Terre-Dragon I. Le souffle des pierres
Transcript of Terre-Dragon I. Le souffle des pierres
Terre-Dragon I.
Le souffle des
pierres,
traducción y
comentario
Judith Gallardo Ramírez
Tutor/a: Lluís M. Todó
Seminari 109: Traducció Francès
Curs 2014-2015
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ABSTRACT
The goal of this paper is to translate a part of a French book into Spanish so as to recreate
the real process that a translator has to carry out during any type of translation, and to
show the competences acquired during the studies in Translation. In addition, our intention
is to prove that translation studies are needed as a mean to share the knowledge among
cultures. For this paper I chose to translate a youth fantasy novel from a well-known
French author on this subject that has been recently published in France and that has not
been translated yet. Although some may think that this kind of translation does not present
many difficulties, the truth is that there are a lot of things to keep in mind when you are
translating for this age group. This paper includes a part of introduction to the world
created by the author, a 12 chapter translation, evaluation criteria of the difficulties found
during the translation process and a short conclusion. The internal analyse a translator has
to do is invisible to the eyes of the readers, even though it is the main struggle for them.
This paper presents and arguments the difficulties that can be found when translating a
literary work and how they have been solved.
Key words: youth, fantasy, translation, difficulties
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ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................... 4
2. CONSIDERACIONES PREVIAS ................................................................................................. 5
2.1 El autor .......................................................................................................................... 5
2.2 Resumen de la primera parte de la obra ...................................................................... 5
2.3 El mundo de Tierra Dragón ........................................................................................... 6
3. TRADUCCIÓN ......................................................................................................................... 8
4. ANÁLISIS DE LA TRADUCCIÓN ............................................................................................. 26
4.1 La estructura de la novela y la traducción del título ................................................... 27
4.2 Le Chant du Fleuve: La traducción de la poesía .......................................................... 29
4.3 Los nombres propios ................................................................................................... 31
4.3.1 Los antropónimos .................................................................................................... 32
4.3.2 Los topónimos ......................................................................................................... 34
4.4 Mayúsculas y minúsculas ............................................................................................ 35
4.5 El lenguaje de la literatura juvenil ............................................................................... 36
4.6 La frecuencia de uso de los adverbios ........................................................................ 39
5. CONCLUSIONES ................................................................................................................... 41
6. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................... 42
7. ANEXOS ............................................................................................................................... 44
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1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo académico tiene como principal objetivo ser una muestra de los conocimientos
y de las capacidades adquiridas a lo largo del grado de Traducción e Interpretación. Así
pues, este trabajo se basa en la traducción de unos capítulos del libro Terre-Dragon I. Le
souffle des pierres cuya lengua original es el francés al español de España.
La elección de la novela fue algo basado en mis preferencias personales. Entonces,
consideré oportuno escoger un libro juvenil de literatura fantástica cuya traducción se
fundamentaría en el placer de trabajar con algo que, a título personal, me gusta leer. Cabe
decir que la literatura juvenil y fantástica está en auge y cada vez son más los jóvenes que
apuestan por este tipo de novelas para entretenerse. Según hemos podido consultar en
Perspectivas interdisciplinares de la lingüística aplicada, “en nuestro país, en torno al 50% de los
libros que leen nuestros hijos son traducidos de, al menos, 20 lenguas diferentes”. Y,
aunque el inglés sea la lengua principal, el francés es la segunda lengua en producción de
libros de esta tipología que son traducidos al español. Además, muchos de ellos acaban
convertidos en películas de gran éxito o en series de televisión aclamadas por todo el
mundo.
En cuanto a la estructura del trabajo, hay cuatro partes bien diferenciadas. La primera parte
del trabajo se basa en una introducción al autor de la novela y de un resumen de la primera
parte de la novela, puesto que no hemos traducido la novela en su totalidad. La segunda
parte consta de la traducción de doce capítulos del primer tomo de Terre-Dragon I. Le souffle
des pierres. La tercera parte del trabajo es la que se corresponde con el análisis detallado de la
traducción y de cómo se han resuelto los problemas que hemos podido encontrar. Así
pues, se tratarán los temas de la traducción de la poesía, el tratamiento de los nombres
propios en la novela, el uso de mayúsculas y minúsculas, el lenguaje en la literatura infantil
y juvenil, y se realizará una comparación entre la frecuencia de uso de los adverbios en
francés y en español. Finalmente, acabaremos con la conclusión que hemos extraído al
finalizar el trabajo de traducción.
Antes de empezar con el cuerpo del trabajo me gustaría recordar estas palabras de
Grossman (2011: 25) que resumen la importancia de la traducción y, por consiguiente, de
su estudio:
“La traducción es crucial para nuestra autopercepción como lectores serios, y como
hombres y mujeres educados consideramos que la falta de traducciones para leer y estudiar
es algo inconcebible”.
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2. CONSIDERACIONES PREVIAS
2.1 El autor
Erik L'Homme nació el 22 de diciembre de 1967 en Grenoble, situado en el sur de Francia.
Publicó su primer libro en 2001. Se licenció en Historia en la Universidad de Lyon y tras
acabar la carrera viajó por todo el mundo y vivió en países como Pakistán, Afganistán,
Malasia, Filipinas o Tailandia. Erik L'Homme es uno de los autores de literatura juvenil más
reconocidos y leídos en su país natal.
Su obra más conocida, la trilogía El Libro de las Estrellas, ha vendido más de 650 000
ejemplares en Francia. Sus obras han sido traducidas a más de veintiséis idiomas. En
España, nos han llegado traducidas algunas de sus novelas más exitosas como La pálida luz
de las tinieblas, El frágil tejado del mundo o Lo que duerme en la noche.
El libro que hemos traducido y sobre el que hemos realizado nuestro trabajo se titula Terre-
Dragon I. Le souffle des pierres y fue publicado el pasado 2014.
2.2 Resumen de la primera parte de la obra
La novela se inicia con la aparición de uno de los personajes más importantes de la historia:
Sheylis. Sheylis es una joven muchacha que vive con su abuela, una bruja, en el clan de
Shogh el Pico, que las aceptó tras curar a la mujer del jefe. Sin embargo, ambas no son muy
bien aceptadas por la población del clan y, aunque acuden a ellas en busca de remedio, les
achacan una peste que está causando estragos entre el ganado. Así, Sheylis se ve obligada a
escapar y dejar a su abuela atrás que, debido a su avanzada edad, no cree conveniente
escapar y causar problemas a la chica. Antes de su huida, la abuela da a Sheylis un juego de
thun-lawz, piezas de madera, hierro y piedra sobre las que hay grabados los signos de poder
y que permiten activar la magia del reino.
Entre tanto, en otro lugar del mapa de Tierra Dragón, un joven dakan se encuentra
enjaulado y custodiado por los naatfarirs, una tribu guerrera que vive de los caballos y de
rapiñar. Una noche consigue escapar de sus captores y muy debilitado huye en dirección a
las montañas. Aegir, que así se llama el muchacho, es perseguido hasta que un tigre se
interpone en el camino y gracias a la piel de oso que lleva, y que le vale su apodo, el tigre lo
confunde y decide atacar a los naatfarirs que huyen despavoridos. En medio de su travesía,
la muchacha, perseguida por los miembros del clan de Shogh el Pico, se encuentra con el
débil muchacho y se juntan para proseguir juntos el camino. Sin embargo, puesto que Aegir
no tiene fuerzas para andar muy rápido, debido a su largo cautiverio, la chica decide
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abandonarlo en la montaña no sin antes dibujarle con la uña un par símbolos mágicos para
que lo protejan.
Aegir se desmaya y es encontrado por un muchacho cuya ambición es ser un escaldo. A
partir de ese momento se forja una relación de amistad y ambos acuden en busca de
Sheylis, que ha huido hacia las tierras de Oqam el Pescador. Allí, Aegir, se transforma en un
dakan para proteger a un abuelo que está siendo atacado por unos ladrones. Sin embargo,
la suerte no está del lado de la chica y es secuestrada por unos sacerdotes fanáticos de una
nueva religión. Los sacerdotes encierran a Sheylis en una jaula y allí conoce a una muchacha
que se encuentra en una situación parecida. Sheylis, a pesar de no saber mucho de magia,
pretende esperar el momento oportuno para intentar escapar con la ayuda de las thun-lawz.
2.3 El mundo de Tierra Dragón
En este apartado nos centraremos en introducir algunos términos que nos permitirán
entender mucho mejor la organización, el funcionamiento y los habitantes del mundo de
Tierra Dragón. Las explicaciones han sido traducidas y resumidas de la parte final del libro.
Tierra Dragón Es un reino montañés, parecido a una isla en medio de un océano de montañas. Está ocupado por clanes y tribus unidas por un Río, por un extenso poema épico y por el miedo a un Rey Dragón que nadie ha visto jamás y que vive encerrado en una torre en Kesh la Grande, la ciudad capital del reino.
Los clanes Hay un total de tres. Cada uno debe su nombre a un fundador que vivió en los tiempos antiguos. Estos fundadores han dejado para la posterioridad costumbres muy respetadas por sus descendientes. Así, Shogh el Pico era un ermitaño pobre y devoto, Dird el Canoso un mercante interesado únicamente por el comercio y la música, y Oqam el Pescador un ocioso rico y pacífico.
Las tribus También son tres. Su origen es confuso. Parece ser que vinieron del exterior del reino en los tiempos antiguos. Los naatfarirs son guerreros ceñudos y obtusos que viven de la cría de caballos y de rapiñar. Los baadalis, ladrones y camorristas, producen cereales y habas para alimentar el reino. Por último, solo se puede decir bien de los kaafirs, pues son gente de gran valor moral, que tiene una reputación mística y con la que gusta quedarse. Algunas leyendas dicen que las tres tribus obtuvieron su territorio del Rey Dragón a cambio de servicio eterno e irrevocable.
El Río
Metálico
Este país de cumbres y puertos de montaña nevados, de bosques y de pastos alpinos, de torrentes, de valles profundos, de hielo y de roca donde soplan numerosos vientos y se levantan frecuentes tormentas, está atravesado por una corriente de agua de extraña consistencia (un tipo de metal ligero y líquido), sobre el que navegan embarcaciones de piedra y donde viven peces comestibles y criaturas inquietantes. El Río nace en las mesetas del noroeste, en el territorio naatfarir. No se sabe
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qué pasa con él una vez franqueados los límites del reino, allí sus aguas se hunden bajo tierra. Los habitantes del reino piensan que el río posee voluntad propia.
La magia Ha estado presente desde siempre en Tierra Dragón. Fue despertada en los tiempos antiguos gracias a las invocaciones elementales pero, a pesar de ello, se activa por medio de thun-lawz, piezas de madera, hierro y piedra sobre las que hay grabados los signos de poder. La leyenda contempla que los dioses dieron estas piedras a los hombres que vinieron a instalarse en el reino.
