Viguera Anibal. Debates en Torno a Imperio

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Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre- ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. Viguera, Aníbal 2002, Nro. 11-12, p. 221-241. Sociohistórica Cita sugerida Viguera, A. (2002) La revolución revisitada : Debates en torno a Imperio, de Michael Hardt y Toni Negri [en línea]. Sociohistórica, (11-12). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3069/pr. 3069.pdf La revolución revisitada : Debates en torno a Imperio, de Michael Hardt y Toni Negri

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Debates en Torno a ImperioViguera Anibal

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  • Este documento est disponible para su consulta y descarga en Memoria Acadmica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin y la preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

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    O enve una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA.

    Viguera, Anbal

    2002, Nro. 11-12, p. 221-241.

    Sociohistrica

    Cita sugerida Viguera, A. (2002) La revolucin revisitada : Debates en torno a Imperio, de Michael Hardt y Toni Negri [en lnea]. Sociohistrica, (11-12). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3069/pr.3069.pdf

    La revolucin revisitada : Debates en torno a Imperio, de Michael Hardt y Toni Negri

  • La revolucin revisitada: de-bates en torno a Imperio,de Michael Hardt y Toni Negri

    Anbal Viguera

    Si en algo coinciden los comentarios sobre Imperio, el libro publicado porMichael Hardt y Antonio Negri en el ao 2000 y recientemente aparecido en laArgentina; es en destacar que se trata de un impactante fenmeno editorial:muchos miles de ejemplares vendidos en todo el mundo, traduccin a por lomenos diez idiomas, e innumerables referencias en el mbito acadmico, perio-dstico y poltico. El presente artculo pretende dar cuenta, de manera sinttica,del debate generado por esta obra, apuntando a analizar cules son las cuestionesque, al instalar nuevamente en la agenda la temtica de la revolucin, se hanpuesto en juego a travs de Imperio y de las lecturas que se han hecho de l.

    Podra decirse que el libro ha dado lugar fundamentalmente a tres tipos dereacciones: una exaltacin casi retrica y polticamente asptica, que incluye porejemplo a Timey a TheNew 1rk Times, que resalta sin mayor anlisis la enverga-dura del recorrido terico que la obra supone; una recepcin entusiasta, aunquequiz algo epidrmica, desde parte de la izquierda que no ha redundado enmuchos trabajos que profundicen sobre las coordenadas tericas y polticas deltexto; y, mayoritariamente, artculos y reseas que tambin desde el campo de laizquierda, aunque con matices muy diversos, ejercen sobre el libro una crtica1 Hardt, Michael y Antonio Negri, (2000), Empire. Cambridge, Harvard University Press. (Traduc-cin al espaol: Imperio. Buenos Aires, Paids, 2002.

    Centro de InvestigacionesSocio Histricas de la Facultad de Humanides y Ciencias de la Educacin - UNLP.

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    que en promedio destaca por su dureza e incluye momentos cidamentedescalificadores.

    El libro tiene sin duda pretensiones (re)fundacionales dentro de la tradicinmarxista, por lo que no sorprende que algunos anlisis exploren su posible com-paracin -con resultado no necesariamente favorable para Imperio- con el Mani-fiesto Comunista", con La ideologa alemana' o con El capital.4 Esto explica quizque el debate se haya concentrado fundamentalmente al interior del campo aca-dmico y poltico de la izquierda, y que algunas crticas adquieran ribetes algovirulentos en la medida en que le reprochan derivaciones polticas errneas oinconducentes". Debido a que por omisin, por ensaamiento crtico o a vecespor una interpretacin demasiado sesgada, la lgica argumental de Hardt y Negrisuele perderse en el camino, parece pertinente comenzar por un intento de re-producir dicha lgica en sus propios trminos para luego dar lugar a las lecturasque se han hecho de ella.

    La lgica de Imperio

    El argumento de Hardt y Negri puede reconstruirse en torno a tres ideas-fuerza estrechamente ligadas entre s: la denominada "globalizacin", consolida-da durante las dos ltimas dcadas del siglo XX, supone a la vez la conforma-cin de un nuevo esquema de poder mundial, al que denominan "Imperio";dicho esquema de poder se asienta al mismo tiempo en sustanciales transforma-ciones en el modo de produccin capitalista, centradas en la creciente hegemonadel "trabajo inmaterial"; estas transformaciones implican, finalmente, la posibili-dad de emergencia de un nuevo sujeto, la "multitud", con inmanentes capacida-des para transformar el nuevo orden econmico y poltico global.

    Efectivamente, en primer lugar, el actual proceso de globalizacin de la pro-duccin capitalista debe ser visto, sostienen Hardt y Negri, como una verdaderaruptura, que conlleva la conformacin de un nuevo paradigma en la constitucin yfuncionamiento del orden mundial. Se ha pasado de la "soberana moderna",centrada en el Estado-nacin y en el imperialismo, a la "soberana imperial". El

    2 Zizek (2001).3 Cox (2001).4 Albiac (2001) Y los propios autores (cfr. Hardt y Negri, 2001).5 Por citar slo un ejemplo, para Rubn Dri Toni Negri es "el nuevo intelectual de moda que nos llegade Europa con sus nuevas categoras o jergas", y si bien su obra ayuda a comprender fenmenos nuevos,"deriva de ellos conclusiones disparatadas" (Dri, 2002).

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    "imperio" como orden jurdico-poltico implica que los resortes bsicos de lasoberana -el poder militar, el poder monetario y financiero, y el podercomunicacional-cultural-lingstico- se han trasladado a un conjunto de organis-mos y dispositivos supranacionales. Los "estados-nacin" no han desaparecido,pero han perdido el control sobre esos atributos fundamentales de la soberana;por encima de ellos existe un nico poder supranacional que abarca el mundoentero sin dejar ningn espacio "afuera". En una de sus afirmaciones ms pol-micas, Hardt y Negri sostienen que esto supone a la vez el fin del imperialismo,entendido como la expansin del estado nacional ms all de sus fronteras y laopresin de naciones fuertes respecto a naciones pobres o dbiles: el imperio(que ya no tiene "un afuera y un adentro") no es norteamericano, ni europeo,sino simplemente capitalista, representa el poder del "capital colectivo". stegobierna, incluso, por encima de los estados ms poderosos, y el conflicto ycompetencia entre las potencias ha dejado de ser un elemento relevante delorden global; la lite imperial incluye tanto a los capitalistas norteamericanoscomo a los rusos o africanos; y el "primer" y "tercer mundo" ya no se hallanclaramente divididos por las fronteras nacionales, sino combinados uno y otrodentro de cada pas. En este sentido, las diferencias entre Gran Bretaa o Esta-dos Unidos, por un lado, y la India por el otro, por poner un ejemplo, son "degrado" y no "de naturaleza"; la jerarqua entre naciones se diluye en el horizonteunitario del imperio.

