Prologo de La Noche de Tlatelolco

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(' " Lo KbtV\e de -r\()~ e \O\~G /) ( Vva\cY~a) políticos se froncía, sus puestos peligraban,jamás pudieronpre- ver algo semejante. "¡Únete pueblo agachón!" "¡Sal al balcón, hocicón!" "¡Viva México!" "¡Viva la Universidad!" "¡Goya... Goya... Cachún, cachún ra ra!" "¡Viva el MovimientoEstudian- til!" Yano había agachados.El2 de octubrela ola reventó,revol- có a muchosy la resaca se llevó a demasiadosjóvenes. Una de las imágenes que resultó definitiva y se imprimió en la mentede los estudiantesfue el bazukazoen San Ildefonso,enla puerta del siglo XVIllque resguardabala Preparatoria.Los mu- chachoslo vivieroncomouna violación.Al día siguiente,el 30 de julio, el rectorBarros Sierra izó la banderamexicanaa mediaasta en CiudadUniversitaria.FlorencioLópezOsuna(quehabríade su- frir todas las humillacionesy cuyas fotografíaspartenel corazón) inquirió indignado:"¿Por qué teníanque hacerleeso a la puerta?" Parecía referirse a su cuerpo. Guillermo Haro nunca dec.íagroserías. "¡Hijos de la chinga- da!",lo oí exclamarpor segundavez el día en que el ejércitoentró a Ciudad Universitaria;la primera había sido el 18de septiembre en la mañana, cuando abrió el Excélsior que describía cómo el ejército había tomadoCiudadUniversitaria. El 2 de octubre de 1968,en la noche, recogí el primer testimo- nio. Las maestras María Alicia Martínez Medrano y Mercedes Oliveraregresarondel mitin en Tlatelolcocon un shocknervioso. Aúnno se enterabanquehabíandejadoatrása la antropólogaMar- garita Nolasco quien pasó toda la noche aterrada buscandoa su hijo. Gritaba piso por piso, corredor tras corredor, puerta por puerta del edificio Nuevo León: "¡Carloooos...! ¡Carloooos...! ¡Carlooooos...!¡Carlitooos!" El3 de octubre,a las siete de la mañana,despuésde amaman- tar a Felipe nacido cuatro meses antes, fui a la Plaza de las Tres Culturas, cubierta por una especie de neblina. ¿O eran cenizas? DostanquesdeguerrahacíanguardiafrentealedificioNuevoLeón. Ni luz, ni agua, sólo vidrios rotos. Vi los zapatos tirados en las zanjasentre los restosprehispánicos,las puertasde loselevadores perforadaspor ráfagas de ametralladora,las ventanasestrelladas, 1968 marcó a los estudiantes de México y a sus padres y a la so- ciedad más cercana a la juventud. Un mes antes de la masacre del 2 de octubre, Guillermo Haro sonreía mientras atravesaba el esta- cionamiento frente a la Facultad de Ciencias, en el bellísimo cam- pus de Ciudad Universitaria, al oír la voz de un muchacho gritar a través de un amplificador: "UNAM, territoriolibre de América". La UNAMera no sólo el corazón de nuestraciudad, tambiénresul- tó ser su barómetro; allí, en sus edificios hervían los ideales (o como diría Octavio Paz, los sesos). Para un país pobre como el nuestro, ingresara alguna de las facultadesde la UNAM era y es la posibilidadde un futuro, una garantía de vida. El Poli, en el norte de la ciudad, también vivió el movimiento y la muerte. En la UNAM, en 1968,había 95588 estudiantes. A partir del 22 de julio de 1968,el movimientose levantó has- ta convertirseen una ola alta y poderosaque los mexicanosmira- ban expectantes.Cada manifestaciónse hacía más numerosa:los padresde familia,los amigos,los vecinosacompañabana 10s,IDu- chachos,el Paseo de la Reformase cubríade simpatizantesfelices y emocionadosque se preguntaban"hasta dónde vam9s a llegar". "jÚnetepueblo!":los que permanecíande pieenla'~Gerase unían a algún contingentey se echaban a andar. Una viejita que aplau- día exclamó: "Quiero dejarle un México mejor a mis nietos". ¡Qué fiesta capaz de contagiar al más timorato! El ceño de los, 13

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Prologo conmemorativo del libro "La noche de Tlatelolco" de Elena Poniatowska

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" Lo KbtV\e de-r\()~ e \O\~G /)

( Vva\cY~a)

políticos se froncía, sus puestos peligraban,jamás pudieronpre-ver algo semejante. "¡Únete pueblo agachón!" "¡Sal al balcón,hocicón!" "¡Viva México!" "¡Viva la Universidad!" "¡Goya...Goya... Cachún, cachún ra ra!" "¡Viva el MovimientoEstudian-til!" Yano habíaagachados.El2 de octubrela ola reventó,revol-có a muchosy la resaca se llevó a demasiadosjóvenes.

Una de las imágenes que resultó definitiva y se imprimió enla mentede losestudiantesfueel bazukazoen SanIldefonso,enlapuerta del siglo XVIllque resguardaba la Preparatoria.Los mu-chachoslo vivieroncomouna violación.Al día siguiente,el 30dejulio, el rectorBarrosSierraizó la banderamexicanaa mediaastaen CiudadUniversitaria.FlorencioLópezOsuna(quehabríade su-frir todas las humillacionesy cuyasfotografíaspartenel corazón)inquirió indignado:"¿Porqué teníanque hacerleeso a la puerta?"Parecíareferirsea su cuerpo.

