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Procesos urbanos y "ruralidad" en la periferia de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México María Soledad Cruz Rodríguez* El trabajo tiene como objetivo abordar la relación entre la urbanización y el sector agrí- cola en la periferia de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Para el análisis se consideran las características de la expansión urbana, las diversas interpretaciones de la relación entre el campo y la ciudad, y las modalidades de la urbanización periféri- ca. La relación de tales elementos lleva a identificar el importante papel que correspon- de a los diferentes tipos de propiedad de la tierra y a reconocer las peculiaridades de la población rural en la definición de los nuevos rasgos de la urbanización periférica, lo que obliga a reflexionar sobre la complejidad de la interrelación entre lo urbano y lo ru- ral en la periferia metropolitana. Palabras clave: expansión urbana, relaciones campo ciudad, pro- piedad de la tierra, urbanización periférica. Fecha de recepción: 10 de octubre de 2000. Fecha de aceptación: 1 de junio de 2001. La expansión de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) ha sido uno de los temas preferidos por los investigadores que se dedican a estudiar la problemática urbana. Este fenómeno ha sido analizado fundamentalmente a partir de los efectos de la urbani- zación en la periferia. La ruta de análisis ha estado marcada por la tradición de los especialistas urbanos y poco se ha atendido el impac- to que esto tiene en la dinámica interna de las actividades agrícolas de la gran ciudad. Así, ante tal ausencia de reflexión, este trabajo pre- tende abordar la relación entre la urbanización y el sector agrícola en la periferia de la ZMCM. La expansión urbana de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México en las postrimerías del siglo XX Desde mediados del siglo XX la Ciudad de México ha pasado por una creciente expansión urbana que ha ido acompañada por un intenso incremento demográfico. Diversos estudios sobre el crecimiento ur- * Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. Departamento de Sociolo- gía. Área de Sociología Urbana. [39]

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Procesos u r b a n o s y " r u r a l i d a d " e n l a p e r i f e r i a d e l a Z o n a M e t r o p o l i t a n a d e l a C i u d a d d e M é x i c o

María Soledad Cruz Rodríguez*

E l trabajo tiene como objetivo abordar la relación entre la urbanización y el sector agrí­cola en la periferia de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Para el análisis se consideran las características de la expansión urbana, las diversas interpretaciones de la relación entre el campo y la ciudad, y las modalidades de la urbanización periféri­ca. La relación de tales elementos lleva a identificar el importante papel que correspon­de a los diferentes tipos de propiedad de la tierra y a reconocer las peculiaridades de la población rural en la definición de los nuevos rasgos de la urbanización periférica, lo que obliga a reflexionar sobre la complejidad de la interrelación entre lo urbano y lo ru­ral en la periferia metropolitana.

Palabras clave: expansión urbana , relaciones campo c iudad , p r o ­p i edad de la t ierra , urbanización periférica.

Fecha de recepción: 10 de octubre de 2000. Fecha de aceptación: 1 de j u n i o de 2001.

L a e x p a n s i ó n de la Z o n a M e t r o p o l i t a n a de la C i u d a d de M é x i c o (ZMCM) h a sido u n o de los temas p r e f e r i d o s p o r los invest igadores que se dedican a estudiar la problemática urbana. Este f e n ó m e n o h a sido analizado f u n d a m e n t a l m e n t e a p a r t i r de los efectos de la u r b a n i ­zac ión en la p e r i f e r i a . L a r u t a de análisis h a estado m a r c a d a p o r la tradición de los especialistas urbanos y poco se ha atendido e l impac­to que esto t iene en la dinámica i n t e r n a de las actividades agrícolas de la gran c iudad . Así, ante tal ausencia de reflexión, este trabajo pre ­tende abordar la relación entre la urbanización y el sector agrícola en la per i f er ia de la ZMCM.

L a expansión urbana de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México en las postrimerías del siglo X X

Desde mediados de l siglo X X la C i u d a d de México ha pasado p o r u n a creciente expansión u r b a n a que ha i d o acompañada p o r u n intenso i n c r e m e n t o demográf ico . Diversos estudios sobre e l c r e c i m i e n t o u r -

* Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco. Departamento de Sociolo­gía. Área de Sociología Urbana.

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baño h a n d e t e r m i n a d o las características de este proceso así c omo la presencia de r i t m o s d is t intos e n e l t i e m p o . E n efecto, ya es a m p l i a ­mente conoc ido que la c iudad y su zona m e t r o p o l i t a n a h a n transi ta­do p o r etapas de fuerte expansión física seguidas p o r fases de densi f i ­cac ión ; 1 de esta m a n e r a , la o c u p a c i ó n de t ierras agrícolas para usos urbanos y la intensificación y modal idades de la "edificación y cons­trucción" de la c i u d a d h a n exp l i cado las pecul iar idades d e l proceso de urbanización.

L a urbanización de la década de los ochenta muestra algunas d i ­ferencias respecto al patrón genera l de c rec imiento de la ZMCM. Los trabajos de l equipo de l Observatorio de la C i u d a d de M é x i c o 2 ( O c i m , 1996) muestran que la expansión física en estos años n o se d i o de ma­n e r a para le la a l i n c r e m e n t o de la pob lac i ón . D u r a n t e la década, la población creció apenas 1 0 % (el censo de 1980 contabilizó poco más de 14 m i l l o n e s de habitantes , mientras que para 1990 el número de pobladores llegó a 15 047 683) . A pesar de esta contracción de l creci­m i e n t o d e m o g r á f i c o la m a n c h a u r b a n a n o d e j ó de ex tenderse , e l área u r b a n a se incrementó 3 5 % y la densidad p r o m e d i o descendió a u n n i v e l histórico 108 h a b / h a , e l más bajo en los últimos c incuenta años.

Los resultados de l conteo de 1995 n o m o d i f i c a n sustancialmente estas tendencias. Para la ZMCM 3 se calcula una población de 16 mil lones de habi tantes , escasamente 6% más que en 1990. Respecto al c rec i ­m i e n t o urbano todavía no hay cálculos exactos, pero algunas estimacio­nes se ref ieren a u n incremento de l área urbana de 2% (Delgado et al, 1999). Estos datos parecen indicar que la fase expansiva de los ochenta n o continuó durante la siguiente década, sin embargo n o se perc iben cambios en la estructura metropo l i tana , ya que se mantiene u n área ur ­bana m u y ampl ia que no va a la par con el tamaño de la población.

E l c rec imiento de la metrópoli se ha caracterizado p o r dos fenó­menos aparentemente divergentes. Por u n lado , resalta la presencia de u n proceso de despoblamiento de las áreas centrales y de algunas delegaciones como Azcapotzalco, Gustavo A . Madero e Iztacalco. Por

1 Para abundar sobre este tema se puede consultar el trabajo de P. Connolly, 1988. 2 E l Observatorio de la Ciudad de México fue formado por un equipo de investiga­

dores del Área de Sociología Urbana de la U A M Azcapotzalco y del Centro de la Vivienda; sus trabajos se centraron en el diagnóstico de las tendencias recientes de la urbanización de,la Z M C M y en la construcción de escenarios demográficos para el año 2010.

3 Los datos del I N E G I consideran para la Z M C M 16 delegaciones y 27 municipios co-nurbados.

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otra parte , también tenemos u n intenso c rec imiento u r b a n o hacia la per i f e r ia en las delegaciones de l sur de l D is t r i t o Federal y en los m u ­n i c i p i o s conurbados . Las tendencias d e l c r e c i m i e n t o de la ZMCM se o r i e n t a n f u n d a m e n t a l m e n t e hacia el nor te : en t e r r i t o r i o de los m u n i ­cipios mexiquenses conurbados resaltan Ecatepec, Atizapán de Zara­goza, Cuautitlán I z c a l l i , Tultitlán y N a u c a l p a n ; en el sur se observa u n a clara expansión u r b a n a en casi todas las delegaciones de l D is t r i t o F e d e r a l , e n t r e las que destacan I z tapa lapa , X o c h i m i l c o , T l a l p a n y Alvaro Obregón ; en el O r i e n t e también se ha dado u n a urbanización acelerada en m u n i c i p i o s c omo Chalco, Ixtapaluca y Chimalhuacán.

Esta expans ión u r b a n a h a segu ido las pautas marcadas p o r e l área urbanizada e n la década de los setenta. E n este sentido l a conf i ­guración geográfica de la región m e t r o p o l i t a n a y las pr inc ipa les vías de comunicac ión h a n d e t e r m i n a d o en g r a n parte la fisonomía de la c iudad . E l c re c imiento de l área u r b a n a n o se ha dado e n genera l de manera cont inua , es decir, n o sigue necesariamente la línea marcada p o r las zonas previamente urbanizadas. Si b i en u n a parte i m p o r t a n t e de la m a n c h a sigue esta tendencia , también se presenta u n a urbaniza­ción a saltos, en la que destaca la de los pueblos conurbados y las zo­nas rurales.

Dos son los factores que f u n d a m e n t a l m e n t e h a n d e t e r m i n a d o es­te fuerte proceso de expansión u r b a n a en la per i fer ia : i ) la misma po­b lac ión desplazada de las zonas centrales h a a l i m e n t a d o en f o r m a creciente e l p o b l a m i e n t o periférico, y 2) la crisis económica h a gene­rado la formación de asentamientos populares en terrenos inadecua­dos para la urbanización. D u r a n t e la década de los ochenta , cuando se incrementó de manera i m p o r t a n t e la d e m a n d a de v iv ienda p o p u ­lar , los sectores de bajos ingresos excluidos de l mercado f o r m a l de v i ­v ienda e n c o n t r a r o n u n a a l ternat iva h a b i t a c i o n a l en la co lonizac ión de tierras en la per i fer ia . E n este sentido los pueblos conurbados h a n sido u n a opc ión para albergar a la población que demanda vivienda, g r a n p a r t e de la cual ha op tado p o r acceder a t ierras agrícolas cada vez más alejadas. E l pob lamiento i r regu lar y la presión de los estratos pobres h a n d e t e r m i n a d o la ocupac ión de zonas de valor estratégico desde e l p u n t o de vista eco lógico , n o sólo en reservas ecológicas mar ­cadas p o r la p laneac ión u r b a n a , s ino también de t i erras c o n va lo r agrícola.

Tales f enómenos son indicadores de la estructura que p r e d o m i n a en la per i f e r ia de la ZMCM. E l análisis de las tendencias de c rec imiento urbano para los años 1980-1990 mostró dos vertientes: u n a relaciona-

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da c o n los t ipos de p o b l a m i e n t o 4 existentes y o t r a v i n c u l a d a c on las f o rmas de p r o p i e d a d . Resaltan e n ellas tres e lementos f u n d a m e n t a ­les: 1) 2 0 % de la expansión se llevó a cabo a p a r t i r de pueblos c o n u r -bados; 2) 5 8 % se debió a la formación de colonias populares (el 2 2 % restante estuvo c o n f o r m a d o p o r otros t ipos de p o b l a m i e n t o como co­lonias residenciales y c on juntos habi tac ionales ) , y 3) 6 3 % d e l i n c r e ­m e n t o físico de la urbe se d i o en p r o p i e d a d privada, 2 7 % sobre ej idos y tierras comunales y e l 9% restante en p r o p i e d a d federal y en tierras de l ex vaso de Texcoco (Cruz, 1997: 17-23). C o m o se puede observar, la urbanización de la p e r i f e r i a t iene c o m o marco re ferenc ia l la exis­tencia creciente de colonias populares que t rans forman rad i ca lmente los usos d e l suelo y los actores "tradic ionales" de las partes rurales que i se i n c o r p o r a n a la c i u d a d ; p o r o t r a par te , también l l a m a la atención M

el c rec imiento de los pueblos y la permanenc ia significativa de la p r o ­p i e d a d e j ida l . Estos dos aspectos c o n f i g u r a n u n a p e r i f e r i a " u r b a n a " c omple ja que sugiere la p e r t i n e n c i a de u n análisis más deta l lado de los procesos que en ella se desarrol lan.

L a superficie de la ZMCM para 1990 era de 441 376 ha, la extensión del área urbana de acuerdo con las estimaciones del O c i m , se calculó e n 139 288 ha, que representan apenas u n a tercera parte de la superficie t o ta l ; 5 dos tercios de la ZMCM, es decir 302 088 ha n o t ienen usos u r b a ­nos, p o r lo que cabría preguntarse sobre los elementos que han evitado su urbanización. Sin duda, las condiciones geográficas y topográficas de algunas zonas son u n factor importante , sin embargo puede suponerse que buena parte de esta extensión no está en la situación mencionada y que en ella existen características y procesos sociales que si b ien se v i n ­c u l a n al proceso u r b a n o también t i e n e n especificidades propias . L a cuestión que guía e l análisis de este trabajo es d e t e r m i n a r hasta q u é p u n t o la mayor o m e n o r resistencia al proceso de urbanización está v i n ­culada con el mayor o m e n o r grado de actividad agropecuaria.

Es desde esta perspectiva que en este trabajo se analiza la relación entre la urbanización y e l sector agrícola en la per i f er ia . Para el lo es

4 Los tipos de poblamiento refieren directamente a las diferencias existentes en los asentamientos urbanos; en su concepción se subrayan las distintas formas de pro­ducción del espacio habitable así como la estructura demográfica y socioeconómica de la población. Para profundizar más sobre esta forma de abordar el análisis territorial se pueden consultar los trabajos del Ocim (1996) y del Conapo (1998).

5 L a superficie de la Z M C M considera la totalidad de las unidades político adminis­trativas que la conforman, mientras que el área urbana se entiende como la superficie edificada.