Los magos Los hay de dos tipos. Los magos negros, un tipo de magos-guerreros adeptos a la violencia, y los magos grises, chamanes que se basan en el conocimiento. Estos dos tipos de magos no se pueden ver. Unos y otros utilizan, para fines diferentes, las conocidas thun-lawz.
Las criaturas El reino está, sobre todo, acosado por los Qamdars, o demonios elementales, supervivientes de los tiempos antiguos. Los rumores relatan también la existencia de gigantes, animales salvajes que habitan en las montañas, magos maléficos y de hombres llamados dakans capaces de transformarse en monstruos. Es difícil distinguir entre la leyenda y la realidad.
Las
divinidades
La población de Tierra Dragón honra a tres divinidades. El Jinete del Viento es el dios aéreo del Cielo, del Soplo y de la Razón; símbolo del poder de la mente está ligado a las piedras. El Brillante o Dueño del Rayo es el dios del Coraje, de la Fuerza y de la Energía; símbolo del poder del cuerpo está ligado al hierro. La Reina de las Montañas es la diosa de la Tierra fecunda y del elemento líquido; símbolo del poder del corazón está ligada a la madera.
Las zonas
salvajes
Algunas partes del reino se escapan de la autoridad de las tribus, de los clanes y de Kesh la Grande y se desaconseja aventurarse en ellas. Allí se encuentran los pantanos turbios y envenenados de Mingoras, los estanques de Gansh (que se dicen estar habitados por fantasmas), la meseta de Deosai (llena de bestias), y los alrededores del monte Kaskar, donde, según la leyenda, viven los dioses del reino.
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3. TRADUCCIÓN
Tierra Dragón I. El aliento de las piedras
Primera parte
(…) Al borde del reino
unos hombres me han atrapado.
Agitaban sus horcas
con aire arrebatado.
Yo estaba desnudo.
Pensé que mi hora había llegado.
Estaban furiosos.
Les dije que si me mataban morirían.
Porque un mago me protegía.
Me perdonaron la vida y me apresaron. (…)
Y en las borrascas
de copo helado
que me cubrían la cara como un antifaz
con las piernas trabadas
por la espesa nieve que cubría las grietas he andado
y andado sin volver jamás.
He huido con el miedo acompañado
en dirección a las montañas.
Entre la niebla malva
escuché a las bestias.
Sus gritos se perdían entre el soplido del viento
y el crujir del helero.
Corrí y caí.
Sentí mi corazón fatigado.
Mi rezo violento
apresuró el fin del tormento.
El canto del Río o Viaje de Rosk el Tuerto
(extractos de los cantares VI y VII)
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1
Sheylis sintió un escalofrío.
Nunca había querido a su abuela. A decir verdad la anciana le ponía la piel de gallina.
¿Qué le debería de haber pasado a su madre por la cabeza para abandonarla allí?
Quería tener las manos libres para rehacer su vida con aquel mercader cuyo nombre he olvidado…,
pensó Sheylis para sí.
En pocas palabras, su madre había desaparecido sin dejar rastro ni ningún tipo de
información.
Ahora Sheylis vivía a una legua de la ciudad de Karar, en el territorio de los puritanos de
Shogh el Pico, al borde de un tenebroso bosque de robles de tronco rojizo y de ramas
sarmentosas, con una soledad que le pesaba. No tenía amigos. Las chicas con las que se
cruzaba al ir al mercado se negaban a dirigirle la palabra. Cuchicheaban a su paso y Sheylis
había descubierto que la apodaban Mal de ojo.
Con los chicos sucedía lo mismo.
Sin embargo, Sheylis era guapa. Muy guapa, de hecho. Tenía trece años y prometía, con
sus rizos morenos y sus asombrosos ojos verdes, revolver corazones. Pero, para los
aldeanos, su abuela era una bruja que practicaba una magia maléfica.
¡Pero bien contentos que se ponen cuando se encuentran con la anciana y están enfermos, ya sean ellos o
sus animales! Pensó Sheylis con amargura.
El único aspecto positivo, desde que fue confiada a su abuela, era que esta le transmitiría
su conocimiento. Secamente y sin indulgencia, sin manifestar el menor afecto aunque sin
maldad alguna. La joven solo había necesitado dos años a su lado para ser una aprendiz
aceptable. Sin duda, su abuela conocía las plantas curativas, así como el uso de las thun-
lawz, las piedras de poder; eso les aseguraba, a pesar del recelo constante de los habitantes
de Karar, una relativa tranquilidad.
Una tranquilidad amenazada estos últimos tiempos por una epidemia de peste roja
especialmente virulenta que había causado grandes estragos entre el ganado de la región.
Incluso su abuela había sido incapaz de poner fin a la enfermedad. Fue entonces cuando
los aldeanos empezaron a murmurar; a pensar que ella estaba allí por alguna razón. El clan
de Shogh el Pico no era conocido por tener una mente abierta…
—¡Sheylis! —gritó otra vez su abuela.
Se desprendió de su miedo y entró en la bodega. El olor dulzón del humo de resina de
pino la arrastró; aquel olor flotaba sobre todo el reino, puesto que todo el mundo se
calentaba y cocinaba con aquel árbol, que crecía rápido y por todos lados. La cabaña
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rudimentaria, de madera y adobe, estaba adosada al tronco de un roble milenario y no tenía
más que dos habitaciones; la que ocupaban ahora era pequeña y servía de cobertizo, y la
otra, más grande, era donde comían, trabajaban y dormían encima de unos jergones que
tendían cada noche frente a la chimenea.
La anciana, vestida como siempre con un manto de lana negra y con la cabeza tapada
bajo su gran capucha, buscaba dentro de un baúl que Sheylis no recordaba haber visto
abierto jamás.
—Van a venir —anunció la vieja sin girarse. —Lo he leído en las thun-lawz. Traerán
antorchas, armas y estarán muy furiosos. Nada ha cambiado desde los tiempos de Rosk el
Tuerto… Van a por mí, y a por ti también. Estos idiotas se creen que si nos matan
acabaran con la enfermedad. Por eso debes huir. Ahora mismo.
La joven se quedó destrozada.
—¿Debemos irnos? —balbució —pero, ¿dónde?
Su abuela le echó una mirada desoladora.
—No hay un "donde". Mis piernas viejas me fallarían al primer obstáculo. Debes huir
sola. Evita el Este y el territorio de los naatfarirs; son unos bárbaros. Encuentra refugio
entre del clan de Oqam el Pescador, si consigues cruzar el Río, o el de Dird el Canoso, por
las montañas. La gente de allí nos tolera más.
—Pero, ¿y usted? —insistió una vez más.
—Es demasiado tarde, hija.
Miró a Sheylis fijamente y con gran intensidad.
—Intenta mantenerte con vida. Te prometo que siempre estaré a tu lado.
Cogió una bolsa de cuero que estaba al lado del baúl y se la dio a Sheylis.
—Dentro he metido un juego de thun-lawz, bebida y comida para varios días y algunas
hierbas y pociones.
Se quitó el manto y lo puso sobre los hombros de Sheylis. Sin él, parecía aún más flaca.
—No pierdas más tiempo. —Terminó— Has sido una aprendiz muy buena. Y
seguramente lo mejor que me haya podido pasar jamás.
Después rodeó a su nieta con los brazos. Sheylis se sentía emocionada, a pesar de que se
tratase de ella, por este impulso de afección y las dulces palabras de su abuela, las primeras
que le dirigía. Se lamentó de que hubiese sido necesaria tal terrible situación para que la
anciana se confiase al fin, y ella sintió en su interior un enorme desorden. Después un calor
intenso la invadió. El vértigo se apoderó de ella y su corazón empezó a latir con más
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fuerza. Sin embargo, no iba a permitir que la emoción la desbordase. Ese no era el
momento.
—Vete ya, hija mía —dijo la anciana empujándola. —Ya vienen. ¡Que los dioses te
protejan en tu periplo!
La sensación de mareo desapareció tan deprisa como había aparecido.
Sheylis cogió la bolsa y se dirigió hacia la puerta.
Se giró para ver una última vez a su abuela: la imagen de la vieja bruja se volvió confusa.
Sacudió la cabeza y se marchó.
2
El guerrero contempló la jaula con aire pensativo.
Era alto y musculoso. Tenía el pelo largo y negro recogido en la nuca con un cordón
mugriento. Su corta y negra barba disimulaba una parte de la cicatriz que dividía su mejilla
izquierda. Su mirada era clara, brillante y con una intensidad poco común. Su ropaje de
cuero reforzado de piezas metálicas desaparecía parcialmente bajo una piel de lobo, animal
que vivía en jaurías numerosas por la estepa. A un lado llevaba, en una funda muy bien
ajustada, el sable tradicional de los guerreros naatfarirs. En la espalda portaba un escudo de
cuero, decorado con distintas thun-lawz y acompañado de un pequeño arco de doble
curvatura con un carcaj lleno de flechas de madera oscura.
Hurgó dentro de un cubo sobre el que zumbaba un enjambre de moscas, luego lanzó a
través de los barrotes un hueso medio roído.
—¡Aquí tienes, Piel de Oso, tu comida!
En la jaula, una silueta surgió bajo un manto miserable. Cogió el hueso con avidez y
volvió a la sombra, clavando en su carcelero una mirada cargada a la vez de temor y de
odio. Se trataba de un chaval joven que llevaba como único vestido un taparrabos de tela
áspera y una gran piel de alguna bestia sobre sus hombros. Era de estatura media, estaba
flaco y muy sucio. Tenía el pelo rubio desgreñado y los ojos azul oscuro, casi negros. Era
difícil saber cuántos años tendría. Quizá tenía doce años, pero no muchos más.
El guerrero sonrió. De su cinturón sacó un collar, una cinta de cuero rodeada de un
metal azulado extraño y con thun-lawz centelleantes incrustados. Lo blandió bajo los ojos
del chico.
—¡Te trataremos como a un ser humano el día en que te conviertas en un animal!
Luego se alejó a paso ligero, llevándose el cubo de restos hacia las otras jaulas alineadas
a lo largo de la empalizada.
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Con el hueso apretado contra el pecho, el chico esperó a que el hombre estuviese lo
bastante lejos. Desde donde se encontraba podía ver el patio fangoso, la puerta de dos
hojas y los guardianes que obedecían a ese hombre llamado Ishkar. Era él, siempre él, quien
lo alimentaba desde hacía tres años. Desde que fue capturado. Desde la muerte de sus
padres, asesinados a manos de los naatfarirs. Esa jaula sólida de hierro, ese patio protegido
por una espesa valla de madera que los guerreros vigilaban día y noche; el olor ligeramente
dulzón de la madera resinosa que formaba los trozos de la muralla y ese hombre pensativo
y despreciable se habían convertido en su único horizonte.
