Viaje Por Las Fronteras Del Campo Sociológico

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    Viaje por lasfronteras del campo

    sociolgico.Una cartografade la investigacinsocial

    Elena Casado y Gabriel Gatti

    Cmo se puede estar a la vez fuera ydentro? Espacialmente es imposible y lgi -camente es impensable, es decir, contradic -torio. Una puerta ha de estar abierta ocerrada, e incluso una puerta entreabierta

    ya est abierta; un hombre ha de estar den -tro de la sala o fuera de la sala. Pero tam -bin puede estar en el umbral, pasar una yotra vez del interior al exterior. Este milagrose produce misteriosamente todos los das.No hay quien lo entienda!

    Vladimir Janklvitch,La aventura, elaburrimiento y lo serio (1989: 13)

    1. Repensando la fronteraentre teora y prctica

    E ste artculo se enuncia desde inquie-tudes tcticas, epistemologicas ym e t o d o l g i c a s . Las primeras dan

    forma a las disposiciones y a los recursos conlos que construimos los enunciados que siguen,clara y explcitamente determinados por el

    lugar y el momento en el que se sitan en elcontexto de la Academia quienes los dicen: elpaso hacia la condicin de doctores mediadopor la construccin de una tesis y los constre-imientos que impone este rito de investidura;las inquietudes epistemolgicas guardan rela-cin con una serie de interrogantes sobre elcarcter de la disciplina, sobre el lugar que staotorga a observadores y observados y sobre lacaracterologa del espacio en donde unos yotros entran en contacto, esto es, el campo deinvestigacin; por ltimo, las inquietudesmetodolgicas refieren a cmo se dibujan loscontornos y se definen los contenidos, primero,de los objetos y del campo de investigacin quela sociologa considera que le son propios, y,segundo, de las actitudes y disposiciones conlas que un investigador social ha de situarse ensu campo de investigacin para que lo que hagasea entendido como sociolgico. Estas tresinquietudes dibujan a grandes rasgos el lugardesde el que se enuncia este texto. Pero, ade-ms, ese lugar es indisociable del momento de

    enunciacin, marcado por el debate en torno alas nuevas sociologas, a las que no es ajenoeste artculo. Uno y otro, lugar y momento de

    151Ttulo del artculo

    Elena Casado, Universidad Complutense de Madrid y Gabriel Gatti, Universidad del Pas VascoPoltica y Sociedad, 36 (2001), Madrid (pp. 151-171)

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    enunciacin, dibujan el punto de origen de esteviaje por las fronteras del campo sociolgico.

    1.1. SOPORTES DE LAINVESTIGACIN SOCIAL:LA LGICA DE LA

    REPRESENTACIN YLA GRAMTICA DEL VIAJE

    Estas nuevas sociologas constituyen unejercicio que suele presentarse a la contra de lasformas de hacer y de decir caractersticas de loque, desde Foucault, entre otros, podemos deno-minar paradigma clsico. A saber, y permta-senos que lo que sigue adopte una forma algo

    caricaturesca 1: el conocimiento sociolgico y lainvestigacin social imaginados como algo quealguien afirma sobre algo. Propuesto de esamanera, el conocimiento se hace posible desdeel levantamiento de una barrera que deja de unlado al continente sujeto ocupado por quienesson competentes para observar, y que emplazaal otro extremo al continente objeto repleto detodo lo que es susceptible de ser observado. Yentre ambos continentes los dos grandes arsena-les de la ciencia clsica, los que hacen que la

    cesura entre uno y otro sea menos profunda oque sea, al menos, transitable: la representaciny el viaje de investigacin.

    El primer arsenal, la lgica de la represen -tacin, permite pensar que el universo de dis-curso caracterstico de la ciencia es ()exhaustivamente definible y tendencialmenteinmutable, y sobre todo es considerado iso-morfo al universo tout court (Ceruti, 1994:34). La representacin articula as todo el edi-ficio del saber clsico, pues autoriza al sujetoportador de ciencia a pensar que sus observa-ciones se dirigen a algo situado ah fuera, aalgo a la espera de ser visto para poder serconocido. A la larga, el bosquejo del mapa delmundo podr culminarse, pero si y slo si elmtodo se aplica meticulosamente, nica reglaque garantiza que el objeto, exterior, sea perci-bido en su plenitud y sin sesgos ms o menosintencionados: slo si es manejada con correc-cin, la representacin es cientfica, y es esavigilancia la que hace de la observacin mto -do y de la representacin de los objetos cono -

    cimiento de la realidad exterior. El resultadoes, como seala Woolgar, que creemos quelos objetos preceden y dan lugar a su represen-

    tacin, precisamente porque sa es la forma enque hemos organizado nuestras percepcionesdel mundo, nuestros acuerdos sobre la formaen que deben dirigirse y sancionarse las accio-

    nes, nuestras expectativas, etc. (1991: 103).El segundo arsenal de la observacin, la gra -mtica del viaje cientfico, constituye un postu-lado que, a diferencia del primero, no es fre-cuente encontrar enunciado explcitamente peroque es, sin embargo, el presupuesto necesariode la representacin. En efecto, slo cabe hacerpresente, representar, aquello que est fuera dequien elabora la representacin imaginando unobjeto que preexiste a la observacin y hacia elque el observador ha de desplazarse para descu-brirlo 2. Cmo sin un desplazamiento de la Uni-

    versidad hacia el Terreno y un regreso delTerreno hacia la Universidad imaginar la antro-pologa y la sociologa? El viajero ha de partirde esos lugares centrales de acumulacin te-rica (Clifford, 1999), y, tras descubrir al obje-to en los territorios por desvelar, volver a ellos,esto es, regresar con l para insertarlo en laparrilla donde se recogen, clasificados y orde-nados, todos los objetos del mundo. Ah, en elcentro de clculo (Latour y Woolgar, 1995),se origina el desplazamiento que posibilita la

    representacin y tambin en l finaliza, puesslo respecto a l la representacin ostenta elestatuto de cientfica. De nuevo Woolgar expli-ca con claridad los rudimentos de esta gramti-ca del viaje cientfico y da cuenta de su condi-cin de metfora sustantiva y sustantivadora delproceso de investigacin en ciencias sociales:

    La metfora del descubrimiento cien -tfico, la idea de des-cubrir, es precisa -mente la de des-cubrir la realidad y reve -lar algo que haba estado siempre ah(). Esta imagen se deriva, en parte, dela nocin de descubrimiento geogrfico(). La retrica de esta ontologa nosmuestra los objetos del descubrimientocomo algo fijo, mientras que consideralos agentes del descubrimiento comoalgo meramente transitorio (1991: 84).

    1.2. TOPOI DE LAS NUEVASSOCIOLOGAS

    Lo cierto es que hoy, protegidos por las lla-madas a la atencin a la complejidad de nues-

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    tros objetos, al carcter mediado de nuestrosconocimientos, a la performatividad de lasociologa sobre lo social, nadie que se pre-tenda comprometido con el pensamiento con-

    temporneo hace, explcitamente al menos,votos de fidelidad para con el paradigma clsi-co. Bien al contrario, todo anlisis que se quie-ra contemporneo est casi obligado a ser fielseguidor de su alternativa ms fuerte: la de unparadigma que, con Navarro, podra ser nom-brado como el de la objetividad reflexiva,esto es, aquel que desborda el objeto e inclu-ye en su radio de accin al sujeto, que as debedar cuenta de s mismo en los trminos de loque es su producto: la propia actividad objeti-vizadora por l constituida (1990: 54). La

    consecucin de los supuestos que se escondentras la formulacin de este paradigma alterna-tivo al clsico pasa por el reconocimiento detres campos de problemas, diferentes peromuy ntimamente ligados. Son problemas quesostienen las propuestas ms o menos crticasque han desarrollado las nuevas sociologasy que conforman la base desde la que se for-mulan los votos de obligado seguimiento deeste nuevo credo:

    Primero, el problema de la complejidad cre -

    ciente de un objeto en el que se reconocen lasmismas capacidades objetivadoras antes reser -vadas para el sujeto de la observacin. Laconstatacin de la indiferenciacin crecienteentre la etnosociologa y la sociologa aca-d mica 3 ha conducido a diversas teorizacio-nes que reducen la distancia entre las capacida-des objetivadoras del sujeto y el objeto delconocimiento sociolgico4 hasta ahora enten-didos separadamente, siendo quizs en eldiagnstico sugerido por la imagen de la socie-dad reflexiva (Lamo de Espinosa, 1993,1 99 9) 5, donde se encierran las lneas de preo-cupacin esenciales de este primer problema.A saber: por un lado, la extendida conviccinde la distancia creciente entre la arquitecturaque sostiene los conceptos bsicos de las cien-cias sociales y la que soporta los fenmenosms relevantes de la realidad contempor-nea; de otro, y fundamentalmente, la asuncinde que las ciencias sociales son saberes reflexi-vos; esto es, la tematizacin del hecho de que,primero, toda actividad objetivadora constituye

    su objeto de observacin y, segundo, del hechode que mientras que los objetos de las cienciasduras son recalcitrantes nunca abandonan su

    capacidad de objetar, los objetos de las cien-cias sociales dulcifican su impertinencia alsometerse a lo que el observador espera deellos (Latour, 2000). De ambas cuestiones se

    infiere la necesidad de relativizar la capacidadanaltica de las categoras que soportaban eledifico terico de las ciencias sociales, desdelas ms familiares (sociedad, individuo) a lasms elaboradas (accin, estructura), y, con-secuentemente, la urgencia de reformularlas.Se asume, as, la imposibilidad de agotar ladescripcin de la realidad y tambin la perma-nente y recurrente opacidad de lo social con-temporneo. Lamo de Espinosa resume las cla-ves de este primer problema:

    La comunicacin, no slo entre acto -res, sino entre el actor de una parte y elinvestigador social de otra, rompe con laepistemologa tradicional que considerael conocimiento como reflejo o copia delobjeto en el sujeto. Ahora resulta que larealidad (de una parte) la construyen losactores pues el sentido que aportan a lasituacin (su definicin de la situacin)es parte de la situacin. Y de otra, resul -ta que (en alguna medida) esa definicin

    de la situacin ha sido conformada porlas (previas) definiciones elaboradas porlos investigadores sociales de modo quela ciencia social lo quiera o no consti -tuye su objeto al tiempo que lo estudia(1993: 389).

