Raisa se puso de pie, y salió al claro,

volviendo la vista hacia Hanalea. Mientras miraba, una densa nube púrpura de

humo se elevó hacia el cielo desde la cresta de encima, oscureciendo al fuego

naranja y verde. Una llama espiral creció desde el cielo, un tornado de fuego se

sesenta pies de altura. También, pudo escuchar, a los pinos quebrándose en el

calor, el rugido gutural del infierno.

Era como una de esos sueños donde uno trata de gritar y le toma varios intentos

lograr‖un‖sonido.‖―¡Capit{n‖Byrne!‖―Su‖voz‖pareció‖pequeña‖contra el rugido

del‖fuego.‖Ella‖señaló―.‖Es‖el‖fuego.‖¡Mire!

Justo entonces, una docena de ciervos dispararon desde los árboles, saltando a

través del prado, y corriendo al cañón, ajenos a los posibles cazadores en su

camino.

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Inmediatamente después, Raisa escuchó los golpes de cascos, y tres jinetes

irrumpieron en el prado de la dirección que los venados habían llegado. Sus

caballos estaban hechos una furia y con ojos salvajes, los jinetes sólo un poco

menos.

―¡Est{‖viniendo!‖¡Justo‖detr{s‖nuestro!‖¡Un‖incendio!‖¡Corran!‖―gritó‖el‖jinete‖a‖

la cabeza, y le tomó a Raisa un momento reconocer al estupendo y sardónico

Micah Bayar detrás de ese rostro manchado de hollín. Era el perdido Micah y

sus primos Arkeda y Miphis Mander.

Por ahora, todo el mundo se estaba de pie, y el picnic, olvidado.

―¿Micah?‖ ―Lord‖ Bayar‖ le‖ parpadeó‖ a‖ su‖ hijo―.‖ ¿Cómo‖ hiciste<?‖ ¿Qué‖

hiciste<?‖―Raisa‖nunca‖había‖visto‖al‖Gran‖Mago‖tan‖inarticulado.

―Est{bamos‖en‖camino‖hacia‖aquí‖para‖encontrarnos‖contigo‖y‖vimos‖el‖fuego‖

―dijo‖ Micah‖ jadeando, su rostro pálido debajo de la suciedad, sus cabellos

colgando en mechones húmedos. Había cortes profundos en sus manos y lo que

parecía‖ una‖ desagradable‖ quemadura‖ en‖ su‖ brazo‖ derecho―.‖ Tratamos<‖

tratamos‖de‖combatirlo,‖pero<

Byrne llevó al caballo de la‖Reina‖Marianna,‖ Spirit,‖ a‖ su‖ lado―.‖Su‖Majestad.‖

R{pido‖ ahora‖ ―Sosteniendo‖ firmemente‖ la‖ brida‖ de‖ Spirit‖ con‖ una‖ mano,‖

levantó‖ a‖ la‖ Reina‖ con‖ un‖ brazo‖ hasta‖ la‖ silla―.‖ Cuidado‖ ―dijo―.‖ Siéntese‖

firme. Está asustada.

Raisa se retorció arriba de la espalda de Switcher, murmurando palabras

tranquilizadoras a la yegua. Solo a unas yardas de distancia ahora, el dosel del

bosque estaba encendido. El fuego se movió amenazante sobre ellos, las llamas

saltando de árbol en árbol en una loca carrera cuesta abajo, viajando mucho

más rápido de lo que parecía posible en esta estación. El aire quemó los

pulmones de Raisa, y presionó su manga sobre su boca y nariz.

Lord Bayar se quedó de pie, congelado por un momento, ojos entrecerrados,

mirando de Micah a Arkeda a Miphis, y alzando la vista a la avalancha de

fuego. Entonces agarró su propio caballo y montó sobre la silla. Girando su

caballo más cerca al de Micah, agarró un puñado de la capa de Micah y lo

empujó acercándolo a su hijo, hablándole con sus rostros separados por

pulgadas. Micah asintió una vez, pareciendo aterrorizado. Lord Bayar lo liberó

Page 34: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

abruptamente y arrancó su caballo, clavando los talones en los costados de su

semental, dejando que su hijo lo siguiera o se quemara.

Raisa los miró fijamente, desconcertada. ¿El Gran Mago esperaba que su hijo

apagara el fuego por sí mismo? Micah era poderoso, pero ni siquiera tenía un

amuleto, y ni siquiera había estado aún en la Academia.

―¡Su‖Alteza!‖¡R{pido!‖―gritó‖Byrne.

Todos montaron fuerte hacia la boca del cañón.

Si Raisa tuvo la esperanza de encontrar refugio en el cañón, se encontró con una

suerte ambivalente. Las brasas estaban cayendo sobre sus cabezas, pero un

viento extremadamente caliente rugió entre las paredes, tan espeso por el humo

que no pudo ver al caballo que estaba frente al suyo. Parecía amortiguar el

sonido, aunque pudo escuchar a las personas tosiendo y asfixiándose delante y

detrás de ella. El camino era tan estrecho que al menos no podían perderse,

pero le preocupaba que se asfixiaran antes de emerger del otro lado.

Byrne‖ cabalgó‖ a‖ su‖ lado‖una‖vez‖m{s.‖―Desmonte‖ y‖ conduzca‖ el‖ caballo,‖ Su‖

Alteza‖―dijo‖él―.‖El‖aire‖es‖m{s‖fresco‖cerca‖del‖suelo.‖Asegúrese‖de‖tener‖bien‖

sujetas‖las‖riendas‖―Se‖movió‖bajando‖en‖la‖línea,‖pasando‖el‖consejo.

Raisa se bajó de Switcher, enrolló las tiras de cuero alrededor de su mano, y

tropezó por el lecho rocoso. Byrne tenía razón: la respiración era más sencilla

debajo. La piel de su rostro se sentía crispada y caliente, como la piel de un

pollo asado. Estuvo tentada a arrodillarse y bañar su rostro en agua, pero Byrne

los apresuró sin descanso. El aire se hizo incluso mas espeso en tanto se

acercaban a la salida del cañón, y los ojos de Raisa picaron, su visión se hizo

borrosa por las lágrimas.

Cuando parpadeó para alejar las lágrimas, estuvo nuevamente rodeada por los

lobos, el tamaño de ponis pequeños, sus espaldas a la altura de su hombro. Se

amontonaron a su alrededor, precipitándose y gruñendo, su aroma salvaje

compitiendo con el hedor del humo, sus vellos rígidos en alerta rozaban su piel,

presionando contra sus piernas como si la forzaran desde el camino.

―Hanalea,‖ ten‖ piedad‖ ―susurró‖ Raisa.‖ Nadie‖ m{s‖ pareció‖ notarlo.‖ ¿Estaba‖

alucinando, o podía ser real, forzada a compartir el camino por el avance de las

llamas?

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Raisa estaba tan enfocada en la manada de lobos que casi choca con Micah,

quien se detuvo abruptamente frente a ella. Los lobos se desvanecieron en el

humo. En algún lugar por delante, escuchó a Byrne maldiciendo con fuerza.

Confiando las riendas en mano de Micah, luchó por pasar a los otros hasta el

frente de la formación.

―Permanezca‖ atr{s,‖ Su‖Alteza‖―dijo‖ Byrne,‖ empuj{ndola‖ detr{s‖ de‖ él.‖ Pudo‖

ver que el camino más allá de la salida estaba inundado por las llamas. El fuego

se había dividido alrededor de la cresta de la montaña, vertiéndose hacia debajo

de la ladera sobre ambos lados del cañón. Estaban atrapados.

―¡Muy‖bien!‖―dijo‖Byrne,‖ su‖voz‖ sonando‖ a‖ través‖del‖ cañón―.‖Quiero‖que‖

todos bajen a la corriente. Se acuesten y sumerjan si pueden.

Gavan Bayar se‖ forzó‖ en‖ dirección‖ al‖ frente.‖ ―¿Qué‖ est{‖ pasando?‖

―demandó―.‖¿Por‖qué‖nos‖detuvimos?

Byrne dio un paso al costado, permitiendo a Bayar una clara vista. El mago

miró el infierno de afuera por un largo momento. Entonces se dio la vuelta y

llamó:‖―¡Micah! ¡Arkeda y Miphis! Vengan.

Los tres muchachos se arrastraron hacia delante hasta que llegaron hasta el

Gran Mago. Estaban temblando, los dientes castañeando, y parecían asustados

de muerte. Bayar se arrancó sus guantes de fino cuero y los guardó en su

bolsillo. Tiró de una pesada cadena de plata de su bolsillo, sujetó un extreme

alrededor de su muñeca y el otro alrededor de la muñeca de Micah.

―Arkeda‖ y‖Miphis.‖ Agarren‖ la‖ cadena‖ aquí‖ y‖ aquí‖―dijo‖ Bayar,‖ señalando.‖

Cada uno de ellos tomó la cadena entre Bayar y Micah como si fuera una

serpiente‖envenenada―.‖No‖la‖suelten‖o‖lo‖ lamentar{n‖―dijo‖el‖mago―.‖Pero‖

no‖por‖mucho‖tiempo‖―Giró‖su‖rostro‖al‖fuego,‖tomó‖su‖amuleto‖con‖la‖mano‖

libre y empezó a decir un encantamiento.

Mientras hablaba, los tres chicos se tambalearon, jadearon y gritaron como si

hubieran sufrido un duro golpe. Los dos del medio mantuvieron un

desesperado agarre sobre la cadena, mientras los tres se volvían más y más

pálidos como si estuvieran siendo drenados. Gotas de sudor se formaron en el

rostro de Lord Bayar, luego se evaporaron en el inmenso calor. La seductora

voz del Gran Mago avanzó y atravesó el rugido del fuego, los crujidos y

silbidos de los árboles destruyéndose, y de los chicos luchando por respirar.

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Finalmente, a regañadientes, el fuego respondió. Las llamas oscilaron,

marchitaron y rodaron lejos de la boca del cañón como una marea en retirada,

dejando detrás un desolado y humeante paisaje. Bayar lo mantuvo, forzando la

retirada del fuego con palabras hechizantes hasta que las llamas se fueron

completamente, aunque todavía parecía tan oscuro como el fin del mundo.

Deslizó la cadena de su muñeca e hizo un gesto final. Los cielos se abrieron y la

lluvia vino vertiéndose hacia abajo, silbando como si golpeara tierra caliente.

Siguió un alivio comunal reteniendo el aliento, y un puñado de aplausos

asombrados. Como marionetas soltadas por el titiritero, Micah y sus primos se

desplomaron contra el suelo y se quedaron inmóviles.

Raisa se arrodilló junto a Micah y descansó su palma sobre su frente fría y

húmeda. Él abrió sus ojos y la miró fijamente como si no la reconociera. Alzó la

vista a Lord Bayar.

―¿Qué‖les‖pasó‖a‖ellos?‖¿Van‖a‖estar‖bien?

Bayar‖los‖miró‖con‖una‖peculiar‖y‖fría‖expresión‖en‖su‖rostro.‖―Se‖recuperar{n;‖

aunque me atrevo a decir que es una lección que nunca olvidarán.

Raisa trató de imaginar a su padre lanzándola bruscamente en el medio de un

hechizo sin preparación o explicación. Y no pudo.

El asunto es, que él no era un mago.

Byrne había caminado cierta distancia lejos del cañón y se encontraba bajo la

lluvia,‖pateando‖los‖escombros‖aún‖humeantes.‖―Raro‖―dijo‖él―.‖Nunca‖había‖

visto un fuego como este antes, quema aún estando mojado.

―Lord‖Bayar‖―dijo‖ la‖Reina‖Marianna,‖agarrando‖las‖manos‖del‖mago―,‖eso‖

fue verdaderamente notable. Salvó todas nuestras vidas. Gracias.

―Me‖alegra‖estar‖a‖su‖servicio,‖Su‖Majestad‖―dijo‖Bayar,‖forzando‖una‖sonrisa,‖

aunque parecía como si se le pudiera quebrar el rostro.

Raisa miró a Byrne. El Capitán miró a la Reina y su Gran Mago, frotando su

mandíbula encrespada, un frunce de desconcierto en su rostro.

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Capitulo 3 Emboscada

Traducido por Sera

Corregido por Dangereuse_

odo el camino de vuelta al Campamento Marisa Pines, Dancer caminaba

a zancadas, con los hombros esbeltos encorvados, su cara normalmente

risueña nublada, su lenguaje corporal desalentando la conversación.

Después de un par de intentos, Han se rindió y lo dejaron para luchar con sus

preguntas solo.

Han no sabía nada de magia más allá de las terribles advertencias de su madre.

¿Vino en su infancia o no hasta mucho más tarde? ¿Requería de amuletos como

el que parecía cargar en su bolsa? ¿Necesitaban instrucción los magos, o los

lanzadores de hechizos tenían un conocimiento innato sobre qué hacer?

Por encima de todo, ¿cómo era justo que algunas personas tuvieran el poder de

hacer que otros cumplieran sus órdenes, creando fuegos que no podían ser

extinguidos, o convirtiendo un gato en un halcón, si las historias pueden ser

creídas?

De romper el mundo casi sin posibilidad de reparación.

Los Clanes tenían magia también, de un tipo diferente. La madre de Dancer,

Willo, era la matriarca del Campamento Marisa Pines, y una talentosa sanadora.

Podía coger un palo seco y hacerlo florecer, podía hacer que cualquier cosa

creciera en sus campos de la ladera, podía curar con tocar y hablar. Sus

remedios eran demandados tan lejos como en Arden. Los Clanes eran

conocidos por su marroquinería, su metalúrgica, su tradición de crear amuletos

y otros objetos mágicos.

Bayar sabía mucho del hecho de que Dancer no tuviera un padre conocido.

¿Cómo lo supo, y por qué le preocupaba? De la forma en que Han lo veía,

Dancer no necesitaba un padre. Él estaba totalmente integrado en Clan,

rodeado de tías y tíos que lo adoraban, primos con los que cazar, todo el mundo

conectado por la sangre y la tradición. Incluso cuando Willo estaba lejos,

T

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siempre había un hogar que le diera la bienvenida, comida para compartir, una

cama en la que dormir.

Comparado con Dancer, Han era más huérfano, con sólo su madre y su

hermana y un padre muerto en las Guerras de Ardenine. Compartían una

habitación individual sobre un establo en el vecindario Ragmarket de

Fellsmarch. Cuanto más pensaba en ello, más sentía lástima Han por sí mismo,

sin magia y sin padre. Sin perspectivas. Mam le había dicho muy a menudo que

él nunca sería nada.

Estaban a media milla del campamento cuando Han se dio cuenta de que les

estaban siguiendo. No era sólo una cosa lo que le hacía pensar así: cuando se

giró para inspeccionar algunas vainas de semillas invernales quemadas,

escuchó pisadas detrás de ellos que pararon abruptamente. Una ardilla

continuaba royendo de un largo pino después de que pasaran. Una vez se dio la

vuelta, pensó que había visto un flash de movimiento.

El miedo le dio escalofríos. Los magos debían haber vuelto sobre sus pasos tras

ellos. Había oído como podían hacerse invisibles o convertirse en pájaros y

atacar desde el aire. Agachando su cabeza por si acaso, examinó a Dancer,

quien parecía absorto en sus propios pensamientos tristes.

Han sabía que no debía permitir a un enemigo elegir el momento y lugar de un

ataque. Justo cuando él y Dancer giraron una curva de la colina, agarró el brazo

de Dancer, apartándolo del camino, detrás del tronco enorme de un roble.

Dancer liberó su brazo.

―¿Qué‖est{s<?

―Shhh‖―siseó‖Han,‖poniéndose‖un‖dedo‖en‖sus‖ labios‖y‖ señalando‖a‖Dancer‖

para que se quedara en el sitio. Han se apresuró a volver al camino por el que

venían, haciendo un gran círculo como para llegar por detrás de cualquier

perseguidor. Sí. Vislumbró una pequeña figura vestida en colores del bosque

deslizándose de la sombra al sol más adelante. Aceleró, alargando sus pasos,

agradecido de que el suelo húmedo absorbiera el sonido de sus pasos. Casi

estaba ahí cuando su presa debió haberlo oído llegar y se echó bruscamente a la

derecha. Sin querer permitirle al lanzador de hechizos tiempo para conjurar un

mal de ojo, Han se lanzó, chocando contra el intruso y agarrándolo mientras

rodaban por una pequeña pendiente y se esparcían por el Arroyo Old Woman.

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―¡Au!‖―Han‖se‖golpeó‖el‖hombro‖contra‖una‖pequeña‖piedra‖en‖el‖ lecho‖del‖

arroyo y perdió su agarre sobre el lanzador de hechizos, quien se giró y retorció

y parecía increíblemente resbaladizo y flexible en lugares inesperados. La

cabeza de Han se hundió, y aspiró una bocanada de agua. Tosiendo, medio en

pánico, se puso en pie, apartándose el pelo mojado de los ojos, preocupado de

ser hechizado antes de que pudiera actuar.

Detrás de él, alguien estaba riendo, jadeando de alegría, apenas capaz de

hablar.

―¡C-C-Cazador Solitario! Todavía hace mucho frío para n-nadar.

Han se dio la vuelta. La prima de Dancer, Digging Bird estaba sentada en la

orilla, su mata de rizos oscuros pegada alrededor de su cara, su blusa de lino

mojada pegándosele a la parte superior de su cuerpo por lo que la ligera tela

estaba haciéndose casi transparente. Ella le sonreía desvergonzadamente, sus

ojos viajando por su cuerpo a su vez.

Él resistió la tentación de agacharse bajo el agua helada. Su cara ardía, y sabía

que debía estar roja flamante. Le tomó un minuto poner en marcha su voz.

―¿Bird?‖―susurró,‖mortificado,‖sabiendo‖que‖nunca‖oiría‖el‖final‖de‖esto.

―Quiz{s‖deberíamos‖cambiar tu‖nombre‖a‖Cazador‖de‖P{jaros‖―se‖burló.

―N-no‖ ―tartamudeó,‖ levantando‖ sus‖ manos‖ como‖ si‖ se‖ protegiera‖ de‖ una‖

maldición.

―¿Saltos‖en‖el‖Arroyo?‖¿Rojo‖en‖la‖Cara?‖―persistió.

Eso era todo lo que necesitaba. Los nombres de Clan constantemente cambiaban

para adaptarse hasta que hubieras crecido y pensara ser permanente. Podías ser

Lloros en la Noche de bebé, Ardilla de niño, y Tira Piedras de adulto. Siempre

era confuso para los habitantes de los llanos.

―No‖―suplicó‖Han―.‖Por‖favor,‖Bird<

―Te‖llamaré‖como‖quiera‖―dijo‖Digging‖Bird,‖levant{ndose‖y‖caminando‖hasta‖

la‖orilla―.‖Caza‖P{jaros‖―decidió―.‖Puede‖ser‖nuestro‖pequeño‖secreto.

Han se quedó ahí impotente, con la cintura hundida en el agua, pensando en

que era ella la que necesitaba un nuevo nombre.

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Bird, Dancer y él habían sido amigos desde que podía recordar. Cada verano

desde que era pequeño, Mam lo enviaba de la ciudad a vivir en Marisa Pines.

Acampaban juntos, cazaban juntos, y luchaban interminables batallas contra

enemigos imaginarios por todas las Montañas Espíritu.

Habían estudiado con el antiguo maestro de arco en el campamento Hunter,

rozando el requerimiento de que construyeran un arco antes de dispararlo.

Había estado con Bird cuando cazó su primer ciervo, luego se quemaba de

envidia hasta que obtuvo el suyo. Cuando lo hizo, ella lo enseñó a como

ahumar la carne para que durara todo el invierno. Tenían doce años en aquel

entonces.

Jugaban al “lobo y la liebre” durante días. Uno de ellos —la liebre— saldría

corriendo a través del bosque, haciendo lo mejor que pudiera para deshacerse

de los otros dos, caminando sobre una roca sólida o caminar por el agua de un

arroyo durante millas o desviándose a través de uno de los campamentos de las

tierras altas. Si un lobo encontraba a la liebre, entonces se irían juntos hasta que

el tercer jugador los encontrara.

Bird era genial para correr con ella. Encontraba los mejores campamentos

protegidos del tiempo y defendibles. Ella podía hacer un fuego en medio de

una tormenta y encontrar juegos a cualquier altitud. Muchas noches habían

compartido una manta en busca de calor.

Los tres habían probado sidra por primera vez en el Mercado de Falling Leaves,

y había lavado la cara de Bird cuando bebió demasiado.

Pero estos días siempre se sentía incómodo alrededor de Bird, y ella era la que

había cambiado. Ahora cuando iban al Campamento Marisa Pines, era probable

que se sentara con un grupo de otras chicas de su edad. Lo mirarían con ojos

descarados y luego pondrían sus cabezas juntas y susurrarían. Si intentaba

acercarse a ella, las otras chicas se reirían y se darían un codazo unas a otras.

Una vez fue dueño de las calles de Ragmarket, y la gente se aseguraba de

quitarse de su camino. Había tenido su parte de chicas también, un señor de la

calle podía tener su elección. Pero por alguna razón, Bird siempre lo

equilibraba. Quizás porque era tan condenadamente buena en todo.

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Cuando eran más jóvenes, luchar en el arroyo habría sido el preludio a nada.

Ahora cada palabra entre ellos crepitaba con significado, y cada acción tenía

consecuencias no deseadas.

―¡Bird!‖ ¡Cazador‖ Solitario!‖ ¿Qué‖ ha‖ pasado?‖ ¿Se‖ cayeron‖ en‖ el‖ arroyo?‖

―Dancer‖había‖aparecido‖en‖lo‖alto‖de‖la‖pendiente.

Bird se exprimió el agua de sus polainas.

―Cazador‖Solitario‖me‖tiró‖―le‖dijo‖a‖su‖primo,‖un‖poco‖pagada de sí misma.

―Creía‖que‖eras‖otra‖persona‖―murmuró‖Han.

Bird se giró para enfrentarlo, su cara oscureciéndose.

―¿Quién?‖―exigió―.‖¿Quién‖creías‖que‖era?

Han se encogió de hombros y caminó por la orilla. Eso era otra cosa. Donde una

vez ellos se acababan las frases uno a otro y todo pero se comunicaban mente a

mente, ahora Bird se había vuelto impredecible, dada a extraños arrebatos de

mal genio.

―¿Quién?‖―repitió,‖ firme‖ sobre‖ sus‖ talones,‖ con‖ la‖ intención‖ de‖ sac{rselo―.‖

¿Creías que era alguna otra chica?

―No‖una‖ chica.‖―Han‖ se‖ quitó‖ sus‖ botas‖ y‖ vació‖ el‖ agua‖de‖ ellas.‖Al‖menos‖

algo‖del‖barro‖se‖había‖quitado―.‖Nos‖tropezamos‖con‖algunos‖lanzadores‖de‖

hechizos en Burnt Tree Meadow. Asustaron al ciervo, y nos metimos en una

discusión. Cuando te oí siguiéndonos, creí que eras uno de ellos.

Ella parpadeó hacia él.

―Lanzadores‖de‖hechizos‖―dijo―.‖ ¿Qué‖estarían‖haciendo‖ los‖ lanzadores‖de‖

hechizos aquí arriba? ¿Y me parezco a uno de ellos de todos modos?

―Bueno.‖No‖―dijo‖Han―.‖Error‖mío.‖―Miró‖hacia‖arriba‖y‖sus ojos se unieron

con los suyos, y él tragó fuertemente. Las mejillas de Bird se colorearon de un

profundo rosa, y se volvió hacia Dancer.

―¿Que‖ palabras‖ tuviste‖ que‖ decirle‖ a‖ un‖ maldito‖ engendro‖ de‖ mala‖ suerte,‖

primo?‖―preguntó‖ella.

―Ninguna‖―dijo‖Dancer, lanzándole una mirada de advertencia a Han.

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―Hubiéramos‖cogido‖cada‖uno‖un‖ciervo‖si‖no‖hubiera‖sido‖por‖ellos‖―Han‖se‖

sentía obligado a decirlo, luego se lamentó inmediatamente cuando Bird lo miró

y levantó sus cejas. Bird siempre decía que un ciervo en un ahumador valía por

todo un rebaño en los bosques.

―¿Qué‖pasó‖entonces?‖―preguntó‖Bird,‖inclin{ndose‖hacia‖delante―.‖¿Estaba‖

ardiendo algo? Olí humo.

Han y Dancer se miraron el uno al otro, esperando a que el otro hablara.

―Prendieron‖ fuego‖ en‖ Hanalea‖ ―dijo‖ Han‖ finalmente―.‖ Los‖ lanzadores‖ de‖

hechizos.

―¿Así‖que‖los‖enfrentaron?‖―dijo‖Bird,‖inclin{ndose‖hacia‖delante,‖mirando‖de‖

uno‖a‖otro―.‖¿Y‖entonces‖qué?

―No‖pasó‖nada.‖Se‖fueron‖―dijo‖Dancer.

―Bien‖―dijo‖Bird,‖enfadada‖de‖nuevo―.‖No‖me‖digan‖nada. No me importa de

todos modos. Pero más vale que se lo digan a Willo, al menos. No deberían

estar en las Montañas Espíritu en absoluto, dejados solos prendiendo fuegos.

Han se estremeció. El sol se había ido y él tenía la piel de gallina. En días

anteriores se hubieran desnudado y dejado sus ropas mojadas fuera para que se

secaran. Miró hacia Bird. Nunca más.

―Sigamos‖hacia‖Marisa‖Pines‖―dijo‖Dancer,‖como‖si‖pudiera‖leerlo‖en‖la‖mente‖

de‖Han―.‖Tendr{n‖un‖fuego‖encendido.

El cielo se había nublado, y un frío viento se concentraba entre las cimas, pero el

enérgico paseo de seis millas mantenía la sangre de Han corriendo. Los labios

de Bird estaban azules, y Han pensó en poner un brazo a su alrededor, para

calentarla, pero habría sido difícil en el estrecho camino de piedras. Además de

que puede que ella le pegara de nuevo.

Los perros los recibieron cuando todavía estaban a media milla de Marisa Pines.

Era‖una‖manada‖heterogénea‖―perros‖pastores‖robustos‖y‖de‖pelo‖largo,‖medio‖

lobos, y podencos moteados comprados en el mercado. Después vinieron los

niños, desde niños pequeños de cara redonda hasta niños de diez años de largas

piernas, alertados por los perros.

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La mayoría tenían el pelo liso y oscuro, los ojos marrones y la piel cobriza,

aunque algunos tenían los ojos azules o verdes, como Dancer, o el pelo rizado,

como Bird. Había habido mezclas considerables de gente del Valle y Clan a lo

largo de los años. Y Valefolk con los magos invasores de ojos azules y pelo

rubio de las Islas del Norte.

Pero casi no había mezclas directas entre magos y Clan. Los magos no son

permitidos en las Montañas Espíritu desde hace miles de años.

Las preguntas volaban desde todas direcciones, en una mezcla de Common y l

Clan.

―¿Dónde‖han‖estado?‖¿Cómo‖se‖han‖mojado?‖¿Cu{nto‖tiempo‖se van a quedar

Cazador‖Solitario?,‖¿dormir{s‖en‖nuestra‖casa‖esta‖noche?‖―Aunque‖Han‖venía‖

a menudo a Marisa Pines, las chicas de uno o dos años menores que él todavía

se desafiaban a correr y tocar su pálido pelo, tan diferente del suyo.

Bird hacía lo posible para espantarlas. Una chica especialmente agresiva le

arrancó un mechón de su pelo, y Han salió detrás de ella, con el ceño fruncido,

fingiendo perseguirla. Eso las envió a ella y sus amigas corriendo al bosque, con

su risa cerniéndose a través de los arboles como la luz del sol.

―¿Qué‖ hay‖ en‖ la‖mochila?‖ ¿Tienes‖ caramelos?‖―Una‖ niña‖ pequeña‖ con‖ una‖

larga trenza se agarró de su mochila.

―No‖hay‖caramelos‖hoy‖―gruñó‖Han―.‖Y‖aléjate.‖Tengo‖ la‖mochila‖ llena‖de‖

hierbajos‖ para‖ las‖ ampollas.‖ ―Terriblemente‖ consciente del amuleto en su

mochila, Han la protegió bajo la curva de su brazo. Era como si tuviera una

larga y ponzoñosa serpiente ahí, o una copa demasiado frágil para tocarla.

En el momento en que llegaron a la vista del campamento, tenían un gran

número de seguidores.

El Campamento Marisa Pines era centinela en el paso que conducía del sur de

las Montañas Espiritu a las Tierras de los Llanos más allá. Era grande, tanto

como‖ los‖ campamentos‖ de‖ Clan‖ eran<‖ quiz{s‖ unas‖ cien‖ chozas‖ de‖ varios‖

tamaños, construidas lo suficientemente separadas para que pudieran ser

añadidas cuando las familias crecieran.

El campamento estaba centrado en la Choza Común, un largo edificio usado

para mercados, ceremonias y los banquetes por los que los clanes eran famosos.

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Cercana a la Choza Común estaba la Choza Matriarcal. Dancer y Bird vivían ahí

con la madre de Dancer, Willo, Matriarca de Marisa Pines, y una mezcla fluida

de amigos, parientes, y niños acogidos de otros campamentos.

Marisa Pines prosperó como un centro para el comercio, dada su estratégica

localización. Manualidades de campamentos por todas las Montañas Espíritu

fluían en el campamento, donde los agentes comerciales compraron sus

famosos mercados y canalizaban los bienes hechos por el clan hacia Arden al

sur, a La Corte de Tamron, y a Fellsmarch abajo en el valle.

Las relaciones entre los clanes y la reina podían ser tensas esos días, pero eso no

calmaba‖ la‖ sed‖de‖ los‖ habitantes‖de‖ los‖ llanos‖de‖ bienes‖de‖ las‖ tierras‖ altas<‖

orfebrería, cuero, piedras preciosas puestas en joyería y piezas decorativas,

productos de jardín hechos a mano, pespuntes, artes y objetos mágicos. Los

bienes de Clan nunca se agotaban, traían suerte al propietario y se decía que los

hechizos de Clan conquistarían a los más resistentes novios.

El Clan Marisa Pines era conocido por remedios, colorantes, curaciones y telas

hechas a mano. El Demonai era famoso por amuletos mágicos y sus guerreros.

El Clan Hunter producía carnes ahumadas, pieles y cueros, y armas no mágicas.

Otros campamentos se especializaban en joyería no mágica, pinturas, y otras

artes decorativas.

Muy mal que no fuera un día de mercado, pensó Han. En un día de mercado no

hubieran tenido atención en absoluto. Lo que hubiera estado bien por Han, que

se estaba empezando a cansar de explicar el por qué de su ropa empapada. Fue

un alivio agacharse por la puerta de la Choza Matriarcal y escapar de lenguas

traqueteando sin descanso.

Un fuego ardía en el centro de la choza, caliente y sin humo. El interior tenía

una fragancia a acebo, pino y canela, y el olor del guiso flotando de la choza de

cocina adyacente. A Han se le hizo agua la boca. La casa de Willo siempre olía

lo suficientemente bien para comer.

La Choza Matriarcal podría haber sido un pequeño mercado, todo por sí

misma. Grandes manojos de hierbas colgaban del cielo, y barriles, cestas y ollas

se alineaban en las paredes. En un lado habían pinturas, colorantes y vasijas de

barro‖ de‖ perlas‖ y‖ plumas.‖ En‖ la‖ otra‖ estaban‖ los‖medicamentos<‖ungüentos,‖

tónicos y pociones picantes de todo tipo, muchas hechas de las plantas que Han

recolectaba.

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Las pieles se extendían sobre los marcos, algunos con diseños cuidadosamente

dibujados sobre ellos. Tres chicas de más o menos la edad de Han se

amontonaban alrededor de uno de ellos, sus elegantes cabezas casi tocándose,

cepillando las pinturas con las pieles.

Las cortinas dividían la habitación en varias cámaras. Desde detrás de una

cortina, Han podía oír el murmullo de voces. Los pacientes y sus familiares a

menudo pasaban la noche para que la matriarca pudiera atenderlos sin salir de

la choza.

Willo se sentó al telar de la esquina. La madeja superior hizo un ruido sordo

cuando lo golpeó contra la alfombra que estaba tejiendo. Los hilos se extendían

amplios y oscuros como el invierno, ya que los tejedores trabajaban una

temporada por delante. Las alfombras de Willo eran fuertes y hermosas, y la

gente decía que evitaba que los enemigos cruzaran tu umbral.

Todavía temblando, Bird desapareció en una de las cámaras adyacentes a

ponerse ropa seca.

Willo puso a un lado su volante, se levantó del banco, y vino hacia ellos, con las

faldas deslizándose sobre las alfombras. De alguna forma, el resentimiento y la

frustración de Han desapareció, y fue un mejor día.

Todo el mundo estaba de acuerdo en que la matriarca de Marisa Pines era

guapa, aunque su belleza era más profunda que la apariencia. Algunos

mencionaban el movimiento de sus manos cuando hablaba, como pequeños

pájaros. Otros elogiaban su voz, la cual comparaban con el Dyrnnewater,

cantando de camino hacia el mar. Su oscuro pelo caía, trenzado, casi hasta su

cintura. Cuando bailaba, se decía que los animales salían del bosque para ver.

Era una cantante, que podía hablar, de mente a mente, a los animales. Su toque

curaba a los enfermos, calmaba el duelo, animaba a los desalentados y hacía

valientes a los cobardes.

Cuando le presionaban, Han incluso tenía problemas describiendo como lucía.

Suponía que estaba en una categoría por ella misma, como una ninfa del

bosque.

Ella era todo lo que necesitaras que fuera para encontrarte mejor.

No podía evitar compararla con Mam, quién siempre parecía ver lo peor de él.

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―Bienvenido,‖ Cazador‖ Solitario‖ ―dijo―.‖ ¿Compartir{s‖ nuestro‖ fuego?‖ ―El‖

ritual de bienvenida a los invitados. Entonces su mirada se fijó más de cerca en

Han,‖y‖levantó‖una‖ceja―.‖¿Qué‖te‖ha‖pasado?‖¿Te‖caíste‖en‖el‖Dyrnnewater?

Han negó con la cabeza.

―El‖Arroyo‖Old‖Woman.

Willo lo miró de arriba a abajo, frunciendo el ceño.

―Has‖estado‖en‖el‖Mudpost‖también,‖si‖no‖me‖equivoco.

―Bueno.‖Sí.‖―Han‖miró‖hacia‖abajo a sus pies, avergonzado por haber sido tan

descuidado con las hermosas botas de Willo.

―Puede‖ coger‖mis‖ pantalones‖ de‖ las‖ llanuras‖―ofreció‖ Dancer.‖ Examinó‖ las‖

largas‖piernas‖de‖Han―.‖Aunque‖supongo‖que‖enseñar{‖algo‖del‖tobillo.

Como la mayoría del clan, Dancer poseía como mínimo uno o dos pares de

polainas y un par de pantalones para llevar en la ciudad. Estaría feliz de dar sus

pantalones. Dancer vestía el incómodo traje de habitante de las llanuras

protestando de todos modos.

―Creo‖ que‖ tengo‖ algo‖ que‖ funcionar{.‖ ―Willo‖ cruzó‖ al‖ grupo‖ de‖ cestas,‖

recipientes y baúles que se alineaban en la pared. Se arrodilló en uno de los

recipientes y excavó a través de la ropa. Cerca del fondo encontró lo que estaba

buscando y soltó un par de pantalones gastados en un lienzo de algodón

grueso. Los mantuvo en alto y miró de Han a los pantalones y otra vez de

vuelta a Han.

―Estos‖ te‖quedar{n‖bien‖―proclamó,‖y‖ se‖ los‖pasó,‖ junto‖ con‖una‖ camisa‖de‖

lino‖ descolorida‖ que‖ se‖ había‖ desgastado‖ de‖ lavarla―.‖ Dame‖ las‖ botas‖

―ordenó, extendiendo la mano, y por un momento Han temía que tuviera la

intención de recuperarlas para bien. Ella debió haber visto el pánico en su cara,

porque‖añadió―,‖no‖te‖preocupes.‖Sólo‖veré‖que‖puedo‖hacer‖para‖limpiarlas.

Han tiró de sus embarradas botas y le las pasó, luego se metió en la cámara de

dormir para cambiarse de ropa. Se quitó las polainas mojadas y la camisa y se

puso los pantalones secos, deseando poderse quitar el barro de su camisa.

Como si los deseos no dichos llegaran a oídos de Maker, Bird empujó las

cortinas a un lado y entró con una palangana de agua caliente y un trapo.

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―¡Oye!‖―dijo,‖ contento‖de‖ tener‖ los‖pantalones‖puestos―.‖Podrías‖ tocar‖ a‖ la‖

puerta.‖―Lo‖que‖era‖estúpido,‖mucho,‖porque‖no‖había‖ninguna‖puerta.

Se había cambiado su traje mojado a una falda y una camisa bordada, y su pelo

mojado se estaba secando en su habitual maraña curiosa. Han todavía tenía su

camisa sin poner, y ella siguió mirando su pecho y sus hombros como si los

encontrara fascinantes. Han miró hacia abajo para ver si se había manchado de

barro bajo su camisa también. Pero estaba limpio ahí, al menos.

Bird se dejó caer en el banco de dormir a su lado, colocando la palangana en el

suelo entre ellos.

―Aquí‖―dijo,‖pas{ndole‖un‖trozo‖de‖jabón‖perfumado‖de‖las‖tierras altas y el

trapo.

Doblando los pantalones por encima de las rodillas, Han enjabonó el trapo y se

lavó el barro de sus pies descalzos y la parte baja de sus piernas, enjuagándolo

en la palangana. Luego empezó a fregarse los brazos y las manos. Los puños

plateados alrededor de sus muñecas seguían girándose cuando intentaba

limpiarlos.

―Permíteme.‖―Bird‖cogió‖un‖cepillo‖de‖cerdas‖de‖jabalí,‖agarró‖el‖puño‖de‖su‖

muñeca izquierda, y cogió el cepillo para ello. Se inclinó cerca, poniendo ese

familiar fruncido de frente en su cara que decía que se estaba concentrando.

Usaba‖algún‖tipo‖de‖perfume‖―‖olía‖como‖el‖aire‖fresco,‖vainilla‖y‖flores.

―Deberías‖quitarte‖esos‖si‖vas‖a‖meterte‖en‖el‖barro‖―se‖quejó‖ella.

―Eso‖ es‖ de‖ mucha‖ ayuda‖ ―dijo,‖ poniendo‖ los‖ ojos‖ en blanco―.‖ Intenta‖

quitarlos.‖―Tiró‖ de‖ uno‖ de‖ ellos‖ para‖ demostrarlo.‖ Era‖ una‖ banda‖ sólida‖ de‖

plata de 7.5 centímetros de ancho, y demasiado pequeño para deslizarlo por su

mano. Los había tenido puestos desde que podía recordar.

―Sabes‖ que‖ tienen‖ magia‖ en‖ ellos. De otra forma se te hubieran quedado

pequeños‖ahora.‖―Bird‖usó‖su‖uña‖para‖quitar‖algo‖de‖barro‖seco―.‖¿Tu‖madre‖

los compró de un vendedor ambulante?

Él asintió. Debía haber sido durante algún tiempo prospero en el pasado,

cuando había dinero para gastar dinero en brazaletes de plata para un bebé.

Cuando no estaban viviendo precariamente, como Mam siempre decía.

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―Ella‖tiene‖que‖recordar‖algo‖―insistió‖Bird.‖Ella‖nunca‖parecía‖saber‖cu{ndo‖

dejarlo―.‖Quiz{s‖podrías‖encontrar‖al‖vendedor‖que‖se‖los‖compró.

Han se encogió de hombros. Ya habían tenido esta conversación antes, en la

cual él se la pasaba encogiéndose de hombros en su mayoría. Bird no conocía a

Mam. Su madre nunca vino al campamento en las montañas, nunca compartió

canciones ni historias alrededor de una hoguera. A Mam no le gustaba hablar

del pasado, y había aprendido hace tiempo a no hacer muchas preguntas, para

que ella no le golpeara con el látigo en los dedos o lo mandara a la cama sin

cenar.

En los Clanes, todo eran historias. Contaban historias sobre cosas que habían

ocurrido hacía mil años. Han nunca se cansaba de escucharlas una y otra vez.

Oír una historia de un Clan familiar era como meterte en tu propia cama en una

noche fría con la barriga llena y sabiendo que te levantarás seguro en el mismo

lugar.

Bird liberó una de sus manos y cogió la otra. Sus dedos eran cálidos, jabonosos

y resbaladizos.

―Esos‖símbolos‖deben‖significar‖algo‖―dijo,‖dando‖golpecitos‖al‖puño‖con‖su‖

dedo‖índice―.‖Quiz{s‖si‖supieras‖como‖usarlos,‖podrías,‖no‖sé,‖disparar llamas

desde la palma de tus manos.

Han estaba pensando que era tan probable como disparar llamas desde su parte

trasera.

―Me‖parecen‖como‖hechos‖por‖el‖Clan,‖pero‖Willo‖no‖sabe‖lo‖que‖significan‖los‖

símbolos‖―dijo‖Han―.‖Y‖si‖ella‖no‖lo‖sabe,‖nadie lo sabe.

Bird finalmente dejó el tema. Le enjuagó las manos y las muñecas y usó el

dobladillo de su falda para secarlas. Sacando un pequeño frasco de su bolsillo,

lo abrió y echó algo en la plata con sus dedos.

Él intentó apartarse, pero ella tenía un fuerte agarre alrededor de su muñeca.

―¿Qué‖es‖eso?‖―preguntó‖suspicaz.

―Cera‖―dijo,‖ frotando‖ la‖plata‖ con‖un‖ trapo‖seco‖hasta‖que‖brillaba.‖Frotó‖ la‖

cera sobre el otro puño. Han se rindió, aunque no quería realmente llamar la

atención hacia ellos estos días.

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―¿Vas‖ a‖ venir‖ a‖ mi‖ fiesta‖ de‖ cambio‖ de‖ nombre?‖―preguntó‖ abruptamente‖

Bird, sus ojos todavía fijos en su trabajo.

Él se sorprendió por la pregunta.

―Bueno,‖lo‖había‖planeado.‖Si‖me‖lo‖piden.‖―Nunca‖le‖había‖ocurrido‖que‖no‖

lo hicieran. La familia de Bird era destacada entre los Clanes, ya que ella era la

sobrina de la matriarca de Marisa Pines. La mayoría de edad de Bird sería

celebrada con una gran fiesta, y Han había estado esperándolo.

Ella asintió una vez, enérgicamente.

―Bien.

―Todavía‖ falta‖ un‖ mes,‖ ¿verdad?‖ ―Para‖ Han,‖ un‖ mes‖ era‖ una‖ eternidad.‖

Cualquier cosa podría pasar en un mes. Nunca planeaba más de un día o dos

por delante.

Ella asintió de nuevo.

―Para‖el‖día‖de‖mi‖decimosexto‖nombre.

Finalmente dejando ir sus manos, Bird dejó caer las suyas en su regazo.

Extendió sus descalzos dedos del pie de debajo de su falda, estudiándolos.

Llevaba un anillo de plata en dedo pequeño del pie derecho.

―¿Has‖decidido‖sobre‖tu‖vocación?‖―preguntó‖Han.

Entre los Clanes, se esperaba que los chicos y chicas de 16 años se entrenaran en

todas las habilidades, desde cazar, rastrear, pastoreo y uso de armas hasta la

metalurgia, curar y cantar.

A los dieciséis eran renacidos en su vocación y empezaban su aprendizaje.

Todos estaban obligados a tener un oficio, aunque las nociones del Clan de

vocación eran más flexibles que en la ciudad.

Por ejemplo, contador de historias era una vocación.

Cuando Han se dio cuenta de que Bird no había respondido, repitió.

―¿Has‖decidido‖una‖vocación?

Bird levantó la mirada hacia él.

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―Voy‖ a‖ ser‖ un‖ guerrero‖ ―dijo,‖ d{ndole‖ una‖ mirada‖ de‖ acero‖ como‖ si‖ le‖

desafiara a oponerse.

―¡Un‖guerrero!‖―Parpadeó‖hacia‖ella,‖luego‖espetó―.‖¿Qué‖dice‖Willo?

―No‖lo‖sabe‖―dijo‖Bird,‖metiendo‖los‖dedos‖de‖sus‖pies‖en‖la‖alfombra―.‖No‖

se lo digas.

Willo podia estar decepcionada, pensó Han. No teniendo una hija propia,

probablemente esperaba que Bird la siguiera como matriarca y sanadora. A

pesar de que Bird no era exactamente del tipo de crianza.

―¿Cuantos‖guerreros‖necesita‖Marisa‖Pines?‖―preguntó.

―Quiero ir‖a‖Demonai‖―dijo‖Bird,‖encorvando‖sus‖hombros.

―¿En‖serio?‖―Bird‖apuntaba‖bien‖alto.‖Los‖guerreros‖Demonai‖eran‖luchadores‖

legendarios y cazadores. Se decía que podían sobrevivir en los bosques durante

semanas al viento, lluvia y luz del sol. Ese único guerrero Demonai estaba a la

altura de un centenar de soldados.

Personalmente, Han creía que eran un grupo arrogante que se mantenían por

ellos mismo y nunca esbozaban una sonrisa e intentaban hacerte pensar que

estaban enterados de secretos que tú nunca sabrías.

―¿Contra‖quién‖se‖supone‖que‖luches?‖―preguntó‖Han―.‖Es‖decir,‖hace‖años‖

desde que tuvimos una guerra en las tierras altas.

Bird parecía molesta por su falta de entusiasmo.

―Est{n‖derramando‖la‖suficiente‖sangre‖en‖el‖sur‖―dijo―.‖Los‖refugiados‖han

estado inundando las montañas. Siempre hay una posibilidad de que las luchas

se‖propaguen‖por‖aquí‖arriba.‖―Sonaba‖como‖si‖casi‖esperara‖que‖lo‖hiciera.

En el caos que siguió a la Ruptura, Arden, Tamron y Bruinswallow se habían

separado de Fells. Ahora las Tierras de los Llanos al sur estaban envueltas en

una incesante guerra civil. El padre de Han había firmado como soldado

mercenario, había ido al sur y muerto ahí. Pero había habido paz en el norte

durante un milenio.

―Willo‖ est{‖ preocupada‖―Bird‖ siguió‖ cuando‖Han‖ no‖ respondió―.‖Algunos‖

magos están diciendo que dejan ir el poder demasiado fácilmente, que era hora

de volver a tener reyes magos. Creen que los reyes magos pueden ayudar a

Page 51: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

protegernos‖ contra‖ ejércitos‖ del‖ sur.‖ ―Ella‖ negó‖ con‖ la‖ cabeza,‖ luciendo

disgustada―.‖La‖gente‖tiene‖una‖memoria‖tan‖corta.

―Han‖ pasado‖mil‖ años‖―señaló‖ Han,‖ y‖ recibió‖ un‖ fruncimiento‖ de‖ frente‖ a‖

cambio―.‖De‖todos‖modos,‖la‖Reina‖Marianna‖no‖dejaría‖que‖pase‖―añadió―.‖

Ni el Alto Mago.

―Algunas‖personas‖dicen‖que‖no‖es‖una‖reina‖fuerte‖―dijo‖Bird―.‖No‖como‖las‖

reinas en el pasado. Algunos dicen que los magos están ganando demasiado

poder.

Han se preguntó quiénes eran esa “algunas personas”, quienes tenían todas

esas opiniones.

―De‖todos‖modos,‖¿no‖tienes‖miedo‖de‖que‖te‖maten? Siendo un guerrero, me

refiero.‖―No‖podía‖evitar‖pensar‖en‖su‖padre.‖Lo‖diferente‖que‖sería‖su‖vida‖si‖

todavía estuviera vivo.

Bird resopló de disgusto.

―No‖me‖digas‖que‖no‖va‖a‖haber‖ninguna‖Guerra,‖y‖luego‖me‖adviertas‖que‖me‖

pueden matar.

La cosa era, que Han sabía que Bird sería una guerrera genial. Aunque no tenía

los músculos de Han, era mejor con un arco de lo que era él. Mejor en el trabajo

de la madera. Mejor en rastrear. Ella podía mirar en un paisaje incierto y saber

dónde se escondían los ciervos. Era mejor en anticipar los movimientos de un

posible enemigo. Lo había superado toda su vida.

Y no había nada que a ella le gustara más que acechar cosas.

Él miró hacia arriba para encontrarla mirándolo, como si esperara impaciente

por una respuesta.

―Ser{s‖una‖guerrera‖genial,‖Digging‖Bird‖―le‖dijo,‖ sonriendo―.‖Es‖perfecto.‖

Buena‖elección.‖―Tomó‖su‖mano‖y‖se‖la‖apretó.

Ella le sonrió, parpadeando para alejar las lágrimas, y él estaba asombrado de

que su aprobación significara tanto para ella. Estaba incluso más asombrado

cuando ella se inclinó y le besó en la boca.

Ella se puso en pie, recogió la palangana y se agachó para salir entre las

cortinas.

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―¡Bird!‖―llamó‖ tras‖ ella,‖ pensando‖ que‖ si‖ ella‖ estaba‖ de‖ humor‖ para‖ besos,‖

estaría feliz de complacerla. Pero por el momento en que sacó la palabra, ella se

había ido.

Cuando Han volvió a la sala común, Bird se había ido, y Willo y Dancer estaban

sentados rodilla junto a rodilla en el suelo, hablando. Si no estaban discutiendo,

estaban cerca de hacerlo. Han se volvió a la puerta, avergonzado, no queriendo

interrumpir. Pero pudo oír todo lo que decían.

―¿Esperabas‖que‖me‖quedara‖quieto‖mientras‖quemaban‖la‖montaña?‖―estaba‖

diciendo‖Dancer,‖con‖su‖voz‖temblando‖de‖rabia―.‖No‖soy‖un‖cobarde.

Han estaba sorprendido. Nadie había hablado nunca de esa forma a Willo.

―Espero‖ que‖ recuerdes‖ que‖ sólo‖ tienes‖ 16‖ años‖ ―respondió‖ Willo‖

tranquilamente―.‖ Espero‖ que‖ uses‖ el‖ sentido‖ común.‖ No‖ tenía‖ sentido‖

enfrentarse a ellos. ¿Qué logró? ¿Extinguió el fuego tu valentía?

Dancer no dijo nada, solo se veía furioso.

Ella extendió la mano y le acarició la mejilla.

―Déjalo‖ pasar,‖ Dancer,‖ como‖ yo‖ he‖ hecho‖ ―dijo‖ dulcemente―.‖ Esto‖ no‖ es‖

como tú. El rencor contra los magos solo te meterá en problemas.

―No‖eran‖mucho‖mayores que‖Han‖y‖yo‖―contraatacó‖Dancer‖ tercamente―.‖

¿No‖has‖dicho‖que‖los‖magos‖tienen‖que‖tener‖16‖para‖ir‖a‖Oden’s‖Ford?‖¿Y‖no‖

dijiste que no les está permitido usar magia hasta que consigan algo de

entrenamiento?

―Lo‖que‖les‖est{‖permitido‖hacer‖a‖ los‖magos‖y lo que en realidad hacen son

dos‖ cosas‖ diferentes‖ ―dijo‖ Willo.‖ Se‖ puso‖ en‖ pie‖ y‖ se‖ movió‖ hasta‖ el‖ telar,‖

molest{ndose‖con‖los‖hilos―.‖¿Quiénes‖eran?‖¿Lo‖sabes?

―Se‖llamaba‖Micah‖―dijo‖Dancer―.‖Micah‖Bayar.

Willo apartaba la mirada de Dancer hacia Han, por lo que vio la sangre dejar su

cara‖cuando‖Dancer‖dijo‖el‖nombre―.‖¿Est{s‖seguro?‖―Preguntó,‖sin‖volverse.

―Bueno,‖ bastante‖ seguro‖ ―Dancer‖ sonaba‖ confundido,‖ como‖ si‖ hubiera‖

captado‖algo‖en‖su‖voz―.‖¿Por‖qué?

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―Est{‖en‖Aerie‖House.‖Esa‖en‖una‖familia‖de‖magos‖poderosa‖―dijo‖Willo―.‖Y‖

nadie para cruzarse. ¿Te preguntó tu nombre?

Dancer levantó la barbilla.

―Les‖dije‖mi‖nombre.‖Dije‖que‖era‖Fire‖Dancer‖del‖Campamento‖Marisa‖Pines‖

―dudó―.‖Pero‖el‖parecía‖conocerme‖como‖Hayden.

Willo cerró los ojos y negó con la cabeza ligeramente. Sus siguientes palabras

sorprendieron a Han.

―¿Y‖sobre‖Cazador‖Solitario?‖―preguntó―.‖¿Habló?‖¿Saben‖su‖nombre?

Dancer ladeó la cabeza, pensando.

―No‖ creo‖―dijo―.‖No‖ lo‖ recuerdo‖ present{ndose.‖―Se‖ rió‖ amargamente―.‖

Probablemente no recordarán nada salvo su flecha, apuntada hacia sus negros

corazones de mago.

Willo se volvió, mirando de frente a Dancer, para que Han no pudiera ver más

su cara.

―¿Puso‖un‖arco‖hacia‖ellos?‖―dijo,‖su‖voz‖quebr{ndose‖en‖la‖palabra‖arco.

Dancer se encogió de hombros.

―El‖que‖se‖ llamaba‖Micah,‖ tenía‖un‖amuleto.‖Me‖estaba‖hechizando.‖Cazador‖

Solitario le hizo detenerse.

Han contuvo la respiración, esperando a que Dancer le dijera a Willo que Han

había cogido el amuleto, pero no lo hizo.

Willo suspiró, viéndose en problemas.

―Hablaré‖con‖la‖reina.‖Esto‖tiene‖que‖parar.‖Necesita‖hacer‖valer‖a‖los‖Naéming‖

y mantener a los magos fuera de las montañas. Si no lo hace, los guerreros

Demonai lo harán.

Esto era asombroso. Willo hablando sobre lo que la reina tenía que hacer. Lo

hacía sonar como si hablar con la reina fuera una cosa de todos los días. Ella era

la matriarca, pero aun así. Han intentó imaginar cómo sería, reunirse con la

reina.

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Su Exaltada Majestad. Soy Han Plantslinger. Mud-digger. El antiguo señor de

las calles de Raggers.

Willo y Dancer habían cambiado a otro tema. Willo se inclinó hacia delante,

poniendo las manos sobre las de Dancer.

―¿Cómo‖te‖sientes?

Dancer liberó su mano y alejó su cuerpo.

―Estoy‖bien‖―dijo‖rígidamente.

Ella lo miró durante un largo rato.

―¿Has‖estado‖tomando‖los‖Flying‖Rowan?‖―insistió―.‖Tengo‖m{s‖si<

―He‖estado‖tom{ndolos‖―interrumpió‖Dancer―.‖Tengo‖muchos.

―¿Est{‖funcionando?‖―preguntó,‖alargando‖la‖mano‖hacia‖él‖de‖nuevo.‖Como‖

sanadora, usaba el tacto para diagnosticar y para curar.

Dancer se puso en pie, evadiendo su mano.

―Estoy‖bien‖―repitió,‖ con‖una‖ finalidad‖plana―.‖Voy‖a‖encontrar‖a‖Cazador‖

Solitario.‖―Se‖volvió‖hacia‖la‖puerta‖donde‖Han‖estaba‖al‖acecho.

―Dile‖que‖coma‖con‖nosotros‖―Willo‖dijo‖tras‖Dancer.

Han se vio obligado a una rápida retirada, volviendo a la cámara de dormir,

por lo que eso fue todo lo que escuchó. Pero durante el resto del día, durante la

cena, y mientras se sentaba al fuego después, la conversación pesaba en su

mente.

Examinó a Dancer disimuladamente. ¿Podía estar enfermo? Han no había

notado nada antes, y no notaba nada ahora, salvo que Dancer parecía menos

animado, más sombrío de lo habitual. Pero eso podía ser de la confrontación del

mediodía y la discusión con su madre.

Han conocía el Rowan, también llamado Cenizas de Montaña. Él recogía

madera y las bayas, las cuales eran usadas en los remedios del Clan. Se decía

que el bosque era bueno para hacer amuletos y talismanes para alejar el mal. El

Flying Rowan era especialmente valioso en los mercados del Clan. Crecía a lo

alto de los árboles, y Han había aprendido que era mejor intentar pasar del

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Rowan normal como el tipo de lo Alto de los Árboles. Para el Clan, de todos

modos.

Willo había preguntado, ¿“está funcionando”? ¿Había alguien embrujado a

Dancer? ¿Estabán Willo y él preocupado de que alguien lo hiciera? ¿Era eso por

lo que Dancer guardaba rencor a los magos?

Han quería preguntar, pero entonces sabrían que había estado escuchando a

escondidas. Por lo que se guardó las preguntas para sí mismo.

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Capitulo 4 Un baile de pretendientes

Traducido por Ruthiee

Corregido por Angeles Rangel

ra pasada la tarde cuando Raisa finalmente trepó la curva de la escalera

de mármol hacia la torre de la Reina. Le dolía todo el cuerpo; estaba sucia

y apestaba a humo. Mellony ya estaba lista en su baño. Raisa pudo

escuchar su canto y chapoteo mientras pasaba por la habitación de su hermana

en lo alto de las escaleras. Mellony siempre estaba tan condenadamente alegre.

Raisa se habia mudado a unos nuevos cuartos después de que regreso del

Campamento‖Demonai<‖m{s‖largos,‖m{s elaborados, qué correspondía a una

Princesa heredera que casi tenia dieciséis y era la edad mínima para contraer

matrimonio. Originalmente ella habia sido asignada a unas habitaciones

privadas cerca de las habitaciones de la Reina, envuelto en terciopelo y damasco

y amueblado con una cama con dosel enorme de cerezo y un armario. Se sintía

llena incluso cuando Raisa estaba completamente sola.

Raisa le había rogado a su madre que reabriera un apartamento en el extremo

lejano del piso que había permanecido obstruido y sin usar a través de su viva

memoria. Habia muchos apartamentos cerrados en el Castillo Fellsmarch, desde

que la corte era más pequeña de lo que habia sido, pero no tantas en tan

original locación, con fácil acceso a la Reina.

Algunos sirvientes desde hace mucho tiempo decían que el apartamento había

sido abandonado porque sus paredes de vidrería lo enfriaban en el invierno y lo

calentaban en el verano. Otros decían que estaba maldito, que era en esta

mismísima habitación hace unos mil años que el Rey Demonio había

secuestrado a Hanalea lejos, el incidente había permitido el Rompimiento. En

esta versión, Hanalea había ordenado que el apartamento se sellara, jurando

nunca volver a poner un pie ahí.

E

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La leyenda decía que el fantasma de Hanalea algunas veces aparecía en la

ventana en las noches de tormenta, con las manos extendidas, su cabello suelto

serpenteaba alrededor de su cabeza, llamando a Alger Waterlow.

Eso era una tontería, pensó Raisa. ¿Quién podria esperar en una ventana por

un Demonio, y mucho menos llamarlo por su nombre?

Cuando finalmente la madre de Raisa se dio por vencida, y los carpinteros

rompieron las barricadas, encontraron unos cuartos privados congeldos en el

tiempo, como si el anterior ocupante hubiera pretendido volver. La mueblería

estaba amontanada debajo de ropas caídas para protegerlas de la brillante luz

del sol que fluía a través de las polvosas ventanas.

Cuando las cubiertas fueron removidas, las telas brillaban, sorprendentemente

vibrantes después de miles de años.

Las posesiones del último ocupante tendidas igual que cuando ella las dejaba.

Una muñeca vestida en un anticuado vestido miraba fuera de un estante en la

esquina. Tenia una cabeza de porcelana con ojos azules vacios y largos rizos

muy rubios. Peines y cepillos estaban desordenados en la mesa de vestir, sus

cerdas deshilachadas por los ratones, y las botellas acristaladas de perfume se

quedaron adornadas en un espejo plateado, sus contenidos evaporados hace

mucho tiempo.

Vestidos de una gran época congaban en el armario, hechos para una esbelta

chica alta con una cintura muy estrecha. Algunas de los tejidos cayeron debajo

de los impacientes dedos de Raisa.

Los lobos tallados adornaron la piedra encarando a la chimenea. Los estantes de

libros alineados en habitaciones públicas. Más libros estaban amontonados en el

estante junto a la cama. Los que estaban en la habitación eran mayormente de

romance, historias de caballeros y guerreros y Reinas, escritos en el lenguaje del

Valle con un estilo arcaico. En las habitaciones públicas estaban dejadas a un

lado las biografias y los tratados en política, incluyendo Una Historia del Alto

Clan de la Región y una primera edición‖ de‖ la‖ Regla‖ de‖ Adra‖ ana’Doria‖ y‖

Gobernantes en la Era Moderna. Raisa estaba entonces solamente caminando

pesadamente a través del estricto ojo del maestro.

Hanalea o no, la suite habia sido ocupada por una joven chica, probablemente

una Princesa. Quizas ella habia muerto, pensó Raisa, y sus padres habían

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mantenido la habitación preservada como un altar. Esa idea le dio unos

deliciosos escalofríos.

El apartamente estaba en una de las torres, era más pequeña que las

habitaciones qué originalmente le asignaron a Raisa. Pero se sintía espaciosa, ya

que tenía una vista de la ciudad y las montañas en los tres lados.

Ella arrastro la cama dentro de un espacio entre las ventanas, y cuando nevó, se

sintió como una Princesa hada en el globo de nieve que su padre le habia traido

de Tamron hace años. En las noches claras presionaba su rostro contra el vidrio,

pretendiendo que estaba volando en una nave con alas entre las estrellas.

Lo mejor de todo, es que ella habia descubierto un panel deslizante en uno de

los armarios, que revelaba un pasaje secreto. Serpenteaba dentro de las paredes

por lo que parecían millas. El pasaje se dirigía hacia una escalera, y la escalera

se dirigía hacia el solario del techo, un jardín acristalado que era el lugar

favorito de Raisa en todo el Castillo de Fellsmarch, incluso aunque habia caído

dentro del deterioro.

Cuando Raisa empujó para abrir la puerta de sus cuartos, se encontró con su

nodriza Magret Gray esperando por ella. Magret era una mujer formidable, alta

y ancha, con un regazo que podía acomodar a varios niños pequeños.

Magret ya no era realmente su nodriza, claro, pero ella aun ejercía una

autoridad inscrita que venia de cambiar pañales reales y masajear las orejas

reales e incluso golpeando con fuerza el trasero real. El baño de Raisa ya estaba

echando vapor en su pequeño quemador, y unos calzoncillos nuevos estaban

acomodados en la cama.

―¡Su Alteza! ―dijo Magret,‖viéndose‖espantada―.‖Usted luce aterradora, para

su seguridad. La Princesa Mellony dice que usted es mucho peor de lo que ella

era, y no lo creí. Le debo a la joven señorita una disculpa.

Correcto, pensó Raisa. Si alguna vez se acerca el día en el que no me pueda

meter en más travesuras que Mellony, Yo misma corto mi garganta.

La mirada de Raisa cayó sobre la bandeja de plata justo en su puerta en la que

Magret dejó mensajes y correo y tarjetas de visita. Los Pretendientes habían

empezado zumbar alrededor como moscas en un cadáver mientras que Raisa se

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aproximaba a su dieciseisavo onomástico1. En un día cualquiera no habría más

cinco o seis regalos elaborados de joyas o flores, espejos y juegos de tocadores,

floreros y obras de arte, además una docena de invitaciones con grabados y

cartas en papel relieve, la mayoría proclamaciones de amor eterno y devoción, y

proposiciones que iban de suaves a indecentes.

Algunos de los regalos eran muy elaborados para aceptarlos. Un Príncipe pirata

desde el otro lado de indio le había enviado un ingenioso modelo de la nave

que propuso construir para ella para que así ella pudiera zarpar con él. La

secretaria de la Reina había respondido en nombre de Raisa, cortésmente

declinándolo.

Raisa se quedó con el modelo de la nave, aunque. A ella le gustaría navegarlo

en el estánque del jardín.

Se podía decir que, Raisa no tenía ninguna intención de casarse con alguien en

un corto‖ plazo.‖ Su‖madre‖ era‖ joven<‖ ella podría gobernar por muchos años

aún, así que no había necesidad de apresurarse en el confinamiento del

matrimonio.

Si Raisa pudiera dar su opinión, su boda sería la culminación de una década

entera de galanteo.

Qué le hizo pensar en Micah. Él estaría en la cena. Su corazón se aceleró.

Centrado en la bandeja de cortejo había un sobre bastante sencillo.

―¿De‖quién es esto?―preguntó, recogiéndolo.

Magret se encogió de hombros. ―No‖ lo‖ sé, Su Alteza. Estaba afuera de su

puerta cuando regresé del mediodía. Ahora siéntese para que asi yo pueda

sacarle esas botas. ―Ella dijo esas botas en una manera decidida y

desaprobatoria.

Raisa se sentó en la silla por la puerta, aún estudiando el sobre mientras Magret

tiraba de sus botas. Dejaron manchas de lodo y ceniza en el delantal blanco

prístino de la nodriza.

1Onomástico dia en el que celebran su cumpleaños.

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El nombre de Raisa estaba escrito en el frente de la nota en una ordenada,

caligrafía en posición vertical<‖en una persistencia familiar. Ella lo rasgó para

abrirlo y desdobló la página de adentro.

Raisa, estoy en casa. Ven a encontrarme si recibes esto antes de la cena. Estaré

en el lugar acostumbrado.

Amon

―¡Amon‖ est{ en casa! ―Raisa‖ chilló, agitando su pie, una bota fuera y otra

puesta. Agarró los codos de Magret y bailó alrededor de la habitación,

ignorando su indignada protesta. Se sentía más bien como un remolcador

remolcando uno de los grandes barcos en el Puerto de Chalk Cliff.

―En el nombre de la santa Hanalea, deténgase,‖ su‖ Alteza― dijo Magret,

luchando por dignidad. Torciéndose para liberar sus brazos, comenzó a sacarle

la chaqueta a Raisa.

―¡No! ―dijo Raisa,‖ girando‖ lejos―.‖ Detente, Magret, necesito ir para

encontrarme con Amon. Necesito descubrir que esta<

Magret se planto a sí misma enfrente de la puerta. ―Usted necesita meterse en

la bañera y tallarse. Si él la ve en este estado, lo asustará al borde de la muerte.

―¡Magret! ―protestó Raisa―.‖ Por favor. Es sólo Amon. Él no se preocupa

por<

―Amon esperó esto mucho tiempo, el esperará por un poco más de tiempo. La

esperan en la cena en dos horas y usted huele como si justamente saliera del

fumador.

Aún refunfuñando, Raisa permitió ser despojada del resto de su ropa y se subió

en la bañera. Tenía que admitirlo, se sentía grandioso. El agua caliente escoció

sus cortadas y arañazos, pero calmó y relajó sus músculos adolorídos.

Margret colgó la camisa quemada de Raisa y sacó las mallas a distancia,

arrugando su nariz. ―Estas‖van‖directo‖al‖Ragmarket‖―declaró.

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―Por‖ favor,‖Magret‖―Raisa‖protestó, horrorizada―. No puedes tirarlas. Esas

son las únicas prendas cómodas que tengo.

Frunciendo el entrecejo, Magret las lanzo al cesto de lavar.

Tomó las dos horas completas el que Magret pusiera a Raisa lo que ella llamaba

―presentable―. Magret sacó un nuevo vestido que ella había hecho de uno de

los vestidos viejos de Marianna.‖Fue‖una‖sorpresa‖agradable<‖menos exigente

que los vestidos que Marianna escogió para Raisa, una simple caída de seda

verde esmeralda que cubría su cuerpo, lo suficientemente escotado en el cuello

para ser un poco atrevido.

Magret consiguió peinar el cabello húmedo de Raisa en un moño y lo fijó

encima de su cabeza, después colocó su anillo dorado en la parte superior. Para

finalizar, su nodriza añadió el collar de la belleza durmiente<‖un regalo de su

padre, Averil Lightfoot. Belleza Durmiente era el nombre de su Clan. Él la

llamo Belleza Durmiente, según dijo, por su belleza. Y sus muchas espinas.

Cuando finalmente Raisa entró en el comedor, ya estaba lleno. Un cuarteto de

cuerdas aumentaron el sonido en una esquina, camareros con bandejas

circularon a través de la habitación, y los habituales herbívoros de la corte

revoloteaban sobre un lado de la mesa cargada con quesos, frutas, y vino.

Ella rápidamente revisó la habitación en busca de Amon, aunque realmente no

esperara verlo ahí. Era poco probable que él hubiera sido invitado a mezclarse

con la aristocrácia. Al otro lado de la habitación, Raisa vio a su abuela, Elena

Demonai, Matriarca del Campamento Demonai. Ella estaba con un pequeño

grupo de su otro Clan, vistiendo las largas, elaboradamente bordadas túnicas

que se reservan para ocasiones especiales.

Ella fue y tomo las manos de su abuela, inclinando su cabeza sobre ellas en una

moda del Clan.

―Buen‖día,‖Cennestre‖Demonai‖―dijo en Clan.

―Mejor hablar aquí el lenguaje‖de‖las‖tierras‖bajas,‖nieta‖―Elena‖replicó―.‖Para

que los habitantes de los llanos no piensen que nos estamos pasando secretos.

―¿Ha escuchado algo de mi padre? ―Raisa persistió, aun en Clan. Los

Habitantes de los llanos molestos eran una de sus pocas fuentes de

entretenimiento en estos días.

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―El‖estar{‖pronto‖en‖casa‖―dijo Elena―.‖Para‖la‖celebración‖de‖tú onomástica,

sino antes.

Su padre se había ido al sur en otra expedición mercantíl, cruzando Arden hacia

We’enhaven‖ y‖m{s allá. Riesgoso en tiempo de guerra, pero en el tiempo de

guerra, las buenas transacciones traían altos precios.

―Me‖preocupo‖por‖él‖―dijo Raisa―.‖Dicen que la batalla es feroz en el sur.

Elena apretó su mano. ―Tu padre fue un guerrero antes de ser un comerciante

―dijo ella―.‖Él‖sabe‖como‖cuidar‖de‖sí mismo.

Llévame contigo de vuelta a Demonai, Raisa quería decir. Ya estoy cansada de

estar aquí, exhibida como una joya que no entra en un conjunto. Pero ella sólo

agradeció a su abuela y se alejó.

Una docena de cortesanos jovenzuelos habían aclamado espacio por la

chimenea. Desde el regreso de Raisa, más y más de la nobleza estaban enviando

a sus hijos para cortejar, empujándolos debajo de la nariz de la Princesa

heredera, esperando‖ hacer‖ ―sino‖ un‖ matrimonio―‖ conexiones que podrían

beneficiar a la familia en el futuro.

El corpulento, y sociable Will Mathis desbordaba una silla junto al fuego. El

mago de dieciocho años heredero de la Fortaleza Rock, un estado a lo largo del

Rio Firehole hacia el Acantilado Chalk, era despreocupado, poco ambicioso, y

un poco flojo, y más encantador que la mayoría de tipos. Él prefería pasar su

tiempo cazando, jugar con los dados, con las cartas, y tratando de seducir a las

chicas, evadiendo el campo de la política.

Junto a Will estaba Adam Gryphon, quién había aparcado su silla de ruedas

junto a la chimenea. Adam también era heredero de una poderosa casa de

magos, pero un accidente en su infancia había dejado a sus piernas debilitadas.

Se llegó utilizando una silla de ruedas o un par de bastones para el brazo.

Raisa no conocía muy bien a Adam. Él había estado lejos por tres años en el

Vado de Oden. Incluso cuando estaba en casa, parecía preferir la compañía de

los libros. Su ácida lengua ahuyentaba a aquellos que tal vez podrían sentir

lastima por él. Sus padres debieron de haberlo arrastrado de vuelta para

cortejar por la temporada.

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Los primos de Raisa, Jon y Melissa estaban ahí, la hermana de Raisa, Mellony,

cuyo estatus real le dio su posición con la gente mayor. Los apuestos, rubios,

hermanos vacantes Klemath, Kip y Keith, estaban tapando el queso, riéndose en

voz alta de nada en particular. Sus padres probablemente habían esperado que

uno de ellos pudiera atrapar la atención de Raisa. Ellos la habían estado

cortejando con su torpe entusiasmo, como un par de lenguas babosas de golden

retrievers2.

―¿Podría traerle una copa de vino, Su Alteza? ―preguntó Keith.

―Le‖traeré‖una‖también‖―Kip añadió, mirando hacia su hermano. Y se fueron

dando saltitos.

Como si ella pudiera casarse con alguien llamado Kip.

Micah se inclinó contra la chimenea, flanqueado por su hermana gemela, Fiona,

y rodeado por su usual grupo de chicas admiradoras. Melissa y Mellony

poniendo atención a cada palabra. Raisa tenía que admitirlo, él se había aseado

bien<‖vestía un abrigo de seda negro y pantalón gris que provocó su grupo de

halcones. Sus manos estaban vendadas y aún se veía bastante pálido contra su

melena de cabello negro azulado. Mientras Raisa miraba, él coloco una copa

vacía en la mesa y agarro una llena de un mesero que pasaba. Fiona se inclino

sobre él y le murmuró algo. Lo que sea que fuera, a él no le gustaba. Sacudió el

cabeza, frunciendo el ceño, y se volteó ligeramente lejos de ella.

Ambos magos, Fiona y Micah eran como imágenes negativas el uno del otro,

cada una notable. Ellos eran de la misma altura y compartían la misma

estructura delgada, características faciales angulares, y un sarcástico ingenio. El

cabello de Fiona era completamente blanco, debajo de sus pestañas y sus cejas;

incluso sus ojos eran de un pálido azul, como una sombra en la nieve.

Fiona y Micah reñían constantemente, pero crúzate con uno y tendrás que

luchar contra ambos.

―¿No estuviste asustado cuando viste el fuego? ―Le‖pregunto Missy a Micah,

sus ojos azules‖se‖ampliaron‖horrorizados―.‖Sé que tendría que haber huido y

correr de vuelta por la montaña.

2 Raza de perros

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Raisa se esforzó por controlarse de hacerle una cara o mímica al

comportamiento insulso de Missy.

Una señorita mantiene sus opiniones críticas para ella misma.

―Estaba‖ asustada‖ ―contribuyó‖ Mellony,‖ sonroj{ndose―.‖ Pero Micah vino

cabalgando directamente en nuestro centro y nos dijo que el fuego se estaba

acercando, que nosotras deberíamos escapar de ahí. Él ya estaba quemado por

tratar de apagar el fuego, pero no estaba para nada atemorizado.

Micah parecía inusualmente reacio a hablar de sus hazañas. ―Pues,‖qué bueno

que salió bien al final. ¿Nadie más gusta mas vino?

―¿Mellony no dijo que llegaste tarde a la caza? ―dijo Missy, poniendo sus

hombros de vuelta para mostrar‖ mejor‖ sus‖ senos‖ de‖ gran‖ tamaño―.‖ ¿Cómo

llegaste con la reina en medio del fuego?

Buena pregunta, pensó Raisa, sorprendida de que Missy hubiera pensado en

ello. Manteniéndose junto a la pared, ella se deslizo más cerca.

Micah parecía pensar que era una buena pregunta también. Tomo un largo

trago de vino, pensando en ello. ―Bien, ah, nosotros vimos el fuego por debajo,

asi‖ que‖ tomamos‖ un‖ atajo,‖ esperando‖ alcanzarlos‖ y< ―‖ Micah‖ miró hacia

arriba y vio a Raisa, tomando una completa‖ventaja‖de‖su‖distracción―.‖Aquí‖

est{‖ahora‖la‖Princesa‖Raisa‖―dijo‖él, agachándose en una elegante reverencia.

Raisa extendió su mano. Micah la agarró y la elevo a sus labios, después levantó

la cabeza y miró dentro de sus ojos, mandando un susurró de poder a través de

sus dedos. Ella retrocedió y retiró su mano. A los jóvenes magos algunas veces

se les filtraba dejar escapaba la magia, pero él sonrió en una manera que decía

que estaba presumiendo.

Raisa se paró en sus pies y sonrió hacia él de una manera que decía qué eso no

era un accidente tampoco.

Fiona miró hacia Raisa, de alguna manera haciéndose incluso más alta mientras

le entregaba una fría reverencia.

Bueno, está bien, pensó Raisa, sintiéndose culpable. Quizás tu hermano tomó

mucho vino. Para ser justos, él salvo mi vida, merece celebrar, y probablemente

está adolorido.

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―Micah‖ est{‖ siendo‖ demasiado‖ modesto‖ ―dijo Raisa, en una especie de

disculpa‖ambigua―.‖El fuego vino hacia nosotros como una estampida cuesta

abajo. Estábamos atrapadas en un estrecho desfiladero con llamas por todos

lados, y pensé que de seguro todas nos quemaríamos hasta la muerte. Sí no

fuera por Micah y su padre y los hermanos Comandantes, no estaríamos.

Apagaron el fuego completamente. Fue sorprendente. Ellos salvaron nuestras

vidas.

―Oh,‖Micah‖―exclamó‖Missy.‖Ella‖alcanzó sus manos, retrocedió ante la visión

de los vendajes, luego envolvió sus brazos alrededor de su cuello y miró hacia

arriba‖dentro‖de‖sus‖ojos―.‖¡Eres un héroe!

Micah se veía lo suficientemente frustrado como para ser encantador, y se

apartó tan pronto como pudo, disparando miradas hacia Raisa.

No te preocupes, pensó ella. No estoy celosa. Sólo molesta con Missy.

―¿Cómo supones que empezó el fuego? ―preguntó‖Missy, acomodando sus

rizos elaborados‖de‖vuelta‖en‖su‖lugar―.‖Ha estado lloviendo por semanas.

―Padre‖ piensa‖ que‖ los‖ Clanes‖ tuvieron‖ algo‖ que‖ ver‖ en‖ ello‖―dijo Micah―.‖

Ellos siempre están ansiosos por mantener a la gente fuera de las montañas.

―Magos‖―dijo Raisa―.‖Ellos están ansiosos por mantener a los magos fuera

de los Espíritus. Pero los Clanes nunca le prenderían fuego a Hanalea.

Micah inclinó la cabeza. ―Acepto‖la‖corrección,‖Su‖Alteza‖―dijo―.‖Usted‖est{

familiarizada con sus manera y yo no. ―Él‖forzó‖una‖sonrisa―.‖Entonces, es un

misterio.

―Bueno,‖yo‖no‖confió‖en‖ellos‖―declaró Missy. Mirando a su alrededor para

localizar a la delegación‖ Demonai‖ antes‖ de‖ continuar―.‖ Ellos se deslizan

alrededor como ladrones, y siempre se están murmurando el uno al otro en ese

lenguaje extranjero así qué nunca sabrás lo que están diciendo. Y todos saben

que ellos roban bebés y los reemplazan con demonios.

―No‖ digas‖ tonterías,‖ Melissa‖ ―dijo Raisa abruptamente―.‖ Los‖ niños‖ son‖

criados con sus Clanes por su propio bien, para enseñarles las viejas maneras.

Además, los Clanes fueron los primeros aquí. Si hay un lenguaje extranjero

hablando en Fells, es el lenguaje del Valle.

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―Por‖ supuesto,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo Missy precipitadamente―.‖ No‖ intenté

ofender. Pero el lenguaje del Valle es una lengua más civilizada. La usamos en

la‖corte‖―añadió, como si eso lo resolviera.

El cuarteto había completado su calentamiento, y ahora las primeras cuerdas de

la verdadera música flotaba sobre de ellos.

―¿Le importaría bailar, Su Alteza? ―preguntó Micah abruptamente. Más alla

de ál, los Klemanth estaban prácticamente golpeando su frente porque ellos no

habían pensado primero en ello.

Wil rápidamente ofreció su brazo a Fiona. ―Señorita‖Bayar,‖sería‖un‖honor‖para‖

mí.

Missy frunció el ceño, habiendo sido pasada por alto. Ella miró alrededor por

otros prospectos.

Adam Gryphon sonrió torcidamente. ―¿Le importaría bailar, Señorita

Hakkam? ―dijo, haciendo como si balanceara sus bastones en la posición.

―Bueno<‖ah<‖quiz{s‖iré‖y‖buscare‖algo‖de‖ponche‖―dijo Missy, volando en la

dirección del tazón de ponche.

Qué lastima la incapacidad que Missy tiene entre sus oídos, pensó Raisa.

Quería decirle algo a Adam, pero sabía que él le daría una respuesta cortante.

Micah le ofreció su brazo, dirigiéndola a la pequeña pista de baile. Ella puso

una mano en su muñeca meció cuidadosamente la mano vendada con la otra.

Dieron vueltas en el piso, flotando con la música. Criado en la corte, Micah era

un excelente bailarín, a pesar de sus varias copas de vino y el pisotón en sus

pies. Pero entonces, él hizo todo inexorablemente bien.

―¿Cómo están tus manos? ―preguntó Raisa―.‖¿Duelen mucho?

―Están bien. ―‖Él parecía tenso e inusualmente inarticulado.

―¿Qué paso esta mañana? ―insistió‖Raisa―.‖¿Por qué estuviste tan retrasado?

―Raider se levantó tarde. Tuvimos que tirarle un zapato, y tomó más tiempo

de lo que esperaba.

―Deben de mantener una docena de caballos en la corte. ¿No pudiste montar

otro?

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―Raider es mi mejor cazador. Además, como dije, tomó más tiempo de lo

esperado‖―dijo.

―Tu padre‖fue‖muy‖duro‖contigo‖hoy‖―dijo Raisa.

Micah hizo una mueca. ―Mi padre es duro conmigo todos los días. ―Y luego,

de la manera en la que alguien cambia intencionalmente de tema, dijo―.‖Ese es

un nuevo vestido, ¿Cierto? ―Cuando‖ ella‖ asintió,‖ él‖ añadió―.‖Me gusta. Es

diferente de tus otros vestidos.

Raisa miró hacia abajo a sí misma. Parte del encanto de Micah era que él nunca

se perdía de nada. ―¿Por‖qué‖no‖esta‖lleno de holanes?

―Ummm. ―Micah pretendió pensar por un‖ momento―.‖ Quizás es eso.

Además el color hace resaltar tus ojos. Esta noche son como estanques en un

claro del bosque, reflejando el dosel de hojas por lo alto de tu cabeza.

―El negro‖ hace‖ resaltar‖ tus‖ ojos,‖ Bayar‖ ―dijo Raisa dulcemente―.‖

Resplandecen como estrellas moribundas lanzadas por los cielos, o dos pedazos

de carbón desde las entrañas de la tierra.

Micah se le quedó mirando por un momento, después echó su cabeza para atrás

y‖ rio.‖ ―Usted es imposible‖ de‖ halagar,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo―.‖ Estoy indefenso

aquí.

―Sólo déjalo. Yo fui criada en la corte también, sabes. ―Ella recargó la cabeza

en su pecho, sintiendo el calor de él a través de la lana, escuchando el golpe

sordo de su corazón. Bailaron‖en‖círculos‖por‖un‖momento―.‖¿Así que te iras al

Vado de Oden en el otoño?

Micah asintió, su sonrisa desapareciendo. ―Desearía poder irme ahora. Deben

de mandar a los magos a los trece años, como promesas de soldado.

Micah estaría asistiendo a la Casa Mystwerk, la escuela para magos en el Vado

de Oden. Había media docena de academias ahí, agrupadas en los bancos del

Rio Tamron, a las orillas entre Tamron y Arden.

Debería de haber una escuela para entrenar Princesas, pensó Raisa, donde ella

podría aprender algo más útil que los modales en la mesa y un bonito discurso.

―Los‖ Clanes creen que es peligroso poner magia en las manos de un joven

mago‖―dijo Raisa.

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Micah hizo una mueca. ―Los‖Clanes deberían aprender a relajarse un poco. Sé

que tu padre es del Clan, pero no entiendo por qué insisten en que todo

permanezca igual. No es como si estuviéramos congelados en el tiempo,

pagando por un antiguo crimen que nadie recuerda.

Raisa ladeo su cabeza. ―Tú‖sabes‖porque.‖Los‖Clanes sanaron la Ruptura. Las

reglas del Naéming tienen la intención de evitar que eso vuelva a suceder.

―Ella se detuvo, luego no pudo resistirse añadir―.‖ ¿No aprendiste eso en la

escuela?

Micah despidió el tema de la escuela con una agitación de su mano. ―Hay

mucho por aprender para toda la vida. Qué es el por qué deberían darnos

amuletos al nacer, para que así podamos comenzar nuestro entrenamiento tan

pronto como sea posible.

―Ellos nunca harán eso a causa del Rey Demonio.

La canción llegó a su final, y ellos movieron a una parada en la pista de baile.

Agarrando sus codos, Micah mirá abajo hacia su rostro. ―¿Qué acerca del Rey

Demonio? ―dijo.

―Bueno. Ellos dicen que el Rey‖Demonio‖era‖como‖un‖prodigio‖―dijo ella―.‖Él‖

llevó la magia —y la magia negra— a una edad muy temprana. Destrozó su

mente.

―Mmmm.‖Eso‖es‖lo‖que‖dicen‖los‖Clanes.

Era el argumento al que ellos habían estado llegando cientos de veces,

empaquetados de diferentes maneras. ―Ellos‖dicen‖esas‖historias‖porque es la

verdad, Micah. Alger Waterlow era un loco. Cualquiera que pudiera hacer lo

que‖el‖hizo<

Micah sacudió su cabeza, un ligero movimiento, con los ojos fijos en los de ella.

―¿Qué tal si es inventado?

―¿Inventado? ―Ahora‖ la‖ voz‖ de‖ Raisa‖ se‖ elevó y ella tuvo qué hacer un

esfuerzo‖ consciente‖ para‖ bajarla―.‖ No me digas que te has unido a los

Revisionistas.

―Piensa lo que esta historia‖le‖consigue‖a‖los‖clanes‖―dijo Micah, su voz baja y

urgente―.‖Magos cargando alrededor toda esta culpa, temerosos de afirmar sus

dones innatos. Los Clanes controlando los objetos que les permiten usar sus

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poderes mágicos. La familia real, forzada a bailar cualquiera que sea el tono que

ellos toquen.

―Por supuesto los Clanes controlan‖ los‖ amuletos‖ y‖ los‖ talismanes‖ ―dijo

Raisa―.‖ Ellos son los que los hacen. Es la división de poder entre la magia

verde y la alta magia lo que nos ha mantenido a salvo todos estos años.

Micah bajo más su voz. ―Por‖ favor,‖ Raisa.‖ Sólo escucha un minuto. ¿Quién

sabe si la Ruptura alguna vez en verdad pasó? O si los magos fueron la causa.

Ella lo contempló con el ceño fruncido, y Micah rodó sus ojos. ―No importa.

Vamos. ―Tomando su codo, la llevó a una alcoba con ventana que daba a la

ciudad iluminada.

Acunando su rostro entre sus manos vendadas, Micah la beso, al principio

ligeramente, y después con más intensidad. Como era común, Micah estaba

cambiando de temas a algo en lo que ellos podían coincidir. La mayoría de sus

argumentos terminaban así.

El pulso de Raisa se aceleró, y su aliento se aceleró. Sería tan fácil caer debajo de

este hechizo, y aún así, ella no había terminado completamente con la

conversación.

Raisa gentilmente se alejó de él, se volteo y se quedó mirando afuera sobre la

ciudad. Brillaba por debajo, perfecto desde esa distancia.

―¿Escuchaste esta teoría acerca de la Ruptura de tu padre? ¿Es eso lo que el

Alto Mago piensa?

―Mi padre no tiene nada que ver con‖esto‖―dijo Micah―.‖Tengo ideas por mi

propia cuenta, sabes. Él sólo< ―Él‖descansó su mano sobre sus hombros y el

poder se desprendió‖ a‖ través‖ de‖ sus‖ dedos―.‖ Raisa, desearía que nosotros

pudiéramos<

Él fue interrumpido por un griterío que aumentaba en el comedor. La banda se

desplazó sin problemas en ―El Trayecto de las Reinas― Raisa y Micah se

detuvieron en la entrada de la alcoba a tiempo para ver a la Reina Marianna

recorrer a lo largo la habitación y con ella Gavan Bayar, los bailarines

separandose ante ellos, hundiéndose en reverencias e inclinaciones. Detrás de

ellos venía la Guardia de la Reina, resplandeciente en su uniforme de Lobo Gris

y dirigidos por Edon Bryne.

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Raisa frunció el ceño ante la visión de su madre desfilando brazo con brazo con

el apuesto Maestro del Consejo de Magos. Ella inspecciono y vio a Elena

Demonai mirando, su rostro glacial con desaprobación, y suspiró. Lord Bayar

podría ser un héroe, pero aún así. Las lenguas se movían bastante bien en la

corte sin aliento.

La Reina se volteo en un giro de faldas y encaró la habitación. Estaba vestida en

seda de color champaña que añadía un toque de luz a sus rizos rubios. Topacios

brillaban en su pelo y en su cuello, y diamantes de color miel adornaban sus

finas manos. Ella utilizaba una ligera corona compuesta por más topacios,

perlas y diamantes.

La Reina Marianna sonrió hacia la asamblea. ―En un momento vamos a entrar

para cenar. Pero primero vamos a reconocer a los héroes en el vestíbulo esta

noche. Este día por su valor ellos salvaron el linaje de las Reinas de Fellsian.

―Ella extendió una mano sin mirar, y alguien‖ puso‖ una‖ copa‖ en‖ ella―.‖

¿Podrían Micah Bayar, Gavan Bayar, Miphis Mander, y Arkeda Mander dar un

paso al frente?

Gavan Bayard se volteo graciosamente y se arrodilló enfrente de la Reina.

Micah dudó por un momento, escondido en la alcoba, mirando a cualquiera de

los dos lados como si deseara poder escapar. Después suspiró y dejó a Raisa

para reunirse con su padre. Arkeda y Miphis vinieron y se arrodillaron

también.

Meseros circulaban a través de la gente, distribuyendo una copa a aquellos que

no tuvieran. Raisa aceptó una y se quedó de pie esperando.

―Estos‖magos‖me‖salvaron,‖a‖la‖Princesa heredera, y a la Princesa Mellony de

un desastroso fuego arrasador mediante el uso de extraordinaria y hábil magia.

Por lo tanto brindo por la única e histórica unión entre la línea de las Reinas

Fellsian y la alta magia que hace tiempo protege y sustenta a nuestro reino en

este tiempo de guerra. ―La‖Reina‖elevó‖su‖copa,‖asó como todos los demás en

el vestíbulo lo hicieron, y bebieron.

Menciona al Capitán Bryne, Raisa gesticuló hacia su madre, pero Marianna no

lo hizo.

―También quisiera darle una bienvenida de vuelta a la corte a un joven

hombre que ha sido como un hijo para nosotras. Después de tres años lejos, él

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ha regresado para el verano y nos servirá en una asignación temporal a la

Guardia de la Reina. ―La‖ Reina Marianna sonrió a los soldados reunidos,

señalando‖a‖nadie‖en‖particular―.‖Amon Bryne, pase al frente.

Raisa se quedó contemplando, pasmada, mientras uno de los altos soldados

daba un paso al frente y se arrodillaba ante la Reina. Edon Bryne saco su espada

y se la pasó a Marianna.

―¿Usted, Amon Brynes, jura proteger y defender a la Reina, la Princesa

heredera, y a todas las descendientes de Hanalea de nuestros enemigos, incluso

si le cuesta su vida?

―Mi‖ sangre‖ es‖ tuya,‖ Su‖ Majestad‖ ―este extraño, alto Amon dijo en una

profunda‖voz‖desconocida―.‖Ser{ un honor para mí el derramarla en defensa

de la línea real.

La Reina golpeo ligeramente a Amon en cada amplio hombro con el plano de la

espada―.‖Levántate, Bryne Corpóreo, y únase a su capitán.

La nueva rosa corpórea, reverencio otra vez, y se alejó de la reina hasta que

estuvo lado con lado con su padre, quién no perdió la sonrisa.

Raisa se quedó de pie estupefacta, con la mano en su garganta. Los ojos grises

de Amon eran los mismos que ella recordaba, así como el cabello liso negro que

descansaba en su frente. Gran parte del resto de él se había rehecho.

―Ahora‖―dijo la Reina―.‖Vamos a cenar.

Raisa no tuvo oportunidad de hablar con Amon durante la cena. Ella estaba

sentada a la cabeza de la mesa, entre Micah y su padre. Arkeda y Miphis se

sentaron en posiciones de honor en ambos lados de la Reina, con Mellony en el

lado opuesto, Fiona junto a ella. También dentro de la distancia estaban los

Demonias, y Harriman Vega, un mago psíquico de la Corte.

Como capitán de la Guardia de la Reina, Edon Bryne tuvo un lugar cerca del pie

de la mesa, pero la Guardia misma estaba estacionada a lo lejos del final de la

habitación, cerca de la entrada del salón de baile. Los ojos de Raisa no

consiguieron apartarse de los de Amon.

Su rostro estaba más delgado, la estructura ósea más prominente, cualquier

rastro de grasa de bebé se borró por su tiempo en el Vado de Oden. Tenía la

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intensidad de su padre empaquetada en un delgaducho cuerpo, pero el había

añadido una nueva capa de músculo en su pecho y brazos.

Ahora y otra vez ella vio destellos del chico que ella recordaba. Él se puso de

pie un poco tímidamente, se enderezo de nuevo, una mano en la empuñadora

de su espada. Una vez ella lo atrapó viéndola, pero el apartó su mirada

rápidamente cuando sus ojos se encontraron, manchas de color mostrándose en

sus mejillas.

Ella se sintió frustrada, desconcertada, casi enojada. ¿Cómo pudo Amon

haberse convertido en esta otra persona mientras estaba lejos? Si ellos se

encontraran, ¿Qué podría decirle? ¿Dulce diente de Leeza, eres alto?

―¿Su Alteza? ―Las palabras fueron dichas bastante en voz bastante alta en su

oído, y Raisa saltó‖ y‖ se‖ volteo‖ hacia‖ Micah‖ Bayar―.‖ Apenas has tocado tu

comida, y siento como si estuviera‖habl{ndome‖a‖mi‖mismo‖―dijo él mientras

el postre era puesto ante ellos. Había un borde en su voz que decía qué estaba

irritado.

―Lo‖siento‖―dijo Raisa―.‖Temo que estoy un poco distraída. Ha sido un largo

día, y estoy cansada. ―pinchó su pasta, deseando ser joven otra vez y ser capaz

de levantarse de la mesa tempranamente.

―No‖ hay‖ duda‖ de‖ que‖ est{ cansada, Su Alteza, después del susto de esta

mañana‖ ―dijo Lord Batar,‖ sonriendo―.‖ Quizás una caminata en el jardín

después de la cena la restaurara. Micah estará feliz de acompañarle.

―¡Oh! ―dijo Raisa―.‖Bueno. Es muy amable de su parte el pensar en mí, Lord

Bayar,‖pero‖yo‖realmente<

Micah se inclinó más de cerca, hablando en el oído de Raisa para que así ella

fuera la única en escuchar. ―Algunos de nosotros nos reuniremos más tarde en

el salón‖de‖cartas‖en‖el‖ala‖este‖―murmuró―.‖Deberá ser entretenido. Por favor

ven. ―Su caliente mano se cerró sobre la de ella, presionándola en la mesa. Una

promesa.

―¿Qué? ―dijo Raisa distraídamente.

El aliento de Micah siseo a través de sus dientes. ―Sigues viendo hacia la

puerta. ¿Tienes tantas ganas de salir? ¿O es alguien en particular a quién estas

viendo?

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Ahora Raisa estaba enojada. ―Agradeceré que te metas en tus propios asuntos,

sul’Bayar.‖Voy‖a‖mirar‖a‖donde‖sea‖que‖dé la gana.

―Por supuesto. ―Micah‖liberó‖su‖mano‖y‖metió‖su‖tenedor‖en‖su‖postre―.‖Es

grosero es todo lo que estoy diciendo.

―¡Micah! ―Lord Bayar miró hacia su hijo―.‖ Discúlpate‖ con‖ la‖ Princesa

heredera.

―Disculpe‖―dijo Micah, mirando directo hacia adelante, un músculo de su

mandíbula‖brincando―.‖Por favor discúlpeme, Su Alteza.

Raisa se sintió encerrada por los magos, oprimida por la tensión entre Micah y

su padre. Era bastante molesto.

Cuando la cena acabó, la banda se reagrupó. Habría baile dentro de las pocas

horas, bebida sin tregua y el coqueteo, subrayado por una serie de

entretenimientos anticuados. En el salón de cartas me esperaba el baile de los

posibles pretendientes. Era tiempo de escapar.

Ella presiono el dorso de su mano contra su frente. ―Me‖ voy‖ a‖ la‖ cama‖

―dijo―.‖ Tengo un horrible dolor de cabeza. ―Empujó hacia atrás su silla.

Cuando Micah y Lord Bayar hicieron como si se fueran a levantar, dijo ella―,‖

por favor, siéntense. Quisiera retirarme discretamente.

―¿Est{‖ segura‖de‖que‖ est{ bien? ―preguntó Micah, mirando hacia su padre,

luego‖de‖nuevo‖a‖Raisa―.‖¿Por qué no la escolto de vuelta a sus habitaciones.

Como si ella necesitara ayuda para encontrar su camino, pero ellos solían usar

esta excusa para encontrar tiempo a solas.

Ella se puso de pie. ―No. Ustedes son los invitados de honor. Su Majestad

estará decepcionada si se van. Gracias de nuevo por todo.

La Reina Marianna la estaba mirando, una ceja se elevo con interrogación. Raisa

se encogió de hombros y de nuevo tocó su frente, la señal universal para el

dolor de cabeza. La Reina asintió, le sopló un beso, y se volteo de nuevo hacia

Miphis, que aún se veía emocionado y asombrado de estar sentado junto a la

Reina.

Raisa caminó a lo largo del comedor. Dudando, miró hacia atrás y vio a los

Demonais mirándola, una ligera sonrisa en el rostro de Elena.

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Mientras pasaba entre Amon y sus compañeros soldados, ella no miró hacia la

izquierda o derecha, pero murmuró. ―El lugar de costumbre, tan pronto como

estés disponible.

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Capitulo 5 Historias antiguas

Traducido por Roux

Corregido por Majo2340

an, postergó lo de Marisa Pines el mayor tiempo posible. Era tarde, al

día siguiente, cuando se despidió de Hanalea, descendió hacia

Dyrnnewater por el Valle. Había vendido o cambiado todo, lo que

carecía de valor. Lo demás tendría que esperar al mercado de Flatlander. Las

monedas tintineaban en su bolso y en su mochila sobresalía la tela y el cuero

que podría vender con beneficios, las bolsas de los recursos de Clan, además de

la carne de venado ahumada suficiente para hacer una comida. Y el amuleto,

oculto en la parte inferior. Se lamentó por no haber obtenido más venado, pero

todavía estaban al comienzo de la temporada. Esperaba que su madre estuviera

de acuerdo.

En el camino por la montaña, se detuvo en varias cabañas para ver si había

correo o mercancías que quisiera llevar o conseguir para el mercado. Muchos de

los habitantes de las cabañas preferían la vida fuera del Clan, lejos del bullicio

de los campamentos. También los ex-habitantes del bajo valle que preferían la

soledad o tenían razones para evitar a la guardia, de mano dura, de la reina.

Gano un poco de dinero por la comunicación de las noticias y el correo de

arriba a abajo en las montañas y actuar como agente de los montañeses que no

les importaba visitar el Valle.

Lucius Frowsley era uno de ellos. Su cabaña estaba en el río Creek se unía con

el Dyrnnewater. Había vivido en la montaña tanto tiempo, que parecía un trozo

desprendido de ella, con la cara escarpada y la ropa que cubría su cuerpo

delgado como el enebro en una ladera. Sus ojos estaban opacos y eran como las

nubes de un cielo de invierno, había quedado ciego de joven.

A pesar de su ceguera, el anciano era dueño de una de las cabañas más

productivas en la Montaña Espíritu. Aunque Lucius podía caminar por los

senderos y los bordes de las tierras altas como una cabra, nunca iba a

Fellsmarch a no ser que no tuviera elección. Así llevaba las órdenes,

contenedores y dinero desde el Valle, y el producto hacia abajo. Los

H

Page 76: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

contenedores estaban llenos cuando los llevaba y vacíos cuando los traía de

vuelta. La mejor parte de los libros de Lucius era que no había tantos como en la

biblioteca del templo, pero más libros de los que un solo hombre podría tener.

Los mantenía ocultos en un tronco para protegerlos de la intemperie. Lo que el

ciego necesitaba era una biblioteca, no podría decírselo, pero lo aprovechaba al

máximo. Algunos días se tambaleaba por la montaña con la mitad de su peso en

libros. Eso era otro misterio. Los debía haber leídos todos dos veces por lo

menos. Pero siempre parecía tener otros nuevos.

Lucius estaba de mal humor y tal vez loco, un poco, no demasiado. Pero era

justo con Han, y en realidad, siempre pagaba a tiempo, que eso era raro.

Nadie se había atrevido a vencer con los puños a Alister, lord de Ragmarket.

Pero desde que había dejado esa vida, Han había sido engañado más veces de

lo que quería recordar.

Lucius también era una fuente de información sin prejuicios. Lo sabía todo, y, a

diferencia de su madre, respondía a cualquier pregunta sin una conferencia.

La cabaña de la ladera estaba vacía, al igual que la cabaña de la destilería, pero

Han sabía dónde mirar. Encontró pescando a Lucius en el Creek, lo hacia todos

los días, tres temporadas al año. Se trataba de una excusa para sentarse y

dormir en la orilla del arroyo y darle a la botella que tenía siempre a mano. Su

perro, tenía un pelo áspero, era un pastor llamado Perro, estaba tendido a sus

pies. Cuando Han caminó hasta el lecho del arroyo, hacia Lucius bajó la caña de

pescar y se sacudió como si se sobresaltara. El anciano levantó las manos en

forma de protección, con la cara pálida y asustada, con el ceño afilado.

―¿Quién est{‖ ahí?‖―Preguntó, agitando las mangas alrededor de los brazos

delgados. Como de costumbre, estaba vestido con ropa desechada del Clan y de

la que se encontraba en Ragmarket. Al ser ciego no era muy exigente sobre el

color.

―Hola, Lucius. Soy Han.

―Han ―Perro levantó la cabeza y olfateó con aprobación, y luego apoyó la

cabeza en las patas, sacudió las orejas para ahuyentar las moscas. Las manos de

Lucius se bajaron, a pesar de que‖todavía‖parecía‖cauteloso―.‖Muchacho‖―dijo,‖

siempre lo llamaba muchacho―.‖ No deberías sorprender a la gente de esa

manera.

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Han lo miró. Había venido a lo largo de la orilla, igual que siempre. Todo el

mundo estaba actuando de manera rara. Han se puso de cuclillas junto a

Lucius, tocándole el hombro para que se diera cuenta de su presencia, y el viejo

se sobresaltó violentamente.

―¿Has‖ pescado‖ mucho?‖ ―Preguntó Han. Lucius miró con sus ojos azules

legañosos como si fuera una pregunta difícil, entonces se agachó y tiró dentro

de una canasta hecha por el Clan, un pez del arroyo.

―He cogido cuatro, hasta el momento.

―¿Los‖ peces‖ son‖ para‖ vender?‖ ―Preguntó―.‖ Te puedo conseguir un buen

precio en el mercado.

Lucius lo consideró‖durante‖un‖momento.‖―No. Voy a comerlos.

Han se acomodó con la espalda apoyada en un árbol y extendió sus largas

piernas en sus pantalones campestres.

―¿Necesitas algo? ―Preguntó,‖ acariciando‖ su‖mochila―.‖ Tengo pimientos y

especias Tamron.

Lucius‖soltó‖un‖bufido.‖―El pescado está bien, muchacho.

―¿Cualquier‖cosa‖de‖Fellsmarch?‖―Dijo Han.

Lucius asintió con la cabeza.

El perro estuvo corriendo durante un rato. Han se quedó mirando las rocas que

estaban en la orilla del arroyo. Lucius aún parecía nervioso e inestable.

Mantuvo su inclinación de cabeza de un lado a otro, como si fuera a recoger un

olor o un sonido tenue de la brisa.

―¿Todavía utilizas los puños, muchacho? ―Preguntó bruscamente.

―¿Qué‖te‖parece?‖―Murmuró‖Han.‖Lucius cogió el brazo de Han y le arrastró

hacia atrás la manga, toco el brazalete de plata como si fuera a leer las runas a

través del tacto. El anciano gruñó y le soltó el brazo, todavía murmurando para

sí‖mismo―.‖¿Qué pasa? ―Preguntó Han, bajando la manga.

―Huelo‖a‖hechizos‖―dijo‖Lucius, de manera incompresible para Frowsley.

Han, pensó en el amuleto, de su mochila pero decidió que no había manera de

que Lucius pudiera saber que estaba allí.

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―¿Qué sabes acerca de la magia?

―Un‖poco.‖―Lucius se frotó la nariz con el dedo índice. No lo suficiente, ni

demasiado.

Han‖lo‖intentó‖de‖nuevo.‖―¿Qué sabes sobre los magos?

Lucius permaneció inmóvil durante un buen‖rato.‖―¿Por qué me lo preguntas?

Han lo miró fijamente. La mayoría de los adultos respondían a las preguntas

con preguntas, pero no Lucius. Cuando no respondió de inmediato, el viejo

apretó la mano sobre el hombro de Han.

―¿Por‖qué‖me‖lo‖preguntas?‖―Repitió ferozmente.

―Ay. Cálmate.‖ ―Dijo‖ Han,‖ y‖ Lucius‖ lo‖ soltó―.‖ Dancer y yo tuvimos un

encuentro con algunos‖magos‖en‖Hanalea.‖―Dijo Han, frotándose el hombro, y

le contó lo que había sucedido.

―Bayar, ¿dices? ―Lucius frunció el ceño y cogió su caña de pescar‖de‖nuevo―.‖

Sangrienta de Thea, huesos sangrientos.

Lucius había nacido en la montaña conocida como Thea, hogar espiritual de la

legendaria reina de las montañas. Así que estaba a favor de Thea cuando se

trataba de la toma de posesión, aunque la mayoría juró por Hanalea.

Han le preguntó una vez, y Lucius le dijo que Hanalea era demasiado poderosa.

―¿Lo‖conoces?‖―Preguntó‖Han.‖

Lucius‖asintió‖con‖la‖cabeza.‖―El‖padre‖de‖Bayar‖Gavan, es un gran mago, ya

sabes. Su corazón es más frió que el Dyrnnewater. Demasiado ambicioso. No

creo que quieras interponerte en su camino.

Micah Bayar había mencionado el alto cargo de su padre, sangre azul, como

siempre lo hacía.

―¿Qué‖ m{s‖ podía‖ desear?‖ ―Han le‖ preguntó―.‖ ¿Además de ser un gran

Mago?

―Bueno la gente como Bayar, nunca están satisfechos. Supongo que quiere ser

un poderoso mago sin todas las ataduras y restricciones establecidas por la

Naéming. Algunos dicen que quiere también a la reina.

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Han‖estaba‖confundido.‖―¿Él quiere a la reina? Ella ya tiene una consorte, ¿no?

Alguien de Demonai

Lucius‖ se‖ rió.‖ ―Para ser una rata de la calle, no tienes idea de lo que está

pasando, ¿verdad?

Él negó con‖ la‖ cabeza‖gris‖ con‖asombro.‖―Tienes que mantener la oreja en el

suelo y la nariz en el viento si quieres sobrevivir en estos tiempos.

Han no podía imaginar cómo esa hazaña física podría llevarse a cabo. Nunca

pudo enterarse de la manera en que Lucius sabía todo lo que estaba pasando,

cuando se pasaba todo el tiempo en las montañas. Era un misterio. Lucius paro

de reír, y se limpió las lágrimas de los ojos.

―Averill Demonai es consorte de la Reina Mariana. Pero él es un comerciante,

y los comerciantes viajan mucho. Pasa mucho tiempo fuera por su propio bien.

Pero nadie lo hace.

Han luchó por controlar su impaciencia. Todo sobre la política le era aburrido, y

no tenía nada que ver con él.

―Sobre‖los‖magos.‖¿De dónde sacan la magia?

―Est{‖en‖su‖sangre.‖―Dijo Lucius, acariciando‖la‖cabeza‖del‖perro―.‖Es como

obtener el talento en bruto, pero no es realmente de gran alcance, hasta que

estudian y aprenden para almacenar el control en un amuleto. De hecho, son

algo peligrosos hasta entonces, como un potro que no conoce su propia fuerza.

Han pensó en Micah Bayar, con el rostro lleno de ira, agarrando su amuleto de

lujo y murmurando encantamientos.

―¿Por qué? ¿Tienen que decir hechizos o algo para que funcione? ―Le‖

preguntó al anciano.

―Eso es parte del aprendizaje.‖―Dijo Lucius,‖asintiendo‖con‖ la‖ cabeza―.‖Ese‖

Bayar, es de la Casa Aerie. Tal vez la familia de magos más poderosa que hay,

desde la caída de los Waterlows

―¿Quiénes‖ son‖ los‖Waterlows?‖―Preguntó‖Han―.‖Nunca he oído hablar de

ellos.

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―No importa. Esa casa‖se‖extinguió‖hace‖años.‖―Lucius‖dio un tirón a la caña

de pescar, a tientas por la línea del arroyo,‖y‖sacudió‖la‖cabeza―.‖Supongo‖que‖

han‖dejado‖de‖picar‖―dijo.

―Tal vez‖ es‖hora‖de‖marcharse‖Lucius.‖―Insistió Han. Sabía por experiencia

que las cosas que la gente no quería decir eran las más interesantes―.‖¿Quiénes

fueron los Waterlows? ¿Por qué cayeron?

―Muchacho, como puedes molestar a un‖cuerpo‖cerca‖de‖la‖muerte.‖―Lucius

agarró su botella y bebió un trago y luego se limpió la boca con la manga

sucia―.‖Todo sucedió‖hace‖mil‖años‖y‖no‖importa‖―dijo.

Cuando Han no dijo nada, Lucius soltó un bufido.

―Ya sabes, la mayoría de los chicos de tu edad no están interesados en

desenterrar huesos viejos y viejas historias.