    Retomando nociones foucaultianas a su vez desarrolladas por Deleuze, Hardty Negri sostienen que el pasaje al imperio coincide con el trnsito definitivo de la"sociedad disciplinaria" a la "sociedad de control", en la que el poder se ejercecapilarmente sobre todos los aspectos de la vida agudizando el carcter "inma-nente" de la dominacin: la disciplina est cada vez ms interiorizada en el indi-viduo, como resultado de la manipulacin de todas sus actividades, relacionessociales y culturales. El poder imperial es, en este sentido, un poder "biopoltico"(porque la produccin misma, como se ver, se ha vuelto biopoltica): es unpoder sobre la vida y la subjetividad, los mecanismos de dominio estn distribui-dos por los cerebros y los cuerpos de los ciudadanos.

    Debido a ello, un rasgo central del imperio es que se trata de un espaciouniforme en el que no hay ningn lugar especfico en el que se ejerza el poder:ste est "en todas partes", el imperio es un "no-lugar" de poder, el control y laproduccin de subjetividades es resultado de una serie de dispositivos dispersosen una estructura de red. El "control" se ejerce a travs de diversas instanciasque Hardt y Negri visualizan en una estructura piramidal integrada en distintos

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    niveles por los EEUU y las principales potencias -detentadoras del monopoliodel uso de la fuerza-, los organismos financieros internacionales -articuladoresdel poder del dinero a escala global-, las redes de flujo de dinero, productos"tecnologas y poblaciones tendidas por las grandes empresas multinacionales, laindustria de la comunicacin, los estados-nacin -que conservan importantesfunciones-, e inclusive las ONG y otras asociaciones que ejercen una doblefuncin de representacin/legitimacin.

    La clave est, en este sentido, en las propias empresas multinacionales queproducen no slo mercancas sino tambin necesidades, relaciones sociales,cuerposy mentes, y tambin en la industria de las comunicaciones. La intervencin de la"fuerza" imperial es en este esquema una suerte de "guerra de polica" -queaspira a legiminarse en tanto defensora de valores universales-, y se remite aasegurar una especie de garanta de ltima instancia para el funcionamiento delorden globaL

    El segundo nudo argumental que permite visualizar la lgica imperial sostie-ne que en la base de la estructura jurdico-poltica del imperio est una sustancialtransformacin del modo de produccin capitalista, que tambin ha significadoun cambio de paradigma; aqu la transicin se define como la que va del fordismoal posfordismo, o de la industrializacin a la informatizacin de la produccin, ocomo la "posrnodernizacin" de la economa. En este pasaje, el cambio tecnol-gico se combina con la transformacin de la organizacin de la produccin,dando lugar a un nuevo esquema en el que el "trabajo inmaterial" -expresinque remite bsicamente a la produccin de servicios o "bienes inmateriales"- seha vuelto hegemnico. En este nuevo estadio, dicen Hardt y Negri, la produc-cin -y consecuentemente la generacin de plusvalor- se basa en la cooperacinentre los trabajadores, en la comunicacin, el lenguaje, el conocimiento, el afecto,articulados en estructuras "en red" (que ya no implican necesariamente, porejemplo, la concentracin fsica en un mismo lugar). Tanto en la industria comoen los servicios tienden a predominar empleos muy mviles que requieren apti-tudes flexibles y que se caracterizan por el lugar central que ocupan en ellos elconocimiento, la informacin, el afecto y la comunicacin. La cooperacin no seimpone desde el exterior como antes sino que es inmanente a la actividad laboralmisma. La productividad y el supervit social devienen de la interactividad coo-perativa desarrollada a travs de redes lingsticas, comunicacionales y afectivas.

    Los instrumentos de produccin ms importantes estn ahora en el propiocuerpo de los trabajadores. La explotacin, de esta manera, se ejerce sobre elconjunto de la vida y no slo en el mbito fabril o estrictamente "productivo"; el

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    proletariado produce todo el tiempo, produccin y reproduccin dejan de sermbitos y tiempos claramente diferenciados como en el anterior esquemataylorista-fordista. El trabajador es explotado en su conjunto, pero a la vez debeser preservado en su capacidad creativa, en su potencial de cooperacin y cono-cimiento para que la acumulacin se reproduzca adecuadamente.

    El tercer ncleo que completa el argumento del libro es el que seala que alparadigma de la soberana imperial y su contraparte material, el posfordismo o"posrnodernizacin econmica", corresponde la (re)emergencia de un sujetopotencialmente revolucionario, la multitud, hasta entonces parcialmente "some-tido" por la estructura de dominacin estatal-disciplinaria propia de la "soberanamoderna".

    El concepto de multitud se contrapone por un lado al de pueblo" y, por elotro, al de masa o muchedumbre. Mientras que el pueblo es una sntesisconstituida y es "uno", siendo representable como tal para ejercer la soberanaen el Estado, la multitud es por definicin plural, mltiple, integrada porinfinitas singularidades, irrepresentable y constituyente; frente a la clsica nocinde masa o muchedumbre, sin embargo, aparece como activa, positiva, capazde generar una transformacin por s misma. Lo ms importante del conceptotal como lo usa Negri, y aqu la influencia de Spinoza, es que la multitud esontolgicamente antagnica, conlleva de manera inmanente un poder consti-tuyente basado en su propia creatividad y en sus deseos de liberacin y deresistencia a toda explotacin.