Guillermo Haro nunca dec.íagroserías. "¡Hijos de la chinga-da!",lo oí exclamarpor segundavezel día en queel ejércitoentróa CiudadUniversitaria;la primera habíasido el 18de septiembreen la mañana, cuando abrió el Excélsior que describía cómo elejércitohabía tomadoCiudadUniversitaria.

El 2 de octubrede 1968,en la noche, recogíel primertestimo-nio. Las maestras María Alicia Martínez Medrano y MercedesOliveraregresarondel mitin enTlatelolcocon un shocknervioso.Aúnno se enterabanquehabíandejadoatrása la antropólogaMar-garita Nolascoquien pasó toda la noche aterrada buscandoa suhijo. Gritaba piso por piso, corredor tras corredor, puerta porpuerta del edificio Nuevo León: "¡Carloooos...! ¡Carloooos...!¡Carlooooos...!¡Carlitooos!"

El3 de octubre,a las siete de la mañana,despuésde amaman-tar a Felipe nacido cuatro meses antes, fui a la Plazade las TresCulturas, cubierta por una especie de neblina. ¿O eran cenizas?DostanquesdeguerrahacíanguardiafrentealedificioNuevoLeón.Ni luz, ni agua, sólo vidrios rotos. Vi los zapatos tirados en laszanjasentre los restosprehispánicos,las puertasde loselevadoresperforadaspor ráfagasde ametralladora,las ventanasestrelladas,

1968 marcó a los estudiantes de México y a sus padres y a la so-ciedad más cercana a la juventud. Un mes antes de la masacre del2 de octubre, Guillermo Haro sonreía mientras atravesaba el esta-

cionamiento frente a la Facultad de Ciencias, en el bellísimo cam-

pus de Ciudad Universitaria, al oír la voz de un muchacho gritara través de un amplificador:"UNAM, territoriolibre de América".La UNAMera no sóloel corazónde nuestraciudad,tambiénresul-tó ser su barómetro; allí, en sus edificios hervían los ideales (ocomo diría Octavio Paz, los sesos). Para un país pobre como elnuestro,ingresara algunade las facultadesde la UNAMera y es laposibilidadde un futuro,una garantíade vida.El Poli, en el nortede la ciudad, también vivió el movimiento y la muerte. En laUNAM,en 1968,había95588 estudiantes.

A partirdel 22 de julio de 1968,el movimientose levantó has-ta convertirseen unaola alta y poderosaque los mexicanosmira-ban expectantes.Cada manifestaciónse hacía más numerosa:lospadresde familia,los amigos,losvecinosacompañabana 10s,IDu-chachos,el Paseode la Reformase cubríade simpatizantesfelicesy emocionadosque sepreguntaban"hasta dóndevam9sa llegar"."jÚnetepueblo!":los que permanecíande pieenla'~Gerase uníana algún contingentey se echaban a andar.Una viejita que aplau-día exclamó: "Quiero dejarle un México mejor a mis nietos".¡Qué fiestacapaz de contagiar al más timorato! El ceño de los,

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todos los comercios cerrados, los aparadores de la tintorería, de lacafetería, de la miscelánea hechos añicos, la papelería destrui-da, las hojas rotas, las huellas de sangre en la escalera y la sangresin lavar, la sangre encharcada y negra en la plaza. Los habitantesdesvelados, perdidos, hacían cola frente a una l1avedel agua. Unsoldado esperaba a que otro liberara la caseta del teléfono. Lo oídecir: "Pónme al niño, no seas mala, quiero oír al niño, quién.sabecuantos días nos tengan aquí". Nadie barría los escombros, nadiese movía,la desgracia era finalmente una foto.fija. Entre las pie-dras descubrí una corcholata: "Amo el amor".

En el jardín de Santiago TlateloIco todas las flores pisoteadasdaban lástima.

Desde ese momento empecé a recoger testimonios. Primero elde María Alicia, el de Margarita Nolasco que recupero a su hijo,el de Mercedes Olivera. Las tres buscaron a otros testigos, y luegoconseguí el de muchos más que venían a la casa traídos por MaríaFemanda Campa, la Chata, mujer de Raúl Álvarez Garín.

En la noche solía llamarme Celia, la madre del Búho: "En el

periódico salió una.foto tomada en la cárcel y estoy segura queuno de ellos era mi hijo, mi hijo golpeado baJandouna escalera dela crujía H de Lecumberri. No traía anteojos y para él son de vidao muerte. ¿Cómo podemos hacerIe?"

Diez días después de la masacre, el 12 de octubre, fecha de la

, inauguraciónde las Olimpiadas, el editorialista JoséAlvarado pu-blicó en Siempre!:

Había belleza y luz en las almas de los muchachos muertos.

Querían hacer de México morada de justicia y verdad: la liber-tad, el pan y el alfabetopara los oprimidos y olvidados. Un paíslibre de la miseria y del engaño.

y ahora son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultra-jadas.

Algún día habrá una lámpara votiva en memoria de todosellos.

Abrazara Felipe, mi niñocasi reciénnacido,contrarrestabaconel horror de la muerte y las desapariciones,los relatos de cárcel,la angustiade los padresde familia..Acada regresomeprecipitabasobre él para sacarlo de su cuna y apretarlo,mecedo, troqueladocomo una medalla sobre mi pecho: "¿Qué traes con ese niño?",decía Guillermo,pero él también lo sacaba dela cuna y lo mira-ba de cerca.

