Trasnacionalizacion de Las Danzas Aztecas

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Danzas y costumbres de concheros en México

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  • Debates do NER, Porto Alegre, ano 13, n. 21 p. 11-48, jan./jun. 2012

    TRANSNACIONALIZACIN DE LAS DANZAS AZTECAS Y RELOCALIZACIN DE LAS FRONTERAS MXICO /

    ESTADOS UNIDOS

    Rene de la Torre (Ciesas Occidente)Cristina Gutirrez Ziga (El Colegio de Jalisco)

    El presente artculo trata sobre el papel que juega la rehabilitacin, reinvencin y rescate de mitos fundacionales, smbolos nacionales y rituales transfronterizos basados en la bsqueda de races etno-nacionales en un con-texto transfronterizo.1 En particular compararemos una misma celebracin (de reciente invencin) en torno al ltimo emperador Azteca que se lleva a cabo simultneamente en Tijuana (Baja California, Mxico) y en Los ngeles (California, Estados Unidos). Estas poblaciones forman parte de una regin fronteriza, que aunque se encuentran dividida por una muralla, es a la vez un lugar de encuentro con la multiculturalidad y con la alteridad nacional. Es como lo seala Homi Bhabha un lugar in-Between (en el entre) de dos reg-menes nacionales, que a su vez reconfi guran la identidad tnica y la ciudadana.

    Veremos el ritual como el lugar donde escenifi ca una narrativa basada en el rescate de las races aztecas de la mexicanidad, para atender la manera en que esta narrativa contribuye a reivindicar una nacin imaginada allende las fronteras,2 que se legitima recurriendo a la memoria fundacional del imperio azteca. Esta nacin imaginada se genera a partir de actores urbanos situados en los mrgenes del Estado que crean contranarrativas de origen de naciones primeras y formas de nacionalismo invertidas y esencializadas.

    1 Este trabajo forma parte del proyecto: Transnacionalizacin y relocalizacin de las religio-nes indo y afro americanas (CONACYT 81926), coordinado por Rene de la Torre. Una primera versin fue presentada en el Coloquio del proyecto en Pars, febrero del 2009.

    2 Una nacin construida sobre la idea de una comunidad abarcadora que permite que los individuos se sientan parte de ella sin conocerse entre s y a pesar de la imposibilidad de interaccin cara a cara (Anderson, 1991).

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    Incluso su concepcin de nacin, al ser una narrativa que transversaliza lo binacional, es capaz de generar un transnacionalismo desde abajo. (Smith; Guarnido, 1998; apud Capone; Mary, s/f ).

    Es en el tema de la generacin de transnacionalismos desde abajo, o desde los mrgenes, que se sita el presente trabajo, pues atendemos prc-ticas y narrativas que se producen en las periferias y que migran en sentido inverso al imperialismo, y que en lugar de generar poderes unidireccionales, generan fl ujos multidireccionales de bienes, prcticas e instituciones reli-giosas (Csordas, 2009, p. 4).

    Diversas ceremonias rituales, como son las vinculadas a la danza azteca y en particular el homenaje a Cuauhtmoc, contribuyen a crear una sem-blanza de verdad (autenticidad) en la cual se sustenta la ancestralidad del linaje tnico-racial azteca de una nacin original concebida como Aztln. Esta nacin imaginada, debido a que desempolva y reivindica la memoria de un territorio que abracaba los dos estados nacionales divididos hoy por una frontera, constituye una nacin transnacionalizada.

    Por ltimo, atenderemos el ritual como un acto performativo (y no solo comunicativo) en la medida en que es capaz de generar una comunidad tinca-nacional imaginada adscrita a nuevos espacios sagrados. En este senti-do proponemos que la ceremonia a Cuauhtmoc como principal ceremonial del movimiento de la mexicanidad, contribuye a redefi nir simblicamente el territorio fronterizo bajo dominios de imaginarios de identidad ancestral que proyectan la utopa postcolonial del regreso a los orgenes como a una tierra prometida donde se cumplir el despertar de una civilizacin negada por el mundo occidental, el capitalismo, y el modernismo. El lugar de fronteras genera continuamente desterritorializacin y reterritrorializaciones, por lo cual permite, como ya lo seal Nstor Garca Canclini (1989), atender las entradas y salidas de la modernidad.

    Un importante antecedente sobre la capacidad de las danzas aztecas en la construccin de la tradicin chicana en California (Estados Unidos) fue el trabajo de Marigela Rodrguez (2005), quien destac el papel performativo de la danza para, por un lado, dramatizar la experiencia histrica de dester-ritorializacin y reterritorializacin de los chicanos (mexicanos residentes de

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    Estados Unidos) en la ciudad de Los ngeles, y en un segundo momento reconstruir su historia e identidad. En nuestro caso particular, la seleccin de un ritual simultneo en ambos lados de la frontera se debe a que, como lo desarrollamos en un trabajo anterior, consideramos que ste acto posee la efi cacia simblica para rescatar y conquistar la memoria histrica de un pasado idealizado como glorioso, que permite imaginar una nacin alter-nativa a la demarcada por los estados modernos,3 pero generada como lo plantea Chatejee (1996) desde los mrgenes.

    Por un lado, el ritual ser retomado como un acto performativo4 que resimboliza y narra una nacin imaginada, basada en un mito ancestral y que conduce una utopa para construir otros accesos para ingresar a la modernidad. Consideramos el ritual, como una acto narrativo (simbolizado y ritualizado) de la nacin, que como sugiere Bhabha emerge como un efecto de semejante signifi cacin incompleta es una transformacin de las fronteras y lmites en espacios in-between a travs de los cuales los signifi cados de autoridad cultural y poltica son negociados (Bhabha, 2000, p. 218).

    Compartimos la hiptesis de que la migracin y la movilidad generadas por los fl ujos de bienes materiales, humanos y simblicos lejos de debilitar los rasgos de autenticidad e identidad nacional y tnica, contribuyen a revalorar, reinventar y recuperar etnicidades, debido a que, por un lado lo tnico puro se ha convertido en uno de los instrumentos ms fl exibles de la invencin cultural, y lo global est defi nitivamente incorporado en las

    3 El concepto de nacin imaginada lo retomamos de Benedict Anderson, quien la defi -ne como una construccin narrativa sobre la idea de una comunidad abarcadora que permite que los individuos se sientan parte de ella sin conocerse entre s y a pesar de la imposibilidad de interaccin cara a cara (Anderson, 1991), Sin embargo a diferencia de este autor, consideramos que las naciones imaginadas pueden ser tambin construidas desde los mrgenes, y no solo por los estados (Chaterjee, 1996).

    4 Retomamos la concepcin performativa del ritual propuesta por Victor Turner quien inspirado en la teora de los actos performativos del habla de Austin que le confera a stos no solo un funcin comunicativa sino una forma de accin. En este sentido Turner ve el ritual como un acto realizativo, en donde el drama social no solo expresa la experiencia vivida, sino que adems es capaz de recrear una sociedad ideal o de realizar el confl icto (Vase Turner, 1980).

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    formas aparentemente ms arcaicas de la comunidad indgena (Galinier; Molini, 2006, p. 9). Y por otro lado, a que la necesidad de arraigo local, tnico y nacional adquiere carcter prioritario, contribuyendo a que, como sugiere Stefania Capone, las races, en lugar de desvanecerse, se multipliquen y se desplacen a otros territorios (Capone, 2004).

    En particular se eligi la celebracin del aniversario del Tlatoani Cuauhtmoc,5 el ms importante hroe del panten azteca, en el cual confl uyen distintos actores: chicanos, seguidores del movimiento de la mexicanidad, danzantes tradicionales concheros, y buscadores new age de espiritualidades indgenas. Lo interesante de dicha ceremonia es que siendo un ritual cvico-espiritual de reciente invencin, est referido a generar la idea de continuidad de un linaje tnico prehispnico: la raza azteca. El estudio se basa en una monografa de la celebracin que se realiza simultneamente en ambos lados de la frontera Mxico/Estados Unidos: el Homenaje a Cuauht-moc en Tijuana (lado mexicano) y en Los ngeles (del lado estadounidense).

    LA MEXICANIDAD Y LA DANZA: RITUALIDAD QUE ACTUALIZA UNA NARRATIVA DEL REGRESO A LOS ORGENES

    La danza azteca o mexica es actualmente una prctica ritual de reciente invencin, pero que contribuye a un programa de rescate de las races ances-trales. Existen mltiples versiones antagnicas al interior de este movimiento que contribuyen a redefi nir estlisticamente e ideolgicamente al movimien-to. Esta disputa polmica se sita en un debate entre la mexicanidad radical el rescate de lo puro (danzas mexicas esencializadas), lo sincrtico-tradicional (danzas concheras-aztecas que forman parte del sistema de religiosidad popu-lar), y la neo mexicanidad (basada en un nuevo eclecticismo que reinterpreta lo prehispnico bajo el crisol de una matriz new age).

    Creemos que la mejor manera de caracteriza la expresin estlstica e identiraria de la danza en el contexto fronterizo es como hibridacin

    5 Tlatoani es la autoridad en nhuatl, Cuauhtmoc fue el ltimo emperador del imperio Azteca y es considerado como el primer hroe nacional de Mxico.