    Segundo, el problema del progresivo descen -tramiento de un observador alejado ya delsueo de alcanzar un nico y privilegiado lugarde observacin de la vida social y de lograr unavisin acabada y definitiva del espacio en elque aqulla se desarrolla. La asuncin de laposicin no centrada del sujeto de la observa-cin por efecto de la ya evidente dependenciade toda prctica cognitiva del lugar y delmomento desde el que se enuncia la observa-cin implica reconocer el carcter socialmentecondicionado del conocimiento y, consecuente-mente, asumir el desmoronamiento del Sujetoilustrado, a lo que han contribuido desde el psi-coanlisis al postestructuralismo pasando porlas teoras feministas y postcoloniales. Son ejer-

    cicios de relativizacin de la solidez del lugarque ocupa el observador en sociologa, que sehan traducido en propuestas que van desde el

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    cuestionamiento radical del ejercicio cientficoen general y del sociolgico en particular enfrmulas como las de Baudrillard o las del cons-tructivismo radical, hasta las que abogan por

    hacer ms porosas las fronteras entre las disci-plinas (distintos debates con el prefijo intercomo comn denominador: interdisciplinarie-dad, intersubjetividad6). Y entre esos extre-mos, apuestas como las de la Sociologa Sim-trica o los conocimientos situados deHaraway, que partiendo de la aceptacin de lainevitabilidad de las consecuencias de la repre-sentacin y, precisamente por ello, abogan por ladesnaturalizacin de las fronteras hoy objetiva-das y por la responsabilidad en la construccinde las que emergen de sus propias actividades,

    haciendo de ellas un lugar de conocimiento. Estarenuncia al ideal de omnisciencia de la cienciaclsica, comn a todas esas formulaciones, nosinvita a repensar el lugar desde el que dar formaa la figura del observador y a las disciplinas enlas que ste se inscribe, puesto que:

    Ya no es posible ninguna aproxima -cin sinttica. No se dan torrecillas deobservacin con los requisitos requeri -dos [sic]. El problema consiste en cam -

    bio en integrar la subjetividad y la obje -tividad del enfoque propio (). E lobservador sabe que lleva siempre con -sigo el pecado original de su limita-cin. Pero sumergirse en ella es el nicoinstrumento para alcanzar la intersubje -tividad (Ceruti, 1994: 48).

    Tercero, el debate sobre el conocimientomismo, al que subyace la crtica a la filosofarepresentacional, y que se manifiesta en la

    problematizacin de las relaciones entre elsujeto y el objeto de la observacin. Situado enel interfaz entre los dos problemas anterioreseste tercero los contiene y sintetiza, pues, enefecto, la complejizacin del objeto y el des-centramiento del sujeto empujan a abandonarun discurso cientfico que pretenda clausurarel conocimiento de la sociedad obviando sucronotopo, esto es, sus condiciones de enun-ciacin, incluidas las redes de poder/saber enlas que se inserta. Quedan as impugnadas,primero, la estabilidad del par sujeto/objeto y,

    segundo, la anterioridad de uno sobre el otro,ya sea del sujeto sobre el objeto (estrategiadeductiva: solucin formalista o desplaza-

    miento del sujeto hacia el objeto), o del objetosobre el sujeto (estrategia inductiva: solucinidealista o desplazamiento del objeto hacia elsujeto). Es ms, el trabajo de la ciencia se

    revela como un proceso de depuracin queextrae a sus objetos de los haces de relacionesque integran, haciendo de lo analgico unidaddiscreta y de la multiplicidad de actores (Grei-mas, 1976), humanos y no humanos, actantesinterpretables. Se reconoce, entonces, que todaactividad cognitiva interviene sobre lo real,que requiere de una representacin que, comoveremos, hace emerger ciertas relaciones altiempo que oculta otras; pero, al mismo tiem-po, se advierte que los dos extremos entre losque se encierra el conocimiento sujeto y obje-

    to de la observacin no son su fin sino superiferia (Lourau, 1997: 4). As, la actividadcognitiva no se sita ni del lado del objeto nidel lado del sujeto, sino precisamente en lamutua y permanente negociacin que los cons-tituye y que perfila las fronteras que permitenpensarlos autnomamente (estrategia trans-ductiva (Ibdem: 3 y ss.): solucin dialctica, odesplazamiento permanente entre sujeto yobjeto de la investigacin social):

    La induccin y la deduccin buscanlas estructuras producidas y exigen quela marcha o camino del investigador seencierre en un mtodo o metacamino queimplica la reduccin de la subjetividadde ese investigador de sujeto en proce -so a sujeto transcendental (). Elcamino transductivo es una (re)construc -cin permanente del mtodo o metaca -mino a lo largo del camino, por un suje -to en proceso que sigue al ser en sugnesis, en su incesante produccin denuevas estructuras (Ibez, 1985: 264).

    Estos tres campos de problemas, son, hoy,lugares de paso obligado para el hacer sociol-gico y suponen socavar no pocos de los supues-tos bsicos e incuestionados de las cienciassociales, pues, indudablemente, una vez abier-tas las vas de comunicacin con el objeto, yano ha lugar una ciencia que se pretenda compe-tente para clausurar su conocimiento, sino, bienal contrario, una prctica cientfica lcida res-

    pecto a lo que su accin deja fuera (los restosdel conocimiento) y, sobre todo, lcida en rela-cin a lo que su accin genera (las consecuen-

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    cias no intencionadas del conocimiento sociol-gico, los efectos performativos, los desechos dela representacin cientfica). El trabajo sobreunos los restos del conocimiento y otros los

    desechos de la representacin se realizar eneste texto apoyndonos en lo que se deriva deuna de nuestras inquietudes, las metodolgicas;esto es, desde lo que perturba nuestras certezassobre los utillajes de los que valernos para hacersociologa. Estas inquietudes marcan el puntode partida de este trabajo y determinan los otrosdos conjuntos de preguntas que lo atraviesan:las tcticas, acerca de cmo gestionar ese pro-ceso inicitico que se llama tesis doctoral, ylas epistemolgicas, sobre cmo dar forma en lainvestigacin social todo a lo que nos conminan

    las nuevas sociologas. Todas ellas nos con-ducen necesariamente a proponer varios inte-rrogantes: cmo administrar la frontera entredeterminados llamados de la teora sociolgicay la prctica concreta de la investigacin socialdurante el proceso de elaboracin de las tesisdoctorales?, cmo aproximarnos guiados porel nuevo credo a una interpretacin encarnadadel ejercicio sociolgico, donde teorizacin einvestigacin emprica aparezcan como formasde participacin en y del objeto (Asensi, 1987:

    17) y no como dispositivos para situarse porfuera y por encima de l? Preguntas que paraquienes, en estos momentos y desde esos presu-puestos, estn implicados en prcticas de inves-tigacin social, y por tanto para quienes, comoen nuestro caso, transitan por el proceso de ela-boracin de una tesis doctoral, acarrean la nece-sidad de interrogarse por la construccin de larelacin sujeto/objeto, por los instrumentos queen ella intervienen, por los presupuestos de par-tida A interrogarse, en suma, por la construc -cin del campo de investigacin en cienciassociales, y a hacerlo abordando la historizacinde las fronteras que lo articulan y dotan de sen-tido. Esta posicin sita el proceso de investi-gacin mismo en el centro de atencin, y nosincita a internarnos por paisajes ms producti-vos, que nos permitirn incluso desmitificar lasdos entidades que juegan el juego de la investi-gacin social sus sujetos y sus objetos, relati-vizar la consistencia de los lugares por los questa se despliega, y replantear sus trayectosposibles, ayudndonos as a arribar a terrenos

    ms pantanosos y menos salubres (Haraway,1999: 121) pero donde an tenga cabida laaventura.

    2. Operacionesde delimitacin del campo

    de investigacin

    Si no quieres sorpresas, prepara tuviaje desde aqu7.

    La mencin a la tesis doctoral como matrizque explica y da forma al lugar de enunciacinacadmico de este texto, y su interpretacincomo limitacin tctica que explica buena partede los contenidos y de las formas de este artcu-lo no es en absoluto gratuita. Y menos an siconsideramos lo que, en nuestro contexto, sig-

    nifica hacer una tesis: accin ritualizada de fijaruna posicin y de establecer un punto de vistaacadmicamente legtimo. Tan es as que puedeafirmarse que la tesis es, dentro de los procedi-mientos de las ciencias sociales, uno de los msritualizados: encerrado en una estructura narra-tiva, encerrado en una lgica de construccindel objeto, encerrado, en suma, dentro de loslmites que demarca el campo disciplinar.

    En efecto, la secuencia del relato de una tesisencierra al sujeto de la narracin en un ciclo del

    que es difcil escapar, un ciclo que se arma atravs del paso obligado por una serie de hitosque es necesario visitar para que lo que se hagasea legtimo para la Academia y pertinente parala disciplina para la que quien est doctorndo-se postula su candidatura. Basta con ver losmodelos que hay que cumplimentar para obte-ner las becas de Formacin de Personal Inves-t i g a d o r. La secuencia es difana: a lapresentacindelproblema le sigue la enuncia-cin de los antecedentes y del estado actual deltema, a la cual, puestos ya en faena, le sucedenlas hiptesis, los objetivos los tericos de unlado, los empricos del otro, y, en el medio, elinters social del tema, y, ya en el final, la pre-visin del desenlace, el espacio en donde emer-gen, como resultado natural de la aplicacincorrecta del mtodo, el plan de trabajo y labibliografa por la que viajar para alcanzar losobjetivos propuestos. Esta es la estructura pla-nificada (cf. ACOTACIN I) 8. Y si la tesis es tal,se respetar en la investigacin, de tal modoque, salvo pequeas diferencias estratgicas

    (as, los amantes de la Gran Teora construirnel marco terico y realizarn luego el trabajo decampo, mientras los que, a la inversa, se sien-

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    tan seguidores del Empirismo Abstracto, actua-rn inductivamente, extrayendo lo que en sustrabajos haya de teorizacin de lo obtenido desus paseos mtodo mediante por el objeto),

    al final del recorrido surge el texto que sehabr de depositar, all donde uno fija sus posi-ciones, donde se enuncia la tesis. Su estructuranarrativa es, pues, de una fuerza retrica su-mamente eficaz: permite, en primer lugar, quenos distingamos del objeto y que as emerja-mos como sujetos, y en segundo lugar, delimi-tados ya los continentes sujeto y objeto,hace factible que el primero viaje hacia elsegundo y que, adems, viaje correctamente 9.Slo queda salir para validar lo planeado por

    medio de la recogida de datos, paso necesariopara desvelar la naturaleza del objeto y definirde manera sustantiva los lmites del campo quelo contienen:

    Lo que da validez al trabajo de campoes el acto de salir fsicamente hacia unespacio desbrozado de trabajo. Salir pre -supone una distincin espacial entre unabase conocida y un lugar exterior de des -cubrimiento. Un espacio desbrozado detrabajo supone que es posible mantener araya las influencias distractoras. Uncampo, por definicin, no est invadido

    por la maleza (Clifford, 1999: 72).

