Vygotsky - Teoría de Las Emociones

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Estudio histórico-psicológico

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AKAL UNIVERSITARIA

Serie Interdisciplinar

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LEV VIGOTSKY

TEORA DE LAS EMOCIONES

Estudio histrico-psicolgico

Traduccin:

Judith Viaplana

Captulo 1

El autor de la famosa teora de las emociones, C. G. Lange, cita a Spinoza como uno de los filsofos cuya doctrina precedi a la teora organicista de las emociones. Como es sabido, esta teora fue elaborada casi al mismo tiempo por dos investigadores que trabajaban de manera independiente -Lange en 1885 y W. James en 1884. As, segn la expresin de .1. W. Goethe, ciertas ideas maduran en determinadas pocas a semejanza de los frutos que caen simultneamente en distintos huertos.

Ignoro -dice Lange- si una teora de las emociones parecida a sta ha sido expuesta alguna vez; en ningn caso se encuentra referencia alguna en la psicologa cientfica. Quiz Spinoza es el ms cercano a nuestra concepcin debido a que no supedita la expresin fsica de las emociones a un movimiento del alma; por el contrario, sita los dos fenmenos al mismo nivel y otorga el primer lugar al hecho fisiolgico (1896). Lange tiene en cuenta la conocida definicin del afecto tal como sta aparece en la teora de Spinoza. Entiendo por afectos -dice Spinoza- estados del cuerpo que aumentan o disminuyen la capacidad de ste para la accin, que favorecen dicha capacidad o la limitan pudiendo favorecer o no la consciencia de esos estados. (Spinoza)

G. Dumas, analizando la gnesis de la teora organicista de las emociones, tal como fue formulada por Lange, menciona la clara divergencia que existe entre esta teora y la de los evolucionistas, en particular la de Ch. Darwin y la de H. Spencer, as como una especie de reaccin antiinglesa en el pensamiento de Lange (segn la obra de C. G. Lange, 1896). En efecto, Lange reprocha a Darwin, y en general a los adeptos de la teora evolucionista, el hecho de haber falseado la cuestin del estado afectivo, de haber dado mayor preponderancia al punto de vista histrico que al mecanicista y fisiolgico. Al respecto, dice lo siguiente: Habra que preguntarse si la tendencia evolucionista con que sus investigaciones han impregnado la psicologa moderna, y particularmente la psicologa inglesa, puede considerarse como una ventaja. Seguramente no por lo que respecta a los estados afectivos, puesto que esta tendencia hizo que los psiclogos descuidaran el anlisis propiamente fisiolgico y como consecuencia abandonaran la verdadera va a la que haban accedido los fisilogos y por la cual habran llegado a su objetivo, si fenmenos fisiolgicos tan fundamentales como las funciones vasomotoras hubieran sido conocidos en su tiempo (ibid.). Para comprender mejor la esencia de la teora organicista de las emociones, el hecho que acabamos de sealar tiene una significacin extremadamente importante. Posteriormente servir como punto de partida a nuestro anlisis crtico, cuyo objetivo ser aclarar el carcter antihistrico de esta teora. Por el momento, ese hecho nos interesa desde otro punto de vista. Desde un punto de vista negativo, no slo explica perfectamente lo que fueron los ancestros ideolgicos de la teora organicista de las emociones, sino que muestra con qu orientaciones del pensamiento filosfico y cientfico est emparentada espiritualmente dicha teora y con cules es abiertamente hostil.

Prefiere remitirse -dice Dumas respecto de Lange- a los mecanicistas franceses; y no hay duda de que l es su lejano discpulo; la descomposicin de la alegra y la tristeza en fenmenos motrices y psquicos, la eliminacin de sustancias ilusorias de fuerzas vagamente determinadas -todo ello se realiza segn la tradicin que representan N. Malebranche y Spinoza (segn la obra de C. G. Lange, 1896). E. Titchener constata: Sera del todo inexacto -y para James y Lange no sera ese un gran cumplido- suponer que esta teora representa algo completamente nuevo (1914). El hecho de mencionar los componentes orgnicos de las emociones es en realidad tan antiguo como la psicologa sistemtica. Titchener vuelve a encontrarlos desde en Aristteles hasta en H. Lotze (H. Lotze, 1852) y H. Maudsley, es decir, en contemporneos de Lange y de James. Investigando todo lo que de alguna manera tiene que ver con la teora organicista de las emociones, Titchener no distingue como precursora histrica fundamental de la teora en cuestin a ninguna otra orientacin del pensamiento filosfico o cientfico, ni tampoco, entre otras, a la filosofa de Spinoza. Sin embargo, seala que se hallan en Spinoza definiciones que van en el mismo sentido, adems de referirse a la definicin del afecto, citada con anterioridad, que aparece en la tica (Spinoza).

El propio James no reconoce, a decir verdad, como lo hace Lange, esta proximidad histrica o ideolgica entre su teora y el estudio de las pasiones de Spinoza. Por el contrario, James es proclive, en oposicin a la opinin de Titchener y a la opinin casi generalizada de la psicologa cientfica, a considerar su teora como algo completamente nuevo, como un nio sin abuelos, y a oponer su estudio a todas las investigaciones sobre las emociones de carcter puramente descriptivo, all donde sea -en las novelas, en las obras clsicas de la filosofa o en los cursos de psicologa-. Segn James es una literatura meramente descriptiva que, desde Descartes hasta nuestros das, representa la parte ms aburrida de la psicologa. Adems, al estudiarla se percibe que la clasificacin de las emociones propuesta por los psiclogos es, en una aplastante mayora de casos, una simple ficcin, o bien carece de importancia.

Si por lo visto James no es proclive a ver una relacin de parentesco entre la teora de las pasiones de Spinoza y la teora organicista de las emociones que ha desarrollado, otros lo hacen en su lugar. Ya no nos referimos a los testimonios de autoridad mencionados antes, como los de Lange, Dumas y Titchener, autores que refieren sus afirmaciones tanto a la teora de James como a la de Lange. Ambas teoras constituyen una sola, al menos si consideramos su contenido principia!, el cual es el nico que nos interesa cuando se trata de explicar la gnesis de una teora; las divergencias que aparecen entre ellas se refieren, como es sabido, a los mecanismos fisiolgicos ms sutiles que determinan la aparicin de las emociones. Sobre ese punto centraremos posteriormente nuestro anlisis crtico.

Para acabar con el examen de nuestra tesis, segn la cual la teora spinoziana de los afectos se suele comparar con la teora de las emociones de James y de Lange, slo citar la investigacin bien documentada y convincente de G. Sergi, cuyos resultados utilizaremos ms adelante. Al estudiar el nacimiento de la teora organicista de las emociones, Sergi detiene la mirada sobre un punto crtico de esta teora, precisamente sobre la reduccin (que aparece de manera inevitable en el desarrollo lgico de esta doctrina) de la emocin a la sensacin vaga, indiferenciada y global de un estado orgnico general. Y se revela que no hay pasiones ni emociones, sino tan slo sensaciones. Segn Sergi, ese resultado al que, en su criterio, va a parar la teora organicista, asusta a James hasta tal punto que se ve obligado a recurrir a la teora spinoziana. Sealemos de paso que, por lo que respecta al verdadero origen de la teora de las emociones, Sergi llega, en resumidas cuentas, a conclusiones que divergen sustancialmente de los puntos de vista generalmente admitidos que hemos citado antes. Posteriormente volveremos a utilizar esas conclusiones y nos basaremos en ellas para elucidar ciertas cuestiones esenciales relativas al problema fundamental de nuestra investigacin. Por ahora, esa circunstancia slo nos interesa en la medida en que refuerza la objetividad y la imparcialidad de la tesis, mencionada ms arriba, de la naturaleza spinoziana de la teora de James.

No vamos a seguir enumerando los diferentes puntos de vista relativos a la cuestin examinada. Aunque existe una diferencia de matiz entre stos, coinciden fundamentalmente en el tono de sus afirmaciones. AI examinarlos globalmente es inevitable advertir que representan una opinin anclada con bastante fuerza en la psicologa contempornea y que, conforme al proverbio francs, cuanto ms cambia esta opinin en sus diferentes enunciados, ms sigue siendo la misma. Incluso si dicha opinin slo fuera, a falta de un examen ms atento, un error o un prejuicio, deberamos, 110 obstante, comenzar nuestro estudio por esta tesis, puesto que la polmica que se despliega ante nuestros ojos en torno a la doctrina de James y de Lange nos conduce directamente al ncleo del problema que nos interesa. Ah se encuentra, segn la opinin ms generalizada, algo vital para la suerte de la psicologa de las emociones, pero tambin algo que est en relacin directa con la teora de las pasiones de Spinoza. Aun cuando esta relacin se presenta a la opinin general desfigurada, no impide que tras ella se oculten -aunque no sea ms que un prejuicio- nexos objetivos entre la teora de Spinoza y la lucha y la reestructuracin que se producen actualmente en uno de los temas ms fundamentales de la psicologa contempornea. Por lo tanto, si queremos estudiar lo que ha sido de la teora spinoziana de las pasiones en el tejido vivo del conocimiento cientfico actual, debemos empezar por elucidar lo que representa su relacin con las ideas de Lange y de James sobre la naturaleza de las emociones humanas.

Captulo 2

Para empezar sera conveniente estudiar detenidamente el contenido de la teora tanto de James como de Lange y ver qu aciertos y qu errores se encontraron a partir del examen riguroso, en trminos de pensamiento terico y prctico, al cual fueron sometidas desde su formulacin, y que ha continuado hasta nuestros das. Es cierto que la teora emprica creada hace ms de medio siglo se ha mantenido hasta la actualidad a pesar de las crticas destructivas recibidas desde distintas posiciones. Tambin es cierto que sta constituye hasta la fecha un centro vivo, una especie de eje alrededor del cual se produce en este momento un viraje decisivo en el estudio psicolgico de la naturaleza del sentimiento humano. En apariencia, asistimos al ltimo acto, al desenlace de ese drama cientfico cuya intriga se remonta a los aos 84-85 del siglo pasado. Asistimos a la elucidacin de la condena histrica definitiva de esta teora, mientras se decide la suerte de toda una corriente de pensamiento psicolgico que no slo fue capital para la psicologa en el pasado, sino que est directamente unida a la determinacin de las orientaciones futuras del desarrollo de ese captulo de la psicologa cientfica.