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necesario revisar la discusión académica en t o r n o a la relación entre el campo y la c iudad , así c o m o exp lorar aspectos como las caracterís­ticas de la es tructura p r o d u c t i v a en la f r o n t e r a r u r a l y el p a p e l de la tenencia de la t i e r ra en e l sector agrario . Se presenta u n esbozo de las p e c u l i a r i d a d e s de la p e r i f e r i a u r b a n a desde e l sector agr íco la y se p l a n t e a la ex is tenc ia también de u n a " p e r i f e r i a r u r a l " v i n c u l a d a a l proceso de urbanización.

La nueva relación campo-ciudad.

L a internacionalización d e l sistema e c o n ó m i c o y la incorporación de México al nuevo o r d e n g lobal h a n d e t e r m i n a d o transformaciones i m ­portantes en las formas de organización de la producc ión , en la reor ­ganización t e r r i t o r i a l , en la refuncionalización de los espacios, en los mercados de trabajo , en la reorientación de las políticas públicas, en la percepc ión de l ámbito u r b a n o y r u r a l , etc. H a n i n c i d i d o también en la redefinición de pr ior idades , p o r parte de l Estado, para o r i e n t a r sus acciones de m a n e r a acorde c o n e l nuevo m o d e l o de d e s a r r o l l o e conómico .

E n este sentido, el estímulo a la industrialización h a matizado su signif icado y h a i n c l u i d o la aper tura a la competenc ia i n t e r n a c i o n a l , al establecimiento de capitales extranjeros (caracterizados p o r su am­p l i a m o v i l i d a d ) y a la modern izac ión de los procesos p r o d u c t i v o s a p a r t i r de formas de trabajo más flexibles. L a necesidad de c o m p e t i r abiertamente h a favorecido l a elaboración de políticas de f o m e n t o i n ­d u s t r i a l que l leven la industrialización fuera de las grandes concen ­trac iones urbanas y que e s t i m u l e n su e s tab l e c imiento e n c iudades medias. E l apoyo al establecimiento de la industr ia maqu i ladora en al ­gunas regiones d e l país y la "urbanización de l campo" , m e d i a n t e la f r a c t u r a de l sector agropecuar io e n p r o d e l desarro l l o de empresas agroindustriales , son algunos aspectos que nos r e m i t e n a los cambios recientes en el agro.

E n este contexto , en los últimos años se h a n presentado procesos aparentemente contradictor ios que hacen más complejos los c ompo ­nentes de los f e n ó m e n o s r u r a l y u r b a n o . C o n u n o de los p r i m e r o s efectos, la c re c i ente urbanizac ión d e l país en c iudades medias , se ident i f i ca u n g r a n d i n a m i s m o de la población en aquellas regiones y m u n i c i p i o s donde se ha impulsado la industrialización. L a "urbaniza­ción de l campo" ha llevado a u n a intensa transformación del uso de l

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suelo r u r a l , así c o m o al desplazamiento de las actividades pr imar ias p o r las secundarias y terciarias (Ramírez, 1995). T o d o esto ha genera­do efectos diferenciados en el sector agropecuario ; si b i en la marcada diversificación d e l uso d e l suelo y e l es tab lec imiento de parques i n ­dustriales - c o m o parte de la política de estímulo a la i n d u s t r i a c om­p e t i t i v a - , ha ocasionado u n a disminución i m p o r t a n t e de las áreas de s iembra, en las que se i n c l u y e n tierras de t e m p o r a l y de r iego , se h a logrado mantener la producc ión agrícola y ganadera más rentable .

E n u n p r i m e r m o m e n t o los indicadores señalados parecen p r o p i ­nar u n t r emendo embate contra aquellos productores y comunidades rurales que n o pueden insertarse en el nuevo mode lo , ya que carecen de condic iones para c o m p e t i r en u n mercado o r i e n t a d o al exter ior . Sin embargo existen evidencias de que ésta n o es la tendencia prevale­ciente en el campo. Si b i en en los munic ip ios urbanos se ha incremen­tado notablemente la población, los munic ip ios rurales han mantenido su dinámica demográfica, es decir, se ha estabilizado el decrecimiento de la población sin que disminuya tan radicalmente como or ig ina lmen­te se h u b i e r a p o d i d o pensar. Por o tra parte , se ha observado la perv i -vencia de los pequeños productores, quienes han resistido la arremeti ­da de l proyecto neol iberal en el campo. Si b i en las maquiladoras y las agroindustrias han modi f i cado el comportamiento de la mano de obra r u r a l y h a n ofrec ido empleo en las actividades secundarias, este fenó­m e n o n o ha de terminado la r u p t u r a de la población con sus c o m u n i ­dades de or igen n i la desaparición de las labores agrícolas y m u c h o me­nos el abandono de pueblos, ejidos y comunidades.

L a aparición de tales e lementos h a despertado e l interés de los estudiosos en los prob lemas rurales , quienes h a n l legado al p lantea­m i e n t o de la existencia de u n a "nueva r u r a l i d a d " que i n t e n t a i d e n t i f i ­car los cambios generados en el campo. E n ella se ha considerado la ten­dencia hacia una nueva relación entre el campo y la c iudad en la que es difícil sostener la polarización t r a d i c i o n a l entre ambos f enómenos . Para p r o f u n d i z a r en esta propuesta teórica es necesario remit i r se al marco conceptual que t rad i c iona lmente ha estado presente en las de­finiciones de l campo y de la c iudad .

E n términos generales la relación entre lo r u r a l y l o u r b a n o se h a expl icado a p a r t i r de sus oposiciones, lo que ha derivado en la idea de que existe u n a dicotomía entre ambos espacios. Esta concepc i ón ha l levado a d e f i n i r estos ámbitos a p a r t i r de su contraposición o, en el me jo r de los casos, a entender su relación como u n proceso de transi ­c ión que va de l o r u r a l a l o u r b a n o . E n la definición de lo r u r a l y l o

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u r b a n o c o n t r i b u y e r o n f u n d a m e n t a l m e n t e los teóricos de la escuela de C h i c a g o . L o s a b o r t e s de W i r t h ( 1938 ) y después de R e d f i e l d (1954) ayudaron a ident i f i car variables sociales, demográficas y c u l t u ­rales que d i f e renc iaban rad i ca lmente ambos espacios y p e r m i t i e r o n concebir la transición u n i l i n e a l de lo r u r a l a lo u r b a n o como u n p r o ­ceso que llevaba a la modernización de l espacio t rad i c iona l . L a t r a d i ­c ión marxista contribuyó a que pareciera más confuso el proceso de transición a p a r t i r de l concepto de "descampesinización", que i n t e n ­taba capturar la c o m p l e j i d a d de la permanenc ia de estructuras agra­rias y tradicionales en el marco de l desarrol lo de l capital ismo. 6

L a d ispar idad entre la c i u d a d y e l campo , así c omo la t endenc ia hacia la urbanización son postulados c o m ú n m e n t e aceptados ent re los especialistas urbanos. Ellos h a n or ientado la definición de la espe­c i f i c idad d e l proceso de urbanización, que se ha cons iderado c o m o parte in tegrante de l desarro l lo e c o n ó m i c o y radica en el a u m e n t o y multiplicación de los centros de concentrac ión demográfica y en el c r e c i m i e n t o de la pob lac ión u r b a n a . L a crec iente urbanización y la transformación de la vida r u r a l se h a n considerado como principales objetos de estudio; sobre las formas a p a r t i r de las cuales se h a dado este f e n ó m e n o se centran las pr inc ipales interrogantes en t o r n o a la def inic ión de las relaciones sociales y económicas que se presentan en la c iudad . Para su estudio se h a n creado instrumentos metodológi ­cos que ayudan a m e d i r los grados de urbanización y a d i ferenc iar a la población urbana de la r u r a l . 7

E n el g r e m i o de los urbanistas n o se ha revisado hasta ahora esta contraposición entre e l campo y la c iudad . Apenas algunos estudios en t o r n o a la dinámica u r b a n a reg iona l h a n comenzado a replantear la relación entre lo r u r a l y lo u r b a n o como consecuencia de los cam­bios recientes en la es t ructura e c o n ó m i c a impues ta p o r e l proyecto n e o l i b e r a l (Ramírez, 1995: 11-16). Se ha aceptado que la d icotomía c a m p o - c i u d a d h a f rac c i onado el c o n o c i m i e n t o , ya que supone que los procesos económicos , sociales y políticos que se presentan en am­bos espacios están disociados. Se p lantea la necesidad de re lac ionar los procesos que se presentan en esta "dual idad" de la realidad, pues los cambios en las f o r m a s i n d u s t r i a l e s y comerc ia les que se d a n e n e l

6 Para profundizar en este tema se pueden consultar los trabajos de Armando Bar-•tra (1974) y Luisa Paré (1977).

7 E l ejemplo más representativo de este tipo de trabajo es el realizado por Luis Unikel (1976).

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campo marcan d i f e renc ia lmente a los capitales rurales y p o r ende su asociación o subordinación genera nuevos procesos de carácter u r b a ­no . De esta manera , la organización de l t e r r i t o r i o n o obedece a f u n ­ciones duales urbanas o rurales , sino que tales funciones se t raducen en asociaciones y dinámicas complejas entre ambos espacios.

Los cambios que se presentan en estos ámbitos h a n sido per c ib i ­dos con mayor sensibi l idad entre los investigadores rurales. Para a lgu­nos e l c o n c e p t o de r u r a l i d a d , e n t e n d i d o c o m o u n t i p o de o r d e n a ­m i e n t o social c o m u n i t a r i o f u n d a d o sobre la agrupación pre ferenc ia l de semejantes, e n la personificación de funciones y en u n uso social extensivo d e l espacio d o n d e sólo se a d m i t e n lazos sociales marcados é

p o r la tradición y la costumbre , ya n o tiene vigencia (Pepin , 1996: 69- I 73) . Se l lega a a f i rmar que ya n o existen espacios cerrados, que las co- I munidades h a n p e r d i d o sus límites referenciales en el t i e m p o y en el espacio, y que las local idades se saturan en términos demográf i cos (Salas y Rodríguez, 1997).

Estas modif icaciones de la rea l idad r u r a l se deben en gran m e d i ­da a las transformaciones que h a n o c u r r i d o en el m u n d o de l trabajo y a la emergencia de nuevas formas y actividades productivas, todo ello generado p o r la desarticulación de los sistemas product ivos que oca­siona e l o r d e n e c o n ó m i c o n e o l i b e r a l . E l crec iente i n t e r c a m b i o y e l frecuente contacto entre lo u r b a n o y lo r u r a l , así como entre los sec­tores product ivos y sociales h a n de te rminado la presencia de e lemen­tos urbanos e n las zonas rurales y viceversa. De esta manera los pue­b los c a m p e s i n o s p a r t i c i p a n e n los procesos de dens i f i cac ión d e l espacio, de desarticulación de la u n i d a d doméstica, de diferenciación de las funciones de producc ión y consumo, lo que ha llevado a la par­ticipación de múltiples agentes sociales en el in te r cambio doméstico (Lara, 1996; Pepin , 1996, De Teresa y Cortés, 1996).

T o d o s estos ind i cadores empíricos l levan a r e f l e x i o n a r sobre la concepc ión t rad i c i ona l de l campo en México ; n o sólo se revisa la po­larización entre e l campo y la c iudad , sino que se cuestionan algunos e l e m e n t o s que d u r a n t e los setenta y o c h e n t a p r e v a l e c i e r o n e n los análisis de la situación de l agro, c omo la tenencia de la t i erra , el em­pleo agrícola y la producc ión agropecuaria . Se asume que en las co­munidades rurales se presenta ya la separación de l lugar de residen­cia y e l de la producc ión . Las nuevas características económicas y el r e t i r o de l Estado de l f o m e n t o a la producc ión campesina h a n llevado a las famil ias rurales a aplicar estrategias que n o sólo garantizan su su­pervivencia sino que recrean u n a nueva i d e n t i d a d que se teje en tor-

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n o a los cambios recientes de las relaciones sociales. De todo esto re­sulta u n a sobreposición d e l m u n d o r u r a l y e l u r b a n o . L a r u r a l i d a d pa­rece ya n o def inirse c omo algo opuesto a l o u r b a n o , n i está exclusiva­m e n t e v i n c u l a d a a l uso d e l a t i e r r a y a l a t e n e n c i a ; más b i e n se presenta como u n a ampliación de la interacción entre e l campo y la c iudad (De Teresa y Cortés, 1996).

U n o de los aspectos e n que se observan más c laramente los cam­bios descritos ar r iba es e l re ferente a la organización de la r e p r o d u c ­ción de los pobres e n e l campo. C o n t r a lo que se p u d i e r a pensar, las nuevas fuerzas de l m e r c a d o que t i e n d e n a regular la producc ión y e l consumo n o h a n des t ru ido a los pequeños productores agrícolas. L a .$ persistencia de l a e c o n o m í a campesina responde f u n d a m e n t a l m e n t e I a dos factores: a la falta de opciones que en f renta l a m a n o de o b r a pa­ra emplearse fuera de l sector agropecuario , y a l desarrol lo de estrate­gias de producc i ón que m a n t i e n e n el v ínculo c on la t i e r r a y que re ­c o n s t r u y e n las bases de l a organizac ión c o m u n i t a r i a (De Teresa y Cortés, 1996:21-26) .

E n general se puede observar que aunque la producc ión agrope­cuaria ha dejado de garantizar la reproducc ión de los pequeños p r o ­ductores rurales , éstos n o h a n abandonado e l uso y cu l t ivo de la t ie ­r r a . P o r e l c o n t r a r i o , las u n i d a d e s de p r o d u c c i ó n campes ina están pasando p o r u n proceso de diversificación ocupac iona l en e l que se i d e n t i f i c a n d i ferentes actividades ligadas al au to consumo , a la c o m ­praventa de productos , a la migración t e m p o r a l , al j o r n a l e r i s m o etc. Estos e lementos h a n t rans formado el patrón de actividades campesi­nas así como la organización de l trabajo en las unidades domésticas. Si b i e n , se presenta u n a intensa diversificación ocupacional y las acti ­v idades agropecuarias pasan a u n segundo p l a n o , e l v ínculo c o n la t i e rra se mant iene c omo u n e lemento f u n d a m e n t a l para la reproduc ­ción campesina (idem).