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    De los dos arsenales que hemos consideradoque estructuran el paradigma clsico, lgica dela representacin y gramtica del viaje, vamosa utilizar esta ltima como trama sobre la quearticular nuestro relato sobre el trabajo de laciencia. Un viaje, adems, que debe ser narra-do en un proceso marcado por dos fases(Atkinson, 1990: 57 y ss.): mientras que la pri-mera consiste en la acumulacin, durantemeses o incluso aos, de notas voluminosas(write down), imaginadas como transcripcio-

    nes ininterrumpidas de lo que sucede sin inter-vencin alguna del transcriptor, la segunda, lade elaboracin del informe (write up) trans-

    forma a travs del relato cientfico lo recogi-do (down) en dato (up) (Ibdem: 61). Efec-tivamente, la terminologa tradicional del ofi-cio es indicativa de la conceptualizacin de lainvestigacin como un viaje de ida y vuelta,como una lgica unitaria con dos movimientosabsolutamente engarzados, pues ninguno deellos tiene sentido al margen del otro. A esto esa lo que denominamos lgica de acercamien -to/alejamiento, lgica escindida en dos movi-mientos, asociados, a su vez, a diferentes dis-

    positivos, defocalizacin en el movimiento deacercamiento y de olvido en el movimiento dealejamiento.

    ACOTACIN I: TESIS, EL PROYECTOO de cmo el ajustarse a la estructura narrativa crea la ficcin de la distancia entre

    el sujeto y el objeto

    Partiendo de las propuestas de... G.G.:La sociologa del nacionalismo, de la lengua y de la identi -dad colectivaE.C. : la epistemologa feminista, la semitica y la sociologa de lac iencia

    G.G.: la transformacin de la identidad en las redes institucionalizadasde enseanza de euskera a adultos...aplicadas al c a s o de.. .E.C.: la transformacin de las identidades de las mujeres espaolas(1 9 7 5 - 1 995)

    G. G .: la euskaldunizacin de adultos es una institucin dere p roduccin y de transfiguracin de la conciencia nacionalista...se plantea la hipt e s is de que...E .C.: las identidades (de gnero) son producto de la interrala -cin de posiciones sociales, narratividad y performatividad

    La compro b a c in de esa hiptesis exige...G.G./E.C.: la realizacin de un trabajo de campo fun -damentalmente cualitativo sobre el discurso de losagentes que participan de esa situacin social

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    2.1. PRIMER MOVIMIENTO:EL ACERCAMIENTOY LOS DISPOSITIVOSDE FOCALIZACIN

    Bourguet, hablando de los expedicionariosdel Renacimiento, nos recuerda que en tododesplazamiento se parte de un mapa. Es el pri-mer paso de toda representacin, cientfica ono, contempornea o no:

    Antes de su partida, exploradores,gegrafos y polticos imaginan el viajesobre mapas: con sus lneas inseguras ysus espacios en blanco, rodeados deleyendas, ofrecen un cuadro del sabergeogrfico del tiempo, mezcla de conoci -mientos positivos, informaciones ms omenos verificadas y sueos. Es indudableque estas representaciones son a veces

    fantsticas y pueden ser completamente

    errneas sobre el terreno. Pero ello no esbice para que la decisin del viaje, laeleccin del itinerario y los objetivos selevanten sobre estos conocimientos. Larep resentacin geogrfica imaginariapermite pensar la partida, y, de ese modo,la hace posible (1995: 279)

    Del mismo modo que los exploradores, losgegrafos y los polticos del Renacimiento, losinvestigadores sociales decidimos el itinerarioy los objetivos apoyndonos en mapas: acerbosde conocimientos sociolgicos (manuales dis-ciplinarios (atlas de nuestros viajes), hbitos deinvestigacin social (ritos que instituyen al via-jero (pasaportes para atravesar las fronteras,tanto a la ida como en el regreso), convencio-nes representacionales (cdigos interpretativosconsensuados (leyendas para entender el mapay poder hacer la transicin del mapa al objeto).Partimos pues, de cartografas selectivas, deperspectivas incorporadas. En este sentido, elmapa puede entenderse como un focalizador,

    un til del trabajo de la representacin; esdecir, un faro que ilumina, que hace visible,que nombra y que recorta el objeto de estudio.

    El mapa permite proyectar sobre el campo unadeterminadaperspectiva incuestionable, puesasumida y sustentada por la comunidad y,as, perfilar el objeto de la investigacin10. Eldeslizamiento semntico desde la perspectiva,en tanto que instrumento del pintor, til de larepresentacin visual, hacia la perspectiva,entendida como instrumento del socilogo, tilsociolgico perspectivas funcionalista,estructuralista, de gnero, de identidad es muy revelador de la fuerte imbricacinde la lgica de la representacin y de la gram-tica del viaje, soportes fundamentales, insisti-mos, del paradigma clsico de la investigacin.No puede desdearse su incidencia en la cons-titucin de la nocin de campo con la que setrabaja en ciencias sociales, pues, en efecto, elque desde Alberti o Descartes se conoce comoorden escpico (Sauvageot, 1994) o, tam-bin, ocularcentrismo (Jay, 1995), tiene en laperspectiva el instrumento fundamental para

    vincular al sujeto y al objeto de la observacin,pero, sobre todo, encuentra en ella la herra-mienta para definir la extensin y el contornode lo que el ojo del observador puede atrapar11:para el fotgrafo, el encuadre; para el socilo-go, el campo. Perfilado el campo como campode coherencia ptica, el espritu se hace cien-tfico viendo el mundo en perspectiva (Latour,1985: 11) (cf. ACOTACIN II).

    ACOTACIN II: TESIS, LA PERSPECTIVAO de cmo la sociologa focaliza sus objetos

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    Sujeto Objeto Objeto Sujeto

    Movimiento 1 Aceramiento Movimiento 2 AlejamientoDispositivos de focalizacin Dispositivos de olvido

    Cuadro I. Lgica de acercamiento/alejamiento

    Las perspectivas de la identidad (nacional, degnero), como toda perspectiva, nos permitenperfilar los contornos de nuestros objetos yvisualizarlos (mujeres, neo-vascoparlantes). Porejemplo, la matriz comn para perfilar y visuali-zar la identidad nacional es soportada por unaarquitectura que se conforma de acuerdo a tresreglas: 1) la existencia de un centro que da formaal Nombre de la comunidad (vascos), 2) laexistencia de un tiempo y un espacio sagrados

    (Historia y Territorio nacionales) y, 3) la ade-cuacin de la accin a esos parmetros (mecanis-mos de socializacin y de reproduccin de la

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    Pero el ejercicio cartogrfico, del que emer-gen el campo y el objeto, y que permite realizarel primer movimiento de la lgica acercamien-to/alejamiento es, a su vez, un ejercicio situadoy como tal social, histrico y contingente: lascartografas concretas se insertan a su vez en

    otras cartografas ms amplias, o dicho de otraforma, no se puede mapear cualquier cosa encualquier momento ni en cualquier lugar. Deesta manera, el acercarse a un objeto y desve-larlo no pasa tanto por la preexistencia del obje-to respecto a la observacin sino por las condi-ciones de posibilidad de la objetivacin,condiciones que no estn presentes en el objetomismo, sino en las instituciones, los tipos declasificacin, los modos de caracterizacin, quehacen que el objeto emerja como singularidadclasificable12. En suma, lo que se representa y secartografa es el resultado de procesos interpre-tativos que constituyen lo que ha de verse,aquello sobre lo que hay que intervenir13, loslugares hacia los que hay que viajar; eso queconstituyen, en definitiva, lo que resulta intere -sante para la mirada cientfica:

    Lo interesante est en funcin delinters. Y el conocer est en lointeresante(). Es lo interesante quienabre el terreno a lo cognoscible. No de

    manera unvoca adems: el logro delconocimiento repercute sobre lo intere -sante, lo hace ms visible y lo refuerza.

    En concreto, el logro atrae sobre lo inte -resante del que trata todo el dinamismode la confirmacin ligada al logro:

    financiacin de las investigaciones, ins -

    titucionalizacin didctica, etc. (). Lointeresante juega un rol propiamenteheurstico: es l quien da paso a lonuevo cognoscible () en cuanto que eslo interesante quien hace aparecer elespectculo problemtico (). Una pro -blemtica nueva es realmente unaganancia terica, una ganancia decampo, una ganancia de punto de vista.Constituye y a veces tambin instaura loobservable y lo tratable (Schlanger,1983: 129-30)

    La cartografa dibuja los perfiles de losterritorios que son objeto de nuestro inters:perfila los problemas, mapea lo visible, danombre a sus objetos, conforma y afirma lasfronteras del campo. En ella confluyen las dis-tintas instancias con capacidad de movilizarlos que podramos llamar recursos de intere -samiento, instancias, pues, capaces de hacerde algo una materia problemtica y un lugarde intervencin cientfica, capaces de hacer

    objetos de ciencia. Objetos de acercamientoque merecen, entonces, el inters de un viaje,aun cuando ste sea un viaje colonizado 14.

    2.2. SEGUNDO MOVIMIENTO:EL ALEJAMIENTOY LOS DISPOSITIVOS DE OLVIDO

    Es una bsqueda, chri, una historiade partida y regreso: t te arriesgas enel exterior y despus regresas cargadode tesoros. Eres un hroe.

    David Lodge,El mundo es un pauelo

    Nos adentramos, pues, en el segundo movi-miento de la lgica acercamiento/alejamiento,donde los que denominamos dispositivos deolvido nos permiten distanciarnos de un objetoya inerte y regresar transformando la experien-cia en texto, los datos en representacionesescritas de escenas sociales (Atkinson, 1990:

    61), convirtindonos, as, en portavoces deunos representados ahora cautivos de la repre-sentacin.