Han todavía no dijo nada. Lucius lanzó un suspiro y asintió con la cabeza, como

si fuera a tomar una decisión.

―Así que hace unos mil años había una casa de magos poderosos. Se llamaba la

Casa de Waterlow. Su sello es un cuervo y una serpiente enroscada.

Han parpadeó, y luego buscó en su mochila, cogió el paquete que contenía el

amuleto de serpiente que había cogido del maldito engendro de mala suerte en

Hanalea. Le pesaba en la mano, recordando lo que había dicho Bayar. Si lo

tocaba, se quemaría. Lucius miró a Han.

―¿Qué‖tienes‖ahí,‖chico? ―Exigió, extendiendo la mano como si pudiera sentir

el calor también.

―Muéstramelo.

Han dudó. ―Yo‖no‖sé‖si<

―Tráelo aquí,‖ muchacho.‖ ―Dijo el anciano gritando. Era como si Lucius

hubiera sido poseído por algún ser. Han puso el paquete de cuero sus manos.

―Ten cuidado, Lucius. Tal vez...

Lucius desgarró el envoltorio de cuero y sacó el jinxpiece.

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Han mantuvo la distancia, con tensión por cualquier posible explosión. No

hubo ninguna. Lucius pasó las manos por el amuleto, y su cara arrugada se

aflojó con el shock.

―¿De dónde‖has‖sacado‖esto?‖―Susurró.

―Bayar... ―Han vaciló, sin saber lo que podía decir―.‖Él trató de utilizarlo con

Dancer. Se lo cogí a él. Yo no creo que sepa que lo tengo.

Lucius‖rió.‖―Dulce Thea. Yo no diría eso.

―¿Por qué? ¿Qué es?

Lucius siguió acariciando con sus dedos gruesos como si por el tacto pudiera

descifrar‖ los‖ símbolos‖―Es de los Waterlows, seguro. Su tesoro de artefactos

mágicos era legendario. Un arsenal, más bien. Nunca se supo qué pasó con él

después de la ruptura.

La vena morada en su ojo derecho se dilataba peligrosamente.

―Apostaría que esa serpiente de Micah no tenía ni‖idea‖de‖su‖poder.‖―Asintió

una vez―.‖Y‖ahora‖que‖lo‖tienes‖―dijo devolviendo el amuleto a Han. Cuando

este dudo,‖Lucius‖dijo‖con‖impaciencia―:‖Toma, muchacho. No muerde.

Han lo cogió con cautela, notó el peso en su mano. Se sentía gratamente pesado

y caliente, vibrante, con una potencia que Han podía sentir en el esternón, en

los puños y en las muñecas.

Vio emociones en la cara del anciano, finalmente desaparecieron por una

expresión de alarma. Una vez más, agarró el brazo de Han, sus uñas largas se

clavaron en la carne de este.

―¿Sabe Bayar quién eres, muchacho? ¿Sabe que tienes esto?

Han se encogió‖de‖hombros‖con‖inquietud.‖―Yo no le dije mi nombre, si eso es

lo que quieres decir. ―Como Lucius‖ no‖ pareció‖ seguro,‖ añadió―:‖ Puedo

devolverlo si es tan importante. ¿Está bien?

Lucius soltó su brazo y tamborileó con los dedos en sus muslos, con furia. ―No‖

―dijo‖ finalmente―.‖ Es demasiado tarde para eso. Mantenlo escondido. Ten

cuidado. Mejor que la Casa Aerie no lo tenga.

Él se rió‖con‖amargura.‖―Mantente fuera del camino, de Bayars

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Han nunca había visto a Bayar antes, y dudaba de que volvería a verlo a menos

que Micaela volviera a Hanalea. Esperemos que no lo hiciera.‖―Bien‖―dijo,

guardando el amuleto en la bolsa.

¿De qué servía hacer preguntas si‖ no‖ entendía‖ las‖ respuestas?‖―No me has

dicho nada de los Waterlows

―Si quieres escuchar una‖historia,‖no‖la‖interrumpas.‖―Lucius se frotó la barba

y‖ volvió‖ con‖ la‖ historia―.‖ Los magos provienen de las Islas del Norte.

Desembarcaron en la costa este y conquistaron el resto de los Siete Reinos con

su gran magia. La magia del Clan no pudo derrotarlos. Es la magia verde, cosas

sutiles, no es bueno en una pelea. Es magia más fuerte, pero se hizo para sanar,

no para destruir. El Clan se debe a la armonía con la naturaleza. Las matriarcas

y los fabricantes de amuletos, han aprendido a trabajar con ella. Estos magos

eligieron vivir en el Valle. Se casaron con las reinas de sangre y mandaron como

reyes, pero no estaban obligados a las reinas de la forma en que están hoy en

día. La sucesión llegó a través de la línea femenina. El problema comenzó

durante el reinado de Hanalea, la mujer más hermosa que jamás haya visto.

―Han asintió con la cabeza. Lucius hablaba de algo que le era familiar.

―Hanalea fue entregada a uno de los magos llamado Kinley Bayar, de la casa

Aerie, que era tan poderosa entonces como ahora. Bayar iba a ser rey. Pero

había un joven mago, cuyo nombre era Argel, heredero de la Casa de Waterlow.

El único problema era, que Alger era terriblemente poderoso y estaba

acostumbrado a conseguir lo que quería. Él no veía alguna razón por la qué no

debía tener a Hanalea. El consejo dijo que no, y la Casa Aerie en especial dijo

que no. Pero Hanalea, tenía una mente propia. No le gustaba Bayar, quien era

un hombre viejo para ella, frío y despiadado como cualquier serpiente. Y ella

prefería a un joven como Alger, que era tan guapo como ella, era hermosa. Ella

decidió huir con él, protegidos por los Espíritus Aliados de la Casa Waterlow y

algunos de sus amigos, los mejores magos y más brillantes de esa generación.

Alger se proclamó rey y se casó con Hanalea. El consejo no lo permitió y decidío

enfrentarse a la Casa Waterlow y someterlos a su control. Cualquiera podía ver

que era una causa perdida, pero no para este chico. Él era un estudiante de

largo plazo de magia negra, y pensó que podía conjurar un hechizo que pondría

fin al asedio y asustar al consejo de apagado. Hanalea trató de hablar con ellos.

Ella quería entregarse a la Casa Aerie, pero él era testarudo y no se quiso

escuchar.‖―Lucius‖sonrió‖con‖tristeza.

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―El muchacho estaba muy enamorado. Demasiado poder y poco conocimiento.

Ellos estuvieron juntos sólo tres meses.

Han se movió con impaciencia. Las historias sobre Hanalea y sus muchos

pretendientes eran agua pasada, eran muy conocidas. Lucius miró hacia el

espacio, sus ojos azules ocultaban lo que pensaba. Han era bueno en la lectura

de las personas pero nunca pudo leer al anciano.

―¿Y?‖¿Qué‖pasó?‖―Preguntó Han.

Lucius se sobresaltó, como si hubiera olvidado que Han estaba allí.

―Lo mataron. Después. Primero lo llevaron a la Casa Aerie y lo torturaron

durante días y obligaron a la muchacha a escuchar sus gritos. Pero ya era

demasiado tarde. El daño ya estaba hecho.

Han parpadeó, sorprendido.‖―¿Qué daño? ¿De qué estás hablando?

Lucius levantó las cejas tupidas.

―La ruptura,‖¿Has‖oído‖hablar‖de‖eso?‖―Preguntó con sarcasmo.

―He‖oído‖hablar‖de‖la‖ruptura‖―dijo‖Han‖irritado―.‖¿Qué‖tiene‖que‖ver...‖―Su

voz se apagó y se quedó mirando a Lucius, preguntándose si el viejo había

bebió demasiado.

―¿Estamos hablando del Rey‖ Demonio?‖ ―Susurrando las dos últimas

palabras, como solía la gente hacer, y se resistió a la tentación de hacer una

señal contra el mal.

―Su‖ nombre‖ era‖ Alger‖ ―dijo‖ Lucius en voz baja, todo su cuerpo era piel

arrugada y gris. El sol se ocultó detrás de una nube, y de repente hizo frío en la

orilla del arroyo.

Han se estremeció y se sacó su chaqueta para ponérsela.

―Lucius, ¿Alger Waterlow es el Rey Demonio? No es posible.

―El Rey Demonio es el monstruo en todas las historias de miedo. El diablo no

se nombra por miedo a que acuda. El que espera en la oscuridad en una calle

oscura por los niños malos que aparecen en su camino.

―Eso‖no‖es‖cierto‖―dijo Han indignado por esa historia que había escuchado

toda‖ la‖ vida―.‖ El‖ Rey‖ Demonio‖ raptó a Hanalea para llevársela lejos en su

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noche de bodas. La encadenó en un calabozo cuando ella lo rechazó. La torturó

con oscura hechicería, tratando de ganar su corazón. Cuando ella se resistió,

rompió el mundo.

―Él‖era‖un‖muchacho‖―murmuró Lucius, buscando‖a‖tientas‖su‖cantimplora―.‖

Ellos estaban enamorados.

―Era‖un‖monstruo,‖―respondió Han, arrojando‖una‖piedra‖en‖el‖arroyo―.‖Ella

lo destruyo.‖―Había visto el friso en el templo de Fellsmarch. Se llamaba “El

triunfo de Hanalea” y consistía en una serie de escenas: Hanalea encadenada,

desafiando el Rey Demonio. Hanalea, hermosa y terrible, en la salvación del

mundo, con la magia verde que el Rey Demonio trató de romper. Hanalea de

pie sobre el cuerpo sin vida del Rey Demonio, con una espada en la mano. Si se

trataba de un tallado en piedra, tiene que ser verdad, Han pensó.

―Ellos‖ lo‖mataron ―dijo‖Lucius―.‖Y‖eso‖dio a conocer un poder destructivo

como el mundo nunca ha conocido, ni antes ni después.‖―Suspiró, sacudiendo

la cabeza, como si no‖hubiera‖sido‖por‖culpa‖del‖Rey‖Demonio‖en‖absoluto―.‖

Después, los magos tuvieron la intención de casar a Hanalea con Kinley Bayar.

―El anciano se sentó más erguido, con los ojos extrañamente claros y

enfocados. Su temblorosa voz sonó como la de un orador del templo, y su

acento de‖ las‖tierras‖altas‖se‖mitigo―.‖Pero ellos tenían muchos problemas. El

mundo estaba en caos. Terremotos sacudieron sus castillos. Las llamas

estallaron desde el suelo. Los océanos se evaporaron y los bosques se

convirtieron en cenizas. Cayó la noche y se quedó durante meses, iluminada

sólo por los fuegos que ardían día y noche. El aire era demasiado pesado para

respirar. Nada de lo se conjuró lo detendría. Finalmente, tuvieron que recurrir a

los Clanes para obtener ayuda.

La decepción embargó a Han. ¿Cómo se había desviado tan lejos de su

pregunta original sobre la magia? Había realizado una pregunta seria, y como

respuesta había conseguido el relato de un soñador. Había perdido la mitad de

la mañana en la orilla del arroyo, víctima de las fantasías de un anciano.

―Ay‖madre‖que‖tarde. Gracias por‖la‖historia‖y‖todo‖lo‖dem{s.‖―Dijo‖Han―.‖

Pero‖tengo‖que‖irme.‖―Se‖puso‖de pie y deslizó su mochila sobre un hombro―.

Voy a ayudarte a recoger tus cosas y a llamar al perro.

―Siéntate, muchacho.‖ ―Ordenó Lucius―.‖ La‖ historia‖ sólo ha comenzado,

ahora tienes que escucharme.

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Malhumorado, Han se acomodó en la orilla del arroyo. Nunca había querido un

monólogo. Cuando Lucius se mostró satisfecho por su atención, continuó.

―Los‖Clanes‖reconocieron‖‖el‖linaje‖de‖Reinas, por lo que Hanalea actuó como

intermediaria. Piensa en lo que debe de haber sido. Negoció con los Clanes en

nombre de los asesinos de su‖amado.‖―Lucius‖sonrió‖tristemente.‖

―Pero Hanalea había crecido. Ella era fuerte e inteligente, así como hermosa.

Ella recuperó el poder de la línea del Lobo gris. Lo que surgió de esas

conversaciones‖fue‖la‖Naéming‖―Lucius enumeró los principios de la Naéming

con‖ sus‖ dedos‖ nudosos―.‖ A cambio de la salvación del mundo, los Clanes

ataron a los magos con correa corta. La magia y los magos de gran poder fueron

prohibidos en los Espíritus. Están confinados al Valle y la llanura. Los

representantes del Clan tienen templos en Fellsmarch, y las Reinas tienen que ir

al templo una vez por semana para aprender la verdadera fe. El Consejo elige al

mago más poderoso de Fells como alto mago y presidente del consejo, es un ser

mágico ligado a la tierra y a la reina, y gobernado por ella. Las Reinas fomentan

la‖crianza‖de‖ los‖niños.‖―Lucius‖sonrió‖débilmente―.‖Y a los magos no se les

permite casarse con nuestras Reinas, porque eso les da mucho poder.

―Hanalea‖¿acordó‖eso?‖―Dijo Han... Supongo que para sujetar a la Reina con

una correa muy corta, pensó.

Lucius asintió con la cabeza, como si acabara de leer la mente de Han.

―La‖Reina‖de‖los‖Páramos es a la vez la más poderosa y la persona con menos

libertad de todo el reino. Ella es una esclava al servicio una vez que alcanza la

mayoría de edad.

―Pero‖ella‖es‖la‖Reina‖―dijo‖Han―.‖¿No puede hacer lo que quiera?

―Hanalea ha aprendido el‖precio‖de‖seguir‖a‖su‖corazón‖―le‖contestó Lucius.

Hizo una pausa, con el rostro triste―.‖Así que inclinó la rodilla para el bien

mayor, y se casó con quien no amaba.

Han frunció el ceño.

―Las historias siempre terminan con la destrucción del Rey Demonio y el

triunfo de Hanalea. Por lo tanto, ¿que hizo que se casaran, entonces? Bayar es

un‖mago,‖así‖que<

Lucius negó con la cabeza.

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―Pobre Kinley Bayar sufrió un accidente poco después de la ruptura. Se casó

con alguien más. Después de los ricos detalles de la historia hasta ahora, parecía

muy poco precisa sobre ese punto.

Han se paró otra vez, luego vaciló, pasando el peso del cuerpo de un pie al otro,

obligado a decir algo.

―Sabes Lucius, soy demasiado mayor para los cuentos de hadas.

Durante un largo momento el anciano no respondió.

―No preguntes por la verdad, chico, a menos que estés listo para escucharla

―dijo Lucius, mirando sin ver al riachuelo.

―Sólo recuerda lo que dije. Mantén escondido el amuleto, y mantente fuera del

camino de Bayars. Tiene demasiado poder. Si se enteran que lo tienes, te van a

matar por ello.

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Capitulo 6 Fellsmarch

Traducido por GioEliVicRose

Corregido por Angeles Rangel

a ciudad de Fellsmarch se acunaba en el borde del Valle, un valle fértil

donde el Dyrnnewater se abría camino entre los acantilados rocosos de

Hanalea y las rizadas faldas de Alyssa, su cumbre hermana. El clan que

vivía en las Espíritus a menudo se refería a los residentes del Valle como

habitantes de los llanos. El Valefolk a su vez miraba hacia abajo la ciudad de

Delphi y los llanos de Arden al sur.

El Valle brillada como una esmeralda puesta en lo alto de las montañas,

protegida por las cumbres fruncidas en las que se decía eran lugares del páramo

donde moraban las reinas muertas hace mucho tiempo. Era un año templado,

rodeado por los brotes termales que burbujeaban bajo la tierra y rompían a

través de las fisuras en la tierra.

Ciertos habitantes de los llanos, ciudadanos de Tamron y del reino de Arden

más allá de la Puerta Sur, susurraban que las Montañas Espíritu estaban

embrujadas por demonios y brujas y dragones y otras cosas aterradoras, que la

mayoría del terreno estaba envenenado para cualquier invasor.

Los habitantes de las tierras altas no hacían nada para disipar esa idea.

El profesor de Han, Jemson, reclamaba que antes del comienzo de los magos y

la ruptura del mundo, los Siete Reinos eran un gran reino regido desde

Fellsmarch. El cereal de Arden y Bruinswallow y Tamron llenaban las cestas de

pan. El pescado de las costas, y el juego de las Espíritu, y las gemas y minerales

de las montañas añadían su prosperidad. La reina y su corte eran

patrocinadores de las artes, y la ciudad construía salones de música, librerías,

templos, y teatros por todo el reino.

Aunque esto había atravesado tiempos difíciles en los años recientes, la ciudad

de Fellsmarch aún colgaba irregularmente en los huesos de su pasado glorioso.

Estaba salpicado con construcciones elaboradas previas a la Ruptura. El Castillo

L

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de Fellsmarch había escapado de alguna manera del amplio despliegue de

destrucción, como los templos de los habladores y otros edificios públicos.

Así que cuando Han rodeó la última curva del Rastro del Espíritu y bajó la

mirada a la ciudad en la que había nacido, un bosque urbano de las agujas de

los templos y cúpulas de hojas doradas le saludaron, brillando en los últimos

rayos del moribundo sol. Él no pudo evitar pensar que se veía mejor desde la

distancia.

Lo que más sobresalía era el Castillo de Fellsmarch, con sus elevadas torres, un

monumento de mármol y piedra. Estaba de pie aislado, rodeado por el

Dyrnnewater, intocable como esos que vivían dentro de sus paredes.

La Ciudad de la Luz, era llamada, a pesar de las largas noches de invierno.

Había incluso un periodo de tiempo, alrededor del solsticio, que el sol nunca

subía del todo. Pero en cualquier otro día, el sol llameaba sobre la Puerta Este

por la mañana y encendía la Puerta Oeste al final del día.

El Rastro del Espíritu serpenteaba en la ciudad y vaciaba dentro de la primera

de unas series de plazas, el legado de alguna arquitectura real de hace mucho

tiempo. Conectando las plazas estaba el Camino de las Reinas, el amplio

bulevar que recorría a lo largo de la ciudad y acababa en el Castillo Fellsmarch.

Han no siguió el Camino de las Reinas. Le gustara o no, tenía asuntos en

Southbridge. Giró en una serie de calles muy estrechas, hurgando

profundamente en una parte de la ciudad a la que la reina nunca viajaría.

Cuando dejó el Camino atrás, los edificios crecieron más gastados. La gente

pululaba por las calles, pellizcando la cara y pareciendo precavidos, presas y

depredadores. La basura se descomponía en los canalones y se esparcía de los

cubos.

El aire apestaba con la mezcla hedionda de repollo cocinado, madera quemada,

retretes y jarras chapoteando en la calle. Sería peor cuando llegara el verano,

cuando el calor espesara el aire en una peligrosa sopa que provocaba a los bebés

laringotraqueobronquitis y dejaba a las personas mayores tosiendo sangre.

En el Mercado de Southbridge, Han se las arregló para descargar el problema

de la cerveza por un precio decente, considerando que no tenía valor. Él lo

podía haber vendido en Ragmarket, pero no quiso arriesgarse tan cerca de casa,

donde alguien podría recordarle.

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Dejando el mercado, entró en una calle de frente y cruzó rápidamente y

resueltamente pasando a las chicas atractivas y a los estafadores y a los matones

de las esquinas de las calles que estarían sobre ti a cualquier signo de debilidad

o miedo. ―Hey,‖ chico‖ ―llamó una mujer, y él la ignoró, como ignoró al

brillante caballero que intentó atraerlo en un callejón.

Southbridge era la infección que ulceraba bajo la aparentemente saludable piel

de la ciudad. No ibas allí por la noche a menos que fueras grande y bien

armado, y rodeado por amigos grandes y bien armados. Pero durante el día era

seguro si usabas la cabeza y te mantenías consciente de tus alrededores. Él

quería limpiar Southbridge antes de que llegara la noche.

Para ser justos, alguien podría llamar al propio vecindario de Han un lugar

peligroso. Pero en Ragmarket él sabía con quién tener cuidado y dónde estaban.

Solo necesitaba unos pocos pasos para que alguien desapareciera en el laberinto

de calles y callejones que él conocía tan bien. Nadie le encontraría en Ragmarket

si él no quería ser encontrado.

Su destino era El Barril y la Corona, una decrépita taberna que se aferraba como

un mejillón al borde del río. El banco de debajo había sido rebajado durante

cientos de inundaciones primaverales, y siempre parecía en inminente peligro

de caer dentro del río. Su ajuste era bueno, la sala común solo estaba llena con el

comercio de la tarde. Él estaría fuera del camino antes de que las cosas se

pusieran demasiado bulliciosas.

Han entregó las botellas de Lucius a Matieu, el propietario de la taberna, y

recibió un pesado monedero de vuelta.

Matieu escondió las botellas en la parte de atrás de la barra, fuera del alcance de

sus clientes más agresivos. ―¿Es todo lo que tienes? Tendré esto lleno de

soldados en un día. Se hunde suavemente como el agua, ¿verdad?

―Tengo un corazón. Solo‖puedo‖ llevar‖eso,‖ya‖ lo‖ sabes‖―dijo Han, poniendo

una cara lamentable y sobando sus doloridos hombros con sus dedos.

Cada taberna en Fellsmarch clamaba por el comercio de Lucius. Lucius podía

triplicar su producción y venderla toda, pero él elegía no hacerlo.

Matieu le observó especulativamente, entonces tanteó bajo su masivo vientre

buscando su monedero. Extrayendo una moneda, la presionó en la mano de

Han, cerrando sus dedos sobre ella. Una moneda Princesa, por el cambio y el

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peso, se llamaba “girlie” en la calle. ―Quizás puedas hablarle. Convéncele de

que envíe más botellas para mí.

―Bueno, podría intentarlo, pero tiene muchos clientes desde hace mucho

tiempo, ya sabes... ― Han se encogió de hombros. Él había visto un plato de

panecillos de carne en el aparador. Su hermana, Mari, adoraría comer un

panecillo―.‖Uh... Matieu. ¿Tienes algún plan para esos panecillos?

Han dejó el Barril y la Corona silbando, un girlie más rico, con cuatro panecillos

de cerdo en una servilleta. Se estaba convirtiendo en un buen día después de

todo.

Giró hacia el Callejón Brickmaker, dirigiéndose hacia el puente sobre el

Dyrnnewater que le llevaría a Ragmarket. Casi estaba atravesándolo cuando la

luz murió en el corredor, como si una nube hubiera pasado delante del sol.

Miró hacia delante para ver que la salida del callejón ahora estaba taponaba con

dos cuerpos.

Una voz familiar resonó en la piedra de los edificios a cada lado. ―Bueno,

ahora, ¿qué tenemos aquí? ¿Un Ragger en nuestro territorio?

Huesos. Era Shiv Connor y sus Sureños.

Han giró alrededor, queriendo regresar por el camino por donde había venido,

y encontrando a dos Sureños más sonriendo bloqueando su escape. Esta

reunión no era al azar, entonces. Ellos le habían estado engañando, habían

elegido este lugar a propósito.

Había seis Sureños en total, cuatro chicos y dos chicas, rodeando en edad un

año o dos más jóvenes que Han a un año más mayor. Él no tendría sitio para

maniobrar en un callejón estrecho, no había manera de proteger su espalda. Era

una marca de respeto, reconocimientos de su nombre en Southbridge.

Esa era una manera de mirarlo.

En los viejos días, él habría tenido unos segundos con él. Nunca se hubiera

permitido conseguir un arreglo así.

Pensaba decir que ya no estaba con los Raggers, pero eso sólo le marcaría como

una victima fácil, alguien sin protección o territorio en su poder.

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La mano de Han encontró la empuñadura de su cuchillo y lo liberó,

palmeándolo, aunque sabía que no le haría ningún bien. Si le iban a quitar su

monedero y a golpearle terriblemente, sería una suerte salir de allí.

Han puso su espalda hacia la pared del callejón. ―Sólo‖estoy‖de‖paso‖―dijo él,

levantando su barbilla, fingiendo una confianza que no sentía―.‖ No quería

faltar al respecto.

―¿Sí? Bueno, lo marco diferente, Puños. ―Shiv y sus colegas formaron un

amplio semi círculo alrededor de Han. El señor de la calle era pelirrojo y los

ojos azules, su cara pálida y sin barba como una chica lujosa, marcada solo con

el símbolo morado de los gamberros en su mejilla derecha y una vieja cicatriz

de cuchillo que se arrastraba desde su ojo izquierdo hacia la esquina.

Shiv no era grande, y no era mucho mayor que Han. Regía con la virtud de su

habilidad con una cuchilla y buena disposición a cortarte el corazón mientras

duermes. O en cualquier otro momento. Una completa falta de conciencia le

hacía poderoso.

La cuchilla de Shiv brillaba en la luz que llegaba de la calle. Sus manos estaban

marcadas; había sido marcado como un ladrón por los chaquetas azules antes

de que se hubiera arreglado. Era el mejor hombre con la cuchilla en

Southbridge, y el único mejor en Ragmarket era una chica... Cat Tyburn, quién

sustituyó a Han como señor de la calle de los Raggers.

―Estás haciendo negocios en Southbridge, y queremos una porción de la

recaudación.‖ Tú‖ lo‖ has‖ dicho‖―dijo Shiv. El resto de los Sureños empujaron

hacia delante, sonriendo.

―Mira,‖soy‖el‖hombre‖de‖la‖bolsa‖―dijo Han, cayendo en su viejo destello de

tamborileo―.‖ ¿Quién confía en mí con ese tipo de plato? Solo entrego. Ellos

arreglan cuentas por sí mismos.

―Producto,‖entonces‖―dijo Shiv, y los otros Sureños asintieron entusiasmados.

Como si Shiv fuera a compartir.

Han mantuvo sus ojos en la cuchilla de Shiv, ajustando su posición como

correspondía. ―Lucius no pagará una tarifa o una cuota. Y si pierdo algo, me

iré.

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―Bien‖para‖mí‖―dijo‖Shiv,‖sonriendo―.‖Él necesitará a alguien para sustituirte.

No hay razón para que no podamos ser nosotros.

¿Oh sí? Pensó Han. Lucius es especial en quién le acompaña. Pero ahora no era

el momento de decirlo. ―Est{‖ bien‖―dijo de mala gana, como dándose por

vencido―.‖Déjame hablar con él y veré lo que podemos acordar.

Shiv sonrió. ―Chico‖inteligente‖―dijo él.

Eso debió haber sido algún tipo de señal, porque de repente todos estaban sobre

él. La cuchilla de Shiv cortó hacia la cara de Han, y cuando lo rechazó, aquellos

a sus lados agarraron sus brazos, golpeando sus muñecas contra la pared hasta

que él soltó su cuchillo. Entonces un chico mayor, un isleño del sur, tomó para

destrozar la cabeza de Han contra la pared, y Han supo que estaría acabado,

quizás para bien, si el chico seguía así. Así que se relajó, arrastrándole hacia el

suelo. Shiv le pateó fuerte en las costillas y alguien más le dio un puñetazo en la

cara. Asqueroso pero no muerto.

Finalmente fue tirado hacia arriba por los brazo y sujetado allí mientras Shiv le

golpeaba. Han resistió la tentación de escupir en su cara o patearle donde

contaba. Aún esperaba sobrevivir al día.

―¿Dónde está tu alijo? ―Demandó Shiv,‖ sacandole‖ los‖ bolsillo‖ de‖ Han―.‖

¿Dónde están todos esos diamantes y rubíes y piezas de oro de las que todos

hablan?

No haría bien decirle a Shiv que el legendario alijo nunca existió, salvo en los

cuentos de las calles. ―No‖est{‖―dijo‖Han―.‖Gastado, robado, y distribuido en

partes. No tengo nada.

―Tienes esto. ―Shiv levantó las mangas de Han, exponiendo los puños

plateados―.‖He oído que fuiste un chico rico, Puños. ―Agarrando el antebrazo

derecho de Han, Shiv tiró del brazalete, prácticamente dislocando la muñeca de

Han. Furioso, el líder de los gamberros presionó la punta del cuchillo en la

garganta de Han, y Han sintió la sangre descendiendo debajo de‖su‖camisa―.‖

Quítatelos.

Los puños habían sido la marca de Han durante su tiempo como señor de las

calles de los Raggers. Shiv los quería como trofeo.

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―No‖ sale‖―dijo Han, sabiendo con una entumecedora seguridad que iba a

morir.

―¿No? ―Respiró Shiv, su cara a pulgadas de la de Han, vivo con anticipación,

las lágrimas gotearon‖de‖su‖ojo‖izquierdo‖dañado―.‖Eso es una vergüenza. Te

quitaré las manos, entonces, y veamos si se deslizan sobre los muñones. ―Miró

alrededor a su audiencia, y los otros Sureños rieron en una manera algo

demente―.‖ Pero no te preocupes, Muñones. Te dejaremos derechos para

mendigar a este lado del puente. Por un corte de las ganancias, claro está. ―Su

risa fue chillona y ligeramente loca, como una canción fuera de tono.

Shiv retiró su cuchillo de la garganta de Han y continuó su búsqueda, dándole

tiempo para pensar en algo. Encontró el monedero de Han y lo cortó libre,

llevándose un poco de piel con él. Rellenando el botín debajo de su camisa,

agarró la bolsa que Han llevaba y comenzó a clasificar a través de esta, tirando

sus bienes comerciales al suelo. Los espíritus de Han se hundieron en lo más

bajo. No había manera de que Shiv pasara por alto el monedero de Matieu. Y no

había manera de que Han pudiera recuperar ese tipo de dinero.

Sería su problema después de sangrar hasta la muerte.

Pero no fue el monedero de Matieu lo que Shiv sacó de la bolsa. Era el amuleto

de Bayar que estaba rodeado de cuero.

―¿Qué tenemos aquí, Puños? ―Preguntó Shiv, sus ojos iluminados con

interés―.‖ ¿Algo carito, espero? ―Desenvolvió el cuero y lo levantó con sus

dedos.

La luz verde se meció a través del callejón, quemando los ojos de Han,

cegándole temporalmente. Con una ráfaga estridente, Shiv y los Sureños

salieron volando hacia la pared opuesta como muñecas de trapo, golpeando la

piedra con un sólido ruido sordo. Han cayó pesadamente, los oídos pitando.

Giró sobre sus rodillas. El amuleto, aparentemente sin daño, en el suelo justo

delante de él, aún emitía un brillo verde espeluznante. Después de un momento

de duda, Han puso el cuero a su alrededor y lo deslizó de vuelta a la bolsa que

llevaba.

Cuando se puso de pie, oyó que gritaban órdenes y botas golpeando sobre los

adoquines hacia el borde Southie del callejón. Miró hacia atrás. Un cuajarón de

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soldados con Chaquetas Azules abarrotaban la entrada. La Guardia de la Reina.

Han tenía una historia con la Guardia. Tiempo de irse.

Miró a Shiv, quien se había tirado hacia arriba, sacudiendo su cabeza

aturdidamente, rodeado por sus amigotes. No había manera de conseguir su

propio monedero de vuelta, pero él aún tenía el de Matieu, y la Guardia podría

retrasar a los Sureños. Era una oportunidad para salir vivo. Él la tomaría.

Han corrió por el callejón, lejos de la guardia y hacia el río. Detrás de él, pudo

oír los gritos amenazantes y las órdenes para detenerse. Pensó en tomar refugio

en el Templo de Southbridge al borde oeste del puente, pero decidió que mejor

intentaría y conseguiría limpiarse antes. Despejó el callejón, corrió pasando el

templo de cerca, luchando su camino a través de la línea del puente, y

aporreando su camino a través. No paró de correr hasta que estuvo bien en el

territorio Ragger. Entonces tomó la ruta más larga, cuidadosamente para

asegurarse de que nadie le estaba siguiendo.

Finalmente giró en la Calle Cobble, cojeando sobre las torcidas losas. Ahora que

se sentía a salvo, inspeccionó el daño. Le dolía todo. La piel se estiraba tensa

sobre el lado derecho de su cara diciendo que estaba hinchada, y apenas podía

ver por el ojo derecho. Un filoso dolor en su lado sugirió una costilla rota.

Cuidadosamente exploró la parte de atrás de su cabeza con sus dedos. Su pelo

estaba apelmazado con la sangre, y había un chichón del tamaño de un huevo

de oca subiendo.

Podía ser peor, se dijo a sí mismo. Las costillas podías ser vendadas, al menos, y

nada más parecía estar roto. No había dinero para los médicos, así que

cualquier cosa rota se quedaría rota, o curaría de alguna manera agradecida.

Así era como funcionaba en Ragmarket. Al menos Han estaba lo bastante en

forma para escalar de vuelta a Hanalea y ponerse en manos de Willo.

Paró en el pozo al final de la calle y echó agua sobre su cabeza, quitando la

sangre como mejor pudo y peinando su pelo con los dedos. No quería asustar a

Mari.

En todo momento, su recuerdo de puntillas alrededor de lo que había ocurrido

en el Callejón de Brickmaker. Quizás estaba confundido. Se había golpeado la

cabeza, después de todo. Podía jurar que había visto a Shiv sujetar el amuleto y

entonces hubo un tipo de explosión. Justo como Bayar dijo que sería.

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Pudo sentir el siniestro peso de la pieza de mala suerte en la bolsa que llevaba.

Quizás Dancer tenía razón. Quizás debería haber enterrado la cosa. Pero el

hecho era, si no hubiera sido por el talismán de la serpiente, él habría estado en

un mundo de problemas. Quizás muerto.

¡Ja! Pensó. No seas tan tonto. Estás en un mundo de problemas de todas

formas.

Alcanzó el establo al final de la calle, para que no hubiera tanta distancia.

Dentro del establo, Han olfateó el aire experimentalmente. No había nada de

comida. En su lugar apestaba a estiércol, paja mojada, y caballos cálidos. Él

tendría que limpiar el puesto mañana. Si incluso podía levantarse de la cama.

Algunos de los caballos sacaron sus cabezas fuera de sus puestos y relincharon

en conocimiento, esperando atención. ―Lo‖ siento‖―murmuró‖ él―.‖No tengo

nada. ―Titubeando, subió por la vieja escalera de piedra de la sala que él

compartía con su madre y su hermana de siete años de edad.

Han abrió fácilmente la puerta. Por la fuerza del hábito, sus ojos echaron un

vistazo alrededor de la sala, queriendo localizar el problema antes de que

viniera volando hacia él. La sala estaba helada y oscura, el fuego casi apagado.

Sin señal de mamá.

Mari estaba tumbada en su camastro en la tierra, pero debía haber estado

despierta porque su cabeza se levantó tan pronto como él entró. Una gran

sonrisa iluminó su cara y voló hacia él, abrazandolo con sus flacos brazos

alrededor de sus piernas y enterró su cara en su cintura. ―¡Han! ¿Dónde has

estado? ¡Hemos estado muy preocupadas!

―Deberías‖ estar‖ durmiendo‖ ―dijo él, dándola golpecitos en la cabeza

torpemente y suavizando‖su‖pelo‖rubio‖andrajoso―.‖¿Dónde está mamá?

―Salió‖a‖buscarte‖―dijo Mari, temblando, los dientes castañeteaban con miedo

o frío. Se giró a su cama por el fuego y abrazó la raída manta alrededor de sus

diminutos hombros. Nunca parecía tener bastante gordura en ella para

mantenerse‖caliente―.‖Está bien. Teníamos miedo de que algo te ocurriera.

Huesos, pensó, sintiéndose culpable. ―¿Cuándo se fue?

―Ha estado fuera todo el día, fuera y dentro.

―¿Has comido?

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Ella dudó, considerando una mentira, entonces sacudió su cabeza. ―Mamá

traerá algo a casa, creo.

Han presionó sus labios juntos para evitar escupir sus pensamientos. La

confianza de Mari era de alguna manera preciosa para él, como un sueño que

no podía dejar ir. Ella era la única persona en todo Ragmarket que siempre

creería en él.

Cruzó hacia la chimenea, sacando un palo de su menguante de suministro, y

poniéndolo en el fuego. Entonces se sentó en un diminuto colchón cerca de su

hermana, manteniendo su cara alejada de la luz del fuego. ―Es culpa mía que

no‖ tengas‖nada‖para‖comer‖―dijo‖él―.‖Debería haber venido antes a casa. Le

dije a mamá que traería algo para ti. ―Excavó en su bolsillo y sacó un pañuelo

con los panecillos. Los desempaquetó y le entregó uno a Mari.

Sus ojos azules se abrieron de par en par. Ella lo meció en sus dedos y le miró

con esperanza. ―¿Cuántos puedo tener?

Han se encogió de hombros, avergonzado. ―Todos. Compré más para mamá y

para mí.

―¡Oh! ―Mari partió el bollo y lo comió en glotones mordiscos, lamiendo sus

dedos hasta el final. Dulce, picante salsa manchaba su boca, y ella recorrió su

lengua sobre sus labios, intentando conseguir el último pequeño mordisco.

Han deseó tener siete años otra vez, cuando todo lo que necesitaba era un bollo

de cerdo para hacerle feliz.

Le entregó otro, pero cuando ella lo tomó, consiguió una buena mirada de él.

―¿Qué le ha ocurrido a tu cara? Está toda hinchada. ―Ella levantó una mano y

tocó su cara con su pequeña mano, como si fuera delicada como una cáscara de

huevo―.‖Se está poniendo morada.

Justo entonces él oyó la cansada pisada, pisada, pisada en las escaleras que

decía que mamá estaba en casa. Han fácilmente se acomodó en una posición de

quedarse, abrazándose contra la pared, ocultándose en las sombras. Un

momento después la puerta estalló abierta.

La madre de Han estaba de pie en la puerta, sus hombros permanentemente

encorvados con una vida de mala suerte. Para sorpresa de Han, llevaba el

nuevo abrigo que él había recogido en Ragmarket una o dos semanas antes,

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pensando que le serviría bien el próximo invierno. Con él casi barría el suelo, y

tenía una gran bufanda alrededor de su cuello. Mamá llevaba capas de ropas

incluso en el buen tiempo, un tipo de armadura que se ponía.

Desató la bufanda de su cuello, liberando su larga trenza de pelo pálido. Había

círculos oscuros debajo de sus ojos, y parecía más derrotada de lo normal. Era

joven, cuando Han nació, no era más mayor de lo que era Han ahora, pero

parecía más grande que sus años.

―No‖pude‖encontrarle,‖Mari‖―dijo‖ella,‖su voz se rompió. Han estaba aturdido

al ver las lágrimas‖ cayendo‖por‖ sus‖mejillas―.‖He estado en todas partes, he

preguntado a todos. Incluso he ido a la Guardia, y ellos solo se han reído de mí.

Diciendo que él probablemente estaba en la celda, que era donde pertenecía. O

muerto. ―Ella sorbió por la nariz y emborronó su cara con su manga.

―Um, mamá... ― tartamudeó Mari, mirando hacia Han.

―Le he dicho una y otra vez que se quede fuera de las calles, que no corra con

los gamberros, que no lleve dinero a ese viejo Lucius, pero no escucha, cree que

nada puede tocarle, él...

Soy un perro sucio, pensó Han. Escoria. Cuanto más esperase, peor sería. Salió

de las sombras. ―Estoy aquí, mamá. ―Se aclaró su garganta―.‖ Lamento si

llego tarde.

Mamá parpadeó hacia él, pálida como el pergamino, su mano voló a su

garganta como si hubiera visto un fantasma. ―¿Do–donde...

―Dormí‖ en‖ Pinos‖ Marisa‖ ―explicó‖ Han―.‖ Y entonces me metí en algún

problema de camino a casa. Pero compré comida. ―En silencio levantó el

pañuelo con los restos del pastel de cerdo. Una ofrenda.

Cruzando el espacio entre ellos, ella golpeó lejos el pañuelo de su mano.

―¿Compraste comida? ¿Qué es eso? Desapareciste durante tres días y perdí la

cabeza con la preocupación, ¿y compraste comida? ―Había‖ alzado‖ la‖ voz, y

Han ondeó sus manos, intentando callarla. Ellos no necesitaban despertar al

señor de la tierra, quien vivía en la puerta de al lado, y les recordaba que no

habían pagado su alquiler.

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Ella fue hacia delante, y él se retiró hasta que estuvo contra la chimenea. Ella

clavó un dedo acusador en su cara. ―Has estado luchando otra vez. ¿Verdad?

¿Qué te he dicho?

―No‖ ―dijo él poco convincentemente,‖ sacudiendo‖ su‖ cabeza―.‖ Yo solo...

tropecé en una cuneta y me caí de lleno sobre mi cara en la calle.

―Deberías ponerte‖un‖trapo‖ frío‖sobre‖eso‖―dijo Mari desde el refugio de su

cama. Su voz temblaba, como hacía cuando estaba‖alterada―.‖Mamá, siempre

dices que eso baja la hinchazón.

Han miró a Mari, deseando que él y mamá pudieran tener su pelea en alguna

otra parte. Pero cuando vives en una habitación sobre un establo, no hay donde

ir.

―¿Quién fue esta vez? ―Demandó‖Mam{―.‖¿Los gamberros o la Guardia? ¿O

levantaste demasiados bolsillos?

―No‖ levanto‖monederos‖ ya‖―protestó‖Han,‖ picado―.‖Ni buceo en bolsillos,

tampoco. Yo no...

―Dijiste que ibas a ir después a por plantas‖ al‖Mercado‖de‖Flatlander‖―dijo‖

mam{―.‖¿Estuviste en Hanalea? ¿O estuviste fuera recorriendo las calles todo

el tiempo?

―Fui‖ a‖ Hanalea‖ ―dijo Han, luchando para‖ controlar‖ su‖ temperamento―.‖

Dancer y yo pasamos todo el día reuniendo hierbas en la montaña.

Mamá le miró estrechamente, luego extendió su mano. ―Deberías tener algo de

dinero para mí, entonces.

Han pensó en su monedero, ahora en posesión de Shiv. Aún tenía el dinero de

Lucius, pero... como seguía diciendo, no era un ladrón. Tragó fuerte, mirando al

suelo―.‖No‖tengo‖nada‖de‖dinero‖―dijo‖él―.‖Me lo robaron el Southbridge.

La respiración de mamá siseó fuera, como si él hubiera confirmado todos sus

peores miedos. ―Estás maldito, Hanson Alister,‖y‖tendr{s‖un‖mal‖ final‖―dijo‖

ella―.‖No me sorprende que estés metido en problemas cuando estás fuera en

las calles todo el largo día. Cuando corres con los gamberros de las calles,

mangoneando y robando...

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―Ya‖ no‖ estoy‖ con‖ los‖ Raggers‖―interrumpió‖Han―.‖ Lo prometí atras en el

otoño.

Mamá siguió como si él no hubiera hablado. ―Cuando te codeas con pequeños

y enfermos favoritismos con Lucius Frowsley. Podremos ser pobres, pero al

menos siempre seremos honestos.

Algo se rompió dentro de Han, y abrió la boca escuíendo las palabras.

―¿Somos honestos? Bien, la honestidad no llena nuestros estómagos. La

honestidad no paga el alquiler. He sido yo el que nos ha mantenido el año

pasado, y es mucho más duro sin deslizar la mano. Se mi invitado si piensas

que puedes mantenernos fuera de la prisión y de las deudas lavando y

recogiendo trapos. Y si vamos a prisión, ¿qué crees que ocurrirá con Mari?

Mamá se quedó de pie muda, los ojos muy azules, sus labios tan blancos como

el resto de su cara. Entonces agarró un palo del montón de astillas y lo balanceó

hacia él. Reflexivamente, él agarró su muñeca y la sujetó. Se miraron

mutuamente durante un largo momento, casados por sangre y enfado.

Lentamente el enfado se alejó, dejando solo el linaje de sangre.

―No voy a‖permitirte‖que‖me‖golpees‖m{s‖―dijo‖Han‖tranquilamente―.‖Ya he

tenido una paliza hoy. Eso es suficiente.

Después, Han se tumbó en su camastro de paja en la esquina. Podía oír la suave

y regular respiración que decía que mamá y Mari finalmente estaban dormidas.

Cada hueso en su cuerpo dolía, y su cara se sentía como si se rajase. Además,

estaba hambriento otra vez. Él y mamá habían compartido los dos últimos

panecillos, pero esos días todo lo que él comía parecía evaporarse antes de que

alcanzara su estómago.

Su mente rebotó en las esquinas como un ratón en un laberinto. Él no era

filósofo. Tenía pocos espacios de tiempo en los cuales soñaba. No era el tipo que

intentaba y reconciliaba a las almas en guerra que vivían dentro de su cuerpo.

Allí estaba Han Alister, hijo y hermano mayor, sostén de la familia, negociante,

y pocas veces conspirador. Allí estaba Cazador Solitario, quien había sido

adoptado por Pinos Marisa y deseado luchar, una vez señor de las calles de los

gamberros Ragger y enemigo de los Sureños.

Día a día él se levantaba de una piel y entraba en otra. Sin preguntarse si era

difícil separarse de quien era.

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Cambió en el duro suelo. Normalmente usaba su bolsa como almohada, pero no

estaba seguro de si debía hacerlo, con el amuleto dentro. La pieza de mala

suerte ocupaba su mente como un dolor de muelas. ¿Y si explotaba y los

mataba a todos? O peor, les dejaba vivos sin techo sobre sus cabezas.

Las palabras de Lucius volvieron a él. Mantén el amuleto escondido, y sácalo

del camino de los Bayar. Si ellos averiguan que lo tienes tú, te matarán por ello.

Finalmente puso el amuleto fuera de la protección de su bolsa. Solo llevaba sus

pantalones, bajó las escaleras, pasó los puestos de los caballos, y entró en el frío

jardín del establo. A algo de distancia del edificio había una construcción de

piedra forjada de cuando había un herrero en la residencia. Ese había sido el

escondite de Han desde que fue lo suficientemente mayor para tener secretos.

Han levantó la piedra suelta en su base y metió el amuleto debajo, reubicando

la piedra. Sintiéndose más ligero, volvió al establo y subió las escaleras, su

mente trabajando furiosamente.

Mañana volvería con Lucius, entregaría su monedero, y esperaba ser pagado.

Eso podría ser suficiente para mantener a distancia al señor de la calle por un

tiempo, especialmente si él limpiaba el establo otra vez.

Sentado en su camastro, excavó en los bolsillos de sus pantalones, sacando la

moneda de la princesa que Matieu le había dado hace una vida. La giró hacia el

moribundo fuego, y el reflejo de las llamas iluminó la silueta gravada en ella.

Era‖la‖Princesa‖Raisa‖ana’Marianna,‖heredera‖al‖trono‖de‖Lobo‖Gris‖en‖los‖Fells.

―Hey,‖ la‖ chica‖ ―susurró él, recorriendo su dedo sucio índice sobre la

imagen―.‖Me gustaría ver más de ti.

Ella estaba de perfil, capturada en el duro y frío metal, su gracioso cuello

extendido, el pelo apartado de su cara y llevaba una diadema. Sin duda

orgullosa y altiva como su madre, la Reina Marianna.

No, pensó Han sarcásticamente. Es un problema muy grande entrar en las

tierras altas para cazar. Solo tendríamos que entregar el ciervo, incluso si

quisiera prender fuego a las montañas.

Una Princesa no tendría que preocuparse por mantener un tejado sobre su

cabeza, sobre de dónde su siguiente comida vendría, o si iba a ser acorralada y

golpeada en la calle.

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Una Princesa no tendría nada en absoluto de que preocuparse.

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Capitulo 7

En el Jardín de Cristal

Traducido por: Dham-Love

Corregido por: Xhessii

aisa se apresuró por el corredor, sus pantuflas danzantes susurraban

algo sobre los pisos de mármol. Pretendía regresar a su habitación y

cambiarse de ropa, pero estaba pérdida sobre qué debía ponerse. Sus

mallas y su túnica estaban demasiado sucias. Ya no tenía más conjuntos de

ropa, y de todas maneras, el nuevo y solemne Amon con su uniforme parecía

sugerir algo un poco más formal. ¿Pero que pasa si él lo ha cambiado por

pantalones y camisa? Se sentiría tonta con su vestido.

Un momento. Era la heredera de la princesa, y venía a un baile. ¿Por qué

debería sentirse tonta? ¿Cuál era su problema?

Magret estaba esperando, asistiendo una taza de té, con su cabello gris peinado

y trenzado.

―Regresó‖antes‖de‖lo‖que‖esperaba,‖Su‖Alteza‖―dijo,‖levant{ndose‖y‖haciendo

una‖reverencia.‖―Pensé‖que‖sería‖hasta‖m{s‖tarde.

―Lo‖ser{.‖Voy‖a‖ver‖a‖Amon‖ahora‖―dijo‖Raisa,‖ sentada‖ frente‖a‖ su‖espejo‖y‖

removiendo el adorno en forma de círculo. Había dejado el vestido, ya lo había

decidido, pero se había soltado el cabello. Luego<

―¿Ahora?‖―Magret‖la‖miró―.‖¿A‖ésta‖hora?

Raisa‖pestañeó‖hacia‖ella.‖―Bueno,‖sí.‖―Y‖cuando‖Magret‖siguió‖frunciendo‖el‖

ceño,‖ella‖añadió―.‖¿Qué?

―¡No‖puede‖ir‖a‖encontrarse‖con‖un‖hombre‖joven‖usted‖sola‖en‖la‖mitad‖de‖la‖

noche!

¿Qué no entendía Magret? ―Es‖Amon.‖Solíamos‖estar‖fuera‖en‖la‖noche‖todo‖el‖

tiempo. ¿Recuerdas cuando Cook nos encontró debajo de la mesa del panadero

a la salida del sol? Queríamos estar preparados para cuando los bollos de canela

R

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salieran‖del‖horno‖―Raisa‖tiró‖del‖cepillo‖por su resistente cabellera, pensando

en que Amon no cabría bajo la mesa del panadero ahora. No con esas largas

piernas.

―No‖saldr{‖sin‖una‖chaperona‖a‖esta‖hora‖―dijo‖Magret‖tercamente.

―Ya‖le‖dije‖que‖nos‖encontraríamos‖―dijo‖Raisa,‖frunciendo‖su‖cabella en una

trenza‖suelta―.‖Nadie‖lo‖sabr{‖de‖todas‖maneras.

―Si‖usted‖va,‖ hablaré‖ con‖Lady‖Francia,‖ quien‖ interrumpir{‖ a‖ la‖ reina‖―dijo‖

Magret, empujando su barbilla hacia adelante triunfantemente.

―No‖lo‖harías‖―dijo‖Raisa,‖ahora‖completamente‖arrepentida‖de no haber ido

directamente a su cita.

―Lo‖haré,‖Su‖Alteza.‖Usted‖cumplir{‖dieciséis‖en‖Julio,‖y‖ya‖est{‖elegible‖para‖

matrimonio. Será mi culpa si algo le sucede. Quiero decir, él es un soldado

después de todo.

―‖Sangre.‖De.‖Haralea.‖No‖me‖voy‖a‖casar‖con nadie, Magret. No durante un

buen‖tiempo‖―Tendré cientos de amantes antes, sólo como constancia ―quería‖

decir. Además, me gustaría más meterme en problemas en la sala de juegos con

Micah o bajo la nariz de mamá en la sala de banquetes que con Amon, pensó

Raisa.

Se miraron la una a la otra por un largo rato, en un punto muerto.

―De‖acuerdo‖―dijo‖Raisa―.‖Entonces‖ven‖conmigo.

Magret miró el vestido que tenía. Obviamente, pensó que lo tenía puesto para la

noche.‖―Realmente,‖su‖Alteza,‖no‖creo<

Raisa puso su‖ cara‖ de‖ princesa‖ impetuosa.‖ ―Si‖ insistes‖ en‖ venir,‖ deberías‖

preparar una bandeja también para Amon. Ha estado en guardia en la puerta

durante toda la cena, así que no ha cenado.

Un cuarto de hora y muchos quejidos después, dejaron las habitaciones de

Raisa, Raisa por delante, con Magret siguiendo, irradiando desaprobación,

cargando una gran bandeja de plata.

Subieron varias series de escaleras que se volvían más y más estrechas mientras

ascendían.

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―¿Entonces‖lo‖ver{s‖en‖el‖techo?‖―Magret‖resolló,‖desde dos escalones debajo

de Raisa.

―Nos‖ encontraremos‖ en‖ el‖ Jardín‖de‖Cristal‖―dijo‖Raisa,‖ deteniéndose‖ en‖ la‖

cima de la última serie de escaleras para que Magret la alcanzara. Hubiera sido

mucho más fácil si hubieran ido por las escaleras secretas, pero ése era un

secreto que no pretendía compartir con Magret.

Tampoco lo había compartido con Micah. Una vez revelado, no podía ser

regresado si se volvía incómodo o inconveniente.

La Casa Verde debió haber sido un lugar de entretenimiento alguna vez,

diseñado por alguien con mucho amor por los jardines. Entraron por unas

puertas altas de bronce decoradas con vides cortadas, flores, animales, e

insectos moldeados en el metal. El aire adentro era húmedo, con fragancia a

tierra y flores y la respiración de cosas en crecimiento. El suelo oscuro de

pizarra recogía la luz del sol durante el día y emitía calor durante la noche. El

agua caliente de las corrientes termales circulaba por las tuberías, controlada

por una serie de válvulas así el clima podría ser controlado para satisfacer la

temperatura de las plantas tropicales, del desierto, etc.

La Reina Marianna hacía poco uso de los jardines, prefiriendo que sus flores

fueran arregladas en jarrones, pero Raisa compartía una pasión por plantarlas

en la tierra con su padre. En esas raras ocasiones que él se quedaba en el

Castillo Fellsmarch, pasaban horas en un silencio cómodo, quitando raíces,

cortando y tratando las plántulas.

Con ambos retirados durante los últimos tres años, el jardín estaba demasiado

grande y descuidado, las plantas más agresivas acorralaban a las del tipo más

débil y más delicado. Los paneles estaban rotos aquí y allí, rellenos con lana o

toscamente ajustados con parches mal ajustados. Algunas áreas del jardín eran

demasiado frías para algunas plantas excepto las plantas nativas.

Raisa guió a Magret a la entrada del laberinto. Amon estaría esperando en uno

de los pasajes del lado, en un pabellón al lado de la fuente.

Supongo que tendremos que encontrar un nuevo lugar para encontrarnos pensó

Raisa, Ahora que Magret sabe sobre éste.

Aunque tal vez ella no sería capaz de encontrar el camino de vuelta.

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Raisa se abrió seguramente camino a través de los túneles de hojas, Magret la

seguía casi pisándole los talones, como si estuviera asustada de que Raisa

pudiera irse y dejarla allí varada. Las paredes de madera habían crecido juntas

en algunos lugares, y más de una vez había tenido que empujar a través de las

marañas de ramas.

―Vas‖a‖arruinar‖ése‖vestido‖en‖la‖primera‖postura‖―se‖quejó‖Magret, lamiendo

su dedo y pasándolo por un agujero en la falda de satín de Raisa.

Raisa escuchó a Amon antes de verlo. Estaba dando pasos de un lado para el

otro, murmurándose algo para sí mismo. Al principio pensó que se estaba

quejando porque había llegado tarde, pero parecía que estaba practicando más

una clase de discurso.

―Su‖ Alteza,‖ podría‖ expresar‖ lo‖ honrado‖ que‖ estoy‖ de‖ que‖ usted<‖ ah<‖ lo‖

complacido‖ que‖ estoy‖ de‖ ser‖ recordado<‖gaaaah‖―Él‖ sacudió‖ su‖ cabeza‖ con‖

disgusto‖ y‖ se‖ aclaró‖ la‖ garganta.‖ ―Su‖ Alteza,‖ estoy‖ asombrado<‖ no<‖

sorprendido‖cuando‖usted‖me‖habló,‖y‖espero‖que‖considere‖nuestra‖amistad<‖

¡Por‖la‖sangre‖de‖Hanalea!‖―Exclamó,‖golpe{ndose‖en‖la‖frente―.‖¡Qué‖idiota!

Levantando su mano para indicar que Magret debería quedarse donde estaba,

Raisa‖avanzó‖hacia‖adelante.‖―‖¿Amon?

Él saltó y se giró, su mano fue automáticamente hacia la empuñadura de su

espada. Trato de cambiarlo con un gesto elegante, extendiendo su mano hacia

ella‖ y‖ haciendo‖ una‖ profunda‖ reverencia.‖ ―Su‖ Alteza‖ ―él‖ graznó,‖

enderezándose‖y‖mir{ndole―.‖Usted<‖um<‖luce‖genial.

―¿Su‖Alteza?‖―Se‖dirigió‖hacia‖él,‖con‖el‖satín‖silbando,‖y‖su‖barbilla‖levantada‖

impetuosamente―.‖¿Su‖Alteza?

―Bien‖―dijo,‖sonroj{ndose‖furiosamente―.‖Yo<‖ah<

Ella le agarró las dos manos y miró hacia arriba “bien hacia arriba” pasando por

su‖barbilla‖y‖ su‖nariz‖ hasta‖ sus‖ojos‖grises.‖―Caramba,‖Amon,‖ soy‖yo.‖Raisa.‖

¿Alguna vez en tu vida me has llamado “Su Alteza”?

Él‖ la‖ estudió.‖―Según‖ puedo‖ recordar,‖ hubo‖ varias‖ ocasiones‖ en‖ las‖ que‖me‖

hiciste‖llamarte‖así‖―él dijo secamente.

Su‖rostro‖se‖calentó.‖―¡Nunca‖lo‖hice!

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Él levantó una ceja, una expresión que recordaba bien. Muy molesta.

―Bien‖―concedió―.‖De‖acuerdo.‖Tal‖vez‖unas‖cuantas‖veces.

Se‖encogió‖de‖hombros.‖―Probablemente‖es‖mejor‖si‖me‖acostumbro‖a‖llamarte

así‖―dijo―.‖Si‖voy‖a‖estar‖en‖la‖Corte.

―Supongo‖―dijo.‖Se‖quedaron‖así,‖con‖las‖manos‖juntas‖de‖manera‖incómoda‖

por un momento. De repente estuvo consciente del contacto. Su corazón dio un

brinco.

―Entonces‖―dijo―.‖Luces<bien‖―repitió.‖No‖parecía decidir a dónde debería

mirar, lo que le daba una apariencia más bien como de mirada furtiva.

―Y‖tú‖luces<‖alto‖―le‖contestó,‖retirando‖r{pidamente‖sus‖manos―.‖¿Tienes‖

hambre? Magret trajo algo para tí.

Se estremeció y miró hacia su alrededor, su mirada se dirigió a Magret, y de mal

humor‖la‖vio‖al‖lado‖de‖un‖{rbol‖de‖jade.‖De‖nuevo‖subió‖su‖ceja.‖―¿Trajiste‖a‖

Magret contigo? ¿Aquí?

Raisa‖se‖levantó‖de‖hombros.‖―No‖me‖dejaría‖venir‖de‖otra‖mera.‖Es‖m{s‖difícil‖

estos días.

―Oh‖―dudó―.‖Bien,‖estoy‖hambriento‖―admitió.

Raisa se movió hacia Magret, quien puso la bandeja en una mesa de hierro

forjado en la orilla, encendió las antorchas, y luego se retiró a un banco lo

suficientemente cerca así podría escuchar lo que estaban diciendo.

―Por‖ favor‖―Raisa‖ le‖ dijo‖ a‖Amon―.‖ Siéntate.‖―Se‖ acomodó‖ en‖ una‖ silla‖ y‖

escogió un montón de uvas para picar, aunque todavía estaba llena de la cena.

Estaba feliz de la distracción de la comida, así tendrían que concentrase en algo

más además del uno con el otro.

Amon cuidadosamente se removió la chaqueta del uniforme y la colgó en el

respaldo de la silla. Debajo de eso tenía una camisa blanca de lino. Se recogió

las mangas de la camisa hasta los codos, exponiendo sus brazos musculosos y

bronceados.

―Lo‖ siento‖―dijo,‖ sent{ndose‖ finalmente―.‖ Estoy‖ acostumbrado‖ a‖ lavar‖ mi‖

propia ropa en la Casa Wien, así que mantengo mis puños fuera de la sopa.

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Se comió entusiastamente el pan, queso, y la fruta que Magret había arreglado,

mojándolos con sidra. Miró hacia arriba una vez y encontró a Raisa mirándolo.

―Discúlpame‖ ―dijo,‖ limpi{ndose‖ la‖ boca‖ precipitadamente‖ con‖ una‖

servilleta―.‖ Anduve‖ por‖ un‖ largo‖ camino‖ hoy,‖ así‖ que‖ estoy‖ demasiado‖

hambriento, y además estoy acostumbrado a comer en Cuarteles. Es como

“gracias-para-todos”.

Para Raisa, era un alivio hablar con alguien que no tratara de halagarla. Alguien

que decía lo que pensaba. Que no era tan suave que se sentía tonta.

―Entonces‖―dijo―.‖¿Est{s‖asignado‖a‖la‖Guardia‖éste‖verano?

Él‖asintió,‖masticando,‖y‖tragando.‖―Y‖cada‖verano‖de aquí en adelante.

―¿Estar{s‖trabajando‖mucho?

―Siempre,‖ me‖ aseguraré‖ que‖ la‖ Reina‖ reciba‖ lo‖ que‖ paga‖ su‖ dinero‖ por‖ mi‖

lamentable‖ puesto.‖ ―Puso‖ sus‖ ojos‖ en‖ blanco―.‖ Tal‖ vez‖ pueda‖ verte‖ si‖ soy‖

asignado a tu Guardia Personal. Pero es poco probable como primer año de

Guardia.

―Oh‖―dijo‖Raisa,‖decepcionada.‖Había‖estado‖sola‖desde‖que‖había‖regresado‖

a Fellsmarch de Demonai. Estaba Micah, por supuesto, pero estar con él no era

exactamente relajante, ni siquiera con una chaperona.

Había ansiado estar el verano con el Amon que recordaba. No se le había

ocurrido que estaría tan diferente. O que no tendría nada de tiempo libre.

―Espero‖que‖podamos‖ir‖a‖las‖Cataratas‖Firehole‖de‖nuevo.‖He‖escuchado‖que‖

hay un nuevo geiser que dispara a cincuenta pies en el aire.

―¿En‖serio?‖―Amon‖inclinó‖su‖cabeza―.‖¿No‖has‖ido‖a‖verlo?

―Te‖ estaba‖ esperando.‖ ¿Te‖ acuerdas‖ esa‖ vez‖ que‖ fuimos‖ a‖ nadar‖ a‖ Demon‖

Springs?‖ ―Habían‖ pescado‖ una‖ trucha‖ en‖ el‖ Firehole‖ y‖ cocinaron‖ lo‖ que‖

atraparon en una de las fisuras de vapor del enloquecido paisaje.

―Ah‖―pareció‖incómodo―.‖A‖la‖Reina‖no‖le‖gustaría‖la‖noción‖de‖nosotros‖dos‖

yéndonos por nuestra cuenta.

―¿Por‖qué‖no?

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―Por‖varias‖razones.‖―Se‖detuvo,‖y‖cuando‖no‖respondió,‖agregó―.‖Por‖una‖

cosa, es más peligroso de lo que solía ser.

Raisa tembló‖impacientemente.‖―‖Todo‖el‖mundo‖sigue‖diciendo‖eso.

―Porque‖es‖verdad.

―‖¿Y‖por‖qué‖m{s?

―Soy‖ un‖ soldado,‖ estoy‖ en‖ la‖ Edad.‖ Tú‖ estar{s‖ en‖ la‖ Edad‖ para‖ mitad‖ del‖

verano. Es diferente. Las personas hablarán.

Raisa‖ hizo‖ un‖ sonido‖ de‖ disgusto.‖―Las‖ personas hablaran de todos modos.

―Pero‖sabía‖que‖tenía‖razón.‖Después‖de‖un‖incómodo‖silencio,‖cambio‖el‖tema.

―Cuéntame‖de‖Oden’s‖Ford.

―Bien‖―Amon‖dudó,‖ como‖para‖ estar‖ seguro‖que‖ en‖verdad‖ lo‖ quería―.‖La‖

Academia está dividida por el Río Tamron. La Casa Wien, la Escuela de

Guerreros está a un lado, y Mystwerk, la Escuela de Magos está al otro.

Supongo que pensaron que era mejor mantenerlas separadas, al principio. Ésas

eran las dos primeras, pero hoy en día también hay otras escuelas. Hay

cincuenta plebeyos en la Casa Wien cada año. Vienen de todas partes, de

Tamron, de Fells, de Arden, y Bruinswallow. Algunos de ellos están en guerra

con los otros, pero no se les permite traer eso al Campus. Hay algo llamado la

Paz‖de‖Oden’s‖ Ford‖que‖ es‖ estrictamente reforzado.‖Oden’s‖Ford‖es‖ como‖un‖

pequeño reino. Está al borde entre Tamron y Arden, pero no pertenece a

ninguno.

―¿Dónde‖ te‖ quedas?‖―preguntó‖ Raisa,‖ quit{ndose‖ los‖ zapatos‖ y‖mostrando‖

sus pies debajo del camisón mientras Magret frunció el ceño en desaprobación.

―Toda‖ la‖clase‖se‖queda‖ junta‖hasta‖que‖somos‖Competentes‖―dijo‖Amon―.‖

Luego cada uno escoge su propia casa.

―¿Est{‖bien‖balanceado‖en‖Wien,‖o‖sea‖entre‖chicos‖y‖chicas?‖―Raisa‖preguntó‖

casualmente.

Sacudió‖la‖cabeza.‖―Enviamos‖a‖las‖chicas‖a‖Fells, pero en el Sur las cosas son

diferentes. Tienen unas nociones extrañas sobre las cosas que pueden hacer las

chicas. Algunos dicen que es la influencia de la Iglesia de Malthus.

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―Ah‖ ―Raisa‖ asintió‖ sabiamente,‖ pretendiendo‖ entender.‖ Amon‖ parecía‖ tan‖

informado, tan recorrido a su lado, y eso que era la heredera de la Princesa en el

Reino. ¿No debería saber de éstas cosas? ¿Su madre, la Reina, sabía sobre esas

cosas? Tal vez no. Marianna nunca había viajado fuera del reino, tampoco.

Raisa fue embargada por un repentino deseo de ir a algún lugar, a cualquier

lugar, fuera de Fells.

―Tres‖cuartas‖partes‖son‖hombres,‖y‖una‖cuarta‖parte‖chicas‖―Amon‖siguió―.‖

Las chicas se mantenían. Aunque ser un Soldado no es cuestión sólo de fuerza

bruta, como algunos de los sureños‖han‖dicho‖―se‖rió.

―¿Entonces‖ que‖ hacen?‖ ―preguntó―.‖ ¿Hacen‖ trabajo‖ sentado‖ o<‖ o‖ se‖

ejercitan‖ o‖ qué?‖ ―De acuerdo ―pensó,‖ mir{ndolo‖ de‖ reojo.‖ El trabajo de

escritorio no pone esos músculos en tus brazos y pecho.

―Algo‖de‖salón,‖otro‖poco‖de‖aplicación‖―dijo Amon, pareciendo complacido

por‖su‖interés―.‖Entrenamos‖en‖Estrategia,‖Geografía,‖Equitación,‖Armas,‖toda‖

esa clase de cosas. Estudiamos grandes batallas en la Historia y analizamos los

resultados. Cuanto más avanzando estés, más aplicación práctica.

―Me‖gustaría‖ir‖―Raisa‖espetó.

―¿En‖ verdad?‖ ―Amon‖ parecía‖ sorprendido―.‖ Bien,‖ sería‖ demasiado‖

peligroso, creo. Estos días, sólo llegar e irse de la escuela es todo un desafío.

―¿Y‖por‖qué?‖―Raisa‖levantó‖su‖collar.‖Tal‖vez‖su‖anhelo‖de‖tierras‖extranjeras

venía por parte de su padre viajero.

―Sabes‖ que‖ hay‖ Guerra‖ Civil‖ en‖ Arden<‖ cinco‖ hermanos‖ luchando‖ por‖ el‖

trono, cada uno con un ejército. Así que si estas en la Edad Militar en el Sur,

incluso si sólo estás pasando, corres el riesgo de ser tomado en el Ejército de

alguien.‖Cualquier‖Edad‖Militar‖est{‖definida‖ampliamente<‖de‖los‖diez‖a‖ los‖

dieciocho y sus alrededores.

Él se alejo de la mesa, estirando sus piernas, masajeando los músculos de sus

muslos‖ que‖ le‖ dolían.‖ ―Adem{s,‖ nunca‖ sabes‖ cu{ndo‖ te‖ enfrentas a líneas

enemigas o si caminas directo a una batalla. Hay bandas de mercenarios entre

las personas de todas partes. Estos días, las personas ni siquiera tratan de

identificarte antes de que te ejecuten.

―Mi‖pap{‖est{‖en‖Arden‖―dijo‖Raisa‖con‖un‖escalofrío―.‖¿Lo‖sabías?

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Él‖asintió.‖―Da‖me‖dijo‖―se‖detuvo,‖pareciendo‖como‖si‖desear{‖retractarse‖de‖

lo‖ que‖ había‖ dicho―.‖ Él‖ es‖ Demonai,‖ y‖ se‖ asegurar{‖ de‖ estar‖ bien.‖ ¿Cu{ndo‖

regresa a casa?

Ella‖sacudió‖la‖cabeza.‖―No‖tengo‖idea.‖Desearía‖que‖viniera.‖Sólo‖me‖siento<‖

intranquila,‖¿Sabes?‖Como‖si‖algo‖fuera‖a‖pasar‖―Raisa‖pensó‖en‖lo‖que‖Edon‖

Byme había dicho, sobre la anarquía en el campo y sobre la necesidad de un

guardia en una simple caza. ¿Qué más estaba pasando que ella no sabía?

―¿Piensas‖que‖deberíamos‖estar‖haciendo‖algo‖diferente?‖―preguntó―.‖Sobre‖

las guerras, quiero decir.

Se‖puso‖rojo.‖―No‖es‖mi‖labor<

―¡No‖me‖ importa‖ si‖ lo‖ es‖o‖no!‖―se‖ reclinó‖ sobre‖ la‖mesa‖hacia‖ él―.‖Quiero‖

saber qué es lo que piensas. Sólo entre nosotros.

Amon la estudió, como si no estuviera seguro de si creerle o no.

Cuando sea Reina, Raisa pensó de mal humor, Las personas no temerán el decir

lo que piensan.

―¿Sólo‖entre‖los‖dos?

Ella asintió.

―Bien‖―dijo,‖sus‖ojos‖grises‖firmes‖sobre‖los‖de‖ella―.‖Da‖y‖yo‖hemos‖estado‖

hablando. La guerra civil en Arden no va a durar por siempre. Si fuera así, se

quedarían sin soldados. Uno de esos sangrientos hermanos Montaigne va a

llegar a la cima, y cuando lo haga, va a necesitar dinero. Buscará al Norte, al

Sur, y al Oriente por territorios nuevos. Pensamos que estas cosas que estamos

haciendo ayudarán a protegernos en el futuro.

―¿Cómo‖cuales?

―Deshacernos‖de‖ los‖mercenarios‖―dijo‖Amon‖francamente―.‖Siempre‖est{n‖

por ahí en venta, y los Montaigne son traicioneros. Necesitamos un ejército que

sea incuestionablemente leal, hecho de nativos. Incluso si es pequeño. De otra

manera la Reina sería despojada del trono por sus propios soldados.

―Pero‖―Raisa‖se‖mordió‖el‖labio―.‖¿De‖dónde‖podríamos‖conseguir‖reclutas?‖

La época está difícil. ¿Quién sería voluntario?

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Él‖ encogió‖ los‖ hombros.‖ ―Hombres‖ de‖ Fell‖ est{n‖ vendiendo‖ sus‖ espadas‖ a‖

Arden‖―dijo―.‖Mientras‖tanto,‖estamos‖trayendo‖problemas‖del‖Sur.‖¿Para‖qué‖

pagarle a extranjeros para que peleen por nosotros? Hay que darles a las

personas una razón para permanecer al lugar al que pertenecen.

―¿Qué‖razón?‖―Raisa‖preguntó.

―No‖lo‖sé.‖Algo‖por‖lo‖que‖luchar,‖algo‖en‖qué‖creer.‖Una‖vida‖digna‖―levantó‖

sus‖manos―.‖Como‖si‖fuera‖un‖experto,‖sólo‖soy‖un‖Cadete,‖pero‖es‖lo‖que‖mi‖

mamá piensa.

―Sabes‖sí<‖¿El‖capit{n‖Byme‖ha‖discutido‖esto‖con‖la‖Reina?‖―Raisa‖preguntó.

Amon apartó la mirada, desdoblándose las mangas con una atención

exagerada.‖ ―Él‖ ha‖ tratado.‖ Pero‖ la‖ Reina‖ Marianna‖ tiene‖ un‖ montón‖ de‖

Consejeros,‖y‖pap{‖sólo‖es‖el‖Capit{n‖de‖su‖Guardia‖―Raisa‖tenía la sensación

que había dejado mucho sin decir.

―¿Qué‖ hay‖ sobre‖ el‖ general‖ Klemath?‖ ¿Qué‖ piensa‖ él?‖ ―preguntó‖ Raisa.‖

Klemath era el papá para Kim y Keith, sus persistentes pretendientes.

―Bien‖―dijo‖Amon,‖sob{ndose‖el‖puente‖de‖su‖nariz―.‖Él‖es‖uno‖de los que

trajo lo de los mercenarios en primer lugar. No le agrada mucho eso de apoyar

un cambio.

―Tenemos‖magos‖―dijo‖Raisa,‖pensando‖que‖este‖era‖el‖tipo‖de‖conversación‖

que‖ ella‖ debería‖ estar‖ teniendo‖ con‖ su‖madre―.‖ Tenemos‖ a‖ Lord‖ Bayas‖ y‖ al‖

resto del Consejo. Nos protegerán de los Flatlanders.

―Cl{ro‖―Amon‖asintió―.‖Si‖puedes‖confiar‖en‖ellos.

―Te‖has‖convertido‖en‖un‖ cínico‖en‖el‖Sur‖―dijo‖Raisa,‖ frot{ndose‖ los‖ojos‖y‖

d{ndose‖cuenta‖que‖había‖sido‖un‖largo‖día―.‖Ya‖no‖confías‖en‖nadie.

―Así‖es‖como‖te‖mantienes‖vivo‖en‖el‖Sur‖―dijo‖Amon,‖mirado‖la‖fuente.

Raisa‖escondió‖un‖bostezo.‖―Así‖es‖como‖lidias‖con‖los‖pretendientes‖también.‖

No confías en ninguno de ellos.

La‖cabeza‖de‖Amon‖se‖inclinó‖un‖poco.‖―¿Pretendientes?‖¿Ya‖empezó‖eso?

―¿Ya?‖―Raisa‖se‖encogió‖de‖hombros―.‖Ya‖tengo‖casi‖dieciséis.‖Mi‖mam{‖se‖

casó cuando tenía diecisiete.

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Amon‖parecía‖horrorizado.‖―Pero‖no‖te‖tienes‖que‖casar‖ahora‖mismo,‖¿o‖sí?

Raisa‖sacudió‖la‖cabeza.‖―No‖me‖voy‖a‖casar‖pronto‖―declaró‖planamente―.‖

No‖ en‖ años‖y‖ años‖―agregó,‖ cuando‖Amon‖no‖ parecía‖m{s‖ seguro―.‖Mam{‖

todavía‖es‖joven,‖y‖reinara‖por‖mucho‖m{s‖tiempo.‖―A‖Raisa‖le‖alegro‖estar‖en‖

el rol de experta por lo menos una vez. Ansiaba eso del cortejo, pero el

matrimonio era toda otra cosa.

―¿Te‖ tendr{s‖ que‖ casar‖ con un‖ hombre‖ viejo?‖ ―Preguntó‖ Amon,‖ con‖ esa‖

tendencia‖familiar‖Byrne―.‖No‖es‖que‖crea‖que‖tu‖pap{<‖bueno,‖él‖es‖un‖poco‖

viejo para la Reina es todo lo que estoy diciendo.

―Eso‖depende.‖Podría‖casarme‖con‖alguien‖de‖la‖realeza‖o‖algún‖rey‖o‖príncipe‖

desde Tamron o Arden. Podría ser un hombro viejo, supongo. Esa es una buena

razón para posponer el matrimonio tanto como sea posible.

¿Había su madre amado a su padre? Se preguntó Raisa. ¿O habría sido

puramente una unión política? Antes de que se hubiera ido a Demonai, parecía

que ellos habían sido más una familia. ¿Cuánto tendría que ver lo que había

visto entre sus padres para su total aversión por el matrimonio?

Miró hacia arriba para encontrar a Amon mirándola. Él aparto rápidamente la

mirada, pero había visto la simpatía en sus ojos grises.

Él era tan diferente a Micah. Micah era intoxicante, siempre retando todo en lo

que creía. Amon era cómodo, como un par de mocasines. Y aún así, los cambios

en él eran intrigantes.

Ella miró a Magret. Su nodriza sonaba medio dormida, estirada en uno de los

bancos del parque, con su boca abierta y roncando.

―Bien‖―dijo‖Amon,‖siguiendo‖su‖mirada―.‖La‖hemos‖perdido‖―se‖levantó―.‖

Tengo que trabajar al amanecer. Con su permiso, diré Buena Noche.

Parecía muerto de cansancio en sus pies, Raisa pensó con un poco de culpa.

―Por‖ supuesto.‖ Pero‖ primero,‖ tengo‖ algo‖ que‖ mostrarte‖ ―dijo,‖ todavía‖ sin‖

querer‖dejarlo‖ir.‖Todavía‖queriendo‖renegociar‖alguna‖nueva‖clase‖de‖trato―.‖

Hay un pasaje secreto. Es como un atajo. Podemos ir por allí.

Amon‖lo‖dudó,‖frunciendo‖el‖ceño.‖―‖¿A‖dónde‖conduce?

―Ya‖ver{s‖―Raisa‖dijo‖misteriosamente.

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Amon‖movió‖su‖cabeza‖hacia‖Magret.‖―¿Qué‖hay‖sobre‖ella?

―Déjala‖dormir‖―dijo‖Raisa―.‖Parece‖lo‖suficientemente‖cómoda.

―Tal‖vez‖nunca‖pueda‖encontrar‖por‖sí‖sola‖la‖salida‖―Amon‖dijo.

―Te‖prometo‖venir‖a‖buscarla‖por‖la‖mañana‖―dijo‖Raisa.‖Levantando‖una‖de‖

las antorchas, empezó a caminar, entre paredes de verdeja, sin mirar hacia atrás

para ver si Amon la estaba siguiendo, pero pronto escuchó el crujir de sus botas

sobre el suelo.

Hicieron un círculo una y otra vez hasta que llegaron al centro el laberinto. Allí,

un exquisito templo de hierro forjado estaba en la mitad de una maraña de

rosas viejas y unos jardines cubiertos de fragancia. Madreselvas y Glicinas

entrelazadas sobre los enrejados cubrían el techo, colgando cerca del suelo, y

dándole la apariencia de una cueva o enramada de los amantes. Incluso Raisa

tuvo que bajar su cabeza para entrar.

Hojas y ramitas estaban en el piso. A un lado había un altar para el Creador,

centrado un semicírculo de bancos de piedras, con espacio para nada más que

una docena de adoradores.

Una ventana llena de vitrales al otro lado tenía a Hanalea en batalla, con su

espada elaborada, y su cabello volando. A la luz de día, cuando el sol brillaba

por allí, enviaba ríos de color lavanda todo el piso de piedra.

En la mitad de los adoquines de piedra había un plato de metal con rosas

salvajes grabadas. Raisa se arrodilló y limpió lo que quedaba con su mano.

―Bajo‖aquí‖―dijo,‖señalando―.‖Tienes‖que‖levantarlo.

Poniendo su antorcha en el soporte de la pared, Amon agarró uno de los anillo

en el plato y jaló, balanceándose sobre sus talones. Las bisagras chirriaron, el

plato se movió, seguido por una corriente de aire.

Amon miró hacia Raisa.‖―‖¿Cu{ndo‖fue‖la‖última‖vez‖que‖estuviste‖aquí?

Raisa‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Tal‖ vez‖ hace‖ dos‖ meses.‖ Es‖ difícil‖ porque‖

siempre hay gente alrededor.

―Mejor‖voy‖primero‖―dijo‖Amon,‖mirando‖su‖bostezo‖de‖manera‖escéptica―.‖

Quien sabe que habrá pasado aquí desde tú última vista.

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―Hay‖una‖ladera‖por‖ese‖lado‖―dijo‖Raisa.

Poniendo sus manos al otro lado de la entrada, Amon bajo por sí solo hasta que

sus pies encontraron uno de los primeros peldaños. Empezó a descender hasta

que su cabeza y sus hombros desaparecieron por debajo del nivel del piso. Se

detuvo en ese punto y alcanzó su mano. Raisa le entregó una antorcha, y

reanudó su descenso hasta llegar dos plantas más abajo.

Él miró hacia arriba y ella pudo observar su rostro bajo la luz de la antorcha.

Parecía‖muy‖distante.‖―Parece‖un‖ largo‖camino‖―dijo‖él‖―.‖No‖creo‖que‖sea‖

tan buena idea

―Est{‖bien‖―dijo,‖ con‖m{s‖confianza‖de‖ la‖que‖en‖verdad‖sentía―.‖He‖ ido‖y‖

venido una y otra vez.

Sólo no en babuchas y un delgado vestido de satín, ella pensó que debió haber

agregado, pero no lo hizo.

―Salgamos‖por‖donde‖vinimos‖―estuvo‖de‖acuerdo‖Amon,‖sacando‖su‖pies―.‖

Puedes‖mostrarme‖el‖atajo‖otro‖día,‖cuando‖estés<‖umm<‖vestida‖para‖eso.

―¿Cu{ndo‖vamos‖a‖tener‖otra‖oportunidad?‖―Raisa‖dijo‖tercamente―.‖Como‖

dije, siempre hay gente por aquí, y vas a estar trabajando cada día.

Sabía que estaba siendo poco razonable, pero estaba cansada y se sentía

engañada. Enfrentó el prospecto de un verano por sí sola de nuevo, para todos

los propósitos, cuando querría aventurarse con Amon.

―Voy‖para‖allí‖―advirtió‖Amon,‖sosteniéndose‖con‖ambas‖manos.

―Y‖ yo‖ voy‖ para‖ abajo‖ ―dijo‖ Raisa‖ ruidosamente,‖ gir{ndose‖ y‖ buscando‖ el‖

primer peldaño.

―Sólo‖espera‖un‖minuto,‖¿de‖acuerdo?‖―Desapareció‖de‖su‖vista,‖pero‖podía‖

escucharlo moviéndose por allí, y vio la antorcha reflejándose en las paredes.

Se dio cuenta del pie en el escalón, y la miró, con una pequeña mancha de polvo

en‖su‖mejilla‖derecha.‖―Est{‖claro,‖ sólo‖hay‖unas‖cuantas‖ ratas,‖ es‖ todo.‖Baja,‖

pero ten cuidado.

Eso era más fácil de decir que de hacer. Los peldaños estaban lejos, era difícil

arreglárselas para que alguien de su tamaño en las mejores circunstancias, y era

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casi imposible en su vestido. Sus babuchas no le daban ningún agarre en los

peldaños de metal. Se enganchó su vestido sobre las rodillas, doblándolo a un

lado y sosteniéndolo con la otra, preguntándose qué clase de vista se le

presentaría a Amon allí abajo.

Estaba a la mitad del camino cuando perdió su agarre en la calera de metal, se

tambaleó por un momento, con sus brazos volando, y luego cayó gritando por

el espacio.

Aterrizó en uno de los brazos de Amon. Él retrocedió unos cuantos escalones, y

por un momento pensó que ambos caerían, pero el recobró su equilibrio y

termino reclinándose contra la pared, respirando fuerte y acunándola contra la

chaqueta de lana de su uniforme. Podía escuchar su corazón latir justo junto a

su oído.

―¡Por‖los‖huesos‖sangrientos‖de‖Hanalea!‖―dijo,‖con‖su‖rostro‖a‖unos‖cuantos‖

centímetros de ella, sus ojos grises estaban oscuros y turbios como el Océano

Indio‖ en‖ Invierno,‖ y‖ su‖ rostro‖ como‖ una‖ tiza‖ blanca―.‖ ¿Est{s‖ loca,‖ Raisa?‖

¿Querías matarte?

―Por‖supuesto‖que‖no‖―dijo‖ferozmente,‖gracias‖a‖su‖miedo―.‖Sólo‖me‖resbale‖

es todo. Bájame.

Pero él parecía decidido a leer su comportamiento muy cerca. ―Nunca‖

escuchas. Siempre tienes que hacer lo que quieres, incluso si eso significa

romperte el cuello.

―No‖hago‖siempre‖lo‖que‖quiero‖―dijo.

―¿Sí?‖ ¿Qué‖ hay‖ sobre‖ esa‖ vez‖ que‖ sólo‖ tenías‖ que‖ montar‖ ese‖ Flatlanders?‖

¿Cómo era su nombre? ¿Deathwish? ¿Devilspawn? Tenías que subir una cerca

para montarlo, tenía su espalda tan ancha y sus piernas tan pegadas en línea

recta,‖pero‖nada‖hizo‖que‖no‖le‖dieras‖la‖oportunidad‖―Él‖se‖burlo―.‖Ese‖fue‖el‖

paseo más corto del mundo.

Se había olvidado del molesto hábito de Amon de repetir las viejas historias que

prefería olvidar. Raisa se encogió de hombros y pateó, tratando de liberarse.

Estaba definitivamente más fuerte de lo que recordaba. Incluso aunque fuera

más pequeña, siempre había sido capaz de mantener su propia fuerza de

personalidad. O algo más.

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―Nunca‖ piensas‖ en‖ el‖ desastre‖ que‖ dejas‖ ―dijo‖ Amon―.‖ Si‖ te‖ hubieras‖

quebrado la cabeza y estuviera de alguna manera envuelto, mi papá no dejara

lo suficiente de mí para que los cuervos lo encuentren.

―¿Qué‖pasó‖con‖lo‖de‖“Si gusta, Su Alteza” y el “Con su permiso, Su Alteza”?

―exigió‖Raisa―.‖Por‖última‖vez,‖b{jame,‖o‖llamaré‖a‖la‖Guardia.

Amon pestañeó hacia ella, y no pudo evitar ver que tenía unas pestañas muy

gruesas sobre sus ojos grises. Con cuidado, la bajó hasta que quedó de pie y

retrocedió.‖―Mis‖disculpas,‖Su‖Alteza‖―dijo,‖su‖rostro‖se‖había‖puesto‖blanco‖y‖

duro―.‖¿Podría‖irme‖entonces?

Y justo así de rápido, su ira se había ido, reemplazada por remordimiento. Sus

mejillas se encendieron. ¿Cómo podrían ser amigos si seguía exigiéndole usar el

rango?

―Lo‖ siento‖―susurró,‖ poniendo‖ su‖mano‖ en‖ el‖ hombro‖de‖Amon―.‖Gracias‖

por salvar mi vida.

Él‖continuó‖mir{ndola‖con‖la‖cabeza‖erguida.‖―Es‖mi‖labor,‖Su‖Alteza,‖como‖un‖

miembro de la Guardia de la Reina.

―¿Podrías‖parar?‖―dijo‖Raisa‖desesperadamente―.‖Dije‖que‖lo‖siento.

―Ninguna‖disculpa‖es‖necesaria,‖Su‖Alteza‖―dijo‖Amon,‖mirando‖a‖la‖mano‖en‖

su‖manga―.‖Ahora,‖¿Hay‖algo‖m{s<?

―Por‖ favor,‖no‖ te‖vayas,‖Amon‖―dijo‖Raisa,‖ liberando‖su‖brazo‖y‖mirando‖a‖

sus babuchas arruinadas―.‖En‖realidad,‖puedo‖tener‖un‖amigo,‖aunque‖no‖me‖

lo‖merezca‖―aclaró‖su‖garganta―.‖¿Crees‖que‖eso‖es‖posible?

Hubo una larga pausa. Luego Amon puso dos dedos sobre la barbilla de ella, y

ella inclinó su cabeza y lo miró, y el movimiento hizo que las lágrimas se

derramaran por sus mejillas. Él se estaba dirigiendo hacia ella, su rostro estaba

muy cerca, y antes de que supiera lo que estaba haciendo, deslizó sus brazos

alrededor de su cuello y lo besó en los labios.

Tal vez él estaba pensando en besarla también, pero presionó sus manos en

contra de su cintura, levantándola un poco hacia él así que sus pies casi dejan el

suelo. Él le regreso el beso con una habilidad e intensidad sorprendente. Sus

labios eran un poco duros y quemados por el viento, pero en una buena

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manera, y Raisa no estaba lista para detenerse cuando rompió el beso y

retrocedió, con sus ojos grises bien abiertos en señal de alarma.

―Lo‖ siento,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo,‖ enrojeciéndose,‖ y‖ levantando‖ sus‖ manos―.‖

Perdóname,‖yo‖no‖quise<

―Ll{mame‖ Raisa‖ ―dijo Raisa, moviéndose hacia él de nuevo, intentando

alcanzarlo.

―Por‖favor<‖Raisa‖―Él‖agarró‖sus‖hombros,‖sosteniéndola‖a‖la‖longitud‖de‖sus‖

brazos―.‖‖No‖sé‖lo‖que<‖No‖podemos‖hacer‖esto.

Raisa‖ pestañeó‖ hacia‖ a‖ él.‖ ―Es‖ sólo‖ un‖ beso‖ ―dijo,‖ sintiéndose‖ un‖ poco

herida―.‖Ya‖me‖habían‖besado‖antes.

Estaba Micah, por supuesto, y luego estaba el intenso Reíd Nightwalker

Demonai, uno de los guerreros del Campamento Demonai. Will Mathis, Keith

Klemath —no Kip— y probablemente uno y otros dos más.

―No‖lo‖debí‖haber‖dejado que sucediera, soy un Soldado, y estoy en la Guardia

de‖la‖Reina.‖Si‖mi‖padre<

―Oh,‖deja‖a‖tu‖padre‖―se‖quejó‖Raisa―.‖No‖tiene‖que‖saber‖nada.

―Sabe‖cosas.‖No‖sé‖cómo.‖Y‖ lo‖sabría‖―De‖manera‖ incómoda,‖Amon‖metió‖a‖

tientas su mano en el bolsillo, busco un pañuelo y se lo entregó.

Sabía que lo del beso se había acabado. Por el momento, de todos modos.

―Cuando‖te‖vi‖en‖la‖cena,‖lucías‖como‖una‖princesa‖―dijo,‖evitando‖poner‖sus‖

ojos‖en‖su‖rostro‖lleno‖de‖l{grimas―.‖Quiero‖decir,‖siempre‖lo‖he‖sabido,‖pero

parecías‖tan‖diferente‖a‖lo‖que‖recordaba.‖Algo‖como<‖remoto.‖No‖lo‖que‖había‖

esperado.

―Tú‖también‖luces‖diferente‖―dijo‖Raisa,‖limpi{ndose‖los‖ojos―.‖Ni‖siquiera‖te‖

reconocí‖ hasta‖ que‖ tu‖madre‖ dijo‖ tu‖ nombre‖―Se‖ las‖ arreglo‖ para‖ darle‖ una‖

sonrisa serena―.‖Est{s<‖muy,‖muy‖apuesto,‖sabes.‖Debes‖tener‖un‖montón‖de‖

admiradoras.‖―No‖ pudo‖ evitar‖ pensar‖ que‖ había‖ adquirido‖ algo‖ de‖ pr{ctica‖

para besar desde la última vez que lo vio.

Él‖ se‖ encogió‖de‖hombros,‖pareciendo‖avergonzado.‖―No‖hay‖mucho‖ tiempo‖

para admiradoras‖en‖Oden’s‖Ford‖―dijo.

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―Magret‖dijo‖que‖soy‖desobediente‖y‖consentida.‖Mi‖madre‖dice‖que‖soy‖terca.‖

A veces trato de hacer lo que quiero, pero creo que es porque nunca pude hacer

lo‖ que‖ quería‖ en‖ lo‖ que‖ importaba‖―Lo‖miró―.‖No‖ llegaré‖ a‖ escoger‖ donde

vivir, o con quién casarme, o ni siquiera quienes serán mis amigos. Mi tiempo

nunca‖ ser{‖ mío‖ ―Se‖ limpió‖ la‖ nariz,‖ sintiéndose‖ mal‖ por‖ el‖ pañuelo‖ de‖

Amon―.‖ No‖ es‖ no‖ quiera‖ ser‖ Reina,‖ creo.‖ Supongo‖ que‖ no‖ quiero‖ ser‖ como‖

mamá.

―Entonces‖ no‖ lo‖ seas‖ ―dijo Amon, como si fuera la cosa más simple del

mundo.

―Pero‖la‖mayoría‖de‖chicas‖amarían‖ser‖ella‖―dijo‖Raisa,‖pareciendo‖culpable,‖

como‖ si‖ alguien‖ los‖ fuera‖ a‖ escuchar‖ en‖ el‖ oscuro‖ túnel―.‖ Y‖ no‖ sé‖ cómo‖ ser‖

diferente. No quiero estar a la merced de los Consejeros. ¿Pero cómo haces que

las cosas funcionen? Aparte de tocar el laúd o manejar el bordado, quiero decir.

Por lo menos sé cómo montar un caballo y estar por los bosques y disparar una

flecha por mi tiempo en Demonai. Mi papá me puso bien en el camino para ser

un comerciante. Pero eso y la costura no son suficientemente buenos para una

Reina.

―Bien,‖ pues‖ no‖ soy‖ un‖ erudito‖ ―dijo‖ Amon,‖ reclin{ndose‖ contra‖ la‖ pared,‖

asegur{ndose‖de‖que‖Raisa‖no‖lo‖fuera‖a‖atacar‖de‖nuevo―.‖Pero‖hay‖personas‖

en Fellsmarch que saben cosas. Los Oradores en el Templo, por ejemplo. Hay

una biblioteca gigante allí.

―Supongo‖ ―dijo‖ Raisa―.‖ Es‖ toda‖ una‖ prueba‖ rigurosa‖ para‖ ingresar‖ allí.‖

Algunas‖veces‖me‖gustaría‖ ser‖ invisible.‖―Se‖movió‖ irritada―.‖Ni‖ siquiera‖ sé‖

que está pasando en el mundo. Los Consejeros de mamá sólo le dicen lo que

quiere oír, o estar promoviendo sus propias agendas. Las personas dicen que

los escucha demasiado.

Las personas eran la abuela Elena, entre otros.

―¿Ahora‖quien‖es‖la‖cínica?‖―dijo‖Amon―.‖Tal‖vez‖necesitas encontrar por ti

misma‖algunos‖ojos‖y‖oídos‖honestos.‖―Bostezó‖y‖se‖frotó‖los‖ojos.

―¡Oh!‖―dijo‖ Raisa,‖ afligida―.‖ Lo‖ lamento.‖ Dijiste‖ que‖ tenías‖ que‖ levantarte.‖

―Hace‖ media‖ hora,‖ estaba‖ siendo‖ egoísta‖ y‖ desconsiderada‖ como‖ siempre.‖

Trató de ignorar la voz en su cabeza que decía Eso es lo que las Reinas hacen.

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―Vamos,‖apresurémonos‖―dijo,‖moviendo‖una‖de‖las‖antorchas,‖conduciendo‖

por el camino del túnel, tratando de ignorar los chillidos de las ratas y los ojos

reflejados de las criaturas que miraban desde las imperfecciones de las paredes

y siguió adelante.

Amon‖no‖tenía‖problema‖manteniéndose,‖con‖sus‖largas‖piernas.‖―¿Cómo‖este‖

llegó‖pasaje‖aquí?‖―preguntó―.‖¿Y‖quién‖m{s‖sabe‖sobre‖él?

Raisa‖se‖quitó‖una‖telaraña‖del‖rostro.‖―Lo‖encontré‖después‖de‖que regresé de

Demonai‖―dijo―.‖Es‖realmente‖viejo.‖No‖sé‖quien‖lo‖hizo,‖y‖no‖conozco‖a‖nadie‖

que sepa sobre él. No le he dicho a nadie más que a tí.

A lo último llegaron a la cámara circular de piedra que quería decir el fin de su

viaje.

―Aquí‖estamos‖―dijo‖Raisa, poniendo la antorcha en un soporte que estaba en

el piso. Se reclinó sobre la pared y empujo a un lado el estante que había puesto

en la entrada.

―¿Dónde‖estamos?‖―preguntó‖Amon,‖desconcertado.

―Ya‖ver{s‖―dijo‖Raisa,‖abriéndose‖camino‖por‖unos‖cuantos zapatos y botas, y

empujando unos vestidos llamativos en los bastidores.

Su habitación era fría y oscura, el fuego ardía en la chimenea, su camisón

todavía descansaba sobre la cama.

Amon salió del closet detrás de ella y miró alrededor. Sus ojos se ampliaron y

parecía‖un‖poco‖lleno‖de‖p{nico.‖―Raisa<‖¿Es‖ésta‖tú‖habitación?

―Sí‖―dijo‖ Raisa‖ de‖manera‖ informal.‖ Cruzó‖ a‖ la‖ chimenea‖ y‖ atizó‖ el‖ fuego,‖

poniendo otro leño.

―Sangre‖del‖demonio‖―dijo‖Amon―.‖ ¿Hay‖un‖pasaje‖ secreto‖ en‖ las‖paredes‖

que guían a tu habitación? ¿Eso no te preocupa?

Lo‖ miró.‖ ―No.‖ ¿Por‖ qué...‖ debería?‖ ―La‖ verdad,‖ no‖ la‖ preocupaba.‖ Había‖

estado concentrada en la conveniencia de tener los medios para ir y salir sin

pasar por los ojos de nadie en los ocupados corredores del palacio.

―Alguien‖hizo‖esto‖―dijo‖Amon―.‖¿Quién‖m{s‖podría‖saber‖sobre‖él?

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―Éste‖apartamento‖ha‖estado‖cerrado‖durante‖cientos‖de‖años‖―dijo‖Raisa―.‖

Tal vez miles. Deberías haber visto la manera en la que se veía antes de que la

limpiáramos. Alguien lo hizo, pero sea quien sea debió haber muerto hace

mucho tiempo.

Amon estaba examinando el panel deslizante, pasando sus manos sobre la

madera‖ moldeada‖ alrededor.‖ ―Deberías‖ tenerlo‖ cerrado‖ Raisa.‖ Cerrarlo‖

permanentemente.

―Te‖ preocupas‖ demasiado‖ ―dijo‖ Raisa―.‖ He‖ estado‖ aquí‖ por tres meses y

ningún monstruo ha llegado por allí.

―Lo digo en serio. Voy a hablar con mi padre sobre esto.

―No‖lo‖har{s‖―dijo‖Raisa―.‖Prometiste‖que‖no‖lo‖harías.

Inclinó‖ su‖ cabeza.‖ ―No‖ recuerdo‖ haber‖ prometido‖ nada.‖ De‖ todas‖ maneras‖

―siguió―.‖Veré‖si‖hay‖una‖manera‖de‖asegurarlo.‖Eso‖debería‖hacer.‖―Cruzó‖

una pequeña dispensa, de repente de mala gana al verlo ir.

―¿Quieres‖algo‖m{s‖de‖comer?

Él‖sacudió‖su‖cabeza,‖sonriendo‖tristemente.‖―Mejor‖me‖voy.‖No‖queremos‖que‖

nadie me encuentre aquí.

Raisa sacudió‖su‖cabeza.‖―Supongo‖que‖no‖―dijo.‖Se‖sintió‖triste‖y‖confundida.‖

Por el otro lado, extrañaba el Amon que había conocido en su infancia, una

amistad que nunca sería lo misma. O por el otro lado, sentía una sensación de

posibilidad, una extraña fascinación con este nuevo Amon y todo lo que

pudiera hacer o decir.

Lo acompañó a la puerta y pasaron juntos hacia el corredor.

―Gracias‖por‖la‖cena‖―dijo―.‖Estoy‖muy‖cansado‖de‖ésa‖comida‖sureña‖―se‖

detuvo,‖y‖aclaró‖su‖garganta―.‖No‖te‖olvides‖del‖túnel.

―Lamento haberte‖tenido‖hasta‖tan‖tarde‖―dijo‖Raisa,‖sin‖sentirlo―.‖Pero‖estoy‖

muy‖ feliz‖ de‖ que‖ estés‖ en‖ casa.‖ ―Puso‖ sus‖ manos‖ sobre‖ su‖ hombro‖ para‖

equilibrarse y luego se empinó besándolo en la mejilla.

―Así‖que‖aquí‖es‖donde‖has‖estado‖durante‖toda‖la‖noche‖―alguien dijo en una

voz tan fría como el beso del demonio.

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Raisa se alejó de Amon y se giró, sabiendo mientras lo hacia que era algo malo

―algo‖por‖lo‖que‖se‖sentía‖culpable―‖lo‖que‖estaba‖haciendo.

Era Micah Mayaer, sus oscuros ojos brillaban a la luz de los apliques. Un fuerte

olor de vino decía que había estado bebiendo.

―¿Qué‖est{s‖haciendo‖aquí?‖―le‖preguntó,‖sabiendo‖que‖la‖mejor‖defensa‖era‖

una‖buena‖ofensa―.‖¿Merodear‖por‖ la‖torre‖de‖ la‖ ‖Reina‖en‖plena‖mitad‖de‖la‖

noche?

―Debería‖ hacerle‖ a‖ éste‖ Soldado la‖ misma‖ pregunta‖―Micah‖ dijo―.‖ Parece‖

estar<‖fuera‖de‖lugar.

―Su‖Alteza‖me‖pidió‖que‖ la‖escoltara‖de‖nuevo‖a‖su‖habitación‖―dijo‖Amon,‖

tropezando‖ en‖ la‖ misma‖ excusa‖ que‖ ella‖ y‖ Micah‖ siempre‖ usaban―.‖ Ya‖ me‖

estaba yendo.

―Puedo‖ verlo‖―dijo‖Micah―.‖ Pensé‖ que‖ tenías‖ dolor‖ de‖ cabeza‖―le‖ dijo‖ a‖

Raisa.

―Lo‖tenía‖―contestó.‖Se‖giró‖hacia‖Amon―.‖Buenas‖Noches‖y‖gracias,‖Soldado‖

Byrne.

Se giró y entro a la habitación, pero Micah agarró su brazo, la fuerza del agarre

estaba‖ lastimando‖ su‖ carne.‖ ―Espera‖ ―dijo―.‖ No‖ te apresures, necesito

entender algo.

Raisa‖trató‖de‖liberarse.‖―Micah,‖estoy‖muy‖cansada.‖¿Podemos‖hablar‖de‖esto‖

mañana?

―Creo‖que‖deberíamos‖hablar‖de‖esto‖ahora‖―dijo‖Micah,‖mirado‖a‖Amon―.‖

Ya que estamos todos juntos.

―¡Déjame‖ir!‖―dijo‖Raisa,‖tratando‖de zafar sus dedos con su mano libre.

De repente la espada de Amon estaba en su mano y señalaba a Micah.

―Atr{s‖―dijo‖Amon―.‖La‖heredera‖Princesa‖ha‖dicho‖que‖la‖sueltes,‖te‖sugiero‖

que lo hagas.

Micah pestañeó, luego miró a su mano en el brazo de Raisa como si se

sorprendiera‖de‖que‖estuviera‖allí.‖La‖dejó‖ir‖y‖retrocedió.‖―Raisa,‖escucha,‖no‖

quise<

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―Tú‖ escucha‖ ―Raisa‖ dijo―.‖ No‖ te‖ pertenezco.‖ No‖ creo‖ que‖ necesite‖ ser‖

interrogada si quiero pasar un poco de tiempo con un amigo. No te debo

ninguna explicación.

Amon‖guardó‖su‖espada.‖―‖Su‖Alteza,‖es‖tarde‖y‖todos‖estamos‖cansados.‖¿Por‖

qué no se va a la cama, y ambos por nuestros caminos, de acuerdo?

Raisa tragó fuerte y pasó por el cobertizo de la puerta. Amon puso una mano

sobre el hombro de Micah y lo propulsó por el corredor. Pero la mirada que

Micah le dirigió a Raisa sobre su hombro indicaba que no era el fin del asunto.

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Capitulo 8

Lección para ser aprendida

Traducido por Eli25

Corregido por Dangereuse_

ari,‖ corre‖ o‖ llegaremos‖ tarde!‖ ―dijo‖ Han.‖ ―Él podía oír el

clamor de las campanas del templo por todas partes de la

ciudad,‖marcando‖la‖media‖hora―.‖Y‖pasa‖un‖peine‖por‖tu‖pelo,‖

¿de acuerdo? Se parece al nido de una rata.

―Pero‖ no‖ quiero‖ ir‖ a‖ la‖ escuela‖ ―gruñó‖ Mari,‖ at{ndose‖ sus‖ zapatos―.

¿Podemos ir a ver a Lucius? Él me ha estado enseñando a pescar.

―Est{‖lloviendo‖fuera.‖Adem{s,‖a‖mam{‖no‖le‖gusta‖que‖visites‖a‖Lucius‖―dijo‖

Han―.‖Piensa‖que‖él‖es‖una‖mala‖influencia.

―A‖mam{‖no‖le‖gusta‖que‖visites‖a‖Lucius ―contrarrestó‖Mari,‖ luchando‖por‖

desenredar‖los‖mechones‖de‖su‖pelo―.‖Y‖tú‖aún‖vas.

―Cuando‖ seas‖ tan‖mayor‖ como‖yo,‖puedes‖ sacar‖de‖quicio‖ a‖mam{‖ tú‖ solita.‖

―dijo‖él,‖pensando‖que‖Mari‖era‖demasiado‖inteligente‖para‖su‖propio‖bien.‖

Además, ella tenía una boca que la metería en problemas. Él debería saberlo.

Tomó el peine de Mari y usó eso y sus dedos para poner su pelo en orden.

―Mam{‖no‖lo‖sabe,‖de‖todas‖formas ―persistió‖Mari,‖estremeciéndose‖cuando‖

él‖jaló‖demasiado―.‖Ella‖no‖volver{‖del‖castillo‖hasta tarde.

―Solo‖ déjalo,‖Mari―‖ dijo‖Han‖ sin‖ simpatía―.‖ Si‖ no‖ puedes‖ leer‖ y‖ escribir‖ y‖

hacer figuras, no conseguirás engañar en toda tu vida. Y ¿cómo vas a aprender

algo más?

―Mam{‖no‖puede‖leer‖ni‖escribir,‖y‖ella‖trabaja para la reina ―discutió Mari.

―Es por eso por lo que quiere que vayas a la escuela ―dijo Han.

Habían pasado dos semanas desde que Han trajo el amuleto a casa, y sus vidas

se habían fijado en una diferente cadencia. Mamá tenía un nuevo trabajo en la

-¡M

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lavandería del Castillo de Fellsmarch. Era dinero fiable, pero ella tenía que irse

antes del alba para caminar la distancia de la ciudad a través de múltiples

puentes para llegar allí. Nunca llegaba a casa antes del anochecer, tampoco, así

que ellos siempre cenaban solos. Pero al menos había cena.

Se había convertido en el trabajo de Han llevar a Mari de allí a la escuela, lo cual

le hacía difícil trabajar su ruta para Lucius. Una o dos veces la había llevado con

él a sus rondas. Hoy quería dejar fuera a Mari, parar en El Barril y la Corona y

varias otras tabernas del Punte Sur, y llegar desde la casa de Lucius antes de

que Mari saliera de la escuela. Era un riesgo, los Sureños podrían estaba

mintiéndole, pero tenía que hacerlo.

Han mojó un trapo en el cuenco para restregar la cara de Mari, para que los

habladores en el templo no pensaran que ella estaba abandonada. Él no podía

hacer mucho por sus ropas, pero no era la única que compraba los trapos de la

basura.

―Vamos.

Aún estaba demasiado oscuro en las calles estrechas y callejones de Ragmarket.

Había llovido fuerte por la noche, Han estuvo despierto por el agua que caía en

su cara a través de la gotera del tejado. Había charcos en todas partes y las

alcantarillas estaban llanas, pero la lluvia había disminuido a una irritante

llovizna. Han empujó a Mari debajo del refugio de su abrigo demasiado largo, y

ellos se tambaleron a lo largo como algún mal diseño de animal de cuatro patas.

―No‖veo‖por‖qué‖tengo‖que‖estar‖tan‖temprano‖―dijo‖Mari―.‖Ellos‖tienen‖todo‖

el día para la escuela.

Han la empujó fuera del camino de un carro de la panadería que salpicaba agua

sucia hasta sus rodillas.

―De‖esta‖manera‖los‖sacerdotes‖pueden‖educar‖y‖conseguir‖trabajar‖―dijo‖él.

El Templo de Southbridge estaba anclado a lo lejos del Puente Sur. Han a

menudo pensaba que quién fuera que construyera el Castillo Fellsmarch podría

haber tenido una mano en el Templo de Southbridge. Las torres se elevaban

apuntando hacia el cielo y recordaban a una persona que había un mundo más

allá de Ragmarket y el Puente Sur, incluso si no podías llegar.

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La piedra al frente y alrededor de la puerta estaba tallada con hojas y vides y

flores. Las gárgolas se lanzaba ellas mismas desde cada lado del edificio, y las

bajantes estaban tapadas con fantásticas criaturas que debían estar muertas en

la Ruptura, porque nunca las vio en esos días.

El templo alojaba librerías y dormitorios para los dedicados, jardines y cocinas

también. Eso no era un claustro, de alguna manera, daba la bienvenida a los

ciudadanos de los vecindarios de los alrededores, alimentando sus mentes junto

con sus cuerpos.

Todos podían entrar dentro de los edificios del templo y ver el arte manual que

había sido coleccionado durante más de mil años. Había cuadros y esculturas y

tapices con colores tan brillantes que parecían vibrar.

Han y Mari caminaron a través de la puerta lateral cuando las grandes

campanas sobre sus cabezas comenzaron a tocar la hora. Se sacudieron como un

par de perros, lanzando gotas sobre el suelo de pizarra del vestíbulo.

Las clases eran impartidas en uno de los lados de las capillas. Cuando entraron,

el Orador Jemson estaba en el podium, mirando a través de las notas. Detrás de

él de pie, una línea de caballetes sujetaban pinturas de las colecciones del

templo que serían usadas para ilustrar su presentación.