Es verdad que hasta ahora se admite que esa teora fue objeto, durante medio siglo, de un examen cientfico ininterrumpido, que sobrellev con honor, y que se mantiene como base firme de la actual teora psicolgica de los sentimientos humanos. En todo caso, as es como se expone la cuestin en la mayora de los cursos de psicologa. Pero no slo la psicologa didctica, adaptada a las necesidades de la enseanza, se asienta firmemente en esta teora que, al parecer, lo nico que espera es ser eliminada, sino que tambin los representantes de las ltimas corrientes de la psicologa intentan a menudo renovar una teora que. a sus ojos, nunca caduca, y presentarla bajo la imagen ms adecuada de la naturaleza objetiva de las emociones. De todas maneras, las numerosas variantes de la psicologa americana del comportamiento, de la psicologa objetiva rusa, y ciertas tendencias de la psicologa sovitica, consideran esta teora, por decirlo de alguna manera, como la nica construccin terica completa y vlida que puede transferirse totalmente de la antigua a la moderna psicologa.

Es muy significativo que las tendencias ms extremistas de la psicologa objetiva contempornea hayan copiado o repetido este captulo directamente de Lange y de James. Este se impone a los actuales reformadores de la psicologa, principialmente por dos motivos. El primero, que ha asegurado a esta teora la supremaca absoluta durante medio siglo, tiene que ver con el carcter de su formulacin: La teora James- Lange -observa sarcsticamente Titchener-, debido a su difusin entre los psiclogos de lengua inglesa, debe indudablemente mucho al carcter de su formulacin. Las exposiciones que describan los procesos mentales en los manuales de psicologa tenan un carcter demasiado acadmico, demasiado convencional y James nos propuso un material bruto, nos condujo a la fuente de la vivencia real (1914). En efecto, esta teora es probablemente la nica que con un absoluto espritu de continuidad lgica, que llega hasta la paradoja, resuelve de manera satisfactoria la cuestin de la naturaleza de las emociones, con tal simplicidad aparente, tal poder de conviccin, con tal abundancia de pruebas factuales, verificables cotidianamente y accesibles a cualquiera, que sin quererlo se crea la ilusin de su carcter verdico e irrefutable. Adems, en cierta medida, no son slo los lectores y los investigadores quienes han olvidado o no se han dado cuenta de que dicha teora, segn la acertada observacin de P. Bard, no fue confirmada por sus fundadores mediante ninguna prueba experimental y se bas exclusivamente en argumentos y en un anlisis de carcter especulativo.

El segundo motivo, que reclut como partidarios de dicha teora a los reformadores ms radicales de la psicologa contempornea, es el siguiente: para explicar las emociones, esta teora pone en primer plano su base orgnica, por ese motivo se impone como concepcin estrictamente fisiolgica, objetiva, y tambin como la nica concepcin materialista de las emociones y de las sensaciones. Aqu aparece de nuevo una sorprendente ilusin que perdura con una obstinacin tambin sorprendente, a pesar de que el propio James se esforz desde el principio por explicar que su teora no estaba forzosamente unida al materialismo. Mi punto de vista-escribi James al respecto- no puede calificarse de materialista. No hay en l ni ms ni menos materialismo que en cualquier opinin segn la cual nuestras emociones estn condicionadas por los procesos nerviosos (1902). Debido a ello, crea absurdo refutar la teora propuesta alegando que sta conduce a una interpretacin abyectamente materialista de los fenmenos emocionales. Sin embargo, ello no fue suficiente para comprender que tambin es absurdo defenderla haciendo referencia a la explicacin materialista del sentimiento humano que sta propone.

La fuerza de esa doble ilusin fue tan grande que hasta la fecha se admite que la teora organicista de las emociones habra sido objeto de un examen cientfico ininterrumpido, que sobrellev con honor, y que se mantendra como base firme de la actual teora de los sentimientos humanos. Desde su aparicin, los autores la opusieron audazmente a todo lo que con anterioridad se denominaba teora de las emociones. Ya hemos recordado cmo juzgaba James todo el periodo anterior a esta teora: a lo largo de su historia James no encuentra ningn principio director fecundo, ningn punto de vista fundamental (ibid.). (Entre parntesis, sealemos: antes Spinoza desarroll su notable teora de las pasiones, en la que dio un principio director fecundo no slo para el presente sino tambin para el futuro de nuestra ciencia. Es difcil imaginar mayor ceguera histrica y terica que la que James manifiesta en el caso que nos ocupa. No nos ser difcil descubrir la razn ms adelante).

Las emociones -contina James- difieren y se matizan indefinidamente, sin embargo, no encontraris en ellas ninguna generalizacin lgica (ibid.)

A su vez, Lange pronuncia una sentencia no menos severa. Dice: Desde Aristteles, poseemos una literatura casi ilimitada sobre los efectos fsicos de las pasiones o, al menos, sobre ciertos fenmenos relacionados. Pero un resultado cientfico, una concepcin clara de la naturaleza de las emociones, no se ha podido obtener de todas esas notas acumuladas en el curso de los siglos, puesto que en realidad no hay mucho ms que eso... De hecho se puede afirmar, sin temor a exagerar, que cientficamente no comprendemos absolutamente nada de las emociones, que no tenemos ni rastro de una teora sobre la naturaleza de las emociones en general o de una emocin en particular (1896). Todo lo que sabemos al respecto reposa, segn Lange, en impresiones confusas que no tienen ningn fundamento cientfico. Ciertas afirmaciones sobre la naturaleza de las emociones han resultado ser por casualidad acertadas, pero es difcil que incluso con esas tesis exactas pueda darse una idea vlida de la cuestin.

En una investigacin histrica como la nuestra, consagrada al anlisis del pasado y del futuro del desarrollo de la teora de las pasiones, y a su examen a la luz de los conocimientos cientficos actuales, no se puede dejar de mencionar que Lange y James repiten a Descartes casi palabra por palabra, el cual, trescientos aos antes que ellos, deca lo mismo de toda la historia anterior a dicha teora. Segn sus palabras: Donde ms claramente puede verse cuan grandes son las deficiencias de la ciencia que nos han transmitido los antiguos es en la manera de interpretar las pasiones (Descartes). Las teoras de los antiguos sobre las pasiones le parecan tan pobres y, en su mayora, tan dudosas, que se vio obligado a abandonar radicalmente los caminos habituales para acercarse a la verdad con alguna certidumbre. Por lo que -continuaba- me siento obligado a escribir como si me ocupara de un tema que nadie antes de m hubiera tratado (ibid.).

Sin embargo, el sencillo estudio histrico realizado aplicadamente por Titchener muestra con claridad que el problema de Descartes, como el de James y el de Lange, ya era perfectamente conocido de Aristteles. El representante de la filosofa especulativa, a partir del pensamiento de Aristteles, dice que la clera es aspiracin a la venganza o algo similar. El representante de la filosofa de la naturaleza dice que la clera es la ebullicin de la sangre que rodea al corazn. Cul de los dos es el verdadero filsofo? Aristteles responde que el verdadero filsofo es aquel que rene ambas tesis. Esa convergencia no nos parece fortuita, pero su verdadero sentido se revelar en el transcurso de nuestro posterior estudio.

Por ms que los autores de la teora organicista de las emociones se equivoquen a propsito de la absoluta novedad de su idea, esta teora ha mantenido hasta nuestros das, a los ojos de sus adeptos, el valor de una verdad absoluta y autntica.

Actualmente, K. Dunlap, al hacer el balance de cincuenta aos de existencia de esta teora, afirma lo siguiente: No slo se ha enraizado muy firmemente en el pensamiento cientfico, de manera que en la actualidad aparece prcticamente como el fundamento del estudio de la vida emocional, sino que incluso ha conducido al desarrollo de la hiptesis de la reaccin o de la respuesta como base de la vida del espritu en su conjunto (en Cannon, 1927). R. Perry suscribe esta afirmacin: Esta famosa doctrina est tan slidamente consolidada mediante pruebas y ha sido confirmada tan a menudo por la experiencia que es imposible negar la autenticidad de su sustancia. A pesar de las objeciones cuidadosamente elaboradas, no manifiesta ningn signo de desuso (en W. B. Cannon, 1927).

Sin embargo, afirmaremos desde el principio: en la teora de las pasiones, la teora James-Lange debe considerarse ms como un error que como una verdad. Por ese motivo hemos enunciado de entrada la idea fundamental, la tesis principial del presente captulo de nuestro estudio. Veamos ms de cerca en qu se basa esta idea.

La ilusin de la invulnerabilidad de la teora James-Lange y de la impermeabilidad a la crtica, como toda ilusin, es perniciosa; en primer lugar porque no permite ver las cosas tal como son en realidad. Prueba notable de ello es que los adeptos de esta doctrina consideran una serie de recientes investigaciones, que a la luz de un examen atento y objetivo asestan un golpe demoledor a la teora analizada, como una nueva prueba de su fuerza. Como ejemplo de semejante error puede servir la suerte de los primeros trabajos experimentales de W. Cannon, quien someti a un estudio experimental sistemtico el problema de las modificaciones orgnicas que aparecan durante los estados emocionales. Sus investigaciones, traducidas al ruso, contienen en el fondo una crtica demoledora de la teora organicista de las emociones; sin embargo, fueron vistas y comprendidas por nuestro pensamiento cientfico como una prueba absolutamente incontestable de su exactitud.

En el prefacio de B. M. Zavadovski a la traduccin rusa de esas investigaciones, se dice abiertamente: Geniales por su perspicacia, las ideas de James sobre la naturaleza de las emociones adquieren ante nuestra mirada las formas reales y concretas de la experimentacin biolgica (en W. B. Cannon, 1927). Esta afirmacin es corroborada por una referencia al carcter revolucionario de las ideas de James, quien, con mucho nfasis, destac las races materiales, puramente fisiolgicas de los estados psquicos. Esta idea general, indiscutible para todo bilogo que no imagina la actividad psquica sin su base material, es el denominador comn que, gracias a la ilusin mencionada tantas veces, permite identificar las ideas de James con los hechos presentados por Cannon, aunque se contradigan absolutamente. El propio Cannon muestra con claridad que Zavadovski no es el nico que se equivoca en la evaluacin que hace del alcance de los trabajos experimentales de ese fisilogo americano. El error de Zavadovski lo han compartido todos aquellos que han compartido su ilusin.

Segn Cannon, se interpret que las distintas modificaciones (estudiadas por l en detalle), que se producen en los rganos internos despus de una gran excitacin, podan confirmar la teora James-Lange. Pero, a partir de los hechos que esas investigaciones presentan, queda claro que semejante interpretacin es falsa. Entonces, qu fue lo que mostraron las investigaciones de Cannon?

