Revista Diletante, No.1

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DILETANTE es una revista electrónica de creación, arte y pensamiento reflexivo, que invita a la colaboración de personas afines al cultivo de las expresiones humanas. Su fin es ofrecer un espacio para la promoción del pensamiento y el diálogo entre autores, críticos y lectores.

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Tigro (magro), Tamaso, San Luis Potosí. Fotografía de Yoalli Zúñiga.

Diletante es una revista electrónica de publicación

bimestral, editada por Tlamatinime. Año 1, Núm. 1*,

Octubre 2012. Puebla, Pue. Editores responsables: Javier

Arroyo y Gerardo Bustamante. El material contenido en esta

publicación es propiedad de sus respectivos autores.

Ninguna parte puede ser reproducida total o parcialmente

sin mención del nombre, signo o firma con que se identifica

el autor.

*Segunda edición

r e v i s t a

d i l e t a n t e

Directorio

Gerardo Bustamante

Director

Javier Arroyo

Subdirector

Rivka Árcega

Redacción

José Bernardo FM

Diseño

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Reverdecer 2, Palenque, Chiapas. Fotografía de Yoalli Zúñiga.

Presentación

Gerardo Bustamante

Bajo las punzantes agujas del sol, he

caminado sobre lisas banquetas, en

amplias calles de concreto hidráulico,

siempre largas, desalentadoras,

interminables. Las más grandes sombras

en semejantes escenarios, suelen ser

pequeños hilos que se extienden sobre el

suelo: la poca gracia de un poste de luz o

una señal de tránsito. No es que odie al

progreso —¿progreso, dije?—, mi

molestia, aún mayor, mi desprecio, se

extiende a esa conducta estandarizada,

que contagia a cada rincón donde uno

quisiera meterse. Se diría pobremente que

el mal gusto se ha apoderado del mundo.

Lo tiene casi conquistado. Pero no

podemos ser tan condescendientes. Por

ello, me complace el presentar este

espacio: diletante. Una revista electrónica

que nace como un pequeño árbol en

medio de lo estéril. Estoy seguro que con

el debido cuidado, podrá algún día,

ofrecer abundante sombra a quien

caminante o diletante ansíe. Y,

discretamente, convertirse en el primer

paso de un alcázar por la reforestación de

la cultura.

Bienvenidos, pues, a explorar las

primeras publicaciones de diletante. Sean

libres de exteriorizar sus pensamientos e

inquietudes colaborando en este espacio.

Las puertas están abiertas, y ustedes son

invitados a entrar.

Quiero agradecer a los primeros

integrantes y desarrolladores de diletante:

Javier Arroyo, Rivka y Bernardo; músicos

y defensores de la cultura. Y, también, a

los primeros colaboradores: Anais

Moreno, Jorge Ramos, Yoalli Zúñiga y

Aarón Cruz, que con sus aportes han dado

vida a la naciente revista.

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ÍNDICE

4 Grabaciones musicales: ¿Ventaja o desventaja?

Jorge Ramos

7 Fotografía de Aarón Cruz

12 El Cubo

Javier Arroyo

14 Delirios de insomnio

Anais Moreno

16 Plaza

Yoalli Zúñiga

18 Yo he soñado que México iba a salvarse

Gerardo Bustamante

22 Palabras necias para oídos empáticos

José Bernardo FM

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Grabaciones musicales: ¿Ventaja o desventaja?

Jorge Ramos

Recostado en el sofá de mi casa,

escuchando el 2o mov. de la sonata op.111

de L.V. Beethoven a cargo del maestro

Claudio Arrau (indudablemente, una de

las versiones más portentosas que existen

hoy en día) me he puesto a reflexionar

sobre las ventajas o desventajas que se

pueden ocasionar al reproducir cualquier

disco de música académica que tengamos

a la mano.

Es un hecho que de no ser por los

avances tecnológicos no podríamos gozar

de interpretaciones musicales históricas,

tales como las excelsas Variaciones

goldbergde J.S. Bach a cargo del maestro

Glenn Gould, o las Pasiones del mismo

compositor a cargo del maestro Karl

Richter, o cómo olvidar los deslumbrantes

cuartetos de cuerda de L.V. Beethoven

interpretadas por el cuarteto Guarneri.