Los recuerdos de su corta vida en libertad se atenuaban como los pedazos de bruma que
se deshilachan en el viento. Se acordaba de su nombre: Aegir. Se acordaba de que en el
momento de su captura iba vestido con una piel de oso, cosa que le habían dejado
conservar y que le había valido su apodo. Se acordaba de que su familia había huido poco
antes de que fuese sorprendida por los saqueadores a caballo. Todavía conservaba en la
memoria escasos momentos y algunas escenas sin alguna relación entre ellas. Sin embargo,
el rostro de su madre se había borrado, a la vez que el de su padre y de su hermana.
Estaba solo. No había tenido la ocasión de relacionarse jamás con el resto de los
prisioneros. Había llegado a hablar con ellos en la lengua común del reino, pero los
cautivos no se quedaban mucho tiempo en las jaulas. ¿Qué pasaba con ellos una vez se los
llevaban al otro lado de la empalizada? No sabía nada. Solo sabía que, a él, jamás lo habían
venido a buscar. ¿Quizá porque era el más joven? Seguramente se habría vuelto loco o se
habría dejado morir de hambre y de frío si no hubiese encontrado refugio en una idea fija:
escapar. Y descubrir qué había detrás de las estacas de la verja.
Aquella noche todo iba a cambiar. Hacía muchísimo tiempo que esperaba un hueso
como aquél. Su plan estaba listo, hasta el mínimo detalle.
Necesitaría todas sus fuerzas.
La puerta de la jaula cedió con un chirrido que le pareció el sonido de un trueno.
Aegir esperó un instante, el corazón se le salía del pecho y rezó con todas sus fuerzas a
las tres divinidades del reino.
Al Jinete del Viento, para que cubra el camino con silencio.
Al Dueño del Rayo, para que ciegue a los guardianes.
A la Reina de las Montañas, para que apacigüe el miedo.
Nadie fue a ver qué pasaba y Aegir respiró de nuevo. La noche era negra. Se alegró
porque eso escondería su fuga.
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Dejó el imponente hueso que le había servido para forzar la cerradura dañada por el
óxido encima de la puerta. Se acurrucó en su piel de oso, tanto para protegerse de la
mordedura del frío como para darse fuerzas, y puso el pie en el patio.
Empezó por enderezarse. Su jaula era lo bastante larga para poderse tumbar por
completo, pero no lo bastante alta para ponerse en pie. Una vez vencido un ligero vértigo,
saboreó esa sensación.
Alzó la mirada hasta perderse en la bóveda celeste, moteada por una miríada de estrellas.
Habían estado allí noche tras noche para él. Se había divertido dándoles nombres,
imaginando formas, escogiendo la más brillante… Sentía por aquellas lucecitas, fuera de
alcance de los naatfarirs, un cariño sincero.
A continuación se dirigió sin hacer ruido hacia la zona de la empalizada que sabía que
no estaba bien vigilada. Sus manos y sus pies encontraron sin dificultad los nudos, había
muchos en los troncos de los pinos, y rápidamente se alzó por encima del suelo. Se había
entrenado todos los días, a espaldas de sus carceleros, agarrándose y colgándose de los
barrotes de hierro de su jaula para fortalecer los músculos de los brazos y de las piernas.
Pronto alcanzó la cima de los postes, que salvó pasando entre dos puntas. Lejos de
imaginarse que uno de sus prisioneros estaba a punto de escapar, los naatfarirs patrullaban
de un lado a otro aletargados por el frío. Aegir se dejó caer hacia el otro lado.
Para su sorpresa, no se alzaba ningún pueblo detrás de aquellos muros. Tampoco
ninguna casa ni ninguna fortaleza. Aquello que había creído un patio, en realidad era una
cerca. Una prisión aislada en medio de la estepa. Ese único edificio que flanqueaba la
empalizada albergaba una caballeriza y una sala provista de una chimenea para los guardias.
Aegir dudó. Conocía muy poco aquel lugar. Su escasa memoria no había conservado el
recuerdo de su trayecto y las informaciones que había obtenido de los demás prisioneros
eran poco precisas. Sabía que las tierras de los naatfarirs se encontraban en el extremo
oriente del reino, sobre las vastas mesetas donde nace el Río Metálico, que cruza Tierra
Dragón. Las vastas tierras estaban cubiertas de una ardiente estepa en verano y de hielo en
invierno, eran aptas para la cría de caballos pero no para el cultivo, lo que obligaba a los
naatfarirs a trocar sus animales por habas y cereales.
Aegir tenía dos posibilidades: seguir el lecho de uno de los riachuelos que pasan por la
estepa y llegar al Río o dirigirse a las montañas que con su masa parecían aplastar la meseta
donde estaba la cerca.
Una vez a salvo en los territorios de los otros clanes tendría tiempo para pensar.
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Después de reflexionar durante un momento, Aegir consideró que la opción del Río era
la más obvia y los caballos no tardarían mucho en atraparlo. Así pues, se decidió por las
montañas, porque en el caso de que los naatfarirs decidiesen perseguirlo, se verían
obligados a hacerlo a pie.
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Ishkar ordenó abrir la pesada puerta de madera que tapiaba el cercado.
Aunque dormía sobre una manta de lana gruesa dentro de su tienda de fieltro, su
instinto lo había despertado en plena noche. Ocurría algo inusual.
El jefe naatfarir contuvo su impaciencia ante la lentitud de sus hombres. Él estaba
personalmente a cargo de los Dakans. Era gracias a esa responsabilidad tan importante que
tenía un asiento en el Consejo de la tribu. Ishkar sabía que muchos oficiales le tenían
envidia y esperaban a que cometiese el más ínfimo error para reclamar su puesto.
Entró en el patio. Un simple vistazo fue más que suficiente para saber que no se había
equivocado. Se abalanzó sobre la jaula de Aegir: estaba vacía. Dio una patada de rabia
contra la puerta y mandó a paseo el hueso que estaba metido en la cerradura.
¡Por la balsa de Rosk el Tuerto! Dijo para sí.
Las palabras restallaron y los naatfarirs se reagruparon en torno a la cuadra.
—Tenemos un fugitivo— profirió Ishkar mientras se subía encima de su caballo. —Es
el chico, no ha podido ir muy lejos. ¡Teresh! Coge a cuatro hombres y cabalgad en
dirección al Río. Yo iré por las montañas. Y, por los Dioses, ¡vigilad el cercado!
Dio un taconazo a la bestia de color tierra, a la que le empezaba a crecer el pelo de
invierno, y rápidamente desapareció en la noche seguido por dos guerreros descontentos de
haber sido arrancados de la tranquilidad de la sala de los guardias.
4
Aegir avanzaba muy despacio.
Estar cautivo en una jaula abierta a los cuatro vientos lo había hecho más fuerte contra
la ventisca y la intemperie, pero, aún así, la primera borrasca de nieve lo había congelado
hasta los huesos.
Se esforzó por mantenerse sereno.
Si nieva, a los naatfarirs les costará seguir mis pasos, dijo para intentar convencerse.
Sus pasos… Aegir ya no notaba sus pies, a pesar de llevarlos envueltos con la lana que
había sacado de su manto. De hecho, solo la piel de oso le daba algo parecido al calor.
Tiritó.
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Me voy a morir de frio en las montañas, pensó casi sorprendido. Los naatfarirs encontraran mi
cuerpo en primavera y se lo disputaran sin descabalgar de sus caballos.
El amanecer lo sorprendió cuando empezaba el ascenso hacia el primer puerto de
montaña.
La posición del sol le confirmó que seguía la dirección correcta y el calor de los rayos
que le golpeaban en la espalda le dieron valor.
Y el hambre le invadió por completo. No había tenido la oportunidad de guardar algo
de comida. Ishkar apenas le daba lo suficiente para sobrevivir cada día. Y cuando su
guardián estaba descontento con él, lo privaba de comida. Estaba acostumbrado a comer
poco, pero sus escasas reservas de energía habían desaparecido al ritmo del esfuerzo que
había hecho desde el despunte de la noche para avanzar mientras luchaba contra el frío.
Aegir se concedió un descanso. Se sentó encima de una roca que emergía de la capa de
nieve. No debía pararse mucho tiempo, o no se pondría otra vez en marcha jamás.
Pero, ¿para qué seguir adelante? Se dijo. No llegaré nunca, eso es así. Hay que ser claros: ¿qué me
espera detrás del puerto? Más montañas y más nieve. ¡Será mejor que me quede aquí tumbado y que me
deje morir! O descender y rendirme…
Más abajo aparecieron unas siluetas oscuras que avanzaban a toda prisa. Eran los
naatfarirs.
Las ganas de rendirse desaparecieron de inmediato. Los guerreros negros debían de estar
muy enfadados por haber tenido que seguirlo hasta allí y el castigo estaría a la altura de su
furia. Y Aegir no estaba seguro de que Ishkar tuviese suficiente interés en él para no
matarle…
En su miedo encontró la fuerza para retomar el ascenso.
Detrás de él, como ya había supuesto, los jinetes habían desmontado. La pendiente era
demasiado fuerte y resbaladiza para los caballos. Una vez abandonaron sus monturas,
continuaron la persecución a pie.
—¡Piel de Oso! — aulló la voz de Ishkar que le llegó débil. —¡Te voy a atrapar y a
azotar hasta que tus huesos brillen bajo la luz de la luna!
Aegir gimió. Sus perseguidores le ganaban terreno rápidamente. Intentó acelerar un
poco más.
No puedo volver allí abajo, pensó preso del pánico. ¡No sobreviviré al látigo! No podría aguantar
una noche más entre barrotes…
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Mientras avanzaba con torpeza hacia el puerto, un movimiento fortuito le llamó la
atención. ¿Se trataba de uno de esos gigantes crueles que atacaban a los viajantes cerca de
los pasos para atracarlos y devorarlos?
Un bufido de felino respondió a su pregunta.
Las historias contaban que uno se podía librar de un gigante mediante palabras ágiles o
echándose a correr si se tenían unas piernas fuertes. Sin embargo no decían nada al
respecto sobre los tigres…
Para su sorpresa se trataba de un tigre de las montañas que acababa de aparecer por la
pendiente, grande como un caballo, fuerte como un toro y ágil como una serpiente. El
depredador más temible de todo el reino y que solo algunos locos –que no llegaban a
viejos– cazaban para conseguir su magnífica piel blanca con rayas negras.
El felino descendió hacia él en una sucesión de fabulosos saltos.
Los naatfarirs interrumpieron en seco su impulso. Con los ojos fijos en el tigre, atentos a
su avance, hicieron un movimiento prudente de reagrupamiento. Era raro que el terrible
animal se contentara con una sola presa.