Esta "p lur ia c t i v idad" va acompañada de cambios significativos en la organización fami l iar , entre los que sobresale la intensificación de la incorporación de u n mayor número de miembros de la fami l ia al mer­cado de trabajo asalariado, f e n ó m e n o en el que destaca el pape l que desempeñan las mujeres y los niños. E n el caso de las mujeres se ob­servan modi f i cac iones i m p o r t a n t e s en el patrón de migración y e m ­pleo . Cons iderando la década de los ochenta y los p r i m e r o s años de los noventa, se observa que el p r i m e r lugar de destino de las mujeres rurales ya n o son las grandes ciudades sino las áreas urbanas medias (de más de 20 000 habitantes ) , en segundo lugar están las zonas me-

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48 E S T U D I O S DEMOGRÁFICOS Y U R B A N O S

tropol i tanas (C iudad de México , Guadalajara y Monterrey ) y en tercer o r d e n o t ra zona r u r a l (Lara , 1996: 147). Este cambio corresponde a l nuevo mode lo de desarrol lo basado en formas de producc ión más fle­xibles basadas en la descentralización de los procesos productivos.

De esta manera la industr ia ha i m p l a n t a d o su presencia en las zo­nas rurales m u l t i p l i c a n d o las actividades manufactureras y de servicios con el desarrol lo de la m a q u i l a doméstica y la indus t r ia m a q u i l a d o r a (De Teresa y Cortez, 1996). Esto ha generado u n m o v i m i e n t o de p o ­blación i m p o r t a n t e hacia talleres de todos tamaños ubicados en pe ­queños y medianos poblados que súbitamente se convierten en peque­ñas ciudades. Si b i en la población que se ocupa en las maqui ladoras y vive e n estos poblamientos conserva vínculos con su pueblo de or igen , sus modos de v ida y su c u l t u r a se ven trastocados. Este f e n ó m e n o h a i n c i d i d o en di ferentes formas sobre la u n i d a d de reproducc ión cam­pesina. Así, a raíz de estos cambios las familias campesinas h a n encon­trado u n a i m p o r t a n t e fuente de ingresos realizando actividades extra-agrarias que en ocasiones se convierten en su p r i n c i p a l sustento. 8

L a aparición de todos estos nuevos elementos en la rea l idad r u r a l ob l iga a pensar en la existencia de u n a relación m u c h o más estrecha entre e l campo y la c iudad , y no , c omo se pensaba en años anteriores, en que estos eran e lementos de transición que definían el p u n t o de p a r t i d a hacia la "urbanización". Las f ronteras entre los dos ámbitos no se d e l i m i t a n con c lar idad, más b i en se aprecia u n encuentro entre ellas, es decir , las comunidades rurales m a n t i e n e n algunas de sus ca­racterísticas tradicionales pero también llevan a cabo actividades l iga­das d i rec tamente con el f e n ó m e n o urbano . L a diversificación ocupa-c i o n a l e n e l m e d i o r u r a l , también d e n o m i n a d a " p l u r i a c t i v i d a d " , parece c o n s t i t u i r e l n u e v o p u n t o de articulación de la d imens ión agraria con la urbana : es e l vínculo entre el rancho y la c iudad , entre lo t rad i c i ona l y lo m o d e r n o . Los sujetos se convierten en semicampe-sinos, semiobreros, semivendedores, etc. (De Teresa y Cortés, 1996 y Lara , 1996). Así mismo se reconoce la existencia de espacios " r u r - u r -banos " c o n características específicas, pues s iendo proveedores de m a n o de obra para actividades agropecuarias y agroindustriales, t a m ­bién t i e n e n u n fuerte vínculo con la agr i cu l tura y con la industr ia .

8 Una parte importante de estas actividades es desempeñada por mujeres adultas que alternan sus obligaciones familiares y laborales con la unidad campesina. Esta diver­sificación de las tareas del sector femenil ha refuncionalizado la unidad doméstica, ya que la mujer también llega a asumir el rol de proveedora de recursos (Lara, 1996).

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U n o de los elementos que destaca en esta transformación es la i n ­corporación por parte de los campesinos de la demanda de servicios u r ­banos. Estas pet i c iones t rasc ienden la esfera de la p r o d u c c i ó n y son prueba de la creciente urbanización que se está generando en los pobla­dos rurales (Pepin, 1991). Este t ipo de asentamientos está pasando por u n proceso en que se van const i tuyendo sus rasgos estructurales y sus perfiles socioculturales. Ellos constituyen u n espacio híbrido entre lo r u ­ra l y lo urbano donde se interrelac ionan el grupo antiguo y el "desperfi­lado" de l m u n d o agrario tradic ional (Salas y Rodríguez, 1997).

Para algunos antropólogos esta situación sólo llevará en el f u t u r o a la desintegración de la comunidad , que se verá prácticamente "desgarrada" por los efectos desintegradores de la dinámica neoliberal (Salas y Rodrí­guez, 1997). Para otros estudiosos sucede lo contrario. Esta integración a la vida urbana y a los modelos culturales no supone u n a r u p t u r a con la tradición campesina sino su reelaboración. E n este sentido la u n i d a d campesina cuenta con nuevas formas de allegarse recursos, como el ejer­cicio de actividades agrícolas y extraagrícolas, la incorporación de las m u ­jeres más jóvenes al taller, la permanenc ia de las madres y los hi jos pe­queños en el rancho, en la c o m u n i d a d o en el ej ido, quedando a cargo de l cul t ivo de la parcela. T o d o esto, lejos de desintegrar las unidades domésticas, permi te su reproducción y la recreación de la i d e n t i d a d de los campesinos (Lara, 1996; De Teresa y Cortés, 1996; Pepin, 1996).

Las características específicas de la "urbanización d e l c a m p o " y de las nuevas f o rmas de relación e n t r e e l campo y la c i u d a d se h a n pensado desde la perspectiva de l o r u r a l y de aquellas pequeñas y me­dianas poblaciones que en los últimos años se h a n visto afectadas p o r u n a intensa urbanización. Hasta a h o r a se h a pr iv i l eg iado e l análisis de las transformaciones rurales y su relación con lo u r b a n o , p e r o n o se ha in tentado examinar el p r o b l e m a de manera inversa. Es decir , si lo r u r a l t iende a i n c o r p o r a r elementos urbanos como parte de su mis­m a i d e n t i d a d y problemática específica, ¿no será posible que también para expl icar e l f e n ó m e n o u r b a n o se tengan que reconsiderar los as­pectos rurales c o m o parte de l mismo? ¿Qué pasa en las grandes c i u ­dades d o n d e existe u n a p e r i f e r i a de superf ic ie considerable que i n ­co rpora ejidos, comunidades y pueblos? ¿ C ó m o entender lo r u r a l en u n contexto de creciente expansión urbana? E n los siguientes aparta­dos se busca e x p l o r a r estos temas y c o n t r i b u i r a la discusión de los cambios rurales desde la perspectiva urbana , para desde ahí proyec­tar algunos elementos que ayuden a la construcción de nuevas i n t e r ­pretaciones de la relación entre e l campo y la c iudad.

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50 E S T U D I O S DEMOGRÁFICOS Y U R B A N O S

La frontera "rural" de la Zona Metropolitana déla Ciudad de México en los años noventa

C o n la intención de aprox imarnos a las características de l espacio n o urbanizado de la gran c iudad se revisarán brevemente algunos ind i ca ­dores agropecuarios para así destacar las pecul iar idades "rurales" de la zona en la década de los ochenta . 9 C o m o eje centra l para organizar el trabajo se i n d a g a r o n los rasgos generales de la actividad agropecua­r ia y su relación c on la tenencia de la t i e rra . E n vista de que la ZMCM está con formada p o r dos entidades y las fuentes de información se es­pecial izan en cada u n a de ellas, la exposición de esta parte abordará p o r separado la situación d e l D i s t r i t o Federal y la de los m u n i c i p i o s conurbados de l Estado de México .

Dis t r i t o Federal

A l revisar los datos proporc ionados p o r la Comisión Coord inadora de l Desarro l l o R u r a l e n e l D i s t r i t o Federa l ( C o c o d e r ) 1 0 y los d e l Censo Agrícola y Ganadero de l Dis t r i t o Federal de 1994 ( C A G D F ) , se tiene la impres ión de que a pesar de los crec ientes p r o b l e m a s de las áreas agropecuarias, éstas perviven. E n 1994 la zona de conservación ecoló ­gica quedó de f in ida en u n a superficie de 86 804 ha, lo que representa 5 8 % de l t e r r i t o r i o de l Dis tr i to Federal. E n ella se inc luyen usos mixtos de áreas boscosas, arbustos y áreas dedicadas a actividades agrícolas (Cocoder, 1995). E l área r u r a l que se conserva en el Distr i to represen­ta 4 7 % de su superficie (67 700 ha) y está ocupada p o r 37 700 ha de bosque y 30 000 empleadas en la agr i cu l tura y la ganadería (Canabal, 1997: 51-52). Enseguida se observa que la estructura agropecuaria es desigual y ello se debe al papel di ferenciado que desempeñan te r r i t o -r ia lmente las labores agrarias en las delegaciones y está en función de la oposición de los pueblos a p e r m i t i r u n a mayor urbanización.

L a tendencia general en el Dis t r i t o Federal ha sido hacia la d i smi ­nución de los espacios rurales. E n el per i odo 1982-1987 se observó u n

9 Para iniciar el acercamiento a una primera caracterización de la zona de interés se trabajó con los datos del Censo Agrícola Ganadero para el Distrito Federal y el Esta­do de México ( I N E G I , 1994 y 1994a); también se contó con información de la Secretaría de la Reforma Agraria. Para el Distrito Federal se utilizaron algunas otras fuentes que abordan las peculiaridades de las delegaciones periféricas para la primera mitad de la década de los noventa.

1 0 L a Cocoder fue sustituida en 1997 por la Corena.

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a u m e n t o de la super f i c ie cu l t ivada , al cua l le siguió u n a r e d u c c i ó n d e l área de cul t ivo equivalente a 16%: ésta pasó de 31 115 ha e n 1987 a 26 194 h a e n 1994 (Canaba l , 1997: 6 3 ) . También se h a asist ido a u n a creciente división de la t ierra : para la década de los ochenta 7 8 % de los productores tenía parcelas cuya superficie era i n f e r i o r a cuatro hectáreas, m i e n t r a s que - s e g ú n datos d e l Censo Agríco la de 1 9 9 4 -más de 9 0 % de las unidades de producc ión t iene menos de 5 ha. Es­tos datos podrían interpretarse c omo u n fuerte cuest ionamiento a la p e r m a n e n c i a de las ac t iv idades r u r a l e s , s in e m b a r g o a l revisar e n otros estudios las causas de l decrec imiento de la superficie sembrada y la misma estructura de l sector agrar io , la hipótesis se o r i e n t a más a pensar en la existencia de cambios en el patrón agrícola.

E n el sector agropecuario de l D i s t r i t o Federal existen 43 ejidos y comunidades , 33 374 ej idatarios y comuneros , y 59 057 ha de superf i ­cie e j idal y c o m u n a l . De la superficie e j idal 5 6 % lo ocupan áreas bos­cosas, 2 3 % es superficie de labor , 14% corresponde a pastos naturales y e l 7% restante está dedicado a otros usos. Los bosques se ub i can raa-yor i tar iamente en Cuaj imalpa , L a Magdalena Contreras, Alvaro O b r e -g ó n , M i l p a A l t a y T l a l p a n . D e l t o t a l de la superf ic ie boscosa 7 8 % se concentra en M i l p a A l t a y T l a l p a n .

Las d e l e g a c i o n e s c o n u n a a c t i v i d a d agr í co la i m p o r t a n t e son Tláhuac, T l a l p a n , X o c h i m i l c o y M i l p a A l t a . De la superf ic ie agrícola 99.9% es de temporal y 0 . 1 % de riego. E n cuanto a la distribución de los productores agropecuarios, 38% se concentra en M i l p a Alta , Tláhuac tie­ne 2 1 % y Xoch imi l co 19% (INEGI, 1994). E l número de productores ha variado en estas delegaciones: en M i l p a A l ta se registró u n aumento no­table, pues en 1982 eran 9 147 y ascendieron a 10 994 en 1987; también a u m e n t a r o n en T l a l p a n y Tláhuac, en contraste c on X o c h i m i l c o en donde de 6 155 productores se disminuyó a 5 469 (Canabal, 1997: 76-80).

E n el D is t r i t o Federal existen 20 078 unidades de producc ión , de las cuales 8 6 % se dedica a actividades agropecuarias, que absorben a cerca de 55 000 personas; poco más de la m i t a d (52%) se concentra en Tláhuac y M i l p a A l t a . E n cuanto a la tenencia de la t ierra , 4 0 % de estas unidades están en p r o p i e d a d privada y 4 6 % e j i d a l . 1 1 Estos datos son ind i cadores de u n a act iv idad agropecuar ia i m p o r t a n t e , s in e m ­bargo n o toda la superficie e j idal se cult iva, ya que sólo 2 0 % de la mis­m a t iene unidades de producc ión .

1 1 Llama la atención el caso de Xochimilco, donde 83% de las unidades de pro­ducción son de propiedad privada y 17% corresponde a ejidos y comunidades.

