Sobre El Destino en Jamblico

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    MOLINA, Jos

    Jmblico, Epstola a Macedonio acerca del destino

    Nova Tellus, vol. 23, nm. 2, 2005, pp. 163-218

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Distrito Federal, Mxico

    Cmo citar? Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Nova Tellus

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    JMBLICO, EPSTOLAAMACEDONIOACERCADELDESTINO 163

    Noua tellus, 23 2, 2005163 x

    Jmblico,

    Epstola a Macedonio acerca del destino

    Jos MOLINAUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

    [email protected]

    RESUMEN: Este trabajo pretende contribuir a la reconstruccin de la doctrinaacerca del destino planteada por el filsofo sirio Jmblico, mediante una versinde los fragmentos de una carta que aqul escribiera a un tal Macedonio en que se

    ocupaba de este tema. En el apndice se presentan tambin otros textos y sustraducciones, tomados del Protrptico a la filosofa, del tratado Acerca de losmisterios egipcios, de Jmblico, y del tratado Acerca de los dioses y del mundo,de Salustio.

    * * *

    ABSTRACT:This discussion seeks to contribute to the reconstruction of the doctrineon fate of the Syrian philosopher Iamblichus, through a translation of thefragments of a letter that he wrote to a certain Macedonian, who was concernedwith this subject. The Appendix presents some further texts and translationstaken from Iamblichus Protreptic to Philosophy, and his treatise On the Egyptian

    Mysteries, as well as Sallustius treatise On the Gods and on the World.

    PALABRASCLAVE:destino, epstola, jmblico, macedonio.RECEPCIN:26 de junio de 2005.ACEPTACIN:2 de agosto de 2005.

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    JMBLICO, EPSTOLAAMACEDONIOACERCADELDESTINO 165Jmblico,

    Epstola a Macedonio acerca del destino

    Jos MOLINA

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    El destino en el pensamiento de Jmblico

    Mediante la versin de los fragmentos de una carta que escri-biera a un tal Macedonio,1 intento participar en la reconstruc-cin de la doctrina acerca del destino planteada por el filsofosirio Jmblico (ca. 242-326 d. C.).

    Pero antes de pasar a la lectura de esos fragmentos, me haparecido importante aadir como prembulo algo sobre losantecedentes de tal misiva, y la exposicin de lo que el mismoautor ha dicho en torno al destino en otras obras; de esa mane-ra podr tenerse un marco que permita mirar esas lneas den-

    tro de un mejor horizonte hermenutico.Como bien se sabe, no es el destino un tema marginal de la

    literatura o de la filosofa griegas, que convoque meramentenimos melanclicos a su discusin. Por el contrario, en l secifran visiones teolgicas, cosmolgicas y antropolgicas, que

    * Este artculo fue elaborado dentro de los proyectos PAPIIT IN407705 yCONACYT 40891-H.

    1 Cfr. Stob., I, 80-81; II, 173-175. Aunque B. Dalsgaard Larsen consigna losfragmentos como de dos distintas epstolas, l mismo reconoce que es difcilsaber si no pertenecen a una sola (cfr. Dalsgaard Larsen, I, pp. 50 s., n. 90).Existe traduccin francesa de la Epstola a Macedonio, en E. Lveque, ap. M. N.Bouillet, Les Ennades de Plotin, II, Paris, 1859, pp. 670-672, citada en DesPlaces, 1966, p. 6, n. 7; y traduccin al ingls, en Johnson, pp. 117-119. DanielaPatrizia Taormina trabaja actualmente en la edicin de los fragmentos jambli-queanos que aparecen en Estobeo.

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    tienen serias consecuencias ticas.2 En otras palabras, as comose verifica en los tratados que se conservan al respecto, altema del destino permanecen unidos el de la providencia yel del libre arbitrio. Si bien es cierto que, segn AlbrechtDihle, hay elementos indicadores de que durante mucho tiem-po, la incompatibilidad de los supuestos fundamentales delibertad y necesidad ni fue resentida ni reconocida como tal,3

    los problemas surgidos de esa incompatibilidad apremiaronsobre todo a los filsofos de la poca helenstica, y confronta-ron a las distintas escuelas, principalmente a platnicos y aestoicos. Quiz, de acuerdo con Cicern en su tratadoAcercadel destino donde acaso expresa la opinin de Antoco deAscaln, los conflictos entre unos y otros consistan bsica-mente en problemas de nomenclatura; por ltimo, las incom-patibilidades entre libertad y necesidad, es decir, entre destinoy libre arbitrio, no encontraron un planteamiento claro desdeel punto de vista filosfico sino gracias a Plotino, y desde elteolgico gracias a San Agustn.4

    En cuanto a los antecedentes del pensamiento jambliqueanohabra que tomar en cuenta, por supuesto, a Platn mismo.

    ste considera al alma como principio de las acciones, y, enconsecuencia, independiente de los factores externos y nacidaen el hiperuranio; adems, juzga que los elementos infralu-nares pueden influirla mientras est encarnada, pero no deter-minarla absolutamente; la filosofa habr de ser instrumentopara su liberacin de los ciclos del devenir, o sea, de la itera-tiva encarnacin. En esta visin, el destino estara constituidopor todos los factores no anmicos, dado que el alma debe sertomada aparte del universo. As, vemos a Jmblico afirmar

    2 Cfr. infra, n. 7.3 Cfr. Albrecht Dihle, Libert et destin dans lantiquit tardive, enRevue de

    thologie et de philosophie, 121, 1989, p. 130, citado en Tapia Ziga, Pedro C.,y Martha E. Bojrquez Martnez, Introduccin, en Plutarco, p. XXXVI.

    4 Cfr. Tapia Ziga, op. cit., p. XXXIX.

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    que el destino es la naturaleza del universo.5 Otros antece-dentes, ms cercanos a Jmblico, podran ser los tratados ho-mnimosAcerca del destino del pseudo-Plutarco y el del pe-ripattico Alejandro de Afrodisias. El objetivo central delprimero parece que es afirmar la libertad del hombre, poroposicin al determinismo de los estoicos, recurriendo a losperipatticos, a los acadmicos y a los estoicos mismos;6 eldel peripattico Alejandro de Afrodisias, igualmente se oponeno sin irona a los argumentos de la escuela estoica, con el finde presentar la doctrina aristotlica del destino.7 No hay que

    5 Cfr. Iambl., in Phdr., 6 a (Dillon, 1973, pp. 96 s.): Eflmarmnhn d lgei tnper tn svmatoeid zvn ka tjin: Imblixow d tn fsin to pantweflmarmnhn kale. dice (sc. Platn) que es destino la naturaleza que tiene quever con la vida y con el orden corporiformes. Y Jmblico llama destino a lanaturaleza del universo.

    6 Cfr. Tapia Ziga, op. cit., pp. XXX-XXXIX.7 Alex. Aphr., Fat., I, 1: perixei te t biblon tn djan tn Aristotlouw,

    n xei per te eflmarmnhw ka to f mn, o tw filosofaw prostamai ptw metraw marturaw didskalow atw kekhrugmnow. sti d odenwdeteron tn kat filosofan dogmtvn tout t dgma: te gr p atoxrea pantaxo te ka p pnta diatenei (o gr movw per tw prjeiwxousin o te pnta j ngkhw ka kay eflmarmnhn ggnesyai pepisteuk-tew ka ow doke gnesya tina ka m to pntvw sesyai prokatabeblhmnawafitaw xonta), te eresiw tw lhyeaw tw n at xalepvtth t dokentn dojn katr& poll ntimarturen tn nargn.

    pe d nin dogmtvn kataskeu di tn prw tow m movw l-gontaw ntilogan gnetai fanervtra [...], poisomai tn lgon prw towox movw ken per totvn efirhktaw, pvw n t tn legomnvn para-ysei fanerteron mn tlhyw gnhtai.

    El libro contiene la opinin que acerca del destino y de nuestra respon-sabilidad tiene Aristteles, de cuya filosofa estoy al frente, proclamado porvuestro testimonio como maestro. Esta doctrina no est como segunda de ningu-na de las doctrinas en filosofa; en efecto, la utilidad que se desprende de ella esten todas partes y se extiende a todo (pues no de la misma manera son respecto desus acciones los que han credo que todo se produce necesariamente y de acuerdocon el destino, y aquellos a los que les parece que algunas cosas se producenincluso no teniendo causas para existir absolutamente), y el descubrimiento de laverdad que existe en ella es el ms difcil por el hecho de que muchas de lascosas evidentes parecen dar antitestimonio de cada una de las opiniones.

    Ya que la organizacin de algunas doctrinas se vuelve ms clara por lacontradiccin con respecto a quienes no hablan de la misma manera [...], empren-

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    olvidar tampoco que entre la literatura frecuentada por Jm-blico, como se deja ver en su obra Acerca de los misteriosegipcios,8 est lo que se conoce como el Corpus Hermeticum,donde a propsito del destino se lee el siguiente dilogo conPoimandres, la mente de la soberana absoluta:

    Entonces, afirmo yo, los elementos de la naturaleza, por qusubsistieron?

    De nuevo, aqul [sc. Poimandres] respondi a esto: A cau-sa de la voluntad de dios, la cual, habiendo tomado la Palabra y

    habiendo visto el bello cosmos, lo imit, habindose hecho ellaun cosmos mediante sus propios elementos y sus criaturas queson almas. El Intelecto dios, siendo hermafrodito, existiendocomo vida y luz, pari con la palabra otro Intelecto creador, elcual, siendo dios del fuego y del hlito, cre siete gobernadoresque rodean en crculos el cosmos sensible, y el gobierno de ellosse llama destino .9

    El anlisis del origen de estas doctrinas, si es helnico, espec-ficamente platnico, o si en verdad acusan un sustrato autn-ticamente egipcio, no puede ser abordado en este momento.

    Cabe destacar, sin embargo, que el destino est limitado alorden natural del universo, al cosmos sensible, segn se

    der el tratado con respecto a los que no han hablado de la misma manera queaqul respecto a estas cosas, a fin de que, en la presentacin de lo que se dice, loverdadero se vuelva ms claro para vosotros (trad. de Ricardo Salles y JosMolina, sin publicar).

    8 Cfr. Iambl., Myst., VIII. La edicin ms autorizada del texto griego, demomento, sigue siendo la de Des Places, 1966. Las ltimas traducciones son:Clarke y Moreschini.

    9 Cfr. Corp. Herm., I, 8-9: t on, g fhmi, stoixea tw fsevw pyenpsth; plin kenow prw tata, Ek boulw yeo, tiw labosa tn

    Lgon ka fidosa tn kaln ksmon mimsato, kosmopoihyesa di tnautw stoixevn ka gennhmtvn cuxn. d Now yew, rrenyhluw n, zv ka fw prxvn, pekhse lg

    teron Non dhmiourgn, w yew to purw ka pnematow n, dhmiourghsedioikhtw tinaw pta, n kkloiw perixontaw tn afisyhtn ksmon, ka diokhsiw atn eflmarmnh kaletai.

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    dijo; y puede aadirse tambin que ese gobierno sptuplo noes sino el de los astros que rodean la tierra, a quienes ciertaastrologa hace responsable de todo lo que ocurre entre loshombres.

    Por lo dems, el antecedente irrebatible de la doctrina jam-bliqueana sobre el destino, lo constituye el primer tratado dela tercera Enada, de Plotino. All, el egipcio Plotino (ca. 204-270 d. C.) rebate las opiniones deterministas de los atomistas,de los estoicos, tanto el determinismo radical de Zenn comoel moderado de Crisipo, y las doctrinas de los astrlogos;seala al alma como causa de las acciones; distingue las ac-ciones del alma, de acuerdo con su estado, bien cuando estunida al cuerpo, bien cuando es independiente de l. Del mis-mo modo, el alma tiene actos voluntarios e involuntarios, yson virtuosos quienes llevan a cabo acciones nobles y libres.