Si prestamos atencin a su resultado ms esencial y fundamental, que nicamente puede interesarnos en el presente estudio, hay que decir que las investigaciones de Cannon revelaron experimentalmente que el dolor, el hambre y las emociones fuertes, como el miedo y la rabia, provocan modificaciones que se caracterizan por su naturaleza refleja, en cuanto reaccin orgnica tpica que se manifiesta gracias a un automatismo heredado, por lo que esas modificaciones revelan un carcter racional desde el punto de vista biolgico.

Como lo muestran los trabajos de Cannon, las modificaciones corporales que se producen durante una excitacin son provocadas por la elevada secrecin de adrenalina de las glndulas suprarrenales, modificaciones que se asemejan a las provocadas por una inyeccin de adrenalina. La adrenalina suscita el aumento de la degradacin de hidratos de carbono y aumenta la tasa de azcar sanguneo; favorece el aflujo de sangre hacia el corazn, los pulmones, el sistema nervioso central, los miembros, as como su reflujo a partir de los rganos inhibidos del abdomen. La adrenalina hace desaparecer rpidamente el cansancio muscular y aumenta la coagulacin de la sangre. Esas son las principiales modificaciones que pueden observarse durante una gran excitacin asociada a estados de hambre, de dolor y de emocin fuertes. Todas esas modificaciones tienen por base la secrecin interna de las glndulas suprarrenales y, como ya hemos dicho, muestran una dependencia interna y un encadenamiento entre s, y, en conjunto, sealan de manera inequvoca su significado adaptativo racional.

En su estudio, W. Cannon va mostrando paso a paso el papel de la elevada tasa de azcar sanguneo como fuente de la energa muscular; el papel de la elevada tasa de adrenalina en la sangre como antdoto contra el cansancio muscular; el papel de la modificacin del aporte sanguneo a los rganos bajo influencia de la adrenalina como circunstancia que favorece un mayor esfuerzo muscular; el papel parecido de las modificaciones de las funciones de la respiracin; el papel raciona! de una coagulacin acelerada que previene la prdida de sangre.

Cannon acierta al ver la clave de la explicacin del significado biolgico de todos esos fenmenos en la idea antigua, vuelta a enunciar ltimamente por McDougall, de que existe una relacin recproca entre el instinto de huida y la emocin de miedo, y entre el instinto de lucha y la emocin de rabia. En condiciones naturales, las emociones de miedo y de clera pueden ir seguidas de un aumento de la actividad del organismo (por ejemplo huida o combate), que requiera un esfuerzo prolongado e intenso de un importante grupo de msculos. Por eso, parece muy probable que la secrecin elevada de adrenalina como resultado de la influencia refleja del dolor o de una emocin fuerte pueda desempear el papel de factor dinamgeno en la ejecucin del trabajo muscular. Si, como estableci experimentalmente Cannon, es cierto que el trabajo muscular se realiza principialmente a expensas de la energa del azcar circulante, es indispensable admitir que el aumento de la tasa de azcar sanguneo que acompaa a las emociones fuertes y al dolor refuerza considerablemente la aptitud de los msculos para un trabajo de larga duracin.

Investigaciones posteriores han mostrado que la adrenalina, que entra libremente en la sangre, ejerce una apreciable influencia en el rpido restablecimiento de los msculos cansados, privados de su excitabilidad primitiva y de la posibilidad de reaccionar rpidamente, como los msculos relajados, y por lo tanto refuerza la influencia del sistema nervioso sobre los msculos, favoreciendo su trabajo mximo. Aparentemente, el objetivo del aporte sanguneo y la modificacin de la respiracin es el mismo; la urgente necesidad de atacar o de huir requiere un abundante abastecimiento de oxgeno a los msculos que realizan un trabajo, as como una rpida eliminacin del cuerpo del cido carbnico elaborado. Por ltimo, tambin el carcter racional de una coagulacin acelerada de la sangre puede considerarse manifiestamente un proceso til para el organismo.

Generalizando esos datos, Cannon propone considerar todas las reacciones del organismo provocadas por una irritacin dolorosa y por una excitacin emocional como reacciones instintivas de defensa que aparecen de manera natural. Esas reacciones pueden ser interpretadas, sin temor a equivocarse, como la preparacin para una gran tensin que puede ser requerida al organismo. As-dice Cannon-, desde ese punto de vista general, los cambios corporales que acompaan a estados emocionales fuertes pueden servir para preparar al organismo ante una lucha inminente y ante posibles lesiones; y condicionan de una manera natural las reacciones que el dolor puede provocar por s mismo.

Si quisiramos resumir el significado general de los hechos descubiertos por Cannon, deberamos aceptar que ste describe la accin dinamgena de una excitacin emocional como un elemento fundamental. Aqu, Cannon le va a la zaga a Ch. Sherrington, quien, ms enrgicamente que nadie, seal ese aspecto de los procesos emocionales. Las emociones -dice- nos dominan desde el principio de la vida y la intensidad creciente de la emocin se vuelve un estmulo imperioso para la ejecucin de un movimiento intenso. Cada modificacin corporal que aparece en los iganos internos interrupcin de los procesos digestivos (de manera que se libera una reserva de energa que puede ser utilizada por otros rganos), circulacin de la sangre de los rganos internos, cuya actividad est disminuida, hacia los rganos que intervienen directamente en el esfuerzo muscular (pulmones, corazn, sistema nervioso central), aumento de las contracciones cardiacas, rpida eliminacin del cansancio muscular, movilizacin de importantes reservas de azcar, que contienen energa-, cada una de esas modificaciones internas, sirve para fortalecer al organismo durante el enorme gasto de energa provocado por el miedo, el dolor o la furia (cfr. R. Creed y otros, 1935).

Desde esta ptica es muy importante tener en cuenta que en un periodo de gran excitacin se suele sentir una fuerza colosal. Ese sentimiento aparece de repente y lleva al individuo al ms alto nivel de actividad. En el momento en que aparecen emociones muy fuertes, la excitacin y el sentimiento de fuerza se fusionan liberando la energa almacenada, e ignorada hasta ese momento, y haciendo cobrar consciencia de sensaciones inolvidables de una posible victoria.

Antes de pasar al anlisis terico y a la evaluacin de esas tesis, en apariencia establecidas de manera indiscutible, no podemos eludir el problema fundamental de nuestro estudio -presente en cada una de nuestras reflexiones-, es decir, la teora de las pasiones de Spinoza. Lo nico que, tras un examen superficial, podra hacer creer que nos hemos apartado de la solucin del problema que nos ocupa es el camino inusual y singular que hemos elegido para nuestro estudio, y que se deriva necesariamente de la naturaleza de dicho problema. Es inevitable que el estudio de la teora de las pasiones de Spinoza a la luz de la neuropsicologa contempornea sea, en lo esencial y en la misma medida, un reexamen del estado actual del problema de la naturaleza de las emociones a la luz de la teora de las pasiones de Spinoza; de manera que estara plenamente justificado que estas ltimas palabras fueran el ttulo de nuestro estudio.

Por ese motivo no podemos desaprovechar esta primera situacin de facto, heredada de la primera investigacin experimental sobre las emociones, para articularla con la idea correspondiente de Spinoza, y que constituye el punto de partida de su teora de las pasiones. Si se recuerda la definicin de los afectos, citada anteriormente, que aparece en la tica, es inevitable ver que la prueba experimental de esta influencia dinamgena de las emociones, que lleva al individuo a un mayor nivel de actividad, constituye, por otro lado, la prueba emprica de la idea de Spinoza; idea que entiende por afectos los estados corporales que aumentan o disminuyen la capacidad del cuerpo para la accin, la favorecen o la limitan, as como las ideas que uno tiene de esos estados.

Sin embargo, antes hemos mencionado que precisamente esta definicin de Spinoza es la que, segn Lange, puede acercar la teora de las pasiones spinoziana a la teora organicista de las emociones. Por lo que no resulta difcil concluir que la confirmacin emprica de las ideas de Spinoza sera tambin una prueba experimental a favor de la teora James-Lange. As es como se interpretaron esas investigaciones en un principio. Y, efectivamente, tras un examen superficial, puede parecer que esta teora encuentra en las investigaciones experimentales de Cannon su plena justificacin y alcanza su mayor xito. Las importantes modificaciones orgnicas que Lange y James propusieron como fuente de los procesos emocionales, apoyndose en la observacin cotidiana, en el anlisis introspectivo y en construcciones puramente especulativas, no slo resultaron ser un hecho completamente real, sino que actualmente nos parecen mucho ms profundas, ms globalizadoras, ms importantes -en cuanto al cambio general de la vitalidad-, ms radicales y fundamentales de lo que el pensamiento ms audaz de los fundadores de esta doctrina poda suponer.

Pero ahora, si queremos permanecer fieles al espritu de la investigacin crtica que orienta constantemente nuestro pensamiento, debemos plantearnos la pregunta siguiente: no volvemos a caer en la ilusin histrica que confina en un crculo vicioso la famosa paradoja de la naturaleza orgnica de las emociones?; y al afirmar su triunfo supremo, que comparte con la victoria del pensamiento spinoziano, acaso no tomamos el error por la verdad?

Captulo 3

Al examinar ms atentamente el hecho que acabamos de describir advertimos enseguida que, a la par de una confirmacin aparente de la teora organicista de las emociones, contiene conclusiones que no hablan manifiestamente en su favor. Para descubrirlas debemos pasar de un examen absoluto de ese fenmeno a un examen relativo. En s, ese hecho deja totalmente fuera de duda la tesis de que las emociones fuertes, como el miedo o la rabia, se acompaan de profundas modificaciones orgnicas. Pero, en realidad, el fondo de la cuestin no reside en la existencia de dicha tesis. La probabilidad de que sta haya podido despertar en cualquiera serias dudas, incluso antes de los experimentos de Cannon, es mnima. Sus experimentos revelaron el mecanismo fisiolgico, la estructura y el significado biolgico de esas reacciones orgnicas. Pero es poco probable que aadieran siquiera un pice de autenticidad al hecho mismo de la existencia de dichas modificaciones.

Por consiguiente, el fondo de la cuestin no reside en la existencia en s de modificaciones durante las emociones sino, por un lado, en la relacin existente entre esas modificaciones corporales y el contenido psquico y la estructura de las emociones y, por el otro, en su significado funcional. Incluso la teora clsica de las emociones, contra la que se alzaron Lange y James, consideraba la manifestacin corporal de las emociones como parte integrante de cualquier proceso emocional. La nueva teora empez a considerar esas reacciones como la fuente de las emociones. Como se sabe, el carcter paradjico de la nueva teora con relacin a la clsica consista en que sta propona como causa de las emociones lo que con anterioridad se consideraba su consecuencia. Esto no slo lo comprendieron perfectamente los propios autores de la nueva teora, sino que lo colocaron en el centro de su construccin como idea principial y dominante.