En fin, podríamos mencionar un

centenar de fantásticas grabaciones, pero,

¿qué pasa con ese aspecto tan

inconmensurable y gratificante a la hora

de escuchar las mismas obras antes

mencionadas en vivo? Al tener la facilidad

de escuchar tantas versiones de la misma

obra, interpretadas por los grandes

maestros, se puede correr el riesgo de

hacer una comparación al momento de

asistir a una sala de conciertos. Existen

casos en que los oyentes, amantes de la

mal llamada música académica (como si se

tratara de una música 100% intelectual e

inaccesible a las personas) prefieren

permanecer en la comodidad de sus casas

escuchando sinfonías, conciertos para

violín, violoncello, flauta, etc; en vez de

presenciar la magia que se otorga cuando

estamos ante la presencia de un

tremendo tutti orquestal, o del más

sutil piano que nos puede ofrecer un solo

de violín, por el simple hecho de decir

que tal obra no suena igual que con tal

intérprete o con tal orquesta.

Otra pregunta que puede ser motivo de

reflexión es: ¿qué hacían los intérpretes de

principios del s. XX al no tener la misma

facilidad de escuchar en cualquier

momento las obras deseadas? ¿Será ésta

alguna de las razones por las cuales

encontramos intérpretes de una calidad

inigualable, con una variedad de colores y

pensamientos tan significativos, con un

estilo tan propio y tan distinto el uno del

otro?

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Indudablemente, podríamos decir que el

único medio con el que contaban estos

maravillosos músicos, era el asistir a

alguna sala de conciertos para disfrutar y

apreciar las obras musicales que en ese

momento se ejecutaban. Al no tener un

fácil acceso a la obra que iban a

interpretar, es de suponer que

directamente se estudiaba la partitura

estando alejados del instrumento, o en el

caso del repertorio sinfónico, se hacían

reducciones al piano de obras orquestales

(como es el caso del periodo musical

romántico).

Uno de los problemas que podemos

encontrar, como estudiantes de música al

escuchar alguna grabación, es el caer en el

error de tocar las obras limpiamente como

se nos presenta o en copiar la manera de

tocar del intérprete que estamos

escuchando. Debemos tomar en cuenta

que muchas de estas interpretaciones son

realizadas en un estudio de grabación, con

una gran cantidad de tomas y sin la

presión de estar ante un público. Esta

situación puede dar como resultado la

carencia de un estilo musical propio en los

jóvenes intérpretes que podemos apreciar

en la actualidad.

El desastroso pensamiento y objetivo

oriental (que tristemente se está

convirtiendo en un pensamiento ahora

occidental) de conseguir una limpieza

técnica y una falta de errores naturales del

ser humano por intentar tocar la obra

estudiada copiando grabaciones, está

empapando a la comunidad estudiantil, e

inclusive, a los cada día más exigentes

oyentes. Esto también genera una gran

preocupación en los estudiantes al

momento de estar en el escenario e

interpretar lo ya estudiado para alcanzar

la más alta perfección técnica olvidando

por completo el objetivo principal, que

consiste en hacer música, buscando causar

algún tipo de efecto emocional en el

público, como se pensaba en la antigua

Grecia.

En el ámbito musical escolar, algunos

maestros aconsejan a sus alumnos el no

escuchar ninguna versión de la obra por

estudiar hasta que se haya encontrado una

comprensión propia de ésta. Otros

maestros aconsejan el escuchar varias

versiones de la misma obra, sólo como

referencia, sin conceder gusto alguno por

las versiones escuchadas. Y hay algunos

que están abiertos a que sus alumnos

escuchen alguna versión y traten de sacar

el mayor provecho de ésta.

Los invito a que la próxima ocasión en

que asistamos a una sala de conciertos,

evitemos juzgar la interpretación que

estamos escuchando en ese momento. El

trabajo que el intérprete lleva a cabo no es

una tarea fácil; no podemos saber las

circunstancias en las que se encontraba

momentos antes de salir al escenario, o

inclusive, las circunstancias por las que

está pasando en ese instante. Invito

también a evitar con total rigidez la

terrible comparación que como

estudiantes o inclusive, como amantes de

la música, llegamos a ejercer sobre los

intérpretes que día a día trabajan para

lograr la mayor calidad y la mayor entrega

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6

al momento de ejecutar sus instrumentos

en el escenario.