    Todos estos antecedentes: Plotino, el Corpus Hermeticum,Alejandro de Afrodisias, el pseudo-Plutarco, y hasta el propioPlatn, adems de merecer estudios por separado, junto conotras fuentes, pueden no dar razn ltima de la doctrina deJmblico.

    De acuerdo con Proclo, Jmblico escribi lo que podraconsiderarse un tratado sobre el destino y la providencia;10

    pero, al igual que muchas de sus obras, sa en que se ocupabade dichos temas est perdida. Otras fuentes marginales de sudoctrina, excepcin hecha de la Epstola a Macedonio, son lassiguientes: 1) algunas lneas del Protrptico a la filosofa,donde se refiere poco ms de una opinin, en apariencia pita-grica, a propsito del destino;11 2) un texto, por cierto msextenso, en el escrito conocido como Acerca de los misterios

    10 Cfr. Procl., De Prov., III, 5: hoc quidem enim Iamblichus in hiis que deprovidentia et fato mille accessibus elaboravit. Puede pensarse, naturalmente,que las lneas que Proclo consagra al tema de la distincin entre providencia ydestino, estn en estrecha relacin con la obra jambliqueana.

    11 Cfr. Iambl., Protr., 3.

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    egipcios,12donde se trata, para decirlo con mayor precisin,de la doctrina que supuestamente los egipcios sostienen encuanto al destino;13 y 3) unas lneas ms de la epstola deJmblico a Sopatro,14 conservadas en las glogas, del obispoJuan de Estobeo.15

    Como es obvio, a partir de los textos que llegaron hastanosotros no es fcil hacer un discurso continuo y coherente dela doctrina de Jmblico acerca del destino; pues la obra dedi-cada deliberadamente a ese tema, la Epstola a Macedonio,tambin se encuentra en estado fragmentario.

    Cabe tomar en cuenta, adems, el tratado Acerca de losdioses y del mundo de Salustio, pues ste bas su composi-cin en el pensamiento jambliqueano;16 all, en el captulonoveno, se expone una sntesis de la doctrina sobre el destino,a la luz de la cual puede leerse tambin la epstola de Jm-blico.

    A continuacin, presento aunque sea muy esquemticamen-te el contenido de estas fuentes marginales de la doctrinajambliqueana acerca del destino,17 porque considero que pue-den funcionar como un importante antecedente que permitir

    una mejor comprensin de los fragmentos de dicha epstola.

    12 Ya es cosa sabida que el ttulo de esta obra es Respuesta del maestroAbamn a la epstola de Porfirio a Anebn, y soluciones de las dificultades quese encuentran en ella. Jmblico se vale de un pseudnimo, cfr. B. DalsgaardLarsen, I, pp. 47 s.

    13 Cfr. Iambl.,Myst, VIII, 6-8.14 Cfr. Stob., I, 81. Vase, adems, supra, n. 5, donde se encuentra otro pequeo

    vestigio de la doctrina jambliqueana del destino en su Comentario al Fedro.15 Stobi era una ciudad antigua, cuyas ruinas se encuentran en la actual Pusto-

    Gradsko; en la Macedonia que formaba parte de la antigua Yugoslavia.16 Cfr. Gabriel Rochefort, Introduction, en Saloustios, p. XXVIII: un estu-

    dio ms profundo del Per Yen ka Ksmou revela una influencia considerablede los dogmas neoplatnicos en su generalidad, de las doctrinas de Jmblico paralos anlisis ms precisos, y del pensamiento de Juliano, que domina el conjunto.Des Places seala que Salustio comparte la visin de Jmblico acerca del destino,en contra de la de Plotino y Porfirio, cfr. Des Places, 1966, p. 23.

    17 Estos textos, con su traduccin, aparecen al final de este artculo.

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    El destino en el Protrptico a la filosofa

    Se trata, ms bien, slo del captulo tercero del Protrptico a lafilosofa, el cual es el segundo de un total de diez libros quecomponan la Coleccin de las doctrinas pitagricas,paideiafilosfica, bajo los auspicios de un pitagorismo renovado. Enese captulo se menciona un mtodo de exhortacin a la filoso-fa que se sirve de los Versos dorados, obra acaso del siglo II d.C., que se atribua, empero, a Pitgoras. Los tpicos de esosversos son los siguientes: 1) la prctica de aquella virtud quepermite al hombre alejarse de la naturaleza humana y llegar a laesencia y a la virtud divinas; 2) la sabidura contemplativa, queabarca el conocimiento divino y humano; 3) el estudio de lanaturaleza y la contemplacin del cielo, que permiten el conoci-miento de lo que necesariamente debe suceder; 4) los hombres,que son responsables de sus actos y se hacen a s mismosfelices o desdichados; 5) el bien, que es connatural a la natura-leza humana, y el abandono de los males, que exhorta a lafilosofa, la cual es preparacin para la muerte y liberacin

    del alma a la vida en s misma; 6) repudio de los males;7) contraposicin entre la actividad intelectual uniforme y lasustancia incidental; 8) persuasin a la perfeccin divina, y9) modo de transformar al hombre en dios.

    Aunque se pudiera hacer lectura de este captulo, con ni-mo de ser breve, aunque todos estos tpicos estn implicadosentre s, slo quiero llamar su atencin en los temas que juzgoms pertinentes al destino.

    Si uno lee distradamente ese tercer captulo tiene la falsaimpresin de estar ante meros lugares comunes; los solos ver-sos que se citan bastan para ello; sin embargo, interesa sobretodo el comentario que Jmblico hace de ellos, donde fijn-dose un poco ms descubre uno su aportacin. Seala la natu-raleza del alma humana, la cual esencialmente est preparadapara divinizarse; no hay que olvidar que gran parte del ideal

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    filosfico radicaba en asimilarse con dios, merced a las activi-dades intelectuales. En el tpico 3) se seala que el cono-cimiento del mundo, que es el mbito inalienable del desti-no, permite la previsin de los acontecimientos. Es decir, elmundo, y consecuentemente el destino, su ordenamiento, esconocible. Despus, Jmblico llamar la atencin, al comentarlos siguientes versos:

    conocers que, voluntarias penas teniendo, los hombresson desdichados; si lo bueno est cerca, no lo perciben

    ni lo oyen; de lo malo la salida pocos conocen

    en que los hombres aparecen all como soberanos de sus ac-tos, y en ellos, Pitgoras afirmara que nosotros elegimosnuestro destino, que nosotros somos nuestra suerte y demonio,y que nos hacemos felices a nosotros mismos. Sin duda, estadoctrina est en consonancia con la enseanza platnica de laRepblica, donde en clebre pasaje se les dice a las almas:

    A ustedes no las escoge su demonio, por el contrario, ustedeseligen su demonio. La primera que elija escoger primero la vidaque llevar necesariamente. La virtud no tiene dueo, a la cual,ms o menos, honrando y deshonrando, cada uno participar deella. Lo culpable viene de lo que se escoge, dios es inocente.18

    Ms adelante, Jmblico hace acaso una alusin a la piedrarodante con que Crisipo se refera al destino, segn la noticiaque nos lleg de Aulo Gelio (Gell., VII, 2). Dice Jmblico:

    Es intolerable que los hombres, semejantes a piedras que ruedan,aqu y all sean llevados, teniendo infinitas desgracias.

    En otras palabras, el hombre, en su ms profunda realidad

    puede ser dueo de sus acciones y liberarse del destino. Comose ver luego, tambin es importante el comentario que haceJmblico de los siguientes versos, en el tpico 7):

    18 Cfr. Pl.,R., X, 617 e 1-5.

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    La discordia es fatal compaera que a ocultas nos hiere,connatural: no hay que alentarla, mas huir de ella, cediendo.

    Al respecto comenta Jmblico:

    Tambin aqu, el poeta muestra lo doble de la naturaleza huma-na y a ese extrao ser viviente que est adherido a nosotrosdesde el nacimiento, al cual unos llaman bestia policfala; otros,vida mortal, y otros, naturaleza generativa. Aqu la nombra dis-cordia connatural, no porque tenga la misma categora de nues-tra existencia ms excelsa, sino porque est al lado, como com-

    paera, de la existencia ms digna. Recomienda huir de ella ycolocar en su lugar, sin cortapisas, la actividad intelectual uni-forme que, en vez de daar, hace bien; en vez de precipitar haciala destruccin, proporciona el principio de la salvacin; arrojafuera, como si se tratara de algo que no nos pertenece, a esasustancia incidental y de segundo rango que nos acompaa, y, acambio, da lugar a la existencia fundamental y ms perfecta, quetiene todo a partir de s misma y en s misma. Por esta razn, esconveniente reducir a aqul acompaante a lo ms pequeo, yacrecentar esta forma de vida hasta lo ms grande. De esta ma-nera, esta exhortacin llega a ser la ms eficaz para llevar unavida conforme a los principios del intelecto.

    Lo importante es ese aspecto doble de la naturaleza humana;enAcerca de los misterios egipcios, Jmblico hablar de dosalmas: una est sometida al destino; la otra, de naturalezainteligible, es elevada por los dioses mismos a su mbito inte-lectual. Cabe sealar aqu el papel prominente que tiene elintelecto para liberarse del destino, subrayado por Jmblico ensu comentario, en aparente contradiccin con lo que hara veren el tratado Acerca de los misterios egipcios,19 lo cual co-mentaremos a continuacin.

    19 Cfr. Trouillard (pp. 98-141) ha llegado a decir que cabe preguntarse, poreste motivo, si en verdad el autor de las dos obras es el mismo. Sin embargo,la autora jambliqueana del De mysteriis, parece hoy incontestable, cfr. Stcker,pp. 15-16.

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    El destino en el Acerca de los misterios egipcios

    El texto tomado de la obra jambliqueana Acerca de los miste-rios egipcios, VIII, 6-8, presenta otras caractersticas que hayque tomar en cuenta. Se trata de la exposicin hermtica conrespecto al sentido que tendra el hecho de que lo que dependede nosotros est vinculado a los movimientos de los astros. Sibien Plotino haba distinguido dos momentos de la accin delalma: uno, cuando est unida al cuerpo, y otro, cuando estseparada de l.20 Jmblico habla aqu de dos almas: la prime-ra, proveniente del primer inteligible y que participa de lapotencia del demiurgo, y la otra, recibida a partir de la revolu-cin de los seres celestes. La primera es la que puede liberarsedel destino, y aqu viene la doctrina que distingue a Jmblico.Esta alma inteligible se libera del destino, retorna junto conlos dioses inteligibles; por su vida al lado de los dioses, reali-za las obras divinas (i. e., la tergia), que la elevan hacia loinengendrado. La segunda alma es lo que se ha dado en lla-mar, el vehculo del alma, mediante el cual el alma inteligi-

    ble desciende hacia este mundo; sta, una vez liberada deldestino, abandona su vehculo, que se cree es destruido en esemomento, o bien, es preservado de alguna manera en el cos-mos para ulteriores encarnaciones.21 Este vehculo, por sea-lar un dato curioso, tambin ha sido relacionado con el con-cepto cristiano del cuerpo resucitado.22

    En cuanto a la doctrina de las dos almas, cabe recordar elpasaje del Protrptico, cuando habl de lo doble de la natura-leza humana. Aunque aqu se podra decir que es una doctrinaegipcia la que se refiere, en X, 5, Jmblico afirma:

    20 Cfr. Plot., III, 1, 1-20. Tambin distingue all Plotino un alma superior deuna inferior.

    21 Cfr. infra, n. 48.22 Cfr. Stcker, p. 164.

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    el ser humano, si se considera divinizado,23 unificado ya antes ala visin de los dioses, entr adems en otra alma que est adap-tada alrededor de la especie humana de forma, y, por esto, llega estar en el vnculo de la necesidad y del destino.24

    Es importante destacar que el estatus ontolgico del alma, esdecir, su pertenencia al mundo inteligible, separado del desti-no, es condicin necesaria para su liberacin, pero no raznsuficiente. En efecto, la causa eficiente de su liberacin sonlos dioses, pues son ellos los que la liberan del destino, no las

    propias facultades del alma.Tambin hay que hacer notar que son los dioses quienesllevan a cabo el destino, y pueden disolver los males ocasio-nados por l. Este aspecto se conoce como providencia.