    La idea de la productividad inherente a la multitud es muy fuerte en Negri,"al punto de sostener que su lucha es el verdadero motor del desarrollo capitalistay de sus principales transformaciones; de hecho, fue la propia resistencia de lostrabajadores al sistema disciplinario la que impuls el trnsito al Imperio comonuevo paradigma de dominio. Hay en esto un explcito rechazo a la dialctica,por un lado a lo que sta pudiera implicar de teleologa o determinismo (no es elcapitalismo el que genera inevitables contradicciones que constituyen la "oportu-nidad" para la lucha, sino que sta es el producto del propio deseo y creatividadde la multitud), y tambin, como consecuencia, a la idea de que la lucha parte de

    6 Aqu la referencia es a Hobbes, aunque invirtiendo la valoracin que ste haca de pueblo ymultitud (positiva y negativa respectivamente). Asimismo, la definicin de la multitud y su valora-cin positiva se basa explcitamente en la obra de Spinoza, a la que Negri dedic uno de sus librosanteriores, La anomalla salvaje.7 La idea permea en efecto buena parte de la obra de Negri y tambin su prctica militante en elautonomismo italiano. Una buena sntesis sobre la trayectoria intelectual y poltica de Negri puedeverse en Callinicos (2001).

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    la negacin de una situacin en funcin de una sntesis superadora (con Spinoza,Negri opone a esto la continua produccin ontolgicamente "positiva" de lamultitud).

    Ahora bien, otro punto ce~tral del argumento es que en el mundo completa-mente globalizado del imperio, capital y trabajo se enfrentan "cara a cara", ya sinmediaciones; al mismo tiempo, la multitud -y particularmente el sector hegem-nico del trabajo inmaterial- ha adquirido una composicin tal que est en condi-ciones de liberarse del control sobre sus fuerzas productivas. stas, ancladasahora en la cooperacin, la informacin y el afecto como pilares centrales de laproduccin de valor, pueden conducir el proceso productivo sin necesidad delcapital; en cierto modo, la propiedad privada de los medios de produccin hadejado de tener sentido conceptual-aunque siga vigente jurdicamente- ya quela multitud est en condiciones de sostener por s misma la produccin en unasuerte de comunismo espontneo y elemental. La posibilidad de superar el impe-rio y con l el capitalismo tiene aqu su base material.

    Es en este sentido que Hardt y Negri sostienen que el Imperio supone unmayor potencial para la liberacin, al poner a la multitud en posicin de enfren-tar directamente los mecanismos de control: la construccin del imperio es, a lavez, su propio proceso de derrocamiento. La lucha contra el capitalismo es posi-ble y necesaria, pero no pasar ya por la afirmacin del Estado-nacin frente alos poderes globales: al imperio debe contraponerse una suerte de "contraimperiocomunista" a escala global en el que el trabajo ser controlado por los propiostrabajadores. Hardt y Negri rechazan contundentemente toda estrategia basadaen el Estado-nacin" por dos motivos: uno, por no tener sentido en un mundoen el que el dominio se ejerce a escala global, y a la vez porque el estado conllevaper se aspectos bsicamente represivos y ha sido el mecanismo de sometimientode la multitud al orden de la soberana nacional que logr contener, desde latemprana modernidad, las energas creativas presentes en ella de manera inma-nente. La lucha contra el imperio ser as una lucha biopoltica, una lucha por laforma de vida, una lucha constituyente que crear nuevas formas de comuni-dad; la base es la desercin, el xodo, en el amplio sentido de "estar en contra" yde no aceptar los disciplinamientos y controles impuestos a ninguna esfera de lavida cotidiana. No se trata, paradjicamente, de extender lazos horizontales en-tre las diversas luchas locales, a las que Hardt y Negri consideran en principio"incomunicables" por estar ancladas en sus propias condiciones y demandas

    8 Vease Hardt 2002 para la aplicacin concreta de este postulado a la crtica de las posturas predominantesen el Foro Social Mundial de Porto Alegre.

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    especficas; cada una de ellas, por el contrario, en su especfica singularidad, ensu pelea "micropolftica" contra la dominacin, golpear directamente al cora-zn del imperio.

    (Imperio versus imperialismo?

    Uno de los ejes de las crticas al libro que nos ocupa es el que se centra en lasupuesta disolucin del imperialismo en el postulado nuevo orden "imperial". Esste, en efecto, uno de los puntos principales que desarrolla Atilio Born en untrabajo reciente dedicado especialmente al libro de Hardt y Negri,? yen la mis-ma direccin apunta la cida crtica que le ha dedicado James Petras. 10 Ambosautores coinciden en sostener que el accionar imperialista de los pases desarro-llados, pero en especial de EEUU, lejos de desaparecer, ha dado renovadas mues-tras de su presencia en los ltimos tiempos. Segn Born, la globalizacin no hahecho sino consolidar la dominacin imperialista sobre los pases perifricos, ladependencia de stos se ha profundizado y la asimetra entre economas centra-les y perifricas se ha visto acentuada. En este sentido, los ejemplos sobre lapersistencia de intervenciones imperialistas, con sus atrocidades asociadas, cons-tituyen un argumento contundente y difcilmente rebatible desarrollado tantopor Born como por Petras.

    Tambin la idea de que "entre Gran Bretaa y la India hay diferencias degrado y no de naturaleza" provoca en Born un fuerte rechazo, ya que la asociacon la idea desarrollista de los aos 50 segn la cual el desarrollo capitalista en losdistintos pases era una cuestin de etapas en las que no aparecan los efectosobstaculizadores de la dependencia estructural de la periferia. Born sostieneque con este tipo de afirmaciones Hardt y Negri "compran" el argumento de losidelogos de la globalizacin, para quienes sta constituye un mundo de nacionesinterdependientes en el que el intercambio de bienes, personas, servicios y capi-tales fluye libremente en todas direcciones; aqu Born devuelve, en contraste,una imagen llena de asimetras y relaciones de poder que en definitiva sigueremitiendo a un mundo dominado por un puado de poderes imperialistas en elque la globalizacin es, en realidad, una construccin ideolgica. Un punto im-portante de la argumentacin de Born, tambin presente en la crtica de Petras

    9 Cfr. Born (2002a). En un artculo posterior (Born, 2002b) el autor retoma argumentos yaexpuestos en dicho libro y desarrolla otros.10 Cfr. Petras (2001).