Aegir no perdió ni un instante en reflexionar. Hizo lo que le pareció más razonable:
cavó un agujero en la nieve y se acurrucó en su interior y se puso la piel de oso por encima.
Luego empezó a invocar en silencio la protección de las tres divinidades.
Al Jinete del Viento, para que engañe al olfato de la bestia.
Al Dueño del Rayo, para que lo disimule a los ojos del monstruo.
A la Reina de la Montaña, para que amortigüe los latidos de su corazón.
5
El tigre se detuvo a escasos pasos del chico, desconcertado.
Con su vista aguda y su temible olfato, había descubierto a un humano, un joven
humano que había osado aventurarse en su montaña. Sin embargo, ese aroma acababa de
desaparecer. En lugar del olor soso de los humanos, ahora flotaba el efluvio almizclado de
un oso de los bosques.
El animal aspiró aire otra vez. Sí, era un oso, un gran macho que se había metido dentro
de la nieve a menos de tres pasos. ¿Por qué había venido? Los osos no solían subir tan
arriba. Había un pacto milenario: para los tigres las montañas, los muflones y los viajeros
extraviados; para los osos los bosques, los ciervos y los leñadores imprudentes.
Sacudió la cabeza y dio un bufido. Sí, tenía hambre, pero no hasta el punto de atacar a
un oso. El gigantesco felino dirigió su atención hacia abajo.
17
Descubrió otras presas, caballos y hombres que también invadían su territorio. Entonces
entendió la presencia del intruso: perseguido por los cazadores, el oso de los bosques se
había refugiado en la montaña. Pues bien, ¡esos cazadores iban a aprender lo que se siente
al ser cazado!
Profirió un rugido potente, que fue amplificado por las cumbres cercanas.
Los humanos huyeron en un desorden risible. El tigre sintió su miedo y se deleitó en él.
Rugió una vez más, por placer, y se precipitó pendiente abajo.
6
Al estar la ruta del Río cortada por una muchedumbre enfurecida, Sheylis salió tan
rápido como sus piernas se lo permitían a través del bosque hacia las cimas nevadas.
Ahora se veía obligada a pasar por las alturas si quería llegar a las tierras de otro clan.
Le había ido de muy poco tiempo para que la muchedumbre no la atrapara antes de que
pudiese desvanecerse en la penumbra protectora de los grandes árboles. Conocía el bosque
como la palma de su mano, ya que había pasado largos días en busca de leña para el fuego y
de plantas, o para recoger los lazos que su abuela le había enseñado a colocar. Del mismo
modo, se había distanciado con facilidad de los aldeanos que le daban caza.
El saco que su abuela le había dado le pesaba muchísimo sobre los hombros. Pero las
provisiones que había descubierto, cuando casi de noche se había parado agotada en el
hueco formado por las raíces tortuosas de un roble, habían compensado el esfuerzo.
Indiferente a los arañazos, se acurrucó en la áspera corteza del árbol y lloró, dejando partir
con sus lágrimas parte de su tristeza y de su miedo.
Se volvió a poner en marcha antes del alba para acrecentar la distancia con sus
perseguidores y así salvar los pastos alpinos que apenas conocía. Allí, una nieve precoz
había arruinado sus esperanzas de no dejar huellas...
Sheylis aprovechó la vista despejada, entre dos períodos de niebla, para hacer balance y
situarse. Se soltó el cordón que fijaba el manto de lana de sus hombros y de un bolsillo del
interior salió una curiosa piedra azul atada en la punta de un cordel.
Mi primer regalo, no pudo evitar pensar, mi primera recompensa.
Su abuela se la había dado después de que ella sola hubiese confeccionado una pomada
de cicatrización. «Gracias a esta piedra, le había dicho la anciana, podrás ir más lejos por el
bosque, allí donde crecen las plantas raras y volver a casa sin perderte.» Y mira por dónde
que hoy, como una cruel ironía, ella utilizaría la piedra para alejarse.
18
La joven apartó los recuerdos de su mente y se obligó a concentrase. Tenía la piedra en
la palma de la mano. La punta osciló antes de quedarse fija e indicar una dirección.
Ya tengo rumbo, iré siempre hacia el suroeste, constató segura de sí misma.
Las tierras de Dird el Canoso estaban muy lejos. La única esperanza de alcanzarlas era
llegar al río y encontrar un puente o un barquero para llegar a las de Oqam el Pescador.
Una vez allí, estaría sometida a unas leyes diferentes a las de Shogh el Pico. Las reglas del
reino eran claras y los hombres que la perseguían no le podrían hacer nada.
Debo mantener la ventaja a toda costa, se repitió apretando los dientes.
A pesar del cansancio y de la gran incertidumbre a los que su fuga le había condenado,
no le pasó ni una sola vez por la cabeza abandonar o dejarse llevar por la desesperación.
Sheylis se adentró en una meseta dominada por el viento.
El viento estaba omnipresente en Tierra Dragón. Era violento en las montañas que
rodeaban el reino como las murallas en una ciudadela (o los muros de una prisión) y dulce a
lo largo del Río Metálico donde había empujado hacía el Aval la embarcación de piedra de
Rosk el Tuerto, en tiempos antiguos (eso era lo que su abuela le había contado). No era en
vano que la primera divinidad del reino fuese el Jinete del Viento.
De golpe, la joven gritó y cayó de rodillas, presa del vértigo de nuevo.
Abuela… balbució con las manos en la cabeza.
Su abuela acababa de exhalar el último suspiro. La habían matado. A bastonazos o
entregada a las llamas, ¿qué importancia tenía? Estaba muerta. Sheylis no entendía como
podía saberlo, pero lo sabía. Lo había sentido en lo más profundo de su ser.
¡De ahora en adelante estoy sola, completamente sola!
Le dieron ganas de gritar otra vez, pero se contuvo porque unos hombres la perseguían
y no debían de estar muy lejos.
Le vinieron a la cabeza algunos versos extraídos del Canto del Río. Los recitó en voz
baja, porque pensó que su abuela, a quien le encantaba Rosk el Tuerto, lo había querido así:
Estaban llenos de ira
y me han querido matar.
Los niños me tiraban piedras
y las mujeres me escupían en la faz.
No tuvo fuerzas para recitar más. Se quedó quieta un buen rato, indiferente al viento, al
frío y a la nieve que caía en cortantes copos.
19
7
Un paso. Dos pasos. Uno más. Y otro más.
Los alaridos de los Naatfarirs le habían dado alas para abandonar el agujero de la nieve,
abalanzarse hacia el collado, bajar por la otra vertiente, bordear una interminable hilera de
rocas y franquear un nuevo paso.
No se podía explicar por qué razón el tigre de las montañas no lo había atacado. ¿Quizá
prefería la carne de los caballos o la de aquellos hombres más robustos? Daba igual, aquel
cambio había surtido efecto: ya no tenía que preocuparse por sus perseguidores.
Solo por el frío. Y por el hambre. Por el cansancio. Por la nieve que entorpecía sus
pasos. Por el cielo, que estaba del mismo color que el suelo y que le daba la impresión de
que se ahogaba.
Aegir terminó por no saber si estaba vivo o muerto. Flotaba en alguna parte, entre el
sueño y la bruma, entre dos realidades.
Las piernas le fallaron definitivamente en la entrada de una meseta dominada por los
vientos. Se hundió en el suelo nevado.
Consiguió tumbarse de espalda hacia arriba.
Los copos dispersos, que salían de un cielo uniforme y gris, se fundían sobre su cara.
Durante un instante pensó que las estrellas caían del cielo.
Encontró fuerzas para murmurar una última plegaria. Y fue a la Reina, a la señora de la
montaña, a quien la dirigió:
Llévame cerca de mi familia, por favor. No soy viejo pero ya he pasado suficiente frío,
suficiente miedo, suficiente hambre para toda la vida…Tómame en tus brazos…
No sabía si la Reina lo escuchaba. Tampoco sabía si los dioses, aquellos a los que se
dirigía tan a menudo, existían. Solo se acordaba de que a su madre le encantaban las
plegarias y que su padre juraba a menudo por su nombre.
Tuvo un deslumbramiento. Un recuerdo desaparecido salió a flote.
Su madre lo cogía de la mano. En la plaza de un pueblo se alzaba una gran piedra pulida
por los años, una estaca de hierro corroída por el óxido y un tocón de madera agrietado.
«El Jinete gusta del silencio de las piedras, le decía su madre; el Brillante, del sabor del
metal; la Reina, sin embargo, prefiere el calor de la madera.»
Aegir dejó que el recuerdo se evaporase y abrió los ojos.
Entonces sintió, encima de él, la cara de una chica.
La Reina… murmuró Viene a buscarme…
20
Sheylis retrocedió.
Pensaba que el chico estaba muerto. Pero, ¡Mira por dónde había resucitado y se había
puesto a delirar! Hurgó en su bolsa, sacó una cantimplora y se la acercó a la boca.
Él tosió.
Bebe le ordenó. Esta poción despertaría a un muerto.
Le metió la cantimplora entre los labios, obligándolo a hacer lo que le decía.
Pierdo un tiempo precioso, pensó ella. Suponiendo que vuelva en sí, será incapaz de andar. No me
puedo permitir rezagarme.
La poción surtió efecto rápidamente. Aegir tosió con más fuerza. Con la ayuda de la
chica, se incorporó y se puso bien la piel de oso alrededor de los hombros.
Gracias resopló débil hundiendo la mirada en la de ella. Tú no eres la Reina de
las Montañas.
Sheylis sacudió la cabeza a modo de respuesta.
No lo tenía muy claro. Me llamo Aegir. Los que me persiguen me apodan Piel de
Oso.
¡A él también lo perseguían! Se estremeció.
Yo soy Sheylis respondió y tras dudar continuó: A mí también me persiguen. En
donde yo vengo me apodan Mal de Ojo.
Después de todo, articuló Aegir no me va del todo mal con Piel de Oso.
Sheylis esbozó una sonrisa. Si era capaz de bromear, quizá tendría fuerzas para caminar.
No debemos quedarnos aquí. ¿Te puedes levantar?
Aegir asintió.
Entonces en marcha soltó ella. No estamos muy lejos de las tierras de Oqam el
Pescador. Basta con tomar la garganta de allí.
Sheylis señaló una falla en la meseta que zigzagueaba brusca hacia la valle.
Ayudó al chico a ponerse en pie. Él se tambaleó.
Podré dijo enderezando la cabeza. Tu chisme, eso, me ha venido bien.
El vientre le hizo un ruido espantoso.
Toma dijo Sheylis sacando de su bolsa un trozo de pan. Es todo lo que me
queda, pero tú lo necesitas más que yo.
Le dio las gracias con un gesto antes de zamparse el mendrugo de pan. Se moría
literalmente de hambre.