    Cabe aclarar aqu que entre las peculiaridades del pensa-miento jambliqueano est una valoracin ms positiva delmundo; en efecto, l llegar a hablar incluso de cierta materiadivina.25 En el texto en cuestin menciona ciertas naturale-zas ltimas que descienden de los dioses y se entretejen conla generacin del cosmos y con el cuerpo. La divinidad sellega, pues, a mezclar de algn modo con el universo, pero

    no a la manera estoica, al punto de identificarse con l.

    23 Atendiendo al origen divino del alma, sta se diviniza cuando abandona elcuerpo y se desprende tambin a su vez de su vehculo (xhma), al cual podraestarse haciendo referencia mediante el alma que se menciona en seguida,sujeta al destino y a la necesidad. Sin embargo, aunque el alma toma otra vida yya no pudiera decirse que se trata de un hombre (cfr. Iambl.,Myst., I, 12: n grt yevren t makria yemata cux llhn zvn llttetai ka trannrgeian nerge ka od nyrvpow enai getai tte, ryw goumnh),debe considerarse que propiamente hablando el alma no puede volverse dios.

    24 Cfr. Iambl., Myst., X, 5: yevtw noomenow nyrvpow, nvmnow tprsyen t y& tn yen, peislyen tr& cux t per t nyrpinon

    morfw edow sunhrmosmn, ka di toto n t tw ngkhw ka eflmarmnhwgneto desm.25 Cfr. Iambl.,Myst., V, 23: M d tiw yaumaztv n ka lhn tin kaya-

    rn ka yean enai lgvmen. No se admire alguien si tambin decimos quealguna materia es pura y divina, pues habiendo nacido tambin sta del padre ydemiurgo del todo, posee su perfeccin adecuada a la recepcin de los dioses.

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    En el ltimo prrafo del captulo sptimo, conviene subrayarque se refiere literalmente a otro principio del alma en geni-tivo; en griego: tra tw cuxw rx, pero tal genitivo, segnThomas Stcker, quien ha realizado el mejor estudio sobre ellugar de la tergia en el pensamiento de Jmblico, debe enten-derse como genitivo objetivo; en otras palabras, existe otrarx sobre el alma;26 ms adelante se dir que gracias aesta rx somos capaces de liberarnos a nosotros mismos,mas ya se ha comentado que son los dioses quienes liberan deldestino, de forma que no hay que tomar esta frase en el sentidode que es el hombre mediante sus esfuerzos propios quien selibera de los vnculos de la heimarmene. Al empezar el captulooctavo, se pregunta Jmblico retricamente: es posible, me-diante los dioses que giran, liberarse a s mismo? Despusafirma categrico: en cada uno de los dioses, incluso los mani-fiestos, hay algunos principios inteligibles de esencia, a travsde los cuales se produce para las almas la separacin de lageneracin del cosmos. La doctrina deba de exponerse en otrotratado sobre los dioses que desafortunadamente tambin estperdido. All se explicara, entre otras cosas, quines eran las

    deidades que elevaban hacia s a las almas, cmo las liberabandel destino, con cules ceremonias. A continuacin se habla unpoco, precisamente de ellas, de las ceremonias, cuya sagradainstitucin las hace inmutables.

    Aqu cabe hacer nfasis en que al menos algunas de lasencarnaciones del alma no se dan porque hubieran cometidocierta falta anterior al nacimiento, sino que algunas son envia-das por dios para que de nuevo regresen hacia l, y, natural-mente, llegado el momento de acuerdo con la distribucin delas almas y por el cuidado que el dios tiene de ellas, se dar suliberacin de la generacin.

    Por lo dems, no es ste el nico pasaje de esta obra dondese tratan temas vinculados con el destino; sin embargo, me

    26 Cfr. Stcker, p. 146.

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    limito a mencionar algunos ejemplos, que aparecen en otroslibros, dado que mi objetivo es estar en condiciones para leerlos fragmentos de la Epstola a Macedonio.

    Los ejemplos son los siguientes:En el libro I, captulo 19, Jmblico se ocupa de la unin entrelos dioses incorpreos, es decir, los dioses, inteligibles, y losdioses manifiestos, o sea, los seres celestes que tienen cuerpo.La esencia de estos ltimos sigue siendo incorprea, inteligi-ble y unificada. El cosmos, mbito, no se olvide, del destino,est en continuidad con su modelo y unido a l; es una imagende los paradigmas inteligibles divinos, que a su vez estnunidos al Uno. No es ocioso leer este captulo al lado delfragmento 1 A de la epstola que aqu se estudia.

    En el libro IV, Jmblico explica el mal en el mundo, y loque en apariencia pareciera una injusticia de los dioses cuandohacen sufrir a un hombre. La solucin, muy apegada al estoi-cismo,27 es que el mal particular puede no serlo para el con-junto (IV, 8-10), y una vida desgraciada puede ser una vidaque est expiando faltas de vidas anteriores; ese conocimientoglobal del todo y del pasado es prerrogativa, por supuesto, de

    los dioses.Sostiene Jmblico en IV, 5, algo que, pienso, puede resultarinteresante:

    En efecto, si precisamente la comunin de la misma naturalezaen cuerpos y en las almas que estn sin cuerpos produce unmismo entrelazamiento en la vida del cosmos, y un ordenamien-to comn, tambin es necesario que el pago de la pena sea recla-mado al conjunto, y mxime cuando la grandeza de las injusti-cias que se han dado antes por una sola excede la satisfaccin deuna sola del castigo consecuente a los delitos.28

    27 Cfr. Von Arnim, II, 937, 1169-1170, 1178.28 Cfr. Iambl., Myst., IV, 5: eper gr koinvna tw atw fsevw n te

    smasi ka neu svmtvn osaiw taw cuxaw sumplokn tina tn atnprw tn to ksmou zvn ka tjin napergzetai koinn, ka tn ktisin

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    En el libro IX, trata otro tema muy vinculado con el destino:el demon propio. ste tiene el objetivo de ayudar al hombremientras est sujeto al destino; pero si el ser humano ha hechocuanto depende de l para liberarse del destino, mediante lavirtud y la actividad intelectual, al final ese demon propioentrega el alma al cuidado de un dios, que es quien lo liberadel destino.

    El destino en la Epstola a Sopatro (Stob., I, 81)

    En cuanto al fragmento de la Epstola a Sopatro (Stob., I, 81),en el cual tambin se alude al destino, es tan pequeo, quevale la pena citarlo completo:

    La esencia del destino est toda en la naturaleza. Y digo natura-leza a la causa inseparable del cosmos y que inseparablementerodea las causas enteras de la generacin; todo cuanto, separada-mente, las esencias y disposiciones superiores comprenden en smismas. Por tanto, es vida corporiforme y razn que incide en lageneracin, las formas implicadas en la materia y la materia

    misma, la generacin compuesta a partir de estos factores, y elmovimiento que cambia todo, y la naturaleza que administraordenadamente lo que se genera, y los principios y los fines y lasproducciones de la naturaleza, y las vinculaciones de stos entreellos, y sus travesas desde el principio hasta el final, cumplen eldestino.29

    Finalmente, antes de leer directamente la Epstola a Macedo-nio, vale la pena decir algunas cosas del fragmento donde Sa-lustio, en el tratadoAcerca de los dioses y del mundo, IX, hablasobre el destino, en referencia al pensamiento de Jmblico.

    tw dkhw nagkaon paitesyai f lvn, ka mlista nka n t mgeyowtn mi pro#phrgmnvn dikhmtvn perar tn p miw tw koloyoutow plhmmelmasi timvraw poplrvsin.

    29 El texto griego aparece en el apndice de este artculo.

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    Los primeros tres nmeros hablan, ms bien, de la providen-cia, que se descubre en el orden del mundo, en la teleologa.Una prueba ulterior, segn Salustio, son los orculos y los re-medios a las calamidades provocadas por la naturaleza. Ahorabien, la providencia la ejercen los dioses sin fatiga y, algo quees interesante, sin deliberacin.30 A partir del nmero 4 se refie-re al destino como otro tipo de providencia que surge de loscuerpos y reside en ellos. A sta se le puede conocer, diceSalustio, mediante el arte matemtico. Es plausible que tal aser-cin se deba tambin a Jmblico. No debe olvidarse que, conbase en lo que queda de su obra, sabemos que este pensadortuvo como proyecto la pitagorizacin de la filosofa,31 locual, dicho de otra manera, significa una matematizacin de lafilosofa. Al respecto, conviene agregar que Jmblico muy pla-tnicamente consider al alma como un estatus intermedio en-tre el mundo material y el orden inteligible, siendo al mismotiempo paradigma de aqul e icono de ste, cuyo modo propiode conocimiento era precisamente el matemtico.32 Claro quelas matemticas en este contexto tienen un sentido muy amplio,que incluye la aritmtica, la geometra, la msica y la astrono-

    ma. Precisamente esta matemtica era el contenido de su Co-leccin de las doctrinas pitagricas. Poco importa que la inten-cin de Jmblico de matematizar el conocimiento del universo,es decir, el conocimiento del destino, haya quedado como algoprogramtico. Al respecto Sambursky anota:

    el hecho de que las concepciones de Jmblico tengan sus races enPlatn, no desmerece la originalidad de su pensamiento, y susrealizaciones no deben subestimarse por el hecho de que se hayamantenido como algo puramente programtico. En la historia de

    30 Cabra quiz la aclaracin que para Plotino una vida que puede elegir, quetiene proarhsiw, como la del alma, es inferior a una como la de los dioses,que nunca tendra la opcin de hacer el mal, cfr. Rist.

    31 Cfr. O Meara, 1992.32 Jmblico trata de los objetos matemticos, sobre todo en el De communi

    mathematica scientia, analizado por Merlan; vase tambin O Meara, 1990; Steel.