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    y que en trminos emplrlcos se muestra contundente, es que las empresas"transnacionales" son en realidad empresas "nacionales" con sede en un peque-o grupo de pases. Este es uno de los puntos que ilustraran a la vez que lejos deperder importancia, los estados nacionales siguen siendo actores cruciales de laeconoma mundial; el estado en los pases centrales no ha hecho sino crecer enel marco de la globalizacin 11 , Y las polticas proteccionistas, de subsidios, y deintervenciones a favor del capital no hacen sino confirmar esa fuerte presencia.

    Para Born, no se trata aqu slo de un problema de conceptualizacin em-pricamente inadecuada del orden mundial. Hardt y Negri, sostiene, reproducenla ideologa neoliberal que presenta a la globalizacin como un proceso natural eirreversible; es ms, en Imperio el imperialismo (especialmente el norteamericano)y el propio capitalismo quedan naturalizados y sus contradicciones y atrocidadesdiluidas en un sistema imperial fantasmagrico, sin dominadores y beneficiariosclaramente identificables. Aun aceptando que Hardt y Negri tienen "nobles in-tenciones", en los hechos su argumento resulta, segn Born, funcional al impe-rialismo -de ah su favorable acogida por el establishment acadmico y periods-tico- y en todo caso implica una lectura ingenua de la realidad. El resultado es noslo mala teora, sino errneas conclusiones estratgicas y, consecuentemente,una fuente de potenciales frustraciones para la accin poltica. 12

    Aqu cabe despejar, sin embargo, algunos aspectos de estas crticas. Comose dijo ms arriba, no se trata de negar que, en algn sentido, "el imperialismoexiste", y mucho menos que implica beneficiarios y vctimas. Pero, en primerlugar, no por negarle centralidad al imperialismo Hardt y Negri se convierten eningenuos compradores de la ideologa globalizadora neoliberal, ni presentan unpanorama idlico de la globalizacin. La falta de nfasis en el sealamiento de lasacciones imperialistas y las atrocidades asociadas a ellas, correctamente enume-

    11 No as, como seala Born, en los pases perifricos, vctimas de las polticas neoliberales impulsadaspor los organismos financieros internacionales.12 En el mismo sentido, la crtica de Petras es todava ms descalificadora, sin que ello se vea compensadopor el reconocimiento que Born hace sobre la vala intelectual de la obra previa de Negri, as como sobresu dilatada militancia poltica. Petras se expresa en trminos tales como los siguientes: "despus de leer'Imperio' no sorprende que los crticos de Time y del New l1Jrk Times hayan aplaudido el libro.'Imperio', alineado con la teora de la tontera global generalizada, argumenta que la globalizacin es unmovimiento progresista en la historia, al abolirse el imperialismo por decreto intelectual y al encarnarselas alternativas sistmicas en una multitud amorfa que carece de cualquiera de las herramientas de anlisisy de organizacin poltica que se identificaban con las luchas revolucionarias contemporneas [... ]'Imperio' es una sntesis generalizada de las banalidades intelectuales sobre la globalizacin, elpostmodernismo, el posmarxismo, unidos todos por una serie de argumentos y suposiciones nofundamentados que violan seriamente las realidades econmicas e histricas. La tesis del postimperialismode 'Imperio' no es novedosa, no es una gran teora y explica poco del mundo real. Ms bien es unejercicio verboso vado de inteligencia crtica" (Petras, 2001).

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    radas por Born y Petras, debe quiz atribuirse a que el eje de su argumentacinest puesto en la bsqueda de los aspectos novedosos de lo que -convincente-mente o no- entienden como un nuevo paradigma de dominacin global; ytambin a que hacen una lectura diferente de las mismas, en tanto reproductorasdel orden capitalista globaly no (solamente) de los intereses de determinadoscapitalismos "nacionales". En cualquier caso, globalizacin e imperio no signifi-can para Negri y Hardt una idlica interdependencia entre naciones ni un sanoy libre circular de bienes y capitales, sino nuevas modalidades de dominacindel sistema capitalista a escala global con cuya conceptualizacin difcilmentepodra coincidir un terico neoliberal.

    De hecho, ellos mismos han reconocido que, en ese intento, puede haberquedado algo desdibujada la manera siempre ms negativa en que el ordenglobal repercute sobre los pases clsicamente definidos como perifricos.':' Enaclaraciones posteriores a la publicacin del libro, los autores matizan parcial-mente sus afirmaciones ms "duras" sealando por ejemplo que

    "Es insensato hablar de Estados Unidos como el enemigo fundamental. Es elenemigo principal, pero en tanto centralizacin del capitalismo a nivel mundial. Elenemigo es el capital y no Estados Unidos. Y todas las veces que se dice que esEstados Unidos, se est diciendo que es posible que un estado especfico -Argen-tina o Italia- puede ser el lugar donde es posible hacer la revolucin. Yeso es unaabsoluta falsedad. Hoy la revolucin, como mnimo, es posible en grandes conglo-merados regionales. Por eso las luchas tienen que desarrollarse a este nivel. No sirveconstruir contrapoder en Argentina si su capacidad de lucha no deviene, por suforma y por su modalidad, como mnimo inmediatamente regional". 14

    Lalgica del argumento de Hardt y Negri no pasa por demostrar que no hayactores poderosos en el orden mundial-y reconocen que el ms fuerte es, pre-cisamente, EEUU- sino que la dominacin en el capitalismo se ha vuelto mscompleja que lo que (solamente) la clsica dicotoma centro-periferia sugiere."Que las empresas multinacionales sean propiedad de capitales localizados en los

    13 Hernndez Navarro (2002).14 Gago y Sztulwark (2002b).15 En otro trabajo Hardt y Negri aclaran que la nocin de imperio no implica que "las condiciones en elmundo se hayan igualado o siquiera que tiendan a la homogeneidad. El trnsito al Imperio disminuyealgunas diferencias pero crea y magnifica otras. Nuestro mundo es tan desigual y jerrquico corno elmundo imperialista lo era, pero sus lneas de divisin no pueden ser adecuadamente concebidas entrminos de fronteras nacionales. Quiz tengamos que decir que nuestros mapas de las iniquidadesglobales deben volverse mucho ms complejos". Hardt y Negri (2001: 239).