    158 Elena Casado y Gabriel Gatti

    ACOTACIN II: TESIS, LA PERSPECTIVAO de cmo la sociologa focaliza sus objetos

    (Continuacin)

    identidad nacional). De acuerdo a esta lgica, elobjeto neo-vascoparlantes ocupa un espacio detransicin: el que permite el paso del estado iden-titario de quienes no poseen ni el Nombre, ni elTerritorio ni la Historia al de quienes s lo po-seen. Mediante la perspectiva, el objeto quedadefinitivamente recortado, singularizado; a partirde ahora el cientfico social, encerrado en ellaboratorio con su objeto, ya puede diseccionarloy combinarlo con otros objetos de arquitecturasimilar. As, por ejemplo, mujeres puede entraren relacin con objetos como poder (debates einvestigaciones sobre Mujeres y participacin

    poltica), trabajo (programas de intervencinbajo el lema Mujer y Trabajo) o salud (tex-tos como Cooperacin en salud con perspectivade gnero).

  • 7/21/2019 Viaje Por Las Fronteras Del Campo Sociolgico

    9/21

    Para que eso suceda, para que el viaje seapensable, para que el sujeto y el objeto se dis-tancien y apuntalen la condicin que ostenta-ban durante las primeras fases del trabajo, las

    de observador y observado, la condicin esque el viaje sea puesto en representacin(Reichler, 1987: 134). Es, en efecto, el relatoquien crea el espacio de anlisis que denomi-namos campo y que da entidad a quienes lohabitan nuestros objetos , y quien consti-tuye un espacio de visibilidad donde lo obser-vado a lo largo del viaje emerge como objetoanalizable 15. Reconstruccin a posteriori de lovisto, la narracin del alejamiento nos enseaque el viaje no es ms que un gran e inme-diato giro que nos lleva a nuestro punto de par-

    tida anulando el espacio y el tiempo que sepa-ran el fin del principio (Vadsaria, 1987: 55);se es el giro por el cual la investigacinsocial, y por tanto la tesis doctoral, se convier-te, como veremos, en una secuencia ms delmanual, modelo del trabajo de disciplina.Pero sobre qu fundamentos epistmicos seorienta ese giro?

    Podemos partir del modelo de separacin einversin que Woolgar propone para analizar eltrabajo de la ciencia. Ese proceso, nos dice, est

    jalonado por cinco etapas: en la primera etapanicamente est el documento las cartografasde las ciencias sociales; en la segunda etapa eldocumento construye y constrie las fronterassustantivas del objeto se activan los focaliza-dores para, en la tercera etapa, presentar eldocumento y el objeto como entes autnomoscesura constituyente de los continentes yapolares; en la cuarta etapa el trabajo de larepresentacin invierte el proceso presentandoel documento como reflejo del objeto retricade la representacin. La quinta etapa, objeto denuestro inters en este epgrafe, consiste ennegar u olvidarse de las tres primeras fases, estoes, en reescribir la historia para dotar al objetode su fundamentacin ontolgica (1991: 105)al quedar la cuarta etapa el objeto escindidodel sujeto, la representacin desgajada de lorepresentado como nico recuerdo 16.

    1) documento2) documento objeto

    3) documento objeto4) documento objeto5) negar (u olvidarse) de las etapas 1-3

    La experiencia del viaje, de la investiga-cin social deviene, as, tras el olvido, textoobjetivado. Esta ltima fase, la del informefinal, aparece, propone Kilani, como una

    tarea neutra de traduccin de lo real a partir deuna interpretacin correcta de los datos emp-ricos recogidos adecuadamente sobre el terre-no (1988: 7-8), donde se suprime cualquiervnculo entre los resultados de la investigaciny los caminos recorridos, cristalizndose as elobjeto de investigacin, fortificndose elcampo y emergiendo la figura del autor comonarrador neutral y omnisciente 17.

    En esa fase, donde el objetivo perseguido esel distanciamiento con respecto al objeto,texto y autor son dispositivos de olvido cen-

    trales para ese movimiento y ambos interpre-tan al unsono la magia de la representacin.Mediante el primero, la experiencia de lainvestigacin, procesual y multidimensional,se transforma en algo plano y sin fracturas, enun objeto, en suma, transportable 18. El viajese reduce a las instantneas consideradas sig-nificativas tras el regreso, a las inscripcionesque nos traemos a la Universidad centro delclculo desde el Terreno su periferia. Pormedio del segundo, la autora, el investigador

    se esfuma detrs de su objeto y de su discipli-na. A esconderse tras el objeto llega poniendoen boca del objeto lo que no es sino unainterpretacin a posteriori del cientfico 19, y,as, da nombre y unidad a los dichos, hechos eidentidades que ese nativo representa. Enotras palabras, este primer dispositivo deolvido opera expulsando al investigador deltexto y sustituyndolo por un narrador colec-t i v o20, convirtiendo al objeto analizado enactor de su propia narracin: el objeto recorta-do por la perspectiva (de gnero, de iden-tid a d ) aparece en el texto como objetodefinitivamente naturalizado (mujeres, vas-cos), autnomo con respecto al trabajo de larepresentacin. Para esconderse tras la disci-plina se vale de su condicin de miembro dela comunidad de sabios, un lugar que le haceaparecer no como sujeto que enuncia, sinocomo instancia de unificacin del discurso,proyectando sobre l mismo esa misma im-presin de unidad (Foucault, 1987: 24). Elautor cientfico es un lugar, por tanto, comple-

    jo: un lugar que ha de negarse, que no debehacerse explcito, que debe camuflarse en elestilo del no-estilo 21.

    159Viaje por las fronteras del campo sociolgico. Una cartografa...

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    Cristalizacin del objeto, emergencia delsujeto y retrica del descubrimiento, del viajedel segundo hacia el primero. Conversin de laexperiencia en texto, en definitiva. Ahora bien,

    este proceso de textualizacin aunque omitidode manera ms burda por el paradigma clsico,no es, sin embargo, ni mucho menos especfi-co de ste, sino que es un atributo inherente ala lgica representacional implcita en todoproceso de construccin discursiva. Comoseala Clifford,

    Haga lo que haga una etnografa,traduce la experiencia en texto. Haydiversas formas de realizar esa traduc -cin, formas que tienen consecuenciasticas y polticas significativas (). Se

    puede construir esta textualizacincomo el resultado de la observ a c i n ,de la interpretacin, del dilogo. Se

    puede construir una etnografa com -puesta por dilogos (). Se puederetratar al otro como un todo estable,esencial, o mostrarlo como el pro d u c t ode una narrativa de descubrimiento enunas circunstancias histricas espec -

    ficas (). Lo que no se puede evitar, en

    ninguno de los casos, es la asuncin deque la etnografa convierte la expe -riencia y el discurso en escritura(1986: 11 5 ) .

    3. Desechosde la representacin y el viaje

    Viaje y representacin como grandesarsenales de la investigacin ycomo atributos sustantivos de las

    inquietudes que prefiguran las prcticas inves-

    tigadoras y perfilan el lugar de enunciacin deeste trabajo. Viaje, como para los expediciona-rios del Renacimiento, desde el manual a uncampo construido a partir de los conocimien-

    tos derivados de aqul y que determina tanto laeleccin de los itinerarios como sus objetivos:el regreso cargado de tesoros al punto de parti-da, los centros de clculo, aportando nuevosustento a las cartografas existentes. Podemosjugar con el modelo de Woolgar para represen-tar las relaciones entre el manual entendi-do metonmicamente como focalizador centralde la disciplina y la tesis entendida meto-nmicamente como ejercicio disciplinado deinvestigacin:

    1) manual

    2) manual tesis

    3) manual tesis

    4) manual tesis

    5) negar (u olvidarse) de las etapas 1-3

    Trabajo, pues, de disciplina en su dobleacepcin: en sentido restringido, como disci-plina cientfica; en sentido amplio, como dis-ciplinamiento de hbitos (Foucault, 1987),que remite de nuevo a un campo de investi-gacin entendido ya como un producto disci-plinar y disciplinario, ms como un conjuntode prcticas que como un lugar preexistentea stas. Ese disciplinamiento constitutivo delcampo regula las identidades y las diferen-cias que ste presupone, administra losmodos de decir y hacer 2 2, controla los conte-nidos y, sobre todo, gestiona las fronteras

    entre un campo que se presenta naturalizadoy unos territorios repletos de monstruos,desechos de la disciplina sociolgica y deld i s c i p l i n a m i e n t o .

    160 Elena Casado y Gabriel Gatti

    Sujeto Objeto Objeto Sujeto

    Acercamiento Dispositivos de focalizacin Alejamiento Dispositivos de olvido

    Resto de la Lo insignificante, lo intermi- Rastro del disciplina Parte nocturna de la in-disciplina: tente, lo impertinente; mons- miento vestigacin, fuera-de-

    truos no naturalizados texto, fuera del-libro

    Cuadro II. Desechos de la lgica acercamiento/alejamiento

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    3.1. FUERA DE LA DISCIPLINA:LOS RESTOS MONSTRUOSOSDE LOS DISPOSITIVOSDE FOCALIZACIN

    Apoyndose en las cartografas disponibles,la ciencia, como una de las ms poderosas ins-tancias de delimitacin, nominacin y visibiliza-cin, impone una distincin por la que el conti-nuo de la realidad social se transforma en objetoaprehensible, delimitado por fronteras ms allde las cuales merodean monstruos cuya formacambia con la historia del saber (Foucault,1987: 30). Estos monstruos pueden, entonces,identificarse como restos de los dispositivos defocalizacin, dispositivos que actan en orden a

    roturar, fijar, y nombrar el territorio donde traba-ja la sociologa y que, as, admiten, la emergen-cia de su objeto y de su campo de investigacin.Dibujando esas fronteras dejan, no obstante, nopocas cosas ms all de ellas: cada disciplinareconoce proposiciones verdaderas y falsas;pero rechaza, al otro lado de sus mrgenesseala Foucault toda teratologa del saber. Elexterior de una ciencia est ms y menos pobla-do de lo que se cree (Ibdem: 29).