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    las ideas, el nivel programtico es un paso esencial de una concep-cin que se desarrolla hacia la realizacin prctica. Los que logranpor primera vez llegar a la clara formulacin de un programa,pueden, por algn motivo inherente a la historia o por mero acci-dente, preceder durante siglos enteros al cumplimiento de ese pro-grama. El extraordinario plan de Jmblico para la fsica tericafue sugerido en el ao 300, y tuvo que esperar casi mil cuatro-cientos aos para que empezara su realizacin. Francisco Bacon,quien tampoco era un cientfico creador, logr formular un pro-grama para las ciencias experimentales, cuya realizacin empezen el siglo en que muri. A diferencia de Jmblico, tuvo la suerte

    de vivir en una civilizacin que estaba en su apogeo, cuando latradicin y continuidad del pensamiento comenzaba a arraigar.33

    Siguiendo con el texto, Salustio tambin atribuye al mrito, y noa fuerzas ciegas del destino, el xito y el fracaso. Afirma en 5 ladoctrina de la bondad divina inalienable, y, concordando con loque dice Jmblico enAcerca de los misterios egipcios (I, 18), lossupuestos males que se desprenden de las acciones divinas debenatribuirse a la mala aptitud de quien recibe y no a los seresdivinos. En 6 rechaza el determinismo astral. En 7 habla de lasuerte, con una concepcin inusitada. El irnico dicho del poeta

    Juvenal, segn el cual nuestra ignorancia hace diosa a la for-tuna,34 toma un sentido casi literal. La suerte o lo espontneoadquiere otra valoracin; la suerte es una divinidad que tiene sumbito de accin en el mundo infralunar. En su tratadoAcerca dela Vida pitagrica, Jmblico relata que los pitagricos:

    crean que nada ocurre a partir de lo espontneo ni de la suerte,sino de acuerdo con la providencia divina, sobre todo a los hom-bres buenos y piadosos.35

    33Cfr. Samboursky, pp. 79 s.34 Cfr. Juv., XIV, 315-316:Nullum numen habes, si sit prudentia; nos te, / nos

    facimus, Fortuna, deam. Ningn divino poder tienes, si existe prudencia; noso-tros, nosotros te hicimos, Fortuna, diosa.

    35 Cfr. Iambl., VP, ti d odn onto k tatomtou sumbanein ka ptxhw, ll kat yean prnoian, mlista tow gayow ka esebsi tnnyrpvn.

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    Dicho en otras palabras, lo espontneo y la suerte, como sever en la Epstola a Macedonio, son otras formas de la provi-dencia. Los acontecimientos espontneos y fortuitos tienencomo causa a un dios o a un demon. Tambin, por esta alu-sin a la suerte, se ve que Salustio sigue muy de cerca lasdoctrinas de Jmblico.

    El destino en la Epstola a Macedonio

    Un ltimo prembulo me parece necesario, para que la com-prensin de la lectura de esta misiva pueda ser ms prove-chosa, y es la descripcin breve y sumaria de los siete frag-mentos de distinta extensin que se han conservado. Podrresultar claro, adems, de acuerdo con lo que se ha visto hastaahora, que los temas de tales fragmentos eran los principalesde su doctrina, dado que coinciden, aunque a veces siendomucho ms explcitos, ms reveladores, tambin ms densos oms sugerentes, con los contenidos que acerca del destino sevislumbraban en las otras obras.

    El primero aparece separado de los otros seis. Es un frag-mento de un fuerte carcter metafsico. Muy semejante al otrofragmento que ya se mencion de la Epstola a Sopatro, en lse hace ver la vinculacin que todos los seres y las causastienen con el Uno, y cmo el destino, al mismo tiempo que sevincula con el Uno, abarca y unifica a todos los rdenes natu-rales.

    Los dems pasajes aparecen juntos en Estobeo. Por tratarloscomo un conjunto, comienzo de nuevo la enumeracin.

    El primero habla sobre la esencia del alma. En principio,libre del destino, puede, sin embargo, darse a s misma ysubordinarse a s misma a la revolucin del todo; entonces esllevada por el destino. Sus actividades propias, afianzadas a lodivino, a lo bueno y a lo inteligible, pueden, con todo, serindependientes de la naturaleza.

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    El segundo fragmento insiste en el deber que se tiene devivir de acuerdo con el intelecto y en dependencia de losdioses, pues una tal vida entrega el poder sin dueo delalma, y nos libera de los vnculos de la necesidad; es decir,nos hace vivir una vida divina, ya no meramente humana.

    En el tercero, particularmente extenso en comparacin conlos otros, se hace ver, en primer lugar, cmo incluso los movi-mientos de la fatalidad tienen un vnculo con el orden inteligi-ble e incorruptible. El destino est en contacto con la provi-dencia. En segundo trmino se afirma que el origen de lasacciones humanas est separado de la naturaleza, y que dichoorigen contribuye en la disposicin del destino, la completa yla utiliza. Finalmente, se asienta que el alma est liberada delo exterior, por la razn pura que hay en ella, pero que, igual-mente, puede vincularse con la disposicin del cosmos, porproyectar su vida hacia la generacin.

    En el cuarto fragmento de la epstola, Jmblico estableceque lo espontneo y la suerte no eliminan el orden ni la conti-nuidad de las causas, ni la unificacin de los principios ni eldominio de los seres primeros. La suerte misma es supervisor

    y factor de la cohesin de los distintos rdenes, a veces undios, otras, un demon.El quinto, no tan breve como el segundo, ni tan extenso

    como el tercero, habla de la bondad intrnseca de la virtud, yde lo indiferente que son los bienes, su posesin o su carencia,para completar la ptima naturaleza del hombre.

    El sexto y ltimo de los fragmentos abunda sobre la ideadel precedente. El alma, siendo intelectual e inmortal, encuen-tra en la vida divina, lo bello, lo bueno y su fin. La naturalezamortal ni contribuye ni estorba a su perfeccin de vida o a sufelicidad.

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    JMBLICOEPSTOLA A MACEDONIOACERCADEL DESTINO

    Textos griego y espaol

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    (Stob., I, 80 s.)1 A

    Ek tw Iamblxou prw Makednion pistolw

    Pnta mn t nta t n sti nta, ka gr at t prton n pto nw j rxw pargetai, pol d diaferntvw t la atia tn t dnasyai poien paradxetai ka kat man sumplokn sun-xetai ka sunanafretai t tn polln rx pro#prxonta. Katd toton tn lgon ka tn per tn fsin afitvn, polueidn ntvnka polumerstvn, rthmnvn te p pleintvn rxn, p miw lhw

    afitaw t plyow kkrmatai, kat man d sndesin pnta prwllhla sumplketai ka efiw n nkei t periektiktaton tw afitawkrtow sndesmow tn pleinvn afitvn. Otow tonun ew eflrmw sumpeforhmnow stn p to plyouw, od pisunistamnhn ptw sumplokw poietai tn nvsin, od diapefrhtai n tow kaykasta: kat d tn prohgoumnhn ka protetagmnhn atn tnafitvn man sumplokn pitele pnta ka sunde n aut ka prwatn monoeidw ngei. Man on tjin, psaw tjeiw mo perila-bosan n at, tn eflmarmnhn foriston.

    (Stob., II, 173-175)

    1Ek tw Iamblxou pistolw prw Makednion peri eflmarmnhw

    Osa stn ulow tw cuxw kay autn, smatow, gnnhtowpnt ka nleyrow, par autw xousa t enai ka t zn, ato-knhtow pantelw ka rx tw fsevw ka tn lvn kinsevn. Athd on kay son st toiath, ka tn atejosion ka tn plutonperielhfen n aut zvn. kay son mn ddvsin autn efiwt gignmena ka p tn to pantw forn autn potttei, kattosoton ka p tn eflmarmnhn getai ka douleei taw tw f-sevw ngkaiw: p pntvn ka ayareton nrgeian nerge, kattosoton t autw kousvw prttei ka to yeou ka gayo ka

    nohto met lhyeaw fptetai.

    36 Aclaracin etimolgica, cfr. Sallust., IX, 4: Eflmarmnh kaletai, di tmllon tow smasin fanesyai tn eflrmn. Se llama destino, porque laconcatenacin aparece ms en los cuerpos.

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    (Stob., I, 80 s.)1 A

    De la Epstola de Jmblico a Macedonio

    Todos los seres son seres por el Uno; as, tambin el primer existentemismo se deriva del Uno, desde el principio; muy particularmentetodas las causas reciben del Uno el poder de producir, se mantienenunidas por un solo entrelazamiento y, junto con el origen de la multi-plicidad, se consideran como preexistentes. De acuerdo con este razo-namiento, tambin la multitud de las causas naturales multiformes ymltiples, y ligadas a muchsimos orgenes, depende de una solacausa nica, entrelaza a unas con otras, con un solo vnculo, a todas lascosas, y remite hacia el Uno, que es la ms comprehensiva de lascausas, la conjuncin de las muchsimas causas. As pues, esta conca-tenacin36 no est conjuntada como una a partir de dicha multitud, nihace slida a la unificacin a partir del entrelazamiento, ni se dispersaen los particulares, sino que realiza todo de acuerdo con el nicoentrelazamiento anterior y antepuesto a las causas mismas, y vinculaen s misma a todas las cosas y las lleva uniformemente hacia smisma. Por tanto, hay que definir el destino como un orden nico, queal mismo tiempo comprehende en s mismo a todos los rdenes.

    (Stob., II, 173-175)1

    De la Epstola de Jmblico a Macedonio acerca del destino

    Por obtener de s misma el ser y el vivir, la esencia del alma en smisma es inmaterial, incorprea, absolutamente increada e indestructi-ble; se mueve absolutamente por s misma, y es principio del creci-miento y de todos los movimientos. sta, por tanto, en cuanto que estal, abarca en s misma tanto a la vida autnoma como a la absoluta. Yen la medida en que se da a s misma a los seres que han de existir y se

    subordina a s misma bajo la revolucin del todo, en esa medidatambin es llevada por el destino y sirve a las necesidades de la natura-leza: realiza su actividad incluso independientemente de todas las co-sas, en la medida en que hace voluntariamente lo que le es propio, yest enlazada con la verdad de lo divino y bueno e inteligible.

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    Tn kat non ra bon ka tn xmenon tn yen diazn mele-thton: otow gr mn mnow poddvsi tn dspoton tw cuxwjousan, polei te mw tn nagkavn desmn ka poie zn oknyrpinn tina bon, ll tn yeon ka t boulsei tn yen ga-yn poplhromenon.

    3

    Ka gr dh t lon efipen, afl mn kinseiw afl per tn ksmon twpeprvmnhw prw tw @louw ka noerw nergeaw ka periforwfomoiontai, d tjiw atw prw tn nohtn ka xranton eta-jan pekastai: t d atia t detera tow prohgoumnoiw afitoiwsunhrthtai ka t n gensei plyow prw tn mriston osan kapnta otv t tw eflmarmnhw sunptai prw tn prohgoumnhnprnoian. Kat atn tn osan ra piplketai eflmarmnh tprono& ka t enai tn prnoin stin eflmarmnh ka p atwka per atn fsthke.

    Totvn d otvw xntvn ka tn nyrpvn rx to prtteinxei mn sumfvnan prw mfotraw tataw tw to pantw rxw:sti d ka feimnh p tw fsevw ka plutow p to pantwkinsevw n mn tn prjevn rx. Di toto ok nestin n t topantw: Diti mn gr p tw fsevw paragnetai od p twto pantw kinsevw, presbutra ka ok p to pantw ndidomnh,prottaktai: diti ge mn f lvn tn to ksmou merdvn ka ppntvn stoixevn moraw tinw katenemato ka tataiw psaiw xr-tai, perixetai at ka n t tw eflmarmnhw diatjei, suntele teefiw atn ka sumplhro tn n at kataskeun ka xrtai atdentvw. Ka kay son mn lgon kayarn ayupstaton ka atok-

    nhton f auto te nergonta ka tleion cux sunelhfen naut, kat tosoton plutw sti pntvn tn jvyen: kay son gemn ka zvw llaw probllei =eposaw efiw tn gnesin ka pi-koinvne t smati, kat tosoton xei sumplokn ka prw tn toksmou ditajin.

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    Por tanto, hay que ejercitarse en vivir la vida que es segn elintelecto y que est cercana a los dioses, pues slo sta nos devuel-ve el poder independiente del alma, y nos libera de los vnculos delas necesidades, nos hace vivir no cierta vida humana, sino la divi-na y, por designio de los dioses, llena de bienes.