Luego, ella se puso en marcha. Mal que bien, Aegir se amoldó a sus pasos.
No puedo abandonarlo, se repitió Sheylis para convencerse de ello. También es un fugitivo…
21
8
Sheylis supo, incluso antes de ver las siluetas al otro lado de la meseta, que los aldeanos
les estaban a punto de alcanzar.
Los dos avanzaban con una lentitud exasperante. Su compañero de huída no se daba
cuenta de nada, ya que concentraba todos sus esfuerzos en andar. No lo suficiente rápido,
pensaba la chica mordiéndose los labios.
Debía abandonarlo lo antes posible o, si no, estaría en manos de sus perseguidores antes
de terminar el día. Pero tenía dudas. ¿Qué debo hacer? ¿Qué han querido decirme los dioses al poner
el chico en mi camino? ¿Será una prueba? ¿Un castigo por haber abandonado a mi abuela?
Las lecciones de la bruja habían afianzado el temperamento místico de la joven. Sheylis
no podía sino ver señales por todos lados, señales que no podía evitar interpretar.
Detestaba la idea de que algo pudiese suceder sin razón alguna, porque eso habría
significado la absurdidad de su propia vida.
Observó a Aegir. El muchacho avanzaba con la mirada fija, la mandíbula apretada y las
piernas rígidas. De él emanaba una voluntad feroz, casi inhumana. Pero a su vez parecía
frágil. Un golpe de viento lo habría podido tumbar. Sin embargo, seguía avanzando.
Si lo abandono, morirá. Si no lo hago seré yo quien muera.
¿No puedes ir más rápido? Le preguntó intentando no mostrar su impaciencia.
En la mirada del chico, pudo ver un desespero profundo que le hizo lamentar en
seguida haber preguntado.
Hago lo que puedo solo pudo responder.
Con eso es suficiente lo animó Sheylis. Al final del collado que te he enseñado, es
muy probable que haya un pueblo. Podremos comer y descansar todo lo que queramos.
Pero ella no lo creía en absoluto.
9
Eran una decena.
Decididos. Con la mirada penetrante. Con su equipo en la espalda y un bastón en la
mano. Ardían en deseo de matarla, pero el jefe del pueblo había sido claro: debían traer a la
chica con vida.
Ante ellos dos muchachos huían, uno sosteniendo la mano del otro. El otro fugitivo no
les interesaba.
22
Jamás se habían aventurado más allá de Karar. El pueblo, los campos, el bosque de
alrededor, la villa donde había el mercado, y eso era todo. Shogh el Pico desconfiaba de los
viajeros, solo traían problemas.
Nunca debieron haber aceptado que la bruja se instalara en el bosque. No sabían de
dónde venía, ni por qué había elegido las tierras del clan para vivir. Pero la bruja se había
ocupado de la mujer del jefe del pueblo y la había curado. Había obtenido el derecho a
quedarse, los había engatusado dándoles sus pociones.
Y finalmente había acabado por mostrarles su verdadera naturaleza; les había enviado la
peste roja que había diezmado los rebaños.
La maldita bruja había pagado por ello.
Solo quedaba su descendiente. Había que impedir que propagara sus maleficios y que
siguiera cometiendo sus fechorías en otro lugar.
Eso se haría dentro de poco.
Sin pararse a consultarse unos con otros, aceleraron el paso.
10
Escúchame con atención.
Sheylis había tomado una decisión. Agarró a Aegir por el brazo. El muchacho se
estremeció, estaba muy concentrado en colocar sus pasos sobre los de la joven. Su piel de
oso flotaba sobre sus hombros delgados.
Los hombres que me buscan están justo detrás de nosotros. Continuó.
No había el mínimo signo de pánico en su voz.
Es a mí a quien buscan. A ti te dejarán tranquilo.
Aegir tardó unos instantes a ser consciente de las palabras de la chica. Lanzó un gemido
como el de un animal herido.
No, no me dejes…
Ella sacudió la cabeza.
Si me quedo contigo, estás perdido.
Si te vas también lo estaré.
Sheylis se mordió los labios. El chico tenía razón. Pero, si se iba ahora, tenía una
pequeña posibilidad de salvarse.
Me duele hacerlo, Aegir. Lo que sea que los dioses hayan querido para nosotros, no lo he sabido
comprender. Si me salvo, al menos respetaré el deseo de mi abuela.
23
En un arrebato, se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos. Siguiendo su intuición,
aprovechó para dibujar disimuladamente con la uña sobre la nuca de Aegir el signo de Urh,
un thun-lawz que significa suerte y curación, y después dibujó el de Elh, para calmar el
dolor.
Es todo lo que puedo hacer por ti, lamentó en silencio.
Tras ponerse sobre la cabeza la capucha de su manto, Sheylis se giró y se puso a correr
hacia el collado que se iba ensanchando. La bolsa de cuero le golpeaba los riñones. Los
pies, protegidos por tiras de piel de cordero, hacían volar la nieve.
Aegir le tendió un brazo suplicándole, pero ella no lo vio.
11
¡Ve a mirar!
El aldeano, obedeciendo a un leñador de puños fuertes y voz imponente que se había
puesto a la cabeza del grupo, se acercó al cuerpo que estaba tumbado en la nieve.
Un niño estaba envuelto en una piel de oso y su tórax se agitaba estremeciéndose. Era el
chico que acompañaba a la bruja.
El aldeano el dio unos golpecitos con el bastón y apartó la piel de oso. Entonces,
descubrió un cuerpo de aspecto demacrado, cubierto de señales de golpes y marcado por
las privaciones.
El aldeano se estremeció. Estaba claro que el chaval había tenido una vida difícil. ¿Por
qué estaba en la montaña?
Dudó. Si lo dejaba en la nieve seguramente iba a morir. Pero, ¿podrían hacerse cargo de
alguien que les retrasaría la persecución?
Se imaginó la mirada severa de su mujer. Sabía muy bien lo que ella le habría dicho: que
Shogh el Pico no habría dejado perecer a un inocente.
Un pasaje del Canto del Río le vino a la memoria:
Un niño estaba tumbado.
En sus ojos azorados
bailaba
el desespero
Pero ni su mujer ni Rosk el Tuerto estaban allí con él. Sin embargo, Arosh el leñador sí,
Arosh y su estatura imponente, Arosh y su voz autoritaria… Y el resto tenía mucha prisa
por volver a Karar.
24
¿Es la muchacha? preguntó impaciente Arosh.
No respondió el aldeano. Es el fugitivo que la acompañaba.
Déjalo ahí.
La sentencia cayó como un jarro de agua fría. Eso significaba la muerte para el chico. El
aldeano suspiró y contempló por última vez la cara del muchacho.
Aegir abrió bruscamente los ojos. Sus ojos grandes y oscuros. Muy grandes. Muy
oscuros. Unos ojos donde no había lugar para el desespero. Sus ojos se clavaron en los del
aldeano, que retrocedió pálido.
La mirada de Aegir brillaba feroz. Un rugido salió de su boca.
El aldeano lanzó un grito desgarrador.
Sus compañeros, que iban en su ayuda, dieron un paso atrás.
¡Atrás! Les gritó Arosh pálido de miedo.
Cogió por el brazo a dos de ellos que vomitaban y los obligó a retroceder para salir
corriendo. Luego los rugidos cesaron. Se retiraron a la desbandada.
«¡Huid!» fue todo lo que pudo decir Arosh antes poner pies en polvorosa.
12
El sonido de la trompa sacó a los naatfarirs fuera de la sala de los guardias.
Un hombre avanzaba hacia el cercado tambaleándose.
¡Es Ishkar! gritó uno. ¡Viene andando!
Nunca se iba andando por la estepa. Las distancias eran demasiado grandes. Un hombre
sin caballo solo podía ser un extranjero o un loco. O incluso un naatfarir desamparado.
Fueron corriendo.
No había ninguna duda de que se trataba de su jefe herido, con el rostro descompuesto
y la ropa ensangrentada.
Un tigre de las montañas dijo Ishkar con voz amarga a los hombres que estaban a
su alrededor.
La mirada interrogadora de los guerreros lo empujó a continuar.
Ha matado a la mitad de los caballos, los demás todavía huyen. Shihr y Pandir han
luchado como valientes, pero han sucumbido. Yo he conseguido huir.
¿El tigre ha matado también al dakan? preguntó el naatfarir de pelo gris mientras
curaba el brazo de su jefe, desgarrado por un zarpazo.
Ishkar sacudió la cabeza.
25
No ha tocado al chaval. Ha preferido atacarnos a nosotros. Seguramente por los
caballos.
Los naatfarirs se miraron pero no hicieron ningún comentario al respecto.
Te voy a coser las heridas. Deberás descansar unos días dijo el guerrero de pelo
gris.
Ishkar sacudió la cabeza.
¡El chico estará lejos!
Quizá esté muerto en la montaña. Tu brazo…
Mi brazo aguantará dijo Ishkar zanjando la discusión. Hazlo lo mejor que puedas.
Dos guerreros vendrán conmigo, un dakan y Chakor el Negro también. Partiremos al alba.
El naatfarir de pelo gris asintió con la cabeza. Ishkar jugaba a un juego peligroso. Había
dejado huir al joven dakan y ya había fracasado en capturarlo una vez. Sin embargo, se
guardó las reflexiones para él. Después de todo, si el jefe no demostraba ser digno de
ocupar su rango, sería remplazado y los naatfarirs seguirían siendo lo que siempre fueron:
un pueblo temido y respetado.
26
4. ANÁLISIS DE LA TRADUCCIÓN
En este apartado del trabajo se pretende comentar todos los problemas de traducción que
hemos encontrado a lo largo de nuestro trabajo. Sin embargo, antes de empezar con el
análisis, creemos necesario hacer hincapié en la distinción entre problema de traducción y
dificultad.
Nord, 1988 (citado por Hurtado Albir, p.282 2011), define el problema de traducción
como: “Un problema objetivo que todo traductor […] debe resolver en el transcurso de
una tarea de traducción determinada.” Mientras que las dificultades de traducción “son
subjetivas y tienen que ver con el propio traductor y sus conocimientos de trabajo
particulares”. Así pues, relacionamos el problema de traducción como algo relacionado con
la actividad traductora, mientras que la dificultad recae en el traductor y en sus
conocimientos. Para clasificar los problemas, Hurtado Albir (2001: 288) nos propone, en
una clasificación elaborada por el grupo PACTE (2011:327), cinco categorías básicas para
dividir los problemas de traducción:
Problemas lingüísticos. Son problemas relacionados con el código lingüístico,
fundamentalmente en el plano léxico (léxico no especializado) y morfosintáctico.
Derivan en gran parte de las diferencias entre lenguas. Pueden ser de comprensión
y/o reexpresión.