GuilIermoHaro había hecho amistad con el doctorEli de Gor-

tari a través de la colección de libros Problemas Científicos yFilosóficosque ambos dirigían.Eli de Gortari cayó preso al ladode otros maestros que.apoyaban a los estudiantes. Guillermoyaconocía Lecumberri porque en 1959,como miembro de EICole-gio Nacional, recogió en la crujía H el retrato de Alfonso Reyespintado por Siqueiros, encarcelado por orden de LópezMateos.Tambiénconocía yo Lecumberri desde 1959.El único problemaera dejar a salvo a Felipe, porque a los bebés, las "monas" o ce-ladoras los maltratan al desvestidos para ver si no llevan drogaen su pañal. Decidimos encargarlo unas dos, tres o cuatro horasal cuidado de YolandaHaro, esposa de Ignacio, hermano menorde GuilIermo. \

De joven, GuilIermo había repartido la revista Combate, que

dirigía Narciso Bassols con José Revueltas, su gran amigo,. aun-que ya se veían poco. Al ir a ver aEli de Gortari, pasamos a visi-tarlo al Polígono. Guillermo viajó al observatorio de Biurakan en

Armenia, y seguí yendo sola a Lecumberri con cierta regularidad.

Siempre me apuntaba en la lista de Gilberto Guevara Niebla por-

que su familia en Sinaloa no podía visitarlo. Cada preso teníaderecho a cinco "visitas" y la boleta del líder tenía libres el 3, el

4, e15. Cuando Gilberto hizo huelga de hambre, a partir del 10 dediciembre de 197O,su piel se volvió verde como las cáscaras deli-

món que iban acumulándose encima de la mampostería de dos

literas en una celda vacía. Lo sentí especialmente afectado. "¡li-bertad presos políticos! ¡Libertad presos políticos!"

El domingo 10 de enero de 1970, los presos del ordenco-mún, como una horda salvaje, entraron con sus tubos, sus vari-

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l1as,suspalos de escoba ala crujíaH, a golpearya saquearalospresos políticos. Yahabía salido de la cárcel "la visita", pero al-gunos familiaresalcanzarona oír los gritos. "¡Ahora sí que se losva a llevar la chingada a estos intelectuales!"Robaron sus má-quinas de escribir, sus Jibros,sus archivos, sus colChonetas,susalmohadas,sujabón y su cepillode dientes,sábanas y cobijas, sellevaron sus sartenesy parrillas, rompieronradios,.relojes,sillasy mesasdifícilesde conseguir (porqueen la cárcel todo es impo-sible y todo gira en torno al dinero),y los agredieronfísicamentedurante más de cuarentaminutos con la anuencia de los carcele-

ros. El pobre patrimoniode cada preso fue reducido a la nada enun cuarto de hora. En la crujía C,donde estaba la mayoríade los115 presos políticos, en la M, en la N, la destrucciónfue total."¡A acabar con los libros de los intelectuales de la M!" Que-maron los escasos volúmenesde José Revueltas, Eli de Gortari,Heberto Castillo,ArmandoCastillejos. Según testigos, el subdi-rector del penal, BernardoPalacios Reyes, abrió la crujía de losdrogadictos,la F, los azuzó para que fueran a asaltar a los "polí-ticos". Recuerdo la indignación de don AntonioKaram, quienhabría de publicarun reportaje de denunciaen su revistaLa Ga-rrapata.

Al principio, Raúl Álvarez Garín llamaba a sus compañeros:"Vengana hablar con Elena", y nos acomodábamosen su celda.Unos permanecíande pie, me ofrecíanJa litera:"Siéntate, siénta-te tú". Pablo Gómezpreparaba el desayunoe invitaba a todos aprobar sus "pinchemil huevos".A las cuatro de la tarde, la sali-da era muchísimomás fácíl que la entrada a Lecumberrl.Tres ocuatro veces fui con Montserrat Gispert, que todos llamábamosBetty, por BettyBoop. Nuncale vi a mi compañeraningúnpare-cido con Betty Boop, pero la quise.porque su sonrisadaba valor.y su acento españoLLas españolasson bien valientes.Nos for-mábamosenuna largafilafrentea la granpuertadehierro.."Tienesque cambiartede nombre",pidió.Ella lo escogíay me lo hacía re-petir,pero a media fila inquiríanerviosaen voz alta: "Oye,Betty,¿cómodijisteque me llamaba?"

Al regresar a la casa, reconstruíayo lo que me habíandicholosestudiantes,alIado de Felipedormido.Le decía:"Dentrode vein-te años a ti te irá mejor, a ti nunca te va a pasar eso" .

A través de los abogadosCarmenMerino y Carlos Fernándezdel Real, los presos me hacían l1egarmensajes. inquietudes, lapetición de un libro. A través de los abogados también, le enviéa Luis González de Alba la fotografía de Pedro Meyer para laportada de su novela Los dtas y los años. El muchacho paradoencima del toldo del automóvil arengando a la gente se parecíaaéL

¿Por qué tenfanque hacerleseso a los estudiantes?¿Porquéve-jarlos? ¿Por qué desnudarlos?¿Por qué encarcelarlos?¿Por quédeshacerles la vida? ¿Por qué ponerle al.joven agrónomo LuisTomásCervantesCabezade Vacaunapistolaen la sien?¿Atítulode qué o de quién lo torturaron?¿Quiénesse han repuesto de susaños de cárcel?