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    cultural (Garca Canclini, 1990). Este concepto permite atender el cruce entre las culturas tradicionales y la modernidad contempornea. Por ello la antropologa se plantea no solo mirar hacia las resitencias culturales, sino tambin a las transformaciones profundas que lo popular y la tradicin estn sufriendo en relacin con los efectos de la urbanizacin, la globali-zacin cultural provenientes de los fl ujos de informacin meditica, de los fl ujos migratorios, de los fl ujos mercantiles y de los fl ujos de la tecnologas cibernticas. Esta interaccin a su vez provoca nuevas culturas en las que las distinciones de clase, y las distinciones entre alta cultura y cultura popular, van perdiendo sentido. Podemos corroborar la tendencia de la mexicanidad hacia la generacin de nuevos hibridismos culturales y eclecticismos reli-giosos que, incluso recrean el neobarroco basado en sobreponer imgenes del mestizo o el indio mexicano a partir de una sobreabundancia y fi ccio-nalizacin de la identidad; no obstante, como lo advierte Serge Gruzinski, habr que tener cautela con: [...] los mrgenes que se liberan pero tambin las trampas que encierra esta aparente libertad, este aparente desorden de lo imaginario (Gruzinski, 1990, p. 214). Por ello buscaremos no perder de vista que, aunque consideramos la danza bajo una ptica de los proceso de hibridacin, contnua siendo una prctica donde se contina disputando la tensin imbricada en la construccin del mestizaje nacional.

    Dentro de este sistema simblico, la danza ritual tiene una relevancia en la confrontacin cultural. Por un lado los conquistadores espaoles recurrieron a la asimilacin de las danzas prehispnicas para escenifi car la conquista (denominndolas como danzas de conquista), y permitieron esta prctica en relacin a la estrategia de sustitucin de las divinidades indgenas por imgenes cristianas (Warman, 1972). Por otro lado, algunos pueblos indgenas han practicado la resistencia cultural activando un simulacro que oculta bajo las formas catlicas a los cultos indgenas (De la Torre, 2008). Ms recientemente, a mediados del siglo XX la danza (transformada en conchero-azteca) fue revalorada por los sectores urbanos populares como la fuente ms legitima para recuperar el sentido indgena de lo azteca. Posteriormente, la danza ha sido fuente de inspiracin de procesos de resignifi cacin que tienden a una esencializacin de la danza prehispnica

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    o mexhica, basados en la recuperacin de la pureza del pasado indgena, reculturalizando la danza hacia una tendencia indianista, nacionalista y azteca que rechaza el sincretismo con el catolicismo, con la cultura hispnica y con la cultura moderna occidental (De la Pea, 2002, p. 96).

    PROPUESTA METODOLGICA

    Nuestra atencin entonces se centrar en la efi cacia simblica del ri-tual, como constructor de circuitos de circulacin que permiten articular narrativas que redibujan espacios y tiempos de representacin y accin para generar un lugar entre-fronteras y una identidad transfronteriza binacional.

    Los rituales en torno a Cuauhtmoc han sido instaurados por los miembros del movimiento denominado como mexicanidad, que se basa en el rescate idealizado de la cultura de los pueblos prehispnicos, pero con mayor nfasis en la restauracin de lo azteca.6 Entre los chicanos, este movimiento ha sido reapropiado para generar su propia identidad y el reconocimiento de su ciudadana cultural como mexicanos pobladores de Estados Unidos, para ello:

    Ha generado creencias, mitos y prcticas en torno a la rehabilitacin de Aztln, una nacin imaginada sustentada en la sacralizacin ritual de santuarios de la mexicanidad que funcionan como lugares nodales o de convergencia de un territorio imaginado sobre la base de un imperio antiguo y que pretenden articular un espacio cultural que hoy se encuentra fragmentado por una frontera fsica-poltica que divide a Estados Unidos y Mxico. El movimiento en torno a la reivindicacin de la nacin espiritual de Aztln7 tiene como meta crear puentes simblicos que vinculen a la

    6 En nacionalismo ofi cial, construy una narrativa centralizada en lo azteca a travs de las ceremonias cvicas, los museos y los smbolos nacionales, en detrimento de la diversidad tnica presente en la historia de este pas.

    7 Cuando hablamos de nacin imaginada lo hacemos a partir de la narrativa propia del movimiento chicano que se autoconcibe como nacin espiritual, es decir heredera de una cultura y una utopa, pero no como un estado nacin, formacin que como muestra Anderson nace con la Ilustracin.

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    poblacin mexicana que habita a ambos lados de dicha frontera (De la Torre; Gutirrez Ziga s/f ).

    Se busca resaltar la ceremonia como un acto simblico-ritual para crear un puente entre un territorio y una poblacin dividida por dos regmenes nacionales. La eleccin de este objeto de estudio multi-situado, tiene como objetivo comparar los actores, smbolos y sentidos que conforman cada uno de los rituales a fi n de entender el sentido cultural que generan en cada contexto nacional estudiado. Partimos de la idea de que la globalizacin no slo no desdibuja las identidades tnicas y nacionales, sino que contribuye a su reformulacin. Por ello, con este ejercido antropolgico, buscamos responder a: Las movilidades propias de la globalizacin debilitan los marcos de identidad o conducen a la reformulacin y fortalecimiento de etnizaciones primarias y naciones imaginadas? Qu papel juegan las nar-rativas de naciones primigenias en la construccin de transnacionalismos desde abajo? Qu papel juegan los rituales en la generacin de novedosas identidades, memorias y enraizamientos territoriales? En qu medida contribuye la recuperacin de rituales que miran al pasado en la produccin de utopas postnacionales? Cul es su efi cacia hacia simblica?

    Nuestra metodologa se basa en los aportes de la antropologa contem-pornea que contempla el trabajo de campo multi-situado (Marcus, 1995), a fi n de observar e incorporar en la etnografas los trayectos y circuitos de los lderes y los practicantes religiosos, pero sin desatender [...] las histori-cidades construidas y disputadas, los sitios de desplazamiento, interferencia e interaccin (Clifford, 1999, p. 38). La presente etnografa se realiz como un esfuerzo colaborativo entre las dos autoras: Rene de la Torre se encarg del registro de la festividad en Tijuana y ristina Gutirrez Ziga de los ngeles.8 Sin embargo, la redaccin se realiz de manera conjunta

    8 Este trabajo cont con la valiosa participacin de dos jvenes danzantes e investigadoras: Olga Olivas y Priscila Viera (ambas maestras en estudios culturales de El COLEF y la UABC), sin las cuales no hubiramos tenido la posibilidad de cubrir los trayectos y la densidad requerida para el ejercicio etnogrfi co multisituado. Ellas nos introdujeron en los grupos y las redes fronterizas, y nos apoyaron con la realizacin posterior de entrevistas y registros de otras festividades.

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    a fi n de mantener los mismos ejes de contraste y similitud. El trabajo de campo consisti en registros audiovisuales y de diario de campo de las dos festividades; historias de vida con los lderes y entrevistas con partici-pantes, reconstruccin de los grupos de danzas, anlisis comparativo de los lderes, considerados para propsitos analticos como actores nodos;9 y reconstruccin de sus trayectos e itinerarios,10 poniendo atencin a sus recorridos transnacionales y transculturales, pues es ah donde se tejen encuentros con la diversidad. Se puso central atencin en los trayectos tanto de los lderes como de los buscadores espirituales ya que es me-diante stos que los actores van entretejiendo circuitos11 y construyendo puentes entre distintas redes,12 confi gurando as novedosas interfases entre movimientos o conjuntos dismbolos.

    9 Entendemos por actor nodo: al actor o ego central que condensa relaciones, debido a sus mltiples trayectos biogrfi cos va tejiendo relaciones y articulaciones entre distintos circuitos. Los actores nodos pueden ejercer liderazgo mltiple en distintos circuitos que participan de la red. Retomamos la siguiente defi nicin para la operacionalizacin de su anlisis: El punto de articulacin entre el conjunto de un ego (ya sea un individuo o una familia) y la red (o campo social) que se expande por todos lados, reside en el hecho de que los vnculos laterales entre unidades del conjunto, distintas del ego, constituyen al mismo tiempo, elementos en otros conjuntos centrados en torno a tales unidades [...] (Degenne; Fors, 1994, p. 29).

    10 Los trayectos e itinerarios se refi eren a las rutas individuales que, a partir, de la totalidad de la oferta, conforman un sintagma particular, permitiendo identifi car tipos de usuario, de espacios, de productos y de prcticas existentes (Magnanni, 1999).

    11 Retomamos el concepto de circuito ofrecido por Magnanni, quien propone entender un padrn de la distribucin y articulacin de establecimientos que permiten el ejercicio de sociabilidad por parte de usuarios habituales. Ello no supone necesariamente una contiguidad espacial, ni una membresa, pero s una articulacin por prcticas tpicas (Magnanni, 1999).

    12 Por red entendemos los enlaces entre personas y grupos. As como las conexiones entre los enlaces mismos.

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    NODO: 1. LAS CALIFORNIAS: UN TERRITORIO TRANSFRONTERIZO

    La frontera Mxico-Estados-Unidos mide dos mil kilmetros de largo. Esta frontera divide el territorio californiano que fue colonizado por los espaoles y form parte del Virreinato de la Nueva Espaa; se independiz en 1821 y form parte de Mxico hasta 1848 cuando, al fi nal de la guerra entre Mxico y Estados Unidos, la parte norte o Alta California fue com-prada al Gobierno de Mxico, mientras ste retuvo la zona sur o Baja California. La Alta California se convirti en el Estado norteamericano de California en 1850.

    A partir de esta divisin fronteriza no slo se estableci una demarcacin territorial entre dos naciones con regmenes polticos diferentes, sino que las poblaciones de California reestructuraron sus identidades a partir de este eje que marc distinciones entre la poblacin de un lado y de otro: americanos y mexicanos (Kearney, 1999). Hubo familias que quedaron divididas por la frontera y cuyas identidades se reformularon. Lo mismo sucedi con algunas tribus o grupos tnicos. Pero como bien sabemos, las fronteras no solo dividen y demarcan identidades diferenciadas y desniveladas, sino que tambin construyen zonas de contacto entre ambos territorios y culturas (Hannerz, 1997).