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52 E S T U D I O S DEMOGRÁFICOS Y U R B A N O S

L a superficie de labor que existe en el D is t r i t o Federal c o m p r e n ­de 23 279.41 ha, de las cuales 3 3 % se encuentra en M i l p a A l t a , 2 8 % en T l a l p a n , 2 1 % en Tláhuac , 1 1 % en X o c h i m i l c o y el 7% restante e n Cua j ima lpa , Gustavo A . M a d e r o , L a M a g d a l e n a C o n t r e r a s y A l v a r o Obregón . L a distribución de esta extensión p o r tenencia es 3 7 % p r i ­vada y 5 2 % ej idal . De las unidades de producc ión rurales 9 7 % está e n esta superficie.

E n lo que respecta a la producc ión , los esfuerzos de los p r o d u c t o ­res se centran en la s iembra de productos que n o r e q u i e r e n excelen­tes condic iones naturales, como los forrajes o cultivos necesarios para el consumo fami l iar : maíz, f r i j o l , haba, n o p a l , alegría y plantas de or ­nato . Así, de los productos más importantes que se cu l t ivan en la e n t i ­dad corresponde p r i m o r d i a l m e n t e al maíz 61 % de la superficie t o ta l sembrada, le sigue la avena forra jera con 2 7 % y el 1 2 % restante se de­dica a otros cultivos ( f r i j o l , calabaza, haba, etc.) ( INEGI , 1994).

E n los años noventa se observó u n a disminución i m p o r t a n t e de la super f i c i e ded i cada al c u l t i v o de granos básicos, esto d e b i d o e n gran m e d i d a a la utilización de l espacio para cultivos comerciales co­m o el nopa l (en M i l p a Al ta este cultivo ha sustituido al maíz) y el forraje, y p o r e l abasto de maíz e n algunas áreas integradas a la r e d u r b a n a . Por estas razones n o sorprende la i m p o r t a n c i a de la producc i ón de avena y alfalfa, ya que si b i e n no se s iembran grandes extensiones, sí se o b t i e n e n me jores r e n d i m i e n t o s , que son m u c h o más rentab les que e l maíz y se r e l a c i o n a n d i r e c t a m e n t e c o n la p r o d u c c i ó n de a l i ­m e n t o s balanceados para el ganado . E n cuanto a la p r o d u c c i ó n de avena destacan T l a l p a n , que absorbe 6 0 % de la producc ión cult ivada en 2 763 ha y M i l p a A l t a c on 3 2 % en u n a superfic ie de 1 464 ha; e n el caso de la alfalfa destacan Tláhuac y X o c h i m i l c o ( I N E G I , 1994; Ca-nabal , 1997: 68) .

De la estructura product iva se d i s t inguen delegaciones dedicadas f u n d a m e n t a l m e n t e a la p r o d u c c i ó n d e l maíz c o m o X o c h i m i l c o y Tláhuac (emplean en este cult ivo 72 y 8 8 % , de su superficie sembra­da, r espec t ivamente ) . M i l p a A l t a y T l a l p a n d ivers i f i can más su p r o ­ducción. T l a l p a n invierte la proporc ión y dedica 5 9 % de su superficie a la avena y 3 7 % al maíz. M i l p a A l t a s iembra 3 2 % de su superficie c o n avena y 5 8 % con maíz. Si b i e n éstos son los cultivos que más sobresa­len en las tierras de labor, es i m p o r t a n t e menc ionar que en M i l p a A l ­ta el cult ivo de l nopa l ocupa 4 0 % de su superficie y constituye u n a de las pr inc ipa les fuentes de ingreso para la poblac ión. Canabal est ima que cerca de 20 000 familias están relacionadas con esta actividad.

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CUADRO 1 Unidades de producción en el Distrito Federal por tenencia de la tierra*

Unid, de Propiedad Propiedad Propiedad Delegación produc. privada ejidal mixta

Núm. Núm. % Núm. % Núm. %

Distrito Federal 20 078 9 876 49 9 238 46 964 5 Cuajimalpa de Morelos 1484 729 49 699 47 56 4 Gustavo A. Madero 117 67 57 50 43 La Magdalena Contreras 860 50 6 802 93 8 1 Milpa Alta 5 251 2 913 55 1 932 37 406 8 Alvaro Obregón 842 474 56 336 40 32 4 Tláhuac 5 280 2 256 43 2 712 51 312 6 Tlalpan 2 664 420 16 2 106 79 138 5 Xochimilco 3 562 2 949 83 601 17 12 0.3

* L a superficie está dada en hectáreas. E n la propiedad mixta se incluyen propie­dad pública y reservas ecológicas.

Fuente: I N E G I (1994a).

E n cuanto al dest ino de la p roducc i ón , 5 4 % de las un idades de producc ión rurales la ded ican al autoconsumo y 2 7 % al mercado lo ­cal nac ional . Cuaj imalpa , L a Magdalena Contreras y Alvaro O b r e g ó n p r o d u c e n f u n d a m e n t a l m e n t e p a r a e l a u t o c o n s u m o . M i e n t r a s que otras delegaciones t i enen u n a proporc ión más equi l ibrada , M i l p a A l ­ta ded ica 4 8 % de su p r o d u c c i ó n al autoconsumo y 5 2 % al m e r c a d o local ; X o c h i m i l c o t iene 4 5 % destinado al p r i m e r o y 3 6 % al segundo; T l a l p a n t iene 4 2 % y 3 4 % respectivamente ( INEGI, 1994).

E n lo que respecta a la producc ión dedicada al mercado local re­saltan e l caso de las hortalizas y el de las flores. E n el p r i m e r o destaca la producc ión intensiva de hortalizas en las chinampas; a pesar de la c o n t i n u a disminución de la zona ch inampera en Tláhuac y X o c h i m i l ­co, esta a c t i v i d a d se rea l i za en 2 300 h a y se h a d e m o s t r a d o q u e se p u e d e n o b t e n e r altos r e n d i m i e n t o s en este t i p o de espacios. E n lo que se re f iere a las f lores, se ha intensi f i cado su producc ión a p a r t i r de u n a mayor creación de invernaderos en X o c h i m i l c o ; abastece f u n ­damenta lmente al mercado urbano . L a i m p o r t a n c i a de las actividades agrícolas en las chinampas así como la producc ión de flores es a d m i ­t i d a p o r la F A O , institución que r e c o n o c i ó que las actividades de las zonas lacustres d e l D i s t r i t o Federal había generado en 1988 a lrede­d o r de 12 000 empleos (Canabal , 1997: 70-75).

Todos los datos expuestos hasta aquí nos p e r m i t e n p lantear que en el D i s t r i t o Federal existe u n a per i fer ia r u r a l caracterizada por u n a

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54 E S T U D I O S DEMOGRÁFICOS Y U R B A N O S

es truc tura agropecuar ia heterogénea en la que hay u n a p r o p o r c i ó n equi l ibrada de unidades de producc ión privadas y ejidales. E n esta zo­n a se presentan las características generales de l campo mexicano . Por u n a parte , el p r e d o m i n i o de u n a estructura tradic ional de producc ión en ejidos y m i n i f u n d i o s privados, y p o r otra la introducción de la cose­cha de cultivos forrajeros m u c h o más redituables y con m u c h a mayor pos ib i l idad de colocarse en el mercado local. De hecho aquellas dele­gaciones que t i enen más diversidad de productos h a n logrado u n a m a ­yor estabil idad agrícola, lo que les ha p e r m i t i d o aumentar la superficie cosechada; resaltan entre ellas M i l p a A l t a y T la lpan . L o anter ior n o su­cede e n aquellas delegaciones ( como Alvaro Obregón , L a Magdalena Contreras, Cuaj imalpa) que p o r la vocación de sus suelos n o h a n p o d i ­do d ist inguirse en la act iv idad agropecuaria , se ded ican m a y o r i t a r i a -m e n t e al autoconsumo y n o e x p l o t a n sus recursos forestales (ya q u e n o cuentan con unidades de producc ión en este r u b r o ) .

C o m o b i e n se advierte en los datos expuestos aquí, en los últimos años n o se ha ev idenciado e l a b a n d o n o de las actividades agrícolas, más b i e n la agr i cu l tura de la zona se ha adaptado a los espacios y a las condic iones naturales existentes. Esto ha r e p e r c u t i d o en la i n t e n s i f i ­cación de los procesos product ivos en las chinampas y en los inverna­deros, y en la ampliación de la producc ión de cultivos más rentables como los forrajes y el n o p a l , que h a n sustituido a los granos básicos.

M u n i c i p i o s conurbados de l Estado de México

Para e l caso de los muni c ip i o s de l Estado de México , el análisis partió in i c ia lmente de aquellos que presentaron mayor c rec imiento u r b a n o para la década 1980-1990, después se examinaron los que f o r m a n parte de manera general de la ZMCM y finalmente se abordaron las tendencias generales de los munic ip ios del Estado de México . 1 2 T o d o esto con la i n -

1 2 E n este trabajo se considera la Z M C M de acuerdo con la delimitación que realizó el Ocim (1996), según la cual está conformada por las 16 delegaciones del D.F. y 37 muni­cipios conurbados mexiquenses (Acolman, Ateneo, Atizapán de Zaragoza, Coacalco, Co-cotitlán, Coyotepec, Cuautitlán de Romero, Chalco, Chiautla, Chicoloapan, Chiconcuac, Chimalhuacán, Ecatepec, Huehuetoca, Huixquilucan, Ixtapaluca, Jaltenco, Melchor Ocampo, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Nextlalpan, Nicolás Romero, L a Paz, San Martín de las Pirámides, Tecamac, Temamatla, Teoloyucan, Teotihuacán, Tepotzotlán, Texco-co, Tezoyuca, Tlalnepantla, Tultepec, Tultitlán, Zumpango, Cuautitlán Izcalli, Valle de Chalco Solidaridad). Los municipios con mayor crecimiento urbano en los años ochenta fueron: Atizapán, Chimalhuacán, Ecatepec, Ixtapaluca, Naucalpan, Nicolás Romero, Te­camac, Tlalnepantla, Tultitlán, Cuautitlán Izcalli y Valle de Chalco.

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tención de obtener los elementos necesarios para def in ir las característi­cas generales de la peri fer ia r u r a l y su relación con el proceso urbano .

D e los once m u n i c i p i o s con mayor c rec imiento u r b a n o destacan Atizapán y Tultitlán como terr i tor ios en los que prácticamente está de­sapareciendo el e j ido. De acuerdo con los datos de l Censo Agrícola de 1994, en Atizapán sólo existe ya u n e j ido , 76 unidades de producc ión rura les y u n a p e q u e ñ a super f i c ie de l a b o r que sólo o cupa 65 ha. E l m u n i c i p i o de Tultitlán sigue la misma tendencia : f o r m a parte de los tres m u n i c i p i o s con menos unidades de producc ión ( junto c on Atiza­pán y Ja l tenco ) , t iene 772 ha de labor y es u n o de los cinco muni c ip i o s con m e n o r superficie agrícola ( junto con Atizapán, Jaltenco, C h i c o n -cuac y T e m a m a t l a ) . Nauca lpan y Ecatepec son m u n i c i p i o s m u y u r b a ­nizados y con graves prob lemas de i r r e g u l a r i d a d de la tenenc ia de la t i erra ; sin embargo m a n t i e n e n u n a cant idad i m p o r t a n t e de unidades de producc ión : N a u c a l p a n t iene 1 617 unidades c on 2 025 h a de la­bor , Ecatepec 1 115 unidades con 1 824 ha, y Cuautitlán Iz ca l l i , que t iene 1 156 unidades y 2 390 ha. Los m u n i c i p i o s de Ixtapaluca , N i co ­lás Romero y Tecamac t i enen u n a cant idad m u y elevada de unidades de producc ión : 2 399, 3 903 y 2 580 para cada u n o de ellos, c o n u n a superficie de labor de 6 222, 5 443 y 7 794 ha respectivamente.

E n t r e el resto de los m u n i c i p i o s conurbados resalta Texcoco con u n a mayor p r o p o r c i ó n de superf ic ie de labor , 9 897 ha , Z u m p a n g o con 8 952 ha y Chalco con 7 377; los municipios restantes t ienen una su­perficie entre 953 y 3 738 ha. E n general se puede a f i rmar que a pesar de la intensa urbanización, el f enómeno no ha imped ido cont inuar con las actividades agrícolas en muchos munic ip ios , lo que pud ie ra ser u n e lemento que inc ide en la sobrevivencia de los ejidos y comunidades.

E n cuanto a la f o r m a de tenencia de la superficie de labor en los m u n i c i p i o s c o n m a y o r c r e c i m i e n t o u r b a n o e n c o n t r a m o s u n c laro p r e d o m i n i o de las tierras ejidales sobre las tierras de p r o p i e d a d pr iva­da: de estos m u n i c i p i o s es e j ida l entre 46 y 7 8 % , mientras la p r o p i e ­d a d pr ivada oscila entre 3 y 3 1 % . Para el resto de los m u n i c i p i o s co­nurbados 2 1 % de la superficie de labor es pr ivada y 4 9 % corresponde a la p r o p i e d a d e j idal .

E n los m u n i c i p i o s de reciente incorporación al proceso de u r b a ­nizac ión 1 3 la situación es la siguiente: las unidades de producc ión en

1 3 De acuerdo con el estudio realizado por el Ocim (1996) los municipios que se incorporaron a la Z M C M para 1990 son: Cocotitlán, Coyotepec, Jaltenco, Nextlalpan, Temamatla, San Martín de las Pirámides, Teotihuacán, y Zumpango.

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p r o p i e d a d p r i v a d a abarcan 2 8 % , m i e n t r a s q u e las e j ida les l l e g a n 65%. E n cuanto a la superficie la tendenc ia es s imilar : la superficie e n p r o p i e d a d p r i v a d a abarca a p r o x i m a d a m e n t e 3 5 % , m i e n t r a s que las unidades ejidales absorben 5 4 % . E n general l lama la atención que , a d i ferenc ia de l D i s t r i t o Federal , en los muni c ip i o s mexiquenses se o b ­serva u n claro p r e d o m i n i o de la act ividad agropecuaria e j idal .