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    pases centrales no quita que sus redes de dominacin se ejerzan globalmente atravs de verdaderas telaraas de poder que no parece posible desmontarseoponiendo economas "nacionales" a poderes imperialistas.

    Observaciones similares pueden hacerse respecto a la postulada "desapari-cin" de los estados nacionales, sobre cuya persistente importancia, en el casode los pases desarrollados particularmente, los ejemplos de Petras y Born sonnuevamente irrebatibles. Sin embargo, otra vez, quiz no sea se exactamente elpunto en debate. Hardt y Negri subrayan que ellos no postulan el fin del estadonacional, sino en todo caso la transformacin de sus funciones en el marcoglobal del imperio; en ese sentido, tambin parece difcil negar que existe unalgica global de las grandes corporaciones multinacionales y del capital financie-ro que hasta cierto punto pasa por encima de las decisiones tomadas por gobier-nos especficos.

    El hecho es que el argumento admite los matices mencionados, y an podrareformularse incorporndole rasgos "imperialistas" al imperio, sin perder con-sistencia; ms que el "no imperialismo", lo que constituye el ncleo de la sobe-rana imperial es esa dispersin y singularizacin de instancias de control que elcapital en general ejerce sobre la multitud trabajadora.

    Despus de todo, los crecientes avances del capital internacional sobre laseconomas nacionales no han sido logrados precisamente mediante la clsicainvasin de marines norteamericanos, sino a travs de diversos dispositivos depoder entre los cuales los mecanismos de decisin internos de los pases perifricoshan sido decisivos. En definitiva, lo que est en juego aqu no es tanto cunimperialista o imperial es el orden mundial, sino la complejidad de los mecanis-mos de poder mediante los cuales el orden capitalista se reproduce a escalaglobal; si, como resulta natural que se plantee desde una perspectiva de izquier-da, se pretende avanzar hacia alguna superacin de dicho orden, las ambigeda-des de Hardt y Negri no parecen poder contrastarse con simtricas precisionesacerca de la manera adecuada de enfrentar el problema desde un punto de vista"antiimperialista", La lgica del libro de Hardt y Negri -se la comparta o no ensu objetivo- est presidida por la bsqueda de las nuevas condiciones en las quela superacin delcapitalismo habra de ser posible; si lo que se busca no es cuestio-nar ese objetivo sino rescatarlo;" entonces el nfasis en la dicotoma imperio-imperialismo puede desviar el eje de la discusin que el propio libro propone (laalternativa de luchar contra los poderes globales desde el Estado-nacin puede

    16 Ni Born ni Petras se posicionan en una crtica que rechace la vocacin anticapitalisra de Hardt yNegri.

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    ser considerada vlida, pero es claro que no implica necesariamente lucharcontra el capitalismo). Visto desde este ngulo, el libro conserva su inters entanto promueve un nuevo impulso a un debate siempre pendiente sobre, preci-samente, la estructura y los mecanismos de poder en el marco del capitalismoactual, siempre y cuando ste no pretenda saldarse volviendo a argumentosdependentistas simplificadores.

    En este punto, la crtica ms difcil de levantar por parte de Imperio es quequiz la imagen de esa soberana imperial no termina de adquirir la suficientenitidez como para convencer al lector sobre la pertinencia de las derivacionespolticas que de ella se extraen.!" Ello nos remite a otro plano de la discusinsuscitada por el libro."

    La multitud contra el imperio sin pasar por la poltica?

    Aqu el punto en discusin es si, efectivamente, las sustanciales transforma-ciones del modo de produccin capitalista suponen un potencial nuevo sujeto alque le caben los rasgos de la "multitud"; es decir, si al nuevo estadio del capita-lismo le corresponde un nuevo sepulturero'? y, en todo caso, cmo cabe esperarque ste se ponga en accin. Logra convencer el libro acerca de este potencialde insubordinacin y sublevacin anclado en nuevas figuras de la subjetividadsurgidas del conjunto de las prcticas laborales? Es aqu donde efectivamentecabe encontrar las tensiones irresueltas ms importantes -aunque igualmenteprovocadoras- del argumento de Hardt y Negri.

    Quiz el problema no sea que el concepto de multitud diluye la idea de la"lucha de clases", como critica Petras.P No slo cabra decir que esa es unalectura "injusta" del libro, sino que puede desviarnos del eje ms relevante deldebate que el texto provoca. La clase, de alguna manera, est reformulada en la

    17 En este sentido vease la crtica de Eduardo Grner (Grner, 2002, Segunda parte, captulo 2).18 Otro comentario que centra su crtica en la contraposicin imperio-imperialismo es el de John BellarnyFoster, editor del Monthly Reuieui (Bellamy Foster, 2002). Alex Callinicos cuestiona la prdida derelevancia que en el argumento de Imperio tiene el conflicto inter-imperialista entre los pases dominan-tes, pero la crtica de este autor apunta bsicamente en la direccin a la que nos referimos a continuacin(vease Callinicos, 2001). Cabe destacar que la mayor parte de las reseas y artculos relevados sobre ellibro de Hardt y Negri no hacen hincapi en la dicotoma imperio-imperialismo, sino en la problem-tica de la multitud como eventual sujeto revolucionario.19 O en todo caso un "post-sepulturero", apelando a la cida expresin que utiliza Nicols Casullo en sucrtica a Paolo Virno. Cfr. Casullo (2002).20 Cfr. Petras (2001). Tambin Born le adjudica al libro un criticable "silencio ante las estructuras deexplotacin y opresin clasista" (Born, 2002b: 175).

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    multitud, en tanto esta nocin sigue llevando implcita la premisa de la explota-cin capitalista, aunque la misma ya no tiene lugar en el "locus" especfico en elque la clase se constitua como tal. Como aclaran los propios autores, la multi-tud contiene, en su multiplicidad, todas las caractersticas de la clase trabajado-ra: el estigma de la explotacin, la miseria y la alienacin, as como el deseo deresistir a la explotacin y de rebelarse contra el estado capitalista."

