PROBLEMAS Y PERSPECtivAS DE LA tEORÍA DE LA · PDF fileuna doble perspectiva sin la...

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    PROBLEMAS Y PERSPECtivAS DE LA tEORA DE LA DEPEnDEnCiA1

    La teora de la dependencia, al menos en su vertiente de izquier-da, que es la que aqu nos interesa analizar, nace marcada por una doble perspectiva sin la cual es imposible comprender sus principales supuestos y su tortuoso desarrollo. Por una parte, surge como una violenta impugnacin de la sociologa burgue-sa y sus interpretaciones del proceso histrico latinoamericano, oponindose a teoras como la del dualismo estructural, la del funcionalismo en todas sus variantes y, por supuesto, a las corrien-tes desarrollistas. Con esto cumple una positiva funcin crtica, sin la cual sera imposible siquiera imaginar la orientacin actual de la sociologa universitaria en Amrica Latina. Por otra parte, emerge en conflicto con lo que a partir de cierto momento dar en llamarse el marxismo tradicional.

    Ahora bien, toda la paradoja y gran parte de la originalidad de la teora de la dependencia estriba, no obstante, en una suerte de cruzamientos de perspectivas que determina que, mientras por un lado se critica a las corrientes burguesas desde un punto de vista cercano al marxista, por otro se critique al marxismo-leninismo

    1 Extrado de Agustn Cueva, Teora social y procesos polticos en Amrica Latina, Mxico, edicol, 1 ed., 1979, pp. 15-39.

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    desde una ptica harto impregnada de desarrollismo y de concep-ciones provenientes de las ciencias sociales burguesas.

    El debate sobre feudalismo y capitalismo en Amrica Latina, que derram mucha tinta y sembr no poca confusin terica, es, sin duda, el ejemplo ms claro, aunque no el nico, de lo que venimos diciendo. Debate situado aparentemente en el seno del marxismo, es el que gunder Frank y Luis vitale2 sostuvieron con la izquierda tradicional. tiene ste, empero, la particularidad de que los autores se formulan tesis que slo se vuelven compren-sibles a condicin de abandonar la teora marxista.

    En efecto, y siempre que uno haga caso omiso de El capital y se ubique de lleno en la ptica de la economa y la historiogra-fa no marxistas, las aseveraciones de Frank y vitale se tornan lmpidas e irrefutables. Definido el capitalismo como economa monetaria y el feudalismo como economa de trueque o, en el mejor de los casos, como economa abierta y economa ce-rrada, respectivamente, pocas dudas caben de que el capitalis-mo se instal plena y profundamente en Amrica Latina no slo desde su cuna sino desde su concepcin, como lleg a decirse. Para demostrarlo, ni siquiera era menester realizar nuevas inves-tigaciones histricas y en efecto, nadie se tom el trabajo de hacerlas; bastaba retomar los materiales proporcionados por la historiografa existente y demostrar que en el perodo colonial hubo moneda y comercio. Se poda seguir, en suma, aunque no sin caricaturizarlo, un razonamiento anlogo al que permite a Pirenne afirmar la existencia de capitalismo en la Edad Media, a partir del siglo Xii por lo menos.3

    todo esto, envuelto en una especie de mesianismo cuya lgica poltica resulta, adems, imposible de entender; a menos de to-

    2 Luis vitale nunca formul, desde luego, una teora de la dependencia. Pero si trabajos suyos, como el titulado Amrica Latina: feudal o capitalista?, alcanza-ron tanta difusin, es porque se inscriban dentro de una perspectiva terica que ya empezaba a pensar nuestra problemtica en trminos izquierdistas pero que visiblemente se alejan de los del marxismo-leninismo.

    3 vase, por ejemplo, su Historia econmica y social de la Edad Media, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1969, pp. 119 y ss.

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    marla como lo que en realidad fue: una ilusin de intelectuales. Las que aparecan entonces como nuevas lneas revolucionarias en Amrica Latina, esto es, el castrismo y el maosmo,4 se haban constituido desde luego con mucha anterioridad al descubri-miento del carcter no feudal de la Colonia; y, en cuanto a la tctica de frentes populares que se quera impugnar, era obvio que no iba a derrumbarse con el solo retumbar de estas nuevas trompetas de Jeric. El frente que se form en Francia en 1936, por ejemplo, no necesit hablar de feudalismo para sustentarse.

    Sea de ello lo que fuere, lo que importa destacar aqu es esta primera gran paradoja que envolver a la teora de la dependen-cia desde su cuna: la de constituirse como un neomarxismo al margen de Marx. Hecho que pesar mucho en toda la orien-tacin de la sociologa latinoamericana contempornea y termi-nar por ubicar a dicha teora en el callejn sin salida en el que actualmente se encuentra.