Problemas textuales. Son problemas relacionados con cuestiones de coherencia,
progresión temática, cohesión, tipologías textuales (convenciones de género) y
estilo. Derivan de las diferencias de funcionamiento textual entre las lenguas.
Pueden ser de comprensión y/o reexpresión.
Problemas extralingüísticos. Son problemas que remiten a cuestiones temáticas
(conceptos especializados), enciclopédicas y culturales. Están relacionados con las
diferencias culturales.
Problemas de intencionalidad. Son problemas relacionados con dificultades en la
captación de información del texto original (intención, intertextualidad, actos de
habla, presuposiciones, implicaturas).
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Problemas pragmáticos. Son problemas derivados del encargo de traducción, de las
características del destinatario y del contexto en que se efectúa la traducción.
Afectan a la reformulación.
Así pues, en este apartado del trabajo trataremos algunos de los problemas que nos hemos
encontrado en nuestra traducción y comentaremos como los hemos podido resolver.
Finalmente, en el apartado de conclusión, recuperaremos la clasificación y hablaremos de la
tipología de problemas que más ha abundado.
4.1 La estructura de la novela y la traducción del título
En este apartado se pretende dar a conocer ciertos aspectos que se deben tener en cuenta
en lo que se refiere a la estructura y la distribución de la novela, así como el tratamiento del
título de la obra.
La novela está escrita en tercera persona del singular y el narrador es omnisciente, puesto
que conoce todo lo que sucede y todo lo que sienten y piensan los personajes. En cuanto a
la estructura de la novela, podemos ver que los capítulos son bastante cortos (los más
largos pueden llegar a ocupar diez páginas y los más cortos dos). Así pues, es una novela
que transcurre ágil y veloz. Además, cada capítulo se centra en unos personajes concretos,
es decir, encontramos capítulos en los que el protagonista es Aegir, otros en los que la
protagonista es Sheylis y otros en los que los protagonistas son otros personajes relevantes
en ese momento de la historia. Sin embargo, los capítulos se intercalan de manera aleatoria,
pues no siguen una estructura fija y algunas veces dos capítulos hablan del mismo personaje
aunque desde perspectivas diferentes. Así pues, como traductores debemos tener en cuenta
que se trata de una novela dividida en capítulos cortos y ágiles y que, además, los diálogos
escasean y el autor se centra más en los pensamientos y/o sentimientos de los personajes,
y ambas cosas deben ser respetadas.
En cuanto al título de la novela, debemos ser conscientes de que el título es el elemento
clave de una novela: es lo primero que ve el lector. Siempre se nos ha dicho que es lo
último que debemos traducir, y están en lo cierto, pues el título es un claro reflejo del
interior de nuestro libro. A continuación nos centraremos en la traducción del título de la
novela y comentaremos todas las decisiones que hemos tomado y por qué.
28
El título de la novela, Terre-Dragon I. Le souffle des pierres, se compone de dos partes bien
diferenciadas. La primera, se corresponde al título de toda la saga y, la segunda, al título del
libro que forma parte de la saga.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que el título que corresponde al nombre de la
saga completa se compone de dos nombres separados por un guión. En francés cuando un
nombre propio toma la forma de un compuesto se separa con guiones, como en el caso de
Nouveau-Mexique o el Royaume-Uni. Sin embargo, en español esta regla no se cumple, así
pues, debemos escribir el título sin guión.
Podríamos pensar que una vez resuelto esto no se nos plantea más problemas para traducir
el título. Sin embargo, hemos observado que la palabra souffle posee un significado especial.
Según el Centre National de Ressources Textuelles et Lexicales, la palabra souffle tiene la
acepción de « Le souffle étant utilisé comme moyen d'obtenir qqc., de jeter ou de conjurer
un sort, etc». Sin embargo, no hemos podido encontrar una palabra exacta en español que
defina lo mismo que en francés. Según el diccionario de Red Fox, souffle se puede traducir
como soplo, aliento, hálito, etc. En lo que coinciden el diccionario bilingüe Larousse y
Wordreference. Finalmente, hemos decidido que la mejor de las opciones que se nos
planteaban era usar la palabra aliento, pues, según la Real Academia Española, recoge los
significados de: “vida, impulso vital”, “espíritu, alma”, “vigor del ánimo, esfuerzo”, “alivio,
consuelo” etc. algunos de ellos compartidos con la palabra souffle. Además, al leer la novela
entendemos que son precisamente esas piedras las que dan impulso a los destinos de
nuestros personajes. Así pues, nuestra propuesta para el título es: Tierra Dragón I. El aliento
de las piedras.
29
4.2 Le Chant du Fleuve: La traducción de la poesía
Nada más empezar con la lectura de la novela nos encontramos con una epopeya
incompleta llamada Le chant du Fleuve que habla de la viaje de Rosk el Tuerto y que marcó el
inicio de la era de Tierra Dragón. Para su traducción debemos tener en cuenta que una
epopeya es un canto épico o narrativo, generalmente en prosa que consiste en una
narración más o menos extensa donde se relatan acciones dignas de recuerdo para un
pueblo en torno a la figura de un héroe. Así pues, una epopeya es un texto con rasgos
poéticos.
Hurtado Albir (2011:65) hace hincapié en “la pluralidad de elementos que intervienen en el
texto poético: el sistema metafórico, el metro, la rima, el ritmo, etc.” Entonces, la
traducción tiene como objetivo principal intentar respetar todos esos elementos, lo que,
muy a nuestro pesar, conlleva transformaciones, supresiones y adiciones. Hurtado Albir
(2011:66) añade que “algunos textos poéticos […] tienen características muy peculiares, y
pueden llegar a presentar problemas de traducción de difícil traducción.” Sin embargo, al
no tratarse de un texto concebido como poesía, hemos intentado ser siempre lo más fieles
posible al original y no realizar giros o juegos que corresponderían a un poema profesional.
A continuación analizaremos la epopeya incompleta por estrofas.
En la primera estrofa se nos presenta a nuestro héroe frágil en la frontera del reino
intentando huir, pero finalmente es capturado. Para traducir la primera estrofa nos hemos
centrado básicamente en cambiar algunas estructuras para intentar crear una sensación de
rima: atrapado, arrebatado y llegado riman entre sí. Así pues, hemos cambiado la estructura
sintáctica del segundo verso: la pasiva del francés se convierte una oración activa en
español. Ya desde el principio, nos hemos dado cuenta de que debíamos renunciar a
mantener la disposición exacta de la estructura de la rima en el original y hemos optado por
intentar rimar lo que hemos podido, teniendo en cuenta que en el interior de la novela
aparecen fragmentos al azar de la epopeya completa.
(…) Au bord du royaumme
j'ai été pris par des hommes.
Ils brandissaient des fouches
avec un air farouche.
Moi j'étais nu.
J'ai cru ma dernière heure venu.
(…) Al borde del reino
unos hombres me han atrapado.
Agitaban sus horcas
con aire arrebatado.
Yo estaba desnudo.
Pensé que mi hora había llegado.
30
Un claro ejemplo de transformación se puede observar en la segunda estrofa. En “Ils m'ont
épargné et jeté dans une cage”, hemos cambiado un poco la estructura sin cambiar el
sentido. Entonces, en español la solución que damos es: “Me perdonaron la vida y me
apresaron”. Hemos reducido la expresión “jeter dans une cage” y hemos optado por
utilizar directamente lo que eso significa, es decir, meter en una jaula significa enjaular o
apresar, y así crear rima interna entre perdonaron y apresaron. Otro cambio ha sido reducir el
tercer verso y hacerlo más conciso. Cabe añadir que hemos elidido todos los pronombres
de persona que aparecen en el canto, puesto que en español no son necesarios para
entender quien es el referente; el verbo nos lo indica.
Ils étaient fous de rage.
Je leur ai dit qu'en me tuant ils mourraient
Parce que j'étais sous la protection d'un sorcier.
Ils m'ont épargné et jeté dans une cage. (…)
Estaban furiosos.
Les dije que si me mataban morirían.
Porque un mago me protegía.
Me perdonaron la vida y me apresaron. (…)
La tercera estrofa de esta epopeya es bastante descriptiva y extensa. Así pues, en la versión
castellana hemos decidido conservar la extensión de los versos y ser fieles al original. Como
podemos observar, en el segundo verso hemos optado por un singular sin perder el sentido
de colectividad. Además, con ello creamos rima a final de verso. En el tercer verso hemos
cambiado el verbo pegar por cubrir, porque hemos considerado que se expresa la misma
sensación que, al fin y al cabo, quiere indicar que la cara le queda repleta de copos de nieve.
Et dans les bourrasques
de flocons gelés
qui collaient à mes joues comme un masque
les jambes entravées
par une neige épaisse recouvrant les crevasses j'ai marché
et puis marché sans jamais me retourner.
Fuyant avec la peur pour compagne
en direction des montagnes.
Y en las borrascas
de copo helado
que me cubrían la cara como un antifaz
con las piernas trabadas
por la espesa nieve que cubría las grietas he andado
y andado sin volver jamás.
He huido con el miedo acompañado
en dirección a las montañas.
En la última estrofa hemos intentado mantener el máximo número de rimas a final de
verso posibles, aunque estas no rimasen con elementos de su propia estrofa. Así pues,
podemos observar un fatigado que, lejos de rimar con caí, lo hace con acompañado o andado de
31
la estrofa anterior. Decidimos cambiar la palabra glaciares, traducción directa de glaciers, por
la palabra helero (sinónimo en singular) y así crear rima asonante con viento, violento y tormento.
Dans un brouillard mauve
j'entendais les fauves.
Leurs cris se perdaient dans le vent qui sifflait
et le craquement des glaciers.
J'ai couru et je suis tombé.
Et puis j'ai entendu le cœur fatigué.
Mes prières ferventes
on hâté la fin de la tourmente. (…)
Entre la niebla malva
escuché a las bestias.
Sus gritos se perdían entre el soplido del viento
y el crujir del helero.
Corrí y caí.
Sentí mi corazón fatigado.
Mi rezo violento
apresuró el fin del tormento.
Para cerrar este apartado, podemos comentar que de manera generalizada hemos suprimido
los plurales que aparecen en el original y hemos optado en todo momento por las formas
en singular, en español el singular tiene carácter generalizador. Eso ha sido así porque
consideramos mucho más sencillo crear una rima aleatoria que nos permita en un futuro
rimar aquellos fragmentos de la epopeya que todavía no han sido revelados y que van
apareciendo poco a poco a lo largo del libro.
4.3 Los nombres propios
La traducción de los nombres propios es uno de los problemas traductológicos más
difíciles al que se enfrenta un traductor. Cabe añadir que la traducción de los nombres
propios depende de la tradición que es, a su vez, cambiante. Como dice Cámara (2008):
The tendencies in the translation process are an important element to be taken into
account in establishing the general guidelines to follow in each historical period, but they
never can be considered as the only factor determining the strategic decisions to be
adopted by the translator.