Alguna vez Álvaro Mutis me dijo que nadie ni nada podíade-volverle sus horasde vidaen la cárceLMe contó que ahí adentroconoció el México verdadero.Los presos anhelan el mundo ex-terior, buscan noticias de él: "¿No ve usted que los presos tene-mos una generosa cuota de tiempo disponible y con ella unaurgencia terrible de verificarla existenciade ese mundoexterior-de 'esa gente de afuera' ...?" Cabeza de Vaca nunca vio su en-carcelamientocomo una desgracia, siempre estuvo dispuesto asacar lo mejor de sus días. Heberto Castillo leía de día y de no-che. Qué asombroso que él, entre los muchachos del 68 y losluchadores maduros como Armando Castillejos,se mantuvieraoptimista y sonriera al abrir la puerta de su celda: "Pásale porfavor, qué gusto que bayas venido". El que más me conmoviófue Manuel MarcuéPardiñas, director de ProblemasAgrícolaseIndustriales y de la revista Política, porque se sobreponía a susataquesde epilepsia.Nunca se quejó;mientrasque otroscmanenel "carcelazo", él le daba vueltas a paso redoblado al Polígono,basta que el cansancio lo llevara a tirarse en su litera. ÁlvaroMutis alguna vez me escribióen unade sus cartas:"El carcelazo

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es un terrible estado de ánimo. Es cuando se le cae a uno encimala cárcel con todos sus muros, rejas, presos y miserias. Es comocuando se hunde uno en el agua y busca desesperado salir a la

superficie para respirar, todos los sentidos, todas las fuerzas seconcentran en eso tan ilusorio y que se hace cada día más impo-

sible y extraño... ¡salirl"Visitara los ~tudiantes en la cárcel preventiva fue una.lección.

También fue una inversión de vida y de tiempo: La ChataMarla

Fernanda Campa recuerda: "Pasé mi juventud en.ir y venir de lacárcel de Lecumberri a la de Santa Marta Acatitla. En Lecumberri

veía a Raúl (Álvarez Garín), en Santa Marta Acatitla a mi papá

(Valentín Campar' .Manuela Garln de Álvarez, madre de Raúl, jamás imaginó que

su hijo pudiera caer preso. Sabía que Raúl pertenecía al ConsejoNacional de Huelga, porque así era él, aguerrido y defensor de las

causas justas..Su espíritu de pelea se manifestó desde que era niño.Tania, su hermana, era más dócil, obedecía, pero Raúl quería una

explicación para cada una de las órdenes que.le daban sus padres.Manuela, matemática, intentaba domar su rebeldía. Sin embargo,de ahí a convertirse en un preso había un largo trecho que Raúlcruzó en unos segundos.

EI2 de octubre aManuela la llamó su marido, también de nom-

bre Raúl: "No salgas porque esto está horrible. El ejército tomóla

plaza". Esa misma noche, su hijo Raúl desapareció y a partir deese momento Manuela fue con Raúl padre a ver al procurador, queno los recibió. Entonces, el matrimonio Álvarez Garln sacó des-

plegados durante más de un mes en El Día. "Han pasado cincodías y no sabemos nada de nuestro hijo Raúl Álvarez Garín." Ma"nuela recogía todos los murmullos: que a los muchachos los hanvisto en Santa Marta Acatitla; que están en el Campo Militar nú-

mero 1; que se los han llevado fuera de la ciudad; que a X lo ma"taron; que Z pudo huir; que los padres de Y se encerraron en suterror y no le abren a nadie.

Cuando Manuela por fin logró vedo en su celda en Lecumbe-rri, no hubo lágrimas rii lamentaciones. Raúl, muy serio, la salu-

dó con una frase que cuarenta años después no olvid~: "Mamá,hay muchos muchachos que no tienen quien los defienda, hayque buscarles un abogado..." También.le advirtió: "Mamá, porfavor, no vayas a traer nada que esté prohibido,.para no tener quepedirles nunca nada a estos carceleros". Su insistencia rayaba enla angustia: "Nunca les vayas a pedir nada a ellos ni a los delgobierno". Raúl Álvarez aprendió de Manuela que "si uno estáhaciendo lo que le dicta su conciencia, ¿por qué tienes que aga-char la cabeza delante de un tipo que se porta de una manera in-justa y canalla?"

Tráemeuna cazuelagrandeparacocinarparavarios" fue lo úni-co que Raúl sí pidió, y Manuela tuvo que sacar el permiso en ladireccióndel penal y le dijo al militar que 10autorizó:"A usted leconsta que la cárcel de estos muchachos es una injusticia" .

En el 68 los muchachos creían en sus líderes, se identificabancon ellos.Todoseran compañeros,camaradas,peroRaúl era su lí-der. "Hay que saber ser líder, usar ese poder como herramienta,no como arma", dice Manuelita.

La lucha de los jóvenes no fue improvisada,no nació de un díapara otro,explicala ChataCampa:"Cuandollegóel 68, veníamosde un movimiento estudiantil triunfante, cada vez mejor organi-zado, cada vez más fuerte. Se logró una capacidad de lucha que,hoy en día, la gente mayor, digamoslos viejos o los no tan jóve-nes, calificande excepcional".

Ahora, muchos dicen que anduvieronen el 68 y lo repiten co-mo si ésa fuera su tarjeta de identidad. Muchos también aclaran:"A mí me pasó algo mucho peor de lo que usted cuenta en su li-bro. ¿Por qué no me entrevistó1"

Entrevistar alas jóvenes que estabanen libertad resultó difícil."Yo le cuento pero no vaya a poner mi nombre." Nadie queríahablar. Tenían miedo de regresar al Campo Militar número 1,miedo a la persecución, miedo al ejército y a la policía, miedo avolver a vivir la noche de Tlatelolco.