Jorge A. Ramos Fernández. Originario de la Cd.

de Puebla, actualmente es estudiante de la

licenciatura en piano en la ESM de la Cd. de

México. Entre sus pasatiempos se encuentran: el

cine, la música, la lectura o tomar un buen café al

lado de sus amigos. Su amor por la naturaleza y en

especial, los animales, es indiscutible. Le

entusiasma la idea de que día a día podamos

construir eso que llamamos cultura y de aportar un

pequeño grano de arena para transformar el bello

mundo que habitamos con buenos pensamientos y

acciones.

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FOTOGRAFÍA Aarón Cruz

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Aarón Cruz. Bajista y contrabajista

mexicano. Viajero, caminante,

escucha, lector, cinéfilo, audiófilo.

Gusta de la vida y de compartirla

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El Cubo

Javier Arroyo

A Norma Espejel

Nací dentro de un cubo de cristal.

Desde que tengo razón he estado aquí.

Ya sea por casualidad o por algo

fatídico (puede que sea por éste

último). A estas alturas de mi vida, ya

no me pregunto mi origen ni recuerdo

mi pasado ni siquiera me interesa si

tengo un nombre. ¿Acaso el nombre se

hizo para seguir siendo recordados?

Quizá nadie será recordado.

Hay días que no recuerdo, otros se

mantienen turbios en mi memoria y,

hay algunos que permanecen nítidos.

Verbigracia: un día al despertar, noté

una presencia extraña —digo extraña

porque no sabía qué era aquello— en la

esquina contraria donde yo dormía. Era

alguien parecido a mí, pero muy raro:

el cabello lo traía largo, su faz muy

tersa y delicada, sus ojos negros como

el negro profundo de un pozo, sus

manos delgadas y suaves. Qué decir de

su cuerpo, un monumento a la belleza,

de esos que se erigen a las diosas.

Contemplé aquello que no conocía, lo

miraba con extrañeza y con mucha

curiosidad. Era obvio, además de mí,

no existía nadie. De repente, despertó.

Me quedé inmóvil, tieso, como si el

tiempo se hubiese cristalizado y la

única verdad absoluta fuese eso. Nos

miramos, nos olfateamos, nos sentimos,

nos tocamos como reconociendo algo,

como si en nosotros estuviese la

respuesta. ¿Qué era aquello que me

miraba con el mismo asombro con el

que yo lo veía? ¿Acaso era una

alucinación de mi mente? No sé. Eso

que estaba frente a mí era una

revelación, un descubrimiento —por

decirlo de alguna manera— que me

cambiaría la existencia.

Empezamos a danzar en el silencio,

nos balanceábamos al ritmo de esa

música silente, perdidos en nuestros

vuelos, como dos abubillas en un

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cortejo primaveral, llenos de inocentes

sensaciones, refugiados en los rincones

de sus párpados, en las violetas de su

jardín. Su canto era sublime, tan

sublime como el canto del zorzal en

esos cielos cerúleos de su tierra, en esos

campos donde el río resuena con

intensidad suprema, con tempestuosa

rabia. Y nos mirábamos y nos olíamos y

nos perdíamos en un dédalo de

sensaciones enervantes, de caricias

húmedas, de besos cristalizados en el

espacio del tiempo, en el todo y en la

nada. Es allí donde su silueta refulgía,

respiraba, reposaba como una sombra

en la espesa noche; y yo vigilante como

el búho taciturno, noctámbulo,

contemplando su esencia, su olor, su

ser, su todo.

Ella me enseñó el lenguaje. Entendí

que las palabras no son lo mismo que el

silencio. Que ambos son como dos

hermanos siameses destinados a vivir el

uno con el otro. Siempre juntos en una

complicidad armoniosa. Aprendí a

amar la palabra. Me leyó poemas. En

ellos encontré el lenguaje más álgido,

más bello, más perfecto, porque es en la

poesía donde está la esencia más pura y

célebre de una lengua. Estando con ella

conocí la reciprocidad, la tolerancia, el

respeto, la lealtad, la fidelidad, la

honestidad, la duda, la incertidumbre,

el enojo, la furia, la desesperación, la

frustración, la envidia, el éxtasis, el

deseo, la excitación, la vanidad, la

vergüenza, el dolor, la magia, la

felicidad.