    Esa teratologa del saber puede empezar a

    componerse atendiendo al otro lado de la fronte-ra, a la penumbra en la que se sumergen los res-tos, invisibles, de la disciplina. All quedan loimpertinente, lo incidental y lo intermitente; esen esa oscuridad donde emplazar lo socialinvisible (Gatti, 1999b), por donde pasean losOtros Inapropiados/bles (Minh-Ha, 1989), losinnombrables, que son quienes, ocultos, pornegacin y distincin, dotan de sentido al objetoque los dispositivos de focalizacin recortan. Setrata de monstruos derivados de la propia lgicade construccin cartogrfica y de las condicio-nes de im/posibilidad (Law, 2000) que la susten-tan y a las que da cuerpo, puesto que ese proce-so de desbroce requiere de mapas coherentes, esdecir, mapas sustentados por cdigos nicosesto es, una clara pertenencia disciplinar de lainvestigacin y unitarios esto es, capaces dedar cuenta de la totalidad de realidades a losque han de aplicarse. Mapas respecto a los queGombrich indica qu deben hacer y qu no:

    La misin de los mapas es normal -

    mente impartir informacin sobre losaspectos importantes de una zona, lo quesignifica que dejan a un lado las apa -

    riencias (). No sera bien acogido unmapa que provocase sensaciones visualesinesperadas, tales como el parpadeo ().Hablamos de leer un mapa, y su requisito

    principal es que sea fcilmente legible enuna sucesin de fijaciones. No debe haberinterferencias de unos smbolos con otrosy deben ser tan independientes como seaposible. Si esa diferenciacin falla su uti -lidad est en peligro (1991: 103).

    3.2. FUERADEL DISCIPLINAMIENTO:LOS RASTROS MONSTRUOSOSDE LOS DISPOSITIVOS

    DE OLVIDO

    Una vez clausurado el ejercicio de escritura-cin de la investigacin social con el que secierra el movimiento de alejamiento del campoy que entren a funcionar los engranajes de losdispositivos de olvido, en ste quedan sumidosciertos desechos del viaje: la propia experien-cia que lo constituye y, en el mismo movimien-to de ocultacin, el carcter encarnado del des-plazamiento y de la estancia. Quin habla?,

    desde qu cuerpo?, cul es el cuerpo socialdel etngrafo o de la sociloga?, son, entreotras, algunas de las preguntas para las que noes posible encontrar respuesta si se busca dar-les forma con las claves que suministran unostextos, los de las ciencias sociales, que renie-gan de las tensiones y negociaciones que atra-viesan el proceso de construccin del campo yque obvian tanto su carcter encarnado, comola autopertinencia (Devereux, 1980) de lainvestigacin social. Es as que, tras el relatoque sucede al alejamiento del campo, emergeen el texto un viaje sin marca y sin estilo.

    El lugar del investigador se vaca y es ocupa-do por la disciplina. Aparece, entonces, un cuer-po disciplinado, neutro y exterior, ajeno a s y alo que ve. Desde dnde y cmo se define eselugar? Estableciendo rgidas fronteras con otrosdos territorios: lo emocional de la investigacin(y, en consecuencia, sus medios expresivos: eldiario, la autobiografa) y el lugar de enuncia -cin de la investigacin (entre ellos, la posicinacadmica y las redes de poder/saber que la posi-

    bilitan, o las marcas sociales encarnadas en elinvestigador). Esos territorios exteriores a lainvestigacin social, frente a los que sta gana

    161Viaje por las fronteras del campo sociolgico. Una cartografa...

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    identidad y encuentra las bases de su legitimidad,conforman, por oposicin, un cuerpo disciplina-do, y es en las fronteras con esos otros discipli-narios de las ciencias sociales donde se define y

    se combate por la construccin del campo, demodo que el habitus del trabajo de campomoderno, definido en oposicin al del viaje, haproscrito modos interactivos asociados durantemucho tiempo con la experiencia de viaje (Clif-ford, 1999: 95). Ha proscrito, enunciado de otromodo, la experiencia del viaje y lo que la consti-tuye, reduciendo todo ello a texto objetivado.

    El efecto de ello no es slo, como hemosexplicado, la emergencia del campo y del objetocomo entidades exteriores a su analista y a la dis-ciplina; es tambin lo que Laplantine llama la

    esquizofrenia profunda y permanente de las cien-cias humanas en su tendencia ortodoxa (1987:171); esto es, la perpetua tensin entre lasdemandas de objetividad y la creciente necesi-dad de dar cuenta de la interferencia entre esaactividad objetivadora y las actividades objetiva-doras del objeto, tensin que se resuelve, prosi-gue Laplantine, recortando los objetos, aisln-dolos, objetivando un campo respecto del que elobservador est ausente y respecto del que resul-ta intercambiable [con otros observadores] (Ib -

    dem). Por ello, las complejidades de la investiga-cin, los devaneos con el campo de trabajo, losescarceos por otros campos, la implicacin enellos son arrinconados a territorios ajenos altexto, all donde se sitan algunas de las incohe-rencias del proceso de investigacin, esfumadasdel texto final y expulsadas al espacio que Derri-da (1972) llama el fueradellibro [horslivre]los prefacios o a lo que Lourau (1988, 1997)denomina el fueradeltexto [horstexte] loserrores y las incoherencias, la cara oculta de lainvestigacin23.

    Rodeado por delante (agradecimientos yprlogos) y por detrs (conclusiones y biblio-grafa) emerge, ptrea, la figura del autor cien-tfico, sujeto que detenta un lugar de enuncia-cin firme y legtimo, actor capaz de decirsedueo de una posicin disciplinada, pero queolvida, al hacerlo, la red de relaciones de lasque esa posicin es recorte y reduccin:

    Por olvidar el trabajo colectivo en elcual se inscribe, por aislar de la gnesis

    histrica el objeto de su discurso, unautor practica la negacin de su situa -cin real. Crea la ficcin de un lugar pro -

    pio (). La puesta aparte de la relacinsujetoobjeto o de la relacin discur -sosobjeto () borra las trazas de la

    pertenencia de una investigacin a una

    red trazas que comprometen siempre, enefecto, los derechos de autor. Camuflalas condiciones de produccin del discur -so y de su objeto (de Certeau, 1990: 72).

    As, tras el texto y como resultado de laaccin de los dispositivos del olvido est elautor-red, rastro monstruoso de los disposi-tivos de olvido, entidad escondida detrs ladisciplina en cuya representacin el autorcientfico investiga y habla en la tesis, ydetrs del objeto a quien ese autor representa

    en el texto de la tesis.

    * * *

    Interrogarnos, por tanto, por la constitucindel campo de investigacin en las cienciassociales es una forma de reconstruir lo que nose dice, lo que se da por sentado, que es almismo tiempo lo que dispensa la pertinencia alo que se dice y la autoridad a quien lo dice: ladisciplina seala Voloshinov consiste menosen la prescripcin de lo que se debe hacer queen la exclusin y proscripcin de ciertas formasde imaginar la realidad histrica (Voloshinov,1992: 86). Ahora, desde esta perspectiva, lasfronteras se desvelan como lmites constituti-vos de lo que se presentaba como anterior aellas, como posibilitadoras de la cognicin altiempo que sus regentes y, sobre todo, comoborraduras significativas del proceso de cons-truccin de sentido. Vislumbramos ya las limi-taciones del concepto de campo en el paradig-ma clsico, sus puntos ciegos, y arribamos, as,

    a esos terrenos pantanosos a los que decamosdirigirnos en las primeras pginas.

    4. Figuraciones del campode investigacin: cartografas

    de lo monstruoso

    E

    l trnsito final de este trabajo trans-

    curre por esos terrenos pantanosos,poblados por los restos de ladisciplina y del disciplinamiento; son restos

    162 Elena Casado y Gabriel Gatti

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    del paradigma clsico, condicin de posibilidadde nuestra prctica. Terrenos sobre los que seaplican las nuevas sociologas, cartografasque arrastran nuevos ejercicios disciplinados.

    Es un movimiento entonces que, naciendo deltrabajo sobre el campo de investigacin clsico,produce un nuevo campo, una suerte de basu-rero de la representacin en donde se engranalo que la focalizacin no ve lo in-significantey lo que el olvido de la representacin oculta lainvestigacin encarnada. Desde la entrada, elpaseo y la salida de ese terreno cenagoso e inc-modo, cmo se delimita, cmo se observa ycmo se escritura una nueva acepcin delcampo de la investigacin social?

    Esa mirada, blindada por las nuevas socio-

    logas, no es una mirada inocente, ni ajena a lalgica de la representacin, ni desprendida de lagramtica del viaje cientfico. Y ello por dosrazones: primero porque ese campo es un recor-te sobre la complejidad de lo observado; segun-do porque sus pobladores son naturalizacionesproducto de nuestros textos. Porque, en efecto,antes de traspasar la frontera que separa estecampo del clsico, es necesario sealar cmolos credos sociolgicos contemporneos son,tambin ellos, nuevos ejercicios de disciplina-

    miento y matrices, en consecuencia, para nue-vas formas disciplinares. En tanto que tales,conllevan diferentes obligaciones: obligacionessustantivas en la medida en que se han consti-tuido en los ejes que definen la cartografa de lainvestigacin social contempornea, cartografaen la que pretendemos habitar; obligacionesformales en tanto que puntos de paso obligado.

    Los credos de las nuevas sociologas,como matriz disciplinar, portan nuevos disposi-tivos de focalizacin y de olvido que nos per-miten realizar nuevos recortes, definir nuevosintereses, asomarnos a nuevas realidades, perfi-lar, en suma, nuevos objetos, y abordar, en defi-nitiva, nuevas narrativas. Y en cuanto que talmatriz disciplinar, presenta fuertes sntomas desolidificacin, de tal modo que herramientasconceptuales y metodolgicas que en elmomento de su fundamentacin nacieron comodiscursos heterodoxos y experiencias de inves-tigacin heteroprxicas pueden, hoy, convertir-se en ortodoxias y ortopraxias camufladas24.Estas cristalizaciones son las mismas que ame-

    nazan a todas las prcticas repetitivas, y queconducen a ciertos acomodamientos, ms omenos placenteros, que cuestionan, incluso,

    algunos de los interrogantes fundamentales delos que parte:

    1) Acomodamiento placentero, de un lado,

    el de quienes trabajando en los cambios del con-tinente objeto olvidan la necesaria puesta encuestin de la otra incgnita de la ecuacin,argumentando que el carcter construido de losobjetos no conlleva renunciar a la posibilidad deobjetivacin ya que, al fin y al cabo, la realidadest ah fuera y requiere de nuestra interven-cin. Un exceso, pues, en esta primera deriva deldisciplinamiento de las nuevas sociologas, deafecto tctico, que conduce a minimizar el cues-tionamiento del continente sujeto, reduciendolas consideraciones sobre su carcter descentra-

    do al espacio del fueradellibro. Resultadoms probable de esta estrategia? Complejasreflexiones en los prlogos de las investigacio-nes sobre el carcter sesgado del conocimientosociolgico, que al pasar la pgina y dar entradaa la investigacin emprica regresan a la planiciepositivista 25.