    Lo que realmente se pone en juego en el argumento de Hardt y Negri es laeventual emergencia de la multitud como el nuevo sujeto revolucionario propiode la era imperial. En este sentido, en trminos generales, la crtica apunta asealar la "vaguedad" de la figura de la multitud e incluso la insuficiencia o hastaingenuidad del proyecto que el libro le atribuye en sus ltimas pginas. El mis-mo Born, aunque parece centrar ms sus observaciones en el contraste impe-rio-imperialismo, tambin critica cidamente la "vaga exhortacin a confiar enlas potencialidades transformadras de la rnultitud'l.P y la "eclosin de roman-ticismo poltico"?" que ello implica. La, en el mejor de los casos, ingenuidad deHardt y Negri en este punto tiene que ver no slo con no analizar las formas ymedios de lucha mediante los cuales la multitud podra llevar a cabo su proyec-to, sino sobre todo con no prever que el poder dominante, llegado el caso, habrde resistir, y tiene claro cmo hacerlo. Como seala Born, se extraa la proble-mtica del poder, de cmo ste se obtiene, se ejerce y se pierde.

    Como tambin otros autores han observado, Hardt y Negri parecen en efec-to perder en el camino la propia nocin de poder y dominacin que en unprincipio adquiere centralidad al construir la nocin de imperio.i" La inmanen-cia de la capacidad subversiva de la multitud, el carcter por definicin "positi-vo" de su lucha, corren el riesgo de hacer perder de vista no slo que el poderdominante es capaz de resistir sus luchas, como apuntaba Born, sino sobretodo que la propia multitud est en todo caso permeada por la dominacin. Eneste sentido, el comportamiento naturalmente antagnico que Hardt y Negri leatribuyen a la multitud puede no verificarse, al menos sin que sea necesariodesarrollarlo a travs de una compleja construccin contrahegemnica. Comosealan Balakrishnan y Munck en sus respectivos comentarios, en el libro elcinismo paralizante y el pesimismo de la derrota se eliminan, pero se pierde lacapacidad para hacer un examen desapasionado de las relaciones de fuerzas, y

    21 Hardt y Negri (2001: 240).22 Bor6n (2002a) cap. 2.23 Bor6n (2002b).24 Cfr. Brand (2001).

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    se excluye todo anlisis estratgico del camino hacia el poder;" en palabras deBruno Bosteels, Hardt y Negri "renuevan un esquema familiar que contrasta lapureza insurreccional con el poder igualmente puro del orden establecido'l."Incluso se ha sealado cierto tono "populista" en esta apuesta a la multitud;"esta observacin resulta interesante si se tiene en cuenta que, de algn modo, lamultitud es presentada como un sujeto que "sabe lo que hace" y cuyas prcticasy experimentos "hay que seguir" sin pretender sobreimponerle un proyecto des-de la teora.

    Aunque aparentemente mltiple y abierta a las singularidades, la multitudconserva sin embargo, en la formulacin de Hardt y Negri, una composicin declase subyacente que presupone a la vez su potencial accin liberadora. Peroaqu el riesgo es tambin el de concebir una multitud paradjicamentehomogeneizada, portadora de una solidaridad espontnea, ignorando las dife-rencias internas que inevitablemente la atraviesan." El desafio es justamentecmo lograr una convergencia entre diferentes tipos de trabajadores, entre losque el componente estrictamente "inmaterial" es propio fundamentalmente deun sector privilegiado. De hecho, los movimientos reales en los que participanlos distintos fragmentos de la multitud asumen orientaciones diversas, desde lasms explcitas luchas antiglobalizacin hasta la incorporacin en movimientosneofascistas.i?

    Segn Lawrence Cox, se extraa en el planteo de Imperio un anlisis mscomplejo de la cultura popular y sus tensiones internas, que permita explorarcmo y cundo los movimientos sociales se vuelven deseosos y capaces de mo-verse desde el plano de la incorporacin subalterna al de la revolucin; la lgicade Hardt y Negri se basa, para este autor, en una "abstracta y entusiasta confian-za en la agencia" (en un vaco de poder hegemnico, bastara con dejar a lagente hacer lo que mejor sabe) y parece negar la necesidad de realizar un anlisisde las complejidades de la poltica de los movimientos sociales."

    Ahora bien, paradjicamente lo que para varios autores es un punto decrtica, para Hardt y Negri es una clave de su argumento que insisten en reivin-dicar como vlida: "no sabemos", asumen, cmo el potencial transformador de25 Cfr. Balakrishnan (2000) y Munck (2001).26 Bosteels (2002).27 Cfr. Bensaid (2002).28 Sobre este punto vease Dyer- Witheford (200 I).29 Ibdem.30 Vase Cox (2001). Tambin Daniel Bensad apunta en esta direccin al sealar que "la poltica, comoarte de las relaciones de fuerzas y los contratiempos, se disuelve entonces en el punto de fusin entre loslmites del capital y los deseos ilimitados de la multitud" (Bensaid, 2002: 132).

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    la multitud podr confluir en accin organizada contra el imperio, y es lgicoque as sea. Para llegar a esa instancia, la propia prctica poltica y la experimen-tacin de la multitud es ms adecuada que la teora; sta, en todo caso, debe sersensible a los poderes de invencin de las mltiples formas de organizacinpoltica que en los hechos se estn desarrollando cada da. 31 La elaboracinconcreta de una alternativa poltica al imperio no puede emerger de una articu-lacin terica, sostienen Hardt y Negri, sino slo de la prctica: "hoy, para darese prximo paso concreto y crear un nuevo cuerpo social que est ms all delimperio, ciertamente seran necesarios algunos de tales experimentos o seriesde experimentos realizados en virtud del genio de la prctica colectiva".32 Algocabe adelantar, sin embargo: no debe esperarse la conformacin de "un" sujetohomogneo, sino una multiplicidad de cuerpos capaces de decidir implementarformas alternativas de sociabilidad."