La razón por la que apareció en mi

vida es ambigua, todo lo que había

visto y conocido era yo, nada más yo, es

decir, lo único que me importaba era

yo.

Hubo otro día que recuerdo con

gran lucidez. Aquella vez me enseñó la

historia del mundo: sus héroes, sus

batallas, sus reyes, pero también los

olvidados, los que han sido silenciados,

los torturados, todos los que alguna vez

tuvieron palabras sabias. Después de

todo, conocí que el mundo ha estado

lleno de injusticias, de represiones, de

mentiras, de lóbregos caminos hacia

una luz que muchas veces fue incierta.

Ese día nos acostamos. Ella en su

esquina, yo en la mía, no dijimos nada,

sólo nos dormimos. Soñamos. Al

despertar ya no estaba, había

desaparecido, no encontré nada de ella.

Sólo las reminiscencias de su ser.

En el silencio busco su esencia, su

latir, escucho el eco de su voz. De

nuevo solo, vuelvo a ser yo.

Ensimismado en mí, en yo.

Javier Arroyo. Poeta y músico. Amante de los

animales y la naturaleza. Lector, cinéfilo,

caminante.

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Delirios de insomnio

Anais Moreno Rodríguez

I. Fango seco (de escenarios)

Cuando la soledad abriga la espalda de

quien ha sido olvidado sobre el fango,

con la piel herida de látigos afilados

con la despiadada puntilla del tiempo,

la cruel lengua de la maldad de quien

nunca importó, de la legalidad del

ruego sordo, de los pasos de una

ciudad estruendosa sobre el auxilio de

un ente construido en el idealismo;

cuando la soledad calla con nosotros,

cierra la puerta y emprende el vuelo,

esta vez nosotros delante, nadie sabe,

nadie ve, todos olvidan y yo, yo

duermo. Las lágrimas sellan los labios,

al secarse decoran los sabores en el

paladar de un anhelo sobre aquel lago

escondido tras la roca, tras la semilla,

tras la niebla, tras lo minúsculo;

pequeño pero existente, posible, tras el

sonido y el hambre, la necesidad y la

incapacidad de huir. Aquí dentro, si yo

quiero, por primera vez: nadie entra.

II. Delirios de Insomnio

Los escritos son delirios navegantes de

las noches de insomnio, de una

migraña, de un dolor tan intenso que

exhibe el alma; es el sollozo del cáncer

humano, de ser y no estar, de

permanecer, pertenecer, de volar y caer

en los brazos de una realidad

irrevocable y engreída que, con el cruel

reflejo de un antifaz homérico, borra la

sensatez de una noche de delirios, el

vago recuerdo de la nostalgia en la

cabeza. Hijos nebulosas del sueño

diciéndome adiós.

Anais Moreno Rodríguez. Originaria de

Villaflores, Chiapas, aunque en realidad su

lugar de origen ha sido la carretera.

Actualmente es estudiante de Relaciones

Internacionales en la Benemérita Universidad

de Puebla y ya el próximo año se nos va (por

fin). Discípula de las hojas desprendidas del

otoño, gusta de caminar descalza sobre tierra

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húmeda. Gusta de la música en general, desde la

música renacentista, deambulando por el blues,

jazz, folk hasta una bien escogida pieza de death

metal. Socialmente negligente, soñadora de

tiempo completo con la única convicción de

definirse en una sola convicción. Detesta las

bogas, incluso cuando ella puede representar

una: la de no representar ninguna.

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Plaza

Yoalli Zúñiga Solís

¿Recuerdas aquella ocasión?

Sentíamos tan breve la existencia,

ataraxia perenne y envolvente

que estimaba incipiente la razón.

De bruces, abatió los sentidos,

perdióse toda percepción en único cuerpo,

tal niebla que todo recubre

salvo el breve espacio siguiente.

No hemos sido solo nosotros

atravesando el sitio de colisión;

implosiones del alma,

explosiones del corazón.

El instante es perpetuo

arquetipo de iluminación,

plaza cual henchido vientre

de los astros rendidos al amor.