    2) Acomodamiento placentero, en segundolugar, el de aqullos que deconstruyen hasta talpunto la observacin que olvidan a qu se dirigesta: centrada nuestra reflexin sobre el carcter

    parcial, construido y fragmentario del observa-dor, el objeto se esfuma, la presencia de lo obser-vado se minimiza, lo que implica, llevados porun exceso de afecto por lo epistemolgico, redu-cir la investigacin social a tristes paisajes des-habitados. Resultado ms probable de estaestrategia? Un cierto ensayismo sociolgico;sociologas que, a fuerza de relativizar, renunciana dar cuenta de la actividad de lo que observan 26.

    Esto es, si en el primer caso la instituciona-lizacin de las nuevas sociologas deriva enuna relativizacin de la consistencia del objetoque esquiva la actividad objetivadora del suje-to, en el segundo caso deriva en la relativiza-cin de la consistencia del sujeto que esquiva,no obstante, la actividad del objeto. En cual-quier caso, ninguna de las dos vas consigueeludir el problema fundamental que, al menosen sus primeras fundamentaciones, afrontaronstas hoy llamadas nuevas sociologas; asaber, el debate sobre el conocimiento mismopropuesto como relacin entre un sujeto y un

    objeto de la observacin. En ambas, en snte-sis, la frontera que separa los dos continentessigue erguida e impermeable (Cuadro III).

    163Viaje por las fronteras del campo sociolgico. Una cartografa...

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    En este marco es en el que nos reencontra-mos con las preguntas que plantebamos alcomienzo: instados por la complejizacin delos objetos, el descentramiento de los sujetos yel cuestionamiento de las condiciones de posi-bilidad del conocimiento, cmo administrar lafrontera entre las interpelaciones de la teorasociolgica contempornea y la prctica inves-tigadora en el momento de realizacin de unainvestigacin del carcter de una tesis docto-ral? Encerrado entre los dos movimientos que

    sustentan la investigacin social, los del acer-camiento al campo y la focalizacin del objeto,primero, los de su alejamiento y olvido, des-pus, queda un espacio de trnsito. Desde ldefinimos una segunda acepcin del campo dela investigacin social, la situada en las fronte-ras de su versin ortodoxa (Cuadro IV). Taltrnsito lo escindimos en tres momentos anal-ticos: uno de delimitacin del campo (4.1), otroreferido a la estancia en l (4.2), y un ltimo deabandono (4.3) que da pie al relato.

    164 Elena Casado y Gabriel Gatti

    Derivacin 1 Derivacin 2

    [Sujeto]/OBJETO SUJETO/[objeto]

    Regreso Empirismo Abstracto Regreso Gran Teora

    Permanencia de la polarizacin

    Sujeto / Objeto

    Cuadro III. Derivaciones de la institucionalizacin de las nuevas sociologas

    Sujeto Objeto Objeto Sujeto

    MOVIMIENTO 1: Acercamiento; focalizacin MOVIMIENTO 2: Alejamiento; olvido

    Cuadro IV. Campo I/Campo II: el espacio de lo monstruoso

    HiatoArticulacin

    Paisaje habitable lo impertinente, lo intermitente, lo incidental

    monstruos no naturalizados parte nocturna de la investigacin social

    fuera-de-texto, fuera-del-libro

    CAMPO II: espacio de trnsito

    4.1. HIATO: TERRITORIODE LA INVESTIGACIN SOCIAL

    Porque no se deja ni de viajar ni de repre-sentar para investigar: se va y se regresa, perotambin se visita. Y en la visita se cambia. Enese territorio, el del hiato 27 situado entre los dosdesplazamientos del paradigma clsico de la

    investigacin social, estn los terrenos incmo-dos, poblados por los fantasmas de la lgica dela representacin y los restos de la gramtica

    del viaje, y es ah donde entendemos que puededesplegarse una acepcin del campo de inves-tigacin que atienda a cmo recorta la miradacientfica y a sus consecuencias. Que d cuen-ta, en otras palabras, del campo de la investiga-cin social en trminos de prcticas y de nego-ciaciones, de tensiones y de entrecruzamientos.En ese campo la etnografa y la sociologa aca-

    dmicas se despistan, pues han de transar consujetos y objetos huidizos, los subproductos desus soportes, los remanentes, pues no repre-

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    15/21

    sentativos, pues no significantes de sus ejerci-cios de particin, distincin y cierre. Viven ensus fronteras, en un universo de silencio querodea su cierre, que limita por doquier el lugar

    desde donde habla, o el lugar del que habla(Serres, 1991: 86). En el espacio fronterizo quesepara el acercamiento/focalizacin del aleja-miento/olvido.

    As, si ensanchamos esa minscula barra quesepara sujeto/objeto de la representacin,comienzo/final del viaje, y la tematizamos comoun territorio, se entreabre un espacio tenso eincmodo donde pueden llevarse a la prcticaalgunas de las interpelaciones a las que nosconminan los llamados de las nuevas sociolo-gas. Reformular el campo en trminos de

    hiato no niega que la construccin del campode investigacin sea producto de una operacinde delimitacin y de recorte. Ahora bien, estareformulacin introduce la peculiaridad de ha-bilitar, de figurar, un paisaje habitable queincluye a quien efecta dicho recorte y losmapas los heredados y los nuevos que em-plea para hacerlo. Porque el hiato es el produc-to de la articulacin compleja de la sociologacon su objeto: es su resultado y es su negacin.Es un espacio, entonces, habitado por mons-

    truos no naturalizados y autores encarnados, unpaisaje que se perfila desde lo que dejan fueralas cartografas sociolgicas, pero un paisajecartografiable; es una construccin sociolgicaque genera vida social. Terreno, por eso, sus-ceptible de nuevas cartografas y de nuevostrabajos de campo (cf. ACOTACIN III), ahora s,desde una posicin incmoda, donde hacervisibles las tensiones que estn detrs de lasinquietudes tcticas, metodolgicas y episte-molgicas que presiden nuestros trabajos einvestigaciones.

    4.2. ARTICULACIN: TRABAJOSOBRE EL CAMPO

    El campo en el paradigma clsico era ellugar al que viajar para cautivar al objeto quenos esperaba inerte y el lugar del que regresarcon el preciado tesoro de su representacin;pero nada se nos deca sobre cmo estar en l,ms all de los consabidos consejos metodol-

    gicos depurados de implicaciones epistemol-gicas de mayor alcance. Sin embargo ahora,interpelados por las nuevas sociologas, com-

    prometidos con nuestro carcter encarnado yadvertidos de la emergencia de restos mons-truosos no naturalizados, qu hacer, cmoestar, en ese espacio ensanchado del hiato?

    El viaje, en la lgica del desplazamiento, sepoda representar grficamente con una flechade un continente el sujeto a otro el objeto;con la propuesta de la articulacin no se pre-tende anular o negar los desplazamientos, puestodo trabajo de representacin los implica,sino asumir y reconocerse en las dislocacionesque los desplazamientos producen, instalarseen el hiato, en ese paisaje habitable productode dilogos, querencias, mapas previos; ensuma, de luchas por el sentido. Por debajo dela lnea de direccin nica con la que se repre-

    senta la investigacin social en el paradigmaclsico surge un territorio, el del hiato, unespacio de superposicin (Barel, 1982: 78) 28,donde sujeto y objeto ya no aparecen comounidades escindidas ni entre s ni con respectoa las redes de relaciones en las que ambosestn insertos. La explotacin de ese espacio,donde se superponen las distintas lneas defuerza de un campo de investigacin, constitu-ye la propuesta metodolgica de este trabajo ynos permite dejar de pensar en las ciencias

    sociales como enuna prctica normativa de personas deafuera que visitan/estudian a las dea den tro sino () una prctica para

    prestar atencin a las identidades cam -biantes en relacin con la gente y lastemticas que un antroplogo buscarepresentar (). El modo como se nego -cian las identidades a travs de relacio -nes, en determinados contextos histri -cos, es pues un proceso que constituyetanto a los sujetos como a los objetos(Clifford, 1999: 106).

    La apuesta por la articulacin es, pues, enprimera instancia, una apuesta por la encar-nacin del proceso cognitivo, una redefini-cin del trabajo de campo en direccin a sucomprensin como un habitus ms quecomo un lugar, [como] un conjunto de dispo-siciones y prcticas corporizadas (I b d e m:91). La articulacin, al traspasar las limita-

    ciones que arrastra entender el campo comouna entidad preexistente a la investigacinsocial, nos da acceso a la intermediacin, al

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    encuentro de hbridos, subyacente a todoprctica significativa:

    En ingls antiguo articular n os

    recuerda Haraway significa alcanzartrminos de acuerdo. Quiz deberamosvolver a vivir en ese mundo obsoleto yamoderno. Articular es significar. Esunir cosas espeluznantes, cosas arries -gadas, cosas contingentes (1999: 150).

    Pasamos entonces de la necesidad de investi-gar guiados por presunciones epistemolgicas aepistemologas que se despliegan en acto (cf.ACOTACIN III); esto es, a considerar que la epis-temologa es una parte del acto de investigacin

    y no una mina de oro para reflexiones exteriores,posteriores o pstumas (Lourau, 1997: 7). Siconocer no slo es un acto de representacin sinotambin un dispositivo de presencia, el campo

    slo puede entenderse como una situacin pro-visional, parcial, permeable, enmaraada ynuestra presencia en l el trabajo en el camposlo puede desplegarse si se enfoca como un acto

    de implicacin. Implicacin que no es ni inicia-cin ni empata no se trata de meterse en la pieldel enfermo, de hablar por los objetos, de dar voza los sin voz; es visitar el campo, y aceptando lacontingencia de nuestras conexiones, resituarnosen una pluralidad de actantes/actores, enfrentar-nos a su carcter espacio-temporal, asumir elcarcter construido de las fronteras, incluidas lasque nos definen a nosotros mismos y las quedamos por supuestas y contribuimos a construir(Haraway, 1995, 1999). Articular implica, pues,dislocar nuestra posicin como artfices y admi-

    tir el ejercicio de dislocacin al que, con nuestrosartificios tcnicas de investigacin, herramien-tas tericas sometemos a nuestros artefactoscampo, objeto.