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E12 de octubre -continúa la Chata- no fue un día, una noche,unas horas. El 2 de octubre se extendió más allá de lo imagina-ble. Los presos políticos lo sabenmuy bien; su sed de justicialos llevó a permanecer varios años en la cárcel, despuésien elexilio,algunosprefirieronmorircomo Leobardo,el Cuec,quiense suicidó al salir de Lecumberri.

Sin duda alguna, fue una lucha con un costo altísimo. Quie-nes murieron esa nochejamásregresarán y tenemos una deu-da muy grande con ellos, porque los de esa generación tienensu palomita. Se iniciaronen la discusión política nacional conuna inmensa desventaja y a la larga resultaron vencedores. El2 de octubre y las marchas, hace cuarenta y cuatro años, sir-ven para darles calor a todas las luchas actuales, las que nadiepela.

María Fernanda Campa es la primera doctora en geología dela UNAM.No lo presume. Su trayectoria envidiable está a la luzde todos. Tampoco presume su capacidad de lucha, su forma-ción política, su denuncia de la corrupción de Peméx. año trasaño, el horror que le produce la forma en que se ha explotadonuestro patrimonio. Ningún dirigente de Pemex se salva; nues-tro petróleo ha sido el botín de políticos que han traicionado aMéxico. La Chata, ingeniera, sabe más que muchos teóricos pe-ro jamás habla en forma altanera o despectiva. Manuela ÁlvarezGarín está orgullosa de haber sido su suegra, aunque la pala-bra suegra difícilmente puede aplicársele a ella porque es máscálida que un rayo de sol a medio día. Manuela considera a laChata una hija esclarecida y patriota, por más que la palabra"patriota" pueda haberse desgastado, pero en estas dos mujeresdeair"patriota" es tomar a México en brazos y acunarlo como aun hijo.

Personalmenteno tenía (ni tengo) ninguna formación política.Si acaso, diez años antes del 68 visité en Lecumberri a los ferro-carrilerospresos: el carpinteroAlbertoLumbreras,DionisioEnci-ná$1,DemetrioVallejo,siempre en una celda de castigo, Miguel

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Aroche Parra, Filomeno Mata Alatorre,ya muy grande, y un pri-mo de Esther Zuno de Echeverría, cuyo esposo sería presidentede la República. El grabadorAlberto Beltrán me hizo conocer elMéxico deJas barriadas, los comedores populares en los que laatracciónes la sopa de médulay el vals "Sobre las olas" del cilin-drero de la esquina.Entrar al otro Méxicofue un aprendizajelen-to y profundo; descubrí otras formas vitales, "otro modo de serhumano y libre", como diría Rosario Castellanos;acorté distan-cias y supe cuántas sorpresasse dan en la relación con seres1)u-manos inesperados. Espero no haberles fallado, aunque sé quemuchasveces me he fallado a mí misma.

Manuela Álvarez Garín es una mujer bella y fuerte que a susnoventay ocho sonríecon facilidad."¿Estásbien?" "¿Tienesparatu transporte?" (abre su bolsa). "¿Cómo te viniste?" La MadreCoraje de Brecht se queda corta. "Cuídate mucho." Se da cuentade que yo soy de las incautas que creen que todo el mundo esbueno, todos lo quieren a uno, todo es fácil y todo va a salir bien.Mientrasque,en la cárcel, lospresospolíticoscarganel día, yo loatravieso. ¿Ya se hizo de noche? Ni cuenta me di; Manuela, sí.Tampocosabía yo del egoísmo y la indiferenciade las "autorida-des",el "Señor Misterio", como llaman los presos más pobres alMinisterioPúblico, ni imaginabael peligro o el miedo. Manuelasí, porqueManuela vienede regreso de todos los peligrosaligualque la Chata, su nuera, cuyo padre, ValentíríCampa, pasó mástiempo en la cárcel que en libertad, igual que JoséRevueltas.

Cuando Raúl salió exilado a Perú despuésde dos añosYochomeses de cárcel, el juez le dijo a Manuela:

-La felicito señora porque su hijo es una persona íntegra,.co-rrecta.

--Sí, porque su lucha es justa y no tenemospor qué agachar lacabeza.

"¿Qué será de nosotros los mexicanos que tenemos esa viejacostumbre deagacharnos? ¿Por qué ante una injusticia preferi-mos callamos? He visto a tantos alejarsedel lugar de un acciden-te que un día le pregunté a una señoray me respondió: '¿Qué no

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sabe quea usted puedenculpada?' ¿Por quépedirleunoperdónauna gente que te está tratandoinjustamente?",inquiría Manuelaencendidapor la indignación.

Apesardel peligro,los estudiantesde 1968decidieronalzar lavoz. Monsiváisseñalaque en ese año comenzóla defensade losderechoshumanosen nuestropaís.

"Duranteaños no nos permitieronmovilizamosal Zócalo.Eraun ambientede represióncanija, inclusohabíamás y más presosy luegopasamosa la guerrasuciacon losdesaparecidosy con lasguerrillasde los muchachosdesesperados.Fueron años difícilesen los que empezamosen condicionesmuy desfavorablesa lu-char por la verdady la justicia de lo que había sucedidoel 2 deoctubre",recuerdala Chata.

La Chata también recuerda que el Palacio Negro de Lecum-berri no se parecíaen nada a SantaMartaAcatitla,copiadade lascárceles estadounidenses,en las que esperaron su libertad Va-lentín Campa y Demetrio Vallejo.En Lecumberri, cada crujíatenía un mayor,un preso con autoridad(ÁlvaroMutis,por ejem-plo, fue mayor)e, inclusoen la cárcel, losjóvenes hicieronvalersus derechos."Somospresospolíticos,no delincuentes."Duran-te dos años Yocho meses no dejaron de luchar por mejorar lascondicionesde vida de los presos y por responder a sus necesi-dades.

