Resiliencia y Kohlberg

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    La resiliencia y la Teoría de Desarrollo Moral de Kohlberg aplicadas al escenario educativo

    La resiliencia es un concepto adaptado de la ingeniería que se define como la capacidad

    de resistencia de un material para ser flexible y volver a su estado anterior ante las presiones que

    ejercen las fuerzas externas sobre él. Sin embargo, en la psicología, este concepto se define como

    la capacidad de afrontar adecuadamente las dificultades de una forma socialmente adaptables

    (Muñoz Garrido y De Pedro Sotelo, 2012). Como educadores, es importante promover la

    resiliencia en nuestra sala de clases por varias razones. En mi caso, como maestra de nivel

    secundario, los estudiantes que atiendo son adolescentes. Esta etapa es una de las más complejas

    del desarrollo humano debido a los múltiples cambios físicos, sociales y emocionales que ellos

    enfrentan. Sin embargo, si enfrentan una situación fuera de lo usual, como por ejemplo, el

    divorcio de sus padres, un embarazo no planificado, ser víctima de “bullying” o “cyberbullying”,

    depresiones, entre otras, pueden afectar su desempeño académico y su desarrollo emocional y

    social. Por tal motivo, la resiliencia entra en escena y los docentes deben utilizarla sabiamente.

    El rol del docente al utilizar la resiliencia debe ser como un guía o compañía eficaz para

    que el alumno pueda salir adelante y superar la crisis. Además, el maestro no puede solo

    enfocarse en la situación de crisis, sino que debe dirigirse más a la prevención. Como modelos a

    emular por nuestros alumnos, debemos proyectar una actitud positiva y promover

    comportamientos enfocados en la resiliencia. Algunas formas de fomentar la resiliencia en los

    estudiantes son:

    Desarrollar un ambiente de confianza y seguridad para sus estudiantes.

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    Diseñar actividades en las que el alumno pueda aprender y demostrar cuánto

    puede progresar. A la misma vez podrá identificar sus capacidades y demostrar

    sus habilidades. Esto ayudará a fortalecer su autoestima.

    Proporcionarle a los alumnos los recursos necesarios para que pueda lograr sus

    objetivos y en el proceso, darle refuerzos positivos.

    No enfocar la atención en el fracaso, sino transformar este “fracaso” en una

    nueva oportunidad de aprendizaje. Por lo que fomentar una actitud positiva frente

    a la adversidad hará que el alumno pueda enfrentar cualquier dificultad con

    optimismo, positivismo y determinación.

    Desarrollar actividades enfocadas en la empatía – ponerse en el lugar del otro-

    para comprender sus puntos de vista, actitudes y acciones.

    Diseñar actividades donde la creatividad, el optimismo, la confianza y el buen

    sentido del humor del estudiante se refleje. Esto contribuirá a desarrollar una

    autoestima positiva en el alumno.

    El enseñarle a sus alumnos a establecer metas a corto y largo plazo es un recurso

    sumamente importante porque los ayudará a ser más organizados y estructurados.

    Además que despertará en ellos el esfuerzo y los deseos de superación.

    El estudiante debe involucrarse activamente en su proceso de aprendizaje, por lo

    que el maestro debe darle esa participación activa y permitirle que este forme

    parte de este proceso, desarrollando así un sentido de pertenencia y pertinencia a

    su proceso educativo.

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    Saber escuchar e identificar las señales de alerta. Si el docente ve que ya la

    situación está fuera de su alcance, debe referir la misma a otros profesionales

    como lo son el trabajador social escolar y el consejero.

    Además de la resiliencia, la Teoría de Desarrollo Moral de Lawrence Kohlberg es otro

    elemento que debe ser considerado en el diseño de las actividades de la sala de clases. Esta teoría

    establece unas etapas de razonamiento moral donde se emiten juicios acerca de lo correcto y lo

    incorrecto. Las tres etapas son: la pre-convencional, donde los juicios se basan en sus intereses

    personales; la convencional, donde los juicios se basan en los valores familiares tradicionales y

    expectativas sociales y la postconvencional, donde los juicios se basan en principios más éticos y

    abstractos (Woolfolk, 2006). Para la aplicación de esta teoría, Kohlberg estableció situaciones

    hipotéticas o dilemas morales donde el individuo deberá tomar decisiones difíciles. Por lo tanto,

    el docente deberá orientar su proceso de enseñanza hacia uno basado en la solución de

    problemas, donde los estudiantes tengan la capacidad de analizar la situación objetivamente,

    puedan identificar alternativas reales para solucionarlo y proyectar las consecuencias de cada

    decisión. Es importante que el docente y la comunidad escolar en general no pierdan de

    perspectiva establecer reglas que fomenten la sana convivencia, el respeto, la empatía y el amor

    propio, al igual que garantizar un ambiente seguro y confiable para el estudiante. Si estos

    elementos no están presentes en la escuela y se enfocan puramente en lo académico, esos

    alumnos no serán aprendices exitosos ni ciudadanos funcionales dentro de la sociedad.