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Yoalli Zúñiga Solís. Estudiante de Biología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, con

gran fascinación por los insectos, el arte, la ciencia y el ocio.

Plaza de “Las tres culturas”, Zona

Arqueológica de Tlatelolco, México,

D.F. Fotografía de Yoalli Zúñiga Solís.

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Yo he soñado que México iba a salvarse

Gerardo Bustamante

En 1929, vísperas de las elecciones

presidenciales, un hombre ciego,

llamado Conrado Gaxiola, decía,

mientras acompañaba a los

vasconcelistas en los preparativos para

las asambleas del partido: “Yo he soñado

que México iba a salvarse” (Vasconcelos,

299). Palabras de casi un siglo que se

han perdido en la amargura de la

realidad nacional.

José Vasconcelos fue un apóstol que

soñó con la República en México; un

gobierno donde los hombres más sabios

estarían al frente de los asuntos

públicos. Su ideal está escrito en sus

libros y su vida en las instituciones. Su

Academia fue el Ateneo de la Juventud,

asociación civil de un grupo de jóvenes,

integrada por destacados escritores,

pensadores y artistas. Entre ellos:

Alfonso Reyes, Henríquez Ureña y

Antonio Caso; en su mayoría, abogados

de profesión. La educación positivista

de la época rechazaba las profesiones

no afines al ideal del progreso y la

ciencia. En México sólo se aspiraba a

estudiar medicina o leyes. Los hombres

se estaban deshumanizando, mientras,

la democracia sucumbía ante el

porfiriato.

El descontento social, en 1908, se

materializó con la aparición de

Francisco I. Madero, y su libro La

sucesión presidencial de 1910. En su tarea

por encontrar el apoyo de los mejores

hombres, Madero invitó a Vasconcelos

a participar de una reunión que se

celebraría en la casa del ingeniero

Robles Dominguez, un amigo en

común entre ellos. En aquel tiempo,

Vasconcelos se empleaba en una oficina

del edifico del Banco Internacional, y

junto con él, en una notaria, Antonio

Díaz Soto. Pronto, Vasconcelos

extendió la invitación a su compañero,

pero inesperadamente la rechazó, y

sentenció en una manera tan lúgubre

como infalible:

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No valía la pena, dijo, sacrificarse

por un pueblo que nunca responde

al llamado de sus mejores. A él le

habían quebrantado su porvenir y

estaba decidido a no volver a

mezclarse en la política de un país

de indios embrutecidos por el

alcohol… —Usted puede soñar en

democracia, compañero, porque ha

pasado su vida en la capital, no

conoce a nuestro pueblo. El campo

no está preparado sino para la

abyección. La única política eficaz

en México es la de Pineda —el

gerente del porfirismo—, una

política de pan y palo, o sea, un

despotismo ilustrado (Id. 107).

La revolución se desató en México

en 1910. El pueblo escuchó el llamado y

se levantó contra la tiranía de Porfirio.

La ciudad se embellecía y crecía

económicamente, pero el resto, el

campo, resentía el olvido. La cultura de

los pueblos se balanceaba entre lo

sobrante de Mesoamérica y el mundo

improvisado del progreso. Finalmente,

un derramamiento de sangre fue el

triunfo de la revolución. Se habían

impuesto aquellos espíritus que hervían

por el calor de la injusticia. Reclamaban

un lugar digno en la patria. El tirano

había caído y en adelante la democracia

estaba en manos de la oposición. Pero,

¿cómo funcionaba? ¿Cuál era el camino

del nuevo México? Platón, en su

diálogo La República o de lo justo nos

habla de los distintos tipos de gobierno,

entre ellos el democrático:

El gobierno pasa a ser democrático,

cuando los pobres, habiendo

conseguido la victoria sobre los

ricos, asesinan a unos, expulsan a

otros, y se reparten por igual con

los que quedan los cargos de

administración de los asuntos,

reparto que en este gobierno se rige

de ordinario por la suerte. —Así es,

en efecto, como se establece la

democracia, bien por el camino de

las armas, bien porque los ricos,

temiendo por sí mismo, adopten el

partido de retirarse (189).

Los pobres, y algunos intelectuales,

obtuvieron la batuta del nuevo

gobierno. Lucharon contra la injusticia,

pero, ¿qué los hacía a ellos más justos?