E n lo que se ref iere a la producc ión resalta el cult ivo de avena fo ­rra jera en m u n i c i p i o s como Ixtapaluca , la cebada en Tecamac, el f r i ­j o l y e l t r igo en Ixtapaluca . Respecto al maíz destacan Nicolás R o m e ­r o , Tecamac, Cuautitlán Izca l l i , I x t a p a l u c a y N a u c a l p a n . Sobresalen como m u n i c i p i o s más product ivos Ixtapaluca y Tecamac. E l o r d e n de A

i m p o r t a n c i a de los productos que se s iembran es: maíz, avena, f r i j o l , I t r igo y cebada. Si consideramos a todos los m u n i c i p i o s conurbados se d i s t i n g u e n en la p r o d u c c i ó n de maíz Z u m p a n g o , Texcoco , Cha l co , A c o l m a n , H u i x q u i l u c a n y Tepozot lán. 1 4

Respecto al dest ino de la producc ión , en los m u n i c i p i o s con ma­yor urbanización se observa u n a tendenc ia m u y clara a la producc ión para a u t o c o n s u m o . Destaca Nicolás R o m e r o c o n 9 0 % , N a u c a l p a n con 7 8 % , Cuautitlán Izcal l i con 7 5 % y T u l t i t l a n con 7 0 % . T i e n e n u n a relación más e q u i l i b r a d a Tecamac que destina 5 1 % para autoconsu­m o y 4 9 % para el mercado local ; Ixtapaluca con 53 y 4 7 % respectiva­mente y Ecatepec con 55 y 4 5 % . L a tendenc ia general de la ZMCM es de 7 1 % para autoconsumo y 2 7 % para el mercado local y 2 % para ex­portación.

E n conclusión se puede a f i r m a r que existe u n sector e j ida l p r o ­d u c t i v o m u y i m p o r t a n t e que absorbe casi tres cuartas partes de las un idades de p r o d u c c i ó n . Esto contrasta c o n u n sector p r i v a d o que apenas llega a concentrar la tercera parte de las unidades totales. As i ­m i s m o , es i m p o r t a n t e destacar e l papel de la producc ión para e l auto-consumo en el sector e j idal . Si b i e n se trata de u n a actividad t rad i c io ­n a l en los ej idos, su alta significación está en relación d i rec ta c on la profundización de la crisis económica . Es decir , ante la i m p o s i b i l i d a d de emplearse de manera permanente en la zona urbana , los campesi­nos r e t o m a n el autoabasto c omo u n a opc i ón t o t a l m e n t e viable para su sobrevivencia. De esta manera , dichos actores sociales - q u e n o es­tán considerados en el m o d e l o de desarrol lo e c o n ó m i c o de la Z M C M -

1 4 Es importante mencionar que el Estado de México está entre los tres primeros productores de maíz en la República, ocupa más de 50% de la superficie agrícola del Valle de México, de aquí que muchos municipios lo cultiven.

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CUADRO 2 Unidades de producción en los municipios conurbados por tenencia de la tierra*

Unid, de Propiedad Propiedad Propiedad produc. privada ejidal mixta

Municipio Núm. Núm. % Núm. % Núm . %

Acolman 1 716 120 7 1508 88 88 5 Ateneo 2 097 41 2 1991 95 65 3 Atizapán de Zaragoza 112 30 27 82 73 Cocotitlán 648 257 40 325 50 66 10 Coyotepec 1475 432 29 827 56 216 15 Cuautitlán 556 183 33 323 58 50 9 Chalco 5 618 2151 38 3152 56 315 6 Chiautla 889 311 35 521 59 57 6 Chicoloapan 746 12 2 731 98 3 0.4 Chiconcuac 633 633 100 Ecatepec 1292 55 4 1217 84 20 2 Huehuetoca 1449 454 31 839 58 156 11 Huixquilucan 1 698 845 50 754 44 99 6 Ixtapaluca 2 592 258 10 2 274 88 60 2 Jaltenco 372 320 86 52 14 Naucalpan 1915 185 10 1528 80 202 11 Nextlalpan 1014 473 47 431 43 110 11 Nicolás Romero 4 498 664 15 3 212 71 622 14 La Paz 593 3 0.5 590 99 San Martín de las Pirámides 1375 668 49 594 43 113 8 Tecamac 3 240 937 30 2 097 65 206 6 Temamatla 258 197 76 36 14 25 10 Teoloyucan 1449 814 56 513 35 122 8 Teotihuacán 1747 387 22 1304 75 56 3 Tepotzotlán 1517 317 21 915 60 285 19 Tezoyuca 850 28 3 812 96 10 1 Texcoco 5 974 685 11 4933 83 356 6 Tultepec 1077 376 35 647 60 54 5 Tultitlán 627 123 20 469 75 35 6 Zumpango 3 481 1254 36 1903 55 324 9 Cuautitlán Izcalli 1266 210 17 1003 79 53 4

* L a superficie está dada en hectáreas. E n la propiedad mixta se incluyen propie­dad pública y reservas ecológicas.

Fuente: I N E G I (1994a).

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encuentran formas alternativas de reproducirse y solventar sus necesi­dades vitales . 1 5

Si consideramos las características más generales de l sector agro ­pecuario de l Estado de México podemos plantear algunas ideas acerca de su relación con el proceso urbano . E n el Estado de México existen dos d i s t r i t os agrícolas en d o n d e se e n c u e n t r a n a lgunos m u n i c i p i o s conurbados de la ZMCM; en el nor te tenemos el de Z u m p a n g o y en e l or iente el de Texcoco . 1 6 E n ambos existe u n a estabil idad de la super­ficie agrícola desde los ochenta , ya que el sector agrícola disminuyó su superficie sólo en 10 p o r c iento.

Esta l igera disminución ref leja m a l los impor tantes cambios p r o ­d u c i d o s e n los dos d i s t r i t o s : u n l i g e r o a u m e n t o de la super f i c ie de t e m p o r a l en el D i s t r i t o de Texcoco (de 4.5%) y en el de Z u m p a n g o ( 6 . 1 2 % ) , con jugado c on u n a fuerte disminución de la superficie de riego (en Texcoco fue de -87% y en Z u m p a n g o de - 6 0 % ) ; una s igni f i ­cativa reducc ión d e l uso pecuar io intensivo , que en Texcoco fue de -53% y en Z u m p a n g o cayó 7 0 % (deb ido a los altos costos y a la fa l ta de apoyos financieros), y u n l igero a u m e n t o g lobal de l uso pecuar io extens ivo , que en Z u m p a n g o se i n c r e m e n t ó 2 4 % m i e n t r a s que e n Texcoco disminuyó 2%. Estos datos nos i n d i c a n que ambos distr i tos agrícolas están sufr iendo transformaciones importantes , pero en f o r ­m a d i ferenc ia l , l o cual se refleja en las tendencias de crec imiento u r ­bano igua lmente diferenciadas entre ambos distritos.

D e n t r o de u n proceso g lobal de disminución de l sector agrícola en ambos distritos, es i m p o r t a n t e hacer no tar que es el de Texcoco e l más afectado, n o sólo p o r q u e t iene casi 5 0 % menos de superficie de labor que Z u m p a n g o , sino porque también ha sufr ido u n a reducción

1 5 Múltiples agentes sociales que no forman parte del proyecto económico neoli­beral y emplean diversas estrategias para sobrevivir han sido identificados en otras zo­nas de la República (particularmente en la zona de Querétaro). Este fenómeno ha lle­vado a pensar que estos actores (como los que se dedican a la ganadería de traspatio en el Bajío), aun cuando se pueden considerar como "marginales" al modelo globaliza-dor, generan condiciones alternativas de desarrollo local que les permiten mantenerse y sobrevivir (Ramírez, 1995: 259-261).

1 6 E n el distrito de Zumpango se integran los municipios conurbados de Acolman, Atizapán de Zaragoza, Coyotepec, Cuautitlán, Cuatitlán Izcalli, Huehuetoca, Jaltenco, Melchor Ocampo, Naucalpan, Nicolás Romero, San Martín de las Pirámides, Tecamac, Teoloyucan, Teotihuacán, Tepotzotlán, Tezoyuca, Tlalnepantla, Tultepec, Tultitlán y Zumpango. E l distrito de Texcoco incorpora a los municipios de Ateneo, Cóacalco, Co-cotitlán, Chalco, Chiautla, Chicoloapan, Chiconcuac, Chimalhuacán, Ecatepec, Ixtapa-luca, L a Paz, Temamatla y Texcoco.

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P R O C E S O S U R B A N O S Y " R U R A L I D A D " E N L A P E R I F E R I A D E L A ZMCM 59

de a p r o x i m a d a m e n t e 9 7 % e n la p r o d u c c i ó n ganadera , de 7 7 % e n aves para carne y de 4 9 % en la producc ión de huevo. Mientras tanto Z u m p a n g o h a aumentado su superficie de t e m p o r a l , h a inc rementa ­do 2 0 0 % la cría de aves de carne y está sustituyendo la producc ión de ganado para carne p o r bovinos para leche.

E l panorama anter ior nos presenta claramente dos sectores agríco­las: el de l nor te (distrito de Zumpango) con actividades agropecuarias más desarrolladas, y el de l or iente (distrito de Texcoco) con una fuerte disminución en su producción. Cabría preguntarse si esta deb i l idad de l sector agropecuario en el d istr i to de Texcoco ha favorecido la intensa tendencia a la urbanización en esta zona. 1 7 A simple vista parece que el crec imiento u r b a n o de la zona or iente tiene relación directa con la ra­dical disminución de la importanc ia de l sector agrícola. U n estudio so­bre la zona, que analiza e l c o m p o r t a m i e n t o de cuatro munic ip ios : L a Paz, Chico loapan, Chimalhuacán y Texcoco, indica que los cambios en el sector p r i m a r i o son diferenciados y que p o r ende la incorporación a la urbanización tiene diferentes matices ( M u r o , 1996).

Los cuatro m u n i c i p i o s que nos ocupan f o r m a n parte de u n corre­d o r u r b a n o i n d u s t r i a l l oca l i zado a l o l a rgo de la carre tera M é x i c o -Texcoco . Estos, así c omo Ecatepec y Chalco , se ub i can en las riberas de lo que fuera u n a de las pr incipales zonas lacustres de l Valle de Mé­xico , e l lago de Texcoco . A pr inc ip i o s de este siglo g r a n parte de sus actividades estaban relacionadas c on la explotac ión de los recursos naturales que ofrecía e l lago; así, la caza, la pesca, la p roducc i ón de sal y l a a g r i c u l t u r a tenían u n pape l m u y i m p o r t a n t e en la e c o n o m í a de la poblac ión. Las obras de l desagüe que inició P o r f i r i o Díaz en la p r i m e r a década d e l siglo X X c o n t i n u a r o n la degradación a m b i e n t a l de la zona lacustre, que se había in i c iado ya desde la época co lonia l , y t e r m i n a r o n con la desecación completa de la zona hacia la década de los c i n c u e n t a , p e r i o d o que m a r c a la conc lus ión de u n a era e n esta área. L a pérdida de los recursos naturales que sustentaban las activida­des pr imarias d io paso a u n paulat ino abandono no sólo de la agr icul -

1 7 Recordemos que la parte oriente de la Z M C M se ha perfilado históricamente co­mo una zona donde predomina la presencia de colonias populares. Desde los años cin­cuenta con la aparición de Ciudad Nezahualcóyotl, y después con el crecimiento ex­plosivo de Valle de Chalco y Chimalhuacán, el poblamiento popular ha sido la forma en que se han urbanizado estos terrenos. L a explosividad del fenómeno y su creci­miento acelerado han ejercido una fuerte presión en los municipios colindantes y en las tierras cercanas para incorporarlos a usos urbanos. Es por ello que se plantea la re­lación de este proceso con las características agrarias de la zona.

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tura , sino de todas las labores lacustres. Este proceso se aceleró con e l intenso c rec imiento u r b a n o en las que eran tierras de Chimalhuacán y que después pertenecerían al m u n i c i p i o de Nezahualcóyotl, así co­m o en el lecho de l ex lago.

L l a m a la atención que en 1940 la población económicamente ac­tiva que se dedicaba a las labores agrícolas n o fuera tan signif icativa en la zona, ya que en los m u n i c i p i o s de estudio n o l legaba a más de 3 4 % (en el caso de C h i c o l o a p a n ) ; en el m u n i c i p i o d o n d e encont ra ­mos m e n o s i n c i d e n c i a es e n Chimalhuacán, c o n 1 8 % de la p o b l a ­ción. D u r a n t e las dos décadas posteriores se observa u n a disminución r a d i c a l d e l sector agrícola e n Chimalhuacán y L a Paz ( la pob lac ión dedicada a estas actividades en 1960 fue de 15 y 1 6 % respectivamen­t e ) , d e b i d o al d e t e r i o r o de las condic iones naturales d e l suelo y a l a creciente formación de asentamientos irregulares; mientras que en C h i ­c o l o a p a n y T e x c o c o la P E A e n e l sector l legó a 5 9 % . T o d o esto e n u n contexto en e l que en los m u n i c i p i o s más urbanizados la p r o p o r ­ción de población ocupada en la industr ia y los servicios crecía de ma­nera i m p o r t a n t e ( para 1960 en L a Paz 5 0 % de la población se ocupaba en la i n d u s t r i a y 3 3 % en los servicios, en Chimalhuacán el porcentaje era de 49 y 35 en cada r u b r o ) . 1 8 De 1960 en adelante se advierte u n a fuerte tendencia a la pérdida de i m p o r t a n c i a de l sector agropecuario , par t i cu larmente en los m u n i c i p i o s de Chico loapan y de Texcoco; pa­ra 1990 la proporc ión de la PEA dedicada a estas actividades era de 1 y 6% para cada m u n i c i p i o ; en los casos de Chimalhuacán y L a Paz prác­t i camente ha desaparecido este r u b r o (la población ocupada en este sector va de 0.4 a 0.5 p o r c i ento ) .