    Cabe precisar que la frontera tambin demarca la distincin de dos formaciones nacionales de alteridad13 diferentes y contrastantes. En Mxico ser mexicano implica una identidad nacional construida a partir del imaginario de unidad nacional basado principalmente en el mestizaje cultural (mediante la evangelizacin, la castellanizacin y la modernizacin)

    13 Las formaciones de alteridad se refi eren a la produccin y el trazado de lneas de fracturas propias de procesos histricos particulares que confi guran la matriz de produccin de diferencias (Segato, 2007, p. 28).

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    y el mestizaje racial.14 En los Estados Unidos opera un rgimen de raciali-zacin con base en color. De esta manera cuando un mexicano cruza a los Estados Unidos automticamente su nacionalidad es considerada como parte de una etnia desprovista de territorio: se le llama hispano y se le imprime una clasifi cacin de exclusin concordante con un rgimen racial de color: whites (blancos) y browns (cafs) (Quijano, 2000). Con ello el concepto clasifi catorio con que opera la etnicidad cobra un sentido racial que no existe en Mxico de manera ofi cial, por lo que para los mexicanos la narativizacin de la categora racial en Estados Unidos le permite inscri-birse en un movimiento ciudadano que reivindica el reconocimiento como minora tnica ciudadana. Slo as se puede entender que los chicanos se reivindiquen como raza, trmino que en Mxico no tienen lugar en el debate. Por su parte, si en Mxico lo polticamente correcto es ser mestizo, al pasar a los Estados Unidos los mexicanos descubren que indio en ese otro territorio signifi ca ser nativo americano, y ello confi ere la posibilidad del reconocimiento ciudadano. A partir de estas demarcaciones tenemos que buscar responder a los mltiples signifi cantes y signifi cados que atraviesan a los danzantes que reivindican la mexicanidad en la frontera, pero abordaremos la manera en que, segn los regmenes nacionales de reconocimiento ciudadano de las diferencias de cada pas, los danzantes negocian contenidos de identifi cacin: indianizado, racializado, nativizado o nacionalizado.

    Los Angeles es la ciudad ms importante del estado de California en trminos econmicos y poblacionales. De sus aproximadamente 13 millones de habitantes, 48% es de origen hispano, lo que la convierte en la segunda ciudad con mayor poblacin de origen mexicano del mundo, slo despus

    14 La castellanizacin fue una estrategia de conquista en Amrica y consisti en la imposicin de la lengua castellana como idioma ofi cial en la Nueva Espaa. Por su parte, el mestizaje fue la solucin a la unidad nacional en Mxico y en otros pases latinoamericanos; sin embargo con ello no queremos decir que no exista racismo, sino que ste existe respecto de los pueblos aborgenes y en cuanto a los desniveles entre las clases sociales (De la Pea, 2002).

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    de la ciudad de Mxico. Lejos de constituir un conglomerado poblacional urbano que ocupa un territorio defi nido, ha sido considerada prototpica de una constelacin ex urbana (Castells, 1999, p. 433) en tanto se encuentra formada por conglomerados habitacionales, de produccin y de adminis-tracin que ocupan territorios discontinuos (no contiguos) y multicntricos vinculados funcionalmente por los fl ujos a travs de sus vas de comunica-cin, abarcando ms de mil kilmetros cuadrados.

    Por su parte, Tijuana ha sido tambin desde su origen una zona de contacto entre mexicanos y norteamericanos: desde su fundacin a fi nales del siglo XIX funcion como casino para los gringos, posteriormente adopt personalidad de zona roja para jvenes descarriados de California, y en los aos 60 se convirti en corredor industrial de maquila para emplear a los desplazados del programa bracero. Como zona fronteriza tambin genera espacios liminales, marcados por las travesas que van desde un lugar hacia otro, y por la indefi nicin normativa que le imprime el ser zona de umbral. Para muchas personas Tijuana se vive como una ciudad colmada de impu-nidad, inseguridad y violencia. Es una ciudad que se vive como zona de tensin, en parte por los ndices de violencia internos provocados tanto por las bandas de delincuencia organizadas, como por la prepotencia policaca, pero tambin traspasada por los excesos de la patrulla fronteriza, o por la propia estafa de los polleros y coyotes operadores del transporte ilegal para con los migrantes. Este imaginario de incertidumbre existencial se ha incrementado aun ms con la presencia del narcotrfi co y sus crteles en Tijuana.

    Mientras que Los ngeles como parte de la California de los Estados Unidos representa el estado prspero que alberga el sueo de Disneylandia y el glamour de Hollywood, la Tijuana de la California mexicana es ima-ginada como el lugar sin limites, a donde los californianos asistan para practicar lo prohibido en su pas; como anuncia la cancin de Man Chao: Welcome to Tijuana. Tequila, sexo y mariguana. Es tambin un espacio liminal porque debido a ser tierra de nadie, continuamente se transgreden

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    las normas e incluso la frontera misma, como entona el mismo Man Chao con el coyote no hay aduana.15

    Tanto Los Angeles como Tijuana son ciudades multiculturales, multi-tnicas y bilingues,16 abigarradas de contrastes sociales internos. En L.A. los hispanos no son mayora, conviven con blancos, asiticos, y afroamericanos y en proporcin mnima, con indgenas nativos norteamericanos.17 Tijuana es una ciudad que sufre del crecimiento veloz y por tanto desordenado e intenso en los ltimos anos causado por la inmigracin que experimenta la ciudad como la imposibilidad de pasar la frontera, o porque bien es vista como tierra de oportunidades laborales en la maquila industrial. A inicios del siglo XX era un pequeo poblado de escasos 100 habitantes, en los aos 50 tena 60 mil habitantes, y para el ao 2000 Tijuana rebas el milln de habitantes. (Torres Ramrez, 2004).

    Con todo, Tijuana es una sociedad habitada por la multiculturalidad tanto por la diversidad tnica y regional mexicana, cuyos pobladores provienen de toda la repblica mexicana; como por la presencia creciente de centroamericanos que se establecen ah temporalmente porque no logran pasar del otro lado. Es tambin multicultural debido a que diaria-mente recibe visitantes norteamericanos cuyos origines culturales pueden ser asiticos, africanos, nativos indgenas, o europeos. Al respecto, Nstor

    15 As of March 2006, the estimated unauthorized population in the United States was 11.5 to 12 million, of which 4.5 to 6 million entered legally with inspection and 6 to 7 million entered illegally without inspection. On average, there are 700,000 to 850,000 new unauthorized migrants arriving annually by all modes of entry. An estimated 6.2 million (or 56 percent) of al unauthorized migrants are from Mexico. Fuente: estima-ciones del Pew Hispanic Center basadas en March 2005 Current Population Survey; Department Homeland Security reports. Disponible en: http://pewhispanic.org/fi les/reports/61.pdf. Consultado en: 1 sept. 2010.

    16 En los ngeles slo 42% habla ingls como su primera lengua y 41.7% espaol, Demographics of Los Angeles. Disponible en: http://en.wikipedia.org/wiki/Los_Angeles#Demographics. Consultado en: 1 sept. 2010.

    17 Del resto de la poblacin angelina, 30% son blancos, 11 % asiticos, 10% son afroa-mericanos y 1% nativos norteamericanos, ibid.

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    Garca Canclini describi a Tijuana como uno de los mayores laboratorios de la posmodernidad, porque en ella se experimentan:

    Las bsquedas ms radicales acerca de lo que signifi ca estar entrando y saliendo de la modernidad son las de quienes asumen las tensiones entre desterritorializacin y reterritorializacin. Con esto me refi ero a dos procesos: la prdida de la relacin natural de la cultura con los territorios geogrfi cos y sociales, y, al mismo tiempo, ciertas relocalizaciones territoriales relativas, parciales, de las viejas y nuevas producciones simblicas (Garca Canclini, 1990, p. 288).

    Tijuana adems de vivir de la fragmentacin impuesta por la frontera, es tambin un espacio transterritorial. Muchos de los habitantes de Tijuana acostumbran cruzar la lnea fronteriza cotidianamente. Hay quienes residen en Tijuana y trabajan en San Diego, o cruzan cotidianamente la lnea para hacer sus compras en el mall vecino, o pasan los fi nes de semana al otro lado para pasear (Torres Ramrez, 2004).18 En los ltimas dcadas la lnea fronteriza se ha venido endureciendo y materializando en un muro que divide a Tijuana de San Isidro.19 El muro se ha convertido en elemento de reivindicacin de un vital movimiento artstico. Pero ms all de la facticidad con que el muro es capaz de dividir y fragmentar, tambin existen mltiples impulsos creativos (sobre todo desarrollados por movimientos artsticos) que constantemente quiebran la frontera. Uno de ellos es el festejo simultneo del homenaje a Cuauhtmoc (el ltimo rey azteca) que se celebra en Los

    18 In 2004, there was an average of 660,000 passenger crossings per day across 35 points of entry. The United States issued 906,622 nonimmigrant visas for Mexicans in fi scal year (FY) 2005. In addition, 732,566 laser visas (which replaced the old border crossing cards for those who live on the Mexican side of the border but work in the United States) were issued in FY 2005. Fuente: US Department of State Visa Statistics, disponible en la pgina Migration Information Source generada por el Migration Policy Institute http://www.migrationinformation.org/Feature/display.cfm?id=407. Consultado en: 1 sept. 2010.

    19 In the Fiscal Year 2004, there were 1,139,282 apprehensions of immigrants on the southern border.. In FY 2005, there were a record-breaking 473 migrant deaths at the border. (Fuente: US Customs and Border Protection Public Affairs Offi ce), ibid.