Su docena de estudiantes se movían nerviosamente sobre los cojines puestos en

los bancos del santuario. Era un grupo variado de chicas y chicos, en un rango

de edad desde los siete de Mari a los diecisiete. Algunos estaban vestidos para

el comercio, eso significaba que irían a sus trabajos después de clase.

Jemson, pensó Han. Así que el tema sería historia.

―Historia‖―murmuró‖Mari,‖ como‖ si‖ hubiera‖ leído‖ sus‖ pensamientos―.‖ ¿Por‖

qué necesitamos saber lo que ocurrió antes de que naciéramos?

―Para‖que‖con‖un‖poco de suerte seamos más inteligentes y no cometamos los

mismos‖errores‖otra‖vez‖―dijo‖Han,‖sonriendo‖a‖Jemson.‖

Era una de las líneas favoritas de Jemson, y él sabía que su viejo profesor lo

apreciaría.

―¡Hanson‖Alister!‖―Dijo‖ Jemson,‖ rodeando‖ su‖ escritorio y caminando hacia

ellos,‖ su‖ toga‖ agit{ndose‖ alrededor‖ de‖ sus‖ delgadas‖ piernas―.‖ Ha‖ pasado‖

mucho tiempo. ¿A que debemos este placer?

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―Bueno,‖yo,‖um...‖―tartamudeó‖Han,‖sumamente‖consciente‖de‖ la‖mirada‖de‖

Mari―.‖ Actualmente,‖ no‖ vengo‖ para‖ quedarme.‖ Tengo algo que necesito

hacer...

―Él‖piensa‖que‖ya‖es‖lo‖bastante‖ inteligente.‖―dijo‖Mari,‖mordisqueando‖una‖

uña.

―No‖es‖eso‖―dijo‖Han―.‖Es‖sólo‖que‖ahora‖estoy‖trabajando‖y...

―Eso‖es‖muy‖malo‖―interrumpió‖Jemson―.‖Íbamos‖a‖discutir‖sobre‖la‖Ruptura‖

y como había sido pintado en arte a través de los años. Algo fascinante.

Jemson pensaba que todo era fascinante. Era algo contagioso.

Sólo que esta vez Han tenía sus propias razones para estar interesado en la

Ruptura. La historia que Lucius había contado estaba aún vibrando en su

cerebro, encendiendo pequeños fuegos en donde se enterrara. Y enterrado bajo

la forja en el patio era algo que podría ser una pieza de aquella historia. Han

quería reafirmar lo que él sabía que podría ser verdad.

Excepto...

―La‖cosa‖es,‖que‖tengo‖asuntos‖en‖Southbridge‖y‖no‖puedo‖llevar‖a‖Mari‖―dijo‖

Han―.‖Así‖que‖pensé‖que‖iría‖mientras‖ella‖est{‖en‖clase.

Jemson le miró, sin dudar tomando sus ojo aún morado y la mejilla amoratada,

pero sin sentir la necesidad de mencionarlo. Lo cual era una de las cosas que a

Han le gustaba de Jemson.

―Ya‖veo.‖ Bien,‖ la‖mayoría‖ de‖ los‖ asuntos‖ en‖ Southbridge‖ no‖ se‖ levantan‖ tan‖

temprano‖de‖todas‖formas.‖―dijo‖el‖Orador‖secamente.

Exactamente. Han estaba confiado en que los sureños dormían. Al menos

parecía menos probable que él tuviera encontronazos con ellos a esta hora del

día.

Nunca te acostumbres a salirte de tu camino para evitar problemas, pensó él.

Acostúmbrate a buscarlos.

―Di‖ qué‖ ―dijo‖ Jemson,‖ exponiendo‖ su‖ habitual‖ persistencia―.‖ Siéntate‖ en‖

clase, y después Mari puede quedarse con los Oradores en la librería mientras

vas a tus asuntos. La daremos comida, si es necesario. ―Él se detuvo, entonces

Page 127: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

no‖pudo‖resistir‖añadir―.‖Tendr{s‖cuidado,‖¿verdad?‖Por‖el‖bien‖de‖Mari,‖¿si‖no‖

por el tuyo propio?

―Siempre tengo‖ cuidado‖ ―dijo‖ Han,‖ mirando‖ a‖ Mari―.‖ Y‖ creo‖ que‖ puedo‖

quedarme un poco.

No era como si él fuera demasiado mayor para la escuela del templo. Había

chicos mayores que él en la clase.

―Excelente.‖Espectacular‖de‖hecho‖―Jemson‖puso‖su‖cara‖de‖profesor‖y se giró

hacia‖ el‖ resto‖de‖ la‖ clase―.‖Ayer‖discutimos‖ los‖ eventos‖que‖guiaron‖hacia‖ la‖

Ruptura Hoy hablaremos sobre algunas personas involucradas. ¿Quién puede

decirme el nombre de una de ellas?

―Bueno,‖estaba‖la‖Reina‖Hanalea.‖―aventuró una chica pequeña.

―¡Buen‖ trabajo,‖ Hannah!‖ ―dijo‖ Jemson,‖ como‖ si‖ sólo‖ hubiera‖ demostrado‖

como‖cambiar‖el‖estiércol‖en‖oro―.‖Estaba‖la‖Reina‖Hanalea,‖por‖quien‖damos‖

gracias al Creador todos los días.

Él giró uno de los caballetes para revelar una pintura que Han reconoció

inmediatamente como La Bendición de Hanalea a los Niños. En él, la legendaria

reina parecía tener entre los trece y los catorce años. Estaba sentada en un arpa,

vestida toda de blanco, como una dedicada, su brillante pelo se reunía en una

trenza suelta, su complexión rosa crema, como una rosa de porcelana. Parecía

como una de esas muñecas elaboradas en las ventanas de las tiendas a lo largo

del Camino de las Reinas. Las que Mari había pedido y nunca había tenido.

En la pintura, Hanalea extendía sus manos hacia un grupo de jóvenes niños,

sonriendo benevolentemente, el brillo de su piel iluminaba sus embelesadas

caras giradas hacia arriba.

―Esta‖es‖Hanalea‖cuando‖era‖joven,‖antes‖de‖los‖terribles‖eventos‖que‖hemos...

―Perdone,‖ Orador‖ Jemson‖ ―dijo‖ Han―.‖ El‖ dibujante... ¿era alguien que

conocía a Hanalea?

Jemson parpadeó hacia él, pillado a mitad de frase.

―¿Dilo‖otra‖vez?

―¿Cu{ndo‖fue‖pintado?‖―preguntó‖Han―.‖¿Fue‖pintado‖en‖vivo‖o‖solo‖la‖idea‖

de alguien de lo que Hanalea parecía?

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Jemson sonrió.

―Maestro Alister, hemos echado de menos tu presencia en estas clases. Este fue

pintado por Cedwyn Mallyson en el Año Nuevo 505. ¿Qué nos dice eso?

Un chico de apariencia seria en ropas raídas y un collar dijo

―Fue‖pintado‖cinco‖siglos‖después‖de‖de‖la‖Ruptura.‖Así‖que el pintor no podía

haberla conocido.

―¿Así‖que‖es‖posible‖que‖ella‖se‖viera‖completamente‖diferente?‖―dijo‖Han.

Jemson asintió.

―Es‖posible.‖¿Cu{les‖son‖las‖implicaciones‖de‖eso?

Eso lanzó una discusión de algo que Jemson llamaba contexto social: como la

religión y la política influenciaban en el arte, y el arte giraba en determinadas

opiniones. El entusiasmo de Jemson giró justo sobre algunos de los estudiantes

más jóvenes, quienes parecían desconcertados y excitados al mismo tiempo.

―Desde‖que‖Hanalea llevó la sangre de Clan, ¿Cuáles eran las oportunidades

de‖ que‖ ella‖ tuviera‖ los‖ ojos‖ azules‖ y‖ el‖ pelo‖ limpio?‖ ―preguntó‖ Jemson―.‖

Parece más probable que ella tuviera el pelo oscuro y la piel oscura.

―¿Hay‖algunos‖cuadros‖de‖Hanalea‖creado‖por‖gente‖que‖realmente la conoció,

señor?‖―preguntó‖Han.

―No‖lo‖sé‖―dijo‖Jemson―.‖Podría‖haberla,‖justo‖aquí‖en‖los‖archivos.‖¿Por‖qué‖

no lo buscas e informas de vuelta a la clase?

Ese era Jemson, siempre atrapándote en proyectos que involucraban tiempo en

la librería; eso te traería de vuelta a clase otro día.

―Bueno. Quizás ―dijo‖Han.

Jemson asintió, sabiendo bien como empujar.

―Así‖que‖tenemos‖a‖nuestra‖Hanalea,‖como‖fue‖representada‖en‖la‖historia‖y‖en‖

el arte. ¿Quién más jugó un papel?

―El Rey Demonio ―dijo‖Mari,‖estremeciéndose un poco.

Varios de los otros estudiantes hicieron la señal del Creador, para sacar el mal.

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―Sí,‖exactamente.‖Tenemos‖al‖Rey‖Demonio,‖quien‖arrogantemente‖cambió‖el‖

curso‖ del‖mundo‖ hasta‖ casi‖ destruirlo.‖―Con‖ una‖ floritura,‖ Jemson‖ giró‖ otro‖

caballete para revelar otro cuadro.

Si Han recordaba correctamente, este era llamado La Locura del Rey Demonio.

Pintado en morbosos rojos y púrpuras, representaba una figura encapuchada,

con toga perfilada en llamas. Sus brazos estaban levantados, sus fanáticos ojos

brillaban en la sombra de la capucha, el único aspecto de su cara que era visible.

Pero los ojos de Han se fijaron en la esquelética mano derecha, la cual estaba

sujetando en el aire un brillante amuleto verde. Una maraña de serpientes. El

estómago de Han hizo una horripilante voltereta.

―Alguien‖dice‖ que‖ él‖ era‖ la‖Ruptura‖ encarnada‖―estaba‖ diciendo‖ Jemson―.‖

Otro que fue seducido por el mal, embotándolo de poder asociado con la magia

negra. Nadie duda de que fuera increíblemente talentoso.

―¿Qué es‖eso‖que‖tiene‖en‖la‖mano?‖―preguntó‖Han.

Jemson miró hacia el cuadro.

―Es‖un‖amuleto‖que‖a‖menudo‖se‖ve‖en‖los‖cuadros‖del‖Rey‖Demonio.‖Se‖cree‖

que es un lazo directo a la magia negra.

―¿Qué‖le‖ocurrió?‖―preguntó‖Han―.‖¿Dónde‖est{‖ahora?

Jemson se giró y frunció el ceño hacia Han, como si intentara analizar la fuente

de las rápidas preguntas.

―No‖ tengo‖ ni‖ idea.‖ Probablemente‖ fue‖ destruido‖ por‖ los‖ clanes‖

inmediatamente después de la Ruptura, como lo fueron la mayoría de las piezas

poderosamente mágicas. En cualquier caso, está perdido para la historia.

―¿Cu{ndo‖fue‖pintado‖este?‖―preguntó‖Han―.‖¿Y‖quien‖lo‖hizo?

Jemson se inclinó y examinó la placa de latón en la base del cuadro.

―El‖artista‖fue‖Mandrake‖Bayar,‖pintado‖en‖Nuevo‖Año‖593‖‖―miró‖fijamente

al‖letrero‖tallado―.‖Fue‖un‖regalo‖de‖la‖familia‖Bayar.

―¿Bayar?‖―El‖corazón‖de‖Han‖tartamudeó―.‖Pero‖¿cómo‖el‖artista‖conocía‖el‖

amuleto si fue pintado mucho después de que la pieza fuera destruida?

Los otros estudiantes le estaban mirando, pero a él no le importó.

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Jemson se encogió de hombros.

―Es‖ un‖ elemento‖ común‖ en‖ los‖ cuadros‖ del‖ Rey‖ Demonio.‖ Asumo‖ que‖ fue‖

copia de un trabajo anterior.

Quizás, pensó Han. O quizás fue pintado directamente del objeto en sí.

―¿Cu{l‖era‖su‖nombre?‖―preguntó‖Han.

Jemson frunció sus cejas.

―¿El‖nombre‖de‖quién?

―El‖Rey‖Demonio.‖¿Tuvo‖otro‖nombre?‖Antes.‖―Persistió‖Han.

―Bueno,‖ sí‖―dijo‖ Jemson,‖aún‖parecía‖perplejo―.‖Su‖nombre‖de‖nacimientos‖

fue Alger Waterlow.

Para Han, el Templo de Southbridge era en todos los sentidos un santuario. Era

un punto de apoyo en territorio enemigo, y refugio de las calles cuando

necesitaba uno. No podía evitar sentirse tenso cuando dejaba la seguridad de

sus paredes y se aventuraba a Puente Sur, su primera vista desde la

confrontación con los Sureños en el Callejón Brickmaker.

Mari suplicó para ir con él. Todo lo que él hacía parecía fascinarla, sin importar

si era tedioso o peligroso o sobre el soborno. Antes de dejar a Mari en la librería,

extrajo una promesa de ella en la cual se quedaría. Lo último que necesitaba era

estar buscándola en Southbridge.

Evitó el Callejón Brickmacker, sólo por si acaso, y siguió el río al oeste del

puente, arrugando su nariz contra el hedor. Si los Sureños venían detrás de él,

razonó, podía saltar al Dyrnnewater. Nadie quien no tuviera miedo de su vida

le permitiría entrar en ese pozo negro. El prístino río que emergía de las Eastern

Spirits llegaba a una cloaca abierta en Fellsmarch. Era una espina en el lado de

los Clanes, quienes consideraban el río sagrado.

Las calles estaba extrañamente tranquilas, incluso para esta hora del día, y la

Guardia de la Reina era inusualmente visible. Han se fue apagando desde

varias patrullas de chaqueta azul y tuvo que ajustar continuamente su ruta para

evitar grupos de soldados en las esquinas de las calles. En Southbridge,

culpable o no, tienes que evitar a la Guardia. Era una tradición pasada a través

de generaciones.

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En el momento que alcanzó El Barril y la Corona, era casi medio día. Debería

haber estado preparado para el comercio de comida, pero sólo la mitad de las

mesas estaban ocupadas. Matieu estaba de pie en la barra, tristemente

rebanando lonchas del tamaño de un plato de una pierna de oveja.

―Hey‖Matieu‖―dijo‖Han―.‖He‖venido‖a‖por‖los‖vacíos.

Matieu se congeló, mirando a Han como si hubiera visto a un demonio. Deslizó

el cuchillo en el bolsillo de su mandil, recuperó las botellas de detrás de la

encimera y las dejó sobre la barra, nunca apartó sus ojos de Han.

―¿Qué‖ pasa?‖ ―preguntó‖ Han,‖ deslizando‖ las‖ botellas‖ en la bolsa que

llevaba―.‖ Hay‖ algo‖ raro‖ ahí‖ fuera.‖ No‖ hay‖ nadie‖ en‖ las‖ calles‖ excepto‖ la‖

Guardia, y muchos de ellos.

―¿No‖lo‖has‖oído?‖―Matieu‖entornó‖los‖ojos‖hacia‖Han.

Han sacudió su cabeza.

―¿Oír‖que?

―La‖mitad‖de‖una‖docena‖de‖Sureños‖murieron‖la‖pasada‖noche‖―dijo‖Matieu,‖

sacando‖su‖cuchillo‖otra‖vez―.‖Y‖eso‖es‖mucho,‖incluso‖para‖un‖vecindario.‖Los‖

cuerpos estaban esparcidos alrededor de los muelles, dejados para advertir. Así

que la gente está nerviosa, pensando que una guerra de pandillas está

comenzando otra vez.

―¿Cómo‖murieron?‖―preguntó‖Han,‖mir{ndole.

―Ahora‖ esa‖ es‖ la‖ parte‖ extraña‖―dijo‖Matieu―.‖No‖ fue‖ el‖ típico‖ ataque‖ con‖

cuchillo o garrotazos. Parecían como si hubieran sido torturados, luego

ejecutados.

―Quiz{s‖alguien‖buscaba‖su‖alijo.‖―dijo‖Han,‖intentando‖ser‖casual,‖aunque‖no‖

era fácil con su boca seca.

―Quiz{s‖―Matieu‖movió‖ su‖ cuchillo‖ hacia‖Han,‖ curiosamente‖ luchando‖ con‖

toda‖la‖precaución‖sobre‖su‖cara―.‖Aunque‖podrías‖saber‖algo‖sobre‖eso.

―¿Yo?‖―Han‖r{pidamente‖bajó‖la‖tapa‖de‖su bolsa―.‖¿Qué‖podría‖saber‖sobre‖

eso?

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―Todos‖saben‖que‖eres‖el‖señor‖de‖las‖calles‖de‖los‖Raggers.‖Y‖todos‖saben‖que‖

los Sureños te golpearon el otro día. Me parece una venganza.

―Bueno,‖todos‖se‖equivocan‖―dijo‖Han―.‖Estoy‖fuera‖de‖esto.

―Cierto‖―dijo‖Matieu―.‖Sólo‖recuerda,‖no‖quiero‖problemas.

Han levantó su bolsa sobre su hombro.

―Créeme,‖yo‖tampoco‖quiero‖problemas.

Pero los problemas tenían una manera de encontrarle. Cuando salió de El Barril

y la Corona, solo tuvo tiempo para notar que había comenzado a llover otra

vez, antes de que alguien le agarrara por el cuello y le lanzara contra la pared

de piedra de la taberna.

¡Sangrientos Sureños! Pensó. Pateó y luchó, intentando hacerse un objetivo

móvil, esperando en algún momento sentir un cuchillo deslizándose entre sus

costillas. Pero su captor le mantuvo clavado a la pared con una mano mientras

tiraba para liberar su bolsa con la otra. Las botellas tintinearon cuando la bolsa

golpeó el suelo. Entonces fue groseramente golpeado con una mano, y

despojado de sus varios cuchillos. Y su monedero.

Finalmente su atacante le lanzó alrededor y él se tambaleó contra la pared, la

cara lejos esta vez. Han se encontró mirando a una cara familiar, amarillenta y

de apariencia poco saludable, con delgados labios crueles mostrando los dientes

amarillos podridos. Su respiración era sorprendentemente bala.

Era su viejo némesis, Mac Gillen, sargento de la Guardia de la Reina. Y detrás

de él, otra media docena de chaquetas azules.

―¡Hey!‖Devuélveme‖mi‖monedero.‖―dijo‖Han‖en‖voz alta, figurándose que era

mejor sacar el tema antes o después.

Gillen le golpeó fuertemente en el estómago, y la respiración explotó de los

pulmones de Han.

―Bueno‖ahora,‖Cuffs,‖ lo‖has‖hecho‖esta‖vez‖―dijo‖Gillen,‖tomando‖ventaja‖de‖

la inhabilidad de Han‖ para‖ hablar―.‖ Sabía‖ quien‖ era‖ el‖ responsable,‖ y‖ sabía‖

donde encontrarte. Tuve que esperar un poco después de todo.

―Yo...‖ no‖ sé...‖ de‖ que‖ est{s‖ hablando.‖ ―jadeó‖ Han,‖ doblado,‖ los‖ brazos‖

abrazados protectoramente sobre su cintura.

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Gillen agarró el pelo de Han y levantó su cabeza para que estuvieran frente a

frente. El sargento había hecho pesas desde que Han le vio por última vez, y

ahora su uniforme de soldado tenía huecos entre los botones.

Al menos alguien estaba comiendo bien en Southbridge, pensó Han.

―¿Quién‖te‖ha‖golpeado,‖Ragger?‖―demandó‖Gillen―.‖No‖fueron‖los‖Sureños,‖

¿verdad?

―No‖ ―dijo Han, cayendo en su viejo hábito de hacer una situación mala

peor―.‖Fue‖la‖Guardia.‖No‖pagué.

Todos sabían que las chaquetas azules le dejarían solo si él pagaba protección a

la persona correcta. Y Mac Gillen era la persona correcta.

¡Zas! Gillen aporreó la cabeza de Han, y este cayó sobre sus rodillas,

mordiéndose la lengua y viendo estrellas. Se cubrió la cabeza con sus brazos.

―¡Paren!‖―gritó‖ alguien‖que‖Han‖no‖pudo ver. Debía haber sido uno de los

otros chaquetas azules. O Matieu ¿vino en su ayuda?

Pero Gillen estaba en una rabia sangrienta, totalmente enfocado en Han.

―Tú‖les‖hiciste‖eso‖a‖los‖Sureños,‖¿verdad,‖Alister?‖Tú‖y‖tus‖amigos.

¡Zas! Este golpe cayó en el antebrazo de Han con una fuerza que aplastó el

hueso, y él gritó.

―Ahora‖ vas‖ a‖ confesar,‖ y‖ luego‖ vas‖ a‖ balancearte‖ por‖ eso,‖ y‖ estaré‖ allí‖ para‖

verlo.

―¡Dije‖que‖parase!‖―La‖misma‖voz,‖pero‖justo‖encima‖de‖ellos‖ahora.

Asustado, Han se limpió la sangre de los ojos y levantó la mirada para ver el

garrote descender otra vez, pero nunca conectó. Voló a un lado y Gillen gritó de

dolor. Han se desplomó contra la pared, cerró los ojos, la cabeza colgaba a los

lados, al mismo tiempo que reunía sus pies debajo de él.

―Golpéale‖otra‖vez‖y‖te‖romperé‖el‖cr{neo‖―dijo‖su‖benefactor―.‖Retrocede.

―¿Qué‖sangriento‖infierno‖crees‖que‖est{s‖haciendo?‖―gritó‖Gillen―.‖Estoy‖al‖

mando aquí. Soy el sargento. Tú solo eres un cabo.

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―Retrocede,‖ sargento‖ Gillen,‖ señor‖ ―dijo‖ el‖ cabo‖ sarc{sticamente―.‖ En‖ la‖

Guardia de la Reina, señor, no golpeamos para sacar confesiones de los

prisioneros en la calle.

―¿Est{‖todo‖bien?

Un soldado se agachó al lado de Han, mirando ansiosamente su cara. Mirando

fijamente a través de sus pestañas, Han se dio cuenta para su sorpresa que su

benefactor era joven, no mayor que él. La cara de bebé del chaqueta azul estaba

pálida y enfadada, y un mechón de liso pelo negro caía sobre su frente.

Han parpadeó para alejar una doble imagen, y no dijo nada.

―Podrías‖haberle‖matado.‖―dijo‖el‖cabo,‖mirando‖hacia‖Gillen,‖su‖cara‖se‖tornó‖

en disgusto.

Huh ―pensó‖Han―.‖Este debió haberse perdido su orientación de Guardia.

Él tenía almidón, al menos, para atravesar a Gillen.

―Escúchame,‖ Byrne‖ ―dijo‖ Gillen―.‖ ‖ Quiz{s‖ eres el hijo del comandante, y

quizás irás a la academia. Eso no importa nada. Aún así eres un niño. No

conoces estas calles como nosotros. Este es un asesino de sangre fría y un

ladrón. Nunca antes ha sido atrapado con las manos sucias.

Byrne se puso de pie y enfrentó a Gillen.

―¿Dónde‖est{‖tu‖prueba?‖¿Le‖han‖dado‖una‖paliza?‖¿Es‖esa?

Bien.‖―pensó‖Han.

En silencio animó la sangre azul del cabo, pero sabiendo que era mejor no decir

nada en voz alta.

Gillen pateó a Han con un pie, no demasiado gentil.

―Ellos‖ le‖ llaman‖ Puños‖ ―dijo‖ Gillen―.‖ Es‖ el‖ líder‖ de‖ una‖ banda‖ callejera‖

llamada los Raggers. Han estado enemistados con los Sureños durante años.

Hace dos días, los Sureños cogieron a Puños en su propio Callejón Brickmaker.

Si la Guardia no hubiera llegado, él estaría muerto.

Gillen sonrió y recorrió su pálida lengua sobre sus labios agrietados.

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―Sería‖un‖servicio‖a‖la‖comunidad‖si‖les‖hubiéramos‖dejado‖terminar‖el‖trabajo.‖

Esos pobres diablos que encontramos ayer... viste lo que les hicieron. Tuvieron

que ser los Raggers. Nadie más pillaría a los Sureños. Es una venganza asesina

seguro, y éste es su responsable.

El cabo Byrne miró a Han, tragando fuertemente.

―Bien.‖ Le‖ llevaremos‖ para‖ interrogarle.‖ Confiese‖ o‖ no.‖ Sin‖ golpes.‖ Cualquier‖

confesión que saques a golpes de una persona no significará nada. Ellos dirán

cualquier cosa para hacer que pares.

Gillen escupió al suelo.

―Aprender{s,‖ Cabo.‖No‖ puedes‖mimar‖ a‖ una‖ rata‖ callejera.‖ Ellos‖ se‖ vuelven‖

contra‖ti,‖y‖tienen‖dientes,‖créeme‖―Se‖giró‖para‖mirar‖a‖los‖chaquetas‖azules―.‖

Traiganle, entonces. Le veremos de vuelta en la casa de la Guardia.

La manera en que lo dijo hizo que Han temblara. Este bonachón Cabo Byrne no

estaría allí a todas horas de todo el día.

―Una‖ cosa‖ m{s,‖ “señor” ―dijo‖ Byrne―.‖ Quiz{s‖ debería‖ devolverle su

monedero.

Gillen lanzó una mirada de semejante virulencia hacia Byrne que, a pesar de

todo, Han tuvo que contenerse para evitar reírse. Gillen alcanzó su abrigo y

sacó el monedero de Han, haciendo una muestra de excavar a través de este

para asegurarse de que él no tenía ninguna arma allí, luego la metió de vuelta

en el bolsillo de la chaqueta de Han.

No sabía cuánto tiempo más se quedaría allí.

Dos chaquetas azules agarraron los brazos de Han y le levantaron, y el dolor

fue cegador. Su antebrazo izquierdo se sentía como si estuviera repleto de

cristales afilados. Colocaron sus brazos sobre sus hombros y comenzaron a

arrastrarle entre ellos. Han colgaba, sin fuerzas como un trapo, intentando no

desmayarse, su mente corría furiosamente, saltando de pensamiento a

pensamiento.

¿Podían los Raggers haber acabado con seis de los Sureños? ¿Por qué lo harían?

No en lo que él sabía, ni siquiera en el último momento. Algo que salpicaba

siempre llamaba la atención no deseada de la Guardia. Todos sabían eso.

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Si no fueron ellos, entonces ¿quién?

Lo que fuera que hubiera pasado, él no podía esperar un trato justo en la casa

de la Guardia. Necesitaban a alguien para achacarle esto. Él bailaría cualquier

melodía que ellos tocaran, y acabaría al final de una soga. Pensó en Mari

esperándole en el templo, en Mamá fregando en la lavandería del Castillo

Fellsmarch. Ellas serían las únicas que pagarían. No podía dejar que eso pasara.

Por ahora estaban pasando el Templo Southbridge, girando hacia el puente

sobre el río. Han gruñó en alto, forcejeo con sus pies en el suelo como si con eso

consiguiera un agarre firme.

―¡Hey! Mírate ―dijo‖uno‖de‖los‖chaquetas‖azules,‖tensando‖su‖agarre‖sobre‖la‖

parte superior del brazo de Han.

Han gruñó otra vez.

―¡Au!‖ ¡Mi‖ cabeza!‖Duele.‖ ¡Suelta!‖―Luchó‖ para‖ liberar‖ sus‖ brazos―.‖No‖me‖

siento‖ bien‖―dijo,‖ permitiendo‖ que‖ un‖ rastro‖ de‖ p{nico‖ entrara‖ en‖ su‖ voz―.‖

¡Hablo‖en‖serio!‖¡Voy‖a‖vomitar!‖―Sujetó‖su‖boca‖cerrada‖e‖hinchó‖sus‖mejillas‖

sugestivamente.

―No‖ sobre‖mí,‖ ¡no‖ lo‖ hagas!‖―dijo‖ su‖ captor de chaqueta azul. Agarrando a

Han del y de la cintura de sus pantalones, los guardias le propulsaron hacia la

pared de piedra que limitaba el puente.

―Escúpelo‖en‖el‖río,‖chico,‖y‖hazlo‖r{pido.

Han abrazó su mano buena sobre la pared, entonces estampó su cabeza en la

cara del guardia. El chaqueta azul gritó y le soltó, la sangre brotaba de su nariz

rota. Han se empujó en lo alto de la pared y se agachó allí, mirando los

escombros que flotaban sobre el agua.

―¡Detenle!‖―chilló‖Gillen‖detr{s‖de‖él―.‖¡Se‖va‖a escapar!

Unas manos le agarraron cuando Han se lanzaba desde la pared, ejecutando

una llana, y poco profunda zambullida que le llevó tan lejos como fue posible

del muelle de piedra del puente. De alguna manera se las arregló para evitar

golpear alguno de los botes reunidos juntos en el estrecho canal, y se deslizó en

el agua más cerca hacia la orilla norte. Surgió, escupiendo una bocanada de

agua sucia, dando arcadas esta vez de verdad.

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Bien podía nadar, cortesía de sus veranos con los Clanes. No muchos chicos de

ciudad podían.

―¡Allí‖ est{!‖ ―oyó‖ la‖ voz‖ de‖ Gillen‖ a‖ través‖ del‖ agua―.‖ ¡Tú‖ al‖ agua!‖ Cinco‖

girlies para el que le coja.

¡Cinco girlies! Se volvería él mismo por eso.

Han se sumergió otra vez y nadó ciegamente hacia la orilla de Ragmarket,

pateando fuertemente para compensar su inútil brazo derecho, con los ojos

fuertemente cerrados contra el agua sucia. Cuando levantó la cabeza para

comprobar su posición y corregir su sinuoso progreso, un clamor de voces le

dijeron que él había sido visto. Entonces fue debajo del agua otra vez y se las

arregló para perderse entre los variados barcos y basura flotando.

Finalmente alcanzó el muelle en el lado de Ragmarket, deslizándose debajo, y

vadeando a través de las sombras hacia donde el muelle encontraba la orilla.

Allí se acurrucó entre los montones, temblando, los dientes castañeteando.

El ruido de la búsqueda cayó cuando la Guardia se desplegó ampliando su

búsqueda. Hasta que finalmente Han no pudo oírlo después de todo. Aún así,

esperó a que cayera la oscuridad antes de salir de debajo del muelle y vadear la

orilla.

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Capitulo 9

Ojos y oídos

Traducido por roux

Corregido por Angeles Rangel

l día después del incendio en la montaña, Raisa pasó toda la mañana con

su profesor de idiomas, tratando de envolver la lengua alrededor de las

vocales suaves del sur. Tamric era un lenguaje descuidado, teniendo en

cuenta la imprecisión y los dobles sentidos. Hecho para la política. Raisa

prefería el enfoque duro del Valespeech, o los sutiles matices de la lengua del

Clan.

Cuando estaban terminando, el mensajero de la Reina trajo una solicitud para

que Raisa se reuniera con su madre al mediodía en su habitación. Esto era tan

poco común que Raisa se preguntó qué tipo de problemas habría.

Cuando el chambelán privado introdujo a Raisa en las habitaciones de su

madre, se encontró con una mesa para dos. Su madre estaba sentada junto al

fuego, con el pelo claro suelto, un chal de seda brillante envuelta alrededor de

sus hombros. La Reina siempre parecía tener frío. Sufría como una flor delicada

de la llanura trasplantada en un clima inhóspito. Por el contrario, Raisa se sentía

como un liquen alpino duro, oscuro, tenaz y bajo la tierra.

Raisa hizo una reverencia, mirando a su alrededor mientras lo hacía. ―¿Mamá?

¿Sólo vamos a estar nosotras?

Marianna dio unas palmaditas en el asiento de su lado. ―Sí, cariño, parece que

casi no hemos tenido la oportunidad de hablar desde que regresaste de

Demonai.

¡Alabado sea el fabricante, pensó Raisa. Últimamente parecía que nunca había

tenido la oportunidad de estar a solas con su madre. El Señor Bayar estaba

siempre alrededor. Esta era su oportunidad de hablar con la Reina sobre el tema

de los mercenarios. Tal vez podría incluso convencer a su madre para que

interviniera y que el capitán Byrne asignara a Amon a la guardia personal de

Raisa.

E

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Raisa se sentó junto a su madre, Marianna, sirvió el té de una jarra sobre la

mesa.

―¿Estas bien después de ese susto terrible en Hanalea? ―Preguntó‖la‖Reina―.‖

Sí tuviste problemas para dormir la noche anterior. Voy a pedirle al Señor Vega

que te examine.

Harriman Vega era el médico de la corte.

―Estoy bien, mamá. ―Dijo‖Raisa―.‖Sólo tengo algunos arañazos y golpes, eso

es todo.

―Gracias a Bayars ―dijo‖ Marianna―.‖ Somos muy afortunados con nuestro

Alto Mago, y el joven Micah parece haber heredado el talento del Señor Bayar,

¿no te parece? Y su buena apariencia.‖―Añadió, riendo como una niña.

―Son impresionantes, los Bayars.

Raisa bebió un largo sorbo de té, recordando su encuentro con Micah en el

corredor, y se preguntaba cuándo y como debía tocar el tema.

―¿Cómo van tus estudios? ―Preguntó‖ Marianna―.‖ Me preocupaba que

pudieras haber olvidado todo lo que sabías, después de haber estado aislada en

los campamentos. He tenido buenos informes de los maestros. ―Ella sonaba

ligeramente sorprendida.

―Bueno‖―dijo Raisa incómoda. Tú te casaste con un miembro del Clan, mamá

―pensó‖¿Se acordara de eso? Cuando sus padres estaban juntos, parecía como

si ella lo quisiera. Pero ahora su madre sonaba como un portavoz de las

habilidades de Gavan Bayar.

―No creo que sufriera por estar en Demonai ―dijo‖ Raisa―.‖ Sabes‖ que‖ los‖

Clanes son grandes por la lectura y narración de cuentos y la música y la danza

―dijo.

―Pasé mucho tiempo trabajando en los mercados.

―Bueno, yo no puedo decir que lo apruebe ―dijo Marianna, frunciendo el

ceño―.‖La futura Reina de los páramos, siendo un aprendiz de comerciante.

―Oh, mamá, aprendí mucho ―dijo‖Raisa―.‖Se trata de aprender a entender a

la gente y saber cuándo ceder y cuándo se ajustan a un precio. Tienes poder

para juzgar la calidad sobre la marcha y decidir cuál es su alto precio. Además,

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se aprende a evitar un mal negocio, sin importar la cantidad que se desea de

algo.

Raisa se inclinó hacia adelante, agarrando sus faldas, dispuesta a que su madre

comprendiera el delicado toma y daca del comercio y la negociación impulsada.

Cómo el parpadeo de un ojo o un brillo de sudor en el labio superior de un

comerciante revelaba más de lo previsto. Y cómo no dejarse guiar por la codicia

y el deseo le permitía presentar un rostro ilegible en el difícil mundo de los

mercados.

La Reina escuchó, tocándose la pulsera de su muñeca, pero Raisa se dio cuenta

de que no se encontraba en un estado de ánimo de compra. Raisa la obligó a

instalarse de nuevo en su silla. ―De todos modos, no fue una pérdida de

tiempo ―dijo a la ligera.

―Voy‖a‖hacerte‖caso ―dijo Marianna. Hizo una pausa cuando Claire llego con

una bandeja de‖ plata,‖ la‖ puso‖ sobre‖ la‖ mesa.‖ La‖ Reina‖ se‖ levantó―.‖ Bueno,‖

entonces‖―dijo―.‖Vamos a comer, ¿de acuerdo?

La madre de Raisa parecía más fácil de convencer cuando habia comida de por

medio. ―El día de tu decimosexto cumpleaños se acerca. ―Dijo ella

bruscamente cuando Raisa cogio una porción del pastel de pescado con masa

de hojaldre.

―¿Es verdad? No me había dado cuenta ―dijo Raisa poniendo los ojos en

blanco―.‖Magret‖llenar{‖los libros con los regalos de los pretendientes.

Su madre sonrió. ―Esperamos que tu debut tenga un interés considerable

―dijo, en su elemento, ahora que la discusión era acerca de los matrimonios y

los‖partidos―.‖Hay que tener en cuenta la guerra en el sur, están las sucesiones.

Muchos Príncipes del sur ven el matrimonio con una Princesa del norte como

un medio para solidificar su posición en el sur, y también como una especie de

refugio en caso de que ocurra lo peor. ―Ella‖miró‖directamente‖a‖Raisa―.‖No‖

queremos caer en esa trampa.

―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Raisa, haciendo una pausa a mitad del

camino de un pan dulce a su boca. Ella nunca había oído a su madre decir más

de dos palabras acerca de política.

―Bueno, no sé cómo saldrán las cosas. Dependiendo de cuánto dure la guerra,

es posible casarse con un Rey o con un fugitivo.

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Raisa se encogió de hombros. ―Voy‖ a‖ ser‖ Reina por merito propio. Yo no

necesito casarme con un Rey.

―Precisamente ―dijo Marianna, sonriendo y masticando su primer bocado.

―No‖entiendo ―dijo‖Raisa―.‖Precisamente, ¿qué?

―Debemos evitar una alianza con el sur ―dijo‖ Marianna―.‖ Las cosas son

demasiado inestables. Hay poco que ganar y mucho que perder. Podríamos

estar mezclándonos con sus guerras.

―Bueno ―dijo Raisa, pensando en lo que Axón había dicho: “las guerras del

sur no durarán por siempre. Tal vez deberíamos esperar a ver quién gana. A

continuación, decidir qué alianza sería más ventajosa. Un matrimonio del sur

puede ser justo lo que queremos. Es posible que tengamos amigos cuando

dirijan su atención a nosotros”.

Mariana parpadeó como si hubiera comenzado a hablar Tamric. ―Pero‖ no‖

sabemos‖ cu{ndo‖ ser{‖―dijo―.‖No podemos darnos el lujo de esperar con las

manos cruzadas hasta que se resuelva.

―Podríamos‖prepararnos‖para‖ello‖―dijo‖Raisa―.‖Mucha de nuestra gente ha

ido como mercenarios al sur, ya que el dinero es bueno. ¿No sería una buena

idea tratar de traerlos a casa y usarlos para crear nuestro propio ejército?

La Reina estaba envuelta su chal, como si fuera una armadura. ―No tenemos

dinero‖ para‖ eso,‖ Raisa‖ ―dijo―.‖ Se podría despedir a los mercenarios

extranjeros que tenemos ahora ―dijo‖Raisa―.‖Eso debería ahorrarnos algo de

dinero.

―Eso es más fácil decirlo que hacerlo ―dijo la Reina―.‖Ellos ocupan puestos

de mando. El General Klemath se basa en que...

―Yo‖no‖he‖dicho‖que‖fuera‖f{cil‖―dijo‖Raisa―.‖Creo que es algo a considerar.

Cuesta más que comprar soldados extranjeros, y la gente lucha mejor cuando

están defendiendo sus propios hogares y familias. Y con todos estos extranjeros

aquí podría ser riesgoso.

―¿De dónde sacaste eso? ―Preguntó‖Marianna,‖frunciendo‖el‖ceño―.‖¿Es esto

algo que escuchaste en los Campamentos Demonai? ―Ese‖era‖el‖código‖real―.‖

¿Es esto algo que escuchaste a tu padre? ¿A tu abuela Elena?

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Sólo entre nosotros, Amon se lo había dicho. Y ella no quería que él o Byrne,

tuvieran problemas. ―No, es simplemente algo que he estado pensando

durante un tiempo.

―En este momento debes centrarte en tus estudios ―dijo Marianna―.‖Voy a

considerar que podría ser la mejor opción para tí y Fells. No podemos retrasar

tu matrimonio hasta que los sureños dejen de luchar. Eso nunca sucederá.

―Pero no hay prisa ―dijo‖Raisa―.‖Te casaste joven, pero no yo no veo razón

por la que yo debería hacerlo. Tengo tiempo. Probablemente serás una vieja

bruja con los nietos alrededor en el momento en que yo suba al trono.

Mariana prestó atención a su chal. ―No‖sé‖―dijo‖en‖voz‖baja―.‖A veces pienso

que no estaré mucho tiempo en este mundo.

Se trataba de una estratagema antigua, conocida por Raisa desde que era una

niña. Seguia siendo eficaz.

―¡No! ―Replicó‖Raisa,‖y‖luego‖agregó―: Por favor no digas esas cosas, mamá.

No puedo soportarlo.

Cuando era pequeña, Raisa salía de su cuarto para ver a su madre dormir, por

miedo de que dejara de respirar si Raisa no estaba allí para intervenir. El hecho

de que había algo etéreo, habia reforzado los temores de Raisa. Sin embargo,

ella sabía que era otra táctica de Marianna para salirse con la suya.

―Aliviaría mi mente si se resolviera la cuestión de tu matrimonio ―dijo

Marianna con un suspiro.

Raisa no tenía intención de ver nada resuelto tan pronto. El matrimonio era sólo

otra especie de prisión para aplazar el mayor tiempo posible.

Había estado esperando una larga temporada de coqueteo, galanteo, besos,

reuniones clandestinas y declaraciones de amor desesperadas.

Negociación. Dar y tomar. Cambiar de tema.

Ah, el cambio de tema. Siempre había ido bien con la Reina.

―He estado pensando en mi fiesta de cumpleaños ―dijo Raisa, aunque ella la

verdad‖no‖lo‖había‖pensado―.‖Tengo algunas ideas sobre un vestido, y quería

ver lo que pensabas.

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Y así pasaron media hora discutiendo los pros y los contras del encaje satinado

y verde o negro frente al blanco contra el esmeralda, volantes contra sobrefalda,

tiaras en comparación con cintas de cuencas y las redes brillantes. Luego pasó a

debatir lo de una carpa en el jardín frente a una fiesta en el Gran Salón.

―Vamos a tener que reunirnos con el cocinero para discutir el tema del menú

―dijo Marianna, cuando se había hablado‖bastante‖sobre‖el‖tema―.‖Si tomamos

algunas decisiones ahora, vamos a tener menos dificultades al final. Ahora,

algunas de ellas dependerán de la lista de invitados, por supuesto...

―Amon está pensando en la fiesta ―dijo Raisa, pensando en que la

conversación tomara una‖dirección‖que‖le‖favoreciera―.‖Estoy‖contenta‖de‖que‖

esté de vuelta.

―He tenido la intención de hablar contigo acerca de Amon Byrne ―dijo la

Reina en un tono de voz que nunca significaba una buena noticia.

―¿Qué‖pasa‖con‖Amon? ―Preguntó Raisa, ya a la defensiva.

―Magret y Byrne dijeron que tuvieron una reunión secreta anoche en la casa de

cristal ―dijo Marianna, ausente girando un anillo en su dedo.

―No‖era‖ secreto ―dijo‖Raisa―.‖No nos hemos visto en tres años. Queríamos

ponernos al día, y no tuve la oportunidad de hablar con él durante la cena.

―Tú le dijistes al Señor Bayar que te dolía la cabeza ―dijo Mariana.

―Yo tenía dolor de cabeza ―mintió‖Raisa―.‖¿Y qué?

―Y luego te fuiste a cumplir con Byrne ―dijo‖la‖Reina―.‖¿Cómo es eso?

―Me senté con él en un lugar público con mi nodriza al lado ―dijo Raisa,

levantando‖la‖voz―.‖Tú‖me‖dir{s. ¿Cómo se ve?

―Magret dice que los dejó en el laberinto y se fue ―dijo la reina Marianna.

―Magret se quedó dormida en el banco, y decidí no molestarla ―dijo‖Raisa―.‖

Ya sabes cómo se pone cuando le despiertan. Tuve que volver a despertarla esta

mañana.

Le estaría agradecida. Magret había estado bastante quisquillosa, quejándose de

dolores de sus huesos viejos por dormir en el banco de piedra toda la noche.

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Tal vez eso explicaba por qué había corrido a la Reina Marianna para contarle

cuentos. Raisa había contado con que se callara para no tener contar por qué se

había quedado dormida durante el trabajo.

Nunca se podía decir lo que la gente iba a hacer.

Marianna se aclaró la garganta. ―Y luego Byrne fue visto saliendo de tu

habitación esa noche.

Raisa echó hacia atrás su silla, lo que hizo un sonido chirriante alto. ―¿Quién

dijo eso? ¿Recibiste un informe sobre mí esta mañana o qué? ¿Estabas con la

gente que me vio?

―Yo no tengo que seguirte ―dijo Marianna‖con‖su‖voz‖muy‖razonable―.‖Sin

embargo, el Alto Mago vino esta mañana. Dijo que fue Micah estaba levantado

porque no se sentia bien y vio a Byrne salir de tu habitación...

―¿Y esto merece una visita del Alto Mago? ¿En qué andas? Así que todo va

bien si Micah Bayar anda rondando mi habitación pero Amon...

―Micah estaba preocupado por ti, querida. Es comprensible que...

―Micah prácticamente me atacó en el pasillo, ¡Madre! Había estado bebiendo, y

él me agarró del brazo, y Amon me acompañó de regreso a mi habitación.

―No te pongas dramática, Raisa. ―Espetó‖Marianna―. Micah te sorprendió,

eso es todo, vio que tu y Byrne... habían tenido una cita.

La ironía era que Raisa y Micah se habían estado reuniendo a escondidas. Y un

matrimonio entre ellos estaba prohibido expresamente por la Naéming. Toda

esta conversación no tenía sentido.

Raisa de pie, dejo caer la servilleta al suelo. Debería haber sabido mejor que

pensar por el apoyo de su madre contra Bayars. Ella estaba en la suya, como de

costumbre.

―Estamos hablando de Amon ―dijo‖Raisa―.‖Él ha comido en nuestra mesa

cientos de veces. ¿Por qué seguir llamándolo cabo Byrne? Y en cuanto a Micah,

pregunta por ahí. Él es quien tiene bastante con las damas y las sirvientas. De

hecho, hay historias que...

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―Micah Bayar viene de la casa Aerie, es muy respetado, es de familia noble

―dijo‖la‖Reina―.‖Han‖estado‖en‖el‖Consejo más de mil años. Por otra parte, los

Byrnes...

―No lo digas.‖―Interrumpido‖Raisa―.‖No te atrevas. Edon Byrne es el Capitán

de tu guardia. ¿Estás diciendo que Amon no proviene de una familia respetada?

―Por supuesto que sí, Raisa ―dijo Mariana, retorciendo un mechón de pelo

alrededor‖ de‖ su‖ dedo―.‖Pero él es un soldado, su padre es un soldado, por

generaciones. Son buenos en lo que hacen. Pero eso es todo lo que pueden

llegar a ser. ―Mariana hizo una pausa para permitir que esto quedara claro―.‖

Sé que Amon ha sido tu amigo. Pero ahora que eres mayor, es necesario

apreciar las diferencias entre ustedes, y cómo todo esto es imposible.

―¿Cómo‖ de‖ imposible? ―Raisa‖ temblaba‖ de‖ indignación―.‖ No estoy

planeando casarme con él. Lo sé todo acerca de mi deber en la línea de sucesión.

Pero Amon es mi amigo, y aunque se convirtiera en algo más que eso, no es

asunto de nadie, sino mío, siempre y cuando no afecte a la sucesión. Que no lo

hará.

―Pero tal vez ―dijo‖su‖madre―.‖¿Tienes alguna idea de cómo esto se ve, en un

momento en que estás planeando tu matrimonio?

Raisa abrió la boca y las palabras salieron como si hubieran sido reprimidas allí

durante años. ―Si te preocupan las apariencias deberías preocuparte del tema

entre tú y el Alto Mago.

Marianna se puso de pie, el chal se cayó al suelo. ―¡Raisa Ana Marianna! ¿Qué

quieres decir? ―La voz razonable, había desaparecido.

―Sólo estoy diciendo que la gente está hablando de ti y del Señor Bayar ―dijo‖

Raisa―.‖Están diciendo que tiene demasiada influencia. La gente dice que... la

gente dice que es el momento de que mi padre vuelva a casa. ―Ella tragó

saliva,‖ con‖ l{grimas‖ en‖ los‖ ojos―.‖ Me gustaría que lo hiciera. ―hizo‖ una‖

reverencia―.‖Con su permiso, Majestad.

No esperó más, para darse la vuelta y huir de la habitación. Pero antes de que

saliera, oyó a la Reina con su voz aguda y chillona: ―Voy‖ a‖ hablar‖ con‖ el‖

Capitán Byrne acerca de esto.

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Como todo lo demás en la vida de Raisa, su tiempo en el Templo fue prescrito

por el Naéming. Cuatro días al mes, el Naéming decía, la Reina y la Princesa

heredera, irían al templo. Eso podría significar un día a la semana, o cuatro días

seguidos.

En el Campamento Demonai, el tiempo en el Templo era un privilegio y no una

obligación. Cuatro días en la casa de campo Matriarcal, en compañía de otros, o

cuatro días en el Templo del bosque, meditando sobre el fabricante y todos los

trabajos en el mundo natural. Raisa siempre terminaba los días con

sentimientos poderosos de esperanza, de alguna manera más centrada en sí

misma y con la certeza de lo que tenía que hacer.

Pero en el Tribunal Fellsmarch había muchas distracciones. La madre de Raisa

iba al templo cuando era necesario, pero ella lo hacia en una especie de fiesta,

rodeada de sus damas de honor, músicos, artistas y criados con alimentos y

bebidas. Después de todo, como decía Marianna, la música, comida y bebida y

los chismes eran obras del Creador y valía la pena celebrar. La única diferencia

a un día típico en la Corte era la notoria ausencia de asistentes y la presencia de

los ponentes, que podría suponer una desaprobación, pero había poco que

decir. Marianna y sus damas se burlaban de ellos a sus espaldas.

A veces parecía que la vida de Raisa en la corte estaba diseñada para que una

persona no pensara demasiado, sobre nada en particular.

Pero hay algunas cosas en las que se necesitaba pensar.

Después de la discusión con su madre, Raisa no estaba de humor para hablar

con nadie, por lo que se refugio en el pequeño templo, en el laberinto de la casa

de cristal. El sol caía a través del techo, y ella abrió los paneles de vidrio, lo que

permitió que el aire primaveral entrara desde el jardín.

Durante un tiempo ella se acomodó en el banco de piedra, su mente corría

alocadamente, persiguiendo a las imágenes de Micah Bayar y Amon Byrne, su

madre y Gavan

Bayar. Poco a poco su mente se tranquilizo y pensó con más cuidado.

Agarra el caballo por las riendas, antes de intentar controlar a los de otras

personas, Elena Demonai se lo decía siempre. Y asegúrate de tener una buena

silla antes de hacerlo.

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En el espacio de un día, ella había besado a dos hombres diferentes: Amon y

Micah. Con ambos sintió sensaciones de placer intensas, de diferentes maneras.

Ambos tenían prohibido estar con ella.

¿Eso fue la que le atrajo... porque le estaba prohibido? ¿Porque ella quería

enfrentarse a la cuestión matrimonial? ¿Debido a que estaba cansada de hacer lo

que le dijeran?

En cierto modo, estaba siendo fiel a su herencia. Las Reinas Lobo gris eran

famosas por sus coqueteos. La más famosa de todas, por supuesto, fue Hanalea.

Había incluso un libro sobre las conquistas de Hanalea. Se lo había cogido a

Magret para leerlo.

La mente de Raisa pasó del romance a la política. Ojos y oídos, le había dicho

Amon. Necesitaba los ojos y los oídos para sus muchas posibilidades de futuro.

Delante de ella había un camino ancho que se extendía en la distancia... lo que

podría pasar si siguia los planes establecidos para ella.

Ella vio a un matrimonio con alguien de la elección de su madre, y más

temprano que tarde. Ella no podía ver el final. Se perdió en las sombras.

A ambos lados divergentes pasajes, tan estrechos y cubiertos como la forma del

laberinto, algunos difíciles de encontrar, cada uno con sus propios riesgos e

incógnitas. Así que había otras posibilidades, pero nunca fáciles.

Mientras estaba sentada, con los ojos medio cerrados, alguien se sentó junto a

ella en el banco. Sabía sin abrir los ojos de quién se trataba, y soltó un largo

suspiro.

―Buenas tardes, Raisa ―dijo Elena Demonai. ¿Puedo sentarme?

―Buenas‖ tardes,‖ Elena‖Cennestre. ―Dijo‖Raisa,‖ usando‖ la‖palabra‖Clan‖de‖ la‖

Madre que significaba bienvenida.‖Abrió‖los‖ojos―.‖¿Cómo me has encontrado?

―Este es un lugar muy antiguo ―dijo Elena, en su arrugado rostro se dibujaba

una sonrisa que enmarca los‖ojos‖verdes‖de‖ la‖vidente―.‖Es uno de los pocos

lugares en el Valle con el poder. Tendrás necesidad de ello.

Raisa consideró esto. En Demonai había aprendido a no tener respuesta para

cada pregunta que surgía en su mente, sabiendo que algunas cosas se entiendan

con el tiempo.

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―Estoy preocupada, abuela ―dijo‖Raisa―.‖El camino a seguir parece bastante

claro, pero no estoy segura de que sea la manera correcta.

―En los Espíritus, encontramos nuestro camino por el sol y las estrellas y otros

puntos de interés ―dijo‖Elena―.‖Ellos nos dicen si estamos en el buen camino,

y mantenernos fuera de problemas.

¿Cómo evitar el peligro en las llanuras?

Raisa pensó un momento. ―Al igual que en los mercados. Busco una falta de

coincidencia, cuando alguien me dice una cosa y los ojos y las manos y los

órganos me dicen algo más.

―¿Y estás viendo desajustes ahora?

―He oído las palabras de Lord Bayar que salen de la boca de mi madre ―dijo‖

Raisa‖sin‖rodeos―.‖Solía hablar por sí misma. Y ahora... no sé.

Elena asintió con la cabeza. ―¿Y qué más?

―Creo que la trampa se cierra alrededor de mí, y yo todavía no sé lo que es.

―Vaciló‖ Raisa―.‖ Vi lobos en Hanalea el día del incendio, pero mamá no

pareció darse cuenta.

―Los‖lobos‖―murmuró‖Elena―.‖La línea Lobo gris está en peligro, y la Reina

no‖lo‖ve‖―miró a Raisa―. Bajo el Naéming, el Alto Asistente esta mágicamente

unido a la Reina. Señor Bayar no actúa como un asistente consolidado. Algo

anda mal.

―¿Qué puedo hacer? ―Preguntó Raisa.

―¿La‖ Reina está dispuesta a venir al Campamento Demonai? ―Preguntó‖

Elena―.‖¿Podrías convencerla?

Raisa negó con la cabeza. ―No‖sé ―dijo―.‖Yo no lo creo. Ella no esta contenta

conmigo ahora mismo. Cada vez que intento hablar del Señor Bayar, se enoja.

―Tienes que seguir intentando‖―dijo‖Elena―.‖Trata de convencerla para que

venga al Templo en Demonai. Y ten cuidado con los Bayars. El joven Bayar es

encantador y guapo, pero mantén las distancias. No te dejes atrapar.

―Sí, abuela ―dijo Raisa.

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―Tengo un regalo para ti ―dijo Elena. Sacó una bolsa de piel de venado del

bolsillo de su túnica y se lo entregó a Raisa.

Raisa desató la cuerda y derramó su contenido en la mano. Era un pesado anillo

de oro con una cadena, antiguo, grabado con imágenes de la ejecución de lobos,

le dio vueltas sin parar. Se podría decir que era demasiado grande para

cualquiera de sus dedos.

Raisa miró‖a‖Elena.‖―Es... se ve muy antiguo ―dijo ella, era lo único que podía

pensar.

Elena lo cogio, abrió el broche con una destreza asombrosa, y puso la cadena

alrededor del cuello de Raisa. ―Una vez perteneció a Hanalea ―dijo Elena

bruscamente.

―Hanalea ―dijo‖Raisa―.‖Pero parece demasiado grande para...

―Es lo que llamamos un talismán. Ofrece cierta protección contra encantos de

magos. Nunca te lo quites. Ahora ―dijo Elena―. Haré lo que pueda para traer

a tu padre a casa.

Después de un rato, Raisa bostezó y abrió los ojos. Estaba sola en el laberinto, se

desplomó en un rincón del banco, un viento cálido del sur le revolvió el pelo.

¿Se había dormido? ¿Habría sido un sueño?

Pero el anillo de los Lobos colgaba de una cadena pesada alrededor de su

cuello.

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Capitulo 10 Volver en el laberinto

Traducido por MariPooh y Eli25

Corregido por Majo2340

aisa envió un mensajero al cuartel, pidiendo que Amon se encontrara

con ella en el laberinto del templo, en la víspera de la noche, pero este

envió una respuesta de nuevo diciendo que estaba de guardia. Ella lo

intentó de nuevo la noche siguiente, con el mismo resultado. Tras el tercer

rechazo, amenazó con visitarlo en su cuarto en el cuartel, y él finalmente aceptó

ir.

Mientras tanto, Micah le envió un ramo de flores extravagantes y varias notas

sugiriendo una reunión. Ella no les hizo caso. Le daría motivos para correr a su

padre, y contarle cuentos.

Esa noche, viajó a través del callejón de piedra con más confianza, llevando una

vela encendida y haciendo suficiente ruido para dispersar a las ratas por

delante de ella. Su‖ vestimenta‖ era‖ m{s‖ pr{ctica‖ ―llevaba‖ una‖ de‖ sus‖ falda–

pantalón, botas y una chaqueta ceñida―.‖Esto‖ facilitó‖mucho cuando subió la

escalera, apagando la vela entre los dientes como un pirata.

Cuando se abrió de golpe la puerta metálica del pasajero, Amon saltó desde el

banquillo, arrancando la espada de su vaina. Giró sobre sus talones, explorando

la habitación.

―Por‖los‖huesos‖de‖Hanalea,‖Rai‖―dijo, sacudiendo la cabeza y deslizando su

espada en la vaina de nuevo―.‖Pensé que ibas a bloquear ese túnel desde fuera.

―Nunca‖dije‖que‖ lo‖haría ―respondió ella, dejándose caer en el banco―.‖Me

gusta‖tener‖una‖puerta‖trasera.‖―Levantó la‖mano‖cuando‖abrió‖la‖boca―.‖No

empieces. Por favor, siéntate. Estás sobre mí como uno de los sacerdotes de La

Tierra de Los Llanos.

R

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Él se sentó en el banco, apartándose en el rincón más lejano, como si ella

pudiera capturarlo, su cuerpo rígido y formal, con las manos cuidadosamente

colocadas sobre las rodillas.

―¿Por‖qué‖me‖has‖estado‖evitando?‖―Raisa le preguntó sin rodeos.

―No‖he‖estado...‖―Se‖detuvo‖cuando‖ella‖lo‖miró―.‖Está bien. Es sólo que... mi

Da ha tenido una conversación conmigo.

―¿Y‖qué‖dijo?

―Bueno. ―Se ruborizó―.‖ Él dijo muchas cosas. Lo más importante es que

estoy en la guardia ahora, y significa que estoy de guardia todo el día, todos los

días. Si vamos a hacer nuestro trabajo protegiendo a la familia real, tenemos

que seguir‖una‖cierta‖distancia....‖―Se aclaró la garganta―.‖Y, bueno... puedo

ver su punto de vista.

―¿Ver qué punto? ¿No estoy autorizada a tener amigos? ―Raisa sabía que

estaba siendo injusta, pero no estaba de humor para el juego limpio, y él era el

único blanco disponible. Además, la única vez que dejó su corrección militar y

se convirtió en el Amon que ella conocía, sabía cómo era cuando llegaba a

enojarse.

―Por supuesto‖que‖somos‖amigos,‖pero‖―le‖contestó‖Amon.‖

―No estamos autorizados a hablar‖ unos‖ con‖ otros,‖ ¿es‖ eso?‖―Raisa sacó su

larga trenza de pelo hacia adelante y la volvió a trenzar.

―Podemos‖hablar‖unos‖con‖otros,‖pero‖―le‖dijo.

―¿Sólo en una habitación llena de gente? ―Ella se deslizó más cerca―.‖¿Es‖esto‖

demasiado cerca? ―Y más cerca―.‖¿Qué‖tal‖esto? ―Hasta que su cadera estaba

presionándose contra él.

―Raisa, ¿me dejas terminar‖la‖frase,‖por‖lo‖menos?‖―gruñó, pero no se movió

de‖ inmediato―.‖ Yo no sé de dónde viene, pero Da dijo que la gente está

hablando acerca de nosotros. Me amenazó con publicarlo en los acantilados de

Chalk si escucha más de ello.

Raisa le puso la mano‖en‖su‖brazo.‖―Él‖no‖lo‖haría.‖―Los Acantilados de Chalk

era un puerto en el Océano Indio, a cientos de kilómetros de distancia.

Levantó una ceja. ―Sí. Que lo haría. Así que si eso es lo que quieres...

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―¿Vas a dejar que Micah Bayar diga a quien veo y con quién hablo?

La‖miró‖fijamente.‖―¿Qué?

―Micah le habló a su padre acerca de vernos fuera de mi habitación la otra

noche. Lord Bayar habló con la reina y la reina le dijo a tu padre.

―¿La reina‖ est{‖ involucrada‖ en‖ esto?‖―Se pasó el pelo hacia atrás, mirando

perplejo―.‖Yo‖no‖lo‖entiendo.‖―Hizo una pausa―.‖Me pregunto si tú y Micah

fueron, ya sabes... ―No podía encontrar la palabra que quería y se detuvo, se

aclaró la garganta―.‖Ayer por‖la‖noche,‖yo‖no‖sabía‖si...‖―Se quedó sin palabras

otra vez y se quedó mirando a sus manos.

Ese era en realidad un tema que no quería discutir con Amon Byrne.

―No‖importa‖Micah― dijo Raisa―.‖Él sólo quiere salirse con la suya. Pero algo

está pasando. Simplemente no he descubierto qué, sin embargo. Necesito

amigos en quien pueda confiar. Necesito a alguien a mi lado.

―Yo‖estoy‖de‖tu‖lado,‖Rai ―dijo Amon en voz baja―.‖Siempre.‖Tú‖lo‖sabes.

Raisa tomó sus manos entre las suyas.‖―Entonces‖ayúdame.

Él‖la‖miró‖con‖recelo.‖―¿Ayudarte?‖¿Cómo?

―Necesito ojos y oídos. Necesito saber qué es lo que está pasando. En el reino,

en la casa del Consejo de Hechiceros, y en la Montaña Dama Gris, en todas

partes. Me siento como un canario en una jaula. Veo solo las cuatro paredes que

me rodean y mientras tanto el castillo está rodeado y mis enemigos están

acorralándome.

―¿Qué?‖―Le miró a la cara, sin duda en busca de‖signos‖de‖locura‖o‖bebida―.‖

¿De qué estás hablando?

―Sabes que las reinas de sangre tienen visiones que predicen el futuro.

―Amon‖asintió‖con‖la‖cabeza―.‖Bueno, siento lo mismo que el día del incendio

de Hanalea. Estoy atrapada, con las llamas corriendo hacia mí y ningún lugar a

donde ir.

―Bueno. ―Amon se aclaró la garganta―.‖ ¿Cómo puedes saber si es una

verdadera visión? Quiero decir, yo a veces tengo pesadillas, pero eso es todo lo

que son.

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―Es posible que me esté imaginando cosas ―dijo Raisa―.‖ Pero no puedo

correr ese riesgo.

―¿Le has dicho a la reina? Parece que sería el lugar para comenzar.

―La cosa es que creo que puede ser parte del problema ―dijo Raisa―.‖He

tratado de hablar con ella, y simplemente terminamos discutiendo.

Su voz se apagó, vio la expresión de conflicto de Amon. Ella y Amon habían

compartido siempre agravios entre sí. Pero ahora se sentía como si le estuviera

pidiendo estar al lado de ella contra la reina a quien se había jurado a sí mismo.

―Eso no es mucho para seguir‖adelante.‖Un‖sentimiento‖―dijo finalmente.

―Y el modo peculiar en que el pueblo está actuando ―argumentó Raisa―.‖Mi

madre fue una y otra vez el otro día acerca de cómo no debo casarme con un

hombre del sur, que las cosas son demasiado inestables allá abajo.

―Tal vez es sólo nerviosismo acerca de ti haciéndote mayor, haciendo tu debut,

y esas cosas. ―Amon extendió sus manos, las palmas hacia arriba―.‖Todos los

padres tienen problemas con eso. Recuerdo cuando mi hermana, Lydia, tuvo el

día de su nombramiento. Da interrogó y aterrorizó a cualquier niño que se

acercó a ella.

―No lo sé. Al mismo tiempo, parece como si tuviera prisa para que me case.

Ella dice que le gustaría ver las cosas, que no puede estar alrededor mucho más

tiempo, como que tal vez ella sabe algo que yo no. A pesar de que no haya

alcanzado el día de mi nombramiento y no hay ningún candidato a la vista.

―Dijiste que eso no sería por años y años ―dijo Amon, casi en tono acusador.

Raisa‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Si tengo algo que decir al respecto. ―Se

estremeció―.‖Yo no quiero casarme. Tengo sólo quince años de edad.

―Bueno, yo tengo apenas diecisiete años ―dijo Amon―.‖Y voy a volver a la

academia en el otoño. ¿Qué quieres que haga? ¿A quién quieres que espiar?

―No es espionaje, exactamente. Por ejemplo, puedo obtener información del

Demonai Camp, que no me puede dar ningún otro. Ellos no me halagan. No me

tratan como a un icono con la cabeza vacía. En cierto modo, me respetan más

que nadie.

―¿Qué tipo de información quieres de mí?

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Raisa‖ se‖ enderezó.‖―Bueno, si hay problemas por venir, estoy pensando que

debe venir de uno de dos lugares, de las guerras en el sur, o desde el Consejo de

Hechiceros.

―¿Qué pasa con la gente de Fellsmarch? ¿Y si estaban planeando algún tipo de

rebelión? ―preguntó Amon.

―¿Por‖qué‖harían‖ eso? ―Raisa dijo, frunciendo el ceño―.‖La gente ama a la

reina. Cada vez que salimos de la ciudad, todos ellos están alegres y hasta

lanzan flores a nuestros pies.

Amon sacudió la cabeza, con una mirada que era casi compasiva.

―¿Qué? ―Raisa espetó, molesta al instante.

―Bueno, son miserables, por un lado, y están muriendo de hambre, y por lo

que he visto, la Guardia de la Reina pasa la mayor parte de su tiempo

empujándolos alrededor.

―No ―dijo‖ Raisa‖ con‖ convicción―.‖ La Guardia está ahí para proteger a la

gente.

―Raisa, ¿has estado alguna vez en Southbridge?

―Por supuesto que sí. He estado en el templo, y he viajado a través de él

docenas de veces. Es una especie de ruina, pero...

―Déjame adivinar. Te montaste en un carro con una comitiva por el camino,

con tu Guardia a lo largo de las calles a cualquier lado.

Ella asintió con la cabeza‖de‖mala‖gana.‖―M{s‖o‖menos.

―No puedes saber lo que realmente pasa cuando estás tan... aislado. He estado

en la patrulla a pie en Southbridge y Ragmarket por las últimas dos semanas.

Déjame que te cuente lo que pasó esta semana. Ayer, seis personas fueron

asesinadas en Southbridge. Cuatro niños, dos niñas, todos de nuestra edad.

Fueron torturados y estrangulados.

―Dios,‖ Hanalea‖―susurró Raisa―.‖No he oído acerca de esto. ¿Quién haría

algo así?

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―Buena pregunta. Todos estaban en una banda callejera llamada Sureños. El

Sargento Gillen piensa que una banda rival llamada Raggers lo hizo por

venganza.

―¿Venganza‖de‖qué? ―Raisa preguntó, inclinándose hacia adelante, fascinada,

a pesar de sí misma.

―Los Sureños golpearon al líder de los Raggers hace unos días, un niño con el

nombre de Puños. Lleva pulseras de plata, una especie de marca. Gillen sabía

dónde podía estar, así que lo agarramos saliendo de una taberna hoy temprano.

Amon rastrilló‖su‖pelo‖con‖ambas‖manos.‖―Él es de nuestra edad, y Gillen cree

que asesinó a seis personas.

―¿Y le‖preguntaste?‖―Provocó Raisa―.‖¿Qué‖tenía‖que‖decir‖él?

―Bueno, lo primero que Gillen hizo fue robarle su monedero y golpearle sin

sentido con un palo ―dijo Amon.

―¿Qué? ―Raisa sacudió su cabeza como si ella pudiera negar que así era―.‖

¿Por qué haría eso?

Amon‖se‖encogió‖de‖hombros.‖―Gillen es un matón y un ladrón. Finalmente lo

detuve, así que ahora estoy en la lista negra de Gillen seguro. Si mi padre no

fuera el capitán, creo que Gillen hubiera golpeado al chico hasta la muerte. Me

dijo que era nuevo y que no conocía las calles, y tenía que aprender.

―¿Así que ellos hacen ese tipo de cosas todo el tiempo?

Amon‖asintió.‖―Varias veces, justo desde que he estado con ellos.

―¿Y qué ocurrió? ¿Con Puños, quiero decir?

―Insistí en que le llevaran de vuelta a la casa de la guardia y le interrogaran

apropiadamente. Pero se separó y escapó mientras estábamos cruzando el

Puente Sur. Saltó al río, así que podría haberse ahogado. ―Amon sonrió

agriamente―.‖Este Puños no es estúpido, a pesar de lo que ha hecho. Si fuera

arrastrado a la casa de la guardia para un interrogatorio con Mac Gillen, haría

cualquier cosa para escapar también. Por supuesto, ahora Gillen y ellos piensan

que es culpa mía que haya escapado. Y probablemente lo es. ―Suspiró.

Raisa se inclinó hacia delante, intentando‖leer‖la‖cara‖de‖Amon.‖―¿Crees‖que‖es‖

culpable?

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Amon‖ miró‖ hacia‖ el‖ agua.‖ ―Parece probable. Pero no averiguas la verdad

torturando a alguien. ―Miró hacia Raisa―.‖ El punto es, que la gente en

Southbridge y Ragmarket tiene miedo de morir por la Guardia de la Reina, y

por una buena razón. ―Sus ojos grises eran duras piedras―.‖A mí, me gustaría

inmovilizar a Mac Gillen y dejarle en un callejón de Ragmarket por la noche. Y

ver lo que queda de él por la mañana.

Amon ha cambiado, pensó Raisa. Difícilmente le conocía ya. Había visto cosas,

y hecho y aprendido cosas mientras yo había estado encerrada aquí como una

flor de invernadero, aprendiendo como usar el tenedor.

Ella‖ puso‖ su‖ mano‖ sobre‖ su‖ brazo.‖ ―Veré‖ que ese Gillen sea despedido

―prometió ella.

Amon sonrió, su primera‖sonrisa‖real‖de‖la‖tarde.‖―¿Así que le dirás a la reina

que has estado charlando conmigo y te sugerí que despidieras a Gillen? No lo

creo. ―Sacudió‖su‖cabeza―.‖No hay necesidad. Ya hablé con mi padre. Si hay

algo que se pueda hacer, él lo arreglará. Pero la Guardia es completamente de

Gillen. Es un refugio para matones. Solo un capitán puede hacerlo. No se suele

hacer de esa manera.

Raisa se puso de‖pie‖ y‖paseó‖una‖y‖otra‖vez.‖―Eso es exactamente de lo que

estaba hablando. ¿Cómo puedo ser princesa heredera del reino y no saber lo

que pasa? ―Ella‖paró‖a‖medio‖giro―.‖¿Dices que la gente está hambrienta?

Él‖asintió.‖―Sabes que no hemos crecido mucho aquí. El Valle es fértil, pero no

hay muchas tierras apropiadas y nuestros inviernos son demasiado largos. No

podemos comer oro, plata y cobre. Siempre hemos dependido del comercio con

Arden y Tamron y los otros reinos al sur con nuestro cereal. Con las guerras

alargándose, la poca comida que viene del norte cuesta demasiado para que la

mayoría de la gente lo afronte. ―Él paró, luego se forzó a seguir, despuntando

el hueso―.‖No puedes asumir eso porque tienes comida suficiente para todos.

Raisa‖ estaba‖ mortificada.‖ ―No quiero ser ese tipo de reina ―dijo ella―.

Desconsiderada y egoísta y superficial y...

―No‖lo‖ser{s ―dijo rápidamente Amon―.‖Eso‖no‖es‖lo‖que‖quiero‖decir.

―Sí lo es. Y lo merezco. Necesito encontrar una manera de ayudar a la gente.

―Pero ¿qué podía hacer por eso? Ella podría vivir en un palacio, sentarse en un

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festín cada simple noche, y tener un armario lleno de ropas, pero sin dinero

para ella misma.

Ella podía intentar hablar con la reina, pero había tenido la poca suerte de

presionar su juicio antes en la semana. Basándose en esa conversación, su

madre probablemente planeaba gastar cualquier dinero extra que ella tenía para

una boda.

Además, Raisa quería hacer algo por ella misma. Algo importante. Algo

emblemático de la reina que quería ser.

Se había sentido totalmente inútil desde que volvió a Fellsmarch de Demonai.

Quizás podía vaciar su armario y vender algunos de sus vestidos de volantes en

Ragmarket y usar los beneficios para comprar comida a la gente que no tenía

nada. Aunque eso no llevaría mucho dinero.

Y entonces tuvo una idea. Lo mejor que había pensado, la que más le gustaba.

Miró‖ hacia‖ Amon.‖ ―Te agradezco que me digas la verdad. Ahora que has

hecho eso, ¿me ayudarás?

Él parpadeó‖hacia‖ella‖sospechosamente.‖―¿Ayudarte cómo?

―¿Puedes llevar un mensaje a Demonai y decirles que se lo den a mi abuela,

Elena?

Dudó.‖―Necesitaré‖saber‖sobre‖que‖es‖―dijo.

―Voy‖ a‖ pedirle‖ que‖ envíe‖ a‖ uno de sus mejores comerciantes para reunirse

conmigo en el Templo de Southbridge el día después de mañana.

―¿Por‖qué‖Southbridge? ―Preguntó‖Amon―.‖¿No‖podrían venir aquí?

―Es poco probable que sea reconocida allí. Y hay alguien en el Templo de

Southbridge con el que quiero hablar. ¿Has oído hablar del Orador Jemson?

―Bueno,‖sí ―dijo Amon, como si le sorprendiera que Raisa hubiera oído hablar

del Orador abiertamente―.‖Todos los que han estado en Southbridge conocen a

Jemson. Solo... ¿cómo planeas llegar allí?

Se‖encogió‖de‖hombros.‖―Iré disfrazada. Dijiste que debería salir más y ver lo

que realmente pasa en la ciudad.

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―¿Qué? ―Amon levantó sus manos, pareciendo alarmado―.‖Yo exactamente

no... No puedes ir a Southbridge sola. No me importa qué tipo de disfraz lleves

puesto.

―Entonces‖ ven‖ conmigo ―dijo ella, sonriéndole―. Podría ser una aventura,

justo como los viejos tiempos.

―Una persona no es suficiente para mantenerte a salvo. ―Impulsivamente,

sujetó su mano, como si pudiera ponerla a su lado de la discusión. Su mano era

cálida, la palma con callos―.‖Vamos, Raisa, ¿por qué tienes que ir tú sola? Solo

inventa una historia. Di que vas al templo a rezar.

Ella sacudió‖ su‖ cabeza.‖ ―Eso significará un séquito, ¿recuerdas? Guardia

armada, carruaje, y ¿procesión? No quiero eso. Quiero respuestas honestas, y

no las conseguiré con una escolta.

―Si vas a Southbridge, necesitarás un guardia armado. ―Cuando‖no‖dijo‖nada,‖

él añadió―.‖¿Qué estás tramando?

―No quiero decirlo hasta que sepa si funcionará.

―¿Y si no consigo llegar? Probablemente tendré una obligación el resto de la

semana.

Ella‖ se‖ puso‖ de‖ pie.‖―Bueno, iré, contigo o sin ti. Si quieres venir conmigo,

reúnete el día después de mañana en la víspera en el borde final del puente

levadizo.

―¿Est{s‖ planeando‖ ir‖ de‖ noche? ―Dijo Amon, mirándola como si todos sus

peores miedos se estuvieran haciendo realidad.

―Bueno,‖ sí ―dijo Raisa―.‖ Es menos probable que sea reconocida en la

oscuridad.

―También es más probable que consigas que te corten la garganta. O peor. ―Él

también se puso de pie, alzándose sobre ella, esperando poder intimidarla para

hacerla‖cambiar‖de‖opinión―.‖Esto realmente es una mala idea. Déjalo, Rai, o se

lo diré mi padre, y él tendrá a alguien esperando para interceptarte.

Raisa encontró su mirada directamente, aunque ella tuvo que inclinar su cabeza

para‖hacerlo.‖―Y si lo haces, solo esperaré e iré en otro momento sola.

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Este era su patrón desde la infancia, y difícil de romper. Ella venía con ideas

atrevidas y peligrosas, y él proporcionaba el músculo para verle llevarlas a

cabo.

Ellos estaban de pie mirándose mutuamente durante un largo momento.

―Podría no ser capaz de alcanzar a Elena ―gruñó Amon. Así fue como Raisa

supo que ganaría.

Solo... ¿por qué estaba cediendo tan fácilmente? Ella buscó en su cara. No la

miraba, lo cual significaba que él estaba incubando algún esquema u otro.

Bien. Lo que fuera, ella trataría con ello. Se inclinó, intentando un beso bastante

casto en la mejilla, pero él giró su cabeza y aterrizó bastante cerca de la esquina

de su boca. Ella se retiró y se miraron mutuamente. De cerca, su cara

completamente con barba de varios días.

―Bien entonces. ―Ella se puso de pie, sintiendo sonrojada y nerviosa―.‖

Gracias por venir esta noche. Me siento como si fueras el único amigo que

tengo.

Ella cruzó hacia el túnel abierto‖en‖el‖centro‖del‖templo.‖―Incluso si no puedes

venir a Southbridge, reúnete aquí a una semana desde ahora, y te dejaré saber

cómo fue.

―Si aún vives a una semana desde ahora ―gruñó él.

Ella‖ le‖sonrió.‖―Sigues‖preocupado‖por‖mí,‖¿verdad? ―Comenzó a descender

la escalera, sintiéndose más viva de lo que había estado desde que regresó a la

corte.

No es, que no sintiera una punzada de culpa. No era justo, lo que le estaba

pidiéndole a Amon, y lo sabía. Él tenía mucho más que perder que ella. Él era

un miembro de la Guardia de la Reina, había jurado a su servicio. Su propio

padre, el capitán de la Guardia, le había dicho que guardara la distancia de

Raisa.

Entonces otra vez, no era como si ella le estuviera pidiendo que cometiera una

traición. Ella era la princesa heredera, después de todo, y estaba a su servicio

también.

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Pero él ya estaba en problemas por su cuenta. Los Bayars sabían ser peligrosos

enemigos, y Micah estaría buscando una oportunidad para volver. Y todas sus

excusas no cambiarían el hecho de que Amon sería el que sufriría si ellos lo

averiguaban. Un destino al Precipicio Chalk estaría al final de esto.

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Capitulo 11 Santuario

Traducido por eli25

Corregido por Angeles Rangel

as campazas del Templo Southbridge sonaron cuatro veces. El sonido

reverberó en los adoquines, proclamando que eran las cuatro de la

mañana y que cualquier persona sensible debería estar a salvo en la

cama. Las antorchas a cada lado de la bendita entrada aún ardían, de alguna

manera, dando la bienvenida a todos los necesitados a cualquier hora del día.

En este particular momento, Han hubiera preferido estar escondido en la

oscuridad.

Presionándose en la sombra del edificio, Han levantó la elaborada aldaba y

permitió que golpeara contra la puerta de madera una segunda vez. Miró sobre

su hombro, esperando en cualquier momento sentir el duro agarre de la

Guardia en su brazo o el picor del frío acero.

Oyó pasos desde el otro lado de la puerta, luego el traqueteo del pestillo cuando

la puerta abrió hacia dentro. Una dedicada con toga blanca parpadeó hacia él,

su pálido pelo despeinado de dormir. Ella parecía tener la misma edad que

Han.‖―El Creador te bendice‖―dijo ella, virando; luego sus ojos se abrieron de

par en par cuando‖ le‖ enfocó‖ m{s‖ estrechamente―.‖ ¿Qué te ha ocurrido,

compañero? ―Demandó, con su acento‖ superficial‖ del‖ Southbridge―.‖ ¿Has

estado en una pelea? ―le preguntó, la ávida curiosidad alejó el sueño.

―Necesito‖ un‖ lugar‖ para‖ quedarme‖ ―dijo‖ Han,‖ y‖ añadió―,‖ por‖ favor‖

―cuando ella‖aún‖estaba‖de‖pie‖congelada―.‖Juro por el Creador, que no estoy

aquí para hacer daño a nadie.―Se balanceó un poco, y ella ciñó un brazo

alrededor de su cintura y le ayudó hacia una piedra en la puerta de entrada.

Ella retrocedió rápidamente, rozando su toga. ―Apestas‖―dijo, frunciendo el

ceño.

―Lo‖ siento.‖Me‖ caí‖ al‖ río‖―dijo, cerrando los ojos cuando una ola de mareo

barrió sobre él.

L

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―¿Qué le pasa a tu brazo? ―Preguntó ella.

Él ignoró la pregunta. ―¿Puedes despertar al Orador Jemson, por favor? Es

importante.

―Bueno, no sé si le gustará que le levanten‖a‖esta‖hora‖de‖la‖noche‖―dijo‖ella―.‖

¿Puedo darle un mensaje por la mañana?

Han mantuvo los ojos cerrados y no dijo nada. Posteriormente la oyó alejarse

por el pasillo. Apenas estaba despierto cuando oyó el estruendo de la voz de

Jemson acercándose.

―¿Cómo de mal herido está, Dori? ¿Estás segura que no es uno de nuestros

estudiantes?

―No lo sé como lo hubiera reconocido, incluso si le conozco, Maestro Jemson.

Él está bastante destrozado.

Han abrió los ojos para ver a Jemson mirándole, alto y severo.

―Maestro Alister. Gracias al Creador que estás vivo. Me temía lo peor.

―¿Dónde está Mari? ―Preguntó Han.

―Está durmiendo, a salvo en el dormitorio. Los dedicados se han hecho cargo

de ella. Envié un mensaje a tu madre para que no se preocupara.

Han luchó por incorporarse con un brazo. ―Tengo que sacarla de Southbridge

y‖volver‖a‖Ragmarket‖―dijo‖él―.‖Nadie debe saber donde vivo o que tengo una

hermana.

Jemson miró a Dori, quien estaba escuchando con gran interés. ―Eso‖ser{‖todo,‖

Dori‖―dijo―.‖Ve a la cama. Me las arreglaré desde aquí.

Dori se fue arrastrando los pies a regañadientes, mirando insistentemente hacia

atrás.

El Orador se arrodilló en un susurro de tela para poder mirar a Han

directamente a los ojos. ―Dime, Hanson, ¿tienes algo que ver con esos

asesinatos? ―Preguntó‖severamente―.‖Necesito saber la verdad.

―No,‖señor‖―susurró‖Han―.‖Lo juro.

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―¿Alguna idea de quién podría haberlo hecho? ¿O por qué? ―Preguntó

Jemson.

Han sacudió su cabeza. ―No. Pero estoy siendo culpado. La Guardia de la

Reina me está cazando. ―Bajó‖la‖mirada‖a‖sus‖pies―.‖Lamento ensuciarle con

esto, y me iré si quiere. Es solo... conseguí salir a la calle y no tengo a donde ir.

Si puedo llegar a Marisa Pines, puedo quedarme fuera de la vista allí durante

un rato, pero primero, tengo asuntos que arreglar aquí.

―No me gusta como‖ suena‖ de‖ eso‖―dijo‖ Jemson―.‖ Saliste esta mañana por

negocios, y vuelves ensangrentado, huyendo de la Guardia. Creo que sería

mejor que te fueras solo.

―Pero tengo que averiguar‖quién‖mató‖a‖ los‖Sureños‖―dijo‖Han―.‖Si fueron

los Raggers, necesito saberlo. No puedo quedarme en las montañas para

siempre. No puedo dejar a Mamá y a Mari solas.

―Ya‖ veremos‖ ―dijo‖ Jemson―.‖ Mientras tanto, necesitas curarte. Si no me

equivoco, ese brazo está roto.

Han se había estado acunando el brazos herido con su otra mano. Estaba

hinchado desde el codo hasta la muñeca, y se había puesto de un desagradable

color azul verdoso. Su brazalete plateado estaba tenso, la carne sobresalía

alrededor.

―No puedo pagar al curandero‖ ―dijo‖ Han―.‖ Quizás si lo vendo, puede

esperar a que llegue a Marisa Pines.

―Actualmente, hay alguien aquí que puede ayudar,‖ creo‖―dijo el Orador―.‖

¿Estás de acuerdo en quedarte?

Cuando Han asintió, el Orador dijo. ―Ven conmigo. ―Jemson ayudó a Han a

ponerse de pie y le guió por el pasillo, soportando su codo bueno con una mano

y llevando una lámpara en la otra. El habitual movimiento en los pasillos era

inquietantemente silencioso, el templo dormía a su alrededor. Jemson le guió

pasando el santuario y las aulas hacia los dormitorios de piedra donde los

huéspedes y los dedicados se quedaban.

Cruzaron un patio iluminado por la luna, y Jemson empujó una puerta abierta

hacia una habitación que daba al jardín del curandero. Dentro había dos

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simples camas, una mesa, una silla recta y una mecedora, una bañera para el

baño, un tronco, un lavabo seco y un cuenco.

Jemson dejó la lámpara en la mesa. ―Túmbate y descansa. Ahora vuelvo.

Han se hundió agradecido en la cama, sintiendose culpable porque aún estaba

mugriento del río, pero también cansado de hacer cualquier cosa sobre eso. Sólo

tener un refugio, algún lugar para dormir durante unas pocas horas, era una

bendición. Su brazo latía con fuerza, pero estaba tan cansado que cayó en un

tipo de preocupante sueño despierto. Parecieron solo minutos después de que

él despertara, asustado, cuando alguien entró en la habitación y se sentó en el

borde de su cama. Buscó a tientas un cuchillo que ya no estaba allí.

―Cazador Solitario, ¿qué te han hecho los habitantes de los llanos? ―Willo

dejó su bolsa de curandero cerca de él y puso su fría mano sobre su frente febril.

―¿Willo? ―Su boca estaba tan seca que apenas podía forzar para que le

salieran‖ unas‖ palabras―.‖ ¿Qué estás haciendo aquí? ―Willo nunca iba a la

ciudad. Ella clamaba que drenaba toda su magia.

―Tenía‖asuntos‖en‖Fellsmarch‖―dijo ella. Gentilmente examinó su brazo, y el

toque de su mano fue como el agua fría fluyendo sobre él, alejando el dolor.

Levantándose, ella echó agua del cántaro en una taza y espolvoreó los

contenidos‖ a‖ una‖ bolsa‖ bordada‖dentro―.‖Aquí‖―dijo―.‖Bebe. Es corteza de

sauce. Ayudará con el dolor.

Era corteza de sauce y hierba marina, y quizás algo más, también, porque

entonces le pareció a él que comenzaba a alucinar.

Una puerta se abrió y se cerró, y le‖ pareció‖ oír‖ a‖Dancer‖ decir.‖―¿Qué le ha

ocurrido a Cazador Solitario? ¿Quién le hizo esto? Déjame verle.

Luego la voz de Willo, algún tipo de discusión, como si ella estuviera

intentando persuadirle para que se fuera. Rápidos pasos, luego Dancer se

inclinó sobre él, respirando fuerte, los ojos abiertos, su cara brillando con sudor,

su pelo colgando en largos mechones mojados. Llevaba una toga de dedicado,

brillante contra su piel oscura.

―Cazador‖Solitario‖―susurró, extendiendo su mano hacia la cara de Han.

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La piel de Dancer ardía y despertaba, y las llamas giraron desde su cuerpo. Han

tiró su brazo bueno sobre su cara para protegerla. Entonces Willo y Jemson

apartaron a Dancer, fuera de la vista de Han.

―No puedes‖ayudarle,‖Dancer‖―dijo‖Willo‖urgentemente―.‖Ve con Jemson, y

déjame trabajar. Por favor.

―¡Dancer! ―Gritó Han, intentando levantarse, pero la droga le hacía indefenso.

Dancer estaba preocupado. Dancer estaba en llamas. Fire Dancer.

Momentos después, Willo volvió. Intentó hablar con ella, preguntarle qué

estaba pasando, pero no podía articular las palabras. Estaba vagamente

consciente de Willo arreglando su brazo, diciendo palabras sobre eso,

entablillándolo, vendándolo a su cuerpo. Y no supo nada más después de eso.

Se despertó a la última hora de la tarde. La luz del sol sesgaba a través de las

ventanas, los pájaros estaban cantando, y el olor de las flores entraba a través de

la puerta abierta. Todo bien.

Se miró a sí mismo. De alguna manera le habían bañado y vestido en una toga

blanca de dedicado. Su monedero estaba esperando en la mesilla al lado de su

cama, pero sus ropas parecían haberse perdido. La hinchazón en su brazo había

disminuido drásticamente. Estaba atado tensamente en su pecho, y solo había

un apagado dolor recordándole del cegador dolor de día anterior. Con algo de

suerte él tendría el uso completo de éste al final de la semana. Willo había

trabajado en él antes.

Las imágenes giraron a través de su mente como manchas de pintura mojada.

El equipo de Gillen volvió a su cabeza. Dancer en llamas. La cara de

preocupación de Willo.

Balanceó sus piernas fuera de la cama y se puso de pie temblorosamente,

dándose cuenta de que estaba hambriento. Esa era otra cosa sobre la curación

rápida, te dejaba hambriento. Arrastró los pies descalzos hacia la puerta y miró

fijamente hacia el jardín en el momento en que vio a Dori directa en su camino

con una bandeja de apariencia prometedora.

―La Madre Willo dijo que estarías‖esperando‖algo‖de‖comer‖―dijo‖Dori―.‖Es

bueno verte levantado y andando. ―Llevó la bandeja dentro de la habitación de

Han y la dejó sobre la mesa, luego se sentó en una de las camas y levantó sus

rodillas, poniendo sus pies sobre el marco de la cama como si quisiera quedarse

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un rato. Tenía una cara redonda, bonita haciendo bastante juego con los ojos

azules y pequeños, la boca infeliz. Él no podía decir mucho sobre su forma

debajo de la toga, pero parecía bastante buena.

―Bueno,‖gracias‖―dijo Han, sentándose en la otra cama y sacando la servilleta

de la bandeja. Había estado preocupado por si eran gachas o algún tipo de

comida para inválido, pero era un buen pedazo de queso, un trozo de pan

marrón, y algo de fruta. Lo engulló, bajándolo con tazas de agua.

―Soy‖Dori‖―dijo ella, inclinándose hacia delante y pegando su cara bastante

cerca como si los celos por la atención de‖la‖comida‖fuera‖suficiente―.‖Y‖tú‖eres‖

Puños‖ Alister‖ ―añadió ella, asintiendo‖ sabiamente―.‖ He oído hablar de ti.

Todos lo hacen.

―Es‖bueno‖conocerte‖―dijo‖Han‖con‖la boca llena.

―Estoy‖ en‖ el‖ primer‖ año‖ de‖ dedicada‖―dijo‖ ella―.‖Antes de eso, viví en el

Callejón Blackberry.

―Hmm‖―dijo Han, y cuando ella continuó para mirarle expect{nte,‖añadió―,‖

¿cómo decidiste convertirte en una dedicada?

―Oh,‖fue‖idea‖de‖mi‖madre‖―dijo‖Dori―.‖Una boca menos para alimentar en

casa, dijo. Era eso o sirvienta.

―¡Ah! ¿Te gusta?

―Está bien. ―Ella tiró‖desanimadamente‖de‖ su‖ toga―.‖Conseguiré cansarme

de llevar esto todo‖ el‖ tiempo‖―dijo‖ ella―.‖ Desearía‖ que‖ fuera de colores, al

menos.

Ella se inclinó hacia delante y dijo conspiratoriamente. ―¿Cómo es, ser el líder

los de los Raggers? He oído que dan mil girlie por tu cabeza.

―Ese‖no‖soy‖yo‖―dijo Han, pensando que debería escribirlo a través de la parte

delantera‖de‖su‖toga―.‖La gente comete ese error todo el tiempo. No corro con

pandillas.

―Oh‖―dijo‖ Dori,‖ desilusionada―.‖ Así que nunca mataste a nadie, adivino.

―Entonces,‖después‖de‖una‖pausa―,‖pero conseguiste el pelo limpio como él.

Nunca he visto a un chico con el pelo tan limpio como el tuyo. Está cerca de

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brillar tanto como el mío. ¿Ves? ―Ella cogió un mechón de su pelo alrededor de

su dedo índice y lo sujetó para que lo mirara.

Han acabó lo último de pan y queso y se lamió sus dedos. ―Gracias‖por‖la‖cena‖

―dijo, virando y tumbándose sobre las almohadas, esperando que ella cogiera

la indirecta y se fuera.

Pero en su lugar ella vino y se sentó en el borde su cama, agarró su mano

buena, y le subió la manga. ―Llevas‖ la‖ plata‖ ―dijo, mirándole como si él

hubiera‖intentado‖coger‖su‖bolsillo―.‖Eres‖Puños Alister, tienes que serlo.

―¿Qué importa? ―Dijo él, deseando por milésima vez poder quitarse los

malditos brazaletes.

―Ellos dicen tienes a los chaquetas azules‖metidos‖en‖los‖bolsillos‖―dijo‖ella―.‖

Dicen que en tu guarida secreta tienes un tesoro por todo el lugar, diamantes, y

rubíes y esmeraldas robadas de la nobleza, y que todo lo vistes en oro y

mantienes a mujeres ricas maravillosas por los rescates, y que todas se

enamoran de ti y que no quieren irse.

―No sé‖como‖han‖empezado‖ese‖rumor‖―dijo‖Han,‖desesperado deseando que

ella se fuera.

―Y también, que cuando las dejas ir, les dices que cojan todo lo que quieran de

tu tesoro para llevarse con ellas, y que eligen un anillo o un collar o algo y no lo

dejarán, no por nada, y duermen con eso bajo sus almohadas. Y algunas de ellas

hacen promesas al templo después de eso porque no están interesadas en nadie

después de ti.

Han hubiera reído a morir si no fuera por el hecho de que sus instintos le

estaban gritando Peligro. ―Usa‖tu‖cabeza‖―dijo‖él―.‖Sólo tengo dieciséis años.

¿Cómo puede ser algo de eso cierto? Además, estoy fuera de todo eso.

Ella parpadeó hacia él con los ojos tan vacíos y azules como el cielo sin nubes.

―No lo creo. ¿Por qué estarías fuera de todo eso?

Han no tenía interés en intentar explicárselo a Dori, la guerra había pasado en la

mayoría de su vida. La vida de la calle era atractiva. Te hacía sentir poderoso,

porque controlabas vida y muerte y comerciabas en unos pocos bloques de la

ciudad. Porque la gente cruzaba la calle cuando te venían venir. Porque las

muchachas querían estar con un señor de la calle.

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Eventualmente, tu historia crecía en una leyenda hasta que no sabías quién eras

ya y de lo que eras capaz de hacer. La batalla violenta por tierras, botín, y

sobrevivir se convertían en adictivas, así que la escuela y la vida familiar

parecía un apagado fondo para la realidad de adrenalina de las calles.

Él había sido bueno en eso. Locamente bueno, o quizás solo loco. Había hecho

cosas en las que no le gustaba pensar ahora.

La voz sin aliento de Dori rompió su ensueño. ―¿Tienes un corazón dulce?

―Preguntó ella, agarrando‖ r{pidamente‖ su‖ mano―.‖ Porque yo no tengo un

corazón dulce.

Han sabía que esto se estaba descarriando al traicionero territorio, pero

entonces alguien apareció en la puerta como un ángel de un tamaño pequeño

enviado desde el cielo. ―¡Han!

Era Mari. La razón por la que él había dejado su anterior vida.

Dori soltó su mano y retrocedió en la otra cama. Han se levantó, y su hermana

pequeña se colgó de sus brazos, o brazo, más bien. ―Dijeron que estabas

herido. ¿Qué le ha ocurrido a tu brazo? ¿Dónde fuiste ayer? ¿Por qué no

volviste?

―Conseguí llegar‖ r{pido‖ a‖ la‖ calle‖ ―dijo Han, lo cual era perfectamente

cierto―.‖Tendré que irme durante un tiempo. Pero primero te llevaré a casa.

―¿Dónde vives? ―Preguntó Dori, mirando de Han a Mari.

―En la‖Calle‖Cobble,‖ sobre‖ la‖ cuadra‖―dijo Mari, antes de que Han pudiera

detenerla. Él no estaba seguro de por qué debería detenerla, solo se sintió como

si no quisiera que Dori supiera dónde encontrarle. Asumiendo que él volviera a

casa.

―Te‖ ves‖ gracioso‖ en‖ esa‖ toga‖―dijo‖Mari―.‖Y tu pelo está alborotado. ―Se

mojó‖ un‖ dedo‖ e‖ intentó‖ bajarlo―.‖ El Maestro Jemson me envió para ver si

estabas despierto. Se supone que vas a verle a su estudio. Ahora mismo, dijo, si

eres capaz. ―Ella tiró de su mano.

―Ah.‖ Bueno.‖ Te‖ veré‖ después,‖ Dori‖ ―dijo‖ Han,‖ pensando. No si puedo

evitarlo.

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El estudio del Orador Jemson estaba lleno de libros, apilados sobre todo en las

superficies y estanterías, en los libreros que se extendían hasta el techo. Los

pergaminos estaban enrollados y almacenados en nichos y extendidos en su

escritorio, sujetos con piedras. Los mapas de los lugares lejanos estaban

clavados en las paredes. Olía a cuero y polvo y a lámpara de aceite y

aprendizaje.

Cuando Han era un niño pequeño, solía enterrarse en la librería de Jemson

durante varias hora. Jemson nunca se preocupó de que se lavara el polvo de

sus dedos antes de tocar las cubiertas estampadas en oro o de que tuviera

cuidado al girar las frágiles páginas. El Orador nunca le advirtió de que no

derramara tinta cuando él estaba transcribiendo los pasajes, o le dijo que no

tocara las ilustraciones pintadas a mano. Nunca se llevó los libros porque era

demasiado complicado, también de gran volumen, o demasiado gruesos para

que él los mirase.

El amor de Jemson por los libros era contagioso, y Han cuidó de ellos incluso

aunque nunca se lo debió a sí mismo.

El Orador estaba sentado en su escritorio, escribiendo algo en el pergamino, su

tetera estaba un poco caliente a su lado.‖Sin‖levantar‖la‖mirada‖dijo.‖―Siéntate,

Maestro Alister. Querida Mari, Orador Lara estará en el estudio de arte esta

tarde. Por favor únete a ella mientras hablo con tu hermano.

Mari se tensó y abrió la boca para protestar, pero Han palmeó su hombro

torpemente. Cuando el maestro hubo acabado, espolvoreó arena sobre la

página y lo dejó a un lado. Entonces levantó la mirada hacia Han por primera

vez.

El Orador parecía algo más viejo de lo que había sido el día anterior, su cara

ensombrecida por un nuevo dolor y decepción. ―¿Te gustaría algo de té,

Maestro Alister? ―Preguntó, cogiendo una taza de la estantería detrás de su

escritorio.

Han se sentó en su silla. ―¿Qué‖pasa? ¿Qué ocurrió?

Jemson sirvió para él, de todas formas. ―Encontraron dos cuerpos más esta

mañana‖―dijo.

―¿Sureños? ―Preguntó Han.

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Jemson asintió.

Han se lamió los labios, la cena le sentaba pesadamente en su estómago ahora.

―¿Igual que antes?

Jemson asintió otra vez. ―Fueron torturados. Quemados en lugares distintos.

Es difícil de decir actualmente que les mató. Quizás murieron de miedo.

―¿Vio los cuerpos?

Jemson giró la taza en su mano. ―Los trajeron aquí, esperando que pudiéramos

identificarlos. Los conocía a ambos. Josua y Jenny Marfan. Un hermano y

hermana. Solían venir al templo antes de que les perdiera por las calles.

Siempre esperé que dejaran esa vida. Como tú.

El Orador le dio una larga mirada significativa, y Han supo que estaba

esperando a que él dijera algo. Jemson podía hacer que una persona confesara

cualquier crimen con sus silencios. Han a menudo pensaba que la Guardia sería

mejor si le contrataran para los interrogatorios en lugar de las palizas.

―Como‖le‖dije‖antes,‖no‖sé‖nada‖de‖eso‖―dijo‖Han―.‖Sabe que no tuve nada

que ver en eso, pues estuve aquí toda la noche. La Guardia culpará a los

Raggers, pero eso no tiene nada que ver conmigo. Sea cual sea el punto que

estuvieran intentando hacer, seis Sureños muertos estaría bien. No hay razón

para matar a dos más. A menos que ellos quieran sacar a los Sureños del

Southbridge.

Jemson levantó una ceja. ―¿Esa es una posibilidad?

Han se encogió de hombros. ―Es poco probable. Ragmarket es el mejor

territorio. Más cerca del Castillo Fellsmarch, más dinero pasando a través, los

objetivos más fáciles con gordos monederos. Aquí ellos conseguirían que Mac

Gillen les empapara secos. Ha estado al mando durante años. Gillen reclama ser

capaz de comprar, pero él te cruzaría doblemente en un latido si necesita a un

chivo expiatorio. Tiene conexiones muy altas, he oído, así que adivino que

nunca conseguirán encontrarle nada. Lo que estoy diciendo es, que no vale la

pena empeorar el intento de tomar Southbridge.

Han golpeó su té y tomó un sorbo precavido. ―En el Ragmarket, la Guardia es

factible. La mayoría son locales, y preferirían sentarse en sus casas cuartel y

cortar y jugar a las cartas. Nadie intenta hacerse un nombre por sí mismo. Si

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haces un trato con ellos, ellos lo honran. Si están al mano, no irán detrás de ti, a

menos que hagas algo que no pueden ignorar. Lo cual es el por qué todos esos

asesinatos son estúpidos.

―Estúpidos‖―Jemson miró a Han como si estuviera hablando en un extraño

lenguaje.

―Bueno, sí. No hay botín en eso excepto alardear derechos, y eso atrae a los

chaquetas azules. Puedes jugar siendo inteligente. Cuando corría con los

Raggers, nunca... ―Su voz se arrastró cuando se fijó en la expresión de

Jemson―.‖Digalo‖―gruñó‖él―.‖Lo‖que‖sea‖que‖esté pensando.

―Estoy pensando que no hay otras razones para asesinar a la gente más allá del

hecho de que no hay‖botín‖en‖eso,‖como‖dijiste‖―dijo Jemson suavemente.

―Sí, bueno. Puedo cantar alguna canción que le guste,‖ya‖lo‖sabe‖―dijo‖Han―.‖

Sólo estoy siendo directo con usted aquí.

―Lo sé, y lo aprecio. ―Jemson frotó su frente‖ con‖ el‖ talón‖ de‖ su‖ mano―.‖

Perdóname. Solo me frustro algunas veces. Maestro Alister, veo que tu

reputación como un líder y estrategista es justamente ganada. Todas esas

cualidades te harían un estelar señor de las calles que te llevaría a cualquier

parte que quisieras. Los comercios. El ejercito. La corte hacia Fellsmarch.

―Suspiró―.‖Debería llevarte. Pero demasiados chicos por lo que me preocupo

acaban muertos. Es solo una pérdida de tiempo.

―Los lentos de mente que pueden venir al Templo de Southbridge son más

inteligentes‖de‖todas‖formas‖―dijo‖Han,‖pensando‖en‖Mari―.‖Pero no hay nada

para ellos excepto las bandas. Algo consigue entrar porque son matones de

corazón. Muchos lo hacen porque es como puedes sobrevivir. Puedes alimentar

a una familia participando en una banda si tienes el derecho a ser señor de la

calle.‖ ―Medio se‖ rió―.‖ Y si consigues que te maten, al menos no ves a tu

familia comiendo arcilla para llenar sus vientres.

―¿Sabes‖ cu{n difícil ha sido desde que dejé el juego? Trabajo tres veces tan

duro para la mitad del botín. Los Sureños aún lo tienen para mí, y los Raggers

no saben lo que me hicieron. Ni un día salgo y me pregunto si podría haber

sido mejor quedarse.

―¿Por qué lo dejaste, entonces? ―Preguntó‖ Jemson.‖ Se‖ aclaró‖ la‖ garganta―.‖

Desde que tenías tanto... éxito por eso.

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―Mari‖―dijo‖Han‖rotundamente―.‖No lo quería para ella. Y cuando estás en

las bandas, amar a alguien es como poner tu corazón en un plato y servirlo a tus

enemigos. Cuando recorría las calles, nunca iba a ver a Mamá y a Mari, y

actuaba como si las odiara. Les enviaba dinero, pero tenía que ser cuidadoso

con eso. Tenía a los Raggers vigilando la casa, pero aún así. Todo eso se va en

un momento de descuido, un corredor de la calle que quiere hacer un nombre.

El momento fue que Mari podría unirse para su propia protección.

―¿A que estás esperando, para Mari? ―Preguntó suavemente Jemson.

―No lo sé. Depende de lo que ella quiera. ―Han gesticuló, indicando lo que les

rodeaba―.‖A ella le gusta esto. Quizás querrá ser Oradora algún día. Creo que

sería buena profesora o empleada. Quizás podría encontrar un buen trabajo en

el castillo. Ella es músico. Desearía tener dinero para que fuera al conservatorio

en el Vado de Oden. ―Han‖miró‖a‖Jemson―.‖Es eso. Quiero que ella tenga una

elección.

Jemson asintió. ―Mari es muy inteligente. Como tú. ―Se‖detuvo―.‖Pero ahora

mismo tus elecciones son limitadas. La Guardia va a estar buscando debajo de

cada roca, intentando encontrarte. Incluso aunque las víctimas eran corredores

callejeros, ocho cuerpos muertos son muchos.

―Estoy planeando ir a Marisa Pines‖y‖quedarme‖allí‖un‖tiempo‖―dijo‖Han―.‖

Pero primero necesito averiguar realmente quién cometió los asesinatos.

―Maestro Alister, no es tu trabajo averiguar‖ quien‖mató‖ a‖ esos‖ chicos‖―dijo‖

Jemson―.‖He puesto demasiado tiempo y esfuerzo en tu educación. No quiero

enterrarte cerca del templo.

―No puedo afrontar esconderme‖en‖ los‖Spirits‖para‖siempre‖―dijo‖Han―.‖A

menos que averigüe algo, la Guardia no buscará más allá de mí. Es bastante

difícil hacer una vida sin chaquetas azules a mi espalda. ―Jemson no dijo nada,

así‖ que‖ Han‖ se‖ dio‖ prisa―.‖ Quiero hablar con los Raggers, ver lo que ellos

saben. Si puedo hacer contacto con los Sureños, lo haré. Quizás ellos tengan

nuevos enemigos que no conozco.

Jemson‖soltó‖un‖largo‖suspiro.‖―Asumo que no puedo disuadirte de eso.

―De alguna manera tengo que limpiar mi nombre. No sé que más hacer.

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―Está bien. ―Jemson empujó una bolsa de ropa‖de‖debajo‖de‖su‖escritorio―.‖

Esto es tuyo. ―Se lo entregó.

Han lo sopesó en sus manos. ―¿Qué es esto?

―Es de Willo.

―¿Dónde está? ―Preguntó Han, mirando a su alrededor como si ella pudiera

aparecer de repente. Tenía una forma de no ser vista si no quería serlo. Había

esperado que ella echara otra mirada a su brazo. Quizás una segunda puesta de

manos podría curarlo incluso más rápido.

―Ella volvió a Marisa Pines. Sus asuntos están concluidos. Pero dijo que

vendría y se quedaría tanto como tú quisieras.

Han frunció el ceño. ―Dancer también estaba aquí.‖ ―Miró‖ a‖ Jemson―.‖

¿Verdad? Pensaba que le vi.

Jemson dudó, luego asintió. ―Sí. Dancer estaba aquí con su madre. Ambos se

fueron.

―Está enfermo, ¿verdad? ―Preguntó‖ Han―.‖ Había algo... Es casi como si

estuviera ardiendo delante de‖mí.‖O‖me‖estoy‖volviendo‖loco‖―añadió.

Jemson se tensó doblado en su toga, sin encontrar la mirada de Han. ―Estás

más allá de eso, hijo mío. Tuviste un fuerte golpe en la cabeza.

Se suponía que los Oradores no mentían, pero podían hablar seguros alrededor

de un tema.

―¿Así que es eso? ―Preguntó Han, luchando con el cordón con una sola mano.

Jemson tomó la bolsa de vuelta y la desató por él. ―Willo aparentemente te

conoce tan bien como cualquiera. Dijo que no te irías ahora, que querrías dejar

algunas‖cosas‖aquí‖primero―.‖Buscando a tientas en la bolsa, Jemson sacó una

pequeña bolsa.

―Esto esto es henna e‖ índigo,‖ para‖ teñirte‖ el‖ pelo‖―dijo‖ Jemson―.‖Deberías

conseguir un color rojo marrón en lugar de esto. Espero que te haga más difícil

de identificar. Hay algo de dinero y ropa de clan dentro. ―Sonrió irónicamente

hacia‖Han‖en‖su‖toga‖de‖dedicado―.‖Asumo que no quieres quedarte y tomar

votos.

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Capitulo 12 Pan y rosas

Tradución SOS por: Nadia y Sera

Corregido por: Xhessii

aisa descubrió que la lavandería del palacio era un buen lugar para

pescar disfraces. Las ropas de todos, excepto las de aquellos demasiado

elegantes para exponerse al lavado, llegaban allí. Y ahora no tenía

necesidad de ropas elegantes.

Esperaba pasar por la sirvienta de una dama o la gobernanta de alguien, pero

no era fácil encontrar tales ropas que le quedaran bien a su figura menuda.