Este problema se ve acrecentado si trabajamos con literatura fantástica infantil y juvenil,
puesto que algunas veces los nombres de los personajes hacen alusión a sus características.
La elección de qué estrategia adoptar frente a la problemática de la traducción de los
nombres propios es vital, sobre todo si se trata de una novela que va a formar parte de una
trilogía: la elección que hagamos en el primer libro se debe mantener igual en los siguientes.
32
4.3.1 Los antropónimos
La regla general es no traducir los nombres propios y escribirlos en la lengua original, así
como tampoco se traducen los nombres que tienen una carga semántica específica y que
cumplen con una función dentro del texto. Por ejemplo, no debemos traducir aquellos
nombres que se utilicen para dar color local a la obra o aquellos que nos permitan situarnos
en una época específica y que tengan un valor nacional. Sin embargo, son excepciones a
esta norma los nombres de papas, reyes, santos, algunos personajes históricos y los
personajes de ficción. Este último grupo es el que nos interesa y el traductor debe analizar
cada nombre propio por separado.
Ozaeta (2002:242) dice que los “nombres de persona de ficción, las modalidades de
transferencia a otras lenguas, dependen, por una parte, de factores como el tipo de texto, el
género y la época considerada y, por otra, de su grado de opacidad o transparencia”.
Además, Jaleniauskiene et al. (2009:32) añade que “In literary works proper names are used
for characterization and chosen or coined with some extra load, thus being meaningful,
especially in the books intended for children”. Así pues, los nombres de persona tienen la
capacidad de transmitir connotaciones y valores diversos y, ante una novela fantástica o de
ficción se deben tener en cuenta muchos factores para decidir si debemos traducir o no un
nombre propio. Según Cámara (2008), los factores a tener en cuenta para traducir o no los
nombres propios en la literatura infantil y juvenil son los siguientes: la edad del lector y el
tipo de novela.
Los antropónimos de ficción se pueden dividir en nombres no motivados (o
convencionales) y en nombres motivados (o expresivos). Los primeros, los no motivados,
no presentan un significado intencionado, es decir, el autor no los emplea como elemento
definitorio del personaje. En cambio, los nombres motivados o expresivos son empleados
por el autor para representar algo que se relaciona con el personaje.
Los nombres de personajes de ficción o antropónimos no tienen una regla fija que
determine cuando se tienen que adaptar o cuando se tienen que transferir sin sufrir ningún
cambio en la lengua de llegada. Según Moya (1993), “A mayor carga simbólica del signo del
nombre mayor es la obligación de traducirlo”, y más en lo que se refiere a literatura
33
fantástica y juvenil, donde debe predominar la estrategia de domesticación de los nombres
propios frente a la extranjerización.
Así pues, la estrategia que adoptaremos es la traducción de los antropónimos motivados o
expresivos y la no traducción de los antropónimos no motivados o convencionales. A
continuación adjuntamos una tabla con los nombres propios que aparecen hasta el capítulo
12.
Original Traducción
Aegir Aegir Son nombres no motivados o convencionales, por lo tanto hemos decidido ser fieles al original y no traducirlos o adaptarlos ortográficamente.
Arosh Arosh
Ishkar Ishkar
Pandir Pandir
Sheylis Sheylis
Shihr Shihr
Dird-le-Chenu Dird el Canoso Todos estos nombres tienen en común el hecho de tratarse de pseudónimos o apodos. Así pues, al tratarse de nombres motivados o expresivos, debemos adaptarlos a la lengua de llegada para provocar el mismo efecto que causó a los lectores del libro en lengua original.
Mauvais-Œil Mal de Ojo
Oqam-le-Pêcheur Oqam el Pescador
Peau d'Ours Piel de Oso
Rosk-le-Borgne Rosk el Tuerto
Shogh-le-Pieu Shogh el Pico
Le Flamboyant El Brillante
La Reine des Montagnes La Reina de las Montañas Aplicamos el mismo criterio que los anteriores, la única diferencia es que estos personajes no aparecen en la novela: son deidades.
Le Chevacheur de Vent El Jinete del Viento
Le Maître de la Foudre El Dueño del Rayo
34
4.3.2 Los topónimos
Según Moya (1993:240), los topónimos se suelen dejar como aparecen en el texto original a
no ser que tengan una adaptación castellana ya arraigada en la lengua. En nuestro caso, los
topónimos que aparecen pertenecen a la ficción y la mayoría han sido inventados por el
autor. Así pues, el criterio de traducción de los nombres de lugar que vamos a seguir
consiste en traducir la parte genérica y dejar en la lengua original el nombre del lugar o
adaptarlo si el lugar existe y hay tradición.
A continuación adjuntamos una tabla con los topónimos que aparecen en el mapa del
principio de la novela. Cabe destacar que en el mapa hay errores ortográficos que en la
tabla no aparecen, para decidir cuál era el topónimo correcto nos hemos basado en lo que
nos dice el autor en interior de la novela y no en el mapa.
Original Traducción
Ayhun Ayhun
Clan de Dird-le-Chenu Clan de Dird el Canoso
Clan de Shogh-le-Pieu Clan de Shogh el Pico
Clan d'Oqam-le-Pêcheur Clan de Oqam el Pescador
Dihr Dihr
Étangs de Gansh Estanques de Gansh
Fleuve Metállique Río Metálico
Gouffre d'Arahdu Abismo de Arahdu
Kesh la Grande Kesh la Grande
Marais de Mingoras Pantano de Mingoras1
Mont Kashkar Monte Kaskar2
Plateau de Déosai Meseta de Deosai1
Territoire Baadalis Territorio Baadalis
Territoire de Kesh la Grande Territorio de Kesh la Grande
Territoire Kaafris Territorio Kaafirs
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Territoire Naatfarir Territorio Naatfarir
1. Son lugares que se encuentran en Pakistán.
2. Fue una antigua ciudad de Iraq.
4.4 Mayúsculas y minúsculas
Una de las dificultades a las que se puede enfrentar el traductor es la variación de la norma
en lo que se refiere al uso de mayúsculas y minúsculas, sobre todo en francés. A lo largo del
libro nos hemos encontrado con un uso excesivo de mayúsculas y es por eso que nos
hemos planteado comentar las soluciones adoptadas.
Como podemos ver en la Académie française, "les noms communs d’entités
géographiques (lac, mer, pic, mont, etc.) individualisés par un nom propre ou un adjectif
gardent leur minuscule initiale". Entonces, ¿por qué L'Homme escribe constantemente la
palabra fleuve en mayúscula?
Après un moment de réflexion, Aegir jugea l'option du Fleuve trop évidente.
La route du Fleuve étant coupée par une foule en colère, Sheylis avait filé de toute la
vitesse de ses jambes en direction des cimes enneigées, à travers la forêt.
El uso de las mayúsculas sirve para singularizar una palabra o grupos de palabras y así
remarcar su función distintiva. Creemos, pues, que el autor ha seguido este criterio puesto
que no se trata de un río de agua común, sino que se trata de un río cuya agua es un metal
líquido.
En lo que se refiere al español, según la Real Academia Española se escriben en minúscula
"los nombres comunes genéricos que acompañan a los nombres propios geográficos". Sin
embargo, hemos decidido aplicar el mismo criterio que ha seguido Erik L'Homme y
escribir Río con mayúscula inicial para remarcar su función distintiva.
Otro de los temas que debemos tratar en este punto son las denominadas divinidades del
reino. En español, al igual que en francés, los nombres de las divinidades se escriben en
mayúscula. Sin embargo, se nos planteó la duda de si el nombre al que acompañan también
debe ir en mayúscula, ya que se tiende a abusar de ellas. Tras consultar en la Real Academia
Española, hemos podido comprobar que las advocaciones a la virgen, es decir, las
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"denominaciones complementarias que se aplica al nombre de una persona divina o santa",
se escriben en mayúscula. Así pues, hemos decidido aplicar el mismo criterio a la
traducción de las tres divinidades del reino de Tierra Dragón.
Original Traducción
La Reine des Montagnes La Reina de las Montañas
Le Chevaucheur du Vent El Jinete del Viento
Le Maître de la Foudre El Dueño del Rayo
4.5 El lenguaje de la literatura juvenil
Cuando hablamos de traducción de literatura juvenil es fácil pensar que no requiere de una
gran capacidad y conocimiento por parte del traductor. Además, “[…] en el ámbito
académico en España, se ha prestado muy poca atención al estudio de la literatura infantil,
considerándola muchas veces como de segundo orden” (Pascua 2000:91). Así, es sencillo
encontrar asignaturas enfocadas al lenguaje especializado en materia de derecho o de
ciencia, pero no centrado en el lenguaje infantil y/o juvenil.
Aunque muchos puedan pensar que ese tipo de lenguaje sea sencillo y que, por ello, no
requiera estudio, lo cierto es que se debe ser siempre consciente de que no debemos rebajar
o facilitar el vocabulario puesto que “el lenguaje empleado debe ser pues compartido, que
conecte, sin necesidad de ser limitado o infantilizado, sino estimulante, que le ayude a
progresar […]” (Pascua, 2000:96). Además, un traductor debe tener en cuenta la riqueza de
su propia lengua e intentar usarla con criterio. A continuación expondremos algunos
ejemplos extraídos de la traducción y que nos ayudarán a ver cómo podemos hacer el
lenguaje estimulante y menos repetitivo.
En el primer ejemplo podemos observar una estructura muy típica del francés: las
construcciones détachées. Ante estos casos el traductor debe analizar bien la estructura y
transformarla en una construcción lógica en la lengua de llegada. Así, en la construcción
francesa es normal encontrar el sujeto a mitad de oración y los complementos antepuestos.
Sin embargo, en español resulta una construcción muy pesada y lo más común y lo
correcto es colocar el sujeto al inicio de oración y a continuación la subordinada adjetiva, si
se trata de este tipo de oración en francés. Otro de los cambios que hemos realizado ha
37
sido convertir las dos oraciones adjetivas del francés en una de sola, juntándolas con una
conjunción.
Vêtue de son sempiternel manteau de laine noir, la tête cachée sous une large capuche, la vieille femme fouillait dans un coffre que Sheylis ne se rappelait pas d’avoir déjà vu ouvert.
La anciana, vestida como siempre con un manto de lana negra y con la cabeza tapada bajo su gran capucha, buscaba dentro de un baúl que Sheylis no recordaba haber visto abierto jamás.
Si nos centramos en el ejemplo que sigue, hemos obviado el posesivo que hace referencia a
la mirada. Debemos tener en cuenta que en español el uso de posesivos es menor que en
otras lenguas y, por ejemplo, no decimos “me duelen mis ojos” sino “me duelen los ojos”,
porque queda sobreentendido que los ojos son de la persona que en ese momento está
hablando. Así pues, hemos optado por “alzó la mirada”, entendiéndose que es la del chico.