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    ngeles y en Tijuana el 22-23 de febrero, fechas en las que se calcula sucedi su nacimiento y su muerte a manos de los conquistadores espaoles.

    Aunque errneamente se ha pensado que debido a su cercana e interac-cin constante con los Estados Unidos, la poblacin fronteriza ira perdiendo sus races culturales que la identifi can con Mxico, en Tijuana se han ido generando novedosas expresiones que recolocan lo mexicano en una cultura propia: fronteriza (Valenzuela, 2000). Como veremos, los chicanos y los tijuanenses buscan recolocar sus races en la apropiacin de antiguos mitos como es el de Aztln, nombre que en la tradicin nahua hace referencia al lugar mtico del norte de donde provinieron las tribus pobladoras del Valle de Mxico y que a partir de 1969 se incorpor como territorio sobre el que descansa la construccin simblica de una nacionalidad transnacional: la chicana (Rodrguez, 2005). Tambin se ha instaurado una ritualidad transfronteriza, que hermana a chicanos con mexicanos, que rearticula las identidades de los grupos nativos de un lado y otro de la frontera, que los posiciona en condiciones de reivindicar sus derechos ciudadanos como grupo tnico y racial (con el movimiento afro americano) en los Estados Unidos. Estas actividades de produccin simblica que permean el arte, el folklore y las tradiciones son impulsos con los que los habitantes de un lado y de otro atraviesan y perforan constantemente el cerco fronterizo. En este trabajo nos enfocaremos al anlisis etnogrfi co de un ritual transfronterizo: la danza azteca en la fi esta a Cuauhtmoc.

    ANTECEDENTES DE LAS DANZAS TRASFRONTERIZAS Y LA FIESTA A CUAUHTMOC

    La Fiesta de Cuauhtmoc en Los ngeles se remonta a 1980, cuando las autoridades de Los ngeles le piden a un conocido danzante y core-grafo, Florencio Yescas, que se presente con su grupo Esplendor Azteca para participar en la ceremonia de inauguracin del monumento a Cuauht-moc en el Parque Mxico. Esta fi esta se encuentra entonces vinculada desde su inicio a los orgenes de la danza azteca en los Estados Unidos, ya que la mayor parte de los grupos reconocidos como de tradicin en el

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    Sur de California fueron fundados por Florencio Yescas o sus discpulos. Asimismo, esta celebracin fue reconocida por los grupos de la Ciudad de Mxico como parte de los homenajes que los grupos concheros le rinden al ltimo emperador azteca y autor de la consigna de Cuauhtmoc, segn la cual el ltimo emperador azteca antes de su capitulacin en 1521 peda que se ocultara el rico conocimiento indgena y se conservara por medio de la tradicin oral.

    Algunos de los rasgos de la trayectoria de este maestro proveen las claves con la que la danza es practicada en los Estados Unidos: como espectculo, como tradicin y como poltica.

    Florencio Yescas provena del grupo del General Pineda en la Ciudad de Mxico. Sin embargo tambin era parte del Ballet Folklrico Nacional (Amalia Hernndez), una compaa que realizaba una versin estereotipada, engrandecedora y teatral de la danza azteca, alimentada por una poltica cultural ofi cial que buscaba la proyeccin del indio como raz genuina del nacionalismo mexicano. Fue invitado en 1973 a los Estados Unidos por el Centro Cultural La Raza, de San Diego, un centro formado desde los aos sesentas por intelectuales y artistas chicanos en bsqueda de la reivindicacin cultural y poltica de la poblacin hispana y migrante en un contexto de fuerte racismo. Funda el primer grupo de danza azteca tomando el nombre del ncleo de intelectuales, Toltecas en Aztln que lo haban invitado. El maestro da clases de folklrico a jvenes de origen mexicano nacidos en los Estados Unidos que se encontraban en busca de races mexicanas ind-genas, ms all de la versin hispanizada de lo mexicano representada por la charrera y estudiantina. Pero a la vez representa danzas aztecas en distintas ceremonias y actos pblicas, integrndose a la demanda de reconocimiento y reivindicacin de los chicanos y migrantes. Dos aos ms tarde, comienza a participar en las actividades poltico culturales de Chicano Park, antiguo estacionamiento de la Border Patrol arrebatado mediante luchas civiles y convertido en sitio emblemtico de la lucha por los derechos de los chicanos en los Estados Unidos. Poco despus, Yescas marcha a Los Angeles y funda un nuevo grupo, Esplendor Azteca. Con ellos realiza un gran proyecto de escenografa, vestuarios y coreografas teatrales para Disneylandia. Al mismo

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    tiempo, impulsa el reconocimiento de Toltecas de Aztln por parte de gene-rales de la danza en Mxico, como Francisco Daz y Manuel Pineda, y con ese fi n viaja con varios de sus discpulos chicanos a la Ciudad de Mxico. A su vez, participa en el Congreso del Quinto Sol, promovido por grupos del Movimiento de la Mexicanidad, movimiento de reivindicacin que busca rescatar la cultura indgena de Mxico purifi cndola de todo sincretismo con el catolicismo o la cultura de los conquistadores. El grupo de San Die-go, Toltecas de Aztln, desde la marcha de Yescas a Los ngeles intenta un liderazgo colectivo que no funciona. Sus miembros participan en distintos movimientos culturales y polticos comunidades utpicas de tipo hippie, movimiento nativo americano (White Roots of Peace y la Native American Church) grupos de neomexicanidad (Tlacalel), la reivindicacin chicana por los derechos ciudadanos (como el Movimiento Estudiantil Chicanos de Aztln, MECHA) experiencias y vnculos que los diferencian entre s, construyendo sus propias redes. Entre 1981 y 1985, cuando muere Florencio Yescas, los discpulos fundan seis grupos de danza distintos en Los Angeles, San Diego, Pasadena, Phoenix y Nuevo Mxico, a partir de los cuales a su vez se han fundado un sinnmero de grupos en los EUA. En la actualidad los discpulos de Yescas se encuentran activos articulando diversas redes (ac-tores nodos) polticas y culturales. Varios de ellos se encuentran en proceso de sucesin de los capitanes de la siguiente generacin.20

    Hemos detectado diversos ejes de confl icto en esta tupida red de dan-zantes, todos ellos derivados de la prctica eclctica de Yescas en el contexto estadounidense: a) el posicionamiento poltico en relacin al movimiento chicano y de defensa de los migrantes y el papel de la danza respecto a l; b) la prctica de la danza como espectculo; c) la relacin con las autoridades gubernamentales para lograr el fi nanciamiento de la danza y sus actividades

    20 Esta reconstruccin de la historia de la danza azteca en el sur de California se realiz a partir de las entrevistas a los capitanes de danza Virginia Carmelo (Xipe Totec de los Angeles) Mary Lou Valencia (Mixcoatl de San Diego) y Maggie Caldern (Fuego Nuevo de Altadena), Mario Aguilar (Mexicyotl de San Diego), as como Rosita Maya. Asimismo fue una fundamental referencia la tesis de maestra en Antropologa realizada por Enrique Maestas, 1997, que nos fue facilitada por Margarita Caldern.

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    relacionadas; d) el posicionamiento respecto al sincretismo catlico y la tradicin conchera vs. los movimientos de purifi cacin indgena (mexica-nidad y algunas vertientes de neomexicanidad); e) la fuente de legitimidad de la danza chicana: Mxico o Estados Unidos.

    El grupo Xipe Totec, dirigido por dos discpulos de Yescas Lzaro Arvizu y Virginia Carmelo, es quien actualmente sostiene la Fiesta a Cuauhtmoc en el Parque Mxico como su fi esta principal. Representa una de las vertientes ms tradicionales dentro de la gama de grupos de danza de chicanos res-pecto a los ejes mencionados: se ha caracterizado por la adopcin del ritual y smbolos concheros con la consiguiente aceptacin de su sincretismo catlico, no tanto como creyentes sino desde una comprensin intelectual de los complejos procesos histricos de sincretismo como origen de la danza conchera ; la constante relacin con grupos concheros mexicanos a travs de la asistencia recproca a fi estas; la bsqueda del reconocimiento de las mesas tradicionales mexicanas, y la radical distincin entre actividades polticas propiamente dichas y las ceremonias de danza, mismas que debern mante-ner un carcter espiritual. De acuerdo a su capitana, Virginia Carmelo, en la danza es preciso respetar el atuendo, pues la danza habla por s misma (no pancartas ni discursos), no obstante muchos de sus miembros son tambin miembros activos y lderes incluso de diversos movimientos propiamente polticos como promocin del voto hispano y femenino por ejemplo, o por los derechos de los nativos norteamericanos como los Gabrielinos ,21 a cuyos eventos deben asistir sin atuendo. No obstante el nfasis en este distincin, no tienen objecin alguna en participar constantemente en eventos cultu-rales e incluso espectculos propiamente dichos, promovidos por entidades privadas o pblicas. Dicen hacerlo con el objetivo de [...] educar a la gente sobre el valor de esta tradicin, [...] obtener fondos para la realizacin de viajes y fi esta obligacin: Cuauhtmoc.

    21 Los gabrielinos, tambin conocidos como tongbas, es el nombre genrico de tres tribus del grupo utoazteca que habitan en el sur de la actual California. Este grupo fue considerado extinto a mediados del siglo XX, sin embargo, en los resultados del censo del 2000 se registraron alrededor de mil gabrielinos. Su nombre proviene de la misin de San Gabriel Arcngel. Disponible en: http//:es.wikipedia.org/wiki/tongba. Acesso en: 4 mayo 2011.