C. G. Lange, al definir el problema fundamental, reconoca con toda claridad que l plantea la cuestin totalmente del revs. El resultado de sus investigaciones le lleva a la cuestin que nosotros habamos sealado como punto central que separa la teora clsica y la teora organicista de las emociones. En este momento -dice- nos encontramos ante el problema esencial desde el punto de vista psicolgico: de qu naturaleza es la relacin que une las emociones con sus expresiones fsicas. Hasta ahora siempre he utilizado expresiones como stas: "Los fenmenos fisiolgicos provocados por la emocin o los fenmenos fisiolgicos que acompaan a la emocin" (1896). Sin embargo, la cuestin de la relacin entre la emocin como tal y los fenmenos fisiolgicos concomitantes nunca ha sido planteada con suficiente claridad.

Es curioso -dice Lange- que esa relacin nunca haya sido precisada de alguna manera, pero, por mi parte, no conozco ningn estudio cuyo objetivo sea aclarar su naturaleza particular. Sea lo que fuere, se puede decir que la psicologa cientfica comparte las ideas corrientes y admite que las emociones provocan y determinan sus expresiones fsicas; pero no se pregunta qu son en s mismas para disponer del cuerpo con tal poder {ibid.). Lange critica la teora clsica de las emociones que afirma: las emociones son entidades, sustancias, fuerzas, demonios que se apoderan del hombre y determinan en l manifestaciones fsicas y mentales (ibid.). Lange expresa en dos puntos fundamentales la inconsistencia de la teora tradicional de las emociones: un acontecimiento seguido de emocin determina de entrada, y de manera inmediata, un efecto puramente psquico... Todava se admite que la emocin verdadera, la verdadera alegra, la verdadera tristeza, es lo que acontece en el alma, mientras que las expresiones fsicas son epifenmenos, siempre presentes, es cierto, pero que no tienen nada de esencial entre s (ibid.). La teora tradicional le parece tan superficial como las hiptesis metafsicas en general que, haciendo caso omiso de las experiencias, atribuyen a los procesos psquicos cualquier tipo de propiedades y fuerzas, y, precisamente, estos ltimos siempre les devuelven los favores pedidos. El miedo psquico puede explicar porqu se palidece, se tiembla, etc.? Poco importa si no se comprende. Se puede creer una explicacin incluso sin comprenderla. En efecto, nos hemos acostumbrado a tranquilizamos de esta manera.

Para Lange, el segundo punto de ataque contra esta teora es emitir la tesis siguiente: el sentimiento no podra existir sin sus atributos fsicos. Suprimid en el miedo los sntomas fsicos, devolved la calma al pulso agitado, a la mirada su firmeza, a la tez su color normal, a los movimientos su rapidez y seguridad, a la lengua su actividad, al pensamiento su claridad, y qu quedar del miedo? (ibid.). Esa es la razn por la que a James slo le queda admitir que las manifestaciones corporales de las emociones pueden realizarse de manera puramente fsica y que la hiptesis psquica es superflua.

En la formulacin positiva de su propia teora, Lange intenta reducir todas las modificaciones fisiolgicas que acompaan a las emociones a una nica fuente comn y, por lo tanto, establecer una relacin de reciprocidad entre esos fenmenos. De esta manera simplifica al mximo el conjunto de la relacin y facilita tambin su concepcin fisiolgica, cosa que sera difcil si debiramos admitir un origen inicial directo para cada uno de esos fenmenos. La fuente comn que une todas las modificaciones fisiolgicas, Lange la ve en las modificaciones funcionales generales del sistema vasomotor.

En la formulacin clsica de su idea fundamental, Lange da preponderancia a la reaccin vasomotriz como fuente y base esencial de todo el proceso emocional. Al respecto, dice: lis al sistema vasomotor al que debemos toda la parte emocional de nuestra vida psquica, nuestras alegras y penas, nuestros ratos de bienestar y de malestar. Si las sensaciones que nos aportan nuestros nervios no fueran capaces de suscitar su actividad, iramos por la vida insensibles e impasibles; todas las impresiones del mundo externo enriqueceran nuestra experiencia, aumentaran nuestra ciencia, pero sin suscitar jams nuestra alegra o nuestra clera, sin sumirnos en la tristeza o el temor (ibid.). Desde esta perspectiva, Lange ve el verdadero problema cientfico de esta serie de fenmenos en la definicin exacta de la reaccin emocional del sistema vasomotor a diferentes tipos de influencias.

Despus de lo que acabamos de exponer, es difcil que pueda surgir cualquier duda acerca de que el centro de la teora en torno al cual se desarrolla todo el sistema no es en s la existencia de reacciones fisiolgicas en el momento de una manifestacin emocional, sino la relacin de esas reacciones con el proceso emocional como tal. Asimismo, la teora de James tambin va a parar al mismo resultado. El propio James formula esto en un pasaje clsico que nos permitiremos recordar: Habitualmente se cree que, en las formas groseras de la emocin, la impresin psquica resultante de la percepcin de un objeto determinado nos provoca un estado mental llamado emocin, y que esta ltima implica una cierta manifestacin corporal. Por el contrario, segn mi teora, la excitacin corporal sigue directamente a la percepcin debido a que la provoca, y la consciencia que tenemos de esta excitacin en el momento en que acontece constituye, precisamente, la emocin. Habitualmente se expresa de la manera siguiente: hemos perdido nuestra fortuna -nos afligimos y lloramos; nos encontrarnos un oso -nos asustamos y huimos; un enemigo nos ofende encolerizado -nos enfurecemos y le golpeamos. Conforme a la hiptesis que yo defiendo, el orden de esos acontecimientos debe ser algo distinto, es decir, que al primer estado mental no sucede inmediatamente el segundo; entre ambos debe haber manifestaciones corporales; por eso, lo ms racional es expresarse como sigue: nos sentimos afligidos porque lloramos; nos enfurecemos porque golpeamos al otro; si tenemos miedo es porque temblamos; no debemos decir: lloramos, golpeamos, temblamos porque nos sentimos afligidos, enfurecidos o asustados. Si las manifestaciones corporales no sucedieran inmediatamente a la percepcin, esta ltima sera, por su forma, un acto puramente cognitivo, plido, carente de colorido y de "calor" emocional. En este caso, podramos sufrir una ofensa y considerar justo devolver el golpe, pero sin experimentar por ello miedo o indignacin (1902).

Como se ve, tampoco para James se trata de aadir a la descripcin tradicional del proceso emocional algn elemento esencial, sino nicamente de cambiar la sucesin de dichos elementos, de establecer la verdadera relacin entre ellos, de proponer en cuanto fuente y causa de la emocin lo que con anterioridad se consideraba su consecuencia y su resultado. La diferencia esencial entre James y Lange se reduce nicamente a dos elementos, secundarios desde el punto de vista que nos interesa. En primer lugar Lange basa el cambio de la relacin tradicional entre la emocin y sus expresiones corporales en tendencias materialistas, mientras que James ve claramente que en esta teora no hay ni ms ni menos materialismo que en cualquier opinin segn la cual nuestras emociones estn condicionadas por los procesos nerviosos, aunque su exposicin contenga una objecin latente contra los psiclogos platonizantes que creen que los fenmenos psicolgicos estn asociados a algo extremadamente despreciable. Pero James comprende que con su teora puede conciliarse incluso la psicologa platnica, es decir, una psicologa lgicamente idealista. El segundo elemento de diferencia se encuentra en el propio mecanismo fisiolgico de las reacciones emocionales. Si para Lange la modificacin del sistema vasomotor adquiere en ese mecanismo un significado excepcional, James pone en primer lugar la modificacin funcional de los rganos internos y de los msculos del esqueleto. Por lo dems, ambas teoras se parecen como dos gotas de agua.

As, vemos que, para resolver la cuestin de saber si los hechos descubiertos por Cannon hablan a favor o en contra de la teora organicista de las emociones, no podemos limitarnos al examen de esos hechos en s, en su significado absoluto, sino que, en primer lugar, nos vemos obligados a examinar su relacin con la naturaleza de los procesos emocionales y preguntar qu dicen esos hechos a propsito de la relacin de causa y efecto que James y Lange proponen de comn acuerdo, ponindola de relieve respecto a toda su teora. Por consiguiente, la cuestin debe plantearse como sigue: esos hechos confirman la tesis de que las modificaciones orgnicas deben considerarse la causa directa, la fuente y la propia esencia del proceso emocional, sin las cuales la emocin deja de ser lo que es, o bien hablan a favor de la opinin contraria, que tiende a ver en las modificaciones corporales la consecuencia ms o menos directa de los procesos psquicos en los que se basan las emociones, simples fenmenos accesorios, para hablar como Lange, aunque presentes de manera constante, pero por s mismos carentes de importancia? En otras palabras, de una manera precisa y sucinta, la cuestin puede traducirse de la siguiente manera: debemos aceptar, a la luz de esos hechos, que las modificaciones orgnicas que aparecen durante las emociones constituyen el fenmeno principial, fundamental, y que su reflejo en la consciencia sea nicamente un epifenmeno o, a la inversa, debemos admitir que el hecho de experimentar emociones de manera consciente representa el fenmeno fundamental y principial, y que las modificaciones corporales que lo acompaan sean nicamente un epifenmeno? Ah precisamente se halla el fondo del debate, lo esencial de toda la controversia entre las dos teoras de las emociones. Pasemos a la solucin de la cuestin planteada.

Basta plantear la cuestin de esta manera para que empecemos de inmediato a ver lo siguiente: en las investigaciones experimentales de Cannon se encuentran bastantes elementos molestos para la teora organicista, cosa que es capaz de menoscabar considerablemente el triunfo de esta doctrina, triunfo que muchos vieron a la luz de los nuevos datos factuales. El aspecto negativo aparece de manera particularmente clara en dos conclusiones fundamentales que pueden deducirse de esas investigaciones. Primera conclusin: por profundas e importantes que sean en el plano biolgico las modificaciones orgnicas, por consecuentes que sean las conmociones orgnicas que disimulan, se parecen asombrosamente en las emociones ms distintas e incluso ms contrarias desde el punto de vista de la vivencia.