    Por otra parte, la favorable recepcin que las tesis de Negri tienen enmuchos acadmicos y militantes, y esto es particularmente perceptible en laArgentina post-19 y 20 de diciembre, se basa justamente en el atractivo queejerce el concepto de multitud y la apertura que el mismo conlleva haciaformas novedosas de participacin.P" En este sentido, cabe aclarar que esaacogida favorable incluye no slo a Negri-Hardt sino tambin a otro filsofoitaliano, Paolo Virno, que ha desarrollado paralelamente la nocin de multi-tud en trminos parcialmente similares a los de aqullos, aunque como vere-mos, con alguna diferencia importante." Lo que se rescata como valioso esjustamente la postulacin de "un proyecto de liberacin sin punto de llegada',sin otro horizonte que el de la lgica constituyente de la multitud desplazandoa la lgica de la represenracin.P"

    El problema no es quiz entonces que Hardt y Negri no desarrollen el planestratgico de la multitud, y mucho menos que se considere a sta como unasuerte de campo abierto a la experimentacin de nuevas prcticas y a la consti-tucin de sujetos diversos. El punto es que esta interpretacin, junto con la"lgica indefinicin" sobre los posibles itinerarios de la multitud, no parecededucirse tan ntidamente de la lgica argumental de los autores, en la que

    .~1 Hardt y Negri (2001: 238).32 ldem (2002: 196).33 Idem. p. 243.34 Cfr. por ejemplo Mattini (2002) Ludmer (2001) Cafassi (2002) y particularmente los trabajos delColectivo Situaciones.35 Cfr. Virno (l996) Virno (2002) y la entrevista en Gago y Sztulwark (2002a).36 Colectivo Situaciones (2001 b).

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    cierta dosis de teleologa y determinismo parecen haber logrado filtrarse parafacilitar el programa optimista "sin poltica" que el libro transmite. Apelar a queciertas acciones colectivas -por ejemplo la reciente ola de protesta y moviliza-cin en la Argentina- sean interpretadas en trminos de la "multitud" citando aNegri y Hardt sin calibrar el contenido analtico que el concepto conlleva en elcontexto de estos autores puede resultar al menos engaoso. 37

    Multitud, divino tesoro

    La "vaguedad" de la multitud de Hardt y Negri y las limitaciones sealadasms arriba a travs de las crticas de diversos autores puede ser el resultado deuna tensin no resuelta entre la postulada "apertura" hacia prcticas indetermi-nadas y la persistencia de cierta impronta estructural en el argumento que pare-ce hacer innecesario tematizar la construccin poltica. En este sentido, cobrafuerza la crtica expuesta agudamente por Beatriz Sarlo: la dialctica tan recha-zada por los autores parece "colarse" en su argumento, bajo la forma de unasuerte de "teodicea del proletariado global". La discusin de una direccin es-tratgica parece innecesaria, dice Sarlo, porque ella "est garantizada por lateleologa de la globalizacin y de su hija vengadora, la multitud".38 Explcita-mente, la multitud es presentada como una "hiptesis lgica" que deriva delanlisis de las estructuras econmicas, polticas y culturales del imperio, y sonestas nuevas condiciones del capitalismo las que constituyen a su vez nuevasbases para el deseo de rebelarse y de conformar un contrapoder" Sin embargo,esa postulada relacin lgica entre posfordismo o posmodernizacin econmicay renovada potencialidad revolucionaria no queda del todo clara; por qu, enefecto, la hegemona del trabajo inmaterial debera implicar nuevos deseos ycapacidades de liberacin por parte del proletariado devenido en multitud? Unarespuesta convincente a este interrogante sera crucial para sostener una de laspremisas bsicas del argumento de Imperio.

    En definitiva Hardt y Negri no despejan claramente en qu medida la mul-titud est "estructuralmente" destinada a derrocar al imperio, y hasta qu punto

    37 Horacio Gonzlez ha realizado interesantes comentarios sobre el posible uso de la categora "multitud"sin referirla necesariamente a Negri o a Virno, planteando incluso su eventual complernentacin condeterminadas connotaciones (gramscianas) del concepto de "pueblo" que en dichos autores aparece cornoantittico a la multitud. Cfr. Moreno (2002).38 Sarlo (2002: 5).39 Hadt y Negri (2001).

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    -y c6mo- debe "construirse" su eventual conformacin como sujeto poltico. Sison claros al decir que el proyecto de la multitud no puede salir de ningunateora, sino slo de la propia experimentacin, al mismo tiempo proponen cier-tos componentes centrales de ese eventual proyecto y postulan que es necesariogenerar un lenguaje comn para las multitudes, e identificar ntidamente alenemigo global que el no-lugar imperial hace difcil visualizar. En esta tarea, losintelectuales y los polticos parecen poder desempear un papel que, por otraparte, el llamado a la autoproduccin poltica de la multitud les niega.

    Cabe preguntarse si no hay en la obra de Hardt y Negri una nueva vuelta detuerca (explcitamente negada, sin embargo) de un viejo postulado: tenemosexplotacin, agravios, opresin, entonces tendremos protesta, accin colectiva,revolucin. Ahora bien, desde distintas perspectivas este postulado fue cedien-do a diversos desarrollos analticos surgidos de un cuestionamiento bsico: noes automtico ese pasaje, que est en todo caso mediado por otros factorescomo el poder, la experiencia, la hegemona, la construccin poltica."

    Pero por otra parte, la -al menos por el momento- escasa predisposicina pensar en la "politics" de la multitud deriva tambin de lo que quiz consti-tuya el "ncleo duro" de la lgica de Hardt y Negri: la inmanencia. Lo distin-tivo de la propuesta de Hardt y Negri es efectivamente la potencialidad inma-nente -no dialctica- que le atribuyen a la multitud; su capacidad inherentede provocar cambios desde la propia esfera de la produccin, capacidad quese ha incrementado en la situacin imperial y que parece destinada a generaruna globalizacin no capitalista basada en el autocontrol de capacidades pro-ductivas, hoy centradas en la cooperacin y la comunicacin y por tantoindependizables del capital.

    Cabe sealar en este sentido, que en los escritos de Paolo Virno, ya menciona-do por ser otro de los promotores de la "multitud" como el nuevo sujeto deriva-do del posfordismo, el concepto aparece despojado de esa virtud inherente; pordefinicin la multitud de Virno es, por el contrario, esencialmente ambivalente:"la figura de la multitud no es slo 'rosas y flores'[...]. La multitud es un modode ser, el modo de ser prevaleciente hoy en da; pero como todo modo de ser es

    40 En la propia tradicin marxista podran citarse varios hitos en esta direccin, desde Gramsci hasta laobra de E. P. Thompson. En la perspectiva del anlisis de los "movimientos sociales", la corriente del"proceso poltico", encabezada por Tilly, Tarrow y otros autores parte justamente de cuestionar todaconexin automtica entre agravio y protesta colectiva (vese por ejemplo Tarrow, 1997). Varios trabajosde Javier Auyero proponen, en el mismo sentido, analizar la protesta social reciente en la Argentinacomplejizando la ecuacin "pobreza + desempleo = protesta", e incorporando variables relacionadas conla poltica y la cultura (Cfr., entre otros, Auyero, 2002).