Después de escarbar a través de la ropa recién lavada, eligió una falda larga y

una blusa de lino blanca con un ajustado corsé encima. Tenía que atar las

mangas fuertemente para evitar que se deslizaran sobre sus manos, y las faldas

se arrastraban por el piso. Aún después de que había empujado su cabello en

una redecilla de encaje, todavía se sentía completamente reconocible. Era

princesa heredera del reino. Todos la conocían. ¿Cómo podría salirse con la

suya?

Hanalea no había tenido miedo, se dijo a sí misma. La legendaria reina con el

toque común había caminado anónimamente muchas veces entre sus súbditos.

Si pudo hacerlo, entonces...

Raisa practicó un tímido modo de andar arrastrando los pies, intentando no

tropezar con sus largas faldas, haciendo reverencias cada pocos pasos. Mantuvo

sus‖ojos‖bajos,‖murmurando:‖―“Sí, señora”, “No, señor”. ―Escondió su disfraz

en la cámara secreta al pie de las escaleras del jardín.

Por casualidad, Magret se fue a la cama al mediodía con uno de sus

enceguecedores dolores de cabeza. Raisa vio eso como un signo del Hacedor, y

envió un mensaje a su madre de que cenaría en sus habitaciones. Entonces, más

tarde en el día, Raisa se aventuró dentro del “Cuarto de los Enredos

Románticos”.

R

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Ése era el nombre que Raisa le había dado. Era un pequeño armario cerrado

fuera de su habitación donde Magret guardaba los regalos enviados por los

futuros pretendientes de Raisa después de anotar las particularidades en un

libro de notas que Raisa llamaba el “Gran Libro de los Sobornos”.

Los regalos honraban ostensiblemente el decimosexto cumpleaños de Raisa, su

entrada oficial en la adultez y por consiguiente, al mercado del matrimonio.

Las joyas chorreaban de un cofre de plata enviado por Henri Montaigne, el

recientemente asesinado heredero al trono de Arden. Al menos no esperaría el

regreso de su inversión. Los otros hermanos Montaigne habían contribuido con

sus propios regalos, cada uno sin duda esperando que un matrimonio con la

princesa heredera de Fells elevara sus reclamos o proviera una fuente confiable

de ingresos para la guerra enconada.

Markus IV, Rey de Tamron, había enviado un set de invaluables cajas de joyas

esmaltadas y una invitación a visitar su cabaña junto al mar en el Puerto de la

Arena. Las cajas estaban grabadas con las iniciales M y R entrelazadas. Markus

no parecía en lo más mínimo intimidado por el hecho de que tenía sesenta años

y tres esposas.

La Casa Aerie le había obsequiado un set de tiara y collar con esmeraldas y

rubíes, sus fuertes colores más apropiados para su cabello oscuro y ojos verdes

que las piedras luna y topacios que favorecían a su madre. El pendiente del

collar era la imagen de una serpiente con brillantes escamas de oro y plata. Era

de un estilo antiguo, y Raisa se preguntó si eran objetos heredados de la familia.

El regalo de We'enhaven era un set de escritorio hecho de maderas tropicales

con joyas incrustadas. Demonai envió batas ceremoniales de Clan hechas de la

más suave piel de gamo, pintadas y adornadas con cuentas con el Tótem del

Lobo Gris, y Marisa Pines contribuyó con zapatillas de baile haciendo juego y

un cobertor de piel para su cama.

Lo que recordó a Raisa que, aún cuando su padre venía de la realeza de Clan,

los campamentos no habían elegido un candidato para su mano. Se preguntó si

lo harían.

Apartando los artículos de la Casa Aerie y el clan, Raisa arrojó joyas y pequeñas

piezas de arte en su bolso hasta que estuvo lleno. Se concentró en los artículos

más pequeños, menos distintivos y de fuentes extranjeras que probablemente

no fueran reconocidos.

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Esto será suficiente para empezar, pensó Raisa. Poniendo el bolso en su

hombro, dejó el almacén de los tesoros y cruzó su habitación hacia el otro

armario y la entrada del túnel. Allí se puso su disfraz y trepó la escalera al

solario.

Para el momento en que descendió a la entrada del palacio, las lámparas

estaban encendidas a lo largo del corredor, y el delicioso aroma de carne asada

emanaba de las cocinas. Raisa se mantuvo en los corredores de los sirvientes,

pero no le eran conocidos, así que se mantuvo dando vueltas. Caminaba

enérgicamente, mirando hacia adelante como si estuviera en una misión

importante que no podía ser interrumpida. Lo que no era fácil porque

realmente no sabía su camino.

Estaba justo pasando las despensas cuando más adelante vio la imponente

figura de Mandy Bulkleigh, Ama de las Cocinas, parada, con los brazos

cruzados, sus ojos batiendo la zona como los de un pájaro de presa.

Huesos, pensó Raisa, apurando el paso y bajando aún más la cabeza.

Bulkleigh apenas le permitió pasar un poco, entonces dijo con una voz

atronadora. ―¡Tú! ¡Niña!

Raisa no bajó la velocidad, ni siquiera miró hacia arriba. Otros tres pasos, y oyó

a Bulkleigh viniendo tras ella.

Hubiera podido hacerlo, pero sus pies quedaron atrapados en sus faldas

demasiado largas, y tropezó. La mano similar a la de un cerdo de Bulkleigh se

cerró sobre su brazo, tirando bruscamente de ella.

―¡Tú! ¡Niña! ¿Eres sorda? ―demandó.

Raisa resistió su primer instinto, que era liberarse y preguntarle a Bulkleigh

quién se creía que era, tratando a la princesa heredera del reino de esa manera,

y si le gustaría pasar la noche en la prisión.

En cambio, Raisa mantuvo su rostro apartado lo mejor que pudo, esperando de

alguna manera solucionar la situación.

―¿Sí, señora? ―murmuró.

Pero Bulkleigh tomó su mentón y tiro bruscamente de su rostro para poder ver

sus ojos. ―Mírame cuando te estoy hablando, niña.

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Raisa miró a la cocinera a los ojos, esperando en silencio qué el reconocimiento

inundara el rostro de Bulkleigh, esperando por el prematuro fin de su aventura

desgraciada.

―¿Cuál es tu nombre, niña? ―demandó Bulkleigh, sacudiéndola un poco―. Te

voy a reportar al mayordomo, lo voy a hacer. Pequeña impertinente.

Raisa estaba tan sorprendida que le llevó un rato poder hacer funcionar su voz.

―Um... R... Rebecca, señora ―dijo―. Rebecca Morley, para servirle ―dijo,

intentando una reverencia.

―¿Por qué ibas tan apurada? ―preguntó Bulkleigh, sus ojos volviéndose acero.

―Bueno. Yo iba... ah... al mercado por<

―Cualquier cosa que estuvieras haciendo, no es tan importante como ésto

―Soltándola, la cocinera se volvió y tomó una bandeja cubierta y la puso en

manos de Raisa.

―La princesa heredera va a cenar en sus habitaciones ―dijo―. Lleva ésto

arriba y déjalo en la despensa allí.

Raisa pestañeó. ―¿Esto es para la Princesa Raisa? ―preguntó.

―La princesa heredera para ti ―dijo Bulkleigh―. Ahora vete; se está enfriando.

Si recibo alguna queja al respecto, te despellejaré viva. La princesa es muy

particular con su comida, lo es.

―¿Lo es? ―dijo Raisa, antes de poder contenerse―. ¿Y tú quieres que le lleve la

cena?

Hubiera agregado: No te preocupan el veneno o los asesinos, o... pero la

expresión de la cocinera la detuvo.

―¿Ves a alguien más esperando para hacerlo? ―la cocinera dijo

sarcásticamente―. La Reina Mariana ésta dando una cena para cincuenta en el

comedor principal, y seguro que hubiera sido más conveniente si Su Alteza se

hubiera preocupado en bajar a comer con ellos ―dijo Bulkleigh―. Pero no lo

hizo. Ahora ve.

Cuadrando sus hombros, Raisa giró y velozmente volvió por el camino por el

que había venido. Tan pronto como estuvo fuera de la vista de la cocinera,

arrojó la bandeja detrás de una estatua de la Reina Madera alimentando a la

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multitud, y dejó los corredores de los sirvientes por la seguridad de los

principales.

Raisa se sintió aliviada, y a la vez extrañamente decepcionada. Era la princesa

heredera, pero en ropas de sirvienta era aparentemente irreconocible. En las

historias, los gobernantes tenían una presencia natural alrededor de ellos que

los identificaba como tales, aún vestidos con harapos.

¿Cuál es la naturaleza de la realeza?, se preguntó. ¿Es un vestido puesto en ti

que desaparece cuando te lo quitas? ¿Alguien miraba más allá de las galas?

¿Podía cualquiera en el reino tomar su lugar, dados los accesorios correctos? Si

era así, era opuesto a todo lo que le habían enseñado siempre acerca de las

líneas de sangre.

Sin ningún otro incidente, pasó por la puerta de la torre, los hoscos guardianes

en la entrada, bajo los rastrillos que parecían peligrosos y se adentró en el frío

de la noche. Los trabajadores del día que vivían fuera de los terrenos del castillo

se movían en caravana a través del puente levadizo, yendo a casa. Los

sirvientes más jóvenes reían, bromeaban, y flirteaban unos con otros. Algunos

de los más grandes caminaban cansadamente, obviamente fatigados.

La luz de las antorchas parpadeaba en el río debajo mientras cruzaba el puente.

Del otro lado, se detuvo y miró atrás hacia el Castillo Fellsmarch, intentando

imaginar cómo la gente de la ciudad podía verlo, remoto y amenazante,

mandando sobre la ciudad.

Amon estaba esperando junto a la casa de guardias en el lado de la ciudad del

puente, observando el fluir de gente que salía del puente levadizo. Para su

sorpresa, se había quitado el uniforme azul de la Guardia y vestía una larga

capa y pantalones de montar oscuros. Cuando se giró, sin embargo, pudo ver el

pomo de su espada asomándose por el frente de la capa.

Si había esperado engañar a Amon, estaba decepcionada. Él se fijó en ella

cuando estuvo a cincuenta pies de él, mirándola mientras empujaba a través de

la multitud. Se detuvo frente a él e hizo una gran reverencia, sonriendo.

―Llegas tarde ―gruñó él―. Estaba comenzando a esperar que hubieras

cambiado de parecer.

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―Llámeme Rebecca Morley, joven señor ―dijo Raisa, enderezándose―. ¿Cómo

luzco?

―Sería mejor si estuvieras vestida como un muchacho ―dijo Amon―. Sería

mejor si fueras fea.

Supuso que era algún tipo de cumplido.

―Engañé al ama de las cocinas, sabes ―dijo, orgullosa.

―Hmmph ―Fue el comentario de Amon.

―Pretendamos que somos novios encontrándose después del trabajo ―dijo,

tomando su brazo―. ¿Por qué no te pusiste tu uniforme?

Él bufó. ―Un guardia solo es más un blanco que protección ―Amon la dirigió

hacia el Camino de las Reinas―. Tomaremos este a través de Ragmarket hasta

el puente ―dijo.

―Estaba esperando poder ver algo del vecindario ―dijo Raisa dijo mientras

marchaban derecho por el medio de la calle.

―Verás más de lo que quieres ver, antes que terminemos ―Gentilmente extrajo

su brazo de su apretón y se movió hacia su lado izquierdo―. Así puedo tomar

mi espada ―explicó cuando lo miró cuestionadora.

Sangre y huesos, está nervioso, pensó Raisa.

―¿Qué dijo Madre Elena? ―preguntó Raisa, casi trotando para seguir el paso

de las largas piernas de Amon―. ¿Podrá enviar a uno de los comerciantes a

reunirse con nosotros?

―Dijo que vería lo que podría hacer ―dijo Amon―. No prometería más que

eso.

No puedo hacer esto sola, pensó Raisa. Era lo suficientemente duro escaparse

esta vez.

Había muy poco crepúsculo en el Valle. Una vez que el sol se extinguía detrás

de la Puerta Oeste, la oscuridad corría en riachuelos por las calles, rápidamente

inundando la ciudad entera. Cerca del Castillo Fellsmarch, los encendedores de

lámparas circulaban, encendiendo las linternas en el Camino. Pero cuando

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procedían hacia el sur, aún en el Camino, había menos lámparas de calle, y

muchas parecían estar rotas o fuera de servicio o simplemente sin atención.

Cerca del castillo, la basura era recogida y almacenada. Pero allí, la gente la

empujaba fuera de sus puertas, y quedaba en las veredas, apestando.

Primero había gente alrededor de ellos, pero los otros se separaron en grupos

de dos y tres hacia las calles más pequeñas y los callejones y pronto Raisa y

Amon estaban caminando solos. Cada una cuadra o dos, una taberna

derramaba luz y música sobre la calle, y los clientes se acurrucaban en los

portales, hablando fuerte, escupiendo en las cunetas, aferrando jarrones de ale.

Algunas veces las chicas estaban paradas en los porches, mirándolos pasar.

Vestían ropas llamativas y montones de pintura, pero Raisa supuso que algunas

eran más jóvenes que ella. Miraban a Amon apreciativamente pero no le

hablaron con Raisa del brazo.

―¿Esas chicas son elegantes? ―le preguntó a Amon.

Él sólo gruñó como respuesta. Raisa intentó imaginar caminar ésas calles sola, y

tembló. Cambió la posición del bolso en su hombro, dolorosamente consciente

de sus valiosos contenidos y sintiéndose más y más como un blanco.

Las casas parecían amontonarse apretadamente, con las persianas cerradas,

como si no quisieran atraer atención sobre sí mismas al volcar luz sobre las

calles.

Una fina lluvia comenzó a caer. Amon la ignoró, pero Raisa tembló, apretando

su capa más apretadamente alrededor suyo. ―¿Dónde están todos? No es

tarde. Debería haber gente en camino a su casa.

―La mayoría de la gente es demasiado lista para estar en este vecindario

después de que oscurece ―dijo Amon, deslizándole una significativa mirada de

costado.

―¿Cómo se traslada la gente, entonces? ―preguntó Raisa.

―No lo hacen ―Amon estaba en uno de sus humores monosilábicos.

―¿Y qué hay de la Guardia? ―preguntó Raisa.

―La Guardia no puede estar en todos lados ―dijo Amon―. Y en Ragmarket,

algunos dicen que la Guardia ha sido comprada.

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―¿Comprada? ―Raisa frunció el ceño―. ¿Por quién?

―Como te dije antes. Los Señores de la Calle ―Amon parecía distraído,

concentrado en las calles a su alrededor. Con la lluvia y la falta de luces

callejeras, estaba más oscuro que un sótano. Raisa estaba comenzando a pensar

que Amon había tenido razón: esta no era tan buena idea. Una rata se deslizó

dando saltitos a través de los adoquines frente a ellos, y Raisa se echó hacia

atrás.

―Sólo una rata ―dijo calmadamente―. Te acostumbrarás a ellas.

Sólo una rata, se repitió a sí misma. Después de todo, había ratas en el palacio.

Humanas y de las otras. Podría ser peor. Podría ser mucho, mucho peor.

Pero cuando el viento golpeó una persiana contra un edificio, Amon sacó su

espada en un latido. Cuando hubo identificado la fuente del ruido, dio vuelta

los ojos y guardó su hoja de nuevo, pero mantuvo su mano en el pomo.

Cuando se acercaron a Southbridge, Raisa miró hacia un lado, hacia un callejón

donde una ventana abierta salpicaba luz en el pavimento mojado. Vio un

parpadeo de movimiento, como si alguien estuviera caminando paralelo a ellos

una cuadra más allá. Miró, y más abajo en la siguiente calle definitivamente

pudo ver alguien deslizándose de sombra en sombra. ¡Y allí! La misma cosa, del

otro lado.

El corazón de Raisa comenzó a martillear. ―Alguien nos está siguiendo ―dijo

entre dientes, aferrando el brazo de Amon.

Pero esta vez el parecía despreocupado. ―Está bien ―susurró―. Casi llegamos

al puente. Los Pordioseros no nos seguirán hasta Southbridge.

―¿Pero no dijiste que los Pordioseros habían matado a media docena de gente

del Sur? ¿En Southbridge? ―insistió, luchando por recordar los nombres de la

pandilla.

―Sólo mantente cerca ―murmuró él.

Raisa estaba molesta por su controlada reacción. ―¡Amon Byrne! ¿Me oíste?

¡Nos están siguiendo! Hay dos o tres de ellos a cada lado de nosotros. Estoy

segura ―Raisa tanteó bajo su capa y sacó su daga del cinturón.

Los ojos de Amon se agrandaron. ―¿Dónde conseguiste eso? ―preguntó.

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―En Demonai. Es trabajo de Clan.

―Bueno, guárdalo. No lo necesitarás.

Y entonces la verdad la golpeó como un carro de caballos desbocado, y se

detuvo de repente en la calle. ―Tú sabes quién nos está siguiendo, ¿no es

cierto? ―dijo, girando para enfrentarlo―. ¿No es cierto? ¿Quiénes son?

―¿Quiénes son quién? No sé de lo que estás hablando ―dijo, su mirada

oscilando hacia la izquierda y la derecha.

―¿Quién es? ¿La Guardia?

Él adoptó lo que probablemente tomó por una expresión inocente, pero Amon

siempre había sido un inútil mentiroso. ―¿Por qué nos seguiría la Guardia?

―¡Ustedes allí! ―Raisa llamó―. ¡Muéstrense! ¡Lo ordeno!

―Shhh ―Amon dijo entre dientes un poquito desesperadamente.

―Entonces dime quiénes son.

―Bueno ―Aclaró su garganta―. Ellos son... amigos míos. Cadetes en mi triple.

Como un Corporal, ordenó a su triple de nueve guardianes.

―Te dije, yo<

―No saben quién eres ―dijo Amon―. Les dije que necesitaba acompañar a mi

hermana al templo a través de Ragmarket y les pregunté si podían proveerme

de escolta. Les dije que eras bastante tímida cerca de hombres jóvenes, así que

debían tratar de hacerlo sin ser vistos.

Raisa podía ver que estaba bastante orgulloso de la historia que había creado.

―¡Tu hermana! ¿Cómo podría ser posible que ellos creyeran que soy tu

hermana? Ella haría dos de mí ―La hermana de Amon, Lydia, era casi tan alta

como él.

Él flexionó sus manos nerviosamente. ―Bueno, eres mi otra hermana. La... ah...

baja, religiosa. Les dije que habías ido como una dedicada cuando eras pequeña

―Amon pareció darse cuenta de que no estaba haciéndose ningún favor―. Así

que, ¿deberíamos...?

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―Lo mismo sería que los llamaras ―dijo Raisa, su voz frágil y fría―. No hay

necesidad de que merodeen en los callejones.

―Está bien ―Silbó un sonido largo y bajo. Debía ser una señal preplaneada,

porque momentos más tarde, Raisa oyó pies que corrían a la vez que la guardia

se les acercaba. No podría saber qué fue lo que la hizo hacerlo, pero esperó a

que estuvieran a más o menos veinte pies de ellos, entonces aferró las solapas

de Amon y atrajo su rostro hacia abajo para un largo beso apasionado.

Descubrió que le gustaba besar a Amon. Sus labios eran tibios y‖ firmes< no

calientes como los de Micah, y para nada como la técnica chapucera y mojada

de Wil Mathis. Le llevó a Amon un rato separarse, y cuando Raisa miró hacia

arriba, estaban rodeados por seis jóvenes cadetes en ropas de civil que los

miraban boquiabiertos, todos cercanos a su edad.

―Así que... ah... Corporal ―uno de ellos dijo―. ¿Quiere mucho a su hermana,

supongo?

La cara de Amon estaba en llamas. ―Perdón. Tiene esos ataques a veces

―gruñó―. Se golpeó en la cabeza cuando era pequeña.

―Soy Rebecca Morley ―dijo Raisa, haciendo una pequeña reverencia a los

cadetes.

―¿Quiénes son ustedes?

―Nos llamamos a nosotros mismos los Lobos Grises ―dijo una cadete. Era una

robusta chica alta unos pocos años mayor que Raisa―. O a veces la Manada de

Lobos. Soy Hallie Talbot.

Los‖otros‖dieron‖sus‖nombres<‖Garret, Mick, Keifer, Talia y Wode.

Viajando ahora como un grupo, cruzaron el puente Sur sin más incidentes y

entraron al callejón del templo.

Fue como cruzar a otro mundo. El templo estaba rodeado por hierbas,

vegetales, y jardines de tintes, acolchado con caminos iluminados por

antorchas, un santuario sereno en medio de la miseria de Southbridge.

Una joven de cabello claro en una larga toga de dedicada los saludó en la

puerta, con una reverencia rápida.

―Nos esperan ―dijo Raisa―. Estamos aquí para reunirnos con Orador Jemson.

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―Ya ha llegado un comerciante ―dijo la dedicada, ojeando a los guardias en

sus capas chorreantes como si fueran bollos dulces en una bandeja―. Está con

Orador Jemson en el estudio. Está justo abajo por el callejón a la derecha.

¿Puedo tomar sus capas?

Apilaron su manchada ropa de lluvia en sus brazos, y ella prácticamente se

tambaleó bajo el peso.

―¿Esperamos aquí afuera? ―Garret le preguntó a Amon, obviamente

desconfiado de verse arrastrado a algún tipo de discusión filosófica. ―Sí

―Raisa contestó por él.

Amon miró a Raisa. ―¿Debo yo...?

―Ven conmigo ―dijo―. Creo que deberías saber qué estoy tramando.

―Finalmente ―refunfuñó groseramente a la vez que giraban hacia el

vestíbulo―. Sería la primera vez.

―Tú deberías hablar ―contestó―. “Hermano mío”.

El estudio de Orador Jemson le recordó a Raisa la biblioteca del templo en el

Castillo‖Fellsmarc< alineado con estantes, entibiado por un fuego alegre. Dos

hombres estaban sentados junto al hogar en grandes sillas confortables: uno en

las ropas de un comerciante de Clan, el otro en batas de Orador. Parecían

inmersos‖en‖una‖animada‖discusión< casi un debate.

Cuando entraron, el comerciante se levantó y se volvió hacia ellos.

Raisa se detuvo de repente. ―¡Padre! ¡Estás de vuelta!

―¡Briar Rose! ―Averill cruzó el espacio entre ellos con unos pocos pasos

largos, tomándola en sus brazos. Ella apretó su rostro contra la camisa de piel

de gamo, respirándolo.‖Él‖ siempre‖olía‖exótico< a piel de ciervo y especias y

aire fresco y lugares lejanos. Por el Hacedor, lo había extrañado.

―Alcancé el Demonai Camp antes de ayer. Cuando Madre Elena dijo que te

había enviado por un comerciante, no pude resistirme a venir ―dijo.

Sujetándola con los brazos extendidos, le sonrió―.‖ Raisa,‖ te‖ he‖ visto‖ en‖

mallones y te he visto en vestido de la corte, pero no puedo decir que te he visto

así.

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―Estoy en un disfraz ―confesó felizmente, colocando su bolso sobre la mesa y

quitándose el abrigo mojado.

―¿Pero llevas el regalo de Elena Cennestre? ―dijo, tocando el amuleto

Demonai que llevaba alrededor de su cuello.

Así que su padre y su abuela habían estado hablando de ella. Asintió y capturó

el anillo Running Wolves de debajo de su corpiño.

―Bien ―dijo él. Tomo una respiración como si quisiera decir algo más, pero

aparentemente pensó mejor en ello. Parecía cansado de viajar, y su pelo canoso

necesitaba un corte.

Orador Jemson se había puesto en pie también, y cuando Raisa centró su

atención hacia él, se inclinó respetuosamente pero de alguna forma con cautela.

―Su Alteza, Lord Demonai no me diría el propósito de su visita, pero estamos

honrados de tenerla aquí en Southbridge Temple.

Raisa extendió su mano, y él la besó. ―Nunca nos conocimos oficialmente

―dijo―,‖pero le he oído hablar en el templo varias veces. Estaba impresionada

con lo que tenía que decir sobre su escuela y sobre nuestra responsabilidad de

atender a los pobres. Sugerió que la aristocracia podía hacer mucho más.

Jemson se ruborizó ligeramente, pero no se acobardó, lo que le gustó a Raisa.

―Ah. Bueno, su Alteza, espero que no tomara mis palabras tan duramente

críticas como la Reina y el Consejo. Es un tema que me apasiona, sin embargo,

y<

―Sus palabras eran críticas, Orador Jemson, y quizás con razón ―dijo Raisa―.

En el Castillo de Fellsmarch, estamos al margen de las dificultades de la

experiencia de nuestra gente cada día. No hacemos preguntas como

deberíamos, y sí hacemos preguntas, aquellos que nos rodean a menudo nos

dicen lo que queremos oír.

―Supongo que eso debe ser cierto ―dijo Jemson, de la forma en la que un

hombre que sabe que debería guardar su lengua pero no puede contenerse―.

Pero es frustrante para aquellos de nosotros que estamos inmersos en esta

ciudad, quienes vemos lo grandes que son las necesidades, cada día. No

podemos evitar salvo preguntar por qué tanto dinero se destina a apoyar al

ejército y las guerras en el Sur. Me parece que no tenemos perro en esa lucha.

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―No sé mucho sobre ello ―admitió Raisa, avergonzada―. Quiero aprender

más para poder tomar buenas decisiones cuando el momento llegue. Esa es la

única razón por la que estoy aquí. Pero también me gustaría hacer algo de una

pequeña forma para ayudar a su ministerio.

―¿Ayudarnos cómo? ―preguntó Jemson, luciendo perplejo.

Miró a Amon, quien estaba parado en la puerta como si la protegiera. ―El cabo

Byrne‖ha‖sido‖muy<‖ah<‖franco‖conmigo‖sobre‖los‖problemas en Southbridge

y Ragmarket. ―Puso su mano sobre su bolso―. Me gustaría proporcionar

fondos para ayudar a su escuela y alimentar a los hambrientos.

Jemson elevó ambas cejas. ―¿Ha traído una bolsa llena de oro a través de

Southbridge? ―preguntó.

―Bueno, no exactamente. ―Miró a su padre―.‖Aquí‖es‖donde‖entra.

―Estaba seguro de que tenía un propósito aquí ―dijo Averill.

Raisa desabrochó la solapa de su bolso y volcó el contenido sobre la mesa.

Jemson, Averill y Amon jadearon por el montón de joyería y objetos de arte.

―Padre, eres el mejor comerciante que conozco ―dijo Raisa―. ¿Podrías llevar

estas cosas al mercado y venderlas lo mejor que puedas? Luego dale ése dinero

al Orador Jemson para sus ministerios.

Averill se inclinó sobre la mesa, tocando las joyas, levantando piedras preciosas

hacia la luz, escogiendo un objeto, luego otro. Levantó la mirada hacia Raisa.

―Esto es de alta calidad, la mayor parte de ello ―dijo. Levantó un broche de

diamantes, un regalo de algún lord menor en Tamron―. Excepto por este. Es

cristal cortado. ―Inclinó su cabeza―.‖¿De‖dónde vienen exactamente?

―Bueno<‖ ―dudó Raisa―. Son regalos del día de mi nombre. Venían de los

varones,‖así‖que<

Avarill se rió, esa profunda carcajada que amaba. ―¿Así que vas a vender los

sueños de tus desafortunados pretendientes, Raisa?

―Bueno. ―Raisa se encogió de hombros―. No es como si me fuera a casar con

alguien porque me diera un juguetito. ―Frunció el ceño y empujó el broche de

Page 187: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

Tamron con su dedo índice―. Aunque no me casaré con alguien que me toma

por idiota.

―Cuando mi trabajo esté hecho, hija ―dijo Averill, riendo de nuevo.

Era un gran alivio oír a alguien reír por un cambio. Hizo a Raisa sentir que

quizás las cosas no estaban tan mal después de todo.

―No es como si tuviera mucho que decir sobre con quién me voy a casar de

todos modos ―dijo Raisa, medio para ella misma. Levantó la mirada hacia

Averill―. Así que, Padre, ¿Cuánto tiempo crees que te llevará convertir todo

esto en dinero?

Él pensó un momento. ―El día de mercado de Marisa Pines es dentro de una

semana. Eso atrae a más comerciantes de los llanos, así que puede que consigas

un precio mejor. Aunque los llevaré al Mercado Demonai si quieres que los

venda a una mayor distancia. Quizás no quieres que nadie reconozca sus

regalos en la mesa de ventas.

―No me importa ―dijo Raisa francamente―. Me quedaré las piezas que

tengan valor histórico, personal o político. La mayoría de ellas fueron

probablemente elegidas por procuración. Ninguno de los que me las han

regalado me ha conocido alguna vez, por lo que no es como si fueran emblemas

de amor eterno. Este es un mejor uso para eso, que dejarlos en mi cámara.

La cara de Orador Jemson estaba ardiendo con planes. ―Incluso una pequeña

cantidad de dinero puede hacer una gran diferencia. Hay tantas cosas que

necesitamos en el colegio, tantos estudiantes que podrían acudir con una

pequeña ayuda. Pondremos libros en las manos de niños que nunca han tenido

un libro antes. Lo llamaremos el Ministro Briar Rose en honor a usted, Su

Alteza.

―Oh, no ―dijo Raisa, preguntándose como su madre, la reina, reaccionaría a

esto―. Preferiría mantener esto en privado. Es algo que pensé que haría por mí

misma<

―¿Pero no ves, Raisa ―dijo su padre―, que si la gente sabe que estás

contribuyendo a la escuela de Southbridge Temple, lo tomará como lo mejor

que se haya hecho en la corte? Atraerá más donaciones, más allá de las tuyas

propias. La gente incluso donará en tu nombre. Si estás dispuesta a dejarles

saber de esto, eso es.

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―Oh ―Raisa no había pensado en eso. Una vez más se sintió atrapada entre

sus dos padres de voluntad firme―. Bueno, supongo. Si crees que ayudaría.

―Espléndido ―dijo Jemson―.‖Quiz{s‖podría volver durante el día y conocer a

alguno de los estudiantes. Les haría bien ver a sus benefactores. Enviaría el

mensaje de que son importantes, que sus gobernantes no los han olvidado.

Raisa asintió. ―Bueno, cierto. Me gustaría eso. Y quizás podríamos con el

tiempo conectarlos con sus aprendizajes y trabajar de escribano en el castillo

cercano.

―Tendremos que hablar con tu madre sobre eso ―dijo Averill―. Cuando el

tiempo sea el adecuado.

Raisa no podía evitar preguntarse lo que pasaría ahora que su padre estaba en

casa; cuánto sabía su padre sobre la relación de Marianna con Gavan Bayar.

¿Cuanto sabía ella sobre sí misma?

Tomó la mano de Averill. ―¿Vas a volver a la corte, Padre? ¿Sabe Madre que

has vuelto?

Averill asintió. ―Sí. He mandado la palabra a la Reina ―Dudó durante un

latido,‖luego‖añadió―:‖Voy a estar en Kendall House hasta que pueda hacerme

espacio en la guarida.

Kendall House estaba dentro del Castillo cercano, pero a cierta distancia del

Castillo de Fellsmarch.

Raisa parpadeó hacia él. ―Hasta‖ que‖ el‖ espacio‖ pueda<‖ ¿Qué‖ pasa‖ con‖ tus‖

viejos apartamentos? ¿Qué está mal con ellos?

―Aparentemente están siendo redecorados y son, por el momento, inhabitables

―Su padre tenía su cara de comerciante puesta, señalando que ahora no era el

momento de esta discusión.

Pero Raisa no podía evitarlo. ―Entonces deberían hacer que alguien más se

vaya ―dijo―.‖Esto‖es‖inaceptable.‖Voy‖a‖hablar‖con‖Madre‖tan‖pronto‖como<

―Hablaré con la Reina Marianna por mí mismo, hija ―dijo Averill―. Dame

algún crédito, ¿no? Soy comerciante, después de todo ―Y él sonrió, mirándola

a los ojos―. Briar Rose. Tu madre necesita acostumbrarse a tenerme en casa de

nuevo.

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Sabe más de lo que está diciendo, pensó ella. Mi padre nunca fue un idiota.

―Muy bien ―dijo Raisa, asintiendo y forzando una sonrisa―. Pero en

cualquier momento que necesites un lugar para quedarte dentro de la guarida,

puedes quedarte conmigo. Y ven a cenar mañana por la noche.

Abrazó a su padre, reacia a dejarlo ir después de su larga ausencia.

Miró hacia Amon, quien cambió su peso, luciendo ansioso de estar de camino.

―Supongo que eso es todo por ahora ―dijo ella―. El Cabo Byrne te dejará

saber cuando tenga más, um, cosas para ir al mercado.

Se giraron hacia la puerta, pero antes de que pudieran alcanzarla, alguien entró

corriendo. Era un hombre joven, de la edad de Raisa, o un poco más mayor, con

el pelo embarrado marrón rojizo, vestido con los mallones del Clan y una

camisa.

―¡Jemson! Tres de los Raggers han sido atrapados por los chaquetas azules.

Parece‖que‖quieren‖hacer‖un‖ejemplo‖de<‖―Su voz se desvaneció cuando vio a

la gente reunida en la sala―. Oh. Lo siento, señor. No sabía que tenía compañía.

Sus ojos viajaron a Averill, luego Amon, y se ampliaron de alarma.

Les reconoció, pensó Raisa.

―Discutamos esto más tarde, Hanson ―dijo Jemson rápidamente, inclinando

su cabeza hacia la puerta.

Hanson empezó a retroceder de la habitación, pero Amon dijo, ―¡Espera! ¿Es

eso sobre Raggers?

El chico parpadeó hacia él, con la cara blanca. ―¿Raggers? No dije nada sobre

Raggers.

―Sí, lo hiciste ―dijo Amon, caminando a propósito hacia Hanson―. ¿Nos

conocemos? Me pareces familiar.

―Ah, no ―dijo‖ el‖ chico―.‖ No‖ es‖ probable ―Él era alto, casi tan alto como

Amon, aunque con una constitución más delgada, con brillantes ojos azules. Su

cara mostraba evidencias de una lucha reciente. Su ojo derecho estaba

ennegrecido y había un moratón azul y amarillo sobre una mejilla. Su antebrazo

derecho estaba en un cabestrillo, pero no lo favorecía. Parecía estar intentando

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mantener su cara apartada de ellos, como si estuviera avergonzado por sus

heridas.

Este debe ser uno de los estudiantes de Jemson, pensó Raisa con una ola de

simpatía.

―¿Qué te ha pasado? ―preguntó, acercándose para poder examinar su cara de

cerca. Le tocó el brazo―. ¿Quién hizo esto?

Hanson se ruborizó. ―No‖fue‖nada.‖Sólo<‖mi‖pa.‖Se‖entiende‖a‖veces‖cuando

está borracho.

Justo entonces la mano de Amon se deslizó hacia delante. Agarró el brazo

encabestrillado y echó hacia atrás su manga, exponiendo un gran puño

plateado. ―Así que, Hanson ―dijo―. Creo que nos conocemos después de

todo. ¿Alguna vez te guías por el nombre Puños?

¿Puños? Raisa miró de Amon al otro chico. ¿No era ese el líder del grupo que

había matado a toda esa gente?

Entonces pareció como si todo pasara a la vez. El chico golpeó con su puño libre

la cara de Amon y se apartó con la facilidad de una gran práctica. Amon sacó su

espada y dio un paso entre el chico y la puerta, gritando a los otros cadetes. Y

entonces el chico llamado Puños agarró a Raisa, atrayendo su espalda

fuertemente contra él. Sintió la punta de una espada en su garganta e intentó

fuertemente no tragar.

―¡Hanson, no! ―gritó Orador Jemson, pálido de horror.

―Ahora bien ―dijo Puños, cerca de su oído―. Da marcha atrás o cortaré la

garganta‖de‖la‖chica‖―Su‖voz‖tembló‖un‖poco< con miedo, nervios o emoción,

Raisa no podía decirlo.

Raisa pensó en los seis muertos en la calle. Torturados, habían dicho. Hecho por

este hermoso chico de ojos azules sujetando un cuchillo.

―Por favor ―rogó Jemson―. En el nombre del Creador, déjala ir. No sabes

quién<

―No ―Averill levantó una mano para hacer callar al hablante, con sus ojos

fijos en Raisa. No quería que Puños supiera a quien tenía capturaba―. Escucha

―le dijo al chico―, quizás podamos hacer algún tipo de trato.

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―Aquí va un trato ―dijo Amon, dando un paso lejos de la puerta―. Déjala ir y

marcharse, y seguirás vivo.

―¿Con todos tus chaquetas azules pisándome los talones? ―bufó Puños―. No

llegaría ni tan lejos como el puente.

La cara de Amon se había vuelto de piedra dura, sus ojos grises como pedazos

de‖granito.‖―Si le haces daño, juro por la sangre y huesos de Hanalea que lo

lamentarás

―Por ahora los otros Lobos Grises habían llegado y estaban agrupados en la

puerta, embobados.

―Ustedes, ahí ―dijo Puños a los nuevos llegados―. Pasen con los otros.

―Hagan como él diga ―ordenó Amon.

Mientras los cadetes arrastraban los pies hacia la parte de atrás del estudio,

Raisa podía oír el corazón del Ragger palpitando contra su espalda, y sentir su

respiración caliente en su cuello. Él mantuvo ajustado su agarre en el cuchillo

como si estuviera nervioso.

No lo asusten, pensó Raisa, mirando de Amon a Averill y a Jemson, enviando

mensajes con sus ojos.

―No tengo la intención de hacerte daño ―dijo Puños―. Sólo que no prefiero ir

a la cárcel y ser torturado para admitir algo que no hice.

Raisa se tensó, y el agarre del chico sobre ella se tensó. ―La Guardia de la Reina

no tortura a nadie ―dijo bruscamente―. Recibirás un juicio justo. Si eres

inocente< si realmente no mataste a toda esa gente< puedes limpiar tu

nombre.

El chico se rió suavemente. ―Ah, que cursi ―dijo―. Ojalá fuera cierto. Hay un

montón que van a la cárcel y nunca son vistos de nuevo.

Raisa se sintió estúpida e ingenua. ¿Qué era eso que Amon había dicho? “Si yo

estuviera siendo arrastrada a la cárcel militar para interrogar a Mac Gillen, haría

lo que fuera para escapar también”.

Puños envolvió un brazo alrededor de la cintura de Raisa y la arrastró más allá

de los demás hacia la puerta del estudio.

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―Sus llaves, señor ―dijo Puños a Jemson. Era educado, bien hablado, como el

caballero ladrón de las historias―. Páseselas a la chica.

Tiene una cara de comerciante, pensó Raisa. La pone en caso de necesidad.

―Hanson ―dijo Orador Jemson―. Esto es un error. Sabes que lo es. Eres mejor

que esto. Deja a la chica que se vaya.

Puños negó con la cabeza tercamente. ―He estado en la cárcel. No voy a volver.

A pesar de todo, Raisa no podía evitar preguntarse: ¿Cuál era la relación entre

Orador Jemson y este chico de la calle? Jemson parecía conocerlo, parecía creer

en él, por alguna razón. Quizás Hanson/Puños lo había engañado, aunque el

hablador no quedó como crédulo.

Jemson excavó en sus bolsillos, sacó un anillo de llaves, y se las pasó a Raisa

mientras Puños la mantenía sujeta fuertemente a él, su cabeza encerrada bajo su

barbilla, su cuchillo en posición inicial. El sudor corría entre sus omoplatos,

humedeciendo su blusa de lino.

―Por favor ―dijo Jemson de nuevo―. No hagas esto. Hay otra forma.

―Lo siento, señor ―dijo el chico, y sonó arrepentido―. Si hay otra forma, no la

veo.

Puños salió marcha atrás a través de la puerta, llevando a Raisa con él. ―Ahora.‖

Cierra la puerta tras nosotros y echa la llave ―dijo, como si fueran cómplices―.

Eso los retardará un poco. Entonces dame las llaves y nos vamos.

―¡No! ―gritó Amon―. Deja a la chica aquí. Llévame a mí en su lugar.

Puños miró de Raisa a Amon y negó con la cabeza, sonriendo. ―No. Supongo

que será menos problemática. Y además, es más guapa.

Cara de comerciante, pensó Raisa.

La expresión de Amon prometía la muerte, para empezar. ―Debería haber

dejado a Gillen golpearte hasta la muerte ―dijo―. Lo que pasa por ser un

maldito<

―La compasión nunca es impropia, compañero ―dijo Puños. Señaló a la puerta

con la punta de su cuchillo―. Vamos, chica. Haz lo que digo. No tenemos todo

el día.

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Raisa cumplió, cerrando la puerta y echando la llave, sus manos temblando

tanto que apenas podía meter la llave en la cerradura. Era una sólida puerta de

madera a una habitación sin ventanas construida como una fortaleza. Detrás de

la puerta, podía oír gritos débiles y gritos de ayuda, seguidos por un ruido

sordo de cuerpos contra la madera.

Puños tenía razón. Los retardaría seguro. Los dedicados estaban

profundamente dormidos en el patio. Era poco probable que alguien los oyera

hasta que la mañana llenara los pasillos de nuevo. Un montón de cosas podrían

pasar antes de la mañana.

Puños agarró fuerte su muñeca y tiró de ella pasillo abajo, hacia la puerta.

―¡Déjame<‖en paz! ―gritó ella, intentando colocar sus tacones en el suelo de

piedras, luego colapsando en un montón.

Maldiciendo en voz baja, Puños apartó su cuchillo y deslizó sus manos debajo

de ella, lanzándola sobre sus hombros como un saco de nabos. Era

sorprendentemente fuerte. ―Ahora cállate ―murmuró―. No me hagas hacer

algo que no quiero.

Obviamente quería llevarla a algún lugar y torturarla, como había hecho con los

otros. Raisa buscó a tientas en su cintura, encontró la empuñadura de su

cuchillo, y tiró para liberarlo. ¿Podría realmente clavárselo? Agarrando la

empuñadura con ambas manos, lo apuntó hacia el centro de su espalda, cerró

los ojos, y lo empujó hacia él.

En su lugar se encontró tumbada de espaldas en el suelo, viendo estrellas al

golpearse la cabeza en la pizarra. Sin contemplaciones la tiró al suelo. Puños

cogió su muñeca y le quitó el cuchillo. ―La próxima vez que vayas a apuñalar a

alguien, hazlo rápido ―la advirtió―. No lo estudies tanto tiempo.

Expertamente la cacheó, pasando sus manos sobre su corpiño, abajo por los

lados y la espalda, y arriba y abajo por sus piernas, incluso quitándole su gorro,

buscando otras armas. Aunque lo hacía de forma seria, la sangre se precipitó a

su cara por el toque de las manos del señor de la calle.

Era bueno en eso, y muy rápido, sus manos hábiles y seguras. Encontró el anillo

de Elena, con sus lobos circulares, en la cadena alrededor de su cuello, pero no

lo cogió. Y el pequeño bolso terciopelo, pesado con las monedas, que había

escondido en su corpiño. Sopesó el bolso en su mano, luego se lo devolvió.

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Parpadeó hacia él, sorprendida. Luego la puso en pie, le devolvió su gorro, se

quitó el polvo con cortesía burlona, y terminó con una palmadita grosera en su

trasero.

A pesar de la horrible situación, había algo sobre él, un tipo de humor salvaje y

bravo y una terquedad obstinada que tiraba de ella. No esperaba nada, pensó

ella, porque nunca había tenido nada. Y nada le esperaba. Era libre de una

forma que ella nunca sería.

Eres una idiota y una romántica, pensó. Una idiota peor que Missy. Y

probablemente termines raptada o muerta en las manos de un matón callejero.

Él la miró de arriba a abajo especulativamente, como si ideara un plan de

ataque. ―No eres pesada ―dijo―. Pero eres malditamente incómoda de llevar.

Pasó su bolso hacia él. ―Coge mi bolso. Pero déjame aquí.

―No quiero tu bolso ―dijo, frunciendo el ceño. Las palabras colgaban entre

ellos.

Bueno,‖si‖no‖quería‖su‖bolso<‖Raisa‖ tragó‖ fuertemente.‖Una‖cosa‖que‖sabía<

había más oportunidades de escapar si estaba sobre sus propios pies.

―Puedo caminar ―murmuró, intentando recuperar algo de dignidad.

―Verdad, ¿pero puedes correr? ―preguntó, agarrando su cintura y tirando de

ella fuera de la puerta. Un momento después estaban corriendo a través de la

lluvia por South Bridge hacia Ragmarket. A medio camino, tiró las llaves al río.

Una vez del lado de Ragmarket, la dirigió fuera del Camino, a una calle al lado.

Giraron otra vez, en un callejón, y sacó un gran pañuelo de su bolsillo y lo ató

sobre sus ojos.

―Siempre llevas los ojos vendados, ¿verdad? ―dijo, intentando alejar el

temblor de su voz. Por una vez no contestó, pero cogió su mano y la dirigió

hacia delante.

Nunca escaparás con esto, pensó en decir. Pero parecía probable que él lo

hiciera, lo que quiera que fuera “esto”.

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Capitulo 13 Los Andrajosos

Traducido por Ruthiee y Eli25

Corregido por Dangereuse_

an no podía decir que lo poseyó para que se llevara consigo a la

chiquilla. Ella era molesta y no cooperaba. Sólo lo atrasaba, sin

mencionar que trataba de clavarlo con su lujoso cuchillo. Sin duda él

podría haber estado al otro lado del Puente Sur y dentro de la seguridad del

Ragamrket más rápido sin ella. Con suerte, Jemson y los otros podrían estar

liberados del estudio hasta la mañana, así que realmente no necesitaba un

rehén. Y ahora tenía el problema de qué hacer con ella.

Por lo menos ella ya no estaba peleando activamente con él, pero marchó

obedientemente a su lado mientras la dirigía más profundamente dentro del

Ragmarket, girando por las calles y callejones para que así nunca pudiera

encontrar su camino de regreso por sí misma. Encontró su camino por el mapa

en su cabeza. Estaba completamente oscuro lejos de la calle principal, así que la

chiquilla no hubiera podido hacer mucho al tener quitada la venda. Aún así,

podía decir por la manera en que ella ladeaba la cabeza y contaba debajo de su

aliento en cada vuelta que estaba tratando de seguir el camino. Había estado

buscando otra oportunidad para escapar.

Había algo sobre la chica que lo intrigaba. Estaba vestida como una sirvienta

sangre azul3 en ropas demasiado grandes, cargando una pesada bolsa, y tenia

las maneras de una duquesa. Tan segura de sí misma. Bajo un titulo, aunque

calmada.

¿De donde venía eso? ―se‖pregunto―. ¿La idea de que tú mereces hacer más de

lo que compartes con el mundo?

La‖Guardia‖de‖la‖Reina‖no‖tortura‖a‖nadie‖―proclamó,‖como‖si‖fuera‖algún‖tipo‖

de‖experta―.‖Recibir{s‖un‖justo‖juicio.

Lo siento, chiquilla ―pensó‖él―. Yo soy el experto en eso, y no voy a comprar

lo que estas vendiendo.

3 Aristócrata

H

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Meditó lo que sabía sobre ella. Había estado encerrada con Jemson y un

comerciante del Clan que tal vez fuera Averill Lightfood Demonai, Patriarca del

Campamento‖Demonai.‖Habian‖pasado‖tres‖años‖desde‖que‖él‖lo‖había‖visto<‖

las visitas de Han hacia Marisa Pines habían sido esporádicas esos últimos tres

años en las calles, y Lord Demonai raramente visitaba Marisa Pines. Pero no era

un rostro que olvidarías.

El‖alto,‖oscuro,‖intenso‖chico‖―el‖que‖lo‖había‖reconocido―‖era‖ese‖Cabo4 Bryne

quien había estado junto con el marinero que lo había agarrado afuera del

Barrilete y Corona. Además ahí estaban esos bebés marineros quienes habían

venido corriendo cuando Bryne los había llamado. ¿Qué estaban haciendo

todos allá, sin su uniforme? Jemson no tenia la costumbre de entretener a la

Guardia.

Por supuesto, pudo ser sólo su usual mala suerte. Qué, por lo menos, estaba

consiente.

El‖Cabo‖Bryne<‖¿Era‖el‖querido‖de‖la‖chiquilla?‖Él‖habría‖creído‖eso,‖la‖manera‖

en que él había actuado. Han tuvo otra idea: tal vez ellos habían llegado ahí

para casarse, con sus compañeros como testigos. Los Oradores hacían

matrimonios todo el tiempo.

Empujó esa idea lejos. No le gustaba.

La‖ chiquilla‖ estaba‖ empezando‖ a‖ agotarse<‖ respirando‖ difícilmente,‖

quedándose atrás para que así el tuviera que tirar de ella adelante. Necesitaba

un lugar para ocultarse por poco tiempo. Se sintió desinhibido y vulnerable,

habiendo perdido el refugio del Templo. Probablemente habría arruinado

cualquier oportunidad que tenia de resolver el misterio de las muertes.

―Aquí.‖―Tiró‖de‖ella‖dentro‖de‖un‖callejón,‖después‖bajó‖a‖un‖pasadizo‖entre‖

dos casas que eran tan reducidas que tuvieron que deslizarse a través de las

laterales. Terminaba en un pequeño patio pavimentado de ladrillos, medio

techado contra la lluvia. En contra de uno de los edificios estaba un conjunto de

puertas de bodega de madera, colocadas dentro de una plataforma de piedra, y

asegurados por un candado resistente.

Han lo había abierto en un latido de corazón. Le complacía que ser aún un

joven hábil y atractivo con una decisión.

4 Cabo. -Individuo de la clase de tropa superior al soldado

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Las bisagras protestaron mientras él empujaba para abrir las puertas, y una

ráfaga de aire de sótano húmedo barrió sobre él. No se veía como si alguien

hubiera estado ahí desde que él había dejado la vida. Guió a la chiquilla hacia

los escalones.

―Son‖una‖docena‖de‖escalones‖abajo‖―tomó‖su‖codo‖para‖que‖así‖no‖pudiera‖

caerse―.‖Siente con tus pies.

Dudó en el borde.

―Por‖ favor‖ ‖ ―dijo‖ ella,‖ levantando‖ la‖ barbilla‖ y‖ cuadrando‖ sus‖ hombros―.‖

Tenga piedad. Sólo máteme ahora. No le he hecho nada a usted.

―No‖voy‖a‖matarte‖―dijo‖Han‖bruscamente,‖sorprendido.

―No‖quiero‖ser‖torturada.‖O‖violada.

―No‖voy‖a‖ torturarte‖―dijo‖Han‖desesperadamente―.‖O<‖o‖ cualquier‖ cosa.‖

Estoy frío y húmedo y cansado, y sólo quiero dejar de caminar por un rato, ¿De

acuerdo?

―No‖quiero‖ir‖allí‖abajo‖―persistió,‖encogiéndose―.‖Por‖favor,‖no‖me‖obligue.

―Mira‖ ―alargó‖ su‖ mano‖ y‖ desamarró‖ su‖ venda,‖ luego‖ se‖ la‖ saco‖ ―.‖ Aquí‖

estamos‖―sonrió‖hacia‖ella,‖su‖mejor,‖y‖m{s‖carism{tica‖sonrisa―.‖Esto‖es<‖un‖

tipo de escondite. Te lo prometo, es más cómodo de lo que es ahí afuera en la

lluvia. Y bajaré contigo.

―Eso‖no‖es‖alentador,‖Señor<‖Puños 5 ―dijo,‖con‖algo‖de‖su‖viejo‖espíritu.

―Mira,‖¿Cu{l‖es‖tu‖nombre?‖―preguntó.

―R<‖Rebecca‖Morley‖―dijo,‖ temblando,‖con‖sus‖dientes‖castañeando;‖ambos‖

de frío y temor.

―Rebecca,‖ no‖ puedo‖ volver‖ a‖ perderte‖ en‖ Ragmarket‖ en‖medio‖ de‖ la‖ noche‖

―dijo―.‖ Resiste.‖ Encenderé‖ una‖ linterna,‖ pero‖ tienes‖ que‖ prometer‖ no‖

quitármela.

―Sostenla‖sobre‖los‖escalones‖para‖alumbrar‖mi‖camino‖abajo‖―ordenó,‖luego‖

añadió‖como‖una‖ocurrencia‖tardía―.‖¿Por‖favor?

5 Mr. Cuff - Por lo que se entiende, se esta burlando de el, diciéndole señor esposas.

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Descendió los escalones con gran dignidad, cabeza en alto como un santo

caminando en el fuego. Él siguió después de ella, colocando la linterna en el

centro de la habitación y cerrando las puertas del sótano atrás de ellos.

Era realmente un poco acogedor, para un sótano. Sin tronos de oro o montones

de joyas y monedas o mujeres prisioneras, como Dori hubiera imaginado, pero

habían tres catres y mantas y una robusta caja de madera que contenía ropa de

repuesto y velas y diversas jarras de frijoles secos, mermelada, bollos, azúcar, y

cereales. El cereal se había puesto mohoso, pero el resto se veía bien.

Incluso mejor, este sótano tenia una puerta trasera, una estrecha escalera dentro

de un deposito tras de él. A Han siempre le había gustado tener una puerta

trasera.

―¿Así‖que‖este‖es‖tu‖escondite?‖―dijo‖Rebecca.

Parecía decepcionada. Ella parecía bastante peor llevada, como una niña

callejera equivocada. El pelo que había estado metido debajo de la capa se había

salido y colgaba en grandes mechones mojados alrededor de sus hombros. Los

ojos verdes brillantes en una cara con piel olivácea sugería una mezcla de

sangres: Clan y Valle, quizás. Una exuberante, boca besable era el centro de una

testaruda barbilla. Sus largas faldas estaban manchadas con mugre todo

alrededor del dobladillo, y su blusa parecía estar mojada.

Pero cuando giró su cabeza, de perfil, parecía de alguna manera familiar.

Quizás la había visto en los mercados, o...

―¿Nos‖conocemos?‖―preguntó‖él.

―Estoy‖segura‖que‖no‖―dijo‖ella,‖gimoteando‖un‖poco,‖pareciendo‖miserable.

Sangre y huesos ―pensó‖él―. Por favor no llores. Como si la cosas no fueran

suficientemente malas.

―Hey‖ ahora‖ ―dijo‖ él―.‖ Soy‖ el‖ único‖ que‖ debería‖ llorar.‖ Gracias‖ a‖ tus‖

Chaquetas Azules, no tengo casa, ni trabajo, ni posibilidades.

―Qui...‖quiz{s‖deberías‖haber‖pensado‖eso‖antes‖de‖matar a esas personas.

―No‖maté‖a‖nadie‖―dijo‖él,‖herido‖profundamente―.‖Te‖lo‖dije.‖No‖fui‖yo.

Ella no dijo nada, solo se abrazó a sí misma y tembló un poco.

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―Si‖te‖quieres‖algunas‖ropas‖secas‖―dijo‖él―.‖Puedes‖mirar‖en‖el‖cajón‖y‖ver‖si‖

algo te sirve. Yo podría...‖um...‖darme‖la‖vuelta‖o‖salir‖de‖aquí‖―a‖la‖lluvia.‖

Realmente él iría más allá por esta chica.

―Estoy‖ bien‖―dijo‖ ella,‖ demasiado‖ r{pidamente.‖ Se‖ hundió‖ en‖ un‖ charco‖ de‖

faldas en una esquina defensiva, observándole con grandes ojos cautelosos.

―¿Te‖gustaría‖comer‖algo?‖¿Galletas?‖¿O‖galletas‖con‖mermelada?‖―‖gesticuló‖‖

interpretando,‖al‖huésped‖correcto―.‖¿Galletas‖con‖azúcar?

―No.

Él se sentó con las piernas cruzadas, a una distancia que esperaba no le fuera

incómoda.

―¿Qué‖estabas‖haciendo‖en‖el Templo‖Southbridge?‖―preguntó‖él.

Ella estaba lo suficiente preparada como para decir una mentira.

―Solicitar‖un‖trabajo.

―¿De‖verdad?‖¿Qué‖tipo‖de‖trabajo?‖¿En‖qué‖eres‖buena?

Su expresión decía: “Arrancar el corazón a los ladrones y secuestradores”.

Él lo intentó otra vez.

―¿Dónde‖vives?

Otra pausa.

―Cerca‖del‖castillo.‖En‖Bradbury‖Street.

―Eso‖es‖bastante‖pijo‖―dijo‖él,‖sorprendido.

―Soy‖una‖sirvienta.‖Una...‖um...‖tutora.‖En‖la...‖casa‖Bayar.

Ella mintió en pequeños ajustes y puntos, haciendo como si lo fuera. O era muy

buena en eso, o no le importaba ser convincente.

Pero había conseguido el nombre Bayar de algún sitio.

―Lord‖Bayar‖el‖Alto‖Mago,‖¿cierto?‖―dijo‖él,‖señalando‖por‖casualidad.

Ella asintió, sorprendida de que hubiera oído hablar de él.

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―Así‖ ¿eres‖ como‖ ellos,‖ los‖ Bayar?‖ ―preguntó,‖ mordisqueando‖ una‖ dura‖

galleta―.‖ ¿Es‖ cierto‖ que‖ ellos‖ realmente‖ son‖ de‖ la‖ clase‖ decente,‖ una‖ vez‖

consigues conocerlos?

Ella estrechó sus ojos, revaluándole.

―¿Por‖qué‖me‖trajiste‖aquí?

―Bueno,‖como‖dije,‖pensaba que podíamos descansar hasta mañana, y...

―No‖―dijo‖ella‖impacientemente―.‖¿Por‖qué‖no‖me‖encerraste‖con‖los‖otros‖en‖

el Templo?

Han tenía que admitirlo, ella se había almidonado. Era una pregunta

arriesgada, cuando no sabía cual sería la respuesta.

―Pensaba‖que‖podría‖necesitarte‖para‖conseguir‖cruzar‖el‖puente‖y...

Encorvó los hombros y le miró. No lo estaba creyendo.

―No‖ lo‖ sé‖―dijo‖ simplemente―.‖ Fue‖ sólo‖ algo‖ sin‖ pensar,‖ creo.‖ ¿Todo‖ tiene‖

que tener una buena razón?

De hecho, él se había hecho la misma pregunta. Allí, en el estudio, ella fue hacia

él, diciendo, ¿Qué te ocurre? ¿Quién te hizo esto? con ese tipo de mirada fiera

en su cara, como si estuviera totalmente de su lado, lista para hacer frente a su

lado. Había tocado su brazo, y este había calentado su centro como un fuego

explotando.

Entonces Byrne le había llamado asesino, y ella había apartado su mano con esa

mirada de repulsión. Y lo siguiente que supo fue que Han la estaba arrastrando

a través del puente. Como si él pudiera de alguna manera arrastrarla a su

esquina.

Bueno, si ella estaba de su lado antes, él lo había arruinado ahora. Seis u ocho

asesinatos eran un gran obstáculo de superar. Además, habría acabado

encerrado si mostraba su cara en Fellsmarch otra vez. Había otra barrera, justo

allí.

¿Para que? ¿Qué esperaba de esa chica? ¿Pensaba que saldrían a caminar

juntos? ¿Qué la llamaría en su palacio sobre el establo?

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Rebecca seguía deslizando miradas hacia él, como si memorizara cada detalle.

Probablemente para poder atraparlo en un descuido.

―¿En‖dónde‖conseguiste‖esos‖brazaletes?‖―preguntó‖ella‖ inesperadamente―.‖

¿Los robaste de alguien?

Era casi como si ella intentara provocarle, para acabar con el suspenso.

―No‖―dijo‖él―.‖No‖lo‖hice.

―Sabes‖que‖te‖est{n‖buscando‖―dijo‖Rebecca,‖justo‖llena‖de‖buenas‖noticias―.‖

No descansarán hasta que nos encuentren.

―Intenta‖ dormir‖ algo‖ ―sugirió‖ él―.‖ Eso‖ es‖ lo‖ que‖ voy‖ hacer‖ yo.‖ Mañana,‖

averiguaré una manera de volver a soltarte.

Él buscó en el cajón y le tiró una manta que no estaba demasiado apestosa. Un

par de pantalones y una camisa que eran demasiado pequeños para él ahora,

sólo por si acaso. Luego tiró uno de los abrigos sobre la parte inferior de las

escaleras y se acurrucó resueltamente.

Dormir era mucho mejor. Oyó el crujido desde la esquina de Rebecca, el

susurro de la tela deslizándose sobre el suelo. Aparentemente había decidido

cambiar sus ropas mojadas después de todo. Él miró hacia la oscuridad,

intentando mantener esa imagen fuera de su cabeza. Eso sólo serían problemas.

Eventualmente se quedó tranquila, y pudo oír una suave respiración rítmica

que le decía que estaba durmiendo.

Cada vez que cerraba los ojos, veía el amuleto de la serpiente verde, como si

estuviera grabado en sus párpados. Estaba comenzando a pensar que era un

encantamiento de mala suerte. Sus recientes problemas habían comenzado

cuando encontró la cosa. Quizás Micah Bayar lo había maldecido cuando cayó

en posesión de Han. Quizás él debería ignorar a Lucius, desenterrarlo y

devolverlo a su legítimo dueño.

Sólo qué, de acuerdo con Lucius, los Bayar no eran los legítimos dueños.

Pero ¿por qué no lo serían? Ellos habían matado al Rey Demonio y se lo había

quitado, ¿verdad?

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Quizás era eso. Quizás era sólo bueno para la magia oscura. Pero todas las

herramientas de magia oscura habían sido destruidas después de la Ruptura,

¿verdad?

Finalmente se quedó dormido. Y la cara del Cabo Byrne le perseguía en sus

sueños.

De alguna manera, Raisa durmió, aunque hubiera dicho que no era posible,

atrapada en ese sucio sótano con un asesino múltiple. Se levantó temprano, sin

haber sido violada, aunque dura y dolorida por dormir desplomada en la

esquina.

La lámpara se había apagado, pero la pálida luz de la mañana goteaba

alrededor de las puertas del sótano. Puños estaba dormido, tumbado sobre su

abrigo en la base de los escalones.

Raisa le observó durante un rato, para asegurarse de que realmente estaba

fuera. Dormía de manera irregular, murmurando y retorciéndose como si

tuviera problemas para dormir.

O una conciencia culpable.

Raisa movió sus pies, reforzado a través del sótano, y mirándole. Él parecía más

joven, de alguna manera, cuando estaba durmiendo, su brazo entablillado sobre

su pecho, su otro brazo colgaba a un lado, sus ojos moviéndose debajo de los

moratones, aunque su pelo sucio rojo marrón no hacía juego con su colorido.

Resistió la urgencia de levantar una mano y recorrer sus dedos sobre su cara de

huesos finos.

¿Por qué estaría llevando el atuendo del Clan? ―se‖preguntó‖ella.‖

Era sólo uno de los muchos misterios del cual nunca tendría respuesta.

Podía confiar en sus instintos, ¿los que le decían que él no era capaz de cometer

los crímenes de los que se le acusaban? ¿Realmente quería dejarla ir? No le

había hecho daño aún, pero eso no quería decir que no lo hiciera.

Entonces otra vez, quizás sería mejor dejarle que le cortara la garganta. Cuando

su madre oyera sobre esta aventura, Raisa estaría encerrada por su seguridad.

Amon sería exiliado a Chalk Cliffs, y sería culpa suya. Incluso ahora, toda la

Guardia de la Reina probablemente estaría peinando la ciudad.

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Extendió su abrigo, las faldas, y enaguas sobre una silla para secarlas. Cuando

las toqueteó, encontró que había pasado de gotear a agarrotadas y solo

húmedas. Consideró cambiarse, pero le preocupaba despertar a Puños en el

proceso y ser pillada en el proceso.

Los pantalones eran muy largos y flojos en la cintura, así que encontró una

larga soga y la ensartó a través de las presillas, enrollando los dobladillos para

arreglarlo. La camisa era blanca deprimente y colgada casi hasta las rodillas. La

abotonó hasta el cuello, arrugando la nariz ante el olor del sudor de chico.

Encontró brevemente un brillante trapo colorido en una pila de ropas y lo ató a

su pelo, luego se puso el abrigo alrededor de los hombros.

¿Sería capaz de deslizarle escaleras arriba y salir por la puerta sin despertarle?

Necesitaba un buen cable, desde que él conocía ese vecindario y ella no.

El corazón latía tan alto que sintió que seguramente le despertaría, caminó

sobre su cuerpo boca abajo y puso su pie en el primer escalón. Se estiró con el

otro pie y subió los escalones tan rápido como pudo, esperando en algún

momento sentir su mano cerrarse alrededor de su tobillo. Cuando alcanzó la

cima, miró abajo, tomando una larga y lenta respiración. Aún estaba dormido

en su escandalosa moda.

Raisa levantó ambas manos y empujó las puertas dobles.

¡Chirrido! El chirrido de los goznes se extendió en el silencio de la mañana.

Debajo de ella, oyó a Puños evaluando su respiración interrumpida, seguida

por una soñolienta exclamación.

Bueno, no iba a volver ahora. Se lanzó hacia arriba, abriendo de golpe las

puertas, bizqueando contra la luz de fuera. Después de un momento de una

maraña de pánico con su abrigo, salió del sótano y corrió a través del patio. Oyó

un apagado grito detrás de ella cuando se deslizó dentro del plateado espacio

entre los edificios.

Saltó al otro lado como un corcho de una botella, y luego corrió, girando y

girando a través de las estrechas calles, sin saber o sin importarle dónde estaba

o a dónde se dirigía, sólo esperando poner distancia entre ella y su anterior

captor.

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Corrió hasta que una puntada en su costado y una falta de respiración la

forzaron a parar y acurrucarse en un callejón. Se puso de pie durante un

momento para tomar aire, escuchando una persecución, mirando arriba y abajo

en la calle.

Luego comenzó a caminar. Había intentado encontrar una posada o una tienda

que estuviera abierta. Quizás alguien estaría de acuerdo en ir por ayuda, sí

podía convencerle de que serían recompensados.

Pero las tabernas estaban fuertemente cerradas, las casas también, las calles

desiertas a esa temprana hora. Intentó golpear en las puertas de algunas de las

viviendas de apariencia más prósperas, pero nadie respondió. Si alguien la vio,

era poco probable que la dejaran entrar. Debía parecer una criatura aterradora,

roñosa y harapienta de indeterminado sexo.

Hacia el este, las torres del Castillo de Fellsmarch pinchaban el horizonte,

perfilado contra el sol naciente. Estaba a varias millas al menos, de alguna

manera más de lo que habían caminado la noche anterior. ¿Realmente hacía

solo un día que ella había cruzado Ragmarket con Amon y su escolta secreta?

No había elección excepto ir a píe. Se dirigió hacia las torres, navegando por las

retorcidas calles y callejones, sintiendo como si estuviera caminando dos millas

por cada una en línea directa. Era como un laberinto en su jardín del tejado,

solo amurallados edificios decrépitos y enlosados con adoquines, ladrillos rotos,

sucios y escombros.

Estaba cruzando un patio cuando una chica joven salió corriendo de un callejón

lindante, toda aterrada. Era delgada, quizás un año o dos más joven que

Mellony, con el pelo largo y rubio revuelto en una trenza.

―¡Joven‖perdida!‖En‖el‖nombre‖de‖Madeleine‖la‖Clemente, ayuda, por favor. ¡Es

mi hermana pequeña! ¡Está enferma!

Raisa miró alrededor para ver si ella podía estar hablando con alguien más,

pero no había nadie en el patio.

―¿Yo?‖¿Qué‖le‖pasa‖a‖tu‖hermana?

―¡Se‖ asfixia!‖ ¡Est{‖morada!‖―La‖ chica‖ tiró‖ de‖ la‖mano‖de‖Raisa―.‖ Por‖ favor‖

ven.

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Raisa siguió a la chica por el callejón, su mente corría. Quizás aquí estaba la

oportunidad de hacer algo bueno. La enfermedad de la asfixia había estado por

los alrededores. Había curanderos en el Templo del Castillo de Fellsmarch

quienes habían tenido éxito en el tratamiento. Quizás...

De repente ella y la chica fueron contra una pared de ladrillos. Raisa se giró y

vio que ya no estaban solas. Otros cinco salieron de las calles adjuntas, cuatro

chicos y otra chica, rodeándolas. Su estómago hizo un nauseabundo giro.

―Hey‖ ahora‖ ―dijo‖ la‖ chica‖ nueva,‖ entrecerrando‖ los‖ ojos‖ hacia‖ ella―.‖ ¿A‖

dónde vas con tanta prisa?

Su acento decía que era de las islas del sur. Era mayor que la primera chica,

quizás dieciséis, con la piel oscura y el pelo largo, negro y ondulado abrazado

con trenzas en secciones. Tenía las mejillas altas, y una boca generosa. Llevaba

pantalones y un chaleco sin mangas, exponiendo los brazos tatuados.

La chica levantó una mano y tiró de improviso de la bufanda de Raisa de su

pelo.

―¿Qué‖ est{s‖ haciendo‖ con‖ esto?‖―demandó‖ ella,‖ sacudiéndolo‖ delante‖ de‖ la‖

cara‖de‖Raisa―.‖¿Dónde‖lo‖conseguiste?

Raisa vio entonces que todos ellos llevaban pañuelos de tejidos similares y de

color anudados alrededor de sus cuellos.

―¡Raggers!‖―soltó‖ella―.‖¡Sois‖Raggers!

La chica se estremeció y miró arriba y abajo del callejón antes de responder.

―No‖lo‖somos.‖¿Quién‖lo‖dice?

―¿Te‖ envía‖ Puños?‖―demando‖Raisa,‖ furiosa‖ al‖ ser‖pillada‖ tan‖ f{cilmente―.‖

Bueno, le puedes decir que no me importa cuantas gargantas cortadas de

rufianes callejeros deja detrás de mí; no soy...

―¡C{llate!‖―Ahora‖la‖chica‖parecía‖furiosa‖y‖asustada‖al‖mismo‖tiempo―.‖No‖

tenemos nada que ver con lo que haga ese Puños Alister. Él ya no es un Ragger.

Él no da las órdenes en Ragmarket. Ahora déjame ver que llevas en tu bolsa,

¿hum?

Los Raggers rodearon a Raisa, y ella retrocedió hasta que llegó contra la pared

del edificio.

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Un chico mayor en un abrigo de terciopelo rojo descolorido levantó la mano y

toqueteó su pelo, y ella le dio un manotazo. Él sonrió, revelando una lengua

brillante y roja por masticar una hoja de navaja.

―¿Tienes‖ familia,‖ chica?‖¿Alguien‖que‖pudiera‖pagar‖ tu‖ regreso?‖―Se‖ inclinó‖

más cerca, y su respiración a hoja de navaja puso sus ojos acuosos. Parecía

nervioso y tembloroso, como un usuario de hoja hacía a menudo.

―¡Ahí‖est{s,‖Rebecca!‖―Todos‖se‖giraron,‖y‖Puños‖se‖acercó‖con‖aire‖arrogante‖

por el callejón como algún príncipe pirata, en sus pantalones del Clan, botas

lujosas hechas por el Clan, y una chaqueta de gamuza por encima.

Él asintió a los otros Raggers.

―Hey,‖Terciopelo,‖gracias,‖compañero,‖por‖buscar‖a‖mi‖chica‖por‖mí.‖Te‖lo‖digo,‖

ella solo daría problemas.

Cuando Terciopelo le miró boquiabierto, Puños agarró el brazo de Raisa y la

empujó detrás de él, plantándose entre ella y los otros. Presionó algo en su

mano, y ella sintió el frío metal. Su cuchillo. Lo toqueteó y miró fijamente desde

detrás de su espalda, la cabeza girando con confusión.

Los Raggers miraban a Puños con el ávido interés dado a los asesinos,

adúlteros, reyes, actores, y otras personas notorias.

Todos excepto la chica tatuada. La expresión en su cara era más compleja: una

mezcla de enfado, deseo, y traición.

Ella estaba sudando por él ―pensó‖Raisa―. Y él la había plantado.

―Fuera,‖Alister‖―dijo‖la‖chica‖tatuada‖a‖Puños―.‖La‖chica‖es‖nuestra.

―No–no,‖Cat‖―dijo‖él―.‖Yo‖la‖vi‖primero.‖No‖hay‖mucho‖botín‖para‖alguien‖

como tú, pero ella es bonita, al menos.

―¿Es‖ la‖que‖ te‖ ha‖dado‖una‖paliza?‖―dijo‖ bruscamente‖Cat―.‖ ¿O‖ fueron los

Sureños, como todos dicen?

―¿Qué‖es‖todo‖eso‖en‖tu‖pelo,‖compañero?‖―preguntó‖Terciopelo―.‖¿Sangre‖o‖

polvo?

Puños tocó su cabeza, pareciendo momentáneamente perplejo.

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―Oh.‖Cierto‖―dijo‖él,‖su‖confusión‖se‖aclaró―.‖Sólo‖intentaba‖un‖nuevo‖color.‖

¿Qué piensas?

―Se‖est{‖disfrazando,‖compañeros‖―dijo‖Cat―.‖Ya‖no‖puede‖caminar‖por‖ las‖

calles.

―¿Vas‖ a‖ volver‖ Puños?‖ ―señaló‖ un‖ chico‖ joven‖ esperanzado―.‖ Las‖

reparticiones‖siempre‖eran‖buenas‖cuando‖eras‖el‖Señor‖de‖las‖Calles‖―se‖tapó‖

la boca para callar y lanzó una nerviosa mirada a Cat.

―No,‖él‖no‖va‖a‖volver‖―dijo‖Cat,‖caminando‖delante‖de‖los‖otros,‖su‖mano‖en‖

la‖daga‖metida‖en‖el‖cinturón‖de‖sus‖pantalones―.‖Es‖culpa‖suya‖que‖Flin‖y‖los‖

otros tengan malas caras. Puños es veneno. Nos ponemos a su favor, y los

Chaquetas Azules estarán sobre todos nosotros.

―Los‖ Chaquetas‖ Azules‖ est{n‖ sobre‖ todos‖ nosotros‖ ahora‖ ―señaló‖ el‖ chico‖

mayor―.‖ No‖ podemos‖ movernos‖ durante‖ la‖ Guardia.‖ ‖ Puños‖ siempre‖ les‖

mantuvo alejados, al menos.

―C{llate,‖Jonas‖―dijo‖Cat,‖mir{ndole, y Jonas cerró la boca.

―Hay‖ ocho‖ Sureños‖ debajo‖ de‖ los‖ ladrillos‖ ―dijo‖ Puños―.‖ Sería‖ de‖ tontos‖

moverse. No pueden salir por eso.

Fue como si Puños hubiera vuelto a su piel de Señor de las Calles y comenzara a

hablar en una lengua extraña.

Cat le miró.

―Actúas‖como‖si‖nosotros‖hiciéramos‖lo‖de‖los‖Sureños.

Puños se encogió de hombros.

―¿Quién‖m{s?

Raisa, se sintió ignorada, había estado cambiando de un pie a otro, debatiendo

sus oportunidades de hacer una carrera por eso. Ahora se enfocó más de cerca

en la conversación.

Cat bufó.

―¿Nosotros?‖Nosotros‖no‖ tenemos‖nada‖que‖ver‖ con‖eso.‖Nos‖ figuramos‖que‖

habías sido tú. Es a ti a quien la Guardia culpa, de todas maneras.

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―Los‖ chaquetas‖ Azules‖ nos‖ culpan‖ a‖ todos‖ nosotros‖ ―dijo‖ Puños―.‖ Mira,‖

¿cómo podría haber‖ acabado‖ con‖ los‖ Sureños?‖ ¿Todos‖ yo‖ solo?‖―sonrió‖ él―.‖

Ustedes quizás, Cat. Yo, soy bueno, pero no tan bueno.

Puños es una persona encantadora, no dudo sobre eso ―pensó‖Raisa.

Cat le estudió sospechosamente.

―¿No‖ est{s‖ con‖ nadie‖ m{s?‖ ¿Los Keepers? ¿Los Widowmakers? ¿Los

Bloodrunners?

Puños sacudió la cabeza.

―He‖oído‖ que‖ estabas‖ trayendo‖ hojas‖ de‖We’enhaven‖―dijo‖ Jonas―.‖Oí‖ que‖

cometiste un asesinato vendiéndolas a los piratas de Chalk Cliffs.

―Ya‖no‖tengo‖asuntos‖con‖los‖piratas‖―dijo‖Puños―.‖Lo‖m{s‖probable es que

te corten la garganta antes de pagarte.

―¿Cómo‖lo‖conseguiste,‖entonces?‖―preguntó‖Cat,‖girando‖los‖ojos.

Puños se aclaró la garganta, como si estuviera avergonzado.

―Esto‖ y‖ aquello.‖ Soy‖ un‖ corredor‖ para‖ Lucius‖ Frowsley.‖ Haciendo‖ algo‖ de‖

comercio.‖Sacar‖brillo‖a‖ los‖zapatos‖de‖ la‖alta‖nobleza‖―Él‖ tocó‖su‖cuchillo―.‖

Entrar un poco en la barbería.

Las risas ondearon a través de los Raggers. Todos excepto Cat.

Puños lo notó.

―Mira‖―dijo‖él,‖poniéndose‖serio―.‖No‖tengo‖ni‖idea‖de‖quién‖hizo‖eso‖a‖ los

Sureños, pero todos nosotros lo estamos pagando. Necesito tu ayuda. Si sabes

algo...

―¿Cómo‖esto?‖―dijo‖Cat,‖ inclin{ndose‖hacia‖Puños―.‖Te‖entregaremos‖a‖ los‖

Chaquetas Azules. Luego quizás ellos nos dejarán ir.

―Puedes‖intentarlo‖―dijo‖Puños.‖Su‖voz‖era tranquila, su manera serena, pero

Raisa‖notó‖que‖se‖había‖enderezado‖y‖agarraba‖la‖empuñadura‖de‖su‖cuchillo―.‖

Por supuesto, yo no los traicionaría. Creo que los compañeros necesitan

mantenerse juntos. Pero soy solo yo.

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Los Raggers cambiaron nerviosamente, robando miradas unos a otros, algunos

de ellos asintiendo.

Puedo aprender algo de Puños Alister ―pensó‖ Raisa―. Él ha estado aquí

durante diez minutos, y los tiene a todos en la palma de su mano. Excepto Cat,

quien tiene una rencilla contra él.

Puños se movió más cerca de Cat, sujetándola con sus ojos azules, su voz suave

y persuasiva.

―Dame‖ un‖ momento,‖ ¿de‖ acuerdo?‖ ―Él‖ miró‖ de‖ ella‖ a‖ los‖ otros‖ Raggers,‖

levantando‖sus‖cejas―.‖¿Por‖favor?

Ella dudó, entonces ondeó fuera al resto. Arrastraron los pies hacia la abertura

al final del callejón y se apiñaron allí. Terciopelo frunció el ceño, disparando

oscuras miradas en su dirección.

―¿Qué‖pasa‖con‖ella?‖―siseó‖Cat,‖asintiendo‖hacia‖Raisa.

Puños le dio a Raisa un pequeño empujón hacia el final cerrado del callejón,

manteniéndose entre ella y la salida.

―Quédate‖ aquí‖―gruñó‖él,‖ luego‖ se‖ retiró‖unos‖pocos‖pasos‖para‖hablar‖ con‖

Cat. Raisa pretendió ignorarles, todo el rato tensa para entender su

conversación.

―¿Quién‖es‖ella,‖y‖qué‖es‖para‖ti?‖―Cat‖inclinó su cabeza hacia Raisa.

―Solo‖una‖chica‖que‖estaba‖en‖el‖lugar‖equivocado‖en‖el‖momento‖equivocado‖

―dijo‖él―.‖He‖dado‖mi‖palabra‖de‖que‖la‖dejaré‖ir.

―¿Tu‖palabra?‖―Cat‖rió‖amargamente―.‖Entonces‖ha‖tenido‖suerte.

―Cat‖―dijo‖ Puños,‖ extendiendo‖ sus‖manos,‖ luego‖ baj{ndolas―.‖Nunca‖ hice‖

ninguna promesa.

―No.‖No‖ la‖hiciste‖―Su‖expresión‖decía‖que‖ las‖promesas‖estaban‖ implícitas,‖

pero no habladas.

―Tuve‖que‖dejar‖la‖vida.‖No‖tuve‖elección.‖Eso‖no‖tuvo‖nada‖que‖ver‖contigo.

Cat le miró incrédulamente.

―¿No... tuvo... nada... que ver conmigo? ¿Cómo te figuras eso?

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Puños intentó arreglarlo.

―Lo‖que‖quiero‖decir‖es,‖que‖no‖me‖fui‖por‖ti.

―Tampoco‖podías‖quedarte‖por‖mí‖―escupió‖ella―.‖De‖todas‖maneras,‖¿qué‖te‖

hace pensar que me importa a donde vas o que haces? ―Cat‖sacudió‖ su‖pelo‖

negro―.‖Los‖Chaquetas‖Azules‖atraparon‖a‖tres‖de‖mis‖corredores‖por‖ti.‖Ahora‖

estarán siendo torturados, intentando hacerles decir dónde estás. Ellos les

torturaran hasta la muerte, porque no tienen ni idea.

Puños se calmó y se enfocó.

―He‖oído‖que‖tres‖Raggers‖fueron‖cogidos.‖¿Flinn‖y‖quien‖m{s?

―Jed‖y‖Sarie‖también‖―dijo‖Cat.

Puños miró hacia Raisa, bajando su voz.

―¿En‖donde‖les‖mantienen?

―En‖la‖casa‖de‖la‖Guardia‖de‖Southbridge‖―dijo‖Cat.

Raisa oyó que Puños tomaba una respiración.

―Huesos‖sangrientos.‖¿Gillen?

Cat asintió.

―Como‖si‖te‖importara‖―Había‖un‖reto‖seguro‖en‖su‖mirada,‖una‖expresión‖de‖

desilusión―.‖ Sabes‖ que‖ no‖ tiro‖ nada‖ a‖ los‖ Chaquetas‖ azules.‖ Pero‖ te‖ dejaría‖

salvarles.

Puños miró al vacío, un músculo trabajaba en su mandíbula.

―Primero,‖ necesito‖ dejar‖ a‖ la‖ chica.‖ ¿Nos‖ dejar{s‖ ir‖ entonces?‖ ―Raisa‖

comprendió el gesto. Él estaba sometiéndose a Cat, reconociendo su estatus

como señora de la calle.

―Bien‖―dijo‖ella,‖su‖cara‖sin‖expresión,‖su‖voz‖llana―.‖Vay{nse.‖Nunca‖m{s...

―Reúnete‖ conmigo‖ en‖ el‖ borde‖ m{s‖ lejano‖ del‖ Puente‖ Sur‖ esta‖ noche‖

―interrumpió‖él―.‖Te‖ayudaré‖sacar‖a‖Sarie‖y‖a‖los‖otros.

Cat le estudió valorándole.

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―¿Cómo‖sé‖que‖no‖llevar{s‖a‖la‖Guardia‖contigo?‖―dijo‖ella―.‖¿Cómo‖sé‖que‖

no nos traicionarás?

Él agarró sus codos, mirándola a la cara, su voz baja y fiera.

―Porque‖esta‖vez‖lo‖estoy‖prometiendo.

Ragmarket estaba despertando a su alrededor cuando se dirigieron hacia la

ciudad. De alguna manera, Han necesitaba deshacerse de la chica antes de que

ellos corrieran a través unos impertinentes Chaquetas Azules o alguna de las

otras personas problemáticas. Sólo ahora se sentía de alguna manera cómodo

de que ella no le entregaría.

Cada vez que miraba a Rebecca, ella le estaba estudiando a través de los

estrechos ojos marrones, como si fuera un monograma que necesitaba

solucionar. Estaba empezando a pensar que prefería la mirada aterrada de ojos

abiertos de par en par. ¿Cuánto de la conversación con Cat había escuchado?

―Esa‖ Cat,‖ ella‖ fue‖ tu‖ novia,‖ ¿verdad?‖ ―Le‖ preguntó,‖ como‖ si‖ tuviera‖

conocimiento de sus pensamientos.

―No‖exactamente‖―replicó‖él.

Ella giró sus ojos, de esa manera que hacían las chicas.

―¿Qué?‖―dijo‖él‖ irritado,‖derramando‖una‖gran‖pila‖de‖patatas‖peladas en el

bordillo. Podía ser peor, en Ragmarket.

―Obviamente‖ella‖pensaba‖eso.

―Bueno,‖ ella‖ est{‖ con‖ Terciopelo‖ ahora.‖―¿Por‖ qué‖ le‖ estaba‖ contando‖ esto?‖

Han‖ decidió‖ cambiar‖ de‖ tema―.‖ Sabes,‖ te‖ ves‖ bien‖ en‖ pantalones‖ ―dijo,‖

recorriéndola‖con‖sus‖ojos―.‖Muy...‖ah...‖proporcionada‖―añadió,‖sonriendo‖y‖

demostrándolo con sus manos.

Eso la calló. Se puso de un brillante rosa, y no hubo más qué hablar de novias.

Se veía bien en pantalones, de hecho, y no era que él estuviera deslumbrado por

la nobleza en eso. Las chicas de Clan llevaban pantalones, después de todo.

En los campamentos contaban historias de pequeñas ninfas de la madera

maravillosas que te cogían en sus trampas y te retaban con acertijos. Rebecca

podía haber estado de humor para algo de eso. Su cintura era demasiado

Page 212: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

pequeña, podía haberla abarcado con sus manos, pero había una dureza áspera

para que él pudiera atreverse.

Mirando las aceras hacia ella, él se preguntó cómo sería besarla.

Déjalo, Alister ―pensó‖él―. Tienes suficientes problemas. Quien quiera que sea

ella, tenía poderosos amigos.

―Voy‖a‖dejarte‖en‖el‖Camino‖―dijo‖él,‖tirandole‖por‖la‖mano,‖empujando‖entre‖

los carros de entrega y las multitudes de trabajadores y tenderos en la estrecha

calle―.‖Hay‖mucho‖tr{fico‖a‖esta‖hora‖del‖día,‖y‖debería ser seguro. Fácilmente

puedes volver al castillo.

―Estaré‖bien,‖ya‖lo‖sabes‖―dijo‖ella,‖poniendo‖su‖nariz‖en‖el‖aire.

Él bufó.

―Cierto.‖ Estabas‖ bien‖ cuando‖ te‖ encontré‖ en‖ el‖ callejón.‖ Cat‖ y‖ los‖ otros‖ te‖

hubieran comido viva.

―¿Por‖qué‖me‖salvaste?‖―preguntó‖ella―.‖Quiero‖decir,‖huí.

Algunas veces Rebecca parecía completamente cortante, y otras veces decía las

cosas más estúpidas.

―Yo‖fui‖el‖que‖te‖arrastró‖del‖Templo‖Southbridge‖―dijo‖él―.‖Si‖acabas‖con‖tu‖

garganta cortada, me echarán la culpa. Ya tengo bastantes problemas de esos.

―Vas‖ a‖ intentar‖ rescatar‖ a‖ los‖ Raggers,‖ ¿verdad?‖ ―dijo‖ ella―.‖ A‖ los‖ que‖

atraparon la Guardia.

¡Dientes de Hanalea! Tenía que deshacerse de ella mientras tenía secretos.

―¿De‖donde‖sacaste‖esa‖idea?‖―preguntó‖él.

―Lo‖har{s,‖¿verdad?‖―persistió‖ella.

―Bueno,‖ eso‖ sería‖ algo‖ condenadamente‖ estúpido,‖ ¿no?‖―dijo‖Han―.‖ ¿Crees‖

que soy estúpido?

―No.‖ Crees‖ que‖ es‖ culpa‖ tuya‖ que‖ fueran‖ atrapados.‖ Pero‖ no‖ lo‖ es,‖ si‖ eres‖

inocente.

Casi tropezó con sus largos pantalones, y él la agarró del brazo para

enderezarla.

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―Así‖que.‖Ahora‖crees‖que‖soy‖inocente,‖¿verdad?

―Del‖ asesinato‖ de‖ los‖ Sureños,‖ al‖ menos‖ ―dijo‖ ella,‖ d{ndole‖ una‖ mirada‖

malvada‖ que‖ decía‖ que‖ él‖ aún‖ era‖ culpable‖ de‖ mucho―.‖ Te‖ cogeran‖ si‖ lo‖

intentas, lo sabes. Ellos están esperando este tipo de cosas. Probablemente es el

por qué los atraparon en primer lugar. Para sacarte del escondite.

Como si él no supiera eso.

―Bueno,‖no‖es‖cosa‖tuya,‖¿verdad?‖―Unos‖pocos‖bloques‖m{s,‖y‖él‖se‖iría‖y...

Ella de repente plantó sus talones, prácticamente derrapando a una parada, sus

ojos brillaban con algún nuevo plan.

―Llévame‖ de‖ vuelta‖ al‖ Templo‖ Southbridge‖ ―ordenó,‖ como‖ la‖ condenada‖

Duquesa‖de‖Ragmarket―.‖Olvidé‖algo.

―¿Has‖perdido‖la‖cabeza?‖―Él‖lo‖dijo‖tan‖alto‖como‖deseó,‖y‖los‖paseantes se

giraron‖y‖les‖miraron―.‖Acabamos‖de‖venir‖de‖allí‖―dijo‖él,‖forzando‖su‖voz‖a‖

bajar―.‖Acabo‖de‖salir,‖y‖no‖volveré.

―Tendr{s‖que‖volver‖de‖todas‖formas,‖para‖liberar‖a‖los‖Raggers‖―dijo‖ella―.‖

La casa de la Guardia de Southbridge está justo al lado del‖Templo‖―añadió‖

ella.

Como si él no supiera eso.

―No.‖Ir{s‖a‖casa.‖Si‖realmente‖quieres‖ayudarme,‖mantendr{s‖tu‖boca‖cerrada‖

sobre todo lo que ha ocurrido.

Ella frunció sus labios en una delgada línea y se alzó en su mejor enclenque

estatura.

―Bien.‖Volveré al Templo de Southbridge por mí misma, entonces.

Era como una de esas pesadillas que se hacen peor y peor hasta que crees que

morirás o romperás un navío, pero aún así no puedes despertar. Era su

condenada mala suerte tomar a una persona loca como rehén.

Miró alrededor, pero no había donde arrastrar a la chica con las calles tan

repletas de gente.

Él tuvo la idea de lanzarla al río y ver si se hundía. En su lugar giró su cuello y

viajó detrás de ella, gruñendo, de vuelta hacia Southbridge.

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Capitulo 14 En el lado equivocado de la ley

Traducido por roux

Corregido por Angeles Rangel

pesar de todos los problemas que había tenido en los últimos dos días,

el secuestro, las amenazas, los robos, la lluvia y la suciedad y todas la

razones por las que él estaba embriagado, hechizado, y desconcertado

por la libertad. Ella caminó por las calles en sus pantalones y la camisa, el

anonimato de los ciudadanos a su alrededor. Los detalles del colorido barrio

conocido como Ragmarket. Colorido era uno de sus adjetivos. También era

apestoso, clamorosa, picante e interesante terminal. Preocupada con las

posibilidades y riesgos. La burbuja, en la que solia estar protegida, de la

Princesa heredera de Fells, había reventado, y las sensaciones múltiples

inundaban su vista y los olores y las emociones en bruto de lo que la futura

Reina iba a gobernar algún día. Ella luchaba con la idea de que era sólo el

contexto y la ropa que le hizo reconocible. ¿Era realmente todo lo que fue el

ocupar al azar un lugar en el linaje de Reinas? Podría cualquier chica ser elegida

en las calles, y puesta en su lugar ¿Tenía alguna habilidad natural para hacer

este trabajo? La Guardia estaba en todas las calles, con armas y valentía. Sin

embargo, nadie la reconoció. No había ningún trasfondo de rumor, su

desaparición no era del dominio público. Desconcertada, se detuvo y preguntó

a un comerciante sobre las últimas noticias. ―Alguien dijo que había habido un

secuestro ¿Es por eso que la Guardia esta aquí?

El vendedor negó con la cabeza. ―No sé nada de un secuestro. Son esos

asesinatos de Southbridge. La Guardia está buscando en todas las tabernas,

posadas y almacenes en Ragmarket. Es malo para el negocio. Digo, si las ratas

de la calle quieren asesinar a los demás, allá ellos. ―Miró a su alrededor,

bajando‖ la‖voz―.‖Ellos dicen que fue Puños Alister. Es tan sanguinario como

dicen.

Raisa no podía dejar de mirar por encima del hombro. Puños estaba a media

cuadra detrás de ella, intentando no ser visto por ella o con ella. Raisa no estaba

segura.

A

Page 215: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

Fue de alguna manera emocionante saber que estaba allí, detrás de ella, como

en la historia de Hanalea y el salteador de caminos. Pero esto no era una

historia. Esto era real. Y quería saber para averiguar lo que realmente estaba

pasando. Las Torres de SouthBridge se alzaban delante de ella. El cuerpo de

guardia estaba en el puente, en el lado sur. Era una posición fuerte, era un

edificio de piedra con pequeñas ventanas enrejadas. Un patio empedrado lo

rodeaba, con establos para los caballos detrás. La bandera del Lobo gris

ondeaba sobre la cabeza, proclamando que se trataba de un puesto de avanzada

de la Reina, incluso en medio de la miseria de Southbridge. La linea de defensa

del puente era más larga de lo habitual. Una media docena de guardias

armados estaban en cada extremo, observando a todos los que trataban de

cruzar. Raisa tenía el estómago revuelto. Seguramente no sería reconocida los

habían enviado especialmente para encontrarla. En un impulso, se volvió a un

lado en una pastelería. El interior, estaba relativamente limpio y bien cuidado,

con estantes de bollos pegajosos y pasteles de carne y de otros tipos. El

muchacho de detrás del mostrador llevaba una gorra roja para recogerse el

pelo.

―Buenos días ―Dijo―.‖Me gustarían ocho bollos, envuelto para llevar.

El empleado hizo una pequeña inclinación y preparó el pedido. Raisa salió de la

tienda con ocho bollos en la mano y con el cabello recogido debajo de la gorra

del muchacho.

Probablemente voy a terminar en la pica, pensó.

Puños la estaba esperando afuera. La agarró por la muñeca y tiró de ella hacia

un portal.

―¿Qué‖est{s haciendo? ―Siseó, con su cara a pocos centímetros de la suya.

De cerca, vio que sus ojos azules estaban salpicados de oro, sus pestañas eran

gruesas y pálidas, los moretones en el rostro enojado hicieron que se olvidara

de los bollos, un poco de barba rubia poblaba su cara. Ella levantó la bolsa de

bollos.

―Soy una empleada de la pasteleria chica ―dijo Raisa.

―Esto no es un juego ―Dijo Puños―.‖Necesitas ir al puente. Diles que tú eres

la chica que fue robada del templo. Y debes volver a casa.

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―Tengo algo que hacer primero. Mira. No puedo cruzar el puente, mientras

que haya tantos Chaquetas Azules ―dijo.

―No puedo ayudarte si te metes en problemas en Southbridge.

―Muy bien. Yo voy por mi cuenta, ¿de acuerdo? ―dijo Raisa―.‖ No me puedes

ayudar a dónde voy.

Ella se aparto de él y se dirigió hacia el extremo más cercano del puente. Miró

hacia atrás una vez para verlo detrás de ella, con las manos metidas en los

bolsillos, con el ceño fruncido.

Le llevo unos buenos diez minutos pasar por la línea. Raisa caminó con

impaciencia, ansiosa por llegar al otro lado. No estaba acostumbrada a tener

que esperar. En el puesto de control, hizo una profunda reverencia ante los

guardias, como había visto hacer a otros.

―¿Cuál es su nombre y que le trae por aquí, niña? ―Preguntó el guardia,

rascándose la barriga.

―Rebecca Morley, su señoría ―dijo Raisa, mirando el suelo, todavía

preocupada‖de‖que‖la‖reconociera―.‖Voy a llevar un encargo de la pastelería al

otro del río.

―¿Encargo de la pastelería? Vamos a ver. ―Raisa abrió despacio el paquete y

se lo enseño al soldado. Con su sucia mano cogio uno y lo mordió, sonrió con

aprobación, y cogio otro.

Raisa enrojeció de furia y se controló para no retirar la bolsa e impedir el robo.

Si fuera verdaderamente una empleada de la pastelería, el costo de los bollos

saldría de su propio bolsillo.

―Están buenos ―dijo el soldado, devolviendole el paquete vació y limpiándose

la‖boca‖con‖una‖mano―.‖Guardame un par para cuando cruces de nuevo.

Y la despidió con una sonrisa.

Raisa llego al otro lado del puente. Así que esta era la reputación de la guardia

de la Reina a la gente. Unos ladrones y matones. No es de extrañar que Amon

considerara que podría haber una rebelión. Por el lado sur del puente, el

Templo estaba en un lado del camino, la caseta de vigilancia tenían emblemas,

del bien y del mal. Raisa se apoyó en la pared del Templo y observó el cuerpo

Page 217: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

de guardia. Parecía inexpugnable. No había manera de que Puños y su banda

entraran y salieran de allí.

Al menos ella podría averiguar si lo que ellos decían era cierto, ¿realmente

tenían capturados a tres Raggers en el cuerpo de guardia, y realmente estaban

siendo torturados? Ella respiró hondo y trató de centrarse en su trabajo, como

siempre, decía Elena. Luego cruzó el camino hacia la puerta de guardia. El

solitario guardia de la puerta la observó de manera aburrida. Fuera de la garita

de vigilancia habia varios soldados jugando a los dados y a las cartas.

―¿Qué quieres? ―Ladró el guardia.

―Yo...‖ ah... es mi hermana, Sarie ―dijo Raisa con voz‖ quejumbrosa―.‖ Ella‖

consiguió ser capturada por la Guardia de la Reina ble... el otro día. En

Ragmarket, me dijeron que era aquí. Yo traigo algo de cena, eso es todo. Ella

sacudió la bolsa de la pasteleria. El guardia la agarro.

―Vamos a ver que traes ―dijo.

―Por favor, señor ―insistió‖Raisa―.‖Tenía la esperanza de que poder verla, ya

sabes. Ha pasado tres días enferma. Yo me preguntaba cómo iba. Ella ha estado

enferma últimamente, y tres en la cárcel no puede estar muy bien.

―No se admiten visitas. ― Él miró con recelo―.‖Debes‖saber‖leer.

Raisa lo cogió de la manga. Le golpeo la mano, agarro la empuñadura de su

espada.

―Mantente fuera

―Por favor. Tengo algo de dinero, señor ―dijo Raisa con‖voz‖trémula‖Raisa―.‖

No mucho, pero algunos, y<

El guardia se volvió hacia ella, con el interés en su rostro. ―Si tienes dinero,

vamos‖a‖ver,‖ entonces―.‖Lo haré. Verá, señor. Sólo tal vez después... ―Raisa

comenzó. La mano del guardia serpenteaba hacia adelante. Le agarró el cuello

de la camisa y tiró de ella hacia él.

―No juegues conmigo, chica.

Él toco su espalda y la boca de Raisa se secó por el miedo, pero luego vino una

voz desde detrás de él.

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―Vamos‖deja‖a‖la‖niña,‖Sloat.‖Déjame‖verla.

Sloat la soltó y se apartó. El hombre que había hablado estaba sentado en una

mesa junto al fuego, jugando a las cartas, con varias tazas vacías dispuestas

delante de él. Tenía una fina y cruel cara y ojos marrones, cabello lacio que le

llegaba hasta los hombros. Vestía el uniforme azul de la Guardia de la Reina.

Por las barras en el cuello, se dio cuenta que era un Sargento.

―Ven aquí, niña ―dijo‖el‖Sargento sonriendo de una manera que el estómago

de Raisa se revolvió. A regañadientes, ella cruzó la habitación y se puso delante

de él, manteniendo los ojos bajos. ¿Por qué sabía que esto no era una buena

idea?

―Eres la hermana pequeña de Sarie, ¿verdad? ―Ella asintió en silencio. Él la

agarró por la‖muñeca,‖gir{ndola‖con‖fuerza―.‖Contesta cuando te preguntan.

Raisa quedó sin aliento por el dolor, las lágrimas brotaron de sus ojos. ―Sí,

señor. Soy hermana de Sarie. ―Levantó la bolsa de la pasteleria con la otra

mano,‖como‖un‖escudo―.‖Traje su cena, señor.

―¿Sarie estaba con los Raggers? ―dijo el sargento. Ella levantó la vista

r{pidamente,‖luego‖la‖retiro―.‖¿Raggers,‖señor?‖¿Qué‖es‖eso?‖

El sargento se echó a reír. Le soltó la muñeca y bebió un trago de cerveza.

―¿Cómo te llamas? ―Rebeca, señor.

― ¿Cuántos años tienes?

Raisa pensó desesperadamente en una edad. Joven era lo mejor que ella

decidió. ―Trece años, señor ―dijo, encogiéndose los hombros, tratando de

pensar si parecía que tenia trece.

―Ah ―Él‖sonrió‖m{s―. ¿Te gustaría ver a tu hermana, entonces?

―Me gustaría, señor.―El sargento se levantó‖y‖la‖cogio‖por‖el‖brazo―.‖Vamos,

entonces.

Sloat comenzó a murmurar una protesta. ―Sargento Gillen, no visitantes.

―Cállate, Sloat ―dijo‖Gillen―.‖Vamos a hacer una excepción especial, en este

caso.

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Le llevaron por un largo pasillo forrado con puertas de madera, con los pies

tocando el suelo sólo cada tres pasos. Y todo el camino, Raisa pensó en el brutal

sargento Gillen. El nombro a los Raggers. Amon le contó que golpeaba a la

gente en la calle.

―¿Qué he conseguido para mi?

Al final del pasillo había una puerta de metal, y más allá otra puerta de madera

que Gillen desbloqueado con una llave de metal de gran tamaño. Gillen la llevó

hasta allí, se detuvo el tiempo suficiente para encender una antorcha, y luego la

empujó por una escalera estrecha hacia el sótano.

Raisa se estremeció de miedo y frío. Hacía frío y estaba húmedo el sótano, ella

sabía que debían estar cerca del río, a causa de la peste. O tal vez era el hedor de

la muerte a su alrededor. Este era un mal lugar, donde las cosas se hicieron mal.

Las imágenes del desastre le circulaban a través de la cabeza. Se sintió presa del

pánico, claustrofobica, y sabía que tenía que salir.

―Sabe, señor, estoy pensando que tal vez sea mejor que vuelva mañana ―dijo,

volviéndose de nuevo hacia las escaleras.

―Vamos, señorita, ya casi estamos allí.

Gillen la tomó del cuello y tiró de ella hacia adelante con tanta fuerza que casi

cayó. Por instinto, sabía que cualquier reclamación repentina de la realeza no se

iba a tener en cuenta. En el improbable caso de que la creyera, no dudaría en

matarla y tirarla al río para impedir que llevara esta historia al Castillo de

Fellsmarch. Gillen tenía el corazón de un asesino en su azul real uniforme. Ella

había pensado en ello como una aventura, como algo que Hanalea haría. Había

pensado que entendería el juego, y ahora estaba equivocada. ¿Habría sentido

Hanalea miedo cuando se enfrentó al Rey Demonio? Raisa sentía mucho miedo

ahora. Estaba ante una reja de metal atornillada en la piedra con una cerradura

de metal en un lado. A medida que la luz de las antorchas iluminaron la puerta

de la celda, Raisa vio movimiento en la oscuridad, eran personas arrastrandose.

Era una niña y dos varones, quince o dieciséis años, tal vez, aunque era difícil

de decir. Estaban delgados y sucios, y habían sido golpeados con tal violencia

que apenas parecían humanos. No se acercaron a la reja, como era de esperar,

estaban en el rincón como si tuvieran la esperanza de escapar al ver a Gillen.

Raisa se puso furiosa al saber qué lo que le habia dicho Alister era verdad.

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―Hola Sarie ―Canturreó‖Gillen,‖abriendo‖la‖puerta―.‖Te he traído un poco de

compañía.

―Vete ―dijo‖ una‖ voz‖ desde‖ la‖ oscuridad―.‖ No puedo decirte lo que no

sabemos. No hemos visto a Alister en meses.

―Vamos, no seas así ―dijo‖Gillen,‖con‖voz‖suave―.‖Alguien ha venido a verte.

―¿Quién iba a venir a verme? ―Exigió.

―Tengo aquí a Rebecca. Ella ha traído algo de cenar.

―¿Quién? ―Sarie salió de la sombra a la luz. Era alta para su edad, y tenía

amplias caderas y hombros. Ella no se parecía a Raisa.

―Ahora que tu hermanita está aquí, creo que vamos a llegar a un acuerdo

―dijo Gillen con una sonrisa escalofriante. Apretó‖a‖Raisa―.‖A lo mejor se te

afloja la lengua cuando la ponga en el potro. Sarie miró boquiabierta a Raisa, y

luego a Gillen.

―¿Quién diablos es?

En los cuentos, la Reina Hanalea luchó contra el poderoso Rey Demonio a

través de la fuerza del carácter y el poder del bien. En los campos del Clan, le

enseñaron de pequeña a superar a los poderosos a través de la fuerza de una

mente enfocada. Amon Byrne le había mostrado las técnicas de las peleas

callejeras a Raisa con la intención de desarmar a un oponente más grande y más

fuerte. Raisa era lo suficientemente inteligente como para saber que las

posibilidades de que alguien dominara a Mac Gillen eran casi nulas. Pero

cuando una persona no da cuartel<‖ si ella está luchando por su vida, podía

haber una diferencia. Cuando le pateo sus dodillas Mac Gillen, sabía que era

poco probable que lo venciera. Esperaba que fuera suficiente para distraerlo.

Cuando lo consiguió él gritó como un cerdo y se fue hacia abajo, llevándose las

manos a las rodillas, jurando.

―¡Lo entiendes!‖―grito Raisa imprudentemente,‖rodando‖a‖sus‖pies―.‖¡Vamos!

―Con la fuerza de la desesperación, los tres cogieron a Gillen, lo arrastró al

suelo, le dieron patadas y puñetazos por todo el cuerpo. Gillen era como un oso

enorme atacado por los coyotes mordiendo y gruñendo, pero haciendo muy

poco daño. Las manos de Gillen sujetaron la garganta de Raisa, y la apretaron,

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deteniendole la respiración. Ella se retorcía y giraba, pero no pudo liberarse. La

sangre rugía en sus oídos, y sintió que casi se desvanecía.

Entonces alguien se estrelló contra ellos, y la presión sobre su garganta cesó.

Jadeo y Raisa cogió la antorcha caída y golpeo con la llama la cara de Gillen.

Gritó de dolor y rabia. De repente, parecía menos interesado en golpear hasta la

muerte y más interesado en llegar a la puerta. Raisa enganchó un pie alrededor

de su tobillo y lo tiró, Sarie levantó una olla de hierro pesada y le golpeo en la

cabeza.

Gillen finalmente se quedo quieto.

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Capitulo 15

Extraño compañero de cuarto

Traducido por GioEliVicRose

Corregido por Majo2340

mon Byrne no era el tipo de persona que esperaba que sucedieran las

cosas. Por lo general tomaba una decisión y seguía adelante. Pero esta

vez era diferente. Había tenido más dudas en los últimos dos días de los

que hubiera tenido en toda su vida antes de esa fecha.

No habían sido liberados de los estudios de Orador Jemson hasta la mañana

después del secuestro de Raisa.

Para entonces, el camino era frío. Amón había enviado a su lobo gris en

Ragmarket para buscar cualquier señal de Puños o Raíza, mientras que él fue

directo hasta su padre a confesar lo que había hecho.

Encontró a su padre en el desayuno, comiendo solo, como era su costumbre.

Una vez que las primeras palabras salieron de la boca de Amón, el capitán

Byrne dejó de comer, se sentó y escucho con cara de piedra, disparo una

pregunta aquí y otra allá.

Cuando Amon terminó, su padre tiro la servilleta sobre la mesa y envió una

ordenada busca, en su deber de funcionario de la sala de guarnición.

Amon extendió‖su‖espada‖a‖su‖padre.‖―Lo siento, señor ―dijo con frialdad―.‖

Por la presente‖le‖comunico‖mi‖renuncia<

―Consérvala ―gruño‖su‖padre―.‖Es‖probable‖que‖la‖necesites.

―¿Señor?‖―Amon balbuceó, confundido―.‖Pero...‖cuando‖la‖reina‖escuche...

―Es‖ testaruda,‖ la‖Reina de los Lobos Grises ―dijo su padre―.‖Nadie lo sabe

mejor que yo. La tarea más difícil que un guardia se enfrenta, es decir que no a

su soberano, cuando sabe que puede dar lugar a su propio despido, el

encarcelamiento‖ o‖ la‖muerte.‖― Señaló a Amón con su mirada de halcón―.‖

A

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Pero a veces tienes que decirlo. Tú deberías haberlo dicho a la princesa

heredera.

―Pero, ¿cómo podemos hacer eso, señor? ―Amon devolvió su espada a la

vaina―.‖Quiero decir, servir a la Reina, y así.

―Servimos‖a‖ la‖ línea‖de‖ reinas‖―dijo su padre―.‖Servimos al trono. A veces

una persona hace una mala elección.

Amon‖miró‖a‖su‖padre.‖―Pero‖no‖es‖eso...‖no‖es‖eso...

―¿Traición‖a‖la‖Patria? ―Sonrió‖el‖capit{n‖Byrne―.‖Algunos podrían decir eso.

¿Quiénes somos, después de todo? ―Se‖ levantó,‖ se‖ acercó‖ a‖ la‖ chimenea,‖ y

empujó el fuego con un palo.

Arregló cuidadosamente los leños que se derrumbaron en una fuente de

chispas.

―Nosotros los Byrnes estamos aquí por un pacto hecho con Hanalea, el

primero de esta línea terca ―dijo su padre, mirando al fuego―.‖Es un negocio

difícil, sin duda, pero vamos a estar bien, siempre y cuando no perdamos de

vista el bien de la línea y el bien del reino.

―Pero... no todo el mundo en la Guardia está ahí por el bien del reino ―dijo

Amon, pensando en Mac Gillen.

Su padre asintió con la cabeza.‖―Hubo un tiempo, en el que el capitán escogía

cada hombre y mujer que entraba en la Guardia. Eso ya no existe. La política ha

entrado en juego. Yo no elegí a Mac Gillen, y he sido incapaz de despedirlo, por

mucho que lo he intentado.