    166 Elena Casado y Gabriel Gatti

    ACOTACIN III: TESIS, EL CAMPOO de cmo construir un paisaje y pasear por l

    Los objetos de trabajo de la sociologa vascos, mujeres son las resultantes de una serie de lneas defuerza entre las que est incluida la propia sociologa perspectiva de identidad nacional, perspectiva deidentidad de gnero. Pero en todo recorte de un campo y un objeto la situacin euskaldunizacin deadultos, identidades de las mujeres (1975-1995) se genera un resto. Los restos del recorte de la pers-pectiva sociolgica constituyen un campo habitado por los monstruos de la representacin G.G.: la eus -kaldunizacin de adultos en cuanto que catalizador de formas de la identidad ajenas a la arquitectura delNombre, el Territorio y la Historia; E.C.: las identidades de gnero como ficciones producto de la perfor -matividad de la accin sobre cuerpos sexuados, cuerpos sociales y cuerpos narrados, entidades cuya natu-raleza es la de ser deshecho y ausencia del orden con que se da forma al campo sociolgico el orden esta -dstico, la historia y espacio del fenmeno.

    No se trata de reconstruir la historia del fenmeno, la evolucin del objeto espacio de la eus -kaldunizacin de adultos, cronologa de las transformaciones de las identidades femeninas, sino dehabilitar un espacio, el hiato, en el que tengamos cabida y que permita asomarse a las diversas fuerzas

    implicadas en el proceso de construccin de sentido de mujer o lo vasco: G.G.: euskaldunes viejos, euskera rural, euskera urbano, G. G., nacionalismo, antropologa, insti -

    tucionalizacin, euskera unificado, aprendientes, Academia de la Lengua Vasca, euskaltegis, internados,enseantes, neolengua, E. C., mapas sociolingsticos, investigacin social, estadstica, publicidad, eus -kaldunes nuevos

    E.C.: cuerpos, institutos universitarios, revistas, grupos feministas, psicologa, instituciones polti -cas, indicadores estadsticos, G. G., discursos mdicos, anticonceptivos, modelos culturales de referen -cia (cine, publicidad, etc.), leyes, retricas, E. C., sociologa de la familia, manifestaciones, libreras demujeres

    Situados en ese espacio de superposicin, se trata de articular: de situarse en el campo, visualizadocomo un territorio de distensiones, conexiones, alianzas y fracturas, que nos permita representar lo social-mente existente como proceso.

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    En la dcima mxima de su Declogo delperfecto cuentista Horacio Quiroga nosaconseja:

    Cuenta como si tu relato no tuvierainters ms que para el pequeo ambien -te de tus personajes, de los que pudistehaber sido uno. No de otro modo seobtiene la vida en el cuento (1999: 16).

    Que el ambiente de los personajes de lasociologa obtenga vida depende de la mismapremisa: de la construccin de una ficcin decoherencia un campo cerrado, real, interesanteslo para los que viven en l pero a la que elartfice de la investigacin no es ajeno no slo

    porque lo produce, sino tambin porque lmismo habita ese paisaje. De la capacidad delsocilogo para que la accin de sus artificios(sus teoras y sus tcnicas) y de sus artefactos(los actores de su campo) encajen en el guinque est construyendo y en el paisaje al que hadado forma depende que aqul cobre vida, quela sociologa genere un campo en el que no sedescarte lo monstruoso. Pero la construccin dela coherencia necesaria para sustentar el relato,al mismo tiempo, requiere purificar lo reticular,

    naturalizar lo monstruoso, estableciendo al finalnuevas fronteras. Implicarse es, por lo tanto, darforma a un guin que contiene sus propios lmi-tes; es situarse en el ncleo de las articulacionesentre la sociologa y sus objetos.

    4.3. ABANDONO, ESCRITURACINY CIERRE

    La figura del hiato, con la que iniciamos estacartografa de lo monstruoso y definimos loslmites de su campo, reaparece en este tercer yltimo momento analtico. Y reaparece paradesaparecer, pues, en efecto, y como el propioBajtin seala, el del hiato es el cronotopodonde se desarrolla la accin, al tiempo que loque est condenado de antemano a desvanecer-se bajo la fuerza del relato. El discurso devienetexto, la experiencia se transforma en productonarrativo y esta operacin efecta la disloca-cin entre el autor y el interlocutor (Kilani,1988: 23) sobre la que se levanta la representa-

    cin, sin que podamos soltar el lastre de seguirsoando con inscribir el saber en una red decomunicacin a larga distancia (Ibdem: 30).

    Slo con la inscripcin el viaje deviene viajecientfico y el trabajo de investigacin justifi-cacin para la autora, la autorizacin y la auto-ridad. La escritura de tesis, al precio de aplanar

    la articulacin y de naturalizar lo monstruoso,ot orga la autoridad suficiente para decirtedueo de una posicin de enunciacin paradecirte autor y estar autorizado para hablarcomo miembro de una disciplina.

    Del hiato no queda rastro; al menos no en eltexto que lo refleja, ni en quien se constituye ensu portavoz y representante: es un cronotopo queno tiene significacin (Bajtin, 1989: 243). Yaunque en ese hiato que separa los puntos visi-bles del relato su partida (el plan del viaje, laruta de campaa, y, tambin, el proyecto deinvestigacin) y su regreso (la relacin del viaje,la exhibicin del botn, y, tambin, el informe deinvestigacin o la tesis) se desarrolla toda laaccin, slo el comienzo y el trmino del movi-miento argumental son acontecimientos esen-ciales en la vida de los hroes (Ibdem).

    Es el peaje de la lgica de la representaciny de la gramtica del viaje. Necesarios ambospara escribir. En otra mxima de su declogo,la octava, Quiroga nos vuelve a aconsejar

    sobre cmo hacerlo:Toma a tus personajes de la mano y

    llvalos firmemente hasta el final, sinver otra cosa que el camino que les tra -zaste. No te distraigas viendo t lo queellos no pueden o no les importa ver(). Ten esto por una verdad absoluta,aunque no lo sea (1999: 16)

    Los personajes del guin monstruos, acto-resred, autoresred, articulaciones contin-gentes habitan un paisaje ya definitiva-mente cartografiado por el texto y nosdevuelven, as, a la ficcin de la coherenciadel campo de investigacin. Sin embargo, vie-jos y nuevos monstruos siguen agolpndoseen sus fronteras.

    NOTAS

    1 Cabe remitir, entre otras muchas referencias, a lostrabajos de Watzlawick y Krieg (eds.) (1994), Woolgar(1991) y, fundamentalmente, a los del propio Foucault(1987, 1988) para una crtica en profundidad del para-digma clsico de la investigacin social.

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    2 Si en el caso de las ciencias naturales ese desplaza-miento es, por lo general, analtico, en el de las cienciassociales la metfora se desarrolla en toda su intensidad.Cabe remitir para un anlisis en profundidad de la sus-tantividad del viaje en el momento fundacional de las

    ciencias humanas al texto de Affergan, 1987.3 Distincin sobre la que trabaja Lamo de Espinosa,quien dice que el lenguaje sociolgico penetra, pues,constantemente en el etnosociolgico al tiempo que stees frecuentemente parasitado por aqul. La ciencia sociales casi automticamente etnociencia, y sta, cienciasocial (1999: 156).

    4 Caso, entre otros ejemplos, de los debates sobre lacreatividad de la accin (Joas), los relacionados con lasreflexiones en torno a las teoras del actorred (Latour,Law), o las ambiciosas reformulaciones de la teora dela prctica (Bourdieu) o de la dualidad de la estructu-ra (Giddens).

    5 Aunque no slo all, pues este problema atraviesa

    tambin otros debates mayores de la sociologa con-tempornea, y aparece como una de las preocupacionescardinales en formulaciones como las de la sociedad delriesgo, los problemas derivados de la globalizacin eco-nmica y cultural o, sin pretender ser exhaustivos, de lasociedad de la informacin. Del mismo modo, ya ennuestro contexto acadmico ms inmediato, los palosque se tocan en los dos ltimos volmenes que la serie

    Academia del CIS dedica a los debates tericos en socio-loga son buenos ndices de la centralidad de estas preo-cupaciones en los desarrollos ms recientes de la teorasociolgica: complejidadcomo clave de reflexin en elpenltimo volumen de la serie (PrezAgote y Snchezde la Yncera (eds.), 1996), y globalizacin, riesgo yreflexividaden el ms reciente (Ramos y Garca Selgas(eds.), 1999).

    6 Apuestas que se traducen en frmulas distintas, mso menos novedosas: de un lado, las que defienden la ins-titucionalizacin de una comunidad intersubjetiva desaberes compartidos como nica forma de superar laslimitaciones de la observacin (Maffesoli, Habermas);de otro, quienes se inclinan de manera ms decidida porla multiplicidad de voces que intervienen en la produc-cin del conocimiento (Haraway, Clifford).

    7 Lema de la campaa primavera 1998 de la agenciade viajes para jvenes Unlimited.

    8 Estructura narrativa y modelos que ambos hemos

    rellenado y en los dos casos con xito aunque ante insti-tuciones diferentes: la Universidad Complutense deMadrid y el Gobierno Vasco, organismos que financianla posibilidad de que el plan de trabajo presentado en elformulario normalizado de las becas FPI pueda llevarsea trmino.

    9 Matiz necesario, pues, ciertamente, no todo viaje esforzosamente viaje cientfico. En efecto, como sealacon acierto Clifford (1999), en la constitucin del con-cepto de campo en ciencias sociales la pelea tiene lugar,fundamentalmente, en las orillas que separan el viaje deinvestigacin de los viajes de los que l llama sus otrosdisciplinarios: el viaje literario, el viaje periodstico, el

    viaje evangelizador, la expedicin militar Para unestudio de la orilla que separa el viaje de investigacinde su otro ms contemporneo, el turismo de masas, cf.el texto de Urbain (1986).

    10 La perspectiva ha sido para nosotros materia deatencin en trabajos anteriores acerca del lugar que ocu-pan la visin y lo visual en ciencias sociales (Gatti,1999a; Casado, 2001).

    11 El dominio del orden escpico, que es el dominio

    de la perspectiva, marca el momento y el lugar para, diceSauvageot, la emergencia de una teora de lo visible queapunta a una racionalizacin del espacio tal que dirige elojo hacia el objeto. Concebida como una ventana abiertasobre el mundo, la perspectiva ofrece la representacinde un mundo regulado por leyes objetivas y limitado porlos bordes del cuadro. Lejos de abrirse a lo invisible, laperspectiva fija lo visible y es, en ese sentido, una estti-ca de los cuerpos (1994: 103).