La elucidacin de esta tesis, primordial para la cuestin que nos interesa, ha sido favorecida tanto por una definicin ms exacta del mecanismo fisiolgico de dichas reacciones, encubierto por los procesos de secrecin interna, como por su riguroso y sistemtico estudio en las condiciones de experimentacin. Ya con anterioridad, las investigaciones de Cannon haban establecido que los fenmenos viscerales que acompaan al miedo y a la rabia se manifiestan con el concurso de neuronas del sistema simptico. Hay que recordar que esas neuronas sirven principialmente a las reacciones difusas, y no a las estrictamente limitadas. Aunque se trate de dos emociones totalmente distintas (miedo y rabia), los fenmenos conocidos de la fisiologa hablan a favor de que las modificaciones viscerales concomitantes no difieren tan claramente en uno y otro caso. Y, adems, existen datos que muestran de manera convincente por qu las modificaciones viscerales que aparecen con el miedo y la rabia no tienen por qu ser distintas sino, por el contrario, parecidas. Como ya se ha indicado, esas emociones acompaan la preparacin del organismo para la accin y, por el mismo motivo que las condiciones que las provocan, conducen a la huida o a la resistencia (cada una exige, quiz, una tensin extrema); en cada una de esas reacciones, las necesidades del organismo son las mismas. El mecanismo del subsistema simptico entra asimismo en funcionamiento, total o parcialmente, en las emociones moderadas, por ejemplo en la alegra, la tristeza o la repugnancia, cuando stas se manifiestan de manera suficientemente intensa.

As, vemos que no es tanto la naturaleza psicolgica de la emocin, como la intensidad de su manifestacin y desarrollo, lo que determina en primer lugar las profundas manifestaciones corporales, las cuales son provocadas de manera preferente por el elevado grado de excitacin del sistema nervioso central, excitacin que influye en el umbral de excitabilidad del sistema simptico y altera las funciones de todos los rganos inervados por dicho sistema. Por consiguiente, las modificaciones orgnicas se nos aparecen no como procesos estrictamente modificados que siguen la naturaleza psicolgica de las emociones, sino ms bien como una reaccin tpica, intensa y estandarizada, que se produce de manera uniforme durante las emociones ms diversas.

W. Cannon, muy acertadamente, extrae de ello una conclusin abrumadora para la tesis fundamental de la teora James-Lange: Si las diferentes emociones fuertes pueden manifestarse as en la actividad difusa de una sola rama del sistema autnomo, rama que acelera el trabajo del corazn, frena los movimientos del estmago y los intestinos, provoca la constriccin de los vasos sanguneos, eriza el pelo, genera la liberacin de azcar y la secrecin de adrenalina, entonces se puede considerar que las condiciones corporales que, como han supuesto los psiclogos, pueden permitir diferenciar ciertas emociones, no son vlidas para ese objetivo, y hay que buscar dichas condiciones en cualquier sitio menos en los rganos internos... Nosotros, a diferencia de James, no vamos a afirmar: estamos afligidos porque lloramos, sino que lloramos de pena o de alegra, o debido a una gran clera o a un sentimiento de ternura; cuando existe uno de esos diferentes estados emocionales, los impulsos nerviosos se dirigen por las vas simpticas hacia los distintos rganos internos, comprendidas las glndulas lacrimales. Durante el miedo, la clera o la alegra desmesurada, por ejemplo, las reacciones que se producen en los rganos internos parecen demasiado uniformes como para proporcionar un medio apropiado de distinguir esos estados que, al menos en el hombre, son influidos por diversas tonalidades subjetivas. Por esta razn, me inclino a pensar que las modificaciones viscerales comunican simplemente al complejo emocional una sensacin ms o menos vaga, pero, sin embargo, persistente, de esas perturbaciones de los rganos, que habitualmente no alcanzan nuestra consciencia (1927).

Ya en estas palabras est contenida, a decir verdad, una condena definitiva de esta teora que vea la solucin de la cuestin de la naturaleza de las emociones en la percepcin consciente de reacciones multiformes, finamente diferenciadas segn el tipo de proceso emocional de las reacciones. El propio Cannon modifica de manera perfectamente inequvoca la tesis fundamental de James, de manera que la relacin principial entre las reacciones orgnicas y el proceso emocional en modo alguno puede comprenderse como una relacin de causa y efecto. En lugar de la tesis que se ha vuelto clsica -estamos afligidos porque lloramos-, Cannon enuncia: lloramos o de tristeza o de alegra, o debido a una gran clera o a un sentimiento de ternura. Dejando de lado, por el momento, la cuestin del golpe que esta frmula asesta a la teora tradicional de las emociones, es inevitable ver que en el fondo nos lleva de nuevo a la idea tan discutida por Lange y James, precisamente, de la dependencia de las manifestaciones corporales con relacin al proceso emocional como tal.

Como sabemos, en su hiptesis, C. G. Lange insiste en que las manifestaciones fsicas directas que acompaan a la emocin constituyen modificaciones de las funciones del aparato vasomotor, diferentes para cada emocin. Este tambin estableci el esquema de las modificaciones orgnicas para siete emociones: la decepcin, la pena, el miedo, la confusin, la impaciencia, la alegra y la clera. James supona que su teora conduca a una reorganizacin radical de todo el problema de la clasificacin de las emociones. Hasta ese momento, la cuestin era saber a qu tipo o a qu especie perteneca una emocin determinada, pero ahora se trata de elucidar la causa de las emociones, se trata de decir qu modificaciones provoca necesariamente en nosotros un determinado objeto, y por qu nos provoca precisamente esas modificaciones y no otras. De esta manera, pasamos de un anlisis superficial de las emociones a una investigacin ms profunda, de orden superior. Clasificacin y descripcin son los grados inferiores del desarrollo de una ciencia, y pasan a segundo plano desde el momento en que entra en escena la cuestin del nexo de causalidad en un determinado mbito de la investigacin.

Una vez que hemos demostrado que la causa de las emociones est constituida por innumerables actos reflejos que aparecen por influencia de objetos externos, y que alcanzan de manera inmediata nuestra consciencia, se comprende de inmediato por qu pueden existir infinidad de emociones y por qu en ciertos individuos los elementos que las constituyen y los motivos que las suscitan pueden variar infinitamente. El hecho es que en un acto reflejo no hay nada inmutable ni absoluto, que son posibles acciones reflejas muy distintas, y que esas acciones, como sabemos, varan infinitamente.

En resumen, cualquier clasificacin de las emociones puede considerarse verdadera y natural si responde a la meta asignada, y las cuestiones relativas a la expresin autntica o tpica de la clera o del miedo no tienen ningn significado objetivo. En lugar de resolver ese tipo de cuestiones, debemos ocuparnos de elucidar cmo ha podido tener lugar una u otra expresin de miedo o de clera; cosa que, por un lado, constituye el problema de la mecnica fisiolgica, y, por el otro, el de la historia del psiquismo humano, es decir, un problema que, como todos los problemas cientficos, es en el fondo resoluble, aunque quiz su solucin sea difcil de hallar.

Hablaremos ms adelante de lo que la historia del psiquismo humano dice a propsito de la teora considerada. En cuanto a la mecnica fisiolgica, a la que recurre James, es posible que haya dicho la ltima palabra al respecto, y lo que dice no slo no defiende la hiptesis de James, sino que la contradice totalmente. Mientras que Lange pretende que la diferencia entre las emociones debe buscarse en la diferencia de las reacciones vasomotrices, y James considera que el punto de vista que l propone explicara la sorprendente diversidad de las emociones, la mecnica fisiolgica establece el hecho irrefutable de que las modificaciones orgnicas que aparecen durante las emociones lo hacen como una reaccin estandarizada, uniforme para las emociones ms distintas, parecida a los reflejos innatos de orden inferior, a los que, por ejemplo, pertenece el reflejo de estornudo. Los hechos que cito, pero tambin las observaciones de Sherrington -dice en resumen Cannon-, permiten pensar que los rganos internos desempean en el complejo emocional un papel insignificante, sobre todo cuando se trata de determinar la naturaleza de las emociones (1927). Los experimentos que muestran la uniformidad de las reacciones viscerales indican el insignificante papel de los factores viscerales como origen de las diferencias que aparecen en los estados emocionales.

F. Bard, al evaluar ese hecho para confirmar o negar la teora, piensa que es un poderoso argumento en contra de la afirmacin de Lange, pero que pierde fuerza cuando se lo aplica a la formulacin ms tarda que, diez aos despus de su primera publicacin, James hizo de sus tesis fundamentales. En la exposicin posterior de su opinin, James ya no insiste con la misma claridad de antes en la posibilidad de distinguir las emociones tomando como base las diferencias en las modificaciones corporales. Sin embargo, y tambin con relacin a la formulacin ms tarda, el argumento crtico estriba en el hecho de que, incluso ah, James subraya la importancia de los factores viscerales, que proclama causa esencial de todo estado afectivo en una reaccin emocional ntegra. En respuesta al reproche de que la risa provocada por las cosquillas y el temblor provocado por el fro suscitan percepciones corporales puramente locales y no verdaderas emociones de alegra o de miedo, deca que, en esas circunstancias, la reproduccin de las reacciones emocionales no era completa. Faltan los factores viscerales, difcilmente localizables y, no obstante, al parecer, los ms importantes de todos. Cuando stos se unen como consecuencia de una causa interna, nos hallamos ante una emocin, momento en que el sujeto es embargado por un pavor patolgico o sin objeto, o experimenta pena o clera. As, tambin con respecto a la formulacin ms tarda de la teora de James, como se ve, este argumento negativo conserva en el fondo toda su fuerza.

En la misma medida, a nuestro entender, la capacidad de conviccin de esas consideraciones mantiene su solidez, incluso despus de los comentarios, con cuya ayuda numerosos adeptos de la teora de James pretenden proteger su doctrina de la fuerza destructiva de ese argumento. As, J. Angel admite la posibilidad de la presencia de una importante base estereotipada de modificaciones viscerales esencialmente idnticas en toda emocin, pero piensa que los indicios diferenciales pueden encontrarse en los trastornos extraviscerales, en particular, en las diferencias de tono de la musculatura del esqueleto (en W. B. Cannon, 1927). R. Perry, tambin, distingue estructuras propioceptivas, as como el aspecto motor de la expresin emocional, en el que pueden hallarse elementos que difieran entre s en la expresin de diversos estados afectivos.