¿Quién eligió Mac Gillen? Amon quería‖ preguntar.‖ Pero‖no‖ lo‖hizo.‖―¿Qué...

qué‖vamos‖a‖hacer,‖señor?‖―Preguntó.

Su padre siguió con la mirada en las llamas, con el rostro duro e ilegible.

―Vamos a arriesgarlo todo para proteger la línea.

―¿Qué‖quieres‖decir?

―La‖Princesa heredera tendrá nombre un día de este verano, después de que

ella sea elegible para‖una‖alianza‖de‖matrimonio.‖―Se‖volvió‖y‖se‖apoyó en la

repisa de la chimenea, mirando como lo había visto su‖hijo―.‖Tal vez sea mejor

para la defensa de la Fells si la Princesa heredera se casa con un Príncipe del

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sur. Pero son conservadores en los reinos del sur. Si se enteran de que nuestra

Princesa fue secuestrada durante la noche por un matón callejero, eso puede

afectar a sus perspectivas para un buen partido.

El estómago de Amon se apretó. Pensó en Puños Alister, el cuchillo en la

garganta de Raisa. Se encontraba realmente chisporroteando.

―Él‖no‖lo‖haría...‖si‖ la toco,‖si‖hay<‖―Dijo‖Amon

Su‖ padre‖ levantó‖ una‖ mano.‖ ―Los hechos son menos importantes que la

percepción cuando se trata de contratos de matrimonio.

Los hechos son importantes para mí, Amon pensó.‖ ―Ellos...‖ Ellos‖ no‖

nombrarán heredera a Mellony, ¿verdad? Si Rai... si la princesa heredera está

contaminada ―dijo, no muy seguro de quiénes era “ellos”.

Amon negó‖con‖la‖cabeza.‖―Ellos pueden tratar, pero no podemos permitir eso.

Mellony no es la heredera de sangre, siempre y cuando Raisa viva. El Naéming

no reconoce la política. Espero que Su Majestad no se vea afectada... ―Su‖voz‖se‖

apagó―.‖ Estamos‖ necesitando desesperadamente una Reina fuerte ―dijo en

voz baja, frotándose la frente como si le doliera.

―Da‖―dijo Amon, ansioso por volver a su tema―,‖cuando dices que había que

arriesgarlo todo para proteger la línea, ¿qué quieres decir con eso?

Su padre enderezó‖ la‖ espalda.‖ ―Aquí está. No vamos a anunciar que la

princesa ha desaparecido. Vamos a establecer la Guardia buscando una Rebecca

Morley, que era el nombre que dijiste que usó, ¿no es cierto? que se ajusta a la

descripción de la Princesa, tomada del Templo Southbridge por Puños Alister.

Rebecca, diremos, proviene de una familia rica, pero quería hacer buenas obras

para los pobres. Vamos a ofrecer una recompensa muy generosa para obtener

información.

Amón no‖estaba‖seguro‖de‖entender.‖―Pero... ¿vamos a decirle a la Reina de la

verdad?

Su padre lo miró‖fijamente‖a‖los‖ojos.‖―No

Amon no lo podía creer. Su padre, el alma de los derechos y la propiedad,

proponía un engaño masivo, que podría tener consecuencias nefastas si iba mal.

Sería visto como que el capitán de la Guardia que había arriesgado a la Princesa

heredera para proteger a su hijo. Podría ser su carrera.

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―¡Da! No podemos hacer eso. Si usted es descubierto...

―Recuerda lo que dije. Estamos obligados a mantener la línea, sin importar el

costo. Si este Puños sabe quién es en realidad, pondrá a la princesa heredera en

un mayor riesgo. Podría tener miedo suficiente como para matarla en el acto.

Podía llevarla a través de la frontera y venderla a algún príncipe del sur. O

alinearse con los enemigos de los Lobos Grises.

―Si‖aún‖sigue‖viva‖―Amón se obligó a decir―.‖Han pasado horas y horas.

―Est{‖viva‖―dijo‖su‖padre―.‖Yo sabría si la línea se rompió. Y tú también, una

vez que eres verdaderamente llamado. ―Su padre le puso la mano sobre el

hombro, deteniendo sus preguntas―.‖Sé‖que‖la‖Reina se inscribió en la Guardia,

pero cualquier persona puede inscribirse, como he dicho. Esto es diferente.

Lo dejó así, pero Amón se alegró de las palabras de su padre. Se alegró de que

no hubiera insertado la expresión‖ ―Si‖ Raisa‖ sigue‖ viva―‖ en todas las

especulaciones.

―Pero... pero ¿cómo vamos a explicar‖ la‖ desaparición‖ de‖ Raisa?‖ ―Amon

persistió. Se sintió medio aliviado porque no tendría que enfrentarse a la Reina

de inmediato, medio convencido de que este régimen‖ no‖ iba‖ a‖ funcionar―.‖

Deben de haberlo pasado por alto por ahora. Ellos probablemente ya entraron

estado de pánico.

―Averill‖ Demonai‖ nos‖ ayudar{ ―dijo su padre―.‖ Dirá que Raisa volvió al

Campo Demonai... a un ritual prenaming. Muy secreto, muy sagrado. Lord

Bayar se pondrá furioso, pero podemos vivir con eso. ―Una sonrisa fantasma

se extendío por su rostro.

―¿Por‖qué‖Averill‖haría‖eso?‖Es‖su‖padre.‖Tiene‖que‖estar‖preocupado.

―Va a querer mantenerlo en secreto por las mismas razones que nosotros lo

hacemos, por el bien de su hija y el bien de la línea.

―¿Qué‖ quieres‖ que‖ haga? ―Amon pidió con humildad, sabiendo que no se

merecía ningún papel en esto, pero deseando desesperadamente uno.

―Peina Ragmarket y Southbridge. Vamos a usar todos tus contactos. Hablarás

de la recompensa hasta en las tabernas y posadas. Después de todo, tú conoces

las calles, y conoces a Raisa, y puedes identificar a Puños, y eso es importante

Page 226: Williams Chima Cinda - El Rey Demonio.pdf

cuando la mayoría de los miembros de la Guardia nunca han visto a la princesa

en persona.

Durante los próximos dos días, Amon caminaba por las calles todo el día, sobre

todo en Ragmarket, ya que fue donde Ragger y Puños habían cruzado el puente

con Raisa inmediatamente después de la confrontación en el estudio. Arrojó

dinero en todas las tabernas, pero nunca bebió. Entrevistó a un sin número de

personas, preguntando por “Rebecca Morley” describiéndola en detalle,

mostrando un dibujo secreto de Raisa que su hermana, Lidia, había hecho para

él.

Amon se empujaba a sí mismo para no tener que pensar. Cuando lo hacía, la

culpa se apoderaba de él.

Era el responsable de que Puños hubiera escapado, en primer lugar, ese día que

lo habían acorralado en El Barril y La Corona. Y por el plan de Raisa de ir sola

al Templo Sotuhbridge, que la había puesto en el estudio de Jemson cuando

este irrumpió por la puerta.

Y, por último, su decisión de enfrentarse a Puños allí, en el templo, queriendose

cambiar en llugar de Raisa.

Por supuesto, existía la posibilidad de que a estas alturas Raisa ya le hubiera

dicho al señor de las calles quién era. Amon podía imaginar la conversación,

pero no podía imaginar lo que sucedería a continuación, excepto en algunas

pesadillas. Así que hizo lo posible por no dormir.

En consecuencia, era inferior su estado de alerta en los días después de la

desaparición de Raisa mientras caminaba por las calles estrechas y callejones de

Ragmarket, pero no podía resignarse a la atención.

Había quedado con los Wolfpack en el puente al mediodía para ver si alguien

tenía noticias. Él no era optimista, se acercaba al río, caminando por una

callejuela estrecha, cuando alguien detrás, de él lo llamo.

―Cabo‖Byrne.

Se dio la vuelta. Era Puños Alister, en un patio lateral, en el lado equivocado de

una reja de hierro forjado. Una media docena de otros Raggers estaba en un

grupo detrás de él. No Raisa.

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Amon se abalanzó hacia Puños y se enfrentó a la reja, que era demasiado fina

para deslizar aunque sea la mano a través de ella. Sin embargo, Puños saltó un

paso atrás, como si pensara que Amón de alguna manera podría tocarlo.

―¿Dónde‖est{‖ella?‖―Amon exigió, en busca de alguna manera de pasar por

encima o alrededor de la reja―.‖¿Qué has hecho con ella? Si tú la has tocado, te

lo‖juro‖que‖voy<

―¿A‖Rebecca,‖quieres‖decir? ―Puños frunció el ceño confundido.

―Así‖es.‖Rebecca. ―La‖mente‖de‖Amon tropezó a una conclusión. Así que el

señor de la calle todavía no sabía la verdadera‖identidad‖de‖Raisa―.‖ Por quién

más iba a estar buscándote, asesino, ladrón...

―Ella está en la Caseta‖de‖vigilancia‖de‖Southbridge‖―, dijo Puños, ladeando la

cabeza hacia la derecha, hacia el río.

―¿Southbridge?‖―Amon luchaba por controlar su voz―.‖¿Qué está haciendo

ahí?

―No sé exactamente lo que está haciendo allí ―Puños manoseo la plata con sus

muñecas―.‖ Pero ella se fue allí ayer y no ha salido. Algo pasa. Tenía la

esperanza de que tú pudieras, ya sabes, visitarla. Asegurarte de que está bien.

Amon se había perdido. Había algo crucial que el señor de la calle no le estaba

diciendo.‖―¿Por‖qué‖no‖iba‖a‖estar‖bien?‖―¿Y‖por‖qué‖no‖había‖oído‖Amon que

había sido encontrada?

Puños se‖encogió‖de‖hombros.‖―Mac Gillen está ahí, por ejemplo.

Mac Gillen era un bruto en las calles, pero ¿qué tenía eso que ver con Raisa?

―¿Cómo‖llego ella‖ahí?‖―Amon pidió, eligiendo cuidadosamente sus palabras,

tratando de resistir el impulso de vencer la puerta de metal entre ellos―. ¿La

Guardia la encontró, o escapo de ti, o...?

―Bueno, creo que fue a rescatar a algunos Raggers de los pozos ―dijo

puños―. Ella no fue del todo específica.

―Ella fue a rescatar<‖ ¿por‖ qué‖ iba‖ a‖ hacer‖ eso? ―Amon se agarró de los

herrajes, estudiando el rostro del señor de la calle. ¿Estaba mintiendo? Y si es

así, ¿cuál era el propósito?

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―Supongo que es una especie de tomar con nosotros ―dijo Puños―.‖Usted

sabe, el glamour de la vida de las pandillas y todo. Cómo ser golpeado cada dos

días, detenidos por delitos que no cometieron, largas noches en la cárcel,

durmiendo en el frío y la humedad. Es... seductor. ―Levantó una ceja.

Amon no podía dejar de pensar que Puños había elegido esa palabra a

propósito. Sin embargo, a pesar de su tono sarcástico, el rostro de este, estaba

pálido y ansioso con la suciedad y golpes, y casi temblaba con la tensión.

¿Estaba preocupado por Raisa? No. A él no le estaba permitido.

―¿Por qué debería confiar en ti? ¿Por qué debo creerte? ―Preguntó Amon.

Puños escupió‖ en‖el‖ suelo.‖―Muy bien, entonces. Si es demasiado arriesgado

para que puedas entrar en tu propio cuerpo de seguridad y encontrar a tu

propia nena, iré yo mismo. Sólo pensé que podrías tener una mejor recepción.

―Su rostro se había vuelto serio, sus ojos azules brillantes de ira.

Amon vaciló, no queriendo perder a Puños ahora que lo tenía en su mira.

Incluso si él estaba tentadoramente fuera de su alcance.

―Mira‖―dijo Puños,‖frot{ndose‖la‖barbilla―.‖Lo siento, tome a tu nena. Yo no

quiero que ella salga lastimada. Y cuanto más tiempo esperes, es más probable

que suceda. No sé qué más puedo decir.

―Espera‖aquí‖―dijo Amon―.‖No‖te‖muevas. ―Como si hubiera algo de poder

para hacer cumplir su orden.

―Muy‖ bien‖ ―dijo Puños, sonriendo oblicuamente―. Continua. Estaré

esperando aquí.

Amón se volvió y corrió hacia el puente, pero no había dado más que unos

pasos cuando escuchó su nombre otra vez.

―¡Amon!‖ ¡Cabo Byrne! ¿Dónde has estado? ¿No se supone que debemos

encontrarnos a medio día?

Se volvió y encontró a sus cadetes Lobos Grises agrupados alrededor del pilar

del puente.

En‖un‖impulso,‖dijo.‖―Ven conmigo a la caseta de vigilancia. He oído que hay

problemas.

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Cortando al frente de la línea del puente. El guardia de turno saludó.

―¿Eres‖de‖los‖refuerzos?‖―Preguntó, mirando a los compañeros de Amón.

―Correcto‖―dijo Amon―.‖Los refuerzos. ¿Cuál parece ser el problema?

―No lo sé. Una especie de motín de prisioneros.

Amon tomó un ritmo de muerte a través del puente, que reducía las preguntas

del Wolfpack. La puerta de la caseta de vigilancia estaba entreabierta. Varios

guardias rodearon el exterior, armados con palos. Amon desaceleró su ritmo y

se acercó con cautela por el lado. Cuando se asomó por el marco de la puerta,

vio a un puñado de guardias agrupados al final del pasillo que conducía a las

celdas.

―¿Qué‖est{‖pasando?‖―Preguntó‖Amon, llevando a los demás en el interior.

―¿Dónde‖est{‖el‖Sargento‖Gillen?

―El‖Cabo‖Byrne,‖gracias al Creador ―uno de los guardias dijo, muy feliz de

entregar‖la‖responsabilidad―.‖Los prisioneros tomaron el bloque de celdas ayer

en la mañana. Tienen barricadas en la puerta y tienen al Sargento Gillen y

algunos otros como rehenes.

Amon‖parpadeó‖ante‖ellos.‖―¿Cómo‖sucedió‖todo‖esto?

El hombre‖se‖encogió‖de‖hombros.‖―Esta joven vino en busca de su hermana,

dijo que se encontraba detenida en las celdas. El Sargento Gillen, llevo a la niña

a la fosa.

―¿Una niña? ¿A quién quería ver?

―Era uno de esos Raggers que el sargento Gillen estaba interrogando. Lo

siguiente que sé, es que todo el infierno se desató y los presos están exigiendo

una salida o cortan la garganta de Gillen.

Bueno, Amon pensó, eso sería una vergüenza, sacrificar el sargento Gillen por

el bien del reino.‖En‖voz‖alta‖dijo:‖―¿Quién es su portavoz?

―Esa chica y su hermana, supongo. No sabíamos qué hacer, así que estaba

esperando las ordenes del capitán.

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―El‖Capitán Byrne me‖envió‖a<‖um<‖a‖investigar. ―Amon asomó la cabeza

al pasillo. Los prisioneros habían pegado antorchas a ambos lados de la puerta,

cegándolo así que él no podía ver más allá de ellos.

―¡Tú! ¡En las celdas! Este es el Cabo Byrne. Tengo que hablar contigo.

―¿Cabo‖Byrne?‖¿En‖serio?

Era la voz de Raisa, Amon casi se derrumbó. No tenía idea de lo que estaba

haciendo, pero ella estaba viva al menos, y fuera de las manos de Puños. Ahora

todo lo que tenía que hacer era sacarla de allí sin dar a conocer su identidad y el

aumento de un montón de preguntas que no querría contestar.

―Sí‖―dijo―.‖Ah‖‖¿quién‖eres? Parecía la pregunta más segura.

―Yo soy hermana de Sarie, Rebecca ―dijo ella, vacilando un poco sobre el

nombre.

―Yo‖soy‖el‖oficial‖al‖mando ―dijo, sintiendo tonto cuando lo dijo―.‖¿Tregua‖

para una reunión?

Se escuchó una ráfaga de conversación, más como un argumento, y luego una

nueva‖ voz‖ dijo:‖ ―Tú vienes a nosotros. Sin armas. Las manos levantadas.

Intenta cualquier cosa y te ensarto como un cerdo.

―Yo‖no‖lo‖haría,‖señor‖―dijo alguien detrás de él―.‖Sólo lo van a tomar como

rehén también. Será mejor dejarlos morir de hambre, yo digo.

Amon desenvainó su espada y se la entregó‖a‖uno‖de‖ los‖guardias.‖―Yo‖voy‖

―gritó―.‖Sin armas. En virtud de una tregua ―añadió, como un recordatorio.

Todo el tiempo preguntándose cómo iba a terminar. Se preguntaba lo que su

padre haría en esta situación.

Caminó lentamente por el pasillo, las manos en el aire. Cuando llegó a la

puerta, se detuvo. La‖ voz‖ {spera‖ de‖ una‖ niña‖ dijo:‖―Vamos‖ por‖ delante‖―y

pasó entre las antorchas, con hormigueo en la piel, esperando en cualquier

momento para sentir el pinchazo de una navaja.

Cuando entró en el bloque de celdas, Amon estaba casi abrumado por el hedor

de la orina y cuerpos sin lavar y el olor metálico de la sangre. Cuando sus ojos

se acostumbraron a la oscuridad, vio que estaba rodeado por cerca de dos

docenas de prisioneros de todas las edades, desde niños a un hombre

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cadavérico, de edad de pelo enmarañado que miró las manos, murmurando

para sí mismo. Varios se desplomaron contra la pared, mirándose enfermos o

heridos.

Dos presos se adelantaron. Una de ellas era una chica más alta que llevaba un

uniforme de guardia de la guarnición. Su rostro lleno de hematomas, la nariz

demasiado estropeada, y se trataba sólo de las lesiones que podía ver. Junto a

ella estaba Raisa, llevando una espada corta y vestida con pantalones y camisa,

el pelo debajo de la tapa de un niño como página de algunos andantes

caballeros. Su cuello estaba manchado con moretones y había un corte irregular

en el pómulo. Ella lo miró, con sus ojos verdes,‖y‖ su‖dedo‖a‖ los‖ labios.‖―Soy‖

Rebeca ―dijo, en caso‖de‖que‖él‖lo‖hubiera‖olvidado―.‖Esta‖es‖Sarie.

En ese momento Amon no sabía si abrazarla o estrangularla. Así que tomó un

camino‖ intermedio.‖ ―¿Dónde están el Sargento Gillen y los otros guardias?

―Preguntó.

―Ellos‖est{n‖a‖salvo‖en‖las‖ jaulas‖―dijo‖ la‖chica‖alta ―Sarie―, sonriendo con

aire de suficiencia―.‖Al igual que los animales que son.

―¿Qué‖es‖lo‖que‖quieres? ―Amon preguntó.

―Queremos estar a salvo de la cárcel, por una parte ―dijo Sarie―.‖Queremos

que la Guardia deje de tratar de hacernos confesar algo que no hicimos.

―Queremos‖ que‖ Gillen‖ sea‖ reasignado‖―dijo‖ Raisa―.‖ Envíalo a la frontera,

donde la gente lucha.

―M{tenlo‖―gritó alguien desde el fondo de la multitud―.‖Entonces no habrá

posibilidad de que regrese.

―Ah. ―Amon aclaró la garganta―.‖¿Puedo hablar con Rebeca un minuto? ¿En

privado?

Sarie miró de Amon‖a‖Raisa‖y‖sacudió‖la‖cabeza.‖―Si tienes algo que decir, lo

dices que para todos nosotros escuchemos.

La mente‖de‖Amon‖corría.‖―Muy bien. Puedo sacarte de aquí, pero vas a tener

que renunciar a tus armas, y yo voy sacarte bajo vigilancia.

Fuertes protesta estallaron por todas partes.

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―¡Escúchame! ―Para una persona pequeña, Raisa tenía una voz de mando―.‖

Escucha ―repitió―.‖Sé que tienes razones para odiar a los Chaquetas Azules.

Pero conozco al Cabo Byrne, y sé que él no iba a mentirte. ―Luego se volvió a

Amon‖y‖preguntó:‖―¿Por qué tenemos que renunciar a las armas?

Amon se inclinó y habló tan sólo para que Raisa pudiera oír, ignorando las

miradas‖sucias‖de‖los‖dem{s.‖―Debido a que no se puede mirar como si yo te

estoy poniendo en libertad ―dijo―.‖ El‖ Bayars‖ tiene ojos y oídos en todas

partes. Ellos no se preocupan por Southies muertos, pero sí parece que estoy

perdiendo los delincuentes en las calles, lo utilizará en contra de mi Da.

Sarie‖ se‖ abrió‖ paso‖ entre‖ ellos.‖ ―¿Quién‖ eres‖ tú? ―Le‖ preguntó a Raisa―.‖

¿Cómo es que tú y este Chaqueta Azul son tan amistosos? Dices que Puños te

envió, pero puede estar muerto por lo que sé. No lo he visto por un año.

Amon estaba‖ perdiendo‖ la‖ paciencia.‖ ―Si no quieres venir, está bien. Tú te

quedas aquí, pero Rebecca se viene conmigo. ―Hubo más quejas por todas

partes, y agregó―,‖Lo‖tomas‖o‖lo‖dejas.

Esto fue seguido por un clamor‖de‖―¡Ponlo‖en‖ la‖ jaula‖con‖Gillen!‖―Y―.‖ ¡Lo‖

dejamos entonces!

Pero Sarie levantó la mano para pedir silencio, sus ojos se clavaron en el rostro

de‖Amon.‖―Muy‖bien‖―dijo―.‖Pero vamos a llevar nuestras armas.

Ella guardo su‖daga‖debajo‖de‖su‖chaqueta.‖―Y la chica se queda junto a mí.

Intentar cualquier cosa, y ella será la primera en caer. ―Ella puso un brazo

alrededor de Raisa y la atrajo cerca, la otra mano apoyada en el arma.

El impulso de Amon era tomar a Raisa y arrastrarla con él, pero ella lo miró y

sacudió la cabeza, un movimiento tan ligero, que Sarie no lo percibió.

―Muy‖bien‖―dijo―.‖―Permíteme...‖dame‖un‖minuto.

Se metió por la puerta, entre las antorchas, y caminó hacia el frente,

dolorosamente consciente de que su espalda era un blanco tentador.

De vuelta en la sala de guardia, los demás lo acribillaron a preguntas, y tuvo

que levantar una mano para pedir silencio.

―Ellos quieren una‖audiencia‖con‖el‖Capit{n‖―dijo Amon―.‖Para decirle sus

quejas. Estuve de acuerdo. Así que lo vamos a llevar a cabo bajo vigilancia.

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―Haciendo caso omiso de los murmullos de protesta, sorpresa y silencio,

recorrió la multitud y eligió a sus cadetes―.‖Mick, Hallie, Garret, Wode, Kiefer,

vengan conmigo.

―¿Quieres que los arrestemos tan pronto como usted este libre de las celdas?

―Preguntó‖uno‖de‖los‖Chaqueta‖Azul, acariciando su garrote.

―No ―Amon miró a su alrededor, recorriendo todos los ojos―.‖Nadie siquiera

toca su arma. Me refiero vamos a salir de aquí sin derramamiento de sangre.

Cualquier soldado que haga un movimiento en contra de ellos va a ser juzgado

por cargos.

Hubo otro murmullo de protesta, pero pensaban que debían seguir las órdenes

de Amon.

Hicieron una procesión muy extraña, como los refugiados de alguna guerra mal

planificada y aprovisionados. Veinticinco, más o menos presos cojeando,

arrastrando los pies, y contorneándose en el centro, vagamente rodeado de

cadetes en su mayoría sin barba como la de Amon. Se marcharon a través de la

sala de guardia y por la puerta, cruzando el patio, que se convertía en

SouthBridge. Los guardias miraban, perplejos, a través de la lluvia. Los

ciudadanos dejaron las calles delante de ellos, pero se asomaban por las

ventanas y luego por las puertas después de que habían pasado.

El latido del corazón de Amon como una carrera desaceleró un poco una vez

que había llegado al otro lado del río. Marcharon hacia abajo el Camino de las

Reinas hasta que se perdieron de vista de la caseta de vigilancia.

―Giren‖aquí‖―ordenó, desviándose en una calle lateral. Caminaron una forma

más lejos, haciendo otro giro, y Amon hizo que el desfile se detuviera.

―Muy‖bien‖―dijo―.‖Ustedes son libres de irse. Eso sí, no vuelvan a la cárcel

otra vez, ¿de acuerdo? Eso sería difícil de explicar.

La mayoría de los presos se disolvieron rápidamente en las sombras y se

fueron.

Pero Sarie parpadeó y luego miró‖a‖su‖alrededor,‖sospechando.‖―¿Sólo de esa

manera? ¿Usted nos está liberando? ¿Por qué?

Debido a que su princesa heredera lo ordena, Amon pensó. Porque soy un tonto.

Porque todavía no he descubierto la manera de decir que no.

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―Debido‖a‖que‖has‖sido‖maltratada‖―dijo Amon―.‖Debido a que algunos de

nosotros no creemos en golpear a una persona para sacarle una confesión.

―Un‖bonito‖discurso,‖Cabo. ―Y solo así, Puños estaba allí con el resto de los

Raggers. Los Lobos Grises se amontonaron, levantando las armas.

―No‖ se‖ preocupe‖ ―Puños dijo, sonriendo―.‖ Cat y yo solo vinimos a

encontrarlos y saludar. ―Él asintió con la cabeza hacia otro Ragger, un hombre

alto de las islas del sur con una mueca en su rostro.

―Vamos‖―dijo Cat, y todos los Raggers, incluidas las tres en manos de la

Guardia, se fueron por las calles circundantes. Todos los Raggers excepto

Puños.

Él vino y se puso delante Raisa, esbozando una‖pequeña‖reverencia.‖―Rebeca

―dijo―,‖bravo. Creo que eres un Ragger en el corazón.

―No‖ lo‖ es‖―dijo Amon, empujándose entre ellos―.‖Si te refieres que es una

ladrona y una secuestradora, entonces sí.

―Amon ―dijo Raisa, poniéndole una mano sobre su brazo.

―Estoy‖pensando‖que la nena no parece feliz de verte ―dijo Puños, sacudiendo

tristemente la cabeza―.‖Pensé que estaría toda sobre ti con alegría, y ni siquiera

te ha dado un beso.

―Estoy pensando en que debes responder por secuestrarla ―dijo Amon―.‖

Quiero‖ saber‖ lo‖que...‖―Tragó saliva―.‖Quiero saber si le has hecho daño de

alguna manera.

―Estoy‖ bien‖ ―interrumpió Raisa, presionando los dedos en la carne de su

brazo―.‖Él nunca me ha tocado.

Amon la miró a la cara. Ella arqueó las cejas, indicándole que lo dejara.

―¿Qué pasa con la Southies muertos? ―Amón estaba en el no poder valerse

por sí mismo―.‖Convénceme que no estabas involucrado.

―¿Me va a poner en la celda, entonces, como los demás? ―Preguntó Puños, sin

dejar de sonreír, aunque el rostro parecía del tipo congelado―.‖ ¿Arrancarme

mis‖uñas?‖¿Aplastar‖mi<?‖

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―¡Para! ―Raisa dijo bruscamente―.‖Amon no es un torturador. Él fue el que

liberó a tus corredores de calle de la cárcel.‖Si‖no‖fuera‖por‖él,‖yo<

―No‖son‖mis‖corredores‖de‖calle‖―Puños interrumpió.

―Bien‖―ella dijo, mirándolo.

―Bien‖―dijo, rodando los ojos.

Amón estaba empezando‖a‖ sentirse‖un‖poco‖extraño.‖―Sabes que Gillen va a

venir‖por‖ti‖otra‖vez‖―dijo a Puños―.‖Sería‖mejor‖que‖te‖convirtieras

―¿Sería? Déjame pensar... No, gracias‖ ―dijo Puños―.‖ Voy a estar fuera,

entonces. Buena suerte con tu nena, amigo. Creo que lo necesitaras.

Y antes de decir algo más, había doblado la esquina y desapareció.

Llamas de ira y vergüenza, mareando con alivio, Amon silbo a sus guardias, y

se reunieron alrededor de él, nervioso como potros.

―En primer lugar,‖gran‖trabajo,‖todo‖el‖mundo‖―dijo Amon―.‖Todos ustedes

deben estar orgullosos de haber llevado a cabo esto sin derramamiento de

sangre. ―Los Wolfpack se codearon uno al otro y sonrieron―.‖ En segundo

lugar, nadie dice una palabra a nadie sobre lo que pasó aquí. No hagan

preguntas, por las que no puedan responder. Este es un asunto de la Reina. Es

mejor que exista el menor número de personas sabiendo sobre él.

Sus rostros se redujeron, y Amón sabía que las esperanzas de presumir en

taberna y rondas libres de bebidas se evaporaron.

―Ahora. Vamos a llevar‖a‖Rebecca‖de‖nuevo‖cerca‖del‖castillo‖―dijo Amon―.‖

Fall in.

Amon marchó con su pequeño ejército de vuelta a la Vía y se volvió hacia el

Castillo Fellsmarch. Los guardias caminaban unos pasos por delante y por

detrás, dándole a Raisa y a Amón un poco de espacio para poder hablar.

―¿Qué‖ est{‖ pasando?‖―Dijo‖Raisa en voz baja―.‖ ¿Está mi madre furiosa o

preocupada, o ambas?

―Furiosa‖―dijo Amon―. La Reina está furiosa, y Lord Bayar está haciendo

todo tipo de amenazas. Pero no por las razones que supongo. Mi Da y Lord

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Averill le dijeron que regresaste a Demonai por una semana para algún tipo de

ritual del Clan.

Raisa‖parpadeó.‖―¿Lo hicieron? ¿Por qué dijeron eso?

Amón‖se‖aclaró‖la‖garganta.‖―Mi Da está preocupado porque si sale la noticia

acerca de pasaste la noche con un señor de la calle, tus perspectivas para el

matrimonio podría... disminuir.

Ella lo miró fijamente. ―Soy‖ la‖ Princesa‖ heredera‖ de‖ sangre de los Fells

―declaró con los dientes apretados, los ojos de color verde oscuro como el

océano profundo―. Cualquier Príncipe o noble en todos los Siete Reinos debe

sentirse emocionado de casarse conmigo. Sin hacer preguntas.

Su voz era cada vez más fuerte y más fuerte, y Amón se llevó un dedo a los

labios.‖―Shhh. Estoy de acuerdo, y Da está de acuerdo, pero los príncipes del

sur son pasados de moda con...‖ las‖ ideas‖ sobre‖ las‖ mujeres‖ ―dijo―.‖ Ellos

piensan que las novias deben ser<‖ puras...‖ cuando‖ llegan‖ a‖ los<‖ cuerpos,‖

Raisa, sólo confía en mí, ¿de acuerdo?

Su rostro estaba en llamas. Él no debería estar teniendo esta conversación con la

Princesa heredera de la Fells. Era simplemente incorrecto.

―Y queremos mantener las opciones abiertas ya que pensamos, es decir, Da

piensa que podría ser más ventajoso para ti a casarsarte con el sur que casarse

con alguien en el reino.

―¿Y él piensa que esto porque...?

―Bueno. Debido a que es posible que necesitemos aliados cuando las guerras

de‖Ardenine‖hayan‖terminado‖―dijo Amon sin convicción. Y Lord Bayar parece

estar en contra de ello, añadió para sí mismo.

―Así que ahora el capitán de mi guardia y uno de sus oficiales están haciendo

planes‖ de‖ con‖ quién‖ me‖ debo‖ casar‖ ―dijo Raisa con esa voz tranquila que

significaba problemas―.‖ Y se aterrorizan por mi reputación como dos tías

viejas.

―De‖ todos‖ modos‖ ―dijo Amon a toda prisa, con la esperanza de llevar la

conversación‖a‖un‖cierre‖r{pido―,‖él pensó que era mejor si evitamos todo esto.

―¿Al mentir a su Reina?

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―Bueno,‖ sí.‖ B{sicamente. ―Amon se aclaró la garganta, con sensación de

sangre en su rostro.

Ella se paseaba a lo largo, sus oscuras cejas‖ juntas.‖ ―Así que nadie sabe...

¿sobre el viaje al Southbridge, y el secuestro, ni nada?

―Cada persona sabe piezas. La Guardia de la Reina ha estado buscando a una

niña llamada Rebecca. Mi triple piensa que eres mi novia. ―Miró a Raisa―.‖

¿Qué sabe Puños?

Ella‖ se‖ encogió‖de‖hombros.‖―Él cree que yo soy tu novia también, supongo

―dijo con ironía.

Amon sintió‖una‖chispa‖de‖optimismo.‖―Así que tal vez esto funcionará ―dijo.

La miró, con ganas de pedir un resumen de todo lo que había sucedido desde

que se la llevo del templo.

Algo había pasado entre ellos, estaba seguro, y no le gustaba. Una noche con

Puños Alister, y Raisa se había convertido en una especie de fuera de la ley.

Entonces‖ dijo:‖―¿Estas... estás segura de que estás bien? ¿Puños... no te... te

hizo...?

―¿Yo?‖ Estoy‖ bien,‖ ―dijo distraídamente―.‖ Pero tenemos que hacer algo al

respecto de la Guardia. Están torturando a personas. ¿Ese hombre de edad que

salió con nosotros? Él había estado abajo en el foso por quince años. Mac Gillen

es un bruto desalmado.

―Así que entraste en el cuartel de Guardia, ¿para rescatarlos? ―Amón estaba

todavía tratando de entender.

―Fui a ver si lo que decía Puños era cierto. Me dijo que no se sometería a la

justicia de la Reina, porque no hay justicia. Y tenía razón.

―No todo el mundo es como Gillen, ―dijo Amon, sintiendo la necesidad de

defender la Guardia―.‖Y no puedes creer lo que dice Puños. Él es acusado de

asesinar a ocho personas.

―Pero es cierto. Lo que él dijo. Y no creo que llevó a cabo esos asesinatos.

Piensó que los Raggers lo hicieron. Y él no ha estado con los Raggers durante

un año.

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Tal vez todo fue un acto para su beneficio, Amon pensó, pero no se atrevió a

decirlo‖en‖voz‖alta.‖―Si no es él, ¿entonces quién? ―Preguntó.

―No‖sé ―dijo‖irritada.‖―Tú‖eres‖el‖de‖la‖Guardia.

―No‖te‖olvides ―dijo―,‖él te envió para rescatar a sus amigos. ¿Cómo sería si

hubieras escapado de un señor de la calle sólo para ser asesinada por tu propia

guardia?

―No me escape. Él me dejó ir. Y él no me envió. Fui por mi cuenta.

―Pero no puedes correr riesgos de este tipo ―explotó Amón―.‖Las cosas son

lo suficientemente inestable como ya lo están. No podemos arriesgarnos a un

cambio de la sucesión.

―La sucesión, la sucesión de sangre. Bueno, si me preguntas, el linaje de Reinas

es como una cadena‖ alrededor‖ de‖ mi‖ cuello‖―murmuró Raisa―.‖ Yo‖ no‖ soy‖

buena para nadie, si este tipo de cosas se están haciendo en mi nombre. Espero

que me ayudes a impedirlo.

Con eso se acercó en silencio, con las manos como puños a los costados.

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Capitulo 16 Demonios en las calles.

Traducido por Tanita20 y eli25 SOS

Corregido por Angeles Rangel

an no sabía si tener la esperanza de que su madre estuviera en casa o no.

Podría pasar mucho tiempo hasta que la viera de nuevo, pero él no se

creía capaz de hacer frente a más drama.

Arrugó la nariz mientras subía las escaleras, captando un olor de col

cocinándose, lo que siempre significaba tiempos difíciles.

Cuando abrió la puerta, Mamá y Mari levantaron la vista del libro que estaban

leyendo.

¿Un libro?

―¡Han! ―chilló Mari, enredándose con sus pies. Ella se precipitó por la

habitación sujetándose la pierna como las anguilas lampreando por los océanos

lejanos tal como él había leído en‖uno‖de‖los‖libros‖de‖Jemson―.‖¡Tengo un libro

todo para mí! Me lo entregó el Orador Jemson. El dijo que la princesa Raisa lo

había comprado para nosotros. Dijo que podía conservarlo.

―Eso es fantástico, Mari ―dijo Han, distraído, mirando por encima de la

cabeza rubia de Mari a Mamá, con la esperanza de obtener una pista. En la

expresión de su madre se mezclaban el alivio y la aprensión.

―Gracias‖ al‖ creador‖ ―dijo ella. Cruzó la habitación y tiró de él hacia sus

brazos, dándole torpes‖palmaditas‖en‖la‖espalda―.‖La guardia te está buscando

―dijo ella, alisándose el pelo. ―Han ido por todo Ragmarket preguntando por

ti. El sargento Gillen está hecho una furia. Dijeron que habías sacado a algunos

Raggers de la prisión.

¿Cómo es que siempre tenía él la culpa? ―No exactamente ―dijo, pensando

que mamá debió haber estado realmente preocupada para saltarse la

conferencia―.‖¿Han estado ellos aquí?

H

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Ella negó con la cabeza. ―Pero no puedes quedarte aquí, ya lo sabes ―dijo―.‖

Él te capturará, tarde o temprano.

―Lo sé. Voy a volver a Campamento Pinos Marisa. Me quedaré allí hasta que

las cosas se calmen. ―Dudó―.‖ ¿Qué haces en casa? Pensé que estarías en el

trabajo.

―No estoy trabajando en el castillo cercano ya ―dijo mamá, liberándolo y

revolviendo‖el‖repollo‖en‖el‖fuego―.‖Pero es bueno, porque me hace más fácil el

llevar a Mari al colegio.

Ese había sido su trabajo. Para convencer a su hermana de la seguridad de la

atención de Jemson.

―¿Ya‖no‖trabajas‖para‖la‖Reina? ―Han separó a Mari gentilmente de su pierna

y la condujo hacia la chimenea, se sentó y la puso sobre su rodilla―.‖¿Por‖qué?‖

¿Qué pasó?

―Estropeé uno de los vestidos de la Reina. ―Mam{‖se‖encogió‖de‖hombros―.‖

Las pepitas de perla estaban hechas de pasta, ese fue el problema. De todas

maneras a ella no le gustaba. El castillo de Fellsmarch, quiero decir. La gente era

presumida. Al menos en Ragmarket te tratan como si fueras una persona.

―Pero, ¿de qué vas a vivir?― Dijo Han. ―Va a ser difícil para mí venir a la

ciudad, llevar para Lucius, o vender lo que recoja de la montaña.

―Saldremos adelante ―dijo‖mam{―.‖Siempre hay trapos y ropa. Y ahora están

regalando comida en el templo de Southbridge dos o tres veces a la semana. Es

parte de ese ministerio Briar Rose que la Princesa ha iniciado.

―¿La‖Princesa Raisa? ―repitió Han, sorprendido. ¿Estuvo en los barrios bajos

de‖Southbridge‖o‖qué?―.‖Huh. Me pregunto cuánto tiempo durará.

―Ella está haciendo un buen trabajo ―dijo‖mam{―.‖Todo el mundo dice que

es una bendición. Y ayudará hasta que pueda encontrar algo estable de nuevo.

Han pensó en la niña Rebeca Morley. Ella conocía a gente cercana al castillo. Tal

vez podría tirar de unas pocas cuerdas, ayudar a mamá a conseguir un puesto

de trabajo nuevo, o conseguir otro trabajo, igual de bueno.

O tal vez era sólo una excusa para verla de nuevo.

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Pero no. No podía arriesgarse a revelar su conexión con mamá y Mari. Le

gustaba pensar en ellas como algo seguro, separando su vida de las pandillas,

escondido en el espacio encima del establo.

―Hanson ―dijo mamá, de la manera en que una persona tiene un discurso ya

preparado.

Han suspiró. Debería haber sabido que habría un discurso, dentro de poco.

―No te puedes esconder en las montañas todo el tiempo ―dijo‖mam{―.‖Y

parece que no puedes estar aquí sin meterte en problemas. Tienes dieciséis

años, y debes encontrar una vocación. Podrías ir a Ford Oden, entrar en la

escuela de guerreros, y convertirte en un oficial. Eso no necesita tener

conexiones, y hay muchas llamadas para los soldados en estos días, así que

ellos no hacen muchas preguntas.

¿Oficial? La mayoría de los soldados que conocía se encontraban en la Guardia,

y nunca le aceptarían. Además, no podía verse a sí mismo rompiendo cabezas

en la calle. Pero, ¿por qué no podría ser él un oficial en el ejército regular?

Tendría una armadura y una espada, y sus enemigos irían delante de él. No

miraría siempre por encima del hombro.

Sólo había una gran barrera en todo esto. ―Cuesta dinero ir a Ford Oden

―dijo―.‖Y nosotros no tenemos.

Y entonces tuvo una idea. Se arremangó, dejando al descubierto los puños de

plata. ―Podríamos vender estos ―dijo―.‖ Deberían darnos dinero suficiente

para vivir un año o más.

Mamá negó con la cabeza, mirandolo de los puños a los ojos, la cara pálida y

tensa. ―Creo que será mejor que dejes las cosas tal como estaban. No significa

que tengamos que separarnos. No por siempre.

Han miró a mamá. Hubo algo de conocimiento en sus ojos, y miedo también.

Quería agarrarla por los hombros y sacudirla. Quería gritarle, ¿Qué quieres de

mí? ¡Es eso o ladrones! No tengo nada más. Pero no pudo, no con Mari en la

sala.

―Le preguntaré a Willo sobre eso de nuevo ―dijo él, tirando de la manga a su

lugar―.‖Debe haber alguna manera.

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Había una manera. Una buena forma, una buena marca con una pesada bolsa, y

mamá y Mari podrían establecerse por un tiempo. Unos pocos ingresos más y

podría tener el recurso para ir a Ford Oden.

Sacó esa idea de su mente.

Cogió la mochila de la esquina, metió los pantalones y las camisas de repuesto

en ella. Después de dudar un momento, sacó su pañuelo de cuello Ragger de

debajo del colchón. Pensó en el amuleto enterrado en el patio. Sus dedos le

picaban, deseosos de tocarlo de nuevo. Pero no. Estaba más seguro donde

estaba. Si algo le sucedía a él, descansaría ahí para siempre, fuera del alcance de

los Bayars. Eso le dio una pequeña satisfacción.

Mamá le dio una bolsa de tela. ―Aquí hay un poco de pan y lo que quedaba de

queso para el camino ―dijo‖ella―.‖Dale las gracias a Willo por su manutención

―dijo‖mas‖o‖menos―.‖Dile‖ a‖ ella<.‖Dile‖que‖ siento‖no‖poder‖mantener‖ a‖mi‖

propio hijo. ― Su labio inferior temblaba y tenía lágrimas en los ojos.

―Está bien, mamá ―dijo‖ Han―.‖A Willo no le importa. Y es mi culpa que

tenga que irme.

Mari estaba llorando también, las lágrimas corrían por sus mejillas. ―No

puedes irte de nuevo ―dijo―.‖Acabas de regresar.

Han intentó una sonrisa y le alborotó el pelo. ―Voy a estar de vuelta antes de

que te des cuenta. Y espero que puedas leer para mí cuando vuelva.

―Soy capaz de leer para ti ahora ―dijo Mari, agarrando su libro y

extendiéndolo‖hacia‖él―.‖Quédate y te lo mostraré.

Él negó con la cabeza. ―Me tengo que ir.

Y no había más que decir, así que se fue.

A estas alturas ya era noche oscura, por lo que llevó su camino a través de las

callejuelas, estando alerta a las patrullas de la Guardia y a otras personas

curiosas. Una o dos veces le pareció ver movimiento en los espacios entre los

edificios, u oír suaves pisadas tras él. Pero cada vez que se daba la vuelta, no

había nadie allí.

Había empezado a llover, una llovizna fría y constante que absorbía la luz y

aumentaba su miseria. Dos cuadras después de su casa, se detuvo en Carnes de

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Burnet. Atravesó la parte trasera de la carnicería, yendo a través de un largo

pasillo lleno de sangre y vísceras en los canales. Han mojó los pantalones de

repuesto, la camisa y el pañuelo que llevaba en el cuello de sangre.

Fue a un kilómetro al este del puente por el río, donde había menos tráfico.

Llegó a la orilla, arreglándo la ropa ensangrentada en la orilla del río,

terminando con su bufanda de las pandillas. Escribió ―PUÑOS PUDO

CRUZAR― en un borrón con un palo. Era crudo pero podría engañar a la

Guardia de todas maneras.

Las dos campanas de la torre del templo en Southbridge sonaban mientras

trotaba por el puente, pegado a la pared. Sobre la entrada del lado del templo,

colgaba un nuevo anuncio, proclamando, “EL MINISTERIO DE BRIAR ROSE”.

Y, en letras más pequeñas, “Por la gracia de Su Alteza, la Princesa Ana

Marianna Raisa”.

Huh, pensó Han. Parece que su culto estaba por todas partes.

Se mantuvo a la sombra del templo a lo largo de dos cuadras, pensando en

Jemson, en algún lugar dentro de sus muros, probablemente durmiendo.

―Lo‖ siento‖ Jemson‖―sururró‖Han―.‖Lo siento, te defraudé. No dejes que te

impidan creer en alguien más.

Las lágrimas asomaron a sus ojos, y él las arrojó lejos, sintiendo lástima de sí

mismo.

Las calles estaban desiertas, inusualmente tranquilas, con excepción de la

Guardia.

Eran demasiados. Dos veces se metió en un portal con el triple de guardias

pasando. Afortunadamente, son fuertes como luchadores de un bar, pero fáciles

de evitar. Así que siguió hacia el este, lejos del templo lo que significaba viajar a

través de las callejuelas de Southbridge. Acortaría por el camino que salía de

Vale y esperó que las patrullas fueran menos frecuentes por ese camino. Una o

dos veces le pareció oír pasos detrás de él, pero cuando se dio la vuelta, no

había nadie.

Estás nervioso como un ciervo caído, pensó él. Es bueno que dejes la ciudad.

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Estaba justo cruzando un pequeño jardín adoquinado, cuando ellos se

materializaron de la oscuridad, tres figuras altas con capa que fueron a él desde

tres direcciones, pareciendo ir a la deriva silenciosamente sobre el pavimento.

―Sangre‖de‖Demonio‖―murmuró Han, retrocediendo, su boca seca y metálica

por el miedo.

Sus capuchas estaban puestas hacia delante,‖oscureciendo‖sus‖caras‖―si‖tenían

caras―, y llevaban guantes de cuero negro así que no había nada en ellos que

sugiriera siquiera que eran humanos. Parecían brillar a través de lluvia

brumosa, manchando la luz toda a su alrededor que hablaba de hechicería.

Él había oído hablar de cosas así, Demonios que caminaban por las calles,

buscando almas para la Ruptura cuando los negocios eran pobres.

―No vayas tan r{pido‖―dijo uno de ellos, su voz como sibilante como una la

de‖una‖serpiente―.‖Queremos hablar contigo. Estamos buscando a alguien.

―Yo... yo no puedo ayudarlos‖―dijo Han, su espalda estaba contra la pared.

―Yo... no sé donde están todos.

La risa del monstruo le heló los huesos. ―Creo que lo haces. Creo que puedes

ayudarnos. De hecho, vas a estar muy, muy ansioso de ayudarnos antes de que

pasemos.

―Si‖ nos‖ ayudas,‖ te‖ dejaremos‖ ir‖―dijo‖ el‖Demonio‖m{s‖ alto―.‖Un chico tan

guapo. Sería una lástima si algo te ocurriera.

―¿Quiénes son? ―Preguntó Han, su voz chillona con miedo.

―Nosotros‖haremos‖las‖preguntas‖―dijo el demonio‖de‖la‖voz‖de‖serpiente―.‖

Estamos buscando a un chico llamado Shiv.

Y entonces Han lo supo. Los Sureños muertos. Estos eran los responsables. Él

pensó en los cuerpos quemados y mutilados, y su interior pareció licuarse.

―Nunca‖he‖oído‖hablar‖de‖él‖―dijo Han, escabulléndose a lo largo de la pared,

intentando escapar del círculo que ellos habían puesto a su alrededor; pero el

demonio más alto sacó su brazo, evitando más progreso.

―Oh,‖creo‖que‖sí‖lo‖has‖hecho‖―dijo‖él―.‖Y creo que lo dirás. Pero primero, te

llevaremos a algún lugar más privado.

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Los tres demonios parecían tensos, mirando sobre sus hombros, como si

estuvieran preocupados por ser interrumpidos. Lo cual era extraño. ¿Por qué

los Demonios tendrían miedo de la Guardia?

El tercer Demonio buscó debajo de su capa, como si buscara a tientas un arma, y

Han supo que era ahora o nunca.

―¡Asesino! ¡Asesino sangriento en las calles! ―Gritó‖él―.‖¡Que alguien llame a

la Guardia de la Reina!

Los Demonios se estremecieron, y el que tenía la mano en el interior de su capa

la levantó y agarró el brazo de Han, pero chilló y le soltó rápidamente como si

se hubiera quemado, golpeando su mano contra su costado.

Han siguió gritando, y entonces oyó los golpes de pies y alguien gritando,

―¡Alto‖en‖el‖nombre‖de‖la‖Reina!

Los demonios dudaron durante dos largos segundos, los agujeros oscuros de

sus capuchas apuntaron hacia Han, luego, siseando, se fundieron en las calles

cercanas.

Era la segunda vez en menos de un mes que había estado feliz de ver a la

Guardia llegar. Lo cual decía algo sobre como iba su vida.

Sólo que ahora tenía que evitar ser atrapado él mismo. Se puso la empapada

gorra baja en su cabeza y señaló una dirección al azar, forzando a su voz en un

gemido lastimero. ―Se fueron por ese camino. Esas sangrientas ratas callejeras

se llevaron mi monedero y amenazaron con cortarme la garganta. Corran o

conseguirán huir. ―Han‖ razonó‖ que‖ sí‖ mencionaba‖ a‖ los‖ demonios,‖ los‖

Chaquetas Azules serían menos prometedores en el propósito.

La Guardia cargó en la dirección que él señaló. ―Hay una recompensa si

consigues traer de vuelta mi monedero! ―Dijo detrás de ellos, como buena

medida.

Han tropezó con las piernas temblorosas en una dirección completamente

diferente, realmente sin mirar a donde iba, enfocado solo en poner distancia

entre él y el lugar en el que se había encontrado con los Demonios.

Cuando corrió, notó que sus muñecas estaban calientes. Subió sus mangas y vio

que los puños de plata estaban brillando. ¿Qué era todo eso? ¿Los demonios le

habían hecho algo, le habían hecho algo a los puños? ¿Podían usar los puños

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para rastrearle? Desesperadamente, intentó quitárselos de encima, lastimando

sus manos en el proceso, pero sin más suerte que la vez anterior.

Los pensamientos giraron a través de su mente. ¿Quiénes eran los Demonios y

por qué estaban buscando a Shiv? ¿Sus pecados habían sido tan grandes que la

Ruptura enviaba un equipo especial de sirvientes para reclamarle?

O ¿era algún tipo de guerra entre los Sureños en sí? ¿O entre los Sureños y otros

gamberros? Si era eso, él habría apostado dinero del lado de los Demonios.

Finalmente, el cansancio le hizo desacelerar su paso a solo caminar, y el latido

de su corazón comenzó a tranquilizarse. Por entonces él estaba rigurosamente

perdido. Miró hacia el cielo, pero sólo consiguió que lluvia cayera de lleno en su

cara para su problema. Olfateó el aire. El hedor del río parecía estar detrás de él,

así que debía pegarse a las paredes de la cuidad a lo largo si se dirigía al otro

camino.

Un repentino sonido de chaparrón detrás de él le hizo tirarse de las aceras. Un

cuerpo voló pasándole y golpeó el suelo fuertemente. Al principio Han pensó

que eran los demonios que venían otra vez. Pero no. Esa figura era mucho más

pequeña que los Demonios, solo un chico con un cuchillo en su mano. Han

liberó un largo suspiro de alivio, pero entonces se dio cuenta de que sus

problemas iban más allá. El otro chico se estaba levantando como un gato y se

movió hacia él, llevando por delante la cuchilla.

Esto no podía estar ocurriendo, pensó Han desanimadamente. Oh, vamos, se

sintió como diciendo. Estoy en mi límite.

El chico fue hacia delante, pasando debajo de la luz de la farola, y Han se

sorprendió. Era Shiv Connor, se veía demacrado y con los ojos vacíos, toda su

maniaca confianza evaporada.

―¿Qué quieres? ―Demandó‖Han―.‖No tengo nada robado de valor esta vez. A

menos que quieras cortarme las manos otra vez ―pensó él, pero no iba a

recordar eso.

―Cancélalos‖―susurró Shiv, mirando alrededor como si ellos pudieran estar

oyendo.

―¿Cancelarlos? ―Preguntó‖Han,‖perplejo―.‖No‖sé‖de‖qué estás hablando.

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―Esas... esas cosas. ―Shiv se lamió los‖labios―.‖Tus‖Demonios. Cancélalos o te

rajaré. Te mataré, lo juro. No tengo nada que perder.

―¿Estás hablando de esos... esos monstruos? ―Preguntó Han, su mente se

aclaró―.‖No puedo cancelarles. Ni siquiera sé que son.

―¿Así que es coincidencia, verdad, que te golpeáramos en la calle, y justo

después, ellos vinieran a cazarme? ―Shiv intentó burlarse, pero bromear no era

fácil cuando estás tan asustado como Shiv parecía estarlo.

Han sacudió la cabeza. Era como si la mano del Creador estuviera señalándole

todo el tiempo. Eres él. Culpable.

―No‖sé‖quienes‖son‖―dijo‖Han,‖descendiendo‖su‖voz―.‖Yo solo huí de ellos, al

norte de aquí.

―¿Y saliste con vida? ―Shiv‖forzó‖una‖risa―.‖¿Les enfrentaste, verdad?

Han solo sacudió la cabeza sin palabras, manteniendo sus ojos en la cuchilla de

Shiv, y sosteniendo su mano en la suya.

―Puedo‖ matarte,‖ lo‖ sabes‖ ―dijo Shiv salvajemente, cortando el aire con su

cuchillo―.‖Soy mejor que tú con la cuchilla, uno a uno.

Han sabía que Shiv tenía razón, pero no lo iba a admitir. ―No quiero luchar

con nadie‖―dijo, y era la absoluta verdad.

―¿Por qué lo harías? Conseguiste Demonios para lucharan por ti. ―Shiv

balanceó su cabeza de un lado a otro, como si los monstruos de repente

hubieran‖ aparecido―.‖ Los Sureños, todos volvieron a mí, sabes. Déjame

salvarles. Hay ocho muertos ya, y ellos... ―Su voz se apagó y tragó fuerte, como

si hubiera dicho más de lo que quería.

Han consideró a su enemigo con más simpatía de lo que se había imaginado

posible. ―Quiz{s‖deberías‖irte―sugirió―.‖Esconderte en algún lugar hasta que

las cosas... se enfríen.

―Eso te gustaría, ¿verdad? ―Dijo bruscamente Shiv,‖a‖la‖defensiva‖otra‖vez―.‖

Todo Southbridge bajo tu liderazgo. ―Levantó sus marcadas manos,

extendiendo sus nudosos dedos,‖señalando‖sus‖alrededores―.‖Yo construí esto

―dijo―.‖Yo luché por esto. Es mi propiedad. Mía. No tengo ningún lugar más

al que ir. ―Su voz finalmente se rompió.

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Han recordó el siseo como de una serpiente del demonio, y se estremeció.

―Hay algunas cosas contra‖las‖que‖no‖puedes‖luchar‖―dijo él suavemente.

Shiv le miró un momento, sus ojos se estrecharon. ―¿Qué pasa contigo? La

gente no deja de hablar sobre ti. Cuentan historias. Es todo lo que oigo. Puños

Alister esto, Puños Alister eso. Es como si fueras oro.

Han estaba mudo. ¿Oro? Él solo había falsificado su propia muerte y estaba

saliendo de la ciudad a hurtadillas con la Guardia en sus talones. No podía ni

siquiera mantener a su madre ni a su hermana pequeña.

Shiv recitó. ―Necesito saberlo. ¿Cómo lo hiciste? ¿Conjuraste a los demonios?

¿Vendiste tu alma a la Ruptura? ¿Hiciste algún tipo de... de trato?―

Shiv parecía desesperado por hacer un trato.

Han se estaba poniendo impaciente, ansioso por llevar este espantoso encuentro

a un final. ―Mira, no importa de cuantas maneras lo preguntes; no tengo ni

idea de lo que te está persiguiendo.

Shiv le miró desafiante durante un largo momento, luego su cuerpo se asentó,

casi encogiéndose en sí mismo. ―Está bien. Tú ganas. ―Tomó una profunda

respiración, luego cayó sobre sus rodillas en la corriente de la calle. Parecía muy

pequeño entre las sombras de los edificios. Agachando su cabeza, extendió su

cuchillo, la empuñadura primero, hacia Han.

―Yo, Shiv Connor, prometo fidelidad a Puños Alister como señor de las calles

de Southbridge y Ragmarket. Yo... prometo mi lealtad y mis cuchillas y armas

para su uso y colocarme bajo su protección. Prometo traer todo lo tomado a él y

aceptar mi parte ganada de sus manos cuando él vea la forma. Si rompo mi

promesa, déjame ser destrozado por... por... ―Aquí su voz titubeó.

Si era posible sentirse más miserable, Han lo hizo. ―No‖ puedo‖ protegerte‖

―dijo―.‖Lo siento. Mi consejo es que huyas.

Dejó a Shiv arrodillado en la lluvia.

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Capitulo 17

Fiesta bélica

Traducido por: eli25

Corregido por: Xhessii

ubo un torrente de fiestas de nombres en los días de Junio, porque

muchos de los que compartían el año de nacimiento de Raisa preferían

evitar competir con las festividades de la princesa heredera en Julio.

Alguien, quizás, esperaba ajustar la seguridad antes de que las estacas se

levantaran en su entrada en el mercado del casamiento, mientras que los más

optimistas entre los chicos estarían diciendo: ¿Por qué no soy el consorte real?

Los regalos aún llegaban frecuentes y rápidos, y eso le dio a Raisa el fiero

placer de redirigirlos a su padre y, a través de él, a la escuela del Templo. No es

que fuera fácil. La Reina Marianna estaba más disgustada con su marido,

siguiendo el propósito de Raisa que se suponía que “visitaría” el Campamento

Demonai. Puso claro que Averill no era bienvenido a la corte en todas las

formas variantes disponibles a las Reinas.

Así que incluso aunque su padre estaba de vuelta en el Valle, Raisa no le vio

tanto como le hubiera gustado.

¿Sería su propia boda como esta… se preguntó Raisa… esta constante

adversidad, alianzas cambiantes, agendas escondidas, la perdida o ganancia

de tierras? Adoraba a ambos por sus fuerzas de sentimiento, pero no era fácil

estar en el medio.

Sí, Raisa se había sentido atrapada antes, se sentía sofocada ahora, la jaula de

expectaciones estaba cerrada fuertemente a su alrededor. Casi nunca estaba

sola, y siempre había espías, sirvientes, señores, y señoras listas para llevar los

chismes. La Reina Marianna quería estar segura de que su testaruda hija no

hacía más excursiones sin su autorización.

H

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A menudo Amon caía en el papel de guía, llevando mensajes y comerciando

bienes a Averill. Raisa se preocupaba por eso, sabiendo que no debería

encontrarse con la Guardia de la Reina para ir a espaldas de la Reina.

Eso dejaba un pobre porcentaje para cuando tomara el trono por sí misma.

LaRreina incluso ordenaba que Magret durmiera en la habitación de Raisa, lo

cual hacía difícil que Raisa se pudiera reunir con Amon en los jardines. Era

capaz de salir unas pocas veces, cuando Magret bebía jerez para su dolor de

huesos y caía rápidamente dormida. Una vez, Raisa emergió del armario para

encontrar a Magret despierta y mirando debajo de la cama buscando su cargo

perdido. Raisa se inventó una historia sobre deambular dormida mientras

acariciaba sus nuevos zapatos de baile.

El único nombre del día de la fiesta que rivalizaba con la extravagancia de

Raisa sería el lanzado por Lord y Lady Bayar en honor a Micah y Fiona. La

fusión de magia y poder político, glamour, e insinuaciones de maldad no eran

para ser resistente. Los padres usaban cualquier influencia que tuvieran para

asegurarse de que sus hijos eran incluidos. Esos invitados estaban extasiados;

los no tan favorecidos estaban arruinados socialmente.

Lady Bayar hacia pública la palabra de que todos los invitados debían estar

ataviados en blanco y negro, en honor a sus asombrosos hijos. Las lágrimas

eran derramadas, los planes y los armarios destrozados, las casas estaban

indudablemente hipotecadas, y cada pedazo de ropa negra y blanca en el Valle

estaba agotado.

Los diseñadores y los sastres eran llamados desde todas partes del reino, y las

sedas‖y‖terciopelos‖pedidos‖desde‖la‖Corte‖de‖Tamron‖y‖We’enhaven,‖a‖pesar‖

del precio desorbitado causado por las guerras. Se susurraba que la tela de las

ropas de los Bayar venía de las Islas del Norte, y los hechiceros reparaban la

ropa.

―Y‖si‖ llevo‖pantalones‖púrpura‖y‖verde‖―dijo‖Raisa,‖como‖si‖se‖sometiera‖al‖

final‖a‖la‖prueba―.‖¿Crees‖que‖bloquear{n‖la‖puerta contra mí?

―Quieta‖―dijo‖Magret,‖ los‖dientes‖apretados‖alrededor‖de‖ los‖alfileres‖en‖su‖

boca. Estaba de pie en un lado, el diseñador en el otro, sujetando la plenitud

extra de sus caderas. Cuando terminaron, el vestido negro le sentaba como una

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segunda piel, y Raisa se preguntó si sería capaz de retorcerse dentro y fuera de

eso.

En secreto, Raisa estaba agradecida con el mandato de la moda. Aprobar

colores para los chicos y las chicas en sus días del nombre era una sombra

girando de azúcar de azules, rosas, y verdes. El negro y el blanco eran

considerados demasiado sofisticados para ellos.

No había estado sola con Micah desde su discusión fuera de su habitación.

Habían estado en la mesa del comedor juntos, rodeados por los cortesanos,

intercambiando fríamente delicados comentarios sobre la comida y el tiempo.

Él había continuado haciéndole regalos, notas, y propuestas, pero nunca le

había respondido. A menudo sentía la presión de sus ojos a través de la repleta

sala.

Soportar una rencilla contra Micah se había vuelto tedioso. Había decidido que

era momento de perdonarle, en honor a su día del nombre. Su corazón latía

más rápido con el pensamiento de verle otra vez, de discutir con él en la

conversación y la posibilidad de robarle besos. La vida era mucho más

interesante con Micah Bayar en ella.

También estaba agradecida porque sería otra oportunidad para ver a Amon.

Aunque no había amor perdido entre Micah y Amon, los Bayar no se

atreverían a excluir a los cadetes.

Muchos de ellos eran los jóvenes hijos e hijas de la destacada nobleza. Las

fiestas del día del nombre eran una oportunidad para que ellos conectaran con

una fortuna a través de un matrimonio.

―Su‖alteza,‖casi‖es‖la‖hora‖―reclamó‖su‖doncella―.‖Y‖necesito‖atender‖su‖pelo.

Raisa retrocedió hacia un alto taburete y se sentó mientras su concella peinaba

su pelo en una cascada de tirabuzones en lo alto de su cabeza.

Raisa oyó una conmoción en el pasillo fuera de su dormitorio; entonces la

puerta voló abierta y la Reina entró, resplandeciente en satén blanco con una

faja negra, llevando un collar de perlas y negro ónice.

La Reina Marianna caminó alrededor de Raisa, inspeccionándola desde todos

los ángulos, con un pequeño frunce en su cara. Ella desaprobó al estropeado

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anillo de Elena, el cual colgaba en la‖ cadena‖ sobre‖ el‖ corpiño‖de‖Raisa.‖―No‖

quieres llevar eso.

Raisa‖se‖encogió‖de‖hombros.‖―Bueno,‖pensaba‖que...

―¿Y‖ que‖ pasa‖ con‖ el‖ colgante‖ de‖ diamantes,‖ Su‖ Alteza?‖ ―dijo‖ Magret,‖

hurgando‖ a‖ través‖ del‖ joyero‖ de‖ Raisa―.‖ O‖ su‖ gargantilla‖ de‖ perlas,‖ sería‖

adorable.

―¿Qué‖ enviaron‖ los‖ Bayar‖ para‖ el‖ día‖ de‖ tu‖ nombre?‖ ―preguntó‖ la‖ Reina‖

Marianna―.‖Joyería,‖¿verdad?

―¡Aquí‖ est{n!‖―Saltó‖Magret,‖ agarrando‖ la‖ caja‖ de‖ terciopelo.‖ La‖ abrió‖ y‖ la‖

giró hacia la Reina. Era el collar de serpiente con la esmeralda y el rubí.

―¡Perfecto!‖―dijo‖Marianna―.‖Puedes‖llevar‖esto‖en‖su‖honor.

―Bien‖ ―dijo‖ Raisa‖ insegura―.‖ Quiz{s‖ pueda‖ llevarlos‖ los‖ dos‖ juntos‖ ―Se‖

había acostumbrado al peso del anillo situado entre sus pechos. Le gustaba

tenerlo ahí.

―Tonterías‖―dijo‖ la‖ Reina‖Marianna. Levantó la cadena sobre la cabeza de

Raisa y dejó el anillo de Elena sobre el vestidor, entonces rodeó el cuello de

Raisa con la gargantilla de esmeralda, cerrando el broche con fríos y secos

dedos.

―Te‖ ves‖ adorable,‖ querida‖ ―dijo‖ la‖ Reina‖ Marianna, besando su frente y

deslizando‖ su‖ brazo‖ alrededor‖ del‖ suyo―.‖ Ahora,‖ salgamos;‖ tu‖ padre‖ y‖

Mellony ya están esperando en el carruaje.

Había veces en que Raisa pensaba que todo estaría bien entre sus padres si sólo

su padre trabajara como un comerciante que no se alejaba tan a menudo del

Valle. Ellos se complementaban mutuamente, él con su fuerte y poderosa

constitución, piel morena, ojos marrones debajo de espesas y oscuras cejas y

pelo plateado, y ella son su fría reserva alta y sobria figura. Él siempre podía

hacerla reír, y las caricias de la Reina parecían alejarse cuando él estaba en casa.

Cuando él estaba en casa, parecía castigada. Cuando él se iba, era como uno de

los álamos temblones en las cuestas de Hanalea, balanceándose y temblando en

los vientos de la política.

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Esta noche Averill llevaba togas del Clan, largos paneles negros y blancos de

seda basta girada, reemplazando sus habituales brillantes colores, y pesados

anillos de plata y ónice en sus manos.

El carruaje real estaba rodeado a todos lados por la Guardia de la Reina. Ni

Amon ni Edon montarían con ellos, pues eran invitados también.

Una larga línea de carruajes serpenteaba por laVieja Carretera, la cual guiaba a

la Dama Gris. Donde el camino se ampliaba, otros carruajes se echaban a un

lado para dejar pasar a Lobo Gris. El estado de los Bayar se situaba en las

faldas de la Dama Gris, nombrado por una Reina tan antigua que su nombre se

había perdido en la bruma del tiempo. Más allá de la montaña estaba la casa

del Consejo de los Magos, frunciendo hacia la ciudad. Desde aquí los magos

habían regido una vez el Valle.

El ruido de las pezuñas en los adoquines dijeron que habían llegado. Los

criados abrieron las dobles puertas del carruaje y situaron los escalones. Averill

emergió primero, luego se giró para ofrecer su brazo a la Reina.

La entrada delantera de la mansión de los Bayar estaba ardiendo con las

antorchas. Las luces de los magos pinchaban la oscuridad entre los caminos en

los jardines y se enredaban en los árboles, creando una tierra de hadas. Los

sirvientes en el Falcon Stooping de los Bayar se apiñaban en las entradas,

reuniendo abrazos y directos invitados.

Lord y Lady Bayar esperaban en el vestíbulo de entrada, resplandecientes en

blanco y negro. Raisa y su madre entraron juntas, como era el protocolo, con el

consorte y la Princesa Mellony viajando a pocas yardas detrás.

Lord‖Bayar‖barrió‖una‖profunda‖reverencia‖igual‖que‖su‖esposa.‖―Su‖Majestad‖

―dijo―.‖Y‖su‖Alteza.‖Este‖es‖un‖excelente‖honor.‖Micah‖y‖Fiona‖estar{n‖muy‖

complacidos por‖su‖llegada.‖Les‖encontraran‖en‖el‖salón‖de‖baile‖―Lord‖Bayar‖

asintió‖ cortésmente‖ hacia‖Averill―.‖ Lord‖Demonai,‖ bienvenido‖―dijo―.‖ Por‖

todo lo que oí, sus asuntos están prosperando.

Raisa se preguntó si eso sería una indagación a su padre de hombre de

negocios, pero si lo era, no había pruebas de eso en la cara del mago. En efecto,

Bayar‖ continuó:‖ ―Espero‖ que‖ podamos‖ hacer‖ algún‖ asunto‖ en‖ las‖ semanas‖

venideras. Enviaré a mi factor, ¿verdad?

―Sería‖un‖placer,‖Lord‖Bayar‖―murmuró‖Averill,‖inclinando‖su‖cabeza.

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El salón de baile familiar había sido transformado de una sala de frío suelo de

mármol a un elegante espacio forrado con escasa iluminación, acogedores

retiros. Los sirvientes circulaban con fuentes de comida y bebidas, y la sala

estaba frente a hileras de pequeñas mesas encerradas en biombos blancos y

negros, y con centros de mesa con velas y lirios blancos y negros. Los

estandártes del Halcón en blanco y negro rodeaban todas las paredes.

―Esto...‖ esto‖ es‖ maravilloso‖ ―exclamó‖ Raisa,‖ encantada―.‖ Nunca‖ he visto

algo así.

La Reina Marianna inspeccionaba la escena, mordiendo su labio, sin dudar al

compararlo a sus propios planes para el día del nombre de Raisa.

Micah y Fiona estaban de pie al final de la sala, saludando una procesión de

invitados. Como normalmente, se complementaban mutuamente. Micah

llevaba un abrigo blanco que hacía juego estrechamente con su constitución

apoyada, pantalones negros, botas, y una bonita estola negra golpeando la

cresta del halcón. Su pelo negro colgaba brillando sobre sus hombros. Fiona

llevaba un vestido largo y negro que se deslizaba sobre sus caderas, guantes

negros y una estola blanca. Los diamantes y el platino brillaban alrededor de su

delgada garganta y muñecas.

Raisa no pudo evitar comparar su propia pequeña constitución con la elegante

talla de Fiona.

Cuando entraron en la sala, el heraldo anunció su llegada a otros invitados.

―Lady‖Amalie‖Heresford,‖Thanelee‖de‖Heresford,‖en‖Arden‖―entonó.

Lady Heresford era una chica regordeta de la edad de Raisa con el pelo rojo,

piel cremosa, y salpicada de pecas, vestida en un estilo sureño que la tapaba.

Con su plano vestido negro y el lazo negro en su pelo, podría haber sido una

doliente profesional que los ricos algunas veces contrataban para los funerales.

Ella mantuvo la cabeza bien alta, sus ojos hacia delante, como un viejo cuadro

de Hanalea caminando a través del campo de los Demonios.

El corazón de Raisa se salió. Parecía asustada hasta la muerte.

Siguiendo detrás de ella, sin anunciarse, había una mujer alta, gorda tapizada

en negro, y un hombre alto envuelto en una toga de sacerdote. Su cara estaba

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girada, como si oliera algo malo. En los Fells, había un dicho, Agrio como un

sacerdote de los llanos. Bueno pensó Raisa, ése era justo el objetivo.

―Esto‖ no‖ es‖ normal‖―susurró‖ Averill‖ a‖ Raisa―.‖ Los‖ sureños‖ envían‖ a‖ sus‖

mujeres al norte con sólo un gobernador y un sacerdote para la protección. En

el sur, casar a un mago sería escandaloso. Pero eso muestra cuan desesperadas

están las cosas. El padre de Lady Heresford, Brighton Heresford, fue ejecutado

por Gerard Montaigne, uno de los aspirantes al trono de Arden. Ella es la

heredera del Castillo de Heresford, pero necesita casarse con alguien lo

suficientemente fuerte para ayudarla a manejarlo. Ella es una elección para la

persona adecuada.

Raisa asintió, agradecida a su padre por la información, pero pensando en que

debería ser su madre la que lo aprobara.

―Su Alteza Real Marina Tomlin, Princesa de Tamron ―dijo‖el‖heraldo―.‖Su‖

Alteza Real, Liam Tomlin, Príncipe de Tamron.

―Ah‖―dijo‖su‖madre,‖asintiendo―.‖Tamron‖espera‖una‖alianza‖con‖los‖Fells,‖

como algo de protección contra Arden. Comenzaran las negociaciones con los

Bayar, pero nada será asentado hasta después de tu día del nombre. Podrían

combinar a Liam contigo, o a Marina con Micah Bayar. A falta de eso, Liam

podría casarse con Fiona, y Marina haría un equipo en el sur.

Raisa inspeccionó a los Tomlin con interés. Eran altos, piel curtida, y elegantes,

finos huesos como caballos corriendo. Liam Tomlin tenía el pelo moreno

rizado, una fuerte nariz, y una brillante sonrisa. Llevaba mucha plata con sus

artículos en blanco y negro.

En su camino, los Tomlin estaban tan pegados como los gemelos Bayar.

Ahora era su‖ turno.‖ El‖ heraldo‖ les‖ precedió‖ para‖ anunciarles:‖ ―La‖ Reina‖

Marianna‖ Ana’Lissa‖ de‖ los‖ Fells,‖ y‖ su‖ hija,‖ Raisa‖ Ana’Marianna,‖ la‖ Princesa‖

heredera.

A cada lado, los cortesanos hicieron reverencias y las cortesanas, como un

campo de hierba blanca y negra cayendo por una cuchilla afilada.

Raisa y su madre caminaron hacia delante, sus faldas silbaban sobre el suelo de

mármol. Detrás pudo oír a su padre y a Mellony ser anunciados. Delante,

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Micah y Fiona se arrodillaron lado a lado en un nimbo de luz, como un dios y

una diosa viniendo a la tierra.

Al final alcanzaron la parte delantera de la sala de baile.

―Podéis‖ levantaros‖―dijo‖ la‖ Reina‖Marianna,‖ y‖ hubo‖ un‖ silbido‖ de‖ seda‖ y‖

satén a su alrededor.

Micah se puso con gracia de pie. La Reina Marianna extendió su mano, y él

descendió su cabeza para besarla.

Se giró hacia Raisa; sus ojos persistieron durante un largo momento en su cara,

luego viajó hacia abajo, pausando otra vez en la parte superior de su corpiño

hasta que su cara empezó a calentarse con la vergüenza.

―Ah‖―dijo‖él―.‖Finalmente‖lo‖llevas,‖Raisa.‖Tenía‖miedo‖de‖que‖no‖te‖gustara.

―Por‖ supuesto‖ que‖ me‖ gusta‖ ―dijo‖ ella,‖ toqueteando‖ el‖ collar―.‖ Es‖

maravilloso. ¿Es una reliquia familiar?

―Sí‖ ―dijo‖ él,‖ aún‖ mir{ndola‖ con‖ semejante‖ intensidad‖ que‖ ella‖ empezó‖ a

ponerse un poco nerviosa. Micah siempre estaba delante, pero esta noche él

derramaba su habitual borde burlón. Ella tiró de su mano. Él la presionó en sus

labios, aún mirándola a los ojos. Su beso ardió contra su piel, y ella se sintió un

poco‖mareada―.‖¿Finalmente estoy perdonado, Raisa?

―Sí‖―susurró‖ella,‖con‖sus‖mejillas‖ardiendo―.‖Est{s‖perdonado.

―¿Sería‖ impertinente‖ de‖ mi‖ parte‖ reclamar‖ cada‖ baile?‖ ―preguntó‖ él,‖ aún‖

manteniendo el agarre de sus dedos.

Ella‖ retiró‖ su‖mano‖ reluctantemente.‖―Eres‖ el‖ invitado‖ de‖ honor‖―dijo―.‖Y‖

sabes que tienes un trabajo que hacer. Ganarte los corazones de todas las

jóvenes es la parte fácil. Necesitarás bailar con todas las señoras mayores, y las

tías y abuelitas y madres. Quizás incluso algunos de los padres, ahora que estás

en el mercado del matrimonio.

Él‖ rió.‖ ―Guarde‖ algunos‖ bailes‖ para‖ mí,‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo‖ él―.‖ Necesitaré‖

rechazar‖a‖tías‖y‖abuelitas‖―Él‖aguantó‖su‖mirada‖durante‖un‖largo‖momento,‖

luego se giró para saludar a Mellony y a su padre.

Bailó con Miphis Mander y el mago Wil Mathis, quien pasaba todo el tiempo

mirando sobre su hombro hacia Fiona. Mick Bricker y Garret Fry, cadetes del

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Fuerte Oden, tenían pequeñas y charlas torpes y la remolcaban alrededor del

suelo como si fuera frágil. Entonces con su padre, quien era tan diestro en los

bailes de la corte como lo era en los muchos pasos desafiantes de Clan.

En todo el tiempo, era consciente de la presencia de Micah, llamando su

atención como una lámpara en una sala oscura. Siempre que le miraba, parecía

que él la estaba mirando.

Kip Klemath la pidió un baile. Y entonces Keith. Luego Kip otra vez. Los

hermanos aparentemente querían pasársela una y otra vez como una pelota

pateada‖vestida‖de‖satén,‖pero‖detr{s‖de‖ella‖alguien‖dijo:‖―Su‖Alteza,‖¿podría‖

tener el siguiente‖ baile?‖ ―Mientras‖ Kip‖ y‖ Keith‖ estaban‖ discutiendo‖ sobre‖

quien era el siguiente.

Ella se giró, y allí estaba Amon Byrne, alto y de hombros anchos vestido de

azul que le sentaba perfectamente.

Le‖ sonrió‖ y‖ dijo:‖ ―Absolutamente‖ ―Y‖ la‖ alejó‖ cuando‖ una‖ tormenta de

protestas de los hermanos Klemath estalló detrás de ellos.

―¿En‖donde‖has‖ estado?‖―preguntó‖ella―.‖Estaba‖ empezando‖a‖pensar‖que‖

no vendrías.

―Me‖he‖retrasado‖―dijo‖él―.‖Había...‖algunos‖asuntos‖de‖los‖que‖me‖tenía‖que‖

encargar‖en‖Ragmarket‖―Él‖ tomó una respiración, como si fuera a decir algo

más, pero entonces pareció pensarlo mejor.

―¿En‖dónde‖has‖aprendido‖a‖bailar?‖―preguntó‖cuando‖rodearon‖el‖suelo‖de‖

baile―.‖No‖recuerdo‖que‖supieras‖como.

―He aprendido unas pocas cosas en los últimos tres años‖―dijo‖Amon.

Si pensaba que él iba a dar detalles de eso, se decepcionó. Rodearon el suelo

otra vez en silencio. Él había mirado a sus ojos, luego evitó su mirada como si

tuviera miedo de que se alejara otra vez.

Amon nunca había sabido de sus insinuantes bromas, pero en esa tarde él casi

no tenía nada que decir.

Lo‖ intentó‖ nuevamente.‖―¿No‖dijiste‖ que‖ no‖ tenías‖ tiempo‖para‖ bailar‖ en‖ el‖

Fuerte‖Oden?‖―dijo.

―Dije‖que‖no‖tenía‖tiempo‖para‖novias‖―dijo‖él.

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Raisa estaba sorprendida de que él recordara su conversación con semejante

detalle.

―Entonces‖ ¿dónde‖ aprendiste‖ a‖ bailar?‖ ―preguntó‖ Raisa,‖ sintiendo‖ como‖

estaba curioseando cada palabra fuera de él, como mejillones fuera de sus

conchas.

―La Corte de Tamron no está lejos del Fuerte Oden. Íbamos allí si teníamos el

día libre.

La Corte de Tamron, la capital de Tamron, tenía la reputación de ser una

ciudad perversa, el lugar para ir a por extravagantes mujeres, juegos ilícitos y

entretenimiento.

―Oh,‖¿de‖verdad,‖Cabo‖Byrne?‖―Raisa‖levantó‖sus‖cejas―.‖¿Y‖qué‖hizo?

―Bueno,‖bailar‖―dijo‖ él,‖ como‖ si‖ fuera‖obvio―.‖Y‖ jugar‖ a‖ las‖ cartas.‖ Soy‖un‖

jugador‖de‖cartas‖justo‖―dijo‖casi‖a‖la‖defensiva.

―Bien‖―dijo‖ella―,‖por‖supuesto.‖Eres‖un‖soldado‖―intentó‖imaginar‖a‖Amon‖

de juerga en una taberna, y falló.

Él no respondió, parecía perdido en sus pensamientos, así que ella cambió de

tema.‖―¿Cómo‖van‖las‖cosas‖en‖Southbridge?‖¿Averiguaron‖quién‖mató‖a‖esos‖

Sureños?

Él se estremeció como si le hubiera golpeado de alguna manera.

―Actualmente,‖tengo‖algunas‖noticias‖―dijo‖él,‖evitando sus ojos.

―¿Noticias? ¿Qué tipo de noticias?

Amon miró por encima como si le preocupara que pudieran ser oídos. La

canción terminó, así que él la llegó a un lado, fuera de la pista de baile, y a una

de las mesas más privadas. Un sirviente ofreció una bandeja. Amon tomó dos

vasos y le entregó uno.

Raisa‖cayó‖en‖una‖silla,‖un‖poco‖aliviada‖por‖no‖estar‖de‖pie.‖―¿Necesito‖una‖

bebida‖ para‖ oír‖ estas‖ noticias?‖ ―preguntó‖ irónicamente,‖ tomando‖ un‖

precavido sorbo de vino, consciente de que no tenían nada para comer.

―Bueno, primero de todo, mi padre intentó despedir a Gillen otra vez, y no

consiguió‖nada‖―Hizo‖una‖mueca―.‖Debe‖tener‖poderosos‖amigos.

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Raisa‖dejó‖su‖vaso‖sobre‖la‖mesa,‖derramando‖su‖vino‖sobre‖su‖muñeca.‖―No‖

m{s‖poderosos‖que‖yo‖―dijo‖ella―.‖Eso‖es. Iré a mi madre. Esto no se puede

quedar así.

Amon alcanzó su mano, luego apresuradamente la retiró, mirando por encima

otra‖ vez.‖ ―Por‖ favor,‖ Raisa,‖ no‖ puedes‖ decirle‖ a‖ la‖ Reina‖ todo‖ lo‖ de‖

Southbridge.‖Confía‖en‖mí.‖No‖puedes‖―bebió‖de‖ su‖vaso‖y‖ lo‖dejó―.‖No‖te‖

preocupes. Nosotros los Byrne no nos damos por vencidos. Le conseguiremos

antes o después.

Eso era insatisfactorio. ¿Qué era lo bueno de ser la heredera del trono si no

tenían poder real? Raisa levantó la mirada, y Amon aún la estaba observando

con esa peculiar expresión en su cara. Cautela. Casi culpa.

―¿Qué?‖―Preguntó‖irritada.

―Ese‖señor‖de‖la‖calle.‖Puños‖―dijo‖él.‖Se‖aclaró‖la‖garganta.

Las imágenes volvieron a ella: Puños sentado con las piernas cruzadas en el

sucio suelo de la bodega de su escondite, ofreciéndola sus duras galletas para

comer. Puños vestido con pantalones y chaqueta de gamuza, con su cuchillo en

su mano.

Había pensado en él a menudo, desde su aventura en Southbridge. Había

esperado que él se las hubiera arreglado para evitar a la Guardia. Incluso deseó

poder verle otra vez.

―¿Qué pasa con él?

―Está muerto. Asesinado en Ragmarket.

―¿Qué?‖ ―Habló‖ m{s‖ alto‖ de‖ lo‖ que‖ había‖ deseado,‖ y‖ él‖ se‖ estremeció,‖

acall{ndola―.‖ ¿Cu{ndo?‖ ¿Cu{ndo‖ ocurrió‖ esto?‖ ―demandó,‖ su‖ interior‖

canalizándose en sus pies.

―Probablemente fue la noche pasada. Encontraron sus cosas esta mañana en la

orilla.

Ella‖ se‖ sintió‖ emboscada.‖ Traicionada.‖ No‖ era‖ posible.‖ ―Sus...‖ cosas.‖ ¿No‖

encontraron un cuerpo?

Él‖sacudió‖su‖cabeza.‖―Sólo‖su‖ropa,‖y‖la‖bufanda Ragger. Quien fuera debió

haberle tirado al río.

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―Entonces,‖¿cómo sabes que eran su ropa?

―Arañaron‖su‖nombre‖en‖el‖barro‖―dijo‖Amon―.‖Un‖aviso‖de‖algún‖tipo.

Puños Alister estaba muerto. Raisa recordó la última vez que le había visto, en

la esquina de una calle en Ragmarket, su sardónica reverencia de despedida.

Creo que eres un Ragger de corazón había dicho él.

No era cierto. Había sido un espíritu libre, y Raisa era la prisionera de todos.

¿Era la muerte el precio de la libertad?

―No sabes si realmente est{‖muerto,‖entonces‖―dijo‖testarudamente―.‖Si‖no‖

había ningún cuerpo.

―Había...‖ había‖ sangre‖ por‖ todas‖ partes‖ ―dijo‖ Amon,‖ mirando‖ alrededor,‖

pareció‖darse‖ cuenta‖de‖que‖ este‖podría‖no‖ ser‖ el‖ lugar‖ni‖ el‖momento―.‖Lo‖

siento, Raisa, creo que no debería haber dicho nada, pero... son buenas noticias,

quiz{s‖ ahora‖ las‖ muertes‖ parar{n‖ ―dijo―.‖ Ves,‖ esta‖ misma‖ noche‖ ellos‖

encontraron otro cuerpo. Un chico llamado Shiv Connor, que era el señor de las

calles de los Sureños. Había sido torturado y asesinado, como el resto. Creemos

que Puños acabó su venganza con eso.

―O quizás no tenía nada que ver. Quizás las mismas personas que mataron a

ese‖ Shiv‖mataron‖ a‖ Puños.‖ Si‖ es‖ que‖ él‖ est{‖muerto‖―Levantó‖ la‖mirada,‖ la‖

esperanza‖ardiendo―.‖Él‖es‖astuto.‖¿Y‖si‖solo‖quería‖hacernos pensar que está

muerto? ¡La Guardia le estaría cazando siempre! Quizás solo ha decidido

desaparecer un tiempo.

Amon no respondió, pero él tenía una expresión de lástima que la enfureció.

―¡Bien!‖―dijo‖ ella,‖ parpadeando‖ para‖ alejar‖ las‖ l{grimas‖ que‖ ardían en sus

ojos―.‖Tú‖ganas.‖Est{‖muerto.‖¿Feliz?

Amon‖pareció‖como‖si‖le‖estuviera‖golpeando.‖―Rai,‖vamos,‖nunca‖quise...

―Ser{‖ mejor‖ que‖ acabe‖ mi‖ tarjeta‖ de‖ baile‖ ―dijo‖ ella,‖ levant{ndose‖ en‖ un‖

silbido‖de‖satén―.‖Estoy‖segura‖de‖que‖estoy‖muy‖atrasada.

Se empujó a ciegas a través de la mercería que separaban la mesa de la pista de

baile y corrió directamente hacia Micah Bayar.

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Él‖agarró‖sus‖codos‖para‖evitar‖que‖se‖cayera.‖―Aquí‖est{s‖―dijo―.‖Te‖estaba‖

buscando‖―Se‖enfocó‖en‖su‖cara―.‖¿Cu{l‖es‖el‖asunto? ¿Estás llorando?

―Oh‖―dijo‖Raisa,‖ limpiando‖su‖cara―.‖Estoy‖bien.‖Acabo‖de‖comer‖algunos‖

pimientos picantes eso es todo.

―¿Pimientos‖ picantes?‖ ―Rió‖ Micah―.‖ Hay‖ peligros‖ en‖ todas‖ partes‖ esta‖

noche. Por ejemplo, que Lady Heresford es fría como Harlotsborg en el

solsticio. Intenté robarle un beso, y esos perros guardianes suyos casi me

asesinaron.

―¿Qué‖ pasa‖ con‖ la‖ Princesa‖ Marina?‖ ―preguntó‖ Raisa,‖ pensando‖ que‖ los‖

caminos‖de‖Tamron‖podrían‖ser‖m{s‖del‖gusto‖de‖Micah―.‖Es‖adorable.

Quizás un poco demasiado adorable.

―Ahora‖ mismo‖ quiero‖ bailar‖ con‖ esta‖ Princesa‖ ―dijo‖ él,‖ inclin{ndose‖ con‖

gracia―.‖ Acabo‖ de‖ escaparme‖ de‖ las‖ tías‖ y‖ abuelitas.‖ Tomemos‖ ventaja,‖

¿podemos?

Él la guió de vuelta a la pista de baile cuando la orquesta emprendió un vals.

―¿Por qué no est{s‖bailando‖con‖alguien‖que‖podría‖hacerte‖bien?‖―susurró‖

Raisa‖ cuando‖ dieron‖ su‖ primera‖ vuelta‖ en‖ la‖ sala‖ de‖ baile―.‖ La‖ Señorita‖

Hakkam parece positivamente huraña allí en su esquina. Y sabes que la

Princesa Marina está aquí para el cortejo.

Todo eso era cierto, y aún así tenía la urgencia de mantener a Micah Bayar

completamente para sí misma.

―Deberías‖ pasarla‖ en‖ grande‖ esta‖ noche‖―dijo‖ diligentemente―.‖ Esto‖ debe‖

costarles a tus padres una fortuna.

―Estoy‖ pas{ndola‖ en‖ grande‖―murmuró‖ él,‖ poniéndola‖ tan cerca como era

correctamente. Sus dedos ardían a través de la tela de su vestido. Raisa se sintió

mareada otra vez, como si el vino se hubiera subido a su cabeza.

―O‖ ¿ya‖ has‖ hecho‖ tus‖ conquistas?‖ ―dijo‖ ella‖ imprudentemente―.‖ ¿Algún‖

contrato de matrimonio en perspectiva? ¿Alguna cita planeada para después

esta noche?

―Sólo‖hay‖una‖conquista‖que‖quiero‖hacer‖―dijo‖él,‖ inclin{ndose‖y‖hablando‖

en‖su‖oído―.‖Sólo‖hay‖un‖corazón‖que‖quiero‖ganar.

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―Oh,‖ no‖ ―protestó‖ ella‖ débilmente. No malgastes tu tiempo adulándome,

quería decir ella, pero de alguna manera no pudo liberar las palabras. Parecía

que su ingenio la había abandonado. Así que sucumbió y descansó su cabeza

en su pecho, oyendo el latido de su corazón a través de la tela de su abrigo.

Incluso su olor parecía intoxicante.

Sólo tomé un vaso de vino, pensó ella.

Pareció que tenía que decir algo, él tendría una inteligente respuesta. Así que

bailaron tres bailes más, y con cada giro ella se sintió más ingrávida e

insustancial en sus brazos, como si estuviera desapareciendo.

―¿Podemos...‖ podemos‖ conseguir‖ algo‖de‖ comer?‖―preguntó‖ ella,‖ pensando‖

que quizás la comida ayudaría.

―Por‖supuesto‖―dijo‖él,‖gui{ndola‖a‖través‖de‖un‖laberinto‖de‖telas‖negras‖y‖

blancas hacia una solitaria mesa. La situó en una silla, descansando sus manos

calientes en sus hombros desnudos durante un largo momento.

Debió haberse ido, pero apenas lo notó. Incluso la música parecía atenuada,

como si todo lo demás se alejara. Entonces volvió, con platos de comida y dos

vasos más de vino y comenzó a estar despierta, aunque no pensaba que se

hubiera quedado dormida. Puso una silla al lado de la ella y se sentó cerca, su

pierna presionando contra la suya. Cubrió con su brazo sus hombros, poniendo

su cabeza en su hombro, y la alimentó con pequeños trozos de comida con su

otra mano.

Levantó el vaso de vino hacia sus labios, e intentó decir que no, pero antes de

que se diera cuenta, había bebido. Acunó su barbilla en sus manos y la besó. Y

otra vez, más largo y más dulce. Y otra vez, y su resistencia se evaporó. Él besó

sus labios, su barbilla, su clavícula.

Besos mágicos, pensó ella turbiamente, son cosas peligrosas.

Y ahora le estaba devolviendo el beso, serpenteando sus brazos alrededor de su

cuello, perdiéndose, esperando de alguna manera hurgar dentro de él. Y él se

estaba riendo un poco de su entusiasmo, pero su respiración empezó a

acelerarse también, y había puntos de color en sus mejillas.

No me importa quién eres, pensó ella. No me importa quién esperas que sea.

Estoy cansada de seguir viejas reglas.

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Micah‖apartó‖su‖silla‖y‖se‖puso‖de‖pie.‖―Vamos‖―dijo,‖gentilmente‖poniéndola‖

de‖ pies,‖ estabiliz{ndola‖ con‖ una‖ mano‖ debajo‖ de‖ su‖ brazo―.‖ Sé‖ a‖ donde‖

podemos ir.

Asintió sin hablar y agarró su mano con las suyas para evitar balancearse. La

guió a través de la masa de capas sedosas, pasando mesas iluminadas con velas

y conversaciones murmuradas. Un sonido insinuándose en su camino en su

nublada mente. Una voz familiar, alguien llamándola, como desde muy lejos:

―¡Raisa!‖¿Dónde‖est{s?

La mano de Micah se tensó‖en‖su‖brazo.‖―No‖le‖respondas‖―dijo‖él.

―Pero‖es‖pap{‖―dijo‖ella―.‖Suena‖preocupado.

―Sólo‖ quiere‖ mantenernos‖ alejados‖―dijo‖Micah―.‖ Todos‖ lo‖ hacen.‖ Vamos‖

―La‖empujó‖en‖la‖dirección‖opuesta―.‖Vamos‖por‖este‖camino.

Corrieron, girando y girando, hacia el lado de la salida, agachándose de Wil

Mathis, quien estaba charlando con una chica en la esquina, y Mellony, quien

estaba en el borde cercano a la bandeja de postres otra vez. Era excitante, como

un juego de las escondidillas en ropas de vestir.

Salieron a un corredor, y fueron a dar cara a cara con Amon Byrne, quien

bloqueaba el camino.

―¡Oh!‖ ―Raisa‖ patinó‖ a‖ una‖ parada‖ en‖ sus‖ pies‖ con‖ medias.‖ Parecía‖ haber‖

perdido sus zapatos.

―Tú‖ otra‖ vez‖―dijo‖Micah―.‖ ¿Cómo‖ es‖ posible‖ que‖ puedas‖ estar‖ en‖ todas‖

partes al mismo tiempo?

Amon‖ le‖ ignoró.‖―Su‖padre‖ la‖est{‖buscando‖―le‖dijo‖a‖Raisa―.‖¿No‖ le‖oyó‖

llamarla?

―Bueno,‖ ah...‖―Miró‖ a‖Micah,‖ de‖ alguna‖ manera‖ estaba‖ perdida‖ en‖ lo‖ que‖

tenía‖que‖decir―.‖Vamos...‖a‖algún‖sitio‖m{s.

Amon no se movió, pero miraba de Raisa a Micah,‖frunciendo‖el‖ceño.‖―¿Qué‖

le‖ has‖ hecho?‖ ―demandó‖ él―.‖ Parece‖ como‖ si‖ estuviera‖ en‖ algún‖ tipo‖ de‖

trance.

Otra‖vez,‖Raisa‖oyó‖la‖voz‖de‖su‖padre.‖Acerc{ndose.‖―¡Raisa!

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―¡Lord‖Demonai!‖―gritó‖Amon―.‖¡Est{‖aquí!‖¡En‖el‖pasillo!‖Con‖Micah‖Bayar.‖

¡Corra!

―Sangre‖ y‖ huesos‖ ―juró‖ Micah―.‖ ¿Cu{ndo‖ aprender{s‖ a‖ dejar‖ de‖

entrometerte?‖Pagar{s‖por‖esto‖―dejó‖ir‖la‖mano‖de‖Raisa‖y‖eligió‖un‖pastelito‖

de la bandeja cercana. Entonces se apoyó contra la pared, esperando.

Y de repente su padre estaba allí, su cara como una nube de tormenta sobre

Hanalea.

―Ah.‖Bien.‖Me‖iré‖entonces‖―dijo‖Amon,‖bordeando‖de‖vuelta‖hacia‖el‖salón‖

de baile. Las esquinas de su boca moviéndose como si estuviera satisfecho

consigo mismo.

―¡Tú!‖Quédate‖donde‖est{s‖hasta‖que‖se‖resolva‖esto‖―dijo Averill, y Amon se

congeló en el lugar.

Averill levantó el chal de Raisa del suelo donde había caído, y lo dejó sobre sus

hombros. Cuando lo hizo, pareció fijarse en el collar de Raisa. Lo miró durante

un largo momento, luego se giró hacia Micah.

―¿Qué estaban‖haciendo‖ustedes‖dos‖aquí‖atr{s?‖―demandó,‖mir{ndole.

Micah se encogió de hombros y ondeó hacia el pastelito. Estaba intentando

parecer‖ casual,‖ pero‖ su‖ mano‖ estaba‖ temblando.‖ ―Estaba‖ animando‖ a‖ la‖

Princesa a comer algo. Creo que ha bebido un poco.

―¿Oh, de verdad? ¿Eso es lo que pasa?

Averill sujetó a Raisa por la barbilla y miró en sus ojos. Parecía demasiado

peculiar. Ella rió, luego se estremeció cuando la agarró más fuerte.

―M‖lastimas‖―se‖quejó‖ella,‖liber{ndose.‖¿Por qué estaba siendo así?―.‖Micah

y yo nos íbamos.

―¿En‖serio?‖―Averill‖de‖repente‖pareció‖muy‖alto‖e‖imponente‖en‖su‖capa‖del‖

Clan.

―Iba‖ a‖ mostrarle‖ la‖ vista‖ de‖ la‖ terraza‖ ―dijo‖ Micah,‖ metiendo‖ el‖ resto‖ del‖

pastelito en su boca y lamiéndose los dedos. Había empolvado de azúcar sus

labios, y Raisa impulsivamente bajó su cabeza y le besó. Sus besos habían sido

dulces‖y‖ calientes,‖ y‖quién‖ sabía‖ cuan‖dulces‖ serían‖ahora―.‖Raisa‖―susurró‖

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Micah más densamente, deslizando sus brazos alrededor de ella otra vez,

ignorando la ceñuda expresión de Averill.

Micah parecía un poco intoxicado él mismo.

―¡Raisa!‖―Averill‖la‖apartó‖y‖la‖sentó‖en‖una‖silla―.‖No‖eres‖tú‖misma.‖Creo‖

que es hora de llamar a tu carruaje.

―Aún‖ es‖ pronto‖ ―dijo‖ Micah.‖ Se‖ aclaró‖ la‖ garganta,‖ mirando‖ de‖ Raisa‖ a‖

Averill, y de vuelta‖a‖Raisa―.‖Por‖favor,‖Su‖Alteza.‖Quedense‖un‖poco‖m{s.‖Es‖

el día de mi nombre, después de todo.

―Creo‖ que‖ no‖ ―dijo‖ Averill,‖ su‖ voz‖ dura‖ y‖ firme―.‖ Volvamos‖ a‖ la‖ fiesta,‖

maldito engendro de mala suerte. Pero primero quiero saber dónde

conseguiste‖ esto‖ ―La‖ mano de Averill se cerró en la muñeca de Micah. Él

levantó la mano de Micah, exponiendo un elaborado anillo tallado con

esmeraldas y rubíes.

―¡Suéltame!‖―Micah‖luchó‖para‖liberarse―.‖No‖es‖asunto‖tuyo.

―En‖ realidad,‖ sí‖ es‖ asunto‖ mío‖ ―dijo‖ Averill,‖ liber{ndole―.‖ He‖ visto‖ este‖

diseño, pero sólo en los viejos manuscritos. Es anterior a la Ruptura, y está

olvidado estos días.

Micah‖frotó‖su‖muñeca.‖―Alguien‖lo‖envió.‖Un‖regalo‖para‖el‖día‖del‖nombre.‖

Tengo una bodega llena entera. ¿Qué es para ti?

Raisa entrecerró los ojos llorosos. De alguna manera no lo había notado antes.

Y ahora que lo veía más cerca, vio que era un anillo en la forma de una

serpiente, girando alrededor del dedo de Micah, con los ojos de rubís. Pero

había algo familiar en él.

Se levantó y tocó su collar. El colgante dorado que descansaba contra su piel

hacía juego con el anillo. Se sentía cálido al tacto.

Los‖ ojos‖ de‖ Averill‖ pasaban‖ entre‖ las‖ dos‖ piezas‖ de‖ joyería.‖ ―¿Dónde‖ has‖

conseguido el collar, Raisa?

―¿Hmm?‖―Durante‖un‖momento‖no‖podía‖recordarlo―.‖Oh.‖Fue‖un‖regalo‖de‖

los Bayar.

Averill agarró el colgante y lo alejó de su pecho. Debajo había una marca roja

quemada en su piel. Una cabeza de serpiente.

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Con un rugido de enfado, Averill arrancó el collar, rompiendo el broche y

enviando trozos volando. Él balanceó la joya en la cara asustada de Micah.

―¿Qué‖pretendías‖conseguir,‖maldito‖engendro‖de‖mala‖suerte?‖―demandó‖él.

Micah parpadeó hacia él, luego miró al collar en el suelo. Parecía

completamente‖perplejo.‖―No‖sé‖de‖qué‖est{s‖hablando.

Raisa se dobló, presionando sus manos en su pecho, sintiendo como si su padre

le‖hubiera‖desgarrado‖el‖corazón.‖―Misericordioso‖Creador‖―jadeó‖ella.

Averill la miró, luego cerró sus ojos durante un momento como si luchara por

la compostura. Se giró de vuelta‖ hacia‖ Micah.‖ ―Soy‖ del‖ Clan,‖ ¿recuerdas?‖

Demonai.‖¿Pensabas‖que‖no‖lo‖reconocería?‖―Averill‖agarró‖la‖parte‖delantera‖

del‖elaborado‖abrigo‖de‖Micah‖y‖le‖dio‖una‖fuerte‖sacudida―.‖Ella‖no‖es‖para‖ti,‖

¿comprendes eso? Eso nunca ocurrirá.

Ahora el enfado inundó la cara de Micah, reemplazando el desconcierto.

―¿Por‖qué‖no?‖Soy‖lo‖bastante‖bueno‖para‖la‖Princesa‖de‖Tamron.

―Entonces‖c{sate‖con‖uno‖de‖ellos‖―dijo‖Averill.

―¿Quién‖ dijo‖ algo‖ sobre‖ matrimonio?‖ ―dijo‖ Micah,‖ sus‖ ojos‖ negros‖

brillaron―.‖ Pero,‖ ahora‖ que‖ lo‖mencionas,‖ ¿por‖ qué‖ no‖ podemos‖ casarnos‖ si‖

queremos? Estoy cansado de vivir con las estúpidas reglas hechas hace cientos

de años.

―Intenta algo así otra vez, y los Clanes volverán a cazar magos. Empezando

contigo.

―Nunca salieron a cazar‖magos‖―dijo‖Micah‖amargamente―.‖Sabemos‖lo‖que‖

estás tramando, arriba en los Campamentos. Sabemos que eres un Guerrero

Demonai.‖Tenemos‖nuestros‖propios‖espías.‖Como‖el‖collar‖―Lo‖golpeó‖con‖su‖

pie―,‖todos‖esos‖cuentos‖de‖amuletos‖m{gicos‖malvados‖son sólo eso, cuentos.

Los Demonai siempre vieron una conspiración mágica donde no había

ninguna.

Micah se puso de pie, recogiendo el collar, y poniéndolo en su bolsillo.

―Llévala‖a‖casa,‖entonces.‖Volveré‖a‖la‖fiesta‖―Cuando‖pasó‖junto‖a‖Raisa,‖se‖

inclinó y besó sus labios. Entonces levantó la mirada y sonrió torcidamente

hacia‖Averill―.‖Pero‖me‖gusta‖besarla,‖y‖por‖lo‖que‖pudo‖decir,‖a‖ella‖también‖

le gusta. Sólo intenta separarnos.

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Y se fue.

Averill miró detrás de él durante un largo momento. Amon cambió su peso,

como si estuviera inseguro de quedarse o irse.

El interior de Raisa se revolvió. Era como si su cuerpo fuera un campo de

batalla, las sensaciones salían y entraban como la superficie de las Chalk Cliffs.

Sus labios hormigueaban por el beso de Micah, y quería correr detrás de él,

para decirle que lamentaba que su padre hubiera sido un loco ladrando. Se

sentía mareada, enferma con la necesidad. Poniendo su cabeza entre sus

rodillas, respiró profundamente, determinada a no desmayarse.

Amon se arrodilló delante‖de‖ella,‖agarrando‖sus‖manos‖en‖las‖suyas.‖―Rai...‖

Su‖Alteza‖―dijo,‖su‖cara‖estaba‖drenada‖y‖p{lida―.‖¿Puedo...‖conseguirle‖algo?

Ella levantó la mirada hacia su cara, y él parecía cauteloso, aún determinado,

como si tuviera miedo de que pudiera escupirle a la cara, pero dispuesto a

tomar el riesgo.

En su lugar ella vomitó sobre él. Y sobre ella misma.

Horrorizada, intentó disculparse, pero él parecía muy solemne y ridículo con el

vómito en su pelo y sobre su traje azul, y ella de pronto estaba riendo. Él la

miró, luego sacó un pañuelo y cuidadosamente limpió su cara.

Averill agarró su chal que estaba fuera de peligro. Ahora estaba llorando,

grandes y gordas lágrimas, temblando incontrolablemente. ¿Qué estaba mal

con ella?

―No‖ cogí‖ mis‖ zapatos‖ ―dijo ella,‖ luchando‖ por‖ levantarse―.‖ Tengo‖ que‖

encontrar a Micah. Necesito... decirle algo.

―Amon‖―Comenzó‖ Averill―.‖ Ve‖ a‖ decirle‖ a‖ la‖ Reina...‖ ―Echó‖ una‖ mejor‖

mirada‖ de‖ Amon‖ y‖ lo‖ reconsideró―.‖ No.‖ Yo‖ iré‖ a‖ decirle‖ a‖ la‖ Reina‖ que‖ la‖

Princesa heredera está enferma. Tú lleva a Raisa de vuelta al Castillo

Fellsmarch. No dejes que nadie te vea. Llévala a sus aposentos y mantenla allí.

No importa como. No apartes tus ojos de ella ni un momento. Quédate allí

hasta que yo llegue.

Se giró sobre sus talones y se alejó.

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Amon ayudó a Raisa a ponerse de pie, pero casi se desmayó otra vez,

salvándola sólo por su agarre en su brazo.

Amon miró alrededor buscando testigos, luego quitó el mantel de la mesa

cercana, lanzando las malditas hierbas y los centros de calas al suelo. Cubrió a

Raisa con el mantel, cubriéndola de la cabeza a los pies, luego cogiéndola en

brazos.

―¡Amon!‖¡B{jame!‖―protestó‖ella,‖luchando‖débilmente,‖su‖voz‖apagada‖por‖el‖

lino―.‖Tengo...‖tengo‖que‖ir...

Él puso sus labios cerca de su oído, y pudo sentir su cálida respiración a través

de‖ la‖ tela.‖ ―Vamos,‖ Rai‖ ―dijo‖ él,‖ la‖ desesperación‖ bordeaba‖ su‖ voz―.‖ No‖

hagas esto más difícil, ¿de acuerdo?

La cargó a través de varios giros, la luz cambiaba cuando pasaban a través de

los pasillos oscuros y por las brillantes habitaciones iluminadas. Finalmente,

Raisa respiró el aire de la noche y supo que estaban en el jardín.

Recordó el beso de Micah, sus manos sobre sus hombros, y su corazón latiendo

m{s‖ r{pido.‖ El‖ deseo‖ se‖ estrelló‖ sobre‖ ella‖ otra‖ vez.‖ ―¡No!‖ ―Comenzó‖ a‖

intentar‖liberarse‖otra‖vez―.‖Tengo...‖que‖volver‖y‖conseguir‖mis‖zapatos.

Amon silbó, y oyó el chillido de las ruedas del carruaje acercándose a ellos.

―¿Qué‖ llevas‖ahí,‖ soldado?‖―Preguntó‖el‖ conductor,‖ riendo―.‖¿Un‖souvenir‖

de la fiesta?

―A‖mi‖hermana‖―dijo Amon,‖sonando‖sin‖diversión―.‖No‖se‖encuentra‖bien.

Raisa‖oyó‖la‖risa.‖―¿Le‖importa‖presentarnos,‖Cabo?‖―gritó‖alguien.

―Yo...‖no...‖soy...‖tu‖hermana‖―gruñó‖Raisa―.‖¿Por‖qué‖sigues‖diciendo‖eso?

Pero Amon estaba luchando para meterla en el carruaje, y oyó el chasquido de

las riendas, y entraron en la noche, más y más lejos de la Dama Gris y del

fascinante Micah Bayar.

Debió quedarse dormida, porque lo siguiente que supo, es que Amon estaba

subiendo un tramo de escaleras, aún llevándola en sus brazos. Él giró y caminó

unos cien pasos en un pasillo, luego cuidadosamente la dejó sobre sus pies. No

la desató de su improvisado sudario como un cadáver de su abrazo,

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manteniendo una mano sujetando su brazo. Estaban de pie delante de la puerta

de su dormitorio.

―¡Déjame‖ir!‖―dijo‖Raisa,‖intentando‖alejarse―.‖Olvidé‖algo.‖Necesito‖volver‖a‖

la Dama Gris.

Él‖aporreó‖la‖puerta.‖―¡Abra!

Raisa oyó a Magret al otro lado de la puerta, refunfuñando su camino hacia

ellos.

¡Bam! La puerta se abrió de golpe, revelando a una Magret‖en‖camisón.‖―¡Su‖

Alteza! ¿Qué le ha ocurrido?

―No‖se‖siente‖bien‖―dijo‖Amon.