    3

    Pues, para decirlo en general, los movimientos del destino que serefieren al cosmos se asemejan a las actividades y revoluciones in-materiales e intelectuales, y su orden puede compararse con el buenorden inteligible e incorruptible: las causas posteriores se cohesionancon las causas anteriores, y como la multitud en la generacin seanuda a la esencia indivisible, as tambin todo lo propio del destino,con la providencia anterior. El destino, pues, de acuerdo con la esen-cia misma, se entrelaza con la providencia, y por el hecho de queexiste la providencia, el destino desciende de ella y subsiste en tornoa ella.

    Siendo as estas cosas, tambin el principio humano del actuartiene consonancia con estos dos principios del universo, pues ennosotros existe un principio de las acciones separado de la naturalezay liberado del movimiento del universo. Por eso no est en el princi-pio del universo: por ello ni sobreviene a partir de la naturaleza ni,aunque es ms venerable y no entregado por el universo, se pone alfrente del movimiento del universo. Por eso ciertamente, a partir delas partes todas del cosmos y de todos los elementos, distribuyciertas porciones, y utiliza a todas stas, l mismo est rodeado tam-bin en la disposicin del destino, contribuye en ella y completala constitucin que hay en ella y la utiliza necesariamente. Y en lamedida en que el alma comprende en s misma una razn pura,

    subsistente y mvil por s misma, que acta por s misma y perfecta,en esa medida est liberada de todo lo exterior. Ciertamente, tambinen la medida en que proyecta otras vidas que se inclinan hacia lageneracin, y las tiene en comn con el cuerpo, en esa medida tieneuna ligadura tambin con la disposicin del cosmos.

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    Efi d tiw tatmaton ka tn txhn peisgvn nairen oetai tn

    tjin, maytv w odn stin n t pant takton od peisodidew

    od neu afitaw od riston od efik od p to mhdenw pei-

    sin od kat sumbebhkw. Okoun naretai tjiw ka sunxeia

    tn afitin ka tn rxn nvsiw ka di lvn diatenousa tn

    prtvn pikrteia. Bltion on forzesyai: txh tn pleinvn

    tjevn ka llvn d tinvn [] stin forow ka sunagvgw afita,presbutra tn sunintvn, n tte mn yen pikalomen, pareilfamen. Hnka mn gr n t krettona atia tn

    suni , yew stin atn forow, ptan d t n t fsei,

    damvn. Ae on met afitaw pnta piteletai ka od tion tak-

    ton n tow gignomnoiw peisrxetai.

    5

    Di t on par jan afl dianoma poddontai; toto od tn

    rxn mfisbhten sion; o gr p ll tin ketai, p at d t

    nyrp ka t to nyrpou aflrsei tgay, ka tata n t pro-

    airsei mnon kuritata d fristai, t d poromena par tow

    pollow di gnoian mfisbhtetai. Ok llh on pikarpa tw re-

    tw stin at autw. O mn od lattotai stiw spoudaow

    p tw txhw, krettona gr atn pshw suntuxaw megalocuxa

    pergzetai. Od gr par fsin ggnetai: jarke gr tw cuxw

    krthw ka teleithw tn rsthn fsin sumplhrsai to nyr-

    pou. Ka mn t ge nanta enai dokonta gumnzei ka sunxei ka

    sunajei tn retn ka ox on sti xvrw atn kalow kgayow

    ggnesyai. Ka ath tonun diyesiw to spoudaou t kaln pro-tim te diaferntvw ka tn to lgou teleithta mnhn n makar&

    zv tyetai, t d lla n odenw mrei perior ka timzei.

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    Si alguno, introduciendo lo espontneo y la suerte, cree eliminar elorden, aprenda que nada en el universo es desordenado ni episdi-co ni sin causa ni indeterminado ni al azar, ni sucedido por nada nipor accidente. Ciertamente no elimina ni el orden ni la continuidadde las causas ni la unificacin de los principios ni el dominio de losseres primeros que se extiende a travs de todas las cosas. Por tantoes mejor delimitar: la suerte, de la mayora de los rdenes o inclusode algunas otras cosas, es causa vigilante y cohesionante, ms ve-

    nerable que los sucesos, a la cual a veces invocamos como dios, yotras, la asumimos como un demon. En efecto, cuando los seressuperiores son la causa de los sucesos, un dios es su vigilante, perocuando son los seres que estn en la naturaleza, un demon. Portanto, siempre todo se lleva a cabo con una causa, y absolutamentenada se introduce sin orden en los seres que han de generarse.

    5

    Por qu entonces las retribuciones se entregan sin mrito? O enprincipio tampoco es santo dudar de esto? En efecto, los bienes nodependen de ningn otro ser, sino del hombre mismo y de la elec-cin del hombre, y, entonces, slo en la preferencia, estos bienesquedan definidos como importantsimos, pero se duda de otros,puesto que por ignorancia son problemticos para la mayora. Portanto no hay otro fruto de la virtud que ella de s misma. Y nisiquiera disminuye quien es virtuoso por suerte, pues la magnani-midad lo hace superior a cualquier circunstancia. En efecto, tampo-co sucede contra natura, pues basta la excelencia y perfeccin delalma para completar la ptima naturaleza del hombre. Y, cierta-mente, las cosas que parecen ser contrarias ejercitan, continan eincrementan la virtud, y no es posible sin ellas que los hombres se

    vuelvan hermosos y buenos. As pues, tambin esta disposicin delvirtuoso prefiere distinguidamente lo bello, y slo la perfeccin dela razn lo pone en una vida dichosa, pero considera las demscosas en una parte de nada, y las desestima.

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    Epe tonun n cux mn stin nyrvpow, d cux noer te sti

    ka ynatow, ka t kaln ra atw ka t gayn ka t tlow

    nuprxei t ye& zv, tn d ynhtoeidn odn krion sumbl-

    lesya ti prw tn telean zvn stin, parairen atw tn edai-

    monan. Olvw gr n noer mn zv t makrion mn prxei:

    tathn d odn tn msvn ote pididnai poie ot stn fai-

    resyai. Mthn ra afl txai ka t nisa dra tw txhw diate-

    yrlhtai par tow nyrpoiw.

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    JMBLICO, EPSTOLAAMACEDONIOACERCADELDESTINO 191

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    As pues, dado que el hombre est en un alma, y el alma es intelec-tual e inmortal, por tanto tambin lo bello y lo bueno y el fin deella estn presentes en la vida divina, y ninguna de las cosas denaturaleza mortal tiene poder o para contribuir en algo para la vidaperfecta, o para quitar su felicidad. En efecto, para nosotros lodichoso est totalmente en una vida intelectual, y ninguno de losmedios hace que sta se entregue, ni puede eliminarla. Por tanto, envano las suertes y los desiguales dones de la suerte, entre los hom-

    bres, se propagan.

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    APNDICEIAMBLIXOU

    Protreptikw p filosofan, 3

    Abmmvnow didasklou prw tn Porfurou

    prw Aneb pistoln pkrisiw ka tn n atporhmtvn lseiw, VIII, 6-8

    Ek tw Iamblxou prw Spatron pistolw

    (ap. Stob., I, 81)

    SALOUSTIOUper yen ka ksmou, IX

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    APNDICEJmblico

    Protrptico a la filosofa, 3

    Respuesta del maestro Abamn a la epstola

    de Porfirio a Anebn,y soluciones de las dificultades que se encuentran

    en ella, VIII, 6-8

    De la epstola a Sopatro (ap. Stob., I, 81)

    SalustioAcerca de los dioses y del mundo, IX

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    Iamblxou Protreptikw p filosofan, 3

    Esti d ka llow tpow gnmaiw xrmenow ka atw, okti d diparabolw ntiparatiyew tw moiseiw, mmetrow ka narmniow,gnsiow tn ndrn totvn, n xomen pareilhftew n lloiw teka n tow Xrusow pesin, n lga tta degmata parayeton ttoiata:

    tata pnei, tat kmelta, totvn xr rn se:tat se tw yeaw retw efiw xnia ysei.

    di gr totvn efiw pnta t kal maymat te ka pithdemataprotrpei, mte pnvn fedesyai ofimenow den, mte melthn finaimhdeman, efiw rvt te ka proyuman tn kaln diegervn, kapnta tata ngvn efiw tn tw retw pitdeusin ox plw twtuxoshw, ll tiw mw fsthsi mn tw nyrvpnhw fsevw, pd tn yean osan ka tn gnsin tw yeaw retw ka tn ktsinatw perigei. ll mn ew ge tn yevrhtikn sofan di totvnparakale:

    totvn d kratsawgnseai yantvn te yen ynhtn t nyrpvn

    sstasin, te kasta dirxetai te kratetai:

    37 Los Versos Dorados es una obra neopitagrica del siglo II d. C., conforma-da por versos del pitagorismo antiguo; su objetivo era dar una gua para la vidaprctica y social, y garantizar la felicidad en la vida del ms all. Esta cita delProtrptico es la primera que conocemos de la obra; ms tarde, el neoplatnicoHierocles escribir un comentario lleno de veneracin, cfr. Van der Horst, pp.XXV-XXXVIII.

    38 esto se refiere al examen personal que, al acostarse y a veces al levantar-se, permite al hombre conocerse a s mismo, cfr.Iambl., VP, 256: movw d mhd

    proboleuton, mhd nupeyunon mhdn poien, ll prv mn proxeir-zesyai t prakton, efiw d tn nkta nalogzesyai t diviksasin. Dela misma manera, no hacer nada impremeditado o fuera de control, sino en lamaana determinar qu hay que hacer, para analizar en la noche qu han aprove-chado. Sin embargo, ms que un ejercicio de memoria o de la oposicin a lasacciones impremeditadas, se trata de evaluar el progreso hecho en la virtud

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    Jmblico, Protrptico a la filosofa, 3

    Tambin existe otra forma de exhortacin que utiliza sentencias,pero ya no presenta las semejanzas mediante la comparacin; estaforma es rtmica y armoniosa, genuinamente pitagrica; la tenemosporque, entre otras obras, tambin nos fue transmitida en los Ver-sos Dorados,37 de los cuales hay que citar algunos ejemplos comolos siguientes:

    Esfurzate en esto,38 en esto hazte diestro, debes amarlo:har que t sigas, de la virtud divina las huellas.

    Mediante estos versos, el poeta exhorta hacia todas las enseanzasy asuntos nobles, considerando que es necesario no escatimar es-fuerzo ni abandonar ningn ejercicio para conseguirlas, estimulan-do el amor y el deseo de lo bello, y elevando todo hacia la prcticade la virtud, pero no de cualquiera, sino de aquella que nos aleja dela naturaleza humana y nos lleva a la esencia divina, al conoci-miento y a la posesin de su virtud.

    El poema persuade a la sabidura terica a travs de estos versos:

    de esto39 teniendo dominio,conocers de inmortales dioses y de hombres mortalesla constitucin,40 cmo atraviesa todo y cmo domina;41

    divina. Hierocles interpreta estos versos de manera neoplatnica, afirmando quese refieren a la contemplacin. Seguir a Dios es una idea totalmente pitagricay el lenguaje de la expresin es pico, cfr. Van der Horst, pp. 23-26.

    39 esto se refiere al conjunto de las lecciones bellas y sabias, en las cuales eldiscpulo se ha hecho un experto.

    40 El trmino sstasiw puede significar unin o constitucin. En el Cor-pus hermeticum, el sentido de estos versos dentro del poema es la unin de loshombres y de los dioses; sin embargo, por la explicacin que Jmblico da detales versos, l entiende la constitucin de los hombres, como algo aparte de lade los dioses, cfr. Van der Horst, pp. 32-37.