El sentido de los comentarios es completamente claro: intentan sacrificar el contenido afectivo y concreto de la teora para salvar su ncleo ideolgico y terico. Que a la luz de la fisiologa reciente carezcan de fundamento los mecanismos concretos de las reacciones emocionales que indica Lange (importancia unificadora central de las modificaciones funcionales del sistema vasomotor) y los que James tena presentes (reacciones viscerales), no impide que el significado de principio de la teora pueda conservarse plenamente si se admite que hay que buscar esos mecanismos entre los procesos extraviscerales, en particular, entre los procesos motores y propioceptivos. En este caso, la teora necesitara correctivos de naturaleza factual, quiz incluso una revisin radical de toda la parte fisiolgica; sin embargo, la tesis psicofisiolgica fundamental en la que se basa podra conservarse.

Se tiene que tener en cuenta indefectiblemente esas consideraciones; stas proporcionan nicamente la mitad de las posiciones en las que se parapet la teora organicista, motivo por el cual ms adelante tendremos que examinar datos relativos a la posibilidad de conservar la teora de James sobre otra base rea| -Por el momento, limitmonos a indicar que ese aspecto real de la teora est irremediablemente comprometido, incluso a los ojos de los adeptos intransigentes de la teora James-Lange. Como Cannon seala acertadamente en su teora, Lange no asigna ningn lugar a un posible nuevo origen de los procesos emocionales, y James atribuye a este origen un papel menor con relacin a la participacin principial de los elementos viscerales y orgnicos de las modificaciones corporales en el fenmeno del origen de las emociones. Aadamos nicamente a esas consideraciones el hecho de que los datos de la experiencia cotidiana, de los que se sirven principialmente James y Lange, invocando la presencia en la vivencia de las emociones de componentes resultantes de la percepcin de modificaciones orgnicas, ponen de manifiesto tambin principialmente los componentes viscerales y orgnicos, y no extraviscerales -en particular, motores.

Pero pospongamos un juicio definitivo hasta haber examinado toda la polmica desencadenada entre crticos y defensores de la teora organicista. Por el momento, aadamos nicamente que a pesar de su uniformidad y del carcter estndar de la reaccin estereotipada, tal como se ha descrito antes, observamos ineludiblemente en su desarrollo ciertas variaciones. As, no se puede negar que, durante los diferentes estados emocionales, tenemos diferentes modificaciones en los vasos sanguneos (palidez o rubor del rostro). Sin embargo, como seala Cannon, incluso esas modificaciones son poco relevantes desde el punto de vista que nos interesa: el del desarrollo uniforme de la reaccin orgnica. El sistema simptico, dice Cannon, entra en accin como un todo; tambin puede haber variaciones insignificantes, por ejemplo la presencia o ausencia de sudor, pero en lneas generales la integracin de las reacciones mantiene siempre un aspecto caracterstico.

Ahora podemos pasar a la segunda conclusin, relacionada con la primera pero todava ms abrumadora para la teora James-Lange. La conclusin se desprende directamente de esas primeras investigaciones de Cannon, de las que nosotros hemos extrado nuestro primer argumento crtico. Su sustancia consiste en que esa reaccin orgnica estereotipada y uniforme que, como hemos dicho, no permite distinguir los estados afectivos ms opuestos, dada su naturaleza psicolgica, se observa exactamente bajo el mismo aspecto, incluso en ciertos estados que no tienen nada en comn con una excitacin emocional. Por consiguiente, sta no contiene nada caracterstico, no slo para ciertos estados emocionales en particular, sino tampoco para los estados emocionales en general, y aparece ms bien como el resultado del elevado grado de excitabilidad del sistema nervioso central, cualesquiera que sean las causas de las que depende dicha excitabilidad y cualesquiera que sean las circunstancias en las que ha aparecido. Es inevitable ver que esta nueva consideracin paraliza definitivamente el intento de Angell de admitir una base orgnica estereotipada idntica para todas las reacciones emocionales en general, base sobre la que se superponen componentes extraviscerales especficos de cada emocin.

Las investigaciones, con el carcter inexorable de la lgica de los hechos, muestran que la base orgnica general y uniforme no contiene en s nada especfico del estado emocional como tal, y que es absolutamente idntica a muchos otros estados de incontestable naturaleza no afectiva; por consiguiente, sta puede caracterizar una reaccin emocional no por lo que en sta hay de diferente y particular, hacindola lo que es, sino solamente por lo que sta tiene en comn con los otros estados no emocionales.

Ya las primeras investigaciones de Cannon haban establecido que una reaccin estereotipada del subsistema simptico se observa no slo en caso de miedo o de rabia, sino tambin en estados como el dolor o la asfixia. Los fenmenos provocados por la asfixia se parecen a los provocados por una irritacin dolorosa o por una fuerte excitacin emocional. Las investigaciones posteriores han confirmado enteramente esta observacin y han mostrado que la misma reaccin se produce durante un fuerte resfriado, la fiebre, la hipoglucemia, la asfixia y un trabajo muscular intenso (por ejemplo durante una carrera). En todos los estados mencionados, el sistema simptico se activa completamente al igual que durante estados emocionales fuertes. Segn Cannon, ello se produce con motivo de toda excitacin fuerte y en cualquier circunstancia.

Como lo advierten al mismo tiempo Bard y Cannon (en W. B. Cannon, 1927) ese fenmeno se contradice absolutamente con las tesis fundamentales de James. Si recordamos que segn James la sensacin, en las formas groseras de la emocin, es resultado de sus manifestaciones corporales, y tambin que James vea una prueba suplementaria a favor de su teora en el hecho de que al exteriorizar cualquier emocin debemos experimentar tambin la propia emocin; y si, por ltimo, recordamos las objeciones de James, debemos experimentar, durante todos los estados emocionales enumerados anteriormente, y en los que se observa una reaccin tpica del sistema simptico, una fuerte excitacin emocional. Lo importante aqu es que nos hallamos ante el conjunto de manifestaciones corporales tal como se las encuentra durante el miedo iy la rabia, ante esos factores viscerales, a cuya ausencia James atribua la causa de que las cosquillas provocaran la risa, pero no la alegra, y de que el fro provocara el temblor, pero no el miedo. Aqu, finalmente, se cumple por completo la exigencia formulada por el propio James y que se desprende de su teora, es decir, que existen manifestaciones corporales que corresponden a un fuerte estado emocional, pero que no aparece resultado, consecuencia ni emocin propiamente dicha, como, segn James, deberamos esperarnos.

F. Bard dice que la observacin de James (ya citada) sobre la risa causada por las cosquillas y el temblor causado por el fro es refutada completamente por el hecho de que el temblor causado por el fro se produce con las mismas modificaciones viscerales que las que se observan durante un miedo real. En ese estado no emocional y en otros (por ejemplo cuando se corre), la reaccin completa, comprendidas las,modificaciones viscerales, es la misma que durante el miedo y, sin embargo, se observa una ausencia importante de la emocin que, segn James, cabra esperar. Tambin, a modo de balance fundamental de esas investigaciones, Cannon constata lo mismo. Si -dice- las emociones nacen de los impulsos aferentes provenientes de los rganos internos, deberamos esperar no slo que el miedo y la rabia se experimentaran de manera parecida, sino que un gran catarro, la hipoglucemia, la asfixia y la fiebre se sintieran exactamente de la misma manera. Cosa que no ocurre en la realidad (en W. B. Cannon, 1927). Vemos que la teora James-Lange no resiste la crtica de los hechos al primer intento de someterla a un estudio experimental. Aparece como una idea que no est de acuerdo con su objeto y que, por consiguiente, conforme al axioma fundamental de Spinoza, debe ser reconocida ms como un error que como la verdad.

Captulo 4

Tenemos todo un captulo para acabar la primera parte del estudio que hemos comenzado y cuyo objetivo es verificar en qu medida la idea de James y de Lange, en la que suele verse la viva continuacin de la teora de las pasiones de Spinoza, concuerda con su objeto. Por consiguiente, debemos continuar todava el anlisis crtico de la teora desde el punto de vista de su coherencia factual. Pero, al acabar este anlisis, podemos recurrir directamente a los experimentos crticos definitivos y a los datos de la psicologa patolgica de la vida emocional, despus de haber agrupado alrededor de esos hechos experimentales y clnicos (stos proyectan un poco de luz al problema que nos ocupa) todas las consideraciones crticas complementarias y auxiliares que figuran en esta viva polmica, que al parecer es la ltima pgina, e incluso el epilogo, de la historia de una famosa y paradjica teora.

Como sabemos, Lange y James vean una prueba fundamental a favor de su teora no tanto en el hecho de que los estados emocionales se acompaan de modificaciones fisiolgicas (la teora clsica no lo ignoraba) como en el de que la emocin misma no puede existir sin modificaciones fisiolgicas. stos llegaban a la conclusin de que la emocin es el resultado directo de lo que anteriormente se tomaba por sus manifestaciones corporales. La verificacin factual de esta tesis no era accesible a los autores de dicha teora. stos slo podan realizar mentalmente los experimentos requeridos y anticipar tericamente los resultados de las investigaciones clnicas de los casos que habran sido tiles para confirmar o desmentir su teora. Ya hemos citado la famosa tesis de Lange: Haced desaparecer en un hombre asustado todos los sntomas fsicos del miedo... qu quedar entonces de su miedo? (1896). Tambin a l pertenece la frmula segn la cual el sentimiento no puede existir sin manifestaciones fsicas.

James expresa lo mismo de forma an ms radical: Ahora, quiero abordar la exposicin del punto ms importante de mi teora: si nos representamos una emocin fuerte e intentamos sustraer de ese estado de nuestra consciencia, una tras otra, todas las sensaciones de los sntomas fsicos relacionados con dicho estado, al final no quedar nada de la emocin en cuestin, ningn "material psquico" que pudiera constituir dicha emocin. De ello resultar el estado fro e indiferente de una mera percepcin intelectual. No puedo representarme en absoluto qu tipo de emocin de miedo quedar en nuestra consciencia si se eliminan las sensaciones asociadas al aumento de las palpitaciones cardiacas, a una respiracin corta, al temblor de los labios, a la debilidad de los miembros, a la "carne de gallina" y al estremecimiento de las entraas. Alguien es capaz de representarse el estado de clera imaginando ahora mismo no una turbacin en el pecho, la afluencia de sangre al rostro, la dilatacin de las aletas de la nariz, los dientes apretados y la tendencia a actuar enrgicamente, sino, por el contrario, los msculos relajados, la respiracin regular y el rostro sereno? El mismo razonamiento es aplicable a la pena: qu sera la pena sin lgrimas, sin sollozos, sin disminucin de la velocidad de los latidos del corazn, sin angustia en la boca del estmago? (1902).