―¡Uf!‖―dijo‖Magret,‖alejando‖los‖vapores‖con‖una‖mano―.‖Suplico‖su‖perdón,‖

¡pero‖ ambos‖ apest{is‖ a‖ vómito!‖ ―Miró‖ a‖ Raisa‖ sospechosamente―.‖ No‖ has‖

estado en el brandy, ¿verdad?

―Lord‖Demonai‖me‖pidió‖ que‖ la‖ trajera‖de‖ vuelta‖ aquí‖―dijo‖Amon―.‖Dijo‖

que te encargarías de ella.

Magret‖se‖infló‖con‖importancia.‖―Pero‖por‖supuesto‖que‖él‖dijo‖eso;‖conoce‖a‖

la‖vieja‖Magret,‖de‖verdad‖―tomó‖a‖Raisa‖por‖el‖brazo‖y‖ la‖ lanzó‖al‖ interior,

luego trató cerrar la puerta en la cara de Amon.

―Lord‖Demonai‖me‖dijo‖que‖me‖quedara‖hasta‖que‖el‖volviera‖―dijo‖Amon‖

testarudamente,‖pegando‖su‖bota‖para‖mantener‖la‖puerta‖abierta―.‖Ella‖est{...‖

en peligro. Me dijo que me quedara justo con ella.

―¿Lo hizo?‖―dijo‖Magret,‖ nerviosa―.‖ Bueno,‖ nunca‖ pensé‖ que‖ viviría‖ para‖

ver el día, que un hombre joven se invitara a entrar en la habitación de una

joven‖chica‖en‖medio‖de‖lanoche‖―Ella‖le‖estudió‖por‖señales‖de‖depravación,‖

luego‖sacudió‖su‖cabeza―.‖Bueno,‖entra, entonces.

―Magret‖―dijo‖Raisa‖desesperadamente―.‖Necesito‖volver‖a‖la‖fiesta.‖El‖Cabo‖

Byrne me ha secuestrado y traído arrastras de vuelta aquí contra mi voluntad.

―¿Y‖eso?‖―Magret‖miró‖a‖Amon‖con‖una‖nueva‖hostilidad.

―Así‖ es‖ ―dijo‖ Amon,‖ con‖ esa‖ mirada directa Byrne que podía ser tan

convincente―.‖Pero‖fueron‖órdenes‖de‖Lord‖Demonai.‖Él‖estar{‖aquí‖pronto.

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―Bueno‖―dijo‖Magret‖ a‖ regañadientes―,‖no‖puede‖volver‖ a‖ la‖ fiesta‖ si‖ est{‖

enferma, ¿verdad?

Amon‖sacudió‖su‖cabeza‖solemnemente.‖―No,‖eso‖no‖parece‖prudente.

Raisa les odiaba a ambos.

―Vamos‖ ―dijo‖ Magret,‖ empuj{ndola‖ hacia‖ la‖ rec{mara‖ de‖ la‖ cama―.‖ Te‖

meteremos‖ en‖ un‖ baño,‖ querida‖―Cuando‖ Amon‖ hizo‖ como‖ si‖ las‖ siguiera,‖

Magret‖le‖detuvo―.‖Te‖sientas‖aquí‖cerca‖del‖fuego,‖Cabo‖Byrne.

―Lord Demonai me dijo que mantuviera un ojo cerca de ella hasta que él

volviera‖―dijo‖Amon‖testarudamente―.‖Ella‖no‖es‖ella‖misma.

Magret‖ le‖ frunció‖ el‖ ceño.‖ ―¿Adónde‖ cree‖ que‖ ir{‖ contigo‖ aquí‖ fuera‖ en‖ la‖

puerta?‖―dijo‖ella.

―Doy‖mi‖palabra‖―dijo‖Amon.‖Y‖Raisa‖supo‖que‖estaba pensando en el pasaje

que guiaba del armario al jardín. No iba a darle la oportunidad de escapar por

ese camino. Raisa maldijo el día en que compartió ese secreto con él.

Amon demostró tener la habitual cabeza dura de los Byrne, y al final, Magret

puso un biombo alrededor de la bañera de Raisa, y Amon se plantó en una silla

cerca de la ventana. Parecía extraño saber que él estaba justo al otro lado del

biombo cuando no tenía ropas puestas.

Una vez estuvo limpia, Magret la ayudó a entrar en su camisón, y Raisa

emergió de detrás del biombo para encontrar a Amon, sin camisa, el pelo

mojado hacia arriba, limpiándose usando un cuenco y un jarro. Sus anchos

hombros y sus brazos musculosos brillaban a la luz de la chimenea. Esa imagen

reverberó con recuerdos de la cara plana de Micah Bayar y los ojos oscuros

hasta que Raisa pensó que podría estar enferma otra vez.

―¡Dulce‖m{rtir‖señora!‖―dijo‖Magret,‖sonroj{ndose‖y‖tap{ndose‖los‖ojos‖para‖

obtruir‖ su‖ visión,‖ luego‖ los‖ abrió‖ otra‖ vez‖ y‖ miró‖ fijamente‖ hacia‖ Amon―.‖

Vamos, Su Alteza, debe irse a la cama.

Raisa acababa de subirse debajo de las mantas cuando hubo una llamada en la

puerta desde fuera. Magret le dio a Amon una mirada malvada de aviso y fue a

responder.

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Era su padre, Averill, y su abuela, Elena, ambos aún en sus togas ceremoniales

del Clan que llevaban en la fiesta de Micah. Elena llevaba una bolsa bordada de

remedios.

―Gracias‖ por‖ tu‖ ayuda‖ ―dijo‖ Elena‖ a‖ Magret,‖ y‖ de‖ alguna‖ manera‖

maniobrando a la cuidadora fuera de la puerta. Entonces cruzó al lado de la

cama de Raisa. Sonriendo‖a‖Raisa,‖dejó‖su‖palma‖sobre‖su‖frente―.‖Briar‖Rose,‖

nieta, ¿Cómo te encuentras?

―No‖lo‖sé,‖Elena‖Cennestre‖―dijo‖Raisa‖con‖espíritu―.‖Podría‖estar‖enferma,‖

pero‖ todos‖ a‖ mí‖ alrededor‖ est{n‖ locos‖―Miró‖ a‖ su‖ padre‖ y‖ a‖ Amon‖ Byrne,‖

quien debía haber encontrado una camisa en alguna parte, porque ahora estaba

cubierto de cintura para arriba.

Elena rió, dándole golpecitos en el muslo, y Raisa inmediatamente se sintió

mejor. Elena pondría orden a todos.

―Veamos‖ esa‖ marca‖ tuya‖ ―dijo‖ Elena,‖ desatando la cinta del cuello del

camisón de Raisa. Extendió la tela y estudió la marca en la base del cuello de

Raisa. Ahora había ampollas, centradas alrededor de un área de piel sensible

rosa―.‖¿Duele?‖―preguntó‖ella.

―No.‖Ni‖siquiera‖sé‖que‖había‖ahí‖―admitió‖Raisa―.‖Debí‖haber‖reaccionado‖

al colgante.

―Eso‖parece‖―Elena‖ estudió‖ la‖ herida‖ algo‖m{s,‖ y‖ luego‖buscó‖ en‖ su‖bolsa,‖

sacando‖un‖tarro‖de‖piedra―.‖No‖parece‖ser‖demasiado‖profundo‖―dijo―.‖No‖

soy‖la‖curandera‖Willo,‖pero‖tengo‖algunas‖habilidades‖―Quitó la tapadera y

retiró‖un‖tarro‖con‖un‖ungüento‖ligeramente‖verde―.‖Es‖serbal,‖y‖algunas‖otras‖

hierbas. ¿Con tu permiso?

―Est{‖bien‖―dijo‖Raisa‖cautelosamente.

Elena bajó sus dedos en el ungüento y los untó sobre las ampollas del cuello de

Raisa. Olía a pino y a aire fresco y parecía enfriar su cuerpo entero. Se recostó

en las almohadas, liberando una larga respiración. Su cabeza dejó de pinchar.

Donde había estado febril y agitada, ahora se sentía tranquila y enfocada. Su

mente lentamente se aclaró de la duda y la confusión y el deseo, como un

sedimento dejado por el lago de una montaña.

―Gracias,‖Madre‖Elena‖―susurró―.‖Est{‖mucho‖mejor.

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Elena‖volvió‖a‖ tapas‖el‖ tarro‖y‖ lo‖metió‖en‖su‖bolsa‖de‖ remedios.‖―Tu‖padre‖

dijo que estuviste con el mago Micah Bayar. ¿Qué ocurrió entre vosotros?

Raisa no estaba exactamente segura de lo que su abuela estaba preguntando.

―Bueno,‖bailamos.‖Y...‖y‖nos‖besamos.

―¿Algo‖m{s?‖―Los‖ojos‖de‖Elena‖se‖fijaron‖en‖su‖cara.

La cara de Raisa ardía con la vergüenza. Esta no era el tipo de conversación que

quería tener con su abuela. Mucho menos con la Matriarca del Campamento

Demonai. Y no con Amon Byrne mirando. Al menos tuvo la decencia de

parecer avergonzado.

―M{s‖o‖menos‖―dijo‖ella‖claramente.

Elena y Averill intercambiaron miradas significativas.

―Así‖que‖no‖veo‖que‖es‖todo‖este‖esc{ndalo‖―dijo‖Raisa―.‖Si‖quiero‖bailar‖con‖

Micah‖ Bayar,‖ lo‖ haré.‖ Él‖ es...‖ es‖ un‖ buen‖ bailarín‖ ―acabó‖ un‖ poco‖

convincente―.‖Y‖encantador.

Amon Byrne giró sus ojos, y Raisa resistió la urgencia de sacarle la lengua.

―El‖collar‖que‖ los‖Bayar‖te‖dieron‖era‖un‖amuleto‖de‖seducción,‖Raisa‖―dijo‖

Averill―.‖ De‖ uso‖ común‖ antes‖ de‖ la‖ Ruptura,‖ pero‖ olvidado‖ en‖ estos‖ días.‖

Funciona con el anillo que el joven Bayar llevaba para crear una poderosa

atracción en ambas partes.

Finalmente lo llevas, Raisa, había dicho Micah, en su intensa manera. Tenía

miedo de que quizás no te gustara.

―Pero‖¿por‖qué‖ lo‖usaría‖ sobre‖mí?‖―preguntó‖Raisa―.‖Eso‖no‖ le‖hace‖bien‖

―Hubo‖ una‖ plaga‖ de‖ garraspeos,‖ y‖ su‖ cara‖ se‖ puso‖ roja‖ otra‖ vez―.‖ Quiero

decir, aparte de... ya sabes. De todo lo que dijo en la fiesta, sabe que no

podemos casarnos. Debería haberlo usado en la Princesa Marina o en alguien

así.

Tan pronto como lo dijo, se dio cuenta de que no lo necesitaría para ese

propósito tampoco. Los matrimonios políticos eran lo que eran, arreglados por

otros para crear alianzas y construir poder. La seducción no tenía nada que ver

con eso. E incluso si lo hacía, Raisa no tenía dudas de que Micah Bayar lo haría

bastante bien por sí mismo.

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―Esa es la cuestión,‖¿verdad?‖―dijo‖Averill,‖pareciendo‖grave―.‖¿Por‖qué‖lo‖

usó en ti?

Sé a donde podemos ir, había dicho Micah. Y aún...

―No‖creo‖que‖él‖supiera‖lo‖que‖era‖―dijo‖Raisa―.‖Creo‖que‖todo‖le‖pilló‖por‖

sorpresa.

―Raisa‖ ―Comenzó‖ su‖ padre,‖ pareciendo‖ problem{tico―.‖ Sé‖ que‖ quieres‖

pensar lo mejor de la gente...

Raisa‖levantó‖una‖mano.‖―Para.‖No‖me‖gusta‖pensar‖lo‖mejor‖de‖la‖gente.‖De‖

hecho, a menudo pienso lo peor. Especialmente de Micah Bayar. Pero parecía

completamente sorprendido cuando arrancaste mi collar y se lo tiraste. Creo

que no tenía pruebas de que hubiera una conexión entre su anillo y mi collar.

Él pensaba que me estaba hechizando por sí mismo.

Amon‖habló‖por‖primera‖vez:‖―Vamos‖a‖ver‖si‖lo‖entiendo.‖¿Crees‖que‖fue‖una‖

coincidencia que ambos llevarais‖piezas‖de‖mala‖suerte?‖―Él‖ levantó‖esa‖ceja‖

pesada.

―Si‖no‖fue‖él,‖alguien‖m{s‖lo‖arregló‖―dijo‖Averill―.‖La‖pregunta‖es,‖por‖qué.‖

Y si tienes esta arma, ¿qué más tienen? ¿Y dónde las guardan?

―¿Dónde‖est{‖ el‖ anillo‖que‖ te‖di?‖―preguntó‖abruptamente‖Elena―.‖Te‖dije‖

que lo llevaras puesto.

Raisa‖frunció‖el‖ceño,‖recordando.‖―Oh.‖Lo‖llevaba‖puesto,‖pero‖Madre‖sugirió‖

que llevara el collar de esmeraldas en su lugar.

Todos la miraron.

―¿Qué?‖ ―preguntó‖ Raisa‖ irritada―.‖ ¿Creén‖ que‖ mi‖ madre‖ la‖ Reina‖ est{

involucrada en una conspiración contra su propia hija? No. Estoy segura que

fue una cuestión de moda, no política.

―¿Dónde‖est{‖el‖anillo‖ahora?‖―preguntó‖Elena.

Raisa‖ luchó‖ por‖ recordar.‖―Est{‖ en‖mi‖ tocador‖―Ondeó‖vagamente‖ hacia‖ la‖

sala de espera.

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―Yo‖lo‖traeré‖―dijo‖Amon,‖y‖salió‖disparado‖a‖través‖de‖la‖puerta‖como‖si‖se‖

alegrara de tener un trabajo que hacer. Regresó momentos después con el anillo

balanceándose en su gran puño. Se lo entregó a Raisa.

Lo colgó alrededor de su cuello otra vez. El anillo se sentía frío contra su

caliente piel.

―Micah‖ preguntó‖ por‖ qué‖ no‖ le‖ permitían‖ casarse‖ contigo‖ ―Le‖ recordó‖

Averill―.‖Él‖dijo‖que‖planeaba‖continuar‖cortej{ndote.

―Bésarme‖―dijo‖ Raisa―.‖ Él‖ dijo‖ que‖ le‖ gustaba‖ besarme‖ y‖ planeaba‖ seguir‖

adelante.

―¿Qué pasa contigo?‖―preguntó‖Elena―.‖¿Planeas‖seguir‖adelante?

Raisa de repente estaba cansada del interrogatorio, cansada de sentirse idiota

cuando estaba haciendo lo mejor que podía. Cansada.

―No‖lo‖sé‖―dijo,‖bostezando―.‖Podría.

Cuando se durmió, su último recuerdo fue de Averill, Elena, y Amon Byrne,

sus cabezas juntas, susurrando. Sin duda planeando una conspiración.

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Capitulo 18 En La Frontera

Traducido por Nadia SOS

Corregido por nella07 SOS

o era que Han esperara ser el centro de atención en Marisa Pines. Pero

no estaba acostumbrado a que lo ignoraran completamente, y eso era lo

que parecía.

La‖ ceremonia‖ de‖ cambio‖ de‖ nombre‖ se‖ estaba‖ acercado‖ ―sólo‖ faltaba‖ una‖

semana. Bird pasaba largas horas del día encerrada en el Templo de las mujeres

meditando sobre su futuro. Han intentó colarse para una visita una vez

pensando que ella agradecería la distracción, porque, después de todo, ella ya

sabía lo que quería ser. Había tenido esperanzas de que volvieran a besarse. Y

avanzar desde ahí.

Fue rudamente echado a pesar de sus esfuerzos.

Aun cuando Bird no estaba meditando, estaba consumida en planes para su

cumpleaños. No tenía tiempo para cazar, pescar, nadar en el Dyrnnewater u

Old Woman Creek. No quería subir a Hanalea a acampar junto al lago o a

admirar la vista desde la cima.

Como todo lo prohibido, ella se volvió fascinante para Han. Cuando caminaba

por el campamento en sus faldas de verano, él no podía evitar notar el balanceo

de sus caderas, su brillante, inusual sonrisa contra su piel oscura. Aún partes

normalmente ignoradas, como codos o rodillas, parecían atractivas.

Pero él estaba relegado a mirar desde lejos.

Dancer era diferente, pero peor, de una manera. Él siempre había sido delgado

y con huesos finos, pero ahora sus mejillas lucían ahuecadas, casi cadavéricas.

¿Estaba enfermo? ¿O el enojo que él cargaba consigo estaba consumiendo su

carne?

Cualquiera que fuera el agravio que había entre él y su madre parecía haberse

profundizado. Han se estaba quedando con Willo y Dancer en la Cabaña

Matriarcal.

N

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Rara vez se hablaban en público, y dentro de la cabaña la tensión era opresiva.

A veces ellos agradecían su presencia, como si fuera una excusa para no lidiar

con los otros. Otras veces él entraba y las conversaciones se interrumían en un

silencio pétreo. A veces dormía en otro lado sólo para evitar sentirse como un

intruso.

Willo también pasaba horas en reuniones con los ancianos del Clan. Una

delegación llegó de Demonai, en las pendientes del este, y todos los ancianos se

encerraban en el Templo por horas.

Una docena de guerreros Demonai acompañaban a los visitantes, y Han

encontró excusas para pasar por su Campamento. Eran orgullosos, élite,

misteriosos<‖el material de las leyendas que databan antes de la Ruptura, a las

guerras entre los magos y los Clanes.

En los viejos tiempos, se decía que los Demonai se hacían una trenza en el

cabello por cada mago muerto. Muchos de ellos aún lucían trenzas adornadas

con cuentas, y algunos todavía decían que matar un mago y tomar su amuleto

era el precio de admisión a sus filas.

Es como cualquier pandilla, pensó Han. Tienes que mostrar de qué estás hecho

para entrar.

Los guerreros Demonai montaban los mejores caballos y llevaban las armas

encantadas de Clan más poderosas. Vestían símbolos Demonai alrededor de sus

cuellos‖―un‖ojo‖ irradiando‖ llamas―. Se decía que flotaban sobre el suelo, sin

dejar huella a su paso. Han a menudo veía a Bird sentada en las hogueras,

comiendo de la olla común, escuchando extasiada lo que ellos tenían para decir.

Teniendo poco para decir ella misma por primera vez.

Han no pudo evitar sentir una punzada de celos. Más que una punzada< un

dolor que llegaba a los huesos. A decir verdad, se sentía dejado de lado. Por la

nobleza de la ciudad, las fiestas de cumpleaños los proclamaban como mayores

de edad y aptos para el matrimonio. Algunos recibían sus herencias en ese

momento. Los magos recibían sus amuletos y se iban a la academia en Oden's

Ford a explorar los misterios de su llamado.

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Entre los Clanes, la ceremonia de cambio de nombre admitía a los jóvenes como

miembros completos en la cabaña, lanzaba el trabajo de su vida, les daba la

bienvenida a los Templos, y a menudo comenzaba la danza del cortejo.

Han estaba en un tipo de existencia parecido a una tierra de nadie. Su

decimosexto cumpleaños había llegado y pasado hace meses, escasamente

notado. Mamá había traído a casa una torta de miel de la panadería en la

esquina y le había recordado que necesitaba encontrar un verdadero trabajo.

Ninguna ceremonia marcó la transición de Han de lytling a adulto. Sólo estaba

estancado en el límite, como cualquier criatura cerca de la tierra.

Así que Han sentía envidia, pero Dancer parecía miserable. ¿Estaba teniendo

problemas eligiendo una vocación? ¿Estaba Willo presionándolo a hacer algo

que él no quería?

Intentó hablar con Dancer acerca de eso, un día cuando estaban pescando. Al

menos Dancer pescaba con él. De hecho, parecía ansioso por estar en la

montaña y lejos del Campamento. Tomaría cualquier excusa para hacerlo.

―Así‖que‖―dijo‖Han,‖moviendo‖la‖punta‖de‖palo‖para‖que‖la‖mosca‖se‖posara‖

sobre‖el‖agua―.‖Digging‖Bird‖apenas‖me‖habla.‖Siempre‖tiene‖su nariz en alto.

Dancer‖ gruñó.‖ ―Te‖ hablar{,‖ no‖ te‖ preocupes.‖ Después‖ de‖ la‖ ceremonia.‖

―Dancer‖bajó‖su‖palo‖y‖se‖recostó‖en‖la‖orilla,‖cerrando‖los‖ojos.‖Sus‖p{rpados‖

lucían como grandes moretones en su inusualmente pálido rostro.

―Si...‖si‖yo‖tuviera‖que elegir,‖no‖sé‖qué‖sería‖―dijo‖Han,‖sintiendo‖que‖estaba‖

haciendo‖ruido‖sobre‖el‖silencio‖de‖Dancer―.‖Ya‖tengo‖muchas‖vocaciones.

―Una‖vocación‖es‖diferente‖a‖un‖trabajo‖―murmuró‖Dancer―.‖Confía‖en‖mí.

―¿Cómo‖ es‖ diferente?‖ ―preguntó‖ Han,‖ envalentonado‖ por‖ la respuesta de

Dancer.

―Una‖vocación‖no‖es‖algo‖que‖te‖echas‖encima,‖como‖una‖mano‖de‖pintura,‖y‖

que cambias cuando quieres. Una vocación se construye dentro de ti. No tienes

elección.‖ Si‖ tratas‖ de‖ hacer‖ algo‖ diferente,‖ fallas.‖ ―Lo‖ último‖ fue‖ dicho‖ con‖

profunda amargura.

Han asintió. A veces parecía que nunca escaparía su vida pasada como Señor de

la Calle en Ragmarket. Si eres bueno en algo, si te haces un nombre, eso se pega

a ti, siguiéndote por el resto de tus días.

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Tocó los puños de plata alrededor de sus muñecas. Parecían simbolizar su falta

de opciones. Si sólo pudiera quitárselas, quizás podría convertirse en alguien

diferente. Al menos no sería reconocido tan fácilmente.

―Supongo‖ que‖ es‖ importante‖ deducir‖ lo‖ que‖ estas‖ destinado‖ a‖ hacer‖―dijo‖

Han―. ¿Qué harías, si pudieras elegir cualquier cosa?

Dancer abrió los ojos, entrecerrándolos contra los rayos de luz de sol que se

filtraban‖entre‖los‖{rboles.‖―Siempre‖pensé‖que‖me gustaría ser aprendiz de un

Orfebre Demonai, como Elena, y aprender a hacer joyas, amuletos, y piezas

mágicas.

Dancer siempre había gravitado hacia el oro y las mesas de Orfebres en los

mercados.

―¿Le‖has‖preguntado?‖―preguntó‖Han.

Dancer‖cerró‖los‖ojos.‖―No‖me‖aceptar{.

Eso era extraño. Elena conocía a Dancer, sabía que trabajaba duro, y que era

honesto.‖―Bueno...‖¿puede‖cambiar‖tu‖vocación?‖¿Est{s‖encerrado?‖¿Tienes‖que‖

hacer lo mismo toda la vida?

―Depende‖―dijo‖Dancer―.‖Algunos‖no‖tenemos‖elección‖alguna.‖―Golpeteó‖

sus ojos con la base de los pulgares. Entonces se levantó y se fue, hacia los

bosques, dejando todo su equipo de pesca atrás.

Una semana después de su llegada a Marisa Pines, Han decidió visitar la casa

de Lucius Frowsley. Tenía que hacerle saber que ya no sería capaz de entregar

sus productos en Fellsmarch. Esperaba que Lucius le diera algún otro tipo de

trabajo, algo que pudiera hacer sin ir al pueblo, pero sabía que no era probable.

Descendió utilizando el Sendero del Espíritu, y después cortó por el sendero

que llevaba a la casa de Lucius.

La cabaña lucía desierta como era usual, sin humo enroscándose desde la

chimenea. Pero Lucius no estaba pescando en la ensenada del río, o atendiendo

su tienda en la ladera. De hecho, el fuego bajo la caldera se había apagado y el

borde de ladrillos estaba frío. Eso nunca pasaba. Lucius podía ser lento, pero

era consistente.

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Han apiló madera bajo la caldera y rellenó el fregadero, pero no lo encendió, y

dejó el destilado donde estaba.

Perplejo, volvió a la cabaña de Lucius, que era el último lugar donde esperaba

encontrarlo en un soleado día de primavera. Podía dejar una nota, pero eso no

serviría con un ciego. Tenía un poco de dinero que debía a Lucius, pero odiaba

dejarlo en la cabaña cuando el anciano no estaba allí.

Golpeó fuerte. Lo recibió un ladrido, y entonces el cuerpo solido de Perro

golpeó la puerta. Debía estar ahí, pensó Han. Lucius y Perro siempre estaban

juntos.

―Hola,‖Perro‖―dijo,‖empujando‖la‖puerta‖de‖la‖cabaña.‖Perro‖enseguida‖estuvo‖

encima de él golpeando su cara con su larga lengua mojada, en un frenesí de

alegría perruna―.‖ ¿Dónde‖ est{‖ Lucius?‖ ―preguntó‖ Han,‖ sintiendo‖ una‖

puntada de preocupación.

Sus ojos se ajustaron a la luz débil, y entonces vio movimiento en la cama en la

esquina.‖―¿Lucius?

No había lámparas, por supuesto, pero Han abrió las cortinas bruscamente para

dejar entrar algo de luz dentro del cuarto. El anciano estaba sentado en su cama,

enroscado contra el muro, acunando una botella, enfermo o borracho o algo.

Han echó una mirada alrededor de la cabaña. El plato de agua de Perro estaba

vacío, y su plato de comida también.

―¿Lucius?‖¿Qué‖sucede‖contigo?‖

―¿Quién‖ es?‖ ―el‖ anciano‖ tembló.‖ Su‖ voz‖ cambió,‖ se‖ volvió‖ estridente‖ y‖

desafiante―.‖Cobardes.‖¿Has‖venido‖por‖mí‖también?

―Soy‖yo.‖Han.‖―Han‖dudó‖en‖la‖puerta―.‖¿No‖me‖conoces?

Lucius lanzó un brazo sobre su rostro como si pudiera ocultarlo detrás de él.

―Vete.‖ Sé‖ que‖ el‖ muchacho‖ est{‖ muerto.‖ Ya‖ lo‖ oí,‖ así‖ que‖ no‖ trates‖ de‖

engañarme. Ya tienes lo que querías, así que déjame solo.

Han cruzó hacia Lucius e incómodamente lo palmeó en el hombro. El anciano

se echo hacia atrás, aferrando su botella como un salvavidas.

―¿De‖qué‖est{s‖hablando?‖No‖estoy‖muerto.‖Est{s‖diciendo‖locuras.‖

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El‖anciano‖abrió‖sus‖ojos‖nublados.‖―No‖lo‖tienes,‖¿no‖es‖cierto?‖La‖pieza‖para‖

el mal de ojo. El muchacho lo escondió bien, ¿no es‖cierto?‖―Lucius‖cacareó―.‖

Bueno, yo no lo tengo, si eso es lo que buscas. Haz lo peor. Me puedes torturar,

pero no puedo decirte lo que no sé.

―Detente,‖ Lucius‖―dijo‖Han,‖ perdiendo‖ la‖ paciencia―.‖ Voy‖ a‖ buscarte‖ algo‖

para comer.

Si Lucius no había alimentado a Perro, lo más probable es que no se hubiera

alimentado él tampoco. Han fue a la bomba en el patio y llenó un cubo con

agua. Lo trajo adentro y llenó el plato de agua de Perro y puso un poco en una

copa para Lucius.

―Aquí‖ ―dijo,‖ gentilmente‖ peleando‖ por sacar la botella de la mano de

Lucius―.‖ Bebe‖ esto.‖ ―Escarbó‖ en‖ su‖ bolso‖ de‖ viaje‖ y‖ sacó‖ un‖ bizcocho,‖

apretándolo contra la mano de Lucius. Cuando el anciano sólo se sentó

aferrándolo, Han rompió una parte y la puso en su boca.

Lucius masticó mecánicamente, su mandíbula barbuda trabajando hacia arriba

y abajo. Perro tomaba ruidosamente su agua. Han husmeó a través de las

alacenas de Lucius y encontró la punta de un jamón que cortó en pedazos. Puso

parte en el plato de comida de Perro y alimento a Lucius con el resto, pedazo a

pedazo, alternando con tragos de agua.

Perro devoró su parte.

―Dijeron‖que‖estabas‖muerto‖―murmuró‖Lucius,‖y‖Han‖supo‖que‖había‖vuelto‖

a‖sus‖cabales―.‖Pensé‖que‖era‖mi‖culpa, por decirte que te quedaras con la pieza

para el mal de ojo.

―¿Quién‖dijo‖que‖estaba‖muerto?‖―preguntó‖Han.

―Dijeron‖ que‖ habías‖ sido‖ asesinado‖ río‖ abajo‖ ―continuó‖ Lucius―.‖

Despedazado por Demonios.

La compresión‖lo‖inundó.‖―Oh.‖Eso‖lo‖hice‖yo.‖Quería‖que‖la‖gente‖pensara‖que‖

había muerto.

Lucius paró de masticar. ―Est{n‖detr{s‖tuyo,‖¿entonces?‖¿Los‖Bayards?

Siempre‖los‖Bayards.‖―No. Los Casacas Azules me persiguen. La Guardia de la

Reina. Creen que maté a una docena de personas.

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―Ah.‖―Lucius‖lanzó‖un‖gran‖suspiro‖de‖alivio―.‖Agradece‖al‖Hacedor‖que‖no‖

es algo peor.

―¡Es‖ suficientemente‖malo!‖―explotó‖Han―.‖No‖ puedo‖ ir‖ a‖ casa,‖ no‖ puedo‖

trabajar. Estoy atrapado aquí en Hanalea.

―Hay‖cosas‖peores‖―dijo‖Lucius,‖comiendo‖por‖sí‖solo‖ahora―.‖¿Los‖mataste?‖

¿A esas personas?

―¡No,‖no‖las‖maté!‖Sabes‖eso.‖Estoy‖fuera‖de‖eso. O intentando.

―Bueno, entonces. Dale tiempo a los Casacas Azules. Una vez que la agitación

baje,‖ se‖ podr{n‖ comprar‖ de‖ nuevo.‖ ―Lucius‖ lamió‖ sus‖ dedos‖ y‖ se‖ inclinó,‖

buscando a tientas la botella.

Han‖puso‖la‖copa‖de‖agua‖de‖nuevo‖en‖su‖mano.‖―Creo‖que‖mejor te mantienes

con esto.

Lucius‖suspiro‖y‖dijo:‖―¿Así‖que‖te‖vas‖a‖quedar‖en‖Marisa‖Pines?

―Por‖ahora.‖De‖ cualquier‖manera,‖no‖voy‖a‖poder‖hacer‖ tus‖ entregas‖por‖un‖

tiempo. Lo siento.

―¿Dónde‖est{‖el‖amuleto?‖

―Est{‖ escondido.‖ En‖ el‖ pueblo.‖ ―Lo‖ cual‖ era‖ inconveniente, ahora que lo

pensaba. Sería difícil recuperarlo.

Lucius tosió y escupió en el piso, de la‖manera‖que‖hacen‖los‖ancianos.‖―Quiz{s‖

deberías considerar ir al sur, a Bruinswallow o We'enhaven. O al este a los

Acantilados de Tiza, y conseguir un trabajo en los muelles. Estarías más seguro

allí.

―Bueno.‖―Han‖ tocó‖ los‖puños‖de‖plata‖ alrededor‖de‖ sus‖muñecas―.‖Estaba‖

pensando en Arden, o Tamron. No están lejos. Podría ir a casa a ver a Mari y

Mamá de vez en cuando.

―Hay‖una‖guerra,‖muchacho,‖¿o‖no‖lo habías oído?

―Pensé‖que‖podía‖hacerme‖soldado‖―dijo‖Han.‖Esa‖era‖su‖última‖idea.

Lucius‖golpeó‖su‖copa.‖―¿Un‖soldado?‖¿Un‖soldado?‖¿Qué‖tipo‖de‖idea‖tonta‖es‖

esa?

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Han no había esperado esta reacción de parte de Lucius.

―Bueno,‖es‖buen‖dinero,‖y‖no‖necesitaría pasar por un periodo de aprendiz, o

educación,‖o<‖

―¡Tienes‖educación,‖muchacho!‖Educación‖suficiente‖para‖saber‖que‖no‖quieres‖

hacerte soldado. Recién acabo de dejar de sentirme culpable porque pensaba

que estabas muerto. Las vidas de los soldados son demasiado baratas estos días.

Si fueras un oficial, tendrías una chance, de cualquier manera.

―Los‖oficiales‖vienen‖de‖ las‖academias‖―dijo‖Han―.‖Tengo‖dinero‖para‖eso.‖

Pensé que podría ahorrar un poco de dinero siendo soldado, y entonces ir a la

academia.

―Por‖supuesto‖que‖puedes‖―dijo‖Lucius‖sarc{sticamente―.‖¿Piensas‖que‖Wien‖

House te tomaría con una sola pierna? ¿Ciego como yo? ¿Con tus pulmones

quemados por los venenos que el Príncipe de Arden usa? ¿Quieres terminar

como tu padre?

―Tienes‖ razón,‖ Lucius.‖ Tengo‖ todo‖ tipo‖ de‖ opciones‖ ―dijo‖ Han,‖

preguntándose por qué todo el mundo tenía el derecho a sermonearlo

últimamente―.‖ ¿Cómo‖ decidirme?‖ Podría‖ ser‖ un‖ trapero.‖ Podría‖ limpiar‖

establos. Podría ser un muchacho elegante; el dinero es bueno, y las ropas...

―¿No‖te‖quiere‖Jemson‖como‖maestro?‖―interrumpió‖Lucius.

¿Cómo sabe estas cosas? Pensó‖Han.‖―Bueno,‖no‖voy‖a‖entrar‖a‖una‖orden,‖si‖

eso es lo que quieres decir. Además, en cierta manera quemé ese puente

―agregó, pensando en el Cabo Byrne y Rebecca con esos ojos verdes que

podían clavarte al muro. Parecía que había pasado una vida, pero apostaba que

nadie lo había olvidado.

Ambos se callaron, cada uno peleando con sus propios pensamientos.

―Gracioso‖ que‖ no‖ hayan‖ venido‖ a‖ buscarte‖―dijo‖ Lucius‖ finalmente―. Los

Bayards, digo.

―Quiz{s‖ la‖ pieza‖ para‖ el‖ mal‖ de‖ ojo‖ no‖ es‖ tan‖ valiosa‖ como‖ tú‖ pensaste.‖

―Sugirió‖Han.‖Lucius‖puso‖mala‖cara‖y‖sacudió‖la‖cabeza,‖y‖Han‖agregó―:‖O‖

quizás no saben quién soy.

―Hmmph.‖Bueno,‖podría ser eso,‖muchacho‖―dijo‖Lucius―.‖Podría‖ser eso.

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Capitulo 19

El día del nombre

Traducido por eli25

Corregido por nella07 SOS

demás de sentirse a un lado de la ceremonia, Han no podía evitar estar

entusiasmado con la aproximación del día del nombre.

Cada año en el solsticio de verano, todos los chicos de Clan que

cumplían dieciséis durante los meses cálidos celebraban una ceremonia de

nombramiento. Era una de las pocas veces durante el año que los

Campamentos de Pinos Marisa y Demonai se juntaban para bailar y coquetear y

hacer de celestinas entre los clanes de las familias. También era un tiempo para

fanfarronear cocinando, así que prometía ser el banquete del año.

Las pensiones estuvieron llenas tres días antes del solsticio, y los visitantes se

desbordaban en los otros hospedajes. Incluso el Hospedaje Matriarca tenía que

compartir invitados.

Bird se había aislado en el Hospedaje Acolyte con el otro tomador de

juramentos, como era costumbre, pero Dancer desapareció en los bosques dos

días antes del banquete sin una palabra a nadie. Han podía decir que Willo

estaba preocupada. Estaba ocupada con las preparaciones para la ceremonia,

pero varias veces fue a la puerta y miró fijamente fuera, diciendo: ―Pensaba

que oí a alguien acercarse. ―Se estremecía a cada sonido y dormía de manera

irregular.

También era insignificante que Han durmiera de manera irregular,

compartiendo el suelo del hospedaje con seis jóvenes primos Demonai, quienes

se reían y susurraban y tiraban de los mechones de su pelo.

Cuando Han salió del Hospedaje Matriarca en la mañana de la ceremonia, las

caderas del venado ya se estaban asando en el asador, y el suculento olor a

cerdo asado flotaba de las ascuas en el suelo. Largas mesas de caballetes habían

sido situadas debajo de los árboles. Han y el niño más joven llevaban cargas de

A

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cebollas salvajes y ajos, y los pasteles recien horneados estaban puestos en fila

en las estanterías refrescantes en el pabellón de cocina.

Han ayudaba con el fuego en la puerta de afuera del templo, arrastrando más

asientos en el lugar para los ancianos de Clan, y coqueteaba con algunas chicas

Demonai que no había visto en seis meses.

Willo vestía en su toga de Matriarca, luego cuidadosamente dejó las ropas de

Dancer, sin desdoblarlas del baúl a los pies del banco donde había dormido ella,

pantalones y mocasines, una suave camisa y una chaqueta con flecos de ante

pintada y bordada en su estilo particular. Han estudió las prendas. No eran

tradicionales, de alguna manera los diseños discordantes, incorporando los

símbolos familiares de Pinos Marisa y Matriarca con señales de mala suerte y

serbales.

Willo incluso sacó una camisa con flecos de ante para Han, los símbolos del

cazador solitario bordados en la yunta de la espalda. Han tartamudeó un

gracias, y Willo sonrió y sacudió la cabeza.

―Gracias‖ por‖ ser‖ un‖ amigo‖ para‖Dancer‖―dijo‖ ella―.‖ Él‖ te‖ necesitar{‖ en‖ los‖

días venideros.

Han‖parpadeó‖hacia‖ella.‖―¿Qué...

Ella sacudió la cabeza.‖ ―Ya‖ lo‖ ver{s‖ ―dijo,‖ alej{ndose,‖ despidiéndole,‖ y‖

sentándose en su telar como si no fuera el día del banquete.

Y aún no había vuelto Dancer.

―¿Quieres‖ que‖ le‖ busque?‖ ―preguntó‖ Han,‖ incapaz de quedarse con el

suspenso durante más tiempo y esperando hacer algo útil.

―Volver{‖―dijo‖Willo,‖tirando‖su‖lanzadera‖y‖cogiéndola―.‖No‖tiene‖elección.

El banquete comenzó al final de la tarde, las largas mesas crujían con platos y

cuencos, los perros circulaban con esperanzas por debajo. Han no estaba tan

hambriento como pensaba que estaría, comiendo lo suyo. Todos sus amigos

estaban segregados, preparándose para entrar en el futuro.

Finalmente, en el último momento posible, Dancer se deslizó de vuelta al

Campamento, pareciendo demacrado y sucio, como si hubiera dormido

durante tres días en el suelo.

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Willo en silencio le entregó un cuenco, y él se enjuagó de la cabeza a los pies,

fregando la mugre con una toalla. Él entonces se vistió para la ceremonia con

rápidos y fieros movimientos, sin hacer comentarios sobre sus ropas nuevas.

Han abrió la boca, pero la voz murió en su garganta. Estaba enfadado con

Dancer por actuar de esa manera. Celoso del lugar de su amigo en el mundo y

la ceremonia que lo confirmaría. Tanto si la vocación lo había elegido a él, él

necesitaba aceptarlo. Han deseó que alguien le dijera lo que debía hacer con el

resto de su vida.

Y entonces fue el tiempo de ir. Las antorchas ya iluminaban cuando ellos

hicieron su camino a lo largo del paseo hacia la puerta trasera del templo,

incluso aunque la luz se prolongara en la noche en esos días más largos. Una

suave brisa besó la piel de Han, llevando el olor de los lirio de la noche y la

promesa de la breve tierra alta del verano.

Dancer les dejó cuando alcanzaron el Templo, rodeándolo para unirse a los

otros en el Hospedaje Acolyte. Willo también se fue, para unirse a los ancianos

en la parte delantera del Templo. Los ancianos llevaban el atuendo ceremonial

de sus vocaciones elegidas, un florido jardín de colores. Han, se sintió idiota,

sentado en el suelo con los chicos más jóvenes, doblando sus piernas fuera del

camino.

La ceremonia comenzó con discursos de los ancianos de ambos campamentos.

Han reconoció a Averill Lightfoot y resistió la urgencia de alejarse en los

bosques. Había visto al comerciante por última vez durante el desastre del

Templo de Southbridge, cuando había secuestrado a Rebecca y escapado a

Ragmarket.

Todo está bien, se dijo Han, el Campamento la Matriarca de Demonai, contó la

historia familiar de cómo los clanes fueron grabados de la piedra del Espíritu y

que el aliento del Creador les trajo la vida. Y cómo, a este día, las reinas de los

Fells volvían a las Espíritus al final de la vida, reclamando una cima como su

último lugar de morada.

Han se encontró relajado, la cadencia de las viejas historias familiares le

calmaron como siempre hacían. ¿Por qué no podía la vida ser tan ordenada? En

su lugar era una línea complicada para andar, con nudos y conexiones que no

podías ver.

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Por ejemplo, Averill era el consorte de la Reina de los Fells, el padre de la

Princesa heredera. Han no pudo evitarlo pero pensó que era extraño, ese

vinculo entre esos relucientes Valefolk que vivían dentro de las fruncidas

paredes del Castillo de Fellsmarch y los miembros de los Clanes de las tierras

altas, cuyos Campamentos se parecían a una extensión de paisaje, los cuales

caminaban muy suavemente por la tierra.

Era el momento para que el primer nacido del verano fuera presentado por sus

patrocinadores. Iron Hammer, un herrero, vino hacia delante, seguido por una

chica alta de hombros anchos en un chaleco de cuero y pantalones, decorados

por caballos y llamas ardiendo en el cuero.

Ella debía ser una Demonai, pensó Han, pues no la conocía.

―¿A‖quién‖nos‖traes,‖Hammer?‖―preguntó‖Averill.

Hammer‖se‖aclaró‖su‖garganta.‖―La‖chica,‖Laurel‖Blossom,‖vino‖a‖mí,‖hablando‖

de sus sueños de metal y llama. Ella ha sido examinada, y es una vocación real.

He estado de acuerdo en ser su patrocinador. Ella ha meditado en su nombre.

Les‖presento‖a‖Llama‖Moldeadora.‖―Y‖ sonrió‖ ampliamente,‖ como‖ si‖ fuera‖ su‖

propia hija a quien estaba presentando.

Y así continuó. Un aprendiz de creador de Canastos fue llamado Roble Tejedor.

Un posible Contador de historias fue llamado Cuento Hilador. Un Creador de

joyas se convirtió en Pájaro Plateado.

Ahora dos guerreros Demonai vinieron hacia delante, un hombre y una mujer,

las cabezas en alto, los cuchillos en sus fundas, los arcos colgando de sus

hombros, los emblemas plateados Demonai colgaban de las cadenas alrededor

de sus cuellos. Estaban vestidos con pantalones y camisa verdes y marrones que

les hacía invisibles en el bosque. Todos los que se levantaran contra los magos

tendrían que tener un poco de magia en ellos.

Entusiasmados susurros se escucharon a través del templo. Los Demonai no

hacían a menudo de patrocinador a un nombrado guerrero.

―¿Qué‖es‖esto?‖―susurró‖alguien‖detr{s‖de‖él.

―Reid‖ y‖ Shilo‖ Demonai‖ ―susurró‖ alguien‖ de‖ vuelta.‖ Todos‖ los‖ guerreros‖

Demonai tomaban el apellido Demonai.

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Así que Reid Caminante nocturno, pensó Han. El alto y musculoso guerrero

sólo era un año o dos más mayor que Han, pero ya era famoso, o tan famosos

como un guerrero puede ser durante tiempos de paz.

Shilo era más pequeña, con una constitución más corpulenta, pero había una

semejanza con todos los Demonai, y tipo de compartida chapa de arrogancia.

―Hemos‖ recibido‖ una‖ petición‖ ―dijo‖ Shilo,‖ como‖ si‖ los‖ guerreros‖ no‖

requirieran‖ presentación―.‖ La‖ hemos‖ aceptado‖ ―siguió‖ ella,‖ como‖ si‖ la‖

asamblea no mereciera una explicación de las maneras de los Demonai.

Los dos guerreros se giraron, mirando hacia el bosque.

Bird emergió de los árboles, sus ojos miraban el suelo, como adoptando

humildad por semejante gran honor, aún la ligereza de sus pasos le dijeron a

Han que estaba prácticamente flotando. Ella ya estaba vestida con el verde y

marrón Demonai, y su inconsciente gracia se ajustaba a ellas.

Ella vino hacia delante hasta que estuvo de pie justo delante de los guerreros.

Sus‖patrocinadores‖no‖ se‖molestaron‖en‖hablar‖de‖ su‖historia.‖―Aceptamos‖a‖

esta‖chica,‖P{jaro‖Excavador‖―dijo‖Reid―,‖un‖candidato‖a‖guerrero‖Demonai,‖

bajo nuestro apoyo. Si ella tiene éxito, recibirá un nuevo nombre y el amuleto

Demonai antes del siguiente solsticio.

¿Y si no lo tenía? Pensó Han, sintiendo un poco de resentimiento. ¿Qué ocurría

entonces? ¿Y qué tiene que hacer para tener éxito?

Reid Demonai presentó a Bird con una reverencia, un Temblor de flechas, y un

cuchillo con el emblema Demonai grabado en la empuñadura. Ella deslizó el

cuchillo en una funda en su cinturón y se quedó de pie, recibiendo las otras

armas en sus brazos, entonces levantó su cabeza y miró alrededor del círculo.

Ella se permitió una brillante sonrisa, ese familiar rizo caía sobre su frente.

Estaba feliz, se dijo Han. Eso es lo que ella quiere.

Lo cual le hizo pensar en Dancer. Todos los otros nacidos en verano habían ido

hacia delante. Willo estaba conversando con Averill y Elena, sus cabezas juntas.

Todos parecían solemnes y graves.

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―Hay‖un‖último‖nacido‖en‖verano‖para‖nombrar‖―dijo‖Averill―.‖Llamo‖hacia‖

delante a Fire Dancer, también conocido como Hayden, hijo de Willo, Matriarca

de Pines Marisa.

Después de un momento sin respiración, Dancer emergió de los bosques y

caminó hacia delante, solo, su maravillosa chaqueta reflejaba la luz de las

antorchas. Su cara aguantaba la fría expresión que se había convertido en

familiar.

¿Dónde estaba su patrocinador? Se preguntó Han, mirando fijamente en los

alrededores del bosque y sin ver a nadie. Entonces Willo caminó hacia delante y

se puso al lado de su hijo. Dancer la miró pero no hizo un movimiento para

alejarse.

Ahora la Cennestre Elena Demonai caminó hacia delante, Madre de todos ellos.

La luz del fuego profundizó las líneas de su cara, el mapa de su larga vida. Sus

ojos eran como piscinas del bosque, reflejando el recuerdo común.

Su‖voz‖asumió‖la‖cadencia‖del‖contador‖de‖historias.‖―Les contaré una historia

sobre una chica nacida y criada en Pinos Marisa.

Típico de Clan, pensó Han. La relación de una historia no era siempre clara

hasta el final. Y algunas veces era solo una historia que necesitaba ser contada, y

no tenía nada que ver con la situación entre manos. Por el bien de Dancer,

esperaba que no fuera el caso esta vez.

―El‖ nombre‖ de‖ esta‖ chica‖ era‖ Agua‖ Cantante,‖ y‖ la‖ magia‖ era‖ fuerte‖ en‖ ella‖

―siguió‖Elena.

Algunos de los ancianos en atención intercambiaron significativas miradas. Esta

historia era conocida por algunos, al menos.

―Ella‖era‖tan‖maravillosa‖que‖un‖hombre‖joven‖vino‖a‖través‖de‖todos‖los‖Siete‖

Reinos para verla, esperando conocerla. Y cuando el tiempo se acercó para

elegir su vocación, todos pusieron atención, porque ella era buena en todo. No

la faltaban posibles patrocinadores.

¿Qué era todo eso? Se preguntó Han. ¿No es bastante malo que Dancer no

tenga patrocinadores? ¿Por qué traían esto ahora?

―No‖mucho‖antes‖de‖la‖ceremonia‖de‖nombramiento‖de‖Agua‖Cantante,‖ella‖se‖

fue a caminar por el bosque una mañana cuando se encontró a un joven

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hombre, un extraño apuesto, alguien que no era del Clan, alguien que no

debería‖haber‖estado‖allí.‖―Ella‖paró‖para‖el‖relato, entonces siguió.

―El‖ joven‖ hombre‖ llevaba‖ un‖ elaborado‖ anillo‖ en‖ su‖ dedo,‖ salpicado‖ con‖

esmeraldas. Le preguntó a Agua Cantante si le gustaría probárselo.

La palabra ¡No! desgarró a través del Templo. La contadora de historias Elena

Demonai les aguantó en la palma de su mano. Excepto Han, quien estaba

distraído por la miseria de Dancer y el dolor en la cara de Willo.

―Ella‖se‖puso‖el‖anillo‖y‖cayó‖en‖un‖sueño‖―dijo‖Elena―.‖Cuando‖se‖despertó,‖

estaba sola en el bosque. Era de noche y estaba temblando de miedo y frío. El

joven hombre había desaparecido, y también el anillo. Agua Cantante volvió al

campamento, y poco después ella descubrió que tendría un niño.

―Agua‖Cantante‖estaba‖grande‖con‖el‖niño‖cuando‖ella‖atendió‖a‖su‖ceremonia‖

del nombramiento. Porque la magia era fuerte en ella, fue aprendiz de Elena

Demonai, Matriarca del Hospedaje Demonai. Fue rellamada, Sauce Cantante, y

llamada “Willo”.

Elena paró y miró alrededor, y todos sabían cuales serían las siguientes

palabras.‖―Sauce‖Cantante‖tuvo‖un‖hijo,‖y‖le‖llamaron‖Fire‖Dancer.‖Le‖veis‖ante‖

vosotros.

Han se sentó aturdido, mirando de Willo a Dancer y de vuelta a Elena. Así que

esta era la historia que no se había contado sobre el padre perdido de Dancer. El

padre de Dancer debió ser un mago.

―Dancer‖heredó‖mucho‖de‖su‖madre‖―dijo‖Elena,‖sonriendo‖tristemente‖hacia‖

Dancer―.‖Él‖es‖un‖querido‖chico‖de‖Pinos‖Marisa. Tiene muchos talentos, y no

le faltarían patrocinadores para elegir una vocación. Pero tiene talentos

heredados de su padre también, y debe seguir su propio camino. Dancer ha

elegido una vocación que ninguno de nosotros podemos patrocinar.

Bird aparentemente‖ había‖ alcanzado‖ su‖ límite‖ de‖ silencio.‖ ―¿Qué‖ est{s‖

diciendo?‖ ―Demandó‖ ella,‖ mirando‖ de‖ Elena‖ a‖ Averill‖ a‖ Willo―.‖ ¿Qué‖ has‖

elegido, Dancer?

―No‖fue‖una‖elección‖―dijo‖Dancer,‖apenas‖audible.

La‖comprensión‖nació‖en‖la‖cara‖de‖Reid‖Demonai.‖―¿Es‖un‖maldito engendro

de‖mala‖suerte?‖―dijo,‖andando‖sigiloso con su‖cuchillo―.‖¿Aquí?

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Entonces todos hablaron a la vez, como un clamor de multitudes en un trigal.

Willo caminó entre Reid y Dancer, pero habló a la asamblea completa, su voz

clara y firme y lo bastante alta para sobresalir de todo lo demás.

―Aunque‖no‖podamos‖patrocinarle‖aquí,‖hemos‖arreglado‖el‖entrenamiento‖de‖

Dancer. Irá al Fuerte Oden, a la academia de lanzadores de hechizos de allí, y

aprenderá a utilizar la magia que ha heredado.

La cabeza de Han giró cuando las escenas y las imágenes volvieron a él: el mal

humor de Dancer en los pasados meses. La conversación de Han escuchada por

encima en el Hospedaje Matriarcal, cuando se había preguntado si Dancer

estaría enfermo.

Pero no. Él había tomado servicio, lo que significaba protección contra la

hechicería. Dancer había intentado enfriar la magia. Willo había estado

torciendo todas sus habilidades en esa tarea. Y si ella no podía hacerlo... nadie

podía.

Él había visto a Willo y a Dancer en Fellsmarch, cuando ella le había curado en

el Templo Southbridge. Quizás estaban consultando a los curanderos del

templo. O quizás estaban allí para hacer los arreglos para el Fuerte Oden.

Han estudió a su amigo buscando cualquier signo revelador de brujería. Dancer

parecía ser el mismo de siempre, excepto por estar desesperadamente infeliz.

Allí estaban los ojos azules los cuales debían ser un regalo de su padre, tan

inapropiados contra su piel y pelo oscuros.

―¿Vas‖a‖entrenar‖a‖otro‖mago?‖―habló‖Reid‖desdeñosamente―.‖¿Cu{ndo‖hay‖

tantos ya?

Elena‖se‖quedó‖de‖pie‖en‖su‖sitio.‖―Vamos‖a‖dar‖a‖Fire‖Dancer‖lo‖que‖necesita‖

para controlar el regalo que le ha sido entregado.

―Eso‖ no‖ es‖ un‖ regalo‖―dijo‖ Reid―.‖ Es‖ una‖ maldición.‖ Y‖ el‖ mundo‖ estaría‖

mejor con un mago menos en él.

Shilo asintió, respecto a Dancer como si él fuera una víbora que ella había

encontrado‖bajo‖el‖porche.‖―No‖puede‖quedarse‖en‖las‖Espíritu.‖El‖Naeming‖lo‖

prohíbe. Lo sabes.

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―El‖ chico‖ se‖ ha‖ quedado‖ aquí‖ mucho‖ tiempo‖―dijo‖ Averill‖ afiladamente―.

Puede quedarse hasta que vaya al Fuerte Oden.

Han procesó eso en principios y finales, aparentemente unos pocos pasos detrás

de los otros. ¿Dancer se iba? No, estaba siendo exiliado. Desalojado como un

inquilino de un llano por un señor de barrio bajo.

Recordó el encuentro con Micah Bayar y sus amigos en Hanalea, cuando

Dancer se enfrentó a los jóvenes magos con esa regla... de que los magos no

eran permitidos en las Montañas Espíritus.

Pero Dancer<‖¿No podían haber hecho una excepción? Él pertenecía aquí. Esta

era su casa.

Han se quedó de pie, queriendo decir demasiado, incluso aunque él no tenía el

derecho pues era solo un invitado. Pero Willo le vio y sacudió la cabeza.

Confuso, Han se sentó otra vez. ¿Realmente Willo quería dejar que esto

ocurriera? ¿Ella permitiría que su hijo fuera mandado al sur para vivir entre

extraños?

Elena enfrentó a Dancer, metió la mano en una bolsa que llevaba en su cintura.

Sacó algo brillante, el cual lo osciló delante de Dancer.

Era un amuleto, tallado en una piedra traslúcida de colores caramelo. Una

brillante figura de un bailarín del clan rodeado por una llama. Dancer lo miró

con una terrible fascinación, como si fuera un veneno que se requería que él

tomara.

―Fire‖Dancer‖―dijo‖Elena‖ gentilmente―,‖ nosotros en los Clanes hemos sido

durante mucho tiempo los creadores de herramientas de alta magia, incluso

aunque somos incapaces de usarlas nosotros mismos. Durante cientos de años

hemos estado en una difícil tregua con esos quienes pueden usarlos. Cuando se

abusa de esos regalos, controlamos el acceso a ellos. Cada desconfianza al otro,

pero cada dependencia por encima del otro. La Creadora en su sabiduría ha

decretado que sus regalos serían distribuidos de este modo, para protegernos a

todos.

Deslizó la cadena sobre la cabeza de Dancer para que el amuleto descansara en

su pecho. Él se quedó de pie rígido, las manos apretadas a los lados, como si el

moverse lo resaltara. Pasó un largo momento, y el amuleto comenzó a brillar.

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En respuesta, algo despertó bajo la piel de Dancer, una incandescencia que no

había aparecido antes.

―Eres‖ un‖ nacido‖ en‖ verano,‖ un‖ niño‖ de‖ este‖ campamento.‖ Y‖ también‖ te‖

otorgamos este regalo directamente, el amuleto que tomarás en el Fuerte Oden.

―Elena‖encogió‖sus‖estrechos‖hombros―.‖Aún‖así,‖esperamos‖que recuerdes de

dónde vienes. Quizás serás el que unifique a magos y a Clan.

El‖odio‖en‖la‖cara‖de‖Reid‖dijo‖que‖eso‖nunca‖ocurriría.‖―Deberías‖guardar‖el‖

amuleto‖hasta‖que‖el‖maldito‖engendro‖de‖mala‖suerte‖deje‖Hanalea‖―dijo―.‖Si‖

no eso no es seguro.

―Los‖ ancianos‖ han‖ hablado,‖ Reid‖Caminante‖Nocturno‖―dijo‖Averill―.‖ Fire‖

Dancer no tiene patrocinador. El amuleto será la conexión entre nosotros. Es

todo lo que podemos ofrecerle ahora.

―No‖necesitas‖preocuparte‖―dijo‖Dancer―.‖No‖tengo‖deseos‖de‖usar‖nada‖de‖

lo que‖me‖dejó‖mi‖padre.‖Y‖me‖iré‖antes‖de‖que‖lo‖sepas.‖―Con‖eso,‖se‖quitó‖la‖

chaqueta que Willo le había hecho y la tiró al fuego. Entonces sin decir una

palabra entró en el bosque, dejando un silencio detrás de él.

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Capitulo 20 Willo y Bird

Traducido por eli25

Corregido por Majo2340

a resaca de la ceremonia del nombramiento persistió durante varios días.

Dancer desapareció otra vez, y Han pasó horas infructuosas buscando

las leñas alrededor de Pinos Marisa, visitando todas las guaridas

familiares. Cuando le encontró a una caminata de dos días en un refugio de

cazador en las orillas del Lago Fantasma, Dancer no estaba pescando, o

cazando, o leyendo. Solo se sentaba, mirando hacia el lago.

Dancer tenía poco que decir a las sugerencias de Han; él parecía sentir que

estaba cansado de todas las posibilidades.

―Podemos‖ir‖al‖Templo‖de‖Fellsmarch,‖―dijo Han―.‖Los Oradores saben todo

tipo de cosas. Quizás ellos puedan ayudar.

―Hemos‖estado‖viendo‖a‖ Jemson‖―dijo Dancer. Levantó una roca y la envió

rozando sobre el agua―.‖Intentó algunas cosas, pero nada funcionó. ―Dancer

miró a Han―.‖Además, ¿no dijiste que eras un hombre buscado en Fellsmarch?

Bueno. Sí. Lo era.

―¿Y qué pasa con el de los otros Campamentos? Quizás haya un curandero allí

que tuviera una nueva idea.

―Mi madre es la mejor. Ya lo sabes. Y Elena conoce a las otras matriarcas; ella

siempre está viajando. Si hubiera algo más que intentar, ella lo sabría.

―Si no tienes un amuleto, no podría solo... ¿quedarse latente?

Dancer no honró eso con una respuesta.

Han se sintió obligado a ofrecer planes aumentados desesperadamente.

―Podríamos ir a las Islas del Norte. ¿Es de donde vienen los magos, verdad?

L

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―¿Crees que es‖mejor‖que‖ir‖al‖Fuerte‖Oden?‖―Preguntó Dancer―.‖Navegar a

través del Indio hacia algún lugar al que nunca he estado para encontrar a gente

que nos invadió hace siglos

―Tú podrías... podrías hablar con el Consejo de Magos. Podría intentar

encontrar a tu padre.

―La única razón por la que buscaría a mi padre es si decido matarle,‖―dijo

Dancer, sus ojos azules duros como topacios.

Aturdido en el silencio, Han no dijo nada durante un largo tiempo. Él nunca

había visto a Dancer tan amargado. Dancer era el único que siempre veía el bien

en la gente, siempre era el pacificador.

―Iré‖contigo‖―dijo finalmente Han―.‖Al‖Fuerte‖Oden,‖quiero‖decir.

―¿Y qué harás?

―Iré‖a‖la‖Escuela‖de‖Guerreros en la Casa Wien.

Dancer le miró de arriba‖abajo‖y‖actualmente‖sonrió.‖―¿Tú? ¿En el ejército? Son

todo reglas. No durarías ni una semana. Estarías preguntando por qué todo el

tiempo. Estarías mejor fuera que dentro de las órdenes del Templo.

―Eso‖ podría‖ funcionar‖―persistió Han. Cuanto más hablaba de eso, más le

gustaba―.‖Todos los militares están ansiosos por graduarse en la Casa Wien.

Podría encontrar a uno con el que adaptarme.

―¿Cómo‖lo‖pagarías? ―Preguntó Dancer―.‖No‖tienes‖nada‖de‖dinero.

―¿Cómo pagarías‖tú‖la‖Casa‖Mystwerk?‖―Señaló Han.

―Los‖Campamentos me patrocinarían, sobre el inconveniente de los Guerreros

Demonai. Es una manera de conseguir que me aleje.

―¿Cuál es‖el‖problema‖de‖los‖Demonai?‖―Preguntó Han.

Dancer‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖ ―Pregúntales a ellos. Pero tú no eres un

soldado. No estoy seguro de lo que eres, pero no eres eso.

Cuando Han volvió al campamento, le dijo a Willo donde estaba Dancer,

dejando claro que Dancer estaba frustrado.

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―Todo está bien, Cazador Solitario ―dijo ella, levantando la mirada de su

cuenco de tinte. Ella estaba moviendo un caldero lleno de brillante hilo azul

sobre el fuego delante de la Matriarca Lodge―.‖Déjale estar. Dancer necesita

algo de tiempo solo. Hanalea le calma.

―¿Qué va hacer cuando tenga que irse? ¿Qué le va a calmar entonces? ―Han

estaba enfadado con Willo, como si todo fuera por su culpa.

―Él encontrará su camino. Tiene que hacerlo ―dijo Willo simplemente.

―¿Cu{nto‖ tiempo‖ has‖ sabido‖ esto?‖ ―Demandó Han―.‖ Que Dancer es un

maldito engendro de mala suerte.

Willo manchó su sudorosa‖ frente‖ con‖ su‖ antebrazo.‖ ―Sabía que era una

posibilidad desde el... desde el principio. Pero los magos no se manifiestan

hasta que son adultos, y tenía la esperanza de que no ocurriera. Comencé a ver

las señales hace tres años. Y finalmente él también lo notó, y vino a mí.

―Había‖algo‖que‖pudieras‖hacer. ―Después de todo, Willo era una curandera

con talento. ¿No podía curar a su propio hijo?

Era como‖si‖ella‖leyera‖su‖mente.‖―La brujería es un talento, no una desgracia.

No es susceptible a la curación. Intenté serbal, por supuesto, y ciertamente...

talismanes. ―Su voz disminuyó, y ella miró hacia su mandil manchado de

azul―.‖Debería haber actuado antes, cuando él era solo un bebé. Algunas veces

la brujería puede ser mantenida en un espacio si la intervención es lo bastante

pronto. Por lo demás es como un cáncer que se extiende hasta que no puedes

cortarlo sin matar al huésped.

Cierto, pensó Han. Es un talento. Como un cáncer. Willo pareció tan confusa

como todos los demás.

Quizás ahora era el momento de presionar su traje. Se sentía nervioso, Willo le

rechazó antes, pero seguramente ella vería el sentido de lo que él sugería.

―He‖ estado‖ pensando‖ ―dijo él―.‖ Necesito un oficio, y no puedo volver a

Fellsmarch en un tiempo. Podría ir a Fuerte Oden con Dancer y matricularme

en la Academia de Guerreros. Estaríamos en diferentes escuelas, pero apuesto a

que podríamos vernos, de todas formas. Y podríamos viajar una y otra vez

juntos. Eso debería ser seguro para ambos.

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Willo ya‖ estaba‖ sacudiendo‖ su‖ cabeza.‖ ―No eres un Guerrero, Cazador

Solitario‖―dijo ella desdeñosamente.

―Es‖mi‖elección ―dijo él―.‖Casi soy adulto. Si fuera del Clan ya habría sido

nombrado.

―¿Por qué me estás preguntando, entonces? ―Preguntó Willo, sentándose de

vuelta sobre sus talones.

―Necesitaría dinero para matricularme. Le pregunté a Jemson sobre eso, y

costaría al menos veinte girlies un año, además de la pensión. Sin contar con el

dinero del viaje.

Willo‖ le‖estudió.‖―¿Me estás pidiendo dinero? ¿Para que puedas desperdiciar

tu vida en la guerra de las tierras llanas?

Esto no iba bien. Han extendió‖ sus‖muñecas‖ hacia‖ ella.‖―Puedo pagar a mi

manera. Solo necesito que me quites esto ―dijo él―.‖Conozco a comerciantes

que pagarían un buen dinero por una espesa plata así. Ellos deberían darme lo

suficiente para mantenerme en mi camino al sur, además de conseguir que me

matricule una vez esté allí.

―No ―dijo ella―.‖Ya te lo he dicho. No puedo hacer eso.

―Willo,‖ no‖ tengo‖ a‖ donde‖ ir,‖ ―persistió él, peligrosamente se acercó para

suplicar―.‖ Necesito tener una vida en algún lugar, y no puedo volver a

Fellsmarch. No hay nada para mí aquí. Dancer irá al Fuerte Oden, y Bird va

hacia Demonai. Todos los que conozco son aprendices. Nada será lo mismo.

―Hay comerciantes que pueden enseñarte‖ aquí‖ en‖ Pinos‖ Marisa,‖ ―dijo

Willo―.‖Ya eres bueno en plantas y pociones. Yo te contrataré, si nadie más lo

hace.

―No puedo esconderme aquí toda mi vida ―dijo Han, pensando que había

una pequeña aventura en hacer lo que él había estado haciendo tanto tiempo,

pero menos.

―No eres un Guerrero, Cazador Solitario, ―dijo Willo llanamente―.‖Y una

cantidad de dinero no te hará uno. ―Ella siguió removiendo el espeso y barrió

hacia la Matriarca Lodge.

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Han pasó los siguientes días enfurruñado. La continua presencia de los

invitados de Demonai era tan fastidiosa como una piedra en su bota. Era como

tener una casa de invitados en medio de una lucha familiar. Solo querías que se

fueran para poder hablar con tu mente.

No es que él fuera exactamente de la familia, como se seguía recordando a sí

mismo.

Los Guerreros Demonai en particular peleaban su temperamento. Bird pasaba

todo su tiempo con ellos, por supuesto, toda cara solemne, colgando sobre cada

palabra de Reid Demonai.

Esa era otra cosa, Han estaba decepcionada de Bird. Ella podía haber defendido

a Dancer cuando Reid Demonai le atacó.

Justo como Han podía haberle defendido también. Sin importar lo que Willo

dijera.

Los Guerreros Demonai cayeron en silencio cuando Dancer pasó, y dejaron el

círculo de fuego cuando él se unió. Ellos le observaban constantemente, como si

fuera un perro loco o una araña venenosa.

Han no podía dejar de preocuparse de que los Guerreros Demonai pudieran ir

detrás de Dancer si ellos le cogían. Así que él se convirtió en un espía auto

designado, persistiendo cerca de su fuego, observándoles ir y venir del

campamento, y escuchando sus conversaciones.

Hasta que un día, se estaba deslizando a través del bosque, siguiendo a Reid

Demonai, probablemente al retrete, cuando Bird vino en su camino. Estaba

vestida en sus ropas Demonai, y pareció materializarse de la sombra y la luz del

sol.

―¿Qué crees que estás haciendo? ―Siseó ella.

―¿Hacer?‖―Se encogió de hombros―.‖¿Qué‖parece‖que‖estoy‖haciendo?

―Estás jugando a juegos peligrosos. ¿Crees que no lo notan? Son Guerreros

Demonai ―dijo ella, como si él no lo hubiera notado.

Él‖la‖dio‖una‖mirada.‖―¿Y‖qué?‖He estado caminando en estos bosques toda mi

vida ―dijo él―.‖Si eso les pone nerviosos, deberían irse.

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―Es solo una justa advertencia, la paciencia de Reid se está haciendo fina. Él

está listo para cortarte la garganta.

―Puedo‖intentarlo ―dijo Han, adoptando indiferencia, aunque su corazón latía

más rápido. Una confrontación con Reid Demonai parecía atractiva.

―No‖lo‖comprendes,‖―persistió Bird―.‖Ellos se han entrenado para esto toda

su vida. Son peligrosos.

―¿De verdad? Bueno, yo también soy peligroso. ―Él se sentía como si

estuviera fanfarroneando en el patio de la escuela, pero no podía evitarlo―.‖

Mírame como todos se erizan y sin cerebro.

―¡Shh! ―Bird miró alrededor, como si Reid pudiera estar detrás del árbol

cercano,‖escuchando―.‖Vamos. ―Moviendo con su gracia de gato habitual, ella

le guió fuera del sendero, bajando a un pequeño barranco, hacia un lugar donde

dos losas de roca habían sido deslizadas juntas, formando un pequeño refugio

como una cueva. El beso de la Soltera y la cascada aguileña de las grietas, y un

pequeño arroyo cayendo a lo largo del suelo del cañón.

―Siéntate,‖―dijo ella, ondeando hacia él a una roca llana.

Él se sentó, y ella se sentó enfrente de él.

―He‖intentado‖hablar‖con‖Dancer ―dijo ella―.‖Y‖él‖no‖hablar{‖conmigo.

―¿Le‖culpas? ―Preguntó Han. Y entonces, después de una pausa―.‖No puedo

creer que quieras estar en un grupo que trata así a tu amigo. ―Ahí. Lo había

dicho.

Bird se mordió el labio y bajó la mirada a sus manos apretadas―.‖Eso<‖no‖es‖

nada personal ―dijo ella―.‖ Pero es para lo que los Demonai existen. Para

luchar contra los magos. Y la presencia de... de un mago en Hanalea es

sacrilegio.

―Estamos‖hablando‖de‖Dancer,‖―dijo Han, pensando en cómo Dancer había

retado a Bayar y a sus amigos―.‖Él ha nacido aquí. Pertenece aquí.

―Lo‖sé. ―Ella tragó fuerte―. Pero creo que cuando los malditos engendros de

mala suerte invadieron Fells... fueron implacables. Ellos pusieron mentiras en la

espada. Capturaron a nuestra Reina y forzaron a los Clanes a aguantar en las

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Espíritu, y eran nuestro santuario. Si no fuera por eso, habríamos sido

erradicados como demás la gente.

Era un bonito discurso. Han se preguntó su venía de Reid Demonai. Les

imaginó sentados cadera a cadera en el fuego, Bird mirando a sus ojos,

embelesada. Él parpadeó la imagen fuera.

―Eso fue hace mucho tiempo ―dijo él―.‖Tampoco soy dulce con los magos,

pero...

―Eso fue hace mucho tiempo, pero estos son tiempos peligrosos ―dijo Bird―.‖

Tenemos una Reina débil. El poder de los magos está creciendo. Los del Clan

nos sentimos poco bienvenidos en el Valle. Ejercemos menos influencia en la

corte.

―Averill Demonai‖ es‖ el‖ consorte‖ de‖ la‖ Reina‖ ―dijo Han―.‖ Y‖ padre‖ de‖ la‖

Princesa heredera. Eso suena influyente para mí.

―Las apariencias pueden ser engañosas ―dijo Bird―.‖Reid dice que es más

importante que se mantenga siempre la tradicional línea divisoria contra los

magos.

Y no estoy realmente interesado en lo que Reid dice,‖pensó‖Han.‖―¿Así‖que‖cu{l‖

es‖el‖plan?‖―Preguntó él―.‖¿Volverás a Demonai con ellos o qué?

Bird‖ asintió.‖ ―Nos‖ vamos‖ pronto.‖ Sólo que... Reid no quiere irse mientras

Dancer aún esté aquí.

―Bueno, ellos no tendrán que preocuparse por él durante mucho tiempo,

¿verdad? ―Dijo Han, su propia culpa conducía el cuchillo a casa―.‖Una vez se

vaya, podríamos no verle nunca más.

Bird rastrilló sus rizos‖ fuera‖ de‖ su‖ sudorosa‖ frente.‖―¿Tú... crees que es una

buena idea? ¿Qué Dancer vaya al Fuerte Oden? ¿Entrenarse como un mago?

Han‖la‖miró.‖―¿Qué elección tiene? Acabas de decir...

―Quizás... quizás él solo debería trasladarse a Fellsmarch ―dijo Bird, sin

encontrar sus ojos.

Han‖se‖inclinó‖hacia‖delante.‖―¿Y qué? Él no es un habitante de los Llanos. Las

cosas en las que es bueno no tienen valor en la ciudad.

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―Él‖podría‖aprender un comercio, ―dijo ella―.‖Y luego... podríamos visitarle

algunas veces. ―Ella levantó la mirada con esperanza―.‖ Quizás... sin

entrenamiento... la magia sólo... se iría.

―¿Eso crees? ¿O es eso lo que dice Reid? ¿Crees que Willo enviaría a Dancer

lejos si fuera tan fácil?

óElla‖sacudió‖su‖cabeza.‖―No.‖Slo... los Demonai no quieren que Dancer vaya

al Fuerte Oden.

Un gran frío de furia estaba creciendo en el centro de Han, extendiendo hacia

sus‖ extremidades.‖ ―No‖ le‖ quieren aquí, pero tampoco quieren que vaya al

Fuerte Oden. Sólo quieren que desaparezca, ¿verdad?

―¡No!‖ Adoro‖ a‖ Dancer.‖ Es‖ sólo que... Reid está preocupado por el

entrenamiento de un mago que conoce las Espíritu tan bien. Que tiene

conocimiento de los secretos del Clan. ¿Y si él vuelve... del lado equivocado?

―Ella miró a Han atrayentemente.

―No sé mucho de política, ―dijo Han, su voz crispada como un río helado―.‖

Sólo intento seguir. Pero sí me preguntas, estás tratando a Fire Dancer como el

enemigo. Y no puedo pensar en una manera mejor de conducirle al otro lado.

Haz lo que quieras, pero cualquiera que sea el lado de Dancer, yo estaré allí.

Eso era lo que él había intentado decirle a Dancer. Para que supiera que no

estaba solo. Que Han iría con él, y le ayudaría si podía.

Han levantó la mirada y vio que Bird estaba llorando, las lágrimas se deslizaban

en silencio por sus mejillas. Han no pudo recordar nunca ver eso antes.

―Hey,‖ ahora, ―dijo él después de unas pocos minutos de eso―.‖ Vamos.

Hemos estado juntos siempre. Trabajaremos en ello.

―Todo lo que siempre quise... fue ser una Guerrero Demonai, ―susurró ella―.‖

Y ahora, lo que quiera que haga, estoy traicionando a todos.

―Solo‖tienes‖que‖recordar‖quiénes son tus amigos, eso es todo, ―dijo Han―.‖

Quizás tienes algo que enseñar a los Demonai sobre la lealtad.

―No hablé por él en la ceremonia, ―dijo ella, sorbiendo su nariz.

―Yo‖tampoco.‖―Él se sentó cerca de ella y puso un brazo a su alrededor, y ella

se giró hacia él, enterrando su cara en su hombro. Él le dio palmaditas en la

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espalda torpemente, intentando no notar su pecho presionando contra el suyo.

Ella olía a pino y a cuero y a verano en las tierras altas.

Bird levantó su cabeza y le miró, sus pestañas mojadas y agrupadas juntas. Ella

deslizó sus brazos alrededor de su cuello, descendiendo su cabeza, y de repente

ellos se estaban besando como personas desesperadas, como su fuera el último

beso que conseguirían. Él descendió hacia la roca, besando su nariz, sus

párpados, cada parte que podía alcanzar, y ella deslizó sus manos debajo de su

camisa, presionándole más cerca, sus manos calientes y ásperas contra su

espalda.

Era lo primero en mucho tiempo que le hacía feliz.

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Capitulo 21 Sangre y rosas

Traducido por Sera, eli25 SOS y Paaau SOS

Corregido por Angeles Rangel

l día después de la fiesta de Bayars, llegaron palabras de la reina de que

Raisa estaba enferma, y se iba a quedar en su habitación a descansar.

Raisa no estaba segura de lo que eso era:

1) La genuina preocupación de Marianna por el bienestar de su hija, y el deseo

de tenerla recuperada a tiempo para su propia fiesta,

2) El castigo por ser lo suficiente idiota para ser atrapada por Micah Bayar o,

3) Una estrategia para planer con anticipación el día de la fiesta del nombre de

Raisa hasta un punto álgido.

Raisa envió varios mensajes a su madre, pidiendo una audiencia, pero

Marianna no contestó. ¿No le había dicho Lord Averill a su madre lo que los

Bayars habían hecho?

Seguramente que sí. ¿Entonces por qué estaba siendo castigada? Raisa estaba

furiosa e impaciente, pero no sirvió de nada.

Una cesta llena de tarjetas e invitaciones adornaba la mesa del vestíbulo de

entrada de Raisa, pero Magret tenía sus órdenes y las rechazó todas en nombre

de la princesa.

Mientras las palabras de su supuesta enfermedad circulaban, regalos y flores

llegaban hasta que las mezcladas fragancias la pusieron medio enferma de

verdad.

Una docena de rosas llegaba cada mañana de Micah Bayar, de un color

diferente cada día. Como Magret las rechazó, se acumulaban en el pasillo hasta

que parecía un altar para alguna diosa olvidada. Pronto Raisa las estaba

enviando a sus damas de honor y a las salas de los curanderos en el templo.

E

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Micah le envió varios mensajes, pidiendo permiso para visitarla, pero no

contestó. Magret continuaba durmiendo en su habitación, y un miembro de la

Guardia de la Reina siempre parecía estar permanentemente afuera de su

puerta. Claramente la reina quería impedir cualquier cita clandestina o algún lío

mágico más.

Esto impedía cualquier encuentro con Amon también. Raisa deseaba poder

salirse a través del túnel y subir al jardín y encontrarlo ahí, caminando por los

adoquines o esperando en el banco. Se encontró a sí misma pensando en él más

y más.

Cuando no estaba pensando en Amon Byrne, estaba obsesionada por Han

Alister. El señor de las Calles acechaba en sus sueños, pavoneándose en las

calles como había hecho en Ragmarket, con su rápida, ingeniosa y sardónica

sonrisa. Recordó la forma en que la había empujado tras él, sosteniendo un

cuchillo en su mano, y se había enfrentado a seis Raggers en su nombre.

Si vas a clavar un cuchillo a alguien, ¿no piensas en ello mucho tiempo, dudas

en algún momento crítico y te pierdes? ¿Había algo que podría haber hecho de

forma diferente que lo hubiera salvado?

¿Era su trabajo salvarlo?

Tengo que ir a fiestas, reflexionó Raisa, así no pienso tanto.

Sus únicos visitantes eran costureras y peluqueras y sus habladoras damas de

honor, quienes dormían hasta el mediodía, luego se pasaban la tarde en los

aposentos de Raisa, comentado y comentando sobre las fiestas en las que

habían estado, y los vestidos que habían llevado y planeado llevar, antes de

retirarse a sus aposentos para prepararse para la noche que tenían por delante.

Se consideraba un golpe social acoger a la realeza sureña, incluso si habían

caído en momentos duros. Así que, con Raisa no disponible, los Tomlins y Lady

Heresford se arrastraban de baile en baile y de cena en cena con apenas

oportunidad de visitar el guardarropa entre medias.

Raisa se perdió el día de la fiesta del nombre de Melissa Hakkam, pero Missy

vino la siguiente tarde para contarle sobre ello. Missy estaba toda con los ojos

llenos de bolsas y bostezando, habiendo salido hasta altas horas de la

madrugada.

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―Es‖ una pena que no pudieras haber estado ahí. Madre estaba tan

decepcionada ―dijo Missy―. Ella seguía emparejándome con este espantoso

Arno Manhold. ¿Te lo puedes imaginar? ¿Lady Melissa Manhold? Qué feo.

―¿Quién es? ―preguntó Raisa desinteresadamente, para librarse del parloteo.

―Es el propietario de un barco de Chalk Cliffs ―bueno, en realidad de las Islas

del‖Norte― y tiene al menos cincuenta años. Posee diez barcos, montones de

dinero y tres casas, una en Fellsmarch, una en Chalk Cliffs, y una finca a lo

largo del Dynnewater, pero es un comerciante, después de todo, y me pisó los

pies toda la noche, y sólo conoce dos bailes antiguos.

―Y si tuviera cuatro casas ―dijo Raisa―. Y un coto de caza en los Heartfangs.

¿Cuántos bailes tendría que saber entonces?

Missy parpadeó hacia ella, confusa. ―¡Bueno! Estoy segura de que no lo sé. Yo,

estoy esperando un emparejamiento sureño. Es decir, el Príncipe Liam es tan

guapo. ―Missy‖dio‖un‖gran‖suspiro‖y‖movio sus pestañas―. Y dice cosas tan

horribles. Es un bailarín maravilloso también, a diferencia de Klemaths. ¿Cómo

suena esto? ―Puso una pose elegante, echando hacia atrás su excesivo pelo―.

Princesa Melissa de Tamron.

―Algunos dicen que las cosas están más bien ―sin resolver― en Tamron

―dijo Raisa, incapaz de resistir bajarle los humos a Missy―. Dicen que hay una

posibilidad de que la guerra en Arden se propague al oeste.

―Algunos están aburridos y tristes ―dijo Missy, completamente con los humos

abajo―. Ambas podríamos ser Princesas, ¿no sería eso maravilloso? Puede que

me convierta en Reina antes que tú.

―El‖Príncipe Liam se ha declarado, ¿entonces? ¿Ha hablado con su padre? ¡Qué

noticias más maravillosas! ―dijo Raisa, bajando hasta la crueldad.

Ahora Missy parecía nerviosa. ―Bueno, por supuesto que no. Su padre está en

Tamron y el Príncipe Liam está aquí, pero sin‖duda‖cuando‖vuelva‖a‖casa<

Justo entonces Magret tocó a la puerta de la habitación de Raisa, entró e hizo

una reverencia. ―Lord Averill Demonai, Consorte Real, para verla, su Alteza.

Magret siempre se ponía formal cuando Raisa tenía compañía.

Bien, pensó Raisa. Quizás finalmente descubra lo que está pasando.

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―Será mejor que me vaya, Su Alteza ―dijo Missy, levantándose y haciendo

una reverencia―. Hay un té esta tarde para Lady Heresford. Ojalá pudiera

venir.

Retrocedió de la habitación bajo el ceño fruncido de Raisa mientras Averill

entraba.

Raisa abrazó a su padre. ―Gracias al Creador que estás aquí. Me estoy

volviendo loca, sin saber nada. ¿Qué está pasando? ¿Están los Bayars en

problemas?

Averill tomó una respiración profunda y negó con la cabeza. ―Bueno, no. No

exactamente.

―¿Qué? ―Raisa se alejó de él―.‖ ¿A‖qué‖ te‖ refieres‖ con‖―no exactamente―?

―Entonces se dio cuenta de que llevaba puesto la ropa de viajar, su bolsa de

comerciante colgada sobre su hombro.

―Te vas de nuevo ―dijo, con su corazón hundiéndose.

―Brevemente ―dijo Averill, con una sonrisa torcida―. La reina ha decidido

que debería ir a Chalk Cliffs y hablar con el comandante de presidio sobre la

seguridad del puerto. Parece que hay un problema con los piratas.

―¿Por qué tú? ―dijo Raisa―. ¿Y por qué ahora? Es a mitad de la temporada, y

mi fiesta es sólo dentro de cuatro días.

―¿Por qué en realidad? ―dijo ligeramente―. Tu madre no está satisfecha

conmigo estos días, me temo ―dijo―. Pero no te preocupes. Volveré con

tiempo de sobra para tu celebración. No me la perdería.

―¿Por qué no envia al Capitán Byrne? ―murmuró Raisa―. ¿O al General

Klemath?

―El Capitán Byrne viene conmigo, de hecho ―dijo Averill. Hizo una pausa,

como si dejara el peso de sus palabras establecerse.

―Te está enviando lejos, mientras me siento como si estuviera presa ―se quejó

Raisa, dando vueltas por el suelo―. Ni siquiera he tenido una oportunidad de

reunirme correctamente con el Principe Liam y la Princesa Marina. No lo

entiendo. ¿No es eso lo que se supone que debería estar haciendo ahora

mismo<‖ir a fiestas? ¿Conocer a pretendientes potenciales?

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―¿Por qué crees que está haciendo esto, Briar Rose? ―Averill miró a través de

la ventana sobre una ciudad sin sombras, rígida en el sol de mediodía.

Raisa presionó la parte baja de su palma contra su frente, intentando masajear

para quitar el dolor de cabeza que Missy siempre dejaba. ―¿Me culpa por lo

que pasó en la fiesta de los Bayars?

―Le conté sobre el amuleto. Debería saber que no fue tu culpa. Pero parece

enfadada conmigo por sacar el tema.

―¿Enfadada contigo? ¿Pero por qué? ―Raisa se sentía estúpida. Odiaba los

sentimientos estúpidos.

Averill suspiró. ―Cuando confrontó a Lord Bayar, le explicó a Su Majestad que

las piezas malditas son reproducciones inofensivas de viejas piezas mágicas;

que te regalaron a ti y a Micah como joyería en venta para simbolizar la larga

conexión entre las Reinas de Fells y la familia Bayar.

Él se volvió de la ventana y miró directamente hacia ella. ―Lord‖ Bayar‖ le‖

enseñó a la Reina el collar de serpiente y el anillo, los cuales eran, de hecho,

reproducciones muy bien elaboradas.

La mano de Raisa se arrastró hacia su cuello. Un débil cruz permanecía donde

el colgante había estado. ¿Era posible? ¿Podría realmente ser un asunto de

demasiado vino y besos de Micah Bayar?

―¿Estás diciendo que estabas equivocado? ―dijo ella―. Que el collar no era

realmente<

―No. ―Averill negó con la cabeza―. No estaba equivocado ―dijo sin rastro de

duda en su voz o su expresión.

―¿Por qué mi madre no ha venido a hablarme sobre eso? ¿Por qué está

preguntando a Lord Bayar en su lugar?

Averill dudó, como si debatiera cuanto decir. ―Lord Bayar sugirió que tú y

Micah simplemente os dejasteis llevar. Violasteis las reglas contra el congreso

entre magos y la línea de Lobos Gris, y estaban buscando una excusa.

Raisa cogió un ramo de la repisa de la chimenea y lo arrojó a la chimenea. El

jarrón de porcelana se rompió, enviando trozos volando en todas direcciones y

dispersando lilas y orquídeas por toda la casa.

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―¡Su Alteza! ―exclamó Magret, asomando la cabeza desde su habitación al

lado―. ¡Santísima señora! ―añadió cuando vio el lío.

―Briar Rose ―dijo su padre, negando con la cabeza y poniendo su dedo en sus

labios. Raisa leyó el mensaje en sus ojos. Cara de comerciante, estaba diciendo.

No fue fácil. Raisa estaba de humor para romper cosas. Pero se controló a sí

misma y dijo, ―está todo bien, Magret. Se cayó. Lo limpiaré después.

Averill esperó hasta que la puerta se cerró tras Magret antes de continuar.

―Marianna ha prohibido que Micah que te vea. Está limitado a Aerie House.

Ella te ha confinado a tu habitación. Parece creer que es un castigo apropiado.

―¿Qué dice Micah? ―preguntó Raisa tristemente.

Averill se encogió de hombros. ―No dice nada en absoluto. Que yo sepa, de

todos modos.

Raisa señaló vagamente al despliegue floral. ―Ha estado enviando flores.

Pidiendo visitarme.

―A tu madre no le gustan los problemas ―dijo Averill―.‖Preferiría no saber de

algunas cosas para así no tener que afrontarlas. Puede que no sea nada más que

eso.

Raisa asintió. ―Incluso pensé que quizás quería mantenerme alejada de otras

fiestas para, ya sabes, hacer mi fiesta más especial ―dijo―.‖Parece‖determinada

a hacerme la fiesta del año. ―Sonaba idiota ahora que lo estaba diciendo.

―Puede que sí ―dijo Averill, aunque no sonó muy convencido―.

Aparentemente Marianna no ve la necesidad de mostrarte antes. ―Él dudó,

luego siguió adelante―. Tu madre puede que se preocupe de que yo tenga una

pareja del Clan en mente para ti. Se ha hablado de ti y Reid Demonai.

―¿Reid? ―Raisa frunció el ceño. Ella y Reid habían compartido algunos besos,

algunos largos paseos en los bosques, unos pocos bailes en reuniones del

Clan―. Me gusta Reid, pero se ha hablado de él y cada chica en Demonai.

―No ayudó que supuestamente te llevara a los Demonai sin decírselo ―dijo

Averill.

―Es culpa mía, y lo siento ―dijo Raisa―. Fue una cosa estúpida lo que hice, ir

a Southbridge Temple sin escolta. Podría haber terminado mucho peor.

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Nunca habría conocido a Han Alister. No tendría que sentirse mal de que

estuviera muerto.

Averill alejó sus lamentos con la mano. ―Tienes que aprovechar las

oportunidades, Raisa.

―Lo‖que‖parece más seguro en su cara puede que no sea el camino largo. Tu

ministerio está haciendo una verdadera diferencia en Southbridge y Radmarket.

Orador Jemson está haciendo maravillas con el dinero que tú le diste.

―Quería ir y visitarlo ―dijo Raisa, yendo y viniendo de nuevo―. Pero todo es

tan difícil ahora mismo. Me siento como un prisionero.

Averill tocó con el dedo el colgante Demonai que pendía alrededor de su cuello.

―¿Podría ser que tu madre ya tenga una pareja en mente para ti?

Raisa dejó de caminar y se dio la vuelta. ―Le he dicho que no quiero casarme

en ningún tiempo cercano.

Averill se encogió de hombros. ―A veces los monarcas deben guiarse por una

pareja, sea el momento ideal o no. Has oído de los matrimonios de niños entre

la nobleza, lo sé, especialmente en el sur. No es que tú seas una niña más, Raisa.

Raisa estudió la cara de su padre, esperando que estuviera bromeando, pero se

veía completamente serio. ―Hay tanto que quiero hacer antes de casarme

―dijo―. Con la guerra que continua, ni siquiera he tenido la oportunidad de

viajar. Me gustaría ir a Tamron y Arden, y ver como hacen las cosas allí. Quiero

ver el Ford de Oden. Quiero ir a navegar en el Indio y visitar las Islas del Norte.

―Y ser capturada por piratas, sin duda. ―Averill levantó sus manos, riendo―.

Eres igual a mí, hija. Incapaz de quedarte quieta por mucho tiempo. Tomo que

tu madre no ha mencionado un pretendiente específico, entonces.

Raisa sacudió la‖ cabeza.‖―Ella parece oponerse al partido del sur. Dijo cosas

que eran muy inciertas, que yo podría casarme con alguien que perdería su

trono a la semana siguiente. Yo dije, Bien, tengo mi propio trono. La dije que

ellos deberían esperar hasta que la guerra acabara y todo se resuelva.

―¿Qué dijo ella a eso? ―Preguntó Averill.

―Bueno. ―Raisa recordó la conversación‖con‖la‖reina―.‖Parece tener prisa. Ya

sabes como es. Quiere verme asentada. ―Un frío terror se instaló debajo del

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esternón de Raisa. ¿La reina realmente intentaba casarla antes de que tuviera

una oportunidad para hacer algo?

¿Quién sería? ¿Uno de los Klemaths? ¿John Hakkam? Y si lo mejor que podía

decirles era que serían fáciles de manejar.

―Voy a esperar hasta después de ser‖ coronada‖―dijo Raisa―‖Y‖entonces‖me‖

casaré con quien quiera.

Ella frunció el ceño fieramente a su padre, y él le sonrió, sacudiendo su cabeza.

Ambos sabían que era improbable que ocurriera. Las Reinas se casaban por el

bien del reino.

―Solo...‖ ten‖ cuidado,‖ Briar‖ Rose‖ ―dijo‖ Averill―.‖ Tienes buenos instintos.

Escúchalos.

―Lo haré. ―Asintió‖ Raisa―.‖ Bueno‖ ―dijo ella con timidez, tomando sus

manos―.‖Creo‖que‖es‖un‖adiós‖por unos pocos días.

―La siguiente vez que te vea,‖ ser{s‖ oficialmente‖ adulta‖ ―dijo‖ Averill―.‖

Nombrada heredera para el trono de Lobo Gris. Rompe todos los corazones, no

lo dudes.

―Lucha por cada grano, señor ambicioso y segundos hijos entre doce y ocho

―replicó Raisa, temblando. Ella estaba mirando a esta parte en su vida: bailar,

flirtear y besar y amar poemas y notas transportadas por amigos de confianza, y

reuniones secretas en el jardín, pero cuando pasara, ¿a quién tendría si tenía

una oportunidad?

Micah era intrigante, pero ella realmente no confiaba en él, incluso si casarse

con él fuera posible.

Nadie más le venía a la mente excepto Amon, y eso nunca podría ser tampoco.

Ella levantó la mirada para encontrar a su padre mirándola simpáticamente,

como si él pudiera leerla la mente.

―Guárdame al menos un baile. ―Él besó su frente, y se fue.

Siguiendo los incidentes de Southbridge y su falta de éxito para cargar a Mac

Gillen de la Guardia, Edon Byrne había propuesto reasignar a Amon a un

vecindario menos traicionero, donde habría menos oportunidades para que

Gillen se tomara la venganza.

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Amon se había negado a la reasignación. En la ausencia de un destino como

guardia‖personal‖de‖Raisa‖―el cual llevaba sus propios riesgos‖y‖tentaciones―,

no había ningún sitio más en el que él prefiriera estar que en las calles más

mezquinas de Fellsmarch. Así que en lugar de reasignar a Amon, Edon trasfirió

a su compañero de clases de Fuerte Oden a la Casa de la Guardia de

Southbridge, para que él tuviera a alguien vigilando su espalda.

Una cosa era cierta, Southbridge era un lugar genial para aprender. Amon

aprendió más en dos meses que en un año en el Fuerte Oden. Aunque, para ser

justos, era un currículo diferente, para un propósito diferente. Él sabía que

necesitaría la teoría y la estrategia y la historia que había estudiado en la Casa

Wien como un oficial.

En Ragmarket y Southbridge, aprendió a como calmar una situación

potencialmente violenta sin lanzar su espada. Aprendió a mirar a la cara de un

hombre y predecir si estaba huyendo o luchando, si estaba mintiendo o

diciendo la verdad. Aprendió a poner a una víctima tranquila, para poder

conseguir la información que necesitaba para rastrear al ladrón. Cuando el

problema se estaba preparando, él podía olerlo en el aire.

Amon desarrolló redes de residente que comenzaban a confiar en que él no los

traicionaría si le alimentaban con información sobre ladrones o le avisaban de

una pelea de gamberros. Los otros soldados en la Casa de la Guardia de

Southbridge, los buenos, aprendieron a que él tampoco los traicionaría, y

comenzaron a escogerle para liderear los conflictos.

En conjunto, Amon sentía que estaba haciendo algo bueno, a pesar de Mac

Gillen. Lo mejor de todo, su éxito era una constante irritación para su sargento.

Una noche él y su patrulla volvieron a la Casa de la Guardia de Southbridge

para encontrar a su padre esperando en la habitación de reuniones, con los

mapas extendidos sobre una larga mesa. Eran las dos a.m., y un retumbar de

ronquidos venía de la habitación contigua. Jak Barnhouse, el oficial de servicio,

estaba cernido, prácticamente empapando sus manos.

―Sé que el Sargento Gillen querría hablar‖con‖usted,‖si‖estuviera‖aquí‖―dijo‖el‖

Cabo‖Barnhouse―.‖No sé en donde está ahora.

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―El resto, den sus informes al Cabo‖Barnhouse‖y‖duerman‖algo‖―dijo Edon,

despidiendo‖ al‖ escuadrón‖de‖Amon―.‖Necesito hablar con el Cabo Byrne en

privado.

Salieron arrastrando los pies con Barnhouse, mirando sobre sus hombros como

si estuvieran esperando que el Capitán Byrne cediera, y les pidiera quedarse.

―Siéntate. ―El padre de Amon‖gesticuló‖hacia‖una‖silla―.‖Descansa. ―La cara

del capitán estaba grabada con líneas de cansancio, y Amon sintió una punzada

de preocupación.

Amon se sentó, descansando sus manos en la mesa. ―¿Qué pasa, Padre?

―Necesito pedirte un favor.

―Lo que sea.

―Sé que tú... ah... prefieres tu puesto aquí en Southbridge. ―Hubo, un rastro

de‖una‖ sonrisa‖vino‖y‖ se‖ fue―.‖Pero necesito que tú y tu triple vuelvan a las

cercanía del castillo y sirvan como guardia personal a la Princesa heredera.

Amon frunció el ceño, confuso, luego miró alrededor para asegurarse de que

nadie podía oírles. ―Pero... pero pensaba que dijiste que sería mejor si

mantenía mi distancia desde... desde la queja de los Bayars. Esa gente hablaría.

Su padre estudió la cara de Amon durante‖un‖largo‖momento,‖luego‖dijo―:‖la

gente hablará, es un riesgo, pero el riesgo más grande está por llegar, así qué

trataré con este.

―¿Qué quieres decir?

―La Reina Marianna nos ha enviado a Averill Demonai y a mí a Chalk Cliffs

para‖buscar‖informes‖de‖piratas‖―dijo‖Edon―.‖Mañana.

Amon aún no lo comprendía. ―¿Eso‖ que‖ tiene‖ que‖ ver‖ con‖ la‖ Princesa

heredera?

―Tengo un mal presentimiento‖ sobre‖ esto,‖ eso‖ es‖ todo‖ ―gruñó su padre,

pasando una mano a través de su pelo sal y pimienta. Luego, después de una

larga pausa, añadió, como si las palabras‖fueran‖difíciles‖de‖decir―.‖Mi contacto

con la reina ha sido... ensuciado. Normalmente puedo predecir lo que ella hará,

adivinar lo que ella está pensando, pero últimamente... no lo sé. Algo ha

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cambiado. Casi siento como si ella quisiera que todos nos alejáramos del

camino.

―¿Por qué querría ella eso? ―Amon se sintió estúpido, haciendo una pregunta

tras otra, pero se había figurado que prefería saber que adivinar―.‖Y... si ella lo

hace... quiero decir, ella es la Reina y todo.

Amon presionó la palma de su mano contra su frente como si doliera. ―No

estoy seguro de que ella esté tomando las decisiones correctas. Podría tener

unas buenas razones para hacer lo que está haciendo. Sólo que no las

comprendo. Pero haré lo que se necesite para proteger la línea. Y si me

equivoco, entonces... ― Se encogió de hombros.

―Bueno, entonces. Enviaste a mi triple a la cama. ―Amon‖se‖puso‖de‖pie―.‖

¿Debería levantarles y decirles que se preparen para salir?

Su padre sacudió su cabeza. ―Hay algo más. Algo importante. ―Él ondeó la

mano que volviera a sentarse.

Amon se sentó otra vez, esperando, silenciando un bostezo. Haría cualquier

cosa que su capitán, su padre, quisiera que hiciera. Eso era un hecho. Así que

¿por qué no podían todos dormir algo?

Su padre se aclaró la garganta. ―En‖el‖Clan, como sabes, hay una ceremonia de

nombramiento, en el cual los jóvenes son confirmados en su vocación. Entre la

nobleza aquí en Fellsmarch, las fiestas del día del nombre marcan un pasaje a la

edad adulta.

―Cierto‖―dijo Amon, y estuvo tentado de añadir, lo sé, pero no lo hizo.

―Nosotros los Byrnes tenemos‖nuestro‖propio‖rito‖de‖pasaje‖―dijo su padre.

―¿Los Byrnes? ―Amon miró la cara de su padre, pensando que él estaba de

broma, pero no encontró‖ni‖rastro‖de‖humor‖allí―.‖¿Qué quieres decir?

―Nuestra‖familia‖tiene‖un‖lazo‖especial‖con‖las‖Reinas de los Fells, volviendo a

Hanalea. Eso a menudo pasa al más anciano de cada generación. A menos que

él o ella se nieguen. Entonces pasa al siguiente niño.

―El capitán de la Guardia de la Reina‖ siempre‖ ha‖ sido‖ un‖ Byrne‖ ―dijo‖

Amon―.‖¿Es lo que quieres decir?

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―Es‖ un‖ Byrne‖ por‖ una‖ razón‖―dijo‖ su‖ padre―.‖Un soldado llamado Byrne

murió por Hanalea cuando ella fue tomada por el Rey Demonio. El hijo de ese

soldado ayudó a liberarla. Cuando ella regresó al trono, proclamó que en lo

sucesivo el capitán de su Guardia estaría atado a la Reina, sangre a sangre, para

que él fuera mejor haciendo su trabajo. El hijo de ese soldado fue el primero en

estar atado. Tus muchos tatara–abuelos.

―Así‖que‖―dijo Amon,‖intentando‖comprenderlo―,‖estás... atado a Marianna.

¿Es eso lo que estás diciendo?

―Y mi madre estuvo atada a Lissa. Y su padre a Lucia.

―¿En qué consiste eso? ¿Haces un juramento, o...

―Es más que un juramento. Hay una ceremonia en un templo, un ritual de

unión. Y después de eso, nuestros destinos están unidos. Servimos a la línea de

las Reinas de Lobo Gris. La unión no puede ser rota. No podemos

intencionadamente actuar en contra del bien de la línea.

―¿Es magia, entonces? ―Dijo Amon, y su padre asintió.

―¿Qué ocurre si haces un acto contrario al bien de la línea? ―Preguntó Amon.

Su padre sacudió la‖ cabeza―.‖ Nosotros no hacemos Esas cosas. Estamos

físicamente incapacitados para hacer eso.

Eso fue más que sorprendente. Amon siempre había considerado a su familia la

menos mágica de todas las que conocía. De hecho, siempre se sintió distante e

incoloro cerca de esos que lo tenían, como magos, nobleza de los Clanes,

trabajadores, realeza... valientes a una culpa. El tipo de hombres y mujeres que

querrías tener luchando a tu lado o cubriendo tus espaldas o protegiendo el

tesoro. Pero ¿magia?

Amon luchó para no decir como, ¿estás seguro? O ¿no estás bromeando?

―¿Tienes poderes mágicos, entonces? ―Preguntó.

Su padre rió, frotando su barbilla como si estuviera avergonzado. ―Bueno, es

algo sutil.

―La‖Reina... ¿lo sabe?

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Byrne sacudió la cabeza. ―Las‖Reinas no lo saben. Así era como Hanalea lo

quería, ella estaba más interesada en preservar la línea de Lobo Gris que en

soportar a una Reina individual.

―Estás atado a la línea, pero en efecto, cada capitán sirve a una Reina, a menos

que la Reina de alguna manera ponga en peligro la línea. ―Su padre paró,

luego‖ añadió,‖ suavemente―.‖ No podemos discutir ese cargo particular con

nuestras Reinas, tampoco.

―Así que... ¿podría haber momentos en los que actuemos en contra a los

intereses de nuestra Reina soberana para servir a la línea?

―Sí‖―dijo‖su‖padre,‖sin‖disculpa―.‖Incluso si Marianna lo supiera, dudo que

ella se hubiera tomado todo esto tan en serio. Ya sabes como es sobre los

templos y el destino. Por ella, es preferible que siga creyendo en jardines con

hadas.

―Así‖ que‖―dijo Amon, mirando a un punto en‖ este‖ trozo‖ de‖ la‖ historia―.‖

Elegirás a tu sucesor cuando llegue el momento.

―El siguiente capitán en la línea serviría a Raisa. Te he elegido a ti.

Amon se sentó tieso, sus pensamientos giraban, un caleidoscopio de imágenes y

recuerdos.

¿Cómo había terminado aquí, en este lugar, colocado para asumir el rol que el

destino le había entregado?

Su padre le había dado clases de espada y para montar a caballo, pero no más

que cualquier otro padre. Él había pasado largas horas alrededor de los

barracones de la Guardia y de los establos del castillo, porque su padre estaba

destinado allí, y él estaba interesado en los caballos, y adoraba oír hablar de

tácticas y armamento.

Nadie nunca le había dicho, Ve al Fuerte Oden para aprender a ser un soldado.

Pero él lo hizo. Y nadie le había dicho, Únete a la Guardia de la Reina. Pero lo

había hecho. Servir en la Guardia era una tradición familiar, aunque él tenía a

muchas tías y tíos que no lo hicieron.

Pero siempre, por supuesto, al menos una generación lo hacía.

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Desde que él había sido nombrado para la Guardia, había considerado la

posibilidad de que acabase como capitán si él rendía bien en la escuela y las

recomendaciones de los amigos de su padre. Él era habilidoso con la espada, el

mejor en su clase, y excelente en su curso y recibió altas notas en campo de

operaciones. Todos decían que él seguiría a su padre. Y él estaba orgulloso de

eso.

Siempre había asumido, de alguna manera, que elegiría su propio camino de un

rango de posibilidades. Eso si quería ser un comerciante, o un herrero, o un

artista como su hermana, podría haberlo hecho. Y ahora resultaba que había

estado pisando un sendero estrecho, comprometido desde su nacimiento,

tapiado por la magia y una oferta hecha hace miles de años.

―Tienes‖ una‖ elección‖ ―dijo su padre, como si él hubiera leído sus

pensamientos.

Amon miró a su padre. ―¿Cómo que tengo una elección? ¿Lydia se convertirá

en capitán?

―Ella es una‖Byrne‖―dijo su padre.

Amon pensó en el sueño de su hermana sentada en la orilla, las faldas

extendidas sobre ella, la cabeza inclinada sobre un chal tirado. Él sacudió su

cabeza sin palabras.

―Y‖si‖ella‖dice‖no,‖estar{‖Ira‖―dijo su padre, nombrando al hermano de diez

años‖ de‖Amon―.‖Aunque él aún es joven, y necesitamos elegir a un capitán

ahora. ―Él‖paró―.‖Tienes primos, por supuesto.

―¿Por qué ahora? ―Preguntó‖ Amon―.‖ Sólo puede haber un capitán en la

Guardia, y ese eres tú. ―Quizás en ese momento la decisión debía ser tomada,

él tenía tiempo para acostumbrarse a la idea.

―Estoy‖preocupado‖por‖la‖Princesa Raisa. Ahora mismo no tenemos conexión

directa con ella, y mi conexión con la Reina Mariana parece estar fallando. Si

estás dispuesto, vincularte con la Línea de Hanalea a través de Raisa te dará un

poco de sexto sentido. Serás capaz de anticipar problemas, saber cuándo ella

está en peligro, predecir lo que ella pueda hacer. También se supone que nos

dará alguna influencia sobre ellos, dónde está el interés de su seguridad. ―Él

sonrío irónicamente.

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Eso no hará ningún bien, pensó Amon. Ellos harán lo que quieran de cualquier

forma.

―Esto‖es<‖permanente,‖¿cierto? ―preguntó Amon―.‖¿Qué pasa si cambió de

parecer?

―Es permanente ―dijo su padre, jugando con el anillo de su mano izquierda,

el pesado anillo de lobo‖ dorado‖ que‖ nunca‖ se‖ quitaba―.‖ No cambiaras de

parecer una vez que este hecho.‖―Hizo una pausa y sonrío débilmente.

―No te preocupes. No es como si te fueras a ordenar. Te puedes casar, tener

hijos, todo eso. Para continuar la línea de los Byrnes, por supuesto.

―¿Y si se convierte en una decisión entre la familia y la Reina?

Su padre miró a Amon a los ojos, su mirada avellana clara y directa. ―La Reina,

por supuesto.

Por supuesto. Amon ya sabía la respuesta cuando hizo la pregunta. En el fondo

de su corazón él había conocido las prioridades de su padre todo el tiempo.

―¿Qué‖pasa‖con‖el‖Paso‖de‖Oden?‖Podría‖volver‖o<?

―Veremos como están las cosas cuando llegue el momento. Puede ser que

vuelvas. Independientemente del servicio a la línea.‖ ―Su‖ padre‖ suspiró―.‖

Quería que completaras tu entrenamiento antes de tu nombramiento. Pero no

creo que podamos arriesgarnos en esperar.

Pero< había otra cosa en la que Amon había evitado pensar. Sus sentimientos

por Raisa. Incluso ahora su corazón latía más rápido cuando pensaba en ella.

Im{genes‖corriendo‖por‖su‖cabeza<‖Raisa, vestida como chico, en esa ridícula

capa, dando zancadas sin armas en la prisión militar Southbridge para salvar a

los miembros de la cuadrilla que estaban siendo torturados. Raisa entregando

regalos del día del santo al Orador Jemson para alimentar a los pobres. Raisa

exigiendo que él la ayudara para convertirse en una mejor Reina.

Raisa en el jardín‖ a‖ la‖ luz‖ de‖ las‖ antorchas< su cabello colgando en largos

mechones alrededor de su cara, el mentón apoyado en su puño, unos ojos

verdes lo suficientemente profundos como para ahogarse en ellos. Raisa

flotando en sus brazos en la pista de baile, su cabeza sobre su hombro, su

pequeño y perfecto cuerpo presionando contra el de él mientras trataba de

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controlar el martilleo de su corazón. Él recordaba los dos besos que ella le había

dado probablemente sin pensarlo.

Dos besos que aún lo mantenían despierto día y noche.

Todo‖ lo‖ de‖ ella‖ lo‖ seducía< sus miradas, sus discursos, la manera en que se

movía, la persona que era y la que estaba destinada a ser.

―Da ―dijo, mirando abajo hacia la mesa, sin poder mirar a su padre a los

ojos―.‖ La‖ cosa‖ es,‖ yo<‖ yo tengo‖ sentimientos‖ por‖ Raisa‖ ―por‖ la‖ Princesa‖

heredera― que no debería tener. Me preocupa que yo pueda ―que‖ nosotros‖

podamos― hacer‖algo‖que<‖dañe‖la‖Línea.