    41dirxetai y kratetai han sido interpretados de distinta manera (cfr. Vander Horst, pp. 35-37): 1) diferir y parecerse (Hierocles); 2) pasar y afirmarse omantener, y 3) pasar y permanecer. Segn Van der Horst, para Jmblico, dir-

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    196 JOSMOLINA

    gns d, ymiw st, fsin per pantw mohn,

    ste se mte elpt lpzein mte ti lyein.

    totvn gr ok stin lla yaumasitera tow e pefuksin efiw tparormsyai gennavw efiw tn yevrhtikn filosofan. mn grgnsiw tn yen ret t sti ka sti sofa ka edaimona telea,poie te mw tow yeow moouw, d tn nyrvpnvn pistmh tw tenyrvpnaw retw parxei ka tn metrvn pragmtvn mperouwpoie, t te p totvn flima ka blaber diakrnei, ka t mnfulttetai t d peripoie, ka lvw tn sstasin tiw st tw n-

    yrvpnhw zvw lg te ka rg katamanynei. t d yaumasiteronkeno didsketai p tw toiathw efidsevw, kat t dirxetai e-ltvw ka kvltvw kasta tn n mn, sa st tw krettonowmoraw, ka kat t kratetai ka kvletai, ste m dnasyai =&dvwjinai ka tn desmn polesyai.

    H d met tathn gnmh efiw fusiologan poietai tn parklhsinka psan tn per tn orann yevran. gr totou fsiw estin moa kat tn atn periforn satvw periosa, n n tiwkatamy, ot n prosdkht pote prosdokseien, ot n gno-sei ti tn kat ngkhn at mellntvn sumbanein.

    Afl d p totoiw gnmai p tw proairetikw n mn zvw

    poiontai tn parklhsin, oon

    gns d nyrpouw ayareta pmat xontaw

    tlmonaw

    efi gr rxa tn prjevn efisn ofl nyrvpoi, ka dnamin xousin jautn ofikean efiw aresin tn gayn ka fugn tn kakn, mxrmenow tat t dunmei tn doyntvn k fsevw at pleo-

    nekthmtvn stn njiow. odn on llo lgei toto, ti mew

    xetai se refiere a las cosas que se continan en nosotros sin detenerse y sinobstculo; mientras que kratetai se dice de las cosas prisioneras en nuestrocuerpo terrestre, que no pueden ser liberadas de sus ataduras y por consecuenciano son eternas (cfr. Van der Horst, p. 37); sin embargo, en la explicacin que daJmblico, el sujeto de ambos verbos es el mismo: los valores ms sublimes; pormi parte, coincido con Van der Horst en cuanto a dirxetai, pero en cuanto akratetai, pienso que debe entenderse cmo se dominan esos mismos valores.

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    sabrs, cuanto es justo, que la esencia42 de todo es la misma,de modo que no esperes imposibles, y nada te escape.

    No existen otros versos ms admirables para quienes, sin vacilar,estn bien dispuestos a ser firmemente incitados a la filosofa teri-ca. Porque el conocimiento de los dioses es virtud, sabidura yfelicidad perpetua, y nos hace semejantes a los dioses; la ciencia delas cosas humanas nos proporciona las virtudes correspondientes, ynos hace expertos en nuestras empresas. De stas, distingue lo no-civo de lo benfico; se cuida de lo primero, procura lo ltimo, yexamina completamente, con sumo cuidado, de palabra y de obra,

    la constitucin propia de la existencia humana. Sin embargo, loms maravilloso que se nos ensea a partir de esta doctrina eslo siguiente: en qu medida nos penetran fcil y libremente losvalores ms sublimes, y cmo hay que seorearlos y arraigarlos, demanera que no se nos escapen fcilmente, y se liberen de sus ata-duras.

    La sentencia siguiente, que la esencia de todo es la misma, / demodo que no esperes imposibles, y nada te escape, exhorta al estu-dio de la naturaleza y a la investigacin total del cielo. En efecto, lanaturaleza del cielo es siempre la misma, es decir, una que girainvariablemente de acuerdo con su movimiento circular, si alguienla estudia, nunca ms esperar lo inesperable, ni desconocer algnhecho de los que necesariamente van a ocurrirle.

    Las sentencias siguientes, a partir de la capacidad de elegir quetiene nuestra existencia, procuran la persuasin de esta manera:

    Conocers que, voluntarias penas teniendo, los hombresson desdichados;

    En efecto, si los hombres son soberanos de sus actos y tienen por smismos capacidad propia para elegir lo bueno y para rechazar lomalo, quien no usa de esta capacidad es indigno de las ventajas quele han sido dadas por la naturaleza. En otras palabras, Pitgoras

    42fsiw en este caso es la suma de todas las cosas independientes en las quese revela la potencia divina conservadora del mundo; la homogeneidad de losseres se sustenta en la armona del cosmos; a su vez, esta homogeneidad haceposible el conocimiento, el cual, aunque limitado, hace capaz al hombre de cono-cer lo oculto (cfr. Van der Horst, pp. 38-41).

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    tn damona aflromeya, ka ti ato autow smen n txhw tjeika damonow, ka ti edamonaw ato autow paraskeuzomen: prw mnon t kaln protrpei ka tn totou timn di aut aflre-tn pideknusi.

    Paraplsia d tot ka t toiat stin:

    o t gayn plaw ntvn ot sorsin

    ote klousi, lsin d kakn paroi sunisi.

    t gr ggw enai tgay ka sumpefuknai mn t cux pntvn d

    prxein ofikeitata mn, yaumastw sti protreptik. ka t mtern mte koein, p d tw afisysevw piskotesyai, daimonvwefiw tn noern zvn parakale, w to no mnou ka rntow pntaka koontow. d pallag tn kakn, n lgoi kayorsi, pro-trpei efiw tn lsin tn p to smatow ka tn zvn tn kayautn tw cuxw, ntina melthn yantou prosagoreomen.

    Ka llow d st protreptikw trpow fejw p tw diabolwtn kakn. o gr nektn sti kulindroiw oiktaw

    llot p lla fresyai, perona pmat xontaw.

    t gr baion ka lgiston ka efik fermenon ka llote lloonka mlista t pranton kaka parsthsin, de diaferntvwfegein.

    H d met tata gnmh st toiath:

    43 Pl., R., X, 617 e 1-5: Ox mw damvn ljetai, ll mew damonaaflrsesye. prtow d lxvn prtow aflrsyv bon sunstai j ngkhw.Aret d dspoton, n timn ka timzvn plon ka llatton atwkastow jei. Afita lomnou: yew natiow. A ustedes no los escoger sudemon; por el contrario, ustedes eligirn su demon. El primero que elija, primeroescoja la vida que llevar necesariamente. La virtud no tiene dueo, a la cual,

    ms o menos, honrando y deshonrando, cada uno participar de ella. La culpa esde lo que se escoge, dios es inocente.

    44 Cfr. Pl., Phdr., 244 e 4-5: lsin t ryw mannti te ka katasxomntn parntvn kakn eromnh (sc. el entusiasmo) que ha conseguido la libe-racin de los males presentes para el que ha estado correctamente en el trance y

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    dice que nosotros elegimos nuestro destino, que nosotros mismossomos nuestra suerte y demonio, y que nos hacemos felices a noso-tros mismos;43 este pensamiento exhorta a lo bello como si estofuera lo nico, y demuestra que su valor es deseable por s mismo.

    La sentencia siguiente tambin es semejante a la anterior:

    si lo bueno est cerca, no lo percibenni lo oyen; de lo malo la salida pocos conocen. 44

    El hecho de que lo bueno est cerca de nosotros, sea connatural anuestra alma y lo ms familiar de todo, sirve admirablemente para

    exhortar. Y el que uno no vea ni oiga, sino que est en la obscuri-dad por causa de los sentidos, persuade maravillosamente hacia lavida intelectual, porque slo el intelecto ve y oye todas las cosas.El abandonar los males, que pocos observan, exhorta hacia la libe-racin del cuerpo y hacia la existencia de acuerdo con el alma, a locual llamamos preparacin para la muerte.45

    Existe otro procedimiento de exhortacin que surge del rechazoa los males. Puesto que es intolerable que los hombres, semejantesa piedras que ruedan,46

    aqu y all sean llevados, teniendo infinitas desgracias.

    Porque la maldad engendra lo violento, lo irracional, lo fortuito, loextrao y, sobre todo, lo ilimitable, de lo cual es necesario huir,ms que de cualquier otra cosa.

    La siguiente sentencia es sta:

    posedo; en este pasaje del Fedro se trata de razas malditas que pagan la pena dealguna falta ancestral, algunos miembros de dichas razas logran escapar de lasancin gracias a la mana.

    45 La expresin platnica del Fedn (cfr. Pl., Phd., 67 c-d): ka t melthmatot stin tn filosfvn, lsiw ka xvrismw cuxw p smatow, tambinste es el cuidado de los filsofos: la liberacin del alma y su separacin delcuerpo, implica que la muerte no debe tomarse en sentido fsico, sino como elmodo de vida contemplativo, cuya metfora es aprender a morir, cfr. Festu-gire.

    46 Estas piedras rodantes se refieren a una imagen que Crisipo tiene del desti-no (cfr. Gell., N. A., VII, 2), considerado como una piedra que se desprende deuna montaa, cfr. Van der Horst, pp. 44-46.

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    lugr gr sunopadw riw blptousa llhye

    smfutow, n o de progein, ekonta d fegein.

    ntaya ka t dittn tw nyrvpnhw fsevw pdeije, ka t para-pefukw mn p tw gensevw lltrion zon, per ofl mn poluk-falon yhron, ofl d ynhtn ti zvw edow, lloi d fsin genesiour-gn kalosin: ntaya d rin smfuton pvnmasen, ox w shntjin xousan mn prw tn kurivtthn zvn, ll w sunopadnsunakolouyosan t presbutr& zv. tathn d on paragglleifegein, nt d tathw ntallttesyai tn neu nantisevw noei-d noern nrgeian, tiw nt mn to blptein gayoeidw stin,

    nt d to =pein efiw leyron svthraw rxn parxei, ka tn mnpeisodidh ka deutran sunepomnhn pstasin w llotranktw meyhsi, tn d prvtourgn ka f autw ka n aut pntaxousan televtthn zvn proselhfe. di pnta on tata kenhnmn w p braxtaton sustllein jion, tathn d progein w ppleston: ka otvw efiw tn kat non zvn toiath protrop ggo-

    nen nusimvtth.Prw ge mn tn yean teleithta ka tn met yen sunepomnhn

    rsthn katstasin afl toiatai gnmai parakalosi:

    Ze pter, polln ge kakn paseiaw pantaw,

    efi psin dejeiw o t damoni xrntai.

    47 Eriw designa o una discordia entre dios y el hombre, una resistencia a lavoluntad divina (Hierocles, Empdocles), o bien, una discordia interior del almaque produce una discordia con dios (Posidonio, Jmblico). La palabra smfutow nodebe tomarse en su sentido ordinario de innata, sino que en este caso significaestrechamente ligada, soldada, cfr.Van der Horst,pp. 46-49.

    48 Se trata del xhma (vehculo) del alma; sta es una alusin a Pl., Tim., 42 c-d., segn la interpretacin neoplatnica. Jmblico, de acuerdo a la doctrina cal-daica, consideraba que este vehculo del alma no se disolva despus de lamuerte, sino que de algn modo sobreviva dentro del cosmos, cfr. Dillon, 1973,p. 47. El tema es ampliamente tratado en Finamore, 1985.