La mayoría tenía hambre, y los

acompañaba un sentimiento de

recompensa por su participación en la

revolución. Ahora, los conflictos eran

entre ellos mismos. ¿Qué camino

debería tomar el país? Tras los

siguientes años se logró una frágil

democracia, se sucedieron intrigas, y se

derramó más sangre por el desacuerdo

en los ideales. La tarea por levantar a

Page 21: Revista Diletante, No.1

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toda la nación no estaba conforme a los

intereses individuales.

Fue en un México aún indefinido,

donde apareció Vasconcelos con su

utopía incontenible. La democracia no

tenía sentido en un país de ignorantes.

La verdadera batalla tenía que librarse

contra la ignorancia. Había que

evangelizar a la nación con Goethe,

Platón, Tagore, Esquilo, Sófocles; pero

antes, era necesaria la alfabetización.

Vasconcelos creó la Secretaría de

Educación, fundó bibliotecas y escuelas,

imprimió a sus clásicos, reformó a la

universidad, promovió el muralismo.

Creía que sólo los libros podían sacar a

este país de la barbarie. Su esperanza

que tenía en el pueblo, quedó impresa

en el lema de la Universidad Nacional:

Por mi raza hablará el espíritu. Maestros y

estudiantes se unieron a sus cuadrillas.

No sólo daban su tiempo para enseñar

a leer, sino parte de su salario. Había

que terminar con el mal de los

mexicanos: “¡Peste es la ignorancia que

enferma el alma de las masas! La mejor

acción de patriotismo consiste en que

enseñe a leer, todo el que sabe, a quien

no sabe” (238) expresaba en el día del

alfabeto. No sólo había que terminar

con el analfabetismo, también, con los

ineptos. Había que despojar de su cargo

a los profesionistas que sólo

aumentaban la carga de los de abajo.

No se podían tolerar tantos años de

silencio por aquellos maestros y

trabajadores de la educación, que sólo

eran espectadores de un deficiente

sistema educativo. La regeneración fue

total, impresionante, utópica.

El apóstol de la democracia,

finalmente, ve caer todas sus

esperanzas y esfuerzos por su país, tras

perder en 1929 las elecciones

presidenciales. Numerosas

irregularidades y actos impíos contra

grupos de vasconcelistas destruyeron la

posible democracia de México. Un

último llamado al pueblo para defender

la democracia, se perdió en el eco de un

pasado revolucionario que no se quería

revivir. Así, Vasconcelos terminó en el

exilio, desilusionado, quizá pensando

en el mismo destino que vivió Platón.

¿Ostracismo o cicuta? Desde Sócrates,

la historia ha escrito que la educación

Diego Rivera sentado a la izquierda de José Vasconcelos durante

un festival. En el ángulo izquierdo Pedro Henríquez Ureña,

1921. Imagen tomada del libro: Álvaro Matute, la Revolución

mexicana: actores, escenarios y acciones (Vida cultural y política

1901-1929), México, INEHRM, 1993, p. 90.

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puede ser juzgada como “perversión a

la juventud”.

Hoy, 83 años después de las

elecciones de 1929, se vive la fotografía

congelada, y aún más ridícula. Realidad

que entristece y humilla al ciudadano

contemporáneo. La Secretaría de

Educación Pública, ha dejado de ser el

monumento a la regeneración nacional.

Increíblemente, los ineptos han ido

recuperando lo que Vasconcelos les

había arrebatado. La ignorancia ha

reclamado su lugar en la historia como

símbolo de la nación. En sus últimos

años de vida, Ikram Antaki escribió El

manual del ciudadano contemporáneo, en

él nos habla como profeta de un México

que debía evitarse, pero después de

doce años sus citas se han convertido

en consecuencias reales: “En la

democracia, difícilmente representará a

sus contemporáneos el más sabio, sino

aquel que más se les parece, que habla

y actúa como ellos” (148).

Sorprendido como Plutarco con los

griegos, uno se da cuenta que entre los

mexicanos los ignorantes deciden.

Bibliografía

Antaki, Ikram. El manual del ciudadano

contemporáneo. México, D.F.: Booket, 2011.

Platón. “La República o de lo justo”.

Diálogos. Tomo II. Ed. Francisco Larroyo.