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    La ceremonia para recordar al ltimo emperador Azteca en Tijuana empez a celebrarse hace apenas diez aos (1998). En Tijuana no haba una tradicin en torno al movimiento de la mexicanidad. Lo nico que exista era una pareja de danzantes chimaleros (trmino peyorativo referido a que piden dinero en lugares pblicos con el chimal o escudo) que danzaban en una plaza comercial. Sin embargo, fueron los danzantes concheros de San Diego quienes decidieron traer la tradicin a Tijuana. Cuenta Ren Pobla-no, quien fue discpulo de Yescas, y posteriormente de Virginia Carmelo y de Lzaro Arvizu de Xipe Totec, que varios capitanes de danza estaban decepcionados por la manera en que se perda el carcter sagrado de la danza ritual, por un lado por su exhibicin como espectculo, pero por otro por la politizacin radical que tuvo durante los aos 70 a partir de que se retom como bandera simblica del movimiento chicano. Desde la perspectiva de Poblano haba que recuperar el trabajo espiritual de la danza.

    Recuerda que en el ao 2000, l habl con Tata Cuaxtle, quien enton-ces trabajaba con las comunidades indgenas, y le propuso que hicieran el festejo a Cuauhtmoc en Tijuana. l pens que cmo era posible que un monumento tan bonito como el de Cuauhtmoc, estuviera tan desaprove-chado y que slo se usara para que los automviles dieran ah la vuelta (el monumento est en una glorieta de una avenida muy transitada, al estilo free way, pues para llegar a ella hay que cruzar por arriba un paso desnivel), pens que cmo era posible que se celebrar en Los Angeles y no en Tijuana. As que convenci al Tata de que pidiera los permisos para hacer ah el festejo. Agrega que adems era una ceremonia necesaria, pues se requera limpiar la imagen de la ciudad de Tijuana, que para los gringos es muy negativa. Representa todo lo malo, los vicios, la decadencia. Era necesario construir otra imagen de Tijuana y de Mxico. Tata Cuaxtle organiz todo, y en la primera celebracin vinieron los miembros de su grupo y otros grupos de San Diego. Su fi nalidad se sintetiza en: realizar un gran trabajo de purifi -cacin espiritual de Tijuana.

    La organizacin del homenaje del 2008 al ltimo rey azteca estuvo a cargo de Tata Cuaxtle, quien es lder espiritual del grupo de Danza Azteca Chicahuac Olln, Tijuana, que en espaol signifi ca: Fuerza y movimiento.

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    Este grupo formado por tijuanenses se origin en 2002 con la intencin de preservar, continuar y difundir las consignas de nuestros abuelos. Hemos logrado unir fuerzas, difundir el amor a la danza y el rescate de nuestra raz mexica-azteca Es un grupo que podemos catalogar dentro del movimien-to cultural espiritual de la neomexicanidad,22 defi nido como un circuito sincrtico donde confl uyen y se sintetizan movimientos de la corriente espi-ritualista y esotrica de la Mexicanidad, redes New Age, comunidades rituales indgenas y danzas concheras: Reivindica distintas tradiciones autctonas (aztecas, mayas, olmecas o zapotecas) y que est dispuesta al dilogo con otras tradiciones culturales (la india, el Tbet, el Islam); la doctrina mexicanista se encuentra aqu integrada a un proyecto planetario cuyo fi n es el despertar la conciencia csmica entre los hombres como resultado de la espiritualidad india.23 El grupo tiene orgenes de la mexicanidad radical, importada por una pareja de danzantes provenientes del Zcalo de la ciudad de Mxico y que tienen por idelogo al gur de la Mexicayotl, Arturo Meza. El grupo reconoce actualmente como gua espiritual a Tata Cuaxtle,24 a quien podemos considerar como un complejo nodo, cuya amplia trayectoria tanto poltica, ciudadana como espiritual le ha permitido tejer novedosos circuitos entre movimientos polticos de izquierda, con movimiento chicano de los ngeles, con los movimientos indgenas en Mxico, en especial con los nativos de la Frontera norte, con los lderes del Consejo de Ancianos indgenas de Estados Unidos, (donde el es reconocido como anciano nhuatl, y se relaciono con dirigentes apaches, siux, lakotas, seris y, tongbas, etc.).

    De esta manera, este actor nodo ha sido decisivo en tejer puentes inter-culturales entre un lado y otro de la frontera californiana. Sin embargo, en el grupo tambin participan buscadores espirituales que le dan un toque

    22 Miguel Olmos caracteriza a este grupo como neo indgena, por ser mestizos de la ciudad que buscan rescatar y apropiarse de conocimientos prehispnicos. Destaca que el grupo de Tijuana han generado una espiritualidad eclctica que combinan elementos de mexicanidad, tradiciones lakotas, y neo esoteria oriental. (Olmos, 2008, p. 53-56).

    23 De la Pea, op cit. 2002, p. 81.24 Tata signifi ca abuelo en nhuatl. Es un reconocimiento de mucho respecto y cario entre

    los indgenas.

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    hibrido con el movimiento espiritual Nueva Era, que ha sido caracterizado como neo mexicanidad, esta vertiente es practicada por ex integrantes de la Mancomunidad Indgena Solar (MAIS) que pertenecieron a la Gran Fraternidad Universal, de las brujas wicca, y un discpulo de tata Cachora, nativo yaqui de Tecate. Es un grupo abierto a la bsqueda de las races en distintas tradiciones indgenas y ancestrales: algunos adems de asumirse como aztecas, practican la danza del Sol de origen navajo, participan tambin en el Kanto de la Tierra en Texas e incorporan el ritual lakota del temascal, heredado va el Tigre Prez. Acompaan ao con ao a los huicholes en la peregrinacin anual sagrada de Wirikuta, en el estado de San Luis Potos. Desde 2007 mantienen un santuario huichol o Kaliwey que les fue levan-tado por el Marakame Pablo Taisn y mantienen relacin con el lder del Camino Rojo de la Mexicayotl, Arturo Meza, quien instauro la siembra del nombre, ritual en que varios de los congregantes se han iniciado en el camino rojo. Hay que recalcar que este grupo tiende a practicar la danza como un importante eslabn en la bsqueda nativista del saber y el espritu mexi-ca y que rechaza tajantemente el sincretismo indgena con la religiosidad popular catlica, propio de las corporaciones de danza conchera. Tampoco implementa la danza en espectculos o con fi nes comerciales.

    El festejo a Cuauhtmoc de un lado y otro de la frontera consisti en tres momentos rituales: la velacin, la peregrinacin y el homenaje en el monumento a Cuauhtmoc, y la danza. A continuacin las describiremos, y compararemos entre s.

    COMPARATIVO DE LOS RITUALES

    A continuacin, consideraremos los homenajes a Cuauhtmoc como rituales que representan dramas sociales, es decir: unidades de procesos armnicos o disarmnicos que surgen en situaciones de confl icto (Turner, 1974, p. 37). En ellos los actores expresan sus desacuerdos y posiciones diferenciales mediante la apropiacin simblica de las metforas races (como es el smbolo de Cuauhtmoc) que simboliza la nacin imaginada de Aztln, la etnicidad mexicana india, la civilizacin y cultura azteca, y la

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    mexicanidad), esas metforas contribuyen a orientar el subconsciente de la identidad y la diferencia de la comunidad celebrante. En este sentido el ritual ser atendido como drama social en cuanto es un episodio pblico, que surge del confl icto social (las polticas fronterizas), y que buscan la irrupcin de dicha estructura. Atenderemos las celebraciones en describiendo sus fases que las componen.

    a) VelacinUn rito que forma parte del sistema ritual de la danza es la velacin.

    sta se realiza por las noches, en la vspera de la danza, y por lo regular es una celebracin cerrada que se lleva a cabo en un oratorio. Ylotl Gonzlez la describe como una ceremonia en honor de los santos y las nimas funda-doras guardianas y conquistadoras de los cuatro vientos, principalmente las almas de los capitanes y generales muertos y otras nimas poderosas a las que mediante el ritual se logra atraer para que den su fuerza y proteccin al grupo que los est invocando (Gonzlez, 2006, p. 76).

    La velacin en Los Angeles se realiz en el Downey Recreation Center, un centro recreativo auspiciado por el Lincoln Heights Neighborhood Council, cuyo uso fue gestionado por la capitana de Xipe Totec. En Tijuana se realiz en la explanada del Palacio de Gobierno, bajo una carpa improvisada.

    A Los Angeles asistieron alrededor de cien personas, familias de mi-grantes establecidos o chicanos que venan de San Francisco, San Diego, Tucson, Pasadera, San Fernando, D.F., Monterrey, y un pequeo grupo de indgenas huicholes que estn estudiando en LA. Participaron 14 grupos en total. En Tijuana asistieron los miembros del grupo anfi trin, dos capitanes importantes de danza conchera del estado de Mxico y de Celaya Guana-juato; los miembros de varios grupos de danza azteca provenientes de Los ngeles y de San Diego, donde cabe resaltar la presencia de Ren Poblano; un grupo de artistas y artesanos de la etnia pai pai, lderes del Conejo Guerrerense de Ensenada; maestros y alumnos de la Academia Semillas del Pueblo Xinalcalmectl de Los ngeles

    A medida que van llegando a la velacin de Los ngeles, los grupos entran cantando y con su estandarte: todos piden permiso dirigindose

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    a la capitana del grupo convocante, hablan de las almas de los ancestros, de la obligacin, de conquista, de tata Cuauhtmoc como el Tlatoani (emperador), de nuestra madre Guadalupe y algunos se refi eren a ella como Tonantzin (nuestra madre, en nhuatl) y terminan con la afi rmacin conchera El es Dios. Los que menos parecen concheros tradicionales son los del D.F. que adems de pedir permiso y saludar hablan de cargarse de energas y de Ometeotl.25 Son los nicos que traen cintas rojas en la frente. Mientras los dems usan sonajas y mandolinas, ellos traen percusiones y se les pide discretamente no usarlas.