    12 Cuestin que Foucault explica de esta manera: Elobjeto no aguarda en los limbos el orden que va a libe-rarlo y a permitirle encarnarse en un visible y grrulaobjetividad; no se preexiste a s mismo retenido por cual-quier obstculo en los primeros bordes de la luz. Existe

    en las condiciones positivas de un haz complejo de rela-ciones (1988: 73). En ese mismo sentido, los tericosdel actor-red, por ejemplo, definen el objeto como elefecto de un conjunto de relaciones, objeto que slo esestable y singular mientras su sintaxis se mantiene tam-bin estable (Law y Hassard, 1999).

    13 Ese lugar de intervencin cientfica es lo que inte-resa a la ciencia, el lugar desde el que interviene social-mente en cuanto que problema y sociolgicamenteen tanto que problemtica. Pero problema y proble-mtica, en la definicin ms paradigmtica, se entiendencomo discrepancia considerable entre lo que existe y loque debera existir (socialmente: cuestin de polticas deintervencin; sociolgicamente: cuestin de estrategiascognitivas); mientras que en las nuevas sociologas laapuesta pasa por enfatizar el carcter construido, en pri-mer lugar, de lo que se considera una discrepancia con-siderable, en segundo lugar, de la interpretacin de loexistente y, en tercer lugar, de la interpretacin de lodeseable. Desde esta perspectiva, por tanto, los proble-mas sociales no son condiciones objetivas que haya queanalizar y sobre las que haya que intervenir, sino proce-sos interpretativos imbricados en las realidades cotidia-nas (Miller y Holstein, 1993)

    14 Esta formulacin la rescatamos de la conversacinmantenida con Manuel Rodrguez Caamao acerca deeste trabajo.

    15 Desde este prisma, los objetos no son tan unitarioscomo los modernos pensaban ni estn tan inmersos en lamultiplicidad postulada por los postmodernos, sino queestn ah, en las nuevas conjunciones esperando el pro-ceso que les otorgar unidad a su trmino, una unidadque no tenan al principio (Latour, 2001).

    16 El resultado de esta operacin, por la que el objetoadquiere consistencia y el sujeto se convierte en meroescriba, es lo que en otros lugares hemos llamado feti -chismo del objeto preexistente y del sujeto desencarnado(Casado, 2001) opostulado de la exterioridad del sujeto(panoptismo) y postulado de la unidad del objeto (sinop -tismo) (Gatti, 1999a).

    17

    Lo ms sorprendente de este mecanismo de distan-ciamiento es, como sostiene Sperber, que los antroplo-gos no conciben sus interpretaciones como resultado dela aplicacin de un procedimiento literario, sino como el

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    fruto de un mtodo o de una actitud epistemolgica esen-cial para las ciencias humanas (1982: 27).

    18 Para un mayor desarrollo de la conceptualizacinde las inscripciones cientficas como mviles inmuta-bles, cf. Latour, 1985.

    19

    El mecanismo retrico fundamental es el discursoindirecto, construido de tal modo que, para el lector, esimposible saber en que medida el discurso en estiloindirecto se parece al enunciado original (Sperber,1982: 25).

    20 Prez-Agote (1986: 27), apuntando en esta direccin,recoge una cita de Bourdieu en la que ste da cuenta decmo la conciencia y sus nombres se sitan en muchosestudios por encima de las condiciones que posibilitan sugnesis en la investigacin social. Dice Bourdieu:

    La personalizacin de los colectivos () con -duce a postular la existencia de una concienciacolectiva de grupo o de clase: adoptando para

    grupos e instituciones disposiciones que no pue -den constituirse sino en las conciencias individua -les (). Se dispensa as de analizar estas condi -ciones y, en particular, las que determinan elgrado de homogeneidad objetiva del grupo consi -derado y el grado de conciencia de sus miembros(1972: 174).

    21 Cf. el prlogo de Ibez a suMs all de la socio -loga para una potente descripcin del concepto hereda-do de la autora y del estilo en ciencias sociales: autorausente, noestilo como estilo, autoridad construidadesde la pertenencia a la (neutra, limpia) Repblica delos sabios. All dice Ibez:

    El criterio de evaluacin [de una tesis] es laconcordancia del discurso con el texto; concor -dancia en la forma, de ah el estilo o mejor,ausencia de estilo que caracteriza a la escrituraacadmica, y que llevar a la ablacin de todahuella personal (1986: 6).

    22 El hacer delproceso progreso es la conversin quedescribe la prctica legitimada del hacer cientfico: eltexto engarza un comienzo, un presente y un final que sesuceden ineludiblemente como etapas irreversibles, demodo que en dicha secuencia cada fase tiene un carc-ter de transicin, esto es, posibilita el alcance de la fase

    siguiente; de tal modo que la secuencia misma mostraraun carcter definitivo, debiendo responder cada fase auna exigencia particular que conlleva la caracterizacindel antes como justificable, el ahora como emprendible yel despus como alcanzable, todo ello adems con carc-ter necesario (Davila, 1995: 71).

    23 Fuera de este texto han quedado muchos de losacontecimientos que han permitido que se escribiesehasta adoptar la forma que ahora tiene. Que seamos cons-cientes: el trabajo conjunto realizado hasta llegar al semi-narioAstucias II: fronteras, que dentro de las actividadesde Las astucias de lo social se celebr en Allariz enseptiembre de 1999, y, mucho ms adelante, en mayo del2000, la presentacin del trabajo en el curso de doctoradoque conduce M. Rodrguez Caamao en el departamentode Teora Sociolgica de la Universidad Complutense.Pero, ms que eso, expulsado tambin a la parte noctur-

    na de la investigacin ha quedado el proceso de cons-truccin de este texto, apasionante, divertido y placente-ro, del que el resultado final no es sino una plida mues-tra. Como en las investigaciones, como en las tesis, eneste texto se ha tenido que convertir un proceso creati-

    vo, tenso, polifnico, irregular en unprogreso regu-lado, sinttico, sujeto a una secuencia expositiva.24 Conversiones a las que no son ajenas ni las retricas

    de la actualidad ni la continua modernizacin ni los impe-rialismos culturales o la mercantilizacin del saber (Bour-dieu y Wacquant, 1999). Basta con revisar las publicacio-nes, los congresos y las conferencias ms recientes paracomprobar la existencia de circuitos ya consolidados, quese empiezan a percibir tambin en la renovacin de planesde estudio por ejemplo, la reconversin en los nuevosplanes docentes de algunas universidades de la asignaturade Macrosociologa en la de Procesos de la sociedadcontempornea o la inclusin de una an no muy mati-zada Enfoques tericos contemporneos junto a la

    diseccin tradicional de las Teoras entre Clsicas yContemporneas y en la incipiente institucionalizacinde las estructuras departamentales desde los Seminariosde Estudios de la Mujer a centros de investigacin como,por ejemplo, el Centro de Estudios sobre la IdentidadColectiva (http://www.ehu.es/CEIC), pasando por la red,institucionalizada tambin de manera incipiente, que daorigen a este trabajo, la deLas astucias de la identidad.Esta institucionalizacin, si bien embrionaria en nuestrocontexto acadmico, est mucho ms consolidada en elmundo anglosajn (Cultural Studies, Womens Studies,Postcolonial Studies, etc.) y en cierta medida en el franc-fono, donde incluso se han redactado ya manuales intro-ductorios que contienen la historia y los autores de sta

    que ahora aparece como escuela (Corcuff, 1998). Algunosde los efectos ms caricaturescos de estos procesos hansido ya, incluso, materia de novelas como la de DavidLodge,El mundo es un pauelo (1996).

    25 Algo que podra interpretarse como la entrada por lapuerta de atrs de algo tan viejo como lo que Wright Mills(1974: 68-92) llam Empirismo Abstracto, esto es, ejer-cicios de investigacin social que minimizan la importan-cia de los problemas y de las condiciones que los hacenposibles, y que al hacerlo niegan o al menos ocultan lapropia posicin de enunciacin de quien la desarrolla.

    26 Lo que, de nuevo, podra interpretarse como elregreso de la Gran Teora (Wright Mills, 1974: 44-67) alas ciencias sociales por la puerta de las corrientes que se

    dedican con intensidad a la deconstruccin de sus propiasbases disciplinares. Como ha escrito Bourdieu, un dis-curso que se toma a s mismo como objeto atrae menos laatencin sobre el referente, que podra ser sustituido porcualquier otro acto, que sobre la operacin consistente enreferirse a lo que se est haciendo y sobre lo que la dis-tingue del hecho de hacer simplemente lo que se hace(1982: 54-55). Esto es lo que aparece en muchas de lascrticas que reciben, no siempre con justicia, algunos delos debates posmodernos o las actividades de los departa-mentos de Cultural Studies. Pero no slo: tambin enterritorios sociolgicos ms convencionales proliferanejercicios de Gran Teora que con cierta compulsin tien-den a la exgesis de las fuentes, al rastreo en bsqueda delorigen de una idea. Son stos ejercicios propios de aqu-llos a los que Merton llam, aqu s con justicia, adum-bracionistas, iluminadores de los orgenes, especialistas

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    en teora que caen con cierta facilidad en la atractivapero fatal confusin de la teora sociolgica actual con lahistoria de las ideas sociolgicas (1984: 18).

    27 La imagen del hiato la desarrolla Bajtin (1989) escri-biendo acerca de las novelas de aventuras. All explica que

    todo viaje puede descomponerse analticamente en dosdimensiones: una visible, la que une el principio y el final,trazo constitutivo del relato; otra invisible, la del propioviaje, la del hiato, ajeno al trazo del relato, insignificanterespecto a l. El hiato, en la novela de aventuras, constituyeun espacio vaco e insignificante: pequeo, sin sentido,ausente de la trama, que se define apenas por lo que separa:

    Esa ruptura, esa pausa, ese hiato entre dosmomentos biogrficos directamente contiguos, enel que se estructura toda la novela, no se incor -pora a la serie biogrfica temporal: se sita fueradel tiempo biogrfico: el hiato no cambia nada enla vida de los hroes; no aporta nada a su vida. Se

    trata de un hiato extratemporal entre los dosmomentos del tiempo biogrfico (Ibdem 242).

    28 En el mismo sentido, cabra acudir a otras figura-ciones equivalentes a la de espacio de superposicinde Barel: la afinidad en Haraway, la mediacin enLatour, el espacio de transformacin en Serres o ellimen de Turner.

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  • 7/21/2019 Viaje Por Las Fronteras Del Campo Sociolgico

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