En todos esos casos, segn James, deben faltar por completo la clera y la pena como tales, como emociones, y lo que queda es un juicio tranquilo, impasible, que pertenece por completo al mbito intelectual, puro pensamiento, segn el cual tal personaje merece un castigo por sus faltas o tales circunstancias son muy tristes, y nada ms. Se descubre lo mismo -dice- cuando se analiza cualquier otra pasin. Privada de toda sede corporal, la emocin humana no es ms que un sonido hueco (ibid.). Es natural que de semejante tesis se deriven necesariamente dos consecuencias. Primera consecuencia: Si se impide la manifestacin externa de una pasin, sta debe cesar. Antes tic que os abandonis a un acceso de clera, intentad contar hasta diez, y el motivo de sta os parecer ftil, hasta ridculo (ibid.). Es digno de mencin que Lange, de manera completamente independiente de James, invoque tambin la accin de contar como un medio de dominar la clera. Este recuerda: El hroe de la comedia clsica de L. Holdberg, Hermann de Brme, cuenta siempre hasta veinte cuando su mujer le pega, con lo cual es capaz de mantener la calma (1896). Mediante esta pequea operacin de contar hasta veinte -dice Lange-, el hroe retira una cantidad de sangre lo suficientemente grande de la parte motora del cerebro como para dejar de experimentar el deseo de golpear (ibid.). Segunda consecuencia: Si mi teora es cierta -dice James- debe ser confirmada por la siguiente prueba indirecta: segn esta teora, si en un estado de serenidad nos provocamos voluntariamente lo que se ha convenido en llamar las manifestaciones externas de una emocin cualquiera, debemos experimentar la propia emocin (1902). Lange afirma lo mismo: las emociones pueden ser provocadas por numerosas causas que no tengan absolutamente nada en comn con los procesos mentales y, con frecuencia, stas pueden ser controladas o atenuadas por medios puramente fsicos.

Quedaban por verificar estas dos tesis en el plano experimental y clnico: 1) la aparicin de una emocin es posible sin sus manifestaciones corporales?, y 2) la aparicin de una emocin es posible si falta por completo el proceso mental, y nicamente se provocan sus manifestaciones corporales de manera artificial? lisio se ha llevado a cabo en un cierto nmero de investigaciones que ahora debemos examinar.

La respuesta a la primera pregunta la proporciona Sherrington en un conocido estudio: cortando el nervio vago y la mdula espinal, consigui sustraer los principiales rganos internos y los grandes grupos de msculos esquelticos a la influencia del encfalo. As, en sus experimentos se eliminaron quirrgicamente las principiales manifestaciones corporales de las emociones que sobrevenan por va refleja. Sin embargo, result que en los perros de laboratorio, en las condiciones correspondientes, se observaron, de manera inequvoca, reacciones emocionales sin modificaciones destacables en la manifestacin de los sntomas caractersticos que habitualmente se toman por los signos de la clera, el miedo, la satisfaccin y la repugnancia. As, la nica conclusin que puede sacarse de dichas investigaciones es la misma a la que llega el propio Sherrington: el cerebro contina produciendo reacciones emocionales, aun despus de haber sido separado de los rganos internos y de los grupos importantes de msculos del esqueleto.

Si damos crdito -dice Sherrington- a los indicios que habitualmente se toman por la manifestacin de la satisfaccin, la clera, el miedo y la repugnancia, es indiscutible que los animales manifiestan dichos sntomas despus de la operacin exactamente igual que antes de sta. El autor se refiere al ejemplo del miedo que observ en un perro joven operado, cuando se le acerc con actitud amenazadora un viejo macaco. La cabeza gacha, el hocico desviado por el miedo, las orejas separadas mostraban la existencia de una emocin tan viva como la que el animal manifestaba antes de la operacin (cfr. R. Creed y otros, 1935).

En una siguiente serie de experimentos, Sherrington fue todava ms lejos. Despus de que los animales se hubieron restablecido de la primera operacin, cort los dos nervios vagos a la altura del cuello y aisl el cerebro del cuerpo, a excepcin de la cabeza y la cintura escapular. As, la duda que subsista despus de la primera operacin, de si las manifestaciones externas de la emocin podran establecerse de antemano con ayuda de los impulsos aferentes provenientes de los rganos internos restantes, tambin fue sometida al control experimental. Las reacciones afectivas de los perros no variaron, incluso despus de la segunda operacin. Un perro muy emotivo, que haba sido sometido a las dos operaciones, continuaba teniendo reacciones intensas y apropiadas de clera, satisfaccin y miedo.

La nica duda que apareci despus de los experimentos de Sherrington, en los que prcticamente se eliminaron por completo las reacciones viscerales y las reacciones de casi toda la musculatura del esqueleto, la plante C. Lloyd-Morgan: las conexiones haban sido cortadas despus de que las modificaciones viscerales y motrices hubieran determinado la gnesis de la emocin conforme a la hiptesis que admite un origen parecido de las reacciones emocionales. As, a pesar de que en los experimentos de Sherrington se suprimieron influencias viscerales y motrices efectivas, no obstante, no se excluyeron las huellas y los resultados de las primeras influencias (cfr. R. Creed y otros, 1935). Por eso caba admitir que nos encontrbamos ante simples reacciones mmicas de naturaleza no emocional, parecidas a las que V. M. Bekhterev provoc en animales a los que les faltaba la sustancia cortical del cerebro. Y por ltimo, caba admitir an otra objecin: los perros de Sherrington, que durante su vida haban experimentado emociones condicionadas al nivel perifrico, dejaban de experimentarlas despus de la operacin, cuando las emociones aparecan al nivel puramente cerebral, fuera de sus condiciones perifricas normales.

A la primera objecin, Sherrington responde refirindose a un cachorro de nueve semanas al que haba operado, que desde su nacimiento no haba salido de su cubculo y al que, sin embargo, le repugnaba la carne de perro. En ese caso, difcilmente se puede admitir que se trataba de una reaccin formada a partir de una experiencia anterior, activada ahora de nuevo. Sin embargo, a pesar del sentido absolutamente claro de sus experimentos, Sherrington se abstiene de dar una conclusin definitiva sobre la inexactitud de la teora de Lange y de James, porque, incluso despus de la operacin, queda en los animales una cantidad suficiente de elementos perifricos (msculos, piel, vasos sanguneos de la cabeza y del cuello) como para condicionar y manifestar la emocin. Al mismo tiempo, Sherrington est obligado a advertir que sus experimentos no confirman las teoras de Lange, de James y de Sergi sobre la naturaleza de las emociones. Debemos volver a la hiptesis de que la manifestacin visceral de las emociones es secundaria y lo primordial es la actividad de los hemisferios y el estado psquico correspondiente (cfr. R. Creed y otros, 1935).

Mencionemos de paso los experimentos de Pogano y Gemelli, de Dezomer y Heymans, quienes, por va farmacolgica, intentaron obtener condiciones parecidas a las de los experimentos de Sherrington y que, en el fondo, refuerzan sus conclusiones. Es imposible no estar de acuerdo con las observaciones de Henri Piron a propsito de las insuficiencias de los experimentos de los dos ltimos autores y, por consiguiente, a propsito del valor no definitivo de las conclusiones que pueden sacarse de dichos experimentos (H. Piron, 192). Tampoco se puede dejar de ver, como A. Binet, la enorme importancia histrica del primer paso dado por Sherrington en una nueva direccin: Por primera vez -dice Binet-, un fisilogo se ocup de un problema planteado por los psiclogos y se puso a estudiarlo mediante un mtodo personal de viviseccin.

La idea en la que se basan los experimentos de Sherrington ha sido llevada a la prctica recientemente de una manera distinta, mucho ms audaz, por Cannon, J. Lewis y S. W. Britton (W. B. Cannon, J. T. Lewis, S. W. Britton, 1927) en experimentos con reseccin de la parte simptica del sistema autnomo. As, despus de la operacin, se eliminaron en los animales todas las reacciones vasomotrices, la secrecin de adrenalina, las reacciones viscerales, el erizamiento del pelo y la liberacin de azcar en el hgado. En esos animales simpatectomizados no se puso de manifiesto ninguna modificacin relevante de las reacciones emocionales, las cuales aparecan de manera perfectamente normal (a excepcin del erizamiento) en las situaciones correspondientes. La ausencia de corrientes aferentes procedentes de los rganos internos no modific en absoluto su conducta emocional habitual. Gatos sometidos a experimentacin manifestaron una reaccin emocional absolutamente normal en presencia de un perro que ladraba.

En 1929, Cannon y sus colaboradores publicaron otras observaciones realizadas en animales a los que se haba sometido a esa operacin. Dichas observaciones confirmaron enteramente lo que se haba establecido en un principio. La reaccin estndar de la parte simptica del sistema autnomo, tan minuciosamente estudiada en los primeros trabajos de Cannon como corolario obligatorio de las emociones fuertes, faltaba en los animales observados y, adems, despus de una simpatectoma bilateral, stos no manifestaban ninguna modificacin en su conducta emocional normal.

Para concluir el examen del que, al parecer, es el argumento ms importante contra la teora James-Lange, nos queda por interpretar brevemente algunos elementos de las investigaciones mencionadas. Primer elemento: los experimentos de Sherrington y de Cannon no proporcionan una prueba directa de que las sensaciones procedentes de los rganos internos no desempean un papel importante en la expresin de la dimensin psquica de la reaccin, y que ese estado precede a la manifestacin corporal de la emocin (Angell), en vista de que se puede admitir que, al eliminar esas sensaciones, la emocin deja de experimentarse de manera especfica como sentimiento en la consciencia del animal (Perry). Efectivamente, conviene reconocer que, basndose en experimentos en los que no hay prueba directa de la vivencia psquica de los animales, no tenemos posibilidad directa de afirmar o negar la existencia de cualquier sentimiento durante una reaccin emocional. Evidentemente, ese tipo de prueba slo podra obtenerse en el hombre, el cual podra poner a nuestra disposicin informaciones de naturaleza introspectiva. Volveremos sobre esas informaciones.