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    ambivalente, ya contiene en s mismo prdida y salvacin, aquiescencia y con-flicto, servilismo y libertad".41

    Vale la pena incorporar aqu una referencia a un libro muy reciente de JohnHolloway'f que en parte abona en una direccin similar a la de Imperio y que,sin embargo, tambin se planta explcitamente contra esta visin inmanentemente"positiva" de la multitud. La propuesta de Holloway -"cambiar el mundo sintomar el poder"- se sustenta en la imperiosa necesidad de rechazar la apropia-cin del trabajo por el capital, que redunda en la alienacin y fetichizacin de lacapacidad productiva y creativa del hombre. El "grito" contra esta opresin,basada en la artificial separacin entre el "poder-hacer" (capacidad humana deproducir) y el "poder-sobre" (arbitraria apropiacin del producto del hacer porel capital), es el punto de partida de una construccin terica en la que el Estadoes, por definicin, criatura y artfice de esa separacin entre el "poder-hacer" ysu producto. Por lo tanto, y tambin por una suerte de "efecto desilusin" -segnHolloway los intentos de cambiar las cosas desde la toma del poder han fracasa-do- la transformacin de la sociedad no debe buscarse procurando la conquistadel aparato estatal sino construyendo nuevas formas alternativas de sociabilidad.Aunque por un camino diferente, se llega aqu a una convergencia con la pro-puesta de Imperio,43 con la que hay otra coincidencia fundamental: tampoco sabe-mos cmo se producir esa transformacin ni cul ser el resultado, slo queNO puede darse "tomando el poder"."

    Sin embargo, Holloway plantea una diferencia sustancial con respecto a Hardty Negri: recuperando la dialctica -no en tanto eventual teleologa sino comonegacin necesaria de lo existente para lograr su superacin- critica la concep-tualizacin de la multitud como sujeto autnomo, cuyo movimiento positivo esla fuerza motriz de la historia. En una relacin errneamente planteada comoexterna, la multitud de Negri, como sujeto revolucionario puro y autnomo, seenfrenta con otro sujeto autnomo, el imperio: en esta lucha entre dos titanes,"la fuerza de ambos lados est exagerada, las contradicciones de ambos lados41 Virno (2002). En un reportaje reciente, Virno sostiene por ejemplo que "la multitud no se hace msrepresentar polticamente; dice: no ms democracia representativa. Pero esta lejana, esta indiferencia porla democracia representativa no excluye la presencia en la multitud de muchos pequeos Ptain [...] ymuchos pequeos Ptain pueden controlar la multitud" (Gago y Sztulwark, 2002).42 Holloway (2002). Adelantos de la tesis luego desarrollada en el libro fueron publicados en Holloway(2001a, 2001b).43 Convergencia que el propio Holloway reconoce, ver por ejemplo Holloway (2002: 244).44 "Entonces, c6mo cambiamos el mundo sin cambiar el poder? Al final del libro, como al comienzo,no lo sabemos. Los leninistas lo saben, o solan saberlo. Nosotros no. El cambio revolucionario es msdesesperadamente urgente que nunca, pero ya no sabemos qu significa 'revolucin" (Holloway, 2002:308).

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    descuidadas'l." Tratar al sujeto como positivo es atractivo, pero es una ficcin,dado que la multitud est penetrada por la dominacin y slo existe como nega-cin (es decir, en una relacin capitalista en la que su humanidad misma, sucapacidad creativa, es negada por el poder-sobre): la lucha es entonces inevita-blemente contradictoria, e implica la lucha de la multitud contra s misma (con-tra su propia negacin por el capital). De aqu el planteo radicalmente anti-ontolgico y dialctico que Holloway opone a la fuerza constituyente per sede lamultitud de Hardt y Negri.

    En definitiva, si la intencin era escribir el captulo de El Capital "aggiornado"para el siglo XXI, el resultado es provocador pero podra considerarse comodecepcionante al menos en dos sentidos. Por un lado, porque el nuevo esquema"posfordismo con hegemona del trabajo inmaterial-multitud-revolucin" carecede la nitidez que presentaba la imagen "fbrica-clase obrera-revolucin"; por elotro, porque las tensiones e insuficiencias que aquel ntido esquema revel conel tiempo -la accin .colectiva de clase no era un proceso natural y automticoque derivara de la explotacin- vuelven a reproducirse en Imperio.

    Hardt y Negri -al igual que Holloway, en este punto- parten del supuestoque la revolucin es posible y necesaria, aunque no sepamos cmo hacerla nipueda preverse el resultado. Se trata de contraponer un slido optimismo frenteal posibilismo o al cinismo incubados en la derrota defines del siglo xx. Eseoptimismo no deriva, como podra parecer, de un puro voluntarismo, sino quepretende estar basado en caractersticas del capitalismo/imperio que, con mati-ces, avalan esa expectativa: se tratara entonces, citando a Beasley-Murray, de un"optimismo de la razn"." El problema, quiz, es que las razones esgrimidas noparecen todava resultar demasiado convincentes si se pretende pasar del meroentusiasmo por un discurso renovado,es decir, si no se quiere caer en unoptimismo de la voluntad, o meramente en un optimismo del lenguaje. Mien-tras tanto, y ahora s, quiz las multitudes logren encontrar al menos algunadosis de reparacin -yen todo caso tambin de acumulacin de fuerzas- en elmarco del Estado-nacin y a travs de la construccin poltica.

    45 Holloway (2001b: 135). El problema deriva de la comprensin del trabajo y el capital en trminosde una relacin externa, lo que "conduce a la magnificacin paradjica (y romntica) del poder de ambos"(Holloway, 2002: 251).46 Cfr. Beasley-Murray (2001).

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