    49Cfr. Pl., R., IX, 588 c 8: Pltte tonun man mn fidan yhrou poiklouka polukeflou Moldea una figura de una fiera polcroma y policfala, es

    una metfora de uno de los elementos que, en la antropologa platnica, intervie-nen en la composicin del alma humana. Estos elementos eran el apetito concu-piscible, la fiera de la que aqu se trata; el apetito irascible, simbolizado con unlen, y, por ltimo, la razn, cuya figura era un hombre.

    50 Zeus no slo era el creador de la vida, sino tambin el padre de los hombresvirtuosos. Jmblico (VP, 155) dice que los pitagricos invocaban a Zeus como

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    La discordia es fatal compaera que a ocultas nos hiere,connatural:47 no hay que alentarla, mas huir de ella, cediendo.

    Tambin aqu, el poeta muestra lo doble de la naturaleza humana y aese extrao ser viviente que est adherido a nosotros desde el naci-miento,48 al cual unos llaman bestia policfala;49 otros, vida mortal, yotros, naturaleza generativa. Aqu la nombra discordia connatural,no porque tenga la misma categora de nuestra existencia ms excel-sa, sino porque est al lado, como compaera, de la existencia msdigna. Recomienda huir de ella y colocar en su lugar, sin cortapisas,la actividad intelectual uniforme que, en vez de daar, hace bien; en

    vez de precipitar hacia la destruccin, proporciona el principio de lasalvacin; arroja fuera, como si se tratara de algo que no nos pertene-ce, a esa sustancia incidental y de segundo rango que nos acompaa,y, a cambio, da lugar a la existencia fundamental y ms perfecta, quetiene todo a partir de s misma y en s misma. Por esta razn, esconveniente reducir a aqul acompaante a lo ms pequeo, y acre-centar esta forma de vida hasta lo ms grande. De esta manera, estaexhortacin llega a ser la ms eficaz para llevar una vida conforme alos principios del intelecto.

    Los siguientes versos persuaden hacia la perfeccin divina yhacia la condicin ms noble, que es propia de los dioses:

    Padre Zeus,50 en verdad, de muchos males guardaras a todos,si manifestaras a todos la dignidad de sus almas.51

    salvador (svtr) y que a l hacan libaciones antes de comer, cfr. Van der Horst,pp. 53 s. Ahora bien, Jmblico entenda que Zeus no era otro sino el Demiurgo, cfr.Iambl.,In Phdr., 3 a (Dillon, 1973, pp. 94-95): O mntoi yeow Imblixow to toDiw nmatow drajmenow p tn na dhmiourgn to ksmou, per o ka nTima eretai, metafrei tn lgon. El divino Jmblico, ocupndose del nom-bre de Zeus, refiere el pasaje (sc. Pl., Phdr., 246 e) al nico Demiurgo del cosmos,acerca del cual tambin se habla en el Timeo.En torno al uso de Jmblico de losdioses de la mitologa, puede verse, Zeller, pp. 21-24; Dillon, 1973, pp. 48 s.

    51 Aqu la palabra damvn parece tratarse de una forma de designar el alma,cfr.Van der Horst, pp. 49-53, cfr. Des Places, 1969, p. 117. Un demon era ungenio tutelar asignado a cada hombre por los dioses, cuya funcin era servir alhombre, sobre todo, de intermediario entre el mundo infralunar y el mundo de losdioses, para que el hombre, despus de muerto, pudiera atravesar los distintosestados intermedios. Todo hombre deba tratar bien a su demon para conseguir suayuda, o poda, con un mal comportamiento, hacerlo su enemigo; por eso, la

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    ll s yrsei, pe yeon gnow st brotosin.

    n d totoiw ma mn rsth parklhsiw efiw tn yean edaimonan memigmnh taw exaw ka naklsesi tn yen ka mlista to ba-silvw atn Diw, deutra d to doyntow ka sugklhrvyntowmn p tn yen damonow dejiw mfanw ka di ato plin prwtow yeow nagvg. od gr n llvw tiw dunhyeh prw t yei-taton auto ka kuritaton tw osaw nadramen, efi m t toio-t damoni gemni xrsaito, n de pnta tn rastn tn yengnhsvw pokayarein. f o d prth mn stai kakn pala tnsumpefuktvn mn p tw gensevw, peita gnsiw mn lhyin

    parstai tw daimonaw ka makaraw zvw, sh tw sti ka poa:mey w nintew t rxhgn yeon gnow tn nyrpvn katocmeya,ka efiw at nidruyntew tlow jomen to proteyntow p tn yentow nyrpoiw makarivttou bou. Ep tlei tonun prw tn met-stasin tw cuxw protrpei ka tn zvn atw tn kay autn,kay n pllaktai to smatow ka tn t smati sunhrthmnvnfsevn. lgei d otvw:

    noxon gnmhn stson kayperyen rsthn,

    n d polecaw sma w afiyr leyeron lyw,

    sseai ynatow yew mbrotow, okti ynhtw.

    t mn on n t nvttv tjei tn riston non gemna prost-sasyai, tw cuxw kraifn tn moithta diaszei prw tow yeow,efiw n ka protrpei prtvw: t d polipen t sma ka metastnaiefiw tn afiyra, metallttein ka tn nyrvpnhn fsin efiw tn tnyen kayarthta ka nt ynhto bou ynaton zvn proairesyai,efiw tn atn osan te pokaystasyai parxei ka met yen pe-rodon, nper exomen ka prteron prn lyen efiw nyrpinon edow.

    palabra, por extensin, tambin puede designar la suerte o el destino (cfr.supra, n. 43; vase tambin Ioannides). A propsito de los dmones en Jmblico,cfr. Zeller, pp. 21-23; Dillon, 1973, pp. 48-52.

    52 Acerca de la relacin de los hombres y los dioses, cfr.Ppin, pp. 1-51; Des

    Places, 1964.53 Cfr. Pl., Ep., VI, 336 e 4: ok stin pala kakn tow stasisin. no exis-te cesacin de los males para quienes pelean, cfr. Id., R., V, 473 d 5; VI, 501 e 4.

    54 La metfora del cochero perteneca al antiguo pitagorismo, lo mismo que elclebre mito de la auriga de Platn (Phdr., 246-248). La inteligencia (gnmh)conduce un cuerpo sutil y etreo que el alma ha recibido conforme a su ser. En el

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    Mas t no temas, pues origen divino tienen los hombres.52

    En estos versos se halla, primero, una excelente invitacin a lafelicidad divina; dicha invitacin est mezclada con splicas einvocaciones a los dioses, sobre todo, a Zeus, el rey de ellos; ensegundo lugar, se habla acerca del alma, que los dioses nos asigna-ron y nos dieron, y, a travs de ella, de un nuevo ascenso hacia losdioses. En efecto, slo puede uno remontarse hacia lo ms divinode s mismo y hacia lo ms valioso de su esencia, cuando uno sedeja guiar por el alma, a la cual es necesario que todo amante delos dioses purifique verdaderamente. A partir de entonces, habr un

    primer desplazamiento de los males53 inherentes a nosotros desdeel nacimiento, despus se nos har presente el verdadero conoci-miento de la grandeza y de la esencia de la vida dichosa y feliz.Elevndonos por medio de este conocimiento, observaremos que elorigen de los hombres es primordialmente divino y, colocados enese rango, disfrutaremos la vida ms dichosa, esa que los dioseshan concedido a los hombres.

    Al final, el poema exhorta hacia la transformacin del alma yhacia su existencia de acuerdo con su propia naturaleza, que seaparta del cuerpo y de sus instintos inherentes. Dice as:

    Las mejores ideas, como aurigas, en alto coloca;

    si abandonando el cuerpo, hacia el libre ter marcharas,sers un dios inmortal, incorruptible, ya no mortal.54

    El colocar como gua, en el rango ms elevado, al grandioso inte-lecto, preserva pura la semejanza del alma con los dioses, y conigual prioridad nos exhorta a dicha semejanza. El abandonar elcuerpo y trasladarse hacia el ter, el intercambiar tambin la natu-raleza humana por la pureza de los dioses y el preferir, en vez de lavida mortal, la existencia inmortal, permite regresar a la mismaesencia y a la rbita de los dioses, las cuales tenamos antes detomar forma humana.

    ter, el alma por fin ha abandonado el mundo sublunar y el cuerpo que la aprisio-naba, y recobra su naturaleza inmortal y divina, librada ya del ciclo del nacimien-to, es decir, de la metempsicosis. El parentesco del alma humana con lo divino,tema de la sentencia anterior, es la condicin necesaria de su asimilacin, cfr.Ppin, pp. 8-11.

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    Iamblxou , VIII, 6-8

    66666 Lgeiw tonun w Afiguptvn ofl pleouw ka t f mn k tw tnstrvn ncan kinsevw. T d pw xei de di pleinvn p tnrmakn soi nohmtvn diermhnesai. Do gr xei cuxw, w ta-t fhsi t grmmata, nyrvpow: ka mn stin p to prtou

    nohto, metxousa ka tw to dhmiourgo dunmevw, d ndidomnhk tw tn oranvn periforw, efiw n peisrpei yeoptik cux:totvn d otvw xntvn mn p tn ksmvn efiw mw kaykousa

    cux taw peridoiw sunakolouye tn ksmvn, d p to nohtonohtw parosa tw genesiourgo kuklsevw perxei, ka katatn te lsiw ggnetai tw eflmarmnhw ka prw tow nohtowyeow nodow, yeourga te sh prw t gnnhton ngetai kat tntoiathn zvn poteletai.

    77777 Okti d on, s porew, desmow ltoiw ngkhw, n eflmar-mnhn kalomen, nddetai pnta: xei gr rxn ofikean cux twefiw t nohtn periagvgw ka tw postsevw mn p tn gignomnvnp d t n ka t yeon sunafw. Od a tow yeow tn eflmarmnhnncamen, ow w lutraw tw eflmarmnhw n te flerow ka jonoiwyerapeomen. All ofl mn yeo lousi tn eflmarmnhn, afl d p atnsxatai fseiw kaykousai ka sumplekmenai t gensei to ksmouka t smati tn eflmarmnhn pitelosin: efiktvw ra tow yeow

    55 Numenio, entre otros, postul dos almas y no, como era comn en el platonis-mo, tres o dos partes del alma, una racional y otra irracional; cfr. Numenius, fr. 44,Des Places: Alloi d, n ka Noumniow, o tra mrh cuxw miw do ge, tlogikn ka logon, ll do cuxw xein mw oontai, sper ka lla, tnmn logikn, tn d logon... Otros, de los cuales tambin era Numenio, nopiensan que nosotros tengamos tres partes de un alma nica, o al menos dos, laparte racional y la irracional, sino dos almas, como tambin otras cosas, el almaracional y la irracional. Psello refera a Platn una doctrina de dos almas, extradade las enseanzas de Hermes y de Bitys (cfr. Clarke, n. ad loc.), una que emana deldemiurgo, y otra, de la esfera celeste y, por ello, sujeta al destino; esta ltima, bajocierta perspectiva podra ser identificada con el vehculo que el alma recibe en sudescenso. El objetivo es, precisamente, liberar al hombre del destino, por lo cual elser humano, i. e., su alma, debe tener un estatus superior al de la naturaleza, enoposicin a la doctrina que Porfirio cree ser la de los egipcios, y que en algunamedida compartiran los estoicos.