Si b i e n todos estos datos i n d i c a n la creciente desaparición de las labores agropecuarias, l lama la atención que las tierras donde aún se real izan actividades pr imar ias sean mayor i tar iamente ejidales, po r l o que los p r o d u c t o r e s que q u e d a n en la zona son a b r u m a d o r a m e n t e ej idatarios (representan 9 5 . 7 % ) , mientras que los pequeños propieta ­rios apenas alcanzan 4.3% de l tota l de este universo, c o n f i r m a n d o así las tendencias expuestas anter i o rmente .

Sorprende el caso de Texcoco, que pese a contar con 6% de la PEA en el sector p r i m a r i o , mant iene u n a producción agropecuaria i m p o r ­tante, la cual inc ide directamente en los datos de la producción gene-

1 8 Los cálculos de la P E A y su distribución por actividad se hicieron con base en los datos que proporciona el estudio de Pedro Muro y Horacio Bulbarela sobre el corre­dor Los Reyes-Texcoco (1996).

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ra l de ese Distr i to agrícola. Este m u n i c i p i o es el más extenso dentro de la región y cuenta con la superficie agrícola de riego más grande (que abarca a p r o x i m a d a m e n t e 2 0 % de la superficie tota l de su t e r r i t o r i o ) . De sus 9 897.29 ha de t ierra de labor, 3 384 son de riego, 3 753 de t em­pora l , y 2 759 se registran como riego-temporal ( M u r o , 1996:177) . Des­de 1940 el m u n i c i p i o h a manten ido casi el mismo número de poblado­res dedicados a esta actividad. Si se t o m a n como referencia las cifras de la década de los cuarenta aún se mantiene 9 4 % de la población agríco­la o r i g i n a l , a pesar d e l i n c r e m e n t o de la poblac ión ocupada en la i n ­dustria y el sector servicios, que ha crecido en el per iodo 1970-1990 en 290 y 322% respectivamente (ibidem, p. 181).

L o expuesto nos hace pensar en la existencia de u n sector agro­pecuar io que presenta di ferencias i m p o r t a n t e s e n e l i n t e r i o r de los m u n i c i p i o s que c o n f o r m a n los distritos agrícolas. E n el caso p a r t i c u ­lar de l d i s t r i t o de Texcoco , se puede a f i r m a r que la i m p o r t a n c i a de las actividades agrícolas e n los sectores p r o d u c t i v o s t i ene u n p a p e l f u n d a m e n t a l en la mayor o m e n o r resistencia a la urbanización. Exis­ten elementos que t i enen que ver con las condiciones naturales y con los cambios en los patrones produc t ivos que e x p l i c a n la mayor sus­c e p t i b i l i d a d de a lgunos m u n i c i p i o s a u n a intensa urbanización. Así aquellos munic ip ios en los que desde pr inc ip ios de siglo la agr icultura n o desempeñó u n papel f u n d a m e n t a l y o t r o t ipo de actividades signi­ficativas para la población, c omo las lacustres, desaparecieron y cuyos recursos naturales su fr ieron u n fuerte de ter i o ro , h a n sido incorpora ­dos al proceso u r b a n o y a los ejidatarios n o se les ha hecho difícil des­hacerse de sus parcelas.

E n otros casos, como el de Texcoco, en los que existe una estruc­t u r a produc t iva i m p o r t a n t e basada en recursos naturales adecuados, con infraestructura que permite obtener una product iv idad significativa (como es el contar con tierras de riego) y en donde el trabajo de la tie­r r a aún representa u n a o p c i ó n de m e j o r a m i e n t o e c o n ó m i c o para la población campesina, suelen mantenerse las actividades agrarias a pe­sar de la creciente urbanización. L a relación d irec ta entre las c o n d i ­ciones naturales de las tierras y la permanenc ia de las labores de l cam­po como u n a f o r m a de resistencia a una mayor o m e n o r urbanización n o es novedosa, de h e c h o es hasta obvia. S in e m b a r g o , e l constatar que la t i erra e j idal esté dotada de mejores condiciones para mantener las actividades agropecuarias y que sean éstas las que representan u n mayor obstáculo a la expansión urbana es u n a hipótesis que hasta aho­ra n o había sido considerada p o r los estudiosos urbanos.

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De esta m a n e r a habría que indagar cuáles son las características específicas de los p r o p i e t a r i o s pr ivados que se h a l l a n en la p e r i f e r i a r u r a l de la Z o n a M e t r o p o l i t a n a de la C i u d a d de México . U n o de los elementos de p a r t i d a para hacerlo es aceptar que este t ipo de p r o p i e ­dad es el más susceptible a la urbanización y que u n a superficie m u y i m p o r t a n t e de la ZMCM está en tales c o n d i c i o n e s . 1 9 Hasta a h o r a hay pocos datos sobre esta problemática y apenas se cuenta c on algunos aportes en e l estudio de l c o r redor Los Reyes-Texcoco. E n esta investi ­gac ión se a f i r m a que la urbanizac ión h a ocas ionado f u n d a m e n t a l ­mente u n decremento de las tierras de pequeña p r o p i e d a d dedicadas a explotac iones agropecuarias . E n el c u a d r o 3 se puede observar la c rec iente p r o p o r c i ó n de t ierras agropecuar ias pr ivadas que se h a n p e r d i d o en comparación con la relativa estabil idad de la t i e r r a e j idal .

Si b i e n la disminución de la superficie agrícola ha sido más acele­rada e n los pred ios de p r o p i e d a d pr ivada , l l a m a la atención el caso del m u n i c i p i o de Texcoco, en donde para 1990 se había p e r d i d o 6 0 % de la superficie registrada en 1970; en Chico loapan el porcentaje as­c i ende a 5 5 % . L a pérd ida de la super f i c i e de l a b o r en este t i p o de p r o p i e d a d en las dos décadas anteriores (1970-1990) ha sido más dra ­mática: en Chico loapan ha d i s m i n u i d o 8 3 % , en Chimalhuacán 7 0 % , y en Texcoco 7 2 % . E n contraste con este c o m p o r t a m i e n t o la superf i ­cie e j ida l n o ha d i s m i n u i d o tan rad ica lmente c omo la p r o p i e d a d p r i ­vada, aunque e n Chico loapan se observa u n a pérdida de la superficie t o ta l e j i d a l de 5 1 % , en Chimalhuacán apenas h a sido de 1 % , en L a Paz de 3 5 % y e n Texcoco de 3 7 % . Esta reducc ión de la t i e r r a e j ida l ha sido compensada p o r el m a n t e n i m i e n t o de la t i e r ra de labor en los ej idos: en C h i c o l o a p a n la disminución fue de 1 4 % mient ras que en L a Paz apenas l legó a 2%. E n los m u n i c i p i o s de Chimalhuacán y de Texcoco es notable el i n c r e m e n t o de la superficie de labor que en e l p r i m e r o aumentó 4 8 % y en el segundo 6 2 % . Estos datos c o r r o b o r a n la hipótesis de que los ej idatarios están regresando a cul t ivar sus t i e ­rras ya que la producc ión ej idal representa u n a alternativa de empleo para la población.

1 9 E l hecho de que los indicadores agrarios permitan determinar que la propiedad privada tiene más debilidades y que ello la orienta a su urbanización, ayuda a explicar las tendencias de urbanización encontradas para los años 1980-1990 en la Z M C M . Gra­cias a ellos se identificó que 63% del crecimiento urbano se dio en terrenos de propie­dad privada, mientras que sólo 27% se presentó en tierras ejidales y comunales; el resto correspondió a propiedad federal y tierras del ex vaso de Texcoco (Cruz, 1997: 17).

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Para i lustrar la t endenc ia que presenta la p r o p i e d a d pr ivada , los siguientes datos muestran el grado de afectación de las pequeñas p r o ­piedades. E n 1942 existían entre los m u n i c i p i o s de Texcoco y Chico -l oapan más de 21 ranchos ganaderos con cerca de 30 000 cabezas de g a n a d o ; p a r a 1975 había ya só lo 16 r a n c h o s c o n 18 000 reses y e n 1987 n o quedaban sino 14 ranchos con 6 350 animales . E n 1995 so­breviven sólo dos ranchos y el número de cabezas de ganado n o llega n i a 2 000 ( M u r o , 1996: 294) .

CUADRO 3 Superficies agrícolas en los municipios del corredor Los Reyes-Texcoco 1970-1990

Municipios Sup. total (ha) Sup. de labor (ha)

Municipios 1970 1990 1970 1990

Chicólo apan Ejidal 2 226 1089 764.4 657 Privada 894.6 404.9 719.3 120

Chimalhuacán Ejidal 1 681 1666 377.4 560 Privada 490 362.8 338 100

La Paz Ejidal 1510 985.3 1 009 985.3 Privada 551.4 434.5 434.4 400

Texcoco Ejidal 33 942 21 305.5 7 027.4 11416.6 Privada 7 214.6 2 887.73 4 269.1 1200

Fuente: Muro y Bulbarela (1996: 294).

E n suma, la dinámica desigual de las actividades agropecuarias de la f r o n t e r a p e r i u r b a n a de la ZMCM está d irectamente v inculada con el proceso de urbanización periférico. E l sector e j idal f o r m a parte i m ­p o r t a n t e de esta es t ruc tura p r o d u c t i v a , ya que p a r t i c i p a t a n t o e n la producc ión de autoconsumo como en la destinada al mercado local y que da empleo a los pobladores rurales, de aquí que se considere que ésta es u n a f r o n t e r a r u r a l cuya conservación es i m p o r t a n t e . Su urba ­nización depende de l v igor e c o n ó m i c o de l sector agrario (sobre todo e j ida l ) , de la crítica situación p o r la que pasa la producc ión en las t ie­rras de p r o p i e d a d pr ivada, y de las presiones que i m p u l s a n el pob la -

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m i e n t o de d e t e r m i n a d a s zonas de la c i u d a d ( c o m o e l o r i e n t e ) . D e aquí que e l f o r t a l e c i m i e n t o de las actividades agropecuarias de l sec­t o r e j i d a l p u d i e r a representar u n a f o r m a de contenc ión a la e x p a n ­sión de la m a n c h a urbana .

De todos los datos expuestos hasta aquí se puede i n f e r i r que exis­te u n a p e r i f e r i a p e r i u r b a n a caracterizada p o r u n a ac t iv idad agrope­cuaria i m p o r t a n t e ; lo " r u r a l " n o ha sucumbido a lo u r b a n o , tampoco la invasión es i r r e m e d i a b l e , n i h a n cambiado r a d i c a l m e n t e los usos de l suelo. L a urbanización ha generado o t r o t i p o de t rans fo rmac io ­nes que se re lac ionan d irectamente con la tenencia de la t i e rra y c o n las estrategias que h a n p e r m i t i d o a los ejidos y comunidades sobrevi­vir a l a creciente expansión de la c iudad . U n a u r b e en que dos terce­ras partes de su superficie n o t i enen usos urbanos, que mant iene u n a producc ión agropecuaria centrada en la t i e rra e j idal y en donde p o r lo menos 2 0 % d e l c r e c i m i e n t o u r b a n o se debe a la urbanización de los pueblos conurbados (Cruz, 1997), amer i ta u n a reflexión sobre la f o r m a en que estos nuevos elementos de la per i f e r ia r u r a l se re lac io ­n a n c o n lo u r b a n o . E n este sent ido , e l s iguiente apartado p r e t e n d e c o n t r i b u i r con algunos elementos a la definición empírica de la n u e ­va relación entre el campo y la c iudad .

"Nueva ruralidad" y modalidades de urbanización en la periferia

U n a de las variables fundamentales para orientar la reflexión en torno a la presencia de elementos rurales en la zona per iurbana es la tenencia de la t ierra, esto debido a tres factores: 1) los distintos tipos de tenencia, e j idal y comunal , y privada, se enfrentan de diversa manera al proceso u r b a n o ; 2) la diferenciación de los t ipos de p r o p i e d a d ha p e r m i t i d o identif icar al ejido como el espacio de encuentro y confrontación de los procesos agrario y urbano y, 3) los ejidos han resistido durante los últi­mos años el embate de la urbanización: gran parte de la periferia urba ­n a es de t i e r ra e j idal y su análisis i n t e r n o , así como su relación con e l proceso urbano requiere de la incorporación de nuevos elementos que vayan más allá del supuesto de que la "ciudad invade al ejido".

Los di ferentes tipos de p r o p i e d a d y la urbanización.

Respecto a este tema, es i m p o r t a n t e enfatizar que las tendencias re ­cientes sobre el c o m p o r t a m i e n t o de la expansión u r b a n a señalan de

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manera d e t e r m i n a n t e el a l to grado de susceptibi l idad de la t i e r ra pe­riférica de p r o p i e d a d p r i v a d a a la urbanización. Hasta a h o r a n o se cuenta con estudios suficientes para conocer con detalle las d e t e r m i ­nac iones de este proceso e n la p e r i f e r i a r u r a l , p e r o a p a r t i r de los datos que aquí se h a n presentado cabe af irmar que este t ipo de prop ie ­dad está p e r d i e n d o buena parte de su r e n t a b i l i d a d y uso agropecua­r i o . T a l parece que la crisis permanente de las últimas décadas de l si­g lo X X ha afectado de m a n e r a dramática a las unidades product ivas agrarias de p r o p i e d a d privada: la pérdida de los ranchos ganaderos de Texcoco parece c o m p r o b a r esta hipótesis. Los e j idos, p o r su p a r t e , mues t ran u n a mayor fortaleza para en f renta la crisis, ya que n o sólo han logrado resistir la tendencia a la urbanización sino que también han m a n t e n i d o las labores agropecuarias.