México, D.F.: Editorial Porrúa, 2007.

Vasconcelos, José. José Vasconcelos. Hombre,

Educador y Candidato. Ed. Guadalupe

Lozada León. México, D.F.: Coordinación

de Humanidades, UNAM, 1998.

Gerardo Bustamante. Diletante e ingeniero.

Ha expresado que la nueva lucha del hombre es

por la naturaleza, por los animales.

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Palabras necias para oídos empáticos

José Bernardo FM

El concepto de autonomía alimentaria y

energética debería ser primordial para

la humanidad en estos tiempos de

constante cambio. Sin embargo, las

escuelas convencionales no aportan

innovación teórica ni práctica en estas

materias. La actualización constante de

estos temas se encuentra en internet,

donde las personas comparten desde,

cómo elaborar jabones biodegradables a

base de aceite de cocina usado y sosa

cáustica, hasta lo necesario para hacer

un motor de energía libre con imanes y

un CD; una vasta red de información,

en la que a cada segundo acceden

millones de personas, teniendo como

mayor desventaja, el no ser accesible a

todos.

En este momento en todo el mundo

las calles se convierten en asambleas

ciudadanas. Algunas de éstas

parecieran derivar o estar repitiendo la

misma fórmula que hemos visto: ser

intrascendente. Su eficacia contra el

sistema — al cual declaran su

enemigo—, dependerá de dejar atrás

todos los viejos hábitos y adoptar las

nuevas corrientes, entre las cuales se

destaca mayormente la sostenibilidad

(que significa lo mismo que

sustentabilidad) y, en la práctica se

traduce como autonomía alimentaria,

económica y energética, que propicia el

bienestar social.

Debemos todos convertirnos en

agentes transformadores de nuestro

entorno, que eligen vivir en armonía,

esto implica el desprendimiento de la

cultura de consumo. Mucha gente

piensa que actuar con conciencia

ecológica requiere un cambio tan

radical como volver a las cuevas o al

nomadismo, si bien esto es una manera

de lograrlo, cada día se desarrollan

nuevas alternativas ecológicas (verdes,

eco, sustentables y demás palabras

“in”) a los productos y servicios

convencionales. Ahora se sabe que se

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puede construir una alberca sin bombas

eléctricas y reemplazándolas por arietes

hidráulicos, cambiando el filtro por un

sistema de tanques que recicla el agua

constantemente (en los cuales hay

plantas, lirios, anfibios, libélulas, peces

y demás especies acuáticas). Se

construyen casas con basura —que

obviamente son inodoras e incluso muy

estéticas—, otras que podrían parecer

residencias en árboles; se cultivan

condimentos frescos dentro de una

cocina o en las azoteas.

La materia orgánica de desecho

puede ser utilizada para producir gas, y

el agua salada electrolizada para

producir hidrógeno; es por esto y otras

innovaciones para la obtención de

energía limpia, que considero deficiente

y obsoleta la idea de los megaproyectos

“progresistas” que proponen extraer

grandes cantidades de cualquier

energético y distribuirlo en enormes

redes, mediante las cuales se disipa la

energía, en lugar de pequeñas centrales

por sectores que distribuyan de manera

más eficiente menor cantidad de

energía.

El verdadero problema está en que al

“monstruo” no le atañe mejorar la

condición humana, ni exaltar sus

valores, ni contribuir a un entorno

mejor para todas las especies de la

tierra. Siempre hemos visto con

asombro y conmoción, pero con cierta

indiferencia, cómo destruyen

ecosistemas enteros en el mundo para

extraer minerales, energéticos, madera,

alimentos, alimentos para alimentar

alimentos, etc. Pero ahora, que

pareciera que esto no tendrá final, más

que nunca debemos fomentar la

conciencia de que el sistema actual está

en decadencia, y puede ser enmendado

con las acciones pertinentes. No es sólo

cuestión de separar la basura, el planeta

requiere dejar de pensar que solamente

los científicos innovan en materia de

cuidado ambiental, necesitamos

entender que todos tenemos la facultad

de volvernos autónomos.

José Bernardo FM. Músico, panadero,

tlaquichero. Ha declarado que la autonomía

energética y alimentaria son pieza clave del

rompecabezas de la sostenibilidad, antítesis del

capitalismo.

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