Propuesta Agustín L
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Alumno-Docente/Docente-Alumno.
· (no) Antecedentes.
Es sabido que en las casas de estudio (denominación que no llega
a describir a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, en el marco
sensible-crítico que aprendemos a movernos) se implementan diferentes
escalones docentes: profesores titulares, adjuntos, jefes de trabajos
prácticos, ayudantes y co-ayudantes o (más conocidos como)
‘ayudantes-alumno’. Puntualizando en este caso, nuestros docentes no
son realmente eso, pocos (o ninguno) están preparados en la docencia o
pedagogía, pero sin embargo no podemos negar su labor, dedicación y
(lo más importante) su capacidad de transmisión de conocimiento. Esto
encierra un sentido lógico e incluso pedagógico : la no-docencia como
método de enseñanza de la profesión desde la experiencia y el
intercambio continuo docente-alumno, dos personas reales que
coexisten y pretenden consensuar alguna idea. El aula-taller, el
laboratorio, la corrección (en el sentido más blando de la palabra) grupal
y el constante contacto con el trabajo del otro (compañero, vecino,
amigo o desconocido) hacen de esta una experiencia única si tomamos
el método educativo escolar actual como punto de comparación.
· El alumno-docente, existencia real?.
Partamos del concepto anterior, bajo el cual se describió al
‘docente’ de la facultad, y reflexionemos sobre esta pregunta.
El alumno, sin quererlo ni pensarlo, tarde o temprano es capaz de
generar la misma atmósfera bajo la cual aprendió a trabajar su
imaginación, a moldear sus ideas y replantear su entorno. Llegado el
momento de introspección, algunos entienden esta capacidad como un
disparador en correlación con la necesidad de aprendizaje, referido
como un ‘círculo educativo’.
Es este mismo alumno, pero en su primer ciclo de formación, quien
realmente requiere y reclama la atención docente.
· La propuesta.
Ya entendimos el propósito y el método docente en la Facultad de
Arquitectura y Urbanismo, y a su vez hicimos hincapié en la diferencia
con el sistema de educación secundario normal/técnico.
A todo esto, podemos entender algunas actitudes infundadas sobre el
alumno, que moderan, limitan, aíslan y auto-rechazan la posibilidad de
descubrir(se) las posibilidades de inclusión y nivelación, hoy académicas
y mañana profesionales.
Es así como ofrecemos la posibilidad de crear un vínculo inmediato: el
alumno-docente. No referido a él como un complemento del docente a
cargo, sino como completamiento del ciclo educativo; el alumno ayuda,
aconseja e incentiva al mismo alumno, el ‘círculo educativo’ comienza a
girar.
“Si nuestra tarea como profesionales de la arquitectura
pretende mejorar la ‘calidad de vida’… ¿por qué no empezar
mejorando nuestra calidad de aprendizaje y relación?”.