Dos churreroscayeronen Lecumberriporqueel 2 de octubrealas cincode la tarde,al ver una multitudfrente al edificioNuevoLeón, pensaronque podrían vender todos sus churros.Una vezencerrados,comonosabíanleery escribir,firmaronconunaequiscuantopapelles pusieronen frente.Los estudiantespreguntaban:"¿y tú, por qué estás aquí?"Así sacaronen libertada varios ino-centes.

Lecumberriresguardasus consignas,los "carcelazos"que se-guramenteexperimentaron,suespíritulibertario,su capacidaddecombateque afloróhasta el últimodía de su injustacondena.

De la masacre del 2 de octubre queda un recuerdo amargo.¡Qué poca cosa, qué inferior se habrá sentido el presidente de

México ante la voz de los estudiantes, para acallarla con las ar-mas! Los jóvenes no tenían más armas que su juventud. (Revuel-tas siempre fue joven.) Sólo a balazos aniquiló Díaz Ordaz laspeticiones que no podía atender. ¡Cómo habrán herido las con-signas del CNH al gobierno,que les respondiócon ráfagas deplomo!

Castigaron a los muchachos, pero ¿quién castigó a Díaz Or-daz? Raúl Álvarez Garin y su inseparable Félix Lucio HernándezGamundi, Daniel Molina, Javier el Güero y muchos otros lo en-juiciaron, y consiguieron que a Luis Echeverría, secretario deGobernación en 68, le dieran su casa como cárcel. Al arresto do-

miciliario en San Jerónimo acudieron Rosario Ibarra de Piedra yJesusa Rodríguez, que aventaron cubetazos de pintura roja encontra de su puerta de madera. Seguramente muchas madres, co-mo Manuela, están más tranquilas porque la masacre no es unahoja arrancada de la historia del país: "Lo que va a quedarse parasiempre en la historia es que el 2 de octubre fue un genocidio. SiLuis Echeverría cometió un genocidio, debe responder por esegenocidio; lo mismo que los demás", dice Manuela, con esa segu-ridad que la agiganta y la hace admirable.

La Chata recuerda que antes del 2 de octubre, los estudiantesvivían embriagados por el gusto de hacerse ver y escuchar. "Seconfiscaron todos los camiones del Politécnico. Entraban miles

de pesos en los botes de Mobil Oil en los que recogíamos el dine-ro que nos daban en la calle. Además de la boteada, estábamosorganizados y much9s hacíamos happenings en las esquinas delas calles, en los mercados. Repartíamos volantes que imprimía-mos toda la noche en Ciudad Universitaria o en el Poli. Nos reu-

níamos durante horas a concertar las próximas acciones decididaspor el Consejo Nacional de Huelga".

La ciudad de México, que siempre tiene olvidados a sus jóve-nes y los llama haraganes, buenos para nada, revoltosos, mito-teros, fue tomada por los estudiantes. "Tomar la calle", ¡quégrito de alegría! Los poderosos ignoraron su capacidad de con-vocatoria. Los muchachos pedían que las autoridades del país

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escucharan sus peticiones y entablaran un diálogo, querían "ha-cer patria" .

1968es significativoporque en el mundo entero hubomanifes-taciones a favor de la defensa de los derechos humanos, en contra

de la opresi6n y en Francia, en Jap6n, en Checoslovaquia los j6-venes se levantaronpara decir que no aceptabanel mundo que leshabían heredado sus padres y que no seguirían las reglas del pa..sado, no irían a Vietnam, exigían paz y amor, flores warillas ycabellos largos, la "V" de la victoria y las canciones de Joan Baezen contra de la condena de Sacco y Vanzettl.Para los estudiantesmexicanos, el 68 fue mucho más lejos que cualquier consigna.Quienes estuvieronen la Plaza de las Tres Culturas recuerdan el2de octubre como un parteaguas. "Esto lo veíamos en la televisi6n,jamás creímos que nos sucedería a nosotros!' Nunca imaginaronque suscompañerosmoriríanenla Plazade lasTresCulturasni queel ejército mexicano los vejaría, los desnudaría, Iescortaríacelpe-lo a bayonetazos.

Para desgracia del país, las autoridades son expertas en escon-der la verdad,en cambiar las cifras a su favor,hacer trampa, men-tir,Ynuncasabremoscuántosmurieron.Algunosj6venes quisieronponerse en los zapatos de los soldados y alegar que ellos s610obede~ían6rdenes, para eso los entrenan, pero ¿quién se puso enlos zapatos de los muertos? ¿Quiénes eran los dueños de los za-patos que quedaron tirados en la plaza, los de mujer, los dehom-bre, los de niño? ¿Quién podría tomar el lugar de los familiaresangustiados por saber de sus hijos, esposos,.hermanos? Les arre-bataron la vida a muchos. "Los j6venes pagaron con sangre su

, seddejusticia,pero¿porquétienequeser tancara,siprotestarydenunciar es un derecho de toda la humanidad?", .alegaManuelaGarín.

E12de octubrehubomuerte,miedo,injusticia,pero tambiéncon-ciencia y lealtad. A pesar del peligro, los habitantes del edificioNuevo Le6n en Tlatelolco se solidarizaron con los muchachos ylos escondieron o l()ssacaron de sus departamentos al amanecerdespués de haberlos cuidado toda la noche.