    Esta situacin ambigua debilitar incluso las crticas hechas a las teoras burguesas del desarrollo y el subdesarrollo, en la medi-da en que sus impugnadores permanecen, de una u otra manera, prisioneros de ellas. Es lo que ocurre con gunder Frank, por ejemplo, quien en su ensayo La sociologa del desarrollo y el sub-desarrollo de la sociologa, por lo dems muy meritorio, entabla una descomunal batalla con los discpulos de Parsons, destinada a saber dnde existen pautas ms universales de comporta-miento, si en los pases desarrollados o en los subdesarrollados;5 embarcndose en una polmica barroca de la que ni siquiera es seguro que resulte vencedor. Despus de todo, la mistificacin de los parsonianos no radica en el hecho de encontrar en los pa-

    4 Lo que en determinado momento se denomin castrismo, evolucion en Cuba hacia un slido marxismo-leninismo; en los dems pases de Amrica Latina el proceso fue ms complejo. En cuanto al maosmo, se ha convertido en la actua-lidad en la extrema izquierda del imperialismo. Las citas que aqu se hacen de trabajos de Mao deben tomarse como simples referencias tericas, que jams implicaron simpata alguna por la poltica de Pekn (nota de 1979).

    5 vase Desarrollo del subdesarrollo, Mxico, Escuela nacional de Antropologa e Historia, 1969, pp. 34 y ss.

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    ses subdesarrollados orientaciones de conducta, que en realidad pueden darse en reas donde el modo de produccin capitalista an no se ha desarrollado suficientemente; sino en sustituir el anlisis de las estructuras por el de sus efectos ms superficiales y presentar a stos como las determinaciones ltimas del devenir social.

    El mismo debate sobre el dualismo estructural, tesis burgue-sa que en realidad era menester impugnar, parece desembocar a menudo en la simple recreacin de un dualismo de signos inver-tidos, en el que el planteamiento, y por lo tanto los elementos b-sicos del anlisis, no cambian, sino slo su papel. En las Siete tesis equivocadas sobre Amrica Latina de Rodolfo Stavenhagen, por ejemplo,6 los sectores tradicional y moderno siguen presentes como unidades analticas fundamentales, con la nica diferencia de que ahora ya no es el sector tradicional el causante del atraso sino ms bien el sector moderno. Por eso, la misma teora del colonialismo interno, al menos tal como es presentada en las Siete tesis, dificulta el anlisis de clase en vez de facilitarlo; condu-ciendo, adems, a conclusiones sumamente cuestionables como aquella de la sptima tesis, en donde se formula la inviabilidad de la alianza obrero-campesina en Latinoamrica, aduciendo que la clase obrera urbana de nuestros pases tambin se beneficia con la situacin de colonialismo interno. El propio autor parece haber sentido las limitaciones de este tipo de enfoque, por lo que reformular posteriormente su tesis del colonialismo interno en trminos de combinacin de modos de produccin,7 retomando de esta manera uno de los conceptos centrales del marxismo cl-sico, que en las Siete tesis apareca ms bien catalogado como una sofisticada variante del dualismo estructural.

    6 Stavenhagen no formula en rigor una teora de la dependencia y, lo que es ms, se aparta del horizonte terico de sta en sus trabajos ms amplios. Pero las Siete tesis se escriben indudablemente bajo la influencia de los autores dependentistas y constituyen en cierta medida el manifiesto de toda una generacin.

    7 vase su intervencin en el seminario sobre clases sociales realizado en Oaxaca en 1971, reproducida en Las clases sociales en Amrica Latina, Mxico, Siglo XXi, 1973, pp. 280-281.

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    De todas maneras, hay en este trabajo de Stavenhagen, y so-bre todo en los de Frank, la presencia de un esquema en el cual la explotacin, y por tanto las contradicciones de clases, son re-emplazadas por un sistema indeterminado de contradicciones nacionales y regionales que, justamente por su indeterminacin, no deja de plantear serios problemas desde un punto de vista es-trictamente marxista. A este respecto, antes que preguntarse si el modelo frankiano, por ejemplo, es compatible o no con un an-lisis de clase, resulta importante constatar que en ensayos como el titulado Chile: el desarrollo del subdesarrollo, la lucha de clases est simplemente ausente, pese a que en dicho pas, hasta donde sabemos, la historia no parece ser muy pobre en este aspecto.

    Este desplazamiento que convierte a los pases y regiones en unidades ltimas e irreductibles del anlisis, es el que confiere, adems, un tinte marcadamente nacionalista a la teora de la de-pendencia, y no porque la contradiccin entre pases dependien-tes y estados imperialistas no se d histricamente, cosa que sera absurdo negar, sino porque un inadecuado manejo de la dialctica impide ubicar el problema en el nivel terico que le corresponde: esto es, como una contradiccin derivada de otra mayor, la de cla-ses, y que slo en determinadas condiciones puede pasar a ocupar el papel principal. Si no nos equivocamos, el nico texto en que se aborda este problema de manera sistemtica e inequvoca es Imperialismo y capitalismo de Estado, de Anbal Quijano;8 pero no se olvide que tal escrito data de 1972, cuando ya los cimien-tos de la teora de la dependencia estn bastante resquebrajados y el propio Quijano se encuentra, a nuestro juicio, ms cerca del marxismo a secas q