    Por su parte en Tijuana ocurri un fenmeno contrastante. Aunque la velacin la comandaron los dos grandes capitanes concheros, sta, a diferencia de las velaciones tradicionales, fue inclusiva y respetuosa de la diversidad de manifestaciones rituales En el sistema conchero tradicional las alabanzas son rigurosamente codifi cadas en correspondencia con el momento las fases del ritual. En Tijuana las alabanzas se dieron de manera espontnea, permitiendo que hubiera cantos en nhuatl de inspiracin de Tata Cuaxtle, quienes al terminar en lugar de decir El es Dios, coreaban Ometotl. Tambin se entonaron cantos inspirados en los lakotas, como fue el canto del Oso creacin de Sergio Ruiz, jefe del grupo de Danza Azteca Tenochtitlan (de los ngeles), tambin se entonaron cantos pai pai de una artista de ese grupo tnico que asisti a la ceremonia por primera vez para vender su artesana. Al terminar la velacin, las seora pai pai dio la pa-labra y dijo ha sido una fi esta muy bonita, nada parecido con lo que son nuestras tradiciones.

    En la velacin en LA a tata (pap o abuelo) Cuauhtmoc el ritual se llev de acuerdo a la normatividad conchera. El culto se realiz en espaol. Se monto un altar donde estaban acomodadas las imgenes de la Virgen de Guadalupe, de Cuauhtmoc, y del nima danzante del capitn Florencio Yescas. Cada que entra un grupo se da la bienvenida con alabanzas concheras y entregan las ofrendas, consistentes en veladoras y fl ores. Las sahumadoras

    25 Omettol es para los mexicas la fuerza creadora. Es una sola deidad pero con carcter dual. Signifi ca el seor-seora creador, conformado por la dualidad masculina-femenina: Ometecuhtli el seor dos, y Omecihuatli la seora dos.

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    los purifi can a la vez que van poniendo cada objeto en el altar. Primero se form una ofrenda circular de fl ores (ollin) frente al altar, luego se vistieron los bastones con las fl ores ofrendadas para levantar el Santo Xchitl que es una cruz parecida a la custodia catlica, y que en su carcter sincrtico simboliza simultneamente la cruz cristiana y tambin el calendario azteca. Ambos trabajos llevan unas dos horas, durante las cuales se cantan alabanzas. Cuando terminan, el altar est completo y ya nadie le da la espalda.

    En Tijuana, la velacin se llev a cabo durante toda la noche hasta la madrugada, pues como me explic uno de los organizadores [...] se realiza durante toda la noche pues es cuando los ancestros bajan. Con las alabanzas deseamos agradar nuestro abuelo y que se sienta digno de su pueblo. Durante la noche las animas nos brindan su energa positiva. Sin embargo, llama la atencin que no hubiera un altar conchero con las imgenes de las santas animas y de los santos catlicos. En cambio haba dos grandes mantas pin-tadas por muralistas chicanos de los ngeles, con imgenes de Cuauhtmoc, que evocaban el carcter guerrero del ltimo emperador azteca. A los pies de uno de los murales se colocaron los ramos de fl ores multicolores con los cuales se diseo la santa forma y se vistieron los bastones ceremoniales. En el centro, sobre el piso se improvis un santuario con sarapes de colores, y en uno de ellos se monto una especie de altar a los cuatro elementos con el copal, el agua, la luz de las velas. Se encendieron las velas, y cuando se extinguieron, se levant la forma, pero no bajo la fi gura del Xuchitl, sino dibujando el nahui ollin, que signifi ca cuatro movimientos. Esta traduccin simblica de la santa forma proviene de los rituales conocidos como chicon-tequiza, ritual creado por los seguidores de la mexicanidad radical con el fi n de desechar los smbolos catlicos, que ha sido traducido a la tradicin mexica por los grupos de mexicanidad (Gonzlez, 2006; De la Pea, 2002).

    La ltima fase de la velacin, tanto en Los ngeles como en Tijuana, es el de la limpia o purifi cacin con los bastones. Los bastones se visten con las fl ores previamente ofrendadas, mientras se entonan alabanzas especiales para pedir intercesin de las nimas. En el caso de Los Angeles el smbolo recurrente tanto en formas como en movimientos es la cruz, que mantiene su sentido simblico sincrtico: la cruz cristiana y olln. Antes de la limpia,

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    se sahuman los bastones en forma de cruz, y se depositan frente el altar. Posteriormente se desarman y entonces la jefa de Xipe Totec nombra a dos capitanes de grupos visitantes a hacer limpia con los bastones. La limpia consiste en pasar el bastn alrededor del cuerpo de cada uno de los presen-tes, quienes hacen fi la para tener su turno. Cada uno tiene que hincarse y poner sus manos en forma de cruz para recibir la limpia de bastones. El sahumerio, tambin se pasa alrededor los bastones y del cuerpo siempre en forma cruz. Segn explicaron este rito tiene la fi nalidad de una limpia o purifi cacin ritual a todos los ah presentes. Al mismo tiempo se pide a las nimas invocadas les den su proteccin para realizar su obligacin del da siguiente: la danza entendida como una batalla.

    La limpia de bastones se llev igual en Tijuana, con la salvedad de fue el propio Tata Cuaxtle y una danzante del grupo de la ciudad de Mxico Insignias Aztecas quienes lo presidieron. Para los del grupo Chincahuac Olln este acto es tambin de purifi cacin, pero supone recibir la energa de los ancestros, o nimas, a quienes se dedic la velacin. En este caso se recibi la energa del abuelo Cuauhtmoc. La velacin en Los Angeles no cumpli con la disciplina de velar hasta el amanecer, mientras que en Tijuana si lo hicieron, sin importar las inclemencias del clima. Este rasgo es criticado como una laxitud del American way of life que se contrapone al espritu guerrero. Otro elemento de contraste, en que en los ngeles el ritual se celebr en espaol, aunque en veces las instrucciones de logs-tica se tradujeran al ingls. En cambio en Tijuana, Tata Cuaxtle siempre iniciaba sus discursos en un fl uido nhuatl, a pesar de que ninguno de los presentes tiene dominio de esa lengua, y posteriormente traduca su mensaje al espaol.

    b) Cumpleaos de Cuauhtmoc en Los Angeles: espectculo culturalLa peregrinacin se inicia al da siguiente en el lugar de la velacin.

    Los participantes atuendados es decir, portando el traje de danzantes se agrupan en torno del altar a Cuauhtmoc, afi nan, y cantan alabanzas. Lue-go la jefa del grupo convocante nombra los cargos ofi ciales para la danza capitanes y primera, segunda y tercera palabra. Se inicia la peregrinacin a

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    travs de calles, avenidas y freeways. Chicos hijos de danzantes se adelantan a los cruces de calle y detienen el trfi co mientras pasan los danzantes. Se procura seguir en grupo y con cierto paso, pero no siempre se puede: se avanza de manera dispersa, procurando seguir el ritmo del tambor y aten-tos al trfi co. El paso de la marcha despierta mucha expectacin entre los vecinos, que salen de sus casas, y de sus tiendas para vernos pasar. Aunque todo lo hispano forma parte del paisaje de Los Angeles los atuendos aztecas adquieren un carcter espectacular y extico. Al atravesar por un puente un freeway enorme, se ve un contraste verdaderamente chocante entre plumas y concreto, autos y caracoles, huhuetl y claxons. Marchar vestidos as requiere de valor, de orgullo, y demanda el reconocimiento de una diferencia. Pero se hace implcitamente, sin consignas ni mantas, slo con los estandartes de los grupos.

    La ceremonia a Cuauhtmoc (danza-concierto-baby dedication). El parque Mxico26 es un pequeo espacio triangular en medio de los cruces de calles, con jardineras protegidas y presidido por una estatua a Cuauht-moc en posicin victoriosa. Al arribo de la caminata se encontraban unos cincuenta danzantes y unas ciento cincuenta personas como espectado-res, rodeados de puestos de vendimia de objetos esotricos y artesanas

    26 El Parque Mxico se fund dentro del Lincoln Park, que ha sido el centro de recreacin del barrio Lincoln Heights, considerado el ms viejo de Los ngeles. En la dcada de los cincuenta la construccin de la autopista Golden State dividi en dos la ciudad de Los ngeles y este barrio qued marginado y fue ocupado por trabajadores chicanos y algunos migrantes chinos y vietnamitas. Se caracteriza actualmente por haberse convertido en espacio de pandillas y violencia. En 1981, a peticin de diversas asociaciones mexicanas y chicanas, se dispuso dentro del Parque Lincoln un espacio nombrado Parque Mxico, donde se han colocado estatuas de personajes de la historia de Mxico, no slo Cuauht-moc, sino tambin Emiliano Zapata (lder de la revolucin) o Agustn Lara (cantautor). En una placa se seala el objetivo de conmemorar en un santuario cvico de la grandeza, historia y cultura del pueblo de Mxico. El parque Lincoln es adems sede de la Junta Hispana, que organiza actividades que se llevan a cabo peridicamente en cinco ciudades de Estados Unidos (Los ngeles, Houston, Miami, Nueva York y Chicago) para reunir a las comunidades para compartir y recordar su cultura. Disponible en: www.lincolnhei-ghstla.com,www.laparks.org,www.juntahispana.net www.publicartinla.com/sculptures/Lincoln_Park/sculptures_descr.html. Consultados en: 20 enero 2011.