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    Jmblico, , VIII, 6-8

    6 Dices, adems, que la mayora de los egipcios a lo que depende denosotros tambin lo enlazan al movimiento de los astros. Es precisoexplicarte, mediante diversas nociones que vienen de los hermticos,cmo es esto. En efecto, el hombre, como estos escritos afirman,tiene dos almas.55 Una es la que proviene a partir del primer inteligi-ble, que participa tambin de la potencia del demiurgo; la otra es laque fue entregada a partir de la revolucin de los cuerpos celestes,hacia la cual se desliza el alma que ve a dios. Siendo estas cosas de

    esta manera, el alma que desciende hacia nosotros desde los cos-mos56 acompaa los periodos de los cosmos; la que viene de lointeligible, estando presente inteligiblemente, supera a la circulacingenerativa, y de acuerdo con ella se da la liberacin del destino y elretorno a los dioses inteligibles, y cuanta tergia se eleva hacia loinengendrado, se lleva a cabo segn tal vida.

    7 Entonces, en cuanto a lo que t ests en duda, ya no estnatadas todas las cosas por lazos indisolubles de necesidad, a la cualllamamos destino, pues el alma tiene un principio propio de larotacin hacia lo inteligible, y de la separacin de lo que deviene, ydel contacto con lo que es y con lo divino. A su vez, tampocoatamos el destino con los dioses, a los cuales veneramos comolibertadores del destino en templos y esculturas. Sin embargo, losdioses liberan el destino; y las ltimas naturalezas que desde ellosdescienden y se entretejen con la generacin del cosmos y con elcuerpo, llevan a cabo el destino.57 Por tanto, naturalmente a los

    56 La filosofa griega tuvo varias opiniones respecto a la unicidad del cosmos.La opinin platnica, segn la cual el cosmos es uno, fue la predominante. Paralos estoicos, el cosmos tena recurrentes conflagraciones, tras las cuales se volvaa reconstituir, de manera que poda hablarse de diferentes cosmos sucesivos; encambio, el Epicuresmo distingui entre el universo nico, el conjunto de todo loque existe, y los distintos cosmos, i. e., mundos, que podra haber simult-

    neamente en l. Aqu, en este pasaje, el plural parece obedecer a la doctrinacaldea donde los cosmos parecen designar cada uno de los niveles celestes,cuyos lmites sealan las rbitas de cada uno de los planetas.

    57 En Iambl., Myst., V, 9, se hablar tambin de las potencias terminales delos dioses, y de potencias csmicas o terrestres de dmones o de dioses.

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    gistean psan prosgomen, pvw n mnoi di peiyow noerw twngkhw rxontew t p tw eflmarmnhw pokemena kak polvsin.

    All od pnt xetai n t fsei tw eflmarmnhw, ll sti katra tw cuxw rx krettvn pshw fsevw ka gnsevw, kayn ka yeow nosyai dunmeya ka tw kosmikw tjevw perxein,idou te zvw ka tn perouranvn yen tw nergeaw metxein.Kat d tathn oo t smen ka autow lein. Otan gr d tbeltona tn n mn nerg, ka prw t krettona nghtai atw cux, tte xvrzetai pantpasi tn katexntvn atn efiw tn gnesin,ka fstatai tn xeirnvn, zvn te tran ny traw llttetai,ka ddvsin autn efiw llhn diaksmhsin tn protran fesa

    pantelw.88888 T on; on t sti di tn poleuntvn yen lein autn, ka

    tow atow gesyai moirhgtaw ka desmow ltoiw tow bouw de-smeontaw; kvlei mn svw odn ka toto, efi tn yen pollwperiexntvn osaw ka dunmeiw n autow, nuprxousin n atowllai te mxanoi sai diafora ka nantiseiw. O mn ll katoto nesti lgein, w n kst tn yen, ka tn mfann, efistinew osaw nohta rxa, di n ggnetai p tw gensevw tnksmvn taw cuxaw pallag. Efi d ra tiw ka do gnh periko-smvn ka perkosmvn yen polepoi, di tn perkosmvn staitaw cuxaw plusiw: tata mn on n tow per yen krib-

    58 Cfr. Iambl., In Phdr., 6 a (Dillon, 1973, pp. 96 s.): Eflmarmnhn d lgeitn per tn svmatoeid zvn ka tjin: Imblixow d tn fsin topantw eflmarmnhn kale. dice (sc. Platn) que es destino el que tiene que vercon la vida y con el orden corporiformes. Y Jmblico llama destino a la naturale-za del todo. Ver tambin el comentario de Dillon, ad loc. ib., pp. 254 s. Verigualmente Iambl.,Myst., X, 5.

    59 Segn Jmblico, el alma no puede liberarse a s misma, sino que necesita laayuda divina, por eso aqu el genitivo debe ser ledo como genitivo objetivo, cfr.Stcker, p. 146.

    60 Ficino lee, en vez de gnsevw conocimiento, gensevw generacin; enese caso se tratara si no de un pleonasmo, al menos de una endadis. Clarke et al.consideran conocimiento como fuera de contexto, y prefieren, en contra de Des

    Places, la lectura de Ficino adoptada tambin por Taylor.61 Debe entenderse esta frase con restricciones; ver supra, n. 59, e infra, nts.62 y 63; cfr. Stcker, pp. 147 s.

    62 Segn Stcker (p. 147), en consonancia con el pensamiento de Jmblico,aqu no debera entenderse lo mejor de nosotros, es decir, el genitivo no debeleerse como partitivo, sino como segundo trmino de comparacin.

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    dioses ofrecemos toda ceremonia, para que, como arcontes nicosde la necesidad, mediante persuasin intelectual, disuelvan los ma-les que se dan por destino.58

    Pero ni siquiera todo lo que est en la naturaleza se atiene aldestino, sino existe tambin otro principio sobre el alma,59 superior atoda naturaleza y conocimiento,60 segn el cual tambin podemosunirnos a los dioses y superar el orden csmico, y participar de lavida eterna y de la actividad de los dioses supracelestes. De acuerdocon este principio somos capaces tambin de liberarnos a nosotrosmismos.61 En efecto, cuando actan los mejores que lo que est ennosotros,62 y el alma se eleva63 hacia lo superior a ella, entonces

    se separa absolutamente de lo que la retiene en la generacin, y sesepara de lo inferior, toma a cambio una vida en vez de otra, y se daa s misma a otra distribucin dejando completamente la primera.

    8 Qu, entonces? Es posible, mediante los dioses que giran,liberarse a s mismo, y que se considere a los mismos como domi-nadores de la suerte64 y que con vnculos indisolubles atan lasvidas? Quiz nada impide tampoco esto, si, rodeando los dioses ens mismos muchas esencias y potencias, tienen en ellos otras distin-ciones y contradicciones inmensas. Sin embargo, tambin es posi-ble decir esto: que en cada uno de los dioses, incluso de los mani-fiestos, hay algunos principios inteligibles de esencia, a travs delos cuales se produce para las almas la separacin de la generacinde los cosmos. Por tanto, incluso si alguno dejara dos gneros dedioses csmicos e hipercsmicos, mediante los hipercsmicos serposible para las almas la disolucin.65 Estas cosas se dicen msexactamente en los tratados acerca de los dioses:66 quines son los

    63 Es verdad que la forma nghtai puede leerse como voz media, perotambin como voz pasiva, i. e., es elevada (cfr. Stcker, p. 147); ms abajo sehablar de los dioses que elevan, cfr. infra, n. 67.

    64 El ttulo de moiragthw era dado a Zeus como gua de las Moiras, Paus., V,15, 5; VIII, 37, 1), y a veces tambin a Apolo (Paus., X, 24, 4); Apolonio deRodas afirma que de entre los Dctilos ideos slo Ticias y Cileno merecieron eseapelativo (I, 1126-1129); Alcifrn (Alciphr., I, 20) se lo da a los dmones, cfr.LSJ, s. v.

    65 Es decir, la disolucin de los vnculos que las atan al destino.66 Se ha querido ver aqu una referencia de Jmblico a su propia obra con ese

    ttulo; en ese caso habra olvidado su propio pseudnimo; puede ser, sin embar-go, que se refiera a algunos de los tratados hermticos que se hayan ocupado deesa temtica, y que al mismo tiempo sea una velada alusin a su obra.

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    steron lgetai, tnew t efisin nagvgo ka kat poaw atn dun-meiw, pw te tn eflmarmnhn lousi ka di tnvn fleratikn ndvn,tjiw te poa tw kosmikw sti fsevw, ka pvw noer tathwpikrate teleiotth nrgeia: ste od per k tn Omhrikn sparyhkaw, t streptow enai tow yeow, sin sti fyggesyai.Nmoiw gr xrntoiw ka noerow ristai plai t rga tw flerwgisteaw, tjei te mezoni ka dunmei letai t katadestera, efiwbelton te meyistamnvn mn ljin pstasiw ggnetai tn kata-deestrvn: ka o par tn j rxw ti yesmn piteletai n ttoide, na metastrafsin ofl yeo kat tn efiw steron gignomnhnflerourgan, ll p tw prthw kaydou p tot katpemcen

    yew tw cuxw, na plin efiw atn panlyvsin. Ote on metaboltiw ggnetai di tw toiathw nagvgw ote mxontai afl kyodoi tncuxn ka afl nodoi. Vsper gr ka n t pant t noer os& gnesiw ka t pn tde sunrthtai, otv ka n t tn cuxndiakosmsei t per gnesin atn pimele& sumfvne ka pgensevw lsiw.

    Ek tw Iamblxou prw Spatron pistolw(Stob., I, 81)

    tw d eflmarmnhw osa smpas stin n t fsei: fsin d lgvtn xriston afitan to ksmou ka xvrstvw perixousan twlaw afitaw tw gensevw, sa xvristw afl krettonew osai ka dia-kosmseiw suneilfasin n autaw. zv te on svmatoeidw kalgow genesiourgw, t te nula edh ka at lh, te sunte-yeimnh gnesiw p totvn, knhsw te pnta metabllousa kafsiw tetagmnvw dioikosa t gignmena, rxa te afl tw fsevwka tlh ka poiseiw, ka afl totvn sundseiw prw llhla prxw te xri to tlouw dijodoi sumplhrosi tn eflmarmnhn.

    67 Se trata de los yeo nagvgo, a los cuales Proclo se refiere en Procl.,In R.,

    1, 90; 2, 52; In Ti., 1, 154.68 Cfr. Hom., Il., IX, 497: strepto d te ka yeo ato. y mudables tam-

    bin los dioses mismos. Las palabras son de Fnix queriendo convencer a Aqui-les de regresar al combate y de olvidar el agravio de Agamenn.

    69 Sc. el llamado demiurgo.

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    que elevan67 y de acuerdo con cules potencias, cmo liberan deldestino y mediante cules ascensiones sagradas, cul es el orden dela naturaleza csmica y cmo la ms perfecta actividad intelectualdomina a sta; de manera que ni lo que t aportaste de los versoshomricos, el que los dioses son mudables,68 es santo decirlo. Enefecto, desde antiguo se determinan por leyes inmaculadas e inte-lectuales las obras de la ceremonia sagrada, y por un orden y unapotencia mayores se libera lo inferior, y trasladndonos hacia unamejor suerte se produce la separacin de lo inferior. Y nada selleva a cabo contra la institucin del principio en tal situacin, paraque los dioses cambien de acuerdo con la accin sagrada posterior,

    sino desde el primer descenso, dios69 envi abajo a las almas paraesto, para que de nuevo regresaran hacia l. Por tanto, ni se produ-ce cambio alguno mediante tal ascensin ni combaten los descen-sos y los ascensos de las almas.70 En efecto, como tambin en eluniverso, la generacin y este universo se entrelazan con la esenciaintelectual, as, tambin en la distribucin de las almas, la libe-racin de la generacin, concuerda con el cuidado que se tiene deellas71 en su generacin.

    De la epstola a Sopatro(Stob., I, 81)

    La esencia del destino est toda en la naturaleza. Y digo naturalezaa la causa inseparable del cosmos y que inseparablemente rodealas causas enteras de la generacin; todo cuanto, separada