¿D6nde qued6 la paloma de la paz? La imagen de México,ensangrentada, lleg6 hasta Nueva Delhi y allá la vio OctavioPaz, quien escribi6 mientras renunciaba a ser nuestro embaja-dor: "Ante la indignaci6ndel mundo entero, los j6venes fueronasesinados.En muchos países del mundo hubo movimientoses-tudiantiles, el único que termin6 con una masacre fue el mexi-cano".

¿C6mopodía ser modernoyjusto y ejemplarel país (que(iDO

quería presentar al extranjero el 12 de octubre, día de la inaugura-ci6n de las Olimpiadas) si acribill6 a sus estudiantes?

Cuarentay cuatro años más tarde,el 11de mayo de 2012, surgi6un movimientoque tom6 por sorpresaa nuestro país con su es-pontaneidad y su frescura: #YosoyI32, y la ciudad de Méxicosacudi6sus telarañasy su desesperaci6ny todos.respiramosme-jor. Naci6"una pequeñarepúblicaestudiantil",comolo dice Car-losAcuña.

Durante esos cuarenta y cuatro años, ¿qué había pasado en elpaís?Despuésde GustavoDíazOrdaz,Luis EcheverríaimpusoaDe la Madrid,quien a su vez impusoa Salinasde Gortaripor en-cima del verdadero ganador, CuauhtémocCárdenas. Seis añosmás tarde, su candidato,Luis DonaldoColosio,fue asesinadoenTijuana el 23 de marzo de 1994,en LomasTaurinas,Tijuana,yestecrimenpropici6el ascensoalpoderdeEmestoZedillo, quiena su vez le entreg61a banda presidenciala VicenteFox, del PAN(partidode oposici6n),que defraud6 a los .mexicanoscomo ha-bríade hacerlosu sucesorFelipeCalderón.(Unajoven estudiantedel ,Yo soy 132refut6aJa candidatadel PAN,JosefinaVázquezMota,y le dijoquecuandoellahablabade estabilidadecon6mica,tenía que recordar que "vivimos en un país con 52 millones depobres y 7 millones de nuevospobres en este sexenio: 11millo-nes en pobrezaextrema",)

Durante estos cuarenta y cuatro años, surgi6 una ciudadaníanueva,alerta,críticay desencantada,cuyopuntode referenciaera

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la masacre del 2 de octijbre de 1968.Variosjóvenes se convirtie-ron en guerrilleros, varios maestros rurales inconformes can-jearon la pluma por el fusil y se refugiaron con sus seguidores enla sierra de Guerrero. (Habría que recordar la mejor novela deCarlos Montemayor: Guerra en el paraíso.) El gobierno persi-guió a los contestatarios y conocieron la tortura. A doña Rosariolbarra de Piedra le "desaparecieron" a su hijo Jesús, e inició elmovimientoEureka con otrasmadres que gritaban: '!¡Vivoslos lle-varon, vivos los queremos!" Los desaparecidos mexicanos eranaún más invisibles que los argentinos, porque México había sidoel refugio de todos los perseguidos políticos de Chile, de Argenti-na,de Uruguay, de Guatemala: ¿cómo podía entonces encerrar asus opositores?El gobierno negaba que hubiera tortura, "separos"y cárceles clandestinas.

La censura acalló no sólo la masacre del 2 de octubre, sino la

responsabilidad de ingenieros y arquitectos cuyos edificios gu-bernamentales, hospitales y maternidades fueron los primerosen desmoronarse a la hora del terremoto de 1985, así como el

estallido de gas de San Juaruco que provocó la muerte de 600personas y hospitalizó a más de 2500, entre niños, mujeres yancianos. Las denuncias se silenciaron con la advertencia de la

vuelta a la normalidad: "Está usted denigrando la imagen de Mé-xico" fue la forma de silenciar cualquier protesta, cualquieracla-ración.

Sólo hasta el advenimiento de Cuauhtémoc Cárdenas como

jefe de Gobierno comenzó a hablarse en público del 2 .deoc-tubre de 1968, porque él mandó izar la bandera del Zócalo amedia asta. Antes, en la Secretaría de Educación Pública a Ma-

riana Yampolsky,directora de Publicaciones, le llamaron la aten-ción porque hicimosjuntas un libro en el que aparecíael asesinatode los estudiantes el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Cul-turas.

Ello de enero de 1994 se levantaron en armas los nuevos za-

patistas alIado de su portavoz, el subcomandanteMarcos, quiendesde el fondo de la selva chiapaneca escribió uno de los textos

más bellos que puedan leerse en México:"¿De,qué nos van aperdonar?"

La guerra contra el tráficode drogas puederesumirseenlosencabezadosde los periódicos:"Cadávercolgadode un puenteen Monterrey","Adolescentemuerepor tiroteoenIztapalapa","Tiranen carreterarestos humanosdentrode bolsas","72 indo-cumentadosmuertosen Tamaulipas";las decapitacionesse dis-pararon a partir de 2006 por la guerra entre cárteles: "Trescuerposarrojadosa una barranca","La guerra contra el narco..tráficoya llega a 831 municipios","Ejecutadodelante de sushijos", "Ciudad Juárez, la ciudad más violenta del mundo","Veinte balac.erasen Nuevo León y Tamaulipas", "Enfrenta-mientos en Saltillo dejan un saldo de 4 mueI;tos","Narcoman-tas aparecena hora pico en NuevoLeón", "La guerra contraelnarcotráficosuma 60420 muertos";cadáveresmutiladosla ca-beza cubiertapor una bolsa de plástico,la boca tapadacon cin..ta adhesiva,tiros en la nuca, tiros en las sienes,descabezados,

",'

ultrajados;María de la Luz Dávila, la madre de los dos estu-diantes de dieciséis y diecisieteaños asesinadosen Juárez quese levantó a decirlea Calderónque no era bienvenidoen Chi-huahuael 12de febrerode 2010;MariselaEscobedo,otra ma-dre asesinadafrente al PalacioNacionalde Chihuahua,el 17dediciembrede 2010, cuandopedía la condenadel asesino de suhija: ése es el saldo de la guerrade Calderónen contradel nar-cotráfico.