Amon trago fuertemente y miró hacia la cara de su padre y vio algo que él

jam{s‖esperó‖ver< el entendimiento sobre la tristeza.

―Amon ―dijo―.‖Nosotros amamos a la Reina de los Lobos Grises. Pero es

como te dije. Una vez nombrado, nosotros no debemos dañar la Línea. Es

nuestra gran fortaleza y también, nuestra carga.

Amon miró fijamente a su padre. Pensó en su madre, que murió en su niñez

junto con Ira, y se preguntó si ella había sabido. Según las normas del día, Edon

Byrne había sido un buen esposo y un padre atento, leal a su deber y a la Reina.

Ahora él parecía una figura trágica, un hombre lleno de secretos.

¿Qué pasaba con mi propia elección? Pensó Amon. Raisa nunca podría ser

suya, él sabía eso. Pero si él mismo se largaba hacia el Paso de Oden y luego lo

designaban a Chalk Cliffs, había posibilidades de que el dolor se desvaneciera

en una década o dos. El sólo tenía 17 años.

¿Cómo sería estar con Raisa constantemente por el resto de su vida, como su

capitán y su consejero, para verla casada, siempre a su alcance sabiendo que

jamás podría tenerla?

Como su padre y la Reina Mariana.

¿Pero qué pasaba si él decía que no y algo le pasaba a Raisa? ¿Podría

perdonarse?

Su padre dijo que él tenía una opción y la hizo. Lo correcto y lo incorrecto.

Amon tomo las callosas manos de su padre a través de la mesa. ―Lo haré ―

dijo Amon.

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Su padre miró sus manos unidas. ―¿Estás seguro?

Amon asintió. ―Estoy seguro.

―Vamos‖al‖Templo entonces ―dijo Edon Byrne, levantándose de su silla.

Aunque eran las cuatro de la mañana, el Orador Jemson estaba esperándolos en

su estudio, vestido para la ceremonia.

Su padre le dijo el discurso mientras caminaban. Él sabía cuál iba a ser su

decisión.

Tantas diferentes opciones.

―Capitan Byrne ―dijo‖ el‖ Orador‖ gravemente―.‖Y cabo Byrne. Esto es muy

inusual, presidir el vínculo de ambos padre e hijo. Generalmente un Capitan

pasa antes de que otro asuma.

―Estos son tiempos peligrosos ―dijo‖ Edon‖ Byrne―.‖ La Línea aún debe

protegerse.

―Si, debe ―dijo Jemson. Miró a Amon. ¿Estás de acuerdo en vincularte con la

Línea de Hanalea?

―Si.‖―Amon asintió. Se encontró deseando haber tomado un baño antes de

haber venido aquí. Se sentía asqueroso e indigno en su uniforme, luego de una

noche patrullando Ragmarket.

Como si Jemson hubiera escuchado sus pensamientos, extendió un bulto de

ropa hacia Amon. ―Sacate la ropa y ponte esta. Luego reúnete con nosotros en

la Capilla Lady. ―Jemson y su padre lo dejaron solo en el estudio.

¿Sacarse toda su ropa? ¿O sólo el uniforme? Amon no quería equivocarse.

Debatió consigo y luego se desvistió por completo. Las ropas asperas eran de

algodón, sin teñir, del tipo que los acólitos usan.

Se sintió bastante extraño y aireado bajo la voluminosa tela como si aún fuera

desnudo.

Amon caminó con los pies descalzos a través del cavernoso santuario hasta la

íntima capilla Lady para llegar al lado derecho del altar. Estaba dedicado a

Althea, Patrona de los Pobres. A diferencia de las otras capillas del templo en el

castillo Fellsmarch, con sus estatuillas de oro y sus accesorios dorados y de

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mármol, la capilla de Althea era muy sencilla y obviamente, aún gustaba

mucho. El altar hecho a mano y con madera muy simple y había flores frescas

en recipientes a ambos lados de la imagen de Lady. La luz de la luna entraba a

través de las ventanas de cristal, repitiendo su diseño en el suelo.

Jemson y su padre estaban a ambos lados de una larga mesa, había varios

objetos puestos fuera, preparados: una larga vasija de piedra, un cuchillo

brillante, un tarro de piedra, una pequeña botella de cristal, una copa de plata.

Amon estudió los objetos con preguntas atestando su mente.

Jemson le sonrío. ―Tu parte es muy simple, de verdad, considerando que es un

rito tan importante. Mezclamos tu sangre con la de Hanalea y tú te beberás ese

brebaje. El resto lo derramamos en el suelo de Fells, para atarte con la tierra y

con el Creador. Un sacrificio, o algo así.

Estoy soñando, pensó Amon. Los Byrne no hacen este tipo de cosas. Pensó en

su triplete durmiendo en los cuarteles. Pensó en Raisa de vuelta en el Castillo

Fellsmarch, que desconocía el vínculo que comenzaría a forjarse entre ellos.

¿Era justo hacerlo sin su permiso? ¿Qué pasaba si ella no quería estar

vinculada a él?

Mordió sus labios. ―¿Ella<‖ella‖sabr{?

―Puede que ella sienta algo ―dijo‖ el‖ Orador―.‖O tal vez se duerma. Si se

despierta no sabrá que hacer con eso.

―¿De verdad tiene sangre de Hanalea aquí? ―¿Después de miles de años?

―Es tomada de sus descendientes, las reinas de Fells. ―El orador descansó sus

manos‖en‖el‖frasco‖tapado―.‖Esta es la sangre de la Princesa Heredera. Hablaré

sobre ella.

Jemson hizo una pausa, como si Amon tuviera más preguntas. Luego dijo:

―dest{pe su brazo, Cabo Byrne.

Amon lo hizo. Apenas sintió la lámina del cuchillo y miró, un poco asombrado,

como su sangre caía en la vasija, formando un pequeño pozo al fondo.

Jemson levantó la botella de cristal y dijo algunas palabras en el lenguaje del

Clan. Amon distinguió las palabras Raisa, Mariana y Hanalea. El Orador inclinó

la botella y vertió unas gotas en la vasija. Luego la puso en alto, revolviendo el

contenido y recitando un conjuro en voz alta.

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Los pensamientos de Amon se derramaron dentro de su mente, reflejando la

mezcla de la vasija. Amon apretó sus brazos a sus costados para detener el flujo

de sangre y sintió la humedad filtrarse a través de su piel.

El Orador bajo la vasija, hundió la copa en ella y la levantó, llenándola.

Jemson comenzó el discurso. ―Amon Byrne, de la línea de los Byrne, guardián

de la Línea de Hanalea, te preguntamos esto: estarás vinculado a la línea de

Reinas, específicamente a la sangre y temas relacionados con Raisa

ana’Mariana,‖Princesa‖heredera de Fells. Juras que su sangre es tu sangre, que la

protegerás a ella y a su Línea hasta que la muerte te tome. ¿Lo harás?

―Lo haré ―la voz de Amon sonó baja en el silencio de la Capilla.

―Entonces bebe para que signifique.

Amon aceptó la copa y la levantó hasta sus labios, preparándose para el sabor

salado de la sangre.

Pero era dulce, como vino de verano. Se sorprendió de que fuera tan bueno, casi

se ahoga. Pero no lo hizo. Se tomó todo el contenido, bajó la copa y se la entregó

a Jemson.

El efecto fue inmediato y dramático, como ser golpeado en la cabeza con la

parte ancha de una espada. Amon se apoyó en sus rodillas para evitar caerse.

Las sensaciones flotaban dentro de él, abrumándolo, viniendo desde cualquier

parte del reino en la que alguien pensara en la Princesa heredera, o donde algo

estaba pasando que podría afectar su futuro.

Eran las cuatro de la mañana, pero Micah Bayar estaba despierto, mirando

hacia fuera de su ventana en el Castillo de la Dama Gris, sus pensamientos

pegados en Raisa. Los cocineros en la cocina real preparaban pasteles en los

hornos, pensando en el día de fiesta para la Princesa Heredera, preguntándose

si ella los notaría.

La mente de la Reina Mariana estaba espesa, enturbiada por un curandero, pero

aún dormía cómodamente, discutiendo sobre el almuerzo de la edad adulta de

su hija.

―Cállalas ―le‖ dijo‖ su‖ padre―.‖ Es la única manera al principio. Ya te

acostumbraras.

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Amon presionó sus manos en su cabeza, tratando de callar algún pensamiento,

enfocándose en la torre miles de millas lejos donde Raisa descansaba en su

cama bajo las estrellas. Ella también dormía, y Amon se sorprendió al

encontrarla pensando en él y susurrando su nombre en sueños.

―Ven ―dijo el Orador y el padre de Amon lo ayudó a ponerse en pie,

rodeándolo con un brazo para evitar que se cayera. Jemson camino hacia el

frente, llevando la vasija, con Amon y Edon Byrne detrás. Caminaron hacia el

jardín más cercano, donde las blancas flores que florecen de noche se dibujaron

en los ojos de Amon y su intoxicante fragancia lo sedujo.

―Amon Byrne, te vinculamos a los huesos de las Reinas enterradas en el suelo

de Fells, Estas vinculado tanto al reino como a las Reinas de la Línea de los

Lobos Grises. Los defenderás como su morada. Puede que dejes Fells, pero este

siempre será tu hogar.

Jemson derramó la sangre en el suelo del jardín.

Era como si Amon dejara profundas raíces en el suelo, en el agua subterránea.

Probó el Dyrnnewater en su lengua y aspiró el aliento de Hanalea.

Como en un sueño, el Orador levantó sus manos y deslizó el anillo de Lobo Gris

en el dedo anular izquierdo de Amon. Le quedo perfecto.

Su padre lo abrazó‖y‖el‖Orado‖sonrío‖y‖le‖dijo:‖―Esta hecho.

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Capitulo 22 Medidas desesperadas

Traducido por: Roux

Corregido por: Xhessii

unque Brid pasaba la mayor parte de su tiempo con los guerreros

Demonai, ella y Han encontraron muchas oportunidades de conocer la

cueva, un refugio en el lago Fantasma, o en las orillas del Creek. Incluso

se reunieron en la cabaña de Lucius una o dos veces cuando Han sabía que el

anciano se había ido de pesca. No sabía como se sentía por tener que mantener

su nueva relación en secreto. Era como si no tuvieran necesidad de hacer frente

a todos los conflictos alrededor de ellos, mantenía esa parte de su vida oculta. O

tal vez todo el asunto parecía tan frágil que necesitaba un refugio, como una

semilla que crecía constantemente. O tal vez, como se vio después, era un

instinto de supervivencia. Han sentía extraño que Brid lo hubiera elegido.

Deseó que no se fuera. Si no se iba, podría haber resuelto su vida en el Clan y

aceptar la oferta de Willo para enseñarle un oficio. Sin embargo, se acercaba el

momento de que Bird dejara el campamento Demonai, y a Dancer de Ford

Oden.

Han sentía más y más como si estuviera sentado en arenas movedizas por los

acontecimientos y éstos rápidamente lo tragaban. Pronto estaría solo,

abandonado en Marisa Pines, mientras que sus amigos del Clan se iniciaban en

nuevas aventuras. A menos que se fuera de Marisa Pines y se fuera a Demonai

con Brid. Nunca había estado en el país alto, en el oeste de los Espíritus, y no

sabía que clase de gente vivía allí, excepto unos pocos comerciantes. Sin

embargo, si iba a ser un exiliado de todos modos, también podría ver la

pequeña parte del mundo que al que tenía acceso. Si no podía ir con Bird y los

Guerreros Demonai, tal vez podría encontrar trabajo como comerciante

viajando entre los campamentos, y verla todavía a veces. Sabía que había

necesidad de pedirle permiso a Willo, por lo que lo buscó esa mañana cuando

estaba mezclando medicamentos en la sala del hogar de la Matriarca Lodge.

―Tráeme el cuenco azul ―le ordenó, señalando hacia los estantes de

almacenamiento. Willo no dejaba a nadie sin actividad cuando estaba

A

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trabajando. Se lo entregó, y vació lo que parecía ser trozos de tiza amarilla en su

mortero y empezó a moler hasta convertirlos en polvo brillante.

―Willo, he estado pensando en mudarme a Demonai ―dijo, en cuclillas a su

lado. Ella no dijo nada, cuando echó el polvo amarillo en una taza―. Hay

mucho más comercio desde la guerra entre Tamron y Arden ―agregó.

―Tráeme la hierba de tortuga ―dijo, sin levantar la vista. Se levantó por las

hierbas aromáticas que colgaba bajo el alero de la casa de campo y se las

entregó. Partió las hojas una por una, y dejó que cayeran en el mortero.

―Así que. Podría trabajar como comerciante allí ―dijo, inquieto por la falta de

respuesta―. Tal vez me podrías recomendar.

―Me dijiste que ibas a encontrar trabajo en Marisa Pines ―dijo Willo.

―Ya lo sé. Gracias. Pero creo que en Demonai podría...

―No te puedes ir con Brid ―Golpeó fuerte el mortero con el palo como para

enfatizar sus palabras. Él la miró parpadeando. Willo siempre había sido buena

conociendo los pensamientos de la gente, pero sabía que él y Brid habían sido

discretos. ¿Era posible que todo el mundo supiera lo de ellos?

―No tendría que viajar con ella. Podría ir por mi cuenta ―dijo―. O viajar en

uno de los trenes de carga.

―No funcionará ―dijo, dejando el mortero y colocando las manos en su

regazo.

―Brid‖y‖yo‖no<‖¿Qué‖quieres‖decir?‖No‖somos<‖―empezó, pero la mirada en

su rostro apagó la mentira―. ¿Por qué no funcionara?

―No son el uno para el otro ―dijo.

―¿Cómo puedes decir eso? ―dijo―. Hemos sido amigos desde siempre.

―Eran amigos de niños. Ahora Brid ha sido nombrada Guerrero Demonai. Ella

debe seguir ese camino. Tú debes ir por otro camino.

―No entiendo ―dijo Han. ¿No le está permitido tener amigos? ¿O será porque

no soy del Clan? Willo no se veía como si estuviera disfrutando de esta

conversación.

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―Fue llamada, a Demonai. Debes aceptarlo. No es fácil para cualquiera de

nosotros. Hay una barrera entre Brid y Dancer también, que no existía antes.

Debido a lo que ya son.

―Eso es culpa de Reid Demonai ―dijo Han. Se puso de pie, miró por encima

de Willo, debería haberlo hecho sentir poderoso, pero no fue así.

―Creo que la verdadera guerra con los magos fue hace más de mil años

―dijo―. Desde entonces, en Demonai han estado viviendo de su reputación.

Son todo ruido de sables e historias.

―No es culpa de Reid Demonai ―dijo Willo, su voz era la seda rasgada con el

acero―. Es una tradición basada en más de un millar de años de conflicto entre

los magos y el Clan. Es el papel del Demonai mantener en jaque a los magos,

por la fuerza, si es necesario.

―Así que si no estamos luchando no hay nada mejor que hacer. ¿O es porque

es un blanco fácil? ―Pasó bastante tiempo hasta que Willo respondió, y Han se

encontró pasando de un pie al otro.

―Es un blanco fácil ―dijo finalmente, mirando hacia él, sus ojos oscuros

reflejaban dolor―. ¿Por qué crees que le estoy enviando a Ford Oden? Le van a

matar. ―Han se quedó quieto―. Entonces no puedes dejar a Brid unirse a

Demonai ―dijo―. Haz que permanezca aquí.

―Está fuera de mis manos ―dijo Willo, de nuevo al mortero―. Ha sido

llamada. No puedes ir con Brid ―Lo miró a los ojos―.¿Por qué no te quedas

aquí conmigo y aprendes a sanar? Ya conoces las plantas, y estarías más cerca

de tu madre y de tu hermana.

―No soy un curandero ―gruñó Han, pensando que parecía estar mejor

causando dolor que liberarlo―. No sé lo que soy, pero sé lo que no soy ―Se

volvió y salió de la casa de campo. Bird no era de ayuda. Esa noche estaban al

otro lado de la orilla Creek, con las manos entrelazadas y besos recientes. Las

ramas de arriba se filtraban la luz de la luna en sus rostros. Pero la música del

agua sobre la piedra no le aliviaba.

―Quiero ir contigo a Demonai ―dijo, mirando la copa de los árboles.

―Me gustaría ―dijo ella. Quiero ir, le había dicho él. No me gustaría poder ir.

Tal vez debería haber dicho, me voy. Cuando Han no respondió, Bird se

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apresuró―. Sería difícil. Reid dice que vamos a estar viajando durante el resto

del verano, y voy a estar entrenando y trabajando con armas... y... y el resto.

―Pero estas muy cansada no, ¿verdad? ¿Después de todo el entrenamiento?

―No voy a estar allí mucho tiempo. Los Guerreros Demonai pasan la mayor

parte de su tiempo en movimiento.

A su lado, apoyado en su codo, apartó el pelo de la frente de Han. Se resistió a

la tentación de retroceder de inmediato.

―Tal vez... tal vez después de ver cómo están las cosas, quizás una vez que

pase el verano, a lo mejor puedes venir ―dijo sin comprometerse, por miedo a

herirlo―. Ya veremos.

Debido a la imposibilidad de ello, volvió a su plan de ir con Dancer a Ford de

Oden. Se preguntó cómo podía pasar esto, cuando todo a su alrededor parecía

estar en contra. Trató de ir a ver a Willo, acercándose a varios de los Plateros en

el Mercado de Marisa Pines, preguntando si sabían cómo quitar los brazaletes, y

si le ofrecían algo por el metal. Lo intentaron con sus sierras, sus cuchillas y sus

cuchillos sin efecto. Cuando les dijo que no importaba si los brazaletes se

estropeaban, lo intentaron con hierros calientes. El metal caliente le provoco a

Han, quemaduras y ampollas en las muñecas con el proceso. No tenía de qué

preocuparse por el daño a los brazaletes. Los Plateros no consiguieron nada.

Ellos ni siquiera consiguieron arañar la superficie del metal, o dañaron las runas

inscritas. La respuesta era siempre la misma. Estaban interesados en la plata,

intrigados por el metal, de hecho, pero no tenían ni idea de cómo abrir los

brazaletes. O como habían realizado ese trabajo. Lo único que podía pensar era

como recuperar el amuleto que aún estaban escondidos en el patio del establo y

encontrar un comprador para él. No veía ninguna razón por la que no pudiera

sacar por el amuleto lo suficiente para mantener a mamá y a Mari y asistir a la

Cámara Wien.

No hay ninguna razón, salvo Lucius, quien le había dicho como mantenerlo

fuera de las manos de los Bayar. Pero no tendría que ir de nuevo a Bayar. Sabía

que muchos de los distribuidores conocían su vida anterior como ladrón.

Podría venderlo en el mercado de Southbridge. ¿Cuáles eran las probabilidades

de que los Bayar fueran a Puente del Sur? Nunca antes lo había echo. Optó por

no escuchar la voz en su cabeza que decía que no era buena idea vender. Dicho

esto, si lo venden en Fellsmarch aún podría hacer su camino de regreso a los

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dueños anteriores. De todos modos, había tenido suerte, pero no había ido mal

ya que había conseguido el amuleto en la tierra de Hanalea. Tal vez esta era una

oportunidad para cambiar su suerte y mejorar su fortuna. La idea surgió en su

mente, hasta que se convenció de que no tenía otra opción.

Decidió irse a la ciudad por la tarde, el razonamiento de que podía llegar a ella

al amparo de la oscuridad cuando el guardia hiciera el cambio. Iría

directamente a Ragmarket a buscar el amuleto. Podría estar de vuelta en

Southbridge, cuando el mercado abriera y estar en camino hasta Hanalea

mientras que los Chaquetas Azules todavía estuvieran limpiandose las legañas

de sus ojos. Deslizó la bolsa de dinero debajo de la camisa, al lado de su piel.

Había ganado un poco de dinero trabajando para Willo y con recados en el

Campamento para cualquier persona que le pagara. No era suficiente. Envolvió

una trucha ahumada y un pan en una servilleta y se lo guardó en su mochila.

Finalmente sacó una gorra y se la puso sobre su pelo claro, con la esperanza de

pasar algo más desapercibido. En el Valle el clima seria cálido, se lo había

escuchado a varias personas.

Había poco tráfico en el camino a Fellsmarch, en ese momento del día, en su

mayoría cazadores y comerciantes de regreso a casa. Rodeó para evitar la casa

de Lucius, no quería encontrarse con el anciano. Han no había visto a Lucius

desde el día que lo había encontrado llorando la muerte trágica de Han. Han se

ha preguntado si Lucius había conseguido otro niño para que lo sustituyera. Lo

picó un poco.

Pasó por la puerta de la ciudad justo al atardecer con un grupo de acólitos del

Templo local, todos cerca de su edad. Habían estado reunidos en las laderas de

Hanalea. Se mantuvo en el camino hasta llegar a South Bridge. Parecía que las

cosas se habían enfriado después de todo. Dos Chaquetas Azules dormidos

vigilaban cada extremo del puente, y nadie parecía estar buscando a Han

Alister. Lucius le había creído muerto. Han decidió que pasar por muerto sería

más fácil que pasar por desapercibido. Una vez cruzado el puente, Han vio el

familiar Ragmarket, en dirección a casa. Todavía no estaba totalmente oscuro,

aunque el sol había descendido detrás de la Puerta del Oeste, y algunas estrellas

estaban en el pálido cielo.

Tan al norte, los días eran largos en pleno verano. Los planes que necesitaban

oscuridad tenían pocas horas para realizarse. El corazón de Han latía más

rápido. Amaba las noches de verano en la ciudad, cuando la música brotaba de

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las puertas abiertas de las tabernas y los vendedores de salchichas a la plancha

y pescado en las aceras, y los borrachos en las calles nunca se congelaban hasta

la muerte. Las chicas bromeaban con el Chaqueta Azul y la gente jugaba duro,

intoxicados por la emoción de que cualquier cosa podría suceder. Y

probablemente lo haría. Las calles eran más peligrosas, sin embargo, en cierto

modo, más indulgentes en el verano. La última vez que había estado en casa,

Ragmarket y Southbridge había estado anormalmente tranquila, asustados por

la serie de asesinatos de Southie. Ahora era más como lo recordaba, cuando era

candidato a la Raggers.

A medida que se acercaba a casa, comenzó a ver las banderas amarillas

clavadas en las puertas o colgando de las ventanas, lo que significaba la

presencia de fiebre remitente. En el verano, las banderas amarillas brotaron en

algunos barrios, como un cultivo de flores de muerte chillonas o el hongo

brillante amarillo que a veces crecía en los árboles muertos. Ese era el lado

oscuro del verano. Algunos dijeron que la fiebre se debía al mal aire. Willo dijo

que era causada por el agua contaminada. Fuera lo que fuese, se limita al Valle.

Nunca era un problema en los campos de secano.

Cuando llegó al patio del establo, miró hacia arriba al segundo piso del establo

y vio un trapo amarillo entre la hoja y travesaño. Han caminó hacia el establo y

subió de dos en dos la escalera. Cuando abrió la puerta, se encontró con el

hedor de la enfermedad. Mari estaba en una cama al lado de la chimenea. Si

bien el aire de la habitación era sofocante, el fuego estaba encendido y Mari

estaba tapada con mantas, temblando sin control. Su madre estaba sentada en el

suelo junto a ella, apoyada en la pared. Ella parpadeó hacia Han, como si se

hubiera quedado dormida sentada.

―Ella estará mejor mañana ―dijo su madre―, pero la fiebre va a volver ―Lo

dijo de manera casual, como si estuviera demasiada cansada para reaccionar

ante su repentina aparición después de un mes de ausencia. Su pelo se había

deslizado fuera de su trenza, la mitad de ella colgaba alrededor de su cara. Su

cuerpo estaba sucio y manchado, como si se estuviera consumiendo. Han cruzo

la habitación y se arrodilló junto a la cama de Mari. Él puso su mano en la

frente. Ella estaba ardiendo.

―¿Cuánto tiempo lleva así?

Su madre se frotó la frente. ―Éste es el décimo día.

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―El décimo día. Debería ya estar recuperada ―Si ella lo conseguía―. ¿Ha

comido y bebido?

Willo siempre decía que con fiebre alta la gente se debilita, por lo que tienen

que seguir por lo menos bebiendo. Además, la fiebre le dio las pistas.

Su madre negó con la cabeza. ―No quiere nada, la fiebre es alta.

―¿Le has dado té de corteza de sauce? ―Ésta es la medida de su conocimiento

de la curación, los botánicos se lo enseñaron a Willo y a otros. Yo estaba allí. Su

madre se quedó mirando sus manos―. Estamos a tiempo ―miró hacia él, la

esperanza brotó en sus ojos―. ¿Tienes dinero?

―Un poco. ¿Por qué?

―Hay un curandero en Catgut Alley. La gente dice que él puede hacer

maravillas. Pero cuesta dinero ―Han quitó sus ojos de Mari y se centró en la

habitación a su alrededor. Estaba más sucia de lo habitual. No había cestas de

ropa, ni rastro de alimentos, nada. Madre puso una mano en su brazo.

―¿Has dejado de trabajar por la fiebre? ―Preguntó, como si pudiera leer su

mente.

―No he sido capaz de dejarla sola, para recoger y entregar.

Con un bol de agua, con un cucharón, se sentó junto a la cama de Mari.

―¿De dónde es esa agua? ―preguntó Han a su madre.

―Del final de la calle ―dijo su madre―. Como siempre.

Cogió el cubo y echo el agua en una olla y lo puso al fuego para que hirviera y

así poder usarla cuando se enfriara.

―Yo sé cómo lavar la ropa, Hanson Alister ―dijo mamá, con un poco de su

viejo espíritu.

―Voy a ir a buscar un poco de agua de otro pozo ―dijo. Y lo hizo, caminó

hasta la parte alta a la bomba de la Plaza de Potter. Gastó su dinero restante en

un poco de corteza de sauce y un poco de sopa de cebada para Mari, a pesar de

que tenía que despertar a la farmacéutica del mercado para eso. Pagó un precio

muy alto por ello. En el momento en que consiguió todo ya estaba

amaneciendo. Mari tomó un poco de agua limpia, la infusión de la corteza del

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sauce y la sopa de cebada, aunque se quejó porque no tenía hambre. Después

de que ella se viera mejor se durmió con mayor tranquilidad, y el color en sus

mejillas le dijo que no era sólo la fiebre, la mejora era una tregua hasta que la

fiebre resurgiera de nuevo.

Más mala suerte, peor de la que había tenido nunca. Tenía que ser el amuleto de

sangre. Tenía que deshacerse de él antes de que alguien muriera. Necesitaba el

dinero. Su madre y Mari necesitaban dinero para un curandero y para todo lo

demás. No podía esperar que se mantuvieran de la nada mientras que él vivía

en relativa comodidad en Marisa Pines, o donde quiera que fuera. La Guardia

Nacional no lo estaba buscando ahora, ya que pensaban que estaba muerto por

lo que podía caminar por las calles. Dejó a su madre y a Mari durmiendo,

descendió las escaleras, murmurando a los caballos que había ignorado en su

camino al amparo de la oscuridad, fue hasta la forja de piedra, en el patio del

establo y luchó por la piedra del nicho.

El paquete de piel aún estaba donde lo había dejado. Podía sentir el calor que

emanaba antes de que él lo sacara. Con cuidado, apartó la envoltura, revelando

el amuleto de serpiente. Se encendió, terriblemente brillante, iluminando el

patio como si tuviera la intención de traicionar al ladrón que lo había robado. Se

apresuró a guardarlo, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie se

había dado cuenta. Metió el amuleto en su mochila y la lanzó por encima del

hombro, puso su gorra, y se dirigió al Puente del sur, al mercado. Cuando llegó

al puente, asintió con la cabeza a los Chaquetas Azules dormidos, una vez más

paso entre el Templo y el cuerpo de guardia, preguntándose qué sería de

Jemson, su ex–maestro, y de Mac Gillen, en estos días.

El carnicero estaba abriendo su toldo. Tenía una de las pocas estructuras

permanentes en el mercado. El hombre estaba poniendo cestas de setas de

colmenillas y el pollo, enfrente de su tienda. Han caminó junto a ellos sin hablar

y sin hacer contacto visual. Han conocía el mercado de Ragmarket. No conocía

a la mayoría de los vendedores en Southbridge, eso era bueno ahora. Taz

Mackney era otro proveedor próspero del mercado. Su tienda era más grande

que la mayoría, llenas de telas exóticas, aromas seductores, raras obras de arte,

y piedras preciosas sueltas y en joyas. Lo que mucha gente no sabía era que

gran parte de la prosperidad de Taz era debido a sus otros negocios con piezas

mágicas, muchos de ellos robados o, al menos, de dudosa procedencia. El

Naéming podría prohibir la compraventa de talismanes y amuletos realizados

antes de la Ruptura, pero por el precio correcto, Taz ha podido encontrar casi

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cualquier cosa para un cliente discreto. Han sólo lo sabía porque había vendido

productos a Taz en el pasado. No siempre obtenía el mejor precio de Taz, pero

le gustaba tratar con él porque tenía una ubicación permanente, a diferencia de

muchos que trabajaban en las calles. Taz conocía la Raggers, siempre se le podía

encontrar de nuevo si les engañaba. Él también tenía conexiones con los clientes

ricos que podían pagar mucho dinero por una pieza rara. Taz tenia otro lugar,

más prestigio en el cercano castillo, frecuentado por la nobleza, incluyendo a los

magos. La campana en la puerta sonó cuando Han entró en la tienda. Taz

estaba sentado de espaldas, inclinando su cabeza calva sobre sus libros. Sin

levantar la vista gruñó: ―No está abierto todavía. Vuelve más tarde.

―Si quieres ―dijo Han―. Pero seria una pena. Voy a ver quién esta más listo

para hacer negocios ―Taz miró, sorprendido―. ¿Puños? ¡Por la sangre del

demonio! ―Él se tambaleó sobre sus pies con una velocidad increíble para un

ser tan abultado. El distribuidor miró hacia el frente, a las ventanas y luego

volvió la cabeza hacia atrás―. Vamos al cuarto de atrás.

Han lo siguió, pasando por estanterías llenas de botellas de pociones con polvo

por el tiempo a oscuras. Alfombras de colores brillantes enrolladas en las

esquinas, y las cajas de intrincados rompecabezas, candelabros y velas. Estaban

por todas partes. Una vez que cruzó la puerta trasera, Taz se instaló detrás una

mesa grande que Han sabía que en un cajón tenía al menos tres cuchillos y la

daga de un asesino. El comerciante llevaba un largo abrigo de terciopelo y

encajes en el cuello. Su vientre sobresalía por encima de sus pantalones, que

sobresalía a través de su abrigo. Aquí había alguien que comía bien.

―He oído que estabas muerto ―dijo‖ sin‖ rodeos. Han asintió con la cabeza,

asumiendo una expresión triste―. Estas en Southies ―dijo.

―En cierto modo me gusta estar muerto.

Taz soltó una carcajada que le hizo pensar que no era tan inteligente como

parecía en realidad. ―Entendido, mi muchacho. ¿A qué se debe esta aparición

extra corpórea? ―A Taz le gustaba usar palabras rebuscadas.

―Tengo un amuleto que te interesa ―dijo Han.

―Pensé que estabas fuera del juego ―dijo Taz, estrechando sus ojos.

Han se encogió de hombros. ―Es un caso especial. Lo hago por un amigo.

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―Ah. Un amigo. Por supuesto.

A Taz se iluminaron los ojos con interés. Había comprado algunas piezas raras

a Han en el pasado.

―Tiene un precio elevado ―Advirtió Han―. No me voy a ir con una sonrisa y

una promesa. Si estás corto de fondos, sólo tienes que decirlo.

―No te preocupes por eso ―dijo Taz, tratando de parecer desinteresado―. Sin

embargo, debes saber que, debido a la idiosincrasia actual del mercado, no

puedo estar en condiciones de hacer una oferta muy generosa. Por desgracia, ha

habido una menor demanda de objetos mágicos en los últimos meses.

Han sacó el amuleto de su mochila. Se tomó su tiempo, todo era parte del juego.

Puso el paquete sobre la mesa, con cuidado se alejó del cuero. La luz de la

piedra volvió la cara de Taz de un verde enfermizo. El comerciante lo miró

durante un largo rato, luego miró a Han.

―¿De dónde sacaste esto? ―susurró.

―Ya te dije. De un amigo. Va a salir del negocio de la magia ―dijo Han. Taz

impulsivamente se abalanzo hacia el objeto, pero Han le agarró la muñeca―.

No lo toques ―dijo―. Es peligroso.

Taz tragó saliva. ―De acuerdo ―dijo, su suministro de grandes palabras,

aparentemente terminó―. Bueno. Es una lástima que sea tan inestable. Eso hará

que sea difícil de vender ―Él pensó un momento―. Diez girlies ―dijo―. Lo

tomas o lo dejas.

Han podía aceptar diez girlies en ese momento, pero sabía que era desesperado.

Sacudió la cabeza y comenzó a guardar el amuleto. Taz lo miro unos segundos

y luego dijo: ―Veinticinco.

Han metió el amuleto en su mochila. ―Gracias por tu tiempo, Taz ―dijo,

dándole la espalda.

―¡Espera! ―dijo Taz rápidamente.

Han se volvió y esperó. Taz se humedeció los labios. Gotas de sudor recorrían

su amplia frente amplia. Era evidente de que quería la pieza y la quería a como

diera lugar.

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―Te‖podría‖entregar‖a‖ los‖Chaquetas‖Azules, ya sabes. Será mejor llegar a un

acuerdo.

Han se encogió de hombros y pasó la mano por la pared.

―Éste lugar puede quemarse, ya sabes. Tal vez incluso contigo dentro. Eso

sería una lástima.

Taz se aclaró la garganta.

―Pensé que estabas fuera del negocio ―repitió.

Han levantó sus manos, con las palmas hacia arriba.

―¿Puedes alguna vez realmente dejar el negocio?

Taz asintió a regañadientes.

―Puños, siempre has tenido una cabeza astuta para el comercio. Muy raro en

alguien tan joven.

Han sonrió. ―Bueno, gracias, Taz. Con eso y tres monedas de cobre me puedo

comprar un bollo.

―¿Qué quieres?

―Un centenar de girlies, como mínimo. Pero voy a mirar otras ofertas en el

mercado y coger la mejor, por lo que será mejor que apuntes alto ―dijo Han

manteniendo su voz casual, mirando la tienda y tocando un cáliz de plata como

si estuviera en el mercado.

―No has tenido un centenar de girlies en tus manos en toda tu vida. Mira, no

estoy en condiciones de comprarlo directamente por el dinero que quieras, pero

pueden tener clientes que estarían dispuestos a hacer una oferta. Dejalo aquí y

veremos cuál es la respuesta.

Han negó con la cabeza.

―No se puedo. Sólo tengo uno y hay varios comerciantes a los cuales puedo

mostrárselo. No voy a entregárselo a nadie hasta que no tenga el dinero en la

mano.

Obviamente que Taz no quería ver el amuleto salir por la puerta―. ¿Dónde te

puedo localizar?

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―No puedes ―dijo Han―. Mejor date prisa. No voy a estar en la ciudad

mucho tiempo. Me voy pasado mañana.

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Capitulo 23

El día del nombre

Traducido por GioEliVicRose y Lizc07

Corregido por marzeDoyle

aisa despertó a la mañana siguiente, sin haber descansado. Ella tuvo

sueños extraños. Parecían implicar a Amón, pero escapaban de ella cada

vez que trataba de alcanzarlos. Se acurrucó bajo las sábanas, esperando

enredarse en ellas de nuevo, pero su mente corría y el sueño la eludía.

Su de día del nombre. El día que sería oficialmente proclamada con derecho a

casarse. El día en que sería nombrada oficialmente heredera al trono y

comenzaría a entrenar para su papel como Reina.

Esta noche, finalmente, el baile de gala de los pretendientes empezaría.

Su vestido colgaba como una silueta en la ventana, la forma de la persona que

se suponía ella debería ser. No solía emitir ningún comentario sobre sus

vestidos de fiestas. Esperaba un jardín desenfrenado de color, pero la mayoría

se esperaba que usara blanco virginal.

Raisa se veía horrible en blanco. Se trataba de otra manzana de la discordia

entre ella y su madre. Eligió el negro, pero había resuelto el carmesí o el verde

esmeralda, para hacer realtar sus ojosTerminó con un satén color champán y de

encajes que exponía sus hombros. No había nada de niña al respecto, por lo

menos.

Bostezando, salió de la cama en camisón y acolchado en su sala de estar. Magret

traía el desayuno.

―Pensé que dormiría hasta más tarde, con el fin de estar fresca para esta noche,

―dijo Magret―.‖Yo podría haberle traído el desayuno a la cama.

Raisa miró a Magret. Su nodriza estaba animándola a dormir para que ella

pudiera quedarse hasta tarde. Fue una temporada completa de “primeros”.

R

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―Bueno, yo no podía dormir más ―dijo, clasificando los montones de cartas,

notas y letras en la canasta de la puerta―.‖¿Ninguna‖palabra‖de‖mi‖padre?

―No,‖Su‖Alteza, ―dijo Magret―.‖Pero no se preocupe. Si él aún no está aquí

ya, él está por llegar. No se lo perdería.

―Ya‖ lo‖ sé. ―Raisa no podía quitarse la sensación de malestar―.‖ ¿Podrías...?

¿Podrías enviar una notificación a Kendall House y decirles que me dejen saber

tan pronto como él llegue? ―Su padre se había quedado en Kendall House, ya

que todavía estaba en desgracia con la Reina.

Magret envolvió a Raisa en sus brazos, acariciando su espalda.

―No‖se‖preocupe, ―dijo―.‖Son sólo nervios por el día del nombre. Ésta será

una noche que siempre recordara.

Hay diferentes razones para recordar cosas, pensó Raisa. Algunas buenas, otras

malas.

El resto del día transcurrió en un torbellino de baño, pulido, peinado y

coloración.

―Probablemente tiene menos tiempo para adaptarse a un barco para ir al mar.

―Raisa se quejó cuando la pintadora de uña se movía a la izquierda y la

peluquera le acomodaba el cabello.

Sin embargo, no llegó noticia de Kendall House.

A las 6 p.m., Raisa estaba lista en su vestido. Cayendo en largos pliegues de

seda de una cintura alta, y tenía amplias mangas románticas con incrustaciones

de encaje. En verdad, le gustaba mucho.

Estaba el problema del anillo de Elena de nuevo. Raisa estaba decidida a usarlo,

pero su madre le había dado un cuarzo ahumado, citrina y el collar de topacio

para el día de su nombre, una combinación perfecta para su vestido. Raisa

deslizó el anillo de la cadena y lo intentó en todos los dedos. Parecía grande

antes, pero ahora se sorprendió al encontrar que se ajustaba perfectamente a su

dedo medio. Su manga larga fugaz lo ocultó de la vista.

A las seis y media, su madre barrió en una inspección final antes de la fiesta

onomástica. El vestido de la Reina Mariana era un verde oscuro profundo que

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perfectamente combinaba con su pelo dorado y su piel luminosa. Junto con su

collar y tiara de esmeraldas.

Incluso en sus mejores galas onomásticas, Raisa se sentía mediocre en

comparación. ¿Cómo seria reinar después de esta Reina? ¿Iba a ser conocida

como la baja, oscura e irascible Reina que siguió a la de oro?

La Reina Mariana se apoderó de los codos de Raisa y la mantuvo en

condiciones de plena competencia.

―Oh,‖cariño ―dijo ella, los ojos llenos de lágrimas―.‖Est{s‖hermosa. ―Habría

significado más si no hubiera sonado tan sorprendida―.‖No puedo creer que

este día finalmente haya llegado. Por favor, sabes que sólo quiero lo mejor para

ti, siempre. ¿Lo crees, Raisa?

Raisa asintió con la cabeza. La punzada de inquietud regresó.

―¿Has visto a Padre desde su regreso? ―Le preguntó―.‖Se supone que tenía

que acompañarme al salón, pero no he tenido noticias de él.

La Reina Mariana frunció el ceño.

―¿En serio? ¿No has oído hablar de él? Estaba segura de que estaría aquí.

―Por supuesto que va a estar aquí, ―dijo Raisa―.‖Es‖el‖día‖de‖mi‖nombre.

Mariana vaciló.

―Eso‖ es‖ verdad,‖ sí.‖ Pero‖ recuerda que ya celebró la ocasión en Campo

Demonai. Tal vez pensó que ya había cumplido con su obligación.

Raisa parpadeó en ella, confundida un momento antes de que recordara.

Supuestamente, su padre la había llevado a Demonai cuando desapareció en

Southbridge.

―No‖ es‖ una‖ obligación ―dijo Raisa―.‖Dijo que estaría aquí. El quiere estar

aquí.‖ ―Hizo‖ una‖ pausa y luego se precipitó sobre―.‖ ¿Por‖ qué‖ tenías que

mandarlo a Chalk Cliffs ahora?

Su madre suspiró, sonando exasperada.

―No esta tan lejos, cariño. No debe ser ningún problema viajar de ida y vuelta

en cuatro días. Tu coronación es importante, pero los asuntos del reino no

pueden llegar a detenerse durante una semana a causa de ello. ―La‖ Reina

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sonrió, sus ojos leonados buscando la cara de Raisa―.‖No te preocupes. Voy a

enviar a alguien por él a Kendall House para decirle que venga ante ti

inmediatamente, sólo para aliviar tu mente. ―Besó la frente de Raisa―.‖Todo

estará bien, Raisa, ya lo verás.

Se volvió y salió de la habitación en un susurro de seda.

Pero el tiempo pasó, y pronto tendría que salir para el Templo y aún así su

padre no llegó. Raisa se asomó al pasillo, un robusto joven guardia se cuadró

frente a la puerta.

―Su‖Alteza ―dijo el soldado―.‖¿En‖qué‖puedo‖ayudarle?

―Oh.‖Yo‖solo‖estaba‖observando.

Se quedó allí torpemente por un momento. A continuación, Raisa dijo:

―Bueno, sigue adelante. ―Y cerró la puerta.

Incapaz de estarse quieta, Raisa abrió las puertas a la terraza y salió en la tarde

bochornosa.

Una tormenta se quejaba sobre Hanalea, Rissa y Althea. Grandes pilares de

nubes cayeron sobre los picos, una línea como un rayo de color verde y

amarillo. El aire se espeso con el olor de la lluvia, casi demasiado gruesa para

respirar, y erizó el vello de los brazos de Raisa y la parte posterior de su cuello.

El viento se levantó, estableciendo las nubes en movimiento, tales como lobos

merodean por las colinas distantes. Raisa se encogió de hombros.

Nerviosismo, se dijo. Sólo nerviosismo.

Magret estaba tan nerviosa como Raisa. Ella recogía los mensajes de la mesa

como si fuera a encontrar una nota de Averill. Ella se preocupaba por el pelo de

Raisa, su ruedo, su maquillaje. Y con los tiros que le lanzaba, Raisa tuvo que

luchar para no gritarle.

Cada vez que Magret abría la boca, las palabras se derramaron en una cascada

nerviosa.

―¿Has oído? El Príncipe Gerard Montaigne de Arden está aquí. Justo en el

medio de la guerra, él ha venido hasta aquí, probablemente, con la intensión de

ir a casa con un contrato de matrimonio en la mano. Es el más joven de cinco

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hermanos, así que no sé por qué cree que la Princesa heredera de Fells le daría

su tiempo este día. El Príncipe Liam, ahora, él es un chico guapo y con buenos

modales. Es el heredero al trono de Tamron, ya sabes.

Finalmente alguien llamó a la puerta. Raisa saltó a contestar, pero Magret, por

supuesto, la golpeó por ello.

No era su padre. Era Gavan Bayar, Alto Mago del Fells, resplandeciente en

plata y negro para que coincidiera con su melena de cabello plateado y negro, y

con sus espesas cejas.

―Mi‖Lord Bayar, ―Magret balbuceó―. Pensé... Estábamos esperando...

Lord Bayar pasó a Magret y se inclinó a Raisa.

―Su Alteza, usted es una visión. Me gustaría ser un hombre más joven. ―Hizo

una pausa, con los ojos viajando por ella de pies a cabeza―.‖

Desafortunadamente, su padre todavía no ha regresado de Chalk Cliffs. La

Reina me ha pedido que la acompañe al Templo. ―Él ofreció su brazo―.‖Sería‖

un honor.

Raisa retrocedió, negando con la cabeza.

―Tal vez... él aún vendrá.

―Todo‖el‖mundo‖est{‖ reunido, ―dijo Lord Bayar―.‖Ha llegado el momento.

La Reina requiere su asistencia.

Raisa tropezó con su tocador y se recostó contra él, de repente mareada. Había

algo raro en todo esto. Cada instinto gritándole. La lámpara en la mesa se

consumió con la brisa de la puerta abierta, y las sombras lobo llenaron las

paredes a lo largo.

El fornido guardia que estaba en la puerta, agarro la empuñadura de su espada.

―¿Su‖Alteza? ―dijo.

Magret se interpuso entre Raisa y Lord Bayar, su cara arrugada con

consternación.

―Su‖Alteza‖no‖se siente bien, ―dijo―.‖Tal vez, si usted le diera unos minutos...

La ira se encendió en los ojos azules de Lord Bayar.

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―Hazte‖a‖un‖ lado ―dijo―.‖No‖ tenemos‖unos‖minutos.‖La‖Princesa tiene que

venir conmigo por orden de la Reina.

―Est{‖ bien,‖ Magret, ―dijo Raisa, aunque ciertamente no estaba bien. Se

enderezó, meneó la cabeza para despejarla y asintió con la cabeza al guardia―.‖

Es un alivio. Voy a ir con Lord Bayar. Es algo que venga a buscarme. Estoy

segura de que papá va a estar aquí a tiempo para el baile.

Aún haciendo caso omiso del brazo de Lord Bayar, Raisa se agarró la falda a

cada lado, levantó la barbilla, y caminó delante de él en el pasillo. El guardia la

siguió por detrás.

Era difícil mantenerse al mismo nivel de las largas piernas de Lord Bayar, con

su zancada más limitada y zapatos de lujo. Eventualmente, ella le permitió

tomar su codo, sintiendo el aguijón de la energía a través de los dedos del

asistente.

Utiliza tu cara comerciante, se dijo.

Siguieron el pasillo cubierto del castillo a la iglesia, cruzando el patio que

representa la separación entre Iglesia y Estado, entre santo y lo profano.

El clima era cada vez peor, y el viento azotó mechones de su pelo

cuidadosamente peinado alrededor de su cara. En cualquier momento,

parecería que el cielo se abriría. Se preguntó si su padre estaba en la tormenta

en alguna parte, tratando de llegar a casa. Ella dijo una oración al Creador y a

Maia, la máquina del tiempo, para su retorno seguro.

La nave de la Catedral estaba llena de luz de las velas y solemne, camino por un

largo pasillo con alfombra roja entre la muchedumbre de la nobleza, todos

estirando el cuello para coger su primera visión de la Princesa heredera. Raisa

se sentía como una novia en el templo andando del brazo de su padre. Excepto

que esta no era su padre y esta no era su boda.

Se podría decir que la sustitución de última hora del Señor Bayar de su padre

no había sido anunciada. Oyó un rollo susurro a través de la multitud. Vio una

onda de los jefes de inflexión, impulsado por los chismes de costumbre. ¿Dónde

estaba Averill Demonai? ¿Y por qué no estaba aquí? ¿Y qué significa todo esto?

Quería pararse y decir: Esta no fue idea mía.

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Delante de ella, vio a su madre sentada en la silla de la Reina, sus faldas a su

alrededor, la pesada corona ceremonial en la cabeza. Y de pie junto a ella, Raisa

se sorprendió al ver a Jemson del Templo de Southbridge, resplandeciente en

oro y negro. Incluso a esa distancia podía ver la sorpresa en el rostro del

hablante cuando Raisa entró con el Mago.

A continuación, Raisa entendido. Su padre habría estado a cargo de los

elementos de la fe. Él habría sido el que invitó a Jemson a oficiar.

Raisa caminó a lo largo del Templo, haciendo todo lo posible para ignorar al

mago a su lado, haciendo todo lo posible para mantener en su cara una máscara

de solemnidad, mientras que su corazón latía con fuerza dentro de su pecho. A

pesar de esta distracción, algunas imágenes cristalizaban en su visión periférica.

Por ejemplo, la sonrisa congelada en la cara de su prima Missy Hakkam. Missy

estaba de pie junto a su hermano, el guapo e igualmente insípido Jon. Kip y

Keith Klemath se codearon unos a otros, probablemente por las apuestas sobre

quién ganaría el juego del cortejo en el baile.

Su abuela Elena se quedó con un puñado de ancianas de los Clanes de Marisa

Pines y Demonai. Con varios ancianos que fueron Guerreros Demonai,

incluyendo a Reid Nightwalker, rumoreado pretendiente de las tierras altas de

Raisa.

Cuando Raisa pasaba con el Mago, Elena se inclinó para susurrarle algo a Reid.

La cara de Elena era impasible, pero Reid estaba frunciendo el ceño.

Miphis y Arkeda Mander de pies hacia el frente con Micah Bayar, un triple de

asistentes. El destierro de Micah había terminado, al parecer. Él iba

impecablemente vestido, como siempre. Increíblemente atractivo, como de

costumbre, pero tenía un aspecto pálido, más febril, como si algo no estaba de

acuerdo con él. Sus oscuros ojos la siguieron al frente del templo.

Un pequeño guardia de honor se quedó a cada lado de la tarima. Raisa busco al

Capitán Edon Byrne, quién había acompañado a su padre a Chalk Cliffs. Él

estaba ausente también, pero Amón estaba allí en su uniforme de gala, de pie

tieso como un palo, la mano en la empuñadura de su espada. Mirando al frente,

con las mejillas enrojecidas, pero ella sabía que él la había visto.

Soñé contigo, pensó.

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Y finalmente se fue ante Jemson y su madre. Lord Bayar soltó su codo y se puso

a un lado, junto a su hermana, la princesa Mellony.

Raisa miró a los ojos del Orador Jemson y vio la compasión. El Orador sonrió.

Impulsándola de alguna manera, y ella le devolvió la sonrisa. Su pulso

calmándose y disminuyendo sus temores. Ella sería la Reina, y las Reinas

gobernaban a los magos de Fells.

―Amigos, esta es la temporada para la ceremonia del Día del nombre, y he

presidido muchos ya ―dijo Jemson―.‖ Siempre es un privilegio lanzar a un

niño a la edad adulta y dar la bienvenida a un nuevo ciudadano del reino. Pero

hoy estamos reunidos para una denominación muy especial, uno que se basa en

una tradición que ha durado mil años. Hoy en día llamamos Raisa Marianna,

heredera del trono de Hanalea y de los Lobos Grises.

Jemson miro a la asamblea.

―La‖ Princesa ya ha demostrado ser compasiva para su edad. Su Ministerio

Briar Rose del Templo Southbridge sirve a cientos de personas cada semana.

Las familias son alimentadas y vestidas, y los niños son educados por su

generosidad. Ella es una heredera del legado de Hanalea.

La Reina miró a Raisa, una expresión de asombro en el rostro. Comentarios

susurraban entre la multitud, como el viento entro en sucursales de invierno.

La voz de Orador Jemson fluyó sobre Raisa, instigándola de cómo ella se

dedicaría al Creador, Fells, y la línea de las Reinas. Su madre le hizo Las Tres

Preguntas y ella le dio Las Tres Respuestas en voz alta y clara, para poder ser

oída al otro extremo de la sala.

Raisa subió las escaleras hacia el estrado y se arrodilló ante su madre. La Reina

Mariana coloco la brillante diadema de los Lobo Grises en su cabeza y dijo:

―Levántate, Princesa Raisa, heredera al trono de los Lobo Grises.

Fuera del Templo, se desató la tormenta y el granizo golpeo ruidosamente

contra las ventanas con plomo. Sus antepasados proclamando su aprobación.

¿O eran gritos una advertencia?

Aplausos laminaban de un extremo de la sala al otro, probablemente debido a

que era hora de ir a cenar.

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El salón principal se había transformado en un bosque de hadas, sus fronteras

suavizadas por arboles de bosques brillantes rodeados de mágicas luces. Las

mesas de comedor se establecieron en un extremo, en una enramada de los

bosques. En los árboles colgaban jaulas de plata lleno de pájaros cantores.

En la cena, se sentó junto a la Reina a la cabeza de la mesa. Raisa insistió en que

el Orador Jemson asumiera el asiento a su otro lado, que debería haber sido de

su‖padre‖―sobre todo para evitar que‖Lord‖Bayar‖ocupara‖el‖mismo―. Ella se

sorprendió cuando la reina estuvo de acuerdo. Mariana parecía deseosa de

complacer su hija que era a menudo difícil, deseosa de llenar el hueco dejado

por la ausencia de Averill de cualquier manera que pudo.

Mientras que el protocolo dicta que los Príncipes del sur deben estar sentados al

lado de la línea después de la familia real, Raisa se dio cuenta de que su madre

les había sentado en lugar muy abajo en la mesa. No sólo eso, los Tomlins

estaban sentados frente a un extraño que, dada su vestimenta elaborada, debía

ser el ambicioso Gerard Montaigne, el joven Príncipe de Arden. Era delgado,

con pelo color de arena húmeda y pálida, casi sin color, ojos azules.

Elena Demonai y los representantes de otros Clanes se sentaron también en el

otro extremo de la mesa de Raisa.

Raisa comía muy poco, sintiendo el peso de la tiara y su nuevo título y el

aguijón de la ausencia de su padre. Ella dijo muy poco, pero el Orador Jemson y

la Reina Mariana y Lord Bayar compensaron su falta de conversación. Sus voces

salpicaban sobre su piel como la lluvia sobre la lona, apenas penetrante.

La Reina parecía nerviosa, su sonrisa forzada, y miró con ansiedad en la

dirección de Raisa como si no estaba segura de que podría hacer la nueva

Princesa heredera.

El Orador Jemson fingió estar relajado y hablador, pero Raisa pensaba que el

Orador no se perdió nada.

―La Princesa Raisa ha sido una embajadora maravillosa para el trono de los

Lobo Grises en la ciudad, ―dijo.

―¿Lo‖es‖ahora? ―Dijo‖la‖Reina, quejándose con la servilleta.

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―Oh, sí. Los músicos callejeros cantaban sus alabanzas. Los niños en la escuela

del Templo de Southbridge dejaron guirnaldas de flores debajo de su retrato en

el Santuario, y el Templo ha abierto una nueva sala de curación en su nombre.

―No‖tenía‖idea, ―dijo‖la‖Reina, hurgando en su codorniz asado, un gesto leve

en la cara.

―Todo el mundo le alaba, Su Majestad, por hacer valer una hija con una

naturaleza compasiva. ―Añadió‖y‖sonrió‖a‖la‖Reina.

Amon Byrne llamó la atención varias veces hacia los ojos de Raisa de su puesto

contra la pared. Levantó una ceja, como diciendo, ¿Qué está pasando?

Raisa comenzó a relajarse un poco cuando la cena se despejó y descendieron a

la pista de baile. Su carnet de baile ya estaba lleno. De acuerdo con el protocolo,

una vez que llegaron más allá de la torpeza del baile tradicional de padre e hija

―ellos‖ lo‖ omitieron―. La tarde pasó rápidamente, un caleidoscopio de caras

masculinas y plumaje brillante, una cacofonía de adulación, la picadura de las

manos del mago, el Klemaths repavimentación en varias ocasiones como un

mal sueño.

Bailó con el Príncipe Gerard Montaigne y lo encontró fríamente intenso y

condescendiente, una notable combinación de un niño de tan cerca de su propia

edad. Él no hizo ningún esfuerzo para cortejarla o incluso alagarla, pero corto

derecho a la política.

―Le‖preocupa,‖Princesa, ―preguntó, con su acento llano―‖que aunque yo sea

el hijo de un Rey, ¿soy el más joven de cinco hijos? ¿Cuatro de los que están

vivos?

―Eso‖depende, ―dijo Raisa, incapaz de resistirse―.‖¿Tienes hermanas mayores

también?

Él la miró un momento con los ojos tan pálidos y duros como el hielo glaciar.

―Tengo‖una‖hermana‖mayor, ―dijo―.‖Pero en Arden, la corona pasa a través

del la línea de los hijos solamente.

―Ya veo. ¿Tiene la esperanza de casarse con una Reina, entonces, para que sus

hijas tengan una herencia? ―Preguntó Raisa.

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―Bueno... ah... yo no lo había pensado, ―balbuceó‖ el‖ Príncipe―.‖Pensé que

tendría sentido... ah... casarse con nuestros reinos y nuestros recursos. Juntos.

―Ya veo. Nuestros reinos. Bueno, entonces creo que no he respondido a su

pregunta. ¿Pregunto si me preocupa que usted sea el hijo más joven?

―Sí ―dijo Gerard Montaigne―.‖Quería asegurarme que, dada la situación en

Arden, estos no son obstáculos insuperables. Si puede ser paciente, Su Alteza,

estoy totalmente contando en que llevaré la corona al final.

―Yo no estoy en absoluto preocupada por sus cuatro hermanos ―dijo Raisa―.‖

Aunque creo que tienen razón de estar preocupados por ellos mismos. Yo, sin

embargo, estaría muy preocupada por la sucesión en Arden si parecería que nos

casaríamos.

Afortunadamente, en ese momento, la canción terminó. Raisa dio un paso atrás

del Príncipe Gerard, tirando liberó sus manos, aunque él no pareciera querer

dejarlas ir.

―Gracias‖por‖el‖baile,‖Su‖Alteza ― dijo―.‖Que tenga un buen viaje de regreso.

Podía sentir sus ojos clavados en su espalda mientras se alejaba, con la cabeza

en alto. Ahí va un sureño para tachar de mi lista, pensó. Hace que me

estremezca nerviosamente.

Tenía miedo cuando el nombre de Micah surgió en su tarjeta de baile. No sabía

qué esperar. Una especie de proposición, una protesta de amor, susurros

conspirativos<‖algo. Pero ella no tenía de qué preocuparse, al parecer. Esta vez

fue un perfecto caballero. Parecía tan distraído, de hecho, tan distante, que

Raisa le preguntó, un poco bruscamente, qué en el mundo estaba pensando, al

momento que la música se detuvo.

―No estoy pensando en nada, Su Alteza ―dijo,‖ inclin{ndose‖ con‖ rigidez―.‖

Nada en absoluto. Es una buena habilidad para tener. Se lo recomiendo. ―Y se

alejó, con la espalda recta.

Amon era un asunto diferente. Agarró sus manos con tanta fuerza, que chilló de

dolor y él relajó su control.

―Lo‖siento ―dijo―.‖¿Qué está pasando? ¿Dónde está tu padre?

―Esperaba‖que‖me‖lo‖dijeras ―respondió Raisa―.‖¿Has‖oído‖algo?

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―Un pájaro vino de Chalk Cliffs ayer, diciendo que había ido a Fellsmarch ayer

por la mañana ―dijo Amon―.‖ Esperaba que llegaran anoche. No he sabido

nada desde entonces. ―Hizo una pausa―.‖Ellos probablemente han estado en

más de algún lugar para pasar la noche. Con esta tormenta y todo eso.

La lluvia caía ruidosamente contra el tejado del Templo y el viento aullaba

alrededor de las torres.

―Y sin embargo... deberían haber estado aquí mucho antes de que la tormenta

comenzara ―dijo ella―.‖Yo sólo... tengo un mal presentimiento sobre esto. Una

intuición. Algo ha pasado, ó va a suceder. O ambas cosas. ―Apoyó la cabeza

contra el hombro de Amon, temblando un poco.

―¿Qué‖ podría‖ pasar? ―Murmuró Amon, su cálido aliento cosquilleaba su

oído, su mano firme en su espalda, guiándola alrededor de la pista de baile―.‖

Tú estás aquí, en el Castillo Fellsmarch, en medio de una fiesta, con tus guardias

a tu alrededor. ―Parecía como si estuviera tratando de convencerse a sí

mismo―.‖Esta<‖intuición,‖¿qué‖tan‖confiable‖es?‖¿Hay alguna manera de saber

qué es o cuándo? ―Típico, el práctico Amon.

―No‖sé ―dijo Raisa, tratando de componerse a través de sus sentimientos. Se

sentía extrañamente segura allí, encerrada en el círculo de los brazos de Amon.

Vinculada con él de una manera en la que no había estado antes. Era como si un

canal se había abierto entre ellos, el poder y la emoción ondulaban a través de

ello, y deseaba que sólo pudieran dar vueltas para siempre.

Raisa se aclaró la garganta, tratando de concentrarse en ese otro peligro, más

nebuloso.

―Magret dice que sólo son nervios por el día de mi nombre, y tal vez tiene

razón, pero me sentiría mucho mejor si nuestros padres estuvieran aquí. Me

preocupa que algo les haya sucedido.

―No podemos‖ hacer‖ nada‖ al‖ respecto‖ ―dijo Amon―.‖ Así que vamos a

enfocarnos en ti ahora mismo. Si estás en peligro, ¿qué es lo más probable que

sea?

Raisa lo miró a la cara, temiendo que se estubiera burlando de ella, pero parecía

completamente en serio.

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―Pensemos ahora, ¿cu{ndo‖ estarías‖ m{s‖ vulnerable‖ a,‖ no‖ sé<‖ asesinos o

secuestradores? ―Añadió―.‖Después de la fiesta, cuando regreses a tu cuarto.

Tal vez entonces.

Raisa se apoderó de sus codos.

―Quédate esta noche en mi habitación, Amon ―dijo ella impulsivamente―.‖

Me sentiría más segura si lo haces.

―Raisa,‖no‖puedo‖hacer eso ―dijo Amon, su expresión era una mezcla de lo

que parecía pesar y decoro.

―Realmente no me importa lo que los demás piensen ―Raisa persistió―.‖

Además, Magret estará allí. Ella puede ser la chaperona.

―De‖acuerdo ―dijo―.‖¿No es la que se quedó dormida en el jardín? ―Él se

mordió el labio inferior―.‖Voy a involucrar al Wolfpack. Hemos sido asignados

a tu guardia personal. A partir de mañana.

Raisa lo miró fijamente.

―¿En serio? Yo pensaba que tu padre quería que te mantuvieras alejado de mí.

―Cambió de opinión ―dijo Amon. Tomó aliento como si hubiera algo que

añadir, pero luego cerró la boca y no dijo nada durante toda una canción

completo en la pista de baile.

―De todas formas, todavía estoy preocupado por el túnel que no has sellado

―dijo finalmente―.‖Cuando el baile termine, voy a enviar a algunos de los

Wolfpack para revisar el pasillo de tu habitación. Tendrás tu guardia habitual

fuera de tu puerta. Voy a subir al jardín y revisaré la entrada del túnel. Esta es

una noche para tener cuidado. Y tal vez por la mañana nuestros padres estarán

de regreso.

Con eso arreglado, bailaron silenciosamente un momento. Sin embargo, Amon

todavía se veía preocupado.

―¿Qué‖pasa? ―Preguntó Raisa.

―¿Y si no regresan? Se supone que debo irme al Fuerte Oden en una semana.

―¿Tan‖r{pido? ―Raisa sintió un atisbo de pánico―.‖Pero el verano ni siquiera

ha terminado. Estamos sólo a finales de Julio. Tienes todo Agosto, y...

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―Voy a tomar el camino largo de regreso al Fuerte Oden. Vamos hacer un poco

de exploración por Da. Pero si él no regresa, no puedo dejarte aquí por tu

propia cuenta.

―Él va a venir, Amon; ambos lo harán, ya lo verás.

La música se había detenido, señalando el final del baile, y se deslizó a

regañadientes a un punto muerto. Amon se inclinaba hacia abajo, y sus rostros

estaban a pulgadas. Agarrando sus dos manos, Raisa susurró:

―Gracias. ―Se acercó de puntillas, deslizando sus brazos alrededor de su

cuello, con la intención de terminar el baile con un casto beso, pero justo en ese

momento fueron interrumpidos.

―¿Su‖Alteza? ―La voz con acento vino de atrás―.‖Creo que he reservado este

baile.

Raisa se dio la vuelta y vio que era el Príncipe Liam Tomlin, de Tamron. El

Príncipe le ofreció una elegante reverencia.

―Por supuesto,‖¿si‖no‖es‖conveniente<?

―Su Alteza‖―le dijo, e hizo una reverencia, con la cara ardiendo de vergüenza.

Ella realmente necesitaba prestar más atención. Sobre todo porque el Príncipe

Liam era un posible partido―.‖Por supuesto que es conveniente. Lo siento. Yo

estaba solo...

―Distraída ―dijo él―.‖ Eso‖ sucede. ―Su sonrisa era deslumbrante contra su

piel cobriza.

Raisa miró por encima del hombro, pero Amon había desaparecido.

El Príncipe tomó su mano y la orquesta se lanzó a un vals, una danza segura

para los sureños, a deferencia de sus iguales de la realeza. Los músicos no

tenían de qué preocuparse. El Príncipe bailó con la inconsciente gracia de

alguien que había crecido en la corte.

No era especialmente alto, en comparación con Micah o Amon, pero estaba

excesivamente bien vestido, con un abrigo azul y pantalón blanco que mostraba

su tendencia del tipo aristocrática. Tamron era conocido por ser el árbitro del

estilo en los Siete Reinos. Junto a la brillante Corte de Tamron, Fellsmarch era

un remanso.

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―No es frecuente que tenga que reservar un lugar en la tarjeta de baile de

alguien ―dijo el príncipe Liam―,‖y arrancar a mi compañera de los brazos de

otro. Ya veo hasta qué punto la suerte de Tomlins ha caído.

Sorprendida, Raisa estudió al Príncipe en busca de arrogancia, pero sólo

encontró una especie de buen humor autocrítico. A ella le agrado de una vez.

―Así es. Bueno, estoy tratando de acostumbrarme a la idea de ser puesta en

exhibición, como un pedazo de carne fresca ―dijo Raisa.

El Príncipe Liam se rió a carcajadas, una sorprendente profunda risa.

―Tal‖vez‖acceda‖al‖ concepto‖de‖que‖ los‖Príncipes tienen realmente el control

sobre sus propias vidas. Siento disentir. Nosotros estructuramos las juntas,

improvisamos como locos, sólo para descubrir que el guión ya está escrito y nos

hemos equivocado.

―No‖siempre ―replicó Raisa―.‖Tengo que creer que a veces podemos escribir

nuestra propia vida.

―¿Entonces,‖amas‖a‖ tu‖soldado? ―El argumento era como una audaz espada

entre las costillas, pero Raisa la desvió.

―Yo‖no‖estoy‖hablando‖de‖amor ―dijo Raisa, enmendando silenciosamente―.‖

Bueno, no sólo sobre amor.

―Entonces, tengo una oportunidad ―dijo él, volviendo la cabeza y mostrando

su hermoso perfil enmarcado por la caída de sus rizos color negro. Miró de

reojo a ella para ver si lo había notado.

Ella se echó a reír.

―Es‖todo‖un‖farsante ―dijo.

―Eso‖es‖lo‖que‖iba‖a‖decir ―respondió alegremente―.‖Todos‖los‖dem{s‖en‖la‖

sala son todos unos impostores.

―No‖voy‖a‖jugar‖un‖papel ―dijo Raisa―.‖Quiero que la gente sepa quién soy.

―Es‖joven,‖Su‖Alteza ―dijo el Príncipe Liam, sonando como uno de sus cínicos

ancianos.

―¿Por‖qué?‖¿Cu{ntos‖años‖tienes? ―Exigió Raisa.

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―Tengo‖diecisiete‖años ―dijo.

Tengo casi la misma edad que tú, pensó en decir. Pero no, ya que sonaba como

algo que un niño diría.

―¿Cómo‖va‖la‖búsqueda de esposa? ―Preguntó ella―.‖¿Algún‖prospecto?

Se rió de nuevo.

―Dijeron‖que‖eras‖contundente.

―¿Lo‖hicieron?‖¿Qué‖m{s‖dijeron?

―Dijeron‖ que‖ eras‖ caprichosa‖ y‖ obstinada,‖ e‖ inteligente. ―Él la miró a los

ojos―.‖Y‖la‖Princesa más hermosa de los Siete Reinos.

Era adulador, pero igual era agradable de escuchar.

―¿De veras? No tengo forma de saberlo, ya que nunca he estado fuera de Fell

―dijo Raisa―.‖Un día voy a visitar Tamron y los otros Reinos del sur. ¿Cómo

han sido afectados por la guerra en Arden?

―Elegimos‖ ignorar‖ la‖guerra ―dijo Liam, acercándose para hablar a su oído,

como si le confiara un secreto―.‖Nos distraemos con fiestas y entretenimientos

y otros vicios, como si eso hiciera que desaparezca.

―Y sin embargo estás aquí, buscando una alianza en contra de la Montaignes

―dijo Raisa, agradecida por la tutela de su padre y Amon Byrne.

Liam hizo un gesto con su muy anillada mano.

―Estoy buscando por una esposa rica para pagar mis deudas de juego,

―dijo―.‖ Escuchamos‖ que‖ las‖ Reinas de Fell son muy sobrias, que todavía

tienen la moneda acuñada por primera vez con sus imágenes.

La música se detuvo y él la llevó desde la pista de baile a una mesa en una de

las temporales arboledas de su madre. Raisa llamó a un servidor para traerles

unas bebidas y luego se quitó los zapatos. Su tarjeta de baile había terminado, el

Príncipe Liam había sido el último en la lista. Aunque todavía la orquesta

seguía tocando‖ ―y‖ lo‖ haría‖ hasta‖ que‖ la‖ Princesa heredera partiera

oficialmente―, Raisa se sorprendió al encontrar que la habitación estaba casi

vacía. Ella no se había dado cuenta de que era tan tarde. De algún modo había

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conseguido pasar a través de la fiesta en el día de su nombre sin darse cuenta

realmente. Era una especie de decepción después de los meses acumulados.

Se reoriento. El Príncipe Liam estaba levantando una copa hacía ella.

―Tú‖eres‖la‖Princesa más hermosa de los Siete Reinos. ―Levantó la otra mano

para detener su protesta―.‖Soy un juez muy bueno, Su Alteza. He visto más de

mi parte.

Raisa se echó a reír. La agenda del Príncipe Liam no podría coincidir del todo

con la de ella, pero él era encantador.

―Deberías‖ venir‖ a‖ visitarnos ―prosiguió‖ el‖ Príncipe―.‖Tamron carece de la

belleza física de Fells, pero creo que encontrarías la ciudad de la Corte de

Tamron... muy interesante. ―Él hizo una mueca―.‖Aunque el verano no es

nuestra mejor temporada.

―Eso he oído. Tu padre, el Rey Markus, me invitó a visitar su casa de campo en

Leewater.

―La‖casa‖es‖preciosa‖en‖verano ―dijo Liam―.‖Aunque puede parecer lleno de

gente cuando sus tres esposas están en la residencia.

Raisa no pudo evitar preguntarse si lo había mencionado a propósito.

―Prefiero los veranos en la ciudad, cuando dormimos durante el calor del día y

permanecemos despierto toda la noche. Pronto será el otoño, cuando las noches

son frescas y encantadoras, y las lluvias reviven las flores. Nosotros lo

llamamos la época de cortejo. ―Afianzó sus manos sobre las suyas.

Ve con cuidado, Raisa, se dijo a sí misma. Este es el Principito por el que Missy

Hakkam cayó de cabeza sobre enaguas. Raisa tendía a utilizar a Missy Hakkam

como una especie de marcador de ruta para mantenerse lejos de un

comportamiento estúpido.

―¿Estás aquí en nombre de tu padre, o te estás representando a ti mismo?

―preguntó Raisa.

Liam se rió, pero había un borde amargo.

―Mi padre no necesita mi ayuda con sus contactos ―dijo―.‖Estoy‖aquí‖por‖mi‖

cuenta.

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―Bueno, entonces, ¿cuál es tu posición sobre tener varias esposas? ¿Si tienes

dos o tres, puede tu esposa tener varios maridos?

Liam estaba tomando una copa de vino en el momento que preguntó eso, y

estuvo a punto de salpicarla sobre toda la mesa.

―P<‖Princesa‖ Raisa ―farfulló él―.‖Creo que cualquier hombre que se case

contigo encontrará que tiene más que suficiente para manejar sin complicar las

cosas.

Raisa se echó a reír también, pero notó que no había respondido realmente a su

pregunta. Él la miraba, sin embargo, como si la encontrara absolutamente

fascinante. Su mirada viajó desde su boca a sus ojos y viceversa.

Se inclinó más cerca, apoyando las manos sobre sus hombros desnudos,

poniéndole la piel de gallina.

―En este momento, por lo general sugeriría un paseo por el jardín, pero sigue

lloviendo‖a‖cantaros,‖dado‖el‖sonido‖de‖ la‖misma.‖Tal‖vez<‖hay‖otro‖ lugar‖al‖

que podamos ir a hablar, lejos de los oídos de la corte.

Se le ocurrió a Raisa que tal vez Liam era el peligro que había previsto. Sin

embargo, un interesante tipo de peligro, después de todo.

En ese momento, Raisa escuchó pasos detrás de ella y Liam miró sobre su

hombro y frunció el ceño.

―Su‖ Alteza. ―Raisa sabía quién era antes de que se diera la vuelta―. Su

Alteza, la Reina pide su asistencia en su cámara privada ―dijo Micah Bayar―.‖

Ella me pidió que la llevara.

Raisa lo miró con desconfianza. ¿Por qué su madre enviaría a Micah a buscarla,

después de todo lo que había sucedido ya? Ella miró a su alrededor por Amon,

pero no lo vio, ni a cualquier otro de sus guardias. Se preguntó si había ido ya

hasta el jardín.

Micah se volvió hacia Liam.

―Lo siento, Su Alteza, pero tendrá que excusar a la Princesa Raisa. Se está

haciendo tarde.

―Sí.‖Así‖es ―dijo Liam, sin rencor. Sonrió a Raisa―.‖Princesa Raisa, voy a estar

aquí durante unos días más antes de regresar a Tamron ―dijo―. Me quedo en

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la Casa Kendall. Espero volver a verte antes de irme. ―Hizo una reverencia y se

alejó.

Micah miró detrás de él durante un largo rato, luego se apoderó del brazo de

Raisa para guiarla desde el salón de baile.

Ella se liberó.

―Yo‖sé‖el‖camino ―dijo, y se alejó, dejándolo a seguirla. Hubiera querido haber

pasado más tiempo con Liam Tomlin, y estaba cansada de ser arrastrada por los

Bayar.

―¿Qué‖quiere‖mi‖madre? ―Raisa preguntó mientras se abrían paso entre los

grupos de personas que seguían hablando en el pasillo―.‖ No la he visto

durante horas. Pensé que para esta hora probablemente se habría ido a la cama.

―Todavía‖no ―dijo Micah, sin responder a su pregunta. Parecía tenso, y Raisa

sospechaba que había estado bebiendo otra vez.

Raisa misma había tenido cuidado de no beber más que agua y el

excesivamente dulce ponche. Era su costumbre tratar de aprender de la

experiencia.

A medida que se acercaban a los apartamentos de la Reina, los pasillos estaban

vacíos. Automáticamente, Raisa pasó los corredores públicos hacia el estrecho

privado utilizado por la familia real. Al pasar por la pequeña biblioteca

establecida por su padre, Micah dijo:

―Raisa, antes de entrar, dame un minuto. Por favor.

Ella se volvió hacia él. Él asintió con la cabeza hacia la biblioteca.

―Sólo escúchame. Prometo que no tomará mucho tiempo. ―Prestándole

atención a sus mangas, pareciendo extrañamente torpe.

Contra todo sentido común, creyó en él. Después de un largo rato, se adentró en

la biblioteca, poniendo una mesa entre ellos.

―He estado tratando de encontrar un momento a solas desde la fiesta ―dijo―.‖

Quería decirte que yo no sabía sobre el anillo y el collar. No me di cuenta que

estaban hechizados.

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Admitía que eran piezas hechizadas, entonces, así que Lord Bayar había

mentido a la Reina.

Raisa se cruzó de brazos.

―¿Por qué debo creerte?

Se encogió de hombros.

―Porque, como verás, no tengo ninguna razón para mentirte.

Ella inclinó la cabeza.

―¿Qué‖quieres‖decir‖con,‖“como verás”?

Ignoró la pregunta.

―Y porque me gustaría pensar que soy capaz de atraer a una chica por mi

cuenta.

―Depende‖ de‖ la‖ chica ―dijo Raisa mordazmente―.‖He oído que has tenido

cierto éxito en el pasado.

El medio sonrió, encogiéndose de hombros, recordándole de por qué siempre lo

encontró tan atractivo.

―Cuando... cuando parecías receptiva, asumí que habías sucumbido

finalmente a mi encanto personal ―dijo Micah―.‖ Imagínate mi decepción

cuando me enteré de que habías sido embrujada, no por mí, sino por un

amuleto.

―Y‖por‖varios‖vasos‖de‖vino. ―Raisa no pudo resistirse decir.

Micah desestimó eso con un gesto de su mano.

―No. El vino no funciona en ti. Ya traté eso.

¡Bueno!, pensó Raisa. Está siendo extraordinariamente franco.

―¿Por qué no puedes estar satisfecho con tener a todas las demás chicas en la

corte cayendo a tus pies? ―Preguntó ella―.‖¿Por qué siempre quieres lo que no

puedes tener?

―¿Por qué no me estás preguntando quién fue el responsable del amuleto de la

seducción, si no fui yo? ―Le respondió.

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―Porque‖no‖tengo‖que‖hacerlo ―dijo―.‖Dime‖esto<‖¿por‖qué‖tu‖padre‖quiere‖

seducirme? ¿Estaba tratando de provocar un escándalo, para evitar mi

matrimonio con un sureño?

―Bueno ―dijo Micah, poniendo los ojos en blanco―.‖Eso sería un beneficio

adicional. Lo último que necesitamos es tener que casarte con un sureño.

―No entiendo esto. Tu padre está ligado mágicamente a la Línea de las Reinas.

¿Por qué es capaz de actuar en contra de sus intereses?

―¿Cómo sabes que lo está? Actuando en contra de sus intereses, quiero decir

―dijo Micah. Echó un vistazo a los volúmenes en la biblioteca más cercana.

Pasando la mano por los lomos empolvados, examinó su palma, luego se la

frotó en el pantalón.

De alguna manera, le hacía parecer muy joven.

―La‖sangre‖de‖Demonio, Micah. ¿Hechizando a la Princesa heredera en contra

de su voluntad? Eso es traición a la patria. ¿Qué es lo que espera lograr?

―Mi padre espera que estemos en guerra antes de tiempo ―dijo Micah―.‖Tan

pronto como la guerra civil en Arden termine.

Eso era justo lo que había dicho Amon.

―Así que, ¿qué tiene eso que ver conmigo?

―Tenemos que ganar contra los sureños a toda costa. Eso podría significar

descartar algunas de las viejas reglas que nos han hecho débiles.

―A‖mí me gustan algunas de las viejas reglas ―dijo Raisa―.‖ Tal como las

normas contra la traición.

―Sabes que la Iglesia de Malthus ve la magia como una herejía, ¿cierto? ―Dijo

Micah―.‖Queman‖a‖los‖magos‖en‖el‖sur.

La Iglesia de Malthus tenía la reputación de ser sin sentido del humor, severo y

conservador. Raisa sabía eso bastante bien. Pero no conocía su posición en

cuanto la magia.

―Vamos a necesitar todas nuestras armas si Arden nos ataca ―dijo Micah―.‖

Tenemos que ganar. El Clan debe hacerlos entrar en razón. Necesitamos acceso

sin restricciones a los instrumentos de la magia.

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―Tenías‖ eso ―dijo Raisa, el cansancio superando la diplomacia―.‖ E‖ hiciste‖

todo un lío.

¿Por qué tenía que hablar de esto ahora? Se sentía cansada e irritable,

confundida por esta conversación, bajo un calvario por todo el mundo.

―Mira, ¿podemos ir a ver qué es lo que quiere mi madre para que todos

podamos ir a la cama?

Micah pasó sus dedos por su cabello oscuro.

―Sólo quiero que sepas que nada de esto es mi idea. Espero que puedas... que

tengas esto en cuenta.

Su intuición aguijoneó otra vez. ¿Por qué Micah Bayar daba este discurso,

llevándola a ver a la Reina en medio de la noche? ¿Y si ella no quería ir?

De hecho, ella no iría. Iba a volver a su habitación, donde Amon estaba

esperando.

Más o menos.

Rodeó la mesa, con la intención de deslizarse más allá de Micah y hacia el

pasillo. Él debió haber visto algo en su cara, porque se movió para bloquear su

camino.

―Vamos‖ahora ―dijo―.‖Será mejor que nos demos prisa; nos están esperando.

Ella negó con la cabeza.

―En‖realidad,‖estoy‖agotada‖y‖no‖me‖siento‖bien ―dijo―.‖Por favor dale mis

disculpas a la Reina, pero creo que mejor me voy a la cama.

Micah suspiró.

―Raisa, lo siento, pero tengo que llevarte. Si te hace sentir mejor, ninguno de

nosotros tiene elección, ¿de acuerdo?

Raisa miró a su cara y vio que lo decía en serio, por lo que pasó junto a él y se

volvió hacia la cámara privada. Al mismo tiempo, su mente corría, tratando de

darle sentido.

“Ninguno de nosotros tiene elección”.

¿Entonces quién daba las órdenes? ¿Su madre o Gavan Bayar?

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Capitulo 24

Ceremonia Impía

Traducido por MariPooh, eli25, YCNAN, majo2340 y Paaau

Corregido por marzeDoyle

uatro guardias flanqueaban las puertas de los apartamentos de la Reina.

Manteniendo la cabeza alta, Raisa pasó por delante de ellos con Micah

siguiéndola. Raisa oyó voces en el interior, pero tan pronto como se

abrió la puerta, la conversación se detuvo y varias personas se volvieron hacia

ellos.

La Reina Mariana sonrió, sus mejillas enrojecidas por la excitación y el vino,

todavía con el vestido verde espectacular que había tenido en la cena. A su

lado, Gavan Bayar, también en su traje de gala, y la hermana de Micah, Fiona.

Su rostro iluminado pálido, ¿con qué? ¿Triunfo? ¿Satisfacción?

Y allí, como un frívolo pavo entre los zorros, estaba Speaker Horas Redferm, el

Clérigo principal del Templo Catedral. Raisa nunca se había preocupado de

Redfern, quién, en su opinión, pasó muy poco tiempo cuidando de su rebaño y

demasiado tiempo coqueteando con la aristocracia.

Redfern, también parecía como si hubiera bebido un poco demasiado. Parecía

más frenéticamente alegre.

―Y aquí están ahora ―dijo‖la‖Reina Mariana―. Se deslizó hacia delante y besó

a Raisa y Micah, a su vez.

Raisa revisó la habitación. Había sido transformada desde la última vez que

había visto. Había flores por todas partes, dos arreglos extravagantes de lirios y

rosas a ambos lados de un altar, cuencos de flores en todas las mesas, escondido

con miles de velas encendidas. Un mantel del altar estaba bordado con rosas

entrelazadas y halcones. Un diseño peculiar. A un lado había una mesa con

botellas de vino y vasos. ¿Por qué? Parecía casi como a...

―¿Te gusta, cariño? ―La‖Reina Mariana tomó las manos de Raisa y miró a la

cara como si estuvieran ávidos de su aprobación―.‖Tuvimos muy poco tiempo

C

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para ponerlo todo junto, pero creo que se puede apreciar la importancia de la

discreción. Sé que no puede ser exactamente lo que la foto, pero...

Raisa tenía la boca tan seca que apenas podía escupir cualquier palabra.

―¿Qué‖...‖qué‖es‖esto?‖―Susurró―.‖¿No es tarde para tener una fiesta?

―Su‖Majestad ―dijo Lord Bayar, sus ojos azules brillan en la luz de las velas―.‖

Tal vez debería explicar.

―Raisa ―dijo‖la‖Reina Mariana―.‖Ustedes saben que hemos estado hablando y

pensando estrategia sobre la mejor opción para ti ahora que eres elegible para el

matrimonio

Raisa miró a su madre, luego a Gavan Bayar.

―¿Quién ha estado hablando? ¿Tú y yo o tú y ellos?

―Todos nosotros, por supuesto. Recuerda que acordamos que un sureño no es

la mejor opción en este momento con toda la agitación en Arden y Tamron.

―Nosotros nunca estuvimos de acuerdo en eso ―dijo Raisa―. La guerra tiene

que ser terminada antes de tiempo y luego tendremos más opciones. ―Dijo,

pensando en el Príncipe Liam―.‖Una alianza entre el Tamron y Fells podría ser

suficiente para prevenir la invasión de Arden, si es momento adecuado.

Mariana miró Raisa como si su hija le hubiera salido otra cabeza y con un

inconveniente para hablar.

―No es necesariamente nuestro interés evitar una guerra entre Arden y

Tamron, Su Alteza ―dijo Lord Bayar, palmeando verbalmente su cabeza―.‖En

esta guerra se agotan los recursos de Arden y distraerlos de la consideración de

un ataque contra nosotros es lo mejor.

―Si gana Arden, será una amenaza mayor que nunca ―dijo Raisa, recordando

su conversación con el Príncipe Gerard.

―Y no hay nadie entre los derechos del Clan que sería un buen partido ―se

apresuró a Mariana―.‖Averill es su padre, y la matriarca de Pinos Marisa está

casada y con un hijo bastardo.

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―Hay‖ primos‖ en‖ Campamento Demonai que podrían ser adecuados ―dijo

Raisa, el pensamiento de Reid―.‖Cuando regrese padre, podemos ver lo que

dice.

―La‖ opinión‖ de‖ tu‖ padre...‖ podría ser interesante, pero no especialmente

importante ―dijo‖ la‖Reina Mariana, viendo que Raisa estaba siendo tan poco

cooperativa―.‖También tenemos que pensar en el papel que pueden jugar los

hechiceros en cualquier conflicto próximo y lo que puede ser que necesiten

hacer para consolidar nuestros intereses más estrechamente.

―El Alto Mago esta por arte de magia vinculado a la Reina de Fells ―dijo

Raisa―.‖Por lo tanto, nuestros intereses ya coinciden. Además, ¿qué tiene que

ver nuestra relación con los magos con mi matrimonio?

Si ella no hubiera estado tan cansada, lo habría visto venir. Mirando hacia atrás,

ella llegó a la conclusión de que estaba siendo extraordinariamente pesada.

La Reina Mariana se irguió de la forma en que siempre lo hacía cuando ella

esperaba que Raisa fuera obstinada.

―Raisa, hemos elegido un partido para ti por el bien del reino y la línea de

Reinas. Te casarás con Micah sul'Bayar.

Por un momento, Raisa estaba convencida de que había oído mal. Que era una

broma de su madre, de alguna manera, a pesar de la mueca en su rostro. Que

era una especie de prueba de su conocimiento de la alianza conocida como el

Naeming.

Que no podía ser verdad. Entonces ella miró a Micah y vio la verdad en su cara.

Esto era lo que había querido decir en la biblioteca cuando le había dicho que

ninguno de ellos tenía elección.

―Pero...‖pero‖eso‖es‖ imposible. ―Raisa en voz baja―.‖No puedo casarme con

un mago. Está prohibido.

―¿Prohibido por quién? ―La‖Reina dijo―.‖Yo‖soy‖la‖Reina de Fells. Yo soy la

soberana sobre este reino.

―Prohibido por la Naeming por más de mil años ―dijo Raisa―.‖Tú lo sabes.

Ningún mago se ha casado con una Reina de Fells desde Hanalea. ¿Y sabes lo

que ocurrió entonces?

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―Mi querida niña, piensa en la pérdida de oportunidades y la riqueza de

posibilidades ―dijo Lord Bayar―.‖La unión de sangre real y la magia nos hará

una vez más el reino más poderoso de los Siete Reinos. ¿Por qué las acciones de

un mago pícaro cerraría esa puerta para siempre? ―Reino, pensó. Por encima

de mi cadáver.

―Yo‖no‖soy‖tu‖niña‖querida ―dijo Raisa, respirando fuerte y rápido―.‖Yo‖soy‖

la Princesa Heredera al Reino de Fell y voy agradecer que lo recuerde. Y no fue

la acción de un loco que dio lugar a la Naeming. Fue el abuso de poder por

parte de una dinastía de magos que invadieron y conquistaron Fells y

esclavizaron a sus gobernantes de sangre.

―Esa‖es‖una‖perspectiva ―dijo Lord Bayar, suave como cualquier serpiente―.‖

Otros lo llaman una edad de oro, cuando todos los Siete Reinos rindieron

homenaje a Fells. Cuando la riqueza fluía a nosotros desde los siete. Cuando los

fértiles campos de Arden nuestros graneros llenos y suministrado los fondos

para construir esta ciudad legendaria.

―La ciudad fue construida antes de que lo magos llegaran aquí ―dijo Raisa.

―¿Quién te ha estado alimentando esta información errónea? ―Lord Bayar

preguntó―.‖ ¿Tu padre? ¿Elena Demonai? Los días de los Clanes se han

acabado.

Raisa se apartó de Lord Bayar y se enfrentó a la Reina.

―Madre, tú sabes que esto no es correcto. Tú sabes que no puede casarse un

mago conmigo. El Clan irá a la guerra por él, tú sabes que lo harán. ¿Quieres

una guerra civil aquí, así como en Arden? ¿Qué tan vulnerable nos va a hacer

eso?

―Los arcos y las flechas no nos pueden proteger contra las máquinas de guerra

de Arden ―dijo Mariana―.‖Necesitamos la brujería de nuestro lado.

―Ya lo tenemos, o deberíamos tenerla ―dijo Raisa, mirando a Lord Bayar―.‖El

Alto Mago se supone que está obligado contigo, y con sujeción a su voluntad.

¿Qué ha pasado? ¿Es el vínculo dañado o roto...?

―Micah ―dijo‖Lord‖Bayar‖deliberadamente―, por favor, calma a tu novia para

que podamos seguir adelante con esto. Se hace tarde, el nerviosismo de la boda

o no. Y tenemos que regresar a la Dama Gris antes de la mañana.

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Micah se acercó a Raisa con las manos extendidas, como uno podría acercarse a

un Fellscat acorralado.

―Vamos,‖Raisa‖―insistió él, casi suplicante―.‖Vamos a acabar con esto.

Casi me siento mal por Micah, Raisa pensó. Ella miró a su alrededor para una

salida. Su mirada se detuvo en Redfern, que parecía terriblemente fuera de

lugar, y terminó de registrar todo.

―Un momento. ¿Se tiene previsto casarnos esta noche?

―Sí ―dijo Bayar con impaciencia―.‖Vamos a enviar a la casa del sur con la

noticia. Eso sofocará cualquier gana de hablar de alianzas.

Tanto él como el Capitán Byrne habían sido enviados lejos justo antes del día de

su nombre. Cuando ella sería formalmente nombrada heredera al trono, cuando

sería elegible para casarse por primera vez. Como una piedra fría debajo de su

esternón, la comprensión asentada: si tanto la Reina como Lord Bayar querían

que ocurriera, ella estaría casada antes de que la noche terminara.

―¡Orador Redfern! ―Dijo ella, aunque tenía la pequeña esperanza de rescate

desde ese cuarto―.‖Es‖ el‖ representante‖ del‖Templo, de las viejas costumbres.

Sabe que no puedo casarme con un mago. Dígaselo.

Ella caminó hacia el Orador, y él retrocedió, levantando su vaso de vino como

un escudo.

―No para todos, no para todos. Esto no debería probar un impedimento a su

matrimonio, Su Alteza ―dijo el orador―.‖He emitido un dis... una exención.

Mientras Raisa estaba tan distraída, Micah golpeó, riéndose sobre en pequeño

sofá y rodeando con sus brazos abrazándola. Sujetándola rápido en el círculo de

un brazo, él alcanzó su escote y agarró un amuleto de su cuello mientras Raisa

hacía su mejor esfuerzo por liberarse.

¿De dónde sacaste eso?, quería preguntar Raisa. Eres demasiado joven. Nunca

has estado en el Fuerte Oden. No se te permite tener un amuleto.

Ese fue su error, pensar que los magos jugarían con las reglas.

Micah murmuró unas pocas palabras en la velocidad del norte, inclinando su

cabeza cerca de su oído. Ella sintió el chisporroteo de la magia a través de sus

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manos. Pasó a través de su cuerpo y descendió por su brazo, sin dejar nada

detrás excepto el nervioso hormigueo y un vago deseo de placer.

Y entonces recordó: ella llevaba el anillo de Elena en su mano izquierda. “Es lo

que llamamos un talismán”, había dicho Elena. Ofrece alguna protección contra

la alta magia.

Aquí estaba la oportunidad, si ella podía de alguna manera tomar la ventaja de

esto. No podía dejarles saber lo del anillo o se lo quitarían en un periquete. Ella

tenía que seguir jugando, hacerles creer que él la había encantado.

¿Qué hechizo habría usado Micah sobre ella? “Calma a tu novia”, había dicho

Lord Bayar.

Ella miró a Micah. Él estaba estudiando su cara, obviamente intentando

determinar si su maldición había funcionado.

Ella abrió sus ojos de par en par, conjurando una expresión de vacante.

―Lo‖siento ―dijo ella―.‖Sé que estoy siendo ridícula. Es solo que todo es muy

repentino. ―Ella bajó la mirada al suelo, con miedo de que Micah notara la

furia en sus ojos―.‖Siempre soñé que podríamos estar juntos, pero asumí que

era imposible.

Ella oyó un audible suspiro liberado a su alrededor. El sonido de alivio.

―Yo‖ también‖ ―dijo Micah con precaución, como si él no lo creyera lo

suficiente. Él liberó su agarre de muerte una fracción―.‖No puedo decirte...

cuan frustrante ha sido, ansiar lo que nunca podrías tener. ―Él se inclinó y rozó

sus labios contra los de ella, y ella sintió la picadura de la magia otra vez.

Resistió la urgencia de apartarse estremeciéndose.

¿Qué argumento le daría a su madre? ¿Asumiendo que ella fuera alcanzable

después de todo?

―La cosa es que, siempre he soñado con una gran boda, Mamá ―dijo Raisa,

mirando directamente a la reina―.‖Quisiera que todos estuvieran allí, mi abuela

Elena, mi padre, el Clan en sus colores, las cabeza del estado de todos los Siete

Reinos. Tendría que llevar a cuatro damas de honor en mi cortejo, y caminaría

el pasillo sobre una alfombra de pétalos de rosa.

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―Por‖supuesto,‖dulzura ―dijo la reina, parpadeando por la sorpresa―.‖Es‖todo‖

lo que una chica sueña. ―Excepto, hasta ahora, su hija Raisa.

―Tú‖ tuviste‖ eso,‖ Mam{ ―dijo Raisa con reproche―.‖ Tuviste‖ a‖ quinientas‖

personas en el templo, y le llevó al modisto un año coser las perlas en tu

vestido. Las hogueras resplandecían sobre todas las colinas para conmemorarlo.

Los banquetes duraron seis días y llenaron tres casas de huéspedes con los

regalos de la boda.

Las mejillas de la reina se sonrojaron con la vergüenza.

―Lo sé, cielo. Es algo que nunca olvidaré, pero...

―Pero yo me casaré en una habitación trasera delante de un simple sacerdote,

como si fuera una sirvienta con un vientre creciendo. La gente hablará de mí,

mamá. Sabes que lo harán. Todos se preguntarán si me he casado después de

todo.

―Ellos‖no‖se‖atrever{n‖―dijo‖la‖Reina, suavizando sus faldas nerviosamente―.‖

Lo prohibiré.

―Eso podría afectar a la sucesión ―dijo Raisa, muy consciente de que Micah

Bayar estaba justo a su lado―.‖ Si tenemos hijos, su legitimidad podría ser

cuestionada. ―Ella se giró y agarró las manos de Micah―.‖No‖podría‖soportar‖

eso.

―Su‖Alteza ―dijo Lord Bayar―.‖Sigamos. Ella solo está abrumada eso es todo.

―Miró a su hijo como si dijera, “Intenta algo más fuerte”.

―Sé‖que‖debo‖servir‖al‖reino,‖mam{ ―dijo Raisa―.‖Pero ¿por qué debería ser a

costa de mis sueños?

―No tenía ni idea de que te sintieras así ―dijo‖ la‖ reina sonrojada, como

siempre, por el conflicto.

Raisa presionó su ventaja.

―Tú‖eres‖la‖Reina. Proclama que Micah y yo nos casaremos en otoño. Eso nos

dará tiempo para planearlo. ―Ella rodeó a Micah con sus brazos alrededor de

su cintura y descansó su cabeza contra su pecho―.‖ Quiero‖ que‖ todo‖ sea‖

perfecto.

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―Su Alteza, no podemos arriesgarnos a esperar ―dijo‖Lord‖Bayar.‖Él‖cruzó‖a‖la‖

Reina y tomó agarré de sus manos―.‖Todo puedo ocurrir antes. Podríamos ser

invadidos. La Princesa heredera podría ser secuestrada. Los Clanes podrían

rebelarse. Ella necesita un marido con talento para vigilarla.

Raisa observó a los dos por el rabillo del ojo. Sin duda Bayar estaba vertiendo

magia en ella como Micah había hecho. Ella ya sabía que el mago mantenía una

inapropiada influencia sobre la Reina. No sabía si su madre podía resistirlo.

Recordó la conversación con Elena en el jardín, hace meses. El aviso que su

abuela le había dado.

La Reina Marianna se giró hacia Raisa, limpiando las lágrimas de sus ojos.

―Oh, cariño, no podemos arriesgarnos a esperar. Lo prepararé todo para ti de

alguna manera. Lanzaremos una recepción como el mundo nunca ha visto.

Invitaremos a todos. Ya lo verás.

Entonces Raisa también se puso a llorar, las lágrimas de furia y decepción,

sabiendo que ella realmente estaba siendo ella misma.

―¿Qué‖haría‖Hanalea?

―Est{‖ bien,‖ Raisa ―susurró Micah, dándola palmaditas en su espalda

torpemente. Era todo lo que ella podía hacer para no balancearse alrededor y

golpearle en su perfecta nariz.

―¿Dónde... a dónde iremos después? ―Preguntó Raisa, pensando que ahí

podría haber una manera para escapar, una manera para prevenir esto de ser

consumado―.‖Podríamos volver a mis apartamentos y...

―Te‖ alojaremos‖ en‖ la‖ Casa‖ Aerie‖ ―dijo Lord Bayar―.‖ Tenemos‖ un‖

apartamento preparado para ti. Enviaremos a alguien después a por tus cosas.

De esa manera los dos tendréis algo de privacidad. ―Él sonrió su sonrisa de

tigre.

―Est{‖ bien ―dijo Raisa, tragando fuerte―.‖ Si crees que es lo mejor. Solo...

―Ella sorbió su nariz y se limpió la cara con su manga, alejando las lágrimas de

la rabia―.‖Si Padre no puede estar aquí, me sentiría mucho mejor si pudiera

llevar el collar que él me dio. Eso haría... sería más como si él estuviera aquí. Le

atraería. Solo sería un momento.

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―¡Oh,‖ vamos! ―Explotó Lord Bayar, su impaciencia conseguía lo mejor de

él―.‖Orador Redfern ha estado aquí durante dos horas esperando. Hagámoslo,

y si alguien pregunta, diremos que tuviste que hacerlo. Tienes el resto de tu

vida para llevar la cosa.

―No ―dijo la Reina Marianna, tardíamente estirando la columna―.‖ La‖

Princesa heredera deberá llevar el collar de su padre, si eso ayuda a animarla.

Es lo menos que podemos hacer. Ella se ha sacrificado suficiente por el deber en

esto. ―Y lo dijo en una manera que no admitía discusión.

Bayar se dominó con dificultad. El mago estaba definitivamente olvidando su

lugar. Cualquiera que fuera su lugar en esos días.

―Por supuesto, Su Majestad. Enviaremos a uno de los guardias a por él.

―Gracias,‖Lord‖Bayar ―dijo Raisa―.‖Pero será más rápido si voy yo. No estoy

segura de donde lo dejé, y no quiero que los soldados manoseen mi joyería.

Volveré. ―Ella intentó liberarse del agarre de Micah.

―Micah,‖ve‖con la Princesa heredera y tráenosla de vuelta a salvo ―dijo Lord

Bayar―.‖Sé‖que‖no‖la‖dejar{s‖alejarse. ―Él sonrió cuando lo dijo, pero sus ojos

azules eran brillantes y duros como zafiros.

Y entonces ellos corrieron por el pasillo, Micah sujetando tensamente su

cintura. Él escurrió más magia en ella, como si reforzara sus esfuerzos previos.

Esta vez ella decidió ponerlo en conocimiento.

―No tenía ni idea de que pudieras usar la magia, Micah ―dijo ella―.‖¿Dónde

has aprendido? ¿Y donde conseguiste el amuleto?

Él se estremeció, como si ella hubiera roto un código secreto.

―Bueno, no sé mucho. Mi familia tiene algunas... reliquias mágicas heredadas.

―Sin preguntar qué, mamá nos quería casar ―dijo Raisa―.‖ Eso te da una

ventaja sobre las otras casas de magos, ¿cierto? ¿Por qué no tienes que suplicar

por tus amuletos a los Clanes?

Micah asintió.

―Estos días, los únicos amuletos que puedes conseguir son temporales.

Pierden su efectividad con el tiempo. Así que tenemos que seguir volviendo al

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Clan para restaurarlos, o conseguir nuevos. El Clan usa eso para controlar el

talento.

―¿Y‖ese‖no‖se‖agota? ―Preguntó Raisa.

―No‖ dije‖ eso ―murmuró Micah, mirando alrededor como si pudieran ser

escuchados. Desafortunadamente, los pasillos estaban desiertos. Era demasiado

tarde incluso para los nocturnos y demasiado temprano para los madrugadores.

―¿Realmente quieres casarte conmigo, Micah? ―Ella era genuinamente

curiosa. Él le había dicho que ellos no tenían elección. Quizás si él veía una

manera de salir de eso...

Él pareció estar eligiendo sus palabras cuidadosamente.

―¿Quién no querría casarse con la Princesa heredera de los Fells? ―Dijo él.

―¿Eso es todo lo que soy para ti? ¿Un título?

Él pensó un momento, y cuando habló, ella pensó que él diría la verdad.

―Siempre me has fascinado, Raisa. Siempre pude tener a cualquier chica

excepto a ti. Y nunca me dejaste escarpar con nada. Siempre dices lo que

piensas. ―Él casi sonrió―.‖Hubiera preferido besarte a acostarme con otra chica

en la corte.

Extrañas alabanzas, pensó ella.

―Creo que‖ podríamos‖ estar‖ bien‖ juntos‖ ―siguió él―,‖ una‖ vez‖ consigamos‖

pasar esto.

“Podríamos estar bien juntos”. No era exactamente una proposición de amor.

Ni una promesa de seguir sus maneras sin sentido.

La ironía era, que ella podría haber dado la propuesta seria, al menos, si no

estuviera siendo forzada a ello.

Ellos subieron las amplias escaleras, asustando a un gato dormido en el escalón

superior, y giraron a la derecha, pasando el dormitorio de Mellony, hacia los

aposentos de Raisa.

El rechoncho guardia con quien Raisa se había reunido más temprano se apoyó

contra la pared al lado de la puerta. Cuando los vio venir, se incorporó y apoyó

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la mano sobre la empuñadura de su espada, mirando de Micah a Raisa

confundido.

―Espera‖ aquí ―dijo Raisa a Micah―.‖ Sólo voy a estar unos minutos. ―Ella

abrió la puerta.

Después de un momento de vacilación, Micah hizo ademán de seguirla dentro,

y el guardia se puso delante de él.

―Ya‖ has‖ oído‖ a‖ Su‖ Alteza‖ ―dijo el soldado―.‖ Espere‖ aquí. ―Y,

afortunadamente, él cerró la puerta.

Micah debió estar buscando a tientas su amuleto, porque Raisa escucho una

espada deslizarse libremente.

―Deja‖esa‖cosa ―le oyó decir el guardia.

Ella los oía discutir de un lado a otro, el aumento de sus voces. Pensó que tenía

poco de tiempo.

Micah no se alarmó demasiado. Por lo que él sabía, solo había una sola manera

de entrar y salir de la habitación. No podía bien saltar desde la ventana, la cual

estaba muy por encima del río. Además, ella no había dicho nada para hacerlo

pensar que preferiría saltar a la muerte antes que casarse con él. Hasta el

momento.

―¿Su Alteza? ―Magret pestañeó adormilado hacia ella desde su silla junto al

fuego. Se había quedado dormido esperando por ella―.‖¿Qué hora ha llegado a

ser? Sé que es su día del nombre y todo, pero...

―Magret,‖¿me‖amas? ―Raisa preguntó sin aliento.

―¿Qué clase de pregunta es esa, mi señora? ―Magret bombardeada―.‖Claro‖

que<

―Entonces empaca algo de ropa de montar ―dijo Raisa―.‖Estilo Clan, en las

alforjas, para varios días. Nada elegante. ¡Date prisa! ―Mientras hablaba, ella

derramó la seda color crema que iba a ser su vestido de novia, y no lo sería, si

podía evitarlo. Enrolló hacia arriba, lo echó en la esquina y luego se quitó las

zapatillas y las medias y tiró un par de pantalones colocado sobre una silla

lateral.

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―¿Qué‖ est{‖ pasando? ―Magret‖ preguntó, ahora despierta, lanzando cajones

abiertos y metiendo la ropa en dos alforjas. Hizo una pausa y se enderezó,

medio inclinada―.‖Tú‖no‖te‖vas‖a‖fugar,‖¿verdad?

―Todo lo contrario. El Bayars quiere forzarme a contraer matrimonio con

Micah Bayar ―dijo, omitiendo el hecho de que la Reina estaba en el plan.

―Eso‖ es‖ hablar‖ de‖ locos, ―dijo Magret, continuando sus preparativos

frenéticos―.Tú no puedes casarte con un mago. Ellos saben eso.

―Ellos pueden saber eso, pero lo están haciendo de todos modos. Tienen un

Orador y todo, y después quieren llevarme fuera de la Casa Aerie.

―¿Qué? ―La‖voz‖de‖Magret‖se‖elevó y Raisa la hizo callar frenéticamente.

―Micah‖est{‖afuera de la puerta. Él me está esperando.

Magret miró a la puerta. El argumento estaba actualmente en el corredor.

―No me gustan los magos, nunca me han gustado. ―Magret llevaba la sangre

del Clan y con ella, una desconfianza innata hacia los magos.

―Tú no quieres ir con él, ¿verdad?

―No, no lo hago. Me voy. Te necesito para que lo mantengas afuera el mayor

tiempo posible, así tengo una ventaja.

―Su Alteza, no me gusta la idea de usted bajando por el balcón, realmente no

me gusta. Va a romperse el cuello.

―No,‖ hay‖ otra‖ manera.‖ A‖ través del armario. Ya lo verás. ―Raisa fue al

armario, sacó sus botas, se sentó en el piso, y tiró de ellas puestas.

―¿A‖ través‖ de‖ aquí? ―Magret miró en el armario―.‖ ¿Un‖ túnel,‖ entonces?

―Raisa‖asintió‖con‖la‖cabeza‖y‖Magret‖dijo:‖

―Yo había oído siempre que había uno, en algún lugar de esta parte del

castillo.

―Este tiene salida en la casa de vidrio ―dijo Raisa.

Los ojos de Magret se encendieron de orgullo.

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―Eres‖igual‖que‖ella ―respiró.

―¿A‖quién?

―Igual‖ a‖ la‖ propia‖ Reina‖Hanalea. ―Tímidamente, Magret apartó la manga,

dejando al descubierto su parte interna del brazo. En ella había un tatuaje de un

lobo aullando contra una luna creciente.

―¿Eres‖una‖Doncella? ―Raisa habló más fuerte que tenía la intención, y ahora

Magret fue la que la hizo callar. El lobo aullando era el emblema de las

Doncellas de Hanalea, una misteriosa organización de mujeres dedicadas a la

memoria de la Reina guerrera.

―Lo‖soy ―dijo el Magret―.‖Se pretendía obligarla a casarse con un mago y ella

no lo toleraría. Ella dijo que era mejor ser una Doncella que casarse con un

Demonio.

Bueno, Raisa pensó. Hay más de Magret de lo que parece.

―¿Dónde‖va a ir, Su Alteza? La Reina debe ser informada ―dijo el Magret.

―Ella lo va a ser, no te preocupes, ―dijo Raisa. Ella vaciló un momento―.‖Lord

Bayar ha escrito a mi madre, me temo. Ella estuvo de acuerdo con el

matrimonio.

―La sangre y los huesos de las reinas ―juró Magret―.‖El sinvergüenza. No me

ha gustado como está yendo este negocio. No, no me gusta. Siempre he dicho

que su padre debería pasar más tiempo en casa.

Las lágrimas asomaron a los ojos de Raisa. Ella se emocionó que su nodriza le

creyera, que estaba de su lado. Había empezado a pensar que estaba perdiendo

la cabeza.

―¿Va‖ a‖ necesitar‖ algo‖ de‖ dinero?‖ ―Magret preguntó―.‖ Tengo‖ un‖ poco,‖ ya‖

sabe.

Raisa besó a la formidable enfermera en la mejilla.

―Voy‖ a‖ estar‖ bien. ―Ella levantó el colchón y sacó una pequeña bolsa de

terciopelo desde abajo―.‖ Mi fondo de emergencia ―dijo. Era el dinero que

había hecho trabajando en los mercados durante el verano. Las Princesas no

debían de hacer dinero. Lo había guardado para evitar cualquier argumento.

Metió su daga en su cinturón y colgando las alforjas sobre los hombros.

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Alguien golpeó la puerta.

―Apúrate,‖Rai<‖Su‖Alteza ―gritó Micah―.‖Todo‖el‖mundo‖est{‖esperando.

―C{lmese, joven Bayar ―gritó Magret de nuevo―.‖¡No debería estar gritando

por los pasillos como un marinero obsesionado! La Princesa estará lista cuando

esté lista.

Dentro de poco tiempo, todos estarán despiertos, Raisa pensó.

―Gracias, Magret. Me voy. Dile a Micah que estamos buscando mi collar si

golpea de nuevo. Cuando fuerce la entrada, dile que me fui por el balcón.