E l e j ido , " i d e n t i d a d agraria o u r b a n a "

E n el análisis de la urbanización e j idal que l levan a cabo los estudios urbanos suele reconocerse que los ejidos y las tierras comunales son u n t i p o de p r o p i e d a d p r o d u c t o de l proceso agrar io . E n o t r o trabajo hemos pro fund izado sobre esta afirmación (Cruz, 1996); aquí sólo es relevante apuntar tres e lementos que ayudan a d e f i n i r al e j ido c omo " i d e n t i d a d agraria" . E n p r i m e r lugar es necesario recordar que el e j i ­d o es r e s u l t a d o de u n m o v i m i e n t o campes ino cuya reivindicación f u n d a m e n t a l era la restitución de tierras; el contar con ellas se consi­deró de v i ta l i m p o r t a n c i a para la sobrevivencia de los agricultores. Se­g u n d o e l emento , la institucionalización de l m o v i m i e n t o campesino d i o lugar a la creación de l e j ido con u n a estructura corporat iva que def ine al núcleo e j i d a 2 0 y n o a los campesinos individuales como p r o ­pietarios . Y tercero , la co inc idenc ia entre e l núcleo e j idal y el pueb lo ha d e t e r m i n a d o la existencia de lazos comuni tar i os entre los ej idata-rios y la i d e n t i d a d de pertenenc ia a u n a c o m u n i d a d .

Así, a pesar de que n o hay d u d a de que e l e j i d o es u n a f i g u r a agraria, existe consenso entre los investigadores urbanos y los rurales al i d e n t i f i c a r l o c omo el p u n t o de encuentro entre lo u r b a n o y lo r u ­r a l . Esta convergenc ia se r e lac i ona d i r e c t a m e n t e c on el proceso de urbanización y puede orientarse a diversos desenlaces. Por u n a parte ,

2 0 E l núcleo ejidal se identifica como el conjunto de ejidatarios que forman parte de un pueblo o poblado agrícola.

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la confrontación entre e l proceso u r b a n o y e l agrario en los ejidos h a ocasionado en muchos casos la v i r t u a l desaparición de los agentes r u ­rales. Sin embargo este proceso n o ha estado ajeno a la in f luenc ia de las c o n d i c i o n a n t e s p r o p i a s de la p r o p i e d a d e j i d a l y de los actores agrarios v inculados a este t i p o de tenencia . L a acción de los e j idata -rios, de los comisariados ejidales y de los organismos agrarios ha de­t e r m i n a d o el establecimiento de relaciones específicas con los actores urbanos (colonos, inst i tuc iones urbanas ) . E n ellas se h a mostrado l a supremacía i n i c i a l de las relaciones agrarias, que va decayendo c o n ­f o r m e se van conso l idando la regularización de la t i e r ra y e l r e conoc i ­m i e n t o de los derechos de p r o p i e d a d de los actores urbanos. E l desa­r r o l l o de este f e n ó m e n o h a sido ampl iamente analizado y, de h e c h o , hasta la década de los ochenta se consideraba como el m o d e l o de " u r ­banización p o p u l a r " prevaleciente en los ejidos (Cruz, 1993).

Por o t ra par te , y desde u n a perspectiva que considera tales cam­bios e n la dinámica r u r a l , también se h a aceptado que las especifici­dades de la tenencia e j ida l h a n generado o t r o t i p o de cambios en e l i n t e r i o r de la v ida t rad i c i ona l de l e j ido y que n o necesariamente se h a l legado a la urbanización entend ida como la desaparición de los acto­res agrarios. De esta manera se está f rente a u n a redefinición d e l e j i ­do c omo " i d e n t i d a d agraria" , en cuya población la presencia de la u r ­b a n i z a c i ó n h a i n c o r p o r a d o v a l o r e s y usos u r b a n o s , así c o m o l a intervención de actores externos a la c o m u n i d a d ; empero , la sobrevi­venc ia de la organizac ión e j i d a l h a d e s e m p e ñ a d o u n p a p e l f u n d a ­m e n t a l en la p e r m a n e n c i a de los vínculos fami l iares y c o m u n i t a r i o s de l pob lado (Pepin , 1996). E n este sentido, el e j ido t iene e lementos ambivalentes que l levan tanto a la permanenc ia de elementos rurales c o m o a la presenc ia de tendenc ias que i m p u l s a n la urbanización y que le i m p r i m e n nuevas modalidades.

Así, en la urbanización de los ejidos de la per i fer ia se ha observa­do que en e l proceso i n t e r v i e n e n e lementos i n t e r n o s d i ferenc iados que les d a n características peculiares. E n el sur de l Dis t r i t o Federal va­rios pueblos h a n crecido notab lemente en los últimos años deb ido n o sólo a l i n c r e m e n t o demográf ico sino también c o m o efecto de su d i ­n a m i s m o e c o n ó m i c o . U n e j e m p l o es e l p u e b l o de San Pedro A t o e -p a n , que se h a urbanizado aceleradamente gracias a la producc ión y comercialización de l mole . E n el mismo caso está Tulyehualco d o n d e el auge de la producc ión y comercialización de l amaranto ha p e r m i t i ­do a sus habitantes obtener recursos económicos considerables. Para los estudiosos de la zona esto representa la búsqueda de estrategias de

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sobrevivencia que lejos de desmantelar la organización t rad i c i ona l de los poblados ayuda a la recreación de su i d e n t i d a d ; e n el la se c o n j u ­gan las costumbres y la creat iv idad de los pueblos ante su necesidad de conseguir mayores ingresos, l o que signif ica novedosas formas de relación con la c iudad (Canabal , 1997).

L a r e n t a b i l i d a d de la a g r i c u l t u r a también ha impulsado e l creci ­m i e n t o de algunos pueblos , p a r t i c u l a r m e n t e los que se loca l izan en M i l p a A l t a . E n el los e l proceso u r b a n o se h a p r e s e n t a d o c o m o u n c o m p l e m e n t o al auge de la producc ión agrícola, ya que se ha elevado la ca l idad de v ida de los campesinos med iante la instalación de servi­cios y la ampliación de los medios de comunicación. Este proceso ha c o n v e r t i d o a los pob ladores rurales e n demandantes de servicios u r ­banos para sus comunidades .

Por o tra parte , es i m p o r t a n t e advert ir el advenimiento de nuevos procesos que t i e n e n que ver con la incorporación de los pueblos co-nurbados al área urbana . E l significativo i n c r e m e n t o demográfico de estas comunidades i n d i c a la tendenc ia hacia u n a urbanización in te r ­na que se enfrenta con u n proceso m u c h o más comple jo derivado de la expansión física de la metrópoli . C o m o p r o d u c t o de esta c o n f r o n ­tación se generan nuevos patrones de urbanización en los que la lógi­ca d o m i n a n t e proviene de la c o m u n i d a d de l pueb lo o de l núcleo e j i -d a l y n o de u n a d i n á m i c a e n q u e la c r e c i e n t e e x p a n s i ó n u r b a n a "invade los espacios rurales" .

De esta manera la urbanización de algunos ejidos n o ha respondi­do al interés de los ejidatarios por obtener ingresos a par t i r de la venta de tierras a colonos; más b ien el m o t o r se ha identi f icado con la necesi­dad de suelo para vivienda de los pobladores de l pueblo a que pertene­cen. Este f e n ó m e n o h a sido m o t i v a d o en g r a n m e d i d a p o r e l crec i ­m i e n t o demográfico de la población e j idal , que ha obl igado a d i v i d i r las parcelas y a crear solares urbanos para los hijos de los ejidatarios.

Este proceso se presenta tanto en los pueblos de l Dis t r i t o Federal c omo e n el Estado de México . U n o de los ejemplos a los que se puede acudir para i lustrar ta l situación es el caso de l e j ido de Tláhuac, u b i ­cado e n la delegación de l mismo n o m b r e en el Dis t r i t o Federal . Des­de 1950 se llevó a cabo u n a creciente extracción de agua en esta zona para abastecer las necesidades de u n a C i u d a d de México que crecía a r i t m o s agigantados . E l i m p a c t o de esta acc ión fue p a r t i c u l a r m e n t e dramático en las t ierras de labor de l e j ido que nos ocupa. L a mayor parte de ellas d e j a r o n de tener las condic iones adecuadas para c u l t i ­varlas, pese a lo cual en las zonas que contaban con condiciones míni-

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mas se siguió trabajándolas. 2 1 Esta situación n o significó la pérdida de las t ierras n i t a m p o c o la venta de solares urbanos a colonos. A l c o n ­t r a r i o , desde entonces la t i e r ra e j idal permanece en manos de los e j i -datarios y se h a c o n v e r t i d o en u n b i e n que puede garant izar que se d ispondrá d e l suelo necesario para satisfacer las necesidades de v i ­v ienda de los herederos de los ej idatarios.

E n los munic ip ios conurbados también se presentan procesos que en p r i n c i p i o son similares pero que adquieren matices di ferenciados. E l e j i d o de Nicolás R o m e r o , l o ca l i zado en e l m u n i c i p i o d e l m i s m o n o m b r e , está habitado p o r pobladores mayori tar iamente or iundos d e l lugar (sólo 2 5 % es o r i g i n a r i o de otros lugares) , y durante las dos últi­mas décadas ha ten ido u n fuerte i n c r e m e n t o demográfico. Este crec i ­m i e n t o aún n o ha d e t e r m i n a d o la r u p t u r a de los lazos culturales y de i d e n t i d a d con la c o m u n i d a d . E n g r a n m e d i d a la conservación de las tierras ejidales ha ayudado a lograr lo , ya que habiéndose manten ido e n poder del núcleo ej idal , se sigue cult ivando la superficie de t empora l y el e j ido es considerado n o sólo como el p a t r i m o n i o de los ej idatarios originales, sino de sus sucesivas generaciones de descendientes. De esta manera la subdivisión de las parcelas se percibe como algo natura l , ya que al mismo t i empo que satisface la necesidad de suelo para vivienda de las nuevas familias "nativas", representa la herencia que recibirán los hijos de los ej idatarios (Vargas, 1997). Este sentido de pertenenc ia a l ej ido y al pueblo también se refleja en el patrón de urbanización, en e l cual se ha inc lu ido una zonificación en la que se ubican de manera se­parada los "nativos" y los "fuereños". 2 2

E n el m u n i c i p i o de Ecatepec se ident i f i can modalidades distintas a las presentadas, l o que en g r a n m e d i d a se debe al p a p e l d e t e r m i ­nante que desempeña la presión sobre e l suelo u r b a n o para f o r m a r co lonias populares . Este es e l caso de l e j ido de Santo Tomas Ch i co -naut la , cuyos pobladores n o sólo son ejidatarios sino que también t ie ­n e n o t r o t ipo de propiedades, como las pequeñas propiedades de los nativos de los pueblos, que paulat inamente se h a n i d o i n c o r p o r a n d o

2 1 Una encuesta que se aplicó en 1998 en este ejido reveló que 40% de los ejidata­rios todavía cultivaba la tierra fundamentalmente para el autoconsumo, y 32% de los ejidatarios todavía eran campesinos. (Rodríguez, 1999).

2 2 Esta división social en el poblamiento que ha sido producto del crecimiento de los pueblos conurbados genera en algunos casos conflictos entre ambos agentes socia­les. L a pertenencia a la comunidad del pueblo conlleva la existencia de relaciones de poder en que los "nativos" imponen ciertas condiciones de urbanización y de acceso al equipamiento del pueblo (Cruz, 1999).

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al área u r b a n a m e d i a n t e su venta . Así la d e m a n d a de t i e r r a para v i ­v i e n d a de los sectores populares se ha satisfecho a p a r t i r de l a venta de tierras cercanas al pueb lo , que anter i o rmente se dedicaban a usos agrícolas. Esto ha p e r m i t i d o , p o r u n a parte , conservar las tierras ejida-les productivas, y p o r o t ra , m a n t e n e r la " ident idad física de l pueb lo " , ya que aparentemente n o se h a p e r m i t i d o el asentamiento de fuere­ños d e n t r o de los límites d e l pob lado . Este f e n ó m e n o c o n f r o n t a a dos t ipos de asentamientos d i ferenc iados p o r e l proceso u r b a n o y r u r a l , las colonias populares y los pueblos; ambos se en f rentan a u n a convi­vencia en que la " i d e n t i d a d d e l p u e b l o " se enfrenta c omo d o m i n a n t e a los asentamientos i rregulares , ya que muchos de los servicios u r b a ­nos son proporc ionados p o r e l pueb lo ( como el agua, la luz , etc . ) . F i ­n a l m e n t e ambas figuras f o r m a n ya parte de l ámbito u r b a n o .

Los ej idatarios ¿productores agrícolas o empleados urbanos?

T o d o l o anter ior lleva a abordar el tercer factor que nos remite a la ne­cesidad de explorar otros aspectos de l espacio r u r a l de la per i fer ia de la ZMCM; para el lo se han re tomado algunos trabajos en donde se anali ­zan a los productores agrarios desde la perspectiva de su organización i n t e r n a (Torres, 1991; Canabal et al.y 1992; Canabal, 1997; Contreras y Cruz, 1997; y Vargas, 1997). Tres de los estudios que se revisaron anal i ­zan los rasgos generales de dos delegaciones de l D i s t r i t o Federal con u n a presencia i m p o r t a n t e de la actividad agropecuaria: se trata de Xo -c h i m i l c o y M i l p a A l t a . Para e l Estado de México se contó con dos i n ­vestigaciones realizadas en los m u n i c i p i o s de Ecatepec y Nicolás Ro­m e r o , ambos caracterizados p o r u n intenso proceso de urbanización. 2 3

L a composic ión de los productores agrícolas en las zonas de estu­d i o es mayor i tar iamente de o r igen e j idal ; sólo en el caso de M i l p a A l ­ta existe u n a p r o p o r c i ó n i m p o r t a n t e de campesinos que cu l t iva en p r o p i e d a d p r i v a d a . 2 4 E n genera l u n a p r i m e r a cuestión que l l a m a la atención es que g r a n parte de los campesinos se dedica al cu l t ivo de la t i e r r a . E n los o cho poblados rurales estudiados en M i l p a A l t a , en p r o m e d i o la m i t a d de la población se dedica a la agr i cu l tura , aunque

2 3 Se estudiaron dos ejidos, el de Santo Tomás Chiconautla en Ecatepec y el de Ni­colás Romero en el municipio del mismo nombre.