Otra cosa que nos gustaría comentar de esta oración es que, como hemos dicho al inicio de
este apartado, no debemos renunciar a cierto tipo de vocabulario por el mero hecho de
estar traduciendo una novela juvenil. La tarea del traductor es no subestimar el
conocimiento del lector y ofrecerle un tipo de lenguaje que le ayude a progresar y a ampliar
su vocabulario interno. Es por esta razón por la que hemos decidido mantener la palabra
miríada y no cambiarla por alguna que sea mucho más sencilla o común.
Son regard monta jusqu’à se perdre dans la voûte céleste, piquetée d’une myriade d’étoiles.
Alzó la mirada hasta perderse en la bóveda celeste, moteada por una miríada de estrellas.
Otra forma de mantener el interés y ayudar a la domesticación de nuestra traducción, es
decir, adoptar una traducción fluida y transparente para que no lo parezca, es sacar
provecho del amplio abanico de nuestra lengua y usar los sinónimos siempre que lo
consideremos oportuno. En el ejemplo que sigue podemos ver como para traducir la
palabra garçon hemos usado tanto muchacho como chico, pues su significado es exacto.
Mientras que para gosse hemos usado chaval.
Le garçon avançait le regard fixe, les mâchoires serrées, les jambes rigides.
El muchacho avanzaba con la mirada fija, la mandíbula apretada y las piernas rígidas.
Son os serré contre sa poitrine, le garçon attendit que l’homme soit suffisamment loin.
38
Con el hueso apretado contra el pecho, el chico esperó a que el hombre estuviese lo bastante lejos.
Il n’a pas touché au gosse. Il a préféré s’attaquer à nous. Sûrement à cause des chevaux.
No ha tocado al chaval. Ha preferido atacarnos a nosotros. Seguramente por los caballos.
Para que el texto no parezca una traducción es importante el uso de unidades fraseológicas
cuyo uso es común y extendido entre la población de la lengua de llegada. Tal como dice
Koszla-Szymanska: “Es normal que un hablante nativo opte por las formas más cómodas
de hablar y recurra a un lenguaje espontáneo, un lenguaje sin etiquetas, a expresiones vagas,
a veces incomprensibles sin un contexto adecuado, lenguaje, en el que aparecen los
imperativos del momento y de la prisa, es decir, lenguaje idiomático”. En estos dos
ejemplos podemos ver que hemos usado las expresiones poner pies en polvorosa y mandar a
paseo.
«Fuyez!» fut tout ce que trouva à dire Arosh avant de prendre ses jambes à son cou.
«¡Huid!» fue todo lo que pudo decir Arosh antes poner pies en polvorosa. Il donna sur la porte un coup de pied rageur, qui envoya valser l’os coincé dans la serrure.
Dio una patada de rabia contra la puerta y mandó a paseo el hueso que estaba metido en la cerradura.
En el ejemplo de a continuación se puede comprobar cómo la oración en francés es
bastante más corta y concisa que la oración en castellano. Hemos considerado apropiado
realizar una ampliación léxica para construir una frase más idiomática en la lengua de
llegada. Bien es sabido que el francés se caracteriza por ser una lengua bastante concisa y
llena de expresiones cortas, rápidas y de uso generalizado. Así, el corto ‘c’était bien’ resulta
en un ‘no había ninguna duda de que se trataba de’.
C’était bien leur chef, blessé, le visage défait, les vêtements ensanglantés.
No había ninguna duda de que se trataba de su jefe herido, con el rostro descompuesto y la ropa ensangrentada.
Finalmente, en este último ejemplo hemos cambiado la estructura gramatical original y
hemos reformulado la oración para que resulte en una estructura completamente típica del
castellano. Así, el sujeto de la oración en francés ‘ses paroles’ se convierte en un
39
complemento de régimen verbal y el sujeto de la oración es el personaje principal, es decir,
Aegir. Además, hemos añadido el referente ‘la chica’ de manera explícita.
Ses paroles mirent un certain temps à atteindre la conscience d’Ægir. Aegir tardó unos instantes a ser consciente de las palabras de la chica.
4.6 La frecuencia de uso de los adverbios
Otro de los problemas a los que se enfrenta el traductor al traducir del francés es, sin duda
alguna, la frecuencia de uso de los adverbios. A lo largo de la carrera hemos podido
observar como en textos relativamente cortos estos abundan y que, para que la traducción
sea más llevadera y ágil, en español debemos dar con otras maneras para reducir su
número. Para realizar y fundamentar nuestro análisis hemos consultado la Guía práctica del
español correcto, de Florentino Paredes García, Hablar y escribir correctamente, de Leonardo
Gómez Torrego, y la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia Española. A
continuación expondremos algunos ejemplos y nuestras soluciones.
Antes de empezar con en análisis recordaremos los usos básicos del adverbio. Los
adverbios son un tipo de palabras invariables que funcionan como complementos del
verbo o modificadores del adjetivo, de otro adverbio o de toda una frase.
Como podemos ver en el primer ejemplo, hemos optado por traducir parfaitement por la
locución adverbial a la perfección, sinónimo de perfectamente. Según la Nueva gramática de la
lengua española “La mayor parte de las locuciones adverbiales se asimilan a los adverbios de
manera”. Y además, nos dice que si una locución está formada por una preposición y un
término nominal, a este grupo se le puede añadir un determinante, lo que resulta en nuestra
opción de traducción. Así, evitamos que en una misma página aparezcan más adverbios
terminados en -mente, lo que dificultaría y entorpecería la lectura.
Il portait au côté dans un fourreau parfaitement ajusté, le sabre traditionnel des guerriers naatfarirs.
A un lado llevaba, en una funda ajustada a la perfección, el sable tradicional de los guerreros naatfarirs.
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En el ejemplo que sigue hemos sustituido el adverbio suficientemente por el adverbio bastante.
Puesto que hemos considerado oportuno evitar ese adverbio acabado en –mente cuyo
significado es exactamente el mismo a otro que no tiene esa terminación y que, además, es
mucho más corto.
Son os serré contre sa poitrine, le garçon attendit que l’homme soit suffisamment loin.
Con el hueso apretado contra el pecho, el chico esperó a que el hombre estuviese lo bastante lejos.
Por otro lado, en el tercer ejemplo lo que hemos hecho ha sido cambiar de categoría
gramatical, así, hemos convertido el adverbio débilmente en un adjetivo. Según explica
Paredes en la Guía práctica del español correcto, “se produce adverbialización del adjetivo
cuando este se usa como complemento del verbo, del adjetivo o de otro adverbio”. En este
caso el adjetivo queda fijo en la forma de masculino singular. La Real Academia Española
añade que “los adverbios adjetivales, llamados a veces adverbios cortos, tienen la misma
forma que los adjetivos correspondientes, pero carecen, al igual que los demás adverbios,
de flexión, género y número”. Esta técnica es muy útil y recomendable, puesto que nos
ayuda a reducir la longevidad de las palabras y ganar en concisión.
–Peau d’Ours! hurla la voix d’Ishkar qui lui parvint faiblement. Je vais t’attraper et te fouetter jusqu’à ce que je voie tes os luire sous la lune!
–¡Piel de Oso!– aulló la voz de Ishkar que le llegó débil. –¡Te voy a atrapar y a azotar hasta
que tus huesos brillen bajo la luz de la luna!
Finalmente, la última técnica que hemos utilizado ha sido añadir la preposición con delante
de un adjetivo. Según la Real Academia Española, la preposición con “expresa las
circunstancias con que se ejecuta o sucede algo”. Así pues, también resulta una manera de
evitar el uso de un adverbio acabado en –mente. Esto último lo podemos ver claramente en
el ejemplo que sigue.
Aussi avait-elle facilement distancé les villageois qui l’avaient prise en chasse.
Del mismo modo, se había distanciado con facilidad de los aldeanos que le daban caza.
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5. CONCLUSIONES
Al realizar este breve trabajo de traducción, puesto que la traducción solo se ha basado en
los capítulos iniciales de la novela, hemos podido comprobar de primera mano el tipo de
análisis interno que debe realizar cualquier traductor al traducir cualquier tipo de obra.
Hoy en día la literatura juvenil está en auge, sobretodo en lo que se refiere a la literatura
fantástica. En estos últimos veinte años han surgido grandes obras de literatura fantástica
(son un buen ejemplo los libros mundialmente conocidos de El Señor de los Anillos de J.R.R.
Tolkien o la saga de Harry Potter de J.K. Rowling) que han conseguido avivar el interés de
los más jóvenes por la lectura. Además de crear un nuevo y exitoso precedente. Así pues,
son muchos los escritores españoles o franceses que han optado por seguir la estela de
estos grandes éxitos y crear nuevos mundos imaginarios. Entonces, para crear un libro de
estas dimensiones es necesario tener una gran imaginación y una gran capacidad creativa.
Tras analizar un conjunto de problemas traductológicos a los que se enfrenta cualquier
traductor que debe hacer frente a un texto, hemos podido comprobar que, en nuestro caso,
la mayoría de problemas han sido de carácter lingüístico y textual, aunque también de
intencionalidad, según la clasificación que establece Hurtado Albir. Un buen traductor debe
ser capaz de resolver estos problemas de la mejor forma posible y ceñirse al texto original,
sin reinterpretarlo ni modificarlo. Por otro lado, también hemos descubierto ciertos
aspectos en los que el traductor debe tomar ciertas decisiones que afectaran al conjunto de
la novela, un claro ejemplo es la elección de los nombres propios. Si tenemos en cuenta que
la novela no es individual, sino que formará parte de una trilogía o de una saga, se debe
tener en cuenta que el criterio con el que escojamos los topónimos o antropónimos se debe
mantener en todos los libros, pues cambiarlo generaría confusión en los lectores. Por
último, otro de los aspectos que consideramos más importantes en una traducción es
intentar por todos los medios posibles que no lo parezca, que el lector al leer el libro lo
perciba del mismo modo que si el escritor lo hubiese escrito en su lengua. Para ello, el
traductor debe tener siempre en cuenta los puntos conflictivos y aportar soluciones útiles,
siempre sin cambiar el sentido del original. En este trabajo, por ejemplo, hemos trabajado
el tema del lenguaje o de la diferencia en la frecuencia de uso de los adverbios, pues en
español la lectura resulta pesada si se abusa de ellos.
En conclusión, realizar un trabajo de estas características ha sido muy útil para poder
profundizar en los pasos que un traductor profesional debe realizar cuando debe
42
enfrentarse a un encargo de traducción, pues son procesos que el destinatario del texto no
percibe y que deben haberse analizado para entregar un buen producto final.
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7. ANEXOS
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