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    latinoamericanas. A la distancia se encontraban patrullas de la polica como facilitadores del trnsito. Debajo de la estatua a Cuauhtmoc se puso un altar con ofrendas fl orales y frutales. Y frente a la estatua, dejando el espa-cio de la calle para los danzantes, se colocaron los msicos y su despliegue tcnico propio de un concierto. Los instrumentos eran eclcticos: huhuetls y teponaxtles (tambores aztecas) grandes y pequeos, de madera, de barro, de caparazones de tortuga de distintos tamaos, fl autas de muchos tipos, con fi guras antropo y zoomorfi cas prehispnicas, quenas andinas A diferencia del papel jugado en las ceremonias concheras como la vela-cin los msicos y cantores tienen en esta ceremonia pblica un lugar central, como la danza misma, y se convierten en un espectculo en s. De hecho se reparte un programa en el que se seala su nombre y los puestos de alrededor venden sus CDs.27

    La ceremonia comienza con palabras de la capitana del grupo anfi -trin, Xipe Totec, quien dice hablar orgullosamente en el idioma de sus padres que fueron nativos norteamericanos gabrielinos, de los primeros que se establecieron en el rea. Da la bienvenida a esta celebracin abierta a todos. En lugar de hablar del aniversario de la muerte y del nacimiento de Cuauhtmoc (que se conmemoran en los mismos das de febrero en diversas ciudades de Mxico y Estados Unidos) y que remite a su signifi -cado de ritual de resistencia cultural indgena, se refi ere a este homenaje como la celebracin del cumpleaos de Cuauhtmoc, imprimindole defi nitivamente un carcter apoltico. Sin ninguna consigna ni discurso, se hace el saludo a las cuatro direcciones, comienzan la danza con ritmos tradicionales concheros. El primer crculo se sincroniza rpidamente, no as los siguientes. No hay una unin completa, la danza se percibe dispersa. Muchos atuendos son combinaciones eclcticas entre conchero, azteca, prehispnico, deportivo y hippie. Los danzantes que no asistieron desde la velacin muestran cierta improvisacin. A medida que avanza la danza los msicos adquieren mayor relevancia y se introducen ritmos e instrumentos no tradicionales concheros, produciendo un sonido entre tecno y msica

    27 De acuerdo al programa, se trata de Xavier Quijas Yxayotl, de Amrica Indgena, Jhon Mosquera, Cayambe, y Martin Espino, Mexika.

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    de pea latinoamericana. Despus de una hora se realiz un interme-dio breve y dentro de ste se llev tambin una ceremonia en nhuatl de presentacin de una nia, o Baby dedication tambin anunciado en el programa.28 Al trmino de la presentacin, la jefa convocante da la palabra. Todos estn muy complacidos y agradecen esta oportunidad de continuar celebrando a Tata Cuauhtmoc y cumplir con la obligacin. Por la lluvia se invit a regresar al Downey Center donde contino la danza durante otras dos horas. Se sirvi comida para todos.

    La ausencia de discursos durante el evento hace ms necesario recurrir a la informacin de las entrevistas posteriores para conocer cul es el sentido explcito de esta celebracin para la capitana Virginia Carmelo, que en un difcil espaol expresa:

    La ceremonia de nosotros es de Cuauhtmoc. Cuauhtmoc no es una fi gura, como un santo o como un dios o nada as. Es una fi gura que nosotros tenemos valor, de l, por lo que hizo l contra los espaoles y por la comunidad de indgena. Entonces cuando nosotros juntamos a bailar en su honor, estamos ofreciendo la energa de nosotros, en su honor primero de l. Pero tambin es para cada uno de nosotros que estamos asistiendo all, porque nosotros tambin tenemos que pelear fuerte, como l fue. Entonces nosotros estamos pidiendo al Creador que nos haga fuertes, que esta ceremonia salga bien, para cada uno de nosotros, de la forma y la manera que estamos ofreciendo al bailar, la energa de las danzas. (Virginia Carmelo en entrevista con Olga Olivas, enero de 2008).

    c) El homenaje a Cuauhtmoc en Tijuana: Marcha, consignas y danza.La celebracin emprendi a las 10 am con una danza en la explanada

    de Palacio de Gobierno, a los pies del monumento a Benito Jurez (lugar

    28 Esta ceremonia constituye una adaptacin del rito de paso creado por los lderes del movimiento de la Mexicanidad, denominado siembra de nombre, equivalente al bautizo, y que se realiza cuando un seguidor decide adoptar una nueva identidad como indgena, entendida como su verdadera identidad y simbolizada en un nombre nhuatl proveniente del Tonalpohualli o cuenta de los das aztecas de acuerdo con su fecha y hora de nacimiento.

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    donde una noche antes se haba realizado la velacin). Para pedir permiso, se realiz, como se estila, el saludo a los cuatro vientos, que tambin se inter-preta como una solicitud de permiso para iniciar la jornada. Posteriormente hubo una pequea danza. A las 11 am el contingente de alrededor de 60 personas, formado por danzantes aztecas e indgenas con trajes tnicos, march por la avenida hacia el monumento a Cuauhtmoc.

    La marcha adquiri, desde el inici un tono poltico, de denuncia por la poltica fronteriza asumido por el gobierno del Estados Unidos. En lugar de estandartes concheros, la marcha iba encabezada por dos grandes man-tas, que fueron donadas al grupo de Tijuana por un famoso los muralistas urbanos de Los ngeles. Una de ellas, donde se representaba a Cuauhtmoc rezaba as: Raza tenemos que unirnos para tumbar las fronteras.29 La otra manta tena impresa la siguiente consigna: Ya basta con las malas injusticias. Racistas norte Amerikkanas, gavachas, robatierra, mentalidad diablica, dividiendo a una gente con fronteras, drogas, pistolas fronteras y con una mentalidad de Diablo. Sobre el escrito, en letras rojas, se empalmaba el siguiente llamado: Liberate!

    Tambin pudimos observar que el ritual, a diferencia de la velacin, enfatizaba el carcter indgena, nativista del movimiento. No hubo concesin para los instrumentos concheros (de cuerdas), ni alabanzas, ni imgenes catlicas, ni estandartes con santos y vrgenes. Solo haba un estandarte, el del grupo de danza Chicahuac Olln Tijuana, que carece de una imagen catlica, y presenta un smbolo propio de la esttica de indios del norte. Detrs de las mantas, los primeros que encabezaban el contingente eran los ancianos representantes de comunidades indgenas de la regin de Tecate y de Valle de Guadalupe. Ms atrs iban, en una pick up, dos miembros del grupo Chicahuac Olln Tijuana tocando los huhuetls (tambores prehispnicos) y atrs de ellos los danzantes. El contingente iba escoltado por dos motociclistas abriendo camino, y dos patrullas al fi nal. Se cerraron tres carriles de la avenida, y la marcha

    29 Firmado por Murales Mictln. East Lost Astln.

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    transcurri entre los carros, que molestos por la interrupcin del trfi co hacan sonar constantemente sus clxones. Fueron escasos los espectadores, aunque abundaban los fotgrafos.

    Al llegar a la glorieta donde se encuentra el monumento, se realiz el saludo a los cuatro puntos cardinales, sahumando los horizontes y tocando los instrumentos prehispnicos: ayoyotles y caracoles. Poste-riormente un contingente subi por el monumento, y a los pies de tata Cuauhtmoc depositaron a manera de ofrenda los bastones de fl ores de la noche anterior.

    El ceremonial se transform por minutos en una manifestacin poltica, con tintes de reivindicacin indianista. Abajo, en la glorieta, Tata Cuaxtle emiti un discurso en un fl uido nhuatl, con el que dio la bienvenida a los diferentes pueblos indgenas de la regin: paupau, cheneke, pai ai, kiliwa, kumia, kukapa, chaneque... El discurso del lder espiritual contena fuertes crticas a la poltica fronteriza:

    Nuestros hermanos dijo, refi rindose a los indgenas tienen familiares del otro lado no pueden visitarlos. Necesitan un papel para poder cruzar y poder compartir las ceremonias que compartan hace quizs 50 aos atrs, hace quizs 100 aos atrs no haba esto (refi rindose a la frontera fsica y legal) todo esto era libre para ellos (los indgenas). Ellos no quieren ir a trabajar al otro lado. Hay hermanos indgenas paipai del otro lado, quizs porque creen que nosotros estamos de este lado, tenemos la necesidad de ir a trabajar all. Nosotros no queremos venir a trabajar, queremos visitar, queremos conocer a nuestra familia, quieren juntos compartir de vuelta el calor de familia. Queremos compartir las ceremonias que compartamos hace 50 aos atrs. Entonces es triste como estamos. El hombre blanco ha trado muchas cosas negativas a nuestro pueblo. Esa es la verdad Ometotl! muchas gracias.

    Todos los representantes de los grupos presentes hicieron uso de la palabra. Nadie, ni siquiera los capitanes concheros se atrevieron a corear su tradicional l es Dios, pues como seal un capitn conchero: Me refi ero

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    a Ometotl por que hoy estamos frente al ms digno de los representantes de nuestro indigenismo, no nada ms de Mxico, sino de nuestra Amrica.30

    En este acto, el problema transfronterizo se hizo sentir como un recla-mo colectivo. Por ejemplo el mismo capitn conchero habl de la tradicin como una manera de librar la batalla cultural frente al capitalismo y el neoliberalismo:

    Hoy venimos a dejar un poquito de nuestros corazones. Algo que tambin dejaremos a nuestros hijos. Es un ejemplo a seguir, quiz nosotros no podamos tomar las armas, pero estas son nuestras armas: el ayacastli (sonaja), los ayoyotles, el caracol, los cantos.31 Digamos que estoy aqu, como reza ah (aludiendo a la manta) para derribar las fronteras. Pues nuestra Patria no se vende, se defi ende!32 Ese es el sentir de todo danzante: Ometotl!