Magret tiro abajo las cortinas que rodeaban la cama de Raisa y comenzó a

rasgarla en tiras.

―Le voy a hacer una escalera, despistarlos en esencia‖―dijo con gravedad.

Agarrando una antorcha de la aplique en la pared, Raisa se abrió paso en el

armario, resbalando entre las sedas, satenes y terciopelos. Empujó a un lado el

panel y entró en el corredor de piedra húmeda. Deslizando el panel se cerró

detrás de ella. Oró para que Amón estuviera esperándola en el jardín. Con su

suerte, se habría rendido y vuelto a casa.

Corrió tan rápido como pudo, golpeando sus codos en las paredes de piedra en

las vueltas, alerta a los sonidos de la persecución detrás. ¿Cuánto tiempo podría

esperar que Magret mantuviera fuera a Micah? ¿Caería él en la trampa del

balcón? Se estremeció ante la idea de ser perseguida por el corredor estrecho y

tortuoso.

La subida por la escalera estrecha de la cabaña era de miedo, como siempre, con

la carga adicional de las alforjas chocando contra sus costados.

Finalmente llegó a la parte superior y empujó a la puerta de piedra.

Para su gran alivio, alguien la agarró por arriba y luchó afuera. Entonces

apareció la cara de Amón en la apertura, tenso y sombrío.

―¿Dónde‖ has‖ estado? ―Dijo―.‖ Ya estaba empezando a pensar que habías

vuelto y te habías ido a la cama sin decírmelo.

Pero te quedaste, pensó Raisa con una oleada de gratitud. Gracias al Creador

por Amón Byrne.

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Amón se apoderó de sus manos y tiró de ella hacia arriba a través de la abertura

del establecimiento, en el jardín de la casa de junto.

―He‖ estado‖ loco‖ de‖ preocupación,‖ tuve‖ la‖ sensación‖ de‖ que<‖ ―Él tragó

saliva― ¿Que está pasando?

Raisa abrió la boca y dijo las palabras al azar.

―Lord Bayar ha puesto un hechizo sobre la Reina. No sé cómo. Es como si el

vínculo no funcionará. Tienen un engaño de piezas mágicas anteriores a la

Ruptura.

―¿Un hechizo? ―Dijo Amon―. ¿Qué es lo que hace?

―Lo que quiero decir, es qué quiere casarme con Micah y nombrarlo Rey.

―Dijo Raisa―. Tienen un sacerdote y todo. Mamá está junto a él. Ya estaría

casada, pero insistí primero en volver a mi habitación. No pasará mucho antes

de que sepan que me he ido. ―Ella tomó su mano como si pudiera llevarlo.

―Tenemos que irnos. Ahora.

―¿Pero<?

―Ya lo sé, no me puedo casar con un hechicero. Pero a Lord Bayars no le

gustan las viejas reglas. Le parece que están muy restringidas. Vamos a tener

que salir de la cuidad para solucionar esto.

No solo de la cuidad, pensó Raisa. Del Reino. No podía refugiarse con el Clan.

Se iniciaría una guerra entre sus padres y haría que los páramos fueran

vulnerables para una invasión desde el sur.

Amon tomó sus alforjas y se las colgó por encima de sus hombros.

―Vamos. Tenemos que despejar el puente levadizo antes que den el sonido de

alarma.

Ellos recorrieron escaleras tras escaleras, sus pasos muy fuertes en la quietud de

la mañana, se cruzaban con algún sirviente soñoliento arriba de vez en cuando.

Cada vez, Raisa volvía la cabeza para pasar desapercibida. Eso daría que hablar

en cualquier momento. La Princesa heredera oculta por los pasillos con un

soldado en la mañana de la fiesta de su santo. Ellos serían reconocidos, y no

pasaría mucho tiempo antes de que Lord bayars supiera que ella se había ido

por el balcón y que la habían visto con Amon Byrne.

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No le deseaba a Amon tener como enemigo a Lord Bayars, pero estaba feliz de

tenerlo a su lado.

No tenía de que preocuparse. Al igual que antes, nadie reconoció a la Princesa

heredera en pantalones y túnica.

En la planta baja los correderos eran más amplios y no había más tráfico cerca.

Se vieron obligados a caminar, a fin de llamar menos la atención, aunque Raisa

tenía cada nervio disparatado. Pasaron por el Gran salón, donde los

peticionarios ya estaban esperando para tener su reunión con la Reina.

Pasaron por el enorme arco que los llevaba al puente levadizo, pasando bajo las

compuertas de reja. Raisa puso un poco de espacio entre Amon y ella para que

no pareciera que estaban juntos. Ella podría ser una mujer de los Clanes, en su

camino de regresó de una entrega al castillo. Amon podría ser un soldado

camino a su puesto.

Estaban en el medio del puente atravesando el río, cuando se oyó un sonido de

campanas y los oficiales se llamaban entre ellos. Con un sonido metálico fuerte,

la compuerta de reja descendió hasta que se estrelló contra en el suelo.

Ellos saben que me he ido, pensó Raisa.

El desgano de los guardias, en el otro extremo del puente, que miraban con

curiosidad.

―¡Cabo Byrne! ―Uno de ellos le dijo a Amon―. ¿Qué está pasando?

―Tal vez algunos granjeros pobres robaron una hogaza de pan de la fiesta de la

princesa ―dijo Amon, haciendo rodar los ojos.

El soldado se echó a reír.

―Seguro‖que‖est{n‖nerviosos ―dijo él mirando hacía el castillo.

―Mostrando‖la‖grandiosidad del sur, seguro ―dijo Amon, sin detenerse―. Me

voy porque no quiero acabar con cualquier dinero.

Una vez fuera del puente, Amon tiró de Raisa, hacía el Cuartel de la Guardia y

las caballerizas.

―Vamos‖a‖ir‖a‖los establos ―dijo―. Necesitamos caballos.

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Estaban cruzando el patio del establo, cuando Raisa oyó un ruido de cascos en

los adoquines, alguien montaba excesivamente rápido. Amon empujó a Raisa

detrás de él y sacó su espada.

―Dos jinetes ―protestó.

Éstos tiraron con fuerzas de sus monturas, justo para detenerse al frente de las

puertas del establo.

―¿Raisa? ―Dijo uno de los jinetes cuando desmontó. Estaba sudado y

manchado con sangre, su brazo estaba envuelto en una tela de lino, con el

rostro sin afeitar. Tomó a Raisa en sus brazos y dijo:

―Raisa, gracias al Creador.

Era su padre.

Alegría mezclada con sorpresa y preocupación, llenaron su corazón, tanto, que

pensó que este podría estallar.

―¡Padre! ¡Estas herido! ¿Qué pasó? ¿Dónde has estado?

―Gracias al Capitán Byrne, no es peor ―dijo Averill, asintiendo con la cabeza

al otro jinete―. Nos tendieron una emboscada al oeste de los acantilados Chalk.

Diez hombres armados. Hicieron todo lo posible para matarnos, pero el Capitán

Byrne parece tener un tercer ojo. Vio la emboscada antes de que se cerrara sobre

nosotros.

Byrne dio su caballo al mozo de la cuadra. El Capitán estaba mucho peor por el

desgaste. La sangre seca corría, desde la herido de su ojo por todo su rostro, y

está caía sobre la pierna derecha.

―Estaban enmascarados, pero montaban monturas militares, Su Alteza ―dijo

Byrne sombrío―. Igual a las que usamos en la guardia. Estoy pensando que

fueron entrenados.

―Así que la guardia se ha visto comprometida ―dijo Raisa sin rodeos.

El Capitán Byrne vaciló y luego asintió con la cabeza.

―Sí.

―Lo siento, Raisa ―dijo su padre―. Quería estar en tu ceremonia. Pero parece

que alguien tenía otras ideas.

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―Gavan Bayar ―dijo Raisa con convicción―. Tuvo que haber sido él.

Byrne y Averill la miraron fijamente, con preguntas en sus ojos, pero antes de

que pudieran hablar, un ruido de cadenas llamó la atención de Raisa mirando

de vuelta hacia el castillo.

―¡Condenados huesos!‖ ―Dijo―. Están levantando el puente. Tenemos que

irnos antes de que finalice la búsqueda en el castillo y se den cuenta que me he

ido.

―¿Qué‖est{‖pasando?‖―Exigió‖el‖Capit{n‖Byrne―. ¿Qué ha pasado?

En unas pocas y frases breves, Amon explicó la situación.

Byrne le gritó al mozo de la cuadra, que salto en su sitio como una tachuela.

Parpadeaba de sueño y de confusión.

―Prepare cuatros caballos nuevos ―dijo Byrne―. Dos ensillados y dos de

carga. Empaque lonas para dormir y provisiones. ¡Ahora! No la próxima

semana. ―Rugió cuando el chico no se movió inmediatamente. Este se

escabullo.

―¿Van a ir a Pinos de Marisa? ―preguntó Averill ―. Es lo más cercano.

Raisa se encogió de hombros.

―Podríamos ir allá esta noche, pero no podemos quedarnos mucho tiempo.

Está todavía dentro del reino. Si la Reina demanda mi regreso, el Clan se

negará, pero ella no dejara que se interpongan. Ella no puede. Tendré que salir

de Fells hasta que las cosas se calmen.

―No‖me‖gusta‖―gruñó‖el‖Capitán Byrne―. No hay lugar seguro. Arden es un

caos, Bruinswallow y We´enhaven es probable que sean arrasados también,

incluso si se pudiera llegar. Y Tamron es un lugar apto para la Princesa, aunque

queda a tres días de marcha dura desde Arden. Hay piratas en el Indio que se le

mantenga‖el‖rescate‖si‖fue‖así,‖y<

―¿Señor? ¿Qué pasa con la Orden Ford? ―Amon interrumpió―. Nadie se

atrevería a molestar allí. Especialmente si no se sabe quién es ella.

Los dos hombres miraron a Amon por un buen rato.

―El‖muchacho‖tiene‖razón ―dijo finalmente Averill asintiendo con la cabeza.

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―¿Cómo‖ va‖ a‖ llegar‖ ella‖ ahí?‖ ―Dijo el Capitán Byrne, viéndose menos

entusiasta―.‖ Ellos la estarán esperando para interceptarla en el paso Marisa

Pines.

Amon asintió.

―Eso es lo que esperan porque es más cercano. Ella podría ir al Oeste hacia

Demonai y recoger provisiones, ropa y nuevos caballos. ―Miró a Averill, quién

inclino su cabeza asintiendo―.‖Luego cruzaría hacia Westgate, baja a Tamron

viajando a través de los Pantanos de Shivering y al este al Paso de Oden.

―¿Los‖ pantanos? ―El Capitán Byrne frunció el ceño―.‖ Ese será un viaje

agitado. Son casi intransitables en esta época del año. Y he oído rumores de

problemas con los Waterwalkers.

―Hay‖una‖manera ―dijo Amon―.‖El camino no es malo si sabes hacia donde

te diriges.

Averill asintió coincidiendo.

―Es mejor que Raisa se mantenga alejada de Arden. Ahí hay mucho

derramamiento de sangre últimamente. Demasiadas oportunidades de que la

capturen o la maten. Al menos los Waterwalkers respetan la línea de Hanalea.

En Arden, a nuestras Reinas las llaman brujas.

¿Quiénes son los Waterwalkers?, pensó Raisa mirando de Averill hacia Byrne.

Yo soy la línea de Hanalea y aún así soy la última en enterarme de algo.

―Lord Demonai, con todo el respeto, no puedo enviar desprotegida a los

pantanos a la Princesa heredera. ―Dijo el Capitan Byrne―.‖La Reina estaría en

lo correcto si pide mi cabeza.

Amon carraspeó.

―Da. Sir. Nosotros podríamos escoltar a Raisa al Paso de Oden ―dijo Amon―.‖

Me refiero a Los Lobos grises. De todas maneras es casi nuestro tiempo para

regresar a Casa Wien. Todos los cadetes de cuarto año esperan viajar juntos. Eso

no llamará la atención. Conozco los Pantanos; usted conoce a la familia de Lord

Cadri, he estado con ellos antes. La Princesa puede viajar como un alumno de

primer año.

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―Eres‖ solamente‖ de‖ cuarto‖ año ―dijo Byrne negando con su cabeza―.‖ No

mucho más grande que los muchachos. Es demasiado peligroso para todos

involucrarse.

Averill puso su mano sobre el brazo del Capitan Byrne.

―Edon, creo que quizás la idea del chico es buena, por dos razones. Primero, la

mejor protección para mi hija es pasar inadvertida. Recuerde que he viajado

hacia el sur como comerciante. Podemos enviar toda una descarga de guardias

con ella y aún así podrían verse sobrepasados por una fuerza mayor. Hay

ejércitos de mercenarios cientos de veces más fuertes, vagando por el campo.

Segundo, la Reina no puede saber que hemos puesto las manos en esto,

especialmente tú. Si envías a la Princesa con cualquier guardia de la Reina,

Marianna sabrá que estas envuelto. A sus ojos, eso es traición. No puedes

ofrecerle mucha protección a Marianna si estás en la cárcel. Y ahora más que

nunca ella necesita tu protección.

Byrne se giró hacia Risa, como si ella pudiera ser una aliada.

―¿Qué pasará con sus perspectivas de matrimonio, Su Alteza, si es descubierta

viajando con tantos soldados? ―Dijo él sin rodeos.

―Si permanezco aquí, terminaré casada con un mago ―dijo Raisa igualmente

sin rodeos―.‖¿Qué pasa con mis perspectivas entonces?

El Capitán Byrne se giró hacia Averill, parecía preferir discutir con él que con la

Princesa heredera.

―¿Dónde se quedará ella en el Paso de Oden? No puede vivir en los cuarteles.

Necesita un lugar seguro donde quedarse hasta que nosotros podamos resolver

esto.

―¿Por qué no puedo‖quedarme‖en‖ los‖cuarteles?‖―Interrumpió Raisa―.‖¿Por

qué no puedo quedarme ahí como un nuevo cadete?

Capitan Byrne puso cara de afligido.

―Su Alteza, ¡eso es imposible! ¿La Princesa heredera viviendo con un grupo de

soldados?

―Hanalea‖fue‖una‖Reina‖Guerrera ―dijo Raisa―.‖Ella mató al Rey Demonio y

condujo un ejército contra el usurpador cuando no era mucho mayor que yo.

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―Eso‖ fue‖ hace‖ mucho‖ tiempo ―dijo Byrne―.‖ Las Reinas de estos días son

menos<‖ bélicas. ―Miró a Amon―.‖ ¿Realmente crees que nueve cadetes

pueden guardar un secreto así durante todo el camino al Paso de Oden?

―Ellos no pueden tirarlo si no saber acerca de ello ―dijo Amon―.‖

Pretenderemos que es la hija de algún noble Chalk Cliff. Ellos ya la conocen

como Rebecca Morley. Diremos que su padre preguntó si ella podía viajar con

nosotros para estudiar el Pasillo del Curandero en el Paso de Oden. Viajará con

el aspecto de un alumno de primer año para su propia protección.

―Hay un Templo en el Paso de Oden ―dijo Averill―.‖ La Princesa puede

permanecer ahí como un nuevo regalo. Ya saben, puede ser una bendición

disfrazada. El Paso de Oden es un cruce de ideas. Ella puede aprender mucho

mientras este ahí.

―Será vulnerable ante secuestradores, cazadores de fortunas e hijos más

jóvenes. ―Contestó Byrne.

―No‖si‖ ellos‖no‖ saben‖quién‖es ―Averill dijo―.‖Además, la paz del Paso de

Oden la protegerá. Incluso con las guerras ocurriendo alrededor, se ha

mantenido durante más de mil años.

―Ella no puede estar lejos por tanto tiempo ―dijo Byrne―.‖ Siempre está el

riesgo de que Bayar convenza a Marianna de nombrar a Mellony como la

heredera.

―Podemos‖ discutir‖ esto‖ luego ―Raisa dijo mirando hacia el castillo, aún

abotonado como un Corset Flatland―.‖Una vez que hayan registrado el castillo

ellos cruzarán el puente. Capitan Byrne, por favor dígale a los otros cadetes que

se encuentren son su Sargento en el Campo Demonai. El Sargento Byrne y yo

iremos enseguida.

Byrne la miró un momento, luego inclinó su cabeza.

―Entendido,‖ Su‖ Alteza ―él dijo, con una leve sonrisa sobre sus líneas de

preocupación―.‖Sargento Byrne, un momento por favor. ―Byrne señaló a su

hijo, los dos entraron en una intensa pero breve conversación que terminó con

un abrazo.

Mientras ellos hablaban, el chico del establo había sacado los caballos. Byrne

envió al niño a la cama.

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Raisa escogió el caballo más pequeño, una yegua, y desató las riendas del riel.

Se giró hacia Amon.

―Ayúdame a subir la pierna, por favor.

Amon la impulsó hacia la silla y ajustó los estribos a su pequeña estatura.

Byrne tomó la mano de Amon en el agarre doble de un soldado.

―Mantenla a‖salvo―dijo, mirando a su hijo a los ojos―.‖Y‖tráenosla de vuelta.

Amon asintió. Luego el mismo se montó.

―Viaja‖ con‖ cuidado,‖ hija ―dijo Averill, las lágrimas asomando a sus ojos.

Luego volteo su cara hacia abajo.

Byrne lo golpeó en la espalda.

―Entremos al castillo Lord Demonai ―dijo Byrne sonriendo―.‖Quiero ver la

cara de Gavan Bayar cuando lleguemos vivos.

Los hombres se fueron lejos. Raisa clavó sus talones en los costados de la yegua.

Hicieron ruido que se escuchó fuera del establo y en el camino, conduciendo

sus dos caballos de repuesto. Cuando pasaron las puertas de la ciudad, Raisa

giró y vio el Castillo Fellsmarch brillando en el sol de la mañana. Estaba

dejándolo atrás de nuevo, mucho antes de lo que ella había pensando que fuera

posible.

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Capitulo 25

El fin de los días

Traducido por MariPooh

Corregido por majo2340

uando Han regresó del establo después de visitar los mercados, la fiebre

de Mari era alta de nuevo. Parecía que le quemara la carne, su rostro se

había vuelto notablemente más demacrádo y delgado de lo que estaba

desde que el había regresado a su hogar, y su piel se había vuelto de un

amarillo enfermizo. Lo había visto antes. Nunca era una buena señal.

Así que fue a ver al curandero en Catgut Alley y le hizo venir, con la promesa

de pagarle el doble de lo que cobraba en un día o dos. El hombre vino, todo

sudado y rodando los ojos, sin duda consciente de la reputación de sanguinario

de Puños y preocupados por el costo del fracaso. El curador le dio a Mari

cervezas de mal olor y quemó un desconocido incienso con el cual llenaba la

habitación con un apestoso humo amarillo. Después de una hora de su

presencia, Han concluyó que era un estafador, pero mamá insistía que Mari se

veía mejor después de todo, y respiraba más fácil.

A la mañana siguiente, en su desesperación, Han salió de la ciudad y caminó de

regreso hasta Pinos Marisa, es decir, para que Willo volviera con él y atendiera

a Mari. Cuando llegó al campamento, se enteró de que ella había subido a la

Montaña Althea a hacer de partera de nacimiento. Bird estaba con los Demonais

y Dancer se había ido con Willo, así que en general fue un viaje perdido. Han

durmió unas horas en la Casa Matriarcal, luego regresó a Fellsmarch, dejándole

dicho a Willo que viniera tan pronto como fuera posible.

De vuelta en la ciudad, se fue directamente al Mercado de Southbridge, a la

tienda de Taz. A pesar de que era el final del día, Han sabía que el vendedor

dormía en la parte de atrás para no dejar su valioso inventario sin vigilancia.

Han necesitaba dinero rápido, y no pasaría mucho tiempo antes de que la

Guardia estuviera encima de él de nuevo y tuviera que salir de la ciudad para

siempre.

C

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Cuando Han miró a través de la ventana, vio al vendedor detrás de su

escritorio, colocando papeles con furia dentro de un maletín de cuero. Casi

parecía que estaba haciendo las maletas para irse.

Taz, molesto tomó su taza de té, cuando la campana en la puerta anunció la

entrada de Han en la tienda. Cuando el comerciante levantó la vista y vio a

Han, puso una sonrisa incómoda.

―¡Puños! ¡Ahí estás! ―El gran hombre arrojo locamente los papeles de su

escritorio con un trapo―.‖ ¿Dónde has estado? He encontrado un comprador

para el tallado que me mostraste. Él está ansioso por verla. ―Taz siempre los

llamó “tallados” o “piezas de arte”. Nunca reconocía el hecho de que ambos

eran mágicos e ilegales.

―¿En‖ serio? ―dijo Han. ¿Era su imaginación, o el vendedor estaba

inusualmente‖nervioso?―‖¿Él sabe el precio mínimo, entonces?

―Sí, sí. Está bien para él, aunque quiere ver la pieza por sí mismo, por

supuesto. ¿Lo tienes contigo? ―Taz miró a Han como si fuera a brillar a través

de su ropa.

Han‖negó‖con‖ la‖ cabeza.‖―No,‖pero‖puedo‖ ir‖a‖buscarlo.‖―Se volvió hacia la

puerta.

―No,‖no‖―dijo Taz a toda prisa―.‖De hecho, el comprador viene en camino

hacia aquí. Coincidencia, ¿no? ¿Que estés aquí, y que él venga? ―Se humedeció

los labios.

Han‖estaba‖confundido.‖―Pero de nada sirve si no tengo el amuleto ―dijo.

―Mi cliente est{‖ muy‖ ansioso‖ de‖ conocerte‖ ―dijo Taz―.‖ Él tiene algunas

preguntas acerca de la pieza. Voy a cobrar mi comisión, y tú puedes ir con él a

buscarlo.

―Prefiero‖hacer‖negocios‖aquí.‖―Han conocía bien los riesgos de la venta de un

botín en los callejones―.‖Puedo‖ir‖hasta‖la‖casa‖y‖volver‖en‖poco‖tiempo.

―¿Estuvo en tu casa todo el tiempo, entonces?

Algo en la voz de Taz salto las alarmas en la cabeza de Han. No había vivido

tanto tiempo haciendo caso omiso a sus instintos.

―¿Qué‖quieres‖decir?‖―Preguntó―.‖¿Por‖qué‖me‖lo‖preguntas?

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―Nada,‖nada ―dijo‖el‖comerciante,‖limpiando el sudor de la frente con el trapo

que había usado para limpiar el escritorio―.‖Me preguntaba dónde lo habías

escondido, es todo.

Antes que Taz pudiera moverse o decir una palabra más, Han lo había

presionado contra la pared con‖un‖cuchillo‖en‖su‖garganta.‖―¿Qué le dijiste al

comprador, Taz? ―Han preguntó en voz baja.

―N–nada. Yo... le describí la pieza, y me dijo que sonaba como algo que le

gustaría comprar. Eso es todo. Te lo juro por la sangre y los huesos de nuestra

Reina santa.

―¿Le‖dijiste‖el‖lugar‖donde‖vivo?‖―Han exigió.

―Nunca‖hice‖eso,‖te‖lo‖juro ―balbuceó Taz―.‖Se‖enteró‖de‖otra‖manera.

―¿Quién‖ es‖ el‖ comprador?‖ ―Han susurró, le temen pinchazos por todas

partes―.‖¿Quién‖es?

―Un‖hombre‖rico.‖Un‖Mago ―Taz chilló―.‖No‖lo‖sé.

―¿Quién? ―Han presionado la punta de su cuchillo en la piel de Taz.

En ese momento, la campana sobre la puerta volvió a sonar. Sorprendido, Han

volvió la cabeza al igual que la puerta se abrió.

Un hombre se paró en la puerta. Su ropa cara y el porte arrogante ―dijo que era

un hombre rico―. Su larga capa y el amuleto que colgaba de una cadena

alrededor de su cuello, decían que era un mago. Su melena de pelo plateado

estaba manchada con el color de los hechiceros.

Taz vio su oportunidad y la tomó. El vendedor se arrojó hacia un lado, lejos de

cuchillo de Han, y se escabulló con las manos y las rodillas por el suelo hacia la

puerta de atrás. El Hechicero en la puerta le tendió la mano con pereza, tocó el

amuleto en su cuello, y habló unas palabras.

Una llama explotó de sus dedos y envolvió a Taz Mackney. El cuerpo del

vendedor se contrajo y se estremeció por un momento, luego se quedó quieto,

esfumándose. El hedor a carne quemada picó la nariz de Han, y él se aguantó la

necesidad de vomitar.

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―Tú‖debes‖ser Puños Alister ―dijo el mago, escupiéndolo hacia fuera como si

su nombre tuviera mal gusto―.‖He estado buscándote por algún tiempo. Eres

increíblemente evasivo.

Han tragó saliva y‖trató‖de‖evitar‖mirar‖a‖Taz.‖―Yo‖ni‖siquiera‖lo‖conozco. ―Y

no quiero hacerlo tampoco, pensó. A pesar de que había algo familiar en la cara

finamente afilada del mago y los halcones de su capa.

―Es‖ verdad‖ ―dijo el mago―.‖ No nos hemos conocido. Pero hay algo que

quiero. Algo que me fue robado.

―¿Me está confundiendo con otra persona? ―dijo‖Han―.‖No‖tengo‖nada‖suyo.

―Hubo algo de confusión al principio. Me habían dicho que un niño llamado

Shiv robó el amuleto. Imagina mi angustia cuando, después de un considerable

esfuerzo de persuasión de mi parte, y el dolor en él, me enteré de que Shiv, de

hecho, no sabía nada. Que yo había sido engañado.

El corazón‖de‖Han‖golpeaba‖fuerte.‖―Usted‖envió‖a‖los‖Demonios‖―susurró―.‖

Los que mataron a los Southies.

El hechicero se miró las manos,‖ brillante‖ con‖ el‖ poder.‖ ―Asesinos de

hechiceros, en realidad, envueltos y encantados. La histeria puede ser una

herramienta útil para obligar a una comunidad a renunciar a sí mismo.

¿Por qué había ido este hechicero detrás de Shiv? ¿Qué podía haber hecho para

llamar la atención de este monstruo? Y entonces apareció en su memoria, como

el gas burbujeante a‖ través‖ de‖ una‖ olla‖ de‖ barro‖ ―ese día en Hanalea, el

encuentro con Micah Bayar cuando había tomado el amuleto―. Bayar había

preguntado quien era Han, y este le había dicho, “Me llaman Shiv, Streetlord de

Southbridge”.

Había sido una mentira de usar y tirar. Aunque algunos lo ven como una

venganza por años de encarnizada competencia por un desagradable pocas

cuadras de la ciudad. No era ese su significado, ¿él lo sabía?

Horrorizado, Han recordó la última reunión con Shiv, el Streetlord de rodillas

ofreciendo su lealtad, la mendicidad, la llamada a retirarse.

Han se había alejado de él. Y el cuerpo de Shiv había sido encontrado dos días

después lleno de sangre, golpeado, y torturado. Han ahora sabía que después

de‖ todo,‖ esta‖ era‖ su‖ falla‖ ―la muerte de los Southies fue a causa de su

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mentira―. Han juzgó a la distancia a la puerta de atrás. No había manera de

llegar sin terminar frito, al igual que Taz.

―¿Quién‖eres‖tú?‖―Preguntó luchando contra una creciente sospecha.

―Soy‖Gavan‖Bayar ―dijo el desconocido―.‖Lord‖Bayar‖para‖ti.

Huesos, Han pensó, luchando por mantener su rostro en blanco. No es sólo un

hechicero, es el Alto Hechicero, el más poderoso en el Fells. Padre de Micah

Bayar.

―Bueno ―dijo Han, tragando saliva seca―.‖Yo‖ sería‖ un‖ tonto‖ si‖ robar{‖ algo‖

suyo.

El Hechicero‖ asintió‖ con‖ la‖ cabeza.‖―Exactamente.‖ Por‖ eso es que he tenido

curiosidad por ti, pensando qué puede haber más de lo que ve el ojo. ―Bayar

pasó la vista por Han, obviamente impresionado―.‖El difunto señor Mackney

me‖dijo‖que‖tú‖eras‖―como‖fue‖que‖dijo―,‖un‖Streetlord de la banda Ragger. Tú

no eres un mago, pero aparentemente eres capaz de manejar un amuleto muy

poderoso sin daño alguno. ―Suspiró―.‖ Es una pena que mi hijo decidiera

experimentar con esa pieza en particular.

Él va a matarme, pensó Han. De lo contrario, no estaría diciéndome todo esto.

―Mire ―dijo‖ Han―.‖ Sólo soy una rata de la calle. No sé nada acerca de la

magia. Arrojé la cosa en un callejón a la derecha después de que lo mostré a

Taz. Eso mantuvo chispas y yo tenía miedo de que me estallara en pedazos.

―Han dio dos pasos hacia la puerta―.‖Le puedo mostrar dónde estaba, si lo

desea. ―Una vez en la calle, tendría la oportunidad de correr lejos.

Bayar levantó la mano para poner‖fin‖a‖la‖cadena‖de‖mentiras.‖―Ya he enviado

la Guardia detrás del amuleto. Mientras tanto, te llevaré de vuelta a los

calabozos en la Cámara Aerie. Quiero saber acerca de su relación con los

Clanes, y cuánto saben sobre el amuleto. Pronto no importara, sino ahora

mismo, prefiero que sepan tan poco como sea posible acerca de los objetos

mágicos que tenemos a nuestra disposición. Una vez que esté satisfecho te

desaparezco por completo, te mato.

El Hechicero dijo‖todo‖esto‖de‖manera‖casual.‖―Me has causado considerables

problemas. Me refiero a perder mi tiempo.

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Sin embargo, Han se había fijado en algo‖que‖Bayar‖había‖dicho‖antes.‖―¿Qué

quieres decir, que envió a la Guardia detrás del amuleto? ¿Que los envió a

dónde?

¿A su casa? Usted no vive en un establo, ¿verdad? ―La voz de Bayar destilaba

desprecio.

El interior‖ de‖Han‖ se‖ convirtió‖ en‖ agua.‖―No está allí ―dijo―.‖Llámelos de

regreso. Lo escondí en otro lugar. Puedo mostrarte.

―Si es así, estoy seguro de que me lo dirás todo sobre él ―dijo Bayar―.‖Ahora,

mi coche está fuera. Sería mucho más civilizado si vienes en silencio, pero voy a

usar‖la‖fuerza‖si‖es‖necesario.‖―Bayar sonrió, su rostro tan frío y duro como el

mármol, y Han capto el mensaje.

Han no era nadie, no era nada, y había sido un tonto al ir en contra de alguien

como Bayar, al robar un amuleto de su hijo. Ahora pagaría por ello con su

familia y su vida. Se convertiría en un susurró sobre todo Southbridge y

Ragmarket, un ejemplo para cualquiera que pudiera pensar en cruzarse en el

futuro de los Bayars.

Es como cualquier otra persona rica, poderosa, Han pensó. Él hace lo que le

gusta, hace sus propias reglas, viola la ley cuando le conviene, y no pasa un día

en la cárcel. Shiv había muerto a causa de él, y los ocho Southies, y sin duda

otros incontables. Shiv había sido enemigo de Han, pero aun así. Él debía contar

más que eso. Y ahora, el peligro se dirige directamente a mamá y Mari. Tenía

que escapar.

El cuchillo se encontraba todavía en su mano. Él se adelantó, la cabeza hacia

abajo, la imagen de la rendición. Al pasar por Bayar, se volvió y hundió la hoja

en el lado del asistente justo debajo de la caja torácica, arrancando hacia arriba y

adelante, a lo largo de metal raspando el hueso.

La sangre caliente brotaba sobre sus nudillos. Bayar gritó y se dio de distancia,

arrancando el cuchillo de la mano de Han.

Han se lanzó hacia la puerta. Detrás de él, Bayar jadeó un encanto. Llamas se

unieron en torno a los hombros de Han, bajaron por los brazos, y se

envolvieron en las esposas en sus muñecas en un abrasador calor antes de

disiparse. Una vez más, los puños habían aspirado al parecer la magia del

hechicero.

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En el exterior, Han prácticamente chocó con un coche negro adornado con el

emblema de un halcón agachado. Combinado con caballos negro resopló y

lanzó la cabeza, rodando los ojos.

Han corrió a su manera a través del mercado, dando vueltas alrededor de los

puestos y tiendas de campaña, saltando sobre pequeños obstáculos, abriéndose

paso entre las multitudes de gente, corriendo por el puente.

Southbridge y Ragmarket nunca le habían parecido más lejos. Era como uno de

esos sueños, cuando los pies están atrapados en el barro y se intenta huir de un

monstruo. Sólo que en este caso, eran monstruos por delante y por detrás.

Al cruzar el puente, tuvo que esquivar alrededor de unos grupos de soldados.

Algún tipo de búsqueda parecía estar sucediendo, pero no lo estaban buscando,

porque era evidente su carrera y nadie lo detuvo.

Todavía estaba a una milla de la calle Cobble cuando vio la luz en la oscuridad

por delante, la mancha de pintura naranja bajar de las nubes. Aspiró el aire.

Algo se quema, algo grande, disparando llamas en el aire.

Cuando llegó a la final de la calle Cobble lo vio, el establo estaba en llamas,

totalmente envuelto por ahora. Un infierno. El calor había llevado a las

residentes a la final de la calle, donde se encontraban en grupos descontentos,

mirando sin poder hacer nada hacia el edificio en llamas.

Un anillo de Chaquetas Azules rodeaba la cuadra, manteniendo a los posibles

héroes a distancia. No es que pudieran haber estado cerca de él de todos modos.

El calor de las llamas quemo la cara de Han, desde donde estaba de pie.

Algunos de los presentes se habían reunido con una cantidad de baldes,

trayendo agua desde la calle Cobble, así, un espectáculo notable de la

organización de ese barrio. Pero todo lo que podían hacer era mojar los edificios

circundantes para evitar que las llamas se propagasen.

Han agarró el brazo de un‖Gawker.‖―¿Qué‖pasó?

―Fueron ellos, los sangrientos Chaquetas Azules. ―Sacudió la cabeza ante los

soldados que vigilaban el establo en llamas―.‖ Alguien dijo que estaban

buscando a Puños Alister, aunque no lo han visto por aquí desde hace semanas.

Escuché que había muerto. De todas formas, se dijo que vivía allí, y enterró su

tesoro. Entraron en el edificio, buscaron en el lugar de arriba hacia abajo,

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buscaron en los otros edificios en la plaza, incluso desenterraron en el suelo.

Luego prendieron fuego al lugar. Se quemó de inmediato.

Han tomado de‖su‖brazo‖m{s‖fuerte.‖―¿La‖Guardia‖tomó a alguien? ¿Alguien

salió del edificio?

El hombre contestó, sacudiendo la cabeza. ―Yo‖no‖vi‖a‖nadie,‖pero‖no‖estaba‖

aquí cuando empezó No sé si había gente allí. Se puede escuchar a los caballos

gritando, pateando en los establos. Pero incluso entonces ya estaba demasiado

caliente para llegar a ellos.

Han dio vuelta y trató de entrar en el establo por la parte posterior, pero los

Chaquetas Azules eran muchos, y fue echado de nuevo por el calor y las llamas.

Se humedeció la camisa en la bomba y la envolvió alrededor de su cabeza,

decidido a pasar a través de ellos o morir en el intento.

Estaba pasando la desembocadura del Callejón del carnicero cuando alguien

salió delante de él.

Era Cat, con la cara manchada de hollín, una bufanda quemada de Ragger

anudada‖ alrededor‖ del‖ cuello.‖ ―No es bueno puños. Se han ido. No se les

puede ayudar. Sólo quedaras atrapado o quemado hasta morir.

―No‖ me‖ importa.‖ ―Han trató de esquivarlo, pero alguien lo agarró por la

espalda, fijando los brazos y quitándole su cuchillo.

―Déjalo,‖amigo‖―dijo Flinn por encima del hombro.

Sus‖ propios‖ Raggers‖ sobre‖ él.‖ ―Suéltame,‖ Flinn,‖ ―dijo, luchando por

liberarse―.‖Si se tratara de tu mamá y hermana, irías detrás de ellos.

―Ya lo‖he‖ intentado‖―dijo Cat, con la voz quebrada. Se veía desesperada, no

como ella misma―.‖Todos lo hicimos. Incluso fuimos por los techos antes de

que el fuego se hiciera demasiado grande. Lo siento mucho, amigo ―susurró―.‖

Lo siento.

―Yo sé dónde estarán ―dijo‖Han―.‖Puedo llegar‖a‖ellas.‖Sé‖que‖puedo.‖―Mari

estaría mintiendo sobre su camastro junto a la chimenea. Mamá estaría con ella.

Mama era inteligente. Tendría que envolver mantas húmedas alrededor de las

dos. Tendrían que tener miedo, pero...

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―Yo no voy a‖dejar‖que‖ te‖mates‖ tu‖ solo‖―dijo Cat―.‖Ha habido suficientes

muertes esta noche.

Cat giró la cabeza hacia la parte trasera del callejón, y el Ragger lo jaló,

pataleando y protestando, lanzando puñetazos e insultos, lejos del fuego. Lo

arrastró la mayor parte del almacén que utilizaban como cuartel general antes

de que finalmente dejara de luchar. Una vez allí, lo metió en una esquina con

Flinn y Jonas vigilándolo, mientras que Cat y Sarie susurraban en la otra

esquina.

―¿Dónde está Velvet? ―Han preguntó distraídamente. Han temblaba y se

estremecía por el resto de la noche, alternando el enfriamiento y el sudor. Pensó

que era una descarga, o rabia, o tal vez una consecuencia de lo que Gavan Bayar

le había hecho con su magia, pero por la mañana se dio cuenta de que había

cogido la fiebre de Mari.

Deja que muera, pensó con gratitud, entregándose a él. Estuvo fuera de su

cabeza durante un tiempo, horas o días, no estaba seguro. Cuando se despertó,

vio el rostro de Willo mirándolo con una expresión de dolor de tal manera que

se encontró con que quería hacerla sentir mejor. Ella lo acunó en sus brazos y lo

meció y le dieron de comer la corteza de sauce y el té Matriarcal, que

aparentemente era bueno para la fiebre del verano, ya que se fue poco después.

De alguna manera había terminado de vuelta en el Templo de Southbridge, en

uno de los dormitorios, lo poco que lo dejó salir al patio. Pasó una semana antes

de que fuera capaz de levantarse, y para entonces Flinn informó que los

Chaquetas Azules habían perdido el interés en los restos de la cuadra y se

habían mudado a otros asesinatos que pretendían cometer.

Cat y Raggers habían guardado el sitio, manteniendo a raya a los residentes

cercanos que quisieran reclamar algún botín. Tenía miedo de lo que pudiera

encontrar, pero no se preocupaban más acerca de quién podría estar viendo,

Han empujo a través de los escombros de su antigua casa hasta que las

encontró, dos cuerpos acurrucados juntos en medio de las ruinas de la

chimenea, un grande, uno pequeño, demasiado calcinados para reconocerlos o

decir lo que estaban haciendo antes de morir.

―El‖humo‖las puso a dormir, cazador solitario ―dijo Willo. Ella apenas lo dejo

solo por un minuto en estos últimos siete días―.‖Probablemente no sentirían

mucho dolor.

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Probablemente. Probablemente. No era lo suficientemente bueno. Han encontró

el medallón que era su madre, la mitad derretida por el calor, y carbonizados y

el pequeño libro de cuentos de Mari, el que ella le había querido leer cuando él

había estado demasiado apurado para escuchar. Se los metió en su bolsa de

transporte. A media mañana, Willo caminó al mercado para comprar comida

para el viaje. Han aprovechó la oportunidad para sacar el amuleto envuelto

desde su escondite en el horno del herrero y colocarlo en la bolsa también.

Había sacrificado demasiado para dejarlo atrás.

Sin una segunda mirada a Cobble Street, caminó a la casa de Cat en la guarida,

donde sabía que estaría durante el día. Sarie y Flinn jugaban mellas y hueso.

Sweets y Jonas se burlaban de un par de gatos rayas con trozos de cuerda.

Mandolina Cat se apoyó contra la pared, pero no era Cat y tampoco Velvet.

Sarie se puso de pie cuando Han entro con una mirada expectante, en la cara.

―Oye ―dijo.

Han no perdió el tiempo en cortesías. ―¿Dónde‖est{‖Cat?‖―Le preguntó.

―No‖ sé. ―Se encogió de hombros―.‖No la hemos visto en días. Tampoco a

Velvet, pensamos que tal vez estaban contigo ―dijo esperanzado.

Han‖negó‖ con‖ la‖ cabeza.‖―He estado enfermo. De todos modos, cuando Cat

vuelva, díle que puede tener lugar en Pilfer Alley.

Sarie parpadeó, luego lo tomó del brazo y‖ lo‖ llevó‖ lejos‖de‖ los‖dem{s.‖―¿Por‖

qué?‖No‖te‖vas‖a‖quedar?‖―Preguntó.

Se‖encogió‖de‖hombros.‖―Me‖voy‖por‖un‖tiempo.

Buscó‖su‖rostro.‖―Pero. Tú lo harás más adelante, ¿no?

Él negó con la‖cabeza.‖―No,‖no‖lo‖haré.‖

Su apretón‖en‖el‖brazo‖fue‖m{s‖fuerte.‖―No‖vas‖a‖hacer‖nada‖loco,‖¿verdad?

―Qué‖va.‖―Sarie se aclaró la garganta y se quedó mirando la pared de ladrillo.

―Pensamos que tal vez ibas a volver, a ser un Señor de las Calles otra vez.

Como tu familia‖ se‖ ha‖ ido‖ y‖ todos< ―Ella lo miró, de regreso―.‖ Todos

estamos prometidos ante ti, puños.

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―Tú tienes un Señor de las Calles. Cat va a volver. ―Pero Han tuvo una

sensación de inquietud. Los Señores de las Calles no viven mucho tiempo en

Ragmarket. ¿Podría los Southies encontrarla por su cuenta? Si hubiera algún

Southies aún.

Una vez más el sintió el cuchillo de la culpa en sus entrañas. Era como si él

fuera el único sobreviviente de una terrible plaga. ¿Por qué merecía vivir

cuando todo el mundo a su alrededor murió?

Levantó la vista hacia Sarie, que seguía esperando, como si tuviera la esperanza

de‖una‖respuesta‖diferente.‖―Sí, Cat no vuelve, tal vez tú puedes ser El Señor

de las Calles ―dijo―.‖Tú‖tienes‖que‖estar‖alejada de mí. Todavía hay hechiceros

buscándome. No quiero que nadie salga herido.

Sarie se mordió el labio inferior. Han sabía que tenía algo que decir, pero ella

nunca había sido muy‖buena‖con‖las‖palabras.‖―Mira,‖Puños, siento realmente

lo que pasó con tu mamá y hermana ―dijo Sarie. Desató el trapo alrededor del

cuello‖y‖ la‖ató‖alrededor‖de‖Han―. De todas formas. Una vez un Ragger... ya

sabes.

No había mucho que añadir a eso, así que se fue. Más tarde, Willo lo encontró

de pie bajo la lluvia en la South Bridge, mirando más allá de Castillo Fellsmarch

donde se veía la Dama Gris estaba, envuelta en la niebla. Willo montó en un

caballo, y se pusieron en marcha de regreso al Campamento de Pinos Marisa.

Llegando él subió a un camastro en el Alojamiento de la Matriarca y durmió

durante más de tres días.

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Capitulo 26 Secretos revelados

Traducido por MariPooh

Corregido por majo2340

ancer vino y se sentó con él casi todos los días, sin decir mucho, sólo

estando ahí. Eran hermanos en el dolor, las pérdidas de cada duelo

múltiple, cada uno, en una especie de exilio. Dancer, al menos, tenía

algo de que agarrarse en el futuro, incluso si no estaba contento con él. No tenía

que sentirse responsable de la muerte de su familia, de arruinar su propia vida.

Han quiso culpar a Bird por desanimarlo de seguir a los Demonai. Tal vez si

ella le hubiera permitido venir, no habría estado lo suficientemente

desesperado como para tratar de vender el amuleto. Quería estar enojado con

ella, pero su corazón no lo estaba, y cuando ella se tiró en sus brazos, fue una

distracción bienvenida, por lo menos.

Los Demonai permanecerían hasta que Dancer se fuera, pero ese tiempo se

estaba acercando rápidamente. Luego Bird dejaría a los Demonai. Después de

eso, Han no veía nada por delante, nada que esperar.

Willo, que era generalmente tan serena, parecía nerviosa, casi angustiada. Han

atribuía esto a la forma en que Dancer estaba actuando y la forma de su forzada

salida hacia el sur. Y tal vez fue un poco acerca de la situación de Han, porque

ella lo trató de manera diferente, casi como si fuera frágil, o como si fuera a

explotar si se le miraba de manera equivocada.

Algunos días parecía‖muy‖posible‖que‖él‖pudiera‖―de que la alquimia―,‖del‖

dolor, la rabia, la culpa y la frustración quemara en su interior. Mamá y Mari no

tenían ninguna amenaza proveniente de Gavan Bayar, o Micah Bayar, o la

Reina de sangre de Fells.

Han podría imaginarse a sí mismo un Señor de las Calles poderoso, pero en

verdad, el poco botín que había logrado sacarle a los ricos fueron migajas de sus

mesas, tan poco como para ser casi imperceptibles. Por todos los que había

golpeado en la calle, fue lanzado a la cárcel, y perseguido toda su vida.

D

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Siempre había pensado en Shiv como su enemigo. Shiv fue una víctima más de

la Reina y el Consejo de Magos y todo lo demás. Los Señores de las Calles

pasaban el tiempo luchando entre sí cuando deberían haber estado luchando

contra los que tenían reales poderes.

Hubiera salido bien si hubieran reunido a su carcaj6, el arco y las espadas y

subiera hasta la Dama Gris7 y les mostrara a los Bayar como se siente, ser

cazados.

Era probable que fallara en eso, también. No había ninguna posibilidad de

llegar cerca de sus verdaderos enemigos, los que tiraban de las cuerdas. A lo

sumo, un guardaespaldas y algunos sirvientes morirían.

Willo celebró largas reuniones con los ancianos visitantes del hospedaje, tarde

en la noche, lo cual fue sorprendente, ya que dichas reuniones se llevaban a

cabo generalmente en la Casa de campo Matriarcal. Tal vez, pensó, que no

podían privarlo a él y a Dancer de estar al tanto de sus deliberaciones.

Él podía quedarse con Willo y estudiar el arte de la curación, hacer un poco de

dinero como aprendiz, y ver a Bird a veces, cuando ella viajara a Pinos Marisa.

Si, después de un año, quería irse, pondría el dinero que había ahorrado para la

escuela de Guerreros en la Fuerte Orden. Era eso o volver a las calles. De

cualquier manera era poco probable que tuviera que preocuparse por el

envejecimiento.

Finalmente, era una noche sofocante Dancer estaba a una semana de irse. Willo

convocó a una reunión en la Casa de campo Matriarcal.

Han y Bird venían de su escondite al lado del río, donde habían pasado la tarde

antes de regresar al pegajoso calor del día. Él se sacó los leggins que Willo había

hecho para él y una camisa para el verano de algodón. Bird había dejado su

traje de Guerrera, por una vez. Llevaba un chaleco bordado con piel de venado

sin camisa debajo y faldas de comerciante. Se había atado una tobillera con

cuentas que Han le había dado, alrededor de su tobillo derecho, y Han no pudo

6 El carcaj o aljaba es una caja o cilindro de piel, madera o tela usada por los arqueros para transportar

las flechas, permitiéndoles alcanzarlas con facilidad y rapidez. Su uso está documentado desde la prehistoria y el más antiguo carcaj encontrado ha sido el que se encontró junto a Ötzi. 7 Montañas

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dejar de mirar fijamente a sus piernas bronceadas y musculosas, ya que

brillaron bajo sus faldas de colores brillantes.

Se miró a sí mismo, preguntándose si ella se fijó en él de la misma forma en que

él se fijó en ella. Cuando Han y Bird entraron en la Casa de campo, se

sorprendieron al ver que estaba lleno de personas, muchas de ellas

desconocidas. Los Clanes eran famosos por la celebración de los consejos.

Él y Bird encontraron un asiento en un banco junto a la puerta y se sentaron,

con las manos juntas, y sus caderas apretadas. Han se alegraba de que ella

optara por sentarse con él en lugar de acurrucarse junto al fuego con los otros

Guerreros Demonai.

Willo‖ abrió‖ la‖ reunión.‖ ―Gracias por venir, hermanos de Pinos Marisa, así

como aquellos que han viajado desde los campamentos Demonai, Rissa, y

Escarpment.

Han y Bird habían estado hablando en voz baja, pero Han miró, sorprendido, a

las palabras de Willo. Esto debía ser una reunión importante para que los

Campamentos el Rissa y Escarpment enviaran representantes.

―Por favor, compartan nuestro fuego y todo lo que tenemos ―dijo Willo.

Hubo un murmullo de saludo de los visitantes de otros campos.

Han reconoció a Lord Averill y Elena Demonai de pie detrás de Willo. Una vez

más, Han se preguntó si Averill lo recordaría del incidente ocurrido en el

Templo Southbridge. Y, en efecto, los ojos de Averill estuvieron en Han durante

un largo momento la evaluación.

Pero esta noche Averill tenía otras cosas en su mente.

―Lord Demonai ha traído noticias del Valle ―dijo Willo.

Lord Demonai miró a su alrededor del círculo, y el zumbido de la conversación

se apagó. El Patriarca parecía más viejo y más cansado que cuando Han lo había

visto por última vez. También parecía como si hubiera estado en una pelea, lo

que parecía tan fuera de lugar, algo a lo que Han no pudo dejar de prestar

atención.

―Traigo malas noticias, como Willo ha dicho ―dijo Lord Demonai―.‖El poder

del Alto Mago se hace más fuerte día a día. Lord Bayar ejerce una tremenda

influencia sobre la Reina. Tanto es así, de hecho, que la Reina Mariana está

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buscando los medios para casar a nuestra hija, Raisa, la Princesa heredera, con

el hijo de Bayar, el Aprendiz de mago Micah Bayar.

Esto fue recibido por un clamor de protesta y gritos de alarma y de

incredulidad. Junto a Han, Bird se puso rígida y se inclinó hacia delante, la luz

de las antorchas alumbrando los‖ duros‖ {ngulos‖ de‖ su‖ cara.‖―Eso‖ no‖ puede‖

suceder ―susurró. Se merecen el uno al otro, pensó Han.

―Acepto‖ la‖ responsabilidad‖ por‖ esto‖ ―continuo Lord Demonai―.‖ Debo

confesar que yo no lo vi venir. De hecho, el Capitán Byrne y yo fuimos atacados

y casi asesinados en el camino de regreso de los Acantilados Chalk en el día del

nombre de Raisa8.

Esto provocó otra tormenta de desaprobación. Han miró a los Guerreros

Demonai. Ellos no gritaban ni demostraban nada como los demás, pero

permanecían en silencio y alerta, parecían más peligrosos a causa de esto.

―No puedo creer que Su Majestad aprobó nuestros asesinatos ―dijo Lord

Demonai con ironía―.‖ Sin embargo, no hay que subestimar el potencial de

traición de Lord Bayar. Tenían la intención de casar a la Princesa heredera con

el joven Bayar en el día de su nombre, mientras que el Capitán Byrne y yo.

Estábamos ocupados en otra cosa. ―Hizo una pausa y añadió:

―Afortunadamente,‖la Princesa Raisa ha escapado al exilio.

Han escuchó los gritos de “¡Gracias al Creador!” y “¿Dónde está ella?” y

“Nuestra hija Raisa debe refugiarse aquí con su familia, dentro de los campos

de las tierras altas”.

En este punto Elena Demonai dio un paso adelante, su rostro envejecido

grabado con nuevas‖líneas‖de‖preocupación.‖―Mi nieta está segura por ahora.

Creemos que es mejor si ella no se queda aquí con nosotros, sino en algún lugar

más neutral fuera del reino. Traer a la Princesa aquí, contra los deseos de la

Reina, sería una provocación demasiado grande de nuestra parte. Esperemos

que todavía haya una oportunidad de salvar a Mariana. No quiero ir a la guerra

en su contra.

Los Guerreros Demonai, Bird incluida, parecían estar más que dispuestos a ir a

la guerra contra la Reina. Una cosa que podría estar de acuerdo. Han

menosprecio‖ todo‖ eso‖―la‖Reina,‖ los‖magos,‖ y‖ la‖Princesa‖heredera―. Fue la

8 Es algo así como el día de su nacimiento

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Guardia de la Reina quién había quemado los establos bajos, y a mamá y Mari

con él, probablemente por orden del Alto Mago. Todos ellos podrían ir a la

trituradora, por lo que a él, le preocupara.

―Debemos, sin embargo, ser realistas y prepararnos para lo que preferimos

evitar, ―dijo Elena―. Si han encontrado una manera de romper la unión

mágica entre el Alto Mago y la Reina, lo más probable es que los Bayars tengan

algunas armas mágicas que consiguieron antes de la Ruptura. No sabemos si se

han asquirido hace mucho o si recientemente.

Sintiendo un cosquilleo de inquietud, Han se inclinó a un lado hacia Bird y le

preguntó:‖―¿Por‖qué‖es‖tan‖importante?

―El‖ Clan sigue haciendo los amuletos que son necesarios para canalizar la

magia, ―dijo―.‖ Pero en estos días tienen una vida limitada. Deben ser

renovados o sustituidos por un maestro del Clan o la Matriarca. Esto nos da

cierto control sobre el Consejo de Magos. Los amuletos realizados antes de la

Ruptura fueron muy potentes. Una vez dados, no pueden ser reclamados de

vuelta. Fue una condición de Naeming que todas las piezas vuelvan al Clan.

Han pensó en el amuleto escondido debajo de su banco para dormir. ¿Podría

ser uno de los amuletos especiales? ¿Por eso los Bayars estaban tan ansiosos de

recuperarlo? Tendría que haberlo tirado al barranco, como Dancer había

sugerido el día en que lo había encontrado.

―Por‖ ahora ―dijo Averill―,‖ estamos pidiendo a todos los comerciantes del

Clan, observar cualquier cambio en el comercio de amuletos, talismanes, y otros

elementos mágicos. No podemos permitir que el Consejo de Magos pueda

reunir un arsenal mayor de lo que ya ha hecho. ―Él se frotó la frente con la

palma de su mano―.‖Yo sé que esto será una dificultad para muchos de los que

dependen de ese comercio.

―El Consejo de Magos va a ver‖esto‖como‖una‖provocación‖―Bird susurró a

Han―.‖ Especialmente con la guerra en el sur. Ellos dicen que necesitan un

suministro constante de amuletos para entrenar a sus jóvenes y defender Fells

contra los sureños. Si los magos convencen a la Reina que esto es cierto, ¿qué

pasará con la gente de los Clanes que viven del trabajo o el comercio en la

ciudad?

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No hubo más discusión de las defensas contra la posible violencia en el Valle y

las alternativas a los mercados, para los que sus ingresos se basaron en el

comercio.

―Voy a seguir trabajando desde el interior, en la corte, para ejercer toda la

influencia que pueda para que se aparten de ese camino ―dijo Averill.

―Estoy preocupado por ti, Averill ―dijo Willo―.‖Ya ha habido un atentado

contra tu vida.

El comerciante se encogió‖de‖hombros.‖―La vida es tan larga o corta como va a

ser ―dijo―.‖El Creador me llamará cuando esté preparado.

―Si pudiéramos convencer a Mariana para que venga a Pinos Marisa,

podríamos ser capaces de limpiar cualquier encanto mágico que se haya puesto

en ella ―dijo Willo.

―Es poco probable que la convenzan, con Bayar susurrando en su oído ―dijo

Elena con amargura.

Reid Demonai‖ habló‖ por‖ primera‖ vez.‖ ―Podríamos secuestrar a la Reina

―dijo―,‖ y traerla aquí por nosotros mismos. ―Su banda de guerreros

murmuró su aprobación.

Reid miró a su alrededor del albergue como si evaluara el respaldo de su

audiencia,‖y‖luego‖añadió.‖―Si algo le pasa a Mariana, podríamos coronar a la

Princesa heredera.

―No,‖Reid ―dijo Elena―.‖No‖somos‖hacedores‖de‖Reinas. Mariana Ana'Rissa

es Reina de Fells por sangre y la descendiente de Hanalea. Cualquier ataque en

su contra, traerá nada más que la desgracia para nosotros.

Reid se encogió de hombros, pero Han se dio cuenta de que no había dejado ir

la idea. El Consejo llegó a su fin, y los asistentes se dirigieron hacia fuera,

hablando de dos en dos. Han conocía todos los albergues y los círculos de fuego

se llenaron de gente hablando hasta bien entrada la noche. Consciente que sus

horas juntos disminuían, Han se acercó a Bird y le‖susurró.‖―Vamos otra vez

abajo por el río.

Pero Willo puso una mano sobre su hombro, sorprendiéndolo. No había

escuchado‖ su‖ llegada.‖ ―Quédate un rato, Cazador Solitario. Necesitamos

hablar contigo.

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―Muy‖bien ―dijo,‖pregunt{ndose―.‖¿Quién es “nosotros”?

Bird‖se‖puso‖en‖pie‖y‖Han‖dijo.‖―¿Bird‖se‖puede‖quedar? ―Willo negó con la

cabeza.

Perplejo y un‖poco‖molesto,‖Han‖dijo‖a‖Bird.‖―Esperaras afuera, ¿verdad? Esto

no debería tomar mucho tiempo.

―No voy a esperar para siempre, Cazador de Aves ―dijo Bird, sonriéndole.

Salió con un movimiento de faldas.

Después de que todos salieron, Averill, Elena, Dancer, y Willo, estuvieron todos

sentados alrededor del hogar. Dancer miró desconcertado a Han.

Han comenzó a sentir aprensión. La expresión de Willo decía malas noticias

pintado por todas partes. No conocía a Averill y a Elena muy bien, y había

sentido siempre un poco de miedo de ellos. Tal vez Willo iba a retirar su oferta

para entrenarlo en la curación. O los ancianos lo iban a desterrar porque había

seguido viendo a Bird, desafiando la advertencia de Willo. Tal vez Averill

quería hacer preguntas sobre la nena que había secuestrado en el Templo

Southbridge hace un tiempo atrás. O podrían haber descubierto el amuleto

escondido debajo de su banco para dormir. Demasiadas posibilidades, todas

ellas malas.

En ese momento la puerta del albergue se abrió y Lucius Frowsley entró, lo cual

fue posiblemente la cosa más sorprendente que podría haber sucedido. Lucius

trabajo con el Clan, pero Han nunca lo había visto en cualquiera de sus

Campamentos antes.

El anciano parecía menos abandonado que de costumbre. Si bien los pantalones

y la camisa estaban deteriorados, estaban limpios y había hecho algún intento

para poner el pelo y la barba en orden. Sus ojos estaban velados más claros de

lo habitual, y se apoyaba en un bastón tallado para caminar. Han podría haber

jurado que estaba sobrio.

Lo que daba miedo en sí mismo.‖Han‖se‖levantó‖de‖su‖banco.‖―¿Lucius? ¿Qué

estás haciendo aquí?

―Ya‖ ver{s‖ muy‖ pronto,‖ muchacho‖ ―dijo Lucius. El anciano parecía casi

petulante. Han lo tomó del brazo y lo llevó a uno de los bancos. Lucius se sentó

con los demás.

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Willo se levantó y se situó en el centro del semicírculo. Ella estaba, obviamente,

a cargo de este montaje en bruto.

―Cazador Solitario, quiero empezar por pedir perdón ―dijo Willo.

Han la miró durante un largo momento,‖temporalmente‖sin‖habla.‖―¿Por qué?

¿Para qué? Si estamos hablando de Mamá y Mari, eso no fue tu culpa.

―En‖cierto‖modo‖lo‖fue ―dijo Willo, apartando la mirada de él a sus cordones,

enredando los dedos nerviosamente. Lo cual era raro en ella, porque por lo

general era muy directa. Ella sólo parecía tener problemas para escupir esta

historia.

―No ―dijo―.‖Ha sido culpa mía. Yo fui el que trajo la Guardia sobre ellas.

Debería haberme alejado simplemente. ―No mencionó el amuleto. Dancer lo

sabía, y también Lucius, pero ninguno de ellos sabía lo que había pasado

después, o si aún lo tenía.

Han sentía vergüenza por haberlo mantenido, avergonzado por haber tratado

de venderlo. Esa era la historia que tenía problemas para contar.

―Hemos mantenido un secreto acerca de ti todo este tiempo ―dijo Willo―.‖

Por muchas razones. En parte para protegerte. Sobre todo para proteger a todos

los demás. Pero ahora, por muchas razones, hemos decidido decir la verdad.

Han no dijo nada, pero se sentó y esperó, con el corazón batiendo en su pecho

como una trucha varada en la orilla del río. Willo se levantó y entregó a Han

una jarra de té y una taza. Él las miró estúpidamente, luego miró a Willo.

―Toma‖un‖poco‖―dijo―.‖Te calmara.

Así que se necesita calma, ¿verdad, antes de oír la noticia? Se sirvió, con cautela

tomó un sorbo de la turbia bebida. La fragancia era familiar, aunque nunca lo

había probado antes.

Rowan. Protección contra la magia y hechizos. ¿Pensaban que había sido

hechizado por alguien? ¿Estaban preocupados por el mal de ojo que Lord Bayar

había usado con él? Miró a Willo con sorpresa, pero una vez más, evitó su

mirada.

Han tomo más té. Tal vez el Rowan tenía propiedades calmantes que nunca

había oído hablar. Las plantas eran así. Tenían múltiples usos.

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Para sorpresa de‖Han,‖fue‖Lucius‖quien‖hablo.‖―Muchacho, ¿te acuerdas de esa

historia que te dije por el arroyo? Acerca de Hanalea y Alger Waterlow? ¿Él que

no le gustaba?

Han asintió con la cabeza, recordando a continuación, Lucius no podía verlo,

dijo.‖―Sí.

―Bueno,‖ es‖ cierto.‖ Un poco de ella. Lo que no te dije es que cuando murió

Waterlow, Hanalea estaba encinta. Gemelos, de hecho.

―¿Qué?‖―Esto era totalmente contrario a todas las viejas historias. Hanalea era

prácticamente una santa. La salvadora de su pueblo. De alguna manera todas

las leyendas se saltaron lo que pudo haber sucedido entre Hanalea y el

Demonio después de que él la había robado―.‖Nunca‖había‖oído‖eso ―dijo.

―No muchos lo sabían. Después de Waterlow fue asesinado, todo el mundo se

vio envuelto en la Ruptura, tratando de salvar al mundo, y así. Después de que

Hanalea negoció con el Naeming, entró en reclusión. No era que nadie fuera a

molestarla, después de todo lo que ella paso. Se casó, en silencio, y tuvo a los

bebés, un niño y una niña. Todo el mundo supuso que eran cuestión del

matrimonio.

La cara de Lucius se dejó‖ caer‖ en‖ un‖ charco‖ de‖ dolor.‖ ―Fueron sus hijos

solamente. Era como si ella se negará a tener algo después de Waterlow. Su hija,

Alyssa, estableció la nueva línea de Reinas. Afortunadamente, ella no mostraba

signo de la magia, aunque se dice que el don de la profecía que viene de la línea

de Hanalea puede provenir de Waterlow.

―¿Estás diciendo que la línea de las Reinas desciende de la sangre del Rey

Demonio? ―Han susurró.

―Lo‖ hace ―dijo Elena, casi a la defensiva―.‖ Su sangre puede estar

contaminada, pero la sangre pura de Hanalea es mucho más fuerte. ―Se‖

detuvo, mordiéndose el labio inferior―. No teníamos otra opción. Alyssa era su

única sucesora. Desde entonces, la sangre del Demonio se ha diluido muchas

veces.

Bueno. No es de extrañar que la historia se mantuviera en secreto. Si bien era

cierta. La dinastía de Reinas fue fundada en una mentira.

―¿Qué pasa con‖el‖niño?‖―Han‖preguntó.

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Lucius‖rió‖suavemente.‖―El muchacho era un problema, porque no había duda

de que estaba dotado. Lo que se dijo a los pocos que sabían al respecto fue que

el bebé murió poco después de nacer y fue enterrado en una tumba sin nombre.

Pero me he enterado de que el bebé vivió.

―¿Por qué lo dejaron vivir? ―Han‖ preguntó.‖ Después‖ de‖ todo‖ lo‖ que‖ el‖

Demonio había hecho, ¿no les preocupaba que el hijo fuera malo también?

―Los‖Guerreros Demonai tenían la intención de matarlo. Se le entregó a una

Matriarca del Clan y le dijo que lo dejara en un alto acantilado. Se consideró un

gran honor para la Matriarca, en el momento.

Instintivamente, Han miró a Elena. Ella se inclinaba hacia adelante, con el rostro

fijado en las líneas duras, desafiante.

Lucius se volvió hacia Han como si pudiera sentir su ubicación en la sala.

―Pero Hanalea intervino. Vestida como un comerciante, llegó a la Matriarca y

ofreció un cambio. Se ofreció a dar a su hijo para siempre a cambio de salvar su

vida.

Una imagen de pronto llegó a Han, de una estatua de mármol en el jardín del

Templo Southbridge. Era una pieza antigua, desgastado por el tiempo. Jemson

dijo que fue hecha en la época de la Ruptura, y había sido llevada allí desde

otro lugar. Era una imagen de Hanalea‖en‖traje‖comerciante‖―una presentación

inusual―.‖La‖Reina guerrera acunaba a un bebé en un brazo y manejaba una

espada en la otra, defenderse de un atacante invisible. Se llamaba, “Hanalea

Defiende a los Niños”. Nunca se le ocurrió a Han que la escena más que

simbólica, podría representar un hecho real.

Lucius‖ continuó‖ su‖ historia.‖ ―El‖ Clan no podía decir no a Hanalea,

especialmente después de todo lo que había hecho, todo lo que había pasado.

Sin embargo, la Matriarca no quiso a su vez que el niño estuviera suelto en el

mundo, creciendo sin supervisión. Así que un muy pequeño, y secreto consejo

se reunió para determinar qué hacer.

Los pensamientos se arremolinaban en la cabeza de Han. Aquí fue, otra historia

que contradice todo lo que había oído antes. ¿Quién sabía qué creer?

Miró a Dancer para evaluar su reacción. Su amigo se sentó, paralizado,

distraído jugando con los flecos de sus polainas. Dancer nunca había oído a

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Lucius contar una historia, nunca había visto cómo podía dibujar a una

persona.

―¿Cómo‖sabes‖todo‖esto?‖―Han‖preguntó―,‖es‖decir. ¿De dónde sacaste esta

historia? ¿La has encontrado en la parte inferior de una botella de producto?

―Yo fui el que se casó después con Hanalea, después que Alger murió ―dijo

Lucius.

―¿Tú? ―Han dijo más fuerte de lo que pretendía. Miró a su alrededor del

círculo y vio la verdad en cada rostro, como si él y Dancer fueran los únicos que

no sabían este secreto particular.

Este hombre de edad que se bañaba una vez al mes en el mejor de los casos, ¿se

había casado con una Reina? Y no sólo una Reina, la Reina, que había salvado al

mundo. Una belleza legendaria, que conservan en un sin número de estatuas,

grabados y pinturas.

―Eso‖es‖imposible ―dijo Han rotundamente―.‖Sin ánimo de ofender, Lucius,

pero, quiero decir, vamos. Tú no puedes tener mil años.

―Sí, estoy sobre los mil años, aunque dejé de contar hace mucho tiempo ―dijo

Lucius, sonriendo, mostrando sus dientes intermitentes―.‖Mírame de cerca, y

verás la marca de cada uno de esos años. Fui un mago alguna vez. El mejor

amigo de Alger Waterlow. Yo estaba cegado por la Ruptura, y mi regalo fue

quemado al sacarlo de mí.

Su voz cambió, y‖ sonaba‖ como‖ una‖ sangre‖ azul.‖―El consejo que redactó el

Naeming me eligió para llevar a la memoria aquellos tiempos, para recordar a

Hanalea de la misma forma, en caso de que su memoria se desvaneciera. Me

maldijo con la verdad y la compulsión para contarlo. Eso es lo que me mantiene

vivo. De esta manera, no importa lo mucho que todos quieran olvidar, hay

alguien que recuerda todo, claro como si fuera ayer.

Han no podía dejar de pensar que el no elegiría a un borracho desaliñado de

edad para el trabajo, si era tan importante. Bien dicho o no, ¿quién lo escucharía

a él? Entonces se le ocurrió: tal vez fue la carga de llevar una verdad que nadie

quería escuchar lo que había hecho de Lucius un viejo borracho desaliñado.

Una memoria de una tarde en los bancos a la orilla del arroyo Old Woman.

Lucius contando la historia de Hanalea y Waterlow Alger.

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Ella inclinó la balanza para el bien mayor y se casó con alguien a quien no

amaba. Refiriéndose a sí mismo. Han se estremeció, sintiendo lástima por

Lucius. Pero la pena se fue en el momento.

―¿Qué tiene que ver todo‖ esto‖ con‖ Dancer‖ y‖ conmigo?‖ ―Han preguntó,

pensando en Bird, quien estaría esperando con impaciencia el exterior, a menos

que ella hubiera renunciado ya. El mundo estaba lleno de secretos, al parecer,

pero a lo mejor él no tenía por qué conocerlos todos.

―Ya‖ver{s ―dijo Elena. No había prisa en contar la historia del Clan―.‖Como

pueden imaginar, no hubo acuerdo acerca de qué hacer con el niño Demonio

dotado, que podía llegar a ser un mago muy poderoso.

―Los Guerreros Demonai habían alegado además que el niño debía ser

asesinado, sin importar lo que Hanalea dijera. Pero el niño heredo algo del

encanto de Alger. Había algo en los Waterlows... Que tenía una forma de hacer

las cosas a su forma.

Aquí‖ estaba‖ otra‖ vez‖ ―la‖ gente‖ hablando‖ del‖ Rey‖ Demonio, como si fuera

guapo, alguien atractivo―,‖una‖Reina‖podía caer enamorada de él. En lugar de

un monstruo sin corazón.

―Además de Hanalea, fue el consorte de Hanalea, Lucius Frowsley, quien

argumentó más convincentemente a favor la vida del niño ―dijo Elena,

mirando a Lucius. No hay amor entre esos dos, Han pensó.

―Debido a que este niño era el hermano de la Princesa heredera, y un mago,

existía la preocupación de que podría alinearse con el Consejo de Magos.

Incluso se podría tratar de establecer una línea de Reyes Magos de sangre, y

demostrar una amenaza‖para‖las‖Reinas‖de‖niñas.‖―Dijo‖Averill.

―Al‖final,‖el‖Consejo‖Mayor optó por la misericordia. La decisión fue tomada se

le permitió al niño vivir, pero había que sacarlo de la atención Hanalea, y atar y

controlar su regalo mágico. La Ascendencia del niño fue escondida de él y todos

los demás con el fin de evitar el uso de su línea para sus propios fines. Hemos

estado viendo en los descendientes del niño desde entonces, asegurando que no

representan una amenaza a la Reina.

Averill‖ se‖ encogió‖ de‖ hombros.‖―¿Fue una buena decisión? Han pasado mil

años, pero todavía no lo sé. Pero los acontecimientos recientes nos han obligado

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a reconsiderar el proyecto. Teniendo en cuenta la amenaza de Arden, una

prolongada guerra entre los magos y el Clan puede ser el fin del reino.

―Durante generaciones, nuestro consejo de ancianos ha seguido los

descendientes del Rey Demonio ―dijo Elena―.‖ El rasgo mágico se ha

mantenido maligno cuando se manifiesta, pero ha aparecido con menos

frecuencia, tal vez moderado por con quién se casaron. En este momento,

sabemos de un solo descendiente dotado vivo. Un hijo varón.

―Así‖ que...‖ ¿Qué? ¿Vas a darle caza y matarlo? Debido a quien fue su

antepasado? ―preguntó‖Han‖―.‖¿Debido a que podría unirse con el Consejo de

Magos y de alguna manera ser una amenaza a la Reina?

¿Entonces por qué estaban allí? ¿Se esperaba que él y Dancer ayudaran con eso?

La pregunta pareció‖ sorprender‖ a‖Averill.‖―Ah,‖ no. ―Dijo‖mirando a Elena,

que siempre parecía tener las preguntas difíciles.

―Se le ocurrió al consejo original que podría ser una ventaja tener una línea de

Magos, relacionado con la Reina, alguien que podría apoyar al trono en tiempos

de conflicto. En particular, en un conflicto con los magos ―agregó Elena con

delicadeza―.‖Hemos aprendido por amarga experiencia que la magia verde

tiene sus limitaciones.

Apuesto a que los Guerreros Demonai les encantan esa idea, pensó Han.

―Por lo tanto, hemos exigido que cada descendiente dotado del Rey Demonio

será adoptado en los Campamentos ―dijo Elena―,‖ para que podamos

enseñarles acerca de las formas del Clan y, esperamos, que sus fortunas y los

corazones se unen a la nuestra. Por generaciones lo hemos hecho. El secreto

pasa por los Ancianos del Clan. Nunca hemos tenido que revelarlo hasta ahora.

Es por eso que hemos convocado este consejo. ―Hizo un gesto a los otros en el

albergue.

Y luego, finalmente Han había entendido: una verdad que debería haber sido

evidente desde el principio, a pesar de las formas indirectas de las historias del

Clan. El misterioso descendiente dotado era Dancer, tenía que ser. Fire Dancer.

Era un nombre adecuado para un mago. Dancer estaba dotado, y ahora la

magia que había permanecido oculta tanto tiempo estaba saliendo a flote.

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Han miró de reojo a su amigo, que parecía estar absorto en sus pensamientos,

ajeno a la epifanía de Han. ¿Dancer lo sabía? ¿Tendría alguna sospecha? ¿Era

realmente hijo de Willo, o sólo había pretendido para poder ser alojados con la

Matriarca, la mujer más sabia de Marisa Pinos?

Bueno, si es que pretenden ocuparse de Dancer, Han cubriría su espalda,

aunque no podría decir qué tipo de ayuda le podría prestar a un mago.

Han estaba tan involucrado en sus propios pensamientos que no acababa de

seguir cuando Elena comenzó a hablar de nuevo en la compás rico de

Matriarca.

―Este consejo llama de regreso a Cazador Solitario, cuyo nombre llano Hanson

Alister.

Hubo un largo momento de silencio mientras que Han esperaba a que alguien

m{s‖respondiera.‖―¿Qué? ―Dijo estúpidamente―.‖¿Qué‖has‖dicho?

―Eres‖tú,‖cazador‖solitario‖―dijo Willo, tomando sus manos entre las suyas―.‖

Eres el único descendiente dotado vivo de Waterlow.

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Capitulo 27 Bendecido

Traducido por Lizc07 y majo2340 SOS

Corregido por Angeles Rangel

o! ―dijo Han, tirando de sus manos. ¿De qué estás hablando?

No estoy bendecido. Te refieres a Dancer. ―Miró a Dancer en

busca de apoyo, pero su amigo tenía la misma mirada en su cara

qué todo el mundo< la cautela y la esperanza se mezclaban.

―Pero‖ tú estas bendecido‖―dijo Willo. Incluso al nacer, lo manifestaste con

tanta fuerza que tu madre casi muere en el parto. Los atendí a los dos. Llamé a

Elena Cennestre.

Han negó con la cabeza, retrocediendo hasta que se topó con el banco para

dormir. Elena llegó y se paró delante de él. Se sintió acorralado a pesar de que

se alzaba sobre ella.

―Hice‖tus‖brazaletes‖―dijo ella, tocando sus puños de plata―. Ellos absorben

la‖magia<‖ la tuya propia así como cualquier otra usada en tu contra. Ellos te

protegen y también evitan el uso de la magia en ti mismo, por accidente o a

propósito. Te impiden dar el aura de la magia o almacenarla en un amuleto.

Todos los descendientes bendecidos de Waterlow los han llevado, desde el

primer hijo de Alger. ―Hizo una pausa, y luego agregó―, Su nombre era

Alister.

Han levantó los brazos y miró fijamente los puños como si nunca los hubiera

visto antes. Recordó cuando Gavan Bayar le había hechizado, y las llamas

parecían fluir de los brazaletes y desaparecer. Recordó cómo los asesinos

Demonios en Southbridge le habían atacado con magia, y le había parecido que

no le afectaba. Cómo a pesar de la advertencia de Micah Bayar, había levantado

el amuleto de la serpiente, sintiendo el aguijón pero quedando por otra parte

ileso. Con ese mismo amuleto había arrojado al Southies contra la pared.

Han Alister ―señor de las calles de Raggers, un discreto rebelde con sangre en

sus manos y un rencor en su corazón y demasiados enemigos para contar―

-¡N

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Han Alister también era un mago que podía disparar llamas de los dedos y

lanzar hechizos y doblar a otros a su voluntad.

Han Alister era el descendiente de un loco que había arrebatado a una Reina e

intentado destruir el mundo. O era el representante final de un amor que había

desafiado la convención, y aquellos que pagaron el precio por ello.

Las palabras de Shiv volvieron a él. ¿Qué hay acerca de ti? La gente no puede

dejar de hablar de ti. Cuentan historias. Es todo lo que oigo hablar. Los puños

de Alister esto, los puños de Alister aquello. Es como si fueran de oro.

Pero Han no venía de sangre real. Era hijo de una lavandera y un soldado.

―Tu abuelo‖llevó‖los‖brazaletes‖también‖―dijo Elena, como si hubiera leído su

pensamiento. Él fue iniciado en el Campamento Escarpament. ―Hizo una

pausa, y un destello en sus ojos decía que estaba cubriendo más de un

secreto―. El don no se manifestó en tu padre. Murió sin saber sobre su linaje.

―¿Qué le dijiste a mi madre? ―Se encontró preguntando Han―.‖ ¿Sabía‖ ella‖

para qué eran los brazaletes?

Elena sacudió la cabeza. ―Le dijimos que habías sido poseído por un Demonio

mientras estabas en el útero. Que los brazaletes te protegerían. Ella no podía

decirte la verdad porque eso te haría vulnerable al mal. ―La Matriarca, dijo

esto sin rastro de disculpa.

Han la miró, horrorizado. No era de extrañar que mamá le hubiera parecido

siempre convencida de que iba a caer en el canto de sirena de las calles. Incluso

cuando moría, siempre lo cuestionó, nunca creyó que él había cambiado. Esa

mentira había sido una barrera entre ellos. Recordó una de sus últimas

conversaciones. ―Estás maldito, Han Alister ―ella dijo―, y no llegarás a

nada bueno.

―Acordamos tu estadía‖ cada‖verano‖ en‖Pinos‖Marisa‖―continuó Elena―. Le

pagamos a tu madre un pequeño honorario.

―Así que... ¿le pagaron a mi madre para que pudieran tenerme? ―dijo Han,

con la voz quebrada―. ¿Ella no... hizo ninguna pregunta?

¿Habría mamá preguntado por qué el Clan estaba interesado en él?

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No si le trajo un poco de dinero. Las personas que no tienen nada, no pueden

darse el lujo de hacer preguntas.

―Tu madre esperaba que fuera bueno‖ para‖ ti‖ el‖ salir‖ de‖ la‖ ciudad‖ ―dijo

Willo―. Ella esperaba que te mantuviera apartado de la vida en la calle, que

pudieras‖aprender‖un‖oficio‖al‖aire‖libre.‖Eso‖podía‖protegerte‖de‖los‖primeros<‖

daños.

Han se sentía bajo un calvario como nunca lo había sentido en el campamento

antes. Había sido siempre un lugar seguro, de refugio. Y aquí todo había sido

sólo un juego de escurridizas manos. Willo y Elena y los otros fueron nada más

que estafadores disfrazados de amigos.

Había‖sido‖puesto‖en‖ridículo< clavado como un signo de carga en las calles de

Ragmarket.

―Y así que... ¿me llevaron porque pensaban que podría volverme loco y

destruir el mundo como Alger Waterlow? ―Han quería sonar frío, natural,

indiferente, pero estaba teniendo problemas para mantener el miedo fuera de

su voz.

―Alger‖Waterlow‖ no‖ estaba‖ loco‖―Lucius gruñó, sorprendiendo a Han, que

había olvidado que estaba allí. Miró sin ver por los alrededores―. No me

importa lo que todos digan.

Oh, Han pensó con amargura. ¿Debo estar tranquilo porque el loco Lucius

Frowsley dice que mi antepasado no estaba loco?

―Cazador Solitario,‖ has‖ sido‖ como‖ un‖ hijo‖ para‖ mí‖ ―dijo Willo―. Tal vez

comenzó como una obligación, pero ahora...

―Tú‖no‖eres‖mi‖madre‖―dijo Han, cediéndose al frío, dándole lugar dentro de

él―. Tuve una madre, y está muerta.

Averill, al menos, tuvo la gracia de verse avergonzado. ―Lo siento. Sabemos

que esto es demasiado para asimilarlo todo a la vez.

―Entonces, ¿qué es todo esto? ―dijo Han, deseoso de acabar de una vez, para

salir de su presencia y así poder tratar con esto por su cuenta. Estaba

empezando a preocuparse de que su rostro despreocupado le fallara―. ¿Por

qué me estás diciendo esto ahora, después de tanto tiempo?

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―Creemos que estos son los tiempos más peligrosos desde la Ruptura‖―dijo

Willo―. Gavan Bayar representa una grave amenaza para la Reina y la familia

real. El poder del Consejo de Magos está creciendo, y están a punto de casar a

uno de los suyos con la Princesa heredera.

―¿Qué tiene eso que ver conmigo? ―preguntó Han.

―Te hemos dicho‖ esto‖ porque‖ tienes‖ una‖ opción‖ ―dijo Elena―. Vamos a

quitarte los brazaletes, y podrás continuar tanto como puedas. Sí quisiéras

quedarte en Pinos Marisa, Willo te enseñará el arte de curar.

―¿Qué pasa con el Campamento Demonai? ¿Podría ir allí? ―demandó Han,

sabiendo que estaba poniendo a prueba la paciencia de Elena.

―Eso‖depende‖―dijo Elena, mirando a Dancer―, de lo bien que este secreto

pueda mantenerse. Si se sabe que eres un mago, tu vida estará en peligro en

Demonai, incluso si usas los brazaletes. Por encima de todo, nadie debe saber

que sangre tienes.

Han miró hacia su cara de Guerrera dura y se preguntó, ¿se refiere al Rey

Demonio, o a Hanalea?

―¿Así‖que‖los‖Guerreros Demonai no saben de mí? ―preguntó Han, pensando

en Bird. Y Reid Demonai.

Elena sacudió la cabeza. ―Nadie, excepto el Lord Demonai y yo. Si decides

mantener los brazaletes, lo mejor es que no lo sepan.

Han masajeo su frente. Su taza de té se había enfriado. ―Me dijo que tenía una

opción.

Elena lo miró a los ojos. ―Vamos a sacar los brazaletes, Cazador Solitario, con

la condición de que vayas de Casa Mystwerk a Oden Ford con Fire Dancer y

aprendas a controlar y utilizar este don que el Creador te ha dado. Te

patrocinaremos, te proporcionaremos tu amuleto, y pagaremos los honorarios

de tu maestría y comida. Cuando completes los cursos, volverás aquí y

utilizaras tus habilidades en nombre del Clan y la verdadera línea de las Reinas

de sangre.

Han la miró. ―¿Así que ser mago está bien siempre y cuando trabajen para ti?

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Parece que sí, pensó, ya que todos ellos se encogieron de hombros y miraron

hacia otro lado.

―¿Por qué yo? ―dijo Han―. ¿Por qué no Dancer? Es un mago, y no es

probable que se vuelva loco según tú. ―En ese momento estaba bastante de

acuerdo con la idea de volverse loco, de romper cosas. Parecía una buena

salida.

―Si Gavan Bayar ha sido capaz de romper el enlace colocado en él cuando fue

ascendido a Mago Supremo, es porque debe haber utilizado magia antigua

―dijo Averill―. Estamos preocupados acerca de qué otras cosas Bayar ha

escondido. Si tienen acceso a los antiguos amuletos, pueden utilizarlos para

ganar otros magos de su lado. Vamos a necesitar a alguien muy poderoso para

oponerse a ellos. Más poderoso que Dancer.

―¿Qué te hace pensar que soy tan poderoso? ―preguntó Han―. Nunca he

hecho algo mágico.

―Puse los brazaletes‖en‖ti‖cuando‖eras‖un‖bebé‖―dijo Elena. Su expresión dijo

que era una experiencia que no le importaría repetir―. Sé de lo que eres capaz.

Lucius se echó a reír con una risa aguda. ―La cosa es que, todo el mundo sabe

lo que el joven Alger Waterlow‖ podía‖ hacer,‖ muchacho‖ ―dijo―. Están

esperando que lo heredaras después de tu muy–grandioso–abuelo. Con

excepción de la parte de destruir el mundo. Están esperando mantenerte con

una correa más fuerte.

―Entonces ―dijo Han―, ¿están buscando a un mágico legionario? Un

mercenario.

Elena Demonai negó con la cabeza. ―Estamos buscando un campeón. Alguien

que apoyará los campamentos contra el Consejo de Magos, en caso de ser

necesario. No podemos esperar a ver lo que Bayar ha planeado. Necesitas

entrenarte, y eso lleva tiempo.

―Y si me niego, enviaran a Dancer contra el Consejo de Magos por su cuenta.

Elena asintió con la cabeza. ―No vamos a tener otra opción.

Los ancianos del Clan se habían centrado en Han, intentando persuadirlo.

Siguieron hablando de Dancer como si él ni siquiera estuviera allí. Lo que irritó

a Han.

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¿Qué pasa si le quitan los brazaletes, y resulta que los poderes de Han fueran

solo un flash, una chispa que se quema casi de inmediato? Quedaría con todos

sus mismos problemas y perdería la protección de los brazaletes para siempre.

La próxima vez que Gavan Bayar le enfrentase, sería derrotado.

Además, no era bueno llegar a un acuerdo cuando no se conocen todos los

detalles.

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―¿Qué pasa si me quitan los brazaletes y me niego a llevar a cabo mi parte del

trato? ―preguntó Han―. ¿Cómo sabes que voy a ir a Oden Ford? ¿Cómo sabes

que voy a estar de su lado en contra de los magos, si eso llega a pasar?

―Cazador‖ Solitario‖ ―dijo Willo rápidamente―, por supuesto que vas a

mantener tu palabra.

Lord Averill levantó la mano. ―No. El chico necesita saber. ―El‖ Patriarca

enfrentó a Han―. Si eliminamos las restricciones y fallas en hacer lo que

prometiste, vamos a cazarte y matarte.

Apuesto a que Reid Demonai obtuvo esa asignación, pensó Han, con el cuello

picando con inquietud. A pesar de que había sido perseguido toda su vida, él

siempre había sido capaz de refugiarse en los Campamentos cuando las cosas

se ponían acaloradas. Esta vez ese santuario se cerraría a él.

La Matriarca Demonai intervino cerca de Han, con los ojos hundidos fijos en su

rostro como si ella pensara que podría estar inseguro. ―Willo nos dijo que has

perdido a tu familia‖en‖manos‖de‖Lord‖Bayar‖―dijo ella―. Esta podría ser tu

oportunidad de tomar venganza.

―Elena‖Cennestre‖―dijo Willo―. La venganza nunca satisface de la manera en

que pensamos que lo hace. Lo sabes.

Han miró fijamente a Elena. ―¿Qué pasa si cambio de opinión? ¿Puedes poner

los brazaletes de nuevo?

Elena sacudió la cabeza. ―Fue bastante difícil la primera vez. Debes ser mucho

más poderoso ahora de lo que eras entonces. No voy a ser capaz de encerrar a la

magia otra vez.

―Tómate‖unos‖días‖para‖decidir‖―le instó Willo. Puedes venir a cualquiera de

nosotros por consejo.

Como si cualquiera de ellos, excepto Willo le hablara de esto. Han tenía que

admitir, que la reputación del Clan de ser comerciantes especializados se lo

tenían bien ganado.

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Él sabía lo que mamá diría. Mantén los brazaletes, quédate con Willo, aprende

un oficio, gánate la vida honradamente. Mantente fuera del camino de Bayar.

Juega a lo seguro. Eso es lo que debería hacer.

Pero ¿qué estaba arriesgando, realmente? Mamá y Mari ya habían pagado el

precio por sus estúpidos errores. Había hecho un lío de cosas. Que no podían

ser deshechas.

Pero él no era el único culpable. El Mago Supremo y la Reina y su Guardia

habían jugado un papel importante. La única forma en que podría hacer que se

arrepintieran de lo que habían hecho, sería hacerles pensar diferente sobre el

precio de una vida<‖ la única manera que podía hacer una diferencia en el

mundo lo suficientemente grande como para captar su atención, era tener una

oportunidad él mismo.

En ese momento en particular no le importaba lo que le sucediera. Lo que era

una buena cosa, porque cuando miró hacia adelante, no podía ver cómo podía

ganar esta cosa.

Extendió sus manos hacia Elena. ―Ya lo he decidido. Retírenlos. ―Miró a

Dancer mientras lo decía, y vio que el alivio se mezclaba con el dolor y pesar en

el rostro de su amigo.

―¡Cazador Solitario, espera! ―dijo Willo. Se volvió hacia los demás―. Este

chico ha perdido a su madre y hermana este mes. Él está de luto y necesita

tiempo para sanar. No deberíamos forzarlo a decidir esto ahora.

―No‖tenemos‖mucho‖tiempo‖―dijo Elena―. Dancer se va a Oden Ford pasado

mañana, y sería más seguro si viajan juntos. El plazo comienza en un mes, y les

tomará tiempo viajar hasta allí, incluso si no encuentran problemas en el

camino.

―Yo sólo quiero que no tome una decisión que pueda lamentar más adelante

―dijo Willo.

―Est{‖ bien.‖ Lo‖ he‖ decidido‖―dijo Han de nuevo, más fuerte―. ¿Quién va a

hacerlo? ―Miró desde Elena a Lord Averill.

―Siéntate‖―dijo Elena bruscamente, sin mirar a Willo. Han se sentó en uno de

los bancos para dormir. Ella trajo su bolsa de viaje y se sentó a su lado―. Trae

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m{s‖ cerca‖ las‖ antorchas‖―dijo y Dancer y Averill obedecieron. El humo acre

picó en la nariz de Han.

Buscando profundamente en su bolsa de piel de venado, Elena sacó un pequeño

bulto. Desplegó la cubierta de piel, revelando una serie de delicadas

herramientas de trabajo en plata. Eligiendo un martillo y un cincel, apretó el

brazo de Han abajo sobre sus rodillas huesudas y le hizo un gesto a Willo. Willo

se arrodilló a su lado y le tomó duro la mano derecha, sosteniendo su muñeca

firmemente y mirándolo a los ojos. Él le miró de regreso, luchando por

mantener su rostro en blanco.

Utilizando el enjoyado martillo y cincel, murmurando en voz baja, Elena trazo a

lo largo una línea de runas grabadas en plata. Bellas grietas aparecieron a lo

largo de la línea, cada vez más grandes mientras seguía trabajando.

La mano de Han comenzó a sentir un hormigueo, y no estaba seguro si era la

vibración de los múltiples golpes o era la magia que se fugaba a través de ello.

Los ojos de Willo se abrieron, por lo que tal vez ella también lo sintió.

Elena se detuvo bruscamente, se apoderó de la otra mano, y empezó a trabajar

en ese brazalete.

―Es importante‖que‖se‖rompan‖juntos‖―dijo―. De lo contrario el desequilibrio

podría causarte la muerte.

Han pensó en las veces que le había pedido a Plateros del Clan en el mercado

que trataran de sacarlos, y se estremeció.

―No te‖ muevas‖ ―dijo Elena con gravedad. En poco tiempo, el brazalete

derecho se parecía al de la izquierda.

―Ahora‖―dijo Elena, tomando una profunda‖inhalación―,‖vamos a romper los

brazaletes. ¿Estás listo Cazador Solitario?

Así que era tan simple como eso, eliminar la plata que había llevado toda su

vida. Han asintió con la cabeza, de repente preocupado, con la boca seca, sus

palmas sudaban. ¿Y si esto lo mataba? Su corazón se aceleró, como si estuviera

tratando de golpear tantas veces como fuera posible antes de que se detuviera.

―Espera. ―Willo‖le‖trajo‖la‖taza‖de‖té‖serbal―. Aquí. Bebe más de esto. Por si

acaso.

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Han vació la taza y la dejo a un lado. Willo la volvió a llenar, parecía

determinada a ahogarlo en ella, hasta que Elena con impaciencia gesticuló para

que la apartara.

Elena deslizó los dedos dentro de sus esposas. Con un rápido movimiento

serpenteante, las arranco y las dejo caer al suelo. Han miró fijamente sus brazos.

La piel de sus muñecas estaba pálida, como el vientre de un pescado, donde las

esposas le habían bloqueaban el sol.

Entonces el calor se extendió a través de él, brotó desde adentro y penetró a lo

largo de sus manos y pies. Si hubiera tenido alguna duda de la historia, que le

habían dicho, fue destrozada en un santiamén.

Han recordó la época en que había bebido una copa del producto de Lucius por

causa de una apuesta. Imágenes espeluznantes revueltas a través de su cerebro,

estrellándose detrás de sus ojos. Su cabello se erizó y las llamas corrían por su

piel. Las chispan chisporroteaban de él, agujeros quemados en su camisa, sus

botas quemadas. Estiró los brazos, pensando qué debía parecerse a los hombres

de paja en llamas, que el Clan alzaba en sus cosechas. ¿Y si prende la posada

con el fuego? Está hecha de madera después de todo.

Presa del pánico empujo sus pies y se tambaleo ciegamente hacia la puerta, al

aire fresco de la noche.

Han escucho los gritos de Elena. ―Fire Dancer, perseguirlo, ayúdalo.

Han se sintió incandescente, iluminado y más ligero de lo que se había sentido

nunca. Era como la llama de una lámpara, que amenazaba con disolverse en

cualquier momento. Extendió sus manos, que brillaban en la oscuridad, el

hueso brillaba a través de la carne.

Entonces Dancer se apoderó de las manos de Han, el poder fluía entre ellos y de

alguna manera lo estabilizó.

―La‖sangre‖y‖ los‖huesos ―dijo Dancer―. No puedes perder tu dirección así.

Soluciónalo tú mismo, o incendiaras todo el campamento. ―Le dio algo duro y

frio en sus manos―. Aquí. Prueba esto. Suéltalo lentamente y llévalo hasta

arriba.

Le dio su amuleto, el que le había sido dado en la ceremonia de su

nombramiento, del Clan, Dancer rodeado por llamas.

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Han respiró hondo y dejó escapar el aire, se concentró en el amuleto. La magia

parecía fluir a través del grabado, hasta sus manos, y los arroyos de fuego

debajo de su piel murieron en un hilo. En cuestión de minutos se sintió agotado

y menos fogoso.

―Gracias ―susurro Han. Devolviendo el amuleto a Dancer.

―He aprendido algunas cosas por ensayos y errores ―dijo Dancer―. Puedes

guardar la magia en estas cosas, y utilizarla más adelante.

―¿Qué‖causaría el problema? ―Pregunto Han―. ¿Mi magia, tu amuleto?

Dancer se encogió de hombros. ―No tengo idea. He estado trabajando más de

un año para controlarlo, pero no he tenido ningún entrenamiento real.

―Dancer arqueo su boca en una sonrisa, la primera que Han había visto desde

el día de su ceremonia―. Pienso que los ancianos tienen razón, tú eres un

hombre más fuerte que yo. O ya sea eso, o lo has estado acumulando desde que

eras un bebe.

Han estaba contento, de modo egoísta, Dancer le compartió su difícil situación,

contento porque tenía a alguien para viajar al Fuerte Oden, contento de que no

tenía que resolver esto por su cuenta.

―Tendrás la necesidad de hablar con Elena acerca del amuleto ―dijo Dancer―.

Ella va hacer algo especial para ti.

¿Qué iba hacer ella para él? Han se había preguntado. ¿Habría alguna opción

en los materiales? Extendió sus manos, miró con fascinación cómo las pequeñas

llamas parpadeaban en su piel.

Entonces un sonido pequeño, una inspiración lo hizo mirar hacia arriba, en las

sombras, bajo los árboles. Bird permanecía de pie allí, congelada, con una

mirada de horror en su rostro. Y detrás de ella, Reid Demonai, su hermoso

rostro duro y cauteloso, como si hubiera descubierto una víbora en la pila de

leña y estaba tratando de decidirse como matarla.

Y entonces Han recordó: Le había dicho a Bird que lo esperará que iría hasta el

río después de la reunión. Ella debía haberlo visto derramar llamas, debía haber

escuchado el intercambio entre él y Dancer.

―¡Bird! ―Gritó‖Han, mientras ella se alejaba,‖dio‖un‖paso‖hacia‖ella―.‖¡Espera!

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Pero bird desapareció en el silencio de los árboles. Reid se lo quedó mirando un

momento más y luego la siguió.

Más tarde esa noche, Han yacía sobre su banco de dormir en la posada de la

Matriarca, incapaz de dormir. Elena le había dado un pequeño amuleto, tallado

en tejón, hasta que ella le pudiera hacer uno propio. Descansaba en su pecho,

debajo de su camisa, pero Han le prestaba poca atención.

Era muy consciente del amuleto del Rey Demonio, que se encendía debajo de él.

Era como si alguien hubiera puesto una hoguera debajo de su cama, y quemará

su piel, sin importar en que posición estubiera. Por último deslizó la mano por

debajo de la joyería y cerró la pieza de Mal de Ojo. La magia brotó de él y del

grabado, soltó una bendición. ¿Era esta la forma en que iba a ser? ¿Era que iba

a penetrar constantemente en la magia, tenía que encontrar un lugar adonde

ponerlo?

Imágenes desconocidas rodaban por su mente: llamas iluminado un campo de

batalla, el choque de los soldados, la acumulación de sangre en el piso. Una

hermosa mujer con sus manos extendidas llorando, llamando a Alger< Y el

dolor, el enceguecedor dolor.

Han liberó su agarre sobre el amuleto, y se paró. Esa era clase de sueños que

podía tener.

Willo estaba afuera, sin duda planificando su futuro con Averill y Elena. Dancer

estaba dormido, Han podía escuchar su respiración constante del otro lado de

la posada.

Cuando oyó a alguien afuera de la posada, pensó en un primer momento hacer

que Willo volviera. Pero el intruso se movió sigilosamente, paso a paso, en el

momento que vio una silueta en la puerta, Han tenía su cuchillo en la mano y la

esperanza en su corazón.

―¿Bird? ―pregunto. Tal vez ella haya vuelto. Tal vez podrían hablar del

asunto. Tal vez…

―¿Eres tú muchacho? ―Una voz apagada volvió. Era lucius.

―Soy‖yo ―dijo Han. Dejándose caer hacia atrás y guardando su cuchillo bajo la

almohada.

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―Pensé que era posible que aún estuvieras despierto. ―Dijo Lucius

arrastrando los pies, empujando hasta encontrarse con el banco de dormir. Se

sentó en el borde del mismo junto a Han.

―¿Qué quieres? ―Murmuro Han―. Es tarde.

―Supongo que tienes mucho que pensar.

―Supongo que sí.

Hubo una larga pausa. Entonces lucius susurro. ―Tú eres poderoso muchacho,

puedo sentirlo. Me recuerdas a Alger. ―Extendió su mano cautelosamente,

como si podría quemarse, y tocó el brazo de Han.

―Yo no soy Alger ―dijo Han, torciéndose lejos de la mano de Lucius. Había

pensado que Lucius era su amigo. Pero todo el mundo a su alrededor, incluido

lucius habían ocultado la verdad.

―¿Aún tienes el amuleto que le quitaste al niño Bayar? ―Pregunto Lucius. El

anciano trato de parecer informal, pero sacudía sus manos en su regazo, como

cuando estaba molesto―. Tú no te perderás en el fuego, ¿verdad?

―Todavía lo tengo. ―Respondió Han―. ¿Qué pasa con ello?

―Tienes que aprender a usarlo, es todo.

―Debo lanzarlo dentro de una olla de barro ―dijo Han―. He tenido más que

problemas desde que tomé el asunto.

―Problemas son los que van a venir, independientemente sin tener en cuenta

tu manera ―dijo Lucius ―. Puede ser que tengan también un poder de fuego,

para hacerle frente.

―Elena‖me‖va‖hacer‖un‖amuleto ―dijo Han―. ¿Qué hay de malo en eso?

―Elena quiere controlarte, como todo el mundo. Con cualquier amuleto que te

dé, te va poner una correa. El amuleto que tomes es tuyo por derecho.

―Así es. Y tal vez me convierta en Demonio al igual que hizo Alger Waterlow.

Me desilusionas. ―Han hostigo a Lucius a propósito. No sabía porque.

Lucius escupió en suelo en respuesta.

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―¿Qué, eres su perro en esta lucha, de cualquier manera? ―Demando Han―.

Puede que no me guste el señor Demonai es un trato, pero al menos lo

entiendo. ¿Qué hay en esto para ti?

―Alder‖Waterlow‖era mi amigo ―dijo Lucius―. Tú eres su sangre. Los Clanes

no le dirán a nadie quién eres en realidad. Mantén la boca cerrada también, por

ahora. No quiero ver que te traicionen y asesinen, como le pasó a él.

Con eso el anciano se levantó y salió arrastrando los pies.

Una semana más tarde, Raisa ana´Mariana, Princesa heredera, salió del

Campamento Demonai, en su yegua nueva. Cambiando su nombre para que le

coincidiera con la edad. Raisa llevaba los colores monótonos de marrón y el

verde de la Guardia de la Reina. Su cabello estaba recogido en una sobria

trenza. Con Amon Byrne en su caballo, la bufanda de oficial anudada al cuello y

los otros cadetes de cuarto año, que se hacían llamar Los Lobos Grises. En total

eran un triple de nueves. Más uno.

Los Wolfpack estaban sobre ella como lo más importante para las abejas, las

manos sobre sus armas, destellantes en la maleza, como si eso por si solo podría

evitar una emboscada. Ellos habían dicho que era la hija de un Duque de

Fellsian, que viajaba bajo su protección. Tomaban su papel muy en serio. Raisa

esperaba que desapareciera antes de llegar a las llanuras.

El palacio estaba en un alboroto tranquilo, como si eso fuera posible. Otra vez

las noticias de la desaparición de Raisa se mantenían ocultas, esta vez por la

Reina, su gabinete y su guardia. Presumidamente, la Reina Marianna estaba

reacia al anunciar que había tratado de casar a una Princesa heredera con un

mago, y que la Princesa lo había dejado plantado en el altar.

La Guardia salió con fuerza, a buscar por la cuidad y los campos cualquier

rastro de la Princesa rebelde. Reunida con su pequeño gabinete, La Reina

Marianna expresó preocupación por sí los mismos bandidos que atacaron a

Averill y Edon byrne habrían hecho desaparecer a su hija. Por informes de

averill la Reina estaba angustia y Mellony inconsolable. Raisa estaba pinchada

por la culpa, pero la idea de que ya podía estar casada con Micah Bayar la

desanimaba considerablemente. Le complacía saber que Gavan Bayar, estaba

buscando alguien para incinerar, pero no tenía el objetivo correcto.

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El otoño llegó temprano. Una ola en el aire decía que el invierno no estaba lejos.

Las hojas de los alamos se estremecían por la briza del norte, brillaban de

dorado, levantando el ánimo. Desde su llegada a la Corte, se sentía como una

oveja en la manga, impulsada sin descanso a lo largo de una trayectoria que

nunca le había interesado.

Ahora que ella había dejado Fells por primera vez, descendiendo en las llanuras

extrañas, más allá de las fronteras. Era consciente de la gravedad de la

situación, sabía que había tomado un riesgo, sin embargo no podía dejar de

mirar hacia delante para escapar de su vida de cortesana. Ella podría aprender

más En la Orden Ford lo que alguna vez aprendió en el refugio de su hogar. Se

aventuraría con Amon de nuevo, sólo que era un nuevo Amon, más interesante

que el anterior, representando riegos de tipos diferentes.

Cualquier cosa puede pasar, pensó para su agrado.

Amon había estado extrañamente formal y distante durante su estancia en el

Campamento Demonai. Había pasado un tiempo interminable en las reuniones

con Averill y Elena. Cuando no estaba en reuniones, él perfeccionaba su

esgrima, ya que esas armas no eran utilizadas en tierras altas. Retiraba los

hombros y la presión en su cintura para mejorar la postura; deslizaba las armas

a su alrededor para mejorar su swing, pero podría haber estado atendiendo a

un caballo en la doma.

Algunos días parecía muy severo, como restríngido, como controlado por su

padre.

Raisa sudaba a través de los agotadores partidos de práctica con los Wolfpack,

mientras que Amon le ladraba ―lléva la punta hacia arriba, llévala hacia arriba.

¡No lo dejes entrar! ¡Muévete! ¡Mueve los pies! ―Ella no podía evitarlo, todo

mundo era más alto que ella. Trabajaba hasta que no podía levantar más los

brazos, luego caía agotada en la cama.

El agotamiento no era la única excusa para el romance. Casi le parecía que

Amon evitaba estar a solas con ella. Sin embargo Raisa era una persona

naturalmente esperanzada. No había habido más besos, pero no significaba que

no habría en un futuro.

Como llamado por sus pensamientos, Amon acercó su caballo al lado de ella, la

briza alborotaba su cabello oscuro. ―Quiero decirte que si mantenemos este

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ritmo haremos buen tiempo en nuestro camino al Campamento North Branch.

Vamos almorzar al mediodía en nuestras sillas de montar. No quiero llamar la

atención llegando a mitad de la noche.

―Sí, señor ―dijo Raisa, tratando de acostumbrarse a dirigirse a él como el

Oficial Comandante. Por su parte, Amon parecía sentir un placer perverso de

poder mandar a su alrededor.

Westgate, sería la primera prueba de su disfraz. Estarían buscándola en los

bordes de los pantanos. La idea era emocionante y aterradora al mismo tiempo.

Inclinándose sobre el cuello de su caballo, con sus rodillas lo hizo cambiar a un

galope.

Casi al mismo tiempo, cientos de millas al este, Han Alister y Dancer salían del

Campamento Marisa en los caballos de montaña que el Clan les había elegido.

Se fueron sin previo aviso casi furtivamente, en un momento solo conocido por

los controladores de Han. Podrían ir hacia el este hasta los pantanos Shivering,

al sur a través de Tamron, pero eso los llevaría más allá del Campamento

Demonai y los soldados desaprobaban enérgicamente su misión.

Así qué había decidido dirigirse al sur, prefiriendo arriesgarse a los bandidos

vagabundos y la guerra de Arden que con los soldados de Demonai en su

propia tierra. Eso era lo prudente.

Sin embargo, Han sintió un dolor apagado de arrepentimiento, por la pesada

carga de palabras no dichas. Bird se había ido al Campamento Demonai la

noche de la reunión. No sabía cuándo volvería a verla de nuevo.

El Clan había sido generoso dándole a su nuevo campeón, el caballo era un

regalo, al igual que la montura, los accesorios y la daga del Clan, su espada y su

arco largo. Han llevaba una capa nueva para la lluvia, y el dinero titilaba en la

bolsa de su cintura.

Dancer iba igualmente bien vestido. Él estaba de buen humor, poco frecuente

riendo y bromeando, inventando nuevos nombres para Han que reflejaban su

estado. Nombres como Cazador del Mago, Mago Bane, Señor Hanson maldito

engendro, Salvador del Clan.

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Dancer por su parte parecía contento de estar dejando el Campamento Marisa y

sus murmullos atrás. Tal vez lejos de un terreno familiar, fuera más fácil fingir

que nada había cambiado

El amuleto de Elena colgaba en una cadena de plata en el cuello de Han, un

Cazador con arco tallado en piedra de jade y jasper. En un lugar destacado para

que todos lo vieran. Pero debajo de su túnica el amuleto de ojos rubí,

chisporroteaba contra su piel, constantemente tomando la magia y guardando

la distancia.

El dolor de su perdida era una hoja en su corazón, pero lo tenía tan apagado

por el tiempo y el uso que apenas se dio cuenta. Su culpa era otra cosa pero

aprendería a vivir con eso también.

Atrás de él esta Fellsmarch< una ciudad que lo había masticado y escupido

como un hueso de melocotón. También fue dejando atrás las tierras altas, donde

había pasado los veranos de su infancia, y la traición del Clan que había

guardado el secreto de su nacimiento.

Adelante estaban las Llanuras del sur extrañas, la Orden Ford, y los profesores

que tenían la llave del poder que estuvo dormido en él durante tanto tiempo.

Una de las cosas que sabía: era que estaba cansado de ser impotente, incapaz de

defenderse por sí mismo y todo lo que le importaba conocer era sobre los

magos y la sangre azul que gobernaban los Valles. Ese era su programa, por

ahora coincidía con el del Clan.

Por primera vez en mucho tiempo, tenía una meta, un camino a seguir y un

foco donde concentrar su energía.

―Vamos dancer ―dijo sintiéndose optimista por primera vez en varios días―.

Vamos a ver si estos caballos pueden llegar al campamento Wayfarer esta

noche.

FIN

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La Reina Exiliada

Obsesionado con la muerte de su madre y de su hermana, Han Alister viaja hacia el sur para comenzar a recibir educación en Casa Mystwerk, en el Fuerte Oden. Pero los Bayar, la poderosa familia de magos, lo acechan intentando recuperar el amuleto que les robó. Por otra parte, la

princesa Raisa ana’Marianna escapa de un matrimonio

forzoso acompañada por su

amigo Amon. El lugar más seguro para ella es Casa Wien, la academia militar en el Fuerte Oden. Pero cuando Han y Raisa se cruzan, sus vidas se trastornan por completo.

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Cinda Williams Chima

Escritora americana, Cinda Williams Chima logró un gran éxito editorial gracias a sus novelas de fantasía del Guerrero Heredero (2006), ganando premios como el Voya de 2006 y siendo recomendada en numerosas listas publicadas por medios culturales, como el Lone Star Reading List.

Actualmente, tras publicar varias secuelas de su primera novela, Cinda Williams Chima da charlas a jóvenes escritores y lectores en escuelas de Estados Unidos.

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