2 4 E n el estudio realizado por Pablo Torres fueron considerados tanto los produc­tores ejidatarios como los pequeños propietarios (realmente minifundistas y nativos de los pueblos de la delegación). De los campesinos incluidos en su muestra de trabajo 81% sembraba en propiedad privada (1991: 50).

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en algunos lugares esta proporción asciende a 9 0 % (Torres, 1991: 50 ) . E n e l e j ido de San G r e g o r i o A t l a p u l c o , en X o c h i m i l c o , se e n c o n t r ó que 8 3 % de los productores declaró que su act ividad p r i n c i p a l seguía siendo la agr i cu l tura ; en Tulyehualco 5 0 % de los ej idatarios se encon ­traba e n esta situación (Canabal et al., 1992: 86-142). E n los m u n i c i ­pios mexiquenses en el e j ido de Santo Tomás Chiconaut la la to ta l idad de los ej idatarios trabaja la t i erra , mientras que e n Nicolás Romero e l porcentaje alcanza a más de la m i t a d (56%) (Contreras y Cruz , 1997; y Vargas, 1997).

Las diferencias de los niveles de ocupación de la población en la a g r i c u l t u r a t i e n e n que ver c o n los recursos naturales c o n los que se cuenta, la in fraestructura , e l t ipo de cultivos, e l dest ino de la p r o d u c ­ción y la organización de l proceso de producción y su comercialización. E n este s e n t i d o existe u n a re lac ión e n t r e los e j idos y p u e b l o s q u e cuentan con tierras fértiles en zonas de r iego y que s iembran p r o d u c ­tos destinados al mercado , con la mayor ocupación de los pobladores en el sector agrar io . E l caso de M i l p a A l t a es e l más i lustrat ivo : la p r o ­ducc ión y comercialización de l n o p a l ha representado u n a act iv idad económica de la que los campesinos n o sólo o b t i e n e n los recursos ne ­cesarios para sobreviv ir , s ino que l o g r a n u n a mín ima acumulac ión que los ayuda a inver t i r en medios que o p t i m i z a n las labores p r o d u c ­tivas, o en todo caso les p e r m i t e tener más benefactores. 2 5

E n los ejidos de los muni c ip i o s de l Estado de México también p u ­do observarse la situación anter ior . E n Nicolás Romero la mayor par ­te de l a p r o d u c c i ó n se ded i caba a l a u t o c o n s u m o , m i e n t r a s que e n Santo Tomás Chiconaut la u n a proporc ión significativa se or ientaba a l m e r c a d o l o ca l . Estas di ferencias se deben a que el e j ido ub i cado e n Ecatepec está integrado a la estructura de producc ión que provee de forra je a la Cuenca Lechera de Tizayuca. L a d e m a n d a de produc tos de esta zona ayuda a que los e j idatar ios m a n t e n g a n e l t raba jo de l a t i e r r a ; c u e n t e n además c o n u n sistema de r i e g o (de aguas negras) que les p e r m i t e m a n t e n e r esta ac t iv idad y r e c i b a n u n a or ientac ión clara p o r parte de l Comisariado E j i d a l . 2 6

2 5 E n esta delegación se observa que los campesinos que se dedican en mayor me­dida a sembrar maíz producen fundamentalmente para el autoconsumo, por lo que obtienen menos recursos de la cosecha, mientras que aquellos que cultivan nopal con­sideran la producción altamente redituable. De aquí que también se generen diferen­cias sociales entre los campesinos en función de la mayor o menor rentabilidad de los productos que cultivan (Torres, 1991).

2 6 E n este caso hay que resaltar que la labor del Comisariado Ejidal ha sido impor-

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Si b i en en los ejidos se mant i ene el trabajo agrícola, la a g r i c u l t u r a n o ofrece empleo de t i e m p o comple to a los campesinos. Esto n o sólo depende de las temporadas que marcan p o r los ciclos agrícolas, sino de que los beneficios e conómicos que r i n d e esta act ividad no son su­ficientes para mantener a los ej idatarios y sus familias. E n X o c h i m i l c o sólo 3 5 % de los e j idatarios vive de l t rabajo agrícola, en tanto que e l 6 5 % restante per c ibe o t r o ingreso (Canabal et al, 1992) . E n Santo Tomás , en el Estado de México , se encontró que 5 0 % de los e j idata­rios que n o se dedicaban a actividades urbanas trabajaban exclusiva­m e n t e la t ierra ; el resto combinaba ambas actividades. E n Nicolás Ro­m e r o la situación se presentó de m a n e r a d i ferente , pues sólo 5 0 % de los entrevistados trabajaban la tierra y también desempeñaban empleos urbanos (Contreras y Cruz , 1997; y Vargas, 1997).

E n general los trabajadores reconocen que el cul t ivo de l a t i e r r a n o es rentable , a excepc ión de los campesinos que s iembran n o p a l en M i l p a A l t a , p o r lo que se h a n buscado estrategias que les p e r m i t a n l a sobrevivencia económica . Para e l lo , la mayoría de los e j idatarios y a l ­gunos m i e m b r o s de su f a m i l i a se h a n empleado en actividades urba ­nas. E n el e j ido de Tulyehuaco , en X o c h i m i l c o , de los ej idatarios que además de trabajar la t i e r ra se dedican a otras actividades, 5 0 % tiene u n empleo en los servicios públicos, 2 9 % trabaja en el comerc io , 1 2 % en servicios pr ivados y 2 % en la i n d u s t r i a ; en San G r e g o r i o , 4 5 % es empleado federal , 2 7 % profesor, 9% comerciante . E n M i l p a A l t a , en­tre las ocupaciones de los campesinos que t raba jaron fuera de la r e ­gión p r e d o m i n a r o n las actividades comerciales con 4 5 % y la burocra ­cia c o n 3 4 % (Canabal et al, 1992; y Torres , 1991) . E n el caso de los dos ejidos de los m u n i c i p i o s mexiquenses, 5 0 % de los ej idatarios ade­más de cult ivar la t i e r ra se dedica al comerc io , trabaja como obrero o se ded i can a oficios c o m o la albañilería, Ta carpintería, etc. ( C o n t r e ­ras y Cruz , 1997; y Vargas, 1997).

C o m o se puede observar, n o es posible a f i rmar que la población r u r a l esté compuesta sólo p o r agricultores; más b i en se trata de pobla ­dores que l levan a cabo u n s innúmero de ocupaciones , p o s i b i l i d a d que les ofrece la cercanía de la g ran c iudad . Esta diversificación ocu-p a c i o n a l les h a p e r m i t i d o c o m p l e m e n t a r los ingresos f a m i l i a r e s y m a n t e n e r la producc ión agrícola, así como la misma p r o p i e d a d de la t ierra . Es interesante no tar que hasta ahora la t i e rra e j idal n o ha cam-

tante para proyectar y administrar la producción del ejido, por lo que éste podría con­siderarse un elemento importante para el mantenimiento del ejido.

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biado de usos d e l suelo y que los campesinos, a pesar d e l a b a n d o n o t e m p o r a l de las parcelas, n o h a n mostrado interés p o r dejar d e f i n i t i ­vamente la act iv idad agrícola. Para Torres (1991) este f e n ó m e n o h a p e r m i t i d o que e n M i l p a A l t a a u m e n t e la PEA e n e l sector p r i m a r i o , e lemento que desde su p u n t o de vista ind ica u n a consolidación de las relaciones en t o r n o a la agr icu l tura y la reproducción misma de las co­munidades agrarias.

Por o tra parte , para muchos ejidatarios, en t iempos de crisis eco­nómica la parcela ha signif icado u n recurso para trabajar o apoyar l a reproducc ión de la u n i d a d f a m i l i a r , ya sea cu l t i vando productos co­merciales o dedicándose a la m i s m a producc i ón de a u t o c o n s u m o . 2 7

L a edad de los productores nos muestra también que las labores agrí­colas h a n sido u n a opc ión de empleo para aquel la población entrada en años a la cua l le es difícil ubicarse e n e l m e r c a d o de trabajo . E n 1980, 4 3 % de la PEA agrícola en X o c h i m i l c o era mayor de 45 años; e n M i l p a A l t a 5 1 % de los productores tenía entre 40 y 60 años y 16% era mayor de 60 (Canabal et al, 1992; Canabal , 1997; y Torres , 1991); e n Nicolás Romero 5 7 % de los ej idatarios que cu l t ivan son pensionados o desempleados. De esta m a n e r a las actividades agrarias están r e i n ­c o r p o r a n d o a los j u b i l a d o s , a los hombres de edad m a d u r a y a a l g u ­nos jóvenes que n o t i e n e n posibi l idades de conseguir u n empleo e n la urbe .

Reflexiones finales

Cons iderando l o expuesto e n este trabajo , se p u e d e n p lantear a l g u ­nas ref lexiones en t o r n o a los e lementos que c o n f i g u r a n l a per i f e r ia de la ZMCM. U n a p r i m e r a cuestión que salta a la vista es la d i f i c u l t a d para d e f i n i r a la per i fer ia como urbana o r u r a l . Las del imitaciones pa­ra hacer lo n o consideran de p r i n c i p i o las relaciones entre los proce ­sos sociales y e c o n ó m i c o s que se d e s a r r o l l a n en e l espacio que nos ocupa . E l tránsito de l o r u r a l a l o u r b a n o c o m o u n supuesto f u n d a ­m e n t a l que expl ica e l c rec imiento de u n a metrópoli ya n o es tan cla­r o ; son en todo caso la presencia de actores urbanos y la permanenc ia de actividades agrarias, de lazos comuni tar i os y de formas de p r o p i e -

2 7 Los trabajos de investigación han mostrado que los productos para el autoabas-to están vinculados con la mayor pobreza de los campesinos. Los productores que tie­nen más recursos siembran cultivos comerciales (Torres, 1991).

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d a d campesina los rasgos que d e f i n e n el p e r f i l de esta per i f e r ia . Así, ambos aspectos, la urbanización y la r u r a l i d a d son parte de la estruc­t u r a m e t r o p o l i t a n a y sus relaciones i m p r i m e n modal idades específi­cas a las zonas periféricas.

L a estabil idad de la población campesina, el re forzamiento de las re lac iones agrícolas y la r e p r o d u c c i ó n de las c o m u n i d a d e s agrarias son elementos que se o r i e n t a n al f o r ta lec imiento de los pueblos y e j i ­dos. L a relación entre estos aspectos se refleja en la conformación de l mercado de trabajo al que se en f rentan los campesinos. Se puede afir­mar que la significativa presencia de la producc ión para e l autoconsu-m o representa u n a f o r m a de autorregulación de l mercado labora l , ya que éste, al n o ofrecer posibi l idades de inserción de g r a n par te de la fuerza de trabajo en la c iudad , da lugar a que el autoabasto aparezca como la garantía de la reproducción de los campesinos.

D e esta m a n e r a , a p a r e n t e m e n t e e l proceso de descampesiniza-ción ident i f i cado como el mecanismo mediante e l cual e l campesino se va desvinculando de sus medios de producc ión n o h a c u l m i n a d o , más b i e n se ha i n t e r r u m p i d o . Es decir , los campesinos deTa per i fer ia r u r a l de la ZMCM, y par t i cu larmente los ej idatarios, buscan c o n t i n u a r c on e l t rabajo de la t i e r r a y m a n t e n e r su parcela : e n pocas palabras q u i e r e n seguir siendo campesinos. Así se está f rente a u n proceso de campesinización que se presenta c o m o respuesta a u n a crisis e c o n ó ­mica y que se c o m b i n a con las especificidades de la relación entre la per i f e r ia r u r a l y la zona urbana , l o que expl ica la diversificación de las actividades de los campesinos y la concepc ión de la parcela como u n recurso que puede satisfacer las necesidades de vivienda de la u n i d a d fami l iar .

Los elementos señalados hasta aquí nos p e r m i t e n repensar la re­lación entre lo u r b a n o y lo r u r a l en la g ran ZMCM. M u y probab lemen­te algunos urbanistas podrían considerar los e lementos que se seña­lan en este trabajo c omo u n a "etapa de transición" en la que a fin de cuentas la urbanización impondrá sus condiciones. Si b i e n es innega­ble que e l proceso u r b a n o d e t e r m i n a e n m u c h o la evolución de los procesos rurales en las grandes ciudades, también es c ierto que los ac­tores agrarios, la t i e r ra dedicada a usos rurales y las " identidades agra­r i a s " 2 8 suelen ut i l i zar diversas estrategias para sobrevivir y h a n impues­t o moda l idades específicas a la urbanización. E n este sent ido , en el

E n este caso me refiero fundamentalmente a los pueblos conurbados.

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marco de la discusión de la "nueva r u r a l i d a d " habría que p r o f u n d i z a r en la idea de que los e lementos rurales f o r m a n par te d e l f e n ó m e n o u r b a n o , y con el lo avanzar en la reflexión sobre la complejización de la problemática urbana y en e l papel que esta frontera r u r a l t iene en la gran c iudad .

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