    Tambin se hicieron or discursos a favor de la necesidad de mantener viva la tradicin de los antepasados. Se habl de Cuauhtmoc como un mo-delo a imitar, por haber sido un genuino guerrero azteca. Tambin hubo quien aludi al cumplimiento de la profeca de Cuauhtmoc que se basa en la creencia sobre el prximo regreso de la cultura mexica. Y por ltimo, y no menos importante, la Primera Palabra del grupo de Tijuana agradeci la presencia de todos para con su ritual contribuir en la purifi cacin de energas en la sociedad de Tijuana:

    30 El capitn Flores, pertenece a uno de los grupos de mayor tradicin entre las compaas concheras de la Ciudad de Mxico, la mesa de los Hermanos Barrera, que fue fundada en 1926.

    31 Ambos son instrumentos musicales que se utilizan en la danza azteca. Ayacastli es el nombre nhuatl de la sonaja. Los ayoyotes (o ayoyotls en nhuatl) se refi eren a un instru-mento de percusin de la danza azteca, que consiste en semilla huecas de un rbol que se conocen como huesos de fraile. Estos se montan en muequera y tobilleras y el sonido se logra con el movimiento del danzante.

    32 En alusin al lema usado por el lder del principal partido de la izquierda en Mxico, Andrs Manuel Lpez Obrador, en contra de la venta de PEMEX.

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    Ojal que esta ceremonia nos ayude a purifi car esta ciudad que es muy ruda. Esta frontera que tiene los dos rostros. Porque nos toca a veces enfrentar tareas difciles. Pero gracias que ustedes estn aqu nos brinda fuerza para continuar nuestra labor en esta ciudad en la que nacimos y en la que tambin vinimos a cantarle a nuestro abuelo. Muchas gracias por las palabra de todos y pues aqu seguimos hermanndonos.

    Despus de que los presentes dieron palabra a los pies del monumento de Cuauhtmoc, se cerr el evento realizando de nuevo el saludo a los cua-tro puntos, y posteriormente se retiraron dando una vuelta por la glorieta donde se ubica el monumento.

    d) Danza en TijuanaLa danza se retom en la explanada, ahora a los pies del monumento a

    Benito Jurez. Adems del grupo de Tijuana, cuyos atuendos variaban entre el estilo tnico (con bordados) y blanco de manta o algodn; el resto de los contingentes que provenan de Los ngeles y San Diego, aunque todos eran de origen mexicano, ostentaban una esttica ms guerrera azteca: los rostros con maquillaje de rayas negras, casi mscaras, parecido a la esttica propuesta en la pelcula de Mel Gibson Apocalipsis sobre los mayas. En el vestuario, haba una esttica hbrida: uso de zapatos que no son los guaraches de indios, ni las zapatillas de danzantes. Incluso haban quienes danzaban con tenis marca converse, lo cual sera muy mal visto en el centro de M-xico. Un exceso de instrumentos de percusin: haba ocho huhuetls,33 as como de sahumadoras (eran nueve mujeres con sahumador). En un grupo conchero o azteca tradicional est funcin est restringida a la capitana de sahumerio y es un cargo honorfi co que nadie ms puede ocupar. Tampoco los invitados. Tambin, como ya mencion, llama la atencin la ausencia de estandartes, que en las danzas rituales en torno a los santos patrones, constituyen el smbolo sagrado de cada grupo, donde adems se manifi esta la identidad y la autentifi cacin del grupo, es La palabra. La disciplina

    33 Huehutl es el nombre de un tambor cilndrico que marca los compases de la danza azteca. Es considerado por los danzantes como el corazn de la danza.

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    se mantuvo, aunque a diferencia de lo que se acostumbra en grupos tradi-cionales conchero-aztecas, les ofrecan agua y fruta mientras danzaban, practica que contraviene el carcter de guerrero, pues en la danza hay que aprender a disciplinar el cuerpo con el cansancio y el dolor. Por ltimo vale la pena mencionar, que casi al fi nal de la danza se realiz el reconocimiento de la entrega de bastn de mando a Tata Cuaxtle, el cual es uno de los ho-nores y reconocimientos ms importantes dentro de la tradicin. Este fue un momento muy importante y a la vez alegre. Despus Tata Cuaxtle, quien no es danzante, danz en el centro del crculo, a manera de agradecimiento y comunin con los danzantes aztecas.

    SENTIDOS DE LA DANZA

    Las descripciones etnogrfi cas nos demuestran que existen diferencias en la forma de practicar el ritual. En Los Angeles la autenticidad de la prctica de la danza no entra en contradiccin con el sincretismo catlico propio de la tradicin conchera. Al contrario, la reconocen como la matriz a partir de la cual buscan eslabonar su identidad chicana en la tradicin mexicana como raz. En el caso de Tijuana hay la necesidad de traspasar las fronteras culturales de lo nacional a travs del rescate de las races nativas que articular una etnicidad o nativismo espiritual panamericano. Los mismos contrastes detectamos en los usos sociales de la ceremonia de homenaje pblico a Cuauhtmoc: en Los Angeles a pesar de los importantes antecedentes polticos de la danza en el movimiento de reivindicacin chicano, en la actualidad se coloc la ceremonia en un espacio apoltico, limitado a mostrar una prctica tradicional como fundamento de una pertenencia tnica pero en el plano casi folklrico del reconocimiento de la diversidad cultural de la ciudad. Como ha mencionado Olga Odgers en el contexto de EUA los smbolos catlicos se convierten en un equivalente de etnicidad mexicana (Odgers, 2008), respondiendo a la vez a las necesidades de los chicanos y al modelaje etnizante de la identidad en el modelo norteamericano. Por su parte en Tijuana la ceremonia a Cuauhtmoc tom sesgos de confrontacin

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    enfrentando a los mexicanos contra la poltica migratoria ejercida por el gobierno norteamericano, especfi camente representada por el muro fron-terizo. Las mantas chicanas provean discursos iconogrfi cos propios de los murales callejeros de Los Angeles, pero resituados a manera de estandartes en un ritual, en donde ponan de manifi esto el poder de Estados Unidos sobre los mexicanos. Se busc capitalizar la diversidad indgena como un solo pueblo descendiente de Tata Cuauhtmoc que, aunque separado, est presente en ambos lados de la frontera. Y el ritual ofreca puentes simblicos para unir lo que el poder norteamericano fracturaba.

    Este pas que cree que puede imponer una frontera sobre lo que no tiene frontera. Mucha gente aqu se registr como de origen mexicano porque era ms fcil decir eso en California que decir que eras apache, mojave o hasta africano. No tiene entonces ese registro, y ahora as les conviene (al gobierno), porque si fueran indgenas o nativos, tendran el derecho de cruzar la frontera, porque es su territorio. Yo soy apache, mojave. Pero no tengo esos papeles. Somos nativos mexicanos entonces (dice retadora). Mexicanos aqu es indgenas. No son los gueritos educados los que se estn viniendo, son mixtecas, totonacas... Pero no les conviene reconocerlos as, porque entonces no pueden impedirles pasar. (Mary Lou Valencia, entrevista con Cristina Gutirrez, 23 de febrero de 2008)

    La prctica de la danza se convierte en un capital social en ambos lados de la frontera, pero con distintos sentidos: para los chicanos de los ngeles, les da una posibilidad de insercin en el mundo de la cultura y el espect-culo (que en su visin no debe ser restringido por el compromiso poltico visto como instrumentalizacin) inscribindose en una reivindicacin de reconocimiento de la diferencia cultural pero dejando aparte la militancia poltica propiamente dicha, y sobre todo, la confrontacin callejera. Para ambos potencialmente, pero sobre todo para los del lado mexicano, la etnizacin a travs de la danza se convierte en la posibilidad de obtencin de permiso legal de entrada a los Estados Unidos en virtud de la normativa internacional de libre trnsito a los indgenas en sus territorios de origen.

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    Con todo, la danza ritual conchera ha sido valorada por sus practicantes como la fuente mas genuina de la recuperacin de las races prehispnicas, sea en su versin hbrida con el catolicismo, o a travs de los impulsos esencialistas de aztequizar e indigenizar esta prctica. A su vez la fi gura de Cuauhtmoc se coloca como un smbolo clave del encuentro intercultural y la bsqueda de las races, cuyo mito basado en la consigna del regreso de la cultura azteca, proyecta una utopa socio cultural basada en una nacionalidad que abarca un movimiento transnacional: Aztln. Aztln es tambin una metfora espacial que reterritorializa los fl ujos migratorios y los territorios nacionales divididos por una frontera moderna. El ritual se realiza en el espacio de los fl ujos (Castells, 1999), carente de una contiguidad de lugar, pero posible por la temporalidad simultnea. Ms que una conquista de espacios, lo que ocurre es una conquista de la memoria histrica, que permite recrear la nocin del territorio y del sentido nacional. La efi cacia simblica del ritual descrito reside en su secuencialidad ritual; porque con ella genera una geografa con base en la simultaneidad del espacio practicado. Esta idea es compartida por Thomas Csordas, quien afi rma que lo simultneo borra las distancias espaciales.34 El ritual a pesar de la lnea fronteriza celebra unnimemente el retorno cclico a la tierra prometida que a la vez es origen mtico y futuro utpico.

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    34 Una geografa global de lo sagrado, conferencia de Thomas Csordas en el Coloquio Transnacionalizacin de las religiones africanas, afroamericanas e indoamericanas, Guada-lajara, 19 de octubre de 2010.

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