Segúnla revistaTime,loscártelesse llevande 30 a 40 milmi..llonesde dólaresal mes.Tambiénde los depósitosde Pemex,loscárteleshan desviadoa su favormásde mil millonesde dólares.y no se digalos dólaresde losmigrantessecuestrados.

"Nadiepuedecompetircontrael dinero."Cuandoya llevábamosen el país más de 60 mil muertospor

esta guerray más de 30 mil periodistasasesinados(México,elpaís más peligrosopara ejercer el periodismosegúnUuman'8RightsWatchy AmnestyInternational),cuandomás de 400 mu-jereshabíansidoasesinadasen CiudadJuárez,Chihuahua,surgió

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n ..,

el movimiento #Yo soy 132, que cambió las reglas del juego. Le-vantó su voz en contra de un régimen de mentira y traición y sus

porras limpiaron la atmósfera cargada de sangre. Gracias a ellos,México volvió a recuperar una facultad que ha hecho una faltaenorme: la indignación.

Yaen 2006, el candidato de la izquierdaAndrés Manuel.LópezObrador quedó a un 0.56% de ganarlas elecciones, y muchos vi-vieronen el Zócalo durantecincuenta días en tiendas de campaña.

Jesusa Rodríguez, la notable actriz y animadora del plantón, noshizo leer a Thoreau, quien lanzó a la vida pública la consigna dela desobediencia civil, así como Jesusa habría de lanzar la de laResistencia Creativa. Conocía.yo Walden,la vida en los bosques,

pero no La desobedienciacivil, un texto esencial para la resisten-cia pacífica de movimientos como el de "Yo soy 132, que se ini-ció con el rechazo al candidato del PRI,Enrique Peña Nieto, quien

pretendió imponer sus guaruras y su modo de hacer política en laIberoamericana, una universidad de niños hijos de papá y "niñasbien" privilegiadas.

El pago a Televisa de 346.3 millones de pesos para fabricar suimagen, como le consta a The Guardian, precedió la visita dePeña Nieto a la Ibero, pero lo que más llamó la atención públicáes que los estudiantes le reclamaran al candidato del PRIlo suce-dido el 3 de mayo de 2006 a los vendedores de flores en Ateneo,estado de México, que habían protestado con machetes, palos ypiedras contra la toma de un terreno en que se construiría un nue-vo aeropuerto. Ese día la policía violó a veintiséis mujeres, entreotras a unas reporteras españolas que declararon que en ningúnpaís podría darse un trato tan cruel y degradante como se les dioa los habitantes de Ateneo, al detenerlos en forma arbitraria ydegradante y allanar sus moradas pisoteando los derechos de ni-ños y ancianos.

Un poco antes de morir, Carlos Fuentes declaró: "No quiero nipensar en lo que puede pasarle al país si gana Peña Nieto", cuan-do .elcandidato priista no pudo dar ni tres títulos.de libros leídosa lp largo de su vida en la Feria del Libro de Guadalajara 2011.

Tampoco logró responderle a El País cuánto costaba el kilo detortilla, cuánto un boleto del metro y cuál era el salario mínimo enMéxico.

El boleto del metro cuesta 3 pesos, el kilo de tortilla 12 pesos,el salario mínimo es de 62 pesos diarios. Esos datos me los dioAndrés Manuel López Obrador, que sí sabe.

"Gallito mata copete'" "¡Presidente, presidente!", "lYoamo aMéxico y no quiero al copetón, yo 10que quiero es a LópezObra-dor!", "Peña entiende, el pueblo no te quiere", "Si .hay imposi-ción, habrá revolución", "¡Fuera elIFE!'" "No estás solo,no estássolo" son las consignas que ahora se escuchan en las marchas de

apo~o al gallo de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.Resultan gigantescas alIado de las del 68 y se multiplican en todoel país. Asistimos maravillados a las marchas que hoy como ayerterminan en el Zócalo y comprobamos que los jóvenes son muy

superiores a sus gobernantes."¡Sí se puede! ¡Sí se puede¡ ¡Sí se puede!" Sí, pero ¿cuándo?

Tengo ochenta años y, desde 1968, nunca ha ganado mi candi-dato.

Hoy los integrantes del #Yosoy132tienen más poder de convo-catoria que los muchachos del 68. A través de las redes socialesque jamás tuvieron en 1968,los estudianteshoy llegan.hasta Esta-dos Unidos y Europa, a diferencia de loschavos del 68 queimpri-mían volantes en un mimeógrafo que podía escucharse toda la

noche en un pasillo de la Facultad de Filosofía y Letras de CiudadUniversitaria. Los del 68 tenían una ventaja: no vivían acosados

por la guerra del narcotráfico,no corrían el riesgo de que los ca-zaran como conejos a media calle como ahora sucede en todala

república; los padres de familia no imaginaban que de la nochea la mañana los convertirían en víctimas, como al hijo del poeta

Javier Sicilia y tantos otros.

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