Pero, incluso ahora, es inevitable darse cuenta de que esta objecin se basa en un error de lgica bien conocido: quiere probar demasiadas cosas y, por ese motivo, no prueba nada. En todo caso, prueba muchas ms de las que querra. Puesto que, en general, nuestro juicio sobre la vivencia emocional de un animal se basa siempre en la deduccin realizada a partir de las manifestaciones externas de un estado cualquiera, por consiguiente, si se pone en duda ese criterio, debemos renunciar, de manera general, a todo derecho de atribuir a los animales cualquier sentimiento y vivencia; y por lo tanto debemos adoptar el punto de vista de Descartes, para quien los animales son autmatas, mquinas reflejas. Pero si admitimos que por lo que a los animales normales se refiere estamos en el derecho de reconocer, a partir de las manifestaciones externas de cualquier emocin, la presencia de un estado psquico emocional parecido al del hombre, aunque infinitamente alejado de ste, no hay motivo para hacer una excepcin con los operados por Sherrington y Cannon: esos animales conservan en su comportamiento todos los sntomas que, en los sujetos normales, nos obligan siempre a suponer la presencia de un componente psquico de la reaccin emocional. En respuesta a esta objecin, Sherrington seala acertadamente: Es difcil pensar que la percepcin que provoca una manifestacin total de clera, y su correspondiente comportamiento, es incapaz, por lo dems, de provocar un sentimiento de clera (cfr. R. Creed y otros, 1935).

El segundo elemento que exige una interpretacin es que los nuevos experimentos de Cannon nos ponen ante una seria dificultad terica, puesto que se contradicen de manera flagrante con la interpretacin que, pisando los talones a su autor, habamos admitido antes respecto a sus primeros trabajos. Hemos visto que las modificaciones orgnicas que aparecen como consecuencia de emociones fuertes manifiestan una indudable utilidad biolgica, cuya elucidacin es una conquista considerable del pensamiento psicolgico. Como hemos comprobado, esas reacciones le sirven al organismo como preparacin ante el aumento de actividad que sucede habitualmente a las emociones fuertes en situaciones que exigen la huida o el ataque. Sin embargo, los nuevos experimentos parecen decir lo contrario. stos establecen que una eliminacin total de las reacciones orgnicas no provoca ninguna modificacin apreciable en el comportamiento de los animales. Las emociones evolucionan exactamente de la misma manera que antes de la operacin, el comportamiento del animal es adecuado a la situacin y est bien fundamentado en el plano biolgico, tanto en el caso de una separacin completa entre el cerebro y los rganos internos, como en el caso de una reseccin total de la parte simptica del sistema autnomo. Esta contradiccin sera una dificultad insuperable para la crtica experimental y terica de la teora organicista de las emociones, si fuera real en lugar de imaginaria. En realidad, entre los primeros resultados de las investigaciones experimentales y los nuevos no slo no existe ninguna contradiccin sino, por el contrario, un total acuerdo.

En las condiciones tranquilas del laboratorio, no se observa, dice Cannon, ninguna diferencia de comportamiento entre los animales simpatectomizados y los normales. Por ese motivo, a primera vista puede parecer que el sistema simptico no tiene una gran importancia para el funcionamiento normal del cuerpo. Conclusin errnea, puesto que, en las condiciones de la vida real, en autnticas situaciones crticas, es difcil que el animal operado pueda igualar al normal por lo que a la posibilidad real de supervivencia se refiere. Como se estableci despus de los primeros trabajos de Cannon, el significado biolgico de las reacciones orgnicas que aparecen como resultado de una emocin o que acompaan a emociones fuertes consiste exclusivamente en la preparacin del organismo para la accin (huida, ataque), para un aumento del gasto energtico, para un trabajo muscular intenso.

As, el significado biolgico de esas reacciones no se relaciona tanto con la emocin en s, con la emocin como tal, como con las consecuencias funcionales de las emociones fuertes. Precisamente gracias a que las consecuencias funcionales (aumento del trabajo muscular) son idnticas para emociones tan distintas como el miedo o la rabia, las reacciones orgnicas correspondientes no slo son prcticamente idnticas, sino que, incluso razonando de manera terica, no pueden ser distintas. Por consiguiente, el hecho de que la emocin como tal subsista aun despus de la supresin completa de las reacciones orgnicas no cambia nada de la idea que nos hacemos del significado biolgico de esas modificaciones orgnicas, sino que, por el contrario, vuelve a confirmar que ese significado se refiere exclusivamente a la preparacin del organismo para una actividad que resulta naturalmente de la emocin.

Desde ese punto de vista, est claro que, en las condiciones de laboratorio, el animal operado no se diferencia en nada del normal; al igual que ste, manifiesta la emocin de miedo y de clera, pero en las condiciones naturales la diferencia entre ambos debe manifestarse inmediatamente y con una fuerza colosal. El animal operado, precisamente debido a la ausencia de modificaciones orgnicas que acompaan habitualmente a las emociones y preparan al organismo para un aumento del gasto energtico, no debe estar dispuesto para la lucha o la huida que, en las condiciones naturales, siguen inmediatamente a las emociones de clera o de miedo y, por consiguiente, debe perecer al primer enfrenta- miento serio con un verdadero peligro. Las emociones que se observan en dichos animales, en perfecta seguridad en las condiciones de laboratorio, constituyen, por as decirlo, emociones impotentes, emociones privadas del significado biolgico que les es inherente; por as decirlo, emociones privadas de su aguijn: el animal operado puede experimentar y manifestar adecuadamente el afecto de clera, pero es impotente cuando la situacin exige de l las conclusiones naturales de ese afecto -la lucha y el ataque.

Si se aprueba esta interpretacin de los dos elementos litigiosos aparecidos despus de nuevas investigaciones, debemos llegar, inevitablemente, a la conclusin fundamental que Cannon dedujo de sus investigaciones.

Seguramente no tenemos ningn motivo verdadero para afirmar o negar la existencia de una vivencia emocional en los animales operados. Sin embargo, tenemos muchas razones para juzgar la existencia de una relacin entre esos experimentos con la teora James-Lange. En la vivencia de las emociones, James atribuye el papel principial a las sensaciones viscerales. Lange reduce enteramente esa vivencia a la sensacin del sistema vasomotor. Ambos afirman que si se sustraen mentalmente esas sensaciones orgnicas de la vivencia emocional, no quedar nada de ella. Sherrington, Cannon y sus colaboradores procedieron a la supresin de las sensaciones mediante ciruga. En sus animales, se haba eliminado la posibilidad de impulsos retroactivos procedentes de los rganos internos. Segn James, la vivencia emocional deba, en gran parte, reducirse a la nada. Segn Lange, deba desaparecer por completo (pues, para l, sin la excitacin de nuestro sistema vasomotor, las impresiones procedentes del mundo exterior no despertaran en nosotros ni alegra ni pena, no nos causaran ni preocupacin ni miedo). Sin embargo, los animales actuaban, en la medida en que lo permitan las conexiones nerviosas, sin que la intensidad de las reacciones emocionales disminuyera en absoluto. En otras palabras, las operaciones que, segn la teora en cuestin, deban en gran parte, o enteramente, suprimir la emocin, aun as, no eliminaron del comportamiento de los animales la clera, la alegra y el miedo, y stas se manifestaban en la misma medida que antes de la operacin.

Sin embargo, teniendo como nica base esos experimentos, preferimos, al igual que Sherrington, abstenernos de emitir un juicio definitivo sobre la teora en cuestin: esos datos no adquieren su verdadero significado ms que si se confrontan, por un lado, con los dems resultados experimentales y, por el otro, con los hechos clnicos que nos proporcionan pruebas irrefutables sobre la vivencia emocional consciente del ser humano.

Captulo 5

La capacidad de conviccin de la argumentacin experimental examinada anteriormente habra aumentado considerablemente a nuestros ojos si dispusiramos tambin de la prueba inversa a la elaborada de manera experimental por Sherrington y Cannon. En otras palabras, si dispusiramos de datos experimentales relativos a la provocacin artificial de las reacciones orgnicas que acompaan a las emociones fuertes podramos confiar mucho ms en las conclusiones que se imponen por s mismas a partir de las investigaciones consideradas. Entonces, ante nuestros ojos tendramos, por as decirlo, el teorema directo y su contrario demostrados con la misma fuerza lgica; los dos juntos ya habran permitido sacar conclusiones suficientemente slidas.

Recordemos que James y Lange, mediante el mismo procedimiento lgico, desarrollaron de manera puramente especulativa consideraciones a favor de la teora de las emociones, viendo las dos principiales pruebas de su teora en el hecho de que, si se suprimen sus manifestaciones corporales, la emocin debe desaparecer y que, si se provocan artificialmente esas mismas manifestaciones, la emocin debe aparecer inevitablemente. Es natural que la verificacin experimental de esta teora debiera comprometerse tambin en esas vertientes. Los primeros intentos de probar el teorema inverso (que la emocin no aparece a pesar de que existen todas sus manifestaciones corporales) los encontramos ya en los experimentos examinados anteriormente, que mostraban que estados no emocionales, como un gran catarro, una gran fiebre y la asfixia, provocan modificaciones orgnicas parecidas a las que se observan en el miedo y la rabia, sin que, no obstante, la emocin aparezca como consecuencia de dichas modificaciones. El paso directo de la experimentacin concebida mentalmente de James y de Lange a la experimentacin real se dio en las investigaciones de G. Maran (en W. B. Cannon, 1927).

Efectivamente, en alguna medida los experimentos de Maran constituyen la prueba del teorema inverso en comparacin con el argumentado por los experimentos de Sherrington y Cannon. Esos experimentos demostraron que la inyeccin de adrenalina en dosis suficientes para que aparezcan todos los fenmenos orgnicos caractersticos de las emociones fuertes no provoca en los sujetos la experiencia emocional en el sentido propio del trmino, a pesar de que existen todas las manifestaciones corporales. Lo nuevo en los experimentos de Maran es la utilizacin de la introspeccin, que nos proporciona pruebas de la vivencia emocional inmediata de los sujetos. Esa es la ventaja de los ltimos experimentos en comparacin con los realizados en animales. Por lo que a las nuevas investigaciones se refiere, queda as paralizada la objecin de que no tenemos pruebas directas de la presencia o ausencia de experiencias emocionales correspondientes a las manifestaciones corporales.

Durante los experimentos de Maran, los dos planos -el objetivo y el subjetivo- formaban parte del campo de observacin del experimentador. El investigador poda constatar las modificaciones operadas en la consciencia de los sujetos de experimentacin, a la vez que las manifestaciones corporales de la emocin, para luego estudiar su relacin mutua. La vivencia de los sujetos consista en la sensacin de palpitaciones cardiacas, pulsacin arterial difusa, molestias en el pecho, constriccin de la laringe, temblor, fro, sequedad de la boca, nerviosismo, malestar y dolor. En ciertos casos, apareca asociado a esas sensaciones un estado afectivo indeterminado, carente de toda emocin real y que los sujetos analizaban con frialdad. Las declaracione